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El lugar de la literatura en el curriculum escolar se presenta

como una cuestión siempre controvertida. Qué clase de


conocimiento es el conocimiento literario, qué tipo de
experiencia promueve en los alumnos, cuál es el sentido de
enseñar literatura en la escuela, cuáles son los modos más
apropiados de enseñarla y aprenderla, son preguntas que
continúan siendo hoy preocupaciones acuciantes de maestros,
profesores, pedagogos, investigadores y funcionarios
educativos.

Estas preocupaciones no son productos de crisis recientes,


sino que a lo largo de toda la historia de la educación y, más
específicamente, de la historia de las prácticas de la
enseñanza de la lengua y la literatura, es posible observar la
presencia de interesantes polémicas en las que se reconocen
posiciones diferenciadas respecto a cuáles son los diversos
marcos teóricos lingüístico-literarios que sustentan la
enseñanza, cuáles son los conocimientos que, desde los
programas, los libros de texto, la formación docente, etc. se
proponen como los contenidos que debe conocer el alumno,
cuáles son las relaciones posibles entre teorías y prácticas que
se plantean, entre otros problemas. (...).

Bombini, 2001
“La literatura en la escuela” en Entre Líneas, Flacso manantial,
B.A.,pág. 53
Creo que la escuela no es el lugar adonde la gente va
a reforzar la familiaridad, sino adonde va a ponerse
en contacto con aquello que no le es familiar. No
creo esto solamente de la escuela, lo creo de la
cultura. La formación cultural es un corte y no una
continuidad. La cultura es antropológicamente,
corte; es corte con la espontaneidad, con la tradición.

La cultura en tiempo presente significa siempre


corte con la tradición. Por lo tanto creo que si la
escuela pasa esto por alto en nombre del loable
propósito de que los chicos tienen que valorar
aquello que las viejas culturas de élite y letradas no
valoraban (las producciones populares y
periodísticas), y en detrimento de aquellas formas de
textos que son más complejas, más densas semántica
y formalmente, estaría en desacuerdo. (...) Yo creo
que aquellos que están incluidos en una institución
universal como es la escuela, tienen un derecho al
acceso a la tradición, a las herencias históricas, que
no puede ser obturado, negado o debilitado por
modas pedagógicas.

Entrevista a Beatriz Sarlo, Revista El Monitor,


de G. Bombini, Julio 2000
La única enseñanza posible de la literatura es la que se sostiene en la
experiencia misma de la literatura. ¿Por qué la enseñanza de la
literatura es un problema? En principio, podríamos decir que lo es
porque el sintagma enseñanza de la literatura es un sintagma que
alberga una relación contradictoria y conflictiva en su mismo
enunciado, puesto que el sentido y la finalidad de lo que
comúnmente se entiende por enseñanza se presentan como cosas
francamente incompatibles con la naturaleza y el modo de ser de lo
que también –de manera genérica- entendemos por literatura.. En
este contexto, la literatura en tanto género o conjunto de géneros es
constituida en objeto del discurso pedagógico. Ello supone situarla
en el marco de un dispositivo de saber que es al mismo tiempo un
dispositivo de poder. Ese dispositivo se basa además en una
concepción disciplinaria en el doble sentido de una concepción que
organiza el saber pero también el de una perspectiva que impone
formas obligatorias de su transmisión.

Esa concepción pretende fijar los rasgos del objeto en cuestión y se


piensa la literatura como la expresión de cierta interioridad creadora
en cuya intencionalidad podrían reconocerse las fuentes generadoras
de los significados que la literatura manifiesta, por medio de un
lenguaje figurado que encubriría lo que el lenguaje poético expone
como desvío o transgresión de la norma. La interpretación –
exégesis- del texto literario –también podría decirse- consistiría en la
posibilidad de restituir los sentidos velados por los tropos... Pero, en
rigor, lo que acontece en el aula es la sumisión y el desplazamiento
de los textos literarios por parte de los discursos que los toman por
objeto. La experiencia de la literatura, de su lectura y su goce, es
sustituída por un conjunto de prácticas discursivas, que pretendiendo
hablar de ella, no hacen más que silenciarla.

Roberto Retamoso, 1997


“Sobre la pedagogía de lo literario” en Cuaderno Nº 1del Centro de Estudios
sobre la Enseñanza de la Literatura, Rosario, pág. 47
Los textos literarios son los mejores a la hora de “enseñar a
leer”. Y es que, si bien todos los textos proponen lectura y
son lugar de experimentación, práctica y juego para los
lectores, y todos los textos –incluso los textos científicos–
dan lugar al despliegue de estrategias de lectura personales, la
literatura, que “crea mundos” –mundos en cierta forma
autosuficientes, aunque también den cuenta de lo que
llamamos “la realidad”–, es un terreno inmejorable para el
entrenamiento del lector.

Por un lado debido al jugo que le saca la literatura al lenguaje


(a los lenguajes), el modo en que lo pone en escena sin
mezquindades y con “arte”. Leyendo literatura el lector se
encuentra en un territorio mucho más extendido del que suele
transitar a diario, donde aparecerán palabras y maneras
peculiares de decir las cosas, escorzos, piruetas, y elecciones
significativas. Por otro lado debido a que los universos
literarios permiten muchas entradas. No son unívocos, hay en
ellos significaciones yuxtapuestas, sumadas, empalmadas,
hojaldradas… La metáfora y el símbolo –y la literatura suele
trabajar casi privilegiadamente sobre ellos– tienen la
particularidad de “extrañar” y seducir al mismo tiempo,
funcionan como cajas misteriosas, como acertijos, y
movilizan lecturas…

Además hay que recordar que la literatura –las epopeyas, los


romances, los relatos, los sonetos, las obras de teatro, las
novelas… en sus distintas formas– están en la urdimbre
misma del gran tapiz, han ido acompañando todos los
dibujos, formado parte de cada una de las significaciones…
La historia, la historia de las ideas, las filosofías, las
religiones, la historia de las sociedades, la historia cotidiana,
la diversidad cultural, incluso las ideas científicas se
entrecruzan indefectiblemente con la literatura. Por la
literatura siempre es posible entretejerse al tapiz, cualquiera
sea nuestra edad, condición o circunstancia. Es la entrada
más generosa.

¿Qué literatura? ¿Cómo hace el docente para elegirla? Tal


vez no la conozca demasiado, tal vez tenga ideas
preconcebidas, incluso prejuicios… Piense, por ejemplo, que
sólo se debe leer lo que se escribe, o se cuenta, en su
región… O sólo lo que recibe publicidad suficiente… O lo
que está ya contenido en el manual de Lengua… O lo que ha
leído él mismo cuando era chico… ¿Qué hace que un texto
sea mejor que otro o más lleno de significaciones? ¿Hay
textos mejor y peor hechos, peor o mejor construidos,
elaborados con más o menos arte? ¿Hay textos que no pueden
faltar en la formación de un lector o, al menos, que sería
mejor que no falten? ¿Hay un canon, un vademécum para
guiarse? Y otra pregunta, inevitable: ¿tiene manera, ese
maestro, de llegar a los libros, no sólo a los libros en general
sino sobre todo a los libros que le hacen falta? ¿puede hacer
valer su punto de vista lector y su deseo de lectura?

La pregunta sobre los textos que va a poner el educador a


consideración de su comunidad de lectores es importante. Y
más cuando se piensa en lo exclusiva y hasta única que puede
ser la ocasión de la escuela en una sociedad empobrecida,
donde los lazos culturales se han ido volviendo hilachas y las
oportunidades “informales” de lectura han devenido
escasas…

Graciela Montes, s/d, 2004


Desde una postura de la teoría literaria como una rama de las
ideologías sociales, Terry Eagleton (1995) revisa algunas
concepciones clásicas sobre lo literario, subrayando la
relatividad cultural de los conceptos literarios y su origen
ideológico.

 La literatura es un discurso no pragmático.


 No se puede definir a la literatura objetivamente.
 Se deja la definición de literatura a la forma en que alguien
decide leer no a la naturaleza de lo escrito.
 En este sentido, puede considerarse la literatura no tanto
como una cualidad o conjunto de cualidades inherentes a las
obras, sino como las diferentes formas en que la gente se
relaciona con lo escrito.
 No hay absolutamente nada que constituya la esencia misma
de la literatura, cualquier texto puede leerse sin afán
pragmático, o cualquier texto puede ser leído poéticamente.
 Es un término hueco, puramente formal, según un texto en
un contexto social, la gente denomina “literatura” a los
escritos que le parecen buenos: la literatura es una forma de
escribir altamente estimada, pero no es objetiva ni
inmutable.
 Los juicios de valor son variables, se relacionan con las
ideologías, en cuanto criterios hondamente arraigados, si
bien a menudo inconscientes. No se refiere exclusivamente
al gusto personal, son también a lo que dan por hecho
ciertos grupos sociales.
De los diversos instrumentos del hombre, el más
asombroso es, sin duda, el libro.
Los demás son extensiones del cuerpo.
El microscopio, el telescopio, son extensiones de su
vista; el teléfono es extensión de la voz;
luego tenemos el arado y la espada,
extensiones de su brazo.
Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de
la memoria y de la imaginación.

Jorge Luis Borges “El libro” en Borges oral, Barcelona,


Bruguera, 1980, pág.13.

Nada hay más útil que la literatura, porque ella nos


enseña a interpretar la ideología y nos convierte en
seres libres al demostrarnos que todo puede ser
creado y destruido, que las palabras se ponen una
detrás de la otra como los días en el calendario, que
vivimos, en fin, un simulacro, en una realidad
edificada, como los humildes poemas o los grandes
relatos, y que podemos transformarla a nuestro gusto,
abriendo o cerrando una página, escogiendo el final
que más nos convenga, sin humillarnos a verdades
aceptadas con anterioridad. Porque nada existe con
anterioridad, sólo el vacío, y todo empieza cuando el
estilete, la pluma, el bolígrafo, las letras de la máquina
o el ordenador se inclinan sobre la superficie de la piel
o del papel para inaugurar así la realidad...

García Montero, L (1993) Confesiones poéticas, Granada, p. 144


Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una
novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche
tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella
la había robado de la biblioteca de cedro donde
el tío guardaba sus libros preferidos.
Pasaron los años y Lucía viajó y vivió mucho.
Durante su viaje iba siempre acompañada por
los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que
ella había escuchado, con sus ojos, en la
infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo
reconocería. Tanto le ha crecido adentro que
ahora es otro, ahora es suyo.

Eduardo Galeano (1993) “La función del lector/1” en


El libro de los abrazos, Catálogos, Bs.As.
PARA PROGRESAR EN EL DESARROLLO DE LA
COMPETENCIA LITERARIA HAY QUE PASAR DE:

1) sentir la literatura como algo ajeno a sentirse


implicados en ella

2) del dominio incipiente de las habilidades lectoras


a su dominio experto

3) del conocimiento implícito de las convenciones al


conocimiento explícito

4) de la apreciación de un corpus restringido a otro


más amplio

5) de formas limitadas de fruición a formas diversas

6) de la interpretación más literal a la más compleja

7) de la recepción descontextualizada al uso de la


contextualización

COLOMER, Teresa (2002) “¿Qué significa progresar en


competencia literaria?” en Textos en Contextos V, Lectura y
Vida, pág. 9 a 22
La escuela y la universidad deberían
servir para hacernos entender que
ningún libro que hable de un libro
dice más que el libro en cuestión;
en cambio hacen todo lo posible
para que crea lo contrario. Por una
inversión de valores muy difundida,
la introducción, el aparato crítico, la
bibliografía, hacen las veces de una
cortina de humo para esconder lo
que el texto tiene que decir y que
sólo puede decir si se le deja hablar
sin intermediarios que pretendan
saber más que él.
ÏTALO CALVINO (1991) Por qué leer
a los clásicos, Tusquetz, Barcelona, p. 16
EL FIN DE LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA EN LA ESCUELA

LA EDUCACIÓN LITERARIA DE LOS ALUMNOS


(más que la enseñanza de la literatura)

 promueve la adquisición y el desarrollo del sentido de lo estético


 el contacto con universos ficcionales,
 el acrecentamiento de las habilidades de interacción con el
“texto literario”
 promueve el logro y acrecentamiento de la

COMPETENCIA LITERARIA.

 Es una capacidad específica, que agrupa un conjunto de


habilidades que permiten tanto la producción de estructuras
poéticas, como la comprensión de sus efectos” (Bierwich)

 La educación literaria consiste en la adquisición y desarrollo de


esta específica capacidad, que no es innata, sino que se aprende
por medio de la lectura de variedad de textos fundamentalmente
de los que tienen valor poético, para formar lectores
competentes, en una suerte de sucesivos “pactos literarios” entre
autores y lectores.

 Es el desarrollo de un aprendizaje que lleva a los alumnos a:

 ser capaces de “conocer las formas de pensar la realidad


acumuladas por la literatura”

 de “incorporarse al diálogo de la humanidad, al ágora de la


reflexión sobre la cualidad humana y su percepción del mundo, al
contacto con todas las formas del lenguaje”

 es “adquirir la posibilidad de reflexión que supone el mundo


formado exclusivamente por la palabra” (Colomer, 2002)

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