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Historia de la Educación Social María

Eugenia Echenique Petrini

LA PIEDAD Y LA HORCA.
Historia de la miseria y la caridad en Europa.
Bronislaw Geremek.

En cada civilización coexisten varios sistemas de valores, supervivientes de las fases


procedentes de la evolución cultural.
En cada civilización podemos encontrar la exaltación de la riqueza y su condena.
En la civilización de la cristiandad medieval, usaron como punto de referencia para todo
a la Sagrada Escritura, creando a su vez diferentes conceptos sobre a pobreza y la unción
de ella en el mundo. Todas ellas sacaban sus fundamentos del mensaje social que daba el
Evangelio.
En este omento la interpretación que da el Evangelio y la literatura artística sobre a
pobreza no tiene nada que ver con lo que más adelante será. Nos encontramos en un punto
donde se resalta la pobreza como un valor espiritual que puede alcanzarse de la misma
manera en una situación de riqueza que de miseria, ya que para poder alcanzar dicha
salvación los valores más importantes son la humildad y la abnegación. También dice que
la prerrogativa fundamental de la pobreza es su carácter voluntario, ya que la pobreza de
Cristo fue fruto de la renuncia voluntaria a su condición divina, por eso el despojo de toda
riqueza es digno de alabanza.
Con la presencia de la pobreza aparece la limosna a la cual se le da gran importancia ya
que es utilizada como un instrumento para la redención de los pecadores y por eso la
presencia de los pobres en la sociedad cristiana suponen la realización de un proyecto de
salvación >> debiera haber dado la riqueza a todos los hombres, pero ha querido que
haya pobres para e los ricos tuviesen la ocasión de redimir sus pecados <<.
Según la vida de San Eligio la riqueza de algunos es necesaria para que los pobres
puedan ser ayudados con la limosna y los ricos no solo la den para su salvación sino para
a su vez justificar porque poseen esa riqueza, es decir, la tienen porque les toca ayudar a
los mendicantes.
La pobreza, en la ética social cristiana, es asumida como una vía para alcanzar la
perfección a través de la humildad y la degradación, se considera un valor espiritual.
Aunque la exaltación medieval de la pobreza no impedía que el mendicante fuese
tratado como un objeto, ya sea de salvación en este caso, en vez de cómo un sujeto de una
comunidad.
Entre los siglos XI y XII comienza el desarrollo de la economía mercantil en Europa, o
cual crea una nueva situación social, en la cual la riqueza sufre una transformación ya que

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no deriva de la posesión ni de los privilegios ligados al hecho de ejercer el poder o


combatir, la riqueza se expresa en la moneda y se basa solo en ésta.
Esto supuso el nacimiento de una nueva civilización urbana con nuevos problemas
morales. Es decir, los mendicantes estaban perdiendo la función social antes adquirida y la
iglesia toleraba los movimientos de los partidarios de la pobreza voluntaria si tenían un
carácter individualizado, ya que los colectivos significaban una amenaza para la misma.,
esto supuso la creación de las órdenes mendicantes como una forma de domesticar esos
movimientos y estigmatizar el mundo urbano del dinero desde el punto de vista ético-
religioso. La gran difusión de las fundaciones de la caridad fue la manera principal e
realizar el imperativo de misericordia.
A partir del siglo XII empieza a aparecer una distinción entre dos tipos de pobreza, una
es la de “los pobres con Pedro” en la que está ante todo el clero, para el que la pobreza
debe ser un elemento distintivo y cualificante, es un valor que legitima el poder de la
iglesia y el papel mediador de los perfectos en los contactos con Dios.
La otra familia de pobre es la de los “pobres con Lázaro” simbolizada por la figura de
este personaje, es la pobreza de los laicos, cuya sustancia es la miseria material.
Otra distinción que se empieza a hacer es la de los pobres honestos o deshonestos, estos
últimos eran los que estaban en condiciones de trabajar, pero preferían pedir limosna y
robar. También se presenta una tesis en la que en casos de extremada necesidad el hurto
no sería considerado un delito, sino una reivindicación de lo que les espera a los pobres.
Es ya entre los siglos XII y XIV, donde se confirma la existencia de un vínculo entre la
pobreza material y la inferioridad social. Es ahí donde aparece nuevamente otra distinción
entre hospitlitas y liberalitas o también llamado asistencia social y limosna. Estos
primeros acogían a todos los que podían acoger, mientras que en el segundo caso hacían
distinciones entre pobres honestos y deshonestos, viejos y jóvenes, indigentes y
extranjeros, beneficiando siempre a los primeros.
El cambio que observamos en la literatura cristiana del siglo XII está ligado a las
profundas transformaciones de la actitud del cristianismo respecto a la pobreza. Pedir
limosna se considera humillante, tanto como para el que la pedía y el que a daba. Es ya en
el siglo XIII y XIV con el violento tratado de Guillermo Saint-Amour, donde se afirma el
carácter degradante de la miseria y de la mendicidad, mediante el recurso a la Sagrada
Escritura y a las argumentaciones de las Escolásticas.
La pobreza no elegida no conduce a la santidad, ya que no es la pobreza una virtud, sino
el amor por ella, afirma el libro. En cambio el pueblo no ama la pobreza y considera
felices a los ricos de este mundo.
También aparece una literatura moralista que se limita a condenar a los pobres que no
aceptan con humildad su condición. En el periodo siguiente los pobres aparecen como
víctimas de la maldad de los poderosos de este mundo, Guillaume de Clerc, afirma que los
pobres no son mejores que los ricos, porque son traidores, blasfemos y envidiosos.
La valoración negativa de la pobreza proviene de un motivo bastante recurrente en la

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literatura italiana del Trescientos, que afirma que las maldades morales son fruto de la
pobreza.
Aparecen los eremitas, personas que vivían de forma retirada y con un modelo de
abstinencia en el comer, con un aspecto exterior miserable, una falta total de indumentaria
y descuido de la higiene hasta el punto de que eran confundidos con vagabundos vulgares.
Cada vez que había un funeral de alguien rico se daba limosna a los pobres, pero cuando
quien moría era un monje se daba limosna a 1000 mendigos en la puerta del monasterio,
se dividían en cuatro partes, primero a 100, luego a 200, después a 300 y por último a 400
mendicantes. Estas donaciones se hacían en días específicos, había como una especie de
calendario.
Más tarde estas donaciones se limitan a la fundación de hospitales, leproserías y
albergues, se tiene la sensación de que el espíritu de caridad se manifiesta de manera más
eficaz y directa en estas obras.
Se pone de moda mantener a los pobres dentro de las propias casa, dándoles de comer,
cuidándolos, esto, ya no solo lo practicaban los monasterios y leproserías sino que
también se extiende hasta los ambientes burgueses.
Surge un nuevo tipo de beneficencia, llamada beneficencia corporativa, en la que los
asistidos eran pobres o enfermos vergonzantes, que a cause de la muerte del padre de
familia o un incendio por ejemplo, perdieron todo y ahora necesitan ayuda.
Entre el los siglos XIV y XV se plantea el objetivo de regular la asistencia a los pobres,
es decir se establece que nadie puede mendigar sin la correspondiente ficha mental. Un
funcionario de cada cuidad era el encargado de vigilar a los mendigos y de distribuir las
pólizas a las personas realmente necesitadas. También se encargaba de prohibir el acceso a
las ciudades a los mendigo extranjeros.
Todas estas medidas fueron tomadas supuestamente por una cuestión de higiene social.
Surgen asociaciones de mendicantes, en las que todos los mendigo que formen parte de
estas, repartirán entre ellos sus ganancias (limosnas) de forma equitativa. También
aparecen compañías de ciegos, destaca la compañía de los mendicantes de Estrasburgo.
Las técnicas la profesión mendicantes se basaban en la exhibición de los signos
exteriores de invalidez, enfermedad e indigencia como medio para solicitar la caridad.
El bajo rendimiento de la agricultura medieval provocaba una situación en la cual las
masas campesinas vivían en constante temor al hambre. El bajo rendimiento de la
agricultura y el sistema de explotación hacen que la indigencia constituya un fenómeno
endémico del mundo rural. La calamidad del hambre que golpeaba a esta población tiene
un carácter local y no sincronizado.
Destaca la imagen del señor feudal, quien a cambio de comida y ropa, sirviese en el
seno de la familia garantizando el servicio y la obediencia.

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La penetración del sistema monetario mercantil en el campo introduce un cambio en la


estructura de la vida rural. Ahora los señores feudales se muestran más interesados por el
dinero que por otras formas de prestación de los campesinos.
Por otra parte la cuidad determina un nuevo modelo de pobreza, distinto al de la rural.
Este modelo es el resultado de la estructura social y económica de la ciudad y del tipo
ambiental del asentamiento urbano. El carácter económico de la cuidad y su consiguiente
estructuración por profesiones no siempre corresponden a las dimensiones físicas y
demográficas del asentamiento urbano. Es aquí donde prevalece la figura del pequeño
productor que desarrolla su actividad con colaboración de la familia.
La política de las instituciones ciudadanas y de las corporaciones artesanales tiende a
regularizar las reacciones de trabajo ya limitar con medios extraeconómicos, el
funcionamiento de las leyes del mercado en lo que afectan a la mano de obra.
En la baja Edad Media se desarrollan dos procesos que debilitan y quiebran la
realización de ésta política: el primero es el progreso de la industria especializada, que
implica la división del trabajo, y el segundo es el crecimiento de varios tipos de mano de
obra no cualificada. Ambos procesos abren lentamente el camino a la proletarización.

La vida económica y social tiene valor local, los recursos son limitados: medios de
comunicación, transporte, difusión de ideas, sistema monetario, etc. La iglesia lo controla
todo.

Esta etapa llega hasta la Revolución Industrial, cuyas capitales europeas del cambio son
Brujas, Amberes, Venecia y Ámsterdam.

La “miseria de masas” es debido a que en el S. XII los precios son elevados. En el S.XIV
hay una crisis en la economía rural y urbana lo que supone un giro estructural. Hay una
tesis demográfica que intenta explicar esta crisis diciendo que las cosechas tenían la misma
producción mientras había un crecimiento demográfico importante.

Hay migraciones del campo a la ciudad, la población no está estabilizada, y la gente trabaja
ocasionalmente, habiendo un gran número de desempleados temporales. Empiezan a
acumular alimentos. Hay un fraccionamiento de la propiedad campesina. El mercado
penetra en el campo y provoca diferenciación material y grupos de campesinos
acomodados.

Según N.J.G. Pauds (historiador americano) el origen de la crisis recae en el sistema feudal
y en el modo de explotar los excedentes. A partir de aquí los campesinos empiezan a estar
asalariados, debido al descenso demográfico y las epidemias, hay menos gente para realizar
el trabajo que antes se hacía entre muchos por eso la mano de obra está mejor pagada. Pues
los vendedores descontentos con esta situación suben el precio de la mercancía además de

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presionar al Estado para que erradicase la holgazanería a base de leyes que obligaban a
emplearse bajo pena de castigo y por un salario más bajo.

Se pone en marcha la proletización y la diferenciación social. En cuanto a los artesanos los


había de dos clases, los corporativos que eran minorias privilegiadas (por su riqueza,
utillaje, profesionalidad e inversión) y el resto que vivían en una situación precaria.

En el S.XIV aumentan los precios sobre todo las especias, los cereales, sin embargo menos
los productos artesanales e industriales quizá se deba a la “tijera de los precios” en favor de
los agrícolas. Pero los salarios se mantienen igual lo que se traduce en un siglo de
expansión económica y descenso del nivel de vida. Las causas: la afluencia de dinero del
continente americano y los problemas internos. Como consecuencia los ricos son más ricos
y los pobres más pobres. Un dato notablemente es que las mujeres ganaban cuatro veces
menos que los hombres.

Ya en el S.XVII frena la subida de los precios, menos los agrícolas, que siguen igual si los
comparamos con los salarios. La crisis de la primera mitad de este siglo es a causa del
conservadurismo en las relaciones de producción y en los sistemas de gobierno, por eso la
solución o salida era el desarrollo industrial y el cambio de sistema de poder con el triunfo
de la burguesía. La pena es que las cosas para el proletariado no mejorarían demasiado. Se
mantiene la relación precios-salarios del S.XVI.

El ritmo de los procesos de depauperación en la Europa occidental estaba determinado


por las crisis alimenticias.
Estas crisis modernas se inauguran con el último cuarto de siglo XV. Aparecen iniciativas
respecto a la reforma ciudadana para las instituciones de caridad y para la formación de una
moderna política social.
España, uno de los pocos países que, a lo largo del siglo XVI, no habían prohibido la
mendicidad. El alcance de la crisis social se refleja en las rebeliones populares, en las
guerras y en las agitaciones campesinas en Alemania, en España y en una serie de revueltas
campesinas y urbanas.
El problema de los pobres se representa bajo dos aspectos: las ciudades rente a la oleada
de pobres que vienen de los alrededores, y sienten la necesidad de poner orden en la
organización de la asistencia social
Destaca la política social introducida por el gobierno de Ypres en 1525 se remite a los
principios de la prohibición de mendigar en público, la introducción de una asistencia
organizada para los verdaderos pobres, la represión de los vagabundos, la creación de una
caja común para cubrir los gastos de la nueva administración
Con la nueva política social de la segunda mitad del siglo XVI se intenta responder a las
transformaciones económicas arrastradas en épocas anteriores. No solo ya hay una crisis

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alimenticia, sino que ahora bajan los sueldos Podemos hablar de tres tipos de capitalismo;
el agrario, el comercial y el industrial.
La reforma de la asistencia social en las ciudades significaba una respuesta a las
transformaciones que estaban produciéndose a causa del capitalismo, esta reforma debía
crear condiciones favorables para estas transformaciones y nivelar las tensiones sociales.
La imposibilidad de las transformaciones económicas en el siglo XVI se muestra como un
fenómeno de la vida urbana. Se produce otra reforma social para la ayuda de los pobres,
esta tenía un carácter fundamentalmente urbana.
En las dos cámaras del Parlamento inglés se desarrollaron debates sobre los proyectos de
ley relativos a:
o Los reformatorios.

o La recogida de los fondos para la ayuda para los pobres.

o La organización de los hospitales.

o Las ayudas a los ancianos.

o La extirpación de la mendicidad.

La cuestión de los pobres se trataba como un problema ideológico, vinculado a la lección


ortodoxa de la doctrina de caridad.
En todos los países de la Europa del siglo XVI, tanto los católicos como los protestantes,
la beneficencia individual perdura ininterrumpidamente.
En varias ciudades europeas se pone en marcha la reforma de asistencia social que en la
práctica equivale a la revisión de la doctrina de la caridad.
Tienen la necesidad de regular la cuestión de los mendicantes que amenazan el orden
público. Por primera vez se condenara a pena de prisión a todo aquel mendicante que haga
acto de mendicidad en la vía pública. Este edicto recomienda la unificación de todas las
instituciones de caridad en un fondo común controlado por personas dirigidas para tal fin.
Las iniciativas represivas contra los mendicantes y los vagabundos dejaban huella en los
sentimientos de solidaridad de la comunidad local y de los estratos populares.
La prohibición de mendigar y de ofrecer limosnas se enfrentaba a la necesidad de
manifestar sentimientos cristianos.
La dificultad de llevar a la práctica la nueva política social se reflejaba en la vasta
literatura polémica así como en las disputas ideológicas.
A continuación nombrare a Martin Lutero, Juan Luis Vives y a Giginta.

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Martin Lutero respecto al problema de las buenas acciones, a las polémicas en torno a la
actitud cristiana en la vida social y a la justa organización de la comunidad de Dios sobre la
tierra. La doctrina de Lutero:
o Reconocía al poder laico y a los expertos juristas, una autonomía particular en el
gobierno del reino de la ley natural.
o La prohibición de la mendicidad debe ir acompañada de una adecuada organización
de la asistencia a los pobres que no están en condiciones de ganarse la vida.
o En la atención en los pobres hay que ofrecer ayuda solo a quienes se lo merezcan.

o Las ayudas no debían sobrepasar el umbral de un mínimo de subsistencia.

Juan Luis Vives, escribió la principal obra del programa humanista de reforma de la
asistencia social. Explica los principios generales del ejercicio de la caridad e indica como
deberían comportarse los pobres, también presenta un programa detallado de reforma de la
asistencia social ciudadana.
Por último Giginta que encontró argumentos capaces de conciliar los preceptos de la
doctrina con las necesidades ciudadanas. Su obra tuvo gran importancia práctica en las
sucesivas realizaciones de la reforma de la caridad en las ciudades españolas.
En la reforma de la asistencia a los pobres del siglo XVI, el trabajo impuesto en la
legislación de muchos países europeos contra la haraganería era parte integrante de un
programa de eliminación de la plaga de la mendicidad en la vida urbana.

Tratando el tema de los pobres, a partir de la Edad Media se ponen en práctica sucesivas
iniciativas de asistencia a los más necesitados, empezando por Gian Galeazzo Visconti, a
finales del s. XIV, en Milán. Lo que el promulgaba para que se cumpliera era que los
mendigos deberían estar en los hospitales, haciéndose así un registro de todos los mendigos
y pobres para llevar un control de éstos, y de ello se encargarían eclesiásticos y algunos
laicos. Todo pobre tendría su puesto asegurado en los hospitales.

En el s. XV siguen a manos de predicadores y obispos la manera de ayudar a los


necesitados, multiplicando las iniciativas caritativas de diversos géneros, como;
hermandades y “bancos píos”…donde los tutelan. Pero a pesar de todos estos movimientos
caritativos, las grandes masas de peregrinación al país y ciudad Dan la necesidad de
reformar el sistema de caridad existente.

En 1530, el noble Girolamo Miani, promulgó además de las enseñanzas de las buenas
costumbres y de la fe católica, prohibió la mendicidad, y adiestraba a los niños en los
trabajos físicos en el mismo orfanato que fundó, el cual les aseguraba un trabajo en el
futuro.

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En el Concilio de Trento se dictan una serie de normas para una nueva organización: en
los hospitales tomarían el control los obispos, y también vigilarían a los pobres, a los
voluntarios laicos que allí trabajaran. Presentado más adelante la mendicidad y
holgazanería como violación del precepto divino, para así evitar el caos público y social
que esto suponía, a pesar de que estas reformas iban en contra de las normas cristianas de
dar limosna al necesitado.

A mediados del s XVI el desarrollo de estas instituciones caritativas y las limosnas a


causa de la peregrinación hacían aumentar la mendicidad que atraía mendicantes de todas
partes. Como solución no se veía la expulsión de los mendigos sino su reclusión.

Con la llegada de Pío IV, se prohíbe la mendicidad pública por las calles de Roma y se
amenaza con la reclusión, destierro o envío a galeras, esta prohibición iba destinada para
los mendicantes, no para los vagabundos. Eran controlados por comisarios y policías que
vigilaban las calles llevándolos a los hospitales, poniendo a trabajar a aquellos que podían y
asistiendo a los inválidos.

Pío V, el siguiente pontífice, se encargó de recluir a todos los pobres y mendicantes en un


mismo barrió, que se les había asignado, para facilitarles la ayuda y quitarlos de las calles
principales de Roma. El siguiente pontífice, Gregorio XIII consigue la separación de estos
mendicantes en un hospital general donde los mendicantes encontrarían alimento y cobijo,
y el hospital sería a su vez hospicio y una especie de manufactura que enseñaría a los
pobres un oficio.

Al acabar el s XVII Inocencio XII fundó el Hospicio General de los Pobres, con lo que se
prohibía mendigar, dar limosna. Se efectuó en el censo de los pobres, que controlarían y
organizarían una congregación especial. Se agrupó a los mendigos y de nuevo en procesión
los llevaron al hospital donde trabajarían en función de sus posibilidades.

Todas estas medidas se habían realizado con violencia con los mendicantes desde que se
promovieron, y los mendigos lo veían como su reclusión y represión, en la cual los agentes
municipales arrestaban aquellos que ejercían la mendicidad que distinguían de los obreros
temporeros que paseaban por las calles de la ciudad por los cayos y heridas de trabajo, así
los que no las tuvieran eran arrestados y llevados a prisión.

Más adelante, en los países que emprenden su evolución hacia una sociedad moderna y
capitalista, se crean las casa de trabajo coactivo, que se utilizan para dar trabajo y
enseñanza de un trabajo a los mendigos y ociosos como castigo. En estas casas a la entrada
se ponían lemas y citas para que estos mendigos y personas sin trabajo no temieran, pero la
verdad es que seguían unas normas y funciones como en un centro penitenciario,
castigando al que no quería trabajar.

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Cuando los que eran arrestados se ponían enfermos los mandaban a otro hospicio, y
después lo castigaban físicamente con latigazos por ejemplo. Muchas de las personas que
allí se encontraban ni si quiera eran mendicantes, sino que simplemente se habían quedado
sin trabajo, y los recluían junto con los mendigos, vagos y delincuentes; Por ello, estas
casas de trabajo adquirieron una mala fama entre la población local, además de por su
hostilidad y dureza.

Después de haberse dado reclusiones en otros hospitales generales, y habiendo cogido


experiencia en ellos. En todos ellos se consideraban el trabajo como el principal
instrumento de adaptación a la vida social. Hasta que se formó el gran hospital se decidió
recluir a los mendigos en dos aldeas públicas, una para los hombres y otra para las mujeres,
donde trabajarían voluntariamente o serían obligados. Si no obedecían serían castigados,
los hombres con la prisión y las mujeres con latigazos y cortándoles el pelo al cero. Se
prohibió la mendicidad y el dar limosna. Los hombres trabajaban en los trabajos más duros,
como la construcción y las mujeres y niños en las hilaturas.

El problema de estos hospicios es que daban más costes, que beneficios y no se podía
seguir con su existencia, aún así se insistía en que la mendicidad era vergonzosa y que los
pobres, deberían trabajar para los ricos, realmente ese era el único fin.

Cuando se creó el Hospital Mayor, se obligó a los mendicantes forasteros, abandonar la


ciudad de París, si no serían encarcelados, y a los mendicantes locales a presentarse en la
plaza mayor de la ciudad para así asignarles trabajo en el Hospital.

La política que se llevaba a cabo con el funcionamiento y trato con los pobres, era hostil,
tanto es así que uno de sus fundadores rehusó a ser director del Hospital Mayor, porque
dudaba de que la política de reclusión de los pobres estuviera conforme con la voluntad de
Dios.

Así estos hospicios encontraron desagrado en las clases populares, en las que obreros y
trabajadores se revelaban en ayuda a estos vagabundos, mendicantes y pobres, ya que veían
injusto el obligar a los mendicantes a trabajar sin ningún fin, ni enseñanza, y mucho menos
cuando algo debería de ser caritativo se les castigaba y obligaba a trabajar sin salida alguna.

Finalmente se terminarían por desaparecer estas instituciones por la crítica que se llevo a
cabo de ellos.

La transformación de las actitudes colectivas ante la miseria empezaron a dar un cambio


brusco con la iniciación de la edad moderna, que ha tenido trasfondo en la era
contemporánea que vivimos.

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Se produce un cambio de mentalidad con la iniciación de la etapa industrial y el comienzo


del capitalismo, en el que los economistas empiezan a dar una nueva visión de las causas de
la miseria.

Y el pensamiento del momento de la edad moderna ve que el problema no está ya en


encontrar los medios para vencer la miseria y pobreza sino en analizar y comprender el
pauperismo como fenómeno de masas y en determinar por tanto sus causas y su lugar en el
nuevo sistema económico, que empieza a desarrollarse con la industrialización.

Y con este desarrollo general, se desarrolla a su vez una solidaridad entre obreros, y de
manera caritativa a los emigrantes internos, y a los menos desafortunados.

Pero economistas como Marx, entienden que el desarrollo de una sociedad capitalista trae
consigo el avance de unos, y la miseria de otros menos afortunados. Con lo que se tenían en
cuenta también que la miseria en un territorio desarrollado tenía mano de obra segura para
los trabajos más duros.

Otra visión que se tenía era que en un país donde existe la libertad para todo hombre, no
hay esclavitud, por lo tanto siempre quedarían estas grandes masas de pobres para los
trabajos poco especializados y más duros. Pero la miseria no aparecía sólo como un mal
necesario para el desarrollo. Algunos achacaban este motivo al excedente de población
obrera, que crece sin control. Otros le echaban la culpa al alto desempleo que se producía
en algunas ocasiones de crisis.

La asistencia social para los necesitados se debatía entre el trabajo o la ayuda. Muchas
familias terminaban dependiendo de las ayudas del Estado, ya que la incertidumbre del
futuro del obrero, cambiaba constantemente. Donde podían tener su trabajo más asegurado
era en las fábricas donde las condiciones laborales y de salud eran peores.

A pesar de todo esto, en general se observaba un aumento de las rentas en los obreros, y
una disminución de los horarios de trabajo.

En la evolución del concepto de pobreza es visible la disminución de la importancia


referente a lo religioso, en las instituciones caritativas y de ayudas a los necesitados están
guiadas y organizadas por el Estado.

Una actitud de compasión y de solidaridad que impulsaba a crear nuevas ideas


humanitarias para ayudar a los pobres y necesitados se ha extendido en los últimos siglos.
Se trataba la miseria como un modo equivocado de vida, dando a entender que muchos
pobres o vagabundos eran así a causa de su ignorancia. Así que se crearon escuelas, sobre
todo para niños necesitados, donde se les enseñaba para un trabajo, a tener un respeto por
éste, por las leyes y las normas y una educación mínima.

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En el mundo contemporáneo se extiende también una responsabilidad sobre todo política


en todos los continentes para combatir la pobreza en los pueblos del Tercer Mundo. Para
medir su grado de pobreza se determina un Umbral de Pobreza a partir de su renta per
cápita.

 Concluyendo ya con este trabajo me gustaría decir que no ha sido un libro fácil de
leer, ni de entender, pero aún así he sacado de él respuestas a preguntas
relacionadas sobretodo con las distinción de clases y a su vez me ha servido como
ayuda para entender el presente que estamos viviendo

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