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Permítaseme trasgredir una norma de la casa y elogiar las crónicas de Daniel Torres Rodríguez,

que en esta ocasión nos cuenta la jornada del 11 de Marzo con su peculiar estilo.

HAY QUE CONTAR LAS PERDIDAS

H ace casi 5 años Augusto me pasó a buscar por Colonia


permitiéndome integrar el equipo del stud Don Pichón el día que
Imagination ganó la Polla de Potrancas en un final infartante. Ese
día empecé a gritar a la yegua a la altura de los 450 finales, volví a repetir
esos gritos desaforados este domingo 11 de marzo pero la receptora era
otra potranca del stud, una hija de Honour and Glory que se llama La
Entusiasta y que, dicho sea de paso, tiene un carácter podrido. No larga
bien, se enoja si le arriman la fusta, si le saca ventajas a sus rivales afloja el
ritmo, a veces no tiene ganas de caminar hasta el punto geográfico donde
debería comenzar su ejercicio y creo que no me falta nada. Ah sí, me faltó
decir que tiene unas aptitudes deportivas fuera de lo común; es como uno
de esos 10 que todos admiramos alguna vez sabiendo que jamás se iban a
tomar el fútbol en serio.

Esta vez no fuimos todos en la misma excursión, ni estábamos


mirando la carrera del mismo lugar como en el 2013, pero ese grito en los
450 nos volvió a transportar a aquella noche mágica de setiembre. Por
como venía el desarrollo, se podía aspirar como máximo al segundo lugar
ya que la enorme Sexy Reasons no tenía intenciones de aflojar luego de su
estratégica disparada pero el lector es del palo y sabe los sentimientos
que puede despertar un
caballo de carreras. Como
todos sabemos, la zaina no
alcanzó el triunfo pero
cosechó la mejor actuación
de los equinos (URU) que
participaron en los dos
internacionales de la
jornada. El abrazo
posterior a la llegada fue agridulce: mezcló la satisfacción de una gran
actuación con un "¿Qué hubiera pasado si largaba bien?" que nos dejó

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mascando el freno y pasará a integrar las mil carreras imaginarias que
correremos en otros tantos asados; porque aunque se haya ganado una
Polla de Potrancas, siempre es más lindo hablar de las perdidas.

Como dije antes, no fuimos todos en la misma excursión porque


desde Colonia partió el vehículo más sudamericano de todos los que
llegaron a Maroñas (si, así de categórico soy): un argentino, un
venezolano, dos colonienses y un uruguayo remontaron los 180 kmts. de
distancia con la expectativa del ver el GP Latinoamericano. Ellos ya sabían
que mi viaje giraba en torno al Clásico Diana pero de a poco me
contagiaron su ansiedad por la Libertadores Burrera, esa que había
perdido a sus cuatro figuras principales (Puerto Escondido, Wow Cat,
Golden Leaf y Gandhi di Job) pero que gracias a Roman Rosso, Fitzgerald,
Barbón y El Entrerriano mantenía el cartel de gran carrera. Pasando
Santiago Vázquez entramos en clima y uno recordó las dos reglas
inquebrantables que rigen para Palermo y Maroñas: si se acierta un
ganador a más de 2.50 el feliz apostador debe hidratar al resto del equipo;
si el acierto supera los 6.00 por peso apostado la hidratación debe venir
acompañada de "algo para picar".

"Ley de burrero jugás en la primera..." dice un tango así que


cumplimos con la ordenanza y esperamos la exhibición de Duro de Matar
que parece de todo menos
un potrillo de dos años,
acto seguido vinieron ellas
y el dividendo de
Electrónica nos obligó a
arrimarnos a los carritos de
comida antes de que llegue
la muchedumbre. Es difícil
comer bien en Maroñas
pero estos foodtrucks son
un golazo y los aprovechamos debidamente, sin apuros y sin
aglomeraciones.

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La tercera carrera tuvo como incentivo el cierre del pick 3 que
provocó otra ronda de hidratación y el reencuentro con ese grito que sale
del alma cuando un jockey y su conducido dejan la piel en la cancha como
si supieran que cada boleto jugado tiene una pequeña historia que se
transformará en una gran anécdota a partir del disco rojo.
JUUUUULIOMÉNDEZVIEJONOMÁAAAAAA, abrazos, besos y vasos llenos.

Llegó la inauguración del césped


y nos tocó jugar prácticamente a
ciegas porque no hubo paseo
preliminar frente a las tribunas. Si
llegábamos a hacer eso en el
SINT nos enviaban 100 emails
amenazando con suspender las
próximas reuniones o dar de baja
el hipódromo con copia a: Cha, HRU, FIFA, Blatter, Barack Obama y Jorge
Dorio. Fue como apostar en esos hipódromos improbables que aparecen
en las páginas de internet donde solo tenés las performances y (con
suerte) la imagen en la PC. La carrera estuvo buena, el pasto es "elegante"
y no hay foto que quede mal; ojalá que de acá a unos años se pueda tener
un calendario complementario entre pasto y arena donde los clásicos de
que excedan los 2000 metros sean exclusivos del césped y dejemos de ser
el único país que aspira al Tomo I donde los mejores caballos corren 2400
metros en la arena.

La adrenalina iba llegando a su punto máximo en el grupo, había


corrido La Entusiasta y entre todos me animaron para que no pierda la
concentración, se venía el Latino y no podía dar ventajas. De todos los
extranjeros destacaban dos: Barbón y Roman Rosso, al resto se le notaba
el viaje encima, incluso a Leao de Prata que metió una atropellada que
sorprendió a todos. Un inentendible 2.10 acompañaba el número de
Fitzgerald en el totalizador cuando abrieron las apuestas, ni en Maroñas
contra los uruguayos había llegado a esa cifra, eso marcaba aún más el
clima de Copa Libertadores que genera esta carrera. Lamentablemente
faltaron los chilenos que con sus gritos de tribuna y sus banderas le
hubieran puesto picante a la previa, sobre todo después de escuchar las

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ovaciones a los representantes locales. La carrera ya la vieron mil veces y
la contó Eleefe la semana pasada así que no voy a andar en detalles:
durante 1500 metros Fitzgerald fue
primero, Barbón segundo y Roman
Rosso tercero; los siguientes 450
metros Roman Rosso fue primero y
Barbón segundo; al momento de
cruzar el disco Roman Rosso quedó
primero, Leao de Prata segundo y
Barbón tercero. Fin.

Festejos varios de parte de los ganadores y el afloje lógico de


alguien que participa del espectáculo como simple apostador terminó
siendo injusto con el Gran Premio General Artigas ya que lo vimos con
más ganas de volver a Colonia que de disfrutar lo que fue la mejor recta
final clásica desde el duelo entre Imagination y Rubia de New York
mencionado anteriormente. Como estábamos dulces, no quisimos elegir
un favorito así que dudamos entre Monje Negro (que era el preferido de
uno de nosotros) y Rómulo, dos de los relegados en las apuestas. Luego de
sesudos análisis, de estudiar aprontes y cotejar actuaciones concluimos
que teníamos que jugarle a Rómulo porque:

A) si gana paga más

B) si no gana pero corre bien, generamos una anécdota para los futuros
asados.

C) si corre mal pero gana Monje Negro, generamos una gran anécdota
para los futuros asados.

Al final le ganó Monje Negro apenas a Legion Cat que parece el


caballo de Héctor Cúper y nos despedimos con la panza llena, el corazón
contento y el último ítem del análisis cubierto. En ningún momento del
estudio contamos con la utilización del ítem C en una crónica periodística,
pero seguro que mis compañeros estarían todos de acuerdo porque saben
que no hay nada más lindo que contar las perdidas.
Daniel Torres Rodríguez. Fotos: equipo eleTurf

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