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El pensamiento vitalista y sintético
en la Pedagogía general en España
por Conrado VILANOU TORRANO y Xavier LAUDO CASTILLO
Universidad de Barcelona
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obvian ponen el arado delante de los bueyes, mann y la pedagogía social de Natorp, S i.
cuando se propagó mayormente en España J jj[
Por todo esto consideramos que es un a través de la primera publicación en es- 2 -S
buen momento para repensar algunas de pañol de sus obras en 1914. | o
las perspectivas más importantes dentro g g.
de una visión sistemática de la evolución No obstante, y aunque traducido por P "g Q.
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del pensamiento pedagógico español en el Luzuriaga, prologado por Ortega y Gas OJ GPQ
siglo XX, a partir de la cual se puedan set, utilizado por Barnés o Pastor, su in ëê.
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El pensamiento vitalista y sintético en la Pedagogía general en España
categoría más estética: la del tacto peda- dagogía experimental, y lo combatirá con
gógico, término acuñado por Herbart en su traducción al español de la Pädagogik
1802 y que definía así: «El tacto es el ele- de 1911 de Paulsen, que titularía signifi
mento vinculante, intermediario entre la cativamente Pedagogía Racional. Y es que,
teoría y la praxis», a través del cual el edu- a pesar de algunos matices y objeciones, se
cador «expresa sus emociones, expresa acabará afirmando que la pedagogía de
como se ha incidido en él desde fuera, ex- Herbart es «independiente de sus yerros fi
presa más bien su estado de ánimo y no losóficos, y puede desligarse de ellos, para
tanto el resultado de su estado racional», servir de base a un sistema sólido y total
«un modo de acción que en un principio mente ortodoxo» (Ruiz Amado, 1920, 268).
depende de su sentir o sentimiento y sólo a _ . . . . .. .
gran distancia de su convicción» (Herbart, Orientaciones VltSllStaS orgám
1802,12-13). cas y sistémico-cibernéticas
A continuación daremos cuenta de un
Sea como fuere, aun a veces enmen- nuevo planteamiento pedagógico de signo
dado, a veces ignorado, Herbart es un re- biológico, contrario al mecanicismo y en el
ferente fundamental en la pedagogía es- que la vida (ya sea biológica o espiritual),
pañola, tanto en la de finales del XIX (Cf. adquirió un papel capital. El vitalismo se
Rabazas, 2001) como en la de los inicios del vincula al principio de la unidad funcional
XX, que darían lugar a la posterior consti- que determinó el profesor August Pi i Sun
tución de la Pedagogía general como disci- yer en el año 1919 y que exponía así: «In
plina universitaria. Para Rufino Blanco es separable del acto metabólico, asimilación
una referencia constante, hasta el punto y desasimilación, es el funcional. Uno es
que en el capítulo primero de su Tratado condición del otro. Toda función se realiza
Elemental de Pedagogía (y persiste en sus a expensas de un consumo material y toda
reediciones de los años cuarenta), después producción de formas ya sabemos que es
de las de Platón y Aristóteles, llegan nu- una función. Estos procesos son distintas
merosas definiciones de educación de Her- manifestaciones de una misma serie de ac
bart y sus discípulos, a la vez que a lo largo tos: la vida» (Pi i Sunyer, 1944,107). Una s
del tratado va comentando lo que piensa el unidad conecta todas las cosas (las mate- ä |
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pedagogo alemán, sin que venga específi- riales y las espirituales), porque la vida se CD
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camente a cuento, sobre muchos de los te- funde en una única realidad: la educación gOQ O)
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mas que aborda (Blanco, 1941). De entre es vida, vida biológica y, al mismo tiempo, en ©
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las enseñanzas de Herbart, insistía Ruiz vida espiritual, en un todo que apuesta por o
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Conrado VILANOU TORRANO y Xavier LAUDO CASTILLO
zada, la figura de Herbart siguió estando los valores no es algo dado y hecho ya, sino
presente en España. En la puesta en mar- algo que va lográndose con pugna, y paso
cha del Seminario de Pedagogía de la Uni- a paso, en el proceso espiritual histórico. Y
versidad de Barcelona (1930), la primera no es aprehendido por la conciencia (Ge
obra que se anotó en el libro de registro de wissen) individual abstracta como tal, sino
su biblioteca fue el Bosquejo para un curso por aquello que participa en la espiritual
de pedagogía. Este seminario comenzó a vida objetiva y en la fase, ya realizada, del
caminar bajo la dirección del profesor Jo- espíritu normativo. En todo pecho fuerte,
aquín Xirau, discípulo de M. B. Cossío. No para oírla, se escucha la ley de este espí
obstante, quien estaba llamado a sentar ritu». Desde entonces, Roura-Parella, que
las bases teóricas de la pedagogía al am- se doctoró en Barcelona el año 1937, ex
paro de las ciencias del espíritu, no era puso repetidamente la existencia de tres lí
otro que Juan Roura-Parella (1897-1983), neas o tendencias en el panorama pedagó
que saludó la aparición de la Pedagogía gico que corresponden a tres grandes
Sistemática de Wilhelm Flitner (traducida cosmovisiones: 1) la pedagogía experimen
al español en 1935 por un joven Ferrater tal de corte naturalista; 2, la pedagogía
Mora) con la consideración de «pequeño li- normativa de enfoque metafísico; 3) y la
bro áureo». La pretensión de Roura-Pare- pedagogía científico-espiritual de ascen
11a no era otra que presentar la Pedagogía dencia culturalista (Roura-Parella, 1934
como una ciencia unitaria, es decir, siste- 1935).
mática, procediendo a su ordenación al
amparo de las ciencias del espíritu. Enfa- Así las cosas, se consideraba que a la
tizando la importancia de la comprensión pedagogía experimental naturalista se le
se buscaba superar el dilema entre la pe- escapan las cuestiones relativas a las nor
dagogía científico-experimental y la peda- mas pedagógicas, mientras que la pedago
§ gogía normativo-idealista, enraizado en la gía normativa metafísica -al especular te
arquitectónica kantiana de las dos prime- oráticamente sobre los objetivos de la
U. ras críticas sobre las que Herbart edificó la educación sin una adecuada contextuali
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o ciencia pedagógica. zación histórica- carece del realismo ne
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cesario para resolver los problemas prác
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© <P No se puede entender la propuesta de ticos. Se trataba, pues, de un intento de
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dagogía general (1972)- establecería que tivo y subjetivo del mismo proceso vivo.
«Debe la Pedagogía general intentar pe- De este modo se cierra el proceso vital del
netrar en el sentido de la forma histórica, espíritu».
(...) El hombre y su circunstancia: es ésta
una fórmula con la que se expresa una re- De todos modos, esta línea pedagógica
alidad del hombre, (...) en verdad, un ser no tuvo continuidad en España debido al
temporal y finito que, sin embargo, está en exilio de Roura-Parella, ya que constituía
relación con un algo infinito, supraterrenal su máximo valedor y representante. Roura
y suprahistórico» (Flitner, 1935, 35). recaló, en 1946, en los Estados Unidos, en
la Wesleyan University (Middeltown, Con
Para Roura la institucionalización de necticut) donde profesó hasta el año 1965,
la pedagogía sólo podía venir de la vida, de dedicado a la enseñanza de las humanida
las exigencias de una vida espiritual que des en general y del arte en particular,
debía esquivar las pretensiones domina- Con todo, durante los años pasados en Mé
doras del mecanicismo positivista y del pe- xico (1939-1945) contribuyó eficazmente a
simismo del existencialismo heideggeriano. divulgar la pedagogía de las ciencias del es
Desde una visión emparentada con la uni- píritu en América, tal como reconoció Juan
dad funcional (Turró, Pi i Suñer) se dirá Mantovani en su libro Educación y pleni
que no es suficiente una psicopedagogía tud humana. Roura-Parella fue también
experimental, como tampoco una pedago- quien propuso al Fondo de Cultura Econó
gía normativa desvinculada de la situa- mica la traducción de la Paideia de Jaeger,
ción histórica y vital que se manifiesta a con quien también se carteaba. Mientras
través del espíritu, esto es, de la cultura, tanto, en la Universidad de Barcelona -a
De ahí la importancia que tuvo su curso pesar de los esfuerzos de Pedro Font y Puig
«La educación viva» profesado, durante el y Joaquín Carreras Artau- desapareció la
verano de 1934, en la Universidad Inter- sección de Pedagogía, hasta que se pro
nacional de Santander donde dejó claro dujo -en la década de los años cincuenta
que todos los hienes culturales son frutos su restauración. Para entonces, en Barce
del espíritu. El individuo -que es el espí- lona, la filosofía neoescolástica volvía a ser rio -,
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ritu subjetivo- entra en relación con el es- preferida a las ciencias del espíritu, y Za- S
píritu objetivo, presentado como el con- ragüeta devendría un referente mucho J £
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junto de las creaciones culturales e más querido que Eduard Spranger, a pesar O) T3
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históricas. De esta manera, el ser humano de que un libro suyo (Pädagogische Pers (/) o
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va más allá del mundo abstracto de la cien- pektiven, publicado en 1951) habría de dar go a
cia natural para participar de un mundo nombre a la nueva revista pedagógica que
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espiritual superior (el espíritu objetivo) dirigiría Juan Tusquets: Perspectivas Pe CO Û>
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que configura y determina los ideales ñor- dagógicas, editada entre 1958 y 1984. o e.
mativos de la formación humana que la pe
dagogía debe establecer. Así lo dirá Roura- 2.2. id eduC3CIÓn C0D10 CIDGínétlCd
Parella (1935,9): «El espíritu objetivo es el (AlejdíldíO Sdíll/iSBÍlS Mdífull)
que nos desarrolla, el que nos educa. Cul- Mucho más tarde, el enfoque vitalista
tura y educación constituyen el lado obje- volvería a ser retomado, aunque en una di
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por la consideración aislada de cada una de raización del individuo. Dos de las carac
las partes o elementos. terísticas y aportaciones más fundamen
tales del planteamiento cibernético fueron
En efecto, el profesor Sanvisens aplicó las de dar mayor relieve a la figura del
a la pedagogía sus grandes intuiciones fi- educando y del medio, poniéndose a la
losóficas, a saber: el hombre como ser re- misma altura que la figura del educador,
lacional, la prioridad de la conciencia (as- que tradicionalmente había ocupado el
pecto heredado de la tradición filosófica protagonismo de muchos tratados de Pe
catalana, en especial de Llorens Barba, dagogía general. Al fin de cuentas, la edu
maestro de Menéndez Pelayo y Giner) y la cación suponía una relación adaptativa
visión cibernética (dimensión asumida a optimizante en que el educador y el edu
través del estudio de los médicos-filósofos cando están en constante retroalimenta
y de la biología moderna, que destaca la ción, y en la que cada parte afecta a la
importancia de la unidad funcional de los otra,
seres vivos y del equilibrio homeostático).
Sobre estas bases construyó un corpus pe- Si bien es verdad que el planteamiento
dagógico que apunta hacia la importancia sistémico-cibernético del profesor Sanvi
del sistema que, aparte de funcionar como sens permitió un ulterior desarrollo tecno
un mecanismo que se autorregula, se ca- lógico de la educación, no es menos cierto
racteriza por una vocación optimizadora que la conciencia -otro núcleo fuerte de la
que no sólo afecta a la conducta individual filosofía del profesor Sanvisens- también
a través de un proceso de autoconocimiento concitó interés y atención. Así, en la siste
y autoliberación, sino que, gracias a la con- matización cibernético-educativa de Puig
ciencia social, también contribuye a la me- (1986, 175) se afirma: «la conciencia se
jora de la humanidad, globalmente consi- convierte en el nudo de la pedagogía, en el
derada. lugar donde se centra el problema pedagó
gico. Una posible pedagogía de la concien
Esta concepción sistémico-cibernética, cia debe intervenir en todos los momentos
que compartía la cosmovisión vitalista de del trabajo de la conciencia. Por lo tanto, en
la educación, fue desarrollada por sus dis- algún sentido puede decirse que la peda
cípulos. El desarrollo del planteamiento gogía actúa como regulador de la concien
cibernético-educativo más sistemático fue cia. Regulación que naturalmente deberá
el que José María Puig Rovira elaboró en ser absolutamente respetuosa con el edu
su Teoría de la educación (1986). La idea cando». Aunque la crítica a la física meca
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central de esta obra recalca la dimensión nicista, tan querida a muchas pedagogías ©
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práctica de la educación al ser presen- de raíz poético-romántica (Goethe) que han co oro
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tada como un proceso dinámico de cambio incidido en movimientos educativos como oo00<5,-
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gogía de la Lucha Ascética, 1941) predo- disciplina, se apuesta por el futuro de ésta jS
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minaba el enfoque teológico y ético, aspee- en clave incluyente, contemplando tanto la CD
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tos que aparecían también en la Pedagogía perspectiva descriptiva como la normativa, CD "O
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Fundamental de Zaragüeta (1943, 441), es decir, que «no se detiene en el conoci & 2.
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donde se recomendaba el abstine et sustine miento, sino que llega hasta su valoración» go §"
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estoico: entrenarse en la «renuncia de pía- (Ibid., 40). Aun reconociendo una cierta <D
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ceres lícitos (templanza) y aceptación de inclinación de facto hacia las cuestiones CO OfQ
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dica la mutación del imaginario social vi- constituyendo un hilo argumentai del que 1 s»
gente, el que permite renunciar a un co- no podemos abstraemos ni debemos in- 2 -S
nocimiento teórico de la educación asociado tentar olvidarnos, a pesar de que haya in- §. o
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cambio de imaginario que se produjo en las nencia. CO <TQ
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la práctica, soslayando todos los presu papel de la religión en la educación causara que los
educadores cristianos de los siglos XIX y XX no inte
puestos y objetivos que no sean tecnológi
graran a Herbart en sus planteamientos filosóficos. Cf.
cos o instrumentalistas.
ANTHONY, M. y BENSON, W. (2003) Exploñng the
History & Philosophy of Christian Education (USA,
De seguir por esta senda resultaría Kregel Publications).
en
conocimiento teórico de la educación se
BAUMAN, Z. (2007) Tiempos líquidos (Barcelona, Tusquets).
<o S vuelva a instalar en una reiteración de su
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o o
SO </> inicial fase rapsódica, de corte literario, BERNAL, A. (1999) Análisis del Tratado de Educación Perso
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■o OjO
Q> <P tal como sucedió en sus orígenes a fines del nalizada. Génesis y aportaciones, revista española de
Q. O
® s- siglo XVIII. En este sentido, teóricos como pedagogía, 212, pp. 15-50.
puestas que nos han hecho ser quienes so J. F. Esbós per a un curs de Pedagogia (Vic, Eumo).
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El pensamiento vitalista y sintético en la Pedagogía general en España
COLOM, A. (1997) La Teoría de la educación: contexto actual LAY, W. (1928) Pedagogía experimental (Barcelona, La
de los estudios pedagógicos, en Colom, A. (Coord.) Teo bor).
COLOM, A. y RINCÓN, J. C. (2004) Epistemología neoidealista MARÍN, R. (1983) Medio siglo de Pedagogía general, revista
y fracaso fundacional del saber educativo, Teoría de la española de pedagogía, 159, pp. 9-23.
educación, 16, pp. 19-47.
entres actes i epíleg, Temps d'Educació, 31, pp. 85-101. SARRAMONA, J. (2000) Teoría de la educación (Barcelona,
Ariel).
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TUSQUETS, J. (1972) Teoría de la educación (Madrid, Magis gía general y algunas derivas postmoder
terio Español). nas de la Teoría de la educación.
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