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Como hemos dicho en la parte anterior, no podemos pensar la obra de Pérez Infante
sin su contextualización, sin su vida atravesándola entera. En este sentido, el desenlace
de la Guerra Civil Española marco de modo sustancial la vida del autor, y por transitiva
su obra. Para el estallido del conflicto, el onubense se encontraba en suelo madrileño,
en donde concursaba para la catedra de Filosofía y Letras. Cuando se da el alzamiento
fascista, Pérez Infante se alía en la resistencia pasando a formar parte de la AIDC
[Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura]. Si bien las investigaciones sobre
la vida del autor en cuestión, están casi al punto de confirmar sin lugar a dudas, que las
ideas de orden Socialista o Comunista, eran ya, con anterioridad al estallido de la guerra,
una semilla que venía germinando en Pérez Infante, no es posible encontrar, en la obra
poética del autor rastros de esta ideología en los años de producción anteriores al 1936.
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MOYA, M. Luis Pérez Infante. Ese poeta Desconocido. Artículo Electrónico disponible en URL:
http://laisladelased.blogspot.com.uy/2015/09/p.html al 12/06/2017.
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El Mono Azul fue una revista publicada en el bando republicano durante la Guerra Civil Española bajo el auspicio
de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura cuyo primer número salió a la luz el 27 de
agosto de 1936, y que apareció como un folleto en sus inicios.
y Hora de España3. Pero bueno, lo importante aquí es ver, como luego de comenz-ado
el conflicto español e incluso en el exilio, Luis Pérez Infante se mostró a favor de la causa
republicana, defendiendo a ultranza los valores de esta. Tal, el poema “La muerte de
Durruti” es tal vez, el texto más claro en este sentido. Sin embargo, los poemas “A
Madrid”, “Romance al Arzobispo de Burgos” y “La venganza del Castillo” son también
claros ejemplos de cómo Luis Pérez Infante se oponía tajantemente al régimen impuesto
por el general Fr. Franco.
“Al cabo de cuatro siglos,/ despertó una madrugada / con un despertar de guerra
/ -bandera republicana / izada en un palo al viento / allá en la torre más alta-. / Desde
un trigal, los facciosos / ven la enseña, y una marcha / organizan sobre el pueblo/
castellano de Las Navas.”/ 4.
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Hora de España fue una revista cultural de carácter mensual editada en Valencia (capital de la Segunda República
en el momento) y, posteriormente, en Barcelona, fundada por intelectuales leales a la Segunda República durante
la Guerra Civil Española. Se editaron un total de 23 números, entre enero de 1937 y enero de 1939.
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PÉREZ INFANTE, L. Poesía Reunida: Luis Pérez Infante. Libro inédito en formato electrónico PDF: Suministrado por
el Dpt. De Letras Modernas. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UdelaR. Montevideo. 2017. pp.
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MOYA, M. Luis Pérez Infante. Ese poeta Desconocido. Artículo Electrónico disponible en URL:
http://laisladelased.blogspot.com.uy/2015/09/p.html al 12/06/2017.
Es interesante también la imagen que se construye en el último tramo del Romance
al Arzobispo de Burgos, poema que apareció el 10 de septiembre de 1936 en el número
3 de la revista. En este caso es un poema que se muestra anticlerical estableciendo
como dictamen que la Iglesia a nivel institucional –que va a estar representada en
arzobispo burgalés y su corte de frailes- está íntimamente ligada a los fascistas.
Dice:
Incluso en este fragmento se deja ver un tono de rebeldía y violencia bastante claro,
‘hemos tomado Madrid’ y es esa toma de Madrid por medio de la fuerza del pueblo, que
llena de júbilo al solado que ahora emprende camino a burgos, en donde también, por
miedo de las armas y la fuerza entraran a chocar con las fuerzas fascistas.
La muerte de Durruti, entronca con la mejor tradición del romancero español y revela el
preciso conocimiento que de él tenía el poeta onubense. Dividido en cuatro partes, es de
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PÉREZ INFANTE, L. Poesía Reunida: Luis Pérez Infante. Libro inédito en formato electrónico PDF: Suministrado por
el Dpt. De Letras Modernas. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UdelaR. Montevideo. 2017. pp.
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resaltar el tono heroico que impone a estos versos y que sitúan al libertario Buenaventura
Durruti (León, 1896-1937 Madrid) en el plano de los grandes héroes de los cantares de
gesta. No importa que los hechos cantados desplacen a la verdad histórica, pues lo que
interesa al autor es la exaltación patriótica e ideológica del héroe republicano, que desde
el frente de Aragón, corre en auxilio del debilitado frente madrileño, en cuya Ciudad
Universitaria halla la muerte el 19 de noviembre de 1936.
El cuarto y último texto que el onubense diera a El Mono Azul (Nº 21, Madrid, 24 de junio
de 1937) es La voz de los vivos, que se reproduce también en el nº VXII de Hora de
España (Valencia, mayo de 1938), junto a otros tres poemas; el texto se publica apenas
4 días antes de la derrota de Brunete; escrito, a diferencia de los anteriores, en verso
libre, es un canto a la lucha, o más bien a la muerte heroica. Si los poemas precedentes
fueron escritos según las hormas tradicionales del romance y en ellos se advierte el calor
del presente, este poema relaja su tono y prefiere situarse en una reflexión no exenta de
pesadumbre, que será luego la tónica de los Cuatro poemas de Madrid, publicados en
1938. Cuando Infante escribe este texto ya ha perdido parte de su fe en la victoria (sólo
de enero a junio de 1937 el ejército nacional ha tomado ciudades como Málaga o Bilbao
y se bate ya en la madrileña Ciudad Universitaria), y se suceden los bombardeos por los
barrios populares de la capital española. El poema, pues, responde a un cambio
psicológico del autor que comienza a percibir una clara desmoralización ante el futuro de
la guerra, si bien sirve de revulsivo para tratar de atajar esa desmoralización interna. En
sus versos se habla más de desgarro que de exaltación. En todo caso, el poeta cree en
su causa, incluso después de la previsible y puntual derrota. El futuro es, sin ninguna
duda, del hombre que ha sabido mantenerse en pie frente a la barbarie, que ha decidido
luchar (y perder, lo que sublima aún más su posición de héroe que combate a muerte
contra el destino) por los ideales, por la justicia, por la dignidad del hombre. En mayo de
1938, como queda indicado, aparecen otros 4 poemas suyos recogidos bajo el título de
Cuatro poemas de Madrid, en el número XVII de Hora de España, revista que se edita
en Valencia. Los poemas, fechados en Madrid de 1936 a 1937, son: Estos escombros,
La voz de los muertos, La voz de los vivos y A Gerda Taro. El primer poema de este
cuarteto es el titulado Estos escombros; construido en endecasílabos, no da la impresión
de ser un escrito de circunstancias, sino una visión razonada sobre la barbarie y la
resistencia de una ciudad que se niega a doblegar sus rodillas ante el enemigo, por más
que ya se intuya que todo o casi todo está perdido. Habla de una ciudad bombardeada
y sometida a escombros. En realidad este poema es ya un poema del exilio. El objeto de
la lúcida mirada del poeta onubense son los escombros a los que queda reducida la
ciudad, pero unos escombros que, a pesar de todo, devuelven dignidad al paisaje y llegan
a oscurecer en su verdad necesaria a las nubes y los montes. Se diría que es el coraje
y la dignidad los que quedan, desdentados aun, envolviendo, lustrando, gritando casi
desde esas paredes rotas, desde esos cascotes que alguna vez fueron vida y que no
van a volver a ser habitados. Tras el hondo pesimismo del tema, no deja de manifestarse
una manifiesta esperanza. Diríase entonces que la ciudad convertida en escombros,
perdida ya para la causa, es un símbolo inmarcesible de la libertad y los ideales más
nobles. Los quebrantados edificios, pues, aparecen como cicatrices que, por serlo, se
han ganado su sitio en el paisaje y, aún más decisivo, en la conciencia. Nada tiene que
ver, como vemos, esta sublimación de las ruinas con el sentimiento barroco de un
Castiglione o Caro, que ven en ellas la decrepitud del tiempo y lo azaroso y engañoso de
la obra del hombre. No hay aquí nostalgia, ni recreación de un tiempo acaso más
favorable, sino una leve esperanza de que por más que la ciudad esté sometida a la
barbarie, lo que hay bajo ella, la ilusión del pueblo por un futuro más digno y justo,
perdurará más allá de la inminente derrota. La voz de los muertos, el segundo texto de
la tetralogía sigue las pautas del anterior. El primer verso nos pone sin sombra de dudas
en situación: Sí-comienza afirmando-, porque estamos más vivos que nunca / con la vida
gigante del que sabe / morir en pie cuando la Vida ordena. Estamos vivos, viene a decir,
porque estamos allá donde la vida nos ha exigido estar. El poema, como el resto de la
serie, es un canto a la resistencia heroica y a los anónimos hombres que dejan su piel
en pos del ideal. Existe, sí, un tono pesaroso, una intuición de derrota, pero es
precisamente en esta derrota donde el hombre, afianza la fe en su victoria. Pues hay una
victoria militar ya entrevista, que el tiempo se encargará de convertir en cascotes y una
victoria moral que se alía sin duda con los resistentes. Los muertos de hoy, viene a decir,
darán vida mañana y, por tanto, no son inútiles ni su sangre ni su entrega:
El momento está aquí. Y allí la prueba:
la muerte y el mirarla pecho a pecho.
...Y lograréis la libertad del mundo
y la impagable vida de los hombres.
En París se reúne con su novia Rafaela de Buen, a quien había conocido en Toulouse
en abril de aquel mismo año. Es ella la que nos relata que Luis utilizó sus últimos francos
en el regalo de un barco en miniatura para Neruda, en agradecimiento a sus favores.
Ambos, Rafaela y Luis, se enfrentarán a su exilio definitivo ligeros de equipaje.
Ante la situación extrema de los refugiados, que se agravaba con la situación de
preguerra que se vivía en Europa, el gobierno español en el exilio, con Negrín al frente,
acordó con los gobiernos de México y Chile fletar algunos barcos de refugiados hacia
ambos países; entre los más conocidos están el Sinaia, que se dirige a México y el
Winnipeg y el Formosa, que tendrán como destino Chile. Según nos cuenta Neruda, tanto
en Confieso que he vivido, como en el articulario Para nacer he nacido, la partida de los
exilados españoles hacia Chile fue bastante accidentada. El gobierno chileno, con el
Frente Popular recientemente instalado en el poder y Pedro Aguirre de la Cerda como
presidente, convino con el español de Negrín acoger a 2000 de los refugiados. Pablo
Neruda, cónsul en París, fue el encargado de coordinar los embarques, sufragados por
la república española y -¡.!- los cuáqueros norteamericanos. Días antes de la prevista
partida del primero de los barcos (el Winnipeg, un viejo carguero que en sus mejores
tiempos trasportó cacao) se produjo un cambio de parecer en el gobierno chileno y a
punto estuvo de no zarpar, pero a última hora, ante la presión de Neruda, que amenazaba
con poner la situación en manos de la opinión pública de sus país, la cuestión se resolvió
y el Winnipeg, que esperaba en Trompeluop, muy cerca de Burdeos, se fue cargando
con 2078 españoles, entre hombres mujeres y niños, que iban llegando al muelle en
trenes atestados, como nos describe el poeta chileno en el citadoPara nacer he nacido:
Los trenes llegaban de continuo hasta el embarcadero. Las mujeres reconocían a sus
maridos por las ventanillas de los vagones. Habían estado separados desde el fin de la
guerra. Y allí se veían por primera vez frente al barco que los esperaba. Nunca me tocó
presenciar abrazos, sollozos, besos, apretones, carcajadas de dramatismo tan delirante.
Luis Pérez Infante, seriamente enfermo, se embarcó en el Formosa, según sabemos por
el artículo citado de Manuel García Puertas, y luego corroborado Por Rafaela de Buen,
su compañera de viaje, junto a otros 49 exilados, entre los que se encuentran José y
Joaquín Machado, hermanos de Antonio. Según nos refiere Rafaela: “Desde Le Havre
[13 de septiembre], el primer puerto al que llegamos, después de diez días, fue
Casablanca, pero nadie pudo bajar del barco. Después hicimos escala en Dakar, donde
sí pudimos bajar. Y fue interesante, la primera vez que pisé suelo africano (no sé si Luis
ya lo había hecho, creo que no) por la tarde, cuando desde los alminares llamaron a la
oración, pudimos contemplar cientos de personas, en las calles, en la plaza, cumpliendo
su ritual, acostados en el suelo. También el barco se detuvo en Río de Janeiro, pero sólo
pudieron bajar algunas personas que tenían pasaportes "de verdad". Los que teníamos
sólo un documento provisorio no pudimos. Y después ya Montevideo y Buenos Aires” (e-
mail, del 8/2/2010).
De este viaje tenemos un documento excepcional, que es el relato que de él hizo la
propia Rafaela de Buen, titulado “Jueves 14 de diciembre de 1939", de su libro Teselas
para un mosaico, publicado en Santiago de Chile en 2004, por RIL Editores. La travesía
del Formosa tiene caracteres novelescos, pues al avistar Punta del Este (Uruguay) el 13
de diciembre de ese mismo año, el barco fue utilizado como cebo para retener al Graff
Von Spee, un acorazado alemán, que sería autodestruido en las mismas costas
uruguayas ante el acoso de tres buques ingleses. Pero sigamos íntegramente el relato
de Rafaela: