La historia electoral del país consigna a la Asamblea Constituyente del 31 al
33, el escenario de los debates sobre el voto femenino; una conservadora oligarquía se opuso a conceder un derecho a la mujer más allá de las tareas de la casa u oficios menores, mientras que un vigoroso Víctor Andrés Belaúnde proponía el voto irrestricto de la mujer. También se propuso otorgar el voto solo para la mujer trabajadora en sus centros laborales; pero finalmente se impuso “el voto progresivo”, que permitía que votaran en elecciones municipales, “hasta que se educaran electoralmente” para participar en las presidenciales.
Hasta que un 7 de septiembre de 1955, la presión social de las
organizaciones femeninas se ve reflejada en la ley N° 12391, que otorga a las mujeres el derecho a la ciudadanía. Sin embargo, se discriminaban del sufragio a los iletrados, por lo que la participación femenina en las votaciones de 1956 fue parcial, dado el alto porcentaje de analfabetismo por lo relegadas que estuvieron de la educación en el país.
En 1979, una nueva ley estableció la incorporación de los iletrados a la
población electoral y con ello se elevó la participación femenina en los sufragios. (RPP Noticias, 2012)
La constitución de 1933 aprobó un derecho de sufragio restringido para las
mujeres, de esta manera, podían votar e las elecciones municipales aquellas que tuvieran más de 21 años o quienes fueran casadas o madres de familia.
Mientras que el sufragio femenino pleno se alcanzó en 1955, cuando se otorgó
el derecho de voto a mujeres alfabetas mayores de 21 años o casadas mayores de 18. En las elecciones de 1956 votaron por primera vez 531, 541 mujeres. En 1979 por fin se incorporó el voto para las mujeres analfabetas, con ello se elevó la participación femenina.