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Su sobresaliente imagen en el mundo del canto vallenato la consiguió gracias

a éxitos de la talla de La pava congona, Marta Cecilia, Mercedes, Dolor


guajiro, La espinita y Suegra buena. La otra faceta de Landero es que es un
prolífico compositor y su creación puede alcanzar las 400 obras, dentro de las
que se destacan Perdí las abarcas y La muerte de Eduardo Lora compuesta
cuando falleció quien fuera uno de sus más queridos amigos. Según lo indica
el mismo Landero, con este último tema se dio a conocer.

Andrés Landero nació en el municipio de San Jacinto, departamento de


Bolívar, el 4 de febrero de 1931. Su padre era el gaitero Andrés Guerra y su
madre Rosalba Landero. En su hogar, el pequeño creció en medio de un
ambiente musical. Desde los ocho años se acostumbró a visitar el monte y se
aprendió los sonidos de la naturaleza, lo que después le ayudó a su vena
artística como compositor.

A los 18 años, emprendió la lucha por la vida y se unió a un grupo de


vendedores de comida y vestidos que iban de pueblo en pueblo. Al mismo
tiempo se hizo conocer como intérprete pues visitaba todas las festividades y
corralejas que se realizaban en ésas poblaciones.

Desde muy joven aprendió a tocar el acordeón. Su primer acordeón se lo


compró a Pacho Rada. Recuerda que en 1950 fue invitado por Delia Zapata
Olivella para hacer parte de su grupo de baile que emprendía una gira por
Europa. No pudo ir porque su madre se opuso. También recuerda La hamaca
grande, que compuso Adolfo Pacheco, ya que le hizo el arreglo y fue el
primero que la interpretó.

Formó su propio conjunto y empezó a participar en certámenes donde resultó


triunfador. Ha sido proclamado «Rey de la cumbia» en El Banco, Magdalena,
«Rey sabanero» en Sincelejo, «Rey» en Arjona, Bolívar (1969) y «Rey del
festival bolivarense del acordeón» (1968). Participó en cinco oportunidades
en el Festival de la Leyenda Vallenata logrando dos segundos lugares y dos
terceros lugares.

Su primer conjunto lo integró con Eduardo Lora como cantante, Carlos Caro,
en la guacharaca y José Tobías en la caja. Los viajes empezaron y Landero
realizó giras a Venezuela, Panamá, República Dominicana y México. En este
país, fue declarado «Rey de la cumbia».

“Me tocó abrir los ojos y los oídos para ir aprendiendo. Luego vinieron los
viajes a México, ¡mi mejor época! Con lo que gané allá fue que compré la
casita. No es un palacio, pero bueno, ahí vivo. Y una tierrita cerca a San
Jacinto, porque mi papá me enseñó todo eso de la tierra, y ahí tengo naranjos
y otros frutales”.

Cuenta con un sinnúmero de admiradores en Colombia y en el exterior,


especialmente en los Estados Unidos donde las colonias de colombianos
siempre estuvieron al tanto de sus presentaciones y grabaciones. Dentro de
sus admiradores, que incluyen personajes de las artes y la l iteratura, también
hay políticos importantes. Uno de ellos fue el doctor Belisario Betancur, quien
cuando ejerció la presidencia de Colombia, en sus viajes a la Costa Atlántica,
mandaba a llamar a Andrés Landero para escucharlo.

Andrés Gregorio Guerra Landero, merecidamente llamado el «Rey de la


cumbia», murió en Cartagena, el primero de marzo de 2000.

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