Sunteți pe pagina 1din 144

pedrobolivar3@hotmail.

com

1
LOS CUATRO
LADOS
DE UN
TRIANGULO

PEDRO BOLIVAR
1

DIA DEL CUMPLEAÑOS DIECIOCHO DE


LA HIJA DE JOSE MARIA

Belén abrazó a José María muy fuerte:

- Te amo papá, de verdad que no tenéis idea de


cuánto te amo.

- Te amo también hija. Por cierto, Belén, tengo


tres obsequios para ti.

- No te hubieses molestado papá.


- El primer obsequio, abre hija la cajita, anda.

- Ya lo hago padre.

- Como veis, se trata de un trocito de madera


de cuatro o cinco centímetros de largo, por
uno y algo de ancho, cortado de un viejo
tonel de vino, trocito éste, sin valor alguno
aparente, pero quiero que tenga un valor
simbólico para ti en este día.

- No te entiendo todavía papá.

- Resulta hija, que pensé en regalarte una


botella de vino que pudiera hacerle honor a la
ocasión. En ese momento recordé, que el
mejor vino sólo es posible, si la interacción
con la madera del tonel fué la correcta. Tú
pensarás entonces que debe ser una madera
muy fina. Pues resulta hija, que la madera
para convertirse en tonel de vino, debe
permanecer tres años a la intemperie,
expuesta a los rayos del sol y a la lluvia, los
cuales se encargarán no solo de secarla, sino
también de reducir el nivel de taninos, lo que
finalmente asegurará el correcto
envejecimiento del vino en la barraca.

- ¡Qué lindo hablas papá!

- Hija, luego la madera es cortada en barras y


apiladas de pie alrededor de un aro de hierro,
que lejos de parecerse a un tonel luce como
una falda plisada. Llega el momento
entonces, en que se curva la madera en un
delicado juego de fuego y humedad, donde el
artista logra domar el tonel y además le logra
el color tostado. Finalmente, hija, se llena
con agua hirviendo el barril terminado, para
así comprobar que el agua no se pueda fugar,
y sólo después de todo este proceso, se pule y
se llena del jugo de las uvas, volviéndose
madera y jugo, una sola cosa, jugo de uvas
por dentro, pero madera valiente por fuera,
sólo así puede existir el buen vino. Hija,
cuentas ahora con la juventud que te
permitirá soportar el calor y la lluvia, y ser
flexible, como lo ha hecho alguna vez este
trocito de madera colocado ahora dentro de
una cajita de regalo, pero debes cuidar cada
día, el jugo de uvas que llevas por dentro, que
te harán convertir, con pasión, con la
temperatura adecuada y con honestidad, a tu
cuerpo, en una barrica de roble, y a tu
corazón, en el más noble de lo vinos…
UNAS SEMANAS ANTES
2

TECHO DEL AULA MAGNA

UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

SANTA CRUZ –ESPAÑA

- ¿Cuál era la pregunta chaval?

- No lo sé Belén, pero la respuesta es sí, ¿te


importaría volver a besarme?

- Te besaría de nuevo si me contestas una cosa


primero: ¿Qué es para ti el amor?
- ¿El amor, Belén?

- Sí, el amor, contestáis al menos, ¿a qué se te


parece?

- El amor, Belén, no sé, bueno la verdad es que


si creo saber.

- ¡Entonces dime!

- Bien Belén, pienso que el amor, es lo más


parecido a una pestaña debajo del párpado.

- ¿Qué dices? ¡que mal poeta eres!

- Un momento Belén, déjame explicarte por


favor.

- Vale, te oigo.

- El amor, Belén, es lo más parecido a una


pestaña debajo del párpado, porque nos
detiene en el camino cuando estamos más
apurados, nos hace llorar, aunque estemos
alegres y lo suele resolver la elemental idea
de soplar directo al ojo. ¿Pero sabéis Belén
cuál es la única diferencia entre la pequeñita
pestaña y el amor?

- No, no lo sé, dímelo tú.

- Que la pestaña saldrá finalmente del ojo y en


cambio el amor, nos seguirá deteniendo
cuando más apurados nos encontremos, y nos
seguiría haciendo llorar, aunque estemos
alegres. Además, Belén, ni un ventarrón
podría soplar tan fuerte, como para sacar lo
que estoy sintiendo por la mujer que llevo
debajo de mis dos párpados, y que está ahora
sentada en el mismo techo, vestida
simplemente, con unos vaqueros y una
camiseta.

- ¡Está bien, esta bien!, acepto que hicisteis un


buen intento. Pero, ¿que más haría esta noche
perfecta, a la luz de la luna, sobre el techo del
aula magna de la universidad?, ¿o me habéis
traído hasta aquí acaso, después de subir esa
peligrosa escalera de acero cortén y viejos
peldaños de madera, solamente para decirme
que el amor se parece a una pestaña debajo
del párpado?

- No Belén, he traído también en el morral


entre los libros de anatomía, una botella de
vino, no es muy cara, pero igual espero que te
guste su sabor.

- ¿Y las copas, no habéis traído copas?

- No, sólo alcancé a robarme dos vasos del


cafetín de la facultad esta tarde.

- Un momento, espera, no la abras todavía,


déjame ver la botella un momento.

- No es costosa, ya te dije Belén, lo siento.

- No, no es eso. Resulta, que el amor, o al


menos eso me ha dicho mi papá, que el amor
que se avecina, es lo más parecido a las
características del vino que se leen en la parte
posterior de la botella. Para entenderlo,
también me ha dicho él, que solamente debo
colocar en mi boca al leer, la palabra amor,
donde en la etiqueta se lee vino, y así el
momento se describirá más fácil, vamos a ver
si tiene razón mi papá, si es verdad lo que
dice, ¡anda inténtalo tú ¡

(El joven le dio vuelta entonces poco a poco


a la botella, para leer la cara posterior de la
etiqueta)

- ¿Debo decir amor dónde se lea vino?,


preguntó el joven de nuevo a Belén.

- ¡Sí, vamos hazlo!

- Está bien Belén, voy a leer:

Este vino, perdón, este amor, tiene un intenso


color rubí, aroma a frutas rojas, ciruela,
mermelada y un toque de vainilla (punto y
seguido) Suave y sabroso en el paladar…
(No había terminado el chaval de leer toda la
etiqueta, cuando Belén le quitó delicadamente
la botella, la colocó en el suelo del techo, y lo
besó a él poco a poco, lentamente, un labio
primero y después el otro, y ya no tardaría en
sentir ella, pero esta vez en todo su cuerpo, las
ciruelas, la mermelada y el toque de vainilla, al
mismo tiempo que su piel, se pintaba de un
color rubí intenso. A lo lejos desde el aire,
parecían dos gatos besándose en un tejado, en
mitad de la noche, brindando en nombre del
amor, en unos vasos de cafetín, llenos de un
vino tinto de sólo cuatro euros, ¡que simple, que
legítimo, que grandioso!)
VEINTE Años ANTES:
3

HA COMENZADO A LLOVER

(en la voz de José María)

Ha comenzado a llover,

reduzco la velocidad un poco,

el pedal por fin descansa de mi pie,

que insiste en empujarlo hasta el fondo,

como si fuese el pedal, el mismísimo muro de


Berlín,
y mi pie, toda la Alemania Oriental

intentando derrumbarlo.

Hay más gotas en la lluvia,

que soldados en la Segunda Guerra Mundial,

e insisten todas, en bombardear mi parabrisas.

¡No veo nada!

¡Los limpiaparabrisas,

parecen dos ancianos con artritis!

Tomo el volante firme,

como un timón de barco,

y acerco mis ojos para ver algo,

como si el parabrisas,
sirviera de gafas.

De pronto se aparece Rosario en mi pensamiento,

y la veo, como si estuviera sentado yo,

frente a una pantalla,

eso sí, en un viejo cine con goteras.

Alguien me habla de pronto

y empiezo a ver asustado a los lados,

descubro que no es más que la radio,

que se encendió al tropezar yo

en un descuido un botón.

Debo dejar de pensar en Rosario,

miro entonces los carteles del camino,


que parecen espantapájaros amarillos.

El parabrisas insiste en empañarse,

como lo hace el espejo del baño.

Dejo la grasa de mi mano,

tratando en vano de aclararlo todo.

Debo dejar de pensar en ella,

los limpiaparabrisas en su lento movimiento,

hacen de péndulos frente a mis ojos,

y comienzo a sentir sueño.

Necesito un café negro,

Creo que me voy a quedar dormido


4

EL ANILLO

Rosario intentaba ocultarlo,

como la ropa interior

que lleva bajo su vestido.

Parecía como si hubiesen dejado

algo en su mano,
que no la dejaba respirar.

Es el anillo,

ese en forma de aro,

si, ése mismo,

el que más aprieta en el dedo.

Se encontraba Rosario sola en el departamento,

frente a un vaso con whisky en las rocas,

cuando poco a poco,

y casi sin darse cuenta,

se fue aflojando ella misma el anillo,

ayudándose cuidadosamente,

con movimientos circulares de su otra mano.


Cuando el aro comenzó a hacer equilibrio en la
punta de su dedo,

como un hombre que se va a quitar la vida

desde la orilla de un puente,

orientó Rosario su dedo,

a unos diez centímetros

justo sobre el vaso,

esperó unos segundos,

y lo dejó caer sin fuerza,

como culpando a ley de la gravedad

de que el anillo se cayera.

De pronto el aro se hundió en el vaso.

Un vaso de cristal no tan profundo, con tres o


cuatro cubos de hielo.
Así de esa manera se sumergió el oro sin oxígeno

hasta el fondo del vaso,

esquivando y tropezando,

los cubos de hielo en forma intermitente.

Rosario comenzó a sobar su dedo anular,

para borrarse la marca del tiempo,

y no me refiero al círculo blanco en el dedo,

ése lo borra el sol en apenas unos días.

Al terminar de beber y mientras lloraba,

observó ella que el anillo seguía en el fondo,

no se había disuelto,

como lo haría un alka-seltzer.


Se enjuagó abruptamente las lágrimas,

y con ello se corrió el poco resto de maquillaje

que le quedaba.

Se paró entonces de la silla,

y de manera impulsiva e insospechada,

tiró el vaso muy lejos,

de un fuerte manotazo.

El vaso al chocar a esa velocidad con el suelo,

estalló en mil pedazos.

Los trozos de hielo,

se confundían con los restos de vidrio,

sin embargo, el vidrio es frío, y no llora,

el hielo en cambio, llora y se consume a sí mismo.


El aro salió disparado también en cualquier
dirección,

al chocar el vaso con el suelo,

pero a diferencia de los vidrios,

éste se supo ocultar muy bien,

en el espacio diáfano sin particiones

entre el comedor, el salón y las zonas de


circulación.

Al darse cuenta de lo que había hecho,

Rosario corrió a buscar el anillo,

sin saber donde éste había parado.

Se cortó en su búsqueda un pie,


con un muy pequeño trozo de vidrio,

nada como para puntos,

pero si lo suficiente,

como para dejar hilos de sangre en el suelo.

Finalmente lo consiguió,

debajo de un sofá de dos plazas.

En ese momento justo,

José María giraba el pomo de la puerta.

La vio a ella en el suelo,

y corrió a auxiliarla:

- ¿Qué te ha pasado Rosario?


- Tranquilo José María, no me pasó nada (ya lucía
de nuevo el aro en su mano).

- ¿Pero entonces, que hacéis en el suelo?

- Nada José María, sólo corrí a contestar el


teléfono y me tropecé, eso es todo.

- ¿Y la sangre en el suelo?

- Me he cortado un poco el pie mientras recogía


los vidrios, pero no es nada, créeme, nos vemos en
el dormitorio, debes estar cansado…

La mujer que luce un anillo,

que la une

a un hombre que no ama,

hará tarde o temprano,

lo mismo que al collar un perro:


SE LO QUITARÁ A MORDISCOS,

Y CON LAS PATAS LO ENTERRARÁ

PARA IRSE A BUSCAR OTRO DUEÑO


5

En la voz de José María:

QUIEN ME CONVENCE

Si Dios hubiese colocado

al yo nacer,

la cuna de Rosario a mi lado,

se la habría llenado de estrellas

ese mismo día.


Necesito la certeza

de que Rosario no se irá,

pero quien puede convencer

ahora a mis ojos.

Necesito la certeza

de que ella no se irá,

pero es la duda de la razón,

o es la razón de la duda,

yo sé que no se irá,

pero quien convence

ahora a mis labios.


Necesito la certeza

de que ella no se irá,

pero es que las ventanas están hechas de aire,

y la puerta del cuarto no tiene cerradura,

yo sé que no se irá,

pero quién convence

ahora a mis manos.

Necesito la certeza

de que no se irá,

pero si la verdad verdadera

es que ya se ha marchado,

aunque la esté viendo ahora mismo,

sentada en la butaca frente al televisor.


José María, debes irte tú primero,

me digo una y otra vez,

a mí mismo,

a mí,

a yo,

a éste estúpido,

que termina confesándole a las paredes,

que aún no tiene el valor para hacerlo…


6

En la voz de Iñaqui:

YO IBA PASANDO

Mi nombre es Iñaqui.

Yo iba pasando,

cuando Rosario me vio,

y yo la vi a ella.

Yo iba pasando,
en el momento exacto,

en que ella cruzaba.

Yo iba pasando,

con los sueños,

en las suelas de los zapatos.

Yo iba pasando,

con el amor perdido,

entre las suelas y el asfalto,

y nos entendimos,

sin entendernos todavía.

Yo iba pasando,

en dirección opuesta,
pero mi corazón

se fue caminando solito

detrás de ella,

pero justo antes de alcanzarla,

vi como su boca,

besaba la boca de mi amigo…


7

VALE LA PENA

- Vamos Rosario, toma el martillo en la mano, y


rompe esta vida como la conocemos.

- No José María, no empieces

- Anda Rosario, vamos a comenzar otra,

donde el cielo se parezca más a lo que era.

- ¡ya José, no digáis nada por favor!

- Regálame Rosario, tus defectos de nuevo,


regálame un día de clases.

- ¡Basta, José María!

- ¿Qué pasó Rosario con todo aquello, que nos


movía por dentro?

- ¡José María, es suficiente!

- Me refiero Rosario, a ¿qué día renunciamos a ser


nosotros?

- ¡No lo sé!

- ¿Cuántos sueños enredados alguna vez en tu


cabello, se quedaron dormidos? Recuerdas Rosario,
que escribí en tu pupitre, antes de que entraras al
salón una mañana:

“te amaré toda la vida”.

- Sí José María, pero eso fué hace mucho tiempo, y


además ese día no fui a clase.

- Lo recuerdo, es verdad, ese día no fuiste a clase,

yo me sentaba detrás de ti siempre,


así que me pasé todo ese día

mirando tu puesto vacío,

y al mismo tiempo leyendo esa pequeña frase

que había yo escrito en tu pupitre.

La leí una y otra vez.

Sabes Rosario,

ésa fue la primera vez que sentí,

tan de cerca tu ausencia,

pero también es verdad,

que ésa fue la primera vez

que te amé tanto…


8

En la voz de Rosario:

SOLA

Dios,

¿Cómo permití que esto sucediera?

¿Cómo pude hacerle esto a José María,

si pienso que lo amo todavía?

Metida en esta bañera, encastrada en el suelo,


siento como el agua comienza a tener un extraño
olor a azufre alrededor de mi cuerpo,

No más preguntas en mi cabeza,

¡no penséis más Rosario!,

no conocías antes

el temor a ser descubierta, ¡eso es todo!

He amado a Iñaqui,

tan sólo por el peligro

que representa amarlo.

Él intentó mil veces no mirarme,

pero lo convertí finalmente

en el juguete lúdico de mi deseo.


Como una oración en su oído,

fui bautizando de nuevo su cuerpo,

mordiéndole la lengua y las orejas.

Me siento ahora como el objeto de subasta,

más codiciado en Christie´s.

(Esta no sería la única vez que se comparó Rosario


con algún objeto caro o digno de ser apreciado o
probado)

Iñaqui intentó mil veces no mirarme, lo sé,

es el mejor amigo de José María,

pero yo me quise meter justo,

en el agujero de su cama,
perdón, traté de decir,

en un agujero de su alma…
9

En la voz de José María:

ME ENAMORE DE ROSARIO

Mis ojos descubrieron un día,

que mis besos le comenzaron a doler.

Me enamoré, es verdad, de sus pestañas,

me enamoré también de sus codos.

Me enamoré del lado derecho de su cuello,

Me enamoré del lado izquierdo de su cara.


Me enamoré de sus rodillas,

me enamoré de sus manos.

Me enamoré de sus incisivos,

me enamoré aún más de sus tobillos.

Me enamoré de sus hombros,

me enamoré de su vientre.

Me enamoré de su nariz,

me enamoré de su espalda.

Me enamoré de su ombligo,

me enamoré y otra vez de su ombligo.


Me enamoré de sus labios superiores,

me enamoré de sus mejillas.

Me enamoré de sus pupilas.

Me enamoré de sus costillas falsas,

es cierto, sólo ahora me doy cuenta,

que me enamoré también,

de sus costillas falsas…


DE VUELTA AÚN MÁS ATRÁS
10

JOSE MARIA E IÑAQUI

DE ADOLESCENTES

- ¡Suéltalo!

- José María, no te metas.

- ¡Te dije que lo sueltes!

- ¿porque defiendes a este payaso?

- Porque es mi amigo.
- Está bien, ¡vete de aquí enano!, ¡y no olvidéis
que José María, no podrá defenderte todo el
tiempo!

(Pasado el episodio en el colegio):

- José María, que buen amigo eres, pero por


qué me has defendido, ¿no habéis visto acaso
que él es más grande que tú también?

- Claro Iñaqui, tampoco soy ciego, pero no sé,


soy un poco más fuerte que tú, eso es todo, al
menos habría aguantado mejor un golpe. Pero
dime una cosa Iñaqui, ¿por qué querría él
golpearte?

- Su hermana, José María, me he enamorado


de su hermana.

(Risas de José María)

- ¿Pero por qué te ríes José?


- No, que ahora entiendo porque ese loco
quería matarte.

- ¿Y qué cosa debo hacer ahora?

- No sé, depende.

- ¿Depende de qué José María?

- Depende si le gustáis o no a la hermana. Si


los dos se gustan, créeme chaval, que no
habrá barrera posible y mucho menos un
puño…
DE VUELTA A LOS DIAS EN LOS CUALES
ROSARIO EMPEZÓ A SENTIR APRETADO
EL ANILLO
11

LA CARTA DE IÑAQUI

Rosario, te escribo por única vez,

no debería escribir tu nombre,

no me perteneces.

Prometí alcanzar tu cima,

pero ya alguien lo había hecho.


En tu vida ya había un dueño,

a veces pienso que sólo llegué tarde al encuentro.

¿Cómo puedo ver a José María a la cara,

sin que se me lea un segundo,

vuestro nombre en mi boca?

¿Qué hacer cuando la razón,

nos consuma sin una respuesta?

Hoy prefiero alejarme.

Mi ropa huele a traición.

Mi cuerpo se sostiene como un barco,


en mitad de la tempestad que azota mi mente.

No he tenido la valentía,

para hacer que la cobardía

se parezca un poco menos

a lo que es…
12

En la voz de José María:

NO PUEDE YA CON ESTE DESEO

Rosario no puede ya con este deseo no permitido,

es esa forma que guardan sus ojos cuando lo mira.

Es difícil de explicar,

a veces me parece,

que ella quisiera ser invisible


para abrazarlo sin que yo la vea

Creo sin embargo que lo odia,

pero cómo me gustaría que me odiara de la misma


manera.

Yo que soy el único que sé la verdad,

sé como se acerca a respirarlo,

y luego se limpia la cara de ella misma.

El muy imbécil,

es mi mejor amigo, pero sé,

que no le podrá decir que no.

Si los dos se gustan,

sé que no habrá barrera posible


y mucho menos un puño…
13

En la voz de José María:

SORDO

Pareciera

que los recuerdos

no tuviesen dirección alguna.

No les podéis bajar el volumen tampoco,

y permanecen como un zumbido en los oídos.


Ya lo dijo Benavente,

que los recuerdos tienen más poesía que las


esperanzas,

como las ruinas son más poéticas

que un edificio en proyecto.

Las paredes del departamento

y todo lo que hay adentro no tienen sentido.

no debo prestar oídos a los recuerdos.

Mi cabeza se ha convertido en un ático,

donde nadie quiere subir.

Donde se echan las cosas que no se usan.

Donde se observa un viejo baúl,


con parte del pasado aún bajo llave.

Además de algunas cartas,

un álbum de fotografías,

unos zapatos de fútbol,

un reloj de pared sin pared,

unos papeles amarillos,

algunas cicatrices viejas,

y unas velas apagadas en los cumpleaños,


sin olvidar,

una que otra telaraña,

tejida por las hormigas de los recuerdos

y no por las arañas.

¡Rosario, amada mía, tan sólo quisiera teneos

por el resto de la vida,

aún me siento vuestro prisionero!

En mí ático,

hay un hombre dentro de un sobretodo,

con las manos en los bolsillos

caminando en contra del viento.


La última vez que fue posible,

prolongar la sobremesa largo tiempo,

en animada conversación con Rosario,

lucía ella un jersey en lana a rayas con cuello alto,

era una tarde fría y despejada

La próxima vez conseguiré el valor para dejarte

¡Maldita sea!

¡Necesito el valor para dejarte!


13

En la voz de José María:

LA PLAYA

Recostados los dos en la playa,

observo como el sol a mi lado,

lame el cuerpo de Rosario,

su cuerpo tan bendito como maldito,

su cuerpo de Dios y demonio,

su cuerpo tostado por fuera

y por dentro piadosamente divino.


Tan sólo hoy,

después de mirarla, guapísima,

con sus ojos cerrados,

llevando el pecado escrito en la piel,

supe, que ha llegado la hora de marcharme.

Me levanté entonces,

de la tumbona plegable con respaldo de lona,

con espantosa rapidez.

Escribí sin embargo antes de irme,

con mi dedo en la arena,

un adiós muy grande,

para estar seguro que lo viera.


Recogí al terminar de escribir,

una concha de mar que apareció en la arena


mientras escribía la última curva de la letra “S” de
la palabra adiós.

Tropezó mi dedo con ella,

así que la recogí para guardar

un recuerdo de ese momento.

Miré entonces a Rosario,

observé la concha de mar en mi mano,

y pensé entonces que no valía la pena.

Así que arrojé con rabia y frustración,


la pequeña concha de regreso al mar,

el cual no se dio ni por enterado.

Hace apenas unos segundos,

la última ola se estrelló con una roca.

Ahora el mar es únicamente, una lámina de agua,

en continuidad visual con el azul del mediterráneo.

La miré a ella de nuevo por última vez,

y esta vez,

la besé desde lejos.

Si el tequila con sal,

es tan milagroso,

a mí me debe servir,
al menos para olvidarla.

Encendí mi coche, con lágrimas en los ojos,

y me alejé de aquel lugar.

El llavero con la llave,

fue lo único que se atrevió a moverse

y hacer ruido dentro del coche mientras manejaba.

Le he pedido al mesero,

en el próximo bar que conseguí

de regreso en mi coche de la playa,

que me trajera una botella entera

de tequila a mi mesa.

Mientras buscaba la botella el mesero,


me saqué la sal que le robé al mar,

para ponérmela en la lengua.

Hace rato que llegó la botella a mi mesa,

y puedo ver que ya está medio llena,

o quizás deba decir, que está medio vacía.

Mi corazón en cambio,

no aguanta el mismo juego de palabras,

hace unos minutos

que ya tocó el fondo de la botella.

Debo irme, está oscureciendo,

y parece que va a llover.


José María no corras tanto, repito en mi cabeza,

hay más gotas en la lluvia ya,

que soldados en la Segunda Guerra Mundial,

e insisten en bombardear mi parabrisas.

No veo nada.

Los limpiaparabrisas,

parecen dos ancianos con artritis.

Tomo el volante firme,

como un timón de barco

y acerco mis ojos para ver algo.

Debo dejar de pensar en ella,

los limpiaparabrisas en su lento movimiento,


hacen de péndulos frente a mis ojos,

y comienzo a sentir sueño.

Necesito un café negro,

Creo que me voy a quedar dormido,

Creo que me estoy quedando dormido,

Creo que me he quedado dormido,

Ya se empiezan a escuchar los aplausos…


15

LA PESADILLA

Rosario tuvo una pesadilla,

soñó que le practicaban un aborto,

¿pero es que acaso Rosario,

estaba embarazada?

Sin embargo, se hizo la prueba,

primero de orina,

luego de orina,
nuevamente de orina,

y finalmente de sangre.

¿Que hago ahora, estoy embarazada,

José María ya no está,

y el estúpido de Iñaqui se ha ido también?

Iñaqui le dijo a Rosario antes de marcharse,

que se confesaría con un sacerdote,

para poder seguir viviendo

después de lo que había hecho.

Le dijo también que no volvería a verla nunca,

e igualmente no volvería a ver nunca a José María,

al cual seguiría queriendo como su hermano…


16

TODOS SE FUERON

Rosario se mudó a otra ciudad,

el piso de todos modos,

donde vivía con José, era alquilado,

y no quiso cortar el coche de José María por la


mitad,

no quiso ni siquiera despedirse de nadie,

así que sólo la acompañó una maleta.


Después de aquel extraño sueño,

no se atrevió a abortar,

aunque lo pensó muchas veces.

Sin embargo,

al dar a luz a su hijo,

nueve meses más tarde menos un día,

lo regaló.

Era un niño.

Ella se hizo una sola vez la pregunta,

si sería aquel niño hijo de José María

o de Iñaqui,

pero que importaba ya,


había regalado al niño de todos modos.

Desapareció de nuevo Rosario sin dejar pista…


17

IÑAQUI EN EL CONFESIONARIO

Es la voz de un hombre,

que no busca la absolución,

pero no soporta la culpa

que lleva consigo

y que lo atormenta.

- Padre, mi nombre es Iñaqui

y siento que mi apellido es “Traidor”


- ¿Qué dices hijo mío?

- Padre, créame, he traicionado a mi mejor amigo,

me he ido a la cama con su esposa,

y lo haría de nuevo padre, eso es lo peor.

- Calla un momento, piensa lo que dices.

- Padre, ¿cómo puedo estar diciendo eso?,


perdóneme por lo que acabo de decir.

- ¿Qué te ha pasado?

- No me he podido resistir a ella

y me consumí en su cuerpo, pero ya no más,

se lo juro Padre.

- ¡Jurar es pecado!

- Pecado es ella Padre, ella se mete en mi oído


sin pedirme permiso, es insolente su
presencia, me siento indefenso ante ella.
¿Padre, ha oído bien lo que he dicho?
- No sé por qué insistes en decir disparates.

- ¡Prefiero irme lejos Padre!

El padre escucha ahora sólo llanto.

Decide entonces salir y darle al hombre un


abrazo.

Al intentar el Sacerdote abrazarlo,

Iñaqui se deslizó avergonzado,

por su sotana,

hasta el nivel de las rodillas del Padre,

y se abrazó muy fuerte a sus piernas.

Se abrazaba fuerte, muy fuerte,

como si estuviera a punto de caerse a un abismo.

Lo que Iñaqui no sabía,


era que ya había caído al abismo,

y más bien estaba regresando del Infierno…


18

En la voz de José María:

LOS APLAUSOS

Ha comenzado a llover,

reduzco la velocidad un poco,

el pedal por fin descansa de mi pie,

que insiste en empujarlo hasta el fondo,

como si fuese el pedal, el mismísimo muro de


Berlín,

y mi pie toda la Alemania Oriental,

intentando derrumbarlo.
¡Los limpiaparabrisas,

parecen dos ancianos con artritis!

Tomo el volante firme,

como un timón de barco

y acerco mis ojos para ver algo.

De pronto se aparece Rosario en mi pensamiento,

y la veo como si estuviera sentado yo,

frente a una pantalla,

eso sí, en un cine con goteras.

Debo dejar de pensar en ella,

miro entonces los carteles del camino,


que parecen espantapájaros amarillos.

Debo dejar de pensar en ella,

los limpiaparabrisas en su lento movimiento,

hacen de péndulos frente a mis ojos,

y comienzo a sentir sueño.

Necesito un café negro,

Creo que me voy a quedar dormido,

Creo que me estoy quedando dormido,

Creo que me he dormido,

Ya se empiezan a escuchar los aplausos…

Sólo recuerdo que me estaba quedando dormido,

y después ya no supe más nada,


al menos, hasta que el air bag del volante me
empujó con fuerza,

como devolviéndome a la vida.

A pesar del esfuerzo de la bolsa de aire,

se empezaron a escuchar unos aplausos,

la gente en mi cabeza, se paraba de sus asientos

uno a uno,

para aplaudir,

mientras, del otro lado, en el escenario,

los actores de la obra de teatro,

se inclinaban en señal de agradecimiento.

Entre los actores se encontraba un niño,

que se olvidó de los aplausos


y dejó de inclinarse ya, mientras era ovacionado,

para entonces hablar conmigo.

Me llamó por mi nombre:

- José María, me dijo el niño, te realizaré una serie


de preguntas, a ver si tenéis los méritos suficientes
para subirte a las tablas con nosotros. Y no te
molestes en hablar, no te preocupes, que yo las
contestaré también por ti:

Primera pregunta, José María:

- ¿Miraste acaso a los ojos de la gente al


hablar?

- Dejadme revisar los videos, sí, yo creo que sí,


se contestó él mismo, permíteme observar tu
mirada un momento. Sí, es una mirada en
verdad honesta, un poco perdida, pero vale
igual. Vamos a intentar con las siguientes
preguntas. Soy estricto, no creas, estas
preguntas son más importantes de lo que
ahora mismo puedes entender.

Siguiente pregunta, a ver:

- ¿Te detuvisteis a mirar el atardecer al


menos una vez?

- Dame sólo unos segundos para retroceder la


cinta. Sí, aquí está, paraste tu coche algunas
veces de regreso del trabajo, justo en la orilla
de la autopista, para contemplar un rato el
atardecer. Suena un poco peligroso mirar el
atardecer a la orilla de la autopista. Pero igual
es válido. Así que sigamos con la siguiente
pregunta.
(Así continuó el niño, respondiéndose él mismo,
esas preguntas tan simples como extrañas al mismo
tiempo)

- ¿Tuvisteis un perro en casa?

- Sí, aquí veo un cachorro, lo cuidaste por


varios meses, luego se mudaron tus padres, y
tuvieron que buscarle un hogar sustituto.
Lloraste mucho. Después quisisteis tener de
mascota al elefante del circo, menos mal que
la idea no tomó cuerpo, y te dedicaste a jugar
a atrapar luciérnagas en vasos plásticos.
Puedo sentir la brisa en tu cara cuando
corrías.

- ¿Cantasteis en la ducha?

- Déjame oír un segundo, Dios santo, que


desafinado eres, tenéis dos oídos izquierdos.
Menos mal, que fué bajo la ducha, aunque si
cantas fuera de la ducha, yo creo que igual
llueve. Bueno, pero lo hiciste, y eso es lo que
cuenta.

- ¿Sembrasteis un árbol en algún


cumpleaños?

- A ver, déjame revisar. Sí, cuando tenías ocho


años, sembrasteis dos pequeños arbustos en
un parque. Te lo voy a valer, pero jamás
volviste a ver como crecieron.

- ¿Le dijisteis adiós a los niños que viajan en


buses escolares?

- Sí, aquí te ves, haciéndole caras desde tu


coche, a unos críos que viajan en la parte de
atrás de un bus escolar. Se ven riéndose con
tus payasadas. Que bien se siente hacer reír a
alguien, y especialmente a un niño.

- ¿No te dio vergüenza llorar?

- Eso es obvio, así que podemos pasar de una


vez a la siguiente pregunta.

- ¿Guardasteis monedas para las manos que


se iban extendiendo en el camino?

- Sí, ya veo que en tu coche tenías unas


cuantas monedas siempre listas para dárselas
a la primera persona que las pidiera. Al
principio elegías a quién dárselas, es verdad,
pero un día te diste cuenta que tú no habías
venido a la Tierra para juzgar.
- ¿Sonreísteis al contestar el teléfono?

- Aunque no lo sepas, las personas al contestar,


pudieron ver tu sonrisa del otro lado del
teléfono, muy bien hecho.

- ¿Fuiste el héroe de alguien?

- ¿Fuiste el héroe de alguien?, déjame mirar


bien, no nos podemos trancar en esta
pregunta, mira que la viene es muy fácil, te
preguntaré si aprendisteis a manejar un
martillo. Déjame revisar bien, no puede ser,
que hayas dedicado todo este tiempo a
intentar ser un héroe para tu esposa. Como
hago, no me permiten saltar ninguna
pregunta.
Lo intentaste de mil maneras, lo sé, pero lo que
intentabas, era como llenar un vaso que tiene un
hueco en el fondo. Aún así, no puedes pararte entre
nosotros todavía.

Sin embargo, déjame ver qué puedo hacer, me


sonó tan bonito, eso de intentar cientos de veces ser
un héroe para tu esposa.

Bueno, que quede como un secreto entre


nosotros, lo que voy a hacer ahora. Te saliste de la
carretera, es obvio, y estás más de aquí que de allá,
pero ya sé que haré para resolver la situación.

Me despido José María, ya nos encontraremos de


nuevo, asegúrate esta vez, de ser el héroe de
alguien. Espera unos segundos nada más, sí, sí, ya
la hice ver el accidente, regálame otro segundo, ya
se detuvo, sí, se está bajando del coche, pero está
lloviendo todavía…
19

EL AMOR QUE SALVA

Mientras que José María escuchaba aplausos


todavía,

alguien abrió la puerta de su coche,

y lo salvó de la muerte segura.

Estaba lloviendo y, además,


ella no tenía fuerzas para cargarlo,

así que decidió arrastrarlo hasta su coche,

estacionado a orillas del camino

con las luces prendidas.

Lo acomodó como pudo en el asiento trasero.

Ella se sentó toda empapada frente al volante.

Ya no se escucharon aplausos…
PASARON VEINTE AÑOS
20

TRES LADOS DEL TRIANGULO

Jamás coincidieron de nuevo

en algún lugar

ninguno de los tres.

Iñaqui se fué sin dejar casi rastro. Lo único que se


supo, es que se había mudado a la zona del Pirineo
catalán, donde el verano te aplaude, pero el
invierno te rompe los huesos.
José María por su parte se enamoró de Leonor, la
mujer que le salvó el día del accidente. Tuvieron
una hija. Viven en Santa Cruz.

La hija se llama Belén, tiene casi dieciocho años


y estudia Medicina en la Universidad de la Laguna.
Allí mismo en Santa Cruz.

Belén tiene un novio, que estudia también


Medicina, un chaval, unos meses mayor que ella.

José María le ha dicho que lo traiga a casa para


conocerlo, pero ella prefiere esperar un poco.

Ya sé que queréis saber que ha pasado con


Rosario, aunque me hubiese encantado que
terminase toda esta explicación en el párrafo
anterior…
21

SEÑORA DE LA NOCHE

Sin embargo, todo cambiaría en el lugar donde


los bombillos están pintados del color de las
cerezas,

cuando varios jóvenes universitarios,

entraron para reírse y hacerse bromas de hombría.

Las paredes del lugar, se veían a través de la luz


cereza, con veladuras a base de acuarela y aceites.
Las maderas no lucían pulidas, como si hubiesen
pasado por el primer golpe de sierra solamente.

Mientras las mujeres de la noche bailaban,

bebieron los chavales un poco más,

de lo considerado todavía inteligente.

Uno de ellos,

entre risas, y un poco mareado,

fué guiado y dejado en la puerta de una alcoba.

La alcoba deslumbraba por el exotismo. Se


podían ver objetos de piel de cabra pintadas con
henna natural. En la peinadora se podían ver
pequeñas cajas de regalo aún sin abrir, y un
particular mueblecito para pipas, destinado a los
clientes más exigentes, que incluía un soporte para
pipas y un frasco para tabaco. Así también llamaba
la atención, una purera doble, un cenicero de plata
y un cortapuros, también de plata.

Destacaba una ilustración enmarcada en la pared


alusiva a la primera obra teatral representada del
poeta Federico García Lorca conocida como “El
Maleficio de la Mariposa”.

Cómo era costumbre para la Señora de la Noche,


recibía a su huésped recostada de la cama luciendo
su mejor vestido, y mientras éste se acercaba, ella
hacía una introducción de sí misma, que cambiaba
con cada invitado.

Esta vez no fue la excepción, así que se le


escuchó decir mientras el joven se acercaba algo
temeroso:

- Me siento hoy como la más deliciosa trufa


violeta, aunque eres muy joven, y no debes
saber ni siquiera que es una trufa. Acércate.
Veo además que no eres de aquí, debes estar
de vacaciones con algunos amigos seguro.

El joven mareado y aún si hablar, finalmente


llegó hasta ella. Ya ella se había parado de la
cama, se le acercó y le dijo en forma íntima al
oído:

- La trufa violeta ha sido llamada también


“diamante negro” pues es difícil de encontrar
y de precio muy elevado, al igual que yo.
Tiene un sabor exquisito, de carne sólida,
frágil y de olor muy agradable, amarronada y
con venitas blancas que desaparecen al
cocerla. Pero sabes lo que más me gusta de
ser como ella, no, para que te pregunto, si no
lo debes saber, lo que más me gusta de ser
como la trufa violeta, es que se desarrolla
bajo tierra, por lo que debe ser encontrada
con la ayuda de perros entrenados para ello, y
esa comparación me produce gran placer,
pero sabes que es que es lo que me complace
aún más en la comparación, es que la trufa no
es apta para conservarse pues pierde su
aroma, así que disfrútame ahora, vamos
chaval que esperas. (Alejó entonces su boca
del oído del joven y le dio la espalda, para
presentar a los ojos de él, la ubicación exacta
del cierre de su vestido)

El joven entonces, acercó en el medio de su


mareo su mano hasta el comienzo del cierre,
justo debajo del cuello de la mujer, y
comenzó a bajarlo con pena, lentamente.

Cuando descubrió ya la espalda de la mujer,

la borrachera desapareció de inmediato

y comenzó el joven a llorar sin descanso.

Ella se volteó entonces

y lo abrazó fuerte.
Un chaval novato, pensaría ella:

- A ver, tranquilo, no llores, que la trufa violeta


no es venenosa ni yo tampoco.

(Pasaron varios minutos, antes que se


desamarrara el nudo en la garganta del joven:)

- Resulta Señora, le dijo el joven con voz algo


todavía entrecortada, que la persona que cuidó de
mí cuando yo era apenas un crío, me decía que
tenía yo en el brazo un lunar, idéntico al de mi
madre, con la única diferencia, que ella lo tenía en
la espalda y yo en el brazo, así que entonces me
señalaba con su dedo en mi espalda, el lugar exacto
del lunar. Me dijo también, que mi madre había
muerto, así que el lunar es el único recuerdo que
tengo de ella.
¿Cómo puede usted tener entonces también ese
lunar?

La Señora de la Noche,

se separó unos centímetros,

y tomó con su mano la cara del chaval,

para observarlo mejor.

Dios mío, no puede ser, pensó ella,

si es idéntico a Iñaqui.

Esta vez fue ella,

la que se puso a llorar desconsoladamente.

Ella no le hizo comentario alguno al joven,


sobre su verdadero padre.

Él no le preguntó tampoco.

De esa forma se conocieron madre e hijo.

No pudo él reprocharla,

se sentía tan culpable como ella

de estar los dos en la misma habitación.

Ella le pidió perdón,

Él no volvió a verla de nuevo.

Ella se mudó de nuevo muy lejos.

Así que después de esa noche,

quedaron huérfanas,

todas las noches rojas de su leyenda.


Eso sí, justo antes de salir el joven de la
habitación, mientras abría la puerta, sin voltearse
ya, sin decir tampoco adiós, se detuvo un segundo
y preguntó de espaldas:

- ¿Al menos pudiera saber el verdadero nombre de


mi madre?

- Por supuesto, respondió ella, mi nombre es


Rosario. ¿Y cuál es vuestro nombre, si no te
molesta decírmelo?, preguntó entonces ahora ella.

- Claro que no me molesta. Mi nombre es Robin.

- Te llamas Robin entonces, como el amigo de


Batman.

- Ese es mi nombre (y terminó de cerrar la puerta


lentamente de cara al pasillo. Por un momento, sin
embargo, pareció detenerse con ganas volver a
abrir esa puerta y preguntar al menos ¿Por qué?,
pero no lo hizo…

DE REGRESO UN MOMENTO NADA MÁS

VEINTE AÑOS ANTES:


22

JOSE MARIA ES DADO DE ALTA DEL


HOSPITAL

SEMANAS DESPUES

DE SU ACCCIDENTE EN EL COCHE

Salí del hospital en silla de rueda con un yeso


todavía en la pierna.

Se llama Leonor,

sí, la mujer que me salvó la vida,

se llama Leonor.
En las semanas que duré en el hospital, aprendí a
contar las horas que pasaban entre una visita y otra
que me hiciera Leonor.

Sólo ahora entiendo las preguntas que me hizo el


niño en el teatro. No sé si fue parte del aparatoso
accidente, que mi conciencia se inventó esas
escenas. Lo que, si sé, es que las preguntas que
parecían tontas, ahora han cobrado otro significado.

Las preguntas de la vida, como que son más


sencillas de lo que pensaba.

Y aún más sencillas, son las respuestas.

Podemos llevar una vida accidentada, sin


necesidad de conducir un automóvil a alta
velocidad con la autopista húmeda.

A mí me enseñó la mujer que abrió la puerta de


mi carro. Me enseñó a reír. Me enseñó a ver la
vida diferente. Hasta me parece romántico, el que
me haya cargado aparatosamente bajo la lluvia mal
herido.
La vida no se puede desperdiciar un sólo
segundo.

A veces tenemos a las personas que amamos


veinticuatro horas al menos cerca, y no nos damos
cuenta.

Resulta entonces que salí del hospital en silla de


rueda con un yeso todavía en la pierna.

Estaba oscureciendo bastante rápido.

Esperé sentado un momento junto a la solitaria


puerta batiente de la emergencia, mientras Leonor
buscaba el carro, cuando de pronto comenzó a
llover. No podía ser casualidad, al menos eso
pensé.

Así que me paré de la silla de rueda, y caminado


un poco torpe por el obstáculo del yeso en mi
pierna, me salí de la pequeña área protegida por
techo, donde se suelen parar las ambulancias, y me
coloqué directamente debajo de la lluvia dándole la
cara al cielo con los brazos abiertos.
Pasaron pocos minutos, antes de que los faros del
carro de Leonor me alumbraran y me dejaran ver
aún mejor la lluvia.

Leonor se bajó rápidamente preocupada, pensaría


que estaba desorientado por efecto de los
calmantes:

- José María, que haces bajo la lluvia, te


sientes bien.

- Leonor, nunca me he sentido mejor.

- Entonces que haces ahí, mírame estoy toda


empapada por tu culpa, tenéis algo que decir
al menos al respecto, ven, entra al coche,
parecemos dos locos.

(Me arrodillé entonces en una forma en la


que el yeso en mi pierna me permitiera
hacerlo, saqué valor de donde no tenía, y le
dije en voz alta a Leonor en mitad de la
lluvia:)
- Leonor, el amor nos despeina como la lluvia,
sin brisa y sin más prisa, que la de un
estornudo o una sonrisa.

- José maría, te recuerdo que está lloviendo,


me contestó Leonor.

- El amor Leonor no quiere ser, no tiene la


lógica de un resfriado.

- José, tengo frío ¿que me quieres decir?

- Bueno, que el amor tiene el poder de


convencernos como humanos de lo poco que
podemos hacer para evitarlo.

- ¡Termina de decirlo ya, que me estoy


muriendo del frío!
- Bueno, lo que ocurre es que te amo Leonor, y
me siento como un chiquillo que no sabe
decir las cosas. Cosas, como que me muero
por acercarme hasta ti para besarte.

- ¡En hora buena! ¡Pensé que no lo ibas a decir


nunca! ¡Que esperas que no te acercas y me
besas!

- Sólo quiero saber antes, si tú también sientes


lo mismo.

- Claro que siento lo mismo, te amo tonto,


claro que te amo.

- ¿Y cómo sé que no le estás mintiendo a un


hombre convaleciente?

- Porque al escucharte me dio tanto susto, que


dejé de sentir frío, y sin embargo sigo
temblando. Ahora si me crees. ¿Pero un
momento, por qué me estás interrogando a
mí, si yo soy quien te interrogaba a ti?, ¿Y
por qué he de creerte que me amas, tan sólo
porque lo hayas dicho en un momento de
inspiración? A ver ¿Qué es el amor para ti
José María?

- ¿El amor, Leonor?

- Si el mismísimo, ¡anda contéstame!

- Bien Leonor, pienso que el amor es lo más


parecido a no salvarse nunca.

- ¿Qué dices?, ¡que mal poeta eres!

- Un momento Leonor, déjame explicarte por


favor.

- Anda, te oigo.
- Mientras estaba en hospital, postrado en una
cama, el paciente en la cama de al lado, me
prestó un libro que se titulaba “Benedetti,
poemas revelados”. Lo tomé prestado por
educación y lo abrí con escepticismo. La
dedicatoria era muy sencilla, decía “A
Paloma, que ilumina hasta la nostalgia”,
luego entonces se dejaba ver una hoja en el
libro prácticamente toda en blanco en la cual
se leía solamente “Y en la calle codo a codo,
somos más que dos”. Pensé, que, con esa
dedicatoria y esa frase suelta en una hoja, ya
el poeta lo había dicho todo, y me puse a
pensar en ti, y entonces me dio miedo
recordar que había yo amado antes, sin ser
amado de la misma manera. Pensé inclusive
en que llegaría este momento, en el cual yo te
decía que te amo, y en mi corazón, tú
también me decías que me amas, pero aún así
sentí que no era suficiente. Volví ese día al
libro, volteé entonces un par de páginas,
como buscando la respuesta en un poema
desconocido que se titulara “te amo” o algo
similar, sin embargo, me encontré frente a
frente, un título inesperado aparentemente sin
relación alguna, el poema se llamaba “No te
salves”. Después de leer una vez el poema,
sentí la necesidad de leerlo una y otra vez
hasta memorizarlo. Cuando finalmente me
aprendí cada palabra, devolví el libro al
paciente, ya no me importó leer ningún otro
poema, ya había encontrado la respuesta.
¿Me dejarías recitarte el poema agregándole
tu nombre sin permiso del poeta?

- ¡Claro José María!

- Bueno. Diría así:

Leonor,

no te quedes inmóvil

al borde del camino,


no congeles el júbilo,

no quieras con desgana,

no te salves ahora,

ni nunca,

no te salves.

No te llenes de calma,

no reserves del mundo

sólo un rincón tranquilo.

No dejes caer los párpados

pesados como juicios,

no te quedes sin labios,

no te duermas sin sueño,

no te pienses sin sangre,


no te juzgues sin tiempo.

Pero si

Pese a todo

No puedes evitarlo,

y congelas el júbilo,

y quieres con desgana,

y te salvas ahora,

y te llenas de calma,

y reservas del mundo

sólo un rincón tranquilo,

y dejas caer los párpados

pesados como juicios,

y te secas sin labios,

y te duermes sin sueño,

y te piensas sin sangre,


y te juzgas sin tiempo,

y te quedas inmóvil

al borde del camino,

y te salvas,

entonces

no te quedes conmigo…

José María se quedó ya al terminar, mudo,


inmóvil, en el suelo, arrodillado con el yeso,
transparente, confeso, y agachó la cara.

Leonor entonces, terminó de llegar a él con


pasos lentos, se arrodilló aún más lentamente, justo
al frente de José, y colocando sus manos en las
mejillas de José María, le levantó poco a poco la
cara y le dijo mirándolo a los ojos:

- No te preocupes, que no me quedaré jamás


sin labios para ti, no congelaré el júbilo
que siento, no me dormiré de nuevo sin
soñar en nosotros, y no me salvaré ni
ahora ni nunca de este amor, me quedo
hasta la eternidad contigo y te prometo
que, en la calle, día a día, codo a codo,
seremos mucho más que dos…

(Así quedaron unos minutos arrodillados,


abrazados uno del otro, besándose por primera vez
en los labios, sin sentir frío, arropados por la lluvia
y desnudados por las luces del coche…)
EN LA
ACTUALIDAD
23

DE VUELTA AL

DIA DEL CUMPLEAÑOS

DE LA HIJA DE JOSE MARIA

José María abrazó a Belén al pie de la escalera


de la casa, y le dijo que la amaba con todas sus
fuerzas:

- Te amo papá, de verdad que no tenéis idea de


cuánto te amo.

- Te amo también hija. Por cierto, Belén, tengo


tres obsequios para ti.
- No te hubieses molestado papá.

- El primer obsequio, abre hija la cajita, anda.

- Ya lo hago padre.

- Como veis, se trata de un trocito de madera


de cuatro o cinco centímetros de largo, por
uno y algo de ancho, cortado de un viejo
tonel de vino, trocito éste, sin valor alguno
aparente, pero quiero que tenga un valor
simbólico para ti en este día.

- No te entiendo todavía papá.

- Resulta hija, que pensé en regalarte una


botella de vino que pudiera hacerle honor a la
ocasión. En ese momento recordé, que el
mejor vino sólo es posible, si la interacción
con la madera del tonel fue la correcta. Tú
pensarás entonces que debe ser una madera
muy fina. Pues resulta hija, que la madera
para convertirse en tonel de vino, debe
permanecer tres años a la intemperie,
expuesta a los rayos del sol y a la lluvia, los
cuales se encargarán no solo de secarla, sino
también de reducir el nivel de taninos, lo que
finalmente asegurará el correcto
envejecimiento del vino en la barraca.

- ¡Qué lindo hablas papá!

- Hija, luego la madera es cortada en barras y


apiladas de pie alrededor de un aro de hierro,
que lejos de parecerse a un tonel luce como
una falda plisada. Llega el momento
entonces, en que se curva la madera en un
delicado juego de fuego y humedad, donde el
artista logra domar el tonel y además le logra
el color tostado. Finalmente, hija, se llena
con agua hirviendo el barril terminado, para
así comprobar que el agua no se pueda fugar,
y sólo después de todo este proceso, se pule y
se llena del jugo de las uvas, volviéndose
madera y jugo, una sola cosa, jugo de uvas
por dentro, pero madera valiente por fuera,
sólo así puede existir el buen vino. Hija,
cuentas ahora con la juventud que te
permitirá soportar el calor y la lluvia, y ser
flexible, como lo ha hecho alguna vez este
trocito de madera colocado ahora dentro de
una cajita de regalo, pero debes cuidar cada
día, el jugo de uvas que llevas por dentro, que
te harán convertir, con pasión, con la
temperatura adecuada y con honestidad, a tu
cuerpo, en una barrica de roble, y a tu
corazón, en el más noble de los vinos.

A continuación, le entregó el segundo obsequio,


unas hojas por él escritas, que ella no tardó en leer
en voz alta frente a él, sin que él se lo pidiera:

Para: mi hija Belén

De: Su padre

Con los años, a medida que crecías, y te convertías


en una hermosa jovencita, quise tomarme el
atrevimiento de escribirte una lista de consejos
recopilados, que pudieran ser útiles para tu vida.

Es un humilde atrevimiento, ya que deseo que tú


escribas tu propia historia.

Al crecer, cada vez más veces, tú vas a reír y no


voy a estar cerca para escucharte hacerlo, y
algunas veces vas a llorar sin yo saberlo.

Quien te ama

José
María

HE AQUÍ LA LISTA:

- Mírale los ojos a las personas cuando les


habléis.
- Memoriza tu poema favorito.

- Jamás te burles de los sueños de los demás.

- Sonríe cuando respondas el teléfono. Quien


llama, lo podrá escuchar en tu voz.

- Recuerda que el no conseguir lo que quieres


es, a veces, un golpe de suerte.

- NUNCA, tengas miedo de decir “no sé”.

- Mirad a los aviones elevarse en el aire.

- Asiste a los actos de colegio de tus hijos.


- No dejéis de tener una linterna con baterías
en el carro y también una debajo de la cama.

- No esperes que la vida sea justa.

- Presta tan sólo los libros que no te importe


volver a leer.

- Vuelve a leer tus libros favoritos.

- Mantén hielo en el refrigerador.

- Regala la ropa que no uses.


- No desperdicies la pasta de dientes.

- Canta en la ducha, aunque desafines, igual se


vale (no me hagas demasiado caso a lo
último.)

- Nunca digáis que estás a dieta.

- No toméis tantas gaseosas.

- Ríete algunas veces, de las cosas que haces o


que dices.

- Acaricia a tus hijos después de regañarlos.


- Bebe champagne alguna vez para celebrar la
vida, nada más que eso.

- No compréis herramientas baratas.

- Aprende a usar un martillo.

- Aprende a cambiar una llanta.

- Disfruta de un atardecer a la orilla de la


autopista.

- Aprieta con gusto la mano que saludéis.

- Siembra un árbol el día de tu cumpleaños.


- Di “gracias” todas las veces que puedas.

- Ten una mascota alguna vez en tu vida.

- Saca la basura.

- Nunca le quites a una persona la esperanza,


puede ser lo único que le quede.

- Cuando compres alguna vez un ticket de


lotería, elige uno donde esté el día de
nacimiento de la persona que más amas.

- Llega 10 minutos antes de la hora.


- Regálate un mensaje en tu cumpleaños.

- Ve al médico de vez en cuando.

- Toma suficiente agua al día.

- Dile adiós a los niños que viajan en buses


escolares, no lo olvides.

- No te avergüences de llorar, cada vez que


necesitéis hacerlo.

- No permitas que el dinero te posea.

- Cuando comas papas fritas, no olvidéis mojar


una en ketchup y escribe algo bonito sobre la
mesa
- Cambia regularmente, los limpiaparabrisas de
tu coche.

- Y no olvides ser el héroe de alguien…


24

DESPUES DE LEER LA LISTA:

EL CUARTO LADO DEL TRIANGULO

Después de leer las hojas al pie de la escalera


de la casa, Belén abrazó a José María fuerte y largo
rato, como intentando atesorar al máximo el
momento. Finalmente rompió el silencio Belén, con
unas simples, pero maravillosas palabras:

- Te amo papá, de verdad que no tienes idea de


cuánto te amo.

- Te amo también hija, pero no me vas a


preguntar por el tercer obsequio.
- No papá ya me has dado demasiado, no sabes
cuánto valen para mí.

- Observa un momento el trocito de madera


por favor, ¿podéis ver que tiene un pequeño
orificio en una punta?

- Si papá, lo veo.

- Hija, es para que le coloques algo y no se te


pierda. Dame un segundo. Déjame revisar el
bolsillo de mi pantalón. Aquí está. Pensé que,
con este arito de alambre, lo podrías convertir
en llavero. Pero si se convierte en llavero,
entonces ahora falta una llave, así que déjame
buscar en el otro bolsillo.

- ¿Qué haces papá?

- La verdad es que no consigo ninguna. Ya


conseguirás alguna en tu cuarto que le pueda
servir.

- Claro papá, gracias de nuevo papá, no me


cansaré de decirte mil veces que te adoro. Por
cierto, también papá, comentó Belén, esta
noche he decidido presentarte a mi novio.

- Que bueno saberlo hija, para ir preparando el


cuestionario de preguntas.

- Ay papá no empieces, mira que me muero de


la preocupación de pensar que te pueda caer
mal.

- Ay, hija, cómo vas a pensar que me va a caer


mal, si ni siquiera he visto su cara. Déjame
hablar con él un rato, pero nada formal, te
parece.

- Pero por favor papá, no lo vayas a acosar con


preguntas, por favor papi, promete no poner
cara de espanto cuando lo veas.

- Tranquila hija, que se le puede ver en la cara


a un chico de dieciocho años, que no sea
futuro, el pasado es lo único que hay dejar
dónde está.
- Papá promete hacerlo sentir en casa y no
olvides su nombre. Bueno papá me voy al
cuarto a arreglarme, es tarde y en cualquier
momento va a tocar mi novio el timbre, un
beso papá.

- Un momento hija, ¿cómo es que se llama el


joven?

- Ay papá, yo ya te dije el otro día, se llama


Robin.

- Hija, ¿se llama Robin, como el amigo de


Batman?

- Jajá, que gracioso eres.

(Se volteó Belén entre risas entonces y


comenzó a saltar los peldaños de la escalera
que la llevarían a su cuarto. “Papá, amo a ese
chaval”, se le escuchó gritar alegremente
mientras subía las escaleras a toda prisa…)
El amor se abrirá paso,

hasta por los caminos

que ni los lobos,

se atreverían a cruzar…

Lord Byron
DEMASIADO YA PARA TODOS.

PASO A ESCRIBIR OTRO LIBRO.

PERO ANTES:
25

AL ENTRAR BELEN A SU CUARTO

Al entrar Belén a su cuarto, encontró sobre la


cama una llave y una nota.

Primero tomó la nota, en la cual se podía leer:

Feliz cumpleaños hija,

asómate por favor un segundo a la ventana.


Al asomarse a la ventana, observó estacionado un
coche con un gran lazo en una puerta, y colocados
sobre el techo del mismo coche, se dejaban ver una
linterna y unos limpiaparabrisas de repuesto.

Se retiró Belén de la ventana, se sentó con


cuidado en la cama con gran humildad, a lo mejor
un poco aturdida. Colocó entonces el arito de
alambre al trocito de madera convertido en llavero,
e introdujo en el alambre la llave del coche.

Se puso a mirar un momento el trocito de madera


de roble, y recordó las palabras de su papá al pie de
la escalera. Por un momento se olvidó ya del coche,
de la llave y decidió leer de nuevo la lista de
consejos.

Solo entonces reaccionó, se levantó de la cama, y


bajó a darle las gracias a su papá, pero éste había
salido un momento para comprar algunos snacks
para la velada.
Se fue entonces Belén hasta la cocina, sacó el
frasco de Ketchup, y untando su dedo una y otra
vez, escribió sobre la mesa de la cocina:

Gracias, todas las veces que pueda papá.

El mensaje de cumpleaños que me regalo hoy,


lo cambio por un beso tuyo.

Del coche gracias, pero mientras aprendo a


conducirlo, me encantaría disfrutar contigo de mi
primer atardecer a la orilla de la autopista.

Te prometo que no permitiré que el dinero me


posea.

Gracias por la linterna y los limpiaparabrisas, y


cómo no podía esperar a tener en la mano una
papita frita para mojarla en ketchup, perdón, he
usado mi dedo para escribirte sobre la mesa que
no necesitas hacer nada especial para ser mi
héroe.

Cuando te miro a ti y a mamá como se miran, me


doy cuenta que el uno es el héroe del otro, sin
necesidad de llevar una capa ni tener
superpoderes, es cómo si tú fueras su linterna y
ella tu limpiaparabrisas y viceversa.

Ahora mismo necesito llorar y también reír, así


que me voy a cantar en la ducha y desafinar tantas
notas como pueda…

Belén

FIN
INDICE

• DIA DEL CUMPLEAÑOS DIECIOCHO


DE LA HIJA DE JOSE MARIA

• UNAS SEMANAS ANTES: TECHO DEL


AULA MAGNA-UNIVERSIDAD DE LA
LAGUNA

• VEINTE AÑOS ANTES: HA


COMENZADO A LLOVER

• EL ANILLO

• QUIEN ME CONVENCE

• YO IBA PASANDO

• VALE LA PENA

• SOLA

• ME ENAMORE DE ROSARIO
• DE VUELTA AUN MAS ATRÁS: JOSE
MARIA E IÑAQUI, DE
ADOLESCENTES

• DE REGRESO A LOS DIAS EN QUE


ROSARIO EMPEZÓ A SENTIR
APRETADO EL ANILLO: LA CARTA

• NO PUEDE YA CON ESTE DESEO

• JOSE MARIA CONSIGUE EL VALOR


PARA MARCHARSE: TEQUILA Y SAL

• SORDO

• LA PESADILLA

• LOS DIAS SIGUIENTES

• EN EL CONFESIONARIO

• LOS APLAUSOS

• EL AMOR QUE SALVA


• PASARON VEINTE AÑOS: TRES
LADOS DEL TRIANGULO

• SEÑORA DE LA NOCHE

• DE REGRESO UN MOMENTO NADA


MAS VEINTE AÑOS ANTES: JOSE
MARIA ES DADO DE ALTA DEL
HOSPITAL DESPUES DE SU
ACCIDENTE EN EL COCHE

• EN LA ACTUALIDAD: DE VUELTA
AL DIA DEL CUMPLEAÑOS DE LA
HIJA DE JOSE MARIA

• DESPUES DE LEER LA LISTA: EL


CUARTO LADO DEL TRIANGULO

• DEMASIADO YA PARA TODOS. PASO


A ESCRIBIR OTRO LIBRO. PERO
ANTES: AL ENTRAR BELEN
PEDROBOLIVAR3@HOTMAIL.COM

S-ar putea să vă placă și