Crees que jamás experimentarás la felicidad. Que solo debes hacerte a un
lado y observar cómo los demás disfrutan de lo mejor que les ofrece la vida. Cuando tienes problemas, no sientes el apoyo ni la compasión que necesitas.
Pero no les atribuyas la culpa a los demás, mucho depende de ti mismo. Se
te hace difícil abrirte para el mundo, te da miedo dejar que se te acerquen. Al mismo tiempo permites que las decisiones y opiniones de los demás influyan en tu vida. Sin embargo, podemos asegurarte: debes aprender a mostrar iniciativa, gobernar tu vida y ser plenamente responsable por lo que sucede en ella.
Es difícil cambiar las costumbres pero, créelo, vale la pena.
Solo no tomes decisiones precipitadas: haz una lista de las cosas que realmente quieres. Empieza con la realización de las más sencillas de ellas: cambia tu peinado, actualiza tu guardarropa o ve a la piscina. Lo importante es empezar. Y, sobre todo, aprende a abrirte a otras personas, y notarás cómo cambia tu vida.