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EL DIVORCIO
Conferencia dictada en el Teatro Municipal
el 11 de Agosto de 1924,
por el Abogado
Don BELISARIO VIDELA PRIETO
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PUNTA ARENAS
IUPBBNTA T L1I0OBAFÍA «EL MAOALLANJC9»
1924
ATENEO DE MAGALLANES
EL DIVORCIO
Conferencia dictada en el Teatro Municipal
el 11 de Agosto de 1924,
por el Abogado
Don BELISARIO VIDELA PRIETO
PUNTA AREXAS
lí!'24
EL DIVORCIO
blia d'_> sus manos; donde se inspira en los preceptos de la Biblia hasta
en los momentos de la comida; los pueíblos protestantes que no admi
ten conventos, que van a la lucha por la vida
conquistando territorios,
plantando '.n los continentes su bandera civilizadora, todos esos pue
su abolición? No
sugestivo qué países católicos como Francia,
es
1os hijos.
La universalidad del divorcio én todos los pueblos y en todas las
regiones, se 'explica por este hecho fatal e inevitable en toda sociedad
rrupción invade las capas social*», que la Vey del divorcio llega a ser
una especie dé retirarse de todos los matrimonios, donde los maridos y
las esposas saldrán íti busca de aventuras amorosas, olvidando el res
peto reciproco y a la sociedad en que viven, desprendiéndose de sú
bito del amor de sus hijos, es decir, concluyendo esta desastrosa ina-
titución del divorcio, en un minuto, con los vínculos más poderosos
qué unen a los hombres en sociedad; cuando oigo sostener todas
estas
techo que los cubra, tendrán que acudir a la mendicidad para escapar
a la corrupción y al crimen! No; las demás naciones son un espejo
en que podemos mirarnos, y haciéndolo, se llega al convencimiento
de que es necesario que nuestra patria se incorpora en esta materia, a
los pUeblos más Ubres, más civilizados, más felices, más poderosos y
morales de la tierra, y jamás se deseará dejarnos entre esas naciones
Rezagadas España, Italia y Portugal que ya se sacuden con violen
— —
bre todo de los evangelistas y primeros padres, el próximo fin del mun
do, no sé preocuparan en dar una organización sólida y permanente
al matrimonio, y de ahí es que no se cuidaran de fundarlo en máximas
sabias y justas. Estando próximo el fin íel mundo y el juicio del Ha
cedor, lo que intJeresaba a todos los habitantes de la tierra, era estar
perfectamente preparados para recibir el fallo definitivo. De aquí
vfcné la división dé los hombrs en estos dos gTandes grupos: los cé
libes, los que no se casan y los que se casan. Para Jesús, según los
evangelistas, para los primeros padres del cristianismo y hasta para
los primeros concilios y muchos Papas, el matrimonio ¿s un estado
infeirior a la virginidad y al celibato.
monio ha dejado <te ser tal; y sería una irrisión llamar matrimonio a la
unión dé dos seres que en lugar i; ayudarse en su perfeccionamiento,
se corrompen y desmoralizan, que ..n vez de formar una fortuna, la
ma del divorcio.
la Cámara,
El divorcio fué derogado en 1816.
política en favor efe las ideas proclamadas por la gran revolución; tra
venenada; la miseria, el
vicio, las enfermedades, llegarán a vuestro
hogar; y en vano demandaréis a la ley la disolución de ese vínculo
afrentoso; será para vosotros sin piedad! Y bien: esa ley -jercérá una
tiranía contra la cual protestará siempre la especie humana. En ciertos
casos, el crimen se alzará contra ella; en otros, que son los más fre
cuentes, el vicio y la corrupción, se burlarán de sus prescripciones, y
reemplazará con escándalo a la unión legítima, la vinculación adulterina",
Dirigió esta interrogación elocuente, con clarovidencia de moralis
ta: "No es mil veces preferible suavizar los rigores de la ley, y pres
cindir dje una regla absoluta, que estimula al crimen y a la corrupción
social ?"
El notable filósofo Arherns, al estudiar la situación excepcional dé
los esposos perturbados por tas graves causas que dislocan la familia y
hacen ineludible una ley de separación o dé divorcio, se expresa así res
pecto al estado del matrimonio: "Pero cuando se déstruyü la ¡dea
moral de la unión, cuando el fin no se cumple y se lastímH profunda-
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deber
mente la dignidad esposo, éste tiene el derecho y hasta el
dé un
una institución del Estado, que tiene poder d¿ cambiar sin consenti
miento de la iglesia".
ligión tienen más en mira la bondad del hombre que las practica, que el
bien de la sociedad para la cual se sancionan. Las leyes civiles, al
contrario, Leñen más en vista la bondad moral de los hombres, en
general, que la de los individuos. Asi, por respetables que sean las
ideas derívadas de la religión, no deben survir de fundamento a las
leyes civiles, porque éstas tienen otro objetivo, que es el bien gene
ral de la sociedad".
Qué importa para el Estado que la religión católica condene el
divorcio, y que la religión griega o la protestante, ramas populosas
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ticasde las religiones. Míe bastará recordar que una religión, que se
dice y practica la poligamia; pues bien, i.l Estado
revelada, aconsejar
por poderosas razones de moralidad, de derecho, y de progreso social,
condena como un delito la poligamia. Hay religiones que proclaman la
vida conventual, que sustraen del mundo laico y die la sociedad de los
como puedan, que no merecen una ley protectora de- los poderes pú
blicos, porque son pocos.
Esta objeción, rebaja .1 nivel moral de la humanidad, y sobre
todo, el criterio levantado con que los poderes públicos deben tratar
que ocurre de ese año én adelante, bajo una ley uniforme para toda la
Suiza, se observa una variación completa en erl fenómeno de la des
unión en los diversos cantones. Desde el cantón de Schaffhause-n don
de existen 106 desuniones sobre mil matrimonios, hay una diferen
cia notable bajo la ley uniforme. En los mismos cantones católicos,
desde 2 por 10C0 se llega hasta 18 por mil,
P_ro donde se acentúa más la divergencia del fenómeno de
desuniones ante una ley análoga es comparando a Dinamarca con No
Con el criterio diverso que parten unos y otros, resulta que para
los católicos, por ley divina, es indisoluble el matrimonio, y para los
protestantes, por la Biblia, es disoluble. Los católicos buscan una ar
gumentación casuística para su tesis, desentendiéndose de algunos
versículos comprometedores del Evangelio de San Mateo; los protes
tantes, lejos de eludir el t.xto claro de esos versículos, dicen que Jesús
proclamó el divorcio por causa grave, desde que no hablaba como le
gislador sino como moralista; y los teólogos prot.stantes sostienen y
demuestran que, a semejanza del caso de adulterio, está autorizado
virtualmente por jesús el divorcio, más que e>l divorcio, el repudio,
cuando se atenta contra la vida de alguno de los cónyuges y en otros
casos análogos; porque, dicen con fundamento, no es más grave el adul
poderoso en el ordan
económico, social y político del hombre. Demues
tra la experiencia que
en los
países donde se garantiza y se ejercita me
jor la libertad del pueblo, éste mejora inmediatamente en su vida ad
ministrativa, elíctíonaria y política. El ejercicio y garantía de la liber
tad, favorece el desarrollo armónico del hombre en su vida industrial,
social y política; y se ha dicho por más de un pensador: "Por qué no
h£cer intervenir en la vida matrimonial una libertad sabiamente regla
mentada y ponderada para que facilite el juego armónico de, la vida
de la familia? Que así como la libertad es benéfica en el desenvolvi
miento social, político y económico del pueblo, será también benéfica
dentro de la familia, que es un pequeño mundo, un Estado reducido.
la familia es el divorcio. El divorcio estimula un
La libertad de
juego armónico de aquella unión, y decreta su ruptura cuando resulta
imposible, es decir, cuando dentro del hogar se erije una tiranía o un
germen de corrupción que debe suprimirse o cegarse, para que no au
ventaja. Esa separación ofrece una perspectiva tan penosa, tan desa
gradable para el cónyuge, que tiene, que solicitarla, que sufre toda clase
de opresiones, porque no ve nada saludable en un juicio de esta clase.
Pero el verdadero divorcio, es un elemento eficaz y moral dé la vida
confecta dentro del matrimonio; porque el esposo libortrno u opresor se
ve amargado, no con un juicio de separación, que no mejora la condi
las uniones más feücss, hay con frecuencia rozamientos, por incompa
tibilidad de caracteres, por desagrados, por crisis domésticas frecuentes.
Pues bien: los esposos separados, ahí estarán con el ojo alerta, soplan
do sobre la llama, atizando la discordia, y ¡el fin será lo que1 ha cons
tatado la estadística en muchas partes: que un matrimonio separado
desune dos matrimonias unidos. Los esposos separados, en la vida fic
ticia y desorbitada que llevan, son germen de perversión moral de la
sociedad, atacan la familia y seducen, precisamente a los matrimo
nios unidos.
Se dice qué el divorcio sacrifica la f-licidad de la mujer, que la
indisolubilidad del matrimonio >-s su garantía suprema.
Voy a demostrar lo contrario con referencias y con citas breves de
los oradores más notables del parlamento francés.
Examín.mos al hombre separado, que- seguramente está en posición
muy diversa a la mujer.
El hombre separado penetra a todos los salones, ninguna mano le
retira su contacto, puede llevar una vida de aventuras; él, personalmen
te, no pierde tanto como la mujer; sólo que cuando le ha tocado una
xos; fe.1 hombre sale del matrimonio con su autoridad y con su fuerza;
la mujer no sale con toda su dignidad. De todo su aporte: pureza virgi
nal, juventud, belleza, fecundidad, fortuna, no encuentra, a menudo, más
que su dinero; no siempre lo conserva, pues ha sido prodigado para
alimentar el adulterio. El divorcio, además, coloca a la mujer en esta
falsa situación: quéno es esposa; ni soltera, ni viuda. La mujer íeStá
los matadores".
El distinguido orador francés concluye con esta frase: "El divor
cio es un mal menor qu. la separación de cuerpos; es un remedio su
parada. Oigámosle:
"Pero la mujer separada!
Suponed que después de haber derrama
do muchas lágrimas y de habtT devorado en siLncio sacrificios infi
nitos, encuentra quien la comprenda. Suponed que sus sentimientos
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La nup
yor que !a y menor que la de los viudos.
de los celibatarios
cialidad es el tanto por ciento de los matrimonios en una -dad deter
minada. Pues bien; allí se casan en primer término los viudos, en sel
gundo término los esposos divorciados y vienen en tercer término los
es la indisolubilidad.
que dé base sólida a una objeción legal contra el divorcio, tomando para
ello la situación de los hijos.
Analizando la faz moral, educativa y social en que quedan los
hijos de esposos separados de cuerpo frente a los hijos de esposos di
vorciados, tenemos que es mucho más triste, mucho más digna de com
mejor si no
contrajeran ulteriores nupcias, que volviendo a casarse los
esposos divorciados. También hay en esto un error. El afecto de los pa
dree tiene que conservarse con mayor pureza, apasionamiento y mora
lidad para con hijos
cuando han contraído segundas nupcias, cuando
sus
traen nuevas uniones y se pone término por medio del divorcio a aquella
guerra intestina tan peligrosa,
nociva para los esposos divorciados
tan
como para los hijos; mientras que la separación de
cuerpos en lugar
dé poner término a esa lucha innoble, apenas si logra una suspensión
de hostilidades, una atenuación de los insultos, d'¿ las injurias, de los
ataques que recíprocamente se dirigen los esposos.
neras suaves que debe dar a la educación del niño el trato de una
Es
axioma de la buena educación de la infancia en el hogar,
un
ninas q"e otro d-- los estrag s qu. produce en el gobierno de la fami-
i a y en su prop a educación, ^s la falta de respeto a los padres. Los hi
jos que pres.ncian las uniones concubínarias de sus padres o que las
sospechan, conduy.n ?■>: perderles todo respeto. La misma guerra domes
tica, las imprecaciones, las calumnias, las difamaciones que sé hacen los
esposos separados de cuerpo, son el germen más nocivo para la educa
ción del niño y tien_ que concluir con el respeto que los hijos deben a
hijos todo acto irregular resulta ambiguo y nocivo para la educación del
niño. Lo que queda en claro en el caso de separación es el odio y el
rio, es natural que la persona que odia a otra, hable mal de ella, que
del hogar, ¿con quién dejará a sus hijos en la casa? Tendrá que entre
terior, en cuyo caso habría que prohibir las ulteriores nupcias de ios
rían los niños ocupado el sitio del esposo fallecido, qué fué bueno para
con el otrocónyuge y para ellos, por una persona extraña.
P.ro en caso de divorcio, no se comprende que los niños sufran
moralmente cuando vean reemplazar al padre perverso, disoluto, cri
minal, corrompido, que la madre ha tenido que ll.var ante los tribuna
les para separarlo del gobierno de sus hijos; no
hogar y quitarle el
se comprende que en este caso haya tortura o violencia moral en los
niños al ver reemplazado al mal padre por otro hombre que sabe cum
cias de las esposos viudos, no hay razón para prohibirlas a los espo
sos separados, cuando los hijos de éstos quedan, como se ve, Ln mejor
condición moral que los de aquellos.
Píto hay que mirar el problema desde otro punto de vista: y es
Aquí, como en todos los países católicos, hay dos clases de cre
yentes: los unos quie son antes que todo ciudadanos dei] país en qué
toda reforma.
No hay para qué buscar ejemplos de estas dos categcrias de ca
que lo puedan usar con toda libertad los creyentes cuyas confesiones
lo aceptan, mientras que aquéllos creyentes que condenaban el divorcia
no se verían perjudicados, porque la ley de divorcio no puede ser
y Portugal —
aceptan el divorcio, entre ellas tres naciones notoriamente
bría limitado a dar un consejo en materia tan delicada, sino que habría
ordenado imperativamente que no pudiera contraer ulteriores nupcias.
5. Agustín, estudiando la cuestión del repudio y refiriéndose a tos
tajas que trae consigo la disolución del vínculo matrimonial; ojalá que
estas ideas, que no tienen más mérito que un balance imparcial de la
nuestra patria, una ley de progreso, una ley liberal que complete la ley
de matrimonio civil, dando un paso más hacoi li civiiii-.a-eión: ¡a ley de
disolución del vínculo matrimonial.