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MANUAL DE LECTURAS

Teoría y Técnica de Entrevista Humanista


ACTITUDES BÁSICAS PARA FOMENTAR EL DESARROLLO PERSONAL EN
LAS RELACIONES HUMANAS.

1. APRECIO POSITIVO INCONDICIONAL

Aprecio positivo incondicional que no existen condiciones para la aceptación, ningún


sentimiento de “te quiero solamente si eres esto y esto otro”. Su opuesto es la actitud
evaluativa selectiva “eres malo en estos aspectos, bueno en estos otros. Hay aceptación
tanto para los sentimientos malos como para los buenos o positivos. Mi interés por el
otro no es posesivo: me intereso en él como persona aparte, con la libertad de tener sus
propios sentimientos y experiencias.

El aprecio incondicional no es un absoluto (todo o nada), sino una cuestión de grado en


cualquier relación. Es algo que se experimenta en muchos momentos, pero que no es
permanente. La meta, desde luego, es que cada vez pueda experimentar este aprecio del
otro sin condiciones.

Cuando la persona se siente apreciada incondicionalmente está cada vez más dispuesta a
seguir explorando su mundo y puede comunicar estas exploraciones con cada vez
menos embarazo.

“Que yo co-experimente lo que las persona u las cosas significan para mi cliente no
quiere decir que esté de acuerdo con su quizás unilateral punto de vista… mi co-
experiencia y aceptación implican solamente una actitud de no juzgar” (Encuentro e
integración pág. 146). Mi actitud le dice al otro que yo no lo condeno, sino que le
respeto y le aprecio porque su naturaleza es un don del ser, y que este don es
fundamentalmente bueno y por lo tanto respetable, no importa que tan velado pueda
estar por sentimientos y actitudes con las que básicamente no estoy de acuerdo.

La actitud aceptante, es fundamental para tener la esperanza de que opere el cambio en


otra persona.

Tengo derecho a diferir con sus opiniones en abstracto. Ejemplo: él opina que debe de
destruirse y yo no opino igual. Pero puedo escucharlo y aceptar que por determinadas
circunstancias, él piensa así. Puedo también considerar algunas conductas, enfoques,
etc., que él tiene en función de la utilidad que le representan. Ejemplo: personalmente
me disgusta la cacería pero me doy cuenta que esta actividad es muy importante para él
y puedo aceptarlo bajo ese aspecto.

Sin embargo, aparte de mi aceptación o rechazo de estos particulares enfoques,


sentimientos o conductas aisladas, lo acepto y lo respeto en sí mismo como una persona
valiosa. No es un animal o un caso clínico; es un ser humano que ha adoptado diversas
formas de existencia en el mundo. A fin de cuentas sus conductas, sentimientos y
actitudes son manifestaciones de una persona en lucha, buscando proyecto vital lleno de
sentido.
Si mi actitud es de aprecio incondicional, se crea un clima en el que el otro no está ya a
la espera angustiosa de la desaprobación, rechazo o crítica, a lo cual puede estar
acostumbrado en la familia, la iglesia, la escuela, la pareja y los amigos, sino que
ablanda sus defensas y puede dejar de racionalizar, negar, desfigurar, ocultar.

Estará más preparado a ser un genuino y espontáneo de lo que esta antes de


experimentar mi aprecio incondicional.

Puedo sentir dificultad en mantener esta actitud en ciertos momentos de la interacción.


Cabe preguntarme qué interrumpe el libre flujo de mi aceptación: ¿Tocó un valor mío
en el que me siento muy vulnerable, tal vez inseguro? ¿Sentí amenazada mi valoración
personal? ¿Tocó un área de mi propia vida que todavía está bastante obscura y
amenazante? Lo que importante es que yo trabaje en ciertos aspectos conflictivos que
me impide acompañar al otro y que hacen que mis resistencias se sumen a las suyas,
deteniendo el flujo de nuestra comunicación.

El aprecio positivo incondicional se parece a la actitud de un padre o de una madre “que


aprecia y ama a su hijo como persona, sin hacer caso del comportamiento particular que
en ese momento tenga” (Rogers, en Desarrollo del Potencial Humano vol. II pág. 127).
El amor y el aprecio del que se habla aquí, no es posesivo sino que busca el crecimiento
del otro y contemplar sus ricas potencialidades.

Es importante comentar que muchas veces nuestro desarrollo se frena –revisemos


nuestra historia personal- cuando alguien ha puesto trabas o condiciones parar querernos
y/o valorarnos, Si fuéramos más inteligente… si no fuéramos tan… de tal manera que
encontrar a a alguien que nos acepta (no aprueba ni sigue la corriente), resulta en un
efecto sumamente terapéutico dentro o fuera de la orientación o la psicoterapia.

Pero el aprecio positivo incondicional no se debe fingir, esto resulta más nefasto que el
mismo rechazo.

2. CONGRUENCIA O AUTENTICIDAD.

Facilitar el crecimiento del otro cuando eres el o la que eres, cuando en la relación eres
honesto, sin dobleces, abierto. Esto implica que te das cuentas de tus sentimientos, que
puedes vivirlos y comunicarlos si resulta apropiado. Tu relación es de persona a
persona y no te ocultas detrás de algún rol.

Como mencionamos respecto al aprecio positivo incondicional, la congruencia no es


algo de ser o no ser, sino eres aceptante contigo mismo, aun en tus fases o aspectos más
negativos, y si no tienes para contigo una compresión fina y profunda.

Si no tienes, un buen grado de auto-aceptación y de auto-comprensión, tenderás a


defenderte cuando surja algo amenazante para la imagen que tienes de ti mismo y esto
te hará difícil ser auténtico, congruente.

Todos conocemos personas que dicen lo que no sienten o que actúan como no son, al
menos en ocasiones. También conocemos otras que percibimos como muy auténticas, y
nos sentimos muy confiadas en su presencia.
Este aspecto es importantísimo en la relación, probablemente es el más importante de
todos y también el más delicado porque: ¿qué hay cuando mis sentimientos hacia el otro
son “negativos”?. Cabe aclarar que autenticidad no significa impulsividad ni una
“franqueza hiriente que consiste en decirle al otro algo negativo sino haberme detenido
a ver qué me está pasando. Por otro lado, el hablar francamente de mis sentimientos
reales apropiándome de lo que digo y no atribuyéndoselo al otro (Ej. “me he estado
aburriendo” y no “tú me aburres” o “qué aburrido eres”) puede ayudar a que la relación
crezca, ya que empiezan a salir más fácilmente otros sentimientos reales. No olvidemos
que la delicadez y el respeto son esenciales en las relaciones intrapersonales.

Pero la autenticidad no se debe fingir, est resulta más nefasto que la falsedad abierta.

3. EMPATÍA

¿Cuál es la actitud que mas frecuentemente encuentras cuando hablas con otros? Puede
ser la evaluativa (“estás bien” o “estás mal”), la consoladora, la indiferente, etc.
Independientemente de las buenas interacciones, no es muy probable que estas actitudes
ayuden a auto-explorarte a fondo ni a asumir la responsabilidad de lo que te pasa.

En la Psicología Humanista creemos que la actitud que mas favorece el crecimiento es


la actitud empática, que en palabras de Rogers sería sentir el mundo privado de la otra
persona como si fuera el propio, pero sin nunca perder la cualidad del “como si”
(Desarrollo del Potencial Humano, vol. I, pág. 84). Es decir, siento tu coraje como
propio, pero no se mezcla con el mío.

Si aprendo a moverme libremente en tu mundo, puedo comunicarte mi comprensión


tanto de lo que tu ves claramente como de aquellos significados que quedan un tanto
oscuros en tu percepción. Cuando comunicas tu comprensión al otro, y está coincide
con su realidad, tu comentario tiene el efecto de un rayo de luz que atraviesa la espesura
del bosque para ver con claridad el camino. Se produce además una sensación del
desenredo, de clarificación y por tanto, deseos de seguir adelante.

“Me imagino que cada uno de nosotros ha descubierto que esta clase de comprensión es
extremadamente rara” (Rogers, en Des. Del Pote. Hum. Vol II, pág. 125). ¿Por qué?
Porque: -dice Rogers- si me abro a la manera como tú experimentas la vida corro el
riesgo de cambiar y todos experimentamos una resistencia al cambio. “Así, tendemos a
ver el mundo de esta otra persona solamente en nuestros términos, no en los suyos”
(Ibid., pág. 126).

Es importante subrayar que es muy probable que el cambia hacia el crecimiento se dé en


una persona cuando es comprendida por otra que, sin perder su individualidad, entiende
momento a memento lo que sucede en su mundo interior.

Por supuesto que es muy importante la exactitud de mi comprensión del otro, más el
sólo intento de entender también ayuda, ya que si estoy tratando de comprender, el
mensaje es que tus sentimientos y significados son algo que vale la pena entender.
Nadie es empático 100% ni lo es en todo momento. Cada quien lo es en distintos
grados. Pero estando la actitud empática presente y la voluntad de crecer en la empatía,
la habilidad empática es algo muy susceptible de desarrollo. Hablaremos de ella más
adelante.

Fingir comprensión puede ser más nefasto que emitir un juicio abiertamente.
ATENCIÓN Y ESCUCHA

La relación interpersonal profunda exige una cierta intensidad de presencia, la cual es


imposible sin prestar atención. Prestar atención, siendo un concepto tan simple, es
sorprendente cuán seguido fallamos en ponerlo en práctica. Es frecuente escuchar un
diálogo como el siguiente: “No me estás escuchando”, “Ah, ¿no? Si quieres te digo lo
que dijiste”. La verdad es que la persona no quiere que repitas lo que dijo, quiere que
estés presente para ella y que no te distraigas.

Nadie nos enseña a escuchar. Oír es algo mecánico que se dá porque tenemos un aparato
auditivo. Pero escuchar es mucho más que oír. “La capacidad de escuchar es una
habilidad indispensable para el crecimiento personal (escuchar-se) y revela una actitud
abierta hacia los demás y el deseo de establecer una relación significativa y justa con
ellos” (Persona, Familia y Trabajo, pág. 14)

Una auténtica relación periférica, el aspecto del otro me resalta y empiezo a clasificarlo:
es alto, de ojos cafés, voz tormentosa, ingeniero, alto coeficiente intelectual, edad
mediana, ropa muy formal, etc. Más en el verdadero encuentro personal estas cosas van
dejando de llamar mi atención, ya no clasifico. Ahora empiezo a escuchar a esta persona
única e irrepetible. Su centro y mi centro han creado la comunidad de un “nosotros”.
Después de haberle escuchado a fondo ya no volveré a clasificarlo. No sabría como
comunicar a los demás que me he encontrado con esa persona.

Cuando alguien desahoga conmigo una ansiedad que no puede soportar, no puedo
responderle fría e intelectualmente. “La llamada de una persona no puede ser contestada
sino con la presencia total de otra persona. Todo lo que sea menos, es una traición a esa
llamada y una huida de la entrega de uno mismo en la auténtica relación personal”
(Ibid., pág. 20). Esta llamada puede ser muy tenue o encubierta, pero siempre contiene
una invitación a salir de uno mismo. Es una invitación a salir de mis propias
preocupaciones, a liberarme de la fascinación de mi mundo egocéntrico” (Ibid., pág.
20). Es como si el otro me dijera: durante un rato te pido que estés para mí”.

Tomemos esto en cuenta: Es esta escucha respetuosa y cercana al llamado que el otro
me hace, dejando a un lado mis preocupaciones personales y mi interés en lña impresión
que voy a causarle, es éste estar para el otro mucho más importante que mis
conocimientos y habilidades, sin que éstas últimas carezca de importancia, solo que sin
la actitud escuchante en la base, se convierte l algo vano, hueco.
LA FORMA PASIVA DE ESCUCHAR.

El no decir nada puede comunicar con toda claridad la aceptación. El silencio forma
pasiva de escuchar” constituye un fuerte mensaje no verbal que puede lograr que la
persona sienta que en verdad no esta siendo juzgada. Escuchar en silencio también
puede ayudar a que el otro valla madurando solo. Ej.: Juan empieza a quejarse de un
profesor. José lo escucha en silencio y muestra una actitud de escucha. Juan se sigue
quejando pero ahora explica porqué no tolera al profesor. Ante el silencio aceptante de
José, Juan llega a la conclusión, por sí mismo de que no todos los profesores pueden ser
agradables y que su actitud le está causando daño. Decide ser más tolerante. Este
silencio es ayudador siempre y cuando sea aceptante. Cuando cortamos al otro para
decirle que no debería sentirse así y lo aconsejamos, amonestamos, etc., bloqueamos su
propio proceso de maduración.

LA “DOCENA SUCIA”.

Se trata de doce respuestas verbales muy comunes, que obstaculizan la escucha y


comprensión. Cuando el otro te comunica tu experiencia tu:

1. Ordenas, diriges, mandas. Ej. “no me hables así”, “deja de quejarte”, “lo que tu
tienes que hacer, es…”

2. Adviertes, amonestas, amenazas. Ej. “Si lo haces te vas a arrepentir”, “si sigues con
ése carácter te vas a quedar sola”.

3. Exhortas, sermoneas, aleccionas. (Deberías) Ej. “No deberías sentirte así”, “siempre
debes decir la verdad”, “deberías dejar de…”

4. Aconsejas, das soluciones o sugerencias. Ej. “ve y pídele perdón”, “no le hagas
caso”

5. Das discursos, cátedra, argumentos lógicos. Ej. “Sólo en la convivencia aprenderás a


ser tú mismo”, “al que es buen hijo, le va bien en la vida”.

6. Juzgas, criticas, culpas, estás en desacuerdo. (Juicio negativo) Ej. “No estás
pensando con claridad”, “pensas eso por tu inmadurez”, “perdóname, pero tú tuviste
la culpa”, “estás en un error”.

7. Recompensas, estás de acuerdo. (Juicio positivo) Ej. “Te doy toda la razón”, “muy
bien, eres increíblemente inteligente”.

8. Pones apodos, ridiculizas, avergüenzas. Ej. “Claro que sí, doña perfecta”, “¿no te da
vergüenza?”, “¿oyeron la tontería que dijo fulano?”
9. Interpretas, analizas, diagnosticas. Ej. “Lo que pasa es que te dan celos”, “no, finjas,
tu intención era otra”, “te gusta por tu complejo de Edipo”, “te quieres vengar”.

10. Reafirmas, simpatizas, consuelas, apoyas. (Negando la fuerza de los sentimientos


del otro). “A todos nos pasa eso alguna vez”, “es normal sentirse así”, “pero tienes
otras muchas cualidades”, “no le hagas caso, está loco”.

11. Preguntas, interrogas. (Te centras en la información, más que en la persona) “¿desde
cuándo te sientes así?” “¿Quién te metió esa idea en la cabeza?” “¿Qué harías en
caso de divorciarte?”.

12. Distraes, humorizas, entretienes. Ej. “Olvídalo ya, ¿quieres?”, “mejor me lo dices
luego”, “hablemos de algo menos deprimente”, “mátalo de plano”, “ahí te va un
chiste, para que te alegres”.

Estos patrones de respuesta son más dañinos en la medida que se convierten en nuestra
forma habitual de responder.

ALGUNAS BARRERAS QUE OBSTACULIZAN EL ESCUCHAR.

Resistencia en la relación, ocasionada por el miedo al compromiso, debido a


experiencias dolorosas o por temor a la posible separación. (Es frecuente la
justificación: “no tengo tiempo”)

Prejuicios u opiniones anticipadas acerca de la otra persona que puede originarse por su
presencia física, actitudes y roles.

Dificultad para aceptar que la otra persona es diferente, y que nuestra diferencia puede
enriquecerse mutuamente.

Tendencia a evaluar, como moralmente bueno o malo lo que el otro comunica, de


acuerdo a la propia escala de valores.

Condiciones Externas, ruido, intromisiones, distracciones, llamadas telefónicas y todo


tipo de cosas que pueden hacer perder la concentración.

Estar en un diálogo interno con nosotros mismos, a un volumen tan alto que no
escuchamos al otro. Generalmente procede de asuntos no resueltos que se apoderan de
nuestro campo de conciencia.
LAS METAS DE PRESTAR ATENCIÓN

1. Darse cuenta y discriminar. Prestar atención a todo lo que constituye el medio


ambiente de mi vivir: las relaciones interpersonales en mi entorno, lo que sucede dentro
de mí, lo que pasa en mi ámbito social, cultural, organizacional, familiar e interpersonal
y lo que sucede en la esfera internacional.

2. Respeto. Una forma muy importante de vivir el respeto hacia el otro es prestarle
nuestra atención total.

3. Refuerzo. Cuando alguien no nos pone atención no sentimos ganas de seguirnos


comunicando y además podemos sentirnos descontentos o poco importantes como
personas. En cambio, la atención total nos refuerza en el sentimiento del propio valer y
en los deseos de seguirnos expresando.

4. Influencia social. Hay dos fuentes de poder en el prestar atención que es conveniente
tener bien presente para hacer un uso responsable de él. La primera es que si yo estoy
brindándote una atención tan plena, esto exige una respuesta de tu parte. La segunda es
la atención diferencial, ya que es muy probable que la conversación siga por ese tema al
cual le estoy poniendo más atención que otros. Es importante que me dé cuenta de que
esto pasa, y que lo utilice en beneficio del otro y no el mío propio.

EL FACTOR AMBIENTAL.

Un medio ambiente con pocos distractores , sin ser frío, ni incómodo, que fomente la
mutua atención.

Que no haya objetos físicos (un escritorio por ejemplo) entre los interlocutores, ya que
esto pudiera enfatizar una diferencia de posición o estatus y pone distancia.
Advertencia: aunque el ambiente físico es importante en el encuentro personal
significativo, la persona motivada puede trabajar aún en escenarios no muy apropiados
o hasta adversos.

LA ATENCIÓN FÍSICA.

- Mirar al otro a la cara (dice: “estoy disponible para ti”)


- Mantener buen contacto ocular. Esto significa no hablar viendo a otro durante
periodos prolongados y tampoco mantener 0persistentemente la mirada fija, pues
esto último puede resultar agresivo, controlador y amenazante. Mirarse
flexiblemente a los ojos facilita el flujo de la comunicación.
- Mantener una postura “abierta” (no cruzada de brazos, por ejemplo), lo cual
normalmente se siente como disponibilidad.
- Inclinarse hacia el otro. Simplemente observa qué tan frecuente es esto, en una
conversación cotidiana en la que la gente está mutuamente interesada, involucrada y
atenta.
- Mantenerse relativamente relajado. Si estás totalmente relajado se te escapan cosas,
es fácil que te disperses. Si estás muy tenso tampoco puedes escuchar, te precipitas.

Imagina y recuerda qué posturas físicas de otros te invitan a comunicarte y cuáles te


frenan o te provocan incomodidad. (Sugerencia: dedica unos minutos a esto).

LA ATENCIÓN PSICOLÓGICA

1. Escuchar la conducta no verbal del otro. “La cara y el cuerpo son extremadamente
comunicativos, aún cuando dos personas estén en silencio, la atmósfera puede llenarse
de mensajes” (El Orientador Experto, pág. 64).

El mensaje total de una persona se compone de lo que dice con las palabras de sus
mensajes corporales, que se componen de la conducta no verbal (movimientos
corporales, gestos, expresiones faciales) y de la conducta paralingüística (tono de la voz,
inflexión, espacio entre las palabras, énfasis, pausas). Es importante escuchar estos
mensajes corporales, ya que a veces subrayan, otras contradicen y otras más enriquecen
lo que la persona dice. Además, transmiten mensajes emocionales que son menos
controlados a voluntad que las palabras. Es importante escuchar el mensaje total del otro
y no estar demasiado atentos a detalles. Conviene también ser cuidadoso en la
interpretación de los mensajes no verbales.

2. Escuchar la conducta verbal del otro. Ya nos referimos al valor que tiene la escucha
pasiva. En otros momentos será más importante la escucha activa, en la que tratamos de
escuchar tanto el contenido como los sentimientos del otro. Vigila también que tu
escucha no sea selectiva (no confundirla con la atención diferencial antes mencionada).
Es decir: sólo el elogio y no la crítica, sólo lo superficial y no lo íntimo, sólo lo bello y
no lo desagradable o viceversa. Si escuchas todo ayudas también al otro a escuchar
totalmente.

Escucharse a sí mismo. Para que haya proximidad con el otro hemos de saber
escucharnos a nosotros mismos y saber comentar con él lo que nos está pasando. Ej.:
estoy conmovido, estoy aburrido, estoy alejado, estoy asustado. Todo esto puede
suceder dentro de mí y estar obstaculizando tu escucha.

Mínimos incentivos para hablar. Hay maneras de hacer notar a la otra persona que la
estamos escuchando (decir un “ahá”, un movimiento de cabeza, gestos ó inclinarse
hacia delante). A la mayoría de las personas no nos gusta hablar con alguien totalmente
impasible. Sin embargo también importa que no demos señales de escucha en forma
mecánica o excesiva. Su función es hacer que el otro se experimente a gusto para que
siga expresándose.
LA CONCRETIZACIÓN

La auto exploración tiene como meta el desarrollo del potencial de la persona a través
de la autocomprensión y del darse cuenta de los propios recursos para llevar a una vida
mejor. Mucho de esto se consigue a través de cambios de conducta, de emprender
acciones. Por esto la autoexploración debe ser concreta. “Soluciones vagas a problemas
vagos nunca conducen a una acción afectiva” (El Orientador Experto, pág. 95)

Ejemplo:
(1). Estas teniendo problemas en tus relaciones interpersonales y la solución es que te
abras a todo tipo de gente.
¿A dónde lleva esto? Seguramente a ninguna parte. Compara ahora, en el ejemplo
siguiente, las descripciones (1) y (2).
(1). A veces me siento chistosa cuando estudio.
(2). A veces, cuando estoy estudiando sola en casa, por la noche, me empiezo a sentir
sola, como si no tuvieras amigos, aunque si los tengo. Sé que es algo pasajero pero me
inquieta mucho. Salgo a la calle para estar con la gente.

(2) Es mucho más concreta que (1) y se presta mucho más al avance. Ser concreto
implica incluir sentimientos, experiencias y conductas dentro de una situación
específica. Además, que todo esto vaya unido a la problemática real de una persona. A
veces somos muy concretos para hablar de lo que no nos preocupa y nos volvemos un
punto doloroso. Es entonces comprensible que al tocar lo que duele nos refugiemos en
generalidades. Mas para avanzar en la comprensión de uno mismo es necesario
“aterrizar” las experiencias y ser concreto.

¿Cómo puedo ayudar al otro a ser concreto?

1. Hablando concretamente.
No le puedo pedir concreción al otro si yo acostumbro hablar con generalidades y tiendo
a divagar.

2. Interviniendo activamente.
A veces, como ya vimos, lo que el otro necesita es ser escuchado sin interrupción. Otras
muchas necesita que haya diálogo, que yo responda con cierta frecuencia, que tome en
mis manos algunas “hebras” que él va dejando aquí y allá que la conversación se vaya
centrando en aspectos concretos.

3. Pediéndole directamente información más específica.


Sobre todo, la que ayude a aclarar las declaraciones vagas. Las preguntas que más
ayudan son las que preguntan los “qué” y los “cómo” más que los “porqué”. Esto se
debe a que si no sé por qué tal vez invente algo. Además, las causas de las cosas van
tejidas unas con otras y con frecuencia se pierden en el tiempo y es frecuente que una
persona hipotetice mucho sobre por qué es, cómo es, t no cambie hacia el crecimiento.
Ejemplo:
(1) Creo que soy así con mi esposo por cosas que me sucedieron en la infancia. Mi
esposo se parece a mi papá y yo siempre me llevé mejor con mi mamá.

Es muy probable que una plática así se convierta en barril sin fondo. Esto significa de
ninguna manera que neguemos la importancia del pasado. Por lo que ha sido el pasado
somos como somos y es muy útil re-etiquetar o dar nuevos significados a lo que hemos
vivido con miras a vivir el hoy más efectivamente. En este enfoque creemos que todo lo
importante del ayer está con nosotros aquí y ahora; darnos cuenta sobre cómo estamos
viviendo en el presente y reconocer nuestros recursos para lograr el cambio hacia el
crecimiento.

Ser concreto es sumamente importante en las relaciones humanas significativas.


Canaliza las energías de las personas y las orienta a tomar decisiones constructivas y
bien basadas en los datos de la realidad. Además, colabora a que cada ser humano tome
consciencia de su poder personal. “Puedo entenderme y enderezar el rumbo. Puedo
elegir como quiero vivir a través de cambios concretos”. Además, cuando somos
concretos evitamos el aburrimiento, que aveces resulta tan penoso.

Otra ventaja de ser concreto es que desaparecen “fantasmas” o “monstruos invencibles”


de nuestra vida.

Ejemplo:
(1) Soy un fracaso como maestro.
(2) No preparo mis temas a tiempo. Me enojo con los indisciplinados y no sé cómo
manejarlos. Me asusta mucho que me hagan una pregunta a la que no sé responder y
no encuentro la manera de motivar más a mi grupo en mis clases.

La declaración (q) es un “fantasma”. La declaración (2) abre puertas a la


autoexploración y a la búsqueda de soluciones, además no lastima tan hondamente la
autoestima.

Una advertencia final: la búsqueda de la concreción debe ir acompañada de esas tres


actitudes básicas: aceptación, autenticidad y empatía; ya que como hemos dicho,
concretar en ocasiones resulta en tocar puntos dolorosos, a veces en sentir vergüenza e
inadecuación. Busco que seas concreto para que eso te ayude, no para satisfacer mi
curiosidad personal, ni debido a una “prisa” mía interna que no respeta tu ritmo, no
comprende de tu dificultad de exponerte por temor a volver a ser lastimado.
LA EMPATÍA

Probablemente pocas cosas sean tan difíciles de enseñar como la empatía. Es algo, que
más que enseñar, se aprende, teniendo contacto con personas altamente empáticas,
haciendo un trabajo psicoterapéutico personal comprometido, teniendo una amplia gama
de experiencias personales, y en general estando abierto a la vida y a la propia
actualización personal en cuanto a valores, actitudes, conductas, sentimientos, ideas, etc.

Ser empático es comprender al otro desde su propia manera de ver y vivir sus
experiencias, poniéndome “en sus zapatos”, tratando de comprender sus significados,
ideas, sentimientos y conductas desde su marco personal de referencia.

Para que mi empatía le sea útil al otro en su crecimiento he de poder comunicarte mi


comprensión de un modo que le sea claro y comprensible. Esta es una habilidad que
todo buen facilitador humanista ha de desarrollar. He de ser capaz comunicar al otro que
entiendo lo que explícitamente ha expresado acerca de sí mismo y lo hago con mis
palabras y en mi propio estilo. No trato de “escarbar” en lo que me dice, ni busco que
hay “detrás”.

Ejemplo:
a) Fíjate que acabo de terminar mi carrera y ya conseguí un excelente trabajo, se me
hace increíble.
b) Te cuesta creer que acabas de terminar tu carrera y ya tienes un buen trabajo.

Una persona es adecuadamente empática cuando:


1. Darse cuenta o “meterse” en la otra persona y mirar el mundo desde el marco de
referencia de dicha persona.
2. Comunicar al otro la comprensión tanto de los sentimientos, como de las conductas
y significados que subyacen en sus experiencias.

La capacidad empática

Carl Rogers dice al respecto lo siguiente:

“La capacidad para sumergirse en el mundo subjetivo de los demás y para


participar en su experiencia en la medida en que la comunicación verbal y no
verbal permita… es la capacidad de ponerse verdaderamente en el lugar del
otro, de ver el mundo como lo ve él.
El papel del terapeuta rogeriano consiste en captar y reflejar la significación
personal de las palabras del cliente, mucho más que responder a su contenido
intelectual. Para tener éxito en esta tarea, es preciso que el profesional sepa
hacer abstracción de sus propios valores, sentimientos y necesidades y se
abstenga de aplicar los criterios realistas, objetivos y racionales que le guían
fuera de su interacción con sus clientes”. (Rogers & Kinget, 1971, vol 1. Pág.
115-116)

La Comprensión empática. Tal como es formulada en los últimos escritos rogerianos,


exige al terapeuta dos cosas:
1. Comprender al cliente
2. Comunicarle esta comprensión

Rogers ha dado diferentes descripciones de lo que es la empatía, a continuación hay


algunas de ellas.

La empatía es:
 “Un sentir del mundo de los significados personales” (Rogers, 1962).
 “Un sentir los componentes cognitivos, perceptuales y afectivos del campo
experiencial del cliente, tal como existen en él” (Rogers, 1961).
 Una sensibilidad momento a momento en el aquí y ahora, el inmediato presente. Es
un sentir el mundo íntimo de los significados personales del cliente como si fuera
propio” (Rogers, 1966).
Esta actitud de comprensión empática convierte al terapeuta en un compañero del viaje
del cliente.

Gondra lo expresa de la siguiente manera:

“La empatía ha de ser una comprensión exacta, es decir, sin deformaciones


procedentes del propio punto de vista del terapeuta, y ha de llegar a todas las
zonas del campo fenoménico del cliente.” (Gondra, 1981, págs. 223 a 225).

Rogers enfatiza en el párrafo siguiente la importancia de la comunicación de la empatía


de la siguiente forma:

“Si las actitudes que eh estado describiendo (congruencia, empatía,


consideración positiva) no han sido comunicados de algún modo al cliente, y
percibidas por él, no existen dentro de su mundo perceptual, y por tanto no
pueden ser eficaces” (Rogers, 1962).

Técnicas para comunicar empatía:

1. La Reiteración o Reflejo de contenido


“Esta forma elemental de reflejo se dirige al contenido, estrictamente manifiesto de la
comunicación”. (Rogers & Kinget, 1971, vol 2. Pág. 76)
La reiteración facilita el proceso dando al cliente el sentimiento de ser comprendido y
respetado.

2. Reflejo del sentimiento.

“Trata de sacar a la luz la intención, la actitud o el sentimiento inherentes a sus


palabras, proponiéndoselos al cliente sin imponérselos. En términos gestalistas,
consiste en iluminar el “fondo” de la comunicación con el fin de permitir al sujeto
que se dé cuenta de si hay elementos suceptibles de integrarse en la “figura”, de
modificar ésta o de realizarla.
El reflejo tiene, pues, un carácter más dinámico que la reiteración.” (Rogers &
kinget, 1971, vol 2. Pág. 81)

¿Qué metas inmediatas tiene la empatía? Si va unida al respeto y la autenticidad, ayuda


muchísimo a crear una armonía entre las personas que se comunican; aumenta la
confianza y la apertura y también el nivel de autoexploración de la persona. Es decir, la
persona se siente invitada a seguir explorando más dimensiones de su experiencia
(compara este efecto con la parálisis o las defensas que siguen el uso de la “docena
sucia”).

Una respuesta empática es la que logra los efectos mencionados en el párrafo anterior,
mucho depende de mi actitud de estar para el otro y de afinarme como el instrumento
que escucha una realidad viva.

Consideremos algunas de las formas en que puede expresarse la empatía:

1. Expresarse solamente lo que está implicado.


Ejemplo:
Cliente: Escribo muchos versos y a mis amigos les gustan muchísimo. Sin embargo,
llevo dos años mandándolos a diferentes revistas y jamás me han publicado uno.
Terapeuta A: Es descorazonador poner tanto esfuerzo y tener tan poco éxito.

2. Resumir el material central. Es muy útil hacer un resumen de los aspectos relevantes
y centrales que la persona ha comunicado en forma fragmentada. No se trata de
hacer un resumen mecánicamente, sino de demostrarle al otro un cuadro más
completo de sus autoexplraciones para que aumente la comprensión de sí mismo, se
siga autodescubriendo, o bien se dé cuenta de algún asunto “clave”. Un resumen del
material importante puede resultar muy clarificante e iluminador.

3. Identificar temas. Cuando la relación ya es sólida, ha habido mucha aceptación,


autenticidad y comprensión, suele ayudar el identificar “temas” o denominadores
comunes que surgen de lo que la persona ha explorado. Los temas pueden referirse a
Sentimientos (Ej.: falta de entusiasmo, depresión, ansiedad) a experiencias (ser una
víctima, ser utilizado, ser un fracasado), o a combinaciones de estos.
Ejemplo: “De lo que te he escuchado, me parece que hay una convicción detrás de
todo lo que te pasa y es la que tú no puedes tomar decisiones propias que sean
acertadas. Así que otros deciden por ti y esto genera más frustración.”

4. Concretar islas. Es frecuente que no nos demos cuenta de cómo se relacionan unos
sentimientos, conductas y experiencias con otros. Ayuda mucho tender “puentes
entre las islas”
Ejemplo: “esta fatiga y ansiedad que mencionas parece deberse a que, por un lado,
se acerca tu boda, por otro lado, todavía no encuentras casa, y por otro, esa fuerte
exigencia interna que te haces de tener éxito y de llenas las aspiraciones de tus
padres puede estar consumiendo mucha de tu energía ¿no crees?”.

Algunos problemas comunes para lograr la empatía.

1. No lograr una empatía adecuada, se puede dar en varias formas:


 Hacer como que el otro no dijo nada.
 Hacer generalizaciones de tipo: “a todos nos pasa eso alguna vez en la vida”.
 Descartar lo que el otro me dice por “superficial”, invitándole a que me hable de
“algo más profundo” o del “verdadero problema a fondo”.
 Decirle qué hacer, buscarle un programa de acción.

2. Si el otro te demuestra que el reflejo que le hiciste no es correcto, no te aferres a él,


da marcha atrás y vuelve a tratar de comprenderlo y acompañarlo.

3. Cuando en realidad ya nos perdimos, sea por distracción, o porque el otro se está
comunicando confusamente lo mejor es comunicárselo: “me perdí”, e invitarlo a repasar
lo dicho; o bien decirle lo que le he entendido, dejando abierta la puerta para que me
corrija o me añada.

4. Repetir como “loro”.


No se trata de volverle a decir lo que me ha dicho como si fuera un eco, sino de
comunicarle como yo lo entiendo, dejando abierta la puerta para que me corrija o me
añada.

5. Divagaciones.
Si una persona divaga mucho, la conversación pierde en concreción e intensidad. En
general, es mejor intervenir con relativa frecuencia, sin que esto implique interrumpir o
invadir la comunicación del otro. Estar atento a lo que el otro necesita. A veces su
primera necesidad es desahogarse, y lo que le ayuda es la escucha pasiva. Después, si es
conveniente, se pudiera decir algo así: “todo esto te ha golpeado fuerte. Veamos si
podemos ir poco a poco. Te escuche esto y esto…”
6. Adelantarse.
Cada persona tiene su ritmo. Cuando se responde prematuramente la persona se
confunde, se siente amenazada o molesta, lo deseable es que de fondo exista un gran
respeto al otro, a su tiempo, a sus necesidades. No hay que adelantarse.

7. “Estacionarse” en la exploración.
Lo contrario a adelantarse también sucede, es decir: promovemos en el otro la
autoexploración durante un periodo larguísimo, no le hacemos algún reflejo pertinente y
no llegamos a acompañarle a una clarificación de su experiencia.

8. Falta de empatía de tono y maneras.


Lo que le dices es correcto en cuanto al contenido de lo que te comunicó pero no la
manera en que se lo dices (hay congruencia).

9. Responder rápidamente.
Es una tentación común el querer “llenar” los silencios o pausas del otro, esto
normalmente se debe a nerviosismo o impaciencia de parte del que escucha. A veces las
pausas son una ocasión para buscar los puntos centrales, revisar qué me pasa, etc.

10. Usar lenguaje inapropiado.


Usar un lenguaje que no está a tono con el de la otra persona puede reflejar que no
estamos asumiendo su marco de referencia. Ej. Hablar rebuscadamente, usar frases
trilladas que no van con su personalidad, usar un lenguaje técnico psicológico.

11. Hablar aburridamente.


Normalmente son más facilitadoras las respuestas sencillas y llanas que los “rollos”
prolongados. Esto es más frecuente que suceda cuando decidimos algo sin saber bien
para qué lo decimos, luego vemos que no hemos dado en el blanco y continuamos
elaborando, abundando, etc. Antes tus intervenciones muy largas lo frecuente es que la
persona deje de autoexplotarse para tratar de entenderte a ti. Se desperdicia energía y se
genera una sensación de estar perdido y confuso. Repetimos: es importante buscar la
escencia de lo que el otro me dice para contestar en forma concreta y precisa.

12. Las preguntas.


La información no es un fin en sí mismo. Acumular información que no se va a usar es
contraproducente. Es preferible no hacer muchas preguntas. Es conveniente antes de
hacerla preguntarme: ¿Para qué le quiero preguntar eso?, ¿Es para que ésta persona se
aclare?. ¿Me falta saber un poco más para entenderla?; o bien: ¿Tengo una curiosidad
personal?, o ya no sé que decir, mejor le pregunto. Conocer la finalidad de mi deseo de
preguntar puede ayudarme a afinar mi intervención.
En cuanto a las preguntas, son preferibles las preguntas abiertas a lasa cerradas.
Ejemplos:
Pregunta cerrada: ¿Estás teniendo problemas con tu esposa? (si, no)
Pregunta abierta: ¿en qué forma te disgusta tu esposa?
Por otro lado muchas veces la pregunta es en realidad una afirmación. Es mejor hacer
autoexploración y la segunda es probable que lleve a cerrar el asunto, ilustremos:
Pregunta cerrada: ¿Te enojaste cuando te ignoró tu marido?
Respuesta: sí, un poco
Afirmación: me imagino que te enojaste cuando te ignoró.
Respuesta: bueno, más que enojarme me dio tristeza…

RESPONDER A SENTIMIENTOS Y/O CONTENIDOS

Normalmente conviene responder a ambos, pero en un momento dado, uno de los dos se
convierte en más importante.
Ejemplo:
A: Esta semana se murió mi perro, me avisaron que mi solicitud fue rechazada, me
dolió mucho la muela y tuve un pleito espantoso con mi vecino, y me pasaron más
cosas. Casi no he dormido. ¡Uuuff!
B: Te sientes abrumado. Saturado.
En este caso b responde exclusivamente a los sentimientos de a porque cree que lo
predominante en él es la sensación de saturación ante tantos contratiempos. No habla
del perro, del vecino, de la muela, etc., en este momento.

Otro Ejemplo:
A: Mi papá ,e regaña por la ropa que uso, y luego le dice a mis tíos que le encanta mi
“estilo exótico”. Regaña a mi hermano por “X” cosa y en cambio a mi hermana la
felicita por lo mismo. A veces es cariñoso con mi mamá y otra no hace más que burlase
de ella.
B: Estás viendo a tu papá reaccionando contradictoriamente ¿no es así?
Aquí b se concentra en el contenido porque cree que es lo que más ayudará a que a siga
autoexplorando.
LA FORMA DE SUPERVISAR LAS ENTREVISTAS: LA RETROALIMENTACIÓN

La retroalimentación que podemos dar y recibir en un grupo de entretenimiento es una


herramienta indispensable que un grupo de aprendizaje se ayude mutuamente en su
desarrollo personal y profesional, por eso es de suma importancia aprender a darla y a
recibirla de manera adecuada.

“La habilidad para dar y recibir retroalimentación es uno de los recursos más
importantes para que una persona avance en su proceso de desarrollo individual y
social” (Persona, Familia y Trabajo pág. 45). Abre la posibilidad de saber cómo nos ven
los otros y también a ellos de saber cómo los percibimos.

La palabra retroalimentación (feedback) surgió de las aplicaciones de la cibernética a


los cohetes espaciales, los cuales mandan información a la Tierra sobre el curso que
llevan. Entonces se retroalimenta a los sistemas de control de los cohetes con nueva
información para hacer cambios, ajustes o correcciones de acuerdo a un plan. En el caso
de las relaciones humanas, la retroalimentación se manifiesta con una amplia variedad
de señales verbales y no verbales, las cuales son información para la otra persona sobre
sus comportamientos y la manera en que estos nos afectan, con el propósito de que
examine su conducta para que tengamos una mejor interacción. Otra finalidad de la
retroalimentación entre personas, es semejante a la descrita en los cohetes: señalar que
el otro se está saliendo de la ruta que sabemos se ha trazado.

“Alguna vez, todos hemos dado o recibido retroalimentación de manera espontánea y


natural. Lo que importa en esta etapa del proceso de desarrollo es que por una parte, tu
habilidad para darla adquiere mayor cuidado, sentido de utilidad, sutileza y don de la
oportunidad, y por la otra, que tu capacidad para recibirla se refuerce con una actitud
abierta, reflexiva y sencilla” (Ibid, pág. 46).

Básicamente la retroalimentación se da en tres pasos:

1. Describir la conducta del otro.


2. Compartirle mi reacción ante esa conducta.
3. Darle sugerencias.

Para aclarar algunos de los principales aspectos de la retroalimentación, reproducimos


un instrumento del libro Persona, Familia y Trabajo (pág. 46 a 48).

LO FALSO Y LO VERDADERO DE LA RETROALIMENTACIÓN

Instrucciones: Lee con cuidado cada aseveración e indica, si a tu juicio, es falsa o verdadera.
Encierra en un círculo la letra F si la aseveración es falsa, o la letra V si es verdadera.

1. Todos los mensajes que se dan a otra persona son retroalimentación. V F


2. Dar retroalimentación es proporcionar información a la otra persona V F
para que revise su comportamiento.

3. La retroalimentación siempre implica un juicio de valor acerca de la V F


otra persona.

4. Interpretar la conducta de la otra persona y retroalimentación signifi- V F


can lo mismo.

5. La retroalimentación es la descripción que se le da a la otra persona V F


acerca de su comportamiento.

6. No es necesario ser hábil para dar retroalimentación a los demás. Bas- V F


ta con ser sincero.

7. Cualquier momento es bueno para dar retroalimentación. V F

8. No es necesario que expliques los motivos que te impulsan a dar retro- V F


alimentación.

9. Es mejor referirse a aspectos concretos al dar retroalimentación que V F


expresarse en términos generales para que la persona no se ofenda.

10. Cuando retroalimentamos a otra persona no te guardes nada, dilo todo V F


de una vez.

11. No es importante que la otra persona comprenda lo que se le retroali- V F


menta, como el hecho de que tú se lo digas.

12. Si es necesario retroalimentar a una persona y no está dispuesta, ha- V F


brá que confrontarla.

13. Para mejorar tu comportamiento es conveniente solicitar retroalimen- V F


tación de los demás.

14. Solo hay que pedir retroalimentación en los aspectos verdaderamente V F


te interesan.

15. Cuando te den retroalimentación, refuta lo que no te parezca y defién- V F


dete.

16. Para comprobar la retroalimentación recibida es mejor compararla con V F


tus propias experiencias que pedir otra opinión.

17. Es mejor quedarte callado que comunicar tus emociones al haber reci- V F
bido retroalimentación.
REVISA LAS RESPUESTAS

1. FALSO. Solo se retroalimenta a otra persona cuando se le da información útil, que le sirva
para mejorar.

2. VERDADERO. Para mejorar, la persona necesita información que le permita examinar su


comportamiento.

3. FALSO. Al dar retroalimentación es importante evitar los juicios de valor como “malo”,
“bueno”, etc.

4. FALSO. De igual manera, no es conveniente interpretar la conducta de la otra persona.

5. VERRDADERO. Para retroalimentar, basta describir el comportamiento de la otra persona.

6. FALSO. No basta con ser sincero, se requieren ciertas habilidades como claridad,
concreción y percepción, entre otras.

7. FALSO. Para dar retroalimentación efectiva se debe buscar el momento en que la otra
persona esté más dispuesta a recibirla.

8. FALSO. Es conveniente explicar el motivo que nos impulsa a dar la retroalimentación a la


otra persona.

9. VERDADERO. Es más útil para la otra persona recibir información sobre aspectos
concretos de su comportamiento.

10. FALSO. Es necesario estimar cuanta retroalimentación es capaz de recibir la otra persona
para que no pierda sus efectos positivos.

11. FALSO. Lo importante es que el otro comprenda lo que se le retroalimente.

12. VERDADERO. A través de una confrontación positiva se puede dar retroalimentación no


pedida, pero necesaria.

13. VERDADERO. Hay aspectos que uno mismo no puede ver, por eso también se necesita
recibir retroalimentación de los demás.

14. VERDADERO. Estos aspectos son los verdaderamente importantes para tu crecimiento
personal.

15. FALSO. Al recibir retroalimentación hay que evitar caer en la tentación de defenderse, es
mejor escuchar con atención.

16. VERDADERO. Comparar la retroalimentación recibida con la experiencia propia es la


mejor forma de comprobarla. Esto también ayuda a asumirla y a responsabilizarse del
cambio.

17. FALSO. Después de haber recibido retroalimentación es importante expresar con


tranquilidad los sentimientos que provocó; pero esto no quiere decir que hay que justificarse
o defenderse, es mejor aprovechar la retroalimentación para crecer interiormente.
SUGERENCIAS PARA DAR RETROALIMENTACIÓN
1. Que se dé como un acto consciente y responsable de quien la proporciona y no
como una reacción impulsiva.
2. Que la conducta observada en la otra persona sea descriptiva y no evaluativa, ya que
esto último provoca actitudes defensivas.
3. Que sea específica, es decir, que se refiera a un aspecto concreto de la conducta, en
vez de calificar a toda la persona por un hecho en particular.
4. Que se dirija a un comportamiento que pueda ser modificado por la otra persona, y
no a algo que no esté en sus manos cambiar.
5. Que no tenga contradicciones entre lo que se dice y la conducta no verbal.
6. Que sea proporcionada en el momento oportuno, y no cuando la otra persona ya
haya olvidado el hecho que la provoca.
7. Que tengas en mente para qué vas a decirla, es decir, que recuerdes que la
retroalimentación significa nutrir, ayudar a crecer. También cuida que la forma en
que la das, sea ayudadora.
8. Admite que puedes estar equivocado y que sólo tu percepción.
9. En la mayoría de los caso, la retroalimentación es mejor recibida si va acompañada
de una sugerencia, y ésta debe ser concreta, como lo fue la descripción de la
conducta.
10. No empeñarse en que forzosamente el otro me dé la razón sobre lo que digo.

SUGERENCIAS PARA RECIBIR Y OBTENER RETROALIMENTACIÓN

1. Pide a otros que te den sus impresiones sobre tu comportamiento. Sé tolerante, ellos
probablemente violarán las reglas de una buena retroalimentación (pueden no ser
“expertos” en retroalimentación).
2. Escucha atentamente. Entrégate generosamente a atender.
3. Procura no dejar que tus defensas crezcan. Toma nota (mentalmente) de tus dudas y
desacuerdos.
4. Verifica frecuentemente si lo que oyes coincide con lo que te dicen aunque creas
haber entendido, para verificar tu percepción.
5. Pide ejemplos para que comprendas mejor.
6. Agradece la retroalimentación que te dan. Te haya gustado o no, puede ser
información útil para ti.
7. Aprende y acostumbrate a sólo escuchar y suprimir toda idea de discutir, defenderte
o hacerle sentir al otro que no eres tan malo o tan bueno como parece decir. Quédate
con toda la información y no la dejes pasar.

Una sugerencia final: “Cuando tengas que retroalimentar a alguien acerca de un aspecto
de su conducta que no es el adecuado, acostúmbrate también a decirle lo que más te
gusta de su comportamiento. (Rodríguez, 1987, pág. 52)
BIBLIOGRAFÍA:

Cehus. Manual de Líderes. Edición privada de dicho centro. Guadalajara, Jal.

Fuster, Joaquín Ma. Cómo Potenciar la Autorealización. Ed. Mensajero, Bilbao, 1977.

Gondra Rezola, José M. La Psicoterapia de Carl R. Rogers. Desclée de Brouwer,


Bilbao, 1981.

Gordon, thomas. P.E.T.: Padres Eficaz y Técnicamente Preparados. Ed. Diana, México,
1977.

Lafarga, juan & Gómez del Campo, josé (Comp.) Desarrollo del Potencial Huamno.
Vol. 1 y 2. Ed. Trillas, México, 1982.

Rodríguez c. Carlos y otros. Persona, familia y Trabajo: ¿Crisis o equilibro?. Ed. Diana,
México, 1987.

Rogers, Carl; Kinget, Marian. Psicoterapia y Relaciones Humanas. Vol 1 y 2, Editorial


Alfaguara, Madrid 1971.

Van Kaam, Adrián. Encuentro e Integración. Ed. Sígueme, Salamanca 1970.


MANERA DE SER DESATENDIDA: LA MANERA EMPÁTICA

Carl R. Rogers
Capítulo tercero del libro: La Persona Como Centro. Ed. Herder.

En este artículo defiendo la tesis de que deberíamos reexaminar y volver a considerar una
especialísima manera de ser en relación con otra persona, la denominada empática, Creo que, en general,
concedemos muy poco valor a un elemento extremadamente importante tanto para la comprensión de la
dinámica de la personalidad como para la producción de cambios en la personalidad y de mayor poder de
que disponemos. Pese a todo lo ya dicho y escrito sobre el tema, esa manera de ser rara vez se encuentra
en forma integral en las relaciones interpersonales. Comenzaré por mi propia historia, un tanto fluctuante
en relación a este asunto.

Titubeos Personales
Muy al principio de mis actividades como terapeuta, descubrí que el solo hecho de escuchar
atentamente a mi cliente era una manera muy importante de ayudar. Así, cuando tenía dudas en cuanto a
lo que debía hacer, en la aceptación activa del término, me limitaba a escuchar. Me pareció sorprendente
que esta forma pasiva de interacción pudiese ser tan útil.
Una asistente social de formación rankina me ayudo a comprender poco después que la forma
más eficaz de encarar un problema consiste en observar con atención los sentimientos y las emociones,
perceptibles a través de las palabras del cliente. Creo que fue ella quien me sugirió que la mejor respuesta
sería “reflejar” estos sentimientos hacia el cliente; con el tiempo, “reflejar” se convirtió en una palabra
que me hace temblar de miedo. Pero en aquella época, ella mejoró la calidad de mi trabajo terapéutico,
por lo que le quedé agradecido.
Pasé entonces a desempeñar un cargo, con dedicación total, en la universidad, donde, con la
ayuda de mis alumnos, me decidí a pedir insistentemente un equipo para grabar nuestras entrevistas. No
es posible exagerar la emoción que sentíamos, apiñados en torno al aparato, al ver que podíamos oírnos a
nosotros mismos, repitiendo infinitas veces un punto dudoso en el que la entrevista se había llevado mal,
o aquellas frases en las que el cliente progresaba de modo significativo. Sigo pensando que esta técnica es
la mejor manera de perfeccionarnos como terapeutas. Entre las muchas lecciones que nos proporcionaron
estas grabaciones, está el hecho de haber observado que el estar atentos a los sentimientos y “reflejarlos”
constituía un proceso muy complejo. Descubrimos que era posible detectar la respuesta del terapeuta que
hacían que un fructífero flujo de expresión significativa se transformase en algo superficial e inútil. Del
mismo modo podíamos detenernos en la intervención del terapeuta que convertía la palabrería del
paciente en una autoexploración.
No obstante, esta tendencia a hacer las respuestas del terapeuta del foco de la cuestión tenía
consecuencias que me asustaban. Me habían enfrentado a reacciones hostiles, pero éstas eran peores. En
pocos años, ese enfoque pasó a tenerse por una técnica. “Terapia no directiva”, decían, “es la técnica que
consiste en reflejar los sentimientos del cliente”. O, en una criatura aún peor, “en la terapia no directiva se
repiten las últimas palabras del cliente”. Me conturbó tanto esta completa distorsión de la realidad de
nuestros procedimientos, que durante unos cuantos años no dije prácticamente nada más respecto a la
atención empática y, cuando lo hice, fue para mostrar la importancia de una actitud empática, y haciendo
poquísimos comentarios sobre la forma en que podría ponerse en práctica en los distintos tipos de
relación. Preferí discutir sobre las cualidades de la consideración positiva y de la congruencia del
terapeuta, que serían, por hipótesis y al lado de la empatía, los promotores del proceso terapéutico.
También se interpretaron mal muchas veces, pero al menos sin caricaturizarlas.

La necesidad actual
Con el transcurso de los años, los datos de la investigación siguieron acumulándose, llevándose a
la conclusión de que un alto grado de empatía quizá sea el factor más relevante en una relación, siendo sin
duda uno de los más importantes en la promoción de cambios y en el aprendizaje. Por eso es por lo que
creo llegado el momento de olvidar las caricaturas y las desfiguraciones del pasado y mirar la empatía
cono ojos nuevos.
Me parece oportuno hacerlo por otra razón además. Durante la última o las dos últimas décadas,
destacaron en los Estados Unidos varios enfoques terapéuticos nuevos. La terapia gestálica, el
psicodrama, la terapia del grupo primario, la bioenergética, la terapia emotivo-racional y el análisis
transaccional son, entre otros, algunos de los más conocidos. Parte de la atracción que ejercen reside en el
hecho de que el terapeuta es en la mayoría de los casos un perito que manipula activamente la situación, a
menudo pudiendo impresionar profundamente al cliente, a quien trata de alcanzar. Si no me engaño,
declina la fascinación por este tipo de habilidad en la orientación de las personas. En relación con la
terapia del comportamiento, otro concepto terapéutico basado en la especialización, creo que, por el
contrario, está en alza. La sociedad tecnológica se sintió encantada al descubrir una tecnología mediante
la cual se puede modelar el comportamiento de un individuo, incluso sin su conocimiento o su aprobación
según unos objetivos escogidos por el terapeuta o por la sociedad. Pero también en este caso, personas
ponderadas han presentado serias objeciones a medida que aparecen como más evidentes las
implicaciones filosóficas y políticas de la “modificación del comportamiento”. Observé así que existen
muchas personas dispuestas a revisar las maneras de estar con personas, que hagan posibles los cambios
autodirigidos y localicen el poder en la persona y no en el especialista; este hecho me leva, una vez más, a
examinar cuidadosamente el significado que atribuimos a la empatía y lo que sabemos respecto a ella.
Quizá haya llegado el momento de reconocer su valor.

La definición inicial
Muchas son las definiciones que se dieron de éste término; yo mismo presenté muchas de ellas.
Hace más de veinte años (aunque no se publicase hasta 1959) intenté formular una definición bastante
precisa, como parte de la presentación formal de los conceptos y de la teoría por mí elaborados. Esta
definición fue la siguiente: “El estado de empatía o de ser empático consiste en darse cuenta con precisión
del cuadro de referencias interno de otra persona, juntamente con los componentes emocionales y los
significados a ella pertenecientes, como si fuéramos la otra persona, sin perder nunca la condición de
“como si” estuviésemos tristes o alegres, etc. Si perdemos esta condición de “como si”, tendremos un
estado de identificación. (Rogers, 1959, pág. 210-211; véase también Rogers, 1957).

La vivencia, un elemento útil


A fin de formular la definición actual, me gustaría echar mano del concepto de vivencia, tal
como lo formuló Gendin (1962). Este concepto enriquece de varias maneras nuestras ideas, según
veremos a lo largo de este artículo. En resumen, el autor es de la opinión de que en el organismo humano
tiene lugar de forma ininterrumpida un flujo de vivencias hacia el que el individuo puede dirigirse
repetidas veces, utilizándolo como punto de referencia para descubrir el significado de su existencia.
Según él, empatía es resaltar con sensibilidad el “significado sentido” que el cliente está transformado en
vivencia en un determinado momento, a fin de ayudarle a centrarse sobre este significado hasta llegar a su
vivencia plena y libre.
Un ejemplo puede hacer que resulte más claro este concepto, así como su relación con la
empatía. En un grupo de encuentro, un hombre venia haciendo comentarios vagamente negativos respecto
a su padre. El personaje facilitador dijo: “Parece que usted siente rabia hacia su padre” “El replicó: “No,
creo que no”. ”Quizá usted está insatisfecho con él” “Sí, tal vez sí…”, dijo sin mucha convicción. “Puede
que esté usted decepcionado con él “El hombre replicó de inmediato: “¡Eso es! Estoy decepcionado
porque no es una persona fuerte. Creo que siempre me sentí decepcionado por si causa, desde pequeño”.
¿En relación a qué verifica este hombre la exactitud de estos términos? En opinión de Gendlin,
con el que estoy de acuerdo, el individuo los compara con el flujo psicofisiológico que corre en su
interior. Este corresponde al significado sentido, “insatisfecho” se acerca más, pero tampoco es del todo
correcto; “decepcionado” es la correspondencia exacta, por la que favorece la puesta en marcha de nuevo
flujo de vivencias que es lo que suele pasar.

Una definición actual


A seguido de esta retaguardia conceptual, intentaré explicar lo que es la empatía de una forma
que me parece satisfactoria en estos momentos. Ya no la llamaría “un estado de empatía”, pues creo que
más que un estado es un proceso. Tal vez logre aprehender esta cualidad.
La manera de estar en relación con otra persona, relación que denominamos empática, tiene
varias facetas. Significa penetrar en el mundo de las percepciones de otra persona y sentirse totalmente a
gusto en él. Requiere una sensibilidad constante hacia los cambios que se producen en esa persona en
relación a los significados que percibe, al miedo, a la rabia, a la ternura, a la perplejidad o a lo que en ese
momento constituya una vivencia para él o para ella, sea lo que sea. Significa vivir temporalmente su
vida, moverse delicadamente dentro de ella sin emitir juicios, percibir los significados que él o ella no
percibe, todo ello sin tratar de revelar sentimientos de los que la persona no tiene conciencia, pues esto
podría representar una gran amenaza. Supone transmitir la manera como uno siente de él o ella, a medida
que examina sin influencias externas y sin miedo a los aspectos que la persona teme. Significa
frecuentemente valorar con ella la necesidad de lo que sentimos y dejarnos guiar por las respuestas
obtenidas. Pasamos a ser un compañero de confianza de esa persona en su mundo interior. Al mostrar los
posibles significados presentes en el flujo de sus vivencias, ayudamos a la persona a que se centre en esta
modalidad útil de punto de referencia, a que plasme en vivencias los significados de forma más plena y a
que progrese en esa vivencia.
Estar con la otra persona de esta manera significa dejar de lado en esos momentos nuestros
puntos de visita y valores propios, para entrar en el mundo del otro sin ideas preconcebidas. En cierto
sentido significa apartar nuestro propio yo, lo que sólo puede hacer una persona que esté segura de que no
se perderá en el mundo posiblemente extraño del otro y podrá volver sin dificultades a su propio mundo
en cuanto lo desee. Quizá esta explicación haya aclarado que la empatía es una manera de ser compleja,
exigente e intensa, aunque también sutil y suave.

Definiciones operacionales
La definición que antecede no es operacional, adecuada para su empleo en investigaciones, pero
si se enunciaron otras muy usadas. Existe el inventario de relaciones de Barret-Lennard, que han de
rellenar los participantes en una relación, y en el que la empatía queda definida operacionalmente
mediante los ítems utilizados. Transcribimos a continuación algunos de ellos, los cuales indican la
amplitud que existe entre lo empático y lo no empático.
“El tiene en cuenta lo que mi experiencia significa para mí”.
“Comprende lo que digo, desde un punto de vista imparcial, objetvo”.

“Comprende lo que digo, pero no lo que siento”.


Barret-Lennard es también el autor de una formulación conceptual específica de la empatía, en la
que basó los artículos de su inventario. Aunque tiene puntos en común con la definición presentada con
anterioridad, es lo suficientemente diferente para justificar que se la mencione: “Desde un punto de vista
cualitativo, (la comprensión empática) es un proceso activo que consiste en querer conocer la conciencia
plena, actual y mutante, en esforzarse por percibir lo que comunica, así como su significados, y en
traducir sus palabras y signos en un significado vivenciado, que corresponda por lo menos a los aspectos
de su conciencia que le parecen en aquel momento como más importantes. Se trata de vivenciar la
conciencia situada “detrás” de la comunicación explícita, sin perder de vista nunca que esta conciencia
tiene origen y se desarrolla en el otro” (Barret-Lennard, 1962).
Existe también la escala de la empatía precisa (Accurate Empathy Scale), creada por Truax y sus
colaboradores, que tiene que ser cumplimentada por evaluadores (Truax, 1967). Con esta escala se
pueden evaluar con precisión incluso pequeñas porciones de entrevistas grabadas. La naturaleza de la
escala puede ponerse de manifiesto por la definición de la fase 1, corresponde a un grado bastante alto
(aunque no el más alto) de empatía.
La fase 8 se define de la siguiente manera “El terapeuta interpreta con precisión todos los
sentimientos que el cliente experimenta en ese momento. Revela también las áreas más ocultas del
cliente, explicitando significados de la vivencia del cliente, de los cuales éste tiene poca conciencia…
Penetra en los sentimientos y en las vivencias apenas sugeridos por el cliente, y lo hace con sensibilidad y
precisión… El contenido que sale a la superficie puede ser nuevo, pero no extraño. Aunque el terapeuta
comete y rápidamente altera o modifica respuestas en cualquier momento, lo que significa que comprende
con mayor claridad lo que se está diciendo y lo que se busca en las exploraciones del propio cliente. El
terapeuta se muestra solidario con el cliente y comparte con él una búsqueda basada en el ensayo y error.
Su tono de voz refleja la seriedad y la profundidad de su comprensión empática” (Truax, 1967, pág. 566).
A través de estos ejemplos, he tratado de mostrar que el proceso empático puede definirse en
términos teóricos, conceptuales, subjetivos y operacionales. Incluso así, no llegamos a alcanzar los límites
de su escencia.

Una definición para las personas actuales


Eugene Gendlin y otros participaron en fecha reciente en un movimiento comunitario de ayuda
denominado “Cambios”, que ofrece varias directrices útiles para las relaciones con los miembros
alineados y los participantes de la contractura que integran el caos que denominamos vida urbana. El
“Manual de relaciones”, elaborado con el objetivo de ayudar a la persona corriente para que aprenda a
“ayudar el proceso que se desarrolla en otra persona”, es de especial interés en el contexto de este
artículo.
Dicho Manual se inicia con un capítulo sobre “El oír integral2. Su contenido puede deducirse de
algunos de sus pasajes: “no significa cargar con imposiciones a las personas… Usted no hace sino repetir
la idea de otra persona, paso a paso, exactamente igual a como ella misma concibe la idea en aquel
momento. Usted no mezcla jamás ningún asunto o idea personal, ni impone jamás al otro nada que no
haya expresado… Para demostrar que comprende a esa persona de modo exacto, formule una o dos frases
que expresen con precisión el significado que esa persona quiso transmitir. Para hacerlo, por lo general
usted empleará sus propias palabras, pero emplee las palabras de la persona en cuestión cuando se refiera
a asuntos más delicados” (Gendlin y Hendricks, s.a.).
El Manual continúa en este mismo tono, ofreciendo muchas sugerencias detalladas, entre ellas
ideas sobre “cómo saber si a usted le esta yendo bien”.
De esta forma resulta patente que una manera empática de ser, aunque sea muy sutil desde el
punto de vista conceptual, también puede definirse en términos perfectamente comprensibles para la
juventud actual o los ciudadanos de zonas urbanas relativamente aisladas. Se trata de una concepción de
gran amplitud.

Aspectos generales de la investigación


¿Qué es lo que logramos saber respecto a la empatía a través de las investigaciones realizadas
con los instrumentos antes mencionados y otros que se han construido? La respuesta es que aprendimos
mucho; voy a intentar presentar algo de lo que aprendimos, exponiendo primero algunos aspectos
generales interesantes. Dejaré para más tarde un análisis de los efectos del clima empático sobre la
dinámica y el comportamiento del receptor. He aquí, pues, algunas afirmaciones generales que pueden
hacerse con seguridad.
El terapeuta ideal es, por encima de todo, empático. Cuando psicoterapeutas de distintas
orientaciones presentan su concepto de terapeuta ideal, del terapeuta que les gustaría llegar a ser, están en
total acuerdo en atribuir a la empatía la clasificación más alta entre doce variables. Esta afirmación se
basa en una investigación llevada a cabo por Raskin (1974) con ochenta y tres terapeutas pertenecientes a
por lo menos ocho enfoques terapéuticos diferentes. La definición de cualidad empática fue muy
semejante a la que utilizamos en este artículo. Este estudio vino a corroborar y reforzar otro anterior más
importante de los que caracterizan al terapeuta es “intentar comprender al cliente, desde el punto de vista
de éste, de la forma más sensible y exacta posible.
La empatía está en correlación con la autoexploración y el desarrollo del proceso. Aprendimos
que un clima de relación caracterizado por un alto grado de empatía está asociado a varios aspectos del
proceso y del progreso terapéutico. Este clima se relaciona claramente con un alto grado de empatía está
asociado a varios aspectos del proceso y del progreso terapéutico. Este clima se relaciona claramente con
un alto grado de autoexploración, por parte del cliente (Bergin y Strupp, 1972; Kurtz y Grummon, 1972;
Tausch, Bastine, Friese y Sander, 1970).
La empatía presente en los inicios de la relación permite prever el resultado final. El grado de
empatía existente o por alcanzarse puede ser determinado bien al principio, en la quinta, o incluso en la
segunda entrevista. Estas determinaciones iniciales predicen el éxito o el fracaso de la terapia (Barret-
Lennard, Tausch, 1973). Esto significa que podríamos evitar una considerable proporción de tratamientos
que dan malos resultados, mediante la determinación del grado de empatía del terapeuta en la fase inicial.
El cliente percibe la presencia de un grado más alto de empatía en los casos tratados con éxito.
En estos casos, la percepción del cliente de la cualidad empática presente en la relación, así como la
determinación de esta cualidad de la relación, efectuada por jueces objetivos, aumenta con el transcurso
del tiempo, si bien no mucho (Cartwright y Lerner, 1966; Van Der Veen, 1970).
La comprensión la proporciona el terapeuta, pero no se extrae de él. Sabemos que la empatía es
algo que el terapeuta ofrece y no una cosa que sólo logra obtener un tipo especial del cliente (Tausch y
otros, 1970, Truax y Carkhuff, 1967). Se especuló con la idea inversa, es decir, que un cliente atrayente o
fascinador pudiese ser responsable de la exigencia de comprensión impuesta al terapeuta, pero los datos
que se tienen no confirman esta hipótesis. La verdad es que el grado de empatía en una relación puede
deducirse de forma bastante precisa con sólo oír las respuestas del terapeuta, sin tener el menor
conocimiento de las declaraciones del paciente (Quinn, 1953). Por tanto, si existe clima empático en una
relación, es muy probable que el terapeuta sea el responsable.
Cuanta más experiencia tiene el terapeuta tanto mayor es la probabilidad de que sea empático.
Los terapeutas expertos ofrecen un nivel más alto de empatía que los que lo son menos, deduciéndose
esto ya a través de la percepción del cliente o mediante la percepción de jueces calificados (Barret-
Lennard, 1962; Fielder, 1949, 1950; Mullen y Abeles, 1972). Es evidente que los terapeutas aprenden, a
lo largo de los años, a acercarse a su ideal de terapeuta y a comprender con mayor sensibilidad.
La empatía es una cualidad especial en una relación, por lo que los terapeutas ofrecen
decididamente más que incluso los amigos más solícitos (Van Der Veen, 1970). Este es un hecho
tranquilizador.
Cuanto más equilibrado interiormente sea el terapeuta, mayor es el grado de empatía que
demuestra. La presencia de alteraciones de la personalidad en el terapeuta va acompañada de una menor
comprensión empática; cuando no presenta problemas en situaciones de relación interpersonal y confía en
ellas, ofrece contacto con este hecho y reflexioné respecto a mi propia experiencia en el entrenamiento de
terapeutas, llegué a la un tanto molesta como persona, tanto más provechosa será la relación que
proporciona. Esto supone una gran responsabilidad que se carga sobre la persona del terapeuta.
Hay terapeutas experimentados que se encuentran con frecuencia muy lejos de la empatía. Pese
a lo que dijimos sobre los terapeutas con experiencia, existen en ellos diferencias muy acentuadas en
cuanto al grado de empatía que ofrecen. Raskin (1974), mostró que la evaluación por terapeutas
experimentados de grabaciones de entrevistas realizadas por seis terapeutas también expertos dio lugar a
diferencias del nivel de 0,001, entre doce variables evaluadas. La empatía contribuyó a la amplitud de las
diferencias corrientes terapéuticas tuvieron como característica fundamental sus propiedades cognitivas,
la directividad ejercida por el terapeuta, etc. Por tanto, aunque los terapéuticas consideren la atención
empática como el elemento más importante del terapeuta ideal, es frecuente que no logren alcanzarla en
la práctica. Pero en realidad la evaluación de las grabaciones de las entrevistas efectuadas por esos seis
especialistas, llevada a cabo por ochenta y tres terapeutas distintos, dio un resultado sorprendente. Sólo en
dos casos el trabajo desarrollado por los especialistas estuvo en correlación positiva con la descripción del
terapeuta ideal. En cuatro casos la correlación fue negativa, la más extrema de –0,66. En cuanto a la
práctica de la terapia, éste es el cuadro.
Los clientes enjuician mejor el grado de empatía que los terapeutas. De este modo, el hecho de
que los terapeutas se mostraran tan imprecisos en el análisis de su propio grado de empatía quizá no sea
tan sorprendente. La percepción que el cliente de esta característica presenta una gran correspondencia
con la percepción de enjuiciadores neutrales que oyen las grabaciones, pero la concordancia entre clientes
y terapeutas o enjuiciadores y terapeutas es aja (Rogers, Gendlin, Kiesler y Traux, 1967, capítulos 5 y 8).
Para transformarnos en terapeutas más eficientes, quizá tendríamos que rogar a nuestros clientes que nos
digan si los estamos comprendiendo bien.
Brillantez y percepción diagnóstica no están en relación con la empatía. Es importante saber que
el grado de clima empático creado por el terapeuta no está en relación con su expediente académico o con
su capacidad intelectual (Bergin y Jasper, 1969; Bergin y solom, 1970). Tampoco se relaciona con la
precisión de percepción del individuo o con su competencia diagnóstica; en realidad, esta última
correlación puede ser negativa (Fiedler, 1953). Este dato es de la mayor importancia. Si no son
significativos ni la brillantez académica ni la capacidad para el diagnóstico hay que concluir que la
empatía pertenece a un nivel de discernimiento que difiere de la mayor parte del raciocinio clínico, sea
psicológico o psiquiátrico. Creo que nos resistimos a aceptar las consecuencias de este hecho.
La postura empática puede aprenderse con personas empáticas. Que la capacidad de empatía
puede desarrollarse mediante el entrenamiento es quizá la afirmación más importante. Puede ayudarse a
terapeutas, padres y profesores a ser más empáticos. La posibilidad de este aprendizaje aumenta
claramente si sus profesores y supervisores fuesen personas de comprensión sensible (Aspy, 1972; Aspy y
roebuck, 1975; Bergin y Solomon, 1970; Blocksma, 1951; Guerney, Andronico y Guerney, 1971). Es
extremadamente alentador saber que esta característica sutil y fluida, de importancia fundamental en la
terapia, no es un “don”, sino algo que puede aprenderse en un clima empático, y con mucha rapidez.
Quizá sólo existan dos elementos básicos de la eficiencia terapéutica que se beneficien del entrenamiento
cognitivo y vivencial: la empatía y la congruencia.

Las consecuencias del clima empático


Quedan señalados los conocimientos obtenidos sobre la empatía. Pero, ¿cuáles son los efectos
sobre el receptor de una serie de respuestas profundamente empáticas? A este respecto, las pruebas son
abrumadoras. La empatía está claramente relacionada con resultados positivos. Los datos de los mismos
ya se refieran a pacientes esquizofrénicos, estudiantes corrientes, clientes de un centro de ayuda,
profesores sometidos a adiestramiento, neuróticos que viven en Alemania o neuróticos que viven en los
Estados Unidos; tales datos indican cuanto mayor es la comprensión del terapeuta o profesor, tanto más
probables es que se produzcan el aprendizaje y los cambios constructivos sensible (Aspy, 1972; Aspy y
roebuck, 1975; Barret-Lennard, 1962; Mullen y abels, 1971;Rogers y otros, 1967, cap. 5 y 9; Tausch,
bastine Bommert, Minsel y Nickel, 1972; Tausch y otros, 1970; Truax, 1966). Según Bergin y Strupp
(1972), varias investigaciones “demostraron la existencia de una correlación positiva entre la empatía del
terapeuta, la autoexploración del paciente y los criterios independientes de los cambios ocurridos en el
paciente” (pág. 25).
Incluso así, pienso que la atención puesta en esos datos fue insuficiente. Esta interacción
empática ilusoriamente simple de la que ahora tratamos tiene muchas y profundas consecuencias. Me
gustaría pasar a examinarlas con mayor detenimiento.
En primer lugar terminaron la alineación. En tal momento, por lo menos, el receptor se siente a sí
mismo como un miembro de la raza humana. Aunque puede ocurrir de una forma no tan claramente
articulada, la experiencia es vivida más o menos así: “He hablado de cosas ocultas, que en parte escondí
hasta de mí mismo, sentimientos extraños, tal anormales, sentimientos que jamás revelé nítidamente a
otra persona y ni siquiera a mí mismo. Incluso así, él comprendió, sí, los comprendió de manera todavía
más clara que yo. Si sabe de lo que estoy hablando, si entiende lo que quiero decir, resulta que no soy tan
extraño, diferente o marginal. Yo tengo sentido para otro ser humano. Por tanto, estoy en contacto con los
demás, y hasta en relación con ellos. Ya no soy un paria”.
Quizá esto nos explicaría los hechos fundamentales de la investigación que realizamos sobre
psicoterapia de esquizofrénicos. En ella comprobamos que la reducción de la patología esquizofrénica
más acentuada, medida por el MMPI, se dio en aquellos pacientes que recibieron de sus terapeutas el más
alto grado de empatía precisa, según lo determinaron enjuiciados imparciales (Rogers y otros, 197, pág.
85). Este hecho sugiere que la comprensión empática hacia otra persona puede ser el factor más poderoso
en la retirada del esquizofrénico de su alineación y su ingreso en el mundo de las relaciones humanas.
Jung dijo que el esquizofrénico deja de serlo cuando encuentra a alguien por quien se siente comprendido.
Nuestro estudio vino a demostrar de forma empírica esta afirmación.
Otras investigaciones, realizadas tanto con esquizofrénicos como con clientes de servicios de
ayuda, muestran que un bajo grado de empatía está en relación con un ligero empeoramiento del proceso
de adaptación o de la patología. También en este caso, los hechos tienen sentido. Es como si el individuo
dedujese: “Si nadie me entiende, si nadie puede captar lo que significan estas experiencias, es que de
verdad estoy mal, peor de lo que pensaba “Uno de los pacientes de Laing afirma esto de forma vívida al
describir sus anteriores contactos con psiquiatras:” ¡Es una sensación tan horrible darse cuenta de que el
médico no es capaz de ver a la gente tal cual es y de que no consigue comprender lo que la gente siente y
que sigue adelante sólo con sus propias ideas!. Empezaba a sentirme como si fuese invisible o como si no
estuviese presente” (Laing, 1965, pág. 166).
Otro de los significados que la comprensión empática puede tener para el receptor es el de ver
que alguien lo valora, está atento hacia su persona. Podría parecer que cambiamos de tema, que ya no
seguimos tratando de la empatía. No es así. Es imposible sentir de forma adecuada el mundo perceptivo
de otra persona, sin valorar adecuadamente a esa persona y su propio mundo, es decir, sin que de algún
modo nos interesamos por ella. De este modo, el mensaje que llega al receptor es el siguiente: “Esta
persona confía en mí, cree que valgo la pena. Tal vez yo sea digno de algo. Quizá yo pudiese valorarme.
Es posible que yo pudiese interesarme por mí mismo”.
Un ejemplo elocuente de este punto de vista nos lo dio un joven que recibiera mucha
comprensión empática y se encuentra en la actualidad en las últimas frases de la terapia:
Cliente: “Incluso podría pensar en eso como en una posibilidad de cuidar de mí con más cariño.
“Pero aun así ¿cómo podría yo ser tierno, preocuparme por mí, si ambos no somos sino una sola cosa?
Pero logro sentir esta posibilidad de manera clara…¿Sabe?, es como cuidar de un niño.
La gente quiere hacerlo de una manera y lo hace de otra…Consigo aceptar estos objetivos cuando se
trata de otra persona…, pero no los veo nunca como míos…, que yo podría hacer lo mismo para mí,
¿sabe?
“Será posible que yo pueda realmente querer cuidar de mi y hacer de eso un objetivo importante de mi
vida? Esto significa que yo tendría que considerar el mundo entero como si yo fuese el poseedor del bien
más precioso y más deseado, que este yo estaría entre este valioso individuo que soy yo, y a quien amo”.
Cliente: “Que me gusta y de quien me siento tan próximo. ¡Atiza! Otra cosa extraña”.
Terapeuta: “Parece fantástico”.
Cliente: “lo es. De cualquier modo tiene mucho que ver conmigo. La idea de mí mismo amándome y
cuidándome de mí…”(Sus ojos brillan). “Es una idea muy agradable, muy agradable”.
Creo que fue la comprensión sensible del terapeuta –presente en esta escena lo mismo que en
otras- lo que permitió a este cliente plasmar en vivencia una gran estimación e incluso amor por mí
mismo.
Otro de los grandes efectos causados por la comprensión sensible empatía consiste en aceptar sin
enjuiciar. Esto es verdad por no ser posible percibir con precisión el mundo interior de otra persona
cuando ya nos hemos formado una opinión valorativa respecto a ella. Es el caso de que el lector dude de
esta afirmación, escoja a alguien que conozca y con quien esté en desacuerdo radical, alguien que, en su
opinión esté totalmente equivocado o engañado. Intente después exponer los puntos de vista, creencias y
sentimientos de esa persona de una manera tan sensible y precisa que ella mismo reconozca que se trata
de una descripción correcta de su posición. Mi pronóstico es que fallará nueve de cada diez veces, pues la
manera como juzga sus puntos de vista contamina la descripción de éstos.
En consecuencia, la verdad empatía jamás supone la menor característica estimativa o
diagnóstica. Este hecho causa una cierta sorpresa en el receptor. “Si no estoy siendo juzgado, tal vez no
sea tan malo o anormal como pensaba. Quizá no deba juzgarme a mí mismo con tanta severidad”. De esta
forma, la posibilidad de autoaceptación aumenta gradualmente.
Me acuerdo de un psicólogo cuyo interés por la psicoterapia tuvo principio al realizar una
investigación sobre la percepción visual. Entrevistó a numerosos estudiantes, a los que se les pidió que
relataran su historia visual y perceptiva, incluido todo tipo de dificultades de visión y de audición, su
reacción en cuanto al uso de gafas, etc… El psicólogo se limitó a escuchar con interés, sin emitir juicio
respecto a lo que oía. Así terminó su acopio de datos. Con sorpresa vio cómo alguno de los estudiantes
volvieron espontáneamente para agradecerle toda la ayuda recibida. Pensaba que no había suministrado la
menor ayuda, por lo que aquel hecho lo obligó a reconocer que escuchar prestando interés y de manera no
valorativa constituía una fuerza terapéutica poderosa, incluso cuando se dirigía a un aspecto limitado de la
vida y no se tenía ninguna intención de prestar ayuda.
Otra manera de situar parte de lo que estoy intentando decir puede ser la siguiente: La
comprensión basada en una gran sintonía por parte de otra persona confiere al receptor su condición de
persona, su identidad. Laing (1965 afirmó que “el sentido de identidad requiere la existencia de otra
persona que nos conozca” (pág. 139). Bubber se refirió también a la necesidad de que otra persona
confirme nuestra existencia. La empatía proporciona esta confirmación necesaria, que existimos como
persona individual, valorizada y poseedora de una identidad.
Vamos a examinar otro resultado más específico, el de una interacción en la que la persona se
siente incomprendida. Esta persona se percibe comunicando hechos que jamás comunicó, proceso en el
que descubre un aspecto hasta entonces desconocido por ella misma; dicho aspecto puede ser “Nunca
supe que sintiese rabia hacia mi padre” o “Nunca me di cuenta de que me atemoriza el éxito”. La
percepción de un nuevo aspecto de sí mismo es el primer paso hacia el cambio autoconcepto. En mi
opinión, ésta es la base en que se apoyan los cambios de comportamiento resultantes de la psicoteapia.
Una vez modificado el propio concepto el comportamiento se modifica en el sentido de corresponder al
“sí mismo” que acaba de percibirse.
Pero si creemos que la empatía sólo es eficiente en la relación entre dos personas que
denominamos psicoterapia, estaremos rotundamente engañados. Incluso en una aula existe una diferencia
fundamental. Cuando él (la) profesor (a) demuestra que comprende el significado que para el alumno
tiene las experiencias en el aula, el aprendizaje mejora. En estos estudios realizados por Aspy y sus
colaboradores, se comprobó que el rendimiento de los niños en la lectura mejoraba en forma significativa
cuando las profesoras demostraban un alto grado de comprensión, por supuesto, mas que cuando esta
comprensión no se daba. Este resultado se explicó en muchas clases (Aspy, 1972, cap. 4; Aspy y
Rockbuck, 1975). Así como en la psicoterapia el cliente descubre que la empatía proporciona el clima
adecuado para el propicio para el aprendizaje de las materias escolares cuando tiene un profesor que lo
comprende.
Hasta aquí hace referencia a los cambios más obvios que la empatía produce. Me gustaría pasar a
un aspecto referente a la dinámica de la personalidad. Haré varias sucintas afirmaciones para intentar
después explicar sus significado e importancia.
Cuando a alguna persona se le comprende de manera perceptiva, entra en contacto mas próximo
con una mayor variedad de sus vivencias. Este hecho propicia unas referencias mas amplias, a las que
recurrir para comprenderse a sí misma y orientar su comportamiento. Cuando la empatía es adecuada y
profunda, puede también desbloquear un flujo de vivencias y dejarle que siga un curso natural.
¿Qué significan estas afirmaciones? Creo que aparecerán más claras escuchando por así decirlo,
un fragmento de la grabación de una entrevista con un cliente en las últimas frases de la terapia. Se trata
de una parte que ya utilicé en algunas ocasiones, pero es muy adecuada en este contexto.
La señora Oak, una mujer de mediana edad, está explorando algunos de los sentimientos que la
perturban:
Cliente: “Creo que no es culpa…” (pausa, llora.) “está claro, quiero decir que no puedo verbalizar
todavía”. (Sigue con una enorme emoción): “¡Es como estar inmensamente pesarosa!”.
Terapeuta: “Mm-hmm. De todos modos, excepto en el sentido que usted le da, no es malo estar muy
pesarosa”.
Cliente: “Si ¿sabe? Muchas veces me he sentido culpada por esto, pero, en estos últimos años cuando
oigo a los padres decir a los hijos “Deja de llorar”, siento un pesar como si…bueno, ¿porqué les dice a los
hijos que dejen de llorar? Sienten pena de sí mismos, pero ¿Quiere mejorar para sentir pena de si mismo
Sino una criatura? Eso es mas o menos lo que quiero decir, creo que debían dejarles llorar. Y quizá…
tener también pena de ellos. De una forma mas objetiva. Sí, es… es más o menos este tipo de cosas lo que
yo he vivido. Quiero decir… ahora, exactamente este momento. Y en… en…”.
Terapeuta: “Esto refleja algo más de lo que usted siente, es casi como si estuviese llorando por usted
misma”.
Cliente: “Sí. Y otra vezm usted se da cuenta, existe conflicto. Nuestra cultura es de tal naturaleza que… lo
que quiero decir es que no tenemos costumbre de entregarnos a la auto-piedad. Pero esto no es… o,
mejor, siento que no tiene esta connotación. Puede tenerla.”
Terapeuta: “Usted piensa que existe un obstáculo social para la auto-piedad. Y usted piensa que lo que
siente tampoco corresponde totalmente con lo que la sociedad desaprueba.”
Cliente: “Y entonces está claro que yo llegué a ver y sentir aquello en vez de eso…, mire, escondí esto”
(llora) “pero lo escondí con tanta amargura, que también tuve que esconder esto”. (llorando:) “¡es de esti
de lo que me quiero librar! Casi no importa que duela.”
Terapeuta: (Suavemente y con ternura empática en la relación con el pesar que ella siente) “Usted piensa
que en el fondo de todo lo que está viviendo existe un sentimiento de verdadero pesar hacia usted misma.
Pero que usted no sabe manifestarlo, no debe manifestarlo; y entonces cubre lo que siente con una
amargura que le desagrada, de la que le gustaría librarse. Es casi como si sintiese que preferiría absorber
la pesadumbre a sentir la amargura”. (pausa) “Y lo que usted parece estar diciendo con toda su fuerza es:
estoy muy apesadumbrada e intenté ocultarlo”.
Cliente: “No lo sabía”.
Terapeuta: “Mm-hmmm. Realmente es un nuevo descubrimiento.”
Cliente: “(Hablando al mismo tiempo): “Realmente nunca lo supe. Pero es… ¿Sabe?, es casi una cosa
física.
Es… como si estuviese mirando dentro de mí hacia todo tipo de terminaciones nerviosas y pedacitos de
cosas que fueron medio trituradas.” (Llora).
Terapeuta: “Como si alguno de los aspectos más delicados de usted, aspectos casi físicos, hubiesen sido
machacados o heridos.”
Cliente: “Sí. Y ¿sabe?, tengo la sensación del “pobrecita mía”.
En este fragmento queda patente que las respuestas empáticas del terapeuta la animaron a
entender una exploración más amplia de la vivencia visceral no verbalizado se emplea como elemento
referencial. ¡Cómo sabe ella que “culpa” no es el término adecuado para describir su sentimiento!
Volviéndose hacia dentro de sí, examinando nuevamente esta realidad, este proceso palpable que se está
desarrollando, esta vivencia. Así puede recurrir al término “pesar” en relación a esta referencia, porque lo
considera mas próximo de lo que siente. La frase “pobrecita mía” es lo único que corresponde al
significado interno de autocompasión y autopiedad que está plasmado en vivencias. Creo que no sólo
empleó este aspecto de su vivencia como referencial, sino que también aprendió algo sobre este proceso,
que consiste en comparar lo que se dice con su ser fisiológico total, algo que podrá poner en práctica en
varias ocasiones. La empatía contribuyó a que esto fuese posible.
Podemos también analizar lo que significa dejar que una vivencia siga su curso. Es evidente que
no se trata de un sentimiento nuevo para el cliente. Ya lo experimentó muchas veces con anterioridad,
aunque jamás lo viviese en forma total. De todas formas, quedó bloqueado. No tengo dudas en cuanto a la
realidad y a la vehemencia del subsiguiente desbloqueo, pues muchas veces participé de tal hacho, aunque
no sé cual sería mejor forma de describirlo.
Me parece que este desbloqueo sólo se completa cuando el nivel visceral de la experiencia se
acepta totalmente y se eleva correctamente al nivel del consciente. Es entonces cuando la persona puede ir
más allá de sí misma. Una vez mas, es un clima empático lo que ayuda al cliente a llevar la vivencia hasta
sus últimas consecuencias, en este caso, la vivencia desinhibida de la auto-piedad que siente.
Conclusiones
Me gustaría en este momento dar un rodeo y ofrecer una visión un poco diferente del significado
de la empatía. Podemos afirmar que cuando una persona se siente comprendida de manera correcta y
sensible, desarrolla un conjunto de actitudes promotoras de crecimiento o terapéuticas en relación a sí
misma. Me explicaré 1) La característica no estimativa y aceptadora del clima empático capacita a la
cliente, como vimos, para asumir una actitud de estimación e interés por sí misma. 2) ser oída por una
persona comprensiva le hace posible oírse así misma de modo más correcto con mayor empatía en
relación a sus vivencias viscerales, a sus significados, los cuales percibe sólo vagamente. 3) la mayor
autocomprensión y autoestima le muestran nuevos aspectos de la experiencia, que pasan a formar parte de
un “sí mismo” con bases más precisas. Existe ahora una mayor congruencia entre su “sí mismo” y sus
vivencias. Se vuelve así mas aceptadora e interesada, más empática y comprensiva, más real y congruente
en sus actitudes en relación a sí misma. Estos tres elementos son exactamente aquellos que tanto la
experiencia como la investigación señalan como actitudes de un terapeuta eficiente. Así, pues, quizá no
exageramos al afirmar que el hecho de ser empáticamente comprendido por otra persona capacita al
individuo para convertirse en un facilitador más eficiente de su crecimiento, un terapeuta de sí mismo más
eficiente.
En consecuencia, ya estemos actuando como terapeutas, como facilitadores en grupos de
encuentro, como padres o como profesores, en nuestras manos reside, si estamos capacitados para asumir
una postura empática, una fuerza poderosa para la promoción de crecimiento y cambios. Es preciso tomar
esta fuerza de consideración.
Quiero situar, por fin, todo lo que he dicho con un contexto más amplio. Como sólo me he
referido al proceso empático puede parecer que lo considero como el único factor importante en las
relaciones que promueven crecimiento. No quiero dar esa impresión. Me gustaría exponer brevemente
mis puntos de vista en cuanto a la relevancia de lo que considero como los tres elementos de actitud que,
en su interrelación, promueven el crecimiento.
En las interpretaciones cotidianas de la vida: entre compañeros conyugales y sexuales, entre
profesor y alumno, entre patrón y empleado, o entre colega, es probable que la congruencia sea el factor
más importante. Ser auténtico significa revelar a la otra persona “donde estamos” emocionalmente.
Puede abarcar la confrontación y la expresión personal y franca de sentimientos positivos y negativos. Por
tanto, la congruencia es un aspecto fundamental de la vida en común en un clima de autenticidad.
Pero en otras situaciones especiales el interés o la estimación pueden convertirse en el facto en el
factor más significativo, entre médico y paciente en estado grave. Se sabe que el interés solidiario es una
actitud que promueve la creatividad, un clima estimulante en el que pueden surgir ideas nuevas,
perspicaces y exploratorias y procesos productivos.
Además de esto y de acuerdo a mi experiencia, hay otras situaciones en las cuales la manera de
ser empática tiene prioridad. La comprensión resulta necesaria cuando la otra persona se encuentra
apesadumbrada, confusa, perturbada, ansiosa, alineada, aterrorizada; o cuando él o ella tienen dudas sobre
su propia valía, o incertidumbre respecto de su intencidad. La solidaridad afable y sensible que se produce
como resultado de una postura empática, acompañada por las otras dos actitudes proporciona luz y
curación. En estas situaciones, creo que la comprensión profunda es el don más precioso que podemos
ofrecer a los demás.
EL USO CONSTRUCTIVO DE LOS SENTIMIENTOS

Dr. John L. Wallen


(Dir. Human Relations, Group 59 Tektronix, Inc. Beaverton, Oregon)
Trad. P. Carlos García Peña, S. J.

La mayor fuente aislada de dificultades en las relaciones interpersonales es el manejo de nuestros


propios sentimientos y de los ajenos. La mayor parte de la gente encuentra dificultad en manejar sus
propios sentimientos y los ajenos. ¿qué clase de evidencia podría dar valor a esta afirmación? ¿Han
observado a la forma cómo ustedes hablan acerca de sus sentimientos y cómo lo hace otra gente?. No me
refiero simplemente a como se hace esto en pequeños grupos, sino en sus familias, con gente
desconocida, etc. Con frecuencia encontramos expresiones de este tipo: alguien empieza a hablar acerca
de cómo se siente y ustedes le dice: “Animo, no te desanimes” o “Por favor, no llores”, o “No tienes
porque sentirte así”, o bien “no sé porque me siento así” o posiblemente, “Vamos, discutamos esto
racionalmente, y dejémonos nuestros sentimientos fuera”, o “Tratemos de ser objetivos”, o “Guárdate tus
propios sentimientos”.
Si ustedes observan el modo como las gentes se relacionan, encontrara que empleamos una cantidad
considerable de esfuerzo tratando de ignorar o negar nuestros propios sentimientos, o tratado de hacer lo
mismo con los de los demás. En realidad ustedes saben tan bien como yo que todos tenemos sentimientos
constantemente, pero creo que la mayor parte de nosotros ve los sentimientos como una influencia
destructora. En pocas palabras, la dificultad principal de ser persona es tener sentimientos. Otra
observación que creo que ustedes pueden hacer para verificar nuestras actitudes ante los sentimientos es
preguntarse a sí mismos, cuando la gente habla de sentimientos, cual es la perspectiva del tiempo. En que
tiempo ocurrió este sentimiento. Me atrevo a decir que encontraron muy pocos casos la gente habla de
sentimientos que se tuvieron en un tiempo pasado. En resumen, si tratáramos de hacer una gráfica de la
facilidad estarían los relatos que hacemos acerca de los sentimientos que hemos tenido en un tiempo
pasado: “Le dije realmente lo que pensaba, estaba muy enojado con el”. Y en la misma gráfica, en grado
de dificultad ascendente, los sentimientos que en el presente tengo acerca de alguien: “Estoy realmente
disgustado con el”. Después, al decir a alguien los sentimientos que experimente acerca del tiempo en el
pasado: “Hace tres semanas me dijiste algo que realmente me hirió”. Y finalmente, decir a alguien lo que
siente en el momento presente acerca de él. Así pues al observar la conducta del hombre, caemos en la
cuenta de que es mayor la proporción de expresiones que se refieren a los sentimientos experimentados en
un tiempo pasado, que los que se refieren a sentimientos que se tienen en el momento presente acerca de
alguien.

Puesto que los sentimientos son tan difíciles de manejar, por lo menos así parece y puesto que
continuamente nos urgimos un control emocional de ellos, pienso que es importante hablar acerca del uso
constructivo de los sentimientos.

Voy hacer una afirmación llana: Pueden ustedes considerarla como un prejuicio mío, pero esta es mi
aportación: “No existe control de sentimientos por el simple hecho de ignorarlos”. No se pueden controlar
los sentimientos negándolos. Cuando se intenta negar e ignorar los sentimientos, se puede el control de
ellos; son entonces los sentimientos los que controlan, por ejemplo, si me siento enojado u me convenzo a
mi mismo de que no siento enojo, esto es posible porque me he entrenado a mi mismo a no sentir este tipo
de sentimientos, pero estos permanecen a pesar de todo, seguirán su ruta normal y a no sentir este tipo de
sentimientos, pero estos permanecen a pesar de todo, seguirán su ruta normal y afectaran mi conducta.
Adelante diré mas acerca de esto; por el momento quiero subrayar que se controlan los sentimientos
usándolos. No ignorándolos. Los sentimientos son una fuente de información acerca de nuestra relación
Con el mundo y en la medida que somos conscientes de esta información, quedamos a merced de un
proceso que apenas conocemos. Es como si dijera: “Los colores son tan molestos, que desde ahora no voy
a ponerles atención”. Si pudiera llegar a ver únicamente blanco y negro, podría morir en un accidente por
pasarse la luz roja. Los colores proporcionan información importante acerca de lo que nos rodea. En una
forma semejante, los sentimientos que se experimentan en el interior son una fuente informativa
importante acerca de lo que nos rodea. Por que tienen sentimientos los hombres, si le son tan destructivos
y si le causan tantos problemas. No sería mejor si se pudiera educar a los niños de tal modo que se
despojaran de los sentimientos al ir creciendo. Pienso que hacer eso sería lesionarlos, y dejarlos limitados
para un efectivo intercambio social, y la razón de esto es que los sentimientos revelen lo que una situación
significa para uno: se es agradable o no, etc.

Esta mañana les decía que una persona tiene una intención que es expresada por medio de la acción, y que
resulta en algún efecto. El efecto es un estado de sentimiento. Lo que quiere decir es que el efecto está
directamente relacionado con las intenciones que se atribuyen a la persona. Necesitamos desarrollar un
punto en relación con este esquema; intención – acción – efecto. Por alguna razón, parece que los
humanos pretendemos igualar los extremos: intenciones y efectos, como si se tratara de una ecuación. Si
una persona hace algo, yo no se cual es su intención, porque es algo que le pertenece, algo privado. Pero
si hace una acción que me lastima, y me siento humillado, entonces le atribuyo una intención negativa,
puesto que el efecto que yo experimento es negativo. En una forma semejante, si el efecto, y entonces
supongo que es lo que esa persona quería que yo sintiera. Por tanto identifico el efecto en mi con mis sus
intenciones. Un ejemplo: Un amigo me platico algo que ocurrió. Quería hacer un regalo a unos amigos,
para expresar su agradecimiento por haberlo invitado a pasar con ellos un fin de semana. Entonces, pidió
a su secretaria consiguiera ese modelo de mantel. Así pues, cuando digo que los sentimientos revelan lo
que una situación significa para ti como persona, estoy diciendo que el efecto producido por la conducta
de la otra persona aparece como la explicación de lo que hizo. No aparece como una explicación lógica;
aparece como un sentimiento. De acuerdo con esto, ustedes podrían admitir que el sentimiento juega el
papel de fusible. Si en la casa vemos la caja de la corriente eléctrica, y encontramos un fusible quemado,
el fusible nos dice que hay algo mal en el circuito en alguna parte. Investigamos para encontrar donde
estuvo la sobrecarga: corregimos el error y reemplazamos el fusible. Es decir, ponemos en el circuito algo
que se quemará antes que cualquiera otra parte del mismo: un fusible. Si quitamos el fusible del circuito,
y hacemos las conexiones directas, puede incluso llegar a quemarse la casa, es pues, muy importante tener
un fusible como parte del circuito, una parte que se hecha a perder antes que la situación se haga
demasiado adversa.

Pienso que los sentimientos tiene la función de un fusible en las relaciones interpersonales; antes de que
se heche a perder totalmente, alguien experimenta resentimiento; antes de que una situación llegue a un
punto donde no pueda mejorarse, alguien se aburre. Ahora bien, que son los sentimientos?. Son señales de
que algo necesita ser revisado. Estoy sugiriendo, pues, que los sentimientos manifiestan lo que tiene que
ser revisado. Si se quiere mantener y reforzar la relación que ya tiene. Supongamos que estamos de
acuerdo en que los sentimientos tienen un papel importante.

Tenemos entonces que considerar otra característica de ellos; se puede centrar la atención en los
sentimientos, o concentrarla en otra parte. La atención es selectiva: podemos admitir algunas cosas y
podemos rechazar otras. Ejemplo: Sospecho que hasta ahora que lo menciono, ustedes no han estado
sintiendo la presión que ejerce su pie contra la suela del zapato. Ahora que lo he mencionado, pueden
ustedes sentirla. Estaba ahí antes? Estaba fuera del campo de atención pudo cambiar el foco de su
atención diciendo: "Ahora hàganse conscientes de la lengua de su boca". Ha estado ahí todo el tiempo,
pero no pensaban ustedes en eso. Puedo pues, cambiar el foco de su atención respecto a estas sensaciones
particulares, y podrían apostar que no hay aquí ninguna persona que pudiera decir: "No, yo no siento la
lengua en mi boca". Hay un modo de lograr esto, pero solo es posible distrayendo la atención en la
presión que el pie hace contra la suela del zapato, y así es posible evitar mi sugerencia acerca de la
lengua. Esto es lo que hacemos cuando ignoramos un sentimiento, hemos aprendido maneras de centrar
nuestra atención en algo distinto a los sentimientos. En lugar de concentrarla en mis sentimientos la
centro en las características de alguien o algo. Por ejemplo: puedo haberme lastimado un tobillo, lo que es
muy molesto, pero si voy al cine y este me interesa ya no siento dolor. Las molestias están ahí todavía,
todas las sensaciones, todos los cambios fisiológicos, pero en la medida en que el cine me absorbe, soy
menos consciente al dolor. En forma semejante mis sentimientos pueden ser: me siento inferior,
incompetente, lastimado y este es un estado muy injusto, insensible". Hablo acerca del, y me convenzo de
que no tengo sentimientos, porque ahora mis sentimientos salen a la superficie expresados en sus
características. En resumen conversamos los sentimientos fuera del campo de atención por medio del
desarrollo de hábitos de expresión que nos impiden hacernos conscientes de ellos. Sin embargo, sea que
estén dentro o fuera del campo de atención, de todas maneras influenciarán nuestra conducta. Esto nos
hace regresar al punto que señale anteriormente; nos es posible controlar los sentimientos obligándolos a
salir del campo de atención. Solamente se pueden controlar los sentimientos dejándolos en el campo de
atención y utilizándolos como ayuda para encontrar que es lo que está mal en una situación, o qué es lo
que está bien. Un ejemplo: una mamá que estaba decidida a ser una buena mamá. Sentía que el enojo y la
impaciencia eran sensaciones innobles y desagradables y se quedó sorprendida cuando su hijita se acercó
y le preguntó si estaba enojada. La mamá le respondió: "No, no estoy enojada. Qué te hizo pensar esto?".
La niña la miró y le dijo: "Bueno, es que caminas enojada: La mamà tenìa sentimientos que creìa no debìa
tener. Los obligó a salir del campo de la conciencia, y el resultado final fue que se manifestaban en su
manera de andar, y no con palabras. Hace algunos años, una señora acudió a mí, y me dijo que cada vez
se sentía más mal en su trabajo. Tenía insomnios, dificultades digestivas. Había consultado doctores, que
habían hecho de todo lo que había podido, sin encontrar ningún mal físico en ella. como último recurso,
quería ella hablar con alguien acerca de lo que podía, haber detrás de todo esto. En el curso de la
conversación me describió su matrimonio como notablemente feliz; ella y si esposo habìa realmente
gozado juntos, de reoente, èl habìa muerto; no despuès deuna enfermedad, "nunca llorò". mis hijos
hablaban de mi gran presencia de ánimo de mi entereza. Decían "Nuestra mamá es muy fuerte, se
mantiene firme ante esto, y me alababan ante otras gentes. Esto sucedió hace tres años, y nunca he llorado
por mi esposo. Pero no me gusta hablar acerca de él. Yo le pregunté por qué podría ser desagradable,
teniendo en cuenta que había pasado cuarenta años de un matrimonio feliz, y que usted había amado
mucho a su esposo, en una relación maravillosa" por qué no puede usted permitirse el tener recuerdos de
esa relación. ¿Porqué tiene usted que hacerlos salir del campo de atención? le pregunté. Entonces me
respondió. "Temo que podría llorar". Era esta una mujer que estaba suprimiendo deliberadamente una
parte de su vida, porque sentía que el precio que tendría que pagar sería demasiado elevado. Cual era el
precio? Experimentar sus propios sentimientos de pesar. No hice ninguna sugerencia, esto es lo que
conversamos. Regresó varias semanas después, muy cambiada y mejorada, y me dijo, "sabe qué es lo que
hice. Conseguí que mi doctor me internara en el hospital, y lloré": y yo le decìa que era a lo que habìa ido,
y que llorarìa todo lo que quisiera. Le llevo tres años llegar a este punto. Estos son unos ejemplos. Uno
sencillo y otro dramático, que prueba que, a pesar de haber reforzado los sentimientos fuera del campo de
atención, éstos siguen aún operando,
porque están tratando de dar a conocer la forma como uno se relaciona con la vida que esté a nuestro
alrededor. Ignorar estos sentimientos es ser algo menos que una persona incompleta.

Los sentimientos pueden influir en la conducta de diferentes maneras. Enunciaré algunas. Un estado de
sentimiento puede dar lugar a una acción si por ejemplo, me enojo con alguno de mis hijos y le pego, el
sentimiento me llevo a la acción. Como también puedo acariciarlo cuando me siento afectuoso y
amigable.

Otra forma como los sentimientos salen a la superficie es con signos psicosomáticos. No diré mucho
acerca de esto, porque no se trata de un curso de dificultades psicosomáticas, pero ustedes saben
perfectamente que muchos cambios fisiológicos se derivan de los sentimientos que tiene una persona. No
es, por ejemplo, el sonrojarse algo maravilloso? Hay todo un cambio en la circulación de la sangre igual
que si le hubieran dado un golpe en la mejilla. ¿Cómo es posible que la sangre cambie el curso que
llevaba simplemente porque se presenta un sentimiento? El sentimiento puede aparecer como una
expresión. Esto sería equivalente a los gruñidos de los animales, o a los ronroneos,. Cuando los
sentimientos salen a la superficie como expresiones, son ordinariamente bastante imperativos. Como por
ejemplo, "Cállate". Esto es un mandato, pero cual es el sentimiento detrás? El sentimiento es: "Estoy
enojado", pero no dice: "Estoy enojado" sino "Cállate". Se podrían dar mas ejemplos. También hay
ronroneos: "Eres una persona admirable". Otro modo es lo que llamo reporte. Reporte significa que uno
hace dos cosas: a) Se indica que uno es el que está en juego y b) que el sentimiento está en uno por medio
de expresiones como "Estoy enojado" y "Te amo". Yo soy el que te amo. No he dicho que tù mereces mi
amor, ni que eres la más hermosa criatura del mundo. Digo que te amo y esto es algo distinto.

Es mucho mayor la cantidad de sentimientos que podemos experimentar, que los términos adecuados para
expresarlos. Sería imposible tener un número suficiente de términos para matizar la infinita variedad de
sentimientos en una forma única e individual por medio de las metáforas. "Me siento como un huérfano"
revela más que "me siento solo". Una persona hizo el reporte de sus sentimientos a un grupo en esta
forma: Me siento como un pigmeo en medio de una compañía de gigantes que me han vuelto la espada";
mucho más expresivo que: "Me siento rechazado e inferior". Así pues, la primera manera de hacer un
reporte de sentimientos es decir "Siento" y añadir un epíteto: la segunda es decir "siento" y añadir una
metáfora. El tercer modo es decir "siento" y enseguida describir las acciones que pueden ser originales
por ese sentimiento" "Me siento como con ganas de darte un abrazo", o "me siento como con ganas de
sacudirte" Estos serían reportes directos.

Quisiera señalar que expresar y "reportar" sentimientos, son modo de dejar que salgan sentimientos, pero
tienen consecuencias diversas. Ustedes habrán notado con frecuencia uso la expresión "sea directo".
Cuando la uso, en realidad quiero decir: "Sea directo en hacer su reporte", y no "sea directo en la
expresión". Muchos de sus grupos han estado de acuerdo en el convenio de ser directos. Esta fue su
primera tarea. Me queda como interrogante cuántos de los grupos han sido realmente directos desde ese
acuerdo ¡encuentran ustedes alguna dificulta en éste? Si están ustedes aburridos, o insatisfechos, o
resentidos, o sintiéndose realmente bien por estar en el grupo; han hecho un reporte directo? si ustedes
ponen esfuerzo en la práctica, espero que recuerden que la forma en que estoy empleando el término
"directo" se refiere al reporte directo, y no a la expresión directa. Es muy diferente decir: quisiera tener
una oportunidad de hablar ahora", o "Me estoy aburriendo con lo que dices", son afirmaciones directas de
mi estado interno, que necesitan ser conocidas si voy a establecer una relación auténtica con otra persona.
La expresión directa, -el ruido o el ronroneo-, es de menor valor o ayuda. La última categoría es la
expresión directa.
Una expresión indirecta es siempre un juicio. En este caso he dejado de enfocar los sentimientos que
tengo, para atender a las características de otra persona. Así en lugar de decir "estoy enojado" digo "No
sirves para nada". Es muy distinto que una mamá diga a su hijo: "Estoy enojada porque esta es la tercera
vez que vienes a la mesa sin lavarte las manos", a que diga "Eres el niño más descuidado y sucio". En el
primer caso queda claro que es en ella en quien está el sentimiento de disgusto; en la segunda aunque el
enojo está detrás, ella da al niño la impresión de que lo está describiendo a él, y no al propio enojo.

Vemos si ustedes pueden clasificar algunas afirmaciones posibles. Señalen si se trata de un reporte, de
una expresión indirecta o juicio o de una expresión. Supongan que alguien dice: "Las prácticas de esta
semana han estado terribles". Es una expresión indirecta porque se refiere a las prácticas. Pero supongan
que alguien dice: "Estoy muy disgustado por lo que sucedió en nuestro grupo esta mañana". Se trata ahora
de un reporte, porque es claro que este sentimiento es el de la persona. La misma persona podría estar
enojada por lo que sucedió en el grupo y decir: "Este es un grupo terrible". "Vete al cuerno".- Expresión
directa. "La comida estuvo maravillosa en el banquete de ayer en la noche" Expresión indirecta porque se
refiere a la comida. "me gustó la cómoda", sería el reporte directo. Es clara la distinción. No se podría
convertir en un reporte directo solo con decir: "Siento que la comida estuvo magnifica en el banquete de
ayer en la noche". En cambio, cuando se dice: "Me gustó la comida" se describe la reacción de
sentimiento ante ella. "Estoy muy disgustado contigo. Reporte directo. "¿Quién diablos te crees?"
Expresión directa. "Estoy confundido". Reporte directo. "No deberías haber comprado un regalo tan
caro". Expresión indirecta. No dice cual es el sentimiento sino lo que la otra persona debería de haber
hecho. Se refiere al mundo exterior. Aparta la atención de mis sentimientos. "Me siento como violín
tercero en el grupo". Reporte directo, porque es una metáfora con la que pretendo expresar mi
sentimiento, con la que tengo un término adecuado. "Si las cosas no mejoran aquí, me voy" Es una
descripción indirecta, porque aunque parece una descripción de las circunstancias, en realidad proyecta
los sentimientos en esa circunstancia. El reporte directo sería algo así como: "Temo que no pueda cumplir
bien con mi trabajo, y me da pena pedir ayuda. "Me da pena venir molestando con este problema tan
pequeño, a usted que está ocupado". Reporte directo, que siento y porqué. "fulano de tal es la persona más
desagradable que he conocido". Expresión indirecta. ¡"Cuál es el sentimiento que oculta?"! No sabemos.
Probablemente solo quiere decir: "no me cae mal fulano de tal", o quizá: "Cada vez que estoy con fulano
de tal me siento inferior". Un último ejemplo: Hay un pasajero en un automóvil que va a 150 km. y dice
al chofer: ¿Cree usted que es seguro viajar a esta velocidad? Es una expresión indirecta. Cómo sería el
reporte directo? "Tengo miedo". Esto lo aprendí de una experiencia personal. Mi esposa iba manejando a
una velocidad que me parecía peligrosa sobre la carretera mojada. Habíamos tenido un malentendido
precisamente antes de empezar el viaje y llevábamos ya buen tiempo sin hablarnos. Todo se juntó, y
como resultado, me puse muy disgustado y nervioso. Traté de pensar para encontrar un modo de decirle
que iba muy aprisa, pero sin lastimarla. "¿No vas manejando demasiado a prisa?" Seguro no respondería:
"¿Porqué estás criticando continuamente mi modo de manejar?". Al fin llegue a la conclusión de lo único
que me quedaba por hacer un reporte directo de mi sentimiento, entonces dije: "Me da miedo ir así de
rápido sobre el pavimento mojado", no dijo nada, pero disminuyó la velocidad, y esto me hizo sentirme
bien, porque si no la hubiera disminuido, yo no hubiera podido saber si le interesaban mis sentimientos.
Este es el riesgo que hay que tomar.

Es necesario tener en cuenta que cuando se reporta el reporte no debe ser imperativo. No puedo, por
ejemplo, decir: "Tengo miedo y a ver si haces algo". Todo lo que puedo hacer es decir: "Tengo miedo", si
es algo que verdaderamente le interesa a la persona, lo toma en cuenta. Sospecho que si la reacción de
ustedes es como la de mucha gente, esta diferencia entre el reporte directo y la expresión
indirecta les ha interesado, y van a caer en la cuenta de que numerosas son las expresiones de
sentimientos indirectos.

Pero me gustaría hacerles una pregunta: ¿Cómo hemos desarrollado estos modos de expresar los
sentimientos? Cuando niños, nos engañaron o quedamos en ridículo, por causa de algunos actos. Esto
desarrolló sentimientos en relación con estos actos, per también en relación con sentimientos que
experimentamos cuando nos castigaron. Si se castiga a un niño por pegarle a su hermanita, aprende a no
pegarle, pero el estaba enojado cuando le pegó, aprende también a no enojarse. Esto es un aprendizaje
muy significativo; ha aprendido un sentimiento. Un niño que espontáneamente es afectuoso con su papá
es ridiculizado por alguien. Aprende, no solamente a no expresar abiertamente sus sentimientos, sino
también a sentirme inquieto cuando se siente afectuoso. El resultado final es que, y adulto, no deja que los
sentimientos de afecto entren en el campo de su atención, porque le es demasiado incómodo. Se pueden
desarrollar sentimientos de sentimientos hasta un nivel tan lejano de la experiencia inmediata, que nos
perdamos en esa maraña. Por ejemplo, en el primer nivel, nuestro sentimiento podría ser: "Me siento
inferior porque tu respondiste la pregunta correctamente, mientras yo me quedaba callado... en realidad,
resultó que yo ya sabía también la respuesta correcta"! este es mi sentimiento directamente. Un
sentimiento acerca de esto es el segundo nivel. "Estoy muy enojado porque esto me hace sentirme
inferior". El tercero "Pero cuando me enojo, esto solo perjudica mi trabajo, me impide concretamente, y
me disgusto conmigo mismo por haberme enojado por sentirme inferior". en el cuarto nivel: "Estoy
deprimido porque siempre me disgusto cuando me enojo por sentirme inferior. Esto representado en
esquema quedaría así: S4 ----- acerca de S3 ----- acerca de S2 ----- acerca de sentimiento 1 ----- Hecho ----
-. En muchos casos tenemos sentimientos acerca de nuestros sentimientos: cuando le digo a alguien:
"Porqué no reportas tus sentimientos directamente?" Me respondo: "Ya no se cuales son". No se sabe ya
cuáles son porque un sentimiento se desarrolla acerca de otro sentimiento, hasta que se hace imposible
reportar uno en particular, porque es uno consciente también de los otros.

Una de las cosas que perdemos al irnos haciendo adultos es la habilidad de conocer nuestros sentimientos
inmediato (ver el nivel de sentimientos), que son los que necesitamos emplear para relacionarnos con la
gente que nos rodea. ¡ Cómo puede uno volverse a hacerse consciente de ellos? ¿Cómo puede uno
deshacerse de los niveles superfluos? Creo que es necesario practicarlo en un reporte directo de
sentimientos acerca de las cosas que suceden, en el tiempo en que suceden. Esto quiere decir que ustedes
traten de hacer sus afirmaciones en una forma parecida a esto: 1) "Siento", y añadir una metáfora, o
3)"Me siento como", y expresar lo que mueve a la acción. Si no puedes reportar un sentimiento en esta
forma, es mejor que sigas intentándolo, porque esto indica que no tiene mucho contacto con el nivel de
sentimientos. Por ejemplo: pienso en una persona que trataba de reportar sus sentimientos acerca de otra
persona. Dijo: "Te voy a decir qué es lo que siento... Eres arrogante". Le indiqué que ese no era reporte de
sus sentimientos, simplemente estaba atribuyendo una característica a esa persona. ¿Qué era lo que sentía
acerca de ella? "bueno, me dijo, siento que nos trata como si fuéramos un grupo de conejillos de indias".
"Está bien, pero, cómo se siente un conejillo de indias?, me siento muy inferior a él".

Sentimientos de inferioridad pueden salir a la superficie disfrazados como acusaciones de arrogancia, de


presunción hacia la otra persona. Este es un ejercicio que creo, necesitan ustedes practicar, para aprender
a expresar lo que están sintiendo. Una segunda razón por la que tenemos la dificultad en encontrar
directamente nuestros sentimientos es que tenemos sentimientos mezclados o contradictorios al mismo
tiempo.
Hasta ahora eh hablado como si tuviéramos únicamente, un tipo de sentimiento al mismo tiempo. En
realidad, puede ser varios los tipos de sentimientos en el primer nivel. Es posible, por ejemplo, que una
persona me simpatice, y sin embargo, al mismo tiempo experimente yo resentimiento por lo que acaba de
hacer. Así, cuando alguien dice: "Bueno si te sientes resentido, porqué no lo dices? Significa que tiene
dos sentimientos: "Me caes bien, no quiero herirte, pero estoy resentido. ¿Le dice que está resentido? No,
porque le cae bien ¿Entonces? Nada directamente, pero indirectamente le va a indicar que está resentido.
¿Qué se hace en estos casos? Reportar dos sentimientos. Vean ustedes no había ningún problema en estar
resentido con un individuo que realmente le cae mal-, porque entonces se hace una de dos cosas: o se dice
que uno está resentido, o no, y simplemente se va uno porque no interesa progresar en esa relación. Si a
uno le importa la relación con alguien y en esa misma situación uno dijera: "No quiero herir tus
sentimientos". El resultado final es que no le proporciona la oportunidad de conocer cuáles son los
sentimientos propios.

Sugería que cuando ustedes tengan un sentimiento negativo acerca de lo que está sucediendo se pregunten
si están reteniéndolo porque esas personas no les interesan o porque sí les interesan, y también al estar
relacionadas con ellas. Si es esto lo último, digan los dos sentimientos: "Realmente me cae bien este
grupo y mucho tiempo estuve esperando el estar aquí, pero me han desilusionado mucho el que hayamos
tenido hasta ahora una discusión". Estas son las dos partes, los dos sentimientos. Uno puede caer en la
cuenta de que todos los demás están sintiendo lo mismo, pero no lo saben.

Resumiendo, pues, ¿Cómo se usan los sentimientos constructivamente? Recuerden que es natural tener
los sentimientos. Acepten sus sentimientos como propios. Experiméntenlos. No sientan que tienen
ustedes que justificarlos o probar que deben tenerlos.

1) Es un hecho simple que si suelto est gis, va a caer. Así también, el que mientras yo sea humano, y en
tanto lo sea, tendré sentimientos. Son simples hechos. Tú y la otra persona, ambos, tienen derecho a sus
sentimientos. Uno tiene el derecho de sentirse enojado, temeroso, solo alegre, desanimado, tranquilo,
infeliz, de experimentar amor, la sorpresa, desilusión, satisfacción, contento, culpabilidad, orgullo, etc.
Esto es lo que nos hace seres humanos. Experimentemos nuestros sentimientos.

2) Conforme vallan ustedes progresivamente estando a tono con sus sentimientos, recuerden que tienen
una función de fusible. Los sentimientos positivos son indicios de que uno se siente seguro de que se
confía en la otra persona, de que se siente libre para ser uno mismo, para cambiar su manera de pensa,
libre de crecer. Puede uno, por ejemplo, decir: "Hoy pienso distinto a ayer y no me preocupa. No tengo
que proteger ni defender lo que pensaba ayer"... Los sentimientos negativos son indicios de que algo no
está bien en una relación, de que algo necesita ser clarificado, ser entendido mejor.

3) Supongan atención a los sentimientos de la otra persona, y cuando ella emplee expresiones indirectas,
traten de describir si están ustedes leyendo sentimientos que están detrás. Una palabra de atención: cuiden
de no caer en la trampa de ir por ahí diciendo a todo mundo que deben expresar sus sentimientos
directamente. Cuando alguien emplee una expresión indirecta, acéptala como una expresión indirecta;
traten únicamente de ponerla en otras palabras para comprobar si la han entendido.

4) Cuando sea apropiado, reporten sus propios sentimientos de tal forma que esto conduzca a una mayor
clarificación de la relación entre ustedes y la persona. Me dio mucho gusto cuando un día, mi esposa me
llamó para decirme algo, y la forma que lo hizo. Me dijo: "Me gustaría emplear unos minutos para hablar
contigo acerca de los sentimientos de enojo que me causa lo que tú estás haciendo
ahora mismo. Porque si lo sigues haciendo, me voy a ir enojando cada vez más hasta que esto estalle, y
entonces no sabremos de dónde vino todo. Por eso me gustaría hablarte acerca de mi disgustado ahora
que todavía puedo dominarme. Tratemos de encontrar que es lo que lo origina." Para mi esto fue un
detalle de delicadeza por su parte. Puedo asegurarles que hubiera sido muy diferente si tres semanas
después ella me hubiera dicho: "Ya estás otras vez, es la centésima vez que haces lo mismo...", bueno,
ustedes pueden imaginarse cuál hubiese sido mi reacción. Probablemente no hubiera sido un reporte de
sentimientos directo, porque cuando los sentimientos llegan a un grado muy alto es difícil reportarlos
directamente.

Hay que dejar en claro que uno está siempre tratando de reportar sus propios sentimientos, y no haciendo
acusaciones o juicios, ni mandando a la otra persona. Igualmente, los sentimientos propios revelan que
algo debe estar pando, y que esto mismo dos persona lo sienten de forma diferente o captan de modo
diverso. Me gustaría terminar con un ejemplo esto: Una persona que tenía una entrevista con otra persona
y estaba muy intranquilo e incierto acerca de lo que pudiera resultar. Cuando la persona entró, él estaba
sentado: "Si simplemente pudiera yo encontrar el modo de romper el hielo, de hacer que se sienta a gusto.
¿Serviría el que dijera un chiste? ¿Sé de algún tema que pudiera ser apropiado? Al fin de cuentas, lo que
ya en la entrevista fue: "Ha estado sentado aquí tratando de pensar algo que pudiera romper el hielo. Me
siento incomodo". Esto fue lo que rompió el hielo. Todo lo demás siguió muy bien, porque este reporte
directo dio a la otra persona la información necesaria.

Dr. John L. Wallen


INTRODUCCIÒN A LA PSICOTERAPIA DE ROGERS
MARCELO LENERS
CAPÌTULO 6

LA INSTRUMENTACIÒN DE LA ACTITUD DEL TERAPEUTA. EL REFLEJO

Al ocuparme del terapeuta rogersiano, en el capítulo 4, señalé que su modus operandi


no reposa en una "técnica" sino una "actitud". des esta "actitud", que analicé allí,
emanan las formas prácticas que la instrumentalizan; tal instrumentalización no es,
pues, una técnica, sino una adaptación operativa ya que, como bien lo expresa Kinget,
"la terapia rogersiana no tiene técnicas sino, más bien, formas características, inspiradas
y limitadas al mismo tiempo por los principios sobre los que se apoya". Parafraseando el
conocido verso de Machado "se hace camino al andar", podría decirse "se hace
psicoterapia de Rogers al basarse en sus principios", pues éstos principios, al ser
asumidos, llevan a desplegar con espontaneidad variable las "formas prácticas" con que
se instrumentaliza la actitud rogersiana. Tal despliegue espontáneo no implica que la
instrumentalización no se pueda perfeccionar por la investigación científica. Por el
contrario, esta última, junto con la experiencia clínica, van perfilando cada vez más los
caracteres que hacen exitosa dicha instrumentalización.

Para explicitar estos caracteres conviene resumir la posición del terapeuta rogersiano
ante su paciente: la problemática de éste es concebida como procedente de un error
perceptivo, es decir, de la forma distorsionada en que se percibe a sí mismo y a la
realidad entorno. El objetivo del terapeuta es, por ello, ayudar a su paciente a lograr una
reorganización perceptiva. Aquí no se trata tanto de percibir "nuevos hechos" de su vida
o desenterrar memorias traumáticas, cuanto de percibir "nuevas relaciones" entre hechos
más o menos conocidos. Esto equivale a una reordenación gestálica del actualizante" del
mismo paciente. Pero esta tendencia no se moviliza terapéuticamente, en general, si no
media un tipo particular de relación interpersonal; esta relación es la que intenta proveer
el terapeuta y es en este momento cuando entra en juego la actitud rogersiana, cuyos
caracteres básicos hemos visto ya: empatía, consideración positiva incondicional,
autenticidad.
Esta actitud, cuyas raíces son innatas, puede sin embargo ser desarrollada por
aprendizaje con terapeutas rogersianos y especialmente por prácticas supervisadas. Esto
último suele ser necesario ya que no basta poseer la actitud mencionada: en efecto, lo
importante es que el paciente capte esa actitud de su terapeuta, lo cual exige que éste
sea capaz de comunicarla. Tal cosa no se obtiene explícitamente, es decir, informando al
paciente que se le comprende, respeta, etc.; más bien esto sería contraproducente, pues
tendería a provocar la suspicacia y desconfianza del paciente. En cambio se demuestra
operativo el comunicar implícitamente la actitud rogersiana, lo cual sucede cuando el
terapeuta trata de (y puede) asumir empáticamente el marco de referencia interno del
paciente y logra expresarlo junto con una auténtica consideración
positiva. Cuando esta actitud es genuina, opera en forma catalítica sobre el paciente,
como hemos visto, movilizando el impulso hacia la autodagaciòn de su problemática.

Para que este proceso - habitualmente penoso- tenga continuidad es necesario que la
actitud del terapeuta se estable como un faro que guía infaliblemente en las borrascas.
La actitud "centrada en el paciente" debe mantenerse invariable a través de toda la
terapia, pues ella es la que alimenta la "noción de yo" del paciente con experiencias
valorizantes y aseguradoras, las que son esenciales para la reorganización psicológica.
Asimismo, tal estabilidad solo puede garantizarla una correcta y constante
instrumentalización rogersiana. Para clarificar ésta, y por vía de contraste, resulta
oportuno examinar otros tipos de instrumentalización y sus efectos en la relación
terapeuta-paciente. Fuera de la actitud "no-directiva", la mayoría de los enfoques
psicoterápicos parten de la iniciativa del terapeuta: éste apoya, juzga, interpreta, guía,
etc., según su orientación doctrinaria. Tomemos uno de los modelos más conocidos: la
interpretación. Sabido es que ésta constituye la pieza instrumental más sólida de la
praxis psicoanalítica. La intención de Freud era "hacer consciente lo inconsciente"; para
ello contaba con que mediante la interpretación del analista la psicodinámica profunda
del paciente se hiciera reconocible por su conciencia. Es indudable que el analista, al
observar "desde afuera" el material aportado (asociaciones, sueños, lapsus, etc.) puede
entresacar según su intuición, experiencia y habilidad, el "contenido latente" con más
facilidad que el propio paciente, que se halla sujeto a los fenómenos represivos. Pero el
hecho que la interpretación provenga de una fuente exterior (el analista), gravita
negativamente en la posibilidad de que lo interpretado sea reconocido ampliamente por
la conciencia del paciente. En efecto, al recibir éste una interpretación referida a sí
mismo, experimenta una serie de procesos que perjudican, precisamente, su actitud para
conscientizar aquello que se le interpreta: ante todo sufre el impacto de comprobar que
él no es bastante hábil para autoconcentrarse, pues otro le está mostrando mayor
capacidad ¡y su propio terreno! luego, su autoestima, al menos en este aspecto, tiende a
deteriorarse. En términos rogersianos, se diría que su "noción de yo" se ve afectada,
incrementándose la negación defensiva, lo cual conspira contra los propios objetivos de
la terapia. Cabe agregar que debido a esa experiencia, emanada del ser objeto de
interpretación, autoconocimiento, factores básicos de la recuperación psicológica.
Además, se fomenta la dependencia, ya que si otro parece conocerlo mejor que èl
mismo, convendría entonces delegar en ese otro la tarea del esclarecimiento ed su
propia personalidad.

Las investigaciones comparativas sobre el efecto que tiene las diversas


instrumentalizaciones en las respuestas de los pacientes, revelan que después de la
interpretaciòn el paciente tiende a bloquearse y pierde la iniciativa para el auotexamen.
Ya sea que el analista haga un señalamiento correcto o una interpretación acertada de la
dinámica inconsciente, siempre está utilizando un factor externo al paciente: la palabra.
La introvisión que busca promover con ello jamás tiene la fuerza vivencial que
acompaña a la introvisión obtenida en forma espontánea por el propio paciente.
Otra instrumentalización, el apoyo, tiene un efecto parecido al de la interpretación; nos
referimos aquí al apoyo directo, explícito, en el que el terapeuta asume una actitud
paternal, pero evocando inevitablemente un rol filial en su paciente. Por ello el apoyo,
como la interpretación, crean una relación "jerárquica" con las consecuencias negativas
que ya se ha examinado (véase p. 46). Cabe acotar que en la actitud rogersiana hay
también un constante apoyo, pero indirecto e implícito: aquí el terapeuta apoya
acompañando al paciente en su proceso a reorganizarse, pero dejando a éste la iniciativa
y libertad para decidir por sí mismo la orientación de tal proceso.

Lo dicho para la interpretación y el apoyo se hace extensivo a la guía, el consejo y otras


instrumentalizaciones "directivas", sutiles o desembozadas.

El "reflejo". Es la instrumentalización característica de la actitud rogersiana; se apoya


en la "hipótesis básica" que, según hemos visto, sostiene la capacidad del paciente para
encarar y resolver por sí mismo sus problemas, ayudado por la relación psicoterápica.
Coherente con este principio, el reflejo se articula sobre lo que el paciente percibe de sí
mismo y comunica al terapeuta, quien lo "refleja" actuando como un "cálido espejo", al
decir de Rogers. En esta forma, el reflejo, expresando la empatía del terapeuta, devuelve
al paciente una realidad que surge del propio marco de referencia interno; con ello la
dinámica del proceso psicoterápico tiende a "centrarse" en el paciente mismo. Se elude
así la influencia desfavorable que emanaría de la instrumentalización proveniente de un
marco de referencia externo (interpretación, apoyo directo guía, etc.) al recibir su propia
comunicación, reflejada por el terapeuta con empatía y consideración positiva
incondicional genuinas, se produce un efecto particularmente constructivo en el
paciente: su "noción de yo" no se ve amenazada por la intrusión de una influencia
externa negativa, sino convalidada por la experiencia de sentirse cabal y afectivamente
comprendido. El paciente se reencuentra a sí mismo en el reflejo, pues es su propia
comunicación la que le es devuelta; al mismo tiempo su aislamiento neurótico se
quiebra, pues vivencia que es realmente acompañado por la comprensión ecuánime del
terapeuta. Esta experiencia, de esencial valor estimulante para su progreso psicológico,
moviliza a las fuerzas sanas de la "tendencia actualizante" que se canalizan en la
autoindagación; se genera entonces el impulso al autoconocimiento a través de un
planteamiento cada vez más objetivo de la propia problemática; paralelamente, la
carencia de amenazas que impregna la relación rogersiana, ablanda la "negación"
favoreciendo las introvisiones espontáneas, lo cual trae un progreso hacia la
congruencia entre la "noción de yo" y el "organismo". cuando un terapeuta novel o uno
experimentado, pero de otra escuela que la de Rogers, toman contacto con el reflejo,
suele tener una impresión poco satisfactoria, debido a la aparente sencillez de esta
instrumentalización. La costumbre de emplear instrumentalizaciones sofisticadas
provenientes de concepciones más intelectualistas de la psicoterapia choca naturalmente
con este recurso, en apariencia tan sencillo. sin embargo, la experiencia psicoterápica
con el reflejo adecuado revela efectos positivos, con frecuencia asombrosos, cuando su
empleo resulta correcto, o sea, dentro de las pautas que se irán exponiendo en este
capítulo. Se ha comprobado que para aplicar con acierto la psicoterapia de Rogers no
basta asumir conceptualmente sus principios; tampoco es suficiente efectuar reflejos al
Paciente si el terapeuta no está identificado con tales principios; en este caso sólo se
produciría la decepción del paciente y del terapeuta, sintiendo el primero que es objeto
de una frustante repetición de sus comunicaciones y el segundo que es inoperante en
forma total. Por ello, es inútil evaluar el valor psicoterápico del reflejo desde una
posición doctrinaria ajena a la rogersiana. Hay que partir de esta última para que la
praxis correcta del reflejo de sus valiosos frutos y permita una evaluación fidedigna.

Veamos ahora cómo opera el reflejo: toda comunicación verbal suele ser incompleta en
relación con lo que intenta expresar, especialmente tratándose de contenidos
psicológicos, como es el caso de las comunicaciones del paciente. Por ello, en lo que
dice éste a su terapeuta hay mucho más contenido latente que el expresado en la escueta
significación verbal. Para ejemplificar esto tomamos una comunicación de R. M; uno de
mis pacientes (se trata de un hombre joven, violinista, que padece un “track” ante el
público).

P: “Mi madre no me deja estudiar el violín con tranquilidad”.


Aquí se pueden considerar algunos contenidos implícitos.
a) Quiero estudiar el violín, pero mi madre me obstaculiza.
b) No me entiendo con ella.
c) Ella actúa perturbándome.
d) Estudio mejor solo.
e) Soy sensible a su influencia.

Estos y otros contenidos más importantes aún para la dinámica de sus conflictos están
inevitablemente correlacionados con la sencilla comunicación del ejemplo. Este es un
hecho reconocido, pues en el individuo todo fenómeno psíquico forma parte de un
conjunto organizado, la “esfera psíquica”, por lo cual siempre tiene conexión con
cualquier otro fenómeno de su psiquis. El reflejo oportuno (como puede sucede con un
silencio también oportuno) tiende a proyectar luz sobre las conexiones marginales,
permitiendo así una neva perspectiva del problema.

T: Su madre no lo deja estudiar tranquilo.


P: “Si … Siempre fue un obstáculo… se oponía a todo lo que me hiciera sentir
independiente… Es egoísta; si me ve con alguna iniciativa, se las arregla para
estropeármela… No la aguanto… Los pocos momentos que he podido concentrarme
con gusto fueron cuando ella no estaba en casa o yo estudiaba en otro lado… ¿Porqué
me reventará saber que está cerca?…”

El reflejo, en el contexto de la relación psicoterápica, ha desencadenado una cadena


asociativa y catártica de experiencias ideo-emocionales, es decir, “organísmicas”, que
no sólo van haciendo aflorar contenidos significativos sino que tienden a centrar la
indagación en el propio paciente, especialmente en sus conflictos. Estos contenidos
latentes, que corresponden gestálicamente a los planos marginales de la conciencia,
Pueden ser así llevados a “foco”. El reflejo opera, pues, movilizando la atención
espontánea del paciente hacia tales contenidos larvados de su comunicación, abriendo
con ello la puerta a la introvisión. Al enfocar así el reflejo, como un factor operativo,
debe recordarse que el mismo no es un instrumento “técnico” que actúa per se, sino una
forma psicoterápica más (aunque muy especial) que se inscribe dentro de la viva y
cambiante interacción terapeuta-paciente, la cual es el verdadero agente operativo de la
psicoterapia. Cuando se ha logrado crear el clima psicológico adecuado, el reflejo del
terapeuta tiende a surgir espontáneamente como consecuencia no sólo de la convicción
respecto de los principios de esta terapia, sino porque la experiencia ha ido
desarrollando el sentido del timing, o sea, del momento adecuado a reflejar.
Debe destacarse que una de las ventajas más importantes del reflejo reside en que nunca
cuestiona la validez objetiva de lo comunicado por el paciente; con ello, la “noción de
yo” no se ve amenazada, sino que, por el contrario, es reforzada, ya que el espíritu
mismo del reflejo implica una aceptación valorizada hacia el paciente. Esta aceptación
invariable es progresivamente introyectada por el paciente, lo cual permite disminuir su
“negación” conflictiva. Así, poco a poco, la “noción de yo” admite la conscientización
de aspectos penosos previamente “negados”. Además, con el desarrollo de una
conciencia más realista, el paciente –por sí mismo. Rectifica sus distorsiones
perceptivas.

Rogers y sus colaboradores han estudiado minuciosamente, casi con preciosismo, los
sutiles y delicados matices del reflejo. Tras examinar numerosas grabaciones y
protocolos de entrevistas “centradas en el paciente” han extractado diversas
modalidades de esta instrumentalización y analizado sus efectos psicoterápicos.

Tipos de reflejo. El objetivo de todo reflejo no es develar un contenido latente desde


“afuera”, sino favorecer indirectamente la toma de consciencia “adentro”, o sea, por el
propio paciente. Sin embargo, algunos tipos de esta instrumentalización se acercan en
cierta medida (sin llegar nunca) a un esclarecimiento exógeno. En función del grado de
esclarecimiento se pueden clasifica tres tipos:

a) Reflejo simple o reiteración. Es la forma elemental; busca resumir la escencia de lo


comunicado por el paciente o destacar algún aspecto significativo o simplemente “dar
pie” para que el paciente continúe expresándose. Estos objetivos se procuran mediante
una repetición más o menos literal de lo expresado. Estos objetivos se procuran
mediante una repetición mas o menos literal de lo expresado. El efecto gestálico es una
mayor estabilización de la “figura”, o sea, del tema comunicado. Resulta, pues, lo
menos cercano a un esclarecimiento; sin embargo, cuando expresa una comprensión
empática establece el clima psicológico de aceptación que es el factor fundamental para
el progreso psicoterápico y éste es el principal objetivo del reflejo simple. Kinget lo
compara acertadamente con la buena puntuación de un texto: el relato del paciente es
generalmente desordenado y de poca coherencia, como el de un texto que careciera de
la correspondiente puntuación. Los reflejos simples obran puntuando el texto de la
comunicación del paciente, “encarrilándolo” sutilmente hacia una mayor coherencia y
significación. Pese a su sencillez externa, su efecto es con frecuencia notable cuando es
oportuno y en el marco de una relación rogersiana. Tiene la ventaja de que se articula
pura y exclusivamente sobre el material provisto por el paciente, que de esta manera es
acompañado y no observado; tal experiencia lo motiva en forma natural a penetrar
progresivamente y por propia iniciativa, en su problemática. Sin embargo, suele suceder
que las introvisiones que el paciente va ganando así, las refiera espontáneamente a la
labor “esclarecedora” de su terapeuta, cuando en realidad éste se ha limitado a reflejar
en forma escueta, sin agregar ningún tipo de opinión personal sobre lo comunicado. Es
interesante señalar que los terapeutas expertos “centrados en el paciente”, y sobre todo
el mismo Rogers, suelen emplear casi exclusivamente este tipo de reflejo, que se
caracteriza por su sobriedad. Esto es comprensible si nos atenemos al criterio de que el
factor operativo básico de la psicoterapia no es la instrumentalización o la “técnica”,
sino la personalidad del terapeuta, capaz de crear la relación eficiente.
Veamos ahora algunos ejemplos de reflejo simple. Para ello extractamos ciertos pasajes
de una sesión de R. M., el joven violinista mencionado.

P: “tuve un ataque de odio feroz hacia Silvio, un competidor, que empezó a estudiar
para concertista mucho después que yo. Es 5 o 6 años menor que yo… hay una „pica‟
entre los dos. Me afecta mucho que él tenga éxito”… es más „trepador‟ que yo…
Cuando observé toda esta bronca contra él tuve la sensación… la seguridad de que
estaba descubriendo la verdad sobre mí mismo.”
T: Al observar su rabia a Silvio le pareció que estaba descubriendo la verdad sobre
usted mismo. (Reflejo simple)
P: “Sí… Me llamó la atención ese odio… tenía dificultad para verlo bien… estaba lleno
de fantasías sádicas… Es la primera vez que me pasa.”
T: Esto es nuevo para usted. (Reflejo simple.)
P: “Me parece que si el progreso de este „tipo‟ me trae tanto odio, no voy a progresar…
más porque los otros sentirán lo mismo hacia mí…”
T: Ese odio le hace pensar que si usted progresa, lo odiarán. (Reflejo simple.)
P: “Aquí hay una agresividad terrible mezclada con miedo y envidia hacia la gente…
tengo la sensación de ser chiquito y de que debo protegerme de los gigantes hostiles que
son los demás… Veo el sueño de mi vida: orientar las relaciones yo…”
T: Ser usted el gigante.
P: “Sí… si no mato, me matan. Pienso en mi manera de hablar y ahora me doy cuenta:
es prepotente y aplastante… por otro lado vivencio que todo se debe a mis sentimientos
de humillación infantil… toda la infancia me veo sometido, violentado… quizás por los
juegos eróticos… con los chicos… a los 6 años… o antes… como obligado a hacerlos,
como si todos se hubieran abusado de mí… Es como si la gente tratara de „pasarme‟ a
mí… entonces tengo que adelantarme… Sin embargo no tengo un recuerdo concreto de
un hecho humillante. Vivo protegiéndome de la gente… No puedo trabar las relaciones
más o menos amistosas… De ahí surgen los problemas artísticos con la gente… ¡Ahora
me puedo ver algo! Pero pierdo… me falta un rato aún… Me cuesta creer que la gente
no me odia… lo mismo me pasa con usted.”
T: Le parece difícil que yo no lo odie. (Reflejo simple.)
P: “A usted lo tolero porque estoy solo… pero no creo que nadie tenga buenos
sentimientos. Al entrar en una casa me parece que me odian… pero creo que es…
¿cómo le dicen?… ¿una proyección? Creo que todo es así… quizás viene los dos
años…lo debo haber sacado de mis padres”.
T: Le parece que el odio que usted ve en los demás sale, de usted mismo.
P: “Quizás esté relacionado con el violín…me cuesta sacar un sonido dulce, tierno…”

b) Reflejo del sentimiento o reflejo propiamente dicho. Esta variedad procura que el
paciente tome consciencia del sentimiento o intención implícitos en su comunicación;
esto significa arrojar más luz sobre el “fondo” gestálico de lo expresado para que, el
tema central, la “figura”, se realce y complete. Mientras el reflejo simple estabiliza la
“figura” el reflejo del sentimiento amplía. De esta manera, los sentimientos e
intenciones marginales tienden a ser conscientizados y expresados por el paciente en
forma espontánea, estimulados a ello por este reflejo, dentro de la atmósfera de acogida
creada por el terapeuta. Este se esfuerza por captar y reflejar empáticamente el
contenido emocional de la comunicación, procurando que sus reflejos trasunten
comprensión y respeto genuinos por los sentimientos del paciente, cualesquiera que
ésos fuesen. Tales comprensión y respeto se extienden a las interpretaciones, erróneas o
no, que el paciente hace sobre sus propias comunicaciones. Esta posición del terapeuta
implica seguir con tenaz consecuencia el principio de atenerse sólo al mundo perceptual
del paciente, evitando cuidadosamente proyectar el propio, a través de las respuestas
psicoterápicas. Eludiendo así toda valoración personal sobre lo comunicado, la óptica
del paciente es empática y sistemáticamente reflejada. Con frecuencia; los sentimientos
e interpretaciones del paciente no resistirán una crítica basada en las normas
convencionales, pero el terapeuta se abstiene de toda crítica pues ve que ésta es la fuerza
que alimenta el proceso de recuperación psicológico y aunque pueda estar mal
momentáneamente, mal orientada, comprende que su misión no es reorientar tal fuerza
desde “afuera” sino dar al paciente la oportunidad de que él mismo efectúe ese proceso
desde “adentro”.
Esta libertad, esta ausencia de presiones, que emanan del reflejo del sentimiento,
permite que el paciente progrese hacia una crítica cada vez más objetiva de sus
“experiencias” y valoraciones conexas. De esta manera se observan crecientes
rectificaciones de sus conceptos rígidos y dolorosos sobre sí mismo y, por ende,
respecto del mundo entorno. Tales rectificaciones, en vea de resultar traumáticas para la
“noción de yo” (como podría suceder fuera de la terapia) por el contrario son
gratificantes, pues el verse capaz de corregir sus desenfoques valoriza precisamente la
misma “noción de yo”. A ello cabe agregar que los resultados adaptativos de una óptica
perfeccionada y más realista son necesariamente positivos, y por lo tanto, gratificantes.
Para ejemplificar lo anterior veamos algunas secuencias de una de las sesiones de R.M.

P: “Siento la „neura‟ más en la superficie… tengo más consciencia… hay algunos


avances, pero tengo miedo de cambiar… El miedo es una protección…”
T: Ahora usted ve más profundamente en sus problemas pero eso significa que puede
cambiar y entonces sufre por el miedo que eso le trae.
P: “Sí… el miedo es una protección… al ver que puedo cambiar me enfermo… Ahora
lo veo claramente… tengo miedo a perder el miedo… caería en el vacío.”
T: La posibilidad de cambiar le hace temer perderse a sí mismo. (Aquí el terapeuta
percibe empáticamente y refleja el sentimiento de despersonalización que, hemos visto,
suele preceder a la reorganización de la personalidad).
P: “Entonces temo quedar enredado para siempre en el miedo… No puedo imaginarme
sin miedo antes del concierto. Temo hacerme ilusiones y frustarme, pero también le
temo al éxito… Es una „bola de nieve‟, cada vez se agranda más… (Silencio). El
„fondo‟ sería que no tengo una buena relación con la gente… En un concierto trataría de
joderla… en un nivel „loco‟. Una de dos: o aplastar a la gente con un concierto
magistral o hacer una gran „cagada‟, un desastre para joder también a la gente… Si uno
es adulto y más o menos „normal‟, busca agradar a la gente y a sí mismo con una cosa
agradable y bella… ¡La gente es la familia, los padres! (Se produce una introvisión
espontánea). El fondo de todo es mi „vieja‟… la rabia a mi madre… Es como si
estuviera ligado a ella… como si fuésemos una sola persona…Igual que con mi mujer…
como si hubiésemos forma pareja; me da rabia y al mismo tiempo la necesito… Mi
madre nunca me había planteado la posibilidad de casarme e irme… Desde que me casé
no puedo tener relaciones sexuales normales… antes sí… debe ser que no quiero
abandonar a mi madre… Antes estaba un rato en el hotel con mi novia; era una
travesura de adolescente… ¡Ahora una relación sexual con mi esposa es una traición a
mi madre! Mi madre está en el medio del problema sexual con mi mujer… además,
como soy un niño todavía, mi madre sabe que, por estar casado, me acuesto con mi
mujer… ¡Debo tener 4 o 5 años! En estos momentos, después de mucho tiempo volví a
tener problemas de oído como al morir mi padre… a los 5 años… tuve una infección
grave en el oído… por ir a la pileta… me quedó un „latido‟… De noche tenía latidos
fuertes con pesadillas de caer en el vacío, en un pozo negro y profundo… Los latidos
aumentaron al morir mi padre… Desaparecieron y ahora vuelvo a tenerlos… la semana
pasada tenía palpitaciones…
T: “Usted está reviviendo viejos problemas infantiles, se siente débil y desamparado; se
reproducen las molestias que tuvo en aquella época.
P: “Así es… Ahora veo que mi madre no creía que yo la iba a abandonar… Veo la
relación con ella como algo tremendo… „medio libidinoso‟… (Silencio). Mi esposa fue
la primera persona que medio un afecta estable… la veía con una historia tan
problematizada como la mía… una huérfana, abandonada por su madre cuando nació…
la madre era sirvienta y el padre era el patrón de la casa… la recogió la abuela
materna…”
T: Usted ve muchos puntos de contacto con la vida de su esposa.
P: “Sí… me identifiqué con ella… (Silencio). Debido a mi inferioridad no creía en el
afecto de las mujeres… Pero a mi actual esposa la veía como un „pobre diablo‟ igual
que yo… pensé: ¿ésta se va a casar conmigo‟. No puedo imaginarme seguro, confiado
en mí mismo… Veo que hay dos cosas básicas en mi vida: la relación conflictual con
mi madre y con la gente…”
c) Elucidación. Esta es la forma de reflejo que acusa un mayor grado de esclarecimiento
de origen “externo”. Debido a que implica un proceso deductivo, presenta un matiz
intelectual más definido que las otras dos variedades que hemos estudiado. Sin
embargo, la deducción nunca se hace a partir de un marco de referencia “externo”,
como sucedería al “interpretar” en función de determinada teoría, sino que el terapeuta
procura siempre explicitar lógicamente los sentimientos y actitudes, que ya están
contenidos en la comunicación del paciente. Por ello se acerca en cierto modo a la
interpretación, lo que configura un menor grado de “asepsia” que las otras dos
variedades, puesto que acentúa la intervención “directiva” del terapeuta y favorece
menos la “tendencia actualizante” del paciente. Para los terapeutas jóvenes y los de las
otras orientaciones que contactan por primera vez con esta terapia, tiene mayor atractivo
pues resulta más gratificante para la exigencia de fundamentar intelectualmente el
accionar psicoterápico y al mismo tiempo satisface la necesidad de cierto “control”.
Empero, los terapeutas rogerianos la emplean rara vez pues es el tipo de reflejo que más
se aleja de los principios básicos que informan esta terapia. Para el paciente constituye
un señuelo, pues al verse “eluciado” por el ingenio deductivo de su terapeuta se gratifica
y reconforta, pero por otro lado disminuye su impulso hacia la auto-comprensión. Esto
último, si bien no es necesariamente desagradable e incluso puede ser peligrosamente
atractivo, significa una real “amenaza” para la “tendencia actualizante” pues ejerce un
efecto estupefaciente: seda pero embota.
Veamos ahora algunos ejemplos de “eludación” en el material R.M.

P: “Después de 5 años de no poder tocar en público, ayer di un concierto… no fue muy


gratificante… quedé bastante mal… Sin embargo, poco antes me sentí bien… Pero el
día del concierto, después de una siesta, tuve un ataque de miedo, con ideas de
equivocarme… con „fantasías siniestras‟… Pese a todo, decidí prestarme… Me
equivoqué bastante en la primera parte… en la segunda también… Con la sonata con la
que tuve el „track‟ hace tantos años, me fue bien… tuve „lagunas‟ con piezas que
conocía… No me importaba tanto cómo reaccionaría el público… Tengo una imagen
poco favorable de mí mismo como violinista… no veo nada positivo…”
T: Si lo he comprendido… además de la experiencia del “track” usted se presentó
sintiéndose poco capacitado como violinista y eso le impedía tocar con seguridad…
P: “Sí… por otra parte tenía un rechazo a gratificarme… como si no fuera digno de
hacer cosas lindas… sin embargo, no me siento „masoco‟, al menos conscientemente.”
T: Quiere decir que algo le negaba interiormente el derecho a gratificarse con una buena
actuación, lo que se sumó a la pobre imagen de sí mismo; de ahí las “lagunas” y las
equivocaciones.
P: “Sí… eso debe ser… (Silencio). Ahora me ofrecen un concierto en Córdoba pero no
me siento seguro… me parece demasiada responsabilidad. Pese a todo, cosa rara, no me
deprimo como antes… (Silencio). No tolero las relaciones sexuales con mi esposa… es
un ataque al matrimonio… además pienso en los problemas económicos… problemas
para tocar en público… pero lo importante es vivir… Estoy enfermo de la vesícula.
Hace dos años tuve un cólico hepático en Mendoza por comer locro, empanadas y qué
sé yo… Hice un año de dieta… pero el año pasado volví a comer sin control y me
enfermé. Hace 6 meses comí mucha salsa, chocolate… para justificarme.”
T: Me parece que en el fondo usted mismo se busca problemas: en el matrimonio, en los
conciertos, enfermándose con las comidas… así tiene un buen pretexto para estancarse.

La experiencia con esta terapia muestra que pese a su mayor “brillantez”, la elucidación
tiene menor efectividad que el reflejo elemental. Por ello dice M. Kinget.” …guardando
las proporciones, el valor terapéutico de una respuesta tiende a ser inversa mente
proporcional a su valor intelectual”.

Como corolario de lo expuesta sobre reflejos, hay que enfatizar que los mismos, dentro
de esta terapia, apuntan a “centrar” la interacción trapeuta-paciente en este último y no
en el problema circunstancial.

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