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Motivación
«Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se
sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a
Simón:
Le replicó Simón:
—Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos sacado nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes.
Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. Hicieron señas a los
compañeros de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las
dos barcas, que casi se hundían».
(Lc 5,3-7)
La red Internet ha dejado de ser un simple medio de comunicación, para convertirse en un
escenario de la vida, un lugar de encuentro, un lenguaje, un modo de relacionarse. Un
espacio que nos vincula, que abre posibilidades y también riesgos. Sin duda, nuestro
mundo “hiperconectado” no tiene mucho que ver con la cultura y la sociedad en las que se
encarnó el Hijo de Dios. Pero si hay una llamada y una experiencia que trascienden toda
época y atraviesan cualquier momento histórico son las del Dios de Jesús.
La Cuaresma y la Pascua son momentos del año para conectar de nuevo con Él, con su
modo de vivir, con su proyecto, con su persona. Cuaresma y Pascua
son memoria actualizada de Jesús, del camino que estamos llamados a recorrer como
discípulos suyos, de la red que nos une a todos como creyentes. Cuaresma y Pascua son
ocasión para hacer espacio a Dios, para navegar mar adentro en el misterio de su amor
entregado hasta el extremo.
Diariamente usamos Google infinidad de veces, buscando una cosa u otra a cada rato. Ya
casi no sabemos vivir sin Google. Siempre buscando, lo que sea…
Y, cada vez que buscamos algo, Google nos ofrece miles o millones de resultados. Lo difícil
es elegir, pasar el filtro, discernir entre los importantes y los irrelevantes, entre los que
me conducen de verdad a lo que busco y los que me despistan y enlazan con algo
totalmente distinto. Porque en Google, como en la vida, a veces hay que buscar y rastrear
a fondo para encontrar algo que merezca la pena…
Lee estos textos de la Escritura, deja que resuenen esas palabras en tu interior, y descubre
cómo es el mismo Dios quien nos invita a buscarle:
A) ¿Qué preguntas en tu vida aún no tienen respuesta? ¿Cuáles son los interrogantes que
tienes sobre tu vida, o sobre las personas que te rodean? ¿Qué le preguntarías a Jesús si lo
tuvieras delante? Escribe tus preguntas.
Si se realiza esta actividad en una reunión de un grupo de fe, una dinámica interesante
puede ser la de intercambiar los papeles con las preguntas que cada uno ha escrito, e
invitarles a que piensen posibles respuestas a las preguntas de sus compañeros.
– ¿De qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida? (Mc 8,36)
– ¿Duermes? ¿No has podido velar ni siquiera una hora? (Mc 14, 37)
– ¿Quién decís que soy yo? (Mc 8,29)
– Pero ¿no dicen las Escrituras que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser
despreciado?(Mc 9,12)
– Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? (Mt 5,46)
– ¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el
tuyo? (Mt 7,3)
– ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre? (Lc
2,49)
Déjate cuestionar por estas preguntas de Jesús. Léelas como si te las dirigiese a ti, aquí y
ahora, en la situación en la que vives. Trata de responderlas (o al menos algunas de ellas),
comenta en el grupo cuáles han sido las que más te ha costado responder, las que más te
han hecho pensar, las que más te han removido el corazón.
3. Spotify: “Escuchadle”
1. A) Piensa en las canciones que mejor definen tu momento actual, haz una lista
de esos temas musicales con los que más te identificas ahora en tu vida.
Comparte con el resto del grupo alguna de esas canciones, el por qué las has elegido, etc. A
medida que se va escuchando cada canción, se puede abrir un diálogo para compartir los
“ecos” que deja en los otros miembros del grupo.
– ¿Cómo es el amor de Jesús que describe esta canción? ¿Deseas en tu vida amar
como Él?
– ¿Es posible amar así? ¿Qué actitudes y disposiciones son necesarias para amar
como Jesús?
– ¿Mides o calculas el amor que das a los otros? ¿Qué te impide entregarte más y
mejor a los demás?
4. Dropbox: haz memoria de Jesucristo
– ¿Para qué o para quién tienes espacio en tu vida? ¿Qué cosas o personas ocupan tu
tiempo, tu corazón?
– ¿Cómo podrías liberar espacio para dejar más hueco a Jesús en tu vida?
A) Imaginemos por un momento que Jesús tuviera una cuenta en Twitter. ¿Cómo sería su
historia contada por esa red social? Lee a continuación esta posible recreación:
Y Jesús dejaría de tuitear… No respondería una sola palabra (Mt 27,14). Porque hay cosas
que sólo se expresan con gestos, con signos, a menudo en el más absoluto de los silencios.
Hay experiencias que no caben en 140 caracteres, ni en 20… El amor es una de ellas. Bien
lo sabía Jesús, que nos amó hasta el extremo (Jn 13,1), y que en sus horas finales apenas
pronunció palabra, a no ser para dirigirse a @DiosPadre. A menudo queremos llenar
cualquier situación a base de palabras —muchas veces vacías, o llenas de nuestro ego—
para no enfrentarnos al peso del silencio, para no escuchar. Con frecuencia también lo
hacemos en la oración. Y eso que @JesusMesias nos advertía, en uno de sus tuits desde la
montaña, que cuando oremos no empleemos mucha palabrería (Mt 6,7)…
Casi ninguno de los suyos estaba allí —en el momento crucial— para dar testimonio de
ello, para tuitearlo, porque no habían asumido que seguir a Jesús implica ponerse detrás
de él, seguir sus pasos —no sólo sus frases bonitas—, responder al amor incondicional
con servicio agradecido, dando gratis lo que habían recibido gratis (Mt 10,8). O quizás
habían preferido pinchar el botón y dejar de seguirle hasta que las cosas se calmaran,
hasta que el seguimiento dejara de ser tan incómodo. Una tentación que tenemos también
nosotros, sobre todo en la vida real: ahorrarnos el compromiso, escurrir el bulto cuando
alguien necesita de nosotros, evitar “pringarnos” o implicarnos demasiado, hacer
“rebajas” en el seguimiento y en la coherencia con nuestra fe…
Menos mal que había allí unas pocas mujeres para dar fe de lo sucedido, además de
@Centurion, un hombre que estaba allí cumpliendo órdenes, pero que subió al Twitter
una foto de la cruz de Jesús, comentando: “Una imagen vale más que 140 caracteres.
Realmente este hombre era #HijoDeDios”. Y la foto fue retuiteada miles de veces, y sigue
siéndolo hoy…
– ¿Cómo crees que puedes retuitear la Buena Noticia de que Jesús está vivo? ¿Con qué
actitudes, palabras, gestos, puedes mostrarla a otros?