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INFORME FINAL DE ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS

RISARALDA ENERGIA

Informe Final
AUTORIZACION
ICANH 3222

ARQUEOLOGÍA
PREVENTIVA

PROYECTO: PEQUEÑA CENTRAL HIDROELECTRICA DE


MORRO AZUL FECHA:
JULIO DE 2015

Prospección arqueológica en la Pequeña Central Hidroeléctrica de


Morro Azul. Municipios de Anserma, Caldas y de Belén de Umbría,
Risaralda.

ALEXANDER ANDRÉS FRANCO ENCISO


DIRECTOR

VICTORIA PINEDA FRANCO


COINVESTIGADORA

CAJICA, CUNDINAMARCA
AGOSTO DE 2015
INFORME FINAL DE ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS LICENCIA

PCH MORRO ZUL VERSIÓN: 02 FECHA: JU PÁG: 2/93


Responsables: ALEXANDER FRANCO ENCISO Y VICTORIA PINEDA
Cliente: RISARALDA ENERGIA
FRANCO

Tabla de contenido
1.0 PRESENTACIÓN ............................................................................................................3
2.0LOCALIZACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO ..............................................5
3. LINEAMIENTOS TÉCNICOS DE LA ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA ....................8
4.ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS
..................................................................................................................................................9
4.1 INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA REGIÓN ...................................................11
4.2 TEORÍA Y CONCEPTOS...................................................................................................13
4.3 REFERENTES ETNOHISTÓRICOS ....................................................................................19
4.4 APUNTES ACERCA DE LAS COSTUMBRES FUNERARIAS EN LA REGIÓN ...................23
4.5 Comentarios de algunos trabajos arqueológicos en las laderas de la Cordillera
Central, Vertiente del Río Cauca, subregión del Cauca Medio..........................................24
4.6 ETNOGRAFÍA .................................................................................................................38
4.6.1 LA AGRICULTURA Y LOS ALIMENTOS EN LAS CRÓNICAS DE INDIAS ......................38
5.0 METODOLOGÍA............................................................................................................45
5.1 Aspectos generales .......................................................................................................45
5.2 PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA....................................................................................46
5.3 Análisis general de paisaje ............................................................................................58
6.0RESULTADOS DEL ESTUDIO
................................................................................................................................................58
7.0...................................................................................................................BIBLIOGRAFÍA
................................................................................................................................................59
8.0PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO
................................................................................................................................................67
9.0COMPLEMENTO A LOS ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS
................................................................................................................................................70
9.1 Ocupaciones precerámicas en el Eje Cafetero. ............................................................71
9.2 Sociedades agroalfareras..............................................................................................74
9.3 Bibliografía del anexo ...................................................................................................81
10.0 RESEÑA MONOGRÁFICA DEL MUNICIPIO DE BELÉN DE UMBRÍA ..............................87
11.0 Actividades de divulgación ......................................................................................92
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1.0 PRESENTACIÓN

Con el objetivo de proteger el patrimonio arqueológico y cultural de la región, y siguiendo la


legislación pertinente, se realizó el proyecto de arqueología preventiva en el sitio Morro
Azul, específicamente Casa de Maquinas en Anserma (Caldas) y Belén de Umbría
(Risaralda) para la cual se realizará un proyecto de la Hidroeléctrica Risaralda Energía.

Fotografía 1: Áreas prospectadas e inspeccionadas

El informe arqueológico que se presenta contiene los antecedentes actualizados de


estudios arqueológicos en El Eje Cafetero. La información contenida en el documento ha
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sido el resultado de la investigación reciente en fuentes primarias de la Universidad de


Caldas y en la Biblioteca del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Icanh.

Así mismo se presentan los resultados de la inspección de campo la cual consistió


inicialmente en revisar la cartografía temática y efectuar los recorridos en campo. En
relación con éste, se inspeccionaron las áreas de influencia con la finalidad no solo de
ubicar posibles sitios arqueológicos sino también de reportarlos a partir de las entrevistas
informales con los pobladores locales, principalmente campesinos.

Una vez realizada la prospección del área de influencia (2,5 Ha), y teniendo en cuenta que
esta se halla inmersa entre bosques secundarios, se decidieron realizar trayectos por los
caminos adecuados por los pobladores locales. Toda el área presenta mayoritariamente
pasturas.

El objetivo de examinar toda el área de influencia consistió en hacer la comparación de los


datos arqueológicos existentes con el eventual reporte superficial de materiales. La
inspección sistemática e intensiva realizada tuvo como inicio el estudio de los antecedentes
arqueológicos y la revisión de la cartografía temática (mapas de relieve, de hidrología, de
geomorfología, de suelos y de coberturas vegetales).

En razón a que los estudios de arqueología para esta zona aluden a patrones de
asentamiento fundamentalmente en terrazas aluviales, el énfasis en los recorridos estuvo
a ambos márgenes de los ríos Mistrató (Risaralda) y Guática. De hecho, los sitios
arqueológicos reportados se han hallado en este patrón de poblamiento pero hacia los
nacimientos y los valles aluviales, ausentes en las áreas de influencia directa que serán
inundadas.

En campo (Núñez 2003), se emplearon las técnicas de:

Inspección panorámica. Se realizó a partir de la observación detallada del entorno


paisajístico y en particular de su relieve.

Inspección directa. Una vez determinadas las áreas con probables yacimientos
arqueológicos, se recorrieron a pie algunas terrazas aluviales y cimas aplanadas.

Inspección directa e intensiva. Este tipo de reconocimiento sistemático e intensivo se hizo


de forma controlada y a pie mediante trayectorias por las áreas que ofrecían cierto interés
(posibles sitios de habitación; de talleres, de campamentos temporales, etc).

Como resultado de la prospección se determinó la imposibilidad de reportar yacimientos


arqueológicos en el área de influencia directa debido a factores como:
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-La poca área a intervenir (2,5 Ha) en función de su topografía (pendientes > 80%) y de la
cota de inundación (nivel máximo de 20 m).

-El tipo de proyecto y su magnitud. El mismo se realizará en el cañón del Río Risaralda,
desembocadura del río Guática.

-Las áreas de influencia directa históricamente han sido inundables ya que se hallan
encañonadas y con incidencia de fuertes movimientos geodinámicos.

Es de resaltar que el estudio ha tenido distintas fases (diagnóstica, prospección y


divulgación –ver anexos) en las cuales se ha determinado el potencial arqueológico como
bajo. Lo anterior en relación los resultados de las pruebas de pala y los perfiles
estratigráficos observados.

Es de resaltar que el capítulo relacionado con la localización y con la descripción del


proyecto se tomó textualmente del Estudio de Impacto Ambiental para la modificación de
licencia (Ramírez y Sabogal 2012).

2.0LOCALIZACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO

La zona donde está localizado el proyecto se enmarca dentro de la cuenca del río Risaralda,
afluente por el margen izquierdo del río Cauca, aguas abajo de la confluencia con el río
Guática, al occidente de la ciudad de Anserma, Caldas, aproximadamente unos 80 km al
norte de la ciudad de Pereira, capital del departamento de Risaralda.

El río Risaralda se localiza en los departamentos de Caldas y Risaralda, sobre la vertiente


occidental de la Cordillera Central, entre las latitudes norte 05°35’ y 05°15’ y las longitudes
este 75°44’ y75°50’; tiene un cubrimiento de aproximadamente 56 km, desde su nacimiento
en la cota 3.170 m, hasta el sitio de aprovechamiento en la PCH Morro Azul, sobre la cota
1.209 m, drenando un área total de 427,5 km².

Límites del municipio Anserma:


 Al norte con los municipios de Quinchía y Guática
 Al sur con el municipio de Risaralda
 Al oriente con los municipios de Manizales y Neira
 Al occidente con los municipios de Viterbo (Caldas) y Belén de Umbría (R/da).

La PCH – Pequeña Central Hidroeléctrica Morro Azul es un proyecto de generación de


energía que tiene las siguientes características técnicas:
Potencial energético instalado 19,9
Caudal de diseño 16,8
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Caudal ecológico 3,87 m3/s


Altura de la presa 20 m
Caída bruta 155
Energía total generada 125.268 MWh/año
Características técnicas del proyecto. Ramírez y Sabogal 2012.
Ç

Mapa1. Localización sitio Morro Azul entre Anserma (Caldas) y Belén de Umbría
(Risaralda)

Es de resaltar, y como se indica en la siguiente tabla, que el proyecto inicial se planteó para
12 Ha. No obstante, en los diseños y aprobaciones finales, el mismo, dentro de las 12 Ha,
se redujo a 2.5 Ha:

DESCRIPCION UND Resolución 0830 de 2013 Resolución 084 de 2014

Coordenadas Presa N(m) 1.071.000 1.071.000


E (m) 1.140.300 1.140.300
Coordenadas Casa de Máquinas N(m) 1.065.700 1.065.700
E (m) 1.140.300 1.140.300
Bocatoma N(m) 1.070.350 1.070.575
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E (m) 1.140.000 1.140.025


Potencia efectiva MW 19,90 19,90
Energía asegurada MW - med 13.81 13.2
Energía MWh/año 120.947 120.947
Régimen de operación Filo de agua Filo de agua
Área de presa Ha 12 2,5
Caída bruta M 154 140
Caudal del proyecto 3 16,35 16,35
m /s
Caudal ecológico (sumatoria 3 3,88 3,88
m /s
promedio de caudales a reducir por
calidad y caudal ecológico).

Altura de la presa M 27 13
Ancho de vertedero M 45 50
Almenara M 138 142
Unidad generadora (turbinas Und 3 2
Francis H)

Volumen de concreto presa 3 23.421 4.935


m
Método constructivo Concreto CCR En Masa
Frentes para construcción túnel. Und 3 2
Acondicionamiento de ventana Und 1 0
para frente de construcción túnel
con vía de acceso y puente.

Predios und 30 8
Viviendas und 3 2
Reubicación vías km 1,9 0
Nuevos accesos km 4,9 1,6
Mantenimiento de vías km 12 4,6
Puentes und 2 0
Puente para refuerzo und 0 1
Aprovechamiento forestal 3 632,5 263,7
M
Ocupación de cauce m 18900 13000

Tabla n°1. Modificaciones al proyecto. Nuevas coordenadas


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3. LINEAMIENTOS TÉCNICOS DE LA ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA

La Constitución Nacional, artículo 72 y Artículos 4º y 6º de la Ley 397 de 1997,


modificados por los artículos 1º y 3º, respectivamente, de la Ley 1185 de 2008.
Decreto 833 de 2002, artículo 4º, dicta que el patrimonio arqueológico pertenece a
la nación y es inalienable, inembargable e imprescriptible, por lo tanto, está por fuera
de cualquier dinámica de transacción comercial.

“El implementar Programas de Arqueología Preventiva se hace obligatorio en los


contextos de diseño, construcción y puesta en marcha de proyectos de construcción
de redes de transporte de hidrocarburos, minería, embalses, infraestructura vial, así
como en los demás proyectos, obras o actividades que requieran licencia ambiental,
registros o autorizaciones equivalentes ante la autoridad ambiental, o que ocupando
áreas mayores a una hectárea requieran licencia de urbanización, parcelación o
construcción, así mismo se definen los parámetros de carácter técnico dentro de los
cuales deben desarrollarse las investigaciones arqueológicas que hacen parte de los
Programas de Arqueología Preventiva, todo ello en pro del adecuado tratamiento al
patrimonio arqueológico de la Nación.” (ICANH)

NORMA
(Ley, Decreto, Resolución, DESCRIPCION
Circular, etc)
Leyes 14 y 36 de 1936; ley 163 de Leyes aplicables a la protección del patrimonio arqueológico
1959 (artículos 122 y 142), anteriores a la constitución de 1991.
decreto reglamentario No. 264 de
1963 y decreto 1397 de 1989
(artículo 12).
Constitución Política de 1991, Se declara al patrimonio arqueológico como un bien cultural tangible
artículos 63 y 72. que pertenece a la Nación y que es inalienable, inembargable e
imprescriptible.
Ley 397 de 1997 (artículo 62). Crea mecanismos para proteger el patrimonio cultural de la nación.
Decreto reglamentario 833 de Este decreto reglamenta la ley 397 y obliga a realizar intervenciones
2002. arqueológicas en aquellas obras civiles o proyectos lineales que
impliquen la remoción de suelos en áreas superiores a los más 10.000
m 2.
Ley 1185 de 2008. Modifica varios artículos de la 397 al igual que da facultades a
secretarías de gobierno, curadurías y secretarías de cultura para
exigir el componente arqueológico en las obras que lo requieran.
Decreto reglamentario 763 de Reglamenta la 1185. Se crea el sistema nacional de información
2009. cultural y se define de manera explícita la obligatoriedad de
investigaciones arqueológicas y el registro e inventario de
colecciones arqueológicas. Uno de los principios de la ley y su
decreto reglamentario es que un bien de interés cultural, en este caso
arqueológico, no requiere declaratoria previa. Igualmente, está por
encima de los planes de ordenamiento territorial.

Circular ICANH 2009. Obligatoriedad de efectuar intervenciones arqueológicas en las


obras civiles. Obligatoriedad, para los entes territoriales, de
incorporar en los planes de desarrollo los proyectos o actividades de
investigación, protección, valoración y divulgación del patrimonio
arqueológico.
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Ley 1286 de 2009. Eleva a Colciencias a la categoría de departamento administrativo al


igual que faculta a los entes territoriales para que se asocien con
otras entidades públicas y privadas para crear grupos de
investigación que apunten a la innovación, la ciencia, la tecnología e
inclusive la cultura.
Resolución 330 de 2010. Proferida por el Ministerio de Cultura. Reglamenta aspectos
relacionados con la protección del patrimonio inmaterial.
Decreto 2820 de 2010 Este decreto reglamenta el Título VIII de la Ley 99 de 1993. En lo
relacionado con el componente arqueológico (artículo 24 inciso 9)
determina que el trámite de la licencia ambiental se puede continuar
con la copia del radicado del programa de arqueología preventiva
ante el Icanh. Es de aclarar que la primera fase del programa de
arqueología preventiva es el diagnóstico.
Lineamientos ICANH 2010 a En www.icanh.gov.co
2015.
Tabla n°2. Lineamientos

4. ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS
Los sectores medios de las cuencas de los ríos Cauca y Magdalena han sido sujeto
de estudio en diferentes ocupaciones, en 1995 Gustavo Santos plantea que el área
de dispersión de materiales culturales del periodo temprano inicia desde el occidente
del departamento de Antioquia llegando al norte de departamento del Valle del
Cauca, incluyendo dos horizontes de ocupación, el temprano y el tardío, donde
además de los objetos arqueológicos, se logra determinar que los suelos fueron
aptos para la agricultura y sustento de las poblaciones. En 1998, Cadavid y Ospina
proponen la posibilidad de interacción socio-económica entre los pobladores de las
cuencas medias de los ríos Cauca y Magdalena con los del río Samaná, ampliando
el panorama de relaciones sociales de los habitantes prehispánicos de regiones
rivereñas adyacentes, algunos de los elementos reportados para éstas tres zonas
sido asociados a los Estilos Marrón Inciso, Ferrería y Magdalena Medio.

La ubicación estratégica de la zona de estudio permite abordar la investigación


arqueológica desde la cuenca media del Río Cauca interrelacionando los posibles
hallazgos en el estilo cerámico, tipología lítica del Paleolítico Superior y Holoceno
Temprano (López, 1991, 1992) de los complejos cerámicos de El Oro asociado al
Ferrería, el Butantán, el Colorados y Mayaca, tratado por Reichel Dolmatoff (Reichel,
1944; Castaño, 1985, 1988). Etnológicamente relacionados con los Pantágoras,
Amaníes o Palenques (Aguado, 1956; Simón, 1981; Duque, 1956; Castaño y Dávila,
1984) y lingüísticamente a la Tradición “Karib” (Burcher, 1995; Reichel, 1944;
Castaño y Dávila, 1984; Cadavid y Ospina, 1998).

De igual manera se aborda la investigación desde la cuenca media del río Cauca,
cuya asociación estilística compromete los departamentos de Caldas, Quindío,
Risaralda, Antioquia y Norte del Valle, en los cuales se han adelantado numerosos
estudios, entre ellos los realizados por Karen Brunhs en los años de 1976, 1990 y
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1995, acerca de los estilos cerámicos como el Marrón Inciso y los complejos de
Aplicado Inciso, Cauca Medio, Caldas y Tricolor. En cuanto a la arqueobotánica y
zooarqueología en la zona, las investigaciones realizadas por Javier Aceituno en
2011 ha arrojado información clave acerca de la domesticación de plantas y animales
del Holoceno Medio.

El río La Miel presenta evidencias arqueológicas realizadas por Castaño en el año


1985, permitiendo caracterizar la cerámica Pulida con decoración Curvilínea,
relacionada estrechamente a la cerámica temprana del Valle del Magdalena,
correlacionadas con el estilo del Horizonte Rojo Inciso propuesto por Reichel
Dolmatoff y retomado por Cardale (1976), apoyándose en la estratigrafía, le
suministró una temporalidad relativa entre 0 y 800 d.C.

Según los resultados de investigaciones realizadas referentes a los artefactos líticos


dispersos sobre las márgenes de los ríos Magdalena, La Miel, Samaná y Nare, se
ha logrado constituir la teoría de migraciones poblacionales tempranas de cazadores
recolectores para el Paleolítico Superior y Holoceno Temprano (Mejía, 1930; Correal,
1977; Castillo y Piazzini, 1994).

Lo anterior es respaldado por las investigaciones realizadas por López en 1991, en


los trabajos arqueológicos realizados en el proyecto del oleoducto Vasconia-
Coveñas, donde se recuperaron puntas de proyectil, lascas, raspadores, entre otros,
con fecha radiocarbónica entre 10.000±450 a 10.000±150 B.P. Planteando la
posibilidad de la existencia de pobladores con tecnología asociada a la caza de mega
fauna en alrededores del Valle del Magdalena para principios del Holoceno en el
décimo milenio antes del presente. En el año 1986, Correal plantea que según las
evidencias halladas Sabana de Bogotá, con fecha para el 13.000 A.P. podían haber
existido grupos organizados que cazaban mastodontes y caballos en el Paleolítico
Superior, Presumiendo interrelación con las evidencias arqueológicas en los
corredores inter-montanos encontrados en los valles de los ríos Magdalena y Cauca.

Estilísticamente, la cerámica hallada a orillas del Río La Miel presenta similitudes


marcadas con las encontradas en el área de la cuenca del Río Cauca en el centro y
occidente antioqueños principalmente y en la zona central hacia la cuenca del Río
Magdalena, contando con aproximaciones a los entierros típicos Marrón Inciso
(Castaño, 1988). Sin embargo, Castillo (1995) plantea la posibilidad de que los
asentamientos difieran de acuerdo al tipo de sustento económico que tenían sus
habitantes. Consideraba que algunos se dedicaban a la extracción de oro, otros a la
explotación y comercialización de sal, mientras otros se dedicaban a la agricultura.
A nivel funerario, los enterramientos seguían efectuándose en las áreas de
habitación tanto en la parte externa como en la parte interna de la casa, con
presencia de enterramientos secundarios.
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4.1 INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA REGIÓN


Varias son las descripciones de viajeros o coleccionistas particulares quienes
durante la segunda mitad del siglo XIX se interesaron por la cultura material de las
nacionalidades indígenas. En estos relatos, muchas veces motivados por la crónica,
la aventura o el interés científico, quedó implícito el interés de los autores de poseer
metales preciosos o atuendos usados por los indígenas. Alfred Hettner fue uno de
los viajeros que hacia la segunda mitad del siglo XIX emprendió dichas pesquisas,
por lo cual debe ser considerado como uno de los pioneros de la arqueología regional
a pesar de la brevedad de sus relatos:

“Una rama accesoria un tanto peculiar de la minería de oro ha sido la guaquería


prácticamente desde los primeros días de la conquista española. Por tal se entiende
la búsqueda y la vaciada de las antiguas tumbas indias, las llamadas guacas, a
menudo contentivas de cantidades de oro labrado enterradas junto a su dueño.
Durante varios siglos a nadie se le ocurrió considerar tales alhajas e implementos
sino por su valor netamente metálico, para proceder a fundirlos lo más pronto posible.
Apenas en el siglo presente, y animados por el interés demostrado por europeos
enfrentados por casualidad con tales reliquias durante sus viajes, los colombianos
se dieron cuenta de su valor científico como de objetos de antigüedad, para empezar
a guardar, por lo menos en las poblaciones mayores, los ejemplares más bellos y
escasos, tanto los elaborados en oro como los de barro…Personalmente sin
posibilidad de coleccionar cosa que valiera la pena y a pesar de no tener los estudios
etnológicos en mayor escala dentro de mi programa, estaba deseoso de ver alguna
vez una guaca, y, con suerte, un esqueleto en estado bien conservado. Tratando de
satisfacerlo, resolví quedarme algunos días en el pueblo de Quinchía, a efecto de
examinar algunas guacas con la ayuda amable y desinteresada de Andrés García,
el único blanco del pueblo.

Los primeros días transcurrieron sin éxito alguno, tal vez porque Fausto, el guaquero
a mi servicio, no estaba a la altura de su nombre. Contratado luego Juan Franco, el
mejor guaquero del pueblo, inmediatamente empezó a trabajar con talento
inmediatamente superior. Comenzamos a hacerlo en una pequeña meseta, a media
hora más o menos de distancia del pueblo, no hace mucho todavía boscosa, pero
ahora convertida en maizal. Es cosa de experiencia saber que tales partes planas
son sitio predilecto para depositar las guacas o crear “pueblos”, que en el caso son
numerosas guacas aglomeradas. En efecto, ya pronto dimos con huellas. Fácil es
determinar si la tierra del sitio se encuentra todavía en su estado virgen, o sea tal
como salida del taller de la naturaleza, o si la mano del hombre ya intervino en su
conformación actual. Pues en tanto que en el primer caso a la oscura capa vegetal
le siguen hacia abajo capas de arcilla de colores individuales, pero aclarando de
capa en capa, si bien con matices graduales, la mano humana en su intervención
suele revolver las capas con el efecto de encontrarse trozos de color claro y cerca
de la superficie, lo mismo que pedacitos oscuros todavía a mayor profundidad.
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Puesto que para fines de cultivo en Colombia el suelo acostumbra revolverse con
profundidad de apenas un pie escaso, la mezcla de los horizontes del suelo siempre
indica una alteración de la situación normal por parte de los antiguos indios. Desde
luego no han de ser guacas de todos modos las que así se trazan, ya que a menudo
son los llamados amagos en que terminan sus decepcionados esfuerzos, o sea
excavaciones de menor profundidad que apenas abarcan pedacitos de carbón
vegetal, pedazos de barro cocinado y de vez en cuando tal o cual implemento y
huesos de animales. Los guaqueros suelen tomar estos amagos por tumbas
empezadas a construir, pero luego abandonadas sin terminar, sea por no haber
convenido el suelo o simplemente con el fin de despistar. Con base, tanto en mis
propias observaciones como en informaciones recogidas, me inclino a tenerlos bien
sea por lugares de trabajo o de habitaciones de antiguos indios. (Hettner 1976 p
267).

Merece especial interés la obra de Luis Arango Cano

“Cerca de Morán, Pereira, s. un cuadro de 1 x 10 m. esta guaca era robada, y sólo


se le halló un baúl de piedra que pesó dos quintales; estaba lleno de huesos de indios
quemados, y una imitación de un fríjol de oro fino. El baúl estaba herméticamente
cerrado, los ajustes de la tapa calcinados con barro blanco; labrado a codal y
escuadra y perfectamente pulimentado, tanto por fuera como por dentro y fue
vendido a un particular por $40.00. Esta guaca era de un rico, porque de lo contrario
los indios no la hubieran robado. Ahora preguntamos: ¿En qué época hicieron el
baúl, en dónde y con qué herramientas? En cuanto a los huesos quemados y
depositados en los sepulcros, en un cántaro o en un baúl, también es otro secreto
que se envuelve en misterio. Toda nuestra opinión se reduce a simples hipótesis, es
como decir que el fríjol de oro era representación de los fríjoles que cultivaban para
comer, y que en el comer está la vida. Esta idea ha pasado a nuestros días, pues
sabemos que muchas personas entierran baúles con oro y plata y muchos de ellos
no son indios”. (Arango Cano 1924, p 28).

Al finalizar el siglo XIX algunos intelectuales de la época y viajeros extranjeros se


interesaron por la descripción de la metalurgia precolombina y del fenómeno de la
guaquería, en particular por la clasificación de las tumbas y los procedimientos
empleados por los guaqueros para extraer de ellas sus objetos arqueológicos.

En las primeras décadas del siglo XX, los estudios regionales que se iniciaban desde
la arqueología se vieron notablemente influidos por el difusionismo y en historia por
las corrientes particularistas que hacían énfasis en periodos cortos de tiempo y temas
específicos de la economía y la política nacional o regional (café, biografías,
fundaciones, etc).
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La gran ruptura se sucede entre los años 40 y 50 cuando empiezan a establecerse


los “grandes periodos arqueológicos” para las culturas mesoamericanas y las de
Suramérica. Estas problemáticas, a pesar de los nuevos datos y herramientas
metodológicas, sucedían a la par de la confrontación más álgida a nivel práctico y
teórico entre el materialismo histórico y las distintas corrientes anglosajonas y
europeas nacientes como la nueva arqueología, el funcionalismo y el
estructuralismo.

A partir de los años 70, regionalmente el interés por clasificar los objetos
arqueológicos y volverlos “datos”, se aparta de las discusiones etnohistóricas y
etnográficas; es decir de los indígenas, historiadores, economistas, etc. Tendencia
que aún hoy día se mantiene por la exclusividad que se le da a temas como el
“ecoturismo” o las descripciones medioambientales.

4.2 TEORÍA Y CONCEPTOS


A mediados de los años 30 y los años 40 del siglo XVI, las tropas españolas, en
particular las de Robledo, llamaron “Quimbaya” a uno de los grupos humanos que
pobló una de las márgenes del valle medio del río Cauca y que causó mayor impacto
entre las huestes conquistadoras por la finura y cantidad de objetos orfebres que
portaban.

El nombre “Quimbaya”, divulgado nuevamente por algunos intelectuales, se le dio


ahora a una amplia región geohistórica que al parecer poseía vestigios arqueológicos
idénticos: objetos orfebres, en tumbaga y martillados; estatuillas tabloides con bastón
de mando, poporo y ojos “granos de café”, simetría bilateral; arquitectura funeraria
de pozo y cámara lateral con profundidades y ajuares de acuerdo a las clases
sociales, etc.

Entre las primeras descripciones e interpretaciones de piedras con grabados o


dibujos sobresalían aquellas que enfatizaban en las representaciones animales,
principalmente anfibias, encontradas a finales del siglo XIX en las cabeceras de ríos
y quebradas por ejemplo en Montenegro, Quindío.

Los nacientes trabajos del siglo XX acerca de las sociedades prehispánicas que
poblaron el Cauca medio comprendían un conjunto de datos etnohistóricos, de flora,
fauna y dispersión de poblados humanos. Igualmente, indagaban sobre las prácticas
mortuorias e introducían, por asociación con animales, plantas o cosas, nombres
para las tumbas como “mata de caña, pata de oso, tambor, cuadro o cancel”.

No obstante, los estudios arqueológicos realizados en la región desde los años 70 y


80 empezaron a mostrar grandes diferencias estilísticas y de ajuares entre unas y
otras subregiones. A pesar de esto, aún ha existido la tendencia generalizada,
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inclusive entre arqueólogos, de considerar como “Quimbaya” a todos los objetos


arqueológicos procedentes del Cauca medio.

En ideas profundamente económicas, políticas, históricas y culturales fetichizadas,


se halla la causa del por qué durante siglos se ha nombrado “Quimbaya” al conjunto
de objetos arqueológicos excavados en una amplia región geográfica.

Las descripciones de materiales guaqueados y excavados durante décadas hacen


plantear que en épocas tardías (siglos IX-XVI) las nuevas relaciones sociales de
producción, la división social y sexual del trabajo al igual que la presión demográfica,
hicieron que las costumbres religiosas, mortuorias, se dieran en los sitios donde se
desarrollaban actividades productivas y de habitación. La convivencia con los
muertos, su continuidad existencial en las acciones cotidianas fetichizadas, no era
más que la prolongación económica y política de lo que algunos antropólogos han
llamado “señoríos con estructura social jerárquica”, es decir, pequeñas asociaciones
comunales de carácter clasista.

Al comparar las fechas radiocarbónicas para las estructuras funerarias y ajuares en


la región, se infiere que las formas de las tumbas variaban menos que el tipo de
ceramios. Es de afirmar que estas diferencias sólo se explicaban en la división social
y sexual del trabajo fomentada por la apropiación comunal, en algún caso individual,
de los plusproductos generados desde el comercio, la explotación agrícola y minera.

Las investigaciones arqueológicas que al respecto se han hecho en el eje cafetero


se han centrado, antes que en aspectos económicos o periodizaciones fiables, en la
descripción de tumbas, ajuares, líticos, piezas orfebres y cerámica proveniente de la
guaquería. Sin embargo:

“No existe ni periodización histórica ni clasificación de sus objetos, como


consecuencia de excavaciones científicas. Técnicamente sólo se han excavado unas
pocas tumbas, cuyos resultados son insignificantes si se piensa en los centenares
de entierros guaqueados. Apenas hay unas cuantas dataciones de C-14, y
recientemente se están estudiando los sitios de vivienda que comienzan a despejar
el complejo mundo cultural precolombino regional. Algunos investigadores han
tratado de llenar este desolador panorama científico realizando estudios estilísticos
y técnicos de la cerámica y la orfebrería. Mediante comparaciones con los materiales
arqueológicos de otras regiones prehispánicas más investigadas, han propuesto
clasificaciones formales e hipotéticas”. (Llanos 1986, p 79).

A pesar que aún ha sido difícil ubicar la época y extensión de la mayoría de sitios
arqueológicos, se evidencian varias secuencias de poblamiento como el colonial y
republicano en sitios como la Catedral de Pereira (Acevedo 2001, Mora 2006) y el
Remanso. Otras investigaciones arqueológicas adelantadas en la región revelan
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cierta homogeneidad tecnológica en la fabricación de instrumentos líticos en


contraste con la variedad de tipos cerámicos y pastas.

Desde los materiales arqueológicos derivados de la excavación y la recolección


superficial se han obtenido valiosas informaciones sobre la producción cerámica,
desgrasantes, combustibles, paleocauces de agua salada y dulce e indicios de
labores agrícolas. Lo anterior, permite inferir que si bien no se conoce con exactitud
la época en que se inició la producción alfarera en el actual territorio de Pereira, se
sabe que, al menos, las vasijas fueron elaboradas bajo distintas técnicas de
manufactura y decoración que se mantuvieron en largos periodos de tiempo.

A mediados del siglo XX y con escasos materiales líticos, alfareros y orfebres para
registrar, W Bennet, Pérez de Barradas y Reichel-Dolmatoff empezaron a referir, más
desde la teoría antropológica que la arqueológica, la existencia de pequeños
señoríos. Los objetos arqueológicos, para el caso de la orfebrería y el llamado
complejo marrón inciso para la cerámica, con posterioridad serían incluidos en el
llamado periodo clásico regional, temporalmente ubicado desde el 400 al 800 a.C.

No obstante las descripciones arqueológicas de piezas hechas por Restrepo Tirado,


Trimborn o Pérez de Barradas, sobre todo orfebres y de la exposición
iberoamericana de 1892, estas no procedían de excavaciones arqueológicas y
mucho menos de regiones culturales que mostrasen características tecnológicas
similares lo cual se ha prestado, aún, para serias confusiones en la periodización.

En mención a los primeros trabajos arqueológicos en esta zona del país, (Herrera
1989 p 124) resalta:

“La obra de Luis Arango Cano publicada en el año de 1924, puede considerarse
como una de las primeras fuentes para la arqueología de la región, teniendo en
cuenta que incluye cantidad de información de primera mano sobre hallazgos de
guaquería. En 1941 Luis Duque Gómez, hizo un recorrido por la región reseñando
sitios y documentando colecciones; llevó a cabo excavaciones en Supía, Montenegro
y La Tebaida, y publicó un compendio etnohistórico y arqueológico (Duque Gómez
1942, 1943, 1970). Wendell C. Bennet (1944) hace una descripción y análisis de
vasijas del viejo Caldas en la colección del Museo Nacional y otras. Entre 1966 y
1970 Karen Bruhns y otros investigadores reseñaron colecciones, e hicieron
prospecciones y excavaciones de sondeo y de tumbas.

Gonzalo Correal (1980) excavó una tumba en Armenia. En 1980 Jean François
Bouchard y Leonor Quimbaya realizaron excavaciones en la hacienda Pinares (entre
Cartago y Alcalá). Recientemente ha llevado a cabo trabajo de documentación de
colecciones, reconocimientos y excavaciones: María Cristina Moreno (FIAN 1985,
1986), Luis Gonzalo Jaramillo (1988), Leonor Quimbaya y María Cristina Moreno
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(1988) en el departamento de Caldas y en el departamento del Quindío Oscar Osorio


(1986), Sory Morales y Nohora Aydee Ramírez, así como Camilo Rodríguez (1987)
y Joel García.”

En los últimos años los trabajos efectuados como resultado de la “arqueología de


rescate” en su mayor parte han abordado bien sea los esquemas clasificatorios de
materiales cerámicos según las zonas de procedencia (Duque Gómez Op Cit 1970):
zona norte, noroccidental, occidental y del Quindío-; o la caracterización en grandes
complejos alfareros (Bruhns 1966 y 1970: Cauca Medio, Caldas, Marrón Inciso y
Tricolor- o la combinación de ambas clasificaciones

Aunque la mayoría de trabajos derivados de la “arqueología preventiva” no han sido


publicados, los materiales, fechas, registros e hipótesis de trabajo constituirán a
futuro una valiosa herramienta para análisis comparativos. Trabajos como los que se
adelantan en la autopista del café, en Palestina, Chinchiná, Santa Rosa, Salento y
otros municipios de Caldas, Quindío y Risaralda tendrán que arrojar nuevos
resultados en las clasificaciones y periodizaciones, fundamentalmente de los análisis
cerámicos. Pero estos serán inocuos sino tienen en cuenta los estudios
medioambientales y datos que puedan suministrar otras disciplinas como la
etnoarqueología, la etnohistoria o la economía

Ejemplo de lo anterior son los hallazgos en la margen izquierda del río Consota en
Pereira. Las informaciones de Oscar Gutiérrez y Fidel Cardona, campesinos
mayores; las prospecciones geológicas de Michael Tistl y sus colaboradores; el
reconocimiento arqueológico, trabajo de campo y laboratorio de los antropólogos
Jorge Pino y Luz Marina Mora; las informaciones y trabajos etnohistóricos de Víctor
Zuluaga y Álvaro Acevedo, así como los aportes de los administradores del
medioambiente, han permitido identificar y describir el sector donde emerge a la
superficie el agua salada y los remanentes de un horno en ladrillo usado desde
finales del siglo XIX para evaporar el aguasal.

El abundante material cerámico, los análisis de Carbono 14, las fuentes


etnohistóricas y la comparación con otros salados, permiten inferir que la explotación
de la sal se ha sucedido en este lugar desde unos 2.500 años a.C. Los fragmentos
cerámicos, que se encuentran desde la superficie hasta poco más de un metro de
profundidad, son muestra fehaciente de que los ceramios se elaboraban,
mayoritariamente en épocas tempranas, para un mismo fin: la producción,
almacenamiento y transporte de sal.

El lugar donde por milenios se explotó la sal hasta el primer cuarto del siglo XX, ha
perdurado después de ser testigo seguro de la primera presencia humana en el
actual territorio de Pereira. El sitio, por su riqueza arqueológica, paleoambiental y
geológica se debe asociar, y con los datos obtenidos hasta ahora, inclusive a los
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orígenes de las primeras sociedades agroalfareras, semisedentarias, que poblaron


el occidente de Colombia.

Las fuentes etnohistóricas que dan cuenta del Salado del Consota y la cuenca este
mismo río hacen mención al uso de pailones en vez de ceramios; de los antiguos
caminos, la producción aurífera y los poblados a su alrededor, entre otros (Acevedo
Op cit).

Las excavaciones arqueológicas, las informaciones medioambientales, geológicas y


etnohistóricas del Salado del Consota muestran no sólo la relevancia que deben
tener para la región los contextos arqueológicos asociados con él, como los
funerarios en la UTP y el Remanso sino también la rigurosidad que se debe tener en
la interpretación del registro arqueológico regional.

Las exploraciones que a futuro se aborden en este sector, indudablemente deberán


afrontar temas propios de la etnoarqueología, por ejemplo, los estudios de formas,
funciones y usos alfareros. Esto, a efecto de corroborar hipótesis arqueológicas a
través de datos etnográficos (Kent 1987).

El trabajo de la arcilla como elaboración consciente; el decorado como producto de


la elaboración personal del alfarero, de su cosmovisión e inconsciente, es una
actividad universal que surge en el paleolítico superior, unos 25.000 años a.C. La
arcilla, primer material sintético elaborado por el hombre, tiene la facilidad de
conservar las formas luego de retirárseles la humedad. Esto, sumado a su
abundancia en la naturaleza, hace de la arcilla el material más utilizado y de fácil
obtención con el que contó la humanidad.

En el Cauca medio sus usos van desde los ceramios requeridos para ajuares
funerarios, religiosos o estéticos hasta la que satisfacía necesidades funcionales
como producción, transporte e intercambio de sal o los recipientes que se destinaban
exclusivamente para funciones domésticas como cocinar o tomar alimentos.
El complejo proceso de manufactura cerámica, que va de la extracción a la cocción
de la arcilla, más que basarse en estudios industriales y por tratarse de un oficio
individual, de artesanos, ha sido analizado desde la etnología e inclusive el
psicoanálisis (Leroi-Gourhan 1971, Lévi-Strauss 1986).

Como complemento a estos estudios, en esta investigación se mencionan autores


que han debatido acerca del análisis en el registro arqueológico a partir de los restos
y la distribución espacial de objetos.

Es inevitable, al mencionar las formas, funciones y usos alfareros en contextos


funerarios, dejar al lado los debates estilísticos (Llamazares 1990). Precisamente las
tipologías cerámicas para el periodo “Quimbaya tardío”, al incluírseles en los análisis
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de forma-función, remiten a otras controversias que surgen de preguntas como: ¿es


posible delimitar localmente un periodo arqueológico a partir de las tipologías
detectadas hasta el momento, teniéndose en cuenta la gran distribución y densidad
de estos? ¿Hasta qué punto las formas-funciones-usos permiten revelar las
complejas actividades económicas desarrolladas por las sociedades tardías?

En efecto, todo ceramio satisface una necesidad material concreta. Más que una
técnica decorativa o manufactura implícita en una vasija; más que la representación
totémica e ideológica que contenga, los recipientes dan una aproximación a las
densidades poblaciones, a la cotidianidad. Indistintamente de si la cerámica se
fabricaba para contener, servir u ofrendar comida fúnebre, esta expresaba en gran
medida las relaciones sociales de producción vigentes.

A partir de las necesidades productivas, los debates estilísticos permiten entonces


caracterizar el “ciclo de vida de los objetos” (Deal 1998): Desde sus “funciones
primarias” hasta su reuso. Es decir, la vez o veces que se asignó para usos distintos
al inicial, sin tener en cuenta si la vasija se rompió en una de sus reutilizaciones.

La incidencia que sobre formas, funciones y usos alfareros tienen conceptos como
“tipos, pautas de asentamiento” o variables demográficas, es analizada desde lo que
se (Childe 1982, p 29) llamó las tres bases de la clasificación en arqueología. Es
decir, la respuesta a preguntas como: ¿Para qué sirvió?, ¿Cuándo se hizo? ¿Y quién
las hizo?

La discusión sobre estilos cerámicos –que incluye formas-funciones-usos-, se ha


analizado desde algunas tendencias teóricas de la arqueología (Patterson 1990).
Cada enfoque tiene su correspondiente cosmovisión del universo. La arqueología,
economía y demás “disciplinas burguesas” no están desligadas, como
presumiblemente aparentan sus investigadores, de los movimientos políticos que de
manera permanente se objetualizan.

Las consideraciones anteriores remiten también a la influencia que la antropología


postmoderna, neocolonial y afín al capitalismo burocrático, ejerce sobre la
arqueología. El lenguaje, punto central de sus prácticas discursivas, es asumido sólo
desde abstractos problemas epistemológicos y conceptuales negadores de la
realidad material y política. La “multivocalidad, transversalidad del conocimiento” y
demás expresiones desconocidas para el común de las personas, se traducen en
reconocimientos académicos individuales, en “excepcionalidades académicas”. Así
pues, clásicos problemas de la arqueología regional aún no resueltos y de difícil
manejo, se han dejado de lado para teorizar en otros temas de más acogida y
rentabilidad que además favorecen a ciertos grupos económicos y políticos, como el
“turismo cultural o arqueológico”; la “gestión cultural y ambiental”, etc.
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4.3 REFERENTES ETNOHISTÓRICOS


Aunque algunos trabajos etnohistóricos han hecho alusión a las expediciones
conquistadoras en la subregión del Cauca medio (Avellaneda 1992), pocos son los
que destacan por acudir a las fuentes etnohistóricas de primera mano en la
explicación o hipótesis por ejemplo de las instituciones económicas y políticas; de
los patrones de poblamiento o las descripciones geográficas en la región durante el
siglo XVI, principalmente en su segunda mitad.

Es de señalar que los cronistas en muchos casos lograron describir ciertas


costumbres funerarias, pero, y en esto se debe hacer énfasis, hay que entender
también el entorno ideológico y económico en que se desenvolvió la invasión de
estos territorios. Incursión que obedecía a la mentalidad expansionista del imperio
español, particularmente asociada a la búsqueda frenética del oro. Al momento de la
expansión española en América y la portuguesa en África (López 1998 p 133) el
continente europeo experimentaba:

“...una coyuntura de crecimiento demográfico, industrial y comercial. Uno y otro


evento fueron resultado de lo que se ha venido diciendo: la búsqueda de nuevas
rutas para viejos productos, los de especiería y objetos de lujo...La búsqueda de
metales preciosos fue otra motivación de la expansión europea de finales del siglo
XV.
La economía europea recurría de forma creciente a la metálica...Mientras la plata se
utilizaba sobre todo en transacciones locales; el oro, cuyo valor era ordinario diez
veces mayor que el de la plata, constituía la base de los intercambios a la larga
distancia. En Europa existían fuentes de aprovisionamiento de plata de fácil acceso,
en cambio las minas de oro eran prácticamente inexistentes; sólo había unos cuantos
yacimientos de placeres, poco rentables, dispersos y de los cuales se obtenían sólo
pequeñas cantidades. Por otra parte, el oro era utilizado no sólo como instrumento
monetario; también era objeto de lujo en la casa de los nobles y necesario en la
fabricación de vasos sagrados para los servicios litúrgicos. El usar joyas de oro era
un distintivo de rango y de nobleza. Los grupos más ricos de la sociedad disponían
de las más variadas joyas; sortijas, collares, medallones, que se enganchaban a
vestidos y a los peinados. También los artesanos y campesinos adornaban sus
vestidos con objetos de oro...

Como lo ha explicado Pierre Vilar, la recuperación económica que vivía Europa


después de la segunda mitad del siglo XV hizo disminuir el conjunto de precios con
respecto al oro, de ahí que la búsqueda de este último resultase ventajosa. La
investigación sobre el movimiento de los precios permite concluir que éstos bajaron
entre 1450 y 1500, es decir, que en la segunda mitad del siglo XV los hombres que
disponían de oro compraban cada vez más mercancías. En estas circunstancias era
natural que existiese afán por encontrar oro”.
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El desenfrenado apetito por el oro motivó a muchos iletrados y “ciudadanos de


segunda” a conseguir mediante la evangelización y riqueza material, títulos de
hidalguía o acceso a la nobleza. Sistema, y con todas sus diferencias, traído de la
conquista de los territorios musulmanes.

Pero en el caso particular de la región geohistórica del Cauca medio, y en general


de América, a la explotación aurífera aluvial o en mina le sobrevino otra forma de
riqueza: el saqueo de tumbas: ¿Cuál era el interés de los conquistadores y cronistas
por describir las costumbres funerarias? ¿Cómo interpretar en el registro
arqueológico, por ejemplo, si un “entierro” era secundario o saqueado por los
españoles o guaqueros “paisas”?

Indudablemente el arqueólogo de nuestro tiempo, acostumbrado a la acumulación


de datos, a la descripción y comparación de materiales; acosado por la exigua
financiación y el solipsismo a que esta lo conduce, ha dejado de lado importantes
trabajos historiográficos que bien podrían ampliar la visión sobre su objeto de
estudio. Este razonamiento tiene que ver sobre todo con las escasas o nulas
informaciones que se tienen para comprender los cambios culturales y materiales
durante los siglos XV y XVI en la región. ¿Cómo entender por ejemplo que en la
Catedral de Pereira hallan tiestos de cerámica Mayólica del siglo XVI y en estratos
más inferiores materiales cerámicos indígenas? ¿Cómo fue esa transición? ¿Hubo
resistencia? ¿Era la Catedral de Pereira también un sitio religioso para los
indígenas? De todas maneras, el sólo análisis subjetivo de materiales (Mora 2006
Op. cit) no es suficiente para explicar un largo proceso histórico. En estos casos, y
debido a la poca o nula información escrita, es necesario abstraer y sacar el máximo
provecho de los trabajos al igual que de las opiniones de historiadores y economistas
(McFarlane Op.cit p 28):

“Inicialmente, Santa Marta presenció el mismo tipo de explotación destructora que


los españoles habían practicado en Castilla de Oro. Las comunidades indias eran
saqueadas en busca de oro, abastecimientos y esclavos; si presentaban resistencia
quemaban sus casas y sus campos. Estas tácticas de tierra arrasada no tardaron en
despoblar el área y mientras los indios sobrevivientes huían a las montañas vecinas
de la sierra nevada, el establecimiento español se iba extinguiendo. Sin embargo,
Santa Marta perduró y se convirtió en una plataforma para las expediciones al interior
desde comienzos del decenio de 1530, con invasiones más allá de la sierra nevada
de Santa Marta en busca de nuevas fuentes de botín. En el mismo decenio los
españoles obtuvieron otra base permanente en la costa cuando, en 1533, Pedro de
Heredia fundó la ciudad de Cartagena de Indias. Este establecimiento no tardó en
traer a centenares de aventureros y extendió rápidamente su influencia hacia
occidente, a la región del río Sinú y Urabá, hasta la parte baja de los ríos Cauca y
San Jorge. El oro hallado en las tumbas indias del Sinú y Urabá actuó como imán,
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atrayendo a los españoles a saquear la región con total independencia a la vida y la


cultura indias”.

No por casualidad la baja generalizada de los precios con respecto al oro en la


Europa de la segunda mitad del siglo XV y primera del XVI, coincidió con el afán de
buscar el metal en las tumbas. Tampoco fue por coincidencia que los ejércitos
españoles al mando de Belalcázar, entre ellos los de Jorge Robledo, arribaran aguas
arriba del río Cauca, margen izquierda, para fundar la mayor cantidad de poblados.
Pueblos que se encontraban en zonas donde era más certero hallar oro aluvial, de
minas y tumbas.

Ya sabían los españoles que las tierras calientes o muy frías no eran consideradas
por los indígenas para vivir o establecerse largo tiempo. Preferían, más bien, climas
templados o fríos donde por las condiciones del suelo, el clima y las lluvias, se
facilitasen las labores agrícolas.

Efectivamente Belalcázar y sus huestes (Avellaneda Op cit) hicieron todo lo posible


por encontrar rutas terrestres entre Quito y el territorio Muisca distintas a las
oceánicas y fluviales conocidas por sus inmediatos superiores.

Fue así como desde los alrededores de Popayán y Cali, y no por “aventura”, que las
tropas de Belalcázar empezaron la conquista de la subregión del Cauca medio. Y
fue en estos territorios andinos donde se fundó la mayor cantidad de poblaciones en
la época, pues a las excepcionales riquezas auríferas y a la disponibilidad de mano
de obra se sumó la existencia de climas templados o fríos inmejorables para el cultivo
de cereales, la caña, el tabaco, etc:

“En 1536 Belalcázar fundó Cali y Popayán, desde las cuales los colonizadores
españoles habrían de librar una lucha violenta y prolongada contra las comunidades
indias circundantes. Luego lanzó expediciones hacia el norte en busca del legendario
El Dorado. Una de esas entradas al norte siguió el cauce del río Cauca hacia las
cordilleras occidental y central de los Andes colombianos, lo que preparó el camino
para la creación de una cadena de establecimientos españoles en las tierras ricas
en oro de Antioquia.

Como el maíz requiere un patrón particular de distribución estacional de la


temperatura y de la lluvia para su cultivo más productivo, los campesinos nativos se
habrían desplazado al interior moviéndose a lo largo de los valles de los ríos
Magdalena y Cauca y hacia las faldas montañosas en busca de la combinación
óptima de factores físicos y meteorológicos. El terreno y clima benignos de las
cuencas altas montañosas suministraban precisamente esa combinación, y los
indios que se asentaron en ésta área desarrollaron concentraciones relativamente
densas de población, basados en una agricultura intensiva y variada...Hacia el oeste
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y sudoeste, en el Valle del Cauca y la cordillera central, habían había muchas


agrupaciones indias cuyos orígenes, culturas y relaciones estaba todavía lejos de
ser entendidos...la mayoría de estos grupos indios vivía en comunidades agrícolas
basadas en el cultivo del maíz complementado con la caza y la pesca, con
producciones artesanales especializadas de textiles de algodón, un comercio activo
y una notable pericia en el trabajo del oro y de otros metales, especialmente entre el
pueblo quimbaya Las instituciones políticas y sociales variaban considerablemente,
pero muchas eran comunidades grandes, relativamente complejas, con miles de
habitantes organizados bajo gobiernos hereditarios y sistemas de tributación”.
(McFarlane Op cit p 35- 37).

Queda claro que las instituciones económicas y políticas amerindias no sólo se


fragmentaban y aniquilaban de forma física sino también por el recaudo de tributos,
la anulación de sus prácticas ancestrales y la creciente rivalidad entre los mismos
españoles por el control de su mano de obra, sus fuentes alimenticias, minerales,
metales, rutas comerciales, etc:

“Cuando Juan de Vadillo llegó al alto Cauca en 1538, encontró una expedición
enviada por Sebastián de Belalcázar desde Quito y que, bajo el mando de Jorge
Robledo, había descubierto ya oros aluviales en el alto Cauca y estaba ampliando
su búsqueda a la región vecina.” (Ibídem p 41).

Las primeras descripciones que se hacen en estos territorios tienen que ver en
conjunto con la representación de paisajes, lugares, costumbres, rutas, etc. No
obstante destaca, en nuestro caso, las primeras búsquedas de sal, mineral que
requerían los españoles al hallasen desprovistos de esta en la provincia de
“Humbra”, hoy alrededores del municipio de Belén de Umbría, Risaralda. Pero, el
relato que en especial interesa tiene que ver con algunos de los salados ubicados en
el río Consota:

“En la ciudad de Cartago todos los vecinos de ella tienen sus aparejos para hacer
sal, la cual hacen una legua de allí en un pueblo de indios que se nombra de Consota,
por donde corre un río no muy grande. Y cerca de él se hace un pequeño cerro, del
cual nace una fuente grande de agua muy denegrida y espesa, y sacando de la de
abajo y cociéndola en calderas o pañones, después de haber menguado la mayor
parte de ella, la cuajan, y queda hecha sal de grano blanco y tan perfecta como la de
España, y todos los vecinos de aquella ciudad no gastan otra sal más que la que allí
se hace (Cieza 1985 p 173)

Al no encontrarse sal fácilmente en estos territorios, era de suponer que los


poseedores de sus fuentes podrían obtener excedentes o plusproductos en otros
bienes comercializables. Era una práctica, por demás, que los españoles
permanentemente referían y de la cual sacaron mayor provecho:
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“En la visita de 1559 que hiciera Thomás López a los pueblos de la provincia de
Quimbaya, el pueblo de Consota debía tributar 60 mantas, 60 aves, cinco fanegadas
de maíz, medio almud de fríjol, dos almudes de yuca, dos arrobas de sal, dos libras
de algodón, media arroba de cabuya y 10 piezas de loza y pescado”. (Zuluaga 2002
p 74).

Llama la atención que los trabajos arqueológicos en el sitio conocido como “Salado
de Consota” (Pino 2004) refieran permanentemente la explotación artesanal de la sal
a partir de vasijas hechas en barro, descripciones que si no fueran por la gran
cantidad de cerámica hallada, para nada coincidirían con los relatos de los cronistas
(Simón 1981 p 297):

“Tienen fuentes cerca del pueblo –Cartago- de agua salada, de que se hace la sal
de un modo maravilloso. Y es que echan el agua en pailas de cobre, no en barro
porque no cuaja, y cuando se va espesando al fuego, la apartan y vuelven a desleír
con agua salada, y volviendo a hervir con ella hasta que se cuaje en granos, no en
pan como la de este reino, la sacan, y envuelta en un paño la meten y aprietan entre
ceniza fría, con que salen los granos de la sal muy blancos y buenos. De arroba y
media de agua se saca una libra de sal. Hay en muchas otras partes cerca de esta
agua de sal, como es en el sitio de la Talanquera, Carrapa y Arba, donde se hace
muy buena”.

4.4 APUNTES ACERCA DE LAS COSTUMBRES FUNERARIAS EN LA


REGIÓN

Es necesario relatar algunas ceremonias que los cronistas cuentan, por ejemplo,
cuando se entierran a los “señores o caciques”. Así, y refiriéndose también a “las
señoras” (Robledo 1985 p 28-30):

“las sirven las criadas; solamente sirven ellas a sus maridos de la copa, la cual llevan
cubierta cuando les van a dar de comer y hacen las salvas a manera de la de Castila
e incadas de rodillas delante de él...Cuando el cacique meten en aquella bóveda, a
un cabo de ella ponen sus armas e sillas en que se solían sentar, y tazas en que
solían beber, e vasijas llenas de vino, y platos llenos de las maneras de manjares
que él solía comer, y dicen que lo hacen para que coman de noche...demás de las
joyas que él solía poner, quiebrando todo y haciendo pedazos con piedras, y échanlo
en la sepultura con él. Como cosa pues él muere que parezca todo...Cuando alguna
señora se muere echan muy poco oro con ella e enterránla en otra sepultura”...

Al leer en detalle las crónicas españolas del siglo XVI, debe razonarse que muchas
de estas prácticas funerarias con seguridad se remontaron más allá del siglo IX a.P,
periodo de tiempo en la región que presenta mayor cantidad de estructuras
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funerarias fechadas (ver tabla 5), muchas de las cuales con abundante cantidad de
vasijas rotas, fragmentos líticos y cerámicos.

Al parecer, no siempre en los ajuares de los “señores” se incluían todos sus atuendos
en oro:

...“a los muertos que son más principales...entre estas mantas le ponen algunas
joyas de oro”... (Cieza 1985 p 40)

Llama la atención, inclusive de los mismos cronistas, la diferencia de ofrendas y


tumbas entre los “señores”, las mujeres y quienes no hacían parte de las “élites”:

...“fuimos por su mandato –de Robledo-, a sacar en el pueblo del señor Yayo, un
Antonio Pimentel y yo, una sepultura en la cual hallamos más de doscientas piezas
pequeñas de oro, que en aquella tierra llaman chagualetas que se ponen en las
mantas, y en otras patenas; y por haber malísimo olor de los muertos, lo dejamos sin
acabar de sacar lo que había”. (Ibídem p 32).

Seguramente, y ya difundida la figura de Heredia como buscador de tumbas entre


sus seguidores, Pascual de Andagoya escribe a Carlos V:

“En esta tierra hay algún oro en las sepulturas, aunque no es mucho; y para sacarlos
tienen mucha costa porque están en cerros y muy hondas”. (Citado por Rodríguez
1992 p 78).

Si bien casi todas las crónicas de la época respecto a costumbres funerarias y


ajuares concuerdan con los materiales arqueológicos excavados hasta el momento,
se debe subrayar que la interpretación, abstracción o deducción de las formas de
vida, cosmovisiones, modo de producción de las sociedades amerindias etc, no
deben tener como referente principal la tradición judeocristiana de la época ya que
la carga ideológica impuesta por el conquistador era anuladora de las demás culturas
y formas de existencia.

4.5 Comentarios de algunos trabajos arqueológicos en las laderas de la


Cordillera Central, Vertiente del Río Cauca, subregión del Cauca Medio.

Se ha mencionado cómo durante muchos años se ha mantenido la creencia de que


toda la cultura material prehispánica en la región fue “Quimbaya”. En efecto, fueron
las huestes de Robledo (1539-2002) quienes se encargaron de difundir esta palabra
que seguramente hacía alusión, por toponimia, a determinado pueblo o pueblos que
ocuparon una buena parte del Cauca medio y no toda la región:
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“La ciudad de Cartago está poblada a catorce leguas de esta de Santana, divide los
términos de la una y de la otra un brazo del río grande que sale a Santa Marta que
nace de la provincia de Popayán dícese la provincia donde está la ciudad de Cartago,
Quinbaya está a nueve leguas del río grande, está arrimada a una sierra muy grande
nevada, la tierra es más llana que la de Santana sino que es toda llena de
cañaverales y entre ellos tienen los indios sus pueblos porque descienden de esta
sierra nevada muchos ríos pequeños que van a dar a este río y pasan por estas
provincias donde se hacen muy grandes vegas y ríos donde los indios tienen sus
sementeras”...

Al analizar las posiciones de Hernández de Alba (1948) y Trimborn (1949) acerca de


los “pequeños cacicazgos” de la zona central del valle del río Cauca, se requiere no
sólo ubicar espacial y cronológicamente los distintos grupos que ocuparon la región,
sino también precisar en el análisis de sus relaciones sociales de producción, modos
de vida, cosmovisión, lenguaje, entre otros (Escobar 1986 p 139-140):

“Tomando la orilla oriental del río, de sur a norte: Quimbaya, Carrapa, Picara, Pozo,
Pacura, Arma y, en la orilla opuesta, Anserma, Caramanta y Cartama...Esta provincia
cultural no estaba aislada, por el contrario, estaba abierta en todas las direcciones.
Hacia el este había dos vías, una por el sur del páramo del Quindío y otra por el paso
del páramo del Ruíz, que comunicaban con el valle del río Magdalena. Hacia el norte
y el sur, continúan el valle del río Cauca, y al occidente, hacia el Chocó, una vía
comunicaba con las cabeceras del río San Juan (Friede 1963).

Estos nueve cacicazgos estaban provistos de grandes similitudes de medio


ambiente. Se ubicaban en un clima templado, entre los 1.300 y los 2.500 metros de
altitud, salvo los Arma, situados principalmente en el límite superior, por lo cual no
tenían algodón. Fueron agricultores intensivos, aunque al parecer había rotación de
tierras (id p 15). Produjeron excedentes y tuvieron notables especialistas. Disfrutaron
de un similar acceso a los recursos naturales, aunque Carrapa y Pozo debían recurrir
al intercambio con los Arma para obtener sal, y los Quimbayas completaban sus
necesidades de oro gracias al intercambio con Anserma y Arma (id p 30-31).
Desarrollaron una estructura sociopolítica igual: cacicazgos con mayor o menor
centralización al interior del grupo étnico.

Pero no todas estas similitudes correspondían con una unidad lingüística, pues
hablaban diferentes dialectos de la lengua Caribe (Abad Salázar 1955); tampoco
tuvieron unidad cultural y, por tanto, carecieron de unificación política. Pequeñas
agrupaciones (por ejemplo, la quimbaya, que no era de los más pequeños, se
calculan de 60 a 80.00 miembros, con una densidad aproximada de 60 hab/Km2, en
los 1.000 Km2 de extensión habitada) conformaron por lo menos nueve grupos
étnicos distintos en lo que era el territorio del viejo Caldas.
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La mayoría de la información que se tiene conduce, a primera vista, a concebirlos


como sociedades esencialmente desiguales, de acuerdo con ciertos criterios: tenían
señores principales, caciques y hasta esclavos. La guerra, que muchos –al parecer-
consideran como la generadora de la desigualdad, de la estratificación (Carneiro
1981, Reichel-Dolmatoff 1977), era endémica. Se pagaba tributo y servicio
personal...Estas son, además, las razones para haberlos escogido, pues muestran,
si nos cogen desprevenidos los términos, las características más llamativas y
extremas de lo que Trimborn (1949) llegaría a llamar señoríos despóticos, con nobles
y esclavos”.

Sin lugar a dudas las diferencias culturales y económicas, que son única y
exclusivamente clasistas, los arqueólogos, y sin mencionarlo, las han descrito a partir
de análisis cerámicos, líticos, osamentas o formas de enterramientos para unas
determinadas épocas.

Sin embargo, desde los años 40 los investigadores han denominado “Quimbaya” a
unos estilos concretos de objetos orfebres y cerámicos. El término “estilos”, se acuñó
principalmente en los años 60 y 70 a partir de los trabajos y clasificaciones de la
orfebrería prehispánica financiados por el Museo del Oro. Comúnmente historiadores
y arqueólogos equivocadamente han asociado el estilo “Quimbaya clásico” (Pérez
de Barradas Op. Cit) a todos los grupos humanos pobladores de estas territorios.

A inicios de los años 40 (Duque Gómez 1943) se excavó un taller cerámico al igual
que dos tumbas cercanas en Supía, Caldas. El auge de las periodizaciones y
clasificaciones de materiales arqueológicos en la época hizo que este investigador
(1970) publicase el libro “Los Quimbayas” en el cual, y basado en los aportes de
otras disciplinas (lingüística, historia, antropología, etc) se dio a la tarea de organizar
los datos cerámicos para la región de acuerdo a las zonas de procedencia:

• Norte. Materiales idénticos a los excavados en los años 40 en Supía, Caldas.

• Noroccidental. Aquellos ceramios que proceden de Caldas: Anserma, San


José de Risaralda, Belalcázar, Riosucio, Chinchiná y Supía. De Risaralda: Santuario,
Quinchía y Pereira al igual que los provenientes de el área limítrofe entre Antioquia,
Caldas y Risaralda. El investigador destaca que la cerámica es por lo general
monocroma, sobretodo negra. En cuanto a las características de los decorados se
presentan incisiones, círculos, modelados con figuras humanas, etc. Las formas son
subglobulares o de dos cuerpos, naviforme o “mocasín”.

• Occidental. Región limítrofe con el Chocó. Se caracterizan los decorados con


pintura roja, aplicaciones o formas antropomorfas modeladas, platos, etc.
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• Quindío. Para el autor estas formas y decorados son exclusivamente


“Quimbayas”. La gran variedad de formas monócromas se empleaban en los oficios
domésticos y, al contrario, las decoradas o pintadas eran de uso ceremonial, muchas
con pintura negativa. Destacan desde cántaros o alcarrazas hasta copas y
aplicaciones antropomorfas o zoomorfas de paredes delgadas y de cuidadosa
cocción.

• Faldas de la cordillera central. Por lo general la cerámica es más gruesa, pues


se utilizan desgrasantes de río (arena). La pintura es monócroma y las formas son
similares a las del Quindío.

• Límites con el Norte del Valle del Cauca. Las formas que se destacan son
globulares y semiglobulares, figuras antropomorfas, retablos. Para Duque Gómez,
algunas de estas formas son parecidas a las halladas entre los Embera-Chamí de
Risaralda y Valle.

Si bien la clasificación de Duque Gómez es quizá la más acertada para analizar los
materiales arqueológicos en la época, deben considerarse varios aspectos:

• Los ceramios clasificados por regiones no tienen en cuenta, por ejemplo, las
diferencias altitudinales, de suelos y climas entre regiones tan distintas como el
occidente de Caldas y los límites entre este, Risaralda y Antioquia.

• En casi todos los pisos térmicos y geoformas se han hallado vasijas


naviformes, pintura negativa, monocroma y demás decorados y recipientes comunes
a la región geohistórica referida.

• Aún es acertado, aunque no genérico, que sobre las faldas de la cordillera


central, en particular zonas aledañas a ríos y riachuelos, predominan desgrasantes
en arena y pintura monócroma. Se resaltaría que gran parte de esta cerámica
monócroma presenta bruñido y hollín en más del 60% de su cuerpo, en promedio.

Para los años en que Duque Gómez proponía la regionalización cerámica en una
extensa área del Cauca medio, se analizaban distintos materiales provenientes de
guaquería, recolecciones superficiales, museos y excavación de tumbas (Bruhns
1970, 1976 y 1990). Es así como se planteó la presencia de seis complejos
cerámicos:

• Marrón inciso. Este complejo cerámico ya había sido expuesto en los años 40
(Bennet 1944), asociándose al día de hoy, al año 400 d.C. Se identificaron sus
vasijas porque eran de forma “columnar-bulbosa” con incisiones a manera de “espina
de pescado”. Aunque se ha llegado a proponer la existencia de similitudes
iconográficas con varios objetos elaborados en oro y tumbaga del “Quimbaya
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clásico”, llama la atención que aún muchas representaciones antropomorfas y


vasijas con estas características sean asociadas a este complejo a pesar de no
coincidir temporalmente con las fechas propuestas por Bruhns o encontrarse, en un
mismo ceramio, este complejo entremezclado con otros (Carlos Alberto Restrepo,
comunicación personal).

• Tricolor. Los colores rojos, crema y naranja en un ceramio (Bruhns 1990)


corresponden, ordinariamente, a objetos ceremoniales. Rara vez presentan huellas
de uso o reuso culinario.

• Cauca medio. Entre Buga y Medellín, a lo largo del río Cauca, se han
identificado vasijas para uso doméstico con una variada gamma de decorados y
diseños geométricos (comúnmente curvilíneos), ceramios fechadas entre el 1.100 y
1.400 d.C. (Ibídem).

• Caldas. Derivado del anterior pero con pintura negativa, no obstante sus
dataciones radiocarbónicas entre el 900 y 1.200 d.C. (Ibídem).

• Aplicado inciso. Es una cerámica de uso exclusivamente doméstico, ovoides


y con fuerte presencia de hollín e incisiones. (Ibídem). Una considerable cantidad de
fragmentos procedentes de la Universidad Tecnológica de Pereira, presenta estas
características.

• Blanco grueso. La descripción que se hace de este complejo (ibídem) tiene


que ver con la preparación de un barro anaranjado pálido con un engobe similar y
decorados con diseños geométricos, añadiéndose pintura gruesa blanca.

Como se puede apreciar, entre una y otra clasificación no coinciden el tratamiento


de la superficie de los materiales cerámicos (Bruhns) con sus zonas de procedencia
(Duque). Se afirmaría más bien que los complejos cerámicos descritos por Bruhns
se repiten a lo largo y ancho de las zonas referidas por Duque.

Una tumba de pozo con cámara lateral excavada en Armenia (Correal 1970, tomado
de integral 1996 p 12) fue comparada, por su ajuar y arquitectura, al complejo
Guabas-Buga del norte del Valle. Allí se obtuvo una fecha de 830 +/- 90 d.C, siendo
hasta el momento una de las más antiguas en la región.

Es de agregar que hallazgos fortuitos de puntas de proyectil en chert, triangular con


pedúnculo (una punta) (Bruhns 1976) se hicieron en el aeropuerto El Edén de La
Tebaida y en Manizales (dos puntas) (Reichel-Dolmatoff op. cit).
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No obstante los nuevos hallazgos arqueológicos y, en muchos casos, su no ajuste


temporal y espacial a los esquemas de Bruhns y Duque (Herrera op cit p 124), se
tendría que proponer más bien nuevas clasificaciones cerámicas a partir de variables
medioambientales, económicas y geohistóricas focalizadas en áreas relativamente
pequeñas.

Entre mediados de los años 80 y comienzo de los 90, varios antropólogos hicieron
sus trabajos arqueológicos en la región, destacándose:

• El planteamiento de pautas de asentamiento y laderas artificiales de cultivo


con materiales cerámicas asociados al “aplicado inciso” en Manizales (Moreno 1983
y 1986). En esta misma línea, en el municipio de Nuevo Río Claro, Caldas, y a partir
de contextos funerarios, nuevamente se halló cerámica del “complejo aplicado
inciso”, con fuertes huellas de habitación y otras actividades productivas. Se obtuvo
una fecha de 980 +/- 60 (Herrera y Moreno 1990).

• Trabajos realizados durante 1984 y 1985 entre Tolima, Caldas, Antioquia,


Cundinamarca y Boyacá (Castaño 1988) ubicaron 125 yacimientos arqueológicos,
muchos de los cuales se asociaron al “Quimbaya clásico”. Específicamente, los
estudios se hicieron en la hoya del río La Miel, dentro de un proyecto hidroeléctrico
(ibídem p 4). En la Lorena, San Miguel, se detectó un patrón de tumbas de pozo
cuadrangular, nicho de paredes rectas y planta rectangular, no más profundas de
2.50 m. Para el autor (ibídem p 5) las cuentas antropomorfas halladas son muy
similares a las del Viejo Caldas (Caramanta, Calarcá, Montenegro y otros sitios del
Valle del Cauca):

“La cerámica, por su parte, presenta dos “tipos” de acabado diferente. Los botellones
de pasta y superficie habana y sin engobe y lustre, y la alfarería que presenta la
pasta marrón negrusca de superficie sumamente pulida asimilable al “IBW” (incised
brown-wre) de Bruhns (1970)”. (Ibídem p 6).

• Reconocimientos arqueológicos en Chinchiná, Palestina, Villamaría, (Caldas)


y en Santa Rosa de Cabal (Risaralda), arrojaron similitudes con las clasificaciones
cerámicas propuestas por Duque (noroccidental) y Bruhns (aplicado inciso). En
Cantarrana, se fechó un sitio para el 1.040 d.C y un contexto funerario del “aplicado
inciso” fechado para el 910 +/- 40 d.C (Jaramillo 1987)

• Las tumbas del Quindío presentan en sus ajuares un considerable número de


volantes de uso (Cardale 1988 p 13). Las mantas elaboradas por los “Quimbayas”,
con algodón silvestre, eran muy distintas a las del territorio Guane o Muisca (Ibídem).
Al tomar algunas referencias etnohistóricas, Cardale comprende que sólo los indios
de Anserma se cubrían totalmente con mantas y objetos de oro, mientras el resto se
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cubría poco. Sin embargo, y con razón, aduce que las mantas en las tumbas, y por
la humedad, poco se conservan a diferencia de otras regiones como Nariño.

• Un informe (Castillo 1988) acerca de la localización y ubicación de los


complejos culturales en la cuenca del río Cauca y el occidente de Antioquia muestra,
según la autora, coincidencias culturales y lingüísticas entre varios grupos humanos
durante el siglo XVI en la región mencionada. Así, se lograron establecer y diferenciar
varios complejos cerámicos:

1. Complejo cultural del golfo de Urabá. Con una tradición de cerámica


modelada-incisa fechada sobre todo entre los siglos IX y XI (p 19). Tradición que se
extiende desde la hoya del río Sinú hasta la costa Atlántica panameña. (Ibídem p
18).

2. Complejo noroccidental. Hay una fuerte presencia de materiales cerámicos


asociados a la tradición incisa con borde doblado. De agregar que los bordes de esta
cerámica son formados por rollos de arcilla sin alisar en la unión exterior, siempre
decorados con impresión dactilar ( p 19), complejo que se extiende:

“Desde la ciénaga de Tumaradó en el bajo Atrato, siguiendo la cuenca del río Sucio,
en los municipios de Chigorodó, Mutatá, Dabeiba, Urama, Cañas Gordas, Giraldo y
en vertiente oriental de la cordillera occidental sobre l río Cauca en Buriticá, Peque,
Santa Fe de Antioquia y Sopetrán”. (Ibídem p 19).

Los sitios de vivienda, tumbas y lugares para la explotación de la sal en este


complejo están identificados sobre colinas terciarias, a ambas márgenes del río
Cauca. (P 19-22). Un complejo de cerámica roja incisa ha sido hallado en el
municipio de Sopetrán. Varias tumbas de este complejo fueron excavadas y
fechadas entre los siglos X y XVI d.C:

“Las tumbas fueron excavadas sobre estratos arcillosos terciarios; constan de un


pozo de acceso circular o rectangular y dos cámaras laterales, de forma oval –las
más antiguas- y trapezoidal –las más recientes-; cada tumba puede estar formada
por una sola de estas estructuras o por tres de ellas comunicadas entre sí, con
variantes en cuanto a su distribución y contenido; una estructura con dos cámaras
laterales dedicada al entierro de uno o varios individuos, mientras las otras dos
contienen las ofrendas. Estas consisten en: vasijas completas y fragmentos, volantes
de uso discoidales, pintaderas cilíndricas con perforación central, hachas y cinceles
pulidos, pesas de red, narigueras circulares de oro, fragmentos de alambre de oro y
tumbaga y fragmentos de láminas martilladas. Además se encuentran cráneos
completos y restos óseos de niños y adultos dispersos entre el relleno...La cerámica
encontrada en las tumbas presenta una variedad formal y decorativa que no está
presente en la hallada en los basureros de los sitios de habitación; además de las
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vasijas globulares y subglobulares, cuencos sencillos y con mango que se


encuentran en los basureros, se obtuvieron vasijas antropomorfas de silueta
compuesta, vasijas mocasín con decoración antropomorfa, cuencos con engobe rojo
y decoración incisa acanalada con motivos geométricos; además, se encuentra un
grupo de vasijas pequeñas generalmente completas y dispuestas boca abajo. Estas
tienen las paredes completamente ahumadas tanto interior como exteriormente. La
decoración es incisa geométrica restringida a la parte superior del cuerpo; también
pueden tener el cuello corrugado; el acabado es burdo tanto en las superficies como
en la decoración. Las formas son: vasijas globulares y subglobulares con cuello
restringido, vasijas antropomorfas de silueta compuesta (hemisférica en la parte
superior, globular en la parte inferior, unidas por un cuello restringido), mocasines
antropomorfos y cuencos de paredes rectas”. (Ibídem p 23).

3. Complejo cultural del suroccidente. Para la autora, hay una similitud entre las
piezas cerámicas procedentes de regiones antioqueñas como Liborina, Olaya,
Sopetrán, Santa fe de Antioquia, Giraldo, Caicedo, Urrao, Bolívar, Andes, Jericó,
Venecia, Titiribí, Heliconia, Valle de Aburrá y el altiplano al oriente de Medellín.
Cerámicas que presentan decoración con engobe rojo y oscuro e incisión fina.
Algunas formas son: cuencos sencillos o con incisiones en el fondo o fitomorfos,
platos con asas, vasijas globulares y subglobulares con cuello alto, recto y borde
evertido, recipientes de cuerpo semiesférico y cuello amplio de paredes divergentes
y borde evertido, vasijas aquilladas con cuello y hombro corrugado, vasijas
fitomorfas, vasijas cilíndricas de base aplanada, cuencos con protuberancias
periféricas repujadas. (p 29). La investigadora agrega que las piezas presentan
engobe de color rojo oscuro con tendencia al marrón (marrón inciso) similares a las
de Caldas y Quindío. (p31). El rojo-inciso del Jardín, para Castillo puede suplantarse
por el complejo inciso de borde doblado o marrón inciso cronologizado de manera
relativa hacia los siglos VI y VII d.C y, sugiriéndose, que pertenece a una época
formativa de las culturas del macizo central y relacionado con la orfebrería del
“Quimbaya clásico”, desarrollada antes del siglo X d.C. Se agrega (P 33) que la
cerámica conocida como “marrón inciso” para el Valle de Aburrá, se destaca en las
tumbas de pozo tapado con grandes piedras aplanadas; entierros efectuados en
urnas e inhumaciones secundarias. Cerámica del marrón inciso se encuentra en
otros sitios como en Heliconia, los salados del Retiro, Santa Elena, etc.

• En un estudio acerca de una tumba de cancel hallada en el sector de la Badea,


Dosquebradas, Risaralda (Cardale, Morales y Osorio 1988, p 111), se establecieron
dos grupos de tumbas de cancel en el Cauca medio, con un límite aproximado en
Pereira: en la zona meridional, entierros secundarios y en la septentrional, primarios.
La cerámica asociada a estas costumbres funerarias era la “tricolor y el marrón
inciso” con cuencos poco comunes y en forma de mujeres. Destacan los
investigadores que el ajuar de la tumba encontrada en Dosquebradas es diferente a
la orfebrería del “Quimbaya clásico” y aún más a los estilos tardíos asociados a los
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complejos del Cauca medio y Caldas. Al respecto, relacionan las pequeñas


alcarrazas procedentes de Dosquebradas al periodo “Ilama” en Calima (ibídem p
114) y la técnica del martillado en las piezas orfebres es asociada a los objetos
hechos por las culturas del suroccidente colombiano y no al valle medio del río Cauca
(Plazas y Falchetti 1986). Tumbas de cancel en la vereda Mundo Nuevo de Pereira
fueron reportadas por Oscar Gutiérrez, quien afirmó que sólo se hallaron huesos sin
ollas o piezas en oro (Bermúdez 2001 p 4).

• Por otra parte (Osorio 1990) destaca en la cerámica arqueológica excavada


en algunas tumbas del Quindío algunas “formas burdas” con decoración incisa al
igual que aplicada; copas, cuencos y cántaros algunos con decoración en pintura
negativa.

Desde inicio de los años 90 con el fomento de la “arqueología de rescate”, ha crecido


el interés de varios investigadores por asociar los datos paleoecológicos a las
propuestas de clasificación cerámica y lítica.

Uno de estos trabajos en Armenia-Mantequilla (Antioquia) consistió en coligar las


zonas de vida propuestas por Holdridge a la cerámica presente en algunos de estos
sitios (Nieto 1992). Así, desde los pisos altitudinales en promedio a la altura del río
Cauca y hasta los 1.000 m.s.n.m, se hallaron vestigios de la cerámica “marrón
inciso”, y a más de 1.000 m.s.n.m, cerámica asociada al complejo inciso con borde
doblado propuesto por Castillo en 1988.

En este año también se probó la existencia de los mismos complejos pero en niveles
altitudinales y climas distintos (Montoya 1992). Sin embargo (Santos 1993) se logró
mostrar que el “complejo marrón inciso” estaba muy disperso por los valles medios
del río Cauca y sus zonas de influencia, pero con la característica común de vivienda,
costumbres funerarias, comercio, etc. En el centro del actual departamento de
Antioquia y a diferencia del Cauca medio (tumbas de pozo con cámara), allí se
efectuaron sobretodo entierros secundarios en urnas, osamentas incineradas y fosas
muy sencillas y superficiales en sitios de vivienda.

Entre 1992 y 1993 se mostró, y dentro de la tendencia de la época en los trabajos de


grado del departamento de antropología de la Universidad de Antioquia, la presencia
de materiales asociados al complejo Cauca medio y aplicado inciso (siglos IX a XIII)
en Santuario (Risaralda), obteniéndose, además, una fecha de 405 +/- 60 a.C. Se
comprobaba una vez más el gran vacío cultural en la región (Cano 1992).

Entre las líneas de transmisión eléctricas de San Carlos (Antioquia) y San Marcos
(Valle del Cauca) (Castillo y Piazzini 1994, tomado de integral 1996), los
investigadores tratan de integrar los complejos cerámicos Caldas y Cauca medio,
por las relaciones entre forma tanto temporales y espaciales. En igual sentido se
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desarrollan los trabajos en la vía alterna de la troncal de occidente en Chinchiná


(Botero 1995).

Las investigaciones en la troncal de occidente Chinchiná –Caldas- (Tacurumbí para


los indígenas en el siglo XVI), lograron identificar poblados más allá del VI milenio
a.C y hasta la conquista europea del siglo XVI (Integral 1996 p 3).

La mayor parte de estos trabajos se concentraron en la zona de vida “bosque muy


húmedo premontano (bmh-PM), de biotemperatura entre 240 C y 280 C, entre los
1.223 y 1.330 m.s.n.m con pluviosidad media entre 2.000 y 4.000 mm. Se destaca
un patrón de poblados con aterrazamientos sobre colinas de cimas redondeadas o
sobre planicies estratégicas (agua, minerales, visión panorámica, etc).

Este paisaje humano milenario se ha identificado por:

“Relieve ondulado de colinas convexas o de media naranjas, con el tope más o


menos plano, y valles amplios, y una unidad de planicies que corresponden a
terrenos planos desarrollados sobre las llanuras aluviales, los depósitos fluvio-
volcánicos y la terraza poligenética de Chinchiná...Suelos profundos y bien
drenados, desarrollados a partir del depósito de cenizas volcánicas producidas por
emisiones de los volcanes Ruiz y Tolima, que superan a veces los 20 m de espesor,
sobre rocas metamórficas (esquistos cuarzo-micáceos y cuarzo-feldespáticos) y
sedimentarias (areniscas, conglomerados y arcillolitas)” (Integral 1994 y 1996)”.

Destaca (Integral 1996 p 78) la tipificación de varios grupos cerámicos a partir de


fragmentos diagnósticos:

• Aplicado inciso -1.440 y 1.560 d.C en dos yacimientos-. En este grupo


sobresalen vasijas subglobulares de cuerpo compuesto y naviformes.

• Blanco grueso -1.440 y 1.560 d.C en dos yacimientos. Copas y soportes de


vasijas.

• Café claro. Asociado al aplicado inciso. Sin formas diagnósticas.

• Marrón. Pocos fragmentos.

• Marrón inciso -1.560 d.C- Vasija subglobular de pasta café con impresión
dactilar.

• Crema. Se relaciona, en estas excavaciones, con las ocupaciones más


tempranas.
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• Rojo. Vasijas con decoración en diseños geométricos de color negro y pintura


negativa.

Es de registrar que las técnicas decorativas en estos grupos consisten en


acanaladuras, incisiones, aplicaciones, pintura, corrugado, engobe, impresión digital
y muescas mientras el acabado de la superficie es burdo, alisado, pulido, bruñido y
erosionado (Ibídem p 87).

En síntesis, en las excavaciones de 1996 (ibídem p 126) se registran desde


ocupaciones precerámicas tempranas (7.600 y 4.270 a.P) hasta cerámicas tardías,
de los siglos XV y XVI. En cuanto a las formas y arquitectura de las estructuras
funerarias, destaca:

• Dos tumbas guaqueadas, una de pozo, en planta oval y cámara con


orientación N-S. La otra, con pozo y planta circular

• Una cónica de pozo con cámara (970 +/- 70 a.P):

“El pozo tiene un diámetro de 90 cm y al bajar a una profundidad de 2 m se abre


hacia el oeste, una entrada que tiene 1.30 m de alto y conduce a una cámara con
orientación NE-SW que tiene 70 cm de ancho y 1.90 m de largo; a ésta se desciende
por un escalón de 50 cm. En el tercio NW se define un escalón de 25 cm que forma
una especie de caja en el cual se encuentra depositado el ajuar funerario...tanto el
relleno como el ajuar revelan que esta se conservó intacta. El ajuar se compone de
seis pequeñas piezas de cerámica; dos vasijas y cuatro volantes de huso...Estas dos
vasijas recuerdan, por su silueta y color de pasta, a ciertas vasijas del complejo
cerámico Buga”. (Ibídem p 46 y 49).

• Otra de de planta cuadrangular con pozo en sentido NW-SE (510 +/- 80 a.P),
que corresponde a un entierro primario infantil.

• La quinta, orientada SE-NW, similar a la anterior pero con pozo cuadrangular


y cámara ovalada

En estas estructuras funerarias sobresalen, en promedio, profundidades no más allá


de los – 2 m y materiales cerámicos de varios grupos.

En esta línea de investigaciones, reconocimientos y rescates arqueológicos


recientes en Playa Rica (Calarcá) y Ciudadela Málaga (Pereira) (Piazzini y Briceño
p 103. Forec 2001) sugieren, y a pesar de la escasa información, rasgos estilísticos
relacionados con los complejos “Caldas y Cauca medio”, es decir, ocupaciones
tentativas entre el siglo IX y XV d.C.
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Sin embargo, es de subrayar que en uno de estos estudios (Ibídem Erigaie p 141,
Forec 2001) se “dividen las tumbas en dos estilos”: de cámara con pozo lateral y
ajuares (840 +/- 50 a.P) halladas en Quindío, Risaralda y Caldas. El otro “estilo de
tumbas” son las recubiertas con lajas, pudiéndose asociar a las de Cajamarca
(Tolima) (2000 +/- 50 y 2570 +/-150 a.P) (Ibídem p 158).

Igualmente, se ha propuesto para varios sitios del Quindío ocho grupos cerámicos,
varios con vasijas de formas idénticas (p 160).

Otros trabajos últimos identifican (Bermúdez 2001), en el caso de las tumbas de


cancel, tres grupos: “grandes, medianos y pequeños”. Se esboza, además, que para
hacer una cronología de estas tumbas se requerirá de la “ubicación de un cementerio
de canceles” (Ibídem p 17), agregándose que aún no se sabe si estas tumbas eran
para las “élites”. Al menos, se tiene la certeza que la costumbre de enterrar en cancel
fue de un determinado grupo en una época aún incierta (ibídem). En algunas de
estas tumbas (Aldana 2006) sobresalen materiales cerámicos y líticos como azadas,
metates, yunques o desechos de talla y fragmentos de rocas que bien encajarían
dentro de lo que se ha denominado “sociedades tardías en la subregión del Cauca
medio”.

Uno de los trabajos arqueológicos más importantes en los últimos años entre
Armenia, Pereira y Manizales (Restrepo 2006, tabla 5) ha identificado más de un
centenar de tumbas, particularmente en el sitio Hacienda Génova en Pereira, en el
que se han detectado hasta la fecha 55 estructuras funerarias:

“...51 corresponden a entierros primarios y 4 a entierros secundarios. De los entierros


primarios 11 estructuras se registraron intactas y con ofrendas, en ellas se
registraron ajuares funerarios correspondientes a material cerámico completo que
caracterizan las ocupaciones tardías de esta región (Siglos X – XVI d.C.) y los cuales
encajan perfectamente en la denominada cerámica, Cauca Medio, Aplicada Incisa
(Bruhns 1976,1990) y también comparten características con la cerámica Buga (Bray
1989:108); igualmente se registraron figuras antropomorfas elaboradas en arcilla
cruda, réplicas de metates, descansa pies, metales, instrumentos líticos y fragmentos
de restos óseos humanos, de los cuales se identificaron 5 individuos.

Las formas de las estructuras corresponden a tumbas de pozo cuadrado con pasillo
y cámara, pozo rectangular con cama lateral paralela, pozo directo sin cámara y pozo
circular con cámara. Sus profundidades oscilan entre los 80 cm y los 8.30 m de
profundidad... Con respecto a las evidencias recuperadas durante las labores de
monitoreo arqueológico en La Variante Sur de Pereira y correspondientes al sitio
denominado Hacienda Génova de la Vereda Montelargo, podemos asegurar que
pertenecieron a grupos portadores de la denominada Cultura Quimbaya Tardío o
tradición Sonsoide que tuvieron un patrón de enterramiento sobre los hombros de
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las colinas el cual no fue modificado sustancialmente durante 450 años , en el


periodo comprendido entre 910 y 1360 d.C.

Estos grupos enterraban a sus muertos en tumbas de pozo con cámara lateral, y en
tumbas de pozo sin cámara. Se lograron identificar entierros primarios en posición
extendida y en posición ventral, en la mayoría de los casos sobre un tendido de tierra
negra, también se identificó un entierro secundario, De acuerdo a la posición social
que el individuo había alcanzado en vida, los ajuares funerarios podían ser
relativamente numerosos y estaban compuestos fundamentalmente por objetos
cerámicos, líticos, metálicos y arcilla cruda (figuras antropomorfas y réplicas de
metates).

En los restos de los individuos analizados, se advirtieron lesiones relacionadas con


déficit nutricional y desventaja sociocultural para las mujeres, mostrando un perfil
patológico, además, el estrés ocupacional jugó un papel determinante en el
desarrollo de estos grupos. (Romero et al. 2003)”. (Ibídem p 27).

Uno de los primeros investigadores que se propuso confrontar las formas y


distribución de tumbas de pozo con cámara lateral entre varias regiones
arqueológicas de Colombia y América (Long 1967 p 73) exponía que sus
profundidades variaban entre - 1 y -16 m y que obedecían a una “arquitectura
ceremonial”. Sus formas, se sometían a patrones culturales como el vestir, estilo
cerámico, forma de puntas de proyectil, etc (Ibídem p 73):

“En algunos entierros de tumba de pozo con cámara lateral en el oeste de México,
fueron enterrados individuos de ambos sexos, con utensilios caseros y personales,
además con figuras huecas elaboradas en arcilla. La rata de sexo de las personas
enterradas y sus relativas edades sugieren que no eran entierros de una familia, sino
que algunos individuos fueron puestos en la tumba como acompañantes de un
personaje principal; esta práctica ocurre frecuentemente con el culto de los
antepasados. Sin embargo, entre los Ica y Kogi, las creencias religiosas conectadas
con los entierros de tumbas de pozo con cámara lateral son muy diferentes (solo se
pone el cuerpo de un sacerdote, entre los Kogi, en una cámara lateral) con pocos
objetos, y se teme a los muertos quienes no son considerados como espíritus que
vayan a proteger o ayudar a los vivos. En el noreste del Perú los Boro, Ocaína y
Huitoto, creen que los jefes continúan viviendo en sus tumbas de pozo con cámara
lateral para cuidar a los vivos. Estos ejemplos ilustran que, mientras que las formas
pueden ser similares en una amplia área geográfica, las creencias religiosas y
prácticas de entierro es posible que sean diferentes; esto es asumiendo que haya
alguna relación entre formas similares de tumbas de pozo con cámara lateral.”

Al analizar la arquitectura funeraria y su distribución entre varios países de


Latinoamérica (figura 2), surgen las inquietudes de ¿Cuándo, cómo y dónde se
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difundieron una formas particulares de tumbas? y ¿Qué épocas, ajuares,


cosmovisiones y sistemas político-económicos definieron una arquitectura funeraria?

La evidencia de formas y costumbres funerarias, al igual que en cerámica, líticos,


maneras de pensar, etc, muestra también desarrollos, descubrimientos e inventos
locales. Sin embargo, desde una perspectiva geométrica, no es difícil corresponder
dos o más tumbas similares. Las diferencias consistirían más bien en el tipo de
personas a las cuales se les ofrecían ceremonias y tumbas exclusivamente distintas,
atípicas en formas, profundidades y ajuares.

A partir de la lectura cuidadosa de los trabajos arqueológicos referidos y los


materiales cerámicos clasificados, se debe plantear que hay dos zonas de transición
arqueológica: una, en sentido NE-SW y que tiene un área de contacto entre los
municipios de Manizales, Chinchiná, Santa Rosa de Cabal y Pereira, que es donde
se presenta la alternancia de zonas montañosas y valles amplios, con características
de bosque húmedo y seco en áreas muy próximas. Otra, hacia el “antiguo camino
del Quindío”, entre Pereira, el Valle del Cocora y el “abanico Pereira-Armenia”, más
hacia el S-W, donde empiezan a encontrarse más estructuras funerarias en cancel y
de pozo con cámara lateral, así como ajuares idénticos a los localizados en algunos
sitios del suroccidente colombiano (Buga-Guabas, Ilama, etc). Esta zona, en Pereira,
corresponde al corregimiento de la Bella donde se sitúa la ciudadela El Remanso-
Guayabal.

En estudio realizado en el Comando de Policía Risaralda, (Quintana et al 2002), se


hallaron varias estructuras guaqueadas y material cultural asociado a grupos
humanos tardíos.

En el año de 2005 se reportan varias estructuras funerarias y cortes estratigráficos,


los cuales arrojan una importante variedad de materiales líticos y cerámicos, estos
últimos asociados a los “complejos tardíos” (Tabares et al. 2005). En el siguiente año
se efectúan varios cortes precerámicos en las urbanizaciones Canaán, Cañaveral,
Santa Mónica y Matecaña, líticos que contienen vestigios de maíz (Zea Mays) y yuca
(Mandioca sp) (Franco et al 2006). Es de anotar que estas evidencias se hallaron
hacia entre los 65 y 70 cm de la capa húmica.

En trabajos realizados en Unicentro y con base en las evidencias halladas en las


urbanizaciones Cañaveral, Matecaña y Santa Mónica, se reportaron varios
materiales cerámicos y una tumba (López y Aldana 2007). En relación a este sitio
quedan dudas sobre los materiales precerámicos no reportados en el sector de
Unicentro ya que el coordinador de esta investigación hizo meses atrás, y dentro del
proyecto de Cañaveral, varios recorridos por este sector encontrando 3 perfiles con
este tipo de materiales, los cuales no fueron reportados.
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Merece especial atención el proyecto realizado por la Universidad Tecnológica de


Pereira (López et al 2007) ya que se reportan varios yacimientos dentro de las áreas
de expansión urbana y en especial algunos proyectos donde se adelantarán planes
parciales. Sin embargo, es de aclarar, que esta investigación fue coyuntural y no se
diseñó ningún plan específico para que algunos de esto sitios arqueológicos no
fueran destruidos, como se puede evidenciar hoy día.

Merece destacar los hallazgos arqueológicos en el corredor vial Armenia-Pereira-


Manizales, Monitoreo fase II (Restrepo 2008), los cuales arrojan datos aún inéditos
para las ocupaciones tempranas en el municipio de Dosquebradas, Risaralda. En
esta fase de estudio, el investigador reporta en el Alto de Boquerón varias terrazas
antrópicas precolombinas las cuales muestran no sólo ocupaciones agroalfareras y
precerámicas sino también adecuación de espacios para cultivo y vivienda.

4.6 ETNOGRAFÍA
4.6.1 LA AGRICULTURA Y LOS ALIMENTOS EN LAS CRÓNICAS DE INDIAS

Varias de las principales motivaciones para que los grupos humanos prehispánicos
ocupasen los paleopaisajes de colinas planas y alargadas de determinados
territorios estuvieron asociadas a la disponibilidad, a la variabilidad de alimentos y a
las condiciones agroecológicas favorables para los plantíos de corta y mediana
duración. Al prevalecer estas condiciones sobre la ubicación geoestratégica, la
presencia de minerales o la fetichización del territorio, de plano se descarta que la
organización sociopolítica haya sido producto exclusivo de guerras, religión o lengua.
Al contrario, fueron las características económicas y políticas de cada época las que
impusieron los modos y relaciones de producción.

Al inicio de la conquista europea, las sociedades amerindias tenían un modo de vida


jerárquico-cacical basado en la agricultura y el intercambio. Las diferencias entre las
élites regionales existían debido a la competencia por la apropiación individual de
una porción de los excedentes generados por la producción agrícola, la explotación
del oro, el cobre o la sal, entre otros. Estas diferencias parcialmente se interpreta en
el registro arqueológico mediante las diferencias en los ajuares funerarios, el tipo de
vivienda y ubicación, las patologías óseas, etc.

Estudios de antropología biológica en osamentas de distintas épocas procedentes


de Illinois (Ubelaker 1.983 p 135) muestran la interacción directa entre dieta y
enfermedad. Así, las osamentas asociadas a grupos de recolectores-cazadores
presentan un adecuado balance nutricional. En la época de transición entre
recolectores-cazadores y agricultores de maíz, comunidades permanentes, ocurrió
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la mayor presencia de hiperostosis porásica y enfermedades infecciosas, al parecer,


asociadas ambas al agotamiento nutricional.

Los estudios comparativos entre consumo de alimentos, economía y cultura enseñan


que los avances o retrocesos en las fuerzas productivas y la calidad de vida están
asociados al monocultivo de productos considerados como básicos o tradicionales,
en este caso el maíz:

“Desde 1.970 el Dr. Marvin Allison del Colegio Médico de Virginia ha estudiado las
momas de Perú y Chile en un intento de documentar enfermedades en los tiempos
prehistóricos, y cómo el medio ambiente y las costumbres sociales cambian la
apariencia de dolencias particulares. Sus descubrimientos son numerosos y
fascinantes. Se encontró evidencia convincente de tuberculosis en momias tan
antiguas como de 3.000 años, mostrando que la enfermedad estaba presente en
América mucho antes de Colón. Los estudios de los intestinos conservados revelan
que numerosos parásitos, incluidas las lombrices intestinales, estaban presentes.
Las momias de los trabajadores de plata, mostraban partículas de este metal,
mezcladas con cobre y hierro, en los pulmones; evidencia de la enfermedad del
pulmón negro similar a aquella encontrada hoy entre mineros de carbón. Los
trabajadores de minas también muestran corazones grandes, hernias y problemas
de articulaciones prematuros, que probablemente fueron causados por las duras
tareas. Las disecciones de la vesícula biliar, revelaron cálculos biliares en muchas
momias, posible evidencia de una dieta alta en colesterol.”

Los alimentos no solo cumplieron el papel de satisfacer unas necesidades vitales


sino que además, y con la introducción de la agricultura, sirvieron como soporte de
las nacientes élites que a través de su control, generación y apropiación de
plusproductos crearon las condiciones óptimas para ejercer el dominio sobre el
territorio y la población:

“Usando una gran muestra de esqueletos excavados de 8 sitios en el este de


Tennesse, los arqueólogos estudiaron la relación entre la altura estimada de los
esqueletos individuales y el estado social del individuo en esa sociedad. El estado
social estaba indicado por la cantidad y clase de artefactos enterrados con la
persona…los análisis revelaron que los hombres de estado superior, eran más altos
que los de nivel inferior, pero las mujeres de ambos grupos eran de estatura
aproximadamente igual.” (Ibídem p 138).

Las características agroecológicas del eje cafetero hacen pensar que hubo un uso
agrícola intensivo de los suelos aluviales en contraposición al desarrollo de sistemas
de irrigación o de complejización social producto de los “desarrollos hidráulicos”:
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“El control económico mediante la propiedad de los recursos puede también ayudar
a explicar otros ejemplos de desarrollo de jefaturas no basadas en la irrigación. Coe
plantea que los cacicazgos olmecas dependieron de la propiedad sobre los
altamente productivos suelos, cuya fertilidad fue mantenida por los sedimentos de
las inundaciones anuales. Los cacicazgos circuncaribes y amazónicos se basaron
en la agricultura intensiva de las cuencas aluviales, como lo hicieron los cacicazgos
del Mississipi. El planteamiento de Carneiro respecto a que los cacicazgos dependen
de la circunscripción es un enunciado de este principio. La agregación de población
acompañando la intensificación y la competencia por más tierra productiva, simplifica
el control del trabajo en el que la movilización se puede basar.

La retribución de productos entre los jefes como parte de la movilización es


frecuentemente mencionada en relatos históricos y etnohistóricos, que permiten
algunas estimaciones sobre la renta cargada en los cacicazgos. Arqueológicamente,
la evidencia de movilización es más frecuentemente la distribución realizada
mediante almacenes centrales; generalmente se argumenta que el almacenamiento
en gran dimensión (visible) estuvo asociado con la economía política en contraste
con el oculto almacenamiento de la unidad familiar de una economía de
subsistencia…El control sobre la distribución de bienes de prestigio es la segunda
opción como medio para centralizar el poder en los cacicazgos. Los objetos de
riqueza y prestigio son encontrados en sociedades acéfalas al igual que en los
cacicazgos y en los estados. Ellos actúan en intercambios sociales (como valor de
dote por una novia o como pago por muerte), como depósito de valor convertible en
alimento y como símbolos de prestigio y autoridad…El papel de la riqueza como
almacenamiento de valor y la significancia de su intercambio regional puede ser una
artimaña que funciona como amortiguador contra la producción inestable de
alimentos (Earle 1.987 p-25-27).”

Algunos resultados de análisis microbotánicos en varios sitios arqueológicos del


Municipio de Santa Rosa de Cabal, Risaralda, (Aceituno S.F.) permitieron identificar,
a partir de los granos de polen, la cobertura vegetal y las plantas alimenticias
utilizadas durante el holoceno temprano y medio:

“Comenzando por los espectros bioestratigráficos, entre los palinomorfos se


identificaron palmas, frutales, tubérculos y gramíneas, plantas todas ellas que
indican el alto potencial alimenticio de recursos vegetales de esos bosques
Subandinos o premontanos. El grupo de plantas con mayor peso en la fitocenosis
local fueron las palmas, representado por los géneros Bactris, Genoma,
Astrocaaarryum, Scheelea, y Socratea los cuales se encuentran ampliamente
distribuidos, tanto en los bosques de tierras bajas como de montaña. Para las
culturas de bosque tropical, tanto contemporáneas como históricas, las palmas
siempre han constituido uno de sus recursos principales, tanto alimenticio como
fuentes de materias primas (Patiño, 1.997), así como un elemento natural incluido en
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la cosmovisión de muchos grupos (Morcote et al, 1.998)… La Passiflora se trata de


una enredadera perenne que produce frutos carnosos que llega a adaptarse a
altitudes que alcanzan los 3.000 m de altitud. En la región del Cauca todavía se
encuentra en estado silvestre la Passiflora mollisima conocida comúnmente como
curuba, la fruta de mayor contenido en vitamina B5. Otras especies silvestres de
Passiflora que crecen bien en la Cordillera Central son la granadilla (P. vitofolia), la
gulupa (P. pinnatistipula), la badea (P. quadrangularis) y el maracuyá (P.edulis)…el
otro gran bloque de plantas alimenticias lo constituyen, por una parte, un conjunto
muy importante de plantas tuberosas, representado por los géneros Dioscorea,
Xannthosma, y Manihot, y, por otra parte, dos géneros de plantas que producen
granos alimenticios: el Amaranthus y Zea mays…El género Dioscorea fue
identificado en los espectros del Jazmín y Guayabito. A este género pertenece la
especie D. trifiada, más conocida como ñame, uno de los principales cultivos
actuales en el trópico…el género Manihot sp. Aparece únicamente en el estrato III
de guayabito, para el cual no contamos con fecha de radiocarbono. Al igual que la
mayoría de los tubérculos, se trata de una planta muy rica en carbohidratos, pero
muy pobre en aminoácidos (Dufour 1.983)”

Los datos recuperados mediante análisis de fitolitos, dentales, coprolitos o de


crónicas son los referentes que más se emplean en los análisis de paleodietas. En
efecto, en la “provincia de los Quimbayas” (mapa 1), los cronistas escribieron algunas
notas relacionadas con el cultivo y el consumo de alimentos en estos territorios
durante la conquista española. Se infiere que muchos de estos hábitos alimenticios
se transmitieron de generación en generación. Las notas tomadas han hecho parte
de un exhaustivo y continuo trabajo de investigación que se inició desde la segunda
década del siglo XX (Academia Caldense de Historia 2007):

“No eran estos indios grandes comedores, pero en el beber se enmendaban, por ser
ordinario el que bebe mucho comer poco. Era esto tan enviciado en ellos, que en
teniendo la totuma con la chicha en las manos, bebían, danzaban, cantaban,
orinaban, todo junto, que era su mayor fiesta. Si los caciques morían sin hijo,
quedaba en el gobierno la principal de sus mujeres, y ella muerta, lo heredaba el
sobrino, hijo de la hermana. Dentro de sus casas enterraban los muertos en las
bóvedas y con sus comidas y bebidas, como hemos dicho en otras partes. La tierra
era, y aún hoy lo es, bien amena y deleitosa de frutales a las márgenes de los ríos”.
(Ibídem P 91).
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Figura n°2. Propuesta para periodización arqueológica en el Cauca Medio. Fuente:


equipo de trabajo
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Figura n°3. Mapa Grupos indígenas en la región, época de la conquista española.


Fuente: Luis Duque Gómez, 1986.
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En relación con la explotación de la sal en Cartago La Vieja, hoy Pereira:

“Tienen fuentes cerca del pueblo de agua salada, de que se hace la sal de un modo
maravilloso. Y es que echan el agua en pailas de cobre, no en barro porque no cuaja,
y cuando se va espesando al fuego, lo apartan y vuelven a desleír con agua salada,
y volviendo a hervir con ella hasta que se cuaja en granos, no en pan como la de
este reino, la sacan, y envuelta en un paño la meten y aprietan entre ceniza fría, con
que salen los granos de sal al muy blancos y buenos. De arroba y media de agua se
saca una libra de sal. Hay en muchas otras partes cerca de esta agua de sal, como
es en el sitio de Talanquera, Carrapa y Arba donde se hace muy buena”. (p 92).

Otra importante descripción que hace el cronista tiene que ver con la disponibilidad
de alimentos hacia la segunda mitad del siglo XVI:

“Las granjerías de los vecinos son crías de ganados mayores, en especial el vacuno
se da con maravillosa abundancia. De los menores, se crían cabras, puercos; el de
lana no se da; gallerías de las nuestras hay con abundancia. De las aves y animales
de la tierra hay, como hemos dicho de las provincias sus convecinas, muchos
paujíes, pavas, faisanes; muchas suertes de monos, tigres, leones, osos y muchas
chuchas. Trigo se diera, si lo sembraran…En partes se crían valentísimas y anchas
ceibas y otros árboles huecos, donde cría y hacen sus compuestos muchas suertes
de abejas de dónde sacan mucha y buena miel y cera. Hay también árboles de todas
frutas de la tierra, como aguacates, guamas, guayabas, caimitos y otras. De las de
Castilla se dan algunas como higos, uvas, granadas, pero todas las hortalizas y
legumbres maravillosamente. Los repollos, de ordinario, no se siembran de semilla
sino cortando un tallo lo meten en la tierra y dentro de tres meses se hace un muy
buen repollo. Y no me alargo más a tratar de las costumbres de estos indios, por
estar ya casi del todo consumidos y haberlo tratado bien Cieza”. (p 93).

Es de anotar que las descripciones de los alimentos hechas por los cronistas son
escasas y dedicadas exclusivamente a cultivos regionalmente conocidos y que han
sido tradicionales entre los campesinos como el maíz, fríjol, aguacate; peces, curíes,
faras, perros de monte, etc. Es de destacar, por ejemplo en las crónicas de Simón,
la descripción de los indios de Anserma donde ya es común el consumo de alimentos
europeos y americanos:

“…Éntranles los bastimentos de harina, ropa y otros menesteres, de este Reino; tiene
tan grandes crías de ganado mayor, que si hubiera para donde, pudieran sacar
mucho de allí; el de lanar no se da, por no favorecerle la tierra; dáse cabrío y puercos;
gallinas de las nuestras se dan por extremos y a montones; también se dan algunas
de las frutas de Castilla como higos, granadas, uvas; pero las de la tierra, con
grandísima abundancia; las legumbres de Castilla se dan maravillosamente, y
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hortalizas, como lechugas, repollos, culantro, yerbabuena y las demás. Algunos


ingenios tienen de cañas dulces, de que hacen azúcar y miel para el gasto de la
ciudad, en que también se crían niguas, culebras de todas suertes, muchos ratones
y murciélagos; de mosquitos no están excusados”. (Ibídem p. 82).

De la lectura de las crónicas queda la sensación que los alimentos consumidos hoy
día en la región cafetera milenariamente fueron utilizados por los indígenas.
Realmente la dieta era más variada de lo que comúnmente se cree, si nos atenemos
a lo dicho por los cronistas. El maíz no sólo se empleó para hacer masas, arepas o
chicha sino también masato, el cual hoy día es inexistente en la dieta regional.

Las relaciones económicas internacionales y en general la pauperización de las


condiciones económicas han hecho que, inclusive, el maíz desaparezca como
alimento cotidiano.

5.0 METODOLOGÍA

5.1 Aspectos generales


Las labores de prospección consistieron en inspeccionar, en sondear, en
georreferenciar y analizar los resultados de los muestreos mediante un registro ágil
y detallado de la información que eventualmente resultase durante la ejecución de
las actividades del proyecto.El objetivo del estudio arqueológico que se efectuó en la
“Pequeña Central Hidroeléctrica de Morro Azul” fue prevenir cualquier afectación al
patrimonio arqueológico. Parte del proceso de prospección consistió en:

1. Dar a conocer las disposiciones legales.


2. Cumplimiento del plan de manejo ambiental
3. Reconocimiento del área
4. Inspecciones a las áreas de influencia
5. Muestreos
6. Georreferenciación
7. Divulgación arqueológica (ver anexo y radicado 0059 de 2013)

Para efectos metodológicos de la investigación se partió de un contexto geocultural con el


propósito de describir tanto las secuencias de ocupación humana como eventualmente su
temporalidad.

Una vez reconocidas las áreas a inspeccionar durante el reconocimiento del sitio, se
procedió a identificar las posibles áreas de ocupación o de aprovechamiento antrópico
pasado. Posteriormente se observó la geoforma y el contexto paisajístico. Es de resaltar la
alta dinámica fluvial de los ríos Risaralda y Guática así como las fuertes pendientes que
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imposibilitan el acceso a la mayor parte de los terrenos a inundar. Es de resaltar también


que en amplias zonas la proporción de arena, limo y arcilla es regular. Este no se considera
un ambiente óptimo para el desarrollo radicular de las plantas y por ende de actividades
agrícolas permanentes.

5.2 PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA

El estudio se realizó con la finalidad de dar cuenta del potencial arqueológico de la zona en
un total de 12 ha. No obstante, y como se aprecia en la Tabla 2, el área se redujo a 2,5 Ha.
Como se puede apreciar en las fotografías de paisaje, la mayor parte de la zona se
caracteriza por escarpes y en general por las fuertes pendientes. Es de resaltar (ver figura
2) que el área a la cual pertenece el proyecto se halla es en la Subregión del Cauca Medio
en la cual (como se aprecia en el anexo de revisión bibliográfica), se han reportado
materiales culturales desde el Holoceno Temprano.

En los anexos en Cd se halla la visita efectuada al Museo Eliseo Bolívar de Belén de Umbría
al igual que un folleto el cual se hizo entrega a la empresa y al Icanh mediante diagnóstico
de las áreas de influencia directa (RAD ICANH 0059 de 2013).

Una prospección sistemática consiste en ubicar yacimientos arqueológicos mediante la


observación, comprobación, registro e interpretación de una serie de variables físicas y
culturales que reúnen datos geológicos, geomorfológicos y fisiográficos; así como la
disposición, uso de recursos, el manejo y la adecuación del espacio..
.
El conjunto de estos elementos, permitirá acercarse al conocimiento de las diferentes
manifestaciones socio – culturales de los grupos prehispánicos que habitaron la región.

La consulta previa de los antecedentes ha proyectado la necesidad de regionalmente llevar


a cabo un registro arqueológico preciso en cuanto a su ubicación espacio –que permita
establecer actividades de subsistencia; clarificar las periodizaciones y comprender mejor
las actividades que estuvieron ligadas por ejemplo a una adecuación y manejo del espacio.

La definición de las unidades de paisaje una vez ubicadas y descritas fue recorrida y
revisada minuciosamente mediante la observación de aquellas áreas que revistieran cierta
importancia para su ocupación.

Complementaria a la actividad de observación con fines de recuperar material en superficie,


se hicieron algunas observaciones de perfiles en los sectores que mostraban taludes o
desbancados.

La prospección arqueológica se llevó a cabo en el sitio Casa de Máquinas, contiguo al río


Risaralda. Nuevamente se aclara que el área de afectación se redujo a 2,5 Ha. En las
áreas de influencia se realizaron de manera aleatoria 125 muestreos con orientación Norte-
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Sur cada 10 a 15 metros de distancia uno del otro en promedio, con dimensiones de 50 cm
de ancho por 50 cm de largo en algunos casos y otros de 40 cm de ancho por 40 cm de
largo. Las profundidades oscilaban entre los 50 y 40 cm, puesto que se trataba de una zona
sin evidencia de material arqueológico. Cada pozo fue debidamente georreferenciado y se
le tomó la respectiva foto.

Cabe resaltar que los pozos de sondeo realizados se caracterizaban por un suelo
homogéneo y compacto, a algunos se les tomó el color con la Tabla Munsell, entre ellos se
encontraban el 10YR 3/1 very dark gray a los 30 cms del pozo de sondeo 04, 10YR 4/4
Dark yellowish Brown pozo de sondeo 05-12-19-25, 2.5 yr ⅝ Red, pozo de sondeo 09 y 10,
10YR 4/6, 7.5YR 2.5/1 Black, pozo 14-15-16-17-18-20-21-22 la estructura de estos últimos
eran bloques subangulares de grandes a medianos. Debido a la textura de estos suelos y
a la falta de evidencias del uso del mismo por parte de sociedades prehispánicas, no se
realizó el análisis de suelos.

Fotografía 2: Pozo de sondeo Nª 01

Todas las áreas de influencia directa, 2,5 Ha, fueron prospectadas e inspeccionadas. Se
hace énfasis en que el polígono inicial fue de 12 Ha pero la Empresa y el respectivo
licenciamiento la redujeron dentro del mismo a 2,5 Ha. El impacto de la obra en relación
con los materiales culturales es mínimo no solo por la superficie a intervenir sino
fundamentalmente por el tipo de obra a realizar, la topografía y el hecho de que las áreas
de influencia directa se hallan en un plano históricamente inundable.
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Fotografías 3, 4 y 5: Área prospectada (Casa de Máquinas)

Fotografía 06: Pozo de sondeo Nª 5


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Fotografía 07: Pozo de sondeo Nª 9

Fotografía 08: Recorrido por el sitio Casa de Máquinas


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Fotografía 9: Pozo de sondeo Nª 22

Luego del proceso de prospección se evidenció que el lugar estudiado no tenía evidencias
de ocupaciones prehispánicas, puesto que no se halló ningún tipo de material arqueológico.
Aun así a pesar de que en el sitio no se hubiesen reportado evidencia, se propone un
programa de divulgación arqueológica como medida de manejo.

Fotografía 10: Área prospectada


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MUESTRE PROFUNDID ALTUR RESULTAD


ID O A A ESTE NORTE OI
-
PCH MORRO 75,5120000000 5,0640500000
AZUL 1 50cm 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8125166667 5,1897000000
AZUL 2 50cm 1108m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8125500000 5,1896666666
AZUL 3 50cm 1112m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124166667 5,1897000000
AZUL 4 50cm 1115m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123500000 5,1897666666
AZUL 5 50cm 1108m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123333333 5,1898500000
AZUL 6 50cm 1122m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122666667 5,1900833333
AZUL 7 40cm 1149m 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124166667 5,1901500000
AZUL 8 40cm 1143m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124000000 5,1901666666
AZUL 9 40cm 1142m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121833333 5,1904166666
AZUL 10 40cm 1153m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118833333 5,1904333333
AZUL 11 40cm 1154m 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119500000 5,1904666666
AZUL 12 40cm 1153m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118000000 5,1904666666
AZUL 13 40cm 1152m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118500000 5,1904166666
AZUL 14 40cm 1152m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116333333 5,1902166666
AZUL 15 40cm 1148m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8115333333 5,1899666666
AZUL 16 40cm 1143m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117166667 5,1900000000
AZUL 17 40cm 1142m 0 0 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8117666667 5,1898166666
AZUL 18 40cm 1138m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118833333 5,1896166666
AZUL 19 40cm 1134m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118000000 5,1890000000
AZUL 20 40cm 1105m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118166667 5,1890000000
AZUL 21 40cm 1106m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120666667 5,1889833333
AZUL 22 40cm 1105m 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124833333 5,1889166666
AZUL 23 40cm 1102m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8128500000 5,1888500000
AZUL 24 40cm 1103m 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126833333 5,1888666666
AZUL 25 40cm 1103m 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124386758 5,1888809664
AZUL 26 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123526938 5,1889252862
AZUL 27 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122940150 5,1889754861
AZUL 28 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124571631 5,1889427181
AZUL 29 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124299922 5,1889283115
AZUL 30 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123841080 5,1889655354
AZUL 31 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123510850 5,1890142670
AZUL 32 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122766155 5,1890284701
AZUL 33 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121906535 5,1890627433
AZUL 34 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122564393 5,1890958852
AZUL 35 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8122276966 5,1891518014
AZUL 36 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121718574 5,1891559953
AZUL 37 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121590992 5,1890928198
AZUL 38 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121767268 5,1888675248
AZUL 39 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121007743 5,1889075590
AZUL 40 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120935365 5,1889477308
AZUL 41 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120534815 5,1889332983
AZUL 42 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119819180 5,1889259789
AZUL 43 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119246186 5,1889445220
AZUL 44 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119817807 5,1889948694
AZUL 45 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119358880 5,1890363990
AZUL 46 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118658704 5,1889716736
AZUL 47 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117398792 5,1889785973
AZUL 48 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116838826 5,1890617282
AZUL 49 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118441940 5,1890735311
AZUL 50 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118727479 5,1891123394
AZUL 51 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118153569 5,1891768095
AZUL 52 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118938580 5,1892946552
AZUL 53 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8119670161 5,1892201701
AZUL 54 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120371938 5,1892045232
AZUL 55 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121673682 5,1892535816
AZUL 56 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121958592 5,1893239647
AZUL 57 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121084971 5,1893424476
AZUL 58 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120011160 5,1893494086
AZUL 59 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118092245 5,1893805992
AZUL 60 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117264488 5,1892526983
AZUL 61 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118965237 5,1893936911
AZUL 62 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8115805774 5,1891784920
AZUL 63 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116517976 5,1893580377
AZUL 64 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117051662 5,1895160194
AZUL 65 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118626089 5,1895306871
AZUL 66 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120344029 5,1895274432
AZUL 67 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121418055 5,1895097180
AZUL 68 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122528155 5,1894776478
AZUL 69 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123242075 5,1895710804
AZUL 70 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123849557 5,1896178469
AZUL 71 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8122846824 5,1896499386
AZUL 72 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121307470 5,1896711586
AZUL 73 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119231068 5,1897030352
AZUL 74 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117406118 5,1896883174
AZUL 75 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116188365 5,1897347181
AZUL 76 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8114825022 5,1899030838
AZUL 77 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8114429484 5,1899962941
AZUL 78 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8115250841 5,1900861602
AZUL 79 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116180567 5,1901258152
AZUL 80 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117179152 5,1903018304
AZUL 81 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117643193 5,1903629204
AZUL 82 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118789012 5,1903344455
AZUL 83 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120721546 5,1903384208
AZUL 84 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121617271 5,1902883674
AZUL 85 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121976591 5,1902166781
AZUL 86 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121656636 5,1901089722
AZUL 87 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121946308 5,1899403913
AZUL 88 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121805012 5,1898470733
AZUL 89 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8120588688 5,1898217133
AZUL 90 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119153554 5,1900008288
AZUL 91 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118576567 5,1902195850
AZUL 92 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8123726175 5,1904215481
AZUL 93 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124228150 5,1903750038
AZUL 94 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124086925 5,1902780979
AZUL 95 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124837850 5,1903105408
AZUL 96 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8125518484 5,1902783846
AZUL 97 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126128470 5,1901995694
AZUL 98 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126452500 5,1901027566
AZUL 99 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8125415979 5,1900343758
AZUL 100 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8125525204 5,1899411080
AZUL 101 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126562798 5,1899556681
AZUL 102 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8127169709 5,1900311389
AZUL 103 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8127959282 5,1899200671
AZUL 104 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8127531459 5,1898374560
AZUL 105 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126135904 5,1898264123
AZUL 106 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126459648 5,1897439517
AZUL 107 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
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-
PCH MORRO 75,8127783697 5,1897513929
AZUL 108 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8129249972 5,1898055074
AZUL 109 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8130145125 5,1897841583
AZUL 110 10 CM SIN 0 0 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8122404863 5,1891991895
AZUL 111 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121355322 5,1891855838
AZUL 112 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120131629 5,1892905885
AZUL 113 10 CM SIN 0 9 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8118949277 5,1892367700
AZUL 114 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117405180 5,1891369517
AZUL 115 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121456517 5,1888966455
AZUL 116 10 CM SIN 0 6 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8124892861 5,1888667155
AZUL 117 10 CM SIN 0 5 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8126248067 5,1888669868
AZUL 118 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120856951 5,1892907338
AZUL 119 10 CM SIN 0 8 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8120491735 5,1894188741
AZUL 120 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8121694357 5,1894133741
AZUL 121 10 CM SIN 0 3 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119918159 5,1894666000
AZUL 122 10 CM SIN 0 7 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8119611196 5,1895449975
AZUL 123 10 CM SIN 0 2 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8117532765 5,1894393313
AZUL 124 10 CM SIN 0 1 NEGATIVO
-
PCH MORRO 75,8116464021 5,1894314626
AZUL 125 10 CM SIN 0 4 NEGATIVO

Tabla N0 3. Muestreos. Negativos.


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A pesar de no haberse encontrado material arqueológico, existe un puente de 1945 en el


sitio Los Encuentros, en el cual se unen los ríos Risaralda y Guática, y comunica los
departamentos de Risaralda y Caldas. No se trata de una estructura arqueológica.

Se hace énfasis, ver tabla No 1, en que el proyecto se redujo de 12 Ha a 2.5 Ha, lo cual
imposibilita aún más el reporte de materiales arqueológicos.

5.3 Análisis general de paisaje


Colombia se caracteriza por la composición de gran variedad de materiales
parentales, provenientes de las formaciones geológicas resultado de eventos como
el vulcanismo y la glaciación. Desde el punto de vista geológico para el departamento
de Caldas, ha sido sometido a varios procesos tectónicos y vulcanológicos. Las
vertientes de montaña están constituidas por materiales de naturaleza metamórfica,
ígnea y sedimentaria, cubiertas por mantos de cenizas volcánicas.

La zona está localizada sobre un relieve montañoso, cañones estructurados y


vertientes. Respecto a la formación geológica, el complejo de rocas del lugar está
conformado por esquistos, filitas y cuarcitas junto a los depósitos volcánicos y
formaciones rocosas de andesitas, por ceniza volcánica y meteorización de rocas
metamórficas, color café o pardo oscuro; el uso del suelo principalmente es de uso
forestal, agrícola (varios cultivos de plátano, caña panelera, café) y pecuario.

En la zonas con pendientes más fuertes, las capas de cenizas volcánicas son menos
espesas, y se puede ver el afloramiento de rocas metamórficas e ígneas; esto,
debido a la continua pérdida de las capas de ceniza por lixiviación produciendo
deslizamientos y desprendimientos masivos.

Entre el paisaje se destaca la formación montañosa conformada por materiales de


origen volcánico, paisaje aluvial, de igual manera terrenos altamente escarpados,
con relieve quebrado, ondulado y presencia de hondonadas.

6.0 RESULTADOS DEL ESTUDIO

El estudio realizado para las áreas de influencia directa del Proyecto Pequeña
Central Hidroeléctrica de Morro Azul no detectó evidencias arqueológicas que
permitieran inferir que el área fue ocupada permanente o temporalmente en
determinada época. La mayoría de las áreas inspeccionadas y prospectadas son de
escarpe. A esto se suma el hecho que las dinámicas fluviales de los ríos Guática y
Risaralda es muy alta durante casi todo el año, lo cual hace de las partes bajas áreas
muy sensibles a inundaciones. De todas maneras Risaralda Energía deberá dar
continuidad al Programa de Arqueología Preventiva en la Modalidad de Inducciones
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y de divulgación arqueológica. Estas tendrán además la socialización de un protocolo


de hallazgos fortuitos en caso de requerirse.

7.0 BIBLIOGRAFÍA

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3.4 Otras fuentes para consultar

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Conjuntos Líticos. Boletín de Antropología Vol. 11. No. 28:157 –158. Departamento
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BIBLIOGRAFÍA ANEXA

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Los Grupos Cazadores-Recolectores De La Amazonia Colombiana. Caldasia. No 20.
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Intertropical. Revista academia colombiana de ciencias naturales y exactas. No 21.
79. Bogotá.

Ubelaker, Douglas. 1.983. Huesos Humanos y Arqueología. En: Miscelánea


Antropológica Ecuatoriana No 3. Quito.

7.1 OTRAS FUENTES PARA CONSULTAR

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entre Los Muiscas del Altiplano Cundiboyacense. El Caso de las Deformaciones
Craneanas. Departamento de antropología. Universidad Nacional de Colombia.
Inédito. Bogotá.

Daza, G. y D. Rojas. 2001. Estudios Arqueológicos en la Ciudadela Frailejones,


Municipio de Salento (Quindío). Arqueología preventiva en el Eje Cafetero. Convenio
Icanh- Forec-Secab.

Gómez, Jaime y Correal, Gonzalo. 1.974. Evidencias de Cirugía Craneana


Prehistórica en Colombia. En: Revista Colombiana de Antropología. Vol XVI. Instituto
Colombiano de Cultura-Instituto Colombiano de Antropología. Bogotá.

Guhl, Ernest. 1975. Colombia: Bosquejo de su Geografía Tropical. Biblioteca básica


colombiana. Tomo 1. Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá.

Hettner, A. 1893. Die Anden des westichles kolumbiens. Petermanns Mitteilungen.


Vol XXXIX. Berlín.

Múnera, Luís Carlos; Monsalve Oscar y Silvia Helena Botero.1997. Arqueología de


Rescate, Vía Alterna Troncal de Occidente. Sector Río Campoalegre-Estadio Santa
Rosa de Cabal. Informe elaborado para Invías-Integral s.a. Medellín.(sin publicar).

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Entre los Siglos VII – XVI D.C. (Culturas Guabas y Buga). Revista Museo del Oro.
Boletín no. XXIV: 73 – 88 Bogotá.
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Año 1 No 2. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.

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Área de Influencia del Proyecto de Desarrollo Vial Armenia Pereira Manizales,
Autopista de Café. Instituto Nacional de Vías, Autopistas de Café s. a., Centro de
Investigaciones Sociales Antonio Nariño. Documento elaborado para Invías-
Autopistas del Café s.a.-Cisan. Bogotá. (Inédito).

8.0 PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO

TIPO DE INTERVENCIÓN
MEDIDA: DIVULGACI´ON ARQUEOLOGICA
Información de la empresa contratante: RISARALDA ENERGIA. Gestión Social. CEl:
322 347 2288
Ley: disposiciones del ICANH; Ley 397 de 1997; Decretos 1858 de 1999; Decreto
reglamentario 833 de 2002; Ley modificatoria 1185 de 2008; Decretos 763 de 2009
Objetivo:Se propone la realización de actividades que lleven a la salvaguarda del
Patrimonio Arqueológico.
 Evitar la destrucción del patrimonio arqueológico, recuperando las evidencias y contextos
de los yacimientos que no fueron detectados durante la prospección y que puedan ser
destruidos durante la construcción de las obras.
Metas:
 Ampliar el panorama arqueológico regional y Nacional con el Etapa: Durante las
aporte de nuevos datos. etapas de
 Proporcionar una información de relevancia cultural a la construcción.
Población.
Tipo de Medida:
 Impactos: Destrucción del Patrimonio arqueológico de la Nación.
Divulgación
Acciones a desarrollar:
1. Trabajos en campo: El arqueólogo debe diseñar trabajos tendientes a socializar
la información arqueológica de manera coherente y ordenada
2. Velar por la recuperación de evidencias fortuitas, previa autorización del Icanh.
3. Diseñar un cronograma de intervenciones acorde a la programación de obra y los
requerimientos del Icanh en caso de hallazgos fortuitos.

ACTIVIDAD 1 : INDUCCIONES HSE PARA OPERARIOS (PERSONAL DE PLANTA Y


CONTRATISTAS)
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MEDIDA: DIVULGACI´ON ARQUEOLOGICA


Como resultado del estudio, es necesario que RISARALDA ENERGÍA implemente en sus
induccones HSE un protocolo de divulgación arqueológica con la finalidad de que los
operarios, personal de las áreas civil y ambiental protejan y eviten la destrucción de los
materiales arqueológicos subyacentes. Estas inducciones deberán efectuarse con la
asesoría temporal de personal especializado, arqueólogo, y deberán soportarse mediante
registros fotográficos, fílmicos o de asistencia

ACTIVIDAD 2: PROTOCOLO DE HALLAZGOS FORTUITOS

En caso de que se presentasen hallazgos arqueológicos fortuitos se deben tomar las


medidas correspondientes para proteger el Patrimonio Arqueológico.

Procedimientos a seguir en caso de hallazgos arqueológicos fortuitos

- En caso de hallar material arqueológico deberán detenerse las obras en el área


específica del hallazgo.
- Acordonar el área.
- Informar al superior encargado para que reporte la situación al profesional de gestión
social, ambiental o arqueólogo que se encuentre en la zona. Se debe evitar el saqueo,
comercialización o daño de objetos arqueológicos (cerámica, líticos, metales, restos
óseos) estableciendo medidas de seguridad y control pertinentes de acuerdo a las
características del hallazgo arqueológico.
- Se debe evitar la manipulación, rayado, marcado o cualquier otro tipo de afectación o
alteración que se pueda ejercer sobre el material arqueológico reportado ante
eventuales hallazgos. En el caso de arte rupestre (pictografías o petroglifos)
adicionalmente evitar limpieza y aplicación de pinturas sobre los diseños.
- Ante un hallazgo fortuito no se debe intentar una excavación por cuenta propia, ya que
es posible que durante su ejecución se alteren los depósitos en los que se encuentran
las evidencias, se afecten materiales arqueológicos y se destruyan datos relevantes
para la interpretación de las evidencias arqueológicas. Es necesario anotar que
excavaciones en contextos arqueológicos realizadas por personas que no cuenten con
una Autorización de Intervención Arqueológica por parte del ICANH, son actividades
ilícitas que acarrean sanciones legales y económicas.
- La actividad podrá continuar cuando el arqueólogo lo autorice.
- La información obtenida en campo será entregada en informes que deberán ser
remitidos al ICANH para su verificación y control según los lineamientos de esta
entidad.
-
Para realizar actividades de salvamento o rescate se deberá tramitar una Autorización de
Intervención Arqueológica ante el ICANH.

Lugar de aplicación: Áreas de influencia directa de la Pequeña Central Hidroeléctrica de


Morro Azul

Población beneficiada: Obreros


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MEDIDA: DIVULGACI´ON ARQUEOLOGICA


 Mecanismos y estrategias participativas:
 Realizar un taller informativo dirigido a los operarios y responsables de la obra.
Personal requerido: Arqueólogo.
Indicadores de seguimiento a la actividad
 Registros fotográficos
 Registros de asistencia
Responsable de la ejecución: Risaralda Cronograma: Sujeto al cronograma de
Energía obra. Durante la construcción de las obras.
Responsable del Seguimiento: ICANH, Tiempo: El pactado entre empresa y
CORPOCALDAS. profesional
Presupuesto: El convenido entre las partes.

DIVULGACIÓN DE LA INFORMACIÓN
DIVULGACIÓN Y PLAN DE CONTINGENCIA EN CASO DE HALLAZGOS
FORTUITOS
Objetivo:La divulgación de la información arqueológica se deberá realizar ante
los trabajadores del Proyecto, propiciando un espacio de diálogo y entendimiento
de las normativas que rigen sobre el patrimonio arqueológico. Se propone la
realización de una jornada capacitación en la que se explique de manera clara y
puntual las medidas a tomar en caso de hallar materiales arqueológicos dentro de
las áreas del proyecto.
Metas: Dar a conocer al 100% los resultados del Programa de
Arqueología Preventiva a los trabajadores del Proyecto. Etapa:
 Dar a conocer los teléfonos de contacto de las entidades que velan durante la
por el patrimonio cultural de la Nación (ICANH, Ministerio de la etapa de
Cultura, Policía Nacional, Alcaldía Municipal, Casa de la Cultura, construcción.
Universidades).
Tipo de
 Impactos: Destrucción de yacimientos no identificados en el
Medida:
reconocimiento Arqueológico.
Preventiva
Acciones a desarrollar: El arqueólogo debe diseñar la presentación de los
resultados con medios audiovisuales y prácticos, que responda a las expectativas
de la población, la empresa y las entidades locales que protegen el patrimonio
cultural.
Esta presentación deberá desarrollar y reforzar temas como: ¿Qué es la
Arqueología? ¿Qué es el Patrimonio Cultural de la Nación? ¿Cuáles son las
Leyes que protegen el Patrimonio? ¿Cuáles son las entidades responsables del
tema? ¿Cuáles son los procedimientos para realizar los estudios arqueológicos?
¿Cómo hace un arqueólogo para hallar los vestigios del pasado? ¿Cuáles son las
etapas de investigación? ¿Por qué es importante la conservación y protección del
patrimonio arqueológico?
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DIVULGACIÓN Y PLAN DE CONTINGENCIA EN CASO DE HALLAZGOS


FORTUITOS
Qué se debe hacer en caso de hallazgos fortuitos:
1. Suspender toda obra que se esté realizando en el área o sector de la explotación
minera.
2. Aislar la zona con cinta de seguridad.
3.
4. Restringir el acceso a toda persona al área del hallazgo.
5. Realizar un breve registro fotográfico del contexto exterior del hallazgo.
6. Dar aviso al Instituto Colombiano de Antropología e Historia, mediante un llamada
telefónica (1- 5619400 ext. 121) reportando el hallazgo.
7. Enviar el registro fotográfico a las direcciones electrónicas del Icanh,
www.icanh.gov.co.
8. Brindar la información clara y concreta sobre la ubicación y los elementos hallados.
El ICANH por su parte deberá dar aviso a las entidades municipales y a la Policía
Nacional de la localidad adscrita al área del hallazgo, para que brinden protección,
evitando el saqueo. Además, el ICANH viajará al sitio del hallazgo o buscará
apoyo técnico en las entidades de investigación o universidades de la región.
Por último, y de acuerdo al diagnóstico y la valoración del hallazgo, el ICANH
podrá solicitar a los dueños del Proyecto la realización del trámite de intervención
del Patrimonio Arqueológico, en cualquiera de las fases de arqueología
Preventiva.
Lugar de aplicación: Áreas de influencia directa de la Pequeña Central
Hidroeléctrica de Morro Azul
Población beneficiada: De manera directa los empleados del Proyecto y la
comunidad en general.
Personal requerido: un arqueólogo.
Indicadores de seguimiento y monitoreo:
 Listados de personas convocadas a cada encuentro comparado con el número de
asistentes al proceso.
 Registro fotográfico.
Cronograma: Se debe coordinar por
Responsable de la ejecución: Dueño
parte del coordinador ambiental o social
del Proyecto.
las fechas de realización.
Presupuesto: El pactado entre las partes

9.0 COMPLEMENTO A LOS ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS


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En este subcapítulo, y en relación con los escasos informes arqueológicos que se


hallan en la biblioteca del Icanh para los municipios referidos, se destaca que los
mismos hacen parte de la Cuenca Media del Río Cauca y que ambos fueron objeto
de la conquista por parte d elas tropas de Robledo.

En la región del Cauca Medio desde hace ya varias décadas se han venido
realizando estudios arqueológicos encaminados a dilucidar las múltiples incógnitas
existentes con respecto a los modos de vida (subsistencia, organización social, etc.)
de los antiguos pobladores del sector centro y suroccidental de Colombia. Es así,
como se trata de precisar la antigüedad y cambios tecnológicos en su utillaje a través
del el tiempo de estos grupos humanos, las cuales según las más recientes
investigaciones se remontan a 10.000 años antes del presente (A.P.). A continuación
se mostrará un estado de la investigación arqueológica en la región, recurriendo a
una división tecnológica y de apropiación entre ocupaciones precerámicas y
ocupaciones agroalfareras.

9.1 Ocupaciones precerámicas en el Eje Cafetero.

Han sido varias las investigaciones adelantadas en la región del Eje Cafetero que
han registrado la presencia de grupos tempranos desde hace por lo menos 10.000
años. Trabajos efectuados en cercanías a los municipios de Marsella en el sitio La
Selva con fechas de 9040 y 7735 A. P (Patiño 1996), Villamaría en cercanía de
Manizales fechado para 6570 A.P (Rodríguez 1996), Chinchiná y Santa Rosa de
Cabal en los sitios El Jazmín y Guayabito con fechas de 9070, y 8040 (Múnera y
Monsalve:1996-1997;Tabares y Vergara:1996), Pereira en los sitios Hacienda Cuba
y La Mikela con fechas de 9730 y 4220 A. P.(Cano 1998) Los materiales registrados
durante estas investigaciones están asociados a bases de piedra, lascas de cuarzo,
cantos rodados con bordes usados, rocas quemadas, placas, yunques, rompecocos
y azadas.

En las excavaciones realizadas durante la construcción del Proyecto de desarrollo


Vial entre Armenia – Pereira y Manizales; se han reportaron artefactos líticos en el
municipio de Salento que corresponden con materiales para el desmonte y la
trituración de alimentos, fechados para el 9680, 8480 y 7400 A P. y asociados a
juglans neotropica (Nogal) (Rojas y Tabares 2000); en Santa Rosa de Cabal en la
Hacienda San Germán se reportaron dos sitios de ocupación temprana de 7250 y
6540 A.P. representado por materiales para el desmonte y macerado.(Ibíd.)
Igualmente en la Variante Sur de Pereira en el sitio La Montañita se excavó un sitio
con materiales líticos representados por cantos rodados con superficies desgastadas
asociados a Persea americana (aguacate) fechados para el 7300 A.P.(Cisan 2001).
Igualmente en el sitio 26 de la variante sur de Pereira, se acaba de obtener una
nueva la cual ubica a grupos tempranos para el 9540 a. P. (Restrepo 2009.) Lo
anterior ha permitido recuperar información acerca de las primeras ocupaciones de
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esta región por parte de grupos precerámicos y cuyos materiales están asociados
con una tradición macro que abarcan parte de Centroamérica y el noroccidente de
Sudamérica.

Los diferentes conjuntos excavados reiterativamente presentan instrumentos


elaborados con una tecnología simple de percusión mal controlada y artefactos
modificados por uso, que al parecer evidencian una economía de manejo,
recolección y procesamiento de vegetales (Múnera y Monsalve 1996, 1997;
Rodríguez y Montejo 1997).

Las investigaciones adelantadas en el occidente colombiano permiten establecer


una cronología para la ocupación precerámica de la región, que abarca desde
aproximadamente 10.000 A.P., en los comienzos del Holoceno, hasta 4.000 A. P.,
en el llamado Holoceno tardío.

Los materiales recuperados de los diferentes sitios comparten una serie de rasgos
tecnológicos, morfológicos y funcionales, como la tecnología simple de producción,
la ausencia de útiles bifaciales con retoques a presión controlada y su probable
utilización para el procesamiento de vegetales.

Generalmente, estos artefactos han sido asociados con una economía generalizada
de apropiación, explotación y aprovechamiento de recursos vegetales, a pesar de
que para la época comprendida entre el sexto y quinto milenio antes del presente
existen evidencias de polen de maíz en el Valle de El Dorado (Bray et al. 1989).

Las grandes similitudes tecnológicas y funcionales entre los conjuntos líticos del
occidente colombiano y los reportados en otros países como Panamá (Ranere y
Cooke 1995), Perú y Ecuador, suelen ser explicadas a partir de la definición de una
amplia tradición tecnológica, que se manifiesta desde el noveno milenio antes del
presente y que abarcaría parte de Centroamérica y la parte noroccidental de
Suramérica. Lo cual, hace parte de un tipo de adaptación de grupos recolectores y
cazadores de especies menores adaptados a medios ambientes de Bosques
Tropicales (Ibíd.).
De manera muy general, se podría definir tal tradición por la manufactura y
fabricación de instrumentos a partir de material local de fácil adquisición, realizados
por medio de percusión simple, como lascas y raspadores, los cuales eran
destinados al procesamiento de vegetales, azadas para enmangar, supuestamente
utilizadas para el desmonte y adecuación de espacios, además de una amplia
variedad de instrumentos modificados por uso como percutores, molinos, placas y
yunques.
Bray (1990) incluye en esta tradición las secuencias de El Abra, Tequendama
(Correal y Van der Hammen 1977) Nemocón y Sueva (Correal 1979), en la cordillera
Oriental y el Magdalena medio, así como algunos sitios reseñados por Reichel-
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Dolmatoff (1986) en los ríos Baudó, Jurubidá, Catrú, Chorí y la bahía de Utría, en el
Pacífico Chocoano. Múnera y Monsalve (1997) incluyen dos conjuntos líticos
identificados en el Orinoco medio, fechados entre el noveno y el séptimo milenio
antes del presente y otro reportado para el medio Caquetá, de aproximadamente
9.000 años de antigüedad.

Cooke, Ranere (1992) y Bray (1989) consideran que la tradición tecnológica


evidenciada en los artefactos demuestra la existencia de algunas afinidades
culturales entre sus fabricantes. Otros investigadores como Salgado y Gnecco
(1989) aducen que esta afirmación se sustenta en las similitudes y no en las
diferencias en cuanto al utillaje y la cronología de los conjuntos líticos. Algunas
interpretaciones sugiere que las similitudes tecnológicas pueden ser explicadas si se
ven como adaptaciones independientes a ecosistemas similares, lo que evidenciaría
entonces un desarrollo tecnológico en un medio específico.

Esta afirmación permite plantear que para llegar a una interpretación en la


evaluación de las estrategias de supervivencia de los grupos que elaboraron estos
instrumentos, se hace necesaria la reconstrucción de las secuencias paleoclimáticas
y el entorno ambiental en el cual se desenvolvieron sus fabricantes. Para el occidente
colombiano hasta el momento solo se dispone de información muy general como es
el caso de las investigaciones adelantadas por Thouret y Van der Hammen (1981)
quienes realizaron una serie de estudios en las tierras altas de la cordillera Central,
buscando reconstruir una secuencia paleoecológica de los cambios ocurridos en la
zona durante los últimos cuarenta mil años.

En términos generales la información disponible permite reconstruir de forma


aproximada la secuencia de cambios paleoambientales ocurrida desde los inicios del
Holoceno hasta el presente, con sucesivos episodios de enfriamiento y mejoramiento
paleoclimático que se correlacionan con amplias zonas del norte de Suramérica.

Por otro lado el análisis funcional y tecnológico de los conjuntos de materiales


recuperados indican una serie de actividades tales como macerado, machacado y
triturado de sustancias vegetales, interpretados como asociadas a actividades de
subsistencia en el marco de una economía de apropiación generalizada,
desarrollada prolongadamente en zonas boscosas, aunque esto no descarta la
posibilidad de una agricultura incipiente de productos tales como maíz y aguacate.
(Quintana, 2002).
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9.2 Sociedades agroalfareras

En el Eje Cafetero, como en el resto del país no existe un hilo conductor que una a
los grupos precerámicos con los grupos alfareros. Pues las sociedades precerámicas
desaparecen de una manera abrupta a partir del cuarto milenio antes del presente,
no se dispone de datos que cubran él período comprendido entre finales del tercer y
comienzos del primer milenio antes de nuestra era. Por eso se hace difícil confirmar
una continuidad entre los primeros pobladores de la región, dedicados a la
recolección y aprovechamiento de recursos, y los grupos de agroalfareros que les
sucedieron, cuya aparición se hace evidente unos siglos antes de la era Cristiana.

Desde la época de la conquista el saqueo de tumbas en la región del Viejo Caldas


fue una actividad que atrajo mucho el interés de los españoles. Durante la Colonia
esta actividad disminuyó para tomar nuevamente fuerza a mediados del Siglo XIX a
raíz de la colonización Antioqueña lo cual trajo consigo oleadas colonizadoras y con
ellas la guaquería pasó a ser una actividad común y un elemento importante en la
economía de la región, llegando incluso a ser la causa de la fundación de varias
poblaciones, tales como Filandia y Montenegro (Restrepo Tirado, 1912).

La investigación arqueológica en la Región del Viejo Caldas comienza hacia la


década de los años 40 motivada por la necesidad de obtener registros
contextualizados de los yacimientos arqueológicos. En primer lugar Luis Duque
Gómez recopiló datos etnohistóricos sobre los grupos registrados por los españoles
para la época de contacto. Simultáneamente este investigador adelantó
exploraciones arqueológicas en una amplia región del antiguo Caldas, registrando
sitios de habitación, tumbas y basureros, con lo cual propuso un complejo cerámico
caracterizado por su variedad en cuanto a técnicas de elaboración y decoración, el
cual clasificó de acuerdo con su frecuencia y procedencia en varios grupos. Algunos
materiales obtenidos de un piso de habitación excavado en el municipio de Supía
Caldas (Zona Norte), presentan decoración pintada e incisa y los relaciona con
elementos cerámicos de San Agustín (Duque Gómez, 1943).

En los Municipios de Riosucio, Anserma, Risaralda, Pereira y Chinchiná (Zona


Noroccidental), encontró cerámica monocroma negra y vasijas aquilladas de cuerpo
inferior troncónico y decoración modelada, en algunas ocasiones con incisión en los
bordes.

Pertenecen a este conjunto las vasijas en forma de mocasín. En los límites de


Risaralda y Chocó (Zona Occidental), reporta formas cerámicas de cántaros
semiovoides, de cuellos reducidos y asas en la parte media, platos decorados con
pintura roja y motivos de líneas longitudinales que descienden formando triángulos,
y otros con diseños lineales internos trazados con pintura roja. Algunas vasijas
poseen figuras modeladas. En los Municipios de Armenia, Calarcá, Montenegro,
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Filandia, Quimbaya y Circasia (Zona Sur), reporta vasijas pulidas y de paredes


delgadas, con pintura negativa sobre engobe rojo; y pintura bicolor y polícroma.
(Duque Gómez, 1970).

El autor plantea en su trabajo que la variedad del complejo cerámico descrito, es


atribuible a una secuencia cronológica de los materiales que la componen y la
pertenencia de estos materiales a grupos diferentes (Ibíd.).

Sin embargo el autor carece de una cronología absoluta o relativa, que apoye la
suposición de la diacronía para explicar las diferencias, planteando entonces un
ordenamiento en términos espaciales.

Wendell Bennett en 1944 definió para la región del Viejo Caldas una tradición
cerámica definida como Marrón Inciso, caracterizada por urnas funerarias de forma
columnar bulbosa, superficies pulidas y decoración incisa con diseños en forma de
“espina de pescado”. El autor relaciona esta tradición con la orfebrería Quimbaya,
por las similitudes formales en la decoración de algunas de las piezas, como el
modelado en bajorrelieve de figuras antropomorfas. Esta tradición la distribuye entre
Armenia y Aguadas. (En: Osorio, 1990).

Posteriormente Karen Olsen Bruhns utilizando colecciones privadas, propone una


tipología cerámica basándose en las características decorativas, cuya supuesta
distribución incluye a los Departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío. Esta
tipología le permite definir complejos cerámicos denominados Cauca Medio, Caldas,
Tricolor y Café Inciso. Los dos primeros complejos los distribuye desde el Norte de
Manizales hasta el Norte del Valle del Cauca. La decoración típica del complejo
Cauca Medio presenta motivos geométricos sobre engobe rojo, blanco o crema. Las
formas reportadas son copas, cuencos con base anular, vasijas cónicas, ánforas,
cántaros con figuras modeladas en el cuello, vasijas antropomorfas, alcarrazas y
figuras antropomorfas cuadradas y planas. La autora propone similitudes estilísticas
con la cerámica Yotoco, Ilama y Sonso, características del Norte del Valle del Cauca,
que interpreta como el resultado de influencias regionales. (K. O. Bruhns, 1976).

Luego adelanta excavaciones en sitios de vivienda y cementerios ubicados en el


Departamento del Quindío, en los Municipios de Armenia, La Tebaida, Montenegro
y Salento. Allí identifica materiales pertenecientes a los Complejos Cauca Medio y
Caldas. Estos materiales fueron ubicados entre los Siglos IX y XIV, cronología que
la autora define como general y con probables variantes locales y subfases
temporales. En el Municipio de Córdoba (Quindío), excava una tumba obteniendo
dos fechas. Una hacia el siglo XII (1100 D.C.) y otra para el siglo XV (1400 D.C.). Allí
reporta materiales cerámicos pertenecientes al Complejo Cauca Medio, encontrando
similitudes con la cerámica Yotoco, del Norte del Valle del Cauca (K.O. Bruhns,
1990). En el mismo lugar excava otra tumba más y obtiene dos nuevas fechas siglo
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XII (1120 D.C.) y siglo XI. (1050 D.C.). El material reportado lo identifica con el
Complejo Caldas, la cual presenta pintura negativa negro sobre engobe rojo a
naranja e incluye figurinas, incensarios y alcarrazas. Algunas variantes de este
complejo, la autora las relaciona con el Complejo Sonso (K.O. Bruhns, 1990).

En 1989 Leonor Herrera hace un balance de los trabajos arqueológicos realizados


en la región del Cauca Medio. Señala inconsistencias en la tipología propuesta por
Bruhns, argumentando que no es justificable en la división establecida entre
complejos, ya que estos comparten semejanzas estilísticas y formales, así como la
distribución espacial (Herrera, 1989).

Trabajos posteriores han tratado de establecer semejanzas entre los materiales


recuperados y conjuntos previamente definidos en otras áreas. Estos trabajos se han
considerado como aislados, tal es el caso de La Badea, Municipio de Dosquebradas,
donde se encontró una tumba de cancel con orfebrería asociada a la tradición
metalúrgica del Suroccidente, y cuentas de collar cuya materia prima no es propia
de la región. (Cárdale, 1988). Un trabajo similar fue efectuado por Gonzalo Correal
en 1980 en el Municipio de Armenia, donde excavó una tumba de pozo con cámara
lateral, donde reportó material arqueológico relacionado con el complejo cerámico
Guabas – Buga y fechada en 1120 + 90 A.P. (830 D.C.) donde además recuperó
restos óseos humanos y hachas de pulidas.

Otros datos han sido reportados por María Cristina Moreno provenientes de una
Prospección Arqueológica realizada en la Hacienda El Mandarín, Vereda La Cabaña,
Municipio de Manizales. Identificó una plataforma donde se observaron una serie de
tumbas guaqueadas, algunas asociadas a entierros primarios con ajuar y otras a
entierros secundarios con urnas funerarias. Plantea hipotéticamente que se trata de
un área de vivienda. Describe las vasijas halladas por los guaqueros en el mismo
sector, encontrando relación estilística entre la cerámica recuperada en la
prospección y la obtenida por guaquería. Todo el material, según la autora,
corresponde con el estilo Aplicado Inciso. Solo una de las tumbas contenía
materiales correspondientes con el Marrón Inciso. (M.C. Moreno, 1983).

En 1984 Moreno adelanta otra prospección sobre el bajo río Guaicaica – Caldas,
registrando una pauta de asentamiento prehispánicas de viviendas dispersas sobre
terrazas, sitios que cumplieron también la función de zonas de enterramientos. El
material recuperado lo relaciona con aquellos de su anterior trabajo, asociándolos a
su vez con los de la zona Noroccidental del Valle del río Cauca. Finalmente plantea
una actividad agrícola, sustentada por la presencia de metates.

En 1987, Luis Gonzalo Jaramillo lleva a cabo investigaciones en los Municipios de


Chinchiná, Villa María, Palestina en Caldas y Santa Rosa de Cabal en Risaralda. El
objetivo de su trabajo se centró en la ubicación de áreas de vivienda prehispánicas.
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Los materiales recuperados, son asociados por otros autores al estilo Aplicado
Inciso. Jaramillo obtuvo registros materiales en contextos de vivienda y funerarios,
proponiendo cuatro grupos cerámicos definidos como Crema, Café Rojizo, Crema
Burdo y Café Cuarzo Lechoso.

En Cantarrana, Municipio de Santa Rosa de cabal, realizó un corte donde recuperó


material cerámico y lítico, obteniendo una fecha del Siglo X D.C (910 D.C.). En La
Juliana, Municipio de Palestina, excavó una tumba de pozo rectangular con cámara
lateral, donde halló cerámica con decoración incisa acanalada y algunos fragmentos
con pintura blanco sobre rojo. Además plantea la obtención de materia prima para la
elaboración de la cerámica a nivel local. (Jaramillo, 1987).

Durante la adecuación de un caserío en el sector del Nuevo Río Claro – Caldas, se


llevó a cabo un Proyecto de Arqueología de Rescate, cuyo objetivo era el salvamento
de las tumbas que fueron apareciendo con el desarrollo de la obra. Las
características de las tumbas presentaban pozo rectangular o pozo circular, otras de
pozo y cámara lateral revestidas con lajas de piedra y otras de pozo rectangular con
dos cámaras laterales adosadas al pozo (Herrera & Moreno, 1990).

El material cerámico recuperado en superficie, pozos de sondeo y excavaciones, es


homogéneo con el referido en las tumbas. Se registra cerámica monocroma, con
decoración por incisión, impresión, modelado y aplicación. Son frecuentes las bases
pesadas, las formas irregulares y vasijas cuyos bordes no eran circulares. Con
respecto al tratamiento de la superficie, definieron grupos según el color del baño:
rojo, crema, café claro y café oscuro”. Las autoras relacionan la cerámica con las
descripciones hechas por Duque Gómez en la zona Noroccidental, con el Complejo
Caldas definido por Bruhns y con la recuperada por Jaramillo en Santa Rosa de
Cabal. De un corte se obtuvo una fecha de 970 ± 60 A. P (980 D. C.)(Herrera &
Moreno, 1990).

Dentro del Proyecto de construcción de la Línea de Transmisión San Carlos – San


Marcos, N. Castillo & E. Piazzini, identificaron materiales cerámicos pertenecientes
a tres complejos: Quebrada Negra, Aplicado Inciso y Cauca Medio. El primero es
definido por los autores como un Complejo similar al Aplicado Inciso, pero con
diferencias por el acabado burdo (Castillo & Piazzini, 1994).

En 1995 M. Cano, realiza investigaciones en el Municipio de Santuario,


Departamento de Risaralda. Encuentra material arqueológico, el cual asocia al
complejo Inciso y en menor proporción al Cauca Medio. De un corte realizado en la
finca Villa Elisa, obtiene una fecha radiocarbónica de 2390 ± 60 A.P. (440 A.C.) A
partir de ello, propone cuatro grupos cerámicos, definidos como Desgrasante Pizarra
Gruesa sin Baño, Pizarra Medio con decoración, Desgrasante Tiesto y Desgrasante
Mica. Como hipótesis propone que los materiales están asociados con varios
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períodos del Valle del Cauca, cuya cronología cubre desde los Siglos VII al XVII D.C.
No propone una explicación sobre la correspondencia entre la fecha obtenida y las
asociaciones del material con otras zonas y períodos (Cano, 1995).

Entre 1996 y 1997 un grupo de arqueólogos dirigido por Luis Carlos Múnera,
adelanta las labores de rescate dentro de la construcción de la Vía Alterna de la
Troncal de Occidente, en el Municipio de Santa Rosa de Cabal, Departamento de
Risaralda. Durante este estudio se ubicaron 17 yacimientos arqueológicos, uno de
los cuales presentó una secuencia de cinco ocupaciones, dos de ellas precerámicas
En el mismo yacimiento obtienen datos de asentamientos tardíos hacia el 510 ± 60
A.P. (1440 D. C.), cuya cerámica sugiere la posibilidad de un uso diferencial en
funciones domésticas, rituales o suntuarias.

Reportan el hallazgo de un entierro primario perteneciente a un infante, el cual ubica


cronológicamente para el 510 ± 80 A.P. (1440 D. C.), asociado a una vasija aquillada
de base restringida y sin decoración, una copa con engobe rojo y pintura negativa en
diseños geométricos y una vasija naviforme con decoración aplicada incisa. (Múnera,
1996).

Posteriormente, en los Municipios de Dosquebradas y Pereira, durante la


construcción de la Variante La Romelia – El Pollo, se afectó un sector conformado
por varios aterrazamientos escalonados donde había sitios de vivienda y zonas de
enterramientos con diferentes características, que no pudieron ser recuperados. Por
tal razón, se puso en ejecución un programa de salvamento arqueológico, el cual
consistió en la localización de sitios arqueológicos que estuvieran fuera del área del
derecho de vía. (Rodríguez & Montejo: 1996). Durante dicho programa “se
localizaron sectores aledaños con las mismas características de aterrazamientos
escalonados, sobre los cuales se efectuaron varios cortes logrando evidenciar sitios
de vivienda, campos de cultivo y probables tumbas, los cuales presentan una
homogeneidad temporal a lo largo de 500 años. También se registró una adecuación
del espacio con fines agrícolas y habitacionales, sobre una zona de fuertes
pendientes y suelos inestables, lo que exigió el manejo de técnicas particulares”
(Rodríguez y Montejo, 1996).

Adicionalmente, se reportó la presencia de cultígenos los cuales muestran una


diversificación en cuanto a la producción agrícolas como Zea mays (Maíz),
representada en fragmentos de raquis, glumas, cúpulas y granos carbonizados;
granos calcinados de Gossypium sp, (Fríjol) Phaseolus vulgaris y Phaseolus sp
(Algodón). También se registró en los análisis de polen la especie Ipomea batata
(batata - malanga). Las especies identificadas están vinculadas con la base de
subsistencia de los grupos y la asociación de estos elementos con yacimientos de
tipo ritual, muestran una dimensión social más amplia que la sola utilización del
recurso como alimento. Las evidencias paleobotánicas estaban asociadas con
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metates, manos de moler y artefactos líticos de talla. El registro del material cerámico
identificó cuatro tipos definidos a partir del tratamiento de la superficie y el tipo de
desgrasante empleado. De tres cortes se obtuvieron tres fechas: 490 ± 105 A.P.
(1460 D.C.), 975 ± 110 A. P. (975 D.C.) y 835 ± 115 A.P. (1115 D.C.) (Rodríguez &
Montejo, 1996).

En 1998, Marta Cano, reporta en la hacienda Alaska en Pereira y durante la


construcción del acueducto, un yacimiento agroalfarero, el cual fecha para 1470 D.C.
y lo asocia con el Complejo Aplicado Inciso.

En el 2000 y durante la fase de rescate arqueológico por la construcción de la


Autopista del Café, se lograron fechar varios contextos arqueológicos en los
Municipios de Pereira, Salento y santa Rosa de Cabal.

En la ciudad de Pereira se reportaron varias estructuras funerarias en las cuales se


pudo recuperar material cerámico, y que corresponden con el llamado periodo
Quimbaya tardío Siglo VIII al XIV1.

A raíz del terremoto del 99 y con los trabajos de reconstrucción del Eje Cafetero, han
sido reportados nuevos sitios arqueológicos para los departamentos del Risaralda y
del Quindío en especial. Se ubican numerosos sitios con un alto potencial
arqueológico en los municipios de Buenavista, Circasia, Córdoba, Montenegro y
Quimbaya2. En el municipio de Calarcá, se registró material cerámico pertenecientes
a los grupos 1 y 2, (Que en la antigua clasificación cerámica corresponden con el
complejo Cauca Medio Y Caldas) los cuales se incluyen cronológicamente entre los
siglos XI Y XV D.C con diferencias temporales y tecnológicas entre los dos grupos. 3
Igualmente en Calarcá en la hacienda Llanitos de Guaralá, se reportaron 3
estructuras Funerarias, dos de cámara lateral y una de pozo oval y cámara lateral.

1En la clasificación del material cerámico se tuvieron en cuenta, el tratamiento de la superficie, el análisis del desgrasante,
seguido de la descripción de los decorados y de las formas. A partir de estos criterios, se determinaron 5 grupos cerámicos.
Los grupos 1 y 2, comparten características con los complejos Cauca medio, Caldas y Blanco Grueso. El grupo 3 comparte
características con la cerámica Aplicado Inciso y el Complejo Cauca Medio. No existe una relación clara de los grupos 4 y 5
con los complejos cerámicos existentes para la región. Estos grupos cerámicos corresponden con los rangos establecidos
a partir de las fechas del 1100 y 1400 D.C. para los complejos Cauca Medio y de 1120 para el complejo Caldas. (Rojas y
Tabares Informe de Rescate, Bogotá. 2000).

2 Luis G. Jaramillo; Quintana y Enríquez. Reconocimientos Arqueológicos en los Municipios de Buenavista, Circasia, Córdoba,

Montenegro, Quimbaya, y Chinchiná. Informe Arqueología Preventiva en el eje Cafetero. Bogotá 2001.

3Piazzini Carlo y Pedro Briceño. Estudios Arqueológicos en Playa Rica. Calarcá. Informe Arqueología Preventiva en el Eje
Cafetero. Bogotá 2001.
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Se fecho la correspondiente al lote 503, la cual y arrojó una fecha de 840 A.P
asociada a los grupos 1 y 2.4

Durante la construcción del comando de policía de Pereira se reportan varias


estructuras funerarias de pozo con cámara, asociada a los complejos cerámicos
Cauca Medio y Blanco grueso. (Quintana y Enríquez 2002).

El laboratorio de arqueología histórica y patrimonio cultural inscrito a la Universidad


Tecnológica de Pereira y en cabeza de Carlos López ha venido adelantando una
serie de prospecciones arqueológicas en sitios cercanos a la cuenca del río Consota.
Es así como ha podido intervenir cuatro sitios de los cuales ha obtenido material
cultural prehispánico. En el sitio Guaduales de Canaán reporta material lítico
correspondiente a grupos tempranos y material cerámico tardío representado por
los grupos Cauca medio y Aplicado Inciso. En los sitios Matecaña, cañaveral y Santa
Mónica reporta algunas estructuras funerarias de pozo con cámara y material
cerámico tardío. (C, López, A. Franco, M. Cano y M. Mora 2006).

En el año de 2005 un grupo de arqueólogos adelantó las labores del monitoreo


arqueológico en el sitio donde se construiría la intersección vial El Jazmín en Santa
Rosa de Cabal. Dichos investigadores, reportan varias estructuras funerarias y
realizan cortes estratigráficos, registrando variedad en cuanto a materiales líticos y
cerámica asociada a los llamados complejos tardíos. (Tabares et al. 2005).

Durante el diagnostico arqueológico realizado para la construcción del aeropuerto de


Palestina, se reportan varias estructuras funerarias asociadas a material cerámico,
lítico, orfebre y óseo; tentativamente, los autores las ubican para el denominado
periodo Quimbaya tardío. (Ibídem).

Durante las labores de monitoreo arqueológico fase II de la construcción de la


Autopista del Café, se han reportado la excavación de más de cien estructuras
funerarias de pozo con cámara, de las cuales se han recuperado valiosos ajuares
representados por objetos metálicos, cerámicas, líticos, restos óseos humanos y de
animales, figuras antropomorfas talladas en arcilla cruda entre otros. Además se han
realizado cortes estratigráficos que ubican sitios de asentamientos tempranos para
la región. (Carlos Restrepo. 2004, 2005, 2006 y 2007). En la Variante Sur de Pereira
se datan tres tumbas cuya cronología las ubica para el 910, 1040 y 1360 D.C. y
cuyos materiales corresponden a objetos metálicos, figuras antropomorfas talladas,
cerámica Cauca Medio, Caldas, Aplicada Incisa y Buga – Guabas (Restrepo 2006).

4Fundación Erigai. Estudios Arqueológicos en Llanitos de Guaralá. Calarcá. Arqueología Preventiva del Eje Cafetero. Bogotá
2001.
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Los resultados iníciales llevados a cabo durante el rescate y monitoreo arqueológico


durante los movimientos de tierras en la construcción del aeropuerto de Palestina,
muestran evidencias de grupos tardíos representados por tumbas de pozo con
cámara, postes de vivienda y campos de cultivo, +esto como el resultado del análisis
de 20 sitios arqueológicos, quedando por excavar más de 45 sitio (Moreno 2006).

Durante la construcción del edificio para la facultad de artes de la Universidad


Tecnológica de Pereira se reportaron varias estructuras funerarias de pozo con
cámara y material cerámico asociado al periodo tardío. (Franco 2007).

En una granja de la Universidad Nacional de Colombia, en la ciudad de Manizales,


es reportado un sitio arqueológico denominado “Tesorito” en el cual se registran dos
secuencias de ocupaciones agroalfareras que van desde el 300 al 800 d C. y del
1200 a la llegada de los europeos. El autor resalta la importancia del mismo y lo
coloca como marco de referencia para la clasificación de materiales cerámicos
(Jaramillo, 2008).

9.3 Bibliografía del anexo

ACEITUNO BOCANEGRA, F. J “La Cadena Tecnológica: modelo de análisis de los


conjuntos líticos”. Boletín de Antropología Vol. 11. No. 28:157 –158. Departamento
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Como parte de las actividades de acercamiento y de divulgación cultural, se presenta


el siguiente anexo el cual fue facilitado por el investigador Julián Chica Cardona para
ser incluido en el presente informe y en la página web de la empresa Risaralda
Energía.

10.0 RESEÑA MONOGRÁFICA DEL MUNICIPIO DE BELÉN DE UMBRÍA


DEPARTAMENTO DE RISARALDA

Trabajo de campo, investigación y fuentes de consulta


Julián Gil Bolívar / Julián Chica Cardona
(Historiadores)

UBICACIÓN
Su ubicación respecto al meridiano de Greenwich corresponde a los cinco grados,
doce minutos de latitud Norte (5º - 12’ lat. N), y setenta y cinco grados con cincuenta
y dos minutos de longitud Oeste (75º - 52’ long. O).

ALTITUD
El casco urbano del municipio de Belén de Umbría se encuentra está localizado en
las estribaciones de la cordillera occidental sobre una altura de los 1.654 metros
sobre el nivel del mar.
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CLIMA
Su clima corresponde a un piso térmico medio o templado con rangos que oscilan
entre los 18º y los 20º de temperatura media.

EXTENSIÓN
Su extensión es de 280 Km2. Distribuidos en los diferentes pisos térmicos, desde el
cálido correspondiente a la zona de influencia del valle de Risaralda, hasta el
propiamente frío de la alta sección cordillerana.

HIDROGRAFÍA
Cuenta con una red hidrográfica en la que se destacan en su orden: el río Risaralda
y las quebradas de Guarne y Guática entre otras.

FUNDACIÓN
Según el Índice de municipios, Belén de Umbría fue fundado entre los años de 1872
y 1890 por una oleada de colonos entre los cuales se destacan los nombres de
Antonio María y Manuel Hoyos, José Manuel Londoño y Salvador Betancur5 Sin
embargo, desde el punto de vista del proceso histórico que dio lugar tanto a su
fundación como a su posterior erección en municipio, amerita un sucinto recuento de
los hechos y eventos más significativos que se remontan al momento mismo en que
la Nueva Granda se disuelve a partir de 1855 y se abre paso la formación del nuevo
Estado Nacional, con sus estados autónomos entre ellos el del Cauca (1857),
compuesto por las Provincias de Buenaventura, Cauca, Chocó, Pasto, Popayán y
Caquetá entre otros, subdividiendo a su vez la Provincia del Cauca en 17 parroquias
y 15 aldeas, entre las cuales aparece la aldea de Tachiquí 6, asentamiento indígena
que pasó a ser reconocido como el primer nombre original de Belén de Umbría.

Dicha aldea o resguardo de Tachiquí sobrevivió hasta el año de 1876, cuando fue
arrasada y saqueada por las tropas de paso al mando de los coroneles Francisco
Madriñán y Felipe Ortiz, apoderándose incluso de los cultivos y pertenencias
personales de sus pobladores.7 Por su parte, entre los años de 1870 a 1890, el
avance de la colonización antioqueña dio lugar a la formación del caserío del
Higueronal que pasó a ser reconocido por las autoridades como Comisaría de
Arenales en el año de 1890, jurisdicción de la Provincia de Marmato. “Así nació
Higueronal, promovido por León Tabares, Egidio y Antonio Ramírez, Ricardo Osorio
y Antonio María Hoyos; este último en unión con los señores Benancio Parra,

5
MUNICIPIOS COLOMBIANOS. INDICE MONOGRÁFICO DE LOS MUNICIPIOS DEL PAÍS, Senado de la República –
Presidencia, Bogotá 1989, pág. 318.
6
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Estados Unidos de Colombia
7
MONOGRAFÍA BELÉN DE UMBRÍA 1890-1990. Aldemar de Jesús Hurtado Londoño y Jairo de Jesús Quintero
Castañeda, impresión offset, Sindicato de Educadores de Risaralda, Pereira 1990, pág. 47
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Santiago Velásquez, Víctor Impartá, y don Manuel Hoyos que fue quien trazó
manzanas y calles. También estaba entre los fundadores José María Londoño, que
no era ningún nativo sino un antioqueño que se hizo a la confianza de la parcialidad
hasta el punto que lo nombraron administrador de sus bienes”8

Y ya para el año de 1877, de las 11.641 hectáreas que formaban parte de su


territorio, 2.500 ya habían pasado a manos de Felipe Ortiz y 544 a Salvador Hoyos 9,
que como lo refiere el historiador Alfredo Cardona Tobón, cuando José María
Londoño, administrador de las tierras de la parcialidad de Tachiquí, procedió a
repartir el resguardo, terminó por consumarse de esta forma “una vieja aspiración de
los terratenientes de Supía y de Antioquia, que querían quedarse con las extensas
propiedades de los nativos.”10 Finalmente los indígenas terminaron por vender por
cualquier cosa el resto de sus tierras al salamineño Rudecindo Ospina, en un
momento en que hasta el General Rafael Uribe Uribe entró en estos negocios
adquiriendo de esta forma un extenso lote del resguardo. 11

En 1897 pasó a ser reconocido en su calidad de Corregimiento, y adscrito al


municipio de Apía, hasta que finalmente cuando la Asamblea de Caldas lo elevó a la
categoría de municipio con el nombre de Belén (Ordenanza Nº 27 del 26 de abril de
1911), anexándole además el Corregimiento de Arrayanal (antes “Guntras”), hoy
Mistrató, que en ese entonces figuraba anexo al municipio de San Clemente, y que
posteriormente desapareció. Todo este trasunto de hechos y eventos relacionados
con la formación del actual municipio de Belén de Umbría determinan la coexistencia
de unos grupos humanos allí asentados desde la época de la conquista en un
contexto geográfico de abundantes recursos naturales que abarcaba la producción
propia de los diferentes pisos térmicos que componen dicho territorio, en el que así
mismo tuvieron cabida antioqueños, extranjeros y caucanos, que supieron mantener
vivo ese estrecho vínculo socio-económico y cultural con la hidalga Anserma, con
Apía y Mistrató, manteniendo de igual forma ese trato comercial permanente con
Cartago, Manizales y Pereira.

MEMORIA ALIMENTARIA

LOS HOMBRES DE MAÍZ


“Lograron abundantes cosechas de maíz dos veces al año, principalmente se
alimentaban de choclo, yuca, ají, ahuyamas, guanábanas, palmitos de los que

8
GACETA DE OCCIDENTE. Belén de Umbría, Risaralda, julio de 1896, núm. 1, pág. 13.
9
MONOGRAFÍA BELÉN DE UMBRÍA. Hurtado y Quintero, Op. Cit, pág. 47
10
CARDONA TOBÓN, Alfredo. Periódico GUAYACÁN, Belén de Umbría, Risaralda, mayo 1º de 1983, núm. 1
pág. 1
11
MONOGRAFÍA BELÉN DE UMBRÍA. Hurtado y Quintero, Op. Cit, pág. 48
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extraían leche, manteca y nata. Tenían cementeras y árboles frutales que rodeaban
sus poblados.”12

LA SAL (FUENTES SALADAS, SAL A CAMBIO DE ORO, LA SAL DE LA TIERRA


CALDENSE)
Al arribo de los españoles al territorio de Anserma que era el mismo de Belén de
Umbría encontraron gran cantidad de salados que eran explotados por los
aborígenes, no sólo para su sustento sino ante todo para el trueque y
comercialización con los demás reinos fronterizos.
Y noté… que dentro de los mismos ríos, y por la madre que hace el agua que por
ellos corre, nacían de estas fuentes salobres. Y los indios, con grande industria,
tenían metidos en ellas unos cañutos de cañas gordas que han en aquellas partes,
a manera de bombas de navíos, por donde sacaban la cantidad de agua que querían,
sin que se envolviese con la corriente del río, y hacían de ella su sal” 13
“Y los indios, con grande industria, tenían metidos en ellas unos cañutos de cañas
gordas que han en aquellas partes, a manera de bombas de navíos.” 14

(MAFAFA, BATATA, ÑAME, ARRACACHA, ACHIOTE, CHACHAFRUTO, SIDRA,


BELLOTA O GÜISQUILE, CULANTRÓN DE MANGA.)

CARNE DE MONTE
“A veces comían carne humana de prisioneros de guerra procedentes de otros
pueblos, también comían conejillos de Indias, muchas hierbas y tomaban bebidas
fermentadas (chicha), según Cieza de León.”15
(OSO, VENADO, TATABRA, ARMADILLO O GURRE, GUATÍN, EL PAVO O
PAUJIL O URRÍA)

MIEL DE ABEJAS, VINO DE PALMA

MAÍZ Y FRÍJOL
La presencia del elemento antioqueño en territorio belumbrense, determina sin lugar
a dudas un régimen alimenticio a base de fríjoles con manteca y arepas de mote,
sancochadas con afrecho y las arepas típicas de “chócolo”, estas últimas de común
utilización como fiambre para los largas travesías que debían realizar los arrieros, al
igual que las familias en su periplo de búsqueda de mejores tierras, por lo que puede

12
BELEN DE UMBRÍA ANTES Y DESPUÉS DE SU FUNDACIÓN. Julián Gil Bolívar y Orlando Valencia Palacio,
edit.**, Pereira 19***, pág. 4
13
NOTICIAS HISTORIALES SOBRE EL REINO DE NUEVA GRANADA. Fray Pedro Simón.
14
NOTICIAS HISTORIALES… Op. Cit.
15
BELEN DE UMBRÍA. Gil Bolívar y Valencia Palacio, Op. Cit., pág. 4
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colegirse que tanto el maíz como el fríjol, todas sus formas culinarias constituyen un
producto básico de la canasta familiar de los primeros pobladores de Belén de
Umbría.

MIEL DE CAÑA Y PANELA


(PRESENCIA DEL ESCLAVO NEGRO EN LA PROVINCIA E ANSERMA,
MULATOS, ZAMBOS Y CUARTERONES)

CAFE
El proceso de la colonización antioqueña trajo consigo el cultivo del café, y según se
sabe, para el año de 1880 ya había cultivadores en Belén de Umbría con base en
semillas traídas desde Antioquia, de las poblaciones de Andes y de Jericó. Este
producto era preparado y consumido por los primeros pobladores, quienes luego de
descascarar el fruto maduro o la cereza en pilones de piedra16, lavarlo, secarlo al sol
durante un período de unos veinte días, se dejaba una reserva para tostarlo en
sartén, en el fogón de leña, el cual había que revolverlo permanentemente con un
pequeño mecedor y bajo el mismo fuego, de donde pasaba a ser molido en la batea
de piedra17, a mano y con otra piedra más pequeña (del tamaño del puño de la
mano)18, al que se le iba agregando trocitos de panela para ir endulzando la
composición lasta que quedaba totalmente homogénea, con su dulce natural y su
exquisito aroma. La primera máquina para despulpar el café fue fabricada por el
señor Evangelista Bolívar dando así prueba de su inventiva y creatividad utilizando
un sistema de palos y hoja lata.19 Por su parte, la primera “romana”, o pesa para
medir el grano “la hizo don Juan Evangelista Molina, fabricada en madera y su pesa
era una piedra.”20

LECHE Y CARNE
Tradicionalmente la explotación de la ganadería abundaba siempre hacia la región
de Andica, al norte, cercano a Puente Umbría y Peñas Blancas; y lo mismo por los
lados de Piñales, al oriente del casco urbano, donde según se dice “En la finca de
los Montoya (…) de propiedad del señor Lisímaco parra, la mayoría de la gente de
Belén subía a traer la leche de la hacienda, formando grandes colas por la calle de

16
Pilones estos que abundaban en las sepulturas indígenas o guacas de la zona, a tal punto que en cada casa
de los primeros pobladores había más de un pilón o batea de piedra que habían sido fabricados por los
aborígenes. (Entrevistas varias con habitantes mayores de la población, Belén, Plaza Principal, noviembre de
2008.
17
Bateas que los aborígenes utilizaban igualmente para moler el maíz y demás granos, haciéndoles fricción con
otra piedra más pequeña o “piedra de mano” hasta pulverizarlo como harina. N.A.
18
Por esta razón se le denomina “piedra de mano”, porque se adapta perfectamente a dichos menesteres.
N.A.
19
MONOGRAFÍA BELÉN DE UMBRÍA. Hurtado y Quintero, Op. Cit, pág. 128
20
IBID. Op. Cit. Pág. 129
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Piñales.”21 Por su parte, en lo relacionado con el consumo de la carne, Hurtado y


quintero nos refieren que “El comercio del ganado en un principio era de una res, la
cual sacrificaban en una raíz de un árbol en el propio marco de la plaza; la carne la
vendían pro cuartos, libras, es decir, en poca cantidad.”22
PAN
La primera persona que fabricó pan en el poblado en las primeras décadas del siglo
XX fue la señora Irene Carmona, según relatos de la tradición oral del municipio.
Posteriormente, se instaló la primera panadería propiamente dicha o “panificadora”,
fue la de Clímaco Peláez, ubicada en la calle Trocaderos, quien la abrió al público
en el año de 1942 hasta 1955.23

FÁBRICAS DE REFRESCOS
El período comprendido entre los años de 1930 a 1960 se advierte un repunte de
inversiones en el municipio que dan lugar a desarrollos productivos y semi-
industriales de factura artesanal y empírica asombrosos, como es el caso de las
famosas “Fábricas de Gaseosas”, de las que se cuentan cuatro de ellas para atender
la demanda de un conglomerado humano tan reducido como el que se contabilizaba
en la Belén de los años 40, así:
FÁBRICA DE GASEOSAS VÁSQUEZ HERMANOS: Propietarios Efraín Hnos.,
1935-1942, producción 30 docenas diarias, ubicación frente a Bomberos.
FÁBRICA DE GASEOSAS CERVEZA REINA: Propietario Florentino Gallo, 1940-
1944, producción local, ubicación calle 9 Nº 8-57.
FÁBRICA DE GASEOSAS AMERICANA: Propietario Javier Murillo, 1940-1947,
producción local, ubicación Puerta del Sol, calle 12 Nº 8-56.
FÁBRICA DE GASEOSAS SALÓN COMUNITARIO: Propietaria Familia Vásquez,
1945-1950, producción local de gaseosas rojas llamadas “sangría”, ubicada en los
bajos del Colegio Nuestra Señora del Rosario.

11.0 Actividades de divulgación

Como se ha referido en un estudio previo (Radicado ICANH 0059 de 2013), las


actividades de divulgación han consistido en la entrega de un folleto elaborado por
el coordinador del estudio así como una charla efectuada en una de las escuelas
del sector. La misma versó acerca del conocimiento que los educandos tenían de
su entorno cultural y natural (Ver fotos de divulgación).

21
IBID. Op. Cit. Pág. 132
22
MONOGRAFÍA BELÉN DE UMBRÍA. Op. Cit. Pág. 132
23
IBID. Op. Cit. Pág. 139
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Fotos de divulgación.

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