La Verdadera

Llave de la
Ciencia

El presente artículo es un esfuerzo para ayudar al sincero

estudiante de la Biblia a desarrollar normas adecuadas
para interpretarla correctamente (hermenéutica). El autor
considera que a fin de lograr esto es menester, en primer
lugar, que el lector tenga una clara idea de lo que es la
inspiración para luego dar una serie de pautas de
interpretación.
La Verdadera Llave de la Ciencia
 La Verdadera Llave de la Ciencia
John García
mimijab144000@yahoo.es

El presente artículo es un esfuerzo para ayudar al sincero estudiante de la

Biblia a desarrollar normas adecuadas para interpretarla correctamente
(hermenéutica). El autor considera que a fin de lograr esto es menester, en
primer lugar, que el lector tenga una clara idea de lo que es la inspiración
para luego dar una serie de pautas de interpretación.

/ o primero que debemos tener

claro para un estudio efectivo
de las Escrituras es qué im-
plica el concepto de inspiración. El
Palabras Humanas

La Biblia es clara al decir que

texto clásico por excelencia en este
asunto lo encontramos en 2 Pedro
1:19-21:
«Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a
una antorcha que alumbra en lugar
oscuro, hasta que el día esclarezca
y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones; entendiendo
primero esto, que ninguna profecía
de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía
fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo».
PARTE I La Naturaleza de
la Inspiración
PRINCIPIO 1: Las palabras son
humanas y por lo tanto no debemos
basar nuestras doctrinas y argumen-
tos fundamentales en las palabras
usadas.
-1-
Dios mismo, a través del Espíritu
Santo, es la fuente de la verdad tal
cual se presenta en las Escrituras.
Toda la verdad viene de Dios (Heb.
1:1; Ap. 1:1). Dios es el que habla,
el que da el mensaje, el que revela,
el todo en todo. ¡Qué maravilla que
Dios se manifieste a un mundo en
pecado para salvarlo! ¡Maravilla del
amor de Dios!
Dios escoge “santos hom-
bres” y los inspira. Ellos hablaron
siendo “inspirados”, “impulsa-
dos” (Biblia Latinoamericana),
“movidos”, “llevados” (KJV), es
decir, no fue que “tomaron un dicta-
do”. Es importante ver que lo inspi-
rado fue el profeta y no sus palabras:
“El ángel me dijo: "Estas Palabras
son ciertas y verdaderas". El Señor
Dios, que inspira a los profetas, ha
enviado su ángel para mostrar a sus
siervos lo que ha de suceder pron-
to” (Ap. 22:6 RVR 1990). Entonces,
podemos saber con seguridad que la
inspiración obra en el profeta y no
en sus palabras. En el siguiente tex-
to distinguimos que la obra del Se-
ñor, al inspirar a los profetas para
que entendieran la verdad, se llevó a
cabo en la mente del hombre:
«Por lo cual, este es el pacto
que haré con la casa de Israel des-
pués de aquellos días, dice el Se-
ñor: Pondré mis leyes en la mente
de ellos, y sobre su corazón las
escribiré». Heb. 8:10.
Esto lo dice más claramente
el Espíritu de Profecía:
«No son las palabras de la Bi-
blia las inspiradas, sino los hom-
bres son los que fueron inspirados.
La inspiración no obra en las pala-
bras del hombre ni en sus expresio-
nes, sino en el hombre mismo,
que está imbuido con pensamien-
tos bajo la influencia del Espíritu
Santo. Pero las palabras reciben
la impresión de la mente indivi-
dual». 1MS 24.
Esta cita es bastante clara, la
inspiración obra en el hombre, el
profeta; su mente está bajo la in-
fluencia del Espíritu Santo que colo-
ca pensamientos llenos de verdades.
Dice también Elena de White:
«Los escritores de la Biblia
tuvieron que expresar sus ideas
con lenguaje humano». 1MS 22.
Esto nos indica que todo lo
escrito, está expresado en lenguaje
humano. Si estudiamos las palabras
nos limitamos a estudiar al profeta,
estaríamos deificando el razona-
miento humano. Pero lee esto:
«La Biblia no nos es dada en
un grandioso lenguaje sobrehuma-
-2-
no». 1MS 23.
No es un superhombre el que
escribe, no hay un sentido místico
oculto que no se echa de ver en las
palabras usadas. No hay base para
sugerir la inspiración verbal o de las
palabras. Las palabras son totalmen-
te humanas.
En otra parte dice el Espíritu
de Profecía que Dios “iluminó con
su Espíritu la inteligencia y el cora-
zón de sus siervos” (CS 8) de modo
que pudiesen conocer la verdad.
A cada profeta se le dijo lo
mismo: “Escribe en un libro lo que
ves...” (Ap. 1:11. Ver también Isa.
8:1; Hab. 2:2).
Es curioso el hecho de que a
ningún profeta se le dijo: “Escribe lo
que entiendas” o lo que “se te ocu-
rra”, que sería el extremo que deja el
origen del mensaje como totalmente
humano. Pero tampoco se le dijo:
“Escribe lo que te voy a dictar”, lo
cual es el otro extremo que nos lleva
a que Dios dictó cada palabra de la
Escritura y que las palabras son las
inspiradas.
En conclusión, la verdad que
se revela está sujeta a las palabras
que use el escritor para expresar y
revestir el pensamiento divino. La
Biblia reboza de textos que indican
que las palabras usadas en el original
pertenecen totalmente al profeta (ver
Jer. 51:64; Hag. 1:12; Hech. 13:27;
Juan 12:38)
El Método Gramatical
Tampoco hay base para un
estudio gramatical de las Escrituras.
En la Biblia, debemos buscar ideas o
verdades, pues éstas sí son de origen
divino. El método gramatical con-
siste en parte en el estudio sistemáti-
co de una palabra a lo largo de la
Biblia, aunque haya sido usada por
diferentes autores. Esto está en con-
tradicción con lo revelado por el Es-
píritu de Profecía que dice que “no
son las palabras de la Biblia las ins-
piradas, sino los hombres son los
que fueron inspirados... las palabras
reciben la impresión de la mente in-
dividual” (1MS 24). Dicho de otro
modo, un escritor puede usar una
palabra de una manera distinta a
otro; al intentar interpretarla según el
uso que se le da en otra parte de la
Escritura donde posiblemente se em-
plee de otra manera, podríamos lle-
gar a conclusiones totalmente erró-
neas. Así lo expone magistralmente
la inspiración:
«La Biblia debió ser dada en el
lenguaje de los hombres. Todo lo
que es humano es imperfecto.
Diferentes significados se expre-
san con la misma palabra: no
hay una palabra para cada idea
distinta». 1MS 23.
Algunos piensan que a la
hora de interpretar una palabra de-
ben dejarse guiar por la estadística.
Es decir, si la mayoría de las veces
un símbolo o palabra significa algo
determinado, debemos inclinarnos
por la mayoría, sin tomar en cuenta
el sentido que le corresponde en el
contexto que se trata o si el conteni-
do de otro pasaje es parecido al tema
en el cual se encuentra la palabra
investigada. Esto es un error, pues
-3-
ya vimos que diferentes significados
se expresan con la misma palabra.
Examinemos la siguiente cita:
«Las mentes humanas varían.
Las mentes que difieren en educa-
ción y pensamiento reciben im-
presiones diferentes de las mis-
mas palabras, y es difícil que,
por medio del lenguaje, una per-
sona le dé a otra, de diferente
temperamento, educación y hábitos
de pensamiento, exactamente las
mismas ideas en cuanto a lo que
es claro y nítido en su propia
mente». 1MS 21.
Aquí encontramos el peligro
que corremos al estudiar la Biblia
por palabras. Como nuestra mente
es totalmente distinta a la del escritor
debido a la cultura, los hábitos y la
educación recibida, podemos recibir,
y de hecho recibiremos, impresiones
distintas de una misma palabra. Es
por esto que no podemos basar una
doctrina o llegar a una conclusión a
partir de un solo texto, pues pode-
mos formarnos una idea errada de la
verdad que se trata de transmitir.
Debemos, entonces, analizar las
ideas a la luz de otros textos bíblicos
(vea que digo textos y no palabras)
para aproximarnos a la verdad.
El método gramatical busca
desesperadamente ver la “palabra
original”, pues si el escritor usó esa
palabra es porque era inapropiado
usar otra y, por lo tanto, tiene un
mensaje oculto y místico. El método
gramatical prohíbe investigar un si-
nónimo, pues es “la palabra” origi-
nal lo importante.
La doctrina de la “inspiración
verbal” (que las palabras son inspira-
das) también ha hecho que tenga
éxito el famoso código secreto de la
Biblia. Hay quienes creen que la
Biblia fue escrita haciendo uso de un
código secreto de origen divino.
Observando el orden en que están
dispuestas “las palabras originales”
y entrelazándolas como en un “Sopa
de letras” (diagonal, vertical, etc),
pretenden descubrir profecías ocul-
tas. Pero la Biblia declara enfática-
mente que el inspirado es el profeta
y no sus palabras, y el profeta mis-
mo “habló” con sus propias pala-
bras.
Las Estructuras de la Biblia
El apóstol Pablo al escribir su
carta a los romanos expresó que la
forma en la cual estaba hablándoles
(es decir, a través de lo escrito) era
humana: “Hablo como humano, por
vuestra humana debilidad” (Rom.
6:19). Nótese que él dice que lo
hacía como humano, no como super-
hombre. Entonces las palabras y la
forma eran totalmente humanas.
En otro texto se dice: “Y los
espíritus de los profetas están sujetos
a los profetas” (1 Cor. 14:32).
¿Quiénes son los espíritus de los
profetas? Son los ángeles que los
inspiran y guían en el proceso (vea
Dan. 4:13; 7:16; 8:16-21; 9:21; Ap.
7:13). También el Espíritu Santo
(Ap. 1:10). Pues ellos están sujetos
y limitados por el profeta, su com-
prensión, su fuerza, su forma de ex-
presar la verdad y el léxico que po-
sea. Por ejemplo, el ángel Gabriel
no pudo continuar con la visión,
pues Daniel no entendía ni tenía
-4-
fuerzas (Dan. 8:16,27). . El Espíritu
de Profecía declara:
«El Señor dio la verdad a sus
apóstoles, para que la expresaran
de acuerdo con su mentalidad
mediante el Espíritu Santo. Pero
la mente no está sujeta, como si
hubiera sido forzada dentro de
cierto molde». 1MS 25.
Así que la forma de la presen-
tación del mensaje, la estructura en
la cual se presenta es TOTALMEN-
TE humana, pues está expresada de
acuerdo, bajo el molde, en la forma
de la mentalidad del profeta. Esto
echa por tierra otro error que se
quiere esgrimir para poder estudiar
la Biblia. Hablo de las estructuras
quiásticas. Los que defienden esta
teoría explican que a la hora de estu-
diar un texto se debe interpretar a la
luz de su posición en la estructura.
Pero la estructura obedece a la inter-
pretación del que la descubrió. Si se
estudia un texto bajo esta “luz” se
está estudiando la Biblia con una
opinión preconcebida, además que
esa estructura (si es que existe) es
totalmente humana. Y la estructura
no es inspirada. Una persona, que sí
era inspirada, dice lo siguiente en
cuanto a las estructuras de pensa-
miento que encontramos en la Escri-
tura:
«La Biblia está escrita por
hombres inspirados, pero no es la
forma del pensamiento y de la
expresión de Dios. Es la forma de
la humanidad». 1MS 24.
 Judíos y Gnósticos
La forma de estudiar la Biblia
concentrándose en palabras y luego
viciarlas cambiando su verdadero
sentido es característica de los judí-
os. En una ocasión, luego de que
Jesús purificó el templo y ellos tu-
vieron evidencia de su divinidad, le
pidieron otra prueba, pues no querí-
an obedecer a la ya dada. Jesús les
respondió: “Destruid este templo, y
en tres días lo levantaré” (Juan
2:19).
Ellos se concentraron en una
palabra y la torcieron de su verdade-
ro significado para justificar su in-
credulidad: “Dijeron luego los judí-
os: En 46 años fue edificado este
templo, ¿y tú en tres días lo levanta-
rás?” (Juan 2:20). Ellos lo entendie-
ron de manera literal, torciendo su
significado original. Dice el apóstol:
“Mas él hablaba del templo de su
cuerpo” (vers. 21).
En el evangelio de Lucas en-
contramos el siguiente relato:
“Entonces un doctor de la Ley
se levantó, y para probar a Jesús, le
preguntó: ‘Maestro, ¿qué debo hacer
para heredar la vida eterna?’ Jesús
le contestó: ‘¿Qué está escrito en la
Ley? ¿Cómo lees?’ El respondió:
‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y todo tu entendimiento;
y a tu prójimo como a ti mis-
mo’” (Lucas 10:25-27). Al doctor
no le gustó la respuesta, pues la apli-
cación le condenaba directamente y
“él, queriendo justificarse a sí mis-
mo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi pró-
jimo?” (Luc. 10:29). Vemos que se
-5-
centró en una palabra, para eludir la
verdad y auto justificarse. Esta es la
hermenéutica o forma de interpretar
que Jesús condenó (ver Luc. 11:52),
la que volvió ciegos a los dirigentes
del pueblo de Israel (ver Mat. 23:16-
22,24,26) y no les permitió ver la
verdad. Esta misma hermenéutica es
la usada por los eruditos de hoy día,
quienes, como antaño, han vuelto
ciego a los líderes y a la iglesia ad-
ventista de hoy (ver Ap. 3:14,17).
Así lo declara el Espíritu de Profe-
cía:
«Las vicisitudes de los hijos
de Israel y su actitud justamente
antes de la primera venida de
Cristo me han sido presentadas
vez tras vez para ilustrar la posi-
ción del pueblo de Dios en su
experiencia antes de la segunda
venida de Cristo: cómo el enemi-
go se valía de cada oportunidad
para dominar las mentes de los
judíos y cómo hoy está procuran-
do cegar las mentes de los siervos
de Dios para que no puedan dis-
cernir la preciosa verdad... Cristo
había dado preciosas gemas de
verdad, pero los hombres las habí-
an envuelto con los andrajos de la
superstición y el error. Les había
impartido las palabras de vida,
pero no vivieron de cada palabra
que sale de la boca de Dios. Vio
que el mundo no podía hallar la
Palabra de Dios, porque estaba
oculta por las tradiciones de los
hombres... ¡Cómo anhelaba Cristo
exponer a los sacerdotes los mayo-
res tesoros de la verdad, cómo ar-
día su corazón por eso! Pero la
mente de ellos se había plasmado
en un molde tal, que era casi impo-
sible revelarles las verdades relati-
vas al reino de Cristo. Las Escri-
 turas no habían sido leídas co-
rrectamente». 1MS 475-477.
Se nos dice aquí que la expe-
riencia de Israel antes del primer ad-
venimiento de Cristo ilustra la expe-
riencia del pueblo de Dios antes de
la segunda venida de Cristo. Pero,
¿qué pueblo es ese? En el libro de
Apocalipsis ese pueblo está repre-
sentado por la Iglesia de Laodicea,
que describe la condición de la Igle-
sia Adventista del Séptimo Día. Tú
mismo puedes contestar estas pre-
guntas: ¿Cuál es nuestra condición
como pueblo? ¿Qué significa ser
miserable, pobre, ciego y desnudo?
El caso de los gnósticos en
los albores del cristianismo constitu-
ye también una advertencia para no-
sotros, pues nos muestra las conclu-
siones a las que se llega si no se to-
man literalmente las Escrituras. Di-
ce el Diccionario Enciclopédico Qui-
llet, Tomo IV, p. 527: “Desde los
comienzos del cristianismo, los
gnósticos se opusieron a la opinión
de la mayoría. Consideraban que los
dogmas enseñados en los libros san-
tos, tomados al pie de la letra, serví-
an para el vulgo, pero había en cam-
bio para los espíritus superiores, en
esos mismos textos, una ciencia tras-
cendente que daba la clave de los
misterios más profundos. Así, la
gnosis no fue más que la introduc-
ción, en el seno del cristianismo, de
todas las especulaciones cosmológi-
cas o teosóficas, que integraban la
mayor parte de las religiones anti-
guas del Oriente y habían sido acep-
tadas por los neoplatónicos de la es-
cuela de Alejandría”.
Se puede percibir que el pri-
-6-
mer paso que hizo que los gnósticos
llegaran a especulaciones filosóficas
anticristianas fue el no aceptar la in-
terpretación literal de las Escrituras.
Las doctrinas predicadas por ellos
fueron condenadas enérgicamente
por los apóstoles, según podemos
leer en las cartas de Juan, Judas, la
segunda de Pedro y algunas de las de
Pablo (colosenses, hebreos, etc.).
No cometamos el mismo error.
El Buen Ejemplo de Guillermo
Miller
La hermenéutica que los eru-
ditos usan actualmente contrasta con
la manera de estudiar la Biblia de los
adventistas primitivos. Se nos dice,
además, que los principios de inter-
pretación de Guillermo Miller eran
correctos. Así está escrito:
“multitudes se convencieron de que
los principios de interpretación pro-
fética adoptados por Miller y sus
compañeros eran correctos” (CS
383). En cuanto a las palabras él
“reconocía a cada palabra el sentido
que le correspondía en el tema de
que trataba el texto” (CS 366). Aquí
se presenta claramente que él creía
que el sentido de cada palabra de-
pende del tema que se trata en ese
pasaje, y no de la estructura, ni de su
uso por otro escritor.
¿Es el elemento humano un obstá-
culo para entender la Biblia?
Hasta aquí puede parecer que
el hecho de que la Biblia fue escrita
con elementos humanos, se presta a
mayor confusión al interpretarla.
Pero no, Dios usó este método por
nuestra humana debilidad (Rom.
6:16). Además:
«El Señor habla a los seres
humanos en lenguaje imperfecto, a
fin de que puedan comprender sus
palabras los sentidos degenerados,
la percepción opaca y terrena de
seres terrenos. Así se muestra la
condescendencia de Dios. Se en-
cuentra con los seres humanos
caídos donde están ellos». 1MS
25,26.
Sin embargo, hay que notar
que la verdad no está, como dicen
muchos, en “un sentido místico, se-
creto y espiritual que no se echa de
ver en el lenguaje empleado en ellas.
Esos hombres son falsos maes-
tros” (CS 656,657). Los profetas
recibieron la orden de escribir clara-
mente la verdad: “Y escribirás muy
claramente en las piedras todas las
palabras de esta ley”. “Me dijo Je-
hová: Toma una tabla grande, y es-
cribe en ella con caracteres legibles
tocante a Maher-salal-hasbaz”.
“Escribe la visión, y declárala en
tablas, para que se pueda leer co-
rrientemente” (Deut. 27:8; Isa. 8:1;
Hab. 2:2 VM).
De manera que “las cosas
importantes que conciernen a nues-
tra salvación no quedaron envueltas
en el misterio. No fueron reveladas
de manera que confundan y extraví-
en al que busca sinceramente la ver-
dad” (CS 575,576). Si eres sincero,
podrás conocer la verdad. Pero no
pienses que podrás conocer por me-
dio de este lenguaje lo inescrutable
de Dios. El apóstol Pablo reconoció
-7-
que lo que vio no podía expresarse
con el lenguaje humano (2 Cor.
12:4), y David dijo que no había len-
guaje ni palabras para referirse a la
inmensidad de Dios (Sal. 19:3). La
hermana White escribió:
«La Biblia, perfecta como es
en su sencillez, no responde a las
grandes ideas de Dios: pues las
ideas infinitas no pueden ser per-
fectamente incorporadas en los
vehículos finitos del pensamiento.
En vez de que las expresiones de la
Biblia sean exageradas, como mu-
chos suponen, las expresiones vi-
gorosas se quebrantan ante la mag-
nificencia del pensamiento, aunque
el escribiente elija el lenguaje más
expresivo para transmitir las verda-
des de la educación superior. Los
seres pecadores sólo pueden sopor-
tar mirar una sombra del brillo de
la gloria del cielo». 1MS 26.
Finalmente, como resultado,
tenemos la Biblia con ideas y verda-
des divinas, expresadas y escritas en
lenguaje, palabras y estructuras total-
mente humanas. Dichos elementos
fueron los que la Biblia heredó de
cada uno de sus escritores. “Esta
unión existía en la naturaleza de
Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo
del hombre. Se puede pues decir de
la Biblia, lo que fue dicho de Cristo:
‘Aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros’. (S. Juan 1:
14)” (CS 8). En vista de esta natura-
leza, y diferenciación interna, es de-
cir, unidad en la diversidad, puede
parecer al lector superficial, descui-
dado y desprevenido que hay diver-
gencias y contradicciones. Pero es-
to, lejos de confundir, nos da un per-
fecto conjunto, adecuado para satis-
facer las necesidades de los hombres
en TODAS las circunstancias de la
vida (ver 2 Tim. 3:15-17).
PRINCIPIO 2: Los símbolos son
revelados por Dios según su propó-
sito, y no tienen su origen en la men-
te humana.
Dios les mostró a los profetas
símbolos y figuras:
«Pero yo soy Jehová tu Dios
desde la tierra de Egipto; aún te
haré morar en tiendas, como en los
días de la fiesta. Y he hablado a
los profetas, y por medio de los
profetas usé parábolas». Os. 12:9-
10.
Todo esto significa que todo
lo que ellos vieron no fue producto
de su imaginación, de sus desvaríos,
de su experiencia en el andar diario,
ni siquiera de su percepción de lo
que pudo haber sido la realidad mos-
trada. Si el profeta dice que vio un
oso, no fue que él se imaginó que era
un oso, o que fue influenciado por el
ambiente en el cual vivía. No, Dios
usó el símbolo de un oso para refe-
rirse a una realidad que le mostró al
profeta. Esto está extensamente evi-
denciado por las expresiones que usa
el profeta: “vi”, “oí”, “yo te mostra-
ré” (Ap. 4:1), etc.
Es por eso que podemos decir
que los símbolos son usados por
Dios, y Él no puede contradecirse
sino que más bien está en concor-
dancia con el uso del mismo símbolo
en otra visión dada a otro profeta.
Hay que notar el énfasis del apóstol,
-8-
“ninguna” profecía llegó como
“interpretación privada” del propio
profeta; “nunca” y bajo ninguna cir-
cunstancia el profeta fue influencia-
do por “voluntad humana”, ni por el
ambiente cultural, histórico y geo-
gráfico en el cual vivía, esto contras-
ta con uno de los postulados de la
falsa hermenéutica. Según ésta, hay
que emplear el método histórico-
gramatical, el cual consiste en que
“la Escritura tiene solo un significa-
do y es el que se obtiene al entender
el pasaje en su contexto litera-
rio• gramatical y a la luz de su con-
texto histórico. Una cosa es decir
que el mensaje fue escrito en prime-
ra instancia a un grupo de personas
en un lugar del tiempo, y otra muy
distinta es decir que ese lugar del
tiempo influyó en el contenido de la
visión. Por ejemplo, decir que el
profeta Juan vio el dragón que repre-
sentaba al diablo y al poder romano
porque estaba influenciado por la
mitología o la tradición de sus días,
o cosas similares. TODOS los sím-
bolos fueron mostrados por el Espí-
ritu y no por “interpretación priva-
da” o “voluntad humana”.
En todo el proceso, Dios “por
su Santo Espíritu, habilitó a hombres
y los hizo capaces de realizar esta
obra” (CS 9).
Cuando Juan recibió la reve-
lación “estaba en el Espíritu” (Ap.
1:10). Fue llevado en Él a lugares
por él desconocidos (Eze 8:3; Ap.
17:3; 21:10) y en esos lugares vio
cosas que de otra manera jamás
hubiese conocido (Eze. 8:5-18).
Los que alguna vez han soña-
do, saben por experiencia propia que
lo que se experimenta parece real.
De igual manera el profeta experi-
menta realmente lo que ve en el sue-
ño o visión, no es una mera imagina-
ción. Por esto en la revelación en-
contramos registrado lo experimen-
tado por él (ver Ap. 5:4; 10:9,10).
Hay que notar que en el momento de
la visión o sueño el profeta no está
consciente de la diferencia (1 Rey.
3:15).
PRINCIPIO 3: Los profetas no fue-
ron inspirados a medias.
También su inteligencia fue
guiada “en la elección de lo que de-
bían decir o escribir” (CS 9) al ser
impresionados por el Espíritu en la
situación real de aquello por lo cual
iba a escribir. Consideremos: un
ejemplo:
«La iglesia le envió a Pablo
una carta, en la que le pedían con-
sejo respecto a varios asuntos, pero
no decía nada de los graves peca-
dos que existían entre ellos. Sin
embargo, el Espíritu Santo im-
presionó fuertemente al apóstol
en el sentido de que se le oculta-
ba la verdadera condición de la
iglesia, y que con esa carta se
intentaba arrancarle declaracio-
nes que los que la habían escrito
pudieran interpretar de modo
que sirvieran a sus propósitos
personales». HAp. 242.
Entonces el Espíritu Santo
inspiró a Pablo al momento de abor-
dar problemas particulares como
cuando exponía temas doctrinales.
Ya vimos que los hombres fueron
inspirados por el Espíritu Santo. La
-9-
inspiración de un escritor depende si
fue o no guiado por el Espíritu San-
to. Esto es así por lo dicho:
«Porque el que Dios envió, las
palabras de Dios habla; pues Dios
no da el Espíritu por medida».
Juan 3:34.
Jesús dice que si Dios lo en-
vió, todo lo que habla es inspirado
(“las palabras de Dios habla”); y es-
to es en virtud de que Dios no inspi-
ra a medias, o por medidas. Así, que
la teoría de los grados de inspiración
(que algunas partes de la Escritura
son más inspiradas que otras, y aun
que hay algunas como los saludos
que ni inspirados son) es contraria a
la afirmación de Jesús. Veamos la
siguiente declaración:
«Tanto en el tabernáculo [de
Battle Creek] como en el colegio
se ha enseñado el tema de la inspi-
ración, y hombres finitos se han
sentido llamados a decir que algu-
nas cosas de las Escrituras fue-
ron inspiradas y otras no. Se me
mostró que el Señor no inspiró los
artículos sobre la inspiración
publicados en la Review ni aprobó
su presentación ante nuestros jó-
venes del colegio». 1MS 26.
PRINCIPIO 4: Cada profeta tuvo
una percepción parcial de la verdad.
Es bueno que ahora hablemos
de los “santos hombres” que fueron
inspirados por el Espíritu Santo.
Sabemos que fueron diversos hom-
bres, cada uno con su propia perso-
nalidad y por un “largo período de
dieciséis siglos” (CS 7). Estos hom-
bres diferían en sus facultades inte-
lectuales y espirituales. Compare-
mos a los apóstoles Pablo y Pedro.
Pablo fue educado por un erudito
llamado Gamaliel, estudiado en va-
rias lenguas, miembro del Sanedrín.
Pedro fue un pescador, un hombre
del vulgo. Esto se hace más patente
en la forma de escritura en sus cartas
inspiradas. Pero de ninguna manera
esto coloca a uno en una posición
mayor que el otro, pues ambos fue-
ron inspirados en igual magnitud,
pues Dios no da el Espíritu por me-
dida. Como resultado “un escritor
percibe con más fuerza cierta parte
del asunto; comprende los puntos
que armonizan con su experiencia
o con sus facultades de percepción
y apreciación” (CS 8).
Esto nos explica por qué to-
dos los escritos del apóstol Pablo
están saturados del tema de la justifi-
cación por la fe (CORRESPONDÍA
CON SU EXPERIENCIA ESPIRI-
TUAL), o por qué los del apóstol
Juan con el tema del amor. Cada
uno comprendió y enfatizó un aspec-
to importante de la verdad, y cada
uno de estos aspectos, como un per-
fecto conjunto, dan la armonía y be-
lleza que encontramos en la Escritu-
ra. ¡Gracias a Dios por su don infa-
lible! Leamos la siguiente cita:
«El Creador de todas las ideas
puede impresionar a diferentes
mentes con el mismo pensamiento,
pero cada una puede expresarlo de
una manera diferente, y sin embar-
go sin contradicción. El hecho de
que existan esas diferencias no
debiera dejarnos perplejos o con-
fundidos. Es muy raro que dos
- 10 -
personas vean y expresen la verdad
de la misma manera. Cada una se
ocupa de puntos particulares que
su idiosincrasia y educación la
capacitan para apreciar. La luz
solar que cae sobre diferentes obje-
tos, les da matices diferentes».
1MS 25.
Analicemos algunas cosas
interesantes. Primero: toda la Escri-
tura está saturada de la misma ver-
dad. Y esa verdad “aparece en sus
variados aspectos” (CS 8). Entonces
para poder conocer la verdad, debe-
mos armarla a través de sus diferen-
tes aspectos. Usando el mismo
ejemplo que da la inspiración: la luz
da matices diferentes según el objeto
en el cual cae. Si queremos recons-
truir la luz a partir de los matices,
debemos reunirlos todos y fundirlos
en uno para obtener de nuevo la luz.
Así también, debemos reunir todos
los aspectos de una misma verdad
presentada a lo largo de toda la Es-
critura para poder tener una com-
prensión amplia de ella.
Esto condena la práctica de
algunos cristianos que al estudiar un
tema, sólo lo hacen a través de algu-
nos escritores que son de su predi-
lección. Algunos, por ejemplo, estu-
dian solo el Nuevo Testamento,
otros solo los cuatro evangelios,
otros dejan a un lado algunas decla-
raciones que contradicen su teoría
favorita, y otros dejan de estudiar las
profecías, pues creen que están sella-
das, o que no las pueden compren-
der, o que no son cristocéntricas y
no contribuyen a edificar su
“relación” con Jesús. Todos éstos
tienen una visión limitada e incom-
pleta de la verdad. Pues recordemos
que necesitamos todos los matices.
Todos éstos se creen más sabios que
Dios, y le dicen (con sus hechos y
pensamientos) que realmente
“algunas” cosas no son necesarias.
Están señalando un camino más co-
rrecto (según ellos) que el mostrado
por el Señor. Su sabiduría es nece-
dad. ¡Ay de aquellos que escuchan
tal necedad!
Debemos reunir todos los tex-
tos que se refieren al asunto que es-
tamos tratando y nos será explicado.
Así lo dice el profeta:
«Porque mandamiento tras
mandamiento, mandato sobre man-
dato, renglón tras renglón, línea
sobre línea, un poquito allí, otro
poquito allá; porque en lengua de
tartamudos, y en extraña lengua
hablará a este pueblo, a los cuales
él dijo: Este es el reposo; dad repo-
so al cansado; y este es el refrige-
rio; mas no quisieron oír. La pala-
bra, pues, de Jehová les será man-
damiento tras mandamiento, man-
dato sobre mandato, renglón tras
renglón, línea sobre línea, un po-
quito allí, otro poquito allá; hasta
que vayan y caigan de espaldas, y
sean quebrantados, enlazados y
presos». Isa. 28:10-13.
¿Cómo abordar las Escrituras?
No necesitamos herramientas
humanas viciadas, como la historia
escrita por hombres prejuiciados y
no inspirados, la arqueología incom-
pleta e interpretada por hombres no
sinceros e incrédulos de la verdad
presente, o eruditos que siempre
piensan que tienen la razón y ni si-
- 11 -
quiera escuchan los argumentos de
agricultores iletrados o mujeres sin
educación. En lugar de ello, necesi-
tamos la ayuda del Espíritu Santo.
Así lo dice claramente el apóstol
inspirado:
«Pero la unción que vosotros
recibisteis de él permanece en vo-
sotros, y no tenéis necesidad de
que nadie os enseñe; así como la
unción misma os enseña todas las
cosas, y es verdadera, y no es
mentira». 1 Juan 2:27.
Te hago una pregunta: ¿Crees
en la Biblia? Entonces, ¿crees que
este pasaje fue escrito por inspira-
ción? La Biblia es clara, si buscas la
manera de eludir la verdad, de segu-
ro que la encontrarás. Pero recuerda
que el Señor conoce tu corazón y ve
lo que te motiva a no prestar aten-
ción a un claro “así dice Jehová”.
En el tiempo en el cual nos encontra-
mos hoy, el Señor lleva cuenta exac-
ta de nuestros más secretos motivos
y un día tendremos que dar cuenta a
Dios de ellos. ¡Dios nos libre de
querer eludir la verdad!
Según el texto arriba mencio-
nado, si a la hora de encontrar un
texto difícil o una palabra que no
entendamos, buscamos la ayuda de
una herramienta fuera de la Biblia
consultamos a un ser humano
(aunque sea pastor, profesor o enten-
dido) estamos con nuestros hechos
diciendo que lo que Dios proveyó en
su Palabra no es suficiente y que ne-
cesitamos que alguien nos enseñe.
Si Dios dice lo contrario, ¿no le
hacemos a él mentiroso con nuestra
actitud? No sólo eso, veamos que en
el texto se nos dice que lo único que
Dios proveyó para que entendamos
es la unción, el Espíritu Santo. Si
buscamos el método humano para
interpretar las Escrituras estamos
despreciando al Espíritu Santo y es-
tamos diciendo que no queremos que
él reine sobre nosotros. Oigamos el
consejo del apóstol inspirado:
“Por tanto, es necesario que
con más diligencia atendamos a las
cosas que hemos oído, no sea que
nos deslicemos. Porque si la pala-
bra dicha por medio de los ángeles
fue firme, y toda transgresión y
desobediencia recibió justa retribu-
ción, ¿cómo escaparemos nosotros,
si descuidamos una salvación tan
grande?” Heb. 2:1-3.
Y otra vez:
“Mirad que no desechéis al
que habla. Porque si no escaparon
aquellos que desecharon al que los
amonestaba en la tierra, mucho me-
nos nosotros, si desecháremos al que
amonesta desde los cielos”. Heb.
12:25.
¿Nos atreveremos a no ser
diligentes, a descuidar y desechar
esta breve amonestación?
- 12 -
PARTE II Reglas de Inter-
pretación
Éstas son reglas extraídas de
la misma Escritura. La Biblia dice
cómo debemos interpretarla. Antes
de exponerlas y explicarlas hay que
hacer notar que algunos sabios han
tratado de decir que hay una regla de
interpretación para cada literatura
bíblica; una para los textos narrati-
vos, otra para la profecía, otra para
los textos poéticos; pero están erra-
dos. No podemos hacer distinción
entre textos de la Escritura, pues hay
narraciones que también son profe-
cía (vea Gál. 4:22-31, 1 Reyes 17-
19; entre otros). La Hna. White de-
clara que Miller aplicó los mismos
principios de interpretación tanto a
libros proféticos como a otros libros
de la Biblia y en la experiencia com-
probó e interpretó correctamente los
símbolos proféticos (ver CS 366).
Ahora bien, ¿puede alguien llegar a
la verdad usando principios inco-
rrectos? Declaro enfáticamente que
no, menos cuando la inspiración ala-
ba su obra y certifica que sus princi-
pios eran correctos (vea CS 383).
¿Hizo un uso correcto de esos prin-
cipios al aplicarlos a la profecía? La
inspiración declara que esta obra fue
dirigida por los ángeles del cielo (CS
367). Ellos tenían la seguridad de
que sus principios eran sanos (CS
363) y hasta los inconversos y ene-
migos estaban convencidos de la
veracidad de ellos y no podían derri-
barlo (CS 383,457). ¿Somos más
sabios que los ángeles? ¿Tenemos
una experiencia más profunda que
Guillermo Miller?
 En vista de toda esta luz reve-
lada en épocas anteriores no se justi-
fica el hecho de tanta ignorancia y
ceguera en nuestra iglesia, a no ser
que se entienda a la luz de la apatía
del pueblo al estudio personal de la
Escritura por un lado y a muchas
creencias que oscurecen el consejo
por otro.
Dios ha declarado que en el
tiempo del fin (en el cual ya vivi-
mos) el conocimiento de la profecía
aumentaría (Dan. 12:4). Más aún,
para los días finales, es decir, a me-
dida que se acerque el fin del tiempo
del fin el Señor ha declarado que la
comprensión de las profecías sería
total (Jer. 23:20;30:24; Apoc 10:7;
Dan 12:4). Entonces debemos arre-
glar debidamente nuestras lámparas
a través de sanos principios de inter-
pretación. La Biblia nos da la pauta:
“El que lee, entienda...” (Mat.
24:15).
Aquí encontramos una decla-
ración sencilla que contiene una ver-
dad profunda: la verdadera llave de
la ciencia. Esta constituye la prime-
ra regla.
Regla #1: Debemos leer todo, pues
todo es para nosotros (Mateo
24:15).
Hay algunos que declaran que
ciertas porciones no son para esta
época sino para la gente de aquel
entonces y no se aplican a nosotros.
Algunas porciones como el consejo
en cuanto al uso del velo o los peina-
dos dicen que se refería a un grupo
de personas y no a nosotros. Pero
estas personas contradicen al Señor
- 13 -
que declara:
«Porque las cosas que se escri-
bieron antes, para nuestra enseñan-
za se escribieron, a fin de que por
la paciencia y la consolación de las
Escrituras, tengamos esperanza».
Rom. 15:4.
Respondamos: ¿Para quién se
escribieron? Y otra vez:
«Y estas cosas les acontecieron
como ejemplo, y están escritas
para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de
los siglos». 1 Cor. 10:11.
¿Quién está más cerca de los
fines de los siglos, Pablo o nosotros?
Pero la Biblia dice refiriéndose a los
profetas:
«A estos se les reveló que no
para sí mismos, sino para nosotros,
administraban las cosas que ahora
os son anunciadas». 1 Ped. 1:12.
En toda la Escritura es claro
el hecho de que todo lo registrado,
fue pensado en especial para el pue-
blo al que le correspondería vivir en
los días finales. ¿Cómo se atreven
algunos hombres a minimizar la im-
portancia de algunos textos de la
Biblia? Escuchen los tales lo que
Jesús dice:
«De manera que cualquiera que
quebrante uno de estos manda-
mientos muy pequeños, y así ense-
ñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el reino de los cie-
los». Mat. 5:19.
Regla #2: Las traducciones son vá-
lidas y podemos confiar en ellas.
“En la ley está escrito: En
otras lenguas y con otros labios
hablaré a este pueblo; y ni aun así
me oirán, dice el Señor” (1 Cor.
14:21). A partir de este texto pode-
mos notar que Dios no habla por una
o dos lenguas o idiomas. Aquí se
está profetizando que él nos hablaría
en otras lenguas. Para saber su apli-
cación debemos conocer de qué ma-
nera nos habla Dios: “DIOS nos
habla por la naturaleza y por la reve-
lación, por su providencia y por la
influencia de su Espíritu” (CC 92).
Entre estas cuatro maneras
encontramos que la única que está
relacionada con idiomas es la Escri-
tura. Esto concuerda con el siguien-
te texto: “Dios, habiendo hablado
muchas veces y de muchas maneras
en otro tiempo a los padres por los
profetas...” (Heb. 11:1).
Entonces Dios hablaría en
otras lenguas por los profetas, los
cuales escribieron las Escrituras. La
única manera en que esto ocurriría
sería a través de las traducciones
bíblicas. Si creemos o pensamos
que para entender el mensaje de
Dios en su Palabra hay que obliga-
damente consultar los originales, que
Dios sólo habla una o dos lenguas
(hebreo y griego), entonces estamos
quebrantando las Escrituras que di-
cen lo contrario. No, la Biblia decla-
ra expresamente que Dios hablaría
en otras lenguas. Esto se cumplió de
una manera sorprendente cuando el
evangelio debía ser llevado a los
gentiles. Veamos el caso de Hechos
- 14 -
2. ¿Por qué fue necesario que Dios
otorgase el don de lenguas? Para
que cada cual entendiese el mensaje
de Dios en su propia lengua materna.
¿Por qué se escribió el Nuevo Testa-
mento en griego si los escritores
eran hebreos? No fue porque era
más bonito, más elegante, sino por-
que era el idioma más popular en ese
tiempo.
El hebreo y el griego son len-
guas, una de las cuales está muerta.
Dios da indicaciones en su Palabra
para el uso de lenguas extranjeras en
el culto. Estas reglas se aplican tam-
bién al hebreo y el griego:
«El que habla en lengua extra-
ña, a sí mismo se edifica; pero el
que profetiza, edifica a la iglesia...
Tantas clases de idiomas hay, se-
guramente, en el mundo, y ninguno
de ellos carece de significado.
Pero si yo ignoro el valor de las
palabras, seré como extranjero para
el que habla, y el que habla será
como extranjero para mí... Doy
gracias a Dios que hablo en len-
guas más que todos vosotros; pero
en la iglesia prefiero hablar cinco
palabras con mi entendimiento,
para enseñar también a otros, que
diez mil palabras en lengua desco-
nocida. Hermanos, no seáis niños
en el modo de pensar, sino sed
niños en la malicia, pero maduros
en el modo de pensar». 1 Cor.
14:4,10,11,18-20.
En la iglesia de Corinto exis-
tía el problema del orgullo por po-
seer el don de lenguas. Se usaba de
manera desordenada y la audiencia
quedaba sin entendimiento por no
conocer la lengua. Este problema lo
presentan algunas denominaciones
evangélicas. Nosotros también pre-
sentamos un problema con el don de
lenguas pero con el uso del hebreo y
griego para interpretar las Escrituras.
Soy estudiante de teología y
veo con claridad que muchas veces
se usa este conocimiento de esas len-
guas para enorgullecerse y proyectar
un aire de sabiduría superior. Se
enseña que si usted no posee este
conocimiento no podrá entender la
Biblia. ¿Pero será que ellos son más
sabios que el Espíritu Santo que di-
ce: “En otras lenguas y con otros
labios hablaré a este pueblo; y ni aun
así me oirán, dice el Señor”? La
obra de reforma consistió en darle la
Escritura al pueblo en su lengua ma-
terna quitándola de las garras del
papado. El clero católico sostenía
que la Biblia debía estudiarse y leer-
se en un idioma desconocido para el
pueblo común. ¿No suena conoci-
do? Nuestros eruditos y conocedo-
res de las lenguas hebrea y griega,
están imitando al clero católico.
Quiera Dios que los hombres de hoy
presten atención a un mensaje que sí
es inspirado por Dios:
«Doy gracias a Dios que hablo
en lenguas más que todos vosotros;
pero en la iglesia prefiero hablar
cinco palabras con mi entendi-
miento, para enseñar también a
otros, que diez mil palabras en
lengua desconocida. Hermanos,
no seáis niños en el modo de pen-
sar, sino sed niños en la malicia,
pero maduros en el modo de pen-
sar. En la ley está escrito: En
otras lenguas y con otros labios
hablaré a este pueblo; y ni aun así
me oirán, dice el Señor ... Si yo
- 15 -
hablase lenguas humanas y angéli-
cas, y no tengo amor, vengo a ser
como metal que resuena, o címbalo
que retiñe». 1 Cor. 14:4,10,11,18-
21;13:1.
Así también lo pensaba el
agricultor Guillermo Miller; en la
regla # 14 de sus principios de inter-
pretación:
«Nosotros tenemos que creer
que Dios nunca hará inaccesible su
Palabra. Y podemos tener confian-
za que el que toma nota del go-
rrión, y el número de cabellos de
nuestra cabeza, guardó la traduc-
ción de su propia Palabra y ha
lanzado un cerco a su alrededor, y
previene a aquellos que sincera-
mente confían en Dios, y colocará
su confianza implícita en su Pala-
bra a los extraviados de la verdad,
los cuales piensan que no pueden
entender griego y hebreo».1
¿Qué les parece? Yo les di-
ría: “Creed en un hombre que ha ex-
perimentado”. Esta conclusión de un
pionero está en concordancia con la
Hna. White, la cual declara enfática-
mente que el Espíritu Santo acompa-
ña a los traductores y les da poder y
sabiduría en su labor:
«Fue el poder del Espíritu
Santo lo que durante la época del
obscurantismo permitió a los cris-
tianos valdenses contribuir a la
preparación del terreno para la
Reforma. Fue el mismo poder lo
que hizo eficaces los esfuerzos de
muchos nobles hombres y mujeres
que abrieron el camino para el es-
tablecimiento de las misiones mo-
dernas, y para la traducción de la
 Biblia a los idiomas y dialectos
de todas las naciones y pueblos».
HAp 44.
Pero algunos cuyo objetivo es
jactarse de poseer sabiduría superior
declaran que es necesario ir a los
originales y si usted no puede, debe
entonces conformarse con aceptar
las conclusiones de aquellos que sí
pueden. Pero este es un engaño.
Ellos quieren que así sea, pues de-
claran que hay errores de traducción,
aun otros aseguran que no podemos
confiar en lo que dice nuestra Biblia
en español pues los copistas come-
tieron errores y hay que comparar
los diversos registros de los copistas,
para ver las variantes textuales (esto
es lo que se llama baja crítica).
Los que la usan no confían en
lo que dice su Biblia en las traduc-
ciones, comparan las variantes tex-
tuales, y con un razonamiento huma-
no tratan de elegir cuál porción debe
permanecer y cuál no. De allí se
origina el que, en algunas versiones,
Juan 8, Rom. 8:1 (una porción), 1
Juan 5:7 y otros textos se encuentren
entre corchetes o aun no aparezcan.
Pues como no aparecen en algunos
manuscritos que ellos consideran
más antiguos, entonces piensan que
fueron añadidos y no inspirados.
Pero la inspiración declara:
«Algunos nos miran con serie-
dad y dicen: "¿No creen que debe
haber habido algún error de co-
pista o de traductor?" Todo esto
es probable, y aquellos que son
tan estrechos para vacilar por
esto y tropezar en esta posibili-
dad o probabilidad, estarían
también listos para tropezar en
- 16 -
los misterios de la Palabra inspi-
rada, porque su débil mente no
puede discernir los propósitos de
Dios. Sí, tropezarían con la mis-
ma facilidad en los claros hechos
que acepta la mente común que
discierne lo Divino, y para la
cual las declaraciones de Dios
son claras y bellas, llenas de
meollo y de grosura. Todos los
errores no ocasionarán dificultad
a un alma ni harán que ningún
pie tropiece, a menos que se trate
de alguien que elaboraría dificulta-
des de la más sencilla verdad reve-
lada». 1MS 18.
Aunque ella reconoce que es
probable que así sea, y que algunas
palabras y no textos completos fue-
ron cambiadas, ella no justifica la
actitud de la baja crítica, antes bien
hace una descripción de los que
quieren corregir los errores de la Bi-
blia, los que supuestamente cometie-
ron los copistas o traductores:
«Son como un hombre que
forcejea torpemente en el lodo,
incapaz de liberarse, y que, sin
embargo, dice a otros cómo salir
del mar fangoso en que se encuen-
tran. Esta es una representación
adecuada de los hombres que
tratan de corregir los errores de
la Biblia. Nadie puede mejorar la
Biblia sugiriendo lo que el Señor
quiso decir o lo que debería haber
dicho». 1MS 18.
¿Pero acaso no se nos enseña
como teólogos a usar la baja crítica?
«Hermanos, no se ocupe nin-
guna mente ni mano en criticar
la Biblia. Esa es una obra que
Satanás se deleita en que alguien
la haga, pero no es una obra que
 el Señor nos ha indicado hacer».
1MS 20.
La inspiración lo ha dejado
bien claro. Ojalá seamos como ni-
ños para aceptar la verdad. En vista
de la posibilidad de corrección,
¿podemos confiar en las traduccio-
nes actuales? Leamos:
«Pero el Señor ha preservado
este Libro Santo en su forma
actual mediante su propio poder
milagroso». «Tomo la Biblia tal
como es, como la Palabra Inspira-
da. Creo en sus declaraciones: en
una Biblia completa». 1MS
17,19.
No podemos extraer de ella
textos como no inspirados, no sabe-
mos cuales fueron las palabras cam-
biadas (son algunas palabras no tex-
tos), no sabemos si el manuscrito
que tenemos como más antiguo es
una copia fiel al original o si es una
de esas manipulaciones; tampoco
hay manera de saberlo. Debemos
aceptar la Biblia tal cual es, creer en
sus declaraciones, en sus declaracio-
nes completas y confiar que Dios
preservó su Palabra. La solución
para esa situación de la posibilidad
de errores la dejó la inspiración:
«Vi que Dios había guardado
en forma especial la Biblia; sin
embargo cuando los ejemplares de
ella eran pocos, hubo sabios que en
algunos casos cambiaron las pala-
bras, pensando que estaban hacien-
do más claro su sentido, cuando en
realidad estaban confundiendo lo
que era claro e inclinándolo hacia
sus opiniones establecidas, que
eran gobernadas por la tradición.
- 17 -
Pero vi que la Palabra de Dios, en
conjunto, es una cadena perfec-
ta, de la cual una porción se vin-
cula con la otra y la explica. Los
verdaderos buscadores de la ver-
dad no necesitan errar; porque no
sólo es la Palabra de Dios clara y
sencilla al presentar el camino de
la vida, sino que el Espíritu Santo
es dado como guía para com-
prender el camino de la vida en
ella revelado». PE 220,221.
Aquí dice en “algunos casos”,
no fue en toda la Escritura, y no se
nos dice en cual caso ni la manera de
descubrir cuáles son los casos. Lue-
go nos dice que fueron palabras y no
porciones enteras. Dado que las pa-
labras no son inspiradas, esta obra
afectó el entendimiento, pero no
afectó el mensaje o la idea. Y más
adelante nos presenta la manera para
evitar caer en error debido a ello:
Tomar la Palabra en conjunto, con
jotas y tildes y agruparlas, pues una
explica y aclara el sentido de la otra.
No se le permitió al diablo confundir
toda la Escritura. Y también el Es-
píritu Santo nos guiará a toda la ver-
dad (Juan 16:13). Todavía se nos da
un consejo final en este sentido:
«Hermanos, aferraos a vuestra
Biblia, a lo que dice, y terminad
con vuestra crítica en cuanto a
su validez, y obedeced la Palabra,
y ninguno de vosotros se perderá».
1MS 20.
Regla #3: Los registros histó-
ricos y científicos encontrados son
todos así como lo dice: exactos y
fidedignos.
 Hay algunos que piensan que
ciertos detalles de los registros bíbli-
cos, sean históricos o científicos, no
son tan fidedignos, pues no son li-
bros históricos o científicos; y su
objetivo no era ése. Sin embargo, no
aducen ninguna prueba inspirada
para ello, sólo su razonamiento. Pe-
ro, ¿es válida esa regla humana y
finita? Algunas citas que sí son ins-
piradas dicen: “Se ha creído que la
geología contradice la interpreta-
ción literal del relato mosaico de la
creación” (Ed 128). Debemos inter-
pretar literalmente, como está clara-
mente escrito.
«La Biblia es la historia más
antigua y abarcante que poseen los
hombres. Nació de la fuente de la
verdad eterna y una mano divina
ha preservado su pureza a través
de los siglos. Ilumina el lejano
pasado en el cual en vano trata de
penetrar la investigación humana.
Solamente en la Palabra de Dios
contemplamos el poder que puso
los cimientos de la tierra y exten-
dió los cielos. Sólo en ella halla-
mos un relato auténtico del origen
de las naciones. Sólo en ella se da
una historia de nuestra raza, libre
de prejuicios u orgullo huma-
nos». Ed 173.
La historia bíblica está libre
de impurezas humanas. Es un relato
auténtico de la historia descrita.
¿Creeremos a Dios o a los hombres?
Regla #4: Debemos hacer una lectu-
ra profunda y no superficial
Así como el comer apresura-
damente y sin masticar debidamente
- 18 -
es perjudicial a la salud física, el leer
apresurada y superficialmente la Es-
critura es dañino a la salud mental y
espiritual. Está profetizado que los
lectores superficiales (que leen sin
entender lo que leen, o sin compren-
der su relación con todo el plan de
salvación y al poco tiempo se les
olvida lo que leyeron) serán engaña-
dos durante el zarandeo (ver TM
112).
El profeta Daniel nos dice que
él “miraba atentamente en los li-
bros” (Dan. 9:2) para poder llegar a
la verdad. No era desatenta o des-
cuidada su lectura. Y el apóstol Pe-
dro nos declara que la actitud de los
profetas era que “diligentemente in-
dagaron” (1 Ped. 1:10-12). Cuando
Jesús le dio el librito de Apocalipsis
10 a Juan, le dijo que lo comiera, lo
cual indica masticarlo, saborearlo
(pues le sería dulce) y tragarlo para
que formara parte de su ser (Ap.
10:8,9). Esto lo expone magnífica-
mente la inspiración:
«No se saca sino un beneficio
muy pequeño de una lectura pre-
cipitada de las Sagradas Escritu-
ras. Uno puede leer toda la Biblia
y quedarse, sin embargo, sin ver
su belleza o comprender su senti-
do profundo y oculto». CC 90.
¿Qué cree usted que se diría
del año bíblico? ¿Y de la memoriza-
ción de libros bíblicos para compe-
tencia sin comprender su aplicación?
¿Y de la lectura de libros enteros
para “meramente llenar” informes de
lecturas devocionales o de estudio?
¿Qué le agradará más a Dios,
que nos guiemos por la tradición o
por la inspiración? Los que estudian
superficialmente las Escrituras se
perderán (ver 2 Ped. 3:15,16).
Regla #5: Debemos hacer una lectu-
ra clara, tomando en cuenta las re-
glas del lenguaje y los detalles, tam-
bién el sentido que le corresponde a
una palabra según el tema que trata.
Refiriéndose a los levitas en
el tiempo de Esdras y Nehemías,
dice la Biblia: “Y leían el libro de la
ley de Dios claramente, y ponían el
sentido, de modo que entendiesen la
lectura” (Neh. 8:8). Explicando la
pronunciación distinta, en sus res-
pectivos énfasis y en la puntuación,
la inspiración usa este texto (vea
PVGM 270). Leer claramente signi-
fica darse cuenta de las comas, los
puntos, los signos de exclamación e
interrogación, quién es el sujeto de
la oración (tácito o no), a quién se
refiere el verbo o la acción. Todo
esto nos ayudará a entender la lectu-
ra y su aplicación. Algunos pensa-
rán que estos detalles no ayudan sino
que confunden y son innecesarios,
pero considere esto: “ni una jota ni
una tilde pasará de la ley, hasta
que todo se haya cumplido” (Mat.
5:18). Los detalles son importantes.
También se dice que “ponían
el sentido”. En el tiempo de Esdras
y Nehemías “los casamientos mixtos
del pueblo con otras naciones habían
contribuido a la corrupción del idio-
ma hebreo, y los que hablaban nece-
sitaban poner mucho cuidado para
explicar la ley en el lenguaje del
pueblo, a fin de que todos la com-
prendiesen” (PR 489).
Los ministros no llamaban al
- 19 -
pueblo a leer la ley en su idioma ori-
ginal, antes la explicaban “en el len-
guaje del pueblo”. Los ministros
hacían la traducción con facilidad,
pues el hebreo original era su lengua
materna. Pero esto no apoya el uso
de los originales, pues nosotros no
hablamos griego ni hebreo, pero sí
nos insta a explicarla en un lenguaje
que todos puedan entender.
A cada palabra le corresponde
un sentido según el tema. Esto es
parte de leer poniendo el sentido, lo
que está en contra de la semasiología
(que estudia el significado de una
palabra de acuerdo a la época en que
se escribió el texto en que se la em-
plea). La palabra que el profeta usa
no depende tanto de la influencia
externa como de la mente individual.
No caigamos en semejante
ejemplo de desobediencia, pero sí
escuchemos y aceptemos la pauta
siguiente:
«El lenguaje de la Biblia debe
explicarse de acuerdo con su signi-
ficado manifiesto, a no ser que se
trate de un símbolo o figura». CS
657.
Si no es un símbolo o figura,
debemos aceptar la Biblia tal como
se lee.
Regla # 6: Escudriñar
«Y éstos eran más nobles que
los que estaban en Tesalónica,
pues recibieron la palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas
eran así». Hech. 17:11.
 Es una obra diaria. Debemos
escudriñar, investigar, inquirir dili-
gentemente como lo hace un minero
hasta que encuentra la preciosa joya.
La Escritura declara que el conoci-
miento bíblico aumentaría solamente
cuando “muchos correrán de aquí
para allá” (Dan. 12:4), que es medi-
tar y pensar en el tiempo, en la pro-
fecía (ver CS 409).
Regla # 7: Interpretar
Toda interpretación verdadera
de la Palabra viene de Dios (Gén.
40:8). Para poder interpretar correc-
tamente debemos saber diferenciar,
en lo que leemos, qué es simbólico y
qué es literal. Lo literal debe acep-
tarse tal como se lee. Lo simbólico
debe entenderse a qué se refiere.
Luego de interpretar todo debe acep-
tarse tal como se interpretó. Veamos
lo que dice Guillermo Miller en su
regla # 11:
«Si al permanecer (una pala-
bra) tal como está, armoniza con el
sentido común, y no violenta la
simple ley natural, entonces debe
ser entendido literalmente, si no
figurativamente».2
Me parece muy lógico y más
aun cuando la inspiración declara
que eran correctos sus principios de
interpretación (véase textos citados).
Si al leer vemos algunas cosas que
rompen con el mundo natural
(entiéndase como aceptando la inter-
vención de Dios en el mundo), por
ejemplo langostas con dientes de
leones, dragones, animales o cosas
que no existen en realidad, deben ser
- 20 -
interpretados como símbolos y no
literalmente.
El significado de estos símbo-
los debe buscarse en la misma Bi-
blia. Sostenemos el principio de la
“sola escritura”. No debemos buscar
sus raíces en la historia, la tradición
o la mitología. Todas estas fuentes
son extrabíblicas y no inspiradas.
Antes bien, deben buscarse en el
contexto inmediato o en otros pasa-
jes de la Escritura. La Biblia se ex-
plica a sí misma.
En la interpretación he encon-
trado personas que piensan que no
podemos interpretar un texto ante-
rior (del AT, por ejemplo) a la luz de
un texto posterior (del NT, por ejem-
plo). Pero esto es un gran error.
¿No interpretó acaso Pablo la reali-
dad del santuario del AT a la luz del
NT? ¿Cómo interpretaremos las
fiestas judías sin el NT? En el Con-
flicto de los Siglos la Hna. White
interpreta las aguas de Dan. 7:2 a la
luz de Ap. 17:15 (CS 492) ¿Se equi-
vocó otra vez la inspiración?
También debemos entender
correctamente una verdad o profecía
para poder entender las demás (ver
Mar. 4:13). De modo tal que una
profecía mal interpretada, o una pa-
labra, puede traer confusión y tinie-
blas. Esto podría formar parte del
velo.
Regla #8: Buscar un cumplimiento
de la profecía
La Biblia dice que “ni una
jota ni una tilde pasará de la ley, has-
ta que todo se haya cumplido” (Mat.
5:18). Es decir, ni la palabra o sím-
bolo más insignificante pasará de la
ley (como sombra o profecía; ver
Heb. 10:1) hasta que se cumpla. En-
tonces una correcta interpretación
debe abordar cada detalle de la pro-
fecía. Pero también para que un
evento corresponda al verdadero
cumplimiento de la profecía debe, en
este evento, evidenciarse claramente
el cumplimiento de cada jota y tilde
de la profecía. Jesús dijo que todo lo
escrito debía cumplirse (Jos. 21:45;
1 Sam. 3:12; Dan. 11:36;12:7; Luc.
18:31; 21:22;22:37; Hech. 13:29).
Si usted leyó cuidadosamente
cada uno de los versículos, verá que
no se exagera al decir que cada deta-
lle de la profecía debía cumplirse.
¿No fue así con las profecías refe-
rentes al Mesías? ¿No debe ser así
para con todas las profecías? Pre-
gunto: ¿Somos más sabios que el
Señor? Oigamos la siguiente amo-
nestación: “Y si alguno quitare de
las palabras del libro de esta profe-
cía, Dios quitará su parte del libro de
la vida”. Ap. 22:19.
Si alguna profecía no se cum-
plió o se cumplió parcialmente en
los días del profeta o en un tiempo
posterior, todavía su cumplimiento
total y perfecto puede y debe espe-
rarse. Este método lo usó el apóstol
Pedro al interpretar una profecía del
patriarca David que no se cumplió
con él ni con nadie, aunque sí con
Cristo (ver Hech. 2:25-32); y la Hna.
White usa el mismo razonamiento en
algunos ejemplos: PR 221; CS 440-
441; 670. Hay que aclarar que no
habrá otro mensaje acerca de tiempo
o cómputo definido de tiempo profé-
tico. Así dice la Escritura (Ap. 10:6)
- 21 -
y lo explica el Espíritu de Profecía:
«La gente no tendrá otro men-
saje acerca de un tiempo definido.
Después de este lapso, que ahora
abarca desde 1842 a 1844, no pue-
de haber ningún cómputo definido
de tiempo profético. El cálculo
más prolongado llega hasta el oto-
ño de 1844». 7CBA 982.
El buscar el cumplimiento
exacto de la profecía está basado en
que Dios nos ha dejado señales, que
al irse cumpliendo, nos van marcan-
do el paso del tiempo y la cercanía
de la venida de nuestro Señor.
Esto debe buscarse, pues Dios
controla la historia y él influye en las
mentes de los que tienen en sus ma-
nos el destino de las naciones pode-
rosas para que tomen decisiones que
cumplan sus designios. Notemos:
«Porque Dios ha puesto en sus
corazones el ejecutar lo que él
quiso: ponerse de acuerdo, y dar su
reino a la bestia, hasta que se cum-
plan las palabras de Dios». Ap.
17:17; ver también 2 Crón.
36:22,23; Isa. 60:22.
Dios influye sobre las mentes,
despierta el espíritu de quien él de-
see para que realice su voluntad y así
la historia y la profecía armonicen,
hasta que se cumplan todas las pala-
bras de Dios. Por supuesto, también
el diablo influye tratando unas veces
que el propósito de Dios no se ejecu-
te y otras veces cumpliéndolo sin
saberlo (ver Dan. 10:13,20,21; Juan
11:49-52; Ap. 16:13,14). Dios lo
hace todo a través de sus ángeles
(Ap. 7:1; cf. Ap. 9:14,15).
 Un Llamado Final
Hermanos, quizás les han pa-
recido un poco duras estas palabras,
pero lo único que me ha motivado a
lo largo de esta breve exhortación es
el conocimiento de la situación lao-
dicense de mi pueblo. No tengo la
experiencia de muchos de nuestros
queridos pastores, tampoco pretendo
alcanzarla. Soy un joven y ante
ellos seguiré siéndolo. Pero deseo
sinceramente que desempolvemos la
verdad que se ha estado ocultando
por años. El reavivamiento vendrá
por la comprensión de las profecías.
Espero que esta herramienta que,
con la ayuda de Dios espero pueda
llegar a sus manos, sea la llave que
le ayude a abrir los tesoros encade-
nados del baúl de la Palabra de Dios,
tesoros tanto nuevos como viejos.
No sigamos el camino del antiguo
Israel:
«Porque dos males ha hecho mi
pueblo: me dejaron a mí, fuente de
agua viva [la unción, el Espíritu
Santo; ver Juan 7:38,39], y cavaron
para sí cisternas, cisternas rotas
que no retienen el agua [falsos
maestros guiados por la falsa her-
menéutica; ver 2 Ped. 2:1,17]».
Jer. 2:13.
Debemos dejar de hacer lo
malo, y aprender a hacer el bien. El
bien es escuchar el consejo de Jesús
que dice: “Guardaos de la levadura
de los fariseos y de los saduceos...
de la doctrina de los fariseos y de los
saduceos” (Mat. 16:6,12). No sólo
nos advierte, sino que también nos
dice qué hacer:
- 22 -
«Así dijo Jehová: Paraos en
los caminos, y mirad, y pregun-
tad por las sendas antiguas, cuál
sea el buen camino, y andad por
él, y hallaréis descanso para vues-
tra alma». Jer. 6:16.
Las sendas antiguas represen-
tan los caminos ya revelados por
Dios a nuestros padres o pioneros.
No la tradición, sino lo revelado por
Dios.
Para amonestarnos, Dios nos
dejó lo siguiente como advertencia
cuál fue la causa fundamental que
hizo que los judíos crucificaran al
Señor:
«Después de perder la costum-
bre de aceptar la Palabra de Dios
exactamente como se lee, o de per-
mitirle ser su propio intérprete, la
leyeron a la luz de sus máximas y
tradiciones... Una condición seme-
jante existe en el mundo hoy entre
los así llamados cristianos». Cris-
to Triunfante 228
Para terminar les dejo con
algunas citas que nos dicen qué acti-
tud debemos tomar ante todo esto:
«Cuando se presenta un punto
de vista de las Escrituras, muchos
no preguntan: ¿Es cierto? ¿Está en
armonía con la Palabra de Dios?
Sino ¿quién lo defiende? y a me-
nos que venga precisamente por el
medio que a ellos les agrada, no lo
aceptan. Tan plenamente satisfe-
chos se sienten con sus propias
ideas, que no quieren examinar la
evidencia bíblica con un deseo de
aprender, sino que rehúsan intere-
sarse, meramente a causa de sus
prejuicios.
«El Señor a menudo obra cuan-
do nosotros menos lo esperamos;
él nos sorprende al revelar su
poder mediante instrumentos de
su propia elección, mientras pasa
por alto a los hombres por cuyo
intermedio hemos esperado que
viniera la luz. Dios quiere que
recibamos la verdad por sus pro-
pios méritos, porque es verdad».
TM 103.
«El gran peligro para nuestros
hermanos ha sido el de depender
de los hombres, y hacer de la carne
su brazo. Los que no han tenido
el hábito de escudriñar la Biblia
por sí mismos, o pesar la eviden-
cia, tienen confianza en los hom-
bres dirigentes, y aceptan las
decisiones que ellos hacen; y así
muchos rechazan los mismos
mensajes que Dios envía a su
pueblo, si estos hermanos diri-
gentes no los aceptan. Nadie debe
pretender que tiene toda la luz que
existe para el pueblo de Dios. El
Señor no tolerará esta condición».
TM 104.
«Suponed que un hermano sos-
tiene un punto de vista que difiere
del vuestro, y que viene a vosotros,
proponiéndoos que os sentéis con
él para hacer una investigación de
ese punto en las Escrituras.
¿Debéis levantaros, llenos de pre-
juicio, y condenar sus ideas, mien-
tras os rehusáis a escucharlo sin
prejuicio? El único procedimien-
to correcto sería el sentaros co-
mo cristianos para investigar la
posición presentada a la luz de
la Palabra de Dios, la cual revela-
rá la verdad y desenmascarara el
error. El ridiculizar sus ideas no
debilitará su posición en lo más
mínimo si fuera falsa, ni fortale-
cerá vuestra posición si fuera la
verdad. Si los pilares de nuestra
fe no soportan la prueba de la in-
- 23 -
vestigación, es tiempo de que lo
sepamos. Ningún espíritu de fa-
riseísmo debe ser acariciado en-
tre nosotros». TM 104-105.
«Los jóvenes deben investigar
las Escrituras por sí mismos. No
deben pensar que es suficiente
que los de más experiencia bus-
quen la verdad; que los más jó-
venes pueden aceptarla cuando
proviene de ellos, considerándo-
los una autoridad. Los judíos
perecieron como nación porque
fueron apartados de la verdad de
la Biblia por sus gobernantes,
príncipes y ancianos. Si hubieran
escuchado las lecciones de Jesús, e
investigado las Escrituras por sí
mismos, no habrían perecido».
TM 106.
«Cuando un punto de doctrina
que no entendáis llegue a vuestra
consideración, id a Dios sobre
vuestras rodillas, para que podáis
entender qué es verdad y no ser
hallados como lo fueron los judí-
os luchando contra Dios». TM
107.
«Si un hermano está enseñando
el error, los que están en puestos
de responsabilidad deben saberlo;
y si está enseñando verdad, han
de decidirse a sostenerlo. Todos
nosotros debemos saber lo que se
enseña en nuestro medio; pues si
es la verdad, debemos conocerla.
El maestro de la escuela sabática
necesita saberlo, y todo alumno de
la escuela sabática debe compren-
derlo. Todos estamos bajo la obli-
gación hacia Dios de comprender
lo que él nos envía. El ha dado
instrucciones por las cuales pode-
mos probar toda doctrina: "¡A la
ley y al testimonio! Si no dijeren
conforme a esto, es porque no les
ha amanecido". Pero si está de
acuerdo con esta prueba, no es-
 téis tan llenos de prejuicio que
no podáis reconocer un punto,
sencillamente porque no con-

v
cuerda con vuestras ideas». TM
107-108.

Referencias

1. Knight, George R., “1844 and the Rise of

Sabbatarian Adventism”, Review and
Herald Publishing Association, p. 69.
Tomado de “Midnight Cry”, Nov. 17,
1842, p. 4.
2. Ídem.

- 24 -
La Verdadera Llave de la Ciencia
 Adventistas de la Deidad verdadera, el Sábado y la Fe de Jesús

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EXPLICACIÓN DE NUESTRO NOMBRE Y LEMA
Ministerio: Organizando congregaciones bajo el orden evangélico de Melquisedec.
Nomianista: Exaltamos por precepto y ejemplo la vigencia de los 10 mandamientos
de Dios. Por lo cual reavivamos el mensaje que los pioneros adventistas sostuvieron
con unanimidad desde 1854 hasta 1904 (los 50 años de prueba de firmeza del mensaje
mencionados por la revelación) y desde esa fecha hasta que la Iglesia de los
Adventistas del Séptimo Día hizo los cambios de doctrina (1931) que la llevaron a la
apostasía del presente.
Fe de Jesús: Creemos en las doctrinas que Jesús enseñó mientras estuvo en la carne y
buscamos confiar en sólo en Él que nos justifica nuestro pasado y nuestra vida en
santificación. Por lo que añadimos al mensaje de los pioneros el mensaje de 1888 dado
por Waggoner y Jones.
Todo lo anterior basado en el lema del remanente final según el mensaje del tercer
ángel (Apocalipsis 14.12).
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