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POLITICAS DE ESTADO VERSUS POLITICAS DE

GOBIERNO

Wiston Churchill enunció algún día una célebre frase, la cual no han
entendido algunos políticos de este país: "El político se convierte en
estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y
no en las próximas elecciones".
En efecto, muchos políticos se han equivocado al anteponer
intereses particulares a los intereses del Estado. Cuando alcanzan el
poder, establecen planes y objetivos que no trascienden sus
administraciones, e incluso se atreven a no continuar programas que
venían siendo exitosos en periodos anteriores, por simples
vanidades políticas.
Soledad Alvea r, excanciller chilena, dijo alguna vez: "No se pueden
reinventar en cada gobierno, los objetivos estratégicos de un país". Y
en esto tienen mucho que enseñarnos precisamente los chilenos y
los peruanos, según sus experiencias más recientes.

Chile concretamente, fue capaz de pasar de un gobierno con ideas


de izquierda (Michelle Bachelet) a uno con ideas de derecha
(Sebastián Piñera), sin tener que abandonar los objetivos
fundamentales de los chilenos.
Perú, a la fecha, también nos ha dado una lección en este sentido,
ya que muchos temíamos que los logros económicos y de seguridad
alcanzados por el expresidente Alan García entre 2006 y 2011,
fueran a ser desmontados por Ollanta Humala , actual Presidente
desde 2011, quien ha militado políticamente en sectores radicales
de la izquierda. Sin embargo, para sorpresa de muchos, no sólo no
lo ha hecho, sino que también ha causado un positivo asombro su
negativa de negociar con grupos terroristas de ese país como
"Sendero Luminoso".
Otro gran ejemplo de anteponer los intereses del Estado a intereses
particulares, lo han dado los dos candidatos a la Presidencia de EE.
UU. en los debates, en los cuales al abordar temas como la política
exterior, ambos candidatos, a pesar de las diferencias ideológicas,
expresan puntos convergentes, al entender con claridad que los
intereses de todos los norteamericanos no pueden ponerse en
peligro por las ideas de cada uno de los candidatos o de sus partidos
políticos.

En Colombia, en cambio, poco perduran las escasas estrategias de


Estado que se han formulado a lo largo de nuestra historia
republicana, con cada cambio de Presidente.
Un caso reciente y conocido, es el de la política de "Seguridad
Democrática" estructurada por Álvaro Uribe para desterrar
completamente la amenaza que representan los violentos.

El expresidente Uribe insistió en que dicha política, exitosa en la


consecución de su objetivo, debía ser considerada como una política
de Estado y no sólo de gobierno.
No obstante, esta política quedó a la deriva con Santos, y ahora
vemos las consecuencias en materia de seguridad. Por esto, es
indispensable entender que los intereses de Colombia deben
establecerse en beneficio del Estado y la Nación, y no como un
simple trampolín electoral.

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