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SINOPSIS
El pasado y el presente se entrelazan con luz y oscuridad para contar
una historia... Debido a él.
Algo dentro de mí ansía ferozmente lo normal.
Protegida toda mi vida y enseñada a tener miedo, quiero ser audaz,
valiente.
Hasta ahora me he mantenido a mí y a mi corazón a salvo.
Tade Astor, un tipo tan sexy que me deja sin aliento, lo pone en peligro
todo.
Él no es el tipo de hombre que renuncia a lo que quiere, a mí.
Está decidido a probar que mi mundo seguro está perdiendo algo… a
él.
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Aunque él no sea el tipo arrogante que asumí que era... definitivamente
no es el tipo al que debería entregarle mi corazón.
Pero cada vez que lo veo, se vuelve más difícil resistir. Quiero ser
valiente y darle una oportunidad... aunque podría volverse para
atormentarme.
Traductoras Correctoras
Clau Desiree
Kath Srta. Ocst
Nayelii Nanis
Mona
Rosaluce
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Nelly Vanessa
cjuli2516zc
brynn
Brisamar58
delilah
Valen Drtner
Lingos05
Mimi
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TADE
La libertad en el mar abierto me atraía más que nada, sin nada que
revolviera mis pensamientos más que la ondulación del agua cuando mis
remos apenas salían a la superficie. Me quemaban los bíceps mientras el
familiar movimiento se convertía en una tarea rutinaria, porque había
duplicado mi rutina normal de ejercicios matutinos. Aun así, mantuve mi
ritmo, remando en el río St. Marys. Para cuando llegué a la orilla, pagué por
mis esfuerzos mientras luchaba por llevar el bote por encima de mi cabeza
hasta el cobertizo. 17
—No lo haré.
Ella no lo dijo, pero quería disculparse porque los abogados que había
contratado no podían sacarlo o al menos conseguir una sentencia más leve.
Mamá era así de buena. Tenía un gran corazón y le debía la vida.
—¿Cómo estás? Suenas cansado.
—Salí hasta tarde y practiqué temprano.
—Estás siendo cuidadoso, ¿verdad? —gruñí y ella se rió—. No estoy
lista para ser abuela.
—Eso es lo último de lo que tienes que preocuparte.
Especialmente porque la única chica que me había interesado no
quería saber nada de mí.
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—¿honestamente tenías que ser tan perra con él? —preguntó Megan—
. Ellos solo estaban tratando de ayudar.
—¿Ayudar? ¿Honestamente estás bien con que cualquier cosa podría
habernos pasado anoche?
Aunque sonaba al borde de la histeria, solo tenía que culparme a mí
misma. No debería haber salido. Lo sabía mejor. Pero era su cumpleaños y
trataba de ser una buena amiga. 41
Ella me miró de vuelta.
—No. Pero estoy contenta que hayan sido ellos los que nos recogieron
y no alguien más. No estoy segura de que hubiese rechazado ningún viaje.
Considerando el resultado, ella tenía razón. Pero lo que más me
molestaba era el hecho de que no podía recordar mucho de lo que pasó
después de que subimos al auto de Gavin.
—Mira…
Fui cortada por el sonido de mi teléfono repicando. Lo recogí,
desconectándolo del cargador. Había estado muerto cuando desperté, y no
había estado cargándose mucho. Sin embargo, estaba segura de quién era
la que estaba llamando sin mirar a la pantalla.
—Mamá.
—Reagan. —Su tono maniático me advirtió de que estaba jodida—.
Reagan, estás bien.
Megan me había calmado.
—Estoy bien.
—Te llamé cien veces y no respondiste. Te dejé mensajes también.
Su preocupación me hizo sentir como la peor hija del mundo.
—Mi teléfono murió.
—¿Dónde estabas? —disparó de vuelta.
Una mentira sería lo más fácil, pero la verdad era la forma más sana
para crear lazos en nuestra relación, o eso es lo que el terapeuta había
sugerido.
—Salí.
—¿Salir? —Su chillido amortiguado fue solo el comienzo de su agitado
estado fuera de control.
Respiré antes de explicarme.
—Mamá, salí con Megan por su cumpleaños. Nos mantuvimos a salvo.
Esa fue una obvia mentira. Pero en ese instante, no creí que la verdad
valiera la pena.
—¿No te he advertido? Hay muchos peligros ahí afuera. Las personas
no siempre son lo que parecen. Tienes que ser cuidadosa.
Años de terapia no la habían ayudado mucho, pero habían funcionado
de algún modo para mí. No quería preocuparla, pero no podía vivir en una
burbuja toda mi vida si quería una oportunidad de ser normal.
Hubo un ruido y papá estuvo en la línea. Él debía haber quitado el 42
teléfono de sus manos.
—Cariño.
El alivio me invadió.
—Papi.
Aunque la palabra era infantil, tenía que decirlo. Él era mi roca… mi
conexión con la cordura.
—Tu madre estaba preocupada por ti. Sé que eres un adulto y puedes
tomar tus propias decisiones, pero si pudieras al menos enviarle un texto
cuando te llame. Tal vez entonces, ella dormiría toda la noche y no
amenazaría con conducir ahí o llamar a la policía.
Papá lo ponía todo en perspectiva. Cubrí mis ojos y exhalé.
—Lo siento. Mi teléfono murió y no me di cuenta.
—Bueno, me alegra que estés a salvo. —Hizo una pausa y seguramente
consiguió una mirada furiosa de mamá—. ¿Estás a salvo?
—Sí —dije pacientemente. Tenían derecho a estar preocupados.
Usualmente respondía cuando cualquiera de ellos llamaba—. Lo estoy.
—Te amo y tu madre también. Voy a conseguirle algo de té y con suerte
se acostará por un rato.
Él no tenía que agregar que le daría sus píldoras para ayudar a
calmarla. Las cosas por las que había pasado la hicieron de esta manera,
traté de decirme a mí misma para excusar su naturaleza sobreprotectora.
Antes de que pudiera colgar, escuché a mamá preguntar en el fondo si
todavía estaba viendo a mi terapeuta.
—Dile que sí —dije—. Una vez por semana, como un reloj.
Cuando colgué, Megan estaba mirándome. Ella había conocido a mamá
cuando me mudé. No había forma de esconder la locura.
—¿Está bien tu mamá?
Asentí.
—Trató de llamar —ofrecí como explicación.
Como si necesitaba más regaño, mi teléfono comenzó a sonar con todos
los mensajes que había conseguido mientras mi teléfono estaba muerto.
Ella me dio una mirada tímida.
—¿Eso significa que no estás yendo a la fogata el próximo fin de
semana?
La miré.
—Tú misma me dijiste que el terapeuta sugirió que socializaras más —
agregó.
—Y mira a dónde me llevó eso.
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—Te divertiste, ¡admítelo!
Negué.
—Creo que la razón por la que estás molesta es que te gusta Tade y no
quieres eso.
No me gustaba la idea.
—No me gusta perder el control y lo que pasó anoche fue de miedo.
Ella frunció sus labios y asintió.
—Lo fue. Pero Gavin y Tade vinieron a nuestro rescate y no se
aprovecharon. Dales crédito por eso.
Tade no había sido un idiota, si era honesta. Había sido algo dulce que
hubiera limpiado mi vestido. Tenía recuerdos borrosos de un baño y vómito.
Aunque no me gustaba la idea de que me hubiera visto prácticamente
desnuda.
—Él me desvistió —dije, sin querer darle todo el crédito.
—Porque vomitaste sobre toda tu ropa. No había nadie más alrededor
para limpiarte.
Odiaba la verdad de sus palabras.
—Sin embargo él no me gusta.
Ella sonrió.
—Sí lo hace.
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El orgullo era algo que había perdido a lo largo del camino. La dignidad
tampoco tenía nada que hacer en mi nueva realidad. Cuando él regresara,
me arrodillaría en el medio del piso, con la cabeza agachada, como me
habían dicho.
Lucharía contra el impulso de encogerme para evitar otro castigo. No
quería dejar que otro extraño me obligara, como decían, a chuparlo hasta
dejarlo seco mientras me manoseaba.
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Veinte baños de esponja no lograrían hacerme sentir limpia de nuevo,
ni siquiera cien.
A medida que pasaban los días, también perdí la esperanza de que me
encontraran. Pero carecía de la energía para luchar. Anoche me pusieron
algo en la comida. Mi visión se había vuelto confusa y me había sentido rara.
Más tarde, cuando me dijeron que bailara y me desnudara, había hecho
lo que pedían. Había otras voces en la habitación, pero no me había
importado.
Me había despertado enferma del estómago. La habitación olía a vómito
y a orina, todo producto mío.
Recé para que no me castigaran por el desastre.
A pesar de lo cansada que me sentía, cuando la cerradura giró, caí en
posición.
—Buena mascota —dijo Kyle, acariciando la parte superior de mi
cabeza.
Él había hablado tan amablemente, cuando me levantó la cabeza que
no tenía miedo, ya que sonaba muy parecido al chico del que me había
enamorado. El recuerdo me llevó a perder la batalla con mis emociones y
una lágrima resbaló por mi mejilla contra mi voluntad.
—¿Por qué lloras, mascota?
En contra de mis mejores juicios, respondí:
—Quiero ir a casa.
Él se rió y me sentí estúpida por mi admisión.
—No hay vuelta a casa. —Tiró algo que había estado sosteniendo, sobre
el colchón desnudo—. Lo mejor que puedes esperar, es que te compren esta
noche. Si no... —Se encogió de hombros—. Serás entregada a los hombres
una y otra vez hasta que ya no sirvas.
Un río silencioso fluyó de mis ojos. En lugar de ver una oportunidad
para escapar, vi que mi voluntad se desmoronaba bajo el peso de ser violada,
repetidamente. Hasta ahora, había escapado a eso.
—Te daré un consejo. Hay dos tipos de hombres que harán una oferta
por ti esta noche. A los que les gustan los jóvenes y a los que les gusta
causar dolor. Si fuera tú, trataría de parecer lo más joven posible. Pero... —
Hizo una pausa y esperó hasta que lo mirara a los ojos—. Si no te haces
valiosa a sus ojos, te follaré hasta que me harte y luego te entregaré a los
hombres.
El muchacho se había ido y el hombre horrible se apoderó de sus
facciones. Solté un sollozo antes de recordar lo que sucedía si gritaba. Los
míos no fueron los únicos gritos que se escucharon en la noche.
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—Te creo. Pero solo quiero que quede claro que no voy a dormir contigo.
—Espero que no. Es un día de vela demasiado bueno para pasar este
tiempo cálido durmiendo.
Sonrió y fue la cosa más bonita que había visto en mucho tiempo.
—Sabes a lo que me refiero.
Tenía que ser virgen por todas las barreras que insinuaba. Eso
significaba renunciar a la idea de meterme entre sus muslos. No estaba tan
decepcionado como pensé que estaría.
Suspiré.
—No voy a mentir y decir que no se me ha cruzado por la mente. Pero
también estoy contento de pasar el rato contigo.
Cuando decidí invitarla, no fue para un polvo rápido. Ella era diferente
de una manera que no entendía del todo. Solo quería conocerla.
Una brisa apartó su melena de su rostro, dándome una vista sin
obstáculos.
—Quiero confiar en ti.
Para demostrarle que quería decir lo que dije, le di un beso en la
comisura de la boca antes de deslizar mis labios sobre los de ella. Retrocedí,
esperando su aprobación. Ella se inclinó y fui por un beso real después de
que su boca se arqueó. Ella se abrió para mí y sabía a fruta y dulzura.
Su simple beso causó un dolor en mis bolas, tan profundo que tuve que
alejarme y ponerme de pie.
—Si no fuera enero, propondría un baño.
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—Tengo mucho trabajo por hacer este fin de semana, ¿pero quizás el
lunes por la noche?
Me mordió la oreja y el cuello.
—No estoy seguro de poder aguantar tanto.
No pude detener mi risa.
—Seguro que puedes. Sé que será difícil.
Se detuvo y pensé que tal vez mi broma había sido mala.
Levantó mi cabeza para enfrentarlo, todo serio.
—Sí, será difícil. —Una sonrisa se formó en su rostro—. Pero por ti,
esperaré.
Mi estómago dio saltos mortales mientras me maravillaba con la nueva
sensación dentro de mí.
Una vez que el ancla estuvo segura y anunció que las lecturas eran
buenas, me ayudó a navegar el barco en un amplio giro en U. Casi me
desmayo cuando me dejó para asegurarse de que las velas estuvieran
posicionadas y seguras.
Cuando nos acercábamos al muelle en el campus, pregunté:
—¿Es aquí donde guardas tu bote?
—No. —Seguí su mirada hacia las nubes oscuras que nos habían
encontrado a mitad de camino—. Pero parece que viene un aguacero. No
quiero que tengas que entrar en eso.
—No me importa. Quiero ayudar.
—¿Estás segura?
Asentí y agradecido, se hizo cargo. Dirigió el bote hacia la costa. Había
disfrutado demasiado de estar de pie tan cerca de él, mezclando nuestro
calor corporal y agitando su excitación.
Después de entrar en la barca, fui a doblar la manta mientras
aseguraba las velas y los aparejos. También limpié lo poco que quedaba de
nuestro desayuno. Justo cuando pisamos el muelle, los cielos se soltaron.
Corrimos hacia un cobertizo de botes cercano y nos paramos debajo de
la saliente. Aunque me estremecí, estaba encantada sin medida. Había
vencido mis miedos al agua. Además de eso, nada malo había sucedido.
Sonriendo, metió un dedo debajo de mi barbilla para levantar mi cabeza y
poder besarme hasta que oí el revelador sonido de una cámara al hacer clic.
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El lunes, estaba caminando por el campus para otra clase cuando una
chica me atrapó.
—Tade, ¿cierto?
Lo había visto alrededor. Aunque era linda, nunca había hablado con
ella, y no tenía deseo de hacerlo ahora. No estaba seguro de a dónde se
dirigían las cosas con Reagan y conmigo, pero no quería joderlo, fuera lo que
fuera.
—Sí, tengo que llegar a clase.
—Tade Astor, ¿cierto?
Cuando me detuve y la enfrenté, ella agregó:
—¿O es Tade Waters?
¡Mierda! Hice mi mejor maldito esfuerzo para dominar mis gestos y no
traicionar el hecho de que estaba sorprendido de que sabía quién era mi
padre.
—Me has confundido —intenté.
—No lo creo. Ese reportero en los muelles estaba haciendo preguntas y
aseguró saber mucho sobre ti.
Corté la carrera.
—¿Qué quieres?
Sus rasgos cambiaron como si pensara que era sexy. Estaba
equivocada, pero continuó cerrando la distancia entre nosotros.
—Pensé… —comenzó y colocó una mano en mi pecho—, que podrías
llevarme a cenar y podríamos hablar de ello.
Moví su mano lejos e impulsivamente dije:
—Tengo novia.
Mierda, ¿cuándo comencé a pensar en Bizcocho como mía?
Ella se rió.
—Ahora, eso es gracioso, considerando tu reputación.
Oprimiendo mis dientes, mantuve mi rabia. Había hecho lo mejor para
no conseguir una reputación. Seguro, había follado unas cuantas chicas
aquí y allá, pero no era como si lo hiciera cada semana. ¿Por qué las mujeres
chismorreaban?
—¿Qué es lo que quieres? —pregunté de nuevo.
—Como dije, cenar. Creo que no es mucho pedir, considerando que
querrás escuchar lo que tengo que decir.
Aunque todavía no había escuchado de Bizcocho, ella había dicho que
podríamos vernos esta noche. 76
—Mañana.
Ella negó.
—No creo que esto pueda esperar. Esta noche, a las siete. Recógeme.
—Me dio el nombre de su dormitorio antes de irse.
Toscamente, corrí mis manos sobre mi cabeza, deteniéndome en la
cima. Mis palmas cavando en el costado de mi cabeza mientras imaginaba
una manera alrededor de esto.
Alcancé por mi teléfono y entonces envié un mensaje de texto a
Bizcocho. Justo cuando estaba guardando la cosa, Gavin apareció luciendo
un poco peor.
—Oye —dijo, moviendo sus pies como si no pudiera quedarse quieto.
—¿Está todo bien? No has estado mucho alrededor.
Él miró alrededor antes de encontrar mis ojos.
—He estado alrededor. Tú has estado demasiado ocupado follando esa
chica para notarlo.
—Eso no es así.
No había estado alrededor por la práctica y asegurándome de no fallar
en mi último año. Mis padres esperaban que mantuviera mis notas para
una aceptación temprana en la escuela de leyes.
—Sí, lo que sea. Mira, ¿puedes hacerme un favor?
—¿Qué es?
—Necesito que vengas conmigo esta noche.
Gavin estaba demasiado nervioso. Algo serio estaba pasando.
—¿Cuándo?
—A las ocho —dijo, sorbiendo mientras frotaba un dedo por su nariz.
—No puedo. Tengo planes.
—Maldito, ¿puedes sacar tu cabeza de su trasero? ¿Cuándo alguna vez
has perseguido un coño?
—No lo hago. Además, no es con ella. Es con alguien más.
Sus cejas se levantaron.
—Bueno. —Arrastró la palabra—. Así que decidiste que desde que ella
no está dándotelo, encontrarás otro bizcocho.
Había solo un bizcocho y no recordaba haberla llamada así con él. Así
que me tomó un segundo responder.
—No. No estoy… no es así. Solo negocios.
—Como sea que quieras llamarlo. Sin embargo, si no es Reagan, ¿por
qué no puedes cambiar tus planes?
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Además del hecho de que no había conseguido el número de la chica,
no estaba listo para explicar mi mierda, ni siquiera a Gavin.
—No puedo. Pero dame hasta las nueve e intentaré estar ahí.
—Está bien, las nueve, pero no más tarde. —Levantó su puño y golpeé
el mío contra el suyo.
—Hasta luego.
Si estaba hasta el fondo de mierda como en esa sala de apuestas en la
que estuvimos la otra noche, hablaríamos. Podría ser tiempo para que le
dijera sobre mi pasado.
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Amigos. La palabra picó como una avispa que protege su nido. Hice lo
mejor que pude para no mostrar mis verdaderos sentimientos sobre el tema.
—Sí, amigos. ¿Es por eso que no querías que conociera a tus padres?
Los labios que sabían a verano se juntaron en una especie de
reconocimiento, cuando su cabeza se inclinó hacia un lado.
—¿Por qué complicar las cosas? Además, ¿no odian los chicos conocer
a los padres? 91
Señalé mi pantalla.
—Trabajando en un documento. ¿Tú?
—Estaba en el café cuando salieron las noticias. Tade estaba allí, por
cierto.
—¿Qué? —Negué—. ¿Qué noticias?
No quería pensar en Tade. Había estado en mi mente todo el día. ¿Él lo
había superado?
—Finalmente anunciaron el nombre de la chica que desapareció.
Había estado tan ocupada con las tareas escolares que me había
olvidado de ella por completo. Había dejado de buscar en la web cuando mi
foto no había salido a la luz, así que no tenía ni idea.
—¿Quién es?
—Eso es lo extraño. Su nombre es Meghan. Meghan con una H. Me
habría asustado más, excepto que publicaron su foto. Ella tiene cabello
rubio.
Un escalofrío me recorrió pensando en mi cabello rubio. Lo toqué
distraídamente.
—¿La conoces?
Megan negó.
—No, parece vagamente familiar, pero era una junior.
—¿Saben quién se la llevó?
—No. Pero se dice que ya ha hecho este tipo de cosas antes.
—¿Qué?
—Desaparecer. La chica tiene problemas con una P mayúscula. A ella
le encanta el sexo y se conecta en línea para ligar. Ellos tienen un nombre
para eso.
Las manos de Megan se movían en el aire como si estuviera llamando
a la palabra con una antigua danza de nativos americanos.
—Ninfómana —dije. Cuando ella asintió, le ofrecí otro término al haber
aprendido este tema durante mi clase de psicología de primer año. Un tipo
lo mencionó y el profesor se desvió de su conferencia para hablar de eso—.
Trastorno hipersexual.
—Sí, lo que sea. Dicen que ella es una de esas personas.
—¿Entonces creen que ligó con el tipo equivocado?
—No, como dije, desapareció antes y apareció de nuevo drogada de
sexo. Es conocida por ir a clubes de sexo.
—No la están buscando. 99
Megan dejó escapar un suspiro.
—Ella es algo así como la hija de alguien importante. Tienen a todos
buscándola.
No pasó mucho tiempo antes de que mi teléfono sonara.
—¿Tu mamá?
Eché un vistazo a la pantalla y asentí.
—Hola, mamá —dije con falsa alegría.
—Rae, tienes que volver a casa.
—¿Por qué? Estoy bien aquí. Realmente lo estoy.
—Reagan, una chica ha desaparecido. Es importante que vengas a
casa.
—Pero solo me quedan unos meses más de escuela.
—¿Es eso más importante que tu vida? —espetó.
Me quité el teléfono de la oreja para escapar del peso de su tono
estridente.
Con calma, hablé por teléfono.
—Mamá, no me voy.
—Tienes que. Está ocurriendo otra vez. ¿No lo ves?
—No, no lo veo y me voy a quedar.
—Voy a buscarte. Empaca tus cosas.
—¿Donde esta papá?
—En el trabajo.
Solté un suspiro de alivio. Mamá ya no tenía acceso a un auto, las
órdenes del doctor.
—Voy a tomar un Uber.
¿Cómo sabía ella sobre Uber? Yo no había aprendido sobre eso hasta
después de que me fui de casa.
—Mamá, por favor no. Espera a papá, ¿de acuerdo?
—Voy a colgar. Prepárate cuando llegue allí.
Ella terminó la llamada y llamé a papá.
—Es mi niña. ¿Qué puedo hacer por ti?
—Papá, es mamá
Exhaló de una manera que me dijo que estaba desesperado. Por mucho
que odiara darle carga, él estaba más cerca de ella que yo. Así que le conté
todo sobre su llamada.
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—Yo me encargaré. Si ella llama, pásalo al correo de voz.
—Y si...
—Solo por la próxima hora o dos. Te enviaré un mensaje de texto
cuando llegue a casa.
—Bueno. ¿Estás bien?
—No te preocupes por mí. Yo me haré cargo de tu madre.
No estaba segura si había escuchado las noticias sobre la chica de la
escuela, pero mamá se lo contaría pronto. Sonaba terriblemente cansado,
no podía cargarlo más.
—Te amo, papá.
—Yo también te amo.
Mis padres pueden tener sus problemas, pero sabía en mi corazón que
papá haría cualquier cosa por mamá y quería a alguien así en mi vida.
No viviría con miedo. Decidiéndome, le envié un mensaje de texto a
Tade.
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TADE
—¿Lo estabas?
—Lo suficientemente celoso como para que después de tomar varias
copas, me perdiera cuando este tipo le puso las manos encima.
—Las manos en ella, ¿cómo?
—Está bien, entonces tal vez fue a bailar con ella. Pero a la mierda eso.
Solo piensa en cómo te sentirías si un tipo intentara bailar con Reagan frente
a ti.
La idea me hizo apretar el puño. Reagan me pertenecía a mí y a nadie
más.
—Exactamente —dijo, mirando mi expresión—. De todos modos, lo
siguiente que supe es que estaba esposado y en el asiento trasero de una
patrulla, mientras los policías resolvían la situación.
Silbé.
—Al menos no terminaste necesitando una fianza.
—Eso es todo.
Me froté la sien, tratando de encontrar la calma y la comprensión.
—¿Por qué no le dices cómo te sientes?
—Está loca. —Después de darle una mirada de conocimiento, agregó—
. Está bajo mi piel como un mal acné.
—Eso suena doloroso.
Él bufó.
—Lo es. Ella me vuelve loco. —Sostuvo los dedos curvos a cada lado de
su cabeza mientras medía cuánto.
—Eres tan bueno como algo hundido.
Él se dejó caer en el asiento.
—Lo estoy. ¿Y tú? ¿Ya le dijiste que Reagan es tu chica?
—No.
No había tenido novia desde que tenía memoria. Aunque la idea de ella
con otra persona traía una neblina roja sobre mi visión.
—¿Estás seguro de eso? Pareces listo para pelear conmigo por
mencionar su nombre.
—Una novia nunca estuvo en el plan.
Puse mis manos encima de mi cabeza.
—Bueno, esa mierda sucede y tienes que adaptarte.
Me volví para mirarlo. Él se encogió de hombros.
—De todos modos —dijo—. No tengo nada que ofrecerle. Tú tienes todo, 109
desde el auto lujoso, el apellido correcto y la acolchada cuenta bancaria. ¿Le
dijiste quién era tu padre?
Estaba equivocado sobre el apellido.
—No surgió. Además, prefiero que no lo averigüe.
Conocía mis razones. Si alguien tenía idea de eso, no debería basarse
en quién era mi padre.
Más tarde, cuando pensé que podría enviarle un mensaje de texto a
Reagan, Gavin llamó a mi puerta.
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El café estaba en realidad más frío dentro que afuera. El sol me calentó
y me había encogido fuera de mi abrigo. No había llegado muy lejos cuando
Tade apareció enfrente de mí.
Habían sido unos cuantos días desde que hablamos. Ambos habíamos
estado ocupados con la escuela y él tenía la distracción agregada del equipo
de remo. 118
—Hola.
Su voz de barítono era sexy y rica como el chocolate oscuro.
—Hola.
Él colgó un brazo sobre mi hombro, a pesar de la audiencia que
habíamos cosechado. Parecía que cada chica aquí tenía los ojos sobre él. Me
acercó y presionó un beso en mi sien.
—Dime que no tienes clase.
Estaba tan avergonzada por toda la atención, que mantuve mis ojos
pegados al suelo.
—No tengo clase.
—Bien —declaró.
Nos detuvo en el medio del camino del ruido de las personas que
caminaban alrededor de nosotros. Me jaló a un lado.
—Ven a nadar conmigo.
Sorprendida por su solicitud, incliné mi cabeza hacia arriba para
encontrar sus ojos. Estaba ya negando.
—Además del hecho de que no soy una fan del agua, todavía es
invierno.
Ambas eran excusas. Había aprendido a nadar, a pesar de todos los
miedos de mamá. Además, el clima estaba genial. Me había quitado mi
chaqueta.
—¿Puedes nadar?
Asentí.
Él tiró algo de su bolsillo y me lo tendió. Mi mandíbula cayó.
—Creo que eres más valiente de lo que crees.
La pequeña figurilla era pesada con mis emociones. Linus sentado con
su pulgar en su boca, sosteniendo su fiel manta. Era una pequeña cosa que
no debería haber hecho a mi corazón canibalice mi miedo como estaba
haciendo.
—¿Dónde conseguiste esto?
Ellos no vendían juguetes en la escuela, figurillas de colección
incluidas.
—Los misterios del internet. —Sonrió—. Ven conmigo.
Me encontré a mí misma rebotando mi cabeza.
—Necesito conseguir mi traje de baño.
Cuando su sexy sonrisa destelló malvadamente, agregué:
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—Dibujé la línea en la inmersión.
—Bien —dijo—. Vamos a conseguir tu traje.
Estaba demasiado desorientada por su gesto; no le pregunté lo que
planeaba usar.
Menos de una hora después, estaba de pie en el borde del bote con
Tade de pie junto a mí.
—Una, dos, tres —contó.
Saltamos mano a mano y nos metimos en el agua helada. Chisporroteé
cuando salí. Cuando él salió a la superficie, sacudió su cabello, enviando
agua helada corriendo sobre mí.
—F-F-frío —dije.
Él nadó más cerca y me dio un beso que me calentó hasta los dedos de
los pies.
—Te acostumbrarás a ella.
Entonces me zambulló. Cuando salí, dije:
—Ya está.
Después de juegos con agua, terminamos de regreso en el bote,
enredados el uno en el otro. Como si fuera el destino, encajábamos
perfectamente.
Mi cuerpo se sentía como el verano en medio de un desierto. Rodé
encima de él, necesitando su piel fría contra la mía. No hizo nada sino
alentar las llamas dentro de mí. Sus manos se envolvieron alrededor de mí
y frotaron mi espalda. Cuando alcanzó mis caderas, me tiró más contra él.
Entre mi bikini y sus shorts, no había mucho separándonos. Su dureza
presionó contra mi muslo y golpeó en mi centro.
Ese pequeño contacto causó un deseo tan extraño muy dentro de mí.
Casi me molí contra él.
Mientras él continuó besándome, mi respiración comenzó a
entrecortarse. Si sus manos se hubieran deslizado dentro de mi parte
inferior, no creí que tuviera la voluntad de detenerlo.
—Mierda —dijo, mirando a su reloj Apple—. Tengo que volver. Tengo
que estar en la práctica pronto.
Debería haber estado aliviada, pero no estaba segura de que lo
estuviera. Para esconder el fuego en mis mejillas, rodé fuera de él.
—Iré a subir el ancla —dije.
Después de que salí fuera de él, mis ojos se habían conducido hacia
abajo. No había manera de esconder su erección. Si no me hubiera ido,
habría mirado como un perro en celo.
El viernes, Tade tenía planes con su amigo. Megan me arrastró fuera
de la casa, reclamando que no había visto el sol aparte de caminar a clase y 120
de regreso.
—¿A dónde estamos yendo? —pregunté, mirando a las estrellas y
gruñendo entre dientes sobre no estar viendo el sol.
—Escuché que hay una reunión.
La dejé arrastrarme en uno de los dormitorios combinados. No había
esperado ver a Tade. Y él no estaba solo.
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enfrentarme.
—No es lo que parecía.
—No importa. —Sus ojos eran como artillería apuntándome, listos para
disparar. Estaba cansado de jugar juegos. Quería a esta chica con cada fibra
de mi ser. Por eso estaba listo para salir corriendo de esa habitación antes
de que ella viniera.
—¿No es así?
En algún lugar a lo lejos creí escuchar a Gavin gritar. Él y Megan
probablemente lo estaban haciendo, pero no me importaba.
Ella me miró.
—Supongo que estás acostumbrado a que las chicas se arrojen sobre
ti, incluyéndome. Estoy seguro de que te ríes mucho al respecto.
Giró su brazo hacia un lado y el otro para liberarse de mí, pero no lo
solté. Me acerqué, inclinándome un poco.
—Déjame demostrártelo.
El desafío en mi opinión debería haber sido fácil de ver. La desafié a
darme una oportunidad.
Si ella hubiera estado relacionada con Superman, me habrían cortado
los rayos láser.
—Tú y yo queremos cosas diferentes.
Lentamente, dejé que la sonrisa se formara como si estuviera
dibujándola en mi rostro.
—Te quiero a ti.
Nuestras bocas se estrellaron juntas como si se encontraran como
misiles guiados. Su sabor, su toque, me volvieron loco. Le di un empujón
para atrás, aplastando su pequeño cuerpo contra la pared. Ella enroscó una
pierna alrededor de la mía mientras la besaba como si fuera oxígeno.
—Manténganse en movimiento, gente. —Sonó una voz como un
megáfono—. Esta no es una sala X, llevar eso a otro lugar.
Retrocedí, bebiendo aire, sin apartar la mirada de la de ella, que se
arrugó en las esquinas, llena de diversión. Agarró mi mano y entrelazó sus
dedos con los míos. Sorprendiéndola, la llevé a la habitación en la que había
estado.
—Hola a todos, esta es mi novia Reagan.
Todos la saludaron, incluso las chicas de las que había estado celosa.
—Nos estamos yendo. Gracias por la cerveza—. El tipo en la esquina
inclinó su cabeza en reconocimiento. La saqué al pasillo. Nos detuvimos
brevemente para que ella pudiera susurrar algo al oído de su amiga. No
podía preguntarle exactamente a Gavin qué demonios estaba pasando, pero 122
intercambiamos miradas. Su expresión sugería que estaba harto. Sin
embargo, no había aprovechado la oportunidad para irse mientras Megan
estaba distraída. Él podía actuar indiferente, pero yo lo sabía mejor. Mi chica
se volvió hacia mí, mordiéndose el labio. Mi polla quería estar en ella tan
malditamente tanto. Rápidamente nos movimos a través de las puertas de
salida.
—¿Tu lugar? —Su boca expulsó una nube de escarcha.
No había certeza de que esta noche se dirigiera en la dirección que
anhelaba, mi dormitorio, aun así, dije:
—Eso es genial.
No habíamos llegado demasiado lejos antes de plantear el tema de mi
presentación de ella a la gente con la que había estado saliendo.
—Debería preguntar —comenzó, pero no dejó de caminar—. ¿Novia…?
—¿Es eso un problema? —No había planeado exactamente decir eso.
Salió de mi boca, sorprendiéndome tanto como a ella.
Ella negó, dándome una sonrisa satisfecha.
—Debería preguntarte, ¿por qué mi lugar?
Sus pasos vacilaron un segundo.
—No lo sé.
Una vez que llegamos allí, la conduje hacia el sofá, sacando el control
remoto.
—¿Para qué estás de humor?
Ella se encogió de hombros.
—No he visto muchas películas últimamente debido a mi horario de
clases, y antes de eso, mi madre era bastante estricta.
—¿Alguna vez has visto Game of Thrones?
Ella negó.
—Eso es imprescindible.
Había olvidado cómo comenzó el espectáculo. Parecía sacudida por la
naturaleza gráfica de la misma. Solo me hizo pensar más que ella era virgen.
Los besos comenzaron cuando le pregunté si quería ver algo más. Ella negó
y se inclinó para presionar sus labios contra los míos. Queriendo un acceso
más fácil, la tire sobre mi regazo. Hice lo mejor que pude para evitar agarrar
su trasero o palmear la suave curva de sus pechos que estaban pegados a
mi pecho. La puerta se cerró de golpe y Gavin bromeó, antes de desaparecer
escaleras arriba:
—Consigue una habitación. —Rápidamente, nos separamos. Sus
mejillas cambiaron el color de sus labios antes de que nos diéramos cuenta.
—¿Deberíamos ir a tu habitación? —preguntó, mordisqueando la 123
comisura de su boca.
—Sí.
Me levanté y me ajusté. Ella me tenía más duro de lo que creí posible.
Después de que cerré la puerta, me volví para encontrarla mirando
nerviosamente a mi cama. Extendiendo la mano, la tiré a mí y volví a
besarla.
En algún lugar en el camino, terminamos allí de todos modos. Pequeño
como era, estaba prácticamente encima de ella. Agarré sus caderas hasta
que me atreví a deslizar mis manos más arriba. Este concepto era nuevo
para mí. Ella era diferente. Yo quería tomarme mi tiempo.
Mi mano estaba a mitad de camino cuando dijo:
—Detente, espera.
Rodé hacia un lado para poner espacio entre nosotros.
—No hay problema. —Froté una mano sobre mi rostro tratando de
pensar en algo más que estar dentro de ella. Quería agarrar mi polla, ya que
dolorosamente palpitaba. Pero no pensé que llamar la atención era algo
bueno con el miedo que manchaba su bonito rostro.
—Lo siento. —Se veía al borde de las lágrimas y eso me apuñaló en el
pecho.
Ahuequé su rostro.
—Shh. No lo estés. Nunca te presionaría para hacer algo que no quieras
hacer.
Sus ojos sostuvieron los míos buscando la verdad de mis palabras.
—Gracias.
Debería haberle dicho que no tenía que agradecerme. Pero había
necesidades más urgentes. Me cambié a una posición sentada.
—Deberíamos bajar las escaleras. ¿Por qué no te diriges hacia abajo?
Estaré allí en un segundo.
Necesitaba calmarme antes de ir allí. La ayudé a levantarse.
Torpemente, ya que no podía soportar mi polla haciendo una carpa con mi
pantalón. Asintió y dejé escapar un suspiro cuando la puerta se cerró detrás
de ella.
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Tade
En algún lugar en el proceso había estallado, y por la sensación que
tuve de ella tenía que haber sucedido bien al principio. Eso explicaba por
qué se había sentido tan increíble.
Mierda.
Sus ojos tenían que haber sido tan grandes como los míos.
—Es mi culpa —espeté—. Debería haberme puesto el condón.
Lo sabía muy bien. Tenía que pellizcar la punta para eliminar el aire,
así esto no sucedería. Había estado tan atrapado con sus manos sobre mí,
que no había estado pensando.
—No tienes que preocuparte de contagiarte nada de mí. Nunca, ni una
vez lo he hecho antes sin uno puesto y nunca... —Dejé las palabras sobre
no tener un condón que explotara antes de sacarlo. No quería que se sintiera
mal. Además, ese era el menor de nuestros problemas—. ¿Estás tomando la
píldora? —pregunté vacilante. Pude sentir mi rostro contraído, como si
hubiera tragado algo caliente. No había una manera fácil de preguntar y no
quería que ella tomara la pregunta de la manera incorrecta.
Ella negó con la cabeza.
—Voy a... limpiar esto.
Bajé de la cama y evité sus ojos. Ella no había dicho nada y yo no sabía
qué más hacer. Tuve el mejor sexo de mi vida, qué lástima lo que pudiera 134
Si existiera un Dios, recé para que esta primera vez fuera la última.
Cuando desperté en la habitación beige con paredes acolchadas y piso, lloré.
Todo era del mismo color, incluido el sujetador y la ropa interior endebles
que llevaba. Incluso el pequeño baño a un lado, aunque tenía un inodoro
blanco y un lavabo pequeño, de alguna manera se mezclaba con todo lo
demás.
El pequeño catre hecho con un grueso edredón no fue de mucha ayuda.
No podría ser retorcido en una soga, aunque lo intenté. 138
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TADE
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REAGAN
Mamá no había estado muy feliz al saber que llevaría una amiga a casa.
Por suerte, papá se había puesto de mi lado. Él puso música mientras
Megan y yo nos colocamos nuestros audífonos para el viaje, lo cual no le dio
a mamá una oportunidad para avergonzarme en el viaje de camino a casa.
Cuando llegamos a la casa, pude ver la sorpresa de Megan.
—Es tan bonito aquí.
La casa se ubicaba en un pequeño claro. 146
—La Dra. Flynn dijo que estaba bien si tenía un novio. Dijo que era lo
suficientemente mayor para tomar esa decisión.
—Tú seguirás mis reglas mientras sigamos pagando por tu escuela y
todo lo demás.
Megan vino y se detuvo a mi lado. Papá no había llegado hasta mamá
todavía.
—Como si tuviera la oportunidad de conseguir un trabajo. Tú me has
hecho dependiente a ti.
—No me hables de esa manera, jovencita. —Apuntó hacia Megan—.
¿Esto es obra tuya? ¿La animaste a que consiguiera un novio? —Sus ojos
acusadores aterrizaron de vuelta en mí—. ¿También estás teniendo sexo?
¿Qué pasó con lo de esperar hasta el matrimonio como dice la Biblia?
—¿Cómo podré casarme si nunca tengo citas?
—Anna, basta —dijo papá, aunque sus palabras eran tranquilizadoras.
Mamá se dio vuelta hacia él, clavando un dedo en su pecho.
—Cómo podemos protegerla si…
—La Dra. Flynn dice que sólo porque tú tengas miedo del pasado eso
no significa que yo también deba hacerlo.
—Pero tú sabes que este mundo es un lugar horrible —declaró mamá.
—Tade es bueno conmigo. Es por él que no le temo al agua. Él me
enseñó a navegar.
—¿Cómo puedes realmente conocerlo lo suficientemente bien para
confiar en que no te lastimará?
—Él nunca me hace sentir miedo, mamá. Es amble y gentil. Nunca me
ha empujado a hacer cosas que no quiera.
—Romperás con él. Y no regresarás a esa escuela.
—No romperé con él y sí volveré a la escuela.
—Anna. Hablaremos de esto en la mañana.
Mamá apuntó hacia mí mientras papá la forzaba hacia las escaleras.
—Honrarás a tus padres como el buen Señor dice.
—Lo siento —gesticulé hacia Megan, quien parecía estar totalmente
sorprendida.
—No lo sientas —susurró.
—No puedo quedarme aquí.
Ella asintió. Mis manos temblaron, pero envié el mensaje de texto.
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—Gracias.
—Sí, de nada.
Y es así como funcionaba nuestra amistad. Fue dicho y hecho.
Cuando estacionamos, las dos chicas estaban de pie en el porche.
—Ayúdame a cargar sus maletas —le dije a Gavin
Él me miró con furia, pero salió del auto. Ellas no tenían mucho, pero
quería un segundo a solas con Bizcocho antes que todos entráramos al auto.
—¿Está todo bien? —susurré en su oído.
Ella me envió un mensaje diciendo que no podía llamar pero necesitaba
que viniera a recogerla. Luego de que ella hubiese estado temerosa de haber
visto algo afuera, en todo lo que podía pensar era que estaba en peligro o un
reportero estaba acechándola.
—Estoy bien.
Quise besarla, pero movimientos en la ventana de arriba me
detuvieron.
—¿Estás lista para irte?
Ella asintió. Cuando Gavin trató de tomar el asiento delantero, coloqué
un pulgar sobre mi hombro.
—En la parte de atrás.
Él refunfuñó al igual que Megan, pero ellos cumplieron. Arranqué,
seguro de que habíamos estado siendo observados todo el tiempo.
—¿Así que, cuál es el apuro? —preguntó Gavin
—Ella tuvo un desacuerdo con sus padres —respondió Megan
—No, dile lo que realmente fue. Mamá se enteró acerca de ti y
prácticamente me amenazó con sacarme de la escuela si no terminaba
contigo.
—Mierda, Rae, lo siento.
—No es tu culpa. Ella ya no puede arruinar mi vida. Soy una adulta.
Ella miró fijamente la ventana, dejándome sin nada más que decir. Me
estiré y atrapé su mano. Ella echó un vistazo hacia mí por un segundo antes
que su mirada volviera a la ventana.
Era la mitad de la noche cuando llegamos. Sugerí que durmiera en mi
casa.
—¿Qué hay acerca de mí? —se quejó Megan
—Tú puedes quedarte conmigo —la respuesta de Gavin sorprendió a
todos—. ¿Qué? —Dirigió sus ojos hacia ella—. Sabes que quieres.
Ella se cruzó de brazos, pero a regañadientes estuvo de acuerdo. 154
—Bien.
Nada más fue dicho. Una vez que estuvimos en mi habitación, me
deleité de la sensación de Bizcocho contra mí. Permanecí despierto mucho
después que su respiración se volvió larga y uniforme.
Me desperté sintiendo como si pudiera conquistar el mundo, y sólo
tenía que agradecerle a una persona por eso.
—¡Buenos días! —dije. Sus ojos como gotas de rocío—. Lamento si soy
la causa de la pelea que tuviste con tus padres.
Ella negó.
—Yo no lo siento. Era tiempo que me defendiera. Además, estoy en…
—Todo se detuvo en ese momento mientras me preguntaba qué es lo que
diría después—. Me gustas —luego añadió—: Mucho.
—También me gustas. Mucho.
Su sonrisa envió una llamarada solar directo a través de mi pecho. Ella
se inclinó y estuve listo para una degustación mañanera mientras me daba
cuenta que había más de mis sentimientos de lo que quería admitir. Aunque
decidí no nombrarlos y sólo vivir en el momento.
—No estoy retrasándote para el entrenamiento, ¿verdad?
—No. No es obligatorio y les di el día libre a los chicos.
—Gracias.
Enrollé mis brazos alrededor de su cintura.
—Preferiría estar contigo. ¿Tal vez podamos ir a navegar?
Ella sonrió hacia mí, lo que término de la única forma que debía, yo
besándola hasta dejarla sin sentido. Finalmente salimos de mi habitación,
solo para cruzarnos con un equipo de filmación en el césped.
—¿De qué trata todo esto? —preguntó Reagan
Ella estaba atrapada debajo de mi brazo y la mantuve cerca de mi lado.
Mientras pasamos detrás de la mujer con un micrófono en su mano,
brevemente escuchamos lo que estaba diciendo.
—Corre el rumor que una celebridad está entre nosotros. Un niño ahora
crecido, de una prominente familia como no se había visto desde los
Kennedy, camina por este sendero todos los días a clases. La familia ha
vivido una vida tranquila, de alguna manera separándose de los curiosos
ojos de los medios. Sin fotos del hijo quien es considerado en algunos
círculos como la realeza…
Insté a Bizcocho a avanzar hacia adelante con un mano en su espalda.
—¿Me pregunto de quién estarán hablando? —dijo.
—Probablemente de alguien quien no quiere ser encontrado.
Ello no hizo ningún otro comentario. No quería mentirle más de lo ya 155
había hecho. Aunque no estaba cien por ciento seguro, ellos probablemente
estaban hablando sobre mí.
Fuimos a la farmacia.
—No quiero que pienses que estoy forzándote a que tomes esto.
Sus ojos estaban llenos de lo que parecía ser miedo.
—No estoy lista para tener hijos. ¿Y tú?
Balanceé mi cabeza de lado a lado. Ella me dio una tímida sonrisa y
entramos. Aunque le había dado cien dólares, sin estar seguro de cuánto
costaba, mantuve mi brazo alrededor de ella cuando la pedimos. Ella había
dicho que podía hacerlo sola. Pero le recordé que estábamos juntos cuando
pasó. Así que estaríamos juntos a través de todo hasta el final.
Más tarde, después que Bizcocho fue a casa por un rato, llamé a mamá
para hacerle saber sobre los reporteros.
—Escuché —dijo—. El director de campaña de papá tiene personas en
eso. Ellos no saben nada todavía.
—Creo que alguien ha estado tomando fotografías de mí. —Le conté
acerca de los dos incidentes.
—Nada ha aparecido en internet.
Me prometió encargarse de aplastar cualquier rumor.
—Alguien sugirió que nosotros dimos una pista de que nuestro hijo
estaba en una escuela en California.
—¿Crees que esto sea acerca de mi padre?
—No lo sé. Pero también tenemos eso cubierto. ¿Y Tade?
—Si.
—Puedes ir a verlo si quieres. Todavía hay tiempo.
Pensé en como él no había tratado de contactarme en todos estos años.
Él me entregó a la media hermana que acababa de conocer sin mirar hacia
atrás.
—Te dejaré saber —dije antes de colgar
Más tarde esa noche, los dedos de Bizcocho recorrieron mi pecho. Sentí
como si hubiesen pasado años desde esa primera y única vez que había
estada enterrado profundamente hasta mis bolas dentro de ella y mi pene
estaba haciendo un baile de la felicidad ya que ella estaba tan cerca.
—Pensé que tal vez podríamos pasar juntos el resto de las vacaciones
de primera en la casa del lago de mis padres.
Con reporteros y camarógrafos alrededor, un cambio de escenario sería
bueno.
—Gracioso que lo preguntes. Megan acaba de decirme que va a ir a 156
casa después de todo.
—Sí. Gavin dijo lo mismo —intercambiamos miradas antes de romper
en carcajadas—. Supongo que estás pensando lo que yo estoy pensando.
Su cabeza se movió y levantó una mano para peinarse con sus dedos.
—Ellos están teniendo sexo y no nos dicen nada.
Exactamente mis pensamientos. Acaricié su mejilla con mi dedo y
mordió su labio.
—¿Quieres ir?
Ella asintió. La mirada que fijé en ella pudo haber derretido acero.
Reclamé su boca de la misma manera que planeaba reclamar su coño.
Incendie un camino hacia debajo de su cuello, golpeando ese suave
punto que hace su espalda arquear con un chillido y luego gemir en placer.
Mis manos subieron su camiseta lo suficientemente alto para poder
saborear sus pezones. Ellos se endurecieron debajo de mi lengua mientras
bajaba una mano hacia sus bragas.
Un dedo fue todo lo que me tomó para saber que ella estaba lista.
Juntos nos revolvimos para quitarle sus shorts así como los míos.
Luego su teléfono sonó. Ella se detuvo y lo levantó.
—Hola. —Su voz salió cortante, y no preocupada como hubiera
esperado.
No pude escuchar las palabras del otro lado, pero sí escuché que el
timbre de voz no era dulce o femenino. Era profundo con una pastosidad, y
juro que esperé que su madre tuviera un mal resfriado.
—Papá, no puedo hacer esto ahora mismo. —Su postura se volvió rígida
mientras se sentó al borde de la cama con su espalda hacia mi
Coloqué mi mano en su espalda y comencé a trazar círculos para
confortarla. Ella se puso rígida bajo mi toque por un segundo antes de
relajarse.
—Mira, no estoy sola… Sí, estoy con Tade. —Más palabras fueron
dichas—. Gracias. ¿Mamá está bien? —Otra larga pausa—. Sí, entiendo. Te
amo. Dile lo mismo a mamá.
Ella colocó el teléfono en la cama un segundo antes de ubicarlo junto
al mío en la mesa junto a la cama.
Un suave sonido dejó su cuerpo antes que un pequeño estremecimiento
corriera a través de ella. Me senté inmediatamente reconociendo el
movimiento. La tiré hacia mi regazo luego de haberme movido junto a ella.
La acurruqué contra mí, necesitando calmar cualquier tensión que tuviera.
—¿Qué pasa?
—Nada. —Su respuesta fu demasiado rápida.
—Puedes decirme lo que sea. 157
Ella suspiró.
—Mi mamá piensa que el mundo se va a terminar si continua viéndote.
Pero papá dice que es mi elección.
Aunque eso me mataba, lo dije de todas maneras.
—No quiero ser la causa de una pelea entre tú y tu mamá. —Luego,
admití algo que ni siquiera le había dicho a Gavin—. Crecí la mayor parte
de mi vida sin la mía.
Grandes ojos me devolvieron la mirada. Sus mejillas estaban mojadas,
y limpié la humedad de ellas.
—Pero pensé que habías dicho que hablaste con ella esta mañana.
—Biológicamente ella es mi tía. Pero ha sido una madre para mí.
Ella me observó fijamente.
—Nunca le has dicho eso a nadie, ¿verdad? —Negué—. Gracias por
confiar en mí.
Era más que confianza.
—Y no, no quiero terminar contigo. Tú eres la mejor cosa que me ha
pasado.
Fui por su boca, arrancado su camisa después. Tal vez no podía decir
las palabras todavía, pero le mostraría exactamente lo que sentía.
40
REAGAN
La segunda vez fue lo mismo o tal vez incluso un poco mejor que la
primera. Él comenzó con su boca entre mis piernas, dándome placer como
nunca tuve antes. Entonces terminó enterrado dentro de mí, haciéndome
sentir viva.
En el camino a la casa de sus padres, reproduje el recuerdo y el
delicioso dolor que todavía sentía mientras miraba el escenario pasar.
Cuando entró a un camino de entrada, la belleza del lugar era para
158
mirar con la boca abierta. Incluso aún con la hierba alta dorada que cubría
el patio, era hermoso como si reflejara la superficie del lago.
—Paso mucho tiempo aquí. Cuando no estoy en la escuela,
generalmente estoy aquí.
Podía solo imaginar cómo era. Mi casa era bastante pequeña y su casa
de lejos era enorme. ¿Cómo luciría su casa?
Él me ayudó a salir del auto y entonces consiguió nuestras maletas.
Inspeccioné el lugar. No habíamos hablado mucho de nuestras familias, y
aparte del lujo de su auto, no le había preguntado sobre sus antecedentes
financieros, porque no importaban.
Solo no estaba segura de cómo reaccionar a la opulencia del lugar. Era
grande, posado en la cima de una pequeña colina con vista sin obstruir al
lago de debajo. Los jardines inmediatamente alrededor de la casa estaban
recortados. Pero el descenso más allá del camino de entrada corría
exuberante con pasto salvaje que le daba al lugar más de una sensación
rústica.
Los árboles a la izquierda de la casa eran densos y llenaban el área así
que no podía decir si había otra casa cerca. Desde donde estábamos de pie,
era casi como si le perteneciera el lago entero en este lado.
—Es hermoso aquí —dije.
—Seguro que sí.
Él me miró como si no estuviera hablando de la casa, el lago, o la vista
alrededor de nosotros.
Alargó su mano y la tomé. Cuando estábamos cerca, subimos unos
cuantos escalones hacia la puerta principal.
Después de que desbloqueó la puerta, dijo:
—Ve y mira alrededor. Llevaré tu maleta arriba.
Asentí, pero entonces agarré mi estómago cuando las náuseas se
apoderaron de mí.
—¿Qué está mal? —preguntó Tade, rápidamente viniendo a mi lado.
La píldora tenía desagradables efectos secundarios como las náuseas.
—Solo necesito un baño.
—Hay uno aquí abajo y varios arriba.
—El más cercano —dije, esperando no perder mi desayuno antes de
que llegara ahí.
Él hizo algo mejor y me llevó ahí pero no forzó su camino dentro cuando
cerré la puerta en su rostro.
Afortunadamente, la ola pasó. Rocié agua en mi rostro antes de abrir
159
la puerta.
Estaba de pie con una expresión preocupada en su rostro.
—No era nada. La píldora solo me puso un poco mareada. Pudo haber
sido el largo viaje. Pero te prometo que estoy bien.
Las instrucciones de la píldora del día después advertían de posibles
náuseas y vómitos.
Se relajó un poco, pero siguió mirándome.
—¿Qué? —pregunté, mirando al top amarillo que estaba usando.
Él frotó una mano por mi mejilla.
—¿Estás segura de que estás bien?
Me levanté sobre las puntas de mis pies y presioné mis labios en los
suyos para confortarlo. Cuando me retiré, una palabra de cuatro letras
colgaba en el aire. Pero ninguno de los dos la dijo. Habían sido un par de
meses desde que nos conocimos. De algún modo, el miedo me mantenía de
admitirlo. Quería creer que él sentía lo mismo.
—Eres como el sol y siempre estaré en tu órbita.
Se inclinó y me devoró. Sabía como el agrio dulce de manzana que le di
en el camino.
Él me levantó y entrelacé mis piernas alrededor de su cintura. De algún
modo se las arregló para llevarme arriba sin que cayéramos.
Terminamos tomando las cosas lento, sin urgencia por quitarnos la
ropa, aunque no habría sido capaz de describir la habitación en la que
estábamos. Mis ojos estaban solo en él y la hermosa manera en que su
cabello desordenado se levantaba en las puntas. No podía esperar para
conseguir agarrarlo y sabía que lo haría.
Se tomó su tiempo explorando cada centímetro de mí, desde mi
clavícula al valle de mis pechos, a los arcos de mis caderas.
Se tomó su tiempo entre mis piernas. Sus atenciones no se detuvieron
en un orgasmo, sino en dos. Tiré de su cabello, perdida en la sensación.
Cuando me calmé, miré a mis manos, asustada de que había arrancado un
puñado.
No pareció molestarlo mientras se arrastraba entre mis piernas. Tenía
un fuerte agarre en la base de su polla.
—Tú me haces codicioso —dijo, mirando abajo a mi centro. Su voz
profunda, cruda, y sexy como el infierno.
—Tú me haces necesitada.
No podía creer que había admitido eso en voz alta, pero mientras se
deslizaba dentro de mí, no me importaba.
Acuné su rostro, probándome en su lengua. Él se retiró, se movió a mi
pecho, y succionó un capullo. Gemí, porque cada vez que hacía eso, todo 160
Estar con ella siempre fue más de lo que había sido con alguien más.
Terminamos yaciendo en la cama con pizza y palomitas de maíz, viendo una
película, antes que finalmente se durmiera acurrucada junto a mí.
Me tomé el tiempo de dibujar patrones en su espalda y enfrentar los
sentimientos en mi pecho. Estaba bastante seguro de que estaba
enamorándome de ella, si es que ya no lo estaba. Especialmente cuando el
insaciable deseo dentro de mí, no era terminar la escuela o ganar la
siguiente carrera, era tratar de hacerla sonreír. Mientras me quedaba 161
dormido, pensé en que no me gustaba la idea de no despertarme con ella en
mis brazos.
El sol había apenas mostrado su rostro cuando salí de la cama y
busqué mi ropa. Estaba seguro que podía estar de vuelta entes que ella
despertara.
—¿A dónde vas? —preguntó su voz somnolienta.
Asombrado, me tambaleé un poco después de tratar de introducir la
otra pierna en mis shorts.
—Lamento si te desperté. Pensé en entrenar un poco esta mañana. Es
temprano. Vuelve a dormir.
Ella se sentó y la sábana cayó de sus senos desnudos.
—Déjame ir contigo.
Gemí y cerré mis ojos.
—Venir2, y conmigo —repetí agarrando mi pene duramente—. Vas a
hacer que vuelva a la cama contigo.
Se sonrojó y mordió la esquina de su boca.
—Eso no está ayudando. —Sacudí mi cabeza
Salió de la cama, arrancando la camisa de mis manos y colocándola
por encima de su cabeza. Luego se agachó hacia nuestras maletas que
No quería soltar algo estúpido como ¿Es mío? Porque lo sabía mejor.
El rostro de papá apareció en mi cabeza. Todos sus objetivos de vida se
habían logrado, excepto uno. Su candidatura a la presidencia era la joya
más importante, o incluso por encima de graduarse de la clase de derecho
como el primero en su clase, pasar el examen, casarse con mamá y
convertirse en senador por varios periodos.
Si la prensa se enterara de que su hijo soltero, adoptado o no, había
embarazado a su novia, seguramente perdería la vuelta. Por eso había sido
el hijo bueno, incluso obediente, que nunca había hecho nada malo.
La volví a mirar, dejando caer las manos y dije:
—¿Qué quieres hacer?
Un sollozo brotó de su garganta, haciéndome pedazos.
—No sé. Espero que no pienses que te engañé.
Ella no conocía mi valor neto, por lo que sabía. Y nunca me pidió que
le comprara nada, excepto por la maldita píldora que no había funcionado.
Y, sobre todo, no creía que ella fuera ese tipo de persona.
—No.
Me giré de nuevo, enlazando mis dedos sobre mi cabeza. Tomé unos
pasos para reorganizar mis pensamientos. No me llevó mucho tiempo para
tomar una decisión.
Esos primero pasos en su dirección fueron vacilantes. Pero cuando me
puse frente a ella, estaba seguro.
—Lo que sea que quieras hacer, estamos en esto juntos.
Parecía confundida, así que lo dije claramente.
—Te amo.
No hubo vacilación porque no había duda en mi mente cuando lo dije.
Se sintió bien. Ella era lo mejor que había llegado a mi vida desde que mis
padres me acogieron y cambiaron mi vida para siempre. Debido a ella, no
había nada más faltando. Mi mundo estaba completo.
Ella retrocedió un paso tambaleándose. Sus ojos relucían el tamaño de
cuartos brillantes en la oscuridad de la noche.
—¿Me amas?
—Absoluta-jodidamente. Te. Amo. —Solté un suspiro—. Tal vez
deberíamos casarnos. Era inevitable de todos modos. Eres para mí. Nunca
te dejaré ir.
—¿Casarnos?
—-Tienes a nuestro hijo en ti. No puedo pensar en algo más correcto
por hacer. 185
—¿Qué hay de nuestros padres?
—¿Qué pasa con ellos? —repliqué—. ¿Qué creer que dirían los tuyos?
Desconcertada, dijo:
—Mamá enloquecería. No estoy segura de cómo lo manejaría papá.
¿Pero casados? No lo sé. No estoy segura de poder hacer esto.
Negó con la cabeza antes de encaminarse de regreso al campus.
De alguna manera logré alcanzarla.
—Espera. ¿Qué quieres decir?
—Hay tanto que no sabes.
Tomé su rostro en mis manos.
—-Nada importa. —Sólo di que me amas y todo se resolverá sólo.
—Te amo.
Silencié todo lo que estaba a punto de decir con un beso.
47
PASADO
Algo cálido brotaba entre mis piernas mientras el dolor rodaba por mi
espina dorsal. Grité, deseando que Eve se llevara el dolor mientras jadeaba
durante el pequeño respiro.
La puerta se abrió y Adam me miró. Siempre recordaré la expresión que
me dio. Dijo que si el dolor no me mataba, algo más lo haría.
—Vamos. Y cállate.
—No puedo. —Lloré—. Duele. 186
188
48
REAGAN
Megan me miró desde donde se acurrucaba en una silla. Ella sólo había
llegado minutos antes.
—¿Qué te tiene deprimida? ¿Has oído las noticias? Dicen que la chica
que encontraron no es Meghan.
Eso hizo que mi atención se volviera hacia ella.
—¿Están seguros?
Ella asintió. 189
199
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REAGAN
206
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TADE
a una compañía de mudanzas para recoger mis cosas y lo que fuera que ella
quería traer.
Las cajas serían llevadas a la casa del lago mientras pasábamos el
siguiente par de días en un hotel.
Mañana nuestras familias llegarían para la graduación. Ninguno
queríamos ir a casa y estar separados por esos días. Así que nos excusamos
con nuestra familia diciéndoles que íbamos a pasar el tiempo con amigos.
Técnicamente, éramos amigos. Pero planeábamos ser mucho más antes de
que el verano terminara.
Cuando el día de la graduación llegó, estaba arreglando mi corbata
frente al espejo mientras Reagan se peinaba y hacía lo que fuera en el baño.
—¿Estás nervioso por conocer a mis padres? —Su voz hizo eco en la
alicatada habitación sólo para salir sonando amortiguada.
—Sí y no —grité en respuesta.
A través del espejo, vi su cabeza salir y me di cuenta que sólo llevaba
una toalla de nuestro encuentro previo en la ducha. A mi polla no pareció
importarle y se revolvió a la vida ante la vista.
—¿Sí y no?
Había subido el nudo hasta la mitad pero me detuve para enfrentarla.
—No, porque si te criaron, entonces son buenas personas.
Su sonrisa dijo que me gané algunos puntos con esa línea, pero
realmente lo creía.
—Y sí —añadí—, porque no estoy seguro de cómo se tomarán las
noticias.
No les había contado que estaba embarazada. Y si su madre estaba tan
loca como decía, todo el infierno se desataría. Sólo podía esperar que su
padre no intentara matarme. Era lo bastante malo enfrentar el disgusto de
mis padres. No iban a tomarse bien las noticias en absoluto.
Asintió.
—¿Qué hay de ti? —Regresé el favor. Aunque lo que de verdad quería
era quitarle la toalla si podía alcanzarla antes de que descubriera mi plan.
—Estoy nerviosa. Me preocupa que no crean que sea lo bastante buena
para ti. —No le había contado exactamente que él era un senador. Esperaba
que me perdonara cuando lo descubriera—. Basta —dijo con una risita—.
Sé en qué estás pensando y no vamos a hacerlo. —Entró al baño y escuché
el clic del cerrojo.
Justo cuando estaba a punto de tocar y explicar que mientras que sí
tenía el sexo en el cerebro, había algo que necesitaba decirle, su teléfono
sonó. Me moví hacia él. 210
—¿Es mi teléfono? —gritó desde otro lado de la puerta.
Salió y moví en ángulo mi cabeza desde la mesita de noche para verla
ponerse un vestido blanco corto que parecía hecho de encaje.
—¿Es mi teléfono? —preguntó de nuevo.
Me acerqué y se lo entregué, robándole un beso antes de que pudiera
contestar.
—¿Hola? Sí, estamos listos. ¿Ya estás subiendo? —Me echó un
vistazo—. Sí, está vestido.
Un golpe sonó en la puerta. Miró su teléfono antes de ir hacia allí.
Mis ojos bajaron a sus muslos. La tela de su vestido apenas cubría la
mitad. Sus piernas sugerían que kilómetros podían ser recorridos desde los
altos tacones a su epicentro.
La puerta se abrió y un borrón de una morena medio la tacleó medio la
abrazó.
—No puedo creer que vayamos a graduarnos. —Megan pisoteó y la
prenda azul que llevaba aleteó mientras su mano subía y bajaba como su
estuviera corriendo. Luego todo movimiento cesó—. Gracias por dejarla ir
con nosotros a la ceremonia. Mis padres están tan emocionados por verla
de nuevo.
Bizcocho se acercó y la encontré a medio camino, dándole un beso que
dijo: Te amo.
—Te veré más tarde —susurró con una sexy sonrisa, antes de irse.
La puerta se cerró y se había ido. Había accedido a que fuera con Megan
porque me había explicado que una vez nuestros padres descubrieran lo del
bebé, probablemente habría un montón de charla. Y no tendría tiempo para
saludar o pasar el rato con los padres de su mejor amiga.
Las chicas eran raras. No era como si fuera la última vez que fueran a
verse. Pero no merecía la pena el daño cerebral.
Sólo faltaba una hora antes de que tuviera que estar en la graduación
para alinearme. Mis padres llegarían pronto. La habitación estaba pagada
por una noche más. Decidimos improvisar si nos quedábamos o íbamos a
la casa del lago después. Nuestras bolsas estaban empacadas y alineadas
contra la pared si decidíamos irnos. Di una mirada a la habitación, la cual
era modesta, y pude oír a mi madre reprendiéndome por no tomar una
mejor. Era bueno que nunca fuera a ver el lugar y supiera que era lo mejor
que tenían para ofrecer.
211
52
REAGAN
TADE 213
Las lágrimas me nublaron la visión. Puede que haya sido fuerte, pero
no era despiadada. También lloré por Tade. Probablemente creía que yo
pensaba lo peor de él. Pero incluso cuando lo cuestioné, nunca me pareció
creíble.
—Ah —añadió señor con falsa preocupación—. No llores ahora. Hay
mucho tiempo para eso cuando tome lo que he querido desde el día que nos
conocimos.
La bilis me subió por la garganta y escupí en su dirección. Se apartó
del camino a tiempo y se rió.
—Ella tiene carácter.
Eso había sido un error. Necesitaba que pensase que yo era débil si iba
a sacarnos a Meghan y a mí de aquí.
—¿Qué le hiciste al bebé?
Era una pregunta difícil de hacer. Me había llevado mucho tiempo
aceptar que puede que no lo supiese jamás. Ella o él tendría unos ocho años
si estaba vivo.
Me dio un golpecito en la nariz.
—Sé una buena chica y te lo diré. Aunque puede que no te guste la
respuesta.
Había aceptado a Eve. Puede que haya sido diagnosticada que no tengo
doble personalidad, pero ella había sido un mecanismo de supervivencia.
De algún modo, tenía que salir de este desastre antes de que me violase,
porque seguramente eso era lo que quería. Si no, lo superaría. Lo hice una
vez. Si no por mí, entonces lo haría por Tade y el bebé. Él no me rompería.
Sobreviviría.
—Seguro que te has vuelto más guapa. —Me mordí la lengua mientras
me tocaba un pecho con la mano—. Estas también han crecido. ¿Qué has
estado comiendo estos días?
Me debatí entre si debería hablarle o no sobre mi embarazo. ¿Me dejaría
sola o en cambio me dañaría?
Una mano subió por mi muslo.
—Lo has hecho muy fácil para mí. Primero saliendo sola. Durante
semanas siempre has estado con alguien. Luego hoy, iluminaste mi día al
terminar en el bosque tú sola. Y en este vestido.
Me frotó con los dedos. No sentí más que disgusto.
—Haz lo que quieras conmigo. Pero déjala ir. Ya no la necesitas.
Se rió.
—Has estado viendo demasiada televisión. No funciona de ese modo.
Ella me ha visto el rostro. Tiene que morir. 224
Meghan dejó salir un sollozo estrangulado.
—Si no quieres que nos mire, puedo matarla ahora.
Negué frenéticamente.
—Ella puede mirar —dije con pánico, lo que funcionaba a mi favor.
Él pensó que sonaba de ese modo por el miedo. Había más que eso.
Tenía miedo de que la matase antes de que pudiésemos escaparnos.
Él se apartó de mi vista y luego me dio la vuelta. Me alzó las caderas y
fui forzada a apoyarme sobre las rodillas. Se frotó contra mi trasero. Ahí fue
cuando me di cuenta de que no tenía que desatar mis ataduras para hacer
lo que quisiera conmigo.
El azote en me trasero dolió. No grité.
—Quiero ver tu rostro cuando te haga gritar.
Firmó su cadena a muerte cuando me dio la vuelta.
—No me des ningún problema o recuerda todas las cosas que pueden
pasar, como antes.
Como una película reproduciéndose en mi cabeza, mostró las cosas que
él me había hecho o los hombres que habían venido a observar o a
participar. Aunque ellos nunca habían tomado mi virginidad, lo que ellos
habían hecho me había robado la virtud.
—Por favor, seré buena —supliqué y esperaba que me creyese.
Se sacó un cuchillo del bolsillo y cortó mis ataduras, primero mis
muñecas y luego las de mis tobillos. Me comporté bien, esperando mi
momento. Si me movía ahora, él podía ganar, ya que era más grande y fuerte
que yo. Tenía que debilitarlo antes de que pudiese vencerlo.
Me cortó el brazo cuando me liberó la muñeca. Me moví para presionar
la herida mientras él ponía el cuchillo en su bolsillo trasero. Intenté no
mirarle hacerlo, así no sabría lo que estaba preparando.
—Jesús, quiero ver esas bonitas tetas tuyas. Siéntate.
Seguí su orden para ganar ventaja sobre él. Alcancé mi espalda y bajé
la cremallera de mi vestido, bajándomelo por los hombros. No me lo quité
completamente. Me levanté y cuando abrió la boca, me puse de rodillas y
asumí la posición.
—Maldición, Mascota. Te enseñé bien.
No levanté la mirada, mantuve la cabeza gacha.
Se movió para estar frente a mí, justo como yo quería que hiciese.
—Mírame.
Se agarró la entrepierna y yo mostré mi rostro. Sacó el cuchillo,
abriéndolo. 225
—Harás esto y si me muerdes, te sacaré un ojo. Luego la apuñalaré y
dejaré que la veas desangrarse con tu ojo bueno.
Asentí en obediencia.
Mientras comenzaba a bajarse la cremallera, tomé mi oportunidad. Me
levanté corriendo, con un puñetazo a sus pelotas. Mientras se inclinaba
hacia delante, usé la otra mano para darle un puñetazo en la garganta. El
cuchillo cayó. Me giré por él. Aunque él tenía dolor, me atrapó la pierna. El
cuchillo estaba justo fuera del alcance. Él comenzó a tirar. Lo pateé con el
otro pie. El momento me impulsó lo suficiente para alcanzar el mango.
Me di la vuelta y levanté el cuchillo dirigido a su corazón. Tomó
sorprendente fuerza clavárselo en el centro del pecho. Permanecimos allí, él
y yo mirándonos a los ojos.
—Nunca sabrás lo que le pasó a ella —jadeó.
Si pensó atormentarme, no se había dado cuenta de su error. Ahora
sabía que había dado a luz a una niña. Giré el cuchillo por todas las niñas
ahí fuera que él había perjudicado. Saqué el cuchillo por Meghan y por mí
mientras él caía de espaldas.
Me moví a mis rodillas, mirando mientras la sangre salía de su pecho
una y luego dos veces hasta que sus ojos se apagaron.
Alguien estaba gritando y me llevó otros pocos segundos darme cuenta
de que era Meghan. Me arrastré hacia ella y corté sus ataduras con el
cuchillo ensangrentado. Se quitó la mordaza y ambas nos pusimos en pie.
El cuchillo cayó al suelo de mis manos mientras buscaba la puerta.
Meghan fue más rápida, corriendo hacia ella. Estaba bloqueada. Al unísono
nos giramos para mirar al hombre muerto.
Ella negó y supe que tenía que ser yo la que encontrase las llaves. Así
que me acerqué, lo toqué con mi pie descalzo. No tenía ni idea de dónde
estaban mis zapatos.
No se movió. Lentamente, me puse de rodillas. Cuando no me atacó,
comprobé en sus bolsillos hasta que las encontré en uno del frente.
Las llaves cayeron de mis manos pegajosas. Meghan estuvo allí para
tomarlas. Abrió la puerta y subimos las escaleras. Estábamos en algún tipo
de cabaña. No buscamos armas, fuimos por la puerta. En el exterior, los
árboles nos rodeaban completamente.
—¡Espera! —grité cuando ella salió corriendo.
No se detuvo así que la seguí. Corrimos hasta que ella cayó de rodillas
sollozando. Intenté ayudarla a levantarse, pero me mostró la planta de sus
pies ensangrentados. Ambas habíamos estado sin zapatos.
—Caminemos. 226
prisión. No se lo merecía.
—¿Por qué no está involucrado el FBI?
—No tienen jurisdicción. El crimen sucedió aquí y no cruzó las
fronteras estatales. La policía local no quiere dejarlo.
—Esto es un montón de mierda. Ese tipo muerto probablemente es el
mismo que la secuestró antes.
—No tenemos la palabra de nadie de que es el tipo, excepto la de ella.
Y hasta que esté libre de delito, no pueden usar nada de lo que ella diga
para hacerse cargo del caso.
—Esto es una mierda —me quejé, poniéndome en pie.
Caminé, sintiéndome ansioso porque no había nada que pudiese hacer.
—La autopsia debería suceder en unos pocos días —dijo papá, con una
calma que yo no sentía.
—¿No pueden apurarlo?
—No sé el número de casos y la prioridad, Tade.
Habría llamado y suplicado a sus padres si pudiese. No tenía sus
números.
—¿Pueden llevarme a la cárcel para verla?
Él apartó la mirada. Mamá contestó:
—No estás en la lista aprobada de visitantes, cariño. Lo siento.
Volví al sofá y me froté el rostro.
—No quiere verme —dije con incredulidad.
—No lo sabes —comentó mamá—. Hay numerosas razones por las que
no estás en la lista. No lo interpretes.
—No quiere verme —repetí.
Eso fue lo último que dije. Se marcharon no mucho después.
Los días pasaron a noches. Las noches lentamente se convirtieron en
días. Casi me había dado por vencido en la idea de que Reagan me devolvería
mis numerosas llamadas y mensajes.
Jack, Johnnie, Jose y Jim, los cuatro amigos, se habían convertido en
mis nuevos mejores amigos después de que hubiese recibido la noticia de
que ella había sido exonerada y liberada hacía unos días.
Me alejé de mi dieta líquida y me puse en vertical, para reajustar mis
extremidades con la gravedad. Sí, me había levantado para ir
ocasionalmente al baño, pero finalmente salí a la luz del sol, sosteniendo
una mano contra el brillante cielo manchado con nubes intermitentes.
El bote estaba justo donde lo dejé, varado en la arena, con una capa de
agua de lluvia llenando el fondo. Le di la vuelta y observé el líquido correr 230
Se movió con fortaleza en los ojos. Me tomó el rostro entre sus manos,
acercándome a ella y no me resistí al tirón que había sentido desde el primer
día que nos conocimos. Cuando nuestros labios chocaron y su boca se
separó para mí, ella sintió y saboreó lo mismo. Nada había cambiado. La
mancha de secretos revelados y no había aplacado lo que sentía por ella.
—Solo quiero ser valiente.
Usé los dedos para dibujar una línea desde su mejilla para acariciar
sobre la línea de sus labios.
—Eres una de las personas más valientes que conozco —susurré.
Lo que ella había soportado era mayor que las lágrimas que caían como
gotas de sus ojos. Ella había superado problemas que la mayoría nunca
enfrentaría.
Suspiró.
—Solo por ti.
Sus manos ansiosas marcaron el ritmo mientras tiraba de mi pantalón
corto. El amor de sus ojos amplificó el hambre que sentía por ella en el
hondo de mi corazón.
Enlazó sus hábiles piernas alrededor de mi cintura, alineándose para
empalarse en mi erección. Unido con ella, era más que sexo. Con ella, era
muchísimo más.
Nos llevé al agua profunda no queriendo compartir nuestro momento
privado con potenciales espectadores.
No hubo ninguna duda por mi parte. La deseaba del mismo modo que
lo había hecho antes.
—Yo…
Mis palabras fueron interrumpidas cuando puso un dedo en mis labios.
Aparentemente, hablar se había acabado. Hundí las manos en sus caderas
y la balanceé sobre mi erección. Entré y salí con más fuerza de su apretado
coño, gimiendo mientras me acercaba. Cuando me clavó las uñas en la
espalda y su coño se apretó sobre mi polla, dejé salir un gemido
estrangulado, vaciándome en su interior.
Brevemente miré alrededor para comprobar que mi bote había volcado
y se había desviado cerca de la costa. Consideré rescatarlo, pero en cambio
opté por llevarla a la pendiente con mi polla todavía en su interior, mi
pantalón corto colgando por su vida. Mi cuerpo la cubría y el vestido se
había vuelto opaco por el agua y la lluvia.
Una vez que llegamos a mi habitación, la tumbé, permitiendo que mi
polla semidura saliese de ella. Nuestra expresión idéntica mostro la misma
consternación por la pérdida del contacto. Cambiamos de dirección
mientras yo igualaba sus movimientos cuando comenzó a desvestirme. El 232
—¿Prisión?
Asintió. Había muchas razones.
—En parte. No quería que me vieses allí. —Tomé una respiración
tranquilizadora—. Cuando salí no tenía forma de llamarte. Había perdido mi
teléfono ese día. Mamá se negaba a conseguirme uno nuevo. Y papá estaba
ocupado intentando mantenerla estable.
Por no mencionar las pesadillas que tenía sobre clavar el cuchillo en
Kyle. Aunque no me arrepentía de ello, la idea de que había quitado una
vida todavía me perseguía.
—¿Por qué ella me odia tanto? Ella ahora tiene que saber que no tuve
nada que ver con la desaparición de Meghan.
Me tumbé de espaldas, incapaz de mantenerle la mirada mientras
compartía secretos que me habían sido escondidos hasta hace un día.
—No eres tú exactamente. Es cualquier hombre aparte de mi padre.
Mamá fue abusada por un tío, o un amigo cercano de la familia al que ella
llamaba tío. No estoy segura de los detalles, pero sucedió por un tiempo
hasta que la familia lo averiguó. Ella pasó mucho tiempo en terapia y
recuperándose, algo así. Ella estuvo lo suficientemente bien como para
conocer a mi padre con el tiempo y enamorarse. Según él, cuando nací, su
miedo de que a mí me sucediese lo mismo nos aisló. No veíamos a menudo
a la familia o íbamos de vacaciones hasta que papá la convenció de que yo
era lo suficientemente mayor para hablar si algo así sucedía. Solo que le
mentí a mis padres y…
Las palabras se me quedaron atrapadas en la garganta.
—Reagan no tienes que hablar de ello.
Sus ojos, tan suaves sobre los míos, me ayudaron a decirlo. No estaría
avergonzada del pasado. No era culpa mía excepto por correr como una
tonta. Confiar en alguien que, sin lugar a dudas, era confiable, no me hacía
estúpida.
—Era joven y estaba protegida. Y cuando un chico realmente guapo me
dijo las cosas correctas que hicieron que en mi estómago hubiese mariposas,
hice algo estúpido. Él me apartó de mi familia y me hizo cosas horribles.
—Reagan…
—Te libraré de los detalles, pero hay algunas cosas que deberías saber.
Con el tiempo fui vendida a un hombre que me hizo cosas peores. Me dijeron
que había estado desaparecida durante un año y doce días. No vi el sol en
todo ese tiempo, así que para mí, no tenía ni idea. El hombre que me tomó
con el tiempo cometió un error. Conseguí su teléfono durante unos preciosos
minutos y llamé al 911.
—Sé lo siguiente que pasó.
—¿Tu padre? —Asintió—. Él me salvó. Fue muy amable conmigo. ¿Te 235
contó que tuve un bebé?
La furia ardió en sus ojos, pero no era por mí.
—Sí —dijo con los dientes apretados.
—Nunca supe si fue un niño o una niña hasta que me secuestró de
nuevo. No creo que se diese cuenta que dijo ella —mencioné, de manera
ausente.
Tomé una respiración entrecortada y él me tumbó sobre su pecho.
—Desearía poder matarlo de nuevo —afirmó, sonando sanguinario. Se
me saltaron las lágrimas sobre su cálida piel—. Quiero matar al bastardo
que te secuestró todo el tiempo.
—Está vivo, ¿sabes? Está en prisión, en Indiana.
Tade se tensó.
—¿En Terre Haute?
—Sí. —Mis pulmones se constriñeron—. ¿Es donde está tu padre?
—Sí.
Hubo un momento en que ninguno respiró.
—¿Por qué está tu padre?
Se tomó un momento para pensar, como si procesase la respuesta
antes de decirla en voz alta.
—Tráfico de drogas y matar a un agente federal durante una redada en
su bote.
Odiaba las coincidencias.
—¿Cómo se llama? —Mi voz apenas fue un susurro.
El tiempo se congeló durante un segundo hasta que contestó:
—Tate Ford.
Aunque no era el mismo nombre, no significaba nada.
—¿Es el único nombre que usaba?
Arqueó una ceja.
—Sí. ¿Cuál es el nombre del cabrón que te hizo daño?
—Frank Westmont.
Cuando dejó salir un suspiro de alivio, yo hice lo mismo.
—Mi padre está registrado en prisión como Tate Ford.
—¿Tiene alguna conexión con…?
—No, y le pregunté a mi papá. Dijo que Tate no estaba relacionado con
el tráfico de seres humanos —aseguró decisivamente—. Te dije que había
hecho cosas malas. Estuve en muchas peleas en la escuela y fui forzado a 236
vender drogas. Nunca hice que nadie comprase. Estaba tan inmerso en ese
mundo que no creí que estuviese haciendo algo malo. Creía que esos chicos
tomaban sus propias malas elecciones. Si no fuese yo, se lo comprarían a
otra persona. Solo estaba dando un servicio. Las cosas cambiaron cuando
empecé a salir más en el bote. Había montones de mujeres allí, pero ninguna
fue mantenida contra su voluntad. Algunas se quedaban sin sentido, pero
siempre eran libres de irse. Fueron las cosas que les vi hacerles a otros
hombres que habían sido leales, hombres que usaban y quedaban
enganchados al producto, lo que me hizo preguntarme si estaba en el lado
equivocado de las cosas. Nunca había visto los efectos persistentes de las
drogas desde ambos lados hasta entonces.
Se estremeció debajo de mí.
—¿Cuándo te marchaste y fuiste con tu madre?
—Tenía unos doce años, tal vez trece.
Entonces nos quedamos en silencio hasta que él lo rompió un largo
minuto después.
—¿Saber lo que hice cambia las cosas entre nosotros?
Eché la cabeza hacia atrás para mirar su rostro pétreo mientras él
miraba el techo.
—No. ¿Mi pasado cambia las cosas para ti?
—No —contestó.
—Incluso sabiendo que podría tener una hija ahí fuera. Kyle… —ese
había sido su verdadero nombre según la policía—… le había dicho a Frank
que él se desharía de ella. Pero no lo creo. Todo lo que le importaba era el
dinero. Tengo miedo…
—La encontraremos.
—¿Cómo? ¿Dónde podemos mirar?
—Volveré a la prisión, hablaré con Frank y con mi padre. Creo que él
sabe más de lo que está diciendo sobre la desaparición de mi madre.
Averiguaremos qué sucedió con ambas.
Su determinación tiró de mí.
—Mi deseo es que la vendiera a una familia que la amé. En mi corazón,
espero que estuviesen tan desesperados por adoptar a un hijo, que
recurrieron a pagar por uno. Eso es lo que me gusta pensar cuando me
despierto de las pesadillas.
Pasó una mano por mi cabello.
—La buscaremos.
—¿Y si no la encontramos?
—Seguiremos buscando. 237
Reagan estaba envuelta en algún tono de blanco, tal vez marfil, con
algo que brillaba atado a la tela. Sus hombros estaban desnudos,
exponiendo la inmensa clavícula que me encantaba besar. Un collar
señalaba directamente a su escote. Un estallido de celos casi me hizo
quitarme la chaqueta para cubrirla. Aunque cuando me alcanzó, fueron sus
labios rojos los que me pararon el corazón. Tenía que mirarla a los ojos si
no quería besarla justo en ese momento.
Su padre asintió hacia mí y tomó su lugar detrás de nosotros, dejándola
a ella para estas frente a mí. Brevemente miré sus manos para ver que
sostenía un ramo de rosas amarillas como el que le había dado ese día hacía
tanto tiempo. Cuando su mirada se encontró con la mía y no vacilé, rompí
la tradición.
Por mucho que mis labios querían formar la palabra Bizcocho, ese era
un nombre solo para nosotros. Así que le tomé la mano y dije:
—Reagan, quiero hacer esto bien.
Cuando el ministro llegó antes, habíamos hecho un rápido repaso de la
ceremonia. Aunque de acuerdo con mi plan, todos menos Reagan sabían
qué estaba a punto de hacer.
Me puse sobre una rodilla.
—Sé que ya me respondiste, de otro modo no estaríamos aquí. —Eso
obtuvo una pequeña risa de las pocas personas que estaban observando
esto—. Pero quiero hacerlo bien. —Me aclaré la garganta porque me sentía
un poco ahogado—. Eres el solo que ilumina mi día. Eres la luna que ilumina
mi noche. Eres la luz de estrella que deslumbra mi mundo. Tú, Reagan, eres
todo para mí. Puede que nos conozcamos desde hace menos de un año, pero
sé que quiero pasar el resto de mi vida contigo. Y espero que me hagas el
honor de ser mi esposa.
Aunque no era un poeta, sus ojos empañados me dijeron que había
dicho las cosas correctas, y que no iba a rechazarme después de todo esto.
Con su mano libre ahogo un sollozo mientras decía:
—Sí.
Y del bolsillo, mientras deseaba que mi mano se estabilizase, saqué una
banda de diamantes retorcida coronada con un diamante. Quería algo
diferente, aunque el anillo original se había perdido la noche de la
graduación cuando Kyle la había vuelto a secuestrar. Lo último que quería
era algo que pudiese recordárselo.
Era un poco más grande que el primero, pero lo suficientemente
pequeño para que no pudiese sentirse avergonzada de que fuese demasiado.
Lo deslicé en su delgado dedo antes de levantarle y darle al ministro un
pequeño asentimiento, indicándole que podía seguir adelante.
Megan le entregó un pañuelo a Reagan de la nada mientras el ministro 241
comenzaba la ceremonia. Absorbí cada palabra, sabiendo que mi vida había
tomado un giro a mejor. Cuando llegó el momento para nuestros votos, de
nuevo fijé la mirada en la de mi futura esposa.
—Reagan, te prometo mi confianza y mi lealtad. Lo eres todo para mí,
en lo bueno y en lo malo, en la riqueza o en la pobreza, en la enfermedad o
en la salud. Tienes mi promesa de que en todo eso, te amaré
incondicionalmente. Entiende que tú y los niños que tengamos vendrán
primero en mi vida. Será mi objetivo mantenerte a ti y a los niños felices
durante el resto de mi vida.
Se me puso un nudo en la garganta cuando el ministro preguntó:
—Reagan Winters, ¿aceptas a este hombre, Tade Astor, como tu fiel
marido?
—Acepto. —Él asintió hacia ella para que siguiese—. Tade, te amo.
Aunque fue difícil dártela al principio, tienes mi inquebrantable confianza.
Y entre todas las cosas, tienes mi incuestionable lealtad. También te amaré
incondicionalmente, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y la pobreza, en
la salud y la enfermedad. Te prometo hacerte feliz y también mantener a
nuestros futuros hijos felices.
—Tade Astor, ¿aceptas a esta mujer, Reagan Winters, como tu fiel
esposa?
Me aclaré la garganta.
—Acepto.
Él pidió los anillos. Gavin me lo puso en la palma. La banda infinita de
diamantes, con sus diamantes individuales manteniéndose juntos en un
círculo perfecto, se sentía fría en mi mano. A Bizcocho le dije:
—Este anillo no tiene principio ni fin. Representa mi deseo de que
nuestro tiempo juntos como uno será infinito. Con él, yo te desposo.
Megan le entregó el anillo a Reagan. Ella me lo puso en el dedo. Era de
color plateado y tenía un patrón que parecía trenzado.
—Este anillo está trenzado con una unión permanente. También es
infinito, sin principio ni final. Representa mi inquebrantable amor por ti.
Con él, yo te desposo.
El ministro sonrió y anunció:
—Por el poder que me ha sido otorgado, ahora los declaro marido y
mujer.
No esperé a que me diese el visto bueno, besé a mi esposa como quería
haberlo hecho desde el primer momento que estuvo frente a mí. Pasó un
largo momento antes de que nos separásemos por aire.
Su estómago había crecido un poco, pero todavía era la mujer más 242