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INTRODUCCIÓN:
A.- Nuestro propósito en el presente, es tratar la Persona y obra del Espíritu Santo, la
tercera Persona de la Divina Trinidad. En la Biblia hay mucho menos sobre el Espíritu Santo de
lo que hay sobre Dios el Padre o Dios el Hijo.
1.- Viento, fuerza invisible misteriosa y poderosa (Gn. 8: 1; Éx. 10: 13; Jon. 4:8; etc.).
2.-Aliento o espíritu (Gn. 16:17; 7:15; Jer. 10:14; Ez. 11:5; etc.).
3.- Poder Divino (Jue. 3: 10; 6: 34; 11: 29; 1 S. 11: 6).
Aun cuando no puede establecerse una regla uniforme infalible, en general" cuando se
menciona el “Espíritu de Dios” se está haciendo referencia al poder, potencia y majestad de
Dios creador, el “Espíritu del Señor”, en cambio, denota el amor, favor y ayuda del Dios
Redentor.
Un segundo grupo de pasajes del Antiguo Testamento hablan del Espíritu con relación
a la actividad redentora de Dios en medio de su pueblo. Esto no tiene que ver sólo con lo que
sería para nosotros una redención espiritual, sino que a menudo se refiere a la redención de
los opresores o del peligro. Así por ejemplo en Jueces y en 1 Samuel hay frecuentes menciones
del Espíritu del Señor que desciende sobre el ser humano como poder sobrenatural y los hace
capaces de proezas más allá de lo ordinario. Otoniel (Jue. 3: 10). Gedeón (Jue. 6: 34), Jefté
(Jue. 11: 29). Sansón (Jue. 14: 6; 15: 14), Saúl (1 S. 10: 10) y David (1 S. 16: 13) son los
personajes que se mencionan como sujetos de tales "posesiones».
El término Espíritu Santo se usa tres veces en el Antiguo Testamento en contextos que
parecen implicar directamente lo moral y espiritual (Sal 51: 11; Is. 63: 10 - 11). No implican
éstos la obra regeneradora o santificadora del Espíritu Santo. El Antiguo Testamento da
testimonio de que la obra redentora de Dios a favor de los suyos y los impulsos y respuestas
del alma en el acto de la adoración han sido en todas las edades" antes y después del
Pentecostés, el ministerio del Espíritu Santo.
Por largo tiempo el liberalismo unitario ha pretendido que tanto en el Antiguo como
el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo es simplemente un poder, una influencia o una
actividad de Dios el Padre. Algunas de las sectas contemporáneas como los Testigos de Jehová
o la Ciencia Cristiana, concuerdan en el rechazo de la personalidad y deidad del Espíritu
Santo.
a- El Espíritu enseña (Lc. 12: 12; Jn. 14: 26; Lc. 2: 26).
b.- El Espíritu habla (Mt 10: 20; Mr. 13: 11;Hch. 8: 29; 10: 19; 13: 2, 20: 23; 21: 11;
28: 25; Ap.2:7, 11, 17,29; 3: 6, 13, 22; 14: 13; 22: 17).
c.- El Espíritu lleva, guía y conduce (Mt. 4: 1; Lc. 4: I; Jn. 16: 13; Hch. 16: 6 - 8; Ro. 8:
14).
d- Da Testimonio (Hch. 5: 23: Ro. 8: 16; He. 10: 15; Jn. 15: 26; 1 P. 1: 11; 1 Jn. 5: 7).
e.- El Espíritu Santo intercede (Ro. 8: 26 – 21).
f - El Espíritu envía (Hch. 13: 4).
g. - El Espíritu Sella (Ef. 1: 13; 4: 30).
h.-Mueve a los hombre a través de la inspiración (2 P. 1: 21).
i- Convence de pecado, justicia y juicio (Jn. 16: 7 – 8).
j.- Glorifica a Cristo (Jn. 16: 14 – 15).
K.- Unge (1 Jn. 2: 20, 27).
a-El Espíritu Santo considera que ciertos cursos de acción son mejores que otros (Hch.
15: 18).
b.- Conoce la mente de Dios (1 Co. 2: ll, 16).
C.- Elige los dirigentes de la iglesia (Hch. 20: 28).
d.- Ama (Ro. 15: 30).
e.- Escoge (1 Co. 12: 11).
Tal como en el caso de las acciones personales, elegir, conocer, amar, y escoger son
términos que sólo pueden aplicarse a personas.
Además, el nombre del Espíritu Santo se aúna con el del Hijo y el del Padre de tal
manera que implica en ellos un estado de igualdad completa y total (Mt. 28: 19; 2 Co. 13:
14).
El Pentecostés marca una nueva dispensación de gracia, la del Espíritu Santo. Ésta no
debe entenderse como anteponiéndose a la obra de Cristo sino como ministrándola y
completándola (Jn. 15: 16; 1 Co. 12: 3). La obra del Espíritu Santo está en conexión con sus
oficios como el representante del Salvador. Él es el Agente de Cristo, representándola en la
salvación del alma individual, en la formación de la iglesia, y en el poder testimonial de la
iglesia en el mundo. Pero Él no es representante de un Salvador ausente. Él es el otro yo de
nuestro Señor siempre presente, según así es el significado de la promesa (Jn. 14: 18; 16: 7).
El Pentecostés fue el día de la inauguración del Espíritu Santo, el Don Pentecostal fue
el don de una Persona. Así como la venida de Cristo fue acompañada con señales milagrosas,
también la llegada del Espíritu Santo fue acompañada de señales indicativas de su persona. La
primera, el sonido como viento recio y fuerte, que anunciaba su venida; la segunda, las
lenguas repartidas como de fuego descansando sobre los discípulos, indicaba su llegada; y la
tercera, el don de lenguas extrañas, marcando inmediatamente la apropiciación de su obra
como Administrador y el principio de sus operaciones.
Estos son los dones de la gracia. Son los medios y facultades divinamente ordenados
con los que Cristo capacita a su iglesia a fin de que ésta cumpla con su tarea sobre la tierra.
Los dones del Espíritu son capacidades sobrenaturales para el servicio, y se determinan por el
carácter del ministerio que tendrán que cumplir. Son vitales al éxito de la misión de la iglesia.
Estos dones son distribuidos a discreción del Espíritu Santo (1 Co. 12: 11).
Dos porciones emanan los dones del Espíritu. En 1 Co. 12: 8 - 11 encontramos los
siguientes: Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, sanidad, hacer milagros, profecía,
discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación de lenguas, y en Ef. 4: 11 - 12 se hallan los
otros que son: Apóstoles, profetas, evangelistas pastores y maestros.
Los actos o funciones administrativas del Espíritu Santo que pertenecen especialmente
a la obra de la salvación son el de "Dador de la vida" y el de una "presencia santificadora".
Cumple con un aspecto triple: El bautismo se da en el día de la conversión y lo que hace es
ubicar al creyente en el cuerpo de Cristo y purificarlo; la unción es su obra de capacitar para
el servicio y para la vida; y el sello o sea la misma presencia permanente en su oficio de dar
testimonio.
El Espíritu Santo formó la iglesia en el Pentecostés con los individuos redimidos por
Cristo, con quienes a partir de ese momento, Él entra en relaciones profundamente íntimas
con los creyentes, mora en ellos, les enseña, les guía, les constriñe, intercede por ellos, les da
poder, y es el vínculo que une a los miembros del cuerpo uno con otro y todos a su vez a la
Cabeza invisible.
a.- El Sello del Espíritu (2 Co. 1: 22; 2 Ti. 2: 19).- El Espíritu Santo es el sello y el que
sella; la imagen de Cristo es la marca visible de identificación. Este viene a ser al mismo
tiempo, una seguridad para el creyente y un signo para el mundo.
b.- Las arras del Espíritu (2 Co. 1: 22).- En un acuerdo comercial las arras, o anticipo,
es un pago parcial que ratifica lo acordado y obliga tanto al comprador como al vendedor a
completar la transacción. El Espíritu Santo es el anticipo, por así decido, del tesoro infinito que
Dios tiene previsto asignamos en el cielo. En la medida en que andemos en el Espíritu,
tenemos la garantía, y además el gusto anticipado del cielo. El cielo será el cumplimiento del
amor, el gozo y la paz del Espíritu Santo elevados a lo infinito (Jn. 11: 3).
c.- El Testimonio del Espíritu Santo (Ro. 8: 16; Gá. 4: 6) Juan Wesley dijo al respecto:
"Es una impresión interna la cual el Espíritu de Dios testifica directamente y de manera
inmediata a mi espíritu de que yo soy hijo de Dios, que Jesucristo me ha amado y se ha dado
por mí; que todos mis pecados han sido cubiertos por su gracia, y que yo, estoy reconciliado
con Dios”.
CONCLUSIÓN