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Cuestionan que la pena de

muerte sea disuasiva para


combatir el delito
Especialistas consultados por lanacion.com señalaron que la medida
embrutece a la sociedad y fomenta el uso de la violencia; criticaron el rol
del Estado y pidieron aplicar sanciones menos severas
JUEVES 19 DE MARZO DE 2009 • 08:30
Valeria Vera
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LA NACION

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Argumentos que postulan que "la pena de muerte tiene efectos


disuasorios contra la delincuencia y protege a la sociedad" o
sostienen que "la población tiende menos a cometer delitos si sabe
que el castigo que le espera es la ejecución" vuelven a cobrar
protagonismo en un escenario signado por el incremento de los
casos de violencia e inseguridad que azotan a los argentinos.

No obstante, estudios empíricos realizados en los Estados Unidos y


Canadá no avalaron nunca estas teorías ni lograron demostrar
fehacientemente que el castigo formal por parte del Estado
represente una medida efectiva para combatir el delito y reducir, en
consecuencia, el número de crímenes perpetrados a diario.

"No hay evidencias sólidas que indiquen que la pena de muerte


haga disminuir la tasa de delincuencia. En varios países en donde
se aplica la pena capital, los índices de asesinatos son más elevados
que en aquellos que no adhieren al método", señaló
alanacion.com David Fathi, director del programa sobre pena de
muerte que lidera desde Washington Human Rights Watch.
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Desde la organización internacional, se informó incluso que el sur
de los Estados Unidos, región donde ocurren la mayoría de las
ejecuciones del país, mantiene la tasa más alta de homicidios.

Para Fathi, que además es abogado y experto en políticas de justicia


criminal norteamericana, Estados Unidos se ubica, en ese sentido,
cerca de gobiernos represivos, similares a los instaurados en China,
Irán y Arabia Saudita, pese a alzarse en el mundo como una
democracia madura.

""No hay evidencias sólidas que indiquen que la pena de muerte haga disminuir la tasa de
delincuencia""
La paradoja se genera al advertir que el país del norte rompe de
alguna manera con el régimen político que defiende a ultranza al
concentrar elevados índices de ejecuciones per cápita. Las
estadísticas que circulan actualmente así lo confirman: Estados
Unidos figura entre los cinco países que más aplican la pena de
muerte, aunque sin encabezar la lista.

Los datos se desprenden de un informe publicado por Amnistía


Internacional en abril de 2008, que concentra las últimas cifras
recogidas sobre la cantidad de condenas a muerte y ejecuciones
ocurridas a lo largo de 2007. Hasta ese año, Arabia Saudita lideraba
el ranking, seguida de Irán y Libia.
La brutalización de la sociedad. Quienes se oponen a la pena
capital sostienen que lejos de proteger a sus miembros, el castigo
embrutece a la sociedad. Aducen que los homicidios sancionados
por el Estado sólo sirven para fomentar el uso de la fuerza y
permitir que continúe el ciclo de violencia, y terminan
desensibilizando y deshumanizando a los oficiales y jueces
involucrados en el sistema que aplica la medida.
En esta línea opinó Alberto Bovino, un reconocido procesalista de la
Argentina, para quien la violencia que comporta la ejecución se
encuentra absolutamente naturalizada porque pareciera que es
aceptable matar bajo determinadas circunstancias. "Acá el Estado
tiene permiso para matar y puede hacer lo que quiera
gratuitamente, pensando que la muerte de una persona soluciona
algo. La muerte y la violencia no erradican el problema", afirmó. Y
agregó: "Que el Estado emita ese mensaje no me parece muy
consecuente con una sociedad que habla de la solidaridad con el
prójimo".

El Estado vs. el condenado. Otra de las aristas que más


cuestionamientos suscita el método es la comparación, casi
inevitable, que surge entre la ejecución llevada a cabo por el Estado
y el crimen perpetrado por parte de quien es condenado a morir.

""La muerte y la violencia no erradican el problema del delito""


Al respecto, los especialistas consultados pusieron en relieve la
actitud fría y calculadora con la que opera muchas veces el Estado,
sin importar los motivos que llevaron al acusado a comportarse de
esa forma y no de otra.

"La pena de muerte es más fuerte que el homicidio en sí, porque el


Estado es quien termina haciendo lo mismo que el acusado, lo que
resulta mucho peor", destacó Bovino.

También coincidieron en que no hay que olvidarse que la medida


implica un proceso irreversible, además de representar el más
severo de los castigos conocidos y quitar toda posibilidad de
redención al condenado que comete un crimen.
"Está mal imponer una pena que después no pueda revertirse,
sobre todo cuando después se descubre que hubo un error procesal
de por medio", concluyó Fathi.

Cifras alarmantes registradas en 2007 Unas 1252 personas fueron


ejecutadas en 24 países Al menos 3347 personas fueron condenadas a
muerte en 51 países Cerca de 59 aplican la pena capital en el mundo
Aproximadamente 138 abolieron la pena de muerte en su legislación o en
la práctica
 LA NACION
 Información general

(Foto: El Comercio)
Redacción EC30.10.2017 / 12:42 pm
El ex procurador anticorrupción José Ugaz señaló que existen
estudios que demuestran que la pena de muerte no ha tenido
efectos disuasivos contra el crimen en las sociedades y que, de
manera contraria, podría ser perjudicial para el Estado.

“¿Para qué sirve la pena de muerte? Hay estudios comparados que


demuestran, sin duda alguna, que [su aplicación] no es disuasiva.
Y más bien, en países con alto margen de error judicial, esto se
convierte en un drama irreversible”, explicó al programa radial
"No hay derecho".

En ese sentido, José Ugaz dijo que la justicia peruana, al estar en


ese listado de países, hubiera ejecutado a más de 800 personas
inocentes durante el gobierno de Alberto Fujimori cuando se
investigaban crímenes de terrorismo.

Recordó que aquellas personas fueron liberadas por la Comisión


Ad Hoc de Indultos encargada de investigar detenciones
injustificadas por delitos de terrorismo y traición a la patria.

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“Si hubiera habido pena de muerte para terrorismo, [...] más de


800 peruanos hubieron sido ejecutados con la pena de muerte y,
después, hubiéramos tenido que ir a pedirles perdón a sus familias
por un error judicial”, aseveró.

José Ugaz señaló que el tema “es un debate muy antiguo” al igual
que el aborto, la liberalización del consumo de drogas, entre otros,
“y cada cierto tiempo tenemos estas campañas”

Asimismo, el ex procurador dejó entrever que al haberse politizado


el tema, este podría esconder algún tipo de intención. “Aquí nos
están generando, a través de casos atroces, unas campañas que yo
creo que persiguen otros fines”, señaló.
No existen evidencias de su efecto
disuasivo
La pena de muerte

Swisslatin/UN News
00:00 / 25 de noviembre de 2015
La pena de muerte es un acto discriminatorio, que recae principalmente sobre los pobres, los
enfermos mentales y los miembros oprimidos de comunidades minoritarias y, además, no hay
evidencias de que tenga un efecto disuasivo en la población.

Estas son algunas de la conclusiones de varios órganos de la Organización de las Naciones Unidas
(onu) y el reciente resultado de informe sobre las tendencias mundiales en la aplicación de la
pena máxima, dado a conocer por el subsecretario general para los Derechos Humanos Ivan
Simonovic.

En mejoras del año anterior

“En 2014 el número de Estados que aplicaron la pena capital fue el mismo que en 2013. Sin
embargo, hubo un descenso de 22 por ciento en las ejecuciones documentadas”, aseguró el
funcionario de la onu.

Aun así, señaló que ese mismo año se registró un aumento de 28 por ciento en el número de
personas condenadas a la pena de muerte, lo que, según Simonovic, refleja un incremento en los
Estados que tratan de aplicar este castigo para prevenir el terrorismo y los delitos relacionados
con el tráfico de drogas.

Correlación entre la pena capital y la discriminación

El subsecretario general destacó que tras numerosos estudios no hay pruebas concluyentes que
indiquen que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio, pero sí existen las que demuestran
una correlación entre la pena capital y la discriminación y el trato desigual hacia los grupos
vulnerables.
Simonovic aseguró que la institución de una moratoria sobre la pena de muerte, aunque fuera
de solo un año, sería de gran ayuda.

“Especialmente porque la experiencia de diferentes Estados miembros que la introdujeron fue


que no vieron un incremento en los crímenes violentos, asesinatos y otros delitos”, añadió.

Colaboración internacional

Consultado acerca de lo que puede hacer la onu para legitimar la abolición de la pena de muerte
mediante documentos o acuerdos en los países que no la han prohibido por ley, como es el caso
de algunos en América Latina, Simonovic insistió en la importancia de la colaboración con los
socios regionales.Como ejemplo, mencionó el trabajo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y aseguró que con instituciones así tiene que trabajar la onu, en lugar de actuar en
solitario.

Una pena que recae entre los pobres y enfermos mentales

La pena de muerte es un acto discriminatorio, que recae principalmente sobre los pobres, los
enfermos mentales y los miembros oprimidos de comunidades minoritarias, subrayó el Alto
Comisionado de Derechos Humanos en un panel organizado recientemente en la sede de la onu
en Gi- nebra, como parte de su campaña para su abolición.

Desde la perspectiva de las familias de las víctimas de asesinato, la pena de muerte no brinda la
justicia que promete e interfiere en un difícil proceso de recuperación, aseguró Zeid Ra’ad Al
Hussein, Alto Comisionado de la onu para los Derechos Humanos.

“En muchos casos responder a una muerte con otra no honra a la víctima. En países de todo el
mundo, las víctimas de terribles crímenes, incluyendo el genocidio, crímenes contra la
humanidad, crímenes de guerra y el terrorismo han hecho campaña a favor de la abolición de los
asesinatos legales”, dijo el Alto Comisionado.

Algunos progresos

Zeid señaló que en los últimos 12 meses se ha visto importantes progresos en el movimiento por
la abolición universal de la pena capital en Fiji, Madagascar, Surinam y en Nebraska, Estados
Unidos.

Argentina fue el primer país en prohibir la pena capital en 1813. En la actualidad 160 países han
abolido o no practican la pena de muerte y, en diciembre del año pasado, un número récord de
Estados apoyó la resolución de la Asamblea General de la onu que pide una moratoria a las
ejecuciones como preámbulo a la eliminación de la pena capital.

comentarios
La abolición de la pena de muerte es una tendencia en más de dos
tercios del planeta. Guatemala, junto a Cuba, Estados Unidos y algunas
islas del Caribe, es de los pocos Estados del continente americano que
aún la mantiene vigente, pero no la aplica desde hace más de una
década. Horacio Verbitsky, de la Comisión Internacional Contra la Pena
de Muerte, explica los esfuerzos que se hacen a nivel internacional para
lograr su abolición.

“No sabemos a quién vamos a matar pero queremos que lo maten”, dice
Horacio Verbitsky, miembro permanente de la Comisión Internacional
Contra la Pena de Muerte (CICPM). Su tarea en Guatemala, durante una
breve visita, ha sido promover el debate sobre la pena capital en el ámbito
político, judicial y legislativo. Ya en febrero de este año, Asunta Cavaller,
secretaria general de la CICPM estuvo en Guatemala para hablar de este
tema que en los últimos meses se ha mantenido en una dicotomía: en tanto
jueces y magistrados cuestionan y omiten este castigo para el asesinato,
algunos políticos y exparlamentarios intentan ampliar la muerte para otros
delitos.
La pugna está entre abolir definitivamente la pena capital en Guatemala, o
mantenerla vigente, a pesar de que el corredor de la muerte se ha mantenido
vacío en los últimos 16 años.

Lee también: EL PORQUÉ DEL VACÍO EN LOS CALLEJONES DE LA MUERTE

Verbitsky, periodista y también director del Centro de Estudios Legales y


Sociales (CELS) de Argentina, es crítico sobre la forma en que se ha utilizado
la pena de muerte desde los discursos políticos, y los poderes místicos que
se quieren añadir a este castigo como disuasivos y definitivos para enfrentar
la violencia en los países latinoamericanos. “Es parte de la categoría del
pensamiento mágico”, indica, en tanto explica que la defensa de los Derechos
Humanos es siempre una lucha contra los poderes políticos y económicos
que controlan los Estados.

En esta entrevista, Verbitsky también aborda las causas y razones de la


tendencia abolicionista a nivel mundial. La moratoria como un paso
importante para la abolición total. Guatemala, dice Verbitsky, es casi un país
solitario en el tema de la pena de muerte. En el continente americano ya sólo
lo acompañan Estados Unidos, Cuba y otras pequeñas naciones del Caribe
que la mantienen vigente. “No es un tipo de democracia a la cual se desea
aspirar”.

¿Por qué cuesta entender que, al final, quien mata al ejecutarse una
pena de muerte, somos los ciudadanos a través del Estado, como un
Leviatán de Hobbes, un demonio creado por el contrato social?
Teóricamente es así. Pero en la práctica, y sobre todo en un Estado como el
de Guatemala, nunca podemos estar seguros de cuál de las bandas que se
disputan el poder es la que se encarga de ejecutar las distintas penas. El
ciudadano apenas está representado. Y ese es parte del problema de porqué
es tan preocupante la implementación de la pena de muerte. El Estado, el
Leviatán que describe Hobbes, tiene un punto que es previo al contrato
social que crea el Estado. Se trata de la lucha de todos contra todos. Y este es
el punto en el que se encuentra Guatemala: es pre-estatal. Guatemala es
todos contra todos y, en medio, un Estado débil que debe justamente
arbitrar entre las distintas fuerzas para imponerse en el monopolio de la
violencia. Ahora bien, con tanta corrupción, tanta criminalidad, tanta
participación de sectores en actividades que legalmente no le pertenecen, la
pregunta es: ¿Cómo evitar que el Estado no se convierta en una fracción más
en esa pugna de bandas que ejercen la violencia? Así se jode todo.
Aun así es el Estado —el Leviatán— el que mata.
Bueno el demonio que imaginó Hobbes fue escrito hace mucho tiempo. En la
actualidad, la conciencia humana ha avanzado demasiado. Hobbes asentó
muchas categorías que la Ciencia Política aún utiliza, pero hay un cambio y
es difícil una aplicación mecánica de estos conceptos. Basta con revisar el
planeta. En este momento la pena de muerte ha sido abolida de derecho o de
hecho, en dos tercios de países del mundo. Para todos los delitos y por ley,
102 países ya no tienen pena de muerte. Subsiste en Ley en sólo 32 países.
Para delitos comunes, sólo seis países la tienen tipificada. Mientas solo 58,
un tercio del planeta, retiene la pena de muerte. El demonio de Hobbes ha
dejado de matar.

¿Cómo se convirtió en tendencia la abolición?


Ha habido coyunturas importantes. Las dos grandes guerras del siglo pasado
han sido influencia en la tendencia abolicionista. Si bien la guerra no se
puede equiparar a la pena de muerte, la contiene y en forma extrema. Por
otra parte se ha tenido la experiencia mundial de las dictaduras, y la pena de
muerte era parte intrínseca de estos absolutismos. Y bueno, es evidente que
en los países donde se aplica la pena de muerte los índices de criminalidad
no son menores al de los países donde no se aplica. La pena de muerte como
disuasivo de la criminalidad es un mito. Pongámoslo en metáfora: si se
calienta un artefacto como forma de impedir que la gente lo toque, basta con
una temperatura media para que nadie se acerque. No hace falta calentarlo
al máximo posible. Y a partir de cierto punto, y son experimentos hechos en
laboratorios, los incrementales de temperatura no modifican el efecto
disuasivo. Si está hirviendo y le pones más temperatura es lo mismo. No
tiene efecto extra.

"Es evidente que en los países donde se aplica


la pena de muerte los índices de criminalidad
no son menores al de los países donde no se
aplica. La pena de muerte como disuasivo de
la criminalidad es un mito".
En los países donde ya no hay pena de muerte, ¿Cómo han sido los
procesos para eliminarla de sus Constituciones o marcos legales?
En algunos casos se puede hacer por ley. En Guatemala se podría abolir por
ley. La Constitución prevé la posibilidad de abolirla de esta forma. En otros
países se requieren reformas constitucionales. En otros va de la mano de los
fallos judiciales. Hay que analizar que algunas Constituciones plantean la
prevalencia de tratados Internacionales en materia de Derechos Humanos
sobre la propia Constitución. En Guatemala es así. El valor en Derechos
Humanos es superior al de la ley interna. Y la Convención Americana de
Derechos Humanos, de la cual Guatemala es parte, no permite muchas de las
cosas que se están proponiendo en la actualidad. En Argentina, por ejemplo,
un punto clave fue la dictadura de 1976 a 1983 que aplicó la pena de muerte
de manera clandestina. Si bien estaba en los códigos legales, nunca se aplicó
mediante un juicio. Había secuestros y asesinatos extrajudiciales para
aplicar la pena de muerte. Pero dejó tal impacto en la sociedad que se llegó
al acuerdo de abolir la pena de muerte también de los libros. Y sucesivos
gobiernos fueron dando pasos en esa dirección. Es un proceso que toma
tiempo.

Lee también: LA JUSTICIA QUE FUE DE LOS GENERALES

¿Cómo lo asimila la sociedad, cuando una mayoría está de acuerdo con


la pena de muerte?
La consigna de “es lo que el pueblo quiere”, no parece algo real. Sobre todo
cuando no hay medición científica u objetiva sobre lo que realmente se
quiere. Los medios de comunicación son fundamentales para crear este
clima en la sociedad. La única manera, en todo caso, es el referéndum. Pero
hay cosas que no se pueden poner a votación. Hay principios mínimos de
Derechos Humanos que están más allá de lo que pueda querer una sociedad,
pues son principios generales del Derecho, que vienen de hace siglos, que se
han ido consolidando a lo largo de las generaciones. Por tanto, no puede ser
sometido a una opinión, digamos de un electorado, porque se trata de un
momento determinado en el que están en juego vidas y derechos
fundamentales. Además, hay una cuestión de racionalidad, de medios y fines.
En una época la humanidad creía que las mujeres quedaban embarazadas,
no por el acto sexual, sino por potencias místicas. Con el tema de la pena de
muerte pasa algo parecido. Se le atribuyen facultades místicas que no están
de ninguna manera comprobadas. También, en otro momento, se hacían
sacrificios de animales o incluso de personas, en una sequía, para que
lloviera. O bien, las primeras embarcaciones de los conquistadores
españoles salían de puerto sin más protección que una misa previa. Son
ejemplos analógicos de pensamientos mágicos, en el cual un sacrificio hace
llover, una potencia mística produce el embarazo, y una misa da seguridad
para la navegación. Y sabemos que no es así. ¿Por qué la pena de muerte va a
ser un disuasivo de la violencia? La pena de muerte forma parte de las
categorías del pensamiento mágico.

¿Por qué muchos países de Latinoamérica tienen cierta “nostalgia” por


la pena de muerte que surgió de las dictaduras militares?
No se puede hacer apología a la pena de muerte y proyectar todo hacia otra
época. La pena de muerte desde esa perspectiva no es otra cosa que una
utopía reaccionaria.

"No se puede hacer apología a la pena de


muerte y proyectar todo hacia otra época. La
pena de muerte desde esa perspectiva no es
otra cosa que una utopía reaccionaria".
¿Cómo explica que existan remanentes legales que no permiten la
abolición total de la pena de muerte en muchos países?
Las moratorias son parte de la tendencia abolicionista. Un logro. En
Guatemala, desde el año 2000, no aplica la pena de muerte. Es una moratoria
de hecho. Además la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha
ordenado la conmutación de penas a partir de dos casos, Ramírez y Raxcacó
Reyes contra el Estado de Guatemala. El Sistema de Justicia en Guatemala ha
logrado atender las recomendaciones de la CIDH. De cualquier manera se
trata del desarrollo normal de un país dentro de la tendencia abolicionista.
Guatemala no flota en el vacío, es parte de una comunidad de naciones, es
miembro de varios tratados, y ha asumido responsabilidades. Y tiene que
cumplir con todo eso para tener una personalidad respetable ante el mundo.
Pero las cosas llevan tiempo. Los procesos llevan tiempo. La tendencia es
muy clara. En América, en el continente, hay tres países que todavía retienen
la pena de muerte: Estados Unidos, Guatemala y Cuba. Pero Guatemala y
Cuba no la aplican desde el inicio de este siglo. Y Estados Unidos está en un
proceso de reducción muy claro. El esfuerzo de lograr una moratoria en
Guatemala es importante. El Instituto de la Defensa Pública Penal tiene en
gran parte el crédito. En la historia de Guatemala, la historia de la pena de
muerte puede ser vista desde dos aspectos: la lucha política que se aplicó
mucho entre los conflictos de facciones políticas; y otra que es una
selectividad de las víctimas en función de la clase social y la etnicidad. El
grueso de las víctimas de pena de muerte o son campesinos o artesanos
pobres que provienen de pueblos indígenas de Guatemala. Los jueces tienen
otra procedencia étnica. Ese es otro factor que obliga a ser especialmente
prudente en este tema, sobre todo si no queremos que esto se vuelva una
guerra social o racial so pretexto de la justicia.
En Guatemala, el Sistema de Justicia ha cumplido casi a cabalidad con
las recomendaciones de la CIDH. ¿Es posible decir que jueces, fiscales y
magistrados han cambiado de mentalidad y que sentencias de este tipo
ya no serán solicitadas ni emitidas en fallos judiciales?
Es improbable que haya nuevas sentencias. En todo caso mientras Thelma
Aldana sea la cabeza del Ministerio Público no se van a pedir penas de
muerte. Ha habido pronunciamiento de los magistrados de la Corte de
Constitucionalidad (CC) y de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Se ha
quitado incluso como castigo de ciertos delitos, como el asesinato. Esto es un
avance. Y por si fuese poco, están además las conmutaciones de las penas
desde 2008 que mantiene vacíos los corredores de la muerte. Los
representantes del Derecho tienen otra mentalidad. De modo que lo que
vemos en los otros poderes del Estado es un debate de tipo político
sensacionalista, impulsado por personas que quieren promover su carrera
política, como el caso de Zury Ríos. Es la vieja demagogia punitiva, sin efecto
práctico alguno. Y sirve para, de alguna manera, disimular otros problemas
detrás como la desigualdad social, el desempleo, la corrupción, la
internalización de fuerzas militares en redes de ilegalidad. Todo eso se tapa
con la gritería de la pena de muerte. En vez de asumir seriamente una
reforma estructural del Estado se grita: ¡que los maten!, ¡que los maten!, sin
ningún sentido.
¿Qué pasará con los Estados que no entren en la tendencia
abolicionista y que aparte no respeten las recomendaciones de la
CIDH?
Tienen responsabilidad dentro de las organizaciones de Estado ante los
cuales han asumido compromisos. Y tiene consecuencias sobre la imagen
que proyectan ante los otros Estados. A nivel planetario, en 2015, es
interesante, hubo un incremento en la cantidad de ejecuciones de penas de
muerte que el año anterior. Pero es una cifra que obedece a una disminución
en todo el mundo y a un incremento en cuatro países: China, Pakistán, Irán y
Arabia Saudita. Y yo pregunto: ¿ese es el modelo de democracia que quiere
Guatemala? ¿Esa es la lista, el club al que quiere ingresar Guatemala? “China,
Pakistán, Irán, Arabia Saudita y Guatemala”. Yo creo que no. Me parece que
Guatemala quiere aspirar a algo mejor.

¿La cadena perpetua es una opción a la pena de muerte?


La cadena perpetua podría ser una opción a la pena de muerte, pero también
es discutible. Ha sido catalogada de cruel y degradante. De hecho en muchos
países donde rige la cadena perpetua su aplicación real no pasa de 25 o 30
años de cárcel, tiempo que se considera suficiente para que un individuo
reflexione sobre su conducta, y se convierta en una persona distinta, y pueda
reinsertarse a la sociedad de otra manera. El problema es la ausencia de
políticas públicas sobre inserción. Es una gran deuda de nuestros países. No
hay una infraestructura que asegure una condena en función de una
reinserción adecuada.

¿Cómo ve la Comisión Contra la Pena de Muerte la discusión en


Guatemala?
Nosotros tenemos cuatro formas de intervención. Una es promover la
abolición legal en los países donde hay moratoria. Que es lo que vengo a
hacer justo ahora. Segundo, se promueve la moratoria en los países donde se
aplica la pena de muerte, como un paso previo a la abolición. Intervenimos
en determinados casos. Hablamos con la sociedad, con la prensa, con
Magistrados, con fuerzas de seguridad, con periodistas, con intelectuales. Es
una tarea de difusión y persuasión. Damos una opinión. Creemos en la
bondad de nuestros argumentos. Cuánto mejor sean nuestros argumentos
en contra de quiénes están a favor de la pena de muerte que avanzan en sus
proyectos de muerte, mucho mejor. El debate es éste y es planetario. En este
momento la abolición para Guatemala tiene parte del camino avanzado. Por
ejemplo, justo ahora hay un proyecto de ley, que tiene 35 firmas sobre 158
de los diputados del Congreso Nacional, lo cual indica que hay cierta
tendencia hacia la abolición desde la noción política legislativa. Es posible
que de momento eso no alcance para votar una ley, pero puede contribuir a
que no se sancionen, por el contrario, las reformas oportunistas para
ampliar a nuevos delitos la pena de muerte. También existe una reflexión
profunda sobre lo que significaría sancionar la ley de veto o indulto
presidencial, que es uno de los vacíos importantes para comprender la
moratoria de hecho en Guatemala.

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