Sunteți pe pagina 1din 2

7 formas de agradar a Dios

Todo don que tenemos nos los ha dado Dios y Él quiere darnos “delicias para siempre”. En
gratitud por todo lo que Él hace por nosotros, ¿qué podemos hacer para agradarlo?
Encontrar un regalo que le agrade a Dios puede parecernos todo un desafío. Pero afortunadamente, la Biblia
nos dice no sólo lo que Dios odia (tal como en Proverbios 6:16-19), sino también lo que le complace.
Y lo mejor de todo es que lo que complace a Dios también nos hará los más felices y satisfechos.
Finalmente, estaremos realizados cuando cumplamos el propósito que Dios tiene para nuestra vida —porque
Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros siempre.
Veamos ahora siete formas en que podemos agradar a Dios, según lo que la Biblia nos dice.
1. Tener fe en Dios.
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
Este pasaje identifica la fe —creencia en Dios y creer que Él hará lo que Él ha dicho que hará— como un
prerrequisito para agradar a Dios. También nos da un ejemplo de esta clase de fe: Enoc (v. 5). Enoc vivió en
un mundo cada vez más perverso antes del diluvio, pero él no se dejó arrastrar por la maldad de ellos. En
lugar de esto, “caminó con Dios” y “agradó a Dios” (Génesis 5:24; Hebreos 11:5).
Enoc no sólo creyó en el Dios Creador, él creyó que Dios volvería a la Tierra “con sus santas decenas de
millares” (Judas 14-15), e hizo todo bien. Enoc sabía que los hechos impíos traerían malos resultados y
debían ser reemplazados por buenas acciones —caminando en los caminos de Dios— para que este mundo
pudiera experimentar paz verdadera y gozo.
Cuando creemos en Dios y creemos lo que Él dice, también le estamos agradando a Él.
2. Ocuparse del Espíritu.
“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y
los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:6-8).
La Biblia contrasta dos clases de mentes: la normal, humana (la mente carnal, terrenal) y la mente guiada
por el Espíritu de Dios (la mente espiritual, v. 9). Por lo tanto, tener el Espíritu de Dios morando en nosotros
y guiándonos es otro prerrequisito para agradar a Dios.
En Hechos 2:38 el apóstol Pedro resumió el proceso que Dios ha diseñado para que nosotros sigamos y
recibamos su Espíritu: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Usted puede profundizar en este proceso
fundamental en nuestro folleto gratuito: ¡Cambie su vida!.
Antes del pasaje en Romanos 8, el apóstol Pablo explicó su propia experiencia con estas dos actitudes
mentales. Tan desafiante como nos pueda parecer el proceso del cambio en Romanos 7, deja claro que
Jesucristo nos va a liberar (v. 25), y que como resultado del cambio nos convertiremos en los amados “hijos
de Dios” (8:16-17). ¿Esto complace a Dios? ¡Sí! Jesús dijo que hay “gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente” (Lucas 15:7). A Dios le agrada agregar a alguien a su Familia.
3. Temor a Dios.
“Se complace el Eterno en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia” (Salmo 147:11).
El Salmo 147 describe a Dios como aquel que “sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas” (v.
3). Este pasaje alaba a Dios por su misericordia, su conocimiento y su poder para salvar al humilde (vv. 4-6).
La Biblia nos dice que debemos temer a Dios porque es bueno que reconozcamos acertadamente que Él es
más poderoso que cualquier otra cosa. Al reconocer esto le demostramos un respeto profundo por Él.
El temor apropiado y el respeto por Dios nos motivará a evitar el pecado (Éxodo 20:20). Nos recuerda que
Dios nos va a hacer responsables de nuestras acciones.
Temer a Dios nos permite confiar en Él y reverenciarlo —lo que puede aumentar nuestro amor por el
Todopoderoso Dios a quien le importamos tanto que puede inclinarse y liberar a un ser humano tan
insignificante como nosotros.
4. Estudiar y seguir el ejemplo de Cristo.
“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5).
Durante una visión del futuro Reino de Dios, conocida como la transfiguración, Dios les mostró a Pedro,
Santiago y Juan la preeminencia de Jesucristo. Jesús era realmente el Hijo de Dios, y ¡no hay nadie que lo
haya complacido más! Debemos escucharlo y seguir su ejemplo.
Jesús dijo: “yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29), por lo tanto debemos estudiar los cuatro
Evangelios para aprender cómo podemos también agradar a Dios.
5. Obedecer a Dios.
“¿Se complace el Eterno tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras del
Eterno? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros” (1 Samuel 15:22).
En este pasaje, el profeta Samuel expresó el desagrado de Dios con el primer rey de Israel, Saúl. Saúl había
desobedecido la orden directa de Dios con la excusa de que el pueblo quería “ofrecer” lo que debería haber
sido destruido según Dios. Pero Dios no quiere nuestros regalos físicos, si hemos de quebrantar las leyes que
Él nos ha dado.
Nuevamente, Dios no nos ordena obedecer sólo porque es algo bueno para Él, sino porque es bueno para
nosotros (Deuteronomio 10:13). Sus leyes y mandamientos son benéficos; y como resultado de obedecerlos,
crecemos en carácter santo, justo —¡nos convertimos más cómo Él!
El hecho de que obedecer a Dios es algo que lo complace, está expresado de varias formas en la Biblia. A
Dios “la rectitud le agrada”; Él va a bendecir a aquellos que “guarden mis días de reposo, y escojan lo que
yo quiero” y “os apartéis de fornicación” y eviten quebrantar cualquiera de los mandamientos de Dios, (1
Crónicas 29:17; Isaías 56:4; 1 Tesalonicenses 4:1-3).
6. Hacer la voluntad de Dios.
“Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable
delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.” (Hebreos 13:21).
¿Cuál es la voluntad de Dios? Lo que Dios desea, sus mandamientos, y sus planes están expresados en la
Biblia. La Biblia nos fue dada para mostrarnos su voluntad. Estudiar la Biblia, meditar en ella y orar acerca
de ella, son claves para obtener un mayor entendimiento de su voluntad.
La voluntad de Dios para nosotros va más allá de sólo conocer lo que Él quiere. También involucra hacer
“toda buena obra” —trabajando para madurar espiritualmente y convertirnos en alguien más parecido a Dios
(Mateo 5:48).
Jesucristo dio el máximo ejemplo de hacer la voluntad de Dios al enfrentar la crucifixión por nuestros
pecados y sin embargo orar de esta manera: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Él estaba dispuesto a darse por entero para hacer la voluntad de su
Padre.
7. Hacer los sacrificios que Dios quiere.
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que
confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se
agrada Dios” (Hebreos 13:15-16).
Anteriormente vimos que Dios rechazaba los sacrificios que eran hechos en desobediencia. Pero hay
sacrificios que a Él le “complacen”, cuando incluyen el dar alabanza y gracias a Él y al compartir con otros.
Esto refleja su enseñanza del amor expresado en dos grandes mandamientos que resumen el resto de su ley:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y
grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).
La complacencia de Dios
No importa cuánto le demos a Dios, nunca podremos acercarnos a la superficie de lo que Él ha hecho por
nosotros —mucho menos lo que Él quiere hacer por nosotros. En esta vida, Él nos ofrece unos beneficios
increíbles, tales como:
“Cuando los caminos del hombre son agradables al Eterno, aun a sus enemigos hace estar en paz con él”
(Proverbios 16:7).
Y en el futuro, Él tiene un regalo increíble guardado para su manada fiel: “No temáis, manada pequeña,
porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).
Una de las más vibrantes descripciones de la utopía del Reino de Dios, fue escrita por el rey David, un
hombre según el corazón de Dios: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo;
delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

S-ar putea să vă placă și