Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Tanto Marcos como Mateo presentan el comienzo de la misión pública de Jesús con
palabra semejantes:
Lucas explica más lo que Jesús empezó a predicar, cuando "volvió a Galilea", después de
que Juan fue encarcelado:
"Llegó (Jesús") a Nazaret, donde se había criado, y según acostumbraba, fue el sábado a la
sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le pasaron el libro del profeta Isaías;
desenrolló el libro y halló el pasaje en que se lee: "El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me
ha ungido para traer Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad, y
a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de la
gracia del Señor. Jesús entonces enrolla el libro, lo devuelve al ayudante y se sienta. Y todos
los presentes tenían los ojos fijos en él. Empezó a decirles: Hoy se cumplen estas profecías
que acaban de escuchar" (Lc 4, 16-21).
En el relato aparece la unción profética de Jesús. Llama la atención que, según Lucas, Jesús
omite leer un trozo de Isaías; trozo que nunca incluirá ni en su predicación ni en su
actuación. Descubramos esta omisión de Jesús: leemos en el capítulo 61, al final del
versículo 2: "para anunciar un año feliz lleno de los favores de Yavé y el día de la venganza
de nuestro Dios"
Jesús, en el pasaje de Lucas, además de hacer más realista el "sanar los corazones heridos"
cambiándolo por la frase "despedir libres a los oprimidos", no lee el último párrafo relativo al
desquite o venganza. Con el correr de su vida pública, Jesús mismo enriquecerá este
sumario programático de su misión, con un nuevo mandamiento: el amor (Mc 12, 28-34).
"Por esta presentación inaugural de Jesús desde el Reino de Dios y por el elevado
número de veces que aparece en muy variados contextos de su predicación - parábolas,
discursos apocalípticos, exhortaciones, exigencias éticas, oración - no se puede dudar de la
centralidad histórica y teológica del Reino de Dios para Jesús". "Jesús proclama el reino de
Dios y no a sí mismo" (Karl Rahner). "El tema central de la predicación de Jesús es la
soberanía real de Dios" (J. Jeremías). (Citados por Jon Sobrino, Jesús y el Reino de Dios,
en Jesucristo Liberador, CRT, UIA, p.88).
Jesús no se predicó a sí mismo. Jesús no es lo último para sí mismo. A Jesús se le
comprende a partir de algo distinto y mayor que él mismo. Jesús tampoco predicó
simplemente a "Dios". Jesús heredó tradiciones según las cuales Dios no es nunca el
Dios en sí mismo, sino un Dios en relación con la historia. Ni siquiera Jesús predicó la
Iglesia o el "Reino de los cielos". La Iglesia es una realidad que nace solamente
después de la pascua. La expresión "Reino de los cielos", (Basileiaton ouranon=
malkuthansamayin) muy usado por Mt., es una circunlocución o paráfrasis equivalente
a "Reino de Dios". Debe su origen al empeño del judaísmo tardío por encubrir el
nombre de Dios. Es de notar que Mt también emplea la expresión "Reino de Dios"
cuatro veces (Mt 12, 28; 19, 24; 21, 31.43); y donde Mateo habla de "Reino de los
cielos", Mc y Lc suelen registrar "Reino de Dios".
Israel historizó el símbolo del "rey" y lo aplica a Dios para resaltar su capacidad de
intervenir en la historia. En cada época la intervención histórica de Yahvéh se ve de
distintas formas.
En el judaísmo apocalíptico del tiempo de Jesús, la gente se pregunta sobre cómo
esperar o adelantar la llegada de ese reino.
El reinado de Dios no es algo geográfico. Denota el regir de Dios en acto para
modificar y establecer un determinado orden de cosas. Es lo que ocurre cuando quien
rige el mundo es realmente Yahvéh.
Los profetas en los que Jesús se inspira, dieron respuestas sobre lo que pasa cuando Dios
reina.
Para los profetas, Dios es amor, no condenación. Anuncian un mundo sin opresión, no
por conciliación, sino por transformación: superación de la miseria y reconciliación
entre los hombres.
La reconciliación universal tiene una característica esencial: el reino de Dios es para
los pobres.
Jesús así, da la impresión de que espera la irrupción del Reino de Dios durante su vida:
"Yo les aseguro, les decía Jesús, que algunos de los que están aquí presentes no morirán
antes de haber visto el Reino de Dios con todo su poder" (Mc 9,1)
"Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos. Enseñaba en las sinagogas, proclamaba la
Buene Nueva del reino y sanaba todas las enfermedades y dolencias... y dijo: la cosecha es
grande..." (Mt 9, 35-37).
Aunque Jesús afirma que "El Reino de Dios está en medio de ustedes" Lc 117, 24), sin
embargo hay otras frases puestas en boca de Jesús, que completan la manera como
entendían la realización de este Reino:
"Venga tu Reino" (Lc 11, 12); "No es el que me dice ¡Señor, Señor! El que entrará en el Reino
de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre..." (Mt 7, 21); "Les aseguro que si no
cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los cielos" (Mt 18, 3);
"Créanme que a un rico se le hace muy difícil entrar al Reino de los cielos" (Mt 19, 23).
Estas afirmaciones invitan a pensar que Jesús creía que el Reino y su contenido no estaba
aún realizado en el presente, que es por tanto una realidad futura.
"El reino de Dios está cerca" (Mc 1, 15). Esta afirmación invita a interpretar que el Reino de
Dios, aunque futuro, es algo próximo inmediato.
"...el Reino de Dios se les quitará a ustedes" (Mt 21, 43). Para Jesús no sólo estaba el Reino
ya presente, sino ya estaba siendo entregado a otros que rindieran frutos. Para algunos al
menos es algo ya pasado.
Jesús pues no sólo espera el Reino de Dios, sino que afirma que está cerca, que su venida
es inminente, que el reino no sólo debe ser objeto de esperanza, sino de certeza (J.
Jeremías).
En Juan, el reino es juicio vengador, provoca miedo, es duro en las mismas palabras que
invitan a una conversión.
Jesús defrauda dichas esperanzas y se presenta como el autor definitivo de la misericordia y
de la reconstrucción: "los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan
y una buena noticia llega a los pobres (Mt 11, 4-5; Lc 7, 22); su actividad es manifestación
histórica del poder liberador del Padre, que ya desde ahora desendemonia al mundo de las
fuerzas del mal y de la muerte: "¿Cómo echaría yo los demonios sino con el dedo de Dios?
Sepan pues que el Reino de Dios ha llegado a ustedes" (Lc 11, 20).
Jesús nos da ninguna noticia de lo que será el Reino de Dios en sí mismo cuando llegue en
plenitud, porque el Reino de hecho no llegó ni ha llegado en su total realización.
Sin embargo el Reino de Dios es algo real que se acerca; y Jesús lo siente tan cerca, que
hace grandes esfuerzos para corresponder a este acercamiento del Reino.
Sin negar Jesús la presencia del Reino en esta historia y estando convencido de que va más
allá de este presente, percibe no obstante que la realización concreta no se realizó como en
un principio El lo esperaba:
"Sepan que no volveré a beber del jugo de la uva hasta el día en que beba vino en el
Reino de Dios" (Mc 14, 25).
"Jesús contestó a los mensajeros: "vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos
resucitan, se anuncia la Buena Nueva a los pobres" (Lc 7, 22; Mt 11,5).
"Felices los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios" (Lc 6, 20).
El acercamiento del Reino de Dios es pues parcial: Jesús anuncia que el Reino se acerca
para los pobres y no para los justos. Esto es lo que causa escándalo.
Por esta sola razón, los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la
situación moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios
para ser sus hijos, esta imagen está ensombrecida y aún escarnecida. Por eso Dios
toma su defensa y los ama. Es así como los pobres son los primeros destinatarios de su
misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús" (DP
1142).
d) Jesús vive y propone, sin negar la justicia, la práctica del amor como ley de vida en el
Reino. Como se dijo, omite la venganza como motor del Reino y da un mandamiento
nuevo - motor de una nueva civilización - el amor. Las palabras del juicio final en Mt 25,
35-38 no dejan lugar a dudas de que el destinatario privilegiado del amor es todo aquel
que esté en necesidad.
En la parábola del buen samaritanos, en la que el sacerdote y el levita dan un rodeo para no
encontrarse con el necesitado (Lc 10, 31.32), el samaritano se acercó a él (v. 34). Y de esta
manera se hace él mismo prójimo del herido, y no a la inversa, como lo hace notar Jesús
(vv. 29.36). De esta forma, "prójimo... no es aquel que yo encuentro en el camino, sino aquel
en cuyo camino yo me pongo". El Reino de Dios se acerca cuando alguien hace efectivo y
eficaz el amor que busca transformar este mundo.
Cuando se da un acto de amor entre los hombres - algo aparentemente tan horizontal y
tan secular - el Reino de Dios se acerca: "sean compasivos, como es compasivo el
Padre de ustedes" (Lc 6, 36).
Jesús por supuesto pensó en la próxima venida (futura) del Reino, pero predicó para el
presenta ya algo último. Aunque él percibió, sobre todo al final de su vida, que el Reino
pleno- " Que Dios sea todo en todos" (1 Cor 16, 28) - trascendía esta historia, sin embargo
eso no lo lleva a dejar de luchar para que Dios sea un poco en este mundo presente.
Jesús concibió el Reino como don de Dios, pero actuó en una forma determinada durante su
vida. Esta actitud de Jesús ofrece un nuevo planteamiento escatológico: todos los cristianos,
la Iglesia misma, tienen que seguir a Jesús en esta convicción, que tomar en serio el
presente no es negar el futuro del Reino: "La apocalíptica debe ser hoy el horizonte último
para la Iglesia; pero no a costa de ignorar - como ha sido y es tentación frecuente- lo último
de lo histórico".
Seguir a Jesús es aprender de él:
Que Dios es lo más grande y lo más pequeño: el hambriento, el sediento, el desnudo,
el enfermo, el encarcelado;
Que el pecado tiene nombres concretos en cada época y se encarna no sólo en el
individuo, sino en la sociedad;
Que practicar el amor es lo máximo;
Que ese amor debe ser transformador no sólo en lo personal, sino en lo social, es
decir, incluye la justicia;
Que el amor es parcial hacia los pobres;
Que hay que estar dispuesto a convertirse, a pasar por una ruptura;
Que hay que estar dispuesto a la entrega, al sacrifico, a la persecución, a dar la propia
vida y no guardarla para sí.
e) Jesús lleno de un gran celo, "recorre toda la Galilea, predicando en sus sinagogas y
expulsando demonio" (Mc 1, 39); "pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos
por el diablo" (He 10, 38); No porque es don de Dios, se hunde en la inactividad;
precisamente porque es don e iniciativa de Dios, Jesús intensifica su actividad.
Una mirada rápida a los evangelios mostrará en forma abrumadora que el Reino de Dios era
el tema dominante de Jesús:
Los doce apóstoles y las mujeres galileas acompañan a Jesús en esta misión:
"proclamando y anunciando el evangelio del Reino de Dios", caminando por ciudades
y pueblos (Lc 8, 1-13). Jesús envía a otros setenta discípulos a sanar a enfermos y a
decir: "El reino de Dios se ha acercado a vosotros (Lc 10, 9)". Cuando vienen a Jesús
candidatos al discipulado les pone por delante el Reino: "Deja a los muertos que
entierren a sus muertos y tú ve y anuncia el reino de Dios... el que mira hacia atrás no
es apto para el reino de Dios" (Lc 9, 59-62).
La conversión a la que llama Jesús es una conversión al Reino, representado y
encarnado por él. Hacia el final de su ministerio, ya en Jerusalén, proyectando su
mirada hacia el futuro, Jesús dice a sus seguidores: "y será predicado este evangelio
del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el
fin" (Mt 24, 14).
Las parábolas de Jesús son parábolas sobre el Reino, como veremos en un tema
posterior.
En las tentaciones de Jesús hay una referencia al interés dominante de Jesús sobre el
reino y su venida, cuando dice el tentador: "todos estos reinos te daré..." (Lc 4, 5-6; Mt
4, 8-9).
Las multitudes perciben las implicaciones del mensaje de Jesús y por eso lo buscan
para hacerle rey (Jn 6, 15).
Los discípulos le escuchan repetidamente y, después de convivir con él unos tres
años, piden una sola cosa: estar a su izquierda y a su derecha en el Reino (Mc 10, 37;
Mt 20, 21).
Los líderes religiosos de Israel acusan a Jesús delante del gobernador romano,
citando fuera de contexto sus afirmaciones de que él mismo es un rey (Mt 27, 11; Lc
23, 3).
Pilatos, en gesto teatral, delante de los judíos, señalando al nazareno azotado, dice:
"he aquí a vuestro rey" (Jn 19, 14). Y manda ejecutarle como subversivo, poniendo el
título que sintetiza su delito: "Jesús nazareno, rey de los judíos (Jn 19, 19)
Los espectadores de la crucifixión tomaron el tema del Reino a burla y hacían escarnio
de Jesús diciendo: "si es el rey de Israel que descienda ahora de la cruz y creeremos
en él" (Mt 27, 43; Mc15, 32ª)
Uno de los subversivos, condenado juntamente con Jesús le rogaba en su agonía:
"acuérdate de mí cuando estés en tu reino" (Lc 23, 42)
Finalmente, el libro de los hechos, da el testimonio concluyente del ministerio de Jesús
resucitado que habla del mismo tema que el Jesús histórico: "A quienes también,
después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas contundentes,
apareciéndoseles cuatro días y hablándoles acerca del reino de Dios" (Hch 1, 3). Y
sobre este tema gira la última pregunta de los discípulos: "¿Restaurarás el reino de
Israel en este tiempo?" (Hch 1, 6)
En los evangelios se percibe que el Reino de Dios es el mensaje de Jesús. Sin duda
estaban equivocados en cuanto al carácter y alcance del Reino que Jesús
anunciaba, los mismos discípulos y evangelistas lo reconocen, pero todos perciben
que el evangelio, la buena noticia, no es otra que el "evangelio del reino" (Mt 4, 23;
24, 14; Mc 1, 14).
A diferencia del Bautista, para Jesús lo inminente no es el juicio de Dios, sino la gracia de
Dios. Y eso es lo que Jesús expresa en un término que no aparece en Juan Bautista: el eu-
aggelion, la buena noticia. Jesús afirma que la llegada del reino de Dios es bueno y lo
sumamente bueno. Jesús, como el Bautista, exige conversión cuando anuncia la llegada del
reino (Mc1, 14: Mt 4, 17), y después exigirá radical conversión (Mc 9, 43-48). Pero, en sí
misma, la llegada del reino es, antes que nada, buena noticia, como lo explicitan Mateo y
Lucas: "la buena noticia del reino de Dios" Esto es lo sumamente importante que dice Jesús:
Dios se acerca, se acerca porque es bueno y es bueno para los hombres que Dios se
acerque.
Que el reino de Dios sea eu-aggelion significa que debe alegrar a los oyentes. "Jesús articula
un dato radical de la existencia humana, su principio e esperanza y su dimensión utópica, y
promete que ya no será utopía, objetoode ansiosa expectación (cfr. Lc 3,14), sino topía,
objeto de alegría para todo el pueblo (cfr Lc 2, 9).
-------------------------------------
------------------------------------------------
En Mateo eu-anggelion significa "la buena noticia del Reino": "Jesús predicaba la buena
Nueva del Reino...(4, 23); "Jesús... proclamaba la Buena Nueva del Reino..." (9, 35). "Esta
Buena Nueva del Reino será proclamada por todas partes del mundo para que la conozcan
todas las naciones y luego vendrá el fin" (24, 14).
Lucas evita el uso del sustantivo eu-aggelion en todo su evangelio y sólo aparece dos veces
en los Hechos de los Apóstoles: una en sentido absoluto: "Pedro se levantó y les dijo:
Hermanos, ustedes saben cómo Dios... quiso que los paganos escucharan de mis labios la
predicación del Evangelio y creyeran (15, 7); y otra cualificado como 'el favor de Dios': "Pero
de ninguna manera me preocupo por mi vida, con tal de terminar mi carrera y cumplir el
ministerio que he recibido del Señor Jesús, de anunciar el Evangelio de la gracia de Dios"
(20, 24). Sin embargo usa profusamente el verbo 'evangelizar' - en el evangelio 10 veces y
en los hechos 15 veces- en el sentido de "llevar la buena noticia". En Lucas el término
euanggelion se remonta, pues, a su significado en Isaías, "en el sentido que están
mutuamente ligados los conceptos de "profeta escatológico" y de "levar la buena nueva a los
pobres": "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Yavé me ha ungido. Me ha enviado con
buenas noticias para los humildes..." (Is 61, 1-3; 42, 1-4; 51, 16; 52, ; 59, 21).
La conclusión es que, en los evangelios, Buena Noticia es Jesús, por supuesto, pero ante
todo con prioridad lógica, buena noticia es lo que Jesús trae: el reino de Dios. Esto es así por
la naturaleza del asunto pues no se ve cómo se puede separar el reino de Dios que anuncia
Jesús y la buena noticia que trae el mismo Jesús. Pero a veces aparecen unidos
lingüísticamente: "el evangelio del Reino de Dios", el Reino de Dios como buena noticia".
(J. Sobrino, Jesús y el Reino de Dios, CRT, UIA, Jesucristo Liberador, 99-100)
Lc 6, 20-22:
1. Los pobres
2. Los que tienen hambre
3. Los que lloran
4. Los odiados, los expulsados, los insultados y los considerados delincuentes a causa del
Hijo del Hombre.
Mt. 5, 1-12:
San mateo desde otra perspectiva, introduce 8 grupos en donde Lucas puso solamente
cuatro:
1. Los que tienen espíritu de pobre
2. Los que lloran
3. Los pacientes
4. Los que tienen hambre y sed de justicia
5. Los compasivos
6. Los de corazón limpio
7. Los que trabajan por la paz
8. Los perseguidos por la causa del bien
Mt 25, 35-39
En otro pasaje amplía la lista, reforzando algunos de los antes dichos:
1. El hambriento
2. El sediento
3. El forastero
4. El sin ropa
5. El enfermo
6. El que está en la cárcel
Todos los hasta ahora enlistados padecen una necesidad real.
En la vida diaria de Jesús, además de estos bienaventurados, van a añadirse otros que bien
pueden ser comprendidos bajo el vocablo de DESPRECIADOS POR LA SOCIEDAD:
1. Los pecadores de acuerdo a la ley: por ejemplo: los levíticamente impuros, los ignorantes
de la religión y sus ritos;
2. Los publicanos y las prostitutas (Mt 21, 28-32; Jn 7, 48-49)
3. Los pequeños, los niños (Mt 11, 25; Lc 20, 21; 19, 14; Lc 9, 46-48)
4. Los sencillos que ejercían profesiones despreciadas
5. Los no invitados a comer - los pobres, los inválidos, los cojos, los ciegos - (Lc 14, 15-24).
Esta lista puede ser ampliada por la lista que Pablo ofrece (1 Cor, 25-28):
1. Los necios
2. Los débiles
3. La gente común
4. La gente despreciada
5. Los que no son nada
El Evangelio es en verdad buena noticia en la medida que se alivia el dolor de todos éstos.
Estos textos son entendidos de dos formas:
- Considerar a los pobres como bienaventurados o felices por ser solamente destinatarios
pasivos de una promesa de Dios.
- Considerar a los pobres como bienaventurados o felices por ser los sujetos responsables
de acoger activamente el don de Dios que es su Reino.
Como realidad escatológica, el reino de Dios es universal, en él pueden entrar todos, aunque
no todos de igual modo. Esta afirmación, tan evidente bíblicamente, pero tan difícilmente
aceptada, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, y éste hace de esta parcialidad algo
esencial.
En el acontecimiento fundante del Antiguo Testamento - el éxodo - Dios se muestra parcial
hacia un pueblo oprimido, y a él, no a todos, se revela y libera. Y esta parcialidad es
mediación esencial de su propia revelación. No es que Dios , primero, se revele como él es y,
después, se muestre parcial hacia los oprimidos. Es más bien en y a través de su parcialidad
hacia los oprimidos como Dios va revelando su propia realidad. Y eso se mantiene a lo largo
de todo el AT. "Padre de huérfanos y viudas es Dios", define a Dios el Salmo 68, 6. En los
profetas, Dios llama "mi" pueblo no a todo Israel, sino a los oprimidos dentro de él. Yahvé es
defensor de Israel, el Go'el, "porque defiende al pobre" y en la medida en que Israel lo
defienda seguirá siendo su Dios.
Marcos quiere que todos los lectores lo vean en relación con las parábolas de 3, 23-27, el
despojo del reino de Satán. Los discípulos ven lo que los ciegos de fuera: aunque Jesús es el
más fuerte, que vence a Satanás (Mc 1, 7. 21-27), éste puede todavía obstaculizar el Reino
de Dios (4, 15), pero el poder de Jesús, aunque aparentemente oculto e insignificante, al final
prevalecerá.
c) Lucas habla del Reino en forma explícita en 5 de sus 29 paráblas; y en otras 5 lo hace de
manera implícita:
1) El sembrador (8, 5-8)
2) El grano de mostaza (13, 18-19)
3) La levadura (13, 20-21)
4) La gran cena (14, 15-24)
5) El ladrón nocturno (12, 39-40)
6) El mayordomo vigilante (12, 42-46)
7) Los talentos (19, 12-27)
8) La puerta estrecha (13, 24-30)
9) La higuera (21, 29-31)
10) El portero (12, 35-38).
Lucas nos mete a participar en sus parábolas como actores de la misma. Por eso usa
frecuentemente el soliloquio. Sus relatos son realistas. Muchas de sus parábolas, incluidas
las 15 que son propias de él, pertenecen a la sección del viaje a Jerusalén (Lc 9, 51 a 19, 27)
donde Jesús enseña a su comunidad el camino del discipulado cristiano.
En todas ellas refleja su intención teológica: Jesús es "el sol que viene de lo alto" (1, 78); la
compasión es central en su pensamiento (10, 33; 15, 20). María habla de Dios que "despide
vacíos a los ricos y destrona a los poderosos" (1, 52-53); Jesús anuncia buenas noticias a los
pobres; las riquezas son un peligro (12, 13-21; 16, 19-31); reivindica a los que no tienen
defensa (7, 40-43; 18, 1-7) y desafía a los satisfechos de sí mismos (18, 9-14). En Lucas,
Jesús es el ejemplo por excelencia de la vida cristiana diaria, por eso hay que seguir sus
pasos.
----------------------------------
------------------------------------------------
"Parábola" deriva del griego Parabole (el significado de la raíz implica el poner una cosa junto
a otra con propósitos de comparación); fue un término técnico que la antigua oratoria le dio a
una figura del lenguaje. Las figuras más básicas del lenguaje son el símil y la metáfora. En
un símil se compara una cosa con otra de diferentes clase y la similaridad se expresa con las
expresiones "como" "así", por ejemplo: "Jesús envió a sus discípulos como corderos en
medio de lobos" (Lc 10, 3). En la metáfora, (del griego metapherein, transportar), una figura
más ltineraria, las cualidades de una cosa se traspasan directamente a otra sin un explícito
punto de comparación, por ejemplo: "ustedes son la sal de la tierra" (Mt 5, 13) o "cuidado con
la levadura de los fariseos" (Mc 8, 15). En general la parábola es un símil desarrollado,
donde el relato, aunque sea ficticio, es verosímil (en contraste con la fábula).
En las parábolas del evangelio la fórmula introductoria de las parábolas suele ser "el reino de
los cielos es semejante a..." (frecuentemente en Mateo con 10 parábolas del reino en
contraste con marcos y Lucas con sólo 2 cada uno). Aunque el objeto de una comparación
parabólica no es la palabra que sigue de inmediato, sino la totalidad de la situación
visualizada. El reino de Dios no es como el rey que quiso hacer cuentas (Mt 18, 23-35), sino
que implica perdón generoso; ni el reino es como una red (Mt 13, 47), sino como la pesca y
la separación de lo bueno y de lo malo.
La alegoría es una metáfora o serie de metáforas, menos clara y más alusiva que la
parábola. En la alegoría cada detalle o personaje es significante, frecuentemente con un
significado oculto; por ejemplo marcos 4, 13-20.
Los sinópticos usan parabole con el mismo amplio rango que la palabra hebrea mashal,
comprendiendo proverbios (Lc 4, 23), ejemplos (Lc 12, 16-21), similitudes Lc 5, 36-39),
símiles (Mt 23, 27), alegorías (Mt 25, 1-13), como también las más familiares parábolas
narrativas. Juan, aunque rico en imágenes, simbolismos y alegorías, por ejemplo 10, 1-17,
emplea paroimia (16, 25) más que parabole. Fuera de los evangelios solamente en Hb 9, 9 y
11, 19 parabole significa "símbolo" o "prefiguración".
Jesús usó imágenes realistas de la vida diaria en sus parábolas que llamaron la atención de
sus oyentes por su viveza y colorido narrativo. Sin embargo sus parábolas tienen un giro
sorpresivo; el realismo es quebrado y los oyentes advierten que algo más está en juego que
una cómoda ilustración. Las parábolas provocan preguntas, descomponen la complacencia
y desafían a los oyentes a reflexionar y preguntar. (Armando Noguez, Las Parábolas de
Jesús, en: Cristología Bíblica, mimeo, México, 1996, 1y 4).
Jesús nunca explica sus parábolas, con la excepción de dos o tres casos. Nos da algunas
pistas y confía en nuestra capacidad de entender la relación entre la perla, la semilla, el
arbusto, la red, etc. y el Reino de Dios. Este método pretende no dejar satisfecho a nadie;
pone al discípulo a trabajar con su inteligencia para que llegue a descubrir siempre algo
nuevo.
La experiencia que tenemos de las cosas de la vida (boda, ladrón, cizaña, trigo, levadura,
etc.) va a ser necesaria para profundizar más en el Reino de Dios. En esto, a veces, está
nuestra limitación. Hay cosas del mundo agrícola que no entienden el hombre y la mujer
urbanos, Si hoy Jesús viviera, compararía el Reino de Dios con el Metro, con el aire y el
smog, con los niños de la calle, con la devaluación, con el tránsito vehicular, etc.
En tiempos de Jesús, el pueblo tenía en la cabeza la idea fija y bien determinada del Reino
de Dios, una idea errónea que le habían formado a través de los siglos.
Para Jesús el Reino era otra cosa muy distinta. Jesús se las ingenió para meter en la cabeza
del pueblo la verdadera idea del Reino, a base de parábolas.
La gente entendía una parte de la parábola: lo que era una red, un tesoro, un servidor infiel,
etc. pero le costaba mucho trabajo unir y aplicar esto al Reino de Dios, o sea, a la vida
concreta.
El problema no era pues el método parabólico, sino la cabeza dura del pueblo. La gente
siguió amarrada a su pasado.
Hoy día sucede algo parecido. Muchos de nosotros varias veces hemos leído el NT o las
parábolas, sin embargo no sabíamos relacionarlas con el Reino de Dios y no nos hemos
ayudar de ellas para llegar a lo que éste es.
El método de parábolas
a) El método de parábolas es un método dinámico, Una vez que se ha establecido en la
mente del pueblo la relación entre la levadura y el reino, entre el arado y seguir a Jesús,
entre la sal y la misión de Cristo, la reflexión y la búsqueda ya no se paran.
b) El método de las parábolas indica que la verdad revelada no está nunca definitivamente
cerrada.
c) El método de las parábolas no deja nunca tranquilo al oyente.
Jesús encarnaba en su propia persona todo esto que hasta ahora hemos dicho sobre el
Reino de Dios. Su modo de vivir, su forma de ser, su manera de actuar bondadosa y justa,
sus acciones concretas revelaban al Padre, Dios del Reino.
El pueblo tenía una barrera mental que le impedía descubrir a Jesús, el Reino de Dios
presente en medio de ellos. El único camino posible para el pueblo era abrirse a Jesús para
tener la nueva experiencia del Reino.
Jesús era y es el Reino de Dios, pues El es buenas noticias para los pobres, es liberación de
cautivos y oprimidos, es vista de ciegos, es año de gracia, es amor, es perdón de pecadores,
es plenitud de la persona , es salvación, liberación, etc.; y esto como semilla y levadura,
como tesoro y perla, como red y banquete, como trigo y grano de mostaza, como novio y
comerciante, etc.
A los apóstoles se "les concedía conocer el misterio del Reino de Dios"; en cambio los
fariseos, los sacerdotes, los ricos, el mismo pueblo confiaron más en sus ideas que en Jesús
y por eso le asesinaron.
Las parábolas son pues para nosotros no sólo un medio para descubrir lo que es el Reino,
sino más que nada un medio para encontrarnos con Jesús, que es el Reino realizado, o
mejor dicho, el Mediador por excelencia. Las parábolas pues nos ponen en contacto con
Jesús mismo.
Las parábolas quieren ayudarnos a descubrir el tesoro, Jesucristo. Tal vez sea necesario
vender mucha bisutería religiosa que hasta a hora habíamos tenido por valiosa.
Mt 13, 44-45
"El Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo
descubre lo vuelve a esconder y, de tanta alegría, vende todo lo que tiene para comprar ese
campo"
"El Reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus
manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene y la compra".
Las dos parábolas no son iguales. El tesoro estaba muy escondido. El sujeto lo encontró por
casualidad, pues nunca hay en la calle un letrero que diga "aquí está enterrado un tesoro".
Pero la perla no fue encontrada por casualidad. La gente tiene que ir tras ella. Viajando por el
mundo hasta encontrarla. Parecen dos cosas opuestas: el tesoro se encuentra por
casualidad, como si fuera gratuitamente. La perla se encuentra a propósito, como una
recompensa a un gran esfuerzo. Jesús, que es el Reino de Dios, se parece a ambas cosas:
es gracia, pero pide nuestro esfuerzo para tenerlo.
Mt 13, 3-8
"El sembrador ha salido a sembrar (la Palabra del Reino); al ir sembrando, unos granos
cayeron cerca del camino; vinieron las aves y se los comieron. Otros granos cayeron entre
piedras y, como había poca tierra, brotaron pronto. Pero cuando salió el sol los quemó y por
falta de raíces, se secaron. Otros granos cayeron entre espinos; crecieron los espinos y los
ahogaron. Otros finalmente cayeron en buena tierra y produjeron, unos el ciento, otros el
sesenta , y otros el treinta por uno"
No hay inconveniente alguno en aplicar esta parábola, sobre todo el texto paralelo (Mc 4, 1-
9), a la última parte de la actuación de Jesús en Galilea: gran parte del pueblo se ha
apartado de él o está a punto de hacerlo. Dios sin embargo lleva su obra (la de Jesús),
incluso bajo estas circunstancias adversas, hasta el final; aunque el Reino de Dios, sólo
encuentra acogida entre algunos pocos, esto es suficiente para estar seguro del reino
escatológico .
Mc 4, 30-32
"¿A qué se parece el Reino de Dios? Es semejante a una semilla de mostaza. Cuando se le
siembra es la más pequeña de todas las semillas que se echan a la tierra. Pero una vez
sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas del huerto. Entonces echa
ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden refugiase bajo su sombra".
¿Cómo es Jesús, semilla del Reino de Dios?
¿Ha nacido en algunos de ustedes Jesús, como semilla del Reino?
¿De qué manera?
¿Cómo sembrar en tu parroquia (grupo, movimiento, asociación) a Jesús como semilla del
Reino?
Los pájaros que no son producto de la semilla, aprovechan de las frondosas ramas. Ellos
comen del árbol, lo picotean, se ensucian en sus ramas, ahí hacen sus nidos donde duermen
y ya que el árbol no les sirve, lo abandonan sin darle las gracias. Así es el Reino. No es una
realidad en beneficio propio. La bondad, la justicia, la igualdad, el amor, la compasión, la
evangelización, realidades del Reino, debemos participarlas a todos los que más se pueda,
sin esperar recompensa, como Jesús. Y unir y organizar el 'árbol' del Reino, aún con los que
no son ni católicos, ni creyentes.
Mt 13, 33
"El Reino de los cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres
medidas de harina, hasta que todo fermenta".
¿Cómo Jesús es levadura del Reino?
¿Qué o quiénes son las tres medidas de harina con que (quienes Jesús se mezcla?
¿Cuáles son los resultados de esta mezcla?
Esta parábola del crecimiento, junto con la del gran de mostaza, la de la cizaña y la de la red
(Mt 13, 24-30. 47s), pretenden atestiguar la tensión entre la siembra y la cosecha, entre la
gloria del reino de Dios, de discreta presencia actual y de manifestación futura. Igualmente
actúa una relación de dependencia continua entre el ahora y el algún día... Esta acción
presente promete, a pesar de todos sus fracasos y oposiciones, el triunfo; éste se
manifestará, así mismo, mediante los poderes del mal que actúan a la par entremezclados
con las fuerzas de la salvación, y también por la acción sojuzgadora de Dios a la que
quedarán sometidos todos los malvados.
¿Cómo imita tu comunidad parroquial a Jesús que es levadura?
¿Habrá gente que es levadura al estilo de Jesús, aunque no vaya al templo?
¿Quiénes serían estos?
La Buena Nueva de Jesús es una auténtica liberación del hombre en todos sus niveles. Y
esto lo realiza a través de:
Esas comidas son expresión de la misión y del mensaje de Jesús (Mc 2, 17), comidas
escatológicas, celebraciones anticipadas del banquete salvífico del fin de los tiempos (Mt 8,
11), También Jesús se aloja en la casa de un jefe de publicanos (Lc 19, 5); y llama a
publicanos a que le sigan y figuren entre sus discípulos (Mc 2, 14 par). Estos hombres son
aceptados por Dios.
"Todas estas actitudes de Jesús están definiendo el Reino de Dios como una experiencia de
salvación.
La afirmación histórica de la soberanía de Dios implica y exige una transformación no sólo de
los corazones, sino de aquellas situaciones y estructuras que deshumanizan e impidan que
se manidieste y crezca esa realeza divina que es justicia, paz, fraternidad, solidaridad"
(Carmen Bernabé, Reino de Dios, en Conceptos fundamentales de cristianismo, 1130-1131)
Jesús no sólo presenta el Reino de Dios en su persona en forma viva y efectiva, sino que
contagia a otros este espíritu.
Todos sabemos que el pueblo de Israel, al que Jesús se dirige, no lo entiende, más aún lo
rechaza. El pueblo en general, y más sus dirigentes religiosos, se han olvidado del Reino y
su contenido. Han hecho una religión a su medida y en función de sus intereses. La
infidelidad de Israel lleva a uno de los evangelistas a poner en boca de Jesús esta frase:
"...El Reino de Dios les será quitado a ustedes para dárselo a gente que rinda frutos..." (Mt
21, 43-44).
Jesús, el Reino de Dios, se mere en medio de la gente. Muchos sacerdotes, maestros de la
ley y fariseos lo sienten como una amenaza, por eso lo obstaculizan: le plantean preguntas
capciosas, se burlan de su doctrina, corren la voz de que 'está endemoniado', atacan la
conducta de sus discípulos, tratan de despeñarlo y apedrearlo; al no conseguir acallarlo,
deciden asesinarlo.
Por su parte el pueblo solamente quiere un rey a su medida, que le llene el estómago, que le
alivie a sus enfermos y le reviva a sus muertos.
Ante esta realidad, Jesús comienza la revitalización y reunión de Israel, reuniendo a un grupo
de personas: el círculo de los discípulos. Son la representación del todo-Israel. Ellos,
especialmente los Doce apóstoles, son el futuro del Reino, son la comunidad escatológica de
salvación.
Jesús concentra su atención y sus enseñanzas en los Doce. La Última Cena evidencia esta
afirmación. Esto sin embargo no excluye el universalismo de la salvación. ¡Al contrario! Jesús
ve el papel de Israel: El Reino no se le dona para su exclusivo provecho, sino como señal
universal de salvación para todos los pueblos.
Para esto, Jesús retoma la pedagogía o manera de salvar que Dios ha usado a través de la
historia: empieza en chiquito. Comienza de una forma muy humilde: con una persona, con
una familia, con un grupo: Es así como llega a juntar tres tipos de gente:
El primer grupo lo forman aquellos que aceptan el mensaje de Jesús, pero
permanecen en sus aldeas o en sus ciudades para esperar allí el Reino de Dios. El
ejemplo más notorio es Marta, María y Lázaro en Betania y José en Arimatea (Mc 15,
43)
Los discípulos: personas a quienes Jesús llama (Lc 9, 59) a quienes les ha hecho
algún favor; dejan a sus familias y siguen a Jesús (Mt 10, 37; Mc 1, 16-20). Es el casoo
por ejemplo de Cleofas, María de Magdala, Juana, la mujer d Cusa, Salomé, maría,
mamá de Santiago (Lc 8, 1-3; 24, 18; Mc 15, 40s); y entre los hombres, José Barsabás
y Matías (Hch 1, 23).
Los doce: doce varones a los que Jesús, después de rezar, elige y a los que se conoce
como apóstoles.
"Instituyó doce, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder de expulsar
los demonios" (Mc 3, 13-19; 6,7-13)
"Los doce constituyen sin duda, un grupo de lo más diverso: el publicano Mateo (Mt 10, 3), el
zelota Simón (Lc 6, 15). Con un publicano y un zelota, las fuerzas más contrapuestas del
Israel de entonces estaban representadas en un solo grupo. En efecto, los publicanos
colaboraban con los romanos mientras que los zalotas rechazaban violentamente la
ocupación romana, a la que consideraban incompatible con la soberanía de Dios" (Gerhard
Lohfink, La Iglesia que Jesús quería, Bilbao, 1986, p.22).
Cada día que pasa, Jesús percibe que buscan exterminarlo. Esta experiencia no sólo hostil
sino persecutoria, lo lleva a endurecer su lenguaje y sus acciones: se mete, por poner un
ejemplo, a predicar en el mismo atrio del templo de Jerusalén, arroja de ahí a los
vendedores de los negocios de los sacerdotes. El pueblo por su parte sigue indeciso.
Jesús entonces asigna a una nueva función a los Doce: a partir de aquel momento, no serán
sólo testigos de la salvación cercana, sino también testigos del juicio que amenaza al Israel
que se endurece. En este sentido hay que entender Mt 19, 28 y Lc 22, 30): "Les aseguro que
ustedes que me han seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su
trono de gloria, se sentarán también ustedes en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de
Israel".
Jesús considera la reunión de Israel como presu0puesto evidente de la idea del Reino de
Dios. El Reino de Dios presupone un pueblo de Dios. La salvación escatológica es
inseparable del pueblo de Dios y la comunidad de Dios es elemento necesario del Reino de
Dios..." Hemos visto que el pensamiento de Jesús se centra principalmente en Israel, pero
no se limita a Israel. Para Jesús, Israel es el camino hacia una meta mayor: es signo de la
salvación universal. Pero precisamente por su condición de signo es lugar obligado de paso"
(Gerhar Lohfink, 36-41).
El Reino de Dios es un don de El. Cristianos y no cristianos poseen valores del Reino. La
justicia, la hermandad, las buenas noticias para los pobres, la igualdad, la liberación de
cadenas esclavizantes, el se críticos ante tanta enajenación, la solidaridad, la defensa de los
derechos humanos, etc. son valores que se han dado aún en pueblos, en lugares y
ambientes en donde no se conoce el Evangelio.
Al cristiano le tocará en dichas situaciones potenciar estos valores ya existentes; en
ocasiones oponerse a antivalores del Reino que ahí se dan y no rara vez llenar carencias o
vacíos.
En muchos lugares de Israel por donde Jesús pasaba, había gente que acogía su mensaje y
esto permitía que el Reino de Dios cambiara sus vidas. No hay duda que cuando Jesús envía
a sus discípulos, les recomienda visitar algunas de estas personas y familias: "En las casa en
que entren..." (Lc 10, 5-7) cfr Mt 10, 10-13.
Esta acción, que ya no es de Jesús sino de los discípulos, acrecienta el número de
seguidores. La comunidad de los discípulos de Jesús es sujeto del establecimiento del
Reino.
Esta nueva familia es el principio de una nueva sociedad. Es una nueva manera de ser, de
relacionarse fraternalmente, de ejercer el poder como servicio, de igualdad, de reconciliación,
de esperanza en una culminación que va más allá de este mundo. Es una comunión. Viven
en el mundo, pero son de otro estilo; están revueltos con los demás, sin notarse, pero son
quienes le ponen sabor a la vida. Algunos le llaman sociedad de contraste. Por supuesto
esto no tiene que ver nada con el concepto de Estado o Nación. No se pretende ser un
estado dentro de otro. Pero eso sí; es un estilo de vida que ciertamente no se asemeja al
común de la nación. Es como una sociedad alternativa (Gerhard Lohfink. p. 66).
Mt 5, 13-16 "Ustedes son la sal de la tierra..." Este nuevo Israel, que es la comunidad de
discípulos de Jesús o como hoy se dice, el discipulado, que según Mateo significa toda la
Iglesia (Mt 28, 19s), debe estar siempre dispuesto a sazonar el mundo, a hacerlo apetitoso y
a preservarlo de la corrupción.
ÇLa Iglesia, de la que se habla aquí, es sal de la tierra, luz del mundo, ciudad radiante. Ella
es la Iglesia para el mundo. Pero lo es no convirtiéndose en mundo, no disolviéndose en el
mundo, sino conservando sus propios perfiles.
Ahora sí se pueden aplicar todas las parábolas del Reino -la semilla, la perla, la moneda, el
trigo y la cizaña, el comerciante, etc. - no sólo a Jesús, sino a esta comunidad de discípulos,
a la Iglesia.
La comunidad que se forma alrededor de Jesús, el Mesías, es una señal del poderío de la
soberanía de Dios, como lo son su palabra y actuación salvífica, el perdón de los pecados, la
expulsión de demonios y las curaciones. (Rudolf Schnackenburg)
Así como, según la Iglesia primitiva, todos los cristianos tienen el Espíritu, así cuantos se
dejan reunir por Jesús en Israel, ya antes de la Pascua, constituyen un signo viviente de la
presencia del Reino de Dios.
Jesús por supuesto, no habló de la Iglesia, pero reunió, en Israel y para Israel, personas en
torno a sí; personas que eran para él la nueva familia de Dios, el verdadero Israel, la
escatológica Ciudad de Dis. Para Jesús, el Reino de Dios resplandece ya ahora en este
grupo de personas. El futuro Reino es ya presencia significativa en ellas. (Gerhard Lohfink, p.
79-80).
El Reino de Dios tiene que estar presente ya ahora en la Iglesia y en las comunidades
cristianas de manera visible, palpable, experimentable, aunque no plenamente consumada.
El Reino de Dios tiene que contar con hombres y mujeres que se metan a acogerlo
activamente en espacios y ambientes concretos: en la vecindad, en el barrio, en la familia, en
la fábrica, en la oficina, en el mercado, en la organización barrial, en las canciones, en los
videos, en la radio, en la poesía, en los periódicos...
Desgraciadamente en estos espacios los cristianos, que conocen teóricamente le Reino de
Dios, brillan por su ausencia.
No basta decir que somos el Pueblo elegido por Dios, llamados a instaurar su Reino desde
ahora. La historia nos cuenta que no rara vez este pueblo, que es la Iglesia, se ha olvidado
de este Reino. En ocasiones, gentes no cristianas han practicado más y mejor los valores del
Reino.
El Reino exige de nosotros y nosotras respuestas muy concretas. Son auténticas exigencias.
No es raro que el (la) discípulo (a) empiece a caminar y con el tiempo, se canse. Así le ha
pasado a veces a la Iglesia. Por eso, si queremos ser constantes y firmes en la respuesta a
dichas exigencias, tenemos que alimentarnos y fortalecernos de lo que podríamos llamar,
como una comparación, Manantial del Reino de Dios.
Si se compara el contenido del Reino, que Jesús toma casi íntegramente de la corriente
profética de la que Isaías es un portador, descubriremos algunas exigencias de este Reino.
1) Exige conversión (Mc 1, 15, como sincero arrepentimiento del pecado y un apartarse del
pecado; como reconocimiento de la no acogida de este Reino (Mt 6, 12a).
2) Exige amor, como ley de vida para corresponder al Reino. Se trata de un amor que sólo
es equiparable al amor de Dios (Mc 12, 28-31); es radical porque está por encima de
cualquier prescripción y se motiva en la experiencia de la gracia y el perdón de Dios; que
no tiene límites, pues incluye hasta los enemigos; que se dirige preferencialmente a los
pobres (Lc 14, 12-14).
3) Exige seguimietno. "Jesús llama a varios discípulos, el objetivo es servir al Reino de Dios,
ser enviados con la misión de evangelizar: anunciar el Reino y poner los signos de su
cercanía; la meta es asemejarse a Jesús, participar de su vida, de su práctica y de su
destino. El seguimiento debe ser incondicional "negarse a sí mismo y a su familia";
último "no hay que echar la vista atrás"; "quien ama a su padre más que a mí, no es
digno de mí"; conflictivo "no pueden servir a Dios y al dinero"; y gratuito "ven y
sígueme"
¿Dónde y cómo adquirir el poder o la fuerza interna para realizar estas exigencias del
Reino?
1. Sirviendo al Rey en "los reyes y reinas" de este Reino: (Mt 25, 31-40)
Este texto es de las poquísimas veces en que Jesús se apropia el nombre de "Rey glorioso".
Y lo hace, al parecer, para identificarse con el hambriento, el sediento, el forastero, el sin
ropa, el enfermo y el encarcelado, o viceversa, para identificarlos a ellos con Él, el Rey. Estos
son los "reyes y reinas" que quedan en su lugar entre nosotros. Beber de la fuente del Reino
para fortalecerse espiritualmente, es responder a los deseos y anhelos de estos reyes; es
estar de su lado si no se es pobre con necesidades básicas reales; o responsabilizarse de la
instauración del Reino, si se es pobre real.
¿Por qué insistirá el Evangelio en llamar a Jesús en este momento de lavar pies, "Maestro y
Señor"?
¿Qué mandato da Jesús a sus seguidores?
¿Qué hacer, según esto, para adquirir la fuerza para vivir el espíritu del Reino?
Jesús lava los pies a sus discípulos. En tiempo de Jesús la gente andaba descalza o usaba
sandalias. AL llegar alguien de visita, una forma de acogerla era ordenar a un sirviente que le
lavara los pies. Jesús se hace el sirviente de ellos. Y al hacer este servicio, Jesús se apropia
nombres a los que era poco afecto: "ustedes me llaman: el Señor y el Maestro. Y dicen
verdad, pues lo soy, si yo, siendo el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies unos a otros (Jn 13, 13-14). En el Reino, en la medida que
uno se hace el esclavo de todos, es maestro y señor. Otra fuente pues: reinar es servir.
Este trozo ha sido aprovechado por no pocos para sacar de este tierra el Reino de Dios y
trasladarlo a un mundo futuro vacío. La muerte de Jesús probará que si alguien busca
instaurar el Reino, tiene como riesgo el ser asesinado. El texto bíblico debe ser traducido por
tanto en su justa apreciación; lo que quiso decir Jesús es "Mi Reino no es del estilo de este
mundo": en mi Reino no hay miedo, ni ejércitos, ni venganza, ni represión, ni diferencias, ni
violencia sangrienta...
¿Qué fuente, dónde beber el espíritu del Reino, nos enseña este episodio?
Jesús aprovecha una interpretación demasiado temporal del Reino en la que Santiago y Juan
piden su coto de poder. Esto incomoda al resto de los apóstoles. Jesús usa esta oportunidad
para enseñar otra fuente para vivir el espíritu del Reino: los que gobiernan se sienten dueños
y hacen sentir su poder; en cambio en el Reino de Dios "el que quiera ser el más importante,
que se haga el servidor de todos... Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir y dar su vida como rescate de una muchedumbre" (cfr Lc 22, 24-27). Estar
dispuesto a dar la vida es una actitud que da fuerza para no dejar de buscar el Reino.
EL PADRE NUESTRO, LA ORACIÓN PARA PEDIR QUE VENGA EL REINO
VENGA TU REINO
"En el contexto hasta ahora tratado, es la parte central de esta oración. Si se hace una
sustitución del término "Reino" con todas las realidades que contiene este vocablo, será un
ejercicio que nos ayudaría a entender esta parte de la oración:
- vengan "buenas noticias para los pobres"
- venga "vista a los ciegos"
- venga...
HÁGASE TU VOLUNTAD
La voluntad de Dios es precisamente que venga su Reino y que se instaure en forma plena.
Hacer la voluntad de Dios es recibir, heredar, entrar, ver, buscar, luchar, anhelar, el Reino de
Dios. Hay que hacer notar que la Biblia nunca usa el verbo "construir" para referirse al Reino.
El Reino, como se dijo, es un don de Dios que pide de nosotros una respuesta en el sentido
de estos verbos.
Tentación o prueba es dar más importancia a la Iglesia que al Reino, o identificarlos, o tomar
del Reino sólo aquellas características que tienen que ver con el amor, pero no con la
justicia.
PADRE
Si Jesús predica el reinado de Dios es porque experimentó a Dios como Amor. Si afirma que
el reinado de Dios es hermandad entre los hombres y mujeres, es porque vive a Dios como
Padre, del que todos los hombres son hijos e hijas, y por tanto hermanos y hermanas entre
sí, Esta hermandad es posible porque Dios es el único Padre. El usa con Dios la fórmula
usada por los niños: Abba, papi, expresión que implica una total confianza y cercanía con el
Padre y, a la vez, una total obediencia y disponibilidad que surgen de esa confianza plena"
(Carmen Bernabé, Reino de Dios, p. 1132)
Por siglos se eclipsó el significado del vocablo "Reino o Reinado de Dios". En ocasiones se
oscureció tanto su contenido, que se olvidó casi por completo. En ciertas épocas de la
historia, ha habido grupos y organizaciones no confesionales que han practicado más que la
misma Iglesia institución, los contenidos del Reino de Dios.
En el año 1965, gracias al Concilio Vaticano II, que toma las mejores corrientes teológicas de
los años anteriores -la de la escuela de Tubinga en Alemania, entre otras-, empieza a
cambiar el panorama. Sin embargo a pesar de sus enseñanzas, da la impresión que "la
Iglesia de hoy no es todavía lo que está llamada a ser" DP 231.
Los milagros de Jesús confirman, a su vez, que el reino ya llegó a la tierra: Si expulso los
demonios por el dedo de Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros (Lc 11, 20;
Mt 12, 28). Pero sobre todo el reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de
Dios e Hijo del hombre, quien vino a servir y a dar su vida para la redención de muchos (Mc
10. 45)
Por esto la Iglesia... recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en
todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino (LG 5)
El nuevo pueblo de Dios tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos
amó a nosotros (Lc 13, 34). Y tiene, en último lugar, como fin, el dilatar más y más el Reino
de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que al final de los tiempos . El mismo,
también lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra (Col 3, 4), y la misma criatura
sea liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de los hijos de
Dios (Rom 8, 21) (LG 9)
Se trata de hacer realidad el Reino de Dios en las condiciones actuales, aunque sea de
forma provisional e imperfecta... aunque su consumación será obra exclusiva de Dios,
requiere y necesita el esfuerzo humano.
Los Obispos de América latina, reunidos en Puebla, Pue., en el año 1979, nos traducen estas
enseñanzas para los latinoamericanos, en un escrito llamado Documento de Puebla (DP):
"El mensaje de Jesús tiene su centro en la proclamación del Reino que en El mismo se hace
presente y viene. Este Reino, sin ser una realidad desligable de la Iglesia (LG 8), trasciende
sus límites visibles. Porque se da en cierto modo donde quiera que Dios esté reinando
mediante su gracia y amor, venciendo al pecado y ayudando a los hombres a crecer hacia la
gran comunión que les ofrece en Cristo. Tal acción de Dios se da también en el corazón de
hombres que viven fuera del ámbito perceptible de la Iglesia. Lo cual no significa, en modo
alguno, que la pertenencia a la Iglesia sea indiferente" (DP 226).
La Iglesia "ya constituye en la tierra el germen y principio de ese Reino" (LG 5). Germen que
deberá crecer en la historia, bajo el influjo del Espíritu, hasta el día en que "Dios sea todo en
todos" (1 Cor 15, 28). Hasta entonces, la Iglesia permanecerá perfectible bajo muchos
aspectos, permanentemente necesitada de autoevangelización, de mayor conversión y
purificación (DP 228).
"...el mundo debe impregnarse del espíritu de Cristo y alcanzar su fin con mayor eficacia en
la justicia, en la caridad y en la paz. En el cumplimiento de este deber corresponde a los
laicos el lugar más destacado. Por ello, con su competencia en los asuntos profanos y con su
actividad elevada desde dentro por la gracia de Cristo contribuyan eficazmente a que los
bienes creados... sean promovidos... sean más convenientemente distribuidos... igualmente
coordinen los laicos sus fuerzas para sanear las estructuras y los ambientes del mundo
cuando inciten al pecado, de manera que todas estas cosas sean conforme a la justicia" (LG
36)
"Aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de
Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir mejor a ordenar la sociedad
humana, interesa en gran medida al reino de Dios" (LG 39)
"La misión de la Iglesia... debe realizarse en actitud de diálogo con todos los creyentes y en
búsqueda de colaboración con todos aquellos que, con buena voluntad, se esfuerzan por
hacer prevalecer los valores verdaderamente humanos para la construcción del Reino de
Dios" (DG 63)
"El servicio que la Iglesia presta a la humanidad es la evngelización que busca construir el
Reino de Dios desde aquí y desde ahora. El Reino de Dios entraña una convivencia humana
fundamentada en la justiciam, el respeto mútuo, la fraternidad, la paz, la santidad de vida;
estos valores son anticipo del triunfo pleno de Cristo sobre el pecado y la muerte en el Reino
glorioso futuro. (DG 93).