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Las válvulas cardíacas permiten que la sangre fluya a través del corazón sin obstrucciones en
sentido anterógrado cuando están abiertas, impidiendo a su vez que fluya en sentido retrógrado
cuando se cierran. La mayoría de las valvulopatías cardíacas provocan estenosis valvulares con
obstrucción del flujo anterógrado o bien una insuficiencia valvular con flujo retrógrado. Las
estenosis valvulares ejercen una sobrecarga de presión sobre el ventrículo derecho o sobre el
izquierdo, ya que dichas cámaras deben generar presiones mayores de las normales para vencer la
obstrucción y poder bombear el flujo en sentido anterógrado. La insuficiencia valvular ejerce una
sobrecarga de volumen sobre el corazón, el cual debe bombear un volumen adicional para
compensar el volumen que ha regurgitado en sentido retrógrado. Estas sobrecargas
hemodinámicas, cuando son graves, pueden desembocar en una disfunción ventricular, una
insuficiencia cardíaca y una muerte súbita
Estenosis Mitral
En la mayoría de los casos la estenosis mitral es de origen reumático. Sin embargo, el antecedente
clínico de fiebre reumática falta en la mitad de ellos. Dos tercios de los pacientes con estenosis
mitral son mujeres. En la estenosis mitral reumática las valvas aparecen difusamente engrosadas y
rígidas por un proceso de fibrosis y, con frecuencia, por depósitos de calcio. Las comisuras se
fusionan, al igual que las cuerdas tendinosas, que además están retraídas. El conjunto de estos
cambios determina un estrechamiento del orificio valvular. La estenosis mitral es tres veces más
frecuente en las mujeres y suele desarrollarse en el cuarto o el quinto decenio de la vida
Fisiopatologia:
El área valvular mitral del adulto es de aproximadamente 4-5 cm2. Cuando se reduce de manera
significativa, el llenado ventricular se mantiene por el aumento del gradiente de presión entre la
aurícula y el ventrículo durante la diástole. La presencia de este gradiente aumentado constituye
la alteración hemodinámica característica de la estenosis mitral. Cuando el orificio mitral es
inferior a 1,5 cm2 (estenosis mitral grave), el mantenimiento del gasto no es posible si la presión
de la aurícula izquierda no alcanza 20-25 mm Hg. Como consecuencia de esta elevación, la presión
capilar y la presión arterial pulmonar ascenderán también, con lo que aparecerá disnea. En la
estenosis mitral ligera o moderada, la presión arterial pulmonar puede ser normal en reposo y
elevarse sólo con el ejercicio. En estas condiciones, la disnea coincide con el aumento del
gradiente transvalvular, que depende no sólo del flujo de sangre a través de la mitral (gasto
cardíaco), sino también de la duración de la diástole. El acortamiento de esta con la taquicardia
reduce el tiempo de llenado ventricular, por lo que, para un gasto cardíaco determinado, la
aceleración del ritmo cardíaco aumenta el gradiente transmitral y eleva la presión de la aurícula
izquierda.
La presión arterial pulmonar puede elevarse de forma pasiva, como consecuencia del aumento de
la presión venosa pulmonar (hipertensión poscapilar), o activa, al aumentar las resistencias
arteriolares pulmonares (hipertensión precapilar). En ocasiones, la presión arterial pulmonar
alcanza valores sistémicos. En general, cuando la presión sistólica pulmonar rebasa los 60 mm Hg,
las presiones de llenado del ventrículo derecho y, por consiguiente, de la aurícula derecha se
elevan. Como consecuencia de la dilatación de las cavidades derechas puede aparecer
insuficiencia tricuspídea
Cuadro clínico:
El intervalo libre entre el episodio de carditis reumática y el inicio de los síntomas suele ser
prolongado, en general de unos 20 años. Los pacientes con estenosis mitral suelen permanecer
asintomáticos hasta que el área de la válvula disminuye hasta aproximadamente un tercio de su
tamaño normal de 4 a 5 cm2
Cuando el grado del estrechamiento valvular es ligero pueden darse todos los signos de una
estenosis mitral bien constituida en ausencia de síntomas. Con todo, es posible que se produzca
una elevación transitoria de la presión auricular izquierda capaz de desencadenar crisis de disnea
en ocasión de esfuerzo, taquicardia, fiebre, anemia o embarazo. A medida que la estenosis
progresa, la disnea aparece con esfuerzos progresivamente menores hasta que el paciente se halla
incapacitado para las actividades diarias. Luego el decúbito se hace intolerable y aparecen
ortopnea y crisis de disnea paroxística nocturna. El desarrollo de un edema agudo de pulmón suele
ser secundario a un esfuerzo físico o a la aparición de una arritmia, en general una fibrilación
auricular. La instauración de esta determina siempre un deterioro hemodinámico significativo
derivado de la pérdida de la contracción auricular y de la respuesta ventricular rápida. La
hemoptisis, que aparece como consecuencia de la rotura de las venas pulmonares o bronquiales,
es una complicación menos frecuente que puede ocurrir en presencia de una presión capilar
pulmonar elevada con resistencias arteriales pulmonares relativamente bajas. Debe distinguirse
del esputo rosado del edema agudo de pulmón o del infarto pulmonar. Las infecciones
pulmonares son también frecuentes. Además de los cambios descritos en el lecho vascular del
pulmón, la pared del alvéolo es también asiento de fibrosis. Por ello, la capacidad de difusión del
oxígeno está disminuida, en especial durante el ejercicio. La elevación de las resistencias arteriales
pulmonares suele aliviar los síntomas congestivos pulmonares, pero aumenta la presión sistólica
del ventrículo derecho, que puede llegar a claudicar.
Exploración física:
La inspección sólo aporta datos cuando la estenosis mitral es grave. Los pómulos pueden
presentar un tinte rojizo característico (chapetas malares). En presencia de fallo derecho y gasto
cardíaco bajo existe palidez cutánea, así como frialdad y cianosis de las partes acras. La onda a del
pulso yugular, que desaparece con la fibrilación auricular, es prominente cuando existe
hipertensión arterial pulmonar grave. En la insuficiencia tricuspídea funcional es la onda v la que
alcanza mayor relieve.
Los signos auscultatorios característicos de la estenosis mitral son un primer ruido fuerte, un
chasquido de apertura después del segundo ruido y un soplo diastólico. A ello puede sumarse un
segundo ruido fuerte en el foco pulmonar. La intensidad aumentada del primer ruido se debe a
que la válvula se cierra con gran rapidez, desde una posición relativamente abierta; cuando la
movilidad valvular está comprometida por la presencia de calcificaciones, el primer ruido pierde su
sonoridad. El chasquido de apertura es un ruido breve y seco que se produce 0,06-0,12 s después
del componente aórtico del segundo ruido y se ausculta en el ápex, aunque puede propagarse a lo
largo del borde esternal izquierdo hasta la base. La distancia entre el segundo ruido y el chasquido
de apertura mitral constituye un buen índice del grado de la estenosis.
Insuficiencia mitral
La válvula mitral consta del anillo mitral, los velos valvulares, las cuerdas tendinosas y los músculos
papilares. Cualquier anomalía en alguna de estas estructuras puede dar lugar a insuficiencia mitral.
La etiología más frecuente de insuficiencia mitral en Estados Unidos es el prolapso valvular mitral,
el cual es responsable de aproximadamente dos tercios de todos los casos y abarca a numerosas
enfermedades como la degeneración mixomatosa de la válvula. La siguiente causa en orden de
frecuencia es la isquemia miocárdica que ocasiona una disfunción de los músculos papilares o un
infarto, y es la responsable de aproximadamente el 25% de todos los casos. La calcificación del
anillo, la endocarditis, las enfermedades del colágeno vascular y la cardiopatía reumática son
causas menos frecuentes.
La insuficiencia mitral puede subdividirse según la cronicidad. Entre las causas frecuentes de
insuficiencia mitral aguda grave están la rotura de las cuerdas tendinosas, la disfunción o la
ruptura de músculos papilares isquémicos y la endocarditis infecciosa. La insuficiencia mitral
crónica grave es más probable que se deba a la degeneración mixomatosa de la válvula, a una
cardiopatía reumática o a una calcificación del anillo.
Por ello, los signos de congestión pulmonar son escasos o ausentes; en cambio, el gasto cardíaco
suele ser bajo, por lo que predominan la fatiga y la debilidad muscular. Todos estos pacientes se
hallan en fibrilación auricular. El grupo más numeroso de enfermos, sin embargo, presenta una
elevación moderada de la distensibilidad auricular y su situación es intermedia entre los extremos
antes referidos; presentan, en consecuencia, un grado variable de dilatación auricular, junto con
un aumento más o menos importante de la presión media de la aurícula.
En la insuficiencia mitral grave, la presión telediastólica del ventrículo izquierdo aumenta, aunque
la elevación depende también de la distensibilidad de la pared del ventrículo. Lo mismo que en la
aurícula, la sobrecarga crónica de volumen parece modificar la relación presión-volumen diastólico
ventricular en el sentido de aumentar la distensibilidad.
Fisiopatología de Cecil:
La insuficiencia mitral aguda grave necesita en muchas ocasiones una corrección quirúrgica de
urgencia. Los pacientes que pueden controlarse durante la fase aguda pueden entrar en la fase de
compensación. En esta fase, la hipertrofia excéntrica del VI y el aumento del volumen
telediastólico, junto con una función contráctil normal, permiten la eyección de un volumen
sistólico total suficientemente grande como para permitir que el volumen sistólico anterógrado
vuelva a ser normal. El aumento de tamaño de la aurícula izquierda permite acomodar al volumen
regurgitante a una presión de llenado menor. En esta fase, el paciente puede estar relativamente
asintomático, incluso durante un ejercicio extenuante.
Una insuficiencia mitral grave puede tolerarse durante muchos años, pero la lesión ocasiona
finalmente una disfunción del VI. El ventrículo dañado tiene deteriorado su rendimiento de
eyección y el volumen telesistólico aumenta. El aumento del volumen residual del VI incrementa el
volumen telediastólico y la presión telediastólica, pudiendo reaparecer los sintomas de edema
pulmonar. La dilatación adicional del VI puede agravar la magnitud de la regurgitación al agrandar
aún más al anillo mitral y desalinear a los músculos papilares. Aunque existe una disfunción
contráctil sustancial, el aumento de la precarga y la vía regurgitante, que tienden a normalizar la
poscarga a pesar del aumento de tamaño del ventrículo, aumentan la fracción de eyección y
pueden mantenerla dentro de unos límites relativamente normales.
Cuadro clínico:
Exploración física:
El segundo ruido suele tener un desdoblamiento fisiológico, si bien en la insuficiencia mitral grave
el cierre aórtico precoz puede determinar un desdoblamiento amplio (tanto en inspiración como
en espiración). Cuando hay hipertensión pulmonar, el componente pulmonar del segundo ruido se
halla reforzado y puede aparecer un clic de eyección. La presencia de un chasquido de apertura
mitral indica la existencia de una estenosis asociada. En la insuficiencia mitral grave el llenado
rápido ventricular produce un tercer ruido, al que puede seguir un soplo mesodiastólico de
hiperaflujo (que no es indicativo de estenosis asociada).
En pacientes con prolapso mitral puede auscultarse también un clic mesosistólico o telesistólico, a
veces múltiple, seguido de un soplo telesistólico. El clic se ha atribuido a la tensión de las cuerdas
tendinosas o a la propia válvula, cuando su grado de prolapso dentro de la aurícula es mayor; el
soplo correspondería a la regurgitación. Las intervenciones que disminuyen el volumen
ventricular, como la inhalación de nitrito de amilo, la maniobra de Valsalva o el simple hecho de
adoptar la posición ortostática, aumentan el grado de prolapso y adelantan el clic y el soplo; por el
contrario, el ejercicio isométrico y los fármacos que elevan las resistencias periféricas, al aumentar
el volumen ventricular, reducen el prolapso y pueden disminuir o hacer desaparecer sus
manifestaciones acústicas.
Diagnostico:
La estenosis aórtica es, junto a la insuficiencia mitral degenerativa, la valvulopatía más frecuente
en nuestros días. Puede ser congénita, reumática o secundaria a la calcificación de las válvulas
sigmoides. La anomalía congénita más frecuente es la válvula bicúspide, que puede ser ya
estenótica en el momento del nacimiento o estrecharse con los años (por lo común, dentro de las
primeras 4 décadas) como consecuencia de su calcificación. La afección reumática de la válvula
determina primero una fusión de las comisuras y, posteriormente, su calcificación y se suele
presentar asociada a afectación de la válvula mitral. También apoyan un origen reumático el
antecedente clínico de fiebre reumática y la coexistencia de una regurgitación aórtica significativa.
Actualmente la forma de estenosis aórtica más frecuente es la estenosis aórtica calcificada del
anciano, que consiste en un proceso de calcificación valvular que puede cursar de manera
relativamente rápida.
Fisiopatología:
La reducción del gasto cardíaco o la incapacidad para elevarlo con el esfuerzo debido al
agotamiento de los mecanismos de compensación explican algunos de los síntomas (síncope y
presíncope). Otros dependen de la congestión pulmonar causada por la transmisión retrógrada de
las presiones de llenado ventricular, que se incrementan con la dilatación ventricular (disnea), o de
una isquemia miocárdica (angina) por la hipertrofia que aumenta el consumo de oxígeno del
miocardio más allá de las posibilidades de la oferta.
La restricción de la reserva del flujo sanguíneo coronario parece ser la responsable de la angina en
muchos pacientes que presentan una estenosis aórtica, a pesar de que las coronarias epicárdicas
sean normales. En otros, la angina se debe al aumento de la demanda de oxígeno cuando una
hipertrofia inadecuada permite que aumente el estrés de la pared, que es uno de los
determinantes clave del consumo de oxígeno miocárdico.
Cuadro clínico:
La estenosis aórtica puede ser asintomática durante muchos años merced a la hipertrofia que
permite al ventrículo generar una presión sistólica elevada. Cuando aparecen las manifestaciones
clínicas de la enfermedad, disnea, síncope y angina, la historia natural de la enfermedad es breve y
la muerte acontece en un plazo de 2 a 5 años de no procederse al recambio valvular. La disnea es
en general de aparición insidiosa y reduce de forma progresiva la capacidad funcional del paciente.
La angina, que suele presentarse más adelante, obliga a descartar una ateromatosis coronaria
asociada; en la estenosis aórtica grave, la ausencia de angina permite excluir con razonable
seguridad la existencia de lesiones coronarias significativas. El síncope, que, como se ha indicado,
obedece a la incapacidad para elevar el gasto cardíaco debido a la estenosis, puede también ser
secundario a la reducción de aquel por una arritmia. Dado que el gasto se mantiene hasta los
estadios más avanzados de la enfermedad, la fatiga y la debilidad suelen ser signos terminales, al
igual que el establecimiento de una hipertensión pulmonar grave, con fallo ventricular derecho e
insuficiencia tricuspídea.
Exploracion física:
El pulso carotídeo muestra un ascenso lento, tanto más acusado cuanto más grave es la estenosis
(pulso parvus), si bien en los estadios más avanzados, cuando el gasto cae y la presión diferencial
se reduce, puede ser difícil de percibir. En estas circunstancias puede aparecer un pulso
alternante. La palpación de un pulso bisferiens excluye una estenosis aórtica pura o predominante.
De igual modo, el hallazgo de una presión sistólica elevada (superior a 180 mm Hg) debe hacer
dudar de la existencia de una estenosis aórtica grave. El pulso venoso yugular muestra con
frecuencia una onda a prominente, que no indica necesariamente un fallo ventricular derecho,
sino que refleja la reducción de la distensibilidad del ventrículo derecho por la hipertrofia del
septo. El latido de la punta es enérgico y puede hallarse desplazado por el crecimiento ventricular,
aunque en menor grado que en las sobrecargas de volumen. Por lo común, se palpa un doble
impulso, donde el primero corresponde a la contracción auricular y el segundo a la eyección
ventricular. En la base del corazón, en particular en el foco aórtico y, a veces, en el hueco
supraesternal e incluso sobre las carótidas, suele palparse un frémito sistólico. Para ponerlo de
manifiesto es necesario a veces examinar al paciente inclinado hacia delante y en apnea
postespiratoria, sobre todo si es obeso o enfisematoso.
Diagnostico
Rx: La hipertrofia del ventrículo izquierdo no suele deformar la silueta cardíaca de manera
apreciable. Cuando es muy acusada, la punta aparece redondeada y, en la proyección
lateral, la pared posterior se desplaza hacia atrás. Cuando la estenosis aórtica es
significativa, la aorta descendente aparece elongada.
Muestra signos de crecimiento ventricular izquierdo del tipo de la sobrecarga sistólica, con
ondas R altas y depresión del segmento ST en las derivaciones DI, aVL y en precordiales
izquierdas. Algunos enfermos desarrollan un bloqueo de rama izquierda
Ecocardiograma: Revela la hipertrofia de las paredes del ventrículo izquierdo, incluido el
tabique. La válvula aórtica pierde su configuración ecocardiográfica normal, que es
reemplazada por ecos densos y múltiples correspondientes a la calcificación
Insuficiencia aortica
La insuficiencia aortica puede deberse a anomalías en los velos valvulares aórticos o a anomalías
en la raíz aórtica proximal. Las anomalías de los velos valvulares que desencadenan una
insuficiencia aórtica son la válvula aórtica bicúspide, la endocarditis infecciosa y la cardiopatía
reumática; también se han visto implicados los fármacos anorexígenos. Entre las anomalías de la
raíz aórtica que dan lugar a insuficiencia aórtica están el síndrome de Marfan , la ectasia del anillo
aórtico inducida por la hipertensión, la disección aórtica, la sífilis, la espondilitis anquilosante y la
artritis psoriásica. La insuficiencia aórtica aguda suele ser secundaria a endocarditis infecciosa o a
disección aórtica.
La insuficiencia aórtica puede ser consecuencia de alteraciones en los velos valvulares o de falta de
coaptación de los velos como consecuencia de dilatación de la aorta ascendente o de la raíz
aórtica. Diversas enfermedades pueden dar lugar a insuficiencia aórtica por mala coaptación de los
velos, como la afección reumática. Otras causas de regurgitación aórtica por afección primaria de
la válvula son la endocarditis bacteriana y la rotura traumática de la válvula, que constituyen
ejemplos de insuficiencia aguda
Fisiopatologia:
Al igual que en la insuficiencia mitral, la insuficiencia aórtica da lugar a una sobrecarga de volumen
en el ventrículo izquierdo, ya que éste debe bombear en sentido anterógrado el flujo que procede
desde la aurícula izquierda y el volumen que regurgita a través de la válvula aórtica incompetente.
La isquemia miocárdica que estos pacientes pueden desarrollar se debe, por un lado, al
incremento de las demandas miocárdicas de oxígeno derivadas del aumento de la tensión sobre la
pared y, por otro, al descenso de la presión de perfusión como consecuencia de la reducción del
gradiente de presión diastólica entre la aorta y el ventrículo izquierdo.
Cuadro clínico:
La insuficiencia aórtica crónica suele ser asintomática durante muchos años. La primera
manifestación clínica pueden constituirla las palpitaciones, que no traducen necesariamente la
existencia de una arritmia, sino que se deben a que el paciente toma conciencia del latido vigoroso
que resulta del mayor volumen de sangre eyectado por el ventrículo. Aparecen luego los síntomas
derivados de la insuficiencia ventricular izquierda, como disnea de esfuerzo, ortopnea y disnea
paroxística nocturna. El edema agudo de pulmón, que puede ser la causa de muerte de estos
pacientes, suele constituir el síntoma inicial en la insuficiencia aórtica aguda. El dolor torácico es
menos frecuente (cerca del 20% de los casos) que los síntomas de congestión pulmonar y puede
aparecer tanto en reposo como durante el esfuerzo; suele ser prolongado y la respuesta a la
nitroglicerina es escasa. Cuando se produce claudicación del ventrículo derecho aparece la
sintomatología típica del bajo gasto cardíaco (fatigabilidad, astenia, etc.).
Con frecuencia, la anamnesis ayuda a determinar la causa de la insuficiencia aórtica. Así, suele
haber un antecedente remoto de fiebre reumática cuando este es su origen, mientras que la
detección de un soplo desde la infancia sugiere una malformación congénita de la válvula, y una
historia reciente de fiebre apoya una endocarditis infecciosa. En el caso de la artritis reumatoide o
de la espondiloartritis anquilopoyética, los datos clínicos permiten en general el diagnóstico de la
enfermedad fundamental. Cuando la causa no es evidente conviene interrogar al paciente acerca
de sus antecedentes clínicos o de un posible traumatismo torácico. En el síndrome de Marfan
suelen existir antecedentes familiares.
Exploracion física:
En la insuficiencia aórtica crónica grave, la inspección puede revelar el balanceo del tórax e,
incluso, de la cabeza (signo de Musset), sincrónicos con los latidos del corazón. También pueden
resultar visibles la distensión y el colapso súbitos de las arterias más accesibles a la inspección
(pulso de Corrigan). Con frecuencia, la palpación del pulso pone de manifiesto un doble latido
(pulso bisferiens) y la presión distal de las uñas permite apreciar el pulso capilar (signo de Quincke,
caracterizado por la alternancia de palidez y rubor en cada latido). La presión diferencial es amplia,
con cifras máximas altas y persistencia de los ruidos de Korotkoff hasta 0 mm Hg; en realidad, los
valores de la presión diastólica corresponden al momento en que estos ruidos se amortiguan.
El latido apical es amplio, como corresponde a una sobrecarga de volumen, y, en general, se halla
desplazado lateralmente y hacia abajo. La expansión y la ulterior retracción de la punta contrastan
con el latido sostenido de la estenosis aórtica. La presencia de un soplo sistólico, que al igual que
el frémito traduce el hiperaflujo de sangre a través de las sigmoides aórticas, es constante y su
intensidad (a veces III, IV/VI) no presupone una obstrucción orgánica; en ocasiones se halla
precedido de un clic de eyección. No obstante, el elemento auscultatorio característico es un soplo
diastólico, aspirativo, decrescendo, que se percibe mejor si se aplica la membrana del estetoscopio
en el borde esternal izquierdo
Diagnostico
Otras valvulopatias
El prolapso de la válvula mitral se produce cuando uno o los dos velos valvulares del aparato
valvular se deslizan hacia la aurícula izquierda por encima del plano del anillo valvular mitral
durante la sístole. La importancia del prolapso de la válvula mitral varía de un paciente a otro. En
algunos casos, el prolapso es simplemente una consecuencia de la fisiología del VI normal sin un
impacto médico significativo, como sucede en las situaciones que dan lugar a un ventrículo
izquierdo pequeño (p. ej., maniobra de Valsalva o un defecto del tabique auricular), donde la
reducción del volumen ventrícular da lugar a un alargamiento relativo de las cuerdas tendinosas y
al prolapso consiguiente de la válvula mitral. En el otro extremo, la redundancia y la deformidad
graves de la válvula, que se producen en la degeneración valvular mixomatosa, aumentan el riesgo
de ictus, de arritmias, de endocarditis y de progresión hacia una insuficiencia mitral grave.
La mayoría de los pacientes con prolapso de la válvula mitral no manifiesta síntomas. No obstante,
en algunos casos se asocia a síntomas como palpitaciones, síncope y dolor torácico. En ciertos
casos, el dolor torácico se asocia a una gammagrafía con talio positiva, señalando la presencia de
una isquemia verdadera a pesar de la normalidad de las coronarias epicárdicas, quizás porque la
tensión excesiva sobre los músculos papilares incrementa el consumo de oxígeno y desencadena
la aparición de isquemia. Las palpitaciones, el síncope y el presíncope, cuando están presentes,
guardan relación con la disfunción autónoma, la cual parece imperar más en los pacientes con
prolapso de la válvula mitral.
El síndrome del prolapso mitral se manifiesta en la exploración física con una serie de signos
característicos como un chasquido mesosistólico y un soplo telesistólico. El chasquido se produce
cuando las cuerdas tendinosas se tensan al producirse el prolapso de la válvula mitral en la
mesosístole. Cuando sucede esto, los velos valvulares mitrales sobrepasan su punto de
coaptación, permiten la regurgitación mitral y provocan un soplo sistólico tardío. Las maniobras
que pueden disminuir el tamaño del ventrículo izquierdo, como la maniobra de Valsalva,
determinan que el chasquido pueda aparecer antes y que el soplo sea más holosistólico y a
menudo más sonoro
Insuficiencia tricúspide
La insuficiencia tricuspídea suele ser secundaria a una carga hemodinámica sobre el ventriculo
derecho más que a una deformidad estructural de la válvula. Las enfermedades que desencadenan
hipertensión pulmonar, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o los cortocircuitos
intracardíacos, dan lugar a una dilatación del VD con la consiguiente insuficiencia tricuspídea.
Como la mayor parte de la fuerza que se necesita para rellenar el ventriculo izquierdo proviene del
ventriculo derecho, la disfunción del VI que conduce a una elevación de la presión de llenado de
este ventrículo también da lugar a una sobrecarga hemodinámica sobre el ventriculo derecho que
puede conducir finalmente a una insuficiencia de dicho ventrículo y a una insuficiencia tricuspídea.
En algunas ocasiones, la insuficiencia tricuspídea puede ser secundaria a cambios patológicos de la
propia válvula. La causa más común de insuficiencia tricuspídea primaria es la endocarditis
infecciosa, la cual procede por lo general de antecedentes de drogadicción o de inyecciones sin las
suficientes medidas de esterilidad. Otras causas son el síndrome carcinoide, la afectación
reumática de la válvula tricúspide, la degeneración mixomatosa, el infarto del VD y los percances
durante la obtención de biopsias endomiocárdicas.
Los síntomas de la insuficiencia tricuspídea son los de la insuficiencia de las cavidades cardíacas
derechas y consisten en ascitis, edema y en ocasiones en la aparición de dolor en el cuadrante
superior derecho. En la exploración física se aprecia distensión venosa yugular, acentuada por una
onda v grande a medida que la sangre se regurgita hacia la aurícula derecha durante la sístole. La
regurgitación hacia las venas hepáticas da lugar a un aumento de tamaño del hígado con pulsación
hepática. El aumento de tamaño del VD se aprecia como una elevación paraesternal. La ascitis y el
edema son frecuentes