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Paz en el territorio

Diálogo intercultural
y justicia social
Paz en el territorio
Diálogo intercultural
y justicia social

Colectivo de Estudios Poscoloniales/Decoloniales


en América Latina (Colectivo Copal)

Bogotá, D. C., 2017


CATALOGACIÓN EN LA PUBLICACIÓN UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Colectivo de
Estudios Poscoloniales/Decoloniales en América Latina (Colectivo COPAL)

Paz en el territorio. Diálogo intercultural y justicia social / Colectivo de Estudios Poscoloniales/Decoloniales en América
Latina (Colectivo Copal). -- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de
Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina (UNIJUS),
2017.

204 páginas. -- (Colección Gerardo Molina ; 68)

Incluye referencias bibliográficas e índice temático, onomástico y toponímico


ISBN 978-958-783-286-0 (rústica). -- ISBN 978-958-783-288-4 (e-book). --
ISBN 978-958-783-287-7 (impresión bajo demanda).

1. Acuerdos de paz -- Colombia 2. Instituciones políticas 3. Instituciones sociales 4. Paz -- Colombia 5. Tierras –
Administración -- Colombia 6. Reforma agraria -- Colombia 7. Migración rural-urbana – Colombia 8. Justicia social
–Colombia 9. Afrocolombiano 10. Interculturalidad 11. Zonas de Reserva Campesina I. Título II. Serie

CDD-23 303.6909861 / 2017

Paz en el territorio. Diálogo intercultural y justicia social Este libro resultado de investigación (evaluado por
Colección Gerardo Molina pares académicos) fue producido por el Colectivo
de Estudios Poscoloniales/Decoloniales en América
© Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá
Latina (Colectivo Copal), cuyo director es el profesor
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Camilo Borrero
© Cindy Natally Duarte Hincapié, Michael Cruz
Rodríguez, coordinadores, 2017 Preparación editorial
Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales
© Sara Milena Ferrer Valencia, Laura Natalia Gil Gerardo Molina, Unijus
Vega, Laura María Guevara Agudelo, Jennifer insisjpg_bog@unal.edu.co
Andrea Montaño Granados, Diana Marcela (57+1) 3165000, exts. 29264 y 29266
Ricaurte Vargas, Carolina Patricia Trejos Carvajal,
Diagonal 40 A Bis n.° 15-38, Complejo Casa Gaitán
autores, 2017
Juan Sebastián Solano
Primera edición, 2017 Coordinador editorial
isbn (papel): 978-958-783-286-0
isbn (digital): 978-958-783-288-4 Ángela María Herrera Castillo
isbn (ibd): 978-958-783-287-7 Coordinadora académica
Ana Marlen Garzón Urrego
Comité de Publicaciones
Coordinadora administrativa
Alejo Vargas Velásquez
Vicedecano de Investigación y Extensión Melissa Ruano Chacón
André-Noël Roth Deubel Diseñadora gráfica
Director del Instituto Unidad de Investigaciones
Diseño original de la Colección
Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Unijus
Gerardo Molina
Bernd Marquardt Diego Mesa Quintero
Director de la revista Pensamiento Jurídico
Carlos Medina Gallego Corrección de estilo
Director del Departamento de Ciencia Política Laura Nathaly Rubiano
Carolina Jiménez Imagen de portada
Directora de la revista Ciencia Política Amanecer junto al río Orinoco,
Jorge Enrique Carvajal Diego Armando Zamudio Ruiz
Director del Departamento de Derecho
Prohibida la reproducción total o parcial
por cualquier medio sin la autorización del titular
de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en Bogotá, D. C., Colombia.
CONTENIDO

Introducción .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Cindy Natally Duarte Hincapié

Movimiento indígena y movimiento campesino.


Luchas por la justicia social.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Jennifer Andrea Montaño Granados y Carolina Patricia Trejos Carvajal

Zonas de Reserva Campesina (ZRC) en medio del


conflicto armado y la búsqueda de una salida pacífica.. . . . 75
Laura Natalia Gil Vega y Diana Marcela Ricaurte Vargas

El caso del Catatumbo y los desencuentros por


el reconocimiento de derechos territoriales.. . . . . . . . . . . . . . . . 117
Laura María Guevara Agudelo

La integración local en zonas urbanas: análisis del marco


normativo aplicable a la población afrocolombiana
en condición de desplazamiento forzado .. .. .. .. .. .. .. .. .. 137
Sara Milena Ferrer Valencia

Conclusiones. Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC)


y los conflictos interculturales por el territorio .. .. .. .. .. .. .. 175
Michael Cruz Rodríguez
Autores .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187

Índice temático.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191

Índice onomástico .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 197

Índice toponímico .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 199


INTRODUCCIÓN

CI N D Y N ATA LLY D UA RT E HI N CA P I É * 1

* Coordinadora del Colectivo Copal. Abogada, especialista en Derechos Humanos


y Derecho Internacional Humanitario y candidata a magíster en Filosofía de
la Universidad Nacional de Colombia.
Correo electrónico: cnduarteh@unal.edu.co
CINDY NATALLY DUARTE HINCAPIÉ

En Colombia yo creo que el pueblo recobra la


capacidad de poder si se organiza, en términos civiles,
porque el conflicto armado ya no tiene razón de ser.
Jaime Garzón

E l presente libro es el resultado del trabajo de las y los integrantes del


Colectivo de Estudios Poscoloniales/Decoloniales en América Latina
(Colectivo Copal), ante el urgente llamado que compete responder a la
academia en un momento sin antecedentes en la historia reciente del país.
El proceso de negociación para el fin del conflicto armado entre las Farc-
ep y el gobierno de Juan Manuel Santos requiere ser pensado como una
oportunidad para que la democracia se amplíe significativamente1. No
se trata únicamente de que quienes optaron por las armas para obtener
el poder puedan elegir y ser elegidos con garantías, o el hecho mismo
de que estén negociando asuntos de política pública, sino de que los re-
clamos por justicia que, en buena parte, dieron origen a medio siglo de
guerra interna, puedan tener canales de diálogo en los que se tengan en
cuenta o sea posible plantearlos, en lo sucesivo, pública e institucional-
mente. Esto no implica que de antemano el derecho acepte y modifique
dichas injusticias. Más bien da cuenta de cómo se limita la posibilidad
de cada colombiano que se ve afectado por la guerra de ser agente de su
propio destino, de la ausencia de una autodeterminación real. Una vez
los colombianos dejemos de estar aturdidos, y apenas sobreviviendo al
horror de la guerra, podremos asumir de manera autónoma dichos re-
clamos para que irrumpan en la actividad política.
El Colectivo Copal se ha caracterizado por pensar el derecho desde
aquellos ámbitos en los que el conflicto constitutivo de la comunidad
política y social desborda la capacidad de resolución del sistema jurí-
dico. El conflicto es distinto de la violencia o del uso de la guerra para
dirimir las diferencias. El primero excluye a los segundos, pues tiene un
carácter puramente político al manifestar lo que constituye a cada uno
frente al otro en medio de la acción (Arendt, 2005b). Múltiples y con-
tradictorios intereses convergen en la reunión de varios seres humanos

1 Cabe anotar que la investigación que dio paso a esta obra concluyó antes de
la firma de los Acuerdos de La Habana en el Teatro Colón de Bogotá, el 24
de noviembre de 2016. Para su publicación los autores mantuvieron el tiempo
presente de sus textos, que era el original en el manuscrito editado.

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Introducción

para la permanencia social. Cada quien lleva sus deseos particulares en


el encuentro con el otro; eso es lo que nos hace comunes, que nos reu-
nimos en conflicto (Rancière, 1996). La vida en sociedad es la vida en
conflicto que es irresoluble (Kant, 1999). La existencia de esa conflicti-
vidad permite la interacción, el intercambio y la creación de un lenguaje
que siempre está abierto a nuevas irrupciones que conforman lo común;
la violencia, por su parte, niega el conflicto, lo anula y lo convierte en
una pura comparación de fuerzas (Arendt, 2005b). Dada esa multipli-
cidad, precisamos pensar la justicia a través de la política (Rawls, 1971;
Balibar, 2015), no de la guerra. En ese sentido, este trabajo refleja el
interés por aportar a temas colaterales de la agenda e implementación
de los acuerdos que se están construyendo en La Habana, ya que, sin
la participación de la sociedad civil, estos acuerdos no son más que la
negociación de deseos particulares.
El trabajo realizado presenta por lo menos tres grandes reflexiones
alrededor de los movimientos sociales vinculados a la tenencia de la tie-
rra, como categoría nuclear en el desarrollo del conflicto armado. En los
tres primeros capítulos se revisó la interacción de los pueblos indígenas
y los movimientos campesinos en la lucha por la tierra, como marco de
comprensión de un caso particular en el Catatumbo. En dicho análisis
no se incluyeron las tensiones con la población afro, dada la especificidad
del estudio de caso, en aras de llevar a cabo una indagación concreta y
rigurosa, por lo que su aplicabilidad se reduce a aquellos territorios en
los que se dan de manera específica este tipo de conflictos, como gran
parte de la región Andina y los Llanos Orientales. En el último capítulo,
con el objeto de hacer otro tipo de reflexión desde la perspectiva de la
población afro, se analizó la relación de los afrodescendientes víctimas
del conflicto con la ciudad como ámbito receptor de su población en el
desplazamiento forzado interno. Esta última investigación se deriva de
los resultados de una tesis de maestría que se desarrolló en articulación
con el trabajo del grupo de investigación.
En concreto, tenemos que las categorías analíticas abordadas se
desarrollaron de la siguiente manera: el primer tipo de reflexión rea-
lizado consistió en el análisis de la historia de las reformas agrarias en
Colombia y la consolidación de la Ley 160 de 1994, que creó las Zonas
de Reserva Campesina (zrc) como una forma de ordenación del terri-
torio, que es a la vez resultado y campo de gestión de nuevas maneras
de movilización. En ese sentido, se hizo una investigación de tipo
histórico-descriptivo en la que más que análisis de fuentes primarias,

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CINDY NATALLY DUARTE HINCAPIÉ

reducidas en esta investigación a antecedentes normativos, se llevó a


cabo una reconstrucción de la historiografía de las reformas agrarias y
de los movimientos sociales de pueblos indígenas y campesinos. Dicho
rastreo permitió encontrar estructuras políticas y económicas que se
perpetuaron en el tiempo, aunque se manifestaran de formas distin-
tas, contra modos de resistencia que les hicieron frente de modos di-
versos, y que implicaron a su vez la transformación de los sujetos y de
las reivindicaciones. Dicho análisis encontró que, a lo largo del siglo
xx, las luchas por la justicia social con respecto a la tierra se movieron
principalmente en el ámbito de la redistribución, aun sin que esta se
diera de manera real. Para los movimientos fue importante plantearse,
además, la necesidad del reconocimiento de sus identidades particu-
lares de cara a la tenencia y el uso de la tierra, lo cual transformó sus
formas de ser y de verse, al tiempo que cualificó y justificó de manera
mucho más amplia sus reclamos. De esta manera, la visión de justicia
bivalente de Nancy Fraser se adoptó como marco analítico en la inte-
racción entre indígenas y campesinos.
De otra parte, acudiendo a la valoración de fuentes primarias, prin-
cipalmente los pronunciamientos de la Asociación Nacional de Zonas
de Reserva Campesina (Anzorc), de las Farc-ep y del Gobierno nacio-
nal, se llevó a cabo el análisis de varias categorías transversales al asunto
de la tierra en relación con el conflicto armado. En él se encontró que
las propuestas de los movimientos campesinos articulados en Anzorc
tuvieron un fuerte eco en las propuestas de las Farc-ep, sin que esto
signifique que se trate de las mismas, pues son los pueblos y los movi-
mientos quienes plantean y complejizan más precisamente el territorio.
Este acápite permitió encontrar que las Farc, a pesar de constituir una
fuerza armada que victimizó a gran parte de la población, debido a su
trabajo al interior de las comunidades y dadas las complejas relaciones
que desarrolló con la población rural, comprende desde una perspec-
tiva más cercana el problema de la tenencia de la tierra y puede cons-
tituir, en lo sucesivo y con la implementación de los Acuerdos de Paz,
un interlocutor frente al Gobierno nacional y a las élites políticas que
dialogue y ponga sobre la mesa visiones puntuales del territorio desde
los movimientos campesinos.
Los análisis anteriormente descritos de las relaciones entre zrc,
reforma agraria y articulación de los movimientos sociales campesinos
alrededor del territorio como formas de autonomía, así como las luchas
de los pueblos indígenas por la recuperación territorial y la reivindicación

10
Introducción

de su autonomía particular, permitieron realizar el análisis de caso de la


constitución de la zrc de Tibú, Norte de Santander, en conflicto con el
territorio del pueblo barí, como expresión de la necesidad de compren-
der la justicia social como un ejercicio bivalente, siempre abierto y en el
que los sujetos que habitan el territorio son finalmente quienes tienen el
poder de articular y resolver sus conflictos de cara a la visión dicotómica
y divisora de las instituciones estatales. En el análisis de caso se utiliza-
ron métodos cualitativos y cuantitativos de recolección de información
como entrevistas estrucuturadas y semiestructuradas, la revisión carto-
gráfica, la participación en foros y talleres con la población en disputa
y en análisis jurisprudencial. Si bien, como se verá en el texto, la Corte
Constitucional resolvió la tensión de alguna manera, al final está en
manos de los sujetos implicados ejercer autonomía y establecer formas
de convivencia en el territorio, más allá de las delimitaciones que las
entidades nacionales puedan hacer.
En tercer lugar, tenemos que el último análisis realizado en el texto
recae sobre la relación entre los derechos de las personas afrocolombia-
nas víctimas del desplazamiento forzado con su existencia y resistencia
en el territorio de las ciudades a las que son relegadas cuando se ven
obligadas a dejar sus lugares de origen, que en su mayoría son zonas
rurales. Los conceptos de solución duradera e integración local se pre-
sentan como formas jurídicas que consolidan el derecho al territorio no
desde la redistribución de bienes, sino desde la apropiación identitaria
y cultural que hacen de él sujetos que tienen satisfechos sus derechos
básicos y que empiezan a ser reconocidos de manera particular por las
políticas públicas, así como por sus conciudadanos. La autora de este
tercer análisis se separa de la postura teórica de Fraser al considerar que
no es útil para abordar los problemas de pérdida de ciudadanía desde
la exclusión de la población afrocolombiana, por lo que utilizará como
fuentes de su análisis propuestas críticas en las que resaltan categorías
de análisis como interseccionalidad, mundo de vida e identidad jerarqui-
zante para develar los procesos de inclusión-exclusión característicos del
Estado moderno, que se ven de manera flagrante en la situación y falta
de reconocimiento desde el derecho mismo de la situación en la que se
encuentran las poblaciones afrocolombianas en las ciudades.
A partir de estas categorías analíticas, el propósito del libro es abor-
dar dos temas que reflejan la complejidad social en medio del conflicto
armado. El primero consiste en la integración intercultural rural que se
da en las zrc entre pueblos étnicos y comunidades campesinas. Ambos

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CINDY NATALLY DUARTE HINCAPIÉ

sujetos han sido excluidos de la justicia social en diferentes aspectos y


con sus propias particularidades; por su parte, los campesinos ven en
el proceso de paz la posibilidad de consolidar figuras de protección por
las que han llevado luchas de largo aliento. El segundo está relacionado
con la integración local de comunidades marginalizadas y puestas en
condición de vulnerabilidad, como las mujeres afrodescendientes des-
plazadas. La consolidación de zonas seguras y la posibilidad de actuar
libremente y con apoyo de la sociedad luego del proceso de paz son ele-
mentos que necesariamente se relacionan con los reclamos de justicia
para estas mujeres víctimas de la guerra, quienes no han dejado de serlo
nuevamente en las ciudades.
Estos asuntos resultan de vital importancia en un país en el que la
ruralidad ha sido dispuesta como campo de batalla y, al tiempo, la ba-
talla es trasladada a la ciudad, especialmente en aquellas zonas que son
habitadas por las mismas víctimas que logran huir de la guerra rural.
Los sujetos tradicionalmente excluidos por el derecho, como reflejo de
escisiones en el ámbito social, que luego se articulan para movilizarse
frente a sus reclamos se han transformado radicalmente. Se involucran en
procesos de interacción, constitución y deconstrucción de sus identidades
y de sus reclamos, además se transforman con ellos las organizaciones
sociales y las instituciones. Sin embargo, estos procesos políticos no han
sido del todo libres y las múltiples formas de dominación (económicas,
culturales, epistémicas y políticas) se ven transversalizadas y agudizadas
por la violencia indiscriminada en la que se convirtieron las luchas que
en principio buscaron la redistribución de los recursos.
El primer tema nos llevará por tres capítulos que reconstruyen los
principales problemas alrededor de las zrc, escritos a cinco voces, las de
Jennifer Montaño, Carolina Patricia Trejos, Laura Gil, Diana Ricaurte
y Laura Guevara. Para ellas, una de las ideas que parece estar presen-
te tanto en las propuestas de las Farc, como en la respuesta de varios
sectores políticos al momento de hablar de una posible construcción de
paz, específicamente sobre la reforma del agro y las zrc, ha sido la de
que con ellas se realiza cierta concepción de justicia social. Sin embargo,
más allá de ser una propuesta coyuntural que surge del grupo guerrille-
ro o de los sectores políticos, la historia de los movimientos indígena y
campesino nos muestra que en la definición de esa justicia social tienen
presencia sus reclamos históricos.
La revisión bibliográfica y la reconstrucción que se plantea en el
presente texto sobre la transformación de las luchas campesinas y su

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Introducción

articulación, entre otras maneras a través de las zrc, arrojó la necesi-


dad de pensar, por una parte, las subjetividades que se encuentran en
estos procesos y por otra, los reclamos que se articulan a nivel social
y jurídico y que parecen generar conflictos alrededor del territorio. En
este sentido, se construyó un marco teórico desde la historia política y
económica en Colombia, que diera cuenta de las transformaciones de los
movimientos que, junto con la lectura de los acuerdos y de las visiones
de las organizaciones que trabajan de antaño por la consolidación de
las zrc, permitieran encontrar puntos de convergencia y de divergencia
para el análisis final del caso.
En el primer capítulo, “Movimiento indígena y movimiento cam-
pesino, luchas por la justicia social”, se desarrolla el marco teórico que
sirve para el análisis de las zrc desde los diversos actores que se ven in-
volucrados para su construcción, los sujetos campesinos e indígenas, los
grupos armados y el Estado. Esta perspectiva aporta una visión sobre
cómo confluyen las demandas de los movimientos sociales, las propues-
tas de las Farc-ep y la posibilidad de crear unas políticas que permitan
la construcción de la paz, siendo un importante punto de partida en-
tender en distintos niveles cómo se justifican los distintos reclamos de
justicia social.
En Colombia el reconocimiento de derechos a los pueblos indíge-
nas y campesinos, que se dan en la búsqueda de justicia social, no se ha
presentado de una forma lineal y pacífica. Por el contrario, los diferen-
tes instrumentos jurídicos utilizados hoy en día para el reconocimiento
y la garantía de sus derechos han surgido como consecuencia de varias
luchas y tensiones sociales. Por esta razón, el discurso utilizado por los
diferentes movimientos sociales se ha transformado de acuerdo con las
diferentes oportunidades políticas.
Así, en este primer capítulo se hace un recorrido por la historia de
ambos movimientos —campesinos e indígenas— en la que es posible
identificar una organización política que se ha transformado con los
años y ha enriquecido sus demandas, reformulando y complejizando el
contenido de sus derechos. Sin embargo, entender sus diferencias evi-
dencia ciertas desventajas actuales en estas reivindicaciones, dado que
el movimiento campesino apenas ha sido visto como un desprotegido
económico, cuando en realidad el problema va mucho más allá. La
Constitución Política de 1991 es muestra de ello, en la medida en que los
pueblos indígenas tienen un reconocimiento más claro de sus derechos
en la carta política que los campesinos en cuanto tales. Este desarrollo ha

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CINDY NATALLY DUARTE HINCAPIÉ

implicado la reconfiguración de las identidades campesinas, que resultan


constitutivas de las zrc como formas de acción política que aportan de
manera significativa a la construcción de la paz.
En el segundo capítulo, “Zonas de Reserva Campesina en medio
del conflicto armado y la búsqueda de una salida pacífica”, se expone
el papel que ha tenido la Anzorc en la construcción de paz. Resulta
pertinente hacer esta reflexión teniendo en cuenta que, por un lado, a
pesar del esfuerzo histórico que ha caracterizado a los campesinos por
el reconocimiento de sus derechos, este ha resultado insuficiente para
resolver la tenencia de tierra en el país; y, de otra parte, que las zrc han
empezado a ser una herramienta de empoderamiento del campesinado
para promover sus derechos como grupo y ha sido vista como una ini-
ciativa agraria que contribuye a la construcción de paz.
La Anzorc se ha consolidado como organización nacional para pro-
mover la defensa de las zrc. A través de su formación es posible ras-
trear la tensión que ha existido ante el conflicto armado interno en el
proceso de consolidación de dichas zonas, la estigmatización que han
sufrido los movimientos sociales que gestionan estas iniciativas en los
últimos años y el trato recibido tras el inicio de los diálogos entre las
Farc-ep y el gobierno de Juan Manuel Santos. Esta organización es en
sí misma un agente de construcción de paz, tanto antes de los acuerdos,
como con su participación a lo largo del proceso de paz. Este segundo
capítulo expone temáticas generales en donde convergen y divergen las
propuestas de las Farc-ep y de la Anzorc en materia agraria y los de-
bates generados en torno a la similitud de las propuestas. Hay en ellas
una defensa de su realización como territorios de paz, que redundan en
la construcción de territorialidad e identidad campesina por fuera de la
confrontación y la lucha armada.
Enunciados los problemas y las alternativas planteadas en la cons-
trucción de las zrc, el tercer capítulo, “El caso del Catatumbo y los
desencuentros por el reconocimiento de derechos territoriales”, realiza
el análisis de un caso concreto en el convergen las luchas de los pueblos
indígenas y las comunidades campesinas. En efecto, se adopta la me-
todología de estudio de caso sobre el proceso de creación de la zrc del
Catatumbo. Este caso es importante, pues en él se encuentra actual-
mente un conflicto que ha sido presentado como indisoluble y que se
ha entendido de manera dicotómica. Allí se han elevado reclamos que
a través de los canales institucionales parecen tener una solución que

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Introducción

resulta perjudicial para alguno de los grupos en pugna; además se trata


de una zona caracterizada por la transverzalización del conflicto armado.
En el cuarto capítulo, Sara Ferrer realiza un análisis de las condicio-
nes en las que la población de mujeres afrocolombianas en situación de
desplazamiento forzado, que se encuentra asentada en zonas urbanas,
se ve enfrentada a una descomposición de sus condiciones particulares
(Serrano, 2007). A partir de allí, afirma que, dado que a muchas mu-
jeres que se encuentran en esa situación no les es posible retornar a sus
territorios, frente a ellas existe un deber de garantía del Estado colom-
biano para lograr su integración local en las ciudades en las que deciden
radicarse. Este derecho no tiene asidero normativo ni institucional en
la legislación interna, pero una interpretación bajo perspectiva de inte-
gralidad del derecho internacional de los derechos humanos da cuenta
de su existencia y hace parte del bloque de constitucionalidad. A pesar
de que en Colombia hay avances al respecto y de que la Corte hace se-
guimiento a la protección de los derechos de las mujeres y de manera
focal a las mujeres afrodescendientes (Autos 092 de 2008 y 098 de 2013,
en especial), esta visión las coloca como sujetos esencialmente rurales;
además de que aún con esta visión limitada no se han tomado medidas
pertinentes para la solución duradera que reclama su condición. La ex-
pedición de Ley 1448 de 2011 y del Decreto 4635 de 2011 no contempló,
ni de manera general, para ninguna víctima del desplazamiento forzado
formas de integración local.
En este punto hay una contradicción entre las exigencias constitu-
cionales en favor de las víctimas que reclaman la protección de sus con-
diciones de vida y la definición legal de sus derechos, los que en el texto
de la Ley se entienden únicamente en un sentido económico. Las con-
diciones particulares a las que se ven expuestas las víctimas en ámbitos
locales implican que los programas de restablecimiento de derechos sean
comprensivos de todas las relaciones que transversalizan a las mujeres
afrocolombianas víctimas del desplazamiento forzado en las ciudades.
Esta falta de cumplimiento afecta las bases mismas de la democracia,
pues quebranta al sujeto que es visto como un intruso y sometido a con-
diciones de vida extrañas a las propias, por lo que termina siendo un
paria. La lucha es por la protección al ejercicio de la ciudadanía, que en
últimas le permite pensarse en la sociedad, manifestarse frente a otros
y rehacer su vida en medio de la herida que la guerra le ha producido
de manera irreversible.

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CINDY NATALLY DUARTE HINCAPIÉ

En ambas reflexiones subyacen dos demandas de justicia para la


sociedad colombiana. La que dio origen a esta indagación y que se nos
presenta como opción irreductible para salir del pozo de guerra, la nego-
ciación del conflicto armado. Tanto para los indígenas y los campesinos
que se encuentran en las zrc, como para la población afrocolombiana
víctima del desplazamiento asentada en la ciudad, es imperativo que se
garanticen sus derechos a la integridad personal, a permanecer en su
territorio y a ser libres en el desarrollo de sus proyectos ético-políticos
sin los que la existencia humana queda reducida a la nuda vida (Arendt,
2005a). El segundo punto de convergencia es el reclamo por llevar al
ámbito de lo político asuntos de injusticia que tanto la sociedad como
el Estado colombianos han asumido como particulares, cuando tienen
relevancia universal para la conformación de ciudadanías libres desde
la diferencia. Todos tenemos derecho a dirigirnos a nuestra voluntad y
el ejercicio de la autonomía no es posible aun cuando ya se han descu-
bierto y rechazado situaciones que no se aceptarían para uno mismo o
para otros, mientras ellas se perpetúen en el tiempo (Habermas, 1999).
Las condiciones para el ejercicio de la diferencia implican trascender el
espacio de la comunidad particular. Toda vez que si no es posible actuar
frente a los otros, no es posible en absoluto que se realicen los propósitos
de la vida en comunidad en condiciones de libertad. Ambos asuntos nos
invitan al nacimiento, a actuar en el acontecimiento de una aporía que,
por serlo, nunca se resuelve pero que nos moviliza.

REFERENCIAS

Arendt, H. (2005a). La condición humana. Barcelona: Paidós.


Arendt, H. (2005b). Sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial.
Balibar, E. (2015). Citizenship. Cambridge: Polity Press.
Congreso de Colombia. (10 de junio de 2011). [Ley 1448 de 2011]. do: 48.096.
Recuperado de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.
jsp?i=43043
Garzón, J. (1993). Entrevista concedida en 1993. Recuperado de https://www.
youtube.com/watch?v=8ulDZ35eGgM
Habermas, J. (1999). La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona:
Paidós.
Kant, I. (1999). Hacia la paz perpetua. Madrid: Biblioteca Nueva.

16
Introducción

Presidencia de Colombia. (9 de diciembre de 2011). [Decreto-Ley 4635 de


2011]. do: 48.278. Recuperado de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/
normas/Norma1.jsp?i=44984
Rawls, J. (1971). A Theory of Justice. Boston: Harvard University Press.
Rancière, J. (1996). El desacuerdo. Buenos Aires: Nueva Visión
Serrano, E. (2007). Evaluando el impacto de intervenciones sobre el desplaza-
miento forzado interno. Hacia la construcción de un índice de realización de
derechos. Bogotá: Consejería en Proyectos-pcs.

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MOVIMIENTO INDÍGENA

Y MOVIMIENTO CAMPESINO.

LUCHAS POR LA JUSTICIA SOCIAL

JEN N I F ER A N D R EA M O N TA Ñ O G R AN AD OS *
CA R O LI N A PAT R I CI A T R EJ O S CA R VAJ AL * * 1 2

* Investigadora del Colectivo Copal. Abogada y magíster en Derecho (profun-


dización en Derecho Penal) de la Universidad Nacional de Colombia. Correo
electrónico: jamontanog@unal.edu.co
** Investigadora del Colectivo Copal. Estudiante de Derecho de la Universidad
Nacional de Colombia. Correo electrónico: cptrejosc@unal.edu.co
JENNIFER ANDREA MONTAÑO GR ANADOS Y CAROLINA PATRICIA TREJOS CARVA JAL

UNA CONCEPCIÓN BIVALENTE


DE JUSTICIA COMO PUNTO DE PARTIDA

Nancy Fraser (1998) planteó, respecto de la justicia, una propuesta en la


que se invierte la relación dicotómica por una integradora entre dos pers-
pectivas que se consideraban irreconciliables, las de corte comunitarista/
igualitario y las de identidad/reconocimiento. Así, para esta posición,
los reclamos por redistribución igualitaria que habían sido planteados
desde la crítica materialista como centrales para pensar la justicia social
se habrían descentralizado como resultado del deterioro del comunismo
y del concepto de libre mercado y de políticas de identidad. Un presu-
puesto para cualquier teoría de la justicia contemporánea tendrá que ver
necesariamente con la repartición de bienes (no solo materiales) en la
sociedad (Rawls, 1971; Habermas, 1999; Dworkin, 1981), pero los recla-
mos de identidad que giran alrededor de nociones culturales, fuera de
la concepción tradicional de clase, no se ven resueltas con la pura dis-
tribución. De acuerdo con Fraser (1998), la justicia social requiere tanto
reconocimiento como redistribución; es así como plantea el concepto
ambivalente de justicia en la que se recogen los dos reclamos, pues nin-
guno de los dos es suficiente por sí mismo.
Para la autora, los reclamos de redistribución y de reconocimiento
se diferencian y contribuyen a una concepción de justicia social integral,
pero no deben entenderse de manera aislada o atómica. Si bien se tra-
ta de concepciones diferentes de justicia, no se les debe entender como
antítesis una de la otra, sino como paradigmas populares de la justicia
que participan de forma interrelacionada en las luchas adelantadas al
interior de la sociedad civil, es decir, en ocasiones un reclamo de redis-
tribución implica también un reclamo de reconocimiento (Fraser, 2006).
La importancia de esta propuesta radica en otorgar un estatus fuerte a
la justicia desde el reconocimiento, al que se concibe como un aspecto
secundario ante las desigualdades económicas. Suplir materialmente
ciertas necesidades básicas o redistribuir económicamente ciertos bienes
puede ser una parte que nunca está completa si no involucra, cuando se
requiere, el reconocimiento del sujeto que está siendo protegido y puede
dejar sin efectividad real aquellas políticas puramente redistributivas. De
la misma forma, el reconocimiento sin resarcimiento de las dificultades
materiales que probablemente haya implicado resulta en perpetuador
de dicha injusticia.

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Movimiento indígena y movimiento campesino...

El uso del término identidad merece una aclaración conceptual, sin


la cual se perpetúa una visión determinante de los sujetos a los que nos
dirigimos. Entre muchos otros, Haraway (1995) o Hall (2003) han cues-
tionado la unicidad u homogeneidad en la defensa de la identidad, pues
(l)as identidades nunca se unifican y, en los tiempos de la mo-
dernidad tardía, están cada vez más fragmentadas y fracturadas;
nunca son singulares, sino construidas de múltiples maneras a
través de discursos, prácticas y posiciones diferentes, a menudo
cruzadas y antagónicas. Están sujetas a una historización radical
y en constante proceso de cambio y transformación. Las identi-
dades tienen que ver con las cuestiones relacionadas con el uso de
los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el proceso de
devenir y no de ser; no «quienes somos» o «de dónde venimos» si-
no en qué podríamos convertirnos, cómo nos han representado y
cómo atañe ello al modo en el que podríamos representarnos. Las
identidades se construyen dentro de la representación y no fuera
de ella. (Hall, 2003, p. 17)

Así, el concepto de identidad merece un rescate político, no como


conservacionismo de un ideal inamovible que se consolida en unos su-
jetos determinables y determinados, sino como mecanismo de articula-
ción de la movilización y la acción política desde la cual se enuncia con
autoridad una situación de injusticia y se busca su transformación. A lo
largo del texto se hará referencia a los campesinos y las campesinas, a
los indígenas y las indígenas, entre otros grupos que no se ven de ma-
nera oficial, sino que se rescatan en tanto agentes de transformaciones
jurídicas y sociales.
Ahora bien, en virtud de constituir concepciones diferentes de
justicia y para demostrar cómo contribuyen a una visión de justicia
integral, Nancy Fraser hace las siguientes distinciones: en términos
del concepto de justicia, los reclamos de redistribución son de orden
socioeconómico y están basados en las estructuras económicas de la
sociedad, ejemplo de ello son la explotación y marginalización; en
cambio, los reclamos de reconocimiento son de orden cultural y es-
tán basados en patrones sociales, que son visibles en los ámbitos de
“representación, interpretación y comunicación” (Fraser, 2006, p. 87),
aquí pueden verse como ejemplos la racialización o las desigualdades
derivadas del sistema sexo-género.

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JENNIFER ANDREA MONTAÑO GR ANADOS Y CAROLINA PATRICIA TREJOS CARVA JAL

En términos de remedios a la injusticia, los que se fundamentan


en la redistribución están orientados hacia la reestructuración política
y económica, haciendo uso de mecanismos de ese corte como la redis-
tribución de ingresos, la reorganización de la división de trabajo, la
democratización de procesos, orientados a subvertir las desigualdades
socioeconómicas, o las transformaciones estructurales; en cambio, en
los reclamos de reconocimiento los remedios están orientados a lograr
el cambio cultural o simbólico, visto por ejemplo en el “reconocimien-
to y valoración positiva de la diversidad cultural [o en la] revaluación
ascendente de las identidades no respetadas” (Fraser, 2006, p. 87). Sin
embargo, a pesar de la diferenciación, hay que tener en cuenta que estos
reclamos de justicia desde el reconocimiento y la redistribución se inter-
polan, se dan de manera interrelacionada (Fraser, 2006). Por tal razón,
frente a muchos problemas sociales se tendrán que tener en cuenta solu-
ciones que impliquen ambos enfoques, sin lo cual quedaría incompleto
el restablecimiento de la justicia.
Tratándose de los colectivos que sufren la injusticia, los reclamos
de redistribución son realizados por clases o colectividades semejantes
a las clases que se definen por una relación característica con el merca-
do o los medios de producción, tal como la clase obrera del paradigma
marxista, o los grupos racializados, que pueden ser definidos en térmi-
nos económicos como una subclase considerada superflua en la explo-
tación y excluida del salario; asimismo, agrupaciones que surgen de la
intersección entre raza, género y clase, como resultado de la construc-
ción de teorías de economía política (Fraser, 2006). En contraste, los
reclamos de reconocimiento se dan por relaciones de reconocimiento.
Fraser (2006) los asocia a los grupos de estatus weberianos, en tanto no
son víctimas de injusticia como resultado de los procesos de producción
sino de segregaciones de carácter sociocultural, como los grupos étnicos
que son señalados como diferentes y menos valiosos, según los patrones
de valor cultural. Esta noción abarca otros grupos que siguen criterios
como la raza, la sexualidad, el género, entre otros. Esta diferenciación,
si bien es conceptual, explica el modo al que pueden apuntar reclamos
distintos; pese a ello, ante la combinación de factores de diferenciación
en un mismo grupo, es frecuente que se combinen igualmente ambos
tipos de reclamación, redistribución y reconocimiento.
Por último, en relación con las diferencias de grupo, se tiene que en
los reclamos de redistribución la diferenciación es percibida como injus-
ta, pues esta se debe a propiedades que no son intrínsecas al grupo. Las

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