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Tema 4.

Los principales ciclos míticos

1. Introducción

2. El ciclo tebano
2.1. Cadmo y Harmonía
2.2. Penteo
2.3. Layo y Edipo
2.4. Eteocles y Polinices
2.5. Antígona
2.6. Interpretación del mito

3. El ciclo argivo
3.1. Dánao y sus hijas
3.2. Pélope y los Pelópidas
3.2.1. Atreo y Tiestes
3.2.2. Los Atridas: Agamenón y Menelao

4. La guerra de Troya
4.1. Interpretación de la figura de Helena como diosa

1. Introducción
Este tema se ocupa de los relatos míticos que se agrupan en principio en torno a
una familia, aunque al final suele coincidir con toda una ciudad, esa realidad socio-polí-
tica tan característica del mundo griego antiguo. Pues bien, al tratarse ahora de un
contexto familiar –y no individual de un personaje aislado–, se abre así una nueva
dimensión narrativa, puesto que ahora tendrán cabida las relaciones, siempre complejas,
entre los miembros de esa unidad social que llamamos familia, de forma que una vez
más el mito se adapta conveniente a la realidad antropológica humana en sus diversos
niveles.

2. El ciclo tebano
A continuación mostramos un cuadro genealógico para que sea más claro seguir
la historia de la familia tebana. Lógicamente, sólo describiremos aquí la historia de los
miembros más importantes, no la de todos los descendientes:

Agenor  Telefasa

Cadmo  Harmonía Europa Fénix Cílix

Ágave  Equión Polidoro  Nicteis


Penteo Lábdaco

Layo  Yocasta (o Epicasta)

Edipo  Yocasta (o Epicasta)

Eteocles Polinices Ismena Antígona

2.1. Cadmo y Harmonía

La historia de Tebas comienza con la fundación de la ciudad por parte de


Cadmo. Cadmo era hermano de Europa, joven raptada por Zeus. Tras el rapto Agenor,
rey de Tiro y Sidón1, envía a sus hijos en su busca de la joven y les prohíbe que vuelvan
sin ella. Parten todos de Tiro, acompañados de su madre, y en seguida se dan cuenta de
que es imposible encontrar a Europa. Los hermanos se van estableciendo en distintos
países y Cadmo, junto con su madre, lo hace en Tracia, donde son acogidos
cordialmente. Cadmo decide visitar el oráculo de Delfos, que le dice que debe
abandonar la búsqueda de su hermana y fundar una ciudad allí donde una vaca, con una

1
Y hermano de Belo, del que arrancará el ciclo argivo. Este caso es un ejemplo más de cómo el mito trata
de explicar e interrelacionar la historia de todo el mundo conocido.

2
señal característica, se tumbe vencida por el agotamiento. Así fue elegido el lugar de la
fundación de Tebas.
Tras un episodio2 por el que Cadmo tuvo que expiar su culpa sirviendo a Ares
durante ocho años, el héroe se convirtió en rey de Tebas y Zeus le concedió como
esposa a la diosa Harmonía, hija de Ares y Afrodita. Fue una boda muy festejada ya que
en ella participaron todos los dioses, que aportaron hermosísimos regalos, y cantaron las
Musas. Tuvieron varias hijas, de una de ellas, Ágave, nacería su nieto Penteo, y un hijo,
Polidoro.
Casi al final de su vida, Cadmo y Harmonía abandonaron Tebas, dejando como
rey a su nieto Penteo, para trasladarse a Iliria, que había sido atacada y necesitaba de la
pareja para su victoria. La ciudad venció y Cadmo reinó sobre Iliria. Finalmente la
pareja fue convertida en serpientes y llevados a los Campos Elíseos.

2.2. Penteo
Penteo es una figura importante en el imaginario mítico griego porque
protagoniza uno de los relatos más impresionantes en el ámbito del dios Dioniso.
Suele decirse que Dioniso representa el mundo del frenesí, del descontrol, de la
locura; pero, si lo analizamos con más profundidad, supone realmente el enfrentamiento
a una sociedad tradicional, controlada por los hombres y donde la familia tiene una total
hegemonía. Por eso este dios supone siempre la liberación de las mujeres y de los
esclavos, y en definitiva la ruptura con los esquemas convencionales de la sociedad. En
este sentido hay que entender lo de “dios del frenesí”, es el caos en cuanto ruptura del
orden tradicional. En una palabra, Dioniso es el ejemplo por antonomasia de la
alteridad, del Otro.
Este rasgo de dios ha dado lugar a varios relatos de enfrentamiento con
personajes míticos que, en su calidad de gobernantes de una ciudad y, por lo tanto,
defensores del orden establecido, han intentado oponerse a la instauración en su ciudad
de los ritos y el culto dionisíacos. Y el resultado siempre es el mismo: derrota del héroe
opositor e implantación del dios en esa comunidad.
Penteo, hijo de Ágave, es uno de ellos. El dios –de ascendencia tebana, puesto
que es hijo de Sémele, hermana de Ágave, y de Zeus– retorna a Tebas desde Asia con la
intención de instaurar sus ritos en la ciudad. Infunde en las mujeres el delirio báquico,

2
Se trata del asesinato del dragón que guardaba el manantial de agua, con el que Cadmo quería hacer un
sacrificio a los dioses, episodio que ya hemos relatado en el Tema 2.

3
que las lleva a abandonar la ciudad y celebrar en el campo las orgías báquicas. Pero
Penteo se opone y lo encarcela. Dioniso se libera y termina seduciendo a Penteo hasta el
punto de aconsejarle que vaya de espía al monte Citerón, donde están las bacantes. Ellas
lo descubren y, suponiéndolo un león, lo despedazan con Ágave en primera fila.
Fue un tema tratado una y otra vez por la Tragedia. De Eurípides conservamos
una tragedia entera (Las Bacantes). El tema ha sido una y otra vez retomado en la
tradición cultural occidental en todos los campos, incluso en el de la ópera: por ejemplo,
en 1966 el músico alemán Hans W. Henze compuso unas Basáridas3, cuyo libreto sigue
fielmente la obra de Eurípides, y donde trata de representar una vez más el conflicto
entre las fuerzas misteriosas de una sociedad y el poder de la razón.

2.3. Layo y Edipo


De Polidoro, hijo de Cadmo y Harmonía, nació Lábdaco; y de éste Layo, el
siguiente miembro de la familia tebana que nos interesa.
Lábdaco murió cuando Layo era aún un niño, por lo que el reino lo usurpó Lico,
y posteriormente Anfión y Zeto, los hijos de Zeus y Antíope. Layo huyó y buscó refugio
junto a Pélope, donde se enamoró del joven Crisipo, hijo de Pélope, inventando así el
amor homosexual. Layo raptó al muchacho y se lo llevó a Tebas, ciudad a la que volvía
para reinar. Para los griegos éste fue el primer caso de secuestro pederasta; sus
consecuencias mitológicas sugieren que, a pesar de la aceptación de la pederastia en la
cultura griega, su práctica podía provocar una fuerte desaprobación social. Crisipo,
absolutamente avergonzado, se mató, y su irritado padre lanzó contra Layo la maldición
de que no llegara a tener hijos, y que si los tenía, muriera a manos de uno de ellos. El
resultado de esta maldición fue terrible para la familia real tebana, que fue heredando
esta culpa4.
La primera consecuencia fue la falta de hijos entre Layo y su esposa Yocasta.
Deseosos de tener descendencia, visitaron el oráculo de Delfos para preguntar por qué
no engendraban hijos. El oráculo les vaticinó que si tuvieran un hijo éste mataría a su
padre y la desgracia se extendería por toda la familia. Sin embargo, pasaron por alto esta
advertencia, y tuvieron un hijo que inmediatamente fue abandonado. Al niño le llamaron
Edipo (“pie hinchado”) porque fue abandonado con los tobillos perforados por una

3
Es el título que tenía la versión de Esquilo.
4
Hay que tener presente que una maldición supone al tiempo una súplica a Zeus para que esa maldición
se cumpla, si el dios lo considera oportuna, porque la maldición estaba bajo la protección de Zeus.

4
correa. Pero Edipo no murió, sino que fue recogido por un pastor y adoptado por Pólibo,
el rey de Corinto.
Pero los infortunios de la familia tebana no acaban aquí. Edipo descubre que no
es hijo de Pólibo, sino que fue recogido en el monte, y decide ir a Delfos –de nuevo
aparece el oráculo– para saber acerca de sus orígenes. Pero el oráculo le predice algo
mucho más aberrante de lo que le había vaticinado a Layo, le aconsejó que no volviera a
su patria porque, si lo hacía, mataría a su padre y se casaría con su madre. Edipo ante tal
respuesta se propone no volver a Corinto para evitar a Pólibo. Pero en un cruce de
caminos surge un enfrentamiento con un desconocido, al que mata. El desconocido no
es otro que Layo, que volvía a consultar el oráculo para tratar de buscar una solución
contra la Esfinge, monstruo enviado por Hera contra Tebas por el crimen que Layo
había cometido contra Crisipo. Edipo sigue su camino y llega a Tebas, sin saber que se
trata de su propia patria. Allí adivina el enigma que le propone la Esfinge, provocando
el suicidio del monstruo, y recibe como recompensa la mano de Yocasta, su madre.
Edipo tiene con Yocasta cuatro hijos, dos varones (Eteocles y Polinices) y dos mujeres
(Ismena y Antígona).
Son momentos de bonanza en Tebas, pero de nuevo una peste asoló la ciudad.
Edipo consulta nuevamente el oráculo, cuya respuesta es que se debe encontrar al
asesino de Layo, ya que él es el origen del mal. Edipo, como perfecto soberano que
quiere lo mejor para su pueblo, se muestra implacable en averiguar la verdad, sin saber
que es él mismo quien mató a Layo5.
Cuando se descubre toda la verdad, Yocasta se suicida y su esposo-hijo se
arranca los ojos. Edipo marchará al destierro y vagará varios años con la única
compañía de su hija Antígona. Finalmente su vida acabará en Colono, una aldea de
Atenas. Este desenlace es el de Sófocles en su Edipo Rey y en su Edipo en Colono,
aunque otras fuentes cierran la historia de otra manera.

2.4. Eteocles y Polinices


Con la muerte de Edipo no se llega al final de las calamidades del ciclo tebano.
Tras el destierro de Edipo, Eteocles y Polinices se disputaron el trono de Tebas. Aunque
en un principio hubo un intento de compartir el poder, pronto entre ellos surgió una

5
La tragedia de Sófocles Edipo Rey es la que mejor pone en escena la angustia de Edipo por encontrar al
culpable de la peste que asola la ciudad. Sófocles, con una maestría maravillosa, nos muestra cómo
Yocasta se da cuenta de la realidad de la situación antes que Edipo y cómo su suicidio le resulta la única
salida.

5
guerra abierta, motivada por el control de la ciudad. Eteocles expulsó de Tebas a
Polinices, quien reclutó un ejército para recuperar su trono. El enfrentamiento tiene
lugar y los dos hermanos mueren, cada uno a manos del otro.

2.5. Antígona
El fratricidio vuelve a provocar una situación inesperada en Tebas. Será Creonte,
el hermano de Yocasta, quien ostente el poder. El nuevo rey decidió que Polinices no
fuera enterrado, como castigo por ser un traidor de la patria. Pero Antígona, con una
postura férrea, se negó a cumplir con el decreto y arrojó sobre el cadáver de su hermano
un puñado de tierra. La conducta de Antígona es ciertamente heroica, ella lucha porque
se cumplan las leyes de los dioses, es decir, que su hermano Polinices sea sepultado
cumpliendo los ritos que estaban establecidos, por encima de las leyes impuestas por los
hombres, en este caso la de Creonte. En la tragedia de Sófocles titulada Antígona,
podemos oír a la heroína el siguiente razonamiento (450-60):
No fue Zeus en modo alguno el que decretó esto, ni la Justicia, que cohabita con las
divinidades de allá abajo; de ningún modo fijaron estas leyes entre los hombres. Y no
pensaba yo que tus proclamas tuvieran una fuerza tal que siendo mortal se pudiera
pasar por encima de las leyes no escritas y firmes de los dioses. No son de hoy ni de
ayer sino de siempre estas cosas, y nadie sabe a partir de cuándo pudieron aparecer. No
había yo de, por temer el parecer de hombre alguno, pagar ante los dioses el castigo por
esto, puesto que el que había de morir lo sabía perfectamente -¿cómo no?-, aunque tú
lo hubieses decretado con anterioridad.
Creonte condena a su sobrina y prometida de su hijo Hemón a ser enterrada viva.
Antígona se suicida, al igual que Hemón cuando se entera de que su futura esposa ha
muerto. Finalmente la mujer de Creonte, Eurídice, también se ahorca presa de la
desesperación.

2.6. Interpretación del mito


La leyenda de la saga familiar de Edipo se remonta mucho más allá de la
tragedia ática del siglo V, aunque es cierto que fue Sófocles con sus dos tragedias,
Edipo rey y Edipo en Colono, quien nos ofreció una versión más pormenorizada del
mito. De hecho, Homero ya conocía este mito (si bien el nombre de la madre-esposa de
Edipo no era Yocasta sino Epicasta, y el final del héroe tampoco es el mismo).
Desde la Antigüedad se vio al Edipo de Sófocles como el modelo del héroe
trágico: es el rey de Tebas, que trae el orgullo y la salvación al lograr acabar con la

6
Esfinge, lo que le coloca en un plano superior al resto de los ciudadanos; pero también
es el que trae la deshonra y la desgracia a la ciudad, el autor del parricidio y del incesto.
Edipo de alguna manera está excluido de la vida civilizada porque se ha atrevido,
aunque por supuesto de manera inconsciente, a mezclar tres generaciones de edad que
deben sucederse sin confundirse jamás: Edipo es el adulto que se ha casado con su
madre, ocupando entonces el lugar destinado a su padre, y que ha tenido unos hijos, que
a la vez son sus hermanos. Edipo se convierte así en un ser caótico.
Dentro del análisis de los relatos míticos referidos a Edipo, hay diversas
corrientes interpretativas. Así, Marie Delcourt6 ha identificado un número de temas del
mito de la familia tebana con rituales, instituciones arcaicas o creencias, que se
combinan para crear una leyenda sobre la conquista del poder, dramatizando la lucha y
la victoria del joven contra el viejo rey. Siguiendo este propósito, explica la exposición
del niño en el monte Citerón como un ritual de expulsión con ocasión del nacimiento de
seres maléficos y como una prueba de iniciación juvenil. El combate contra la Esfinge
lo sitúa en la confluencia de dos creencias: las almas de los muertos sobreviven en
forma de seres alados y las pesadillas son unos demonios que oprimen al durmiente. El
asesinato del padre revela la victoria del joven sobre el anciano, y la unión con la madre
implica simbólicamente la toma de posesión de una tierra.
Otra línea interpretativa es la representada por el estructuralista Claude Lévi-
Strauss7. Su análisis se centra en desentrañar los elementos simples del relato y las
relaciones entre esas unidades narrativas elementales, o mitemas. Para él los mitemas se
reparten en cuatro grupos relacionados dos a dos: los que indican la sobrevaloración o la
infravaloración de las relaciones de parentesco, y los que niegan o afirman la autoctonía
del hombre, su arraigo original en la Tierra-madre –este arraigo lo testimonian una serie
de malformaciones en los integrantes de la familia real tebana: malformaciones de pies
(Edipo cuyo nombre significa “pie hinchado”) o un caminar torcido (tanto Lábdaco
como Layo tienen nombres parlantes, “el cojo” y “el zurdo” respectivamente) –. Desde
esta perspectiva, “el mito de Edipo expresaría la imposibilidad en la que se encuentra
una sociedad –que profesa creer en la autoctonía del hombre– de pasar a reconocer el
hecho de que cada uno de sus miembros nace realmente de la unión de un hombre y una
mujer”.

6
Delcourt, M. (1944), Oedipe ou la légende du conquérant, Lieja y París.
7
Lévi-Strauss, C. (1970), Antropología estructural, Eudeba, Buenos Aires (ed. orig. fran., 1958).

7
También está el acercamiento sociológico. Pero para entender este enfoque hay
que tener muy presente la variabilidad de los mitos griegos y su relación directa con las
diversas adaptaciones literarias, de forma que cada una de ellas contiene elementos y
orientaciones derivadas de la época en que se crea esa adaptación concreta. Así, en el
caso del mito de Edipo la versión sofoclea del Edipo Rey –con su énfasis en el
cumplimiento del oráculo, un oráculo ciego, que no se explica ni justifica en ningún
momento de la obra– puede contener elementos ausentes en las adaptaciones anteriores
o incluso posteriores.

3. El ciclo argivo
Dentro de la tradición mitológica griega, también de la ciudad de Argos se
contaban historias relacionadas con rupturas familiares.

3.1. Dánao y sus hijas

Zeus  Ío

Épafo  Menfis (hija del Nilo)


Posidón  Libia

Belo  Anquínoe Agenor  Telefasa

Egipto Dánao

50 hijos 50 hijas
entre ellos entre ellas
Linceo  Hipermestra

Abas

Acrisio Preto  Estenebea


Dánae  Zeus
Perseo

8
Ío es una doncella argiva, sacerdotisa de Hera. Zeus sintió hacia ella un deseo
incontrolado, motivado simplemente por la belleza de la joven o, quizá, por unos
hechizos. El dios se unió con la muchacha, pero muy pronto Hera se dio cuenta de esta
relación. Zeus, para evitar los celos de su esposa, convirtió a Ío en una hermosísima
ternera blanca y le prometió a Hera que nunca había tenido relaciones con ese animal.
Hera exigió que el animal le fuera regalado y le puso como guardián a Argo de los Cien
Ojos. Ío anduvo errante por las cercanías de Micenas y por Eubea. Zeus siguió
visitándola, transformado, eso sí, en toro. Tuvo compasión de ella, y le pidió a Hermes
que con su varita mágica durmiera los cincuenta ojos de Argo que la vigilaban, puesto
que los otros cincuenta estaban dormidos ya al ser de noche. Hermes pudo así dar
muerte a Argo con su cimitarra. Pero Hera no estaba dispuesta a que Ío quedara
liberada, así que envió a un tábano que la atormentaba sin descanso. La muchacha-
ternera se lanzó en una carrera frenética para intentar evitar al tábano y recorrió una
serie de lugares8 hasta llegar a Egipto. Allí fue bien acogida y dio a luz a un hijo
engendrado por Zeus, el pequeño Épafo. Ío recuperó su figura humana y reinó en
Egipto, donde se le tributaron honores divinos, siendo venerada bajo la denominación
de Isis.
Cuando Hera se enteró del nacimiento de Épafo, mandó a los Curetes para que lo
escondieran de su madre. Ío sólo pudo encontrar a su hijo, que era criado por la esposa
del rey de Biblos, en Siria, cuando Zeus mató a los Curetes. Ío regresó a Egipto con el
niño, que pasado el tiempo sucedió en el trono a su padre adoptivo Telégono. Se casó
con Menfis, una hija del dios-río Nilo, y tuvieron una hija Libia, que dio nombre al país
vecino de Egipto. Este matrimonio estableció un vínculo definitivo con Egipto. Libia,
de su unión con el dios Posidón, tuvo dos hijos gemelos: Agenor, que fue rey de
Fenicia; y Belo, que permaneció en Egipto.
Fueron los hijos de Belo quienes conducirían de nuevo la descendencia de Ío a
Grecia, y quienes ejemplificarían el tema de la ruptura familiar. Los hijos de Belo eran
Dánao y Egipto –otra pareja de hermanos en disputa por el poder–, que se repartieron el
reino paterno: Dánao se quedó con Libia, y Egipto con la tierra de su nombre. Ambos
hermanos tuvieron de distintas esposas cincuenta hijos cada uno: Egipto cincuenta
varones, los Egiptíadas; y Dánao otras tantas hijas, las Danaides. Las fuentes
8
Los lugares por los que pasó Ío adoptaron nombres que reflejaban el paso de la hermosísima ternera por
ellos: el golfo Jónico (nombre que procede del nombre propio de Ío), y el estrecho que separa la ribera de
Europa de la de Asia, se llamó Bósforo (cuya etimología significa “paso de la vaca”).

9
mitográficas suelen aludir a la rivalidad entre ambos por el trono: Egipto pretendería
mantener el poder en la familia, casando a sus hijos con sus primas, pero las hijas de
Dánao no estarían dispuestas a tal unión. Las fuentes recogen la huída de Dánao en
compañía de sus hijas y su llegada, probablemente a través de Rodas, a Argos, en
Grecia; poco después llegan también a tierra argiva los hijos de Egipto en busca de la
pretendida boda con sus primas; y éstas, que manifiestan una voluntad inquebrantable
de rechazo a tal unión, buscan el apoyo del rey de la ciudad para poder hacer frente al
peligro que las acosa. Pero la situación va a cambiar. Primero, Dánao ocupará el trono
de Argos y accede a que sus hijas se casen con sus primos, aunque las impone una
obligación irrenunciable –o ellas se conjuran entre sí–: habrán de dar muerte a sus
maridos en la misma noche de bodas. Todas las Danaides cumplirán esta imposición
menos una, Hipermestra, que perdona la vida a su pareja, Linceo, por diversos motivos
según las fuentes: o porque fue el único que respetó su virginidad esa noche, o porque
se enamoró de él. En esta pareja estará el futuro de los argivos, cuyo brillante linaje
contará con dos héroes notables: Perseo y Heracles.

3.2. Pélope y los Pelópidas


Otra parte importante del ciclo mítico argivo es la de Pélope y sus hijos los
Pelópidas.

Zeus

Tántalo

Níobe Pélope  Hipodamía

Atreo  Aérope Tiestes Piteo etc.

Agamenón  Clitemestra Menelao  Helena Tres hijos Pelopia  Tiestes


devorados por

Electra Ifigenia Orestes Hermíone su padre Egisto

Tántalo pasa generalmente por ser hijo de Zeus. Era rey del monte Sípilo, una
región de Lidia. Al ser hijo de Zeus mantenía una posición privilegiada que le permitía

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cenar con los dioses, pero abusó de ese privilegio. Las fuentes proporcionan diferentes
motivos por los que fue condenado a un castigo memorable: unos dicen que, utilizando
su situación, habría revelado a los hombres secretos de los dioses; otros, que habría
cogido néctar y ambrosía de los banquetes divinos para dárselos a los hombres; y otra
variante cuenta que Tántalo inmoló a su propio hijo, Pélope, para poner a prueba la
clarividencia divina, y se lo sirvió a los dioses cocinado (ningún dios comió a Pélope
salvo Deméter que, trastornada por la pérdida de su hija Perséfone, se comió el hombro
izquierdo). El castigo que Zeus le infligió fue terrible y eterno: lo condenó a tener un
hambre y una sed eternas. En el mundo subterráneo Tántalo permanecía sumergido en
agua hasta el cuello, pero no podía beber porque cada vez que él intentaba introducir la
boca, el líquido retrocedía; además, encima de su cabeza pendía una rama llena de
frutos, pero si levantaba el brazo para alcanzarla, la rama se levantaba bruscamente y se
ponía fuera de su alcance. Es, pues, un ejemplo más de esos castigos inmisericordes y
eternos que se aplican a personajes especialmente perversos en el imaginario mítico
griego.
Pélope, el hijo cocinado de Tántalo, fue resucitado por los dioses, que lo hicieron
más bello aún de lo que era. Pero tuvieron que ponerle un hombro protésico de marfil
para reemplazar el mordisqueado por Deméter. En un primer momento fue amado por
Posidón, quien se lo llevó al Olimpo y lo nombró su copero. Pero al alcanzar la edad
adulta, Pélope tuvo un cambio de orientación y se inclinó hacia el matrimonio. Se
dirigió al corazón de las tierras griegas meridionales en busca de esposa. La elegida fue
Hipodamía, hija de Enómao, rey de Pisa en el Peloponeso cerca de Olimpia. La relación
entre Hipodamía y su padre era exageradamente estrecha –alguna variante llega a
calificar la relación de incestuosa–, pero la versión más extendida es que Enómao temía
un oráculo que le había predicho que moriría a manos de su yerno. Enómao trataba de
impedir cualquier casamiento con su hija –un motivo bien conocido en el folk-tale–, así
que retó a los pretendientes a una carrera de carros, en la que si ganaba Enómao daría
muerte al pretendiente, mientras que si, por el contrario, la victoria se decantaba del
lado del pretendiente, entonces recibiría como premio la mano de Hipodamía. Enómao
sabía que corría con ventaja, dado que había recibido del dios Ares unos maravillosos
caballos. Pélope sólo podía vencer si lo engañaba, conque sobornó a Mírtilo, el auriga
de Enómao, para que estropeara los ejes de las ruedas del carro del rey. Enómao sufrió
un accidente y murió, no sin antes maldecir a Mírtilo por haberlo traicionado. Pero la
suerte de Mírtilo iba a ser nefasta porque, siguiendo con su comportamiento engañoso,

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intentó violar a Hipodamía, haciendo que Pélope lo arrojara al mar. Antes de morir
Mírtilo maldijo a Pélope y a sus descendientes, una maldición que tendría
consecuencias posteriormente. Con la victoria en la carrera, Pélope consigue una doble
imagen: por un lado, es la imagen de la típica ceremonia nupcial, en la que el novio
conducía a la novia de la casa del padre a la suya propia; por otro lado, afirmaba el
vínculo entre Pélope y los Juegos Olímpicos, que se celebraban en territorio eleo.

3.2.1. Atreo y Tiestes


Los tres hijos de Pélope e Hipodamía en los que nos vamos a centrar son Piteo,
Atreo y Tiestes. Piteo encarna los aspectos positivos de un soberano: gobernó en la
ciudad de Trecén, en el Peloponeso. Era famoso por su justicia y sabiduría, que empleó
en la educación de su nieto Teseo, el héroe ateniense por antonomasia.
Si Piteo fue el hermano que disfrutó de una mejor fortuna, no ocurrió lo mismo
con los otros dos. Tras la muerte de Euristeo9, un oráculo había predicho que el trono de
Micenas recaería en un descendiente de Pélope. Atreo y Tiestes fueron llamados y
alegaron sus respectivos títulos al trono. El odio entre ambos hermanos fue manifiesto.
Atreo en una ocasión había encontrado entre sus corderos uno que tenía un
vellón de oro. En un primer momento había prometido sacrificar a Ártemis el cordero
más hermoso de su rebaño, pero, llevado por su codicia, decidió guardárselo y encerrar
el vellón en un cofre. Pero su esposa Aérope, que era amante de Tiestes, le había robado
el vellón a su esposo para dárselo a su cuñado. En el debate que se planteó en Micenas
para decidir quién debía gobernar, Tiestes propuso que fuese elegido quién pudiera
mostrar un vellón de oro. Atreo, ignorante del robo de su esposa, aceptó, pero fue
Tiestes quien exhibió el toisón, siendo proclamado rey. Zeus se puso de parte de Atreo y,
por mediación de Hermes, le aconsejó que conviniera con Tiestes en que el soberano
sería designado por otro prodigio: si el sol invertía temporalmente su curso y se ponía
por el este, Atreo reinaría en Micenas, en caso contrario Tiestes continuaría con su
reinado. Zeus influyó en la carrera del sol y Atreo reinó definitivamente en la ciudad.
Atreo se apresuró a desterrar de su reino a su hermano, pero cuando se enteró del
adulterio de su mujer con él, simuló una reconciliación y mandó llamarlo. Atreo asesinó
y cocinó a los tres hijos que Tiestes había tenido con una náyade y los sirvió como
manjar en el festín de reconciliación. Finalmente, Atreo expulsó a Tiestes del país.

9
Euristeo es hijo de Nicipe, una hija de Pélope. No vamos a entrar a describir el mito de este personaje,
simplemente diremos que fue el que impuso a Heracles los famosos trabajos.

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Tiestes se refugió en Sición y, guiado por un oráculo, engendró con su propia hija,
Pelopia, un hijo, Egisto. Pelopia se casó con su tío Atreo y éste educó a Egisto como si
fuera su propio hijo, sin saber que lo era de su hermano. Cuando Egisto alcanzó la edad
adulta Atreo le encargó que matara a Tiestes; pero Egisto descubrió a tiempo que Tiestes
era su verdadero padre y, regresando a Micenas, asesinó a Atreo. Así el reino de
Micenas fue devuelto a Tiestes. Sin embargo, Micenas terminó siendo gobernada por
Tindáreo, el rey de Esparta, al derrocar a Tiestes.

3.2.2. Los Atridas: Agamenón y Menelao


Atreo por su parte tuvo dos hijos: Agamenón y Menelao, que fueron desterrados
por Tiestes al llegar al poder. Cuando Tindáreo arrebató el reino a Tiestes, casó a sus dos
hijas, Clitemestra y Helena, con los Atridas. Este par de parejas tenían muchas cosas
negativas que heredar: la trasgresión y el impulso de venganza. Agamenón se convirtió
en rey de Micenas y Menelao en rey de Esparta.
Los hermanos no sentían un odio recíproco, pero sus matrimonios fueron
nefastos en ambos casos. Uno y otro se verán inmersos en la Guerra de Troya.

4. La Guerra de Troya
Cuando el troyano Paris raptó a Helena, la esposa de Menelao, de Esparta,
Agamenón se puso al frente de un ejército y se dirigió a Troya. Para conseguir que la
expedición fuera exitosa, Agamenón tuvo que sacrificar a su propia hija Ifigenia a la
diosa Ártemis. Por su parte Clitemestra, mujer de Agamenón y madre de Ifigenia,
movida por el rencor hacia su marido o simplemente por su ausencia, tomó como
amante a Egisto. Cuando Agamenón regresó de la guerra de Troya triunfante y con
Casandra, la joven princesa troyana, como concubina, fue asesinado por su esposa, con
la intervención de Egisto. Clitemestra y Egisto detentaron el poder en Argos hasta que
Orestes, hijo de Agamenón, regresó del exilio para vengar la muerte de su padre.
Orestes mató a su madre y a Egisto, inducido por su hermana Electra, que había
permanecido en Micenas. Posteriormente Orestes fue purificado por Apolo en Delfos y
absuelto en Atenas por el tribunal del Areópago, según la versión de Esquilo en su
trilogía la Orestía. De esta manera el derramamiento de sangre que aparece
constantemente en la historia del linaje de Pélope, quedará redimido con las
purificaciones rituales que llevará a cabo Orestes.

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La historia de Helena y Menelao tendrá un final más feliz. Hay muchísimas
versiones de la figura de Helena, especialmente de su voluntad, positiva o negativa, para
fugarse con Paris, pero contaremos brevemente el relato. Paris, un príncipe troyano,
visita Esparta en un momento en el que Menelao está ausente. Al ver a Helena se
enamora profundamente de ella y decide raptarla. Paris llega a Troya con Helena 10 y,
aunque en los primeros momentos cuenta con la oposición de Príamo, su padre y rey de
Troya, y de sus hermanos, conseguirán después llevar una vida de casados. Cuando
Menelao regresa a Esparta y se entera de lo ocurrido, pide ayuda a su hermano
Agamenón, que organiza una expedición guerrera contra Troya. El asedio durará diez
años. Finalmente los troyanos sucumben gracias al engaño del caballo de madera, y
Menelao recuperará a su esposa.
En la Ilíada Homero cuenta el relato de la guerra de Troya, más concretamente
el décimo año del cerco a la ciudad. En este poema épico es donde destacan buena parte
de los héroes del mito griego: por el lado de los griegos, Aquiles, Agamenón, Menelao,
Odiseo, Diomedes y Áyax; por el troyano Héctor y Eneas, posteriormente el fundador
de Roma.
El regreso de los esposos a Esparta se desarrolla en medio de la reconciliación y
la armonía; y también el final de sus vidas estará rodeado de serenidad: ambos son
inmortalizados y llevados a la Isla de los Bienaventurados.

4.1. Interpretación de la figura de Helena como diosa


En las sociedades arcaicas una serie de rituales tenían que ver con la iniciación
tribal. Eran ejecutados por los adolescentes, y significaban la entrada de éstos en la
sociedad. El mundo heleno no fue diferente. El declive de estos ritos tuvo lugar a partir
del siglo V, con la difusión del sistema escolar ateniense. En el caso de los varones esta
iniciación tribal está muy clara, pero no sucede lo mismo en el caso de las muchachas.
Los ritos de iniciación representan un caso particular de los “ritos de paso”.
Estos ritos de paso están compuestos por tres fases fundamentales: el primer momento
señala la separación del aspirante del antiguo orden al que pertenecía; la segunda fase es
un período más o menos largo de segregación y marginalidad; y, finalmente, está el
momento de incorporación del aspirante al nuevo orden, objetivo del ritual de tránsito.

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Existen versiones, especialmente la de Estesícoro que posteriormente seguirá Eurípides en su tragedia
titulada Helena, en las que se narra que en realidad Helena nunca llegó a Troya, sino que se quedó en
algún lugar intermedio entre Esparta y Troya (normalmente Egipto), y que lo que en realidad llegó a
Troya fue un ídolo, una figura hecha de nubes, que los dioses dispusieron.

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En el caso específico del rito de iniciación tribal, el antiguo orden sería el mundo de la
infancia, mientras que el nuevo orden sería la incorporación del aspirante a la sociedad
adulta.
En el caso de las muchachas, hay que establecer una distinción entre los ritos de
iniciación tribal y los ritos de pubertad. Así como los primeros son de carácter
comunitario, los segundos, íntimamente relacionados con la aparición de la primera
menstruación, son individuales y privados, de ámbito familiar. En los ritos de iniciación
tribal, la última fase consiste en la integración de las jóvenes en la edad adulta, ya están
preparadas para el matrimonio, sobre todo por su posibilidad de ser madres.
Dentro de estos rituales es como tenemos que entender las problemáticas
noticias sobre la figura de Helena como diosa. En el culto que se rendía a nuestra
heroína en Esparta, Helena se sitúa a caballo entre la adolescencia y el estatuto de mujer
adulta y casada. Disponía de dos lugares de culto distintos: en el Platanistas, lugar así
llamado porque en él crecían plátanos, en la confluencia del Eurotas y el Magula, se
rendía culto a la Helena adolescente, una adolescente preparada ya para casarse. Pero al
otro lado de la ribera del Eurotas, en Terapne, se veneraba a al mujer casada, a la mujer
adulta cuya belleza expresa el atractivo sexual y la seducción.

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