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Representaciones de lo masculino y lo femenino en el poema

“Material nupcial” de Pablo Neruda


ALEJANDRO M. CÁMARA FRÍAS / ANÁLISIS DEL DISCURSO

Imagino que el poema “Material nupcial” significa, para la ecdótica nerudiana, una

serie de inexactitudes que van desde la divergencia del título —en algunos textos

es referenciado como “Materia nupcial” (Loyola, 1964)— hasta la variación de

estrofas completas. Precisamente, la versión del poema con el que trabajaré para

este análisis difiere de la incluida en la edición de Residencia en la Tierra publicada

en 1976 por Seix Barral y también de la perteneciente a Cervantes Virtual con fecha

del 2000. A continuación, transcribo el poema a modo de punto de partida:

Material nupcial

De pie como un cerezo sin cáscara ni flores,

especial y encendido, con venas y saliva,

y dedos y testículos,

miro una niña de papel y luna,

5 horizontal, temblando y respirando, y blanca,

y sus pezones como dos cifras separadas,

y la negra reunión de sus piernas en donde

su sexo parpadea como un ojo de sangre.

Pálido, desbordante,

10 siento hundirse palabras en mi boca,

palabras como niños ahogados,


y me crecen dientes en forma aterradora.

La pondré como una espada o un espejo

y abriré hasta la muerte sus piernas asustadas

15 y morderé sus orejas y sus venas,

y haré que retroceda con los ojos cerrados

en un espeso río de semen verde.

La inundaré de amapolas y relámpagos,

la envolveré en rodillas, en labios, en agujas,

20 la entraré con pulgadas de epidermis llorando

y presiones de crimen y pelos empapados.

La haré huir escapándose por uñas y suspiros,

hacia adentro,

trepándose a la lenta médula y al oxígeno,

25 agarrándose a recuerdos y razones,

y con el alma hirviendo

como una olla hirviendo con cangrejos.

Debo correr durmiendo por caminos de piel

en un país de nácar y goma cenicienta,

30 luchando con hormigas y cuchillos y sábanas

y con ojos que caen en ella como muertos.

Y me van resbalando gotas del corazón

como pescados ciegos o balas de agua gruesa.


Analizar la representación de lo femenino y de lo masculino en el poema anterior

será la tarea y el principio estructurador de este trabajo. Naturalmente, esto nos

llevará a tocar otros aspectos del poema que se reiteran hasta volverse

sistemáticos, además de las oposiciones que construyen el sentido del texto, así

como los discursos que cruzan las palabras o conceptos utilizados, para finalmente

poder pensar en cuáles estructuras presentes en el texto se corresponden o se

explican en nuestra realidad social, o más bien, en la realidad del poeta chileno en

aquel tiempo.

Como señala Eipper (1989) en “Nuptial Material: a Model for Translating

Neruda’s Residence on Earth”: pareciera que el tema dominante del poema es el

del acto sexual caracterizado como algo negativo y destructivo. Un acto que

conlleva en este caso la presencia de un aspecto masculino y otro femenino. La

enunciación es la de un yo poético que utiliza la primera persona del singular y se

caracteriza con cierta contundencia y verticalidad desde el primer verso: “De pie

como un cerezo”. Luego, procede, diciendo: “miro una niña (…) horizontal”. Esta

contraposición, podría sugerir incluso los planos verticales y horizontales que suelen

ejemplificar las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas que se dan en un

sistema, como por ejemplo, en la lengua. Y desde ese momento podríamos

establecer la relación desigual que se da entre lo masculino y lo femenino en el

texto.

Éstos, aparecen en el texto siempre como opuestos y contrarios. El cerezo

que sirve como analogía de lo masculino en el primer verso, dista bastante de la niña

“de papel y luna”; por un lado, deducimos cierta fuerza y dureza del árbol contra el

papel, y por otro, se contrapone lo vivo, arbóreo de lo masculino con lo inanimado


que le corresponde a lo femenino. Este carácter frágil y temeroso de lo femenino que

aparece en el texto se refuerza por estar “temblando y respirando”.

En la primera estrofa, parece, están condensados la mayoría de los temas y

motivos que se desarrollarán a lo largo del poema. Por seguir un orden lógico,

atendamos al segundo verso, especialmente el segundo hemistiquio que dice “con

venas y saliva,”. Ya había señalado que lo masculino, por lo pronto, se había

representado más cercano al discurso de lo vivo, pero aquí también es posible

observar un elemento importante para no sólo este poema o poemario, sino de toda

la obra nerudiana, según comentaristas como Luigi Patruno (2011). Esto es: lo

líquido. Alusiones a este campo son múltiples en el poema: desde las “venas” que

sugieren sangre corriente, a el ojo inyectado de sangre que es el sexo femenino, o

lo “desbordante”, los “niños ahogados”, “hundirse”, “río”, “la inundaré”, “olla

hirviendo”, etc. Baste saber que el poema contiguo a “Material nupcial” dentro de

Residencia en la Tierra se titula “Agua sexual”.

También, desde el inicio, se introduce un juego cromático que competerá a

ambos aspectos. Lo femenino en esta primera estrofa es blanca, blanquísima

podríamos decir, pues papel, luna y, textualmente, la palabra “blanca” nos lo sugiere.

Pero, también hay “la negra reunión de sus piernas” y “su sexo parpadea como un

ojo de sangre” que agregan un rojinegro al inicial color blanco. Lo masculino, de

hecho, no participa demasiado en este juego de colores, es más bien “pálido”, y “sin

cáscara ni flores”, aunque el “río de semen verde” da una imagen vívida de color e

incluso de espesura. Una imagen, también poderosamente violenta y colorida, es la

“olla hirviendo con cangrejos” que se emparenta con el alma femenina siendo

atacada por lo masculino.


Hay, también, una sistemática de la fragmentación presentes en ambos

géneros que se replicará en cada estrofa. De lo masculino vemos solamente “dedos

y testículos”, y de lo femenino sus pezones y su sexo. Estos pares, también,

encaminan hacia una de las sistemáticas más importantes en el texto. Esto es, la

sistemática del dos o del doble. “Testículos”, “pezones”, “orejas”, “rodillas” son

siempre par. A nivel sintáctico se observa también con “amapolas y relámpagos”,

“uñas y suspiros”, “hormigas y cuchillos”, y demás enumeraciones pareadas. Los

pezones, también, son “como dos cifras separadas”. Esta mención de “cifras” en lo

corporal, además, en una parte a menudo erotizable, agrega el discurso de lo

económico a lo femenino o al cuerpo femenino. El número dos como modelo está

presente también en el metro de los dos versos utilizados con mayor frecuencia: el

alejandrino, partido en dos.

Siguiendo con lo dicho por Eipper (1989) observaré con mayor profundidad la

violencia presente en el texto, ejercida principalmente desde lo masculino hacia lo

femenino. En la segunda estrofa inicia de hecho una bestialización del yo poético

masculino con “y me crecen dientes en forma aterradora”. Los verbos de acción que

le proceden están en futuro, por lo que podemos pensar que se trata de una situación

imaginada, proyectada por el deseo y la mirada de la voz que enuncia, pero eso no

resta la brutalidad con la que se presenta, al grado de poder leer “y abriré hasta la

muerte sus piernas asustadas”. Aparece también la “espada”, símbolo fálico y

marcial por excelencia, y “agujas” semejantes a ésta, además de los verbos

“morderé”, “haré que retroceda”, “indundaré”, “envolveré”, “haré huir, entre otros, que

parecieran apuntar incluso a la depredación por parte de lo masculino hacia lo


femenino. En ningún punto del poema leemos algo cercano al discurso erótico o

amoroso, sino más bien, a lo sexual y lo violento, e incluso a “presiones de crimen”.

No sobra señalar también que lo femenino aquí se representa junto con un

elemento de ceguera. Su sexo, por ejemplo, es “como un ojo de sangre”, o sea un

ojo ciego, o directamente a “ojos cerrados”. Por el contrario, lo masculino observa e

incluso, podríamos pensar, inventa con la mirada. Si unimos este orden de

pensamientos con la sistemática de lo doble aparecido en el texto, un elemento que

ayuda a construir una lectura y un sentido global del texto es la inclusión de la palabra

“espejo”. Esta superficie, como sabemos, devuelve una imagen que es réplica, pero

no idéntica sino trastocada, de revés. Así, no sería del todo desventurado pensar

que femenino deviene un doble distorsionado de lo masculino. En ese espejo que es

mirada y deseo de la voz que enuncia, descubrimos un profundo sentido de soledad

y frustración del yo poético que explota en violencia.

Los poemas de Residencia en la Tierra fueron escritos entre 1925 y 1935,

durante las andadas diplomáticas de Pablo Neruda en colonias europeas de Oriente,

regiones aún más alejadas y marginadas de la sociedad de ese entonces. La vida

de Neruda transcurría entre la soledad y la diplomacia, escribiendo poemas y

correspondencia a sus amigos. En países Singapur, Sri Lanka o Birmania pasó esos

años. Sin querer hacer una lectura historicista o buscar correspondencias directas

en la vida del poeta y su obra, podemos detenernos a pensar en el título del poema:

“Material nupcial”. Apresuradamente, se puede afirmar que este par de palabras

sugiere algo destinado a las nupcias, al casamiento. Entonces, la idea de un

matrimonio forzado o acordado, por parte de una niña y un sujeto masculino


bestializado, dentro del contexto de estas sociedades en las que vivió Neruda, no

parece descabellada.

Yendo más lejos aún teniendo en cuenta la violencia de lo masculino frente a

lo femenino que se observó en el poema, saco a colación uno de los textos

testimoniales de Neruda que narra, entre otras cosas, las peripecias de esa época.

Me refiero a Confieso que he vivido y específicamente a una multitud de notas

periodísticas que se encuentran en línea, como el de Luna Miguel para PlayGround

titulado “Por qué sí es importante hablar de la violación de Pablo Neruda”. El

fragmento que ha causado polémica es el siguiente:

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a


cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin
una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus
plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las
milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una
estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en
despreciarme. No se repitió la experiencia.

Con esto, sería quizá desmedido hacer la afirmación que tantos han hecho ya en

línea, cambiando el título original del libro de memorias de Neruda a “Confieso que

he violado”, pero, por lo menos, nos dan una idea del entorno social al que puede

corresponderse el poema “Material nupcial”.

Sin embargo, Hernán Loyola, quizá la mayor autoridad nerudiana, insiste en

la autorreferencia de los textos de este poeta. Loyola transcribe las palabras con las

que Neruda inició una conferencia en 1943: "Si ustedes me preguntan qué es mi

poesía, debo decirles: no sé; pero si le preguntan a mi poesía, ella, les dirá quién soy
yo". Si le preguntamos, entonces, ¿quién es Pablo Neruda? a “Material nupcial” ya

tenemos una idea sobre la respuesta.

Referencias

Eipper, John. (1989). Nuptial Material: A Model for Translating Neruda's "Residence

on Earth. Latin American Literary Review. Vol. 17, No. 34, pp. 62-82.

Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/20119524

Loyola, Hernán. (1989). Los modos de autorreferencia en la obra de Pablo Neruda.

Aurora. No. 3-4. Recuperado de:

https://www.neruda.uchile.cl/critica/hloyolamodos.html

Neruda, Pablo. (1976). Residencia en la Tierra. Barcelona: Seix Barral.

Patruno, Luigi. (2011). Significaciones de la caída en Residencia en la tierra. Capa.

No. 2, pp. 216-234. Recuperado de:

http://www.revistas.usp.br/caracol/article/view/57662

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