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La piel es el órgano más extenso de todo el cuerpo, nos protege tanto de las
agresiones externas como de la pérdida de agua interna.
Bebe por lo menos dos litros de agua por día; la hidratación comienza de
dentro hacia afuera.
Conserva tu piel limpia y seca. Utiliza talco en áreas donde la piel tiene
contacto con la piel, como en las axilas y entre los dedos de los pies.
Evita usar agua muy fría o muy caliente en la ducha. Esto traumatiza la
piel y puede causar la ruptura de vasos sanguíneos. Usa agua tibia.
Diariamente mantén la humedad natural de la piel aplicando un producto
hidratante, en crema o en jabón. Cuando la piel está seca o pica, al
rascarte puede lastimarse y provocar infección. Humecta tu piel para
evitar que se agriete, especialmente cuando el clima es frío o seco,
puedes utilizar humidificador en casa.
No te pongas crema entre los dedos de los pies. En esa zona la
humectación extra puede fomentar la formación de hongos.
Pon atención a cualquier herida que tengas, lava los pequeños cortes
con agua y jabón. No uses ni alcohol ni yodo para limpiar la piel, ya que
son sustancias demasiado fuertes. Usa una pomada o crema con
antibiótico solamente si el médico lo autoriza. Consulta inmediatamente
con un médico si tienes alguna herida cortante, quemadura o infección
grave.