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MUNDO DE LOS
COLORES
Era una voz tan dulce que del sobresalto y el miedo pasó a la
curiosidad.
Está resguardada detrás de la isla, ¿no ves lo azules que están los
árboles? Eso nos dice que ella está cercana. Las rutilantes escamas de
su cuerpo producen ese color a su alrededor.
- ¡Qué maravilla! – Malva estaba jugando con la arena mientras
escuchaba a Brisa. Le volvió a preguntar -¿Cómo voy a oírla?
- Si no haces tanto ruido con la arena podrás volver a escucharla.
Mantuvo la arena en la mano, guardó silencio y volvió a oír la voz:
ven, ven, ven...
- ¿Quién me llama?
- ¿Volveremos, Brisa?
- Tal vez. Malva, ¿a qué mundo te gustaría ir ahora? – preguntó
Brisa.
- No sé Brisa, cuando nos vamos de uno me da tanta pena que no
tengo ganas de ir a ningún otro.
- Ya lo sé, Malva, yo conozco también eso pero, se va pasando poco a
poco. ¿Qué es lo que más te gustaba en tu mundo, Malva?
- ¡El circo! Cuando venía a la ciudad siempre iba a verlo...
- Ya está, ¡vamos al mundo rojo!.
- ¿Un circo todo rojo? ¿También los animales?
- No, Malva, es rojo porque está lleno de carpas todas rojas y tanto
los acróbatas como los payasos van vestidos de rojo. ¡Mira! Vamos a
ir a ver a Saminotria, que es amigo mío.
- ¿Quién es ese amigo tuyo?
- Saminotra es el payaso llorón.
- No, por favor Brisa, llanto no.
- Se llama así porque no sabe reír pero todos se ríen mucho cuando él
llora.
Brisa esta vez estaba muy contento de volver a ver a su amigo. Recordó
que al conocerle le pareció maravillosa su risa. “Qué extraños son los
seres humanos, ahora no puede reír...”
Malva se lavó la cara y esta vez su cara estaba asustada... - ¡creí que
nunca podría reír!
- No te asustes, es sólo mientras actúas como payaso.
Esa noche asistió mucho público que aplaudía mientras se reía a
carcajadas viendo llorar a Saminotra que no podría reír y lloraba por
no poder hacerlo.
- Al mundo marrón.
- ¿Por qué allí?
- Porque la tierra es marrón y quiero jugar con ella.
- ¿Estás enfadada?
- Sí Brisa, estoy enfadada con los mayores que se ríen porque
Saminotra no puede reír. Los niños también se reían. Vámonos
Brisa, quiero irme ya.
- Bueno, bueno, ya nos vamos. Te veo lo suficientemente enfadada,
para que conozcas a Escio.
- ¿Quién es ése? – preguntó hoscamente Malva.
- Es un hombre que vive en el mundo marrón y que sólo sabe discutir,
pelearse con los demás.
- Pues en estos momentos me puede resultar agradable conocerlo
porque eso mismo quiero yo: discutir y pelearme con alguien.
Vamos, rápido Brisa. No quiero que se me pasen las ganas de pelea.
Brisa añadió:
Quizás eso sentía tu hermanito cuando tú le guiñabas el ojo.
- ¿Quién es Fes?
- No voy a decirte nada. Quiero que primero lo conozcas.
- ¿Qué voy a hacer cuando nos separemos? Siempre sabes qué hacer
y a quién visitar.
Con estas reflexiones dejó que las lágrimas corrieran por su rostro
serenamente, sintiendo dentro de sí un sabor agridulce, como la
impresión que nos puede dar el arco iris: lluvia y color juntos. Sí, es un
fenómeno de la naturaleza que produce impresión de tristeza y alegría
en un mismo instante, será algo parecido a lo que siente Malva: -“¡Qué
suerte, he conocido! ¡Qué pena, me marcho!”
- Mira Malva. ¿No invita a bajar por esa ladera tan blanca, por la
nieve?
- Sí, vamos Brisa, esquiemos por la nieve.
- Ja, ja. Yo no puedo esquiar. – dijo Brisa.
- Es verdad, puedes volar pero no esquiar y yo puedo esquiar, pero no
volar como tú y Fes.
- Así es la naturaleza Malva, pura lógica.
Malva cada vez estaba más sorprendida. ¡Un hada! Pero tan sencilla,
entregando boletos para esquiar, parecía más una dependienta que un
hada. Ahora se enteraba de que podía pedir tres deseos. Tenía que
pensarlos rápido y dijo:
1. Poder volver a mi casa.
2. Poder volver a ver a Brisa y a los que he conocido en el mundo de
colores.
3. Por último, aprender a esquiar en un tiempo mínimo.
Malva cada vez estaba más sorprendida. ¡Un hada que no hace magia
y que no sabe la respuesta! Empezó a pensar que no es que fuera un
hada venida a menos, es que sería un hada de tercera o cuarta
categoría.
- Lo que estás pensando no es verdad, Malva.
Malva se asustó:
- Lo siento, no quería pensar eso...
- No pasa nada, seguimos adivinando el pensamiento, aunque yo no
creo que sea exactamente eso, es que nos fijamos en vuestro miedo,
lo demás es fácil. Te preguntabas si yo era de fiar, ¿no?
Malva cada vez entendía menos. Podrían existir las hadas como
siempre han existido. Podrían no existir como dicen los incrédulos que
ahora llaman equilibrados. Pero esa la mezcla de Merlín y de
modistilla que va a echar alfileres a San Antonio es lo que le
sorprendía. No entendía nada y lo que es peor, temía romperse la
crisma si bajaba la ladera esquiando.
- ¿Por qué si existe Brisa, no existen las hadas como toda la vida han
existido? ¿Por qué tiene que ser natural lo que no es natural? A
estos mayores no hay quien los entienda. Patología mental, chacras,
fortalecer el pensamiento, 1 kilo de energía. Yo me voy de aquí –
pensaba Malva-. Es graciosa, pero muy extraña. Voy a buscar un
hada como las de siempre. Que vuele junto a mí mientras esquío, no
que me ponga un Kg. de energía y me deje sola. No, me vuelvo con
Brisa y nos vamos. Si encontramos por el camino un hada,
estupendo, si no otra vez será. Hay mucho tiempo y muchas hadas.