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""No hay evidencias sólidas que indiquen que la pena de muerte haga disminuir la tasa de
delincuencia""
La paradoja se genera al advertir que el país del norte rompe de
alguna manera con el régimen político que defiende a ultranza al
concentrar elevados índices de ejecuciones per cápita. Las
estadísticas que circulan actualmente así lo confirman: Estados
Unidos figura entre los cinco países que más aplican la pena de
muerte, aunque sin encabezar la lista.
(Foto: El Comercio)
Redacción EC30.10.2017 / 12:42 pm
El ex procurador anticorrupción José Ugaz señaló que existen
estudios que demuestran que la pena de muerte no ha tenido
efectos disuasivos contra el crimen en las sociedades y que, de
manera contraria, podría ser perjudicial para el Estado.
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José Ugaz señaló que el tema “es un debate muy antiguo” al igual
que el aborto, la liberalización del consumo de drogas, entre otros,
“y cada cierto tiempo tenemos estas campañas”
Swisslatin/UN News
00:00 / 25 de noviembre de 2015
La pena de muerte es un acto discriminatorio, que recae principalmente sobre los pobres, los
enfermos mentales y los miembros oprimidos de comunidades minoritarias y, además, no hay
evidencias de que tenga un efecto disuasivo en la población.
Estas son algunas de la conclusiones de varios órganos de la Organización de las Naciones Unidas
(onu) y el reciente resultado de informe sobre las tendencias mundiales en la aplicación de la
pena máxima, dado a conocer por el subsecretario general para los Derechos Humanos Ivan
Simonovic.
“En 2014 el número de Estados que aplicaron la pena capital fue el mismo que en 2013. Sin
embargo, hubo un descenso de 22 por ciento en las ejecuciones documentadas”, aseguró el
funcionario de la onu.
Aun así, señaló que ese mismo año se registró un aumento de 28 por ciento en el número de
personas condenadas a la pena de muerte, lo que, según Simonovic, refleja un incremento en los
Estados que tratan de aplicar este castigo para prevenir el terrorismo y los delitos relacionados
con el tráfico de drogas.
El subsecretario general destacó que tras numerosos estudios no hay pruebas concluyentes que
indiquen que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio, pero sí existen las que demuestran
una correlación entre la pena capital y la discriminación y el trato desigual hacia los grupos
vulnerables.
Simonovic aseguró que la institución de una moratoria sobre la pena de muerte, aunque fuera
de solo un año, sería de gran ayuda.
Colaboración internacional
Consultado acerca de lo que puede hacer la onu para legitimar la abolición de la pena de muerte
mediante documentos o acuerdos en los países que no la han prohibido por ley, como es el caso
de algunos en América Latina, Simonovic insistió en la importancia de la colaboración con los
socios regionales.Como ejemplo, mencionó el trabajo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y aseguró que con instituciones así tiene que trabajar la onu, en lugar de actuar en
solitario.
La pena de muerte es un acto discriminatorio, que recae principalmente sobre los pobres, los
enfermos mentales y los miembros oprimidos de comunidades minoritarias, subrayó el Alto
Comisionado de Derechos Humanos en un panel organizado recientemente en la sede de la onu
en Gi- nebra, como parte de su campaña para su abolición.
Desde la perspectiva de las familias de las víctimas de asesinato, la pena de muerte no brinda la
justicia que promete e interfiere en un difícil proceso de recuperación, aseguró Zeid Ra’ad Al
Hussein, Alto Comisionado de la onu para los Derechos Humanos.
“En muchos casos responder a una muerte con otra no honra a la víctima. En países de todo el
mundo, las víctimas de terribles crímenes, incluyendo el genocidio, crímenes contra la
humanidad, crímenes de guerra y el terrorismo han hecho campaña a favor de la abolición de los
asesinatos legales”, dijo el Alto Comisionado.
Algunos progresos
Zeid señaló que en los últimos 12 meses se ha visto importantes progresos en el movimiento por
la abolición universal de la pena capital en Fiji, Madagascar, Surinam y en Nebraska, Estados
Unidos.
Argentina fue el primer país en prohibir la pena capital en 1813. En la actualidad 160 países han
abolido o no practican la pena de muerte y, en diciembre del año pasado, un número récord de
Estados apoyó la resolución de la Asamblea General de la onu que pide una moratoria a las
ejecuciones como preámbulo a la eliminación de la pena capital.
comentarios
La abolición de la pena de muerte es una tendencia en más de dos
tercios del planeta. Guatemala, junto a Cuba, Estados Unidos y algunas
islas del Caribe, es de los pocos Estados del continente americano que
aún la mantiene vigente, pero no la aplica desde hace más de una
década. Horacio Verbitsky, de la Comisión Internacional Contra la Pena
de Muerte, explica los esfuerzos que se hacen a nivel internacional para
lograr su abolición.
“No sabemos a quién vamos a matar pero queremos que lo maten”, dice
Horacio Verbitsky, miembro permanente de la Comisión Internacional
Contra la Pena de Muerte (CICPM). Su tarea en Guatemala, durante una
breve visita, ha sido promover el debate sobre la pena capital en el ámbito
político, judicial y legislativo. Ya en febrero de este año, Asunta Cavaller,
secretaria general de la CICPM estuvo en Guatemala para hablar de este
tema que en los últimos meses se ha mantenido en una dicotomía: en tanto
jueces y magistrados cuestionan y omiten este castigo para el asesinato,
algunos políticos y exparlamentarios intentan ampliar la muerte para otros
delitos.
La pugna está entre abolir definitivamente la pena capital en Guatemala, o
mantenerla vigente, a pesar de que el corredor de la muerte se ha mantenido
vacío en los últimos 16 años.
¿Por qué cuesta entender que, al final, quien mata al ejecutarse una
pena de muerte, somos los ciudadanos a través del Estado, como un
Leviatán de Hobbes, un demonio creado por el contrato social?
Teóricamente es así. Pero en la práctica, y sobre todo en un Estado como el
de Guatemala, nunca podemos estar seguros de cuál de las bandas que se
disputan el poder es la que se encarga de ejecutar las distintas penas. El
ciudadano apenas está representado. Y ese es parte del problema de porqué
es tan preocupante la implementación de la pena de muerte. El Estado, el
Leviatán que describe Hobbes, tiene un punto que es previo al contrato
social que crea el Estado. Se trata de la lucha de todos contra todos. Y este es
el punto en el que se encuentra Guatemala: es pre-estatal. Guatemala es
todos contra todos y, en medio, un Estado débil que debe justamente
arbitrar entre las distintas fuerzas para imponerse en el monopolio de la
violencia. Ahora bien, con tanta corrupción, tanta criminalidad, tanta
participación de sectores en actividades que legalmente no le pertenecen, la
pregunta es: ¿Cómo evitar que el Estado no se convierta en una fracción más
en esa pugna de bandas que ejercen la violencia? Así se jode todo.
Aun así es el Estado —el Leviatán— el que mata.
Bueno el demonio que imaginó Hobbes fue escrito hace mucho tiempo. En la
actualidad, la conciencia humana ha avanzado demasiado. Hobbes asentó
muchas categorías que la Ciencia Política aún utiliza, pero hay un cambio y
es difícil una aplicación mecánica de estos conceptos. Basta con revisar el
planeta. En este momento la pena de muerte ha sido abolida de derecho o de
hecho, en dos tercios de países del mundo. Para todos los delitos y por ley,
102 países ya no tienen pena de muerte. Subsiste en Ley en sólo 32 países.
Para delitos comunes, sólo seis países la tienen tipificada. Mientas solo 58,
un tercio del planeta, retiene la pena de muerte. El demonio de Hobbes ha
dejado de matar.