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Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8).

La Sociedad en la cual vivimos y aún en estos tiempos existe una crisis de Fe, son pocas
las personas que tienen un concepto optimista del futuro, la mayoría de la gente no tiene
Fe en que sus matrimonios serán duraderos, que los políticos servirán honradamente a su
país, o que el sistema educativo los preparará adecuadamente para los desafíos que los
esperan en el futuro. Al enfrentarse a los apuros de la vida diaria, muchas de las personas
sencillamente no tienen la confianza de que el mañana será mejor que el presente.

El agobio y la desilusión y aún la amargura de la gente se puede sentir y oler a diario, los
sentimientos de que “cada día el rico es más rico y el pobre más pobre”, y “de que nunca
sale nada bien” o que el empoderamiento de algunos sectores económicos de la sociedad
son un gigante que nadie puede derribar. Al mismo tiempo mucha gente considera que los
principios de la Biblia son condenatorios y que sus promesas están obsoletas. El concepto
que predomina es que debemos aceptar y dar validez a todas las opiniones, sin importar
cuáles sean, ni la perversión y desviación de la verdad que estas contengan. Quizás no se
niega la existencia de Dios pero se tiene la idea que este esta tan lejos de la existencia del
hombre que difícilmente pueda comprender los problemas que este posee a diario, el
materialismo, el humanismo y la decadencia moral de la sociedad en su conjunto juegan un
rol importante para que el hombre dude, lo que inevitablemente conlleva la falta de fe.
La misma religión es superficial en esto, de hecho, mucha gente que se considera cristiana
no tiene conocimiento básico de las enseñanzas de la escritura, ni de lo que Dios dice para
ellos, por ende, podemos concluir que toda la vida del hombre se traduce a gustos
personales y satisfacer sus propios sentimientos sujetándose a cualquier cosa que provoque
un sentimiento de bienestar. Cómo hay un dicho conocido: “Del dicho al hecho hay mucho
trecho”, nuestro Señor Jesucristo relató una parábola que demuestra la necesidad de tener
y practicar una fe viva, habló de una viuda a quien un juez no le quería hacer justicia; pero
ella insistió con tanta perseverancia que finalmente el juez decidió ayudarla, porque ya
estaba cansado de tanta insistencia. (Lucas 18:1-5).
Jesús se valió de este ejemplo de la vida diaria para explicar la promesa de Dios de ayudar
a los que él ha llamado, El Señor nos asegura que el Padre contestará nuestras oraciones y
no las dejará sin respuesta, ¿Tiene Usted Fe en que contestará las suyas?. Entender las
instrucciones de Dios y obedecerlas inspirará nuestra vida de Fe en él y en sus
promesas. La Fe nos ayuda a hacer frente a nuestro mundo tan turbulento y confuso del
cuál hablamos en el principio, nos da la confianza y seguridad que necesitamos para
poder seguir adelante. La Fe no es un ingrediente mágico, no obstante, nos conduce a una
actitud de verdadera confianza en Dios. La fe nos da la seguridad de que Dios tiene el
poder y la voluntad de obrar en nuestra vida. A medida que se fortalece, la fe deja de ser
únicamente una convicción intelectual para convertirse en un compromiso y un modo de
vivir; no solamente creemos que Dios se preocupa por nosotros, sino que nosotros
deseamos hacer su voluntad. La Biblia nos da la certeza que “el justo por la fe
vivirá”, entonces esta guía convence internamente que somos hijos de Dios y que el tendrá
cuidado de nosotros apoyando nuestra vida en la tierra y preparando nuestras almas para
una vida mejor, por lo mismo, no esta basada en sentimientos, sino en verdades
bíblicas, la palabra de Dios que habla a cada individuo porque Dios conoce su vida y sabe
cuáles son sus preocupaciones y sus conflictos.
Por lo mismo, el nos provee descanso a las preocupaciones y una profunda convicción
basado en el conocimiento y la relación personal con él, quien esta al pendiente de nuestra
existencia y hará conforme su voluntad, lo mejor para nosotros, activemos la verdadera Fe
en Dios.

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