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Roger Chartier

Escuchar a los muertos


con los ojos
Lección inaugural
en el College de France

Del mismo autor


Traducido por Laura Fólica
Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII),
Buenos Aires, Katz, 2006
El mundo como representación: historia cultural. Entre la práctica
y la representación, Barcelona, 1992
El orden de los libros: lectores, autores, bibliotecas en Europa
entre los siglos XIV y XVIII, Barcelona, 1994
Libros, lecturas y lectores en la edad moderna, Madrid, 1994
Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII: los orígenes
culturales de la Revolución Francesa, Barcelona, 1995
Escribir las prácticas, Buenos Aires, 1996
Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, 1997 (obra
colectiva, dirigida por Roger Chartier y Guglielmo Cavallo)
Cultura escrita, literatura e historia, México, 1999

Les usages de l'imprimé, París, 1987


Histoire de l'édition fran~aise (con Henri-Jean Martin), París,
1989-199~, 4 volúmenes
Culture écrite et société, París, 1996

conocimiento
Índice

Primera edición, 2008

© Katz Editores
7 Escuchar a los muertos con los ojos
Sinclair 2949, 5º B
1425 Buenos Aires
Fernán González, 59 Bajo A 55 Entre páginas y tablas: las desventuras
28009 Madrid
www.katzeditores.com de Cardenio

© Roger Chartier, 2007

ISBN Argentina: 978-987-1283-67-5


ISBN España: 978-84-96859-30-2

l. Ensayo Francés. L Fólica, Laura, trad. II. Título


CDD 844

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Escuchar a los muertos
fon los ojos
Lección inaugural
en el College de France*

Señor Administrador
Estimados colegas
Señoras y señores

"Escuchar a los muertos con los ojos." Este verso de


Quevedo me viene a la mente en el momento de inau-
gurar una enseñanza dedicada a los papeles desempe-
ñados por lo escrito entre el fin de la Edad Media y
nuestro presente. Por primera vez en la historia del
College de France, una cátedra está consagrada al estu-
dio de las prácticas de lo escrito, no en los mundos
antiguos o medievales, sino en el tiempo largo de una
. modernidad que, quizá, se desarma ante nuestros ojos.
Tal cátedra no habría sido posible sin los trabajos de
todos aquellos que transformaron profundamente las
disciplinas que conforman su propio zócalá: la his- .
toria del libro, la historia de los textos, la historia de

* La conferencia se dictó el 11 de octubre de 2007.


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8 I ROGER CHARTlER
ESCUCHAR A lOS MUERTOS C9N lOS OJOS I 9

la cultura escrita. Me gustaría comenzar esta lección Zelanda donde había nacido y donde fue un infatiga-
recordando mi deuda hacia dos de ellos, hoy desa- ble defensor de los derechos del pueblo maorí, y la Uni-
parecidos.
versidad de Oxford, que le confió la cátedra de Textual
Hay pocos historiadores cuyo nombre se vincule con Criticismo Este practicante experto de las técnicas eru-
la invención de una disciplina. Henri-Jean Martín, falle- ditas de la "nueva bibliografía" nos ha enseñado a supe-
cido en enero de este año, es uno de ellos. La obra que rar sus límites al demostrar que ~1 sentido q.~ UItt~xtQ.,
redactó por iniciativa de Lucien Febvre y que fue publi- ya sea canónico u ordinario, d~eJ;1de de l.as forp):as,
cada en 1958 bajo el título La aparición del libro es con- ~luelo dan aleer, de los dispositivos propiosde la n:ate-
siderada con razón como fundadora de la historia del rialidad de lo escritoLAsí, por ejemplo, para los obJetos
libro, o al menos de una nueva historia del libro. Como Únpresos: el formato del libro, la construcción de la
escribió Febvre, Henri-Jean Martin hacía descender página, las divisiones del texto, la presencia o no de
los textos "del cielo sobre la tierra" estudiando con rigor imágenes, las convenciones tipográficas y la puntua-
las condiciones técnicas y legales de su publicación, las ción. Al fundar la "sociología de los textos" sobre el
coyunturas de su producción o la geografía de su cir- estudio de sus formas materiales, Don McKenzie no se
culación. En los trabajos que siguieron, Henri-Jean alejaba de las significaciones intelectuales o estéticas
Martin no cesó de ampliar sus temas de investigación de las obras. Todo lo contrario. En la perspectiva que
y desplazó su atención hacia los oficios y los actores él ha abierto, situaré una enseñanza que pretende no
involucrados en la producción del libro, las mutacio- separar jamás la comprensión histórica de los escri-
nes de las formas materiales de los textos y, finalmente, tos de la descripción morfológica de los objetos que,_
las modalidades sucesivas de la legibilidad. He sido los difunden.
su discípulo sin ser su alumno. Me hubiera gustado A ambas obras, sin las cuales esta cátedra no hubiera
decirle esta tarde todo lo que le debo y también el podido ser concebida, me resulta necesario agregar una
feliz recuerdo de las empresas intelectuales llevadas tercera: la de Armando Petrucci, que desgraciadamente
adelante en su compañía.
no puede estar con nosotros esta tarde. Al prestar aten-
Hay otra ausencia, otra voz que debemos "escuchar ción a las prácticas que producen o movilizan el escrito,
con los ojos": la de Don McKenzie. Era un sabio que al derribar los compartimentos clásicos -entre el
vivía entre dos mundos: Aotearoa, aquella Nueva manuscrito y el impreso, entre la piedra y la página,
·_ ....

10 ROGER CHARTIER
ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 11

entre lós escritos ordinarios y las escrituras literarias-,


LAS MUTACIONES DEL PRESENTE .
su trabajo ha transformado nuestra comprensió'n de
o LOS DESAFÍOS DE LA TEXTUALIDAD DIGITAL
las culturas escritas que se han sucedido en la muy larga
duración de la historia occidental. El trabajo de
. La tarea es seguramente urgente hoy, en un tiempo
Armando Petrucci está organizado a partir dd desigual
donde las prácticas de lo escrito se hallan profunda-
dominio de lo escrito y las posibilidades múltiples ofre-
mente transformadas. Las mutaciones de nuestro pre-
cidas por la "cultura gráfica" de un tiempo. Constituye
sente modifican todo a la vez, los soportes de la escri-
un ejemplo magnífico del lazo necesario entre una eru-
tura, la técnica de su reproducción y diseminación, y
dición escrupulosa y la más inventiva de las historias
las maneras de leer. Tal simultaneidad resulta inédita
sociales. Me gustaría retener aquí la lección fundamen-
en la historia de la humanidad. La invención de la
tal, que es la de asociar en un mismo análisis los pape-
imprenta no ha modificado las estructuras fundame~­
les atribuidos a lo escrito, las formas y los soportes de
la escritura, y las maneras de leer. tales del libro, compuesto, tanto antes como despues
de Gutenberg, por pliegos, hojas y páginas reunidos en
Henri-Jean Martin, Don McKenzie, Armando Pe-
un mismo objeto. En los primeros siglos de la era cris-
trucci: cada uno de ellos habría podido, o habría debido
tiana, esta nueva forma del libro, la del códice, se impuso.
estar en el lugar que ocupo ante ustedes. Las coyun-
a costa del rollo, pero no estuvo acompañada por una
turas o los azares intelectuales no lo han querido así.
transformación de la técnica de reproducción de los
Pero sus obras, construidas a partir de horizontes muy
textos, siempre asegurada por la copia manuscrita. Y
diferentes (la historia del libro, la bibliografía material,
si bien la lectura ha conocido varias revoluciones, seña- .'
la paleografía) estarán presentes en cada momento
ladas o discutidas por los historiadores, todas ocurrie-
de la enseñanza que hoy comienza. Siguiendo sus pasos,
me esforzaré por comprender qué lugar ha tenido lo ron durante la larga .~llra~~ó1!g_~1 E2.~i~~ éstas son las
escrito en la producción de saberes, en el intercambio conquistas m~dl~~;Jes"de ~ l~ct:tJrª.~i1S!P.:fiº_sªyyis.p:~,
la pasión por leer que embargó el tiempo de las Luces,
de emociones y sentimientos, en las relaciones que
o incluso, a partir del siglo XIX, la entrada en la lec-
los hombres han mantenido unos con otros, con ellos
mismos o con lo sagrado. tura de nuevos lectores: los artesanos, los obreros y los
campesinos, las mujeres y los niños, tanto dentro como
fuera de la escuela.
12 I RO GER (H ART I ER
ES(U (H AR A lOS MUERT oS (O N lOS oJ os I 13

Al romper el antiguo lazo anudado entre los textos cepción de la totalidad textual contenida en el objeto
y los objetos, entre los discursos y su materialidad, la escrito, que cuando la superficie luminosa que mues-
revolución digital obliga a una radical revisión de los tra los fragmentos de escritos no deja ver inmediata-
gestos y las nociones que asociamos con lo escrito. A mente los límites y la coherencia del corpus de donde
pesar de la inercia del vocabulario que intenta domes- se los extrajo.
ticar la novedad denominándola con palabras familia- Los interrogantes del presente hallan sus razones en
res, los fragmentos de textos que aparecen en la pan- estas rupturas decisivas. ¿Cómo mantener el concepto
talla no son páginas, sirio composiciones singulares y de propiedad literaria, definido desde el siglo XVIII a
efímeras. y, contrariamente a sus predecesores, rollos partir de una identidad perpetuada delas obras, reco-
o códices, el libro electrónico no se diferencia de las nocible más allá de cuál fuera la forma de su publica-
otras producciones de la escritura por la evidencia de ción, en un mundo donde los textos son móviles, ma-
su forma material. leables, abiertos, y donde cada uno puede ":"'como lo
La discontinuidad existe incluso en las aparentes desearía Michel Foucault en el momento de empezar
continuidades. La lectura frente a la pantalla es una su lección inaugural aquí- "encadenar, proseguir la
lectura discontinua, segmentada, atada al fragmento frase, alojarse sin ser advertido, en sus intersticios"?
más que a la totalidad. ¿Aca.so no resulta, por este ¿Cómo reconocer un orden del discurso, que fue siem-
. hecho, la heredera directa de las prácticas permitidas pre un orden de los libros o, para decirlo mejor, un
y suscitadas por el códice? En efecto, este último invita orden de lo escrito que asocia estrechamente autori-
a hojear los textos, apoyándose en sus índices o bien dad de saber y forma de publicación, cuando las posi-
a "saltos y brincos" co'mo decía Montaigne. El códice bilidades técnicas permiten, sin controles ni plazos, la
invita a comparar diferentes pasajes, como lo quería puesta en circulación universal de opiniones y cono-
la lectura tipológica de la Biblia, o a extraer y copiar cimientos, pero también de errores y falsificaciones?
citas y sentencias, así como lo exigía la técnica huma- ¿Cómo preservar maneras de leer que construyan la
nista de los lugares comunes. Sin embargo, la simili- significación a partir de la coexistencia de textos en un
tud morfológica no debe llevar al engaño. La discon- mismo objeto (un libro, una revista, un periódico)
tinuidad y la fragmentació·~ de la lectura no tienen el mientras que el nuevo modo de conservación y trans-
mismo sentido cuando están acompañadas de la per- misión de los escritos impone a la lectura una lógica
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analítica y enciclopédica donde cada texto no tiene otro La "felicidad extravagante" suscitada por la biblioteca
contexto más que el proveniente de su pertenencia a universal podría volverse una impotente amargura si
una misma temática? se traduce ~!lla reJegílción <?-,'p'~o~'.l:.uIl'. ~l!J~ <!(:!st:r:u~- ":: ,")
El sueño de la biblioteca universal parece hoy más ció;;'-'d~los objeto.s -impresos q1Jeh~!1-aJiJ:!l~P.l~ctPªJo
próximo a hacerse realidad que nunca antes, incluso l.~go del tiempo los pensamientos y los sueñQ~ ,P:~ aqu,e.- ,
más que en la Alejandría de los Ptolomeos. La con- 110s y (iquellas que los han leído. La amenaza no es uni-
versión digital de las colecciones existentes promete vérsaÍ, y"los incunables no tienen nada que temer, pero
la constitución de una biblioteca sin muros, donde se no ocurre 10 mismo con las más humildes y recientes
podría acceder a todas las obras que fueron publica- publicaciones, sean o no periódicas.
das en algún momento, a todos los escritos que cons- Estas cuestiones ya han sido largamente discutidas
tituyen el patrimonio de la humanidad. La ambición por los innumerables discursos que intentan conjurar,
es magnífica, y -como escribe Borges- "cuando se pro- por su propia abundancia, la desaparición anunciada
clamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la de1libro, de lo escrito y de la lectura. A la admiración
primera impresión fue de extravagante felicidad': Pero, ante las increíbles promesas de navegaciones entre los
seguramente, la segunda impresión debe ser un inte- archipiélagos de los textos digitales se le ha opuesto la
rrogante sobre 10 que implica esta violencia ejercida nostalgia por un mundo de lo escrito que ya habría-
sobre los textos, dados a leer bajo formas que ya no son mos perdido. ¿Pero en verdad hay que elegir entre el
las que encontraban sus lectores del pasado. Se podría entusiasmo y el lamento? Para situar mejor las gran-
decir que semejante transformación no carece de pre- dezas y las miserias de las transformaciones del pre-
cedentes. Fue bajo la forma de códices, y no en los rollos sente, tal vez sea útil apelar a la única competencia de
de su primera circulación, que los lectores medieva- la que pueden jactarse los historiadores. Siempre han
les y modernos se apropiaron de las obras antiguas o, sido lamentables profetas, pero, a veces, ~ recordar que
al menos, de aquellas que pudieron o quisieron copiar. el presente está hecho de pasados sedimentados o en-
Seguramente. Pero para comprender las significacio- ~ílrañados, han podido contribuir a un diagnóstico
nes que los lectores han dado a los textos de los que se más lúcido de las novedades qlle.sed4cían o espanta-
apoderaron, es necesario proteger, conservar y com- -ban a sus contemporáneos. Esta audaz certeza es la que
prender los objetos escritos que los han transmitido. me alienta en el inicio de la presente enseñanza.
16 ROGER CHART/ER
ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 17

LA TAREA DEL HISTORIADOR


.; cía que nos separa de ellos. Nuestra obligación ya no

consiste en reconstruir la historia, tal como lo exigía
La misma certeza inspiraba a Lucien Febvre cuando! un mundo dos veces en ruinas, sino en comprender
en una Europatodavía herida por la guerra, pronun-i" mejor y aceptar que los historiadores ya no tienen hoy.
ció en 1933 su lección inaugural dela cátedra "Histo-I el monopolio de las representaciones del pasado. Las
ria de la civilización moderna': Su vibrante alegato al insurrecciones de la memoria así como las seduccio-
favor de una historia! capaz de construir problemas el nes .de la ficción son firmes competidoras. La situa-
hipótesis no estaba separado de la idea según la cuaL cíón no es totalmente nueva. Las diez obras de teatro
la historia, como toda ciencia, "no se hace en abso- históricas compuestas por Shakespeare y reunidas en
luto dentro de una torre de marfil. Se hace en la misma el Folio de 1623 bajo la categoría de "histories", poco
vida, y por seres vivos que están inmersos en el siglo': acorde con la poética aristotélica, han conformado
Diecisiete años más tarde, en 1950, Fernand Braudel,: seguramente una historia de Inglaterra más· fuerte y
quien lo sucedió en esa cátedra, insistía aun más en ; más "verdadera" que la relatada por las crónicas en las
las responsabilidades de la historia en un mundo con- que se inspiró el dramaturgo. En 1690, el diccionario
mocionado por segunda vez y privado de certezas a • de Furetiere registra a su manera esta proximidad en-
duras penas reconstruidas. Para él, al distinguir las tre historia verídica y ficción verosímil cuando desig-
temporalidades articuladas que caracterizan a cada na la historia como "la narración de cosas o acciones
sociedad, era posible oír el permanente diálogo ins- como han pasado, o como podían pasar". La novela
tauradoentre la lárgaduración y el acontecimiento, o histórica, que ha sacado buen provecho de tal defini-
incluso -según sus propios términos- entre los fenó- ción, asume en nuestro presente la construcción de
menos situados "por fuera del alcance y el picotazo del los pasados imaginados con una energía tan poderosa
tiempo" y las "profundas rupturas más allá de las cua- como aquella que tenían las obras de teatro en tiem-
les la vida de los hombres cambia por completo': pos de Shakespeareo Lope de Vega. .
Si he citado estos dos ejemplos intimidantes, es segu- Las reivindicaciones de la memoria, individual o
ram ente porque las proposiciones de estos generosos colectiva, íntima o institucionalizada, pusieron tam-
gigantes pueden guiar todavía el trabajo de un histo- bién en cuestión las pretensiones del saber histórico
riador. Pero también lo he hecho para medir la distan- al juzgarlo frío en comparación con la relación viva
.-. ....... . " •...:-...
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18 I ROÜR CHARTIER
ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 19

que lleva a reconocer el pasado en la inmediatez de sul .Acaso habríamos olvidado las advertencias del maes-
reminiscencia. Tal como 10 ha mostrado de forma mag':¡ ~ro, en guerra contra una pobre historia de "textuarios"
nífica Paul Ricceur, a la historia se le complica la par-I (la palabra es de é1)? Espero que no sea así. y, primero,
tida cuando la memoria se hace cargo de la represen-; porque trataré siempre de relacionar el estudio de los
tación del pasado y opone la fuerza y la autoridad ddi textos, cualesquiera sean, con el de las formas que le con-
recuerdo al "malestar en la historiografía': según una;; firieron su existencia y con el de las apropiaciones que
expresión que toma prestada de YosefYerushalmi. La~ los invistieron de sentido. Febvre se burlaba de esos his-
historia debe respetar las exigencias de la memoria,~ toriadores de los que "los campesinos, en lugar de tie-
necesarias para sanar las infinitas heridas, pero, al mis- \ rra fértil, parecían labrar sólo viejos cartularios". No
mo tiempo, debe reafirmar la especificidad del régi-· cometamos el mismo error olvidando que el escrito es
men de conocimiento que le es propio. Esto supone. transmitido a sus lectores o a sus auditores por objetos
el ejercicio de la crítica, la confrontación entre las razo- o voces cuyas lógicas materiales y prácticas es necesa.:.
nes conscientes de los actores y las determinaciones rio comprender. He aquí el propósito de esta cátedra
que ellos ignoran, y la producción de un saber permi- . cuyo título debo justificar a continuación.
tido por las operaciones controladas por una comuni-··
dad científica. Al marcar su diferencia respecto a dis-
cursos poderosos, relativos a la ficción o a la memoria,
que también vuelven presente algo que ya no existe, la ESCRITO Y CULTURAS ESCRITAS
historia debe asumir directamente su propia respon- EN LA EUROPA MODERNA
sabilidad: volver inteligibles las herencias acumula-
das y las discontinuidades fundadoras que nos han Los límites de mi competencia, o más bien las inmen-
hecho lo que somos.
sas extensiones de mis incompetencias, definen un espa-
Tal vez sea un poco paradójico evocar -en el comienzo cio geográfico: Europa. Pero centrarse en Europa, prin-
de una enseñaza de historiador dedicada a lo escrito- cipalmente· occidental, no prohíbe las comparaciones
una lección inaugural, la de Lucien Febvre, cuyo obje- con otras civilizaciones que también han manejado lo
tivo era justamente liberar la historia de la tiranía de los escrito y que, al menos en algunos casos, han cono-
textos y del lazo exclusivo que la ligaba a la escritura. cido la imprenta. No hay un lugar más favorable para
20 I ROGER CHARTIER
ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON LOS OJOS I 21

tal enfoque que el College de France, donde se reúne~


A partir del siglo xv, y seguramente ante~, el recu~so
eruditos que, en general, se hallan separados en otral
a lo escrito ha desempeñado un papel esenCIal en vanas
instituciones. Europa, entonces, pero moderna. ¿MJ
. portantes evoluciones de las sociedades occidenta-
atreveré a afirmar que la ambigüedad del término mi 1m d d' .
les. La primera es la construcción detEsta o e JustI-
resulta útil? En la jerga de los historiadores, "moderno'!
cia y de finanzas, que ha supuesto la creación d~bu:~­
se aplica a tres siglos largamente tallados. Éstos van del eracias, la constitución de archivos, la comunIcaClOn
siglo xv (¿hay que decir a partir del descubrimiento dJ
administrativa y diplomática. Es verdad que los pode-
América, de la caída de Constantinopla o de la inven~,;
res .desconfiaron de lo escrito y que se esforzaron por
ción de la imprenta?) a las revoluciones de fines del si.::i
censurarlo o controlarlo de diversas maneras. Pero tam-
glo XVIII, de las cuales la más importante es, evidente_i
bién es verdad que han asentado cada vez más el go-
mente, la francesa, considerada como una culminación
¡ bierno de los territorios y de los pueblos en la corres-
o un advenimiento. Mi enseñanza se inscribirá en esta!
pondencia pública, el registro escrito, la ostent~ci6n
primera modernidad, decisiva para la evolución de las:
epigráfica y la propaganda impresa. Las nuev~s eXIgen-
sociedades occidentales y cuyo estudio no ha sido ja-[
cias de los procedimientos judiciales, la gestIón de los
más interrumpido aquí, desde la creación de la cáte-: cuerpos y de las comunidades, o la administración de
dra ocupada por Lucien Febvre, luego por Fernand
la prueba multiplicaron así los usos y las obligaciones
Braudel, hasta los cursos de Emmanuel Le Roy Ladurie,
de la escritura.
Jean Delumeau y Daniel Roche; este último fue el maes- El lazo anudado entre experiencia religiosa y usos de
tro con quien he aprendido el oficio de historiador así lo escrito constituye otro fen6meno esencial. Las hue-
como lo hacían los aprendices en los antiguos talleres.
Pero "moderno," para nosotros que creemos o queremos llas dejadas por las escrituras inspiradas son num~ro­
sas: autobiografías espirituales y exámenes de conCIen-
serlo todavía, es también una manera de designar nues-
cia, visiones y profecías, viajes místicos y relaciones de
tro tiempo. Esta acepción también me resulta conveniente
peregrinaciones, plegarias y conjuras. En tierra católi~a,
ya que remite al proyecto fundamental que subyace a esta
aunque no solamente, estos testimonios de la fe no deJa-
cátedra: reconocer las duraciones sedimentadas de la
ron de inquietar a las autoridades eclesiásticas que inten-
'. cultura escrita para comprender más. cab~l~ente'la;
taron contenerlos o -cuando creían que excedían los
mutaciones que la afectan en el p~es~nte. '.. . .'
límites de la ortodoxia- prohibirlos y destruirlos.
...... .:.~~.

22 I ROGfR CHARTlfR
ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON lOS OJOS r-2:}

La imposición de nuevas reglas de comportamien se habría dicho en el Siglo de Oro, el "discreto" y el


exigidas por el ejercicio absolutista del poder, "vulgo". De allí proviene, seguramente, la arriesgada
ladas por los pedagogos o los moralistas, difundi imprudencia que me llevó a usar el término ':cult~ras"
por las instrucciones nobiliarias o los tratados de (en plural) en el título de esta cátedra. Con el deSIgno
ni dad, también se ha apoyado en lo escrito. Esta esta fragmentación social en la cual penetran, de forma
formación profunda de la estructura de la personali " diversa y muy desigual, los usos -de lo escrito y la capa-
dad, designada por Norbert Elias como un cidad de dominarlo, o de producirlo. De la prolifera-
proceso de civilización, que obliga al control de los; ción de acepciones de la palabra "cultura", retengo una,
afectos y al dominio de las pulsiones, al alejamiento de~ aunque provisoria: aquella gue articula las produccio-
los cuerpos y la elevación del umbral del pudor, ha] nes simbólicas y las experiencias estéticas sustraídas a
mudado los preceptos en conductas, las normas en I la urgencia de lo cotidiano, con los lenguajes, los ritua-
habitus, los escritos en prácticas. ' les y las conduCtas gracias a los cuales una comuni-
En fin, en el transcurso del siglo XVIII, las corres- dad vive y reflexiona su vínculo con el mundo, con
pondencias, las lecturas y las conversaciones letradas los otros y con ella misma.
fueron las que fundaron la emergencia de una esfera
pública, primero estética, luego política, donde se dis-
cutieron y sometieron a examen todas las autoridades;
la de los doctos, clérigos o príncipes. En ¿Qué es la Ilus- ¿QuÉ ES UN LIBRO?
tración?, a partir de la confrontación de opiniones razo-
nadas y proposiciones reformadoras que posibilita la Así circunscrlto, el presente programa de enseñanza
circulación de 10 escrito, Kant erige el proyecto y la pro- y de investigación estará organizado-a partir de una
mesa de una sociedad ilustrada donde cada uno, sin serie de preguntas legadas por imponentes predeceso-
distinción de estado o condición, podrá ser, a su turno, res. Comencemos por la más simple: ¿qué es un libro?
lector y autor, erudito y crítico. En 1796, Kant formula la interrogación en la "Doctrina
Trazadas a grandes rasgos, estas evoluciones no son del Derecho" de la Metafísica de las costumbres. Esta-
iguales en toda Europa ni implican del mismo modo blece una distinción fundamental entre el libro como
la corte y la ciudad, los letrados y lo popular o, como "opus mechanicum", como objeto material, que perte-
....;_..
. .-.......,.--.
:-.....' .....

24 I ROGER CHART/ER ·· .. ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 25

nece a su comprador, y el libro como discurso' Un libro perfectamente acabado, el cual constando
a un público, que sigue siendo propiedad de su a de buena doctrina y acertada disposición del Impre-
y que sólo puede ser puesto en circulación por sus n-.'l .... ,'j': sor, y Corrector, equiparo al alma del libro; y impresso
dataríos. Con el objetivo de denunciar la .u·...... F> ..L.J.~u.Q.\l" bien en la prensa, con J.irllpieza, y asseo, le puedo com-
de las ediciones piratas en la Alemania de su época, parar al cuerpo airoso y galano
constatación de la doble naturaleza del libro, ma
y discursiva, ofrece un sólido punto de apoyo Otras investigaciones, basadas en la distinción de Kant,
varias investigaciones. desandarán el curso del tiempo a partir de la para-
Las unas, genealógicas y retrospectivas, se doja fundadora de la propiedad literaria, formulada de
a la historia larga de lás metáforas del libro, no diversas maneras a lo largo del siglo XVIII. En efecto,
de aquellas que designan el cuerpo humano, la natu sólo cuando las obras escritas fueron separadas.de toda
. raleza o el destino como un libro -Curtius lo ha dicho. materialidad particular, las composiciones literarias
casi todo al respecto- sino más bien de aquellas pudieron ser consideradas como bienes inmuebles. De
consideran el libro como una criatura humana, . allí, el oxímoron que lleva a caracterizar al texto como
de cuerpo y alma. En la España del Siglo de Oro, la' una "cosa inmaterial': De allí, la separación fundamen-
metáfora presenta, para fines muy diversos, dos figu- tal entre la identidad esencial de la obra y la pluralidad
ras en espejo: la figura de Dios impresor, que ha puesto' indefinida de sus estados o -para emplear el vocabu-
su imagen en la prensa para que "saliesse conforme a. lario de la bibliografía material- entre "substantives"
la que avía de tomar" y que "quiso juntamente alegrarse j y "accidentals", entre el texto ideal y trascendente, y
con tantas, y tan varias copias de su mysterioso Origi-i, . las formas múltiples de su publicación. De allí, por
nal'~ como escribe el abogado Melchor de Cabrera en: último, las vacilaciones históricas, que llegan hasta el
1675; y la figúra del impresor demiurgo, que da la forma:
presente, en cuanto a las justificaciones intelectuales
corporal que conviene al alma de su criatura. Así es, y a los criterios de definición de la propiedad litera-
como Alonso Víctor de Paredes, quien conocía bien . ria, puesto que esta última supone que una obra pueda
el oficio puesto que era impresor en Madrid, declara ser reconocida como siempre idéntica a ella misma,
en el primer tratado sobre el arte de imprenta redac- cualquiera sea el modo de publicación y transmisión.
tado en una lengua vulgar que elabora hacia 1680: Este fundamento de la propiedad imprescriptible pero
....
.~

26 1 ROGER CHARTIER
ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 27

transmisible de los escritores sobre sus textos, . . . .~LL'-.L'\.<'-'",.. end casa de las obras teatrales de los siglos XVI y xvii) ..
to~e lo ~ituaba en la singularidad del lenguaje y frecuencia de dicha práctica se contrastará, por un
estilo, Dlderot en los sentimientos del corazón y La bl' " .
lado, con la lógica de la pu IcaclOn Impresa, que pre-
en la forma siempre única con la que el autor
unas ideas con otras. fi ere el anonimato o el nombre único, y, por otro,, con .
aqueTIa, Y a sea literaria o social,
. . que reúne en una umca
obra los textos de un mIsmo escntor, a veces acompa-
ñados por su biografía; tal como ocurrió con la de Sha-
kespeare en la edición de Rowe en 1709 o la de Cervan-
¿QUÉ ES UN AUTOR?
tes por Mayans y Síscar en la edición londinense aunque
en castellano de Don Quijote publicada por Tonson en
En todos los casos, se Supone una relación originaria 173 8. Pero no debemos olvidar que a la construcció~
e indestructible entre la obra y su autor. Ahora bien, del autor a partir de la agrupación -se podría deCIr
tal ví.nculo no es ni universal ni inmediato, puesto incluso de la encuadernación- de sus obras (o al menos
q.ue SI todos los textos han sido bien escritos o pronun-
de algunas de ellas) en un mismo volumen o en ~ ~s­
CIados por alguien, no todos son, sin embargo, asigna- roo corpus, sé opone el proceso inverso, que dlsemma
dos a un nombre propio. La constatación estaba en la las obras bajo la forma de cita de extractos.
base de la pregunta formulada por Foucault en 19 69 y Muchos ejemplos ilustran esta doble modalidad de
retomada en El orden del discurso: "¿qué es un autor?'~ la circulación de los textos, comenzando por Shakes-
Su respuesta, que considera al autor como uno de los
peare. Si el Folio de 1623 inaugura la canonización del
~ispos~:ivos dedicados a dominar la inquietante pro- dramaturgo, es a partir de 1600 que citas de sus poe-
hferaclOn de los discursos, no agota -me parece- la rilas, The Rape ofLucrecey Venus andAdonis, y de cinco
fuerza .heurística de la interrogación. Ésta obliga a de sus piezas aparecen en recopilaciones de lugares
r:nuncIar a la tentación que considera implícita e inde- comunes, enteramente compuestos a partir de auto-
b.I~amente como universales categorías cuya formula- res que escribieron y escriben en inglés, y no en latín.
Clan o empleo son históricamente muy variables. Dos En el primero, el Bel-vedere, or The Garden ofthe Muses,
investigaciones podrán demostrarlo. La primera estará se presentan las citas sin atribuirlas a uno de los escri-
dedicada a la escritura en colaboración (en particular tores cuya lista está publicada al comienzo de la obra.
28 I ROGER CHARTIER ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 29

1 condenas morales de los ladrones de textos, obras


En el segundo, intitulado England's Parnassus, los
extractos son seguidos del nombre del autor. Este mero . • :e teatro o sermones, que utilizaban las técnicas de la
memoria y, en Inglaterra al menos, uno de los métodos
ejemplo muestra las contradicciones o vacilaciones de.
una genealogía de la "función autor" -para decirlo .• . estenográficos en circulación desde fines del siglo XVI?
como Foucault- al tiempo que sugiere ampliar la inves- Responder a tales preguntas supone -por lo que se
tigación y reconocer otras formas de fragmentación ve- cruzar los principios que rigen el orden de los dis-
de los textos en la edad de las obras completas, de los cursos de forma diversa según las épocas, con los regla-
"espíritus" del siglo XVIII, que destilan los textos como mentos y las convenciones que,también diversamente,
p~rfumes, a los "morceauxchoisis" que estructuran las gobiernan el orden de los libros o, más en general, el
pedagogí~s escolares. régimen de la publicación de lo escrito. Así podrían
. La segunda investigación se centrará en los conflic- trazarse los límites entre lo que era o no aceptable en
tos asociados al nombre propio ya la paternidad de los una situación histórica donde la propiedad de las obras
te?ct0s en los tiempos anteriores a la propiedad litera- no descansaba prioritariamente en el autor y donde
ria~ donde las historias pertenecen a todo el mundo, la originalidad no constituía el criterio esencial que
d<;>nde los florilegios de lugares comunes hacen circu- gobernaba su composición o su apreciación.
lar ejemplos listos para la reutilización y donde el delito
de plagio no está constituido jurídicamente, a diferen-
cia del delito de piratería editorial, definido como la
violación de un privilegio de librería o de un "right in CULTURA ESCRITA Y LITERATURA
copy': Desde entonces, ¿cómo comprender las polémi-
cas sobre las continuaciones apócrifas (pensemos en Reflexionar sobre los modos de asignación de los tex-
la de Don Quijote a cargo del malvado Avellaneda), o tos o sobre la doble naturaleza del libro es acercarse a
las quejas. contra las usurpaciones de la identidad de una tercera pregunta que el historiador enuncia no sin
autores famosos a fin de vender obras escritas por otros aprensión: la de las relaciones entre la historia de lo
(Lope de Vega se lamenta de esto cuando ve su nom- escrito y la literatura. Sin embargo, no hay historia de
bre utilizado por editores que publican comedias que larga duración de las culturas escritas que pueda esqui-
no son suyas ya las que juzga detestables), o incluso var las fuertes dependencias que relacionan los textos
-
....... .. -

ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS 31


30 ROGER CHARTIER

-pragmáticos y prácticos, con aquellos habitados por el cada uno puede y debe participar en el examen de estos
extraño poder de hacer soñar, dar a pensar o suscitar «hechos" que dan a ciertos textos, y no a otros, la fuerza
el deseo. ¿Los historiadores deberían batirse en retirada perpetua del encantamiento. Las ficciones de Borges
y permanecer en la orill~ que les resulta más familiar? han acompañado, en cada una de sus etapas, la defi-
Lo han creído así durante mucho tiempo, intimidados nición de este programa de enseñanza. En particular,
por las severas críticas dirigidas a algunos imprudentes. una de ellas: «El espejo y la máscara". Como en una
No obstante, en esta enseñanza una imprudencia modelización implacable, pero inspirada por la gracia,
semejante es la que me animará al menos por dos razo- Borges hace variar aquí todos los elementos que rigen
nes. La primera remite a la imposibilidad de aplicar la escritura y la recepción de un mismo texto. Tres veces
retrospectivamente las categorías asociadas, al menos el poeta Ollan regresa ante su rey victorioso para ofre~
desde el siglo XVIII, con el término «literatura'~ cuyo sen- cerle una oda de alabanza. Y tres veces cambia la natu-
tido era muy distinto antes. Asir las producciones es- raleza del auditorio (el pueblo, los doctos, el sobe-
critas en sus definiciones antiguas, y no a par~ir de las rano solo), el modo de publicación del poema (leído
distinciones contemporáneas, establecer parentescos en voz alta, recitado, salmodiado), la estética de su com':'
morfológicos inesperados (por ejemplo, como lo ha posición (imitación, invención, inspiración) y la rela-
hecho Petrucci, entre las minutas notariales y los manus- ción entre las palabras y las cosas, entre los versos del
critos de autores del Trecento), ubicar los discursos del poeta y las hazañas del rey, inscrita sucesivamente en
saber o de la ficción dentro de las técnicas de lectura y el régimen de la representación, de la ekphrasisyde lo
escritura que hacían posible unos y otros son exigencias sagrado. Con el tercer poema, que consiste en un único
que nos advierten contra el pecado más capital para verso, murmurado y misterioso, el poeta y su rey cono-
un historiador: el olvido de la diferencia de los tiempos. cen la belleza. Deben expiar este favor prohibido a los
Existe una segunda razón para mi temeridad. La hombres. El poeta había recibido un espejo por su pri-
culpa la tiene Borges, que escribe en el prólogo a Mac- mer oda, que reflejaba toda la literatura de Irlanda;
beth: «Art happens (el arte ocurre), declaró Whistler, luego una máscara para la segunda, que tenía la fuerza
pero la conciencia de que no acabaremos nunca de des- de la ilusión teatral. Con la daga, que es el último pre-
cifrar el misterio estético no se opone al examen de los sente de su rey, se da muerte. En cuanto al soberano,
hechos que lo hicieron posible". Si Borges tiene razón, éste se condena a errar por las tierras que antaño fue-
:z~r'
.. - : .
...
-;;.

32 I ROGER CHARTlER ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON LOS OJOS I 33


'1
I
ron las de su reino. Al invertir los papeles, Borges es el I
1 que el francés del siglo :xvn traducía 'por "tablettes"
ciego que nos indica en el fulgor poético de la fábula [tabletas]. En los "librillos de memoria" era posible
que, siempre, las magias de la ficción dependen de las escribir sin tinta ni pluma; sus páginas, cubiertas por
normas y de las prácticas de lo escrito que lashabi- una fina capa de barniz, se borraban fácilmente y se
tan, se apoderan de ellas y las transmiten. volvían a usar. Tal es la verdadera naturaleza del objeto
Esta preocupación es seguramente la que explica el abandonado por Cardenio, el joven noble andaluz que
lugar cada vez más importante que ocupa en mi tra- también se ha retirado a la soledad de la montaña, y
bajo la literatura en lengua castellana,la de la primera en cuyas páginas don Quijote, por falta de papel, escribe
modernidad y, a veces, la de nuestro tiempo. Los aza- una carta a Dulcinea y otra a Sancho a modo de letra
res de los viajes y los dictados de clases, la fuerza de los - de cambio. Pero -se preguntarán- ¿es tan importante
encuentros y de las amistades también ocupan una identificar la verdadera materialidad de este modesto
parte, por cierto grande. Pero hay más. Como ya lo indi- objeto e indicar que no es un cuaderno de notas ordi-
caba Auerbach, con su agudeza habitual, las obras del nario ni un simple cuaderno de viaje como lo propo-
Siglo de Oro están marcadas por "un constante esfuerzo nen las traducciones recientes? ¿Acaso no se trata de
de poetización y de sublimación de lo real': más fuerte una curiosidad arqueológica, insignificante para quien
incluso que el que se encuentra en las obras inglesas quiera acercarse al "misterio estético"? Quizá no. Al
coetáneas. Esta estética "que incluye la representación permitir el escribir y el borrar, la traza y su desapari-
de la vida cotidiana pero no hace de ella su objetivo y ción, el "librillo" de Cardenio es como una metáfora
la supera" tiene un efecto particular, perceptible en material de las múltiples variaciones sobre la memo-
muchas obras: transformar en materia misma de la fic- ria y el olvido que resultan una obsesión en los capí-
ción los objetos y las prácticas de lo escrito. Las reali- tulos de la Sierra Morena. Sancho, quien dice olvidar
dades de la escritura o de la publicación, las modalida- hasta su nombre y que no sabe leer ni escribir, es, sin
. des de lectura o de escucha son transfiguradas, de este embargo, un ser de memoria; Sancho el "memorioso",
modo, con fines dramáticos, narrativos o poéticos. quien sólo habla con sentencias y refranes. En cuanto
Un ejemplo. Entrar en la Sierra Morena con don a don Quijote, éste tiene la memoria de los caballeros
Quijote conduce a reconocer un objeto olvidado por de literatura a quienes imita en todo y, a cada momento,
la historia de la cultura escrita, el "librillo de memoria" saca de esta memoria libresca el sentido de las des-
34 ROGER CHARTIER
ESCUCHAR KlOS MUERTOS CON LOS OJOS I 35

venturas que lo agobian. Entre la memoria sin libro y de indicar que a lo largo de mi enseñanza, y sin pre-
los libros que son una memoria, el "librillo de memo- tender en absoluto alcanzar la dignidad de hispanista,
ria" de Cardenio es un objeto contradictorio donde, ilustrada aquí con grandes ejemplos, espero que se
como lo enuncia la definición del Diccionario de la len- oigan las voces de los escritores que han escrito en la
gua castellana, publicado por la Real Academia a
lengua que el gramático Antonio de Nebrija caracte-
comienzos del siglo XVIII, "se annóta en el librito todo rizaba en 1492 como perfecta, por la ausencia de dis-
aquello que no se quiere fiar a la fragilidad de la memo- tancia entre lo que se escribe y lo que se pronuncia.
ria: y se borra después para que vuelvan a servir las
hojas'~ En las páginas de los librillos de memoria, y con-
trariamente al adagio, "verba manent" y "scripta volant'~
De la misma manera que olvidar es la condición de la PRODUCCIÓN DEL TEXTO, INESTABILIDAD
memoria, borrar es la condición de lo escrito.
DEL SENTIDO, AUTORIDAD DE LO ESCRITO
El "librillo de memoria" de Cardenio designa así la
fragilidad, deplorable o necesaria, de toda escritura. Como otros, mejores que otros, los autores españoles
En Don Quijote, siempre, lo escrito tiene expectativas del Siglo de Oro han tenido conciencia de los prQce-
de eternidad, pero jamás está protegido contra la pér- sos que son el objeto mismo de cualquier historia de
dida y el olvido. Los poemas escritos en la arena o en la cultura escrita. Tres resultan esenciales, El primero
la corteza de los árboles desaparecen,las páginas de los está dado por la pluralidad de intervenciones que
libros de memoria se borran, los manuscritos se inte- implica la publicación de los textos. Los autores no
rrumpen, como ocurrió con aquel que contaba las escriben los libros, ni siquiera los suyos. Los libros,
aventuras del caballero andante, que habría perma- manuscritos o impresos, son siempre el resultado de
necido en suspenso sin el relato del historiador árabe múltiples operaciones que suponen decisiones, técni-
y de su traductor morisco. Regresar, de este modo, al cas y competencias muy diversas. Por ejemplo, para el
texto de Cervantes es sugerir que, a veces, la historia caso de libros impresos en la edad del ('antiguo régi-
más material de lo escrito permite entrar en las obras men tipográfico", entre los siglos xv y XVIII, entran
más canónicas, más comentadas, para señalar razo- en consideración la copia en limpio del manuscrito del
nes inadvertidas de su magia. Asimismo, es una forma autor por un escriba profesional, el examen de esta
36.1 ROGER CHARTlER ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON LOS OJOS I 37

copia por los censores, las elecciones del librero edi- funde, por falta de estos requisitos, necesarios, e .
tor respecto al papel, al formato o a la tirada, la orga- importantes para el entendimiento, y comprensión
nización del trabajo de composición e impresión en de lo que se escribe, a imprime; porque cualquiera
el taller, la preparación de la copia entregada a los "com- que falte, muda, trueca, y varia el sentido.
ponedores" o cajistas,la composición del texto, la lec-
tura de las pruebas por el corrector y, finalmente, la Unos años más tarde, para Alonso Víctor de Paredes,
impresión de los ejemplares que, en la edad de la prensa el corrector debe "entender el concepto del Autor en
de brazo, no impide nuevas correcciones durante el 10 que manda imprimir, no tan solamente para poner
transcurso de la tirada. Aquí está en juego, pues, no la apuntuacion legitima; sino aun para ver si padecia
sólo la producción del libro, sino también la del texto algun descuido el dueño, para advertirselo". Las for-
mismo, en sus formas materiales y gráficas. mas y las disposiciones del texto ,impreso no depen-
Esta realidad es la que percibió don Quijote cuando den pues del autor, que delega a quien prepara la copia
visitó una imprenta en Barcelona y "vio tirar en una y a quienes componen las páginas las decisiones res-
parte, corregir en otra, componer en esta, enmendar peCto a la puntuación, los acentos yla ortografía. La
en aquella, y, finalmente, toda aquella máquina que en historicidad primera de un texto es aquella que pro-
las emprentas grandes se muestra". En el siglo XVII, viene de las negociaciones entabladas entre el orden
los tratados y las memorias dedicados al arte tipográ- del discurso que gobierna su escritura, su género, su
fico insisten en este reparto de tareas en el cual los auto- estatus, y las condiciones materiales de su publicación.
res no desempeñan el papel principal. En 1619, Gon- A menudo, el papel de los hombres del taller no se
zalo de Ayala, que era corrector de imprenta, indica detiene ahí. Ellos se encargan también de dividir la
que el corrector "ha de saber gramática, ortografía, eti- copia para que los libros, o al menos algunos de ellos,
mologías, apuntuación, colocación de acentos': En 1675, puedan ser compuestos, no sólo según el orden del
Melchor de Cabrera, el abogado antes mencionado, texto, lo que inmovilizaría durante demasiado tiempo
subraya que el cajista debe saber los caracteres y dejaría sin ocupación a los obreros,
sino "por formas", es decir, componiendo a conti-
hazerinterrogación, admiración y paréntesis; por- nuación todas las páginas que deben ponerse en un
que muchas vezes la mente de los Escritores se con- mismo cuadro de madera o "forma" a fin de ser impre-
38 I ROGER CHARTIER
ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON LOS OJOS I 39

sas sobre el mismo lado de una hoja (por ejemplo, en bajo del taller. Los errores habituales de los cajistas
un formato in-quarto donde cada pliego cuenta con introducían múltiples distorsiones: letras o sílabas in-
dos hojas de imprenta, tal como es el caso de Don Qui.:. vertidas, palabras olvidadas, lílleas salteadas. Pero aun
jote, las páginas 1,4,13 Y16). Así, la impresión de una más, una misma copia, leída por diferentes correcto-
hoja podía empezar cuando aún no habían sido com- res o cajistas, podía dar lugar en las páginas impresas
puestas todas las páginas de un mismo pliego. Esta a fuertes variaciones en el empleo de los pronombres,
calibración o "cuenta" previa de la copia, que supone las concordancias gramaticales o de tiempos. Decidi-
la d~visión exacta en el manuscrito de las futuras pági- damente, los autores no escribían sus libros, aunque
nas nnpresas, no era cosa fácil, más aun cuando -como algunos de ellos intervenían en las re ediciones de sus
10 escribe muy bien Alonso Víctor de Paredes- "no son obras y tenían plena conciencia de los efectos produ-
Ángeles los que cuentan'~ Si la división del texto ha cidos por las formas materiales o gráficas de sus tex-
sido mal realizada, la composición de las últimas pági- tos. ¿La situación difiere desde que los libros son impre-
nas de un mismo pliego exige ajustes que pueden ir sos a menudo a partir del texto redactado y corregido
-tal como 10 afirma nuestro impresor con reproba- por el autor sobre la pantalla de su computadora? Quizá,
ción- hasta el uso de "medios feos y no permitidos", sin que por ello deban desaparecer las decisiones, las
o sea, ampliaciones o supresiones de palabras o fra- intervenciones y las mediaciones que distinguen la
ses
. que no se deben en nada a la voluntad del autor, publicación de la simple comunicación, la edición elec-
SInO al apuro de los cajistas o a las decisiones de los trónica del" desktop publishing".
correctores. Como 10 ha mostrado de manera brillante Desde entonces, ¿quién es el dueño del sentido?
~rancisco Rico apoyándose en cientos de copias de ¿El lector es "ese alguien que mantiene reunidas en un
Imprenta, el examen de los agregados o lo~ cortes que mismo campo todas las huellas que constituyen el
aparecen en las páginas ofrece espectaculares ejem- escrito", como lo quería Roland Barthes? De hecho,
p~os de las alteraciones textuales que impone la téc- la movilidad de la significación es la segunda in esta -
nIca de la composición por formas. bilidad que ha inquietado o inspirado a los autores
La copia así preparada, llamada "original" en caste- . que nos acompañan. En el prólogo de la Tragicome-
llano, como si el manuscrito autógrafo no 10 fuera, se dia de Calixto y Melibea, más conocida por el título
veía enseguida transformada o deformada por el tra- de Celestina, Fernando de Rojas atribuye las distintas
40 I ROGER CHARTlfR
ESCUCHAR A las MUERTOS CON lOS OJOS I 41

interpretaCiones de la obra a la diversidad de edades y


Con semejantes autoridades, ya no es necesario ir más
humores de sus oyentes:
atrás para justificar las razones que han fundado el pro-
yecto, ampliamente compartido, de una historia de la
Unos [ ... ] haciendo la cuenta de camino; otros pican lectura, ni la validez heurística de la noción de apro-
los donaires y refranes comunes, loán dolos con toda piación que designa tanto a las categorías intelectua-
atención, dejando pasar por alto lo que hace más al les y estéticas de los diferentes públicos como a los ges-
caso e utilidad suya. Pero aquellos para cuyo verda- tos, hábitos, convenciones que regulan sus relaciones
dero placer es todo, desechan el cuento de la histo- con lo escrito.
ria para c~mtar, coligen la suma para su provecho, La t~rcera tensión que atraviesa la historia de la cultu-
ríen lo donoso, las sentencias e dichos de filósofos ra escrita enfrenta a las autoridades, que intentan impo-
guardan en su memoria para trasponer en lugares ner el controlo monopolio sobre lo escrito, contra todos
convenibles a sus actos e propósitos. Así que cuando aquellos, más aun, todas aquellas para quienes el saber
diez personas se juntaren a oír esta comedia, en quien leer y escribir fue la promesa de un mejor control de su
quepa esta diferencia decondiciOIies como suele acae- destino. Cada día, para lo peoryparanuestra propia ver- -
cer, ¿quién negará que haya contienda en cosa que güenza, la crueldad de nuestras sociedades hacia los
de tantas maneras se entienda?
excluidos de lo escrito y hacia quienes la miseria del
mundo y la brutalidad de las leyes han dejado sin pape-
Cerca de cinco siglos más tarde, Borges atribuye igual- les recuerda las apuestas éticas y políticas relacionadas
mente a las mutaciones de las maneras de leer las varia- con el acceso a la escritura. Es menester decir también,
-ciones del sentido de las -obras:
siguiendo el ejemplo erudito y cívico de Armando
Petrucci y Don McKenzie, que estudiar, como historia-
La literatura no es agotable, por la suficiente y sim- dor, los enfre~tamientos entre el poder establecido por
ple razón de que un solo libro no lo es. El libro no
los poderosos sobre la escritura y el poder que su adqui- . ¡
es un ente incomunicado: es una relación, es un eje sición confiere a los más débiles es oponer a la violencia i
de innumerables relaciones. Una literatura difiere de ejercida por lo escrito su capacidad de fundar -tal como _¡
otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por lo enunciaba Vico en 1725- cela facultad de los pueblos I
la manera de ser leída.
de controlar la interpretación dada por los jefes a la ley': 1
.. ---: ..

42 I ROGER CHARTIER ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON lOS OJOS I 43

Impreso o manuscrito, el escrito ha sido investido dirse a todo libro y a toda lectura, cualquiera sea, en
de forma duradera con un poder temido y des~ado. la medida en que leer absorbe al lector, lo aleja de los
Es posible leer el fundamento de tal ambivalencia en oúos, lo encierra en un mundo de quimeras. La única
el texto bíblico, con la doble mención del libro comido defensa para quien quiera permanecer dueño del poder
tal como aparece en Ezequiel III, 3 ("y el Señor me dijo: de los libros sin sucumbir a su poderío es hacerlos suyos
Hijo del hombre, haz a tu vientre que coma, e hinche copiándolos.
tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue Lo escrito es, de este modo, el instrumento de pode-
en mi boca dulce como miel") y que se repite en el Apo- res temibles y temidos. Calibán, que lo sabe, piensa que
calipsis de Juan, x, 10 C'Y tomé el librito de la mano del el poder de Próspero será destruido si se capturan y que-
ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; man sus libros: "Burn but his books". Pero los libros de
y cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre"). Próspero no son más que un único libro: el que le per-
El Libro dado por Dios es amargo, como el conoci- mite someter a su voluntad a la Naturaleza y a los seres.
miento del pecado, y dulce como la promesa de la Este poder demiúrgico representa una terrible amenaza
redención. La Biblia, que contiene este libro de la Reve- para quien lo ejerce, y copiar no siempre alcanza para
lación, es ella misma un libro poderoso, que protege .conjurar el peligro. El libro debe desaparecer, ahogado
y conjura, aparta las desgracias, aleja los maleficios. En en el fondo de las aguas: "y allí donde jamás bajó la
toda la cristiandad, ella fue objeto de usos propiciato- .. sonda/ yo ahogaré mi libro [I'll drown my book]". Tres
rios y protectores que no suponían necesariamente la siglos más tarde, en otras profundidades, aquellas de los
lectura de su texto, pero que exigían su presencia mate- anaqueles de la biblioteca, debió ser enterrado Un libro
riallo más cerca posible de los cuerpos. que, para ser de arena, no era menos inquietante.
En toda la cristiandad, asimismo, el libro de magia Tal inquietud se ve acompañada, <;l partir del siglo xv,
se ha visto investido por esta carga de sacralidad, que por numerosas condenas que, en contrapunto con las
da saber y poder a aquel que lo lee, pero que, al mismo alabanzas de la invención de Gutenberg, estigmatizan
tiempo, lo esclaviza. Semejante captura fue enunciada los gazapos de los cajistas, las ignorancias de los correc-
en dos lenguajes: primero, el de la posesión diabólica, tores, las deshonestidades de los libreros e impresores,
luego, el de la locura provocada por el exceso de lec- pero incluso la profunda corrupción de los textos por
tura. El peligro del libro de magia está pronto a expan- los lectores incapaces de comprenderlos. En el Sueño
44 I R0.6 ER [H ARTIER
ESCUCHAR A lo.S MUERTo.S Co.N lo.S o.Jo.S I 45

del infierno de Quevedo, los libreros son condenados muchos otros, la irreductibilidad entre la vivacidad del
a la pena eterna por haber puesto en manos de lecto- intercambio oral y la inercia de su transcripción escrita
res ignorantes libros que no les estaban destinados: -lo que llevó a Moliere a declarar sobre las ediciones
de sus obras: "aconsejo que lean esto sólo las perso-
Todos los libreros nos condenamos por las obras malas nas que tienén ojos para descubrir en la lectura todo
que hacen los otros y porque hicimos barato de los el juego del teatro"-, o bien la relación estrecha entre
libros en romance y traducidos de latín, sabiendo ya habla y puntuación. Luego de la fijación por parte de
con ellos los tontos 10 que encarecían en otros tiem- los impresores de la desigual duración de las pausas,
pos los sabios; que ya hasta el lacayo latiniza y halla- indicada por el "point aqueue ou vírgule" [coma], el
rán a Horacio en castellano en la caballeriza. "comma" [dos puntos] o el "point rand" [punto re-
dondo], según el léxico de Etienne Dolet en 1540, este
Interrogarse sobre la autoridad atribuida o denegada deseo de oralidad ha hecho buscar la manera de mar-
a 10 escrito y sobre las luchas por la confiscación o divul- car en el escrito las diferencias de intensidad que indi-
gación de sus poderes quizá tenga pertinencia para can al lector -tanto para los otros como para sí mismo-
comprender el presente. A diferencia del orden jerár- que debe elevar la voz o separar las palabras. El uso ines-
quico del mundo de los impresos, la continuidad de perado de los signos de exclamación o interrogación
la textualidad digital en la superficie de la pantalla hace, así como el empleo de mayúsculas en el comienzo de
en efecto, menos inmediatamente perceptible la desi- la palabra son dispositivos que permiten "acomodar"
gual credibilidad de los discursos, y así expone a los bien la voz, como escribe Ronsard. Comprender de qué
lectores menos advertidos a las falsificaciones. modo las páginas mudas han podido capturar y rete-
El crédito otorgado a 10 escrito, para bien o para mal, ner algo de la palabra viva es una pregunta que esta
al igual que sus conquistas en todas las áreas de la expe- enseñanza querría plantear al confrontar los proyec-
riencia social no pueden separarse de su revés: a saber, tos de reforma de la ortografía, tan numerosos en la
una duradera nostalgia por una oralidad perdida. Reco~ Europa del siglo XVI, las prácticas de tipógrafos y correc- .
ger las expresiones de esta última es otra de las tareas tores, y, en ciertos casos por lo demás raros, los juegos
encomendadas a una historia de larga duración de la con la puntuación queridos por los propios autores.
cultura escrita. Los temas son numerosos: así, entre·
-:.:....

46 ROGER CHARTlER
ESCUCHAR A LOS MUERTOS CON 105 OJOS I 47

PRINCIPIOS DE ANÁLISIS tiempo extrañas entre sí (la crítica textual, la historia


del libro, la sociología de la cultura) presenta, de este
La autoridad proclamada o discutida de lo escrito, la modo, un desafío fundamental: comprender cómo las
movilidad de la significación, la producción colectiva apropiaciones particulares e inventivas de lectores,
del texto: tales son las tramas sobre las cuales me gus- oyentes o espectadores dependen, a la vez, de los efec-
taría inscribir los motivos más particulares que serán tos de sentidos apuntados por los textos, de los usosy
el objeto de mis cursos. En ellos, movilizaré varios prin- las significaciones impuestos por las formas de su pu-
cipios de análisis. El primero sitúa la construcCión del blicación, y de las competencias y las expectativas que
sentido de los textos entre restricciones transgredidas rigen la relación que cada comunidad de interpretación
y libertades refrenadas. Siempre, las formas materia- entabla con la cultura escrita.
les de lo escrito o las competencias culturales de los Una segunda exigencia de método, necesaria para un j.

lectores acotan los límites de la comprensión. Pero trabajo basado de forma fundamental, pero ·no exclu-
siempre, asimismo, la apropiación es creación, produc- siva,· en un estudio de textos, es retomar el concepto
ción de una diferencia, proposición de un sentido posi- de representación en la doble dimensión reconocida
blemente inesperado. Tal enfoque está alejado de las por Louis Marin: "dimensión 'transitiva' o transpa-
perspectivas -durante mucho tiempo dominantes- rencia del enunciado, toda representación representa
que relacionan la significación de los textos con el mero algo; dimensión 'reflexiva' u opacidad enunciativa, toda
despliegue automático e impersonal del lenguaje, y representación se presenta representando algo". A lo
apunta, en cambio, a reconocer la articulación entre largo de los años y de los trabajos, la noción de repre-
una diferencia -aquella por la cual todas las socieda- sentación casi ha venido a designar por sí sola el enfo-
des, bajo modalidades diversas, han delimitado un que de historia cultural que inspira este programa de
dominio particular de producciones textuales, expe-. enseñanza. La constatación es pertinente, pero se deben
riencias colectivas o disfrutes estéticos- y unas depen- evitar malentendidos. Tal corno la entiendo, la noción
dencias -aquellas que inscriben las creaciones litera- no se aleja ni de lo real ni de lo social. Ella ayuda a los
rias o intelectuales en los discursos y las prácticas del historiadores a deshacerse de su "muy pobre idea de lo
mundo social que las hacen posibles e inteligibles-o real" -como escribía Foucault- poniendo el acento en
El entrecruzamiento inédito de disciplinas por mucho la fuerza de las representaciones, ya sean interiorizadas
48 I ROGER CHARTIER ESCUCHAR A lOS MUERTOS CON LOS OJOS I 49

u objetivadas. No son simples imágenes, verídicas o aún vivientes en donde se inspiran o apartan las crea-
engañosas, de una realidad que les sería ajena. Poseen ciones nuevas. ¿Qué novelista contemporáneo podría
una energía propia que convence de que el mundo, o ignorar Don Quijote? ¿Y qué historiador podría di~­
el pasado, es lo que ellas dicen que es. Las representa- tar una lección inaugural en el College de France sm
ciones, generadas por las diferencias que fracturan las citar al menos una vez la gran sombra de Michelet?
sociedades, producen o reproducen a su turno dichas Ni Febvre, ni Braudel han dejado de hacerlo. Ni Daniel
diferencias. Emprender la historia de la cultura escrita Roche.Ya mi turno, acabo de hacerlo.
situando como piedra angular la historia de las repre- Pierre Bourdieu veía en esta contemporaneidad de
sentaciones es, pues, relacionar la potencia de los escri- pasados sucesivos una de las características propias de los
tos que las dan a leer, o a escuchar, ,con las categorías espacios de la producción y del consumo cultural:
mentales, socialmente diferenciadas, que imponen y
que son las matrices de juicios y clasificaciones. Toda la historia del campo es inmanente al funcio-
Un tercer principio reside en ubicar las obras singu- namiento del campo y para estar a la altura de sus
lares'o los corpus de textos que conforman el objeto exigencias objetivas, en tanto productor pero tam-
del análisis en el cruce de dos ejes que deben organi- bién en tanto consumidor, hay que poseer un domi-
zar cualquier aproximación de historia o de sociolo- nio práctico o teórico de esta historia.
gía cultural. Por una parte, un eje sincrónico, que per-
mite situar cada producción escrita en su tiempo, '0 Dicha posesión o su ausencia distingue a los doctos de
en su campo, y ponerla en relación con otras produc- los ingenuos, y presenta las diversas relaciones que cada
ciones cóntemporáneas y pertenecientes a diferentes obra nueva entabla con el pasado: la imitación acadé-
registros de experiencia. Por otra parte, un eje dia- mica, la restauración kitsch, el retorno a los antiguos,
crónico, que la inscribe en el pasado del género o de la ironía satírica, la ruptura estética. Al designar como
la disciplina. En las ciencias más exactas, esta presen- blancos de sus parodias los libros de caballería, pero
cia del pasado remite generalmente a duraciones bre- también las novelas pastorales· (cuando don Quijote
ves, aveces muy breves. No ocurre lo mismo con la lite- se transforma en pastor Quijótiz) y las autobiografías
ratura o las humanidades, para las cuales los pasados picarescas (con alusiones al relato de vida redactado
más remotos son siempre, de cierta manera, presentes por el presidiario Ginés de Pasamonte), Cervantes ins-
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tala en el presente de su escritura tres géneros con tem- un librero londinense que quería dar a conocer las obras
poralidades bien distintas y contra las cuales inventa dramáticas cuya representación había estado prohi-
una manera inédita de escribir la ficción, concibiéndola bida durante los tiempos revolucionarios del cierre
-como ha apuntado Francisco Rico- "no en el estilo de teatros, registró su derecho sobre esta misma obra.
artificial de la literatura, [ ... ] sino en la prosa familiar Indicó al secretario de la comunidad de libreros e im-
de la vida'~ Él, el "ingenio lego'~ el genio ignorante, mues- presores los nombres de sus dos autores: ce The history
tra así que los doctos no son los únicos que hacen buen of Cardenio, By Mr Fletcher. & Shakespeare". La obra
uso de la historia de los géneros y de las formas. jamás fue impresa y, como un fantasma, a partir del
siglo XVIII comenzó a acosar las pasiones y las imagi-
naciones shakesperianas.
Dos órdenes de pago, una entrada en un registro de
EL EXCESO Y LA PÉRDIDA libreros, uná obra desaparecida: dirán que se trata de un
muy débil comienzo. Y, sin embargo, éste permite for-
Un temor contradictorio ha habitado la Europa mular algunos de los interrogantes más fundamenta-
moderna; y todavía nos atormenta. Por un lado, el les para una historia de lo escrito. Antes que nada, situar
temor ante la proliferación descontrolada de los escri- la atención en la movilidad de las obras, de una lengua
tos, la multiplicación de libros inútiles, el desorden del a otra, de un género a otro, de un lugar a otro. En efec-
discurso. Por otro lado, el miedo a la pérdida, la falta, to, un año antes de las representaciones de Cardenio
el olvido. A esta segunda inquietud me gustaría dedi- se imprimió la traducción inglesa de Don Quijote, he-
carle el primer curso que daré aquí. A la manera de un cha por el católico Thomas SheIton y publicada por
proyecto borgesiano, será dedicado a una obra desapa- Edouard Blouut, quien fue también el editor de la tra-
recida de la que no subsiste ni manuscrito ni edición ducción de FIorio de los Essais. Por otra parte, F.1etcher
impresa. Fue representada dos veces ante la corte de y Shakespeare no fueron ni los primeros ni los últimos
Inglaterra a principios del año 1613. Las órdenes de pago en transformar la historia de Cervantes en una obra de
emitidas para la compañía que la puso en escena, los teatro. En España, Guillén de Castro los había prece-
King's Men, indican su título, Cardenio, y nada más. dido con su comedia Don Quijote de la Mancha; en
Cuarenta años más tarde, en 1653, Humphrey Moseley, París les siguieron Pichou, autor de Folies de Cardenio,
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y Guérin de BO'uscal, que pusO' en escena tres O'bras ins- argumentO' esta instituciónacO'stumbrada a más aus-
piradas en Don Quijote. teras y nO'bles histO'rias.
Segunda apuesta: la tensión entre la perpetuación de Escuchar a lO's muertO's cO'n lO's O'jO's. Muchas sO'm-
mO'dO'stradiciO'nales de la cO'mpO'sición literaria, que se bras han pasadO' pO'r mis palabras, que recuerdan cO'n
fundamentan en la cO'labO'ración, la adaptación, la revi- esta presencia la tristeza que nO's genera su ausencia.
sión, y la emergencia en tornO' de algunO's autO'res -así Sin ellas, y sin O'trO's que nO' han escritO' nada, yO' nO'
cO'mO' Cervantes y Shakespeare, unidO's pO'r Cardenio- estaría aquí esta tarde. PerO' en el mO'mentO' de cO'ncluir,
de la figura del escritO'r singular pO'r su geniO' y únicO' quisiera recO'rdar la advertencia de Pi erre BO'urdieu
pO'r su creación. En fin, la búsqueda del "CardeniO''' per- cO'ntra la ilusión biO'gráfica que lleva a enunciar cO'mO'
didO' entre la Sierra MO'rena y 1O's teatrO's IO'ndinenses es destinO' singular lO' que fue trayectO'ria cO'mpartida. El
también una histO'ria de aprO'piaciO'nes textuales, de "yO''' que he empleadO' algunas veces imprudentemente
maneras en las que'han sidO' leídO's y mO'vilizadO's en hoy, y cO'ntra mi cO'stumbre, debe O'írse cO'mO' un "nosO'-
diferentes cO'ntextO's culturales y sO'ciales IO's mismO's tex- trO's": el nO'sO'trO's de tO'dO's aquellO's y aquellas, cO'legas
tO's que, pO'r cO'nsiguiente, ya nO' eran más IO's mismO's. y estudiantes, cO'n quienes, a lO' largO' de 1O's añO's, he
Sucede igual cO'n Don Quijote, cuyO's prO'tagO'nistas apa- cO'mpartidO' cursO's e investigaciO'nes, en la ÉcO'le de
r~cen en las fiestas aristO'cráticas O' átmavalescas desde Hautes Études en Sciences SO'ciales, en,la University
cO'mienzO's del siglO' XVII, tantO' en la metrópO'lis cO'mO' O'fPennsylvania, O' en numerO'sas instituciO'nes de nues-
en las cO'1O'nias españO'las, y cO'n Shakespeare, tratadO' de tra República de las Letras. CO'n ellO's, y cO'n ustedes,
manera tan diferente en la Inglaterra de la Restaura- que me hacen el hO'nO'r de recibirme aquí, es cO'n quie-
ción y en la del siglO' XVIII pO'r respetuO'sO's editO'res e nes me gustaría prO'seguir ahO'ra un trabajO' que pre-
irrespetuO'sO's dramaturgO's, que además pO'dían ser IO's tende fundar sO'bre una histO'ria de larga duración de
mismO's. "La búsqueda del Cardenio perdidO' es un gran la cultura escrita la lucidez crítica exigida pO'r las incer-
clásicO' del mundO' literariO', the bread and butter for lite- tidumbres y las inquietudes de nuestrO' presente.
rary lowlife'~ declara Thursday Next, unO' de IO's per-
.sO'najes de la nO'vela cO'ntempO'ránea de Jasper FO'rd,
Lost in a good book. EsperO' que me perdO'nen pO'r ele-
gir cO'mO' nuevO' escenariO' para la representación del

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