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PLANIFICACIÓN 2015-2016
FUNDAMENTACIÓN
Desde el punto de vista teórico, y sin la pretensión de incorporar los debates entre diferentes
tradiciones historiográficas, considero importante analizar algunos de los conceptos que con mayor
frecuencia son utilizados en la Historia de la Antigüedad Clásica. De manera preliminar pueden
destacarse los siguientes: Sinecismo, Pólis, Imperialismo, Helenización, Modo de producción
esclavista, Colonato, Relaciones de producción, lucha de clases, Modo de producción tributario,
Servidumbre, sincretismo religioso, Romanización. Todos ellos serán analizados con un criterio de
rigor teórico combinado con aplicación a los testimonios que brindan los sistemas culturales
abordados; sin academicismos, pero con un grado de profundización que consistentemente vaya
más allá de la simple difusión masiva. Desde esta óptica, resulta necesario reexaminar el período
clásico sin caer en los lugares comunes que superficialmente se le adjudican; ni imperio de la razón
y la organización institucional, ni oscurantismo esclavista o sociedad regida por el terror. El mundo
clásico grecorromano conforma un momento extraordinario de la civilización occidental, pero
incluso en su grandeza, está lejos de la perfección modélica que algunos –todavía hoy- pretenden
atribuirle.
La crisis del Imperio Romano provocó una ruptura en muchos aspectos, si bien las continuidades
basadas en la impronta del “Imperium Romanum Cristianum” se proyectaron durante siglos con el
desarrollo de la denominada “Edad Media”; cuyos límites temporales se establecen
tradicionalmente entre los siglos V y XV de la “era cristiana”. Como en el caso del mundo clásico,
estos límites no dan cuenta de las características generales que fundamentan un cambio de época,
tratándose sólo de la selección de determinados acontecimientos (caída de Roma en 476 y toma de
Constantinopla por los Turcos en 1453) que individualmente tienen una capacidad absolutamente
nula en cuanto a explicación o representación de las transformaciones socioeconómicas, políticas y
culturales que en cada uno de esos momentos se estaban desarrollando.
Otro de los preconceptos con los que frecuentemente se “juzga” a la Edad Media, es la pretendida
decadencia cultural que habría caracterizado al período. En efecto, la “desaparición” de la cultura
grecorromana clásica con las invasiones “bárbaras” es –desde esta óptica- una realidad palpable
que arrastró a las sociedades medievales a una transición de diez siglos de oscuridad artística y
científica, finalmente interrumpidos por las luces del Renacimiento moderno. Sin pretender abordar
la definición y alcances del concepto de “Cultura” (debate que excede en mucho el marco de esta
fundamentación), nadie pone en duda que muchas de las realizaciones culturales de la civilización
grecorromana desaparecieron transitoria o definitivamente durante la Edad Media; pero
constituiría un serio error considerar que el caótico reordenamiento de Europa -a partir de las
invasiones- generó un estado de decadencia intelectual y artística que se mantendría inmutable
durante un milenio. El Medioevo europeo estuvo, por el contrario, bastante alejado de esta
inmovilidad y monotonía social y cultural que frecuentemente se le asigna. A lo largo del período
puede apreciarse el proceso de afirmación de las lenguas nacionales y el surgimiento de nuevos
géneros literarios (crónicas, cantares de gesta, trovas, exempla, romances, etc.); se desarrollaron
diferentes estilos arquitectónicos a partir de la fuerte influencia religiosa y el contacto con el mundo
árabe (Arte Bizantino, Mudéjar, Románico, Gótico); la revolucionaria aparición de la Burguesía en la
sociedad medieval no sólo forzó el reordenamiento de la misma, sino que sentó las bases para el
posterior desarrollo del Capitalismo; la presión del crecimiento demográfico y el debilitamiento de
las relaciones señoriales, dieron origen a un acelerado proceso de ocupación y puesta en producción
de nuevas tierras a través de las “roturaciones”; se impulsaron mecanismos jurídicos destinados a
poner límites a las monarquías (como la charter of liberties y la Carta Magna en Inglaterra o los
Juramentos de Coronación en Castilla) que siglos más tarde fueron tomados como antecedente en
constituciones nacionales europeas. En síntesis, estos ejemplos –y muchos más que sin demasiado
esfuerzo se podrían enumerar- demuestran que la Edad Media no puede caracterizarse a partir de
la oscura inmutabilidad cultural arriba mencionada; sin que ello signifique negar que tales
condiciones fueron las dominantes en determinados momentos.
Por fortuna, los estudios de las corrientes historiográficas modernas han arrojado nueva luz sobre
estos problemas, lo cual no implica unanimidad o ausencia de debate sino, fundamentalmente, la
reformulación de muchas categorías de análisis tradicionales (el concepto de universalidad, la
caracterización de los esquemas productivos, la dinámica de las estructuras sociales, la valoración
institucional y espiritual de la Iglesia Cristiana, etc.) y el desarrollo de nuevos ámbitos de estudio
antes minimizados o directamente dejados de lado desde el punto de vista académico. Ejemplo de
ello son las polémicas entre representantes de la historiografía marxista inglesa en relación al
funcionamiento del modo de producción feudal y el rol que cumplen al interior del mismo las
relaciones de producción y la lucha de clases; la definición y alcances de la Historia Social, y el análisis
de las transiciones Antigüedad – Medioevo y, sobre todo, Medioevo – Edad Moderna. Más
trascendentes aún –por el grado de difusión que alcanzaron entre los lectores no especializados-
resultan los desarrollos de las distintas generaciones de la Escuela de los Annales, incorporando el
estudio de la espiritualidad y la vida cotidiana, las cuestiones de género, la percepción y organización
de los espacios urbanos y rurales, los sistemas rentísticos, la demografía histórica, etc.; siempre
desde una metodología interdisciplinaria y especial relación con la Antropología. Por lo demás, y
pese a no contar con demasiados exponentes en temas medievales, la Microhistoria ha introducido
nuevas perspectivas en cuanto a la selección y tratamiento de los problemas y la revalorización de
la narrativa.
Pero más allá de la estructura formal y las precisiones conceptuales, ¿por qué abordar el estudio de
la antigüedad clásica y los tiempos medievales en la formación docente para el nivel secundario?
Un recorrido por las últimas reelaboraciones de los diseños curriculares de Historia en nivel medio
de nuestro país, parece indicar que dichos espacios han perdido la centralidad que alguna vez se les
adjudicó (no es éste el lugar para discutir las razones de ello). Sin embargo, la educación superior
sigue reservándoles un sitial importante en la formación profesional: ¿se debe esto a una falta de
coherencia o de comunidad de objetivos entre niveles?, ¿o acaso –simplemente- al sostenimiento
de un esquema que aún promueve la “cultura general” como un soporte que garantice el
cumplimiento de ciertas funciones y formas sociales? Sin pretender avanzar en la respuesta a este
tipo de cuestiones –y evitando, asimismo, argumentaciones simplificadoras que nos remitan a
lugares comunes como “las raíces clásicas de la civilización occidental”- la situación puede inscribirse
en la problemática más amplia sobre el sentido de la enseñanza de la Historia en el nivel medio, que
ha hecho correr ríos de tinta desde hace varias décadas. En tal sentido, siguen pareciéndome
vigentes las palabras de Josep Fontana:
“…Sabemos lo que la vieja historia tradicional, que se nos enseñó a nosotros, tiene de malo, y
la hemos sometido a una crítica despiadada y convincente. Pero no resulta tan fácil decidir
cómo ha de ser la “nueva”, que ocupe su lugar… Construir esa “nueva” historia es algo que no
se logrará como resultado inmediato de una conversión, moral o metodológica, a nuevas y más
progresivas concepciones, sino que exigirá un largo trabajo colectivo de elaboración, tanteo,
rectificación y enriquecimiento. La tarea es dura, pero merece la pena hacerla. Porque sólo así
se podrá conseguir que la enseñanza de la historia se convierta en instrumento de reflexión
crítica que ayude al estudiante a comprender mejor la sociedad en que vive…” 1
El trabajo histórico adquiere, así, una importancia decisiva sobre nuestro presente, conforma un
compromiso con la sociedad y con nosotros mismos, que debe liberarse tanto de la intransigencia
como de la ingenuidad, a fin de cuentas
PROPÓSITOS
Analizar críticamente los planteos teóricos de diferentes corrientes de las ciencias sociales, de
manera que los alumnos se familiaricen gradualmente con los conceptos y metodología de las
mismas, para estar en condiciones de desarrollar instancias de aprendizaje autónomas.
1
Fontana, Josep; Para una renovación de la enseñanza de la historia. Cuadernos de Pedagogía, N° 11,
noviembre de 1975, citado por Gojman, Silvia; La Historia: una reflexión sobre el pasado. Un compromiso
con el fututro en Aisenberg, Beatriz y Alderoqui, Silvia (coord.); Didáctica de las ciencias sociales. Aportes y
reflexiones. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995.
2
Domínguez, Jesús; El lugar de la Historia en el currículum 11-16. Un marco general de referencia, en
Carretero, Mario, Pozo, Juan Ignacio y Asensio, Mikel (comp.); La enseñanza de las Ciencias Sociales.
Editorial Visor. Madrid, 1989.
Construir una visión abarcativa de la Historia Clásica y Medieval a partir del análisis de bibliografía
general y fuentes de diverso origen, con el objeto de reconocer las interrelaciones entre las unidades
políticas y las formaciones sociales que la caracterizan.
Identificar los componentes de las formaciones sociales definidas y su dinámica específica, a fin de
resaltar los cambios y continuidades operados en el tiempo y precisar su importancia en el
funcionamiento de la Sociedad.
CONTENIDOS
Unidad I:
El espacio de la cuenca del Mediterráneo. Condiciones físicas del territorio. El Mediterráneo como
ámbito de comunicación interregional. Las áreas periféricas.
El poblamiento primitivo. Las culturas del bronce y el hierro en el área perimediterránea.
Movimientos de pueblos y centros de irradiación cultural. Incursiones en las áreas griega e itálica.
El mediterráneo preclásico. Realizaciones culturales y políticas del período primitivo. Entre la
realidad y la leyenda: la cultura minoica, el mundo micénico, y la “Edad Oscura”.
El proceso de poblamiento en la península itálica. La Grecia arcaica: la formación de la Polis. La
colonización griega. Las reformas sociales e institucionales.
Unidad II:
La formación de la Grecia Clásica. Características sociales, económicas y culturales del mundo griego
en el siglo V a.C. La rivalidad con Persia. Desarrollo y consecuencias de las Guerras Médicas.
Afianzamiento de Atenas y Esparta. El “Siglo de Pericles”. El imperialismo ateniense y la Liga del
Peloponeso. La “Guerra del Peloponeso” y sus consecuencias.
El surgimiento de Macedonia como potencia regional. Alejandro y la conquista del Imperio Persa.
Muerte de Alejandro y reestructuración de su Imperio: los “Reinos Helenísticos”. La síntesis cultural
greco-oriental: el Helenismo.
OSBORNE, Robin (editor); La Grecia clásica (500-323 a.C.). Editorial Crítica. Barcelona, 2002.
Cap. III (pp. 63-94) y Cap. V-VII (pp. 128-219).
POMEROY, Sarah B. y otros; La Antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Editorial
Crítica. Barcelona, 2011. Cap. V-XII (pp. 189-496)
Unidad III:
Desarrollo y crisis de la monarquía romana. El inicio de la expansión territorial. Estructura social y
política romana en los comienzos de la República. Conflicto entre Patricios y Plebeyos. Dominio de
la península itálica: comienzos del imperialismo romano. La lucha por el control del Mediterráneo
occidental: las Guerras Púnicas. Estructura económica de la República. Reestructuración social y
política. Roma en el Mediterráneo oriental. La última fase de la República: las guerras civiles. La
Roma de Julio César. Octavio y el comienzo del Principado.
ALFӦLDY, Géza; Historia social de Roma. Alianza editorial. Madrid, 1996. Cap. I-IV (pp. 8-
74)
BRAVO, Gonzalo; Historia de la Roma antigua. Alianza editorial. Madrid, 1998. Cap. I y II
(pp. 9-62)
CABRERO PIQUERO, Javier y otros; Historia Antigua Universal III. Historia de Roma. UNED.
Madrid, 2009. Cap. II y III (pp. 85-209)
Unidad IV:
El Alto Imperio y la Pax Romana: condiciones políticas y socioeconómicas del período de mayor
esplendor de Roma. La vida cotidiana en el mundo romano. Los límites de la expansión y la
acentuación de la conflictividad interna: la “Crisis del siglo III”. Diocleciano y el final de la crisis. El
“Dominado”. Constantino y un nuevo periodo de prosperidad. Afirmación del Cristianismo en la
Sociedad y el Estado romanos. Teodosio y la división del Imperio. El siglo V y la decadencia del
mundo romano. Las “Invasiones”.
La “transición”: ¿Antigüedad Tardía o Temprana Edad Media? Los debates sobre la crisis y caída del
imperio de occidente: estancamiento económico del occidente romano. Cristianismo y deterioro de
los “valores tradicionales”. Crisis política y social. El rol de los pueblos “bárbaros” y la desintegración
política de Europa occidental.
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Unidad VI:
El cambio feudal (siglos X al XIII): aspectos económicos y sociales. ¿Qué es el Feudalismo?.
Afianzamiento y expansión del sistema feudal. La debilidad del poder real y el fin de las instituciones
públicas. Los tres órdenes de la sociedad feudal: bellatores, oratores, laboratores. Fidelidad y
Vasallaje. Libertad y Servidumbre. Expansión económica de Europa occidental: la vida agraria y las
grandes roturaciones. Los límites del crecimiento agrario. Resurgimiento urbano y formación de la
mentalidad burguesa. Organización del trabajo urbano: Gremios, Artesanos y Banqueros. El
Comercio internacional y las nuevas rutas mercantiles. Consecuencias religiosas y económicas de las
Cruzadas. El Arte Románico. El Arte Gótico. La vida intelectual y espiritual. Las herejías medievales.
Las realizaciones políticas. Conflictos entre el Papado y el Imperio. La Burguesía y el gobierno
comunal. Recuperación del poder Real. Las monarquías francesa e inglesa. Reconquista cristiana y
afianzamiento de las monarquías hispánicas. Decadencia del Imperio Bizantino y expansión y
fragmentación del Islam. La organización política de Europa Central: expansión alemana hacia el
Este.
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Unidad VII:
La vida cotidiana en las sociedades medievales. El ejercicio del poder y las relaciones sociales. La
dinámica familiar. El rol de la mujer. Las minorías. Enfermedad, pobreza, pecado. Instrumentos de
control social. La economía doméstica. Dinámica de las comunidades urbanas y rurales.
Distracciones y juegos en diferentes estratos sociales. La relación Sociedad – Naturaleza. Violencia
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Unidad VIII:
Transición de la Edad Media a la Modernidad (siglos XIV y XV). La crisis del siglo XIV: caída de la
producción agraria, hambrunas, epidemias y despoblamiento urbano. Consecuencias demográficas
y económicas. Rebeliones urbanas y campesinas. Resurgimiento urbano y reactivación comercial.
Organización del sistema urbano europeo. La transformación de los Señoríos. La representación
política: Monarquía, Nobleza, Comunas, nuevos conflictos y nuevas alianzas. La crisis de la Iglesia
Romana y los intentos de reforma. El reordenamiento del espacio político europeo. Transición del
Feudalismo al Capitalismo. Nuevas relaciones de producción: yeomen, villanos y trabajadores
asalariados. El debate Brenner y sus ramificaciones, ¿origen agrario del Capitalismo europeo? Las
realizaciones culturales de la transición.
A lo largo de la cursada, los estudiantes deberán presentar y aprobar dos trabajos prácticos
obligatorios con la siguiente temática:
Primer cuatrimestre:
Grecia y Roma, sociedades esclavistas. Fundamentos económicos, jurídicos y sociales del sistema
esclavista. La percepción del “otro” desde la óptica del dominador. Esclavitud y colonato a finales
del Imperio. Estructuras o formaciones sociales características del mundo clásico.
Bibliografía:
Fuentes:
Segundo cuatrimestre:
COLOMBO, Octavio; “La naturaleza de los mercados campesinos en la Baja Edad Media”.
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COVARRUBIAS, Isaías M.; “La economía medieval y la emergencia del Capitalismo”.
Eumed.net, 2004
DEL RÍO, Ramón; “La transición del feudalismo al capitalismo: ¿una transición urbana o
básicamente rural”. MISCEL-LANIA 2010
EVALUACIÓN
3) Un examen final que puede rendirse bajo dos modalidades: completo y restringido.
ACREDITACIÓN
La cursada se acreditará como aprobada con la calificación de 6 (seis) o mayor en cada examen
parcial, la aprobación de los trabajos prácticos obligatorios y un porcentaje de asistencia a clases
del 60%. Los alumnos que cumplan con estos requisitos estarán en condiciones de presentarse a
rendir examen final completo. En caso de desaprobar, cada alumno tendrá derecho a un examen
recuperatorio por parcial desaprobado, en fecha a confirmar y fuera del horario de clases. A los
efectos de la acreditación, los trabajos prácticos no aprobados contarán con instancias de
recuperación.
Los alumnos tendrán la posibilidad de acceder a una instancia de final restringido. Para ello, deberán
cumplir los siguientes requisitos: aprobar los trabajos prácticos obligatorios, obtener una
calificación promedio de 8 (ocho) o mayor en cada uno de los parciales (con la posibilidad de
recuperar un parcial desaprobado) y un porcentaje de asistencia a clases del 70%.