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ROSTROS DEL NACIONALISMO EN LA MÚSICA MEXICANA

UN ENSAYO DE INTERPRETACIÓN
De YOLANDA MORENO RIVAS

Por LUIS IGNACIO HELGUERA

l Fondo de Cultura Económica, México, 1989, 258 pp.

N
O ME QUEDA más remedio que mexicano generado por mexicanos. Pa- de asimilación dificultado tanto por su
iniciar esta nota poniendo mis po- so a paso, la autora va arrancando las peculiar situación de lenguaje margina-
bres cartas sobre la mesa: sé de máscaras oficiales, esquemáticas, con- do como por el profundo desconoci-
melomanía pero no de música en senti- vencionales que cubren la superficie de miento de sus cualidades musicales
do profesional. Por esta razón, los abun- la música nacionalista mexicana hasta concretas. A mediados del siglo XIX, el
dantes -no sé si un poco excesivos- adentrarnos en sus verdaderos, profun- mundo indígena fue objeto de una idea-
ejemplos musicales que se encuentran dos rostros. “Ensayo de interpretación”, lización que lo asimiló a un mundo tan
en estos Rostros de Yolanda Moreno Ri- se subtitula el estudio: interpretación clásico e ‘histórico’ como el romano o
vas no dejaron una y otra vez de inti- que es frecuentemente una reinterpre- el griego y le hizo expresarse con los
midarme, pero la creencia, felizmente tación que avanza críticamente, destru- gestos dramáticos del romanticismo.
confirmada, de que no se trata de un li- yendo máscaras, desfiguraciones y/o Cuauhtémoc, el personaje del episodio
bro dirigido exclusivamente a los músi- simplificaciones provenientes de la vie- operístico de Aniceto Ortega, más que
cos, así como el hecho de que casi no ja musicología (Mayer Serra y otros), la representante de los valores indígenas,
se hayan publicado reseñas del mismo, perspectiva oficial de la cultura, etc. es un héroe civil cuya nobleza se expre-
finalmente me decidió. El difundido fe- Yolanda Moreno remonta su revisión sa en arias y romanzas al estilo italiano”
nómeno de la escasez ya no digamos de hasta la época colonial, en que nos (pp. 54 - 55).
la crítica en torno a la crítica musical y muestra el florecimiento, previo cultivo, Los compositores mexicanos de la ge-
la musicología sino de la crítica musical aclara, de la creatividad musical indíge- neración de Manuel M. Ponce y Carlos
y la musicología mismas, debido en par- na, inserta en las prácticas musicales de Chávez se encontraron, así, embarcados
te a la dificultad de escribir sobre música la evangelización española y que ilustran en una dificilísima situación. Por una
-que posee su lenguaje propio, el mu- “la influencia del poder político sobre parte, tenían que componer por fin una
sical- y en parte también a graves ca- la música” y las funciones de ésta “co- música culta a la altura del rigor y la ca-
rencias de nuestro medio cultural, debe mo transmisora de ideología” (p. 51) lidad de la europea y por otra, debían
hacernos agradecer en primer término Aunque esto tenga su parte de verdad, no sólo eludir las imitaciones ornamen-
estudios serios y estimulantes como el me parece riesgoso tomar al pie de la le- tales de la estética romántica europea en
presente de Yolanda Moreno, que viene tra esta tesis y creer que a como dé lu- que recayó la generación anterior -a
a sumarse a los esfuerzos de otras musi- gar la música ha de ser “transmisora de pesar de logros aislados como los de Ri-
cólogas activas -Gloria Carmona, Leo- ideología”. De hecho, a lo largo del libro cardo Castro y otros- sino eludir tam-
nora Saavedra, entre otras- que como no queda muy clara la posición de Yo- bién esa actitud porfirista, postiza y
ella, desarrollan sus investigaciones con landa Moreno ante la significación “sim- exotista ante el pasado musical indígena.
rigor y expresan sus ideas con nitidez. bólica”, “ideológico - política”, “so- “A pesar de su importancia -advierte
Rostros -en tipografía extrañamente cial” de la música, pero parece inclinarse Yolanda Moreno-, el problema de la
irregular- es además una especie de a la idea de que la música siempre refle- asimilación y ‘sublimación’ de los estilos
breve historia de la música mexicana ja un mundo y delata “su pertenencia populares ” “fue un aspecto secunda-
-no tenemos muchas- a la luz del na- a una estructura social y política” (p. rio”; lo principal era “la creación y for-
cionalismo. El título, Rostros del nacio- 26), cuando bien podría argüirse, sin ne- mación de un lenguaje sonoro, para lo
nalismo en la música mexicana, por gar toda clase de condicionamientos, cual la nueva búsqueda y expresión de
cierto, contiene una ambigüedad: casos que lo constitutivo de la música es esa lo mexicano fue un estímulo vital y re-
tan ricos e interesantes de nacionalismo abstracción de la libre imaginación so- frescante” (p. 13). A los factores que
musical como Salón México de Aaron nora que no refleja sino reinventa el apunta la autora para explicar la elec-
Copland o La madrugada del panadero mundo, e inventa mundos. ción, natural, de la música popular na-
y Don Lindo de Almería de Rodolfo “La revaloración de lo indígena en la cional como fuente de la música culta
Halffter, que de una u otra manera for- música culta -escribe Yolanda More- mexicana, a saber, “las expectativas
man parte de la música mexicana y que no- como tema, inspiración y en oca- creadas por la Revolución Mexicana, la
la generalidad del título bien podría aco- siones como la sustancia misma del dis- revaloración del arte indígena o prehis-
ger, quedan fuera; en realidad el libro curso mexicanista de los años veintes, pánico, el fermento de la nueva creación
se ocupa únicamente de nacionalismo fue la culminación de un largo proceso plástica nacional y la inclinación estatal

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LUIS IGNACIO HELGUERA

hacia la socialización de la cultura y la organizada de la música culta europea El capítulo que Yolanda Moreno de-
educación” (p.21), habría que agregar y mexicana a escala masiva en nuestro dicó a Silvestre Revueltas me parece uno
tal vez el fenómeno psíquico - estético país. Como escribe Yolanda Moreno, de los mejores y más estimulantes. Pues
de necesidad de arraigo en la tierra pro- “Antes de ser indigenista, Chávez supo Revueltas, quien ya en su apellido lleva-
pia en búsqueda de un firme crecimien- que su música, para persistir, tendría que ba grabado el designio del carácter vio-
to artístico no sólo vertical sino también ser contemporánea” (p. 21). Y no sólo lento y subversivo que logró imprimir
horizontal, es decir, en aras de la con- SU música, sino la música mexicana. a toda su música, ha recibido el dudoso
temporaneidad y la universalidad. Creo que en esto radicó uno de los acier- honor de ser explicado como la irrup-
Las soluciones divergieron, y un gran tos fundamentales de este pionero im- ción relampagueante de un genio puro,
mérito de estos Rostros es adentrarse en presionante: comprendió a tiempo que más bien inculto, salvaje y poderoso co-
los itinerarios estéticos personales, el es- ni la creación de un verdadero ambien- mo un terremoto. Esta mistificación, es-
tilo, los procedimientos de composición te musical en México ni la creación de cribe la musicóloga, “no favoreció el
y la relación con la materia popular, di- su propia música se lograrían aisladas. análisis y la evaluación seria de su mú-
versos y propios de cada compositor. Y más que hacer accesible la gran músi- sica” y se adaptó muy bien a “un país
Ponce, Chávez y Revueltas representan, ca occidental a México, intentó que Mé- igualmente mistificado”. (p.183). El ape-
así, tres paradigmas muy bien diferen- xico, en su música y su público musical, lativo “genio” volvió obsoleto todo in-
ciados del nacionalismo musical. ingresaran al ámbito de esta música oc- tento de rastrear su itinerario de forma-
Que no haya sido a su regreso de un cidental. No estuvo libre de espinas el ción vital y cultural, así como de analizar
viaje de estudios algo tardío a Europa intrincadísimo camino de Chávez y no a fondo la complejidad de sus propues-
cuando Ponce alcanzó una conciencia pocas veces se espinó las manos. Hoy, tas sonoras. Indagaciones como las que
-más clara y sabia frente al material po- por ejemplo, luce en toda su esplendo- contiene el libro que se comenta, o co-
pular vivo, es un hecho lleno de signifi- rosa ridiculez su opinión emitida en mo las también recientes de Luis Jaimes
cación. Pues probó que la posibilidad de 1932 sobre la sociedad “decadente y ri- Cortez, confirman que estamos ante el
expresión del nacionalismo más genui- dícula” presa de “molicie, debilidad y caso más notable y acaso mas apasionan-
no y maduro no residía en la lealtad al ética impotente” que traslucía la música te de talento excepcional en la música
dogmatismo conservador y provinciano de Chopin, o su estética fervorosamen- mexicana, pero también que todo talen-
del México de principios de siglo sino en te, religiosamente comunista que, por to, por excepcional que sea, tiene su
la apertura a las técnicas musicales de la ejemplo, lo llevó a condenar “los esca- historia, su genealogía, sus tanteos, su
modernidad occidental. No alarman me- pismos eróticos y místicos de Scriabin laboratorio, su evolución. Apoyada en
nos los reproches de Ponce a Debussy o Mahler” (p. 136). Sin embargo, Yolan- Virgil Thomson, Yolanda Moreno mues-
por su “morboso afán de originalidad” da Moreno nos revela que los postulados tra la originalidad e individualidad de la
que el hecho. de que el compositor me- ideológicos, reactivos ante la estética posición de Revueltas frente a toda la Es-
xicano haya sido contemporáneo exacto ponciana, sentimentalista y algo orna- cuela Mexicana de Composición: no
¡de Stravinsky! Como muestra detenida- mental, enclavada todavía en la burgue- “condimenta” con materia folklórica su
mente Yolanda Moreno, sólo a medias sía porfirista, permitieron a Chávez el música, sino que desde adentro, sin ci-
y en algunas de sus últimas obras logró acceso a una mesura y una sobriedad, vilizarla, reelabora la música de las ban-
Ponce la emancipación de la limitada cir- a un riguroso trabajo con la estructura das callejeras, por ejemplo, con todo y
cunstancia cultural de la que fue víctima. y el carácter orgánico de la obra, a la li- sus estridencias agresivas, la abstrae y la
Muy distinto, como sabemos, fue el beración de una especie de objetivismo complica estructuralmente -sintáctica
caso de Carlos Chávez. Ante el ejemplo étnico -liberación de fuerzas indígenas y semánticamente- en un gran desplie-
de su maestro, aprendió muy pronto, subconscientes, un poco quizás a la ma- gue de recursos cargado de un dinamis-
con lucidez, que su carrera tendría que nera de algunos poemas de ¿Águila o mo y una expresividad que nada tienen
ser una rebelión y una reforma. Refor- sol? de Octavio Paz- de gran expresi- que ver con preconcepciones programá-
ma radical de las circunstancias. El idea- vidad y a un lenguaje moderno de abs- ticas ni teorías étnicas, éticas, pedagó-
lismo vasconcelista de una “hipotética tracción admirable. Paradojas de la gicas, ideológicas o sociales. Habría que
alma popular” y todas esas teorías lacri- creación: la magistral Sinfonía India va notar también que esta destilación lúdi-
mógenas de la compensación espiritual más allá de los postulados estéticos e ca y poderosa del mundo popular me-
que encontraría la gente hundida en la ideológicos del autor y plasma no sólo la xicano en todas sus facetas -y no sólo
miseria en la belleza de la música, y la concepción de un lenguaje sonoro sino las pintorescas o las aprovechables pa-
incapacidad ante el material indígena vi- también “un estilo propio cuya intensi- ra una “épica de la raza”- se basa tam-
vo y salvaje debida a la preconcepción dad era la característica sobresaliente” bién en la contraposición de resortes
incompatible de maldes porfiristas de (p.173). Paradojas de la evolución esté- peculiares del temperamento de Revuel-
“buenas costumbres”, de que era por- tica: paulatinamente, conforme su arte tas: la ternura y la ironía exacerbada
tador Ponce, condujeron a Chávez a una iba madurando y complicándose bajo el hasta la sorna, el dolor y el sarcasmo vi-
serie de movimientos tácticos decisivos: sello de su personalidad, Chávez fue rulento, etc.
una acción político - cultural que pro- abandonando su ideología - ética de la “Dialéctica de composición -explica
moviera la profundización en las autén- música y su mexicanismo, y fue el pri- Yolanda Moreno- renovada constante-
ticas raíces indígenas, el estudio riguroso mero -como lo fue en muchas cosas- mente que permitió que la estructura
y detallado de los compositores euro- en advertir “las limitaciones del nacio- y aun la articulación interna de cada
peos modernos y sus técnicas e innova- nalismo como doctrina de creación ar- obra surgiese del propio material sono-
ciones de composición, la divulgación tística” (p.172). ro” (p.187); “una construcción formal

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que no es discursiva, que se apoya en ciente partitura que marca un extraño Pero por lo general, estos Rostros re-
secuencias cerradamente estructuradas “bajón” en la producción revueltiana y pudian la generalización en beneficio del
y originadas por la aparición de breves que yo no creo que mereciera “indepen- análisis detallado, particularizado, y de la
motivos rítmicos O melódicos” (p.189). dizarse de la imagen” filmica, queda sub- mesura crítica en un juicio casi siempre
No, no hubo quien siguiera el cami- sumida sin más por la autora como caso luminoso y certero. La diferenciación ri-
no despejado por Revueltas, pero sí po- de “gran fuerza dramática y exigente gurosa, que lleva a cabo el libro, del tra-
demos suponer que a su muerte, en escritura orquestal”. (p.219) (?). O bien, bajo con la materia popular específico
1940, el camino irradió una luz chillona a la música de Candelario Huizar -a de cada compositor, le permite arrojar
que deslumbró violentamente la con- quien el libro hace nacer dos veces en luz sobre la debatida cuestión, que hace
ciencia musical de los compositores me- 1888 (?) y una en 1883, y hace morir dos tiempo ocupa profunda y fecundamente
xicanos vivos. Educados por Chávez en veces en 1970 y una en 1971 (?)-, cier- las investigaciones de Yolanda Moreno
el culto al valor educativo y revolucio- tamente “una figura desconcertante Rivas, de las relaciones entre la música
nario de la música inspirada en fuentes dentro del movimiento nacionalista” popular y la música culta, música culta
populares, y que lindaba peligrosamen- (p.231), le critica “su concepción orna- cuya definicíon subyacente en Rostros
te ya con los intereses y conveniencias mental de lo mexicano y la flojedad de es quizás la de una música de mayor
del Estado y la cultura oficial mexicanos sus desarrollos formales” (p. 14) y el complejidad estructural que conlleva
-si el Huapango de Moncayo se sos- cultivo exclusivo de formas románticas una ampliación de las posibilidades ex-
tiene como buena pieza orquestal es por como el poema sinfónico y la sinfonía presivas. Podríamos desprender de es-
su excelente factura y no por su euforia -por cierto, Huizar escribió también te planteamiento, para terminar, que si
patriótica-, los hombres de la genera- música de cámara-. Pues bien, las her- la música es libertad, libertad de la ima-
ción de Ponce -Rolón, Huizar-, de mosas Pueblerinas (1931) sólo pueden ginación sonora, entonces, la música na-
Chávez -Hernández Moncada, autor de considerarse como poema sinfónico en cionalista de alcance y significación más
Costeña, Ixtepec, etc., extrañamente ol- un sentido sui generis, pues la obra universal no será la que se contente con
vidado en este libro- y de la promo- consta de tres movimientos, el segundo ornamentar citas folklóricas sino la que
ción inmediata posterior -Sandi, Bernal de los cuales, de factura impecable y manifieste ante la materia popular viva
Jiménez, Moncayo, Galindo, entre expansión lírica insólita, constituye, me una mayor riqueza de estructuración,
otros-, más tarde o más temprano se parece, uno de los momentos más ins- transformación creadora y libertad ima-
vieron en la necesidad de buscar rutas pirados y memorables de la música me- ginativa. Y de ella no hay pocos ejem-
más personales. xicana. plos en la música mexicana.
Es metodológicamente confuso y des-
concertante que el último capítulo amal-
game históricamente a estas figuras no
protagónicas de diferentes generaciones
musicales en lugar de haberlas diferen-
ciado cronológicamente en subcapítu-
los de los dedicados a Ponce, Chávez y
Revueltas. También quizás se extraña al
final una recapitulación reflexiva de los
diferentes estilos nacionalistas y del fe-
nómeno mismo del nacionalismo, que
tantas connotaciones y peligros implica:
de tipo psicológico, político, estético,
etc., y que ha sido obsesión legítima y
patológica, estimulante y paralizante, no
sólo de nuestra música sino de nuestra
pintura, literatura, cine, filosofía y de-
más manifestaciones. Como bien deja
traslucir el estudio de Yolanda Moreno,
el nacionalismo, cada vez más adulto en
su relación con el material folklórico,
que sacó a la música mexicana de un
estado de estancamiento a principios y
mediados de este siglo, derivó en un
nuevo estancamiento a fuerza de “la rei-
teración de las temáticas y el formalis-
mo que limita a todos los nacionalismos
en el arte del siglo xx” (p.248).
Cabe también cuestionar la generali-
dad vulnerable de algunos juicios sobre
las obras musicales estudiadas. Así, por
ejemplo, La noche de los mayas, defi-

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