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El activo no corriente o activo fijo de una empresa está formado por todos los activos
de la sociedad que no se hacen efectivos en un periodo superior a un año, es decir
que tienen una vida útil superior al año. Es una parte del activo, dentro del balance
de situación de una empresa.
Los activos no corrientes son duraderos y poco líquidos, porque se necesita tiempo
para convertirlos en dinero efectivo. Son un elemento importante en la estructura
económica de la empresa, pero al ser inversiones a largo plazo, no sirven para
conseguir liquidez (dinero) para la empresa en el corto plazo. Son recursos que
sirven para el negocio en el largo plazo, como por ejemplo un local, una furgoneta,
los ordenadores, una patente, etc.
La idea es mantenerlos en la empresa durante un largo periodo de tiempo. Por
ejemplo la maquinaria utilizada en la fabricación de muebles o una nave industrial
sufren poco desgaste y tienen una vida útil muy larga. Hay que tener en cuenta que
aunque son duraderos no son eternos.
Es importante señalar que el valor de un activo en los libros contables es el precio
de compra, incluyendo los costes de la compra y descontando la amortización anual
de ese activo. Según el tipo de bienes que disponga una empresa en su activo no
corriente podremos adivinar a qué actividad se dedica.
Los activos no corrientes, si bien son duraderos, no siempre son eternos. Por ello,
la contabilidad obliga a depreciar los bienes a medida que transcurre su vida normal,
debido a que éstos lo hacen de forma natural por el paso del tiempo, por su uso, por
el desgaste propio del tiempo que se use ése activo y por obsolescencia, de forma
que se refleje su valor más ajustado posible, o a amortizar los gastos a largo plazo
(activo diferido). Para ello existen tablas y métodos de depreciación y de
amortización.
Mediante la depreciación y la amortización, se reduce el valor del bien y se refleja
como un gasto (menor valor del bien) y se aplica el gasto pagado adelantado en el
periodo que le corresponde. (Cabe mencionar que los activos son los derechos de
la empresa)
Además podemos entender el activo corriente como todos aquellos recursos que
son necesarios para realizar las actividades del día a día de la empresa. Se conoce
como corriente porque es un tipo de activo que se encuentra en continuo
movimiento, puede venderse, utilizarse, convertirse en dinero líquido o entregarse
como pago sin demasiada dificultad.
Ahora bien sabemos que para el buen funcionamiento diario de la empresa, el activo
corriente debe ser mayor que el pasivo corriente, es decir, que los recursos de los
que disponemos(activo corriente) sean mayores que las deudas a corto plazo
(pasivo corriente) para poder hacerlas frente. Sin embargo, ante esto último se
pueden dar varias situaciones:
Pasivo corriente mayor que el activo corriente: Seria una situación peligrosa dado
que tendríamos más deudas a corto plazo que recursos para poder pagarlas.
Activo corriente igual que el pasivo corriente: Estaríamos ante un punto de equilibrio
en el que la liquidez de la empresa está asegurada, pero en el momento que alguno
de nuestro deudores no nos pagase a tiempo nuestros activos líquidos serian
inferiores a las deudas a corto plazo y por consiguiente estaríamos en la situación
en que el pasivo corriente seria mayor que activo corriente.
o Caja y bancos. Naturalmente que estos son activos corrientes puesto que
ya son dinero en efectivo. En este grupo no debe incluirse los CDT que se
tienen en una entidad financiera puesto que estos se consideran una
inversión, y no se pueden considerar efectivo hasta tanto no venza el plazo
pactado, plazo que si es inferior a un año se considera activo corriente, de lo
contrario será activo no corriente.
o Clientes. Corresponde a las deudas que los terceros tienen con al empresa.
Estos terceros pueden ser los clientes (Cartera), socios, trabajadores, etc.
Por lo general este rubro siempre es activo corriente puesto que la empresa
no concede préstamos ni créditos a largo plazo, en especial las empresas
industriales, comerciales o de servicios. No sucede lo mismo con las
entidades financieras cuyo objeto social es precisamente prestar dinero a los
clientes a plazos que pueden llegar inclusive a 15 años como en el caso de
los préstamos para vivienda.