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FACULTAD DE

AGRONOMIA

MANEJO DE SUELOS Y FERTILIZACIÓN DE


CÍTRICOS

Ing. Agr. Mónica Barbazán


Asistente de Fertilidad de Suelos
Facultad de Agronomía
Universidad de la República
Montevideo – Uruguay
1998
INDICE

1. INTRODUCCION
2. TIPOS DE SUELOS DONDE SE DESARROLLA LA CITRICULTURA
a) Texturas
b) Mineralogías
c) Materia orgánica
d) pH
e) profundidad de arraigamiento
3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL CULTIVO EN RELACION A LOS NUTRIENTES
4. NUTRIENTES MAS FRECUENTEMENTE MANEJADOS EN CÍTRICOS
a) Nitrógeno
b) Potasio y Magnesio
c) Zinc
d) Fósforo
e) Hierro
5. EFECTO DE LOS NUTRIENTES SOBRE LAS PLANTAS
6. HERRAMIENTAS PARA TOMAR DECISIONES DE FERTILIZACION
a) Análisis de suelos
b) Análisis de plantas
c) Síntomas visuales de deficiencia de nutrientes
7. MUESTREOS
Muestreo de suelos
Muestreo foliar
8. FERTILIZACIÓN
9. MANEJO DEL SUELO
10. BIBLIOGRAFÍA

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1. INTRODUCCION

Como sucede con la mayoría de los sistemas de producción, en el país no hay un único tipo de
producción citrícola, sino que existe una gama muy amplia de tipos de producción. Con la evolución
del rubro y del desarrollo de la tecnología se han ido levantando sucesivas restricciones en la
producción, las cuales a su vez, hacen que aparezcan otros factores restrictivos. Esto significa que
siempre se debe analizar una determinada situación productiva según el nivel tecnológico adoptado
para visualizar las posibles causas que la limitan y cuáles manejar.

Hace unos 40 años los principales factores restrictivos de la producción citrícola eran sanitarios,
de calidad de genotipos, de manejo de suelos, etc. Actualmente existen situaciones con niveles de
producción más altos, pues se manejan mejores materiales genéticos, se realiza un más eficiente control
de plagas, se aplica riego, fertirriego, etc. Surgen, entonces, otras limitantes de la producción. Al lograr
altos rendimientos y alta calidad la demanda de todos los factores de producción es mucho mayor.
Desde el punto de vista nutricional, cuando el rendimiento es bajo, probablemente muchos de los
nutrientes sean abastecidos por los mecanismos naturales del suelo. Pero, en la medida que se van
logrando altos rendimientos, hay que complementar los aportes naturales del suelo por medio del
agregado de fertilizantes. Cuanto más alto es el nivel de rendimiento, se deben tener en cuenta otros
nutrientes - macro y micronutrientes -. Desde el punto de vista del suelo, si existen problemas de alto
riesgo de sequía, se puede regar; si hay un B muy diferenciado y un horizonte A de escaso espesor, se
puede alomar, etc.

Por lo tanto, siempre está presente el concepto de la ley del mínimo: siempre hay un factor más
limitante de la producción; al eliminar esa limitante, probablemente aparecerá otra. Esto se ilustra en el
siguiente esquema.

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2. TIPOS DE SUELOS DONDE SE DESARROLLA LA CITRICULTURA

La producción citrícola en Uruguay se desarrolló en sus comienzos en la zona norte del país,
alrededor de la ciudad de Salto, sobre Brunosoles y Argisoles Subéutricos de textura ArFr y Fr de las
Unidades Salto, Colonia Palma, Constitución, con una profundidad del horizonte A de 30 a 40 cm, pH
en agua de 5,5 a 6,3; y de 1,8 a 4 % de M.O. en su estado natural. En estos suelos se producía un
determinado tipo de cítricos, el cual presentaba algunos problemas nutricionales, originando frutos de
cáscara muy fina, debido fundamentalmente a deficiencias de K.

También había una zona de producción citrícola en el sur del país, en suelos desarrollados sobre
materiales de Libertad, Tala Rodríguez, Toledo, con Brunosoles Éutricos, de texturas L y LAc, con
profundidades de horizonte A de alrededor de 20 cm, pH en agua de 5,8 - 6,6 y alrededor de 3 a 4 % de
M.O, y Vertisoles Rúpticos, de unos 20 cm de espesor de horizonte A, textura LAc, pH 6.5 - 7.5 y 3-6
% de MO.

En la zona de Rivera también se desarrolló una producción citrícola sobre Luvisoles y Acrisoles
de textura Ar, pH en agua menor a 5,2 y alrededor de 1 % de M.O. La mayor ventaja de estos suelos es
su buena profundidad de horizonte A: más de 60 cm; pero presentan algunas limitantes de crecimiento
(acidez, presencia de aluminio intercambiable).

Sin embargo, con tecnologías más sofisticadas y mayor control de más factores de producción,
la producción citrícola se expandió a otros tipos de suelos. Por ejemplo, en Salto se desarrolla no sólo
en suelos arenosos, sino en suelos pesados sobre basalto. En Paysandú hay una zona importante
asociada a suelos de la Unidad Chapicuy, de Brunosoles subéutricos de textura FAr a FAcAr, de 40 cm
de profundidad del horizonte A, pH en agua de 5,8 y % de M.O. de 2 - 2,4 %. En esta zona es donde se
instaló Azucitrus.

También en el sur se dio un desarrollo citrícola importante, especialmente sobre la Unidad de


Kiyú, en San José. Son Brunosoles subéutricos de textura L, con una profundidad del horizonte A de
25 cm, pH en agua de 5,8 y 4 % de M.O.

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En resumen, los cítricos se han desarrollado con muy buen potencial en un amplio rango de
tipos de suelo, siempre que se controlen ciertas limitantes.

a) Texturas: Existe un amplio rango de texturas donde se desarrolla la citricultura en el país: desde
texturas franco arenosas (livianas) hasta texturas arcillosas, o sea claramente pesadas. También
hay gran variabilidad en cuanto a propiedades físicas.

b) Mineralogía: Desde el punto de vista mineralógico, fundamentalmente de la mineralogía de la


fracción arcilla, hay una variabilidad importante la cual está asociada también a la posibilidad
de restricción de la nutrición catiónica. Los suelos desarrollados sobre areniscas de Salto o
Cuaternario son pobres en K. Cualquier programa de fertilización tiene que incluir K desde los
primeros años. En cambio, los suelos del sur, con mineralogías predominantemente de tipo
illíticas, la necesidad de fertilizar con K aparece más tarde. Esto se debe asociar también con la
extracción que realiza la planta. En el jugo de los frutos de los Cítricos hay una gran cantidad
de K. Además, no sólo hay que tener en cuenta la cantidad de K que se absorbe, sino que hay
una salida de K del sistema. En otras producciones puede haber extracciones importantes de K,
pero éste se recicla, vuelve al suelo. Por lo tanto, aún en suelos con mineralogías ricas en K en
algún momento hay que fertilizar con K.
Muy asociado al K está el Mg. Los materiales predominantemente illíticos son muy ricos en K
y relativamente pobres en Mg. Materiales muy illíticos pueden tener relaciones 1:1 (igual
cantidad de Mg intercambiable que de K intercambiable), por lo cual puede haber problemas
de disponibilidad de Mg, ya sea porque hay mucho K en forma natural, o porque se agregó
mucho K al suelo. En los suelos con arcillas esmectíticas montmorilloníticas se da lo contrario,
pueden tener más Mg intercambiable que K intercambiable. Es muy importante considerar la
relación de cationes intercambiables cuando se decide agregar un determinado nutriente. El
porcentaje de saturación de Mg en la CIC del suelo no debería ser menor al 10 %, y la relación
K/Mg considerada óptima para frutales es de 0.6/1.

c) Materia orgánica: Existe también un amplio rango de suelos con distintos contenidos de materia
orgánica: desde suelos naturalmente muy fértiles que en su condición natural pueden tener 6 %
de materia orgánica hasta suelos con menos de 2 %. Esta materia orgánica está asociada, por un
lado al suministro de N y otros nutrientes, y también al mantenimiento de las propiedades
físicas, que no son fáciles de corregir.

d) pH: Los cítricos se desarrollan bien en un pH desde ligeramente ácidos a neutros: 5.5 a 7. Los
suelos con pH entre 6 y 7 en todo el perfil son más aptos para cítricos, por la buena
disponibilidad de bases y micronutrientes. Sin embargo, no deberían plantarse cítricos en suelos
con altos pH, con presencia de carbonato de calcio (CaCO3 ) en la zona radicular. Esto
provocaría en primera instancia, muy baja disponibilidad de Fe, lo cual conduciría a que las
plantas presenten clorosis férrica. Especialmente esto parece ser más importante cuando el pie
es Poncirus trifoliata. Cuando el pH del suelo es muy alto por presencia de carbonatos (HCO3 ),
se produce una disminución tal en la disponibilidad de otros micronutrientes (Zn, Mn, Cu, etc.)
que se provoca la muerte de la planta. El efecto de altas concentraciones de sales como el Na
también puede restringir el crecimiento de la planta.

e) profundidad de arraigamiento: La profundidad de arraigamiento es una característica de los


suelos a tener en cuenta antes de instalar un monte. Suelos con horizontes superficiales

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profundos y buen drenaje hacen más propicio el desarrollo del sistema radicular, así como un
menor riesgo de sequía y una más exhaustiva exploración por agua y nutrientes. Diferencias en
la profundidad del horizonte A pueden manifestarse en diferencias en el porte de las plantas.
Esto puede darse en montes sobre vertisoles con doble perfil, por ejemplo.
La presencia de horizontes subsuperficiales impermeables puede dar lugar a aparición de
enfermedades radiculares causadas por hongos.

3. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL CULTIVO EN RELACION A LOS


NUTRIENTES
Los cítricos son árboles perennes, cuyo sistema radicular explora un gran volumen de suelo
todo el año y durante muchos años. Sin embargo, las necesidades nutricionales cambian durante
el año y con la edad de la planta. En invierno las necesidades nutricionales de los cítricos
disminuyen porque reducen su actividad metabólica. Cuando la temperatura del suelo supera los
12 º C, reinician dicha actividad, por lo que a partir de entonces la demanda de nutrientes
aumenta. Con la edad de la planta también aumentan los requerimientos, hasta alrededor de los
diez años. También el tipo de pie puede afectar el comportamiento de la planta desde el punto
de vista nutricional.
4. NUTRIENTES MAS FRECUENTEMENTE MANEJADOS EN CÍTRICOS

a) Nitrógeno
Si se deja que todo el N que necesita el monte provenga sólo de los mecanismos naturales del
suelo, probablemente la producción se reduzca sensiblemente. El principal factor limitante de la
producción vegetal es el N, y por lo tanto siempre tiene que integrar un programa de
fertilización, salvo en casos de suelo muy fértil y plantas jóvenes. En la mayoría de los cultivos
existe una correlación muy alta entre el potencial productivo y la dosis de N a aplicar. Es un
nutriente con oferta inelástica: a mayor demanda de N, tenemos que agregar N.
Por otro lado, cuando la absorción de nutrientes se ve disminuida por efecto de una menor
disponibilidad en el cuelo, o a causa de bajas temperaturas o porque los requerimientos son
menores, dentro de la planta se produce translocación de los nutrientes móviles. En las primeras
etapas reproductivas, la mayor parte del N que reciben los órganos reproductivos proviene de
hojas viejas y raíces, -N de reserva-, debido a la baja absorción de N durante el invierno y
principios de la primavera. Durante la primavera comienza la etapa de mayor absorción de N. Si
el N es escaso desde las etapas de floración o cuajado de frutos hasta la cosecha puede provocar
frutos pequeños por competencia. Si es excesivo, produce fruta de cáscara gruesa, de
maduración tardía, disminuyen el jugo, los sólidos solubles y la acidez, produciéndose el
llamado “aguado” de los frutos.

b) Potasio y Magnesio
Entre estos nutrientes existe una marcada interacción negativa. Es probable que aparezca
deficiencia de uno de ellos si se agrega un exceso del otro, o si el suelo tiene un desbalance
catiónico natural muy grande.
A pesar de que los suelos del país son ricos en K, (excepto los de la zona norte: Salto,
Tacuarembó, Rivera), y, en la mayor parte de los rubros se recomienda no fertilizar con K, en
cítricos es diferente. En algunos suelos hay que fertilizar el monte con K desde su instalación,
mientras que en otros suelos se fertilizará en el mediano o largo plazo.
En la planta el K produce un aumento en el tamaño de los frutos, si se pasa de un pobre a un
alto suministro del mismo. El exceso produce frutos de tamaño muy grande, de cáscara gruesa y

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alta acidez. Si falta K la cáscara es fina, por lo cual tienen menor resistencia a la manipulación y
transporte.
Las deficiencias de Mg no son muy frecuentes, aunque existen suelos con mineralogías pobres
en el mismo o pueden crearse situaciones de deficiencia por excesos de K. La falta de Mg
reduce el % de azúcar, sólidos solubles, acidez, vitamina C y afecta el color de la cáscara.

c) Zinc
Según las combinaciones de variedad y pie, es frecuente observar síntomas de deficiencia de
Zn. Generalmente el pie Trifolia presenta problemas de absorción de Zn.

d) Fósforo
En general, en especies perennes con ciertas características de su sistema de raíces, el P no es
tan limitante. Se suele incorporar en la instalación una dosis suficiente para cubrir la demanda
inicial y futura de P.
En la planta, la deficiencia de P puede causar mayor espesor de cáscara y menos jugo, más
acidez, y gajos que tienden a separarse dejando lo que se conoce como “corazón hueco”. Un
buen suministro adelanta la madurez de la fruta.

e) Hierro
Es un elemento que hay que tratar de no manejar en un programa de fertilización. Es
conveniente no plantar en suelos donde se dan condiciones de deficiencias de Fe, porque una
vez instalado el monte, es muy caro corregir las deficiencias. Donde hay una alta actividad de
carbonatos de calcio muy cerca de la superficie (40 cm), la disponibilidad de Fe es muy baja,
produciéndose clorosis férrica en la planta. Muchas veces esta clorosis causa la muerte de las
plantas. El pie más sensible es Trifolia. El Fe actúa en la síntesis de clorofila. Su escasez
provoca disminución en el número de frutos cuajados.

En una tonelada de frutos cítricos, las cantidades de nutrientes extraídas que se estiman son:

kg de nutrientes/ton de fruto
N P K Ca Mg
1.5 0.2 2.0 0.7 1.18
Fuente: Chapman, Kelly, Smith, Reuther, Cassin, Labanauskas, Handy (1943-1972), citados por Goñi, 1997.

Pero no sólo hay que reponer lo extraído por los frutos, sino suministrar para crecimiento y
mantenimiento. Hay una porción de nutrientes que se recicla cuando se hace poda y se dejan las ramas
en la entefila, o a través de hojas, raíces, y frutos que caen.

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5. EFECTO DE LOS NUTRIENTES SOBRE LOS FRUTOS
N P K
BAJO ALTO BAJO ALTO BAJO ALTO
TAMAÑO FRUTO

Nº FRUTOS

PRODUCCION

ESPESOR CASCARA

% JUGO

% SOLIDOS

% ACIDEZ

Fuente: Goñi, C. 1997.

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6. HERRAMIENTAS PARA TOMAR DECISIONES DE FERTILIZACION

En primer lugar, la pregunta que debemos hacer es si es necesario o no fertilizar. Esta decisión
se toma a partir de la interpretación del análisis de suelo y de plantas, o sea, a partir de medidas
concretas de ese suelo y de ese cultivo. Si se toma la decisión de no fertilizar es debido a que -a partir
de los datos de análisis- se supone que el suelo aporta todo lo que necesita el cultivo. Pero si el suelo
no aporta lo suficiente para un cierto objetivo de rendimiento, se toma entonces la decisión de fertilizar,
esto es complementar lo que aporta el suelo mediante el agregado de fertilizantes. Debe saberse,
además, qué otros elementos aporta el fertilizante seleccionado.

El rendimiento, a su vez, está determinado por muchas cosas: marco de plantación, sistema de
poda, control de malezas, existencia de riego, etc. Todos los factores que afectan el rendimiento y la
calidad tienen que estar en un cierto nivel. Si se tiene un monte que rinde 40 ton/ha de frutos, la
demanda de nutrientes es mayor que la de aquel que rinde 20 ton/ha de frutos.

Las herramientas para diagnosticar o para evaluar la fertilidad del suelo son las siguientes:
• Análisis de suelo
• Análisis foliar
• Síntomas visuales de deficiencias

Cualquiera de ellas, en determinadas circunstancias, pueden evidenciar la falta de un nutriente.

En casos donde se hace riego y, con más razón, fertirriego, hay que analizar la calidad del agua
utilizada por los riesgos de acumulación de sales (Na, Cl, Ca, etc.) y reacciones con los fertilizantes.

a) Análisis de suelo

Para que el análisis de suelo sea una herramienta útil para decidir dosis de fertilización es
necesario que exista un volumen de información nacional importante que respalde ese dato de suelo.
Por otra parte, hay que considerar el sistema de producción, ya que no tiene la misma importancia el
análisis de suelo para cultivos anuales que para árboles. En fruticultura la mayor utilidad del análisis de
suelo es para decidir con qué nutriente y dosis debemos fertilizar antes de la instalación del monte.

Hay dos grandes etapas de trabajo en relación al recurso suelo en un sistema de producción
frutícola en general. La primera etapa es previa a la instalación del monte y la segunda, cuando el
monte está instalado.

a) Antes de instalar el monte, primero debe hacerse un reconocimiento de los suelos, recorrer
el campo con el taladro, describir el suelo, conocer el tipo de drenaje, etc. y luego mandar las
muestras a un laboratorio. En esta etapa es cuando se hacen las correcciones de fondo, las
cuales son difíciles de hacer en el monte instalado, para no romper raíces.

Se puede hacer corrección de P o de K, si el suelo es deficiente en éstos. En suelos muy


degradados se puede agregar estiércol con cáscara de arroz o paja, para mejorar propiedades
físicas. También se puede aplicar una material como dolomita si falta Mg, o encalar si el pH
es muy bajo.

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Todas estas enmiendas deben ser mezcladas en el volumen de suelo correspondiente a la
zona donde va a instalarse el pie, a unos 40 cm de profundidad.

En algunos casos el reconocimiento de suelos o el análisis del mismo puede llevar a la


decisión de no plantar. Esto puede suceder si hay carbonatos en la zona explorable por las
raíces, lo cual conduciría a serios problemas de deficiencia de Fe, por ejemplo.

b) Con el monte instalado, el uso del análisis de suelo para predecir deficiencias de nutrientes
es muy restringido. Esto se debe a la dificultad de sacar una muestra representativa de lo que
realmente el sistema radicular del árbol explora. Además a nivel nacional no existen pautas
de calibración que correlacione disponibilidad de nutrientes en el suelo y rendimiento o
calidad de fruto. En esta etapa, el análisis de suelo puede servir para evaluar otros aspectos
que evalúan su estado, el cual puede estar incidiendo en la disponibilidad de nutrientes:
materia orgánica del suelo, pH, salinidad, etc. Por lo tanto, en base al análisis de suelo no es
posible decidir agregar N, P y mucho menos micronutrientes (Mn, Cu, Zn). Si se realiza
fertirriego, se debe analizar periódicamente el pH del suelo, porque existe el riesgo de que el
pH del suelo se eleve, evolucionando a suelo salino (por acumulación de Ca) o a suelo salino
sódico (por acumulación de Na), según el tipo de agua que se use. Por otro lado, el uso
reiterado de altas dosis de fertilizantes amoniacales puede generar problemas de acidez (por
descenso del pH). Estos posibles cambios en el pH ocurren en la fila, donde se realiza la
fertilización y riego del árbol. Dependiendo del poder buffer del suelo (CIC, MO, etc.) será
la magnitud del efecto de la nuevas condiciones químicas del suelo sobre las plantas.

b) Análisis foliar

Permite ir chequeando año a año las condiciones nutricionales del monte. La desventaja del
análisis foliar es que permite corregir deficiencias de nutrientes pero para la cosecha siguiente. Sin
embargo, es una herramienta muy utilizada en este tipo de producción.

Para que esta herramienta sea de utilidad hay que cumplir una serie de pautas. El supuesto del
análisis de plantas es que el suministro de nutrientes en el suelo se refleja en el rendimiento y también
se manifiesta en el contenido de nutrientes en el tejido vegetal. Pero para que este supuesto se cumpla,
no se puede sacar cualquier hoja, de cualquier posición, de cualquier árbol y en cualquier momento. Si
se toman hojas de diferentes grado de madurez el dato será distinto.

Desde el punto de vista analítico los laboratorios tienen en general una calidad analítica buena,
similar a la de laboratorios extranjeros. Normalmente el problema es cómo se hace el muestreo y las
interpretaciones que surgen de ese dato.

Hay que tener en cuenta que los cítricos tienen dos tipos de brotes, aquellos que tienen frutos,
brotes fructíferos (BF), y los que no tienen frutos, brotes no fructíferos (BnF). Se denomina hoja fructífera
(HF) a aquella hoja de una brotación de primavera que tiene fruto terminal y está situada lo más cercana al
fruto. Se llama hoja no fructífera (HnF) a aquella hoja situada en la parte media de un brote de primavera
no ramificado y que no lleva fruto. Esto es importante dado que la composición mineral de las hojas de
ambos tipos de brotes (BF y BnF) son muy diferentes. En general los contenidos de N, P y K son menores
en las HF y mayores los contenidos de Ca y Mg en comparación a las HnF. La variabilidad de los
contenidos de nutrientes de hojas de brotes fructíferos (HF) es mayor a la de hojas de brotes no fructíferos

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(HnF). Brotes laterales se desarrollan sobre brotaciones de primavera (BnF) cuyas hojas tienen contenidos
inferiores de N, K y Mg respecto a brotes no ramificados.

A continuación se presentan los niveles críticos estandares con los cuales se compara el dato del
resultado de una muestra problema, según el tipo de hoja elegida para analizar. Cabe resaltar que estos
valores corresponden a variedades con rendimientos diferentes a los logrados hoy en día. Sería
necesario ajustar estos valores a las variedades actualmente empleadas y a los mayores rendimientos
que se alcanzan.

HF HnF
N (%) 2.1 -2.4 2.5 - 2.7
P (%) 0.12 - 0.15 0.16 - 0.19
K (%) 0.65 - 0.75 1.15 - 1.32

En un relevamiento y posteriores estudios realizados en montes del norte del país por los Ing.
Agr. Héctor Mara y Carmen Goñi, se concluyó que el nivel de N en hoja de 2.05 % era adecuado,
estando por debajo del nivel internacional manejado por Chapman, de 2.20 %. Montes con niveles
inferiores a 1.90 mostraban amarillamiento. En P encontraron un nivel óptimo de 0.08 % en hoja,
mientras que Chapman propone 0.12 % P. En K se vio respuesta hasta 0.6 %; con menos de 0.4 %, los
frutos eran pequeños, produciéndose caída de frutos maduros. El nivel internacional es de 1.0 % de K.
Un 0.4 % en hoja fructífera corresponde a 0.7 % en hoja no fructífera.

En resumen, el análisis foliar es una herramienta de gran utilidad para el período de producción
del monte. Otra ventaja del análisis foliar frente al análisis de suelo, es que permite diagnosticar
deficiencias de micronutrientes, pero siempre hay que complementar éste con datos de análisis de
suelo, como pH, MO. Por ejemplo, si el análisis de plantas indica deficiencia de micronutrientes, y se
tiene un pH demasiado alto, la forma más rentable de corregir esas deficiencias a largo plazo podría ser
bajar el pH y no agregar micronutrientes.

El momento para efectuar el muestreo debe ser aquel en el cual se dé una relativa estabilidad en
la concentración de la mayoría de los nutrientes dentro de la planta y que la variabilidad de
concentraciones encontradas para cada nutriente entre plantas sea un buen estimador de la
disponibilidad de cada nutriente en el suelo.

Abril, mayo y junio fue la época de muestreo foliar que se encontró como la más adecuada para
la zona norte.

c) Síntomas visuales de deficiencia

No se puede basar un programa de fertilización en la aparición de síntomas de deficiencia,


aunque en caso de que aparezcan hay que considerarlos. Uno de los problemas que plantea el guiarse
sólo por síntomas es que normalmente no son específicos, pudiendo manifestarse de la misma manera
que enfermedades, reacciones a herbicidas, etc. Pero, además, cuando aparece el síntoma de
deficiencia, ya se ha hecho un daño importante en el cultivo, por lo cual su corrección no sólo es cara
de realizar, sino que ya es tarde para subsanarla. En el caso del Mg esto no se cumple, pues en cuanto
aparece el síntoma de deficiencia se puede corregir sin problemas. Hay algunos síntomas de deficiencia
que son característicos: deficiencia de Fe (zonas internervales amarillas en hojas jóvenes, nervaduras

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verdes, evolucionando a amarillo); deficiencia de Zn (hojas jóvenes pequeñas, de bordes amarillentos,
arrosetadas); deficiencia de Mg (clorosis internerval formando una “V” invertida, hojas maduras).

Los síntomas de deficiencia deben complementarse con análisis foliar y eventualmente con
análisis de suelo.

7. MUESTREOS

El muestreo es la etapa que se debe hacer con mayor cuidado, porque es la que frecuentemente
tiene más errores, a diferencia del error cometido en el laboratorio, que usualmente es bajo. Hay que
tener en cuenta que, en el caso del muestreo de suelos, unos pocos gramos usados en el análisis
representarán millones de kilos de suelo donde está instalado o se instalará el monte. O en el caso de
muestreo de plantas, unas pocas hojas representarán una gran población de plantas. Por lo tanto, se
debe poner especial atención en esta etapa, la cual depende de quien la realice.

Muestreo de suelos

• Se deben separar zonas homogéneas en cuanto a topografía, tipo de suelo, manejo


anterior.
• Buscar representatividad
• Separar fila y entrefila
• Cada muestra compuesta estará formada por 20 tomas al azar (o más). En el caso de la
fila (proyección de la copa en el suelo), se sacará dos o tres tomas por árbol. En el caso
de la entrefila, se caminará en zig zag, hasta lograr unas 20 tomas.
• Normalmente se muestrean los primeros 15 cm. Podría ser conveniente muestrear a dos
profundidades: 0-20 y de 20-40 cm.
• En caso de contar con riego y fertirriego se debe muestrear por separado también la
zona del bulbo donde se concentran las sales (zona alrededor del gotero).

Muestreo foliar

• Optar por un tipo de muestreo HF o HnF.


• Separar zonas homogéneas por suelos y manejos.
• Cultivares y portainjertos diferentes deben ser muestreados independientemente.
• Las hojas deben muestrearse preferentemente durante la mañana, luego de levantar el rocío.
• Las hojas deben estar libres de daños de insectos, agroquímicos, quemaduras etc.
• Las hojas deben guardarse en bolsas de nylon limpias y correctamente identificadas.
• La muestra deberá conservarse en heladera hasta su envío a laboratorio.
• Para realizar una correcto seguimiento del nivel nutricional deberán tomarse muestras
anualmente de las mismas áreas previamente seleccionadas.
• La mejor época de muestreo es en Abril-Junio para la zona norte.
• El número de hojas es de 4 hojas por árbol, de los 4 puntos cardinales, hasta completar
un total de unas 20 plantas a muestrear. Total de hojas: 80-100

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8. FERTILIZACION

La forma ideal de realizar una fertilización sería teniendo en cuenta niveles críticos o rangos
para cada nutriente en suelo y hoja, con calibración de dosis en cada tipo de suelo, según los
requerimientos del cultivo para determinado rendimiento y calidad de fruto, más información de
condiciones climáticas, etc. Sin embargo, a nivel nacional se carece de este tipo de información.

No obstante esta carencia, la fertilización en cada situación debe ser lo más racional posible.
Esto significa agregar nutrientes donde se necesiten. Una fertilización insuficiente puede originar
pérdidas económicas. Una fertilización excesiva, además de ocasionar pérdidas económicas, puede
generar problemas de contaminación ambiental.

Por tal razón, se recomienda fertilizar según la edad de la planta y la época del año, de acuerdo
a las características fisiológicas del cultivo. Plantas más jóvenes requieren menores cantidades de
nutrientes. La época de aplicación debe corresponder al momento en que la demanda empieza a
aumentar, lo cual se da normalmente a la salida del invierno.

Es importante tener en cuenta que si el productor aplica algún material orgánico para mejorar
las propiedades físicas del suelo, ese material puede estar aportando cantidades significativas de
nutrientes. Esto puede ser comprobado analizando el suelo y el material orgánico aplicado.

Recomendaciones de dosis de fertilizantes

En el caso del N se recomienda fertilizar previamente al hinchamiento de las yemas. En árboles


adultos se recomienda fraccionar en 3 veces, desde julio a noviembre, mientras que en árboles jóvenes,
el fraccionamiento debería hacerse en 5 veces, desde setiembre a marzo. Las dosis totales que se
manejan en promedio son de alrededor de 400 a 600 g de N/planta/año, para plantas jóvenes, y
alrededor de 700 g de N / planta / año para plantas adultas.

En el caso de P, la corrección se hace antes de la implantación del monte, según el dato del
análisis de suelo. En general y según el tipo de suelo, si se tiene 12 o más ppm por Bray Nº 1, se podría
pensar que no se necesita aplicar P. En caso de ser necesario, se aplica toda la dosis en primavera,
siempre pensando en el efecto starter y la residualidad. Las cantidades promedio que se manejan son de
aproximadamente 20 g a 100 g de P2O5/planta / año en árboles jóvenes, y de 200 g de P2O5/ planta /
año en plantas adultas.

En el caso del K, se recomienda aplicarlo en primavera. En plantas jóvenes fraccionar desde


agosto a octubre, en dosis promedio de alrededor de 100 g de K2O/ planta / año en plantas jóvenes y de
1.25 kg. de K2O /planta/ año, en plantas adultas. En suelos pesados se puede aplicar el K como
fertilización de fondo, mientras que en los livianos habría que fraccionarlo.

Multiplicando estas dosis por el número de plantas por hectárea, ejemplo 400 pl/ha, se pueden
expresar las dosis en kg/ha.

Aplicación de fertilizantes

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Fertilizantes sólidos: En general, los fertilizantes sólidos se aplican en superficie, bajo la copa. Las
fuentes más empleadas son: urea (sólo aporta N), Superfosfato (aporta P), cloruro de potasio (aporta
K), etc.

Fertirriego: Los fertilizantes a usar en fertirriego pueden ser sólidos o líquidos. Los primeros tienen
que disolverse en determinado volumen de agua antes de inyectarlos a las cañerías, como se hace con
urea, por ejemplo. Fundamentalmente los fertilizantes a usar en fertirriego deben ser de alta
solubilidad, alta pureza, compatibles entre ellos, con los iones contenidos en el agua y con su pH. Por
este método se pueden aplicar también: nitrato de potasio, ácido fosfórico, cloruro de potasio cristalino,
etc.
Es necesario mencionar que en el agua de riego puede haber niveles altos de B, el cual se aplica como
fungicida, y podría estar afectando el normal crecimiento de los cítricos.
Para corregir deficiencias de micronutrientes algunos productos comúnmente usados son los quelatos y
las sales a agregar al suelo y/o vía foliar.

Foliar: En este tipo de producción también es común la aplicación de fertilizantes en forma foliar. En
algunos casos se aplican en forma conjunta productos para curar y fertilizantes, como urea foliar, por
ejemplo. En tal situación hay que usar una urea que tenga un bajo contenido de biuret, ya que es tóxico
para la planta. También en forma foliar se aplicar otros nutrientes (Zn, Fe, Mg, etc.).

9. MANEJO DEL SUELO

En general, el objetivo básico del manejo del suelos es eliminar la competencia de malezas. En
frutales, tradicionalmente se eliminaban las malezas con métodos mecánicos, pasando disqueras en
todas direcciones, con lo que, además de destruir las malezas, también se destruían raíces y
propiedades físicas del suelo. Esto tuvo más relevancia en suelos en los cuales a poca profundidad
existe un horizonte B muy desarrollado con muy poca macroporosidad que impide el fácil movimiento
del agua (drenaje) y la difusión de oxígeno. -Esta es la primer limitante típica de los suelos del
Uruguay, característica no muy frecuente en los suelos del resto del mundo-. En dichos suelos, arriba
del horizonte B existe un horizonte A de muy poco espesor, de alrededor de 20 cm, donde tiene lugar la
actividad radicular. Justamente en éste era donde se pasaban disqueras permanentemente, acelerando el
proceso de erosión.

Para disminuir los efectos negativos de un escaso espesor del horizonte A y de pobre drenaje,
una medida adoptada en fruticultura en general es alomar el suelo: se hacen camellones con el
horizonte A de las entrefilas, aumentando así la profundidad de arraigamiento. Este tipo de medidas
puede ser contraproducente en situaciones de vertisoles de doble perfil con carbonatos de calcio
cercanos a la superficie (se puede mezclar el A-C calcáreo de la entrefila).

Para disminuir el riesgo de erosión en topografías que presentan pendientes muy fuertes, se
sistematiza el cuadro plantando los árboles en curvas de nivel.

Cuando aparecieron los herbicidas a nivel comercial, se plantearon otras alternativas para
controlar las malezas: aplicar herbicida en forma total, o sea, a toda la superficie donde se instalaba el
monte, y entonces no se laboreaba más. Esto tuvo un efecto positivo al principio, pero el suelo era
dejado desnudo gran parte del año. A medida que transcurría el tiempo el impacto de las gotas de
lluvias llevó a que finalmente los suelos quedaran “encostrados”, erosionados, e impidiendo luego de
días lluviosos la entrada de maquinaria para realizar distintas operaciones.

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Posteriormente se adoptó una alternativa más conservacionista, muy empleada actualmente que
consiste en dejar en la entrefila una franja empastada y en la fila aplicar herbicida. Con esta medida el
suelo de la entrefila puede mantener sus propiedades físicas, a la vez que permite el pasaje de
maquinaria en épocas de lluvias. En cuanto comienza la etapa de actividad del monte, se corta el tapiz,
con el fin de disminuir competencias por agua y nutrientes. En suelos muy degradados se pueden
plantar coberturas en la entrefila durante la época de dormancia del monte (abril-mayo) y cortarlas
dejándolas como mulch al iniciarse la actividad metabólica (fines de agosto o principios de setiembre).
Estas medidas, sin embargo, pueden ser muy conservacionistas desde el punto de vista del recurso
suelo. Pero también existen otras consideraciones a tener en cuenta: diferencias térmicas del suelo y su
relación con la circulación del aire, riesgo de heladas, plantas huéspedes de patógenos, etc.

Otra adopción tecnológica importante que levantó los potenciales productivos es el uso de
riego. Últimamente no sólo cumple las funciones de suministrar agua, sino que además aporta
nutrientes por haberse adoptado también programas de fertirriego. Con el sistema convencional de
aplicación de nutrientes la planta se encuentra de repente ante una gran disponibilidad de nutrientes,
que pueden provocarle ciertos desequilibrios internos. Por ejemplo, en el caso del N, generalmente se
aplica una fuente amoniacal; si la planta absorbe grandes cantidades de N como amonio, tiende a seguir
produciendo partes vegetativas para desintoxicarse. En cambio, con el fertirriego la planta va
recibiendo en innumerables pero pequeñas fracciones la cantidad de nutrientes necesarios y en los
momentos adecuados. Por lo tanto, con el riego más el fertirriego se ha dado un gran paso para superar
las limitantes de la producción y lograr altos rendimientos. Cuanto más arenoso es el suelo el riego
tiene más impacto, y cuanto más pobre en nutrientes es el suelo, mayor es el impacto del fertirriego, lo
mismo que si se trata de un suelo muy diferenciado (con un horizonte B muy marcado). Una desventaja
importante al realizar fertirriego es que aún en años lluviosos se debe proceder igual a aplicar agua para
poder agregar los fertilizantes. En estas situaciones convendría aplicarlos debajo de la copa de los
árboles, no en fertirriego. Esta medida es a veces dificil de instrumentar cuando el establecimiento
cuenta con toda una infraestructura diseñada para fertirriego.

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9. BIBLIOGRAFIA

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DURAN, Artigas. 1985. Suelos del Uruguay. Editorial Hemisferio Sur.

GOÑI, Carmen. 1997. Fertilización de cítricos. Curso de Actualización en Fertilidad de Suelos en


Horticultura y Fruticultura. Facultad de Agronomía, Montevideo, Uruguay. 83-94.

HERNANDEZ, Jorge. 1992. Potasio. Cátedra de Fertilidad de Suelos, Facultad de Agronomía,


Montevideo, Uruguay.

LEGAZ PAREDES, Francisco; PRIMO MILLO, Eduardo. Normas para la fertilización de los agrios.
Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias. 29 pág.

MALDONADO TORRES Ranferi. 199? Fertilización de los Cítricos. Universidad Autónoma


Chapingo. Departamento de Suelos. 34 pág.

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(Salto) de CIAAB, Dirección de Suelos. Dirección General de Investigación Agropecuaria.
Uruguay. 62 pág.

Aportes: Zamalvide, José; Casanova, Omar; Califra, Alvaro; Silva, Alfredo; Gravina, Alfredo.

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