Casas Radicales /
Una sección dedicada a
viviendas audaces que
muestran formas
diferentes y personales
de habitar. Por Miguel Barahona
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funcionalismos
Los espacios de tránsito se revelan esenciales para
una nueva modernidad más allá de la función
Del interés de la modernidad por lo industrial
hemos heredado la obsesión por la eficien-
cia. La ficción del funcionamiento preciso de
todos los elementos de la arquitectura. La
eliminación por inútil de todo lo que no se
aprecie como imprescindible. Primero –ya
sabemos que es delito, a pesar de Loos–, la
supresión de aquello que fuese considerado
ornamento. Pero aún más decisiva es la erra-
dicación, o al menos la reducción al mínimo,
de todos los espacios en los que no se perci-
ba una utilidad de la suficiente importancia.
La eficacia de la planta es un fetiche que
lleva a la vivienda mínima como un máximo
en la aspiración del habitante –en vez de,
como su nombre anuncia, un mínimo casi
sanitario–. La distribución ideal sería aquella
que consigue albergar el máximo de funcio-
nes en el mínimo de superficie. Cualquier
pretensión espacial acaba siendo también
eliminada porque se considera superflua. La
vivienda mínima se convierte así irremedia-
blemente en existencia mínima.
Los primeros damnificados en esta lucha por
la eficiencia fueron el vestíbulo y el pasillo,
que se reducen a su mínima extensión, si
no pueden ser suprimidos completamente.
Con este desprecio se dejan sin respuesta
las pequeñas necesidades cotidianas que
esos espacios satisfacen, pero sobre todo se
deja desatendido el significado profundo, el
sentido íntimo, incluso ceremonial, que
pueden tener: la función de señalar el trán-
casa en estoril Autor António Costa lima Cola-
boradores André Ribeiro, JoÃo almedida Realiza-
ción 2016 Superficie 283 m² Realización 2016
Fotografía francisco nogueira
Poco a poco Estoril se ha ido conformando como
una trama densa de viviendas unifamiliares, origi-
nalmente de vacaciones, pero que hoy se ocupan
todo el año. Una configuración que deja escasos
espacios urbanos públicos abiertos. Situada dentro
de esa trama, la casa aprovecha la densidad del
entorno como oportunidad para crear un espacio
interior al que volcarse. Así se consigue una mejor
iluminación de las estancias y se ocultan también
las medianeras de las construcciones vecinas. La
edificación queda dividida en dos partes unidas por
rampas que rodean el patio central, de forma que
hay media planta de desnivel entre cada una de
ellas. La casa se eleva buscando las vistas lejanas:
el mar hacia el sur, al este el valle vecino. El recorri-
do ascendente se realiza alrededor del patio, pa-
sando de las zonas más públicas a las más
privadas, para acabar en la azotea, donde el control
del lugar y el entorno es total.
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Entendida como un recorrido, la casa representa la vida de viajes de la familia que la habita a través de una rampa que asciende alrededor
del patio; un paseo acristalado que atraviesa los diferentes momentos de la vivienda y los vuelca al exterior, inundándolos de luz.

6 3 La arquitectura deja de ser mero marco para convertirse en

1 Acceso
agente activo de situaciones nuevas y emocionales
7
3 2 Salón
3 Baño sito del exterior al interior, el recibimiento
4 Comedor de aquéllos que vienen a nuestro hogar, la
5 Cocina
6 Dormitorio percepción del propio habitar frente al en-
7 Vestidor torno y la sociedad.
El pasillo se mantiene en nuestra memoria
Entreplanta-baja primera como el territorio de la niñez, aunque sea
imaginaria. Aquel lugar disponible para
correr, esconderse o jugar. Aquel lugar
5
capaz de transformarse en otros lugares.
Precisamente por su indefinición, son
4 espacios disponibles para la apropiación.
Al carecer de dueño definido se convier-
2
ten en escenario de la posibilidad, de
3 cambio, abiertos a realizar en él lo que no
2 era posible en otros sitios. El pasillo
queda así en nuestra memoria como un
1
espacio de ensoñación.
Semisótano-planta baja Frente a la especialización espacial como
mejor forma de responder a las diferentes
situaciones que el programa plantea, se asu-
men las ventajas de la indeterminación. El
problema que se surge entonces es el de
conseguir las virtudes de la indefinición sin
que suponga una pérdida en la personali-
dad del espacio. Los lugares de tránsito, los
nolugares por excelencia también en el ám-
bito doméstico, se convierten en referencia,
se reivindican como esenciales para una
nueva modernidad que va más allá del fun-
cionalismo literal, que asume otras funcio-
nes que la arquitectura debe resolver:
emocionales, representativas, evocadoras o
provocadoras. Una arquitectura que no solo
sea marco, soporte o escenario, sino agente
activo para producir situaciones nuevas,
cuya versatilidad y atemporalidad surge
entre los resquicios de la modernidad. n

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