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TOMO 1 - Geodinámica Andina

RELACIÓN ENTRE LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS GLOBALES


POST-24Ma Y EL PROCESO DE DESECACIÓN DEL DESIERTO DE
ATACAMA.
Daniel Carrizo (1), Viviana Olivares (1), Gabriel González (2), Tibor Dunai (3),
Arturo Jensen (2), Joaquín Cortés (4)
(1) Programa de Doctorado en Ciencias, Mención Geología MECESUP-UCN.
Universidad Católica del Norte, Antofagasta-Chile. dcarrizo@ucn.cl
(2 ) Departamento de Ciencias Geológicas-Laboratorio de Tectónica Aplicada, Universidad
Católica del Norte, Antofagasta-Chile.
(3) School of Geosciences, University of Edinburgh, Drummond Street, EH9 2DZ
Edinburgh, United Kingdom
(4) Carrera de Geología, Departamento de Ciencias Geológicas, Universidad Católica del
Norte, Antofagasta-Chile.
INTRODUCCIÓN
El proceso de desecación de largo plazo presente en el margen occidental de Sudamérica,
responsable de la formación del Desierto de Atacama, es el resultado de una compleja influencia
entre los procesos climáticos globales de largo plazo y los procesos climáticos locales asociados a la
orogénesis andina. A pesar de los esfuerzos realizados por establecer y ponderar de estos factores,
la escasez de evidencias climático-cronológicas independientes, mantiene abierto un importante debate
sobre la naturaleza de las fuerzas motoras de la desecación [Alpers y Brimhall; 1988, Sillitoe y
McKee, 1996; Hartley y Chong, 2002; Dunai, et al., 2005]. En este debate la cronología de la
desecación representa una especial interrogante, ya que este proceso climático ha sido relacionado
tanto al proceso de alzamiento de los Andes [Lamb y Davis, 2003; Hartley, 2003], como a la
formación de las zonas de enriquecimiento supérgeno asociadas a depósitos tipo pórfido cuprífero
[Alpers y Brimhall; 1988, Sillitoe y McKee, 1996; Hartley y Chong, 2002; Hartley y Rice; 2005],
cuya magnitud ha sido reconocida como una anomalía de envergadura mundial. Este trabajo muestra
los resultados de la cronología de superficies sensibles a la erosión preservadas en la Cordillera de
la Costa del norte de Chile. La edad y naturaleza de las superficies evidencian señales climáticas
(post-24 Ma) del proceso de desecación de largo plazo del Desierto de Atacama, las que permiten

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XI CONGRESO GEOLOGICO CHILENO

establecer condiciones paleoclimáticas locales y explorar su relación con los cambios climáticos
globales.
EDAD DE LAS SUPERFICIES EN LA CORDILLERA DE LA COSTA
Sobre la base de la concentración de 21Ne cosmogénico (estable) de clastos de cuarzo de las
superficies fueron determinadas edades de exposición. Se analizaron superficies de pediplanos,
superficies de paleocanales y superficies aluviales jóvenes. Los pediplanos muestreados corresponden
a superficies protegidas debido a que se encuentran colgadas por fallas. La actividad de las fallas
permitió aislar las superficies de posibles fenómenos locales de sedimentación, sin embargo esta
condición las hace altamente sensibles a procesos de erosión (humedad) en el tiempo, lo que sustenta
su condición de indicador paleoclimático.
La preservación de superficies de 24 Ma y 18-19 Ma, cuya morfología plana no presenta
desarrollo de drenajes, evidencia un clima de extrema aridez presente en el área desde al menos el
Mioceno Medio. Estas superficies forman parte o son equivalentes al Pediplano de Choja-Tarapacá
[Mortimer y Saric, 1972; Jensen, 1992] y son correlacionables con las superficies de Altos de
Camilaca (18,3 - 22,7 Ma) localizadas en el sur del Perú [Tosdal et al., 1984]. Esto es consistente
con lo publicado por Dunai et al. (2005). La preservación de estas superficies evidencian un
importante cambio climático caracterizado por una intensificación de la aridez consistente con una
importante fase de alzamiento de los Andes (25-20 Ma) [Isack, 1988], el comienzo de la
desaceleración de la velocidad de convergencia (NAZCA-SAM) [Pardo-Casas y Molnar, 1987;
Somoza, 1998] y el comienzo del cese y/o debilitamiento de los procesos de enriquecimiento
secundario de los depósitos de pórfido cuprífero (~21 Ma) [Alpers y Brimhall; 1988, Sillitoe y
McKee, 1996; Hartley y Rice, 2005]. Además es correlacionable con importantes procesos globales
tales como, un posible efecto de la apertura del paso de Drake (~28 Ma) y a importantes cambios
climáticos globales tales como el calentamiento global Oligoceno-Mioceno y la Glaciación Mi-1
(~24 Ma) [Zachos, et al., 2001]. Una segunda superficie preservada de 15 Ma, coincide con la
edad del desarrollo de múltiples pediplanos documentados en el sur del Perú [Tosdal et al., 1984].
Esta edad evidencia que con anterioridad a los 15 Ma aun existiría la presencia de humedad suficiente
o una mayor frecuencia de eventos más húmedos para generar procesos de sedimentación. Por otra
parte, esta edad evidencia un segundo evento de aridización importante, asociable con una importante
depresión de los procesos de enriquecimiento secundario (~14 Ma) [Alpers y Brimhall; 1988, Sillitoe

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y McKee, 1996; Hartley y Rice, 2005]. Esta edad es correlacionable a los primeros efectos de
sombra de lluvia relacionada al alzamiento de los Andes (presente desde al menos ~15 Ma). En
términos del clima global, esta acentuación de la aridez coincide con el brusco incremento del
enfriamiento global marcado por el máximo climático del Mioceno Medio (~14-15 Ma) [Zachos et
al., 2001]. Una tercera superficie de 10 Ma, reconocida y datada en dos localidades, evidencia un
tercer evento de aridización o aumento de la desecación en el Desierto de Atacama. Esta superficie
de sedimentación es correlacionable con el Pediplano de Atacama (~8-9 Ma) [Alpers y Brimhall;
1988, Sillitoe y McKee, 1996; Hartley y Rice, 2005]. Edades de superficies de paleocanales labrados
en los pedimentos de la Cordillera de la Costa, evidencian dos periodos húmedas importantes
desarrolladas durante una extrema aridez de largo plazo, a los ~7 Ma y ~4 Ma, siendo la primera
correlacionable con las edad más joven de enriquecimiento supérgeno (~6 Ma Potrerillos) [Marsh,
et al., 1997] y la depositación del Abanico de Arcas en la Depresión Central (7,2 – 6,8 Ma) [Kiefer,
et al., 1997]. La preservación de estas superficies indica una extrema aridez de largo plazo,
correlacionable con la formación de importantes depósitos salinos (4-3 Ma) [Hartley y Chong,
2002]; con el efecto máximo de la sombra de lluvia; el cierre de la conexión interoceánica en América
Central (Panamá) y con un incremento del enfriamiento global ocurrido al inicio del Plioceno registrado
en otros desiertos del mundo (Namibia y Sahara) [Hartley y Chong, 2002]. Por otra parte, edades
de superficies aluviales inactivas evidencian dos periodos húmedos de poca intensidad, desarrollados
durante el Pleistoceno, a los 2-2,6 Ma y a los 1,3 Ma, posiblemente relacionados a glaciaciones de
corta duración. Por último, recientemente han sido documentadas dataciones en superficies de
abanicos aluviales de la Cordillera de la Costa que indican que con posterioridad a los 300-400 ka
no habrían ocurrido periodos húmedos importantes [González, et al., 2006].
DISCUSIÓN
Las edades de las superficies estudiadas revelan un proceso de desecación continuo de
largo plazo desarrollado en el margen occidental de Sudamérica desde al menos el Mioceno Medio.
Este proceso responde a factores de diferentes órdenes. Los grandes cambios climáticos globales
de largo plazo (incrementos del enfriamiento global, calentamiento y glaciaciones) como factores de
primer orden, coinciden cronológicamente con las señales paleoclimáticas documentadas y observadas
en este trabajo. Por otra parte los efectos locales, factores de segundo orden, convergen a incrementar
la aridización de largo plazo (i.e. efecto de la sombra lluvia).

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AGRADECIMIENTOS
El presente trabajo fue financiado por los Proyectos FONDECYT 1040389 (GG) y Fundación
Andes C-13755-12 Laboratorio de Tectónica Aplicada. Se agradece al Proyecto MECESUP-
UCN UCH010 por la Beca de Doctorado de Daniel Carrizo. Se agradece al Programa de Becas
de Doctorado Nacionales; CONICYT por la Beca de Doctorado D-21061184 de Viviana Olivares.
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