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Medios Masivos: Son aquellos que afectan a un mayor número de personas en un momento dado
[1]. También se conocen como medios medidos [2].
Medios Alternativos: Son aquellas formas nuevas de promoción de productos, algunas ordinarias
y otras muy innovadoras [3].
En segundo lugar, cada uno de estos grupos incluye una diversidad de tipos de medios de
comunicación, como se podrá ver en detalle a continuación:
1. Medios Masivos: Dentro de este grupo se encuentran los siguientes tipos de medios de
comunicación:
o Televisión: Es un medio audiovisual masivo que permite a los publicistas desplegar toda su
creatividad porque pueden combinar imagen, sonido y movimiento.
Según Lamb, Ha ir y McDaniel, las emisoras de televisión abarcan la televisión de cadena o
red (ABC, CBS, NBC y Fox Network), las estaciones independientes, la televisión por cable
y un relativo recién llegado, la televisión satelital de emisión directa [3].
Sus principales ventajas son: Buena cobertura de mercados masivos; costo bajo por
exposición; combina imagen, sonido y movimiento; atractivo para los sentidos [4].
Entre sus principales limitaciones se encuentran: Costos absolutos elevados; saturación alta;
exposición efímera, menor selectividad de público [3].
o Cine: Es un medio audiovisual masivo que permite llegar a un amplio grupo de personas
"cautivas" pero con baja selectividad.
Sus ventajas son: Audiencia cautiva y mayor nitidez de los anuncios de color [1].
Entre sus desventajas se encuentran: Poco selectivo en cuanto a sexo, edad y nivel
socioeconómico, y es bastante caro [1].
2. Medios Auxiliares o Complementarios: Este grupo de medios incluye los siguiente tipos de
medios de comunicación:
o Publicidad Directa o Correo Directo: Este medio auxiliar o complementario consiste, por lo
general, en enviar un anuncio impreso al cliente potencial o actual.
Según Laura Fischer y Jorge Espejo, la publicidad directa emplea muchas formas (por
ejemplo, tarjetas postales, cartas, catálogos, folletos, calendarios, boletines, circulares,
anexos en sobres y paquetes, muestrarios, etcétera). La más usual es el folleto o volante
[1].
Sus ventajas son: Selectividad de público alta; no hay competencia publicitaria dentro del
mismo medio permite
Sus limitaciones son: Costo relativamente alto por exposición; imagen de "correo basura"
o Anuncios que pasan antes de las películas en los cines y en las videocasetes rentadas.
Además, según los mencionados autores, casi cualquier cosa puede convertirse en un vehículo
para exhibir publicidad [3]. Por ejemplo, los elevadores (ascensores) incluirán o ya incluyen
pantallas para exhibir noticias, información y publicidad para captar la atención de trabajadores
de altos ingresos en los grandes edificios de oficinas.
3.
o Faxes.
o Discos compactos.
Históricamente, podríamos hablar de tres etapas generales sobre cómo han evolucionado los
medios de comunicación: el surgimiento y desarrollo de los medios de comunicación
convencionales desde el siglo XIX, con el nacimiento de la prensa escrita, el apogeo de la
comunicación de masas a lo largo del siglo XX, y, por último, la revolución de los medios
virtuales que estamos viviendo en la actualidad.
Pero la importancia de los medios de comunicación no sólo reside en el hecho de que sean
una herramienta más que útil para una de las necesidades más primarias del ser humano, la
interacción social, sino que además han jugado un papel imprescindible en la formación de
la Opinión Pública (el Cuarto Poder), llegando incluso a ser fundamentales para la creación
o hundimiento de algunos gobiernos. Aquí podemos decir y retomar la idea de
responsabilidad de los medios en la formación de esa opinión pública, la importancia del no
ocultamiento de datos precisos y certeros, en la veracidad de las publicaciones y,
especialmente, en la generaión de reacciones populares sobre hechos determinados. En este
sentido, como ejemplo gráfico, podemos recordar la influencia de los medios de comunicación
desplegada por Hitler como táctica para manipular a la sociedad alemana para que apoyara
su ideología, e incluso, para que pudiera llegar a justificar los horrores cometidos en su
nombre
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado comunicarse con sus semejantes. Así, se han
complejizado las formas y las estrategias de comunicación que pasaron, en el siglo XX, de escritos a
digitales y virtuales. Se debe hacer una distinción entre los medios de comunicación interpersonales,
como el teléfono, de los medios de comunicación de masas, gracias a los que una sociedad entera
puede recibir información. En los primeros medios, se produce un intercambio de mensajes o
devolución de ideas, en el que el interlocutor pasa a ser el locutor respondiendo al primero; mientras
que los segundos tienen la capacidad de transmitir una información a una colectividad que no puede
retroalimentar de forma inmediata esa información.
Los medios de comunicación masivos o populares deben cumplir con pautas específicas de
funcionamiento, es decir, mantener un lenguaje apropiado y respetuoso, brindarse a la transmisión
verídica de los hechos, aportar fuentes complejas de análisis. Mientras que la comunicación
interpersonal es mucho más informal, los medios de comunicación masivos incluso han dado a la
formación de agencias e instituciones que buscan establecer reglas de cumplimiento y protocolos a
seguir. Por otro lado, los medios de comunicación masivos tienen que prestar importante atención a la
responsabilidad en la transmisión de datos o informaciones debido a que hoy en día tienen una
significativa influencia en el pensamiento social..
Conclusión:
Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos105/mediosdecomunicacion/mediosdecomunicaci
on.shtml#ixzz4uxd2n2sz
Los Medios de comunicación de masas influyen sobre las personas, modificando sus modelos de vida,
sus elecciones, sus costumbres, el consumo y la opinión pública.
Hoy en día, los medios de comunicación constituyen una herramienta persuasiva que nos permiten
mantenernos en continua comunicación con los distintos sucesos sociales, políticos y económicos
tanto a escala nacional como internacional.
Esta influye sobre la forma de actuar o de pensar de las personas, logra modificar la forma en que los
hombres conocen y comprenden la realidad que los rodea.
La vida en las sociedades avanzadas está totalmente mediatizada. Conocer los medios o instrumentos
que se utilizan en la mediación social los puede dirigir hacia objetivos positivos o negativos.
Aspectos Positivos:
La información llega a diferentes lugares del planeta en forma inmediata, por ejemplo a través de
noticias que nos informa sobre los acontecimientos más relevantes de cada país, además de
entretenernos. También estos medios hacen posible que muchas relaciones personales se mantengan
unidas o por lo menos, no desaparezcan por completo.
Aspectos Negativos:
Las características negativas recaen en la manipulación de la información y el uso de la misma para
intereses propios de un grupo específico, ya que los medios de comunicación masivos están siendo
controladas por las ideologías políticas, religiosas y económicas de éstos que modifican la manera en
que los seres humanos conocen y comprenden la realidad que nos rodea.
Por Ezequiel Adamovsky. En esta nueva entrega de nuestros mensuales fragmentos de historia
popular*, nos detenemos en el surgimiento de los medios masivos de comunicación y el nacimiento
de la cultura de masas en el país. La radio, el cine y la prensa escrita.
En las primeras décadas del siglo XX, los nuevos medios de comunicación masiva y la progresiva
comercialización del entretenimiento tuvieron un profundo impacto en las culturas y valores presentes
en el mundo popular.
En 1920 se realizó en Buenos Aires una de las primeras transmisiones radiales de interés general del
mundo. Para fines de la década la radiofonía argentina era un negocio en rápida expansión y a
comienzos de los años cuarenta había ya diecinueve emisoras en la capital y otras veinte en el resto
del país, con programas de todo tipo, desde música, humor y radioteatros, hasta noticias, discursos
políticos y espectáculos deportivos. Según el censo de 1947, una de cada dos familias en todo el país
poseía un aparato de radio. La distribución regional, sin embargo, no era homogénea: mientras en
zonas rurales la proporción descendía marcadamente, en Buenos Aires había una radio en el 82% de
los hogares, lo que da una idea de la amplia penetración que ya había logrado entre las clases
populares.
El cine también alcanzó un carácter masivo en estos años. En 1896 se realizaron las primeras
funciones en Buenos Aires y para la década de 1910 las películas mudas eran una atracción popular.
Con el advenimiento del cine sonoro se desarrolló rápidamente una industria nacional, aunque las
películas norteamericanas siguieron captando una porción mayoritaria de la audiencia.
El primer largometraje argentino con sonido se produjo en 1933; seis años más tarde ya había nueve
estudios y se estrenaban un promedio de 50 cintas nacionales por año. Para entonces el cine era un
entretenimiento decididamente popular. En 1929 había 972 salas de cine en todo el país, de las que
152 estaban en la ciudad de Buenos Aires, muchas de ellas en barrios obreros como Pompeya y La
Boca, donde la entrada tenía un precio accesible incluso para el salario de un trabajador. En los años
siguientes las salas y los espectadores siguieron multiplicándose.
Algo similar sucedió con la prensa escrita. Aunque ya se publicaban diarios desde mucho tiempo antes,
en los años veinte surgió un nuevo tipo de periodismo, más cercano al mundo popular. El
diario Crítica fue el que marcó el tono, con una serie de novedosas estrategias para atraer lectores.
Las noticias sensacionalistas, los sucesos policiales truculentos y las crónicas deportivas adquirieron
un lugar central. Pero además Crítica se presentó explícitamente como “la voz del pueblo” e hizo todo
lo posible por ganarse la simpatía popular: instaló una oficina para atender reclamos de los más
necesitados y hasta mandaba camiones a repartir regalos a las barriadas y conventillos. Así consiguió
convertirse en el diario más leído de Argentina y uno de los de mayor llegada de todo el mundo,
logrando en 1939 imprimir el récord de más de 810.000 ejemplares en un día. Fue también el primer
“multimedio”, ya que tuvo su propio programa de radio y noticieros en los cines.
Su pretensión de ser la voz del pueblo no le impidió posicionamientos políticos en sentido contrario. Si
bien denunciaba permanentemente la pobreza y las injusticias, sus páginas llamaban a la aceptación
del orden existente mediante historias edificantes de humildes trabajadores que progresaban gracias
a su esfuerzo individual. Por otra parte, Crítica apoyó activamente el golpe militar de 1930 y el régimen
fraudulento del general Justo, de carácter marcadamente anti obrero.
Aunque todavía en estos años muchas de ellas eran poco más que pequeños emprendimientos en
manos de improvisados, la tendencia histórica fue la de una progresiva transformación en verdaderas
compañías capitalistas. Como las de cualquier otro rubro, estas empresas apuntaban a generar
ganancias y estaban en manos de personas que no pertenecían al mundo popular. Inevitablemente,
los mensajes que transmitieron estuvieron teñidos por la mirada y las opiniones de sus dueños y
administradores y por los valores implícitos del mercado. Así, los medios de comunicación y la
comercialización del entretenimiento llevaron contenidos nuevos a un público mucho más amplio, pero
al costo de debilitar su capacidad de influir sobre ellos de manera directa.
Para quienes deseaban difundir ideas y valores alternativos, como los anarquistas, socialistas, etc., la
competencia con la cultura dominante de pronto se volvió mucho más desigual. Anteriormente, con su
incansable labor de edición y de educación popular, lograban contrapesar los mensajes de la élite con
sus propios contra mensajes clasistas. Pero de pronto la distancia se había vuelto sideral. Instalar una
radio, montar un estudio cinematográfico, imprimir cientos de miles de copias de un periódico, contratar
a las estrellas más cotizadas del momento, estaba mucho más allá de las posibilidades de cualquier
grupo de trabajadores, por bien organizados que estuvieran. Cuando la televisión comenzara a
difundirse en la segunda mitad de la década del ’50, esta brecha se haría incluso más profunda.
Con todo, la aparición de una cultura de masas no significó que las clases bajas perdieran todo espacio
para la suya propia. Durante este período el mundo rural se mantuvo todavía bastante al margen de
su influencia. En el espacio urbano siguieron existiendo formas de sociabilidad y de entretenimiento
previas, desde peñas y guitarreadas, hasta riñas de gallos.
Aunque leyes y edictos policiales buscaron moldear el tiempo libre popular, no siempre lo consiguieron.
En Córdoba, por ejemplo, una serie de decretos adoptados desde 1890 prohibieron la embriaguez, los
juegos de azar, bañarse desnudo en los ríos y decir malas palabras. También allí, como en otros sitios,
se intensificaron los intentos de prohibir el carnaval o al menos sus manifestaciones más revulsivas.
Como todos ellos fueron inútiles, desde 1904 las clases “decentes” de la ciudad cambiaron de
estrategia: ahora buscaron institucionalizar el carnaval céntrico, organizando y supervisando los
desfiles de carrozas y otorgando premios a las de su preferencia (que no salieron ser las de los negros
“candomberos” sino otras organizadas por empleados de comercio o gente más “respetable”). Pero en
cualquier caso, el carnaval siguió siendo una celebración con masiva participación popular y una
ocasión propicia para la expresión de una cultura plebeya, visible por ejemplo en las innumerables
murgas barriales que florecieron desde los años veinte en varias ciudades.
Pero incluso dentro de la nueva cultura de masas las clases bajas tuvieron cierta influencia, aunque
indirecta. Como los medios de comunicación y las industrias del entretenimiento necesitaban vender
sus productos, inevitablemente tenían que tener en cuenta los gustos populares. Ninguna cultura es
masiva si no la consumen las masas y para ello era necesario que la oferta incluyera elementos que
ellas pudieran reconocer como propios. Pero como, a su vez, estos elementos pasaban por el tamiz
de empresas y de personas que no pertenecían al mundo plebeyo, se abría así un nuevo espacio para
la circulación de manifestaciones culturales entre los mundos de la clase baja y la clase alta. Los
contornos de este espacio eran imprecisos y hasta cierto punto “anárquicos”: si un empresario o autor
pensaba que podía hacer dinero con ello, podía darse el caso que ofreciera incluso productos
culturales rechazados por la élite o políticamente inconvenientes. Por esa vía, se introdujeron incluso
elementos “clasistas” también en la cultura de masas.