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En general, el hábito se abandona por propio deseo o porque los amigos del
afectado se dan cuenta y les avergüenza enseñar unas uñas mal cuidadas. Se
cree que el motivo de esta diferencia entre chicos y chicas en estas edades es
estético. Ellas empiezan a preocuparse por la belleza de sus manos y, por tanto,
son las primeras que piden ayuda para resolver esta costumbre, hacia los 13 años.
Salud
En las propias uñas, el continuo mordisqueo causa un mal crecimiento de las
mismas. Se crean microtraumatismos que alteran la anatomía del lecho ungueal, la
parte que está por debajo de las uñas. También se ocasionan pequeñas heridas
alrededor de ellas, que provocan inflamación y dolor en el dedo. Se forman
repelones y verrugas periungueales. También se puede ver afectado, incluso, el
día a día de los niños, con dificultad para realizar movimientos que requieren un
largo mínimo de uña, como recoger una moneda del suelo o separar cinta
adhesiva.
puede provocar alteraciones en los dientes. El repiqueteo constante de un incisivo
contra el otro (inferior y superior) hace que se desgasten y que las piezas dentales
queden como recortadas. Los investigadores del trabajo reciente añaden otras
modificaciones como: mala oclusión de los dientes anteriores, infecciones
parasitarias intestinales, bacterias, virus, hongos o cándidas en la uña que, en
muchos casos, se trasladan a la mucosa oral, o destrucción alveolar - leer
sentimiento de culpa
Muchos progenitores intentan solucionar el problema con castigos, someten a los
niños a presión y les reprenden cada vez que se las muerden. No obstante, estos
intentos a menudo no son eficaces. Debido a que es un problema con origen en el
sistema nervioso, darle demasiada importancia puede provocar el efecto contrario
y crear un círculo vicioso de difícil salida. Los expertos recomiendan diversas
acciones que ayudan a abandonarlo de forma progresiva y pausada. Con
frecuencia, se soluciona con el paso del tiempo y con mucha voluntad, sin
necesidad de ninguna intervención específica.
2-se puede hacer algún tipo de pacto, por el que se dará una recompensa si el
niño deja de mordérselas durante, al menos, una temporada. Resulta útil el uso de
sustitutos en momentos clave, incitadores a la onicofagia, como comer un chicle
sin azúcar o masticar una zanahoria. Mantener las manos ocupadas con otros
objetos en momentos de tensión es efectivo. Si el niño aprende técnicas de
relajación podrá controlar esa tensión, un aspecto básico para el cese de la
costumbre. Por último, siempre con el consentimiento del afectado, se puede
poner alguna sustancia amarga que ayude a disuadirle de llevarse las manos a la
boca.
3-se puede hacer algún tipo de pacto, por el que se dará una recompensa si el
niño deja de mordérselas durante, al menos, una temporada. Resulta útil el uso de
sustitutos en momentos clave, incitadores a la onicofagia, como comer un chicle
sin azúcar o masticar una zanahoria. Mantener las manos ocupadas con otros
objetos en momentos de tensión es efectivo. Si el niño aprende técnicas de
relajación podrá controlar esa tensión, un aspecto básico para el cese de la
costumbre. Por último, siempre con el consentimiento del afectado, se puede
poner alguna sustancia amarga que ayude a disuadirle de llevarse las manos a la
boca.