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Gabriela Vergara
RBSE – Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, v. 13, n. 37, Abril de 2014 VERGARA
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logre una mirada integradora (Elías, físicas en el trabajo de las mujeres recu-
1998). Tal vez una de estas aproxima- peradoras (Vergara, 2011b) y esbocé la
ciones sea la formulada por Thomas categoría de ‘tramas corporales’ (Ver-
Kemper quien afirma que existen cuatro gara, 2011a, 2012).
emociones primarias –enojo, miedo, En este marco, recuperé los de-
tristeza, alegría-que se forman por la sarrollos que dentro de la teoría social
articulación entre procesos neurofi- contemporánea tanto Bourdieu como
siológicos por un lado y, sociales por Giddens hicieron sobre el cuerpo de los
otro, desde donde se construyen so- agentes en la acción social, como punto
cialmente incontables emociones se- de encuentro entre individuo/sociedad.
cundarias, tantas como las sociedades Para el primero, cuerpo y
las vayan conformando (Kemper, mundo/espacio social son inescindibles,
1987). Un aspecto interesante de este aunque el nexo lo constituya el habitus,
planteo –al que no adherimos total- estructura estructurada -por condicio-
mente- es la referencia o anclaje de las nes objetivas o de producción del
emociones al cuerpo: tanto por el fun- mundo social al que está expuesto el
cionamiento de las partes del cerebro y cuerpo - y, estructurante -de infinitas
los neurotransmisores, por las expresio- posibilidades de pensar, percibir y ac-
nes faciales involucradas o el enrojeci- tuar dentro de aquellas restricciones. En
miento de la cara, como por la interac- el segundo, cuerpo e identidad están
ción con otros que implica la copresen- comprometidos a lo largo de una bio-
cia en tiempo-espacio (o, aún mediados grafía que se construye en el tiempo (o
por algún tipo de dispositivo tecnoló- en las temporalidades) y el espacio
gico). (Vergara, 2008a).
Las emociones en su intrínseca Así pues, el cuerpo está inmerso
vinculación con la corporeidad, forman en el fluir de actividad cotidiana de
parte de una trama entre impresiones, modo que las ‘tramas corporales’ dan
sensaciones, percepciones (Scribano, cuenta de un posicionamiento socio-
2007). De allí que se inscriban siempre espacial de los agentes en sociedades
en una relación con el mundo, en una como las capitalistas, estructuradas a
situación particular y que se constituyan partir de la desigual apropiación de los
en el marco de determinadas relaciones bienes y muestran una trayectoria bio-
sociales. Cuerpos y emociones se dife- gráfica socio-temporal conjugando tres
rencian entre sí, al tiempo que mantie- dimensiones:
nen estrechas interconexiones: sin cuer- “Un cuerpo individuo que hace
pos no hay acciones sociales y, éstas referencia a la lógica filogenética, a la
últimas no están exentas del compo- articulación entre lo orgánico y el medio
nente emotivo que se configura en los ambiente; un cuerpo subjetivo que se
primeros. configura por la autorreflexión, en el
En otros lugares hemos profun- sentido del ‘yo’ como un centro de gra-
dizado la definición de los sujetos en vedad por el que se tejen y pasan múlti-
tanto cuerpos y caracterizamos a la pre- ples subjetividades y, finalmente, un
cariedad corporal (SevesoZanín y Ver- cuerpo social que es (en principio) lo
gara, 2012; Vergara y D´amico, 2010); social hecho cuerpo (sensu Bourdieu)”
profundicé la lógica de los cuerpos en (Scribano, 2007:125).
los entramados sociales, distinguí desde Del cruce de estos aspectos po-
los aportes de Elías y Marx a los cuerpos- demos considerar a la vez que las emo-
civilizados y los cuerpos-mercancía (Vergara, ciones, en tanto constructo cultural con
2010); describí el consumo de energías base neurofisiológica- anclan en un
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otros).Para recogerlos, se utilizan carros que quienes se ‘recuperan’ son los resi-
tirados por caballos, bicicletas, de a pie duos vueltos al circuito formal de la
empujando un carrito, incluso trenes5 – industria a costa de la expulsión de
una mínima proporción dispone de quienes la hacen posible (Vergara,
motocicletas o camionetas-, lo cual de- 2012). Es decir que, si bien el reciclaje
manda un importante gasto de fuerza es alentado por organismos internacio-
física (Vergara, 2011b). El ingreso obte- nales en el marco del ‘desarrollo soste-
nido constituye la subsistencia “vital”. nible’, el ‘negocio de la basura’7 se ‘sus-
Además de esto, los recuperadores jun- tenta’ en el trabajo de baja calificación
tan ropa, calzado y todo otro tipo de que realizan cientos de hombres, muje-
objetos que puedan ser reutilizados por res y niños expulsados del mercado la-
ellos, entregados a familiares o vecinos boral.
o bien, re-vendidos en ferias callejeras. En otros lugares (Vergara 2012)
Por otra parte, también recogen comida indagué las experiencias y percepciones
proveniente de hogares o de comercios del trabajo de mujeres que recuperan
como verdulerías, carnicerías. La ocu- residuos en Córdoba8 (Argentina), a fin
pación no requiere de ninguna herra-
mienta específica, excepto un medio de 7
Existe una importante cadena de intermedia-
movilidad y de carga, aunque son nece- rios entre el recolector y la industria que absor-
ben parte de los ingresos de los primeros. Por
sarios ciertos ‘saberes’ –táctiles y visua- ejemplo, en el mes de agosto de 2013 se podía
les- para identificar de manera óptima comercializar el cartón dispuesto en la planta
los materiales, lo cual permite ahorrar fabril a $1,50 por kilogramo, mientras que los
tiempo y mejorar los ingresos. En mu- depósitos pueden llegar a pagar por el mismo
material $0,30.- Es en este sentido que se pro-
chos casos participan todos los miem-
mueve la formación de cooperativas que acu-
bros de la familia. mulen mayor cantidad y pueden acceder a la
En el reverso de este eslabón, venta directa en fábricas. En el caso del hierro
existe una importante industria que se se da una relación semejante. El recuperador
viene desarrollando desde la década de cobra de mano de los chatarreros o pequeños
depósitos, entre $0,16 a $0,20 por kilo de hierro.
los '80 en América Latina a expensas del A este último le pagan entre $0,30-$0,35 por
trabajo informal y marginal asociado a kilo de mano del acopiador final, que lo vende
los bajos costos en la recolección que al doble de lo que lo pagó ($0,70) a la empresa
resultan significativos para diferentes siderúrgica, la cual finalmente lo comercializa a
sus clientes a $3,20. (FUNDES, 2011).
ramas de la industria6. Es decir que esta 8
Concretamente el trabajo de campo se realizó
actividad, forma parte de una cadena en la capital y en San Francisco. Según el Censo
productiva que pasa por los depósitos, de 2010, la primera tenía 1.329.604 habitantes,
sigue por los acopiadores mayores hasta en tanto que la segunda se ubicó como quinta
llegar a la fábrica. Son parte de eslabo- ciudad con 62.211.En las últimas décadas, en
ambas se han producido diversos conflictos
nes entrelazados pero que dibujan una vinculados con la recolección y disposición
‘paradoja de la recuperación’, puesto final de los residuos sólidos urbanos, con modos
diferentes de resolución. La incorporación de
recuperadores de manera formal al tratamiento
5
En Buenos Aires, desde 2001 la empresa de de la basura es un tema pendiente, pese a diver-
trenes concesionaria de la línea Mitre, Ramal sas iniciativas. En la capital provincial, existen
Tigre-Retiro transportaba aproximadamente 600 cooperativas y organizaciones que promueven el
cartoneros con sus carros desde el conurbano reciclaje, al tiempo que se dan recurrentes pro-
hasta Retiro, en la capital federal. A fines de blemas con los caballos que mueven a tracción
2007 la empresa decidió cancelar dicho servicio. los carros. En San Francisco, la recuperación se
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Se estima que en México la industria del reci- lleva a cabo en las calles, no habiendo un grupo
claje del PET involucra 160 millones de dólares, que trabaje formalmente en el relleno sanitario.
en tanto que el 80% del PET acumulado en Esta ciudad se ubica en el límite Este, con la
dicho país se exporta a Estados Unidos y China. provincia de Santa Fe, separada por una avenida
(APREPET, s/f). de la localidad santafesina de Frontera. Dada la
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des, con las condiciones de empleabili- ante todo ‘empleo estatal=estable’, for-
dad pasadas, presentes y futuras, pro- mal, con ingresos y la inclusión en un
pias o de los hijos: sistema de seguridad social (todo lo que
A: sí, pero no, no, no tengo la misma C. no tiene como recuperadora). Aquí la
...yo me siento que no tengo la confianza y la esperanza se cruzan
misma capacidad de que .. o es como
que .. no tengo la capacidad y a su
como figuras sobre el fondo de una
vez siento como que .. yo ya perdí la situación generalizada de dispensabili-
oportunidad, es como que yo ya dad ocupacional y de una reducida -o
perdí la oportunidad .. de estudiar mínima- oferta de mano de obra para
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..(Córdoba, A., 45 años) los sectores expulsados. En el último
C.: ellos [los hijos] saben (remarca) fragmento, L. describe una situación
que ellos tienen que buscarse eso
E: ajá ... está difícil
económica global que desencadena de-
C: está difícil pero no es imposible… sesperación en ‘el carrero’. El tope de
mi hijo si Dios quiere y la Virgen tolerancia entre lo que se soporta y lo
ahora a fin de mes se recibe de po- que no, se hace explícito: el carrero ya
licía, si Dios quiere (San Francisco, está acostumbrado a tener poco, pero
C.A., 38 años). cuando viene la ‘nada’, es decir la au-
L.: entonces ya al carrero no le va a
quedar nada en la casa ...qué poder sencia total de recursos para alimentarse
vender para poder comer .. entonces o para vender desechos ante condicio-
cuando ya no tenga nada ya ahí se va nes de vida que empeoran, o precios de
a empezar la desesperación intercambio de materiales que no son
(Córdoba, L., 30 años). redituables, cunde en los recuperadores
Los fragmentos aluden a distin- la desesperación. Los vectores corpora-
tas voces. A. da cuenta de un estado de les de estos estados emotivos tienen que
autoculpabilización, de una auto-limita- ver con los límites de la reproducción
ción sentida en el cruce entre impoten- de la vida, las capacidades coaguladas
cia y melancolía por lo que se perdió, y del empleo cuando no se puede vender
por todo lo que con ello se perdió. Las y la identidad desde el trabajo en tanto
emociones se enlazan con los obstácu- ‘carrero’.
los de su cuerpo social y las cada vez Tanto la melancolía por las pro-
menores posibilidades de insertarse en pias pérdidas vueltas auto-culpabilidad,
el mercado laboral. La falta de capaci- la esperanza y satisfacción desplazada
dad es una sensación de pérdida de au- en la inserción laboral de un hijo, dan
toestima y la desventaja de oportunidad cuenta de formas por las cuales la con-
remite a la tristeza/melancolía que con- flictividad se coagula y lo soportable se
mueve a una biografía que se des-arti- fortalece. La desesperación por su parte,
cula. En el caso de C. -más allá de una puede desencadenar prácticas disrupti-
primera interpretación sobre la con- vas (colectivas o fragmentarias), o bien,
fianza en lo religioso-podemos advertir reorientarse hacia alguna de las dos an-
una trama de opuestos entre incerti- teriores.
dumbre y esperanza que no ancla nece-
saria ni exclusivamente en lo místico 3.2.-Vergüenzas, pobreza y coraje
sino en la certeza que daba la ‘sociedad
salarial’, pues ser policía hoy garantiza En lo que sigue veremos tres
situaciones donde la vergüenza se arma
10En adelante, las edades transcriptas son las que y desarma entre la necesidad y los en-
tenían las mujeres al momento de ser entrevista- cuentros en las calles:
das. Las iniciales cumplen la doble función de M.: uno la primera vez le da medio
garantizar la confidencialidad de los testimo- temor
nios, sin tener que modificar de manera arbitra- E.: ¿temor?
ria los nombres correspondientes.
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M.: sí, vergüenza, pero después no, puestos encima de ella. Esta descripción
después ya seguís, seguís (…) hasta de la vivencia demarca las distancias de
que ...digo ... hasta acá llegué, hasta
acá, voy a salir
los cuerpos –de diferentes clases socia-
E.: y vergüenza de... ¿de qué te da? les-; distancias vueltas prácticas de de-
M.: y que por ahí uno está juntando y negación social (Vergaray y Seveso-
te miiira la gente, te miiira, te miiira y Zanín, 2014) que se acercan a partir de
no te saca los ojos de encima (San lo imposible: los ojos ‘tocan’ sin tocar al
Francisco, M., 40 años).
J.: Te digo la verdad yo antes sufría la
cuerpo de M., no son las manos, ni la
vergüenza, me sentía mal. piel. La sensación inverosímil cumple su
E.: ¿Y por qué tenías vergüenza? cometido y se instala como una mirada
J.: No sé o sea no sé si era vergüenza persecutoria, condenatoria, que teme
o qué era pero me sentía mal, hay ve- por su propia integridad ante algo des-
ces que hasta me dolía el estómago... agradable: tanto el objeto -residuo-
E.: O sea, te costaba salir digamos
J.: Me costaba mucho, hasta vos sa- como el sujeto -la recuperadora- des-
bes que me subía al carro hasta con echados. Lo feo y lo sucio provocan
vergüenza miedo, desagrado, asco11 en los habitan-
E.: ¿Pero de qué tenías vergüenza? tes pulcros de las ciudades latinoameri-
J.: No, no sé, no sé si era vergüenza, canas. Pero como advierte la entrevis-
te digo la verdad no me explico, no
me explico todavía qué era lo que me tada ‘después ya no’, la vergüenza cede
pasaba hasta que tomé coraje y... paso, se diluye en el tiempo, a medida
(Córdoba, J., 30 años). que se juntan residuos, que se recibe
M.: salía con miedo porque al no... comida, que se encuentra ropa. La so-
porque no tenía carácter para hablar portabilidad se hace presente en esta
con la gente, tenía miedo, vergüenza,
no sé … y claro, sí, era la primera disolución emotiva por la vía del acos-
vez, digo yo no sé cómo, qué decirle tumbramiento y de la satisfacción que
a la gente y menos mal que me die- genera lo (poco) obtenido en la ocupa-
ron un carrito con gorrito acá porque ción.
nunca así yo hice este trabajo, digo En las expresiones de J., la ver-
yo no sabía hablar, yo o tocaba tim-
bre y me aparecían la gente y me
güenza, el malestar y la confusión tienen
quedaba callada y de a poco fui, su contrapeso en el coraje –mezcla de
bueno, fui criando coraje (Córdoba, ímpetu, valentía y confianza-. Antes
M., 50 años). sufría pero las rutinas, el acostumbra-
En el fragmento inicial, miedo y miento luego de transcurridos muchos
vergüenza van de la mano. Hay un días de subir y bajar del carro van lo-
corte, un antes y un después en virtud grando disminuir esta sensación, este
de las necesidades que deben ser cu- dolor en el estómago. Hay un antes y un
biertas para la mínima reproducción – después en las emociones, una transfi-
propia y de sus hijos-, que para M. son guración o mutación que opera en el
ubicadas espacialmente en un ‘hasta acá marco de relaciones y situaciones so-
llegué’. El cuerpo situado y sitiado por ciales donde estas mujeres se debaten
carencias traspasa sus propias emocio- entre la abyección, la expulsión y la ver-
nes, su propia subjetividad y arremete güenza, contra la necesidad, las caren-
hacia un ‘salir’, que en el caso de las cias y el coraje.
mujeres siempre tiene otras implicancias M. describe el proceso de recon-
respecto de los hombres. figuración de estas emociones, desde el
La vergüenza se construye en miedo-vergüenza hacia el coraje.
una interacción: aquello que la genera Miedo-vergüenza porque estos cuerpos
en su más íntima subjetividad es la mi-
rada de la gente, los ojos de los otros
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Otro camino posible es la lástima.
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precarios tienen menguadas sus capacida- a veces ¿no? de recibir así. (San Fran-
des de presentación social, por lo tanto cisco, I., 60 años).
‘no saben qué decirle a la gente’, cómo Nervios, bronca y apuro podrían
pedirles basura. Por eso la vestimenta ser las etiquetas de estas tres expresio-
vuelve pulcros a estos cuerpos sucios- nes. En la primera, S. describe una rela-
ensuciados de pobreza y desechos; los ción directa entre emoción y condición
torna recognoscibles, visibles, acepta- socioeconómica, que revela una para-
bles. A pesar de esto, hay que doja aparente. Lo último, lo más re-
crear/criar coraje de a poco; un coraje ciente es la rutina como sinónimo de
que no se tiene, que hay que construirán pobreza: lo último es lo de siempre.
el paso del tiempo. Entre la subjetividad y el cuerpo social
En síntesis, la vergüenza se licúa hay una continuidad que se trama en
por el acostumbramiento, por la pre- una alteración del organismo a nivel
sencia del coraje. De este modo, mien- biológico: los nervios, pueden ser en-
tras los cuerpos encuentran una forma tendidos como rigidez o mayor tensión
de ocuparse y obtener recursos impres- muscular. La pobreza sólo tensiona los
cindibles para la supervivencia, sopor- músculos ‘individuales’, se cuartea en
tan tanto las condiciones de vida como vivencias subjetivas que vueltas rutina
las de trabajo precarias. acostumbran a los cuerpos a no pro-
testar, a no reclamar.
3.3.- Cuando la pobreza (sólo) enoja En la segunda, R. comenta una
situación particular, un incidente provo-
En el ‘reino’ de la necesidad, cado por vecinos ‘mal llevados’. La
aparecen otras emociones ya sean gene- bronca y la impotencia irrumpen ante el
radas por estados continuos y rutinarios fuego que quema todos los bolsones
de privación o bien, por situaciones con materiales; irrumpen además por el
específicas: esfuerzo y las energías corporales gasta-
S.: nerviosa, ahora últimamente. das, consumidas en vano. Estas emo-
Entrev.: ¿Últimamente nerviosa? ciones aparecen en la combinación de
¿por qué?, ¿qué anda pasando?
S.: la rutina, la pobreza (Córdoba, S.,
un presente, un pasado cercano y un
50 años). presente-pasado continuo de desventa-
R.: nosotros sabíamos juntar ahí [se- jas que se acumulan. Junto con lo des-
ñala la casa de sus padres] hace un truido, se suma otra pérdida inscripta en
par de años, atrás sabíamos juntar, la forma de juntar y entregar materiales
traíamos dos, tres, cuatro bolsones,
pero una vuelta los prendieron fuego,
pues vender en el día significa obtener
porque hasta eso son mal llevados menores ingresos.
acá [en el barrio]. Le prendieron En el tercer caso, I. relata una
fuego y t e morís de la bronca y de la situación de interacción cara a cara
impotencia porque no podés hacer donde como muchos recuperadores,
nada ¡no!, ves que te matás laburando
además de cartones y botellas, buscan
para que te hagan maldad, viste así
que ahora tratamos de juntarlo que alimentos, comida en casas de particula-
se hace en el día o hasta el otro día res o en comercios. En este diálogo
nomás, hacemos un bolsón y lo ven- solidarista respecto del dar, la ofensa
demos (Córdoba, R., 32 años). presunta –por parte del donante- se
I.: [relata diálogo con alguien en la desplaza por el ‘apuro’ o la turbación
calle]´señora ¿quiere esto si no se
ofiende?´, ´no, no me ofiendo en lle- que siente la mujer. Las cosas entrega-
var’ (…) [repite] dice ´¿señora no se das, quien se las da y las circunstancias
ofiende si le traigo unas cosas?´, ´no estructurales de tener que buscar resi-
- le digo- mijo´...a veces me da apuro, duos para sobrevivir generan condicio-
nes de posibilidad para que una emo-
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pues estos últimos dan certezas, gene- Marcela Heinrich (coords). Atrapados
ran ingresos, permiten comer. por el miedo. Buenos Aires: Ela-
Quedan al menos dos tareas leph.com. pp 89 a 113.
para continuar este análisis. Por un lado,
seguir interpretando el lugar de las ELÍAS, Norbert, 1998.La civilización
emociones que corren por fuera de la de los padres y otros ensayos. México:
soportabilidad, aquellas que se orientan Editorial Universidad Nacional y Grupo
a la vida, a los otros-en tanto tales. Por Editorial Norma.
otro, indagar el lugar del consumo y de
HABER, Stèphane, y RENAULT, Em-
los ‘objetos’ que se encuentran en las
manuel, 2007. ¿Un análisis marxista de
calles en tanto posibles generadores de
los cuerpos? En Jean-Marc Lachaud y
emociones que otorgan satisfacción,
Olivier Neveux (dirs.) Cuerpos domi-
alegría y que pueden operar como con-
nados, cuerpos en ruptura. Buenos
trapeso de las broncas, los nervios y la
Aires: Nueva Visión, pp.9 a 26.
vergüenza, la melancolía o la impoten-
cia. KEMPER, Theodor, 1987. How Many
Desde una Sociología de los Emotions Are There? Wedding the So-
cuerpos y emociones se puede contri- cial and the Autonomic Components.
buir así, a una comprensión más pro- AJS - American Journal of Sociology, v.
funda de los mecanismos y procesos 93, n. 2, pp. 263 a 289.
por los cuales el capitalismo en países
dependientes se encarga de hacer so- KEMPER, Theodor, 1990.Research
portable la vida de millones de sujetos Agenda in the Sociology of Emotions.
cuyos presentes/futuros parecen hasta New York: SUNY Press.
el momento, estar sin por-venir.
KOURY, Mauro Guilherme Pinheiro,
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Abstract: This article identifies the relationship between bodies and emotions
of women that collect waste, allowing them to bear precarious conditions of life. To
address this problem I propose the following argument scheme: first, express the rela-
tionship between capitalism, bodies and emotions as a theoretical platform from
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which to address cases; secondly, describe the activity of recovering waste in the Latin
American context, presenting an analysis of interviews with women in the cities of
Cordoba and San Francisco (Argentina), where emerge three emotional nodes: melan-
choly-confidence-despair; shame-fear-courage; and nerves-hates-discomfort. These
emotions, with different forms of articulation, display how the world perceives and
feels when living waste. This is called 'sensitivity of disposable people', which articu-
lated with practices and perceptions contributes to bear the conditions of life, to ac-
cept as if it were natural, inequality. Keywords: bodies, emotions, waste, Argentina
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