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UN CUENTO PARA REFLEXIONAR:

EL MEJOR ROBOT
05/12/17

XT-27 no era un robot cualquiera. Como bien decía su placa, "XT-27, el mejor y más
moderno robot, era el modelo de robot más moderno de su generación, un producto realmente
difícil de mejorar, y se sentía realmente orgulloso de ello. Tanto, que cuando se cruzaba con
otros robots por la calle, los miraba con cierto aire de superioridad, y sólo reaccionaba con
alegría y entusiasmo cuando se encontraba con otro XT-27. "Todos los robots tendrían que
ser como los XT-27", pensaba para sus adentros. Realmente, estaba convencido de que ningún
nuevo robot podría superar los XT-27, y que el mundo sería mucho mejor si todos los robots
fueran como ese modelo perfecto.

Un día, caminaba por la ciudad biónica cuando de pronto apareció, justo a unos milímetros
de sus sensores ópticos piezoeléctricos, (que eran unos ojos normales, pero a XT-27 le
gustaba usar palabras muy raras para todo), una gran puerta amarilla. No sabía de dónde
habría salido, pero por suerte, era un XT-27, y su rapidez le permitió evitar el golpazo.
Intrigado, decidió atravesar la puerta, y fue a parar a una ciudad espectacular. ¡Todos sus
habitantes eran XT-27, y todo lo que se veía era alucinante! Entusiasmado por haber
encontrado la ciudad perfecta para él, anduvo recorriendo aquel lugar, presumiendo de ser
un XT-27 y parándose a hablar con todos de lo genial que era ser un robot tan avanzado, y
finalmente se instaló en su burbuja hiperplástica recauchutada (una casa), a las afueras de la
ciudad.

Los días fueron pasando, pero enseguida se dio cuenta de que en aquella ciudad había algo
que no le gustaba. Como todos eran XT-27, realmente nadie tenía motivos para sentirse mejor
ni más moderno que nadie, y de hecho nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de
superioridad, y en el fondo, comprobó que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se
sentía especial. Además, todo resultaba tremendamente aburrido: todos hacía todas las cosas
igual de bien, era imposible destacar en nada; cuando se le ocurría algo que pensaba era
brillante, a todos se les había ocurrido lo mismo al mismo tiempo.
Así que XT-27 empezó a echar de menos a todos aquellos robotitos variados de su mundo,
cada uno con sus cosas buenas y malas, pero distintos y divertidos, y se dio cuenta de que
hubiera preferido mil veces encontrarse con un torpe pero divertido TP-4, y charlar un rato
con él, que volver a cruzarse con otro XT-27.

Así que comenzó a buscar la gran puerta amarilla. Tardó varios días, hasta que finalmente la
encontró como la primera vez, justo en medio de una calle cualquiera. Apoyó la mano en la
puerta, miró hacia atrás, como despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto,
y con gran alegría empujó la puerta...
Cuando despertó, XT-27 estaba en el suelo, y algunos le ayudaban a levantarse. No había
ninguna puerta, sólo un enorme y brillante robot amarillo con el que XT-27 había chocado
tan fuerte, que se le habían nublado los circuitos. XT-27, extrañado de no haber podido
esquivar el golpe, miró detenidamente a aquel formidable robot. Nunca había visto uno igual,
parecía perfecto en todo, más alto y más fuerte que ninguno, y en su placa se podía leer: XT-
28, el mejor y más moderno robot. Así que lo habían conseguido. Aunque parecía imposible,
los XT-27 ya no eran los mejores robots. Sin embargo, nuestro amigo no se entristeció lo
más mínimo, porque segundos antes, mientras soñaba con aquella ciudad perfecta, había
aprendido que estaba encantado de ser diferente, y de que hubiera cientos de robots
diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.

¿Qué te pareció la historia?


¿Qué podemos aprender de este cuento?
¿Cómo podemos aplicar la historia en nuestra vida dentro y fuera del colegio?

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