igual al hermoso caos. El sol nos baña de luz. La esencia policromática refleja el blanco del papel por los aires. Traes una falda corta y blusa ajustada. Unos anteojos grandes y claros. Te sientas justo enfrente de mí. Con mi lápiz en la mano. No me dejas escribir más y me besas largamente, jugando con tu lengua en mi boca. Acaricio tus pies, tus tobillos, tus rodillas. Me gusta tu liguero negro. Acaricio la cara interna de tus muslos. Deslizo mis dedos suavemente. Justo cuando voy a acariciar tu pubis, me quitas las manos, te sientas encima de mí y sujetas mi cara con tus largas uñas. Me besas. Sigues con tu lengua hasta mi lóbulo; muerdes mi oreja, bajas al cuello. Me muerdes también el cuello, la tráquea y los hombros. Te mueves sobre mi pantalón, cada vez con mayor rapidez. Conforme más duro está mi miembro, más rápido te mueves, sonriendo maliciosamente. Te sobas contra mi bulto. Siento la humedad de la delgada tela de tus braguitas. Desabrochas tu blusa con el escudo de la escuela, lento. Me gusta tu lencería negra. Sin quitártela, sacas un pezón y lo metes a mi boca como si fuera un lactante. Chupo y muerdo despacito. El sol entra por el enorme ventanal de la escuela. Me gusta el reflejo en tus ojos de fiera atacante. En tus pechos redondos y perfectos. Recorro la tela de tus braguitas mojadas y meto mis dedos en ti hasta que te corres en ellos. Mojas mi mano con tu esencia divina. Y meto mis dedos uno por uno en tu boca, para que saborees tu propio sabor. Yo también los meto en mi boca y me excita tu sabor. Te levantas y pateas un poco para atrás la silla en la que estoy sentado. Te volteas y en un baile con música imaginaria bajas tu falda. Te pones de nuevo frente a mí y me bailas sólo con liguero, tacones y sostén. Mueves tu sexo desnudo, lo lanzas hacia mí como un reto. Desabrochas mi pantalón, masajeas mi verga, te gusta ver mi erección que es por ti y para ti. La metes en tu boca. Con tu lengua recorres de arriba a abajo, como si fuera un caramelo. Luego desciendes desde el glande en diminutas espirales hipnóticas. Te sujeto de los cabellos para llevarte a mi ritmo. Justo cuando siento que voy a eyacular, me detengo y te digo que te levantes. Luego te ordeno que te recuestes en el escritorio de espalda a mí. Así lo haces. Das un pequeño brinco cuando me sientes entrar entero. De una estocada me sientes entrar hasta el centro de tu ser. Muevo mi pelvis con énfasis y te doy sonoras nalgadas mientras tanto. De tu garganta sale un ritmo afrodisíaco de pequeños gritos y gemidos. El sonido de tus pechos contra el borde, completa la orquesta sexual. Me atraes hacia un delirio de vórtice y locura. Me comprimes, me succionas. Hasta que te baño en el manantial del placer prohibido. Has aprobado el curso de regularización, te digo al oído mientras abrocho mi cinturón y contemplo todavía algunas gotas de semen deslizándose entre tus muslos.