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CAPÍTULO 11

LA POSICION ESQUIZO-PARANOIDE

e OMO sugerí en el capítulo anterior, el concepto de fantasía


inconsciente tal como lo utiliza Melanie K!ein implica mayor
grado de organización yoica del que suponía Freud. La discu-
sión que sostienen los analistas sobre el estado del yo en los
primeros meses de la infancia no se reduce a una cuestión de
mutuos malentendidos o diferente utilización del lenguaje. Se
trata de una verdadera divergencia, muy importante, sobre
cómo son realmente las cosas. Por supuesto, las experiencias
atribuidas al bebe dependerán del cuadro que se tenga de su
yo en cada etapa. Para que una descripción de los procesos
implicados tenga sentido, debe comenzar describiendo al yo.
Según Melanie Klein, hay suficiente yo al nacer como para
sentir ansiedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer
primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad.
Esta concepción no difiere por completo de la de Freud. Al-
gunos conceptos de Freud implican, al parecer, la existencia
de un yo temprano. Freud describe también un mecanismo de
defensa temprano, la deflexión del instinto de muerte, que ocu-
rre al comienzo de la vida, y su concepto de realización-alucío
natoria-de-deseos implica un yo capaz de establecer una rela-
ción objetal en la fantasía.
Suponer que desde el principio el yo es capaz de sentir ano
siedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer relaciones
objetales no significa que al nacer el yo se parezca mucho al
de un bebe bien integrado de seis meses, no digamos al de un
niño o de un adulto plenamente desarrollado.
Al principio el yo está muy desorganizado, pero de acuerdo
con la orientnción general del crecimiento fisiológico y psicoló.
30 HANNA SEGAL

gico tiene desde el comienzo la tendencia a integrarse. A veces,


bajo el impacto del instinto de muerte yde una ansiedad into-
lerable, esta tendencia pierde toda efectividad y se produce una
desintegración defensiva, de la que luego se dirá más. Por lo
tanto, en las primeras etapas del desarrollo el yo es lábil, se ha-
Ila en estado de constante fluencia, su grado de integración
varía de día en día, y hasta de un momento a otro.
El yo inmaduro del bebe está expuesto desde el nacimiento
a la ansiedad provocada por la innata polaridad de los instin-
tos -el conflicto inmediato entre instinto de vida e instinto de
muerte. Está también inmediatamente expuesto al impacto de
la -realidad externa, que le produce situaciones de ansiedad,
por ejemplo el trauma del nacimiento, pero también le da vida,
por ejemplo el calor, amor y alimento provenientes de la ma-
dre. Cuando se ve enfrentado con la ansiedad que le produce
el instinto de muerte, el yo lo deflexiona. Esta deflexión del
instinto de muerte, descrita por Freud, consiste, según Melanie
Klein, en parte en una proyección, en parte en la conversión
del instinto de muerte en agresión.
El yo se escinde y proyecta fuera su parte que contiene
el instinto de muerte, poniéndola en el objeto externo original:
el pecho. Es así como el pecho -al que se siente conteniendo
gran parte del instinto de muerte- llega a experienciarse como
malo y amenazador para el yo, dando origen a un sentimiento
de persecución. De este modo, el miedo original al instinto de
muerte se transforma en miedo a un perseguidor. A menudo se
siente que la intrusión del instinto de muerte en el pecho escin-
de a éste en muchos pedazos, de manera que el yo se encuentra
ante multitud de perseguidores. Parte del instinto de muerte
que queda en el yo se convierte en agresión y se dirige contra
los perseguidores.
Al mismo tiempo .:;e establece una relación con el objeto
ideal. Así como se proyecta fuera el instinto de muerte, para
evitar la ansiedad que surge de contenerlo, así también se pro-
yecta la libido, a fin de crear un objeto que satisfaga el im-
pulso instintivo del yo a conservar la vida. Lo mismo que pasa
con el instinto de muerte, pasa con la libido. El yo proyecta
parte de ella fuera, y la restante la utiliza para establecer una
relación libidinal con ese objeto ideal. De este modo, muy
pronto el yo tiene relación con dos obj etos: el obj eto prima-
rio, el pecho, está en esta etapa disociado en dos partes, el
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANJE KLEIN 31

pecho ideal y el persecutorio. La fantasía del objeto ideal se


fusiona con experiencias gratificadoras de ser amado y ama-
mantado por la madre externa real, que a su vez confirman di-
cha fantasía. En forma similar la fantasía de persecución se
fusiona con experiencias reales de !,rivación y dolor, atribuidas
por el bebe a los objetos persecutorios. Así, la gratiHcación,
no sólo satisface la necesidad de bienestar, amor y nutrición;
también se la necesita para mantener a raya la aterradora per-
secución. A su vez la privación se convierte no sólo en falta de
gratificación, sino también en amenaza de ser aniquilado por
los perseguidores. El objetivo del bebe es tratar de adquirir y
guardar dentro de sí al objeto ideal, e identificarse con éste, que
es para él quien le da vida y lo protege, y mantener fuera el
objeto malo y las partes del Yo que contienen el instinto de
muerte. La ansiedad predominante de la posición esquizo-
paranoide es que el objeto u objetos persecutorios se introdu-
cirán en el yo y avasallarán y aniquilarán tanto al objeto ideal
como al Yo. Estas características de la ansiedad y de las rela-
ciones objetales experienciadas durante esta fase del desarrollo
llevaron a Melanie Klein a denominarla posición esquizo-para-
noide, ya que la ansiedad predominante es paranoide, y el es-
tado del yo y de sus objetos se caracteriza por la escisión, que
es esquizoide.
Contra la abrumadora ansiedad de ser aniquilado el yo de-
sarrolla una serie de mecanismos de defensa . siendo probable-
mente el primero el uso defensivo de la introyección y de la ,
proyección. Hemos visto que, como expresión de los instintos
y a la vez como recurso defensivo, el yo se esfuerza por intro-
yectar lo bueno y proyectar lo malo. Pero no es ésta la única
forma en que se utilizan la introyección y la proyección. Hay
situaciones en que se proyecta lo' bueno, para mantenerlo a
salvo de lo que se siente como abrumadora maldad interna, y
situaciones en que se introyectan los perseguidores e incluso se
hace una identificación con ellos, en un intento de controlarlos.
El rasgo constante es que en situaciones de ansiedad aumenta
la disociación y se utilizan la proyección y la introyección para
mantener a los objetos persecutorios tan alejados como sea
posible de los objetos ideales, a la vez que se mantiene a ambos
bajo control. La situación puede fluctuar rápidamente, y sen-
tirse a los perseguidores ora fuera, dando la sensación de una
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amenaza externa, ora dentro, produciendo temores de carácter


hipocondríaco.
La escisión se vincula con la creciente idealización del ob-
jeto ideal, cuyo propósito es mantenerlo bien alejado del obje-
to persecutorio y hacerlo invulnerable, Esta idealización extre-
ma se vincula también con la negación mágica omnipotente.
Cuando la persecución es tan intensa que se haee insoporta-
ble, se la puede negar completamente. Esta negación mágica
se basa en la fantasía de total aniquilación de los perseguido-
res. Otra forma de utilizar la negación omnipotente como de-
fensa contra la persecución excesiva es idealizar al objeto per-
seguidor mismo, y tratarlo como ideal. A veces el yo se identi-
fica con este objeto pseudo-ideal.
Este tipo de idealización y negación omnipotente de la
persecución se ve a menudo en el análisis de pacientes esqui-
zoides, que en su infancia fueron "bebes perfectos", que nunca
protestaban ni lloraban, como si toda experiencia hubiera sido
buena para ellos. En la vida adulta, estos mecanismos conducen .
a una falta de discriminación entre lo bueno y lo malo y a
fijaciones en objetos malos que deben ser idealizados.
De la proyección original del instinto de muerte surge otro
mecanismo de defensa, extremadamente importante durante
esta fase del desarrollo: la identificación proyectiva. En la
identificación proyectiva se escinden y apartan partes del Yo y
objetos internos y se los proyecta en vel objeto externo, que
queda entonces poseído y controlado por las partes proyec-
tadas, e identificado con ellas.
La identificación proyectíva tiene múltiples propósitos: se
la puede dirigir hacia el objeto ideal para evitar la separación,
o hacia el objeto malo para obtener control de la fuente de
peligro. Se pueden proyectar varias partes del Yo con diversos
propósitos: se pueden proyectar partes malas del Yo tanto para
librarse de ellas como para atacar y destruir al objeto; se pue-
den proyectar partes buenas para evitar la separación o para
mantenerlas a salvo de la maldad interna. o para mej orar al
objeto externo a través de una especie de primitiva reparación
proyeetiva. La identificación proyectiva comienza en cuanto
se instala la posición esquizo-paranoide en relación con el pe-
cho, pero persiste y muy a menudo se intensifica cuando se
percibe a la madre como objeto total y la identificación proyec·
tiva penetra en todo su cuerpo.
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 33

, Un ejemplo tomado del análisis de una niñita de cinco años


ilustra algunos aspectos de la identificación proyectiva. Hacia
el final de una sesi ón que tuvo lugar pocas semanas antes de
una larga interrupción , derramó goma de pegar sobre el piso
del cuarto de juegos y sobre sus zapatos. En esa época el con-
tenido de las sesiones giraba especialmente alrededor de los
embarazos. Le interpreté que quería pegarse al suelo para no
tener que irse al final de la sesión, que representaba la inte-
rrupción del tratamiento. Confirmó verbalmente esta interpre-
tación, y a continuación se puso a embadurnar con la goma,
ensuciando más, y haciendo un verdadero "revoltijo". Con
gran satisfacción me dijo: " Pero también es un vómito, ahí
encima de tu piso". Le interpreté que no sólo quería pegarse
al interior de la habitación, sino también al interior de mi
cuerpo donde crecían nuevos bebes, y ensuciar y hacer un "re-
voltijo" en mi interior con el vómito. Al día siguiente me traj o
un gran geranio rojo. Y señalando el tallo y los numerosos
brotes que lo rodeaban, me dijo: "¿Ves? Todos estos bebes
salen del tallo. Este es un regalo para ti". Le interpreté que
ahora quería darmee1 pene y todos los bebitos que salen de él
para compensar el "revoltijo" que sentía que había hecho con
mis bebes y el interior de mi cuerpo el día anterior.
Más tarde, durante esa misma sesión, la par -iente volvió a
tomar la goma de pegar y dijo que iba a dibujar un animal
en el piso, un foxglove 1. Después vaciló, y dijo: "No, el
foxglove (dedalera) ' es una flor". Lo que quería decir era
fox (zorro) . No sabía el nombre de la flor que me había
regalado. "Puede ser un foxglove , también". Mientras pintaba
el zorro en el piso, usando la goma de pegar como pintura,
siguió hablando de zorros. " Entran arrastrándose sin que
nadie se dé cuenta. Tienen boca grande y dientes grandes y
comen pollitos y. huevos". Y agregó, con gran satisfacción:
"Este era un zorro muy resbaladizo, porque nadie lo podía ver
sobre el piso y la gente se resbalaba y se rompía las piernas".
De modo que la flor fo xglove que me había ofrecido era
una expresión de su parte de "z orra resbaladiza". Era su parte
"zorra resbaladiza", mala, dañina (identificada también con
el pene de su padre), lo que quería deslizar dentro de mí para
que siguiera viviendo en mi interior y destruyera mis huevos y

1 La paciente confunde [oxgloue (dedalera) con fox (zorro). [T .]


34. HANNA SEGAL

mi s bebes. Al hacerlo conseg uía librarse de una parte de sí


mi sma 'que no le gustaba y de la que se sentía culpable, y al
mi smo tiemp o, en su fantasía tomab a posesión del cuerpo de
su m adre-an ali sta y destruía a los otros bebes, com o había
esta do haciendo C0n su vómito en la sesión anterior. Como
se h abía librad o de su parte mala , podía sentirse buena, la
nenita bu ena que ofrece una flor a su an alista , cua ndo en reali-
dad la está dañando secr etament e. El " zorro resbaladizo" que
nadie p odí a ver se conver tía así en símbolo también de su
hipocr esía.
A la sesión siguiente le asustaba entra r en la habitación;
entró cautelosamente, examinó el piso y abrió de mala gana
su caj ón. En esa etapa de su an áli sis, ésta era una conducta
desusada y recordaba un período anteri or cn que temía al león
de juguete de su caj ón. Para ella la fant asía implicada en la
id entifi cación proyeetiva era algo mu y re al. Al día siguiente de
pintar el zorro r esb aladiz o, el cua r to de ju egos y el ca jón -que
r epresentaba mi cuerpo-,- se habían convertido en un lugar
qu e contenía un anímal peligr oso. Cuando le interpreté esto,
r ecordó qu e hab ía tenido una pesadilla e n la qu e aparecía un
animal enorme. Su ansieda d disminuyó, y abrió su cajón de
ju gu etes.
Para ella, hasta este punto, yo contenía una parte peligrosa
de ella mi sma , de la qu e ahora se sentía completamente diso-
ciada; sus asociaciones con el sueño mostraron también que
mu y poco después yo me había conver tido por enter o en el
zorro peligroso mismo. Es to se vio más tarde en la misma
sesión, cuando dijo que el animal peligroso de su sueño tenía
"anteojos, como tú , y la mi sma boca grandota".
En el ejemplo anterior, la id entificación pr oyectiva se -uti-
liza como defen sa contra la sepa r ación inminent e y como me-
dio de contr olar al obje to y de atacar a rival es -los beb es de
mi interior. La parte proyectada - el vómito y el zorro resba-
ladizo- es principalmente la parte mala, voraz y destructiva,
estando también id entificad o el " zorro r esbaladizo" con el pene
malo introyectado, lo qu e forma la base de una mala relación
homosexual. Como resultado de esta proyección, la analista
aparecía primero como conteniendo esta parte mala y siendo
contr olada por ella, pero gr adualmente la paciente llegó a iden-
tificar por completo a la analista con di cha parte.
Cuando los mecanismos de proyección, introyección, esci-
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 35

sión, idealización, negación, e identificación proyectiva e intro-


yectiva no alcanzan a dominar la ansiedad y ésta invade al yo,
puede surgir la desintegración del yo como medida defensiva.
El yo se fragmenta y escinde en pedacitos para evitar la expe-
riencia de ansiedad. Este mecanismo, muy dañino para el yo,
generalmente aparece combinado con la identificación proyec-
tiva: de inmediato se proyectan las partes fragmentadas del
yo. Este tipo de identificación proyectiva es de carácter pato-
lógico cuando se la utiliza extensamente. Trataremos esto con
más detalle en el próximo capítulo.
El bebe utiliza diversos mecanismos de defensa para pro-
tegerse de sentir, al principio, el miedo a la muerte desde den-
tro, y a los perseguidores externos e internos, una vez que ha
deflexionado el instinto de muerte. Pero todos esos mecanismos
originan a su vez ansiedades propias. Por ejemplo, la proyec-
ción hacia fuera de malos sentimientos y partes malas del Yo
produce persecución externa. La reintroyección de persegui-
dores origina ansiedad hipocondríaca. La proyección hacia
fuera de partes buenas produce la ansiedad de quedar vacío
de bondad e invadido por perseguidores. La identificación pro-
yectiva origina diversas ansiedades. Las dos más importantes
son las siguientes: el miedo de que el objeto atacado proyecte
sobre uno en retaliación, y la ansiedad de tener partes de uno
mismo aprisionadas y controladas por el objeto en el que se
las ha proyectado. Esta última ansiedad es particularmente In-
tensa cuando se proyectaron partes buenas del Yo, lo que pro-
duce la sensación de haber sido robado de estas partes buenas
y de ser controlado por otros objetos.
La desintegración es el más desesperado de todos los inten-
tos del yo para protegerse de la ansiedad. A fin de no sufrirla
el yo hace lo que puede por no existir, intento que origina una
aguda ansiedad específica: la de hacerse pedazos y quedar
pulverizado.
El material siguiente, perteneciente a un paciente no-psicó-
tico, muestra algunos de estos mecanismos esquizoides. El pa-
ciente, un abogado de mediana edad, comenzó una sesión co-
mentando que yo me había demorado unos minutos. Agregó
que en las pocas oportunidades en que esto había sucedido ano
tes, . él había advertido que yo me retrasaba o en la primera
sesión de la mañana o en la sesión que seguía al almuerzo.
Comentó que cuando yo. me retrasaba, lo hacía porque prolon-
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gaba mis momentos libres usurpando minutos de la sesion.


El, en cambio, nunca hacía esperar a un diente por alguna
razón personal, pero sí por estar ocupado con otro cliente.
En este contexto dejó entrever claramente que mi conducta
en este aspecto le parecía más recomendable que la suya. Co- _
mentó cuán incapaz se sentía de enfrentar la agresión de sus
clientes. Dijo también que por eso no podía terminar a tiempo
las entrevistas. Ambos conocíamos muy bien tanto su incapa-
cidad para manejar sus asuntos como sus ofendidas protestas
de inocencia: él nunca hacía nada por su propio bien -siempre
algunos clientes interferían con otros. Poco después de estos
comentarios dijo que había tenido un sueño relacionado con
retrasarse. En el sueño aparecían "fumadores". (Hacia muy
poco tiempo este paciente había atendido profesionalmente a
delincuentes, y se había comportado en forma muy ornnipo-
tente, Estos asuntos le proporcionaron bastante éxito y dinero,
pero después le pareció que su éxito había sido ruin, y se sin-
tió culpable y avergonzado. Algunos de estos clientes delin-
cuentes fumaban mucho, y él ocasionalmente se refería a ellos
como a los "fumadores".)
En el sueño multitud de fumadores invadían su departa-
mento y el despacho contiguo. Fumaban y bebían por todas
partes y desordenaban todo; querían que él los acompañara y
se mostraban muy insistentes. De repente se daba cuenta de que
en la sala de espera estaba el cliente citado para esa hora y
advertía que no podría entrevistarlo a causa de los fumadores
que habían invadido su departamento. Desesperado y enojado,
los empujaba para que se fueran y así poder atender a su clien-
te. Agregó que ahora, al relatar el sueño, sentía que probable-
mente se las había arreglado para echar a los fumadores y
creía que había conseguido ver a su cliente a tiempo. En algún
momento del sueño entraba su esposa y le decía que ella había
asistido a la sesión en su lugar, pues evidentemente él no podría
enfrentarse con los fumadores y con el cliente que lo esperaba,
y además llegar a tiempo a la sesión. Esto, en el sueño, lo
deprimía mucho. Sus asociaciones con el sueño se refirieron
principalmente a los "fumadores". Comentó en qué forma vo-
raz y descontrolada fumaban y bebían, qué des~)fIJli.jvs_ sucios
y desconsiderados eran, y cómo habían dejado su departa-
mento hecho un "revoltijo". Estaba seguro de que estos fuma-
dores representaban la parte de él que CDIl su avidez de éxito,
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dinero y satisfacción fácil, convertía su vida y su análisis en


un "revoltijo".
Pero en sus asociaciones, por sinceras que fueran, se ad-
vertía una omisión evidente: no se había referido al hecho de
que yo misma fumaba mucho, aunque esto había aparecido
con frecu encia en su análisis, y en el pasado los "fumadores"
me habían representado a menudo como peligrosa mujer fálica.
No consigno aquí los detalles del resto de la sesión porque
el sueño en sí es muy claro y lo que nos interesa es su aspecto
teórico -la ilustración de ciertos mecanismos. Los fumadores
representaban ante todo una parte de mí. En el sueño el objeto
del paciente, yo corno representante de la figura parental, es-
taba escindido. Por una parte, estaba la analista con quien que-
ría reunirse para tener su sesión; por otra parte, la multitud
de fumadores que invadían su departamento y le impedían lle-
gar hasta ella. En la medida en que yo era un objeto bueno,
estaba representada por una sola figura, la analista, y posible-
mente también por el cliente que lo .esperaba en la sala y con
quien sentía que podía entenderse. Pero mi parte mala no
estaba representada por un solo fumador, sino por una verda-
dera multitud de fumadores . O sea que percibía al objeto malo
escindido en multitud de fragmentos persecutorios. La escisión
entre mi aspecto bueno y el aspecto fumador se mantenía tan
rígidamente que en sus propias asociaciones el paciente no
vinculó a los fumadores conmigo.
Esta escisión en el objeto se acompañaba de -yen realidad
estaba producida por- una escisión en el yo. La parte buena
estaba representada por el paciente que, en el sueño, quería
concurrir a la sesión -y a la vez el paciente que , como buen
abogado, quería entrevistar a su propio cliente a la hora conve-
nida. No podía tolerar su parte mala, su parte incontrolada,
voraz, exigente, ambiciosa y embrolladora. La escindía en múl-
tiples pedazos y la proyectaba en mí, escindiéndome entonces
también a mí en múltiples pedazos; y como no podía tolerar
la persecución resultante y la pérdida de su analista buena,
escindía y apartaba además mi parte mala fragmentada y la
desplazaba a los "fumadores", preservándome entonces en parte
corno objeto bueno.
Este material revela con bastante claridad por qué nunca
podía manej al' bien su actividad profesional y su relación con
sus clientes. En realidad, los clientes no eran personas para él.
38 HANNA SEGAL

Cada cliente representaba pedazos escindidos y apartados de


una figura parental mala, a quien yo representaba en la trans-
ferencia. Esta figura contenía pedazos de él mismo escindidos
.y apartados y proyectados. En realidad no podía manejarse
con sus clientes más de lo que había podido manejarse con estas
partes malas de sí mismo.
A la luz de este sueño se aclara también por qué le parecía
mejor retrasarse, como yo, después de las horas libres, en vez
de retrasarse, como él, cuando la culpa er a de otro - aunq ue
esto también implica una negación de mi real negligencia al re-
trasarme, Lo que trataba de expresar era que me sentía capaz
de r espon sabilizarme por mi propia mala conducta sin proyec-
tarla. El sentía que yo podía expresar mi voracidad, mi des-
controlo mi agresión, y podía también responsabilizarme total-
mente por ellos; él en cambio se sentía tan voraz, destructivo
y embrollador que no podía responsabilizarse por el control de
esta parte de sí y necesitaba proyectarla en otros, principal.
m ente 'en sus clientes.
Este sueño muestra una serie de mecanismos esquizoides:
la escisión del objeto y del Yo en una parte buena y una parte
mala; la idealización del objeto bueno y la escisión de la parte
mala del Yo en pequeños fragmentos; la proyección de partes
malas en el objeto con la sensación r esultante de ser perseguido
por multitud de objetos malos. El método de proyectar partes
malas del Yo divididas en muchos fragmentos, típico de
las defensas esquizoides, era característico de este paciente.
Una vez soñó que se enfrentaba con muchos pequeños japone.
ses enemigos. Según mostraban sus asociaciones los japoneses
representaban su orina y heces, en las que ponía partes recha-
zadas de sí mismo y luego proyectaba la orina y heces en sus
objetos. En otra oportunidad escribió un artículo para un perió-
dico extranjero, y al pensar en él durante una sesión, le pareció
que tendría muy mal efecto mo ral sobre los lectores. Se consoló
pensando que como "quedaba muy lejos" las consecuencias no
le alcanzarían. En su sueño posterior, el artículo estaba repre-
sentado por "un poquito de mierda en China".
Este paciente utilizaba mecanismos esquizoides principal.
mente como defensa contra ansiedades de la posición depre-
siva, en especial la culpa; pero la defensa en el sueño con los
fumadores resultaba sólo parcialmente exitosa porque no había
proyectado completamente los impulsos malos en los fuma-
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 39

dores. Incluso en el sueño mismo, el paciente se sentía respon-


sable por los fumadores, culpable por su relación para con el
cliente y para conmigo misma, y muy consciente del sentimiento.
de pérdida de su objeto bueno.
Pero no sentía que la culpa del sueño estuviera directamente
relacionada con su voracidad, ambición, etcétera. Se sentía
culpable de debilidad; expresó esto al comienzo de la sesión,
diciendo que siempre se demoraba por S11 debilidad en el trato
con los clientes. Esta debilidad, que sentía consciente e intensa-
mente, se relacionaba con la proyección de su parte agresiva,
que le hacía sentirse desamparado para enfrentar la persecu-
ción de sus pedazos proyectados, de los que no podía renegar.
Al mismo tiempo, esta proyección de su parte agresiva le hacía
sentirse débil y desvalido, porque le parecía que la proyección
había vaciado a su yo, aungue fuera de partes que él conside-
raba malas.
Al describir la posición esquizo-paranoide insistí en las
ansiedades y defensas vinculadas con ella. Esto podría presentar
un cuadro engafioso xle los primeros meses del bebe. Es nece-
sario recordar que el bebe normal no pasa la mayor parte del
tiempo en estado de ansiedad. Por el contrario, en circuns-
tancias favorables pasa la mayor parte del tiempo durmiendo,
mamando, disfrutando de placeres reales o alucinados, y de
este modo asimilando gradualmente su objeto ideal e integrando
su yo. Pero todos los bebes tienen períodos de ansiedad, y las
ansiedades y defensas que constituyen el núcleo de la posición
esquizo-paranoide son parte normal del desarrollo humano.
Ninguna experiencia del desarrollo humano se borra o des-
aparece jamás; debemos recordar que hasta en el individuo más
normal ciertas situaciones removerán las ansiedades tempranas
y pondrán en funcionamiento los tempranos mecanismos de
defensa. Además, en una personalidad bien integrada, todas las
etapas del desarrollo quedan incluidas, ninguna está escindida
y apartada o rechazada; y ciertas conductas del yo en la
posición esquizo-paranoide Son realmente muy importantes para
el desarrollo posterior, del que sientan las bases. Deben des-
empeñar un papel en la personalidad más madura e integrada.
Una de las conductas de la posición esquizo-paranoide es
la escisión. La escisión es lo que permite al yo emerger del
caos y ordenar sus experiencias. Por excesivo y extremo que
pueda ser al comienzo, este ordenamiento de la experiencia que
40 HANNA SEGAL

acompaña al proceso de escindir al objeto en uno bueno y otro-


malo sirve, sin embargo, para ordenar el universo de las im-
presiones emocionales y sensoriales del niño y es una condi-
ción previa para la integración posterior. Es la base de lo que
será después la capacidad de discriminar, cuyo origen es la
temprana diferenciación entre lo bueno y lo malo. Hay otros
aspectos de la escisión que persisten en la madurez y que tienen
mucha importancia en ella. Por ejemplo, la capacidad para
prestar atención, o para suspender la propia emoción con el
propósito de formarse un juicio intelectual, no se alcanzaría
sin la capacidad para hacer una escisión temporaria y rever-
sible.
La escisión es también la base de lo que más tarde llegará
a ser la represión. Si la escisión temprana ha sido excesiva y
rígida, la represión posterior probablemente será la excesiva
rigidez neurótica. Cuando la escisión temprana ha sido menos
severa, la represión lesionará menos al su jeto, y el inconsciente
estará en mej or comunicación con la mente consciente.
De este modo la escisión, siempre que no sea excesiva y no
conduzca a la rigidez, es un mecanismo de defensa de gran im-
portancia, que no sólo sienta las bases de mecanismos poste-
riores y menos primitivos, como la represión, sino que sigue
funcionando en forma atemperada a lo largo de toda la vida.
Con la escisión se relacionan la ansiedad persecutoria y la
idealización. Por supuesto que ambas distorsionan el juicio,
cuando conservan su forma original en la vida adulta, pero al>
gun0s elementos de ansiedad persecutoria e idealización están
siempre presentes en las emociones de la vida adulta y desem-
peñan un papel en ellas. Es necesario cierto grado de ansiedad
persecutoria para poder reconocer, evaluar y reaccionar ante
circunstancias externas realmente peligrosas. La creencia en la
bondad de los objetos y de uno mismo se basa 'en la idealiza-
ción, precursora de buenas relaciones objetales. La relación con
un objeto bueno contiene generalmente cierto grado de ideali-
zación, y esta idealización persiste en muchas situaciones, como
enamorarse, apreciar la belleza, formarse ideales sociales o po-
líticos -emociones que, aunque no sean estrictamente raciona-
les, incrementan la riqueza y variedad de nuestras vidas.
También la identificación proyectiva tiene sus aspectos va-
liosos. Ante todo, es la forma más temprana de empatía, y la
capacidad para "ponerse en el lugar del otro" se basa tanto
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 41

en la identificación proyectiva como introyectiva. En la iden-


tificación proyectiva se basa también la primera clase de for-
mación de símbolos. Al proyectar partes de sí en el objeto e
identificar partes del objeto con partes del Yo, el yo forma
sus primeros y más primitivos símbolos.
Por consiguiente, no debemos considerar a los mecanismos
de defensa de la posición esquizo-paranoide sólo como meca-
nismos de defensa que protegen al yo de ansiedades inmediatas
y abrumadoras, sino también como etapas progresivas del
desarrollo.
Esto nos lleva a preguntarnos cómo sale el individuo nor-
mal de la posición esquizo-paranoide, Para que la posición
esquizo-paranoide dé lugar, en forma gradual y relativamente
no perturbada al siguiente paso del desarrollo, la posición de-
presiva, la condición previa necesaria es que las experiencias
buenas predominen sobre las malas. A este predominio contri-
buyen tanto factores internos como externos.
Cuando las experiencias buenas predominan sobre las ma-
las, el yo llega a creer que el objeto ideal prevalece sobre los
objetos persecutorios, y que su propio instinto de vida predo-
mina sobre su propio instinto de muerte. Estas dos creencias,
en la bondad del objeto y en la bondad del Yo, van juntas, ya
que el yo continuamente proyecta fuera sus propios instintos,
distorsionando así los objetos, y también introyecta sus obje-
tos identificándose con ellos. El yo se identifica repetidamente
con el objeto ideal, adquiriendo así mayor fuerza y mayor
capacidad para enfrentarse con ansiedades sin recurrir a vio-
lentos mecanismos de defensa. Disminuye el miedo a los per-
seguidores y disminuye también la escisión entre objetos per-
secutorios e ideales. Se permite a ambos que se aproximen más
y esto los prepara para la integración. Simultáneamente, a
medida que el yo se siente más fuerte y con mayor afluencia
de la libido, 'va disminuyendo la escisión dentro del yo. Su rela-
ción con el objeto ideal es más estrecha, y le asusta menos su
propia agresión y la ansiedad que ésta le provoca; sus partes
buenas y malas pueden entrar en mayor contacto. A la vez que
disminuye la escisión y el yo tolera más su propia agresión,
disminuye la necesidad de proyectar y el yo puede tolerar
cada vez mejor su propia agresión y sentirla como parte de sí,
sin verse impulsado a proyectarla constantemente en sus ohje-
tos. De esta manera, el yo se prepara para integrar sus objetos,
42 HANNA SEGAL

para integrarse él mismo y, por la disminución de los mecanis-


mos pro yectivos, distingue cada vez mej or entre lo que es Yo
y lo que es objeto. De este modo se prepara el terreno para
la posición depresiva. Pero la situación es muy diferente cuan-
do las experiencias malas predominan sobre las buenas, situa-
ción que describiré al tratar la psicopatología de la posición
esquizo-paranoide.

BIBLIOCRAFIA

MET,ANIR KLETN: "Notes on sorne Schizoid Meehanisrns", Deuelopments


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Hay versión castellana: Nuevas direcciones en psicoan áíisis, Bue-
nos Aires. Paidós, 1965.
- Y otros: OUr Adult Wo rld and Other Essavs (Cap . 3).
HANNA SEGAL: "Sorne Schizoid Mechanisrns Underlying Phobia For-
rnation", l. ]. P ., vol. 35 (1954).
CAPÍTULO V

LA POSICION DEPRE,~IVA

A cómo
describir la posición esquizo-parsnoide, traté de mostrar
L
el manejo exitoso de las ansiedades de los primeros
meses del desarrollo lleva al bebe a organizar gradualmente
su universo. A medida que los procesos de escisión, proyección
e introyección le ayudan a ordenar sus percepciones Y emocio-
nes y a separar lo bueno de lo malo, el bebe se encuentra ante
dos objetos: un objeto ideal y un objeto malo. Ama al objeto
ideal, trata de adueñarse de él, de conservarlo y de identificar-
se con él. En el objeto malo ha proyectado sus impulsos agre-
sivos y lo siente como una amenaza para sí mismo y para su
obj eto ideal.
Si el desarrollo se efectúa en condiciones favorables, el
bebe siente cada vez más que su objeto ideal y sus propios im-
pulsos libidinales son más fuertes que el objeto malo y sus
propios impulsos malos; se puede identificar cada vez más con
su objeto ideal, y gracias a esta identificación y también al
crecimiento y desarrollo fisiológico de su yo, siente que éste
se va fortificando y capacitando para defenderse a sí mismo y
al objeto ideal. Cuando el bebe siente a.ue su yo es fuerte, y a la
vez firme poseedor de un objeto ideal fuerte, sus propios im-
pulsos malos le asustan menos y se ve entonces menos impelido
a proyectarlos afuera. Al disminuir la proyección de los impul-
sos malos disminuye también el poder atribuido al objeto malo,
mientras que el yo se fortifica, pues la proyección lo empobrece
menos. El bebe tolera mejor el instinto de muerte dentro de sí
y decrecen sus temores paranoides; disminuyen la escisión y
la proyección y gradualmente puede predominar el impulso
a la integración del yo y del objeto.
72 HANNA SEGAL

Desde el principio hay tanto una tendencia hacia la inte-


gración como hacia la escisión, y a lo .largo del desarrollo, in-
cluso en los primeros meses, el bebe pasa por momentos de
integración más o menos completa. Pero cuando ros procesos
integradores se hacen más estables y continuos surge una nueva
fase de desarrollo: la posición depresiva.
Melanie Klein definió la posición depresiva como la fase
del desarrollo en que el bebe reconoce un objeto total y se rela-
ciona con dicho objeto. Este 'es un momento crucial del desa-
rrollo infantil, que el lego advierte claramente. Todos los que
rodean al bebe perciben en él un cambio y lo consideran un
pr<~greso enorme - advierten y comentan que ahora el bebe
reconoce a su madre. Como sabemos, enseguida comienza 3
reconocer también a otras personas de su ambiente, general.
mente primero al padre. Cuando el bebe reconoce a su madre,
esto significa que ya la percibe como objeto total. Cuando deci-
mosque el bebe reconoce a la madre como objeto total, con-
trastamos esto tanto con relaciones de objeto parcial como
con relaciones de objeto disociado¡ o sea que cada vez más
el bebe se relaciona no sólo con el pecho, manos, rostro, ojos
de la madre como objetos diferenciados, sino con la madre co-
mo persona total, que puede ser a veces buena y a veces mala,
que puede estar presente o ausente, y a 'la que puede amar y
odiar al mismo tiempo. Comienza a percatarse de que sus ex-
periencias buenas y malas no proceden de un ' pecho o madre
buena y de un pecho o madre mala, sino de la misma madre,
que es a la vez fuente de lo bueno y de lo malo. Este reconoci-
miento de la madre como persona total tiene muchas conse-
cuencias,'y abre un mundo de experiencias nuevas. Reconocer
a la madre como persona total significa también reconocerla
como individuo con una vida propia y con sus propias rela-
ciones con otras personas. El bebe descubre cuán desamparado
está, cómo depende totalmente de ella, y cuántos celos le provo-
can los demás.
Este cambio en la percepción del objeto se acompaña de
un cambio fundamental en el yo, pues a medida que la madre
se convierte en objeto total, el yo del bebe se convierte en un
yo total, escindiéndose cada vez menos en sus componentes
buenos y malos. La integración del yo y del objeto prosiguen
simultáneamente. Al disminuir los procesos proyectivos e In-
tegrarse más el yo se distorsiona menos la percepción de los
INTRODUCCION A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 73

objetos, de modo que el objeto malo yel objeto ideal se aproxi-


man el uno al otro. Al mismo tiempo, la introyección de un
objeto cada vez más total estimula la integración del yo. Estos
cambios psicológicos estimulan la maduración fisiológica del
yo, que a su vez los estimula a ellos; la maduración del sistema
nervioso central permite la mejor organización de -Ias percep-
ciones provenientes de diferentes áreas fisiológicas y el desa-
rrollo y organización de la memoria. Al percibir a la madre
como objeto total, el bebe puede recordarla, o sea, recordar
gratificaciones anteriores en momentos en que la madre parece •
frustrarlo, y anteriores experiencias de frustración mientras ella
lo está gratificando. A medida que prosiguen estos procesos de
integración, el bebe reconoce más y más claramente que es una
misma persona -él mismo-e- quien ama y odia a una misma
persona -su madre. Se enfrenta entonces con los conflictos
vinculados con su propia ambivalencia. Este cambio en el es-
tado de la integración yoica y objetal trae consigo un cambio
en las ansiedades del bebe, que se centran ahora en otro punto.
En la posición esquizo-paranoide, el motivo principal de la
ansiedad es que el objeto u objetos malos lleguen a destruir
al yo. En la posición depresiva, las ansiedades brotan de la
ambivalencia, y el motivo principal de la ansiedad del bebe es
que sus propios Impulsos destructivos hayan destruido o lle-
guen a destruir al objeto amado de quien depende totalmente.
En la posición depresiva se intensifican los procesos de in-
troyección. Esto se debe en parte a la disminución de los me-
canismos proyectivos, y en parte a que el bebe descubre cuánto
depende de su objeto, a quien ve ahora corno persona indepen-
diente que puede alejarse de él. Esto aumenta su necesidad de
poseer este objeto, de guardarlo dentro de sí, y si és posible, de
protegerlo de su propia destructividad. La posición depresiva
comienza en la fase oral del desarrollo, en que el amor y la
necesidad provocan el deseo de devorar. La omnipotencia de
los mecanismos de introyección oral hace surgir ansiedad ante
la perspectiva de que los poderosos impulsos destructivos des-
truyan no sólo al objeto bueno externo, sino también al objeto
bueno introyectado. Como este objeto interno bueno forma el ·
núcleo del yo y del mundo interno del bebe, surge en el bebe
la ansiedad de poder ser él mismo el autor de la completa des-
trucción de su mundo interno.
El bebe bien integrado, que puede evocar y conservar su
74. HANNA SEGAL

amor por el objeto bueno, incluso mientras lo odia, está expues-


to a nuevos sentimientos poco conocidos durante la posición
esquizo-paranoidc: el duelo y la nostalgia por el objeto bueno
al que se siente perdido y destruido, y la culpa, una experien-
cia depresiva típica provocada por el sentimiento de que pero
dió a su objeto bueno por su propia destructividad. En la cús-
pide de la ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación
depresiva. El bebe recuerda que ha amado, y en realidad ama
aún a su madre, pero siente que la ha devorado o destruido
y ya no puede recurrir a ella en el mundo exterior. Además,
la ha destruido también como objeto interno, al que siente
ahora hecho pedazos. Para él su mundo interno, identificado
con este objeto, también está hecho pedazos, y vivencia aguo
dos sentimientos de pérdida, culpa y nostalgia, sin esperanzas
de recuperarlo. Además de sufrir por sí mismo sufre por su
madre, pues la ama constantemente, v también porque conti-
nuamente está introyectándola e identificándose con ella. Sus
padecimientos se acrecientan porque se siente perseguido. Esta
persecución se debe en parte a que en la cúspide de los senti-
mientos depresívos reaparece cíerta regresión, por lo cual nue-
vamente se proyectan los malos sentimientos y se los identifica
con perseguidores internos, y en parte a que en cierta medida
se vuelve a sentir como perseguidor al objeto bueno hecho
. pedazos que provoca tan intensos sentimientos de pérdida y
culpa.
He aquí un sueño típico, soñado por una paciente que se
sentía amenazada de caer en desesperación depresiva. Esta pa·
ciente era una maníaco-depresiva, y en la época del sueño
atravesaba un intervalo casi libre de depresión y de manía.
El día anterior al sueño me había planteado que por dificul-
tades económicas quizá no pudiera proseguir su análisis, y me
había preguntado si yo podría seguir atendiéndola aunque no
pudiera pagarme mis honorarios por un tiempo. Como sus difi-
cultades externas parecían muy reales, le di a entender que yo
no pensaba terminar allí su tratamiento.
Al día siguiente, la paciente comenzó la sesión quejándose
de que mi sala de espera era muy fría. Por primera vez había
pensado también que parecía muy grisácea y lúgubre y deplo-
faba que le faltaran cortinas. Tras estas asociaciones contó un
sueño. Dijo que el sueño era muy simple, sólo había en él un
mar de témpanos de hielo. Los témpanos se aproximaban en
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 75

oleadas interminables, de modo que no se· podía ver el mar, el


mar azul mismo, sino sólo esas enormes montañas blancas que
se acercaban en grandes oleadas, una tras otra. En el sueño ella
advertía claramente que esos témpanos de hielo eran muy pro.
fundos y que las montañas blancas y frías sobre la superficie
del mar eran sólo un fragmento del gigantesco hielo baj o la
superficie. Al despertar había pensado que temía caer pronto
en las garras de la depresión. Agregó que este sueño mostraba
más claramente que cualquier sueño anterior cómo sentía real-
mente su depresión -era como estar en las garras de esos tém-
panos, que la llenaban de tal modo que nada quedaba de su
personalidad-; ella misma se convertía en un témpano, sin
que quedara en ella sentimiento ni calor alguno. En asocia-
ción con los témpanos recordó un poema sobre barcos antiguos
y abandonados, que parecían cisnes dormidos. Los témpanos
le recordaban también el cabello blanco y ondulado de una
antigua amiga suya, la señora A.; esta mujer había sido siem-
pre buena con ella, ayudándola siempre, y ella no había corres-
pondido a sus atenciones, lo que le causaba mucha culpa y
aflicción.
Después de estas asociaciones, le interpreté que la sala de
espera fría representaba lo mismo que los témpanos fríos del
sueño: ella debía sentir que su pedido de pagarme menos o
no pagarme del todo me había agotado y empobrecido comple-
tamente (la sala de espera grisácea, lúgubre y sin cortinas);
en realidad, sentía que me había matado, de modo que yo me
parecía ahora a un témpano frío, y la llenaba de culpa y per-
secución.
Agregó .entonces otras asociaciones. Advirtió de pronto
que esas oleadas salvajes tenían forma de pechos. Eran como
pechos muertos o congelados, y sus bordes aserrados seme-
jaban dientes. Luego dijo que la noche anterior se había en-
contrado con la señora A. en una fiesta. Había querido alcan-
zarle una taza de té, pero la señora A. le había dicho "no,
gracias", pues prefería café. Fue en ese momento cuando sintió
que vivenciaba por primera vez en ese día una ligera premoni-
ción de que le iba a reaparecer la depresión. Le pareció que
la señora A. se mostraba fría y la miraba con desaprobación.
Se consoló pensando que quizá estaba triste porque hacía poco
tiempo había muerto su yerno.
Estas asociaciones permiten comprender mej or el sueño
76 HANNA SEGAL

En primer lugar, revelan que había vivenciado inconsciente-


mente su pedido referente al dinero como un ataque voraz en
que mordía y devoraba mis pechos. Además, se trasluce en
ellas qué le originaba realmente el sentimiento de depresión:
siente que después de este ataque no puede repararme (repre-
sentada yo por la señora A.). Hace un intento de reparación,
ofreciendo una taza de té a la señora A., pero se lc rechaza la
reparación: la señora A. prefiere café. Por otro material de
su análisis, ambas sabíamos que para ella la señora A. le había
rechazado su taza de té porque ella; la paciente, era mujer. La
señora A. quería una taza de café de su yerno, representante
del hermano de la paciente. La paciente siente que, al no ser un
hombre, no puede reparar el pecho; en ese momento desapare-
ce su deseo de reparar, y hasta su afliccíón, y la señora A. se
convierte en perseguidora: se muestra fría y la desaprueba. En
el sueño, este elemento de persecución está representado por
los témpanos-pechos dentados. Siente que así como ella nació
y mordió el pecho, ahora un pecho vacío, frío, muerto, y que
la muerde, la está llenando completamente y destruyendo su
propio yo, representado en el sueño por el mar azul no-visible,
La experiencia de depresión moviliza en el bebé el deseo
de reparar a su objeto u objetos destruidos. Anhela compensar
los daños que les ocasionó en sus fantasías omnipotentes, res-
taurar y recuperar sus objetos de amor perdidos, y devolverles
la vida y la integridad. Como cree que la destrucción de su
objeto se debe a sus propios ataques destructivos, cree también
que su propio amor y cuidados podrán deshacer los efectos de
su agresión. El conflicto depresivo es una lucha constante entre
la destructividad del bebe y sus impulsos amorosos y repara-
torios. El fracaso en la reparación conduce a la desesperación,
el éxito, a renovadas esperanzas. Más adelante analizaré algo
más sobre las condiciones necesarias para la reparación. Baste
decir aquí que el bebe resuelve gradualmente las ansiedades
depresivas y recupera externa e internamente sus objetos buenos
al reparar a sus objetos externos e internos en la realidad y
en sus fantasías omnipotentes.
La posición depresiva marca un progreso crucial en el
desarrollo, y durante su elaboración el bebe cambia radical-
mente su concepción de la realidad. Al integrarse ' mas su yo,
al disminuir sus procesos de proyección y al empezar a percibir
su dependencia de un objeto externo y la ambivalencia de sus
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 77

propios instintos y fines, el bebe descubre su propia realidad


psíquica. Advierte su propia existencia, y la de sus objetos como
seres distintos y separados de él. Advierte sus propios impulsos
y fantasías, y comienza a distinguir entre fantasía y realidad
externa. El desarrollo del sentido de la realidad psíquica está
inseparablemente ligado al creciente sentido de la realidad
externa, y el bebe comienza a diferenciar ambas realidades.
La prueba de realidad existe desde el nacimiento, El bebe
"prueba el gusto" de sus experiencias, y las clasifica en buenas
y malas. Pero en la posición depresiva esta prueba de la reali-
dad se afirma más, se hace más significativa y se vincula más
estrechamente con la realidad psíquica. Cuando el bebe reconoce
sus propios impulsos, tanto buenos como malos, los cree orn- .
nipotentes, pero su preocupación por el objeto le hace vigilar
qué efectos tienen sobre él sus impulsos y acciones, yde este
modo prueba gradualmente el poder de sus impulsos y la resis-
tencia de su objeto. En circunstancias favorables, la reapari-
ción de la madre tras su ausencia, su atención .y sus cuidados
reducen gradualmente la creencia del bebe en la omnipotencia
de sus impulsos destructivos. El fracaso de su reparación má-
gica disminuye igualmente su creencia en la omnipotencia de
su amor. El bebe descubre gradualmente tanto los límites de su
odio como los de su amor, y a medida que su yo crece y se
desarrolla encuentra cada vez más recursos para influir real-
mente sobre la realidad externa.
Al mismo tiempo, a 10 largo del desarrollo y elaboración
de la posición depresiva el yo se fortifica, gracias al creci-
miento y a la asimilación de objetos buenos, introyectados en
el yo y en el superyó.
Una vez alcanzado este momento del desarrollo, el bebe
ha establecido su relación con la realidad. El punto de fijación
de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizo-pa-
ranoide y en los comienzos de la posición depresiva. Cuando
se produce una regresión a estos puntos tempranos del des-
arrollo, el sentido de realidad se pierde y el individuo se psico-
tiza. Pero si se alcanzó la posición depresiva y se la elaboró
por lo menos en parte, las dificultades que aparecen en el
desarrollo posterior no son de carácter psicótico, sino neurótico.
Con la .progresiva elaboración de la posición depresiva
cambia totalmente la relación con los objetos. El bebe adquiere
la capacidad de amar y respetar a las personas como seres
78 HANNA SEGAL

separados, diferenciados. Puede ahora reconocer como propios


sus impulsos, responsabilizarse por ellos y tolerar la culpa.
La capacidad recién adquirida de sentir preocupación por sus
objetos lo estimula a aprender gradualmente a controlar sus im-
pulsos.
o' Cambia el carácter del superyó, Los objetos ideales y per-
secutorios introyectados durante la posición esquizo-paranoide
forman las primeras raíces del superyó. El objeto persecutorio
es vivenciado como autor de castigos crueles y retaliatorios.
El objeto ideal, con quien el yo anhela identificarse, se con-
vierte en la parte del superyó correspondiente al ideal del yo,
q.u~ tamhién resulta persecutorio por sus elevadas exigencias
de perfección.
A medida que se aproximan entre sí el objeto ideal y el
objeto persecutorio durante la posición depresiva, el superyó
se integra más y es vivenciado como un objeto interno total,
amado con ambivalencia. Los ataques a este objeto originan
sentimientos de culpa y autorreproches. En las fases tempra-
nas de la posición depresiva el superyó es vivenciado aún como
muy severo y persecutorio (el témpano con dientes del sueño
de la paciente gravemente depresiva), pero a medida que se
afirma la relación de objeto total, el superyó pierde algunos
de sus aspectos monstruosos y se aproxima más a una imagen
de padres buenos y amados. Dicho superyó no es sólo la fuente
de los sentimientos de culpa sino también un objeto de amor,
y es además un objeto que, según siente el niño, lo ayuda en
su lucha contra los impulsos destructivos.
El dolor del duelo vivenciado durante la posición depre-
siva, y los impulsos reparatorios que se desarrollan para res-
taurar los obj etos internos y externos amados constituyen
las bases de la creatividad y la sublimación. Estas actividades
reparatorias se dirigen tanto al objeto como al Yo. Se realizan
en parte por preocupación y culpa por el objeto, con el deseo
de restaurarlo. preservarlo y darle vida eterna; y en parte en
interés de laautoconservación, orientada ahora con mayor
realismo. El anhelo de recrear sus objetos perdidos impulsa
al bebe a juntar lo que ha hecho pedazos, a reconstruir lo des-
truido, a recrear y a crear. Al mismo tiempo, su deseo de pro-
teger a sus objetos lo lleva a sublimar los impulsos que siente
destructivos. De este modo, la preocupación por el objeto
cambia los fines instintivos y produce una inhibición de los
I l\TRODU CCI ÓN A LA OBRA DE MELANJ E KLEIN 79

impulsos instintivos. Además, a medida que el yo se organiza


más y las proyecciones se debilitan, la -rep r esi ón reemplaza
a la escisi ón. Los mecanismos psicóticos gradualmente ceden
su lugar a mecanismos neuróticos : inhibición. represión y des-
plazamiento.
En este punto se puede ver la génesis de la formación de
símbolos. Para proteger al objeto, el bebe inhibe en parte
sus instintos y en parte los desplaza sobre sustitutos ; aquí co-
mienza la formación de símbolos. Los procesos de sublima-
ción y de formación de símbolos están estrechamente vincula-
dos con conflictos y ans iedades de la posici ón depresiva, y
son una consecuencia de éstos.
Una de las mayores contribuciones de Freud a la psicología fu e su
descubrimi ento de que la sub li mación es el resultado de una renuncia
exitosa a un fin instintivo; quisiera sugerir aqu í que sólo a través d e
un proceso de duelo puede producirse una renuncia exitosa. La renun-
cia a un fin instintivo, o a un objeto, es una rep etición y al mismo
tiem po una rev ivencia de la renuncia al pecho. Como en esta primera
situación, resu lta exitosa si el objeto al que se debe renunciar puede
ser asimilado por el yo gracias a un proceso de pérdida y recuperación
internas. Yo su giero que un objeto asimilado de este modo se con vierte
en u n sím bolo den tro del yo. Todos los aspectos del objeto. todas las
situaciones a las que se debe renunciar durante el proceso de crecí-
m ien to, dan lugar a la formación de símbolos.
Considerada de este modo, la formación de sím bolos resulta ser la
consecu encia de una p érdida; es un trabajo creativo que implica el
dolor y todo el trabajo d el duelo.
Si la re alidad psíq u ica es vivenciada y diferenciada de la re ali-
d ad externa, se d ist ingu e al símbolo del objeto 1; se lo siente como
creado p or el Yo y el Yo lo puede usar libremente 2.

De modo que durante la posición depresiva cambia entera-


mente el clima del pensamiento. Es en este momento cuando
se desarrolla la capacidad de establecer vinc ulaciones y la de
abstraer, base del tipo de pensamiento que esperamos del yo
1 Esto cont rasta con la "ecuación simbólica", en la que el símbolo
es hOIl1<¡>logado al ob jeto original. provocando el pensamiento concreto.
Vide: " Notes on Sym bol Formation", International [ournal o/ Psycho-
analysis, 1957.
2 H . Segal, "A Psychoanalytic Contribution to Aesthetics", In ter-
national [ournal o/ Psychoanalys is, 1952. Se lo encuentra en castellano
en Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires, Paidó s, 1965.
so HANNA SEGAL

maduro, en contraste con el pensamiento desarticulado y con-


creto característico de la posición esquizo-paranoide.
A medida que el bebe pasa por repetidas experiencias de
duelo y reparación, de pérdida y recuperación, su yo se enri-
quece con los objetos que ha debido recrear en su interior y
que ahora se hacen parte de él. Aumenta su confianza en su
propia capacidad de conservar o recuperar objetos buenos y
su creencia en su propio amor y posibilidades.
Quisiera ilustrar diversos aspectos de la integración que
tiene lugar durante la posición depresiva COlJ el material si-
guiente, tomado del análisis de Ann, una niñita de cuatro
años. Las dos sesiones de las que quiero presentar algunos ex-
tractos tuvieron lugar en vísperas de las vacaciones de Pascua,
fcriado que coincidió con el cumpleaños de Ann. La inte-
rrupción era en ciertos aspectos especialmente traumática para
esta paciente porque durante las vacaciones anteriores había
estado sin análisis mucho más tiempo que el habitual. Había
reaccionado a estas dos interrupciones fundamentalmente con
fantasías de nacimiento y temprana frustración oral.
Poco tiempo antes de la Pascua empezó a concurrir a sus
sesiones trayendo un almohadón blanco y blando apretado con-
tra el pecho y succionándose el pulgar. El contenido de las
sesiones se refería principalmente a sus dudas sobre si la ma-
dre le había dado alguna vez de mamar o desde el principio
la había alimentado con mamadera, guardándose todo el pe-
cho para sí. (En realidad, Ann había sido alimentada con
mamadera desde su nacímiento.) Alrededor de quince días
antes de las vacaciones de Pascua tuvo un fuerte resfrío y
dehió faltar a varias sesiones. Cuando reapareció después de
estas ausencias se pudo ver claramente que en su fantasía me
había matado y destruido, como representante de la madre
mala que la había privado del pecho, y ahora para eIJa su res-
frío contenía un pecho malo y envenenador' que se vengaba
dañándola. Trató de manejar esta situación mediante una in-
versión total. En la sesión siguiente a su resfrío yo debía
representar el papel de una niñita enferma en cama y ella
el papel de madre que da la leche. Pero en este rol me trataba
mal, no me alimentaba cuando yo tenía hambre, me dejaba a
cada rato sola mientras ella "se iba al teatro" y me inundaba
de regalos que mi personaje no quería, ya que no reemplaza-
ban ni su presencia ni su comida. Además me controlaba mu-
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 81

chísimo y pronto se evidenció que necesitaba controlarme por.


que sentía que, como beba que dependía de ella y a la que
ella frustraba, yo debía odiarla. A pesar de que estaba des-
empeñando el papel de madre, a menudo se succionaba el
pulgar o se aferraba al almohadón, que llevaba consigo cuan-
do "se iba al teatro". Pude mostrarle que se identificaba con
una madre envidiada porque mamá tenía todo el pecho para
sí y podía gozar de él en todo momento, pero a pesar de po·
seer el pecho (lo que le permitía obligarme a ocupar la situa-
ción del bebe frustrado), seguía sintiéndome ella misma muy
pequeña, ya que sólo podía usarlo como lo haría un bebe,
succionándolo y disfrutando de él.
Se estaba defendiendo de la ansiedad depresiva, producida
por la separación inminente y por sus ataques al pecho inter-
no, mediante inversión e identificación proyeetiva. Proyec-
taba en mí su parte bebe, mientras ella se identificaba mági-
camente conmigo -la madre- mediante introyección. Esto
duró varios días hasta que, cuatro días antes de las vacaciones
y hacia el final de la hora me pidió que le hiciera un reloj
redondo. Por primera vez desde su resfrío admitía de algún
modo que yo era una persona mayor y buscaba mi ayuda. Le
hice un reloj de papel y me pidió que le agregara una cadena
larga. Le pregunté qué hora debían marcar las manecillas y
respondió sin vacilar "las siete". Cuando le pregunté por qué,
me dijo que era "hora de levantarse". No se le permitía ir a
la habitación de sus padres antes de las siete de la mañana.
En las interpretaciones consideré el reloj como represen-
tando principalmente su sentido de realidad. Fundamental-
mente sentía que yo era la madre con el pecho redondo repre-
sentado por el reloj, y que ella era el bebe. Le interpreté tamo
bién que sentía mis vacaciones .como la larga noche durante
la que debía estar sola, mientras yo -mamá- estaba lejos,
con papá. Pero las siete representaban la hora de levantarse,
lo que simbolizaba su esperanza de volver al tratamiento des-
pués de las vacaciones. Si tenía reloj -o sea sentido de rea-
lidad-, eso quería decir que debía pasar por la experiencia de
la larga noche -las vacaciones- y controlar. sus impulsos
de interrumpirla; pero por otra parte la reconfortaba saber
que yo volvería y que me recuperaría como recuperaba a su
madre todas las mañanas a las siete.
Comenzó la sesión siguiente haciéndome acostar otra vez
82 HANNA SEGAL

para representar a la niñita enferma, pero en seguida me pidió


que me levantara y le hiciera otro reloj. Me pidió que lo pin-
tara de celeste y le pusiera una cadena y me preguntó si le
permitiría llevárselo a casa. Yo no le había señalado el sig-
nificado de la cadena durante la sesión anterior; ahora le in-
terpreté su deseo de incorporar dentro de sí un pecho, re-
presentado por todo el tratamiento que sentía haber tenido, e
interpreté la cadena como su deseo de mantenerse en contacto
conmigo mediante esta buena internalización. Me pidió enton-
ces que le hiciera un reloj exactamente igual, pero que lo
pintara de amarillo y no le pusiera cadena. Después con-
templó ambos relojes durante largo rato. Cuando le señalé
su semejanza y la diferencia de color, dijo que eran dos "pe-
chos iguales" pero "llenos de algo distinto". Uno estaba lleno
de "colorido" y el otro lleno de "pipí" (disociación).
Como antes cuando me había hecho acostar había derra-
mado un vaso con agua sobre el diván, le interpreté ahora que
uno de los relojes era el pecho de mamá lleno de leche, mien-
tras que el otro era el pecho de mamá cuando sentía q;¡e por
estar enojada con él lo había llenado de "pipí". Le dije tam-
bién que no quería que le pusiera cadena al amarillo porque
no quería incorporar el pecho malo lleno de "pipí". Entonces,
con una sonrisa pícara, sacó del bolsillo el reloj que yo le ha-
bía hecho el día anterior y me mostró que lo había agujereado
con una tijera. De modo que ahora había tres pechos: uno
bueno lleno de leche, uno malo lleno de "pipí", y uno intermedio
que había sido bueno el día anterior, pero según me mostraba,
ella misma lo había cortado, o sea arruinado. Le interprete
que había además otra razón por la que no quería pegar una
cadena al pecho amarillo malo: no quería ver el vínculo entre.
lo que ella misma hacía cuando estaba enojada, cuando mor-
día y orinaba con furia, y el pecho que se convertía en pecho
malo. Tomó entonces los relojes amarillo y azul, los juntó
mediante la cadena, los colgó de los tiradores de los dos cajon-
citos superiores de la cómoda, y los contempló con gran satis-
facción. Le interpreté que había integrado los pechos bueno
y malo al descubrir su propia ambivalencia. En ese momento
se interesó por el último cajón de la cómoda, probó una llave
en Ia cerra dura y dIJO: '
·· " ¿ N o puedo usar este, no.?" L e )[1,.
.
terpreté que ahora los cajones superiores representaban los
pechos de mamá y el inferior su órgano genital; sentía que
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN 83

ella no podía tener este último porque pertenecía a papá y


sólo su llave -pene- encajaba en él. Le dije que veía en mí
no sólo un pecho, bueno o malo, sino una persona con un
cuerpo entero y una relación genital con papá, a la que ella
no tenía acceso.
Lo notable de este material es la estrecha vinculación entre
los diversos aspectos de la integración y el progreso en el
sentido de realidad que acompaña a dicha integración. Cuan-
do le interpreté la identificación proyectiva pudo recuperar
su parte de beba frustrada. Al ponerse en el lugar de la beba
revivió la disociación del pecho (los relojes azul y amarillo).
Mi interpretación de la disociación le hizo tomar conciencia
de su propia agresión y pudo integrar el pecho (los tres relo-
jes conectados por la cadena). Inmediatamente después de la
integración de los pechos bueno y malo, la relación de objeto
parcial se convirtió en relación de objeto total, no sólo en
función del contraste entre objeto bueno y malo, sino también
en función de! contraste entre objeto parcial y total, preparando
e! terreno para el complejo de Edípo. Junto con esto, y tam-
bién a causa de esto, Ann tomó conciencia de su propia amhi-
valencia y de sus fantasías omnipotentes. Pero al mismo tiem-
po su creencia en la omnipotencia de esas fantasías disminuyó
gracias a la prueba de realidad, que le permitió preservar mi
imagen con realismo, como persona que puede irse de vaca-
ciones y volver a la hora convenida sin haberse alterado.
La posición depresiva nunca se elabora completamente.
Siempre tenemos ansiedades relacionadas con la ambivalencia
y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan experiencias
depresivas. Los objetos externos buenos de la vida adulta
siempre simbolizan y contienen aspectos del primer objeto bue-
no, interno y externo, de modo que cualquier pérdida de la
vida posterior reaviva la ansiedad de perder e! objeto interno
bueno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente
durante la posición depresiva. Si durante la posición depre-
siva el bebe ha podido establecer un objeto interno bueno su-
ficientemente afianzado, las situaciones anteriores de ansiedad
depresiva no le conducirán a la enfermedad sino a una ela-
boración fructífera, cuyas consecuencias son mayor enriqueci-
miento y creatividad.
Cuando la posición depresiva no se ha elaborado suficien-
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creatividad del yo y en su capacidad de recuperar interna y


externamente objetos buenos, el desarrollo posterior es mucho
menos favorable. El yo se siente acosado por la ansiedad cons-
tante de perder totalmente las situaciones internas buenas, está
empobrecido y debilitado, su relación con la realidad es Irá-
gil, Y hay un perpetuo temor ya veces una verdadera amenaza.
de hacer una regresión a la psicosis.

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