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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

CIENCIAS JURIDICAS

YERLIN ALT. BETANCES ROSARIO

1-10-0944

FACILITADORA

MARIELENA MATEO

MATERIA

CIVIL III

TRABAJO

LA PRESCRIPCION Y LOS MODOS DE EXTINCION DE


LAS OBLIGACIONES.

SANTIGO DE LOS CABALLEROS


INDICE

Prescripción.------------------------------------------------------------------
-----------------4

Acciones
prescriptibles-----------------------------------------------------------------
-------6

Iniciación de la
prescripción-------------------------------------------------------------------
-7

Suspensión de la prescripción
-----------------------------------------------------------------7

Los casos tipificados como suspensivos


son--------------------------------------------------8

Interrupción de la
prescripción----------------------------------------------------------------9

Plazos de
prescripción-------------------------------------------------------------------
------10

Modos de extinción de las


obligaciones-----------------------------------------------
---------12

El
pago-----------------------------------------------------------------------------
-------------13

Compensación-----------------------------------------------------
-----------------------------21

Remisión------------------------------------------------------------
---------------------------23

Confusión-----------------------------------------------------------
---------------------------24
Cumplimiento
forzoso-------------------------------------------------------
------------------24

Culpa
contractual--------------------------------------------------
----------------------------25

Caso fortuito o fuerza


mayor---------------------------------------------------------
---------25

Imprevisión---------------------------------------------------------
---------------------------26

Cláusula
penal----------------------------------------------------------
-----------------------26

La simple convención
extintiva----------------------------------------------------------------27

La muerte del deudor o del acreedor en ciertas


obligaciones--------------------------------29

La
novación-----------------------------------------------------------------------
-------------30

La
compensación----------------------------------------------------------------
---------------35

La
confusión----------------------------------------------------------------------
--------------49
Introducción

La imposibilidad de la prestación (dar, hacer o no hacer) ha


de resultar sobrevenida para provocar la extinción de la
relación obligatoria, su falta no lleva consigo la extinción,
sino la inviabilidad del nacimiento de la relación obligatoria
(la imposibilidad es originaria y por tanto el negocio jurídico
es nulo).

Finalmente abarcare el tema la prescripción el modo de


extinción de una obligación que no es más que un vínculo
de derecho por el cual una o varias personas está obligado
a dar hacer o no hacer una cosa. y sus diferentes maneras
como son: Por el pago, por consignación, por la
compensación, por la Confusión, Por la Novación, Por la
condenación Por Extinción de la cosa debida
La prescripción.

La prescripción es un instituto jurídico por el cual el


transcurso del tiempo produce el efecto de consolidar las
situaciones de hecho, permitiendo la extinción de los
derechos o la adquisición de las cosas ajenas.

Si el acreedor no exige el cumplimiento de la obligación


en los plazos acordados por la ley, se produce una extinción
de la obligación. Si el acreedor no exige el pago y deja
transcurrir los plazos se presume que no tiene interés en
exigir el cumplimiento.

Tipos

Existen dos tipos de prescripción de acuerdo al concepto


enunciado:
Adquisitiva: también llamada usucapión, constituye un
medio para adquirir el dominio de una cosa mueble o
inmueble y demás derechos reales siempre que una
sentencia judicial dictada en un proceso contencioso así lo
establezca. La prescripción para adquirir es un derecho por
el cual el poseedor de una cosa inmueble adquiere la
propiedad de ella por la continuación de la posesión
durante el tiempo fijado por la ley.
Liberatoria: constituye un medio para liberarse de una
obligación cuando transcurre cierto tiempo sin que el titular
de un derecho lo ejercite. La liberación no es automática
por el sólo transcurso del tiempo es necesario su cómputo
mediante sentencia judicial de que venció el plazo fijado en
la ley, porque debe verificarse el tiempo útil, o sea
ponderando si medió suspensión o interrupción.

La prescripción liberatoria es una excepción para repeler


una acción por el sólo hecho que el que la entabla, ha
dejado durante un lapso de tiempo de intentarla o de
ejercer el derecho al cual ella se refiere.

Naturaleza jurídica: la doctrina no es acorde en cuanto a la


naturaleza jurídica:

Es un medio de extinción de la obligación


Es un medio de extinción de la acción: es decir que lo
que se extingue es la acción emergente de un derecho
creditorio y la obligación pierde su coercibilidad aunque
mantiene una eficacia imperfecta por haberse tornado
natural.
Puede hacerse valer por vía de acción: es necesario un
pronunciamiento judicial para tenerla por operada.
Puede hacerse valer por vía de excepción: desde el
punto de vista procesal debe oponerse antes de vencer
el plazo para contestar la demanda o en la primera
presentación en juicio que suele coincidir con el
término fijado para interponer las excepciones de
previo y especial pronunciamiento.

Fundamento: se considera que es una presunción juris et


de jure de pago entendiéndose que luego de un lapso
prolongado desaparecen las pruebas del pago efectuado y
como una pena impuesta al acreedor negligente

Elementos: en ambas especies concurren dos elementos:

objetivo: transcurso del tiempo


subjetivo: inacción del titular del derecho

Sujetos

El derecho a prescribir corresponde a toda clase de


personas, ya sean físicas o jurídicas, incluidas las de
carácter público, y del mismo modo éstas son pasibles de
perder sus derechos y acciones patrimoniales en virtud de
la prescripción cumplida.

Caracteres
Defensa sustancial: la ley de fondo contiene
disposiciones de cómo ha de hacerse valer la
prescripción en juicio, las que están complementadas
por las reglas procesales.
Legal: la ley fija los plazos e impone los requisitos para
producir efecto.
Orden público: es irrenunciable la prescripción futura
pero es renunciable la prescripción ya cumplida
No puede declararse de oficio: la prescripción sólo
puede ser invocada por parte interesada y el juez no
puede declararla de oficio
Acciones prescriptibles

En principio todas las acciones se extinguen por


prescripción, pero en algunos casos no se produce el efecto
liberatorio por la naturaleza particular de ciertas situaciones
jurídicas que se enumeran en el código civil, las cuales
corresponden al ámbito de las relaciones familiares y
reales.

Excepciones

1) la acción de reivindicación de la propiedad de una cosa


que está fuera del comercio.
2) la acción relativa a la reclamación de estado ejercida
por el hijo mismo.
3) la acción de división mientras dura la indivisión de los
comuneros.
4) la acción negatoria que tenga por objeto una
servidumbre que no ha sido adquirida por prescripción.
5) la acción de separación de patrimonios mientras que los
muebles de la sucesión se encuentran en poder del
heredero.
6) la acción del propietario de un fundo encerrado por las
propiedades vecinas, para pedir el paso por ellas a la vía
pública.

El derecho de reclamar la filiación o de impugnarla no se


extingue por prescripción ni por renuncia expresa o tácita,
pero los derechos patrimoniales ya adquiridos están sujetos
a prescripción. La imprescriptibilidad de las acciones de
reclamación o de impugnación no opta a que caducan

Acto viciado de nulidad absoluta, ya que el mismo


vulnera el orden público y es de impugnación abierta
pudiendo el juez declarar de oficio la invalidez.

Iniciación de la prescripción

Principio general: la prescripción comienza su curso desde


que queda expedita la acción es decir que pueda ser ésta
ejercida.

La prescripción de las acciones personales, lleve o no


intereses, comienza a correr desde la fecha del título de la
obligación.
Se dice que el principio general es diferente al estipulado
en este artículo pues alude a las obligaciones que pueden
ser exigidas desde su mismo nacimiento (puras y simples)
por no estar afectadas por modalidad alguna. En cambio si
el derecho estuviere subordinado al cumplimiento de un
plazo, la prescripción sólo comenzaría a correr desde que el
derecho pudiera ser ejercido. Ej. el plazo de la prescripción
de la acción civil de responsabilidad extracontractual
comienza a correr conforme lo ha decidido la
jurisprudencia, desde que se produce el hecho generador
del daño, y el damnificado tiene conocimiento de él.
Suspensión de la prescripción:

Consiste en la paralización de su curso por causas


contemporáneas o sobrevinientes a su comienzo
establecidas por la ley taxativamente.

Altera el curso del plazo de prescripción respecto del


porvenir, pero el tiempo es conservado, puesto en reserva,
para unirlo al que siga una vez cesada la causal suspensiva,
o sea el curso se detiene por el lapso en que se produzca
dicha causal.

Los casos tipificados como suspensivos son:

Interpelación: la prescripción liberatoria se suspende


por una sola vez, por la constitución en mora del
deudor, efectuada en forma auténtica. Esta suspensión
sólo tendrá efecto durante un año o el menor término
que pudiere corresponde a la prescripción de la acción.
Llambías sostiene que en lugar de constitución en
mora hubiere sido preferible hablar de intimación de
pago, y es una causal temporaria pues sólo tiene
efecto durante un año o el plazo menor que
corresponda a la prescripción de la acción, y debe ser
realizada en forma auténtica es decir por carta
documento, telegrama colacionado, o acta notarial.
Querella criminal: respecto de la acción de
responsabilidad derivada de daños causados por actos
ilícitos. si la víctima de un acto ilícito hubiere deducido
querella criminal contra los responsables del hecho, su
ejercicio suspende el término de la prescripción de la
acción civil, aunque en sede penal no hubiere pedido
el resarcimiento de los daños. Cesa la suspensión por
terminación del proceso penal o desistimiento de la
querella. La víctima de un delito puede en un proceso
penal asistir a la indagatoria, ofrecer prueba
testimonial, tomar medidas cautelares y apelar
cualquier resolución favorable.
Matrimonio: respecto de las acciones que los cónyuges
pudieran intentar entre sí, aunque estén divorciados.
que la prescripción es igualmente suspendida durante
el matrimonio, cuando la acción de la mujer hubiere de
recaer contra el marido, sea por un recurso de
garantóa o sea porque lo expusiere a pleitos, o
satisfacer daños e intereses.
Tutela y curatela: respecto a las acciones de tutores y
curadores que pudieran ejercer contra sus pupilos y
éstos contra aquéllos.

Dice que la prescripción de las acciones de los tutores y


curadores contra los menores y las personas que están
bajo cúratela, como también las acciones de éstos contra
los tutores y curadores, no corren durante la tutela o
cúratela.
Herencia con beneficio de inventario: respecto del
heredero beneficiario con referencia a sus créditos
contra el acervo hereditario. La prescripción no corre
contra el heredero que ha aceptado la herencia con
beneficio de inventario, respecto de sus créditos
contra la sucesión.

Interrupción de la prescripción

La interrupción de la prescripción induce sobre el plazo en


curso borrando el lapso corrido y permite que comience a
computarse nuevamente como si nada hubiera sucedido, es
decir aniquila el lapso anterior de la prescripción
transcurrida.

Existen dos modos interrupción

Interrupción civil (común de la prescripción adquisitiva


y liberatoria) que estriba en un acto de voluntad
Interrupción natural (sólo para la adquisitiva) que
consiste en privar de la posesión por un año al
poseedor prescribiente.

Los actos interrupción están tipificados

Demanda: la acción ejercida en juicio mediante


demanda, por quién está legitimado para intentarla y
dirigida contra el deudor y el poseedor con clara
mención de su objeto, no es preciso notificar el
traslado correspondiente.

La demanda es interruptiva aunque se promueva ante


juez incompetente (siempre que sea de la misma
jurisdicción) y aunque tuviere un defecto legal y sea
pasible de nulidad. El escrito pertinente debe revelar la
clara voluntad de hacer valer el derecho.
De modo que se considera acto interruptivo otras
actuaciones judiciales, como el pedido de medidas
precautorias, la solicitud de carta de pobreza, la
verificación de un crédito en el concurso, la apertura de
un juicio sucesorio, la petición de legítimo abono, una
actuación de contenido patrimonial en el proceso penal.
En las acciones contra el Estado, los trámites y recursos
administrativos para agotar la instancia administrativa
tienen el mismo efecto, ya que sin ellos no puede
habilitarse la instancia judicial. En materia laboral las
actuaciones administrativas interrumpen. No opera
efecto interruptivo la demanda que es desistida, la que
concluye con caducidad de la instancia y la que es
rechazada.
Reconocimiento de deuda: sea total o parcial el
reconocimiento de los derechos credictorios o de
dominio y posesión. La prescripción es interrumpida
por el reconocimiento expreso o tácito que el deudor o
el poseedor hace del derecho de aquel contra quien
prescribía.
Sometimiento a arbitraje: el compromiso hecho en
escritura pública sujetando la cuestión de la posesión
o propiedad a juicio de árbitros, interrumpe la
prescripción

Plazos de prescripción
La norma de base establece que el plazo ordinario de
prescripción liberatoria de todas las acciones con contenido
patrimonial es de diez años, a cuyo plazo están sujetos
todos los casos que no tuviesen designado por la ley un
término menor.

Este es el principio general enunciado con carácter amplio,


ya que las situaciones especiales son de interpretación
estricta, de modo que si mediase duda, siempre que no
fuese una hipótesis de imprescriptibilidad se aplica el
plazo ordinario (Ej.: es de 10 años el plazo para ejercer la
acción de simulación por el tercero afectado por el acto
simulado). Según la clasificación de las fuentes de las
obligaciones la regla del rige para toda la materia
contractual ya que para la extracontractual se ha previsto
un plazo menor de dos años, de ahí que interese distinguir
la causa del responder (una excepción es el daño
proveniente de accidente nuclear, cuya acción prescribe a
los diez años.

El vínculo obligacional, que nace en los derechos


personales, entre un acreedor y un deudor comprometido
al cumplimiento de una prestación, es temporal, y su modo
natural de extinción es el pago, o sea cumplir con el objeto
de la prestación, ya sea de dar, de hacer, o de no hacer.

Sin embargo existen otros medios en que ese vínculo


jurídico puede disolverse, y podemos clasificar esos modos
de extinción según intervengan o no la voluntad de las
partes. Se tratará de actos y hechos jurídicos,
respectivamente.

La prescripción (extintiva o liberatoria) se produce por la


inacción del acreedor por el plazo establecido por cada
legislación conforme la naturaleza de la obligación de que
se trate y tiene como efecto privar al acreedor del derecho
a de exigir judicialmente al deudor el cumplimiento de la
obligación. La prescripción no extingue la obligación sino
que la convierte en una obligación natural por lo cual si el
deudor voluntariamente la paga no puede reclamar la
devolución de lo entregado alegando que se trata de un
pago sin causa.

Estado de Insolvencia y Concurso de Acreedores

Insolvencia es el estado del deudor que no cuenta con los


bienes suficientes para satisfacer sus deudas. La
insolvencia debe ser declarada judicialmente, pues la
simple ausencia de pagos no la establece. La insolvencia
con más de un acreedor se denomina concurso de
acreedores.

La insolvencia puede solicitarla el mismo deudor que ve su


estado financiero deplorable, o alguno de los acreedores
cuyo crédito fuera ya exigible.

Consecuencias de la insolvencia
El deudor queda imposibilitado de disponer de los bienes
que fueran embargables. El acreedor asume la personalidad
del deudor para proteger los bienes, y en el concurso de
acreedores, es el curador, bajo la autoridad del juez, quien
asume esta responsabilidad.

Los bienes que gocen de una garantía real no entran en el


concurso. No son reclamables hasta que el respectivo
acreedor se presente al concurso para reclamar el bien que
protege la garantía que posee.

En el concurso deben presentarse todos los acreedores a


realizar sus respectivos reclamos. No pueden hacerlo por
separado.

Modos de extinción de las obligaciones

Son los hechos en virtud de los cuales la obligación deja de


existir. En general estos hechos son, sin perjuicio de lo que
pueda establecer cada legislación en particular, los
siguientes:

Hechos que satisfacen al acreedor en sus derechos:


 Compensación
 Confusión
 Dación en pago
 Novación
 Pago
Hechos que hacen perder sus derechos al acreedor.
 Condonación
 Imposibilidad sobreviente de ejecución (sólo en
las obligaciones de hacer)
 Imprevisión contractual
 Muerte del deudor o del acreedor
 Pérdida de la cosa debida
 Prescripción extintiva
 Vencimiento del plazo extintivo

Hechos que destruyen la fuente de la obligación.


 Declaración de nulidad o de rescisión
 Resciliación
 Revocación (en casos excepcionales, como en el
Mandato)

El pago

El pago es la satisfacción de la obligación mediante la


ejecución de la prestación comprometida.

El pago es la forma mas natural de extinguir las


obligaciones . En sentido jurídico pagar es cumplir con
la prestación debida. Constituye el medio por
excelencia de extinción de las obligaciones. El pago de
una obligación supone dos actores : el solvens o
deudor y el accipiens o acreedor .
Para que el pago sea valido , el accipiens debe ser
acreedor y debe ser capaz . El pago puede ser
recibido , aparte del acreedor originario , por los
causahabientes universales del accipiens después de
la muerte de este ; el cesionario de un titulo de
crédito, causahabiente singular , tiene titulo para
recibir el pago .El pago también puede ser hecho al
representante legal o convencional del acreedor y , a
veces , al gestor de negocios .

El pago hecho fuera de esos casos no libera al deudor


.“Quién paga mal paga dos veces“, dice el adagio. Sin
embargo existen tres casos en los cuales el pago
puede ser valido fuera de las situaciones anteriores :

1) Cuando el acreedor ratifica el pago hecho a un


accipiens sin titulo;

2) Cuando el acreedor se ha aprovechado del pago;

3) El pago hecho de buena fe a quien este en


posesión del crédito es valido .

¿A quien debe pagarse?


Al acreedor y sólo a él. Pero bajo el nombre del acreedor, se
entiende no sólo los que han sucedido en el crédito sino
quienes han recibido legítimamente autorización para
recibir por él y desde luego también y quienes ejercen la
representación del acreedor. Así, es verdaderamente
acreedor para el pago la persona en cuyo beneficio surgió
la obligación, sus herederos o legatarios, sus mandatarios,
representantes legales o judiciales, albaceas, etc.

Cuando no es el acreedor mismo, correlativamente el


deudor debe cerciorarse de que el pago lo efectúa a quien
con suficiente titulo representa al acreedor.

El acreedor puede conferir encargo para el cobro y para


recibir el pago o para una sola de estas dos funciones, bien
distintas entre sí. El mandato para la sola cobranza no
conlleva la facultad de recibir, la cual deber confirmarse en
forma expresa. Los artículos 1639 y 1640 son claros en esta
exigencia. Por lo demás la facultad de recibir no es
transmisible a los herederos o representantes del
mandatario, salvo autorización expresa en tal sentido.

Los representantes legales o judiciales del acreedor tienen


la facultad de recibir el pago por el hecho de tener la
administración de los negocios del acreedor.

Sin embargo, las albaceas por la herencia y os padres de


familia por sus hijos, necesitan o el encargo especial o la
tenencia o administración de los bienes.

Si se ha estipulado al acreedor o a un tercero, el pago


hecho a cualquiera de los dos es igualmente válido y no
puede prohibirse el pago al tercero salvo que el acreedor
haya demandado en juicio al deudor o pruebe justo motivo
para tal prohibición.
De todo lo anterior fluye que sólo es válido el pago hecho al
acreedor mismo o quien haga sus veces con legitimación.
En caso contrario el deudor no se libera y lo más que se
concede es la acción de reembolso de lo dado
presuntamente en pago.

Pago Valido a terceros:

La ley establece precisas excepciones en virtud de las


cuales el pago realizado a terceros puede ser válido, las
excepciones son las siguientes:

Cuando al acreedor lo ratifica de un modo expreso o


tácito, pudiendo legítimamente hacerlo. En este caso
el pago hecho se mira como válido desde el principio.
Cuando el pago se hace de buena fe a la persona que
estaba entonces en posesión del crédito, aunque
después aparezca que el crédito no le pertenecía es
preciso acreditar las circunstancias condicionantes de
esta excepción; la buena fe y la posesión del crédito.
Por un lado debe haberse infundido al deudor la
confianza suficiente para hacer el pago y esa
confianza radica fundamentalmente en estar el tercero
en posesión del crédito, en aparecer como acreedor
legítimo o tercero legitimado para recibir.
Desde luego el pago hecho dentro de las condiciones de la
excepción libera al deudor por ser válido. Engendra si la
obligación de quien recibe de trasladar el pago al verdadero
acreedor, con indemnización de prejuicios si los hay, según
las regla propias del acto o hecho que en cada caso se haya
configurado, como el mandato llamado tácito, la gestión de
negocios, la estipulación por otro, etc., y sin menoscabo de
la responsabilidad, civil o penal, que pueda caberle si actuó
sin causa legítima.

Cuando el que ha recibido el pago sucede al acreedor


en el crédito a cualquier título. Le ley también prevé
excepciones en cuanto a la validez del pago hecho al
acreedor.

son las siguientes:


Cuando al acreedor no tiene la administración de sus
bienes, entendiéndose que la interdicción o incapacidad
han sido declaradas conforme a la ley, con el lleno de las
condiciones de publicidad pues de otro modo no podría
tener eficacia la excepción. Sin embargo, el pago al
acreedor que no tiene la administración de sus bienes
llega a ser válido cuando pueda demostrarse que lo
pagado se ha empleado en provecho suyo, el cual define
el provecho según se ha hecho más rica con el pago la
persona incapaz. que el incapaz se ha hecho más rico
“en cuanto las cosas pagadas o las adquiridas por medio
de ellas le hubieran sido necesarias, o en cuanto las
cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que
no le hubieren sido necesarias, subsistan y se quisiere
retenerlas.
Cuando el crédito ha sido puesto fuera del comercio
mediante embargo o retención judicial.
Cuando se paga al acreedor que es deudor insolvente, en
fraude de los acreedores en cuyo favor se abrió concurso.
A esta excepción podemos agregar el pago efectuado al
acreedor que ha hecho sesión de bienes y que ha
celebrado concordato, o a aquellos acreedores respecto
de los cuales se ha declarado la quiebra o iniciado
proceso de liquidación administrativa.

¿Quien debe pagar?

El deudor es el llamado a pagar.

El acreedor no puede esperar pago de ninguna otra persona


pues fue en atención al deudor como se originó su crédito.
Sin embargo la ley autoriza a cualquier persona a pagar por
el deudor, aún contra la voluntad del acreedor.

Solamente en el evento en que se trate de una obligación


de hacer, en que para la realización del hecho se haya
tomado en consideración la aptitud del hecho o talento del
deudor, el cumplimiento queda circunscrito a la persona
misma del deudor.
Pero nada obsta para que el acreedor acepte que aún en
estos casos la prestación in intuitus personae pueda ser
cumplida por un tercero.

El pago que se hace por un tercero a nombre del deudor


puede descompensarse en las siguientes tres hipótesis:

Que pague con el consentimiento expreso o tácito del


deudor. En este caso se opera el fenómeno de la
subrogación, es decir de la transmisión legal del crédito del
acreedor al tercero que pagó, y por tanto éste entra a
reemplazar al acreedor con todas sus atribuciones,
privilegios, garantías, etc.
Que pague sin el consentimiento del deudor. No se opera el
fenómeno de la subrogación legal ni podrá el tercero obligar
al acreedor a que le ceda el crédito, pero tendrá acción
para que el deudor en cuyo nombre le reembolse lo pagado.
La obligación evidentemente se extingue, y con ellas las
garantías y privilegios que la acompañaban. Surge ahora
una nueva de reembolso a cargo del deudor y en beneficio
del tercero que pago por él.
Que el tercero pague contra la voluntad del deudor. En este
evento la ley ya no lo protege. Ni se ha subrogado ni tiene
derecho de reembolso. Solo le queda la posibilidad de
intentar frente al acreedor la cesión de la acción que
ampara el crédito pero que por ser un intruso no puede
aspirar a protección alguna frente al deudor técnicamente
queda libre.

¿Qué debe pagarse?


Debe Pagarse la prestación debida, conforme a su
naturaleza. Así, se paga una prestación de dar
transmitiendo el derecho real correspondiente; se paga o
ejecuta una prestación de hacer realizando la actividad de
que se trata o haciendo entrega de una cosa para su uso o
servicio; se paga, en últimas, la prestación de no hacer,
absteniéndose el deudor del hecho prohibido. Salvo pacto
en contrario, el pago comprende los accesorios, frutos,
adherencias de la cosa debida.

Si la prestación consiste en dar o transmitir el derecho de


dominio es preciso tenerlo al momento del cumplimiento o
ejecución pues nadie podría dar lo que no tiene. Por
consiguiente, si fuere un tercero el que paga una prestación
de transmitir el derecho de dominio debe ser igualmente
dueño de lo que entrega, y desde luego, la facultad de
enajenar, amenos que lo haga con el consentimiento del
dueño de la cosa. De otro modo el pago no es valido.

La ley acepta, con todo, validez en el pago de una cosa


fungible que ha sido consumida por el acreedor, hecho por
quien no era dueño o no tenía facultad de enajenar, pero
siempre que la consunción de la cosa haya sido hecha de
buena fe por el acreedor, y pueda ello demostrarse.

No puede el acreedor forzar al deudor al pago de una cosa


distinta de la convenida, aunque sea de inferior valor;
tampoco puede por su parte el deudor constreñir u obligar
al acreedor a recibir cosa o prestación distinta de la
convenida, así sea de igual o mayor valor que la convenida.

¿Cómo debe hacerse el pago?


Sí la prestación consiste en la dación o entrega de un
cuerpo cierto, el acreedor debe recibirlo en el estado en que
se encuentra a menos que el deterioro se deba al hecho o
la culpa del deudor o de las personas por quienes el deudor
debe responder o a menos que el deterioro sobrevenga
después que el deudor se haya constituido en mora, casos
estos en los cuales el acreedor puede pedir la rescisión del
contrato o la indemnización, o solamente la indemnización
si el acreedor acepta la cosa o el deterioro no pareciere de
importancia.

Si se debe capital e intereses, el pago se imputará


primeramente a los intereses, salvo que el acreedor
consienta expresamente que se impute al capital”. Los
artículos siguientes prescriben que si hubiere distintas
deudas, podrá el deudor imputar el pago a la que elija, pero
no podrá imputarlo a la deuda no vencida o devengada
por sobre la que ya lo está sino con el consentimiento del
acreedor. Si el deudor no imputa el pago, el
acreedor podrá hacerlo. Si ninguna de las partes imputa se
preferirá la deuda vencida o devengada por sobre la que no
está.

¿Donde debe pagarse?


Debe hacerse en el lugar designado por la convención. Si
no se hubiere estipulado lugar para el pago habrá que
distinguir si se trata de un cuerpo cierto o de otra
prestación; en el primer caso se hará el pago en el lugar en
que dicho cuerpo existía al tiempo de constituirse la
obligación; en el segundo caso el pago se hará en el
domicilio del deudor, considerado por tanto como fuero
general o de pago. Si hubiere mudanza de domicilio en el
tiempo transcurrido entre el nacimiento de la obligación y el
pago se hará siempre en el lugar que hubiere correspondido
si no hubiere habido tal mudanza, todo salvo que las partes
dispongan otra cosa de común acuerdo.

En materia comercial el llamado fuero general o fuero de


pago sufre una modificación, según el cual si la obligación
tiene por objeto una suma de dinero el pago se hará en el
domicilio que tenga el acreedor en el momento del
vencimiento. La ley comercial contempla también el cambio
de domicilio del acreedor durante el tiempo de vigencia de
la obligación, establece al efecto que si del cambio
resultaré más gravoso el pago, el deudor podrá hacerlo en
el lugar de su propio domicilio previo aviso al acreedor.

Gastos, prueba, y presunción del pago

En primer término salvo estipulación en contrario, los


gastos del pago serán por cuenta del deudor. Por otra parte
al establecer el que “incumbe probar las obligaciones o su
extinción al que alega aquellas o ésta”, está indicando que
la carga de la prueba del pago corresponde al deudor, quien
es el interesado en alegar la extinción de la obligación.
Respecto de la presunción de pago de obligaciones de
cumplimiento periódico o sucesivo, la disposición según la
cual “si el acreedor otorga carta de pago del capital sin
mencionar los intereses, se presumen estos pagados” se
cree que también es aplicable a los dos ordenamientos, que
presume el pago en aquellos casos en que el deudor está
en posesión del título por devolución que de éste le ha
hecho al acreedor.

Dación en pago

Hay dación en pago cuando el deudor, con el


consentimiento del acreedor, se libera pagando una cosa
distinta de la debida.

No puede el deudor obligar al acreedor a recibir prestación


distinta de la que forma el objeto de su obligación, ni
cualitativa ni cuantitativa hablando, sin embargo, nada
obsta para que el deudor proponga una variación del objeto
debido, la que, aceptada por el acreedor y para efectos del
pago, significaría la extinción del vinculo. Técnicamente la
obligación se extinguiría por novación y surgiría otra que
terminaría por la entrega del nuevo objeto previamente
aceptado por el acreedor; sin embargo por la usual
simultaneidad en la mayoría de los casos no tiene interés la
distinción.
La dación en pago refiérase a la solución de una obligación
generalmente de dinero mediante la entrega de una cosa
distinta de la debida, previa aquiescencia del acreedor.

Pago mediante cesión de bienes

La cesión de bienes es “el abandono voluntario que el


deudor hace de todos los suyos a su acreedor o acreedores,
cuando a consecuencia de accidentes inevitables, no se
halla en estado de pagar sus deudas.

Este modo de prever el pago es un “abandono voluntario”


de los bienes del deudor. El alcance de esta expresión lo da
a nuestro juicio el inciso final del articulo 1678 del Código
cuando indica que la cesión no trasfiere la propiedad de los
bienes sino sólo la facultad de disponer de ellos o de sus
frutos para poder pagarse el acreedor a sus acreedores sus
respectivos créditos, así la cesión no es propiamente un
pago sino una “provisión para el pago” y por lo tanto la
extinción de la obligaciones se producirá cuando puedan
ser éstas satisfechas con los bienes cedidos, lo que podría
ocurrir de dos modos; o bien aceptando los acreedores, en
todo o en parte, bienes del deudor como dación en pago, o
bien enajenando los bienes para efectos de pagarse las
obligaciones con su producto.

Pero de una o de otra manera la cesión en sí misma no


extingue; es precisa la aceptación como dación en pago, en
cuyo caso se extinguirían las obligaciones en la medida en
que sean satisfechas las deudas con los bienes como
dación en pago, o la liquidación de bienes y su aplicación al
pago.

Si los bienes cedidos no hubieren alcanzado a pagar la


totalidad de las obligaciones o por dación en pago o por
enajenación y aplicación de su producto el deudor continuo
obligado a completar el pago cuando adquiera después
otros bienes.

Compensación

La compensación es la extinción recíproca de dos deudas,


en donde el acreedor es deudor y viceversa. Las
obligaciones tienen que ser líquidas y exigibles.

Si dos personas se deben recíprocamente objetos


semejantes, ambas deudas pueden extinguirse hasta la
concurrencia de la menor de ellas, y lo único que debe
cumplirse es el excedente de la mayor de ellas. Este es un
modo de extinguir las obligaciones, pero existe una
excepción y es en materia de crédito por alimentos, en los
cuales no existe posibilidad jurídica de compensación. La
compensación puede ser convencional, legal y judicial.

Se verifica la compensación de pleno derecho por la sola


fuerza de la ley, aun sin conocimiento de los deudores; las
dos deudas se extinguen mutuamente, desde el mismo
instante en que a la vez, hasta la concurrencia de su
cuantía respectiva.
La compensación no tiene lugar no tiene lugar sino entre
dos deudas que tienen igualmente por objeto una de dinero
o determinada de cosas fungibles de la misma especie, y
que son igualmente liquida y exigibles.

Los prestamos hechos en granos o especies no


controvertidas, y cuyo precio conste por los corrientes del
mercado, pueden compensarse con sumas liquidas y
exigibles.

La compensación tiene lugar, cualesquiera que sean las


causas de una de las deudas, excepto en los casos.

De la demanda en restitución de una cosa cuyo propietario


ha sido injustamente desposeído. De la demanda en
restitución de un deposito y del prestamos en uso. De una
deuda que tiene por causa alimentos declarados no
embargables.

El fiador puede oponer la compensación de lo que el


acreedor deba al deudor principal. Pero el deudor principal
no puede oponer la compensación de lo que el acreedor
debe al fiador.

El deudor solidario no puede tampoco oponer la


compensación de o que el acreedor debe a su codeudor. El
deudor que ha aceptado pura y simplemente la cesión que
un acreedor ha hecho de sus derechos aun terceros, no
podrá ya oponer al cesionario la compensación que hubiese
podido, antes de la aceptación, oponer al cedente, respecto
la cesión que no ha sido notificada, no obsta sino a la
compensación de los créditos posteriores a esta
notificación.

Novación

La novación es la sustitución de una obligación por una


nueva. Los simples cambios a una deuda no
necesariamente producen una novación. Para que esta se
dé, debe de cambiar el objeto, la causa o que un nuevo
deudor venga a reemplazar al anterior.

Hay cambio de cosa cuando el objeto de la obligación es


cambiado por otro distinto. Hay cambio de causa cuando la
naturaleza de la obligación se modifica. Ej.: cuando un
depósito es cambiado por un arrendamiento.

Para que opere la novación, se debe contar con el


consentimiento tanto del acreedor como del deudor. En
todo caso de novación, la deuda antigua se extingue.

Pero si por algún motivo, la deuda nueva es declarada


nula, la antigua renacerá. En caso que sea una deuda
solidaria, los demás coobligados serán liberados, pero el
deudor que nova estará subrogado en los derechos del
acreedor para exigirles a los demás codeudores la parte de
la deuda que les corresponde.

La novación es una manera de extinguir las


obligaciones , y consiste en sustituir la deuda vieja por
una nueva . La segunda obligación debe diferir de la
primera por un elemento nuevo , suficiente para que
se distinga una de otra . La notación ocurre ,en las
siguientes eventualidades:

1)Cuando el deudor contrae una nueva deuda con el


acreedor que sustituye a la antigua , quedando
esta extinguida .

2)Cuando se sustituye un nuevo deudor al antiguo,


que queda libre por el acreedor .

3)Cuando por efecto de un nuevo compromiso se


sustituye un nuevo acreedor al antiguo , respeto
al cual el deudor se encuentra libre.

La notación debe realizarse entre persona capaces de


obligarse , y debe ser de manera expresa , esta no se
presume.

Remisión

La remisión o condonación es la renuncia voluntaria y


gratuita que hace el acreedor de toda o una parte de la
obligación.

La remisión es expresa cuando el acreedor expresa


inequívocamente su voluntad de renunciar a su
derecho personal.
Es tácita cuando voluntariamente entrega al deudor el
documento en que consta la obligación.
Confusión

La confusión opera cuando en una misma persona se


reúne las cualidades de deudor y acreedor, para la misma
deuda. La naturaleza jurídica de la confusión radica en la
ilógica que tiene, para el derecho, que una persona se deba
a sí misma.

La confusión es otro modo de extinción de las obligaciones,


y se da cuando una persona tiene al mismo tiempo la
cualidad de acreedor y deudor.

La confusión como extinción de la deuda, solo es aplicable


cuando una persona es a la vez deudor y acreedor. La
confusión tiene mayor aplicación en materia sucesoral.

Cuando se realiza la confusión en la persona del deudor


principal, aprovecha a sus fiadores. La que se efectúa en la
persona del fiador, no implica la extinción de la obligación
principal. La que tiene lugar en la persona del acreedor, no
aprovecha a sus codeudores solidarios sino en la porción en
la cual era deudor.

Cumplimiento forzoso

Si el deudor no cumple, la ley pone a disposición del


acreedor el aparato coercitivo del estado para compelerlo a
cumplir. Cuando el cumplimiento forzoso no fuese posible
(por ejemplo en obligaciones de hacer), se sustituye la
obligación por la indemnización pecuniaria.

Ejecución por otro

Un tercero puede satisfacer la obligación a nombre del


deudor. En este caso, este tercero se subroga en los
derechos del acreedor.

Efectos anormales

Para que el acreedor tenga el derecho a acudir ante la


protección del poder del estado, deben ocurrir dos cosas:

Que el deudor no haya cumplido la obligación por una


causa que le es imputable
Que haya daño para el acreedor.

Culpa contractual

El incumplimiento de una obligación puede ser deliberado o


deberse por impericia o negligencia. En el primer caso, se
trata de incumplimiento doloso. En el segundo, de
incumplimiento culposo. En algunos ordenamientos, la
diferencia es importante a la hora de valorar el monto de la
indemnización. Para la doctrina subjetivista, a un deudor
que faltó deliberadamente a su obligación se le debe
imponer una indemnización más gravosa que a quien hizo
todo el esfuerzo posible por cumplir, pero no pudo hacer.
Caso fortuito o fuerza mayor

Aunque es obligación de todo deudor honrar su deuda, hay


casos en que se le exime por imposibilidad de hacer el
pago. Siempre y cuando esta situación de imposibilidad no
se la haya procurado él mismo, y no haya mediado culpa o
falta que le sea imputable. Es el principio “nadie está
obligado a lo imposible”.

El caso fortuito o fuerza mayor es un suceso ajeno al control


del deudor que le impide cumplir con la obligación. El hecho
debe ser actual e imprevisible o imposible de evitar.

Si el objeto de una deuda se pierde por caso fortuito o


fuerza mayor, la obligación se considera extinguida. Sin
embargo, las indemnizaciones o recepciones de seguros sí
corresponden al acreedor que ha pagado el precio de la
cosa que pereció.

Obligaciones de hacer

Las obligaciones de hacer quedan exentas por:

La muerte del deudor o su incapacidad permanente.


El concurso, quiebra o interdicción del deudor.
Fuerza mayor que le imposibilite el cumplimiento.

En los siguientes casos, ni siquiera el caso fortuito o fuerza


mayor eximen al deudor de cumplir con la obligación:
Cuando esté constituido en mora, salvo que se
demuestre, que el objeto se hubiera perdido
igualmente en posesión del acreedor.
Cuando haya contratado asumir las consecuencias del
caso fortuito o fuerza mayor.
Cuando el suceso haya sido ocasionado, o se haya
sufrido, por una acción que le es imputable.

Imprevisión

En algunos ordenamientos, existe la figura de la


imprevisión. Posterior al establecimiento de una obligación,
pueden suceder cambios totalmente ajenos al control del
deudor, que hagan del cumplimiento de la obligación tal y
como fue pactada en exceso gravosa. Ante tales
situaciones, el derecho otorga la posibilidad de ajustar las
condiciones de la obligación para que se asemejen a lo que
fue pactado originalmente. Tal sería el caso de periodos
superinflacionarios, o de alguien que haya asumido una
deuda en una moneda extranjera y posteriormente se
produzca un periodo de devaluación excesiva de la moneda
nacional.

Cláusula penal

En la constitución de la obligación, el deudor se


compromete a una prestación accesoria de un documento
supuesto que no interviene en el mesurado caso, en caso
que no cumpla el objeto principal de la obligación.
La cláusula penal es como una anticipación a los daños y
perjuicios de un eventual incumplimiento. Si la obligación
se cumplió parcialmente, la pena debe ser proporcional.

La cláusula penal es accesoria. Si la obligación se extingue


sin responsabilidad para el deudor, este no debe pagar la
cláusula penal. Además es subsidiaria porque el objeto de la
obligación sigue siendo el mismo

La simple convención extintiva

Como es bien sabido en los denominados contratos


bilaterales, o sea en los de prestaciones correlativas, cual
ha habido oportunidad reiterada de indicarlo, frente al
incumplimiento de uno de los contratantes, “el otro podrá
pedir a su arbitrio, o la resolución o el incumplimiento del
contrato con indemnización de perjuicios”, tal la figura
usualmente denominada “condición resolutoria implícita”;
acción alternativa de la ejecución específica de la
prestación fallida, y cuya prosperidad implica la restitución
mutua de lo dado o ejecutado y, de plano, la extinción de
las obligaciones surgidas del contrato cuya ejecución se
encuentre pendiente.

Dicha Figura se articula con la llamada exceptio non


adimpleti contractus o non rite adimpleti contractus, esto
es, de no ejecución de la prestación o de su ejecución
“imperfecta”. En los contratos bilaterales ninguno de los
contratantes está en mora dejando de cumplir lo pactado,
mientras el otro no lo cumpla por su parte, o no se allane a
cumplirlo en la forma y tiempo debidos. De suerte que para
la prosperidad de cualquiera de las acciones, es necesario
que el demandante haya satisfecho exactamente lo de su
cargo o esté presto a hacerlo, o que siendo exigibles la o las
prestaciones de la contraparte, las suyas no lo sean aún.

Mediante la consagración del postulado de la voluntad


privada, el legislador delega en los particulares la potestad
de arreglar mediante actos jurídicos gran parte de sus
relaciones, sobre todo las de contenido patrimonial o
económico, Es así como ellos pueden crear
convencionalmente esas relaciones y, del mismo modo
modificarlas o extinguirlas.

El referido postulado encuentra su consagración que


reproduce la fórmula lapidaria DOMAT en estos términos:
“Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes”, y agrega: “y no puede ser invalidado sino
por mutuo consentimiento por causas legales”. Este texto
expresa con singular precisión el vigor normativo que
compete no solo a los contratos que son la fuente principal
de las obligaciones, sino también a todas las convenciones
en general y a ciertos actos unipersonales dotados por la
ley de tal vigor. Con otras palabras: El acto jurídico
legalmente celebrado puede crear, modificar o extinguir
relaciones jurídicas, cual si dicho acto emanase del propio
legislador que lo autoriza. Además, como se ve, el propio
texto enuncia la principal consecuencia del postulado al
prohibirles a los agentes destruir unilateralmente, salvo las
excepciones que más adelante explicaremos, la
obligatoriedad de sus convenciones y contratos; para ello
se exige un nuevo acuerdo entre los agentes, o sea un
mutuo disenso, por oposición al mutuo consentimiento que
ellos prestaron al celebrar tales actos.

Cabe aclarar que al decir “y no puede ser invalidado (el


contrato) sino por su mutuo consentimiento...”, no significa
que el contrato o convención pueda ser anulado por el
mutuo disenso de las partes, como si este acto adoleciera e
un vicio dirimente, pues se parte de que el acto ha sido
“legalmente celebrado” o sea que reúne todos los requisitos
para ser “legalmente celebrado”. Así cualquiera que sea la
fuente (contrato, acto unipersonal, hecho ilícito, etc. puede
extinguirse por el mutuo consentimiento entre el acreedor y
el deudor.

Esto significa que los negocios se deshacen así como se


hacen.
La esencia del contrato de C-V es: comprador, vendedor, un
objeto y un precio.
La esencia de la obligación es el acreedor, el deudor,
prestación y vínculo.
Los elementos del contrato son: objeto lícito, causa lícita,
capacidad y consentimiento.
En la simple convención se extingue la causa de la
obligación, por lo tanto se extingue el contrato y a raíz de
ello se extingue la obligación.
El contrato es el acuerdo entre dos personas. Hay contratos
que no se deshacen como se hacen, por Ej.: obligaciones
nacidas del contrato de matrimonio, legitimación de hijos
extramatrimoniales.
Para la simple convención extintiva se requieren los mismos
requisitos que para celebrar el contrato.

La muerte del deudor o del acreedor en ciertas


obligaciones

Por regla general las obligaciones no se extinguen por la


muerte de ninguno de los sujetos del vinculo puesto que los
herederos son continuadores jurídicos de su personalidad; si
el acreedor muere, el derecho de crédito se transmite a sus
causahabientes, del mismo modo como si fallece el deudor,
cuya prestación se entienda contraída para ser cumplida
por él o por quienes lo sucedan, a prorrata de la cuota de
cada cual.

Este principio tiene vigencia no sólo en las obligaciones que


consisten en dar alguna cosa sino también con respecto a
las que consisten en hacer o no hacer alguna cosa.

Sin embargo el régimen tiene la excepción de todos


aquellos actos o contratos celebrados intuitu personae,
tanto respecto de los créditos como respecto de las deudas,
en que la muerte es un modo extintivo de obligaciones:

Se extingue por muerte del acreedor, y no se transmiten a


sus herederos, los créditos que tienen por objeto alguna
cosa que liga personal y determinadamente al acreedor,
como ocurre cuando el deudor se había obligado para con
el acreedor en consideración a la persona misma de éste.
Así, se extingue la obligación a la muerte de quien prestó
un caballo a otro que debía cumplir un encargo en beneficio
del primero.
Se extinguen por la muerte del deudor todas aquellas
obligaciones que tiene por objeto algún hecho personal del
deudor, es decir, cuando se ha contratado en razón de las
calidades especiales, o las aptitudes personales, que tiene
el deudor, como ocurre, por ejemplo, en las obligaciones de
hacer.

Se extingue igualmente con la muerte la acción penal: las


obligaciones que nacen de los delitos no se transmiten a los
herederos del imputado, por que la acción penal es
intransmisible. No así la acción civil que surge del delito,
que busca la indemnización de perjuicios a favor de la
victima, que como perentoriamente, es transmisible a los
herederos

La novación

La novación es un negocio jurídico por medio del cual las


partes de una relación crediticia, acreedor y deudor,
acuerdan crear una obligación (nueva) que remplaza a otra
la antigua, novada, que consecuencialmente se extingue;
se puede novar cualquiera obligación.
La eficacia de la nueva obligación es indispensable para la
extinción de la presente, razón por la cual, si el negocio de
novación es condicional, la extinción o la permanencia de la
obligación primitiva dependen de la ocurrencia de la
condición;

la novación por cambio de sujeto pasivo no necesita del


concurso del deudor originario; el acuerdo novatorio ha de
celebrarse entre los sujetos de la relación vigente y ha
referirse a esta; sin embargo, la novación por cambio de
acreedor implica una delegación, en la novación Inter
easdens personas, el aliquid novi puede consistir en la
supresión de una modalidad: condición o término, o la
novación es la extinción de la obligación precedente y, por
lo mismo, de sus privilegia, sus garantías, tanto personales
como reales y naturalmente, sus intereses.

En el derecho clásico la expresión de una “voluntad” de


novar o animus nevandi en el convenio entre partes, no
tenía relevancia; mientras que para el derecho justianeo la
novación misma y su efecto extintivo giran en derredor del
elemento subjetivo. Y privilegiando así la “voluntad” de
novar, de modo de convertir a su expresión en requisito
indispensable para la extinción de la obligación precedente,
y dotándola de poder modificatorio pleno, se llegó a la
novación por alteraciones del objeto y a la novación de un
naturales obligatio.

Disciplina legal de la novación:


Nuestro código civil se resiente de tradicionalismo y
practica una reglamentación de la figura.
¿Cuál es el estado de la cuestión en el ordenamiento
nacional? Retomando el hilo conceptual, se repite que la
novación es la sustitución de una obligación primitiva que
queda extinguida, por una posterior surgida por acuerdo
entre las partes; estas, creando una nueva relación
obligatoria, extinguen la precedente su función es, pues,
mixta, extingue a la vez que crea o constituye: transfusio
atque traslatio.
Acreedor y deudor, de común acuerdo, en ejercicio de su
autonomía particular pueden modificar la relación
obligatoria, de modo que se extinga por su desplazamiento
por una nueva, creada allí mismo, con ese fin, y, en todo
caso, con ese efecto. Es, pues, menester, la extinción de la
deuda en curso, a causa de la creación de la nueva, es
decir, el reemplazo de aquella por esta, lo cual implica una
conexión (interdependencia) entre ambas.

La novación puede ser subjetiva u objetiva. Aquella es la


que implica cambio de uno de los sujetos o de ambos; esta,
la que sustituye o altera el objeto, con ampliación
estructural al cambio del título o la causa por la que se
debe. Con todo, se plantea la diferencia grande entre las
dos categorías, que, aparte de la subsunción de la subjetiva
en otras figuras y de su falta de autonomía, impediría una
concepción unitaria de la novación y un tratamiento
acompasado de ellas.
Hay novación por relevo del acreedor, cuando el deudor
asume la obligación a favor de un tercero, en cuanto al
acreedor lo declara libre. El deudor, pues, sigue debiendo lo
mismo y por el mismo concepto, pero a otro acreedor. Bien
se ve, entonces, cómo el crédito al tercero cesionario deja
intactos los privilegios y garantías, a la vez que le permite
el deudor reservar las excepciones personales que tenía
frente al cedente, desplazó a la novación subjetiva por
cambio de acreedor, por lo cual “no se puede negar la
esterilidad de esta desde el punto de vista dogmático y
practico”.

La otra especie de novación subjetiva es la pasiva, que se


realiza “sustituyéndose un nuevo deudor al antiguo, que en
consecuencia queda libre” forma que a su vez se ha visto
desplazada y sustituida por la figura de la “asunción de
deuda”, por lo demás, permite una regulación mas precisa
y completa de las modalidades de alteración del sujeto
pasivo: liberatoria y cumulativa, esta última en manera
novatoria, si que también de la delegación.

En lo que respecta a la novación objetiva, superadas las


disquisiciones y, sobre todo, tergiversaciones del derecho
justinianeo a propósito del concepto de novación objetiva,
esta se encuentra descrita como la “sustitución de una
nueva obligación a otra, sin que intervenga nuevo acreedor
o deudor”, marco suficientemente amplio como para
abarcar no solo el cambio de objeto, sino también el cambio
de razón de ser o titulo de la obligación, como en el ejemplo
de la Ley 15 de Partidas, debiéndose el precio de una
compraventa o de un servicio, acreedor y deudor convienen
en sustituir la “causa” de la deuda: ya no se deberá esa
cantidad de dinero a titulo de precio, sino de mutuo. Por
último, es de advertir que cuando la prestación de la
obligación primera es intuitus personae, el cambio de
deudor no solamente implica una mutación subjetiva, sino
también, y quizás con mayor relieve, un cambio de objeto
o, si se quiere, de la prestación (PERLINGIERI), lo cual haría
pensar en una novación subjetivo-objetiva.

Y como para superar las discusiones y alteraciones del


derecho justinianeo a propósito de esta especie de
novación y resaltar que la novación exige “innovaciones
radicales” y no se contenta con “simples modificaciones”,
varias normas precisan el alcance de la variación de
cantidades o de modalidades, con negación expresa de la
novación, así: “cuando obligación consiste simplemente en
añadir o quitar una especie, género o cantidad a la primera,
los codeudores subsidiarios y solidarios podrán ser
obligados hasta concurrencia de aquello en que ambas
obligaciones convienen.” “si la nueva obligación se limita a
imponer una pena para en caso de no cumplirse la primera,
y son exigibles justamente la primera obligación y la pena,
los privilegios, fianzas, prendas e hipotecas subsistirán
hasta concurrencia de la deuda principal sin la pena.
Mas, si en caso de infracción es exigible solamente la pena,
se extenderá novación desde que el acreedor exige solo la
pena, y quedaran por el mismo hecho extinguidos los
privilegios, prendas e hipotecas, y exonerados los que
solidaria o subsidiariamente accedieron a la obligación
primitiva y no a la estipulación penal.” La simple mutación
de lugar del pago dejara subsistentes los privilegios,
prendas e hipotecas de la obligación y la responsabilidad de
los codeudores solidarios y subsidiarios, pero sin nuevo
gravamen. “la mera reducción del plazo tampoco constituye
novación; pero no podrá reconvenirse a los codeudores
solidarios o subsidiarios, sino cuando expire el plazo
primitivamente estipulado”

Ampliación del plazo:

Una variación modal de la obligación que envuelve una


encrucijada, que generalmente se pasa por alto y puede dar
lugar a sorpresas ingratas, es “la mera ampliación del plazo
de una deuda.

No constituye novación, o sea que la obligación del deudor


se conserva, pero sí pone fin a l a responsabilidad de los
fiadores y extingue las prendas e hipotecas constituidas
sobre otros bienes que los del deudor; salvo que los
fiadores o los dueños de las cosas empeñadas o
hipotecadas accedan expresamente a la ampliación”. La
jurisprudencia anota que “tiene por objeto proteger al
dueño de la cosa hipotecada de las colisiones entre el
acreedor y el deudor, o por lo menos ponerlo a cubierto de
la situación indefinida en que quedaría, si a pesar de ser
propietario de la finca gravada, estuviera sometido a las
estipulaciones posteriores de aquellos, respecto al contrato
principal”.

Requisitos de la novación:

La novación es un negocio jurídico: por medio suyo las


partes disponen de sus interese, concretamente de una
relación

crediticia en curso y de sus nexos venideros. Por lo mismo,


han de ser plenamente capaces y tener poder de
disposición sobre aquella de ahí también que la eficacia de
la novación presuponga la validez, tanto de la relación en
curso como del acto novatorio, y pueda resultar ineficaz,
tanto por la nulidad, ora del negocio jurídico o de la
sentencia fuente de la obligación novada, como por la
nulidad del negocio de novación. La novación puede ser
condicional, tanto porque el negocio jurídico de donde
surgió la obligación novada le introdujo a esta condición
como porque el negocio novatorio sea condicional; en tales
eventos sus efectos extintivos y constitutivos estarán en
pendencia hasta cuando se defina la realización o no del
hecho futuro e incierto.
El “animus novandi”:

De resultas de la tradición justinianea, aunque atemperada,


para que exista novación, además de la inclusión de un
elemento estructural nuevo (el aliquid novi), que ha de ser
real, pues las partes no pueden celebrar una novación sin
transformar la relación primera, se exige la presencia
inequívoca del animus novandi o proposito de las partes de
extinguir la primera relación, lo que implica una intención
concreta, especifica de introducir aquella novedad, pues de
lo contrario se entenderá que los dos vínculos coexisten
todo aquello en lo que no sean incompatibles (art. 1693
c.c.). Es evidente que la novación consiste en un acuerdo
de las partes, con la sola salvedad de la hipótesis de la
expromisión, figura en la que la primera obligación se
extingue por el relevo del deudor con el solo acuerdo entre
(tercero) expromitente y acreedor, sin el (ius sum) concurso
del deudor primitivo. La intención de novar, concretada en
el aliquid novi, se dice que es esencial y no se presume,
puede ir en una declaración de las partes, o “aparecer
indudablemente, porque la nueva envuelve la extinción de
la antigua”.

En esta locución nada perspicua se pone de relieve el


homenaje al voluntarismo y la dificultad de aceptar la
sustitución, dadas la depuración de privilegios y las
cauciones que la novación trae consigo, pero que con
criterio razonable puede incluir hasta la incompatibilidad
entre las dos relaciones como santo y seña, diríase, más
que de la intención de novar, de la novación misma. ¿Cómo
interpretar la segunda alternativa de presencia o expresión
del animus novandi? Para ello es útil complementar los
elementos de juicio con el supuesto de hecho. “La
sustitución de un nuevo deudor a otro no produce novación,
si el acreedor no expresa su voluntad de dar por libre al
primitivo deudor. A falta de esta expresión se entenderá
que el tercero es solamente diputado por el deudor para
hacer el pago, o que dicho tercero se obliga con el solidaria
o subsidiariamente, según parezca deducirse del tenor o
espíritu del acto”.

La compensación

Compensación quiere decir una confusión de obligaciones,


no por el aspecto subjetivo, como en la figura de la
confusión propiamente dicha, sino en cuanto a su objeto.
Así “se evita doble pago, una doble entrega de capitales y
ese modo se simplifican las relaciones del acreedor y del
deudor, a la vez que asegura la igualdad entre las partes”.
Si yo soy deudor de alguien, que a su turno me debe a mí
de lo mismo, natural es la sugerencia de conjurar el doble
riesgo y producir la satisfacción de ambos sin desembolso
alguno, restando la cantidad menor de la mayor. Por ello se
dice que es un modo “satisfactorio” de extinción de las
obligaciones, que “no implica la actuación de la relación
jurídica, lo cual se traduce en una garantía, ni la
satisfacción del crédito, pero sí la del acreedor”, y se
agrega que es un subrogado del pago; todo ello cualquiera
que sea la fuente de las obligaciones en juego. “la figura de
la compensación presupone una realidad económico-social
caracterizada por una multiplicidad e intensidad de
relaciones obligatorias, en especial de las pecuniarias,
tales, como para exigir una simplificación de los hechos
extintivos, de modo de eludir el doble pago”.

En la compensación como modo extintivo, van juntos dos


efectos: uno satisfactorio del acreedor, otro liberatorio del
deudor. Por el primer aspecto es incuestionable que cada
acreedor, indirectamente que sea, no sólo asegura el logro
de su interés, sino que lo alcanza, especialmente en la
compensación legal, dada la exigencia de las obligaciones
compensadas tengan por objeto géneros homogéneos, al
no tener que hacer erogación alguna, o sea al conservarlos
en su poder o no estar compelido a conseguirlos. Hay allí
una ventaja patrimonial cierta para él: no tener que
desembolsar nada, que se complemente con la seguridad
de la apropiación implícita o de la evitación de su pago, que
se resalta al hablar de la garantía real del crédito que
acarrea la posibilidad de compensación. De ahí su
aproximación tradicional al pago: ficta solutio, por cierto
confusa, pues en lo que se le asemeja es tan sólo en el
carácter satisfactorio. Y por el aspecto liberatorio, este
efecto de la figura significa un alivio definitivo para cada
deudor, con la tranquilidad ya anotada en cuanto hace a la
eliminación del riesgo de su propio crédito.

Disciplina legal de la compensación:

Así se proyecto la institución en las codificaciones, luego de


una práctica intensa en las relaciones entre comerciantes,
como un modo general de extinción de las obligaciones: la
compensación produce la eliminación de las varias deudas
que recíprocamente existen entre unas mismas personas,
hasta concurrencia de la menor, de modo de dejar
pendiente tan sólo la diferencia a favor del titular del
crédito de cuantía superior. Sería antieconómico, a más de
incomprensible, exigir que, no obstante estar en presencia
de acreedor y deudor recíprocos, de obligaciones genéricas
o dinerarias homogéneas y exigibles, necesariamente
hubiera de acudirse al pago para su extinción. Es más, la
figura de las “casas de compensación”, para el cruce de
cuentas entre los bancos en los que distintos cuenta
correntiítas han consignado cheques girados a su favor
contra otros bancos, y su empleo cotidiano, hace pensar en
una compensación “forzosa”. Una vez determinados los
contornos de la figura, se pasa a examinar sus rasgos en el
derecho contemporáneo, sus requisitos, su operatividad,
sus efectos.

Compensación voluntaria:
Para comenzar ha de recalcarse que, aun cuando el
ordenamiento nacional no la previene expresamente, nada
se opone a la presencia de la compensación voluntaria de
cualesquiera créditos y deudas (cash against documents): a
su discreción, las partes celebran el correspondiente
negocio jurídico, con las solas exigencias de su capacidad y,
primordialmente, su poder de disposición: el que de suyo
tiene el titular del crédito o el que por acto de
apoderamiento le hayan conferido a un tercero aquel o la
ley, por lo mismo que con la compensación cada sujeto-
parte, no sólo se libera de una obligación, sino que dispone
de un crédito. Dicha compensación puede describirse como
figura autónoma, distinta, tanto del pago como la remisión,
si bien con análoga función extintiva, sea que las partes
obvien la intervención del juez mediante operación contable
privada entre ellas para liquidar obligaciones homogéneas,
líquidas y exigibles; sea que eliminen, al compensarlas,
deudas que no reúnan estos caracteres.

Compensación facultativa:

Se habla, además, de una “compensación facultativa”,


como una figura intermedia entre la compensación legal y
la voluntaria, con caracteres de una y otra, consistente en
que “una de las partes renuncia unilateralmente a hacer
valer un obstáculo que impediría la ocurrencia de una
compensación legal, como, p.ej., la liquidez del crédito de la
contraparte”.

Compensación legal:

Ahora, en cuanto a la compensación legal, ocurre anotar


ante todo que en el ordenamiento civil persiste la presencia
de los dos asertos (aparentemente) contrastantes, que
viene desde el derecho justinianeo:

“la compensación se opera por el solo ministerio de la ley y


aun sin conocimiento de los deudores” y “sin embargo de
efectuarse la compensación por ministerio de la ley, el
deudor que no la alegare conservará junto con el crédito
mismo las fianzas, privilegios, prendas e hipotecas
constituidas para su seguridad”, que mucho han dado que
hacer a los estudiosos desde los Glosadores. En efecto, es
bien distinto, digiérase que hay incompatibilidad entre las
dos posiciones, afirmar que el formular la “excepción de
compensación” es un simple requisito formal, procesal, para
que el juez declare una compensación que ya operó ipso
iure u ope legis, desde cuando las respectivas obligaciones
reunieron los requisitos de ley, a sostener que dicha
oposición, cuya naturaleza jurídica de acto dispositivo de
intereses es manifiesta, es un requisito constitutivo de la
compensación y sus efectos. De ahí que el juez no pueda
declararla oficialmente, por lo mismo que no puede
suplantar a los particulares en el ejercicio de la autonomía
privada de ellos, acá la decisión de no ejecutar la prestación
debida, sino que le es propio atenderla por vía de
acogimiento de la excepción de compensación.

Y dentro del marco de compensación legal es menester


incluir la figura de la compensación sin intervención judicial,
directa por parte del banco, que se encuentra autorizado
para “acreditar o debitar en la cuenta corriente de su titular
el importante de las obligaciones exigibles de que sean
recíprocamente deudores o acreedores, salvo pacto en
contrario”, y que, siguiendo el principio general de la
reciprocidad estricta, no opera “en tratándose de cuentas
corrientes colectivas respecto de deudas que no corran a
cargo de todos los titulares de la cuenta corriente.

Alegación de la compensación:

Análoga a la estructura y el funcionamiento de la


prescripción, no por acaso su disciplina procesal coincide; el
debate aqui es antiguo y enconado, frente al cual es preciso
distinguir la presencia de los requisitos objetivos de la
figura, que la hacen viable o factible (compensabilidad,
prescriptibilidad), de la ocurrencia misma de ella y su
eficacia (deudas compensadas, deuda prescrita).

Esto, como quiera que el acto correspondiente de


cualquiera de los sujetos de las relaciones obligatorias (o
del deudor en la prescripción) que la invoca no es un mero
catalizador o impulsor, sino que es una verdadera
disposición de intereses, ejercicio de un derecho
potestativo, y el efecto (es satisfactorio y liberatorio) es
resultado de él, sobre la base de la presencia de los
restantes elementos del factum normativo.

Requisitos de la compensación:
Los requisitos o presupuestos de la compensación son los
siguientes:

Reciprocidad actual de las deudas: En cuanto a los sujetos


y a la presencia de las relaciones obligatorias, el
presupuesto de la compensación es elemental y va en el
propio planteamiento de la figura: “cuando dos personas
son deudoras una de otra” las partes han de ser
mutuamente y actualmente acreedoras y deudoras. La
dualidad y la reciprocidad presentes son indispensables; de
ahí que, como se sentó desde la regulación inicial de la
compensación, no haya lugar a ella entre el crédito del
acreedor que demanda y el de un tercero cuyo crédito
pretenda hacer valer el deudor acreedor demandado, o
entre el crédito del demandante y el de un deudor o fiador
del demandado. y a la inversa, puede darse la
compensación entre el crédito del demandante (acreedor
inicial o sucesor en el crédito) y el crédito del demandado
(acreedor inicial o cesionario demandado, o codeudor o
fiador) o del demandado asumiente de deuda. En otras
palabras, para poder oponer la compensación es menester
ser deudor de quien demanda, a la vez que ser actualmente
acreedor suyo, cualquiera que sea la razón de ser de esas
titularidades. “La regla es que nosotros no podemos oponer
la compensación más que de lo que nos es debido a
nosotros mismos”.

El primer requisito obedece a la naturaleza misma del


fenómeno, por cuanto, como se anoto, opera aquí una
confusión de los objetos. “La razón esta en que siendo la
compensación un pago reciproco que se hacen las dos
partes, un acreedor no pude quedar obligado a recibir en
pago”, y las restantes condiciones aluden a la función social
o razón de ser de la figura que busca evitar actividades
innecesarias, a la vez que desigualdad en el trato de las
partes.

En lo que hace a los créditos laborales, se dice que son


compensables los emanados de la misma relación, o sea
que la compensación “puede tener lugar respecto de
prestaciones debidas al trabajador, con la sola condición de
que se establezca con otra deuda que provenga igualmente
del contrato de trabajo, a fin de que ambas obligaciones
puedan ser conocidas y decididas por la misma jurisdicción
especial”.

Homogeneidad de las prestaciones: Son requisitos objetivos


para que se produzca la compensación. Que ambas deudas
sean en dinero o de cosas fungibles o indeterminadas de
igual genero y calidad; que ambas deudas sean liquidas y
exigibles:

“deuda clara y líquida”, anotada la Coutume de Paris (art.


488 c. de p.c.). aquí está presente la fungibilidad de las
prestaciones, o sea que “sean susceptibles de reemplazarse
la una por la otra”, sin que deje de discutirse si la
fungibilidad significa simplemente la pertenencia de los
bienes objeto de las prestaciones en juego a un mismo
género, o algo más preciso, como sería “una relación de
equivalencia cualitativa entre los bienes que han de
identificarse en toda relación obligatoria”. en la práctica la
compensación se da más que todo, por no decir
únicamente, en las obligaciones pecuniarias. Y, en lo que
hace a estas, es necesario tener presente la pluralidad de
monedas o divisas, y determinar si, pese a haberse
contraído las obligaciones en monedas distintas, es posible
o imperiosa la reducción de todas a una, es decir, a un
común denominador.

La deuda es exigible, ante todo, cuando es cierta y está


definida, y por lo mismo, cuando ha llegado la oportunidad
de hacer el pago, y el acreedor puede demandarlo porque
ya no tiene nada que esperar para un procedimiento
ejecutivo. Con la anotación complementaria de que, por
expresa previsión normativa, “Las esperas concedidas al
deudor impiden la compensación; pero esta disposición no
se aplica al plazo de gracia concedido por un acreedor a su
deudor”. En fin, de plano no sería compensable una
obligación litigiosa, por carecer de ambos requisitos
objetivos.

La jurisprudencia francesa, como se anotó, ha atemperado


algunas exigencias o regideces de los requisitos de la
competencia legal, así, “prescindió de las condiciones
exigibles y liquidez cuando las deudas son conexas, es
decir, nacieron de una misma relación jurídica”. Esta
referencia de derecho comparado es útil, en cuanto, sobre
la base de textos idénticos, bien cabría esperar entre
nosotros un giro jurisprudencial análogo. De entrada ha de
indicarse que si la deuda a cargo de quien propone la
compensación no es exigible aún por plazo pendiente, tal
actitud de u deudor implicaría una prescindencia del resto
del termino, la haría de suyo exigible y, por lo mismo,
compensable; es la denominada desde DELVINCOURT
“compensación facultativa”. Lo importa allá, no es la
naturaleza de la relación generadora de las obligaciones,
sino que el interés de la compensación obedezca a la
función de garantía inherente a ella, a lo que sólo se
opondría la destrucción del sinalagmático en los contratos
de prestaciones correlativas. En otras palabras, no podrían
compensarse las obligaciones básicas de aquellos que si
fuera a darse la compensación que seria voluntaria o
negocial antes que pensar en dicha figura lo que habría
seria un destrate o negocio disolutorio; pero si entre
obligaciones secundarias o derivadas de ellos, y por
supuesto, entre el equivalente pecuniario de la prestación y
el precio, en el evento de nulidad, resolución, rescisión.

Es ejemplo de aquellas compensaciones de obligaciones no


exigibles la que se produce entre la obligación de resarcir
los daños sufridos por el arrendatario por falta de
reparaciones, con la de este de pagar el precio o renta; la
Corte de casación francesa acogió la compensación de una
deuda por no pago de trabajos con un crédito a cargo del
acreedor de el por sustracción de objetos perpetrada por
sus dependientes.

Liquides y exigibilidad de las obligaciones: Una obligación


es líquida cuando de manera explicita manifiesta qué, como
y cuánto se debe. Si la prestación ha de ser concretada, si
el pago debe aguardar a una liquidación previa, la deuda no
puede entrar en compensación.

Trae una definición de liquidez: “Entiéndase por cantidad


liquida la expresada en una cifra numérica precisa o que
sea liquidable por simple operación aritmética, sin estar
sujeta a deducciones indeterminadas”, en tal sentido de
tiempo atrás se han sólido ofrecer como ejemplos de
deudas de fácil liquidación: la de cantidades periódicas o la
pagadera por cuotas, la de intereses, en donde lo que esta
pendiente es hacer o una o varias multiplicaciones y sumas.
Y, a este propósito, por analogía legis, pienso que el juez
podría declarar la compensación en cuanto a la “parte no
disputada”, es decir aquella parte que eventualmente sea
líquida.

Compensación total o parcial: La compensación puede ser


parcial o total, pues las “deudas se extinguen
recíprocamente hasta la concurrencia de sus valores”.
Compensación y terceros: La compensación, sea legal, sea
convencional, no puede ir en desmedro de derechos de
terceros. Se dice que los créditos en juego deben estar
libres de trabas, como también de excepciones. Por esa
razón, el crédito que se encuentra fuera de comercio por
embargo, no es compensable, y otro tanto se puede decir
de los créditos sobre los cuales se ha constituido un
usufructo o una prenda, o que han sido dados en anticresis.
Tampoco puede compensar su crédito el deudor en
concurso o liquidación forzosa, a fin de respetar la par
conditio creditoris.
Deudas no compensables: De tiempo atrás la compensación
se encuentra excluida por razones de orden ético-político o
tutelares de intereses frágiles que es necesario proteger.

Así, en los distintos ordenamientos se consideran no


compensables legalmente (pues para la convencional no
habría lugar a dichas cortapisas) el crédito de alimentos con
lo que el alimentante deba al alimentario, el crédito a la
restitución de cosa de la que su propietario haya sido
despojado, o a la restitución de cosa que haya sido
depositada o entregada en comodato, y con mas veras el
crédito a la “indemnización por un acto de violencia o
fraude”.
Tampoco lo son los créditos del trabajador dependiente,
salvo los casos indicados en la ley y dentro de los límites
cuantitativos dispuestos en ella. “No se acepta la
compensación de un crédito proveniente de ilícito doloso”.

Exclusión de la compensación por disposición particular:


Queda por dilucidar si por disposición particular, cláusula de
un negocio jurídico, seria valido prohibir (impedir) la
compensación. Y frente a esa hipótesis habría que
responder que solo en la medida en que dicha prohibición
obedeciera a un interés legitimo de su beneficiario y
estuviera libre de abuso de una posición dominante.
Renuncia a la compensación: No contempla el código civil la
figura de la renuncia preventiva a la compensación, que la
señala como cuarta causal de exclusión de aquella. Dicha
renuncia podría darse respecto de un determinado crédito
en curso, como también a propósito de créditos futuros,
solo que determinados o determinables, pues no seria
aceptable una renuncia en blanco y prácticamente
universal. A este propósito cabe observar que dicha
estipulación, en principio legitima, tiene vocación de
cláusula abusiva o vejatoria, en cuanto renuncia a proponer
excepciones, impuesta por quien se encuentra en posición
dominante.
Pluralidad de deudas compensable: La compensación pude
operar entre sendas obligaciones de cada parte, como
también entre varias de la una o de la otra o de ambas. En
el supuesto de tal pluralidad de deudas, a la resta final de la
cantidad menor de la mayor habrá de preceder la operación
de suma de las varias a favor de cada cual, con la exigencia
de que para quedar incluida en la operación, cada deuda ha
reunir los requisitos señalados de homogeneidad, liquidez y
exigibilidad. En esa eventualidad, para establecer el orden
de inclusión, la ley previene el empleo de las mismas reglas
de la imputación del pago.

Compensación y lugar del pago: En principio, para la


compensación es indispensable que todas las deudas sean
pagaderas en el mismo lugar.
Sin embargo, tratándose de prestaciones pecuniarias, que
por lo demás es el supuesto más frecuente en esta materia,
se podrán compensar a pesar de esa diferencia, si quien
opone la compensación toma a su cargo los gastos del
traslado de los fondos.

Efectos de la compensación: La compensación tiene por


efecto la extinción de la obligación y de la responsabilidad
aneja a ella, la del propio deudor, la de los garantes y la del
adquirente de la cosa dada en hipoteca o prenda. La
compensación voluntaria produce efectos de por sí, en
tanto que la compensación legal exige pronunciamiento
judicial, y mientras este no se emita y quede en firme, no
hay compensación. Ahora bien, al respecto la regla básica
es la de que los efectos de la extinción se remiten al
momento en que las varias deudas “coexistieron”, es decir,
a partir de cuando todas ellas reunieron los requisitos de
compensabilidad. O sea que el aserto de que la
compensación opera ipso iure ha de entenderse en el
sentido de que tiene eficacia aun a contrariedad de la
contraparte y de que sus efectos se retrotraen a partir de
cuando se completaron los demás elementos del foctum
normativo, a cuya plenitud sólo faltaría la oposición (facto
hominis), indispensable, como una conditio iuris, cuyo
advenimiento, que se consolida con la declaración judicial,
implica la retrodatación. Naturalmente, esto con respecto a
la compensación legal y la convencional que se reduce a la
operación contable, pues en lo que respecta a la
convencional propiamente dicha, en el evento de que las
partes compensen deudas reciprocas que no reúnan los
requisitos de compensabilidad, y sobre todo, que no sean
exigibles, la extinción no puede tener lugar sino con el
acuerdo, en razón de él y en ese momento.

Compensación y prescripción: Aun cuando la ley no


dispone nada respecto, es obvio que la obligación prescrita
no es objeto idóneo para la compensación, por la sencilla
razón de que se compensan obligaciones que existen y no
las que han extinguido. Otra cosa es que la interposición
oportuna de la excepción de compensación dentro del
proceso ejecutivo, igual que el acuerdo compensatorio
celebrado antes de la expiración del término de
prescripción, tenga efectos interruptores de la prescripción.

Compensación y obligación natural: Y en desarrollo del


mismo principio, la así llamada “obligación natural”
tampoco pude ser opuesta valederamente en
compensación, dado que no es obligación y que su
relevancia es tan solo aquella que de manera expresa le
concede la ley, que no la habilita para ser opuesta en
compensación: en últimas, porque no es exigible.

Pago de deuda compensada: Es elemental la anotación de


que si con posterioridad a la ejecutoria de la sentencia o a
la celebración del acuerdo, una cualquiera de las partes
llegare a ejecutar la prestación a que estuvo obligada, dicho
pago será de lo no debido y, por ende, la habilita para
demandar su repetición. Pero no si el pago fue anterior a
cualquiera de esos fenómenos: la razón es sencilla e
incuestionable: la compensación opera de pleno derecho,
pero necesita ser opuesta; sin el facto hominis y sin la
decisión judicial o la disposición particular, pese a estar
presentes las condiciones subjetivas y objetivas de la
figura, no se producen sus efectos.

Desistimiento de la compensación: Por lo demás, si luego


de interponer la excepción de compensación y antes de que
se dicte sentencia, el deudor demandado para lo que se le
está cobrando judicialmente, paga, ese comportamiento
suyo no puede ser interpretado de modo distinto que como
renuncia a la compensación (desistimiento de la excepción),
como todos los efectos de ella, comenzando por la
sustracción de la cuestión del conocimiento del juez.
Consentimiento

El acuerdo de voluntades en nuestra opinión, es un


elemento esencial de ella. No obstante la doctrina está
dividida al respecto.

Algunos autores como Puffendorf y Barbeyrac sostienen que


la remisión pude hacerse por la sola voluntad del acreedor
sin necesidad de que el deudor consienta en ella.

Consideran que si una persona puede a su arbitrio disponer


de los derechos reales de que es titular, igualmente puede
por su propia volunta renunciar a los derechos personales
que tiene a su nombre. Esta opinión es errad para Luis Claro
Solar, quien considera fundamental el consentimiento entre
las partes:

El propietario puede abandonar su derecho de propiedad,


es cierto; más la propiedad, y como ella los demás derechos
reales, crean un vínculo directo entre la cosa y el
propietario independiente de determinada persona; y el
propietario puede romper éste vínculo sin necesidad del
consentimiento de nadie, porque nadie se halla ligado
especialmente con él para el mantenimiento de la situación
que abandona. Tratándose de un crédito, de un derecho
personal, la situación cambia: su derecho deriva de una
obligación personal que se ha formado por el
consentimiento de las partes contratantes; no tiene una
sola de las partes que han formado esta relación, de
derechos, el poder de romper el vínculo creado entre ellas:
todo contrato legalmente celebrado no puede ser
invalidado sino por el consentimiento mutuo de las partes
contratantes.

No obstante ser el consentimiento necesario, la ley no


establece formalidades especiales para su manifestación.
“el acto de remisión está exento de forma”, dice Von Tuhr.
Tan lo está, decimos nosotros, que existe la remisión pueda
ocurrir en el testamento: la remisión tiene el carácter de
legado y como tal debe aceptarse una vez abierta la
sucesión.

Para la escuela alemana del derecho civil la remisión es un


contrato, y por consiguiente implica el consentimiento; para
los italianos es un negocio unilateral recepticio puesto que
a la declaración unilateral del acreedor debe sujetarse al
deudor para que la remisión produzca sus efectos,
requiriéndose, por tanto, también el consentimiento.

Así las cosas, podemos además agregar que el


consentimiento marca el momento en que se perfecciona la
remisión.

Esto ocurre cuando el deudor ha aceptado la decisión del


acreedor, que no es cosa distinta de haber aceptado la
oferta, mecanismo indispensable para la formación del
consentimiento. Igual entonces mientras no se perfeccione
la remisión el acreedor puede revocarla a su arbitrio.
Clasificación de la remisión

Son numerosos los criterios de la clasificación de la


remisión, es decir, las especies que pueden distinguirse. Las
más conocidas son:

Gratuita u onerosa

La remisión que procede de mera liberalidad, da a entender


que ésta puede ser gratuita u onerosa; en nuestro parecer
la remisión es siempre gratuita porque cuando el acreedor
consiente en la remisión a cambio fe una prestación que le
ofrece el deudor entenderíamos en campos pertenecientes
a otros modos de extinguir las obligaciones. Cuando el
acreedor no exige el pago de la deuda a su deudor a
cambio de una nueva obligación contraída por éste, hay
más bien una novación; si el acreedor renuncia a su
pretensión a cambio de que el deudor renuncie o modifique
uno suyo, estaríamos en presencia de un contrato de
transacción; y si el acreedor no exige el objeto debido por
haber aceptado otro distinto que le ofrece el deudor, se
dará una dación en pago, que es, propiamente, un caso
especial de novación.

Convencional o testamentaria

La primera tiene lugar cuando se hace por un acto entre


vivos, mediante un acuerdo de voluntades entre el deudor y
el acreedor. A esta remisión son aplicables todos los
conceptos expresados.
La remisión testamentaria es la que se hace por
testamento. Tiene la categoría de legado o de asignación a
título singular, y debe cumplir todas las reglas que rigen la
sucesión testamentaria.

Forzada o voluntaria

La remisión voluntaria es la regla general porque conlleva la


renuncia del derecho que hace el acreedor en forma
discrecional. Excepcionalmente podría ser forzada o
necesaria cuando el acreedor se ve constreñido a hacer la
remisión en virtud de una decisión que se le impone. Se
trataría de un contrato en que la voluntad individual es
supeditada a la voluntad de la mayoría que busca un
acuerdo con el deudor, como el caso del concurso de
acreedores, el concordato o la liquidación obligatoria
(quiebra) en que se trata de salvar una difícil situación
procurando los menores perjuicios para las partes.
Generalmente en este caso se da una remisión parcial de
las deudas.

Total o parcial

El Código Civil se refiere a la remisión total o sea aquella


que tiene por objeto la totalidad de la deuda.
Pero esto no obsta para que el acreedor condone la mitad o
la tercera parte de la deuda cuando no puede o no quiere
hacer extensiva su liberalidad a la totalidad de la misma.

Real o personal

Pothier hace esta distinción que tiene importantes efectos.

La personales aquella por la cual el acreedor declara al


deudor, a él personalmente, libre de su obligación. “Este
descargo no extingue la deuda más que indirectamente”,
dice el ilustre autor. Si hay un solo deudor se extingue la
relación porque no puede haber deuda sin deudor, pero si
existen dos o más deudores solidarios, no se extingue la
deuda por haber declarado a uno solo de ellos libre de sus
compromisos. Sólo se extingue la parte que al remitido
corresponde; el resto de la obligación continúa a cargo de
los demás deudores.

La remisión real tiene lugar cuando el acreedor perdona la


deuda en sí misma, la da por saldada. Esta remisión
equivale al pago y hace que la cosa no sea ya debida: por
consiguiente libera a todos los deudores de la misma deuda
porque no puede haber deudores sin cosa debida. En la
personal se perdona al deudor; en la real se perdona la cosa
debida.

Expresa o Tácita

La remisión expresa es la que hace el acreedor por escrito o


de viva voz, cuando declara su inequívoca intención de
condonar la deuda. La tácita consiste en aquella conducta
del acreedor que lleva a presumir que perdona la deuda,
que tiene ánimo liberatorio. Hay remisión tácita cuando el
acreedor entrega voluntariamente al deudor el título de la
obligación, o lo destruye o cancela con ánimo de extinguir
la deuda.

El acreedor es admitido a probar que la entrega,


destrucción o cancelación del título no fue voluntaria o no
fue hecha con ánimo de remitir la deuda. Pero a falta de
esta prueba, se entenderá que hubo ánimo de condonarla.

La ley consagra así la presunción de liberación mediante la


entrega, cancelación o destrucción del título, y al propio
tiempo impone como vía para desvirtuarla la prueba de que
dicha entrega no fue voluntaria, o la de que la destrucción o
cancelación del título no tuvieron el ánimo de extinguir la
deuda.

La confusión

La confusión es un modo de extinguir las obligaciones que


se presenta por el solo ministerio de la ley, cuando en una
sola persona concurren las calidades de acreedor y deudor
de la misma obligación. Tal es el caso del deudor que
hereda mortis causa o adquiere el crédito a su cargo, o el
de un tercero que recibe simultáneamente la deuda y la
acreenciaLa confusión opera de pleno derecho, por la sola
disposición legal, lo que significa que no se necesita acto ni
declaración de voluntad para que ocurra; basta que en una
misma persona se reúnan las calidades contrapuestas de
acreedor y deudor de una misma deuda para que el vínculo
se extinga ipso iure. Esto es consecuencia de la
imposibilidad tanto filosófica como jurídica de ser deudor de
sí mismo, porque lo que caracteriza a la obligación es el
vínculo que una persona tiene con otra para exigir de ésta
una determinada prestación. Es de la esencia de la
obligación la existencia de las dos calidades. Labbé con
acierto define la confusión como un efecto producido por la
reunión, en una persona, de las cualidades jurídicas que
deben, para ser valederas y eficaces, reposar sobre dos
cabezas distintas.

Al efectuarse la concurrencia de estas calidades en una


sola persona, la deuda se extingue y se producen iguales
efectos que en el pago real esta similitud en nuestro
concepto no es tan clara, porque no se verifica realmente la
extinción de la obligación y de lleno los efectos del pago,
sino que el efecto extintivo de la confusión depende de la
imposibilidad de ejercitar la acción por el absurdo que
resulta que la misma persona pueda ser a la vez acreedor y
deudor de sí mismo. En realidad la obligación continúa
produciendo todos aquellos de sus efectos que no implican
el ejercicio de la acción.

Es muy importante insistir en que para que tenga lugar la


confusión debe haber una sola persona en la que concurran
ambas calidades, ya que cuando intervienen dos o más
sujetos; el fenómeno no es de confusión sino de
compensación. Así lo dijo la Corte Suprema de Justicia en
sentencia del 04 de diciembre de 195.

Casos en que la confusión tiene lugar

La confusión puede darse en los derechos reales como en


los personales. Entre los primeros figuran los que se
originan en limitaciones o desmembraciones del dominio,
que pueden extinguirse por confusión porque, como dice
Alessandri, “toda limitación del dominio supone la
existencia de dos derechos en manos de distintas personas
y desde el momento en que desparece esta circunstancia,
desde el momento en que estos derechos pasan a reunirse
en una sola persona, deja de haber limitación del dominio,
porque nadie puede, por sí mismo, limitarse sus propios
derechos.

Así se extinguen por confusión, entre otros derechos reales,


el fideicomiso, cuando se confunden las calidades de único
fideicomisario y de único fiduciario en la misma persona; el
usufructo, cuando se consolida con la propiedad, es decir,
por la confusión de las calidades de propietario y de nudo
propietario; o la servidumbre, por la reunión del título de
ambos predios en manos de un mismo dueño.
Sin embrago, la confusión encuentra su principal aplicación
en los derechos personales, en que aparece como modo de
extinguirlos.

La confusión puede tener origen en la sucesión por causa


de muerte cuando una persona debe a otra o espera de
otra que muere, una prestación, y aquella es su heredera o
legataria. Esta persona se convierte en deudora o
acreedora de sí misma, porque por ser sucesora queda
investida también de la recíproca calidad de acreedora o
deudora que tenía su causante. Lo mismo ocurre cuando
una tercera persona llega a ser sucesora tanto del acreedor
como del deudor. Será la continuadora tanto de la parte
activa como de l pasiva de la obligación, verificándose por
tanto la confusión.

Desde luego esta regla tiene aplicación solamente para el


heredero que acepta la herencia pura y simplemente, o sea
cuando su patrimonio se confunde con el patrimonio del
causante. Si el heredero ha aceptado la herencia con
beneficio de inventario, lo que significa que ni se
conformará un solo y único patrimonio sino por el contrario
habrá separación de éstos, no ocurre la confusión porque
no puede reunirse en el heredero las calidades de deudor y
de acreedor. Como acreedor figurará su crédito en el pasivo
del inventario del difunto; la confusión por tanto no tiene
cabida. “Los créditos y deudas del heredero que aceptó con
beneficio de inventario no se confunden con las deudas y
créditos hereditarios.
Aunque la ley no se refiere al caso expreso del beneficio de
separación, siguiendo a Claro Solar se considera que esto
es otro caso que impide la confusión. Este beneficio tiene
por objeto y efecto separar íntegramente el patrimonio del
difunto, activa y pasivamente considerado, del patrimonio
personal del heredero, lo que hace imposible la confusión
del crédito.

La confusión también puede provenir de un acto entre


vivos. Se da en los eventos de trasmisión del crédito del
acreedor a su deudor,. Concurriendo por tanto en éste
ambas calidades. Dichos eventos de trasmisión son la
subrogación y la cesión voluntaria de créditos.

Clases de confusión

La confusión puede ser total o parcial. Será total si el


acreedor sucede al deudor, o el deudor al acreedor, en la
totalidad de la deuda o del crédito. Lo mismo ocurrirá si es
un tercero el que sucede en todo al acreedor y al deudor.

Por el contrario, será parcial si el acreedor sucede al


deudor, o viceversa, solamente en una parte de la deuda o
del crédito, o si un tercero sucede al acreedor y al deudor
solamente en una parte del crédito y de la deuda. Así lo
señala la ley cuando dice que si el concurso de las dos
calidades se verifica solamente en una parte de la deuda,
no hay lugar a la confusión, ni se extingue la deuda.
Efectos de la confusión

El acreedor y el fiador, la fianza se extingue, porque nadie


puede ser fiador ante sí mismo; pero en cambio la
obligación principal subsiste, porque la obligación principal
no necesita de la accesoria para subsistir. Lo mismo ocurre
cuando se confunden las calidades de fiador y de deudor
porque lo que se pretende con la fianza es garantizar una
obligación ajena, y si hay confusión no se estría cumpliendo
esta finalidad. No obstante, si hay subfiadores garantizando
la deuda, la obligación de estos subsiste.

Si la confusión tiene lugar entre uno de varios deudores


solidarios y el acreedor, o entre el deudor y uno de varios
acreedores solidarios, la solidaridad se extingue respecto de
todos, y la obligación pasa a ser conjunta, es decir que cada
deudor está obligado o cada acreedor tiene derecho
solamente a una parte del objeto. Si hay confusión entre
uno de varios deudores solidarios y el acreedor, podrá el
primero repetir contra cada uno de sus codeudores por la
parte o cuota que respectivamente les corresponda en la
deuda. Si por el contrario hay confusión entre uno de varios
acreedores solidarios y el deudor, será obligado el primero
a cada uno de sus coacreedores por la parte o cuota que
respectivamente les corresponda en el crédito.

Resolución de la confusión
Una vez producida la confusión, es definitiva, lo que
significa que por causas posteriores a su ocurrencia,
generalmente voluntarias, no puede revocarse.

Con toda la confusión puede resolverse en aquellos casos


en que la causa que la produjo desaparece
retroactivamente. Alessandri señala que para averiguar si la
confusión cesa o no cesa, si revive, hay que distinguir si la
causa que produjo la confusión cesa o no cesa con efecto
retroactivo. Una vez desaparecida la causa, revive la
obligación con sus accesorios. Esto ocurre cuando la causa
que produjo la confusión es anulada, revocada o rescindida.
Por ejemplo, cuando en virtud de un testamento el acreedor
instituye heredero a su deudor, una vez aceptada la
herencia opera la confusión; pero si luego se descubre un
testamento posterior que deja sin efecto al anterior, la
confusión se resuelve y habrá que restablecer las cosas a
su estado anterior.

Lo mismo se presenta si se declara la nulidad de la cesión


que originó la confusión. Sin embargo, si la causa que
produjo la confusión desaparece sin efecto retroactivo,
como cuando el heredero en quien se ha operado la
confusión traspasa sus derechos hereditarios a un tercero,
la confusión produce todos sus efectos y no se revive la
obligación. La razón es que la confusión se produce de
derecho y no necesita de la voluntad de las partes.
Conclusión

El vínculo obligacional, que nace en los derechos


personales, entre un acreedor y un deudor comprometido
al cumplimiento de una prestación, es temporal, y su modo
natural de extinción es el pago, o sea cumplir con el objeto
de la prestación, ya sea de dar, de hacer, o de no hacer. Sin
embargo existen otros medios en que ese vínculo jurídico
puede disolverse, y podemos clasificar esos modos de
extinción según intervengan o no la voluntad de las partes.
Como vimos en el presente trabajo que puede extinguirse
mediante el pago, la novacion, la compensación, confusión,
la muerte del deudor entre otros. El caso de la prescripción
es discutido en doctrina, ya a diferencia de la caducidad
que extingue el derecho mismo, la prescripción extingue la
posibilidad de accionar en justicia, pero la relación subsiste,
como obligación natural.

Recomendaciones

Determinar como una persona teóricamente libre de toda


sujeción, puede quedar jurídicamente obligada; en otras
palabras, como un sujeto jurídico puede llegar a ser deudor
o acreedor de una obligación esto es cuando suceden
determinados hechos que tienen por virtud de acuerdo con
el ordenamiento jurídico vigente de engendrar obligaciones.
Estos hechos idóneos para producir obligaciones, son
denominados por la doctrina fuentes de las obligaciones.

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