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Por sistema matrimonial se entiende la organización de las relaciones entre matrimonio laico o
civil y matrimonio religioso según las normas de la iglesia católica y las normas del Estado. Se
incluyen dentro del sistema matrimonial las relaciones entre los órganos de actuación de los
ordenamientos que hay implicados (tribunales civiles).
Este principio de no confesionalidad unido al principio de libertad religiosa constituyeron las bases
del sistema matrimonial que aún está vigente en España. Este sistema lo materializó la Ley de 7 de
julio de 1981 que reformó algunos artículos del Código civil para adaptarlo a esos principios
constitucionales.
Previamente a esa ley, en 1979 se firmaron los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español y,
posteriormente en el año 2002 se firmaron también otros acuerdos de cooperación con diferentes
confesiones religiosas. Todos esos acuerdos son los que delimitan las relaciones entre matrimonio
civil y matrimonio religioso.
Al sistema matrimonial español se le califica como sistema de clase única de matrimonio pero de
forma múltiple. El hecho de ser de clase única significa que nuestro ordenamiento solo reconoce
como válido el matrimonio que se contrae de acuerdo con las normas del Estado, es decir que se
celebra cumpliendo los requisitos materiales y de fondo del Código civil. Sin embargo, se admiten
dos formas de celebración del matrimonio (dos formas de prestar el consentimiento):
Forma civil: prestar el consentimiento matrimonial ante el juez, alcalde o funcionario que el
Código civil determine, es decir, ante un funcionario civil.
Forma religiosa: prestar el consentimiento matrimonial según los ritos de una iglesia o
confesión religiosa siempre y cuando reúna los requisitos del artículo 60 Cc. Estos son:
o Que se trate de una iglesia o confesión religiosa inscrita en el registro creado al
efecto, es decir, el Registro de Entidades Religiosas dependiente del Ministerio de
Justicia.
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o Que sea alternativo o bien que se trate de una iglesia o confesión religiosa que
mantenga acuerdos de cooperación con el estado español o bien que se trate de una
iglesia o confesión religiosa que haya obtenido el reconocimiento de notorio arraigo
en España.
Actualmente las confesiones religiosas que mantienen relaciones con el Estado español son:
Iglesia Católica.
Comisión Islámica.
Entidades evangélicas
Comunidades israelíes.
Ese reconocimiento de notorio arraigo lo puede solicitar al gobierno cualquier confesión religiosa
que esté inscrita en el Registro de Entidades religiosas que no mantenga acuerdos de cooperación
con el estado español. Se otorgará en base en la antigüedad que la confesión o iglesia tenga en el
territorio español y también en atención al número de entidades y lugares de culto que tenga en
España.
Cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio este va a tener efectos civiles pero para
el reconocimiento pleno de esos efectos civiles es necesaria la inscripción del matrimonio en el
Registro Civil.
Por otro lado, y con independencia de la forma de celebración del matrimonio, es la jurisdicción
civil la competente para conocer de las cuestiones matrimoniales que se susciten, como la nulidad,
separación y divorcio. Esto resulta de tres artículos, art. 73 de nulidad art. 81 de separación
conyugal y art. 85 de divorcio.
Debemos hacer una matización en lo referido a la Iglesia Católica. Esta tiene reconocida algunas
prerrogativas que no tienen otras confesiones religiosas, en concreto, los que hayan celebrado
matrimonio religioso canónico pueden acudir a su elección para demandar la nulidad de ese
matrimonio a los tribunales civiles y a los tribunales eclesiásticos. Si acuden a los tribunales
eclesiásticos y obtienen una sentencia de nulidad canónica, esta va a tener efectos civiles para lo
cual basta que el tribunal civil declare la sentencia aceptada a derecho del Estado.
2. Concepto y caracteres del matrimonio.
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no solo el derecho a contraer matrimonio de forma igualitaria sino también que el Estatuto del
estado matrimonial ha de ser el mismo para todos.
Además de eso, el matrimonio es una manifestación de la libertad individual presidido por los
principios de igualdad y de libertad. Este principio supone que bajo ninguna circunstancia se puede
obligar a alguien a contraer matrimonio con una persona determinada.
Este mismo artículo 32 pone de manifiesto que ese derecho a contraer matrimonio está sujeto al
cumplimiento de unos requisitos que deben ir establecidos por ley al igual que los efectos del
matrimonio, la edad, la capacidad, derechos, deberes de los cónyuges, las causas de separación,
disolución y sus efectos.
El matrimonio se define como negocio jurídico formal o solemne por el cual dos personas de
igual o de distinto sexo declaran su voluntad de constituir una relación estable de convivencia
plena. Este acto jurídico genera un Estado civil de cónyuge y también origina una relación jurídica
entre quienes lo celebran que está integrada por una serie de derechos y deberes de diferente
naturaleza (carácter personal y carácter patrimonial). El matrimonio presenta, actualmente, tres
características:
Disolubilidad en vida de los cónyuges: hasta el año 1981 el matrimonio solo se podía
disolver por muerte de alguno de los cónyuges. A partir de entonces el divorcio es causa de
disolución del matrimonio en vida de los cónyuges. A partir del 2005 se declara
expresamente que el matrimonio tendrá los mismos requisitos y mismos efectos cuando
ambos contrayentes sean del mismo o de distinto sexo.
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consentimiento es el elemento fundamental y principal del matrimonio. En el matrimonio
interviene una autoridad la cual no es parte del matrimonio sino que interviene como fedatario
público testigo cualificado del acto.
Hay importantes diferencias entre el matrimonio y los restantes contratos:
En la actualidad se califica al matrimonio como negocio jurídico bilateral de derecho de familia para
así poner de manifiesto que si se tiene un contrato, este es sui generis (no reproduce todas las
características físicas propias de los contratos).
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también incumplimiento de la promesa cuando uno de los promitentes con su conducta provoca la
negativa injustificada del otro promitente a contraer matrimonio.
La promesa de matrimonio es un acto que se realiza de forma voluntaria y consciente (art. 43) y es
un acto que genera la confianza razonable en la futura celebración del matrimonio; esto puede
llevar a realizar ciertos gastos. En base a ello, el artículo 43 Cc considera la ruptura de la promesa
de matrimonio como fuente de responsabilidad que genera la obligación de indemnizar y esa
indemnización abarca dos extremos:
Gastos hechos en consideración al futuro matrimonio.
Obligaciones contraídas en consideración a futuro matrimonio, siempre que esas
obligaciones no se puedan resolver sin perjuicio del promitente.
A) Expediente matrimonial.
Expediente que se tramita en el Registro civil previsto por el art. 56 Cc y también a la legislación de
Registro civil (art. 238 y ss.).
Comprobar que no existen obstáculos legales para la celebración del matrimonio y, en particular,
que los futuros contrayentes reúnen los requisitos de capacidad que establece el Código civil.
Actualmente es competente para instruir el expediente el juez encargado del registro civil
correspondiente al domicilio de los contrayentes.
El expediente se inicia con un escrito o solicitud de los futuros contrayentes donde han de constar
los dato de identidad, los domicilios que hayan tenido en los dos últimos años y una declaración
expresa de que no existen impedimentos u obstáculos con la fecha de disolución, en el caso que
sea necesario, de matrimonios anteriores y también la autoridad elegida para la celebración del
matrimonio.
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Una vez que se ha presentado el escrito, tiene lugar el trámite de edictos y proclamas que son
anuncios del casamiento con la idea de dar a conocer a terceros el matrimonio proyectado para
que si alguien conoce algún impedimento lo ponga en conocimiento del instructor del expediente.
Los edictos se publican por un espacio de 15 días y está pensado para aquellas localidades que
tienen menos de 25.000 habitantes. En los demás casos, este trámite de edictos o proclamas se
sustituye por otro que es audiencia a un pariente, allegado o amigo de uno u otro contrayente a
elección del instructor del expediente.
Mientras se realiza este trámite, establece la ley que el instructor del expediente oirá,
reservadamente y por separado, a los dos contrayentes y practicará las pruebas que considere
oportunas con la finalidad, todo ello, de comprobar que no existen impedimentos legales para la
celebración del matrimonio.
El expediente matrimonial termina con un auto del juez en el cual autorizará o denegará la
celebración del matrimonio. Si el auto es favorable se podrá proceder a la celebración del
matrimonio.
Hay algunos supuestos que están exceptuados de este requisito de expediente previo en el Código
civil. Esto ocurre con:
Hay un supuesto que no está exceptuado del requisito previo de expediente matrimonial, pero este
expediente si presenta una particularidad. Esto ocurre en el caso del matrimonio secreto o
matrimonio de conciencia. Se regula en el artículo 54 Cc que dice que para celebrarlo es necesario
solicitar autorización al Ministerio de Justicia, la cual se otorgará cuando concurra una causa grave
que sea suficientemente probada.
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4.2.- Requisitos simultáneos a la celebración.
Hay dos clases de requisitos que han de concurrir en el momento de celebración del matrimonio.
Son necesarios cualquiera que sea la forma de celebración del matrimonio (civil o religiosa). Son:
El Código civil la formula de una manera negativa en el sentido de que determina quiénes no
pueden contraer matrimonio (y de ello se deduce quiénes sí pueden). Los impedimentos
matrimoniales pueden ser:
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o Personas ligadas por vínculos matrimoniales (impedimento de vínculo). La existencia
de un matrimonio impide contraer válidamente otro matrimonio cualquiera que sea
la forma de celebración del matrimonio que existe. No hay, sin embargo,
impedimento de vínculo cuando el matrimonio que se ha celebrado no produce
efectos civiles (pej: matrimonio celebrado según los ritos de una confesión religiosa
no reconocida por el Estado: gitanos.) Este impedimento no es susceptible de
dispensa.
o Los condenados por haber tenido participación en la muerte dolosa del cónyuge o la
persona con la que hubiera estado unida por análoga relación de afectividad a la
conyugal (impedimento de crimen). Este impedimento es susceptible de dispensa
por el juez por justa causa.
El consentimiento matrimonial debe ser prestado por ambos contrayentes concurriendo ambos al
acto de celebración del matrimonio, es decir, personalmente. Sin embargo, en ambas
circunstancias se permite que el consentimiento lo exprese una persona distinta de la que va a
quedar vinculada por ese consentimiento; esto se conoce como matrimonio por poder.
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El matrimonio por poder se regula en el artículo 55 Cc, el cual permite que uno de los contrayentes
actúe, en el acto de celebración del matrimonio, a través de un apoderado (persona con poder
especial). Sin embargo este mismo artículo establece que es necesaria la asistencia personal del
otro contrayente. Este poder se extinguirá por:
Para celebrar el matrimonio es necesaria una autorización que se solicitará cuando se esté
tramitando el expediente previo del matrimonio y el instructor del expediente autorizará el
matrimonio por poder cuando uno de los contrayentes no resida en el distrito o demarcación del
juez o autoridad que haya de celebrar el matrimonio.
Aunque esta figura del artículo 55 se llama matrimonio por poder, no se trata de un auténtico
poder de representación; el apoderado es aquí un simple mensajero de un consentimiento ajeno
que está plenamente formado y configurado en todos sus extremos. Tendrá que dar los datos de la
persona que vaya a contraer matrimonio con toda la información para conocer su identidad.
Conciencia: implica la aptitud mental para conocer el significado y alcance del acto que va a
realizar. La falta de aptitud mental suficiente provoca la ausencia de consentimiento y, por
tanto, la invalidez del matrimonio celebrado. En este sentido, no pueden contraer
matrimonio válido aquellas personas que no estén en el pleno uso de su razón por
encontrarse en un estado que no les permite discernir la transcendencia de sus actos.
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Esta aptitud mental suficiente ha de existir en el momento de la celebración del matrimonio,
de ahí que el Código civil en el artículo 56.2 establezca que si alguno de los contrayentes
estuviera afectado por deficiencia o anomalía psíquica se exigirá dictamen médico sobre su
aptitud para prestar el consentimiento. Este dictamen médico es una medida que prevé la
ley con la finalidad de comprobar la capacidad natural del sujeto. En este artículo se
prescinde por completo de la incapacitación judicial de manera que la norma es aplicable
tanto cuando el sujeto (alguno de los contrayentes) está incapacitado por causa de
enfermedad mental como cuando no está incapacitado pero padece una anomalía psíquica.
Esto pone de manifiesto que no se impide tajantemente al que padece una anomalía
celebrar matrimonio. El dictamen médico lo ha de solicitar el juez que instruya el
expediente previo al matrimonio cuando él mismo detecta alguna anomalía psíquica o
cuando otra persona lo ponga en su conocimiento.
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o La coacción, que comprende tanto la física como la moral. La física existe cuando a
través del empleo de una fuerza irresistible se obtiene el consentimiento para el
matrimonio; la moral es la presión psicológica que se ejerce mediante amenaza
frente a otro sujeto causando en este temor a sufrir un mal que solo podrá evitar si
presta su consentimiento. Ambas coacciones pueden proceder de uno de los
contrayentes sobre el otro o de un tercero sobre uno o sobre los dos.
B) Requisitos formales.
Las formalidades hacen referencia a la competencia para celebrar el matrimonio, a las personas
que han de presenciar el acto de celebración del matrimonio y también a la ceremonia en sí
misma.
En lo que se refiere a la competencia, de acuerdo con el artículo 57 del Código civil, el matrimonio
se ha de celebrar por una autoridad que sea competente para ello y que tenga competencia
funcional y competencia territorial.
La competencia funcional (art. 51 Cc) da competencia para celebrar el matrimonio los jueces
encargados del Registro Civil y los alcaldes que pueden delegar en algún concejal. La elección entre
juez o alcalde corresponde a los interesados contrayentes que podrán manifestar su voluntad, en
ese sentido, cuando se esté instruyendo el expediente previo matrimonial; si no manifiestan nada,
será el juez.
En aquellos matrimonios que se celebren en el extranjero y alguno de los contrayentes sea español
será competente el funcionario diplomático o consular encargado del Registro civil del lugar.
También está prevista la posibilidad de que el matrimonio se celebre en un lugar distinto al del
domicilio de los contrayentes, dice que a petición del contrayente se permite que el juez instructor
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delegue en otro juez o alcalde que desarrolle su función en una localidad diferente a la de los
contrayentes.
El consentimiento matrimonial se debe prestar en presencia de dos testigos. El Código civil dice
que deben ser personas mayores de edad que se exige incluso en supuesto de matrimonio en
peligro de muerte salvo imposibilidad acreditada.
Con respecto a la ceremonia, el Código civil en el artículo 58 dispone que la ceremonia comenzará
con la lectura de los artículos 66, 67 y 68 Cc. Esto será un recordatorio del principio de igualdad
conyugal y de los deberes que van a surgir entre ellos a partir de la celebración del matrimonio.
Una vez leídos esos artículos, la autoridad que celebre el matrimonio preguntará a los contrayentes
si consienten libremente contraer matrimonio y si estos responden que sí los declarará unidos en
matrimonio.
Consiste en la inscripción del matrimonio en el Registro civil. Es un requisito necesario para todo
matrimonio cualquiera que sea su forma de celebración. Hasta ahora, la inscripción del matrimonio
se realiza en el libro de matrimonios del Registro civil correspondiente al lugar de celebración del
mismo. Sin embargo, está prevista la posibilidad de trasladar la inscripción, a petición de los
interesados, al Registro civil correspondiente al domicilio de los ya cónyuges.
Tratándose de matrimonio civil establece el artículo 62 Cc, que el juez, alcalde o funcionario que lo
haya celebrado practicará la inscripción o levantará acta con su firma, la firma de los contrayentes y
la de los testigos. Esto depende de cuál sea la autoridad que haya celebrado el matrimonio.
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Cuando el matrimonio se celebra ante el juez encargado del Registro civil, el matrimonio se hace en
las propias dependencias del mismo y ante quien está legitimado para practicar asientos en los
libros registrales. Sin embargo, hay casos en los que se hace fuera de las oficinas del registro y se
hace ante quien no está legitimado para practicar los asientos registrales y en estos casos se
levanta acta que luego se lleva al registro.
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Terceros. Aquí la regla es diferente. Si el matrimonio no está inscrito en el Registro Civil, los
efectos que del mismo deriven no se pueden oponer frente a terceros. Cuando se inscribe el
matrimonio tiene lugar ese pleno reconocimiento de efectos que indican los artículos 60 y
61 del Cc, lo que significa que a partir de la inscripción ya sí se podrán hacer valer los efectos
del matrimonio respecto de terceros pero con un límite que señala el Código en el artículo
61 y es que la inscripción no perjudicará los derechos ya adquiridos por terceros de buena
fe. Por ejemplo, un matrimonio se casa pero no se inscribe, el marido procede a vender un
bien ganancial sin consentimiento del otro. después de la venta, se inscribe el matrimonio
en el registro civil. Si el comprador del bien es de buena fe, el cónyuge cuyo consentimiento
se omitió no podrá impugnar esa compraventa. Buena fe significa desconocimiento de la
discrepancia que existe entre el registro civil y la realidad extraregistral.
La celebración del matrimonio da origen a una relación jurídica, la relación conyugal, que tiene
efectos en el orden personal y en el orden patrimonial.
Una manifestación concreta de este principio de igualdad se recoge en el artículo 70 Cc que viene a
establecer la regla de determinación convencional del domicilio conyugal. Dice que los cónyuges
fijarán de común acuerdo el domicilio conyugal y añade que en caso de discrepancia resolverá el
juez teniendo en cuenta el interés de la familia. Este artículo pone de relieve que la decisión del
juez no puede ser arbitraria, ni siquiera discrecional sino que debe condicionarse al interés de la
familia lo que significa que el juez deberá dirigirse por aquella opción que sea la más conveniente
para el grupo familiar teniendo en cuenta las circunstancias y exigencias de los integrantes.
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Supone que todas las decisiones que se adopten y los actos que se realicen han de redundar en
beneficio del grupo familiar de manera que los cónyuges deben abstenerse de aquellos actos que
perjudiquen las exigencias de los integrantes del grupo familiar.
Además, los deberes conyugales tienen un marcado carácter ético o moral y por esa razón, para
determinar el alcance concreto se ha de estar a los valores imperantes en la sociedad en cada
momento y por esa razón los deberes conyugales no son coercibles indirectamente, es decir, no se
puede imponer su cumplimiento forzoso.
La infracción de los deberes conyugales se sanciona por vías indirectas y estas vías son tres:
o Causa de desheredación.
o Causa que permite revocar ciertas donaciones, las donaciones por razón de matrimonio.
o Permite demandar la separación y el divorcio sin tener que esperar el plazo de 3 meses
desde la celebración del matrimonio que establece el Código civil.
Respeto. Implica evitar comportamientos que atenten o menoscaben la dignidad del otro
cónyuge o el libre desarrollo de su personalidad. El Cc en los artículos 81 y 86 establece que se
podrá demandar separación o divorcio sin necesidad de que haya transcurrido ningún plazo de
tiempo desde la celebración del matrimonio cuando exista riesgo para la vida, la integridad
física o moral o la libertad en cualquiera de sus manifestaciones.
Socorro. El Cc en el artículo 67 señala que los cónyuges deben socorrerse mutuamente. Implica
que el cónyuge debe prestar asistencia completa al otro cónyuge (desde el ámbito material
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hasta el espiritual). Incluye un deber de alimentos entre los cónyuges y también, el deber de
ambos cónyuges de contribuir al levantamiento de las cargas del matrimonio.
Fidelidad. El artículo 68 del Cc dispone que los cónyuges están obligados a guardarse fidelidad.
Deben abstenerse de mantener relaciones sentimentales, íntimas o sexuales con una tercera
persona.
Convivencia. El artículo 68 Cc dice que los cónyuges están obligados a vivir juntos. La
convivencia es una consecuencia natural y es la base de la comunidad conyugal. El Cc en
consonancia con lo que es habitual, además de ese deber de convivencia consagra en el artículo
69 una presunción de convivencia de los cónyuges; se presume, salvo prueba en contrario que
los cónyuges viven juntos y en esta presunción tiene su base otra presunción que es la de
paternidad del marido (art. 116).
Deber de compartir responsabilidades familiares. Se instaura a partir de 2005. Dice que los
cónyuges deberán compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado de las personas a su
cargo tanto ascendientes como descendientes.
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