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DANIEL,
ENVUELTO EN UNA ROBE DE CHAMBRE, ESTÁ TENDIDO EN EL SOFÁ Y LEE UNA REVISTA. SE SIRVE
GENEROSAMENTE WHISKY Y LO BEBE ENTRE PITADAS DE SU CIGARRILLO. SE OYE EL RUIDO DE
UN AUTO QUE LLEGA, SE DETIENE Y SE CIERRA LA PUERTA. APARECE EL COMISARIO.
COMISARIO: Ninguna novedad. Se me ocurrió hacerle una visita de cortesía… para ver cómo
estaba Ud. Sé que no está de buen humor, amigo mío, y lo entiendo. Pero deje de
atormentarse… su mujer volverá!. Una escapada, una simple escapada… En nuestro país debe
haber al año 10.000 maridos abandonados por sus mujeres y todo se arregla en el 99% de los
casos.
COMISARIO: ¡Hombre! ¡No es misión de la policía traer de la oreja a las esposas infieles!
DANIEL: ¡Mi mujer no es infiel! Se marchó después de una discusión que tuvimos… y se marchó
sola.
COMISARIO: Nunca se sabe. Transmití la declaración a la Prefectura: Está ud. aquí, sin noticia de
su mujer, que ha desaparecido hace diez días y no responde de las deudas que pueda contraer
en su nombre ya que están casados bajo el régimen de la comunidad de bienes (DANIEL BEBE).
El alcohol no lo ayudará, Sr. Corban.
DANIEL: Algunas veces, como todos los recién casados. Todo esto es una tontería… Sé que está
enojada… pero ya volverá.
COMISARIO: ¿Dónde cree que se puede haber ido? ¿Ud. escribió a alguien?
DANIEL: Escribí a su casa en París. Digo su casa y en realidad es nuestra casa, pero como todavía
no he puesto los pies allí… La carta me fue devuelta, como le dije…. La portera tiene órdenes de
despachar toda la correspondencia hacia aquí. Así que ya ve Ud.
COMISARIO: No se preocupe, volverá. De todos modos, si nos dan parte de que ha sufrido un
accidente o algo peor, le avisaré en seguida.
COMISARIO: Disculpe.
DANIEL: Eso sería espantoso. Todo por culpa mía. Elizabeth vale mucho más que yo… Hizo tanto
por mí y yo le torné la vida imposible. Esa es la verdad… No volverá nunca…
DANIEL: Ojalá…
COMISARIO: Escúcheme: Ud es joven. Aunque ella no vuelva, no arruine su vida… Nada vale
semejante sacrificio. Ustedes se casaron en junio, ella lo abandonó en septiembre. Tres meses…
es una gota de agua en una existencia.
COMISARIO: Tómelo con calma. Ante este tipo de mujeres ricas, caprichosas e inestables, lo
mejor es olvidar… Seguro ella le pedirá el divorcio por carta… Es lo clásico.
DANIEL: Pensar que yo no quería casarme… ¡Ah, ahora entiendo! ¡A eso ha venido ud.! ¡Vamos,
deme el papel que trae en el bolsillo para que lo firme, démelo! Así ella se verá libre de mí. ¡Mala
suerte si reviento! ¡Vamos, deme el papel!
COMISARIO: No tengo ningún pedido de divorcio para ud. Ni noticias de la Sra. Corban. De
verdad. Yo, señor, no acostumbro mentir.
COMISARIO: Las cosas que hay que ver (Le saca la botella y se va).
SE OYE UN AUTO. DANIEL SE DUERME. UN RELOJ DA LAS CINCO. APAGÓN. LUCES DE NUEVO.
SON LAS SIETE. ESTÁ EL CURA MAXIMINO MIRÁNDOLO. DANIEL ABRE LOS OJOS Y DA UN GRITO
QUE HACE REÍR AL CURA.
DANIEL: Sí.
CURA: Soy el padre Maximino. Desde hace algún tiempo reemplazo al párroco del pueblo, Ud.
sin duda conoce al padre Simón.
DANIEL: No. No soy de aquí, el chalet no me pertenece.
CURA: Está bien. Vine porque quería entregarle una estampa a la Sra. Corban. Es una tradición
de nuestra iglesia de montaña. Siempre damos una estampa bendecida cuando recibimos una
donación.
CURA: Sí. La semana pasada cuando hice una recorrida por los chalets de los veraneantes. Me
entregó 20.000 francos. Su mujer es la bondad personificada, señor. Aquí tiene la estampa
(Intercambian la estampa).
CURA: Lo siento muchísimo. Creáme, querido amigo, cuando en la vida se tiene la fortuna de...
CURA: No tenía la menor intención de echarle un sermón. ¿Puedo hacerle una pregunta?
DANIEL: Sí, padre. Quédese tranquilo. Fue en el mes de julio. Un amor de vacaciones que
terminó en casamiento. Una pequeña iglesia en el fondo de un pinar. Ella, yo y dos viejos
vagabundos como testigos. Viaje de bodas a Venecia. Ella ya había estado ahí, yo no. Fue
maravilloso. Me sentía tan feliz… Uno de mis amigos me escribió y me propuso prestarme este
chalet. Fue una oportunidad inesperada. Nos instalamos aquí y… esta soledad provocó los
primeros roces. Nos reconciliamos y, a la segunda noche, otra pelea. Elizabeth hizo la valija y
desapareció. Supongo que volverá… No… No… Hace ya diez días. Es como para volverse loco.
CURA: Hijo mío, su pena es sincera… Me ha conmovido. ¿Estaría dispuesto a recibir a recibir a
su mujer sin un grito, sin un solo reproche?
CURA: Entonces merece Ud. la buena noticia que le traigo. Su mujer ha vuelto.
CURA: Alrededor de las cuatro, vi en mi parroquia a una mujer que sollozaba. Reconocí a la Sra.
Corban. La confesé en nombre de la amistad. No se atrevía a volver junto a Ud. por temor a su
resentimiento. Entonces le dije “en cuanto me desocupe, me haré cargo del asunto”. Y aquí
estoy.
CURA: Oh, no. Está detrás del chalet… Esperábamos con impaciencia que se marchara su visita.
FLORENCIA: (MUY EMOCIONADA) Daniel! Mi amor! (LO ABRAZA). Gracias, padre. Voy al baño…
(SE VA ARRIBA).
DANIEL: No.
DANIEL: Absolutamente seguro. No me va a decir que es la misma mujer que la semana pasada
le dio dinero para sus obras de caridad.
MAXIMINO: Es que precisamente sí, señor. Y en esta misma casa. Tranquilícese, su pesadilla
terminó. Su mujer ha vuelto.
FLORENCIA: Ah! Qué bueno estar de nuevo en casa! Veo que habrá que regar la planta grande.
FLORENCIA: Un momento, querido, que me despido de mi bienhechor. (AL PADRE) Que Dios
tenga en cuenta su buena acción.
D: Quién es ud?
F: Estás pálido amor mío, siéntate, voy a prepararte la cena. Hay muchas botellas por aquí, y eso
que el médico te prohibió beber… ya sabes por qué. Tus nervios y tus depresiones aumentan
con el alcohol.
D: ¿A qué viene esta comedia? Mi mujer está ausente, ¿qué quiere ud. de mí?.
D: Padre, lo están engañando. Abusan de su buena fe para hacerme pasar por loco. Esta mujer
es una aventurera, no la conozco (TOMA A FLORENCIA DE UN BRAZO Y LA EMPUJA HACIA LA
PUERTA) Fuera! Fuera!
D: No es mi mujer.
F: Yo soy Elizabeth.
D: ¡Conteste!
F: … Una noche en Venecia llegué al hotel con dos horas de retraso y lo encontré hecho un loco
furioso… Tardó la noche entera en calmarse y darse cuenta de que era yo.
D: No es cierto!
F: Esta recaída es culpa mía, nunca debí dejarlo. Pero se pone tan a menudo odioso, grosero…
D: ¡Qué mentira!
D: Admiro su talento de actriz y el candor del padre Maximino. He caído en una trampa… Todo
esto es increíble (CORRE HACIA EL TELÉFONO).
D: Llamar a la policía.
D: ¿Con que tiene miedo, eh?. Lo que ud. no sabe es que conozco al inspector Gadin y que él
está al corriente de la escapada de mi mujer. Hice la denuncia. Así que sea cual sea, su plan ha
fallado.
M: Le ruego que me disculpe, pero todo esto es muy complicado y no me gusta hacer de
samaritano sin comprender. Así que, con su permiso… (TOMA EL TELÉFONO) ¿Operadora?
Comuníqueme con la comisaría. Es urgente. (LOR MIRA A LOS DOS) Voy a poner las cosas en
claro. ¿Hola? Con el comisario, por favor. ¿El habla? Aquí el padre Maximino. Estoy en casa del
señor Corban. En el chalet del camino que lleva a desfiladero… ¿Qué acaba de salir de aquí? Me
parece mejor que vuelva. Hay novedades. Su mujer acaba de regresar… y no, precisamente no
está contento. Lo que se dice nada contento.
D: (QUITÁNDOLE EL TELÉFONO) ¡Venga pronto, comisario! ¡Por el amor de Dios, venga pronto!
¡Esta mujer no es mi mujer, no la conozco! No, qué va a ser una broma, ¡venga!. Sí, el padre
Maximino está aquí. Le digo que se quede (CUELGA). Gracias padre por haber telefoneado.
F: Serénate… Voy a llamar a un médico y te dará una inyección para que duermas. Mañana hará
un sol espléndido y nos olvidaremos de todo esto.
D: La miro a ud. y…
F: ¿Y qué?
F: Sí…
F: ¿Querés tomar las píldoras que te recetó el médico? Pensé que se te habían acabado y compré
más. Tomá, con un poco whisky, eh?
D: Guarde eso.
F: Todo esto terminará con excusas al comisario y una donación para las obras benéficas que
hace la policía. Es absurdo.
D: Es una trampa. Ella se escuda detrás de su ingenuidad, padre. No sé qué espera ud., señora,
pero de mí no obtendrá nada. Y mucho menos mi dinero.
F: ¿Tu dinero? Me casé contigo y no tenías un centavo… pero en fin, sabes que te amo y que
todo lo mío es tuyo.
D: ¡Con que esto era! Está mostrando las uñas… ¡Por fin está hablando de plata! ¿Piensa librar
cheques sobre mi cuenta?
M: Por favor, señor Corban, no diga cosas hirientes que lamentará luego, ya va a llegar el
comisario.
M: Muéstremelos Sra.
C: Señora!
C: Sí, y que?
D: (ESTALLANDO) Es mentira! Está usurpando la personalidad de Elizabeth! Arréstela!
M: Creí hacer bien en llamarlo, inspector. Soy el nuevo párroco de St. Jean.
C: Ah, sí, me dijeron. Qué tal padre, un gusto. ¿Pero qué es lo que pasa aquí?.
D: Fotos… Fotos que nos sacamos en Venecia y… ¿dónde están? Padre… ud. estuvo buscando
en este cajón.
D: Ud. es cómplice de esta mujer. (SE ABALANZA SOBRE ÉL) Las fotos! ¿Dónde están las fotos?
M: Pero, por Dios, amigo mío (DESDE EL PISO. EL COMISARIO LOS SEPARA)
M: Deje, no es nada!
D: Cómplices!
C: Silencio!!. Si uno de ustedes me está tomando el pelo, todavía está a tiempo de disculparse.
Después será demasiado tarde. (PAUSA) Así que a Ud. se le va la mujer y resulta que no es la
misma. ¿Cómo explica eso?
C: Sin gritar.
C: (SEÑALANDO ARRIBA) Déjeme a solas con el Sr. Corban. Padre, le pido por favor que la
acompañe. (SUBEN). (SOMBRA CENTRAL) Volvamos a empezar por el principio. (SACA LIBRETA
Y LAPICERA). Ud. es Daniel Corban, nacido en Metz el 28 de septiembre de 1948… Pero siéntese,
por favor, no tema. Yo estoy aquí. No tiene familia, verdad?
D: No. Nunca conocí a mis padres, me crié en el orfanato de San José.
C: ¿Prontuario policial?
D: Ya lo sabe Ud. Este verano me casé con una mujer encantadora, Elizabeth Marcellin. Y hace
unos días…
D: ¡Absolutamente ninguno!
D: De ninguna manera… (DE PRONTO PARECE FULMINADO) Espere: ¡Ahora lo veo! Hace un
tiempo mi mujer me habló de un tío suyo millonario que estaba muy enfermo. ¡Claro!
D: ¡Espere! Una vez que se convierta en mi “mujer”, esa impostora se las arreglará para
transformarse en mi “viuda”. Basta un simple accidente y quedará en libertad de acción.
C: Ahá… (REFLEXIONANDO) Pero Ud. cree que su verdadera mujer va a dejarse despojar así como
así?
D: ¡Por eso Elizabeth tiene que volver! ¡Para mí es cuestión de vida o muerte!
C: Estoy impaciente por escuchar la versión de la sra. Hay rastros precisos en los que tendrá que
encajar sus pasos.
D: Y a ud. le toca hacerla tropezar. Y, sobre todo, a Ud. le corresponde encontrar pronto a mi
mujer.
D: Va a desenmascararla, ¿verdad?
C: Así lo espero.
C: Yo me apoyo en hechos. No interpreto nada. Mejor primero hablaré con el cura. (APAGON.
SE PRENDE LA LUZ AL COSTADO Y ENTRA EL CURA A LA LUZ) Discúlpeme, padre. Es para mi
informe. ¿Tiene documentos?.
M: Por supuesto (SE LOS MUESTRA). Si quiere hablar por teléfono al obispo…
C: Más tarde.
M: Disculpe.
C: (AGARRA EL TELÉFONO) Comuníqueme con el 212. Gracias… Quiero hablar con el padre
Lambert.
C: Hola! Es Ud. padre? Le habla el inspector Gavin. ¿Cómo le va?... Sí, la familia crece… Estoy
haciendo una pequeña investigación y me encuentro aquí con el padre Maximino que… ¡ah
bueno! Ud. lo conoce? Eso nada más quería saber. Hasta luego… serán dados (CUELGA Y
DEVUELVE LOS DOCUMENTOS AL SACERDOTE).
C: ¡Basta! El padre Maximino está sereno, tranquilo. En cambio parece un neurótico. Esa es mi
impresión. La comparación no lo favorece. Siéntese y quédese callado (DANIEL SE SIENTA)
M: No es mucho. La sra. Corban quería volver a su hogar y temía la reacción de su marido. Así
que vino a buscarme y me pidió que la acompañara. Cuando llegó aquí el sr. Corban no quiso
recibirla y se puso a gritar acerca de no sé qué impostura. En el momento quedé desconcertado
hasta que comprendí que el señor Corban era… (SE LLEVA EL DEDO A LA SIEN)
C: Amnésico.
M: Eso es. No amenazó. Quiso echar a su mujer. La pobrecita estaba desesperada.
C: Ud. sólo sabe oponer gritos. Déme algunos nombres. ¿Quién vio a su mujer aquí hace doce
días?
D: Espere. Llegamos en auto el viernes a la noche y yo fui a buscar la llave del chalet al café de
la señora Gatinet.
D: Sí, sí!... Ah, no. Ella dormía la siesta cuando el vino. En cualquier otra parte… en Venecia, en
Ginebra, decenas, centenares de testigos pueden asegurar que…
C: Ehhh…..
C: No se trata de eso. Bastante tiempo he perdido ya. Quiero hablar con la señora Corban.
F: Padre me alcanza una botella de gin que escondí en la parte alta del placard blanco en la
cocina? Gracias, padre (SE DA VUELTA).
F: Es natural, no?
C: Es claro. Su marido (DANIEL REACCIONA), hasta que se pruebe lo contrario, me contó cómo
se conocieron, de su casamiento y cómo se instalaron aquí.
F: Es exacto. Como mi marido es muy nervioso el aire de la montaña parecía muy adecuado. Uno
de sus amigos le escribió a Venecia y le propuso prestarle este chalet. Pensábamos pasar unos
quince días luego en mi departamento en París.
F: Tenía pero se me acabó. Mañana tendré que bajar hasta la sucursal del banco para que me
den otra.
F: Sí, ¿por qué? Ah, ya comprendo. Mire inspector, yo soy Eizabeht Corban. Estoy en mi casa. Lo
he recibido a Ud y con cortesía. No haga que me arrepienta. Discúlpeme señor pero es que no
puedo más.
C: (LE MUESTRA LA CARTA) Uno de mis agentes ha encontrado esto en su buzón. Está dirigido a
la señora Elizabeth Marcellin de Corban y viene del estudio Bolignet, escribano de Saint Denis.
C: Sí.
D: Déjeme hablar y voy a convencerlo de que esta mujer no es Elizabeth. Puedo hacerle
preguntas que no podrá contestar.
F: Si eso puede curarte o convencer al inspector… Pero después de tantas emociones, apiádense
de mi memoria!
D: ¿Qué fecha?
F: 10 de junio.
F: Jueves
D ¿a qué hor?
D: ¿Qué camarote?
C: ¿Es cierto?
D: Sí. Es cierto.
D: No, comisario… Una pregunta más. ¿Dónde nos detuvimos antes de llegar a Chamonix?
C: Silencio. Vamos a verificar (AL TELÉFONO). Hola, comuníqueme con el 14… ¿Fernando? Pide
comunicación urgente con Ginebra y verifica si en el Hotel del Globo, a principio de este mes, ha
habido fichas a nombre del señor y la señora Corban.
C: Shh!! Pero cállese de una vez! En cuanto tengas la contestación, me llama aquí por favor.
Gracias (CUELGA) ¿Alguna otra pregunta, señor?.
C: ¿Y señora?
D: ¿Dónde está?
F: No, gracias.
M: Es un estimulante, señora. Una especialidad de los Alpes. Unas gotas de ron, limón y vino
blanco. Excelente para la salud.
F: Está bien. Gracias. (TOMA) Ahora recuerdo! Tu cicatriz está en el pecho! Arriba a la izquierda!.
D: Es él quien acaba de decírselo!. Hace un momento me vio con el torso descubierto! Son
tremendos! Tremendos (SUENA EL TELÉFONO. ATIENDE EL COMISARIO.
C: Hola. (ESCUCHA). Gracias. (CUELGA. A DANIEL) En el Hotel del Globo tienen, efectivamente,
ficha a nombre del señor y la señora Corban. ¿Qué tiene para decir?
M: Yo también me voy.
M: El señor Corban va a dormirse. Déle este somnífero (BUSCA EN EL BOLSILLO Y SACA UNA
BOLSITA DE PAPEL) Es inofensivo.
M: Sí, siempre. Yo también soy muy nervioso… y mi sacerdocio exige gran serenidad.
D: Van a envenenarme.
F: Voy a cuidarte aquí. Ya has pasado una crisis similar a ésta y te repusiste. No hay motivo para
perder las esperanzas.
D: Nunca.
F: Léala.
C: (ABRE LA CARTA Y LEE MASCULLANDO) De comunicarle el deceso acaecido hace un mes del
señor de la Forcerie, su tío carnal…
C: Disculpe, sigo? (FLORENCIA ASIENTE) Quiera pasar por mi estudio, en Saint Denis, lo antes
posible para iniciar los trámites de sucesión… Mi pésame, señora (LE ENTREGA LA CARTA).
F: Descuide.
(FLORENCIA PREPARA WHISKY, MIRA HACIA LA PUERTA. SACA UN POLVILLO. DANIEL LA ESPÍA.
LO PONE EN EL VASO Y MEZCLA. MIRA HACIA LA PUERTA, DANIEL SE ESCONDE. ELLA GIRA HACIA
LA PUERTA Y ENTRA DANIEL)
D: Un whisky, padre?
M (MAXIMINO BEBIENDO) Todavía no. Está ahí, hablando con sus hombres.
F: ¿Qué? ¿Has tomado del vaso de Corban? (MAXIMINO SE LLEVA LAS MANOS AL CUELLO. SE
DESPLOMA. DANIEL SALE CORRIENDO)
F: (AL CURA) Arriba! Salí por la escalera de la cocina (SALE CORRIENDO. ENTRA DANIEL CON EL
COMISARIO Y POLICÍAS)
F: ¿Pasa algo?
D: Estoy perdido…
F: Discúlpelo.
C: Procure hacerlo dormir. Si no hay mejoría, llamaré al médico para ver si lo internan.
C: Mañana hacia el mediodía sabré la verdad. O Ud. es muy astuta o él está loco. De todos
modos, a uno de los dos habrá que encerrarlo.
APAGÓN