Sunteți pe pagina 1din 2

Trampas tecnologicas a los consumidores

Jorge Arturo Jaimes García*

Se ha puesto a pensar ¿Cuántos teléfonos móviles ha comprado en los últimos diez años?, ¿Qué
les ha hecho?, ¿ Los tiene guardados en su closet?, ¿Los ha regalado?, en fin, todo ello ha
representado ciertamente un gasto, el último teléfono que compró, se dio cuenta de que ¿Cada
vez son más costosos?, bueno, esto hablando de teléfonos, pero así también, podríamos citar
automóviles y otros bienes, que representan una cuantiosa inversión al momento de adquirirlos y
que cada vez más parecen tener una vida útil más corta.

Y si de lo anterior no se había percatado, ésta reflexión está relacionada con la obsolescencia


programada o planificada, que es una trampa que nos han “tendido” los grandes productores de
esos bienes a todos los consumidores, para que, por un lado, ellos sigan produciendo masivas
cantidades de bienes y nosotros los consumidores las sigamos comprando.

En el mundo de la tecnología es donde posiblemente sea más evidente esa “trampa”, no sólo con
teléfonos, que es lo que más cerca de nosotros tenemos, tabletas, computadoras de todos tipos y
así un sinnúmero de objetos que adquirimos y cada vez más nos definen como sociedad de
consumo.

Es cierto, hay un cambio o desarrollo tecnológico en muchos artículos, pero en muchos más es
meramente “cosmético”, en general es una de las características más polémicas que caracterizan
a fabricantes y consumidores en un contexto de indefinición legal, estamos ante lo que se ha
denominado obsolescencia programada (o planificada), algo que está cambiando nuestras vidas y
patrones de consumo.

Ciertamente todos los bienes tienen, por principio, un periodo de vida que llamamos “útil”, que es
el tiempo en el cual razonablemente servirán, no se descompondrán, serán confiables, pero si
estamos en presencia de que es una gigantesca trama global para limitar los periodos de esa “vida
útil”, sin lugar a dudas, representará un costo adicional a nuestros presupuestos –si es que los
tenemos-.Es un gran engaño.

De repente nos damos cuenta de que todo cada vez más es desechable, que los periodos de esa
vida útil son más cortos, estamos inmersos en un engaño, una especie de “fraude”, ante el cual
ciertamente no hay una defensa legal.

Estamos hablando de que hay una diferencia entre lo que esperamos y lo que realmente
recibimos, una especie de “disonancia cognoscitiva”, la distinción entre nuestra expectativa y
nuestra realidad, lo que recibimos, es frustrante, ya acabaste de pagar el bien y empieza a fallar o
de plano, ya no sirve, hay que cambiarlo por otro, y así sucesivamente.

*¨Docente ELDP.
La garantía del producto, no es suficiente, como tampoco lo es la legislación que ampare al
consumidor, de hecho, no podríamos esperar que duraran “eternamente” los bienes que
compramos, pero si cotizamos una compostura, nos podemos enfrentar a escenarios muy
indignantes, como el que nos digan de entrada sin empacho alguno que “ya no tenga
compostura”, “que la pieza no se consigue” o simplemente que “salga más caro componerla y que
no haya garantía”.

Tal vez a todos nos ha pasado y por eso la reflexión de cómo hemos llegado a esta situación cada
vez más generalizada.

Desde el punto de vista ético, a todas luces es una carencia de principios morales, pero a fin de
cuentas lo que importa es el mercado, las ventas, la trampa que nos pusieron empleando
generalmente la mercadotecnia, que nos hace sentir útiles muchos productos, que en realidad no
necesitamos, la lista es muy grande, el mercado da para todo y más. Caminadoras, ejercitadoras
físicas que pones debajo de tu cama para que no estorben etc.

Compras que de haber conocido el resultado, definitivamente no hubiéramos hecho, que pagamos
con nuestro esfuerzo, salario, ahorros, regalos, etc.

Ante este panorama, legislaciones que son más protectoras como la Unión Europea, comienzan a
dar la guerra a estos grandes fabricantes y sus abusos a los consumidores, haciendo un análisis de
sus “ofertas”, realizando muestreos y aplicando sanciones.

El ciclo interminable de “Comprar, usar y tirar”, conlleva además de la pérdida a los consumidores
un gigantesco basurero planetario, así que, si queremos evitar caer en esa trampa, tal vez nos
sean útiles los conceptos de uno de los diez capitalistas más poderosos, poseedor de una de las
fortunas más grandes en la actualidad, Warren Buffet, quien nos dice ante esas compras
impulsivas, que reflexionemos, con calma meditemos ¿Lo necesito?, ¿me es útil?, ¿Vale la pena
que me endeude?, y tal vez después de esa reflexión evitemos endeudarnos y de paso no
frustrarnos o indignarnos de ser víctimas de esos abusos.

S-ar putea să vă placă și