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de Robert Michels
Introducción
Robert Michels (1876-1936) fue un sociólogo alemán
naturalizado italiano que trascendió por sus estudios
sobre el comportamiento de las élites políticas
inmortalizado en su libro “Los Partidos Políticos”.1
Brillante estudiante de Max Weber, pronto deja
Alemania y se enrola en la militancia socialista de Italia,
de la cual después reniega. En los años posteriores y con
el ascenso del fascismo se ve seducido por Mussolini e
ingresa al Partido Nacional Fascista, el cual lo calificaba
como pacifista y antirracista.
1
MICHELS, Robert, “Los Partidos Políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la
democracia moderna”, Primera edición, 1962, Editorial Amorrortu editores, Buenos Aires 1983.
2
Ibídem, pág. 67.
Michels descree que la masa tenga aptitudes para reflexionar sobre el accionar de los
líderes, ya que la plebe es siempre influida por la elocuencia de los oradores populares.
La adhesión de las masas a los líderes se da de manera tumultuosa, repentina e
incondicional. En un pasaje de su libro, Michels escribe “La experiencia cotidiana nos
muestra que las reuniones públicas enormes, por lo común adoptan resoluciones por
aclamación, o por unanimidad, en tanto que estas mismas asambleas, si se las divide en
pequeñas secciones -digamos de cincuenta personas cada una- serán mucho más cautas
en sus aprobaciones”.3 En base a esta reflexión, Michels sentencia “(...) el individuo
desaparece en la multitud, y con él desaparecen la personalidad y el sentido de
responsabilidad.”4
Para el autor, la democracia directa es inviable o al menos aplicable en una escala muy
pequeña. La democracia limita necesariamente con el principio de delegación. Incluso
por más asamblearia que sea una democracia, no brindará garantías contra la
constitución de una camarilla oligárquica, que operativice realmente los asuntos
políticos. Sea por el número o por su inclinación psicológica a los grandes oradores, la
masa no se autogobierna.
3
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., pág. 71.
4
Ibídem, pág. 71.
Las Masas
Las masas como todo elemento amorfo y anónimo hace desaparecer al individuo,
mientras se hacen impotentes e incapaces de adoptar resoluciones. Por su indiferencia
política resultan fáciles de dominar, al tiempo que necesitan de una dirección y guía que
se transforma paulatinamente en culto y gratitud supersticiosa a los líderes, los únicos
que hablan por ellas.
5
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., pág. 87.
6
Michels piensa en los partidos socialdemócratas europeos que adherían a la competencia electoral en la
lucha por los votos.
La relación líderes-masas
El escritor sostiene que es ilusoria toda supremacía de las masas por sobre sus líderes.
De allí se desprende que cuando existen tensiones o luchas entre los líderes y las masas,
siempre salen victoriosos los primeros, mientras se mantengan unidos y organizados.
Los líderes incluso mantienen una prodigiosa
independencia de las masas, que sumado a su condición
de indispensabilidad por sus saberes profesionales, hacen
de las masas un “sujeto” dependiente de sus líderes.
Michels contempla la posibilidad de que las masas se pudiesen rebelar, pero reconoce
que rara vez su accionar constituye un punto de ruptura, pues casi siempre terminan
siendo sofocadas. Si efectivamente las masas realizaran una rebelión autónoma (cuando
no es inconscientemente dirigida por otros líderes) tampoco ésta podría organizarse para
conservar el poder, las masas tiene impotencia política. Solo aquellos que desde la masa
tuvieran dotes especiales que sobresaliesen, podrán elevarse entre la multitud y
liderarla.
7
Para Gaetano Mosca, la superioridad de la clase política sobre los gobernados podía cambiar de una
época en otra o de una sociedad a otra (en una sociedad primitiva se estimaría valorable la superioridad
militar; en otra sociedad burocrática, la superioridad económica, etc.) pero el principio diferenciador
estaría marcado por los dotes venerables que los líderes tendrían por sobre sus subordinados. MOSCA,
Gaetano, “La Clase Política”, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2004.
8
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., Tomo II, pág. 29.
Al igual que Mosca, Michels entiende que la lucha por el poder, es una lucha entre
élites. Mientras para el primero pueda manifestarse a través de reformas o revoluciones,
Michels sostendrá que la lucha política estará dada por antagonismos inevitables entre
viejos y nuevo líderes y por antagonismos por razones personales.10
La lucha entre los viejos y nuevos dirigentes no constituye una circulación de elites
como sostenía Vilfredo Pareto, sino más bien una amalgama, una reunión de elites.
Esto se debe a que el recambio de las élites no es total. Una derrota o victoria electoral
entre viejos o nuevos dirigentes, no sentencian un resultado absoluto. Por el contrario,
pueda ser que entre los nuevos dirigentes haya adquisición progresiva de cargos
públicos, que los reúna paulatinamente con los viejos líderes en el ejercicio del poder.
Esto solamente puede declinar cuando existan posiciones irreconciliables entre los
líderes.
La lucha por el poder podrá ser inter-partidaria, intra-partidaria, o ambas, en la medida
en que las desconfianzas y rivalidades se exterioricen por fuera del partido e incluso en
su interior.
Para Michels existe un determinismo psicológico en los líderes, que acrecienta su
voluntad de poder. Al igual que la fuerza de inercia de Mosca, Michels tendrá claro que
quien ha adquirido poder se esforzará siempre por consolidarlo y extenderlo,
sustrayendo aún más control de las masas.
Incluso cuando un líder renuncia a su cargo, en la medida en que no resulta una
expresión de protesta política, resulta una estrategia para retener y fortalecer el
liderazgo. “Aunque estas actitudes tienen una buena apariencia de democrática,
difícilmente pueden ocultar el espíritu dictatorial de quienes las adoptan. El líder que
pide un voto de confianza se somete -en apariencia- al juicio de sus prosélitos, pero en
realidad está haciendo gravitar en la balanza todo el peso de su carácter de
indispensable...”11 Esta “actitud democrática” o deferencia a las masas es una actitud
oligárquica que busca
emanciparse del control de las
masas y fortalecer las posición
dominante entre los líderes
políticos.
9
Michels pone el ejemplo de Danton y Robespierre. Cuando Danton asume la dirección de la primera
República francesa, es destituido por una masa de hombres congregados en contra de su liderazgo.
Cuando Robespierre asume la Asamblea, posteriormente es guillotinado por las masas que ahora eran
dirigidas por dantonistas sobrevivientes.
10
El escritor menciona diferencias por principios políticos, conceptos filosóficos o razones personales
(antipatía, envidia, etc.) entre las razones que llevaban a los líderes en rivalizar por el poder.
11
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., pág. 93.
12
Michels menciona como ejemplo a las clases medias empleadas por el sector público.
13
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., Tom. II, pág. 153.
14
El escritor pone los ejemplos de la Social Democracia Alemana, en cómo dejaron atrás los ideales
revolucionarios (que solo sobrevivían en la retórica) para pasar a competir por el mismo fin que los
partidos burgueses: los votos.
15
Si para los contractualistas “obedezco porque pacto”, para Michels la fórmula será “obedezco porque
creo.”
16
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., Tom. II, pág. 165.
Conclusión
Michels fue un sociólogo que tuvo la oportunidad de analizar el comportamiento de las
élites políticas dentro de los partidos siendo un militante joven del Partido Socialista
Italiano. Desencantado con las prácticas de su partido abrazaría finalmente la causa
fascista.
Escéptico de la representación política, el comportamiento de las masas y las garantías
de recambio de los líderes en los regímenes democráticos, su libro asesta una dura
crítica el régimen político de la época, en un contexto en donde, desde distintas escuelas
de pensamiento se atacaban a las instituciones políticas establecidas.
Para Michels, la masa es incapaz de ejercer el poder, ya sea por una imposibilidad
técnica de que éstas se autogobiernen, o sea por una inclinación psicológica a buscar
liderazgos que las interpelen. Existe un principio de organización del cual las masas no
participan porque son impotentes políticas. Quien dice organización dirá oligarquía.
17
MICHELS, Robert, 1983, Op. Cit., Tom. II, pág. 177.
18
SARTI, Ingrid, “A lei de ferro de Michels e o pluralismo: a democracia na Guerra Fria”, Revista
Sociología Política, V.20, N°44, Curitiba, 2012.
Las luchas entre los líderes inter-partidarios se mezclará con la intra-partidaria pero el
autor destaca que, tanto en democracia como en un régimen autárquico, los recambios
de dirigentes serán meras operaciones cosméticas, porque en sí, los liderazgos tenderán
a una amalgama política que reúna nuevamente a las élites con independencia de las
masas.
Bibliografía
MICHELS, Robert, “Los Partidos Políticos. Un estudio sociológico de las
tendencias oligárquicas de la democracia moderna”, Primera edición, 1962,
Editorial Amorrortu editores, Buenos Aires 1983.
SARTI, Ingrid, “A lei de ferro de Michels e o pluralismo: a democracia na
Guerra Fria”, Revista Sociología Política, V.20, N°44, Curitiba, 2012.