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Claudia MENDOZA 94
- 6-
LOS ORÍGENES DE LA
MONARQUÍA EN ISRAEL
El problema
socio-cultural del origen de la monarquía
La transición de la época “pre-estatal” a la “estatal”, entre finales del siglo XII y principios del
siglo XI, marca una profunda cesura en la historia de la religión de Israel. Hoy día, los
investigadores se inclinan por ver en “la institución de la monarquía» –con la consiguiente
revolución social que produjo en todos los aspectos– y no en “la ocupación de la tierra”1 el reto
más decisivo para la joven religión yavista, nacida, según señalan los textos bíblicos, de una
experiencia de liberación de la tiranía de un estado opresor.
A lo largo de todo el período llamado “monárquico” irán apareciendo corrientes opuestas que
se enfrentarán violentamente a la situación establecida y tratarán de conferir nueva vigencia al
“yavismo” de la época pre-estatal (sobre todo, el “profetismo”).
1 Durante largos años se señaló que el punto de inflexión de mayor trascendencia en la historia primitiva
de Israel habría sido “la ocupación de la tierra”, que habría llevado a “la religión yavista”, presuntamente
“nomádica”, a embarcarse por más de un siglo en una lucha con la religión cananea, de supuesto carácter
“agrícola”.
2 Según F. CRÜSEMANN –Widerstand gegen das Königtum, WMANT 49 (1978), 194-222– el llamado
“Israel pre-monárquico” tendría los rasgos de una “sociedad segmentada”, esto es, de una sociedad tribal
que se caracterizaría precisamente por la ausencia de estamentos políticos centrales y que dispondría de
un ingente arsenal de mecanismos sociales para evitar cualquier posible acumulación de poder político y
económico.
En la misma línea Rainer ALBERTZ afirma lo siguiente:
[la] “mancomunidad de Israel fue fruto de una opción política de naturaleza «antijerárquica» que,
mientras se apartaba conscientemente del régimen monárquico de las ciudades cananeas, admitía una
institucionalización del poder político en la medida en que resultaba absolutamente imprescindible para
asegurar la supervivencia de las respectivas familias con sus grupos de parentesco. Su principal objetivo
era salvaguardar el mayor grado de libertad e independencia de las familias y de los grupos afines”
[R. ALBERTZ, “Organización antijerárquica del Israel de las doce tribus”, en: Id., Historia de la religión
de Israel en tiempos del Antiguo Testamento 1. De los comienzos hasta el final de la monarquía, Madrid
(Trotta 19991992), 137-143, especialmente 142].
Samuel
(cf. 1 Samuel 1-7)3
En el Libro de los Jueces ya se observa como los filisteos, ubicados en las costas fértiles del
Mediterráneo, lanzan campañas hacia el interior del país. Éstos fueron los últimos y más duros
adversarios con quienes han debido luchar los israelitas en esta etapa.
Se impusieron progresivamente, prácticamente desde mediados del siglo XI, logrando extender
sus dominios hasta las más apartadas colonias israelitas (cf. 1 Samuel 10,5; 13,3s.19-21),
derrotando duramente a Israel en los llanos de Afec, llevándose e1 Arca de la Alianza (cf. 1
Samuel 4) y presumiblemente, destruyendo el santuario de Silo (cf. Jeremías 7,12).
En este contexto aparece, según el relato bíblico, la descollante la figura de Samuel personaje
de gran carisma, considerado el último de los jueces y el primero de los profetas, que
mantendrá con firmeza el espíritu yavista. 1 Samuel 1 narra su nacimiento maravilloso, al estilo
de Sansón. Luego menciona su educación en el Templo de Silo –donde, por entonces, habría
estado depositada “el Arca”– bajo la vigilancia del sacerdote Elí (1 Samuel 2-3). Allí mismo es
donde recibe su vocación.
1 Samuel 3,19-21 “Samuel crecía, Yahweh estaba con él y no dejó caer en tierra ninguna de
sus palabras. v.20 Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel estaba acreditado
como profeta de Yahweh. v.21 Yahweh continuó manifestándose en Silo, porque en Silo se
revelaba a Samuel la palabra de Yahweh”.
1 Samuel 7,15 “Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida. v.16 Hacía cada año un
recorrido por Betel, Guilgal, Mispá, juzgando a Israel en todos estos lugares. v.17 Después se
volvía a Ramá porque allí tenía su casa, y juzgaba a Israel. Y edificó allí un altar a Yahweh”.
Lo mismo que sus predecesores, Samuel no “juzga” más que en una parte muy reducida del
territorio de las tribus, en la montaña de Efraím. También le toca vivir un período de
desolación, después de que Israel fuera vencido en la batalla de Afec por los Filisteos, hacia el
año 1050. Éstos no sólo se apoderaron del Arca, sino que ocuparon las colinas. Samuel condujo
al pueblo a la guerra, rechazando a los Filisteos y erigiendo como señal de gratitud, una piedra
en honor a Yahweh (1 Samuel 7,12).
La victoria de Samuel fue sólo momentánea, pues los Filisteos no fueron derrotados por
completo. Además, alrededor de Israel, comenzaban a organizarse en su contra todos los
pueblos vecinos. Samuel entonces, con cierto carisma de profeta, recorrerá el territorio
intentando mantener encendida la llama del nacionalismo y del yavismo. Pero los israelitas
estaban perdiendo todo el territorio que tanto trabajo les había costado conquistar en manos de
los Filisteos.
Abrumados por la situación, comenzará a surgir en el seno del pueblo israelita el deseo de
liberarse de los Filisteos. Esto los va a llevar comprender también la necesidad de unificarse
íntegramente, para poder luchar de manera orgánica. Y así aparecerá poco a poco la idea de
establecer una monarquía, que abarcara a todas las tribus y las unificara bajo la figura de un
rey, que condujera orgánica y eficazmente un proceso de liberación de la opresión de los
filisteos.
3 Cf. P. GIBERT, “Los orígenes de Samuel y el arca de Dios. 1 Sm 1-7”, en: Id., Los libros de Samuel y de
los Reyes, Navarra (Verbo Divino Cb 44 1990), 15-18.
Sin desestimar este importante factor, en los últimos años se ha discutido vivamente la
posibilidad de que un factor tan externo bastara para explicar el origen del “estado israelita”.
Por eso se ha procurado profundizar en esta cuestión, tratando de descubrir también factores
específicamente internos que habrían jugado un papel decisivo al momento de imponerse un
poder político central.5
De todos modos es importante tener en claro que, por verosímiles que sean las explicaciones de
las causas que provocaron la aparición de la monarquía en Israel, esta no se impuso
automáticamente. De hecho, la llamada “monarquía de Saúl” fue un mero “cacicazgo”, en el
que la acumulación de poder siguió siendo precaria en todos los niveles. La transición a una
verdadera estructura de estado sólo se produjo progresivamente bajo el impulso de David y,
definitivamente, con Salomón. Y aun entonces, la precariedad institucional del régimen
aparecía clara en los continuos movimientos de oposición y en las frecuentes insurrecciones
que se produjeron contra el poder central.
En el relato de “los orígenes de la monarquía” según 1 Samuel aparecen al menos dos versiones
antagónicas respecto de la institución monárquica:
8 De hecho, el nombre «ISRA-EL» significa posiblemente «Dios reina» o «Que Dios se muestre como
soberano». El nombre suena como una profesión de fe: Dios es el que tiene que reinar, no un monarca
humano, sea quien sea (cf. R. ALBERTZ, “«El» y «Yahvé» como símbolos antijerárquicos”, en: Id.,
Historia de la religión de Israel I, 143 y cf. 148-149.
Se advierte, además, claramente al pueblo los males que le caerán encima si eligen un rey
(aspecto más estrictamente político de la cuestión). Cf. la llamada “declaración de los
derechos del rey” en 1 Samuel 8,11-17.9
Cf. “Fábula de la zarza”, pronunciada por Yotán, hijo de Gedeón en Jueces 9,8-15. El rey
es como la peligrosa zarza, que devora a todos los que se acogen a su sombra.
Entonces, para unos, la realeza era la solución política; para otros, un pecado grave, el olvido
de Dios. Samuel parece encarnar a la corriente profética que, sin cesar, se levantará contra los
abusos de los reyes y, frente a las pretensiones reales, proclama la soberanía de Dios.
Pero, a pesar de tantas objeciones y resistencias, comienza la monarquía en Israel.
La persona elegida para ejercer la monarquía fue Saúl, de la tribu de Benjamin.
Saúl
Su forma de ejercer el poder, sin embargo, no presentó las características de una verdadera
monarquía: no tuvo una corte ni una verdadera capital, debió contentarse con sus meros
recursos familiares –para la financiación del ejército Saúl no disponía aún de impuestos, sino
únicamente de las contribuciones voluntarias (1 Samuel 10,27; 16,20)–. Su actuación quedó
limitada prácticamente a las campañas militares. Su figura fue, en esencia, la de un jefe militar,
y su objetivo principal fue luchar contra los Filisteos.
De hecho, y de acuerdo a los relatos bíblicos, habría que decir que su figura aparece en la
escena política cuando fue asediado Yabe$ de Galaad por los amonitas (cf. 1 Samuel 11):10 era
labrador, pero logró reunir un ejército y liberar a Yabe$. Luego, reunió a las tribus en Guilgal, y
se hizo proclamar rey de “todo Israel” (cf. 1 Samuel 11,14-15).
Una vez proclamado rey, los representantes tribales se obligaron a alistarse bajo su mando y a
poner a su disposición un contingente de guerreros de todas las tribus (1 Samuel 13,2). Saúl
organizó el ejército, con un modesto consejo de guerra y un pequeño grupo de soldados
profesionales (1 Samuel 14,50s; 10,26s; 14,52; 16,20s).
Sucesivamente y acumulando victoria tras victoria con el favor de Dios fue rechazando a los
amonitas, a los filisteos y a los amalecitas del sur:
1 Samuel 14,47-48 “Cuando Saúl se constituyó rey sobre Israel guerreó por todas partes
contra todos sus enemigos: contra Moab, los ammonitas, Edom, el rey de Sobá y los filisteos;
doquiera se dirigía resultaba vencedor. v.48 Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y
libró a Israel del poder de los que le saqueaban”.
9 “Derecho del rey” o “Fuero del rey”, que describe más bien los derechos “opresivos” del rey y muestra
a un monarca que resulta perjudicial para la sociedad:
1 Samuel 8,11-17 “...He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. Tomará vuestros hijos y los
destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro. v.12 Los empleará como
jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de
guerra y los arreos de sus carros. v.13 Tomara vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas.
v.14 Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores.
v.15 Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus
servidores. v.16 Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar
para él. v.17 Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos”.
Refleja las condiciones sociales existentes, tanto del “feudalismo cananeo” circundante como de todo
sistema monárquico de entonces (cf. Marcos 10,41s //).
10 Hoy día existe un consenso generalizado entre los investigadores sobre el hecho de que, de todas las
tradiciones bíblicas sobre la coronación de Saúl (1 Samuel 8; 9; 10,17-27), la que más se acercaría a la
realidad histórica es la que se transmite en 1 Samuel 11,1-11.15.
Luego, según el relato bíblico, tras la ruptura con Samuel (cf. 1 Samuel 15,10-35), comienzan a
sobrevenir los desastres y los fracasos, que terminarán con su muerte.
Su obra fue muy frágil. Su ejército pudo, quizá, defender las colinas, pero no podía enfrentarse
con los carros de guerra filisteos en la llanura. Por intentarlo en cierta ocasión, Saúl y su hijo
Jonatán cayeron en la batalla de Gelboé, hacia el 1010 (1 Samuel 31).
No logró, finalmente, liberar al pueblo de los Filisteos, y este fracaso fue atribuido por el
profeta Samuel al rechazo de Dios, a causa de la desobediencia de Saúl, quien violó el
“anatema” decretado por Dios contra los amalecitas: cf. 1 Samuel 15.
1 Samuel 15,11 “«Me arrepiento de haber dado la realeza a Saúl, porque se ha apartado de mí
y no ha ejecutado mis órdenes». Se conmovió Samuel y estuvo clamando a Yahweh toda la
noche”.
1 Samuel 15,22 “Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahweh en los holocaustos y
sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahweh? Mejor es obedecer que sacrificar,
mejor la docilidad que la grasa de los carneros... 15,23 Como pecado de hechicería es la
rebeldía, crimen de terafim la contumacia. Porque has rechazado la palabra de Yahweh, él te
rechaza para que no seas rey”.
Al fallar este experimento de “liderazgo carismático” y popular, la gente se mostró dispuesta,
aunque después de largas vacilaciones, a aceptar una solución más estable. La forma de
centralización del poder político que David va a imponer al primitivo sistema tribal será
totalmente distinta.
David
Las fuentes bíblicas que se refieren a David son numerosas: 1 y 2 Samuel, 1 Reyes, 1 Crónicas,
un gran número de salmos y de discursos proféticos: se trata de un personaje de gran relevancia
en la historia de Israel. Tal vez la fuente más segura para acceder a este personaje sea el Libro
de Samuel, que, según estiman los críticos actualmente, manejaría datos muy antiguos.
11 Hoy día, aparecen en relatos que están entremezclados. Una posible diferenciación de dos de ellos,
entendiendo que comparten parte del relato del combate contra Goliat, podría ser la siguiente:
1 Samuel 17,12-30 + 17,40ss. + 17,55-18, 5
1 Samuel 16,14-23 + 17,1-11.32-39 + 17,40-54 + 18,6s
12 El combate contra Goliat pertenece, probablemente, a las leyendas épicas israelitas, ya que en otro
lugar –2 Samuel 21,19– se habla de un combate entre Goliat y un héroe llamado Eljanán. Cf. 2 Samuel
21,20-21. Pero, de todos modos, se puede rescatar de esta leyenda una de las hipótesis más verosímiles, la
que sugiere que David vendría del círculo de los soldados profesionales de Saúl.
3. Una tercera tradición muestra a Samuel, que, en un sueño, recibe la orden del Señor de
ungir a David para sustituir a Saúl (cf. 1 Samuel 13,14; 16,1-13).
Sea como fuere, David va ganando popularidad y comienza a contar con el favor del pueblo,
apareciendo así como el líder de los que estaban descontentos con Saúl. De este modo, se
desata el conflicto entre David y Saúl, y David debe escapar al desierto, acompañado de sus
seguidores, donde comienza una vida errante.
Entonces, con su propio ejército, trabajará para otros pueblos como mercenario13 –incluso para
los mismos Filisteos (cf. 1 Samuel 22ss; cf. 1 Samuel 27ss)– con lo que empezará así a
acumular prestigio, tierras14 y bienes, lo que le proporcionará una total independencia
económica y la posibilidad de ganarse una adhesión inquebrantable de sus protegidos.15
David ponía así las bases para la consolidación de su poder personal, con absoluta
independencia de las tribus. Esto no pasó inadvertido.
Muerte de Saúl
y consolidación de la autoridad de David16
Al morir Saúl, David es ungido rey, pero sólo de su tribu, la de Judá (cf. 2 Samuel 2,1-4).
Esto ocurría en Hebrón, donde está la tumba de Abraham. En ese primer momento, las demás
tribus lo desconocieron y continuaron fieles al linaje de Saúl (2 Samuel 2,8-10).
Sigue a esto un periodo oscuro, en el que Judá e Israel –esto es entre “la casa de Saúl” y “la
casa de David”– se enfrentan mutuamente en una dura guerra (2 Samuel 2,12-32).
Durante estos enfrentamientos mueren asesinados tanto Abner, jefe del ejército de Saúl (2
Samuel 3,22-39), como el mismo rey I$baal, hijo y sucesor de Saúl (2 Samuel 4). David los
13 Pero lo hará con mucha habilidad, evitando atacar a sus hermanos (cf. 1 Samuel 29), y combatiendo
contra los nómadas amalecitas que constituían una amenaza no sólo para los filisteos sino también para
Judá.
14 El pasarse a los Filisteos le valió la asignación de la finca de Siquelag (1 Samuel 27,6). Leyendo el
relato de 1 Samuel 25 –sobre todo, los vv. 1-22– da toda la impresión de que los métodos que emplea
David para apoderarse de las tierras del hacendado Nabal son auténticamente mafiosos.
15 Más aún, al regresar de una de sus expediciones, ofreció una parte del botín a los ancianos de Judá –cf.
1 Samuel 30, 22s.26s: “Llegó David a Siquelag y envió parte del botín a los ancianos de Judá, según sus
ciudades, diciendo: «Aquí tenéis un presente del botín tomado a los enemigos de Yahweh»“–
acrecentando, de este modo, sus méritos ante ellos.
16 Cf. José Luis SICRE, “La defensa a ultranza. La Historia de la subida al trono (1 Sm 16 - 2 Sm 7)”, en:
De David al Mesías, Navarra (Verbo Divino 1995), 72-77. SICRE explica que, si se recuerda que David
se convirtió en rey de Judá e Israel en extrañas circunstancias sin ser descendiente de Saúl y después de la
muerte de éste y de varios de sus hijos, no es raro que circulasen rumores bastante negativos. SICRE
sintetiza las posibles acusaciones –que se tratarán de refutar en esta historia “de la subida al trono”– en
tres puntos: (1) David conspiró para ser rey; (2) se pasó a los Filisteos; (3) intervino en la desaparición de
la casa de Saúl. Para una interpretación con otros matices de estas “historias”, cf. R. ALBERTZ,
“Justificación de la monarquía y posturas de mediación”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 226-
230.
llora amargamente, maldice y castiga duramente a los asesinos, pero termina ciñendo también
la corona de Israel.
Los ancianos de Israel acuden a Hebrón a reconocerlo como rey. Por primera vez se logra una
cierta unión entre las tribus del norte y las tribus del sur, aunque la unidad del reino no sea
total. David, mas bien, ciñe dos coronas, la de Israel y la de Judá (cf. 2 Samuel 5,5).
Dice R. ALBERTZ17
“Cuando, primero, los «hombres» de Judá y, luego, los «ancianos» de Israel ungieron a David
como rey (2Sa 2,4) e hicieron con él un pacto (2Sa 5,3), no cabe duda de que aun estaban
persuadidos de que habían optado por la elección de un rey, pero sin perjuicio de su inalienable
derecho tribal de corregencia. Sin embargo, la realidad era bien distinta; lo que hicieron fue
someterse al poder político-militar y económico que había labrado el propio David”.
Esta incipiente unidad de Israel y de Judá se convirtió en una amenaza para los Filisteos –con
quienes David rompió definitivamente–. Inmediatamente después de la unción de David, los
Filisteos los atacaron (cf. 2 Samuel 5,17-25). David, con mucha destreza, consiguió rechazarlos
hacia la llanura.
También emprendió sucesivas campañas de conquista, perfectamente planeadas, que le
permitieron anexar a su reino varias ciudades cananeas y gran parte de los territorios de los
reinos vecinos (Moab, Edom, Amón, Siria; cf. 2 Samuel 8). De este modo Israel se convirtió,
por primera vez, en un estado territorial perfectamente compacto, con extensos territorios y
rodeado de reinos sometidos al vasallaje. Estableció, pues, un verdadero imperio, fortificando
así la institución de la monarquía.
La Conquista de Jerusalén
(2 Samuel 5,6-9)
En su primera medida ya demuestra su tino político: decidió, con la ayuda de su ejército
profesional, la conquista de la ciudad de Jerusalén, una ciudad jebusea independiente bien
fortificada. Esta ciudad no sólo no pertenecía ni a Judá ni a Israel sino que, además, se
encontraba a media distancia de ambos reinos.
David se instaló pues en una ciudad neutral, sin antecedentes en favor de ninguno de los dos
reinos: una capital ideal para realizar la unidad política. Allí construirá su palacio, lo que le
proporcionará a su vez una residencia personal independiente de las tribus, poniendo la primera
piedra de una centralización del poder político.18
“Alianza” de Dios con David es una prolongación de las alianzas anteriores de Dios con su
pueblo (cf. “la oración de David” en 2 Samuel 7,17-29).
Pero también cabe otra lectura: la monarquía se apropia de “las tradiciones del Éxodo”,
legitimándose así ante “todo Israel”. La instauración de un rey humano que llevó a su propia
casa el “Arca” –convirtiendo a la recién creada capital en el centro cúltico de las “tribus” y
vinculando el culto oficial con la primitiva religión yavista– monopolizaba la relación de Israel
con Dios.20
En este marco se explica la tensión permanente que habrá en adelante entre los movimientos
proféticos y la monarquía: el rey se consideraba con la autoridad suficiente para decidir sobre
lo que el pueblo debía hacer o no, aunque no siempre respetara la voluntad de Dios.
Si el traslado del “Arca” a Jerusalén une la historia de David con las antiguas tradiciones
religiosas, también en Jerusalén comenzará una nueva etapa.
Toda nueva etapa supone una “alianza”: el pacto de Yahweh con David –aunque la palabra
“Berit” no aparezca en este texto– punto cumbre de la historia de David: Dios le construirá una
“casa” a David, el rey será “hijo de Dios” (2 Samuel 7,14). 2 Samuel 7 dice que el rey David
planea construir para Dios un Templo, según las costumbres de los otros pueblos. Con este fin,
dialoga con el profeta Natán, y, en primera instancia, éste último deja el proyecto al arbitrio del
rey. Luego y mediando un oráculo de Dios, se lo prohíbe, indicando que Yahweh no habita en
Templo alguno.
Esta posición teológica acerca de la erección del Templo es de gran importancia ya que luego
irá apareciendo en otros pasajes: para algunos ambientes proféticos, el Templo es una ofensa a
Dios, un empeño en encerrarlo en vez de dejarse dirigir por él; entienden que no es a David a
quien toca construir un Templo, “una casa” a Dios, sino que Dios es el que le construirá una
“casa” a él, asegurando la continuidad de su dinastía en el trono de Jerusalén. En la llamada
“profecía de Natán” Yahweh confirma a la monarquía davídica sus pretensiones de poder y le
promete una duración eterna.
20 Cf. 2 Samuel 15, 24-29, cuando David debe huir de Jerusalén, hay un intento de llevarse también el
“Arca” con él.
21 “La religión yavista de la época premonárquica –dice R. ALBERTZ – no preveía una legitimación del
poder político permanente. Por eso, cuando se trató de legitimar la monarquía desde una perspectiva
religiosa se plantearon considerables problemas teológicos. Si la monarquía de Saúl aún se podía legitimar
en el marco de un liderazgo carismático durante las guerras de liberación, ese molde interpretativo
tradicional no podía aplicarse en los casos de David y de Salomón. Es verdad que algunos teólogos de
corte atribuyeron a las escaramuzas de David –al menos a las de sus primeros tiempos– el carácter de
«guerras de Yahweh» (1Sa 18,7; 15,28); pero más tarde, sobre todo a partir de su victoria sobre los
filisteos, resulta absolutamente imposible, aun con la mejor voluntad del mundo, interpretar la actividad
bélica de David en la línea de las «guerras de liberación» propias del tiempo pre-monárquico [...] David
podía disponer de su ejército profesional en cualquier momento y para cualquier empresa, y no necesitaba
el consenso de la población; lo único que pretendía era someter pueblos y más pueblos, ejercer el control
sobre las rutas comerciales, disponer de depósitos de materias primas e imponer trabajos forzados a los
vencidos (2Sa 8,1-15; 10,1-19; 12, 26-31). Para David la guerra era un instrumento político de poder en
manos del rey. A partir de David ya no fue posible legitimar la figura del rey como el liberador enviado
por Dios”.
“En esa situación, se creó un vacío teológico que trataron de colmar los teólogos de corte ... con una
legitimación más bien novedosa y ajena a la religión yavista, que seguía fielmente los cauces de la
teología monárquica elaborada en los círculos religiosos del Medio Oriente.” (R. ALBERTZ, “Polémica
sobre la legitimación religiosa de la monarquía”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 211).
2 Samuel 7,5 «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahweh. ¿Me vas a edificar tú una casa
para que yo habite? v.6 No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los
israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de un lado para otro en una tienda, en
un refugio... 7,12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré
después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza...
7,16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme,
eternamente».
Cf. Salmo 89,20-38 /// Cf. Salmo 132,11s
La “Teología de Sión”
Nacía así la llamada “Teología de Sión”, de incalculables consecuencias en la elaboración de
grandes temas religiosos.
Si el primer gran ciclo de la historia de la salvación estaba centrado en “el Éxodo” y “el Sinaí”,
este nuevo ciclo está centrado en “el rey salvador que mora en Jerusalén” (cf. Salmo 72).
La institución de la realeza le da otra fisonomía a Israel: cambia la estructura social y la
estructura religiosa. El punto de referencia político y religioso no son ya las tribus autónomas
sino el rey. El rey asume al pueblo.
El rey asume también las funciones cúlticas.22 El culto comunitario de Israel se convirtió, en
gran medida, en el culto monárquico oficial. El rey –hijo de Dios– era “el mediador” que ponía
a “Israel” en contacto con Yahweh. El pacto de Yahweh no se realiza con el pueblo sino con el
rey. El rey, a partir de su coronación es hijo (adoptivo) de Yahweh: Salmo 2,7. La relación de
Yahweh con Israel pasa a segundo plano. Yahweh mora en Jerusalén y está casi completamente
identificado con su santuario oficial (Salmo 48,4.13-15).
22 El rey se encargaba de realizar personalmente el sacrificio litúrgico, sobre todo, en las grandes fiestas
nacionales (2 Samuel 6,17s; 1 Reyes 8,62s; 2 Reyes 2,18s.25), impartía al pueblo la bendición sacerdotal
(2 Samuel 6,18; 1 Reyes 8,14.55; cf. Salmo 21,7). Basándose en su especial relación con Dios –el rey era
“hijo de Dios”– reivindicaba para sí una santidad como la de los sacerdotes y se arrogaba el derecho de
mediación entre Dios y los hombres y pretendía ser también el mediador de la revelación (cf. 2 Samuel
23,2; Proverbios 16,10; 1 Reyes 3,4-15).
23 Cf. J. L. SICRE, “Los salmos reales”, en: Id., De David al Mesías, 127s.
Dice R. ALBERTZ24
“[...] la decisiva actuación salvífica de Dios, que constituía el fundamento y la razón esencial de
la pervivencia del estado israelita, no era ya la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto,
sino el hecho de que Yahvé había fijado su morada en Sión... De esa forma, el culto oficial de
Jerusalén había elaborado por su cuenta una tradición salvífica independiente de las viejas
creencias del primitivo yavismo pre-monárquico”.
La revuelta de Absalón
(2 Samuel 13-18.19-20)25
Bajo la decidida voluntad de David, la institución monárquica iba adquiriendo paso a paso los
elementos constitutivos de un estado, con un sofisticado aparato burocrático, que fueron
marginando cada vez más los principios “democráticos” de la sociedad tribal, privando
progresivamente de sus poderes a los representantes tradicionales de las tribus y que creaba
mecanismos represivos, como trabajos forzados, contra su propia sociedad. El descontento de
amplios sectores de la población estaba llegando a niveles insostenibles. No faltaron en
consecuencia importantes conatos de insurrección contra el rey David. Las dos sublevaciones
más importantes que tuvo que enfrentar el monarca fueron la de su propio hijo Absalón (2
Samuel 15-19) y, luego, la del benjaminita Sebá (2 Samuel 20).
Absalón
Absalón, hijo de David –que había matado a su medio-hermano Ammón, quien había ultrajado
a su hermana Tamar (cf. 2 Samuel 13)– aparece en el centro de un movimiento tendiente a
restringir los poderes que estaba adquiriendo el monarca. Absalón sabrá aprovechar los
rencores acumulados contra el estado centralizador de David, especialmente por parte de los de
Israel (cf. 2 Samuel 15,6; cf. 2 Samuel 16,5-8), pero también por parte de los de Judá. Muchos
jefes del norte y del sur se alían, rompen el primitivo pacto con David y forman una gran
coalición contra las pretensiones del monarca, bajo la égida del joven Absalón, quién logra que
lo reconozcan rey en Hebrón (2 Samuel 15,7-12) y estuvo a punto de destronar a David:
Cf. 2 Samuel 15,14 “Entonces David dijo a todos los servidores que estaban con él en
Jerusalén: «Levantaos y huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón. Apresuráos a
partir, no sea que venga a toda prisa y nos dé alcance, vierta sobre nosotros la ruina y pase la
ciudad a filo de espada»“.
Cf. 2 Samuel 16,20-22.
Según el relato, David se muestra lleno de amor por su hijo (cf. 2 Samuel 19,1-5), pero también
actúa con mucha astucia, poniendo a su lado falsos consejeros, que lo llevarán a la ruina (cf. 2
Samuel 15,30-37 + 17,5ss).
Su ejército personal derrota a las milicias populares rebeldes y asesina a Absalón cuando este
intentaba huir. Con la victoria de los mercenarios de David (2 Samuel 18,7) el movimiento de
oposición saltó en pedazos (2 Samuel 19,9bs.42s). Ya nada podía detener el curso de los
acontecimientos (a pesar de que hubo otras sublevaciones).
Inexorablemente, se llegó a la implantación de una monarquía “absolutista” de carácter
dinástico, que no necesitaba la legitimación del pueblo. La subida de Salomón al trono fue un
asunto de intrigas cortesanas (1 Reyes 1).
24 R. ALBERTZ, “Teología del Templo de Jerusalén”, en: Id., Historia de la religión de Israel I, 251.
25 Cf. J. L. SICRE, “La crítica. Historia de la sucesión al trono (2 Sm 9 - 1 Re 2)”, en: Id., De David al
Mesías, 77-83. La actitud de esta historia ante David es muy distinta: el rey se ha vuelto irresponsable,
vago y perezoso (cf. el relato de la guerra ammonita: 2 Samuel 10-12); es débil con sus hijos, lo que
provocará innumerables muertes en la historia de la sucesión del trono (cf. su reacción ante la violación de
su hija Tamar por su hijo Ammón: 2 Samuel 13,21).
La Familia de David
y las intrigas por la sucesión
El rey David será quien, según el relato bíblico, designará a quien habrá de ser su sucesor.
Sus hijos se disputarban la primacía:
ABSALÓN había matado a su hermano AMMÓN.
Absalón, luego, se rebeló contra su padre, y terminó ahorcado en un “accidente”.26
ADONÍAS queda como hijo mayor del anciano David: al ver que su padre ya se está por morir,
empieza a actuar: se hace reconocer rey por los servidores más antiguos de su padre: el general
Joab, el sacerdote Abiatar y los “hombres de Judá”. Organiza un gran banquete y un sacrificio,
en la frontera entre los territorios de Judá y Benjamín.
Pero había otro grupo de antiguos servidores de David que quería imponer a SALOMÓN.
Salomón
Nacimiento: cf. 2 Samuel 11-12.
Acceso al trono
La sucesión al trono no se hallaba, aparentemente, aún regulada firmemente por derecho. Saúl y
David habían sido elegidos por Dios y el pueblo. La primogenitura, que llevaría a Adonías al
trono, parecía lo más natural.
Pero, tras diversas intrigas, el grupo liderado por el profeta Natán, el sacerdote Sadoq, el jefe de
la guardia personal de David, Benayas, logra, con la ayuda de Betsabé, que el propio rey David
designe a Salomón como su sucesor (cf. 1 Reyes 1-2), transmitiéndole el poder por medio de
ceremonias que él mismo prescribe (1 Reyes 1,33-35): David lo hace ungir por Sadoq en
presencia de todo el pueblo.
Salomón, ungido en vida de David, pronto “arreglará cuentas” con los miembros del otro
“bando”. Hace matar a su hermano Adonías y a Joab (1 Reyes 2,13-25 + 28-34.35) y destituye
al sacerdote Abiatar (1 Reyes 2,26-27 + 35)
26 2 Samuel 18,9 “Absalón se topó con los veteranos de David. Iba Absalón montado en un mulo y el
mulo se metió bajo el ramaje de una gran encina. La cabeza de Absalón se trabó y quedó en la encina
colgado entre el cielo y la tierra, mientras que el mulo que estaba debajo de él siguió adelante”.
27 Cf. también 1 Reyes 9, 1-9.
Actividades económicas
Con respecto a la actividad económica, se destacó especialmente en el comercio,
principalmente con los pueblos vecinos. Erigió el puerto de Ezionguéber en el golfo de Aqaba.
Este puerto le permitía comerciar con el reino de Sabá (¿Yemen del Sur?), que mantenía rutas
28 Cf. 1 Reyes 5,18 “Al presente, Yahweh mi Dios me ha concedido paz por todos lados. No hay
adversario ni maldad”.
29 Es interesante recordar el oráculo de Ezequiel contra el rey de Tiro, que se consideraba sabio y divino
por sus éxitos comerciales (Ezequiel 28,2-5).
30 Cf. un breve resumen en 1 Reyes 9,15-24. Los datos de la arqueología de Palestina, que darían cuenta
de la actividad edilicia de Salomón, son imponentes: las fortalezas de Jazor y Guezer en Galilea; la ciudad
de Ay; poblaciones del Neguev; almacenes, cuarteles militares, fortalezas defensivas, delegaciones para la
recaudación de impuestos a lo largo de todo el país.
31 Recordemos el relato de 2 Samuel 7 el problema de la construcción del Templo, negada a David,
realizada por Salomón, y que la tradición bíblica busca hacer comprender: cf. como desentona 2 Samuel
7,13 de todo el contexto, versículo retomado en 1 Reyes 5, 19 (donde, por su parte, se explica que David
no hizo el Templo no porque Dios no lo permitió, sino porque las guerras lo tenían muy ocupado: cf. 1
Reyes 5,17) y en 1 Reyes 8,19 (¡¡¡donde Dios mismo felicita a David por haber tenido la idea de
construirle una casa !!!: cf. 1 Reyes 8,17-18). La tensión, sin embargo, reaparece en la oración de
Salomón, donde reconoce que no se puede “contener” en una casa a quien ni los cielos pueden contener:
cf. 1 Reyes 8,27: ¿Es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y
los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!
comerciales con las Indias y el África oriental. Tuvo también una flota propia. Numerosas
misiones comerciales llegaban ante su trono, entre las cuales se destaca justamente la de la
reina de Saba, una de las más grandes tribus caravaneras, relatada en 1 Reyes 10. También tuvo
caballerizas (cf. 1 Reyes 5,6; l0,26-29).
Israel se estaba transformando, según el relato bíblico, en una potencia respetable en el
horizonte internacional de los pueblos de Medio Oriente.
El costo social
Recaudación de impuestos - levas de obreros - donación de tierras
Mientras que David centró su política exterior en las guerras, Salomón desarrolló una sutil
diplomacia, consolidando los tratados con los extranjeros a través de alianzas matrimoniales. Se
casó así con numerosas princesas extranjeras, y construyó para cada una de ellas un palacio con
su respectivo templo, donde seguían rindiendo culto a sus propios dioses.
Así, Jerusalén se llenó de templos extranjeros, y el mismo rey inclinó su corazón hacia ellos
(Cf. 1 Reyes 11, 4-8).
El comercio internacional no alcanzaba para pagar tanto gasto y las conquistas habían cesado.
Para sostener tanto fasto –construcciones, lujo, maquinaria administrativa, vigilancia de
fronteras, corte– se recurrió a la división del territorio en doce partes, confiadas a otros tantos
gobernadores, cada una de las cuales debía encargarse de todos los gastos de la casa real por un
mes (1 Reyes 4,7-19; 5,7; cf. 5,2s).
Pero esto no bastaba para sus grandes empresas constructoras, por lo que Salomón impuso
trabajo forzado: recurrió a la “leva de obreros” (cf. 1 Reyes 5, esp. v. 27-3032), en las que
obligaba a trabajar en las obras reales casi como esclavos a los propios súbditos del reino, casi
sin pagarles salarios.
Todo esto irá generando un descontento generalizado, que tras algún que otro intento de
sublevación (cf. 1 Reyes 11,18-40), desembocará finalmente en el cisma norte-sur, tras la
muerte de Salomón (1 Reyes 12).33
32 Textos como 1 Reyes 9,20-22 –y 1 Crónicas 2,16s– indican que Salomón sólo obligó a extranjeros a
trabajos forzados. Contra ellos hablan textos como 1 Reyes 11,28 y 12,4s.
33 Una lectura continuada de 1 Reyes 1-12 permite ver que desde el capítulo 9 la figura de Salomón es
evaluada negativamente: bendición condicionada / tratado con Jirán criticado / la leva - dioses de otros
pueblos / pre-cisma.
La “Hipótesis Documental”
El llamado documento “Yavista”
34 En el siglo XII manifiesta sus dudas frente a la creencia tradicional el docto judío IBN EZRA.
En 1520, A. Bodenstein VON KARLSTADT, en la obra De canonicis Scripturis, fue el primer crítico
de la época moderna que sostuvo: “defendi posse Mose non fuisse scriptorem quinque librorum”.
En 1670, el filósofo judío Baruc SPINOZA escribía en su Tractatus theologico-politicus: “Luce
meridiana clarius apparet Pentateuchum non a Mose ... scriptum fuisse”; SPINOZA ya había
detectado 1670 pasajes “post-mosaicos”: Génesis12,6 (“Los cananeos estaban entonces en el
país”), Génesis 36,31 (“He aquí los reyes que reinaban en el país de Edom antes que reinase un rey
sobre los hijos de Israel”); Deuteronomio 1,1, que sitúa el discurso de Moisés al “este” del Jordán.
Hizo notar además que Moisés aparece siempre en 3ra. persona, lo que, como mínimo, sería
sorprendente de haber sido él el autor de los libros.
35 Richard SIMON (1638-1712), en su revolucionaria Histoire critique du Vieux Testament de 1678,
sostuvo abiertamente que Moisés no fue el autor del Pentateuco.
36 Jean ASTRUC era hijo de un pastor protestante que se pasó al catolicismo cuando se revocó el “Edicto
de Nantes”, promulgado en 1598 por Enrique IV en favor de las minorías calvinistas y abrogado por Luis
XIV en 1685. Luego de haber realizado sus estudios de Medicina y de haber enseñado en Montpellier,
fue, desde 1730, médico consultor del rey Luis XV y profesor en el Colegio Real. Publicó, entre otras
cosas, un grueso tratado De Morbis Venereis.
37 La alternancia de los nombres divinos ya había llamado la atención en la antigüedad, y de ese criterio
se sirvió un pastor de Hildesheimer Hennig llamado Bernhard WITTER, para diferenciar las tradiciones
presentes en Génesis 1-2 y descubrir en Génesis 1 una fuente específica. Pero su obra, publicada en 1711,
fue relegada al olvido durante dos siglos. Por eso, quien ejercerá una influencia real en la historia de la
investigación será Jean ASTRUC.
Se decidió a encolumnar los pasajes de cada serie, y obtuvo así dos relatos seguidos y paralelos,
en los que desaparecían las repeticiones y el desorden cronológico, que le habían impresionado
en su lectura del libro.
Además de esos dos grandes documentos, ASTRUC aislaba:
o Los (pocos) textos en los que Dios no aparecía mencionado.
o Los textos referidos a pueblos extranjeros, fuente esta que, a su vez, subdividía en ocho
pequeños documentos:
- Un documento para la expedición de los cuatro reyes (14)
- Otro para la descendencia de Ismael (22,12-18)
- Dos para las listas edomitas (36), etc.
Moisés habría reunido estas once “memorias” originales y las había transcripto en tres o cuatro
columnas. Pero los copistas ulteriores habrían hecho de esta “sinopsis” un relato continuo,
equivocándose en el orden de las partes. Esto bastaba, a los ojos de ASTRUC, para resolver las
dificultades y para explicar la composición del libro.
Aunque la ciencia bíblica de entonces no siguió la explicación de ASTRUC, su planteo acerca de
la existencia de diversos documentos utilizados, según él, por Moisés, para la composición del
Pentateuco, abrió el camino que recorrerá la investigación crítica desde entonces hasta nuestros
días, al ofrecer un primer ensayo consistente de una teoría “documental”,38 además de un
criterio de discernimiento de fuentes (la alternancia en el uso del nombre de Dios: el nombre
sagrado “Yahweh”, el genérico “elohim”) que la crítica ulterior hizo suyo.39
Sistematización de la llamada
“hipótesis documental” por Julius Wellhausen
Después de muchos años de idas y venidas, el investigador alemán Julius WELLHAUSEN40 dará
forma definitiva a la así llamada “hipótesis documental”, que proponía, en términos generales,
la existencia de al menos cuatro “documentos” originariamente independientes, que habrían
sido utilizados en la redacción del Pentateuco actual. Su teoría puede ser representada
gráficamente del siguiente modo:
38 “Teoría” porque la existencia de los documentos se deduce a partir de la crítica literaria, a partir del
análisis del texto actual (no se encontraron esos documentos sino que se reconstruyen hipotéticamente).
“Documental”, porque defiende la existencia de varios documentos literarios independientes, que habrían
sido utilizados para componer el Pentateuco.
39 Más aún: la distribución de las fuentes que propuso ASTRUC para los 14 primeros capítulos del Génesis
es muy próxima a la que se hará clásica a partir de los estudios de WELLHAUSEN.
40 La hipótesis apareció en su obra Die Komposition des Hexateuchs und der historischen Bücher des
Alten Testaments de 1877.
El sistema propuesto por Wellhausen conquistó el mundo de los estudios bíblicos, y se impuso
por más de un siglo. Si bien desde la década del 70 esta hipótesis está muy seriamente
cuestionada,41 la proponemos dada su enorme influencia en la historia de la exégesis y porque
su conocimiento es imprescindible pues es el punto de partida necesario para cualquier planteo,
por crítico que sea, acerca de la formación del Pentateuco.
El llamado
documento “yavista”
Según la hipótesis documental clásica, el llamado “documento yavista” sería el estrato literario
más antiguo del Pentateuco. Se lo denominó así porque desde el comienzo –en Génesis 2,4b–
emplea el nombre YAHWEH. Por esa razón, sería “fácilmente reconocible” hasta Éxodo 3,14,
pero luego de este episodio, este criterio deja de ser efectivo para discernirlo.
Los críticos –por ejemplo, Henri CAZELLES42–destacaban las características teológicas y
estilísticas más salientes de este documento de la siguiente manera:
“El relato yahvista se compone de escenas cada una de las cuales tiene su unidad, pero que
están ligadas con un hilo continuo. [...] tiene su vocabulario propio [...] pero todavía se puede
reconocer mejor por el estilo. Le gustan las expresiones concretas y llenas de sabor. Se
distingue en la descripción de los personajes. Es un psicólogo al que interesa el fondo del
corazón humano; es también un narrador cuya vivacidad no admiraremos bastante, así como la
claridad, lo acabado de sus relatos; es un pintor que en pocos rasgos describe una escena a
menudo animada por un diálogo. [...] Su teología es también profundamente original. Se
expresa de la manera más concreta, sin vocabulario técnico, mediante una combinación de
imágenes extremadamente equilibrada En la aparente ingenuidad de los relatos del Génesis se
ocultan las ideas más seguras [...]. La obra del yahvista no es la obra de un primitivo. Escribe en
un mundo en el que circulan las obras clásicas más profundas de Egipto y de Babilonia”.
El yavista, sin vocabulario técnico sino con imágenes y relatos de estilo elevado –comparar
Génesis 1 (sacerdotal) con Génesis 2 y 3 (yavistas)– abordaba los problemas humanos más
íntimos, desde la experiencia y la fe de Israel.
(a) Relata la caída como el producto de la “búsqueda de la sabiduría” sin acatar la autoridad
de Dios.
¿Se trata de una velada alusión a la situación vivida durante el reinado de Salomón el rey
“sabio” pero que se deja engañar –a través de sus mujeres– por la “sabiduría real” de los
monarcas orientales, muy civilizados y aficionados a los cultos de la fertilidad
(serpiente)?
(b) Insiste en que Israel debe ser bendición para los pueblos de la tierra.
Para los críticos, se trata de una de las líneas básicas del documento: el motivo ofrece una
lectura teológica de la función de Israel en relación con los demás clanes de la tierra. A la
41 Los factores del cuestionamiento son múltiples y muy difíciles de sintetizar. Simplemente
mencionamos que la hipótesis documental, entre otras cosas, estaba identificada con una imagen de los
orígenes de Israel, especialmente del Israel premonárquico, cuyas tesis básicas –por ejemplo, el “dios de
los padres” o la progresiva sedentarización de las tribus seminómades– están hoy día seriamente atacadas.
Cf. P. HAUDEBERT (ed.), La Pentateuque. Débats et recherches, Paris (Lectio Divina 1992). F. GARCÍA
LÓPEZ, “De la antigua a la nueva crítica del Pentateuco”, EstBibl 52 (1994) 7-35. B. SEIDL,
“Entwicklungen der neueren Pentateuchforschung im 20. Jahrhundert”, ZAW 106 (1994) 476-485. J. L.
SKA, “Le Pentateuque: état de la recherche à partir de quelques récentes «Introductions»“, Bib 77 (1996)
245-265.
42 ROBERT - FEUILLET, “El yavista”, en: id., Introducción a la Biblia I, Barcelona (Herder 1970), 331.
dispersión de los pueblos por toda la superficie de la tierra (Génesis 11,4.6.8.9) responde
la promesa divina de hacer a Abraham padre de una nación que reagrupe en una misma
bendición a todos los pueblos de la tierra.
(d) Para describir la presencia viva de Dios, el yavista no retrocede ante los
antropomorfismos más atrevidos:
Yahweh modela a los seres vivientes del polvo de la tierra como un alfarero
(Génesis 2,7.19)
Planta un jardín (Génesis 2,8)
Habla directamente con los hombres (Génesis 2,16;3,9ss.; 4,6.9.10-12.157,1;
12,1-3, 18,1.13-15)
“Construye” a la mujer (Génesis 2,21-22)
Visita a Adán y Eva en medio de la brisa del día (3,8)
Les hace túnicas de pieles (Génesis 3,21). Tiene sentimientos humanos
(Génesis 6,6; 8,21; 18,17).
Cierra él mismo la puerta del arca (Génesis 7,16b).
“Baja” a ver la ciudad y la torre edificada por los humanos (Génesis 11,5)
(e) Tampoco se preocupa por esconder los pecados o debilidades de los protagonistas.
Los Patriarcas no son presentados como irreprochables en su conducta. Lo cual enfatiza
el tema de la BENDICIÓN de Dios, que se derrama aún pese a los pecados de los hombres.
¿Es que aún no se habían experimentado las grandes catástrofes de la historia hebrea?
Comparar Génesis 12,10-20 con Génesis 20,1-18.
Algunos exégetas, pocos pero muy influyentes, siguen defendiendo la hipótesis documental en
su forma clásica, sin grandes modificaciones. Continúan suponiendo la existencia de un
“yavista” al inicio de la monarquía unida, sobre todo, en el reinado de Salomón. El exponente
más conocido de esta tendencia es probablemente W. H. SCHMIDT.43 Su colega de Bonn –H.
43 W. H. SCHMIDT, Einführung in das Alte Testament, Berlin (1979; 51995); Id., Exodus, Neukirchen-
Vluyn (BKAT II 1988). Entre los artículos más importantes: Id., “Ein Theologe in salomonischer Zeit?
Plädoyer für den Jahwisten”, BZ 25 (1981) 82-102; Id., “Plädoyer für die Quellenscheidung”, BZ 32
(1988) 1-14; Id., “Elementäre Erwägungen zur Quellenscheidung im Pentateuco”, en: J. A. EMERTON
(ed.), Congress Volume. Leuven 1989, Leiden (SVT 43 1991), 22-45; Id., “Die Intention der beiden
Plagenerzählungen (Exodus 7-10) in ihrem Kontext”, en: M. VERVENNE (ed.), Studies in the Book of
Exodus: Redaction - Reception - Interpretation, Leuven (BETL 126 1996), 225-243.
SEEBA– sigue un camino muy similar. Una alumna de SCHMIDT –F. KOHATA45– ha
defendido su tesis en un trabajo sobre Éxodo 3-14.
Otros exégetas siguen, con muchos matices, los “viejos senderos” de la hipótesis documental,
como por ejemplo, L. RUPPERT46 y L. SCHMIDT.47 Más recientemente se alzaron otras voces
fuera del ámbito alemán para sostener posiciones similares.48
Pero ninguno de ellos ha lograda acallar el debate. Más bien parece que a los críticos le resulta
cada vez más difícil hablar de una obra “yavista” de la época de Salomón.
En los palacios reales egipcios funcionaban escuelas de sabiduría, donde se estudiaban libros
sapienciales, de los cuales uno de los más conocidos es el libro de Amen Hotep. Se solía
transmitir este tipo de enseñanza por medio de Proverbios: el sabio observaba su entorno, el
comportamiento de los hombres, de los animales, del resto de la naturaleza, y transmitía los
conocimientos adquiridos en fórmulas cortas. El “candidato a sabio” debía aprenderse estas
fórmulas. Estos libros eran escritos por reyes o dedicados a ellos.
En la Biblia encontramos literatura de este tipo: el libro de los Proverbios, cuya autoría era
adjudicada a Salomón.