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ABORDAJES DE LA HISTORIA

DEL MUNDO ACTUAL


HISTORIA

La historia es una disciplina cientí-


fica que se ocupa del estudio de hechos
humanos acaecidos a lo largo del tiem-

© Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 15.913


po. Aunque se trata de hechos irrepeti-
bles, la historia efectúa una constante
reinterpretación de los mismos.
Los usos públicos de la historia han
sido muy diversos, tanto en la forma-
ción de los príncipes y gobernantes co-
mo en la constitución de los Estados na-
cionales modernos.
El sistema educativo ha sido uno de
los instrumentos más importantes para
la difusión de valores y conocimientos
históricos.
Cada etapa histórica se ha consti-
tuido en un campo específico de estu-
1 Conceptos y usos de la historia dio, con sus fuentes y técnicas precisas.
2 El oficio del historiador
3 Crisis y fragmentación de la La historia contemporánea, que corres-
historia ponde a los siglos XIX y XX, ha conoci-
Apéndice documental
do un gran desarrollo en los últimos de-
cenios.

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EDAD EDAD EDAD
PREHISTORIA EDAD ANTIGUA MEDIA MODERNA CONTEMPO-
RÁNEA

2 millones 3.000 a. C. 1 d.C. 500 1.000 1.500 2.000


de años
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Historia del mundo actual


Aunque la historia es un todo continuo, ciertos cambios profundos ocurridos a lo largo de su
evolución han permitido a los historiadores establecer cortes y fronteras que dieron lugar a di-
ferentes divisiones en períodos o épocas históricos.
Estas divisiones son convencionales y parciales, comprendiendo solamente a la historia de
aquellos que las han elaborado, lo que las hizo objeto de constantes críticas, aclaraciones y re-
lativizaciones.
La periodificación de la historia (como se denomina esta división) es una práctica que apare-
ció por primera vez en el Renacimiento, al separar la Edad Media como una etapa intermedia
entre el período clásico y el de los tiempos modernos que representaba el Humanismo.
A partir de esa distinción entre antiguos y modernos se forjó la posterior división de la Época
Moderna en dos etapas, separadas por la doble revolución política y económica (Revolución
Francesa y Revolución Industrial respectivamente), desencadenadas en el mundo occidental a
fines del siglo XVIII. Al período posrevolucionario se lo denominó Edad Contemporánea, fa-
INTRODUCCIÓN

se que abarcaría desde 1789 hasta el presente.


No obstante, los acontecimientos políticos, económicos y sociales ocurridos a partir de la segun-
da guerra mundial, así como la revolución científico-técnica de la segunda mitad del siglo XX
habilitarían a considerar el comienzo de una etapa nueva de la historia: la del mundo actual.

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Abordajes de la historia

1 CONCEPTOS Y USOS DE LA HISTORIA


1.1. ¿Qué es la historia?

La palabra historia tiene un doble significado. Como ha advertido el histo-


riador Pierre Villar, historia «designa a la vez el conocimiento y la materia de
ese conocimiento». Por historia entendemos los relatos escritos por historiado-
res, pero también los materiales y hechos de que aquellos se sirven para estu-
diar el pasado y elaborar sus relatos.
A pesar de las diversas definiciones, hay dos aspectos que concurren siem-
pre en la investigación histórica:
• Por una parte, historia significa epistemológicamente «investigación», es
decir, decisión de contar lo que se ha visto y oído, directamente o a través de
DEL MUNDO ACTUAL

vestigios, documentos o testimonios personales.


• En segundo lugar, la historia supone ocuparse de hechos que se insertan
en una línea temporal determinada. El tiempo es el medio en el que crece la
sustancia de la historia, dado que es la percepción de los cambios lo que más
ha ocupado a los historiadores.
HISTORIA

Con todo, la historia se refiere a hechos pasados, sobre los que no es posi-
ble establecer una prueba verificable que permita contrastar las afirmaciones
del historiador. Esta imposibilidad ha planteado uno de los grandes problemas
del saber histórico: el de la objetividad.

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1.2. La objetividad de la historia

El historiador se ocupa solamente de algunos hechos considerados relevan-


tes, dado que resultaría imposible estudiar todos los hechos acontecidos en un
momento concreto.
Los acontecimientos son escogidos o seleccionados según el criterio del histo-
riador, y son interpretados de forma diversa dependiendo del momento en que
vive este.
En el siglo XIX se creía que la realidad exterior existía de forma indepen-
diente del observador, lo que aplicado a la historia suponía convertir al histo-
riador en un recolector de hechos. Pero el pensamiento científico del siglo XX
ha demostrado que los hechos no existen de forma autónoma, sino que son al-
go construido por la percepción de quien los estudia.
El científico no se limita a «describir» la realidad, sino que gracias a su for-
mación teórica y al modo de interrogarla, acaba por encontrar solo aquello
que busca.
Recopilar datos y hechos no basta, porque, como ha observado el historia-
dor inglés E. H. Carr, «un hecho es como un saco: no se tiene en pie más que

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Abordajes de la historia

si le metemos algo dentro». Y ese algo es la teoría previa, la capacidad de plan-


tear problemas, la necesidad de responder a preguntas concretas.
«Aceptar la imposibilidad de la objetividad no implica que sea imposible la
rigurosidad del producto histórico», concluye P. Pagés. Cabría añadir que es
gracias a la subjetividad —unida al rigor científico— como se enriquece, am-
pliándolo, el conocimiento de la historia... La subjetividad, insistimos, no es
un obstáculo; es un hecho no solo inevitable sino positivo, para que los acon-
tecimientos históricos puedan ser modificados (en tanto que completados)
por interpretaciones posteriores: «Cada época, o cada investigador, puede pro-
poner nuevas preguntas a los datos históricos [...] En este sentido, la historia,
considerada como la suma de los productos de la investigación histórica, cam-
biará, y deberá hacerlo, con las preocupaciones de cada generación, de cada se-
xo, de cada nación, de cada clase social. Pero esto no supone, ni mucho me-
nos, que los acontecimientos pasados en sí mismos cambien con cada interro-
gador, ni que los datos empíricos sean indeterminados [...]» (E. P. Thompson:
Miseria de la teoría. Ed. Crítica. Barcelona: 1981)
SÁNCHEZ PRIETO, S. (1995): Ob. cit.

2. EL OFICIO DEL HISTORIADOR


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La elaboración de los contenidos históricos exige la utilización de un méto-


do adecuado. El historiador británico E. P. Thompson lo definió como un
constante diálogo entre la teoría y los hechos. Ello significa poseer unos cono-
cimientos teóricos que permitan descifrar los datos que tenemos sobre el pasa-
do y, al propio tiempo, establecer un criterio de veracidad respecto de las fuen-
tes utilizadas. El dominio del oficio de historiador implica también el empleo
de un léxico específico, que sea admitido como tal por la comunidad científi-
ca de los historiadores.
Desde el siglo XVIII, el discurso histórico logró avances significativos, al
combinar tres grandes elementos:
• Dejó como herencia una gran valoración de erudición, que fue adoptada
durante el siglo XIX por el historicismo alemán y el positivismo como la
base sobre la que se sustentaba su método científico.
• Concibió la historia como un ensayo de interpretación de los grandes cam-
bios de la humanidad, e influyeron sobre historiadores posteriores como A.
INTRODUCCIÓN

J. Toynbee.
• El discurso histórico fue entendido como una narración, cercano a la litera-
tura, que fue la tendencia predominante en el romanticismo.

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Abordajes de la historia

Durante el siglo XX, las diversas tendencias historiográficas consiguieron


fundir en un mismo relato histórico la formación técnica (erudición), la capa-
cidad teórica (interpretación) y la elegancia expositiva (narración).
El cultivo de la historia experimentó durante el siglo XX un gran desarro-
llo, lo que dio lugar a la aparición de diferentes escuelas, así como a la publi-
cación de numerosas revistas especializadas. En el ámbito de la Europa occi-
dental, las dos escuelas más influyentes hasta los años setenta y ochenta del si-
glo XX han sido la francesa de los Annales y la inglesa de orientación marxista.

2.1. La escuela francesa de los Annales

Desde principios del siglo XX tuvo lugar en Francia un intento de renova-


ción de la historiografía, a partir de presupuestos procedentes de diferentes
DEL MUNDO ACTUAL

ciencias sociales, como la geografía humana o la economía.


La primera expresión de ello fue el grupo de Henri Berr y su Revista de
Síntesis Histórica, fundada en 1900. Durante los años veinte, un grupo de jó-
venes historiadores formados en esta escuela, encabezados por Lucien Febvre y
Marc Bloch, crearon los cimientos de una escuela histórica, conocida por el
HISTORIA

nombre de la revista Annales, fundada en 1929. Su gran desarrollo tendría lu-


gar, sin embargo, en las décadas posteriores a la segunda guerra mundial, bajo
la dirección de Fernand Braudel.
Las principales propuestas de esta escuela se centraron en dos objetivos:
• Por una parte, en la superación de la llamada «historia de los acontecimien-

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tos», que se centraba en los aspectos políticos. Se pretendía sustituirla por
un análisis histórico en diálogo con otras ciencias sociales, desde la geogra-
fía o la economía hasta la antropología o la sociología. Gran parte de la his-
toria escrita en las décadas centrales del siglo XX en Europa occidental es-
tuvo influida por esta escuela, sobre todo en el ámbito de la historia econó-
mica y la historia de carácter regional.
• Por otra parte, en el esfuerzo de elaborar un nuevo concepto del tiempo his-
tórico, fue Fernand Braudel quien mejor lo definió en su importante libro
El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (1950), al
establecer una diferencia entre el tiempo corto (el acontecimiento), el tiem-
po medio (la coyuntura) y el tiempo largo o long durée, el propio de las es-
tructuras casi inmóviles. Desde parámetros marxistas, el propio Pierre Vilar
también abogó por un diálogo entre estructura y coyuntura.
Este diálogo se fue quebrando de forma paulatina, al conceder excesivo prota-
gonismo a los hechos propios de la historia política. Los protagonistas concretos
de la historia acabaron por aparecer desdibujados en las obras de los historiado-
res. Esto encaminó a esta a un «giro crítico» lanzado a partir de los años ochenta
del siglo XX, que forma parte de la renovación historiográfica finisecular.

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Abordajes de la historia

2.2 La escuela anglosajona

Desde finales de la segunda guerra mundial, el mundo historiográfico an-


glosajón alcanzó mayor influencia. Fue, en parte, gracias al fuerte desarrollo
de la historia económica, que tuvo en historiadores como Tawney o Postan sus
más importantes representantes.
La historia económica alcanzó un gran esplendor bajo la fórmula de la nue-
va historia económica o cliometría, practicada sobre todo en Estados Unidos
por autores como R. Fogel o D. North, que han escrito célebres libros sobre la
economía esclavista o la construcción de los ferrocarriles.
Sin embargo, la mayor influencia historiográfica provino del grupo de los
historiadores británicos de orientación marxista. En este grupo destacan nom-
bres como los de Maurice Dobb, E. P. Thompson, E. J. Hobsbawn y R.
Samuel, quienes renovaron la historia social británica y los estudios sobre la
revolución industrial.
Estos autores, a través de sus obras y de las revistas que alentaron, como
Past and Present o la New Left Review, ejercieron una gran influencia intelec-
tual en todo el mundo occidental.
Esta corriente pretendía combatir la aplicación del estructuralismo al análi-
sis histórico y combinar reflexión teórica e investigación práctica. Siguiendo
estas pautas alumbraron obras decisivas, entre las que destacaron La formación
de la clase obrera inglesa, de E. P. Thompson (1963) o Estudios sobre la forma-
ción del capitalismo, de M. Dobb (1946), obra que estuvo en el origen de un
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famoso debate sobre la transición del feudalismo al capitalismo.

3 CRISIS Y FRAGMENTACIÓN DE LA HISTORIA


A partir de los años setenta del siglo XX se produjo una fragmentación de
las grandes corrientes historiográficas que ha sido definida como la «historia
en migajas», según la conocida metáfora de F. Dosse.
Al propio tiempo, se fueron perfilando nuevas corrientes que trataban de
atender campos descuidados por las escuelas anteriores o que se caracterizaban
por explotar nuevas fuentes, como la historia oral. De esta diversidad historio-
gráfica que caracteriza los años finales del siglo XX habría que individualizar,
al menos, cuatro grandes tendencias:
• La microhistoria. Se trata de un grupo de historiadores italianos
INTRODUCCIÓN

(Ginzburg, Levi), que pretenden llevar a cabo una reducción de la escala de


estudio (por ejemplo, un día en la vida de un campesino), y que intentan
incorporar al método histórico procedimientos propios de la antropología.

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Abordajes de la historia

• La historia cultural. Esta corriente ha sido claramente marginada hace po-


cas décadas. En la actualidad, la historia cultural ha logrado convertirse en
una de las principales tendencias historiográficas. Uno de los hechos que
favorecieron la potenciación de la historia cultural fue analizar las formas
en que cada sociedad interpreta y narra su pasado. En este análisis tuvo
gran influencia la lingüística, pues es muy importante la interpretación de
las metáforas y los símbolos que usa cada sociedad.
• La historia de nuevos sujetos. Estas corrientes se ocupan de grupos o de as-
pectos sociales que tradicionalmente han sido desatendidos por la historio-
grafía, desde la infancia o la familia hasta las mujeres o la prosopografía de las
elites (el estudio biográfico pormenorizado de cada uno de los miembros de
un grupo dirigente con el objetivo de sacar conclusiones comunes al grupo).
• La historia ecológica. Su objetivo es aplicar al estudio de la historia con-
DEL MUNDO ACTUAL

ceptos procedentes de la ecología y el medio ambiente. Resultan especial-


mente fecundos en los campos de la historia agraria.
Esta renovación historiográfica ha consolidado las grandes áreas del saber
histórico, pero relacionando cada una de ellas con otras áreas afines del gran
tronco de las ciencias sociales.
HISTORIA

De esta manera, la historia económica fue acercándose a la teoría económi-


ca en detrimento de la historia social y política. La historia social, por su par-
te, se aproximó decididamente a los campos de la sociología y la antropología.
La historia política, antaño confinada en la historia de la diplomacia y de las
relaciones internacionales, se ha beneficiado de su aproximación a la ciencia

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política, naciendo de este modo una “nueva historia política”, más conceptual
y menos centrada en la descripción de acontecimientos.
Todos estos factores han contribuido al doble fenómeno de la fragmenta-
ción del discurso histórico, pero también a la notable ampliación del campo
de mira del historiador.
Esta evolución ha generado un profundo debate sobre el papel del historia-
dor en la sociedad actual. Es la expresión de la «crisis de la historia», que ha
vuelto a ser planteada por la aceleración de los acontecimientos en el tránsito
entre los siglos XX y XXI.
La conciencia de que la disciplina se halla en crisis se ha generalizado, pero
nunca como ahora fue tan elevado el prestigio de la historia. El oficio de his-
toriador se ha vuelto más depurado, más riguroso y más especializado. Pero el
viejo reto de comprender el pasado para explicar el presente sigue siendo el
principal objetivo del discurso histórico.

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APÉNDICE DOCUMENTAL

1 ¿Para qué sirve la historia?

«“Papá, explícame para qué sirve la historia”, pedía hace algunos años a su
padre, que era historiador, un muchachito allegado mío [...]. Algunos pensarán
que es una fórmula ingenua; a mí, por el contrario, me parece del todo perti-
nente. El problema que plantea el muchacho con la embarazosa desenvoltura
de esta edad implacable es nada menos que el de la legitimidad de la historia.»
MARC BLOCH. Extraído de Sánchez Prieto, S: ¿Y qué es la historia? Reflexiones epistemológicas
para profesores de secundaria, Madrid: Ed. Siglo XXI, 1995.

2 Comprender y conocer

«...hay que comprender el pasado para conocer el presente. [...]


“Comprender” es imposible sin “conocer”. La historia debe enseñarnos, en pri-
mer lugar, a leer un periódico. Es decir a situar cosas detrás de las palabras...».
PIERRE VILLAR: Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Barcelona: Ed. Crítica, 1980.

3 Los diálogos de la historia

«La Historia es un proceso continuo de interacción entre el historiador y


sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado».
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E. H. CARR. Citado por Jesús Bentacourt Díaz en Criterios históricos modernos,


Montevideo: Ed. Banda Oriental, 1973.

4 El objeto de la historia

«La historia es la ciencia del hombre. No lo olvidemos nunca. Ciencia del


perpetuo cambio de las sociedades humanas, de su perpetuo y necesario rea-
juste a nuevas condiciones de existencia material, política, moral, religiosa, in-
telectual. Ciencia de ese acuerdo que se negocia, de la armonía que, perpetua
y espontáneamente, se establece en todas las épocas entre las diversas y sincró-
nicas condiciones de existencia de los hombres: condiciones materiales, condi-
ciones técnicas, condiciones espirituales. Por ahí es por donde la historia des-
cubre la vida […]. En historia pasa como en cualquier disciplina. Necesita
buenos obreros y buenos aparejadores, capaces de ejecutar correctamente los
INTRODUCCIÓN

trabajos de acuerdo con planos de otros.»


L. FEBVRE: Combates por la historia, 1870.

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APÉNDICE DOCUMENTAL

5 ¿Quiénes son los protagonistas de la historia?

«El protagonista de la historia es el hombre en sociedad. Son los hombres


en una actitud que incluye a los héroes, y a los genios, pero también a los obre-
ros, los campesinos y los indigentes.»
J. FONTANA, La historia de los hombres, 2001.

6 Preguntas de un obrero ante un libro

«Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?


En los libros figuran los nombres de los reyes.
DEL MUNDO ACTUAL

¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?


Y Babilonia, destruida tantas veces,
¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas
de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?
La noche en que fue terminada la Muralla china,
HISTORIA

¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande


está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?
¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,
¿tenía solo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,
la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban

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pidiendo ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El solo?
César venció a los galos.
¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?
Felipe II lloró al hundirse
su flota. ¿No lloró nadie más?
Federico II ganó la Guerra de los Siete Años.
¿Quién la ganó, además?
Una victoria en cada página.
¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién paga sus gastos?»
B. BRECHT (1898-1956), dramaturgo y poeta alemán.

7 El trabajo del historiador

«¿Qué nos dicen, a fin de cuentas, tales documentos: los decretos, los trata-
dos, las cuentas de los arriendos, los libros azules, la correspondencia oficial,

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APÉNDICE DOCUMENTAL

las cartas y los diarios privados? No hay documento que pueda decirnos acer-
ca de un particular más de lo que opinaba de él su autor, lo que opinaba que
había acontecido, lo que en su opinión tenía que ocurrir u ocurriría, o acaso
tan solo lo que quería que los demás creyesen que él pensaba, o incluso lo que
solamente él mismo creyó pensar.
Todo esto no significa nada, hasta que el historiador se ha puesto a trabajar
sobre ello y lo ha descifrado. Los datos, hayan sido encontrados en documen-
tos o no, tienen que ser elaborados por el historiador antes de que él pueda ha-
cer uso de ellos. Y el uso que hace de ellos es precisamente un proceso de ela-
boración […].
Y es que los hechos no se parecen realmente nada a los pescados en el mos-
trador del pescadero. Más bien se asemejan a los peces que nadan en un océa-
no anchuroso y aun a veces inaccesible; y lo que el historiador pesque depen-
derá en parte de la suerte, pero sobre todo de la zona del mar en que decida
pescar y del aparejo que haya elegido, determinados desde luego ambos facto-
res por la clase de peces que pretenda atrapar. En general, puede decirse que el
historiador encontrará la clase de hechos que busca. Historiar significa inter-
pretar.»
E. H. CARR: ¿Qué es la historia? Extraído de Sánchez Prieto, S. (1995). ¿Y qué es la historia?
Reflexiones epistemológicas para profesores de secundaria, Madrid: Ed. Siglo XXI, 1976.
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8 ¿Crisis de la historia o de los historiadores?

«Es incontestable toda reflexión sobre el asunto [la crisis de la historia] se


halla de entrada minada por el hecho de que no existe un criterio objetivo pa-
ra definir una tal “crisis”, dado que aquellos que participan en el debate son a
la vez juez y parte. […]
Mi objetivo no es proponer un diagnóstico más sobre el estado saludable de
la disciplina, sino sobre todo comprender las razones que empujan a un cre-
ciente número de historiadores a hablar de ‘crisis’, justo cuando el prestigio de
la historia jamás ha sido tan alto, no solamente entre el gran público, sino
también en el mundo intelectual. Desde hace algunos años, el retorno a la his-
toria es una característica común de la mayoría de las ciencias sociales. Es esta
paradoja lo que constituye, en mi opinión, el aspecto más novedoso de la si-
tuación actual. Hasta ahora, en efecto, los discursos sobre “la crisis de la histo-
ria” provenían sobre todo de disciplinas concurrentes.»
INTRODUCCIÓN

G. NOIRIEL: Sobre la crisis de la historia, extraído de Sánchez Prieto, S.: ¿Y qué es la historia?
Reflexiones epistemológicas para profesores de secundaria, Madrid: Ed. Siglo XXI, 1995.

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