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Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
A Carlos Fonseca, héroe nacional
Principal fundador y forjador del FSLN
Jefe de la Revolución Popoular Sandinista
Prólogo

En una noche de principios de 1999, mientras escuchaba las bellas historias


musicalizadas del Canto Épico al FSLN, se me ocurrió la idea de hacer un
programa de radio para entrevistar a algunos de los principales
protagonistas del proceso de lucha del FSLN y el pueblo de Nicaragua
contra la dictadura somocista. Me lo propuse como parte de la
conmemoración del veinte aniversario de la Revolución. De ahí surgió el
programa Entre Todos, cuya primera edición se realizó el sábado 17 de abril
de 1999, durante dos horas. Pensaba concluir las entrevistas el 19 de julio
de ese año, pero no fue posible. El programa resultó tan exitoso, que se
prolongó por más de tres años.

En total, realicé unas ciento cincuenta entrevistas a más de doscientos


participantes, y las fui grabando en casetes que luego se transcribieron.
Este libro es la selección de una parte importante de esos diálogos, que he
complementado con otras entrevistas y mis propias investigaciones, en una
ardua y compleja tarea de historia oral.

Quiero advertir que, cuando sostuve los primeros diálogos frente a las
audiencias, no tenía capacidad de pronosticar lo que al final sería el
importante y amplio universo de experiencias y vivencias de mis
entrevistados. Tampoco anticipé entonces el alcance y el impacto histórico
que podrían tener –una vez reunidos y procesados– sus testimonios, relatos
y comprometidas declaraciones.

Sólo tenía la certeza que los entrevistados aceptaban gustosos la invitación


de dialogar conmigo sobre sus experiencias de lucha, sus motivaciones, los
grandes momentos de su participación, los padecimientos, las alegrías, sus
vinculaciones con el pueblo y la vanguardia, los grandes obstáculos y
adversidades que tuvieron que superar para sobrevivir y vencer a la odiosa
y criminal dictadura de los Somoza. Todo ello compartido, en vivo, con las
entusiastas y participativas audiencias de nuestro programa en Radio La
Primerísima.

La participación de los oyentes enriqueció las entrevistas, y en muchos


casos motivó reflexiones muy profundas; pero algunas veces, tuvo ciertos
inconvenientes, por ejemplo, el entrevistado dispuso de menos tiempo para
su testimonio, y en no pocos casos los oyentes hicieron derivar la entrevista
hacia candentes temas de la coyuntura política y de los problemas internos
del FSLN, alejándonos de la historia, que era nuestro objetivo.

Para enfocarme justamente en la historia de la lucha contra la dictadura,


excluí de este libro las reflexiones de la coyuntura. Esos contenidos, sin

1
embargo, serán muy útiles para otro tipo de publicación. Igualmente
descarté entrevistas sobre las heroicas páginas de la Revolución Sandinista,
la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), la Reforma Agraria, la defensa

militar, con pasajes como la masacre de San José de las Mulas, y otros
temas. Pero estas entrevistas también tendrán su oportunidad.

Nuestro diálogo, que comenzaba siempre con los primeros pasos políticos
del entrevistado, concluía con su participación en la lucha hasta la caída de
la dictadura. Así que en este libro, salvo mínimas excepciones, los
testimonios y relatos se agotan el 19 de julio de 1979, aunque incluyen un
mensaje de mis entrevistados para las nuevas generaciones de patriotas
nicaragüenses, llamado que siempre les solicité para cerrar la entrevista. La
breve biografía de los entrevistados corresponde a la fecha que se realizó la
entrevista.

Al realizar las primeras entrevistas, no pensé que diez años después estaría
presentando un libro con estos testimonios arduamente examinados y
verificados en un complejo proceso de trabajo que, por fases o
determinados períodos, vine haciendo con paciencia desde entonces.

Tampoco se me ocurrió que cada entrevista –que siempre me impuso un


trabajo preliminar de investigación–, me conduciría en el transcurso de los
años, a un lento y minucioso proceso de verificación e investigación
histórica. Nunca pensé que esas entrevistas me obligarían a asumir un
extenso y dilatado trabajo de historia oral sobre la tenaz, diversa, heroica y
exitosa lucha sandinista.

De alguna manera, el producto que hoy presentamos comienza por el final.


El proceso de investigación histórica al que las entrevistas nos empujaron
todos estos años, terminó por dar forma a ésta y su producto final. En
efecto, el material original seleccionado que contenía más de cien horas de
grabación, no resultaba de fácil procesamiento. El problema no era tanto
técnico-material como histórico. ¿Qué confiabilidad atribuir a la memoria de
mis ilustres entrevistados, a sus sinceros y espontáneos recuerdos
expresados de manera inmediata como respuestas a mis preguntas, cuando
no había habido reflexión previa, apuntes, notas, ni nada que auxiliara sus
recuerdos?

Sabía que la memoria, para ser eficiente, actúa de manera selectiva.


También sabía que “la memoria no es la historia”, sino quizás tan sólo una
de las formas posibles de su representación. Estaba consciente de que
habían transcurrido muchos años desde aquellos acontecimientos que
ahora convocábamos al presente, y que eran evocados con pasión por
nuestros entrevistados.

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Conocía, igualmente, que la memoria no sólo fija y preserva, sino que
también olvida, oculta, guarda silencio, distorsiona, confunde y mezcla.
Esto último es aún más cierto cuando se trata de situaciones de singular
intensidad y hasta traumáticas. ¿Acaso no lo fueron la guerra y sus
combates, la vida clandestina, la cárcel, la tortura, las violaciones? ¿No fue
acaso lesivo vivir bajo la persecución permanente del enemigo, entre
asesinatos y crímenes, contemplando la muerte de entrañables
compañeros bajo las balas enemigas, las delaciones y traiciones? ¿No
fueron objetivamente dolorosas las situaciones derivadas de la división del
Frente, que causaron heridas profundas en la conciencia de los miembros
de la familia sandinista, y todo ello en un universo humano poblado
entonces mayoritariamente por jóvenes muchachas y muchachos? ¿Qué
trampas inconscientes nos había preparado la memoria?

Durante la revisión de las entrevistas, constaté que los recuerdos son una
versión particular, personal, de los hechos, de la historia, una espontánea
representación, una reconstrucción con borrones, vicios del recuerdo,
lagunas y silencios. Fue necesario entonces pasar las entrevistas por el
filtro de las técnicas y procedimientos de la Historia Oral, cuya
consolidación en América Latina, por cierto, como método contemporáneo
de la investigación histórica, no estaba muy distante en el tiempo de la
creación misma del Frente Sandinista.

Mucho de lo que no hice en la fase previa de la preparación de las


entrevistas, lo tuve que hacer después. Desde la revisión de la fría
transcripción en todos aquellos casos y momentos culminantes en la que
los gestos, el silencio, la entonación, fueron parte de la respuesta, hasta el
complejo y dilatado proceso de verificación histórica. Ello condujo a
reprogramar entrevistas para fijar hechos y circunstancias, contrastar
testimonios contradictorios, ubicar y precisar nombres, fechas, lugares, en
fin, un cúmulo de datos que me condujeron frecuentemente a pedir nuevas
precisiones, por teléfono, correo electrónico o ir de nuevo a la entrevista
personal, no pocas veces con otros protagonistas de los mismos hechos,
ahora fuera de las cabinas de la Radio. Fueron meses en este ir y venir
entre la historia como recuerdo, como texto, como relato, como fotografía,
como sensaciones vividas, y vividas por cierto con enorme intensidad.

Tanto o más importante que el proceso anterior, fue el vasto trabajo de


consulta de toda la bibliografía disponible en español, sobre la historia de la
lucha sandinista, para verificar o aclarar no pocas de las afirmaciones de los
entrevistados. Libros publicados y otros que esperan el momento de su
publicación, revistas, periódicos, audios del archivo de la radio, documentos
privados, fotografías, etcétera. De este extenso proceso que por etapas nos
tomó meses de lecturas, constaté entonces que, efectivamente, la memoria
es sutil y que no siempre logra de forma consciente reconstruir con
objetividad los hechos y las circunstancias.

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Todo ello había que depurarlo paso a paso, des construir primero, para
luego reconstruir de manera confiable, al menos los acontecimientos más
relevantes de esta historia singular por primera vez relatada de manera
colectiva, contada, vivida y reconstruida, esencialmente, no por los
principales líderes nacionales de aquel proceso, tampoco en relatos
novelados, sino por los mismos protagonistas directos, de tantas luchas y
acontecimientos. Ahora, por fin, después de diez años, están recogidas en
un sólo texto de manera históricamente confiable.

Se trata de la presentación de testimonios pulidos a través de las


interrogantes que tuve que formular nuevamente a mis entrevistados,
cuando encontré claras inconsistencias, vacíos y omisiones. Son testimonios
ubicados históricamente a través de comentarios que precisan fechas,
nombres, situaciones y que, por tanto, se convierten en evidencias de
calidad, indispensables como fuentes genuinas y confiables para la
construcción de la historia completa de la lucha del FSLN y del pueblo
contra la dictadura.

Una vez concluido este proceso –y sólo entonces–, tomé las decisiones
definitivas para establecer el orden de su presentación en el libro, el cual
procura combinar testimonios y temáticas.

La naturaleza de este trabajo, basado esencialmente en mis entrevistas en


la radio, como toda obra histórica, es necesariamente incompleta; no
pretende informar sobre la totalidad de los acontecimientos y protagonistas
y, desde luego, tiene lagunas y ausencias.

Por obvias razones, hubiese querido tener en la radio una entrevista con
Daniel Ortega. En dos ocasiones, Daniel aceptó mi invitación para asistir al
programa, y en ambos casos, canceló su participación a última hora tal
como entonces lo dijimos al aire, como explicaciones necesarias a las
audiencias, que quedaron esperando las anunciadas comparecencias.

Nada habría disfrutado tanto como una participación del tayacán mayor del
canto revolucionario nicaragüense, Carlos Mejía Godoy. Las audiencias aquí
también se quedaron con las ganas. No pudo coincidir nuestro tiempo con
el suyo. Igual me ocurrió con los deseos de llevar al programa a Ernesto
Cardenal. Habría sido un valiosísimo testimonio.

Por otro lado, la entrevista de Jaime Wheelock, con quien quería conversar
sobre su trayectoria militante, el rol del campesinado y las banderas de la
lucha por la tierra, los oyentes la encauzaron a los angustiantes problemas
de la propiedad y su titulación después de 1990.

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Sin duda habría sido de especial interés e importancia una entrevista al aire
con Humberto Ortega, habida cuenta su prolongada militancia y, sobre
todo, por el inobjetable y destacado papel de dirección que, desde “Palo
Alto”, desempeñara en la victoriosa ofensiva final del FSLN. No obstante,
Humberto, con la publicación de su libro La Epopeya de la Insurrección,
brindó abundantes datos que fueron de mucha ayuda.

En fin, cuánto hubiera deseado tener en el programa a otros importantes


cuadros y, sobre todo, a tantos héroes y heroínas que siguen quedando
injustamente en el anonimato de la historia. Me empeñé hasta donde fue
posible, en recoger sus nombres, registrarlos con cariño y admiración en
estas páginas. En un capítulo especial, y en un trabajo que no tiene
precedente, me propuse reunir muchísimos nombres de mujeres, sin cuya
participación no habría habido continuidad en la lucha y mucho menos se
habría logrado la victoria.

Cuba, su Revolución, y sus principales dirigentes que siempre acompañaron


la lucha del pueblo nicaragüense, merecían un capítulo aparte. Desde los
primeros momentos, el “Che” en persona se involucró y apoyó a los
luchadores anti-somocistas. Contar el desenlace exitoso de esta historia de
lucha sandinista quedaría incompleto sin referirme al involucramiento
directo de Fidel, quien cuidó de manera personal y minuciosa, de todos los
detalles para asegurar, en la ofensiva final, el éxito de los esfuerzos
políticos y materiales de Cuba en su solidaridad con el Frente Sandinista. Su
rol en la reunificación del FSLN, sus aportes a la estrategia final y en el
desempeño del bloque internacional integrado por Panamá, Venezuela,
Costa Rica y Cuba, fue decisivo.

Inolvidable será sin duda Manuel Piñeiro “Barba Roja” y sus muchachos del
Departamento América, y aquellos destacados combatientes del Ministerio
del Interior y del Ejército cubano, quienes se fajaron al lado del FSLN. Debo
consignar además, que cientos y quizás miles de cubanos brindaron refugio
y cariño por muchísimos años, en La Habana, a los combatientes
sandinistas.

Aunque conozco muchos detalles de la participación cubana, me he


abstenido de hablar por ellos. He recogido algunas referencias directas
hechas por Fidel, de algunas de estas circunstancias, y desde luego,
aquéllas hechas por los entrevistados.

Desafortunadamente, no pude concretar las entrevistas que quise hacer


para abordar el importante papel desempeñado por muchos militantes en el
trabajo de solidaridad internacional. Sin duda, de primera importancia para
el éxito de la ofensiva final.

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Los testimonios sobre los frentes de lucha abordados ofrecen mucho
material informativo, pero quedan aún muchas cosas por reconstruir. La
historia de lucha de algunas ciudades está totalmente ausente por razones
de espacio, como Ocotal, Jinotepe y Diriamba, de gran combatividad.
Tampoco pude hablar de la Columna Jacinto Hernández, que entró por
Nueva Guinea en mayo de 1979 y fue masacrada brutalmente. Y quedó
pendiente reconstruir los detalles de la Insurrección Final en Matagalpa.

En fin, quiero enfatizar que todavía hay “mucha caña que moler” por lo que
invito a los protagonistas de cada una de estas páginas a emprender el
camino de su recuperación en esta memoria histórica colectiva.

…ya veíamos que las muchas voluntades individuales que actúan en la


historia producen casi siempre resultados muy distintos de los
perseguidos –a veces, incluso contrarios-, y, por tanto, sus móviles tienen una
importancia puramente secundaria en cuanto al resultado total…

Por tanto, si se quiere investigar las fuerzas motrices que –consciente o


inconscientemente, y con harta frecuencia inconscientemente– están
detrás de estos móviles por los que actúan los hombres en la historia y
que constituyen los verdaderos resortes supremos de la historia, no habría
que fijarse tanto en los móviles de hombres aislados, por muy
relevantes que ellos sean, como en aquellos que mueven a grandes masas,
a pueblos en bloque, y, dentro de cada pueblo, a clases enteras y no
momentáneamente, en explosiones rápidas, como fugaces hogueras, sino
en acciones continuadas que se traducen en grandes cambios históricos.

F. Engels El fin de la
filosofía clásica alemana

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Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/ Mónica Salvadora Baltodano. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.1)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Levantado de texto: Yolanda Morales Munguía
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme a las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista por Mónica Baltodano se distribuye bajo una Licencia
Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
una obra disponible en http://www.memoriasdelaluchasandinista/en/4-presentacion.
A Carlos Fonseca, héroe nacional
Principal fundador y forjador del FSLN
Jefe de la Revolución Popular Sandinista
Introducción

En la elaboración de esta obra sobre la lucha social, política y armada del


pueblo nicaragüense y su vanguardia contra la dictadura somocista, fui
descubriendo los principales rasgos de esta etapa histórica. El trazo que
tiene mayor relevancia para el desafío siempre presente de los cambios
revolucionarios, es que no hay revolución posible sin la participación
organizada y consciente de mujeres y hombres del pueblo.

Si pudiésemos hacer un corte transversal a la ofensiva final y examinar tan


sólo sus más importantes componentes, nos encontraríamos con las huellas
inconfundibles de resistencias pasadas y el peso del acumulado histórico de
las luchas populares. Por eso, algunos discursos oficiales que han
pretendido explicar la victoria sandinista como hechos unívocos, no se
sostienen ante los testimonios de la historia. Son explicaciones monistas
que pretenden que los complejos hechos y la multiplicidad de fenómenos
ocurridos en las luchas, tienen una sola explicación.

Por ejemplo, se ha querido dejar establecido como un factor determinante


del triunfo sobre la dictadura, el talento estratégico de tal o cual dirigente;
la acción y el empuje de determinada tendencia del FSLN en la ofensiva
final; o acciones intrépidas y heroicas de los combatientes sandinistas; o
bien, a la conjunción de algunos de los factores anteriores combinados con
los excesos y abusos de la dictadura, y al abandono en el que ésta quedó, a
última hora, por parte del gobierno norteamericano.

Lo primero que salta a la vista del examen crítico de esta historia, es que en
la ofensiva final se encuentran las huellas, las evidencias incontrovertibles
de un complejo recorrido de millares de gentes que parecen tener su origen
genético en Diriangén, en los mískitos, sumos, ramas, garífunas o
cimarrones que no se dejaron esclavizar, en los indios de Matagalpa,
Sutiava y Monimbó, en la piedra de Andrés Castro y en los patriotas de la
guerra nacional contra los filibusteros yanquis, en la mejor poesía de Darío,
y en los ejemplos de Zeledón y Sandino.

Frescos, inconfundibles, aparecen vestigios incontestables que proceden de


los herederos de Sandino, Pedro Altamirano, Ramón Raudales, Santos
López, Rigoberto López Pérez y Amanda Aguilar; y de las luchas de El
Chaparral, Las Trojes, Raití y Bocay. Sobre esa ruta bajan y suben, hay
pisadas de botas o pies descalzos, pasan por barrios, fábricas, quebradas,
milpas y sindicatos, se multiplican en aulas de chavalos y de universitarios.

Son los surcos de poetas rebeldes que caen con el fusil en la mano, de
cárceles, de gritos de horror y torturas, de carcajadas solitarias en las
noches de montaña de hombres que parecen desquiciados, de un
incansable ir y venir, de avances entusiastas que proclaman victorias y de
desesperados gritos de retirada. De marchas por las calles, de proclamas en
los portones de las fábricas, de reuniones ocultas con voces de silencio. De
complots y conspiraciones, de pechos abiertos y denuncias públicas de los
tiranos. De centenares y miles de actos de heroísmo y sacrificios que
salpican aquí y allá a todas las comunidades de la geografía nacional.

Rastros y rostros de hombres y mujeres estudiando a Marx con un candil, y


de otros enseñando a leer. De dos en dos, de tres en tres, van y vienen las
huellas por todos lados, de gentes que casi siempre andan desarmados,
gritando: ¡Viva Sandino! ¡Derecho a la huelga! ¡Muera Somoza! ¡Mejores
salarios para los maestros! ¡No a la reelección! ¡Patria libre o morir!
Proclamas y ensayos, indubitables indicios materiales de que hubo una vez
en que en Nicaragua se comenzó a pensar de manera diferente, dejando
entrever por primera vez, la historia de clases. Son interminables las
huellas, las pruebas materiales de una vasta historia, pasada, acumulada,
que encierra, que esconde, el aparente misterio de las explosiones finales
que echaron al traste a la dictadura.

En Pancasán, por ejemplo, hay memorias, vestigios inconfundibles de


santos, de héroes y visionarios, que no sólo soñaron con las multitudes
insurreccionadas, sino que las fraguaron con sus manos e ideas, que las
formaron durante años de soledad y sacrificios, para que parieran después
los futuros contingentes sandinistas del gran movimiento anti-somocista de
la ofensiva final.

Hay pisadas de todo tipo, de signos políticos e ideológicos diferentes, de


todos los estamentos y clases sociales que, por cierto, confunden y
desconciertan a muchos. No sólo hay sudor, huellas y sangre de humildes
sandinistas. Fueron muchos los rebeldes que lucharon con las armas y la
pluma, el verso, la prosa y la caricatura, que a veces parecían ser la misma
cosa. No pocos de ellos cayeron como patriotas en este largo recorrido.
Fueron muchos los dirigentes obreros y obreras del campo y la ciudad,
maestras, profesores universitarios, periodistas, escritores, poetisas,
venidos muchas veces de otros ríos y creencias, y que forman parte
integrante, legítima, del mismo torrente nacional anti-dictatorial.

Este proceso fue, por lo menos, un prolongado octubre que duró no menos
de veinte años de historia. Nada fue producto del azar, ni fruto del ingenio
de dirigentes en las últimas jornadas. Es una curiosa historia en la que los
grandes acontecimientos se hacen sin caudillos ni jefes oligarcas. Sin
árbitros ni intermediarios. Sin indispensables, ni Charles Atlas niSuperman.

Sólo quienes no sean capaces de entender, de percibir y conocer la oculta y


frecuentemente silenciosa rebeldía de los nicaragüenses, que en
interminables flujos y reflujos se vino forjando en décadas de lucha, a veces
abierta, a veces de manera silenciosa, a veces con tiros y otras con sólo
guitarras, pueden inútilmente intentar desvirtuar la historia. Sin duda,
desentrañar esta multiforme y prolongada resistencia popular y el proceso
que termina con fundirla con la vanguardia, representará, para algunos, el
peligro de derrumbar interesados y mezquinos mitos y leyendas.

Dicho esto, quiero resaltar lo que considero son los rasgos definitorios de
esta época, una síntesis de las lecciones históricas que extraigo de las
entrevistas e investigaciones que realicé en este arduo trabajo. No tengo la
menor duda de que nada puede sustituir el valor histórico, la riqueza, la
belleza del testimonio y las originales descripciones que, de sus vidas y de
la lucha sandinista, hicieron mis entrevistados; pero no puedo dejar de
presentar lo que constituyen para mí los trazos más claros de estos años de
lucha, al tiempo que dejar planteadas algunas interrogantes.

1. La dictadura somocista que dominó en Nicaragua después del asesinato


de Augusto C. Sandino y que se prolongó durante 45 años (1934-1979),
basó su régimen en el poder de las armas: el sometimiento y subordinación
de la Guardia Nacional, cuyo Jefe Director desde 1934 fue siempre un
Somoza. El régimen somocista, a su vez, se subordinó totalmente a los
Estados Unidos, y éstos respaldaron económica, política y militarmente a la
dictadura hasta poco antes de su derrumbamiento.

2. Pese a su carácter militar, la dictadura funcionó como un sistema


encuadrado en los rituales democráticos: procesos electorales, separación
de poderes y existencia de partidos políticos e instituciones; pero todo ello
en el mal oliente sistema de pactos con la oposición conservadora, el
reparto de privilegios y cuotas de poder, fraudes electorales y represión.

Durante la mayor parte de esos 45 años, Somoza logra representar


estabilidad y garantía para los intereses oligárquicos de terratenientes,
ganaderos, importadores, industriales y banqueros, asegurándoles sus
negocios y ganancias sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo
estacionaria de la mayoría de los nicaragüenses, en un Estado corrupto y
prebendario. En el transcurso, la familia Somoza y sus allegados logran
amasar una importante fortuna, y se constituye como grupo económico que
domina grandes esferas de la economía nicaragüense, gracias a la
utilización del Estado como patrimonio familiar.

3. Las primeras embestidas represivas de la naciente dictadura tuvieron como


víctimas las bases campesinas de la lucha patriótica de Augusto C. Sandino, en
particular, en el norte de Nicaragua. Los campesinos sandinistas siempre
mantuvieron viva la llama de las inquietudes revolucionarias y oficiales del
Ejército de Sandino (Generales Ramón Raudales, Simeón González, y Coroneles
Asunción Pulido, Lázaro Salinas, Santos López, Heriberto Reyes y Capitán
Santiago Dietrich); y soldados, como Pastor Ramírez, se involucraron en
levantamientos contra el régimen y estuvieron vinculados a los movimientos
que antecedieron la organización del FSLN, estableciéndose así un vínculo de
continuidad directa de Sandino a Fonseca.
4. La instalación del régimen dictatorial, encabezado por Anastasio Somoza
García, coincidió con el auge internacional de las ideas fascistas –que
lograron alzarse con el poder en varios países europeos– y con las
corrientes caudillistas y populistas en América Latina. La dictadura a su vez
empujó, aunque limitadamente, el modelo capitalista en el agro, impulsó el
desarrollo de instituciones financieras públicas y privadas, infraestructuras
como puertos y carreteras, a la par que implementaba, en determinadas
coyunturas, en afán de conseguir apoyo popular, ciertas transformaciones
que fueron en su momento aplaudidas por las organizaciones obreras, como
el Código del Trabajo, la Seguridad Social y el derecho de las mujeres al
voto

5. Los afanes dictatoriales de Anastasio Somoza García fueron enfrentados


inicialmente por grupos minoritarios dentro del propio Partido Liberal
Nacionalista (PLN), y de ahí surge el Partido Liberal Independiente (PLI) en
1944, en una jornada de protesta anti-reeleccionista. Meritorios esfuerzos
de rebelión se realizaron en distintos momentos, incluso dentro de la propia
Guardia Nacional, como el levantamiento en la Fuerza Aérea de los pilotos
Alfonso Sálomon y el Subteniente Carlos Ulloa. Este último cayó luego
defendiendo la Revolución Cubana en Playa Girón. Todos estos esfuerzos
terminaron siempre en el fracaso, la represión y el exilio.

6. En el seno del Partido Conservador (PC), también surgieron grupos que


se rebelaron al anti-patriótico rol de “zancudos” y pactistas que dominaron
al PC y fueron múltiples los actos de insubordinación. Destacan las jornadas
de lucha anti-reeleccionista de 1947, en coalición con el PLI; los intentos de
abril de 1954, el Movimiento de Olama y Mollejones en 1959, y el
Movimiento 11 de Noviembre, que realiza los ataques a los cuarteles de
Jinotepe y Diriamba, en 1960.

Siempre hubo dentro de los conservadores sectores honrados que


mantuvieron la bandera anti-dictatorial. Ello explica en parte que algunos
en las bases populares sobre las que creció el FSLN, particularmente en el
campo, tuvieran frecuentemente una raíz de oposición conservadora.

7. Desde las primeras décadas del siglo XX, se venían gestando los
primeros almácigos de la organización sindical nicaragüense y se
escuchaba hablar de revolución socialista como un susurro. Esto lleva a la
conformación en 1944, del partido de los comunistas nicaragüenses, que se
llamó Partido Socialista Nicaragüense (PSN). Ellos plantean, aunque en
términos teóricos, la posibilidad de cambios sociales y hablan de liberación
de la clase trabajadora y de sustituir en el poder político a las clases
dominantes, aunque el escaso desarrollo del proletariado nicaragüense no
daba para más.

De la escuela del PSN, y muchas veces cuestionando acremente sus


posiciones como inconsecuentes frente al régimen, surgen, entre otros,
Carlos Fonseca, Francisco Buitrago, Oscar Turcios, Doris Tijerino, Gladys
Báez, José Benito Escobar, Bernardino Díaz Ochoa y Henry Ruiz, quienes en
distintos momentos serán pilares importantes del FSLN.

8. La acción de Rigoberto López Pérez y otros patriotas, que termina con la


vida del primer Somoza el 21 de septiembre de 1956, fue una acción
heroica que abrió una nueva etapa en la lucha de resistencia. La sucesión
familiar por otro Somoza confirmó la voluntad dinástica del somocismo; y la
represión desatada, el carácter criminal de la dictadura.

9. Durante sus primeros treinta años, la dictadura navegó sin grandes


tempestades porque el pueblo de Nicaragua no contaba con una
organización capaz de hacerle frente. Los afanes de cambio no tuvieron un
vehículo político adecuado. Todos los intentos cívicos fueron reprimidos con
la cárcel, el exilio o el asesinato, razón por la cual los sectores opositores
concluyeron en que para quitar a los Somoza había que alzarse en armas.

Después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, estos


movimientos se multiplican, y algunos reciben el apoyo directo de
dirigentes del nuevo gobierno cubano, en particular, la guerrilla de El
Chaparral, el Movimiento 15 de Septiembre y el Frente Revolucionario
Sandino.

10. Los esfuerzos armados más importantes, antes de la fundación del


FSLN, fueron:

a) La guerrilla del General sandinista Ramón Raudales, quien cayó


combatiendo heroicamente el 18 de octubre de 1958 en Yaulí. En este
movimiento participan el Coronel sandinista Heriberto Reyes, junto al ex
militar de la Guardia Nacional, Julio Alonso Leclaire;

b) La guerrilla de El Chaparral, en junio de 1959, donde resulta herido


Carlos Fonseca;

c) La guerrilla de Chale Haslam, junio-noviembre de 1959, que fue una de


las pocas que se organizó desde el interior del país, y logró cierto respaldo
campesino en la zona de Las Bayas, Pancasán y El Bijao;

d) La Columna 15 de septiembre, que dirige Julio Alonso Leclaire y


respaldan Julio Molina y Julio Velázquez (por eso le decían la de los tres
Julios). Se desarrolla entre octubre de 1959 y 1960, y se incorporan varios
cubanos, entre ellos, Renán Montero;

e) La Columna A. C. Sandino, que dirige el periodista Manuel Díaz y Sotelo,


y que penetra al país el 24 de julio de 1959. Sotelo es asesinado
brutalmente el 7 de agosto en Pueblo Nuevo, y su lugarteniente, el cubano
Luis Escalona, cae en combate el 8 de agosto en Estelí;
f) Heriberto Reyes, veterano sandinista, armó un breve movimiento en Boca
de Yamales, en diciembre de 1959. La Guardia Nacional incursiona en
Honduras y lo asesina;

g) El Frente Revolucionario Sandino (FRS) operó desde noviembre de 1959


hasta finales de 1960 en la zona de El Dorado y Las Trojes, en el antiguo
territorio en litigio. Muchos de sus integrantes formaron parte del Frente de
Liberación Nacional (FLN), que después se convirtió en el FSLN;

11. La lucha que libró el Frente Sandinista de Carlos Fonseca sintetiza las
experiencias de los movimientos antes enumerados, y recoge el ideario y la
gesta de Augusto C. Sandino. También se nutre de los ejemplos de lucha por
la liberación nacional que se libraban en otros continentes, y tiene como
referencia más cercana la lucha y victoria del pueblo cubano, en enero de
1959.

Los fundadores más connotados del FSLN se identificaron plenamente con


la oleada de luchas anti-coloniales y anti-imperialistas de los años cincuenta
y sesenta. Cultivaron el marxismo como ideología y utilizaron el método de
análisis marxista para el estudio de la realidad nacional. El uso de estas
herramientas les permitió diseccionar los intereses de clase presentes en
las fuerzas políticas de entonces y determinar la necesidad de organizar
una fuerza que representara genuinamente los intereses de los explotados
y oprimidos de Nicaragua.

Estas concepciones comienzan a distinguirlos del resto de opositores al


somocismo en el plano doméstico, mientras que su estrategia de lucha
armada los diferencia de los partidos comunistas tradicionales del
hemisferio. Los más importantes ideólogos de esa visión fueron Carlos
Fonseca, Silvio Mayorga, Julio Buitrago, José Benito Escobar, Ricardo
Morales Avilés y Germán Pomares.

12. Las vertientes político-organizativas más cercanas, que dan origen al


FSLN fueron: Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), 1960; el Frente Unido
Nicaragüense (FUN) y el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN), 1961. Pero la
fundación del Frente no fue ni un acto protocolario ni una asamblea
constitutiva un día determinado. Tampoco hubo firmas, ni reunión de
líderes, sino que fue un proceso. En él participaron de manera relevante
Carlos Fonseca, el Coronel Santos López, Silvio Mayorga, Jorge Navarro,
Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, Germán Pomares, José Benito Escobar,
Tomás Borge, Bayardo Altamirano, Noel Guerrero Santiago, Víctor Tirado
López, Inocente Escobar y Heriberto Rodríguez, entre otros. La idea
difundida después de julio de 1979, de que Tomás Borge era el único
fundador sobreviviente, no se sostiene frente a las evidencias históricas.
13. La organización del FSLN significó una ruptura con las organizaciones
políticas y los movimientos armados precedentes, en los siguientes
aspectos:

Desarrolló la idea de una organización que luchara de manera continua, en


un proceso prolongado de lucha, que devendría en una guerra
revolucionaria contra el régimen. Es decir, rompe la lógica del golpe, de la
invasión desde afuera y de la acción cortoplacista para derrocar al régimen,
inflexión que se evidencia en la guerrilla de Pancasán.

Expresó la voluntad de representar a los sectores populares, en especial a


los obreros y campesinos, llamados a asumir el protagonismo de su propia
historia, frente a la lógica de las paralelas o partidos políticos tradicionales
que, representando los intereses oligárquicos, sustituyeron siempre la
participación directa del pueblo y lo usaron para sus propios intereses.

Planteó la necesidad de hacer transformaciones profundas al orden


económico de la sociedad nicaragüense, superando el esquema político
tradicional que se circunscribía a poner fin a la dictadura o a sustituir al
dictador Somoza y a su familia. Los más avanzados plantearon
abiertamente la lucha por el socialismo.

Propuso tempranamente una estrategia que combinara la acción guerrillera


en la montaña y el campo, con la organización política de los distintos
sectores, tanto urbanos como rurales. Desde 1963, jóvenes principalmente
estudiantes, realizaron trabajos de organización en barrios y algunos
sectores obreros. El desarrollo sostenido y con algún éxito de este tipo de
trabajo, se realiza a partir de 1970, y especialmente durante el período de
acumulación de fuerzas en silencio.

14. Contrariamente a otras fuerzas de izquierda, el FSLN contó desde el


comienzo con una voluntad y estrategia de toma del poder. La insurrección
popular fue concebida muy tempranamente por Carlos Fonseca, como el
momento culminante del proceso. La primera acción armada del FSLN,
aunque todavía como FLN, fue la guerrilla de El Patuca (Raití-Bocay), en la
que participan los principales fundadores. En tanto, en las universidades se
funda el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). La guerrilla de El Patuca
fue un fracaso militar, pero dejó muchas lecciones políticas 1. La principal
fue que la guerrilla tenía que organizarse dentro del país y con respaldo
campesino. Otra, fue la confirmación de la necesidad de la lucha armada.
Después de esta incursión, Carlos Fonseca proclamó: nosotros vamos a
triunfar con un gran movimiento anti-somocista. Mientras exista Somoza,
hay posibilidades de organizar el movimiento armado y también un gran
movimiento político.

15. Las políticas de contra-insurgencia y contención de las


administraciones norteamericanas, después del triunfo de la Revolución
Cubana, permiten una cierta apertura política que en Nicaragua ejecuta el
presidente René Schick Gutiérrez, que incluyó una amnistía a los exiliados y
opositores. En ese contexto, se generaron nuevas expectativas en la
posibilidad de cambio por la vía electoral. La oposición conservadora se
encargaba de fortalecer la falsa idea del fin de la dictadura por la vía
civilista de las urnas. La dictadura respondió con más represión que
culminó con la masacre del 22 de enero de 1967.

En este mismo período, una parte del PSN llega a la conclusión de la


necesidad de organizar la lucha armada; el debate político ideológico sobre
éste y otros temas, lleva a la división de sus filas. En 1967, se divide el PSN
y surge el Partido Obrero Socialista Nicaragüense, transformado luego en el
Partido Comunista de Nicaragua (1970). El PSN impulsa las Fuerzas
Armadas Revolucionarias Nicaragüenses (FARN), un intento de los
socialistas por organizar su brazo armado, fracasa por la ambigüedad de
sus principales dirigentes y la represión somocista.

16. Carlos Fonseca insistió en la vía armada revolucionaria y se organiza la


guerrilla de Pancasán. El FSLN realiza trabajo popular, sobre todo en el
campo, y se conecta con las bases de los sindicatos campesinos
organizados por el PSN. Pancasán, aunque fue un revés militar, selló el
surgimiento de una opción distinta a la oposición burguesa.

En los años 1967-1970, el FSLN sufre además la caída de dos miembros de


su Dirección, Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”; la muerte de
extraordinarios cuadros como Casimiro Sotelo, Julio Buitrago y Leonel
Rugama; y la prisión de muchos de sus dirigentes, entre ellos, Julián Roque,
José Benito Escobar, Oscar Benavides, Daniel Ortega, Ricardo Morales, Doris
Tijerino y Leopoldo Rivas. En Nicaragua, sólo Oscar Turcios, en su carácter
de cuadro clandestino, logra quedar libre de las grandes redadas.

Entre 1968 y 1969, Carlos Fonseca guía la elaboración del “Programa


Histórico” y los “Estatutos del FSLN”, y escribe “Mensaje del FSLN” a los
estudiantes revolucionarios, “Nicaragua Hora Cero” y “Viva Sandino”. Entre
finales de 1969 y 1970 se da el intento guerrillero de Zinica, Carlos cae
prisionero y luego de un intento frustrado de liberación, es rescatado por un
comando internacionalista jefeado por Carlos Agüero Echeverría (1971).

Al mismo tiempo, se inicia el período de acumulación de fuerzas en silencio,


en el que tienen protagonismo Oscar Turcios, Ricardo Morales Avilés,
Bayardo Arce y Pedro Aráuz Palacios, en la ciudad; Henry Ruiz, Filemón
Rivera, Jacinto Hernández, René Tejada, Víctor Tirado López y José Valdivia,
entre otros, en la montaña.

17. En este período de acumulación de fuerzas en silencio, se ponen en


evidencia contradicciones entre la conducción en el interior del país (Oscar
Turcios, Ricardo Morales Avilés, Pedro Aráuz, Plutarco Hernández, Carlos
Agüero, Víctor Tirado y Henry Ruiz; posición que asume temporalmente
Eduardo Contreras), y los miembros de la Dirección en el exterior (Carlos
Fonseca, Humberto Ortega y Jaime Wheelock). Esas contradicciones no
logran ser superadas por medio de la discusión política, porque nunca se
pudo organizar una discusión colectiva entre todos los involucrados. A la
caída de Oscar Turcios y Ricardo Morales Avilés, tales contradicciones se
agudizan por diferencias en relación con la sucesión del mando.

18. El operativo Diciembre Victorioso el 27 de diciembre de 1974, termina


con el período de acumulación de fuerzas en silencio. Desata un gran
entusiasmo en diversos sectores de los nicaragüenses, pero a la vez una
gran represión.

Las contradicciones entre los miembros de la Dirección producen nuevos


acomodos y realineamientos. Eduardo Contreras, fortalecido con la jefatura
del asalto a la casa de Chema Castillo, intenta erigirse como relevo de
Carlos Fonseca. Carlos inicia su retorno al país y, en ese trayecto, se toman
medidas drásticas como la expulsión del grupo que se alinea con Jaime
Wheelock (1975). Se produce una ruptura, y éstos después se constituyen
en Tendencia Proletaria. Carlos Fonseca se alinea a la Tendencia GPP
(Guerra Popular Prolongada) que está liderada por Pedro Aráuz, Carlos
Agüero y Tomás Borge; mientras Eduardo Contreras lidera a los hermanos
Humberto y Daniel Ortega, y se apoya en cuadros con trabajo en el interior
del país, como Leticia Herrera y Camilo Ortega.

19. Henry Ruiz se mantiene internado en la profundidad de la montaña y,


según él mismo expresa, no tiene participación sustantiva en las
discusiones políticas que se daban en esos momentos, delegando la
representación de la montaña en Carlos Agüero, quien en la historia de este
período tiene más presencia y beligerancia. Mientras tanto, la dictadura
arremete brutalmente contra las bases y combatientes en la montaña y
consigue apoyo para llevar a cabo un vasto plan contrainsurgente que
incluye la “Operación Águila VI” (noviembre de 1976), en el que participan
tropas de los ejércitos centroamericanos. En ese contexto, se da el ingreso
de Carlos Fonseca a la montaña, en la búsqueda de una reunión que, treinta
años después, se ha catalogado como “utópica”.

El internamiento de Carlos en la montaña es considerado unánimemente


como un gran error, una acción innecesaria, decidida por el propio Carlos
Fonseca en un momento de desunión interna y de ofensiva militar de la
dictadura en la montaña. Carlos, no hay duda, se movilizaba en estas
adversas condiciones, convencido de que en la montaña estaban creadas
las condiciones para generar un vasto movimiento guerrillero que permitiría
pasar a etapas más ofensivas de lucha en las ciudades, para lo cual era
indispensable la unidad del FSLN. Sus principales planteamientos están
contenidos en “Notas sobre algunos problemas actuales” y “Sobre la
montaña y algunos otros temas”.
20. La división se termina de materializar cuando Eduardo Contreras y los
hermanos Humberto, Daniel y Camilo Ortega Saavedra, deciden organizarse
como una nueva tendencia (julio de 1976), la Insurreccional o Tercerista.
Jaime Wheelock, Luis Carrión y Roberto Huembes terminan de cristalizar la
conformación de la Tendencia Proletaria, cuya identidad y planteamientos
son asociados entonces con una cierta lógica ortodoxa de partido clasista.

El análisis detenido de los factores es concluyente en que la división no se


origina ni se explica por diferencias ideológicas o sobre la estrategia; sino
que tienen su raíz en la disputa por la hegemonía, influencia y mando de la
fuerza político militar existente. Estas contradicciones no pudieron ser
resueltas de manera madura porque las condiciones de clandestinidad, el
acoso permanente del enemigo y las dificultades materiales, obstaculizaban
la comunicación y el diálogo.

21. Si bien se afirma que la GPP le daba prioridad a la montaña, en la


realidad no fue eso lo que provocó la división, como algunos han sostenido.
Durante muchos años todos le dieron énfasis a la montaña, y esto se
reafirmó en las reuniones de dirigentes del FSLN en 1973 y 1974, en
Nandaime y Las Jagüitas; y posteriormente, todos estuvieron de acuerdo en
desatar la insurrección cuando las condiciones estuvieron creadas. Los
argumentos sobre las diferencias, en realidad, encubrían la dificultad para
resolver problemas de disputas de poder y representatividad al interior de
las fuerzas.

El alineamiento de los militantes indistintamente en una tendencia del FSLN


o en otra, es indicativo de que no existían grandes diferencias
conceptuales, sino que primaron las razones circunstanciales.
Generalmente, los militantes se fueron quedando en la tendencia donde se
encontraban los cuadros que los dirigían, o se fueron alineando por
identificación personal con determinados dirigentes, todo ello en una
organización donde prevalecía la compartimentación y el secreto. Es decir,
en condiciones totalmente adversas para el diálogo, el debate y la
comunicación.

En no pocos casos, militantes que tenían contradicciones personales o


problemas de disciplina en una tendencia, se cambiaban a otra para evadir
reclamos o sanciones y poder continuar en la lucha. Muchos argumentos y
hasta acusaciones mutuas entre tendencias, que en algunos momentos
amenazaron con tomar rumbos peligrosos, eran más bien mecanismos para
justificar una división fáctica y, sobre todo, para favorecer la construcción
de la identidad de la propia tendencia.

22. Después del asalto a la casa de Chema Castillo, Somoza decreta


Estado de Emergencia, suspende garantías constitucionales, establece
tribunales militares, y juzgan en ellos a decenas de militantes del FSLN.
Mientras arrecia la represión, en la propia montaña se presenta una
discusión sobre la necesidad de una operatividad más ofensiva.

Según Víctor Tirado y Hugo Torres, con las fuerzas que se tenían en ese
momento, se podía pasar a la ofensiva, haciendo emboscadas y atacando
contingentes de la Guardia en movimiento. Para Henry Ruiz “Modesto”, la
montaña todavía no estaba preparada para ello, porque cualquier acción
ofensiva significaba operaciones masivas de capturas y asesinatos de parte
de la Guardia, sobre todo contra la base social. Sin embargo, la Guardia
operó de manera brutal y represiva contra las bases campesinas de la
guerrilla, a pesar de la poca operatividad ofensiva de las unidades
guerrilleras de la Brigada Pablo Úbeda. Está claro que no era lo mismo
operar en el Frente Sur, teniendo como retaguardia Costa Rica; o en el
Frente Norte con la retaguardia de Honduras, que en el centro del país; pero
cabe preguntarse, ¿qué habría pasado si se hubieran mantenido las
operaciones ofensivas como la emboscada de Kuskawás en septiembre de
1975?

Evidentemente, la operación Diciembre Victorioso no contó con una


estrategia de continuidad de la ofensiva ni en la montaña ni en la ciudad,
sea porque aún no estaban las condiciones creadas, sea porque los
problemas de división existentes entre el exterior y el interior del país,
debilitaron el potencial que se podría haber desplegado. Pero también cabe
preguntarse: ¿Podían realizarse en 1975, ofensivas como las de octubre de
1977? ¿No fue el desgaste provocado por las mismas acciones del régimen,
Estado de Sitio, Ley Marcial y las acciones organizadas del pueblo frente a
la represión, las que favorecieron el escenario para la ofensiva urbana? Lo
que queremos indicar es que las respuestas no son tan simples.

23. En medio de la represión y la división, el trabajo de organización se fue


extendiendo en las ciudades. La población, víctima de la represión, se va
quedando sin opciones. Los sectores populares más beligerantes o luchan o
esperan pasivamente que los lleguen a asesinar. En particular los jóvenes,
en los colegios, universidades y barrios se expresan masivamente en
jornadas por el cese de la represión, libertad para los presos, derechos de
los capturados –son importantes las jornadas a favor del cese del
aislamiento de Tomás Borge y Marcio Jáenz, que ambos acompañan con
valientes huelgas de hambre–.

En el PSN se dan nuevos debates sobre el tema de la lucha armada, y se


dividen nuevamente entre los que la rechazan y los que la respaldan. De
ahí surgieron dos partidos socialistas (1976), uno de tendencia de derecha 2
y otro que formaliza su alianza con el FSLN y que integra su aparato
armado, Organización Militar del Pueblo (OMP), al plan insurreccional.
Muchos se integraron como militantes al Frente Sandinista.

La acción de los cristianos se hace sentir en el trabajo barrial, estudiantil y


en las tomas de iglesias. También se llevan a cabo importantes jornadas
reivindicativas, en particular de obreros de la construcción, trabajadores del
campo (la Asociación de Trabajadores del Campo –ATC– organiza la marcha
del hambre entre Diriamba y Rivas el 9 de abril de 1978), trabajadores de la
salud (varias huelgas en 1978 y 1979), maestros de secundaria y profesores
universitarios.

A nivel internacional, la dictadura se desprestigia con los prolongados


períodos de suspensión de las garantías constitucionales. Muchos
sacerdotes toman públicamente partido por el pueblo. Se producen
impactantes denuncias internacionales, como la llevada por Fernando
Cardenal ante el propio Congreso de los Estados Unidos, sobre la matanza
de campesinos desatada por la dictadura somocista. Se incrementan las
organizaciones de masas, ahora multiplicadas por los esfuerzos de las
diversas tendencias del FSLN, que buscan ampliar su influencia en los
sectores populares.

24. Como expresión de este empuje organizativo y movilizativo, surge el


17 de septiembre de 1977 la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Ante la
Problemática Nacional (AMPRONAC), y la ATC en 1978 3, cuyos antecedentes
eran los Comités de Trabajadores del Campo, que venían organizándose
desde principios de los años setenta en las comunidades de Las Sabanitas,
Las Parcelas, El Arenal, San Gregorio, Pío XII, Vista Alegre, San José del
Monte Redondo, El Cacao, Tonalá y Sirama.

Posteriormente, los maestros se reorganizan en la Asociación Nacional de


Educadores de Nicaragua (ANDEN) y los Comité por la Dignificación del
Magisterio (CODIGMA), febrero de 1978. Luego, éstas y otras
organizaciones, en total veintitrés, se articulan entre sí en el Movimiento
Pueblo Unido (MPU), el 17 de julio de 1978, que sirve de vehículo de
cohesión y comunicación entre todas las organizaciones en lucha, aquéllas
ligadas al FSLN o a otras fuerzas como el PSN. En tanto, el Frente Amplio
Opositor (FAO) se crea el 14 de julio de ese mismo año, como articulación
entre las fuerzas políticas opositoras y más tarde se estructura el Frente
Patriótico Nacional (FPN), promovido por el FSLN.

25. A finales de 1976, la Tendencia GPP, liderada por Pedro Aráuz, decide
pasar a la ofensiva en las ciudades; para ello organiza en Honduras una
escuela de preparación de guerrilleros urbanos, la Escuela Selim Schible. En
1977, la represión en la montaña está en su máximo nivel. El 7 de abril cae
Carlos Agüero “Ródrigo”, quien era la figura y ejemplo de combatividad
entre las unidades guerrilleras de la Brigada Pablo Úbeda (BPU). Con los
guerrilleros entrenados en la Escuela Selim Schible, se organiza una serie
de operativos urbanos en los principales departamentos del país donde se
tiene trabajo organizativo.

El 4 de mayo de 1977, se realizan varios operativos bajo el nombre de


“Ródrigo no ha muerto”. En ellos se aniquila a dos patrullas completas de la
Guardia en León y Estelí, y se hacen varias bajas en Managua,
prácticamente enfrente de la casa del dictador, sin bajas mortales
sandinistas, sólo la captura de Charlotte Baltodano. Estas acciones son poco
conocidas debido a que no estuvieron acompañadas de un trabajo de
propaganda internacional, ya que la Tendencia GPP había descuidado ese
escenario de la lucha.

Si uno compara los operativos “Ródrigo no ha muerto” con los ataques


insurreccionales en Masaya y San Carlos (octubre 77), se puede concluir
que los primeros causaron bajas superiores al enemigo, pero su resonancia
nacional e internacional fue insignificante. También es cierto que tienen
mucha más repercusión las acciones ofensivas a cuarteles de la Guardia
Nacional en cabeceras departamentales, que operaciones contra patrullas
en movimiento.

26. Al mismo tiempo que la Brigada Pablo Úbeda es sometida a una gran
presión que la lleva a mantenerse a la defensiva (1975-1978), se
estructuran y desarrollan tres unidades de combate que operan desde Estelí
hacia el centro norte de Nicaragua: la Bonifacio Montoya, al mando de
Omar Cabezas; la General Pedro Altamirano, al mando de Julio Ramos; y la
César Augusto Salinas Pinell, al mando de Cristian Pichardo. Estas unidades
estaban en función del fortalecimiento de la montaña, pero posteriormente
ya convertidas en columnas fueron muy importantes en el desarrollo de los
ataques en las ciudades, particularmente Estelí, Condega, Yalí, La
Concordia, El Sauce, El Jicaral, Achuapa, La Trinidad, Wiwilí, Quilalí y
Matagalpa, en la insurrección final.

La actividad en la montaña se correspondía con la concepción de que las


operaciones guerrilleras tendrían como escenario principal las zonas
campesinas; pero cuando se decide operar en las ciudades, estas unidades
se coordinaron con las unidades Terceristas que, desde los campamentos
rurales, se movilizaron en acciones ofensivas contra los comandos de la
Guardia en los poblados. Tal como expuso en sus escritos Carlos Fonseca,
en las entrevistas con los jefes guerrilleros sobrevivientes de esta etapa,
queda claro que la guerrilla rural nunca excluyó la insurrección de las
ciudades como culminación de un proceso, en el que la insurrección sería la
fase definitoria de la victoria guerrillera.

27. El ejército de Somoza, la Guardia Nacional, operó con una estructura


que, al final, no estaba diseñada para enfrentar la envergadura de los
movimientos de lucha, sobre todo por el incremento del respaldo popular.
La Guardia era una fuerza asentada en los cuarteles departamentales, que
hacía a la vez función de policía y de ejército.

El régimen dispuso durante mucho tiempo del Batallón General Somoza,


como principal unidad de combate, y después del asalto a la casa de
Chema Castillo el 27 diciembre de 1974 priorizó el aniquilamiento de las
unidades guerrilleras en la montaña, a través de la fuerza de tarea
Diriangén, al mando de Gonzalo Evertz “Vulcano”. Las fatídicas patrullas
tenían sus principales fuertes en Waslala y Río Blanco, y no sólo operaban
contra las unidades guerrilleras, sino también contra la base social
campesina, la que reconcentraba alrededor de los cuarteles y las capillas.

Adicionalmente, el régimen inicia el fortalecimiento de la Escuela de


Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), como una poderosa unidad de
combate, y en 1977 Anastasio Somoza Debayle pone al frente de la misma
a su hijo Anastasio Somoza Portocarrero, “El Chigüín”, y con ello intenta
modernizar la operatividad de la Guardia, entrenando a contingentes que
operarían como unidades antisubversivas y dotándolos de fusiles más
modernos: el Galil israelita y el M-16 de fabricación norteamericana.

28. Para la realización de tareas de inteligencia, la GN contaba con el G-2,


Oficina de Seguridad Nacional (OSN), cuya función era la vigilancia de los
enemigos políticos del régimen somocista. La OSN se informaba a través de
una red permanente de agentes pagados y otros ad-honorem, integrada por
somocistas que actuaban en todos los territorios, pasando información. En
el campo, esta labor la realizaban también los jueces de mesta y capitanes
de cañada, quienes, además, estaban facultados para capturar y reprimir
directamente.

Con el triunfo de la Revolución Cubana y el auge guerrillero en América


Latina en los años 60, se creó dentro la OSN un cuerpo especial conocido
como Servicio Anticomunista (SAC), cuya labor era vigilar, perseguir,
infiltrar y aniquilar a los que se consideraban movimientos comunistas que,
en Nicaragua, era principalmente el FSLN. Una de las formas de infiltración
se producía con la captura de colaboradores y militantes a los que,
mediante la tortura, chantaje o amenazas, se les reclutaba para que
pasaran información. Después del asalto a la casa de Chema Castillo, la
labor se intensificó y resulta evidente que numerosos “quiebres” de
dirigentes y cuadros del FSLN, sólo pudieron realizarse por el dominio de la
información de sus casas de seguridad y vehículos en que se desplazaban.

La captura de Marcio Jaén y, en una misma operación, los asesinatos de


Alberto Ríos y Julio César Maldonado (25 de noviembre 1976); la
emboscada contra Bayardo Arce que termina en mi captura y la de Moisés
González (julio de 1977); los asesinatos de Juan de Dios Muñoz y el
ingeniero Raúl González (septiembre de 1977); la muerte del obrero
Mauricio Cajina con la captura de Doris Tijerino (abril de 1978); y el
asesinato de José Benito Escobar (julio de 1978); obedecieron a
informaciones que pasó Marvin Corrales Irías –cuyo seudónimo en el SAC
era “Macoi”–, quien había sido reclutado como informante después que fue
capturado en 1975.

Pero muchos otros casos no fueron estudiados, como la muerte de Eduardo


Contreras y Silvio Reñazco. Asimismo, resulta evidente que Pedro Aráuz
Palacios, Carlos Arroyo Pineda, Róger Langrand Hernández, Juno Genoveva
Rodríguez, Martha Angélica Quezada –todos asesinados el 17 de octubre de
1977–, y las capturas de Gloria Campos, Margine Gutiérrez, Auxiliadora Cruz
y Nubia Salvadora Aguilar, fueron parte de una cuidadosa labor de
información en la que se involucraron infiltrados. Después del triunfo de la
Revolución, no se realizó una adecuada labor que permitiera aclarar
completamente estos “quiebres”. ¿Por qué no se logró identificar a los
infiltrados?

29. En la medida en que se incrementaba la lucha, también se incrementó


la represión, y se multiplicaron los asesinatos. Utilizando sus redes de
informantes, la Guardia realizó cientos de crímenes que presentaba como
resultado de combates. Si la Guardia caía sobre una casa por sorpresa, y no
daba tiempo a los guerrilleros a defenderse, en la mayor parte de las
ocasiones, cuando no tenía testigos, los asesinaba de inmediato o se los
llevaba para hacerlos aparecer luego en algunos lugares, que se hicieron
famosos porque eran botaderos de cadáveres.

En la vida guerrillera era una norma que, en caso de ser capturado, había
que gritar el nombre con fuerza para que los vecinos pudieran pasar la
información a los medios de comunicación, y evitar el asesinato. A medida
que arreciaron los combates, la Guardia no guardaba las formas mínimas, y
cometió actos de barbarie y verdaderas masacres, como la captura y
asesinato de los miembros del Estado Mayor Tercerista de León, en el
Reparto Veracruz, donde cayeron Oscar Pérezcassar, Róger Deshón, Araceli
Pérez Darias, Edgard Lang, Carlos Manuel Jarquín e Idania Fernández.

En repetidas ocasiones el FSLN cayó en la trampa de no denunciar de


inmediato esos crímenes. Por tal razón, en las cronologías del Instituto de
Estudio del Sandinismo (IES) aparecen muchos compañeros como muertos
en combate, cuando en realidad fueron simplemente asesinados. Para la
familia y la organización, decir que cayó en combate entrañaba cierta
heroicidad, y esto permitió, de alguna manera, que se encubrieran
crímenes del somocismo.

En la fase final de esta larga lucha, las capturas y asesinatos se hicieron


verdaderamente masivos. Si uno revisa el periódico Barricada del año 1979
y 1980, está plagado de fotos de jóvenes, buscados desesperadamente por
sus familias. De miles de ellos nunca se supo cómo murieron ni aparecieron
sus restos.

30. Los ataques de la Tendencia Tercerista en octubre de 1977 constituyen


un salto de calidad en la estrategia de lucha del FSLN, independientemente
de su eficacia militar. Los mismos dejaron importantes lecciones para el
desarrollo de la acción militar ofensiva. Se diseñaron como ataques a la
Guardia acantonada en sus bases, mientras se proclamaba una Junta
Provisional de Gobierno. El plan fracasó, pero las acciones tuvieron un
impacto importante en el pueblo. La Guardia tuvo que replantearse su
operatividad. A partir de esa ofensiva, la presión militar en la montaña
empezó a disminuir.

31. Con las acciones de octubre de 1977 creció la confianza del pueblo en
la posibilidad del triunfo, y las unidades militares Terceristas mantuvieron la
ofensiva en el Frente Norte y en el Frente Sur.

Los ataques en el norte fueron realizados como una nueva modalidad de


guerrilla rural. No fueron realmente acciones urbanas ni el clásico accionar
de una guerrilla de montaña. Esta modalidad dio pistas importantes de lo
que sería la operatividad del Frente Norte: columnas guerrilleras del campo
entrando a operar sobre los poblados que propician y a la vez dinamizan las
insurrecciones urbanas.

Estas operaciones ofensivas, además de foguear a los combatientes,


obligaron a la Guardia a dispersar sus fuerzas en distintas direcciones. De
igual manera, los ataques urgieron a las otras tendencias del FSLN a pasar
al enfrentamiento militar. A partir de octubre, fue claro que se debía pasar a
la ofensiva, a pesar de las críticas de “putchistas” o “aventureros” que se
hacían a la tendencia Tercerista. La demanda más urgente fue de armas,
pertrechos y entrenamiento para las unidades militares que fueron
creciendo de manera ininterrumpida, con la confianza creciente en las
posibilidades de victoria.

32. El surgimiento del Grupo de los Doce significó también una mejoría
sustancial al trabajo de proyección en el exterior. La Tendencia Tercerista
desarrolla una ofensiva de relaciones internacionales en búsqueda de apoyo
político, de aislamiento de la dictadura y de recursos económicos para
armas, municiones y comunicaciones. Las operaciones ofensivas que en el
terreno se multiplicaban, eran indispensables para persuadir a gobiernos
proclives, de la urgencia de romper relaciones con Somoza y de apoyar
decididamente a las fuerzas insurgentes.

El Grupo de los Doce, en el plano internacional, dio un nuevo rostro al FSLN,


proyectándolo como una alternativa creíble de gobierno y suavizando las
desconfianzas hacia una organización calificada de comunista, marxista,
atea y anti-imperialista. El Grupo de los Doce realizó un programa de
recorridos por las ciudades más importantes del país. Las estructuras
políticas de todas las tendencias se dispusieron en función de las
movilizaciones; en éstas, la bandera sandinista salió de la clandestinidad, y
por primera vez fue ondeada masivamente en concentraciones públicas en
toda Nicaragua.

33. El año 1978 inició con un evento de gran impacto en la conciencia


política de los nicaragüenses y en la opinión pública internacional: el
asesinato de Pedro Joaquín Chamorro. La respuesta popular no se hizo
esperar, fue masiva y abarcadora la movilización de todos los sectores
sociales, en repudio al crimen. La acción social y política conoció un
dinamismo sin precedentes, que se fortaleció con el llamado a una huelga
de brazos caídos y a la actividad permanente de los movimientos sociales:
AMPRONAC, FETSALUD, ANDEN, Periodismo de Catacumbas, AES, MES, FER,
cristianos revolucionarios; organizaciones sindicales: Comités de Obreros
Revolucionarios (COR), Movimiento Sindical Pueblo Trabajador (MSPT), y los
sindicatos tradicionales adscritos al PSN y el Partido Comunista (PC).

Desde el inicio de 1978 el país vivió en una ofensiva política, social y


militar, que empujó la caída de Somoza por la vía de la lucha armada. La
insurrección de Monimbó, los golpes espectaculares como el ajusticiamiento
del oficial de alto rango de la GN, Reynaldo “Perro” Pérez Vega, el asalto al
Palacio Nacional y la insurrección de los niños en Matagalpa, precedieron
las acciones insurreccionales de septiembre de 1978.

34. Entre marzo y mayo de 1978, se inicia un proceso de diálogo entre las
tres tendencias del FSLN y, en distintos momentos, se llegó a acuerdos que
permitieron la unidad en la acción. Cada tendencia, sin embargo, siempre
trató de mantener sus propias fuerzas en una puja por mejorar su
correlación, sobre la base de la fortaleza de sus propias estructuras,
cantidad de armas y cantidad de operativos. En la práctica, se dio una
competencia que propulsó el desarrollo global de la organización.

Los planes de la insurrección de septiembre de 1978 fueron diseñados por


los Terceristas, pero en su ejecución participaron todas las tendencias. Bajo
una lógica de coordinación y dependiendo de la madurez de los liderazgos,
se distribuyeron en el terreno y se asignaron las misiones. Esta insurrección
se desplegó en Estelí, Masaya, León y Chinandega. En otros lugares, como
Managua y el Frente Sur, se dieron algunos combates.

La idea insurreccional partía del ataque a las principales guarniciones de la


Guardia, con el propósito de tomárselas, al mismo tiempo que la población
se levantaba animada por los llamamientos y la agitación de estructuras
milicianas –Milicias Populares Sandinistas (MPS), Brigadas Populares
Sandinistas (BPS) y Comités de Acción Popular (CAP)– y políticas (MPU), que
convocaban a la gente a levantar barricadas, y que recorren las calles
pidiendo al pueblo que se una. Estas insurrecciones demostraron que la
sola acción de las unidades militares no provoca levantamientos
insurreccionales.

Donde no existía de previo un trabajo político-organizativo de base y un


estado de agitación pre-insurreccional, las operaciones se convirtieron en
simples ataques militares. Es lo que había pasado en San Carlos y Masaya
en octubre de 1977, y en Granada y Managua en febrero y junio de 1978.
Las insurrecciones de septiembre demostraron que todavía no estaban
dadas todas las condiciones para el asalto final.
En las ciudades citadas, parte de la población se levantó dispuesta a apoyar
a los grupos guerrilleros, hizo barricadas y se incorporó a las fuerzas
milicianas; pero aún no contaba con los niveles organizativos y con los
lineamientos claros sobre qué hacer; y tampoco existía el suficiente
desarrollo de las estructuras militares, ni el armamento y pertrechos
adecuados. Así, la Guardia pudo organizar sus operaciones de recuperación
del control de las ciudades, a través de la concentración de fuerzas en una
sola dirección, y la realización de operaciones de “limpieza”.

Esta insurrección, sin embargo, dejó grandes enseñanzas, y sobre todo


permitió la incorporación de miles de jóvenes a las unidades de combate.
En todas las ciudades, junto a los combatientes se replegaron cientos de
jóvenes que, después de ser preparados militarmente, fortalecieron las
columnas existentes y permitieron construir nuevas unidades combativas
para las insurrecciones posteriores.

La respuesta del tirano, el bombardeo sobre las ciudades, el uso de tanques


contra pobladores indefensos y los cientos de asesinatos cometidos contra
la población civil en las operaciones “limpieza”, contribuyeron a dejar en
evidencia el carácter sanguinario y genocida de la dictadura, visibilizando a
la vez que todo un pueblo y no simplemente grupos minoritarios
insurgentes, se estaban enfrentando a Somoza.

A partir de septiembre de 1978, la participación se fue haciendo realmente


masiva, y se multiplicaron las formas de integración de los jóvenes a las
actividades combativas a través de los CAP, las milicias, las brigadas y
otras formas de organización.

35. De la insurrección de 1978 se pasó a la ofensiva general


ininterrumpida, y se mantuvo un ambiente de creciente agitación y
movilización política y militar. El énfasis de la organización política estaba
orientado a la estructuración de unidades militares y su cualificación con
entrenamiento, armas y municiones; y acciones de fogueo y de combate,
como asaltos para conseguir fondos, limpieza de “orejas”, tomas de
pueblos, ataques a comandos, emboscadas al enemigo en movimiento,
etcétera. Mientras, las unidades populares, utilizando profusamente las
bombas de contacto, llegaron a impedir el desplazamiento de las unidades
de la Guardia, sobre todo por las noches.

Las emboscadas y operaciones comando en las propias ciudades, obligaron


al ejército de Somoza a disminuir sus movimientos, o a moverse con un
gran aparataje. En lugares como Estelí, después de la emboscada de
Cucamonga el 22 de mayo de 1979, la Guardia no volvió a moverse sobre
las carreteras y se mantuvo en sus cuarteles; mientras, con la emboscada
de La Olla de Barro, el 17 abril de 1979, los abastecimientos a Cibalsa
tuvieron que cambiar de ruta.
Las crecientes acciones en el sur, incluyendo ataques de artillería con
cañones y morteros, obligaron a Somoza a destinar sus mejores fuerzas y
medios para lo que definió como la dirección principal de la ofensiva
guerrillera. Somoza argumentaba que estaba sufriendo una guerra de
agresión de parte del gobierno costarricense, y por eso invocaba el respaldo
de la Organización de Estados Americanos (OEA); temía que las fuerzas del
sur penetraran y establecieran una zona de control, donde se ubicaría el
“gobierno provisional”.

En el año 1979, se produjeron miles de acciones ofensivas que provocaron


un desgaste material y moral del ejército de Somoza. También se multiplicó
el trabajo en el exterior por todas las tendencias del FSLN para conseguir
recursos, armas y entrenamiento. Cada tendencia mantuvo sus estructuras
de solidaridad y apoyo, pero se multiplicaron las gestiones y se hicieron
más eficaces a la medida que se fue concretando la unidad, firmada
finalmente en marzo de 1979.

36. A lo largo de 1979, todas las tendencias robustecieron sus fuerzas para
el combate final; sin embargo, fue la tendencia Tercerista la que pudo
potenciar mejor sus relaciones externas para conseguir financiamientos y
armas para el desarrollo de sus actividades, y la que se dotó de los mejores
medios para propagandizar sus acciones. En particular, fue emblemático el
caso del Frente Sur, donde los periodistas internacionales mantuvieron una
cobertura permanente.

Para el desarrollo de las operaciones, el Tercerismo dispuso de bazookas


antitanques (RPG-2), ametralladoras y fusiles FAL, que le permitió
incrementar la calidad de las acciones ofensivas. La superioridad de
armamento, no sólo en calidad, sino en cantidad, propició la integración de
combatientes populares en las Escuadras Tácticas de Combate (ETC) y en
las Unidades Tácticas de Combate (UTC), incluyendo a combatientes de la
GPP que migraban al Tercerismo en busca de mejor armamento. Esta
superioridad militar estableció a la Tendencia Tercerista como fuerza
hegemónica que lideró los procesos de negociación con los Estados Unidos
y con los gobiernos amigos. Esta correlación privó en la integración de la
Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (JGRN) y, posteriormente, en
la distribución de cargos institucionales.

37. Si bien el Tercerismo elaboró las grandes líneas de la insurrección final,


es un hecho que, en la mayoría de los frentes de lucha, el combate mismo –
más que las orientaciones desde fuera– impusieron un mando unificado de
las tendencias presentes en el territorio; este mando se encargó de
elaborar el plan específico y de asignar las misiones a cada fuerza.

En un inapropiado afán de protagonismo, algunos compañeros han querido


establecer la idea de que la insurrección fue dirigida por el Tercerismo y que
las demás Tendencias no tuvieron que hacer, más que seguirlos. Este
enfoque ignora la complejidad del proceso que precedió a la ofensiva final y
simplifica de manera estéril una realidad multifacética, que se puso en
evidencia en un escenario nacional de lucha, tan diverso y diferenciado,
como la misma geografía nacional. Esta afirmación –desde luego– no niega
el relevante papel desempeñado por “Palo Alto” en la coordinación de la
guerra.

Como la insurrección no es un fenómeno estrictamente militar –para


mencionar un factor–, recordemos que previo a la fase final de la lucha,
durante varios meses, las diversas estructuras de organización política del
FSLN que tenían dentro del país particularmente la GPP y los Proletarios, en
conjunto con las organizaciones aliadas, se empeñaron en preparar y
organizar a la población para la insurrección.

Centenares de cuadros de las organizaciones populares (estudiantes,


maestros, obreros, sindicalistas, pobladores, colaboradores, etcétera), sobre
todo en los barrios, fueron preparados en sesiones de trabajo clandestinas –
que para entonces eran masivas–, y algunas fueron realizadas en aulas de
las universidades; su objetivo era orientar y organizar a la población a estar
listos al momento del llamado a la huelga general que era, a su vez, el
anuncio del ataque final.

Este trabajo de preparación, que incluía un detallado inventario de tareas y


misiones insurreccionales, cubrió muchas ciudades del país. Ahí donde no
se preparó a la gente, no hubo insurrección, o las fuerzas terminaron
teniendo reveses, pese a que hubiesen operado con fuerzas militares
importantes. El caso más emblemático es el de Jinotega, aunque también
se experimentó en Jinotepe, en Granada y en Rivas.

En otros lugares, las fuerzas militares derrotaron a las unidades de la


Guardia y pasaron a tomar el control de la ciudad, iniciando entonces, por
primera vez, la organización sandinista. Fue lo que ocurrió en municipios de
Chontales y Boaco, donde el trabajo de organización política del FSLN era
incipiente. Sin duda, el fenómeno de la insurrección es mucho más
complejo que la punta del fusil.

38. Para la ofensiva final, todas las fuerzas nacionales se unieron en una
sola línea: la huelga general o paro nacional y la insurrección. El desarrollo
de las acciones en las principales ciudades ahora fue articulado y
escalonado, a fin de impedir al enemigo concentrar sus fuerzas para ir
recobrando las ciudades. El Frente Sur jugó un papel fundamental, al
empantanar a las tropas élites de la Guardia. La generalización de los
combates en varios departamentos y las emboscadas de contención sobre
las vías, dificultaron el desplazamiento del ejército de la dictadura y lo
obligaron a mantener posiciones.

El respaldo decidido del pueblo permitió a fuerzas militares absolutamente


inferiores en volumen y calidad de fuego, ir controlando las ciudades. Sin
embargo, hasta el fin de la guerra, la Guardia consiguió mantener
avituallamiento y pertrechos superiores a los del FSLN. Salvo en el Frente
Sur, en el resto del país el armamento fue fundamentalmente ligero. Las
dificultades que se tuvieron en algunos de los principales frentes: Masaya,
Estelí y Matagalpa para tomarse los cuarteles y limpiar totalmente las
ciudades de la presencia de la Guardia, muestra que los combates fueron
heroicos y desiguales, y que la victoria fue, ante todo, por el masivo
respaldo del pueblo, y no un triunfo estrictamente militar.

39. El retiro del respaldo de los Estados Unidos a Somoza en la fase final
de la guerra, y el apoyo a la lucha del pueblo de Nicaragua de parte de la
comunidad internacional, permitieron empujar la renuncia de Somoza y la
febril búsqueda de una salida negociada, que impidiera el derrumbe total
del régimen y la victoria absoluta del sandinismo.

La negociación incluyó la preservación del ejército de Somoza, el cual se


fundiría con fuerzas militares del FSLN. Afortunadamente, esta negociación
fracasó con la actitud del efímero presidente Francisco Urcuyo Maliaños, de
negarse a última hora, a entregar la banda presidencial al Arzobispo Miguel
Obando y Bravo, quien a su vez la trasladaría a la JGRN, como se había
acordado. Esto aceleró el derrumbe total del ejército, que había sido una
institución bajo el mando de una familia y que, por tanto, no pudo asimilar
la huida del tirano.

40. Las tropas de Somoza utilizaron las fuerzas con que contaban para
tratar de sofocar la insurrección; por eso no dudaron en ametrallar a la
población civil y lanzar bombas de gran potencia. Algunos personeros del
depuesto régimen4 han tratado de negar las acciones genocidas, pero miles
de nicaragüenses fueron testigos y víctimas de ellas. Bombas de 500 libras
fueron utilizadas en Estelí, el Frente Sur, Managua y Masaya, causando
importante número de muertos. A lo largo de sus cuarenta y cinco años de
dominio, la dictadura somocista incumplió las más elementales normas de
la Convención de Ginebra, en relación con los heridos, los prisioneros de
guerra y la población civil. Aún a las puertas de la derrota, practicó
crímenes brutales como el incendio de las cárceles de Chinandega y la
masacre de Belén, Rivas.

La política del FSLN de “implacables en el combate y generosos en la


victoria”, se cumplió en gran medida en todos los frentes de lucha; pero no
se puede negar que también se practicaron algunos fusilamientos, sobre
todo en el fragor del combate. Una vez conseguido el triunfo, en general,
como conducta, se respetó siempre la vida de los capturados. Son
excepcionales los casos como los de “El Chele” Aguilera y Franklin
Montenegro “Sagitario”, sacados de prisión y ejecutados.

Por el contrario, la Revolución fue muy tímida en la búsqueda de aplicación


de la justicia internacional contra las principales figuras responsables de
crímenes y genocidio. La Revolución Sandinista abrió tribunales populares
para juzgar a miles de soldados y cómplices del régimen; pero no se
preocupó por llevar adecuadamente a juicio a los principales responsables
de los crímenes, incluyendo aquellos de lesa humanidad que ocurrieron en
Nicaragua5. Tal medida habría garantizado que criminales como Anastasio
Somoza Portocarrero no sólo no disfruten tranquilamente de libertad, sino
además que eventualmente regresen a Nicaragua, como algunos han
sugerido en ocasiones.

41. Si no queremos que el tiempo se lleve consigo todos los recuerdos, es


urgente desplegar un amplio trabajo de historia oral, entre los protagonistas
de la lucha contra la dictadura. De los compañeros que entrevisté hace diez
años, ya han muerto seis de ellos. William Ramírez, 10-03-03; Heriberto
Rodríguez, 15-08-03; Armando Amador, 26-01-05; José Gregorio Olivas, 03-
10-08; Julio Ramos, 08-11-08 y Luis Gaitán, 12-04-09. ¡Cuántos
conocimientos de primera mano, cuánta experiencia vivida se llevaron
entrañables hermanos, como los Comandantes Guerrilleros Julio Ramos y
William Ramírez! Implacable, el tiempo acecha a la vuelta de la esquina a
toda una generación de combatientes y dirigentes de una etapa que
marcará para siempre la historia de Nicaragua.

Resulta esencial tomar conciencia de que en países con mayor tradición


cultural y abundantes recursos materiales y humanos, “sólo una pequeña
porción del pasado se documenta y sólo una pequeña parte de lo que se
recuerda, se registra”. En nuestro caso, esta realidad alcanza dimensiones
surrealistas. Con la edición de este libro, hemos querido indicar que todavía
estamos a tiempo para recuperar fotografías, cintas, videos y textos, y
sobre todo, los acontecimientos y experiencias invaluables que reposan en
los recuerdos de hombres y mujeres que han hecho historia.

Es un deber reconstruir los hechos y fijarlos para la posteridad. En esa


titánica labor, resulta más sencillo comenzar por el ámbito de la historia de
la comunidad, del municipio, hasta alcanzar la dimensión nacional. Esta es
una tarea posible que reclama de urgentes acciones. Y desde luego, no sólo
de la historia de la lucha contra la dictadura; también habría que dar
prioridad a la década de los años ochenta, a todo el período del gobierno
revolucionario, con sus aciertos, errores y hazañas.

42. La victoria del 19 de julio de 1979 significó el fin del régimen


somocista y la apertura de las compuertas para la construcción de un
modelo distinto de sociedad. La sangre derramada por más de cincuenta
mil nicaragüenses, fue ofrendada para aniquilar un régimen corrupto,
opresivo y criminal, que encabezaba el tirano Anastasio Somoza Debayle.

Para concluir, a lo largo de todo este recorrido del combate sandinista


contra la dictadura, se confirma que hay dos personajes que todo lo
impregnan y se enseñorean sin mácula en este espacio de tiempo: Sandino
y Fonseca. Carlos, descubriendo y reivindicando para la lucha y la historia
del FSLN a Sandino, y éste, convirtiéndose en bandera y estandarte de
Fonseca y su organización revolucionaria.
Como alguna vez escribiera Tomás Borge: “En aquellos días, las ansias
libertarias bullían en las cabezas de los entonces incipientes creadores del
FSLN y se planteaban la necesidad de buscar en nuestras propias raíces el
exacto punto de confluencia, el vector en donde la realidad y la teoría
revolucionaria se engranan para fluir y hacer andar la ruedas de la historia
sobre la tierra nicaragüense; Carlos Fonseca encontró –escondido en la
tupida maleza del olvido– el nombre de Sandino”.

Para los protagonistas de nuestra historia, no hay duda posible: Sandino es


la herencia de sangre y la síntesis de la conciencia nacional patriótica; y
Carlos, el artífice, el constructor de la vanguardia. Ambos con una vida
personal y una mística de compromiso que no tienen paralelo y que, sin
duda, el vacío del presente agiganta y evoca a gritos. Sandino es la
bandera; Carlos, el Jefe de la Revolución Popular Sandinista que aún espera,
para este nuevo tiempo, nuevos relanzamientos.

Finalmente, esta introducción quedaría inconclusa si no se dejan


claramente establecidos dos asuntos esenciales: el primero –del que el
lector será testigo– es que en todo momento nos empeñamos en mantener
la rigurosidad histórica al presentar los hechos aquí examinados. Los
testimonios y nuestro trabajo investigativo que los contextualiza, se
sustrajeron de cualquier mezquina inclinación a la tergiversación, en
beneficio de tal o cual posición o interés político. Hemos tratado a nuestros
personajes y sus testimonios con el mayor respeto, imparcialidad y
objetividad.

En esa etapa de la historia nacional, el Frente Sandinista es una


organización que estremece, conmueve y apasiona, en particular a aquellos
nicaragüenses, y a las compañeras y compañeros de otros países,
comprometidos en la construcción de un mundo mejor. Ese puñado de
luchadores, la mayor parte muy jóvenes, provoca intensas simpatías por su
inteligencia, su ejemplo de generosidad, tenacidad y coraje, encabezando la
lucha de todo un pueblo. En ese tramo de nuestra historia, así fue el Frente
Sandinista de Carlos Fonseca.

Lo segundo que deseo enfatizar es que el FSLN de hoy, no es esa


organización de ayer. No existe ninguna posibilidad honrada de asimilar
aquel sandinismo, con la organización que hoy gobierna nuestro país. El
proceso de involución que condujera al FSLN por los tortuosos caminos del
danielismo, o la transición del sandinismo al danielismo –fenómeno que se
encuentra en una fase de desarrollo y expansión–, sólo puede explicarse
poniendo en evidencia los intereses de poder, económicos y políticos, que
subyacen en las actuaciones del caudillo y su cúpula política, convertidos
en parte de la oligarquía de la sociedad nicaragüense de hoy.

Estos años de estudio sobre la lucha sandinista me condujeron a la absoluta


certeza histórica de que el danielismo, como fenómeno político, constituye
una ruptura y distorsión de la heroica historia del sandinismo.
Este proceso que se despliega al interior de una fuerza popular, y que la
somete para fortalecer intereses particulares, es sin duda un tema de
enorme actualidad, y no solamente en la agenda de los nicaragüenses que
se reclaman parte del sandinismo, sino también de las fuerzas progresistas
y de izquierda en nuestro continente.

Presentar los testimonios de aquella historia tiene también –de nuevo– un


propósito subversivo, porque la Historia contiene enseñanzas y pistas para
las nuevas batallas por la transformación de Nicaragua. En primer lugar, en
la lucha contra el sistema económico-social del capital y sus representantes
políticos tradicionales –tal como lo planteara Carlos Fonseca–; sistema hoy
encubierto por la retórica y las políticas sociales del gobierno, pero que se
mantiene intacto y se refuerza. Así mismo, nos da armas para la
apremiante lucha en contra del autoritarismo, el desprecio por la
institucionalidad democrática, el uso y abuso de los íconos, los símbolos y
los referentes de aquella hermosa proeza.

Mientras tanto, perdurará para siempre en la memoria, el desinteresado


sacrificio y el vigente ejemplo de los patriotas nicaragüenses que murieron
disparando auroras para liberarnos de la opresión y darnos una Nicaragua
de libertad, dignidad, paz y justicia social.
GLOSARIO

Movimiento de Olama y Mollejones, 1959.


Movimiento armado de oposición a Somoza organizado por jóvenes. Fue
dirigido por Napoleón Ubilla Baca, Enrique Lacayo Farfán, Luis Cardenal,
Reynaldo Antonio Téffel, Freddy Hernández y Pedro Joaquín Chamorro -como su
cabeza más visible-.

Movimiento 11 de Noviembre, 1960.


Movimiento organizado en 1960 por los conservadores Indalecio Pastora y
Leonel Cabezas. La conspiración pretendía acabar con la dictadura mediante
ataques a los cuarteles de la Guardia en varios lugares de Nicaragua. Se
realizaron ataques a los cuarteles de Jinotepe y Diriamba. La Guardia Nacional
controló la situación y capturó a gran parte de los combatientes.

Guerrilla de Raití y Bocay, 1963.


La Guerrilla de Raití y Bocay fue organizada en 1963 por los dirigentes del
entonces Frente de Liberación Nacional (FLN), que luego se llamó Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Sus principales responsables fueron
Noel Guerrero Santiago, y el veterano sandinista Coronel Santos López. El
grupo de aproximadamente 56 guerrilleros, se organizó en la cuenca del Rio
Patuca y El Coco, en Honduras, y penetró a Nicaragua en julio de 1963 por el
Río Coco. El grupo fue reprimido por la Guardia Nacional.

Detalles de la Guerrilla de Raití y Bocay están en las entrevistas a Tomás Borge,


Heriberto Rodríguez y Bayardo Altamirano. Sobre la muerte de Santos López,
ver la entrevista a Rosi López, todas en el primer tomo de esta trilogía.

Masacre del 22 de enero de 1967.


El 22 de enero de 1967 la Guardia Nacional reprime una marcha convocada por
la Unión Nacional Opositora liderada por Fernando Agüero Rocha. Centenares
de personas pierden la vida y los líderes anti somocistas fueron encarcelados,
entre ellos, Pedro Joaquín Chamorro, Herty Lewites, Edén Pastora Gómez,
Carlos Guadamuz Portillo, los hermanos Sergio y Danilo Aguirre Solís, entre
otros líderes de la UNO.

Movimiento guerrillero de Pancasán y Zinica, 1967-1970.


La guerrilla de Pancasán fue el primer gran intento de instalación y desarrollo
de un destacamento de lucha en las montañas del norte de Nicaragua. El
principal artífice del trabajo de organización previa fue Rigoberto Cruz,
conocido como “Pablo Úbeda”, quien se internó en la montaña después del
fracaso guerrillero de Raití y Bocay. El destacamento llegó a contar con unos 35
guerrilleros entre los que se encontraban Carlos Fonseca, Silvio Mayorga,
Germán Pomares, Oscar Turcios, Tomás Borge y la primera mujer guerrillera de
esta etapa, Gladys Báez. En agosto del 67 fueron detectados y uno de los
grupos operativos fue aniquilado, cayendo los miembros de la Dirección
Nacional y fundadores Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”; también
cayeron Francisco “El Chelito Moreno”, Otto Casco, Carlos Reyna y Nicolás
Sánchez; el doctor Oscar Danilo Rosales es capturado y asesinado; y los
principales combatientes se replegaron a las ciudades.

Zinica fue otro ensayo en el esfuerzo de desarrollar la acción guerrillera en la


montaña. Después de la jornada de Pancasán, algunos campesinos liderados
por Catalino Flores y Denis Ortega “Chico Chiquito”, en control de las armas
que quedaron de esa guerrilla, siguieron operando en la montaña, realizando
-sobre todo- ajusticiamientos de jueces de mesta y asaltos a comisariatos. José
Benito Escobar y Víctor Tirado, se trasladan a esa región para tratar de darle
contenido político al esfuerzo. Participan también Denis Campbell, Enrique
Lorente y Jorge Hernández, conocido como “Viet-cong”, y los líderes
campesinos: Jacinto Hernández, Denis Ortega, Catalino Flores y Víctor Guillén
“Eulalio”.

La Guardia penetra al campamento de Zinica a principios de 1970, los


guerrilleros logran evadir el cerco y se trasladan a El Bijao. La Guardia arrecia
la represión y son asesinados decenas de campesinos. Se produce la captura
de “las campesinas del Cuá”. Víctor Tirado tiene que salir hacia Estelí y luego
hacia Honduras donde es capturado y deportado a Guatemala. Más detalles de
esta guerrilla se encuentran en las entrevistas a Víctor Tirado López y Víctor
Guillén “Eulalio”.

Acumulación de fuerzas en silencio.


En el desarrollo de la lucha sandinista se llamó “acumulación de fuerzas en
silencio”, al período comprendido entre finales de 1970 hasta diciembre de
1974. Luego de distintas oleadas represivas, tanto en la ciudad como en el
campo, el FSLN había sido seriamente golpeado. Oscar Turcios se queda
prácticamente solo al frente de la conducción del FSLN en el interior del país,
apoyándose en Bayardo Arce, entonces profesor universitario y periodista de
La Prensa, y en otros cuadros estudiantiles como Omar Cabezas, Edgard
Munguía y Marlen Chow. En esas circunstancias, deciden pasar a una fase de
trabajo centrada en la labor político-organizativa: desarrollo de organizaciones
intermedias; vínculos con sectores potencialmente revolucionarios, como los
movimientos cristianos, inspirados en la Teología de la Liberación; y el
fortalecimiento de bases de apoyo. Se suspenden las operaciones militares y
los golpes de mano, y aquellos que se realizan en procura de recursos
materiales, no son reivindicados como operaciones del FSLN. Al salir de la
cárcel, Ricardo Morales Avilés refuerza la conducción mientras otros cuadros
regresan progresivamente a Nicaragua. El período de silencio concluye el 27 de
diciembre de 1974, cuando se realiza el asalto a la casa de Chema Castillo que
luego se conoció como la Operación Diciembre Victorioso.

Diciembre Victorioso.
Se bautizó así, al operativo de secuestro masivo de los funcionarios de Somoza
y miembros del cuerpo diplomático, que se encontraban en una recepción en la
casa de Chema Castillo. La operación fue ejecutada por el Comando Juan José
Quezada, integrado por diez hombres y tres mujeres, en la noche del 27 de
diciembre de 1974. El objetivo central era obtener la liberación de una docena
de presos políticos sandinistas. El operativo fue un éxito al conseguir, antes de
las 72 horas, la liberación de todos los presos, la divulgación de dos
comunicados del FSLN, la entrega de un millón de dólares en efectivo, y el
traslado del Comando y los presos liberados, hacia La Habana, Cuba. Detalles
de esta operación están contenidos en las entrevistas a dos miembros del
Comando, Hugo Torres y Leticia Herrera, las que aparecen en el primer tomo de
esta trilogía Memorias de la lucha sandinista.

Operación Águila VI.


“Águila VI” fue una operación contrainsurgente llevada adelante por el
Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), en las montañas de
Nicaragua, a finales de 1976. El CONDECA fue creado en 1964 junto con el
Mercado Común Centroamericano (MERCOMUN), como parte de la estrategia
de los Estados Unidos para impedir el desarrollo de movimientos de liberación
en Centroamérica, después de la Revolución Cubana. Uno de sus principales
propósitos en Nicaragua fue el de apoyar a Somoza a aniquilar los grupos
guerrilleros que operaban en las zonas montañosas de Jinotega, Matagalpa y
Zelaya Central. En dicha operación participaron miles de soldados enviados por
los gobiernos dictatoriales de Guatemala y El Salvador, y contó con la
participación de equipos y observadores del llamado “Comando Sur” de la
Zona del Canal de Panamá -donde se instruía y asesoraba a las dictaduras
latinoamericanas-. Los efectos de esta operación se pueden palpar en los
relatos de la represión en la montaña, en las entrevistas contenidas en el
primer tomo de esta trilogía.

Brigada Pablo Úbeda.


En la guerrilla de Zinica, la unidad guerrillera fue bautizada como Columna
Pablo Úbeda, en honor a Rigoberto Cruz quien fue conocido con ese nombre
durante todo el proceso de preparación guerrillera después de la guerrilla de
Raití, hasta Pancasán. Con la nueva oleada de organización en la montaña, en
1971 la unidad guerrillera retoma ese nombre. El grupo inicial, en esta fase,
estaba compuesto por unos 15 luchadores quienes se empeñan en construir la
Brigada Pablo Úbeda (BPU) como columna central (“buque madre” -dice Víctor
Tirado) de la organización guerrillera en la montaña. Desde finales de 1971,
Henry Ruiz Hernández, “Modesto”, estuvo al frente del trabajo de la montaña y
de la BPU. El jefe militar fue Carlos Agüero Echeverría “Ródrigo”. Estuvieron en
la montaña en algún momento del desarrollo de la Brigada Pablo Úbeda: René
Tejada Peralta (caído en enero 1975), Jacinto Hernández (suplente de la
Dirección Nacional, caído en 1975), Filemón Rivera (1975), José Valdivia, Víctor
Tirado López, David Blanco, Juan José Quezada (1973), Francisco Rivera
“Rubén”, Edgard Munguía (1976), Jonathan González (1973), René Vivas Lugo,
William Ramírez, Juan de Dios Muñoz (1977), Hugo Torres, Ana Julia Guido,
Omar Cabezas, Emir Cabezas (1977), Crescencio Rosales (1978), Iván Gutiérrez
Cabezas, Rosa Argentina Ortiz, Roberto Calderón, Raquel Balladares, Nelson
Suárez “Evelio” el legendario baqueano campesino (1977), Alfredo Jaén (1979),
Serafín García, Inés Hernández, Victoria López “Nora”, Salvador Muñoz,
Leonardo Real Espinal (1976), Jorge Matus Téllez (1976), Carlos Fonseca (8 de
noviembre de 1976), Rufo Marín (1976), Claudia Chamorro (1977), Aurelio
Carrasco (1977), Aquiles Reyes Luna (1977), Julio Avendaño (1977), Irving
Urcuyo (1977), Edgard Lang (1979), Orlando Castellón “Casimiro” (1977),
Gabriel Chavarría Franco “Manuel”, Edwin Cordero, Sabino Aguilar, Salvador
Muñoz, Manuel Calderón, entre otros combatientes.
En esta labor se involucraron familias enteras de campesinos sandinistas como
la familia Ochoa, la familia Urbina, los Hernández, los Granados, la familia de
don Máximo Martínez. También estuvieron en las unidades de la montaña de la
periferia donde operaba, Víctor Tirado López, Estanislao García, Francisco
Ramírez, Carlitos Suárez, Alvarito Hernández, Juan Ramos “El Indio Emilio” y
Facundo Picado entre otros.

La Cordillera Isabelia era el área de operaciones de la BPU, al principio cerca de


lugares más poblados, pero la represión de la Guardia fue obligándolos a
adentrarse al centro del país, operando en Iyas, Kiawas, El Chile, y finalmente
en el sector de Las Minas, Atlántico Norte. Más detalles de la Brigada Pablo
Úbeda y la montaña, aparecen en las entrevistas a Hugo Torres, William
Ramírez, David Blanco, René Vivas, Henry Ruiz “Modesto” y Víctor Manuel
Urbina.

Asociación de Trabajadores del Campo.


La Asociación de Trabajadores del Campo tuvo como antecedentes el trabajo
de las Comunidades Eclesiales de Base, que al influjo de la Teología de
Liberación realizaron labor de concientización y organización campesina y de
obreros del campo en distintas comunidades rurales de Nicaragua. El Centro de
Educación Promocional Agrario (CEPA) fue una de las entidades que
promovieron este proceso que luego se vinculó al trabajo organizativo del
FSLN, en particular por la Tendencia Proletaria. Pikín Guerrero, capturado,
torturado y asesinado el 6 de junio de 1979 fue uno de los militantes que
favoreció el vínculo de la organización de obreros y pequeños campesinos con
el FSLN, en las comunidades de Masaya y Carazo.

Las Sabanitas, El Arenal, Las Parcelas, San Gregorio, El Cacao, Pio XII,
Vista Alegre, San José del Monte Redondo, Tonalá, Puerto Morazán y
Sirama.
Las Sabanitas, El Arenal, son comunidades del Municipio de Masatepe, Masaya;
Las Parcelas y San Gregorio son comarcas de Diriamba, Carazo; El Cacao es
una comunidad de Santa Teresa, Carazo; Pío XII, Vista Alegre, son comarcas del
Municipio de Nandasmo, Masaya; San José del Monte Redondo es una
comunidad del Municipio de La Conquista, Carazo. También en Chinandega se
realizó trabajo de organización de los obreros agrícolas, en particular en
Tonalá, cabecera municipal de Puerto Morazán, y Sirama, comarca de
Chichigalpa. En estos lugares se impulsaron procesos de tomas de tierra antes
de 1979.

Ofensiva de Octubre de 1977.


La Tendencia Tercerista planificó una ofensiva general para el 13 de octubre de
1977, lo que se consideraba sería el fin del régimen somocista. Los ataques
fueron diseñados para realizarse simultáneamente sobre los cuarteles de
Ocotal, Masaya, San Carlos, Rivas y Chinandega. Aunque la ofensiva no se
desarrolló como se planeó, y se produjeron reveses militares en San Carlos y en
Masaya, la ofensiva permitió demostrar la voluntad de empuje militar en las
ciudades y constituyó un parte aguas en la situación del FSLN que fue
visibilizado, a partir de entonces, en posición ofensiva.
Grupo de los Doce.
Dentro de los planes de la ofensiva de octubre de 1977, se incluyó la creación
de una Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) la que sería presentada
públicamente una vez que se iniciaran las acciones militares ofensivas. El plan
contemplaba la liberación de un territorio al sur del país, en el sector de
Cárdenas, Rivas, en donde se instalaría la JRG, integrada por personalidades
provenientes del mundo empresarial, intelectual y religioso. Fueron ellos: 1)
Felipe Mántica; 2) Emilio Baltodano; 3) Ricardo Coronel Kautz; 4) Doctor Joaquín
Cuadra Chamorro; 5) Sergio Ramírez Mercado; 6) Ernesto Castillo Martínez; 7)
Carlos Tünnermann Bernheim; 8) Arturo Cruz Porras; 9) Casimiro Sotelo; 10)
Carlos Gutiérrez; 11) Padre Fernando Cardenal; y 12) Padre Miguel D’ Escoto
Brockmann.

Una vez que fracasa el plan original, el grupo decide emitir una proclama que
se firma públicamente el 14 de octubre de 1977, y de ahí son conocidos como
“Grupo de los Doce”. En los meses siguientes tuvieron un papel político
relevante como cara pública de la lucha insurreccional y como gestores de la
solidaridad internacional. También hicieron presencia en el país, fortaleciendo
el trabajo legal de protesta y propaganda de entidades como el Movimiento
Pueblo Unido.

Asalto al Palacio Nacional, 1978.


El Asalto al Palacio fue la Operación “Muerte al Somocismo, Carlos Fonseca
Amador”, del 22 de agosto de 1978. El Comando Rigoberto López Pérez,
integrado por 25 compañeros dirigidos por Edén Pastora, Dora María Téllez y
Hugo Torres, se tomaron las instalaciones del Palacio Nacional donde sesionaba
el Congreso de la República y funcionaban otras dependencias
gubernamentales. Es conocida popularmente como “Operación Chanchera”, y
en ella se hicieron rehenes a un buen número de diputados y funcionarios para
exigir al dictador Somoza, la liberación de más de cincuenta presos políticos, la
publicación de una proclama, la entrega de dinero en efectivo y el traslado del
Comando hacia Panamá. La operación fue totalmente exitosa, 48 horas
después se consiguieron todas las demandas, y a la par de ello, se obtuvo una
inmensa propaganda internacional a favor de la causa sandinista.

Insurrección de los niños, Matagalpa, 1978.


Detalles de la insurrección de agosto de 1978 en Matagalpa, están incluidos en
entrevistas presentadas en el tomo II de esta trilogía.

Ofensiva General Ininterrumpida.


La ofensiva general ininterrumpida inicia a partir de los acuerdos de unidad,
proceso que alcanzó su formalización a inicios de 1979. Se concentró en
desarrollar una ofensiva general con ataques constantes sobre las guarniciones
somocistas en pueblos y ciudades, emboscadas a unidades de la Guardia en
movimiento, y golpes de mano: asaltos, recuperaciones de armas, eliminación
de informantes somocistas. En esta ofensiva ininterrumpida participan los
destacamentos militares de todas las tendencias del FSLN. Entre el mes de
febrero y mayo se producen ataques a La Concordia, El Jícaro y a las
guarniciones de El Sauce, Río Grande, Achuapa, Condega, Estelí, Limay, Yalí,
San Dionisio, San Ramón, y Ticuantepe; Catarina, Niquinohomo, Posoltega.
También fueron relevantes las emboscadas: La Olla de Barro, La Barranca y San
Pedro, en Sutiava, Avenida Debayle en León, y de Cucamonga en Estelí. A
mediados del mes de mayo, como preámbulo de la ofensiva final, se da el
ataque a Jinotega por la Unidad Oscar Turcios al mando de Germán Pomares,
las tomas de Bonanza y Rosita, por la Brigada Pablo Úbeda y el ataque a El
Rama por fuerzas del Frente Nor-oriental Carlos Roberto Huembes. Dentro del
plan, fue un gran revés la masacre de Nueva Guinea, en donde cayeron casi
todos los integrantes de la recién creada Columna Jacinto Hernández,
incluyendo sus mandos: Óscar Benavides, Iván Montenegro y Adolfo García
Barberena.

Palo Alto.
Para la insurrección final se estableció un sistema de comunicaciones
inalámbrico que permitía tener contacto con todos los frentes de guerra. El
responsable técnico encargado de montarlo fue Enrique Argüello, conocido
como “El Topo”. “Palo Alto” fue el nombre del Puesto de Mando Central de la
Tendencia Tercerista, ubicado en San José de Costa Rica, en el que
permanecieron Humberto Ortega, Daniel Ortega y Víctor Tirado. Otros puestos
de mando eran: “Oficina”, que era el Estado Mayor del Frente Interno; “Taller”,
el Estado Mayor del Frente Occidental; “Chaparral”, el puesto de mando del
Frente Nor-occidental, Chontales.

Ofensiva Final.
La ofensiva final perseguía desatar la insurrección final a través de la
activación de todas las estructuras organizadas, milicianas y políticas para
realizar el levantamiento general de la población y pasar al control general de
los centros urbanos.

El Frente Sur inicia la ofensiva final el 28 de mayo con ataques por el sector de
El Naranjo y El Ostional. Seguían, de acuerdo al plan, los ataques ofensivos y
las acciones militares en ciudades del interior, orientadas a desatar la
insurrección de manera escalonada y generalizada en los principales centros
urbanos. En el plan le correspondía a Chinandega iniciar los ataques el 2 de
junio. Acto seguido todos los sectores se lanzarían a la huelga general, el lunes
4 de junio de 1979. La ofensiva final y la insurrección de todo el pueblo llevaron
a la total victoria el 19 de julio de ese año.

Masacre de Belén, Rivas.


Ver detalles de esta masacre en entrevista a José Antonio Molina en el tomo III
de esta obra.

COMENTARIOS DE NUESTROS LECTORES


1 El Coronel Santos López previó el fracaso de ese intento guerrillero, y estaba en desacuerdo
con el escenario escogido, pero no pudo hacer nada para cambiar las decisiones.

2De este PSN –que permaneció al lado de la derecha después de 1979– sólo Domingo Sánchez
“Chagüitillo”, junto a otros cuadros, conservó posiciones revolucionarias y más tarde logró
rescatar los restos de ese Partido. Actualmente, pese a tener más de 90 años, se mantiene en
pie de lucha por los ideales socialistas y principios ideológicos marxistas.

3El 25 de marzo de 1978, culmina en Diriamba, Carazo, este proceso de organización, cuando
los Comités de Trabajadores del Campo se transforman en una gran asociación. Entre sus
acciones de lucha de este período, se destaca la creación de un órgano de prensa escrita
denominado El Machete.

4Justiniano Pérez fue el Segundo al mando de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería


(EEBI). En varias de sus obras asevera que nunca lanzaron bombas de 500 libras y que
tampoco ametrallaron a la población civil.

5La definición de crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad, recogida en el


Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, comprende las conductas tipificadas como
asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación,
prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos,
ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o
cualesquiera actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud
mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un
ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho
ataque. (Fuente: www.wikipedia.org).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/ Mónica Salvadora Baltodano. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE
LIBERACION NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.1)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Levantado de texto: Yolanda Morales Munguía
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme a las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista por Mónica Baltodano se distribuye bajo una Licencia Creative
Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
una obra disponible en http://www.memoriasdelaluchasandinista/en/4-presentacion.
A Carlos Fonseca, héroe nacional
Principal fundador y forjador del FSLN
Jefe de la Revolución Popular Sandinista
La telegrafista de San Rafael

Blanca Segovia Sandino Aráuz

Blanca Segovia Sandino Aráuz, nace en San Rafael del Norte el 2 de junio
de 1933. Su padre es el General Augusto C. Sandino y su madre, Blanca
Aráuz, quien muere al darla a luz. Estudia primaria en el Colegio Sagrado
Corazón de Jesús, en Jinotega, y no pudo continuar secundaria porque no
ajustaba el salario de telegrafista de Lucila, su madre de crianza. Desde
los siete años aprende el oficio de telegrafista y trabaja junto a su mamita
Lucila, quien es nombrada telegrafista vitalicia de San Rafael del Norte. Se
casa y procrea cuatro hijos. Cuando triunfa la Revolución Cubana, se
traslada a vivir a La Habana, donde labora también como telegrafista en el
Ministerio de Comunicaciones, hasta la victoria de la Revolución Sandinista
en 1979, cuando regresa a Nicaragua.

Inicialmente conversamos con Blanca Segovia Sandino en su casa de habitación. Ahí


nos contó muchos detalles de su vida, y nos mostró fotografías y recuerdos de sus
padres y otros familiares. Volvimos a conversar en nuestro programa radial Entre
Todos el 19 de mayo del 2001, recordando que un 18 de este mismo mes, 106 años
atrás, nació Sandino, y que éste escogió un día como ése para casarse con Blanca, en
plena guerra, el 18 de mayo de 1927. Al momento de esta entrevista, Blanca Segovia
tiene 68 años y vive entre limitaciones con su magra pensión de jubilada.
Blanca Segovia se parece muchísimo al General Sandino que hemos conocido en las
fotografías y en algunos videos. Los ojos son exactitos, pero sobre todo, es igual la
mirada y la nariz. Es menuda y delgada como él. Lo único diametralmente distinto es
que sonríe con facilidad, y exhibe una permanente picardía. No hemos conocido
ninguna foto de Sandino riéndose, pues su rostro siempre aparece con una expresión
grave.
Nos ha llamado la atención que, a pesar de ser la única hija oficialmente conocida del
principal ícono de la Revolución, y de haber permanecido fiel a su sangre, a su
historia y a su ideario, a Blanquita nunca se le hicieron honores durante la década de
los 80, ni ella los pretendió, ni se le vio buscando compartir tarimas con los
Comandantes; tampoco apareció en los medios de comunicación, y nunca la vimos
aspirando a sobresalir o a vanagloriarse de su apellido tan dignamente llevado.
Conversando con Blanca Segovia, nos fascinó su sonrisa, sus ojos, su sencillez, y nos
atrajo su inteligencia, su vivacidad, sus respuestas llenas de una sabiduría mezclada
frecuentemente con expresiones pícaras, con palabras de quien ha reflexionado, de
alguien que se ha preocupado por conocer la vida, el pensamiento y la obra de su
padre, y que ha sacado sus propias conclusiones.
Desde que iniciamos nuestro programa radial Entre Todos, aspirábamos a tener con
nosotros a Blanca Segovia, pero sabíamos que ella es reacia a dar entrevistas. Contra
viento y marea ha mantenido la intimidad de su vida y de su hogar, perennemente
expuesta a la investigación de los historiadores, escritores y periodistas; y a la
manipulación de los políticos.
Hace poco leí un libro sobre la vida de las hermanas Mirabal, llamadas “Las
Mariposas”, las dominicanas asesinadas por el dictador Trujillo. La única hermana que
quedó viva decía que ese rol de sobreviviente es incómodo y cansadísimo, porque la
buscaban para entrevistarla muchos de los escritores, cineastas, periodistas y
políticos que llegaban a República Dominicana. Pasó buena parte de los últimos años
de su vida sometida a un permanente interrogatorio y con ello a una terrible
repetición de los mismos fatales acontecimientos, lo cual la fue minando física y
emocionalmente.
Aunque Blanquita optó por mantener su privacidad, está consciente de la importancia
de dar su testimonio sobre su padre, quien es de esos seres que no nacen con
frecuencia en nuestra América Latina. Ser la hija de ese gran hombre no debe ser
fácil. Blanquita llegó al programa acompañada de su sonrisa y de su hijo mayor,
Augusto; de su nieta, Blanca Marina, y de una sobrina que siempre está con ella.
Mónica: Buenos días Blanquita, gracias por estar en nuestro programa.
Blanca Segovia: Buenos días Mónica. Buenos días pueblo. Es un gusto para mí estar
aquí en La Primerísima. Con mucho gusto he aceptado venir a conversar contigo. Aquí
estoy para cualquier pregunta que quieras hacer.
Mónica: ¿Qué te han contado, Blanquita, cómo conoció tu papá a Blanca Aráuz?
Blanquita: Eso es bastante conocido, cómo se encontraron, cómo se casaron y cómo
se desenvolvió su vida en esos primeros días. Pero hay algo más interesante que
expone la parte humana, el sentimiento de él y el de mi madre, y es mi nacimiento,
del cual no se ha dicho nada.
A la media noche del primero de junio de 1933, mi madre empezó con los dolores de
parto. Fue un parto muy difícil. Pasó toda la noche con los dolores, mortificada. Al día
siguiente, parte de la familia fue a misa a las 7 de la mañana. Era un primer viernes y
se acostumbraba ir a comulgar, eran tiempos de costumbres religiosas. Solamente se
quedaron en la casa las personas más importantes, como mi abuelita Esther, mi tía
Lucila, mi tía Isolina, mi tío Pedro Antonio, Luis Rubén, Octavio, los más allegados y de
más confianza de parte de mi papá. Llegaban nada más los que mi padre quería que
estuvieran acompañándolo.
También estaba parte de su Estado Mayor, presto para cualquier cosa que se
ofreciera. Estaban ahí la comadrona, doña Angélica Rodríguez, una señora muy
buena que asistía a todas las familias de San Rafael del Norte; don Lisandro Herrera,
el médico del pueblo, aunque no fuera profesional, y mi papá.
A las 7 de la mañana del 2 de junio de 1933, cuando ya mi madre estaba lista para
tenerme, se vio muy grave, grave. Yo nací, pero la placenta no salía. Entonces le dijo
don Lisandro a la comadrona: – ¡Está grave! Y mi mamá decía que ya no resistía más.
Había pasado muchas horas de angustia.
Cuando mi mamá prácticamente estaba agonizando, don Lisandro le dice a mi papá:
–General, hay que salvar a una de ellas porque si muere la madre va a morir también
la niña. Entonces mi papá le dijo: –Salve a la madre, sálvela. Pero mi mamá le dijo al
médico: –Ya no, salve a la niña. ¿Qué hago? –preguntó don Lisandro. Pero mi papá no
le contestó, y cuenta que entonces el médico cortó el cordón para salvarme.
La parte que yo quería contar es que, cuando nací, según me contaron, nadie me
hacía caso, y lloraba sin consuelo. Doña Josefana, la mamá de la niña Audita, esposa
de un primo de mi mamá, mojaba con miel de jicote un algodoncito humedecido en
agua, y me lo ponía para que lo chupara y estuviera callada. A la pringa, la pringuita –
me decía mi abuelita– nadie le hizo caso, ni yo. Era tanto el dolor y la angustia, por el
sufrimiento y muerte de tu mamá, que ya ni nos fijábamos; y tu papá ni sabía si
estabas o no estabas, porque él estaba con su agonía, con su mujer, y yo
ocupadísima; sólo doña Josefana tuvo la caridad de agarrar aquél pringue, porque
eras chiquitita, y buscar cómo consolarte con agua de miel de jicote. Me buscaron
una mamadera, pero las de aquellos tiempos eran tan grandes, tan ásperas, que no
me entraban en la boca. No hallaban cómo alimentarme y yo lloraba.
Mónica: ¿El nacimiento fue en la casa tradicional donde ella vivía en San Rafael del
Norte?
Blanquita: En San Rafael del Norte, sí, en la casa que le llamaban Campamento
General, porque en un tiempo de ahí emanaban las órdenes hacia los demás
campamentos, y ahí permanecía mi papá. El campamento de los gringos era
enfrente, en la casa de Francisco Rodríguez, y mi mamá y mi familia veían los
movimientos de los gringos cuando salían a perseguir a Sandino, antes que se
estableciera completamente la guerra.
Mi abuelita me contó que mi papá se inclinó sobre el cadáver de mi mamá y se puso
a llorar sin consuelo. Todos lloraban. Aquello era una locura. Todos sufrían. Era terrible
ese momento. Mi papá sacó la pistola y se iba a dar un tiro, y ahí entraron en acción
el tío Toño y un ayudante suyo, y le quitaron el arma. No, General, ¿cómo va a
cometer esa barbaridad; no ve que nos va dejar huérfanos? Piense que tiene un
mundo de gente a su mando –le decían.
Dice mi abuelita que después mi papá sacó a todos del cuarto. Se quedó solo con ella
y le ordenó al tío Toño: –Vaya a casa de Rito Blandón (que era el mejor carpintero del
pueblo), que haga un ataúd lo mejor que pueda.
Cuenta la abuelita que don Rito hizo un bonito ataúd. Entonces mi papá llamó a mi tío
Octavio Aráuz –que era el más fuerte y recio de la familia– y le dijo que le ayudara a
vestirla y a pasarla al cajón. Después sacaron el catre donde ella había muerto, lo
adornaron con flores, le pusieron un Cristo, y lo llevaron a la sala para que la gente lo
velara. No permitió que sacaran su cuerpo del cuarto. Se quedó solo con ella,
velándola.
Mi abuelita me contaba: –Ese hombre lloró como nunca me imaginé, porque como
¡tenía un carácter!, era tan serio en sus cosas que nunca me imaginé que la quisiera
tanto y que iba a llorarla tanto.
Varios de mi familia me han contado que a la vela llegaron personas importantes del
Gobierno, enviadas por el doctor Sacasa. Éstos, así como tropas, amistades liberales
y otras gentes, fueron al entierro, todo el pueblo estaba movilizado, era un gentío en
el entierro. Cuando a mi mamá ya la habían sepultado, mi papá no paraba de llorar.
La impresión era muy grande, pues ideay, ¡si era su compañera que anduvo con él en
la montaña, sufriendo todas las calamidades! Tú sabes lo que significa la aspereza y
la angustia de la montaña, y perseguidos por un enemigo poderosísimo, como eran
los gringos, quienes hasta aviones tenían, que en realidad eran pipilachas, y nuestra
gente ni los conocía, pero en ese tiempo eso era temible.
Mónica: Era la aviación norteamericana.
Blanquita: Sí. Y las bombas que hacían los soldados de Sandino para atacar a esos
aviones, eran latas de sardina con clavitos y tonterías, ¡imagínate! Mi pobrecita
madre vivía de campamento en campamento: en La Calma –le pusieron así porque de
ahí ella salió embarazada–; Luz y Sombra, La Chispa y El Chipote. Mi mamá era la que
le ponía los nombres a los campamentos. Mi madre perdió dos hijos antes que yo:
uno de tres meses y otro de seis. Este último nació en La Calma. Ahí murió y lo
enterraron. Le hicieron un jardincito con flores silvestres.
Mi mamá también estuvo presa. La capturaron y la llevaron a Managua, la tuvieron
unos días en el Hotel Estrella. Fue cuando mi papá le dijo que tenía que ir a México a
ver cómo conseguía armas para su lucha. Mi mamá quedó sola y la apresaron para
averiguar para dónde había agarrado Sandino. Mi familia cuenta que la primera vez
se la llevaron con otros parientes como Luis Rubén, Miguel Ángel, un cuñado llamado
Francisco Berríos, mi tío Octavio, mi tía Lucila y mi abuelita Esther.
Los interrogaban para ver si decían dónde estaba Sandino, pero ellos no sabían nada.
El hombre se fue y no volvió a dar señales de vida durante un año. Durante un año mi
mamá no supo nada de él. En esa ocasión los llevaron a Managua, pero después,
como no pudieron averiguar nada, les dieron libertad, aunque al poco tiempo
volvieron a capturarlos. Esta vez sólo se llevaron a mi tía Lucila, a mi abuelita Esther
y a mi mamá, pero en realidad a la que querían era a mi mamá para preguntarle
dónde estaba Sandino y si se comunicaba con él. Como no decía nada, entonces la
trasladaron a las cárceles de La 21, en León.
Mónica: Eso fue en 1930.
Blanquita: Mi mamita Lucila y mi abuelita Esther se solidarizaron y se fueron con ella
para que no estuviera sola. Mi mamá tenía nada más que 19 ó 20 años. Para ellas no
era correcto dejar ir sola a la muchachita a esas cárceles. Entonces ellas, que estaban
libres, se metieron a la cárcel con mi mamá.
Estando en La 21, las mortificaban de varias formas. Ellas habían sido criadas con
mucha limpieza y escrúpulos, como ocurría en los pueblos, pero se vieron obligadas a
soportar a un soldado apestoso, con sus dientes podridos, que entraba a la celda y
les pasaba la comida con sus manos todas sucias; y les daba algo de beber en un
inmundo pocillo del que, les decía, sólo él había bebido.
Mi abuelito Pablo, que ya había muerto en esa época, fue liberal en tiempos del
General Zelaya. Trabajó en Jinotega y Estelí. Fue tan amigo de Zelaya que a mi madre
le puso Blanca Estela, porque así se llamaba la esposa del General. Había mucho
acercamiento con los liberales. Cuando joven, mi abuelito estuvo en León y se hizo de
muchos amigos, como José León Leiva y otros liberales de familias importantes. Esos
amigos de mi abuelito hicieron todo lo posible para que sacaran de la cárcel a mi
mamá, para que ella no estuviera entre tanta corrupción, de lo que tenía fama La 21.
Consiguieron que la trasladaran al colegio de La Recolección, y ahí se fueron las tres:
mi mamá, mi abuelita y mi tía Lucila, mamita Lucila.
En La Recolección estuvieron otros seis meses. Las monjitas querían mucho a mi
mamá, le decían que era muy inteligente y muy bonita; que era la esposa del General
Sandino, que debía tener preparación, y que se iban a encargar de hacerlo. Y la
prepararon, le enseñaron mecanografía y a bordar. Claro, todas las amistades
liberales se las recomendaron a las monjas y así fue como mi mamá se superó
muchísimo. Ahí se hizo de amigas y pasó una temporada bastante tranquila. De mi
papá no volvió a saber.
Ahí en La Recolección también había un seminarista que llegó a ser Monseñor Oviedo,
llegaba a ayudarle en las misas a Monseñor Carrillo, y él se encariñó con ellas, les dijo
que cualquier cosa que quisieran, algún aviso para su familia, que estaba a la orden.
Entonces ellas hacían papelitos y se los dejaban en los reclinatorios en la capilla, él
los recogía y en el mismo lugar les dejaba las contestaciones que mandaban del
norte. Ellas rompieron así la incomunicación a la que trataban de someterlas las
autoridades.
Cuando mi papá regresó y se dio cuenta de que mi mamá está presa, se indigna y –
para ser franca, era un hombre temible–, les dijo que si no le daban libertad a su
esposa, incendiaba León. A ella le dan libertad y sale para San Rafael del Norte.
Mónica: ¿Cómo fue tu crianza, sin madre y en medio de una situación tan difícil y
particular?
Blanquita: Primero te cuento esto que hizo mi abuelita. Al día siguiente del entierro,
estando delante de todos los políticos, les dijo: –Ustedes son los responsables de la
muerte de mi hija. Ahí la tienen –les dice, ya la tienen enterrada, ¡cómansela! Me
cuenta que mi papá le llamó la atención. ¡Y a mí qué me importa! –me decía mi
abuelita, porque el dolor que yo tenía era tan profundo que no me aguanté, y les dije
cuatro barbaridades a todos ellos, los políticos, que estaban haciéndose los
consternados, cuando yo sé que ellos ya estaban engañando al hombre y que por
confiarse trajo a mi hija.
Mi madre regresó en los primeros días de febrero para tenerme a mí en el pueblo; si
no, yo no hubiera nacido. Ella le había escrito una carta a mi papá, que yo leí
después, donde le decía: –Yo no quiero que mi niño nazca en un ambiente de fieras;
hagamos todo lo posible por regresar al pueblo y tener una vida normal. Y es que ya
para entonces habían empezado las conversaciones de paz.
Mónica: Ya los gringos se habían dado por derrotados y habían comenzado a salir.
Entonces ya estaba la victoria, ya habían vencido.
Blanquita: Claro, ya era Somoza y la Guardia Nacional los que estaban en lugar de
los gringos, y mi padre se confió. Se confió de los políticos y empezó las
conversaciones de paz.
El 21 de febrero, cuando a él lo asesinaron, llegaron a tocar las puertas del telégrafo
para quitarle el aparato telegráfico a mi mamita Lucila, porque ella siempre quedaba
de telegrafista; y como estaban en arreglos de paz, no había ningún problema, tenían
trabajo. Ella se sorprendió y les dijo a mi tío Toño y a mi tío Octavio: –Vinieron a
quitarme el aparato telegráfico; eso pasa sólo cuando hay algo grave, para que uno
no se comunique. Mis tíos inmediatamente sospecharon de qué se trataba y
decidieron salir lo más pronto a avisar a mi tío Luis Rubén. Iban en carrera, sin
zapatos, con las pistolas nada más. El problema es que ellos anduvieron con mi papá.
Eran hombres de acción y por eso los buscaron en cuanto mataron a mi papá.
Mi tío Luis Rubén no pudo salvarse, porque el correo que le mandaron llegó tarde. Lo
capturó un teniente Castillo, salvadoreño. Lo trajo con la tropa, amarrado a la cola de
una mula, y lo arrastraron por el pueblo. Era un viernes y se celebraba la procesión
del Vía Crucis. Mi tía Lucila se le hincó al teniente Castillo rogándole que no lo
mataran, pero éste le lanzó un chilillazo y le dijo: –No se me hinque a mí que no soy
Dios, hínquesele a aquél –y señaló la procesión–, y no pida por estos bandoleros.
El teniente Castillo se llevó a Luis Rubén y a otros dos sandinistas hacia el lado de La
Concordia, pasando por los cerros El Panal y La Cruz, donde había una gran poza. Los
colgaron por los pies de un árbol, y los metían en la poza para ahogarlos, pero no se
morían; entonces decidieron ahorcarlos. Los ahorcaron y luego los bajaron del árbol
para darles un tiro de gracia. Comenzó a llover con una gran rayería, entonces
decidieron irse. Mañana venimos a enterrarlos –dijo uno de ellos. Cuando se fueron,
mi tío recobró el sentido. ¡Estaba vivo!
Después de asesinar a mi papá, mataron a muchos sandinistas, los andaban cazando
hasta no dejar a nadie, a ninguno de los que habían colaborado. ¡Aquello era horrible!
A mi casa llegaron y quemaron todita la ropa, quebraron todos mis juguetes y
destrozaron parte de los muebles. Aquello fue espantoso. Llegaron preguntando: –
¿Dónde está la niña? Se la llevó doña Esther, yo no sé para dónde –les dijeron. Mi
abuelita lo único que alcanzó a hacer fue envolverme en una sábana y salió corriendo
por los solares a buscar al cura, al padre Mejía, que fue quien había casado a mi
mamá, y le dijo: –Padre ¿qué hago con la niña?, la Guardia la persigue. Démela,
señora, y váyase donde su hermana Adelina. Estese ahí como que no sabe nada.
Nosotros tenemos en la Iglesia de San Rafael un Jesús de Nazareno hermosísimo, de
la cintura para arriba es de piedra y de la cintura para abajo, de madera; o sea, unas
reglas que vienen a terminar en una rueda abajo, pero claro, esa parte está cubierta
por la túnica, y por eso no se notaba que no tenía pies. El padre me metió debajo y
me sentó. Me tapó con todo aquello y se puso a rezar. Cuando entró el jefe de la
tropa, éste le preguntó: – ¿No has visto entrar aquí a una mujer con una niña? No,
aquí no ha llegado.
Mónica: Y vos debajo de la túnica…
Blanquita: Y yo, que tenía ocho meses, estaba calladita, sentada bajo la túnica.
Dicen que los guardias registraron todo, y luego salieron diciendo: – ¡Aquí no hay
nada, vamos a buscar a otro lado a esa señora!
Me cuentan que el padre corrió, me sacó, y dijo: –Te portaste bien, hijita. Mi abuelita
dio la vuelta, entró por la sacristía, y el padre me entregó a ella, diciéndole que se
fuera donde su hermano a la montaña. Era mi tío Ramón Pineda Pineda, que tenía
una finca. Váyase a huir con la niña y la nodriza. ¿Y dónde está la nodriza? Ya la
despaché a la salida del pueblo, váyase porque la andan persiguiendo como fieras
para matarla. Entonces se fue, cargándome. Quedó la otra gente huyendo, mis tíos...
Mónica: ¿Cuándo pudiste recuperar la normalidad?, es decir, que ya pudiste regresar
a la casa...
Blanquita: A los dos años. Mis tíos anduvieron huyendo. El que dejaron por muerto
con el tiro de gracia se unió también en las montañas. Como eran guerrilleros,
conocían todos esos caminos y esos montes, y con otros sandinistas que también
andaban huyendo, se formó un grupito, y yo en cuenta entre ellos. Clara, mi nodriza,
se fue conmigo para la montaña. No le importó su niña, no le importó nada. Ella se
fue conmigo. Y decían mi abuelita y mis tíos que se portó muy valiente.
En aquellos montañones y deslizaderos todos se caían, pero dicen que Clara Huerta
era como una cabrita y con aquella grisma pegada, nunca se cayó. Anduvo conmigo
en la montaña hasta que di mis primeros pasos.
En la montaña empecé a caminar. Mi abuelita, cansada de huir, y pensando: –Ya
mataron al hombre y a todos sus hombres, tengo que ver como saco de aquí a mis
hijos; se salió ella solita del monte y se fue al pueblo a ver qué pasaba. Como vio
todo en calma, decidió venir a Managua, donde solicitó un salvoconducto para que
sus hijos pudieran salir de la montaña.
El Presidente Sacasa le dijo: –Como no, señora, con mucho gusto. No –le replica, de
usted no quiero nada, porque nadie le hace caso, juegan con usted. Allá en el Norte
dicen que si no es Somoza quien les ordena algo, ellos no obedecen. Quiero hablar
con Tacho.
Tacho la recibió, cuenta que muy educado, la invitó a almorzar pero ella le dijo: –No,
yo no vengo a almorzar, yo no vengo a comer, vengo a pedirle por mis hijos que
andan huyendo como fieras en las montañas, y ellos no han cometido ningún delito
más que ser cuñados de Sandino. Allá andan huyendo con una criatura en los
montes, que es la hija del General, y vengo para que usted me dé un permiso para
que puedan regresar al pueblo y buscar cómo trabajar. ¡Cómo no! –y le hizo un
salvoconducto. Con este papel nadie les va a hacer nada. Lo presentan en todos los
cuarteles, en todos los lugares, los retenes. Nadie les va a hacer nada.
Así fue. Entraron de noche. Pasaron con miedo porque creían que los querían agarrar
adentro. Pero no, y empezaron a regresar, unos primero, otros después. La última que
entró fue la Clara, con el que tenía más miedo de que lo fregaran, Luis Rubén, quien
fue soldado del General Estrada y era de más acción.
Mónica: Me contaban que aprendiste el oficio de telegrafista, como tu mamá.
Blanquita: Sí, a los siete años. Pero también pasé muchas negruras porque ya no les
daban trabajo como telegrafista a las maestras, que era el oficio que mi mamita y
mis tías sabían; entonces se dedicaron a coser, a bordar, y los hombres al campo,
pero no les ajustaba, ellas buscaban trabajo en el oficio de telegrafistas.
Entonces mi mamita Lucila tenía que andar de pueblo en pueblo, donde había amigos
telegrafistas, compañeros de ella. En Yalí había un hombre que era rico, pero también
era telegrafista porque le gustaba ese oficio, y cada año dedicaba dos meses a la
siembra, y ella le iba a hacer esos dos meses. Además, bordaba fundas y cobertores
para los curas y la gente rica.
Cuando mamita Lucila estaba de telegrafista, entonces yo, como por herencia, iba
aprendiéndome las letras, una palabra, hasta que, ¡por fin!, yo también era
telegrafista; y entonces me decía ella: –En esta oficina que sólo trabaja con una línea
vas a practicar, para que cuando nos toque trabajar en otro lado, ya seas telegrafista
completa. Así aprendí el telégrafo.
Mónica: ¿Vos trabajabas como telegrafista y a la vez estudiabas?
Blanquita: No, en un tiempo sólo trabajaba en vacaciones, porque una prima mía le
dijo a mi mamita Lucila que me pusiera a mí y así ella podía descansar. Mi mamita
estaba contentísima, imagínate que ella se dedicaba a otros trabajos, a otras cosas, y
me dejaba con una gran responsabilidad. La misma gente del pueblo me quería y
tenía confianza.
Mónica: ¿Y cuándo fue que aprendiste Morse internacional?
Blanquita: El Morse internacional no lo sabíamos, ningún telegrafista lo sabía, sólo
cuando trabajaba por radio para otros países. Después de telegrafista con el Morse
americano, que era el lenguaje con el que se trabajaba en Nicaragua, en un
diccionario encontré un abecedario, y le dije a una prima y a un primo mío: –Este
abecedario de Morse que está aquí, no es el de nosotros, aprendámoslo para que
cuando estemos en el aparato, en las líneas generales, conversemos y no nos
entiendan los demás.
Aprendimos Moisés, la Odily y yo. ¡Eh!, aquellos telegrafistas nos trataban mal porque
no nos entendían y nosotros nos reíamos de ellos. Y aprendí perfectamente, y ellos lo
aprendieron también. Si me están oyendo o me oyen, ya se van a acordar. Y es que a
veces, verdad, uno tenía sus cosas que platicar que no quería que los demás
supieran, y así nos comunicábamos.
Mónica: Me contaste que estuviste trabajando en Cuba como telegrafista. ¿Cómo fue
eso?
Blanquita: Me fui a Cuba en 1961 y ahí me llevé la vergüenza más grande de mi
vida. Yo era telegrafista de Morse, y no sabía qué Morse usaban los cubanos. Yo no
quería estar sometida ahí en 23 y F –que era la dirección de la casa donde estaba con
otros guerrilleros–, ocasionándoles molestias a los muchachos, pidiéndole a Noel cada
centavo para la guagua; y frente a aquella situación tan lamentable, me dije: Yo
puedo trabajar. Le planteo esto a Noel Guerrero y me dice: – ¡Claro que sí! Él pensaba
que yo iba a fracasar e iba a volver. Me dice: –Sí, sí, cómo no, y me llevó al Ministerio
de Comunicaciones, donde solicitó que me dieran trabajo como telegrafista.
Mónica: Explicanos, pues, la vergüenza que pasaste en Cuba.
Blanquita: Si. Allá me ayudaron a entrar a trabajar en el Ministerio de
Comunicaciones. Lo que yo no sabía era que había varios tipos de Morse. Cuando
llego y me hacen el examen para ingresar como telegrafista, ¡ideay!, yo no entendía
nada de lo que me transmitían, ni ellos me entendían a mí.
El jefe del centro me dice: –Pero señora, ¿cómo es la cosa? Doña Petrita, ¿qué es lo
que está pasando?, así no puede trabajar. Entonces aparece un viejito, pero muy
viejito, ya jubilado, y se acerca: –Hijita, a ver, trasmítame algo. Señor, éstos dicen que
no me entienden lo que yo les digo y yo soy telegrafista. El viejito se ríe y me
contesta por telégrafo: –Ya vamos a arreglar eso –me contestó en mi Morse–, lo que
pasa es que ella es telegrafista de Morse norteamericano y aquí el que se trabaja es
el Morse internacional. ¡Ah!, con razón no le entendíamos. Es que yo –les dice, trabajé
en Cabo Gracias a Dios y por eso conocí ese Morse. Pues no le va a servir de nada –
replicó alguien, porque aquí es el internacional el que se utiliza. Pero yo le repliqué: –
¿No será por casualidad éste?, y les contesté en el Morse internacional y me dijeron
que sí. La práctica con mis amigos me sirvió y comencé a trabajar.
Mónica: Contanos ¿cuándo es que entrás a esa situación de que tenés que irte de
Nicaragua? Se ve que estudiaste, eras telegrafista, estabas metida en la dinámica de
la vida. ¿Cuándo comienza a hacerse difícil la situación como para tener que salir del
país?
Blanquita: Yo fui a Jinotega a estudiar al Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Ahí
estudié mi primaria. No continué porque vivíamos de un salario de telegrafista de mi
mamita, y estudiar la secundaria en la capital o en otro lugar, representaba más
gastos y no podíamos tenerlos, a pesar de que Somoza ofreció una beca, no
directamente a mi familia, ni a mí, sino por medio de la Superiora del Colegio, Rosario
Raudez.
Mónica: ¿Cómo fue eso?
Blanquita: No sé las condiciones, pero madre Rosario me dijo que el General Somoza
había mandado a ofrecer una beca especial para mí, si yo la aceptaba y si mi familia
estaba de acuerdo. Pero yo no la acepté, y mi familia estaba de acuerdo con lo que yo
dijera. Era una niña de diez o doce años. Sentí que aquello era una bofetada. Si él
había mandado a matar a mi papá, ¿cómo era posible que yo aceptara una limosna,
cuando yo con mi padre pude tenerlo todo? Lloré. Lloré por no poder refutar aquello
de una manera mejor.
Consuelito Berríos, una prima que era telegrafista auxiliar en Jinotega, me ayudaba
para que estuviera en el colegio; se portó como una madre conmigo, me preparaba
mis libretas, me mandaba arregladita al Colegio, ¡en fin!, hizo las veces de madre
mientras mi mamita se quedó trabajando en San Rafael del Norte. A ella le dije: –No,
dile que yo no acepto eso. Porque ella me dijo: –Tenés que decidir.
Mónica: Pero qué lindo eso, te sentías ofendida, eso se llama dignidad.
Blanquita: A pesar de ser una niña. ¿Quién no va a sentir, dime? Cualquier niño que
sepa que le dan un golpe a su padre o matan a su padre, ¿cómo va a aceptar algo del
que le pegó?, ¿eh?
Mónica: Algo del verdugo.
Blanquita: Sí, sí, sí. ¿Cómo va a aceptar algo? ¡No!, es imposible. Bueno, así fue
cómo, del colegio pasé a trabajar de telegrafista en Jinotega, porque mi mamita fue
nombrada telegrafista de por vida en San Rafael del Norte.
Entonces empecé a colaborar con los movimientos guerrilleros. En la época de
Raudales, jovencita, yo era telegrafista. Entonces, casada o como fuera, llegaba a
San Rafael del Norte, me estaba una temporada y colaboraba de la manera más
discreta y más sencilla con los movimientos insurgentes guerrilleros.
Mónica: Te quiero preguntar algo, ¿vos conociste a Santos López?
Blanquita: ¡Perfectamente! Conocí al Coronel Santos López en Jinotega. Él
personalmente fue el que me contó realidades de la muerte de mi papá, porque
pertenecía al Estado Mayor que lo acompañó, sólo que se había quedado donde don
Sofonías cuidando a mi tío Sócrates, que se había echado unos tragos.
A mi tío Sócrates lo llegaron a matar, pero como Santos era astuto, guerrillero de
montaña, se subió por la chimenea –según me contó–, se quemó todito, pero se salvó
subiendo como gato por los tejados.
Mónica: Dicen que tenía una capacidad física increíble.
Blanquita: Sí, sí, sí. Era un hombre delgadito, delgado, alto, pero con una flexibilidad
que no te imaginás. Ya siendo mayor, él jugaba con mis niños en Cuba, adonde él fue
para morir; yo no lo creía de un hombre que se veía tan saludable, fue algo de la
noche a la mañana, pero como el cáncer es traidor. Y te voy a decir que conocí a casi
a todos los grandes del Frente Sandinista, antes de llamarse Frente Sandinista.
A muchos los conocía por el seudónimo. Por ejemplo, conocí a “El Tieso”, y hasta que
vine aquí, supe que era Modesto Duarte quien llegaba a mi casa, y era un muchacho
alegre, bueno, tan cariñoso. También conocí a “El Ronco”, resulta que era Oscar
Turcios. Cuando vine aquí, yo ya me iba despertando: si éste es el fulano, si éste era
el zutano. A Germán Pomares, pues era “El Danto”.
Mónica: Hace poco me decías que colaborabas con esos movimientos, ¿cómo se
daba esta colaboración?
Blanquita: ¿Sabés cómo? Desde chiquita trabajé en relación con la Guardia porque,
dando órdenes en clave, se comunicaban por el telégrafo con el comandante
departamental de Jinotega, el capitán Gutiérrez y el capitán Silva. ¡Una fiera ese
Silva! Mal mató a mi tío Toño. ¡Horrible, horrible, horrible!
Pero esos oficiales de la Guardia eran jovencitos, acababan de salir de la Academia
Militar y muchos de ellos ni sabían la clave, y yo les ayudaba a descifrar, y les
descifraba lo que me daba la gana, para evitar que capturaran a algunos, porque
había veces que llegaba una orden de captura para alguien, entonces trataba de que
ese mensaje llegara tarde para mandarle aviso a la persona que iban a capturar, para
que se fuera inmediatamente. Cuando yo ya sabía que se había ido y que iba largo,
mandaba el telegrama. Esa era mi colaboración.
Cuando yo sabía que iba un grupo guerrillero y que iba a pasar, supongamos, por
Cuspire, por el volcán de Yalí, que los habían visto, que llevaron latas de leche, que
tenían fuego encendido, etcétera; entonces venía la orden de Jinotega para que
sacaran una patrulla de treinta guardias para el lado de la montaña, y ese telegrama
yo lo retenía, dándole tiempo a los guerrilleros para que se fueran.
O sea, no era una colaboración directa, porque ellos ni sabían quién los estaba
salvando, ¡ni eso sabían!, pero yo sentía la necesidad de hacerlo, lo llevaba en la
sangre. En la época de Raudales, llamaba al telegrafista Centeno que estaba en
Estelí, y por medio de él me informaba de lo que pasaba al lado de Susucayán. Aquél
me mantenía informada: –Blanquita, pasaron tantos camiones de guardias. Dicen que
andan tantos guerrilleros. Ahí anda –me dice– Leónidas Rodríguez, quien era
compadre mío, y le dieron un tiro. Y él me informaba todo.
Mónica: ¿Y cuándo te casaste, Blanquita?
Blanquita: Me casé en 1953 en San Rafael del Norte, con un muchacho que era
telefonista principal en Jinotega. Le agradó mucho a mi mamita, simpatizó mucho con
él. El papá de mis hijos fue un buen muchacho, sin vicios. Pasamos una vida de
pobres, pero ahí fuimos más o menos defendiéndonos, y me acompañaba adonde yo
fuera.
Mónica: ¿Cuántos hijos tuviste?
Blanquita: Tuve cuatro hijos: Augusto Enrique, Julio César, Rodolfo Antonio y Walter
Ramiro.
Mónica: ¿Todos viven?
Blanquita: No, no. El segundo, Rodolfo Antonio, murió en un accidente en La
Habana, en Cuba, a la edad de once años. Eso destruyó parte de mi vida. Es el día de
hoy y yo oigo a ese niño. Por eso a las madres que han perdido a sus hijos yo las
comprendo, porque no hay dolor más grande que perder un hijo.
Y las condiciones en que se pierde a los hijos puede empeorar el dolor, porque no es
lo mismo atenderlo enfermito, tratarlo, cuidarlo, hasta que Dios nos lo quiera quitar,
es diferente cuando mueren accidentalmente o en una guerra, como murieron tantos.
Yo respeto y tengo mucho cariño a todas las madres de héroes y mártires, a todas las
madres nicaragüenses; a todas, todas, las quiero mucho, con una gran veneración y
respeto, a las madres de héroes y mártires.
Mónica: Blanquita me ha contado que ha hecho grabaciones de sus recuerdos y su
vida, para sus nietos. Es muy lindo eso.
Blanquita: Mirá, hay personas que escriben libros; pero a veces los escritores ponen
lo que más les conviene y lo que creen, no es como la realidad del que la ha vivido, y
yo quiero que mis nietos sepan la verdad de las verdades. Sí, lo que yo sé es por
personas que estuvieron en el momento, en el lugar de los hechos, y me lo contaron
a mí, como decir Sofonías, quien contaba las partes verdaderas que él manejaba de
lo que sucedió.
Doña Lola conocía del momento cuando murió mi tío Sócrates. Ahora, de las cosas
que pasaron en la montaña, ellos no pueden contar. Pero mis tíos sí estuvieron con mi
papá y mi mamá. Son realidades vividas: ¿Cómo pensaba el hombre, qué sentía el
hombre, qué era lo que hacía? Yo le agradezco a muchos, verdad, que hagan muy
bonitas todas sus cosas. Otro libro, ese sí yo lo admiro, es el de Gregorio Selser.
Mónica: Sandino, General de Hombres Libres.
Blanquita: ¿Sabes por qué? Porque son documentos que no se pueden borrar. Son
cartas, comunicaciones, una serie de documentos de cosas importantes.
Mónica: Blanquita, se nota en tu manera de comunicarte, de decir las cosas, que has
pensado mucho sobre todo lo acontecido. A tu juicio, ¿cuáles son las cosas más
importantes del legado de tu padre? Vos me hablabas, cuando te visité, de la manera
de ser de él, de su solidaridad, de su humanismo, de cómo él se preocupaba de lo
pequeño, de las tropas, de la comida, de cómo compartir. ¿Qué cosas querés contarle
a la gente sobre él?
Blanquita: ¡Ah, sí! Era un hombre muy tierno. Mirá, a mí, de niña, Benigno Ortiz
Blandón –un soldado sencillo que le decía barbaridades a la Guardia, pero que, como
se echaba sus tragos lo dejaban hablar–, me contó que mi padre era un gran hombre.
Figúrate –me dice, que salimos de un combate, iba el montón de heridos, y una gente
humilde y campesina le llevó unos bananitos asados al campamento donde él se
había refugiado con los heridos. Ideay, se los llevan a él –cuenta Benigno– para que
coma, quedando bien con el General, y él se levanta y agarra aquellos bananitos
asados, y le da como una hostia, con pedacitos, a cada herido. Y entonces les dice: –
Sé que esto no va a servir para nada, pero a mí no me sirve tampoco. Y se los dio a
todos. Y no había cosa que este hombre encontrara para comer en aquella hambre
horrible, aquel frío, aquella lluvia, que no compartiera con sus soldados. ¿Quién no lo
iba a seguir, hijita? –dice, si por ese hombre dábamos la vida, ya no por el partido,
sino por él, por él, me dice.
Mónica: Como él decía, “el que de su patria no exige ni siquiera un palmo de tierra
para su sepultura...” No tenía apego a lo material, ni a los puestos. Cuando
estábamos oyendo la canción de Luis Enrique Mejía, que dice “no quería ser
presidente”, dijiste que eso era verdad.
Blanquita: Sí, sí, sí. Es cierto. Hoy todos quieren ser presidentes, él no quería ser
presidente. Es verdad. No quiso ser Jefe Político, cargo que le ofrecieron cuando lo
querían comprar.
Mónica: Sí, le querían dar la plaza de Jinotega.
Blanquita: Tres departamentos le daban. Moncada le ofrecía diez dólares por cada
día que él hubiera combatido y dicen que mi papá se carcajeó sarcásticamente frente
a él. Era mucho dinero en aquel tiempo.
Sí, se fue disimuladamente. Figúrate que era un hombre que tenía una gran
preparación. Alguna gente cree que era un ignorante. No, no, no. Y figúrate que un
hombre como él le dijo a Moncada: –Firme por mí. Creyeron que no sabía firmar. Lo
que querían era dejarlo embarcado.
Mónica: Sí. Esa parte es interesantísima, es después del Pacto del Espino Negro,
porque Moncada lo quiere hacer firmar la rendición.
Blanquita: ¡Y él no la firma!
Mónica: Y entonces él se pone a pensar, y lo revela en sus escritos: Y si no firmo,
ahora se van a dar cuenta de que en realidad no quiero rendirme. Además, tengo que
salir vivo. Porque si no firmaba ahí mismo, lo podían capturar y matar.
Blanquita: ¡Claro! Es astucia.
Mónica: Y entonces él le dijo a Moncada: –No, yo confío en usted, firme por mí. Y
ellos creyeron que no sabía escribir, pero la verdad es que él no quiso firmar, y se fue
al norte a organizar la rebelión con sus soldados de más confianza.
Blanquita: No quiso firmar. Además, hay otra cosa que muchos ignoran. En México
tuvo una preparación. Él estudió en México. Ahí conoció las ideas revolucionarias. La
cosa es que gente de otras partes, de otros países, me han contado muchas cosas
sobre mi papá, cosas personales de cada quien, que han llegado a mí, por eso lo que
yo cuento son realidades vividas. He leído muy poco porque soy haragana para leer. Y
no porque sea analfabeta.
Mónica: ¿Preferís ir guardando directamente los testimonios de la gente?
Blanquita: Por eso, si Dios me lo permite antes que mi memoria vaya a fallar, espero
grabar muchas cositas que son convenientes que sepan mis nietos para que no
vayan a creer otras cosas que no son.
Mónica: ¿Tuvo más hijos, Sandino?
Blanquita: Cuando vine de Cuba me dijeron que había biznietos, pero no los
conozco. Mi papá nunca dijo nada, ni mi mamá, ni mis tíos. Nadie me dijo nada
nunca. Pero ¡puede ser! Porque un hombre soltero que ha andado por aquí, por allá.
¡Ah, te voy a contar! Estando en el colegio de monjas –esto lo voy a contar porque,
ideay, mi padre era un hombre y soltero, y anduvo por la Costa Atlántica–, dos
mulatitos como de dieciséis o diecisiete años, llegaron al colegio de las monjas a
pedirle permiso a la monja para saludarme, querían conocerme. Y la madre superiora
me dijo: – ¿Tiene hermanos usted, Blanca Sandino? Madre –le digo, yo no tengo
hermanos. Entonces me dice ella: –Vienen dos mulatitos de la Costa Atlántica que
dicen que son hijos de Sandino, y que son sus hermanos y que quieren conocerla. Yo
no tengo hermanos –le digo yo. Y no quisieron que los recibiera porque no sabían si
alguien los mandaba, ni quienes eran. Ahora, digo yo, a lo mejor era cierto, si mi
papá anduvo por todos lados y era un hombre, ¿verdad?
Mónica: Sí, así es.
Blanquita: Sí, pudo dejar un hijo por ahí.
Mónica: Lo que no está claro, pues no hay ninguna referencia cierta.
Blanquita: Ajá. Ahora, digo yo, ¿y por qué esos benditos hijos no surgen cuando está
la angustia, el dolor, la persecución?, como me tocó a mí con la Guardia. En una
ocasión llegó un Teniente cuyo nombre no voy a decir porque está muerto, después
fue Coronel y lo mataron los muchachos. Ese Coronel llegó a la oficina telegráfica y
ahí yo tenía una foto de mi papá y mi mamá, una foto que mi mamita había mandado
a unir, tres fotos eran: la de mi papá, mi mamá y yo. Él llegó como Comandante. El
primer día llegó al telégrafo y me dijo: –Y ése que está ahí, ¿quién es? Mi papá –le
digo.
No tuve el alcance de decirle que era el General, ni Sandino, ni nada. Entonces me
dijo: – ¿Éste no es Sandino? Sí –le digo yo. Entonces dice: – ¿Y qué hace este hombre
aquí, cuando el que debía estar en esta oficina es el General Somoza? Él está aquí –le
digo, porque ésta es su casa y yo soy su hija. Y mi abuelita, que estaba ahí, se lo
repitió. ¿Por qué? –le dice, ¿no le gusta? Pues aquí ha estado siempre y todos lo han
respetado –le dice mi abuelita. Es el primero que viene con esa grosería. Se quedó
callado. Escribió el telegrama, lo recibí, y se fue. Y era lógico que yo tuviera la foto de
mi papa ahí, si yo era su hija y estaba ahí trabajando. Eran mi papá y mi mamá.
Somoza nunca estuvo ahí. Así fue.
Mónica: Esos datos son importantísimos para los jóvenes. Nos quedan unos pocos
minutos, Blanquita, quisiera que diera unos consejos, vos como una mujer, que a
pesar de sus 68 años tiene una gran energía, una gran fuerza no sólo física, sino que
mostrás una fuerza espiritual muy grande. Nosotros siempre nos preocupamos por las
nuevas generaciones, para que asuman los valores de gente como Sandino.
Blanquita: No creás, no creás, los años cansan, lo que pasa que hay que sacar
fuerzas de donde no hay.
El porvenir es de la juventud. Los jóvenes son los que, como dice la canción, siempre
dan el pecho; pero no sólo hay que dar el pecho, hay que darle la revancha al
enemigo, hay que buscar cómo este pueblo se levante del fango en que se
encuentra, de la situación miserable. Ya tenemos el ejemplo de todos los gobiernos
que van pasando, que todos se encargan de hacer cositas bonitas, de poner
parchecitos, pero nadie se ocupa del dolor, de la miseria y de los problemas de la
población.
Pues son los jóvenes los llamados a buscar cómo coger las riendas del país. Los
viejos, apartémonos por favor. Ya el que hizo lo que hizo quedó en la historia, lo
quisimos y lo respetamos, pero que le den lugar a la juventud, a esos muchachos y
muchachas que vienen llenos de energía y de buena voluntad, limpiecitos, sin una
historia sucia ni negra que contar. Los jóvenes, que tengan valor y que se enfrenten a
los problemas, pero no para dar el pecho, sino para dar la revancha, y el arma
pueden ser las palabras.
Mónica: Me decías que tenés confianza en que las cosas se pueden mejorar. Aun
estando en tu casa, desde el conocimiento que tenés de la situación del país, porque
tenés una familia, además comprometida, tenés hijos, hijos comprometidos...
Blanquita: Hijos que hicieron lo que pudieron en el pasado. Lo que no pude hacer yo,
lo hicieron ellos; y yo te voy a decir, no me incorporé al movimiento guerrillero,
porque el mismo Carlos, el mismo Silvio, los primeros, me dijeron que no era
necesario. Yo tenía cuatro niños chiquitos. Críalos, edúcalos, fórmales conciencia, que
no se olviden de Nicaragua porque ellos van a ser útiles, nosotros vamos con las
armas y ellos llegarán después –me decían, para poder organizar lo que nosotros
estamos haciendo.
Mónica: Me imagino que la responsabilidad de Silvio, de Oscar Turcios, de “El Danto”,
a los que conociste, era muy grande. Para ellos la hija de Sandino era un tesoro que
había que cuidar y no exponer. Yo creo que por eso es que te instaron a que te fueras
de Nicaragua.
Blanquita: Sí, pero yo no lo creía así. Yo fui muy aguerrida, a mí me gustaba la lucha
armada.
Mónica: Pero ellos eran bien mandones.
Blanquita: Sólo lo autorizaban a uno a cumplir lo que ellos decían. Ideay, me
encerraron. No pude salir de Cuba. No me dejaron salir. ¡Ah!, pero yo dije, ya cuando
mis hijos eran grandes, ¡ah, no! Llamé a Tomás, estaba la Doris Tijerino, estaba mi
sobrino Roberto Calderón –mi papá y el abuelo de él, Fernando Calderón, eran
hermanos–. Y entonces yo les dije que ahí estaban mis hijos, que a mí me detuvieron,
pero ahora que ya no puedo, ahí están mis hijos. Entonces los tres se incorporaron a
la lucha.
Te voy a decir una cosa, Mónica. Me dijo uno de mis hijos: –Mamá, ¿por qué aceptó ir
a ese programa a La Primerísima, si no le gustan estas cosas? Mirá –le dije, ¿sabés
por qué?, porque es con una persona que, aunque yo personalmente no la conocí, sí
conocí su historia.
A mí me contaron todo lo que te pasó a ti, a tu hermanita; son mujeres que dieron
todo por aquella Revolución que queríamos y que no pudo ser. ¿Por qué? Por errores,
por intereses personales, etcétera, pero que fue tan grande, y se decía ¡va tan linda,
como la desearon los que murieron! Por eso acepté. Yo soy poca para esto.
Pero lo hice sinceramente por ti y para las madres que como yo han sentido la
muerte de sus hijos, y que los dieron por su Patria a cambio de nada, y que han sido
golpeadas duramente por la traición, por el engaño, por la infamia, por una serie de
problemas, que no pudo Nicaragua llegar a ser lo que quisieron.
Porque mira, si hubieran oído hablar –y vos debes haberlos oído–, a Carlos, a Germán
Pomares, a Silvio, es que hablaban con un amor, con un ardor patriótico que lo
llenaban a uno de entusiasmo, de alegría. Yo era una muchacha apartada del mundo,
pero me llenaban de emoción. Yo veía el futuro de mi pueblo, yo no veía casas de
cartón, que eran las que había, yo no veía pordioseros, yo no veía niños sucios, con
hambre, ¡ve!, lo que ellos soñaban.
Mónica: Te hacían vivir el sueño de la Nicaragua sin opresión, con justicia.
Blanquita: Eran tan grandes y yo les daba el valor también para que se enfrentaran
a la muerte, los pobrecitos, y entonces intercambiaban esas impresiones.
¡Y todo eso quedar en la nada! Eso duele, eso duele. Mirá, el que hizo mucho por la
Revolución, el que fue importante en su momento, el que fue grande en su momento,
yo lo admiro, yo lo quiero y lo respeto, pero este momento ya no es el mismo, son
otros tiempos, otras circunstancias, el enemigo es diferente.
Pero, siguen haciendo lo que les da la gana. Yo me aparto, yo no tengo voz ni mando,
yo lo único que hago es decirles, como hermanos que somos, que recapaciten, que si
seguimos dejando que el Frente siga dividiéndose, lo vamos a perder para siempre, y
costó mucho. ¡La historia del Frente se escribió con sangre! Y eso hay que respetarlo.
Ya ellos tienen un lugar en la historia y muy grande por cierto. Nosotros los queremos,
los admiramos y los respetamos; ahora que dejen que haya alguien que una esos
pedazos. Cuando llegaron a visitarme a mi apartamento de La Habana representantes
de las tres tendencias, que cada uno tenía su punto de vista, entonces yo les dije:
Únanse, que Sandino es uno solo. No lo partan. Eso fue lo que les dije. Y se unieron y
triunfaron. Pues ahora debemos volver a hacer lo mismo. A mí que me olviden, yo no
soy nadie. Yo no quiero nada. Si quieren que me borren de la historia, del mapa y de
lo que quieran, pero que no olviden la sangre de los muertos, porque eso duele.
Mónica: Hablábamos con Blanquita sobre la espiritualidad de Sandino, de la que se
ha comentado tanto.
Blanquita: Mirá, Mónica, yo creo que era cierto que él tenía sus cosas profundas,
espirituales; ¿por qué te lo digo?, porque mis tíos dicen que había momentos que
estaban tranquilos en un campamento y de pronto él entraba y les decía: –Salgamos
de aquí inmediatamente, que dentro de pocos minutos esto va a estar convertido en
cenizas. Y cada uno corríamos –dice uno de mis tíos, a un arbolón a protegernos y a
ver de largo qué era lo que iba a pasar. Al momentito –dice, un avión dejaba en
cenizas el campamento. ¿Qué quiere decir?
Mónica: Tenía capacidad de premonición.
Blanquita: Sí, alguna cosa. No creás que él venía a morir directamente… Estos
tontos creen que él no sabía que iba a morir, que iba a ser traicionado. Él tenía su
presentimiento, porque le dijo a mi abuelita y a mi mamita Lucila, que eran las que
quedaron encargadas de mí, él les dijo: –Tal vez ni vuelva. Pero no le gustaba alarmar,
porque él dijo, tal vez ni vuelva, y agregó: –Pero bien, vamos a ver qué se hace por
esta gente. ¿Qué quería decir eso?, que él sabía que lo podían traicionar, ya llevaba
ese presentimiento; pero iba a hacer el esfuerzo de hacer un cambio, de cambiar el
oro que tenía por libros, para que estudiaran sus tropas, cambiar las armas por
instrumentos de labranza.
Mónica: Si, alguien que escribe hace más de 60 años: “Nosotros iremos hacia el sol
de la libertad o hacia la muerte...”.
Blanquita: Era un hombre decidido.
Mónica: “Y si morimos no importa, nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos
seguirán”. Y eso fue verdad.
Blanquita: Y es cierto. Y va a seguir. Porque esto no tiene final. Mientras tengamos
enemigos, mientras nadie se preocupe por los desgraciados, habrá un hombre,
surgirá un hombre que dirigirá a las masas. Eso es así.
Mónica: A cumplir realmente el sueño de una Nicaragua libre y soberana, feliz,
progresista. Porque antes fueron los yanquis con las tropas, y ahora la dominación se
manifiesta de otra manera, pero ahí está también. La causa sigue pendiente de
resolverse; sigue pendiente de cumplirse.
Blanquita: Son otros. Y están los mismos Sacasa, y están los mismos Somoza, y
están los mismos políticos con otras caras, es otra época, ¡ah!
Es lo que te digo, que si hay hombres que sí están encaprichados con algo, sepan que
ya son grandes, ya les tocó su momento, que ya lo cumplieron y que no ensucien ese
nombre y esa grandeza que tuvieron; porque si continúan así, los van a borrar del
mapa de la historia. Hay que buscar un hombre nuevo y a lo mejor ya está por nacer,
o ya está, sólo que hay que darle un empujoncito, y eso le toca a los hombres y a las
mujeres como tú. Ya ves, tenés todavía ese compromiso, tú puedes. Sí, sí, está la
Dora María, mis respetos para ella, mis respetos para Edén Pastora, lástima Edén que
ya estamos viejos.
Mónica: Bueno, amigos y amigas, pudiéramos pasar horas hablando con Blanquita,
queremos ser respetuosos del tiempo que le pedimos a ella. Blanquita, gracias, por
traernos de nuevo a Sandino. Nicaragua se conoce por Rubén Darío y por Sandino, los
más grandes de la historia de Nicaragua. Así es que fue un orgullo tener aquí a su
hija, heredera también de su mística.
Antes de retirarnos mi hija Mónica Augusta y yo queríamos, en nombre del programa
Entre Todos, entregarte con mucho amor unas rosas rojas, para Blanquita, telegrafista
de San Rafael, la hija de Sandino.
Blanquita: Yo me siento satisfecha y orgullosa de haber tenido un padre así como él,
porque lo dio todo a cambio de nada, y espero que yo pueda cumplir en algo con eso
también, vivir apartada, mis hijos por lo menos que vivan de su trabajo, que no
tengan ellos de qué avergonzarse. Eso es lo único por lo que yo me siento satisfecha,
no pido más a Dios, suficiente con eso.
Quiero aprovechar, Mónica, de estar en esta emisora contigo para mandarle un
saludo cariñoso a todas las madres nicaragüenses, pero con toda mi alma y mi
corazón a las madres de héroes y mártires, y decirles que yo sí siento con ellas todo
lo que pasó y que espero en Dios, que es el único que puede salvarnos, que la
situación cambiará para el bien de todos, por lo que murieron sus hijos.
La voz de Blanca Aráuz pareciera flotar en el ambiente, mientras comienza a sonar la
canción Que se redamen las copas.

19 de mayo de 2001
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
I

Del General Sandino al Coronel Santos López


Sandino también fue un libertador
Armando Amador

Armando Amador nace en León, el 24 de mayo de 1922. A los


doce años comienza a trabajar en una cervecería de León; a los
dieciocho años milita en el Partido de los Trabajadores
Nicaragüenses (PTN)1. En 1940 asume la Dirección del
Semanario Índice. En 1944 sufre su primer exilio en Costa Rica,
regresando al país a comienzos de 1945. Fue el orador principal
en el histórico primero de Mayo de ese año2. En febrero de 1946
es electo Secretario General de la Confederación de Trabajadores
de Nicaragua (CTN). Sale de nuevo exilado a México, cuando
Somoza da el golpe de Estado a Leonardo Argüello, en 1947.
Entonces es huésped de Conchita Palacios, quien estudiaba en
ese país.

Sufre prisión en 1948 y sale indefinidamente al exilio el 21 de


febrero de 1949 junto al profesor Edelberto Torres, la doctora
Concepción Palacios y Juan José Meza Amador. Amador asiste al
Congreso Continental por la Paz, realizado en México, donde
compartió con Pablo Neruda, Juan Marinelo, de Cuba, Vicente
Lombardo Toledano, Miguel Otero Silva y cientos de intelectuales
y líderes populares de diversos signos. Afirma que, al llegar a
Moscú en 1952, se convierte en uno de los primeros
nicaragüenses que visita la gran nación de Lenin. Entra en
contacto con Carlos Fonseca en los últimos días de abril de 1959
durante una reunión clandestina de un grupo de universitarios
guatemaltecos.

Cuando se produce la masacre de El Chaparral, viaja de


Venezuela a Honduras y ayuda en el traslado de los heridos de
esa gesta patriótica a La Habana, entre ellos a Carlos Fonseca.
Conoce al Che Guevara en 1963©. Algunas de sus publicaciones
son: Las banderas de Gustavo Machado, El exilio y las banderas
de Nicaragua, Sandino y la derrota militar de Estados Unidos en
Nicaragua, y Un siglo de lucha de los trabajadores de Nicaragua
1880-1979. El 27 de abril de 1999, el Frente Nacional de los
Trabajadores (FNT) le otorga un reconocimiento por haber
dedicado su vida a la extraordinaria obra de difundir los
derechos sindicales y sociales de los trabajadores del pueblo
nicaragüense.

1
**

Era un hombre de baja estatura, siempre enhiesto, nervudo y


ágil, de tez bruna y cara angulosa, surcada por hondas
hendiduras en su rostro que parecían huellas de los abismos de
dolor y de coraje de su alma; sus ojos pequeños, de mirada
alerta a la defensa y a la ofensa; su boca, de labios delgados y
apretados, denotaba, en su resoluta expresión, el vigor de su
carácter. El acento de su voz era claro, de tono varonil, de
frases recortadas a lo esencial de su pensamiento.

Isidro Fabela “El Rebelde de América”

El General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino, es nuestro más grande


Héroe Nacional. Nos sentimos orgullosos del gran luchador anti-imperialista,
de ese guerrillero que infringió la primera derrota militar a los marines
norteamericanos en los suelos de América Latina, en nuestro pequeño país.

Sandino fue reconocido y admirado desde distintos puntos del planeta, por
su ejemplo de coraje y patriotismo, por su genio como conductor político
militar de su ejército campesino y, sobre todo, por el carácter anti-
imperialista de su lucha. Así lo reconocieron Pablo Neruda, Gabriela Mistral,
Julio Antonio Mella, José Carlos Mariátegui, Carlos Quijano, Gustavo
Machado, Víctor Raúl Haya de la Torre, Isidro Fabela, César Falcón, Luis
Araquistaín, José Vasconcelos, entre otros, de los tantos espíritus talentosos
de la época.

Sin embargo, la dimensión de la lucha de Sandino no sería rescatada para


los mismos nicaragüenses sino hasta finales de los años cincuenta. La
dictadura somocista, que instaló el invasor en Nicaragua después del
asesinato de Sandino, no sólo pretendió ocultar su grandeza, sino que
realizaron desproporcionados esfuerzos para tergiversar la naturaleza de su
lucha, su calidad moral y los objetivos que perseguía. Pero no pudieron
evitar que Sandino fuera efigie y bandera que izara masivamente el pueblo
de Nicaragua en la lucha triunfante, que culminó aquel 19 de julio de 1979.

En esta conversación, Armando Amador, veterano luchador e investigador


incansable de la lucha de Sandino, expuso en vivo a una ávida audiencia los
puntos más importantes de la lucha, el pensamiento y los principios que
hacen vigente al héroe.

Mónica: Don Armando, comencemos por algo que pareciera no ser tan
importante, pero debe quedar establecido de entrada. Es esa confusión

2
histórica con el nombre del General Sandino.

Armando: Él era Augusto C., por Calderón, por Margarita, por su madre. A
él no le gustaba que le dijeran César, y él lo dijo al gran escritor mexicano
Emigdio Maraboto, autor de Sandino ante el Coloso. Cuando él empieza la
entrevista a Sandino, le dijo: –General Augusto César. Lo paró Sandino, y le
dijo: –Yo abomino a los césares de la decadencia. Yo soy Augusto C. por mi
madre, Calderón Margarita, y Sandino por mi padre, que me reconoce.

Sobre esto voy a contar una anécdota. En el cincuenta aniversario del


asesinato de Sandino, en 1984, Edelberto Torres Espinoza participó en una
reunión presidida por el Canciller de los años 80, al cual no quiero ni
tocarlo, porque sigue siendo una sombra de esas grises de nuestra historia
contemporánea. El Canciller empezó por decir “Augusto César”, se puso de
pie Edelberto y le dijo: –Un momento, Sandino nunca fue César. Y ahí se
dictó un acuerdo firmado que apareció en La Gaceta, de nunca más decir
Augusto César. Edelberto es otro sandinista formidable que escribió un libro:
Sandino y sus pares.

Mónica: Comencemos entonces por analizar las condiciones, el entorno,


las causas del surgimiento de la lucha de Sandino. ¿Cómo es que un
hombre obrero, de origen realmente humilde, se enrola y asume ese papel
de libertador, en ese momento histórico de la lucha del pueblo
nicaragüense?

Armando: “Sandino tiene mucho que hacer por Nicaragua, y como


ejemplaridad en la América Latina”, ésta es una frase tomada de Martí
cuando llega a Caracas, y se pone a invocar la grandeza de Bolívar.

Sandino fue un libertador. Sandino sintió una sacudida en su conciencia


nacional liberadora, cuando en México él trabajaba en las petroleras en
Tampico y en Veracruz. Observaba críticamente las actividades sindicales
en los centros petroleros. Fue adquiriendo una conciencia social de las
luchas políticas y económicas de los trabajadores.

A la vez Sandino es conocido por el hecho –muy poco divulgado y a veces


tendenciosamente referido–, que en grupo estudiaba Psicología, Filosofía y
Para-sociología, y hay correspondencia de un famoso maestro que indica
que Sandino llegó a ser masón, por una búsqueda –diría Darío– de una
forma de interpretar su mundo. Pero esto no quiere decir que Sandino sea
una exponente de metafísicas extrañas a la conducta de un hombre que
llega a asumir una posición revolucionaria y conscientemente anti-
imperialista.

El primero de junio de 1926, cuando Sandino regresó de México, fue a León,


dispuesto a trasladarse a la mina de San Albino, para organizar, con los

3
ahorros que hizo de su trabajo como obrero petrolero en México, lo que se
llamaría la Columna Segoviana. En la mina de San Albino se encontró a
figuras extraordinarias como Rufo Marín, Juan Gregorio Colindres, Ramón
Raudales, José León Díaz, los Maradiaga, Carlos Salgado y otros, que se
integraron a la columna, persuadidos por la elocuencia patriótica de
Sandino y porque el país estaba empezando una guerra contra un gobierno,
el de Adolfo Díaz, impuesto por los Estados Unidos.

En este esfuerzo extraordinario por captar a los hombres que formaron la


Columna Segoviana, Sandino también compró armas con sus propios
ahorros, y salieron de San Albino rumbo al este, porque su finalidad era
llegar hasta la Costa Atlántica, donde estaba el Gobierno provisional de Juan
Bautista Sacasa y, por consiguiente, a Bluefields, Puerto Cabezas o
Prinzapolka, porque eran los sitios fundamentales.

Mónica: Es bueno recordar que las intervenciones de Estados Unidos en


Nicaragua siempre se hicieron en complicidad con alguna de las paralelas
políticas en conflicto, eran luchas entre liberales y conservadores. Sandino
viene y se incorpora en el bando de los liberales, pero su lucha se vuelve
anti-imperialista. ¿Por qué Sandino cambia el carácter de su lucha, de
eminentemente liberal a una lucha anti-intervencionista?

Armando: Sandino no era estrictamente un liberal de ideología, sino


realmente un constitucionalista, por el error inmenso de haber tumbado un
proceso electoral para imponer a Adolfo Díaz3. Sandino explica –y está
reflejado en el libro de Emigdio Maraboto ya mencionado– “que los
acontecimientos le han ido dando la actitud a tomar”. Es Sandino quien
interpreta que la propia historia es dinámica. Podría haber partido desde el
principio de defender un proceso constitucionalista, pero ya llevaba en el
fondo la inspiración de algo superior. Cuando llega a la Costa Atlántica,
Sandino ya libró su primer combate en el recorrido de San Albino a El Jícaro,
en Nueva Segovia, donde sorprendió a las tropas de un cuartel del ejército
del gobierno, le tomó armas, equipó mejor a su gente y siguió su camino.
Cuando pasó por Estelí, va evadiendo combates con las trampas que le iban
poniendo los conservadores.

Pero hay otra circunstancia que determina la conducta de Sandino. Desde


muchacho vio el cuerpo destrozado de Benjamín Zeledón, cuando lo
llevaban por Catarina. Iban los borrachos conservadores vende patria, como
él tantas veces les llamó, celebrando la forma en que habían asesinado a
Zeledón, y esa es la reflexión más profunda que Sandino usa para explicar
por qué vio la lucha desde una perspectiva distinta.

Sandino observa en México la transformación revolucionaria que está


sufriendo ese país, el agrarismo de Zapata, que entonces sigue vigente en
México, como en muchos movimientos populares hoy. Sandino está ligado

4
también al movimiento obrero. Va a la Casa del Obrero Mundial en México,
vive a fondo esa situación, e incluso, cuando vino a Niquinohomo, habló de
la Casa del Obrero como iniciativa democrática donde los trabajadores
pudieran tener un espacio, un centro.

Mónica: Carlos Fonseca explica que cuando Sandino llegó a Puerto


Cabezas, los liberales no le quisieron dar armas, porque ya le miraban un
planteamiento que iba más allá de la lucha contra los conservadores, que
nos les inspiraba confianza, y que las armas que consiguió fueron unas que
sacó del mar, por informaciones que le dieron unas prostitutas de Puerto
Cabezas.

Armando: Extrajeron de Puerto Cabezas unas armas que habían sido de la


armada norteamericana, y que habían tirado al mar después que se declaró
zona neutral toda la región de Puerto Cabezas, Bluefields y Prinzapolka,
donde se suponía que estaban las fuerzas militares de los
constitucionalistas.

Y a propósito de este periodo de la Guerra Constitucionalista en la Costa


Atlántica, quiero recordar a alguien que está olvidado, de los grandes que
acompañaron a Sandino. Cuando Sandino fue a Puerto Cabezas, conoció a
un general extraordinario llamado Adán Gómez. La historia escrita por los
liberales dice que Beltrán Sandoval se tomó los cuarteles en Bluefields y
Puerto Cabezas, en la lucha contra la ocupación yanqui y el gobierno de
Adolfo Díaz. En realidad, el que se tomó los cuarteles fue Adán Gómez,
quien tenía una larga trayectoria de lucha en las bananeras, en la famosa
Huelga de las Bananeras, de Río Grande de Matagalpa, donde hubo una
masacre. Él era un luchador incansable, aunque no sabía leer.

La batalla de Laguna de Perlas se la asignó Moncada a Sandoval, cuando en


realidad la libró este general analfabeta Adán Gómez. Lo dice Sandino, y
está recogido en el libro Maldito País, basado en las entrevistas de José
Román a Sandino.

Ahí hay unas entrevistas en las que Sandino, cuando habla de Adán Gómez,
dice: “Él ganó la batalla de Laguna de Perlas”. Y ¿qué ocurre? Moncada se la
atribuyó. Pero el Coronel Rivera Delgadillo, conservador, que fue el
derrotado en esa batalla, ha venido a decir que no fue Moncada, sino Adán
Gómez. Sandino se gana al General Adán Gómez, y luego se lo trae con él,
cuando dejan Puerto Cabezas, después que Moncada no le dio ni un rifle, y
Sandino tuvo que echarse con unas mariposas de la noche, a sacar armas
que estaban en el fondo de la bahía. Adán Gómez acompañó a Sandino en
muchas batallas.

Sandino regresó por la selva del Atlántico usando pipantes y la capacidad


de orientación geográfica de la gente de la región, para establecerse en las

5
alturas heladas de Yucapuca, y ahí puso a trabajar a la Columna Segoviana,
tomó Jinotega y se estableció entre ésta y Yucapuca.

Cuando Sandino regresó de Puerto Cabezas e hizo el recuento de sus


fuerzas, tenía 800 hombres de caballería y unos mil hombres de infantería.
La Columna Segoviana comenzó a dar batallas extraordinarias, con un
espíritu que llamó la atención del mundo. Hay congresos de intelectuales
del mundo que reconocen la grandeza de Sandino, como la del sabio físico
alemán Albert Einstein, quien escribió un mensaje sobre el significado de la
lucha de Sandino frente a la ocupación militar norteamericana, y periódicos
famosos, como The Word, en Nueva York, New Stard, de Londres, y Le
Monde, de París, comenzaron a destacar mensajes sobre la extraordinaria
lucha de Sandino, como el de Henri Barbusse, que fue divulgado por
revistas que tanto ayudaron a Sandino, como Repertorio Americano, de
Costa Rica, dirigida por el maestro Joaquín García Monge, y la Revista
Amauta, por Mariátegui, en Perú.

Ese mensaje fue traducido del francés por Gustavo Machado, quien
personalmente le entregó a Sandino el texto en francés y en español
cuando él vino aquí en el año 1928. En esa ocasión venía, nada menos que
con un gigante, Carlos Aponte Hernández, un combatiente que Sandino
admiraba. Cuando vio que con certera puntería bajaba americanos, Sandino
lo nombró Coronel en un sólo acuerdo, cosa que no hizo con nadie. Te
quiero decir con esto que la colaboración internacional fue efectiva y
vinieron otros, vinieron de Colombia, vinieron de México.

Mónica: Es importante que explique a nuestros oyentes ¿por qué Sandino


se rebela, por qué se produce esa decisión? ¿Qué significa el Pacto del
Espino Negro?

Armando: Los días cuatro, ocho y doce de mayo de 1927, fueron


impuestos los Pactos del Espino Negro, por el famoso Henry Stimson, a los
liberales más que a los conservadores, que ya eran unos colonialistas
descarados.

Moncada es la figura decisiva, porque Juan Bautista Sacasa era una de


segunda mano. Moncada aceptó todo: la ocupación militar, unas elecciones
súper vigiladas, cosas que creaban una situación de coloniaje. Aunque ya
estábamos intervenidos desde 1909, con la imposición de los pactos
Dawson, la caída de Zelaya, la ocupación con Adolfo Díaz y toda esta
secuela de cosas monstruosas, como la de 1912 contra la resistencia
patriótica de Zeledón en El Coyotepe, el Pacto del Espino Negro significa un
viraje completo en la historia.

A partir de ese momento, Sandino rechazó los pactos. Es el único de los


Jefes de Columna que se rebela y se retira. Y desde luego, Moncada lo

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conmina para que entregue las armas. Sandino lo reta a que vaya a
quitárselas. Moncada no lo hizo, porque era un cobarde.

Mónica: Es cuando surge la famosa frase de Moncada: “Todos mis hombres


se han rendido, todos menos uno”. Era Sandino.

Armando: Consulta a su gente de la columna, les pregunta quiénes van a


continuar. No es que autoritariamente impone que lo sigan, sino que
consulta, y fueron pocos los que se quedaron. Las tropas de ocupación
norteamericana controlaban todos los puertos del Pacífico y del Atlántico.
Nicaragua estaba realmente invadida. Por eso Sandino hablaba de los
invasores. Además, a partir de los pactos inician la creación de una guardia
que después sustituiría al ejército de ocupación, y fue Carlos Cuadra Pasos,
el más canalla que ha tenido la historia de este país, con el Gobierno de
Adolfo Díaz, el que abre los convenios de paz, del pacto con la Guardia
Nacional.

Mientras tanto, Sandino recibe la admiración del mundo, porque en Buenos


Aires, en el Diario La Nación y La Prensa, los grandes pensadores de esa
época, Alfredo Palacio, Manuel Ugarte y un ecuatoriano eminente que yo
tuve la suerte de conocer, el doctor José María Velasco Ibarra, quien
después sería Presidente de Ecuador, eran los que manifestaban y escribían
condenando la infamia de la ocupación militar de Nicaragua.

Y una escritora eminente, como fue Gabriela Mistral, en un libro que se


acababa de imprimir en Chile, llamado Recados para América, incluye a El
Pequeño Ejército Loco, expresando su admiración profunda, y pidiendo que
de América Latina fueran a ayudar a Sandino.

Las arengas de Gabriela Mistral fueron extraordinarias y a la vez surgieron


dos enormes figuras: el cubano Julio Antonio Mella, considerado entre los
grandes personajes de la historia contemporánea de Cuba, y Gustavo
Machado. Ambos definieron la necesidad de crear un movimiento que
ayudara a Sandino, como se creó en México, Manos fuera de Nicaragua.
Alrededor de ese movimiento había personajes como David Alfaro Siqueiros,
Diego Rivera, eminentes representantes de la inteligencia mexicana.
Trajeron de México a gente como Carlos Aponte Hernández, quien vino con
Gustavo Machado, Farabundo Martí y Rubén Ardila, de Colombia, quien fue
secretario de Sandino.

Mónica: Es bueno reflexionar para aprender. ¿Qué les habrá dicho Sandino
a sus soldados para convencerlos?, sabiendo las dimensiones de la lucha
que le tocaría librar a partir de ese momento. Una lucha diferente, porque
las luchas fueron siempre de los conservadores contra los liberales; la gente
tenía metido eso en la conciencia, pero de pronto sale uno y dice: –No, la
lucha es contra la intervención, es por la defensa del decoro nacional, por la

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soberanía. Sandino debe haber tenido una gran capacidad de persuasión
para convencer a su pequeño “ejército loco” o “ejército de descalzos”, en
una situación de desventaja estratégica, porque ahora se trataba nada
menos que de combatir contra el Ejército de los Estados Unidos.

Pero también es importante en qué escenario Sandino comienza a plantear


la lucha, en el norte del país, en Las Segovias, que tiene una tradición de
rebeldía. Acordémonos de algunas rebeliones indígenas ya desde finales del
siglo pasado; hay una situación de explotación latifundista muy marcada; y
un desarrollo capitalista por la producción cafetalera. Entonces el
campesinado, productor del norte del país, está en una situación de
irritación y protesta frente a la explotación que está viviendo. Ese es un
elemento muy importante, pero también en ese momento, en Nicaragua se
había acumulado un sentimiento anti-norteamericano, anti-yanqui.

Creo que Sandino no lucha nada más por enfrentarse a los yanquis, sino
que le da un contenido revolucionario a su lucha, por su carácter anti-
imperialista, pero también por su carácter popular, porque recoge el drama
de los explotados, de los campesinos sin tierras, él habla hasta de las
cooperativas y todo eso se articula a lo que viene a ser el proyecto de
Sandino.

Armando: Lo relato en mi libro Un siglo de Lucha. Previamente se dieron


grandes despojos de tierras a las comunidades indígenas de Matagalpa y de
los campesinos, para entregarlas a la producción cafetalera, a un núcleo
monopolista de alemanes y de los Cuadra, de los Benard, que era el
Ministro de Hacienda, quien se aprovechó de ese despojo.

También hubo otro despojo bárbaro que hizo en 1880 el gobierno de Joaquín
Zavala por medio del Ministro de Hacienda, Emilio Benard, lo que produjo
ocho meses de guerra sangrienta en Matagalpa, aunque hayan querido
disfrazar o tapar lo que en realidad estaba sucediendo. Incluso un tal
Vicente Navas, de la oligarquía conservadora de León, tuvo la osadía de
decir que eran los jesuitas los que estaban inspirando esa rebelión,
relegándolos a Somoto y a Ocotal, hasta que los expulsaron del país. Había
una pelea de fondo por los sistemas de enseñanza en León y Granada, por
eso acusaron a los jesuitas de ser los inspiradores de la rebeldía indígena
matagalpina.

Emilio Benard también estimuló el despojo de tierras en Sutiava –que


todavía se siguen peleando–, Telica, Chichigalpa y Chinandega. Todas esas
tierras fueron tomadas a sangre y fuego, para dárselas al núcleo que
entonces era compuesto principalmente por la familia Benard. Después
vinieron los hijos de Benard, unos Vasalli y unos Palazio, que eran agentes
aduaneros, que eran corsos de Francia e Italia.

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Mónica: Es importante que nos relate cómo después de que sólo se
quedan unos pocos con él a continuar la lucha, llega a tener un ejército
campesino, con su cuerpo de generales. ¿Cómo logra acumular victorias
militares y cómo vence militarmente a los gringos?

Armando: Increíblemente, aquel movimiento de la Columna Segoviana se


convierte, a partir de los Pactos del Espino Negro, en el Ejército Defensor de
la Soberanía Nacional. Debe tomarse en cuenta que Sandino entendió la
naturaleza del cambio que le están planteando los norteamericanos. El país
fue ocupado militarmente en el Pacífico y en el Atlántico, por lo que todas
las costas estaban muy vigiladas, desde San Juan del Sur hasta Corinto.
Para cualquiera, esa grandeza militar de los Estados Unidos podía paralizar
cualquier esfuerzo humano, más aún en Nicaragua. Se podía pensar que
esta rebeldía ocurriera en un país con una tradición, como la de Bolívar, por
ejemplo, pero no, se dio en Nicaragua.

Mónica: Estamos claros que Sandino no hizo guerra de posiciones sino


guerra de movimientos, volviéndose un maestro de la emboscada, ¿cuáles
son las principales batallas?

Armando: Cambió su táctica en Ocotal, donde cayó Rufo Marín, uno de los
hombres que él más quiso. Rufo Marín se enfrentó abiertamente, a campo
raso, con el cuartel militar norteamericano y lo acribillaron. Es el único caso
en que Sandino llora, cuando asesinan a Rufo Marín en Ocotal. Además, los
gringos bombardearon y quemaron Ocotal.

Ahí es donde Sandino cambia y forma un ejército guerrillero. Deja de ser el


ejército que se abría campo a como fuera, enfrentándose abiertamente. En
el libro de Román, Maldito País, hay testimonios en los que Sandino explica
por qué se tenía que hacer una lucha guerrillera. Ese golpe de Ocotal sirvió
de punto de separación en la historia de las formas de lucha anti-
imperialista. Y lo dice el Coronel Santos López en sus Memorias Inconclusas.
Pero en parte de ese material, Santos López dice admirablemente cómo se
organizaban los destacamentos guerrilleros, cómo se emboscaba y todo.

Mónica: Quiero insistir en que diga cuáles fueron las principales batallas
que permitieron el triunfo militar de Sandino sobre los yanquis. ¿Cómo es
que se van los yanquis de aquí? Porque ahora andan diciendo que Sandino
pactó. Quisiera aclarar eso, porque también la historia tergiversada es un
instrumento de dominación de los poderosos.

Armando: Los grandes combates de Sandino en la selva, en los bosques,


en la montaña, los ríos, las grandes batallas, se dieron en El Chipote, en
Saraguasca, en Las Cruces, donde Sandino cayó herido gravemente, y fue
auxiliado por ese gigante llamado Francisco Estrada y la enfermera
salvadoreña Teresa Villatoro, quien lo cuidó de esas heridas. También hubo

9
grandes batallas en El Bramadero, El Embarcadero, en Iliguás, en el Río
Coco, en distintos lugares como Acoyapa y en puerto Waspuk, sobre el río
del mismo nombre.

En todas esas batallas, el propio Sandino, Francisco Estrada, Juan Gregorio


Colindres y Raudales, estaban al frente. En todos estos lugares Sandino fue
capturando armas, le fue quitando elementos de guerra al enemigo y
reforzando sus fuerzas. Por eso los gringos llegaron a tenerles temor a los
combatientes sandinistas. Una de las figuras extraordinarias de la lucha de
Sandino fue Miguel Ángel Ortez, un muchacho de un gran talento, el primer
estudiante de medicina de la época, enviado por los compañeros médicos
Escolástico Lara y Arturo Vega. Ellos mandaban medicinas y a la vez
mandaban jóvenes a integrarse a la lucha.

Manolo Cuadra, en su libro Con Sandino en la Montaña, en un bello poema,


dice: “Se orinaban de miedo los gringos, con sólo oír el nombre de Miguel
Ángel Ortez”.

Miguel Ángel Ortez


Murió en Palacagüina peleando mano a mano
Bajó desde las nubes más de algún aeroplano
Y tuvo en la cruzada homéricos arranques
Usaba desde niño pantalones de hombre
Y aún hecho ya polvo al recordar su nombre
Se meaban de pánico los yanquis.

Mónica: Sandino usaba la táctica de la guerra de guerrillas, con el amplio


respaldo del campesinado o sea, no era foquismo, no eran grupos
guerrilleros aislados del pueblo, sino que contaban con base campesina. No
daban un frente claro, usaban la emboscada, el factor sorpresa, el dominio
del terreno, mientras que los yanquis estaban en un territorio que no
conocían, y además librando una lucha injusta. Tal vez es importante
resaltar que Sandino también combinó la lucha militar con la lucha política,
y que eso favoreció su victoria.

Armando: El llamamiento de Sandino a los países de América Latina, fue a


propósito de los grandes sucesos nacionales e internacionales. En
Nicaragua es conocida la correspondencia de Sandino con Bertha Munguía,
del grupo solidario del Movimiento Obrero, en León. El 27 de octubre de
1927, le dice a Munguía en una carta, que hace suyo su planteamiento de
que la redención de los obreros y artesanos de Nicaragua es su principio

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básico.

Cuando se realiza el Congreso Sindical Latinoamericano, en México, en


1929, él estaba ahí, y los dirigentes lo invitan a ir al año siguiente a
Montevideo, pero su compromiso era, después de México venir a Nicaragua,
a consolidar la lucha.

Entonces hizo su mensaje “A los obreros de la ciudad y del campo”, y lo


envía el 26 de febrero del año 1930 al Congreso Sindical Latinoamericano,
realizado en Montevideo, en el que dice: “Ante la estampida de renegados y
traidores, por el carácter que toma la lucha, solo los obreros y los
campesinos irán hasta el fin”. Expresaba conciencia de que se debía apoyar
también la lucha de los trabajadores. En 1932, en la víspera de las
elecciones para Presidente en las que Moncada le cedería el mando a
Sacasa, Sandino le pide al dirigente y fundador del PTN, Manuel Vivas
Garay, que “prepare la huelga electoral, para contrarrestar los efectos
negativos de la lucha electoral entre las masas”.

Mónica: Sandino mantiene relación con los grupos políticos que actúan en
la ciudad bajo formas organizativas sindicales o comités de solidaridad, él
no sólo anda volando balas, sino que está con el frente internacional, con el
frente interno, con la lucha política. Vamos a permitir la llamada de un
oyente. Adelante.

Oyente: Habla Edda López, tengo 70 años y estoy muy emocionada,


porque mi abuela Raquel Quezada, mi tía Leonor y mi tío Santiago Dietrich,
estuvieron luchando en El Chipote con el General Sandino, pero nunca oí
que los mentaran, mucho menos a Santiago, que siendo un chavalo de 14
años, ya estaba en el mineral con Sandino.

El propio General Sandino llegó y le dijo a mi abuela: –Raquel, monós


porque te van a matar. Él comía en una fonda que ella tenía en Ocotal.
Entonces él se la llevó y anduvieron hasta cuando la traición que le
hicieron. Ellos cogieron para Honduras. Pero nunca mentaron a mi abuela,
ni a mi tía, ni a mi tío Santiago, quien falleció en Honduras después de la
muerte de Sandino. Hasta una carta traía para mi abuela el General
Sandino y él le dijo: –Si algo pasa, que tengo un mal presentimiento,
ustedes salen para Honduras. Cuando mientan a este señor que fue grande,
a Rufo Marín, recuerdo que él era íntimo con mi tío. Jamás había oído
mentarlo y tenía esa angustia. Muchas gracias Comandante, si alguna vez
me encuentra, será una satisfacción para mí.

Armando: Quiero que la compañera sepa que Santiago Dietrich fue parte
de los sobrevivientes. Estuvo en Guatemala unido a Juan Gregorio
Colindres, Ramón Raudales y el Coronel Santos López. Santiago Dietrich
participó en el último esfuerzo con armas que teníamos en Guatemala,

11
cuando el doctor Juan José Arévalo era Presidente. Él consideraba que
teníamos que hacer una lucha de los trabajadores en las ciudades, y de los
sandinistas en el campo, y Dietrich estuvo de acuerdo.

El general Juan Gregorio Colindres me designó para trasladarme


clandestinamente con Dietrich desde Guatemala, por El Salvador, hasta
Honduras, donde nos despedimos en Choluteca. Él siguió para Danlí, y yo
para Managua, pero por la ruta del famoso camino real de Choluteca hasta
Chinandega, por consiguiente, Dietrich estuvo unido hasta en los últimos
tiempos en la lucha para restablecer la campaña libertadora de Sandino.

Mónica: Vamos a escuchar la llamada de otro oyente. Adelante compañero.

Oyente: Mi nombre es Chéster Flores y me gustaría escuchar sobre el


pensamiento político de Sandino, sobre la necesidad de rescatar la memoria
de lo que fue en particular su honradez.

Armando: No hay un trabajo completo del pensamiento de Sandino, está


en todos esos mensajes a los congresos internacionales, en los mensajes
que envió a las diferentes organizaciones y en los escritos de Sandino a los
jefes de la armada norteamericana, cuando le exigían que entregara las
armas.

Hay que hacer un trabajo investigativo riguroso, más completo, que no deje
por fuera obras como las que he mencionado y la correspondencia que
mantuvo con gente valiosa de América. Por eso decía que Sandino tiene
mucho que hacer por Nicaragua, y eso también es parte del compromiso de
los jóvenes historiadores de ahora.

Debo insistir en la necesidad de reedición de obras sobre Sandino como


Sandino, General de Hombres Libres, de Gregorio Selser; también la de
Emigdio Maraboto; Sandino en Nicaragua, del maestro Baldomero Cano,
publicado en 1928. Y muchas más, algunas de las cuales están en el
extranjero.

Mónica: Hablemos sobre la salida de los marines, la victoria de Sandino


cuando logra acabar con la ocupación militar directa.

Armando: Sandino creyó que la obra más importante estaba conseguida,


que era la salida de Nicaragua del ejército norteamericano y; aunque él
tenía conciencia de que había peligros muy serios, por su valentía,
comprobada en tantas batallas y en tantos actos de su vida, aceptó los
convenios porque, precisamente, consideró que su obra mayor estaba
lograda. Eso es parte de unos convenios de paz, no pactos, como el del
Espino Negro, y otros que se suelen inventar en nuestros tiempos.

12
Hay estudios fundamentales. Yo recomendaría, en primer, lugar el trabajo
titulado Sandino General de Hombres Libres, de Gregorio Selser, es el más
completo, porque parte de los orígenes de la intervención norteamericana
en Nicaragua. Hay que darle más énfasis al objetivo de Sandino, su más
grande logro, como es la derrota militar de los Estados Unidos en
Nicaragua. Mi libro, Sandino y la derrota militar, es un aporte en esta
dirección.

Es necesario insistir en la reedición de obras que señalan a Sandino como


algo más que un luchador nicaragüense, como Sandino ante el coloso, de
Emigdio Maraboto; la obra del maestro Baldomero Sanín Cano, Sandino en
Nicaragua, publicada en 1928. Hay obras básicas para conocer a Sandino
que están en el extranjero y que valdría la pena reunirlas y hacer una
biblioteca, incluyendo textos británicos, muy valiosos para quien quiera
investigar la grandeza de Sandino, la vigencia de Sandino, sobre todo en
estos tiempos.

Mónica: Debería existir una Fundación específicamente dedicada a


conseguir recursos para la investigación y la reproducción de obras sobre
Sandino y el debate de las ideas. Yo decía hace una semana en la Asamblea
Sandinista que aquí, a veces, parece que el sandinismo ha abrazado la idea
de Fukuyama del fin de la historia o el fin de las ideologías. A mí me parece
que la universidad debería dedicar un espacio específico a la investigación
y publicación de las ideas Sandino y de su pensamiento crítico.

Vamos a cerrar con don Armando, un gran estudioso de Sandino, pero


quiero decirles a nuestros oyentes que nuestro propósito, con este tipo de
programas, es darle contenido a nuestra lucha y acción de hoy. Cuando
gritamos “Sandino vive, la lucha sigue”, es porque el sueño de Sandino aún
no se realiza.

El imperialismo existe bajo otras formas, pero existe también bajo la forma
de intervención militar, como lo vemos en Kosovo, o a través del
mantenimiento de las bases militares, como la de Manta en Ecuador. No
dudamos que si la Revolución democrática de Venezuela se profundiza,
también los veremos actuar ahí, como siguen haciéndolo contra Cuba,
cercándola por medio del bloqueo económico.

El imperialismo existe también bajo la forma del neoliberalismo. El


neoliberalismo es el imperialismo del capital, principalmente del capital
financiero. Y mientras exista imperialismo, el anti-imperialismo sigue
vigente. Sigue vigente la necesidad de construir un proyecto alternativo, un
proyecto popular. Hay que luchar contra esa explotación que es el sistema
capitalista. Sandino luchó contra ese sistema y propuso una alternativa.

Es vigente también la ética de Sandino y su moral de luchar para los

13
demás, y no para sí mismo. Nuestro programa no es inductivista, es para
llamar a la reflexión; es decir, analicemos lo que está pasando hoy a la luz
del ejemplo de Sandino, y nos vamos a dar cuenta que no todo lo estamos
haciendo bien, en particular, los altos dirigentes sandinistas.

Armando: La vida de Sandino, la acción nacional liberadora de Sandino, el


pensamiento de Sandino, el desprendimiento de Sandino, no querer poseer
algo que no fuera legítimo para la lucha, como lo hizo Sandino, todo eso
sirve como ejemplo para la juventud de hoy, para la gente que quiera ir al
próximo siglo o al próximo milenio con una verdadera riqueza espiritual.

5 de junio de 1999

NOTAS

14
1 Partido fundado en 1931.

2 Se dice que fue la más grande movilización conseguida hasta hoy en un Primero de mayo,
pues movilizó a cuarenta mil obreros de todo el país.

©Armando Amador hijo: En realidad, mi papá conoce al Che en 1953, en Guatemala, como
refiere en el relato contenido en el libro "El exilio y las banderas de Nicaragua" (

3 El 25 de octubre de 1925, Emiliano Chamorro da un golpe militar, “El Lomazo”, a la recién


elegida fórmula presidencial resultante de una coalición conocida como “Transacción”, en la
que el liberal Juan Bautista Sacasa fue el Vicepresidente

Emiliano entrega el gobierno a Adolfo Díaz, pero Sacasa reclama el poder usando la
Constitución, por eso se auto llaman Constitucionalistas, y se proclama Presidente
Constitucional de Nicaragua el 2 de diciembre de 1926, en Puerto Cabezas. Estados Unidos
reconoce a Adolfo Díaz.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
I

Del General Sandino al Coronel Santos López


Santos López: entre Sandino y el FSLN

Armando Amador y Rosi López Huelva

Rosi López Huelva nace en el barrio Bóer, Managua, el 6 de abril


de 1933, hija de un maestro y una ama de casa. Estudió pintura,
dibujo y escultura, y fue la primera mujer egresada de la Escuela
de Bellas Artes de Nicaragua, cuando era dirigida por el maestro
Rodrigo Peñalba. Perteneció a un grupo literario que reunía a
Peñalba, Carlos Martínez Rivas, Pablo Antonio Cuadra, Ernesto
Cardenal y al héroe Rigoberto López Pérez. Desde este ambiente
cultural, comienza a interesarse por la realidad social de los
nicaragüenses.
Durante el ajusticiamiento de Somoza (1956), ayuda a salir del
país a algunos compañeros involucrados en la acción. En julio de
1959, Rosi López participa en la toma de la Catedral de Managua
y es parte del movimiento de mujeres llamado Las Enlutadas.
Obligada a salir al exilio, viaja en octubre de ese año a Cuba.
Desde entonces se incorpora al Frente de Liberación Nacional
(FLN), el que posteriormente se convertiría en el Frente
Sandinista de Liberación Nacional.
Ella es fundadora del FSLN, aunque la historia oficial de esta
organización no lo reconozca. Rosi López trabajó de cerca con el
Comandante Carlos Fonseca y con José Benito Escobar y otros
dirigentes sandinistas. Durante toda la década de los sesenta, se
hizo cargo de la oficina del FSLN en La Habana. En 1963,
después del movimiento guerrillero de Raití-Bocay, alojó y
atendió hasta sus últimos días al Coronel Santos López.
En 1968, mientras realizaba un viaje de trabajo con Humberto
Ortega, Rosi López fue detenida en Panamá, donde la torturaron
salvajemente, la violaron y mantuvieron en total aislamiento. Fue
deportada a Nicaragua donde guardó prisión por 7 meses. Salió
hacia Cuba en donde permaneció hasta el triunfo de la
Revolución Popular Sandinista en 1979. A partir de entonces,
dirigió el Departamento de Artes Plásticas del Ministerio de
Cultura; luego, creó el Taller de Cerámica José Benito Escobar, en
la Alcaldía de Managua. Hoy en día está dedicada a la
producción artística en su taller y realiza trabajo voluntario
enseñando artesanía y pinturas a niñas y niños quemados.

El Coronel Santos López nació el 20 de febrero de 1914. Combatió al lado

1
del General Sandino, desde la edad de doce años. Escapó herido del ataque
de la Guardia Nacional a la casa de don Sofonías Salvatierra, donde se
encontraba con Sócrates Sandino, mientras la Guardia capturaba y luego
asesinaba a Sandino. Santos López siguió luchando. Fue fundador del FLN y
luego del FSLN, y se convirtió en el más experimentado Jefe militar de la
guerrilla del Patuca (Raití-Bocay). Murió en Cuba, víctima de cáncer, el 10
de febrero de 1965.

Este diálogo es sobre todo acerca del Coronel Santos López, de quien muy
poco se ha escrito. Combatió al lado del General Sandino, y posteriormente
se unió a los jóvenes guerrilleros sandinistas de la nueva generación
representada por Carlos Fonseca Amador. Está enterrado en el Parque
Central de Managua, junto al Mausoleo de Carlos Fonseca, pero en su
tumba ni siquiera está la fecha de su muerte. Este hombre tantas veces
heroico ha sido olvidado, al punto que la mayoría de los jóvenes no lo
conocen.

En esta ocasión, entrevistaremos al historiador don Armando Amador, líder


sindical, luchador de mil batallas y estudioso incansable de la gesta
revolucionaria del General Sandino; y a Rosi López Huelva, escultora, de
larga trayectoria de lucha en el Frente Sandinista.

Mónica: Rosi, ¿qué impresión te dio el Coronel Santos López cuando lo


conociste? ¿Sabías que él había combatido con Sandino?

Rosi: Dicen que recordar es volver a vivir, y realmente recordar a un


hombre como el Coronel me hace sentir muy bien, porque creo que
recordándolo, los nicaragüenses aprendemos un poco más de nuestra
historia.

El Coronel Santos López fue uno de los compañeros sandinistas que más me
impresionó, que más me ayudó y más marcó el transcurso de mi vida. Lo
digo porque, si bien yo salí al exilio con inquietudes revolucionarias, a
medida que pasó el tiempo fui aprendiendo muchas cosas que nos hacen
tomar determinaciones que marcan para toda la vida.

Siempre me interesó la historia de mi país, y para mí, Sandino es algo muy


grande, fue el hombre que nos dio dignidad y principios, y precisamente por
esto, todo lo que estaba alrededor de Sandino para mí tenía una
importancia vital. Tuve el privilegio de trabajar para la Revolución de mi
país y conocer a muchos personajes históricos, muchos héroes, muchos
mártires que forman parte de este ejército de hombres y mujeres que
aspirábamos a un mundo justo para nuestro pueblo. El Coronel Santos
López fue el eslabón de Sandino con el Frente Sandinista, de Sandino con

2
todas las siguientes generaciones que le seguimos.

Así que, cuando me dicen que en México el Coronel Santos López puso
como condición para trasladarse a La Habana, que tenía que ir a la casa de
la Rosi López Huelva, que él no conocía más que de oídas, a mí me parecía
mentira que me estuvieran pasando ese mensaje, que el Coronel quería ir a
mi casa.

Mónica: Eso fue después de Raití, cuando logra salir hacia Honduras y
luego pasa a México. ¿Él había estado antes en Cuba?

Rosi: No, él no había estado nunca en Cuba 1. Recuerdo que primero hablé
por teléfono con el profesor Edelberto Torres, quien había llamado a mi casa
para preguntarme si estaba dispuesta a recibir al Coronel; y le dije que si él
estaba ahí, que me lo pusiera al teléfono. Entonces, cuando oí su voz, sólo
le dije: –Coronel, estoy a su disposición, mi casa es su casa; me sentiré muy
feliz, muy honrada, de que usted venga a convivir con nosotros. Fue una
conversación muy corta. Luego, a los días, tuvimos al Coronel en La
Habana, en “territorio libre de América”, como él me dijo cuando me vio.

Mónica: Vamos a pedirle a don Armando, quien es un estudioso acucioso


de la vida de Sandino, que también nos hable del Coronel. ¿Cómo se
involucra con Sandino el Coronel Santos López?

Armando: Para hablar del Coronel Santos López, hay que partir de la
constitución moral de Sandino, de su conducta patriótica. Sandino regresa
en 1926 a Nicaragua, va a León y de ahí, a la Mina San Albino, donde forma
una columna con gente extraordinaria: los hermanos Coronado Maradiaga,
Ramón Raudales, Rufo Marín –el héroe que después caería en Ocotal frente
a los cuarteles de ocupación militar norteamericana–, Santiago Dietrich –
olvidado–, Heriberto Reyes, Juan Gregorio Colindres, Ismael Peralta,
Tranquilino Jarquín, Pedro Cabrera, de León, Porfirio Sánchez y las hermanas
Teresa, Amalia y Alicia Villatoro, salvadoreñas extraordinarias en la lucha
anti-imperialista de Sandino, particularmente Teresa, quien fue una
enfermera y organizadora de la infraestructura de El Chipote, es decir, el
Cuartel General de Sandino.

Al lado de ellos estaba gente que vino de Honduras y de El Salvador, como


José León Díaz –uno de los hombres más valientes, más curtidos en la
pelea–, Sinforoso González, Lorenzo Blandón, León Amador, Alejandro y
Elías Pérez, Zacarías López, Doroteo González, Coronado y otros más. Éstos
fueron organizados en la Mina de San Albino, eran mineros, aunque
originalmente fueron agricultores y ganaderos; o como el propio General
Juan Gregorio Colindres, quien tenía un origen de clase más alto, sin
embargo, fue uno de los convencidos por la prédica de Sandino de hacer la
lucha armada contra la ocupación norteamericana y el gobierno

3
conservador de Adolfo Díaz. Algunos de estos hombres que trabajaban en la
mina San Albino, forman esa extraordinaria vanguardia auténtica, no
engañada ni traicionada.

Ocurrió en el año de 1926, cuando la columna guerrillera de Sandino


avanza de San Albino hacia El Jícaro. Un niño de doce años, quien ayudaba
a su mamá en su venta ambulante de pueblo en pueblo, se da cuenta que
estos hombres están destazando una res. El niño se acerca asombrado, le
dan un enorme pedazo de carne, sale en carrera a dárselo a su madre, y le
dice: Mamá, esa gente es muy buena, mire lo que me han dado, yo me voy
con ellos. Ahí, a mediados de julio de 1926, se inicia ese gigante de la
tenacidad, del heroísmo, de la sencillez. Ese niño llegaría a ser el Coronel
Santos López.

La primera responsabilidad asignada al niño fue integrar el Coro de


Ángeles, que inventó Sandino. Eran niños –como contaba el propio Santos
López– de doce, trece y catorce años, quienes metían un alboroto grande
en los combates y, con sus voces, daban la impresión al enemigo de que
estaban combatiendo con un ejército mucho mayor que el que era
realmente.

Santos López pasó después a un destacamento llamado Los Palmazones,


del cual hay un material extraordinario muy poco usado en nuestra
bibliografía sobre Sandino en Nicaragua. Me refiero a las entrevistas de
Sandino hablando de los niños del Coro de Ángeles y de Los Palmazones.
Estos últimos eran adolescentes de quince o más años de edad. En los
combates tenían la misión de lanzarse a las trincheras del enemigo a
quitarles armas, correajes y hasta cigarrillos.

Sandino los denomina Palmazones en homenaje a unos muchachos


llamados Palmazón, de origen campesino, asesinados por militares
norteamericanos. Hay un libro famoso de Gustavo Alemán Bolaños 2, un
periodista nicaragüense olvidado, que ahora mismo estaría atacando estos
pactos infames que se están cocinando o se han cocinado ya. En su libro
Sandino el Libertador, Alemán Bolaños habla de Los Palmazones. También
se refiere a ellos el venezolano Gustavo Machado, quien vino a Nicaragua
con un famoso mensaje a Sandino de los intelectuales de Europa, entre
ellos, Henri Barbusse. Gustavo, quien había sido educado en Francia,
tradujo el texto del francés al español.

El encuentro de Santos López a sus doce años con el núcleo guerrillero de


Sandino en 1926, inicia una larga jornada combativa en la geografía del
norte de Nicaragua, primero como Coro de Ángeles, luego como parte de
Los Palmazones, y después, como combatiente y Jefe de los adultos, hasta
la derrota histórica de los yanquis, en 1933, en que salen expulsados de
Nicaragua. Santos López se hizo hombre en la lucha anti-imperialista, un

4
hombre sencillo, sin pretensiones de ninguna clase, transparente, puro
como nuestros humildes campesinos de Nicaragua. Nació en Yalagüina.

Aunque los yanquis son expulsados, empiezan las maniobras políticas del
gobierno de los Estados Unidos, que mandó a Managua al embajador Arthur
Bliss Lane, a ver cómo hacían asesinar a Sandino. Este es el principio del fin
de la vida revolucionaria de Sandino, quien en su trágico viaje final a la
capital, es acompañado por el Coronel Santos López.

Mónica: ¿Cómo otorgó Sandino el grado de Coronel a Santos López?

Armando: Santos López se ganó ese grado en los grandes combates. Fue
poco a poco, imagínate, desde el Coro de Ángeles. Sandino se lo otorgó
oficialmente, así como a sus generales, que empezaron siendo obreros en la
Mina de San Albino, como Juan Gregorio Colindres y Rufo Marín; y Juan
Pablo Umanzor, quien era de origen hondureño.

También se incorporaron a la guerrilla de Sandino otras gentes


extraordinarias como Francisco Estrada y el General Jirón Ruano, de
Guatemala, quien era un militar académico.

Muchos otros hombres vinieron al lado de Sandino, como Carlos Aponte


Hernández, de Venezuela, a quien Sandino hizo Coronel de un solo
trancazo, porque bajó un avión; lo supo apuntar y lo liquidó. Entonces le dio
el grado en ese mismo momento. Carlos Aponte se acercó al avión que
estaba comenzando a quemarse, para sacar a un gringo y quitarle la
bandera de los Estados Unidos, la cual Sandino mandó con Gustavo
Machado a México, y que luego exhibió Diego Rivera en el Segundo
Congreso Mundial Anti-imperialista de Frankfurt.

Estamos hablando de estas cosas para que se aprecie la magnitud de la


lucha de Sandino y su relación con un niño que empezó a luchar a los doce
años. Cuando vino a Managua, Santos López fue alojado con Sócrates
Sandino en la casa de Sofonías Salvatierra, en la Calle 15 de septiembre,
cerca de El Calvario.

Mónica: Don Armando, ¿cómo logra sobrevivir el Coronel Santos López,


cuando Sandino viene a Managua?

Armando: Como decía, ellos estaban alojados en la casa de don Sofonías


Salvatierra, en la Calle 15 de septiembre, cerca de El Calvario. Cuando
deciden asesinar a Sandino, también asignan un par de criminales a una
patrulla de la Guardia, con ametralladoras todos, para asaltar esa casa y
liquidar a Sócrates y al Coronel Santos López. Los dos criminales de la
Guardia de Somoza García eran el famoso Policarpo Gutiérrez “El Coto” y el
teniente Federico Davidson Blanco, muchos años después ajusticiado por

5
una escuadra del Frente Sandinista en Matagalpa3.

Abelardo Cuadra, el oficial de la Guardia Nacional que estuvo en el grupo de


los que conspiraron contra el General Sandino y escucharon la versión de
Somoza García sobre la exigencia del embajador de los Estados Unidos de
liquidar a Sandino, cuenta este episodio en una entrevista que dio a la
famosa revista Bohemia, de Cuba, en 1947.

En el año 1944, tuve la oportunidad de conocer a Abelardo por invitación de


su hermano, Manolo Cuadra, quien estaba unido a nosotros. En ese año
tuve que salir al exilio por primera vez, por actividades anti-somocistas con
Manolo. Esto me permitió conocerlo, y él me contó muchas cosas que estoy
diciendo. En el libro Hombre del Caribe, están muchas de estas cosas.

Mónica: ¿Pero cómo logra salir vivo Santos López de la casa de don
Sofonías Salvatierra?

Armando: Yo le pedí al Coronel Santos López la explicación de cómo lo


había logrado. Me dijo: Yo dormía con las botas puestas. Cuando llega el
asalto de Davidson Blanco y Policarpo Gutiérrez, con la ametralladora en la
mano, Santos López se abrió paso por la parte de atrás de la casa de
Sofonías Salvatierra. Ahí mueren un yerno de éste, de apellido Murillo, y
Sócrates Sandino. Santos López sale herido de una pierna, pero así caminó
toda la noche y la madrugada, hasta pasar la frontera de Honduras, y llegar
después, de paso en paso, a Choluteca. Pero no olviden que Santos López
había tenido entrenamiento desde los doce años en la montaña. Era 1934,
apenas tenía diecinueve o veinte años; por eso, en esa foto donde aparece
al lado de Sandino, se ve muchacho todavía.

La primera impresión que yo recibo del Coronel Santos López es en el año


1945, en Honduras, cuando lo conocí. Salí expulsado de Nicaragua con
otros compañeros. Él estaba al frente de una fábrica de jabón de los
hermanos Toribio y Perfecto Tijerino, conservadores de origen, muy
conocidos, que devinieron en amigos y partidarios de Sandino y de los
sandinistas.

Estos hermanos Tijerino tenían una hacienda en Choluteca, unas


propiedades en Tegucigalpa y, en los alrededores de esta ciudad, una
fábrica de jabón, donde le habían dado trabajo al Coronel. También laboraba
ahí un maestro en las luchas sociales, Ramón Rostrán Bengoechea 4, que
había sido del Obrerismo Organizado y que tuvo diferencias con Sofonías
Salvatierra por todas esas cosas de maniobras y de pactos de la época de
éste. Santos López y Ramón Rostrán estaban unidos por razones de trabajo
y de simpatías básicas.

Mónica: Rosi, seguramente el Coronel Santos López te contó muchas

6
cosas, porque con tanto tiempo que estuvo en tu casa, me imagino que se
daban unas platicadas buenísimas…

Rosi: Sí, a él le interesó mucho que se guardaran todos los escritos. Él


estuvo averiguando porque, como decía el profesor, en Honduras se recoge
mucho de la historia de Sandino, y ahí hay muchos escritos que los
hondureños poseen pero que nosotros desconocemos. Entonces el Coronel
me contó, y lo hacía con mucha emoción, la forma como se había escapado.
Me dijo que salió por la chimenea de esa casa 5.

Él dice que cuando salió de ahí, estuvo escondido tres días en unas cuevas
en Managua, sin comida, sin agua y sin ningún alimento, y que vio pasar a
la Guardia buscándolo. Él quería salir, pero no podía porque venía una y
otra patrulla, y hasta los tres días dejaron de pasar. Después, es realidad lo
que el profesor dice, se fue a Honduras.

El Coronel Santos López hacía mucho énfasis en algo que ahora lo vemos
muy natural, ¡pero te imaginas, Mónica!, una persona que sale herida de
esa casa, que está tres días escondido, va por veredas, que no tiene
alimento. ¿Por qué el Coronel logra sobrevivir?, por todo el entrenamiento
que tuvo desde los doce años. Yo quería hacer hincapié en esto, porque
esto mismo es lo que salva en la Guerrilla de Raití al Coronel y a varios
compañeros. El entrenamiento que él tenía les ayudó a salvarse. Ese mismo
entrenamiento es lo que ayuda a muchos militantes del Frente Sandinista, a
ser verdaderos guerrilleros, hasta lograr hacer una Revolución, que para
muchos era una utopía. El Coronel Santos López fue uno de los forjadores.

Mónica: Claro. En estas cosas, el entrenamiento obviamente es


determinante, pero no es lo único. Lo fundamental era su convicción y
deseo, el olfato que tenía para orientarse, porque realmente lo que se
relata de él en Raití era que tenía una capacidad de orientación muy
grande, en los terrenos más adversos. Pero también me parece que estar
con Sandino desde los doce años le imprime una convicción y una fuerza
que lo hacen superar las condiciones más adversas.

Volviendo sobre la vida de Santos López, ¿ustedes saben datos de su vida


personal, si se casó, si tuvo hijos? Es importante que los jóvenes vean a
estos héroes como personas de carne y hueso.

Armando: A propósito del Coronel Santos López, hay un hecho bárbaro que
ocurre durante la ocupación militar norteamericana. La compañera del
Coronel Santos López, con la cual tuvo una niña, se llamaba Manuela
García. Manuela García venía con su niña en un área donde se encontraba
el temible sanguinario norteamericano, teniente William Lee. A éste le
dijeron que ella era la mujer de Santos López. Entonces Lee agarró a la
niña, la pateó, la tiró al aire y la partió con la bayoneta que tenía calada en

7
su arma de guerra. La mujer se volvió loca.

El asesinato atroz de esta niña, creo que lo convirtió en un hombre taciturno,


como lo conocí yo en Honduras en el año 1945. A veces se quedaba un largo
rato en silencio. Yo no quise tocar el tema porque conocía los hechos
sangrientos que se habían cometido, por la lectura del libro Sandino el
Libertador, de Gustavo Alemán Bolaños. También aparecen estos hechos en
algunas entrevistas que le hicieron a Sandino en México. Y lo dice el Coronel
Santos López en sus memorias no concluidas. En parte de ese material, el
Coronel Santos López explica admirablemente cómo se organizaban los
destacamentos guerrilleros, cómo se llegó a la lucha en El Chipote, cómo se
emboscaba, etcétera.

Mónica: ¿Que hace Santos López después que sale a Honduras y llega a la
hacienda de Don Toribio y Perfecto Tijerino?

Armando: Él siguió unido con Ramón Raudales, Juan Gregorio Colindres,


Santiago Dietrich y Heriberto Reyes. El 25 de diciembre del año 1947, en
Guatemala, fui invitado a desayunar por Edelberto Torres en nombre del
profesor Juan José Arévalo. Mi sorpresa es que veo al Coronel Santos López.
Desde luego, él me reconoce y nos damos un gran abrazo. Ahí estaba
Ramón Raudales, a quien había conocido en Choluteca, en la hacienda de
Toribio y Perfecto Tijerino.

Como dije, trabajaba con Hortensia Tijerino en una librería, hasta que las
autoridades de Tegucigalpa nos mandaron presos a San Salvador y de aquí
a Guatemala. En San Salvador nos habíamos encontrado con unos oradores
fogosos que no eran de los nuestros, sino estudiantes universitarios
exiliados también. Participaban de un mitin de estudiantes salvadoreños en
contra del gobierno de ese país, y dieron un discurso tan candente, que no
había pasado una hora, cuando los agarraron y los botaron a Guatemala.

Entre los exiliados conmigo estaban Manuel Pérez Estrada, quien había sido
compañero de Edelberto Torres en el Ministerio de Instrucción Pública –así
se llamaba en el año 1938-, y Juan Lorío un dirigente sindical fallecido hace
muchos años. De esa generación yo era el más joven y el único que está
todavía contando historias de esto.

Fuimos de tumbo en tumbo y llegamos a ciudad Guatemala nada menos


que el 19 de octubre de 1945, en víspera del primer aniversario de la
Revolución Guatemalteca. Cuando estamos saliendo a los corredores del
Palacio de la Guardia Civil, estaba el Secretario de la Dirección General de
la Policía, Daniel Vanegas, un luchador anti-ubiquista, quien estuvo en
Nicaragua cómo profesor de la Escuela Normal y del Instituto Ramírez
Goyena.

Daniel Vanegas dice: – ¡Caramba!, qué bien que han llegado a Guatemala

8
en la víspera del Aniversario de la Revolución. Y le digo: –Mire, maestro,
nosotros no venimos por celebrar la Revolución, que claro, hay que
celebrarla, venimos presos. ¿Cómo dice? Estamos presos, nos echaron de
Tegucigalpa para San Salvador y luego nos tiraron para acá.

No puede ser, dijo Daniel Vanegas. Un oficial de la Guardia Civil de


Guatemala que estaba ahí, le dice: –Sí, profesor, yo tengo que decirle que
ellos vienen detenidos y hay una orden que quizás la ejecuten, que es
expulsarlos a México. ¿Cómo?, reacciona Daniel; esta noche voy al Palacio,
oficialmente estoy invitado, voy a hablar con el doctor Juan José Arévalo y
Edelberto Torres. Él se dio cuenta que éramos amigos de Edelberto Torres,
del cual era un inseparable amigo.

Nosotros dormimos esa noche en una de esas cárceles coloniales, en lo que


se llama el Palacio de la Guardia Civil en Guatemala, en la Sexta Avenida,
en unos calabozos horrendos. Era octubre, hacía mucho frío. Edelberto
Torres se apareció como a las 7:30 de la mañana con una orden de
sacarnos. Estaba acompañado de otros exiliados y, para nuestra grata
sorpresa, nos pusieron en libertad.

Mónica: ¿Ahí es que vuelve a encontrarse con el Coronel Santos López?

Armando: Lo volví a ver en 1947 en Guatemala. Se va a encontrar en una


alianza de armas que patrocinó el doctor Juan José Arévalo, siendo
Presidente de Guatemala. De varios esfuerzos dominicanos contra el
dictador Trujillo, quedaron muchas armas en Cuba y se las trajeron a
Guatemala, simulando que eran flores las que estaban transportando. En un
avión trajo las armas un piloto que fue Ministro de Educación en la época de
Grau, y se llamaba Aureliano Sánchez Arango; había estado en la guerra
civil española del lado de la República. Las armas para los nicaragüenses
fueron depositadas en manos de Arévalo.

Yo regresaba de un congreso de la Confederación de Trabajadores de


América Latina, en Colombia. Regresé en diciembre a Nicaragua y no me
dejaron bajar en el aeropuerto. El bandido que estaba de jefe, era un militar
de apellido Noguera, que después se hizo esbirro de Somoza Debayle. Mi
vida aquí llega hasta Somoza García. Salí definitivamente al exilio en 1949
con Edelberto Torres, escapando de Managua.

Mónica: Nos llamó un oyente para saber si el Coronel Santos López se


integró al FSLN. Rosi, vos has explicado claramente que el eslabón vital
entre el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN) y
el Frente Sandinista, es el Coronel Santos López. Contanos esa parte de la
vida del Coronel, y después, de las reflexiones que hacía en la etapa final, y
de qué se enfermó.

9
Rosi: Mirá, Mónica, vos bien dijiste que yo manejé la única oficina que tuvo
el Frente Sandinista en el extranjero, en Cuba, en La Habana. La manejé
durante ocho años; por lo tanto, trabajé directamente bajo las órdenes del
compañero Carlos Fonseca. Además, tenía contactos con todos los
miembros de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de ese entonces, y
tuve el privilegio de conocer, no sólo a esos compañeros, sino también a
muchos hermanos que hoy no están con nosotros porque entregaron lo más
bello, lo más lindo que tenemos todos, que es nuestra vida. Dieron sus
vidas por una causa que consideraron justa, que es justa y seguirá siendo
justa. Por lo tanto, tengo conocimiento de algunas cosas de la historia del
Frente Sandinista, desde antes que fuera FSLN; de cuando nos fundamos
como FLN y de FLN nos convertimos en FSLN.

Hay muchos compañeros que están con el Frente Sandinista desde antes de
su fundación, por tanto, somos fundadores del Frente Sandinista, y estamos
aquí presentes todavía. Yo estaré con el Frente Sandinista hasta que me
llegue la hora de partir. Y si hubiera una reencarnación, volveré a ser Frente
Sandinista.

Aquí tenés a alguien que conoce la historia del Frente Sandinista desde sus
raíces y conozco sus interioridades. El compañero Santos López está con el
Frente Sandinista desde que era FLN y después pasa a ser FSLN, y muere
siendo miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista.

El Coronel Santos López entrenó a la primera guerrilla del Frente Sandinista;


por eso es que decimos que él fue el eslabón de Sandino con el FSLN,
porque el Coronel participa en la primera guerrilla del Frente, o sea, que el
Coronel para nosotros es algo lindo, maravilloso.
El Coronel Santos López, siendo de origen campesino y sin haber ido a
ninguna universidad, era de una inteligencia tan grande que te sorprendía.
Yo había terminado la Escuela de Bellas Artes, tenía conocimientos, cierta
cultura; sin embargo, de nuestro país conocía muy poco. Y fue a través del
Coronel que aprendí a conocer a mi país, a amarlo más. Aprendí que la
inteligencia no se compra, es innata, viene con la persona y eso él lo tenía.
Era una persona muy vital, con una fuerza muy grande y un carisma
increíble. Aparte de eso, tenía un don de mando que te llegaba a lo más
profundo.

Cuando recibo al Coronel Santos López en mi casa, fue algo muy grande. Lo
veía no como a un hombre, sino como algo más, como los católicos que
veneran a sus santos, con ese misticismo que teníamos en el Frente.
Recuerdo que lo veía con fervor, con mucho amor y misticismo, porque el
Coronel se ganaba ese respeto. Cuando él te decía algo, te daba una orden,
había que cumplirla, aunque él estuviera en mi casa. Él me decía, hay que
hacer esto, y yo lo hacía. Por ejemplo, tenía que trabajar para mantenerme,

10
pero al mismo tiempo era militante y tenía que laborar para el Frente.

Mónica: En sus memorias6 él no señala cuándo nació, pero dice:

Provengo de una familia campesina, mi madre era originaria de


Yalagüina, pueblo perteneciente a Las Segovias. Mi padre,
segoviano también, no ayudó a mi madre a sostener nuestro
humilde hogar, el cual se componía de cinco hijos; tres varones y
dos mujeres. Yo era gemelo con una hembra. Como ya he
explicado antes, mi padre se desobligó completamente de
nosotros, por lo que mi madre tenía que trabajar para buscarnos
el sustento. Vendía chicha de maíz y huevos. Como esto no era
suficiente, nos mandó a nosotros a trabajar a las fincas vecinas
desde la temprana edad de 8 años. Nuestro salario era de veinte
centavos de córdoba al día, siendo maltratados corporalmente
por los finqueros.

Después, Santos López cuenta cómo conoció a Sandino y aquí hay un matiz
diferente, cuando relata la forma como se incorpora a la Columna
Segoviana. Dice:

Les pedí un trozo de carne, les pregunté si admitían cipotes, pues


me fijé que entre ellos había algunos de mi edad, contaba
entonces con 12 años. Fui admitido en la tropa, pasando desde
ese mismo momento a formar parte de ella. Todo esto fue a
escondidas de mi madre.

El resto de sus memorias se refieren exclusivamente a combates en que él


participó con Sandino. Dice además que él nunca aprendió a leer y escribir.
Cuenta que le preguntaban cómo era posible que, siendo analfabeta,
tuviera ese nivel de desarrollo y de conciencia. Y él contestó: “La austeridad
de nuestras vidas llenas de escasez y el martirologio de los campesinos,
nos daba más conciencia de la importancia de nuestras vidas”. Eso le dio
una gran fuerza a su liderazgo en el interior del ejército de Sandino y
después en el Frente Sandinista.

Como vos explicabas, Rosi, él estuvo en la guerrilla de Río Coco y Bocay,


fue uno de los Jefes, y fue la columna de él la que sobrevivió debido a sus
conocimientos, a su olfato guerrillero y a su tenacidad para salir y sacar
vivos a todos sus compañeros.

Entonces, ¿qué pasó cuando él llegó a Cuba? ¿Por qué llegó a Cuba?
¿Estaba enfermo?

Rosi: Él llega a Cuba, no porque estuviera o se sintiera enfermo, sino


porque, desde hacía mucho tiempo quería conocer la cuna de la Revolución

11
latinoamericana, a Fidel Castro y a otros líderes, y quería pasear por las
calles de La Habana.

Mirá cómo era: Cuando llegó a mi casa en La Habana, por la tarde, el


Coronel tenía una libreta y un lápiz; me los pasó y empezó a dictarme
órdenes sobre las cosas que él tenía que hacer en el tiempo que estaría en
La Habana, y los deberes que yo debía cumplir durante su estadía. Cuando
terminó de hablar, habíamos escrito varias hojas en la libreta, y me di
cuenta que él realmente traía un plan, que inmediatamente me lo estaba
entregando, para que se cumpliera.

Mónica: ¿Te acordás cuáles eran los principales elementos de ese plan?

Rosi: Sí, por ejemplo, me dijo que quería conocer a Fidel y a otros líderes,
conocer algunos lugares de Cuba, y que yo tenía que encargarme porque
en el tiempo en que él llega, la Revolución Cubana no había reconocido al
movimiento sandinista, y había que darle una manutención al Coronel y
ocuparse de otras cosas que él estaba planteando. Incluso, preguntaba por
algunos nicaragüenses que no eran militantes del Frente, que pensaba
podrían estar en Cuba, y quería que yo se lo averiguara para entrevistarse
con ellos.

Mónica: ¿Conoció a Fidel y al Che?

Rosi: Sí, el Coronel Santos López tuvo la oportunidad de conocer al


compañero Fidel, sobre todo al compañero Guevara, del que era un
ferviente admirador. Y te voy a decir una cosa, que hay algo que siempre ha
estado en una nebulosa y era el problema de su nacimiento, que no quiero
dejarlo pasar, porque es importante: ¿Cómo sacamos la fecha de su
nacimiento? No porque existiera un acta de nacimiento, sino que el Coronel
empezó a sacar fechas: Yo estuve en tal lugar y era tal año. Entonces el
Coronel nace en septiembre, y él decía que no estaba seguro si era 18, 19 ó
20, pero una vez dijo, “creo que fue el día 20, que me dijo mi mamá que yo
nací”. O sea, nace el 20 de septiembre de 1914, y muere el 10 de febrero
de 1965, con 51 años de edad.

Mónica: Muere muy joven. ¿Y de qué murió?

Rosi: Él no llegó enfermo. Él muere de un cáncer en los pulmones que


empezó a manifestarse en noviembre de una forma increíblemente rápida.
Un día, el Coronel amaneció un poco ronco, como si estuviese resfriado,
entonces le pregunto: –Coronel, ¿se siente mal? Entonces él me dice: –No,
no me siento mal, pero si no hay licor en la casa, me comprás una miel de
abeja, me conseguís limón y me dejas una botella de ron, que yo con eso
me curo y no me tenés que llevar a un médico.

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Me fui a mi trabajo y llamé a un médico amigo mío, con el que fuimos a
buscarlo por la tarde. Lo llevamos esa noche a que le hicieran unas placas,
y al día siguiente sabíamos que el Coronel tenía cáncer. Desde ese
momento no hubo ningún descuido, en absoluto, porque fui muy cuidadosa
de todo lo que estaba alrededor del Coronel, lo mismo que de su
alimentación. Él era muy meticuloso. Le gustaba todo en orden, no le
gustaba ponerse un pantalón que tuviera un quiebre, ¡era increíble! Y no
me lo vas a creer, pero era así: antes de irme a trabajar, tenía que coger
una plancha y pasarle la plancha a las camisas del coronel, porque no sabía
cuál se iba a poner o cómo iba combinar, ¡era increíble, Mónica!

Mónica: ¿Eso era una manía de él?

Rosi: Eso era una manía de él.

Oyente: Alfonso Sálomon. Te agradezco, Mónica, pero esta llamada es


obligada. Cuando sintonicé, no sabía que la Rosi estaba ahí. Tal vez te vas a
extrañar que le diga Rosi, pero es que así la tratábamos siempre. Este un
saludo, después de 40 años de no oír su voz. A mí me alegra oír a la
pequeñita Rosi, no sé si creció. La Rosi era nuestra querida amiga, y
efectivamente, estoy llamando para saludarla con todo cariño y con todo
respeto, pero también para algo que no sería justo dejar de aclarar. Cuando
ustedes hablan del eslabón Sandino y del Frente Sandinista, me parece que
se han comido una página importante: se comieron todo el año 58, y yo
creo que la guerrilla sandinista comienza con el General Raudales.

¿Por qué digo esto? Sencillamente el General Raudales era un general del
Ejército de Sandino; entonces, si él comienza a luchar, el eslabón comienza
ahí, del General Raudales hacia delante.

Eso que dice la Rosi del FSLN es una absoluta verdad, URN (Unión de
Revolucionarios Nicaragüenses), FLN y en esto quiero ser claro y concreto,
fue Carlos Fonseca el que insistió en insertar la “S”, de Sandino, FSLN. Él
insistió que no era FLN, pero eso ya es posterior. Sin embargo, creo Rosita
que me llamaste una vez que estaba en un programa con el profesor
Edelberto Torres en CMQ Televisión, no sé si vivías en Cárdenas o en
Matanzas, pero yo me acuerdo que llamaste solidarizándote con mis puntos
de vista.

Yo quisiera decir que en ese eslabón es justo mencionar los nombres de los
combatientes, no sólo de 1958, con el General Raudales, que fueron
Alejandro Martínez, Harold Martínez, Adolfo Evertz, Aldo Díaz Lacayo,
Manuel Baldizón Richardson –que vuelve a la guerrilla en 1959 con El
Chaparral–, Manuel Díaz y Sotelo, Fanor Rodríguez, Chester Simpson,
Guillermo Mejía, Harold Martínez, y Rafael Somarriba, ¿por qué no
mencionarlo? Algunos le querían negar el derecho a Somarriba porque fue

13
oficial de la Guardia Nacional, incluso fue el Jefe de la Operación Chaparral,
pero eso no tiene nada que ver, porque él fue de los que combatió cuando
el asunto del Presidente Leonardo Argüello, y se tuvo que ir al exilio a El
Salvador; después apareció en Cuba.

Quiero mencionar de manera especial, no sé si la Rosi recuerda, a un


capitán que murió en El Chaparral y Dios debe tenerlo en su seno, que era
de la Columna Ciro Redondo, del Comandante Che Guevara. Estoy hablando
del Capitán Onelio Hernández, y también de Quiqui Iglesia, que era teniente
de esa misma columna.

No podía dejar pasar la oportunidad de mencionar a esta gente, quienes


casi todos están muertos, muchos de ellos en combate, en El Chaparral, y
tampoco fueron mencionados jamás.

Mónica: Gracias, Alfonso. Es justo lo que él señala. Los combatientes de la


guerrilla de Raudales y de El Chaparral, escribieron páginas de la historia
que no se han rescatado suficientemente, y son parte de los antecedentes
del FSLN. En este programa queremos conocer un poco más de Santos
López. Rosi, ¿sabés algo de los hijos del Coronel?

Rosi: Tuve la oportunidad de conocer a dos de sus hijos y me da un poco de


nostalgia hablar de eso, porque, como te decía, cuando el Coronel se ponía
a recordar todas esas cosas... él era un poco taciturno. El Coronel caía en
esos estados cuando se ponía a recordar parte de su juventud, parte de su
vida en la lucha; había un momento en que se endurecía su rostro, y en
muchas ocasiones, me decía: –Mejor no andemos ahí.

Mónica: ¿Te decía que no continuaran hablando de eso?

Rosi: Sí, que no se continuara hablando de eso. Yo le decía: –Coronel, ¿por


qué usted me dice que yo tengo que ver como hermanos a algunos
compañeros? Por ejemplo, para él era muy importante esta relación entre
todos los militantes del Frente, o sea, compañeros que llegaban y yo sabía
que eran militantes del Frente, entonces dejaban de ser x o y persona para
convertirse en mi hermano, era un nuevo hermano que entraba a mi vida.
Sin embargo, al Coronel nunca lo vi como mi hermano, a pesar que no era
tan mayor que yo; siempre lo vi como si fuera un padre, porque estaba
acostumbrada al don de mando de mi padre, que fue un poco duro con
todos nosotros. Llegué a encontrar similitud entre la forma en que me
formó mi padre y la manera como me empezó a tratar el Coronel.

Un día me dice: –Creo que vos crees que sos hija mía, y que yo soy tu
padre, ¿verdad? Y le digo: –Coronel, pero es que a usted le falta poco para
coger un cinto y pegarme, y realmente a veces pienso que estoy ante mi
papá. Y me dice: –Pues no te equivocaste, porque para mí, es como si

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fueras una hija más. Y sabés que yo tuve veinticinco hijos, por todos los que
me recuerdo y los que me dijeron que eran mis hijos, y vos sos la número
26. Pero ahí vamos a parar. Y me gusta el veintiséis, porque se relaciona
con el 26 de julio. Quedamos en que era su hija 26, pero nunca llegué a
saber si lo decía por broma o era en serio.

Yo te digo que ese fue el trato que el Coronel tuvo con todos los
compañeros; él decía: “Todos son tus hermanos, todos somos hermanos”;
pero me hizo un énfasis muy grande sobre dos compañeros del Frente
Sandinista, que fueron lugartenientes, como él los llamaba: “Mis
lugartenientes Pomares y Chicho”.

Mónica: Germán Pomares y Narciso Zepeda.

Rosi: Los dos no están con nosotros. Además de ser mis hermanos dentro
del Frente Sandinista, fueron mis hermanos por partida doble, porque el
Coronel me los legó como mis hermanos. Él me decía, “éstos son mis hijos”,
y así los vimos hasta que desapareció Chicho y hasta la caída de Pomares.
Para mí, Chicho y Pomares fueron mis hermanos que el Coronel Santos
López me entregó.

Mónica: Cerremos este programa con Rosi, que nos cuente, ¿cómo muere
Santos López?

Rosi: Te decía que el Coronel se enferma súbitamente. En dos días supimos


lo que tenía, pero no se lo dijimos; por eso el Coronel nunca habló de lo que
tenía, pero sí te digo que, hasta el final, recibí de él esa autoridad y ese don
de mando que lo acompañó hasta su muerte.

Estuvo tres meses el Coronel en el Hospital Oncológico de La Habana. Ahí le


dieron un cuarto para él sólo, que de todos modos compartió con otros
enfermos. En el baño de ese cuarto, con un reverbero de alcohol, le
cocinaba la comida al Coronel, porque nunca comió la comida del hospital.
Fueron tres meses en los que a mi hijo, que era un niño, tuve que ingresarlo
en un círculo infantil, en calidad de interno, porque yo no podía salir del
Hospital, ya que el Coronel no permitía a ninguna enfermera, y yo era quien
tenía que estar al lado de él cuando le comenzaron a hacer las punciones,
que eran muy dolorosas.

En ese tiempo acababa de llegar un tratamiento médico de la Unión


Soviética para acelerar la muerte y evitar el dolor. A mí me llamó el doctor
Marínelo, quien era el Director del Hospital en ese momento, y me dijo: –
Mire, señora López, usted tiene que asumir una gran responsabilidad, usted
quiere mucho al Coronel. Entonces mire, hay un tratamiento que se le
puede aplicar, que le va a acelerar la muerte. Si él va a vivir seis meses,
con este tratamiento va a durar tres meses; pero si se le aplica, no va a

15
tener dolores. Yo creo que sería más viable para él, si no, su muerte va a
ser muy dolorosa, porque el cáncer se ha ramificado sobre la columna
vertebral y los dolores van a ser increíbles.

Mira, Mónica, para mí ese momento fue muy duro, muy difícil, porque había
que asumir una responsabilidad de acelerarle la muerte a alguien que
quieres tanto, para evitarle el dolor, y no había en ese momento nadie que
pudiera tomar esa responsabilidad, y yo te digo que lo pensé.

Hablé con él de cómo se sentía y sobre lo que creía de la vida. Me dijo que
la vida había sido muy dura, pero muy hermosa, y que en definitiva él sabía
que no se iba a morir, pues iba a salir de eso con las atenciones que estaba
recibiendo. Entonces me sentí peor, él me hablaba de que iba a vivir y salir
del Hospital, sabiendo yo que estaba condenado a morir, y a morir con
dolores espantosos.

Entonces tomé una determinación que en muchos momentos he llevado


sobre mis hombros y sobre mi conciencia, pero creo que fue la mejor
decisión que tomé en mi vida; porque realmente, al ser que tú amas, que tú
quieres, no deseas verlo sufrir de dolores de cáncer. Yo firmé, Mónica, para
que le pusieran el tratamiento al Coronel. Y le pusieron ese tratamiento que
le aceleró la muerte, pero le evitó el dolor.

Él estuvo tres meses en el Hospital, y los tres meses estuve con él. Creo
que cumplí con mi deber. Y esa entrega que yo hice en ese tiempo, fue
como si la estuvieran haciendo muchas mujeres del Frente que nos
habríamos turnado para cuidar al Coronel, aunque estuvo la hija del
General Sandino, Blanca, quien vivía en Cuba, y dos o tres veces llegó a
verlo al Hospital.

Mónica: ¿Él te escogió a vos Rosi?

Rosi: Sálomon decía: “la pequeña Rosi”. De estatura apenas tengo cinco
pies y pesaba 105 libras. Cuando salí del Hospital, después que murió el
Coronel, yo pesaba 85 libras y tenía una anemia profunda que ameritó
transfusiones de sangre, porque casi me acabé junto a él. Porque aquello
era terrible, tenía que sentarme de espaldas a él y él ponía sus manos en
mi espalda para que le hicieran las punciones. Fueron tres meses en ese
Hospital, en el que creo que el Coronel sintió la solidaridad, el amor, el calor
y el cariño de todas las mujeres nicaragüenses, de todas las personas que
realmente hemos luchado, que nos hemos entregado a una causa justa.

Hay una cosa muy importante: él murió con los grados de Coronel dados
por el General Sandino, por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de
Nicaragua, así como con los grados de Comandante que le dio la Revolución
Cubana. Creo que se le hizo justicia a un luchador que estuvo al lado del

16
General Sandino, y esto también dignifica a la Revolución Sandinista.

El Coronel muere un día 10. Nosotros lo velamos una noche y cuando


íbamos a salir para el entierro, llegó una comisión del Comandante Fidel
Castro buscando a la Rosi López para hablar con esta compañera y decirle
que lo disculpara, que el Comandante se encontraba de visita en
Guantánamo, y que se había enterado esa noche de que el Coronel Santos
López había muerto. Por lo tanto –me dijeron, ustedes van a disculparnos,
pero van a tener que velar un día más al Coronel, porque el entierro se va a
hacer mañana con honores de Comandante muerto en campaña. Y
estuvimos otra noche velando al Coronel.

Su entierro fue realmente apoteósico, porque caminamos desde la


Funeraria Caballero, que quedaba detrás del Hotel Habana Libre, hasta el
Cementerio de Colón. Todo el mundo iba caminando. Marcharon
delegaciones del Cuerpo Diplomático y del Ejército de Cuba. Aquello fue un
entierro como nos hubiera gustado a los seguidores de Sandino haberlo
hecho en Nicaragua. Y también para otros muchos compañeros.

Con esto te digo que le agradezco a la Revolución Cubana que haya


dignificado tanto el nombre del Coronel Santos López. Para los compañeros
cubanos, para la Revolución Cubana, también mando en este momento un
mensaje de amor, de solidaridad, de fe y de esperanza. Esta última nos
tiene que mantener a todos, y hacernos tener fe en que las causas justas
triunfarán.

27 de noviembre de 1999
NOTAS

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1 Aquí hay una confusión en la información porque el Coronel Santos López estaba en Cuba
desde poco después del triunfo de la Revolución Cubana. Germán Pomares “El Danto” departió
con él en su visita para el aniversario del asalto al Cuartel Moncada en julio de 1961.

2 Se refiere al libro Sandino el libertador.

3 Una escuadra sandinista, de la Unidad de Combate Crescencio Rosales, ajusticia al General


Federico Davidson Blanco el 20 de febrero de 1979.

4 Ramón Rostrán Bengoechea funda el Nacional Sindicalismo Nicaragüense, el 8 de mayo de


1934, movimiento que surge del Obrerismo Organizado de Nicaragua que había sido fundado
por Sofonías Salvatierra el 15 de marzo de 1923. (Carlos Pérez Bermúdez y Onofre Guevara: El
Movimiento Obrero en Nicaragua: pp. 69).

5 En su libro testimonial Voy a dar un pormenor, Bayardo Altamirano relata la huida del General
Santos López. Blanca Segovia Sandino también cuenta el escape de Santos López, con la
versión de que se subió por una chimenea. Ambos coinciden en que se escapó por el tejado.

6 En el año 1981, la Secretaría Nacional de Propaganda y Educación Política del FSLN publicó
las Memorias del Coronel Santos López. El prólogo lo hizo el Comandante Víctor Tirado López.
Estas memorias inconclusas fueron tomadas de una cinta magnetofónica que grabó el Coronel
en La Habana.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
I

Del General Sandino al Coronel Santos López


El Canto Vertical de los que ajusticiaron a Somoza

Edwin Castro Rivera

El hombre es superior a la palabra,


recojamos el polvo de sus pensamientos
ya que no podemos recoger el de sus
huesos y abrámonos caminos hasta el
campo sagrado de sus tumbas para doblar
ante ellos la rodilla y perdonar en su
nombre a los que los olvidan o no han
tenido el valor para imitarlos.

José Martí

Edwin Castro Rivera nace el 5 de enero de 1957 en León. Se


gradúa de ingeniero civil en Fundacao, Universidad Federal de
Río Grande del Sur, Brasil. Después del triunfo revolucionario de
1979 retorna a Nicaragua e ingresa al Frente Sandinista de
Liberación Nacional. En el gobierno revolucionario ocupa el cargo
de Gerente General del Instituto Nicaragüense de la Pesca
(INPESCA); y luego dirige las empresas estatales Pesqueros
Industriales Centroamericanos, S.A. (PICSA) y PESCASA, en
Bluefields. En el año 1990 trabaja en la Empresa Metal Mecánica,
S.A. (EMENSA), en Managua. En 1996 es electo diputado del
FSLN, cargo que ocupa a la fecha.

Después del asesinato del General de Hombres Libres en1934, comienza en


Nicaragua una etapa de descenso revolucionario, caracterizada por la
dispersión y desarticulación de las fuerzas progresistas, las cuales carecen
de una dirección política revolucionaria. Hay algunos brotes armados, sin
resultados significativos y sin vinculación de unos con otros. Este es un
período de pactos y de componendas entre conservadores y liberales,
donde la represión se institucionaliza, no sólo contra los opositores, sino
contra toda organización autónoma.

Los Estados Unidos consolidan su dominación en el país a través de


Anastasio Somoza García, se fortalece el sistema capitalista con el
monocultivo del algodón y el modelo agro exportador basado en la
concentración de la tierra y el despojo de la misma al campesinado.

En 1954, cuando Somoza García decide reelegirse en la Presidencia de la

1
República, algunos patriotas nicaragüenses coinciden en que había que
acabar con el tirano. El 21 de septiembre de 1956, Rigoberto López Pérez
ajusticia a Anastasio Somoza García. Hubo un plan de ajusticiamiento del
tirano, es decir, no fue una acción espontánea, o, peor aún, revanchista o
criminal, como después dijeron amigos del régimen. El comando que
organiza la acción contaba con un pequeño grupo de apoyo. Rigoberto
López Pérez, en su heroico empeño, fue acompañado por Edwin Castro
Rodríguez, Cornelio Silva y Ausberto Narváez. El resultado de la operación,
por sus consecuencias, se conoce como “El principio del fin de la dictadura
somocista”.

Aunque se conocen pocos detalles del operativo, fue una acción heroica y
de justicia, que perseguía abrir un nuevo período en la lucha contra la
dictadura. José Benito Escobar, en su obra Rigoberto López Pérez: el
principio del fin, afirma que el grupo conspirador exploró varias
posibilidades para realizar su plan, analizando tanto el comportamiento
habitual del enemigo, como el programa de actividades oficiales de
Somoza, para escoger el lugar y el día más indicado para ejecutarlo.

Los conspiradores supieron que el 21 de septiembre de 1956, Somoza


García realizaría una gira de campaña por occidente, promoviendo su
candidatura, y que por la noche asistiría a una fiesta en la Casa del Obrero,
en León. Decidieron que ése era el momento para la acción, y cada quien
repasó con cuidado el papel que tenía asignado.

Rigoberto López Pérez entró a la fiesta vestido de etiqueta azul y blanco, y


esperó con absoluta naturalidad la hora acordada para realizar su misión.
Pero el tirano estaba cansado, y, entre las diez y las once de la noche,
anunció que se retiraría antes de lo previsto, acabando así con cualquier
posibilidad de llevar a cabo la acción tal como estaba planificada, obligando
a Rigoberto a tomar una decisión heroica, con plena consciencia de que
aquello significaba que no tendría apoyo de retaguardia y tampoco habría
posibilidad de una retirada. Y esa noche acabó con el tirano, pero él fue
brutalmente acribillado a balazos por los guardias que custodiaban a
Somoza.

Rigoberto López Pérez, un humilde trabajador que en León aprendió


tipografía, el oficio de sastre y a tocar el violín, que se graduó de
taquimecanógrafo y que escribió en los diarios El Cronista, El Excélsior y El
Centroamericano, llegó a la conclusión de que había que acabar con el
tirano, porque consideraba que eso sería un símbolo del repudio a la
dictadura de la gran mayoría de los nicaragüenses, y una forma de
despertar a las fuerzas progresistas y revolucionarias, del largo letargo en
que estaban sumergidas.

El ajusticiamiento de Somoza García desató una cruenta represión y

2
muchos fueron encarcelados y horriblemente torturados. Entre los
capturados estaban Edwin Castro Rodríguez, Ausberto Narváez y Cornelio
Silva. Fueron sometidos a salvajes tormentos, realizados incluso por el
propio Anastasio Somoza Debayle. Los mantuvieron en prisión casi cuatro
años y finalmente los acribillaron a balazos en el año 1960. El régimen
informó que fueron muertos cuando trataban de escapar de prisión, en lo
que se conoce popularmente como Ley Fuga.

El hijo de Edwin Castro Rodríguez, Edwin Castro Rivera, quien nació cuando su
padre estaba en la cárcel, ha investigado y hurgado entre los pocos
documentos que escaparon a la furia represiva del régimen, para reconstruir
parte de esta historia. He aquí su testimonio.

Mónica: Edwin, ¿cómo se involucró tu padre con Rigoberto López?

Edwin: Cuando estaba pequeño, en el colegio se nos presentaba la acción


de Rigoberto López Pérez como un acto suicida, personal y voluntarista. Yo
me he dedicado a investigar, a estudiar y a recuperar los manuscritos que
mi padre escribió en la cárcel, que son un testimonio y una herencia política
que él dejó para Nicaragua. Muchos documentos, incluida correspondencia
de mi padre con Rigoberto, se perdieron en medio de la represión del
somocismo.

Realmente este pasaje de la historia inicia en 1954, cuando el fundador de


la dictadura somocista, Anastasio Somoza García, manifiesta su intención
de reelegirse y comienza su campaña política. Ante esta situación, se forma
en la Universidad de León un comité anti-reelección que encabezan Aquiles
Centeno Pérez, Tomás Borge Martínez y Edwin Castro Rodríguez.

En aquellos tiempos los movimientos armados se gestaban en Honduras,


Costa Rica o El Salvador, porque en aquel momento la dictadura no
asesinaba a los líderes más connotados, ya que temía que ello animara
levantamientos populares, lo que hacía era exiliarlos, pero desde afuera,
éstos seguían conspirando contra el régimen. Entre 1955 e inicios de 1956,
mi padre, que para entonces tenía 24 años y estudiaba Derecho en León,
hace varios viajes a El Salvador a visitar a mi abuelo, exiliado en ese país
desde 1948. En uno de estos viajes conoció a Rigoberto López Pérez. Juntos
analizan la situación y concluyen que al cerrarse las posibilidades de evitar
la reelección de Somoza, hay que ajusticiarlo.

Mónica: ¿Fue una acción planificada?

Edwin: Mi padre lo deja bien claro en su libro y su correspondencia, que la


acción fue planificada. En una carta del 10 de julio de 1958, dirigida a mi tía
Anita Gil, quien le visitaba a diario en la cárcel, escribe:

3
“No pienses que el temor a ser asesinados ha sido la causa de
nuestros proyectos, de los míos, nacidos de una larga y fría
meditación. No, Anita, desde el momento en el cual acepté en El
Salvador hacerme cargo de la coordinación y dirección del
movimiento, sabía que mi vida no valía un cinco, después que he
estado a las puertas de la muerte y que hoy cuelga la espada de
la muerte sobre mi cabeza, sé que aún vale menos”.

Esto deja claro que la acción de ajusticiamiento de Somoza García fue


organizada, no fue un acto voluntarista ni anárquico. Los expertos podrán
criticar que fue una acción pobre en cuanto a estrategia militar, lo cual es
cierto, precisamente porque Rigoberto y mi papá eran dos jóvenes de 24 y
25 años, más poetas que militares. Pero tomaron todo con mucha seriedad
y se prepararon durante tres meses en León, principalmente en tiro al
blanco, y a diario hacían ejercicios físicos.

Cornelio Silva, quien era un exiliado conservador, se les unió en El Salvador,


juntándose así el exilio liberal con el conservador. Cornelio acuerda con
Rigoberto y mi papa, que deben culminar el trabajo. Ausberto Narváez
formaría parte del grupo en León.

Mónica: Muchos consideran esta acción como un parte aguas, el inicio de


un proceso de ascenso revolucionario. ¿Estás de acuerdo en ello?

Edwin: Sí. Fue la primera acción coordinada. Después, de 1956 a 1960, hay
más de sesenta y cinco movimientos armados en Nicaragua.

Otra cosa que se desprende del libro que mi padre escribió en la cárcel, y
que José Benito Escobar también sostiene, es que ellos estaban
completamente conscientes de lo que estaban haciendo. El prólogo que mi
papa pide para su libro original, es un escrito de Juan Montalvo que se llama
El fin del tirano, una justificación a la humanidad de ajusticiar al dictador.

Un párrafo de Juan Montalvo dice:

“No he sabido que hasta ahora hubiesen caído sino las


bendiciones del mundo sobre los matadores de Calígula,
Caracalla, Eliogábalo, y serían malditos quienes los maldijesen.
¿Con que es tan digna de respeto la existencia de los que viven
privando de ella a los que la gozan otorgada por el Creador, y la
llevan adelante girando honestamente en la órbita de sus leyes y
de las humanas? No se le debe matar porque es hombre, y su
vida la tiene del Altísimo: ¿son otra cosa los que él mata y viven
por obra de un ser diferente? ¡El verse revestido de un poder
humano y usurpado trastrueca el orden de las cosas naturales y

4
modifica en favor de los perversos las leyes eternas que obran
sobre todos! El que hace degollar por mano de verdugo, o manda
a un grupo de soldados fusilar uno o muchos inocentes, sin
procedimiento bueno ni malo, porque esto conviene a su
ambición o su venganza, ¿será menos asesino que el que mata
de persona a persona? Solamente la cuchilla de la ley en mano
de la justicia puede quitar la vida sin cometer crimen. La tiranía
es un hecho, hecho horrible que no confiere derechos de ninguna
clase al que la ejerce, porque en el abuso no hay cosa legítima.
Los tiranos, los verdaderos tiranos, se ponen fuera de la ley,
dejan de ser hombres, puesto que renuncian los fueros de la
humanidad, y convertidos en bestias bravas, pueden ser presa de
cualquier bienhechor denodado”.

Mónica: Hay informaciones que dicen que Rigoberto ya había intentado


ajusticiar a Somoza en dos ocasiones anteriores. Se dice que había viajado
a Panamá, en ocasión de una reunión entre Somoza y el Presidente de los
Estados Unidos. Se dice también que había intentado ajusticiarlo en la
Convención del Partido Liberal efectuada en el Teatro González, en León. Es
decir, ya se habían dado otras situaciones en las que el grupo había
previsto realizar una acción contra el tirano. Esto está recopilado en un
texto de Melania Vega, titulado Conozcamos a nuestros héroes y mártires
de la lucha anti-imperialista.

Edwin: Cuando hay objetivos, vas explorando momentos y posibilidades.


Eso fue lo que hubo, más que intentos de acción. Hasta donde yo he
logrado investigar, se suponía que habría una respuesta en Managua de la
oficialidad joven de la Guardia Nacional. Es más, en la noche del 21 de
septiembre, algunos oficiales estaban al corriente de la situación, pero no lo
creyeron; lo mismo ocurrió con algunos amigos de mi papa. Tomás Borge
reconoce en La paciente impaciencia, que mi papá le contó y él no le creyó.

Mónica: Parece que le contaron a algunas personas de confianza.

Edwin: No sólo les contaron, sino que había un grupo de gente que conocía
de la acción porque se esperaba un levantamiento ante la muerte de
Somoza. Se buscaba dar con esto un golpe y evitar que sucediera lo que
ocurrió al fin de cuentas: que los hijos asumieran el gobierno y se
prolongara la tiranía.

Mónica: Esto es importante porque, históricamente, deja claro que la


acción no consistía simplemente en matar al tirano, sino en deshacer la
tiranía.

Edwin: Exacto. Era afectar a la tiranía. Lo que pasa es que había falta de

5
credibilidad. La tiranía era tan fuerte que no creían que cuatro chavalos
pudieran dar al traste con ella; y aquéllos todavía confiaban en que las
cúpulas iban a reaccionar, y al final se acobardaron.

Mónica: Y además, todavía no había un verdadero movimiento popular que


acompañara la acción. El grupo pensaba –como ocurrió realmente– que
aquella acción permitiría el aceleramiento del movimiento popular. La
acción en sí, ¿en qué consistía?

Edwin: Somoza venía de una serie de actividades de proselitismo político


en Occidente que culminarían ese fin de semana con una fiesta en el Club
de Obreros, en León. Ahí iba a recibir el respaldo de la fuerte dirigencia
obrera leonesa. Con él venía toda una caravana. La acción estaba prevista
para una hora determinada, creo que las diez u once de la noche. ¿Qué
sucede? Esto es lo que he sacado con mayor claridad: que Somoza, ante el
cansancio por todo el trajín de las actividades del día, manifiesta que se
retira. Entonces Rigoberto tiene dos posibilidades: aborta la acción o sigue
adelante sin posibilidad de salir vivo. El gran heroísmo de Rigoberto es
tomar la decisión de cumplir la misión, sabiendo que no contará con
ninguna retaguardia ni con un plan de fuga.

Mónica: ¿Cómo Rigoberto consigue acceso a la fiesta?

Edwin: Rigoberto entró a la fiesta con una invitación que le consiguió mi


padre. Acordate que mi padre, a pesar de ser opositor, era de familia de
clase media alta y con fuerza política, porque mi abuelo fue Alcalde y Jefe
militar de León. Alguna vez se mencionó que Rigoberto entró a la fiesta
como mesero, pero no fue así, Rigoberto entró como invitado.

Se anunció entonces que el dictador se iría al finalizar un último baile.


Cuando Somoza paró de bailar, Rigoberto accionó la pistola, y el último tiro
–que fue el más dañino– lo hizo cuando iba cayendo, agonizando, tras ser
acribillado por los escoltas del tirano.

Mónica: José Benito Escobar describe el ajusticiamiento de Somoza de la


siguiente manera:

“El anuncio que hace el tirano de retirarse, no está de acuerdo


con el tiempo y la hora que Rigoberto y el grupo de apoyo han
establecido. Si el tirano se va, la acción se echa a perder. Esto es
lo que obliga a Rigoberto a adelantar el ajusticiamiento.

Según versiones, el tirano sólo espera que se termine de bailar


una pieza para despedirse. Cuando esto sucede, Rigoberto se
dirige hacia la mesa donde está el tirano presidiendo la fiesta, y
cuando está a un poco más de dos metros, extrae de entre sus

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ropas el revólver, y comienza a dispararle.

En la posición de pie y avanzando apoyándose en la otra mano, le


hace los primeros disparos, haciéndole impactos en el brazo y el
pecho. Después cambia, y de la posición de tendido, le hace los
últimos disparos, éstos le perforan la ingle”.

Comentario de la autora: En su obra La Saga de los Somoza, Agustín


Torres Lazo, el Fiscal que llevó el caso, afirma que casi al momento que
Rigoberto hacía su último disparo, un cabo de apellido Lindo le descerrajó
un culatazo salvaje entre la nuca y la quijada, y que acto seguido, repuestos
de la sorpresa, los agentes de seguridad descargaron hasta cincuenta y
cuatro tiros de todo tipo de armas contra el cadáver, al que luego llevaron
arrastrado a la calle, tiraron en un jeep, trasladaron al Comando de León, y
de ahí a Managua, donde se perdió para siempre el rastro del cuerpo 1.

Edwin: A Rigoberto lo masacran porque ésa era la forma de actuar de la


tiranía. En 1960, cuatro años después de la acción de Rigoberto, a
Ausberto, Edwin y Cornelio, los matan con más de cincuenta balas a cada
uno. Los cuerpos estaban totalmente pasconeados.

Mónica: ¿Qué pasa con los otros compañeros luego de la acción? Se sabe
que tu padre, Cornelio y Ausberto, caen presos, al igual que una gran
cantidad de conocidos opositores. Cayó preso Tomás Borge, Carlos Fonseca,
y todos aquéllos que eran revoltosos.

Edwin: No sólo los revoltosos, también todos los que se relacionaban con
ellos. El fenómeno de 1958 a 1961 fue muy interesante. Si bien es cierto
que se dio una serie de acciones armadas, todas, excepto una, fueron
gestadas en el extranjero. Sin embargo, la represión de los herederos de la
dictadura fue tan violenta, que echaron preso a todo el mundo y mandaron
a un montón de gente al exilio. Crearon el famoso exilio de Corn Island,
porque en ese momento era casi una odisea ir o regresar de esta isla. La
represión fue tan grande, que mi papá, Ausberto y Cornelio, se sintieron
abandonados, porque no había un movimiento en el interior del país.

Mónica: ¿A ellos los capturan casi inmediatamente o pasan unos días?


¿Cómo los descubren?

Edwin: A Ausberto lo capturan al día siguiente, a Cornelio pocos días


después, a mi papá lo capturan el 12 de octubre. Mi papá logra romper el
cerco de León, gracias al apoyo de personas del pueblo que lo escondieron,
entre ellos la famosa Garroba, bien conocida en León. Ella vendía caramelos
y frutas en la esquina de la casa de mi papa.

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La Garroba se lo lleva y lo esconde en Sutiava, y luego fuera de León, en la
Isla de Juan Venado, frente al balneario Las Peñitas. Hasta ahí lo llega a
traer la Guardia por la traición de un soplón. Lo trasladan a León, donde
comienza el juicio, y en enero de 1957 lo condenan a diez años de cárcel,
igual que a Cornelio, Ausberto y a Calderón, quien les preparaba las balas.

Mónica: ¿Por qué José Benito no hace mención alguna de Calderón?

Edwin: Porque Calderón era bastante mayor que ellos y no estaba


directamente en la acción, sino en la retaguardia de todo el proceso de
preparación.

Mónica: El hijo del tirano, Anastasio Somoza Debayle, quedó enfurecido, y


dicen que las peores torturas se empezaron a aplicar precisamente a partir
de esa fecha. Hay bastantes relatos sobre eso, por ejemplo, en su libro La
Paciente Impaciencia, Tomás Borge cuenta que a él lo carearon con tu papá,
y dice que observó que le habían arrancado las uñas. En las investigaciones
que has hecho, ¿qué encontraste sobre eso?

Edwin: En realidad, era totalmente inhumano. Una de las torturas consistía


en encerrar al prisionero en el famoso sótano de la cárcel de la Presidencia,
donde, en vez de una pared, había una reja de hierro, y al otro lado estaban
una pantera y un tigre. Ahí te mantenían durante una semana, tiempo
durante el cual no podías dormir por los rugidos de las fieras y, cuando te
dormías, te echaban agua helada. También estaba el famoso cuarto de
costura de la Presidencia, que era toda una exigencia de tortura.

Una de las torturas “más finas” que le hicieron a mi padre, fue arrancarle
las uñas con alicate. Una vez que le estaban naciendo, le metían pega entre
la uña y la carne, le amarraban las manos y le pegaban fuego. Ya no
hablemos de los golpes que le provocaban sangrado interno. Dicen, y he
leído en algunos recortes periodísticos, que cuando se le hizo autopsia a
Cornelio, presentaba castración de data reciente de manera no quirúrgica;
eso significa que fue a punta de golpes y con métodos de represión. ¡¿Te
podés imaginar lo doloroso que debió ser?!

En noviembre de 1958, cuando tenía casi tres años de estar preso, mi padre
le escribió un poema a su sobrina Laura Mercedes. En la última parte dice:
Yo no puedo verte con mis ojos de carne, ¿cómo habría de verte si me los
han cerrado?

Somoza Debayle fue aún más cruel: en algunas ocasiones ejecutaba


personalmente las torturas, como a Adolfo Báez Bone. En 1954, cuando
estaba casi agonizando, Báez Bone escupió sangre sobre Somoza, y le dijo:
“Mi sangre te perseguirá por el resto de tu vida”. Esto fue antes que le
cortaran la lengua.

8
Mónica: Mientras los demás prisioneros fueron liberados, Edwin, Ausberto
y Cornelio fueron mantenidos prisioneros casi cuatro años. ¿Cuándo los
asesinaron?

Edwin: Los matan el 18 de mayo del año 1960. Para quienes les gustan los
números, es un día interesante: es el día de la muerte de Martí y el día del
nacimiento de Sandino. Los mataron en la madrugada y fueron masacrados.
Mi padre tenía 56 perforaciones de bala, Ausberto otras tantas, Cornelio
igual. Les aplicaron la famosa Ley Fuga.

Mónica: ¿En qué circunstancias se da el asesinato? ¿Qué hechos


confluyen?

Edwin: En 1959 triunfa la Revolución en Cuba y, para que ésta no sirviera


de ejemplo al resto de países latinoamericanos, el gobierno de John
Fitzgerald Kennedy, en Estados Unidos, impulsa un proceso de apertura y
presiona a las dictaduras para que liberen a los presos políticos y den
espacios democráticos. A finales de 1960, las cárceles de Nicaragua
quedaron prácticamente vacías. Para Anastasio Somoza Debayle, liberar a
Edwin, Cornelio y Ausberto era inaceptable, él personalmente dirigió el
asesinato de los tres patriotas.

Mónica: El pretexto para el asesinato fue decir que habían intentado


fugarse. Otro ardid para no dejar salir a los prisioneros cuando cumplían su
condena, era el llamado pisa y corre: aparentaban que te habían liberado y
que te habían vuelto a capturar en flagrante delito. En realidad, nunca te
habían soltado.

Tu padre te escribió uno de los más bellos poemas revolucionarios, Mañana,


hijo mío, todo será distinto. ¿Crees que todo es ahora distinto, como lo soñó
tu padre? ¿Se han cumplido sus presagios?

Edwin: Quiero que él conteste, leyéndoles un poema que, precisamente,


escribió cuando se sintió abandonado, olvidado por el pueblo, por el
movimiento.

Se llama Canto Vertical y dice:

Joven, desde mi juventud te escribo mi canto vertical


Compañero que olvidando mi nombre
has negado al hermano
Abre tu voz para gritar al mundo el nombre de la Patria
Proclama en las esquinas la palabra
que ha de lavar la sangre

9
en los cuerpos de tus muertos
Junta las manos no implorando
con los puños cerrados
para quebrar vitrinas
y romper las amarras de la idea
Si me has negado a mí,
no niegues más el nombre de la Patria
Escucha compañero
mi canto vertical
que escribo para ti desde la cárcel.

(19 de noviembre, 1958)

Edwin: Mi padre escribió esto después de casi cuatro años de cárcel,


torturas y con la convicción de que su muerte era inminente. Y dice:

El mañana es siempre un círculo cerrado a los ojos de los hombres


Dios ha querido reservarse su silencioso secreto
Sin embargo, poeta al fin, he tratado de romperle y encontrar sus caminos
presentidos
Entre los versos de “MAÑANA” se agitan mis esperanzas,
Tendida la mirada hacia el destino que anhelo para mí Patria,
para mis hijos, y el que reclama mi propia juventud. Verdad es que a veces,
queda la esperanza estrangulada entre las manos de la tristeza;
Verdad es que a veces tímida, vaga la palabra sin atreverse a gritar, a plena
voz, ¡espero! pero el corazón me avisa: “cree en Dios y en los hombres, y
espera”; y yo,
creo en Dios y en los pueblos, y al creer: ¡espero!

Mónica: ¿Vas a leer el que te hizo a vos?

Edwin: Veré si puedo, es de las cosas que más difícil me resulta hacer.
Dice:

“Mañana, hijo mío, todo será distinto


Se marchará la angustia por la puerta del fondo
que han de cerrar, por siempre, las manos de hombres nuevos.
Reirá el campesino sobre la tierra suya, (pequeña pero suya),
Florecida en los besos de su trabajo alegre.
No serán prostitutas las hijas del obrero,
ni las del campesino
pan y vestido habrá de su trabajo honrado

10
¡se acabarán las lágrimas del hogar proletario!
tú reirás contento, con la risa que lleven
las vías asfaltadas, las aguas de los ríos,
los caminos rurales…
Mañana, hijo mío, todo será distinto:
sin látigos, ni cárcel, ni bala de fusil que repriman la idea.
Caminarás por las calles de todas las ciudades,
en tus manos, las manos de tus hijos,
como yo no lo puedo hacer contigo.
No encerrará la cárcel tus años juveniles
como encierra los míos:
ni morirás en el exilio, temblorosos los ojos,
anhelando el paisaje de la patria,
como murió mi padre.
¡Mañana, hijo mío, todo será distinto!

17 de abril de 1999

Notas

11
1 Torres Lazo, Agustín: La Saga de los Somoza.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


De Raudales a la fundación del Frente

Bayardo Altamirano

Bayardo Altamirano López nació en Estelí en el año 1938. Es hijo


de Ramón Altamirano y Susana López. Se bachillera en el
Instituto Nacional Ramírez Goyena, donde conoce en 1955 al
Comandante Carlos Fonseca, con quien entabla amistad y
comparte ideales políticos. Organiza los primeros círculos
marxistas en la norteña ciudad de Estelí junto al doctor
Alejandro Dávila Bolaños. En 1956 viaja a México a estudiar
Ingeniería Civil, y con otros exiliados organiza círculos de
estudio en varios estados mexicanos. Mantiene una constante
relación entre los círculos y las distintas iniciativas e incursiones
guerrilleras de la época.
Es parte de los fundadores del Frente Unitario Nicaragüense
(FUN), del Frente Revolucionario Sandino (FRS) y del Frente de
Liberación Nacional (FLN). Participa en las acciones guerrilleras
de estas organizaciones, incluyendo la guerrilla del Patuca, al
lado del Coronel Santos López. Viaja varias veces a Cuba, donde
participa en acciones de defensa de la Revolución Cubana.
Durante años estuvo en México realizando tareas de
organización de la solidaridad internacional.
Durante la Revolución Sandinista fue Vice Rector de la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, luego trabaja en
el Instituto de Telecomunicaciones y Correos (TELCOR), después
fue Embajador en Checoslovaquia y posteriormente Vice Rector
de la Universidad de Ingeniería. Actualmente es profesor de
distintas universidades y actúa en organizaciones críticas a la
actual conducción del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Los generales, coroneles, capitanes y soldados de Sandino que


sobrevivieron a las matanzas de la Guardia Nacional en Wiwilí y otros
lugares de Las Segovias y el norte del país, mantuvieron viva la llama de la
dignidad y la lucha hasta su muerte. Algunos de ellos eran ancianos que
siempre fueron combativos. Por eso los encontramos en distintos esfuerzos
guerrilleros que se organizaron contra la tiranía.

Las nuevas generaciones rebeldes hacen contacto con estos robles


sandinistas exiliados que se mueven en Honduras, Guatemala, México,
Costa Rica y Venezuela. Después del ajusticiamiento de Somoza García,
prolifera la represión, pero también los intentos armados que, bajo distintas

1
modalidades y condiciones, terminan constituyéndose en los antecedentes
de lo que llegaría a ser el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Por sus correrías y acciones en diferentes grupos precedentes, Bayardo


Altamirano se ubica nítidamente dentro del grupo de precursores y
fundadores del FSLN. Su modestia y humildad no le dejaron desmentir a
Tomás Borge, quien después del triunfo de1979 dejó establecido de que él
era el único sobreviviente de los fundadores del FSLN.

En esta conversación, Bayardo nos da detalles de las circunstancias que


vivían en esos años, que permiten entender que la fundación del FSLN no
fue en una reunión, ni se dio en un día, sino en un largo proceso en el que
los Generales Juan Gregorio Colindres, Simeón González y Ramón Raudales,
los Coroneles sandinistas Heriberto Reyes, Asunción Pulido y Santos López,
y el Capitán Santiago Dietrich, se constituyen en arterias por donde circuló
la sangre vivificante en experiencias y en convicción para la continuidad de
la gran gesta de Sandino.

Mónica: Tuve la dicha de entrar en contacto estrecho con tu familia cuando


llegué a Estelí a vivir a la casa de Rosario, tu hermana, en el mismo lugar
donde siempre estuvo el taller El Zapatón, de don Ramón Altamirano, tu
padre, quien era reconocido como un inclaudicable luchador anti-somocista
y que combatió en el Frente Revolucionario Sandino en los años 1959-1960,
y que hasta su muerte mantuvo vínculos con los sandinistas y les dio cobijo
en su casa.

Entiendo que vos estuviste en círculos estudiantiles en varias ciudades


mexicanas como Toluca, Puebla y Guadalajara, y que apoyaste la campaña
guerrillera del General Raudales. Contanos sobre eso.

Bayardo: Cuando nosotros llegamos a México, en 1956, los estudiantes no


estaban organizados, se dedicaban a estudiar, y comenzamos a promover
la enseñanza que nos había dado Carlos Fonseca: tratar de que hubiera un
movimiento estudiantil organizado de los nicaragüenses, aunque
estuviéramos en México. En varias ciudades mexicanas se formaron
distintos círculos de entre quince y veinte compañeros nicaragüenses,
muchos de los cuales vinieron después a combatir, entre otros, Edén
Pastora, quien estaba en Guadalajara.

Mónica: Entiendo que después se constituyó en México un círculo


patriótico más amplio en donde estaban Armando Amador, Edelberto Torres
y la doctora Conchita Palacios, pionera de las luchas feministas.

Bayardo: Fíjate que ella rompió un tabú, porque aquí la mujer no estudiaba
en la Universidad. Estudió Medicina, enfrentándose a las críticas de la
sociedad de entonces, porque decían que era una mujer marimacha. Fue

2
una precursora de la lucha por los derechos de las mujeres.

Efectivamente con ellos se constituyó un grupo más amplio de exiliados de


distintas tendencias ideológicas. Participaron además; Humberto Jerez, José
Félix Córdoba Boniche, Carlos José Rodríguez y el doctor Ramón Romero,
cuyo hijo del mismo nombre se incorporó después a la campaña de
Raudales. También tomamos contacto con Virgilio Godoy, Lisandro Chávez,
Róger Estrada y el doctor Clarence Silva.

Dentro de las actividades de los exiliados era importante la celebración del


aniversario de Sandino el 21 de febrero. Estudiamos la historia de Sandino y
la teoría revolucionaria. Empezamos a entrenarnos militarmente, porque
estábamos convencidos de que había que derrocar al tirano con las armas.
Cuando llegó la noticia del ajusticiamiento de Somoza, tuvimos largas
discusiones porque algunos no compartían esa forma de lucha. Lo más
importante es que en ese proceso, todos fuimos consolidando la convicción
de que teníamos que luchar más decididamente.

Mónica: ¿Cómo se vinculan los exiliados de estos grupos de estudio con la


campaña de Ramón Raudales?

Bayardo: Algunos que estaban en México vinieron directamente a


incorporarse a Honduras; otros no fuimos aceptados porque la guerrilla
requería hombres fogueados en la montaña, de características campesinas.
El General Raudales más bien me ordenó regresar a México, ampliar la
cantidad de candidatos a combatientes y prepararlos físicamente. Aceptó a
algunos de los compañeros, por ejemplo, a Manuel Baldizón, quien tenía
muy buenas condiciones físicas; a Virgilio Godoy, quien en esa época fue
Secretario del General Raudales. Otros quedamos haciendo campaña de
divulgación y de recolección de fondos.
Ramón Raudales cae combatiendo heroicamente, de pie, volando balas, el
18 de octubre de 1958, en Yaulí. Sus recomendaciones de prepararme se
convirtieron para mí en una obligación moral directa con él.

Mónica: Con Ramón Raudales participa el Coronel sandinista Heriberto


Reyes, el ex militar de la Guardia Nacional, Julio Alonso Leclaire, Harold
Martínez. El hijo del doctor Ramón Romero, de igual nombre, también
participó en la guerrilla de Raudales y, según tengo entendido, fue
capturado y nunca apareció.

Bayardo: Este joven Romero tenía gran vocación militar y le encantaba


leer las hazañas del Mariscal Rommel. Hablaba en términos militares y se
esforzaba para que nosotros aprendiéramos sobre eso.

Mónica: También participaste en la creación de un movimiento unificador


de distintos grupos que se llamó Frente Unitario Nicaragüense (FUN). Carlos

3
Fonseca menciona como parte de los antecedentes del Frente Sandinista, al
FUN. ¿Cuál era la esencia de ese movimiento?

Bayardo: Para entonces había una serie de grupos de guerrilleros


organizados que actuaban dispersos. Estaban, por ejemplo, Manuel Díaz y
Sotelo; y Julio Alonso Leclaire. Por otro lado, en distintos países había
comités de solidaridad. Armando Amador ya había salido de México y
estaba en Venezuela. Entonces, se trató de integrar una serie de
movimientos organizados y de estructurar un solo mando militar que debía
coordinar todas las acciones, y que todo el apoyo fuera encauzado. Por eso
fue que se creó el FUN. Posterior a la muerte del General Raudales,
Humberto Jerez fue delegado por el Frente Revolucionario Sandino (FRS),
mientras nosotros preparábamos condiciones en la zona fronteriza.

Mónica: En unas declaraciones que dio Carlos Fonseca en 1964, explica


que el FUN tenía como finalidad “organizar la solidaridad de los exiliados
anti somocistas nicaragüenses dispersos en los diferentes países de
América Latina”. También explica que “una delegación del FUN participó en
el primer congreso de Juventudes Latinoamericanas que se celebró en La
Habana en julio de 1960. Los delegados fueron: Julio César Mayorga
Portocarrero y Rodolfo Romero Gómez”. (Fonseca, Carlos: 1985: pp. 263).

Oyente: Soy Rafael Casanova y aprovechando que se encuentra Bayardo,


quisiera rendirle tributo a su papá, que se llamaba Ramón Altamirano. El
Taller El Zapatón fue centro de reuniones, refugio y también de
conspiración.

Entiendo que Bayardo participa en la guerrilla de El Chaparral. Que nos


cuente un poco de eso. También quería insistir en que ese proceso que da
como resultado al Frente Sandinista de Liberación Nacional, también pasa
por un cúmulo de movimientos sociales, en especial en el área sindical.

Necesitamos avanzar en la construcción de una historia científica que no


excluya, por ejemplo, al movimiento sindical, que algunas veces es puesto
como que fue espontáneo y hasta se le sataniza, simplemente porque lo
dirigían los socialistas, que fue el rival del FSLN en la izquierda durante toda
la década de los años 70. Tan importante fue la lucha armada, como la del
dirigente sindical que desarrolló un papel orientador, que llevó el
conocimiento y permitió que ciertos sectores se sumaran después a la lucha
armada del Frente Sandinista.

Porque no era lo mismo agarrar a un obrero, a un campesino que había


tenido contacto con un sindicalista, que reclutar a este hombre, virgen
totalmente. Cuando esta persona había sido trabajada por estos activistas
sindicales, ya tenía una idea y podía incorporarse, porque más o menos
tenía un camino, una brecha abierta en su mente para asumir una actitud

4
mucho más consecuente, mucho más revolucionaria ante la lucha anti-
somocista e integrarse a un movimiento revolucionario propiamente dicho
como el Frente Sandinista.

Mónica: La reflexión de Rafael es muy importante. Muchos guerrilleros


venían del Partido Socialista Nicaragüense (PSN). El mismo Carlos Fonseca
se organizó en el PSN. El trabajo sindical que realizaba el Partido Socialista
en la ciudad y en el campo, fue una base para la incorporación de
extraordinarios campesinos como Bernardino Díaz Ochoa, Víctor Guillén
“Eulalio”, y otros.

En Estelí, la organización de los zapateros fue fundamental. De ahí salieron


Filemón Rivera (quien fue miembro de la Dirección Nacional del FSLN),
Fausto Heriberto García y muchos otros. Posteriormente, el propio Frente
Sandinista realizó trabajo de organización sindical y de otros sectores, pues
Carlos Fonseca vio muy claramente la importancia de desarrollar todas las
formas de lucha. Las diferencias con el Partido Socialista, que en algunas
etapas fueron muy fuertes, derivaban de su concepción de lucha electoral y
su rechazo a la opción armada. Al final de la lucha se dieron cuenta que
había que enfrentarse militarmente a Somoza pero durante muchos años
nos llamaron aventureros y nosotros también respondíamos acremente.

¿Cómo es tu participación en El Chaparral?

Bayardo: Antes quiero agradecer las palabras de Rafael para mi padre. Él


había estado en el complot de Mina La India. La Guardia Nacional lo echó
preso y le agarró un mensaje. Él alegó que era un negocio de enviar
zapatos, y no pudieron comprobar su participación. También estoy de
acuerdo en destacar el papel de los sindicatos. El trabajo que realizamos en
México estuvo asesorado precisamente por Armando Amador y Francisco
Hernández Segura, ambos socialistas y representantes de los sindicatos
nicaragüenses en la Central de Trabajadores de América Latina (CTAL).

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 nos colmó de aliento y


esperanzas. En México seguíamos organizados con los otros exiliados y
teníamos una red de comunicación que partía de México, pasaba por
Guatemala donde la familia Escobar –el Panzón y su esposa Estela eran los
principales colaboradores–; seguía por Honduras, donde en Choluteca el
principal apoyo eran los Tijerino, y en Tegucigalpa trabajamos con Lorenzo
Zelaya, Guillermo Suárez Rivas, mama Carmen Rivera, José María Palacios y
un sastre de apellido Ardón que conocimos en la CTAL. La red terminaba en
Danlí y El Paraíso, para luego entrar a Nicaragua por puntos ciegos. Los
responsables de este último tramo eran Heriberto Rodríguez y Ramón
Raudales, hijo.

El poeta Ernesto Mejía Sánchez, quien residía en México, intentó reclutarnos

5
para el movimiento de Olama y Mollejones; pero como teníamos
comunicación con Carlos Fonseca, entonces detenido en Guatemala
después de una de las tantas veces que lo expulsaron de nuestra patria, él
nos recomendó no participar en esa intentona, por su carácter no
revolucionario1.

Nosotros ya estábamos decididos a entrar a Nicaragua y nos fuimos


trasladando poco a poco a Honduras, gracias a pasaportes hondureños
conseguidos por la base de apoyo. Allí organizamos el Frente Revolucionario
Sandino. Había otros grupos de distintas corrientes, liberales
independientes, conservadores y hasta ex militares, algunos de ellos
participantes en importantes acciones. Por ejemplo, estaba un grupo
comandado por el capitán Alfaro, quien vivía en El Salvador y entrenó a
Rigoberto López Pérez en tiro al blanco. Ellos tenían como representante en
Honduras al teniente Duarte. También estaban ex pilotos de la Fuerza Aérea
Nicaragüense (FAN), que habían participado en el secuestro de un avión
que aterrizó en Lepaguare, entre ellos, Alí Sálomon y Carlos Ulloa.

Es decir, Honduras era un hervidero de anti-somocismo, pues el gobierno de


Villeda Morales, que había desplazado a la dictadura de Carías, simpatizaba
con los opositores nicaragüenses.

Cuando comenzamos a saber de la gesta del General Sandino, nuestra


principal preocupación fue contactarnos con los viejos sandinistas, lo cual
no era fácil por sus medidas de seguridad. Fue difícil encontrar a los
Coroneles Heriberto Reyes, Lázaro Salinas, Simeón González –vivía en
Juticalpa, cabecera de Olancho–, Santos López –estaba en la parte norte de
Honduras–; nos rehuyeron bastante tiempo, hasta que se convencieron que
podían confiar en nosotros. El Capitán Santiago Dietrich vivía en
Tegucigalpa. Todos ellos tenían una gran experiencia militar, que era de lo
que más carecíamos nosotros.

Teníamos algunos conocimientos de la teoría revolucionaria y analizábamos


la situación de Nicaragua, pero no contábamos con experiencia militar. Esa
era la riqueza invaluable de los coroneles sandinistas, además de su
historia. Queríamos que nos contaran cómo había sido su lucha, porque en
realidad muchas de las cosas las conocíamos solamente por el libro
Sandino, General de Hombres Libres, de Gregorio Selser, que fue un factor
muy importante en la formación de toda esa generación para conocer a
Sandino.

Los coroneles y otros sobrevivientes sandinistas tenían comunicación entre


sí y eran muy conspirativos. Tenían una cadena que comenzaba con el
Capitán Dietrich. Nos daban la dirección de una pulpería donde debíamos
llegar a comprar una caja de fósforos, dejábamos caer la caja de fósforos y
exclamábamos ¡por los tres clavos de Cristo!, y te preguntaban qué parte

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de la Biblia te gustaba más, y debías responder que el Nuevo Testamento.
Hasta entonces te podían contactar con Dietrich. Tomaban esas medidas de
seguridad porque también había esbirros en Honduras.

Desde Cuba llegaron los compañeros que participarían en El Chaparral, con


el ex teniente Somarriba al frente. Nosotros, los del Frente Revolucionario
Sandino no estuvimos de acuerdo con ese mando y nos mantuvimos con el
plan trazado con los viejos sandinistas. Carlos Fonseca aceptó
disciplinadamente a ese jefe. El plan de Somarriba nos pareció lleno de
errores, desde la escogencia del lugar del campamento, hasta la falta de
sigilo conspirativo.

La inteligencia de los militares hondureños, los llamados chafarotes, los


detectó. Efectivamente, el 24 de junio de ese año, fueron masacrados;
murió gente valiosísima como Manuel Baldizón, quien ya había andado con
Raudales, y el cubano Onelio Hernández. Y fueron heridos gravemente,
Carlos Fonseca, Harold Martínez, Caney y Chester Simpson –quedó lisiado
de por vida–, que al triunfo de la Revolución fue Embajador en Libia.

Mónica: Se ha afirmado que el Frente Revolucionario Sandino fue creado


por los hermanos Martínez, Harold y Alejandro. Como ellos tuvieron
problemas posteriormente, incluso uno estuvo preso en Cuba, eso afectó la
valoración de este movimiento. Tanto Tomás Borge como el mismo Carlos
Fonseca no le han dado la importancia que objetivamente tuvo en el
conjunto de movimientos insurgentes de la época. Además que hay muy
poca información.

Bayardo: Los Martínez se montaron sobre el caballo del FRS, que fue
creado por los grupos de México. En Honduras cometimos el error de
juntarnos con Alejandro Martínez, quien decía tener experiencia militar,
obtenida en Costa Rica, con José Figueres. Ellos dirigieron algunas acciones.
Harold participó en la columna de El Chaparral y fue herido de bala en el
hombro, pero él no actuó como FRS, sino a título personal. Anduvo con el
General Raudales y era amigo de Baldizón.

Luego Alejandro se metió en enredos en Cuba, pues sacó unos paracaídas


de una base aérea, y por eso lo metieron preso. Él andaba con una
muchacha polaca que no era bien vista por la inteligencia cubana. Harold
quedó resentido y fue a informar de las reuniones del FRS al consulado de
Somoza en Costa Rica. Eso apareció al triunfo de la Revolución Sandinista
en los archivos de la GN. Por eso él no regresó a Nicaragua el 19 de julio,
sino hasta que ganó las elecciones Violeta Barrios de Chamorro.

Mónica: ¿Tenían comunicación entre sí todos esos grupos que estaban ahí?

Bayardo: De parte del FRS siempre intentamos comunicarnos. El grupo de

7
los liberales independientes, liderado por los hermanos Orúe, tenía
prejuicios contra nosotros porque decían que éramos comunistas.

Hablamos con Manuel Díaz y Sotelo, pero él decía que nosotros teníamos
demasiada paciencia, y que así no haríamos nada, que íbamos a llegar a las
“calendas griegas”. Lo que pasa es que nosotros estábamos comprando
armas y no podíamos movernos sin haber creado antes algunas condiciones
mínimas. No podíamos darle mayores detalles. Así que Manuel Díaz y Sotelo
entró a Nicaragua con un grupo y fueron masacrados cerca de Pueblo
Nuevo. Ahí murió también un cubano veterano de la Sierra Maestra, el
Capitán Escalona, quien combatió durante tres horas con la Guardia
Nacional. A la columna de Fadel Abdalah le infiltraron un campesino que lo
macheteó mientras dormía.

Mónica: ¿Cuáles fueron las principales actividades del FRS?

Bayardo: Lo primero que hay que decir es que el FRS apoyó al Presidente
Villeda Morales frente a un intento de golpe de estado que quisieron darle
unos gorilas jefeados por un amigo de Somoza, Armando Velásquez Cerrato
(AVC). Al conocer el intento de golpe, fuimos a ponernos a la orden, y nos
dieron la tarea de proteger al Presidente en la propia casa presidencial.
Estábamos dispuestos a defenderlo con nuestras vidas porque sentíamos
que era una batalla contra Somoza.

Después, cuando conseguimos las armas, la principal misión era meterlas a


Nicaragua. Se me comisionó para llevarlas al Chichicaste y entregarlas al
Coronel Lázaro Salinas, quien por veredas las introdujo a las cercanías de
Murra, su zona de operaciones. Cuando ya había despachado las armas, los
militares llegaron pisándome los talones, porque habíamos sido
denunciados por el mismo que nos las había vendido. Me capturaron, me
torturaron, y al final me llevaron a Danlí, donde finalmente me soltaron por
gestiones del diputado liberal Agurcia. Mama Carmen ya me estaba rezando
los nueve días.

Insistimos en la comunicación con otras fuerzas, pero los políticos eran


reacios, así que avanzamos en la coordinación entre las unidades militares.
Tuvimos comunicación con el grupo 15 de septiembre, de Julio Alonso
Leclaire, al que le decían el Movimiento de los tres Julios (Alonso Leclaire,
Molina y Velásquez). Esto lo logré a través de Julio Velásquez, quien por ser
somoteño era conocido de mi familia. Para entonces ya nuestro movimiento
tenía las armas al norte de Murra, que era nuestro principal centro de
operaciones, bajo el mando del Coronel Lázaro Salinas. Incluso llegamos a
acuerdos respecto a zonas de operaciones y apoyo de nuestras redes de
colaboradores.

El grupo 15 de septiembre incursionó en Nicaragua en septiembre de 1960

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y realizó combates exitosos y tomas de cuarteles en Susucayán, San
Fernando, El Jícaro y Santa Clara. En Matagalpa le pegó fuego a unos
aserríos. Buscaba contactarse con la Columna de Chale Haslam, pero nunca
pudieron encontrarse. Se incorporaron dos estilianos: el comerciante José
Juárez y Leónidas Rodríguez.

Nosotros pusimos una emboscada de contención en un lugar donde se


preveía que llegarían los refuerzos de la Guardia. Incluso pusimos minas de
dinamita sobre el camino. Yo era el responsable de la misión.

Luego de las acciones anotadas, el grupo 15 de septiembre tuvo que


emprender la retirada porque, al igual que había pasado con otros
movimientos, carecía de respaldo en las zonas donde andaba, no había
base social. En esa operación tuvieron algunos problemas, por ejemplo, se
perdieron varias veces. Tuvieron que dejar herido en la casa de un
campesino a un médico cubano de apellido Punset. Denunciado por un Juez
de Mesta, la Guardia lo descubrió y él prefirió morir peleando
valientemente, antes que entregarse.

Lo más increíble fue que en esa retirada pasaron por el lugar donde
nosotros estábamos para atacar a la Guardia, y por pura casualidad Julio
Alonso se quitó la gorra y yo le pude distinguir la pelona casi en el
momento en que íbamos a dar la orden de accionar la carga de dinamita y
disparar fuego graneado, creyendo que era la Guardia. Se alegraron mucho
cuando nos encontraron.

Luego de comerse en un santiamén toda nuestra comida y de refrescarse,


Julio Alonso regresó a Tegucigalpa, pero algunos de sus combatientes se
quedaron con nosotros. Luciano Vílchez, que le decíamos “El León del
Dorado”, su hijo Victoriano y “Moleón”2, se integraron al FRS.

Mónica: ¿Quiénes fueron los principales integrantes del FRS?

Bayardo: Harold y Alejandro Martínez, Edén Pastora, Modesto Duarte,


Jimmy Rodríguez, Leónidas Rodríguez, Chepe Matey, Francisco Castillo
Martínez, Luis Fisher, Pedro Pablo Ríos “El Indio”, Luciano Vílchez y su hijo
Victoriano, Daniel García “Wiwilí”, Chico Toribio, Ramón Altamirano (mi
padre), Manuel Pastrana, un cubano apellidado Moleón (Renán Montero),
Eduardo Medina y Víctor Arvizu, estos dos últimos, estudiantes que venían
de México. Había otros internacionalistas como Tomás Palacios, hondureño,
Héctor Zelaya del Partido Popular Socialista mexicano, y Fabricio Paz,
salvadoreño.

También estuvo con nosotros Pepe Martínez, quien armando una bomba
caza-bobos sufrió un accidente y quedó destrozado: perdió un ojo y una
mano. Edén Pastora hizo de médico, sacándole los charneles. A mí me

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tocaba ponerle la anestesia, pero de ver los destrozos en Pepe, me
desmayé, y desde entonces Edén se burla de mí cada vez que lo recuerda.

Otro que participó fue un gringo llamado John. También tuvimos nuestro
Che, el argentino Joaquín Bassanta, quien procedía de grupos anarquistas.
Era súper impaciente. En una emboscada en la que estaba a mi lado, a
cada rato preguntaba: – ¿A qué horas entran los hijos de puta esclavos de
los yanquis? Calma piojo, que la noche es larga –le respondía. Y él decía: –
¡Por las mil pelotas!, ¿por qué no vienen los mal paridos?

De los sobrevivientes de la Columna de Chale Haslam llegaron a Honduras


Enrique Montoya y Gustavo Vílchez. De Masaya, enviados por el Frente
Interno, recibimos a Rigoberto Guzmán, Oscar Guandique y Francisco
Alemán. Este último era un campesino que siempre estaba pidiendo que le
habláramos de la reforma agraria.

Mónica: Hay un compañero que para mí ha sido ejemplar por su tenacidad


frente a sus problemas de salud: Heriberto Rodríguez. ¿Tuviste contacto con
él en el FRS?

Bayardo: Yo sé que él reunió a varios ocotalianos, a su hermano Toño,


Manuel Pastrana y Faustino Ruiz “El Cuje”, entre otros, y se apareció en el
campamento de Los Robles, donde lo recibimos como hermano. Después
Carlos Fonseca lo encargó de meter literatura revolucionaria prohibida, que
recibía de Germán Gaitán, y hacía ediciones clandestinas. Por esa época lo
apodamos “El Censor”, porque cuando en el camino nos deteníamos a
descansar, él leía lo que llevaba, y luego regresaba pidiendo que le
aclaráramos sus dudas.

De otro viejo sandinista que no hemos hablado es del abuelo Rugama,


quien estaba lisiado de un brazo y sufría dolores con el frío. Siempre
andaba sobándose con ungüentos que elaboraba con diferentes aceites. No
renunció a la lucha y decía que él estaba ahí aunque fuera para cuidar los
campamentos. Acarreaba agua y leña. Le encantaba oír las charlas políticas
que se daban en la noche.

Mónica: ¿Cuáles fueron las operaciones más importantes del Frente


Revolucionario Sandino?

Bayardo: Se decidió operar cuando ya nos sentimos más entrenados. Para


ello se formó una columna de quince compañeros jefeada por Harold
Martínez, quien se había destacado en la guerrilla de Raudales. La idea era
ajusticiar jueces de mesta y atacar algunos grupos de la Guardia. Le
pasamos la cuenta al que denunció al médico cubano Punset. Todo iba bien,
pero, cometieron el error de meterse a la casa de Luciano Vílchez, violando
todas las normas de seguridad que nos habían enseñado. Se pusieron a

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cocinar, ahí los atacó la Guardia y los encontró totalmente desprevenidos.
Cayeron nueve compañeros y sólo seis pudieron salir vivos, entre ellos
Harold Martínez.

Otras columnas operaron para atacar el Cuartel de Las Trojes, y la acción


resultó exitosa porque no tuvimos ninguna baja, aunque al día siguiente la
Guardia bombardeó todos los alrededores.

Otra operación fue el secuestro de un gringo llamado Thomas D. Kapp. La


acción fue sencilla, pero los resultados fueron desastrosos. El gringo era
muy astuto y logró establecer nuestras posiciones, la cantidad de nuestras
fuerzas y muchos datos más; de modo que, cuando él fue presentado a los
medios de comunicación, con pelos y señales dio toda nuestra ubicación.
En el repliegue a Honduras nos cercó el ejército hondureño y tuvimos que
entregarnos. Otro grupo al mando de Manuel Pastrana, continuó dentro de
Nicaragua, resistieron algún tiempo, pero fueron cayendo poco a poco en
distintos combates.

Mónica: Luego, ¿qué sucede?

Bayardo: La guerrilla de la que te hablo llegó hasta 1961; después de eso,


salí dos veces a Cuba. La primera vez fue con el licenciado José María
Palacios, para traer unas armas junto a Eduardo Medina Borge, Yayo. Las
pasamos legalmente por el aeropuerto, gracias al apoyo de compañeros
liberales que trabajaban allí. Me reuní con el Che por gestiones del Patojo
Cáceres, quien compartía una casa con nosotros; pero fuimos casi a título
personal, no como representantes de ninguna organización. El Che estaba
contrariado con la desunión de los nicaragüenses. En ese primer viaje,
conocí también a Tamara Bunke.

En el segundo viaje fui con Modesto Duarte, Alejandro Martínez, Pedro Pablo
Ríos, Daniel García, Faustino Ruiz “El Cuje” y Polo Fisher. Nos mantuvimos
unidos realizando distintas tareas. Sólo hubo problemas con Alejandro
Martínez, quien terminó preso, como referí anteriormente. Él se quedó en
La Habana y nosotros nos fuimos al ingenio azucarero Augusto Sandino,
donde alfabetizamos, enseñamos mínimo técnico, sembramos hortalizas,
reparamos vías férreas y, desde luego, hacíamos vigilancia.

En 23 y L, en La Habana, un compañero del Partido Socialista Popular nos


facilitó el sótano para tener ahí una oficina. Pero estábamos como FUN. Allí
recibimos varias visitas, incluso a personalidades como Salvador Allende y
Janet Pagán. Estando allí me designaron para ir al Festival de la Juventud
que se celebró en Helsinki, Finlandia.

Mónica: Tengo información de que fuiste miliciano de la Revolución Cubana


y participaste en algunas tareas de defensa cuando los ataques a Playa

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Girón. Contanos sobre eso.

Bayardo: Participé en tres movilizaciones: primero contra unos alzados en


la Sierra Maestra, pero no tuvimos ningún combate. En la segunda, fui
subordinado de Faustino Pérez, un hombre extraordinario.

Mónica: Él fue muy amigo mío durante la Revolución, vino varias veces a
Nicaragua y tuve la oportunidad de llevarlo a la Costa Atlántica. Faustino
Pérez era Presidente de la Oficina de Atención a los Órganos del Poder
Popular. Él también me hizo conocer muchos lugares de Cuba. Era un
extraordinario compañero y había sido parte del grupo de los doce que
desembarcaron en Cuba e iniciaron esa etapa de lucha. Murió del corazón.

Bayardo: Faustino también quiso mucho a Eduardo Medina Borge, Yayo,


estudiante preparado en México y que se ha mencionado muy poco.

A nosotros nos incorporaron porque en ese momento había una de las


tantas amenazas gringas, pues habían colocado unos barcos en posición
agresiva. No fue propiamente en el ataque a Playa Girón, sino que nos
mandaron a ser parte del cinturón de defensa de La Habana. Como se
preparaban los primeros grupos artilleros, se aprovechó que ya tenía algo
de estudios de ingeniería y que podía hacer cálculos matemáticos, tiros
parabólicos y lo relacionado con el tiro de cañón; así tuve la fortuna de
estar muy cercano a Faustino.

La tercera movilización fue cuando el ataque a Playa Girón. Para entonces,


ya estaba organizado el FUN, y estaban en Cuba Tomás Borge, Silvio
Mayorga y Orlando Quant. Nos organizamos en dos escuadras de infantería
y un grupo de aviación. Volando un avión contra los invasores, cayó Carlos
Ulloa.

Mónica: También investigué que junto con Modesto Duarte, participaste en


la creación de la letra del primer himno del Frente Sandinista: Luchar,
luchar, luchar, es nuestro grito de guerra, que después del triunfo de la
Revolución Sandinista se convirtió en el himno del Ejército Popular
Sandinista (EPS).

Bayardo: El otro día lo platicábamos con Luis Enrique Mejía Godoy, quien
me decía: –Pero, hombre, por qué no se ha dicho eso. Le digo: –Mirá, hay
cosas que son así. El que nos motivó fue precisamente el Comandante
Faustino; nos dijo que era importante tener un himno. Con Modesto Duarte
escribimos la letra y un cubano de apellido Santiesteban, quien tocaba
piano, le puso la música. A este cubano lo apodábamos “Sabor y melodía”.

Si se fijan bien, hay influencia del Himno del Instituto Nacional Ramírez
Goyena de nuestro tiempo. También teníamos influencia de la marcha del

12
26 de julio. Para nosotros era una cuestión importante tener un himno, y en
Raití y Bocay lo cantábamos. Era una forma de hacer propaganda, nada
más que lo hacíamos con mískitos. Los mískitos nos oían como quien oye
llover. ¿Y éstos, qué cantan?, seguramente se preguntaban.

Oyente: Alfonso Sálomon. Bayardo, te quería preguntar desde hace rato,


pero siempre se me olvida, ¿el Conejo Rosales estuvo con vos en Raití y
Patuca en esa época?

Bayardo: Sí, hombre. A Rolando Rosales le apodábamos El Gordo. Sí estuvo


y desafortunadamente ahora está muy enfermo, tuvieron que amputarle
una pierna. Él tiene muy buenas relaciones en Suecia porque estuvo
exiliado allá, fue trabajador y cuenta con una jubilación.

Oyente: Por eso te pregunto, porque estuve con Harold Martínez cuando le
amputaron su pierna, y quería saber si vos eras de esa misma época.
Estaba casi seguro y quería decirte eso de su pierna, por si no lo sabías.

Hombré, lo fuimos a ver y esos son momentos que no pueden olvidarse. Me


dice: –Ya perdí mi pierna; ni siquiera en El Chaparral ni en Patuca me pasó
esto, pero quiero que sepás que esta visita de Harold y vos, es como si
tuviera la pierna, porque siento que los amigos, los compañeros, esa semilla
que sembramos, vale más que nada. Y se puso a llorar, el pobre. Vos sabés
que él es un hombre sencillo, bravo, pero sencillo.

Mónica: En tu biografía se dice que en Raití y Bocay tuviste el honor y


orgullo de haber dirigido el primer combate que libró el Ejército Popular
Sandinista (EPS), ¿Por qué lo llamás EPS, si éste se fundó hasta el triunfo de
la Revolución Popular Sandinista?

Bayardo: Porque para mí, ese brazo armado de entonces, el FSLN, es el


origen del Ejército de la Revolución. Aunque bueno, también todas las
luchas que hubo de los Generales sandinistas, de Colindres, de Raudales,
de Pedro Altamirano, de Heriberto Reyes, de Asunción Pulido. Este último
siempre fue un terror para la Guardia, a pesar de que estaba viejo y
enfermo.

También se desconoce que el Coronel Lázaro Salinas mantuvo una guerrilla


familiar en los alrededores de Murra. Estaba viejecito, rodeado de sus hijos,
sus sobrinos y sus amigos, los Matey. Vivían esperando el sueño de que
regresaran los otros sandinistas que estaban en Honduras, para constituirse
en un movimiento amplio contra Somoza. Nosotros encontramos a esos
compañeros.

Mónica: Muchos de ellos fueron integrándose a la lucha, como don


Gregorio Olivas, o el caso de don Bonifacio Montoya, quien había estado

13
con Sandino y vivía esperando que regresara, hasta que llegó el Frente
Sandinista en los años setenta.

Vamos a cerrar el programa pero antes queremos hacer énfasis en un


asunto importante, varios oyentes nos llamaron planteando que no
hablemos del pasado, que veamos los problemas del presente. Quiero
volver a insistir: el conocimiento de la historia es determinante para salir
del coyunturalismo, del cortoplacismo, que se ha mostrado fatal para el
diseño de un verdadero proyecto de transformación. Precisamente en esta
etapa estamos viendo cómo se repiten los mismos errores: los pactos, los
arreglos a espaldas de los intereses populares, el reparto del poder, como
hizo Somoza con Emiliano Chamorro y luego con Agüero. Nosotros
hablamos de Historia porque estamos absolutamente convencidos de que
hacerlo es fundamental para poder encontrar las rutas del presente y del
futuro.

El ser humano debe saber de dónde viene, cuáles son las principales
preguntas que nos hemos hecho históricamente y las respuestas que se
han dado, para poder empujar conscientemente su presente en una
dirección correcta.

A las clases dominantes les conviene ese enfoque de ver sólo el hoy y si es
posible, lo más cortoplacista que puedan, porque ésa es una forma
facilísima de dominar a las grandes mayorías. Cuando el pueblo conoce la
historia y sabe las respuestas que se han dado en el pasado en las distintas
circunstancias, el pueblo no va a ser dominado fácilmente. Por eso, la
historia es sumamente importante.

Bayardo, tus palabras finales.

Bayardo: En los últimos días se han realizado esfuerzos de articulación


entre los sandinistas críticos de las decisiones oficiales del FSLN 3. Yo quiero
celebrar esos esfuerzos y hacer un llamado a todos los sandinistas a
recuperar los valores revolucionarios del Frente Sandinista. Eso, además,
nos lleva a una política de acercamiento y de alianzas hacia el sandinismo
que llamamos “Sandinismo amplio” y hacia los sectores que han estado
vecinos en nuestras posiciones, movimientos de carácter socialista.

La lucha en el campo electoral es importante pero no es la única. Apoyar


las luchas populares es determinante, apoyar los esfuerzos que vienen
haciendo los sectores contra el alza en el costo de la vida, la lucha de los
maestros, la lucha de los electricistas, la lucha contra la privatización, esto
es una necesidad y es una constante.

Estamos claros que el Frente Sandinista no anda bien, están conduciéndolo


hacia un proceso de autodestrucción, desde el punto de vista de partido

14
revolucionario. Tenemos que desarrollar la solidaridad de los sandinistas, la
solidaridad que hemos perdido.

15 de enero de 2000

NOTAS

15
1 Carlos había sido capturado el 2 de abril, con Silvio Mayorga y Fernando Ampié. El 7 de abril,
varios organismos universitarios (el Centro Universitario de la Universidad Nacional, la
Asociación de Estudiantes de Derecho y la Juventud Democrática Nicaragüense, sección León)
organizan movilizaciones para exigir su libertad. Lo deportan a Guatemala en un avión de la
Fuerza Aérea Nicaragüense, el 8 de abril.

2 Moleón es el Comandante Guerrillero Renán Montero.

3 En esos días se realizó una reunión en El Crucero en el que participaron representantes de


distintos grupos disidentes: La Izquierda Democrática, Iniciativa Sandinista, el Foro Nacional
Sandinista, Sandinistas por la Dignidad Nacional, grupos de los departamentos y entes
territoriales, dirigentes juveniles y representación de los sindicatos para analizar los problemas
internos del FSLN derivados de su política oficial de pactos.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


Voy a morir luchando

Heriberto Rodríguez

Heriberto Rodríguez, fundador del FSLN, nace en Ocotal el 8 de


mayo de 1933. Siendo adolescente participa como correo en
uno de los grupos organizados por el General Ramón Raudales
entre 1957 y 1958. En 1959 iba en uno de los grupos destinados
a reforzar la guerrilla de El Chaparral, cuando ocurre la masacre.
Se incorpora a la Columna 15 de septiembre, comandada por
Julio Alonso Leclaire, y participa en varios combates. En 1962 se
integra al Frente de Liberación Nacional, desde sus primeras
acciones armadas; participa en la guerrilla de Raití-Bocay, en los
preparativos de Pancasán y en distintas jornadas de lucha, a
pesar de padecer una enfermedad que le causaba serios
problemas físicos.
En 1975 se incorpora a los esfuerzos guerrilleros, participa en la
Escuela de El Copetudo y en 1977 en el Frente Norte Carlos
Fonseca. Al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es
delegado del Ministerio del Interior (MINT) en Ocotal; luego,
delegado del Instituto Nicaragüense de Acueductos y
Alcantarillados (INAA), también fue miembro del Ejército Popular
Sandinista y diputado propietario del Frente Sandinista de
Liberación Nacional de 1984 a 1990, y suplente de Francisco
Rivera de 1990 a 1996.

El diálogo con Heriberto Rodríguez se reviste para mí de circunstancias


dolorosas. Hice esta entrevista en mayo del año 2000. No puedo dejar de
mencionar que él se sintió profundamente estimulado por haberlo
entrevistado, y después de ello, en varias ocasiones me buscó para darme
algunos documentos que complementaran mis investigaciones. El 14 de
agosto del año 2003 llegó a la recepción de Radio La Primerísima, pues se
enteró que era mi cumpleaños. Me dejó una nota de felicitación y un legado
de papeles que sólo pude ver unos días después. Parte de estos
documentos aparecen insertos en este texto. Ya para entonces, Heriberto
había muerto. Salió de la Radio ese día hacia un cuchitril que tenía en el
Reparto Memorial Sandino, y ahí se suicidó, pegándose un tiro. Los papeles
que me dejó eran una despedida que había escrito un mes antes. Parece
que estaba profundamente deprimido.

Heriberto murió convencido de que ya no podía auto sostenerse, y no


quería ser carga para nadie. No quería pasar de la pobreza en que había
vivido toda su vida, a la miseria más absoluta. Eso lo dijo con claridad en su

1
carta, en donde acusa al sistema capitalista de su situación; pero no puedo
dejar de indicar las diversas circunstancias que la agravaron, como el hecho
que le hayan quitado una pequeña pensión que le pasaba el Ejército, que le
dieron una propiedad, pero sin sus papeles legales, que le invadieron una
parte de la misma, sacándole todos sus bienes a la calle, y que se sentía
solo, enfermo y abandonado.

Heriberto luchó toda su vida en medio de profundas limitaciones físicas,


pues desde muy temprano padeció una extraña enfermedad que le
producía graves inflamaciones en sus piernas, provocándole dolores
espantosos. No obstante, participó en importantes misiones guerrilleras,
siempre a costa de su salud y su estabilidad material.

Del diálogo que sostuve con él, dejé de manera íntegra sus intervenciones
en torno al tema de la unidad, la disciplina y la libertad de disentir.

Mónica: El General Ramón Raudales salió hacia Honduras después de los


masivos asesinatos de combatientes de Sandino; pero desde ahí siguió
conspirando y manteniendo contacto, principalmente con los segovianos.
En esas conspiraciones, Heriberto Rodríguez participó, siendo niño, como
correo del General Raudales. ¿Cuántos años tenías cuando realizaste estas
tareas, Heriberto?

Heriberto: Un poquito más de catorce años. Somoza desató una ofensiva y


desarticuló todos los movimientos que se trataron de organizar en Las
Segovias, y muchos de los combatientes cayeron presos. Por eso tuve que
venirme a Managua. Pero cuando Raudales1 comienza nuevamente a
organizar el movimiento armado en 1957, me vuelve a llamar. Ya estoy más
crecido y funciono como correo de logística y comunicación.

Mónica: Dice aquí en tu pequeña biografía que después formaste parte de


un grupo que se iba a incorporar a la guerrilla de El Chaparral en el
municipio hondureño de El Paraíso. ¿Cómo te involucraste en El Chaparral?

Heriberto: Como acaba de triunfar la Revolución Cubana, se entusiasman


los que combatían al somocismo en Nicaragua. Estaban reorganizando una
nueva etapa, un nuevo empuje contra la Guardia represiva somocista. Se
organizan dos movimientos. Se veía el ánimo de todos estos combatientes,
incluyendo al doctor Pedro Joaquín Chamorro, quien era de los
conservadores que entrarían por Costa Rica; y los liberales, que entrarían
por Honduras.

La gente que estaba dispuesta al combate, al avance revolucionario


armado, comenzó a unirse en Honduras, y son los que formaron la guerrilla
de El Chaparral, mientras que los del Sur avanzaban desde Costa Rica, en lo
que después se conoció como Olama y Mollejones 2. En el Chaparral

2
participamos unos sesenta hombres, y el Jefe era Rafael Somarriba.
También andaban cubanos. La guardia de Honduras y de Nicaragua les cayó
en masa y destruyeron esa unidad.

Mónica: ¿No andaba ninguna mujer?

Heriberto: Ninguna, era otra mentalidad que de 1960 en adelante tomó


otro carácter. Las mujeres se incorporan con la nueva organización
revolucionaria, el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN).

La columna principal de El Chaparral estaba a la espera de un grupo de


apoyo para entrar a Nicaragua. En ese grupo iba yo, con dieciséis hombres.
Íbamos como refuerzo, a levantar armas, porque ellos tenían suficientes; las
llevaríamos al interior del país para repartirlas entre los que,
supuestamente, se nos iban a sumar en el camino. En esa espera,
sorpresivamente les cayó el Ejército de Nicaragua.

Al que dirigió esa acción lo repudiaron los estudiantes de Honduras, y a


partir de entonces le llamaron “Chaparral”. Fue un capitán del Ejército quien
dirigió esa acción el 24 de junio de 1959. El ataque dejó nueve muertos y
una cantidad de heridos.

Comentario de la autora: Es necesario explicar a nuestros lectores que


después del triunfo de la Revolución Cubana, muchos nicaragüenses anti-
somocistas, de distintas tendencias, viajaron a La Habana, entusiasmados
por el triunfo de los revolucionarios sobre Fulgencio Batista.

Ernesto Che Guevara fue encargado de apoyar los esfuerzos de los


nicaragüenses en la organización de nuevos intentos guerrilleros contra el
dictador Somoza. El Che tuvo que lidiar mucho tiempo con los conflictos
políticos que había entre los distintos grupos y las reyertas por el liderazgo.
En ese proceso, el Che respaldó la jefatura de Rafael Somarriba (un ex
teniente de la Guardia, que se había revelado a Somoza y que se
encontraba en el exilio), para que encabezara el nuevo esfuerzo guerrillero
que se internaría en Nicaragua desde Honduras. La diferencia ahora era el
firme respaldo de la Revolución Cubana, que se expresó de muchas formas:
con entrenamiento, dinero y las armas que fueron enviadas en dos aviones
C47, que aterrizaron en una pista clandestina. Incluso, en esa expedición
participaron varios revolucionarios cubanos.

Durante varios meses se organizó la guerrillera en Honduras con el respaldo


del Presidente Ramón Villeda Morales, a escondidas de los militares
hondureños proclives a Somoza. Cuando tuvieron las armas, iniciaron un
lento avance hacia territorio nicaragüense, recorrido al que, el 21 de junio,
se incorporó Carlos Fonseca, quien no había tenido ningún tiempo para
entrenarse. Estaban por entrar a Nicaragua, cuando decidieron pernoctar

3
en la parte sur del sitio conocido como El Chaparral, límite territorial entre
los dos países, para esperar a un nuevo grupo que se sumaría. Ahí fueron
atacados por el Ejército de Honduras, al mando del Capitán Andrés
Espinoza, y por el Ejército de Nicaragua.

El combate duró varias horas y cayeron nueve patriotas, incluidos dos


cubanos, e hirieron a otros tantos, entre ellos a Carlos Fonseca, quien
estaba en tan mal estado que lo dieron por muerto. Los nicaragüenses
caídos fueron: Antonio Barbosa, Aníbal Sánchez Aráuz, José Manuel
Aróstegui, Manuel Canelo, Manuel Baldizón, Enrique Morales Palacios y
Adán Suárez Rivas. Los internacionalistas cubanos caídos fueron: Onelio
Hernández y Marcelo Fernández. (Blandón, Jesús Miguel “Chuno”: 2008: pp.
443-467).

Mónica: ¿Cómo supiste que Carlos Fonseca había resultado herido?

Heriberto: Él era un combatiente más que se había sumado al grupo que


se movilizaba por Danlí y El Paraíso (Honduras), en los mismos lugares y
casas de seguridad donde estaba yo. Cuando salió herido, los estudiantes
de Honduras pelearon para que la Guardia Nacional no lo terminara de
sacrificar, porque lo miraban muerto. Por la herida que tenía, lo trasladaron
a Tegucigalpa, y después a Cuba, pero un año después regresó a formar la
nueva organización, llamada Movimiento Nueva Nicaragua.

Oyente: Buenos días, Mónica, habla Gertrudis Palacios. Yo escucho tu


programa todos los sábados, y estoy oyendo de los sucesos de El Chaparral,
donde murió un primo hermano mío, llamado Enrique Morales Palacios,
ingeniero, de 23 años, que vivía en México. Mi familia me entregó
documentación muy valiosa sobre los sucesos de El Chaparral, cosas que se
desconocen y están muy apegadas a la realidad, porque México fue
prácticamente la casa de donde salió toda esta gente del movimiento para
Honduras. Estaría en disposición de enseñarte toda la información que
tengo para ampliar todos esos sucesos, porque tengo todos los nombres de
los compañeros cubanos que venían ahí, de los compañeros heridos, de los
muertos, incluso un militar del Ejército hondureño, pagado por Somoza, que
hacía labores de seguridad y estaba esperando a la gente que venía.

Mónica: Vamos a buscarte para ver esos documentos, porque es


importante reconstruir con toda la base documental más amplia posible,
estos datos de la historia. Gracias, Gertrudis, y gracias por escucharnos.
¿Ves que importante es recoger testimonios, Heriberto? Porque todavía la
historia está regada en documentos, en testimonios, fraccionada, y es
necesario armarla, como un gigantesco rompecabezas de miles de piezas.

Vos ibas en una columna a incorporarte a la guerrilla de El Chaparral y

4
finalmente no pudiste integrarte a la columna principal. Después de eso, en
septiembre de ese mismo año 1959, vos te incorporás al Movimiento 15 de
septiembre, de Julio Alonso Leclaire ¿Cómo fueron las acciones de ese
movimiento?

Heriberto: En el Movimiento 15 de septiembre participaron cincuenta


hombres3, siempre sólo hombres. Se le llamó 15 de septiembre por el mes
en que fue organizado. Había nueve cubanos de un grupo que vino con una
persona que después estuvo presa durante bastante tiempo en Cuba. Lo
acusaban de ser agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y fue
juzgado y condenado a prisión en Cuba.

Comentario de la autora: Se refiere a Chéster Lacayo, quien después de


organizar en La Habana una fuerza de diecinueve cubanos con los cuales
supuestamente iba a liberar a Nicaragua, sale en una lancha rumbo a
Honduras, donde cayó preso. Luego aparece en Estados Unidos entregando
información al Departamento de Estado sobre el involucramiento de Cuba
en la expedición a Nicaragua. Chéster Lacayo fue capturado en La Habana,
juzgado y condenado por un tribunal a dieciséis años de cárcel. (Blandón,
Jesús Miguel “Chuno”: pp. 564-571).

Heriberto: Como parte de ese Movimiento, participé en los combates de


Santa Clara, Susucayán y Quilalí. En esos lugares nos tomamos los
cuarteles de la guardia y luego hablamos con los pobladores. Dos meses
después, hubo retirada a Honduras.

Mónica: ¿Duró dos meses este Movimiento?

Heriberto: Sí. No se pudo avanzar, porque el empuje de la Guardia era


demasiado. Concentraban todas las fuerzas posibles donde apareciera
algún movimiento y lo aniquilaban. En éste, sólo resistimos dos meses, para
volver a salir a Honduras.

En ese momento, paralelo a la salida, se estaba organizando lo de Las


Trojes, el Movimiento que se llamó Frente Revolucionario Sandino 4, de
Alejandro Martínez, su hermano Harold y Edén. Creo que Edén estaba
firmemente dirigiendo ese movimiento. En enero y febrero de 1960, hubo
un movimiento de unos veinticinco hombres al mando de Heriberto Reyes;
entonces, las armas de este Movimiento de Reyes pasaron a ser parte del
Frente Revolucionario Sandino.

Mónica: Entonces, ¿vos no participás en el Frente Revolucionario Sandino?

Heriberto: En el Frente Revolucionario Sandino no, ni participé en el

5
ataque a Las Trojes, pequeño municipio del Departamento El Paraíso,
Honduras, que entonces pertenecía a Nicaragua y fue parte del territorio en
litigio, sino que quedé de enlace en El Paraíso para la gente que venía, para
servirles de contacto, de comunicador.

Entre los compañeros que estaban en Las Trojes, estaba Bayardo


Altamirano. Luego ellos, en 1960, fueron capturados por el Ejército de
Honduras, y hubo una forma de traslado, porque Honduras no los quería
tener. Hubo un momento que Cuba dio todas las facilidades para que los
trasladaran a Cuba, dieron hasta un avión.

Mónica: Aquí lo importante, Heriberto, es que vos tenés trayectoria desde


los catorce años de edad, y te incorporás como colaborador, como contacto
y como combatiente en los más importantes movimientos guerrilleros
rescatados por la historia, y que son parte esencial de los antecedentes del
FSLN. Luego te contactás con Carlos Fonseca Amador y pasás a formar
parte de lo que fue la guerrilla de Raití-Bocay 5.

El Frente es primero Frente de Liberación Nacional (FLN) y después FSLN


(Frente Sandinista de Liberación Nacional). Ya estás en la primera acción
dentro de la historia del Frente Sandinista, que fue el movimiento de Raití.
Contanos de Raití-Bocay. ¿Qué es lo que más recordás de esa jornada? ¿Qué
fue lo que más te impresionó?

Heriberto: Lo que más recuerdo son las recomendaciones, casi una orden,
de no separarse, y coger el camino que seguimos hacia Raití. Debíamos
concentrarnos en Wiwilí, que era donde podíamos tener más ayuda y darle
más vida a la guerrilla. Tener más base social en los lugares donde
combatió Sandino. Eran las recomendaciones del Coronel Santos López,
quien dirigía en ese momento la parte militar, indicaciones y órdenes que
no cumplimos.

Mónica: ¿Tuviste tiempo de conocer un poco al Coronel Santos López?

Heriberto: Había un grupo, entre los que estaba Germán Pomares, que nos
interesábamos en que nos contara toda su historia, salidas de los
combates, formas de organización, formas de hacer emboscadas que, claro,
eran los mejores maestros, y por eso tratábamos de hacerlo hablar, que
comenzara contando sus acciones y su forma práctica de vencer, porque
ellos vencieron, y creo que lo más importante era su dedicación.

A sus cincuenta años había que andarlo cuidando, porque no había otro que
nos enseñara la mejor forma de hacer una emboscada. De esos cincuenta
años, buena parte los hizo en la lucha guerrillera, y a esa edad ya comienza
el cansancio, el sueño, los dolores y los malestares de todo tipo.

6
Mónica: Cincuenta años bien traqueteados, combatiendo y andando en
guerrilla tras guerrilla. Una guerrilla húmeda, con muchos zancudos y
muchas enfermedades.

Heriberto: Totalmente a la intemperie, por supuesto, enormes cantidades


de zancudos y húmedo, en fin, ¿cuándo iba a estar seco? Porque aunque
fuera verano, andás húmedo por el sudor o por la lluvia.

Mónica: Heriberto, en tu biografía decís que en 1965 participaste en una


reunión con Silvio Mayorga, Germán Pomares, Chicho Zepeda y otros
compañeros en una casa en el Barrio Monseñor Lezcano, donde acuerdan
empujar la jornada heroica de Pancasán en las montañas de Matagalpa, y
que en ese contexto te envían a buscar a Daniel García, a quien le decían
“Wiwilí”, este vivía en San Andrés de Bocay, había participado en la
guerrilla de Raití-Bocay, y a localizar unas armas que había dejado
escondidas el Coronel Santos López. El compañero “Eulalio” nos contó que
una de sus misiones fue trasladar unas armas que habían dejado
enterradas en la guerrilla del Patuca (Raití-Bocay). Comentaba que estaban
completamente sarrosas. ¿Serían esas mismas armas?

Heriberto: Yo no miré esas armas, pero fueron las que dejó enterradas el
Coronel Santos López. En esa reunión de Managua, aquí en Monseñor
Lezcano, yo estaba comisionado de ir a visitar a Daniel, “Wiwilí”, porque él
sabía dónde estaban enterradas las armas, y que tenía que hacerlas llegar
a Matagalpa. Las sacaron, pero no pude verlas. Me quedé hasta cierto
punto, pues no podía movilizarme tan tranquilamente, porque habíamos
venido de México bajo una amnistía que nos dio el Presidente René Schick,
y no podía abusar de ella. Tenía que caminar en las sombras de la noche.
Hice tres viajes, no pude encontrar nunca a “Wiwilí”, y total, no fui yo el que
sacó las armas, sino que fueron otros que se podían movilizar fácilmente;
pero seguro que estaban sarrosas.

Mónica: Cuando escuché hablar de vos, fue en Ocotal; decían que estabas
muy enfermo, que tenías un problema en las piernas. ¿Qué era
exactamente?

Heriberto: ¡Ah!, es que me había salido una inflamación, una hinchazón en


una rodilla. Eso me inutilizó, y ya no me dejó seguir, aunque hice el
esfuerzo después para participar en una escuela militar en el cerro El
Copetudo, en Macuelizo, en 1975. Debido a mi problema, yo transmitía mis
experiencias guerrilleras.

Después de la represión de El Copetudo, logré llegar a Estelí, con Omar


Cabezas y Carlos Manuel Morales. Creyendo aguantar, todavía pasé a hacer
un trabajo en Yalí; pero cuando habían pasado unos cuatro meses, ya no fue
posible continuar. Estaba demasiado hinchado y solicité salir a Honduras.

7
Parte de la documentación que Heriberto entregó a Mónica:

A mis amigos y compañeros quiero contarles algo:

En 1973, a la edad de 40 años, comencé a sentir que algo raro


afectaba mi salud. Cualquier trabajo o ejercicio, por moderado
que pareciera, me daba mucho cansancio, inflamación, dolor en
los pies y mucho sueño. La receta de los médicos que me
atendieron fue la aplicación de anti-inflamatorios y hacer mucho
ejercicio. Confiando en que una de las formas de recuperación
era el ejercicio, no dudé en seguir de frente en la vida guerrillera
y me incorporé en julio de 1975 a la escuela político-militar de El
Copetudo, en Macuelizo.

Las seiscientas horas programadas, en los veinticinco días que


duró la escuela, las sentí demasiado agotadoras. No por eso dejé
de seguir haciendo el esfuerzo por continuar, y apoyado por
compañeros de Totogalpa, Somoto, Palacagüina, Estelí y Yalí,
pude entrar a la zona montañosa de Jinotega, solamente para
darme cuenta, en poco tiempo, que ya no podía continuar en la
lucha guerrillera y que tenía que salir de la montaña, aunque no
quisiera.

En enero de 1976, con los pies muy inflamados, salí para


Honduras, con la idea de encontrar un lugar donde trabajar y
producir. Mi conocimiento ha sido la producción en el campo y
por eso dirigí mis pasos hacia la zona cafetalera, donde tenía
amigos que me darían una mano.

Con el apoyo de don Francisco Romero, de la ciudad de El


Paraíso, estaba por formalizar la compra de una finca de café en
la localidad Las Champas, frontera con Nicaragua, cuando recibí
aviso de que corría el riesgo de ser atrapado por la Guardia de
Nicaragua, si no me retiraba rápido de la frontera. Un ciudadano
de Ocotal, pariente mío que servía al régimen de Somoza, se
había dado cuenta de mi paradero, y solicitó colaboración a las
autoridades del Ejército de Honduras, acantonadas en Danlí,
para que una patrulla de la GN incursionara libremente a la
localidad hondureña Las Champas.

Fracasaron en el intento por atraparme, al no encontrarme en el


lugar donde, tres días antes estaba, gracias a la oportuna
participación de amigos y compañeros que se movilizaron rápido
y así me pude retirar a tiempo, evitando por lo menos haber sido
mal matado por la Guardia.

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Salí de carrera hacia Tegucigalpa por unos días, mientras me
organizaba de nuevo. Moncho Raudales me consiguió trabajo en
Danlí, en el mismo aserradero donde él trabajaba, teniendo por
lo menos la comida asegurada.

Logré hacer comunicación con unos viejos compañeros de la


Jornada de Raití y Bocay, que vivían en Suecia, les expliqué lo
que pasaba con mis pies para ver si podían hacer algo por mi
causa. Me contestaron diciéndome que habían planteado mi
problema en Amnistía Internacional, en Estocolmo, y que
Amnistía había aceptado la solicitud de apoyo, y que fuera
preparándome para el viaje a Suecia.

Comenzaba el año 1977. Recibí mensaje de unas monjitas


representantes de Amnistía Internacional en Tegucigalpa, para
tener una entrevista con ellas. Querían saber si estaba siendo
perseguido por las autoridades hondureñas, pero también
querían saber si estaba en condiciones para viajar, pues el
billete de viaje a mi nombre estaba en la Embajada de Suecia,
en Guatemala.

Al mismo tiempo de los preparativos del viaje a Suecia, surge la


formación del Frente Norte Carlos Fonseca en los primeros
meses del año 1977. Logré que hicieran una espera para el viaje
y me dediqué a colaborar en la apertura del Frente Norte.

Salí para Suecia a finales de septiembre de 1978, cuando


Nicaragua estaba con brotes de insurrección por todos lados. En
Suecia fui protegido por la Caja del Seguro Social desde el
primer día de mi llegada, y fui también atendido en hospitales
donde concluyeron que padecía una polineuritis, con la que
tendría que convivir el resto de mis días.

El triunfo del 19 de julio de 1979 sucedió estando yo todavía en


Suecia. Se había cumplido la primera parte del esfuerzo de los
nicaragüenses después de tantos años de lucha. Somoza y su
ejército habían sido derrotados, a continuación vendrían otras
tareas que serían impulsadas para la construcción de la nueva
Nicaragua.

Al darse el triunfo armado, tenía que decidir si me quedaba a


vivir en Suecia o regresar a Nicaragua. Si me quedaba,
continuaría disfrutando de las conquistas sociales logradas por
los trabajadores de Suecia. Regresar a Nicaragua significaba
comenzar a trabajar en el proyecto de la nueva Nicaragua y

9
continuar trabajando sin parar, hasta lograr una vida digna para
todos los nicaragüenses, como lo afirmara Carlos Fonseca al dar
los primeros pasos en la formación del Frente Sandinista de
Liberación Nacional, en 1961.

Opté por regresar a Ocotal, mi pueblo. Traté de trabajar lo mejor


posible, pero las dolencias me acosaron. Entonces decidí hablar
con los compañeros de lucha de Managua, para pasar a vivir a la
capital con miras a seguir insistiendo en lograr curación y a la
vez asumir alguna responsabilidad adecuada a mi conocimiento.

Mónica: Pero en 1977 te contactás con Germán Pomares y Joaquín Cuadra,


y con todo y la dolencia te integrás al Frente Norte Carlos Fonseca.

Heriberto: Me decía un viejo amigo sandinista que murió en Honduras,


Aquilino Moncada –mirando que prácticamente no podía moverme– que el
sandinista es como la vaca brava: cuando le sacan un trapo rojo no se
detiene, y va de viaje. Así somos los sandinistas –decía– que aunque no
pueda, lo quiere hacer.

Así fue que en Danlí, Honduras, un día fui a visitar a una colaboradora, una
señora, a una casa de seguridad, y ahí encontré a Joaquín Cuadra y a
Germán Pomares. Entonces en ese mismo momento me dicen: –No, no, de
aquí vamos juntos, de aquí en adelante vamos juntos, vamos a conseguir
unos médicos, te vamos a llevar y te vas a aliviar, te vas a mejorar y vas a
ver que vamos bien. En ese momento me hicieron sentirme que tenía que
decir “sí o sí”. Podía decir que no, pero pudo más el sí, sin saber a lo que
me iba a meter posteriormente. Eso sí fue serio.

Mónica: ¿Tuviste problemas de nuevo con tus piernas?

Heriberto: ¡Ah, sí hasta la cara se me inflamó! Y Pomares me dijo: –


Realmente estás muy mal, hermano. Porque hasta la cara la tenía
totalmente hinchada.

Mónica: ¿Participaste en las acciones de San Fabián, que realizó el Frente


Norte?

Heriberto: No, pero tomé parte en la organización y en el diseño del


ataque a Ocotal, porque yo conocía perfectamente la ciudad. Ya no podía
estar en la montaña, pero participé porque todavía me sentía útil. Entonces
éramos nueve los que nos reunimos por tres días en una casa. Tomaron en
cuenta lo que yo decía, naturalmente. Vos sabés, en lo militar se ponen
variantes para ver cuál de ellas es mejor y tenerlas como opciones de
ataques exitosos. Escogimos una, pero no llegamos a Ocotal por unos
problemas que hubo. La idea era que, en cuanto hubiera vehículos, yo

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viajaría en ellos, porque no podía estar en la montaña.

Mónica: Dicen que vos mandaste a contactar gente colaboradora, como los
Martínez.

Heriberto: Ahí lo que pasa es que en 1975 habían echado presa a una
cantidad de gente que, en ese momento, se llamaban Guerra Popular
Prolongada (GPP). En esas cosas fuimos bien respetuosos con las
estructuras de la GPP, y yo, siendo de Ocotal, tenía que hacer una línea
separada. Y lo logramos. Reclutamos a Martha Adriana Peralta, y ella hizo
contacto con Lucío Martínez; así fue que, aunque éramos Terceristas, entre
nuestros colaboradores estuvieron compañeros de la GPP. Lucío Martínez, a
su vez, extendió el trabajo a Totogalpa, Jalapa, El Jícaro, y por todos lados,
incluso Estelí.

Mónica: Lucío Martínez era un excelente y extraordinario colaborador. En la


casa de él, su esposa Petrona, sus hijas Libia, Lucía y Milagros –a quienes
visito cada vez que puedo–, pasó mucha gente. Ahí estuvieron Fabio
Martínez, Leonel Espinoza, Carlos Manuel Morales, Omar Cabezas, Bayardo
Arce y el compañero Manuel Mairena –”Juancito” le decíamos nosotros–, era
una casa donde pasó media guerrilla.

Cuando el quiebre de El Copetudo, se desató una represión donde cientos


de ocotaleños cayeron presos, y Lucío también. Me acuerdo que cuando lo
llegaron a capturar, yo estaba enfrente, en la casa del doctor Saúl López, el
hijo de doña Caya. Entonces salí, y vi que iba llegando una patrulla
desplegada en posición de combate; pasé entre los guardias con mi pistola
en la cintura, sin que lo notaran, y ahí capturaron a don Lucío, lo torturaron
fuertemente, incluso creo que le hirieron la lengua. Decían que se la
querían cortar y él no habló nada.

Oyente: La otra vez que llegó el ingeniero Bayardo Altamirano, no le dio


tiempo de referirse a Eduardo Medina Borgen, quien fue uno de los mejores
estudiantes del Instituto Ramírez Goyena, donde fue compañero mío, y
reclutado por Carlos Fonseca, que era el bibliotecario. Medina Borgen desde
estudiante era casado, tenía hijos pequeños, se fue para México y de allá
entró a Nicaragua con un grupo. Lo mataron en El Dorado. Durante la
Revolución nunca lo mencionaron.

Otro Oyente: Sólo quería preguntarle al compañero Heriberto si conoció a


mi hermano Reyneri Escorcia. Tal vez él tenga conocimiento de donde
quedó, porque él quedó en manos del Coronel de la Guardia Nacional,
Agustín Bodán, y desapareció. No lo pudimos encontrar. Quiero decirle que,
en la toma de Ocotal, yo tuve el gusto de conocer al General Sandino, en la
casa de doña Carmen Ponce, madre de Arturo Ponce. Yo sé que él es de
Ocotal, yo soy también de allá. Me llamo Ramón Rodríguez, hermano de

11
Susana Rodríguez.

Heriberto: Mucho gusto y un saludo. Referente a Nery, él murió en El


Guano, por Yamales, con Manuel Pastrana, quien lo reclutó.

Oyente: Sí, lo hemos buscado, y es imposible encontrar sus restos.


Adelina, la mamá de él, murió, y no pudo encontrarlo.

Mónica: Gracias, don Ramón, por su importante llamada. Como con


Reyneri así pasó con los muertos de la Masacre de Batahola, en donde cayó
mi hermana Zulema; con Mary y Felipe Barreda, asesinados por la Contra
en Honduras, y no se han podido encontrar sus restos, como el del propio
Sandino. Lo más importante, aunque hay que seguirlos buscando, es ser
fieles a esa sangre, a ese ejemplo, y asumir el reto de seguir luchando por
el sueño de transformar Nicaragua, en una Nicaragua para todos y no para
unos cuantos.

En este programa hay muchos compañeros que nos llamaron, preocupados


por el tema de la unidad, ¿cuál es tu opinión sobre todos estos conflictos
que se están viviendo hoy en el FSLN?

Heriberto: El revolucionario es capaz de resolver todos los problemas por


incómodos que sean, y más temprano que tarde tendrá sus frutos positivos.

Mónica: La única posibilidad es la unidad, pero no una unidad cualquiera,


sino una unidad sin exclusiones, aunque tengamos opiniones diferentes.

Heriberto: Exacto.

Mónica: Nos costó bastante conquistar la libertad para hablar. Antes no


podíamos hablar sin que estuviéramos expuestos a cárcel, al destierro o a
la muerte. La Revolución Sandinista fue la que trajo la libertad real de
opinión. Independientemente de que en los años 80 haya existido un
período de censura –una de las cosas más cuestionadas de la Revolución–
no se puede negar el hecho histórico de que la Revolución trajo la libertad
para decir y opinar, para no callarse cuando uno cree algo.

La palabra disciplina, si la buscás en el diccionario, quiere decir obediencia,


¿y la palabra libertad? Tiene que haber un equilibrio entre disciplina,
libertad de expresión, libertad de conciencia y principios; porque si vos le
das todo el peso a la disciplina, entonces ya no somos una organización
política, ni un partido político, sino que somos una organización castrense,
¿no?

Heriberto: Si, yo así lo creo, porque se tendría que aceptar todo lo que
emane de la organización, y tiene que ser así como disciplina partidaria. Lo

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que pasa es que nosotros entendimos la disciplina a todo aquello que
estaba en bien y protección de nuestra línea revolucionaria, ¿no es así? No
es la protección de los individuos, sino del Programa, del proyecto
revolucionario, que es nuestro; y entonces, a ése es al que le debemos
disciplina, con una dirección por supuesto, que son los compañeros
designados para los cargos de dirección.

Mónica: Sí, eso es cierto, lo principal es la disciplina al Programa, la


disciplina a los principios, no a las personas, porque las personas nos
podemos equivocar. La disciplina es consciente, porque no podés hacer algo
que no pase por tu conciencia. Porque estamos en una organización
política. Y así era aún en tiempos de la organización guerrillera, que
combatíamos bajo disciplina militar, era una disciplina crítica. Te doy un
ejemplo: en 1977, Pedro Aráuz Palacios nos re-juramentó, tuvimos que
confirmarnos. Nos dijo que el que no quisiera seguir, lo podía sacar sin
sanciones, y así sacamos a varios compañeros al exterior.

Parte de la documentación que Heriberto entregó a Mónica:

Tratando de resolver la cuestión económica, en 1993 decidí


trasladarme a León, donde la vida es más barata que en
Managua. Llevé el ganado, instalando el ordeño en un lugar
llamado Abangasca Norte, a ocho kilómetros de la ciudad de
León, con la desventaja de tener que andar alquilando rastrojos
para alimentar el ganado.
En 1998, los estragos causados por el huracán Mitch me dejaron
en muy malas condiciones. Murieron reses arrastradas por
violentas correntadas. La producción de leche quedó casi en
cero, y se adelgazó lo que quedó de ganado. Tuve que recurrir a
la ayuda de un amigo de Estelí para llevar el ganado a que se
recuperara en su finca, donde cuatro meses después estaba
restablecido. El amigo de Estelí no insinuó que me fuera de su
finca, pero yo no debía abusar de su confianza. Bastaba con
haberme sacado de un momento crítico. Decidí vender lo que
tenía de ganado.
La nueva modalidad económica neoliberal no apoya el
crecimiento económico en el agro, puesto que los negocios de
los bancos son las inversiones de capital a corto plazo y con
intereses muy altos, lo que no está al alcance del ritmo de
crecimiento en el campo. Por esa razón yo no podía intentar
hacer ningún compromiso por la obtención de alguna propiedad
por pequeña que esta fuera, porque trabajaría para el banco.
Tomando en consideración que andaba casi en los setenta años,
cuando las enfermedades a esta edad aparecen como salidas de
la nada, más el eterno padecimiento de mis pies, me incliné por
la decisión de usar el dinero de la venta del ganado para

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proporcionarme yo mismo una renta mensual por un lapso de
tiempo de tres años, creyendo encontrar en ese tiempo una
salida satisfactoria a la continuación de una vida sin estrechez
económica. En esa espera terminé mis reservas sin poder
encontrar solución alguna.

Mónica: Heriberto, para cerrar, contamos que hacés ahora. ¿Tenés un


terrenito?

Heriberto: Sí, seguro, ahí lo que estoy haciendo es sembrando arbolitos


cada vez que puedo, ya que el árbol es vida. Claro, todavía me siento útil
en esta sociedad.

Mónica: Heriberto, vos con semejante trayectoria, con semejante historia,


con una vida que llevás tan llena de humildad, ¿qué mensaje querés
mandar a los oyentes?

Heriberto: Yo lo he pensado, y lo que puedo decir es que en estos tiempos


en que nos ha metido el capitalismo, donde el mercado es el papá de todo,
se está viendo que no se ha resuelto ningún problema. Más bien es peor. Lo
que se promueve es el consumismo. Cada vez es peor. Fíjate, la comida es
la vida, y es lo que más están descuidando: hay pocas habilitaciones y
ayuda para que el campesino tenga la oportunidad y el apoyo y pueda
sembrar, para que todos tengamos comida.

Es peligroso que dentro de un tiempo nos empujen a salvar a la nación, y


mi mensaje sería que como revolucionarios debemos incorporarnos a una
lucha por nuestro futuro, eso es lo que puedo decirles en pocas palabras.

Mónica: Tenés cincuenta años de lucha revolucionaria, desde aquella vez


que fuiste correo de Raudales. Ahora ya tenés sesenta y siete años y
¡hablás de lucha todavía!

Heriberto: Es que tiene que haber lucha siempre. No hay que rendirse
nunca, porque las necesidades son iguales o peores. Parece que vamos a
morir luchando.

29 de enero del 2000

14
NOTAS

15
1 La guerrilla de Raudales estaba integrada por el Coronel Julio Alonso Leclaire, Jefe del Estado
Mayor; Coronel EDSNN Heriberto Reyes, Jefe de Operaciones; Coronel EDSNN Hilario Salinas,
Capitán Manuel Baldizón, Teniente Luis Moncada, Adolfo Evertz, Ramón Romero, Klaus Khül,
José de la Cruz Maltés, Ramón Morán, Manuel Raudales, José Melgar, Alberto Rodríguez
Rugama, Miguel Ángel Talavera, Apolinar Carcenas, Mercedes López, Santos Teófilo García,
Francisco Raudales, Alcides Granera, Julio Velásquez y Mario Avilés, entre otros. El General
Raudales fue herido en una de las acciones, y falleció días después. (Barbosa: 2009: pp. 263).

2 Olama y Mollejones: guerrilla conservadora de mayo de 1959, dirigida por Napoleón Ubilla
Baca, Enrique Lacayo Farfán, Luis Cardenal, Reynaldo Antonio Téffel, Freddy Hernández y Pedro
Joaquín Chamorro. En Punta Llorona, Costa Rica, instalan el campamento de entrenamiento de
donde sale la invasión hacia Nicaragua. (Barbosa: 2009: pp. 264).

3 Entre sus integrantes se encontraba Julio C. Molina, Julio Velásquez, Bayardo Altamirano,
Heriberto Rodríguez, Renán Montero, William McCoy, Pedro Pablo Ríos, César Cortés, entre
otros. El jefe guerrillero, Julio Alonso Leclaire, murió en combate. (Barbosa: 2009: pp. 263).

4 Se forma en 1959, en Guadalajara, México. Es el primer movimiento guerrillero que toma el


nombre del General Sandino. Lo integran, entre otros: Alejandro Martínez, Harold Martínez,
Edén Pastora, Leónidas Rodríguez, Santiago Mateo Jirón, Hugo Cuadra, Rogelio Hernández,
Porfirio Molina, Pedro Pablo Ríos, Justino Ruiz, Francisco Bazanta, Virgilio Godoy, Bayardo
Altamirano, Julio Alonso, Juan José Ordóñez, Luciano Vílchez, Renán Montero. (Barbosa: 2009:
pp. 274).

5 En 1963, y después de preparar durante dos años a un destacamento en las montañas de


Patuca, Honduras, se realiza esta primera experiencia guerrillera en Bocay, Raití y Río Coco.
Realmente, fue un revés militar, pero permitió que el FSLN abandonara la táctica de invasiones
desde el exterior. (Barbosa: 2009, pp. 275).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


Realmente tuvimos paciencia

Tomás Borge

Tomás Borge Martínez nace el 13 de agosto de 1930 en la


ciudad de Matagalpa, donde se bachillera. En 1952 se traslada a
León a estudiar la carrera de Derecho. Ingresa a un círculo de
estudio revolucionario con Silvio Mayorga y Carlos Fonseca,
cuando éste entra a la universidad en la ciudad metropolitana
en 1956. En septiembre de ese año es capturado y acusado de
encubridor en el ajusticiamiento del dictador Anastasio Somoza
García, y es condenado a nueve años de prisión. Permaneció
casi dos años en las mazmorras somocistas, hasta que la
presión pública obligó al régimen a otorgar casa por cárcel a una
parte de los prisioneros.
Borge sale hacia Honduras y luego viaja a Costa Rica, donde con
Silvio Mayorga, funda Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN) en
el año de 1959 y, a finales de ese año, visita Cuba por primera
vez, para recibir entrenamiento militar.
Entre 1962-1963 participa en la guerrilla del Río Patuca, bajo la
dirección de Noel Guerrero y el Coronel Santos López. Después
de la derrota militar de Raití, participa en esfuerzos
organizativos en varias ciudades; y en 1967, en la guerrilla de
Pancasán.
En 1974 forma parte de la conducción político-militar del Frente
Sandinista de Liberación Nacional que organiza la Operación
Diciembre Victorioso. Lo capturan en 1976 y lo someten a un
cruel aislamiento, por lo que hace la huelga de hambre más
dramática que haya protagonizado un prisionero político en
Nicaragua. Recupera la libertad con la acción de un comando
guerrillero del FSLN Tercerista, que se toma espectacularmente
el Palacio Nacional, en agosto de 1978.
Es designado miembro de la Dirección Nacional de la Tendencia
Guerra Popular Prolongada y regresa al país con el triunfo
revolucionario, como integrante de la Dirección Nacional
Conjunta del FSLN. En los años ochenta fue Ministro del Interior.
Al momento de esta entrevista, es Diputado del Parlamento
Centroamericano.

1
Conocí al Comandante Tomás Borge Martínez “Rolando”, a finales de 1974 y
principios de 1975, después de la operación del FSLN en la casa de José
María “Chema” Castillo. Nos habían concentrado para una escuela político-
militar en una finquita del campesino Arístides Carrero, en la comunidad de
San Jacinto, municipio de Telica. Teníamos un campamento en la montañita
y algunas clases las recibíamos en la casa del campesino. Éramos un grupo
de militantes clandestinos. Recuerdo, entre ellos, al compañero Julio
Avendaño, hermano de la compañera Merceditas Avendaño, ambos del
barrio El Laborío, de León; a “Rojito”, un líder obrero leonés; Irving Urcuyo,
Jorge Sinforoso Bravo, Leonardo Real Espinal, el instructor Juan de Dios
Muñoz (todos caídos en la lucha); Ana Julia Guido, Leonel Espinoza y José
Valdivia, los únicos sobrevivientes. Y llegó “Rolando”.

Al menos Ana Julia y yo, que entonces nos hicimos muy amigas, no
conocíamos a “Rolando”, quien nos empezó a dar clases militares y de
historia. Cuando él impartía historia, nos hablaba de Carlos Fonseca, Silvio
Mayorga y de todos los fundadores del FSLN, pero no mencionaba a Tomás
Borge.

Ana Julia y yo empezamos a especular que nuestro instructor no era otro


que Tomás Borge, y recuerdo que, además, nos ayudó un poco la fotografía
que había publicado en esos días el diario La Prensa, vinculando a Tomás al
golpe de la casa de Chema Castillo, y a los entrenamientos del Comando
sandinista Juan José Quezada. Ana Julia y yo le preguntamos: –Compañero
“Rolando”, ¿por qué usted no habla del Comandante Tomás Borge?, y
“Rolando” se puso todo colorado.

Entonces cuchicheábamos entre nosotras: –Te fijás, es Tomás, porque se


puso colorado. Pedro Aráuz nos decía que éramos curiosas y que eso era
una debilidad pequeño-burguesa, y nos criticaba fuertemente por estar
queriendo averiguar los nombres de los compañeros clandestinos. Pero si
en realidad esto era una debilidad pequeño-burguesa, la padecíamos
muchos, sin importar la procedencia social. Recuerdo a un obrero que
padecía la misma “debilidad”. Poco después nos encontraríamos con
Tomás, en Managua, en la preparación de un operativo en el que
participaríamos con Charlotte Baltodano, Edgard Lang y Tito Chamorro.

En este diálogo con el Comandante Borge, centramos la conversación en


tres aspectos: a) el nacimiento del FSLN y sus primeros pasos; b) la jornada
heroica de Pancasán; y c) su relación con Carlos Fonseca.

Mónica: Comandante Tomás Borge, en nuestro programa anterior


recordábamos que usted cayó preso cuando Rigoberto López Pérez ajustició
al tirano Somoza García; que tuvo la dicha de conocer a Rigoberto, a Edwin
Castro y a los otros compañeros acusados de la muerte del tirano, y que
fueron asesinados en 1960.

2
Quisiéramos que usted nos ubicara en aquel contexto. ¿Cuáles fueron los
acontecimientos que se articularon como parte del proceso de fundación
del Frente Sandinista de Liberación Nacional?

Tomás: En efecto, el Frente Sandinista surge en el marco de un proceso


que no se lograría entender sin sus antecedentes: la masacre estudiantil
del 23 de julio de 1959, y los grupos guerrilleros que en aquellos años
intentaron enfrentarse a la Guardia Nacional (GN). La represión por la
muerte del tirano influyó en el surgimiento de nuevos grupos armados, uno
de los cuales estuvo dirigido por Ramón Raudales, quien ya era un anciano.
Carlos lo llamaba “el anciano de las barbas venerables”. Era un hombre de
rostro bondadoso. No lo conocí personalmente, sólo por referencias, y en
ese grupo él murió.

En otro de los esfuerzos guerrilleros, El Chaparral, estuvo presente Carlos


Fonseca, donde fue herido gravemente en un pulmón, en junio de 1959,
hecho que a su vez originó la masacre estudiantil del 23 de julio de ese año.
Los estudiantes protestaron por la muerte de Carlos Fonseca, pero
afortunadamente él no había caído; sin embargo, los manifestantes lo
daban por muerto. Esa manifestación fue brutalmente reprimida.

Después surgen numerosos grupos armados liderados por Carlos Chale


Haslam, en Matagalpa; Julio Velásquez y Julio Alonso Leclaire, este último
ex-miembro de la Guardia Nacional. En otro grupo cae el periodista Manuel
Díaz y Sotelo. Además, aparece el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN),
fundado por Carlos Fonseca. Carlos propuso que yo fuera el presidente del
Movimiento, pero rechacé la propuesta. También se funda en Costa Rica la
Juventud Revolucionaria Nicaragüense (JRN); y en Venezuela, el Frente
Unitario Nicaragüense. Silvio Mayorga, Carlos Fonseca y yo, andábamos en
esos grupos iniciales.

En otro momento se empieza a organizar otro esfuerzo en Cuba, con Noel


Guerrero Santiago a la cabeza. Era un hombre inteligente, conocedor del
marxismo, pues trabajó en México con Vicente Lombardo Toledano, quien
había pasado por Nicaragua y por un tiempo fue miembro del Partido
Socialista Nicaragüense, del que después se distanció; se fue a Cuba, y con
Rodolfo Romero –un compañero que está en Granada actualmente–, Carlos
Fonseca y yo, y otros, empezamos a trabajar en la formación de una nueva
agrupación política que fue apoyada por el Che Guevara y por la Revolución
Cubana.

Mónica: Dicen que el Che Guevara les dio veinte mil dólares.

Tomás: Efectivamente, me los dio a mí para la guerrilla de Raití-Bocay.


Antes de eso, con Rodolfo Romero habíamos hecho un intento de meter

3
unas armas por Honduras. Llegué a esperarlas en San Pedro Sula, pero las
armas cayeron en poder del ejército hondureño. Se había organizado otro
grupo que se llamaba Frente Revolucionario Sandino (FRS), donde
estuvieron Bayardo Altamirano, Faustino Ruiz “El Cuje” y otros compañeros,
como unos hermanos Martínez, quienes después tuvieron muchos
problemas con nosotros.

Mónica: ¿En el Frente Revolucionario Sandino estuvieron también Modesto


Duarte y Ramón Raudales, hijo?

Tomás: Sí. Todos estos antecedentes son como el preámbulo del


surgimiento del Frente de Liberación Nacional (FLN) y del FSLN. En
Tegucigalpa, cerca de un hospital fue que, para fundar el Frente, nos
reunimos Noel Guerrero, Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y el Coronel Santos
López. Andaba por ahí Faustino Ruiz, aunque no participó.

Mónica: En su libro La Paciente Impaciencia, usted explica que los


fundadores tenían distinta procedencia, y habla de los estudiantes Carlos
Fonseca, Silvio Mayorga, Jorge Navarro, Francisco Buitrago, Modesto Duarte
y usted mismo; de obreros como José Benito Escobar, Rigoberto Cruz y
Germán Pomares; y de campesinos como Faustino Ruiz y el veterano del
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, Coronel Santos
López. Obviamente, se entiende esto de la fundación del Frente Sandinista
como un proceso. En esa reunión donde usted dice que se funda el Frente,
no estaban Jorge Navarro y José Benito Escobar, pero ellos oficialmente son
considerados fundadores del FSLN.

Tomás: No, Jorge Navarro estaba en Managua 1 y José Benito no estaba en


ese momento. Entonces allí hubo una discusión. Noel Guerrero plantea que
el organismo se llame Frente de Liberación Nacional, por una concepción
mecánica, porque él había hablado con Fidel y éste le había recomendado
que formáramos un Frente; entonces él, como para complacer esa idea,
quería que se llamara Frente de Liberación Nacional.

Mónica: Se pensaba que el Frente fuera la incorporación de distintas


organizaciones.

Tomás: De distintos grupos. Yo propuse que se llamara Frente Libertador


del Pueblo, pero la idea mía era no tanto el nombre del Frente, sino que el
Ejército se llamara Ejército Libertador, igual que el de Bolívar.

Carlos propuso que se llamara Frente Sandinista de Liberación Nacional y


argumentaba la importancia de que la gesta de Sandino se incrustara en la
conciencia de los revolucionarios; porque eso le daría un carácter anti-
imperialista, un sello permanente de una lucha que trascendía más allá de
un simple cambio de gobierno. Esa idea en ese momento no prosperó.

4
Cuando vamos a organizar la guerrilla de Raití-Bocay, predomina la tesis de
que la organización se llame Frente de Liberación Nacional. Cuando
llegamos a Raití, se ponen las siglas de FLN; no se llamaba Frente
Sandinista, sino hasta después de esta derrota militar, que más que militar,
fue una derrota de la naturaleza, por el hambre y la inclemencia de esa
selva. Nos quedamos sin armas porque las perdimos al naufragar en los
ríos, y tuvimos encuentros desafortunados con la Guardia, excepto algunos,
y yo tuve la oportunidad de participar en uno de ellos, en la desembocadura
del río Sang Sang, donde Silvio Mayorga fue herido.

Y no lo digo en mi libro porque en aquel momento me pareció jactancioso,


pero ahora estoy por encima de eso, y puedo decirlo: en esa ocasión tiré
una granada de mano que parece que mató a varios guardias. Voy a contar
una anécdota interesante: en ese momento Silvio Mayorga estaba al lado
mío, y antes que yo tirara la granada, me dice: –No son guardias. ¿Por qué
no son guardias? –le pregunto. No son guardias, están fumando –me
responde. Es todo lo contrario –le digo, porque están fumando quiere decir
que son guardias, los mískitos no tienen cigarrillos.

Silvio insistió, se puso de pie y salió al encuentro de los guardias creyendo


que eran mískitos. Entonces el primer guardia con quien se encuentra se da
cuenta que él es un extraño, y dispara con una carabina M-1, hiere a Silvio
en una pierna, y empezó el tiroteo con las pocas armas que nosotros
teníamos. La granada de mano que yo lancé y algunos tiros que disparó
Heriberto Rodríguez con un rifle Garand, fueron los pocos intercambios que
se produjeron.

Pedro Pablo Ríos, un compañero que sobrevivió a esa escaramuza, y que


después murió de muerte natural, disparó con una ametralladora Thompson
una ráfaga nada más, y nos retiramos porque las armas no nos funcionaron,
pero los guardias pasaron disparando horas tras horas, atemorizados.

Allí mataron a un compañero proveniente de Managua que se nos había


sumado. Nos retiramos y poco después de eso supimos que en otro sitio
habían matado a Faustino Ruiz “El Cuje” y a Boanerges Santamaría. Narciso
Zepeda Chicho, logró salvarse junto a Ramoncito Raudales, quien nos
encontró en la montaña. Fue heroico. Entonces nos reunimos para decidir
por votación si regresábamos o no. Esto no lo dije en mi libro, es primera
vez que lo voy a decir: voté en contra del regreso, pero la inmensa mayoría
decidió regresar. Desde luego, no fue cobardía ni mucho menos. Fueron
increíbles los gestos de valor de la gente enfrentando las penurias, y en los
pocos encuentros que tuvimos con la Guardia Nacional.

Comentario de la autora: El 20 de agosto, el grupo que estaba por el Río


Coco le dispara a una patrulla de la Guardia que venía en un pipante, y

5
cuando ésta riposta, mata a Faustino Ruiz y a Boanerges Santamaría.
(Altamirano, Bayardo: pp. 69 y 73).

Carlos Fonseca se refiere a sus compañeros caídos como “los estudiantes


Jorge Navarro, Francisco Buitrago y Modesto Duarte; y los jóvenes Mauricio
Córdoba e Iván Sánchez Argüello. El asesinato en el Río Coco de los también
queridos compañeros míos Faustino Ruiz y Boanerges Santamaría”.
(Fonseca, Carlos: Obras: 1985: pp.305).

Mónica: ¿Que hicieron después de eso?

Tomás: Regresamos a Tegucigalpa y posteriormente casi todos cayeron


presos, pocos nos salvamos de caer en la cárcel. Luego, de la prisión
salieron para México. En este país se tomaron decisiones no muy justas, por
ejemplo, se expulsó a Noel Guerrero, acusándolo de malversación de
fondos, lo cual no era verdad, y otras decisiones administrativas que no
fueron de la simpatía de Carlos Fonseca.

Mónica: Usted decía en su libro, Comandante, que uno de los saltos que
tuvo que dar el Frente Sandinista fue superar el enfoque invasionista que
había predominado en los movimientos armados desde el levantamiento de
1956 hasta 1963, incluyendo Raití-Bocay. Esa concepción subestima la
creación de condiciones previas, es decir, desarrollar una base social
campesina para la instalación del movimiento guerrillero. En este sentido
fue fundamental la labor que después realizó Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”.
¿Podría contarnos un poco sobre esto?

Tomás: En este momento del relato hay dos cosas que yo quisiera resaltar:
primero, aquellos compañeros que estaban iniciando la lucha no tenían
muchas esperanzas en una victoria personal; es decir, tenían una enorme
fe en la victoria final, pero creían –y esta creencia casi se cumple por
completo–, que ninguno iba a sobrevivir para ver la victoria. Me parece que
éste es un extraordinario mérito, porque era un pequeño grupo de
compañeros rodeados de una gran soledad política, donde no existía la
enorme muchedumbre que después apoyó al Frente Sandinista.

En ese momento virtualmente nadie nos apoyaba. Llegábamos a Managua


a golpear las puertas y nadie nos abría. Nos tiraban las puertas en las
narices o nos amenazaban con denunciarnos. Había un enorme terror y una
gran soledad. Un mérito de Carlos Fonseca es que en medio de aquella
soledad casi absoluta, mantuvo la confianza, y nos hizo mantener a
nosotros la confianza en la victoria final. Eso es un hecho trascendental.

6
El otro hecho es que Carlos Fonseca nos indujo a reflexionar sobre la
naturaleza de la teoría guerrillera, y leímos con atención el libro de Regis
Debray, Revolución en la Revolución. Leímos al Che Guevara y sacamos
nuestras propias conclusiones: primero, que previo a la lucha armada había
que organizar dentro del país las bases sociales; y, en efecto, Rigoberto
Cruz “Pablo Úbeda”, es el producto de esta concepción, pero no sólo él, que
fue el más destacado.

Cuando estábamos preparándonos para ingresar al país por Río Coco y


Bocay, ya teníamos la idea de crear condiciones previas, pero la propuesta
no prosperó porque se opuso Noel Guerrero. No estoy criticándolo como ser
humano. Critico diferentes puntos conceptuales. Nosotros pensábamos que
había que ir primero a crear las condiciones internas. Después, cuando ya
renunciamos a la concepción “invasionista” y empezamos a trabajar dentro
del país, Carlos Fonseca se fue a Pancasán con Oscar Turcios y el campesino
Antonio Rodríguez.

Mónica: Es muy importante destacar que, aunque la mayoría de los


dirigentes fundadores del Frente no tenían una ideología marxista-leninista,
sí habían realizado algunos esfuerzos de estudiar la teoría revolucionaria.

Usted habla de la creación de una célula de estudios en la cual Noel


Guerrero era como el ideólogo, el que daba clase; pero parece que Silvio
Mayorga, por ejemplo, y el mismo Carlos Fonseca, sí hacían uso de las
herramientas de análisis del marxismo para el estudio de la realidad
nicaragüense. Me llama la atención que en La Paciente Impaciencia usted
dice que estuvo a punto de involucrarse en el movimiento armado de
Olama y Mollejones, y que Silvio llegó, y en quince minutos lo convenció
con un análisis de clase, de que ese un movimiento, aunque patriótico, no
tenía una naturaleza revolucionaria, y lo disuadió de involucrarse.
También deduzco de lo que usted dice, que Carlos Fonseca fue el más
persistente en buscar en la propia realidad nicaragüense los caminos por
los que había que enrumbarse, y que precisamente permitieron que el
Frente Sandinista dejara de ser un movimiento más, para convertirse en
una verdadera organización político-militar, capaz de organizar al pueblo y
conducirlo a la victoria. En su libro, usted también retrata a Silvio Mayorga
como alguien de una gran lucidez, demostrada en distintas ocasiones.

Tomás: Es evidente que los más destacados ideólogos que en aquel


momento tuvo el Frente Sandinista, fueron Carlos Fonseca y Silvio Mayorga.
Ellos sí aprendieron marxismo; los otros fuimos aprendices que no llegamos
a completar el ciclo de conocimientos al cual llegó Carlos, por ejemplo.
Silvio, en efecto, era un analítico, era serio en sus consideraciones; y
Carlos, más todavía. Fíjate que Carlos, en algún momento encontró algún
texto marxista en francés, y no había en aquel momento –parece mentira–,
textos marxistas en castellano, y Carlos aprendió francés para poder leer

7
©
esos textos. Imagínate cuál era su grado de inquietud .

Originalmente, a Carlos Fonseca no le interesaba leer otra cosa que no


fuera teoría revolucionaria. Yo lo convencí de que leyera novelas, y
empezamos con Las Viñas de la ira, de John Steinbeck; la comenzó a leer y
no la dejó sino hasta que la había terminado, sin dormir. Después lo
interesé en otras novelas, pero él nunca dejó los textos políticos. Era
estudioso de Carlos Marx y de la teoría en general, y claro, su inteligencia
natural más el conocimiento, lo condujeron a ser un maestro en
desentrañar la realidad. Era sorprendente cómo lograba iluminar con sus
palabras cada momento que estábamos viviendo.

Al principio, Carlos era muy extremista, radical. Luego, el conocimiento lo


hizo ser flexible. Por eso es que cuando se produce aquella división interna
del Frente Sandinista en tres tendencias, Carlos nos explicó críticamente
que observaba la ausencia de un equilibrio que era necesario tener, y que
no habíamos hecho los suficientes esfuerzos para impedir esa división.

Me sorprendí con el grado de tolerancia que tenía Carlos con otros


compañeros que, desde mi punto de vista, habían cometido pecados
imperdonables, y, sin embargo, era muy comprensivo; a veces, también fue
duro en sus críticas, pero en general tendía a ser tolerante, a perdonar
ofensas y a fortalecer en cada momento lo que se podía mejorar.

Al conocerlo y hablar con él, inmediatamente se le quitaban los prejuicios a


cualquiera, porque Carlos tenía un gran don de persuasión por su lenguaje
certero, pero además, por su conducta cotidiana, que era de una entrega
absoluta. Cuando nos interesábamos demasiado en una muchacha, él
decía: –Sí, son bonitas y tiernas las mujeres, pero son más lindas todavía las
piernas de la Revolución. Era un ser humano excepcional. Casi no cometió
pecadillos como los que nosotros perpetrábamos con tanta frecuencia.

Para Carlos, por encima de todo estaba la Revolución. Decía que había que
pensar las veinticuatro horas en la Revolución. “Hasta dormidos hay que
pensar en la Revolución y en la unidad”. Y se despertaba pensando en la
unidad y se dormía pensando en la unidad, con un enorme grado de
tolerancia y de respeto hacia los demás compañeros.

En sus palabras no pude encontrar nunca una pizca de rencor, de


resentimiento. Alguna vez se enojó conmigo, por tonterías. Una vez, por
ejemplo, creyó que me había burlado de él deliberadamente, pero no era
verdad. Él tenía dolor de cabeza, y le dije que se tomara unas píldoras que
estaban por ahí. Se las fue a tomar, y eran píldoras anticonceptivas, pero no
era verdad que yo quería burlarme de él. Estuvo enojado conmigo como
tres o cuatro días. Y no me hablaba.

8
Una frase muy conocida de Carlos era que nosotros nos habíamos integrado
a la lucha revolucionaria, más por vergüenza que por conciencia. En efecto,
no es verdad que éramos unos sabios en materia de marxismo-leninismo,
aunque creíamos que la sociedad ideal era la sociedad socialista, incluso la
soviética, y anhelábamos triunfar para hacer una sociedad igual. Después
fuimos a ver esa sociedad y no era tan perfecta como pensábamos. Y lo
demostró la realidad histórica.

Mónica: En el período que siguió a la fundación, ya cuando el Frente pasa a


ser Frente Sandinista, Carlos fue uno de los que más insistió en vincular la
lucha con la gesta heroica de Sandino. La lucha de Sandino tenía un énfasis
muy grande en la organización campesina; sin embargo, a lo largo de la
lucha, y en particular en la fase final, la organización urbana tuvo una
importancia determinante.

¿Cómo miraban ustedes en aquel momento las dificultades para vincularse


a formas de organización urbana, al incipiente movimiento obrero, a
sindicatos influenciados sobre todo por el Partido Socialista? ¿Cuál fue el rol
de este partido en aquella etapa?

Tomás: El Partido Socialista era adverso a los métodos de lucha armada del
Frente Sandinista; sin embargo, el Frente se interesó en el trabajo sindical
de los socialistas, y enderezó sus esfuerzos para la organización de los
estudiantes.

Desde el primer momento, el FSLN intentó organizar a los estudiantes en lo


que después se llamó el Frente Estudiantil Revolucionario. Recuerdo bien
que algunos compañeros tenían persistentes contactos con la gente en los
barrios, como Víctor Tirado López; había gente que tenía contactos con los
estudiantes. Yo mismo me relacioné con pequeños grupos de estudiantes y
gente que tenía vinculaciones con los sectores obreros, entre los cuales se
fue reclutando, uno por uno, a algunos compañeros que después se
convirtieron en fervorosos militantes del Frente Sandinista.

Cuando se produce aquella manifestación que fue masacrada por la


Guardia Nacional, el 22 de enero de 1967, un poco antes de la guerrilla de
Pancasán, muchos de los que fueron allí, ya estaban vinculados al Frente
Sandinista. Días antes nos habíamos reunido con el excelente médico y
persona, Mario Flores Ortiz, de Movilización Republicana; y Álvaro Ramírez,
del Partido Socialista, para discutir si íbamos o no a la lucha armada, y
ambos se sumaron a la tesis de que no había que ir.

Yo también me opuse a la lucha armada, dije que no era el momento, no me


opuse en general sino al momento. Cuando Carlos oyó decir que yo me
había opuesto, dijo: –Esas son palabras, porque cuando lo mande a llamar,

9
se viene para acá. Como en efecto ocurrió, porque ahí no más se produjo la
masacre del 22 de enero, y me tuve que ir clandestino porque la Guardia
me andaba buscando. Días después me fui para Pancasán.

Mónica: Además del doctor Flores Ortiz, formaron parte de Movilización


Republicana, Manuel Pérez Estrada, los hermanos Pérez Arévalo y Eligio
Álvarez. Ellos eran los socialistas que intentaban encontrarse con el
sandinismo, en ese movimiento.

Tomás: Y allí estaba José Benito.

Mónica: José Benito Escobar, Silvio Mayorga y usted.

Tomás: Efectivamente, y como te digo, se dieron esas discusiones y el


Frente determinó ir a la lucha armada. En ese momento, yo mismo distribuí
un comunicado que no lo firmé, sino Carlos, Doris Tijerino, Rigoberto Cruz
“Pablo Úbeda”, Oscar Turcios, me parece que Silvio Mayorga, y no sé quién
más. Yo me encargué de imprimirlo y distribuirlo en Managua. Era la
declaratoria de guerra del Frente Sandinista.

Comentario de la autora: Ese comunicado lo firma Doris Tijerino, quien


era suplente de la Dirección Nacional con el seudónimo de “Conchita
Alday”.

Mónica: Hablemos un poco de Pancasán. “Pablo Úbeda” anduvo en la


guerrilla del Bocay; se quedó en la montaña viviendo como campesino, y
organizando redes y bases de apoyo de la guerrilla en la zona de Pancasán.
Su verdadero nombre era Rigoberto Cruz y se hizo una leyenda en el campo
porque decían que se disfrazaba y que la Guardia lo perseguía y nunca lo
encontraba.

La canción de Carlos Mejía Godoy, una de las más bellas del Canto Épico
dice:

Se disfraza de espadillo,
se disfraza de mozote
y se convierte en pocoyo
conejo, cusuco,
garrobo, pizote.

Pablo Úbeda pasó,


ayer mismo muy temprano,
Carlos Reyna lo encontró

10
allá en el comisariato
pero cómo sucedió
si ayer por la madrugada
el juez de mesta lo vio
cruzándose la cañada.

Qué será esta confusión,


se preguntaba el sargento
no será que este cabrón
es el mentado cadejo,
lo vieron en Kuskawás
en La Tronca y en Waslala.
Ya no lo verán jamás.
¡Se lo tragó la montaña!

Lo ayudan los vientos


las siete cabritas
lo oculta el chagüite
lo esconde la milpa
la Guardia dispara
contra el cafetal.
Y sale Pablito
sereno, pajito,
bordeando el cañal.

Tomás: Después de nuestro comunicado llamando a la resistencia armada,


se integran las primeras escuadras de Pancasán. Eran tres escuadras: la
vanguardia, dirigida por Oscar Turcios; el centro, que estaba bajo mi
responsabilidad; y la retaguardia, dirigida por Silvio Mayorga. Yo trabajaba
muy ligado a Rigoberto Cruz. En la del centro estaba Carlos Fonseca, que
era el Jefe Político Militar de todos nosotros.

Antonio Rodríguez fue el campesino más importante en la lucha de


Pancasán. Hay que decir que muchos de sus consejos no fueron tomados en
cuenta. Rodríguez sostenía que Pancasán era una zona primaria que no
debíamos asumir como el territorio definitivo para instalar la guerrilla. No le
hicimos caso.

Los primeros en llegar fueron Carlos y Oscar Turcios, para conocer la zona.
Establecimos buzones de armas, creamos redes campesinas, hicimos algún
tipo de organización mucho mejor que la que habíamos hecho en Río Coco
y Bocay. Pero tuvimos poco tiempo para entrenar a la gente y había poca
disciplina militar. Por eso algunos compañeros de una gran calidad humana
y revolucionaria como el “Chelito Moreno”, no tenían experiencia ni
entrenamiento militar y, por tanto, poca disciplina. De tal manera que en

11
una de las marchas, al “Chelito” se le iban cayendo los tiros en el camino,
los cuales fueron descubiertos por varios jueces de mesta que informaron a
la Guardia.

Carlos me recomienda la tarea de ir a Matagalpa y me voy con Germán


Pomares. Voy con la idea de ir a la finca de Antonio Rodríguez, para salir por
Matiguás. Pero en lo que estamos allí, dispuestos a irnos, alguien en
Matagalpa escucha las transmisiones de la Guardia, y me las comunican, y
yo se las mando a decir al periodista Manuel Espinoza 2. Le digo que Silvio
está herido, pero vivo, y que Otto Casco no sólo está vivo, sino ileso.
Manuel Espinoza informa que ambos están vivos, pero que hay otros
guerrilleros que están muertos; sin embargo, la Guardia los asesina a todos.
Y no logramos cumplir la misión que nos había encomendado Carlos
Fonseca.

Mónica: El 27 de agosto de 1967, cae la mayor parte de la columna que


jefeaba Silvio Mayorga y con ello fracasa el esfuerzo guerrillero de Pancasán
y Fila Grande. Caen Silvio Mayorga, Rigoberto Cruz (ambos miembros de la
Dirección Nacional del FSLN), Francisco Moreno, Otto Casco, Fausto
Heriberto García, Nicolás Sánchez “El Tigre del Cerro Colorado”, Carlos
Reyna, Ernesto Fernández, Carlos Tinoco y el médico Oscar Danilo Rosales,
quien fue capturado, torturado y asesinado.

Después de esta jornada heroica, el FSLN también sufre reveses en la


ciudad, por lo cual decide iniciar el llamado “período de acumulación de
fuerzas en silencio”. ¡Hablemos de esto Comandante Borge!

Tomás: Después de Pancasán, efectivamente, surge una filosofía a la que


no me acuerdo quién le puso ese nombre de “acumulación de fuerzas en
silencio”. Se hace énfasis en el trabajo con grupos que llamábamos
intermedios: cristianos, obreros, pobladores de los barrios populares,
estudiantes, todos esos se llamaron “organizaciones intermedias”. Durante
un buen tiempo decidimos no hacer nada militar para poder organizarnos, y
eso impactó en nuestro desarrollo.

En esto trabajó Eduardo Contreras, quien contactó, por ejemplo, a


intelectuales como Carlos Mejía Godoy. Se logra integrar al sector
intelectual más relevante de este país y luego se organiza el grupo Gradas,
cuyos miembros cantaban y declamaban en los barrios. Ahí andaban Carlos
Mejía, Rosario Murillo y otros compañeros que desempeñaron un papel
importantísimo de agitación en los barrios.

Mónica: A lo largo de esta entrevista hemos dedicado bastante de nuestro


espacio a Carlos Fonseca Amador por el conocimiento directo que Tomás
tiene de él. Cuando triunfó la Revolución, quien más nos hizo conocer a
Carlos, fue Tomás; no sólo a través de sus escritos, sino también por medio

12
de sus charlas, sus poemas y sus referencias. Por eso no podemos
desaprovechar esta mañana la presencia del Comandante Borge para que
nos cuente, ¿cómo se conocen y se incorporan a la lucha?

Tomás: Bueno, yo conocí a Carlos cuando hizo la primera comunión. La


madre de Carlos y la mía eran amigas, y yo recuerdo bien cuando iba con
una candelita a hacer su primera comunión. Era un alumno brillante. Un
abogado, Ramón Gutiérrez, era muy amigo de Carlos, y yo era muy amigo
de Ramón. Y los tres nos hicimos amigos. Esta amistad perduró,
expresándose en términos concretos en el estudio. Empezamos por
inquietud de Ramón, que entusiasmó mucho a Carlos para que
estudiáramos marxismo en Matagalpa, en la casa de una tía mía, a la orilla
del río.

Después me fui, creo, a la universidad. Carlos estaba en los últimos años de


secundaria y fundaron una revista importante para aquella época que se
llamó Segovia, cuyo Director fue Carlos Fonseca. Allí muy tempranamente
se expresaron algunas inquietudes primarias.

©
El movimiento obrero de Matagalpa era inexistente . En realidad lo que
había eran artesanos. Carlos siempre buscaba cómo encontrarse con los
campesinos, por lo cual hacíamos incursiones al campo. Íbamos a una
hacienda llamada Aranjuez, por la carretera hacia Jinotega. También nos
íbamos a pie por el lado de Muy Muy, hablando con los campesinos.

Para ser franco, en este instante no me acuerdo exactamente lo que


hablábamos, pero teníamos la ingenuidad de platicarle a los campesinos de
reforma agraria, y ellos no nos entendían ni una palabra de lo que
queríamos decir. Pero nosotros nos sentíamos obligados a decirles que
había que distribuir la tierra. Entonces era muy primario aquello, más que
todo queríamos ir sembrando inquietudes en la conciencia de aquellos
jóvenes campesinos.

Ya existían algunos terratenientes odiados en aquella época, aunque no me


acuerdo de sus nombres, pero fueron muy célebres cuando la guerrilla de
Pancasán. Ahí había un tipo muy odiado, no me acuerdo. Mejor olvidarse de
estas personas.

Mónica: ¿Usted cree, Comandante, que esa conciencia, ese nivel primario,
como de inquietud, que ustedes expresaban y que después se fue
transformando en conciencia, en conocimiento, estaba dado por las mismas
condiciones?

Tomás: Claro, sin esas condiciones no era posible tener esa conciencia,
aunque nuestro nivel de percepción haya sido elemental: era odio a la
pobreza de los campesinos, odio a la pobreza del propio Carlos Fonseca.

13
Carlos era hijo de un hombre adinerado y de una mujer muy pobre, de una
doméstica, de una muy dulce y muy buena madre. Carlos se alumbraba con
un candil para estudiar, hubo una época en que no tenía anteojos, y tenía
que leer con el libro muy pegado a los ojos por su salvaje miopía. Las
penurias que tuvo Carlos fueron muy grandes. La familia de su padre, sin
embargo, fue buena con él, es decir, los familiares de don Fausto Amador.
Éste empezó a interesarse por su hijo cuando Carlos comenzó a ser Carlos
Fonseca. El hijo se hizo célebre y a todo el mundo le gusta ser papá de un
hombre célebre. Entonces le ayudó.

Me acuerdo cuando estábamos en León y Carlos estudiaba Derecho. Yo era


el agente de La Prensa, y le mandaba doscientos córdobas, lo que en
aquella época era bastante, tanto, que con eso vivía, por lo que los otros
doscientos córdobas que le mandaba su padre, se los entregaba íntegros a
su mamá.

Mónica: Hay una señora que se presentaba como la madre de Carlos, Doña
Teodorita Rubí. Lo quería como a un hijo, ¿verdad?

Tomás: Muchos años después fuimos a caer a la casa de la Teodorita, quien


amaba a Jorge Navarro como si éste fuera su hijo. Llegó a querer muchísimo
a todos los que vivimos en su casa, especialmente a Carlos. Vivía por el
Cine Luciérnaga. Teodorita era una mujer que imprudentemente vivía
hablando contra la Guardia; si salía, hablaba barbaridades de Somoza,
mientras Carlos Fonseca y otros estábamos ahí. Y Carlos le llamaba la
atención. Ella le tenía un gran cariño a Carlos, a tal punto que llegó a decir
que era como la madre sustituta o como una madre, pero bueno, Carlos
también tuvo otras personas que lo llegaron a querer mucho. En las casas
adonde llegaba, lo querían.

Mónica: Se daba a querer.

Tomás: Pero no siempre. Me acuerdo que en una casa él quería estudiar,


pero había unos chavalos que no lo dejaban, y él se ponía furioso, y los
corría. Y los chavalos, que habían oído hablar a sus padres de Carlos, sin
saber que él era, le decían: –Vos no sos como Carlos Fonseca.

En ciertos momentos, él era muy cariñoso también con los chavalos, con los
niños, y era bromista, no se crea que era serio todo el tiempo, también
tenía sentido del humor. Carlos era dulce y serio, era alegre, firme y justo,
respetuoso, tolerante. Tenía un olvido, yo diría, casi absoluto de su vida.
Sentía un enorme respeto por el Coronel Santos López, quien siendo casi un
anciano, se incorporó a la guerrilla del Frente Sandinista. Así era Carlos
Fonseca: terco, indeclinable.

Mónica: Quisiera que para cerrar dirigiera un mensaje a los jóvenes.

14
Tomás: Yo pediría a los jóvenes tener en cuenta el gesto de aquellos que
iniciaron nuestra lucha y mirarlos con profundo respeto, voy a mencionar
algunos. En primer lugar, a Sandino, quien fue el Padre de la Revolución, y a
Ramón Raudales. Son tan respetables y tan dignos de recuerdo, de
mantenerlos en nuestra mente, en nuestra conciencia, de intentar ser como
ellos, porque Sandino y Raudales eran honestos. Rigoberto López Pérez fue
como un hijo de Sandino, y por lo tanto, un hermano de Carlos Fonseca.

Debemos recordar con profundo respeto al Coronel Santos López. Recuerdo


cómo él se cansaba al subir una cuesta y cómo, para disimular su
cansancio, se sentaba un rato a relatarnos anécdotas de la guerra
sandinista. Yo me daba cuenta que nos estaba enseñando, aprovechaba la
ocasión para enseñarnos, pero también para descansar, porque era un
anciano.

Después está Silvio Mayorga, mucho más grande tal vez de lo que se ha
dicho hasta ahora. Tuvo una estatura muy cercana a la de Carlos Fonseca.
Jorge Navarro era el arquetipo de la modestia y de la alegría, se juntaban en
él estos dos atributos, y con él, Francisco Buitrago, eran íntimos amigos;
recuerdo, sobre todo, la generosidad que tenían cuando llegaban a la
montaña, pues se desprendían de todo lo que llevaban, repartiendo entre
sus compañeros las pocas cosas que tenían.

Rigoberto Cruz y su habilidad para convencer a los campesinos. Era un


campesino de origen obrero. Se volvió campesino y llegó a quererlos tanto
y a ser tan querido por ellos. José Benito Escobar, que era un trabajador
autodidacta talentoso, quien llegó incluso a escribir sobre algunos temas,
siempre tozudo, persistente. Con particular cariño recuerdo a Faustino Ruiz,
de una nobleza de alma y una lealtad personal muy difícil de encontrar en
cualquier otro ser humano. Faustino tenía el mérito de ser un buen
guerrillero. Era un hombre excelente de la comarca El Cuje. Era epiléptico y
se mantenía normal tomando pastillas, pero a veces estaba muy mal, pero
nunca perdía la moral ni la dulzura de la mirada.

Germán Pomares. ¡Yo no sé qué decir de Germán! Tal vez es el más


conocido de todos los últimos que he mencionado. Debo hablar de su valor
personal y de su inteligencia natural. Me siento muy satisfecho de haber
criado a su hijo, que también se llama Germán Pomares, porque ese niño es
parte de la deuda que tenemos con él.

Recordar también a las mujeres que Carlos predijo que tendrían un papel
relevante que desempeñar en el futuro, y por eso es que cuando se hace
Pancasán, invitamos a Gladys Báez “Adelita” y a otras compañeras. Las
mujeres y los hombres somos iguales, pero ante esas circunstancias tan
duras de la montaña, era difícil que se integraran; aunque te voy a decir

15
que hubo mujeres que nos ayudaron, mujeres misquitas, gente de
Katacamas, mujeres que fueron colaboradoras y que participaron en cursos
y llegaban a la montaña con las provisiones, aunque no se incorporaron
como combatientes por nuestro conservadurismo de entonces.

24 de abril de 1999

COMENTARIO DE LOS LECTORES

16
1Jorge Navarro había realizado la primera recuperación económica con un asalto al Banco de
América, el 31 de mayo de 1963. En junio, se incorporó a la guerrilla de Raití-Bocay, y murió,
como dice el poema de Leonel Rugama, “con los pies engusanados por el lodo de Bocaycito”.

© Onofre Guevara: puede ser que Carlos Fonseca hubiese leído uno o varios libros marxistas
en francés, pero no porque no existieran esos libros en Nicaragua. Aquí se vendió literatura
marxista desde los años 40, en la Librería Vivas Garay del PSN y en la librería que adjunta a su
tienda de venta de materiales de Zapatería tenía don Francisco Mirando, frente al mercado San
Miguel, un empresario miembro del PSN nacido en Chinandega, y padre del abogado Julio
Miranda Cortés.

2 Manuel Espinoza fue colaborador del FSLN. Con Rolando Avendaño Sandino, fue el director
fundador del Noticiero Extra, en el cual el Comandante William Ramírez laboró como Jefe de
Redacción.

©Onofre Guevara: En Matagalpa los sindicatos, y por ende, el movimiento obrero, existían
desde años antes del nacimiento de Carlos Fonseca. Cuando en 1946 Carlos tenía 10 años,
se crea la Confederación de Trabajadores de Nicaragua (CTN), y se elige secretario general al
compañero Armando Amador), asisten 8 delegados de la Federación de Trabajadores de
Matagalpa. De modo que no es cierto lo que dijo Tomás Borge, respecto al movimiento obrero
matagalpino.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


“Soy fundador del Frente... Yo estaba ahí”

Víctor Tirado López

Víctor Manuel Tirado López nace en Sinaloa, México, el 28 de


enero de 1940. Entre 1957 y 1959 se involucra con el
movimiento comunista mejicano y a finales de ese último año
ingresa a la lucha armada nicaragüense. Llega a Honduras en
1963, y con el Frente de Liberación Nacional participa en la
guerrilla de El Patuca (Raití-Bocay).
En el año 1964 trabaja en la organización del Frente Interno de
la Resistencia (FIR), cae preso con Carlos Fonseca y luego es
expulsado a México. A su regreso participa en el trabajo
campesino y en la organización de bases sociales de la guerrilla
de Pancasán. En 1968 recibe entrenamiento militar en Cuba, y a
su retorno participa del intento guerrillero de Zinica en 1970.
Sale a México por la represión de la Guardia Nacional y los
organismos de seguridad de la dictadura, y al volver es enviado
a la montaña a construir bases de apoyo y unidades guerrilleras
que operarían en la periferia de la montaña hasta 1977, año en
que tiene que salir hacia la ciudad.
Luego se incorpora a la organización de la columna guerrillera
que penetra por la cordillera de Dipilto, Nueva Segovia, en
octubre de 1977, como miembro del FSLN Tendencia Tercerista.
En los años 1978-1979, participa en el proceso de unidad de las
tres tendencias. Es reconocido como Comandante de la
Revolución al triunfo revolucionario el 19 de julio de 1979.
En la década de los ochenta estuvo directamente ligado al
trabajo de organización popular, especialmente en el
movimiento sindical y en la organización campesina, a través de
la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG). En 1997
fue Diputado por el FSLN al Parlamento Centroamericano
(PARLACEN) y actualmente forma parte del Partido MRS.

La fundación del FSLN y la identificación de quienes intervinieron en la


determinación oficial del nombre de esta organización, es un tema sobre el
cual ha habido no pocas polémica en los últimos años. En los primeros años
de la Revolución se llegó a afirmar que la fundación oficial del Frente ocurrió
en 1961, cuando se decidió organizar la guerrilla de El Patuca, con el apoyo
de la Revolución Cubana y el Che Guevara. Luego quedó establecido 1963
como el año de la fundación, cuando los sobrevivientes de Raití-Bocay, en
particular Carlos Fonseca, sin mayor trámite comenzaron a llamar FSLN a la

1
organización.

Tomás Borge afirmó en varias ocasiones que no había una fecha precisa de
la fundación del Frente Sandinista, ya que el nacimiento del FSLN era un
proceso con antecedentes en todos los movimientos anteriores: Raudales,
El Chaparral, Frente Revolucionario Sandino, Frente de Liberación Nacional,
organizaciones juveniles como Juventud Patriótica Nicaragüense y
articulaciones como el Frente Unido Nicaragüense. Después Tomás se
contradijo al afirmar que la fundación ocurrió en una reunión en un lugar
cercano a un hospital de Tegucigalpa, en los días previos a la guerrilla de El
Patuca, aseverando que él era el único fundador sobreviviente.

La lista de los fundadores nunca ha sido establecida con exactitud, pero en


los primeros actos de la Revolución quedó reducida a un pequeño grupo de
importantes forjadores ya caídos, la mayoría de los cuales no participaron
en la supuesta reunión de fundación a la que alude Tomás.

En 1964, en el interrogatorio que le hacen a Carlos Fonseca, le preguntan: –


¿Quiénes integran la directiva del FSLN, en el año 1963, con su base en
Honduras? Y respondió: –Noel Guerrero Santiago, que era el Responsable de
finanzas; Silvio Mayorga Delgado, Responsable político; Santos López,
Responsable militar; Bayardo Altamirano López, Responsable político; yo,
también Responsable político y de organización; Orlando Quant,
Responsable militar; Rodolfo Romero Gómez, delegado en Cuba; Jorge
Navarro Ortega, encargado del Frente Interno en Nicaragua; Marvin
Guerrero, enlace entre Nicaragua y Honduras; y Manuel de Jesús Andara
Úbeda, encargado de política y propaganda.

En el mismo interrogatorio, le preguntaron a Carlos Fonseca: –Del grupo que


usted dice, lograron reunir cincuenta, ¿podría darnos los nombres?

Además de los ya mencionados, los siguientes: Pedro Pablo Ríos, Heriberto


Rodríguez, Iván Baca, Cristóbal Guido, Ramón Raudales (hijo), Faustino Ruiz,
Francisco Buitrago, Iván Sánchez, Modesto Duarte, Mauricio Córdobas,
Boanerges Santamaría, Entimo Carías, Leopoldo Rodríguez, Jorge Cabrera,
Santos Gómez, Pedro Sarmiento, Antonio Escorcia (José Francisco Escorcia
Urbina), Rolando Rosales, Francisco Rojas, Victoriano Castrillo, Higinio
González, Dolores Rugama, Narciso Cepeda Vásquez, Germán Hernán
Coronado Pomares.(Fonseca, Carlos: pp. 263 y 264).

Pero si somos acuciosos e indagamos en la historia, podemos concluir que


la fundación del FSLN fue un proceso complejo, resultante de la búsqueda
constante de los revolucionarios de entonces, por dotarse de una
organización armada para derrocar al régimen somocista. En ese proceso la
figura central indiscutible del movimiento, fue Carlos Fonseca, quien se
encargó de imprimirle a esa organización un claro sello revolucionario y

2
nacional que la distingue de los partidos tradicionales y de los movimientos
guerrilleros precedentes. Y lo hace tomando a Sandino como ícono y
referencia histórica anti-imperialista y empujando también, a través de sus
escritos –que son los únicos existentes en esa época–, las definiciones
ideológicas, de estrategia, táctica, las formas de lucha y finalmente el
Programa.

La fundación del FSLN no puede reducirse a un evento, una reunión o


cónclave formal, porque además, nunca existió ningún documento o acta
oficial de constitución. El FSLN tiene sus raíces en importantes esfuerzos
guerrilleros que se organizaron desde la guerrilla de Raudales, y su
estructuración como organización partió de un conjunto de acciones, de
discusiones y de eventos, la mayor parte realizados en condiciones de
persecución, cárcel y muerte. Tanto es así, que las normas para pertenecer
al Frente, nunca fueron nítidamente establecidas, y las exigencias de la
militancia fueron modificándose por las mismas circunstancias de la lucha.
El mismo ingreso de los militantes muchas veces no puede establecerse
con precisión, porque cuando uno entraba a las organizaciones intermedias
o directamente a las estructuras clandestinas, dependía mucho de las
circunstancias.

Algunos compañeros se mantuvieron tercamente en el Frente en los


primeros años de este proceso, y no pueden excluirse como fundadores. La
mayoría de ellos fueron cayendo en distintos momentos de la lucha. De los
que sobrevivieron, algunos estuvieron sólo en los primeros momentos,
otros, en una parte del proceso, y sólo unos cuantos fundadores
permanecieron al lado del FSLN hasta culminar en la victoria del 19 de julio.
Pero no todos ellos terminaron como miembros de la Dirección Nacional.

Pero el carácter de fundadores no se puede perder por el hecho de haberse


apartado del FSLN, ni por no haber terminado en altos cargos. Excluir a
algunos compañeros simplemente por diferencias que se tuvieron en un
momento determinado, no es correcto. Los hechos históricos no se pueden
borrar por conveniencias políticas. Así que algunos compañeros han
comenzado a dejar claro que sí fueron fundadores del FSLN.

Algunas figuras como Bayardo Altamirano, Heriberto Rodríguez, Orlando


Pineda, y Víctor Tirado López, aparecen nítidamente en esos primeros
momentos, cuando se organiza el FLN para la guerrilla de El Patuca.
Estuvieron en las primeras discusiones, acciones y tareas, y son
históricamente fundadores del FSLN. Rosi López Huelva, por ejemplo,
reclama legítimamente su carácter de fundadora porque estuvo en la
fundación del FLN, y siempre se mantuvo ligada al FSLN. Son fundadores
sobrevivientes Noel Guerrero Santiago, Rodolfo Romero Gómez, Manuel de
Jesús Andara Úbeda, aunque los primeros se hayan apartado de la lucha en
los años sucesivos al surgimiento del FSLN.

3
En el diálogo que presentamos a continuación, hablamos con una de esas
figuras, un hombre al que todos reconocemos por su sencillez y por su
firmeza puesta a prueba en sus cuarenta años de lucha; un hombre que
trabajó siempre muy cercano al campesinado, que se destacó por su
fraternidad, que abandonó su país y asumió la nacionalidad nicaragüense
de forma indiscutible, dado su involucramiento sin límite a la lucha por el
bienestar de los nicaragüenses.

Carlos Fonseca menciona a Víctor Tirado con respeto y reconocimiento, y


también lo hicieron en sus escritos Ricardo Morales Avilés, Germán Pomares
“El Danto” y Francisco Rivera. Le respetamos y reconocemos, por supuesto,
los que estamos vivos, aunque no coincidamos hoy con algunos de sus
puntos de vista.

Mónica: Cuéntenos primero ¿cómo es que usted, siendo mejicano, decide


venir a luchar a Nicaragua?

Víctor: En los años 1957-1959 me incorporé al movimiento comunista de


México, pero después del triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, que
creó un gran impacto en América Latina, surgió una serie de movimientos
guerrilleros; pero viendo que en México no había condiciones para algo de
esa naturaleza, fui relacionándome con nicaragüenses que estaban en
Ensenada, Baja California.

Yo conocía muy poco de Nicaragua, del sandinismo se oía poco, a pesar de


que el General Sandino estuvo con frecuencia en México y tuvo relaciones
con los gobernantes mexicanos. Mi principal contacto con el movimiento
sandinista fue Manuel Andara Úbeda, quien ya había andado en una
exploración en Nicaragua por el Río San Juan, y tenía vínculos con un nuevo
frente guerrillero que se estaba formando. Francisco Buitrago era el
contacto en México, así que le dije: –Quisiera acompañarlo en esa gira que
usted va a realizar. Entonces me dijo: –Espérese unos días que voy a
hacerle el contacto para que usted nos ayude, porque yo voy para allá, voy
a entrar en esa incursión. Este fue el inicio de mi incorporación al
movimiento sandinista.

Llegué a principios de 1963 por Tegucigalpa, Honduras. Ya habían pasado El


Chaparral y otros movimientos armados. Cuando me incorporé, ya casi
estaba conformado lo que es un frente de todos los movimientos existentes
en años anteriores. El Frente los concentraba en una sola organización. Allí
había combatientes de Raudales, de El Chaparral y del Frente
Revolucionario Sandino, dirigido por los hermanos Martínez. Todos se
concentraron en el Frente de Liberación Nacional (FLN). Desde luego, el FLN
era un movimiento de montaña. Después se llamó la guerrilla de Raití-
Bocay, porque la incursión fue hacia esas zonas, pero el entrenamiento era

4
en El Patuca.

Mónica: Recientemente Edén Pastora señalaba que él se encontró con


Carlos Fonseca allí en El Patuca, y afirma que fue él quien le puso el nombre
de “sandinista” al Frente. Y agrega que participa en esa guerrilla. Leyendo
algunos testimonios, se afirma que él llega al lugar de entrenamiento, pero
no se incorpora.

Víctor: Carlos Fonseca se mantuvo ahí durante meses preparando la


guerrilla, y efectivamente Carlos se entrevistó con Edén; pero él no se
quedó a entrenarse ni hizo la incursión. Sobre el nombre “sandinista”, tengo
que decir que ahí había varias personalidades guerrilleras que traían la
mentalidad de ponerle el nombre sandinista. Cuando pasé por la ciudad de
México para incorporarme al movimiento guerrillero, había una discusión
dentro del Frente: se debatía si se le iba a poner “sandinista” o si se dejaría
sólo FLN.

Era una discusión intensa, liderada sobre todo por los compañeros que
venían de Cuba, todos sandinistas. Fonseca era uno de ellos, Edén también.
El Frente Revolucionario Sandino ya existía, pero ¿cuál era el contenido de
todo esto? Los que estaban en contra de que se llamara “sandinista”
pensaban que con este nombre se iba a sectorizar el Frente, que sólo
sandinistas podían entrar a él, en cambio, si lo dejaban como Frente
Nacional, era más amplio. La decisión tenía un contenido estratégico.

Mónica: Pero es contradictorio con lo que dice Edén, quien asegura que
más bien el “sandinista” era lo que le permitía abrirlo, porque había una
análisis de que Sandino iba más allá, que no era un marxista, no era un
comunista, sino que era un héroe nacional, una personalidad con un
planteamiento más nacionalista.

Víctor: Es lo que te digo, en el Frente había personas que lucharon en


contra de que se llamara sandinista. Francisco Buitrago pensaba que no se
le debía poner ese nombre, lo contrario de Silvio Mayorga. Lo que quiero
dar a entender es que alrededor de este tema se abrió una discusión de
consecuencias estratégicas.

¿Por qué le tenían cierto temor algunos compañeros? Porque prevalecía la


concepción de los partidos comunistas: un Partido Comunista es comunista
y solamente los comunistas entran. En un Frente Amplio puede haber
comunistas, socialistas, socialcristianos. Entonces, había temor de que al
ponerle “sandinista”, el Frente se redujera, y que sólo los sandinistas
pudieran incorporarse. Pero en la práctica no fue así, la práctica le dio la
razón a Carlos Fonseca, porque él se encargó, una vez que el movimiento
guerrillero fracasó en Raití-Bocay, de ponerle “Frente Sandinista”, sin
discusión, pero a la vez garantizando que no se actuara con sectarismos,

5
para que pudieran entrar personas de todos los orígenes.

Mónica: En las últimas semanas (marzo del año 2001) se ha abierto un


debate público sobre el origen del Frente Sandinista. En una entrevista
publicada en El Nuevo Diario, el 9 de marzo de este año (2001), Pepe
Puentes1 afirma que la fundación del FLN se dio en una reunión realizada el
23 de julio de 1961 en La Habana, en una casa ubicada en el Vedado Calle
17, en un sótano bajo, a la altura de la Calle “O”. Afirma que el dirigente
fundador es Noel Guerrero Santiago, mientras que Carlos Fonseca, quien
encabezaba el grupo estudiantil, es el principal aglutinador de la nueva
organización, y menciona como otros miembros fundadores a Francisco
“Chico” Buitrago, Iván Sánchez Argüello, Silvio Mayorga, Modesto Duarte,
Mauricio Córdoba, Iván Baca “Baquita”, Faustino Ruiz “El Cuje”, Bayardo
Altamirano, Heriberto Rodríguez, Pedro Pablo Ríos, Jorge Navarro, Tomás
Borge, Pepe Puentes.

¿Qué piensa usted de este debate?

Víctor: Hay distintas interpretaciones sobre el nacimiento del Frente


Sandinista. Algunos estuvieron presentes en La Habana, otros no; sin
embargo, yo dividiría el nacimiento del Frente en dos etapas: la primera,
que en cierta manera la relatan Edén Pastora y Bayardo Altamirano –
porque realmente ellos fueron los creadores de la futura organización del
Frente Sandinista–.

¿Cuál es la segunda? Es la que se forma en La Habana. La Revolución


Cubana había triunfado en el año 1959, y muchas personalidades,
dirigentes políticos y estudiantiles, van a La Habana a ver la Revolución, a
ver la lucha anti-batistiana, y eso era la izquierda. También están allí,
Bayardo Altamirano, Noel Guerrero Santiago y Rodolfo Romero. Fonseca
llega después de El Chaparral. Entonces, todos ellos vienen a darle forma a
una organización nueva que no se llamaba Frente Sandinista al inicio, sino
Frente de Liberación Nacional.

Cuando estábamos en vísperas de entrar a Nicaragua por la ruta de El


Patuca, se llamaba “Frente de Liberación”, pero no oficialmente; había que
darse un nombre, porque al entrar a Nicaragua tenían que hacer proclamas
a nombre de alguien. Hay una cosa muy curiosa, Mónica, en la montaña, de
los cincuenta y tantos hombres que conformaban ese Frente, surgieron
varias personalidades, entre ellas, Bayardo Altamirano, el doctor Manuel
Andara Úbeda y Mauricio Córdoba, quienes quisieron formar un Partido
Comunista dentro del Frente de Liberación. ¿Por qué?

Porque Noel Guerrero Santiago era miembro del Partido Comunista


Mexicano, y en los partidos comunistas la idea era que el Partido debía
vanguardizar la lucha armada, teniendo un brazo armado. A mí me invitaron

6
a incorporarme al Partido Comunista de la montaña. Eran estudiantes como
Bayardo Altamirano, Mauricio Córdoba, Iván Sánchez y Francisco Buitrago,
quienes de alguna manera habían recogido el pensamiento revolucionario
marxista comunista, y eran los que encabezaban ese movimiento político
de tendencia socialista comunista. Pero eso se quedó ahí, no prosperó.

Mónica: Comandante, pero aquí sí queda claro: Primero, que la fundación


del Frente no fue en un acto protocolario, no se dio con una firma, sino que
fue un proceso, eso está clarísimo; y segundo, que realmente Bayardo
Altamirano y Noel Guerrero, son fundadores vivos.

Tal vez la polémica está en por qué insistir en la afirmación de que sólo un
fundador queda vivo, tal vez debíamos haber sido más humildes y decir que
hay algunos fundadores que llegaron hasta el final como parte de la
conducción, y otros no, que estaban en otras tareas.

Víctor: Fíjate que ahora en la consulta popular 2, en una cuña radial de mi


propaganda política, expuse que era fundador del Frente Sandinista; y
parece que eso le molestó a Tomás Borge, porque mandó a quitar esa cuña.
¡Quitaron la cuña! A mí no me incomodó, pero les dije lo siguiente: –Yo soy
fundador del Frente, porque el Frente, ya como Frente Sandinista, con esas
siglas, nació en 1964, y yo estaba allí cuando se formó.

Yo decía, para darle el mérito que indudablemente Tomás tiene, que él es


forjador y fundador, aunque realmente hay varios forjadores y fundadores
del Frente Sandinista que están vivos; porque Bayardo Altamirano no
solamente es forjador y fundador del Frente de Liberación, sino que mucho
antes ya estaba en el Frente Revolucionario Sandino.

Mónica: Interesante que antes incluso de la fundación del FSLN, ya hubiera


una organización que se llamara Frente Revolucionario Sandino.

Víctor: Y no es casual, Mónica; lo que pasa es que Sandino siempre guió el


pensamiento de los anti-somocistas; pero como decía Fonseca, lo
mencionaban en susurros, en silencio, para que no escuchara el enemigo,
no lo escucharan las fuerzas políticas del somocismo. Entonces aquí hay
varios fundadores del Frente Sandinista.

El Frente Sandinista nace con ese nombre en 1964. Allí no hubo


vacilaciones ni discusiones, porque además, el grupo que quedó después de
Raití-Bocay era tan reducido, que esta discusión no trascendió más allá de
una pequeña estructura. Entonces queda Frente Sandinista de Liberación
Nacional. Aquella tesis de que la palabra “sandinista” restringía o
sectorizaba al partido, resultó falsa, no fue correcta.

Mónica: Todo esto que parecieran minucias tiene importancia porque

7
confirma que para reconstruir la Historia y contarla con objetividad, se
requiere de cierto distanciamiento en el tiempo, porque cuando los propios
actores la quieren escribir, en algunos casos lo hacen de manera sesgada,
para aparecer como los principales protagonistas. Por eso es que hay que
recoger con objetividad los distintos puntos de vista de buena parte o de
todos los participantes. Me parece que ésta es la enseñanza de esta
polémica.

Víctor: El Frente Sandinista es tan importante en la historia de Nicaragua,


que para darle su valor, tienes que abstraerte, como cuando te colocas en
un avión y ves desde lo alto el panorama de tu país. Porque si te colocas
dentro de la estrategia del Frente Sandinista, vas a terminar aprobando
todo lo que se definió en aquella época, y todas las épocas tienen sus
virtudes y sus errores.

Mónica: Comandante, ¿cómo es su participación en la guerrilla de El


Patuca?

Víctor: Existía una columna guerrillera, dirigida por Santos López, que se
dividía en escuadras guerrilleras. Yo sólo era un combatiente de una de
esas escuadras, junto a otros camaradas. Eran trece escuadras. Por eso es
que cuando se da la toma de Raití, vamos en escuadras, y a la hora de
retirarnos, fue en escuadras. Pero en la retirada, algunos se pierden, y no
pudieron alcanzar el contacto que se tenía planificado para mantenernos
como columna guerrillera.

Mónica: Usted hace una valoración de eso, Carlos también, de que esa
guerrilla, como dice la canción de Luis Enrique Mejía Godoy “es la primera
macolla del Frente”. Dejó muchas lecciones, y aunque se consideró como
un fracaso militar, no lo fue en términos políticos. ¿Cuáles serían las
principales lecciones de esa guerrilla?

Víctor: Una de las lecciones es que ya el movimiento guerrillero no podía


ser organizado fuera del país, sino dentro de Nicaragua; es decir, que
surgiera el apoyo del campesino para sostener una guerrilla, porque
siempre fracasaron los planes elaborados fuera del territorio.

En esos movimientos predominaba una concepción “invasionista” e incluso,


debemos decir, sin perspectiva en el tiempo, porque sólo el entrenamiento
llevaba determinado tiempo, y éste era lo suficientemente prolongado
como para que te detectaran. Además, fuera de tu territorio era muy
arriesgado, porque te echaban preso, y el movimiento no se salvaba, tenía
grandes obstáculos para desarrollarse. Cuando se tiene la experiencia de
Raití-Bocay, es cuando comienza a organizarse Pancasán, pero ya adentro
del país, y eso es muy importante.

8
Otra lección es que a pesar de que todos los movimientos guerrilleros
habían sido desquebrajados o habían fracasado, se insistía y se tenía la
convicción de que eso nos iba a dar la victoria. Si no había desmoralización,
si había fortalecimiento político e ideológico, la guerrilla tenía que triunfar.

Carlos Fonseca era claro en ese sentido. Carlos dice: –La Revolución Cubana
triunfa con un gran movimiento anti-batistiano. Nosotros vamos a triunfar
con un gran movimiento anti-somocista. Mientras exista Somoza, hay
posibilidades de organizar el movimiento armado y un gran movimiento
político también. Y tenía razón.

Mónica: Quisiera que nos diera su versión sobre dos circunstancias de las
que varios compañeros han hablado. Se ha afirmado que, a pesar de
haberse involucrado en la organización de la guerrilla de El Patuca, Carlos
Fonseca no participa porque Noel Guerrero se lo impide, debido a que
tenían serias diferencias.

Leyendo una autobiografía de Germán Pomares “El Danto”, que me resultó


impresionante, él cuenta que cuando llegó al campamento, le preguntó al
Coronel Santos López por qué el compañero Tomás Borge estaba sin
responsabilidades en el grupo. Santos le dijo que había cometido un error, y
que Noel Guerrero decidió que no se integrara, pero que Tomás se fue
detrás, aunque iba desarmado. Aclárenos esas dos situaciones.

Víctor: Hay que tomar en cuenta que Carlos Fonseca entonces era un
combatiente más de los muchos que habían ahí, claro, con cierta
responsabilidad, experiencia y con una cierta cultura política también.
Cuando Fonseca llega a organizar la guerrilla, quiere ponerse al frente, y se
encuentra con la oposición de Noel Guerrero. Pareciera que había ciertos
rencores, ciertos celos de parte de Noel; además que, efectivamente, él
también pretendía ser el jefe de esa columna guerrillera.

Existiendo la necesidad de formar un Frente Interno, se lo plantea a Carlos


Fonseca, y éste lo acepta porque realmente ve la necesidad de crearlo, y
además, ya tienen dificultades entre sí. Carlos ingresa al país sin ningún
contacto. De esa manera, Guerrero trataba de aislarlo. Pareciera que esos
celos que Guerrero manifiesta son porque mira que Carlos le va a discutir la
primacía de la dirección del movimiento guerrillero, y eso fue lo que
realmente pasó.

Con respecto a Tomás, parece que en Tegucigalpa cometió un desliz con la


hija de un colaborador, y en eso Carlos Fonseca era muy recto, no dejaba
pasar ni permitía ninguna situación de esa naturaleza. Era el único
colaborador que tenían en Tegucigalpa, y al cometer esa fechoría –como
dice el mismo Tomás–, lo sancionaron. Cuando yo llegué a la montaña, él ya
estaba desarmado, haciendo tareas como cualquier otro, para reivindicarse.

9
Posterior a la guerrilla de Raití-Bocay, el Frente emitió oficialmente un
documento en el que sanciona a Tomás, por inmoral, decía Fonseca.

Mónica: ¿Cuándo conoce usted a Carlos Fonseca?

Víctor: Lo conocí en Managua. Después de la incursión a Raití-Bocay,


regresamos a Tegucigalpa, y de inmediato me enviaron a Nicaragua,
precisamente a formar un Frente Interno, y a la vez para hacer contactos
con los campesinos e ir formando también el próximo grupo guerrillero.

Encontré en Managua a Carlos Fonseca. Me llevó a conocer a ciertas


personalidades del mundo intelectual; fuimos a saludar a Fernando Gordillo,
eran muy amigos, eran estudiantes y andaban en el movimiento estudiantil.
Él estaba en la clandestinidad pero se podía mover en ese círculo. Conocí
también a la Michelle Najlis.

Carlos me invitaba a participar en ese tipo de entrevistas, que más bien


eran discusiones políticas sobre la situación cultural y política, de las
alianzas, del somocismo, de la dictadura. Me interesaban mucho, porque
quería compenetrarme de la realidad, especialmente sobre las posiciones
políticas, tanto de una como de la otra izquierda.

Mónica: Y después de este fracaso de esa guerrilla, a usted no se le ocurrió


decir: Hombré, aquí estoy mal embonado, mejor me regreso a México
porque, ideay, hay un fracaso. Es realmente interesante que usted se quede
aquí, a pesar de que Raití-Bocay fue un fracaso militar que, además, estuvo
acompañado de un cierto reflujo revolucionario. En esa época se produjo la
farsa electoral en donde pusieron a René Schick como Presidente, se
implementan los proyectos contrainsurgentes de Estados Unidos como la
Alianza para El Progreso, una reforma agraria, una serie de políticas
surgidas tras el triunfo de la Revolución Cubana, que dan la sensación de
cierta apertura. ¿Qué le hace quedarse?

Víctor: Yo te dije al principio que me incorporé por la idea del movimiento


armado, por la convicción de que esa era una respuesta; y a pesar del
fracaso, se insiste en seguir adelante con el movimiento armado. Esa fue
una de las razones para mantenerme aquí. Porque si hubiera dicho: aquí ya
se acabó todo, ya fracasamos, el movimiento armado no sirve, no es la
opción, probablemente habría tomado otra decisión.

Mónica: Dice Tomás que se dio un debate y que algunos, incluyéndolo a él,
pensaron que ya no era viable la vía armada. Los que sostenían que sí
había que seguir, eran Carlos Fonseca y Silvio Mayorga. Tomás incluso se
incorporó a Movilización Republicana, delegado por el Frente Sandinista.
¿Usted miró que la línea principal era la continuidad de la lucha armada?

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Víctor: Yo participaba de esa convicción. Como éramos un grupo pequeño
(Carlos Fonseca, José Benito Escobar, Inocente Escobar, Silvio Mayorga,
Rigoberto Cruz), éramos siete u ocho, más que discutir sobre la lucha
armada, debatíamos cómo organizarla. Rigoberto Cruz sí tenía algunos
contactos en el campo, lo cual me daba más convicción para seguir
adelante, porque no era un movimiento que iba a empezar de cero, ya
había algo, y eso me llevó a seguir; pero a la par queríamos organizar un
movimiento social, un movimiento sindical sandinista, cuyos primeros
brotes estaban concentrados en el puerto de Corinto. Eso era muy
importante también porque queríamos acompañar un movimiento armado
con un movimiento social.

Fui a esos lados con frecuencia, principalmente a Corinto; también, cuando


pasábamos por León entré en contacto con los estudiantes, que era un
movimiento más fuerte. Pero en Corinto había un movimiento beligerante.
Recuerdo que el Batallón Somoza había permanecido cerca de dos años en
Corinto, después que desbarató una huelga3.

Mónica: Debe de coincidir eso con el hecho que se había reactivado la


economía con la exportación de algodón, y entonces adquiere importancia
ese tema de la estiba y de la labor en el puerto.

Usted cae preso junto a Carlos Fonseca y pasan seis meses en la cárcel,
después son deportados y exiliados a México. Cuénteme lo de la cárcel,
porque yo quiero hacer referencia a algunas cosas que desde ahí dijo
Carlos.

Víctor: Nosotros teníamos una casa clandestina en Managua y allí nos


reuníamos los dirigentes del Frente Sandinista. Carlos Fonseca era un
hombre al que le interesaba escuchar de viva voz a aquellos responsables
de organismos sociales, sindicales. A un muchacho del Frente que era el
enlace entre los estibadores de Corinto y el FSLN, lo traemos a Managua
para que se entreviste con Carlos Fonseca en una casa que acababa de ser
alquilada y no tenía ninguna vigilancia.

Yo lo llevé la primera vez, y empezamos a platicar con él; pero a los quince
días se apareció por su propia cuenta. Estaban José Benito Escobar y su
señora, Carlos Fonseca y yo. Escobar detecta una cosa fuera de lo común,
que no está en el orden. Como nos damos cuenta que nos están vigilando,
decidimos salir de dos en dos. Iba con Carlos Fonseca, y a las dos cuadras
exactamente, estaban esperándonos agentes de la Oficina de Seguridad
Nacional (OSN), de Somoza. Fue un asalto en el que nos hicieron, y ahí fue
donde él gritó “¡Soy Carlos Fonseca!”. Salió rápidamente en los noticieros y
eso evitó que nos asesinaran.

No nos pasaron al Juez, sino que nos dieron una sentencia de seis meses de

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cárcel. Creo que así se pagaba ese tipo de delitos de guerrillas y
subversión, y nos aplicaron la llamada Ley Quintana 4.

En la cárcel, Fonseca empezó a escribir “Desde la cárcel, yo acuso”, con un


lapicito como de media pulgada en un papel de la cajetilla de cigarrillos que
le daban otros presos. Nuestras celdas estaban separadas por una pared.
Cuando terminó, a los tres días, me lo envió envuelto como en una pelotita,
para que lo leyera y le dijera qué opinaba. Ahí fue donde leí ese texto.
Después lo sacó fuera de la cárcel a través de una visita y se lo pasaron en
limpio. Este texto es muy importante, no es un folleto que se escribió a lo
loco, sin pensarlo, porque él plantea cosas que, veinte años después el
tiempo vino a darle la razón.

Él plantea ahí la insurrección y la guerrilla frente a la insurrección; y en


1972 lo vuelve a replantear ante nosotros, estando él en Cuba. Para que te
des cuenta de que eso está planteado en ese texto; y también aborda el
tema de las alianzas amplias, por ejemplo, las alianzas anti-somocistas, y
eso se dio en el año 1979.

Él planteó otra serie de temas que son muy importantes. Creo que éste es
el documento que sirvió de estrategia para todos nosotros posteriormente;
quizás algunos no lo leyeron, pero por la fuerza de la realidad, caían a
contemplar ese tipo de acciones: la guerrilla, la insurrección, las alianzas y
otros planteamientos.

Mónica: Y la combinación de todas las formas de lucha, que no sólo era la


lucha en la montaña, sino en la ciudad, el movimiento de masas, la
organización, y el trabajo cotidiano alrededor de las reivindicaciones
populares.

Víctor: Estaba convencido de las reivindicaciones sociales, ¿por qué?,


porque él planteaba que eso nos llevaba a un apoyo social a la guerrilla. Él
siempre estaba en defensa de la guerrilla. No una guerrilla estática, que
está el grupo ahí y que vas incorporando poco a poco a la gente. No. Eso no
funcionaba. Él planteaba que había que crear un gran movimiento social en
apoyo a la guerrilla, en donde estuvieran todas las fuerzas políticas y
sociales.

Mónica: Efectivamente, el texto “Desde la cárcel yo acuso a la dictadura”,


es clave para lo que será el diseño de toda la estrategia del Frente
Sandinista, victoriosa en 1979.

En la parte final de ese texto Carlos dice:

El Partido Sandinista, el Partido de la nueva generación no será


con meras palabras, habrá de demostrar que tiene razón. Nuestra

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razón será nuestra fuerza dentro del pueblo, dentro de las masas
juveniles del pueblo, esto no lo lograremos desperdiciando el
tiempo en charlas vacías los sábados y los domingos, es cuestión
de trabajar minuto a minuto, día a día sin descanso ni tregua en
defensa del pueblo…

Algunas conquistas podemos lograrlas ya o pronto, antes del


triunfo. Esto es vital. En las luchas por los intereses diarios las
masas adquieren conciencia. (Fonseca, Carlos: Obras: 1985:
pp.310).

Después agrega:

Hagamos esfuerzos por atraernos a la lucha a las más extensas


capas de la población, comenzando por los obreros, los
campesinos, los estudiantes, pero llegando también a cierto
sector de los ricos...

No quiero terminar este mensaje sin dejar constancia de mi


reconocimiento a la firmeza del compañero sandinista, el ex-
mexicano Víctor Manuel Tirado, que junto conmigo sufre prisión.
Si el imperialismo yanqui tiene ante el gobierno una misión militar
que encabeza el coronel Murray, también los pueblos de América
Latina tienen una misión revolucionaria que encabeza el
compañero Tirado.

Muy lindas palabras en la parte final de ese texto, en donde le hace el


reconocimiento a usted. Lo acababa de conocer, por así decirlo, menos de
un año antes, y ya expresa ese reconocimiento y confianza hacia usted.
Creo que debe de haber sido una experiencia importantísima estar con él y
sentir ese aprecio.

Víctor: Claro que sí fue un gran honor para mí. Cuando él plantea el Partido
Sandinista, él está trazando lo que es realmente el Frente Sandinista;
porque ya no tenía razón de existir como Frente, como coalición de muchas
fuerzas, sino como unidad, es el partido el que tiene razón de existir. Una
cosa es el Frente en el tiempo que eran muchas fuerzas políticas, y otra
cosa es el partido.

Él quería un partido sandinista porque en torno a éste iba a girar todo un


movimiento social y anti-somocista, ¿por qué?, porque todavía la imagen de
Somoza no se había vinculado al asesinato de Sandino. Entonces era
correcto ir viendo a Somoza como lo que era, un dictador que mató a
Sandino, que cometió una serie de asesinatos. Por eso él plantea lo del
partido sandinista, el partido de la nueva generación. Él estaba muy
interesado en los estudiantes, porque hasta ese momento los mejores

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cuadros del FSLN salen del movimiento estudiantil. Carlos Fonseca era un
ideólogo del movimiento estudiantil, al cual le tenía una fe ciega.

Mónica: Más adelante, en 1968, escribe en nombre del FSLN un mensaje


específicamente dirigido a los estudiantes. (Fonseca, Carlos: 1985: pp.129).

Víctor: Sí, pero este trabajo, “Yo acuso”, es muy importante, Mónica,
porque marca el momento en que Carlos despunta y comienza a
proyectarse. Cuando nos capturan, Carlos comienza a proyectarse como un
líder sandinista. Y empieza a teorizar sobre la Revolución Sandinista. Es
muy interesante el mensaje que envía a la juventud después de la guerrilla
de Pancasán, porque ahí traza la estrategia entre la ciudad y el campo, la
unión de todo el movimiento anti-somocista; pero además, define al Frente
Sandinista como marxista, y dice que no hay que tenerle temor al
marxismo.

Ahí es donde el Frente Sandinista empieza a definirse en lo que es su


ideología. Creo que él lo hizo porque en el movimiento comunista
internacional al Frente Sandinista no le daban cabida. Cuando él señala que
el FSLN es marxista, espera que haya una apertura y apoyo para la causa.
En la parte final de ese decenio se crean grandes movimientos
latinoamericanos, como la Primera Tricontinental 5, donde se reúnen todos
esos grandes movimientos armados de la época. También se funda la
Organización Latinoamericana de Solidaridad, la famosa OLAS.

Se nos abrieron relaciones con todo el mundo, con todas las organizaciones
guerrilleras que llegaban a La Habana. Me acuerdo que era un gran
movimiento de jefes de guerrillas de América Latina. Nosotros hacemos
causa común con los guerrilleros, porque los comunistas en ese momento
no asumían la lucha armada como vía para la liberación.

Mónica: Después que Carlos y usted salen de la cárcel y los exilian a


México, entran de nuevo a Nicaragua. Era lo común en aquel entonces, los
sacaban y volvían a entrar, clandestinos.

En el escrito “Nicaragua Hora Cero” (Fonseca, Carlos: 1985: pp.149), Carlos


Fonseca afirma que después del fracaso de la guerrilla de Raití-Bocay, hay
un período que se caracteriza como de reflujo, de disminución de la
actividad guerrillera, y de un énfasis en el trabajo legal de masas que se
realiza también a través del Partido Movilización Republicana. Además del
trabajo con campesinos, usted señalaba también el de la organización de
los estibadores de Corinto. Entonces se desarrolla el sindicalismo
campesino, es la época de Bernardino Díaz Ochoa, que liga después con el
trabajo que estaba haciendo Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, en las
montañas del norte.

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Cuéntenos qué pasó en este período de “aperturita” con la presidencia de
René Schick, en el que se dio una especie de bajón en las posibilidades de
la guerrilla, pero se abrió un espacio para la organización social, popular.

Víctor: No disminuyeron las condiciones para organizar un movimiento


armado guerrillero. Se mantuvieron, porque si bien, como tú dices, se dio
una aperturita donde las reivindicaciones sociales son discutidas ante el
Ministerio del Trabajo, a través de convenios colectivos, entonces se abrió la
posibilidad de organizar sindicatos. Me acuerdo que los socialcristianos
tenían un movimiento sindical, creo que se llamaba MOSÁN, le dieron vida.
El movimiento de los socialcristianos era en el área de los servicios,
mientras que el nuestro era en la producción; y no era lo mismo, porque en
esa época, un sindicato de estibadores con una huelga podía interrumpir las
exportaciones.

Para la guerrilla existían condiciones, pero para prepararlas se necesitaba


un plazo largo, porque ahora se iba a empezar desde adentro, y con todos
los rigores de las normas de seguridad para que no te detectaran. Y se
empezó a organizar, se dieron pasos para organizarla en el norte de
Matagalpa.

Carlos estuvo un tiempo en Costa Rica tanteando por dónde entrar. Cuando
Carlos regresa a Nicaragua, ya estaban los preparativos para la guerrilla de
Pancasán, ya estaban Oscar Turcios y Silvio Mayorga, y se reincorporan los
que estuvieron en Raití-Bocay. Silvio pasa a la clandestinidad porque él
había andado legal en el Movimiento Republicano, ya que la apertura René
Schick tampoco era muy amplia. Doris Tijerino ya estaba integrada en la
ciudad.

A mí me tocó estar en el campo, y ahí estaba Bernardino Díaz Ochoa, ahí


conocí a Jacinto Hernández. Ellos eran dirigentes sindicales campesinos y
tenían un movimiento campesino bien fuerte, consolidado, en dos o tres
comarcas, como El Bijao y La Castilla, de donde era Benigna Mendiola, una
lideresa campesina, esposa de Bernardino. Sus reivindicaciones eran los
alimentos, no una reivindicación agraria, sino social, pero el movimiento
tenía fortaleza. ¿Qué es lo que le ocurrió? Cuando reprimen a la guerrilla de
Pancasán, también reprimieron al movimiento sindical del campo, entonces
se produce un bajón al movimiento sindical.

El movimiento de Pancasán6 es muy importante, porque ahí estaban los


mejores cuadros del Frente Sandinista; los mejores dirigentes estaban allí
organizando y colaborando en la lucha. El campesino estaba como
conspirador, no como sindicato, ni como organizador social, sino como
guerrillero; y Carlos se mantiene aquí en Nicaragua, participa en ese
esfuerzo directamente.

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Mónica: ¿En qué período salió para Cuba?

Víctor: Yo salí a Cuba en 1968. Todo el año estuvimos ahí en


entrenamiento.

Mónica: De Pancasán se sabe mucho más y no vamos a entrar en detalles,


pero de lo que se llamó la guerrilla de Zinica 7 hay muy poca información.
Como usted estuvo en este intento, nos gustaría que hablara de eso.

Víctor: Después de la guerrilla de Pancasán, quedó un grupo de


campesinos organizados a través del movimiento sindical, y como todos los
compañeros de la ciudad habían bajado de la montaña, entonces los
dejaron solos. Los campesinos empezaron a hacer sus acciones como
guerrilla, porque las armas les quedaron a ellos. A la hora de accionar, ellos
estaban totalmente independientes del Frente Sandinista. No fue sino a los
meses, que José Benito Escobar hizo contacto con ellos a través de Denis
Ortega “Chico Chiquito” y trazan una estrategia para reorganizar, una vez
más, el movimiento guerrillero en Matagalpa.

Cuando yo ingresé al país, me fui a Zinica a reincorporarme con los


compañeros. Entre ellos iba Denis Campbell. Allí nos empezamos a
organizar de nuevo en el movimiento guerrillero, porque el campesino ya es
combatiente, ya no es productor. Eran entre quince y veinte campesinos
armados que andaban combatiendo y asaltando comisariatos, pero aún no
se habían enfrentado a la Guardia, porque ellos estaban preparando
condiciones. Pero cuando nosotros nos incorporamos, se empieza otra
proyección.

¿Qué ocurrió después? El establecimiento permanente en un solo lugar, las


entradas y salidas, y el envío de la logística y de los alimentos desde
Managua, que son inevitables en una estancia prolongada, provocaron
algunas señales involuntarias, y así nos detectó la Guardia.

Mónica: En “Nicaragua Hora Cero”, Carlos Fonseca hace un análisis muy


duro sobre la guerrilla de Pancasán, que es aplicable a la de Zinica. Afirma
que una causa de su fracaso fue “el método equivocado que se siguió para
hacer participar en la lucha al sector campesino” y aborda las
contradicciones entre los combatientes de la ciudad y los del campo.
También afirma que había que combinar formas de guerrilla regular e
irregular. Esta última favorecería la incorporación a medio tiempo de
sectores del campesinado. Yo creo que eso fue confirmado también en las
experiencias guerrilleras de 71-79. El campesino participa en la lucha,
combinándolo con sus labores agrícolas, es decir puede producir un día,
pero el otro día anda combatiendo. (Fonseca, Carlos: Obras: 1982: pp. 87-
89).

16
Víctor: Sí, porque allí había familias con hijos, familias completas con
niños, había mujeres. La familia Hernández, la familia López, los García.

Pero eso que usted dice es interesante. Porque siempre se dio una
contradicción –vamos a llamarla así– entre el hombre de la ciudad y el del
campo. Los campesinos decían los estudiantes, a los compañeros que
venían de la ciudad. Nunca se pudo encontrar una fórmula de asimilación
de unos con otros; o sea, cuando uno llega a la montaña y ve a un
campesino culturalmente atrasado, empieza a darles órdenes, a hablar de
otra manera, no se da a entender; entonces se crea un malestar. Eso se dio
tanto en la guerrilla de Raití-Bocay como en la de Pancasán. Esto lo
menciona Carlos. No se ha encontrado una fórmula ideal.

Luego de Pancasán y de Zinica y todo lo que se dio después, entre 1972 y


1977, el campesino combatió de día y de noche, o sea, al campesino lo
integramos totalmente a la guerrilla, de modo que abandonó a su familia,
ya no trabajó normalmente; y eran bastantes, por lo menos donde yo
estaba, había más de cincuenta.

Mónica: ¿La guerrilla de Zinica realizó algunas acciones ofensivas?

Víctor: No, no realizó ninguna. Estaban instalando condiciones y abriendo


rutas. Jóvenes entrenados de la ciudad iban a incorporarse a la guerrilla. Se
iba a ir reforzando paulatinamente, pero no dio tiempo, porque todavía
estaba la imagen de Pancasán y la Guardia no se había retirado totalmente
de la montaña; y como se dieron algunos asaltos de parte de “Chico
Chiquito”, entonces la Guardia se mantuvo en la zona.

Mónica: Este “Chico Chiquito” dio problemas, ¿verdad? Al final de la guerra


se tuvieron que tomar medidas drásticas con él, según leí en el libro de
Francisco Rivera, “El Zorro”.

Víctor: Ése es el problema de algunos campesinos. “Chico Chiquito” se


volvió engreído. Había ganado autoridad, había dirigido la organización de
la guerrilla en Zinica, si es que le podemos llamar así. En todo caso, él la
originó, y se creyó con autoridad. Además, el hombre estudiaba, leía, tenía
contacto con la ciudad, se relacionaba con Oscar Turcios y eso le daba a él
una cierta alimentación cultural y política, y también le dio cierta fuerza
como para decir, yo también soy dirigente, y estaba disputándole la
dirección del movimiento campesino al Frente Sandinista, es decir, a Oscar
y a mí. Había que ser muy cautelosos. A estas personas hay que saberlas
tratar, porque no podíamos romper con él, no solamente porque se había
traído las armas, sino por el conjunto campesino que venía detrás de él.

Mónica: “Chico Chiquito” también llamado “Macondo” cuyo nombre era


Denis Ortega dio problemas en varios momentos de la lucha guerrillera: se

17
le atribuyen muertes y asaltos no autorizados por lo que se le apartó del
FSLN más o menos en 1972. En 1979 se conoció que tenía un grupo de
campesinos armados y fue re contactado por instrucciones de Francisco
Rivera, “El Zorro”. “Chico Chiquito” participa en los ataques a Jinotega en
mayo de 1979, y ya integrado siguió realizando acciones delincuenciales.
Inmediatamente después del triunfo de la Revolución, quiso proclamarse
independiente y entonces fue fusilado. (Ramírez, Sergio: La marca del
Zorro: pp.55).

De la guerrilla de Zinica se hace famoso el caso de las campesinas de El


Cuá,8 que son reprimidas terriblemente, hasta se les hizo una canción. Es
hasta después de Zinica que se abre realmente el período de acumulación
de fuerzas en silencio. Después de Zinica, ¿dónde estuvo usted?

Víctor: Después de Zinica se da una etapa muy oscura, porque voy a Estelí
para hacer contacto con Oscar Turcios, pero en ese momento hay una
represión en el país, y creo que caen presos José Benito Escobar y Polo
Rivas9.

Cuando yo llego a Estelí, ya no me da tiempo de ir a Managua porque la


represión está en lo fino; pero además, la represión va avanzando hacia
Estelí. Entonces me tienen que sacar y me llevaron a Somoto, adonde
también llega la represión. Luego me trasladan a Tegucigalpa, con Jonathan
González y Adriancito Gutiérrez. Estando ahí, por esas ironías de la historia,
el Frente Morazán había realizado un asalto a un banco, los participantes
vivían en la casa donde nosotros estábamos alojados, y llegó la guardia
hondureña y nos capturó. Imagínate: nicaragüenses y asalta-bancos, ¡qué
situación! Nos echaron la culpa a nosotros. Ahí caí preso de nuevo.

Me identifiqué como mexicano, pero sin vincularme a ninguna guerrilla, y


los otros también. Dijimos que éramos personas que andábamos en la calle.
Nos querían echar el clavo, pero después se dieron cuenta que era el
movimiento morazanista, y nos dejaron libres. De Tegucigalpa me sacaron
por la frontera hacia Guatemala y luego a México, y allí es donde me
encuentro a Henry Ruiz y a Tomás Borge. Ellos también realizaron su propio
periplo. Los habían capturado en San José y los expulsaron, y van a dar a
México, donde me los encontré; allí otra vez organizamos el regreso a
Nicaragua, que fue a finales de 1970, que es cuando entra Henry Ruiz a la
montaña.

Entonces Henry Ruiz se hace cargo del movimiento, porque en ese


momento no hay cuadros de esa naturaleza, y él y Pedro Aráuz Palacios,
deciden que vaya a la montaña. Ahora ya hay una estrategia: trabajar en
silencio, sin alboroto, con mucho cuidado, y que diéramos principal énfasis
a la guerrilla, más que a la ciudad. Todo iba a ir para la guerrilla, pero en
silencio. La idea era crear una unidad, una columna guerrillera bastante

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fuerte, capaz de hacerle frente a la Guardia, con ciertas unidades militares
guerrilleras en distintos lugares. En esas condiciones se incorpora Henry
Ruiz a la montaña.

Después de regresar de México, me incorporo a la guerrilla por varias


razones: una de ellas es la experiencia que adquirí tanto en Bocay como en
Zinica, y en otras participaciones. Empezamos a restablecer los contactos.
Después del terremoto aprovechamos para trabajar de día, ya no en la
clandestinidad, en la oscuridad, porque mucha gente de Managua se fue a
las montañas: decíamos que éramos terremoteados.

Teníamos un plan y una estrategia. Así logramos establecer líneas de


abastecimiento, de comunicación, de información y de orientación
estratégica en la montaña. Todo eso lo pudimos crear en silencio. Era una
buena base para empezar. Nos sentíamos satisfechos porque ya no era
Raití-Bocay, no era Pancasán, no era Zinica. Había ahora una fuerza. Eso sí,
el problema era la ausencia de armas. No había armas suficientes, sólo
teníamos una o dos carabinas y algunas pistolas y escopetas.

Mónica: Parece que entonces, había una buena valoración de los avances,
se manifestó en la reunión del 73 en Nandaime donde estuvieron Ricardo
Morales, Oscar Turcios “El Ronco”, Carlos Agüero, Pedro Aráuz, Tomás Borge
y Humberto Ortega, que vino de Costa Rica representando a Carlos
Fonseca. Antes de este encuentro habían enviado al “Zorro” con una carta
para Henry. Al finalizar la reunión, le dijeron al “Zorro” que regresara a
incorporarse definitivamente a la guerrilla, y le explicaron que se había
tomado la decisión de continuar el fortalecimiento de la montaña, es decir
se ratifica la línea de Guerra Popular Prolongada.

Víctor: Carlos nos plantea la insurrección en 1974, nos manda un casete.


Nosotros estábamos en la montaña, pero viajamos a la ciudad para esa
reunión. Nos reunimos en una finquita que la conoce Leticia Herrera, porque
ella fue la que nos llevó.

Estuvimos Pedro Aráuz Palacios, Eduardo Contreras, Henry Ruiz, creo que
también estaba Jacinto Hernández, y yo, y escuchamos el casete donde nos
decía: “Hay que preparar la insurrección, la guerra de guerrillas queda en
segundo plano, hay que preparar la insurrección”; y no le hicimos caso, era
una línea estratégica que modificaba la conducta política y la estructura del
Frente Sandinista, y no la tomamos en cuenta, ¿por qué? Porque el trabajo
en la montaña iba en ascenso, teníamos una red de informadores, una red
de abastecimiento, entonces no ibas a abandonar ese trabajo para venir a
organizar una insurrección, a sabiendas que no tenías experiencia.

Comentario de la autora: En agosto de 1974 se reunieron Henry Ruiz,


Pedro Aráuz Palacios, Tomás Borge, Eduardo Contreras, Víctor Tirado y

19
Germán Pomares, en Las Jagüitas, en una casa que estaba bajo la
responsabilidad de Leticia Herrera. (Blandón, Jesús Miguel “Chuno”: 2008,
pp. 701).

Mónica: Usted estaba en la montaña y sentía que ahí había un flujo, un


incremento positivo.

Víctor: Nosotros no organizamos el campesinado en unidades militares,


sino en unidades de abastecimiento, de información, de guías o baqueanos.
Estructuramos el campo en distintas formas de organización, ¿para qué? En
primer lugar, para que un campesino no conociera a otro; si usted era un
campesino de información, se quedaba sólo en esta área.

¿Quiénes nos dan información? Los jueces de mesta, el capitán de cañada.


Éstos no hacían las tareas de abastecimiento ni de baqueanos. Reclutamos
a jueces de mesta y capitanes de cañada, muchos de los cuales fueron
asesinados por la Guardia. Estos jueces de mesta iban cada semana a la
ciudad, a Matagalpa y Jinotega, y cada quince días recogían información y
nos la trasladaban. Así nos manteníamos al tanto. Esto fue en el período de
acumulación de fuerzas. Entonces, no podíamos abandonar esas
estructuras en aras de la insurrección, una insurrección que no conocíamos.
Pero de todas maneras, quien la planteó fue Carlos Fonseca, y lo hizo
mucho antes que la asumiéramos.

Mónica: ¿Se habrá conservado ese casete de Carlos? ¿Tal vez en el


Instituto de Estudios Militares?

Víctor: Habría que ver si lo tenía en sus archivos Pedro Aráuz Palacios.
Sería importante recuperar ese casete. Habría que investigar eso Mónica,
es interesante, y posteriormente mandó otros casetes.

Mónica: Tengo entendido que a esa misma reunión en el año 1974, adonde
Carlos manda orientaciones en un casete, que se decide una gran
operación para sacar a los presos. ¿Qué motivó el golpe? Porque ese asalto
rompe el silencio y da inicio a una descomunal represión en la montaña.

Víctor: Mirá, la acumulación de fuerzas en silencio tenía sus límites, sus


tiempos. Cuando estábamos reunidos, fue como en agosto, se programa
una acción de gran envergadura, se decidió por dos razones: primero,
porque había que abrir los fuegos, la acumulación de fuerzas no iba a ser
eterna; y segundo, el financiamiento para ayudar a la lucha posterior.

Mónica: ¿Y sacar a una serie de compañeros?

Víctor: La idea original era organizar una fuga para recuperar a los presos;

20
pero dimos marcha atrás porque se podía dar un de asesinato masivo, si
nos traicionaba un guardita implicado en el operativo. En las montañas de
Matagalpa estaban creadas ciertas condiciones para sacar a los presos,
esto implicaba una buena infraestructura humana. Iban a participar Daniel
Núñez, Carlos Argüello Pravia y hasta Jaime Cuadra. Me reuní con ellos y les
dije, viene una acción de esta naturaleza, y ustedes tienen que llevar a los
presos montaña adentro.

El asalto a la casa de Chema Castillo no estaba en los planes originales para


rescatar a los presos. Pomares me contaba que se estaba preparando otro
tipo de acción. Lo de la casa de Chema Castillo fue casualidad. Un comando
estaba preparado para cualquier acción. Cuando oyeron por casualidad que
había una importante recepción en la casa de Chema Castillo, entonces,
como ya estaban preparados, con cierta organización, empezaron a
trabajar, y fue por eso que en ese asalto pidieron la libertad de los presos.

Mónica: Comandante, en nuestro programa hemos conversado con otros


compañeros que estuvieron en la montaña, y por esas pláticas y por
algunos materiales que he estudiado, he concluido que el período de
acumulación de fuerzas en silencio permite que la montaña, como teatro
fundamental de la lucha, acopie fuerzas, las cuales debían entrar en acción
después de la ruptura de ese período de silencio.

Ustedes sabían que se realizaría una gran operación, que después de eso
tendrían que concentrar fuerzas y golpear. En esa dirección se dan los
ataques al Cuartel de la Guardia en Waslala, que dirige Carlos Agüero
“Ródrigo”. El 21 de marzo, la unidad de combate Luisa Amanda Espinoza,
dirigida por Edgard “La Gata” Munguía, atacó el Cuartel de la Guardia en
Río Blanco, le prendieron fuego al comando, lo ocuparon durante dos horas
el poblado y hasta celebraron un mitin. Pero después recibieron la
orientación de suspender las operaciones militares, y volvieron, por así
decirlo, a estar a la defensiva. Parece que usted desoyó las orientaciones y
decidió lanzarse a la emboscada de Kuskawás.

Quisiera que usted nos haga un análisis de ¿qué fue lo que pasó y qué fue
lo que determinó esta situación de la que hemos hablado?

Víctor: Nosotros regresamos a la montaña. Estábamos entre agosto y


noviembre, la acción no llegaba y nosotros preparándonos; cuando llega la
acción en diciembre, ¿qué pensábamos nosotros una vez realizada la
acción? Que se va a desatar la represión, de eso estábamos claros.
Nosotros estábamos preparados, y me imagino que también ustedes en la
ciudad. Ese asalto impactó a todo el país y le dio cierto estímulo, cierta
confianza y moralización a lo poquito que teníamos organizado en la
montaña.

21
Me acuerdo que el campesinado andaba alegre porque estaban con
nosotros. Los colaboradores, los baqueanos, estaban bastante satisfechos.
Se dio un entusiasmo de entrar en la guerrilla. Los campesinos pedían
armas para incorporarse. Era tanto el empuje, que teníamos que realizar
acciones, no podíamos seguir inmóviles, eran muchos los campesinos
incorporados, entonces no podíamos estar ahí sin movimiento.

Es que toda organización, no sólo militar, sino también social, económica,


política, cultural, debe estar en movimiento constante. Nosotros teníamos
que darle energía al movimiento guerrillero, no podíamos esperar a que la
columna madre se fortaleciera tanto para decir ¡aquí estamos!

Para restarle fuerzas al somocismo había que hacer algo en la montaña, y


esto hay que contarlo con toda honestidad: yo abrí los fuegos en la
montaña, Mónica, allí hice emboscadas, asaltamos comisariatos.

Mónica: Se realiza el asalto a Abisinia.

Víctor: Si, pero ese lo realizó Carlos Agüero. Nosotros hicimos emboscadas,
tocábamos a la Guardia, los pellizcábamos, incluso hablamos con los
dueños de comisariatos grandes y después del golpe de diciembre,
ayudaron con mucha satisfacción y amplitud. ¡Para qué, ellos estaban
satisfechos por esa acción!, porque habíamos golpeado al enemigo en el
mero corazón. Se creó un entusiasmo en la montaña.

Nos dirigimos por Río Blanco, llegamos a Matiguás y a una serie de


poblados bastante numerosos, y con abastecimiento y con logística para
esa serie de acciones, que también impulsó a la población, que le dio cierto
ánimo y confianza.

Después que hicimos las acciones, no tuvimos respuesta de la ciudad,


porque parece que también allá la represión era fuerte. Al abrir las acciones
en la montaña, se nos vino encima la represión, el somocismo envió toda
una fuerza militar. No hicimos resistencia porque no nos acoplamos en
acciones militares tanto en un lado como en otro. Esto hizo que la Guardia
concentrara sus fuerzas más importantes en la montaña. El enemigo no
sabía de qué envergadura eran las acciones que íbamos a realizar;
entonces, llegó con una represión tal, que a ellos no les importaba si eras
colaborador o no, te capturaban y de una captura van hablando… van
hablando, y desarrollando la ofensiva de la Guardia.

Mónica: Según cuenta Francisco Rivera, el ataque a Río Blanco usted se lo


encomendó a “La Gata” Munguía, y Rivera le preguntó por qué no se lo
encomendó a él. Usted le dijo, “es que te miré más chavalo”. Después de
estos ataques viene la orden de suspender las acciones, y ustedes en sus
unidades empezaron a discutir esa orden. Ustedes organizaron la

22
emboscada a Kuskawás y tuvieron que convencer a “La Gata”, quien
defendía la tesis del mando. Decidieron hacer esa emboscada, que resultó
exitosa porque aniquilaron a toda la unidad de la Guardia. Eso fue en
septiembre de 1975.

Yo estaba en Condega para entonces, y recuerdo que, cuando nos hablaron


de esa emboscada, fue una noticia moralizante, así como lo fue para
ustedes el golpe a la casa de Chema Castillo. Para los que estábamos en la
ciudad, que los de la montaña hubieran hecho esa emboscada era una cosa
moralizante. Pero desgraciadamente, ya cuando se había logrado
derrotarlos, Jacinto Hernández se tira a recuperar los fusiles, y había un
guardia ahí que lo mató. Esa baja fue muy dura. A los cuatro días mataron a
Filemón Rivera. Prácticamente ambos eran sus lugartenientes, eso lo debe
de haber golpeado muchísimo a usted.

Otros entrevistados me han comentado que a partir de esa emboscada,


comenzó una etapa muy dura. Caen en una táctica defensiva. Es el análisis
de Hugo Torres, William Ramírez y de Francisco Rivera “El Zorro”, cada uno
por su lado. A partir de ese momento inicia una etapa muy dura, con la
Guardia persiguiéndolos, cercándolos.

Víctor: La emboscada a la Guardia en Kuskawás fue un éxito, pero allí cayó


Jacinto Hernández; murió por temerario, no porque el enemigo hubiera
ganado esa acción. Él quiso recuperar armas, pero la unidad militar de la
Guardia no había sido totalmente aniquilada; entonces, al ir a recoger una
ametralladora punto cincuenta, cayó.

Después de eso, cuando pararon las acciones, fue cuando entró la Guardia.
No debíamos haber detenido las acciones por la sencilla razón de que
cuando eso sucede, con facilidad te destroza el enemigo, porque pasa a la
ofensiva. O bien, parás las acciones y te bajás de la montaña, lo cual
podíamos haber hecho en última instancia, pero dejando botado ahí todo el
trabajo. Henry y Pedro Aráuz se opusieron a mis actividades, a mis acciones
armadas, a mis emboscadas, de tal manera que me separaron del
abastecimiento de la ciudad y la guerrilla, y quedé como aislado.

Mónica: Y ¿cuáles eran las actividades de “El Zorro”?

Víctor: Él hacía tareas más que todo de enlace; iba al fondo de la montaña
y regresaba a la periferia, entraba y salía porque era un hombre joven y era
experto, y además tenía mucha experiencia, sabía hablarle al campesino.

Pero volviendo al tema, ahí me marcaron un alto, y ya era difícil acatarlo.


No era que pensáramos que íbamos a andar en emboscadas todos los días.
Lo que decía era que preparáramos todo el entorno que teníamos, y hacer
también acciones en conjunto. Entonces se desmoralizó la gente, porque

23
había choque con la ciudad, había choque con la otra parte de la montaña,
había ciertos conflictos y el mando de la unidad militar también se
desmoralizó.

Hay que señalar dos cosas: primero, no pensábamos que la ofensiva


guerrillera era poner emboscadas todos los días, pero creíamos en una
acción planificada con todas las fuerzas que teníamos concentradas en el
ámbito de la montaña. Pero como no hubo apoyo, no podía tampoco estar
pellizcando a la Guardia por la retaguardia, no podía porque estaba en una
unidad militar muy débil para hacer una acción de mucha más
envergadura, entonces eso quedó ahí.

Mónica: La represión era violenta y no había contraofensiva. En la montaña


se pasa a una etapa terrible de asesinatos masivos de campesinos,
capturas, terror. Tiraban vivos a los campesinos desde los helicópteros, y
eso es lo que vuelve insostenible, por así decirlo, la continuidad de la
estrategia trazada, en la que se daba a la montaña el rol decisivo. Eso
abona a la discusión que nos lleva a la división de las tres tendencias. No es
todo, evidentemente, pero hay algo de eso.

Y uno de los grandes problemas es que nunca pudo haber una verdadera
discusión, no se lograron reunir; porque si se hubieran reunido,
seguramente habrían coincidido todos en que había que comenzar ya las
ofensivas en todos lados. Ya en el año 1976 se torna evidente que la
montaña no resiste sola, y que se tienen que hacer acciones en la ciudad. Y
a esta conclusión llegó Pedro Aráuz Palacios, como explicaré
posteriormente.

Entonces, ¿cómo sale usted hacia Boaco, cómo llega al Frente Norte?

Víctor: En las montañas de Matagalpa se dio una represión fuerte porque la


Guardia Nacional creía, y en cierta medida tenía razón, que había un
movimiento armado fuerte. Teníamos una línea de comunicación, de
abastecimiento, de logística, de información, en base a la participación de
la gente. Esta red era muy fuerte, muy efectiva, para los medios que
estaban allá.

Cuando hicimos la emboscada a la Guardia, fue porque el Capitán de


Cañada donde estaban los soldados nos dio la información: “Mañana sale la
Guardia a las siete de la mañana a tal lugar”. Era colaborador nuestro, y la
Guardia estaba en la finca de él, y nos mandó la información. Teníamos una
red de información muy importante.

Pero cuando vino la represión, ya no pude tener contacto ni con “El Zorro”,
porque nos empezaron a aislar, y además nos comenzaron a sacar de la
montaña. En cuanto llegábamos a un lugar, nos descubría la Guardia; de tal

24
manera que en tres o cuatro ocasiones combatimos a la Guardia y ésta nos
combatió también, pero nosotros éramos ya un grupo de cuatro o cinco.
Entonces a la guerrilla nos vienen arreando, como dicen los campesinos,
nos vienen sacando de la montaña. Cuando llegamos a la carretera que va
de Matagalpa a Matiguás, en un lugar que le llaman El Horno, ya nuestros
colaboradores no estaban, estaban presos, y yo no sabía, y la Guardia ya la
teníamos en frente, en Fila Grande, y lo que hicimos fue irnos a una finca en
Boaco.

Desde la finca en Boaco tenía contactos con la ciudad. Estaba Daniel Ortega
en una finquita en Masaya, y me mandó una carta en la que me hablaba de
las tendencias, pero no muy a fondo; sin embargo, me dejaba entrever que
había problemas, pero entonces ya no podía entrar a la montaña. Era difícil.

Recibí luego un segundo correo en el que Daniel me decía que bajara para
platicar, porque él tenía unas armas en la frontera con Honduras, y quería
pasarlas adonde yo estaba; me decía que organizáramos eso y toda la
infraestructura. Yo bajé y empezamos a conversar, y salió que no era
correcto enviar las armas a la montaña en ese momento, porque nos las
iban a capturar. Es que, aunque las lográramos meter de Honduras sólo al
pie de la montaña, eso sería un éxito, pero quién sabe si ahí caían en
manos de la Guardia, porque se habían dado ocasiones en que cuando
entrábamos con armas, siempre caían dos o tres compañeros. Mucho
menos enviarlas a la montaña.

Mónica: Carlos Fonseca cayó en 1976 buscando una reunión con varios
miembros de la Dirección Nacional. Creo que Carlos hubiera sido capaz de
articular todos los esfuerzos de las distintas tendencias. Recuerdo que en la
GPP se hablaba de desatar las acciones en la ciudad, cuando cae “Ródrigo”.
Incluso se realizan varias acciones ofensivas en las ciudades. Combinado el
esfuerzo en el campo con la acción en la montaña y la ciudad, se podía
descompresionar la montaña.

Carlos estaba firmemente convencido, como usted ha dicho, de que había


que desatar la insurrección, pero siempre le daba un rol a la montaña. Lo
digo por el estudio de sus últimas reflexiones sobre la montaña, escritas en
octubre de 1976. Pero siempre las insurrecciones tuvieron el campo como
espacio de retaguardia. Es obvio que la toma del poder incluye
necesariamente la fase insurreccional, el levantamiento de la gente en las
ciudades. ¿Usted cree que una reunión de todos con Carlos hubiera podido
terminar con la división?

Víctor: Hay que explicar por qué va Carlos a la montaña, a sabiendas que
tenía dificultades para orientarse, que no era ágil al caminar, y a sabiendas
que era el líder del Frente. ¿A qué va? Él envió una nota diciendo que va a
reunirse con todos los dirigentes de la montaña, más otros que van a ir de

25
la ciudad, para hacer una especie de congresito y discutir ahí todo lo que
nos desunía, para ver cómo amarrábamos una estrategia ciudad-campo. A
eso iba. Y se iba a regresar, no se iba a quedar allá, porque él también, me
imagino, como preguntaba un compañerito que llamó al programa, que por
qué la montaña tenía más peso político que la ciudad. Posiblemente como
Carlos había estado tanto tiempo fuera del país, a lo mejor pensaba que a
él le iba a dar peso político ir a la montaña. No hay que menospreciar este
argumento.

Mónica: La verdad es que la montaña fue una escuela, sirvió como una
escuela; eso explica el hecho que, al final, la mayoría de los jefes más
importantes de la lucha en la ciudad, eran cuadros que habían sido
fogueados en la montaña.

Víctor: La mayoría de los que se fueron a la guerrilla de Dipilto y


Matagalpa, después dirigieron la insurrección. Pero también cuadros de la
ciudad, como usted, lo mismo Bayardo Arce, quien se quedó en la ciudad y
agarró un peso político fuerte. Bayardo nunca estuvo en la montaña, él más
que todo se concentró en la ciudad, en la clandestinidad del Frente Interno.

Mónica: Pero también hay otros, como el mismo Pedro Aráuz Palacios, que
nunca estuvieron en la montaña; y Oscar Turcios y Ricardo Morales, quienes
sólo estuvieron en la ciudad, y tenían un gran peso en el Frente.

Víctor: Volviendo a lo anterior, a Daniel Ortega le propuse organizar una


especie de invasión, concentrarnos en Honduras, entrar a Dipilto, y hacer la
guerrilla. Le gustó la idea y nos trasladamos a Honduras, donde estaban
Joaquín Cuadra y Álvaro Baltodano, así como dos mexicanas, una de ellas
era Eugenia Monroy, y estaba “El Danto” y una serie de combatientes.
Después llegó Hugo Torres. Era una escuela para dirigir la insurrección,
porque ya había síntomas.

En ese momento, Dipilto como guerrilla no juega un papel importante. Era


en la ciudad donde había que invertir todos los esfuerzos humanos para
que saliéramos adelante. La guerrilla de Dipilto se transformó después en
una columna guerrillera que la dirigió Germán Pomares hasta Jinotega. Se
da un salto de calidad. Ya no es una guerrilla, sino es una guerra de
movimiento, una especie de guerra regular.

Yo salí por Honduras para Panamá, porque allá estaban discutiendo las tres
tendencias. Mandaron a llamar a Henry Ruiz y a mí. Ahí me encontré a una
serie de compañeros que venían de esa larga marcha, como la de Mao Tse
Tung. Después de eso, me fui a San José y ahí me quedé en el Frente Sur,
donde estaban Edén Pastora y Javier Pichardo.

Mónica: ¿A usted lo mandan como coordinador del Frente Sur?

26
Víctor: Más que todo era una coordinación no solamente militar, sino
política, en donde se hacían una serie de tareas de abastecimiento, de
logística. Toda esa gente de ahí, que ya venía del asalto del Palacio, sentían
una grandeza de dirección política y militar; eso es lógico y parte de la
naturaleza humana.

Mónica: Voy a hacerle varias preguntas en ráfaga, Comandante, ¿por qué


le decían “El Canoso”?

Víctor: Porque tenía canas. Carlos Argüello fue el de eso.

Mónica: Dice “El Zorro” que usted nunca se puso verde olivo, que siempre
andaba vestido de campesino, o sea, andaba con sus botas y su sombrero
¿mexicano?

Víctor: No, no era sombrero mexicano, era el sombrero que usaban los
campesinos; en realidad me ponía cualquier sombrero que llevaban o me
regalaban.

Mónica: ¿No es cierto que se disfrazaba?

Víctor: Yo andaba en la legalidad en la montaña, no andaba clandestino. En


esa legalidad mi fachada era que vendía y compraba cerdos, chanchos. En
una ocasión llegué a la finca de Daniel Núñez y le dije: –Dame esas seis
chanchitas para decir que ando vendiendo chanchos. Muchos me
conocieron así, presuntamente vendiendo y comprando chanchos; de tal
manera que en algunas ocasiones era normal que los campesinos me
preguntaran: – ¿Y los chanchos?

Cuando Daniel Núñez me dio los seis chanchitos, los regalé por ahí. Siempre
terminaba regalando la mercancía. Era una cobertura. Había campesinos
que nos colaboraban y me conocían, pero creían que era un vendedor y
comprador de cualquier mercancía.

Así transitamos por la lucha revolucionaria, en la clandestinidad o en la vida


legal, unas veces combatiendo o conspirando bajo determinadas coberturas
o fachadas, si así queremos llamarlo, pero siempre como revolucionarios
sandinistas, dispuestos a construir la victoria paso a paso, con sacrificios,
sabiendo que podíamos quedar en el camino, pero siempre comprometidos.

7 de agosto de 1999 y 10 de marzo del 2001

27
NOTAS

28
1Según Bayardo Altamirano, el Ingeniero Pepe Puentes fue un forjador del FLN y favoreció los
contactos con el General mejicano Lázaro Cárdenas, quien brindó ayuda financiera. También
permitió los vínculos del FLN con el Sindicato Mejicano del Petróleo quien también brindó
valiosa ayuda.

2 Se refiere a una consulta interna, una suerte de primarias electorales que organizaba el FSLN
para escoger a sus candidatos a diputados. En la consulta del 2001, Víctor Tirado se postula
como diputado para el Parlamento Centroamericano, pero quienes controlaban el proceso no le
permitieron pasar. Ocurrió el absurdo que, algunos candidatos a quienes las bases no conocían,
obtuvieron hasta mil votos más que él. Fue del dominio público que esa consulta fue
fraudulenta.
3 Se refiere a la huelga que trabajadores portuarios, de Corinto y San Juan del Sur,
protagonizaron en junio de 1963, en demanda de mejores salarios y mejores condiciones de
vida.

4 La Ley Quintana facultaba a la Policía a aplicar seis meses de arresto inconmutable, por faltas
que incluían la vagancia y la alteración del orden público. De esta manera, se detenía a los
opositores sin necesidad de juicios ni pruebas.

5 Primera Conferencia Tricontinental realizada en La Habana en 1966, donde se decide la


creación de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina
(OSPAAAL). También se crea la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).

6 Al ser detectados los guerrilleros sandinistas en la montaña, se desata una sangrienta


represión entre los campesinos; mueren, después de ser torturadas, más de diez personas, y el
mensajero sandinista Armando Flores.
Una de las tres fuerzas guerrilleras de la montaña es detectada y destruida en
Pancasán: el 27 de agosto, caen Silvio Mayorga, Rigoberto Cruz, Francisco Moreno, Otto Casco,
Fausto García, Carlos Reyna, Ernesto Fernández, Danilo Rosales, Carlos Tinoco y Nicolás
Sánchez.
7 Zinica es una comarca del municipio de Waslala, Atlántico Norte. Su nombre lo toma del
Cerro Zinica, de 1,267 metros sobre el nivel del mar.

8 Cuando la Guardia Nacional incendió las viviendas de varias familias campesinas, todas las
mujeres y los niños huyeron hacia el campamento guerrillero de Zinica. Cuando la Guardia
atacó el campamento, ellas escaparon. No obstante, en Santa María de Tasuá, Bocay, fueron
apresadas y enviadas al Cuartel del Cuá, hoy municipio del Cuá-Bocay, Jinotega. Fueron
diecinueve las mujeres capturadas.

9 Leopoldo Rivas cae preso en agosto de 1970.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


La Revolución es como un tren en marcha
Gladys Báez y Jacinto Suárez

Gladys Báez nace en 1942, en Juigalpa, Chontales. Es hija de


Cándida Báez y de Rómulo Álvarez. En 1959, funda en Juigalpa
el Sindicato de Oficios Varios, y luego se integra al Partido
Socialista Nicaragüense. En 1963 participa en el Congreso
Mundial de Mujeres, en Moscú, donde establece el primer
contacto con el Frente Sandinista de Liberación Nacional, al cual
se integraría, definitivamente, en 1965.
Durante la década de 1960 es fundadora de la Alianza Patriótica
de Mujeres Nicaragüenses. En 1967 participa en la guerrilla de
Pancasán. Ese año es capturada en una casa del barrio
Monseñor Lezcano. En 1972 se reintegra al FSLN, en el Comité
de Madres de Reos Políticos. En 1977 participa en la fundación
de la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional
(AMPRONAC). Es nuevamente capturada en Managua y, cuando
sale de la cárcel, pasa al Frente Occidental Rigoberto López
Pérez, participando en las insurrecciones de León, en 1978 y
1979.
Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista,
participa en la fundación de la Asociación de Mujeres Luisa
Amanda Espinoza (AMNLAE). Diputada ante la Asamblea
Nacional por el FSLN, desde 1980 hasta 1996. Electa a la
Dirección Nacional del FSLN, en 1998 asume la Secretaría
Nacional de la Mujer del Frente Sandinista

**

Jacinto Suárez nace en Managua, el 24 julio de 1947. Cursa su


primaria en el colegio Calasanz, y la secundaria en el Instituto
Nacional Ramírez Goyena. Se integra al FSLN en 1963. Es
fundador del Frente Estudiantil Revolucionario de secundaria.
Forma parte de la Comisión Nacional Campesina y el Frente
Nacional de las Juventudes. Estudiando en la universidad pasa a
la vida clandestina en 1967, y el 6 de agosto de ese año, es
capturado luego del asalto a la lechería La Perfecta. En este
asalto cayó combatiendo el destacado militante sandinista Selim
Schibles.
Después de siete años en las cárceles somocistas, recobra su
libertad con la Operación Diciembre Victorioso, en 1974. Luego
realiza tareas de representación del FSLN en Cuba, Panamá,

1
México y Honduras. Después del triunfo, fue embajador en la
URSS, incorporándose luego al Ministerio del Interior (MINT), y
posteriormente al Departamento de Relaciones Internacionales
del FSLN. Desde 1997 es Diputado del FSLN ante el Parlamento
Centroamericano (PARLACEN).

Después de varias rebeliones en el seno de la propia Guardia Nacional, que


terminaron en el fracaso y el exilio, grupos de patriotas provenientes de la
oposición conservadora y liberales independientes, realizaron esfuerzos
armados, algunos de ellos heroicos, en la búsqueda de acabar con la
dictadura somocista. Los esfuerzos tenían un sello invasionista y
cortoplacista, y estaban desvinculados de las masas. A pesar de la
represión y el cierre de espacios democráticos, la oposición tradicional
estimuló la vía electoral, mediante la cual obtenía una parte del pastel de
las instituciones.

La lucha armada revolucionaria, dentro del país, desarrollada en estrecho


vínculo con las masas, inició a principios de la década de 1960, con la
organización del FSLN. La incorporación de los primeros militantes del FSLN
en esa década fue numéricamente reducida. Gladys Báez y Jacinto Suárez
fueron de los primeros en integrar sus filas, en un período cuando se
enfatiza en los vínculos iniciales con los movimientos populares de aquella
época, y en la articulación política con otras fuerzas de la izquierda a través
de Movilización Republicana.

Mónica: El grado de Comandante Guerrillero se dio con criterios muy


machistas, sólo se les otorgó a tres mujeres. Puedo mencionar a varias
compañeras que tenían tanto o más méritos que varones a los que se les
hizo ese reconocimiento. Igual ocurrió con el título de Comandantes de la
Revolución, fue dado a nueve hombres y ninguna mujer. Si uno analiza las
trayectorias, los aportes históricos, combativos, y las fechas de
incorporación, mujeres como Gladys Báez, Doris Tijerino, y otras,
seguramente debieron ser Comandantes de la Revolución. Se cometió, en
ese sentido, una injusticia, derivada de una concepción machista.
Queremos empezar pidiéndole a Gladys que nos cuente sobre esa estrella
que ella siempre anda colgada, y que la distingue.

Gladys: Es una estrella que hicieron en la cárcel. Estaban presos José


Benito Escobar, Jacinto Suárez, Daniel, Lenin Cerna, Carlos José Guadamuz,
Francisco Ramírez Chico, Efraín Nortalwalton, Manuel Rivas Vallecillo, entre
los que me acuerdo. Yo estaba semi inválida y ellos estaban presos.

Se me ocurrió, en determinado momento, ir a pedir reales a la gente, en


Juigalpa, en una Navidad, y les envié con doña Lidia Saavedra de Ortega,
materiales para que los muchachos hicieran unas lindas tarjetas navideñas.

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Y yo guardo la mía, firmada por todos ellos.

Pero me sorprendieron: después del asalto a la Casa de Chema Castillo,


cuando se dio la liberación de los presos, doña Lidia me trajo esa estrella de
madera hecha en la cárcel, que tenía la imagen del Che por un lado, y la
hoz y el martillo por el otro, quemadas sobre madera, que incluso la vivo
zurciendo siempre para que sea la misma, original. No sé cómo los presos
burlaban a la Guardia para hacer esas cosas, porque, en este caso, no
disponían de maque, así que la pulieron restregándola con los dedos. Eso
para mí es muy importante. Entonces yo le pregunto todos los días al Che
¿cómo me porto? Y a veces me dice que mal. ¡Ya la cagué, digo entonces!

Mónica: ¿Cómo fuiste escogida para ir al Congreso Mundial de las Mujeres,


en Moscú, en el año 1963?

Gladys: Había seis candidatas para ir a ese Congreso, todas del Partido
Socialista. Yo era muy poco conocida en el partido, porque trabajaba en las
comunidades de Chontales. Sin embargo, por primera vez en la historia de
este departamento, habíamos celebrado en las calles un Primero de Mayo
multitudinario, y me había tocado hablar en el acto sobre el porqué de esta
conmemoración.

Quiero reconocer el gran aporte que en mi preparación tuvo Gregorio


Aguilar Barea, y puedo decir que fue el enlace con la dirigencia del Partido
Socialista. También agradezco a Carlos Salgado y a Domingo Sánchez
“Chagüitillo”. Después supe que las otras candidatas apoyaron que la
delegada al Congreso en Moscú fuese yo, pero cuando “Chagüitillo” me dio
la noticia, le dije que aceptaba con la condición que no le dijera a los
compañeros del sindicato ni a mi familia.

Yo tenía una hija recién nacida, y entonces inventamos que iba a un curso a
Costa Rica, pero no me creyeron. Todos pensaban que iba para Cuba.
Bueno, aquí en Managua pasé seis días metida en una casa, preparándome
para ese Congreso, porque no podía leer ningún papelito, pues yo había
estudiado hasta tercer grado. Además, no tenía tanto conocimiento para ir
a un Congreso Mundial de Mujeres. Les dije: –No se preocupen, yo oigo
todo, lo que sepa contestar lo digo; lo que no, lo invento.

Mónica: Carlos Fonseca, en sus declaraciones de 1964 en el juzgado, así


como en su escrito “La Hora Cero”, dice que tras el fracaso de la guerrilla
de El Patuca, que costó casi el año 1962 de preparación, viene un período
en el que se enfatiza en la organización de masas, en el trabajo popular, en
un movimiento que se llamó Movilización Republicana, en donde confluyen
el Partido Socialista, otros movimientos, y el Frente Sandinista; y que se le
trata de imprimir un enfoque revolucionario a esta coalición.

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Carlos reconoce que tuvieron muchas dificultades para darle continuidad al
trabajo propiamente de organización de la guerrilla, de las acciones
militares; en parte porque también se da una especie de reflujo
revolucionario, debido a que el imperialismo maniobra después del triunfo
de la Revolución Cubana, con sus programas de Alianza para el Progreso, el
Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), y otros mecanismos que
flexibilizan las situación política en nuestros países, muchos de ellos
dominados por dictaduras. En Nicaragua, para aparentar democracia,
ponen a René Schick como Presidente, quien, objetivamente, suaviza un
poco las políticas de la dictadura, y abre ciertas expectativas de cambio por
la vía político-electoral. Una de sus medidas fue una amnistía.

Jacinto, ¿cuáles eran tus tareas cuando entrás al Frente Sandinista? ¿Estás
de acuerdo con la valoración que hicimos de esa etapa?

Jacinto: Cuando me han preguntado de mi vida como revolucionario, he


dicho que me consideraba más un luchador social que un guerrillero;
porque ingreso en el momento en que nos estamos insertando en el
movimiento social, y tengo el privilegio de trabajar con los sectores más
desposeídos de este país, desde mis primeros años de juventud. Es decir,
trabajo en las zonas campesinas y con sindicatos de zapateros en la ciudad.

Mónica: Pero, ¿por qué te integraste? ¿De dónde te salió la conciencia


social?

Jacinto: Primeramente era de un profundo sentimiento anti-somocista, que


después devino en una conciencia social y después en un posicionamiento
ideológico.

Mónica: ¿Cuantos años tenías?

Jacinto: Tenía dieciséis años cuando ingreso al Frente. Pero, ¿qué sucede?
Hay una precocidad política, porque participo en manifestaciones
estudiantiles a la edad de catorce años. Ahora es absurdo pensar que un
chavalo de trece o catorce años ande en marchas políticas. Sucedía que
todas las manifestaciones y las misas de difuntos de los estudiantes, eran
en el barrio San Antonio, donde yo vivía; entonces, a la edad de trece años,
en 1960, me toca presenciar cómo asesinan a Julio Oscar Romero López. Yo
lo veo, y lo vivo. Fue frente a la casa de la doctora Miriam Argüello, cuando
se conmemoró el primer aniversario de la masacre estudiantil del 23 de
julio de 1959. Era un renquito que vivía frente al Cine América, estudiante
de primer año del Ramírez Goyena, igual que yo.

Mónica: ¿Cómo lo matan?

Jacinto: Ese día viene una manifestación frente a la Iglesia San Antonio.

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Para no enfrentar a la gente con la Guardia, usaron paramilitares, y éstos
comenzaron a vapulear a la gente y muchos comenzaron a correr, pero por
su impedimento físico de la poliomielitis, el último que va es Julio Oscar, y
como la gente se está defendiendo con piedras, comienzan los disparos y le
pegan a Julio, quien murió allí mismo.

Yo no andaba en la manifestación, sino que estaba en una oficina de


abogados que mi papá tenía frente a la casa de la doctora Argüello, pero de
repente me veo involucrado con la gente, y vi morir a Julio Oscar.
Inmediatamente después ocurrió el asesinato de Ajax Delgado, y las
manifestaciones de todos los días frente a la Iglesia San Antonio, y los rezos
de los nueve días de Ajax, y ahí estaba yo metido, y me voy integrando a
partir de una conciencia anti-somocista, de un rechazo profundo al sistema
político imperante. Después vino una segunda etapa, que fue la defensa de
la Revolución Cubana. Por ejemplo, cuando vino un grupo de la
contrarrevolución cubana, nos fuimos a vulgarearlo de una manera casi
espontánea.

Después fuimos buscando fortalecer nuestros conocimientos por medio de


la lectura, y me hallé a George Politzer, Principios Elementales de Filosofía,
a Nikitin, Manual de Economía Política, que era una literatura muy
apreciada en aquellos años, porque en medio de que el somocismo no
permitía la vida política, circulaba literatura revolucionaria, pero era como
una cosa pecaminosa y, por eso, creo que más nos atraía.

Mónica: Y como no había televisión, oían radio y leían…

Jacinto: Así es. De la conciencia anti-somocista, pasás a la conciencia de


clases. Ahí me encuentro, por ejemplo, con el Chele Moreno, Francisco
Moreno, que tenía la misma edad y era de la juventud agüerista. Nos
manteníamos en el debate, porque llegábamos a las oficinas de Orientación
Popular, llegábamos a la Confederación General de Trabajadores (CGT), y
aquellos viejos tenían una actitud muy conservadora; nos tenían miedo
porque nos veían muy agresivos en nuestras posiciones, éramos muy
radicales. Nos ofrecíamos para trabajar con la Juventud Socialista, pero nos
tenían temor.

De manera natural, fuimos a caer a las filas del Frente Sandinista en el


preciso momento que hubo una retoma de la lucha social. Eso nos hizo
buscar a la Comisión Nacional Campesina, las marchas del Primero de
Mayo, a buscar los sindicatos, los barrios. Yo alfabeticé en los barrios de
Managua cuando tenía quince o dieciséis años, para buscar como
insertarnos en el movimiento popular; pero a la vez, eso te obligaba a otra
cosa adicional: a prepararte mejor, porque tenías que comunicarle a la
gente para captarla en términos ideológicos, en términos políticos. Y esto
nos lleva también a una mayor conciencia clasista.

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Mis compañeros de célula en el Frente Sandinista eran Octavio Calero, el
ropavejero del barrio, que andaba por todos los barrios de Managua
comprando ropa usada a las mujeres de la clase media, para venderla en
los prostíbulos del Mercado Oriental. Los hijos se lo llevaron a vivir a los
Estados Unidos. También estaba Adán, un hombre que andaba con un
carretón vendiendo agua en el barrio Campo Bruce.

Otro compañero era uno que trabajaba en una fábrica de pólvora. Esa era la
gente que yo atendía. Yo llegaba al Barrio Maldito, al barrio de las
prostitutas y los ladrones, Barrio Frixione se llamó después, y ahí había una
célula de gente muy pobre y humilde. Trabajábamos con gente de sectores
muy humildes.
Si vemos la configuración de los cuadros de esos años: Carlos Reyna, “El
Teacher”, le decían así porque tenía una novia que era maestra, pero él era
zapatero; Rigoberto Cruz, también zapatero; José Benito Escobar, soldador
de la construcción. La incorporación de los estudiantes y sectores medios al
Frente Sandinista ocurrió después del año 1970.

Mónica: Originalmente, el movimiento estudiantil estaba controlado por los


socialcristianos, y adoptó una línea más revolucionaria hasta que el Centro
Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) quedó en manos del Frente
Estudiantil Revolucionario, a finales de la década de 1960, cuando ganó
Edgard “La Gata” Munguía. Hablemos ahora con Gladys. ¿Cuáles fueron tus
primeras tareas en el movimiento de mujeres?

Gladys: En 1956, cuando Rigoberto López Pérez ajustició a Somoza García,


la Guardia hizo una redada, a nivel nacional, de mucha gente que no tenía
nada que ver con eso. Toda la chavalada íbamos a ver qué estaba pasando.
A mí me impactó muchísimo cómo llevaron el cadáver de Cornelio Silva,
camino hacia La Libertad, Chontales, porque él era de ahí.

Después de muertos los llevaban de cuartel en cuartel, y delante de la


gente los pateaba la Guardia. Era un odio visceral, terrible. Eso me impactó,
y llegué a mi casa espantada y preguntando, que alguien me dijera por qué
le hacían eso a un muerto, porque para mí los muertos eran buenos.
Entonces mi familia comenzó a decir lo que nunca me habían dicho: la
relación familiar con los Báez Bone, de los sucesos del año 1954. Soy
pariente de la familia de Báez Bone por parte de mi madre. Y me explicaron
por qué había una redada de presos, y por qué tantos Báez estaban presos.
Sólo dijeron que eran anti-somocistas, y como chavala, comencé a buscar
en el pueblo quién podía darme más explicaciones. Por suerte había el Clan
Intelectual de Chontales: Goyo Aguilar, Carlitos Molina, Memo Solís,
Guillermo Rothschuh Tablada…, pero yo me le pegué más a Goyo, quien me
fue dando más explicaciones.

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Luego aparecieron algunos chavalos barberos, zapateros, interesados en
formar un sindicato, pero no tenían dónde hacer las reuniones. Yo hice un
trato con mi mamá, le dije: – ¿Usted no quiere que yo ande por mal camino?
Entonces me dice: –No, si yo quiero lo mejor para vos. Entonces le digo: –
Bueno, o me permite que aquí sean las reuniones o yo voy a las reuniones.
Y fue así como comencé a participar en la organización y formación de los
sindicatos. Al inicio no sabía que detrás del aspecto sindical estaban los
partidos políticos.

Mónica: Más que sindicatos era una articulación de gremios, ¿no? Estás
hablando de zapateros.

Gladys: Le pusimos Sindicato de Asuntos Varios, porque ahí lo que había


eran oficios familiares: el padre con los hijos. Los zapateros y los barberos
siempre tuvieron hábito de lectura, y discutían mucho mientras armaban
los zapatos. Por mi parte, yo era modista, y de las buenas, porque comencé
a coser desde los doce años.

Mónica: ¿Quién fue tu primer contacto? ¿Quién te habla del Frente


Sandinista?

Gladys: Por medio de la formación de sindicatos ingreso al Partido


Socialista y ahí obtengo una versión distorsionada sobre el Frente: locos,
vagos, aventureros, pequeños burgueses, irracionales, etcétera.

Pero había otra cosa importante: se organizó una célula de la Juventud


Patriótica Nicaragüense, que no era del Partido Socialista, y no encontraban
quién les hiciera las banderas para irlas a poner en los palos más altos.
Entonces recurren a mí, y yo preguntaba: – ¿Para qué puta sirve esto?

Porque cuando yo no estaba segura, preguntaba, y contradecía, y así fui


aprendiendo, a garrotazo limpio. Mi escuela ha sido la escuela de la vida, la
escuela de la terquedad. De esta manera ingreso a la Juventud Patriótica.

Después aparece Movilización Republicana, a la que también llego, a ver


qué pasa. En Juigalpa yo tenía un historial de carceleadas, porque si llegaba
un dirigente al pueblo, yo iba presa; si aparecía una papeleta, iba presa; lo
que apareciera, iba presa. Me llegaban a traer en la mañana y me soltaban
en la noche. Nunca dormía en la cárcel. Estaba en la lista de los
sospechosos.

Había en Juigalpa un obrero que me compraba Orientación Popular, un


periodiquito del Partido Socialista; y un día cayó enfermo y pidió que yo lo
llegara a ver. Llegué y me dice: –Te quiero decir que tales y tales
carceleadas que vos tuviste, son a nombre mío. ¿Cómo es esa mierda que a
nombre tuyo? –respondo. –Es que esas cosas yo las hice, y vos fuiste la que

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caíste presa. Me dio a entender que tenía un vínculo con el Frente, pero no
se atrevió a decírmelo; pero me plantea una cosa: – ¿Sos capaz de hacer lo
que yo te pida? Si no se trata de algo malo, pues puedo hacerlo con el
mayor gusto –le contesté. –Yo me muero, los médicos dicen que me muero,
y quiero que en mi entierro me pongan una corona o un ramo de flores con
una cinta que diga FSLN y una bandera roja y negra. –Mirá, hermano, yo sí
te lo hago.

Efectivamente, a los pocos días murió, y yo llegué a la casa, que quedaba


frente al Parque Palo Solo, y hablé primero con los padres: –Ustedes me
mandaron a llamar hace dos días, y su hijo me pidió esto, y aquí lo traigo.
Yo había hecho una almohada con flores de tela; le puse la bandera roja y
negra, y las cuatro letras en blanco, y además llevé una bandera del Frente.
La familia se hizo un rollo porque decían que era una provocación. Les dije
que si no querían, yo no lo hacía, pero que en el camino yo iba a portar la
bandera. De todos modos sabía que sería otra carceleada.

Mónica: ¿Y la llevaste?

Gladys: Y la llevé. Después surgieron los preparativos para el Congreso.


Viajé de Juigalpa a Moscú, sin conocer Managua. Cuando llegué a Moscú, ya
se había inaugurado el Congreso. Los nicas estaban esperando a ver quién
llegaba. Yo llevaba un paquete para ellos. Me dijeron que si Oscar Turcios
me abordaba, lo que me dijera, que por un oído me entrara y por el otro me
saliera; pero eso me llamó la atención y se me quedó grabada la
recomendación.

Cuando los compañeros me detectaron durante un receso, me preguntaron


que de dónde era, entonces les dije que de Juigalpa, Chontales, y que
llegaba en representación de la mujer nicaragüense. Les pregunté los
nombres a todos, y no estaba Oscar Turcios “El Ronco”.

En la noche, en el hotel, me dijeron que me buscaba Oscar Turcios. Bajé


rapidísimo y al verlo le digo: – ¿Vos sos Oscar Turcios, de veras? –Sí, yo soy
Oscar Turcios. – ¿Y por qué los viejos me dijeron que no hablara con vos?
Oscar se encargó de hacer citas por separado conmigo. “El Ronco” tenía a
veces muy poca paciencia, pero sí la tuvo conmigo, y se lo agradezco,
porque me enseñó lo que era el Frente Sandinista, una versión nueva que
yo desconocía. Cuando nos despedimos me dio un informe sobre el
Congreso para que lo entregara al Frente.

Con tanto que dijeron las mujeres de todas partes del mundo, me tenían
aturdida. Era como que hubiera leído una gran cantidad de libros, y estaba
ávida de conocer más. Me quedaron claras varias cosas: una, que yo sentía
que había representado a la mujer nicaragüense, pero no a una
organización de mujeres; dos, pude apreciar que la transformación del

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capitalismo al socialismo no se da por decreto.

Después del Congreso nos mandaron a diferentes partes, y a mí me tocó ir


a Leningrado, con todas las que hablábamos español. En ese viaje, ya había
ido a ver el mausoleo de Lenin. Como estaba reciente el triunfo de la
Revolución Cubana, andábamos detrás de las cubanas preguntando tantas
cosas. Y en la primera de bastos, como dicen los jugadores, cuando nos
tocaba hablar en algún lugar, nos pusimos de acuerdo en que hablara la
cubana en nombre de todas. Entonces me sorprendió, en la delegación, una
compañera que todo el tiempo andaba vestida de militar, y a ella la
escogieron para hablar. Y digo: –A la gran puta, ahora nos intoxica de
guerra de guerrillas esta mujer. La mujer comienza a hablar de la
Revolución de Octubre, de París, y de Sandino, dónde peleó Sandino, por
qué peleó Sandino, etcétera. Le dedicó un gran espacio a Sandino, y
además dejó a Nicaragua de penúltimo para terminar con Cuba, porque su
esquema era terminar con el “Patria Libre o Morir; Patria o Muerte,
Venceremos”, para hacer esa vinculación. Todo eso, para mí, es nuevecito.
Es decir, yo tenía la versión de que Sandino era un bandolero. Entonces me
quité la bandera de Nicaragua, me la metí a la bolsa, y pensaba ¡trágame
tierra, pues, yo no conozco la historia de Nicaragua!

Mónica: Vos decías, me van a preguntar de Sandino, y yo no sé nada.


Sabía más la cubana que vos.

Gladys: Además, me sucedió otra cosa peor todavía, porque había cosas
de las que esta mujer estaba diciendo, que ya me las había dicho Oscar.
Entonces pienso: Este hijueputa se puso de acuerdo con esta mujer para
que dijera la misma cosa. Seguramente eran amigos. Cuando regreso de
Leningrado, entonces sí ya vengo a oír a Oscar. Es decir, antes le oía y le
contradecía; cualquier barbaridad le contradecía, cualquier cosa; pero ya
cuando regreso, le pongo más atención. Incluso le conté lo que había
escuchado, y él se ponía a reír, y me decía: –Es que efectivamente no es
culpa tuya.

Mónica: De todo esto queda claro, Gladys, que nuestra integración era una
integración crítica, es decir, con ansias de saber, de conocer, pero que
además, había reflexión, estudio, porque teníamos que entender y
comprender las cosas.

Jacinto: Hay que recordar el momento que se vivía en la Nicaragua de


aquellos años, cuando si bien es cierto la lucha política había entrado en un
receso, había un auge de la lucha social por varias razones que requieren
un análisis histórico-económico. Por ejemplo, había zonas calientes, bravas,
como en Chinandega, donde se dio la lucha por la tierra debido a la
expansión del algodón; en Matagalpa, por la expansión de la frontera
agrícola por el cultivo del café.

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En 1963, por ejemplo, escapé de ser asesinado por Juan Ángel López.
Llegamos a una reunión a Chinandega y la Guardia llegó al lugar, pero por
equivocación. ¿Qué es lo que pasaba en Chinandega? Que los
terratenientes se pusieron de acuerdo con el comandante departamental,
Juan Ángel López, para acabar con todos los sindicalistas de la zona. ¿Qué
es lo que pasaba en Matagalpa? Que la expansión de la frontera agrícola
chocaba con la gente que se había establecido como colonos, sin títulos de
propiedad, y que eran empujados hacia el centro de la montaña, por
geófagos vinculados al somocismo. ¿Qué es lo que sucedía a comienzos de
1960? El surgimiento de la clase obrera como sujeto social y económico en
Nicaragua. Lo que ocurre es que baja la lucha política anti-somocista pero
sube el movimiento social, y eso es lo que le permite al Frente Sandinista
enraizarse en ese movimiento.

Hay un hecho histórico que es cierto: en la década de 1960 las marchas


campesinas, y las luchas campesinas, al menos del Norte, eran fruto del
trabajo del Frente Sandinista, el cual, como no tenía una expresión legal,
pública, jurídica, orienta a la gente que se le pegue a la Comisión Nacional
Campesina, porque en esas montañas de Matagalpa, al que entraba lo
mataban. En Chinandega, al que entraba lo mataban. Entonces, sólo
entrabas clandestinamente.

En la Comisión Nacional Campesina había un equipo de compañeros: el


legendario “Pablo Úbeda” Rigoberto Cruz, Carlos Reyna, William Fuerte, y
otros que vivían y trabajaban en la zona campesina desde antes de la
guerrilla de Bocay. Esa gente tenía años de estar trabajando.

Gladys: Yo estuve en la etapa en que analizamos profundamente el


foquismo y la necesidad de cambiar a la lucha insurreccional que vinculara
a la ciudad con el campo. Es lo que yo conocí en 1964, y le correspondió a
Rigoberto Cruz, ir abriendo brechas nuevamente hacia la montaña.

Yo conversaba mucho con Rigoberto, para mí era como el propagandista


graduado nato. Decía que cuando incursionó a la montaña, lejos de ir con el
mote de doctor, llevó en sus alforjas pastillas y purgantes para los chavalos
barrigones del campo, y se presentó como curandero, y así se fue haciendo
brecha. Además de ser curandero era comprador de ganado y de cerdos,
pero sin reales.

Mónica: ¿Le daban fiado?

Gladys: No, les ofrecía comprar a precios completamente bajos y ningún


campesino es baboso. No le vendían los animales.

Mónica: Entonces, nunca compraba pero él decía que era comerciante. Los

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campesinos le decían: – ¡No jodás, muy barato estás ofreciendo! Andaba
como Víctor Tirado, quien también anduvo comprando y vendiendo
chanchos, pero de mentiras.

Gladys: Así comenzó a abrir brecha, a conocer a los Capitanes de Cañada y


los Jueces de Mesta, que eran lo peor de la Guardia. Eran los encargados de
vigilar metro a metro en el monte.

Mónica: Obviamente, en aquel entonces lo que se tenía que hacer era


concientizar al campesino, como decían los vietnamitas. La divisa de Ho Chi
Minh era “despertar al pueblo dormido, concientizar al pueblo despierto,
organizar al pueblo concientizado, armar al pueblo organizado y conducir
con ellos la lucha hasta la victoria”. Y obviamente, todo esto sólo se podía
hacer llegando directamente donde el campesino, que es lo que vos estás
contando.

Gladys: Es que los campesinos ya estaban despiertos. En 1964, ya estaban


despiertos. Había sindicatos fuertes en el campo, líderes campesinos, y
también los sobrevivientes de la lucha de Sandino y muchos descendientes
de la generación de Sandino. Eso también lo fue descubriendo Rigoberto
poco a poco. Pero buscaba además a los agüeristas. Fueron encontrando y
seleccionando a los sobrevivientes de Sandino.

Mónica: Efectivamente, ya había gente despierta. ¿Por qué? Por la propia


realidad. No es lo mismo que vos le digás al campesino que hay una
dictadura, a que ellos la sientan en carne propia.

Gladys: Además, la miseria, el hambre, la quema de ranchos, las torturas,


los desaparecidos, eso era un caldo latente.

Jacinto: Rigoberto Cruz tenía una gran red organizada y llegó hasta
Matagalpa, porque ahí tenía base social. Todas esas marchas campesinas
que venían del Norte y que aparecían como del Partido Socialista, era
realmente un trabajo de estos compañeros del Frente Sandinista.

Es decir, es otro momento de la historia. Hay una explosión del movimiento


social, un crecimiento, y están soplando también los aires de la Revolución
Cubana. La lucha social va adelante de la lucha política; porque los partidos
prácticamente estaban en receso de la lucha anti-somocista.

En esos años, el Frente Sandinista está en receso guerrillero, pero no está


en receso de lucha social. Esto es lo que salva el trecho entre Bocay y
Pancasán, y lo que le da la raíz social al Frente Sandinista para ser lo que
fue después; fue sembrado en esos años, porque en todas esas montañas,
en todos esos lugares, quedó una raíz que todavía no se extingue.

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Como cosas curiosas de la vida, yo me metí clandestinamente en contra de
la Comisión Nacional Campesina, a trabajar en las zonas campesinas del
Pacífico de Nicaragua. Nos metimos en las zonas de Carazo y Chinandega.
Después del triunfo fui a ver a unas de esas personas y me confirmaron que
de ahí salieron las raíces de la ATC (Asociación de Trabajadores del Campo).
Allí Pikín Guerrero encontró a la gente que nosotros habíamos trabajado en
la década de 1960. Esa lucha social de los años 1960 le dio la raíz necesaria
al Frente, porque en 1967 el Frente Sandinista aparece ya como una opción
ante el somocismo.

Después de Pancasán y de la traición de Agüero, aparece como la gran


bandera del anti-somocismo, con una inmensa raíz popular que se observa,
por ejemplo, en los muertos de Pancasán. ¿Quiénes ahí no son trabajadores
o gente de extracción de clase, digamos proletaria, o de origen proletario?
Sólo Silvio Mayorga y Oscar Danilo Rosales. De ahí, el resto, eran obreros y
proletario como Carlos Tinoco, estibador de Corinto. ¡Casi todos ellos son
así!

Oyente: Pregunto si Selim Schibles se suicidó.

Otra Oyente: Soy una joven sandinista del barrio Selim Schibles y quiero
aprovechar la oportunidad para que el compañero Jacinto Suárez nos narre
a los jóvenes de nuestro barrio y de toda Nicaragua, cómo fue la caída del
guerrillero urbano Luis Selim Schibles Sandoval.

Jacinto: Selim murió a causa del disparo de un celador de una fábrica


cercana a La Perfecta. A nosotros nos atacaron los celadores con fusilería.

Mónica: Sería bueno que contaras por qué se hacían esos asaltos.

Jacinto: Se asaltaba para buscar dinero para la guerrilla de Pancasán, que


estaba en pleno desarrollo. Esos fueron años locos. Recuerdo, por ejemplo,
el asalto a la sorbetería Lacmiel; después se asaltó al Eskimo. Sacaron una
caricatura de los guerrilleros comiendo sorbete. ¿Qué pasó cuando el asalto
a Lacmiel? Se fueron y cayeron sobre el lugar sin mayor información, y
había un montón de vendedores de sorbetes, y se armó un relajo, y una
tiradera. Nadie salió herido, pero tampoco se llevaron ni un centavo.

¿Qué pasó cuando el asalto a La Perfecta? En los días previos al asalto,


estuvimos en una casa en una colonia militar, por el Aeropuerto Xolotlán.
Oscar Danilo Rosales se había ido a la montaña y había llevado antibióticos,
medicinas y otras cosas. Aquí no había quedado ni un centavo para nada.
En esos días desertó Axel Somarriba y lo capturaron. Como la Guardia no
había podido capturar a nadie en mucho tiempo, lo presentaron con
bombos y platillos, con son de victoria. Nosotros previmos las declaraciones
derrotistas que daría Axel.

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A la casa de seguridad llegó Rolando Roque, que también fue traidor, y
hasta colaborador de la Guardia, pero eso es otra historia. Llegó también
Daniel Ortega y varios más. Nos dijeron que había que dar otro golpe para
cambiar la situación. La red de información que trabajaba en Managua
estaba dirigida por David Tejada Peralta, oficial de la Guardia, pero también
entrenador militar de un chavalero del Frente. Nos enseñaba arme y
desarme con un fusil Garand que lo sacaba de un cuartel de la Guardia
Nacional.

David había salido de la Guardia, le habían dado de baja en días anteriores


a Pancasán. Tenía un tiro en una rótula que le impedía participar en la lucha
guerrillera, pero se quedó en Managua como jefe de información; y nos
había pasado los planos de La Perfecta, pensando en la posibilidad de un
operativo.

Cuando llegamos a La Perfecta, estaban en el cambio de turno de entrada y


de salida de los celadores y los camioneros. Había una gran cantidad de
personas y se armó una gran balacera; cayó un poste de luz sobre el carro y
tuvimos que abandonarlo; y el muchacho que estaba manejando el taxi se
puso nervioso y no podía arrancar.
Mónica: ¿Quiénes eran los que formaban el comando?

Jacinto: Éramos cuatro: Manuel Rivas Vallecillo, Selim Schibles Sandoval,


Humberto Catún Sandoval y yo. En medio de la huida, en lugares que
entonces eran potreros, se armó una tirazón entre los grupos de celadores,
a los que se sumó una patrulla de la Guardia, que en ese momento iba
pasando. ¿Por qué me capturan?, porque no conozco tan bien el lugar.
Manuel Rivas sí lo conocía, porque era de esa zona y sabía que había un
cauce; entonces se mete en el cauce y se va. Yo me quedo perdido entre
esos potreros y me capturan, pero en el tiroteo ya había muerto Selim, y
Catún salió herido.

Mónica: A Humberto Catún le decían “Plastiquito”.

Jacinto: Fue porque le tuvieron que poner el intestino de plástico, después


que resultó herido.

Mónica: Leonel Rugama dice en su poema Como los santos: “¿Conociste a


Selim? ¿Sabías que vergueó a un Guardia de la Seguridad en la propia
oficina de la Seguridad? Si no sabías eso, ¡no conociste a Selim!”. ¿Es
verdad eso?

Jacinto: Es absolutamente cierto. Mirá, es que hay que recordar una cosa.
En aquellos años, la Guardia tenía mucha prepotencia. Entonces golpeaban
a la gente sin estar amarrada ni encapuchada. Después te esposaban, te

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encapuchaban, porque ya te tenían miedo. A partir de ese incidente de
Selim, comenzaron a esposar a los presos.
De puro coraje derribó al famoso Gonzalo Lacayo, que estaba golpeándolo
como un cualquiera. Entonces, de repente, montó en cólera y se lanzó
sobre él, a golpearlo. Porque ellos estaban acostumbrados a que, como te
está golpeando la Guardia, entonces vos no hacías nada, pues le tenías
miedo.

A partir de eso, comenzaron a esposar o amarrar a la gente para golpearla,


para que no volviera a suceder lo que les había pasado con Selim, en una
de las tantas carceleadas; porque Selim tuvo varias carceleadas y varias
sesiones de tortura bastante fuertes. Esa historia de Leonel Rugama es
absoluta y totalmente cierta. No es ninguna leyenda.

Gladys: A nadie se le hubiera ocurrido que una casa clandestina del Frente
Sandinista estuviera en una colonia militar. ¡Así era esa casa!, que daba
culillo, efectivamente. A mí me llevaron a esa casa y estaba sin gente, y me
dejaron ahí.

Me dijeron: –Bueno, aquí vas a vivir, van a venir unos compañeros. Cuando
fui a revisar la casa, me di cuenta que ahí había de todo, armas y hasta
explosivos, porque parece que ahí estaban concentrando las últimas cosas
para Pancasán. Incluso, muchas de las cosas que yo había comprado las
miré en esa casa. Llegaron compañeros a hacer reuniones y todo; pero un
día amanecieron con un compañero que le decían “Mustafá”. Ese es el
seudónimo del Selim que yo conocí.

Jacinto: Yo conocía a un compañero que usaba ese mismo seudónimo:


Gustavo Adolfo Vargas Escobar, quien participó en el ajusticiamiento de
Gonzalo Lacayo.

Gladys: Entonces, a mí me lo presentan: –Este es “Mustafá”, se va a


quedar aquí con vos; tenés una gran responsabilidad, este hombre no
puede sacar ni la nariz a la sala, mucho menos salir a la calle. Nosotros
hablamos y conversamos bastante. Al día siguiente, por cuenta, pensó que
yo, como mujer, iba a hacer todas las cosas de la casa, y que él se
dedicaría a lo que tenía que hacer.

Yo me levanté y le golpeé la puerta diciendo: – ¡Bueno, entre los dos vamos


a hacer las cosas! Pero nada que se levantaba; entonces abrí y le dije: –
Mire, ¿y usted qué piensa, que vino aquí a dormir?

Fue divertido porque no nos peleamos, no discutimos, pero nadie daba su


brazo a torcer. Como a las once de la mañana pregunta: – ¿Ya desayunaste?
Yo, sí –le digo. –Pero ni siquiera te oí en la cocina. –Fácil, bebí leche con pan;
ahí está la tuya, andá buscala. Pero bueno, yo me imaginaba que vos sabés

14
cocinar –me dijo. Ah, no, te jodiste, yo no sé cocinar –le contesté.

Y les cuento que fue muy bueno que hayamos aclarado las cosas desde el
primer día, porque saboreé una comida riquísima. Ese día almorzamos
como a las tres de la tarde. Todo habían comprado, ya venía todo listo, pero
nadie preparaba la comida, ni él ni yo. Entonces, como a las dos de la tarde,
dice: –Bueno, yo no voy a aguantar hambre. Y yo me dije, voy a esperar que
cocine sólo para él. Pero no, demostró que efectivamente éramos hermanos
y cocinó una comida riquísima, pero no creía que yo no sabía cocinar;
entonces acordamos que yo haría la limpieza y él cocinaba.

¿Sabés armar bombas? –me preguntó. –Qué voy a saber ni mierda. – ¿Y así
estás aquí?, qué fuerte que sos. Pues, sí –le digo. Porque yo me andaba
asomando en todo lo que él hacía. –No, no, aquí no podés estar vos en
estas condiciones. Y me comenzó a enseñar. Pero un día me dice que no
puede cocinar porque tiene mucho qué hacer, y acepto cocinar, pero el
arroz me quedó horroroso. Entonces vino él, agarró unas latas que estaban
en la basura, les abrió hoyos, echó el arroz y lo enterró en el patio de la
casa. – ¿Qué estás haciendo? Enterrando una bomba que vos hiciste –me
dijo.

“Mustafá” era un joven muy disciplinado y siempre andaba con su arma


preparada. El tiempo pasaba y un día me dice que tiene que ir a hacer un
volado. No –le digo, porque tengo órdenes de no dejarte salir. Discutimos y
al fin cumplió la orden de quedarse en la casa. En ese tiempo yo ya había
parido, entonces me puse a pensar: hombre, mirá vos, es chavalo, hay una
convivencia en una casa, y digo, ¿el problema de este hombre no será otra
cosa?

Mónica: Vos creías que iba a buscar su mujercita.

Gladys: Por supuesto, hombre, y de pronto yo no le doy a entender eso,


sino que le digo: –Mirá, yo te puedo permitir que salgás, si venís
cronometrado en tanto tiempo. Entonces él puso una cara de felicidad, y
me dice que sí, y yo de irresponsable. Pero esas horas que él pasó afuera,
yo estuve pegada a la puerta y al radio; cuando de repente escucho el
piripipí de la radio informando que, en la gasolinera que estaba frente a la
Confederación General de Trabajadores, un solo hombre, con una bomba
molotov en la mano, tenía parqueada a la Policía, con la amenaza de que si
lo agarraban, se destruiría todo el barrio, porque haría explotar la
gasolinera. A mí no me quedó la menor duda de que era él. Es decir, el
arrojo, además la inteligencia y lo veloz. Efectivamente, no lo capturaron y
llegó a la casa.

Mónica: ¿Antes del tiempo estipulado?

15
Gladys: No, después del tiempo estipulado, y en cuanto llegó le digo: –Mirá
hijueputa, yo acabo de oír en la radio esto y esto. Y él de lo más tranquilo,
en carcajada limpia. –Pero aquí estoy, yo ya cumplí. Además, estaba feliz,
feliz, pero con tan mala suerte, que como a los dos o tres días me dice que
no usáramos el mismo inodoro. –No jodás, ¿te pegaron? No te pegó la
Guardia y te pegó una mujer, ¡jodido!

Mónica: Cuéntennos ahora de los preparativos de Pancasán, porque según


la información que tengo, los dos estuvieron en esas tareas.

Jacinto: A comienzos de 1966, Carlos Fonseca ya está de vuelta en


Nicaragua, el Frente Sandinista se replantea retomar la lucha armada, y se
escoge Pancasán, porque esa zona de Fila Grande, la parte de la serranía
céntrica de Nicaragua, era una zona productiva, con población campesina
que incide en la economía nacional y con mucha comunicación con todo el
país. Y con el ingrediente importante de que era una zona trabajada por
“Pablo Úbeda”, el trabajo de él venía desde las minas hasta los alrededores
de Matagalpa. Existía una enorme red de campesinos colaboradores, y de
gente organizada, como Bernardino Díaz Ochoa y muchísimos campesinos
menos conocidos.

Se plantea que los cuadros que hemos estado en la lucha social en esos
años, debemos ir a la lucha armada, y comienza a salir gente a preparase al
extranjero, a Cuba, donde se reabren las escuelas guerrilleras. Hay nombres
que nosotros no hemos mencionado, de compañeros que participaron en
esa jornada, pero que a la hora de decir que se volvían guerrilleros, se
fueron del FSLN.
Ya teníamos presencia en el movimiento estudiantil, ya tenemos un Frente
Estudiantil Revolucionario bajo nuestro control, tenemos un periódico, y
vamos configurando un pequeño destacamento de estudiantes, sumado al
trabajo de la ciudad, y tenemos varios núcleos urbanos en León, Estelí,
Chinandega, Matagalpa, Managua, Masaya, Carazo. Hay una estructura que
puede soportar la lucha guerrillera.

Entonces ahí se plantea hacia dónde va cada uno y comenzó la distribución


de los cuadros. El peso de la organización de la guerrilla de Pancasán cae
sobre los hombros de Silvio Mayorga Delgado. Él es quien hace la logística,
hace todo. Por lo menos a mí es quien me plantea todo. Me dijo: –Hombré,
vamos a hacer esto. ¿Estás dispuesto a pasar a otra etapa? Era una manera
de hacer un inventario de recursos humanos. No se plantea que todo
mundo se vaya a la guerrilla, sino dejar presencia en el movimiento social y
en el movimiento estudiantil. ¿Qué pasa? La represión de 1967 barrió
prácticamente con toda la presencia sandinista. Yo creo que ese año, todo
el que tuviera un medio colorcito de sandinista, fue a parar a la cárcel.
Gladys y yo vivimos la represión después del ajusticiamiento de Gonzalo
Lacayo y del asesinato de Casimiro Sotelo y de los compañeros del barrio

16
Monseñor Lezcano. ¡Ahí estaba presa medio Nicaragua! Alguien decía que
esa represión de 1967 fue más cruda y más bestial que la de 1956.

¡Las cosas que yo viví, y la Gladys también! Para entonces yo ya estaba


preso, pero me volvieron a llevar a la Seguridad Nacional, para re
interrogarme, para encerrarme con los cadáveres de los compañeros de
Monseñor Lezcano1, porque tenían la certeza que poseía información que no
había suministrado, lo cual, efectivamente, era cierto. Ahí estaba preso
Constantino Tino Pereira y me acuerdo que yo oía que decían: –Cómasela,
cómasela, abrí las tapas hijueputa. ¿Y qué era?, que le estaban metiendo
una cucaracha en la boca.

Mónica: ¡Qué horror! ¡Comerse una cucaracha es la peor tortura que puede
existir!

Jacinto: Entonces ahí estaba preso: el Partido Socialista, los sandinistas, ahí
cayó preso medio mundo y también fue una prueba muy importante.

Mónica: Pero estás hablando de la represión que se desata después de


Pancasán.

Jacinto: Exacto. La represión fue muy dura porque después de Pancasán


fue ajusticiado Gonzalo Lacayo. Querían hacer desaparecer al Frente
Sandinista. Esa represión fue feroz, pero nos dio más fuerza política y más
fuerza moral ante la población, que es lo que no calculaba la dictadura. Por
ejemplo, el crimen de Casimiro Sotelo conmovió a este país, Pancasán
conmovió a este país, la caída de Selim conmovió a este país.

Me acuerdo que me llevaron a carear con la Gladys. ¿Vos conoces a esta


mujer? –me preguntan. –En mi vida la he visto. Y le dicen a la Gladys: – ¿Vos
conocés a este cabrón? Yo no sé quién es –dice. Por supuesto que nos
conocíamos de las luchas sociales y de las luchas campesinas.

Para mí hay dos apuestas fuertes que hace la dictadura para


desaparecernos. En 1967, y después del 27 de diciembre de 1974. Se
empeñan en borrarnos de la faz de la tierra. Ahí tuve el privilegio y el honor
de conocer en las cárceles de la dictadura al Chigüín, Anastasio Somoza
Portocarrero, visitando presos, siendo un niño casi, ¡el cabrón!

Gladys: Yo ya había estado presa cuando la marcha campesina. Me


capturaron y estuve presa, y pasé ocho días en huelga de hambre.
Habíamos participado en una gran marcha a pie, desde Juigalpa hasta
Managua, para denunciar las barbaridades que el gobierno somocista hacía
a los campesinos. Fue una marcha nacional.

Mónica: Volvamos a los preparativos de Pancasán. Tomás Borge dice en La

17
Paciente Impaciencia: “Gladys Báez estaba en una casa de seguridad en
Managua, con Selim Schibles, cuando se le ordenó incorporarse a la
guerrilla. Le acompañaron Daniel Ortega, quien estuvo cuatro veces en Fila
Grande y Pancasán, compartiendo el oficio de guerrillero urbano con el de
guerrillero rural; Efraín Sánchez, Víctor Guillén “Eulalio”, y “Chico Chiquito”.

Tomás también cuenta un accidente en el traslado, y lo hace de manera


divertida: “Por falla mecánica, pericada o porque iba demasiado cargado,
en un lugar donde la primitiva carretera penetraba en la montaña, en una
inclinada geometría, el jeep inició un retroceso, al principio lento, luego más
rápido, más. ¡Metele el freno! ¡No funciona!; ¡Echale la doble! ¿Qué doble?
¡Si no tiene! ¡Enrollate a la izquierda! ¡Eso es lo que hago! ¡A la derecha
hermano!” Cayeron al vacío, dice.

Gladys: Quiero decirte que en la casa de seguridad, el que más se movía,


el que parecía hacendado, era Efraín Sánchez. Yo había estado haciendo
compras en diferentes lugares, y dejando cosas en diferentes lugares, lo
que me hacía pensar que todo eso se iba ocupar en la montaña; pero no
pensé que yo iba a estar metida de lleno. Sin embargo, cuando se me
planteó integrarme de tiempo completo, yo ya tenía dos hijos, y una madre
semi inválida. Entonces pedí hablar con Carlos Fonseca, porque yo no me
quería morir sin antes conocerlo.

Jacinto: Carlos era un mito.

Gladys: Pero era una cosa increíble. Le conocías por todo lo que decía el
enemigo, y le conocías por todo lo que los compañeros contaban de él, pero
vos tenías una ansiedad de conocerlo; y yo dije que si me iba a dedicar
tiempo a completo, seguro el 99.99 por ciento es de muerte, por lo tanto,
no me podía morir sin antes conocer a Carlos.

Después, cada vez que me citaban a un contacto, resultaba que no era


Carlos. Llegó un momento en que me dije, bueno, hijuelagranputa, ¿qué
tengo que hacer para conocer a Carlos? Pero llegó un momento que sí pues,
que me dijeron: –Montate y no mirés para atrás. Pero yo miré para atrás,
por el espejo retrovisor y ¡qué felicidad!: Era Carlos.

Mónica: ¿Le viste los ojos azules?

Gladys: Tanto como el color de los ojos, no; pero sí los anteojos culo de
botella, además la estatura y una serie de cosas que inmediatamente te
dabas cuenta que era él. Era una cosa impactante. El vehículo seguía
corriendo y nadie hablaba, pero de repente él me comienza a preguntar por
mis hijos. ¿Por mis hijos?, digo yo.

Mónica: Qué humano, ¿verdad?

18
Gladys: Pero es que yo iba pensando, a la gran puta, o me llamaron para
felicitarme por algo bueno que hice, o para castigarme por algo malo que
hice, o para expulsarme; pero por mí se jodieron, porque soy yo la que
decido. Creo que de repente me puse como a la defensiva, sin esperar de
dónde venían las cosas. Sin embargo, todo se me cayó, porque lo primero
que hizo fue preguntarme por mis hijos, que si era cierto que tenía dos
hijos, que si era cierto que el padre de mis hijos era irresponsable, que si
era cierto que mi madre era semi-inválida.

Mónica: ¿Y era cierto que era irresponsable?

Gladys: Si, era un borracho. Cuando yo le dije que sí, me dijo: – ¿Y vos no
crees que también sos irresponsable? –No, fíjese que no, porque yo estoy
pendiente de mis hijos, porque además mi madre es la abuela de todo el
barrio, y mis hijos se pueden quedar sin comer estando conmigo, pero
nunca estando con mi madre.

Entonces pedí que me dieran quince días para ser la mejor hija y la mejor
madre, y me dieron un mes. Y en ese mes fui la mejor hija y la mejor
madre, y hasta le dejé un poema a mi madre, que ahora que lo veo digo,
¡que bárbara! Yo lo hice pensando en prepararla para cuando le dieran la
noticia de mi muerte, pero fui muy cruda; aunque le debe de haber servido
a mi madre para fortalecerse y entender mi decisión. Entonces fue cuando
ya me vine directamente a terminar de hacer lo que tenía que hacer, y
meterme a esa casa.

Mónica: ¿Qué hiciste cuando llegaste a la guerrilla?

Gladys: Todas las cosas que había en esa casa se fueron para la montaña
conmigo, además, yo llevaba el informe de la ciudad al monte, y se me
ocurrió ponérmelo en la barriga envuelto en plástico para que no se
deshiciera. Y eso me sirvió de mucho porque aparentaba ser una mujer
panzona. A la salida de Managua, la Guardia estaba parando los vehículos
y, de repente, miramos un vehículo que venía a toda mierda detrás de
nosotros y “Payín”, Efraín Sánchez Sancho, que era el conductor, también
salió tirado; pero se fija y se parquea, porque era Selim el que venía. Me
traía unas botitas que se me habían quedado y me dio las últimas
recomendaciones.

Mónica: Él te había preparado un poco en explosivos, en arme y desarme.

Gladys: Sí, pero sobre todo en fortaleza moral, porque él sabía que no
había mujeres en la guerrilla y sabía que así como habíamos tenido
discusiones fuertes, así también podían pasar muchas cosas. Pero resulta
que había una gran fila donde estaba registrando la Guardia, y entonces se

19
me ocurre bajarme y decirle al señor guardia que nos vaya a registrar
porque yo ando panzona, y que ya no aguanto.

El guardia llegó a registrar el vehículo. Yo le pido al guardia que por favor


sea rápido porque ya no aguanto. Nosotros llevamos armas metidas en
escobas y en los botes de pintura iban los tiros. Entonces el guardia sólo vio
y preguntó: – ¿Y ustedes para dónde van? Para Washington –le digo, pero yo
no sabía que existía una hacienda que se llamaba así. Pero “Payín” le dice:
–Para Washington, yo soy el dueño de la Washington. Entonces, va de viaje
–dice el guardia. Y pasamos. Pero después, en una gasolinera, nos tuvimos
que parquear, porque le faltaba agua al radiador y se estaba quemando el
dichoso chunche, y ahí me doy cuenta que el vehículo destartalado no
servía para nada.

El tercer incidente es ese que cuenta Tomás. Después de ese trágico


accidente, una gente se regresó, se trajeron a “Chico Chiquito”, porque
tenía ocho heridas en un brazo, y yo me quedé con “Eulalio”, quien tenía un
hoyo en una pierna. No podía caminar, pero nosotros decidimos que, como
no le había tocado el hueso, no era grave. La gente que baja a la ciudad
informa que nos quedamos en el monte con todas las cosas, pero en
realidad nosotros nos tuvimos que salir de esa zona. Eso fue a finales de
marzo de 1967.

Mónica: ¿Qué tareas realizaste en la montaña?

Gladys: En principio ya los compañeros estaban advertidos de que yo no


iba a cocinar ni a lavar, sino que me consideraba una militante con iguales
derechos e iguales obligaciones. Además, que necesitaba aportar igual que
ellos, pero fue difícil aceptar. Quiero hablar un poco de Silvio Mayorga,
porque nosotros pasamos más de un mes perdidos en la montaña con
“Eulalio”, y cargando las cosas que logramos recuperar del jeep
accidentado.

Silvio Mayorga nos pasó al otro lado, porque nosotros mandábamos todos
los días a ver qué hacía la Guardia. Por suerte el jeep quedó en un abismo y
la Guardia dijo: –Aquí, si hubo gente, se la comieron los zopilotes. O sea no
profundizaron, no fueron a ver marca ni nada; pero aun así nosotros
tomamos precauciones, y unos sindicalistas que conocía “Eulalio” nos
llevaron a donde una familia, más al centro de la montaña.

Después de estar perdidos casi un mes, nos dieron por muertos o por
desaparecidos. Nuestro objetivo era evadir los encuentros con la Guardia y
luego acercarnos lo más que pudiéramos al lugar. Hubo euforia cuando
llegamos a la hacienda La Washington. “Eulalio” se desplazó a encontrar
contacto, y después fue a buscarme para ir al campamento guerrillero,
donde hubo una alegría increíble de parte de los compañeros, que hasta

20
pusieron los fusiles en forma de arco para que pasáramos.

Mónica: “Eulalio” es un dirigente campesino excepcional. Su primera


misión, ya incorporado al Frente, fue recibir unos sacos con armas, que
habían enterrado después de la guerrilla de El Patuca. Se decepcionó
porque las armas eran muy viejas, pero no le dijo a nadie para no
desanimar a los otros campesinos.

Gladys: Incluso hay una anécdota sobre eso. La mascota de la guerrilla era
el Chelito Moreno, quien tenía como seudónimo “Hernán”. Cuando vio una
de las armas, le dijeron que la había usado Julio Alonso Leclaire; entonces él
cargaba esa arma. La culata del Springfield2 había sido hecha por los
campesinos en madera tosca y pesaba como todos los diablos. Sin
embargo, él la cargaba por la mística que tenía. Además, dijo, con esta
arma le voy a quitar un Gárand a la Guardia; hasta que encuentre el
Gárand, yo dejo esta arma. Por el valor que significaba un fusil que había
usado Julio Alonso. Y vos sabés que en camino largo, hasta el sombrero
pesa; sin embargo, el Chelito Moreno también cargaba libros para leer y
enseñar a leer. Eso era increíble.

En ese tiempo Silvio estaba muy enfermo. Estaba en una hamaca con
paratifoidea, y resulta que yo llevaba una pomada que hacía la mamá de
Silvio, para los muchachos, y no se imaginó que quien iba a usarla era su
propio hijo. Era una mezcolanza de una serie de mejunjes con mentholato,
pero ella decía que era bueno para todo y, efectivamente, servía.

Mónica: Sandino tuvo mujeres en la guerrilla, y creo que es entendible, por


la naturaleza de su organización. Sandino logró hacer un ejército de
campesinos, y tuvo territorios bajo su control. Pero si uno analiza los
movimientos de la década de 1950, ninguno incorporó a la mujer: Raudales,
la guerrilla de El Chaparral, la Columna 15 de septiembre, el Frente
Revolucionario Sandino, la guerrilla de El Patuca. Ninguno llevó mujeres.
Pancasán fue la guerrilla en la que por primera vez se incorporó una mujer,
y era Gladys.

Gladys: Yo llevaba en mi mente el reto de que de mí dependería la


integración de más mujeres a la montaña. Entonces, todas las peripecias y
demás cosas, si las pasaba bien, iba a provocar que hubiera más
participación. En la montaña, la jodarria de los compañeros era que yo no
servía para nada, que la Guardia nos iba a matar porque yo no podía
caminar al paso del mejor.

Una madrugada, cuando apenas comenzábamos a poner las hamacas


calientes en medio de tanto frío, nos levantaron, porque dos campesinos se
habían ido y había que abandonar el campamento. Dieron la orden de salir,
y que había que dejar limpio el campamento. Aquello era todo un ajetreo.

21
Cuando está todo listo, y estamos en formación, se paran frente a nosotros
Carlos Fonseca y Silvio Mayorga, y nos dicen que era la oportunidad de que
el que no creyera en el triunfo, el que tuviera problemas familiares,
debilidades o miedos, que era normal tenerlos, que diera un paso al frente.
Hay gente que dice, yo nunca tuve miedo. Pero era normal tener miedo.

Hubo silencio total y pensé, todos dicen que la que me voy soy yo. A lo
mejor yo me quería ir y estaba tratando de justificar. Pasó el tiempo
estipulado, y miré a Carlos gotear lágrimas de emoción. Nadie se iba.

Cuando ordenaron romper filas, comenzó de nuevo la jodedera, y alguien


afirmó: – ¡Era la “Adelita” -mi seudónimo- la que se iba! ¡Yo la miré levantar
el pie y lo volvió a poner en el mismo punto! Se me comenzó a subir el mal
humor que me caracteriza y les digo: – ¿Cuál es? si yo, al venir aquí, sabía a
lo que venía. Pero cuando Carlos vio que la discusión se calentaba, dijo: –
Nosotros estábamos frente a ustedes mirando la reacción de todos y,
¿saben qué pasó?, que nadie se fue porque ella no se fue.

Mónica: Si vos te ibas, tal vez se rajaban otros. Como decía la consigna,
“cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede”. ¿Cómo saliste de
Pancasán? Sabemos que se dieron una serie de encuentros, algunos
fortuitos, pero ¿cómo es que bajás de ahí?

Gladys: Resulta que me encuentro con Oscar Danilo Rosales y con Oscar
Turcios, pero yo estaba muy enferma, con paratifoidea y otros parásitos; y
Oscar Danilo plantea que me saquen, porque de lo contrario, en esas
condiciones no voy a poder. Es decir, ya habían pasado algunas
escaramuzas, antes de los combates, pero ya la Guardia estaba entrando
de lleno.

Mónica: Se nos acabó el tiempo, en dos minutos, ¿qué le dicen ahora a la


juventud nicaragüense?

Jacinto: Sobre la tumba de Silvio Mayorga está escrito: “La Revolución es


como un tren en marcha”, y me acordé que en aquellos años hablábamos
que nosotros éramos como la locomotora que va arrancando, y que
después se irían sumando vagones y vagones, y más vagones y que, en el
último vagón, se colgarían los que nunca habían querido participar, pero
que al final la revolución iba a triunfar.

Al cabo de los años me doy cuenta de que realmente esa locomotora


arrancó y se fueron sumando y sumando vagones, pero el último vagón fue
el primero que se desprendió; y así se han ido desprendiendo unos cuantos
vagones después de tantos y tantos años. De lo que sí tengo certeza es que
el vagón inicial, el de esa gente proletaria, pobre, paupérrima, es el Frente
Sandinista, que ha sido su bandera, ha sido su escudo, ha sido su partido.

22
Esos siguen montados en el tren, esos nunca se han bajado. Pienso que
después del tayacán mayor, Carlos Fonseca, la segunda figura
representativa del FSLN es Silvio Mayorga.

Pienso que Silvio no tuvo tiempo de escribir, de elaborar mucho y de


proponer. Incluso, la salida de Carlos Fonseca a Costa Rica, en 1969, es
pensando en eso: que se escribiera, que se propusiera, que se generara un
pensamiento sandinista. El tiempo no le dio la oportunidad a Silvio para
hacer esto, pero la segunda figura venerable y respetable en la historia del
Frente Sandinista, es Silvio Mayorga Delgado.

Mónica: Gladys, tu pensamiento para la juventud.

Gladys: A Silvio le tocó enseñarme a caminar en la montaña y a


orientarme, y en un receso le pregunté: –Dígame, para usted ¿qué cosa es
la Revolución?, y no lo que dicen los libros y los grandes pensadores, sino,
así, sencillamente. Y efectivamente eso fue lo que me dijo: –La Revolución
es como un tren en marcha. Eso es lo que dice el mausoleo donde están los
restos de Silvio.

Quiero decirle a la juventud de Nicaragua, al pueblo nicaragüense, a los


obreros, a los campesinos, a los estudiantes, que yo quisiera que esta
Revolución se siga nutriendo de esa juventud, se siga nutriendo de esa
clase trabajadora, se siga nutriendo de ese pensamiento revolucionario, de
ese conglomerado de valores revolucionarios, y que sigamos adelante; que
tengamos fe y esperanza en el futuro, que el futuro es nuestro y que, en
definitiva, sólo el Frente Sandinista de Liberación Nacional puede darnos a
todos y a todas lo que anhelamos.

31 de julio de 1999

Notas

23
1 El dirigente estudiantil y miembro de la Dirección Nacional del FSLN, Casimiro Sotelo, y los
compañeros Hugo Medina, Edmundo Pérez y Roberto Amaya habían sido capturados en el
barrio Monseñor Lezcano. Luego fueron torturados y asesinados por la Guardia Nacional en
Managua, el 4 de noviembre de 1967.

2 El Springfield es un fusil de cerrojo de fabricación norteamericana, similar al Máuser de


fabricación alemana. Fue usado por el ejército norteamericano en la Primera Guerra Mundial y
lo portaban los marines norteamericanos en su lucha contra Sandino.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
II

Fraguando al FSLN: Los primeros combates


Todas estamos despiertas
Doris Tijerino

Doris Tijerino Haslam nace en Matagalpa el 4 de septiembre de


1943. Hija de una mujer revolucionaria, Doris Haslam Macy,
forma parte de una familia anti-somocista. Doris crece en un
ambiente conspirativo y revolucionario. Se incorpora en 1958 a
Juventud Patriótica Nicaragüense y en 1960 al Partido Socialista
Nicaragüense. Estudia de 1963 a 1965 en la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
A su regreso a Nicaragua, en 1966, se integra al Frente
Sandinista de Liberación Nacional. En 1968 pasa a la
clandestinidad. Es capturada el 15 de julio de 1969, en el mismo
operativo en el que cae combatiendo Julio Buitrago Urroz. Es
torturada y violada, y valientemente denuncia las vejaciones.
Sale libre en 1970 y unos años después viaja a La Habana,
donde permanece hasta el triunfo de la Revolución Popular
Sandinista en 1979.
Durante la Revolución ocupa distintas responsabilidades,
llegando a ser Jefa Nacional de la Policía Sandinista. En 1990 es
Diputada por el FSLN ante la Asamblea Nacional y al momento
de esta entrevista es miembro de la Dirección Nacional del
FSLN.

La poca participación inicial de las mujeres en las filas del FSLN, se fue
ampliando hasta llegar a ser masiva en la fase insurreccional. La
incorporación en los años de 1960 requería coraje y conciencia de la
necesidad de romper con el rol subordinado que la cultura patriarcal les ha
asignado a las mujeres. Doris Tijerino es una de las mujeres emblemáticas
de las rupturas que hicieron entonces un puñado de ellas, que se
constituyeron en las primeras mujeres militantes y, según nos relata,
aprendió sobre la lucha desde su hogar, y de otra mujer: su madre.

Uno de los hechos más relevantes en la trayectoria de Doris, fue el coraje


mostrado al denunciar las torturas y violaciones de las que fue víctima en el
año 1969, en que es hecha prisionera al ser descubierta una casa de
seguridad del FSLN en el barrio Las Delicias del Volga, donde se encontraba
junto a Gloria Campos Traña, también capturada. Fue éste el episodio
heroico de Julio Buitrago, combatiendo solo, durante horas, contra todo un
ejército, incluyendo tanquetas y aviones, hasta morir, lo que le confirió el
mérito de ser considerado “Padre de la Resistencia Urbana”.

1
Su valiente denuncia fue un elemento motivador en la conciencia de los
nicaragüenses; despertó a algunas personas, mujeres entre ellas. Recuerdo
que mi primera participación en una manifestación política, cuando aún no
cumplía quince años, y estudiaba en tercer año de secundaria, se denominó
“Libertad para Doris”. Las monjas de La Pureza y de La Asunción nos dieron
permiso para ir a marchar por la libertad de Doris Tijerino.

La vida de Doris ha estado marcada por la tragedia. Su gran amor, Ricardo


Morales Avilés, cayó en Nandaime en septiembre de 1973. Ricardo había
escrito bellos poemas para Doris cuando él estaba en la cárcel. Después,
Doris fue compañera de José Benito Escobar, líder obrero sandinista, quien
cayó en Estelí en 1978 mientras ella estaba prisionera en Managua. La bella
niña Doris María, fruto de su relación con Ricardo, murió en un accidente
aéreo en 1985. Pese a ello, Doris es una mujer con una gran fuerza y llena
de esperanza.

Mónica: Doris, ¿cómo fue tu proceso de toma de conciencia política?

Doris: Bueno, yo vengo de Matagalpa. Cuando mi mamá tenía dieciséis


años, se vinculó con un comunista chileno que estaba casado con una
prima hermana mía. De ahí, entró en contacto con las ideas y la literatura
marxista. Mi mamá había guardado un libro para regalárselo a su primera
hija mujer cuando cumpliera quince años, el libro se llamaba La Madre, de
Máximo Gorki. Es interesante anotar que me lo dio cuando cumplí 13 años,
porque dice que detectó en mí cierta actitud y mucha pasión política, un
anti-somocismo visceral, al extremo que me consideraba “chamorrista”, ni
siquiera conservadora.

En mi familia, comenzando con mi mamá, todos eran militantes de causas


políticas, aunque no de partidos, así que también tempranamente leí el
libro de Somoza sobre Sandino, El Verdadero Sandino o El Calvario de Las
Segovias.

Mi mamá colaboró con Ramón Raudales llevando armas y panfletos, y yo la


acompañaba. Entonces fui aprendiendo a conspirar al lado de mi madre,
quien era la número catorce de una enorme familia de terratenientes. Ella
misma había parido once hijos. Era muy chiquita, muy fina, daba la idea de
ser una persona que andaba en cualquier cosa, menos en la política, pero
en realidad trasladaba armas y buscaba gente para que subiera a la
montaña.

Así fui aprendiendo y me vinculé con la literatura marxista aplicándola a mi


propia realidad, porque nací y crecí viendo de cerca la explotación del
campesino. Carlos Fonseca decía que algunos sandinistas decidieron ser
militantes más por vergüenza que por conciencia, y es cierto; a mí me
avergonzaba la forma en que vivían los campesinos y cómo vivíamos

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nosotros en esas haciendas de café y ganado.

El problema es que, independientemente de que el patrón de esas


haciendas se considerara bueno, y a los niños les diera un regalito el
veinticuatro de diciembre, y a los peones les proporcionara carne el
domingo; en tiempos de corte, la gente llevaba una vida miserable porque
no tenía derecho ni siquiera a la privacidad. Un montón de gente vivía
metida en un solo cuarto, en una gran promiscuidad, sin derecho a decidir
sobre la educación y formación de los hijos, dependiendo de lo que la
patrona o la madrina les dieran.

Esa convivencia diaria y cotidiana con lo que significa el capitalismo,


combinada con cierta formación política y el conocimiento de la realidad
política nicaragüense a través de la lectura de los documentos de Sandino
que se publicaron en ese libro de Somoza, me ayudaron bastante. Mi mamá
me decía: –No leas el comentario, sólo el documento. Entonces, visto lo que
decían Sandino y Máximo Gorki, y lo que pasaba en el campo en Matagalpa,
tendría que haber sido yo una persona sin ninguna calidad humana para no
tener una posición rebelde. Y así me comprometí.

Mónica: ¿Y a qué tipo de actividad te integraste primero?

Doris: Primero me metí a colaborar con mi mamá en el traslado de armas,


las que envolvían y ponían en unos microbuses de diez pasajeros marca
Volkswagen. Como era chiquita, me acostaba sobre los rifles y me dormía y
así pasaban los retenes de la Guardia Nacional.

Ya como militante, entré a Juventud Patriótica Nicaragüense, en Managua,


pues en 1957 nos habíamos venido de Matagalpa. Ahí estuve como un año,
pero esa organización tan buena no tenía perspectivas, porque no había un
partido que impulsara la lucha por un frente de masas más amplio. Ahí
conocí a Julio Buitrago –era mi responsable–, también a José Benito Escobar
y a su hermano Inocente Escobar, quien fue un buen dirigente de masas y
un gran agitador, y a Silvio Mayorga. Pero después nos distanciamos porque
ellos se fueron al Frente Sandinista y yo al Partido Socialista Nicaragüense.

A Juventud Patriótica entro porque, como decía, tuve la gran fortuna de


tener de madre a Doris Haslam Macy. Ella me enseñó que había que
organizarse para la lucha, y siempre anduvo metida en intentos de crear
organizaciones de base, obviamente de mujeres, de cosas que tenían que
ver siempre con la política, por ejemplo, en la defensa de los presos.
Recuerdo que una vez me dijo con mucha claridad: – ¿Ya has leído que
existe una organización? Ella también me acompañaba a las reuniones,
siempre me impulsó a participar de una manera organizada.

En JPN, en Managua, empezó un debate por el papel de la lucha de masas;

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algunos creían que con sólo este tipo de lucha bastaba para resolver las
contradicciones del pueblo con la dictadura, y que se terminaría la
dictadura. Se pensaba hasta en hacer una acción como la de Rigoberto
López Pérez; pero había quienes ya empezaban a decir que no, que se
debía vincular la guerra de guerrillas en la montaña con la lucha de masas.
Se hablaba de movimientos que se identificaran con los nombres de Chale
Haslam, Julio Alonso Leclaire y Ramón Raudales.

Eso dio lugar a otro debate posterior sobre cómo continuar la estrategia y la
táctica. Y de repente se me desaparece la gente, y yo los buscaba, y en las
calles me los encontraba y cambiaban de rumbo, y era que ya andaban
conspirando y no querían hablar conmigo, ya que mi papá era militar.

Mi mamá me dijo que había otras organizaciones, y ella me invitó al Partido


Socialista, y de pronto encontré contactos con mucha facilidad en mi propio
medio familiar, a través de Alberto y Adolfo Evertz. Recuerdo que en la
Juventud Patriótica había estado conmigo la mujer de Luis Sánchez, la
Hortensia Rivas. Ella era más radical que yo, era de línea muy dura,
planteaba que las mujeres no deberíamos perder tiempo ni siquiera en
peinarnos, en pintarnos, porque había que dedicarle todo ese tiempo a la
militancia.

Mónica: Doris, me imagino que los socialistas daban mucha importancia al


estudio, ¿qué me podés decir de eso?

Doris: Mi vinculación al Partido Socialista me permitió darle continuidad al


estudio del marxismo, que sólo conocía por relatos de mi madre. En ese
tiempo, en Nicaragua no había posibilidad de estudiar marxismo, y eran
pocos los textos que ingresaban al país. A uno lo podían echar preso por
tener libros “subversivos”.

Recuerdo una anécdota en que nos ayudó el hecho que la Guardia fuera
muy ignorante. Una vez mi mamá trajo La Sagrada Familia de Federico
Engels, un libro muy complicado de leer, porque exigía algunos
conocimientos en biología, ya que en sólo la introducción habla del origen
de la vida. Los señores de la Seguridad somocista vieron el libro, y le dijeron
a mi mamá que era bueno que leyera esas cosas.

Creo que eso es importante de señalar, es decir, cómo los jóvenes teníamos
que luchar en ese tiempo. Cada cosa, hasta el acceso a la lectura, era muy
difícil, porque no había libertad. No es que fuésemos un grupo de aburridos.
Yo era amante de Elvis Presley y me encantaba el rock and roll.

Mónica: ¿Y los Beatles?

Doris: Eso es más para acá, Mónica, eso es de tus tiempos. Yo soy del

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Charleston. Pero de igual manera me encantaba bailar...

Mónica: ¿Y todavía bailás?

Doris: Ya no mucho, ya a los cincuenta y cinco años, uno tiene que tener
cuidado en sus movimientos… de toda naturaleza.

No éramos aburridos, pero sí estudiábamos lo que teníamos en medio de la


escasez de documentos. Algunas cosas las sabíamos por encimita, pero al
menos conocíamos que el capitalismo y la explotación existían.
Manejábamos algunas categorías marxistas. Pero tampoco te hagás una
idea muy romántica de lo que pasaba; por ejemplo, me acuerdo que había
unos veinticinco puntos en la pugna de la China con la Unión Soviética, que
era prohibido que los leyéramos, porque sólo podíamos saber lo que decía
la URSS. El que quería conocer la posición de los chinos, no tenía ninguna
posibilidad.

Hacíamos trabajo proselitista en el campo y me mandaban a la zona


campesina situada desde Jocote Dulce hasta los Llanos de Pacaya, porque
como yo era de extracción terrateniente o burguesa, me decían que debía
“proletarizarme”. A veces había hasta un trato injusto hacia mi persona. Me
tocaba, por ejemplo, los 31 de diciembre, cuidar un enorme barril de vaho;
pero las hijas de los dirigentes obreros no tenían que hacer eso porque ya
ellas habían nacido proletarizadas.

Por eso digo que desde que entré a la vida política, yo he venido
formándome entre muchas contradicciones y mucha presión y, a veces,
como no soy el Che, me cansaba a veces; me cansaba que en algún
momento mi extracción de clase fuera considerada una gran cosa y se
presentara como una panacea, pero que, en otras situaciones, me
condenaran porque no soy proletaria.

Oyente: Me encanta el programa Entre Todos porque recuerdan a los


héroes que dieron su vida. No olviden que allá en Corinto había un
muchacho que dejó a su familia, su esposa y su hijo. Él se llamaba Carlos
Tinoco, murió en la montaña con su pierna podrida. También a Ulises Tapia
jamás lo mencionan, y anduvo con Pomares. También Marlene Ramírez
Tapia, quien murió en Chinandega peleando hasta que la dejaron desangrar
allí con su pierna herida.

Doris: Carlitos Tinoco cayó en Pancasán con Carlos Reyna, un muchacho


obrero de aquí del barrio Los Pescadores.

Mónica: Una oyente que no quiso salir al aire pide que hablemos sobre las
dificultades de las mujeres para acceder a cargos de responsabilidad en el
Frente Sandinista; pregunta por qué no fuiste de la Dirección Nacional antes

5
del triunfo de la Revolución.

Doris: Desde la época del General Sandino, tenemos participación de


mujeres en la lucha, comenzando con la misma esposa del General
Sandino, Blanca Aráuz, quien no era combatiente, pero tenía una gran
participación, ya que era el enlace con los políticos de la ciudad. También
están las hermanas Villatoro, quienes eran las responsables de la
comunicación entre los distintos agrupamientos militares, la cual era una
tarea muy importante.
Hay una anécdota muy bonita, romántica si querés, que te habla de la
calidad humana del General Sandino. En uno de los combates, a Teresa
Villatoro un proyectil le arrancó astillas del hueso de su frente, y el General
Sandino mandó a hacer un pendiente con esas astillas. Había un
reconocimiento de la participación de la mujer, y de la necesidad de su
incorporación a la lucha.

Mónica: Para la mujer era mucho más difícil porque siempre nos educaron
bajo la idea de que no éramos para la política.

Doris: Claro, pero voy a señalar una de las grandes diferencias entre la
participación de la mujer en la época del General Sandino, donde la mujer
llega por la vinculación familiar y afectiva. El grueso de mujeres –sólo con
algunas excepciones– son las hijas, esposas y compañeras de los
combatientes varones, y hacen labores de apoyo. En el Frente Sandinista
hay una calidad distinta de participación, vas de combatiente, vas de
militante, vas por tu propia decisión y convicción, no porque sos familiar de
alguien, y eso le da otra connotación. Sí, ha habido machismo en el Frente
Sandinista, y nosotras lo hemos sufrido y lo seguimos sufriendo. Sin
embargo, hay que reconocer que muchos respaldaron la incorporación de la
mujer en la lucha.

Ahora, por una aclaración histórica, quiero decir que fui miembro de la
Dirección Nacional del Frente Sandinista, pero no me llamaba Doris Tijerino,
sino “Conchita Alday”. Yo escogí ese nombre no por casualidad, me lo
propuso Carlos Fonseca, y él me dijo que quería que yo lo honrara. En ese
entonces era miembro suplente de la Dirección Nacional. Eso fue de 1965 a
1967. Teníamos distintos seudónimos, pero en la Dirección Nacional me
llamaban “Conchita Alday”, así me buscaba la Seguridad, y lo usaba para
firmar documentos.

Mónica: Es muy importante lo que decís porque la percepción que muchas


y muchos teníamos es que no hubo mujeres que accedieran a la Dirección
Nacional del FSLN, aunque a finales del año 1967 había miembros plenos y
suplentes, y éstos asumían inmediatamente que caía algún miembro pleno.
Por ejemplo, cuando muere Pedro Aráuz Palacios, asume Bayardo Arce
Castaño, que era su suplente.

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Doris: Ahí sí se manifestaba el machismo. A mí me sacaron de la Dirección
Nacional cuando había demasiados integrantes, pero no sacaron a ningún
hombre.

Mónica: Pero tampoco hubo alguna mujer cuando se crea la Dirección


Nacional Conjunta. Sin ofender, creo que Doris Tijerino se merecía más, y
tenía más cualidades que algunos Comandantes de la Revolución.

Doris: Mientras estemos en un medio machista, siempre va a haber


machismo. Sin embargo, no sólo estando físicamente en la dirección del
partido, es que se hace algo por la Revolución. ¿Yo quise estar en el Frente
Sandinista para dirigirlo o para hacer algo por la Revolución?

Mónica: Pero hay que reconocer que entre más poder tengamos, más
posibilidades tenemos de realizar los proyectos; en este caso, de empujar
también los derechos de las mujeres.

Doris: Tenemos poder de presión, pero esa es otra discusión. El problema


no es que exista el machismo, sino la actitud que se tiene frente a él. Las
mujeres dentro del Frente Sandinista hemos estado luchando contra eso,
pero también los hombres, y hemos tenido grandes apoyadores, algunos de
discurso, pero otros de verdad.

La lucha contra el machismo dentro del Frente nos trae problemas a las
mujeres que participamos en ella, porque después nos volvemos casi
insoportables en otros ámbitos, y en otras esferas de la vida. Carlos
Fonseca fue uno de los que más impulsó la participación de las mujeres.

Mónica: Contanos de Carlos Fonseca, de tus vivencias con él, de las cosas
que más te han impresionado de su ejemplo.

Doris: Carlos me formó, los dos éramos de Matagalpa, habíamos estado


muy vinculados. Mi papa tuvo una radio y Carlos trabajó en ella siendo
estudiante de secundaria. Él cobraba los anuncios. Yo lo veía desde chavala,
a pesar que él era mayor que yo. Además, yo sabía quién era él.

Su mamá era una empleada doméstica muy pobre y no tenía para


comprarle a Carlos los anteojos que éste necesitaba. Su papá sí tenía
recursos, pero no le daba, y en Nicaragua no había leyes que obligaran a los
hombres a que asumieran su responsabilidad paterna. Aun sin anteojos,
Carlos estudiaba y era el mejor alumno. Apenas se estaba bachillerando,
pero ya en Matagalpa se sabía que Carlos Fonseca era un hombre como
iluminado, como un santo. La miopía lo obligaba a pegarse el libro a la cara.
Y no sé cómo hacía, pero Carlos era excelente estudiante, y daba la imagen
de un hombre que estaba predestinado para algo grandioso.

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Carlos me enseñó muchísimas cosas, por ejemplo, decía que cuando un
compañero le asigna una misión, una tarea, a otro compañero, debe
explicarla hasta cien veces; pero si no entiende, hay que explicársela otras
cien veces. Decía que era arrogancia pequeño burguesa y soberbia, la
desesperación de los que sabían leer y escribir, cuando otros menos
letrados no les entendían rápido lo que estaban diciendo. Después supe
que eso tiene que ver con una filosofía de los vietnamitas, de Ho Chi Min. Y
ahí vas viendo cómo vas heredando enseñanzas de realidades, de líderes y
de revoluciones que ni siquiera están aquí, y que te van marcando. Eso me
lo decía Carlos porque a veces hablo medias palabras o digo cosas
creyendo que todo el mundo debe entenderlas o sabe lo que yo sé.

Es como decía José Benito, quien fue mi compañero después que murió
Ricardo: “No hay malos militantes, los que no hacen bien las tareas, son los
malos dirigentes, cuando no saben ubicar a la gente en aquellas funciones
en las que pueden hacer bien las cosas”. Y por muy humildes que sean
tienen la capacidad de defender con fervor el proyecto revolucionario y el
partido, que a veces no la tenemos los que leemos y escribimos, y vamos a
la universidad y cargamos títulos. En el FSLN ahora hay de todo, hasta
compañeros que pertenecen a los sectores empresariales, y esa es su gran
riqueza.

Mónica: Recuerdo que en 1966, Doris junto a Michelle Najlis, Nicho


Marenco y otros estudiantes, desplegaron una manta de protesta en el
Estadio Nacional. Imagínense, en 1966 ya tenía treinta años la dictadura
somocista. Contanos, ¿cuál fue la acción del Estadio en que vos
participaste?

Doris: Esa fue una acción del movimiento estudiantil, y ahí la fuerza
sandinista se expresó a través del Frente Estudiantil Revolucionario. Fuimos
a la inauguración de un campeonato de béisbol donde estaba Somoza,
donde él estaba haciendo una utilización política de un evento deportivo.
De nuestra parte, fue un acto planificado, una conspiración, y nos cayó la
Guardia; pero fuimos más rápidos que ella, le dimos tres vueltas al Estadio.
Yo nunca en la vida he corrido tanto, en este sentido he sido una persona
bastante pasiva; sin embargo, ese día di tres vueltas.

Nosotros estábamos en la parte de atrás de la barda, por donde entraban


los equipos para desfilar, y habíamos metido la manta enrollada y
camuflada; de allí nos lanzamos, y cuando estuvimos en el terreno,
desplegamos la manta, era una manta monstruosa de grande, que decía
“No más Somoza”, y obviamente, empezó el forcejeo de la Guardia en
querernos quitar la manta y muchos resultaron detenidos. Michelle Najlis,
Julio Buitrago y yo, logramos salir, pero Casimiro Sotelo, no. A una
compañera que venía del sector socialcristiano, que se llamaba María

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Teresa García, la Guardia la estaba golpeando, y Casimiro fue a defenderla,
y en eso lo capturaron1.

Nosotros pudimos salir gracias a que vestíamos de pantalones, los


enrollamos y fingimos que eran faldas talladas, y nos salimos antes que la
Guardia pudiera reaccionar y cerrar los portones del Estadio. Ellos estaban
más ocupados protegiendo a Somoza. Creo que con nosotros iba Roberto
Malespín, un dirigente estudiantil.

Oyente: ¿Qué nos podés decir Doris, no sólo a las mujeres, sino a todos en
general, sobre la situación actual del Frente Sandinista y los problemas de
la unidad? ¿Y cómo rescatar la historia?

Doris: La historia del Frente Sandinista es como el desarrollo de una lucha


constante por mantener la unidad. Creo que no podemos escribir ahorita la
historia del Frente. No deberíamos, aunque hay que trabajar los
testimonios, depurarlos de las pasiones humanas, porque si queremos
escribir la historia sólo con la sumatoria de los distintos testimonios, no sé
qué va a salir, porque cada quien tiene una visión distinta, y he visto
historias de historias.

Creo que debe hacerse en el momento en que no vayan a intervenir otros


problemas sobre la historia del Frente, sus divisiones y las interpretaciones
que se están manejando. Esto es muy delicado y creo que hay que saberlo
hacer.

El Frente Sandinista comienza a formarse entre 1960 y 1961, pero es hasta


en 1963 que adquiere ese nombre. Hay fundadores que aún están vivos y
esa es una dicha increíble, porque somos un partido muy rico en
generaciones, en representaciones sectoriales, gremiales y de clase. Se
puede escribir la historia, pero la historia a la que yo me refiero, tendría que
ser un texto analítico que quedaría como un documento oficial. Creo que
para hacer eso hay que trabajar mucho, porque he visto relatos de
acontecimientos en los que yo estuve, y que no se parecen a lo que yo viví,
y lo que ocurre es que cada quien le pone su enfoque, su percepción.

En relación al tema de la unidad, es complejo. Nosotros tuvimos una etapa


de acumulación de fuerzas desde 1970 a 1975, que fue como un alto; nos
dimos una tregua y dijimos, no vamos a reivindicar ni una sola acción, ni
siquiera vamos a empeñar grandes esfuerzos si no es para acciones de
sostenimiento. El movimiento estudiantil y el FER, cargaron con la
responsabilidad de ser la expresión pública –no firmada– del planteamiento.
Eso significó cinco años organizando y definiendo estrategias. Yo me
acuerdo que Samuel Genie, Jefe de la Oficina de Seguridad Nacional, dijo
en una conferencia de prensa que ya habían muerto toditos los sandinistas.

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Este proceso había comenzado desde 1969 y por eso Carlos Fonseca se
había ido un tiempo a Costa Rica, porque existía un debate sobre la
estrategia y la táctica. Después de la guerrilla de Pancasán, nos dimos
cuenta que debíamos definir esas cosas que a algunos les gusta y a otros
no. Había que debatir para hacer definiciones muy apegadas a la realidad, y
no sobre la base de la teoría en abstracto. Julio Buitrago se quedó en
Nicaragua con Efraín Sánchez sosteniendo el punto, y en Costa Rica
estaban los miembros de la Dirección para definir, precisamente, lo que se
estaba planteando en el debate; porque ya había quienes decían que lo que
se había desarrollado en Pancasán era foquismo y que Bocay había sido una
invasión. Todo eso se estaba discutiendo, tratando de analizar y
sistematizar toda esa experiencia para poder continuar. Cosa que ahora no
es tan fácil hacerlo.

Nosotros tuvimos una ventaja, y parece una contradicción, y es que


andábamos clandestinos, nos hicimos topos, nos desaparecimos y dijimos,
aquí no vuelve a haber un papelito ni chiquito ni grande del Frente
Sandinista. Y empezamos a trabajar para organizarnos, para volver a
construir lo que tanto nos habían golpeado: Bocay, en 1963, Pancasán, en
1967 y la gran represión de los años setenta en las ciudades. Había que
meternos debajo de las piedras para poder acumular.

Lo único que hicimos fue lo de Gonzalo Lacayo 2, después de Pancasán, para


marcar tarjeta y decir, aquí estamos; pero entre 1970 y 1975, ya teníamos
definida la lucha armada, y las cosas estaban mucho más claras.

Mónica: Gonzalo Lacayo había sido uno de los torturadores más terribles.

Doris: Sí, eso era como una acción de justicia, que moralizaba y enviaba el
mensaje “No, no nos acabaron en Pancasán”.

Parece contradictorio, pero nuestras condiciones ahora son más difíciles,


porque el Frente Sandinista es infinitamente más grande, y dentro de él hay
distintas fuerzas contradictorias, pero que son legítimas, tienen derecho a
expresarse. Eso es una pluralidad que, obviamente, a veces nos presenta
de una manera amorfa. A veces hablás en un foro de obreros, y tenés un
discurso, y después te vas donde los empresarios, y aparecés con otro, y
pareciera que sos dual. Estas condiciones no son fáciles.

Mónica: Desde hace varios años, uno de los grandes problemas del Frente
Sandinista es que no termina de definir cuáles son los objetivos y las
grandes tareas de esta etapa, en un proceso de debate interno en donde
todos acordemos ir en tal dirección. Esto es necesario porque, además,
ahora hay una pluralidad de intereses. Como vos decías, en el Frente hay
empresarios y hay pobres. ¿Quiénes o qué intereses determinan el rumbo
del Frente? Y hay algo más Doris, el Frente no está aislado del contexto

10
internacional, y hay un reflujo mundial de las ideas revolucionarias.

Doris: Pero no sólo eso, Mónica, la diferencia cualitativa es que en los años
70 y 75 teníamos definida la lucha armada. Ahora tenemos la lucha
electoral. Resulta que la lucha armada no te contamina ningún debate,
porque cuando a vos te llaman a meterte al Frente en los 70, nadie que se
incorpora está pensando que puede ser elegido en un cargo.

Lo que nos decían es que era una lucha a muerte, y nos reclutaban y nos
educaban para tener la capacidad de aceptar la muerte como un elemento
natural del proceso de vida; pero ahora la cuestión electoral siento que
contamina, y te voy a decir un ejemplo: Cuando voy a Pueblo Nuevo –
porque siempre estoy empeñada en un proyecto de apoyo a la pequeñísima
producción campesina–, de pronto surgen sospechas entre los mismos
compañeros acerca de si tengo aspiraciones de ser diputada. Lo mismo
ocurrió en el pasado. Siempre que quería implementar un proyecto, la
gente decía que yo lo hacía con las intenciones de entrar a la Dirección
Nacional del Frente.

El debate se contamina por el problema electoral, y si uno quiere discutir


del partido, dicen: – ¡Ah!, pues debe de ser que va a ser candidata de
algo. Y cuando peor me fue, alguien dijo: – ¿Y ella les habla del partido?
¿Por qué? –le dijeron. Porque parece que quiere hacer otro partido –contestó
esa persona. Yo, ¡a estas alturas hacer otro partido!

Mónica: Y aquí hay dos cosas fundamentales que contaminan y que están
afectando la unidad: una es que debemos debatir sobre lo concreto, es
decir, el problema es que estamos enfrentados a un gobierno corrupto, un
gobierno que es anti-democrático, que viola la Constitución. Es un gobierno
inhumano y que discrimina a los pobladores de la Costa Caribe. No puede
haber unidad si no debatimos cuál es la posición del Frente sobre este
gobierno; y el otro problema a debatir, son las ambiciones personales,
porque es cierto que cuando vos ponés el cargo como tu motivación
esencial, te perdés.

Doris: Pero ahí está la contaminación, ¿entonces para qué te sirve el


partido?, para irte dando cuenta en qué momentito te perdiste y tenés que
volver a lo colectivo. El partido te ayuda, te educa; pero insisto, en esto hay
una frase de Ricardo Morales, que tal vez no es de las más populares, y yo
no me he aprendido la frase de memoria, tal vez no es muy poética, pero
expresa la esencia del Frente Sandinista en su relación con su membrecía.

Ricardo decía: El Frente Sandinista valora mucho la dignidad del militante,


eso quiere decir que lo respeta de verdad, y por eso exige lo máximo de él.
Sólo de esa manera podés meterte en una empresa donde lo único que
tenés a las puertas es la posibilidad de morir. Aplicando el pensamiento de

11
Ricardo, debemos respetarnos para construir la unidad, tolerémonos,
sepamos que somos parte de un organismo: a mí una mano me sirve para
una cosa, la pierna para otra. No nos descalifiquemos entre nosotros porque
nosotros somos el partido. No es que el partido sea una institución que está
allá: yo soy el partido, el partido somos todos. Si yo respeto la dignidad del
otro, si no lo descalifico, le puedo exigir el máximo a éste.

Mónica: Estamos en la parte final del programa y quisiera preguntarte,


¿vos le pusiste el nombre a dos libros de Margaret Randall sobre las
sandinistas en la lucha?

Doris: ¡Ah! sí, a Somos millones y Todas estamos despiertas. Sobre este
último ocurrió que yo estaba detenida en las celdas de la Central de Policía.
Llegué un poco después que vos saliste de la cárcel. Entonces recordarás
que parte de nuestra lucha era romper el aislamiento y por eso teníamos
unos radios pequeñitos, clandestinos, que utilizábamos para oír las noticias,
y yo escuché la noticia de que José Benito Escobar, que era mi compañero,
había caído acribillado. Y no sabía si mis compañeras sabían. Entonces
recuerdo que tuve que gritar, porque estábamos en celdas individuales y
aisladas. Yo pregunté: –Rosa Argentina Ortiz ¿estás despierta? Y Margine
respondió: –Todas estamos despiertas. A Margaret le pareció una frase muy
hermosa y a mí también, porque yo sentí una fuerza cuando Margine la dijo.

Mónica: Quería decir, todas nos hemos dado cuenta de que cayó José
Benito, tu compañero…

Doris: Yo sentí una gran fuerza y la solidaridad, porque no podíamos decir


nada, cuando ella me respondió, todas estamos despiertas, entonces supe
que todas me estaban acompañando.

Mónica: Vos, que sos una mujer de mucho valor, dales un mensaje final a
nuestros oyentes.

Doris: Quisiera recordar a Martha Angélica Quezada, a Arlen Siú, a Claudia


Chamorro, a Angelita Morales –hermana de Ricardo que murió también
antes del triunfo y fue una mujer que aportó mucho–, a Bertha Díaz, a Luisa
Amanda Espinoza y a muchísimas compañeras de quienes, a veces, ni los
nombres recordamos, y en otros casos, ni los supimos, porque fue tal la
barbarie contra este pueblo, que hay mucha gente que murió, y que no
tenemos ni siquiera todos los nombres compilados.

Yo quisiera dar un mensaje, tomando las enseñanzas de mi madre, fui


marcada por ella y me enseñó que no se podía luchar sin organizarse, y que
uno solito podía tener reconocimientos individuales y tener presencia en la
sociedad si sos muy inteligente, pero para la lucha social hay que
organizarse. Y para organizarse hay que resolver el problema de la unidad,

12
y hay que resolverlo con los principios que nos fueron enseñando Carlos
Fonseca, José Benito Escobar, Ricardo Morales y tantos otros.

15 de mayo de 1999

Notas

13
1 Según informaron los diarios de la época, la Guardia Nacional cerró los portones del Estadio,
y la represión desatada provocó una estampida en la que murieron aplastadas doce personas.
Cayeron presos Casimiro Sotelo y Dionisio Marenco. Posteriormente, capturaron a Danilo
Aguirre y a Roberto Arévalo, quienes buscaban excarcelar a los prisioneros.

2 Se refiere al ajusticiamiento del esbirro Gonzalo Lacayo por un comando sandinista.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Juntos, obreros y campesinos, se hacía menos
pesado el yugo

Víctor Manuel Guillén “Eulalio”

Víctor Manuel Guillén “Eulalio”, nace en una hacienda cafetalera


de la comarca Uluse, municipio de San Ramón, Matagalpa, el 23
de diciembre de 1936. Aprende a leer y a escribir en una
escuelita privada, donde asistió durante tres años. A partir de
1964, militando en el Partido Socialista Nicaragüense, impulsa la
organización de los sindicatos de San Ramón, Matiguás, La Tronca
y La Dalia.
En 1966, Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, lo invita a incorporarse a
la lucha guerrillera. Participa en las guerrillas de Pancasán y
Zinica, y en las luchas que el Frente Sandinista de Liberación
Nacional, desarrolla en Matiguás durante la década de 1970. En
los años ochenta ocupa distintas responsabilidades. En 1990, los
recontras hieren a una de sus hijas, después de lo cual, emigró al
departamento de Carazo, donde vivió durante ocho meses. A la
fecha de esta conversación, vive en Uluse, su tierra natal,
labrando una parcela de tierra para el sustento de su familia.

Después del fracaso militar de las guerrillas de Raití-Bocay, el desafío fue la


creación de bases de apoyo en las zonas donde debían operar los futuros
grupos armados. Algunos guerrilleros se quedaron trabajando con cobertura
de campesinos en esos territorios.

El PSN impulsaba la organización de sindicatos de trabajadores agrícolas y


campesinos pobres en las zonas rurales de Matagalpa. Se agrupaban para
enfrentarse a las arbitrariedades de los terratenientes, a la usurpación de
las tierras de los poseedores y colonos de las comunidades, y a la
explotación de los obreros con salarios míseros y cero prestaciones sociales.

Desde 1961, Bernardino Díaz Ochoa era parte del Sindicato de Oficios
Varios, de Matagalpa. Ese año se enfrentó a su patrón, Raúl Rivera, a quien
le reclamaba prestaciones sociales, y le ganó legalmente. En 1962, fue
apresado por orden de este mismo finquero, porque mientras organizaba
sindicatos en Yaosca, El Ocote, Quilalí y Bijao Sur, apareció muerto el
abogado somocista León Lara. Le echaron la culpa al sindicato, y a
Bernardino, y lo capturaron. En 1963 lo acusaron de haber participado en la
guerrilla de El Bocay, siendo apresado nuevamente.

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En 1964, Bernardino Díaz Ochoa reclutó a “Eulalio” para el trabajo sindical,
y en 1966 ambos fueron incorporados a las tareas clandestinas del FSLN
por Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”, y Denis Ortega “Chico Chiquito”.

El 22 de enero de 1967, el pueblo, que aún albergaba esperanzas de


cambio por la vía cívica, fue masacrado mientras marchaba pacíficamente
en Managua. Los líderes conservadores mostraron claramente su
incapacidad para enfrentar el régimen. Siete meses después, el FSLN
reafirmó su línea estratégica de la lucha armada popular, y la puso de
manifiesto en Pancasán, con un nivel que expresó una calidad distinta a la
de El Patuca. Pancasán es, de principio a fin, el resultado del trabajo
realizado desde dentro del país. Mostró las vinculaciones con el trabajo
campesino, y el desarrollo alcanzado hasta ese momento.

Víctor Guillén, conocido en las filas guerrilleras como “Eulalio”, testimonia


sobre esta etapa.

Mónica: Víctor Manuel, ¿qué razones te motivaron a organizarte


sindicalmente?

Eulalio: En 1964 conocí a Bernardino Díaz, organizado en el sindicato de La


Tronca, que era más viejo que el sindicato de Uluse. El sindicato de Uluse se
organizó por necesidad, porque los terratenientes despojaban a la gente,
uno por uno, año con año. A los que se iban afincando, los despojaban. El
principal era un yanqui, que vivía en Estados Unidos. El administrador era
don Eduardo Haslam.

En 1964 hubo un despojo masivo de todos los afincados, los nativos y otros
que habían comprado tierras ahí. Alrededor de veinte a treinta campesinos.
Les notificaron que salieran de las tierras. Entonces algunos dijeron: –No
nos pueden hacer esto, nosotros hemos comprado el derecho de posesión,
¡vamos a luchar! Así fue que se buscó en Matagalpa al Sindicato de Oficios
Varios. Ellos dijeron: –Pues organicen un sindicato. Y así empezó la
organización en la cual yo me involucré en 1964, y después me integraron a
la Junta Directiva.

Mónica: ¿Qué cargo tenías en la Junta Directiva?

Eulalio: Yo era Secretario de Actas. Entonces los ricos empezaron a


acusarnos de comunistas, y así fui conociendo de esa lucha. Me quedó la
buena experiencia que hicimos una unidad, se puede decir una alianza
entre los obreros y los campesinos, entonces, juntos soportamos el martirio
y el yugo. Entre los obreros y los campesinos se hacía menos pesado. Antes
de eso yo viajaba a Matagalpa, y no tenía amigos ni dónde ir. El único lugar
era donde el patrón. Pero ya con la alianza yo me reconozco con muchos
obreros, iba a sus casas.

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Luego, también en Managua conocí mucha gente, obreros que estaban en
la oficina de la Confederación General de Trabajadores Independiente
(CGTI). Seguimos organizando y ya había sindicatos en Yúkul, Uluse, La
Tronca, Quililito, Bijao Norte y San Dionisio. Pero llegó un tiempo en que los
sindicatos toparon, y ya no pudieron seguir extendiéndose.

Mónica: ¿Qué tipo de lucha, qué demandas eran las que hacían estos
sindicatos?

Eulalio: Buscando las prestaciones sociales. Los ricos pagaban muy poco al
trabajador, la comida era pésima, frijoles agrios. No había horario de
trabajo: desde que amanecía hasta que anochecía. Pero quiero decir que
con esa lucha no logramos las prestaciones sociales. Donde vimos nosotros
que no se les podía obligar a nada de todo eso a los ricos, a los
terratenientes, entonces ¡hombre!, cambiamos, pensamos: Vamos a
reclamar la tierra. Todos nos integramos a esa lucha por la tierra, no
solamente los opositores, sino parte de los liberales, que eran trabajadores.
Los que votaban por el Partido Liberal también se integraron, porque eran
perjudicados, eran despojados, eran humillados.

Con la orientación que nos dieron, todos nos organizamos, y luchamos


juntos y nos reconocíamos, y decíamos que no deberíamos seguir con esa
división de partidos, porque ésos no daban nada, ni estaban de acuerdo con
la lucha de los trabajadores. Entonces, en 1966, apareció un compañero
sindicalista de Bijao del Norte, llamado Denis Ortega, a quien le conocimos
su verdadero nombre porque estábamos en una vida pacífica. Después, él
pasó a ser “Chico Chiquito”, y llegó a recoger información sobre lo que
pasaba. Nosotros le informamos que íbamos a abandonar la lucha, porque
no habíamos logrado nada, ni la tierra ni nada, porque no había
alimentación, dinero, ni ropa, ni trabajo para nosotros. Entonces él me dijo:
–Hay que cambiar la lucha, ¿no te parece? ¿Pero cómo? –le dijimos.
Todos habían llegado a hablar de fusil y de empuñar las armas, pero no se
miraba nada. Nunca se había visto nada. La misma gente del PSN hablaba a
grandes bocas, a grandes tapas, de que había que empuñar el fusil. Nos
decían que no nos acobardáramos y tampoco nos afligiéramos, pero
nosotros no sabíamos quién realmente andaba en la lucha armada. En un
tiempo llegó uno que le decían “Mokorón”, y nos hablaba de eso, y después
me di cuenta que “Mokorón” era Pedro Joaquín Rodríguez, del FSLN.
Nosotros decíamos que si no ganábamos luchando cívicamente, entonces
íbamos a pasar al fusil, para poder ganar la tierra, porque ése era el
objetivo.

Mónica: ¿Cómo conociste a Pablo Úbeda?

Eulalio: Cuando llegó “Chico Chiquito” y le planteamos nuestro fracaso

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sindical, me dijo: –Mirá, ¿no te parece la lucha armada? Le digo: –
Disimuladamente hemos andado investigando si es verdad que estos
hombres tienen armas o si saben de cosas militares, y no saben nada.
Entonces, ¿qué vamos a hacer? Más bien nos estamos dando color con el
enemigo. Entonces me dijo: –Mirá, hay una organización que ya no es de
sindicatos, sino de lucha armada; y en otras partes están organizados,
solamente nos falta Uluse. Hombré –le digo, ¿por qué hasta ahora nos venís
a decir eso? ¡Ideay, compañero!, nos has olvidado, sabiendo que nosotros
hemos sido la fuerza de la organización aquí.

Habíamos entre trescientos y cuatrocientos campesinos organizados y con


historia, porque esas tierras eran de la Comunidad Indígena de Muy Muy, y
nosotros éramos los herederos de la Comunidad. Muchos de los viejitos se
fueron a la Costa Caribe, a la montaña, y a nosotros nos dejaron esa idea de
que éramos los herederos y habíamos hecho la fuerza de vivir ahí.

Él me dijo: –Mirá, aquí hay que organizarnos. Y le digo: –Pero sólo con la
gente de nosotros no vamos a hacer una guerra, una guerrilla. Reuní unos
hombres de confianza –me dice, para que vayamos a hablar, porque esto
no es público, esto tiene que ser clandestino. Finalmente, “Chico Chiquito”
se fue, y como al mes regresó con un hombre chele que no era sindicalista.
Mire, aquí tenemos al compañero –me dice, él ya trabaja en la lucha
armada, en la guerrilla, estuvo en Raití-Bocay. Y entonces empezamos con
él. Era Pablo Úbeda.

Mónica: ¿Cómo era él?

Eulalio: Era un hombre joven, bastante blanco y delgado, con unas chapas
de oro, y muy risueño, tranquilo; por el traje y el lenguaje, que lo manejaba
bien, pasaba como campesino; no había problema.

Como primera tarea nos orientó poner de inmediato unas escuelitas allá por
El Bálsamo, por El Zorro, para enseñarles a los niños y a los adultos. Nos
encomendó esa tarea, y él se fue para El Zorro, donde personalmente el
compañero “Pablo Úbeda” estuvo dando clases a diez niños y algunos
adultos, debajo de unos palos en la montaña. Las clases eran por las tardes.
Bueno, sucede que cuando ya habíamos trabajado mucho ahí, a una
comisión nos mandaron para el cerro El Musún a traer unas armas que ellos
utilizaron en Raití-Bocay; nos tocó irlas a traer para Uluse, y luego las llevé
a El Zorro, donde las enterré personalmente.

Mónica: ¿Cómo eran las armas? Me has comentado que te decepcionaron.

Eulalio: Sí, correctamente. Las saqué de los sacos, vi un Garand que se


miraba regular, otro estaba bastante oxidado, un rifle que después le
decían el mata-danto, una escopeta, y algunas pistolas viejas. Entonces

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pensaba, ¡cómo vamos a guerrillear, a hacerle frente a la Guardia con estas
armitas! Pero yo guardaba el secreto, porque no iba a desmoralizar a los
demás. Me preguntaban si había buenas armas y les decía que sí, porque
entendía que éramos una organización, y cuando se trata de organizar, es a
organizar, para luego mejorar las cosas. Bueno, pues así empezamos.

Luego, esas armas las sacamos y las llevamos a Pancasán. Ya el


Comandante Carlos Fonseca, que le decíamos “Jesús”, había llegado.
Estaban también Oscar Turcios, el Comandante Silvio Mayorga, José Benito
Escobar, un compañero que le decíamos “El Teacher”, éste estuvo dando
clases en la comarca El Bálsamo, en Pancasán. Con esa gente, “Chico
Chiquito” y unos compañeros campesinos de San Dionisio, hicimos una
incursión de Uluse a Fila Grande.

Hay un detalle de esa incursión a Fila Grande. Íbamos bien cargados y bien
golpeados. Miraba que la carga de “Jesús” era muy grande, y yo hice el
comentario de que era más bulto que carga. Entonces el Comandante
Carlos me dijo: –Vení tanteala, doblala; y yo no la podía levantar. Con eso yo
no hubiera caminado. Era barbaridad de carga.

Nos entrenamos en la montaña de Fila Grande, y estando allí entró otro


grupo de compañeros: “Pablo Úbeda”, “Cleto”, “Lencho”, “Corinto”, Paúl “El
Teacher” –éstos son seudónimos–, Otto Casco, el doctor Danilo Rosales,
Francisco Moreno, Tomás Borge, Nicolás Sánchez “El Tigre”, Fausto
Heriberto Rodríguez “Faustino”, Genaro, era un campesino, pero no estuvo
en el entrenamiento. Aquí no están todos. La compañera Gladys entró
después.

Antes de empezar el entrenamiento hubo una reunión para asignar los


mandos. El Comandante Carlos quedó como Comandante en Jefe y Político,
algo así; el compañero Silvio Mayorga era el Secretario, y el Comandante
Tomás Borge era el Jefe de Operaciones, junto al compañero Oscar Turcios.
El resto quedamos como combatientes, con la compañera Gladys Báez.
Después de los entrenamientos, se hizo un gran trabajo político en la zona,
y se extendió para otros lugares.

Después nos dijeron que íbamos a un operativo para el lado de Matiguás.


Fuimos a dar a una finquita de apoyo, en Pancasán, y nos dijeron que
íbamos a estar unos cuatro días para descansar y después emprender la
marcha. Recuerdo que en esos días llegó un compañero que le decían “El
Flaco”, que yo lo había sacado dos veces por Muy Muy hacia Managua. No
sé cómo se llamaba. Él llevó una información que nos hizo suspender el
ataque al Comando de Matiguás.

Mónica: Tomás habla de un campamento llamado Sisimiqui, donde se


planificó el asalto al Cuartel de Matiguás.

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Eulalio: Sí, ese nombre, Sisimiqui, se lo puso “Pablo Úbeda”. Rápidamente
quiero decirle por qué le puso ese nombre, que hasta yo lo desconocía. Es
que el gallo pinto se cocinaba y se dejaba cocido, pero se perdía. Entonces
creían que alguien se levantaba de noche y se lo comía. Entonces “Pablo
Úbeda” lo dejó con una tapa que sonara a la hora de quitarla. Entonces él
estaba de posta cuando… ¡pá!…le pone el foco. ¡Mirá!, “Napoleón” Oscar
Turcios –le dice– ¡mirá quién se come el gallo pinto! Descubrió que era un
animalito cara blanca el que se comía el gallo pinto.

Mónica: Creía que era alguno de ustedes, un indisciplinado que se


levantaba a comer, y realmente era el monito, el Sisimiqui, el que se comía
el gallo pinto.

Eulalio: Cuando no se pudo hacer el ataque a Matiguás, nos dividimos en


tres columnas: en la del Comandante Borge, nos fuimos buscando
Matagalpa, a una finca que se llama El Matapalo, a hacer unos buzones
para alimentos y otras cosas. El Comandante Carlos se quedó en Fila
Grande, no sé para dónde le dio. El Comandante Silvio Mayorga se fue para
el cerro Quirragua, también a hacer buzones para alimentos, preparando el
sustento de la guerrilla.

De repente, el Comandante Borge y yo regresamos a Fila Grande. A mí me


dicen: –Andate por San Ramón, y te llevás el macho de “Napoleón”.
Recuerdo que el Comandante Oscar Turcios hizo una llamada telefónica en
San Ramón, para su señora, que trabajaba en un hospital en Managua.

Llegamos a Fila Grande ya con la noticia de que la Guardia iba para


Pancasán. Se reunió el mando: Carlos Fonseca, Oscar Turcios y Tomás, y me
ordenaron que fuera con Fausto al cerro Quirragua, para el lado de El Sable,
donde estaban los otros compañeros. La orden era decirles que salieran
rápido, lo antes posible, y así lo hicimos. Pero ellos presentaron oposición
diciendo: –Hombré, cómo vamos a irnos si aquí tenemos que hacer un gran
trabajo, hay que acabar de enterrar todo el abastecimiento, no podemos
dejarlo tirado. ¿Qué sucedió? No obedecieron la orden. Pasamos un día, dos
días, y a los tres días la Guardia nos cercó.

Mónica: Mire “Eulalio”, cómo lo relata Tomás Borge:

Estábamos dispersos cuando la Guardia Nacional detectó la


presencia guerrillera. Silvio Mayorga se trasladó con un pequeño
grupo hacia Quirragua, para almacenar alimentos y ropa. Otros
estábamos en la finca de la familia Rodríguez, cerca de
Matagalpa.

Eulalio: Ahí estaba yo.

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Mónica: Voy a leerles lo siguiente:

Al Chelito Moreno, que acompañaba a Silvio, se le rompió durante


la marcha una de las bolsas del pantalón verde olivo y, por ese
orificio fatal, se le cayeron algunos tiros de 30.06. Éstos fueron
encontrados por la Guardia, alertados ya por unas mujeres
cortadoras de café, quienes días antes vieron pasar a un grupo de
hombres extraños, tal vez cuatreros.
Cuando entró el enemigo por Matiguás, Germán Pomares,
“Chicho”, “Eulalio”, “Chico Chiquito”, y yo nos regresamos a Fila
Grande, donde estaban Carlos, Oscar Turcios y Daniel Ortega. No
se sabía nada de Silvio y de su gente.
Decidimos que “Eulalio” y Fausto Heriberto García “Enriquito”,
salieran en su búsqueda. Se les entregó un mapa, con escala de
uno sobre cincuenta mil, indicándoles una ruta de regreso...
pasaron los días sin que supiéramos nada. Carlos ordenó que yo
fuera con Germán Pomares a la finca de los Rodríguez... El mismo
día que llegamos, muertos de fatiga, se apareció Lidia, hermana
de Antonio Rodríguez. Nos dio la información, captada por un
radio aficionado, sobre un combate cerca de la Hacienda
Washington...
El puesto de mando de la Guardia informaba a la Jefatura de la
GN que, en dicho enfrentamiento habían muerto varios
guerrilleros, y que otros estaban heridos, entre éstos, Silvio
Mayorga; había por lo menos, un prisionero ileso: Otto Casco.
Cuando “Eulalio” y Fausto García localizaron a Silvio, los
guerrilleros estaban construyendo buzones…

Es lo que vos decís, ¿cómo fue eso “Eulalio”?

Eulalio: La orden la llevaba el compañero Fausto García “Enrique”, y


aunque ellos hablaban aparte, “Enrique” me dijo: –Vení para acá, “Eulalio”,
vení. ¿Qué pasó? –le dije. –Mirá, es que los compañeros dicen que no se
pueden ir hoy; vos sos testigo que él dijo que inmediatamente se echaran
esas mochilas a tuto. –Es correcto, la orden es que ya nos salgamos de aquí
porque la Guardia viene rodeando el cerro.

Ellos insistían que no, que había que enterrar los buzones, y por eso
nosotros salimos demasiado tarde de ahí. Tres días dando vueltas, y cuando
salimos la Guardia nos puso una emboscada en la bajada del cerro,
buscando un lugar del Comajón. Ahí cayó “Lencho”, y fue herido Nicolás
Sánchez “El Tigre del Cerro Colorado”.

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Mónica: “Lencho” se llamaba Ernesto Fernández.

Eulalio: El compañero Silvio Mayorga me dice: –Usted se queda aquí, con


“El Tigre”; y si se muere, busque cómo taparlo tan siquiera; y se queda con
Paúl, porque éste hombre no puede caminar.

Mónica: Sigue diciendo Tomás, que la unidad de Silvio hasta “tres días
después iniciaron la marcha, aunque por una ruta diferente a la trazada en
el mapa. Pablo Úbeda, Genaro Díaz, y Fausto García tuvieron un encuentro,
sin consecuencias, con la Guardia. Silvio envió a “Eulalio” a la casa de
Fermín Díaz, quien era un contacto de la guerrilla, y se supo que había sido
capturado.

Eulalio: Sí, correcto. Nosotros vimos al compañero Fermín Díaz, porque la


plaza era muy limpia. Lo tenían afuera, con las manos para atrás,
amarrado, y a un hijo de él lo pusieron a acarrear maíz de la huerta. Todo se
miraba desde ahí, desde la falda del cerro. Entonces me dice “El Tigre”: –
Mirá, aquél es Fermín, y lo tienen amarrado, vamos a avisarle a los
compañeros. Así fue que subimos allá, con la noticia de que ahí estaba la
Guardia.

Entonces decidimos salirnos por una peña que le dicen El Altar, y bajamos a
ese lugar del Comajón, donde la Guardia nos puso la emboscada. Cuando
hieren al “Tigre”, lo cargué a como pude. En algunas pasadas de caminos lo
cargaba al hombro.

Mónica: En este mismo relato, Tomás dice que, al subir la cuesta de La


Mona, “El Tigre del Cerro Colorado”, que se había quedado borrando las
huellas, encontró a un hombre que decía buscar la mula del Capitán, y
cometió el error de no detenerlo. Y ese hombre le avisó a la Guardia.

Eulalio: Eso me lo platicó “Pablo Úbeda”: Hay una falla, “El Tigre” dejó ir a
un hombre, dice que andaba con un rollo de mecate. Luego de eso, como te
decía, yo me quedé con “El Tigre del Cerro Colorado”, y con Paúl, en
Quirragua. “El Tigre” murió a los tres días, desangrado, y debajo de grandes
lluvias. Lo tapamos con hojas y ramas. ¿Qué hacemos? –le dije a Paúl.
Vámonos, compañero, yo voy a caminar como pueda, aunque sea de
arrastrada –me dijo él.

Saqué a Paúl pasando por el río Sabalar. Fui donde un compadre que vivía
en los alrededores. Llegué a media noche. Él se levantó rápido, y la
comadre nos alistó comida. Subí a Paúl por El Guapotal rumbo a El
Laberinto. Ahí tendí su hamaca, le di agua y comida, y le dije: –Aquí vamos
a estar unos días, para que usted se cure de la rodilla y de la mazamorra.
Pasó dos días tirado ahí. De repente me dijo: –Présteme el radio. Yo tenía un
radio chiquito y se lo presté. En Radio Mundial informaban de un combate

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en la Washington. Yo le decía que no lo podía creer, porque los compañeros
eran ágiles. Pero daban los nombres, y se puso a identificarlos por sus
seudónimos: Silvio Mayorga, ese es “Cleto”; Rigoberto Cruz, ese es “Pablo
Úbeda”, y me fue mencionando los nombres. Él los conocía a todos.

Después de eso, yo mismo llevé a Paúl de vuelta a Pancasán. Él viajó a


Managua para informar lo que estaba pasando. Yo me quedé en Matagalpa,
y después me fui para Managua, buscando a gente del PSN que yo conocía.
Les conté que había una situación fregada, pero no les dije que andaba
metido en la guerrilla.

Mónica: Tomás dice que cuando la hermana de Antonio Rodríguez


transmite la información captada por el radio aficionado, de inmediato
envió un correo a Managua para que esta información fuera pasada íntegra
por la radio, con la esperanza de salvar la vida de los heridos y la de otros.

Un oyente nos acaba de llamar, y dice que la información fue trasladada a


Julio López Campos, y éste se la dio a Manuel Espinosa, quien la transmitió
sin vacilar en el Noticiero Extra, que estaba bajo su dirección en Radio
Mundial. Vos decís, “Eulalio”, que Paúl escuchó la noticia en esa radio. O
sea, ahí se cierra el círculo.

Pero sigamos el relato. “Eulalio”, decías que viajaste a Managua a buscar


contactos y que fuiste a las oficinas del Sindicato de Carpinteros Albañiles,
Armadores y Similares (SCAAS), ¿así fue?

Eulalio: Llegué al SCAAS, y de ahí me mandaron al barrio San Judas. Ahí


me encontré con Pedro Rivera, Catalino Flores y Alonso Díaz, quien vive en
San Ramón, Matagalpa. Después llegaron los compañeros Bernardino Díaz
Ochoa, Pascual Granados, y el papa y la mama de Catalino Flores. Un
montón de gente. Después llegó “Chico Chiquito”, quien también estaba en
Pancasán. Me recomendó que no saliera mucho.

Luego llegó Efraín Sánchez, hijo de Domingo Sánchez Salgado “Chagüitillo”.


Efraín nos había llevado en un vehículo desde aquí de Managua, cuando
vine de Matagalpa con “Chico Chiquito” a llevar a la compañera Gladys a la
montaña. En el camino tuvimos un accidente, el carro se volcó y yo quedé
prensado con un tronco. Daniel Ortega y Efraín me sacaron como pudieron.
Ellos se vinieron y yo quedé herido en la montaña de Matagalpa, y la
compañera Gladys me inyectó y atendió hasta que me curé.

Entonces Efraín ya me conocía, y me hizo una cita para el barrio Monseñor


Lezcano, a las ocho de la noche. Yo fui al punto a esperar, se parqueó un
carro y cuando entré pude ver al comandante Carlos. –Idiay, “Eulalio”, ¿de
nuevo? Sí, de nuevo –le contesté yo. –Vámonos; y así nos fuimos.

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Mónica: ¿Vos conociste bastante a Carlos? ¿Cómo lo describirías? ¿Cuál era
tu concepto de él?

Eulalio: Bueno, en lo físico él era un hombre alto, chele, de barba cerrada,


así como sale en la foto, con sus anteojos oscuros. Una vez, en Fila Grande,
me puse a cortarle el pelo a un compañero. Al día siguiente lo vi con las
tijeras en las manos, y me dice: –“Eulalio”, vení. ¿Para qué? –le contesté.
Nada, me vas a componer el pelo.

Como era mi Jefe, como era el compañero de más respeto, me sentía


incómodo. ¡Cómo le voy a cortar el pelo a este hombre si no sé rasurar!
Pero si yo no sé –le dije. Ayer usted estaba cortando pelo. Me pasa las
tijeras y me dice: –Tomá, y se sienta en un tronco. Yo pensaba en la barba…
–Compañero, y la barba ¿se la va a quitar también? –No, esa dejámela a mí.
Así fue como le compuse el pelo.

Mónica: ¿Y vos sabías el nombre de él?

Eulalio: No. Todos le decían “Jesús”, pero sabían que era Carlos Fonseca. El
que le conocía su nombre era don Antonio Rodríguez, el hijo de don Agustín
Rodríguez, quien anduvo con Sandino. Él los conocía a todos. Una vez me
dijo: – ¿Sabés quién es ese hombre? Ése es un doctor; se refería al
compañero Silvio Mayorga.

Yo le tenía mucho respeto al compañero “Jesús”, pero no sabía que era


Carlos Fonseca. Antonio Rodríguez fue el que me lo dijo después, cuando ya
se iba a realizar el operativo de Matiguás. Cuando lo supe, no me sentí muy
alegre, porque pensé: Si ésta es una cuestión secreta, tengo que tener más
cuidado. Si llego a caer en manos de la Guardia me van a preguntar por
este hombre. Tengo que tener más cuidadito. Así que no fue tan alegre la
noticia.

Mónica: Entonces, ¿qué pasó después del encuentro en el barrio Monseñor


Lezcano?

Eulalio: Me llevó por ahí. Nos fuimos a meter a una galería. Nos andaba
conduciendo el doctor Ricardo Morales Avilés. Entonces ahí estuvimos,
platicando. Les pregunté: – ¿Cómo han estado, cómo se sienten? Mire,
“Eulalio” –me dijo, bien jodido. Por nadita nos matan, nos vimos en alas de
cucaracha. Me preguntó por Catalino Flores y por otros que habían salido de
la cárcel: – ¿Te has visto con ellos, cómo los mirás? A Catalino lo veo muy
bueno, más bien dándome recomendaciones de firmeza y de lucha –le digo
yo. Lo veo muy bueno para ponerlo a trabajar. Mirá –me dice, vas a trabajar
con Catalino. Ahora el trabajo no va a ser en Pancasán, va a ser en Bijao
Norte, con “Chico Chiquito”.

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Así nos trasladamos a trabajar con Fabio y “El Gato”, que decían que era de
Chontales. Me fui a Matagalpa a una hacienda de Isidoro Montoya, opositor,
y hasta hoy colaborador del FSLN. Ahí estuve. Llegaba “El Gato” a dejar los
mensajes: –Mirá, vos vas a ir a tal parte, vas a ir a La Tronca, vas a ir a Bijao
Norte, vas a ir a la zona de Matiguás. También me mandaban a otros
lugares.

Yo dije que quería irme para Quililito 1, con toda mi familia. Ya no había
sindicato, estaban desunidos, pero había gente organizada en el FSLN. En
un viaje a Managua con Catalino Flores, me mandaron a decir que tenía que
volver a la montaña. Eso fue en 1969.

Cuando llegué a Bijao Norte, ya estaba un grupo enmontañado ahí. El que


me recibió fue el Comandante José Benito Escobar y “Chico Chiquito”. De
los que participamos en Pancasán, solamente tres estábamos ahí.

El trabajo era introducir armas en la montaña. A mí me explicaban que lo


que nos había ocurrido antes se dio porque estábamos esperando un
armamento que se retrasó. Los que estaban en el extranjero andaban
comprando armas, y entonces había que meterlas.

Yo recordaba lo que antes me dijo en confianza el compañero “Pablo


Úbeda”: –Mirá, el Comandante Fidel Castro dice que no es justo que en
América Latina se empiece a luchar con armitas de cacería, habiendo
posibilidades de meter armas. Me contaba que esto sucedió en una cumbre
en Cuba, en la que participó Casimiro Sotelo, y de eso se habló allá 2.

Esas armas se metieron con retraso en 1969. Nos explicaban que


estábamos en esa misión para estar más cerca, porque venían por
Honduras. La mayoría éramos campesinos. De la ciudad sólo eran José
Benito Escobar y Vantroy, que tenía tipo de campesino, pero era de la
ciudad.

Mónica: Vantroy parece nombre vietnamita.

Eulalio: Es correcto, y “Vietcong”, que sí era de origen campesino, de la


frontera de Honduras, entonces era un muchacho joven.

Entonces de ahí salió la incursión para Zinica. Ahí llegó el compañero Víctor
Tirado López y Denis Campbell, que le decíamos “Leonso”, un hombre que
tenía formación estratégica. Venía de Cuba, con la teoría de guerra de
guerrillas vietnamita. Nos estuvo enseñando todo eso.

Comentario de la autora: “Vietcong” es Jorge Martínez, originario de El


Bijao. Cayó preso en 1975, lo capturaron y durante las torturas aceptó ser
informante de la OSN.

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Mónica: También estaba Jacinto Hernández.

Eulalio: Sí, claro, es que parte de esa guerrilla la conformaban los


Hernández, ellos eran el bastión de esa guerrilla, la familia de la Venancia,
una de las mujeres de El Cuá. Una parte de todas esas mujeres eran
Hernández. El entrenamiento lo dio José Benito Escobar, “Leonso” y Víctor
Tirado López. El mando del Estado Mayor lo conformaban estos tres;
además, Jacinto Hernández, “El Cabo”, Adrián Gutiérrez “El Chelito”, que
seguro nos está escuchando, que llegó al grado de Capitán, era de
abastecimiento.

La Guardia avanzó por el lado de El Chile, en un lugar que le dicen El Ocote,


y ahí descendieron tropas en helicóptero. Cuando nos dimos cuenta, iban
avanzando, pero por suerte el lugar era muy montañoso. “El Vietcong”
andaba moliendo guarapo en una finquita, se dio cuenta, y nos dice: –Ahí
viene la Guardia. Como “Leonso” tenía mucho conocimiento, agarró una
cartulina, hizo un mapa, y dibujó dónde se harían las emboscadas.

El problema es que la mayoría de la gente andaba metiendo las armas por


la zona de Jinotega. Ahí andaba José Benito Escobar, y uno que no había
mencionado, que le decían “El Teacher”, un hombre muy ágil en la lucha.
Se organizaron dos postas. En la primera estaba Juan Hernández, Saturnino
y otros Hernández, mientras Jacinto Hernández estaba enterrando las
armas. La Guardia chocó con la primera posta. Se escuchó un tiroteo de
unos quince minutos, y luego atacaron la segunda posta. En el lado oeste
del campamento estaba sólo yo de posta.

Mónica: Después de Pancasán todos esos territorios fueron sometidos a


represión. Había familias enteras que la Guardia consideraba sospechosas.
Respecto a las que se conocen como las campesinas de El Cuá, según
tengo información, la Guardia incendió sus viviendas, y todas las mujeres y
niños huyeron hacia el campamento guerrillero de Zinica; y después que el
campamento fue descubierto, ellas volvieron a huir, pero fueron apresadas
en Santa María de Tasuá, en Bocay, y enviadas al Comando de El Cuá. Eran
diecinueve mujeres ligadas a la familia de Jacinto Hernández, quienes
habían luchado desde la organización de los sindicatos campesinos y
estaban fichadas por la Guardia como rebeldes. Venancia era la mama de
Amanda Aguilar, fue cocinera de Sandino.

Hay una confusión, porque muchos creen que la canción de Luis Enrique
Mejía Godoy, dedicada a Venancia, se refiere a Benigna Mendiola, la viuda
de Bernardino Díaz Ochoa; pero en realidad el autor tomó este nombre de
esta viejecita e hizo un homenaje a todas las mujeres ligadas al trabajo
sindical campesino. No específicamente a ella. Esto me lo explicó el propio

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Luis Enrique. Venancia era un roble de apoyo a Sandino, a la lucha sindical
y luego al FSLN.

Eulalio: Sí, la compañera Venancia iba con un bordón, una señora bastante
viejita pero fuerte, se le miraba en el modo andar. Desde donde yo estaba
de posta las vi pasar a toditas las mujeres, porque la montaña era bastante
zancona y limpia. Esas mujeres se fueron rumbo a Honduras. Después que
abandonamos el campamento, la Guardia avanzó, pero ya todo estaba
escondido y nos zafamos con el Comandante Víctor Tirado López, Jacinto
Hernández y “El Teacher”. Ahí, en una pila, Víctor Tirado me hizo este
comentario: –Estás viendo, “Eulalio”, el armamento y la gran cantidad de
municiones que traía la Guardia.

Pero ahí, en ese punto, no murió nadie. Jacinto Hernández se fue con las
mujeres, que eran su familia, y las dejó cerca de El Cuá, donde una
pariente. Le llegó la información a “Leonso”: –Mirá, las compañeras
quedaron en tal parte, vamos a volver a viajar para ver si las llevamos para
otro lugar. En esa gira, un Juez de Mesta mató a “El Cabo”, quien era primo
de Jacinto Hernández, y todas las compañeras fueron apresadas. La mujer
de Jacinto Hernández iba embarazada. Unas, eran hijas de don Juan
Hernández; otras, de Saturnino. Esta es la historia de las mujeres de El Cuá,
y es de donde viene esa canción.

Mónica: Yo quisiera que contaras a nuestros oyentes, qué pasó cuando


Carlos Fonseca se casó, esas anécdotas tan humanas.

Eulalio: Yo estaba en Managua. Al lado mío, “Chagüitillo” estaba leyendo el


periódico La Prensa y de repente, con voz bien alta, le dice a todos los que
estábamos ahí, en las oficinas: –Hombre, una nueva noticia, ¡se va a
casar Carlos Fonseca! ¿Y, entonces qué? –preguntamos. Pues que ya va a
dejar de ser revolucionario –dijo él. Un hombre que se casa, ya no es nada,
porque tiene que estar en su casa con su mujer.

Cuando llegué a la montaña le pregunté a “Jesús”: –Compañero, ¿usted


conoce a Carlos Fonseca? No –me dice, ¿por qué? Es que “Chagüitillo”
estaba leyendo el periódico en Managua el día que fui allá, y decía que
Carlos Fonseca se iba a casar, y dijo que ya iba a dejar de ser
revolucionario, porque tenía que irse a su casa, a atender a su mujer. ¿Qué
dice de eso? Se sonrió. No –me dice, es por tradición que se va a casar.

Mónica: Contá la anécdota de Tomás Pravia.

Eulalio: En la montaña, durante los entrenamientos, yo compré un


periodiquito que le decían El Pueblo un pequeño periódico del Partido
Comunista, y leo en voz alta la denuncia de Tomás Pravia, quien era el
dirigente del sindicato del Partido Comunista de Matagalpa, y afirmaba que

13
el FSLN lo quería matar, porque una noche le habían pegado tres balazos en
la puerta de su casa. Carlos se vuelve, me mira y dice: –Nosotros no
andamos gastando tiros en zopilotes.

Mónica: A propósito de casamiento, vos me contaste que estás casado.


¿Andás con tu viejita aquí en Managua?

Eulalio: La misma. Quería traerla al programa pero anda visitando a una


nieta. Me hubiera gustado que ella dijera su enfoque.

Mónica: Vos me contaste que cuando te fuiste a la guerrilla de Pancasán,


ella sabía que vos andabas ahí.

Eulalio: No hubo problemas, porque hombres y mujeres estábamos


involucrados en la lucha. Por lo mismo que yo decía, somos raza indígena,
sufridos, no de ahorita, sino de muchos años. Ella estaba consciente de los
hechos, porque también había sido trabajadora en las haciendas. Sufría el
regaño y el maltrato, y conocía los problemas del campesino. Yo siempre
me he comunicado con ella, pues he tenido esa dicha de decir las cosas.
Entonces le dije: –Los compañeros dicen que yo me vaya a la montaña,
¿qué decís vos? Ni modo –me dice, yo aquí me quedo, vamos a ver si la
Guardia no me mata.

Yo me perdía mucho tiempo, pero por la casa pasaban los compañeros


“Pablo Úbeda”, “Chico Chiquito”, y el Comandante Carlos: –Pasamos por
donde tu compañera, ahí está, saludes te mandó. Ella les daba café,
ayudaba a los compañeros. Lo teníamos hablado, que eran hermanos. –
Mirá, si pasa fulano de tal, el compañero Pablo, el otro, el otro, y lleva otro
compañero, bueno, ya sabés que es nuestro. Pues hay que buscarle aunque
sea un trago de café amargo.

Mónica: Ahora que trajimos a “Eulalio” a este programa, le preguntamos si


lo va a seguir escuchando todos los sábados allá en Uluse. Pero él dice que
el radio no le sirve. Aquí tenemos a “Eulalio”, con una camisa toda viejita.
Eso sí, vino con su Orden Carlos Fonseca en el pecho; se la entregaron el
mismo día que me la dieron a mí. Yo no me acordaba, pero él dice que se la
entregaron en el Centro de Convenciones Olof Palme. Efectivamente se la
entregaron a él, a mi compañero Julio López Campos, y a otros compañeros.
Aquí está “Eulalio”, con toda esta hermosa historia, su camisa humilde, con
su Orden Carlos Fonseca, y no tiene radio. ¡Imagínense!

11 de septiembre de 1999

Notas

14
1 Quililito es una comarca del hoy municipio El Tuma-La Dalia.

2 “Eulalio” se refiere a la Primera Conferencia Tricontinental, realizada en La Habana, en 1966,


en donde participa Casimiro Sotelo. Uno de los acuerdos fue el de la solidaridad efectiva con
los movimientos de liberación nacional de los pueblos en lucha.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Los primeros pasos de la clase obrera
Onofre Guevara

Onofre Guevara López, nace en Nandaime, Granada, el 11 de


marzo de 1930. Zapatero de oficio, organizador obrero, líder
sindical, periodista y analista político, aunque nunca obtuvo
formalmente un título universitario. Se “graduó” y muy bien,
escribiendo en periódicos sindicales. Se incorpora a la edad de
catorce años al Sindicato de Zapateros, y posteriormente al
Partido Socialista Nicaragüense. Participó en el primer esfuerzo
nacional de unificación obrera en la Coordinadora Sindical de
Nicaragua (CSN).
Se integra como militante al Frente Sandinista de Liberación
Nacional, en 1979. Onofre y el dirigente sindical Carlos Pérez
Bermúdez, hicieron esfuerzos para publicar, en plena dictadura
somocista, folletos sobre la historia de la lucha obrera en
Nicaragua, y en los años ochenta publicaron los mismos en forma
de un libro. Después del triunfo de la Revolución Popular
Sandinista, fue Representante ante el Consejo de Estado y luego
Diputado ante la Asamblea Nacional.
Fue columnista del diario Barricada; y ahora en El Nuevo Diario
publica una columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña
Procopia” y semanalmente ofrece un comentario político en la
sección de Opinión. Onofre publicó los libros: Sea moderado tu
sueño (2003); y Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua
(2007). Es miembro del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE).

Al calor de una huelga de zapateros, en 1922, nace el primer sindicato,


como expresión de la necesidad de organización de la clase obrera, que
sintetiza la experiencia acumulada de las anteriores uniones de los
trabajadores. Maduraba así la conciencia obrera, de asalariados, que sólo
cuentan con su fuerza de trabajo para sobrevivir, en un intento de asumir
de manera colectiva, como protagonistas, la lucha por sus reivindicaciones
frente a los patronos y el Estado.

Nicaragua ha sido una nación recurrentemente intervenida por el


imperialismo norteamericano, por lo cual el Estado nicaragüense se
construyó con un doble rol: como estado representante de los intereses de
los oligarcas nacionales, terratenientes, militares, políticos y como
representante de los intereses imperialistas. Durante mucho tiempo la
dictadura somocista jugó el rol de sostén y árbitro de los encontrados

1
intereses locales y representante de los intereses yanquis.

La expansión de la producción de agro exportación permitió el surgimiento


del proletariado urbano y rural, pero sus intentos de organización gremial
fueron siempre mediatizados o reprimidos por el naciente régimen
somocista. Las luchas obreras y sindicales sin embargo no lograban gestar
una organización política lo suficientemente fuerte y decidida como para
encabezar la lucha nacional contra la dictadura. Fue hasta el surgimiento y
desarrollo del FSLN que se visibiliza una organización que se constituyó en
columna vertebral y forma de expresión organizada de lo más avanzado de
la conciencia nacional y de la conciencia de clase. La lucha revolucionaria
contra la dictadura tomó así un perfil más definido, como expresión de la
lucha de clases. “Por la Liberación Nacional y el Socialismo” rezaba el lema
del FSLN de entonces.

No es de extrañar que los primeros luchadores revolucionarios y los


primeros integrantes del FSLN, en su mayoría, tuvieran un origen popular,
proletario. Algunos habían militado en el Partido Socialista Nicaragüense o
participaron en algunos de los movimientos sociales de entonces, en
organizaciones gremiales o en el movimiento estudiantil, y se rebelaban, no
sólo contra la dictadura, sino al régimen de clase que ésta representaba.

El Partido Socialista Nicaragüense (partido de los comunistas de Nicaragua,


1944), se funda en momentos en que en el movimiento comunista
internacional prevalece la tesis de la conciliación de clases, y durante su
primera etapa la línea oficial del partido promovió la conciliación de
intereses incluso con la dictadura somocista, mientras eran reprimidos y
exiliados quienes desde su seno propugnaban por una línea distinta.

Aunque varios de los principales fundadores del FSLN provenían de las filas
socialistas, el PSN no asumió la lucha armada como estrategia, lo cual
causó dos importantes divisiones en su seno. De la primera, en 1968,
después de la masacre del 22 de enero de 1967, surgió lo que se conoció
como el Partido Obrero Socialista Nicaragüense (1968), luego transformado
en el Partido Comunista de Nicaragua (1970), que tampoco asumió la
opción armada.

La segunda división terminó en dos partidos socialistas: uno de ellos


permaneció en una alianza de derecha denominada Unión Democrática de
Liberación (UDEL), y el otro se decidió por la lucha armada, y organizó a
finales de la década de los 70 su propio aparato armado, la Organización
Militar del Pueblo (OMP), con la cual formalizó su alianza militar con el FSLN,
y se integró a la Insurrección Final. Después del triunfo de la Revolución, sus
militantes se integraron políticamente al Frente Sandinista.

“Más tarde, varios líderes del partido, entonces llamado “de los Sánchez” –

2
por el liderazgo que ejercían Domingo y Luis Sánchez–, se pasaron en
cuerpo y alma a la derecha y su alianza política. De estos líderes, sólo el
legendario Domingo Sánchez, “Chagüitillo”, junto a varios cuadros de ese
partido, rompieron con la derecha, rescataron al partido y aún proclaman su
posición e ideología marxista-leninista”. (Guevara, Onofre: 2008).

Onofre Guevara, sindicalista, socialista, sandinista y compañero de


indiscutible trayectoria de lucha por los intereses de los trabajadores, nos
resume en esta conversación los hitos fundamentales de lo que llamó
“etapa pionera de la lucha obrera en Nicaragua”, y que se ubica de 1900 a
1945.

Mónica: Onofre, ¿cómo surge y se desarrolla el movimiento obrero en


Nicaragua?

Onofre: El movimiento obrero se desarrolló en correspondencia con el


avance del capitalismo en la época. Durante la década de 1880, Nicaragua
apenas comenzó a insertarse en el mercado capitalista mundial por medio
de la exportación de café, que era su primer producto y su primera liga con
el mercado internacional capitalista.

Primeramente, el café que se producía era producto del trabajo de los


campesinos en una condición de semi-servidumbre en las grandes
haciendas de los conservadores. Eran la versión feudal nicaragüense en
aquella época. Al desarrollarse la producción de café para la exportación,
los hacendados se ven obligados a contratar mano de obra, y ahí es donde
nace el trabajo asalariado y con ello automáticamente, sin que ellos lo
supieran, nacía una nueva clase social: la clase obrera.

Poco más tarde, ya con José Santos Zelaya en el poder1, surgen las
primeras formas de organización de los trabajadores artesanales de la
ciudad, pero como sociedades mutualistas, una forma de organización que
corresponde a un estado de desarrollo capitalista muy primario.
Cuando Zelaya es derrocado en 1909, ya había confederaciones de
carpinteros que no llegaban a sindicatos; sino que eran organizaciones
gremiales y mutualistas de carpinteros, de sastres, de zapateros. Los
trabajadores artesanales participaban en ellas con fines de ayuda mutua.

Mónica: ¿Tenían recursos para hacer un fondo social?

Onofre: Ellos mismos cotizaban para hacer un fondo social que servía para
ayuda de los propios afiliados y de sus familias en caso de necesidad,
enfermedad o muerte. Eso era el mutualismo, como una auto justicia social,
porque no correspondía al reclamo reivindicativo de un sector social hacia
otro, para que le respondieran, como es la lucha de los sindicatos cuando
ya se organizan, sino que era una autogestión. Más tarde surgen las

3
uniones obreras. Esta es una etapa intermedia entre la sociedad mutualista
y los sindicatos. Aparecen a partir de la intervención norteamericana en
19122, en una combinación de sentimientos patrióticos y sociales.

Mónica: Pareciera que las formas más avanzadas de organización en


nuestro país estuvieron durante mucho tiempo vinculadas a la lucha contra
la acción intervencionista de los Estados Unidos.

Onofre: Sí, porque las primeras organizaciones captan los procesos, las
necesidades, los problemas y situaciones económico-sociales del país frente
a las intervenciones extranjeras, concretamente la de los Estados Unidos. Y
no es una casualidad que este trance de la organización mutualista
primitiva elemental, a las uniones obreras, tenga una influencia política por
la presencia del ejército norteamericano en Nicaragua, que llega a combinar
el sentimiento patriótico con otro de reivindicación social.

Las uniones obreras son un paso intermedio entre la sociedad mutualista y


los sindicatos. La característica de estas uniones es que ya no estaban
formadas por diferentes tipos de artesanos y especialidades, sino que eran
exclusivamente gremiales. Eran uniones sólo de talabarteros o sólo de
zapateros, o sólo de carpinteros, hasta los aurigas se organizaron. Esta
forma de organización ya amplía un poco su horizonte reivindicativo,
porque no sólo está haciendo una cotización mensual o semanal para
ayudarse mutualmente, sino que ya tiene una identidad gremial, una
identidad social, una ampliación, una participación de los trabajadores
organizados en la sociedad.

Mónica: ¿Cómo van surgiendo los sindicatos?

Onofre: Los sindicatos surgen como resultado del desarrollo de estas


uniones que ya crecen junto con los talleres artesanales. En la primera
década, cuatro, seis y diez obreros. Para 1920 eran talleres de hasta
sesenta obreros, talleres de zapatería que ocupaban espacios grandísimos,
porque el trabajo era manual, artesanal; pero su condición era más
proletaria que artesanal, es decir, lo artesanal es la forma de producir, pero
obrera, proletaria, en cuanto a que los trabajadores no eran dueños del
producto de su trabajo, si no que eran obreros asalariados de una forma
abierta y directa.

El primer sindicato en Nicaragua del que se tiene registro, surge de una


huelga de zapateros en un gran taller de Managua, propiedad de don
Constantino Pereira. En esa época se realiza una huelga gremial, y al calor
de la huelga, esa unión obrera, esa unión de zapateros que protagoniza
este movimiento huelguístico, se transforma en sindicato. Al calor de la
huelga adquieren un nivel de desarrollo de su conciencia, dan un salto
cualitativo bien importante en un momento de agitación social. Toda la

4
experiencia acumulada con el trabajo de las uniones obreras, se transforma
en una organización sindical con conciencia de que no se está enfrentando
a un problema social aislado, porque hay dos protagonistas antagónicos
bien definidos: los patronos y los trabajadores.

Mónica: Hay que enfatizar que cuando Nicaragua se inserta en la división


internacional del trabajo, lo hace como abastecedor de materias primas, es
decir, nuestro modelo capitalista nace dependiente. Adicionalmente, la
intervención norteamericana truncó los procesos de construcción de la
nación nicaragüense. Durante muchos años nuestro país estuvo
intervenido, los yanquis controlaban puertos, aduanas y definían la política
fiscal. De esa manera el Estado nicaragüense representaba principalmente
los intereses del imperialismo.

Onofre: Esa situación nacional imprime un sello a ese larvado movimiento


sindical, por el acercamiento de las uniones obreras con los ideólogos
liberales progresistas, quienes estaban en la oposición y que también se
oponían a la intervención imperialista.

Los que orientaban a las uniones obreras hacia determinadas políticas de


oposición a la intervención extranjera, eran jóvenes liberales que se habían
graduado en Chile o en cualquier universidad extranjera y que venían con
ideas renovadas, nuevas para la realidad nicaragüense. Además, rectoraba
a los trabajadores en la lucha contra el atraso pre capitalista. En 1913 se
organiza una central obrera en León, dirigida por un maestro carpintero de
apellido Ayestas. Era un ancianito que yo conocí en 1945, y no faltaba a las
celebraciones del Primero de Mayo en la Casa del Obrero.

Sin ser obrero, el poeta Salomón de la Selva se convierte en un ideólogo del


sindicalismo, especialmente en León, porque era su ciudad natal. Él tenía
experiencia y había vivido en el extranjero muchos años; así ocurría con los
intelectuales y profesionales liberales que se graduaban en el exterior.
Salomón de la Selva fue un miembro activo de la Federación Obrera de
León, lo cual no es casual.

En 1917 se dan los primeros contactos con los jóvenes intelectuales


liberales, y es Sofonías Salvatierra, un historiador liberal, quien constituye
un comité de trabajo obrero, con participación de artesanos e intelectuales.

Mónica: ¿Cómo hacían para tomar contacto con esas ideas, cuando no
había periódicos ni televisión?

Onofre: Las fuentes principales eran los estudiantes que salían al exterior.
Ellos oían y se vinculaban con ideas de avanzada, y luego las traían y las
trasladaban a los trabajadores.

5
Mónica: ¿Cuándo surge lo que se denominó “el obrerismo organizado”?

Onofre: El obrerismo organizado3 inicia en 1918 y termina de constituirse


en 1923. Aunque era un avance en la organización de los trabajadores,
estaba subordinado ideológicamente a los liberales. Entre sus
planteamientos estaba la “apoliticidad”; sin embargo, en 1929 se involucró
en la lucha electoral por la alcaldía de Managua, en donde el propio
Sofonías Salvatierra fue el candidato a Alcalde; pero sus aspiraciones fueron
frustradas porque mediante decreto presidencial, José María Moncada
convirtió la municipalidad en Distrito Nacional, eliminando el carácter
electivo del Alcalde.

Mónica: Paralela a la creación del primer sindicato y al surgimiento del


obrerismo organizado, se organiza la Federación Obrera de Nicaragua
(FON)4, que surge en 1923. Uno de sus fundadores fue precisamente
Salomón de la Selva, vinculado también a la lucha contra la intervención de
1926. ¿Qué diferencia hay entre la FON y el Obrerismo Organizado?

Onofre: La FON surge en León, su orientación era sindical-reformista y se


centró más en la lucha social. A diferencia del obrerismo, era una especie
de central nacional, y contaban con afiliados en León, Chinandega,
Matagalpa, Carazo, Granada, Masaya y Rivas. La FON fue la expresión
organizada más avanzada de esa época, pero se debatió también entre
distintas influencias externas no obreras. La más clara fue la corriente de
Samuel Gompers, un dirigente oportunista yanqui. Al final, la FON se
escindió entre los influenciados por el nacionalismo, proveniente del Partido
Laborista Mejicano, y la pro-yanqui, estimulada por la Federación Americana
del Trabajo.

En la lucha constitucionalista de 1926, el obrerismo se plegó al bando


liberal, y la FON mantuvo un poco más su perfil. Así, en la Conferencia
Panamericana del Trabajo, en julio de 1927, Salomón de la Selva y
Tranquilino Sáenz, quienes fueron delegados por la FON, consiguieron una
resolución de condena al bombardeo yanqui contra Ocotal. Ésta fue la
acción más conocida a favor de la lucha de Sandino, aunque Salomón de la
Selva se identificó hasta su muerte con Sandino.

Mónica: Tal como explicas en tu libro, en 1930 surge la Unión Patriótica


Nicaragüense (UPN), que fue un esfuerzo de articulación de obreros y
estudiantes para oponerse a la intervención, y luego surge el Partido
Trabajador Nicaragüense (PTN). ¿Cómo surge el PTN y cuál es su papel en el
momento de la lucha de Sandino, y posterior al asesinato del General de
Hombres Libres?

Onofre: Todo lo que surge a partir de 1922 con el primer sindicato,


comienza a multiplicarse, y en el camino asume diferentes nombres. La

6
aparición el 7 de agosto de 1931 del Partido Trabajador Nicaragüense 5, es
un salto cualitativo muy importante. Es como la maduración de todo un
proceso de formación organizativa en el seno de la clase obrera, y además
influenciado por la presencia de la lucha anti-imperialista de Sandino.

No es casual que haya nacido precisamente en 1931, en plena lucha


sandinista, y que algunos de los dirigentes que fundaron este partido
tuvieran una relación directa con Sandino o con la lucha sandinista por su
presencia en la mina San Albino. Cuando Sandino estaba en San Albino,
también hubo dirigentes obreros inquietos, conocieron la lucha de Sandino
en el propio terreno, y, luego, al ingresar a Managua, comenzaron a
impulsar la inquietud por organizar un partido trabajador, y lo logran hacer
en agosto de 1931.

Mónica: Contás en tu libro que cuatro trabajadores del Pacífico, que


temporalmente laboraron en San Albino en actividades no mineras (Manuel
Alemán Guerrero, Salvador Sevilla González, Felipe Medina y Carlos Pérez
Bermúdez), tuvieron una reunión con Farabundo Martí, el secretario privado
de Augusto C. Sandino, quien precisamente insistió sobre la necesidad de
una organización partidaria de los trabajadores en Nicaragua. Me parece
que esto es muy importante, y por eso lo cito textualmente:

Esta excitativa de Martí fue precedida de una profunda


explicación del significado del pensamiento y acción sandinista
para la liberación de Nicaragua y el resto del continente,
sometidos a la dominación imperialista. Para conjugar la lucha de
liberación sandinista con la lucha por el progreso social del pueblo
nicaragüense, Martí trató de hacer comprender a los trabajadores
la necesidad de una organización política de clase que los
condujera a la acción revolucionaria contra las injusticias propias
del sistema y por las reivindicaciones de carácter patriótico –
como la de Sandino– llevadas al seno de los trabajadores de la
ciudad.

Onofre: Todo esto es un proceso, aquí no hay nada aislado, todo tiene una
vinculación a través de las personas, a través de los hechos, a través de los
sucesos y de la información. Siempre hay una intercomunicación
permanente, una interrelación entre un fenómeno y otro.

Mónica: En Nicaragua sólo existían dos grandes organizaciones políticas:


los liberales y los conservadores, y ambos son representantes de los
explotadores; entonces, Farabundo hacía la siguiente reflexión: “Hay que
crear una especie de alternativa real para los sectores oprimidos”. ¿Logró el
movimiento romper el monopolio político de los partidos tradicionales, al
menos temporalmente?

7
Onofre: El PTN rompe el monopolio político de los partidos tradicionales,
los conservadores y los liberales, aunque ellos siempre se han subdividido
por ambiciones políticas de caudillos en partidos con otros nombres, pero
siempre conservadores o siempre liberales. En cambio, la aparición del PTN
es el primer intento de la ruptura definitiva del monopolio político de las
clases explotadoras en Nicaragua. Es un paso fundamental para el
desarrollo del movimiento revolucionario en general en Nicaragua.

Mónica: Tengo entendido que Somoza hizo un fuerte trabajo para atraer al
PTN y llegó a identificarse popularmente con los obreros, hasta desarrolló
las llamadas Casas del Obrero, y en un momento determinado hubo
sindicatos fuertes que le dieron su respaldo y su apoyo. Después que se
acaba el PTN surge el Partido Socialista. ¿Cuál fue el papel del Partido
Socialista en esa época?

Onofre: El movimiento del PTN significó un grado de maduración de todo el


movimiento sindical y mutualista anterior, y ese paso cualitativo significó la
consolidación de una etapa del movimiento sindical jefeado y orientado por
el PTN.

El PTN, además de realizar trabajo en los barrios miserables, como


Miralagos, se expresó en contra del nombramiento de Somoza García como
Jefe Director de la Guardia Nacional, y en abril de 1932, fueron desterrados
hacia honduras sus principales dirigentes: Andrés Castro Wassmer, Manuel
Vivas Garay, Felipe Medina, Carlo Palma y el doctor Humberto Barahona,
acusándolos de comunistas.

Poco después, el PTN repudia la campaña electorera, acusándola de farsa y


asumiendo el lema “Contra las elecciones, a favor de Sandino”. Pero en el
seno del Partido también se manifestó el oportunismo, y una vez que
asesinan a Sandino, terminan por hegemonizarlo.

El PTN publicó el periódico Causa Obrera y luego El Proletario; y una de las


huelgas más importantes en las que se involucró fue la de choferes, a
través de la Liga Nacional de Choferes, en 1936, contra el incremento del
precio de la gasolina.

Ahora bien, el sindicalismo –y esto no es una tendencia única en


Nicaragua–, desgraciadamente se subdividió desde el momento en que
nace prácticamente como efecto de la labor de atracción, de penetración,
de infiltración ideológica de políticas de los partidos de la clase dominante.

El movimiento obrero en Nicaragua arranca, así como lo hemos venido


diciendo, de las formas más elementales de organización, hasta los
sindicatos. La culminación de la etapa de formación de los sindicatos ocurre
a partir de 1931, precisamente después de la formación del primer partido

8
obrero en Nicaragua, que fue el PTN, que se encargó de desarrollar la
organización obrera, y en 1933 dio nacimiento al movimiento sindical en
Nicaragua de una forma estable, permanente.

Entre 1936 y 1937, después del golpe de Estado de Somoza García a


Sacasa, Somoza comienza a hacer una labor de atracción y de penetración
en ese sindicato recién nacido y logra la división; se atrae a determinados
dirigentes sindicales con la promesa de establecer en la Constituyente que
nació en el año 1938, un capítulo de garantías sociales a los trabajadores,
que luego fue el Código del Trabajo. Es el primer anzuelo demagógico que
lanza Somoza García para atraerse el apoyo de los trabajadores. Y
dirigentes del PTN muerden el anzuelo y así comienza su fin.

En 1940, la dictadura incrementa la represión contra el movimiento obrero,


y muchos dirigentes salen al exilio, otros van a la cárcel y otros tienen que
esconderse. En los años 40 la Iglesia Católica hace esfuerzos de penetrar en
el sindicalismo, creando la Juventud Obrera Católica, cuyos dirigentes eran
los párrocos de los barrios. En esa misma época de los años 1940 a 1945,
comienzan a surgir las organizaciones estimuladas por Somoza, eran
cascarones, pero ya reflejaban orgánicamente la división obrera. Así finaliza
la vida del Partido Trabajador Nicaragüense.

Ni el gobierno ni la clase dominante lograron impedir el surgimiento de los


sindicatos en la etapa anterior, tampoco pudieron impedir su
reorganización, y surgió un movimiento sindical vigoroso entre 1943 y
1945, por la labor de la organización de los sindicatos, producto de la
situación internacional en que se había declarado la guerra de 1939, y en
los años 40 estaba en pleno apogeo.

Los obreros combinaron la lucha reivindicativa con las tareas de solidaridad


con el pueblo soviético, agredido en 1941 por las hordas nazis, y esto
produjo una combinación de actividad y fuerza que redundó en la formación
de un frente anti-fascista de los trabajadores, que en 1945 da como
resultado el surgimiento del Partido Socialista Nicaragüense.

Pero entre 1944 y 1945 Somoza García estaba interesado en su reelección


presidencial, y esto provocó un movimiento de oposición muy fuerte; entre
otros de parte del movimiento estudiantil de la generación del 44, que
produjo nombres como los de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Ernesto
Cardenal, Mario Flores Ortiz, y una serie de dirigentes políticos que después
tuvieron alguna participación en la política nacional. Este fenómeno de
oposición anti-reeleccionista, encabezado también por el movimiento
estudiantil, y el surgimiento de los sindicatos, produce una confusión
política. Después que por la represión no pudo impedir la reorganización
sindical, Somoza realiza una política demagógica buscando como atraerse a
los sindicatos, pero sólo lo logró en parte.

9
En 1945, cuando por primera vez se celebra el Primero de Mayo, la
situación política es tal, que Somoza permite la libre movilización obrera
para hacerse propaganda.

Mónica: Pero desde 1937 no había permitido la celebración del Primero de


Mayo.

Onofre: No lo había permitido, pero en 1945 lo permite, y los obreros se


concentran donde ahora es el Estadio Cranshaw, que era un patio cercado
por bardas, y de ahí salió una gran manifestación que recorrió la Calle Colón
hasta la Avenida Roosevelt, en aquella época Avenida Central, hasta la
Plaza de la República. Era una concentración masiva. Para entonces, el país
tenía apenas un millón de personas, y Managua era una enorme aldea de
doscientos mil habitantes. Entonces, poner cuatro o cinco mil obreros en
una marcha –cosa que ni todos los partidos políticos juntos había logrado–,
fue algo que asustó al mismo Somoza. Como él había permitido la libertad
de movilización, era imposible no tener la presencia del Presidente de la
República en la manifestación, y él tomó la palabra en el acto de cierre;
pero los trabajadores comenzaron a disgregarse en el momento en que
Somoza García comenzó a hablar.

Mónica: ¿En señal de rechazo?

Onofre: Sí, porque su interés era –y en el discurso lo manifestó– su


reelección presidencial, y los obreros comenzaron a dejar vacía la plaza
porque ya habían hablado los principales dirigentes de la época: Armando
Amador, que era el Secretario General de la CGT que convocó la
concentración, Juan Lorío y Pérez Estrada; y a Somoza le tocó hablar de
último, y habló casi con la plaza vacía.

Mónica: Me imagino que llegaba a ufanarse de la publicación del Código


del Trabajo.

Onofre: Llegaba a recoger la cosecha política de la promulgación del


Código del Trabajo, que se produjo en febrero de 1945. En 1948 se produce
el Pacto Somoza-Cuadra Pasos, preámbulo del Pacto de los Generales en el
50.

Mónica: Carlos Fonseca señala que los primeros dirigentes del Partido
Socialista provenían realmente del sector artesanal de nuestro pueblo, lo
cual expresaba el atraso ideológico general del país. Hay una etapa en que
el Partido Socialista aparece respaldando la reelección de Somoza García.

Onofre: Hay una situación confusa que incluso la derecha opositora


siempre trató de utilizar en contra del Partido Socialista, y ocurrió

10
precisamente entre los años 1944 y 1945, porque en 1946 ya se producen
las primeras represiones. Acababa de triunfar la Revolución Guatemalteca,
y cuatro dirigentes se fueron exiliados para allá; pero antes de eso, cuando
Somoza propuso el Código del Trabajo a la derecha tradicional
conservadora, la clase patronal liberal considera que es una concesión al
desarrollo del comunismo internacional, y que había sido Vicente Lombardo
Toledano, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de
América Latina y que había estado aquí en el año 1944, quien había
pactado con Somoza para que los “comunistas” lo apoyaran en su
reelección.

Pero la historia está escrita: no hubo apoyo del movimiento obrero a la


reelección de Somoza. Hubo represión en el año 1946, y la llamada alianza
se reduce al hecho de que los trabajadores no iban a desechar el Código del
Trabajo, sólo porque a la clase patronal y a los conservadores les parecía
mal.

Mónica: En tu libro hablás de la influencia del browderismo 6, que en el


Partido Socialista se expresó como una corriente que propugnaba por la
conciliación de clases y el entendimiento con Somoza. Aunque un sector
anti-somocista del PSN fue fuertemente reprimido, encarcelado y enviado al
exilio, otros creían que se podía conciliar. Eso se ve clarísimo en
documentos insertos en tu libro, y en las publicaciones que trataban de
justificar este contubernio con Somoza. Para mí esto es muy importante
porque uno ve cómo en la historia se repiten situaciones y circunstancias.
Porque hoy también se habla de conciliar, sin considerar que hay intereses
tan encontrados y que hay profundos abismos entre una clase y otra.

Onofre: Es correcto, y en aquél momento el fenómeno de la conciliación


era un fenómeno importado, o sea que ideológicamente se proclamaba la
alianza de todos los sectores de la sociedad nicaragüense para hacer
resistencia al embate del nazi-fascismo. Hay que recordar que la guerra
estaba en su apogeo, pero en Nicaragua eso era como una situación
artificial, superpuesta, porque en realidad las contradicciones internas eran
muy fuertes, y la idea de la conciliación y de la unidad nacional fue una
idea artificial.

Además, esta política de alianza estaba calcada de la alianza de la Unión


Soviética –agredida por los nazis– con los Estados Unidos, Inglaterra,
Francia y China, contra la Alemania nazi. Ésta era una situación
internacional que no se reflejaba en Nicaragua, donde sus contradicciones y
su crisis eran por causas internas; por lo que venir a proclamar la unidad
nacional en ese momento, resultaba no solamente oportunista, si no
totalmente equivocado, y esta equivocación la refleja el documento cuando
sale a luz en 1945 el Partido Socialista.

11
Mónica: Si los sindicatos son la expresión de la organización de los
trabajadores por centro de trabajo o por rama de producción, es lógico que
luchen por reivindicaciones laborales, por mejoras salariales, y los dueños
de medios de producción tratarán de debilitarlos, de dividirlos, de atraerlos.

Onofre: Sí, además del trabajo del somocismo, la iglesia con la Juventud
Obrera Católica, y también otras fuerzas de derecha. Por ejemplo, cuando
surge el Partido Socialcristiano en 1957, aparece como un movimiento
sindical llamado Sindicatos Cristianos que luego, entre 1960 y 1962, lo
transforman en Movimiento Obrero Sindical Nicaragüense (MOSAN); y en
1972 nace la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN), de orientación
socialcristiana.

Mónica: Onofre, y ya a un nivel más personal, yo quería preguntarte:


¿cuándo te integraste al Partido Socialista?

Onofre: Mi incorporación al movimiento social surgió en 1944, a los catorce


años, pero mi integración al Partido fue en 1945.

Mónica: ¿En qué trabajabas?

Onofre: A esa edad yo ya era obrero zapatero, y llegué al movimiento


sindical precisamente porque me incorporé al Sindicato de Zapateros.

Mónica: ¿Y ahí en los sindicatos estudiabas teoría revolucionaria o fue


hasta en el Partido que estudiaste?

Onofre: No, leía de todo porque entre el año 1944 y 1945, el Partido
Socialista fundó una editorial que se llamó Editorial Vivas Garay, en
memoria de un viejo “petenista” 7 que había muerto. Y ahí había
publicaciones, ahí se leía por ejemplo la revista Lucha Soviética y textos
marxistas.

Mónica: Esto del papel de las publicaciones y textos es increíble. A lo largo


de tu libro yo encuentro un montón de referencias a publicaciones que se
fueron haciendo, unas que duraban hasta tres meses y ya no se podían
continuar, pero que trataban de reproducir, de manera mecánica
experiencias de otros países y que, en cierta medida, nos afectaba a
nosotros, porque, como vos decís, se importaron esquemas o enfoques que
no tenían nada que ver con la realidad.

Creo que la grandeza de líderes como Carlos Fonseca, por ejemplo, o de


Ricardo Morales, estuvo en que como marxistas lograron hacer el análisis
de las propias condiciones y hacer una aplicación científica del marxismo a
la realidad de nuestro país en las condiciones concretas de su tiempo. Como
decía Morales Avilés: “Hay que estudiar nuestra historia y nuestra realidad

12
como marxistas, y el marxismo como nicaragüenses”.

Onofre: Esa es una apreciación sabia, porque efectivamente los viejos


dirigentes del Partido Socialista nunca lograron captar este fenómeno.
Recuerdo que sobre esto, en 1970, en Tegucigalpa, Honduras, tuve una
discusión con Carlos Fonseca. Él se encontraba de tránsito para Cuba y yo
venía de allá.

Carlos me dijo algo que se vino a hacer realidad muchos años después. Me
dijo: –Los dirigentes del Partido Socialista no son proletarios, es una
pequeña burguesía obrera que tiene una concepción exclusivamente
reformista. En primer lugar, la clase obrera de Nicaragua está
subdesarrollada y los dirigentes no han alcanzado un desarrollo ideológico
como revolucionarios del proletariado, sino que continúan con una
mentalidad como si estuvieran dirigiendo a los sindicatos artesanales.
Porque fijate, en Nicaragua hasta en el año 1945 aparecieron los primeros
sindicatos industriales, en las textilerías Mayco y Gadala María, y en la
Cervecería.

Mónica: Entonces conociste a Carlos, ¿tuviste varias oportunidades de


hablar con él?

Onofre: Muchas veces desde el año 1956, hasta todo este tiempo.

Mónica: Cuando hablamos de historia del movimiento obrero en Nicaragua,


debemos entender la historia de la lucha del pueblo nicaragüense por su
emancipación, es decir, de la lucha de los sectores populares que durante
muchos años estuvieron bajo la égida de las paralelas históricas, usados
para sus mezquinos propósitos. La historia de lucha del movimiento obrero,
no es más que la lucha del movimiento revolucionario que en nuestras
condiciones concretas es la lucha por la soberanía nacional, por la expulsión
de los yanquis del territorio, y la lucha del pueblo contra la dictadura que
sostenía a sangre y fuego un régimen de opresión, de clase dictatorial. Esa
es la verdadera historia del movimiento de los excluidos de Nicaragua,
lucha que al final se articuló: la lucha sindical, la lucha de los estudiantes,
de los campesinos, y la de todos los sectores para derrocar a la dictadura.

Oyente: Manuel Beteta. Muy buenos días, Comandante, muy buenos días
licenciado, maestro de generaciones de periodistas, don Onofre Guevara.
Don Onofre, en su libro usted dice que los sindicalistas de tendencia
opositora terminan como viceministros o funcionarios públicos. Yo quisiera
que explicara esto mejor, porque habemos sandinistas que hemos estado
de una u otra forma dentro de los sindicatos, y estamos siempre en la
lucha; pero yo no he tenido conocimiento de que un sandinista esté como
funcionario de un gobierno.

13
Onofre: Bueno, en parte tiene razón el compañero, y voy a aclarar que eso
que él dice no es del libro, sino de una entrevista que sale hoy en el
suplemento de La Prensa. Yo creo que el compañero tiene que ampliar un
poco la mente en el sentido de que el sindicalismo desgraciadamente se
dividió desde el momento en que nace, prácticamente como efecto de la
labor de atracción, de penetración, de infiltración ideológica, de políticas de
los partidos de la clase dominante.

Mónica: A lo largo de la historia, el movimiento sindical ha sido objeto de


represión y persecución, pero también de halagos, pues los patronos
intentan ablandarlos y así debilitar sus demandas por salarios, por
prestaciones. Tratan de atraerlos y efectivamente el sindicalismo se ha
debilitado en muchas partes del mundo. Lo hemos visto en Brasil, en
México, en los propios Estados Unidos, pero sobre todo en los países en
donde el neoliberalismo y el capitalismo en expansión, requieren la
desregulación de la fuerza de trabajo. Hay una serie de mecanismos de
desorganización del movimiento revolucionario de estos países. Yo he
afirmado que los cargos que se dan a los dirigentes obreros son un
mecanismo para desmovilizarlos.

Onofre: Me refería precisamente al viceministro del Trabajo Roberto


Moreno, quien nace como dirigente sindical de la Central de Acción y
Unificación Sindical (CAUS), del Partido Comunista; Emilio Márquez igual,
todavía es dirigente de la CAUS y es diputado del Partido Liberal; y en la
época de doña Violeta, también dirigentes sindicales de la Confederación
General de Trabajadores, fueron diputados por los partidos aliados de la
derecha.

Oyente: Francisco. Me parece que en la actualidad la situación del


movimiento obrero en Nicaragua es bien sui generis, ¿por qué?, porque la
dirigencia del Frente Sandinista hizo que en la actualidad un sinnúmero
dirigentes obreros sean al mismo tiempo grandes empresarios. Es increíble,
aquí se ha visto a obreros demandando a sus dirigentes, uno como obrero y
el dirigente como empresario. ¿Qué es lo que pasa? Me parece que el
movimiento obrero ahorita está a la deriva por esa misma situación, no es
como antes de los años 80 en que había claramente definida una dirigencia
obrera.

Mónica: Antes de concluir, resuminos con toda tu sabiduría, ¿cómo mirás la


situación actual del movimiento sindical en Nicaragua?

Onofre: Ya tenemos poco tiempo, voy a ser breve. La situación actual del
movimiento sindical es crítica, porque se está enfrentando a situaciones
económicas y políticas que son una reedición de situaciones anteriores a
1979: libertad sindical, salario, empleo, costo de la vida, y ahora hay un
elemento nuevo, que es la lucha contra la corrupción; pero eso no es nada

14
más que consecuencia de una corrupción histórica que ahora se manifiesta
de una forma demasiado evidente.

En estas condiciones ¿cuál es la situación de los sindicatos? Hablo de los


sindicatos en general. En nuestro país los dirigentes sindicales de
tendencia, digamos, derechista, se han convertido en cuadros políticos de
los partidos de la clase dominante. Otros sindicalistas han terminado como
empresarios, dueños o socios o dirigentes de empresas; ésa es una
situación anómala desde el punto de vista histórico y de la pureza del
movimiento revolucionario obrero.

¿Cómo se resuelve este problema?, me preguntaba hace unos días una


periodista. Bueno, creo que no hay fórmula para solucionarlo, pero sí hay un
camino que los trabajadores tienen que seguir en este momento, o sea las
bases sindicales, y es retornar a sus raíces y realizar actividades de forma
independiente, depurándose de los cuadros sindicales que ya están
contaminados de política o de cualquier injerencia no obrera en su
conciencia, en su actividad política y social, desarrollando sus propios
cuadros sindicales y adoptando una posición independiente respecto a los
partidos políticos.

Y hablo en general, porque desnaturaliza la esencia de la lucha obrera la


adopción de una posición, digamos, de subordinación de los sindicatos
frente a los partidos; y de esto tenemos experiencias históricas, no desde
ahora, aunque tenemos que señalar que la asepsia política en los sindicatos
es un absurdo. En este sentido, no hablo en términos absolutos. No
podemos negar incluso que un partido político –como el PTN del que
estábamos hablando hace un rato– es un factor de la organización obrera.
Me estoy refiriendo a la independencia en cuanto al punto de vista
orgánico.

En estos últimos minutos deberíamos hacer justicia al recuerdo de unos


mártires anónimos del Primero de Mayo, en 1978. En esa fecha se convocó
a la celebración del Día de los Trabajadores, pero el somocismo reprimió esa
concentración. Algunos de los que fuimos a esa actividad incluso no
pudimos llegar hasta allá, porque fuimos sorprendidos por el tiroteo que se
produjo en los patios del mercado Roberto Huembes, en construcción. Las
noticias al siguiente día registraron la muerte de tres obreros cuyos
nombres se han perdido, y yo creo que hay que rescatar esos nombres.
Están cumpliendo veinte y un años de haber sido asesinados por la Guardia.

1 de mayo de 1999

Notas

15
1 Revolución Liberal de 1893.

2 Intervención armada norteamericana que duró de 1912 a 1926.

3 En su libro, Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua, Onofre explica que fue el
historiador Sofonías Salvatierra quien tuvo la iniciativa de constituir un comité, posteriormente
identificado como el Obrerismo Organizado de Nicaragua. Estaba compuesto por Francisco
Pérez Grijalba, José Félix Solís, Carlos Manuel Acevedo, Manuel Leiva, Ernesto Araica, José
Dolores Pérez Martínez, José Mercedes Cárdenas, Francisco Gutiérrez Blanco y Guillermo J.
Simpson. El movimiento terminó de constituirse el 15 de marzo de 1923.

4 Luego del Obrerismo Organizado, surge la Federación Obrera Nicaragüense (FON), la que
contaba con afiliados a nivel nacional. Sus principales dirigentes fueron Salomón de la Selva,
Tranquilino Sáenz, Eleazar Ayestas, Pilar Fonseca, Carmen J. Pérez, Pedro J. Páiz y Arturo Vega.

5 Entre sus directivos se encontraban: Andrés Castro Wassmer, Alberto Lara Pérez, Manuel
Vivas Garay, F. Guzmán Estrada, Roberto González, Daniel Saballos, Luis Alberto Medina,
Enrique Lara Pérez, Luchas Jarquín.

6 Earl Browder, Secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos, propugnó por la
conciliación en América Latina con la clase capitalista y con el imperialismo norteamericano.

7 Al día siguiente del asesinato de Sandino, Manuel “El Coto” Vivas Garay, uno de los
principales líderes del PTN, impulsor de la relación y apoyo a Sandino, fue hecho prisionero;
unos días antes de su liberación, fue envenenado, por lo que salió de la cárcel sólo para
morirse.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


La misión de los estudiantes revolucionarios:
Liberación y justicia

Omar Cabezas y Hugo Mejía Briceño

Omar Cabezas nace en León el 24 de octubre de 1950. Se


bachillera en 1967 en el Instituto Nacional de Occidente (INO).
En 1968, siendo miembro del Frente Estudiantil Revolucionario,
es reclutado por Juan José Quezada. Su primer responsable fue el
poeta guerrillero Leonel Rugama. Se convierte en dirigente del
FER-León. En 1974 pasa a la clandestinidad e ingresa a la
guerrilla de la montaña. En 1975 es instructor responsable de la
escuela guerrillera de El Copetudo, Macuelizo, Nueva Segovia, y
después es responsable político militar y organizador de lo que
sería la Columna Bonifacio Montoya.

En 1979 le otorgan el grado honorífico de Comandante


Guerrillero. Después del triunfo de la Revolución Popular
Sandinista, es uno de los más importantes cuadros del Ministerio
del Interior, y en 1987 pasa al trabajo político organizativo como
responsable del Movimiento Comunal.

Junto a otros padres de familia, funda “Los Pipitos”, una


asociación de niños y niñas con discapacidad. En 1990 es
Diputado del FSLN en la Asamblea Nacional. Ha publicado dos
obras testimoniales de gran éxito: La Montaña es algo más que
una inmensa estepa verde y Canción de amor para los hombres.

**

Hugo Mejía Briceño nace en Managua el 30 de mayo de 1943.


Estudia secundaria en el Instituto Ramírez Goyena. En 1964
ingresa a la Facultad de Economía de la Universidad Nacional
Autónoma, en la capital, y ahí se involucra en la Juventud
Universitaria Católica (JUC) y en la organización estudiantil,
llegando a ser presidente de la Facultad de Economía y del
Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) en el
período 1968-1969, como candidato independiente.

1
Se incorpora formalmente al FER en ese mismo año, por lo que
su gestión al frente del CUUN responde a orientaciones
sandinistas. Después de eso realiza tareas de apoyo y
organización de los profesores progresistas de la UNAN.

En el gobierno revolucionario fue miembro del Consejo Nacional


de Educación Superior (CNES) y a partir de 1984, miembro del
Consejo Nacional de Partidos Políticos (CNPP), hasta el año 1994.
A lo largo de toda su vida profesional hasta el presente, ha
estado dedicado a la docencia.

La universidad como espacio y los estudiantes universitarios revolucionarios


como protagonistas, jugaron un papel destacado en las luchas contra la
dictadura somocista.

El involucramiento del movimiento estudiantil en la actividad política anti-


somocista tiene un hito en la generación de 1944, cuando los estudiantes y
el recién fundado Partido Liberal Independiente (PLI), se oponen a la
reelección de Somoza y se movilizan beligerantemente. En diciembre de
1944, es capturado y asesinado el líder estudiantil y militante del PLI, Uriel
Sotomayor, convirtiéndose en la primera víctima mortal de Somoza García
después del asesinato de Sandino y de sus compañeros. El crimen de
Sotomayor dio lugar a históricas jornadas de protestas; sin embargo, las
instituciones estudiantiles continuaban aún bajo el control de las
organizaciones juveniles ligadas al régimen somocista, la Juventud Liberal o
a la “oposición” conservadora.

Una nueva e importante oleada de lucha la constituye la demanda de la


autonomía universitaria, la que se acompañó de la exigencia por la libertad
de los presos políticos de la represión de 1956 por el ajusticiamiento de
Somoza García. En esta jornada aparece por primera vez el sello anti-
imperialista, con el repudio a la llegada a la Universidad de Milton
Eisenhower, en el año 1958.

La Universidad Nacional logra su autonomía en marzo de 1958. Tenía


entonces una población de menos de un mil estudiantes 1. De esta jornada
resulta la creación de la Federación de Estudiantes de Secundaria, en
noviembre del mismo año.

El año de 1959 es de efervescencia estudiantil. El 23 de julio se produce la


masacre de los estudiantes en León y se realiza el Primer Congreso
Estudiantil Universitario, cuyas resoluciones tienen un claro énfasis anti-
somocista y progresista; pero a esta línea no se le da continuidad debido a
la hegemonía reformista en el control de los movimientos estudiantiles.

2
La Nicaragua de los años sesenta se caracteriza por el impulso de la Alianza
para el Progreso, la expansión de la producción algodonera, y el desarrollo
de nuevas instituciones públicas, económicas, financieras, comerciales y
agroindustriales que requieren un incremento de la calificación profesional.
Las universidades expanden su matrícula y amplían las carreras 2.

Aunque una buena parte de la generación estudiantil de 1960 es


influenciada por la Revolución Cubana y por los movimientos que luchan
por la independencia del colonialismo y el neocolonialismo en todo el
mundo, en la universidad las organizaciones estudiantiles expresan la
correlación general de la sociedad nicaragüense. La farsa electoral de 1962-
1963 que deja la presidencia a René Schick, más ciertas expectativas por
reformas democráticas, se expresan también en la hegemonía del
reformismo socialcristiano en las instituciones estudiantiles de las
Universidades. Se organiza el Frente Demócrata Cristiano que disputa a lo
que ellos llaman “la izquierda marxista”, el control de los centros
estudiantiles en la Universidad Nacional.

A principios de los años 60, el régimen apoya la formación de la Universidad


Centroamericana (UCA)3, como parte del programa de la Alianza para el
Progreso. Somoza pretende mediatizar el rol beligerante de la UNAN y de su
movimiento estudiantil. Se propone que la UCA, como universidad de élite
donde se formarán los estudiantes graduados en los colegios privados, se
mantenga al margen de la lucha política.

La fundación del FER es resultado de un proceso que se oficializa a finales


de 1961. La decisión de impulsar esta articulación de estudiantes, se
adopta en la casa de Octavio Martínez, y participan en sus primeros
hervores que incluyó varias reuniones, Francisco Chico Buitrago, Octavio
Martínez, Adán Ramos, Rigoberto “Rigo” Sampson, Guillermo Baltodano,
Sócrates Flores, Oscar Danilo Rosales, Allan Gross y William Aguilar –los dos
últimos ya fallecidos–.

En 1961, las elecciones universitarias en la UNAN son ganadas por Allan


Gross, quien aparece representando a la izquierda aglutinada en el FER,
que aún no se constituye formalmente. En ese mismo año se da un impulso
a la articulación de los estudiantes universitarios de línea progresista; pero
la actividad estudiantil revolucionaria expresa un cierto descenso por la
burocratización de algunos de los líderes estudiantiles, que habían sido
atraídos y mediatizados a través de cargos administrativos. (Blandón, Jesús
Miguel “Chuno”: pp. 660).

La fundación formal del FER se realiza en un congreso constitutivo en la


Facultad de Ciencias Económicas en Managua, y entre los participantes
están: Rigo Sampson, Octavio Martínez Ordóñez, Manuel Espinoza Enríquez,
Mariano Barahona, Oscar Danilo Rosales, Allan Gross, Roberto Arévalo

3
Alemán, Fernando Gordillo y René Guandique.

En parte del proceso participan Amaru Barahona, Michelle Najlis, y otros


personajes que ahora ya no están ni cerca de las posiciones de izquierda,
como Orlando Quiñónez, Enrique Morazán, la doctora Soledad Lacayo
Alemán, Elí Tablada y Hortensia Rivas, entonces novia de Oscar Danilo
Rosales. Al inicio del Congreso Constitutivo llegó en una proclama enviada
por Carlos Fonseca para la ocasión. La lección inaugural la hizo Carlos Pérez
Bermúdez, dirigente socialista. En ese congreso eligen como Secretario
General del FER a Octavio Martínez.

Entre 1961 y 1965, se suceden como presidentes del CUUN: Allan Gross,
Juan José Ordóñez, Manuel Elvir, y Octavio Alfaro. Juan Ordóñez fue
separado de la presidencia del CUUN después que asistió a una reunión en
la Embajada norteamericana. “Lo declaramos en cuarentena. No se le
consideró confiable”, por lo que, Juan José Ordóñez se vio obligado a
renunciar. Y, quien terminó ese período como Presidenta fue Virginia
Sequeira, estudiante de Farmacia en León.

El FER promueve la organización del Centro Estudiantil de la UCA (CEUCA),


que realiza su primer congreso en el año 1963, donde destacan Casimiro
Sotelo y Julio Buitrago. El FER también impulsa la organización estudiantil
en los colegios e institutos de secundaria, especialmente beligerante en el
Instituto Nacional Ramírez Goyena.

En el Segundo Congreso del FER, realizado en 1963, donde participan


también estudiantes de secundaria, de normales, así como de institutos de
comercio, son electos como parte del nuevo Comité Ejecutivo, Rigoberto
Sampson como Secretario General, Casimiro Sotelo y Oscar Danilo Rosales
como Secretario de Relaciones Internacionales; y así, el movimiento
estudiantil organizado progresivamente asume la línea de la lucha armada
revolucionaria que impulsa el FSLN. Hasta aquí los congresos fueron
públicos y después pasaron a ser reuniones clandestinas. El FER del
Ramírez Goyena es dirigido por Julio Buitrago. Se funda El Estudiante,
órgano informativo del FER, dirigido por Fernando Gordillo.

En 1965, Casimiro Sotelo logra la presidencia del CEUCA. El FER influye


claramente en esta universidad, lo que permite proyectarse en cierta
manera hacia otras universidades y en centros de secundaria, incluso
privados. Pero entre los años 1964-1968, en la Universidad Nacional el
CUUN es controlado por el Frente Demócrata Cristiano, que gana tres
elecciones sucesivas con Duillo Baltodano, Brenda Ortega y Filiberto Sarria.

En plena campaña por la reelección de Somoza, el movimiento estudiantil


de la UNAN y de la UCA en forma unitaria organizan bajo formas
conspirativas una acción de repudio al dictador, en la que participan

4
Michelle Najlis y Doris Tijerino, Casimiro Sotelo, Brenda Ortega, Mayra Vega,
Ernesto Leal, Adán Fletes y Dionisio Marenco, entre otros.

En la inauguración de un campeonato de béisbol el 26 de octubre de 1966,


a la que asiste el dictador, se tiran al terreno y despliegan una enorme
manta que dice: “No más Somoza”. Caen presos varios dirigentes del FER y
del CEUCA, entre ellos Casimiro Sotelo, Dionisio Marenco, Julián Roque,
Bismarck Fernández, José Luis Medal, Ernesto Leal y Federico Cerdas. La
estampida de la gente ante el temor a la represión, produce trece muertos
por aplastamiento. Danilo Aguirre, Eddy Khül y otros, caen presos cuando
llegan a preguntar por los detenidos.

En ese año de 1966 es electo Casimiro Sotelo como Secretario General del
FER, pero después lo expulsan de la UCA, lo que permite a la Democracia
Cristiana, con Dionisio Marenco como candidato, el control de la
organización estudiantil de esta universidad, pues Julio Buitrago ya estaba
clandestino.

En la UNAN, el FER trata de mantener una lucha por reivindicaciones


políticas, y también estudiantiles. Encabeza la lucha por el dos por ciento
para la universidad, ampliando su influencia entre los estudiantes, pero la
dirigencia oficial apoya la farsa electoral del año 1967. A finales de ese año,
el 4 de noviembre, Casimiro Sotelo, Roberto Amaya, Edmundo Pérez y Hugo
Medina, son asesinados en Managua.

Carlos Fonseca analiza la situación del Movimiento Estudiantil en esos años,


en su “Mensaje del FSLN a los estudiantes revolucionarios”, publicado
clandestinamente en abril de 1968, (Fonseca, Carlos: Obras: pp. 129-148), y
habla de “las dos caras de la posición estudiantil”, pues mientras en la
lucha armada se han destacado, el movimiento estudiantil no se ha
encontrado a la altura de las exigencias del movimiento revolucionario.

Fonseca desafía a los estudiantes a ser abanderados del pueblo, a rechazar


las tesis oscurantistas que dominan en la universidad que “consideran que
la lucha, el reclamo resuelto como algo que rebaja la alta función de la
Universidad, y hablan de coexistir no solamente con la oligarquía capitalista
nacional, sino también con el imperio yanqui”.

El acucioso, duro, e intransigente análisis de Carlos Fonseca sobre el


estudiantado revolucionario, le lleva afirmar que mientras los estudiantes
mueren en la guerrilla, los que se quedan en las aulas “se han cruzado de
brazos” y asigna responsabilidades a la dirigencia estudiantil, orientando la
superación del abandono de las demandas estudiantiles, la fraternización
con el movimiento popular, la utilización adecuada de los medios
académicos, el combate a la penetración capitalista, el enfrentamiento a los
planes para desviar las inquietudes estudiantiles, alzar sin vacilaciones un

5
programa revolucionario que proclame sin rodeos los ideales de los grandes
revolucionarios, el enfrentamiento a la conciliación que impulsan los social
cristianos, la exigencia de sacrificios, la superación de la indisciplina y falta
de persistencia, y la complacencia con las fallas.

A juzgar por los cambios que se operan en la acción del FER en los
siguientes meses, el vibrante llamado de Carlos Fonseca tuvo un efecto real
en la organización y originó cambios en los años siguientes. En el año 1969,
después de un persistente trabajo organizativo del FER, comienza un viraje
del movimiento estudiantil hacia posiciones revolucionarias. En este año El
FER gana la presidencia del CUUN, con Edgard “La Gata” Munguía a la
cabeza.

Conversamos con Hugo Mejía y Omar Cabezas, dirigentes estudiantiles en


esa época. Hemos recordado cómo se fueron conformando las
organizaciones estudiantiles que fueron piedra angular en la lucha contra la
dictadura.

Mónica: Comenzamos por preguntar a Hugo, ¿cuáles son las condiciones


que favorecen la hegemonía de la Democracia Cristiana a través del Frente
Demócrata Cristiano en la Universidad Nacional de Managua?

Hugo: Después del triunfo de la Revolución Cubana, convergen una serie


de intereses y de factores para tratar de neutralizar las iniciativas que se
den en la juventud. Dentro de la universidad habían predominado fuerzas
políticas liberales y conservadoras, pero las jornadas de 1959 permiten una
ruptura definitiva con estas fuerzas representativas del régimen. Aparece
una nueva versión de conservatismo, que es la Democracia Cristiana,
expresión política de la Iglesia Católica, porque el social cristianismo asumía
ser la expresión política de la doctrina social de la Iglesia Católica. En un
medio y cultura como la nuestra, tuvo bastante aceptación en la década de
los 60. Forma parte de los programas de las agencias norteamericanas que
trataban de organizar este tipo de expresiones mediatizadoras.

Mónica: ¿Cómo se expresa eso en la Universidad?

Hugo: Desde finales de los años cincuenta, la presidencia del CUUN se


turna entre León y Managua. En el año 1964 gana la presidencia del CUUN
Duilio Baltodano, que derrota a Sócrates Flores, del FER. El control del CUUN
le daba también espacios en el conjunto de la sociedad. Ese año yo entro a
estudiar a la Universidad. Al año siguiente gana la presidencia del CUUN
Brenda Ortega, frente a Michelle Najlis, del FER, por una pequeña
diferencia. Luego gana Filiberto Sarria, de León.

Uno de los argumentos ideológicos que esgrimía el FDC era que todos los
jóvenes cristianos debían ser socialcristianos. La disputa no era el ser

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oposición o no, porque ya para entonces todos éramos anti-somocistas.
Para 1967, y todo este tiempo, el movimiento estudiantil es anti-somocista,
y entonces las organizaciones estudiantiles eran expresión de las
organizaciones y partidos políticos nacionales, y hay todo un movimiento de
oposición a la elección de Anastasio Somoza Debayle.

Mónica: Entiendo que la disputa era sobre el carácter y formas de la lucha.


Si estabas por la vía armada revolucionaria contra el régimen de opresión
capitalista y somocista; o si pensabas que se trataba sólo de quitar a
Somoza, y que podías conseguirlo por la vía electoral.

Hugo: Sí, sí, y en el contexto nacional hay un repunte marcado por los
movimientos de oposición. Los espacios eran de la Unión Nacional
Opositora (UNO), por la expectativa de que con Fernando Agüero se podían
ganar las elecciones.

El acontecimiento que decanta todo este movimiento es la masacre del 22


de enero, que lideraban los conservadores con Agüero, y que concluye con
una masacre. El mismo año se da la guerrilla de Pancasán, que permite
contrastar dos vías para hacer oposición: la electoral, que encabezan
Fernando Agüero y Pedro Joaquín Chamorro, que como opción queda
“quemada”; y la opción armada del Frente Sandinista. Pancasán tiene
impacto en la juventud, que entonces ve más claro que la verdadera opción
es la que está planteando el FSLN.

Mónica: Quisiera conocer más tu proceso, ¿cómo llegás a convertirte en


opción como presidente del CUUN?

Hugo: Entro a estudiar en la Facultad de Economía. No pertenecía a


ninguna organización, pero vengo del Instituto Nacional Ramírez Goyena,
donde había una fuerte actividad política. Los mismos docentes tenían
planteamientos más claros. Yo era de la generación de Julio Buitrago y de
Doris Tijerino.

Mónica: El FER del Ramírez Goyena es un semillero que permite que el FER
de las universidades se fortalezca. El FER no lo funda el FSLN, sino un grupo
de estudiantes progresistas, entre los que estaban algunos militantes
socialistas.

Hugo: Era lógico porque también la procedencia de algunos fundadores del


FSLN era del Partido Socialista. Entonces cuando entro a la Universidad, me
vinculo a formas gremiales, a las asociaciones de estudiantes. La Facultad
de Economía era el centro más caliente de la actividad política en la
Universidad. Era un foco de donde salía la actividad más radical. Salgo
electo en mi aula, inicialmente por ser buen estudiante, porque en esa
época el criterio de ser buen estudiante era importante, aunque después mi

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rendimiento fue afectado por la misma actividad política.

Los del Ramírez Goyena nos dispersamos en distintas carreras. Alguno de


ellos, no recuerdo quién, me habló de la JUC, y a mí me interesó, porque se
declaraba un movimiento no confesional. Es decir, no dependía de la
jerarquía católica, y tenía relaciones con otras juventudes en América
Latina. En ese periodo había un movimiento latinoamericano de jóvenes
católicos muy fuerte, que luego desemboca en la corriente de la Teología de
la Liberación.

Era un grupo de reflexión y curiosamente a través de esa pertenencia se


fue progresivamente desmintiendo el argumento de que todos los cristianos
debíamos ser socialcristianos. Comenzamos a afirmar que no era así. Había
una parte doctrinaria que manejamos desde estos grupos católicos que fue
importante para terminar con la hegemonía socialcristiana. Para el año
1967 hicimos muchos debates para desmentir este falso silogismo.

Recuerdo que recién electo como presidente del CUUN hicimos una
actividad en León donde uno de los organizadores fue Edgard Zúñiga. Fue
de mucha conmoción. Fue una conferencia que impartió Patricio Argüello
Ryan. Yo me integro al FSLN un poquito después que gano la presidencia del
CUUN, y organizamos esta actividad que era para aclarar a los estudiantes
sobre esta mentira.

Mónica: ¿Cómo es que vas a dar a la presidencia del CUUN, fue resultado
de una estrategia concertada con el FER?

Hugo: Yo era dirigente gremial independiente, aunque me vinculaba con


los socialcristianos, porque ellos predominaban en la Facultad de Economía.
Tenía mucha relación con los ex -goyenistas de la UNAN y de la UCA, y
dentro de ellos habían de distintos signos, algunos ya se habían vinculado
al FER.

En estos primero momentos estaban en la JUC, Glenda Monterrey, Marlen


Chow, Josefina Cerda, Mario Barahona, Jacobo y Suhaila Marcos, y Duilio
Pacheco y su hermano. En León, Edgard Munguía y su novia Susy Guillén,
Tita Valle y Manuel Morales. Eran gente de la JUC y algunos ya eran del FER.
En la reflexión de la JUC decíamos que cada quien podía asumir libremente
la militancia política y llegar a los riesgos que eso implicara. No era
resultado de una estrategia, sino de los principios de la JUC.

Estando ya en las asociaciones y levantando la bandera de la


independencia, llego a ser presidente de la Facultad de Economía. Cuando
vienen las elecciones para el CUUN, había que hacer una selección del
candidato de Economía, porque cada Facultad proponía a alguien. Los
socialcristianos proponen a Erick Ramírez, y otros del gremio que no se

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identifican con los socialcristianos, mis compañeros de la JUC más ligados a
la línea del Frente me proponen en la pre-candidatura independiente; le
gano a Erick, y voy a la candidatura con una posición un tanto ambigua,
porque yo no puedo tener una posición totalmente abierta a favor del FER,
ni estaba formalmente integrado, pero mis posiciones eran más cercanas a
ellos.

Mi oponente del FER fue Mario Tijerino, de Ciencias de la Educación. La


situación era sui generis. En León, una parte del FER abiertamente me
respaldó, pero también lo hizo una parte de los socialcristianos; pero en
Managua, Adán Fletes se lamentaba de mi candidatura porque la veía como
una derrota socialcristiana, como efectivamente lo fue. Gané la presidencia
del CUUN, cuyo secretario en mi período, fue Salvador Méndez. Eso fue en
1968.

Mónica: El Frente Demócrata Cristiano tenía el control, porque ganan las


elecciones; pero a decir verdad, en votaciones donde había cierta
indiferencia del estudiantado. En el año 1964 sólo participaron setecientos
noventa y nueve estudiantes de dos mil inscritos. En las elecciones de los
años 1966-1967, Michelle Najlis pierde por siete votos frente a Brenda
Ortega. Es importante saber cómo logra crecer poco a poco el FER. ¿Cuáles
son las agendas que se impulsan, los puntos de debate que se ponen sobre
el tapete?

Hugo: En los años 1967 y 1968 hay debates intensos, en actos, en pasillos;
se montaban los dirigentes en una caja y empezaban a debatir. Las
agendas eran por el tipo de oposición. Los socialcristianos hacían oposición,
pero era meramente declarativa, de discursos. El FER exigía beligerancia.

Al interior de la Universidad se comenzó a hablar de una reforma


universitaria que respondiera a necesidades de la sociedad. Ése era el
énfasis del FER. No una reforma interna, como lo planteaban, y aun
tímidamente, los socialcristianos. Estaba presente siempre la problemática
social nacional y la educación.

En el FER se insiste en que la preparación de los estudiantes no puede ser


sólo pensando en el lucro individual, sino en estar al servicio de lo que
necesita la nación nicaragüense. Ahí se planteaba la agenda reivindicativa
académica del FER. Comenzó a tomarse esto que antes no existía en la
agenda.

Mónica: ¿Cuáles eran los dirigentes del FER en Managua en esos tiempos?

Hugo: Los dirigentes destacados del FER a principios de los años sesenta
fueron Sócrates Flores, quien era un gran orador. En todos los casos se
tenía que tener dominio de la oratoria. Michelle Najlis, era de las lideresas

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que hacían tribuna desde una caja de jabón, en cualquier lado se subía.

Mónica: ¿Cómo te vinculás al FSLN una vez que ganás las elecciones, y
qué cosas hicieron la diferencia de las gestiones con los socialcristianos?

Hugo: Yo planteo que la opción electoral está quemada después del 22 de


enero. Y se decía que había que asumir otras opciones. Es obvio que mi
posición es muy cercana al FER, así que me contacta Pablito Cuadra. Pero
luego tengo otros contactos y enlaces, me dan orientaciones y me dicen
que toda la militancia del FER estaría trabajando conmigo.

La agenda que desarrollo a nivel interno es sobre la reforma universitaria,


para enfatizar en la necesidad de fortalecer las carreras de Humanidades, lo
cual toma fuerza. Luego, la movilización para incrementar el porcentaje del
presupuesto asignado a las universidades. Una de las actividades fue tomar
cívicamente el Palacio Nacional. También hubo actividades de vinculación
con el movimiento popular. Hacíamos trabajo organizativo en los sectores
sociales, con los sindicatos y en los barrios.

Y como algo trascendental habría que anotar los resultados del IV Congreso
Estudiantil, que produjo un documento en donde se habló de la
problemática nacional. Era una característica del FER buscar expertos para
dotarse de datos y hacer un diagnóstico. Fue una pequeña plataforma del
FER, en cada sector: educación, salud, etcétera. Recuerdo un lema que
decía algo así: “No queremos ser servidores de quienes poseen la riqueza,
sino de los más necesitados”. Este Congreso produjo una especie de
plataforma que fue continuada por los sucesivos congresos.

Mónica: Tengo aquí un resumen de las resoluciones de ese Congreso que


se realiza en 1969. Al leer “El mensaje del FSLN a los estudiantes”, escrito
por Carlos Fonseca en abril de 1968, uno puede darse cuenta de la gran
influencia que ejerce en estas resoluciones, que en síntesis, son:

a) El principio de autonomía universitaria, como esencial para la


existencia de la Universidad.
b) Se declara: estamos por la instauración de un sistema
socialista que permita una educación popular.
c) Que la violencia popular es producto de la violencia
institucional del régimen actual.
d) Que aceptamos esta violencia organizada y armada como
único método para lograr la independencia económica y política
del país.
e) Que estamos contra la oligarquía, la dictadura y el
imperialismo.
f) Que estamos por una verdadera unidad obrera, campesina,
estudiantil y con otras entidades progresistas, por la liberación

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nacional.

Después de este período como Presidente del CUUN, ¿qué haces?

Hugo: Después que dejo el CUUN, ya como profesor me organizo como tal
y también colaboro con el FSLN. Caigo preso en enero del año 1970,
precisamente en tareas de apoyo. Me orientan un traslado de cosas que
estaban en una casa en la colonia Dambach. Las iba a trasladar a una finca
de mi papa, y me capturan junto a René Núñez. Estuvimos presos seis
meses.

Nos expresamos de diferentes formas dentro de la Universidad, en la


Asociación de Profesores, luego en grupos de profesores progresistas, con
Jaime Ocón, Moisés Hassan, el gordo Aragón, que era químico, y otros.

Mónica: Aragón nos ayudó mucho con los explosivos, nos pasaba clorato
de potasio y pólvora negra.

Hugo: Seguro que los compraba como que eran para el laboratorio de la
Universidad. Después de Edgard “La Gata” Munguía en 1969-1970, fue
presidente del CUUN Octavio Rivas, postulado por el FER como un
candidato de consenso porque él no era propiamente del FER. Luego fue
Melvin Rivas y luego Miguel Bonilla.

Pero los liberales siguieron haciendo un esfuerzo a través del FEL y luego
FERNA. El FEL en León se tomó el paraninfo pidiendo la destitución de
Carlos Tünnermann, a quien acusaban de patrocinar el comunismo. Uno de
los Real Espinal, creo que fue Blas, andaba metido en el FEL, y llegó a
denunciar que lo había violado José María Chema Zelaya, el Secretario
Privado de Somoza y Jefe del FEL. Se llamó a Manolo Morales, y él dijo que
había que comprobar eso, porque podría ser una trampa. Se buscó a un
médico en León, y él comprobó que era verdad esa violación. Nosotros lo
denunciamos y eso fue un golpe contundente al FEL en esa coyuntura.

En uno de los documentos que escribe Casimiro Sotelo, aparece la lista de


los integrantes de la Juventud Somocista, y ahí mencionaba a Arnoldo
Alemán Lacayo. Éste es un elemento histórico que permite ver el nivel de
farsa que estaría haciendo Arnoldo Alemán actualmente como Presidente,
queriendo erigir un monumento en homenaje a Sandino, cuando él fue
integrante de organizaciones que le dieron continuidad a quienes mataron a
Sandino, que es el caso de Somoza.

Mónica: Ya tenemos con nosotros a Omar Cabezas, quien no pudo estar en


la primera parte del programa. Nos interesa hablar de finales de los años
60, que es cuando él entra a la Universidad; de las particularidades de
León, de la candidatura de Edgard “La Gata” Munguía, el cambio cualitativo

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en el movimiento estudiantil, ¿qué significa su victoria como presidente del
CUUN?

Omar: A finales de los años 60, nuestra generación está influida por dos
fenómenos grandísimos en ese momento en América Latina y en el mundo:
está la guerra de Vietnam en su apogeo, que concita la solidaridad del
mundo; y a la vez está la Revolución de Mayo de 1968. A la par hay que
destacar que en esos años también empieza el auge, el boom de la novela
mágica realista latinoamericana y, en sociología, la sociología de la
dependencia con sus exponentes André Gunder Frank y Henrique Cardoso.

Me acuerdo que nos encontrábamos siempre a las ocho de la mañana en la


cafetería de la Universidad, y cada quien andaba leyendo un libro. Éramos
una juventud que estábamos siempre pendientes, pasándonos los libros y
visitando la librería Club de Lectores, de Tito Castillo, en Managua.
Buscábamos los libros de avanzada de ese tiempo. Leí a Theotonio dos
Santos, a Gunder Frank, a Lozada Aldana, a Martha Harnecker, a Pablo
González Casanova, a Filander Díaz Chávez; es decir, no hubo libro de la
sociología de la dependencia que yo no me leyera; entonces, nosotros
éramos una generación bien culta, aunque decirlo parezca un poco
pedante.

Además teníamos otra gracia: éramos los mejores estudiantes de la


Universidad. Luis Chávez Calaca, el que es ahora de la Policía, ese fue el
mejor cartón del año básico. Si preguntás por Edgard Munguía, quienes
fueron sus profesores te van a decir que nadie le podía decir vago, porque
era buen estudiante. Y eso es válido para la mayoría de los dirigentes
estudiantiles de aquel tiempo.

Entonces había un caldo de cultivo, de discusión política, literaria,


sociología o economía, éramos una mezcla de estudiantes ávidos, que
discutíamos de todo en la cafetería. En esa época recuerdo que andaba
mucho con Leonel Rugama, y éste le decía a la señora de la cafetería,
chileando: –Tráigame ciento cuarenta y siete tazas de café negro; porque
nos pasábamos el tiempo discutiendo de literatura, de política, de cómo
sacar a los gringos de Viet Nam, de cómo derrotar a la dictadura o cómo
luchar por los intereses de los estudiantes. Fue una generación un tanto
como rara, la de nosotros, te voy a decir.
Pero además, en León se cultivaba la oratoria como disciplina, como arte.
En los colegios había concursos anuales de oratoria.

Hugo: Hacia finales de la década del 60, que es cuando comienza el auge
que impulsa y culmina Edgard Munguía en el movimiento estudiantil,
también hay un cambio de actitud en el grupo de compañeros que están
tratando de hacer un trabajo político por solventar los problemas que daba
la dictadura.

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Este cambio de actitud incluye una apertura en la cual cambia la forma de
comunicarse con el resto de los estudiantes y con la población, era una
forma más abierta; y eso es lo que conduce a un auge del movimiento
estudiantil, del movimiento revolucionario, más allá de los ámbitos de la
Universidad.

En esta nueva forma de comunicarse juega un papel importantísimo el arte,


es decir, hay que recordar que Leonel Rugama es uno de los poetas jóvenes
más destacados de ese momento, junto a Casimiro Sotelo y Michelle Najlis.
A través del teatro y la música también se llevaba mensajes a la población,
se le levantaba el ánimo, y fue el factor de ligazón entre lo que era la
actividad de los estudiantes, los movimientos populares y la población.

Mónica: Creo, Hugo, que ese cambio de actitud del que hablás es porque
después de la masacre de Pancasán, agosto de 1968, los dirigentes del
Frente Sandinista que sobreviven llegan a la conclusión de que hay que
hacer trabajo de masas, en los barrios, con las organizaciones existentes en
ese entonces, como los movimientos cristianos y el movimiento estudiantil.
El Frente decide hacer contacto con ellos, incorporar su acción a la
estrategia de lucha.

¿Cómo fue que el FER logra ganar las elecciones para la presidencia del
CUUN en el año 1969?

Omar: “La Gata” Munguía era un estudiante de biología, de los mejores


estudiantes que tenía la Facultad de Biología, y era un compañero muy
carismático, gran lector, con gran oratoria y mucha inteligencia. “La Gata”
Munguía era el máximo jefe del FER en León, que era casi como decir el
máximo Jefe del FER del país, porque León era la parte más fuerte. Cuando
Hugo gana las elecciones, pensamos que en el siguiente período debíamos
lanzar al compañero que fuera un verdadero líder, y en este caso el
indicado es Edgard Munguía. Los socialcristianos creyeron que era un
concurso de belleza porque “La Gata” era bien parecido; entonces ellos
lanzaron al más bonito de ellos, a Francisco “Paco” Fiallos, que era bien
elegante, y nosotros empezamos a decir que lo que estábamos eligiendo no
era a Miss Nicaragua, sino al presidente del CUUN. Edgard Munguía, que
tenía una mística muy grande, una gran capacidad de trabajo e inteligencia,
ganó la presidencia.

Hugo: Yo había conocido a Edgard en León, en actividades relacionadas a


la JUC, y se destacaba por su gran humanismo y su capacidad de expresión
verbal.

Mónica: Según mis investigaciones y lecturas, en 1969, en el IV Congreso


del FER, deciden postular a Edgard Munguía Álvarez para la presidencia del

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CUUN. Es el primer candidato que va directamente bajo las banderas del
Frente Sandinista, porque el FER era una organización intermedia del
Frente. Ya Edgard había sobresalido en el año 1966 como el mejor alumno
de estudios generales. Estudió hasta IV año de Biología. Omar, vos que lo
conociste personalmente, háblanos sobre la personalidad de Edgard
Munguía.

Omar: “La Gata” Munguía era un ejemplo en todo: era un gran lector, un
tipo persuasivo y seductor en el sentido político de la palabra, aunque no
quiere decir que no lo haya sido también con las muchachas. Para
entonces, era el máximo dirigente del FER. Trabajé mucho en su campaña
electoral. Me acuerdo que lo criticaban porque era trompudo, y yo le decía:
–Gato, jodido, consumí la guayaba; y él se ponía a reír. Después, la
responsabilidad del FER me quedó a mí, y luego él se fue a la guerrilla, y ahí
nos volvimos a ver.

Era fraterno, vencía todas las críticas con una dulzura increíble; pero era
firme, serio. En uno de sus escritos, Edgard Munguía dice:

El auténtico revolucionario es aquél que deja todo egoísmo y se


proyecta con toda su humanidad por la causa de la liberación de
los pueblos. Si bien es cierto que en la actualidad nuestra lucha
es estrictamente nicaragüense, nuestra meta debe ser la lucha
de todos los pueblos por obtener la liberación del explotado, del
obrero, del campesino, y sobre todo, la verdadera soberanía
fundamentada en auténticos principios socialistas.
Como en anteriores expresiones he dicho, la figura del Che tiene
que proyectarse siempre en nuestra mente, para tener mejor
convicción de nuestros actos. Es de gran necesidad su lectura
para conocerlo en toda su inmensidad y bondad, en toda su
entrega en cuerpo y fuerza por la liberación de los pueblos.

La generación de “La Gata” y de Leonel Rugama estaba muy marcada por


la figura del Che y aquella frase que decía: “Sobre todo, sean siempre
capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra
cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un
revolucionario”. Yo creo que ése fue un elemento motivador que hacía que
los estudiantes lucháramos contra las injusticias.

Mónica: Es importante que nuestros oyentes sepan que “La Gata” viajó
como Presidente del CUUN a Nueva York, al Congreso Mundial de la
Juventud, en 1970, donde por primera vez denunció la violación de los
Derechos Humanos en Nicaragua. En 1973 estuvo en Chile, y luego viajó a
Cuba, donde recibió entrenamiento militar para posteriormente pasar a la
clandestinidad. Cayó abatido en Yaoska el 13 de septiembre de 1976. Según
hemos sabido, fue un excelente guerrillero, valiente.

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Omar: Yo lo vi en la montaña, y efectivamente se destacó también por su
valentía.

Mónica: Además del FER, existía la Federación de Estudiantes de


Secundaria (FES), que aglutinaba a las asociaciones de los colegios e
institutos. Yo pertenecía al MES, y nuestras primeras acciones fueron, junto
con el movimiento cristiano, la toma de colegios. Y todos los años había
luchas por la liberación de los presos políticos, ésa era una lucha cajonera
en la cual se combinaban tomas de iglesias y tomas de colegios.

Recuerdo que en 1969 hubo una huelga por el aumento del salario de los
maestros. Ahí se involucró el Movimiento Estudiantil de Secundaria, que en
algunos departamentos se llamaba Asociación de Estudiantes de
Secundaria. El régimen cortó el período escolar buscando desmovilizar a los
maestros y a quienes les apoyábamos.

Dentro del FER se le daba mucha importancia a la formación. Cuando entré


al Frente, a través del FER, recuerdo que lo primero que estudiábamos era
historia, porque nos decían que no puede haber lucha revolucionaria sin la
historia; pero además nos enseñaban a hablar, a comunicarnos y nos daban
cursitos de oratoria. Todo eso que nos enseñaban conformó un sistema de
trabajo que fue muy útil para la lucha.

Hugo: Claro, era de suma utilidad porque era una forma de comunicación
directa con los distintos sectores. Había ese ingrediente importante que era
la formación que debía tener el dirigente. Porque si se iba a trabajar con los
estudiantes, había que tener una capacidad de convencimiento a través de
la comunicación verbal; y si te ibas a los barrios, era igual. Sí, yo pienso que
la oratoria y esa formación inicial, fueron factores indispensables que
permitieron el despliegue hacia el trabajo de masas.

Mónica: Yo diría que eso se correspondía también con el desarrollo de las


condiciones objetivas, con la urgencia de la juventud de construir esa etapa
de la historia que demandaba el fin de la dictadura somocista, y se
corresponde también con el auge del movimiento progresista a nivel
mundial.

A partir de esa etapa, la orientación era que los estudiantes no militábamos


sólo en las aulas. Era indispensable el trabajo en los barrios. Recuerdo que
llegábamos a los barrios y trabajábamos por el problema de la salud, y
hablando con la gente vas haciendo un trabajo de concientización; o sea,
no es llegar directamente al güiri güiri político, sino trabajar con la gente en
la solución de sus problemas más inmediatos.

El FER era un semillero de combatientes, y para el trabajo en los barrios,

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porque no se quedaba en las aulas, iba a las luchas populares, a las luchas
en los barrios, a las luchas de las enfermeras. En la huelga de los
trabajadores de la construcción, después del terremoto, el movimiento
estudiantil jugó un papel muy importante.

Oyente: Habla Gustavo Aguiluz, para recordar que en el período de los


años setenta al setenta y tres, además de los asesinatos, Somoza dejaba a
una gran cantidad de gente detenida y nosotros nos movilizábamos. Al
decir nosotros, hablo de todas las organizaciones, y nos movilizábamos
hasta que se lograba la libertad de la mayoría de los presos.

Yo quería contar una anécdota: En 1970-1971, me tocó tomarme los


colegios René Schick y el Instituto Ramírez Goyena. El diario Novedades nos
retrataba y nos sacaba como vulgares delincuentes, al igual que a los
compañeros que caían. Ese era el calificativo que usaba Somoza, queriendo
ocultar una realidad política que ya le era totalmente grave.

A mediados de 1973 caí preso con Allan Zambrana, por la huelga de la


construcción. Salí gracias a una movilización en diciembre de ese año que
se llamó “Navidad sin reos políticos”, que yo creo que fue repetida al año
siguiente. Estando en la cárcel conocí a Efraín Nortalwalton, el profesor
salvadoreño que a su vez fue liberado; pero en realidad lo que hicieron fue
llevarlo a la muerte, porque el gobierno de Darío Paredes, creo que era, o
de alguien de los gorilas de Panamá, no estaba todavía Torrijos, accedió a
acogerlo, pero Nortalwalton se perdió en el camino de Nicaragua a Panamá.

Mónica: El profesor Efraín Nortalwalton estaba preso y en el año 1973 se


desarrolla un gigantesco movimiento estudiantil que combinó huelgas de
hambre de los presos políticos con tomas de iglesias y colegios, así como
con movilizaciones en las calles exigiendo su libertad. Igualmente se exige
la libertad de Francisco “Chico” Ramírez, un guardia que había entregado su
rifle Garand al Frente Sandinista y por eso estaba preso.

La percepción que tengo es que esas movilizaciones en León fueron un


parteaguas. Nosotros fuimos reprimidos con bombas lacrimógenas, pero las
movilizaciones no pararon durante varios días. Los jóvenes nos
enfrentábamos masivamente, cara a cara con la Guardia, de una Guardia
que ya había disparado contra las manifestaciones como la del 23 de julio
de 1959 y el 22 de enero de 1967. Estábamos en una esquina, y a treinta o
cuarenta metros, la Guardia en formación de combate, con sus armas y sus
escudos, y nosotros no parábamos de gritar. ¡Chico Ramírez y Nortalwalton,
Libertad! O consignas un poco jocosas como “Les guste o no les guste, les
cuadre o no les cuadre, Chico será su padre”.

La Guardia lanzaba bombas lacrimógenas, nosotros las recogíamos y se las


regresábamos. La gente nos daba agua con bicarbonato para que nos

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laváramos la cara. La Guardia avanzaba y nosotros sólo nos replegábamos
un tanto. De esa manera algunos llegamos hasta los barrios. Eso permitía
que la gente palpara, viera la represión. Se solidarizaban con los
estudiantes y en algunos casos se sumaban a la protesta, de manera que
en vez de disminuir, la lucha arreciaba.

En el intermedio de este programa, entre nosotros estábamos hablando de


la importancia de las distintas formas de expresión y de trabajo que se
usaron en esa época. Omar, ¿te acordás del Teatro Estudiantil Universitario?
En mi época lo dirigía Allan Bolt. Había grupos de canto, yo pertenecí a uno
que se llamaba Camilo Torres, donde cantaba con Emilia Torres. Había
distintos grupos, entre ellos el grupo Gradas.

Omar: Recuerdo que la primera obra de teatro se llamaba Asesinato


frustrado, porque se pretendía matar a la verdad; era Alberto Icaza, uno de
los principales actores. También fueron actores Edgard Munguía, Rommel
Martínez, Sócrates Flores, Jorge Jenkins y yo. Llevábamos la obra a distintos
lugares, cuestionábamos y poníamos en evidencia las injusticias; lo mismo
en la poesía. En la universidad los estudiantes teníamos un periódico donde
se publicaba poesía, había concursos de oratoria. Me acuerdo que casi se
muere Miguel Bonilla, que era un tronco de orador, cuando yo le gané en
Managua.

Mónica: Pero Miguel ganó el concurso centroamericano de oratoria, ¿y vos


le ganaste a él? No te creo.

Omar: Yo le gané a él.

Hugo: Se imagina.

Omar: Lo que te quiero decir es que había mucha música, estaban los
grupos, pero además estaba algo que no se puede obviar, y es la inmensa
figura de Carlos Mejía Godoy y de Luis Enrique Mejía Godoy, quienes
acompañaron muchísimo este movimiento. En esta búsqueda de
comunicarse, el arte viene a jugar un papel importantísimo. Hay que
recordar que Leonel Rugama es uno de los poetas jóvenes más destacados
de ese momento, igual que Casimiro Sotelo y que Michelle Najlis.

Hugo: Creo que vos, Omar, también escribías...

Omar: Yo era un escritor postergado.

Hugo: Y además de las expresiones artísticas que se mencionaban, la


música jugó un papel importante. ¡Cómo levantaba el ánimo!, y transmitía
los mensajes a la población. Fue factor de ligazón más profunda entre la
actividad de los estudiantes, los movimientos populares, y la población. La

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música jugó un factor decisivo porque levantaba los ánimos y hacía ese
contacto humano, esa expresión, podría decir, amorosa entre los
estudiantes y los revolucionarios y toda la población.

Mónica: Recuerdo algo que me contaban los compañeros de León, que en


esos días ellos decidieron organizar los juicios populares en los barrios, que
era teatro popular en donde ridiculizaban a los ministros y presentaban cuál
era la situación del pueblo. En el juicio la gente decía lo que les estaba
pasando, producto de la administración del gobierno. Por ejemplo, la gente
contaba sus problemas con el agua, con la luz, o con la mala atención en
los Centros de Salud, y al final juzgaban y decían lo que querían hacer con
ese gobierno.

Esto me parece interesante porque coincide con lo que ustedes estaban


diciendo de la importancia de las formas de comunicación, que no sean las
mismas formas siempre, las formas tradicionales, el mismo mitin. Creo que
una de las características de este período es que el movimiento estudiantil
influye a su vez en la forma de trabajo del Frente Sandinista.

De los presidentes del CUUN y del CEUCA, cayeron Casimiro Sotelo, “La
Gata” Munguía, Miguel Bonilla y Francisco Meza, uno de los últimos
presidentes del CUUN. Chico nació en Managua en 1952, era de origen
popular, y sus padres eran gente trabajadora; vivió muchos años en la mina
El Limón y por eso ahora ese centro minero lleva su nombre. Fue presidente
del CUUN entre el 75-76. ¿Te acordás de él Omar?

Omar: Sí, Francisco era un líder de la misma generación de Marcos


Somarriba, de Luis Colindres y de Carlos Núñez. Meza era un agitador,
organizador, un compañero proveniente de la clase obrera con gran
conciencia proletaria; por eso, además de ser dirigente estudiantil, trabajó
con la clase obrera.

Mónica: A mediados del año 1977 se organizó la Juventud Revolucionaria


Nicaragüense (JRN), que era del FSLN Tendencia Proletaria, y él la dirigió. La
más evidente de sus inquietudes era vincular el movimiento estudiantil al
trabajo popular. Francisco Meza Rojas cae el 10 de junio de 1979, en los
albores de la ofensiva final. Formó parte de la coordinación a través de la
cual se trataba de unir las actividades de las brigadas populares y de los
comandos revolucionarios, con las fuerzas políticas organizadas.

Comentario de la autora: Cuando se acusó a Stedman Fagoth de ser un


agente de la OSN y de la CIA (1981), se dijo que una de las personas sobre
las que había pasado información era Francisco Meza Rojas.

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Mónica: Tu mensaje de cierre Omar.

Omar: Yo quisiera que los estudiantes desarrollaran su capacidad de lucha.


Además, quisiera que este gobierno tuviera la capacidad de rectificar los
errores que está cometiendo para que mis hijas y mis hijos no tengan que
volver a hacer lo que hicimos nosotros. Este país está obligado a encontrar
un acuerdo que le permita salir adelante, porque yo no me quiero apuntar a
que caigamos en un círculo vicioso, en un círculo maldito de crisis
recurrente, porque lo que hacemos es atrasar el desarrollo económico del
país.

Entonces yo quiero que los estudiantes sigan en esto, que el pueblo siga en
esto; pero también quiero hacer un llamado al gobierno, a los gobernantes,
para que no caigan en lo que cayó la dictadura de Somoza; a la Policía, que
no caiga en lo que cayó la Guardia, porque ya leí en el periódico que andan
falsificando órdenes de captura y eso ya es una aberración, y yo creo que
los jefes máximos de la Policía tienen que tomar medidas serias porque
ésta es una cuestión muy grave.

Yo quisiera soñar como soñé ayer, no tener que tomar nunca las armas,
mucho menos mis hijos, para derrotar a una dictadura que se vaya a
entronizar; entonces, yo quisiera que el gobierno, los gobernantes
reflexionaran que tienen que cambiar sus políticas para con nuestro país,
para que la historia no se repita.

8 de mayo de 1999

Notas

19
1 En el año 1950, la población estudiantil era de 490 alumnos; en 1952, alcanzó 950 y en
1957 bajó a 919. (Sergio Ramírez: Mariano Fiallos, Biografía. Editorial Universitaria UNAN León,
1971. En Revista Envío, número 57, marzo de 1988).

2 La Universidad se convierte en una instancia reproductora de conocimientos y técnicas,


requeridos por los empresarios de la naciente “industrialización” del país. Esto da pie a que se
inicie un período de proliferación de carreras y centros de estudio de carácter superior. Entre
1960 y 1969, la Universidad pasa de ofrecer nueve carreras, a ofrecer veinte; y en 1978, la
cantidad asciende a 36 carreras. (Ibídem).

3 El 5 de junio de 1961, la UCA inicia sus actividades académicas con las carreras de
Administración de Empresas, Derecho, Ingeniería Electromecánica e Ingeniería Civil, en el viejo
centro de Managua, contiguo al cine González; y Medicina Veterinaria, en Rivas. Dos años más
tarde, ingresa a organizaciones universitarias internacionales y traslada su campus a edificios
propios, construidos en la sede actual.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Aceptamos el desafío de Carlos Fonseca
Irving Larios e Irving Dávila

Irving Larios nace en Corinto, Chinandega, el 15 de mayo de


1958. Estudia primaria en Corinto y secundaria en el Colegio San
José, en Chinandega. Se integra al Movimiento Estudiantil de
Secundaria (MES) y participa en las jornadas de protesta por el
despido de varios médicos revolucionarios en el año 1975. En
1977 inicia estudios de Economía en Managua, y se incorpora a
las estructuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Es miembro del Comité Ejecutivo del Frente Estudiantil
Revolucionario (FER) Edgard Munguía, en el período 1978-1979,
y al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es miembro del
Comité Nacional de la Juventud Sandinista y del Consejo
Nacional de Educación Superior (CNES). Entre 1980 y 1988,
labora en la Dirección V del Ministerio del Interior y luego en el
Departamento de Relaciones Internacionales del FSLN. Después
del año 1990 concluye estudios de licenciatura y Maestría en
Economía. A la fecha de la entrevista, trabaja en la organización
de movimientos de la sociedad civil, que luchan por sus
derechos civiles y políticos.

**

Irving Dávila nace el 12 de diciembre de 1954 en Chinandega.


Ingresa a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en
León, en el año 1973. Participa en las jornadas por la libertad de
Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton. Es electo miembro de la
Junta Directiva de la Asociación de Estudiantes de Derecho de
León. Es electo Presidente del Centro Universitario de la
Universidad Nacional en el período 1976-1977. Asesora al
Movimiento de Estudiantes de Secundaria de Chinandega, Estelí
y Matagalpa.
Se incorpora a la lucha clandestina en mayo de 1978 y es
combatiente de la escuadra guerrillera César Augusto Salinas
Pinell y luego de la Columna Bonifacio Montoya, y en el año 1979
combate en el Frente Nor-Oriental Pablo Úbeda.
Después del triunfo de la Revolución es fundador del Ejército
Popular Sandinista y luego pasa a ocupar responsabilidades en el
Departamento de Relaciones Internacionales DRI- FSLN. Se
reincorpora al Ejército en el año 1982 y es retirado en 1990.
Concluye sus estudios de Derecho en la UNAN, y realiza un post-

1
grado en Derecho Internacional y Europeo en la Universidad
Católica de Lovaina, en Bélgica. A la fecha, es docente
universitario en las universidades Americana y Centroamericana
(UAM y UCA), y trabaja en organizaciones de la sociedad civil.

El movimiento estudiantil nicaragüense había sido desafiado por Carlos


Fonseca en su mensaje a los estudiantes revolucionarios en 1968. El
balance que hace Carlos del movimiento estudiantil en las dos
universidades, es muy duro, pues valora que a esa fecha la penetración
ideológica capitalista ha desmovilizado al estudiantado; y responsabiliza a
los estudiantes revolucionarios de falta de beligerancia para enfrentar las
políticas de conciliación que impulsa la Democracia Cristiana y los “falsos
marxistas”.

Carlos desnuda los contenidos del documento de la Universidad Nacional,


denominado Plan de Desarrollo, en donde se determina que hay que
“vincular” a la universidad con los “planes de desarrollo”. Al mismo tiempo
que “los profesores de ideología capitalista pretenden alejar a los
estudiantes de la lucha”, los quieren poner al servicio de sus propósitos,
“son los planes elaborados por el imperialismo yanqui y sus agentes del
gobierno de Nicaragua”... “El progreso de Nicaragua, el desarrollo de su
economía, la liquidación de su pavorosa miseria, al igual en toda América
Latina, no podrá alcanzarse sino bajo un nuevo sistema, un sistema de
plena liberación nacional. Y mientras la universidad y los estudiantes no
participen en la lucha por la liberación, es absurdo e hipócrita hablar de una
legítima vinculación al desarrollo”.

En el año 1969 las resoluciones del IV Congreso Estudiantil y las elecciones


para el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), significaron
un salto en la dirección revolucionaria reclamada por Carlos Fonseca.

En 1971 se organiza el Movimiento Estudiantil de Secundaria, que en


algunos departamentos se denomina Asociación de Estudiantes de
Secundaria. Para estos años, en la Universidad existían varias
organizaciones: los Comités de Lucha de Estudiantes Universitarios (CLEU),
brazo estudiantil del Movimiento de Acción Popular Marxista Leninista (MAP-
ML), de influencia maoísta; la Juventud Socialista Nicaragüense que
organizó la Unión Democrática Estudiantil (UDE); la Liga Marxista-Leninista;
la Izquierda Revolucionaria Cristiana, de los socialcristianos; el Frente
Estudiantil Liberal Somocista, que después se convirtió en el Frente
Estudiantil Revolucionario Nacionalista, (FERNA). Estas organizaciones
hacen su trabajo entre los estudiantes y se disputan la hegemonía a través
del control de las Asociaciones y la presidencia del CUUN.

Hablamos con dos dirigentes estudiantiles de la segunda mitad de los años


setenta, de lo que fue la última camada del FER antes del triunfo de la

2
Revolución en 1979, quienes nos ofrecen su testimonio y reflexionan sobre
los desafíos de las nuevas generaciones de estudiantes.

Mónica: Como de costumbre, quiero saber ¿cómo se involucran en la lucha


revolucionaria, qué factores de motivación encontraron en los primeros
años de su vida para comprometerse en la lucha por la transformación de
Nicaragua?

Irving Dávila: Mi mamá se llama Daisy Dávila Rodríguez, quien también


fue mi padre, como se dice; ella fue mi mamá y papá al mismo tiempo. Ella
me crió sola y yo era su único hijo, pero fue muy rígida, muy severa, en la
transmisión de valores, que también venían un poco por la vía religiosa-
católica. Me inculcó valores cristianos. En los primeros años también tuve
mucha influencia de la Iglesia Católica, fui monaguillo, estudié en colegios
religiosos y muchos de esos valores los asimilé y fue lo que en alguna
medida me permitió ver con un ojo más crítico la realidad que me
circundaba. Pero es hasta que llego a la universidad, donde comienzo a
tener influencia de otras ideas, y empiezo a analizar y a vincular todos
aquellos valores que yo tenía, con una práctica concreta.

Había mucha represión de la Guardia Nacional. En mi casa también había


mucha represión, mucho me controlaban; en el colegio igualmente nos
controlaban; es decir, era un ambiente bastante represivo, y era muy difícil
escapar de él. No fue sino hasta que salí de secundaria, cuando ya me
sentía un poquito más grandecito, que me daban un poco más de
libertades.

Mónica: Ingresás a la Universidad y ahí nomás te incorporás a la lucha. ¿O


sea, que ya venías con ciertas inquietudes?

Irving Dávila: Creo que era por ese ambiente represivo que yo sentía; eso
me provocó rebeldía, y mis primeras rebeldías se dan precisamente contra
la religión católica, porque cuando comienzo a ver que las realidades son
distintas de cómo me están enseñando en el catecismo, en el colegio, yo
comienzo a tener mis primeras rebeldías frente a la religión, de
cuestionamiento de mí mismo, de mi propia individualidad, de mi propia
existencia, de la vida, de la injusticia y sobre la validez de una serie de
valores. Sin embargo, en esa etapa yo no lograba hacerlos trascender en
una acción política, pero sí sentía en mí una profunda rebeldía frente a la
sociedad. La represión era tal, que en esa época ni siquiera nos dejaban
que nos creciera el pelo. Un centímetro nos crecía y los curas en el colegio
nos levantaban de la patilla y nos mandaban a rasurar más corto todavía.

Irving Larios: Nací en Corinto en una situación muy particular que ahora, a
estas alturas de mi vida, me doy cuenta que esas vivencias que tuve en mi
infancia, fueron las que me llevaron a formar mi conciencia, mi identidad de

3
clase. Yo les cuento a mis amigos que nací en medio de los prostíbulos de
Corinto, en uno de los barrios marginados, y mi gente tuvo que trabajar
muy duro para poder desarrollarse.

Mis primeros pasos, efectivamente, fueron actos de rebeldía vinculados a la


Iglesia Católica en los primeros años de trabajo pastoral del cura
progresista José Chendel, quien nos animaba a un compromiso con los
pobres. Él fue colaborador del Frente. Tuve la oportunidad, a los catorce
años, de integrarme a los movimientos sociales que se crearon en Corinto,
a las huelgas de esos años. Incluso fui expulsado del instituto en Corino, por
participar en una de estas huelgas y tuve que trasladarme a Chinandega,
donde seguí estudiando.

Mis primeras manifestaciones de toma de conciencia tuvieron que ver con


una situación muy particular en relación con la Guardia Nacional. De unos
trece años, aproximadamente, iba un guardia en una bicicleta; me
atropelló, y en vez de detenerse y levantarme, se quitó su fusil y comenzó a
culatearme. Entonces esto me marcó.

Desde 1973, cuando estaba en secundaria, ya participé en los movimientos


estudiantiles. En los años 70, Corinto pasaba por una situación de bonanza
económica, había trabajo, los salarios eran fuertes, sólidos, porque era la
época algodonera, de las exportaciones, y la gente tenía una situación
bastante cómoda, en medio de la pobreza general. Lo que me vino a
terminar de fortalecer mi conciencia fue cuando participé en la primera
manifestación que se dio, creo que fue en el año 1976, y la Guardia nos
reprimió en Las Betlemitas. Ya Irving Dávila era dirigente estudiantil en
León y llegó a apoyarnos.

Cuando me traslado a la universidad en Managua, a finales del año 1976,


ya traía mi compromiso. Me fue fácil integrarme, y por las limitaciones y la
urgencia que tenía el Frente de sacar gente, yo tuve la dicha de pasar a
asumir responsabilidades rápidamente. No fue porque las quisiera, sino
porque alguien tenía que asumirlas. Me acuerdo que me tocó venir en la
época que se estaban yendo Antenor Rosales, Noel Escobar, Felipe Escobar;
y nos tocó junto a Guillermo Avendaño, a Germán Ruiz y a Mario Noguera,
asumir responsabilidades sin ninguna experiencia.

Irving Dávila: Ésa fue la última camada del FER, antes del triunfo de la
Revolución, porque yo soy parte de la generación sucesora tuya, de Omar
Cabezas, Hugo Torres, Iván Gutiérrez “Churumbel” y toda la gente que se va
en 1974, que es donde yo entro.

Mónica: Ustedes nos relevan a los que nos fuimos a la clandestinidad en


1974. Tengo la misma edad que Dávila, pero nunca fui parte de la
estructura estudiantil, salvo la presidencia de mi sección cuando estaba en

4
el Básico, en primer año. Mi trabajo fue impulsar el movimiento cristiano y
el trabajo de barrios. Pedro Aráuz nos pedía que no nos involucráramos y no
nos quemáramos en el movimiento estudiantil; pero era inevitable porque
participamos de diversas jornadas de lucha, en las marchas contra el
incremento del precio del transporte público y del litro de leche, la huelga
de la construcción en 1973, la huelga de las enfermeras, las tomas de la
Catedral por la libertad de Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton, y toda esa
jornada de 1973 que fue muy importante.

Irving Dávila: Nosotros somos el relevo de ustedes, porque prácticamente


el Partido Socialista y la UDE, que era los que tenían expresión en la
universidad, el CLEU, el MAP, etcétera, quisieron aprovecharse de esas
circunstancias, y nosotros nos vimos empujados por el ejemplo de todos los
que se habían ido, y nos animamos, nos llenamos de coraje y asumimos
responsabilidades.

Recuerdo que ni hablar sabíamos y, sin embargo, tuvimos que agarrar un


micrófono en el Auditorio del Básico en la UNAN y enfrentarnos a Federico
López, quien había venido de la Unión Soviética, preparado en la Patricio
Lumumba, y era un extraordinario orador. Yo nunca lo entendí, porque lo
que hablaba era muy elevado, sobre todo cuando hablaba de marxismo, en
lo que mis conocimientos eran casi nulos. Y lo escuchaba y no lo entendía
cuando hablaba de la dialéctica, del materialismo histórico y el
materialismo dialéctico. Yo te lo juro que no lo entendía en absoluto, y nos
pasaba igual a todos los pelones que estábamos en ese año. Esa fue la
circunstancia que nos tocó.

Mónica: Los presidentes del CUUN después de “La Gata” Munguía fueron:
Octavio Rivas (1970); Melvin Rivas (1971); Miguel Bonilla (1972),
prolongándose su período hasta 1974, por el terremoto; Carlos Vicente
“Quincho” Ibarra (1974); Francisco “Chico” Meza (1975); Irving Dávila, por
León (1976). Dicho sea de paso, el candidato seleccionado por el FER era
Víctor Hugo Tinoco, pero perdió en las elecciones internas en la Facultad de
Medicina frente a Larry Balladares.

Luego Irving Dávila se va a la clandestinidad, más o menos en la misma


época que Antenor Rosales “El Capi”, entre 1977 y 1978. Irving Larios es de
los relevos de ustedes, ¿quiénes fueron los que quedaron al frente del
movimiento estudiantil entre 1977 y 1978?

Irving Larios: En Managua estábamos con Enrique Morales, Patricia


Orozco, Germán Ruiz, Mario Noguera, éramos el núcleo principal. Tuvimos
experiencias que no se me olvidan.

Mónica: Yo entro como responsable clandestina de todo este trabajo en


1978, después que salgo de la cárcel. Estuve una noche en la casa de mi

5
madre, viendo a mi hijo, abrazándolo después de casi un año sin poder
tocarlo. Y al día siguiente me llevan a una gran asamblea en el Auditorio 12
de la UNAN; y de ahí sale una marcha donde supuestamente iba yo, pero en
realidad me recoge un vehículo, y paso de nuevo a la clandestinidad, un día
después de salir de la cárcel. Me acuerdo de Walter Mendoza, quien estaba
en esa asamblea a pesar de que ya andaba semi-clandestino.

Irving Larios: Es correcto. A mí me tocó sacar la marcha ese día, que era
un mundo de gente que se nos juntó. Mi primera célula fue con Mayra
Reyes, Mayra González y Guillermo Avendaño. A él lo asesinan saliendo de
la casa de su papá, lo acribillaron, lo ametrallaron.

Irving Dávila: La Guardia comenzó a tratar de matar a dirigentes


estudiantiles descaradamente en la calle. Lo mismo hizo con Oscar Robelo,
lo mataron abiertamente en la calle para dar un ejemplo a los estudiantes y
que no se anduvieran metiendo en esos asuntos.

Mónica: El caso de Oscar fue terrible, porque él andaba una granada, y al


dispararle la Guardia, la granada estalló, y partes de su cuerpo, la quijada,
trozos de manos, quedaron colgadas en un alambre que tensaba un poste,
exactamente frente al Múnich. Ahí está todavía un pequeño monumento a
Oscar Robelo.

Oyente: Sólo quería decirles que cuando lo mataron, el compañero


Guillermo Avendaño dirigía el Movimiento Sindical Pueblo Trabajador
(MSPT), y había un soplón que se llamaba Silvio Ramírez Benavente, quien
fue el que lo señaló para que lo acribillaran en la calle.

Mónica: Sí. Este caso fue terrible. Silvio era infiltrado. Luego se hizo un
operativo de ajusticiamiento contra Silvio Ramírez Benavente, pero no
murió. Quedó parapléjico. Después del triunfo de la Revolución, y por la
generosidad que había, lo mandaron a Cuba a curarse del balazo.
Efectivamente también había infiltrados, y una represión dirigida contra los
líderes estudiantiles.

Sería bueno que ustedes puedan contar sobre la vinculación del


movimiento estudiantil con los movimientos de barrios y los movimientos
sindicales.

Irving Larios: Ésa era una de las tareas que nosotros más desarrollábamos
desde el CUUN y desde el FER. Organizábamos grupos de compañeros
estudiantes que estaban articulados en las células, o eran activistas del
CUUN, y después de las cuatro, cinco de la tarde, salían a las calles en
grupos de dos o tres, a distribuir volantes, a hacer mítines. Me acuerdo que
cuando yo vine a Managua, a comienzos del año 1977, me tocaba andar en
una moto con Harry Chávez, en San Judas, Monseñor Lezcano, y yo un poco

6
inseguro porque no conocía Managua.

Oyente: Habla María Haydee Sequeira. Quiero hacer algunas


remembranzas y compartir con ustedes, porque se nos acerca la fecha de
conmemoración de nuestros hermanos caídos el 23 de julio en León.
Nosotros tuvimos muchas experiencias. Yo trabajé con el FER, iniciándome
en las tareas revolucionarias en aquellos barrios humildes de León, en
donde tuve la oportunidad de conocer a Doris Tijerino, a Edgar Munguía –
ese hermano inolvidable con su ejemplo de honestidad y de lucha tan
abnegada–, a Juan José Quezada, que junto a Edgard fueron los primeros
compañeros que se me acercaron y me explicaron la situación difícil del
país.

Pero desde antes ya se alfabetizaba en los barrios humildes, en San Carlos,


La Providencia. Era la época cuando estaba Rommel Martínez, Rogelio
Ramírez, también Sócrates Flores, grandes compañeros que se destacaron.

Después conocí también a Irving y a Mónica. También se visitaban los


barrios pobres y se apoyaba los sábados a las religiosas de La Recolección.
Se atendía con los compañeros que estudiaban medicina. Era la época de
Roberto Huembes y de Iván Montenegro. Se celebraban las fiestas y los
carnavales testimoniales de protesta por la universidad, y se le señalaba al
pueblo, de manera muy alegre pero a la vez muy realista, la situación difícil
que se estaba viviendo.

Mónica: Creo que el mensaje de Carlos a los estudiantes es fundamental


para mejorar la calidad del trabajo que se había realizado, y expresa
valoraciones sobre el rol de los estudiantes en ese momento. Voy a leer
algunos fragmentos.

Carlos ve con optimismo que después de Pancasán,

...por primera vez en Nicaragua después de producirse serias


derrotas, la organización revolucionaria se encuentra en
condiciones de continuar sin interrupción el trabajo conspirativo
con miras a reanudar la acción reivindicadora...
Otros de los progresos realizados se refieren a la consolidación
de la autoridad moral...

Pero al mismo tiempo observa que,

...las dificultades para el desarrollo del movimiento


revolucionario son una consecuencia del debilitamiento
provocado por la política oportunista, seguida por los falsos
marxistas. Tal política oportunista de renuncia a la lucha armada
para conquistar el poder acaparó la dirección del movimiento

7
revolucionario por varios decenios y le imprimió métodos de
trabajo pacifiqueros...

Critica al movimiento estudiantil de desmovilización y acomodamiento:

La inactividad que hemos apuntado, no se refiere únicamente


ante las obligaciones de evidente carácter revolucionario. Ocurre
que la educación del país sufre tremendos problemas quedando
la mayoría de los niños fuera de la escuela; se limita el ingreso
en determinadas facultades universitarias; ocurre, en fin, que el
Gobierno mutila el presupuesto universitario, negándose a
financiar la construcción de las edificaciones necesarias.
Mientras tanto el movimiento estudiantil y de su sector
revolucionario se cruza de brazos. Superar esto es un punto
decisivo en el fortalecimiento de la batalla por transformar el
nefasto sistema político y social que domina Nicaragua. Esta
superación ha de ser posible en la medida en que el movimiento
estudiantil de Nicaragua se mantenga fiel a la línea de los
estudiantes que no han escatimado sacrificios personales para
cumplir con el deber de defender al pueblo. El movimiento
estudiantil nicaragüense ha escrito páginas brillantes que
permiten confiar en que sabrá ser leal al pueblo...
Nuestra exigencia de una resuelta militancia revolucionaria de
los estudiantes es naturalmente repudiada por los ideólogos
capitalistas, que por cierto, son más capitalistas, que
demócratas.

Considero que este mensaje de Carlos Fonseca a los estudiantes son líneas
políticas que determinan el salto de calidad que observamos en el
movimiento estudiantil, en la década de los setenta.

Irving Dávila: Precisamente eso significa la universalidad de ideas que nos


encontramos y que era absolutamente desconocida para nosotros en el
mundo estrecho y limitado que veíamos. Encontramos a un movimiento
estudiantil fuerte, que tenía una acción concreta al interior de la
universidad en la lucha por la defensa de los intereses de los estudiantes.
Pero que además de eso, estaba profundamente volcado hacia la calle,
hacia el barrio, hacia la comunidad.

Desde los primeros días en que nos vinculamos al movimiento estudiantil


fuimos a las calles de León. Comencé a conocer las calles de León
repartiendo papeletas, yendo casa por casa a dejar un comunicado, a
hablar con la gente, a meternos a los barrios, como Sutiava, que no conocía
porque estaba recién llegado a León y Sutiava quedaba muy largo, porque
éramos gente de a pie y teníamos que caminar mucho, no nos podíamos

8
montar en cualquier tipo de vehículo por la represión de la Seguridad
Nacional (OSN).

Comenzamos a conocer a la gente, a hablar con la gente, a conocer los


problemas de la gente, y eso nos dio una mayor vinculación, y una mayor
fortaleza, y un mayor sustento en el trabajo que estábamos haciendo, y
obviamente esto se convertía en una retribución a nuestra propia
conciencia política.

Creo que es importante señalar el ejemplo de quienes nos precedieron, los


que habían muerto y los que estaban vivos, y los que se habían ido a la
clandestinidad; porque todo ese caudal de inquietudes, de rebeldías, no
eran rebeldías sin causa, eran rebeldías con causa y, precisamente, el
Frente Sandinista constituyó para nosotros el cauce donde desbordamos
nuestras inquietudes.

Y a través del FSLN, que tenía una vinculación profundamente popular, de


defensa de los intereses populares, obviamente nos sentimos como peces
en el agua, y no nos costó mucho integrarnos. No fue un choque estar
pensando que era una organización clandestina y que si no era clandestina.
Evidentemente nos daba miedo, a todos nos dio miedo; pero era mucho
más fuerte el nivel de conciencia que habíamos adquirido para superar ese
miedo y continuar trabajando.

Nos daba miedo cuando salíamos a las calles. Nos daba miedo cuando
pensábamos que “El Chele” Aguilera o Espinales o “El Chino” –agentes de la
Oficina de la Seguridad Nacional y el segundo, oficial de la Guardia
Nacional– nos podían atrapar en León. Sin embargo todos los días
volvíamos a salir, porque sabíamos que había una causa noble, justa y que
había un partido o una organización político-militar con militantes con una
profunda mística, a quienes nosotros debíamos seguir ejemplarmente.

Oyente: Comandante, mi nombre es Juan Freddy Cruz, vivo aquí en


Jinotepe, pero soy rivense. Quisiera decirle rapidito, pues, darle los buenos
días, tranquilo, cómo estamos y acordarme que cuando yo tenía ocho años
de edad, en 1978, con los estudiantes que eran mayores, del Colegio San
Martín, de Rivas, los chavalitos nos tomamos la escuela de primaria de
Santo Domingo, y teníamos apenas ocho años, y nosotros apoyamos la
lucha siendo estudiantitos chiquititos, y rompimos la puerta de la Dirección
de la escuela y le dimos el mimeógrafo a los mayores, para que ellos
hicieran las volantes.

Nosotros rompimos unas mantas, y estábamos chiquitos. Y nos pusimos las


máscaras con esas mantas y aquella algarabía (se ríe) de los chavalitos, y
llegó la Guardia y nosotros no le tuvimos miedo. También hay que recordar
la Federación de Estudiantes de Secundaria, y después, los cortes de café,

9
cuando nos organizamos para ir al Servicio Militar.

Irving Larios: Cuando nosotros nos incorporamos a la lucha contra la


dictadura, a pesar de que había una bonanza económica, había razones de
fondo para luchar. Existían ejemplos, la mística, y eso está muy relacionado
con la situación actual.

Teníamos líderes que realmente convocaban a la juventud, la motivaban.


Teníamos propuestas de movilización de los jóvenes. El trabajo se realizaba
por conciencia, no por un salario como ocurre hoy con los dirigentes
estudiantiles. Nos mandaban a buscar casa, a buscar recursos en general, a
reclutar gente; pero además nosotros teníamos que buscar nuestra propia
alimentación, nuestros propios recursos, y se nos enseñaba que los
recursos de la organización eran sagrados.

Es decir, un ambiente totalmente distinto al de ahora, y eso pesa, y ese


relevo no logra encontrar esos valores. ¿Cuáles son las cosas que puedan
conducirlos o arrastrarlos a una lucha? Porque la crisis económica que hay
en las actuales circunstancias, es más difícil que la crisis económica que
existía en tiempos de Somoza, y nosotros fuimos capaces desde el Frente
Sandinista de convocarlos. Ahora hay deterioro en la salud, hay las mismas
condiciones de analfabetismo y la gente no está motivada.

Mónica: En la década de los años noventa se abrió la contrarreforma


capitalista en Nicaragua, y no hemos logrado salir de ella. Y ese reflujo
penetra todos los estamentos de la sociedad y ha penetrado la Universidad
y al movimiento estudiantil. Hay retroceso en las ciencias sociales, la
universidad se ha mercantilizado y ha perdido el papel crítico que debe
jugar en la sociedad. De alguna manera se ha doblegado al poder.

Irving Dávila: Sí, pero yo tengo otra lectura también del asunto. No tengo
contradicción con lo que señalás, pero también hay otras cosas. Señalaba
cómo nos incorporamos y las razones de ello. Es cierto, había una situación
de bonanza, y mucha gente de los viejos de hoy, añoran esa época y hablan
de los años del algodón; pero recuerdo que en esos años me impactaba
profundamente ver sobre las calles de Chinandega cómo venían decenas de
miles de campesinos arrastrados prácticamente, en los tráileres donde
cargaban el algodón; allí venían a la ciudad a recibir un escuálido salario,
que después lo dejaban en las cantinas, en los juegos de azar, no volvían a
su casa, es decir, era una tragedia.

La bonanza también tenía su contraparte que era la tragedia y la miseria de


las mayorías, y quizás mucha gente tal vez no recuerde muy bien esto, pero
todas estas cosas eran realidades, así como la represión de la que nos
contaba Irving que le tocó vivir. Recuerdo que no podía ir a las fiestas,
porque cada vez que regresábamos a las doce de la noche, era un temor

10
terrible cuando veíamos un vehículo detrás de nosotros, porque si era la
Guardia, seguro nos levantaba.

Todas esas cosas de represión política, de explotación económica a la


población eran reales. Había otros elementos de motivación muy
individuales que se conectaban. Mis propias motivaciones de organización:
la Universidad, un Frente Sandinista que está vinculado a los intereses
populares, y aquí es donde quiero dar la explicación. El Frente Sandinista en
esa época tenía una estrategia político-militar. Y había una línea de masas
concreta.

Aquí se subía cinco centavos a la leche, y nosotros estábamos en la calle.


Un peso a la gasolina, y nosotros estábamos en la calle. Cinco centavos al
bus, y nosotros salíamos a la calle. Porque el Frente Sandinista estimulaba
también esas reivindicaciones y nosotros estábamos ahí presentes. En esa
época había condiciones revolucionarias, pero también condiciones
subjetivas, que eran las condiciones de organización y de conciencia que
aportaba y estimulaba el Frente Sandinista a través de toda su estructura, y
nosotros éramos parte de eso.

Oyente: Habla Armando Martínez. Yo también estoy preocupado con la


problemática de los estudiantes, porque recuerdo que en 1971, cuando
tenía diez años, participé en la huelga contra el alza del precio de la leche.
Eso me costó la expulsión de la escuela y mandaron un telegrama a nivel
nacional, para que no me dieran matrícula en ningún centro. Ahora veo que
los estudiantes se han interesado nada más en el seis por ciento, y los
problemas cotidianos de toda la ciudadanía en general no les importan, no
protestan por nada y no hay quien encabece estas luchas. Yo me pregunto,
¿qué es lo que pasa?

Mónica: Antes teníamos un proyecto de cambio radical. Ahora tendríamos


que preguntarnos si existe una fuerza política empeñada en ese cambio.
Creo que lo primero que habría que dilucidar es qué fuerza encarna ahora
ese proyecto de cambio profundo, del que Carlos Fonseca dice: “Las fuerzas
políticas capitalistas con influencia en ciertos sectores del pueblo,
pretenderán un cambio a base de componendas, un cambio sólo de nombre
de Somoza en el aparato estatal, pero conservando en lo fundamental
intacto el poder económico de la clase capitalista nacional y extranjera”.
Frente a esas pretensiones, el Frente Sandinista de izquierda, que encabeza
Carlos, presenta un proyecto revolucionario.

Pero, ¿quién encarna ahora ese proyecto? Porque si lo hubiera, aún con
diferencias de enfoques, se podrían sumar esfuerzos para determinadas
etapas, o rutas del proyecto. Sumar todos los esfuerzos para luchar por ese
cambio en el sector estudiantil, en el sector sindical, en el campo.

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Pero creo que la gran trampa en la que se están moviendo todos los
sectores sociales en Nicaragua, es la trampa del electoralismo, de creer que
los cambios se van a producir nada más a partir de ganar las elecciones, sin
darse cuenta que los verdaderos cambios son aquéllos que se pueden
producir por acción directa del mismo pueblo, que fue lo que pasó en la
lucha contra la dictadura.

Irving Dávila: Sí, el movimiento popular genera su propio liderazgo pero


también la labor del partido político, del movimiento político, es
precisamente contribuir a dotar a esos dirigentes de los elementos políticos
de análisis necesarios para poder asumir los intereses de los trabajadores.

No es una concepción vanguardista. Yo creo que sigue siendo válido tener


en cuenta que hay sectores de la población atrasados, hay un alto índice de
analfabetismo en este país, hemos vuelto a los años 70, estamos arriba del
35 por ciento, al menos oficialmente, porque extraoficialmente se habla de
un porcentaje más alto.

Creo que nos corresponde a los sectores que tenemos contacto con el
saber, con el conocimiento, con la ciencia, llevar también esos
conocimientos a los sectores más atrasados de la población para que ésta
aprenda a descubrir su propia realidad y sea sujeto de transformación. Pero,
¿cuál es el problema? Creo que ahí es donde la cúpula del Frente Sandinista
tiene una gran responsabilidad en lo que está pasando en este país.

Antes, como explicaba, había una línea política, una línea de masas, un
programa político. ¿Qué es lo que sucede? Esa fuerza maravillosa,
extraordinaria, esa fuerza coadyuvante de los procesos de transformación
que son la juventud y particularmente los movimientos estudiantiles, era
potenciada por ese proyecto del Frente.

He estado en reuniones con jóvenes y encuentro en ellos una gran rebeldía.


Pero hoy no tienen referentes como nosotros los tuvimos, ejemplos como
los que tuvimos nosotros, de compañeros con una profunda mística, que
dieron hasta su vida. ¿Cuál es el ejemplo que ven los jóvenes el día de hoy?
Compañeros descompuestos moralmente, que andan muy cerca de la
delincuencia, de la corrupción de los dirigentes políticos, es decir,
alejamiento de los intereses populares, defensa de intereses mezquinos, y
eso no es ejemplo para movilizar a la juventud.

La juventud ha tomado distancia de esa dirigencia porque esa dirigencia


está interesada en la desmovilización de la juventud, porque son los
factores y las fuerzas fundamentales para la transformación. Hay un interés
claro en el caso del movimiento universitario, como decía Irving Larios, y
esa es responsabilidad directa de la cúpula del FSLN. Lo que hay allí son
dirigentes a sueldo, y un gran fenómeno de corrupción en la dirigencia

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universitaria; ahí se manosea y se manipula las becas, las ayudas
económicas a los estudiantes, y los mediatizan y los inmovilizan, y sólo los
mueven cuando hay intereses políticos de la cúpula del FSLN o por el seis
por ciento, que nunca se ha logrado, y hasta muertos han quedado en el
camino.

Creo que estamos en un momento de reflujo revolucionario; pero los flujos


no llegan solos, llegan en la medida en que hay personas, dirigentes,
organismos, organizaciones que sean capaces de poder asumir su propia
responsabilidad. En este caso, la responsabilidad ciudadana más allá de los
procesos electorales. Porque, pase lo que pase en las elecciones, el hambre
persiste, la explotación, la miseria, la prostitución infantil, los huele pega en
la calle, etcétera. Todo esto persiste y va más allá de los procesos
electorales. Y un partido político que se precie de revolucionario, debería
estar por encima de los procesos electorales, porque debe defender los
intereses nacionales, los intereses de la mayoría.

Mónica: Cuando luchábamos contra la explotación, luchábamos para


construir una Nicaragua basada en otros esquemas económicos, en otro
esquema de carácter social, una Nicaragua con igualdad, con justicia. ¿Qué
pasa?, que después de la derrota electoral hay quienes han pensado que
esta lucha contra el sistema no se puede dar. El sistema funciona como un
engranaje, como el dispositivo de un reloj, un conjunto de ruedas dentadas
que una se engancha con la otra. De repente una de las ruedas está arriba
y la otra está abajo, pero todas conforman el engranaje de la maquinaria
llamada reloj.

A veces los partidos políticos son eso, uno está arriba y el otro abajo, pero
al final forman parte del mismo engranaje. Así opera la democracia
capitalista, y el capitalismo tiene una capacidad tan grande de entusiasmar
a la gente con las fiestas electorales, porque los afiliados creen que al estar
una de las ruedas de arriba, va a cambiar la cosa, pero en realidad forman
parte del mismo engranaje. Y la única manera de que una organización
revolucionaria no termine siendo parte del engranaje, es que haga una
propuesta de cambio de ese sistema. Con otra constitución, distinta a la de
ese engranaje perverso.

Entonces, al no estar presente esa propuesta de cambio en las actuales


circunstancias, no hay una preocupación por el tema de la conciencia, por
desnudar el carácter del sistema que nos oprime, sino más bien de convivir
con este sistema y aprovechar las migajas del sistema buscando estar
arriba, pero al final de cuentas, formando parte de ese engranaje.

Oyente: Compañera, mire. Es que quería, ya que está recordando ahí a los
compañeros dirigentes estudiantiles, quería ver si se le hacía un recuerdo
ahí al compañero Guillermo Avendaño, quien murió rafagueado por la

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Guardia somocista allá por los talleres del barrio Riguero; y al mismo
tiempo, también al compañero Enrique Flores, quien fue uno de los más
destacados en la lucha anti-somocista del colegio que, desgraciadamente,
los somocistas le volvieron a cambiar el nombre, pues actualmente se llama
Modesto Armijo.

Irving Larios: Casimiro, “La Gata” Munguía, Guillermo Avendaño, Chico


Meza, Ulises Rodríguez, todos estos compañeros lucharon frontalmente
contra el sistema. Ahí no había duda de que nosotros nos dispusimos a
romper el sistema somocista, a luchar contra el sistema opresor, a
transformar y a luchar por transformar ese sistema.

Creo que el movimiento estudiantil de hoy, igual que los otros sectores
sociales, tiene dificultades en asumir un papel revolucionario con más
combatividad, porque está siendo mediatizado; su rol se limita a ser mero
espectador del sistema, y no está integrado a esa lucha frontal, tal como
nosotros la vivimos.

Mónica: Algunos de los oyentes manifiestan dudas sobre los métodos para
conseguir transformaciones. Yo creo que el método universal es la lucha.
Algunos creen que todo se puede conseguir por el diálogo y le tienen terror
a la confrontación. Y no estamos hablando de vivir permanentemente en
manifestaciones o detrás de barricadas. Pero cuando un sector es agredido
por una política, lo que tiene que hacer es luchar por sus derechos.

Pongo un ejemplo, el caso de los maestros que tienen salarios de hambre.


¿Vos creés que alguien les va a aumentar los salarios a los maestros? ¿Será
que los maestros estarán esperando que si gana el Frente Sandinista
automáticamente se les van a mejorar los salarios? Yo creo que la mejoría
de los salarios de los maestros sólo se puede conseguir con lucha. Toda la
historia de la humanidad así ha sido, las cosas no caen como el maná del
cielo, son resultados de las luchas.

Irving Larios: También como lección sobre los métodos de lucha de esta
etapa, recuerdo que estábamos en una confrontación armada, pero no
confundíamos los escenarios. Por las características represivas que tenía la
Guardia, no salíamos a la calle armados de morteros. Nos hubieran
aniquilado con la primera marcha; pero íbamos al barrio con el teatro
estudiantil, con la mosca; íbamos a movilizar a la población, a que ésta
hiciera su fogata. Esos eran los métodos que nosotros utilizábamos, porque
en los métodos de lucha está la creatividad.

Recuerdo la huelga de hambre que inició doña Albertina Serrano, la mamá


de Marcio Jáenz, quien estaba en huelga de hambre con Tomás Borge en la
cárcel. La señora se instaló en la Cruz Roja para respaldar la lucha de su
hijo, y logró movilizar a todos los estudiantes del país, hasta los niños de

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primaria. Precisamente de esa jornada surgió Luis Alfonso Velásquez Flores.

Y no estamos hablando de acciones estrictamente violentas. Estamos


hablando de una combinación de distintas formas de lucha. El problema es
que la gente tiene una visión de que sólo hay un método de lucha, pero
aquí tenemos que pensar que hay que articular otras alternativas, distintas
alternativas, porque el sistema también te va cerrando espacios.

Mónica: Antes de terminar, quiero dar algunos elementos informativos.


Cuando el Frente Sandinista se dividió, también se dividió el FER entre GPP
y Proletarios. En esos tiempos ocupaba la presidencia Francisco Meza que
era Prole. Y a partir de eso, las fuerzas que se confrontan en las elecciones
para el CUUN son las del FSLN dividido. Pero en todas las elecciones ganó el
candidato de la GPP. En el año 1977 el presidente fue Antenor Rosales. El
último presidente del CUUN elegido antes del triunfo revolucionario, fue
Noel Martínez, en 1979, y tuvo como oponente a Fernando Caldera, de los
Proletarios.

De igual manera se dividió el trabajo en la secundaria. Los Proletarios


organizan la AES en los departamentos, donde el FER-GPP controlaba el
MES; de manera que en León y Managua la AES es de los Proles y el MES de
la GPP, no así en Matagalpa, donde el movimiento de secundaria siempre se
llamó AES y estuvo bajo la hegemonía de la GPP.
Cerremos este programa con alguna reflexión.

Irving Larios: Quiero agradecer el esfuerzo que estás haciendo por


reconstruir la tradición de lucha del movimiento estudiantil, su papel de fiel
aliado de los sectores populares, su compromiso con la revolución, y a partir
de ahí hacer un esfuerzo por el empoderamiento y la retoma del rol
transformador de las nuevas generaciones de estudiantes.

Creo que esta etapa de reflujo va pasar como ha pasado toda la violencia,
toda esa fuerza del modelo neoliberal. Este sistema va a pasar en la medida
que todos los revolucionarios continuemos en ese camino, en esa senda de
lucha, y estoy seguro que ahí van a estar nuevas generaciones de líderes
estudiantiles trabajando por organizar a los estudiantes.

22 de julio del 2000

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Aceptamos el desafío de Carlos Fonseca
Irving Larios e Irving Dávila

Irving Larios nace en Corinto, Chinandega, el 15 de mayo de


1958. Estudia primaria en Corinto y secundaria en el Colegio San
José, en Chinandega. Se integra al Movimiento Estudiantil de
Secundaria (MES) y participa en las jornadas de protesta por el
despido de varios médicos revolucionarios en el año 1975. En
1977 inicia estudios de Economía en Managua, y se incorpora a
las estructuras del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Es miembro del Comité Ejecutivo del Frente Estudiantil
Revolucionario (FER) Edgard Munguía, en el período 1978-1979,
y al triunfo de la Revolución Popular Sandinista, es miembro del
Comité Nacional de la Juventud Sandinista y del Consejo
Nacional de Educación Superior (CNES). Entre 1980 y 1988,
labora en la Dirección V del Ministerio del Interior y luego en el
Departamento de Relaciones Internacionales del FSLN. Después
del año 1990 concluye estudios de licenciatura y Maestría en
Economía. A la fecha de la entrevista, trabaja en la organización
de movimientos de la sociedad civil, que luchan por sus
derechos civiles y políticos.

**

Irving Dávila nace el 12 de diciembre de 1954 en Chinandega.


Ingresa a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en
León, en el año 1973. Participa en las jornadas por la libertad de
Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton. Es electo miembro de la
Junta Directiva de la Asociación de Estudiantes de Derecho de
León. Es electo Presidente del Centro Universitario de la
Universidad Nacional en el período 1976-1977. Asesora al
Movimiento de Estudiantes de Secundaria de Chinandega, Estelí
y Matagalpa.
Se incorpora a la lucha clandestina en mayo de 1978 y es
combatiente de la escuadra guerrillera César Augusto Salinas
Pinell y luego de la Columna Bonifacio Montoya, y en el año 1979
combate en el Frente Nor-Oriental Pablo Úbeda.
Después del triunfo de la Revolución es fundador del Ejército
Popular Sandinista y luego pasa a ocupar responsabilidades en el
Departamento de Relaciones Internacionales DRI- FSLN. Se
reincorpora al Ejército en el año 1982 y es retirado en 1990.
Concluye sus estudios de Derecho en la UNAN, y realiza un post-

1
grado en Derecho Internacional y Europeo en la Universidad
Católica de Lovaina, en Bélgica. A la fecha, es docente
universitario en las universidades Americana y Centroamericana
(UAM y UCA), y trabaja en organizaciones de la sociedad civil.

El movimiento estudiantil nicaragüense había sido desafiado por Carlos


Fonseca en su mensaje a los estudiantes revolucionarios en 1968. El
balance que hace Carlos del movimiento estudiantil en las dos
universidades, es muy duro, pues valora que a esa fecha la penetración
ideológica capitalista ha desmovilizado al estudiantado; y responsabiliza a
los estudiantes revolucionarios de falta de beligerancia para enfrentar las
políticas de conciliación que impulsa la Democracia Cristiana y los “falsos
marxistas”.

Carlos desnuda los contenidos del documento de la Universidad Nacional,


denominado Plan de Desarrollo, en donde se determina que hay que
“vincular” a la universidad con los “planes de desarrollo”. Al mismo tiempo
que “los profesores de ideología capitalista pretenden alejar a los
estudiantes de la lucha”, los quieren poner al servicio de sus propósitos,
“son los planes elaborados por el imperialismo yanqui y sus agentes del
gobierno de Nicaragua”... “El progreso de Nicaragua, el desarrollo de su
economía, la liquidación de su pavorosa miseria, al igual en toda América
Latina, no podrá alcanzarse sino bajo un nuevo sistema, un sistema de
plena liberación nacional. Y mientras la universidad y los estudiantes no
participen en la lucha por la liberación, es absurdo e hipócrita hablar de una
legítima vinculación al desarrollo”.

En el año 1969 las resoluciones del IV Congreso Estudiantil y las elecciones


para el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), significaron
un salto en la dirección revolucionaria reclamada por Carlos Fonseca.

En 1971 se organiza el Movimiento Estudiantil de Secundaria, que en


algunos departamentos se denomina Asociación de Estudiantes de
Secundaria. Para estos años, en la Universidad existían varias
organizaciones: los Comités de Lucha de Estudiantes Universitarios (CLEU),
brazo estudiantil del Movimiento de Acción Popular Marxista Leninista (MAP-
ML), de influencia maoísta; la Juventud Socialista Nicaragüense que
organizó la Unión Democrática Estudiantil (UDE); la Liga Marxista-Leninista;
la Izquierda Revolucionaria Cristiana, de los socialcristianos; el Frente
Estudiantil Liberal Somocista, que después se convirtió en el Frente
Estudiantil Revolucionario Nacionalista, (FERNA). Estas organizaciones
hacen su trabajo entre los estudiantes y se disputan la hegemonía a través
del control de las Asociaciones y la presidencia del CUUN.

Hablamos con dos dirigentes estudiantiles de la segunda mitad de los años


setenta, de lo que fue la última camada del FER antes del triunfo de la

2
Revolución en 1979, quienes nos ofrecen su testimonio y reflexionan sobre
los desafíos de las nuevas generaciones de estudiantes.

Mónica: Como de costumbre, quiero saber ¿cómo se involucran en la lucha


revolucionaria, qué factores de motivación encontraron en los primeros
años de su vida para comprometerse en la lucha por la transformación de
Nicaragua?

Irving Dávila: Mi mamá se llama Daisy Dávila Rodríguez, quien también


fue mi padre, como se dice; ella fue mi mamá y papá al mismo tiempo. Ella
me crió sola y yo era su único hijo, pero fue muy rígida, muy severa, en la
transmisión de valores, que también venían un poco por la vía religiosa-
católica. Me inculcó valores cristianos. En los primeros años también tuve
mucha influencia de la Iglesia Católica, fui monaguillo, estudié en colegios
religiosos y muchos de esos valores los asimilé y fue lo que en alguna
medida me permitió ver con un ojo más crítico la realidad que me
circundaba. Pero es hasta que llego a la universidad, donde comienzo a
tener influencia de otras ideas, y empiezo a analizar y a vincular todos
aquellos valores que yo tenía, con una práctica concreta.

Había mucha represión de la Guardia Nacional. En mi casa también había


mucha represión, mucho me controlaban; en el colegio igualmente nos
controlaban; es decir, era un ambiente bastante represivo, y era muy difícil
escapar de él. No fue sino hasta que salí de secundaria, cuando ya me
sentía un poquito más grandecito, que me daban un poco más de
libertades.

Mónica: Ingresás a la Universidad y ahí nomás te incorporás a la lucha. ¿O


sea, que ya venías con ciertas inquietudes?

Irving Dávila: Creo que era por ese ambiente represivo que yo sentía; eso
me provocó rebeldía, y mis primeras rebeldías se dan precisamente contra
la religión católica, porque cuando comienzo a ver que las realidades son
distintas de cómo me están enseñando en el catecismo, en el colegio, yo
comienzo a tener mis primeras rebeldías frente a la religión, de
cuestionamiento de mí mismo, de mi propia individualidad, de mi propia
existencia, de la vida, de la injusticia y sobre la validez de una serie de
valores. Sin embargo, en esa etapa yo no lograba hacerlos trascender en
una acción política, pero sí sentía en mí una profunda rebeldía frente a la
sociedad. La represión era tal, que en esa época ni siquiera nos dejaban
que nos creciera el pelo. Un centímetro nos crecía y los curas en el colegio
nos levantaban de la patilla y nos mandaban a rasurar más corto todavía.

Irving Larios: Nací en Corinto en una situación muy particular que ahora, a
estas alturas de mi vida, me doy cuenta que esas vivencias que tuve en mi
infancia, fueron las que me llevaron a formar mi conciencia, mi identidad de

3
clase. Yo les cuento a mis amigos que nací en medio de los prostíbulos de
Corinto, en uno de los barrios marginados, y mi gente tuvo que trabajar
muy duro para poder desarrollarse.

Mis primeros pasos, efectivamente, fueron actos de rebeldía vinculados a la


Iglesia Católica en los primeros años de trabajo pastoral del cura
progresista José Chendel, quien nos animaba a un compromiso con los
pobres. Él fue colaborador del Frente. Tuve la oportunidad, a los catorce
años, de integrarme a los movimientos sociales que se crearon en Corinto,
a las huelgas de esos años. Incluso fui expulsado del instituto en Corino, por
participar en una de estas huelgas y tuve que trasladarme a Chinandega,
donde seguí estudiando.

Mis primeras manifestaciones de toma de conciencia tuvieron que ver con


una situación muy particular en relación con la Guardia Nacional. De unos
trece años, aproximadamente, iba un guardia en una bicicleta; me
atropelló, y en vez de detenerse y levantarme, se quitó su fusil y comenzó a
culatearme. Entonces esto me marcó.

Desde 1973, cuando estaba en secundaria, ya participé en los movimientos


estudiantiles. En los años 70, Corinto pasaba por una situación de bonanza
económica, había trabajo, los salarios eran fuertes, sólidos, porque era la
época algodonera, de las exportaciones, y la gente tenía una situación
bastante cómoda, en medio de la pobreza general. Lo que me vino a
terminar de fortalecer mi conciencia fue cuando participé en la primera
manifestación que se dio, creo que fue en el año 1976, y la Guardia nos
reprimió en Las Betlemitas. Ya Irving Dávila era dirigente estudiantil en
León y llegó a apoyarnos.

Cuando me traslado a la universidad en Managua, a finales del año 1976,


ya traía mi compromiso. Me fue fácil integrarme, y por las limitaciones y la
urgencia que tenía el Frente de sacar gente, yo tuve la dicha de pasar a
asumir responsabilidades rápidamente. No fue porque las quisiera, sino
porque alguien tenía que asumirlas. Me acuerdo que me tocó venir en la
época que se estaban yendo Antenor Rosales, Noel Escobar, Felipe Escobar;
y nos tocó junto a Guillermo Avendaño, a Germán Ruiz y a Mario Noguera,
asumir responsabilidades sin ninguna experiencia.

Irving Dávila: Ésa fue la última camada del FER, antes del triunfo de la
Revolución, porque yo soy parte de la generación sucesora tuya, de Omar
Cabezas, Hugo Torres, Iván Gutiérrez “Churumbel” y toda la gente que se va
en 1974, que es donde yo entro.

Mónica: Ustedes nos relevan a los que nos fuimos a la clandestinidad en


1974. Tengo la misma edad que Dávila, pero nunca fui parte de la
estructura estudiantil, salvo la presidencia de mi sección cuando estaba en

4
el Básico, en primer año. Mi trabajo fue impulsar el movimiento cristiano y
el trabajo de barrios. Pedro Aráuz nos pedía que no nos involucráramos y no
nos quemáramos en el movimiento estudiantil; pero era inevitable porque
participamos de diversas jornadas de lucha, en las marchas contra el
incremento del precio del transporte público y del litro de leche, la huelga
de la construcción en 1973, la huelga de las enfermeras, las tomas de la
Catedral por la libertad de Chico Ramírez y Efraín Nortalwalton, y toda esa
jornada de 1973 que fue muy importante.

Irving Dávila: Nosotros somos el relevo de ustedes, porque prácticamente


el Partido Socialista y la UDE, que era los que tenían expresión en la
universidad, el CLEU, el MAP, etcétera, quisieron aprovecharse de esas
circunstancias, y nosotros nos vimos empujados por el ejemplo de todos los
que se habían ido, y nos animamos, nos llenamos de coraje y asumimos
responsabilidades.

Recuerdo que ni hablar sabíamos y, sin embargo, tuvimos que agarrar un


micrófono en el Auditorio del Básico en la UNAN y enfrentarnos a Federico
López, quien había venido de la Unión Soviética, preparado en la Patricio
Lumumba, y era un extraordinario orador. Yo nunca lo entendí, porque lo
que hablaba era muy elevado, sobre todo cuando hablaba de marxismo, en
lo que mis conocimientos eran casi nulos. Y lo escuchaba y no lo entendía
cuando hablaba de la dialéctica, del materialismo histórico y el
materialismo dialéctico. Yo te lo juro que no lo entendía en absoluto, y nos
pasaba igual a todos los pelones que estábamos en ese año. Esa fue la
circunstancia que nos tocó.

Mónica: Los presidentes del CUUN después de “La Gata” Munguía fueron:
Octavio Rivas (1970); Melvin Rivas (1971); Miguel Bonilla (1972),
prolongándose su período hasta 1974, por el terremoto; Carlos Vicente
“Quincho” Ibarra (1974); Francisco “Chico” Meza (1975); Irving Dávila, por
León (1976). Dicho sea de paso, el candidato seleccionado por el FER era
Víctor Hugo Tinoco, pero perdió en las elecciones internas en la Facultad de
Medicina frente a Larry Balladares.

Luego Irving Dávila se va a la clandestinidad, más o menos en la misma


época que Antenor Rosales “El Capi”, entre 1977 y 1978. Irving Larios es de
los relevos de ustedes, ¿quiénes fueron los que quedaron al frente del
movimiento estudiantil entre 1977 y 1978?

Irving Larios: En Managua estábamos con Enrique Morales, Patricia


Orozco, Germán Ruiz, Mario Noguera, éramos el núcleo principal. Tuvimos
experiencias que no se me olvidan.

Mónica: Yo entro como responsable clandestina de todo este trabajo en


1978, después que salgo de la cárcel. Estuve una noche en la casa de mi

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madre, viendo a mi hijo, abrazándolo después de casi un año sin poder
tocarlo. Y al día siguiente me llevan a una gran asamblea en el Auditorio 12
de la UNAN; y de ahí sale una marcha donde supuestamente iba yo, pero en
realidad me recoge un vehículo, y paso de nuevo a la clandestinidad, un día
después de salir de la cárcel. Me acuerdo de Walter Mendoza, quien estaba
en esa asamblea a pesar de que ya andaba semi-clandestino.

Irving Larios: Es correcto. A mí me tocó sacar la marcha ese día, que era
un mundo de gente que se nos juntó. Mi primera célula fue con Mayra
Reyes, Mayra González y Guillermo Avendaño. A él lo asesinan saliendo de
la casa de su papá, lo acribillaron, lo ametrallaron.

Irving Dávila: La Guardia comenzó a tratar de matar a dirigentes


estudiantiles descaradamente en la calle. Lo mismo hizo con Oscar Robelo,
lo mataron abiertamente en la calle para dar un ejemplo a los estudiantes y
que no se anduvieran metiendo en esos asuntos.

Mónica: El caso de Oscar fue terrible, porque él andaba una granada, y al


dispararle la Guardia, la granada estalló, y partes de su cuerpo, la quijada,
trozos de manos, quedaron colgadas en un alambre que tensaba un poste,
exactamente frente al Múnich. Ahí está todavía un pequeño monumento a
Oscar Robelo.

Oyente: Sólo quería decirles que cuando lo mataron, el compañero


Guillermo Avendaño dirigía el Movimiento Sindical Pueblo Trabajador
(MSPT), y había un soplón que se llamaba Silvio Ramírez Benavente, quien
fue el que lo señaló para que lo acribillaran en la calle.

Mónica: Sí. Este caso fue terrible. Silvio era infiltrado. Luego se hizo un
operativo de ajusticiamiento contra Silvio Ramírez Benavente, pero no
murió. Quedó parapléjico. Después del triunfo de la Revolución, y por la
generosidad que había, lo mandaron a Cuba a curarse del balazo.
Efectivamente también había infiltrados, y una represión dirigida contra los
líderes estudiantiles.

Sería bueno que ustedes puedan contar sobre la vinculación del


movimiento estudiantil con los movimientos de barrios y los movimientos
sindicales.

Irving Larios: Ésa era una de las tareas que nosotros más desarrollábamos
desde el CUUN y desde el FER. Organizábamos grupos de compañeros
estudiantes que estaban articulados en las células, o eran activistas del
CUUN, y después de las cuatro, cinco de la tarde, salían a las calles en
grupos de dos o tres, a distribuir volantes, a hacer mítines. Me acuerdo que
cuando yo vine a Managua, a comienzos del año 1977, me tocaba andar en
una moto con Harry Chávez, en San Judas, Monseñor Lezcano, y yo un poco

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inseguro porque no conocía Managua.

Oyente: Habla María Haydee Sequeira. Quiero hacer algunas


remembranzas y compartir con ustedes, porque se nos acerca la fecha de
conmemoración de nuestros hermanos caídos el 23 de julio en León.
Nosotros tuvimos muchas experiencias. Yo trabajé con el FER, iniciándome
en las tareas revolucionarias en aquellos barrios humildes de León, en
donde tuve la oportunidad de conocer a Doris Tijerino, a Edgar Munguía –
ese hermano inolvidable con su ejemplo de honestidad y de lucha tan
abnegada–, a Juan José Quezada, que junto a Edgard fueron los primeros
compañeros que se me acercaron y me explicaron la situación difícil del
país.

Pero desde antes ya se alfabetizaba en los barrios humildes, en San Carlos,


La Providencia. Era la época cuando estaba Rommel Martínez, Rogelio
Ramírez, también Sócrates Flores, grandes compañeros que se destacaron.

Después conocí también a Irving y a Mónica. También se visitaban los


barrios pobres y se apoyaba los sábados a las religiosas de La Recolección.
Se atendía con los compañeros que estudiaban medicina. Era la época de
Roberto Huembes y de Iván Montenegro. Se celebraban las fiestas y los
carnavales testimoniales de protesta por la universidad, y se le señalaba al
pueblo, de manera muy alegre pero a la vez muy realista, la situación difícil
que se estaba viviendo.

Mónica: Creo que el mensaje de Carlos a los estudiantes es fundamental


para mejorar la calidad del trabajo que se había realizado, y expresa
valoraciones sobre el rol de los estudiantes en ese momento. Voy a leer
algunos fragmentos.

Carlos ve con optimismo que después de Pancasán,

...por primera vez en Nicaragua después de producirse serias


derrotas, la organización revolucionaria se encuentra en
condiciones de continuar sin interrupción el trabajo conspirativo
con miras a reanudar la acción reivindicadora...
Otros de los progresos realizados se refieren a la consolidación
de la autoridad moral...

Pero al mismo tiempo observa que,

...las dificultades para el desarrollo del movimiento


revolucionario son una consecuencia del debilitamiento
provocado por la política oportunista, seguida por los falsos
marxistas. Tal política oportunista de renuncia a la lucha armada
para conquistar el poder acaparó la dirección del movimiento

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revolucionario por varios decenios y le imprimió métodos de
trabajo pacifiqueros...

Critica al movimiento estudiantil de desmovilización y acomodamiento:

La inactividad que hemos apuntado, no se refiere únicamente


ante las obligaciones de evidente carácter revolucionario. Ocurre
que la educación del país sufre tremendos problemas quedando
la mayoría de los niños fuera de la escuela; se limita el ingreso
en determinadas facultades universitarias; ocurre, en fin, que el
Gobierno mutila el presupuesto universitario, negándose a
financiar la construcción de las edificaciones necesarias.
Mientras tanto el movimiento estudiantil y de su sector
revolucionario se cruza de brazos. Superar esto es un punto
decisivo en el fortalecimiento de la batalla por transformar el
nefasto sistema político y social que domina Nicaragua. Esta
superación ha de ser posible en la medida en que el movimiento
estudiantil de Nicaragua se mantenga fiel a la línea de los
estudiantes que no han escatimado sacrificios personales para
cumplir con el deber de defender al pueblo. El movimiento
estudiantil nicaragüense ha escrito páginas brillantes que
permiten confiar en que sabrá ser leal al pueblo...
Nuestra exigencia de una resuelta militancia revolucionaria de
los estudiantes es naturalmente repudiada por los ideólogos
capitalistas, que por cierto, son más capitalistas, que
demócratas.

Considero que este mensaje de Carlos Fonseca a los estudiantes son líneas
políticas que determinan el salto de calidad que observamos en el
movimiento estudiantil, en la década de los setenta.

Irving Dávila: Precisamente eso significa la universalidad de ideas que nos


encontramos y que era absolutamente desconocida para nosotros en el
mundo estrecho y limitado que veíamos. Encontramos a un movimiento
estudiantil fuerte, que tenía una acción concreta al interior de la
universidad en la lucha por la defensa de los intereses de los estudiantes.
Pero que además de eso, estaba profundamente volcado hacia la calle,
hacia el barrio, hacia la comunidad.

Desde los primeros días en que nos vinculamos al movimiento estudiantil


fuimos a las calles de León. Comencé a conocer las calles de León
repartiendo papeletas, yendo casa por casa a dejar un comunicado, a
hablar con la gente, a meternos a los barrios, como Sutiava, que no conocía
porque estaba recién llegado a León y Sutiava quedaba muy largo, porque
éramos gente de a pie y teníamos que caminar mucho, no nos podíamos

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montar en cualquier tipo de vehículo por la represión de la Seguridad
Nacional (OSN).

Comenzamos a conocer a la gente, a hablar con la gente, a conocer los


problemas de la gente, y eso nos dio una mayor vinculación, y una mayor
fortaleza, y un mayor sustento en el trabajo que estábamos haciendo, y
obviamente esto se convertía en una retribución a nuestra propia
conciencia política.

Creo que es importante señalar el ejemplo de quienes nos precedieron, los


que habían muerto y los que estaban vivos, y los que se habían ido a la
clandestinidad; porque todo ese caudal de inquietudes, de rebeldías, no
eran rebeldías sin causa, eran rebeldías con causa y, precisamente, el
Frente Sandinista constituyó para nosotros el cauce donde desbordamos
nuestras inquietudes.

Y a través del FSLN, que tenía una vinculación profundamente popular, de


defensa de los intereses populares, obviamente nos sentimos como peces
en el agua, y no nos costó mucho integrarnos. No fue un choque estar
pensando que era una organización clandestina y que si no era clandestina.
Evidentemente nos daba miedo, a todos nos dio miedo; pero era mucho
más fuerte el nivel de conciencia que habíamos adquirido para superar ese
miedo y continuar trabajando.

Nos daba miedo cuando salíamos a las calles. Nos daba miedo cuando
pensábamos que “El Chele” Aguilera o Espinales o “El Chino” –agentes de la
Oficina de la Seguridad Nacional y el segundo, oficial de la Guardia
Nacional– nos podían atrapar en León. Sin embargo todos los días
volvíamos a salir, porque sabíamos que había una causa noble, justa y que
había un partido o una organización político-militar con militantes con una
profunda mística, a quienes nosotros debíamos seguir ejemplarmente.

Oyente: Comandante, mi nombre es Juan Freddy Cruz, vivo aquí en


Jinotepe, pero soy rivense. Quisiera decirle rapidito, pues, darle los buenos
días, tranquilo, cómo estamos y acordarme que cuando yo tenía ocho años
de edad, en 1978, con los estudiantes que eran mayores, del Colegio San
Martín, de Rivas, los chavalitos nos tomamos la escuela de primaria de
Santo Domingo, y teníamos apenas ocho años, y nosotros apoyamos la
lucha siendo estudiantitos chiquititos, y rompimos la puerta de la Dirección
de la escuela y le dimos el mimeógrafo a los mayores, para que ellos
hicieran las volantes.

Nosotros rompimos unas mantas, y estábamos chiquitos. Y nos pusimos las


máscaras con esas mantas y aquella algarabía (se ríe) de los chavalitos, y
llegó la Guardia y nosotros no le tuvimos miedo. También hay que recordar
la Federación de Estudiantes de Secundaria, y después, los cortes de café,

9
cuando nos organizamos para ir al Servicio Militar.

Irving Larios: Cuando nosotros nos incorporamos a la lucha contra la


dictadura, a pesar de que había una bonanza económica, había razones de
fondo para luchar. Existían ejemplos, la mística, y eso está muy relacionado
con la situación actual.

Teníamos líderes que realmente convocaban a la juventud, la motivaban.


Teníamos propuestas de movilización de los jóvenes. El trabajo se realizaba
por conciencia, no por un salario como ocurre hoy con los dirigentes
estudiantiles. Nos mandaban a buscar casa, a buscar recursos en general, a
reclutar gente; pero además nosotros teníamos que buscar nuestra propia
alimentación, nuestros propios recursos, y se nos enseñaba que los
recursos de la organización eran sagrados.

Es decir, un ambiente totalmente distinto al de ahora, y eso pesa, y ese


relevo no logra encontrar esos valores. ¿Cuáles son las cosas que puedan
conducirlos o arrastrarlos a una lucha? Porque la crisis económica que hay
en las actuales circunstancias, es más difícil que la crisis económica que
existía en tiempos de Somoza, y nosotros fuimos capaces desde el Frente
Sandinista de convocarlos. Ahora hay deterioro en la salud, hay las mismas
condiciones de analfabetismo y la gente no está motivada.

Mónica: En la década de los años noventa se abrió la contrarreforma


capitalista en Nicaragua, y no hemos logrado salir de ella. Y ese reflujo
penetra todos los estamentos de la sociedad y ha penetrado la Universidad
y al movimiento estudiantil. Hay retroceso en las ciencias sociales, la
universidad se ha mercantilizado y ha perdido el papel crítico que debe
jugar en la sociedad. De alguna manera se ha doblegado al poder.

Irving Dávila: Sí, pero yo tengo otra lectura también del asunto. No tengo
contradicción con lo que señalás, pero también hay otras cosas. Señalaba
cómo nos incorporamos y las razones de ello. Es cierto, había una situación
de bonanza, y mucha gente de los viejos de hoy, añoran esa época y hablan
de los años del algodón; pero recuerdo que en esos años me impactaba
profundamente ver sobre las calles de Chinandega cómo venían decenas de
miles de campesinos arrastrados prácticamente, en los tráileres donde
cargaban el algodón; allí venían a la ciudad a recibir un escuálido salario,
que después lo dejaban en las cantinas, en los juegos de azar, no volvían a
su casa, es decir, era una tragedia.

La bonanza también tenía su contraparte que era la tragedia y la miseria de


las mayorías, y quizás mucha gente tal vez no recuerde muy bien esto, pero
todas estas cosas eran realidades, así como la represión de la que nos
contaba Irving que le tocó vivir. Recuerdo que no podía ir a las fiestas,
porque cada vez que regresábamos a las doce de la noche, era un temor

10
terrible cuando veíamos un vehículo detrás de nosotros, porque si era la
Guardia, seguro nos levantaba.

Todas esas cosas de represión política, de explotación económica a la


población eran reales. Había otros elementos de motivación muy
individuales que se conectaban. Mis propias motivaciones de organización:
la Universidad, un Frente Sandinista que está vinculado a los intereses
populares, y aquí es donde quiero dar la explicación. El Frente Sandinista en
esa época tenía una estrategia político-militar. Y había una línea de masas
concreta.

Aquí se subía cinco centavos a la leche, y nosotros estábamos en la calle.


Un peso a la gasolina, y nosotros estábamos en la calle. Cinco centavos al
bus, y nosotros salíamos a la calle. Porque el Frente Sandinista estimulaba
también esas reivindicaciones y nosotros estábamos ahí presentes. En esa
época había condiciones revolucionarias, pero también condiciones
subjetivas, que eran las condiciones de organización y de conciencia que
aportaba y estimulaba el Frente Sandinista a través de toda su estructura, y
nosotros éramos parte de eso.

Oyente: Habla Armando Martínez. Yo también estoy preocupado con la


problemática de los estudiantes, porque recuerdo que en 1971, cuando
tenía diez años, participé en la huelga contra el alza del precio de la leche.
Eso me costó la expulsión de la escuela y mandaron un telegrama a nivel
nacional, para que no me dieran matrícula en ningún centro. Ahora veo que
los estudiantes se han interesado nada más en el seis por ciento, y los
problemas cotidianos de toda la ciudadanía en general no les importan, no
protestan por nada y no hay quien encabece estas luchas. Yo me pregunto,
¿qué es lo que pasa?

Mónica: Antes teníamos un proyecto de cambio radical. Ahora tendríamos


que preguntarnos si existe una fuerza política empeñada en ese cambio.
Creo que lo primero que habría que dilucidar es qué fuerza encarna ahora
ese proyecto de cambio profundo, del que Carlos Fonseca dice: “Las fuerzas
políticas capitalistas con influencia en ciertos sectores del pueblo,
pretenderán un cambio a base de componendas, un cambio sólo de nombre
de Somoza en el aparato estatal, pero conservando en lo fundamental
intacto el poder económico de la clase capitalista nacional y extranjera”.
Frente a esas pretensiones, el Frente Sandinista de izquierda, que encabeza
Carlos, presenta un proyecto revolucionario.

Pero, ¿quién encarna ahora ese proyecto? Porque si lo hubiera, aún con
diferencias de enfoques, se podrían sumar esfuerzos para determinadas
etapas, o rutas del proyecto. Sumar todos los esfuerzos para luchar por ese
cambio en el sector estudiantil, en el sector sindical, en el campo.

11
Pero creo que la gran trampa en la que se están moviendo todos los
sectores sociales en Nicaragua, es la trampa del electoralismo, de creer que
los cambios se van a producir nada más a partir de ganar las elecciones, sin
darse cuenta que los verdaderos cambios son aquéllos que se pueden
producir por acción directa del mismo pueblo, que fue lo que pasó en la
lucha contra la dictadura.

Irving Dávila: Sí, el movimiento popular genera su propio liderazgo pero


también la labor del partido político, del movimiento político, es
precisamente contribuir a dotar a esos dirigentes de los elementos políticos
de análisis necesarios para poder asumir los intereses de los trabajadores.

No es una concepción vanguardista. Yo creo que sigue siendo válido tener


en cuenta que hay sectores de la población atrasados, hay un alto índice de
analfabetismo en este país, hemos vuelto a los años 70, estamos arriba del
35 por ciento, al menos oficialmente, porque extraoficialmente se habla de
un porcentaje más alto.

Creo que nos corresponde a los sectores que tenemos contacto con el
saber, con el conocimiento, con la ciencia, llevar también esos
conocimientos a los sectores más atrasados de la población para que ésta
aprenda a descubrir su propia realidad y sea sujeto de transformación. Pero,
¿cuál es el problema? Creo que ahí es donde la cúpula del Frente Sandinista
tiene una gran responsabilidad en lo que está pasando en este país.

Antes, como explicaba, había una línea política, una línea de masas, un
programa político. ¿Qué es lo que sucede? Esa fuerza maravillosa,
extraordinaria, esa fuerza coadyuvante de los procesos de transformación
que son la juventud y particularmente los movimientos estudiantiles, era
potenciada por ese proyecto del Frente.

He estado en reuniones con jóvenes y encuentro en ellos una gran rebeldía.


Pero hoy no tienen referentes como nosotros los tuvimos, ejemplos como
los que tuvimos nosotros, de compañeros con una profunda mística, que
dieron hasta su vida. ¿Cuál es el ejemplo que ven los jóvenes el día de hoy?
Compañeros descompuestos moralmente, que andan muy cerca de la
delincuencia, de la corrupción de los dirigentes políticos, es decir,
alejamiento de los intereses populares, defensa de intereses mezquinos, y
eso no es ejemplo para movilizar a la juventud.

La juventud ha tomado distancia de esa dirigencia porque esa dirigencia


está interesada en la desmovilización de la juventud, porque son los
factores y las fuerzas fundamentales para la transformación. Hay un interés
claro en el caso del movimiento universitario, como decía Irving Larios, y
esa es responsabilidad directa de la cúpula del FSLN. Lo que hay allí son
dirigentes a sueldo, y un gran fenómeno de corrupción en la dirigencia

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universitaria; ahí se manosea y se manipula las becas, las ayudas
económicas a los estudiantes, y los mediatizan y los inmovilizan, y sólo los
mueven cuando hay intereses políticos de la cúpula del FSLN o por el seis
por ciento, que nunca se ha logrado, y hasta muertos han quedado en el
camino.

Creo que estamos en un momento de reflujo revolucionario; pero los flujos


no llegan solos, llegan en la medida en que hay personas, dirigentes,
organismos, organizaciones que sean capaces de poder asumir su propia
responsabilidad. En este caso, la responsabilidad ciudadana más allá de los
procesos electorales. Porque, pase lo que pase en las elecciones, el hambre
persiste, la explotación, la miseria, la prostitución infantil, los huele pega en
la calle, etcétera. Todo esto persiste y va más allá de los procesos
electorales. Y un partido político que se precie de revolucionario, debería
estar por encima de los procesos electorales, porque debe defender los
intereses nacionales, los intereses de la mayoría.

Mónica: Cuando luchábamos contra la explotación, luchábamos para


construir una Nicaragua basada en otros esquemas económicos, en otro
esquema de carácter social, una Nicaragua con igualdad, con justicia. ¿Qué
pasa?, que después de la derrota electoral hay quienes han pensado que
esta lucha contra el sistema no se puede dar. El sistema funciona como un
engranaje, como el dispositivo de un reloj, un conjunto de ruedas dentadas
que una se engancha con la otra. De repente una de las ruedas está arriba
y la otra está abajo, pero todas conforman el engranaje de la maquinaria
llamada reloj.

A veces los partidos políticos son eso, uno está arriba y el otro abajo, pero
al final forman parte del mismo engranaje. Así opera la democracia
capitalista, y el capitalismo tiene una capacidad tan grande de entusiasmar
a la gente con las fiestas electorales, porque los afiliados creen que al estar
una de las ruedas de arriba, va a cambiar la cosa, pero en realidad forman
parte del mismo engranaje. Y la única manera de que una organización
revolucionaria no termine siendo parte del engranaje, es que haga una
propuesta de cambio de ese sistema. Con otra constitución, distinta a la de
ese engranaje perverso.

Entonces, al no estar presente esa propuesta de cambio en las actuales


circunstancias, no hay una preocupación por el tema de la conciencia, por
desnudar el carácter del sistema que nos oprime, sino más bien de convivir
con este sistema y aprovechar las migajas del sistema buscando estar
arriba, pero al final de cuentas, formando parte de ese engranaje.

Oyente: Compañera, mire. Es que quería, ya que está recordando ahí a los
compañeros dirigentes estudiantiles, quería ver si se le hacía un recuerdo
ahí al compañero Guillermo Avendaño, quien murió rafagueado por la

13
Guardia somocista allá por los talleres del barrio Riguero; y al mismo
tiempo, también al compañero Enrique Flores, quien fue uno de los más
destacados en la lucha anti-somocista del colegio que, desgraciadamente,
los somocistas le volvieron a cambiar el nombre, pues actualmente se llama
Modesto Armijo.

Irving Larios: Casimiro, “La Gata” Munguía, Guillermo Avendaño, Chico


Meza, Ulises Rodríguez, todos estos compañeros lucharon frontalmente
contra el sistema. Ahí no había duda de que nosotros nos dispusimos a
romper el sistema somocista, a luchar contra el sistema opresor, a
transformar y a luchar por transformar ese sistema.

Creo que el movimiento estudiantil de hoy, igual que los otros sectores
sociales, tiene dificultades en asumir un papel revolucionario con más
combatividad, porque está siendo mediatizado; su rol se limita a ser mero
espectador del sistema, y no está integrado a esa lucha frontal, tal como
nosotros la vivimos.

Mónica: Algunos de los oyentes manifiestan dudas sobre los métodos para
conseguir transformaciones. Yo creo que el método universal es la lucha.
Algunos creen que todo se puede conseguir por el diálogo y le tienen terror
a la confrontación. Y no estamos hablando de vivir permanentemente en
manifestaciones o detrás de barricadas. Pero cuando un sector es agredido
por una política, lo que tiene que hacer es luchar por sus derechos.

Pongo un ejemplo, el caso de los maestros que tienen salarios de hambre.


¿Vos creés que alguien les va a aumentar los salarios a los maestros? ¿Será
que los maestros estarán esperando que si gana el Frente Sandinista
automáticamente se les van a mejorar los salarios? Yo creo que la mejoría
de los salarios de los maestros sólo se puede conseguir con lucha. Toda la
historia de la humanidad así ha sido, las cosas no caen como el maná del
cielo, son resultados de las luchas.

Irving Larios: También como lección sobre los métodos de lucha de esta
etapa, recuerdo que estábamos en una confrontación armada, pero no
confundíamos los escenarios. Por las características represivas que tenía la
Guardia, no salíamos a la calle armados de morteros. Nos hubieran
aniquilado con la primera marcha; pero íbamos al barrio con el teatro
estudiantil, con la mosca; íbamos a movilizar a la población, a que ésta
hiciera su fogata. Esos eran los métodos que nosotros utilizábamos, porque
en los métodos de lucha está la creatividad.

Recuerdo la huelga de hambre que inició doña Albertina Serrano, la mamá


de Marcio Jáenz, quien estaba en huelga de hambre con Tomás Borge en la
cárcel. La señora se instaló en la Cruz Roja para respaldar la lucha de su
hijo, y logró movilizar a todos los estudiantes del país, hasta los niños de

14
primaria. Precisamente de esa jornada surgió Luis Alfonso Velásquez Flores.

Y no estamos hablando de acciones estrictamente violentas. Estamos


hablando de una combinación de distintas formas de lucha. El problema es
que la gente tiene una visión de que sólo hay un método de lucha, pero
aquí tenemos que pensar que hay que articular otras alternativas, distintas
alternativas, porque el sistema también te va cerrando espacios.

Mónica: Antes de terminar, quiero dar algunos elementos informativos.


Cuando el Frente Sandinista se dividió, también se dividió el FER entre GPP
y Proletarios. En esos tiempos ocupaba la presidencia Francisco Meza que
era Prole. Y a partir de eso, las fuerzas que se confrontan en las elecciones
para el CUUN son las del FSLN dividido. Pero en todas las elecciones ganó el
candidato de la GPP. En el año 1977 el presidente fue Antenor Rosales. El
último presidente del CUUN elegido antes del triunfo revolucionario, fue
Noel Martínez, en 1979, y tuvo como oponente a Fernando Caldera, de los
Proletarios.

De igual manera se dividió el trabajo en la secundaria. Los Proletarios


organizan la AES en los departamentos, donde el FER-GPP controlaba el
MES; de manera que en León y Managua la AES es de los Proles y el MES de
la GPP, no así en Matagalpa, donde el movimiento de secundaria siempre se
llamó AES y estuvo bajo la hegemonía de la GPP.
Cerremos este programa con alguna reflexión.

Irving Larios: Quiero agradecer el esfuerzo que estás haciendo por


reconstruir la tradición de lucha del movimiento estudiantil, su papel de fiel
aliado de los sectores populares, su compromiso con la revolución, y a partir
de ahí hacer un esfuerzo por el empoderamiento y la retoma del rol
transformador de las nuevas generaciones de estudiantes.

Creo que esta etapa de reflujo va pasar como ha pasado toda la violencia,
toda esa fuerza del modelo neoliberal. Este sistema va a pasar en la medida
que todos los revolucionarios continuemos en ese camino, en esa senda de
lucha, y estoy seguro que ahí van a estar nuevas generaciones de líderes
estudiantiles trabajando por organizar a los estudiantes.

22 de julio del 2000

15
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Los maestros también enseñaron a luchar
Bruno Gallardo y Alejandrino Perera

Bruno Gallardo Pallaviccini, nace en la ciudad de León el 6 de


octubre de 1945. Se gradúa de maestro en 1964 en la Escuela
Normal Central de Managua e inicia estudios de Derecho en la
Universidad Centroamericana. Es electo Secretario de Asuntos
Laborales del Centro Estudiantil de la Universidad
Centroamericana (CEUCA) en 1966, y como Presidente del
Sindicato de Maestros de Managua en 1968.
Entre 1969 y 1972, es Presidente de la Federación Sindical de
Maestros (FSM) de Managua. Paralelamente, es nombrado
Director del Instituto de Altagracia, 1970-1976 y Presidente de la
Federación de Organizaciones Magisteriales de Centroamérica,
1970-1974. Se gradúa como Abogado y Notario Público en 1974.
Es colaborador del Frente Sandinista de Liberación Nacional
desde 1968 y militante a partir de 1972.
Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista es electo
Presidente de la Asociación Nacional de Educadores de
Nicaragua (ANDEN), en 1979 y funge como tal hasta 1981. Entre
1981 y 1985 es Ministro Consejero de la Embajada de Nicaragua
en la Unión Soviética y Polonia; y luego se desempeña como
Director del Área de Países Socialistas en el Departamento de
Relaciones Internaciones del FSLN.

**

Alejandrino Perera nace en Wany, Siuna, Costa Caribe, el 9 de


febrero de 1940. Estudia primaria en el Colegio de Maryknoll,
después cursa secundaria en el Instituto Nacional Cristóbal
Colón, en Bluefields, y licenciaturas en Educación Media, en
Matemáticas y Física. Se integró a la docencia en Siuna y luego
en colegios de Managua y Masaya.
Entre 1965 y 1966 inicia contactos con el Frente Estudiantil
Revolucionario y también se incorpora como activista a la
Federación Sindical de Maestros de Nicaragua (FSMN). Desde
1974 fue miembro de una célula sandinista encargada del
trabajo con el magisterio en el Instituto Andrés Castro, y luego
de un equipo nacional del FSLN. Después del triunfo es Delegado
Departamental de Educación en Managua y en la Costa Caribe, y
luego en el Caribe Norte. A la fecha, se dedica a la docencia.

1
Para alcanzar el triunfo del 19 de julio de 1979, fue indispensable la
organización y la promoción de las luchas reivindicativas y el coraje político
de muchos sectores. Esta fecha histórica es el resultado del esfuerzo
combinado de quienes hicieron trabajo político-organizativo y quienes
decidieron empuñar el fusil. Ese proceso no se puede comprender sin
conocer las luchas políticas, gremiales y sindicales de la época por
arrancarle conquistas reivindicativas a la dictadura somocista. En ese
marco se inscribe la valiente participación del magisterio nacional.

Las primeras expresiones organizativas del magisterio, tanto en su


naturaleza como por la época, son similares a las de otros gremios. En 1920
se crea la Asociación Nacional de Maestros de Nicaragua, con carácter de
ayuda mutua. La real maduración de la organización sindical se da en 1946,
cuando se funda el Sindicato de Maestros de Managua, el primero de su
tipo, para luchar por salarios y mejores condiciones de trabajo. Desde este
organismo fue impulsada la creación de la Federación Sindical de Maestros
de Nicaragua (1952).

Gallardo y Perera, ambos maestros de generaciones y con ricas vivencias


gremiales, retroceden en el tiempo para ubicar a las nuevas generaciones
en aquel apartado de la historia en donde ha quedado inscrita la lucha del
magisterio nacional, así como su integración a las diversas formas de
organización que nacen a lo largo de la guerra contra el somocismo.
También comentan sobre las articulaciones que lograron establecer con el
estudiantado del país y organizaciones gremiales de otros sectores sociales.

Mónica: Bruno, quisiera empezar preguntándote, ¿cuáles son los


antecedentes más importantes de la lucha de los maestros en Nicaragua?

Bruno: Me alegra mucho que Alejandrino esté aquí, con nosotros. A él lo


conocimos cuando vino de la Costa Caribe a Managua a apoyar la lucha
magisterial en los años setenta.

Me parece que la contribución de la lucha magisterial al desarrollo social de


este país y de nuestro pueblo en sus luchas por sus reivindicaciones más
sentidas, tiene su origen en que, por naturaleza, los maestros somos los
que forjamos y guiamos a nuestra juventud y niñez en una dirección que les
permita educarse como hombres de bien, con conciencia crítica sobre la
problemática nacional.

El Sindicato de Maestros de Managua, fue la primera organización de los


maestros en el país, se organizó en el año de 1948. Al frente de esa lucha
magisterial, encontramos a doña Clementina Cabezas, doña Lolita Téllez y
la profesora Ofelia Morales. Este sindicato nace dentro del auge de las
organizaciones obreras del país y con un sentido estrictamente gremial. En

2
la década de 1950, de manera acelerada, en dos años, se logró organizar a
los maestros de otros departamentos del país, a fin de crear en el año 1952,
la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua.

Mónica: En su libro Luchas Magisteriales en Nicaragua (1998), Guillermo


López López indica que en los años veinte se organizó la Asociación
Nacional de Maestros de Nicaragua y en los años treinta surge la Federación
Nacional de Maestros de Nicaragua, como intentos anteriores a los que vos
mencionás, pero que eran un poco mediatizados por los partidos
gobernantes de turno, que los redujeron, a veces, a funciones muy
limitadas.

Por otro lado, habría que señalar a nuestros oyentes que las primeras
organizaciones de los maestros, al igual que las primeras organizaciones de
zapateros, artesanos y carpinteros, tienen un carácter eminentemente
mutualista. Es decir, los asociados daban un aporte y se ayudaban entre sí.

Bruno: Sobre esos antecedentes, creo que hay que fijar una fecha que es
histórica, en el sentido de las posibilidades legales de la organización
sindical en Nicaragua y es después de que Somoza promulga el Código del
Trabajo, que antes no existía en Nicaragua. Entonces, la única posibilidad
real de los gremios –así como lo explicabas–, era organizarse para
defenderse un poco en sus situaciones de mayor necesidad, individual o
familiar.

Por eso es que en Nicaragua nace el movimiento mutualista como


antecedente del movimiento sindical. Yo recuerdo que, inclusive, las
llamaban con un adjetivo poco positivo, les decían “las asociaciones
entierra muertos”, porque los asociados se organizaban para posibilitar que,
a la muerte de cualquiera de sus miembros o familiares más cercanos,
pudieran tener una vela y un entierro dignos.

El mutualismo se supera con la promulgación del Código del Trabajo y se


comienzan a organizar los artesanos, los albañiles y los choferes. El
Sindicato de Choferes fue uno de los sindicatos con mayor fortaleza y
dinamismo organizativo en los años cincuenta. También surge el Sindicato
de Maestros de Managua, y lo más importante es que nace dentro de la
esencia de los mejores maestros que existían en Managua en esa época.©

Aunque los sindicatos siguieron apoyando para los entierros. Traigo lo que
fueron las primeras pólizas del seguro mortuorio. Se pagaba un córdoba por
asociado, y eso les daba a los maestros la posibilidad de entregarles a los
familiares –cuando el maestro fallecía– la suma de mil quinientos córdobas,
que en aquella época eran unos 200 dólares. La Federación Sindical de
Maestros asume ese seguro mortuorio porque ni siquiera existía el Seguro
Social. Igualmente, se hizo una pequeña caja de préstamos para los

3
maestros. El Sindicato de Managua lleva en su seno organizativo una parte
del mutualismo, pero también incorpora el aspecto reivindicativo.

Mónica: En 1947 –reseña López López– se forma este sindicato, pero, para
poder organizar la Federación se requería de por lo menos cinco filiales. Así
que procedieron a organizar a maestros de varios departamentos,
destacándose Boaco, Matagalpa, Chinandega, Jinotega y Managua, que
fueron los sindicatos que conformaron la Federación Sindical Nacional. En el
Comité Ejecutivo estaban Pedro J. Quintanilla, Gustavo Huelva, Balbino
Alegría, Mercedes Navarro, Esther Narváez, Gustavo García y Julio Gómez
Mejía.

Bruno: A propósito, Mónica, don Julio Gómez Mejía también escribió la


historia de la Federación Sindical de Maestros de Nicaragua. Yo creo que
habría que hacerle tal vez un llamado a los actuales dirigentes de ANDEN
para que pudieran hacer una recopilación de todos estos escritos. Él no fue
maestro o docente –en el sentido de estar en un aula–, sino que era artista,
profesor de arte, dibujo y pintura. Y se introduce a la organización
magisterial con ánimo totalmente sindical y logra, incluso, estar en el Acta
Constitutiva.

Mónica: Sí. Él fue uno de los que estaban convencidos de que la


organización sindical era la única forma para salvar a quienes vivían de su
trabajo, y crea el Sindicato de Pintores, Decoradores y Rotulistas,
incorporándose a la Federación de Trabajadores de Managua. Y como él era
profesor de dibujo, empezó a plantear que los maestros, que también
dependían de sus salarios, debían organizarse. Por eso es una de las figuras
precursoras del sindicalismo de los maestros en Nicaragua era
administrador del periódico Voz Obrera.©

Bruno: Así es. Yo creo que don Julio Gómez Mejía fue uno de los primeros
nicaragüenses que tuvieron pensamiento socialista de avanzada, en la
década de los 50. Era algo novedoso estar dentro de la dictadura
somocista, y tener un pensamiento socialista y estar organizando
sindicatos. Como la apertura sindical se da con la promulgación del Código
del Trabajo, eso facilita que los gremios en Nicaragua puedan multiplicarse
y organizarse con sentido ya totalmente reivindicativo.

Mónica: Don Alejandrino, ¿cómo se metió usted a las luchas sindicales?

Alejandrino: Aquí voy a hablar como un educador y como un militante del


Frente Sandinista. En principio saludo a los compañeros que nos
enorgullecieron con sus luchas y que, además, me introdujeron en este
bregar, tales como Napoleón Loáisiga, Pedro Ortiz Sequeira, Bruno Gallardo
Pallaviccini, Eva Conrado, Silvia Villagra y muchos otros, cuya titánica labor
permitió la organización del magisterio. Napoleón Loáisiga me involucró en

4
el trabajo, y por eso fui un activista de la Federación Sindical de Maestros
de Nicaragua.

Mónica: Es muy importante explicar que después de organizarse la


Federación Sindical (1952), se llevan adelante una serie de luchas,
obviamente llenas de enormes dificultades, porque el somocismo hacía un
trabajo enérgico de mediatización del movimiento sindical, sobre todo de
parte de Anastasio Somoza García.

Del año 1952 en adelante, se realizaron varios esfuerzos reivindicativos: el


movimiento “Duelo Nacional”, fue en 1952; “Operación Justicia”, entre
mayo y junio de 1962; “Resistencia Pasiva”, en mayo de 1966; y
“Movimiento Pro Dignificación del Magisterio Nacional”, entre agosto de
1969 y marzo de 1972.

Esta fue una etapa muy rica, que catapulta definitivamente al movimiento
magisterial, porque se lograron arrebatar algunas reivindicaciones
importantes, como las mejoras salariales. Por ejemplo, en la Operación
Justicia, una huelga permitió mejorar el salario a los normalistas, los
maestros bachilleres y obtener cursos de capacitación. ¿Qué nos podrían
decir de eso?

Bruno: Es cierto que existieron esas tres luchas. La primera manifestación


organizada de los maestros fue lo que se llamó El Duelo Nacional. La
Operación Justicia fue en tiempos de Luis Somoza, y posteriormente se
desarrolló la “Operación Resistencia Pacífica”, que estaba muy de moda por
la lucha pacifista de Mahatma Gandhi.

Estas tres importantes luchas magisteriales que se libraron en la década del


cincuenta y sesenta, fueron con el propósito de reivindicar salarios, el
derecho a la seguridad social, la estabilidad laboral y el escalafón del
magisterio. Eran los primeros pasos de lo que hoy se llama carrera civil, y
fue uno de los primeros pilares y objetivos que los maestros organizados
visualizaron para sus conquistas. Los maestros lucharon y lograron
significativos aumentos salariales e inclusión de sus derechos sociales. Y
movilizaron al magisterio y a los estudiantes de esa época.

Quiero darles un dato. ¿Cómo estaban los salarios de los maestros en 1962?
Un maestro de primaria ganaba trescientos córdobas. La lucha de
Operación Justicia estaba dirigida precisamente a reivindicar el salario de
los maestros de primaria, y con este movimiento envolvente de todos los
sectores del magisterio, se logró un aumento significativo.

Mónica: Una verdadera conquista y se logró en medio de una dictadura.


¿Cuánto duró esa huelga, Bruno?

5
Bruno: Esa huelga fue de unas dos semanas. Se paralizó totalmente el
magisterio. En el año 1962 estaba Luis Somoza de presidente. Se logró
nivelar el salario de los maestros a quinientos córdobas, y a los empíricos a
cuatrocientos, que ganaban sólo ciento ochenta córdobas. Estamos
hablando de un sesenta por ciento para los primeros, y más del cien por
ciento para los empíricos.

Las luchas por estas reivindicaciones movilizaron al magisterio y a los


estudiantes de esa época. Eso sentó las bases para que la lucha de los años
setenta fuera de mayor organización, compromiso y politización. Porque en
los setenta los maestros, como movimiento sindical y social, lograron ser
una especie de compuerta a las aspiraciones políticas de los demás
partidos que existían en Nicaragua, incluso lograron aglutinar a los partidos
en sus marchas y luchas.

Mónica: Podríamos decir que estas luchas por las reivindicaciones más
inmediatas, son las que permiten ir creando o sacando una camada de
líderes propios del movimiento sindical, que después se articulan al
movimiento político. Es decir, llegan a la conclusión de que sus
reivindicaciones sociales tienen un tope: el de una dictadura que no da
más. Y que la única manera de mejorar sus propias condiciones, es
derrocando a la dictadura. Y que el derrocamiento pasaba por la
organización político-militar.

Esa es una lección que se ha olvidado. Queremos reclutar únicamente de


manera directa a la lucha política, sin fortalecer los instrumentos propios de
luchas del pueblo por sus propias reivindicaciones, que son como un
escalón para la conciencia política.

Bruno: Claro, porque es importante organizarse con las reivindicaciones


más sentidas, que son las que movilizan y aglutinan, son las que adhieren a
otros sectores sociales.

Mónica: El movimiento Resistencia Pasiva que se desarrolla durante el


gobierno de René Schick, consistió en una huelga que permitió garantizar
incrementos salariales anuales entre 1963 y 1966. Al iniciarse el año 1967,
se fortalece con nuevos líderes la Federación Sindical de Maestros, y se
preparan las condiciones para lo que será luego la jornada “Lucha por la
Dignificación del Magisterio”.

Esta jornada expresa también un avance en la coordinación con otras


organizaciones y federaciones sindicales y con las organizaciones
estudiantiles. La huelga de 1969 tenía como demandas el reintegro de
maestros despedidos en la escuela Comandante Vigil; destitución del
Ministro y del Viceministro de Educación; aumento salarial, subsidios y
prestaciones del Seguro Social; y reformas a la ley especial de jubilación.

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Bruno: Para ilustrar las luchas del magisterio traje aquí algunos periódicos
de los años cincuenta, sesenta y setenta. Traigo un ejemplar de cada uno.

Mónica: Bruno trajo un montón de periódicos amarillos, amarillos. Son una


reliquia histórica. Contanos, ¿siempre tuvieron periódico?

Bruno: Siempre. Éste, que está casi desbaratado, se llamaba La Voz del
Maestro, es de 1961.

Mónica: Vamos a leer algunos de los temas: “Luchemos por la cultura;


Formulamos bienandanza para la Universidad de Nicaragua; La labor del
maestro; Corrección del lenguaje en primaria; La página del niño; La
jubilación no es una dádiva; Unidad del trabajo; Nuestros libros de lectura” –
ahí informan de los libros más importantes del momento–. También tiene su
sección de sociales, donde informan de los maestros muertos y los que se
graduaron; hay convocatorias a asambleas, etcétera. Este es del mes de
agosto. La mejor maestra de primaria de ese año fue la señorita Rosaura
Castellón Ocampo.

Bruno: Una gran maestra, formidable. Los escogían los sindicatos.

Mónica: Ve, aquí tenés Comentarios de la actualidad, y dice: “La


politiquería en los lugares alejados de la capital sigue imponiendo su voz de
terror entre los humildes maestros. Ya se habla de muchas destituciones.
¿Hasta cuándo el magisterio nicaragüense podrá estar libre de temor?”.
Estamos hablando del año 1961, antes de René Schick.

Bruno: Y aquí tenés una foto, ya en La Tribuna del Magisterio. Ésta es la


manifestación del veintidós de enero de mil novecientos setenta y uno.
Bueno, aquí estamos hablando de los retos históricos del magisterio y el
pueblo. Ya se habla de un movimiento magisterial nicaragüense, que
durante veinte años había dirigido la Federación Sindical de Maestros de
Nicaragua. Estamos hablando de la movilización de todos los sectores de la
educación y la población, conscientes de la necesidad de respaldar a las
organizaciones auténticamente representativas.

El Consejo Editorial de La Tribuna del Magisterio lo formaban: David


Mcfields, Dionisio Herrera y Canales, Sergio Herrera Somarriba, Juan Alberto
Enríquez, doña Mina Zamora y Nathán Sevilla. Tirábamos cinco mil
ejemplares, o sea, no era un tiraje reducido.

Mónica: Dentro de la jornada por la dignificación del magisterio es


importante hablar de las huelgas de 1969 y 1970. En el año 1969, Somoza
tuvo que realizar un diálogo después del asalto a la Casa del Maestro. Pero
luego, en 1970, se realiza otra huelga y Somoza suspende el año escolar,

7
faltando meses para la clausura oficial. También despide a cientos de
maestros. Recuerdo que en estas luchas se logró la articulación del
movimiento estudiantil de secundaria con el movimiento sindical
magisterial, porque nosotros nos sumamos con tomas de colegios a la
huelga magisterial.

Bruno: Lo que pasó fue que el movimiento de los maestros fue de tal
envergadura que se logró paralizar primaria, educación media y las
universidades. Los maestros salimos a las calles a pesar de las
prohibiciones expresas del Jefe Político de Managua y del propio Anastasio
Somoza Debayle, Presidente de Nicaragua. Te decía que también los
partidos políticos aprovecharon este escenario de movilización para apoyar.
Inclusive el sector religioso, conservador, apoyó también, porque ya estaba
la participación de la iglesia popular.

Oyente: Jorge Calderón. Quiero sacar a colación un hecho histórico, de


1969, aquí en León. Estaba usted también, cuando la toma del Colegio La
Salle, con Róger Baldizón y todo el grupo de estudiantes.

Y estaban los dirigentes de grata recordación, Iván Montenegro Báez y Justo


Rufino Garay, quien estaba en el movimiento estudiantil en ese entonces.
Fue cuando Somoza cerró el año escolar. Y ahí participamos los de la lucha
estudiantil, en las llamadas Escuelas Remediales. Se abrieron escuelas en
las parroquias, en sectores donde se siguieron los planes remediales, bien
coordinados con el Sindicato de Maestros, para poder llenar las lagunas a
los chavalos. A mí me tocó estar con primer grado.

Mónica: Gracias por la intervención, compañero. Sería bueno que ustedes


narren como ocurrió el Asalto a la Casa del Maestro, el uso de las turbas; los
tristemente célebres AMROCS (Asociación de Militares Retirados, Obreros y
Campesinos Somocistas) con la Nicolasa Sevilla como jefa, se tomaron la
Casa de Maestro. ¿Ustedes estuvieron ahí?

Bruno: Les voy a contar a nuestros queridos oyentes lo relacionado a la


Lucha por la Dignidad del Magisterio Nacional. Prácticamente la capital
Managua se paralizó con la marcha de los maestros1.

Había aquí un militar de apellido Sampson, que fue el que asaltó la Casa del
Maestro, con pretexto de que había armas, explosivos, y materiales para el
terrorismo, según decía Novedades, el diario de Somoza. Recuerdo que la
Rosita Pereira©, una profesora dirigente de los maestros, con tanta lucidez
de dirigente que ella tenía, logró que este oficial que asaltó la Casa del
Maestro, firmara un documento testificando que no existían armas ni
explosivos.

Mónica: ¿Después del cateo qué hicieron?

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Bruno: La intención era deportar a la mayor parte de los dirigentes del
magisterio, para descabezar el movimiento. Nosotros nos fuimos al Centro
Universitario de la Universidad Nacional. Esa es la parte de la unidad, del
eslabón entre el movimiento estudiantil y el movimiento magisterial.
Entonces, nuestro cuartel general fue el Centro Universitario.

Mónica: ¿Y el gobierno, se quedó con la Casa? ¿Se la quitó al movimiento?

Bruno: La Casa la devolvieron a los pocos días, porque ellos consideraban


que destruyendo la Casa del Maestro iban a destruir el movimiento
magisterial. Un error gravísimo en ese sentido. Nosotros regresamos a la
Casa como una semana después, aproximadamente. El asalto a la Casa del
Maestro fue realizado por las hordas nicolasianas. La Nicolasa Sevilla era
del ala paramilitar.

Mónica: ¿Cómo actuaban esas hordas nicolasianas?

Bruno: Ve, Mónica, como actúa cualquier horda paramilitar. Ahí te


lesionaban. Llevaban cadenas, garrotes, piedras.

Mónica: Era una manera de que no apareciera la Guardia, pero en realidad


eran guardias vestidos de civil.

Bruno: Y también los pobres empleados de la Alcaldía Municipal del Distrito


Nacional. Los mandaban a apalear a los maestros, o a cualquier
manifestación que existiera en esa época.

Mónica: Según algunos análisis, el movimiento surge principalmente de los


maestros de primaria, pues los de secundaria y de las universidades se
sentían como en “otro estatus”. Aunque posteriormente, en los años
setenta, el movimiento magisterial en las universidades se hace una sola
macolla con el movimiento sindical de los colegios, principalmente de los
públicos. ¿Es así, Bruno?

Bruno: Sí, así fue. Ya a inicios de la década del setenta hubo una iniciativa
para formar la primera organización de los maestros de secundaria que se
llamó COPEM (Colegio de Profesores de Educación Media). Ahí estaban
como dirigentes, Julián Corrales, Francisco Guzmán, Lorenzo Jaime y Violeta
Barreto.

Pero sí, es verdad, ellos se sentían en otro estatus, se sentían en otra


situación profesional, porque la composición del profesor de primaria no es
la misma del profesor de educación media. Hay que recordar la falta de
profesionalización del educador de primaria. En la actualidad, son empíricos
más del treinta por ciento de los profesores que trabajan en educación

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primaria. El empirismo en los años cincuenta era mayor. Las escuelas
normales no tenían el presupuesto, ni la capacidad de formar profesores de
educación primaria de acuerdo a las demandas de aquella época.

Oyente: Profesor Benjamín Quintero. En 1975, cuando las hordas


nicolasianas estaban bien formadas en los diferentes barrios de Miralagos,
La Tejera, Los Pescadores, recuerdo que en cada movimiento, en cada
elección, llegaban con una verga de toro a intimidar a todos los que vivían
en los barrios. La Nicolasa era la que imponía el orden a diestra y siniestra,
y mandaba a la gente a la cárcel.

Su servidor formó la primera escuela de educación obrera allí en Miralagos;


en La Tejera se formó otra. En ese período la sección magisterial tuvo algo
importante, no solamente unió a la sección universitaria y de primaria, sino
también se acercó a los barrios y a la clase obrera. Bajó Nathán Sevilla a
organizarnos. Estuvimos ahí directamente en Miralagos, detrás de la
Colonia Dambach. Ahí estaba la primera escuelita para alfabetizar y al
mismo tiempo escoger dirigentes que mandábamos nosotros hasta el barrio
Santa Ana, al Instituto de Promoción Humana, que estaba manejado por
Reynaldo Antonio Téffel.

Nosotros los reclutábamos y los mandábamos para que se fueran a


preparar, y así surgió una ola de dirigentes que logró formar el sector
autónomo de Juntas Comunitarias de Nicaragua, en todos los barrios: El
Edén, la Nicarao, Portezuelo; y así sucesivamente se dirigió a otras ciudades
como León, Chichigalpa, Matagalpa, Somoto, Pancasán. A todos esos
lugares llevábamos pues lo que necesitaban para que se alfabetizaran.

Nos movilizábamos desde aquí por la ayuda mutua de todos, porque uno de
los puntos importantes que más logró el magisterio, fue esa unidad mutua,
es decir, la solidaridad humana. Si se moría uno, nosotros entre todos
colectábamos y lo enterrábamos. Era un movimiento completamente
nuevo. Es algo importante que debe saberse, que al magisterio se le debe
prácticamente el haber logrado la organización total, porque organizó la
parte universitaria, la parte de primaria, la parte de la clase obrera y así
sucesivamente llegó a todos los barrios.

Mónica: Creo que es muy importante cómo los oyentes también


contribuyen con esta historia, porque esto es como un mosaico que se va
armando con los aportes de los distintos protagonistas. Él enfocó un
aspecto muy importante: la vinculación del movimiento magisterial de los
socialistas y socialcristianos con los barrios.

Oyente: Francisco Ochoa. Buenos días, Comandante Mónica, le habla


Francisco Ochoa. Yo me acuerdo de la lucha de los maestros cuando las
hordas nicolasianas se tomaron la Casa del Maestro, allá por Santo

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Domingo, aquel AMROCS y Ronald Sampson.©

Tampoco hay que desligar una cuestión, que en esa época estaba uno de
los grandes maestros, no solamente a nivel académico, sino que a nivel del
FSLN, Ricardo Morales Avilés. Él estaba detenido, cuando el alza de la leche
y la gasolina en el setenta, aquellos cinco centavos famosos. Nosotros nos
tomamos no solamente la Avenida Roosevelt y el Instituto Ramírez Goyena,
sino que por primera vez en la historia nos tomamos el Colegio Bautista.
Capturaron a uno que era dirigente en esa época del movimiento estudiantil
de secundaria, Oscar Perla, de la Normal de Managua, y allí nomás viene la
lucha para rescatar de la cárcel al maestro Ricardo Morales Avilés. No hay
que olvidarse de Alesio Blandón y Marquitos Rivera, ambos fueron
asesinados en la tarde, después que mataron a Julio Buitrago.

Alejandrino: El magisterio impactó en la población. Ese ejemplo de lucha


llegó a los barrios. Yo decía que nosotros nos sentíamos orgullosos de esa
capacidad de lucha que tenían los dirigentes magisteriales, y pienso que
eso se volvió a dar otra vez en 1978 y 1979, pues los maestros estuvimos
trabajando de nuevo en los barrios. No sólo con tiros se hizo la Revolución.
Se hizo de una suma de acciones, en las cuales el maestro tuvo su
importancia.

Y yo pienso que esa lucha fue impactante a nivel nacional. Por ejemplo, en
Diriamba, los compañeros Erving Mayorga y el profesor Narváez, ellos
trabajaron como maestros y como habitantes de sus barrios. Lo mismo en el
caso de Las Minas y la Costa Caribe. Hay que reconocer a la hermana Gloria
Cerna, Coordinadora de ANDEN en Bluefields, en el año 1977, y a los
compañeros William Schwart y William Wong. O sea, el hecho se repitió
para el triunfo de la Revolución.

Bruno: Me parece que los comentarios han sido certeros. Han ayudado a
recordar esta época tan importante y tan trascendental. Yo quería referirme
a cómo se rompieron los títulos de los maestros.

Efectivamente, una vez que concluyó la Marcha de la Dignidad Magisterial,


nuestra meta fue el Palacio de Justicia, puesto que ya se había introducido
una serie de recursos de amparo a favor de centenares de maestros que
habían sido despedidos por Somoza y por Toño Mora, Ministro de Educación.

Como un gesto de repudio y de rechazo a la firma de Somoza que tenían los


títulos de maestro, Silvio Mora sugirió que éstos se quemaran en el Palacio
de Justicia recién inaugurado. Pero nos dice: –Ve, hay que quemar los títulos
pero hay que sacar mejor fotocopias; vamos a ver cómo hacemos. Total que
los demás compañeros que iban a quemar el título le dijeron a Silvio que les
prestara el de él para sacarle cientos de fotocopias y hacer una fogata con
ellos; pero cuando le devolvieron el original, no lo era, era una copia. De

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manera que así es que Silvio Mora quemó su título de maestro y ya quedó
sin ser maestro titulado y sin la firma de Somoza. Cosa de la que él se
ufana, a todo el mundo le anda contando que él quemó su título en las
gradas del recién inaugurado Palacio de Justicia.

Oyente: Alcides Izabá. Me parece que los compañeros han descuidado un


aspecto del desarrollo histórico del magisterio y quiero recordárselos, y es
la lucha estudiantil con la lucha del magisterio nacional cuando ganó la
Presidencia del Frente Estudiantil Revolucionario nuestro entrañable
hermano Edgar Munguía en noviembre de 1969. Se establece una unión
entre el magisterio y la dirigencia estudiantil del FER, que en ese momento
le ha ganado la presidencia a los socialcristianos.

Alejandrino: Efectivamente, un gran logro fue llegar a tener la presidencia


del CUUN, con el compañero Edgar Murguía. Eso fue lo máximo para
nosotros.

Mónica: A propósito, aquí tengo esta cronología que publicó el Instituto de


Estudio del Sandinismo (IES) sobre aquella época. Voy a leer varios
apartados, saltándome algunas acciones, para ilustrar una idea al final. Año
1969:

Carlos Fonseca escribe “Nicaragua Hora Cero” y “Viva Sandino”;


Germán Pomares cae prisionero en Costa Rica después de ser
herido en la garganta intentando entrar a Nicaragua; Acciones
guerrilleras en Yaoska; Nombran nuevos directores de El
Universitario: William Ramírez y Félix Navarrete.
Caen heroicamente Julio Buitrago, Marco Antonio Rivera, Alesio
Blandón, Aníbal Castrillo; 18 de julio, en Estelí, entierro simbólico
del sandinista Alesio Blandón, el acto es reprimido por la GN,
muriendo tres estudiantes; Movilizaciones de masas
estudiantiles en varios lugares del país en honor de los héroes
caídos y contra la barbarie somocista, y movilizaciones para
salvarle la vida a Doris Tijerino; Nueve estudiantes acusados de
poner bombas molotov.
Agosto de 1969, aparece Huelga de Maestros de Nicaragua en
todo el país; 20 de agosto, asalto de hordas nicolasianas a la
Casa del Maestro en Managua; 6 de noviembre, el FER con
consignas abiertamente sandinistas logra el triunfo de las
elecciones universitarias, saliendo electo el militante sandinista
Edgar Munguía;
16 de noviembre, trescientos veinte y tres trabajadores en
huelga de la construcción de la presa Santa Bárbara son
despedidos. El Batallón Somoza se toma el plantel.

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Nos saltamos acciones guerrilleras y vean el año 1970:

El Consejo de Unidad Sindical, CUS, decide cambiar su nombre


por el de Confederación de Unificación Sindical; 28 de enero,
manifestación de estudiantes del FER ante el Teatro Rubén Darío,
donde están dando la Octava Conferencia Interamericana de
Ahorro y Préstamos. Se suma a los estudiantes la Federación
Sindical de Maestros, protestando por la represión y piden por la
libertad de los reos políticos.

Siguen un montón de acciones militares, entre las cuales está Zinica. Dice:

Fuerte represión a las poblaciones campesinas y barbarie contra


las campesinas de El Cuá; Se inicia una campaña contra la
penetración cultural en la UNAN (el Libro de Coloma); Por
primera vez en la historia del movimiento estudiantil, el CUUN
organiza un seminario socio-político-económico para nuevos
estudiantes universitarios y público en general; Septiembre:
Movilizaciones de masas dirigidas por el Frente Sandinista para
salvar la vida de capturados; Primera toma de iglesia en la
Catedral Managua, León, La Recolección, Granada, Iglesia
Xalteva; Huelga general de trabajadores de educación; 30 de
octubre, marcha de la educación a nivel nacional tras veinte y un
días de lucha por un pliego de peticiones; Movilizaciones
estudiantiles dirigidas por el FER, por la expulsión de varios
compañeros de la UNAN.
Se reestructura el Grupo Praxis, como un nuevo intento
orientado por el sandinismo, para conformar un frente ideológico
de artistas e intelectuales; Huelga de trabajadores del Nejapa
Country Club que duró veintitrés días; Movilizaciones y acciones
de protesta de estudiantes de la UCA; Movilización estudiantil de
la UNAN, en protesta por el alza de las tarifas de bus; 19 de abril:
En la UCA se declara huelga por la expulsión de varios
estudiantes; Efraín González, directivo del SCAAS y Rommel
López, del Sindicato de Oficios Varios son asesinados. Sus
cadáveres aparecen en la hacienda Las Piedrecitas, de
Matagalpa, y entonces se lanzan a la huelga los trabajadores y
sindicatos de trabajadores de Masaya; 18 de mayo: Paro en la
Normal Central de Managua y desaparición del Presidente de la
FES; Agosto, Paro en el Instituto Modesto Armijo por detención
de un estudiante.

Es decir, vos vas viendo cómo va entremezclada la lucha militar, los golpes
de mano, pero hay un movimiento popular, sindical, social, hay huelgas,
manifestaciones, movilización, hay lucha de calle. Es el entorno de las

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luchas magisteriales.

Bruno: Hay movilizaciones en torno a todo el proyecto para fortalecerlo.


Eso que leíste es parte de nuestra historia. La parte de la historia de la
movilización de nuestra población, de los sectores, del magisterio, de los
obreros, de los estudiantes, y esa articulación estudiantil con los
trabajadores y con los maestros permitió que Somoza, en su momento,
tuviera cierto temor de la posibilidad de una huelga nacional. Por eso es
que Somoza despidió a más de seiscientos maestros, en los años 1969-
1971.

Mónica: Y no pudieron reintegrarse a su labor docente hasta que


triunfamos.

Bruno: Por ejemplo, en mi familia todos eran maestros: mi mamá, mis


hermanos, mi mujer. Y no trabajamos hasta el triunfo del sandinismo.

Mónica: Y tu mujer era hija de don Ramón Altamirano, uno de los


combatientes de la época de El Chaparral; sus otros hijos, Bayardo y
Rosario, también eran maestros, porque en realidad el magisterio fue un
semillero de luchadores, no sólo con el libro, sino con las armas en las
manos.

Pasando a otro tema, al igual que otros movimientos sociales, hay una
etapa en que el magisterio está influenciado, desde el punto de vista
político, por los socialistas y los socialcristianos. Pero llegada la década de
los setenta, la influencia es del Frente Sandinista. ¿Es así? ¿Usted cómo lo
ve, don Alejandrino?

Alejandrino: Sí. En principio los partidos y los movimientos influyeron en el


magisterio; pero como digo, la destrucción de la Federación Sindical de
Nicaragua impactó en nosotros, los maestros de base. Bruno habla desde
su aspecto de dirigente, yo hablo como maestro. Fue un impacto terrible,
fue como que se me destruyera el mundo que habíamos construido con
tanto trabajo. Entonces eso nos empujó a dejar las otras corrientes y a ver
como alternativa la lucha del Frente Sandinista.

Mónica: Después que le quitan la personería jurídica a la Federación


Sindical de Maestros, la dictadura hace una gran ofensiva con sus
sindicatos blancos. Hay un reflujo organizativo en esa época. Entre los años
1972 y 1976 hay un período de reflujo y desarticulación sindical en el
magisterio. Fue hasta en el año 1976, ya bajo la conducción del FSLN, que
se reinicia un proceso organizativo gremial, se organiza la Asociación
Nacional de Educadores de Nicaragua, aunque el congreso constitutivo
formal es en febrero del año 1979.

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Alejandrino: Nosotros, como maestros de base, nos sentimos orgullosos
de la lucha que los maestros pudieron llevar ante esa dictadura tan feroz y
represiva, porque el somocismo fue feroz: despidió a muchísimos maestros,
destruyó la Federación, confiscó las casas, confiscó las cuentas. Todo esto
ya fue en el año 1970, y el régimen lo hizo para aplastar una experiencia
que consideraba peligrosa. Aplastó de una manera brutal al magisterio.
Envió a los maestros que estaban en Managua a trabajar a Puerto Cabezas
o Río San Juan, en una forma totalmente represiva.

Eso nos hizo reflexionar a los maestros de base, entre ellos, Pedro Ortiz
Sequeira, Frank Espinoza, Ronald Broock, Rito Vargas, Concepción Palacios,
Zaida Rugama, Darwin Juárez, María Ángeles Urtecho, Magali Salinas, y
otros compañeros. Nos pusimos a analizar que la forma sindical ya no tenía
cabida en Nicaragua bajo la dictadura de Somoza y decidimos entonces,
que la lucha debía estar ligada a la experiencia del FSLN. Así nos fuimos
ligando y formamos células en diversos institutos, como Andrés Castro,
Bello Horizonte y otros. Éramos varios grupos de maestros organizados,
pero ya en células del FSLN y colaborando económicamente.

En 1976, la Dirección del Frente organizó la estructura magisterial nacional


y designó al profesor Pedro Ortiz Sequeira como coordinador; a Napoleón
Loáisiga, a Mariano Miranda, y a éste quién les habla. Esa estructura la
atendían William Ramírez y Bayardo Arce.

Nos asignaron cuatro departamentos a cada uno. A mí me correspondió


Managua, Masaya, Estelí y la Costa Caribe. El magisterio se fue agrupando,
no sólo para luchar por sus intereses, sino para luchar con las armas en las
manos para derrocar la dictadura; porque miramos que en realidad,
solamente derrocando la dictadura, nosotros íbamos a lograr la plena
satisfacción de nuestros intereses gremiales.

Bruno: El grupo que ustedes formaban, que era de una de las tendencias
del Frente Sandinista, se organizó; pero también las tendencias Tercerista y
la Proletaria hicieron sus organismos magisteriales a nivel nacional y
universitario. De tal manera que el Frente Sandinista en su totalidad estuvo
interesado en que la lucha magisterial se organizase a través de la lucha
política también.

Mónica: ¿Entonces hubo esfuerzos de otras tendencias en esa dirección?


¿Cómo se llamaban?

Bruno: Sí. Claro, que sí. Mirá, por ejemplo, los Comités de Dignificación del
Magisterio (CODIGMA). Yo recuerdo que Octavio Caldera estaba al frente de
uno de esos comités. Estaba el movimiento de los ANDECOP, la Asociación
de los Educadores de los Colegios Privados.

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Alejandrino: Yo me referí a la Asociación de Profesores del Recinto
Universitario Rubén Darío (APRURD). Ahí daban su apoyo total los
profesores Julio López Campos, Francisco Guzmán, Miguel Ángel Avilés, Lea
Guido, una serie de compañeros que fueron vitales para que nosotros
pudiéramos avanzar en el trabajo.

Mónica: Y había también un grupo de profesores progresistas. Ahí estaba


Moisés Hassan Morales, Jaime Ocón Abaunza, el doctor Virgilio Godoy,
Miguel de Castilla. Eran todos profesores universitarios.

Bruno: El 8 y 9 de julio de 1978, en el Recinto Universitario Rubén Darío


fue realizado el I Seminario sobre Organizaciones Magisteriales de
Nicaragua. Las organizaciones convocantes fueron la Federación Sindical de
Maestros de Nicaragua, APRURD y el CMOPE. En este evento se analizaron
las experiencias de la FSMN y se diseñaron los estatutos de lo que sería
ANDEN.

Mónica: ¿Qué era el CMOPE?

Bruno: CMOPE es un organismo sindical internacional, la Confederación


Mundial de Organizaciones de Profesionales de la Enseñanza. Digamos que
fue el primer seminario para la formación de ANDEN. Entonces ya desde
julio, Alejandrino anda conspirando de manera organizada en los comités a
nivel departamental, con los otros compañeros que él ya ha citado.

Se abrió una gran posibilidad histórica cuando se unieron por primera vez
en Nicaragua los tres sectores de la educación: primaria, secundaria y la
universidad. Es realmente desafortunado que se hayan separado después
de este esfuerzo, porque en ANDEN se logró la unificación del magisterio.

Mónica: Recuerdo que también había un esfuerzo de unidad entre el


magisterio y los estudiantes de cada uno de esos sectores. Estamos
hablando del sector universitario y el sector estudiantil de secundaria. El
auge de la Asociación de Estudiantes de Secundaria, de la Federación de
Estudiantes de Secundaria y del Movimiento de Estudiantes de Secundaria,
tiene que ver también con la existencia de un profesorado progresista,
revolucionario.

Alejandrino: Claro. Recuerdo que trabajaba en el Instituto René Schick, y


la unidad del magisterio progresista era total con la AES y con el MES. Y
todos esos alumnos nuestros fueron los que, en los barrios orientales
llevaron a cabo la lucha de manera abierta. Era una unidad real en todos los
sentidos.

Y luego se avanzó también en la unidad de las fuerzas de las tres


tendencias del Frente Sandinista. Se hizo, por ejemplo, con los compañeros

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de CODIGMA, se trabajó con los compañeros Octavio Caldera, Douglas
Guerrero, Julio López Campos, que también nos apoyaba desde la APRURD.

Se hablaba de la unión general de los maestros, sin distingos ideológicos.


Nosotros en realidad buscamos la unión y ANDEN fue la unión del
magisterio, no solamente de los sandinistas, sino de todos: de preescolar,
primaria, educación técnica, secundaria y universidad, y de todas las
tendencias políticas. Por ejemplo, en el año 1977 se unió ANDECOP, que era
una asociación de los centros privados. Trabajamos en conjunto todos; esa
unidad permitió tener una fuerza. Es ésa la unidad que debemos de buscar,
para que el magisterio tenga fuerza en sus reivindicaciones ante el
gobierno.

Bruno: A mí me parece que es una buena oportunidad para que los


maestros vuelvan a levantar su bandera de unidad y de dignidad
magisterial, porque no es posible que estemos a estas alturas del cierre del
milenio, con un magisterio débil y dividido, incapaz de dar las luchas que
dignifiquen su profesión. Hay temas importantes que pueden unir al
magisterio, sin consignas políticas, porque ése fue el problema inicial de la
división del magisterio. Los sandinistas quisimos que todos los maestros
pensaran como sandinistas y dividimos y distorsionamos el aspecto
gremial.

Tiene que haber autonomía respecto a los partidos políticos. En las huelgas
de los años sesenta y setenta, la autonomía del maestro se mantuvo, y ahí
había maestros de todas las ideologías. Se luchó por los intereses
específicos y particulares del maestro, y ya ves que no se descuidó la lucha
popular.

Mónica: En la recta final de nuestro programa, Don Alejandrino, ¿qué


mensaje le daría usted a los maestros, dirigentes sindicales y jóvenes?

Alejandrino: Bueno, retomando la historia de luchas magisteriales, el


magisterio actual debe de enorgullecerse de esas luchas y retomarlas,
plantearse nuevos retos, hablar de la unidad del magisterio y hacer que sus
derechos se respeten. Que el derecho a un sueldo digno, a una vida digna,
se lleve a cabo con una unidad indestructible.

El maestro tiene grandes valores. El maestro actualmente está haciendo de


tripas corazón para poder salir adelante, para darles a sus alumnos la mejor
educación; pero el gobierno no reconoce eso.

Y a nuestros jóvenes, a nuestros alumnos de las universidades, de


secundaria y de primaria, a los jóvenes que no estudian, deben también
hacerse eco de estas luchas. Unidos con los maestros deben buscar sus
reivindicaciones, luchar por una educación gratuita. El Estado no puede

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estarle cobrando la educación a los jóvenes. Hay cientos de miles que no
pueden estudiar porque les cobran las matrículas o una mensualidad,
pequeña, pero que no pueden pagar. Entonces, los jóvenes en conjunto con
los maestros, debemos luchar.

Bruno: Creo que la primera motivación que debiera trabajarse, es la


organización, fortalecer la organización estudiantil. Yo noto que hay un
deterioro en la organización estudiantil. La situación económica-social del
país no ha tenido variante desde hace treinta años, inclusive se ha
deteriorado. Hay más pobreza, menos oportunidades de educación para
nuestra juventud. Y esas son evidentes y claras banderas que se pueden
levantar en la movilización de los estudiantes.

Debe presionarse movilizativamente a las autoridades educativas de este


país y al mismo gobierno, para que los derechos consagrados en nuestra
Constitución, como el derecho a la educación, que es un derecho humano,
realmente pueda ser cumplido. Hay que pedirlos, hay que forzarlos, hay
que presionar de forma organizada. ¡No vienen del cielo, tienen que
conseguirse! Y creo que la principal tarea es la unidad. Hay que luchar de
una manera precisa, constructiva, en torno a la unidad. Hay suficientes
temas que pueden unir al magisterio.

Mónica: Recordar siempre al gran maestro Ricardo Morales Avilés, digno


representante del magisterio, que ofrendó su vida por la causa del
magisterio y la causa de los oprimidos de nuestro país.

Alejandrino: Cuyo lema sigue en pie: “Después del primer paso, no


pararemos de andar jamás”.

Mónica: Y no vamos a parar de andar hasta que consigamos que Nicaragua


sea un país para todos, sin miseria, con justicia social y felicidad para todos
los nicaragüenses.

4 de diciembre de 1999

COMENTARIOS DE NUESTROS LECTORES

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© Onofre Guevara: el mutualismo no se supera hasta cuando se promulga el Código del
Trabajo, en el año 1945; el mutualismo comienza a ser superado cuando aparecen las primeras
uniones obreras y después los sindicatos, proceso que se inicia desde los primeros años 20.

© Onofre Guevara,: Julio Gómez Mejía también era miembro del Partido Socialista y era tan
entregado a la lucha que lo hicieron responsable de la oficina donde operaba la Federación de
Trabajadores de Managua, a la cual estaba afiliado su sindicato de pintores; la FTM quedaba del
parque San Antonio una cuadra al Norte. Una anécdota: él abría el local desde las ocho de la
mañana sin falta diariamente, y un día no abrió, y preocupó tanto eso, que supusieron que algo
le había pasado; fueron a su casa, y lo hallaron abatido; le peguntaron la causa, y dijo: es que
yo creía que el socialismo estaba más cerca… seguramente fue una salida humorística suya
para no decir qué le pasaba. Era realmente un hombre entregado a la lucha sin descanso.

1 “El asalto a la Casa del Maestro de Managua, cometido el 20 de agosto de 1969 por
maestros somocistas, las hordas nicolasianas respaldadas por patrullas armadas de la fatídica
Guardia Nacional, al mando de fieras uniformadas de la ralea de Ronald Sampson, Rodríguez y
Salas. El criminal asalto ejecutado a plena luz solar, mientras se realizaba una gran asamblea
de maestros organizados en el FSMN, fue planificado y financiado por las educadoras
somocianas María del Socorro Maltez de Callejas y Zaida Fernández de Ruiz, vice-Ministras de
Educación y del Distrito, respectivamente, y encabezado por los abyectos inspectores de
Educación: Ana María Herrera Cuarezma, Manuel S. Medrano, Teodoro López Ardón, Sebastián
Pavón Tapia, José Corrales y otros de infausta remembranza. Éstos llevaron a la capital a
maestros indeseables, quienes aceptaron a cambio de que les fueran perdonadas sus faltas
graves”. (Dionisio Herrera y Canales, El Nuevo Diario, 20 de agosto de 2000).

© Onofre Guevara: Rosita Pereira, era Rosa Amelia Pereira, maestra empírica entonces; fue
una de las primeras mujeres militante del Partido Socialista; la carceleada a más de 300
miembros del PSN en todo el país, en 1948, se inició en su casa, mientras se realizaba un
congreso del partido; un infiltrado directamente por Anastasio Somoza Debayle, llamado Tulio
Tablada Zepeda, quien primero se había infiltrado en el Sindicato de Empleados de Comercio
de Managua y de ahí al PSN denunció el lugar del congreso. Ella estuvo como un año en la
cárcel, y después del triunfo sandinista, trabajó en los CDS; también fue miembro del FSLN;
poco antes de que muriera.

Por el año 1946, Rosa Amelia fue fundadora de la Alianza Democrática de Mujeres de
Nicaragua junto a Consuelo García Barberena, hermana mayor de Adolfo García Barberena
“Domingo”, caído en Nueva Guinea, cuyo padre, el dirigente sindical Domingo García Castillo,
fue mi primer maestro de socialismo en los años 40, y Adolfo mi asesor político cuando me
nombraron presidente de la Unión General del Trabajo (UGT), en 1952.

© Onofre Guevara: cuando la Casa del Maestro fue asaltada por Nicolasa Sevilla, no quedaba
por Santo Domingo, sino en la calle 15 de Septiembre, de la intersección de ésta con la
Avenida “Roosevelt” unas cuatro o cinco cuadras hacia el cementerio general.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Ser cristianos y revolucionarios

Fernando Cardenal y José Miguel Torres

Fernando Cardenal Martínez nace el 21 de enero del año 1934.


En 1952 ingresa al noviciado de los jesuitas y en su proceso de
formación vivió en El Salvador, Ecuador, Perú, México y
Colombia. En 1957 se graduó en Humanidades, Filosofía y
Teología. En 1968 regresa a Nicaragua y desde ese momento se
involucra en las luchas por la justicia que se impulsan desde el
movimiento estudiantil en la Universidad Centroamericana.
En 1970, Cardenal tiene su primer contacto con el Frente
Sandinista de Liberación Nacional, y en 1973, ya como militante
del Frente, impulsa el movimiento cristiano revolucionario,
participando en diferentes acciones como toma de iglesias y
ayunos proféticos. En 1976 viaja a Washington y presenta ante
el Congreso de los Estados Unidos, una denuncia sobre los
crímenes y las atrocidades de la dictadura somocista. En el año
1977 forma parte del Grupo de los Doce, organismo político que
se constituyó en un importante mecanismo de propaganda y
difusión de la lucha del FSLN a nivel internacional y nacional.
Después del triunfo de la Revolución, dirige la Cruzada Nacional
de Alfabetización (CNA), y es Vice-Coordinador de la Juventud
Sandinista 19 de Julio. De 1984 a 1990 es Ministro de Educación.
De 1990 a 1996 fue Presidente-Director del Instituto
Nicaragüense de Investigación y Educación Popular (INIEP), cuyo
objetivo era la formación de dirigentes campesinos, cooperativas
y continuar la tarea de la alfabetización.
En el año 1995 renunció al Frente Sandinista y desde entonces
no pertenece a ninguna agrupación política. Trabaja de tiempo
completo en el Centro Pastoral de la UCA.
**

José Miguel Torres, nace el 13 de noviembre de 1945. Estudia


secundaria en el Colegio Bautista de Managua y educación
superior en la institución Comunidad Teológica de México. Fue
pastor bautista en San Salvador (El Salvador) y en Puebla
(México) hasta el año 1969. Tuvo sus primeros contactos con el
FSLN en 1964.
Al regresar a Nicaragua en 1970, trabaja como Presidente de la
Juventud Bautista, de la que es separado por sus posiciones

1
políticas. Trabaja con los entonces sacerdotes Antonio Sanjinés,
Ángel Barrajón y Alfonso Alvarado, en un esfuerzo ecuménico a
través de la pastoral juvenil, que asume la Teología de la
Liberación e impulsa el compromiso de los jóvenes con la lucha
armada revolucionaria. En los años ochenta es fundador del Eje
Ecuménico Movimiento Estudiantil Cristiano-Comisión Evangélica
Latinoamericana de Educación Cristiana (MEC-CELADEC),
organismo que trabaja en defensa de la Revolución desde una
perspectiva teológica cristiana. Actualmente ejerce como
teólogo bautista ecuménico y como parte del Centro Martin
Luther King, donde impulsa la teología de la cultura de paz y
reconciliación. También es profesor universitario.

El triunfo de la Revolución Cubana, así como animó la organización inicial


del FSLN en Nicaragua, también ejerció su influencia en curas y pastores
con la apertura experimentada en la Iglesia Católica a partir del Concilio
Vaticano II1. Los años sesenta marcan el inicio de la incorporación
organizada de los jóvenes cristianos en las tareas de organización y
concientización del pueblo. Su creciente identificación con el FSLN fueron
elementos sustantivos en el salto de calidad que experimentó la lucha del
Frente en esos años.

Esta participación no fue simplemente cuantitativa, sino también


cualitativa, sobre todo por el trabajo que se hacía en los barrios y en las
comunidades para llevar al pueblo el mensaje de rebelión. Las
Comunidades Eclesiales de Base2 eran espacios donde se reflexionaba
sobre la situación del país y donde se fortalecía el compromiso político. De
este importante proceso surgirían futuros dirigentes del Frente Sandinista y
numerosos cuadros del movimiento popular. Más tarde, la organización de
redes de apoyo, casas de seguridad y colaboraciones de todo tipo, serían
aportadas por el movimiento cristiano revolucionario.

José Miguel Torres y Fernando Cardenal, uno pastor evangélico y el otro


sacerdote católico fueron protagonistas y testigos de esta etapa. Ambos se
comprometieron con la lucha y animaron la incorporación de los jóvenes, a
quienes acompañaron en ese compromiso. En esta conversación analizan el
contexto en que los cristianos se sumaron a las tareas de construcción de
conciencia popular, de organización y de motivación a la lucha armada
revolucionaria, para acabar con más de cuarenta años de dictadura en la
búsqueda de una mejor vida para todos.

Mónica: ¿Qué explica el enorme compromiso que adquirieron las iglesias,


los movimientos cristianos y los jóvenes cristianos a finales de los años
sesenta? ¿Qué los hizo incorporarse de manera activa en la lucha contra la
dictadura?

2
José Miguel: Muchas gracias por la invitación, Mónica, a este programa; es
una alegría también compartir este momento con el padre Fernando
Cardenal, en esta emisora La Primerísima, que es un foco de fermento del
pensamiento en Nicaragua, y por eso tiene una vasta audiencia. Quiero
enviar un saludo a nuestro pueblo y pedimos que sus esfuerzos, su trabajo,
su lucha y sus propósitos se inscriban dentro de este proyecto que es el
reino de Dios en esta tierra nicaragüense.

Hay tres grandes momentos en la historia de la participación de los


cristianos en el proceso revolucionario nicaragüense; aunque también hay
antecedentes desde la Colonia hasta el año 1960. Sin embargo, fue a partir
del triunfo de la Revolución Cubana que hubo un despertar entre los
cristianos, y los pueblos de América Latina comenzaron a soñar con la
posibilidad de lograr una transformación de carácter estructural, política y
económica para todos nuestros países, muchos de ellos con dictaduras
largas y terribles.

A partir del triunfo de la Revolución Cubana, prácticamente se incendia todo


el continente: Hay una rebelión desde el Canadá, con el Frente de
Liberación de Quebec; el Black Power, en Estados Unidos; el Movimiento de
Guerrero y Chihuahua, en México; los grupos guerrilleros en Guatemala y El
Salvador; el Movimiento Cinchoneros, en Honduras; el FSLN en Nicaragua;
los Tupamaros; los Montoneros; las guerrillas de Carlos Marighela, en Brasil;
el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), en Chile, etcétera.

Es el momento del foco guerrillero, y en esas circunstancias también el


cristianismo es sensible a este esfuerzo de lucha, de entrega, de hombres
con otro pensamiento, con otra ideología. Y vemos también que del
cristianismo surgen sectores que acompañan y que participan en esa
primera etapa de la radicalización de la lucha.

Aquí hubo grupos y nombres de personas que pertenecieron y que


provinieron de la Juventud Universitaria Católica, como son los casos de
Edgard Munguía, Bayardo Arce, Glenda Monterrey, Jacobo Marcos Frech, y
un montón de gente más, que acompañan de alguna manera esa primera
etapa de lucha revolucionaria en Nicaragua.

El segundo momento es la década del setenta, después de la Conferencia


de Medellín. Las reflexiones de la Iglesia Católica generan la participación
masiva de los cristianos a nivel de las parroquias, porque de alguna manera
se cuenta con el respaldo, la legitimación y el soporte de los obispos de
todo el continente, quienes también plantean la necesidad de un cambio.

La década del setenta es el momento del ascenso de las masas, por


ejemplo, se da el triunfo de la Unidad Popular en Chile; el gobierno

3
revolucionario de Velasco Alvarado, en el Perú; de Juan José Torres, en
Bolivia; que son movimientos progresistas donde también hay una
participación cristiana.

Después de los años de experiencia del Frente Sandinista y de una primera


retirada estratégica, en los años 1969-1970 se da la toma de las iglesias, y
es el movimiento cristiano el que prácticamente empieza a desarrollar
trabajos de concientización y movilización popular, con el proyecto en pro
de un cambio y de una transformación estructural.

Después vendría un tercer momento en el proceso revolucionario, donde


hay evidentemente un formidable acompañamiento y presencia de los
cristianos. Pero yo diría, no solamente porque Fernando y Ernesto Cardenal,
y el padre Miguel D’Escoto eran Ministros del gobierno revolucionario, no, es
porque cientos de miles y millones de cristianos están participando en las
organizaciones de masas, en los diversos esfuerzos de la defensa de la
Revolución.

Mónica: Permítame hacer de abogado del diablo. Yo entiendo que en esos


años todas las revoluciones tenían un planteamiento ateo, y decían que la
religión era el opio de los pueblos, que la religión adormecía la conciencia
de los pueblos. ¿En qué momento se miran a sí mismos los cristianos?, y
dicen: “Hay que comprometerse, debemos ser el fermento, la sal y la luz
del Evangelio”. ¿Qué pasa, Fernando, en el caso de América Latina y en
particular en Nicaragua?

Fernando: He venido con mucho gusto porque en estos días estamos


conmemorando los veinte años de la entrega de sus vidas, de un grupo
muy grande de muchachos y muchachas, de jóvenes cristianos que
entregaron sus vidas por una Nicaragua que ellos querían más justa, más
honesta, más fraterna, más solidaria, en una palabra, más cristiana.

El martes próximo vamos a conmemorar los veinte años de la muerte de


Adolfo Aguirre. En el movimiento cristiano también estamos conmemorando
veinte años de la entrega de su vida, y ésa es la motivación fundamental
para estar ahora aquí, hacer un recuerdo cariñoso, porque a nuestros
mártires nunca los olvidaremos.

José Miguel hizo un recorrido exacto de todos los que fueron momentos
importantes para América Latina y las personas, incluyendo por supuesto,
al Che Guevara, que lo daba por conocido.

Respondiendo a tu pregunta, además de todo lo que ya dijo Miguel, yo


insistiría en la celebración del Concilio Vaticano II, del año 1962 a 1965,
donde una Iglesia que venía de la Edad Media, únicamente viéndose hacia
adentro, una Iglesia como fin en sí misma, se abre por inspiración del Papa

4
Juan XXIII. Abre las ventanas al mundo, que es un mundo conflictivo, que se
debate en esos momentos en un proceso cada vez más grave de
empobrecimiento.
Pero inmediatamente que termina el Concilio Vaticano II, se da en América
Latina la reunión que también mencionó José Miguel, en Medellín, la II
Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, que crea una nueva
teología y una nueva espiritualidad. Comienzan haciendo un análisis de la
situación de América Latina. Por primera vez no se comienza con una
doctrina, para luego ver cómo la podemos aplicar, sino que se comienza al
revés, viendo cuál es la situación en que está nuestra región.

La reunión emite dos grandes documentos: el “Documento de Justicia” y el


“Documento de Paz”, en los que se dice que la situación de América Latina
es de una injusticia que clama al cielo, y que es una situación de pecado.
Por primera vez se da esta denominación, porque nosotros siempre
habíamos escuchado el pecado como acto, el pecado actitud, el pecado
omisión; pero, de repente hay otro pecado, que es un pecado de situación.

Hay una situación en América Latina de injusticia, que es un pecado. Esto


crea las bases para una profunda conciencia en los cristianos. Y de aquí
surge también la espiritualidad de Medellín, que es acompañar al pueblo en
su proceso de liberación integral. Esto en Nicaragua se traduce por
acompañar al pueblo en su proceso revolucionario sandinista, no había otro,
no había cómo perderse.

Me parece que junto a la situación política y sociológica descrita por José


Miguel, viene la participación de la Iglesia en estos dos eventos históricos.
El teólogo Karl Rahner dice que la historia de la Iglesia se divide en tres
momentos: la primitiva iglesia, los primeros tres siglos hasta El Vaticano II,
y la tercera etapa del Vaticano II hasta nuestros tiempos. Ésa es la
importancia enorme de este último, que acerca a la Iglesia a los tiempos
modernos, y Medellín la acerca a América Latina.

Cuando vengo a Nicaragua a comenzar a trabajar, después de terminar mis


estudios, encuentro una juventud completamente consciente, beligerante
en las luchas políticas, sociales y económicas del pueblo de Nicaragua. Lo
que hice fue meterme en esa juventud, meterme con ellos en sus
movimientos, sus tomas, en sus huelgas y luego en su organización y en la
formación de los grupos cristianos, que después dan origen al movimiento
cristiano revolucionario en el año 1973.

Creo que esa es la explicación: las realidades objetivas económicas,


sociales y políticas, y una Iglesia que responde a estas realidades con esos
dos grandes eventos. Esto crea una profunda conciencia a todo nivel, entre
los obreros, los campesinos y en el mundo estudiantil, que es en el que yo
me moví.

5
Mónica: Recuerdo que en ese entonces nosotros, como movimiento
cristiano, analizábamos la realidad. Esa era una constante. No podías tomar
posición sobre la realidad sin analizarla. De la misma realidad surgía la
exigencia de hacer algo para cambiarla, y cuando te llegabas a cuestionar
por el cambio, entonces, ¿cómo hacer ese cambio? De ahí venía toda una
reflexión en la que muchos llegamos a convencernos de que la lucha
armada era el único camino. Ése era, tal vez, uno de los puntos más difíciles
para los cristianos que habíamos sido educados en el “no matarás”, y el no
matar significa pues, no meterte en un movimiento que usa las armas.

¿Cuál es la experiencia de ustedes? ¿Cómo se da eso que Giulio Girardi


identifica como la confluencia de los cristianos y los marxistas?

José Miguel: Me parece que además del análisis de la realidad, el análisis


científico usando todos los instrumentales de la sociología, económicos y
políticos, en términos evangélicos, cristianos, teológicos, también hay una
acción providencial de Dios en la historia.

Es providencial que surjan esos pequeños grupos embrionarios del


movimiento católico de una Iglesia tradicional, conservadora. Y que surjan
pequeños grupos que van a dar, aunque sea individualmente, un testimonio
profético de una presencia cristiana. Y lo coincidente es que también del
mundo protestante, del mundo de las iglesias evangélicas, hay una
presencia y una participación también profética, aunque sea a nivel
individual.

Lo que quiero decir es que hay un llamamiento que nosotros lo


confirmamos desde las páginas de la Biblia. El Dios bíblico, el Dios del
Éxodo es aquél que ve el sufrimiento de su pueblo, ve la opresión. “He visto
la opresión de mi pueblo en Egipto y he descendido para liberarlo”, y ese
Dios llama a hombres concretos como Moisés para que encabecen esa
lucha de organizar al pueblo, de movilizarse y de trabajar por su liberación.

En ese sentido es que hay esa acción de Dios a través de nuestro encuentro
con las Escrituras, con la lectura del Evangelio, que por sí sólo tiene su
propia dinámica. A veces incluso, aunque no se tenga un análisis
especializado sobre la realidad, hay una conciencia que impele a actuar
hacia ese pueblo caído en el camino. Recuerdo que esa era la teología de
Fernando Cardenal precisamente. No era una teología tan sofisticada como
la que posteriormente se elaboró incluso ya después del triunfo de la
Revolución, sino que una teología evangélica. El buen samaritano es el
paradigma.

Recuerdo que en una ocasión Fernando decía: – ¿Qué hubiera pasado si el


buen samaritano hubiera llegado al momento que los ladrones están

6
atacando a aquel caminante? Lo ético impulsaría al samaritano a luchar
contra los atacantes, contra los ladrones, contra los opresores. Entonces,
ésa era la teología que nos daba una pauta para la acción, para el
compromiso, para el involucramiento.

Fernando: ¡Que buena memoria tiene José Miguel! El asunto de la lucha


armada, para todos estos grupos cristianos, fue un momento decisivo. La
conciencia los lleva a comprometerse, pero también les dice que en su
formación cristiana hay una doctrina que plantea que no se puede
participar en la lucha armada. Personalmente, ¿cómo solucioné el
problema? ¿Cómo ayudamos en las reflexiones para que otros también
encontraran camino y sus propias soluciones?

Pensé que en la historia había habido guerras entre naciones muchas


veces. Casi siempre esas guerras eran únicamente por el poder militar, para
facilitar intereses económicos y políticos de las potencias. Muchas de esas
guerras habían sido justificadas y habían sido apoyadas por capellanes de
las diversas religiones. Y yo decía: ¿Y por qué la guerrilla, esa guerra
chiquita, la de los pobres, no va a poder también tener en algún momento
la concepción de que es una guerra justa también? Hasta que encontré un
documento que apareció un año antes de la reunión de Medellín, nada
menos que del Papa Pablo VI, en la famosísima “Populorum progressio” 3.

Y aquí hago un paréntesis para decir que todo esto surge porque América
Latina está hirviendo. Todos estos documentos de la Iglesia: El Vaticano II”,
“Populorum progressio”, las “Encíclicas de Juan XXIII”, traen una respuesta
a nuestra interrogante y ahí textualmente dice el Papa: “La guerra siempre
trae peores daños, pero cuando se trata de una situación, de una violación
profunda a los derechos humanos, una situación larga y prolongada, cuando
se han utilizado todos los métodos pacíficos y no se les pueda dar solución,
la insurrección de un pueblo es justificada”.

Ahí nos abre un camino, y en la época de Somoza no había duda, era una
dictadura larga y prolongada, casi cuarenta y cinco años violatorios a todos
los derechos humanos, y se había utilizado todos los medios sin respuesta
alguna: las huelgas, las manifestaciones, las tomas de las iglesias, cuántas
cosas no hicimos; hasta que finalmente no queda más camino, por
desgracia, que la lucha armada. Pero tuvimos una teoría, en este caso, del
Papa Pablo VI, por no hablar de Santo Tomás de Aquino, en que esto se
justificaba bastante antes. Tampoco hay que olvidar que los obispos
nicaragüenses, en la Conferencia Episcopal, también justificaron la
insurrección del pueblo nicaragüense, al final, en la etapa de la lucha
insurreccional.

Mónica: Para mí, como parte del proceso de desarrollo de la lucha del
Frente Sandinista, la participación de los cristianos no fue nada más de

7
números, fue más bien cualitativa, sobre todo por el trabajo que se hacía en
los barrios, en las comunidades.

Oyente: Pregunto si una persona atea, que lucha por sus seres queridos,
por su persona, por el pueblo, que incluso da la vida por aquellas personas
que tal vez ni conoce, ¿puede ir al cielo? Muchas gracias.

Fernando: Eso está muy claro en las Sagradas Escrituras, y lo podés leer
en el capítulo 25 de San Mateo, del versículo 31 en adelante; ahí vas a ver a
quiénes se envía al cielo. A quién escoge el Padre. Si es a personas que
pertenecen a una religión concreta, qué es lo que hicieron para ser
premiados, y José Miguel te lo va a explicar mejor.

Pero sobre la reflexión que hacía Mónica, quiero narrar algo y es sobre cómo
Carlos Fonseca tenía esta visión exactamente. Una vez que estuvimos
reunidos mi hermano Ernesto y yo con Carlos Fonseca en la casa de Ernesto
Tito Castillo, platicamos toda la noche; y una de las cosas fundamentales
era nuestro aporte a la Revolución como sacerdotes, como cristianos, y
Carlos Fonseca nos decía, y lo recuerdo claramente, hasta sus gestos: “Hay
dos formas de hacer una Revolución en Nicaragua. Una sería la forma
ortodoxa histórica, en la que habría que promover que el pueblo se haga
ateo para que luego se pueda hacer una Revolución; pero nosotros
queremos una Revolución Popular que sea de todo el pueblo, y no se le
puede quitar la fe al pueblo, porque además de imposible, es absurdo, y
sería una violación profunda a sus derechos humanos, religiosos y
espirituales. Entonces, de lo que se trata no es que los cristianos sean
ateos, sino que los cristianos se conviertan en revolucionarios, y aquí los
necesitamos a ustedes”.©

Es absolutamente necesario que este pueblo participe en su revolución,


pero ¿qué se los puede impedir?, una concepción desde la religión que sea
opio del pueblo. En Nicaragua, la religión fue chichicaste, nos movió, nos
empujó, nos despertó para descubrir la miseria en que vivía la población,
para descubrir sus derechos, sus reivindicaciones y para descubrir el papel
que nosotros como cristianos teníamos que tomar junto a ese pueblo que
ya se despertaba y que comenzaba a luchar por la transformación; no sólo
para quitar a la dictadura sino por la transformación de este país a favor de
ellos.

Entonces me parece que es oportuno traer esa reflexión de Carlos Fonseca


sobre la importancia de que los cristianos participaran, para que la
revolución fuera de todo el pueblo. Porque si aparece una revolución que va
en contra de las ideas religiosas, en contra de las iglesias, los campesinos
no van a participar, los obreros tampoco y los estudiantes participarían,
pero con una lucha interna tremenda entre su fe y la revolución.

8
Aquí no hubo ese problema. La participación de los cristianos fue
fundamental para que la nuestra fuera una revolución popular. Hay que
decir que la Revolución Popular Sandinista es la primera revolución en la
historia de la humanidad que no se hizo a pesar de los cristianos o contra
los cristianos, sino con los cristianos, con una profunda participación de
éstos.

Mónica: José Miguel, ¿qué decís sobre la importancia cualitativa de la


participación de los cristianos en la organización del pueblo, en el trabajo
de concientización?

José Miguel: Evidentemente el trabajo de los cristianos revolucionarios


descansó en las parroquias impulsando pastorales. Los jóvenes organizaban
grupos donde invitaban a personas a hablar sobre la realidad nacional, en
lugares como Santo Domingo, Santa Ana y San Antonio. Los mismos
colegios religiosos católicos de Nicaragua, celebraron centenares de
seminarios, de retiros, donde se hacía el análisis de la realidad nacional. Los
capuchinos, en el Caribe, impulsaron una pastoral de concientización a lo
largo de sus ríos y comunidades. Había incluso una teología de la liberación
del pueblo mískitos. Por el norte, en Las Segovias, hacían un trabajo de
concientización con una metodología muy propia a través de la radio, de las
escuelas radiofónicas. La comunidad de Solentiname y su reflexión “El
evangelio de Solentiname”, impactaba, especialmente a través de aquellos
atrevimientos de Ernesto Cardenal cuando va a Cuba y saca por La Prensa,
a grandes páginas, lo que vio allá en aquel proceso revolucionario y su
propia interpretación como cristiano.

Los movimientos universitarios de León, acompañados por la Juventud


Universitaria Católica y por la Juventud Estudiantil Católica 4, donde una de
las grandes teóricas y maestras era precisamente Mónica Baltodano, y no
sólo en Nicaragua y en León, sino que llegó a representar a la JEC en toda
Centroamérica. Mónica era realmente un cuadro especializado en andar
creando círculos de reflexión con el método de ver, juzgar y actuar, que fue
una metodología maravillosa para la toma de conciencia y de la
organización práctica de la juventud y el pueblo.

Está también el aporte del movimiento ecuménico, de raíces protestantes y


evangélicas, que celebró muchos eventos de formación y de clarificación
ideológica, donde incluso invitábamos a dirigentes revolucionarios probados
y sufridos como Ricardo Morales Avilés, para que nos hicieran un análisis e
interpretación del momento que estábamos viviendo los nicaragüenses, y
también para que escucharan el trabajo que nosotros estábamos haciendo
y someternos a su propia crítica.

Todo ese esfuerzo se llamó “revisión de vida”. Tenemos, por ejemplo, el


proyecto de Sirama, en Chinandega, el de San Rafael del Sur, donde estaba

9
el padre Martín Mateo, la comunidad cristiana de Carazo, donde participaba
Arlen Siú y centenares de jóvenes.

Recuerdo que el terremoto del año 1972 nos encontró a los que estamos
aquí y otros cien jóvenes más, tomándonos Catedral. Recuerdo el titular del
diario La Prensa de ese día, horas antes del terremoto en Managua.
Hablaba que en el Colegio La Asunción las monjas habían propuesto que las
hijas de la gente pobre, las hijas de las sirvientas, estudiaran en el colegio
junto a las hijas de familias ricas; pero La Prensa lo que destacaba era la
opinión de muchos padres de familia que decían que no querían que sus
hijas se llenaran de las pulgas de las hijas de las sirvientas. A pesar de eso,
la posición de aquellas religiosas era firme y respaldada por alumnas como
Lourdes Mayorga Sacasa, que entonces tenía la decisión firme de irse a
trabajar un año a las comunidades misquitas del Caribe.

Es importante resaltar que hubo muchos frutos de jóvenes que se dedicaron


a trabajar en todo Nicaragua en las labores de la concientización, en la
solidaridad con todo nuestro pueblo, y esto fue creciendo en la práctica: la
toma de las iglesias, las movilizaciones, los ayunos, las huelgas de hambre,
las marchas de protestas contra la alza del costo de la vida, del transporte,
del agua, la luz, la leche...

Fernando: Esas fueron manifestaciones muy grandes.

José Miguel: ¡Claro! ¡Cómo fue de grande el apoyo de los barrios


orientales! Se me olvidaba mencionar aquel foco de reflexión teológica que
había en el barrio Riguero, en la parroquia Nuestra Señora de Los Ángeles, a
cargo del padre Uriel Molina. Docenas de sacerdotes trabajando en la
pastoral juvenil en sus barrios.

Fernando: Quisiera contar, para que se vea gráficamente cómo


procedimos con eso de la Catedral, que no fue una toma, sino un ayuno
profético. Me acuerdo que ese año hubo sequía en el campo y había
hambre en el campesinado, mientras en Managua los privilegiados se
preparaban con champán, vinos, pavos, gallinas, etcétera, para una gran
celebración de la Nochebuena. Esta celebración no es cristiana, es pagana.
Los jóvenes cristianos decían: ¿Qué hacemos nosotros?

De ahí surgió la idea de hacer un ayuno profético. Se trataba de llamar la


atención de todos los cristianos y decirles que no se podía celebrar la
Navidad de la forma en que la estaban planeando, mientras nuestros
hermanos en el campo padecían hambre. Nos reunimos un grupo grande de
jóvenes cristianos, de varios lugares del país, pero no nos tomamos la
Catedral, estábamos en el atrio.

Habíamos como cien personas y, por primera vez en la historia de

10
Nicaragua, con nosotros participaron religiosas en un acto así, público. El
plan era quedarnos ahí del 22 al 25 de diciembre a mediodía. Los
conductores de buses y de taxis se detenían a preguntar qué pasaba y
nosotros aprovechábamos para explicarles. En la noche todos dormíamos,
cuando el terremoto nos sorprendió, y sólo brincamos a la plaza. Ese era el
ambiente, no es que vos ni yo les metimos en la cabeza que hicieran algo,
los jóvenes tenían una profunda conciencia, y sentían que no se podía
seguir viviendo tranquilo mientras hubiera campesinos que tuvieran
hambre.

José Miguel: Sólo quiero añadir un detalle: en esos días había una
empresa norteamericana, Plasmaférisis5, que estaba comprando sangre, y
alguna gente, por necesidad –esto era triste–, iba a vender su sangre para
pasar una Navidad feliz. Y esto era una contradicción odiosa, es decir, pasar
una Navidad significaba comprar un regalo, un electrodoméstico, algo, y
tenía que vender la sangre, la vida. Este fue otro elemento que se incorporó
en la causa del ayuno de Catedral.

Fernando: Exacto, y también al ayuno profético le añadimos la demanda


de “Una Navidad sin reos políticos”, y lo interesante es que las dos
peticiones se consiguieron en unos segundos con el terremoto. Fue una
Navidad en la que todos estábamos palmados. De la cárcel se derrumbaron
las paredes, y se fue una parte de los presos políticos, quienes en su
mayoría eran del Frente Sandinista.

Mónica: Retomando lo que decía José Miguel sobre la comunidad del barrio
Riguero, habría que decir que una de las características del movimiento
cristiano es que se planteaba en serio la consecuencia entre palabra y
acción. El compromiso de los cristianos de ser revolucionarios se expresaba
también en la búsqueda de una nueva forma de vida. Porque cuando los
jóvenes llegaban –y algunos de ellos eran de origen burgués– a las
comunidades, renunciaban a todo y se iban a vivir su cristianismo y su
convicción revolucionaria, en pobreza, como la mayoría de la gente. Esto
daba mucha fuerza a su mensaje.

Si la Revolución fue la continuidad de ese proyecto, ¿qué pasó con la


Teología de la Liberación en los años 80? ¿Qué piensan ustedes?

José Miguel: Creo que tuvimos una teología que acompañó y alimentó
nuestra participación en esa primera etapa; pero no teníamos una teología
para la nueva etapa del proceso revolucionario. La Iglesia como cuerpo de
Cristo vive dos momentos: el de la comunión, de la congregación de la
comunidad, de la Koinonía, donde se reúne en el nombre de Jesucristo y en
torno a su palabra y lee el Evangelio y se alimentan y se fortalecen los unos
a los otros. Es el momento de la comunión y también el de la separación, de
la diáspora, donde la Iglesia tiene presencia en toda la sociedad en el

11
mundo. Estos momentos se dieron formidablemente antes del triunfo de la
Revolución, el momento de la comunión y el de la dispersión en el trabajo,
en la escuela, en la calle, etcétera, en las luchas alimentadas por esa
palabra de Dios, por esa presencia de Jesucristo.

Cuando se da el triunfo de la Revolución, nos absorbió tanto el trabajo de


las masas, el trabajo de cuatro millones de hectáreas de tierra, que fue lo
que significó la Reforma Agraria, en la creación de centenares de centros de
salud donde la Revolución estaba empeñada en llevarle salud y bienestar a
nuestro pueblo. No nos volvimos a reunir; como quien dice, en cierto
sentido fracasaron las Comunidades Eclesiales de Base. Aquel momento de
la reunión en torno a la palabra apenas se mantuvo en algunas, poquísimas
comunidades, adonde se podía ir para escuchar la palabra de Dios. Pienso
que esto fue un abandono de una pastoral popular, que nos minó.

Por otro lado, muchos dirigentes cristianos revolucionarios muy probados y


con grandes convicciones, tan absortos y metidos en responsabilidades
estatales y partidarias, fueron engavetando la fe para otros momentos. Y
fue un error, porque frente a la amenaza de la agresión, era el mejor
momento de demostrar la confianza en nuestro pueblo, pero también la
confianza en un Dios que ha demostrado su fidelidad en la historia y que
había dado evidencias de estar a nuestro lado.

Creo que vino una especie de abandono que se proyectó en una crisis de
relaciones con las iglesias jerárquicas, en este caso. No eran, incluso,
problemas tan profundos y tan fundamentales, pero crearon un cierto
resentimiento, un cierto alejamiento y se abrió el espacio para que los
contraataques ideológico-religiosos, se sumaran al ataque político-militar y
geopolítico de la agresión norteamericana.

Mónica: Al principio de la Revolución adquiere auge la Iglesia Popular, pero


junto a la ofensiva político-militar del gobierno de Reagan, también hay una
ofensiva económica y una ofensiva ideológica. La iglesia institucional
funciona como un agente de la contraofensiva ideológica contra los
sacerdotes que estaban respaldando la Revolución.

La derrota electoral del noventa también se ha vendido como la derrota de


la Iglesia Popular y de la Teología de la Liberación. ¿No creen ustedes que
este proceso de retroceso general de los movimientos progresistas y
revolucionarios nos envuelve a todos, es decir, a izquierdas, a ateos, a
cristianos, también a los partidos tradicionales, comunistas, socialistas, es
decir, a todas las fuerzas del progreso? ¿No les parece que estamos como
un poco desarmados actualmente? O en otras palabras, si en ese tiempo
hubo una Teología de la Liberación, ¿no será que ahora hace falta una
teología contra el neoliberalismo?

12
Fernando: En esa época, antes del triunfo de la Revolución, era muy
peligroso el tipo de opción que habíamos escogido, nos estábamos jugando
la vida y, peor que eso, estábamos expuestos a la cárcel, a la tortura, como
tantos que murieron torturados. Pero era clarísimo, no había por dónde
equivocarse, era clarísima la posición del dictador, la opresión; el único
camino era acompañar al pueblo en su liberación, era muy peligroso pero
era así. Ahora es lo contrario. Por lo menos en Nicaragua no hay ningún
peligro político, por opción política no te van a pegar un tiro en estos
tiempos, pero hay un gran desaliento y confusión.

Todavía no se digiere, y sigue ahí como una espina en la garganta, la


pérdida de las elecciones. En el mundo y aquí en Nicaragua, en todos los
sectores de diversas tendencias de la izquierda, de los que estuvieron en
algún momento en alguna trinchera de la Revolución en Europa, en América
Latina y en Nicaragua, hay desaliento y confusión. A mí me parece que eso
incluía a religiosos y no religiosos, a los que eran ateos y a los de origen
cristiano, diversas gamas de socialismo de izquierda, yo creo que esa es la
característica más importante que encontramos.

Trabajo en una universidad y ¡qué diferencia entre la juventud que yo


encontré en el año 1968 y ésta! No se trata de culpabilidad. Están viviendo
otro momento, después de la entrega maravillosa de la juventud en todas
las tareas de la Revolución y en la campaña de alfabetización y las
cosechas y en el servicio militar y en todo, ahora hay una apatía que no
sólo es en Nicaragua, es algo del post-modernismo que se da también en
Europa, en Estados Unidos, en América Latina, pero indudablemente esa es
la tónica actual. No es culpa de los problemas que hubo, de los errores que
el Frente Sandinista cometió en su relación con la Iglesia. Es una situación
de la izquierda en general, respecto a los sucesos históricos que
comenzaron a finales del año 1989.

José Miguel: Hablando desde fuera, porque yo soy protestante, soy pastor
bautista y voy a hacer un comentario sobre la Iglesia Católica.
Desgraciadamente no tuvimos un Juan XXIII o un Pablo VI, quienes abrieron
las puertas al Espíritu Santo, en el contexto de los diez años de la
revolución, para que renovara y transformara su Iglesia, y eso trajo
enormes consecuencias para el testimonio del evangelio en el mundo.

Lamentablemente, el Papa que nos tocó en ese período, fue víctima de


interpretaciones muy reducidas y limitadas sobre lo que pasaba en
Nicaragua, y escuchando sus discursos pienso que él tiene una clara
comprensión de lo que significa el capitalismo para el mundo y todas sus
consecuencias en términos de destrucción de la vida, de desocupación, de
miseria. El Papa está claro de eso desde hace muchas décadas, y si sus
encíclicas las hubiera hecho en el contexto de la Revolución Sandinista,
hubiera significado un enorme respaldo para la revolución, y hubiera dado a

13
la Iglesia un lugar importante en el gran esfuerzo de la liberación de los
pueblos oprimidos del mundo.

Creo que fue una pérdida de oportunidad, de una excelente demostración


de que la Iglesia no estuvo a la altura para acompañar el paso de Dios
sobre la historia y especialmente a través de Nicaragua, para acompañar en
esa acción de transformar esta realidad de pecado y de injusticia, que se
trataba de transformar a través de este proceso revolucionario.

Mónica: Es cierto lo que decía Fernando, que después de la derrota


electoral, nosotros, como todo el mundo, sufrimos la ola del neoliberalismo.
La derrota del socialismo real se interpretó, aun por teóricos de izquierda,
como que aquí lo que había que hacer era buscar cómo modernizar el
capitalismo, complementarlo con políticas sociales. Ahora ya es claro que
ese capitalismo modernizado, que es el neoliberalismo, es más terrible,
peor que el capitalismo del siglo pasado, pues ha dejado más pobres, más
miseria, más prostitución, más inseguridad ciudadana, por tanto, no es una
salida. La dictadura del mercado es terriblemente injusta, y lo que produce
es más pobreza. En el capitalismo no hay salida para las mayorías.

Urge un diseño de un proyecto alternativo que no puede ser otro que


socialista, pero distinto en muchos aspectos al socialismo real que sabemos
que tuvo muchos errores. Entonces tendrá que haber un proceso de
reflexión de parte de todos, una nueva teología de la liberación que
seguramente va a acompañar un proceso de flujo de los nuevos
movimientos de cambio. Porque, como dice Fernando, ¿por qué nos
comprometimos? Porque había miseria, había hambre. Pero todo eso hay
ahora y es peor, entonces ¿por qué no vamos a seguir comprometidos? ¿Por
qué no creer que los jóvenes, estas nuevas generaciones, continuarán
luchando?

Fernando: Sí, por eso a mí me parece que hay quienes dicen: Bueno,
después de todo lo que pasó en Europa, en la Unión Soviética, en
Nicaragua, en Centroamérica, yo ya no me meto en nada. Y aunque tal vez
no lo digan expresamente, lo hacen. La realidad es que esa es una posición
que teóricamente no se puede sostener. Si a nosotros nos llevó al
compromiso ver la miseria, la explotación, la injusticia, la desnutrición,
bueno, esas causas siguen presentes, y no es el momento de retirarme,
sino de comprometerme, y más, porque estas cosas ahora están más
graves, hay más injusticia, hay más miseria y más explotación. El
neoliberalismo es peor y más organizado.

Entonces teóricamente uno no puede encontrar una razón para decir “yo
me retiro de la lucha”, sino todo lo contrario, ahora es cuando más me debo
entregar si soy consecuente con la historia, con mis principios, con lo que
yo pensaba.

14
Creo que llegará un momento en que las masas tendrán que buscar por
dónde salir. En Medellín, el mismo Papa hablaba a los obispos del peligro de
que surjan revoluciones explosivas de la desesperación. Porque no se crea
que toda revolución vaya a ser con una vanguardia, con una teoría
revolucionaria, con condiciones subjetivas, objetivas, con un proyecto, no.

Mientras haya estos peligros, va a haber posibilidades de cambio. Creo que


por ahora hay que hacer entre nosotros algunas cosas: primero, mantener
incólumes los valores, la entrega, los principios; mantener la esperanza y el
compromiso en cualquier circunstancia que se dé aquí en Nicaragua.
Segundo: me parece que en estos momentos no es como para esperar
grandes proyectos que vayan a surgir. Estamos en la etapa de apoyar lo
pequeño, de apoyar una comunidad de base, a un grupo de estudiantes
cristianos, un grupo de sindicatos, una cooperativa, apoyar todo lo pequeño
que esté vivo, fortalecerlo.

Llegará un momento en que la historia hará que todo esto se una en un


organismo que pueda hacer un cambio. No sabemos cómo va a ser, a lo
mejor no será igual, a lo mejor no será con la lucha armada, será de otra
forma. La lucha armada no tiene sentido en este momento en Nicaragua, no
es viable, no es justa, no tiene condiciones, no tiene ninguna razón para
que se repita como se dio antes, pero yo creo que es el momento de no
desanimarse y de apoyar todo esfuerzo organizativo pequeño que haya,
todo lo que está vivo.

Llegará un momento en que eso coja fuerza y forme cuerpo, y


encontraremos soluciones. Tal vez yo no lo vaya a ver, pero, lo importante
es saber que vamos en el camino acertado; que trabajar por la justicia, por
la fraternidad, por la solidaridad, para que este mundo, esta humanidad,
vaya a través de diversos procesos buscando una sociedad mucho más
justa, más fraterna, más solidaria, más cristiana, con el trabajo de todos
nosotros. No hay que desanimarse, hay que crear conciencia.

Allí en la universidad estamos trabajando. No es con los grandes grupos,


como era en la década de los años 60 y 70; bueno, pero así comenzamos, y
yo creo que lo importante es mantener la esperanza y, sobre todo,
mantener la moral, porque una vez que uno renuncia a sus principios, ya
después sencillamente el compromiso se vuelve una carga y se tira.

José Miguel: Recientemente Pablo Richard6 recordaba que hay tres mil
millones de excluidos. Es decir, tres mil millones de seres humanos que
están de sobra, es decir, están incluso ya sociológicamente condenados a la
muerte, por el sistema capitalista.

Es cierto que las consecuencias de la extrema miseria en América Latina y

15
en Nicaragua son más dramáticas ahora que en los años 60, cuando surgió
la lucha de los focos guerrilleros, la lucha de la radicalidad. Y efectivamente
pueden ocurrir explosiones que pudieran desbordar las conducciones de
partidos y organizaciones revolucionarias. Eso debe ser preocupante.

Yo también trabajo en la pastoral de la Universidad Politécnica. Tenemos


cincuenta mil estudiantes universitarios en toda Nicaragua, pero a mí me
duele saber que en edad universitaria hay seiscientos mil jóvenes entre
diecisiete y los veintitrés y veinticuatro años que ni estudian ni trabajan.
Estos jóvenes están viendo la televisión, aspiran al estilo de vida que se les
inyecta desde la propaganda, la publicidad, que sean capaces de robar y
hasta de matar, por vivir ese estilo de vida importado.

Lo que quiero señalar es que la existencia de la pobreza a niveles de


extrema miseria, es súper dramático en todas partes, y especialmente en
Nicaragua. La desocupación que alcanza al setenta por ciento de padres de
familia que antes han trabajado y ahora no puedan trabajar, significa
pérdida de autoestima, pérdida del respeto de sus hijos, prostitución de las
hijas, de la esposa, un montón de situaciones que nos explican la situación
de descomposición social que se vive y que nos augura situaciones de
mayor violencia.

Entonces ¿qué quiere decir esto en términos de la teología, de una reflexión


teológica a la luz del Evangelio? Eso significa que siguen existiendo pobres
y lo que la Biblia dice es que Dios está en medio de los pobres, y Jesucristo
precisamente quiere ser encontrado por nosotros los cristianos, ahí en su
esfuerzo, en medio de los pobres, y precisamente, para el caballero que
preguntó sobre la salvación, según el Evangelio la salvación fue una
sorpresa. Aquellos que fueron llamados al reino de Dios, “venid benditos de
mi Padre, porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de
beber, estuve desnudo y me cubriste, necesitaba una vivienda y me la
diste, etcétera”, Mateo 25. Ellos le dicen: – ¿Cuándo Señor, cuándo te vimos
en esas condiciones y te hicimos todo eso? Y él les dice: –Cuando lo hiciste
a todos estos excluidos, pequeñitos, a estas mayorías, a mí me lo hiciste.

Ésta sería una reflexión que debe acompañar a nuestra conciencia, nuestra
preocupación, no con un objetivo interesado de que voy a hacer esto para
ganar el reino de Dios; sino que los hombres en general, sean creyentes o
no, deben saber que en la medida que se identifican con los marginados,
con los sufridos, con sus situaciones, con sus condiciones, con esas
realidades sociológicas y estructurales, están realmente sirviendo a
Jesucristo, se están encontrando con Jesucristo.

Mónica: Mirá, creo que cuando hay estas situaciones de dudas, de


desaliento, decía Fernando, hay que ver hacia lo pequeñito, hay que
regresar a la fuente. ¿Qué ha pasado en las épocas de reflexión de los

16
cristianos?, regresan a la fuente, regresan a Jesús.

Nosotros los sandinistas tenemos que regresar a nuestro camino, a lo que


dijo Carlos Fonseca, el Jefe de la Revolución. Regresar a su pensamiento,
regresar a Ricardo Morales, para mantener viva la moral, para mantener
viva la energía y para expresarla también. No es que lo vamos a tener ahí,
sin hacer nada, sino expresarla con un montón de cosas. Sin esperar que
ahorita sea la gran manifestación, o la gran actividad, o las grandes cosas
que sólo pueden ocurrir cuando ya hay una determinada acumulación de
fuerzas, que fue exactamente lo que pasó con el Frente Sandinista.

Los compañeros que lucharon en los años 60 y 70 eran contados con los
dedos de las manos, ¿verdad? Si los compañeros que comenzaron la
organización de los movimientos cristianos hubieran esperado ahí nomás el
triunfo, pues, ¡nunca hubieran luchado! Entonces creo que tenemos que
hacer de nuevo, hoy, como un recomienzo. Es decir, estamos en minoría en
cierto aspecto, verdad, pero eso no quiere decir que nuestros
planteamientos no sean justos, que no sea correcta la lucha, la aspiración
por esa nueva sociedad.

¿No les parece a ustedes que a nivel de los cristianos, hay que hacerlo? Yo
no sé si lo estarán haciendo. No tengo mucho contacto con las
comunidades cristianas pero, ¿se estará haciendo eso?

Fernando: Yo tomaría algunas palabras tuyas, verdad, volver a la fuente,


reiniciar. Creo que para que se pueda en el futuro encontrar caminos de
solución, hay que ver hacia atrás en la fuente, donde están las fuentes de
los problemas actuales.

Ya no soy militante del Frente. No voy a hacer ningún análisis político, pero
como cristiano, voy a recordar dos momentos en que tuve, dijéramos,
participación, y dejé constancia por escrito de mi posición de luchar contra
la fuente de la destrucción moral del partido Frente Sandinista. Y hay que
recordar que lo más importante que yo viví, como digo muchas veces, fue
la Revolución y salí a ochenta ciudades de Europa y América Latina a hablar
de la Revolución.

¿Cuál era el capital más fuerte desde la etapa que estábamos luchando
contra la dictadura? Su autoridad moral, sus valores, sus principios. Delante
de cualquiera yo me levantaba y decía: –El Frente Sandinista nunca ha
hecho un acto de terrorismo, nunca ha asesinado a un inocente para crear
terror, nunca ha hecho esto. Y hablaba de los valores de los muchachos.
Entonces, el término “muchachos” era de un prestigio gigante en cualquier
parte del mundo: Los muchachos del Frente Sandinista.

Eso se perdió. Cometimos algunos errores –eso es indudable– en todas las

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etapas, pequeños, medianos y grandes errores, pero eso no es el
fundamento de la destrucción, sino la piñata. Hay tres piñatas, y una de
ellas es poco conocida. Hay una piñata conocida que es cuando en febrero
del año 1990 se pasaron propiedades del Estado a nombre de personas
concretas, o sea, dirigentes. La segunda es cuando se pusieron a nombre
del partido Frente Sandinista, propiedades del Estado. Eso es lo que se
conoce como piñata.

Hay una tercera que es mucho peor: es aquella donde se pusieron


propiedades del Frente Sandinista a nombre de los dirigentes, y se las
robaron. Es el robo a su propio partido, y voy a leer dos momentos. Yo tuve
una lucha personal directa sobre la defensa del patrimonio del Frente
Sandinista, y el 1 de abril del año 1992 dirigí una carta a cada uno de los
miembros de la Dirección Nacional.

Y leo un párrafo de mi carta:

No existe realmente patrimonio del Frente Sandinista de


Liberación Nacional. Sus propiedades son administradas en
jirones, por diversos miembros de la propia Dirección Nacional o
por otros dirigentes, sin que existan normas, mecanismos o
procedimiento uniforme. Esta situación hace pensar con
justificada razón que bienes del FSLN se encuentran incluidos en
el patrimonio de personas individuales, en confusión con las
restantes pertenencias de éstos. Corremos el peligro de que los
beneficios no sean reportados enteramente al Frente. Entonces
pido que cuanto antes se unifique la administración de todos los
bienes del FSLN, en un solo patrimonio bajo la administración
real y directa del tesorero y de un cuerpo de expertos.

Bueno, eso nunca se quiso hacer. Los miembros de la Dirección Nacional


histórica nunca quisieron dar cuenta de qué propiedades estaban a sus
nombres y eran del Frente Sandinista. La declaración de probidad fue
imposible. Muchas veces hablé con Henry Ruiz Hernández “Modesto”, que
era el Tesorero del Partido. Fue imposible. Esta carta del 1 de abril no me la
contestó ninguno de ellos, y cinco meses y medio después, la mandé de
nuevo. Ninguno de ellos me contestó esta carta. Después me contestó uno
de ellos, diciéndome que este caso se estaba estudiando.

Entonces, a fin de año, les mandé una copia a todos los miembros de la
Asamblea Sandinista para que se enteraran de esta situación. A cada uno,
con una carta. Mire, yo estuve tratando casi nueve meses con la Dirección
Nacional ese tema y ninguno de ellos quiso hablar de las propiedades que
están a sus nombres, pero que son del Frente Sandinista.

18
Y finalmente muy rapidito, después de hablar de que esta fue la etapa más
bella, más maravillosa y ustedes han visto con qué ilusión, con qué
entusiasmo he hablado de mi participación en la Revolución, porque
además la tengo y la mantengo: ilusión, entusiasmo. No me arrepiento de
mi participación, de haber puesto la vida, del amor que puse, de la mística
que puse, pero en mi renuncia a la militancia, que tiene fecha del 16 de
enero de 1995, les voy a leer este párrafo:

Entre finales de febrero y finales de abril de ese año, una


pequeña minoría sandinista, que incluía algunos altos dirigentes,
se apropió para su beneficio particular de bienes del Estado o del
mismo Frente Sandinista: la tercera piñata. Estos actos de
corrupción rompieron la tradición, la honestidad sandinista, y
causaron al FSLN el daño más grande de toda su historia.

Estos son los dos párrafos que quería leer. En síntesis, para mí, el haber
perdido la moral, los valores, es la causa de todo lo que está sucediendo en
el Frente Sandinista. Y aunque una parte de la Dirección Nacional ya no está
dentro de la Dirección, incluye a miembros de este grupo, de la primera,
segunda y tercera piñata. Claro, robaron a su propio partido. Termino con
esto. Cuando una persona pone como valor supremo en su vida, ya no el
servicio a la nación, a los pobres; ya no construir una nueva sociedad, por
supuesto, exponiendo su vida, sino que prioriza el dinero, su empresa,
cualquier método, cualquier forma, aunque sea robando, es capaz de
cualquier cosa.

La corrupción, traicionar los principios éticos, tiene consecuencias políticas.


Yo te puedo decir como cristiano, que no se puede servir a dos señores. Te
lo puedo decir en marxismo: la lucha de clases, ¿verdad?, lo que beneficia
al patrón perjudica al trabajador, lucha de clases. No se puede servir a dos
señores. Cuando yo pongo como valor supremo el dinero, por debajo queda
todo.

¿Por qué no participar en lavado de dólares, de narcotráfico? ¿Por qué no?


Es un negocio también. Cuando mi valor máximo es el dinero, soy capaz de
hacer cualquier cosa. No hago esta crítica desde la política –ya no soy
miembro del Frente–, sino que lo digo como cristiano. Habiendo decidido
participar en este programa, yo no me podía ir sin decir todo, sin decir
como cristiano, que tengo una crítica a este partido, o cualquier otro que
sea corrupto, a los corruptos del gobierno. Mientras haya dirigentes
corruptos en el Frente Sandinista, no puede ninguno de ellos estar al frente
de un movimiento que traiga el beneficio para los pobres, para las masas
populares.

19
Y esta es la gran tragedia del país, que después de una historia tan bella,
tan hermosa, tan santa, que el pueblo no tenga en estos momentos
ninguna posibilidad de solución, porque los que podían darla, están metidos
en sus negocios; y mientras no se resuelva el problema moral del Frente
Sandinista, de los que están dirigiendo al Frente Sandinista, no habrá
solución.

Entonces, esto es como una síntesis: mi gran amor a la historia, mi gran


amor a los que dieron su vida, mi compromiso por ellos, hasta que llegue
también la hora de mi muerte, mi amor profundo a los jóvenes cristianos
que murieron por esta Revolución. Mi amor a esa Revolución. Pero tengo
que ser crítico desde mi cristianismo, desde mis valores. La corrupción es
destrucción de todo lo que se hizo en el pasado.

Mónica: Agradecemos a Fernando estas profundas y sinceras reflexiones


finales. Precisamente, nuestro interés en este programa es reflexionar sobre
la realidad a partir del análisis de la historia y de nuestras experiencias. Yo
creo que existe una gran reserva moral, una gran reserva mística en la
gente humilde y en las bases del Frente Sandinista.

José Miguel: Quiero decir que siempre hay una segunda oportunidad sobre
la tierra, ¿verdad? Indudablemente Dios nos permite esa oportunidad de
conversión y nosotros, como cristianos, tenemos que dar testimonio de que
esto es real, es posible la conversión con la ayuda y la presencia de Él. Esto
significa pasar por un proceso de arrepentimiento, una metanoia, una
confesión –como preguntaba el primer oyente–, una confesión a Dios, al
pueblo, de los errores cometidos. El pueblo es capaz de perdonar nuestras
fallas humanas, que como personas, como organizaciones políticas,
hayamos cometido, y yo realmente creo, sigo creyendo también
optimistamente que somos y hemos sido instrumentos de Dios, como
Frente Sandinista, para la salvación de Nicaragua, y a pesar de los pecados
que hemos cometido, Dios nos da una segunda oportunidad.

12 de junio de 1999

COMENTARIOS DE LOS LECTORES

20
1 Concilio Ecuménico convocado por el Papa Juan XXIII desde 1959 y presidido por su sucesor,
el Papa Pablo VI hasta su clausura en 1965. Fue el Concilio más representativo de todos, con
una media de asistencia de unos dos mil sacerdotes y asistido además por miembros de otras
confesiones religiosas cristianas. El Concilio se convocó con los fines principales de “promover
el desarrollo de la fe católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles y
adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo”.

2 Grupos de cristianos a nivel familiar o de ámbito restringido, que se reúnen para la oración, la
lectura de las Escrituras, la Catequesis, y compartir problemas humanos de cara a un
compromiso común. Desde el Concilio Vaticano II, las comunidades eclesiales de base
florecieron, sobre todo en América Latina.

3 Carta Encíclica del Papa Pablo VI promulgada el 26 de marzo de 1967. En ella denuncia que
el desequilibrio entre países ricos y pobres se va ensanchando, critica al neocolonialismo y
afirma el derecho de todos los pueblos al bienestar. Además, presenta una crítica al capitalismo
y al colectivismo marxista. Finalmente propone la creación de un fondo mundial para ayudar a
los países en vías de desarrollo.
©

4 El teólogo de la liberación Pablo Richard afirma claramente que “la JUC de los años 1960,
vivía ya la efervescencia del cristianismo revolucionario”, que habría dado vida a esta
corriente. Más explícito, Luis Alberto Gómez de Souza explica que “fue en Brasil, y más
concretamente en la Acción Católica, que comenzaron a tomar forma las instituciones que
luego darían origen a la Teología de la Liberación”.

5 Empresa que compraba sangre, para luego separar los glóbulos rojos del plasma y exportar
éste último a hospitales de Estados Unidos.

6 Doctor en Biblia y en Sociología de la Religión.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Periodismo de Catacumbas
Manuel Espinoza Enríquez y Carlos García

Manuel Espinoza Enríquez nace en Jinotega el 21 de abril del año


1939. Se bachillera en el Instituto Juan José Rodríguez, en
Jinotepe. En el año 1960 ingresa a la carrera de Periodismo en la
Escuela de la Embajada Americana, y después que la cierran,
ingresa a la carrera de Economía, que estudia durante tres años.
En 1962 fue Vicesecretario General del Centro Universitario de la
Universidad Nacional. Fue fundador del Frente Estudiantil
Revolucionario.
Trabaja como reportero en los noticieros Al Día, de René Jirón, y
La Verdad. Su primer programa propio fue Ventana al Aire, con
Fernando Gordillo; luego funda el noticiero Extra, con Rolando
Avendaño, después el periódico Extra, y luego el semanario y la
revista del mismo nombre. También publicó Carta Informativa
Extra Económico. Finalmente incursiona en la televisión y crea
en el año 1978 Extra Visión, luego Esta Semana y ABC Noticias.
Su primer contacto con el Frente Sandinista de Liberación
Nacional lo realiza en el año 1964, a través de Silvio Mayorga y
Fernando Gordillo. Con este último integra una célula en que
participan, además, Michelle Najlis y José Benito Escobar.
Durante todos esos años trabajó en distintas labores militantes.
Durante el gobierno revolucionario de los años 1979 a 1990, fue
Director de Divulgación y Prensa de la Presidencia de la
República, que adquiere rango de Ministerio en 1985. Fue el
creador de los programas De Cara al Pueblo, que inicia un estilo
de comunicación directa y diferente entre gobernantes y
gobernados.
Después de 1990 ha trabajado en el periodismo como dueño y
director de Extra Visión. Funda el Canal 23, y actualmente es
Director y dueño de la estación de televisión en la banda UHF,
Extra Plus 37, donde personalmente dirige dos programas.

**

Carlos José García Castillo nace en Managua el 22 de diciembre


de 1949. Se bachillera en el Instituto Nacional Ramírez Goyena y
estudia periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de
Nicaragua, y de 1971 a 1979 trabaja como corresponsal en

1
Managua del diario leonés El Centroamericano. Es redactor de
distintos noticieros: Extra, en Radio Continental; Sucesos, en
Radio Corporación; El Momento, en Radio Mundial; y Buenos
Días Nicaragua, en Radio Mi Preferida.
Es responsable de la revista La Gaceta Sandinista de 1978 a
1979, en Panamá; fue directivo del Sindicato de Radio
periodistas de Managua (SRPM) y fundador de la Unión de
Periodistas de Nicaragua en el año 1978. Es parte del equipo de
dirección del “Periodismo de Catacumbas”.
En los primeros años de la Revolución es Representante ante el
Consejo de Estado, luego, Embajador de Nicaragua en
Mozambique; Director fundador de la Agencia de Noticias Nueva
Nicaragua (ANN) desde octubre de 1979 hasta 1987.
También fue redactor político del diario Barricada. Después del
año 1990, es Subdirector de la revista Visión Sandinista, y
actualmente reportero parlamentario de Radio La Primerísima.

El periodismo nacional comprometido jugó un destacado papel en la lucha


contra la dictadura somocista: La labor de informar con la verdad en un país
donde la libertad era reducida a su mínima expresión. Muchos periodistas
se involucraron en la lucha directamente como guerrilleros. Jamás se
deberá olvidar el límpido ejemplo del periodista Manuel Díaz y Sotelo,
varias veces capturado y torturado por decir la verdad sobre Somoza, y que
llegó a pensar que “en este país no se puede hacer nada escribiendo. Hay
que luchar de otro modo”. Al tiempo armó su propio grupo guerrillero y
murió en ese esfuerzo, después de ser martirizado brutalmente en agosto
de 1959, en Pueblo Nuevo. Díaz y Sotelo abrió la ruta a la incorporación a la
lucha armada en la fase previa a la fundación del FSLN.

No fueron pocos los periodistas que, desde sus espacios noticiosos, desde la
tribuna de un diario, desde su verbo, se posesionaron frontalmente contra
el régimen. Esto tiene un valor especial y se reviste de una heroicidad
indiscutible, pues a campo raso se enfrenta la pluma contra el fusil opresor,
la verdad a la mentira, y se arriesga tanto o más que en la lucha guerrillera
clandestina en donde teníamos la posibilidad de defendernos con las armas
frente a nuestros enemigos. En este sentido, no pueden dejar de ubicarse
en su justa dimensión el coraje y la valentía de periodistas como Adán Selva
y, desde luego, Pedro Joaquín Chamorro, Mártir de las Libertades Públicas.

Si bien siempre hay y habrá quienes se venden a los poderosos y forman


parte de las maquinarias de dominación, siempre florecen los paradigmas
de la dignidad y de la libertad. En la década de los 70 había muchos
periodistas que coqueteaban con el dictador y sobrevivían de las dádivas,
regalías, sobornos y “venados” del régimen; por ello, la labor de informar
sobre los abusos del poder, la corrupción, sobre la violación de los derechos

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humanos y sobre la represión, puso en la mira de la dictadura la labor de
los periodistas libres; y una y otra vez los persiguieron, los encarcelaron,
cerraron medios, y se impuso la censura previa y el Código Negro.

A finales de la década de los setenta, cuando ya el pueblo se enfrentaba


masivamente al régimen, el gobierno somocista reaccionó ante las
expresiones de resistencia de la minoría del gremio, con una brutal censura
que obligó al Sindicato de Radio periodistas de Managua a buscar nuevas
formas de comunicación con el pueblo.

Un puñado de hombres y mujeres de prensa decidieron seguir informando a


la población de manera directa, e impulsaron lo que se llamó “Periodismo
de Catacumbas”. Para conocer detalles de esta modalidad de lucha,
conversamos con dos periodistas participantes de esas patrióticas jornadas.

Mónica: Estamos con dos conocidas figuras del periodismo revolucionario


nicaragüense, exponentes del Periodismo de Catacumbas: Carlos García
Castillo y Manuel Espinosa Enríquez.

Me detendré un poco en señalar una faceta de Manuel, que es poco


conocida. Y es que desde que se contacta con el FSLN en el año 1964, dio
importantes aportes como colaborador, como militante del sandinismo y
como periodista. Su trayectoria, podríamos decir, es una trayectoria
rectilínea, sin baches, sin vacilaciones; siempre hizo y trabajó en las tareas
que le encomendó la historia. Como él dice, cada quien hizo lo que en las
circunstancias y en el momento pudo hacer. Y Manuel es de esos.

Manuel Espinosa es también un hombre de mucho prestigio dentro del


mundo del periodismo, y en particular de la televisión. Yo diría que es uno
de los precursores de los noticieros televisivos en Nicaragua.
Cuando estábamos clandestinos, su programa Extra Visión era de los pocos
espacios creíbles que mirábamos desde nuestras casas de seguridad.
Porque ahí teníamos información alternativa –por así decirlo– a las que
presentaba el régimen. Informaciones desde una lógica independiente, de
oposición.

Y mientras Manuel trabajaba públicamente en televisión, en su casa a lo


mejor estaban escondidos guerrilleros como Henry Ruiz u otros altos
dirigentes del Frente Sandinista. O guardaba sacos de dinero de las
recuperaciones económicas, de asaltos a bancos, los cuales tenían que
hacerse para financiar la lucha guerrillera. Y de ese dinero nadie tocaba un
centavo, ni para el pasaje del taxi, como hizo una vez Jorge Navarro. Era la
mística y el ideal lo que nos movía y no ningún interés material, ni de
puestos, ni de cargos, como ocurre ahora.

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Antes de comenzar a hablar de eso que se llamó Periodismo de
Catacumbas, conoceremos un poco de las historias personales de nuestros
invitados.

Manuel: Muchas gracias por esta invitación y un saludo a tus oyentes. Yo


trabajo ligado a la profesión de periodismo desde que me bachilleré. Tuve
que trabajar como locutor y periodista desde el año 1958 para sufragarme
los gastos de mis estudios universitarios, por eso no entro a la universidad
inmediatamente después de bachillerarme.

Entré a estudiar Periodismo en 1960, cuando la Escuela era de la Embajada


Americana, a través del Centro Cultural Nicaragüense Americano. Luchamos
desde el primer momento para que la Escuela pasara a ser de la
Universidad Nacional. Nos reunimos con Mariano Fiallos Gil, quien expresó
que hiciéramos la solicitud y que la UNAN con gusto aceptaría esa Escuela.
Entonces organizamos la Junta Directiva de los estudiantes y fui electo
Presidente. Otros miembros fueron: Eligio Álvarez Montalván y Oscar
Moncada, hoy diputado del PLC; Constantino Baltodano, Natalia Valle, y un
profesor de apellido Canales.

Nosotros planteamos la idea en una clase con un profesor norteamericano,


pero se produjeron incidentes porque otros estudiantes estaban opuestos,
como Horacio Ruiz y Agustín Fuentes. Entonces el Centro Cultural cerró la
Escuela. Después hicimos una manifestación en la cual nos pegaron una
gran culateada, llevábamos un ataúd en lo que era el entierro de la Escuela
de Periodismo, acompañados por estudiantes de Economía. Fue en la
Avenida Roosevelt, en junio del año 1960. Por eso no pude seguir
estudiando Periodismo. Me matriculé en Economía y estudié tres años ahí,
compartiendo aula con Julián Roque Cuadra.

Mónica: ¿Y quién te invita a integrarte al FSLN?

Manuel: Me reclutó Silvio Mayorga y trabajé en una célula con Fernando


Gordillo, Michelle Najlis y José Benito Escobar. Por ese tiempo abrí mi primer
espacio informativo propio, que se llamaba Ventana al Aire, con Fernando
Gordillo.

También conocí en ese tiempo al “grupo de los muchachos”. Eran Daniel y


Humberto Ortega, Carlos Guadamuz, Francisco Moreno y Jacinto Suárez,
que se mantenían por el restaurante Coliseo, barrio San Antonio.

Un asunto que creo que es importante es que fui del grupo fundador del
Frente Estudiantil Revolucionario. De los estudiantes fundadores, me
acuerdo de Rigo Sampson, Octavio Martínez Ordóñez, Mariano Barahona,
Oscar Danilo Rosales, Allan Gross, Fernando Gordillo, y otros de Managua
como de León.

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Ya los demócratas cristianos estaban bien organizados, y había
organizaciones de la juventud liberal, juventud conservadora, juventud
socialista, pero no había una juventud de izquierda revolucionaria. El
congreso constitutivo del FER fue en la Facultad de Economía, al que nos
llegó una proclama de Carlos Fonseca. Uno de los participantes fue el
dirigente socialista don Carlos Pérez Bermúdez, quien ofreció una lección
inaugural. La fecha no la preciso, fue en 1962 ó 1963. Luego, esta
estructura se convirtió en el brazo estudiantil del Frente Sandinista.

Antes de eso habíamos ido a la Escuela de Ciencias y Letras, en León, y nos


habíamos reunido con Amaru Barahona, Michelle Najlis, y otros personajes
que ahora ya no están ni cerca, como Orlando Quiñónez y Enrique Morazán,
así como René Guandique, un estudiante de Derecho, de Masaya, y la
Hortensia Rivas, que en ese entonces era novia de Oscar Danilo Rosales.
Estaba también la doctora Lacayo, quien tiene una farmacia por El Arbolito,
en Managua. No fue que el Frente Sandinista fundó el FER, sino que fue
gente de izquierda, y luego se convirtió en una organización importantísima
del Frente.

Después estuve apoyando los preparativos de Pancasán. Mis contactos de


entonces eran: Julio Buitrago, David Tejada y Gustavo Adolfo Vargas.
Cuando la masacre de Pancasán, a mí me llegó el mensaje del combate en
la Hacienda Washington, a través de Julio López Campos, quien me dio la
noticia de que había varios combatientes vivos. Yo estaba transmitiendo en
la noche, y en ese momento la Guardia Nacional está haciendo el anuncio
de que todos fueron aniquilados. Era como a las ocho de la noche, y me
tocó ir donde doña Elsa Mayorga, mamá de Silvio Mayorga, y donde la
mamá de Francisco Moreno, a llevarles la dura noticia.

Todos esos años, mi contacto fue Julio Buitrago, con quien había mantenido
permanente relación. El trajo a Denis Ortega “Macondo”, un viejo guerrillero
jinotegano, a quien entrevisté. Cuando cae Julio Buitrago, entro en contacto
con Efraín Sánchez, Payín, pero la relación ya no fue igual. Después trabajo
con Bayardo Arce y con William Ramírez. Ya en la fase final, mi contacto
permanente fue Gustavo Moreno, al que le decíamos “El señor del radio”,
porque llegaba con el pretexto de que iba a componer la radio.

Desde el punto de vista profesional, me cupo la oportunidad, porque es


cuestión de oportunidad, de realmente desarrollar el noticiero moderno de
televisión en Nicaragua, porque ya existían noticieros. Nicolás López Maltez
tenía Teleprensa, que había logrado buena audiencia, pero se fue al Canal
6. Yo miré la oportunidad de hacer mi propio noticiero; hablé con Oscar
Miranda, que ya era el Gerente de Ventas del Canal 2, y él me presentó a
Octavio Sacasa. Después convencí a Rolando Avendaño a que nos fuéramos
a hacer un noticiero, como lo hacía Nicolás, con cámaras de cine.

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Filmábamos las imágenes nada más, pero le agregamos un audio adaptado.
Grabábamos las entrevistas y las poníamos sin que se vieran los labios. Eso
fue en el año 1972.

Vino el terremoto y el año siguiente Somoza no permitió el noticiero, pero


logré colar un programa que se llamaba Habla la Iniciativa Privada, que jugó
un papel muy importante en la organización de algunos sectores
empresariales frente a Somoza. Después del terremoto, hubo choques entre
Somoza y los empresarios, por intereses económicos.

Mónica: Claro, la reconstrucción de lo destruido por el terremoto puso en


evidencia la voracidad y el uso patrimonial del Estado por parte de Somoza,
acaparando con sus empresas particulares los contratos de reconstrucción.
Eso creó fisuras con el gran capital y generó contradicciones con los
empresarios.

Manuel: Claro, entonces abrí ese programa y logré que le pusieran el visto
bueno, tanto el Coronel Alberto Luna como Octavio Sacasa; fue patrocinado
inmediatamente y salió al aire, dos veces por semana, durante el año 1973,
en la cadena nacional que integraban los canales 6 y 2. Hacíamos
entrevistas, incluso llevamos a estudiantes del CUUN. Ese programa Habla
la Iniciativa Privada cumplió un gran papel.

En 1974, siempre con cámaras de cine, integramos una cámara de video


muy incómoda, porque era eléctrica; de modo que si la noticia estaba a
cien metros, teníamos que poner un cable de cien metros. Era
incomodísimo. Luego trajimos una cámara de batería, pero tenía fallas; y
fue en diciembre de ese mismo año, que logramos traer la primera cámara
U-matic, en lo que se llama tres cuartos.

Fíjate cómo es de increíble la historia. La primera noticia que reporteamos


con esa cámara, fue la salida del Comando Juan José Quezada de la casa de
José María Chema Castillo. Cuando iban para el aeropuerto, yo me metí
corriendo por la pista, detrás del microbús donde iban guerrilleros y
rehenes, era del Colegio Primero de Febrero.

Yo iba corriendo con el camarógrafo y entonces algunos de los rehenes me


gritaban: – ¡Manuel, no corrás!, ¡te van a matar, te van a matar!
Naturalmente que el microbús me dejó, porque iba a toda velocidad, y
luego lo vimos al fondo de la pista, pero ya la Guardia no nos dejó pasar.
Pasamos todos esos detalles en el noticiero.

Carlos: Otra de las grandes noticias fue la toma del Palacio, ustedes
cubrieron la noticia, estaba Silvio Mora.

Manuel: Silvio Mora era el reportero; me llamó por medio de un radio

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transsiver que teníamos, ni siquiera eran walkie talkies, y me dijo: –Mirá, en
este momento la Guardia Nacional está dando un golpe de estado, escuchá
el tiroteo. Y puso el micrófono de modo que yo escuchara. Mónica, mirá lo
que hice yo: marqué por teléfono directo a Costa Rica, a mi amigo Rolando
Angulo, que era Director de la Radio Reloj, y le dije: –Rolando, el Frente
Sandinista se acaba de tomar la Cámara de Diputados.

Mónica: O sea, vos te diste cuenta de inmediato que no podía ser la


Guardia. ¿Ya tenías información?

Manuel: Te voy a decir por qué me di cuenta. En la mañana, visitando


empresas, buscando anuncios, conversé con Manuel Ignacio Lacayo, y
estábamos hablando de la lucha, acababa de venir el Grupo de los Doce.
Entonces me dice: –No te preocupés, vienen acontecimientos; en los
próximos días vienen acontecimientos. Entonces cuando Silvio Mora me
llama y me dice que la Guardia Nacional se está tomando el Palacio
Nacional, yo lo que pienso es que es el Frente... Y entonces, sin mayores
investigaciones, antes que me cierren los espacios, que corten los
teléfonos, marco y doy la noticia a Costa Rica. Efectivamente, media hora
después, llegó el dueño del Canal a decir: – ¡Miren, cuidado me están dando
noticias al exterior!

Así pasó también el 9 de septiembre de 1978. En la mañana, me llamó


William Ramírez y me dijo: –Mirá, Manuel, te informo que hoy es la fiesta, a
las 6:00 de la tarde en punto comienza la fiesta. Y no tuve más elemento
que ese. Inmediatamente entendí y me preparé con unas grabadoras y todo
para grabar el audio de los combates, porque yo ya estaba fuera de la
televisión, me habían sacado del Canal 2, me habían cerrado ese día
precisamente. Entonces a las seis en punto comenzó el tiroteo allá por la
Colonia Centroamérica; yo lo grabé y llamé al corresponsal de la CBS en
México, y le dije: –Mirá, están comenzando los combates en la ciudad de
Managua, el Frente Sandinista está combatiendo en la ciudad de Managua.
Y un minuto después la noticia estaba en México.

Mónica: Manuel, en tu estudio vos tenés una foto con Carlos Fonseca. ¿Te
acordás de las circunstancias en que tomaron esa foto? ¿Era el juicio a
Carlos Fonseca?

Manuel: No, no. Esa era una conferencia de prensa que estaba dando
Carlos en Costa Rica, en la Penitenciaría Central de San José.

Carlos cae preso un viernes, y la noticia aquí se conoce un lunes en la


mañana, y yo ya estaba en San José de Costa Rica a las 3:00 de la tarde de
ese lunes, con Oscar Montalván. Nos hospedamos en un hotelito que queda
frente al Banco Central y la Penitenciaría está a tres cuadras al norte; y nos
vamos a pie, preguntamos en la Penitenciaría y nos dicen: –No, aquí no está

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don Carlos, está en la OIJ. Ésta es la Oficina de Investigaciones Judiciales o
algo así. – ¿Y dónde queda eso? –Aquí contiguo.

Nos vamos a la OIJ, pero no hay nadie; empujamos la puerta y no hay nadie
en la habitación, empujamos la otra puerta y está oscuro; golpeamos la
puerta y Oscar Montalván comienza a decir: – ¡Eh! ¿Hay alguien aquí, hay
alguien aquí? Somos Oscar Montalván y Manuel Espinoza. ¿Hay alguien
aquí? Y de pronto, de la oscuridad surge una voz: – ¡Viva el Frente
Sandinista, la lucha no termina, viva el Frente Sandinista! Era Carlos. Estaba
en una habitación solito, sólo había un guardia cuidándolo, hasta lo podían
haber matado; y entonces Oscar Montalván, que es el que iba con la
grabadora, grabó todo. Eso lo transmitimos a Managua. Lo había guardado
William Ramírez, quien lo enterró, se dañó y se perdió.

Yo estaba con una cámara tomando fotos para el Semanario Extra;


entonces Oscar Montalván le preguntaba: – ¿Y cómo te capturaron? – ¡Viva
el Frente Sandinista! – ¿Y qué pensabas vos? – ¡Viva el Frente Sandinista!
Sólo eso contestaba Carlos. Ante los gritos, llegaron los guardias; y nos
sacaron. Me fui a revelar mis fotos al diario La Nación y Oscar llamó aquí.

Mónica: Pero, ¿vos no conocías a Carlos de antes?

Manuel: Yo lo había visto, primero sin saber quién era, porque llegaba a
ver a un poeta que vivía frente a mi casa en Las Delicias del Volga. Me
llamaba la atención un hombre tan larguirucho, pelo ensortijado para atrás,
luego lo vi en el Gimnasio Nacional, durante el primer acto que se hizo en
Managua el 21 de febrero, en el aniversario de Sandino. Al primer hombre
que yo oí hablar públicamente de Sandino, fue a Carlos Fonseca. Después
tuve alguna comunicación con él siendo dirigente estudiantil, porque a mí
me tocó dirigir la huelga nacional cuando lo echaron preso con Víctor
Tirado, en el año 1964, en el barrio San Luis.

Yo estaba de locutor en la Radio Reloj, cuando en esa ocasión llegó


“Rolando”, Adrián Roque, a decirme: –Mire, compañero, acaban de capturar
al Comandante. ¿A cuál Comandante?, –le dije. –Al Comandante Carlos.
Entonces esperame pues –le digo. Eran casi las 6:00. Terminé mi turno y me
fui a la Facultad a buscar a los compañeros de la dirigencia estudiantil. No
encontré a nadie.

En eso me encontré a Sergio Ramírez, que ya había salido de la


Universidad, era Secretario de Relaciones Públicas, y le dije: –Ve, Sergio,
fíjate que así, así, así. Hay que moverse –me dice Sergio, hay que moverse,
si no, lo pueden matar. Entonces busqué a otros compañeros, logré
encontrarlos, nos reunimos y hablamos; llamamos a León, y les propusimos
que decretáramos un paro nacional, y ellos estuvieron de acuerdo; hicimos
un comunicado, lanzamos el comunicado y al día siguiente no había ningún

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estudiante, ni en los institutos, ni en la universidad: estaba parado todo el
estudiantado.

Mónica: Fue una respuesta rapidísima.

Manuel: Rapidísima. Después vi a Carlos en los Juzgados del Trébol, pero


no hablé con él. Fue cuando hizo la famosa declaración aquella “Desde la
cárcel yo acuso a la dictadura”. La edité y la publiqué. Después Carlos me
mandó, como reconocimiento, un diploma del Colegio Andrés Castro. Me
llegaron a explicar: –Esto te lo manda Carlos, como un reconocimiento.

Te decía que después que nos sacaron los guardias de la OIJ, nos fuimos al
hotel, y ya en la noche estaban muchos periodistas de Nicaragua, estaba
lleno el hotel de periodistas de Nicaragua, todos iban a parar al mismo
hotel. Solicitamos una conferencia de prensa, y al día siguiente, Carlos dio
la conferencia de prensa, que es esa foto a la que hacés referencia y que
siempre tengo en mi despacho.

Cuando terminó la conferencia, Carlos me dice: – ¡Quedate, quedate!


Entonces me quedé. Ve, –me dice– andá frente al Mercado Central de San
José, preguntá por el doctor Obregón Valverde; subí unas graditas de una
escalera que está en la calle; en el segundo piso de la casita, trabaja el
doctor Obregón Valverde, pregunta por él; le decís que necesito que venga
a hablar conmigo, porque él es el que me va a defender. Entonces fui yo, y
entonces el doctor Obregón Valverde me decía...

Mónica: No te pedía permiso Carlos, te daba órdenes.

Manuel: No, no, sólo me ordenó. Y entonces me dice el doctor Obregón


Valverde: –No, yo no puedo; soy miembro del Partido Comunista, le voy a
hacer daño a don Carlos. Entonces regresé a la Penitenciaría, pedí permiso
para hablar con Carlos, y me dejaron entrar hasta la celda. Entonces le
digo: –Mirá, Carlos, fijate que el hombre dice que no puede, porque es
miembro del Partido Comunista, y dice que más bien te va a hacer daño.
¡Cochón este jodido!, –dice. Decile que me haga daño, pero que me
defienda. Entonces regresé donde el doctor. Y el doctor lo defendió.

Mónica: Tengo entendido que Henry Ruiz bajó de la montaña y llegó a tu


casa buscando contacto con la gente del Frente Sandinista de la ciudad.
¿Llegó sin que lo conocieras?

Manuel: No, yo conocía a Henry porque estudié en el Instituto Juan José


Rodríguez, de Jinotepe. Ahí se bachilleraron Tomás Borge, Modesto Duarte y
Henry Ruiz, a quien lo conocí desde chavalito, con el pelo chirizo, chelito,
muy seriecito. Creo que él estaba como en cuarto o quinto grado cuando
me bachilleré.

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Luego lo vi cuando estaba más grande, precisamente cuando, como
dirigente estudiantil, hicimos una huelga, ya como universitarios. A mí me
tocó ir a hablar con los estudiantes de Jinotepe y de Granada, y el
Presidente de los estudiantes de Jinotepe era Henry, y hablamos. Tenía un
gran lunar encima del ojo derecho, creo, era una seña particular muy
llamativa. El lunar se lo operó y se lo quitaron en Moscú.

Mónica: Claro, porque para un clandestino era fatal andar una seña.

Manuel: Sí, tan visible; de tal manera que cuando él vino de la montaña,
era un domingo, me acuerdo, y mi casa era uno de los lugares donde se
reunían las de AMPRONAC, y estaban Nora Astorga, Lea Guido, Gloria
Carrión, reunidas ahí con la Olimpia, mi esposa, cuando llegó Henry con
Dorotea Wilson. Estaba lavando el carro cuando sentí que alguien me tocó
el hombro. ¡Idiay! hombré, ¿cómo estás? –le dije. Lo reconocí
inmediatamente. Pasá adelante, pues –le dije. Y pasó. Saludamos a las
AMPRONAC, y nos sentamos afuera.

Mónica: Venía de la mera montaña.

Manuel: Sí, venía de la mera montaña. Me acuerdo que venía con una
camisetita deportiva, unos zapatitos Hush Puppies, unos zapatos que tenían
un tacón y la punta cortada, muy nice, estaba muy jovencito. Dorotea se
fue, él se quedó esa noche, y al día siguiente llegó William Ramírez a
traerlo. Los fui a dejar en mi carrito no muy sospechoso, un Alfa Romeo.
Entonces iba Henry adelante con su infaltable 45, y atrás William.

Nos pasó una cosa interesante en esa ocasión. Tal vez te acordás cómo
andaban los BECAT en las calles. En cierto momento, cuando íbamos por el
Mercado Roberto Huembes, iba un BECAT adelante y uno atrás de nosotros;
un guardia apuntándonos adelante y otro guardia apuntándonos atrás, y
entonces William, que es jodedor, decía: – ¡Ajá jodido, ahora sí! Y entonces
Henry hizo una reflexión: –Bueno, ¿quién tiene más huevos aquí, vos que
llevás pistola, yo que llevo pistola o Manuel que no tiene pistola?

Mónica: Esa meditación me la hice muchas veces viendo a los


colaboradores, los que dieron sus casas de seguridad, los que andaban
manejándonos los vehículos. Eran muy valientes, llenos de un gran coraje
¿sabés por qué? Te pongo un ejemplo: muchas veces dormí, viví, comí, en
una casa en Estelí, y la señora tenía siete chavalos, y ella estaba ahí sola
con sus niños. Si llegaba la Guardia, ella estaba ahí toda. Yo tenía a mi
familia por otro lado. Yo corría mis propios riesgos, pero estos colaboradores
arriesgaban a sus familias, sus hijos, sus bienes, sus casas.

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Yo valoro enormemente el papel de los colaboradores, el papel de los que
no pudieron empuñar un fusil, pero dieron lo que pudieron, desde sus
distintas posibilidades, y que, como vos decís, Manuel, a veces arriesgaban
más, porque ahí, si hubiera disparado el BECAT, ellos por lo menos podían
disparar con sus 45, pero vos estabas ahí con tus manos limpias.

Vamos a darle la guitarra y preguntarle a Carlos García. ¿Qué te motivó a


incorporarte a la tarea, a la misión –diría yo- o al sacerdocio del periodismo?

Carlos: Hace uno días, hablando con William Grigsby, recordábamos que
los periodistas en esa época, no teníamos muchas opciones, eran realmente
limitadas en el sentido de que, o nos incorporábamos al sistema o status
quo de la época, al sistema corrupto que de alguna manera imperaba en
ese momento en el periodismo nacional, o nos incorporábamos a la lucha
contra la dictadura somocista.

Entonces los estudiantes de aquella época, periodistas jóvenes,


comprometidos con la liberación del país y en contra de la dictadura
somocista, no teníamos más opciones que, desde nuestras propias
circunstancias, tratar de coadyuvar a la lucha que ya en ese momento el
Frente Sandinista desarrollaba con mucha fuerza.

Me integro al periodismo en 1972. Recuerdo que Juan Molina Palacios, quien


en ese momento era Director de la Escuela del Periodismo, es el que me
lleva de la mano prácticamente, y me incorporo como corresponsal en
Managua, de lo que fue el periódico El Centroamericano, de León, que ya
desapareció. En aquel momento ese diario era el decano del periodismo
nacional. Después de un año paso al noticiero Extra, que era el del primer
lugar en esa época, aunque ya no tenía quizás el brío de cuando en ese
noticiero trabajaron William Ramírez, el Gordo José Esteban Quezada, y que
hicieron de este noticiero, propiedad de Manuel Espinoza y de Rolando
Avendaña Sandino, un noticiero de gran influencia en el país. La televisión
no tenía tanta influencia como la tiene hoy. La radio era muy poderosa.

Los periodistas jóvenes de la Escuela de Periodismo, queríamos hacer


muchas cosas, realizar lo que aprendíamos en las aulas, como hacer
periodismo investigativo, periodismo científico, periodismo comprometido
con las grandes causas del pueblo nicaragüense y la sociedad en general;
pero nos encontrábamos que uno de los enormes obstáculos era la
corrupción, y por supuesto, la dictadura somocista.

Las circunstancias en que vivía el país y además, conocer las


arbitrariedades, la represión política, la lucha de los campesinos, la lucha
del Frente Sandinista, etcétera, nos va motivando a incorporarnos para dar
nuestro granito de arena en la transformación de la sociedad.

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Tenemos que recordar que apenas hacía una década que se había dado la
Revolución Cubana, y estaba todo el movimiento de liberación nacional en
América Latina, la figuras del Che y de Fidel Castro. La correlación de
fuerzas a nivel mundial se estaba transformando, iban surgiendo nuevos
países con revoluciones en Asia y África. Entonces los periodistas jóvenes
también nos queríamos incorporar a esa tarea de transformar la sociedad y
contribuir a lo que ya estaba haciendo el Frente con enorme empuje,
conduciendo la lucha del pueblo nicaragüense.

Mónica: ¿Primero hacés periodismo de catacumbas y después militás en el


Frente Sandinista?

Carlos: Se va dando paralelamente. Primero me incorporo al Frente


Estudiantil Revolucionario, con Vivian Torres, William Ramírez y Bayardo
Arce, profesores de la Escuela de Periodismo. El ejemplo de ellos de alguna
manera se transmitió a un grupo de jóvenes estudiantes de Periodismo,
algunos se incorporaron a la lucha revolucionaria, otros cayeron en la lucha.
William y Bayardo mantenían contacto con nosotros, prácticamente son los
que nos reclutan. Entonces siendo del FER, pasamos al Periodismo de
Catacumbas y del Periodismo de Catacumbas, al Frente Sandinista.

Mónica: ¿Qué circunstancias rodearon la experiencia del Periodismo de


Catacumbas?

Carlos: Los jóvenes periodistas queríamos transformar el sistema viciado


que existía en el periodismo, y que todavía sigue existiendo; pero en
aquella época la gran mayoría eran periodistas complacientes con el
régimen, que vivían del soborno y “el venado”, que era muy fuerte. En la
jerga de los periodistas, el término “venadeo” o “venadear” se utilizan para
designar las prácticas corruptas en el ejercicio de esta profesión, realizadas
con el fin de obtener regalías o prebendas, sacrificando la ética profesional.

Nosotros mirábamos que el Sindicato de Radio periodistas de Managua


podía ser un arma, un instrumento de lucha; pero que estaba en manos de
periodistas complacientes, que eran parte del status quo de la corrupción.
Había sus excepciones; por ejemplo, en el año 1977 estaba de Secretario
General Manuel Eugarrios, un compañero de lucha de mucha trayectoria.
Aunque el Sindicato era de radio periodistas, en la práctica participaban
periodistas de los distintos medios escritos, el mismo Manuel Eugarrios era
de La Prensa.

Ya para 1976 y 1977, muchos jóvenes periodistas estábamos incorporados


en espacios noticiosos como Extra, Sucesos, El Momento, entre otros, y
participábamos en las asambleas de los periodistas en la casa del Sindicato
de Radio periodistas, lo que nos permitió entrar en contacto con colegas
comprometidos con la lucha como Manuel Eugarrios, César Cortés Téllez,

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Alejandro Romero, etcétera. Era gente con bastante experiencia profesional.

Nuestra idea era convertir al Sindicato de Radio periodistas en un


instrumento de lucha contra la censura previa, impuesta por el régimen
somocista a raíz de la toma de la casa de Chema Castillo por un comando
sandinista en diciembre de 1974.

Mónica: Había Estado de Sitio, Ley Marcial, y censura a los medios de


comunicación.

Carlos: Era terrible. Recuerdo que teníamos que ir a la Oficina de


Información y Prensa de la Presidencia de la República a entregar todo el
material del radio periódico. También los periódicos tenían que entregar
todos sus materiales, sus fotografías, y ahí te censuraban; decían, esto va y
esto no va. La censura previa era un motivo de lucha, como lo hacíamos en
contra del “Código Negro”. Así se denominó el instrumento represivo de la
dictadura en contra de la libertad de expresión y de prensa.

A veces a media noche tenías que pegar carreras para rellenar los espacios
de lo que te censuraban, y que te aprobaran, nuevamente ese material.
¡Era una cuestión terrible! A veces uno estaba a las dos o tres de la
madrugada frente adonde fue la Iglesia del Perpetuo del Socorro, allí
quedaba la oficina de la censura que impuso el somocismo.

Recuerdo que cada vez que llegaba un periodista, el oficial de la censura


montaba su metralleta israelita UZI. Para ellos éramos parte de la
subversión que quería cambiar el sistema. Entonces los periodistas
comenzamos a buscar formas alternativas de información, y desde el
Sindicato se plantea la posibilidad de que algunas estaciones de radio
unifiquen en cadena sus noticieros, para romper la censura y decir cosas de
última hora. La lucha contra el Código Negro y la censura va extremando
las medidas ante la represión somocista. Ahí se unieron algunos noticieros,
Sucesos es uno de ellos, El Momento, Radio Mi Preferida, de Manuel Jirón,
que en esos años era muy beligerante. Recordemos que la Guardia
somocista la mandó a quemar.

No sólo censuraban y cerraban noticieros, sino que también imponían


multas, y para nosotros el pago de esa multa a la Dirección de Información,
que dirigía el Coronel Alberto Luna, fue un elemento para movilizar a la
población, y para que la gente se identificara con la lucha de los
periodistas. Por ejemplo, íbamos a los mercados, a los lugares donde había
concentración de personas, explicábamos lo que estaba sucediendo, y
pedíamos colaboración, y la gente aportaba un córdoba, o lo que pudiera,
para pagar esa multa.

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Después íbamos en grupo a un banco, a pagar la multa; lo hacíamos con
gran despliegue, invitábamos a fotógrafos de los medios escritos, como una
forma de ir venciendo la censura previa; pero esto obligó a la dictadura a
radicalizar, a extremar la represión, y comenzó a cerrar los medios de
comunicación.

En febrero de 1978, la Unión Democrática de Liberación 1 comienza una


campaña anti-somocista muy fuerte. Se inicia una huelga general de los
empresarios, una huelga de brazos caídos. Es en ese momento que los
periodistas, y prácticamente todos los medios informativos anti-somocistas
cerrados, nos percatamos de que no teníamos dónde dar a conocer
nuestras noticias. Entonces nos planteamos: ¡Hagamos comunicación
directa! ¡Vayamos a los mercados!, decían unos; ¡Vayamos a las iglesias!,
plantean otros.

Carlos: Esto era una cuestión de organización, de directiva, de gremio. Ya


el Sindicato en ese momento era un instrumento de lucha.

Yo planteo, en una asamblea de periodistas, la necesidad de hacer un


nuevo periodismo, de comunicarnos directamente, una comunicación de
doble vía, que es la verdadera comunicación. Como la que existe ahora en
la radio participativa.

Oyente: Buenos días. Habla el ingeniero Moreira, de León. Yo encuentro


mucha similitud en lo que también el Frente hizo en el tiempo que estuvo
gobernando. Aquí hubo una censura horrible, un manipuleo espantoso, que
también lo hicieron en el tiempo del Frente. Vos sabés muy bien qué está
pasando ahorita, lo vivimos con la Revolución. Hubo gente del Frente que lo
único que quería era poder para joder a la gente, esa es la verdad. No
tenían ningún principio revolucionario, ni nada por el estilo. Esto lo venimos
viendo en la historia de nuestro país, lo hemos venido viendo poco a poco
en las barbaridades de personas que hace tiempo se quitaron la máscara,
que nunca fueron revolucionarios, que fueron unos oportunistas, que no les
importó la sangre de mucha gente que murió.

Mónica: Carlos, no sé si querés comentar algo sobre la intervención del


ingeniero Moreira, porque yo creo que él tiene razón en el sentido de que
también nosotros cometimos errores y uno de ellos fue precisamente el de
la censura. Estamos claros que había una guerra y en este caso era una
guerra impuesta desde afuera, impuesta desde los Estados Unidos; pero al
final, la censura ni siquiera funciona, más bien genera más molestias y
fortalece las posiciones del contendiente. La Revolución no puede ir contra
libertades públicas esenciales, como el derecho a la libre información.

Carlos: Claro. Yo creo que sí, efectivamente hay errores que todavía no se
han evaluado, y que habría que reconocer. Había una situación muy

14
particular, pero creo que queda la lección sobre la censura y las reacciones
que provoca; porque es difícil callar a un pueblo, es difícil callar los
sufrimientos, particularmente como ahora, que vivimos políticas
neoliberales que estrangulan y matan. Y hay que ver la situación de hoy
también. No hay censura previa, pero desde el poder hay medidas como el
terrorismo fiscal contra los medios.

Mónica: Y también se da por medio del chantaje económico. A los medios


que hacen crítica al gobierno, éste no les da anuncios; y el gobierno, como
es uno de los principales anunciantes a través de las instituciones y
empresas estatales, no le da publicidad a los que tienen posiciones críticas.
Retomando el hilo del tema, explicanos sobre el proceso del Periodismo de
Catacumbas.

Carlos: El Sindicato se plantea convocar a la gente a participar


activamente en esa gran protesta contra la dictadura somocista. Es ahí
cuando planteamos hacer comunicación directa. Juan Alberto Henríquez
propone como escenario las iglesias, cuando hubiese gente reunida.
Hablamos con los responsables de las iglesias. En un principio dijeron que
sí, aceptaron que usáramos los púlpitos para informarle a la población sobre
lo que estaba ocurriendo. Después, algunas veces encontramos cerrados
los templos; pero aun así, no dejamos de informar.

Mónica: Aquí tenemos la lista: San Judas, Santa Ana, Santa Faz, La Paz,
Larreynaga, La Centroamérica, Pío X, El Riguero, Open Tres, San Pablo,
Santiago de Jinotepe, etcétera.

Manuel: También Monte Tabor, a mí me tocó ir ahí con Angelita Saballos.

Carlos: Inicialmente fue en Managua, pero luego también en los


departamentos. Ya no dábamos abasto, la gente quería que fuéramos a
todos lados.

Manuel: Había una redacción central que redactaba las noticias, se


mimeografiaban. También participaron locutores de las radios como
Eduardo López Meza, César Estrada, Maynor Curtis. El Periodismo de
Catacumbas fue todo un proceso de reflexión, de creatividad y de lucha
inclaudicable.

¿Qué es lo que pasaba? Cuando había un paro, lo lógico es que todo el


mundo se parara. El paro nacional de ese año fue a finales de febrero.
Entonces, estábamos reunidos como todos los sábados en la Casa del
Periodista, que era una casita que quedaba ahí frente a donde está ahora el
Ministerio del Trabajo. Yo llegaba a las asambleas de los periodistas, aunque
en ese tiempo ya era dueño de espacio, de Extravisión, igual que Rodolfo
Tapia Molina y Joaquín Absalón Pastora; pero seguíamos llegando a las

15
reuniones donde se suponía que sólo deberían asistir periodistas
asalariados.

Estaba la discusión de cómo apoyar el paro, y lo que te digo de las


oportunidades es que a mí me cupo de repente la oportunidad de mocionar.
–Ve, ¿y por qué vamos a ir al paro nosotros? Nosotros lo que tenemos que
hacer es informar. Entonces todo el mundo estuvo de acuerdo con la
moción mía de que debíamos informar. Acordamos ir a hablar con los
dueños de los medios, de las radios, y yo iba hablar con el Canal 2, donde
trabajaba, para ver si nos permitían informar. Yo trabajaba también en la
Radio ABC.

La gran prueba era la radio. El lunes en la mañana comenzaba el paro, por


lo que el domingo hablamos, y quedamos de encontrarnos nuevamente en
la casa del Sindicato de Radio periodistas, en la tarde; y Fabio Gadea
Mantilla, Mariano Valle Peter, Octavio Sacasa –dueño del Canal 2–, Manuel
Arana –dueño de Radio Mundial–, dijeron que no, que ellos no se podían
exponer, que preferían que los espacios no salieran.

Entonces propuse que por lo menos hiciéramos sentir la ausencia de los


noticieros y que pusiéramos música sacra. Y grabamos música sacra y la
repartimos para que se pusiera en todas las radioemisoras.

Hicimos luego otra asamblea, adonde llegó el Coronel Alberto Luna, quien
nos llegó a decir que nosotros no podíamos estar levantando al pueblo. Yo
le riposté: –Si nosotros no lo estamos levantando, estamos informando; por
ejemplo, si informo que la Ferretería Lang está abierta, dentro del contexto
que todos los establecimientos están cerrados, ¿puedo decirlo? – ¡Claro que
sí! Pero si está cerrada, ¿también puedo decirlo? –le digo yo. Entonces no se
atrevió a contestar. Pero allí quedamos claros de que no había dónde
informar. Entonces fue que se dijo, vamos a ir a las iglesias pues, alguien lo
mocionó, y se organizó.

Y me acuerdo que en esa ocasión, un periodista que está en la Radio


Corporación ahora que le dicen Sameva, Santiago Meneses Vallecillo,
mocionó para ir a buscar armas para combatir. ¡En la asamblea de los
periodistas! Alberto Reyes se puso de pie y le respondió que era un
irresponsable, que cómo se le ocurría estar diciendo eso ahí, que lo que
íbamos a lograr era que llegara la Guardia y que nos llegara a matar.

En esa misma asamblea se organizaron varias comisiones de trabajo.


También se formó un comité público y un comité clandestino para dirigir el
Periodismo de Catacumbas. Se hizo así para que, si fueran capturados los
integrantes del comité público, no quedara descabezada la lucha. También
había una redacción central; los reporteros llegaban, reportaban su noticia,
se redactaban centralmente, y se repartían.

16
Carlos: El comité público fue integrado por Alejandro Romero, Lily Soto,
César Cortés, Juan Alberto Henríquez, Vivian Torres y yo.

Mónica: ¿Y la gente llegaba?

Carlos: No sólo eso, sino que nos protegían. Recuerdo que una vez, en el
lugar donde me tocó ir con Eduardo López Meza, leía, y la gente escuchaba;
pero cuando estábamos en plena lectura de la información en la que
incluíamos hasta comunicados del FSLN, aparece un BECAT, los cara
volteadas de la Guardia, y entonces, inmediatamente, la gente que estaba
afuera, pegada a las ventanas –porque no alcanzaban en el interior– nos
avisan, nos sientan en la primeras bancas, y se pusieron a cantar la misa.
La Guardia pasó, lo que ellos vieron fue una misa; así que cuando se fueron,
seguimos en nuestra labor informativa.

Inicialmente no se llamó “Periodismo de Catacumbas”. Pero cuando


regresamos de las primeras experiencias, don Eduardo López Meza, quien
es cristiano y muy dado a recordar a San Francisco de Asís, dice: –Hombre,
nosotros ya estamos como en la época de los primeros cristianos que huían
de los romanos, de la represión, de la persecución. Estamos como los
primeros cristianos que se escondían en las catacumbas. De ahí nació el
nombre, porque nosotros también éramos perseguidos, estábamos siendo
reprimidos, y nos escondíamos para informar.

Manuel: Es que fue como muchas de las cosas de la Revolución, fue un


momento creativo, muy creativo.

Oyente: Abel Calero. Me he sentido bastante emocionado al estar


escuchando cosas que nos tocó vivir y que nos hacen recordar a mucha
gente que son héroes anónimos. Un protagonista del Periodismo de
Catacumbas fueron esos radioescuchas que se convirtieron nuevamente en
feligreses, que con buena disciplina y fervor religioso se sentaban a
escuchar las noticias.

Como protagonistas también de esta actividad podemos recordar a


Mercedes Solís de Hernández y don Francisco Hernández Segura; a William
Montiel y Peña y Telma Nidia Guerrero, entre otra gente. Como decía
Manuel, los periodistas comprometidos nos distribuíamos para cubrir las
iglesias, los mercados y hasta esquinas; porque unas veces encontramos
cerrada la iglesia y tuvimos que hacer el noticiero en una esquina, como me
ocurrió a mí con la iglesia Santa Marta.

En otra ocasión, Lily Soto y Alberto Reyes regresaban de leer las noticias, ya
toda la población se había dispersado, y cuando iban como a las tres
cuadras, en Altagracia, llegó un BECAT; los guardias los pusieron a cargar

17
piedras canteras, y cuando lo estaban haciendo, golpearon en la espalda e
hicieron arrodillarse a Alberto Reyes.

También íbamos a leer noticias a lo que hoy se conoce como Villa Venezuela
y Villa Revolución, Las Américas, a unas iglesitas que se estaban cayendo;
pero había mucho amor, mucho entusiasmo. Por ejemplo, cuando
estábamos leyendo las noticias, la misma señora que el domingo recogía la
limosna durante la misa, pasaba la canastita de la limosna entre los
asistentes, recogiendo lo que la gente llamaba “una contribución a la lucha
por la libertad de expresión”. Y salíamos con plata, que era llevada a la
casita del Sindicato de Radio periodistas de Managua, en los escombros,
donde fue la Cruz Roja, frente a donde hoy es el Ministerio del Trabajo.

Recuerdo también cuando íbamos a esa heroica e histórica Colonia Nicarao,


donde todos los días llegaba un señor con un carretón en el que llevaba
parlantes, los cuales ponía afuera de la iglesia, para que el que no pudiera
entrar, escuchara desde afuera; y la gente le subía el volumen a ese
amplificador para que se escuchara en toda la Nicarao. Allí no podía entrar
la Guardia, porque los habitantes del sector llamado Río Seco, eran un
pueblo combativo.

Después que terminábamos de leer, la gente nos daba comida, o sea que
nos íbamos comidos, nos íbamos con la plata, que no era una limosna, sino
una contribución solidaria, y posteriormente nos reuníamos en el Sindicato.
Pero nadie llegaba cansado, todo mundo llegaba con mucho ánimo, como
que si estuviésemos ganando mucha plata, cuando en realidad era una
contribución esmerada, solidaria y revolucionaria.

Manuel: No sé si te acordás, Carlos, que esto tuvo un corolario; ya estaba


terminando el paro, que fue la conmemoración del día del Periodista en
marzo de 1978. Entonces nos fuimos a manifestar donde cayó asesinado
Pedro Joaquín Chamorro, y llegó el Coronel de la Guardia, Alesio Gutiérrez a
disolver la manifestación.

Carlos: A tiros. Corrimos por todos esos escombros de la vieja Managua…

Manuel: Estábamos todos los periodistas corriendo por los escombros; nos
decomisó la cámara de Extravisión, y me acuerdo que ahí se portó valiente
Silvio Mora, se le enfrentó a las tapas a Alesio, reclamándole la cámara.

Mónica: Silvio Mora protagonizó hechos muy importantes; por ejemplo, él


fue el que hizo tartamudear a Somoza, y reconocer que tenía preso a Tomás
Borge, lo cual, en cierta manera le salvó la vida. Sabíamos que lo habían
capturado vivo, pero no lo presentaban de ninguna manera; entonces no
teníamos claro si estaba vivo o muerto. Silvio agarró movido a Somoza. ¿Te
acordás de esa anécdota?, ¿cómo fue exactamente?

18
Manuel: Sí. Considero justo reconocer que Orlando Murillo, siendo
somocista, mostró sensibilidad con este caso de Tomás Borge. Tal vez
porque había sido miembro de la Juventud Patriótica; pero siendo empleado
somocista llegaba al Canal 2 a preguntar: – ¿Qué has sabido del viejo? Nada
–le decía yo. – ¡Hombré, lo van a matar si no se logra sacar a luz que está
vivo! Era una manera de recomendarnos hacer algo.

En esos días, Silvio fue invitado como reportero de Extravisión a una


conferencia de prensa de Somoza. Entonces se invitaba por telegrama, y
éste servía de intransmisible. Él me dijo que había sido invitado, entonces
redactamos la pregunta para Somoza, que decía más o menos así: El día tal
del mes de febrero, frente a la Colonia Centroamérica, fue capturado
alguien, quien gritó ¡Soy Tomás Borge! ¿Cuándo lo van a presentar al Juez?
Redactamos la pregunta y le insistí a Silvio que la dijera exactamente así,
para inducir una respuesta de Somoza, y para que no se nos fuera por la
tangente y saliera diciendo otra cosa. Dábamos como un hecho que Tomás
estaba preso. Cuando preguntamos cuándo lo va a presentar al Juez,
entonces Somoza se sonrió un poco nervioso, movió la cabeza, y dice: –La
próxima semana.

Posteriormente, en una reunión de Presidentes centroamericanos, que


también cubría Silvio, Somoza lo llamó, y delante de todos, le dijo: –Miren,
este es amigo de Tomás Borge, es comunista como él; fue el que me hizo la
pregunta que le salvó la vida a Tomás Borge.

Oyente: Tirsa Sáenz. Mi pregunta es ¿por qué nos cuesta hoy hacer ese
tipo de periodismo? Obviamente, en circunstancias totalmente distintas,
pero un periodismo más valiente, de decirle las cosas a la gente. Me parece
que nos hace falta más valentía, más fuerza para decir las cosas. Si los
problemas económicos eran los mismos antes, son los mismos ahora, ¿cuál
es la diferencia, en qué radica? Y quisiera que ustedes, que vivieron esa
etapa dura y bonita del periodismo, puedan quizás darnos luces ahora.

Manuel: Yo creo que ésta en una etapa diferente, porque realmente, en


aquella oportunidad, el periodismo era anti-somocista, era claramente anti-
dictadura.

Ahora hay una búsqueda de hacer un periodismo menos panfletario, menos


representativo de intereses políticos; pero sí, yo creo que hay un esfuerzo
por hacer un periodismo comprometido en la lucha contra la corrupción, por
la gobernabilidad, por el desarrollo de la democracia, por el no retroceso en
las conquistas democráticas que ha tenido el país. Creo que sí existe el
periodismo comprometido, sí creo que se está haciendo un esfuerzo y, si
no, miremos las amenazas que está sufriendo el periodismo. Diferentes
amenazas. Yo creo que el periodismo actualmente, está haciendo un rol que

19
es una verdadera oposición, con todas las dificultades y todas las
limitaciones que da la actual situación.

En la medida en que realmente la sociedad comience a hacer un papel más


activo, en que los grupos políticos y la sociedad civil comiencen un papel
más activo reclamando sus derechos, sí se va a quitar presión sobre los
medios de comunicación; pero ahorita los medios son los que tienen sobre
su responsabilidad muchas de las verdades que se saben en este país.

Carlos: El periodismo nacional es una institución sumamente creíble. Creo


que de nuevo el periodismo va a terminar siendo el más combativo. Van a
organizarse, no sé en qué tipo de organización, no quisiera decir partido,
pero hay muchos periodistas que hacen su labor profesional, luchan contra
la corrupción, por la institucionalidad del país, etcétera, pero muchos de
ellos no están organizados.

Manuel: Una de las cosas que a mí me preocupa fundamentalmente, es el


asunto de la dignificación, del derecho que tienen los periodistas de ser
respetados como profesionales y como personas. Yo creo que, como decía
Carlos, una de las instituciones más respetadas y creíbles del país, es el
periodismo. Sin embargo, a nivel de tratamiento político, el periodismo es,
no sólo menospreciado, sino que todos los días se trata de utilizar a los
periodistas. Les recomiendo a los periodistas que desde el punto de vista
personal y profesional, no se dejen utilizar.

En lo otro en que estoy totalmente de acuerdo con Carlos, es que en los


periodistas tenemos empresarios medianos, pequeños; trabajadores de la
comunicación, reporteros, camarógrafos, fotógrafos, y ¡debemos
organizarnos!, no necesariamente que nos afiliemos a la Unión de
Periodistas o a la Asociación de Periodistas de Nicaragua, para defender a
los periodistas, y sobre todo, los derechos de informarse e informar, que
son derechos de toda la gente.

Carlos: Sólo quería recordar que del Periodismo de Catacumbas y del


Sindicato surgió la UPN, como una agrupación más amplia que luchara
contra el sistema. Fue esa organización la que nos permitió incorporarnos a
la lucha, apoyando al Frente Sandinista en el gran fenómeno que fue la
Revolución Popular Sandinista.

Creo que lo que debe privar es la necesidad de organizarnos, de retomar las


experiencias del pasado y organizarnos en la sociedad civil. El país requiere
de participación y el gremio de los periodistas tiene que volver a buscar
formas creativas de organización. Así como en aquel momento el
Periodismo de Catacumbas tenía su comité de dirección, en la actualidad el
país requiere de participación de la ciudadanía en la organización que sea,
pero no podemos seguir ensimismados, pasivos ante todo esto que está

20
pasando.

Manuel: Quiero agregar algo. Los periodistas no sólo escribimos el


Periodismo de Catacumbas, sino estuvimos combatiendo en otros Frentes.
Me acuerdo que a Carlos García yo me lo encontré, creo que fue un 24 de
febrero, en la asonada que hubo en Diriamba; yo andaba con un
corresponsal de la CBS, y de repente, en la primera esquina, me encuentro
a Carlos con su pistolita disparándole a la Guardia, que estaba con sus rifles
Garand, con sus Galil, en el reloj de Diriamba.

Entre otros compañeros periodistas combatientes, además de William


Ramírez y Bayardo Arce, recuerdo a César Cortés Téllez y a Orlando Salazar.
Y por supuesto a Álvaro Montoya; lo miré en Peñas Blancas, Costa Rica. Yo
andaba cubriendo como periodista y estuve platicando con él. Y al día
siguiente lo mataron.

Mónica: Tenemos que recordar a Manuel Díaz y Sotelo, caído el seis de


agosto de l959, y por supuesto al Mártir de las Libertades Públicas, Pedro
Joaquín Chamorro. A Aura Ortiz y Walter Mendoza, caídos el siete de junio y
el siete de julio, respectivamente, de 1979; y a Álvaro Montoya Lara, caído
el catorce de julio de1979 en el Frente Sur. Recordar a periodistas
combativos, brillantes, como Adán Selva, como lo recuerda siempre don
David Rivas, viejo y combativo periodista él también.

22 de enero del 2000

Notas

21
1 Movimiento creado por Pedro Joaquín Chamorro para articular a la oposición de sectores de
derecha contra Somoza.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Pedro Joaquín Chamorro:
Dos modos distintos de una misma pelea
Ernesto Aburto

Ernesto Aburto nace en Managua en 1948. Estudia en la Normal


de Jinotepe, graduándose de profesor de primaria en 1967 y se
dedica durante varios años al magisterio. Antes de concluir
estudios de Periodismo, labora en El Semanario y La Nación
Nicaragüense. En 1977 pasa a trabajar al diario La Prensa como
corresponsal viajero, haciendo múltiples crónicas. Ese mismo año
inicia su militancia política como colaborador del FSLN, teniendo
como contacto a Edgard Lang. Después del triunfo de la
Revolución Popular Sandinista, fue fundador de El Nuevo Diario, y
de 1987 a 1989 fue Editor del diario Barricada. A lo largo de su
carrera ha impartido cursos de Periodismo, tanto en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, como en la
Universidad Centroamericana. Actualmente es editor de El
Nuevo Diario.

Este diálogo nace como respuesta a la indiscutible necesidad de ubicar


adecuadamente y conocer más sobre la vida, aportes y muerte de un
hombre que es parte de la historia de Nicaragua y particularmente de la
historia de lucha contra la dictadura. Se trata de Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal, uno de los principales protagonistas del periodismo nicaragüense
del siglo XX y fuera de toda duda paradigmático luchador anti-somocista.
Se enfrentó sin ambages a la dictadura, usando su pluma y genialidad
periodística para una labor frontal de denuncia de las atrocidades del
régimen.

Pedro Joaquín Chamorro Cardenal nace un 23 de septiembre de 1924, hijo


de Pedro Joaquín Chamorro Zelaya y de Margarita Cardenal Argüello. Muere
asesinado a manos de la dictadura somocista el día 10 de enero de 1978, y
fue bautizado sin ninguna discusión por distintos sectores políticos y
sociales de la vida nacional, como: Mártir de las Libertades Públicas.

Pedro Joaquín conoce directamente la naturaleza represiva del somocismo,


al participar en las manifestaciones anti-reeleccionistas que se
desarrollaron en la jornada del año 1944. Se va prácticamente exiliado a
México, donde estudia Derecho. Luego retorna al país y se suma a la
rebelión de abril de 1954. Es apresado y sometido a un Consejo de Guerra
Extraordinario. Sufre nueva prisión después del ajusticiamiento del tirano
en 1956 y conoce de las crueles torturas y el martirio a que someten a
cientos de ciudadanos. Testimonia esos horrores en su libro Estirpe

1
sangrienta: Los Somoza.

Habiendo participado en los años 60 en el Partido Conservador, del cual es


expulsado, su militancia anti-somocista permanente la hizo a través de la
profesión del periodismo y del diario La Prensa. Su rica trayectoria de
sublevaciones y lucha, de encarcelamientos y torturas, está marcada por la
rebelión de 1954 y fundamentalmente por su protagonismo en el
malogrado intento armado de Olama y Mollejones.

Pedro Joaquín, conservador de ideología, fue anticomunista, y por ello


miraba con reservas al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN),
pero también con respeto, y así lo testimonia la cobertura que hizo de sus
acciones y su permanente condena a la represión contra los que luchaban
de otro modo, pero frente al mismo adversario. Finalmente, en la
trayectoria de Pedro Joaquín están todos sus esfuerzos por lograr la
unificación del anti somocismo que se enfrentaba cívicamente, desde Unión
Democrática de Liberación (UDEL), hasta el establecimiento de lazos
políticos y conversaciones con el Frente Sandinista.

Conversamos sobre Pedro Joaquín con un periodista que tuvo la oportunidad


de compartir con Pedro Joaquín, no sólo el trabajo profesional que realizó
bajo su conducción en el diario La Prensa, sino su amistad. Con vasta
experiencia en el ámbito periodístico, Ernesto Aburto habla de Pedro
Joaquín, el rol de los medios de comunicación, las libertades públicas en
Nicaragua y hasta platicamos un ratito sobre Adán Selva. Al conversatorio
también había sido invitado William Ramírez, pero no logró asistir. Carlos
Fernando, hijo de Pedro Joaquín, se excusó de no poder estar con nosotros,
ya que a esta misma hora graba su programa de televisión dominical.

Mónica: Ernesto, contanos ¿cómo llegas a ser parte del diario La Prensa e
iniciás tu relación con Pedro Joaquín?

Ernesto: Muchas gracias Mónica por la invitación a participar en este


programa. Es para mí un motivo de gran satisfacción personal tener la
ocasión de hablar de uno de los grandes hombres del periodismo
nicaragüense en el siglo XX, Pedro Joaquín Chamorro, a quien conocí y
aprendí a querer y respetar como jefe, en el diario La Prensa.

Como nicaragüense que lee periódicos, desde muy temprana edad conocí a
Pedro Joaquín a través de las páginas de La Prensa. Pude seguir su
trayectoria de lucha, sus sublevaciones, sus alzamientos políticos y
militares contra la dictadura somocista. Era una personalidad muy querida y
muy admirada por este servidor desde muy temprana edad.

Yo estudié magisterio. Egresé como profesor de primaria en el año 1967.


Trabajé algunos años en la profesión del magisterio hasta que, casi por

2
concluir los estudios de Periodismo en la Universidad Nacional, se me
presentó la primera oportunidad de trabajar como periodista de tiempo
completo en el semanario La Nación Nicaragüense, un proyecto capitalista
que precisamente estaba siendo impulsado para hacerle algo de contrapeso
y eventualmente superar al diario La Prensa.

Los dueños del semanario eran capitalistas del entonces Banco de América.
El proyecto fracasó económicamente. Yo solía llegar al diario La Prensa,
donde nos imprimían el semanario en su última etapa. Allí me familiaricé un
poco con el ambiente de trabajo del periódico.

Al quebrar el semanario, pensé en conseguir un trabajo en La Prensa. Sólo


trabajaban ahí grandes y famosos periodistas. Me sentía cohibido; sin
embargo, ya Danilo Aguirre había sido mi profesor en la Universidad y
ocasionalmente había publicado unas colaboraciones escritas por mí.

Hablé con Pedro Joaquín Chamorro. Recuerdo que cuando llegué a hablar
con él para pedirle trabajo; tuvo la gentileza de llevarme a hacer un
recorrido breve por la redacción y mostrarme que todos los escritorios
estaban ocupados, que no había posibilidad de meter a nadie más, pero
que no era malo, me dijo que le entregara posteriormente un currículo
sobre todas las cosas que yo podía hacer en periodismo, y eso me dio la
oportunidad de desarrollar un pequeño plan relativo a la crónica viajera.

Yo planteaba que en Nicaragua no había cobertura sistemática de las


particularidades de cada zona, de cada pueblo, de cada municipio remoto o
zona remota, y que sería interesante hacer una cosa así. Le hice ver que
tenía un vehículo propio y mi propio equipo fotográfico. Para mi sorpresa –
yo nunca pensé que la respuesta fuera tan rápido– a los dos días de haber
entregado el currículo y el plan de trabajo, Pedro Joaquín estuvo
buscándome porque estaba interesado en eso. Como no pensé que eso iba
a suceder así, me había ido a vacacionar fuera de Managua.

Regresé a los diez días, y cuando me di cuenta que Pedro Joaquín me había
andado buscando, pues fui a sus oficinas inmediatamente. Me reclamó por
dejarle un proyecto y haberme perdido. Y entonces me dijo que sí, que
estaba interesado en el proyecto, y que me invitaba a participar en la
redacción del diario La Prensa. Y fue así como el mismo día de nuestra
segunda entrevista, diseñamos el plan; me fui a trabajar fuera de Managua
a recabar datos, fotos, para escribir crónicas viajeras para La Prensa. Ese
fue mi comienzo en el diario y esa fue mi primera relación personal con el
doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

Mónica: Es importante recordar a nuestros oyentes algunos datos


personales de Pedro Joaquín Chamorro. Su padre era abogado, historiador,
periodista y opositor al régimen somocista. Él compró el diario La Prensa

3
que había sido fundado el 2 de marzo de 1926 por Gabry Rivas y los
hermanos Enrique y Pedro Belli (Jarquín, Edmundo: pp. 42).

Estudió primaria en el Colegio Pedagógico y ¡qué casualidad!, estudió con


Anastasio y Luis Somoza Debayle, y allí tuvo sus primeros encontronazos
con Tacho. Le empezó a decir que su papá era un ladrón y que estaba
haciendo negocios turbios; y entonces se liaron a trompadas en la fila del
Colegio, hasta que llegaron sus compañeros a separarlos.

En el año 1944, Pedro Joaquín Chamorro, siendo estudiante de segundo año


de Derecho, participó en manifestaciones contra las pretensiones
reeleccionistas de Anastasio Somoza, las cuales fueron reprimidas
fuertemente por la Guardia.

Un poco antes de los sucesos de 1944, Reynaldo Antonio Téffel, los


hermanos Rafael, Álvaro y Guillermo Córdoba Rivas, Ernesto Cardenal,
Octavio Caldera, Rafael Gutiérrez, Francisco Frixione y otros, crearon una
organización estudiantil que se llamaba “Acción Nacionalista”. Recordemos
que una vez que asume Somoza, empieza todo un proceso de acopamiento
de los espacios, y el carácter dictatorial del régimen se empieza a
manifestar con más fuerza pasados unos años. Los Somoza ya tienen, para
entonces, casi diez de estar en el gobierno (Jarquín, Edmundo: pp. 78).

Ernesto: Bueno, por lo que he leído de la historia, en 1944 se dieron


manifestaciones estudiantiles callejeras, articuladas con movimientos
políticos anti-somocistas formales. Todos los patriotas que has mencionado,
lucharon en su tiempo por la democracia, la libertad y la soberanía de
Nicaragua. Eran estudiantes de la universidad. Se manifestaban en las
calles en una época en que la dictadura de Somoza estuvo a punto de caer
por las presiones populares.

Cuenta la historia no escrita que el General José María Moncada moralizó de


última hora a Somoza cuando éste estaba a punto de renunciar; lo
convenció y lo obligó a que no dimitiera. Esa inyección de ánimo de última
hora del General Moncada, fue lo que impidió que Somoza renunciara en
esa época, cuando estudiantes como Pedro Joaquín Chamorro, Rafael
Córdoba, Francisco Frixione, Rafael Gutiérrez y todos estos patriotas, iban a
las calles junto a las masas populares y los movimientos de partidos a pedir
la renuncia de Somoza.

Eso le costó a Pedro el exilio. A raíz de esas manifestaciones es encarcelado


y vapuleado, y ahí es que él se marcha a México a estudiar Derecho. Luego
regresa.

Mónica: Ernesto, explicanos el proceso de Pedro Joaquín que se movió


entre ideas conservadoras pero también participando en algunas acciones

4
armadas.

Ernesto: Él era un conservador por naturaleza. No olvidemos que provenía


de una de las familias conservadoras de mayor raigambre en Nicaragua.
Además, su padre, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, era un gran intelectual
conservador de este país. Es natural que su primera militancia sea en los
movimientos conservadores, en el Partido Conservador de Nicaragua.

Él regresa de México aproximadamente en el año 1948, con ideas


innovadoras del periodismo mexicano, que por supuesto iba más avanzado
que el nuestro, en tecnología, abordaje de noticias, enfoques, titulación,
diseño de primera plana, etcétera.

Él regresa a La Prensa, que todavía era un diario casi familiar, como muchos
que existían por esa época en Nicaragua: La Flecha, El Gran Diario, La Hora
y La Noticia.© Todos eran periódicos cuyos dueños esperaban a los
voceadores en el corredor de la casa para contar la plata de las ventas y
sacar para los gastos de la comida del siguiente día. La Prensa no escapaba
a esa dinámica.

Pedro regresa a innovar el periódico, a cambiar su fisonomía, su primera


plana, la extensión de los títulos, abordando nuevos temas que otros
periódicos no cubrían con tanto vigor; y esta forma de dinamizar la
presentación del periódico y de meterse en temas de sucesos –un poco
sensacionales– es lo que determina la conversión de La Prensa, de un diario
de grupos a un periódico de masas. Se vuelve un periódico de circulación y
consumo masivo en Nicaragua. Adquiere su papel de líder de la opinión
pública, papel que con altos y bajos históricos en los últimos cuarenta años,
bien que mal ha mantenido.

Mónica: Cuando Pedro Joaquín regresa a Nicaragua ya se ha producido el


golpe de estado a Leonardo Argüello, se produce el pacto Cuadra-Somoza.
En 1949 Pedro Joaquín funda Unión Nacional de Acción Popular (UNAP), en
la que participan los mismos jóvenes de Acción Nacionalista, y otros. En el
año 1950 se firma el pacto de los Generales, entre Anastasio Somoza García
y Emiliano Chamorro. En 1953 Somoza anuncia su reelección y Emiliano
siente traicionado los acuerdos del pacto y anima una rebelión.

Se gesta lo que se conoce como la Rebelión del 4 de abril; pero Emiliano se


echa para atrás y traiciona al movimiento, que termina en una terrible
masacre donde asesinan a Báez Bone, entre otros. En esa rebelión participa
la UNAP. Esto refleja que en una parte de los jóvenes de la época, había un
sentimiento de asfixia y rebeldía que lleva a estos muchachos –de origen
conservador– a plantear que la única salida era la lucha armada.

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Pedro Joaquín es hecho prisionero durante dos años, sale en 1956 y
nuevamente es apresado cuando ocurre el ajusticiamiento de Somoza
García. Después de terribles meses en prisión, es confinado a Río San Juan,
donde escribe su testimonio sobre los horrores de la dictadura y se escapa
hacia Costa Rica, y luego aparece en la incursión armada de Olama y
Mollejones, en 1959. Expliquemos a los oyentes, ¿en que consistieron esas
rebeliones?

Ernesto: En la sublevación de 1954, él no tuvo un papel protagónico, fue


arrastrado por esa corriente, por esa ola, y luego estuvo preso, pero no era
en ese momento su rebelión. Lo que se puede considerar como la rebelión
propia de Pedro Joaquín Chamorro, es la de Olama y Mollejones de la que
fue protagonista e inspirador, él la concibió y la organizó.

Yo estaba muy joven en esa época, tenía unos once años. Recuerdo sí, la
efervescencia política que se vivía en el país, la agitación de las radios
somocistas, los vuelos rasantes de los aviones Mustang por encima de las
casas de Managua para intimidar a la oposición. Los partes que venían de
las montañas chontaleñas que hablaban de combates victoriosos para la
invicta Guardia Nacional y luego, la captura del grupo principal de
sublevados, donde estaba Reynaldo Antonio Téffel, Jaime Chamorro,
hermano de Pedro Joaquín, Pedro Joaquín Chamorro y otros. Y recuerdo el
Consejo de Guerra que les montaron nuevamente.

Ya Pedro Joaquín había tomado una decisión por la causa de la libertad y la


democracia de su pueblo. Decisión de la que nunca habría de apartarse y
decisión que mantuvo hasta el día en que fue asesinado, el 10 de enero de
1978.

Mónica: Después de la Revolución Cubana, todos los grupos anti-


somocistas llegaron a aquel país para pedir ayuda a sus esfuerzos. Dentro
de ellos llegó también Pedro Joaquín Chamorro, en una delegación que
encabezaba José Figueres. Se encontraron brevemente y por casualidad,
con Fidel, quien les explicó que el Che era el encargado de la solidaridad
con los grupos en lucha y que con él se entendieran. Luego hablaron con el
Che, pero éste les dijo que ya tenían un grupo al que estaban apoyando. Se
refería a la guerrilla de El Chaparral. En otras palabras, no se concretó la
ayuda, ni económica, ni militar para el movimiento de Olama y Mollejones.

La operación de Olama y Mollejones fue un fracaso, aunque no se reportó


ningún muerto. Pero para Pedro Joaquín fue una experiencia de la que
aprendió mucho, como el mismo relatara en El Diario de un Preso:
“Nosotros fuimos a Olama y Mollejones con la idea de implantar en
Nicaragua un régimen dispuesto a creer que no hay ninguna obra que
merezca llamarse de progreso, si no es en beneficio del pobre”.

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Después de veinte años de control del poder por parte de los Somoza, los
jóvenes opositores llegan a la conclusión que la única manera de bajar a
Somoza, era por las armas. Por eso se suceden intentonas de varios tipos,
por ex militares o grupos políticos de distinta orientación ideológica. Pero lo
hacían bajo la modalidad de incursiones que supuestamente contarían con
respaldo de grupos internos o de parte de la Guardia. En la mayor parte de
las veces, las ilusiones fueron traicionadas, y estas incursiones
generalmente terminaban en asesinatos, captura o en expulsiones del país,
el exilio. Es, sin duda, una base importante que se fue hilando en la
Historia, de cuyas condiciones después nace el Frente Sandinista, como una
alternativa distinta y que supera a este tipo de movimientos que eran
llevados adelante por jóvenes de indudable vocación patriótica, con ideas
políticamente conservadoras y eminentemente anti-somocistas.

¿Cuál era la percepción de Pedro Joaquín respecto al movimiento armado


sandinista? ¿Le miraba futuro o no?

Ernesto: Cuando me tocó conocerlo personalmente, Pedro Joaquín ya no


era el anticomunista ultramontano que fue en los años 50 y parte de los 60.
Ya era un hombre abierto a las ideas políticas y sociales del mundo
contemporáneo. Ya estaba convencido de que las paralelas históricas, por
su misma naturaleza pactista y entreguista –y él era muy nacionalista–,
siempre terminaban entregando la patria a los intereses norteamericanos.

Él sabía que la solución para este país no estaba en las paralelas históricas.
Había formado una alianza muy amplia con diferentes sectores de opinión
del país, incluso los socialistas, para crear la Unión Democrática de
Liberación. Algo que la ultra derecha de este país nunca le perdonó fue su
alianza con los socialistas, y por lo cual en varias ocasiones intentaron
sabotearlo económicamente.

Hubo un tiempo, incluso, en que intentaron retirar los avisos publicitarios de


La Prensa, para obligarlo a rendirse. Sin embargo, la calidad profesional e
informativa del periódico era tan grande, que hubiera podido sobrevivir con
sólo su circulación. Entonces los empresarios tuvieron que tomar una
decisión: Bueno, o hacemos negocio con los anuncios o hacemos política; y
al final decidieron hacer negocio, pues necesitan insertar su anuncio en La
Prensa, que era el mejor periódico del país.

En esa época, ya era un Pedro Joaquín que estaba consciente de la


importancia del FSLN. Le tocó convivir algunos meses con las primeras
acciones armadas del Frente Sandinista en Masaya, San Carlos (Río San
Juan) y tengo entendido que ya estaba en conversaciones con el Frente al
momento de ser asesinado. Muchos dicen que por eso es que tanto el
somocismo, como la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos,
deciden su asesinato, porque Pedro Joaquín en esos días estaba en contacto

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directo con el Frente Sandinista para aportar su concurso a un movimiento,
que no necesariamente tenía que ser eminentemente sandinista, pero sí un
movimiento cívico y armado amplio para dar al traste con la dictadura
somocista, que era el principal obstáculo para la democratización y la
auténtica libertad de Nicaragua. Él mismo lo decía: –Después de Somoza
nos entendemos y hacemos lo mejor, pero la prioridad es terminar con la
dictadura.

Ese fue el Pedro Joaquín que yo conocí personalmente. El Pedro Joaquín ya


abierto a las ideas políticas y sociales de todos los grupos. Pudiéramos decir
que ya había evolucionado del conservatismo hacia la socialdemocracia, y
que estaba a un paso de entrar en contacto con la izquierda, para provocar
de una vez por toda la caída del somocismo.

Mónica: Pedro Joaquín nunca se había integrado al Partido Conservador, y


fue a mediados de los años 60, con el auge de Fernando Agüero y el
“agüerismo”, y con el propósito de frenar la elección de Anastasio Somoza
Debayle, que Pedro Joaquín se incorpora al Partido y forma parte de un
Consejo Asesor adscrito a la Junta Directiva que presidía Agüero.

Después de la masacre del 22 de enero, Pedro Joaquín inicia una


reorganización del Partido Conservador, porque advirtió que Agüero iba
caminando hacia un nuevo pacto y quería garantizarse una correlación
favorable a ese propósito dentro de la Convención Conservadora. Y es que
siempre estos pactos son un proceso, se van preparando, se van creando
las condiciones y las bases justificativas: que la paz, que la gobernabilidad,
que la estabilidad del país. Los pactistas ignoran a las bases, dejan en los
aparatos partidarios a los que se cuadran ante el caudillo pactista,
excluyendo o expulsando a los que rechazan la transacción.

Cuando Pedro Joaquín conoce de las primeras conversaciones entre los


operadores políticos de ese pacto, Cornelio Hüeck y Arnoldo Lacayo Maison,
desata una campaña furibunda en contra de los arreglos, y es expulsado del
Partido Conservador en 1968.

Pedro Joaquín se va y forma otra agrupación que se llamó Acción Nacional


Conservadora, que también después termina respaldando el pacto.
Entonces, con todas estas cosas, él llegó a la conclusión que, por la vía de
las paralelas, no había posibilidades de éxito para la lucha anti-somocista.

¿Tenés algún otro dato sobre esta ruptura de Pedro Joaquín con el
conservatismo?

Ernesto: La figura de Agüero había sido exaltada por el diario La Prensa,


por Pedro Joaquín y por una parte importante del periodismo opositor de
Nicaragua. Agüero, con su voz enérgica, con sus gestos vigorosos, con su

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discurso incendiario, era realmente el líder que había estado esperando el
pueblo nicaragüense que quería salir de Somoza. Agüero era un gran
aglutinador alrededor de su figura.

El día 22 de enero de 1967 era la última manifestación de cierre de


campaña de la Unión Nacional Opositora. El plan era mantener a las masas
en el centro de Managua, no desmovilizarlas y hacer presión popular en
contra de la dictadura, para obligar al Estado Mayor de la Guardia Nacional
a negociar con la UNO la salida de Somoza. La respuesta de la Guardia y de
Somoza, fue con las balas. Nunca se sabrá cuántos manifestantes murieron
ese día, asesinados por las balas de la Guardia Nacional somocista.

Así, el 22 de enero pasa a la historia como una gran derrota militar de las
masas populares, que con el tiempo se convirtió en una victoria política
porque, a partir de ese día, a causa de tanta gente golpeada por la Guardia,
no sólo físicamente por la fuerza de las culatas, sino también golpeadas
porque vecinos, amigos, seres queridos, murieron o salieron heridos, se
enardeció más la conciencia anti-somocista de las masas.

A partir de ese fracaso militar de las masas, el conservatismo se retira de


las elecciones, aunque Somoza hace participar a Agüero a golpe de
papeleta; ya las papeletas estaban impresas, así que Agüero aparecía en
ellas aunque se había retirado de la contienda. Pero ya Agüero, Pedro
Joaquín, las masas populares, los conservadores genuinos, se dan cuenta
que no pueden evitar la reelección de Somoza para presidente de la
República en el año 1967.

Dentro de los líderes oficiales de los conservadores empieza un movimiento


de reflexión. Ya hay quienes, en ese proceso, están dando síntomas de
debilidad. Como vos decís Mónica, la decisión de pactar no se da de un día
para otro, sino que es un proceso en el que se van acumulando opiniones e
intereses. Pedro Joaquín muy sabiamente, supo captar esas opiniones,
intereses y reformas que quería hacer Agüero a partir de la Convención
Conservadora.

Pedro Joaquín entendió que esa reorganización en el Partido Conservador


era claramente para pactar, y la historia le dio la razón, porque a los pocos
meses ya estaban los pactos con Somoza. Es el momento en que ya fue
expulsado y Pedro Joaquín rompe con Agüero. Entonces las masas
populares se dan cuenta de quién era verdaderamente el doctor Fernando
Agüero, quien al final iba a terminar pactando con Somoza.

Aunque ahora dice Agüero que todo ese proceso de pacto con Somoza era
para desalojarlo del poder; pero la verdad es que no hay nadie, no hay
ninguna fuerza que haya desalojado a otra del poder, simplemente por la
vía de los pactos.©

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Mónica: Todo este período de 1967 a 1972 es muy interesante, se dan
varios sucesos, entre ellos la masacre del 22 de enero, en donde las masas
sienten que han sido engañadas, que han sido llevadas al matadero. En ese
mismo año, en agosto, se da la masacre de Pancasán, muestra de que hay
una organización político-militar activa, viva y que hay una alternativa
diferente.

En 1970 se dan los intentos de la guerrilla de Zinica y en marzo de 1971 se


da el pacto bautizado como Kupia Kumi. Ese pacto incluye la convocatoria a
una Constituyente, se suspende la Asamblea Nacional ordinaria –el
Congreso– y se instala la Constituyente, que permite que en los siguientes
dos años, Tacho vuelva a plantear su reelección. Mientras tanto, ¿qué es lo
que le dan a Agüero? Su participación en el Triunvirato, en el que participan
además el General Roberto Martínez Lacayo y Alfonso Lovo Cordero.

¿Te acordás cómo vulgareaba La Prensa y toda la oposición a Agüero, por la


famosa pitoreta? Decían que lo que había ganado era andar en un carro con
una pitoreta, porque realmente no mandaba nada. El Triunvirato era
mandado realmente por Somoza, quien era el poder real, y los demás eran
unos payasos. Todo eso lo denunciaba con fuerza Pedro Joaquín.

¿Cuál era el poder de Pedro Joaquín, la fuerza que tenía? ¿Era el medio?

Ernesto: Sí, el medio y su genialidad, su talento como político, como


periodista. Precisamente eso de la pitoreta me recuerda que Pedro Joaquín
logró acuñar de su genialidad muchas frases que el pueblo nicaragüense
asumió como propias. Al pacto político, por ejemplo, de Agüero con
Somoza, lo bautizó como “Kupia Kumi” en un titular de La Prensa, y hasta
ahora, la palabra Kupia Kumi, en la evolución del habla nicaragüense, tiene
una connotación de pacto.

Mónica: Contá, ¿qué quiere decir Kupia Kumi?

Ernesto: En esos días vino al Teatro Nacional Rubén Darío una danza típica
de la Costa Caribe, de Zelaya Norte. Había una frase combinada que
terminaba en Kupia Kumi, que quería decir: “Nicaragua, un solo corazón”.

Luego, con la instalación del Triunvirato de Agüero, Martínez Lacayo y Lovo


Cordero, se forma un gobierno de tres patas; entonces él le puso “pata de
gallina”, y todo el mundo le puso después pata de gallina al Triunvirato.
También la caricaturizaba. En esa época todavía vive y trabaja para La
Prensa, el gran caricaturista Alberto Mora Olivares (AMO), que apoyaba la
imaginación de Pedro Joaquín.

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De todas maneras, lo importante en toda la valoración que se puede hacer
ahora de la personalidad de Pedro Joaquín, es extraer las lecciones que deja
al pueblo nicaragüense, a la juventud, al periodismo, a los políticos.

Hay muchos aspectos del pensamiento político de Pedro Joaquín Chamorro,


expresados en sus editoriales, que están vigentes. Por ejemplo, creo que
muchos razonamientos de Pedro Joaquín contra los pactos de Agüero y de
Somoza, debieran ser estudiados cuidadosamente por los políticos que
ahora han hecho arreglos con el gobierno liberal.

También dejó muchas enseñanzas como periodista. Ahora que hay muchos
periodistas que son descuidados al escribir, o al titular, o al formular
preguntas o al escribir sus informaciones, debieran investigar y retomar la
intransigencia que tenía Pedro Joaquín Chamorro con la calidad periodística.
Era un hombre al que no se le escapaba ningún detalle del periódico. Era un
político de rango nacional, pero al mismo tiempo, era un gran periodista
que estaba al frente del producto que ofrecía a sus lectores y estaba
controlando personalmente la calidad. Sus decisiones siempre eran
correctas respecto a la mejor ubicación de la fotografía, la mejor crónica
que debía publicarse sobre un tema y esas, pues, son lecciones
periodísticas de Pedro Joaquín, que los que lo conocimos nunca vamos a
olvidar. Quisiéramos que fueran también seguidas por futuras generaciones
de periodistas.

Oyente: Aló. Buenos días. Hace días escuché en uno de los medios a un
dirigente del FSLN que decía que los medios de comunicación no publican la
realidad que sucede, sino lo que ellos quisieran que sucediera. O sea, en
otras palabras, quiere decir que los diarios mienten. Eso es todo. Gracias.

Ernesto: Creo que los diarios no mienten, porque en primer lugar tienen
que apegarse a la realidad. Cuando los periódicos informan cosas que no
están en la realidad, los mismos lectores, radioescuchas, televidentes, se
encargan de quitarle credibilidad a ese medio; y ningún medio quiere
perder credibilidad, todos quieren estar en la conciencia de los lectores.
Entonces, el apego a la verdad, en este caso es una verdad absoluta,
categórica.

Claro, que dentro del manejo político de cada medio de comunicación, hay
una forma de abordar la verdad, y entonces ahí es donde sí acepto que
puede haber diferencias, porque la imparcialidad no existe en el
periodismo. Puede existir objetividad, apego a los hechos, apego a la
realidad, pero imparcialidad no hay.

Yo no creo que el New York Times o el Washington Post, de Estados Unidos,


sean imparciales ante Fidel Castro; como no creo tampoco que El Nuevo
Diario, por ejemplo, sea imparcial ante posiciones reñidas con la honradez y

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la honestidad. O sea, imparcialidad absoluta no existe en los medios de
comunicación, creo que donde está la diferencia es en el abordaje de la
verdad.

Oyente: Habla, David Rivas periodista y redactor de El Gran Diario, del


doctor Adán Selva. Por ser el primer programa suyo, yo creo que se han
dedicado sólo a Pedro Joaquín y han olvidado, como olvidó el sandinismo, al
doctor Adán Selva.

Ernesto: Creo que nadie ha olvidado, entre los que sobrevivimos, el


ejemplo del doctor Adán Selva en el periodismo nicaragüense. Es una
lástima que poco se escriba sobre él y que la juventud no lo conozca, sobre
todo las nuevas generaciones de periodistas. Pero el doctor Selva fue un
apóstol, un quijote del periodismo en este país, y su ejemplo fue inspirador
incluso para el propio doctor Pedro Joaquín Chamorro, quien lo trataba con
mucho respeto. Adán Selva vivía para el periodismo y aunque El Gran Diario
no tenía gran poder económico para tener un gran aparato de distribución y
de voceadores, él hacía todo lo posible para que siempre anduviera por las
calles su pequeño periódico y, en algunas ocasiones, hasta él mismo salía a
venderlo en una carretilla. Era un periodista que vivió para el periodismo,
que sintió el periodismo y por supuesto también era un periodista opuesto a
la dictadura de Somoza.

Oyente: Alfonso Sálomon. Yo soy testigo de que el doctor Adán Selva


andaba personalmente vendiendo periódicos ahí en la bulliciosa Avenida
Roosevelt, donde se tejían todas las intrigas políticas, comerciales y de todo
tipo. Recuerdo que salía el periódico y no tenía muchos voceadores, porque
en ese tiempo, los años 60, El Gran Diario era uno de los pocos medios que
se atrevían a criticar al régimen. Pocas personas y pocos medios decían las
cosas que el doctor Adán Selva decía, y eran ataques fuertes contra la
corrupción, los crímenes y la dictadura de Somoza.

Nosotros lo queríamos mucho al doctor Selva, siempre le comprábamos su


periódico. Recuerdo que una vez un guardia le reclamó porque atacaba a
Somoza, y como le ripostó, el soldado le rajó la cabeza con un cachiporrazo.
Entonces, después de esa agresión, se puso un casco de acero en la
cabeza. Me lo encontré, y le pregunté: –Ideay, doctor, ¿y qué le pasa? ¿Ya
se metió al Batallón Somoza? Porque el Batallón Somoza usaba unos cascos
de acero. Y él decía: –Si tengo que usar toda la vida este casco, si tengo
que salir como fantasma de aquí del periódico, lo voy a hacer. Ese era Adán
Selva, periodista realmente quijote, como lo señalaron, y con un valor cívico
hasta el infinito. Muchos lo recuerdan vendiendo él mismo su periódico en
las Avenidas Roosevelt y Bolívar, y en el centro de Managua.

Oyente: David Rivas. Buenos días radioescuchas y buenos días


Comandante. El doctor Selva comenzó con una pequeña imprenta, después

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fundó El Gran Diario. Sus enemigos lo detractaban diciendo que él, en las
mañanitas, se paseaba en la acera preguntándose ¿a quién jodo hoy?, pero
su lenguaje era tal, que les decía a los Somoza, a los tres, ladrones,
ladrones, ladrones. Él es uno de nuestros mayores líderes en el periodismo.

Cuando trabajé como periodista en El Gran Diario, él me contaba una


anécdota. Una vez lo echaron preso y uno de los policías le quitó su cartera.
Él se quejó: – ¡Mire, me quitaron mi cartera! ¡Dígame el nombre! –le
respondieron. ¡Qué voy a conocer yo entre tantos guardias –contestó, usted
sabe bien quién me mandó a capturar! Porque Adán Selva no toleraba
ningún atropello No se quedaba callado. En otra ocasión me comentó: –
Todos los que tenían imprenta se enriquecieron, y yo, por estar con la
Patria, quedé pobre. Y es verdad, por eso para mí es uno de nuestros
mayores líderes en el periodismo.

Ernesto: Admiro mucho al veterano periodista don David Rivas por su


fidelidad a la causa del doctor Adán Selva. Creo que todos debiéramos
tener un poco de Adán Selva en nuestras conciencias, y creo que Adán es
un precursor de Pedro Joaquín Chamorro. Estoy casi seguro de que en algún
momento de su vida, Pedro Joaquín también se inspiró en la personalidad y
en la lucha vigorosa, recia y anti-somocista del doctor Adán Selva.

Oyente: Rafael Casanova. Quería aportar con relación a Adán Selva. Él


tuvo una posición mucho más radical que la de Pedro Joaquín Chamorro. Era
militante del Partido Liberal Independiente, pero con pensamiento de
demócrata revolucionario muy amplio. Escribió una obra muy pequeña,
pero muy contundente, que se llama La historia de los come patos, contra
los pactos y los tratados onerosos como el Chamorro-Bryan. Otro aporte
que hizo fue la primera edición en 1959, en la Imprenta Asel, del libro de
Gregorio Selser sobre Sandino, General de Hombres Libres, que la trajo el
muy recordado fundador de Nueva Nicaragua, Germán Gaitán Mora, en
1959.

Respecto a Pedro Joaquín Chamorro, hay que tomar en cuenta algunas


cosas para ver la historia de una forma objetiva. Recordemos que cuando
ya evoluciona el pensamiento de Pedro Joaquín, y se forma UDEL, se da en
un momento de auge, no solamente de la lucha armada y del movimiento
estudiantil, sino también del movimiento popular en general. Por ejemplo,
la gran huelga política del año 1973 le da fortaleza al movimiento obrero,
tanto a la Confederación General de Trabajadores Independiente, como a la
Central de Trabajadores de Nicaragua. Estas dos centrales también
participan en la UDEL que mencionaba el licenciado Ernesto Aburto.

Esto implica que el pensamiento de Pedro Joaquín evoluciona en un período


de auge en que se incrementa la lucha armada y las luchas sociales
después de la toma del 27 de diciembre. Es decir, se fortalecen estos

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movimientos y se articula una vasta alianza opositora, que es lo que
permite el derrocamiento de la dictadura.

Hay que ser objetivo y recordar que hay oposición del FSLN, rechazando a
la alianza opositora. Después es que se da una evolución con la
conformación del Grupo de los Doce y se amplía la unidad de todo el pueblo
contra Somoza. Y esa lección parece que no se ha aprendido.

Pedro Joaquín Chamorro, que evoluciona desde un pensamiento


conservador, nos dejó ese legado, pues él se desprende de prejuicios y hay
un momento en que, además, el FSLN de la tendencia insurreccional,
también se sacude de prejuicios contra las posiciones conservadoras, y
logra unir a todo este vasto movimiento hasta el derrocamiento de la
dictadura.

Por otro lado, también quería señalar el aporte que hicieron otras
personalidades a la lucha contra la dictadura, incluso a la misma lucha
armada. Yo personalmente escuché a dirigentes del PLI, que habían
participado como colaboradores del Frente, diciéndoles a los jóvenes que
había que apoyar a los muchachos, en el momento en que también el FER
estaba atacando a la UDEL.

Después, ya con el Grupo de los Doce, se construyó ese frente amplio que
conformó el pueblo nicaragüense contra la dictadura y que encabeza el
FSLN, y esto se produce gracias a que se flexibilizó el pensamiento. Estos
son los aportes que hizo Pedro Joaquín Chamorro y que hizo el Frente
Sandinista en ese entonces. Muchas gracias.

Mónica: Gracias por llamar, Rafael, y por tus aportes para conceptualizar la
evolución de Pedro Joaquín. Es fundamental tener presente que el
pensamiento de todos va evolucionando, para bien o para mal, pero
cambia.

Ernesto, es importante que nos contés sobre el asesinato de Pedro Joaquín,


¿cómo lo matan?

Ernesto: Lo matan porque el movimiento de masas está en ascenso, de


manera casi incontrolable. El movimiento armado ya se manifestó y los
somocistas saben que cualquier arreglo que busquen los norteamericanos
para la salida de Somoza, tiene que pasar forzosamente por la figura
política más grande en ese momento en este país, por la figura cívica más
grande, que es Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

Allí creo yo que surge la idea de la muerte, el plan que comienza a vender
el organizador del asesinato, Silvio Peña, quien consigue plata de cierta
gente para llevar a cabo el magnicidio. Básicamente, Pedro ya está

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entrando en contacto con los movimientos de masas y con el Frente
Sandinista, a través del Grupo de los Doce. Tanto los Estados Unidos como
el somocismo saben que Pedro no es un hombre manejable. La verdad es
que nunca fue controlado por nadie.

De allí surge la idea de un hombre que siempre estaba a la caza de


oportunidades, Silvio Peña. Había leído muchas novelas de vaqueros y
detectives, tenía una mentalidad muy fantasiosa, había visto muchas
películas de violencia, tenía complejo de gánster y él comenzó a contactar a
ciertas personalidades de este país que eran anti pedro-joaquinistas.
Algunas personas de ésas que él contactó, rechazaron el plan, pero pecaron
por omisión, no lo denunciaron, o si lo denunciaron, no les hicieron caso.
Otros parece que sí, pues evidentemente corrió mucho dinero.

Silvio Peña, hizo compras fabulosas, casi al contado, por ejemplo una casa
en Villa Fontana, un carro Ford Granada –utilizado en la conjura– también de
contado, nuevecito. Tenía dinero al momento de su captura y era mucho
dinero el que andaba manejando. Alguien tuvo que haberle pagado, y
algunos analistas, a veces sin muchas pruebas, tienden a creer que el
crimen de Pedro Joaquín Chamorro también fue alentado por un sector del
gobierno de los Estados Unidos.

Evidentemente quien salió más comprometido en el financiamiento del


crimen fue el hijo del General Anastasio Somoza, El Chigüín, el Teniente
Coronel Anastasio Somoza Portocarrero.

Todos sabemos la forma en que fue asesinado el doctor Chamorro. Fue


interceptado su automóvil en una calle en la zona del antiguo casco
escombroso de Managua. Lo chocaron deliberadamente para obligarlo a
detenerse. Él pensó que era un accidente común y corriente, que un
irresponsable lo había chocado. Cuando quiso bajar del automóvil para
enfrentarse verbalmente a los que lo habían chocado, vio que venía un tipo
con una escopeta, con una toalla alrededor del cuello y un rostro terrible.

Él comprendió que ese hombre venía a matarlo. Subió al automóvil, quiso


arrancar, pero ya fue muy tarde, el hombre le dejó ir el primer disparo de
escopeta y luego otro. Ya con el cambio de primera metido y el pie puesto
en el clutch, en ansias de muerte, herido de muerte, Pedro Joaquín suelta el
clutch y el carro se va hacia adelante y choca con el carro de los criminales.
Era un carro Datsun bastante cacharposo el que usaron en ese momento,
porque el Ford Granada de Silvio Peña, rondaba en la periferia, a una
cuadra a la redonda, vigilando que todo saliera bien.

El Datsun era de esos carros que siempre andan con problemas, que el
borne de la batería anda flojo, y ese impacto que le da el Saab de Pedro
Joaquín por detrás al carro de los asesinos, hace que se zafe uno de los

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bornes de la batería, y el carro no arranca. Entonces los asesinos tienen que
abandonarlo y, eso fue providencial, porque hasta en ansias de muerte,
Pedro Joaquín Chamorro contribuyó a la captura de sus asesinos. Porque si
no ha dado ese golpe, los asesinos hubieran huido, ese crimen nunca se
hubiera aclarado, nunca hubiera caído preso nadie y hasta la fecha habría
un total misterio.

Mónica: El crimen no quedó cubierto en neblina. Estaba clarísimo que lo


había mandado a matar el régimen, y de manera específica se mencionaba
al Chigüín. Fueron capturados los autores materiales, y los llevaron
detenidos.

Recuerdo que estábamos en la Central de Policía un grupo de presos y


presas sandinistas. Llegaron los guardias y a los asesinos de Pedro Joaquín
los metieron a la galería donde estábamos nosotras. En los meses que
estuvieron en celdas contiguas a las nuestras, aprovechamos para hablar
con ellos. Pudimos hablar largamente con Silvio Peña “Cara de Piedra” y
Harold Cedeño. Recuerdo que era verdaderamente impactante la cara de
este “Cara de Piedra”. Así le puso la gente y en verdad tenía cara de piedra,
siempre andaba con una toalla envuelta en la nuca. Efectivamente, ellos se
lamentaban de que habían hecho eso por paga, y que no eran ellos los que
debían haber estado presos.

También es importante recordar que el 7 de diciembre del año 1977, Pedro


Joaquín hizo un editorial tremendamente duro contra la dictadura y contra
la empresa Plasmaféresis, por denuncias de corrupción. Entonces
Plasmaféresis acusa por injurias y calumnias a Pedro Joaquín y al diario La
Prensa.

Había todo un ambiente intenso, un sentimiento anti-somocista


generalizado. Ya habían ocurrido las acciones insurreccionales de octubre
de 1977, y Pedro Joaquín mantiene una tónica durísima contra el
somocismo, mezclada con humor negro. A Somoza sólo le decía “El Prócer”.
A los conservadores les decía, “los zancudos”. No les decía ni sus nombres.
A Samuel Genie, Jefe de la Oficina de Seguridad Nacional le decía “La
Gestapo”.

En las notas del 20 de diciembre de 1977, las últimas del diario que él
llevaba, registró una conversación con el Embajador norteamericano
Mauricio Solaum –porque parece que los Estados Unidos querían mediar–,
en la que Pedro Joaquín le dice que no había salida. “La prioridad nuestra es
que se vaya Somoza, si se puede hoy mejor, si no cuando se pueda y que
nunca quede su sistema”. Esas son las últimas palabras que él escribió en
su diario antes que lo asesinaran.

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Obviamente que, en estas circunstancias, su asesinato sólo contribuyó a
enardecer al pueblo y se aceleraron los procesos de toma de conciencia.
Vos, Ernesto, estuviste en su entierro; contanos, ¿cómo fue?

Ernesto: A mí me pareciera como una visión de pesadillas, como un sueño,


ver ese cadáver arrastrado por las multitudes a lo largo y ancho de
Managua. Me llenó un poco de miedo, porque nunca había presenciado
tantos miles de rostros con el mismo sentimiento de furia y de dolor, pero
más de furia y coraje. Fue algo apabullante. Por donde iban pasando
aquellas multitudes de decenas de miles de personas, las paredes iban
quedando pintadas con proclamas anti-somocistas.

Recuerdo que cuando iba al velorio en el diario La Prensa, al pasar por


Plasmaféresis, unos manifestantes entraron y la quemaron. Eso quedó en
llamas. No me explico de qué manera se salvó la Central de Policía, que
ahora se llama Ajax Delgado.

Mónica: Allí estábamos nosotras presas, y oímos los cohetes, las bombas.
Los gritos de la multitud se oían hasta nuestras celdas.

Ernesto: Y una lluvia de piedras cayó sobre la fachada de la Central de


Policía. Creo que voy a morir y no voy a ver un funeral como ése en
Nicaragua. Un funeral que, por muchas características, era digno de una de
las grandes obras de la literatura del Siglo XX.

Mónica: Además, provocó un aceleramiento de la conciencia de la


ciudadanía de que había que acabar con la dictadura y eso, eso es real.

Ernesto, en los últimos minutos que nos quedan, quisiéramos que como
militante del Frente Sandinista desde 1977, y como periodista de uno de los
diarios más prestigiosos del país, El Nuevo Diario, hagás el cierre que
querrás de este diálogo.

Ernesto: Bueno, un mensaje de unidad nacional para combatir todos los


males que sufre la nación. Un mensaje de esperanza, de confianza en el
futuro, porque realmente ya no podemos estar peor; a partir de ahora, todo
tiene que ser mejor. Pero claro, eso significa unidad, significa lucha,
significa un gran cuidado en las conversaciones con adversarios políticos.
Lo ideal en este momento, por supuesto, es hacer una alianza con todas las
fuerzas que se oponen a la corrupción, al deterioro del nivel de vida de la
población nicaragüense.

Creo que es hora de pensar en función de la nación, de la patria, del país,


de nuestro patrimonio nacional, de la riqueza nacional; evitar que se fugue
por la vía de la corrupción, por la vía del despilfarro.

17
Mónica: Cuando Pedro Joaquín escribió Estirpe Sangrienta, quiso que se lo
prologara Gregorio Selser. Y éste lo hizo, como él mismo lo reconoció,
cargado de prejuicios e incluyó una violenta diatriba contra el apellido, que
le vinculaba a otros Chamorro de ominosa recordación. Pero Gregorio Selser
rectificó en el prólogo a la segunda edición, después de su muerte, como se
aprecia en los siguientes párrafos textuales:

Pedro Joaquín Chamorro no era socialista, ni comunista, ni


castrista, ni izquierdista en cualquiera de sus matices. Ni postuló
que lo era o que podía serlo, ni se vistió demagógicamente con
prendas ideológicas o políticas que sentía que no eran las suyas.
Desdeñar su actuación y su lucha porque la signaban principios
democrático-burgueses, es ignorar las innumerables pruebas de
la historia, que muestran por cuán inesperados y sinuosos cursos
se mueven en el complejo proceso que converge hacia la
revolución verdadera de los pueblos.
Pedro Joaquín hizo del ejercicio periodístico un apostolado, en el
cual la vida se le iba a cada momento. Y él lo sabía
perfectamente, como tantos otros que, a diferencia de su estilo
profesional, optaron por la sacrificada y no menos riesgosa
opción de la montaña. Han sido dos modos distintos de una
misma pelea, y muy importante ha sido que en los tiempos más
recientes se haya reparado en el detalle de que se trataba de
una misma trinchera, en la que las armas y pertrechos pueden
ser dispares, como también disímiles las ideas de quienes los
utilizan, pero a quienes hermana el enemigo…
…la historia de su patria rescatará su lucha como una de las
páginas más dignas de la resistencia de décadas contra el
fraude, la entrega y la ignominia, una batalla en la que un
apellido ominoso emergió con la connotación de los fundadores
de las causas nobles e imperecederas. Si él pudo advertirlo al
reivindicar, como lo hizo, la memoria de Sandino, no dudo que
más temprano que tarde, no habrá sandinista que no vea en él
otra cosa que un compañero de causa, de trinchera, de patria.
Sandino mismo lo habría mirado de ese modo.

Seguramente así le mirarán las futuras generaciones de nicaragüenses, de


sandinistas y patriotas honestos.

8 de enero del 2000

COMENTARIOS DE NUESTROS LECTORES

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© Onofre Guevara: cuando Pedro Joaquín Chamorro, regresa de México a hacerse cargo de La
Prensa, en 1948, aún no existía El Gran Diario ni La Hora, solo La Noticia, Flecha, La Nueva Prensa,
La Estrella de Nicaragua, Novedades, y en León el Centroamericano.

© Onofre Guevara: El plan de la oposición encabezada por Agüero para la manifestación del 22 de
enero de 1967, no era solo “obligar al Estado Mayor de la Guardia Nacional a negociar con la UNO
la salida de Somoza”; era peor: el plan contaba supuestamente con la participación de la
Embajada gringa y altos oficiales de la Guardia, y consistía en provocar algunas muertes y en
medio de la crisis, los gringos “mediarían” para propiciar la renuncia de Somoza, y luego nombrar
una junta de gobierno cívico-militar con Agüero y los oficiales. Esto lo supo la dirección del PSN la
noche del 21 de enero; se reunió de urgencia, y acordó, en contra de la opinión de la minoría, no
denunciar el plan reaccionario porque el Partido aparecía como soplón para alertar a la dictadura,
sino ir a la manifestación a tratar de persuadir a los que se pudiera a no acercarse hasta donde
estaba la Guardia para evitar muertes. Así se hizo, pero no fue posible hacer mucho. Eso costó la
unidad del PSN y la vida de un compañero del Partido y del SCAAS, Manuel Pérez Aburto.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Cronista deportivo y sandinista sin carné
Edgard Tijerino

Edgard Tijerino nace el 17 de febrero del año 1944 en Managua.


Se bachillera en el Instituto Nacional “Miguel Ramírez Goyena”
en 1964, y estudia tres años de Ingeniería en la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua, en Managua. Comienza a
trabajar en periodismo deportivo en 1970 a la edad de veintiséis
años. Labora como comentarista y cronista deportivo en La
Prensa y en Radio Corporación. Durante la década de la
Revolución Popular Sandinista trabaja en Extra-Visión, El Nuevo
Diario y el diario Barricada. Su programa Doble Play ha sido
transmitido en diversas radios desde 1981 hasta hoy. En 1978
laboró en el periódico clandestino de la GPP, Trinchera. A la
fecha sigue trabajando en lo que más le apasiona: el periodismo
deportivo.

Quisimos realizar esta entrevista para completar una visión de la


participación de los periodistas en la lucha contra la dictadura. Ya habíamos
conversado con dos extraordinarios periodistas y militantes que empujaron
el periodismo de catacumbas. También hablamos con otro periodista
ejemplar sobre Pedro Joaquín Chamorro. Ahora tenemos en nuestro
programa al cronista deportivo y por sus vínculos anteriores, un colaborador
histórico del FSLN, Edgar Tijerino.

Edgard es uno de los hombres más conocido en Nicaragua. Un ciudadano


con una gran presencia cotidiana en la opinión pública, que se proyecta
desde su rol de cronista deportivo. Comprometido en la lucha con los
valores cívicos y democráticos, se considera un sandinista de convicción.
No una vez le hemos escuchado decir en medio de su programa Doble Play,
o en entrevistas que le han realizado en diferentes medios de
comunicación, que él no niega ni nunca ha negado que es un sandinista.
Aunque tiene severas críticas a la conducción actual del FSLN.

Con él conversamos de los hechos importantes de su vida, su participación


en la lucha contra la dictadura somocista y sobre su exitosa y extraordinaria
trayectoria como comentarista deportivo.

La entrevista se realizó en plena campaña electoral del año 2001, cuando


nuevamente se postulaba Daniel Ortega como candidato a la presidencia
por el FSLN. Inevitablemente las numerosas llamadas de la audiencia
derivaron hacia las posiciones de Edgard en relación con la candidatura de
Ortega y los problemas en el sandinismo. Esto limitó las informaciones y

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reflexiones sobre la historia, pero a la vez enriqueció la meditación sobre la
coyuntura. Dejamos una pequeña muestra del debate.

Mónica: Contanos de tu vida, de tus padres, de tus estudios.

Edgard: Vengo de una familia muy pobre. Mi papá fue un trabajador y mi


mamá costurera. El primer gran sueño que cumplí en mi vida fue comprarle
una máquina eléctrica, porque yo la veía coser todos los días, pero en esas
máquinas de pedal. Cuando empecé a trabajar, mi primera deuda fue
comprarle la mejor máquina de coser que había en el mercado, una Singer
de cuatro mil córdobas en aquellos tiempos, estoy hablando del año 1964.
Primero tuvimos la máquina de coser y después la televisión; primero el
medio de subsistencia y luego la recreación, según el orden de prioridades
en una familia pobre.

Somos dos hermanos: mi hermana Concepción y yo. Una tercera, falleció al


nacer. Por parte de padre, tengo no sé cuántos hermanos, pero con el que
he tenido relación es con Gustavo, excelente persona, de quien he
aprendido mucho.

Me crie en un ambiente muy cerrado, pero con vinculación a ideas políticas.


Mi papá fue conservador de Granada, y a través de su actividad política
comencé a conocer a personajes: Emiliano Chamorro, Fernando Agüero y a
José Joaquín Cuadra, cuando fundó Juventud Conservadora Revolucionaria
(JCR). También tuve contacto con Bayardo Quintanilla, Rubén Castro, el
doctor Emilio Álvarez Montalván, Róger Mendieta Alfaro, y casi toda la
dirigencia del Partido Conservador, porque mi papá era del obrerismo
conservador.

Mi primera inquietud política fue en la campaña de Agüero, que fue de lo


más agitado que yo he visto aquí, antes de la Revolución. Fue una campaña
cívica pero tuvo momentos trágicos, sangrientos. Pude ver el surgimiento
de un líder, sostenido por una campaña publicitaria muy fuerte, en la cual el
baluarte fundamental fue Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

Como estudiante, nunca fui bueno, no fui un buen alumno, era muy
descuidado. Nunca fui un buen hijo, nunca he podido ser un buen padre.

Mónica: Por supuesto que estás bromeando porque conozco que sos un
excelente padre y abnegado hijo. La prueba es que en vez de comprarle la
máquina de coser a tu mama; otro se hubiera gastado los reales bebiendo
guaro, eso es ser mal hijo.

Edgard: Ah, pero es que yo le tuve miedo a la bebida. Mi primera cerveza


me la tomé a los treinta y siete años, el 1 de enero de 1981. Mi cuota
máxima es dos cervezas. Dice Auxiliadora que si tomo dos, ella maneja. Y

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nunca he tomado otro tipo de licor aparte de la cerveza. Le tuve miedo.
Como yo soy rigioso a todo, si me gustaba era un problema. Cuando uno es
pobre y tiene que trabajar para la familia, debe cuidarse.

La vida me dio la oportunidad de ser, durante casi más de treinta años, el


sostén económico de mis padres. Mi papá tiene noventa y seis años y mi
mamá ochenta, pero él cree que tiene mucho camino que recorrer.

Mónica: Estudiaste en el Ramírez Goyena, ¿te bachilleraste ahí?

Edgard: Si, en el Goyena. Perder varios años en el Goyena me permitió


ampliar mi radio de amigos, porque pasaron varias promociones a la orilla
mía. ¡Un poquito más, y me alcanza Bayardo Arce!, que es mucho más
joven que yo.

Mónica: ¿En qué año te bachilleraste? ¿No te gustaban los libros?

Edgard: En el año 1964 me bachilleré. Sí me gustaban los libros, pero me


gustaba más desviarme. Me gustaba leer, trataba de ser buen alumno en
algunas cosas. Perdí un año en primaria, dos años en la secundaria, y
también en la universidad. Podía haber hecho mejores cosas. Mi papá me
castigaba mucho. A mí no se me olvida, ni a los compañeros de clase, que
mi papá llegaba y me pegaba en la tarima. Eso no era común, que te suban
a la tarima y que tu papá se saque la faja y te pegue delante de todos.

Mónica: Te daba una gran vergüenza…

Edgard: No. Pues fijate que eso les sorprende a los amigos, y me lo
recordaba Ramiro Contreras hace días en la Alcaldía: – ¿Te acordás cuando
llegaba tu papa a pegarte a clases? Eso no se me puede olvidar. Pero,
además, como tenía razón, tal vez el problema era yo. Vuelvo a ver para
atrás y pienso que yo era material de reformatorio más o menos a los
catorce años, y que ellos estaban por enloquecer.

Mis padres fracasaron en todos los intentos. Yo me compuse por un golpe


súbito que recibí, imaginario, en la cabeza. Alguien me dijo que tenía que
enderezar mi vida, logré enderezarla, y salí de la esfera de problemas.

Mónica: ¿Cuándo comenzaste a interesarte en los deportes? Sé que fuiste


jugador de fútbol y de ping pong. ¿A qué nivel llegaste en esta afición de
fútbol y de ping pong? ¿Participaste en algunos eventos?

Edgard: Sí, las primeras veces que salí de Nicaragua fue por el deporte,
como seleccionado. Fui seleccionado en ping pong y también jugué fútbol
con el equipo de la UCA, que era campeón nacional de fútbol. Jugué con
Carlitos López, que es hermano de Julio, era el centro-delantero con el

3
padre Juan Bautista Arríen.

Teníamos un buen equipo. Yo no era un buen portero. Verdaderamente


nunca he sido bueno en nada, pero en un gran equipo, un portero discreto
pasaba, y tenía una beca en la UCA que la utilizó la muchacha que fue mi
primera esposa. También tenía una beca por pin pong en la UNAN, que era
la que yo usaba. También practicaba atletismo, jugaba todo lo que venía.

Pero me gustaba más que todo lo informativo. Desde la época de la liga


profesional de béisbol, que comenzó en el año 1956, cuando yo tenía doce
años, he sido un voraz seguidor de estadísticas deportivas. Siempre me
gustó la información sobre el deporte.

Mónica: A tus amigos les dabas todos los datos y me imagino que se
asombraban de que vos supieras tanto de eso.

Edgard: Había muchos que sabían mucho más que yo. Me dejaban
asustado; lo que pasa es que yo seguí, tuve más constancia. Nunca pensé
que fuera a tener incidencia en mi vida esto de andar de vago. Una vez el
ingeniero Roberto Zelaya, uno de los mejores profesores que tuve en la
universidad, me agarró escuchando el partido de fútbol Nicaragua-Haití en
un examen de geometría analítica, y salí aplazado. Parece que él creía que
estaba tan avanzada la tecnología, que alguien me estaba pasando copia
desde afuera. Me quitó el audífono cuando yo estaba oyendo ese partido. Y
dice: –Nadie me puede aprobar un examen de geometría analítica oyendo
un partido de fútbol.

Oyente: Habla Glenda Monterrey. Quiero saludar con especialidad a


Edgard, porque cuando yo era estudiante de la Normal, era fans de Edgard
Tijerino cuando él era pimponista; y aunque él sea sencillo y humilde al
decir que era mediano en todo, no es cierto. Él era brillante. Yo era fans de
Sergio Rubí y de él, al extremo que por imitarlos, concursé en un
campeonato de ping pong a nivel de los maestros, y gané. Es admirable la
constancia de Edgard, así como su integridad. Creo que él tiene un montón
de cualidades que yo se las quería decir en público, y lo recuerdo meses
antes y días antes de 1979, en unas tareas muy duras en Bello Horizonte,
que nunca me imaginé que las iba a hacer. Y eso se me quedó grabado en
mi mente. Lo recuerdo con mucho afecto y admiración.

Edgard: Siempre las opiniones de los amigos son muy importantes. Pero,
claro, hay mucho cariño en las palabras de Glenda. Ella ha sido una
trabajadora, que donde ha pasado pues ha dejado sus huellas y ha servido
de ejemplo.

El aspecto de las tareas, Mónica, yo pienso que después de verlos a


ustedes, todo el grupo de Comandantes guerrilleros para arriba, uno se

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sentía tan pequeño, porque los líderes eran verdaderos líderes, y eran
líderes con su ejemplo, y yo me impresionaba mucho de toda la gente que
veía adelante. Yo decía, ¿cuándo vamos a ser como ellos? ¡Nunca!, decía.

Mónica: ¿Cuándo comenzaste tu labor de cronista deportivo? Sé que


estudiaste unos años Ingeniería y que después te metiste a trabajar y no
concluiste tus estudios. ¿Quiénes fueron los primeros que te contrataron?

Edgard: Yo trabajaba en ingeniería dibujando planos. Era un dibujante


mediano, pero era dedicado. La gente siempre me trató bien porque era
responsable, sigo siéndolo. Eso de la responsabilidad es importante, porque
aunque no seas brillante, si sos bien responsable la gente te prefiere. Mi
Jefe era el ingeniero Agustín Chang, hermano de Otto de la Rocha. El grupo
de trabajo estaba integrado por Dionisio Nicho Marenco, Roberto Urroz,
Daniel Aráuz, Denis Lau y yo. Yo era el único que se quedaba trabajando la
Semana Santa. Es cierto que me representaba horas extras, y nunca en mi
vida he desaprovechado la oportunidad de ganar una hora extra. Es el día,
y yo trabajo si hay una posibilidad de ganar una hora extra.

Cuando Chang me hizo esa oferta de trabajo era para ganar 900 córdobas,
y para mí era un buen salario. Yo me casé ganando cuatrocientos córdobas,
pero después vino una posibilidad de escribir para La Prensa, donde,
después de hacer unas crónicas, me iban a pagar quince pesos diarios.

Pedro Joaquín no fue quien me llevó a La Prensa, él me conoció a los meses


de estar yo ahí, y preguntó quién era el chavalo que estaba escribiendo ahí;
aunque no era chavalo, tenía veintiséis años, y por qué me habían llevado
Danilo Aguirre y Horacio Ruiz. A Pedro Joaquín fue al último que conocí en
La Prensa, yo ya era amigo de Carlos Fernando, quien jugaba ping pong
también.

Mónica: ¿Cómo te enchufás vos con ese Frente Sandinista en el cual llegás
a creer a pie juntillas en aquella época?

Edgard: La primera que se me acercó a hablarme de la posibilidad de estar


en el Frente fue Vivian Torres. Ella trabajaba en el grupo que manejaba
William Ramírez a nivel interno, y con William yo había tenido amistad en
La Prensa. Cuando él se fue a la montaña en el año 1975, dejó un vacío de
amistad, porque nos visitábamos, comíamos en su casa en Linda Vista o en
mi casa en Bello Horizonte.

Cuando William habló por primera vez conmigo, fue una novedad, porque
ya era alguien que clandestinamente se movía aquí en Managua. Trabajé
también con Bayardo Arce, Róger Figueroa y Ramón Cabrales. Todo el grupo
era de la GPP, Tendencia Guerra Popular Prolongada.

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Puedo decir que soy GPP porque fue con esa tendencia con la que trabajé, y
me imagino que casos como el mío pasaron en diferentes tendencias, es
decir, que si alguien es Tercerista o Proletario porque fueron ellos los que lo
contactaron, uno se sentía uniformado en ese aspecto, aunque todos los
que éramos reclutados en líneas generales éramos partidarios de la unidad,
por naturaleza todo el mundo lo que se imaginaba era un Frente Sandinista
unido.

Y las tareas, que decía Glenda, pues yo las veía que eran unas tareas
sencillas, comparadas con los riegos que corrían los guerrilleros. Para mí era
un orgullo manejarle a gente de la Revolución. Recuerdo que a veces
luchábamos con el toque de queda, y yo me sentía importante siendo
chofer de alguien. Un día, en un aniversario de Sandino, creo que fue en
febrero del año 1979, le iba manejando a Bayardo Arce y nos alcanzó un
jeep BECAT (Brigadas Especiales contra Actividades Terroristas), por la
Ferretería Lang, justamente porque había un bache, y yo andaba en un
carro Mustang bajito. Era mi carro que yo lo cuidaba mucho, me sentía
Onassis con él, lo había sacado al crédito para pagarse en siete años, y
Eduardo Román me sirvió de fiador. Íbamos en ese carro, yo no podía pasar
rápido por ese bache, el BECAT nos alcanzó justamente ahí, y a mí me
asustó que Bayardo sacara una ametralladora portátil.

Mónica: Sí, una subametralladora UZI con culata plegable, se podía andar
en un maletín Samsonite.

Edgard: Yo en cosa de armas no sé nada de marcas. Aquí tenés un tipo que


nunca ha disparado un tiro en su vida. Una vez me mandaron a aprender a
tirar con Ramón Cabrales. Él me llevó y me caí con un fusil y dijo que
hubiera matado a medio mundo. No sé, casi un cargador de tiros había
sacado. Pero nunca aprendí nada.

Ese día sentí que si reconocían a Bayardo estábamos fritos los dos. Lo que
pasa es que uno se fue acostumbrando también al riesgo. Creo que todos
los que trabajamos de colaboradores, nos sentíamos seriamente
responsables de la vida de quien andábamos transportando. Sin necesidad
de que nos adoctrinaran, sentíamos que era la vida del compañero la que
importaba. Era lo que teníamos claro todos, que lo importante era la vida
del dirigente.

Cuando me llamaron del Frente para darme la responsabilidad del periódico


Trinchera, consideré que estaba ascendiendo. Hacía a mano los títulos y
conseguí que amigos de La Prensa me levantaran el texto. Esto era un
problema, yo tenía que levantar textos en la máquina del periódico; pero
para desvincular a La Prensa, yo hacía los títulos con mi propia letra, a
mano, basado en mi experiencia como dibujante, y hacía las letras un poco
distorsionadas.

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Y publicábamos el periódico. Yo recuerdo que una vez recibimos una carta
de Henry Ruiz “Modesto”, desde las montañas, en la que decía que estaba
bonito el periódico, en su forma y en el contenido. Yo no tenía nada que ver
con el contenido, pero una vez me atreví a quitar un artículo en el cual se
atacaba a María Elena de Porras. Yo fui amigo de Adonis Porras. Lo conocí
por medio de Carlos García, aunque las diferencias políticas por supuesto
siempre existieron, pero esa vez venía un artículo tipo Informativo de la
Mañana.

Yo consideré que el lenguaje empleado en ese artículo, como que le quitaba


un cierto toque que había caracterizado a Trinchera, y lo quité. Me hicieron
una llamada de atención bien fuerte, pero no pasó a más. Siempre seguí
contando con la confianza de los compañeros. Después, la muchacha que
era mi esposa, se involucró en algunos traslados de armas y ocuparon a
una hija mía, que finalmente murió de gastroenteritis a los dieciséis meses;
y cuando ésta murió, dije: –La niña que ayudó a meter armas a Granada,
que ayudó a meter armas a Jinotepe, que no se dio cuenta que estaba
ayudándole a esta Revolución. Cuando murió la niña hice un artículo que se
llamaba ¿Por qué, Señor? Murió el 24 de octubre de 1979.

Yo decía, ¡púchica! Ni siquiera se dio cuenta de que ayudó, aunque en


Granada no se disparó un tiro, pero ahí se metieron armas.

Mónica: ¡Cómo no, sí se dispararon tiros, no me vas a decir! … ¡No jodás!

Edgard: Granada se tomó jugando naipes, comiendo vigorón. Ya estaba


vacío casi todo, comparado con Jinotepe, Diriamba y Masaya...

Mónica: No fue como el caso de Jinotepe, donde estaba el Coronel Rafael


Lola. Aunque la gente del comando salió disparada desde el primer día, un
grupo de guardias hicieron una tenaz resistencia en el Edificio de
Telecomunicaciones, frente al parque y nos mataron varios Jefes.

En realidad, en el caso de Granada, al final todos los del Cuartel de La


Pólvora se rindieron, pero hubo sus combates. Había una desconcentración
de la Guardia en varios puntos. Hubo combates en el propio centro, en la
oficina de correos, en la Catedral, pues tenían francotiradores en los
campanarios; y en el mercado, en donde había grupos de diez a quince
guardias, que eran guardias fogueados, y que hicieron resistencia, y hubo
intercambios de fuego, y hubo muertos. El grupo del mercado no quería
rendirse, incluso después que ya se había rendido La Pólvora.

Edgard: Sí, tal vez en menor grado respecto a la magnitud que tuvo, por
ejemplo, la resistencia aquí en los barrios orientales, eso fue escalofriante.

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Mónica: Comparativamente con León, Estelí o la toma de Matagalpa, pues
sí; desde ese punto de vista, acepto que Granada se tomó comiendo
vigorón.

Edgard: El primer impacto que yo tuve fue en 1978, ya estando metido en


la organización, como un colaborador. Es el único rango que tuve.

Yo tenía un problema, y es que por temor a ser incumplido, llegaba antes a


las cosas, y eso era un error grave en el Frente. Por ejemplo, una vez tenía
que trasladar a William Ramírez a San Marcos; llegué antes y vi a Eliar
Rodríguez, y casi le pregunto qué andaba haciendo ahí. Cuando ya venía
con William para Managua, oímos sobre el quiebre de una casa en San
Martín, y decían que todos habían muertos. Aquello fue terrible, porque las
tres Tendencias tenían casa en San Martín.

Mónica: Ahí murió Ricardo Talavera, el hermano de José León. Yo había


tenido varias reuniones de coordinación de tendencias con él. Nos habían
informado que la OSN estaba vigilando las casas de San Martín, y le avisé a
mi contacto Tercerista, que era entonces Rafael Solís Cerda, Payo, y como
tenían armas ahí, Talavera decidió ir a sacarlas, y lo mataron. Me dolió
mucho porque era un compañero muy dulce en su trato y muy bromista. En
las reuniones siempre nos hacía reír.

Edgard: La verdad es que uno se habituó al riesgo, y a mí me impactó la


forma en que vi a Estelí: los cadáveres llenando el parque y la gente
decidida; y uno escribiendo de deportes y hablando de farándula, pendiente
de la película que van a dar en los cines el viernes.

Cuando comencé a conocer a los dirigentes, quedé genuinamente


impresionado. La mayoría eran míticos. Uno tenía unas impresiones que yo
quisiera no haberlas visto deteriorarse jamás. Sentía un respeto profundo y
uno se sentía orgulloso de poder dar un reloj, de que te llamara alguien, de
que te tomaran en cuenta, de saberse un poco partícipe.

Recuerdo que una vez dejaron una pistola en mi casa, y la di cuando se


adelantó la insurrección de Managua. Los muchachos andaban quebrando
las luces de las calles con tiradoras, entonces saqué la pistola –que no la
iba a usar nunca– y se las regalé para que en lugar de andar con tiradora,
apuntaran a las luminarias y procedieran más rápidamente a quebrarlas.

Nunca creí que quemaran el diario La Prensa tan rápidamente, y no pude


sacar mis archivos. He perdido mis archivos dos veces. Aunque no todo,
porque en lo que yo más gasto en mi vida es en revistas y libros. Tengo dos
cuartos llenos en mi casa y uno en El Nuevo Diario, que no he desocupado.
Perdí un cuarto en Barricada y lo de La Prensa.

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Pero aun con todo lo que he perdido, creo que tengo la más grande
biblioteca deportiva de Centroamérica. Es casi seguro, porque te estoy
hablando de entre quince y veinte mil revistas, y unas seis mil traducciones
de casi todo. Todo en orden. Me dolería que se me quemara todo eso.

Mónica: Volviendo al tema, ¿cómo te imaginabas que sería una Nicaragua


sin Somoza? ¿Qué era a lo que aspirabas, creíste que íbamos a ganar, que
íbamos a triunfar contra la dictadura, cómo te imaginabas el futuro
entonces?

Edgard: Cuando el Frente Sandinista me contacta, estoy pasando el mejor


momento económico de mi vida. Había comprado una casa por donde
ahora vive Tomás Borge y tenía la casa anterior, tres carros; y me había
pasado a la Radio 590, trabajaba en Extravisión, en La Prensa, en la revista
The Ring y en la Revista Hit, de Tomás Morales, y creía que nadie ganaba
más que yo en Nicaragua. Había hecho dos libros: el libro Alexis Argüello,
que me lo compró Sucre Frech y el libro El Mundial Nica, que me permitió
comprar la primera casa y todas esas cosas. Pero yo decía que todo eso que
tenía era una mezquindad al ver las necesidades que había.

Estuve totalmente claro con la gente del Frente que llegó a hablar conmigo,
de que no era mi bienestar material lo importante, y, desgraciadamente,
cuando la Revolución gana, coincide con una serie de cosas: mi divorcio,
unos problemas bien agudos alrededor de mi familia, de mis padres; de tal
manera que mis padres quedan viviendo en una casa, mis hijos quedan en
otra casa y yo quedo sin casa, y tengo que ir a vivir a la Colonia
Centroamérica, donde Auxiliadora, mi actual esposa, alquilaba un cuartito
en la casa de doña Adelita Marín, quien se convirtió en el ángel de la guarda
de nosotros.

Y entonces, con la Revolución comencé de cero otra vez; pero además de


cero, esperábamos con desesperación el Paquete AFA (arroz, frijoles y
azúcar). Más adelante pude salir fuera del país, que era un privilegio, pero
mi trabajo lo hacía con todo el amor del mundo, porque pensaba que lo que
uno había dejado atrás era tontera. Y, lógicamente, pensamos que íbamos
en un proyecto que ahora vemos que sigue pendiente.

Todo aquello que se decía, por ejemplo, que “los obreros y campesinos
llegarán hasta el fin”, “Patria Libre o Morir”, ya no existe. Porque éste no es
el Frente Sandinista que nos legó Patria Libre o Morir. Y varias veces he
relatado que la frase contra el yanqui que sale en el himno del Frente, no
venía en el himno original. Cuando vino el himno escrito por Carlos Mejía
Godoy, nosotros lo recibimos para publicarlo en Trinchera, y mandaron a
pararlo, porque faltaba una frase anti-imperialista. Esa recomendación la
hizo Tomás Borge, y entonces Carlos Mejía mete la frase del Che en Punta
del Este que dice: “luchamos contra el yanqui, enemigo de la humanidad”.

9
Irónicamente esa frase tampoco ahora existe. Tantas cosas han cambiado y
yo digo ¿sandinismo? Esa es una de las cosas de las que estoy
absolutamente claro, que esto que estamos viviendo no es sandinismo.

Mónica: ¿Qué es para vos ser sandinista?

Edgard: Lo que, cuando comenzamos, nos dijeron Ricardo Morales Avilés,


Oscar Turcios, Carlos Fonseca Amador, el mismo Sandino, Tomás Borge y
todos decían, fundamentalmente en el servicio a la comunidad, no pensar
en lo personal; el aspecto de la hermandad, eso que canta Carlos Mejía
Godoy en La Consigna, “hermano, dame tu mano”. Eso de la hermandad se
perdió, o sea, se perdieron todos los valores que nos dieron.

¿Cómo transformar una sociedad, aunque tuvieras que sacrificar cualquier


tipo de pertenencia que se tuviera? Y en eso yo reconozco al Grupo de los
Doce, que en cierta forma fue ejemplar, porque fue la suma de ideas lo que
dio la unidad; porque si hubiéramos manejado solo la teoría de la GPP, el
modus operandi de los Proletarios o de los Terceristas, no hubiéramos
llegado a ningún lado.

Fue la suma de eso y una serie de circunstancias. Siempre creí que el


asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal fue como el punto clave.
Sigo pensando que sin el asesinato de Pedro Joaquín, no hubiera habido
triunfo de la Revolución, porque fue eso lo que volcó a todo el pueblo. Otra
cosa también clave para el triunfo de la Revolución fue el papel de los
líderes que manejaron el movimiento. Sin liderazgo no hubiésemos llegado,
porque, ¿te imaginás un movimiento revolucionario sin líderes?

Ahora, ¿qué fue lo que más me impactó al comienzo del Frente? El ejemplo
de los líderes. Hace días estábamos en una reunión y alguien preguntó: – ¿A
quién queremos parecernos ahora? –A nadie. Y en ese tiempo todos
queríamos parecernos a ustedes. O sea, uno decía, yo quiero ser como
fulano. Yo todavía quiero parecerme a “Modesto”, de los poco que todavía
veo como modelos. Uno los veía a todos, y uno les manejaba y decía:
¡Púchica!, ¿cuándo voy a ser como éstos? Ahora uno no quiere parecerse a
los que quería parecerse hace veinte o veinticinco años. Ese es un
problema grave.

Mónica: Estás tocando un tema que constantemente lo veo en tus crónicas


deportivas y en tus comentarios políticos en Doble Play y en tu columna
Punto y Aparte. En la televisión tenés menos oportunidad para expresarte,
pero vos hacés énfasis en los valores cuando estás hablando de deportes,
de novelas y hasta de comidas.

10
Entonces a mí me parece que, aunque todavía no me lo has terminado de
decir, uno de los temas fundamentales que diferencia el sandinismo de ayer
de lo que se conoce como el sandinismo de hoy, es en cuanto a la escala de
valores. ¿Por qué se lucha, por qué se trabaja, por qué se vive? El tema
ético, el tema de la honradez, el tema de la fraternidad.

Oyente: Habla Giovanny Mendoza. Un saludo muy cordial a Edgard


Tijerino, que ha sido un motivador por excelencia a lo largo de toda su
trayectoria, principalmente por radio. Lo que más admiro de don Edgard
Tijerino es su libertad de pensamiento. Es un hombre que no está
comprometido con nada. Es decir, él responde a sus ideas y eso significa
que él puede ser sandinista, pero libre. Yo no concibo que ciertos
sandinistas que están en contra de Daniel digan: Ni modo, tengo que votar
por el Frente. No, porque la persona tiene la libre decisión de votar por
quien crea más conveniente para Nicaragua, no es un compromiso con el
partido.

Así es que las personas que atacan a Tijerino, que le atacan su forma de
pensar, creo que tienen que respetar su libertad de pensamiento.

Oyente: Buenos días, Edgard. Yo quería saludarte y contarte algunas cosas.


Como dijo Mónica, tú te metes en las casas en la mañana, al mediodía y
luego en la tarde, y cuando te oye la familia de uno, emite opiniones. El
veintiséis de febrero de 1990, al día siguiente de la derrota electoral del
FSLN, recuerdo que llegaste a Radio Nicaragua y expusiste tu posición
sandinista de una forma tan diáfana, tan clara, que mi papá en esa ocasión
dijo: –Ve, hay que recapacitar, definitivamente que no es un charlatán; ese
hombre tiene los huevos bien puestos. Me perdonan la palabra.

Hasta el día de hoy, yo sigo admirándote. Sin embargo, te quería hacer una
crítica, si me lo permitís, y tiene que ver con la circunstancia actual,
electoral, y de coyuntura política del Frente Sandinista. Desde hace días te
vengo escuchando, te escucho casi a diario al medio día, porque soy
médico y a las siete de la mañana tengo que estar en el hospital; y desde
hace rato tu discurso viene siendo, no hay por quién votar, el danielismo no
vale la pena. Me preocupa eso porque eso significa que la derecha puede
sacar ventaja de eso.

Oyente: Aquí le habla María López. Yo admiro mucho al señor Tijerino por
todas sus cualidades morales, pero en la parte política, no estoy de acuerdo
con él en ciertas cosas. Por ejemplo, él dice que es sandinista. Yo soy
sandinista, pero yo no voy a votar por el Partido Conservador, ni por el
Partido Liberal, por mucho que no esté de acuerdo con la dirigencia del
partido Frente Sandinista.

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Entonces, si uno tiene su ideología bien puesta, él no diría lo que dice por la
radio todos los días. ¿Qué es lo que está haciendo? Está haciéndole el juego
al partido contrario. Yo no sé. Él es un hombre inteligente, pero de repente
lo veo que actúa de una manera ignorante; porque si uno tiene su
ideología, muere con su ideología, y no reniega, como él que reniega todos
los días. Él no debiera decir que es sandinista. Cualquier cosa puede ser,
menos eso.

Edgard: Cómo voy a creer yo en las promesas de quien decapita a su


propia familia, alguien que aplica la mano dura entre su propia gente, entre
la familia revolucionaria, yo no puedo creer que vaya a cumplir sus
promesas, si ni siquiera ha podido cumplirlas al nivel del Frente Sandinista.

Algunos de los oyentes me calificaron negativamente porque no apoyo a


Daniel y sí apoyé la candidatura de Herty a la Alcaldía; dicen que lo apoyé
por los anuncios. Yo lo apoyé por convicción. Herty me pidió después el
favor de que le sacara anuncios de la Alcaldía sin cobrarle, y es lo que
estamos haciendo.

No es oportunismo. Vengo de casa sin ladrillos, vengo de vivir en una


cuartería, todo lo que tengo en esta vida es una ganancia. Estoy
acostumbrado. En el tiempo del Frente yo volví a cero. Nunca reclamé,
nunca me desesperé, comíamos en Barricada, no era una buena comida,
pero comíamos todos los días ahí. Comencé con Auxiliadora. Me dio ganas
de llorar el día que nació mi hija Tania y no tenía para los pañales, y la Chilo
tomó su salario para irlos a comprar, pero eso no me hizo sentirme mal.

El aspecto material conmigo no vale. Si yo me saco la lotería, busco cómo


gastarla, me encanta viajar mientras puedo, me encanta comer bien si
puedo y si es producto de mi trabajo. Yo me jacto de decir compré un carro
porque es mi trabajo.

Pero le quería decir que los anuncios de la Alcaldía, hasta hoy, han sido
gratis. No existe una factura de Doble Play en la Alcaldía. Mire, yo no le
podría cobrar, porque mi principal virtud, o mi única virtud, es el
agradecimiento. Si Carlos Guadamuz necesita una ayuda de Edgard
Tijerino, ¿cómo se la voy a negar a alguien que me ayudó tanto?

Yo sería incapaz de cobrarle una nota publicitaria a Daniel Ortega, con


quien he tenido siempre relaciones de amistad. Ahora, insisto, no voy a
votar por Daniel, desde ningún punto de vista. No puedo. No. Lo siento.
Estaría traicionándome a mí mismo, y me estimo mucho. Entonces,
quedamos claros de varias cosas: que no voy a votar por Daniel. Puedo ir a
comer con Daniel el día anterior a las elecciones, puede él volver a comer
en mi casa, como antes de las elecciones de 1996, pero no voy a votar por
él.

12
Ahora, el ser sandinista no es un calificativo que me han regalado los
Ortega, ni cualquiera. Ese es un sentimiento, esa es una convicción de cada
quien. Uno siente que es sandinista o siente que no lo es. El que yo estoy
seguro que no es sandinista, es Daniel. Yo me escalofrío cuando escucho
decir que Daniel es sandinista, porque Daniel no es nada de sandinista; él
no tiene nada que ver con los postulados que nos dieron, con el
comportamiento que nos dieron, con la política que nos dieron, con el
ejemplo que nos dieron los verdaderos sandinistas. Nada.

Daniel dejó de ser un sandinista en una forma impune, tranquilamente,


nadie le dice a él que ya no es sandinista. ¿Cuándo fue la última vez que
escucharon en boca de Daniel Ortega las consignas que nos atraparon?
¿Desde cuándo ya no vale la pena morir por la Patria? ¿Desde cuándo?
Desde la conveniencia, desde los pactos, desde los arreglos. ¿Cuándo nos
dijeron que las circunstancias nos podían llevar a pactar en beneficio de
nuestros intereses personales, no del pueblo? ¿Cuándo nos dijeron que por
un puesto en la Contraloría o en la Corte Suprema, valía la pena poner a un
lado todos los postulados que nos dieron? ¿Cuándo nos dijeron eso?

Por eso es que en una de las entrevistas que me hizo El Nuevo Diario, yo
decía: –Fuimos estafados. Y me decía el padre Fernando Cardenal: –Estoy de
acuerdo, fuimos estafados.

Fernando Cardenal es un hombre que en este país tiene una autoridad


moral del tamaño del Himalaya, y Fernando no se mete en nada;
obviamente no va a votar por Daniel, estoy absolutamente seguro de que
no va a votar por Daniel. Me sorprendería ver a Henry Ruiz votando por
Daniel, me sorprendería ver a tanta gente que yo conozco votando por
Daniel. No lo van a hacer. Ahora, ¿qué Daniel gane?, de acuerdo, ¡si ganó
Arnoldo! Yo tengo una situación que tal vez me hace privilegiado en este
país, y tengo que admitirlo: gane quien gane voy a seguir trabajando y mi
familia va a seguir sobreviviendo. Aquí puede venir cualquier sistema
político, y con mi capacidad de trabajo, con la forma de comportarme, yo
voy a ir adelante.
Yo no dependo de que gane ningún presidente. Yo me voy a levantar el
cinco de noviembre, ¿quién ganó? No importa. Porque cuando a mí me
quitaron del Instituto Nicaragüense de Deportes (IND) y cuando a mí me
dijeron que si no era militante no iba a ser nada, en ese momento yo dije,
nunca voy a ser militante de carné del Frente Sandinista. Y nunca lo fui,
nunca tuve un carné, y el único respeto que voy a pedir es que no me
hagan lo que le han hecho a tantos, que cuando mueren le dan un carné de
militante.

Auxiliadora no permitiría que me den un carné de militante después de


muerto, porque es como burlarse de gente que no fue reconocida en vida;

13
además, no son ellos los dueños de darle el carácter de militante a uno, es
uno el que se gana la militancia, con su conciencia y su comportamiento
sandinista, con las actitudes morales, con la familia, con los que lo ven, con
los que lo conocen, con los amigos. El día que deje de ser un ejemplo para
mis hijos, ese día me voy a sentir tan mezquino que podría hasta pensar en
algo que repudio enormemente, como es el suicidio. Cuando con su
comportamiento uno traiciona a su familia, eso es lo más bajo en que
puede caer una persona.

En mi libro El Mundial Nica, Pedro Joaquín Chamorro escribió de Edgard


Tijerino lo siguiente: “...se le puede decir cualquier cosa, menos que es
deshonesto. En medio de una sociedad corrupta, el Tijerino que yo conozco
es un hombre honesto”. Se lo agradezco. ¿Por qué?, porque es el Jefe que
habla del empleado.

No se trata de ser más o menos sandinista que otro. En cuanto al engaño,


vivimos en un país libre, y el que quiere seguir engañado que viva así. Si el
sesenta por ciento quiere seguir engañado, que siga. Leí hace poco un libro
que habla sobre el engaño. No es nuevo. Y no es de los países que tengan
un índice cultural pobre. La Alemania de Strauss, la Alemania de Goethe,
esa fue engañada por Hitler, y lo idolatraban. La Italia, fue engañada por
Mussolini, y los nicaragüenses, en una mayoría, lo fueron buen tiempo por
Somoza.

Lógicamente, contra la mayoría no podemos hacer nada. Lo que yo digo es


que el que quiera votar por Daniel, que vote, y si Daniel gana con el
sesenta por ciento, que gane. Yo no lo voy a felicitar porque sería una burla
cruel al pueblo de Nicaragua, porque todo lo que promete no lo va a poder
hacer.

Hemos llegado al punto de tener que escoger entre la cámara de gas o la


silla eléctrica, que sea bueno, sea malo, mi interés es que si Maquiavelo,
Fouché o el Marqués de Sade son buenos o malos, o Nietzche es bueno o
malo, lo importante es si lo que dicen es razonable o no razonable, tiene
base o no tiene base. Por eso digo, las votaciones de este año son una
escogencia entre la cámara de gas y la silla eléctrica, así me siento.

21 de abril del 2001

14
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


Solfeo de la resistencia en Pancasán
Pancho Cedeño, Marlene Álvarez y Martín Fonseca

Francisco Cedeño, Pancho, nace en Managua el 11 de febrero de


1959. Cursa sus estudios primarios y secundarios en el Colegio
Calasanz; de Managua; luego estudia Sociología en la
Universidad Centroamericana. Se integra al Frente Estudiantil
Revolucionario en 1975 y, junto a otros músicos, crea el Grupo
Pancasán para el cual Pancho aporta sus más importantes
composiciones. También se involucra en tareas de organización y
trabajo clandestino. Después del triunfo de la Revolución Popular
Sandinista en el año 1979, continúa su participación en el Grupo
Pancasán y trabaja para el Ministerio de Cultura. Desde el año
1990 está dedicado a sus actividades particulares, pero siempre
desarrolla actividades artísticas. Actualmente es Director de
Estudio de la Radio Estéreo Hit, y siempre está haciendo arreglos
musicales.

**

Marlene Geraldine Álvarez Morazán nace en Managua el 12 de


febrero de 1956. Estudia en el Colegio Francés, de Managua.
Inicia estudios de Psicología y se integra al Frente Sandinista de
Liberación Nacional en 1974, y además de ser miembro del
Grupo Pancasán, participa en tareas organizativas y en la
insurrección popular de 1979. Durante la década de los ochenta
trabaja en el Comité Regional del FSLN en Managua, es Jefa de
Propaganda, Jefa de Organización y miembro del Comité de
Zonales y Distritales. Posteriormente obtiene una licenciatura en
Sociología y cursa estudios de Psicología. A la fecha de esta
entrevista, trabaja en la Red de Desarrollo Local como
municipalista. Concluyó una Maestría en Planeación en
Desarrollo.

**

Martín Alfonso Fonseca Delgado nace en Managua el 28 de


diciembre de 1956. Hace su secundaria en el Instituto Nacional
de Occidente, en León. Posteriormente cursa la carrera de
Ingeniería Civil en la UNAN. Es reclutado por el FER en 1975,
luego del triunfo de la Revolución continúa su labor en el Grupo
Pancasán y forma parte del Ministerio de Cultura.

1
La música testimonial y de protesta fue uno de los rasgos distintivos de las
luchas de los años setenta. Y en la lucha de Nicaragua, brilló de manera
especial. Es uno de los aportes que dio Nicaragua al mundo: La riqueza de
la música popular y testimonial. Los Mejía Godoy, el Grupo Pancasán
animaron los combates de entonces. Es que la música es un elemento que
acompaña a los pueblos en sus luchas, los impulsa a comprometerse, a
unirse frente a la adversidad. El canto y la música acompañaron las grandes
y pequeñas luchas. Fueron entusiasmo y optimismo para los combatientes.
Un arma eficaz en el combate contra la dictadura.

Pancasán fue un grupo de canto testimonial de jóvenes, casi niños, que con
una gran calidad artística nos acompañaron en las trincheras, en las casas
de seguridad, en la cárcel, en la soledad. Acompañaron a aquellos
compañeros que se extraviaron en la montaña y que quedaron sólo con un
radio pequeñito y sus mochilas. Nos empujaron a resistir, a no claudicar, a
no decaer, a no desmayar, mientras cantaban las penas del pueblo y sus
esperanzas y luchas por la libertad.

Marlene Álvarez, Francisco Cedeño y Martín Fonseca, al juntarse para


testificar sobre cómo nacieron sus hermosas canciones, le plantean a la
juventud que es hora de asumir sus propios retos y su propio protagonismo
en esta nueva etapa. Aquí las reflexiones de estos trovadores de música
testimonial, y los desafíos que lanzan a las nuevas generaciones.

Mónica: Está con nosotros Pancho Cedeño, el principal promotor del Grupo
Pancasán, a quien conocí cuando era un niño. Después que me bachilleré,
el sacerdote Alfonso “Poncho” Alvarado me planteó el desafió de asumir la
coordinación centroamericana de la Juventud Estudiantil Cristiana. Esa
tarea la había realizado el año anterior Ana Margarita Peña, de El Salvador.
Acepté el reto que implicaba retrasar mis estudios un año.

Me fui a Guatemala donde comencé un periplo por todos los países


centroamericanos, para tomar contacto con los movimientos de lucha.
Llegué a El Salvador en marzo del año 1972, cuando se produjo un intento
de golpe de Estado para tratar de instalar en el poder al ingeniero Napoleón
Duarte, víctima de un fraude electoral. El papá de Ana Margarita –donde yo
estaba alojada–, estaba involucrado en ese golpe y fue hecho prisionero.

Ya Ana Margarita, su hermano Felipe y Virginia, tenían contactos con


organizaciones guerrilleras de El Salvador. Entonces me movieron de casa y
me anduvieron en un ambiente de lucha clandestina. Por cierto, de los
cuatro hermanos, la única que sobrevivió en la dura guerra que se libró en
El Salvador por la democracia y la justicia social, fue la menor, Lorena Peña,
quien es una de mis mejores amigas, mi hermana hasta el día de hoy. Llego
a esa casa cada vez que voy a El Salvador. Es una de las familias más

2
dignas y heroicas que he conocido. Continué mi periplo por todo el istmo
centroamericano, recorrido que hacía en autobús. Cuando pasé por
Managua, rumbo a San José, Poncho me llevó a la casa de los Cedeño. Ahí
te conocí. ¿Cuántos años tenías en 1972?

Pancho: Doce años.

Mónica: Y yo tenía diecisiete. Recuerdo que llegué a tu casa porque tu


familia estaba comprometida con la lucha de los pobres, con los
movimientos cristianos, una familia muy amada por el padre Alfonso
Alvarado, de Nandaime.

Llegué a las once de noche y en la madrugada me desperté porque


nacieron unos perritos y ustedes estaban muy contentos; me despertó la
bulla de los niños y cuando me acerqué, me quedaron viendo con cara de
susto porque era una muchacha extraña en su casa. Noté que había un
piano, no era usual en una casa de la Colonia Salvadorita, hoy Cristian
Pérez Leiva. ¿Lo tocabas vos?

Pancho: Empecé a estudiar música y el piano desde los nueve años, pero
en mi familia no tengo antecedentes como músico. Mis abuelos cantaban
en reuniones familiares, pero no se dedicaban a la música, aunque a
nosotros siempre nos atrajo, y mi madre, Carmen Maglione, nos metió a mis
hermanos y a mí a la Escuela de Música, y desde entonces ando bregando
en el arte.

Mónica: También está con nosotros Martín Fonseca. En un disco de acetato


muy viejito que tenemos en Radio La Primerísima dice, Grupo Pancasán:
Marlene Álvarez, voz y guitarra; Francisco Cedeño, voz, guitarra, quena y
percusión; Martín Fonseca, voz, percusión y guitarra; y Agustín Sequeira,
voz, flauta, quena y percusión. Veamos datos personales, antes de entrar a
hablar del Grupo. Agustín Sequeira no pudo venir, está en Chontales en
asuntos de ganadería. ¿De dónde sos vos, Martín?

Martín: Agustín está en Acoyapa, Chontales, en cuestiones de ganado y de


siembra para exportación. Le mandamos saludos al “Teticle”, que era su
nombre de guerra en la Universidad.

Nací en Managua y el terremoto mandó a mi familia a León. Mi mamá se


llama Donatila Delgado y mi papá tiene tres años de fallecido. Después de
bachillerarme regresé a Managua, y en 1975 ingresé a la carrera de
Ingeniería. Fue ahí donde empezamos a manifestarnos contra un sistema
que realmente estaba destruyendo todos los valores, la economía del país
y, sobre todo, las ansias de libertad del pueblo.

3
Mónica: ¿Y cómo fue que te metiste al tema de la guitarra, de la quena, la
percusión y la batería?

Martín: También toco las tumbadoras y el bongó. La rítmica ya se trae,


pero prácticamente aprendí a tocar guitarra por el entusiasmo que tenía,
porque me gustaba la guitarra. Sabía algunos signos, pero aprendí a tocar
guitarra con los pancasanes. A través del Grupo Pancasán y con la dirección
de Pancho, que siempre estuvo al frente, fuimos aprendiendo todos.

Mónica: En los años setenta en Nicaragua oíamos la música chilena:


Quilapayún, Víctor Jara, Isabel Parra, Ángel Parra y otros. Algunos
escuchábamos la Cantata de Santa María de Iquique, que nos paraba los
pelos. La música nos hacía sentir parte de todo un movimiento mundial de
lucha contra la explotación. Me acuerdo del Grupo Gradas que llegaba al
barrio El Laborío, en León, y cantaba. Era otra manera de convocar.

En 1973, incluso integré un grupo que se llamaba Camilo Torres, con Emilia
Torres y Martina Meyrat. Luego les contaré la anécdota de cuando fui con
todos mis hermanos a cantar La Internacional en una actividad estudiantil,
incluyendo a la menor, Alma Nubia, que tenía once años.

Pancho, ¿cómo es que ustedes deciden conformarse como un grupo, de


dónde viene esa idea?

Pancho: Creo que es como vos decís, parte de una inquietud; porque con la
subida de Allende al poder, a nivel latinoamericano había un boom de
música testimonial, digámoslo así. Muchas canciones de lucha, de
esperanza y de mucho optimismo, se habían proyectado por América Latina
y, obviamente, Nicaragua no fue la excepción.

Curiosamente, se escuchaban más que las mismas canciones testimoniales


o revolucionarias cubanas, porque ya existían Carlos Puebla y La Nueva
Trova; pero quizás por las condiciones que han existido en Cuba, por el
bloqueo, no era posible que esa música se oyera. Sin embargo, aquí se dio
ese fenómeno y se comenzó a escuchar la música en algunas emisoras y se
vendía esa música en algunas tiendas de discos.

La música de la nueva canción chilena, más que cualquier otra canción


latinoamericana, fue la que influyó aquí en el país, ya que había toda una
efervescencia. Por otro lado, acá mismo, en nuestro propio patio, teníamos
a Carlos Mejía Godoy con sus canciones testimoniales. Entonces, éste fue
un foco de influencia que despertó inquietudes en los jóvenes de principio y
mediados de los años setenta.

El Grupo nace precisamente en el marco de la universidad, con el nivel de


conciencia de lucha de los estudiantes universitarios de mediados de los

4
años setenta, cuando nosotros éramos estudiantes de primer ingreso,
primero y segundo año de la Universidad, y nos comenzamos a conformar
alrededor de tareas reivindicativas y de lucha de los estudiantes
universitarios, y en solidaridad también con las luchas populares.

Pensamos que la mejor manera de integrarnos o de aportar algo, era a


través de la música, y como todos teníamos esas inquietudes musicales,
pues entonces comenzamos casi por un azar.

Martín: Prácticamente en ese tiempo, en las distintas actividades


estudiantiles en el recinto universitario, la música era infaltable: siempre
para convocar, siempre para aglutinar, previo a las actividades, pues la
música era un elemento aglutinador. Para esa época, nos ayudó Laura
Amanda Cuadra, quien fue de las fundadoras, y que también viene de los
movimientos cristianos.

Mónica: Quiero decir que en el caso particular de Pancasán, a diferencia de


otros grupos que cantaban canciones que venían de otros lados, ustedes
producían sus propias canciones. Es decir, Pancho Cedeño no es sólo un
guitarrista, sino alguien que compone, que crea, música; y la fundación del
Grupo Pancasán es basada en la realidad cultural nicaragüense, en los
ritmos que más les gusta a los nicaragüenses y por eso las letras eran tan
pertinentes y nos llegaban tan hondo, mucho más que otras que te venían
de otras realidades.

Pancho: En ese tiempo había grupos que se juntaban casi


circunstancialmente a guitarrear, a cantar para una actividad específica, y
después de la actividad se desintegraban; pero en el caso nuestro, una
persona que fue vital para mantener esa cohesión y esa idea del Grupo, fue
Francisco Meza, Chico Meza. Él insistía: ensayen, hagan canciones; está
bien que canten las canciones chilenas, pero sería bueno hacer canciones
nicaragüenses que reflejen la realidad, que llamen a la lucha, que insten a
los jóvenes a integrarse, a comprometerse. Eso fue un factor de unidad y de
cohesión, por lo menos en una etapa inicial, que permitió al Grupo no
desintegrarse después del toque o de la actividad.

Martín: Es correcto lo que señala Pancho, porque, aunque inicialmente nos


juntábamos y lo que cantábamos eran las canciones conocidas, como El
Aparecido, canciones de Víctor Jara, la canción El Elegido, de Silvio
Rodríguez, es decir, las canciones latinoamericanas que sonaban en
algunos medios que tenían programas de canciones testimoniales; pero en
la medida en que fuimos avanzando y fuimos integrándonos a distintas
actividades, no sólo dentro de la Universidad, de esa práctica se fueron
sacando los elementos que vinieron a nutrir las primeras canciones de
Pancasán. Y quien aportó mucho, es Francisco Meza, quien era el Presidente
del CUUN.

5
Mónica: ¿Cuál fue la primera canción que ustedes hicieron y cuántos
discos grabaron?

Pancho: Hicimos cuatro discos y grabamos el primero antes del triunfo de


la Revolución. La primera canción que hicimos fue Compañero Estudiante.

Oyente: Habla Julio López Campos. Hay una canción de Pancasán,


desgraciadamente yo no me acuerdo cuál es el título, pero que es un
recuento de las intervenciones norteamericanas en Nicaragua. Desde los
años setenta me impresionó cómo fue que ustedes escribieron una canción
en la que hicieron un resumen de la historia de Nicaragua. Además, quiero
reconocerles no sólo la calidad artística, sino el coraje que tuvieron, porque
exponían sus vidas cantando para el pueblo.

Pancho: Gracias, profesor Julio López. Siempre lo recordamos como


profesor en la UNAN. Precisamente en esa época, él era una de las personas
que desde su cátedra siempre elevaba la conciencia e instaba al
compromiso de los jóvenes, incitándolos transformar esa realidad, de
manera que es parte de esta historia.

Mónica: Seguramente los oyentes quieren oír más música, así que les
vamos a poner dos canciones: Canción a un Reo Político y Apuntes del Tío
Sam; y después, una vez que las oigan los oyentes, explíquennos cómo las
hicieron.

Pancho: Bueno, esas canciones salieron juntitas, fueron creadas casi


simultáneamente. Hay sus anécdotas alrededor de eso. La primera, Canción
a un Reo Político, describe la situación que vivían muchas personas de este
país en la época de la dictadura de Somoza, que eran capturados por sus
ideas, por comprometerse en la lucha por la transformación de la dura
realidad que nosotros vivíamos en ese momento. Como sabemos, muchos
de ellos murieron en la cárcel, en las salas de torturas. Muchos de ellos
fueron torturados salvajemente, pero nunca hablaron.

Por eso una frase de esta canción dice: “Ellos quieren doblegarte pero vos
nunca hablarás” y eso fue inspirado en una situación. Me acuerdo que una
vez llegamos a una reunión clandestina. La persona que está en la casa
donde nos íbamos a reunir, nos hace de señas desde la calle gesticulando
¡váyanse! Por lógica, dedujimos que algo raro pasaba y nadie entró. Horas
más tarde nos comunicaron que uno de los que íbamos a llegar a esa
reunión, había sido capturado, y se trataba de nuestro buen amigo Reinaldo
Payán. También queríamos mucho a su primera esposa que fue herida en la
guerra y que posteriormente murió. Payán estuvo detenido, junto con otros
compañeros, hasta después del triunfo de la Revolución.

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Apuntes del Tío Sam se hizo en una casa de seguridad, ya nosotros
andábamos medio clandestinos, aparecíamos en actividades, nos
embuzonábamos y nos dedicábamos a otras cosas que no eran
precisamente cantar, sino más bien andábamos conspirando y
eventualmente cantábamos.

Esa canción fue compuesta muy rápidamente. A veces uno se puede tardar
uno o dos años haciendo una canción; pero a veces, dependiendo del
momento de inspiración, la podés hacer en media hora o veinte minutos, y
ese fue el caso de esa canción que probablemente es una de las más
conocidas del Grupo Pancasán.

Fue un poco antes de la insurrección de Estelí, en la Semana Santa de 1979,


cuando ya había toda una negociación a nivel internacional y a nivel
interno, y una de las opciones que querían dar como solución, era sacar a
Somoza dejando intacto el gobierno y a la Guardia. Simplemente
desparecer la figura de Somoza, un somocismo sin Somoza. Eso era
promovido por el gobierno norteamericano de la época.

Entonces a nosotros se nos ocurrió que ésa no era una solución a este país,
porque igualmente iba a seguir la represión, las injusticias, la pobreza y
continuaríamos en las mismas. Simplemente sale un hombre, pero se
mantiene toda una estructura que por años de años ha gobernado y ha
reprimido al país.

La idea fue hacer una canción donde se desenmascarara el papel que las
intervenciones norteamericanas habían jugado a lo largo de la historia,
subrayando el aspecto didáctico, y dicho en un lenguaje y en una forma
muy popular. Por eso el ritmo es muy nicaragüense, con muchos dichos y
cosas propias del habla nicaragüense, para que la gente la entendiera. Para
ello, nos dimos una refrescada con algunos libros de historia; además que
en esa época vos te recordás que nos metían mucha historia de Nicaragua
en las estructuras del Frente.

Mónica: Es que eso era vital para poder luchar, entender de dónde
veníamos, el conocimiento de nuestra historia, por eso es que tenemos este
programa. Lo más importante que le podemos dar a las nuevas
generaciones, es contarles la historia para que saquen enseñanzas para la
construcción de su presente y futuro.

Pancho: Exacto, la canción relata cómo había nacido este país, cómo había
llegado hasta donde estaba y la problemática que tenía. Todo esto en forma
de un cuento, porque hay una tradición oral; los latinoamericanos somos
cronistas por excelencia, continuamente estamos contando historias,
contando anécdotas, contando vivencias, y eso es el mejor legado a las
generaciones futuras.

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Mónica: Tienen una canción que se llama La Hora Cero. Es el poema de
Ernesto Cardenal.

Martín: Sí, y también tiene su anécdota, porque la canción la conocimos a


través de Adolfo Aguirre, quien cayó en la insurrección de 1979. Él la
aprendió de la autora de la música, Fabiola Mora. Ella musicalizó un
fragmento del bello poema de Ernesto Cardenal, La Hora Cero, donde habla
de Sandino. Una vez llegó Adolfo Aguirre a un ensayo, pidió que lo
escucháramos y cantó la canción. Desde que la oímos, nos gustó; la
aprendimos e hicimos el montaje, que es la versión que aparece en el
primer disco.

Oyente: Quiero preguntarles si piensan juntarse, hacer nuevas canciones,


porque dentro del Frente Sandinista estamos adoleciendo de compañeros
que compongan las canciones que movilizan a la gente y estamos
recurriendo a las canciones viejas.

Martín: Hemos estado reuniéndonos y considerando podernos juntar para


hacer por los menos un par de actividades, que presenten un resumen de
todas las canciones que en esa época hizo Pancasán; un poco para motivar
e incentivar la lucha, el sentimiento, la solidaridad que conlleva recordar
estas letras al escucharlas nuevamente.

Pancho: Lo importante es que ahora las nuevas generaciones, con nuevas


ideas, retomarán ese espíritu de juventud que nosotros tuvimos hace veinte
o veintidós años.

Nosotros no contemplamos la idea de reintegrarnos, sino más bien de


reencontrarnos, como decía Martín, para hacer un par de actividades muy
importantes y cantar todas estas canciones, sobre todo porque pensamos
que estas canciones pertenecen a toda una generación como muchas cosas
que se hicieron, la misma Alfabetización, muchas tareas importantes que
involucraron a todo mundo, a gente que estaba dentro o fuera del Frente
Sandinista, gente que eran colaboradores o ciudadanos que querían algo
mejor para Nicaragua.

Oyente: Chepe Arana. Me motivó la llamada de la niña de once años y


quiero pedirles a Pancho y a Martín, que traten de explicarle a esta juventud
que viene creciendo, que es el relevo, por qué la decisión de formar un
grupo que en su momento va a interpretar canciones testimoniales,
comprometidas; y también que expliquen por qué la decisión de ponerle el
nombre de Grupo Pancasán.

Pancho: Martín puede contestar sobre el nombre del Grupo. Quiero


referirme a la reflexión de Chepe sobre la importancia de los relevos. Esto

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me recuerda un día, cuando escuchaba unas canciones de Bob Dylan,
trovador norteamericano de los años sesenta, pionero de la canción de
protesta en los Estados Unidos de Norteamérica. Hay una frase de él que
decía: “Cada país tiene su propia historia y cada generación tiene sus
propios héroes”.

Creo que esta generación debe tener sus propios héroes, sus propios
íconos, sus propios dirigentes, sus propios líderes naturales. Nosotros
teníamos dieciocho o diecinueve años en 1978, nos expresábamos con el
lenguaje de los jóvenes de esa época, nos vestíamos a la moda de esa
época, andábamos peludos, de cotona, caites y jeans. Tocábamos las
canciones que estaban de moda y reflejábamos la realidad que vivíamos.
De allí, digamos, la acogida que tuvimos. No se trata de que vengan ahora
un poco de “jóvenes” de cuarenta y dos años a tratar de cantar y convencer
a los jóvenes de esta generación. Me parece que lo lógico es que esta
generación tenga sus propios héroes, para parodiar un poco la frase de Bob
Dylan.

Martín: Creo que es correcto, porque los jóvenes tienen sus maneras de
expresarse. Hay grupos de jóvenes porque toda generación se ha juntado
para expresar sus sentimientos, sus vivencias y también lo que ellos
aspiran, lo que quieren. Ahora hay un movimiento de muchachos, quizá el
ejemplo más evidente es el grupo CPU y su canción Obras no palabras, es
de protesta, desde sus propias expresiones.

Pancho: Estamos globalizados, tenemos Internet, acceso a una serie de


tecnologías que para nosotros eran sueños en aquella época. Ahora es la
época del celular, del Internet, de las computadoras, hay otro momento, las
formas de expresar de los jóvenes tienen que ser muy diferentes y acordes
a lo que se está viviendo. Es bien difícil que el Grupo Pancasán haga eso
porque no tenemos los dieciocho años que tiene esta juventud. Creo que
hay una generación relevo que va a tener que traer al tapete todas las
inquietudes de los jóvenes.

Mónica: Ojalá así pensara todo mundo, que hay que dar lugar a otras
generaciones para que cumplan su papel, y no encasillarnos en que uno
tiene que ser el que esté al frente.

Martín: Pensamos que estas canciones pueden ser como una transmisión
de experiencias y consejos que los jóvenes de hoy, simplemente las van a
oír, las van a agarrar y las van a expresar en su propio lenguaje y en su
propia vida, que no es la nuestra.

Pancho: Así como nosotros tuvimos la influencia de la canción


latinoamericana, la chilena y la cubana, el Grupo Pancasán es una
referencia que puede tener la juventud sobre cómo se expresaban los

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jóvenes en los años setenta en condiciones de dictadura y totalmente
adversas. Ahora los jóvenes tienen otras posibilidades para manifestarse y
expresarse, y tienen que nutrirse de los elementos para poder sintetizar
cuáles son las aspiraciones de la juventud, cuáles son sus inquietudes y sus
vivencias.

Martín: El nombre Grupo Pancasán fue también una casualidad, así como
lo fue el habernos juntado por las inquietudes musicales que todos
teníamos. Nos juntábamos casi todas las tardes en los predios de la
Universidad y participábamos de las distintas actividades: las fogatas, los
mítines y no teníamos un nombre definido, hasta que para una actividad,
exactamente un 27 de agosto de 1975 que se conmemora la gesta heroica
de Pancasán, al momento de presentarnos, la maestra de ceremonia era
Eva María Téller, y dice: –Ahora con nosotros el Grupo Pancasán. Fue
improvisación de ella. Cuando terminó la actividad, pensando y viendo el
peso histórico que tenía esta gesta y los valores que había dejado, hombre,
dijimos, no está malo este nombre, es un buen nombre. Y así nos
quedamos.

En un primer momento el ámbito de acción fue la Universidad, porque


éramos un grupo de estudiantes universitarios que nacimos dentro de la
Universidad, pero en la medida en que nos fuimos integrando en las tomas
de barrios, en las tomas de iglesias, fuimos saliendo y estuvimos en muchos
barrios, en muchos planteles de la construcción, en las haciendas, y como
usted mencionaba, terminábamos de cantar y allí nomás llegaban las
BECAT con la guardia, y aparecía la represión.

Recuerdo que después de una actividad en la casa comunal del Barrio San
Rafael, ahora Barrio Venezuela, guardamos las guitarras en una de las
casas de seguridad, pero media hora después, llegó la guardia, cateó la
casa y se las llevó.

Mónica: La guardia se lleva las guitarras como si fuesen armas. Y es que


era así realmente, por eso se decía que la música era el fusil artístico.

Martín: Al día siguiente teníamos otra actividad, y tuvimos que ir a prestar


guitarras a algunas amistades, y tocar con guitarras prestadas.

Oyente: Habla el ingeniero Freddy Urroz. Debo reconocer que el canto de


ustedes fue un canto de alimento, de luz, de estímulo en los momentos
difíciles. En los años ochenta, estudiando en Bulgaria y en la Unión
Soviética, conformamos grupos musicales; entre ellos uno que se llamaba
Carlos Ulloa, y cantábamos casi todas sus canciones, y gustaron tanto, que
fue necesario en muchos lugares hasta hacer conciertos.

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Dos de las canciones que gustaron bastante fueron Tío Sam y Réquiem a la
Muerte, por su significado profundo de la realidad que se vivía en esos
momentos, y por hablar de lo que Sandino debía representar para nosotros.
Les insto a que busquen la mejor manera de influir en la juventud de hoy, y,
por supuesto, en la nueva onda musical.

Mónica: Agradecemos al ingeniero Urroz, quien nos hizo ver la importancia


de la canción Réquiem a la Muerte, porque realmente es una bellísima
canción, además que tiene mucha combinación de ritmos e instrumentos.

Pancho: Esa fue la primera canción que hicimos días después del 19 de
julio. Trae una mezcla de sentimientos: la alegría del triunfo, la tristeza de
haber perdido amigos y hermanos, el qué vamos a hacer ahora que ya no
andamos conspirando ni clandestinos. Es decir, podemos andar con
libertad. Todas esas expresiones: llorar, reír, hay cosas que no tenés claras,
estás lleno de optimismo, de planes y de proyectos. Refleja todo ese
montón de sentimientos que están estallando en un solo momento.

Mónica: Cuando estábamos oyendo esa canción, nos acordamos del niño
que ustedes mencionan, y que es tan importante como símbolo de lucha.
¿Cómo coincidió con ustedes Luis Alfonso Velásquez Flores en ese mitin que
parece fue el último en que él pudo participar, porque poco después fue
asesinado?

Pancho: Esa fue una actividad donde se conformó el Movimiento Pueblo


Unido (MPU), que a manera de explicación para los oyentes jóvenes, fue
una alianza de organizaciones populares, gremiales, religiosas y políticas,
de izquierda, de centro, cristianas, muy amplio, para luchar contra la
dictadura de Somoza. Ese acto fue en la Universidad, y en esa ocasión
habló Luis Alfonso Velásquez, que era un niño de ocho años que decía que
los niños también tenían que integrarse a la lucha contra la dictadura.

Luis Alfonso tenía una pandilla de chavalos –pandilla en el buen sentido de


la palabra– como de la edad de él, que en sus barrios repartían papeletas,
hacían pintas y vigilancia. Por ejemplo, si había una actividad en el barrio,
ellos se ponían a jugar béisbol en una esquina, y nos avisaban cuando
aparecía la Guardia. Era como un Coro de Ángeles que también servía de
correo, llevando información.

En esa actividad de la Universidad, él habló, y nosotros estrenamos la


canción Apuntes sobre el Tío Sam, y a la gente le gustó mucho. Como una
semana o diez días después, la Guardia lo mató. Mataron a un niño
inofensivo. Lo esperó en un carro un tipo de la OSN y lo matoneó.

Por el Grupo Pancasán pasó una gran cantidad de compañeros, desde antes
que se grabara el primer disco. Al comienzo lo integrábamos siete

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compañeros. Entre los personajes que pasaron por Pancasán, contamos con
Freddy Aguirre, quien cayó combatiendo en el Frente Sur; Laura Amanda
Cuadra, fundadora, trabajaba para la Asociación de Trabajadores del Campo
en el año 1980 y en los preparativos de la celebración del primer
aniversario de la Revolución, falleció en un accidente automovilístico.
También estuvo Patricia Mülligan, quien murió de meningitis el año pasado.

Mónica: Ustedes participaron en un festival en Costa Rica, en el que


andaban con “El Guadalupano”.

Pancho: Sí, el festival fue en saludo al Festival Mundial de la Juventud en


Cuba, ese año, y en esa actividad en Costa Rica, participó una delegación
cultural de Nicaragua que incluía grupos de danza folclórica. Andaba el
Grupo Pacaya, Pablo Martínez Téllez “El Guadalupano”, muy famoso y muy
conocido autor de esa bellísima canción Canto de los pájaros, que forma
parte de La Misa Campesina. Al regreso de ese festival hubo una oleada
represiva y cuando venía por tierra, echaron preso al “Guadalupano”.
Después, él contaba muerto de la risa que le decían: –Vos andabas allí. ¿Vos
sos subversivo? –le preguntaban. –No, yo sólo canto canciones rancheras. –
No, no es cierto, vos andabas de subversivo. –No, no, es que yo sólo
rancheras me sé. –A ver pues cantanos una.

Y “El Guadalupano” agarra la guitarra y comienza: –Voy a cantarles un


corrido muy mentado… Juan Charrasqueado. Y como a la semana, lo
soltaron.

Mónica: Siendo ranchera, ¡milagro no cantó Carabina 30-30! Ya está con


nosotros Marlene Álvarez, otra integrante del Grupo Pancasán. ¿Qué cosas
te recuerdan estas remembranzas que estamos haciendo?

Marlene: Son tantas cosas, porque realmente cada canción tiene todo un
significado; recuerdo miles de anécdotas, de luchas, de movilizaciones, de
presentaciones, de riesgos, de miedos, de sufrimientos también de
nosotros, porque fuimos parte de todo eso, no sólo cantando, sino
organizando, reclutando gente, movilizando. Desde la mañana llegábamos
a la Universidad. De seis a nueve de la mañana corría, porque era atleta,
luego nos quedábamos todo el día en reuniones o andábamos en colegios o
en barrios, a veces en planteles de la construcción, siempre cantando.

Si había que ir a los buses a hacer mítines, pues allí íbamos, si había
movilización, por supuesto. Y otras tareas, no sólo cantar, sino asegurar a
compañeros; por ejemplo, a mí me tocó a veces ser seguridad de Francisco
Meza, Chico Meza. Tenía que andar en una tarea muy específica de la
movilización, pero, además, si había que ir a un barrio en la noche, a tragar
humo en la Nicarao, en la casa comunal, y asimismo a clases, pues también
íbamos a clases porque en mi casa yo entregaba cumplidamente mis notas.

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Mónica: Eso es muy importante para los jóvenes de hoy, que sepan que
nosotros realmente no éramos malos alumnos, pues asistíamos a clases
pese a todas nuestras responsabilidades.

Pancho: Ahora lo bueno es que los jóvenes tienen la opción de no andar


haciendo todas esas cosas y más bien canalizar sus actividades en función
de los estudios.

Oyente: Mónica, no ha contado la anécdota de La Internacional, y ya que


está ahí Marlene, que cuente el origen de la canción María Rural.

Mónica: En el año 1973 se organizó en León una actividad estudiantil


donde se presentarían distintos grupos artísticos. Yo había escuchado el
himno de La Internacional, pero no era usual que lo cantáramos. El FSLN
nunca promovió ese himno tan hermoso y claro, aun después del triunfo de
la Revolución. Mi hermano mayor, Roberto, tocaba muy bien la guitarra, y le
pedí que se lo aprendiera. Y luego formé a todos mis hermanos menores, en
total éramos siete, una marimba que concluía con Alma Nubia, quien tenía
doce años. Todos cantamos a coro La Internacional, y fuimos muy
aplaudidos. Parecíamos el coro de la Novicia Rebelde. Mi mamá andaba en
Costa Rica, y cuál fue su susto cuando regresó y le contaron que todos sus
hijos habían andado en esa actividad subversiva.

Oyente: Yo estuve en la guerrilla, mi seudónimo era “La Virgencita” y


después “La Gata”. Estoy emocionada porque la primera vez que yo
escuché la canción de los muchachos, estábamos presas. Había una
compañera que se llamaba María, y a ella la mató la Guardia, apareció
muerta en El Crucero, le quitaron sus bustos. Ella cantaba esa canción
durante estuvimos en la cárcel, y quiero que le hagan honor a todas
aquellas personas que cantaron sus canciones, que cantándolas nos daban
valor.

Marlene: María Rural es una canción que hizo Arlen Siú. Quiero decirles
que estudié Psicología con Arlen. Tenía mi grupo de estudio y estudiábamos
en mi casa Arlen Siú, Carlos Núñez, Helio Montenegro, María Eugenia
Robelo y yo. Éramos uno de los grupos de estudio que realmente
estudiábamos, y Arlen y yo éramos amiguísimas. Quiero decir que ella es la
segunda persona que me inspiró a cantar estas canciones. La primera fue
Idania Fernández, con quien estudié y me bachilleré, y ella cantaba
bellísimo.

Idania cayó en León, pero antes, cuando era conocida como “Angelita”, fue
herida en el Frente Sur. Ella estudió en Costa Rica y después vino a
Nicaragua y cayó junto con los héroes de Veracruz, en León. En la
secundaria, con ella aprendí a tocar de oído la guitarra, y el primer grupo

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cristiano en el que me organicé fue con ella, y participamos en todas las
tomas de colegios de esa época.

Después, en la Universidad conocí a Arlen y nos hicimos amiguísimas. Me


contaba que tenía un amigo sacerdote, que le compuso una canción que se
llamaba Juan Pueblo, y ella en respuesta hizo y le regaló María Rural; y
cuando ella se tuvo que ir, me dio la letra, me la cantó en la casa, y me la
grabó, pero lastimosamente no pude conservar esa cinta. Ella nunca cantó
esa canción en público, porque la que cantaba era La Caja de mi Guitarra,
que la cantó en un festival en el Auditorio 12 de la UNAN, en Managua, así
como en León.

Arlen fue una persona que nos impulsó increíblemente. Al día siguiente que
Arlen cayó, hicimos una movilización fuertísima en la UNAN, y después yo
estaba sentada en la grama con Laura Amanda Cuadra cantando con la
guitarra lo que a cada quien se le ocurría. Chico Meza vio que yo andaba
tristísima y me dice: –Ahora te toca levantar esa guitarra, ¿la vas a dejar en
el suelo? No, no –le dije.

Y al día siguiente, cada quien con su guitarra, comenzamos a darle forma al


Grupo. Yo a la vez estaba en otro grupito con Pancho y con el flautista Raúl
Martínez, y como no podía estar en dos grupos, les dije que se integraran
con nosotros, porque era el Grupo más grande de la Universidad. Y así fue
que Pancho llegó con su maleta de canciones a reforzarnos y empezamos a
cantar sus canciones, porque antes cantábamos las de Víctor Jara, de
Quilapayún, etcétera.

María Rural realmente es un símbolo de lucha porque reivindica esa pureza


y riqueza de la mujer campesina. La letra tiene un contenido tan lindo y tan
fuerte de una realidad que todavía, a estas alturas, viven muchísimas
madres, muchísimas mujeres campesinas. Hay miles de Marías Rurales por
todas partes, a las que siempre les rendimos homenaje con esa canción.

Mónica: Y por supuesto también a Arlen, quien era además una


extraordinaria compañera, muy humana, con mucha convicción y muchos
valores. La Caja de mi Guitarra, que es una canción a la resistencia
española, que canta Daniel Viglietti.

Pancho: Viglietti le puso la música, porque la letra es de Rafael Alberti.

Marlene: Arlen hizo la lista de todos los que cayeron, y nosotros después la
agregamos a ella, y a toda la gente que iba cayendo. Nos gustaba cantarla
muy participativamente, porque de repente alguien se acordaba de otra
persona, y lo decía, y nosotros tarareando el fondo, otro decía, fulano,
fulana, gritando los nombres de los caídos, era muy fuerte.

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Oyente: Me llama la atención y me gustaría saber ¿cómo hacían para
grabar la música y difundirla por los medios antes de la insurrección, pues
andaban clandestinos?

Marlene: Grabamos por primera vez en el año 1978 en un estudio


pequeñito; era un lugar donde hacían anuncios comerciales. Don Horacio
Borge era el dueño de Sonorama y era el único que en ese tiempo distribuía
discos de música testimonial. Él nos llamó, nos buscó y nos propuso grabar.

Pancho: Horacio llegó de jurado a un festival interuniversitario y nosotros


participamos. Creo que ganamos un segundo lugar.

Marlene: Entonces él nos buscó y nos preguntó, ¿quieren grabar?, y por


supuesto primero lo consultamos con la organización, nos dieron el visto
bueno y perfecto. Entonces en dos noches lo hicimos –esto es increíble–.
Nosotros tampoco parábamos de hacer lo que andábamos haciendo, yo
andaba súper ronca porque todo el día cantando por aquí, por allá
hablando, y en la noche como a la diez de la noche, empezamos a grabar.
En dos noches grabamos ese primer disco en el estudio de Lorenzo
Cardenal.

En ese tiempo no había aquel montón de canales para grabar las voces
primero, los instrumentos después, nada de eso, era de un solo; y nosotros
no teníamos experiencia en grabar, ni mucho menos. Si alguien se
equivocaba, teníamos que volver a grabar, y entonces, ¡qué terrible! Me
acuerdo que había una botella de ron con miel y entonces a cada rato le
dábamos para afinar el galillo.

Pancho: A veces era whisky con miel.

Marlene: Sí, sí, nos lo hizo don Horacio. Afuera había gente cuidándonos, y
cuando pasaba un BECAT, o escuchaban algo raro, nos hacían señas, y
dejábamos de grabar. Así pasamos dos noches grabando ese disco, en unas
condiciones realmente incómodas, con tres micrófonos, y allí se grababa
todo, por eso no es tan buena la grabación.

Y lo lindo es que nosotros teníamos que estar a una cuarta de distancia del
micrófono, porque estábamos acostumbrados a gritar, para que la gente
nos oyera, porque no contábamos con micrófonos. Era divertido estar
midiendo esa cuarta de distancia, y porque, además, no sabíamos usar los
micrófonos.

Oyente: Freddy Urroz. Requiem tuvo un contenido bárbaro en la conciencia


de los jóvenes del momento, y quiero hacer un recordatorio de los años
ochenta con la canción María Rural. Durante esa época, cuando a raíz del
triunfo de la Revolución la juventud vivía una gran efervescencia,

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participamos en un Festival de Juventud Internacional donde había
salvadoreños, chilenos, panameños y de todas partes del mundo: Tuvimos
la dicha de ganar el primer lugar con esa canción, y de igual manera con la
bellísima canción del gran Carlos Mejía Godoy, El Cenzontle pregunta por
Arlen.

Oyente: Pancho habló de cuatro discos de Pancasán, tengo los dos


primeros: Pancasán y Vamos Haciendo la Historia. Me gustaría saber cuáles
son los otros dos long play que ellos tienen, y qué posibilidad hay de
poderlos adquirir.

Pancho: Hicimos un par discos después, uno es Por la Patria, y el otro, Los
supermanes también mueren, parodiando el título de un cuento de Sergio
Ramírez. Hay una canción que habla de todas las caricaturas y las tiras
cómicas que vemos en los periódicos, donde ponemos a actuar a los
muñecos dentro de la coyuntura de aquella época.

Oyente: Me preocupa el mensaje de ustedes a la juventud, cuando dicen


que la juventud de ahora haga sus propias canciones con sus propios ritmos
y su propio feeling. El problema es que los muchachos de ahora no están
haciendo canciones ni todo lo que uno podría decir que deberían estar
haciendo. Siento que la juventud está, si no adormecida, en otras
actividades; y creo que es bueno porque no tienen que andar corriéndosele
a la Guardia, ni nada por el estilo, sino que están dedicados a actividades
propias de la juventud. Pero hay muchos jóvenes que quisieran entregarse a
una actividad artística.

Pienso que no es cuestión de edad, o que los cantantes tienen ahora


cuarenta o cuarenta y cinco años. En este caso estamos hablando de
revolucionarios, y un revolucionario no deja de cantar, no deja de agarrar
un fusil o una guitarra, un pincel o un micrófono para seguir la lucha. Pienso
que estos compañeros no solamente tienen la experiencia, sino la
sensibilidad y el arte. Este es un emplazamiento que les hago para que
promuevan entre los jóvenes el desarrollo del arte.

En la década pasada le he pedido a otros cantantes, a Mejía Godoy


básicamente, que nos hicieran una canción para la lucha del seis por ciento
para las universidades. Dijo que sí, pero nunca escuché que saliera nada.
Entonces yo me pregunto, ¿el artista no es artista siempre?, ¿no es artista
para todas las épocas?, ¿no es artista para luchar contra el gordomán,
contra el neoliberalismo?, así como vos Mónica, estás luchando en los
micrófonos y en la Asamblea. Es decir, no luchaste sólo cuando eras joven.
Muchas gracias.

Pancho: Creo que en todos los países del mundo hay muchas cosas por
qué luchar, y mucho que transformar; pero me parece que en este

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momento en Nicaragua, todavía la juventud no ha hallado sus propios
códigos y sus propios lenguajes, está en un proceso de búsqueda, un
proceso que les permita tener una visión más integral. A veces existe esa
tendencia de aplicar las recetas que se usaron y fueron válidas en los años
setenta. Por ejemplo, no vamos a hacer un refrito de una canción como el
Tío Sam. A lo mejor es válido escribir sobre nuestra historia, pero lo lógico
es que lo haga un muchacho y a lo mejor en rap o en rock, que es un
lenguaje más propio de esta época.

Marlene: El oyente decía que los jóvenes están ahí pero que no hacen
nada. Hace un tiempo me entrevistó un estudiante norteamericano sobre la
historia del Grupo Pancasán y el papel de la cultura en la lucha, y creo que
esa es otra de las ideas que tenemos que madurar, escribir toda esta
historia, porque a medida que pasa el tiempo, hay cosas que se van
olvidando o que se pueden distorsionar. A lo mejor sería parte de los retos.

Estoy totalmente de acuerdo en que si los jóvenes ahorita no tienen su


propia expresión, es porque hay que ubicarlos dentro de lo que está
pasando en este país, dentro de la falta de un modelo, dentro de los pocos
espacios que los jóvenes y las jóvenes tienen para expresarse.

La ventaja ahora es que hay libertad para movilizarse y no hay necesidad


de andarse corriendo y escondiendo. Ellos tienen que hacer sus propias
reflexiones sobre qué está pasando en este país, qué podemos hacer los
jóvenes, cómo nos podemos organizar. Creo que les toca a ellos hacer su
propia reflexión, y a los niños también, porque éstos siempre han sido
protagonistas dentro de nuestra historia y nuestra lucha.

Oyente: Habla Ramiro Rodríguez. Quiero apoyarlos cuando dicen que las
nuevas generaciones deben asumir su responsabilidad en esta parte de la
cultura, porque, en efecto, no se puede trasponer a una persona mayor de
edad, con problemas familiares y laborales, sino que ellos tienen que
asumir su responsabilidad. Los insto a que le den duro a este proyecto que
tienen para reagruparse, y allí estaremos con ustedes.

Mónica: Acabamos de escuchar una canción que se llama Así está la cosa,
muy dura, sobre la represión en la montaña. Es parecida a Las Campesinas
del Cuá, en cuanto a que relata las atrocidades. ¿Cómo surgió esta canción?

Marlene: Esta canción la compuso Pancho. En ese momento había una


emoción muy grande en todo el movimiento estudiantil por unas denuncias
que hizo en Washington el padre Fernando Cardenal. Era una denuncia muy
bien documentada, con fotos, testimonios y firmas de personas que fueron
parte de todo el terror que se muestra en esa canción. Luego, Fernando y
otros dos sacerdotes, presentaron la denuncia en el Auditorio 12 de la
UNAN, que estaba completamente atestado de estudiantes. Los nombres y

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los lugares son absolutamente reales.

Mónica: ¿Cuáles son sus reflexiones ante las preguntas que hicieron los
oyentes?

Marlene: Nosotros siempre hemos dicho que estas canciones no nos


pertenecen, que pertenecen al pueblo de Nicaragua, a la generación que
asumió ese reto. Creemos que hay que reflexionar teniendo en cuenta
todos los puntos de vista posible. Los padres de familia tenemos una
responsabilidad muy grande de transmitir a nuestros hijos lo que cada
quien vivió en esa época, pero sobre todo, esos valores, ese amor por
Nicaragua, porque eso es lo que hay detrás de todo: un amor a la gente de
Nicaragua, un compromiso para que la situación de nuestro pueblo
cambiara, para que nuestros hijos no vivieran lo que nosotros, nuestros
padres y abuelos vivimos.

Esa reflexión hay que hacerla desde cada hogar, en cada centro de
estudios, entre los amigos. Nosotros hemos compartido en algunos
momentos con un montón de amigos del movimiento estudiantil, nos
hemos reunido con los hijos de todos nosotros para compartir con ellos
estas reflexiones. ¿Qué es lo que hicimos, por qué lo hicimos? Porque es
cierto que hay apatía, hay mucha desorganización, y hay mucha falta de
compromiso.

Yo no sé si muchos jóvenes reaccionan con apatía porque la lucha contra


Somoza alejó a sus padres mucho tiempo, y muchos jóvenes responden: no
quiero saber nada, no quiero meterme en nada, porque mi papá y mi
mamá, cuando yo estaba pequeño, ni me volvían a ver, nunca me dieron
tiempo porque andaban asumiendo un compromiso. Otros han respondido
de otra forma, integrándose, haciendo algo, canalizando toda esa energía y
esa rebeldía propia de la juventud hacia obras de beneficencia o trabajan
en barrios pobres o hacen algunas cosas como las que nosotros hicimos.

Es importante compartir y reflexionar desde cada hogar, desde cada núcleo


familiar. Reflexionar sobre qué podemos seguir haciendo, porque comparto
lo que alguien decía, no estamos eludiendo cuando decimos que el que
cantó y dice ya no canto porque ya me tocó, o el que hizo algo y dice
bueno, yo ya hice, ahora que hagan otros, porque de alguna manera creo
que todos podemos seguir haciendo muchas cosas.

Mónica: Un oyente dijo que los jóvenes son ignorantes y a mí me parece


que eso no es correcto, no es justo con los jóvenes; ignoran algunas cosas,
pero no son ignorantes, están viviendo sus propios problemas, su propia
época, y quiero decir que, de alguna manera, son víctimas de una época en
la que está prevaleciendo un reflujo de valores. Con el avance de la
contrarrevolución mundial ¿por qué no decirlo?, con la caída de referentes,

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de los paradigmas de otros modelos de sociedades, estamos viviendo la
etapa de la implantación del neoliberalismo, del mercado como único
referente.

El mercado donde todo se privatiza, hasta la conciencia; se han privatizado


los partidos y hasta nuestro Frente Sandinista, y por eso es que estamos
como confundidos. Estamos en una etapa de confusión. Muchos de nuestros
jóvenes fueron víctimas también de un cierto distanciamiento de los padres
producto de las responsabilidades que asumieron en la lucha contra la
dictadura somocista, lo cual ha impactado en ellos, pero también creo que
lo más determinante es el problema de la ruptura de las escalas de valores.
Han prevalecido los contravalores del individualismo, del sálvese quien
pueda; se ha vuelto todo un poco de cuánto valés, cuánto aparentás, qué
reloj andás o qué carro tenés. Son cosas que la misma generación va a
tener que resolver; y a nosotros, que nos tocó vivir una etapa de grandes
oportunidades históricas, lo que nos corresponde es seguir en las
condiciones de nosotros, luchando, con la seguridad de que los jóvenes van
a encontrar sus propios caminos.

No hay que ver a la juventud con menosprecio o decir que esta juventud
sólo vive preocupada de cosas secundarias, sino verlos como resultado de
una etapa de reflujo que tiene que ser interrumpida en algún momento.
Debemos tener confianza, esperanzas y seguridad de que esta juventud va
a saber encontrar la salida a los retos actuales, que son los retos de ellos,
no los nuestros. Nosotros debemos seguir luchando, pero como mujeres y
hombres de cuarenta, cuarenta y cinco y cuarenta y seis años. Los jóvenes
son, como decía Carlos Fonseca, más dados a una mayor generosidad y
desprendimiento, y les va a tocar, les va a llegar su momento.

Nosotros tenemos a Sandino y a Carlos Fonseca, pero nuestros jóvenes


también los tienen a ellos, y somos un país lleno de riquezas en valores, en
referentes, en líderes, en íconos de verdad. Los mejores héroes de nosotros
son los que están muertos, y tienen que servir como referentes. Los
mejores héroes de nosotros son los que no salen en los periódicos, sino que
viven una vida cotidiana llena de esa calidad que necesitamos que
reproduzcan los jóvenes.

Pancho: Creo que lo más importante es hacer algo. Hay un mensaje que
pasan en un canal de televisión que dice: “La fuerza de una persona, de un
ser humano, es su capacidad de hacer algo, cualquier cosa”. Y creo que es
aplicable a la realidad de este país. Es mejor que un joven esté integrado en
algún tipo de actividad cultural, deportiva, social, comunal, ecológica, pero
al fin y al cabo en algo que él quiera, que él crea que va a contribuir a la
transformación de la sociedad, para que sea más justa, con valores sociales
mucho más positivos.

19
La juventud puede hacer algo incluso desde sus propios estudios, es decir,
desde su carrera, su secundaria, su universidad. Es tanto lo que hay que
transformar. Es probable que ahora todo sea más complejo y más difícil de
entender, porque antes era fácil: vos veías a la Guardia en la calle matando
gente y allí no había dónde enredarse. Contra eso había que combatir, lo
tenías palpable todos los días; pero hoy es una sociedad con valores
negativos tan sutiles, que te enredan tanto en esa madeja, que mucha
gente de las nuevas generaciones o de los ciudadanos del país, ni cuenta se
dan de ello.

Martín: Lo más importante para la juventud, y para nosotros también, es


que el mensaje está allí, el reto está para todos, y sobre todo para ella, que
en este momento es la que tiene que asumir grandes responsabilidades
como las que nosotros tuvimos en el pasado. A los jóvenes les va a tocar
ser el relevo para llevar la dirigencia política, para relevar a los gerentes de
empresas, a los directores, a los ministros y a los futuros presidentes. Esta
juventud tendrá, con base en todos los valores de la historia y todo ese
gran legado que tenemos, que recopilar y nutrirse, sin perder la perspectiva
histórica del ser nicaragüense.

Pancho: Lo importante es buscar las formas propias y no necesitás militar


en un partido político para hacer algo. En todo caso, necesitás militar en la
verdad, ser militante de la verdad y de la justicia.

Marlene: Y en la solidaridad. Me parece que eso es importantísimo y que


nadie nos lo puede quitar. En la historia de nuestro pueblo encontramos
tantas vivencias y tantos ejemplos de solidaridad, que esta situación de hoy
ha quitado mucho de eso, y pienso que está en cada uno de nosotros
mantenerlo; hay que retomar la solidaridad, el sentido de comunidad,
porque eso es algo que podemos hacer independientemente que el modelo
te aleja de la gente; hay cosas de la historia que hay que recuperar y creo
que una de esas cosas importantes es la solidaridad.

18 de noviembre del 2000

20
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


El reino que aún no pudimos construir
Michelle Najlis y Vidaluz Meneses

Michelle Najlis nace en Granada en el año 1946. Se bachilleró en


el Colegio La Asunción. Sus primeros contactos políticos los hizo
con Luis Rocha y Fernando Gordillo. Estudia Literatura en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, al mismo tiempo
empieza su militancia política como dirigente del Frente
Estudiantil Revolucionario. En 1966, en representación del FER
es postulada a la presidencia del Centro Universitario de la
Universidad Nacional, frente a la socialcristiana Brenda Ortega y
pierde por un margen de ocho votos.
Participa en la importante acción en el Estadio Nacional
denominada “No más Somoza” y en la marcha del 22 de enero
de 1967. Después del terremoto se traslada a Costa Rica y
trabaja en labores de solidaridad con la lucha sandinista. Luego
del triunfo de la Revolución, funge como Directora de Migración
y Extranjería, y luego en la Oficina de Medios de Comunicación
del Ministerio del Interior. Posteriormente es asesora del
Ministerio de Educación.
En los años noventa es Directora de Asuntos Culturales de la
Universidad Centroamericana y trabaja en el Centro Ecuménico
Antonio Valdivieso. A la fecha de esta entrevista, realiza estudios
de Teología. Reconocida feminista y poetisa, ha publicado El
viento armado (1969), Augurios, (1980) Ars Combinatoria
(1988), Caminos de la Estrella Polar (1990) y Cantos de Ifigenia,
entre otros.

**

Vidaluz Meneses nace en Managua el 28 de mayo de1944. Cursa


el Bachillerato en el Colegio La Asunción. Se incorpora a la lucha
social desde principios de los años setenta. Formalmente
colabora con el Frente Sandinista de Liberación Nacional desde
el año 1977.
Es poetisa, articulista y promotora cultural. Es licenciada en
Humanidades con mención en Bibliotecología, de la UCA.
Después del triunfo de la Revolución, dirigió el sistema de
bibliotecas de Nicaragua y fue Vice-Ministra de Cultura. Ha
recibido numerosas distinciones por su amplio y valioso trabajo

1
cultural. Su obra poética incluye los libros Llama guardada
(1974), El aire que me llama (1982), y La antología Poética 1974-
1990 Llama en el aire (1991). Actualmente es Decana de la
Facultad de Artes y Letras de la UCA y es activista social y
promotora cultural1.

A lo largo de la lucha por la libertad, en Nicaragua muchas fueron las vidas


que cambiaron radicalmente, que dieron un vuelco de ciento ochenta
grados. La historia de la lucha del pueblo nicaragüense está sembrada
sobre el manto hecho por todas las historias personales, las batallas diarias
y los sacrificios cotidianos. En este contexto, las mujeres sobresalen por su
voluntad inquebrantable, su amor profundo por la familia y, al mismo
tiempo, la defensa sin grietas por un mundo y una Nicaragua que supere el
machismo y el trato desigual a la mujer.

Las dos prominentes mujeres que nos acompañan en este diálogo, se


distinguen de forma especial porque optaron por la solidaridad, por el amor
y el perdón. Sin dejar que los hechos y las circunstancias –algunas muy
dolorosas– desmembraran sus anhelos, lucharon por la familia, por la mujer,
por una Nicaragua igualitaria.

Mónica: Vidaluz, algo que seguramente la gente ya no recuerda es que vos


sos hija del General Meneses. Me parece que en tu condición, integrarse a
la lucha requería de mucho coraje, pero seguir luchando después que tu
padre muere a manos de grupos guerrilleros, es todavía más difícil.
Contanos esa parte, yo sé que es dura.

Vidaluz: Bueno, lo que pasa es que a él lo jubilaron en el año 1976, más o


menos después de treinta años de estar en la Guardia Nacional; entonces
me alegré porque yo me identificaba con todos los grupos progresistas y
siempre me comprometía por la justicia, no con algo específico, pero sí con
la justicia y en ningún partido político.

Una cosa dificilísima para mí era enfrentar a mi papá, porque él era un


militar. Había otros casos que conocí después, como el de Martha
Cranshaw, cuyo papá era un somocista, pero político. En mi caso, mi papá
era un militar y lo que planteaba el Frente era la lucha armada. Era difícil.
Yo lograba hacerme un espacio entre los grupos cristianos o firmaba cosas o
escribía, o me sumaba, como te decía, a huelgas universitarias, etcétera.

Entonces cuando a mi papá lo jubilan, para mí es un alivio porque yo digo,


bueno pues, puedo avanzar porque no me tengo que enfrentar con nada
militar; a pesar de que nunca se me ocurrió, por mi personalidad, la lucha
armada; eso era una cosa más difícil por mi condición familiar y por mi
condición de cristiana. Porque los cristianos en esos años nos planteábamos
que era un desafío la lucha armada, hasta que vino todo el Concilio

2
Vaticano, los documentos de Medellín, y se comenzó a hablar de la violencia
institucionalizada, y de alguna manera empezaron a surgir estudios
teológicos que justificaban luchar con las armas en contra de la opresión.

Fue un alivio cuando jubilaron a mi papá, porque él va a pasar a la vida civil,


ya está, entonces no me tengo que enfrentar directamente con él. Sin
embargo, más o menos un año después, Somoza le dice que lo quiere
mandar de Embajador a Guatemala, y allí funcionó la disciplina militar. Él le
acepta, y yo le digo: –No acepte, no acepte, mejor váyase a descansar ya,
dedíquese a sus cosas. Pero no, mi papá era un hombre joven y activo.
Imagino que se sintió comprometido, era una prolongación de su
compromiso, porque ya existía una cosa que tal vez más adelante se puede
estudiar psicológicamente: y es la figura de Somoza y lo que influía en los
militares, ya no se diga en la gente que militaba en su partido.

Entonces él se va a Guatemala como diplomático. Sin embargo, como en


ese tiempo ya se estaba agudizando la lucha e iba avanzando el Frente,
existía también un arreglo entre ejércitos centroamericanos de reprimir a la
guerrilla y a los movimientos revolucionarios. Pero al mismo tiempo existía
una solidaridad revolucionaria de los movimientos guerrilleros, y a mi papá
lo emboscan en una calle: él iba un sábado para la barbería, lo pasó un
carro y lo ametrallaron; él quedó vivo todavía, le dieron cuatro balazos, uno
de ellos en la médula, fue una cosa tremenda.

Yo, más o menos me había preparado para cualquier cosa. Ya en aquel


tiempo mi casa era casa de seguridad, y yo pensaba: Él o yo, si lo
sorprenden aquí, o me llevan presa o quién sabe qué pude pasar. Esas
cosas terribles. Cuando él se va a Guatemala, pensé que había menos
posibilidades de que algo malo ocurriera, pero cuando pasa allá, aunque yo
había pensado que algo podía ocurrir, para mí fue espantoso.

Entonces me tocó ir a Guatemala en una avioneta que consiguió uno que


fue Ministro de Salud en el somocismo, el doctor Edmundo Bernheim, con
uno de mis hijos y mi hermana menor. Entonces mi papá dura vivo como
dos semanas. El atentado ocurrió el 16 de septiembre de 1978, y el 29 de
septiembre murió.

Fragmento del Comunicado del Ejército Guerrillero de los Pobres


(EGP):

…tras la pantalla de Embajador de Nicaragua, ha escondido su


verdadera función: la de coordinar el apoyo mutuo entre la
Guardia Nacional y el Ejército Guatemalteco, y entre el régimen
somocista y el gobierno reaccionario de nuestro país. Meneses
Cantarero ha coordinado planes represivos policiales y
maniobras contra guerrilleras a nivel centroamericano. Tras la

3
pantalla de Embajador de Nicaragua, ha coordinado la represión
contra los movimientos populares revolucionarios y el apoyo
mutuo entre los gobiernos más reaccionarios de la región. Es un
promotor de los planes del CONDECA, del Ejército Unido
Centroamericano (un plan en desarrollo entre los Ejércitos de
Guatemala, El Salvador y Nicaragua), y de la represión
coordinada de los regímenes reaccionarios centroamericanos en
contra de los movimientos populares democráticos y
revolucionarios.
Esta acción ha sido una muestra de solidaridad del EGP, a la
lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional. El Frente
Sandinista lucha por liberar a Nicaragua de la dictadura
somocista y de todas las ataduras económicas, sociales, políticas
y militares que han mantenido al Pueblo de Nicaragua en la
explotación, la miseria, la opresión y la represión de los grandes
ricos nacionales y extranjeros, que han actuado durante los
últimos cuarenta años, alrededor de la sangrienta dinastía de los
Somoza. El Frente Sandinista y el Pueblo de Nicaragua, cuentan
con la solidaridad del Pueblo de Guatemala y con la solidaridad y
el apoyo del EGP.

Yo era de un grupo cristiano. El padre Amando López 2 –que era


extraordinario– y los jesuitas, me recomendaron con los padres de
Guatemala; y el padre Amán, un jesuita, me llegó a acompañar al hospital,
vio a mi papá, estuvo con él. Mi papá estaba sereno, no decía nada, nada.
Pero estaba súper delicado, le habían dado un balazo en la médula, estaba
bien complicado. Y no sé por qué razón, la gente de la Embajada de
Nicaragua le llevó la televisión, y él pudo ver bombardeos y cosas de aquí,
que me imagino que le causaron un shock nervioso tremendo.

El asunto es que él fue empeorando hasta que murió. Todo ese tiempo fue
tenso, porque él está cuidado por todos lados, y los rumores eran de que
podían entrar a rematarlo, además que el doctor que lo atendía estaba
amenazado. Bueno, ¡una tensión espantosa!

Y a mí también me dicen que ya no llegue con ese padre Amán, porque ese
padre era comunista. Llegaron mis abuelos, mis tíos, bueno, toda la familia.
Entonces llegó una monja, y por suerte después llegó otro padre de su
pueblo, con él se confesó, comulgó y todo3.

4
Última postal a mi padre, General Meneses:

Debiste haber cumplido años hoy y ya no estás, para tu bien.


Guardo tus palabras y tu postrera ansiedad por mi destino,
porque la historia no te permitió vislumbrar este momento,
mucho menos comprenderlo.
El juicio ya fue dado.
Te cuento que conservo para mí sola tu amor generoso.
Tu mano en la cuchara dándole el último desayuno al nieto,
haciendo más ligera la pesada atmósfera de la despedida.
Cada uno en su lado, como dos caballeros antiguos y nobles
abrazándose, antes del duelo final, fatal.

Mónica: ¿Cómo comenzaste a tener conciencia y a participar en la lucha?

Vidaluz: Creo que jugó un papel bien importante la base cristiana desde la
infancia. A esa etapa la llamo como una religión mágica, muy linda, el Niño
Dios, las pláticas de mis tiitas, que fue una base ¡claro! Pero en la
adolescencia, como andábamos en cada pueblo con mi papá, me tocó
entrar al sexto grado en La Asunción de León, y después me vine para
Managua.

Las monjas de La Asunción promovían la entrega, la generosidad. Después,


la madre Mireille, que era una madre francesa activísima, nos llevaba
semanalmente a un barrio pobre que se encontraba detrás del Colegio, que
era el barrio La Tejera, a repartir carne. Si querés, eran prácticas
maternalistas o paternalistas, como les diríamos después; pero mal que
bien, te va sembrando sensibilidad eso de poder ver cómo vive la gente a la
orilla de tu colegio elegante, en una miseria y en una situación espantosa.
El colegio La Asunción para mí fue una gran revelación, a pesar de que
había compañeras que se peleaban con las monjas.

Me gustaba cómo presentaban el Cristo: nos ponían un barquito –seguro


que Michelle se debe acordar porque era de un lado al otro del aula– que
representaba las misiones. Es la edad de la adolescencia, donde vos te
identificás con los héroes, con la justicia. Los héroes eran esos sacerdotes y
esas monjas. En ese barquito que uno veía colgado, ibas caminando porque
ibas ayudando con contribuciones, oraciones, dinero y todo para que el
barco avanzara a las misiones en Japón, en África, en donde hasta los
mataban por la fe.

Entonces todo eso me iba pasando a nivel cristiano, y como me gusta


escribir, escribí unos poemas. Casi todos los chavalos de mi época, de trece
a dieciséis años, estaban en contra de la dictadura, por la justicia, y algunos
influidos por los aires del marxismo se van comprometiendo. Son mis
amigos y además son buenos chavalos, buenas chavalas; también me van

5
sembrando la preocupación, empiezo a ver la injusticia, que realmente las
cosas no se pueden mejorar si no se cambian las estructuras y todo lo que
viene después. Entonces yo empiezo a escribir.

Mónica: Michelle, antes que existiera el Frente Sandinista, te involucraste


en la organización revolucionaria. ¿Desde cuándo empezaste a ser
revolucionaria y cómo? ¿Qué te motivó?

Michelle: Vidaluz y yo fuimos compañeras en el Colegio La Asunción, y


siempre que coincidimos y empezamos a hablar, terminamos hablando de
las monjas de La Asunción, a las que recordamos con gran cariño, porque
efectivamente eran una cosa rara en ese tiempo.

Fijate que cuando las teresianas, en la década de los ochenta, comienzan a


llevar a sus alumnas a los barrios pobres de Managua, se hizo un escándalo;
ahora imaginate que estas monjas de La Asunción lo hacían en los años
sesenta, con un grupo de chavalas de clase media para arriba y eso se
hacía todas las semanas, o a repartir carne o a enseñar a leer o catequesis.
Eso nos puso en un contacto directo con la miseria de este país; pero
además, yo siempre digo que empecé a ser poeta y a ser revolucionaria por
vaga…

A mí me encanta la naturaleza nicaragüense, la siento en la piel, en los


poros y cuando empieza el invierno para mí esto es una maravilla. Por
cierto que tuve un novio que decía que yo tenía organismo de rana, que
cuando empezaba a llover yo empezaba ¡croac, croac! Y efectivamente,
cuando empezaban las lluvias, yo no podía resistir la tentación. El Colegio
quedaba a la orilla del lago; entonces yo venía de mi casa caminando y
doblaba a la derecha, pero cuando empezaba el invierno, doblaba a la
izquierda, y me iba por la línea del tren; una vez me fui a pie hasta la punta
de Chiltepe.

Mónica: Pasando por todos los barrios de la costa del lago que son muy
pobres, como Acahualinca.

Michelle: ¡Exacto! Entonces allí fui descubriendo un mundo que, de no


haber sido vaga, tal vez por mi situación de clase, por la seguridad que yo
tenía en mi casa y que me habían dado mis padres, quizá no lo hubiera
descubierto o lo hubiera descubierto más tarde. Entonces eso, junto con la
sensibilidad que cultivaban las monjas, y que nosotras que éramos
tocaditas al mal la verdad, provocó que, como dice Vidaluz, empezara a
hacerme una serie de preguntas.

Acordate que estamos hablando de antes del Concilio Vaticano II. A alguien
que hacía preguntas sociales inmediatamente le caía la etiqueta de
comunista, y pues a mí me interesó el asunto, comencé a leer libros de

6
marxismo y encontré allí respuestas que por otros lados no encontraba; con
el inconveniente que era marxismo de manuales y marxismo que en ese
tiempo y, con justa razón, reaccionaba con mucha violencia contra la iglesia
institucionalizada que durante siglos se ha puesto –es doloroso pero hay
que decirlo– se ha puesto sistemáticamente al lado de los opresores y los
contrarios han sido excepciones.

Entonces me involucro, empiezo a estudiar, me acuerdo que éramos


grandes amigos con Luis Rocha y Luis era militante del Frente, y allí me
encuentro con otros amigos que también eran militantes. Me acuerdo que
siendo chavala, estando todavía en el Colegio, imaginate, fui a parar a una
reunión con el Comandante Víctor Tirado.

Mónica: ¿Fuiste a parar?

Michelle: Fui a parar, sí; él se reunía con otro señor que a mí me parecía
muy grande y muy importante, para hablar sobre la posibilidad de crear un
frente único en Nicaragua. Todavía no me explico qué representaba ni por
qué estaba yo allí. Pero las cosas, fui a parar allí 4.

Pues así empezó y por eso es que la experiencia de la pobreza, la


experiencia del paisaje, la conciencia de la injusticia y al mismo tiempo la
sensibilidad poética en todas nosotras, es algo que va unido, tanto en
Vidaluz como en Gioconda, en Ana Ilse, como en las otras escritoras,
¿verdad? Como el feminismo, son cosas que van surgiendo
simultáneamente y de manera muy natural.

Mónica: Yo quería preguntar a ambas como poetisas. Michelle, hiciste tu


primer libro en el año 1969, El Viento Armado, y luego, Augurios y Ars
Combinatoria. Vidaluz publicó La Llama Guardada, en 1975, después hiciste
otro que se llama El Aire que me Llama y, finalmente, una antología, Llama
en el Aire, de 1990.

Díganme, en el caso de cada una de ustedes, ¿qué importancia tuvo ser


poetas? ¿Cómo conjugaron la vida revolucionaria con la esencia de la
poesía?

Michelle: Yo tengo que decir algo sinceramente y en honor a la verdad.


Durante los años de lucha contra la dictadura o durante los años de
gobierno sandinista, yo nunca me sentí restringida ideológicamente en el
quehacer poético, siempre sentí que yo podía escribir sobre lo que me diera
la gana. El problema no iba tanto por allí, el problema era el tiempo, porque
estábamos involucradas, como todas las personas en este país, en tantas
cosas que no teníamos tiempo. Ser poeta requiere un determinado estado
de ánimo, un determinado cultivo de ese estado de ánimo y ese es el
tiempo que no teníamos. Y luego, en la práctica, los conflictos que se

7
daban, pero no era por imposición de temas o de actitudes poéticas, no iba
por ese lado.

Vidaluz: En el caso mío, comparto bastante lo que dice Michelle, y pienso


que en algunas entrevistas he dicho que no puedo separar la poesía, mi fe y
la vida misma, la revolución, la necesidad de transformar la realidad hacia
una sociedad más justa.

Entonces, igual me sentí porque a la Revolución opté por mi propia


voluntad, yo escribía lo que vivía, como vivía la Revolución y lo que sentía.
Allí hay también poemas de cuando mis hijos se van, que son otras rupturas
tremendas, pero estoy entusiasmadísima con la Revolución y una de mis
hijas se queda conmigo hasta el final, y los otros no; entonces pensaba que
esa era la opción correcta, y todo eso está en la poesía, es la vida y es lo
mismo.

Mónica: Por favor léenos un fragmento de este poema Muro de


Lamentaciones.

Vidaluz: Cuando perdimos las elecciones y después en los años 1990, con
este poema cerré un libro como para cerrar esa etapa. Ese fragmento dice:

Esta vez no ahogaré la memoria.


Asumiré los muertos y la separación de los amantes
que es otra forma de morir
no deambularé esquizofrénica por el mundo
sino con el estandarte del holocausto vivido.
No ahogaré sus voces que claman
por el reino que no hemos podido construir
No ignoraré la sangre en el barro
el alarido del fondo de las entrañas
el rugido de la multitud acumulada en el pecho.

Michelle: Ese poema, creo que fue importante para vos, Vidaluz, y fue
importante para muchísima gente, porque sentimos que habías expresado y
habías condensado ese lamento. Había sido como una catarsis que nos
permitía decir: Bueno, ahora levantémonos y empecemos a tratar de
caminar. Muchos lo sentimos así.

Vidaluz: Sí, es catarsis, como dice Michelle, y cuando lo escribí, ¡fue


terrible! Y allí quisiera haber tenido la valentía de ustedes dos. La Michelle
es de mi generación, y yo le digo a ella aquí: siempre tenemos que trabajar
en dúo.

Felizmente la vida nos volvió a colocar juntas. Hay veces que debemos
escuchar la voz profética, y a vos Michelle, te corresponde la parte fuerte, y

8
si otra vez hay que ir a conciliar, entonces tengo que ir yo. Igual vos,
Mónica, que sos tan valiente. Yo escribo estos poemas, pero realmente los
quisiera decir como ustedes, con esa vehemencia y con esa fuerza.

Michelle: Y es que además, en el caso de tus poemas, Vidaluz, muchas


veces son poemas tremendamente dolorosos, y a mí me pasa como a
Mónica, ¿cuántas veces no he llorado leyendo tus poemas o leyendo las
cosas que vos decís? Entonces no es raro que haya poemas que vos misma
no podés leer sin ponerte a llorar.

Mónica: En esta selección de Francisco de Asís Fernández, Poesía Política


Nicaragüense, escogió seis poemas tuyos, Michelle; uno se llama Nos
persiguieron en la noche, otro A los mártires de Bocay, otro Los inocentes
alzaron los fusiles, Los cuerpos caídos, Nosotros los hijos del sol y Ya tu
sabes que murió. Este último es bellísimo, ¿nos lo podrías leer?

Michelle: A ver si no me pongo a llorar yo también, porque se me hace un


torozón. Y es que este poema, además, si mal no recuerdo, lo escribí
cuando murió El Chelito Moreno 5, quien era un chavalo precioso, era un
muchacho transparente. El poema dice:

¿Ya tú sabes que murió?


Y sabés dónde está la tumba del hermano
aquel hermano que no tuvo sepultura.
Tú lo sabes porque tu corazón es tierra que lo cubre
y nuestros días flores nuevas para florecer su tumba.

Mónica: Bellísimo, bellísimo. Este poema lo escribiste hace como treinta y


tres años. ¿Y ahora siguen escribiendo?

Michelle: Seguimos escribiendo.

Vidaluz: Hasta que la muerte nos funda con ella.

Mónica: En este libro cerraste con la parte final de un bellísimo poema de


Bertolt Brecht, A los hombres futuros. También son palabras
importantísimas en estos momentos.

9
Michelle:
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz.
Desgraciadamente nosotros,
que deberíamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.

Mónica: Esto, me imagino yo, tiene que ver con el período después de la
pérdida de las elecciones, es decir, una especie de autocrítica de lo que no
se pudo hacer, que se pudo hacer mejor o no se hizo.

Vidaluz: Es autocrítica en un sentido y es explicación; no justificación, pero


sí explicación de actitudes que teníamos en la Revolución. Es interesante el
tema de la reconciliación, del perdón, que es bien difícil. Muchas veces me
pregunté eso en la Revolución. Yo decía, puedo entender perfectamente
que amigas mías cuyos padres fueron toda su vida perseguidos y
masacrados por el somocismo, tuvieran una reacción visceral, apenas
explicable, que era lógica; pero en mi caso era al revés, era muy doloroso
para mí dar el paso que di y después construir.

De todas maneras, pensaba que así como estas personas que fueron
profundamente heridas a lo largo de la historia de su vida, fueron capaces
de trabajar con mucho amor, yo también podría hacerlo. Luego pensé que
la Revolución es construida a partir del amor, y no en base al resentimiento,
a pesar de que teníamos grandes discusiones con amigas que se
consideran marxistas y que han estudiado marxismo. Ellas me decían: –Es
que vos sos cristiana, no ves que el Che Guevara decía que había que odiar
al enemigo. Porque a veces la lucha era tan dura, que tenías que ser firme y
entonces allí tenés que arrugar la cara. Vos misma, Mónica, que has sido
una mujer tan bonita, pero has tenido que pelear durísimo, seguramente la
gente te ve brava en la televisión. Es lo que dice Brecht: “La lucha contra la
injusticia pone ronca la voz y te arruga la cara”.

Mónica: De lo que se trata es de no llenarnos de odio contra el odio, de no


llenarnos de amargura luchando contra la injusticia, o sea que todas esas
luchas no deben ser hechas desde la amargura, sino desde la óptica de
construir una sociedad diferente.

Vidaluz: Michelle ha trabajado esos temas muy interesantes en la parte


teológica que le corresponde en el Centro Ecuménico Antonio Valdivieso,
sobre todo cuando le ha tocado exponer el tema de la reconciliación.
Cuando hablo con Michelle, decimos, bueno, el perdón es en base a que
haya un reconocimiento de la falta de parte del otro, es decir, no es tan

10
sencilla la cosa.

Michelle: Perdón es reconciliación, y para que haya reconciliación es


necesario empezar por reconocer el daño que hiciste, y buscar a la otra
persona y reconocer tu falta, pedirle perdón; entonces la otra persona te
perdona, te acepta, te acoge, se reconcilia.

Yo he dicho muchas veces también que cuando se habla del perdón, hay
mucha manipulación de los oprimidos, por ejemplo: con facilidad se le dice
a una mujer mal tratada, a una niña violada o a un pobre que no tiene
trabajo, es que tenés que perdonar y ¿perdonar a quién?, ¿quién le está
pidiendo perdón? Si el perdón es reconciliación, es un proceso. Es complejo
pero bueno, en esas estamos, ¿verdad?

Muchas veces son las personas que han sido más heridas, física y
emocionalmente, las que nos han dado el ejemplo; como algunos
combatientes de ambos bandos que de repente se encontraron y se dieron
cuenta que en el fondo luchaban por lo mismo. Más conmovedor aún, las
madres de caídos de ambos bandos que han sido capaces de dar ese paso.

Mónica: Michelle, ¿nos contás la historia de la manta en el Estadio


Nacional?

Michelle: En la inauguración de la serie de béisbol, aquel estadio estaba


repleto; estaba Somoza allí y sacamos una manta, la más grande que yo he
visto en mi vida, atravesaba el estadio de un lado a otro y decía “¡No más
Somoza!” Ésa es una de las cosas que he hecho con una mayor velocidad:
correrme de la Guardia después que sacamos la manta. Si hubieran sido
olimpiadas, seguras que las gano.

No nos capturaron a todos porque nos ayudó mucho la gente. Quiero contar
una anécdota impresionante. Salí abrazada con un compañero que,
desgraciadamente, no me puedo acordar quién es. Salimos apercollados
como si estuviéramos romanceando, y la gente nos ayudó a salir, y cuando
estábamos afuera, un guardia que estaba cuidando en el Estadio, nos paró
un taxi, nos montó, y me dijo: –Correte, mamita, que si te agarran te matan.
Si esa persona me está oyendo, pues me encantaría que algún día me diera
una llamada, para vernos y poderle dar un abrazo.

Mónica: ¿Y dónde surgió la idea?

Michelle: La idea surgió de la cabeza de la mamá de la Mayra Vega. Su


mamá fue la del invento. Debo decir que nunca pensamos en las
consecuencias que aquello iba a tener para la gente que estaba en el
estadio, y mucha gente sufrió y hubo muertos. Desgraciadamente fue algo
que se nos salió de las manos, pensábamos en el peligro para nosotros, no

11
en que la represión iba a caer sobre el resto de la gente.

Los participantes éramos como veinte y algunos cayeron presos, como


Casimiro Sotelo y María Teresa García; otros logramos escapar.

Después de eso hicimos otra operación. Era una fiesta en el Año Dariano,
no sé si era el centenario de algo, pero una fiesta muy notable en homenaje
a Rubén Darío y habían venido personalidades de la cultura del mundo
entero. Entonces se nos ocurrió hacer otra manta que decía: “Año Dariano
sin Tirano”, pero el problema era ahora cómo nos metíamos al desfile,
porque ya nos conocían. Entonces nos fuimos, iba la Hortensia Rivas, que
en ese tiempo era opositora, Carlos Sáenz y yo. Hicimos una lira o un
corazón de claveles rojos –no preciso bien– que decía “UNAN-Managua”.

Entonces fuimos en el desfile, todos bien portaditos, lo sentimos por el


maestro Darío, no era fingido; pero por supuesto, detrás de la canasta iba la
mantita, y ya cuando estábamos como a cincuenta metros del monumento
a Rubén Darío, sacamos la manta.

No me acuerdo si estaba Somoza, pero sí estaba el Ministro de Educación y


todas las personalidades de la cultura que habían sido invitadas. Entonces
ese fue otra notición. Pusimos las flores, abrimos la manta, dejamos la
manta allí en el monumento de Darío, y salimos en carrera, ya íbamos
sabidos de que debíamos salir en carrera.

Mónica: Para recordar la historia, cuando los hechos del 22 de enero de


1967, la oposición era encabezada por Fernando Agüero como candidato a
la presidencia y por Pedro Joaquín Chamorro, el principal propagandista de
esa candidatura. Organizaron una manifestación con la cual se pretendía
poner en jaque a la dictadura. Quisiera que Michelle aclarara su
participación en la marcha masacrada del 22 de enero de 1967. ¿Ibas en
esa manifestación del 22 de enero? Porque se difundió la especie de que
vos andabas armada y de francotiradora, ¿es verdad?

Michelle: Es cierto que andaba en esa manifestación. La leyenda es que yo


andaba empujando la silla del poeta Ciro Molina y que él llevaba una
ametralladora oculta en la silla, que yo la saqué, y que con ella maté al
primer guardia. Pero no es cierto. Es cierto que iba Ciro, es cierto que iba
yo. No es cierto que Ciro llevara ametralladora y tampoco que yo fuera
empujando su silla. Creo que los pueblos inventamos, necesitamos
leyendas, ¿verdad?, y sobre un hecho tejemos una serie de cosas y de
fantasías.

La verdad es que en un cierto momento un señor conservador llegó, y a la


mitad del recorrido de la manifestación, me dijo: –Hijita, córranse y llévense
a su gente, porque esto está vendido. También me dijo: –Es la primera vez

12
que ustedes van a la cabeza de la manifestación. Nunca este movimiento
ha permitido que los estudiantes vayan a la cabeza, siempre han tratado de
opacarlos, y ahora van a la cabeza, ponete a pensar porqué será. No lo
recuerdo porque ya me está fallando la memoria, pero es un hombre a
quien también quisiera darle un abrazo de agradecimiento.

Yo voy en la manifestación con eso en la cabeza, lo voy hablando con


algunos compañeros, y cuando llegamos donde ahora es la Asamblea
Nacional, llegó Luis Rocha con la misma información, y dijo: –Miren esto,
aquí hay una jugada muy fea, hay que llevarnos a toda la gente que nos
podamos llevar.

Y al pobre Ciro, la leyenda le salió muy cara. Fue perseguido y estuvo preso.

Oyente: Habla Edmundo Narváez Sánchez. Quiero saludar a Michelle Najlis


y recordarle cuando en el año 1963 ella llegaba con Silvio Mayorga allá por
donde era el cine Managua media cuadra al lago.

Michelle: ¡Efectivamente, verdad! Cuando teníamos toda la ilusión de que


íbamos a construir el reino de los cielos, que íbamos a inventar un país.
Muchas gracias por tu llamada Edmundo, efectivamente son tiempos que
recordamos con amor se nos encoge el corazoncito, ¿verdad? Gracias por tu
afecto y por tu llamada.

Oyente: Buenos días, Mónica, buenos días Michelle, habla Ezequiel Orozco.
Recuerdo cuando leíste allá en el Auditorio 12 de la UNAN aquel poemario
Como los Santos, de Leonel Rugama, con tu voz y tu forma tan peculiar y
tan rica de leerlo. He sido un enamoradísimo de los poemas de Leonel; pero
en tu voz, esa vez cuando los leíste, salía una dulzura y toda una belleza.
¿Lo recordás?

Michelle: Sí, me acuerdo bien, y es un poema que siempre me conmueve,


y creo que nos da la pauta, hay que insistir en querer vivir como los santos.

Mónica: Quisiera hablar con ambas, que han tenido varios matrimonios,
del tema de los hijos y de la familia. En el caso de Vidaluz, yo hablaba de
cómo su compromiso le había significado arrancarse trozos de su misma
vida. El caso de su padre, unos dirían ajusticiado, otros dirían asesinado,
por los guerrilleros guatemaltecos, es decir, parte de la gente con la que
ella estaba luchando. Después del triunfo de la Revolución, te tenés que
separar de tu esposo, porque tu esposo se vuelve contrarrevolucionario y
vos decidís y optás por quedarte con la Revolución, con sus imperfecciones,
porque también es tuya; entonces se parte tu familia, se te van unos hijos y
se quedan otros. Eso debe ser una cosa espantosa.

13
Cuéntenme de su relación como mujeres con estos hijos. Quiero que
hablemos ahora un poco sobre cómo están viendo la vida como
revolucionarias, como mujeres, como madres.

Michelle: Ah, yo encantada, el problema es que podemos hablar aquí hasta


las cinco de la tarde y todavía nos quedamos cortas, porque aquí estamos
tres tías zorras fascinadas con nuestros zorritos. Yo quiero decir brevemente
que mis hijos son la gran felicidad de mi vida. Es donde yo me siento
realizada. Tengo tres hijos: Túpac, Ximena y Camilo.

Oyente: Habla Mayra Vega. Estoy gozando escuchándolas a las tres,


porque esas dos chavalas que tenés allí son mis amigas de Colegio, tanto
Vidaluz como Michelle. Soy de las muchachas de La Asunción, de las
influenciadas por Madre Mireille. Quiero darles un saludo a las muchachas,
siempre les voy a decir las muchachas, como mi abuelita que, cuando
llegaban a jugar canasta las señoras de setenta años, decía: –Pongan la
mesa para las muchachas.

Me acuerdo que en el caso de Vidaluz, éramos compañeras de bus. Cuando


pasábamos buscándolas por su casa a ella y a sus hermanas, Vidaluz me
enseñaba los poemas que escribía; era chavala, tenía como catorce o
quince años, y yo maravillada, no podía creer que aquellas cosas tan lindas
pudieran salir de aquella muchacha tan jovencita, porque parecía como que
fuesen de una mujer que tuviera una intensa vida espiritual, y de hecho la
tenía, para haberlos escrito así.

Michelle, ¿por qué no te contás la anécdota aquella de la toma de la


Escuela de Periodismo por un grupo de mujeres, te acordás? Nunca he
escuchado que se hable de esa acción. Fue para una Convención de los
liberales, donde se iba a escoger de nuevo a Somoza como candidato. Fue
una acción muy linda de las mujeres.

Michelle: Era, como dice Mayra, para la Convención del Partido Liberal,
cuando se escoge entre comillas o sin comillas –como queramos– a Somoza
como “candidato”, y entonces habíamos decidido un grupo de mujeres
hacer una manifestación de mujeres enlutadas y fíjate que allí hubo otro
caso interesante.

Un somocista me llegó a buscar y me dijo: –Mirá, hay orden de matar en


esa manifestación. No te digo que no la hagan, que no protesten, pero no
quiero que las maten. Y nos consiguió la llave de la Escuela de Periodismo y
nos dio la ruta. Nos dijo: –La caravana de Somoza va a pasar por tales y
tales lugares y en esa ruta queda la Escuela de Periodismo, métanse allí.

Por supuesto, yo dudé de lo que el hombre me estaba diciendo, no había


ninguna razón para creerlo, y le pregunté: – ¿Por qué me decís esto? Y me

14
dice: –Porque cuando me muera quiero que quede alguien que les diga a
mis hijos que alguna vez no fui tan hijo de p… como he sido el resto de mi
vida.

Nos dio la llave de la Escuela de Periodismo, y nos metimos, y allí estuvimos


en huelga de hambre. Doña Angélica Balladares, quien vivía pegado a la
Escuela, a través de un huequito que había en la separación de la pared,
nos pasaba lo necesario: medicinas, ropa, y recibíamos todo el apoyo de la
gente.

Te digo que son cosas que te dan idea de la calidad humana que puede
subsistir, por mucha corrupción que haya en una persona.

Vidaluz: A veces no, a veces eso queda aplastado.

Oyente: Sólo quiero recordarle cuando fuimos a la misa de San Antonio, de


Julio Oscar Romero, un muchacho que lo mataron allá por el Cine Victoria.
Estábamos en la misa y nosotros salimos porque la Guardia nos llegó a
sacar, y salimos en carrera a refugiarnos allá donde una familia Gómez,
frente a donde fue el Hospital. Usted y otro más se fueron hasta el fondo, y
nos refugiamos debajo de las camas, ¿no se acuerda de eso?

Michelle: Sí, sí me acuerdo, efectivamente, y además creo que es muy


importante conservar la memoria de todas estas cosas, no sólo para mirar
atrás, para mirar el pasado. Un pueblo que conserva la memoria, es capaz
de vivir su presente y mirar hacia el futuro. Y ahorita, una de las cosas que
quieren, es que nuestro pueblo pierda la memoria de su historia, y cosas
como las que han relatado los compañeros que han llamado, Edmundo,
Ezequiel, Mayra, y el compañero que habló de último, hay que rescatarlas,
hay que grabarlas en la memoria para que sepamos que tenemos historia y
que tenemos futuro.

Mónica: ¿Lograste decirle a los hijos del agente somocista que te dio esa
información, que su padre no era tan malo?

Michelle: No, no, le he perdido la pista completamente, no tengo idea,


pero me gustaría decirle a sus hijos que no siempre fue tan hijo de p…, que
hubo un momento de nobleza en su vida.

Vidaluz: Volviendo a tu pregunta de los hijos, en el caso mío, tengo cuatro


hijos y ocho nietos. Tengo dos mujeres y dos varones. Felizmente el amor
estuvo por sobre todo, entonces hemos tenido una vivencia muy rica. Las
separaciones han sido como nubes que fueron superadas. Nos queremos
muchísimo.

15
Las dos hijas mujeres viven en Nicaragua: Vidaluz, que siempre estuvo
conmigo, y Carla, la mayor, que es una chavala con el mérito de que se fue
muy jovencita, y sufrió la ruptura, el divorcio, la separación entre su papá y
yo. La Revolución era otro factor de conflicto en mi pareja.

Mónica: Durante la Revolución, Michelle fue irredenta, varias veces fue


expulsada del Frente porque decía lo que pensaba, porque expresaba sus
puntos de vista diferentes. Michelle ha criticado duramente el machismo
existente dentro de la militancia, dentro de las filas del Frente Sandinista,
así como la falta de debate ideológico.

Podríamos pasar horas hablando de esto, de cómo nos descubrimos como


mujeres con derechos y cómo esa lucha por las mujeres se convierte en
parte fundamental de nuestro compromiso revolucionario, permanente, con
la gente. Al respecto Michelle dice: “Los machos, no los hombres, son seres
de cabello corto y de ideas ídem”.

Michelle: Esa es una paráfrasis de un texto de Oppenheimer que dice que


las mujeres somos seres de cabellos largos e ideas cortas; entonces yo le di
vuelta y hago la diferencia entre machos y hombres. Mientras los machos
son seres de cabellos cortos e ideas igualmente cortas; los hombres son
seres encantadores, maravillosos, nos gustan, los queremos, pero los
machos se pierden a sí mismos. Para empezar pierden su masculinidad.

Sentirte mujer y sentirte defensora de sus derechos es algo que ha sido


característica de nuestra generación. Somos una generación de transición,
salimos de un mundo tremendamente patriarcal y estamos inventando un
modelo de feminidad, gente como vos, como la Doris Tijerino o como la
Rosario Aguilar.

Mónica: Michelle, ¿ya no estás dando clases en la Universidad?

Michelle: Ya no. Tengo un programa en Radio Universidad desde hace ya


casi cinco años. Es un programa en que hacemos comentarios bíblicos. Mi
redescubrimiento del cristianismo ha sido la gran felicidad mía en estos
últimos años.

Mónica: Para mí ha sido sorprendente porque vos no tenés la historia, la


trayectoria religiosa que tenía Vidaluz.

Michelle: Pues fijate, a mí me marcó muy profundamente la vivencia


religiosa en el Colegio de La Asunción, y mi ruptura con el cristianismo fue
muy dolorosa, porque se dio en la adolescencia, ya que en el cristianismo
de ese tiempo no encontraba las respuestas a las preguntas que me hacía,
incluso era mal visto hacerse las preguntas y a eso se debe que yo me
alejé.

16
Cuando regreso, descubro en el cristianismo una propuesta de utopía, una
propuesta de sociedad mucho más radical que la que habíamos intentado
incluso durante la Revolución Sandinista, con principios de fraternidad, de
igualdad, de asumir cada quien su libertad de manera responsable, de tal
forma que el líder fuera aquel que sirve a los demás, y que eso no fueran
palabras, sino que fuera cierto.

Entonces descubro una cosa que me deja maravillada, deslumbrada, que


me refuerza mi combatividad, que me hace muy feliz y que me da la
capacidad de seguir aportando a la utopía de mi país, a la que yo no
renuncio.

Ahora soy estudiante de Teología y estoy feliz estudiando en el Seminario


Bautista. Es el único lugar en este país donde una mujer puede estudiar
Teología. Y debo decir que estoy muy agradecida, tanto con los profesores,
como con mis compañeros y compañeras de clases, en quienes he
encontrado una cosa preciosa, muy linda y de mucha exigencia, nos tienen
con la lengua de fuera. Estudiamos griego, hebreo, cualquier cantidad de
cosas, y todos nos aprietan el pescuezo.

Mónica: Se quiere un espíritu muy especial, a la edad de ustedes, a


nuestra edad, ¿verdad? Yo también sigo estudiando, creo que siempre voy a
seguir estudiando. Emprender el estudio cuando uno ya pasó cierta edad,
permite darnos cuenta de que realmente nunca es tarde para comenzar
algo que uno quiere.

Michelle: Así es. Yo hasta me compré mi mochila y voy de mochila al


Seminario y me siento feliz.

12 de mayo del 2001

Notas

17
1 Después de la entrevista, también ha publicado Todo es igual y distinto (2004) y la selección
de poemas Sonreír cuando los ojos están serios (2006).

2 El Padre Amado López, SJ. Fue asesinado en El Salvador en la masacre a los sacerdotes
jesuitas junto a Ignacio Ellacuría SJ., Ignacio Martín-Baró SJ., Segundo Montes, Juan Ramón
Moreno SJ., Joaquín López y López SJ. y de Elba Julia Ramos y Celina Mariset Ramos, el 16 de
noviembre de 1989.

3 Hay que recordar que ese atentado se produjo después de los bombardeos genocidas de
Somoza a Estelí y otras ciudades, en septiembre de 1978.

4 En conversación posterior, Michelle precisó que en esa reunión estuvo con Carlos Fonseca y
Víctor Tirado López.

5 “El Chelito”, Francisco Moreno, cayó en agosto de 1967 en Pancasán.


Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
III

El contingente revolucionario que soñó Fonseca


La guitarra también dispara
Luis Enrique Mejía Godoy

Luis Enrique Mejía Godoy nace el 19 de febrero de 1945 en


Somoto, hijo de Carlos Mejía Fajardo y María Elsa Godoy. Estudia
Primaria y Secundaria interno en colegios religiosos. En 1967
viaja a Costa Rica. Siendo estudiante de Medicina en la
Universidad de Costa Rica (UCR), compone sus primeras
canciones como cantautor.
Se incorpora como militante al Partido Vanguardia Popular (PVP)
y finalmente abandona sus estudios para dedicarse plenamente
a la música. Ahí realiza sus primeros discos y giras
internacionales, relacionándose con el Movimiento de la Nueva
Canción Latinoamericana.
Entre 1971 y 1974 viaja frecuentemente a Nicaragua, y participa
como trovador en diversas actividades políticas con el Grupo
Gradas. En 1975 funda, con otros artistas, el Movimiento de la
Nueva Canción Costarricense. Sostiene sus vínculos con el país
aportando en distintas actividades de solidaridad.
Retorna definitivamente a Nicaragua en 1979, es parte del
Ministerio de la Cultura e integra el Grupo Mancotal. En 1992
funda con otros artistas la Asociación de Cantautores
Nicaragüenses (ASCAN). Premiado nacional e internacionalmente
por su obra musical, crea junto a su familia, la Fundación Mejía
Godoy. Hasta hoy, su obra sigue creciendo.

En algún momento, Luis Enrique nos dijo: “Las canciones son para reafirmar
nuestra historia”. Sin espacio a dudas, la amplia obra artística de los Mejía
Godoy no es sólo la concreción musical de la historia de lucha
revolucionaria sandinista en Nicaragua, sino que es además expresión de la
vida misma de sus progenitores, composición humana vivida con profundo
compromiso político. Poniendo su cuerpo, cuerdas vocales, arte, picardía y
filosofía al servicio de la emancipación, desbordaron de esperanza y alegría
infinitos encuentros populares, infundiendo el arte en las venas de la
Revolución.

Luis Enrique, hijo de una familia llena de artistas, en Somoto, un pequeño y


empobrecido pueblito al norte del país, fue creciendo en distintas ciudades
de Nicaragua. Vive doce años en Costa Rica. Retorna a su tierra natal
después del triunfo de la Revolución, para luego recorrer el país y varios
continentes con su canto comprometido, afirmando siempre su identidad

1
nicarafricanica.

Como dijo uno de los oyentes, nunca ha habido una Revolución sin un
fenómeno musical, sin un fenómeno de música de protesta. Este baluarte
de la música nacional y de la Revolución Sandinista, con más de doscientas
canciones y dieciocho discos, nos acompañó en dos programas radiales,
compartiendo anécdotas, canciones y reflexiones. Al despedirse, con un
guiño de ojos, nos dejó la siguiente advertencia: “Las canciones no son sólo
para la nostalgia, sino para resembrar”. Las plazas, parques y ciudades
siguen reclamando el concurso permanente de su legado artístico, que es
hijo de su esfuerzo y de la historia revolucionaria latinoamericana.

Mónica: Le trajimos un regalito a la audiencia: con ustedes, Luis Enrique


Mejía.

Luis Enrique: Realmente el regalo no soy yo, porque más bien el regalo lo
recibo yo, el privilegio, la alegría, el honor de poder estar aquí. Quiero
felicitarte y felicitarnos como pueblo, como nicaragüenses, por este grupo
de personas que se han empeñado en hacer este programa.

Desgraciadamente no he traído mi guitarra, pero está mi corazón, mis ideas


y mis principios. Quizás lo más importante de mi obra musical es que está
dichosamente enraizada en los más profundos y legítimos sentimientos de
nuestro pueblo, nuestra patria.

Mónica: Bienvenido, Luis. ¿Vos te criaste en Somoto?

Luis Enrique: Hasta, más o menos, los ocho años. Nací en un pequeñísimo
pueblo del cual estoy orgulloso, uno de los más pobres de Nicaragua,
Somoto, departamento de Madriz. Vengo de una familia de músicos
populares. Mi padre era carpintero, mi madre era artesana del pan y
también mataba chanchos los fines de semana. Nacimos en el seno de una
familia con mucho amor al trabajo, a la dignidad y la honradez de trabajar,
prácticamente sin ningún involucramiento en la política.

Ese pueblo nos vio nacer con muchas inquietudes que traíamos en la
sangre, como digo yo, traemos un relincho en la sangre, en donde la
música, el arte, la cultura, la comunicación, la palabra, la poesía, la
artesanía, los valores auténticos de nuestra cultura y nuestra identidad,
estaban en primer lugar.

Mónica: ¿Cuántos hermanos y hermanas son?

Luis Enrique: Las tres Marías: María de los Ángeles, María Lucila y María
Concepción “Conchita” y los cuatro hermanos: Carlos, Chico Luis, Armando
y yo.

2
Mónica: A tu hermana, Lucy, la conocí en León cuando estudiaba en La
Pureza, estaba interna y era destacadísima en el piano.

Luis Enrique: Las tres Marías y los cuatro sobrinos de Monseñor, nos
venimos a vivir con mi tío Monseñor Luis Enrique Mejía y Fajardo a la
Catedral de Managua. Toda la gente del norte que quería estudiar
secundaria, que tenía posibilidades, tenía que mandar a sus hijos fuera,
porque no existía la secundaria en Somoto ni en Estelí.

Nos mandaron a estudiar con mi tío y nos metimos en el Calasanz de


Managua, y después nos mandaron al Calasanz de León, internos, que era
cuando mis hermanas estaban en La Pureza de María, donde vos conociste
a Lucy. Mis hermanas tocan piano, guitarra y mandolina.

Mónica: ¿De dónde les viene a los Mejía Godoy la vocación musical?

Luis Enrique: De la familia, desde mis bisabuelos. Mi papá tocaba flauta,


guitarra, serrucho, era constructor de marimbas; mi abuelo Francisco era
flautista y mi bisabuelo, que fue cura, el padre Pineda, era músico. Mis tíos,
Monseñor Mejía y Fajardo era músico y Edmundo, el irredento hombre
orquesta. La familia está llena, por otro lado, de parte de las Armijos. Los
pianos que había en la Calle Real eran de mis tías. Por todo eso nosotros
somos tan religiosos y tan irreverente al mismo tiempo.

Mónica: ¿Qué factores contribuyen a formar tu conciencia revolucionaria?

Luis Enrique: Desde muy joven tuve sensibilidad por los problemas
sociales y las causas justas, pero no sabía cómo canalizar mi rebeldía.
Contra la guerra en Vietnam, por ejemplo, contra la sociedad de consumo y
las marcadas diferencias sociales, la pobreza y la marginación, y por
supuesto, contra la falta de libertad y los desmanes de la dictadura
somocista.

De tal manera que fue hasta que me fui a estudiar Medicina a la UCR,
donde pude leer con libertad los libros que en Nicaragua eran prohibidos, y
me inserté en la realidad política de este hermano país, sobre todo, cuando
decidí ser cantautor.

Tenía veinticuatro años cuando leí El Diario del Che y el libro de Gregorio
Selser sobre el General Sandino. La lectura de la poesía de Neruda –y su
militancia política como poeta e intelectual–, los libros de Carlos Luis Fallas,
de Costa Rica, de Ernesto Cardenal, y los primeros cuentos de Sergio
Ramírez, me ayudaron a entender mi compromiso como artista. Trabajaba
vendiendo equipos de sonido para poder cantar mis primeras canciones
sociales.

3
Mónica: ¿Qué experiencias te marcaron?

Luis Enrique: El 24 de abril de 1970, el mismo año en que grabé mis


primeras canciones Hilachas de Sol, Primero de Enero y Abajo1,
solidarizándome con los pobres del mundo, contra el latifundismo, los
terratenientes, las compañías bananeras y mineras explotadoras en
América Latina, se organizó una importante manifestación encabezada por
jóvenes universitarios de la UCR contra la compañía norteamericana ALCOA
(Aluminium Company of America).

Esto me abrió más los ojos. En un país como Costa Rica, donde
supuestamente el pueblo era pasivo, encontré un terreno fértil para
sumarme a una lucha, desde mi oficio de trovador, y optar por ser un
militante de izquierda y aspirar a ser un revolucionario; todavía no tenía
ningún contacto formal con la izquierda costarricense y mucho menos con
el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

La manifestación contra la ALCOA fue reprimida con gases lacrimógenos, y


me recordó la masacre de los estudiantes en León en 1959. Los gases me
provocaron una alergia terrible y en el alboroto de los estudiantes
perseguidos, conocí a los compañeros que posteriormente me invitarían a
militar en la Juventud Vanguardista Costarricense. En esos años tuve
conciencia de la lucha, sobre todo en América del Sur, contra las dictaduras
militares, y por supuesto, del proceso revolucionario en Cuba, que marcó a
mi generación.

Mónica: Todas esas canciones de 1970 siguen siendo vigentes. Cuando vos
oís Hilachas de Sol, hablás de la tierra labrada mal repartida y sigue
existiendo este problema de campesinos sin tierra. Y en Primero de Enero,
dice: “El patrón va entrando a misa disfrazado de cordero, se da golpes en
el pecho, pero es duro ese cuero”...

Luis Enrique: Andá a verlos mañana, te metés a la misa de diez y vas a


verlos. Yo quiero decir no solamente el problema de la tierra, el problema de
la propiedad, el problema de la corrupción, el problema de la insensibilidad;
lo que quiero decir con esto es que quiero seguir luchando contra todos
esos males.

Mónica: ¿Habías tenido alguna experiencia militante antes de eso?

Luis Enrique: En 1961, siendo estudiante interno del Colegio La Salle, de


Diriamba, fui testigo del alzamiento armado en Jinotepe y Diriamba de un
grupo de jóvenes enemigos de la dictadura, encabezados por Herty Lewites
y Fernando “El Negro” Chamorro. Por una circunstancia muy especial,
participé como curioso en la manifestación del 22 de enero de 1967; vi la

4
represión de la Guardia Nacional contra los manifestantes, y también pude
ver el papel de los políticos tradicionales y uno de los primeros pactos de la
oposición con los Somoza.

Ese año me fui a Costa Rica y, al poco tiempo, Humberto Ortega y un grupo
de revolucionarios realizaron la acción armada para liberar a Carlos Fonseca
Amador de la cárcel de Heredia. Muchos años después, yo haría un
concierto especial en esa penitenciaría.

Viví doce años en Costa Rica, ahí escribí gran parte de mis canciones y ahí
adquirí conciencia. Conocí mi compromiso político primero en Costa Rica,
cuando me reclutaron para el Partido Vanguardia Popular, que era el Partido
Comunista.

Mónica: ¿Entonces conocés a Sandino en Costa Rica?

Luis Enrique: El primer libro de Sandino lo leí en 1971, gracias al


Comandante Leonel Cabezas, allá en Costa Rica, un sandinista que sufrió,
quedó parapléjico por un balazo que le dieron en uno de los tantos
alzamientos. Yo le agradezco mucho a él que me regaló su libro. Todavía lo
tengo. A partir de eso comencé a hacer unas canciones y a conocer la
historia que me habían negado.

Mónica: ¿Ahí escribís la canción Compañero César?

Luis Enrique: Esta canción la escribí en 1971, en Costa Rica, y por


equivocación le puse “César”, porque realmente Sandino se llama “Augusto
C.” por Calderón, que es el apellido de Margarita, su madre. Augusto
Calderón Sandino, eso lo descubrí hasta en 1979, gracias a Julio Valle y su
Ronda Tribal para el Nacimiento de Sandino, que es un hermosísimo poema.
Me equivoqué en la información, pero no en la inspiración.

Mónica: Don Armando Amador se molesta que le digan “César”, porque es


“Augusto C.” de Calderón.

Luis Enrique: Sí, pero desgraciadamente aparecía así hasta en los libros.
Compañero César es la primera canción que compongo dedicada al General
Sandino.

Mónica: Hubiera sido difícil decir “Compañero Augusto” en la canción.

Luis Enrique: Sí, yo me hubiera tenido que plantear la canción de otra


manera. Lo que yo destaco en esa canción es lo que dice de la historia de
Sandino: hasta los elementos se pusieron de acuerdo con el guerrillero, la
luna lo acompañaba y cuando quería plantar una emboscada, se escondía
la luna; los ríos cambiaban su rumbo y entonces los gringos, la

5
Constabularia2, los campesinos reclutados por los invasores, que era la
Guardia de aquel tiempo, perdían la pista del guerrillero. Es un homenaje a
Sandino en donde la luna, el río, la noche, las estrellas le dicen, yo también
estoy con vos, también estoy en la lucha.

Mónica: “Compañero César, hermano Umanzor, Pedro Altamirano dale mi


recado a todo el batallón. Compañero César, yo me voy con vos. Yo tengo
una hermana, Luna Segoviana que te protegió. Y El Chipote es tío, pariente
del río, que es hijo de yo”, dice la canción. Te cuento que con esa canción se
reafirmó mi decisión de ponerle a un hijo mío el nombre de Umanzor. No le
puse segundo nombre para que me le dijeran nada más Umanzor.

Luis Enrique: Que es un apellido muy norteño por cierto. Umanzor de


Somoto y Ocotal, aunque en realidad son apellidos hondureños. Nosotros
también somos de apellidos centroamericanos: mi bisabuela vino de
Yuscarán3; mi bisabuelo, Gabriel Godoy, era hermano del papá de Virgilio
Godoy, o sea que mi mamá es prima hermana con Virgilio Godoy. Ellos son
de El Salvador, del jalvador, más bien.

Mónica: ¿Y las otras canciones para Sandino?

Luis Enrique: Allá va el General, nació en 1974, habla de otro aspecto de


la vida de Sandino, que es cuando él se fue acompañado de su Estado
Mayor a San Rafael del Norte, obligado por el frío, porque era un ser
humano Sandino, también tenía frío, no podemos ponerlo como un Dios,
como una cosa inalcanzable, al contrario, Sandino es el más alcanzable de
los nicaragüenses, y el más nicaragüense de todos nosotros.

En Eran 30 con él, que nació en 1976, participaron otros artistas


costarricenses y latinoamericanos, desde el punto de vista de la grabación,
y mi hermano Carlos, que es el que toca la marimba. Esta canción aparece
en el penúltimo disco que hice en Costa Rica, que se llama Amando en
tiempos de guerra, que precisamente lo hice a finales de 1978, casi como
una premonición del derrocamiento de la dictadura y el triunfo de la
Revolución Sandinista. Esas constituyen el tríptico de Sandino que yo
escribí, sin proponerme que fuera un tríptico, sino que la historia se me fue
desenguaracando del alma y de la conciencia. Estas canciones las pudo
haber escrito cualquier otro nicaragüense, cualquier otro compositor, y me
tocó a mí la suerte, el privilegio y por supuesto que lo hice con un gran
amor a mi país, y una admiración increíble por el General Sandino.

Pero no solamente son las tres únicas canciones para Sandino. En


canciones, como por ejemplo, Yo soy de un pueblo sencillo, menciono al
General Sandino. En Una carta de amor a Blanquita, es una carta de amor
que el General Sandino le escribió a Blanquita, su mujer. Es interesante y
sorprendente cómo el pensamiento de Sandino sigue vigente, y también es

6
sorprendente cómo algunos quieren anularlo. Hay personas interesadas en
hacer creer, y casi siempre pasa con los muertos, que Sandino fue un
aventurero. Y no hablan del Sandino revolucionario, en el verdadero sentido
de la palabra, el Sandino responsable de sus actitudes y palabras, su
consecuencia, y tratan de ponerlo como un loquito esotérico –con respeto
para la gente que cree en estas cosas–, como una especie de espiritista que
consultaba a los astrólogos para ver si debía hacer un ataque o no. Es cierto
que Sandino era un hombre pequeño de estatura física, pero su estatura
moral y política absolutamente nadie la puede rebajar.

Mónica: ¿Y la Venancia? Hay quienes han afirmado que esa canción es


para Benigna Mendiola, la esposa de Bernardino Díaz Ochoa, porque lo
mencionás en ella. “Eulalio” estuvo en nuestro programa, me lo traje desde
su comunidad, Uluse, y él contó sobre la campesina del Cuá que se llama
Venancia.

Luis Enrique: Sí, la María Venancia. Por cierto que la historia de las
Campesinas del Cuá es un hecho histórico que salió en el diario La Prensa y
que inspiró a dos poetas, Alejandro Dávila Bolaños y Ernesto Cardenal, a
escribir poemas sobre el tema. Después Carlos Mejía Godoy, mi hermano,
se inspiró en los dos poemas para escribir Las Campesinas del Cuá. Un
joven escucha la canción y a lo mejor se le puede ocurrir que eso no pasó
en Nicaragua, pues ¡sí pasó!, y podría volver a pasar si nos descuidamos.
Esta es una canción increíblemente histórica, testimonial.

Sobre la Venancia, resulta que cuando yo vine en 1974, estuve haciendo


con Carlos un montón de actividades en colegios, universidades, barrios e
iglesias con el movimiento cristiano popular.

Mónica: Yo los recuerdo en el atrio del Laborío, con el Grupo Gradas.

Luis Enrique: Sí, en los años 1971 a 1974 viajé a Nicaragua y me encontré
con mi hermano para sumarnos a las actividades del Grupo Gradas, en
solidaridad con los presos políticos. Anduvimos en Granada y Masaya con
David Mcfields y Rosario Murillo, con El Chele Gámez, y un montón de
gente. Había otros muchachos que empezaban a aprender a tocar guitarra
y se sumaban. Eran momentos difíciles y hermosos, la Guardia llegaba a
desbaratar las actividades.

Mónica: Habíamos muchos jóvenes que nos expresábamos también por el


canto, rasgando las guitarras en las fogatas que hacíamos en los barrios.
Recuerdo que con otras compañeras hicimos un grupo que se llamaba
Camilo Torres. Cantábamos en los atrios de las iglesias y una vez me
capturaron en la Iglesia Guadalupe, nos llevaron en la zaranda 4 con Lourdes
Jirón y nos tuvieron presas varias horas en el tenebroso Comando de León.

7
Luis Enrique: Sí, mucha gente se sumaba a estas actividades
espontáneamente, a cantar sus poemas, canciones, a decir sus testimonios,
eso fue muy importante.

Bueno, en una de esas había una huelga en un plantel del gremio de la


Construcción y me fui con Carlos. Estando ahí, me dijo: –Esa mujer que está
ahí es la Amada Pineda, y me contó la historia; me impactó su presencia, y
con esa historia es que yo hice la Venancia. Esa mujer que maltratan,
torturan, que la joden, es la Amada Pineda de Aráuz, y yo supongo que
tiene una hija que se llama Venancia. Esa es mi ficción, vamos a decir entre
comillas, porque muchas de estas cosas están lógicamente amamantadas
de la realidad. Lo que nosotros hacemos es arte, por muy testimonio que
sea, por muy inspirado en la realidad que sea, es una obra artística; aunque
sea un retrato perfecto y calcado de la realidad, es una obra, es parte
subjetiva de mi corazón y mi conciencia.

Oyente: Quería decirle a Luis que su música, la de su hermano y la de


muchos cantores revolucionarios fue y es de gran importancia. Me acuerdo
que en los años setenta yo estaba pequeño, pero conocí a Sandino con la
música que se cantaba cuando los estudiantes se tomaban las escuelas
para hacer huelgas. Ahí conocí a Sandino, en la música. Cuando no hay
escritos, libros, la música revolucionaria, la música de protesta nos llega al
corazón, y por eso considero que siempre que la música esté comprometida
con las causas verdaderas, es una música que va a durar siempre, es como
gasolina para seguir adelante.

Oyente: Yo digo lo mismo. Los Mejía Godoy nos enseñaron a conocer a


Sandino a través de su música. Porque realmente acuérdese que aquí, en
los años setenta, no había ningún tipo de texto, ningún tipo de folleto, nada
que se pudiera leer a nivel popular; y ellos, a través de aquel famoso
programa que tenía Carlos Mejía, que se llamaba El Son Nuestro, nos
enseñó mucho de Sandino.

Y después nos integramos muchos a aquellos talleres de cultura popular,


que fue el semillero de muchos combatientes, y luego en la insurrección,
pues desgraciadamente cayeron muchos, pero todavía existimos algunos. Y
recordamos con agrado que conocimos a Sandino a través de los Mejía
Godoy, y que ellos nos integraron, pues, realmente, a la lucha.

Luis Enrique: Gracias. Yo siempre trato de profundizar un poquito en esta


cosa, porque yo nací a la música no por la Revolución, sino que llegué a la
Revolución por la música. Es realmente interesante cómo algunos de
ustedes conocieron a Sandino a través de las canciones nuestras,
refiriéndome a todo el movimiento de la canción nicaragüense.

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Es importante decir que Flor de Pino es una melodía anónima recopilada por
Los Bisturices Armónicos en la Comarca de Tomatoya, de Los Soñadores de
Saraguasca, en Jinotega. Carlos le puso letra y en esa letra menciona la flor
de pino que Sandino le regaló a Blanquita. Esa era una manera muy sutil de
hablar de Sandino. Cuando Carlos hace la María de los Guardias, dice:
“...contra un hombre arrecho llamado Sandino...”. Todas estas formas
sutiles fueron una forma de ir intentando despertar en la conciencia del
pueblo nicaragüense la historia del General de Hombres Libres.

Mónica: ¿Dirías que la familia les inculcó una gran sensibilidad social?

Luis Enrique: Venimos de una familia de músicos populares, desde ahí mis
padres nos prepararon para que nosotros fuéramos lo suficientemente
sensibles a los problemas sociales. Desde que yo tengo uso de razón, yo
agarro una guitarra y empiezo a cantar las canciones campesinas, los
tangos de Gardel, las canciones de Guti Cárdenas y Camilo Zapata. Me doy
cuenta que soy sensible, pero descubro en el camino que hay muchas cosas
que todavía no se dicen, ni se pueden decir.

En ese marco histórico es cuando escribo Hilachas de Sol y Primero de


Enero. Yo me preguntaba, ¿y a dónde voy a cantar estas canciones? No
puedo ir a la televisión, no puedo grabar mis discos; porque además soy
una especie de loco que canta en las calles, kioscos, camiones, barrios
populares.

Esto es un poquito antes del terremoto, en 1970 a 1974. Las cosas me


hacen irme acercando a un gran repertorio de cantores y música
latinoamericana que desconocía. Entonces me doy cuenta que no estoy
solo, que existe Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Horacio Guarní, Daniel
Viglietti, Alí Primera, Amparo Ochoa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés,
inclusive gente como Joan Manuel Serrat, que contribuyeron a que nosotros
no estuviéramos huérfanos.

Entonces dijimos, bueno, no solamente no somos locos, sino que hay un


norte que es reafirmar en la música tu propia identidad, y por lo tanto tu
propia realidad; y la realidad en aquellos tiempos era una que se llamaba
dictadura somocista y lucha revolucionaria. Esto me hace recordar el día
que conocí a Gaspar García Laviana en la Universidad Nacional de Heredia;
él me dijo: –Luis Enrique, nunca soltés la guitarra, porque también dispara.

Mónica: Nos mandaron un mensajito pidiendo la canción El Cenzontle


pregunta por Arlen, que es de Carlos Mejía.

Luis Enrique: Sí, bellísima canción que Carlos escribió para la chinita Arlen
Siú. Te cuento que nosotros tuvimos el honor de compartir con ella,
cantando juntos.

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Me acuerdo que fue el 27 de diciembre de 1974, justo en el momento en
que el Frente Sandinista estaba haciendo el operativo Diciembre Victorioso,
ese mismo día, a esa misma hora, nosotros estamos cantando con Carlos,
los hermanos Duarte, el Indio Pan de Rosa y Arlen Siú, en una actividad por
los reos políticos en el teatro de San Marcos, Carazo. ¿Te imaginás? ¡Hasta
me pongo erizo!

Cuando veníamos de regreso, la Guardia nos registró, no nos reconoció en


aquella penumbra de Las Cuatro Esquinas, y dijimos con Carlos ¡algo está
pasando!, y las radios mudas, pura música. Eso nos hizo sospechar que
había algo grande, hasta que llegamos a Managua y nos dimos cuenta.

Mónica: La Chinita cae ocho meses después en El Sauce, en agosto de


1975. ¿Cuándo empezás a cantar sobre la lucha armada?

Luis Enrique: La Herencia es la primera canción en que hablo


indirectamente de la guerrilla. Nunca lo había hecho antes, porque ni
siquiera conocía a nadie del Frente Sandinista; sí conocía a muchos
nicaragüenses que vivían en Costa Rica, pero no eran miembros ni
militantes del Frente; mucho menos conocía a ningún guerrillero. En esta
canción yo digo que veo que está bajando de los cerros la respuesta
revolucionaria frente a la dictadura.

Me da nostalgia esa canción, a veces me pregunto cómo hice esa canción


en ese momento; si volviera a nacer la haría igual, quizás trataría de
mejorarla, pero ¿qué fue lo que me motivó a hacerla? Yo no recuerdo todo,
pero ¡imaginate!, yo era un muchacho que tenía apenas veinticinco años,
estaba en Costa Rica, me sentía solo.

Mónica: Contanos de tu militancia con la izquierda en Costa Rica.

Luis Enrique: En 1971, después de participar en muchas actividades


sociales y políticas, invitado por estudiantes, dirigentes de barrios, y en
algunas actividades del Partido Socialista y el Partido Vanguardia Popular,
fui reclutado para militar en la Juventud Vanguardista Costarricense, donde
ya había un grupo de artistas participando activamente.

La Juventud y el Partido Vanguardia fueron mi primera experiencia política,


pertenecí a una célula de artistas y conformé la primera Comisión de
Cultura de la JVC. Participé activamente, cantando en marchas, huelgas de
obreros bananeros y cañeros, maestros y estudiantes, manifestaciones de
solidaridad y campañas políticas dentro del Movimiento del Pueblo Unido.

Escribí canciones para estas campañas y realicé los primeros viajes a


festivales de la canción política y Festivales de la Juventud y los Estudiantes

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en la RDA y Cuba. También me sumé a las actividades de solidaridad con
Chile, México, El Salvador, Panamá y Guatemala. Había conocido en la RDA
y Cuba a importantes grupos chilenos, argentinos, cubanos y uruguayos,
entre otros, que me ayudaron a entender más aún la importancia del canto
social, revolucionario y comprometido con las luchas revolucionarias.

Desde 1973 había pasado a trabajar como responsable del Departamento


de Cultura de Vida Estudiantil en la Universidad Nacional de Heredia. En
esta Universidad, la izquierda, a través de los estudiantes universitarios y
muchos profesores –exilados chilenos, uruguayos, brasileños,
guatemaltecos y argentinos–, tenía una gran influencia. Mi trabajo en la
Universidad fue importante para la solidaridad con Chile, Vietnam,
Nicaragua y Cuba; organicé conciertos, debates y fundé con otros artistas
costarricenses y chilenos el Movimiento de la Nueva Canción Costarricense.

Mónica: ¿Cuándo te involucrás por primera vez con el FSLN?

Luis Enrique: Como te decía, desarrollé mi compromiso político primero en


Costa Rica con el Partido Vanguardia Popular, que era el Partido Comunista
de Costa Rica. Primero me hice un comunista, y después un sandinista, y no
tuve que renunciar a mis ideas comunistas. Por el contrario, las ideas
comunistas a mí me plantearon militar en un partido como el Frente, pero
eso fue a mi regreso a Nicaragua.

En 1976 se empiezan a organizar actividades de solidaridad con Nicaragua


en Costa Rica y entonces me involucro en la actividad cultural y política a
favor del FSLN y la lucha de mi pueblo. En esos años tuve reuniones
clandestinas con varios compañeros nicaragüenses que intentaban
reclutarme para distintas tendencias del FSLN.

Tomé mayor conciencia de la lucha guerrillera y revolucionaria, y aunque


nunca milité ni quise integrarme a alguna tendencia del FSLN, asumí una
militancia, desde la JVC, con mi trabajo artístico y cultural para apoyar la
lucha del FSLN, especialmente entre 1976 y 1979. En algunos casos, junto a
mi hermano Carlos y Los Palacagüina, sobre todo a finales de 1978 y
comienzos de 1979, en la última gira de solidaridad por América Latina
antes del triunfo de la Insurrección Popular Sandinista, cuando escribíamos
las canciones de Guitarra Armada.

Me planteo la militancia a mi regreso y no soy sandinista militante de 1979,


sino como hasta en 1985. Es más, sin carné, porque nunca me lo dieron. Lo
importante es lo que uno lleva adentro y que las cosas no sean del labio
hacia fuera. Si uno no hace la revolución espiritualmente por dentro, ¿cómo
jodido va a cambiar el mundo, si uno no cambia por dentro?

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Mónica: Y a propósito de Costa Rica, la gente ha librado hermosas batallas
contra la privatización de los servicios públicos, contra los tratados de Libre
Comercio (ALCA) que son las nuevas formas de neocolonialismo. El
movimiento del pueblo tico ha sido de una gran fortaleza y de impacto en
Centroamérica.

Luis Enrique: Vos sabes que el otro día que se movilizó el pueblo, me daba
envidia, quería estar en Costa Rica cuando me dijeron. Te das cuenta que la
gente no está dormida, te das cuenta que todo sirve, te das cuenta que se
cosecha muchos años después de haberse sembrado las cosas.

Este fue un movimiento de las masas desde las bases, de la gente más
humilde, más sencilla, de las amas de casa. Claro, entonces yo digo, ¡valía
la pena! Porque guardo tanto respeto por Calufa Carlos Luis Fallas, por don
Manuel Mora Valverde, por tanta gente que yo quise, por tanta gente que
me abrió los ojos a mí también.

Mi vida en Costa Rica fue crucial, y guardo un profundo agradecimiento a la


gente común de Costa Rica, a los campesinos, gente que murió por
Nicaragua, gente que hizo solidaridad desde la frontera.
Por eso cuando el triunfo de la Revolución, no me vine inmediatamente,
sino que hice una gira por Costa Rica, y me vine hasta septiembre a
Nicaragua. Yo dije, me quedo porque voy a agradecerle a toda la gente;
porque yo viví en este país mucho tiempo y aquí adquirí conciencia de la
solidaridad. Aprendí a ser solidario y a exigir la solidaridad con Nicaragua,
gracias a la solidaridad con otros pueblos.

Oyente: En la presencia de este gran cantautor nicaragüense, quiero


reconocer el canto como una férrea arma de lucha contra la injusticia en
nuestro país, demostrada a través de la historia. No ha habido una
revolución sin un fenómeno musical, sin un fenómeno de música de
protesta. Así sucede en Chile, con Víctor Jara, y en cada uno de los países.
Lógicamente en Nicaragua había de surgir un Mejía Godoy, porque la
historia se manifiesta a través de sus necesidades. Este programa de hoy
tiene la característica de ser reflexivo en torno a un elemento que muchas
veces dejamos fuera: el arte.

Ustedes están apuntalando un hito histórico, porque ninguna revolución fue


tan prolífera en música testimonial como la nuestra. Están reafirmando que
el canto no es una mera distracción; el canto además es una reflexión
profundamente filosófica que tiene la virtud de llegar al espíritu, al
sentimiento y lógicamente impulsa a la acción.

No puede haber una Revolución sin canto y sin música, y eso


indudablemente está en las manos prodigiosas de nuestros cantautores.
Luego, detrás de ellos, hay una constelación de hombres y mujeres que

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hicieron de la Revolución un hermoso canto, que lamentablemente fue
traicionado por ambiciones personales, pero que en nada tocan la esencia
verdadera del sandinismo, que sigue viviendo en la preciosidad de la
música vernácula, de protesta, de la música testimonial.

Luis Enrique: Quiero hacer un reconocimiento a la memoria histórica. Para


hacer todo ese trabajo, entre 1979 y 1988, conformamos un colectivo de
trabajadores de la cultura, que se llamó Grupo Mancotal. Y se llama así en
homenaje al “Danto” Germán Pomares, a quien conocí en Cuba en 1978,
precisamente en la casa de la hija de Sandino, de Blanquita Segovia. Un
justo reconocimiento a los más de veinte músicos que pasaron en la historia
de Mancotal.

Mónica: ¿Mancotal era en honor al “Danto”?

Luis Enrique: A Pomares, porque él cayó en el Cerro Mancotal, en la toma


de Jinotega.

Mónica: Siguiendo la historia de las canciones, ¿quién es la Josefana?

Luis Enrique: Es una muchacha negra, personaje mío, inventada, pero es


posible que haya existido, que se decide ir a alfabetizar a su gente en la
Costa Atlántica.

Oyente: Soy de Granada. Queríamos saludar a Luis Enrique y decirle que


tenemos un programa en una Radio de Granada que se llama Rompiendo el
silencio, que es el título de la canción que hace Luis Enrique a las mujeres
víctimas de violencia. Nuestro programa va viento en popa y está dedicado
a ese tema y quisiera que lo pusieran.

Luis Enrique: Romper el Silencio es una canción que escribí entre junio y
noviembre de 1995, y que está dedicada a la lucha justa en contra de la
violencia hacia la mujer. Esta canción la hice para que la escuchen las
mujeres, pues las canciones se hacen para que se escuchen; y yo creía que
era un tema que iba a interesar mucho a la mujer nicaragüense y en
general a la sociedad, pero no se escucha mucho. A lo mejor los machistas
no quieren que se escuche, porque es un tema muy espinoso, que pone el
dedo en la llaga sobre el maltrato a la mujer.

Modestamente, yo quería hacer un aporte, y lógicamente es un acto de


solidaridad mío cuando escribí esta canción. Entonces yo les pregunto:
¿Será que no está en programación porque no la quieren poner, o es una
canción que no sirve?

Oyente: Nosotros sí, Luis Enrique, la escuchamos y la utilizamos para los


debates alrededor de la violencia intrafamiliar y el maltrato a la mujer. Ésa

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es la canción de cajón y también es la canción de fondo con que nosotros
logramos identificar el programa. Vos has logrado captar el drama de
nosotras las mujeres nicaragüenses víctimas del maltrato y el machismo.

Luis Enrique: Sí, porque a mí me hubiera gustado que hubiera tenido la


misma suerte de Pobre la María. Y hablo en relación a la audiencia que tuvo
esta canción, la expectativa que planteó esta canción, porque es una
canción tan interesante o más interesante inclusive que el tema de Pobre la
María. Pobre la María habla del drama de la mujer que se tiene que
prostituir y de la lucha de ella por alimentar a sus pequeños hijos, pero
Rompiendo el silencio va más a fondo sobre el machismo y la
discriminación.

Y aprovechamos para enviar un gran abrazo de solidaridad a todas las


mujeres de Nicaragua, especialmente a las más marginadas, a las más
golpeadas, a las más maltratadas, y en este caso particular, si me permiten
todas ustedes, a Vilma Núñez, toda nuestra solidaridad, mía, de Carlos, la
de los Mejía Godoy5.

Mónica: Luis, vos sabés que todos los 19 de julio, la gente quiere tener a
los Mejía Godoy y a tantos otros artistas celebrando el aniversario del
triunfo en la Plaza. Está claro que ésta es una situación complicada
vinculada con los grandes problemas que enfrenta el sandinismo hoy y la
dirigencia del Partido FSLN. Hay que decir que el Movimiento Revolucionario
Sandinista –hasta un poco después de 1990– estaba encabezado por el
Frente Sandinista, y lo que ocurre después es que pasamos de ser un
movimiento revolucionario amplio, a un partido con sus líos partidarios.

Luis Enrique: Yo no estoy fuera porque ni me he ido, ni me han sacado,


pero estoy un poco al margen porque no estoy de acuerdo con muchas
cosas. Si no me has invitado vos, no tengo la oportunidad de decir estas
cosas para que la gente sepa cuál es mi criterio alrededor de este tema.
Ojalá pudiéramos hacerlo todos desde adentro del Frente Sandinista, pero
es bien difícil. Si vos me decís que todo el pueblo, sin dirigente político,
vamos a celebrar el 19 de Julio, yo mañana te digo: “Decime la hora”.

Mónica: Efectivamente, el 19 de julio no necesariamente debería haberse


manejado como un acto partidista, sino como un acto amplio del pueblo,
porque hay un sandinismo mucho más amplio que el que milita en las filas
del Frente. Hay sandinistas que tienen otras opciones partidarias y muchos
otros que no participan en ninguna organización. Con la partidarización se
pierde la posibilidad de que el acto se convierta en un acto amplio del
pueblo celebrando el derrocamiento de la dictadura, y más aún cuando se
utiliza para fines electoreros, para endiosar a una persona, y no para
recordar una gesta que nos envolvió a todos. Yo entiendo esa dificultad.

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Luis Enrique: Totalmente de acuerdo. ¿Qué es lo que quisiéramos
nosotros? Yo quisiera que fuera la canción la que convocara y no ningún
partido, que fuera la conciencia sandinista de todo los que queremos
homenajear esa lucha, y de todos los que nos sentimos sandinistas,
independientemente que estés de este lado o del otro lado, al centro, a la
izquierda. No creo que haya sandinistas de derecha, es decir sería una
contradicción eso, como decir revolucionarios de derecha, ¿cómo es eso?,
no le podés meter al carro el retroceso al mismo tiempo que la primera.

Mónica: Se te quiebra la caja.

Luis Enrique: Sí, porque la caja es como la conciencia. Por eso estas
canciones tienen vigencia, porque nunca han estado oportunistamente, sino
que han nacido producto de la lucha, la conciencia, de una guerra y una
revolución. Yo tengo la suerte de haber podido viajar por América Latina y el
mundo, y he podido comprobar, gracias a Dios, que la canción nuestra no
solamente ha sido útil para Nicaragua, sino para otras luchas, otras
sociedades, otros momentos históricos de otros países.

Oyente: Escuchar a Luis Enrique nos anima mucho, porque realmente


hemos estado faltos de ese fervor revolucionario que nos trasmite la
música.

Luis Enrique: Yo, como artista, me planteo si para el 19 de julio no


pudiésemos hacer una gran fiesta de la cultura y la identidad nicaragüense,
donde Sandino y Darío definitivamente sigan siendo las más importantes
referencias de nuestra soberanía, lucha y cultura. Donde poetas, artistas,
escritores, artesanos, músicos y bailarines nos juntemos y hagamos una
gran fiesta popular, pues nadie puede borrar eso ni del corazón, ni de la
memoria del pueblo, ni lo debiéramos permitir. Ahora, eso no quiere decir,
porque yo me resisto a eso, aceptar que quieran quitarle el contenido
sandinista. Es una fiesta del sandinismo porque fue el Frente Sandinista la
vanguardia que permitió dirigir a todo el pueblo en la lucha contra la
dictadura. Eso es un hecho que nadie lo puede borrar de la historia.

Va a llegar un momento en que van a decir “la revolución nicaragüense”,


¿cuál?, esperate un momentito: la Revolución de Zelaya fue la de Zelaya, la
del Sandinismo es la del Sandinismo porque fue el Frente Sandinista el que
se recontra coyoleo en la montaña, en el campo, en la ciudad, ¿me
entendés? Unos más, otros menos, muchos murieron, muchos están
discapacitados, muchos nos equivocamos, muchos se siguen equivocando,
pero la historia está ahí y no se puede borrar; estas canciones son para
reafirmar la historia.

Estoy planteando que la familia nicaragüense se una alrededor de la figura


de Sandino y del hecho histórico del triunfo de la Revolución contra una de

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las dictaduras más terribles. Juntémonos por la esperanza, la utopía, los
sueños. Hay mucha gente que directa o indirectamente se involucró en este
hermosísimo, duro y complicado proceso revolucionario que sigue siendo
ejemplo en la conciencia de muchísimos. Volver a abrazarnos y decirnos: La
solidaridad no ha desaparecido entre los nicaragüenses, no ha podido el
neoliberalismo, ni la oferta ni la demanda ni la libre empresa, no han
logrado borrar de mi conciencia los principios que me hicieron y que voy a
tener hasta que me muera.

Mónica: Y después de muertos, los principios que abrazamos también


quedan como ejemplo.

Luis Enrique: Así es, porque mi padre se murió y nunca fue sandinista, ni
siquiera fue revolucionario, pero fue tan honrado que es lo más parecido a
todo lo que nosotros queremos ser.
Oyente: Le llamo de la Colonia 14 de septiembre. Es bonito oír este
programa, pero ¿cómo haríamos nosotros los sandinistas para que hubiera
la misma unión de antes? Con esta separación que hay nos decepcionamos
completamente. Somos sandinistas, lo llevamos en la sangre, pero cómo
hiciéramos para que, como por arte de magia, volver a ser como en
tiempos pasados.

Yo soy una vieja de sesenta años, pero viví todo: cooperé, ayudé, fui
colaboradora histórica, siento mucho amor por el Frente Sandinista, y
deseáramos muchísima gente que volviéramos a comer en la misma mesa.
No estar separados. Porque nos sentimos, pues, como defraudados, como
desmoralizados, porque quienes somos perjudicados es la pobretería. La
cúpula no pasa lo que pasa el pueblo.

Luis Enrique: Sí, definitivamente. Yo creo que es necesaria la unidad de


los nicaragüenses, mucho más allá de la política, mucho más allá de las
ideologías. Claro, en determinado momento, por ejemplo, cuando hay
elecciones, yo creo que todo mundo tiene que reflexionar para decidir,
tomar la opción que quiere. O tomar una militancia activa, orgánica, en
determinado partido.

Pero la militancia de las ideas no es un cartoncito, no es una medalla. Esa


militancia es una cosa que está profundamente enraizada, arraigada en los
principios que todos los seres humanos tenemos, y debemos tener. El
problema es cuando se toca con las manos sucias el corazón del pueblo.

A mí me preocupan varias cosas en estos momentos. No podemos hablar


de todo. Pero yo quiero ser fundamentalmente un ser humano, un ser
humano auténtico, y es difícil. Sobre todo cuando prolifera la corrupción, y
estemos claros que ésta siempre es desde arriba para abajo. Pero aunque
exista y prolifere, podemos enfrentarla con los principios.

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Voy a poner un ejemplo sobre principios cristianos. Fui bautizado, hice la
primera comunión, la confirmación, me eduqué en colegios cristianos.
Quiero decir que a pesar de todos los errores y los problemas en la
educación, en que a uno con sangre le metían las materias, el resultado que
tengo de esa formación es un balance bueno. Esa formación cristiana,
católica, a mí me hizo tomar mis propias opciones. Claro, también mi
familia, mi padre, mi madre, mis abuelos, mis primos, mis tías, hicieron que
nosotros fuéramos por ese camino correcto.

Pero cuando se habla de unidad, bueno voy a ilustrar con una anécdota.
Recuerdo cuando el cura del pueblo nos mandaba a apedrear a los
protestantes, y nos daba confites en premio. ¿Vos podés creer esto, Mónica?

Yo tendría siete años. ¡Realmente horrible! ¿Cómo es posible que nos


manipularan tanto, de niños? El desgraciado cura de turno ahí del pueblo, el
mismo cura que daba la misa y hablaba de amor al prójimo. Después,
muchísimos años después, escribo:

Por la sombra del camino


van los indios hacia el pueblo
van bajando la montaña
porque es primero de enero
llevan gallinas al cura
por milagros venideros
o a rogar porque este invierno
llueva mucho en el potrero...

Lo que te quiero decir es que eso lo hacían en nombre de la unidad de los


católicos. Un acto repudiable desde el punto de vista de los principios
cristianos, pero justificado en nombre de la unidad.

La unidad entre los nicaragüenses es importante, la tolerancia, el respeto


mutuo. ¿Sabés qué me preocupa ahorita, por ejemplo, a propósito de todo
esto que está sucediendo? Fíjate que hay un sector en esta sociedad que
está recurriendo a la política del miedo, para que la gente tenga miedo.

Entonces cuando hablamos de la izquierda en Nicaragua, de esa opción por


la igualdad, por la lucha contra la pobreza, contra la desigualdad social,
contra la marginación, cuando yo lo veo como una opción, el problema es
que supuestamente la expresión de izquierda, no importa qué partido
político sea ni quién sea su líder, pareciera que no es democrática esa
opción.

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Entonces me siento mal, me siendo excluido, y si algún día, ojalá que no,
me pueda sentir amenazado, yo digo, es cuando yo me pregunto: ¿Valió la
pena los cincuenta mil muertos, todos los hijos de las compañeras que
murieron, que nos han llamado? ¿Por cuál causa? Es doloroso, es muy
difícil, es muy complicado. Trato por eso en mis canciones de hablar de esos
temas desde una perspectiva de esperanza y no de cerrazón, desde una
perspectiva de unidad de la conciencia del pueblo, para poder tener opción
a lo que uno crea mejor, y no sentirme excluido. Porque te ponen en una
disyuntiva en las votaciones: Mirá, mucho cuidado, tenés que votar por éste
porque si no, sí ganan los otros.

Oyente: Soy asidua oyente, junto con mi hijo, de su programa. Sé que mi


hijo de once años se cultiva y conoce más de la Revolución, porque en
realidad para él es una historia que yo le cuento nomás. Cuando escucha
los testimonios siempre se emociona, él quisiera estar en esa época, dice
que nació en una época equivocada.

Mónica: Es importante contarle a los hijos de nuestra historia. Es increíble


cómo la gente se conecta entre sí a través de este programa, yo lloró de la
emoción. Pero es importante decirles a nuestros hijos que nadie nace y vive
en una época equivocada. Que cada generación tiene distintos desafíos, y
lo importante es hacer en cada tiempo y lugar lo que corresponde al lado
de la justicia y de las causas nobles.

Luis Enrique: Te voy a decir una cosa, este programa podría llamarse
“Entre la Rabia y la Ternura”, porque exactamente son dos sentimientos
que parecen contrarios, pero que son complementarios, porque son partes
fundamentales del ser humano. Yo insisto mucho en que nada se ha
perdido, no todo está perdido; nos queda la conciencia, nos queda el
corazón, nos queda la certeza.

Yo nací en 1945, en Somoto, cuando Nicaragua ya tiene más o menos diez


años de tener una historia de vergüenza porque asesinaron al General
Sandino. Y creo como vos que nadie nace en la época equivocada, toda
época es maravillosa porque es oportunidad de hacer la vida, de construir
la vida. Lo terrible es pasar como un animal por esta historia, sin dejar
huellas.

Siempre hice esa reflexión, yo estoy en esta historia porque estoy para
reafirmar mi conciencia de ser humano. Lo terrible es la ignorancia, lo
terrible es cuando los jóvenes, por las drogas y la delincuencia, no tienen
dónde agarrarse. Nosotros tenemos una enorme responsabilidad con esta
juventud. Yo no quisiera que mis canciones sólo fueran por la nostalgia, sino
para resembrar; aunque algunos temas están superados, pues ya no hay
guerrilla ni dictadura. Lo que quiero decir con esto es que yo quiero seguir
luchando. ¿Vivimos en una época equivocada? No, vivimos en una época

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muy difícil.

Mónica: Es una etapa, como vos decís, muy compleja. Por eso debemos
recurrir a herramientas de análisis científico de la realidad, para
desmenuzarla y poder aportar en su transformación.

Luis Enrique: Sí, es bien importante ejercitar el pensamiento, leer,


informarse, comentar, discurrir, analizar, conversar en la casa, en el
desayuno, el almuerzo o a la hora de los tragos. Cuando están con los hijos,
con la compañera, hablar de todos estos temas, porque son tabúes.

Yo no tengo que ser político para hablar de la política, no tengo que ser
candidato a nada; desde mi oficio de cantautor, tengo el derecho de
analizar la realidad nacional y no estar marginado de eso. Se habla de
libertad de expresión ¿no?, y a veces da la impresión que la libertad de
expresión solamente debe estar en los medios de comunicación y no en las
personas; porque sin pueblo, ¿para qué medios de comunicación?

En ese sentido me parece muy importante decirle a la gente que converse,


que no tenga miedo de conversar. La unidad entre los nicaragüenses es
importante, la tolerancia, el respeto mutuo. ¿Sabés qué me preocupa
ahorita? Que hay un sector en esta sociedad que está recurriendo a la
política del miedo para que la gente tenga miedo. ¿Sabés cómo me siento,
Mónica?, como que están minando nuevamente el país, tenemos que
vencer ese miedo. Escribí una canción que dice:

La libertad
Esa palabra tan sencilla
pero a la vez tan maquillada
se ha convertido en una farsa
una promesa repartida
entre los pueblos
con migajas
La libertad
esa canción aún no cantada
a un costo, riesgo y sacrificio
casi al final del precipicio
sigue luchando por amar
su identidad tan maltratada!
La libertad
me hizo cantar sin la mordaza
sin recompensa, ni coraza
y sin temor a equivocarme
de ganarme el derecho
de amasarla como el pan

19
La libertad
creció en la calle y la disputa
por el derecho de su lucha
y han querido extorsionarla
con ofertas y demandas
¡como si fuera una puta!
La libertad
nunca se puso de rodillas
cuando la muerte la acechaba
y pudo más el que sembraba
que el que mataba y
encarcelaba su semilla.

Se me ha ocurrido leer esto, porque tenía la necesidad de decirlo y


expresarlo. Para despedirme, quiero poner esta canción que se llama
precisamente Para Recordar. Cuando termine la canción, quiero que nos
quedemos con la reflexión de volvernos a encontrar. Sabemos que no
estamos muertos, que estamos vivos y que el sandinismo es posible
nuevamente.

8 de abril del 2000 y 5 de mayo del 2001

Notas

20
1 Hilachas de Sol es el primer disco de canciones sociales y fue grabado con CBS-INDICA, en
Costa Rica, en 1970; aunque salió a la venta en 1971.

2 Se refiere al primer nombre de la Guardia Nacional, que fue concebida como un órgano
policial, para el mantenimiento del orden público interno. Constabular o Constabularia, palabra
que el Diccionario Oxford traduce como Policía.

3 San José de Yuscarán, ubicada a 68 kilómetros de Tegucigalpa, la capital de Honduras, y en


las faldas del Cerro Montserrat.

4 Así le decían a un vehículo que tenía puertas de malla, donde trasladaban a los
capturados.

5 Este programa se realizó en los días en que se había desatado una campaña del gobierno de
Arnoldo Alemán, en contubernio con la jerarquía de la Iglesia Católica, contra los movimientos
de mujeres.

El Cardenal Miguel Obando dio declaraciones contra las mujeres, diciendo que se sentía
amenazado por ellas. Otros voceros la enfilaron directamente contra Vilma Núñez de Escorcia,
Presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), acusándola de criminal
abortista. Las mujeres organizadas estaban defendiendo, entre otras cosas, el derecho a
mantener la no penalización del aborto terapéutico en el Código Penal.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IV

Acumulación de fuerzas en silencio


Tras el silencio, la algarabía del combate
Bayardo Arce

Bayardo Arce Castaño nace el 21 de marzo de 1949 en


Managua. Hijo de Luisa Amanda Castaño y Guillermo Arce.
Realiza estudios de secundaria en el Instituto Nacional Ramírez
Goyena y obtiene su licenciatura en Periodismo en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Siendo
catedrático de la UNAN y periodista del diario La Prensa, se
incorpora al Frente Sandinista de Liberación Nacional en el año
1969.
Asume responsabilidades en esta organización revolucionaria en
octubre de 1970. Combina sus labores como periodista con la
conducción del movimiento estudiantil y tareas conspirativas.
Fue Vicepresidente del Centro Universitario de la Universidad
Nacional y Secretario Ejecutivo del Frente Estudiantil
Revolucionario.
En 1974 pasa a la clandestinidad y es enviado al norte del país
con la misión de abrir la Ruta Sandino. En diciembre de 1975
asume la responsabilidad del Regional Norte, atendiendo el
trabajo en la ciudad y el campo en Nueva Segovia, Madriz y
Estelí, y posteriormente Matagalpa y Jinotega. A principios de
1976 es miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista.
A partir de 1977 es responsable de la Comisión Política de la
ciudad y el campo en la Tendencia Guerra Popular Prolongada.
En la ofensiva final de 1979 fue parte de la conducción del
Frente Norte, operando desde Matagalpa. Forma parte de la
Dirección Nacional Conjunta. Después del triunfo sobre la
dictadura somocista, es reconocido con el grado honorífico de
Comandante de la Revolución.
Durante la Revolución fue Presidente del Consejo de Estado y
llega a ser Responsable Nacional de las estructuras del FSLN en
todas sus áreas: educación política, relaciones internacionales,
finanzas, así como Coordinador de la Comisión Ejecutiva de la
Dirección Nacional, que era la máxima responsabilidad partidaria
hasta que se crea el cargo de Secretario General, que asume
Daniel Ortega. A la fecha de la entrevista, no ocupa ninguna
responsabilidad en las estructuras, es diputado del Frente
Sandinista y empresario.

1
En julio de 1969 cae heroicamente el Jefe de la Resistencia Urbana, Julio
Buitrago, y ese mismo día cayeron también Marco Antonio Rivera, Aníbal
Castrillo y Alesio Blandón. Durante todo ese año fueron capturados Doris
Tijerino y Gloria Campos, Filemón Rivera y Carlos Guadamuz. En agosto cae
preso Carlos Fonseca en Costa Rica, y en diciembre en un intento por
liberarlo son heridos y capturados, Humberto Ortega y Rufo Marín.

Para el año 1970 se impulsa un nuevo intento guerrillero en la zona de


Zinica. La continuidad de estos esfuerzos político-militares en el campo y
las acciones en la ciudad, desataron una terrible represión de parte del
régimen somocista. Caen asesinados o prisioneros decenas de jóvenes del
campo y la ciudad. El 15 de enero caen Leonel Rugama, Róger Núñez y
Mauricio Hernández Baldizón. Caen en León durante el mes de abril,
Enrique Lorente y Luisa Amanda Espinoza; el primero de mayo cae Igor
Úbeda; el 15 de junio asesinan en Matagalpa a Edwin Meléndez, Orlando
Castillo y Noel Argüello Pravia; en Jinotega, el 13 de agosto, Efrén Ortega
“El Callado” es asesinado, mientras Homero Guatemala es herido. El 6 de
septiembre cae heroicamente Patricio Argüello Ryan, mientras el 3 de
octubre es asesinado Fabián Rodríguez Mairena. Los grupos de campesinos
que actúan en el norte son brutalmente reprimidos en todo ese año. Hay
redadas en que se reportan familias enteras asesinadas.

A lo largo de ese año también son hechos prisioneros Oscar Benavides,


René Núñez, Germán Pomares, Julián Roque Cuadra, José Benito Escobar,
Emmett Lang, Leopoldo Rivas; mientras Jaime Wheelock y Tita Valle tienen
que salir del país por el ajusticiamiento de Teniente Ernesto José Abaunza,
y Víctor Tirado tiene que bajar de la montaña luego que no fue posible
sostener la guerrilla y junto a Jonathan González y El Chelito Adrián, salen
por puntos ciegos hacia Honduras, debido a que todas las estructuras del
norte estaban prácticamente en el suelo.

Todos los compañeros caídos y la mayor parte de los prisioneros, formaban


parte de las unidades de acción urbana, y tenían importantes
responsabilidades, por lo que a finales de 1970 en el país el único miembro
de la Dirección Nacional que está en libertad, es Oscar Turcios “El Ronco”,
quien decide darle más tareas y responsabilidades a Bayardo Arce. Se inicia
lo que más tarde se denominaría como la estrategia de “acumulación de
fuerzas en silencio”, que tenía como objetivo buscar la recomposición de las
minadas fuerzas de la organización revolucionaria y encaminar la lucha por
un camino más seguro y exitoso.

¿De qué se trató? ¿Qué se hizo en esa etapa? ¿Cuánto tiempo duró? ¿Qué
significó en términos políticos y militares? Ésas y otras interrogantes son
despejadas por el Comandante Bayardo Arce, uno de los artífices y
ejecutores de esa estrategia.

2
Mónica: ¿Cuándo te integrás al FSLN?

Bayardo: En 1969, cuando se estaba montando, si mi memoria no me falla,


el IV Congreso Nacional de Estudiantes en León 1. Ahí conocí a Patricio
Argüello Ryan, a “La China” Marlen Chow y Rommel Martínez, que eran los
tiliches, creo que fue en agosto de 1969. Ya había caído Julio Buitrago y
estaba el espíritu de la gesta de Julio gravitando, y las resoluciones del
Congreso tuvieron un fuerte contenido anti-imperialista. Después de ese
Congreso me empezaron a semblantear varios compañeros, hasta que me
reclutó Marlen Chow, “La China”.

Mónica: Algunos me han mencionado que te vieron en actividades de la


Juventud Universitaria Católica.

Bayardo: No lo recuerdo con claridad, pero es posible, porque en ese


tiempo yo andaba como queriendo conocer cuál era la onda de la izquierda
en ese momento. Incluso tuve contactos con alguna gente del FSLN antes,
porque cuando existía el Partido Movilización Republicana, desde allí Julio
Buitrago estuvo reorganizando el FER y asistí a algunas reuniones que
dirigió Julio.

Mónica: Ya siendo del Frente Sandinista vos llegás a tener


responsabilidades estudiantiles, creo que fuiste de las estructuras del
CUUN. ¿Cómo fue eso?

Bayardo: Cuando me reclutan, me encargan tres tareas: inicialmente el


trabajo de información, porque yo era periodista y tenía acceso a
información, a fotos, a hechos; segundo, apoyar la organización del FER a
nivel nacional. El que estaba a cargo de la reorganización del FER, en ese
momento, era René Núñez, y dentro de ese proceso me plantearon que me
lanzara de candidato a Vicepresidente del CUUN; tercero, tareas operativas
conspirativas.

Edgard Munguía había estado en la casa de Julio Buitrago, en un breve


período de clandestinidad; y cuando registran la casa de Las Delicias del
Volga, donde cae Julio, encuentran papeles que vinculaban a Edgard.
Entonces, como una forma de darle cierta protección, lo tiran de candidato
a Presidente del CUUN, para que Edgard se moviera en el ámbito
universitario. Recuerdo que al principio, incluso todavía andaba armado,
previendo alguna circunstancia. Ese año le tocaba la Presidencia del CUUN
a León y la Vicepresidencia a Managua, entonces a mí me plantearon que
fuera el candidato por la capital.

Las elecciones fueron a fines del año 1969, además era la primera elección
que después de muchos años la ganaba la izquierda, porque antes había
estado en manos de socialcristianos; el candidato que derrotamos fue a

3
Paco Fiallos.

Mónica: ¿Quiénes eran tus primeros responsables?

Bayardo: En esa época mantuve contacto con Leonel Rugama, con José
Benito Escobar, tuve reuniones con Jaime Wheelock, pero también me reuní
con “El Ronco” Oscar Turcios, él fue quien me planteó que me metiera al
CUUN y quedé bajo su responsabilidad. Después comencé a trabajar
bastante vinculado a él.

Después que cae Leonel Rugama, se había organizado –a mí me da risa


porque era parte de los autoengaños nuestros– el Estado Mayor de la
Resistencia Urbana. Estaban al frente del trabajo Oscar y José Benito;
entonces nos juramentaron al Estado Mayor de la Resistencia Urbana.
Recuerdo que fue en la casa de Anuar Hassan y Rosario Murillo. El Estado
Mayor eran Leopoldo “Polo” Rivas, Emmett Lang, Víctor Meza, que era un
estudiante hondureño, y yo.

Entonces yo me olí que este Frente no era tan grande, si yo estaba recién
entrado y de repente era miembro del Estado Mayor de la Resistencia
Urbana. El Jefe era Polo Rivas, y también estaba clandestino Víctor Meza.
Legales estábamos Emmett Lang y yo. Recuerdo que después de la
juramentación, me manda a llamar Polo Rivas para darme indicaciones, con
aquel estilo colorido que habla a toda verga: –Usted tiene que conseguir
casas, carros, brabrabrá brabrabáa… Entonces le digo: –Compañero, ¿y los
clandestinos qué hacen? Irrespetuoso, usted es un irrespetuoso –me
contestó. Todo eso desapareció, porque cayeron presos o tuvo que salir
asilada una serie de gente.

Se da la experiencia de Zinica, que fue golpeada a mediados del segundo


semestre, y en la ciudad tuvimos una represión de la gran puta, que fue a
raíz, creo, de que se dio la muerte de aquel teniente Abaunza, en León;
entonces Tita Valle se tuvo que asilar. Olga Avilés había quedado todavía
fuera, la metimos inicialmente en la Iglesia del Perpetuo Socorro, donde el
padre Edgard Parrales, pero luego la mandaron a asilarse. Queda Ricardo
Morales, estaba preso Jonathan González, así que estábamos Edgard
Munguía, otros cuantos, y yo. Y clandestinos, sólo Oscar Turcios.

Hablando Edgard Munguía, Omar Cabezas, Marlen Chow y yo, vimos que
prácticamente alcanzábamos en un sillón. Sin guerrilla en la montaña, sin
nada en la ciudad, y todo el mundo preso. Entonces iniciamos una gran
jornada que incluyó la famosa toma de las iglesias para evitar que mataran
a los compañeros presos y para lograr su libertad.

4
De alguna manera ese gran movimiento masivo a mí me sirvió para
sobrevivir en la semi-legalidad, un poco amparado en el cargo de
Vicepresidente del CUUN y, por otro lado, en la dinámica de ese movimiento
de masas. Pero nosotros vimos que obviamente no teníamos capacidad de
nada, más que de seguir trasladando la ilusión, la utopía y el espíritu de
lucha a nueva gente, pero conscientes de que eso no lo podíamos hacer
bajo la presión de la represión. Entonces lo mejor era que la dictadura y la
Oficina de Seguridad Nacional creyeran que el Frente Sandinista había sido
aniquilado. Vimos que lo que más le convenía al futuro de la Revolución, era
hacerle creer al gobierno que nos había aniquilado, y virtualmente, hicimos
desaparecer la existencia del Frente Sandinista.

Con todas las estructuras desmanteladas, nadie nos quería dar aquí en
Managua dónde meter a Oscar Turcios, porque los pocos colaboradores que
tocábamos, profesores, gente de ese mundo universitario, todos te decían
que aceptaban a cualquiera menos al “Ronco”, porque lo andaban
buscando; pero resulta que “El Ronco”, no era ronco, era afónico.

Recuerdo que a Oscar lo tuve en Managua metido como una semana en la


pensión de Manuel Eugarrios, allí por el mercado San Miguel, mucho antes
del terremoto. Y los empleados decían: –Mirá, es que ese hombre pasa
cogiendo; allí era el cuento, hasta que ya era insostenible.

Y conseguimos casa de seguridad en León, la de Alejandro Rodríguez, que


fue Director del INETER en la Revolución, y quien vivía con su familia y otro
profesor, Benjamín Gallo; vivía solo, pero eran vecinos. “El Ronco” vivía en
las dos casas porque tenían comunicación. Pero igual, allí quedamos que
iba a pasar por mudo, porque la Seguridad andaba buscando a un ronco.

Bueno, “El Ronco” terminó reclutando a la gente, no se aguantó, no dejó de


hablar, era hablantín; reclutó a las empleadas, que era el temor de la
familia. Es a partir de allí que de nuevo comenzamos, porque Managua
quedó desolada. No había nada, de ahí comenzamos a reorganizar el
trabajo, a partir de León.

El trabajo en León lo hacíamos a partir del movimiento estudiantil, de una


mezcla CUUN-FER, y de trabajo en los barrios. Llevábamos servicios
médicos, asesoría de bufete popular, actividades deportivas y hasta fiestas
íbamos a organizar.

Mónica: ¿En qué consistió el período de acumulación de fuerzas en


silencio? ¿Por qué se llamó así?

Bayardo: Los que quedamos de hecho en la dirección en el país,


comenzamos un trabajo de hormiga, llegando a elaborar una teoría, que
dicho sea de paso, yo hice la propuesta a Oscar y Ricardo, y luego la

5
publicamos en un escrito que denominamos “La Teoría de las
Organizaciones Intermedias”, un folleto que fue el nervio de la estrategia de
acumulación de fuerzas en silencio.

Se trataba de que, a partir del CUUN y del FER, comenzáramos a organizar


una serie de formas sociales que tenían como objetivo irnos vinculando al
pueblo, e ir detectando a los sectores progresistas, y dentro de éstos, a la
gente más decidida para combatir.

Impulsamos que los militantes sandinistas y los simpatizantes debían


ingresar a organizaciones sociales o crear organizaciones que les
permitieran vincularse con el pueblo, y desde ahí detectar quiénes eran los
elementos progresistas para hablarles del Frente Sandinista y reclutarlos
como combatientes o colaboradores. Todo eso estaba plasmado en el folleto
“Acerca de las Organizaciones Intermedias”, y lo difundimos tan
ampliamente que eso permitía que los militantes y los simpatizantes
pudieran poner en práctica su propia iniciativa.

De ahí surgen las vinculaciones con el movimiento cristiano, que ahí fue
donde te reclutamos a vos. Vos eras del movimiento cristiano de León, y
nosotros dijimos, ve, aquí hay una gente progresista.

De esa manera fueron surgiendo organizaciones culturales, artísticas,


deportivas, grupos que iban a construir letrinas, a alfabetizar a los barrios,
estudiantes de Medicina que atendían a poblaciones muy pobres. Se abrió
ese debate ideológico que se da en las universidades. Recuerdo que los
comunistas del Partido Socialista en la universidad, nos acusaban de
marcusianos; decían que en vez de andar enfrentando al capitalismo, lo
andábamos dulcificando; que en vez de levantar a la clase obrera, le
atenuábamos los problemas con las cosas que nosotros hacíamos. La
verdad es que lo que estábamos haciendo era captando y detectando gente
para el Frente. Nosotros hacíamos ese tipo de organizaciones para
movernos como pez en el agua, poder detectar gente, poder reclutar allí
casas de seguridad, combatientes.

Y nos expandimos de tal manera, que como te digo, comenzamos a


penetrar organizaciones religiosas, cristianas, de artistas, de productores,
de todo tipo. Llegamos a tener gente en la directiva nacional de los
cafetaleros, de los ganaderos, ya en el desarrollo de este trabajo de
acumulación de fuerzas en silencio.

Pero el trabajo fuerte lo comenzamos a hacer en Sutiava a raíz de que


reclutamos a los Bervis. Omar Cabezas era de los más activos en León, y
reclutó a los Bervis. Con ellos hicimos el primer proyecto político, que fue
apoderarnos de la comunidad indígena de Sutiava. Entrenamos a Magnus
Bervis para que fuera el candidato. La comunidad indígena la manejaban

6
hasta entonces, los somocistas, por medio del diputado Panchito Argeñal
Papi.

Sin embargo, nosotros no quemamos a los Bervis; lo que hicimos fue


comenzarlos a proyectar para que se ganaran la elección de la comunidad
indígena, y ellos decían: –Bueno, y qué vamos a hacer si nosotros nunca
hemos sido líderes aquí. Pues los vamos a hacer líderes –decíamos. Para
entonces entraron al país Henry Ruiz “Modesto”, Pedro Aráuz “Federico” y
Juan José Quezada.

Fue de los cuadros privilegiados Magnus Bervis, porque le dimos un


entrenamiento que los profesores éramos “El Ronco”, Ricardo Morales, que
para entonces ya había salido de la cárcel, Pedro Aráuz y yo. Tres meses
duró el entrenamiento, y las clases eran dos veces a la semana; además
que le enseñamos a escribir, a hablar, a discursear, a toda chochada, pues.

Pero imagínate que era de lujo, tener a esos cuatro profesores para
entrenarlo, hasta que nos ganamos a la comunidad y con él comenzamos a
reclutar a familiares, amigos, etcétera, de tal manera que esa zona la
llamamos “El Fuerte”, porque todos los Bervis vivían como en una cuadra
que se comunicaba por el patio. Allí precisamente es que recibimos a Pedro
Aráuz, a Henry Ruiz, a todos, en El Fuerte; ya teníamos mejores condiciones
para recibir gente.

Es donde ya Oscar bautiza el proceso como la acumulación de fuerzas en


silencio, cuando ya más o menos teníamos base allí, y teníamos
reconstruidas algunas bases en Managua. En el lado de Matagalpa viajaba
René Núñez, quien ya había salido de la cárcel, a re contactar gente.
Comenzamos a meter a los que venían de afuera para nombrarlos en
distintos lugares y fortalecer el trabajo organizativo.

Mónica: Víctor Tirado me cuenta que cuando sale de la guerrilla de Zinica-


El Bijao, se va para Estelí, buscando contacto con Oscar, pero ya no puede
porque hay una represión brutal, y tiene que salir para Honduras, donde lo
capturan, pasa a Guatemala y luego llega a México, donde se encuentra a
dos grupos, los que venían de Palestina y los de Cuba, entre ellos Juan José
Quesada, Eduardo Contreras y Pedro Aráuz. Estaban también Henry Ruiz y
Tomás Borge, que habían llegado después que los capturan en Costa Rica y
los expulsan a Colombia y Perú. Todos ellos delegan a Pedro Aráuz y a
Henry Ruiz para que vengan a Nicaragua a ver qué hay, si existen
condiciones para que ellos entren. Henry me cuenta que se dieron cuenta
que aquí todo estaba en el suelo, pero decidieron escribirles diciendo que
las condiciones estaban dadas, para que los otros se vinieran.

Bayardo: Sí, lo que pasa es que había toda una situación. Oscar Turcios me
comenzaba a decir: –Los compañeros de la montaña tenemos que hablar

7
con la Dirección del campo. Entonces le dije una vez: –Brother, aquí entre
bomberos no nos pisemos la manguera –que era una frase que le gustaba a
él–, no somos ese montón de gente que decimos, ¡es que si fuera así, no
estaríamos sólo vos y yo!

Yo viajaba diario a León, trabajaba en La Prensa, y cuando terminaba el


trabajo, me iba en un interlocal y pasaba trabajando en la organización allá
y me venía en la mañana. Así pasé meses.

Precisamente la tal fama de bolo mía comenzó en esa época. A veces


llegaba a la reunión de planificación de La Prensa, que era a las ocho, y me
estaba cabeceando, porque habíamos pasado despiertos toda la noche; por
un lado, porque yo iba a ayudar en el trabajo de organización, y después a
reunirme con “El Ronco” a revisar, a planificar, a hacer todas esas cosas y
con todos estos compañeros; entonces tenía que salir a las cinco de la
mañana para Managua. Me imagino que pensaban: ¡Este hijueputa se ha de
haber ido a beber porque se viene a cabecear aquí!

Mónica: ¿Cómo es que deciden que Pedro se quede en la ciudad?

Bayardo: Lo que pasa es que cuando vinieron y se comenzó a ver lo que


más o menos estaba montadito y se discutió dónde meter refuerzos,
recuerdo que el primero en decir que quería irse a la montaña, fue Henry,
que en esa época muy poca gente decía me voy a la montaña, y máxime
después de la experiencia de Zinica. Se decidió mandar a varios
compañeros a la montaña, a otros se les vio más el perfil de la ciudad;
entonces se pensó en Pedro, para que se quedara al frente del trabajo en
León, y obviamente como El Fuerte era el Cuartel de la Dirección, se
buscaron alternativas, otras casas desde donde operar.

Mónica: Este período de acumulación de fuerzas en silencio fue el


resultado de un análisis a partir de los fracasos militares. Queda en
evidencia que sin trabajo de masas en las ciudades y en el campo, no se
podían desarrollar procesos exitosos de lucha militar. Pero además, había
desencanto entre el pueblo por el pacto Agüero-Somoza.

Bayardo: Efectivamente, no fue de manera simplista que nos lanzamos al


proceso de organización. Habíamos analizado las experiencias del Frente
Sandinista y, para ser honesto, incluso la vinculación del Frente, las
organizaciones de masas y esta modalidad de organizaciones intermedias,
no fue que las inventamos en los años setenta; porque ya para la
preparación guerrillera de Pancasán, recuerdo que el Frente había hecho un
intento por la vía de partidos políticos, y se habían integrado militantes a un
movimiento de izquierda que se llamaba Movilización Republicana.

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Incluso Tomás Borge fue, por ahí en el año 1967, cuando estaba legal, uno
de sus dirigentes. Estaban también Álvaro Ramírez, los Arévalo, y otros
más.

Se trataba de vincular el movimiento de masas al trabajo político con la


actividad armada; y uno de los problemas que se dio con Pancasán fue
precisamente que no se logró, pese a que ya había trabajo de preparación
guerrillera, a través de la organización de la Columna “Pablo Úbeda”, y en
la ciudad, a través de Movilización Republicana, pero a la hora de las
piedras pómez2 no se logró articular el movimiento de masas con la
actividad militar.

Sin embargo, nosotros vimos que esa experiencia fue positiva, puesto que,
a través de Movilización Republicana, se había dejado el fruto de una serie
de trabajos que para entonces a nosotros nos permitió detectar gente en
los barrios. Y de esa manera pudimos después reclutar militantes populares.

Hay que tomar en cuenta también que era la coyuntura en la que el


estudiantado asumió una gran beligerancia con las luchas estudiantiles,
había pasado lo de París, con lo de mayo de 1968. Precisamente ya hice
alusión a Herbert Marcusse y a la teoría marcusiana, porque ésta surge
cuando por primera vez con gran fuerza en el mundo el estudiantado
asume una beligerancia con las luchas estudiantiles de París, donde surgió
el famoso Danielito “El Rojo”, Daniel Convendit, quien era el líder de ese
movimiento. Más cerca ocurrió la lucha y masacre de Tlatelolco, en México.

Además, se había dado el Concilio Vaticano II, donde la Iglesia Católica


había iniciado una reflexión y un viraje hacia su verdadera misión, que es la
misión de los pobres, concluyendo que Jesucristo no anduvo halagando ni al
poder, ni a los ricos; al contrario, los expulsó del templo.

Todos estos fenómenos fueron, precisamente, los que nos llevaron a ser un
movimiento muy amplio, sin etiquetas. No andábamos con la etiqueta de
que sólo tenemos que buscar a los marxistas leninistas. No, aquí entraban
cristianos, entraba gente con distintas motivaciones; tampoco le pedíamos
a todo el mundo, porque ahora hemos caído en un sectarismo: si el
militante no llega a la hora de la lucha popular a levantar barricadas y a
poner llantas, no es militante; si no llega a hacer mantas no es militante.
No, en esa época nosotros decíamos: Ve, éste tiene madera de combatiente
de la montaña, éste puede prestar casas, éste puede servir de correo, éste
simplemente va a ser propagandista con su guitarra, y todo el mundo tenía
cabida en el Frente.

Mónica: ¿Para ese período llegás a tener responsabilidades de Dirección de


facto, aunque formalmente no las tuviste hasta después?

9
Bayardo: Para esa época, efectivamente, me había convertido, aun en la
situación de legalidad o semi-legalidad en que andaba, en uno de los
cuadros de dirección, con responsabilidades en el Frente. Incluso era
responsable del movimiento estudiantil, del FER, y también del trabajo
operativo.

Mónica: ¿Quiénes fueron los artífices de la acumulación de fuerzas en


silencio?

Bayardo: Los artífices de la acumulación de fuerzas en silencio fuimos en


lo fundamental cuatro, pero creo que los méritos mayores los tienen los tres
caídos que son Oscar Turcios, Ricardo Morales y Pedro Aráuz.

Ricardo Morales, porque además de ser un gran pensador y uno de los


ideólogos del sandinismo, fue un hombre sumamente preocupado por la
capacitación y la preparación de los cuadros. Hablábamos de Pedro Aráuz,
con esa característica de esponja, de ir aprendiendo de las experiencias,
que le permitieron después volverse el más grande organizador del Frente
Sandinista.

Oscar Turcios tenía iguales características, aunque se le veía más como un


estratega militar, y era un hombre efectivamente estudioso de lo militar;
pero esa combinación de esos tres compañeros y quienes los apoyábamos
desde la legalidad o la semi-clandestinidad, fueron dando sus frutos.

Porque ustedes, cuando entraban al Frente Sandinista, recibían el folletito


de las organizaciones intermedias, medidas de seguridad, se les daba
materiales básicos del pensamiento filosófico marxista, recuerdo a Pulitzer,
se les daba a estudiar historia, se les daba a leer cosas de Sandino,
etcétera. Entonces, todos nos íbamos desarrollando más o menos con un
marco de pensamiento. Todo esto nos permitía ir teniendo un Frente
Sandinista más unido en las bases, aunque, con todo y eso, llegó un
momento que por razones de estrategia nos comenzamos a dividir.

Pedro Aráuz fue el más grande organizador que tuvo el Frente Sandinista.
Hay un fenómeno muy interesante. Pedro era un estudiante de ingeniería
que se vinculó al Frente a través del FER, y su característica inicial era más
bien la de un hombre de acción conspirativa-militar. Podría decirse que a
primera vista la valoración que podías hacer de Pedro Aráuz es que tenía
toda la madera de un combatiente, sin embargo, yo fui descubriendo en él
una característica valiosa, que es la cualidad del aprendizaje.

Cuando conocí a Pedro, yo acababa de salir del CUUN y estaba al frente del
FER, y recuerdo que él era muy hábil para preguntar sobre nuestras
experiencias organizativas en el movimiento estudiantil. Yo trabaja en esa
época como periodista del diario La Prensa y él era muy dado a curiosear, a

10
aprender y absorber. Te interrogaba y absorbía de tal manera, que eso le
fue permitiendo acumular una cantidad de conocimientos y de experiencias
indirectas que le ayudaron desarrollar esa cualidad de ser el gran
organizador.

En ese período lo que hacía Pedro, y hacíamos todos cuando captábamos a


algún compañero nuevo, era demandarle que siguiera en el movimiento
social donde lo habíamos detectado, o cuando no lo habíamos captado ahí,
lo mandábamos a crear; y fue precisamente así que nacieron
organizaciones intermedias vigorosas como la Asociación de Estudiantes de
Secundaria y la Asociación de Trabajadores del Campo.

De modo que, en el año 1973, cuando cae Oscar Turcios, que estaba al
frente de la organización junto a Ricardo Morales, ese proceso le permitió a
él comprender y conducir el mando de la organización en el país. Toda esa
experiencia le permite a él seguir conduciendo ese proceso de acumulación
de fuerzas en silencio, hasta que rompimos ese período con la toma de la
casa de José María “Chema” Castillo en diciembre de 1974.
Mónica: Me parece que es muy importante esta estrategia de acumulación
de fuerzas en silencio, y creo que hay que estudiarla con detalle para
extraer sus enseñanzas para el momento que actualmente vivimos. Estaba
leyendo a un estudioso norteamericano, no recuerdo el nombre, que decía
que los estrategas si bien es cierto nacen –dice él–, que traen un olfato
especial, pero se hacen también, y dice: “No hay posibilidades de estrategia
sin la historia”, y pone el ejemplo de Clausewitz, analiza la vida de este
maestro de la estrategia y concluye que su principal herramienta fue el
estudio de la historia, el análisis de las guerras. Y concluye que: “No se
puede hacer estrategia sin un estudio minucioso de los acontecimientos
históricos”.

De todo esto que vos hablabas se puede concluir que la estrategia de


acumulación significó darle mayor protagonismo a la propia gente: Que los
estudiantes hicieran lo que correspondía como tales, el aprovechamiento de
las distintas potencialidades de la gente, la capacidad de sumar voluntades
que permitió ampliar el trabajo.

Por el contrario, actualmente no hay claridad sobre los objetivos y la


estrategia. El FSLN como colectivo ha sido incapaz, en base a esa
experiencia histórica, de diseñar su nueva estrategia, su nuevo proyecto, y
discutirlo con transparencia, con claridad, para que todos desde distintos
lugares donde estemos, podamos sentirnos parte de ese proyecto.

Bayardo: Yo creo que estrategia tenemos; tal vez haya que precisar más
las acciones estratégicas. Pero comparto con vos que el problema central es
que esta estrategia no ha sido discutida, y por lo tanto, asimilada por la
militancia. Y es difícil que la asimilen, como bien citabas vos a este

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estudioso norteamericano, si desconocemos la historia, porque de repente
aparecen planteamientos de la estrategia que hay gente que los asume o
los rechaza como chispazos del momento, desconociendo precisamente el
fundamento que pueda tener tal o cual acción.

Yo veo, por ejemplo, que hay un debate en el Frente Sandinista sobre los
empresarios sandinistas, que los empresarios van, que los empresarios
vienen, que quieren aburguesar al Frente, que si son burgueses. A mí me
extraña ese tipo de debate. Hombré, yo recuerdo que cuando estábamos en
esa etapa de acumulación de fuerzas en silencio y después que iniciamos
los fuegos en el año 1974, nosotros teníamos hasta un planteamiento
programático en el Programa Histórico del Frente Sandinista, donde
decíamos que a los terratenientes que se sumaran y apoyaran a la guerrilla
les íbamos a respetar sus propiedades, teníamos planteamientos para el
sector empresarial del país, teníamos un planteamiento abierto en las filas
del Frente, de tal manera que al Frente se integraron y murieron luchando
una cierta cantidad de empresarios.

Yo recuerdo, por ejemplo, a Noel Argüello Pravia. Recuerdo a los Castillo,


una cantidad de compañeros de extracción empresarial que murieron
combatiendo; no es que los agarró la Guardia y los asesinó, no, murieron
combatiendo como guerrilleros. ¿Cuántos compañeros de extracción
empresarial se alzaron y participaron en operaciones militares? Y en ese
momento nadie andaba diciendo: Ah, ve, ése es empresario, ese es
burgués, y yo soy de los chapiollos. Yo sí soy puro porque ando en bicicleta
y aquél no es puro porque anda en un carro; no, al contrario. Recuerdo que
nos poníamos felices de reclutar gente con carro, porque ideay, nos
podíamos mover más rápido y hacer mejor el trabajo. Ahora es un pecado.
Es un desconocimiento de la historia.

Porque el problema no es de dónde venís, sino qué pensamiento tenés, y


qué compromiso tenés. Así, hubo quienes se ganaron incluso hasta un
papel de liderazgo. Luis Carrión Cruz, compañero de la Dirección histórica,
no nació descalzo en Acahualinca, su padre era y es un empresario, y en
aquélla época, un empresario muy importante. Él entró a la lucha
revolucionaria por la motivación cristiana, recuerdo, pero bueno, se integró
al Frente, se destacó en el trabajo político-organizativo, en la guerra, en la
lucha militar, fue el Comandante “Pancho”, de Chontales, y llegó a ser
miembro de la Dirección Nacional. Cuando vos decís, el Frente Sandinista
tiene que estar abierto a todo el mundo, el Frente Sandinista es
pluriclasista, entonces, el que no conoce la historia, cree que es un truquito
que se está inventando ahora, quién sabe con qué fines malévolos y con
qué mente retorcida.

Mónica: Si te referís al planteamiento que hemos realizado desde el


Movimiento de Izquierda Democrática, nuestra preocupación por el tema de

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los empresarios no está relacionada con su participación, su derecho a su
militancia y a ocupar responsabilidades de dirección. Pero la lucha ahora
tiene un marcado énfasis electoral, entonces también se dan problemas de
gente cuyo único propósito es acercarse para obtener cargos de elección en
el que ponen su dinero en esa función. Yo creo que un partido
revolucionario como el nuestro debe tener mecanismos que permitan
precisamente que todos participen; pero que a la vez no se convierta en un
partido dominado por los empresarios, un sector que por su propia
naturaleza de clase obviamente tendrá un determinado tipo de intereses en
ese partido.

Carlos Fonseca siempre lo decía: Cuando se cruza un burgués a nuestras


filas, con su mochila de conocimientos y potencialidades, porque son los
que tal vez han tenido el privilegio de estudiar, esa es una ganancia para el
movimiento revolucionario. Pero una cosa es que un burgués se sume y otro
que se tomen el partido y lo enrumben hacia sus intereses burgueses. Eso
son otros cien pesos.

Bayardo: Efectivamente, esa etapa de lucha permitía más transparencia


en la motivación de quienes nos integrábamos a esa lucha, porque vos no
podías decir que un empresario en aquella época se metía al Frente
Sandinista para hacer negocio, si lo que podía sacar era un balazo, una
torturada o su buena temporada en la cárcel. Entonces no había la duda de
qué motivaba a aquel finquero, a aquel industrial, a aquel banquero.
Incluso, nosotros teníamos gente militante en el gobierno somocista,
nosotros queríamos y nos preocupábamos de reclutar gente. Tuvimos
militantes en el Banco Central, como Carlos Zarruck, que trabajaba allí, y
nos interesaba que estuvieran allí porque nos daban información.

Ahora tal vez nos chiveamos si un militante del Frente entra a trabajar al
gobierno de Alemán, pero por qué, porque ya comenzás a dudar: hombré, y
éste estará allí trabajando para apoyar la lucha o para su beneficio
personal. Pero bueno, yo creo que es legítimo ese temor y hay que
neutralizarlo con medidas político-organizativas, con el trabajo propio del
partido, pero a su vez también hay que saberlo enfocar.

Una cosa es que vos tengás esa preocupación y otra cosa es cómo lo
enfocás, porque es que además es una contradicción, porque la Revolución
Sandinista no sólo se comprometió con los terratenientes y atrajo a esa
gente, sino que después hizo empresarios. ¿No hicimos la Reforma Agraria?
Nosotros creamos la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) y
después nosotros agarramos el Área Propiedad de los Trabajadores (APT) y
les dimos propiedad a ellos y a los trabajadores de la Central Sandinista de
Trabajadores (CST) y los hicimos empresarios. Y ahora resulta que ser
empresario es un pecado para militar en el Frente, es una contradicción.

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Mónica: Pasando a otro tema. Dentro de la estrategia de las
organizaciones intermedias se vinculan a los movimientos cristianos. ¿Cómo
fue esa vinculación?

Bayardo: Cuando el terremoto, yo estaba a cargo de Managua, conocía la


casa de Oscar Turcios, quedaba allí por el Teatro Luciérnaga; y a Henry Ruiz,
quien había bajado de la montaña, lo habíamos conectado con su mujer en
la casa de Dulce y Susy Guillén, donde los papás de las Guillén, allí lo
reunimos con la familia.

Susy había sido la novia de Edgard Munguía. Cuando se da el terremoto,


cuando ya más o menos resolví los problemas de mi familia, me fui a la
casa que tenía más cerca, que era la del “Ronco”; me fui a buscarlo, me
ubiqué allí, la casa no se había caído, me indagué con los vecinos que allí
no había muertos ni nada, y en medio de los escombros me fui a buscar a
Henry Ruiz. La casa de la familia de Henry Ruiz, que creo quedaba por Las
Palmas, estaba intacta, no había pasado nada, toda la familia había salido,
habían evacuado la ciudad.

Después de eso seguimos en la fase de continuidad del trabajo. A raíz de


eso comienzo a reclutar a dirigentes del movimiento cristiano. En un
contacto que me hace Miguel Torres, el evangélico –no entra pero él era
simpatizante– entonces caigo al Barrio Riguero, adonde se habían
trasladado una serie de jóvenes burgueses, buscando cómo acercarse al
pueblo y vendían pan. Estaban Álvaro Baltodano, Roberto Gutiérrez, Joaquín
Cuadra, Oswaldo Lacayo, Luis Carrión y José García. El padre Ángel Barrajón
era el inspirador de ellos, quienes vivían en la parroquia de Uriel Molina.

Se da la casualidad que, por otro lado, ha caído donde Uriel Molina, Víctor
Tirado, quien llega como que es un profesor que estaba allí haciendo
estudios. Víctor lo ha de recordar bien porque estuvo un tiempo allí; y
entonces esto se volvía un poco raro, pues cuando comienzo a entrar en
contacto allí, no sé que Víctor está metido donde Uriel, transitando.

Recuerdo que después comenzamos unas negociaciones con estos jóvenes


cristianos, digo negociaciones porque ellos comenzaron a hablar de una
alianza del Frente Sandinista con los cristianos. Tuvimos varias reuniones
donde íbamos Ricardo Morales y yo del Frente, y estaban Barrajón, Luis
Carrión y Joaquín Cuadra, por ellos; en otra llegó Roberto Gutiérrez.

Nunca se me va a olvidar la primera vez que ellos hablaron de alianza. La


reacción de Ricardo fue: –Están locos, están locos, están locos, y éstos,
¿quiénes son? Ricardo dijo, esos están locos pues están hablando de
alianzas; yo me quedé haciendo todavía el trabajo con ellos porque había
una relación allí en la Universidad, hasta que fueron aceptando integrarse al
Frente, ya sin la lógica de una alianza.

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En León ya estaban también las vinculaciones con “Pin”, Oscar Pérezcassar,
y entrás vos y comenzamos a desarrollar otra dinámica.

Mónica: En el año setenta y tres, Humberto entra al país y se reúne con


Oscar, Ricardo, Juan José y Federico, en Nandaime. Después de eso, y antes
que murieran Oscar y Ricardo, según Humberto hubo una reunión en
Nandaime en la que participás, además de Oscar, Ricardo, “Federico”,
Tomás, Plutarco Hernández y Manuel Morales. ¿Te acordás de qué hablaron
en esa reunión?

Bayardo: No me di cuenta de la entrada de Humberto; pero esa otra


reunión de la que se habla creo que no existió, o por lo menos yo no
participé. Fui a Nandaime a ver a Oscar y Ricardo. Ahí estaba una
compañera de León, Alicia Bervis, que le tuvo un hijo a Pedro Aráuz. Pero no
computo una reunión como la que decís. A Plutarco yo lo conocía muy bien
y a Carlos Manuel más bien lo recuerdo del movimiento estudiantil, y
después, cuando me mandan bajo su responsabilidad a Las Segovias.

Como te decía, nosotros estamos ennotados con el trabajo de base, y con


los vínculos con los movimientos cristianos comenzamos a desarrollar otra
dinámica hasta que, en un momento dado, comienzan a hablar de que
había que iniciar las acciones, que ya se había acabado la acumulación de
fuerzas en silencio, que ya estábamos preparados; y yo discrepé de eso,
incluso escribí algunos trabajos.

En esa época, yo teorizaba sobre la guerra y la estrategia, entonces escribí


haciendo ver que no estábamos preparados, porque además, yo me sentía
que era el que más conocía el asunto, porque como me movía legal y semi
legal, más o menos conocía lo que teníamos en términos de organización
en el FER, el movimiento cristiano, los movimientos populares, etcétera.

La idea de que ya estábamos súper preparados no la compartí nunca;


entonces comencé a tener allí cierto rifi rafa, cierto alejamiento, a tal grado
que incluso en un momento dado me mandaron a amenazar de que me
podían fusilar por traidor, o capturar o alguna cosa así. Llegó a hablar
conmigo Luis Carrión, llegaron a hablar mis subalternos conmigo, a
hacerme ver que la situación estaba jodida. Y es cuando entonces decido
pasar a la clandestinidad, para que no creyeran pues que era cagazón, sino
que sencillamente estaba discutiendo algo que no me parecía correcto.

Mónica: ¿Ésas eran las discusiones que tenías con “Federico”?

Bayardo: Pero “Federico”, con la mejor buena intención; lo que pasa es que
lo mal informaban, y además había compartimentación, vos sabés,
estábamos en la clandestinidad.

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Mónica: Después de la caída de los compañeros en Nandaime, se decide
dejar a Pedro Aráuz de manera provisional al frente del trabajo, y en el año
siguiente entra Edgard Munguía a una reunión para discutir el tema de
quién queda al frente. Supuestamente él viene a trasladarle la decisión de
Carlos Fonseca, de que él se haga cargo de la montaña, y que Henry es el
que queda como Responsable en el interior del país, sustituyendo al
“Ronco”.

Bayardo: A raíz de las situaciones de los años setenta, que comenzó a


entrar gente, también se mandó gente a entrenar. Uno de los que se fue a
entrenar fue Edgard Munguía. En ese año regresa “La Gata” Munguía, trae
una grabación de Humberto en nombre de la Dirección. Entonces nos
reunimos los responsables que habíamos en esa época, en la Hacienda
Panamá. Nosotros ya nos habíamos organizado, había un responsable de la
ciudad que era Pedro Aráuz, estaba Plutarco Hernández, Eduardo Contreras,
quien entra en septiembre del setenta y tres, y yo, aquí en la ciudad; y en
el campo estaban Henry Ruiz, Víctor Tirado y Jacinto Hernández.

Mónica: Vos acababas de pasar a la clandestinidad, porque estuviste en


una escuela en la Hacienda Panamá, de Yico Sánchez, donde estuvo Hugo
Torres y parte de la gente que después integró el Comando Juan José
Quezada. Ahí mismo se realiza la reunión.

Bayardo: ¡Exactamente! Entonces, cuando viene Edgard Munguía, viene


nombrado como responsable nacional, como nuevo jefe pues, después de la
muerte de Oscar y Ricardo. La orientación es que Pedro Aráuz pasa a la
montaña y Henry Ruiz a la ciudad, y yo paso a la montaña. Vimos esas
orientaciones y llegamos a la conclusión de que Humberto estaba hablando
paja, que no sabía cómo estábamos aquí, que esto no era como estar
moviendo jugadores de béisbol, que había una experiencia acumulada. Ahí
entonces tomamos la decisión de reconocer como miembros de la Dirección
Nacional, a Carlos Fonseca, Humberto Ortega y a José Benito Escobar, que
estaba preso, pero a José Benito, hasta que estuviera libre, y a los otros
dos, hasta que estuvieran en el país. Esa era nuestra Dirección, pero su
ejecutividad iba a estar determinada por su presencia física.

Nos constituimos en una dirección provisional cuyo primer responsable era


Pedro Aráuz, y el segundo, Henry Ruiz; y allí nos estructuramos como
Comisión de la ciudad y como Comisión de la montaña, quedando al frente
de ambas, respectivamente, Pedro y Henry.

Entonces le dijimos a Edgard Munguía que se fuera de regreso con el


mensaje de los siete que estábamos dirigiendo en la concreta. Edgard
Munguía dijo que él no se iba, que había venido a asumir y que quería irse a
la montaña, que no se quedaba en la ciudad, que pedía ser ubicado en la

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montaña.

Los que estuvieron en esa reunión eran los cuatro de la ciudad: Eduardo,
Plutarco, “Federico” y yo; y tres de la montaña: Henry, Víctor y Jacinto
Hernández. Ésos éramos los que estábamos en la reunión y “La Gata”
Munguía, a quien sacamos de la reunión mientras discutíamos.

Mónica: ¿Y Carlos Agüero y Tomás Borge?

Bayardo: Tomás estaba sancionado, pero tal vez estuvo. Carlos Agüero
también podría haber estado, pero no los recuerdo.

Mónica: Henry Ruiz no se ubica en esa reunión, pues dice que no, que él
nunca estuvo en ninguna reunión donde se haya discutido esa cosa de la
jefatura. Humberto afirma que además, entre las cosas que mandan a decir
Carlos y él, es que Jaime pasa a ser miembro de la Dirección y esa es una
de las cosas que ustedes rechazan tajantemente.

Bayardo: Fijate que eso no lo recuerdo muy bien. Recuerdo que el


elemento clave, además del tono de Humberto, que siempre ha sido así,
gogogugo, con voz de mando, entonces nosotros dijimos: –Ideay, ve qué
diaverga, ¡ya la cagó! Hace un cachimbo de tiempo que está afuera y no
tiene ni idea de cómo es esta mierda.

Mónica: En su libro La Epopeya de la Insurrección, Humberto afirma que al


que nombran responsable es a Henry, pero éste dice que nunca supo nada
de eso.

Bayardo: No, no, al que nombraban era a Edgard Munguía.

Mónica: Cuando pasás a la clandestinidad, más o menos a mediados de


1974, ¿cuáles son tus tareas?

Bayardo: Cuando paso a la clandestinidad, es producto de ese proceso de


contradicciones que se dan después de esa reunión, porque yo era miembro
de la Dirección de la ciudad y es cuando se plantea que iniciemos las
operaciones. Creo que es a raíz de eso, como para demostrar a los de
afuera que aquí estábamos consolidados y todo, se comienza a plantear el
inicio de las operaciones.

Mónica: ¿En esa reunión se habla de una operación para rescatar a los
presos?

Bayardo: Es una discusión que se viene desarrollando. Con el que tengo el


choque más frontal es con Plutarco Elías Hernández, que era el responsable
de Chinandega, y tenía de flamante segundo a Emerson Velásquez.

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Recuerdo que andaba semi legal. Voy a ver todo el trabajo, porque, como
tenía más movilidad, me delegan esas tareas. Se supone que voy a
reunirme con los principales cuadros de Chinandega, entonces a mí me está
esperando Emerson en la carretera y me lleva a una rancha abandonada
antes de entrar a Chinandega, y allí llega Plutarco Hernández. Les pregunto
dónde está la gente: –Se supone que yo vengo a reunirme con los
compañeros, con los responsables. Me comienzan a inventar que hay
situaciones operativas, pero como yo tengo toda la conexión con los
cuadros legales del movimiento de masas y por otro lado chequeo y no hay
tales, entonces a mí me huele raro que ni siquiera me puedan llevar a una
casa de seguridad; sólo hay agua y un morral, como si estuvieran en la
guerrilla.

Le pasé el informe a Pedro y entonces, cuando estamos en el proceso de la


discusión si hay o no condiciones para iniciar las operaciones, yo le digo
que aquí no hay ni mierda, porque eso es una mentira, se iban a embarcar.
La idea era hacer una serie de operaciones simultáneas para comenzar a
hacernos sentir, no operaciones aisladas. Hago ver que allí nos van a
embarcar porque allí no hay nada. Entonces le creyeron más a Plutarco
Hernández que a mí.

Mónica: ¿No fueron entonces con Pedro Aráuz tus diferencias?

Bayardo: No. Aunque se volvieron diferencias porque él defendió a


Plutarco, le dio más credibilidad, y producto de eso se me sancionó y se me
mandó a la base. De tal manera que después del entrenamiento en la
Hacienda Panamá, donde estuve con Hugo Torres y toda esa gente, a mí me
ubican en Chinandega. Por cierto, en ese momento al lugar adonde me
llevan era un ranchito por la mierda, es donde tienen preso y fusilan a
Chicho Zepeda. Yo fui testigo indirecto en el sentido de que vi que lo tenían
allí amarrado, y se lo habían llevado y luego no había aparecido.

Voy a Chinandega desarmado, y el primero que habían mandado me dio


una pistola que era de entrenamiento, que no estaba en buenas
condiciones; pero me encuentro a Joaquín Cuadra, quien, escondido de
Plutarco, me da una pistola.

Estando allí es que se decide hacer el operativo del 27 de diciembre 3. En


ese momento Germán Pomares está en la zona de Las Segovias con Carlos
Manuel “Pelota” Morales. Por la experiencia que tiene, deciden traer aquí a
Pomares, para que sea parte del Comando, y a mí me mandan al norte a
sustituirlo.

El que me recibe en Las Segovias es “Pelota” y me manda adonde estaba


Pomares. Cuando llego, me doy cuenta que realmente el trabajo era
mínimo. En honor a la verdad, Pomares no tenía mucho tiempo de estar allí,

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pero estaba en manos de tres contactos, un campesino que era curandero,
un bandido que nos cobraba por cada caminada: –Es que siempre que
tengo que dejar la huerta, tengo que contratar a un hombre, entonces
necesito veinte pesos para contratar… y no sé cuánto para la comida y que
aquí que allá. “El Brujo”, le decían, y otro al que le decíamos “El Sheriff”,
que quedaba por Santa Teresa de Guasuyuca 4; si no me equivoco se
llamaba Desiderio Castillo, y el otro contacto quedaba allí por Santa Isabel,
por San Lucas.

La misión que tenía Pomares, que es la que yo voy a asumir, es hacer la


Ruta Augusto Sandino. Me recibe “Pelota” en Ocotal, recuerdo que le dije: –
¡Qué frío hace aquí!, pero lo que pasa es iba enfermo con una infección en
los riñones. Toño Jarquín y los parientes de otro médico que me vieron,
diagnosticaron infección renal y me dieron el tratamiento. Después,
“Pelota” me va a dejar a Totogalpa. Comenzamos a caminar, y allí nos está
esperando “El Brujo”, este campesino curandero. Ése iba a ser mi chan para
la Ruta Augusto Sandino.

Oíme esto, porque es para cagarte de la risa, la Ruta Augusto Sandino tenía
dos direcciones: de allí donde me estaban sembrando, tenía que abrir una
ruta clandestina por montes, porque estábamos inspirados en la Ruta Ho
Chi Minh, de tal manera que pudiera por esa ruta abastecer a la montaña
de armas, hombres, alimentos y vituallas.

La ruta tenía que bajar por el lado de Limay, hasta llegar al Río de Los
Quesos. La gente de León iba a avanzar también, y el punto de encuentro
con las fuerzas de occidente era el Río de Los Quesos. Yo tenía que avanzar
de allí hacia abajo y después ir hacia la montaña, en dirección a Peñas
Blancas, que queda delante de San Juan de Río Coco, allí iba a pegar yo con
la gente de la montaña que venía avanzando.

Pero todo eso tenía que ser en el monte, de manera que no nos detectaran
y no nos bombardeara el enemigo. Entonces me mandaron con mi
machete, para abrir ruta, porque había que ir abriendo el abra, toda esa
mierda, y cuando yo llegué, entré de noche a la zona, entonces cuando
amaneció y veo donde estoy dije: – ¿Qué hago yo con este machete?,
porque ¡era una pelazón de la gran puta! No necesitaba machete para nada
si era una pelazón total esa zona de
Somoto, entre Ocotal y Santa Isabel, que era donde vivía este viejito.

Por otra parte, recuerdo que me mandaron con una camisa de manta azul,
de blue jeans y mis botas y un sombrero; entonces cuando comienzo a ver
de largo todo, nadie usaba manta azul, nadie usaba blue jeans, nadie usaba
sombrero y por supuesto nadie andaba con un machete haciendo el
ridículo. Ah, bueno, llevaba una gran mochila, hecha de bramante, donde
iba mi hamaca, una libra de carne asada al sol y todo eso se suponía que yo

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lo anduviera en la guerrilla para acampar, y me di cuenta, aquí no había
lugar de hacer eso, pues.

Cuando estábamos allí, en la etapa de adaptación, que me van a meter y a


presentar los contactos, “Pelota” se pegó un balazo limpiando el arma; fue
un accidente, se pegó un balazo. Entonces tenemos que bajar a buscar a
unos Irías, de Pueblo Nuevo, que eran colaboradores vinculados también a
Toño Jarquín. Este Irías en su jeep nos lleva a Ocotal y de allí se llevan a
“Pelota” a Somoto para tratarle la herida.

Como “Pelota” queda inhabilitado, me regreso al punto de mi supuesto


chan y curandero, y comienzo a tratar de ubicarme de nuevo. Mi jefe está
herido, la comunicación no es muy fluida y veo que todo es un disparate. Vi
que la gente usaba pantalones de diolén y camisas de seda, la gente se
vestía de pacas, usaban gorras y no sombrero. Entonces canjeé mi ropa con
ropa que usaba la gente allí, y como además ya no podía andar con un
machete haciendo el ridículo, entonces para poderme mover en el día, pues
era de noche la exploración, entonces me hice la cobertura que era un
comerciante de chanchos. Eso era lo más usual, ser comerciante de
chanchos. Así que aprendí en esa época lo elemental sobre los cerdos, para
que pudiera andarme moviendo con el señor éste, a veces nos metíamos
por rutas, por veredas.

Ya ubicado, estoy claro que la ruta se requería, pero que no era como Pedro
pensaba, pues él no había andado nunca por allí. Ellos creían que era como
que estaban en la montaña y que ibas a abrir un camino. Lo que había que
hacer era buscar enlaces; entonces por la vía de relaciones, tal y cómo se
hacen los contactos fui a pegar con los Delgado; en San Juan de Río Coco,
estaba Ruy Delgado, hermano de Ajax Delgado, el que mataron en La
Aviación, era gente de dinero, tenían la principal hacienda cafetalera allí,
tenían vehículos y entonces comencé a hacer contactos así, de finqueros,
campesinos.

Entré a la búsqueda de la Ruta. Lo hacía a veces moviéndome en un


vehículo de un lado a otro, porque lo importante era ir tejiendo contactos.
Samarkanda, que quedaba por San Juan de Río Coco, era la principal
hacienda allí todavía, creo que ahora está en manos de cooperativas, y
cruzando varios kilómetros al norte, ya caías a la zona de Peñas Blancas, en
la montaña, que era donde me iba a encontrar con Juan de Dios Muñoz, si
no me equivoco, cuando bajara de la montaña hasta allí. No me acuerdo
quién era el que iba a llegar desde León, pero yo, por lo menos físicamente,
llegué al Río de Los Quesos.

De los contactos, me acuerdo del médico de Pueblo Nuevo, el doctor Flores,


que era camarada, y unos Rodríguez que eran finqueros; después algunos
jóvenes se integraron a la guerrilla. Para el asalto de la casa de Chema

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Castillo, yo estoy en el monte, y fue una grata sorpresa, no conocía la
planificación ni nada.

Mónica: ¿En la reunión de la Hacienda Panamá no se habló de eso?

Bayardo: No, allí no se habló de eso; más bien la discusión estaba


centrada, como te digo, en el inicio de operaciones, que si comenzábamos
con la guerra generalizada y todas esas cosas.

Como parte de los preparativos son los entrenamientos, y la zona donde


estábamos se presta para entrenar gente y para ir metiendo más gente;
hacemos allí la operación de El Copetudo, que se hace simultánea porque
estábamos comenzando a preparar gente masivamente. Por eso es que
cuando le caen a El Copetudo, le caen también a una Escuela en El Sauce.
Se ve que el enemigo nos tenía detectados de alguna manera, porque fue
una operación bastante simultánea.

Mónica: Cuando expulsan a Jaime Wheelock y los demás, ¿vos te diste


cuenta de previo?

Bayardo: En esa época yo estoy sancionado, pasé de ser de la Dirección, a


ser base; por eso es que no me extraño estar en la base, sólo ando por lo
bajo.

Mónica: ¿Cuándo te diste cuenta de que Carlos Fonseca estaba en el país?

Bayardo: Cuando la represión nos cae a raíz de la experiencia de El


Copetudo, hasta ese momento ignoro que está caminando el proceso de
división, pues ando haciendo mi trabajo muy tranquilo en el monte, incluso
vos sabés, porque vos estabas por esa zona, que después de la represión,
yo los saco a ustedes de Ocotal a Condega, Estelí, y yo me regreso porque
soy el que tengo los contactos en esa zona. Después de eso es que me doy
cuenta que hay una división y que hay todos estos problemas. Manuel
Morales “Pelota” me los plantea. Para ser honesto, no me trata de reclutar,
sino que él me cuenta que hay una situación, y que se identificaba con
tales y cuales posiciones –las posiciones de la Tendencia Proletaria– y que él
se iba a integrar allí y se va a Honduras. Entonces le pido cómo me puedo
comunicar con los mandos, y mando a avisar que el hombre se fue.

Al cabo de un tiempo me mandan a llamar a una reunión en la que estaban


Carlos Fonseca –fue la única vez, cuando yo conocí a Carlos Fonseca–, Pedro
Aráuz y Tomás. Les informo lo que había de trabajo, cómo habíamos
quedado, cómo nos estábamos reestructurando después del vergazo que
nos habían dado, y allí me nombran responsable del Regional Norte, y me
mandan de regreso. Me nombran jefe y me ratifican que siga trabajando el
asunto de la Ruta Sandino, porque al fin de cuentas, con tanta gente que

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cayó allí, se vio que había un trabajo más o menos importante de
organización, y que se podía rescatar una buena parte todavía.

Después, como el trabajo en Matagalpa estaba caído también, desde que


cayó preso René Núñez, me preguntan si puedo entrar allí, y yo comienzo a
entrar a Matagalpa a través de Santiago Valdovinos, quien era de la red de
Condega, y daba clases en el Instituto Agrario, algo así. Además, tenía en la
red de Estelí a los González, y contacto a Moisés González. A través de esas
relaciones condegueñas, comienzo a penetrar Matagalpa.

Mónica: ¿Supiste que Carlos iba para la montaña?

Bayardo: ¡No! Si cuando bajo a Managua vengo como militante de base a


rendir cuentas de quiénes estábamos, quiénes sobrevivimos, dónde está
toda la gente, qué es el trabajo que queda y las perspectivas. Incluso, a mí
me sorprende encontrar a Carlos; ¿verdad? Soy llamado, y estoy
entendiendo que el jefe nacional sigue siendo Pedro. A mí me llama mi
responsable, acordate que una de las características del Frente es que
nosotros no tuvimos una estructura muy sofisticada. Nosotros teníamos
responsables, a quienes llamábamos “El Hombre”, aunque fuera mujer.
Decíamos: “El Hombre” dice, “El Hombre” va, “El Hombre” mandó a decir...
Mi responsable era “Pelota”, yéndose él, pasaba a ser Pedro, pero me
mandan a traer, y cuando llego, pues me encuentro que está Carlos
Fonseca. Tuve reunión con él dos veces. Primero fue en una de información,
después me mandaron a encerrar a un cuarto. Ellos siguieron en reunión
todo el día y después, a la noche siguiente, me llamaron, me dieron las
instrucciones, y me regresé al norte.

Mónica: Pasemos a otro tema. ¿Cuáles fueron los factores de la división?

Bayardo: Creo que más que todo fueron las visiones; no te digo que yo
mismo comencé un debate interno sobre la estrategia de cuándo comenzar
la guerra. Así se llamaba el trabajo que hice “Acerca de la guerra y cuándo
desencadenarla”, y lo mandé a través de “Pin”, de Pérezcassar.

Mónica: Recuerdo que “Pin” se identificaba con tus posiciones.

Bayardo: Sí, había una serie de compañeros que estaban de acuerdo


conmigo en que las cosas no estaban maduras todavía.

Mónica: Según he concluido, los fundamentos políticos ideológicos de la


división son bastante flojos. Había primero una división entre esta nueva
generación con los más viejos, que están afuera, y a quienes reclaman que
entren.

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Bayardo: Creo que algo tuvo que ver eso, porque acordate que desde 1974
habíamos tomado la decisión de reconocer a la Dirección, nosotros nunca la
desconocimos, pero la reconocíamos cuando estuviera en el país. Entonces
sí había un cierto aspecto generacional, pero la división no comienza por
allí, sino con el asunto de los Proletarios, cuando hay un sector que
comienza a plantear lo de la organización del Partido, lo cual atentaba de
alguna manera contra la estrategia de la guerra popular prolongada, que
era la que privaba.

En la otra división ahí sí, yo participé, ahí sí creo que tiene que ver con el
hecho de la entrada y no entrada de la gente, y cómo éstos están
marcando pautas y dirigiendo desde afuera. Recuerdo que de eso sí me
informaron.

Mónica: Recuerdo que después de esa sanción injusta que te impuso


Pedro, él vivió un proceso en el que al final te terminó tomando un gran
aprecio y respeto.

Bayardo: Así es, estamos hablando de finales de 1976, cuando ya


comienza a darse otra dinámica. A raíz de la caída de Carlos, y viendo que
la montaña está aislada, decidimos iniciar las operaciones. Entonces nos
encontramos con que en ese momento no tenemos gente entrenada en las
ciudades. Tenemos bases organizativas, pero sin fogueo militar. Entonces
decidimos hacer una escuela para formar las primeras escuadras urbanas.
La escuela hay que irla a hacer a Honduras, porque las condiciones internas
no están apropiadas. Ya habíamos recibido los golpes de El Copetudo y de
El Sauce. Teníamos una finca en Honduras y habíamos ubicado a todos los
compañeros que podían irse. Valenzuela, Felipe Escobar, Ismael Lanuza,
todos los que se fueron a entrenar allí.

Entonces Pedro Aráuz tiene la gran disyuntiva de quién va a ser el


responsable del entrenamiento. En esa época prácticamente estamos
dirigiendo la ciudad y el campo Pedro y yo, Pedro es el responsable, y yo
estoy allí con otra gente, claro. Pedro se reúne conmigo y ya por último
decide que él se va a hacer cargo del entrenamiento; se va con la gente y
yo quedo a cargo del trabajo aquí, quedo a cargo hasta de la casa de
seguridad de él.

Y cuando él regresa y lo mando a traer, se hace una autocrítica conmigo,


porque él regresa y yo le doy un informe del trabajo, de cómo se había
desarrollado, todo lo que tenía, cómo habíamos crecido, y algunos intentos
pequeños de entrenamiento. Entonces me dice que él se fue porque el que
jefeara a los combatientes era el que iba a tener el poder real. Y si me
hubiera mandado a mí, yo iba a tener el poder real, y que además él
regresaba con temor de que yo le hiciera una jugada, una emboscada, algo
así para controlar a la GPP.

23
Mónica: ¡“Federico” era súper desconfiado!

Bayardo: Súper desconfiado, gran organizador y un hombre desconfiado,


lo cual le permitió sobrevivir un buen tiempo en la ciudad, pues Pedro
estaba quemado aquí en la ciudad. Para mí él es el padre de la organización
del Frente.

Yo no era tan así, y no tenía la idea de que se había ido a Honduras


chiveado de que yo tuviera el poder militar y que había andado con esos
temores. Y cuando regresa y encuentra toda su estructura y el mando que
es de él, pues se hizo la autocrítica. Con esa autocrítica producto de este
hecho, sellamos, como quien dice, nuestra hermandad e iniciamos una
nueva etapa de relaciones.

Mónica: ¿Cómo hacés vos para asumir el trabajo de Pedro Aráuz cuando él
muere? Porque si vos eras Responsable sólo del Norte, ¿cómo podés llegar a
asumir esa responsabilidad con la muerte de él?

Bayardo: Yo bajaba a Managua a reuniones con él, él no llegaba al Norte;


yo venía a informarle aquí y aquí le hacía contactos con gente que yo había
tratado y conocido. Entonces, cuando cae él, yo sé que el único que puede
volver a levantar esto soy yo. Entonces me muevo para acá porque sé que
tengo que asumir el trabajo.

Aunque ya para entonces, a mí me habían nombrado miembro de la


Dirección. La GPP teníamos nuestra propia Dirección pues, está Pedro
Aráuz, Henry, Tomás, eso a principios de 1977. Pedro Aráuz me lo comunica
y en la práctica, como están presos algunos de los otros, está la montaña
incomunicada, en la práctica yo soy el segundo.

Yo mantenía una comunicación permanente con todos los de la cárcel.


También seguía empeñado en la tarea de pegar con la montaña a través de
lo que llamaban “la guerrilla del campo”, donde estaban Omar Cabezas, en
una zona, después entró Lumberto Campbell, Omar Halleslevens, Cristian
Pichardo, Julio Ramos; más para acá, el “Capi” Rosales, que después se me
cruzó a los Terceristas, pero efectivamente hay más trabajo nuestro.

Mónica: La Ruta Sandino, que fue la misión que te encomendaron, ¿al final
se cumplió?

Bayardo: Sí, se concretó con el trabajo de la Columna Bonifacio Montoya


por un lado, y el de la Columna César Augusto Salinas Pinell, que era donde
estaban Pichardo y Campbell.

24
Mónica: ¿Es cierto que hubo un plan de la GPP para la toma del Palacio
Nacional?

Bayardo: Sí, lo que pasa es lo siguiente, se dio una coincidencia histórica:


nosotros, la GPP, planeamos tomar el Palacio, y el jefe del operativo
nuestro, que estaba entrenando a la gente, era William Ramírez; sólo que
nosotros teníamos otra concepción.

Como William y yo conocíamos el Palacio, porque habíamos sido redactores


parlamentarios y sabíamos que allí entraba un montón de gente porque allí
queda La Renta, allí habían vendedores de toda cosa, entraba gente con
bandejas, entonces el Comando iba a entrar disfrazado de distintas cosas, y
con las armas camufladas en bandejas, en bolsos, en toda chochada,
porque sabíamos que todo eso era normal y la gente llegaba, y había como
una barandita en donde alguna gente estaba viendo hasta las payasadas
de los diputados.

Nuestra concepción de acceso era distinta a la otra, que entraron como una
unidad militar. Incluso, yo les mando a informar a Tomás y a René el plan
que estábamos desarrollando, pero no entro en los detalles. Sólo les digo
que estamos por sacarlo, pero que íbamos a hacer un operativo, que
íbamos tomarnos un baluarte del Estado, parapapá. De tal manera que
cuando se da la acción, Tomás cree que somos nosotros.

Mónica: ¿Y cuáles, a tu juicio, son los factores que permitieron la


hegemonía de los Terceristas?

Bayardo: Si vos te fijás, todo lo que fue el Frente Norte, la toma de


Matagalpa, de Estelí, toda esa zona, nosotros tuvimos fuerzas importantes,
eran más sólidas y compactas. Recuerdo que mandé a Víctor Hugo Tinoco
primero a tomar el lado de El Sauce; después lo envié para Jinotega,
teníamos gente en Estelí, La Concordia. Yo salí a tomarme Matagalpa sin
que pudieran llegar todas las tropas, todavía teníamos una gente
reconcentrándose allí.

Creo que la hegemonía de los Terceristas se debe en parte a que lograron


controlar, por ejemplo, la Radio Sandino, estaba en manos de ellos; las
conexiones internacionales más importantes las manejaban ellos, las
conexiones políticas. Por eso es que yo hice intentos de arreglos políticos,
que Adolfo Calero ha mencionado. Efectivamente me reuní en Managua con
toda la dirigencia del Frente Amplio Opositor (FAO). Recuerdo que fue en la
casa de él, que quedaba allí por la Iglesia del Perpetuo Socorro. Buscando
políticas de alianza. Y bueno, yo creo que uno de los factores del triunfo fue
que, aun en medio de las diferencias, todos hicimos trabajo político, trabajo
de masas, alianzas, guerra, etcétera.

25
Por ejemplo, Samuel Santos era nuestro, y lo teníamos en la dirección del
Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN); pero yo me tiro
directamente a reunirme con toda la FAO, con Ramiro Sacasa, Calero... No
sé cómo entré solo a esa casa. Recuerdo que me pinté el pelo con almidón,
como canas, que si me movía mucho se me caía el hijueputa, y fui a la
reunión, claro, todos cagados, toda la FAO allí. Yo también cagado porque
fueran a montar una trampa, y les digo: –No, no tengan cuidado. Tengo
treinta y cinco hombres tendidos en la zona y cualquier movimiento habría
oportunidad de que mi gente los contenga y yo salgo, y ustedes no me
vieron pues, ustedes están en su reunión normal. ¡Puras tapas!

Tomá en cuenta, además, que como los Terceristas reciben el grueso de las
armas, incluso digamos, de artillería liviana, el Frente Sur se vuelve casi un
escenario de guerra regular; por eso es que allí puede llegar el hijo de
Torrijos, puede llegar un montón de gente que hacían operativos bang,
bang, bang mortereaban, se regresaban. Obviamente, los periodistas
podían entrar más allí que a una zona en el interior.

Estratégicamente incluso, se suponía, ya cuando logramos coordinarnos y


comunicarnos, que el Frente Sur iba a contener, empantanar, porque como
se había trabado casi en una batalla regular allí con la Guardia, se pensaba
que el Frente Norte y todos los demás Frentes íbamos a poder avanzar con
más facilidad. Y de alguna manera eso pasó, porque los primeros que
entramos a Managua fuimos Luis Carrión y yo, que nos habíamos juntado
en Boaco; Luis avanzando de Chontales y yo que avancé de Matagalpa, por
detrás, por Matiguás a caer a Boaco, y cuando llegamos ya ni combatimos.
La Guardia, unos se habían cagado y otros se rindieron. Detrás venía Henry
Ruiz, quien acaba de entrar del extranjero en avioneta, a Henry lo dejamos
en Boaco y Luis y yo nos vinimos para Managua.

Mónica: Pero dice Leopoldo “Polo” Rivas, que él fue el primero que entró en
Managua.

Bayardo: No, de la Dirección los primeros que entramos fuimos Luis y yo;
tan es así que nosotros llegamos al aeropuerto, y nos separamos porque allí
encontramos un foquito de resistencia, pero además un relajito pues
estaban los milicianos repartiéndose todas las armas; estaba un chavalo de
catorce años con una Mag, fue al primero que le quitamos las armas,
paramos esa mierda y entonces a mí me avisan de focos de resistencia en
Altamira.

Entonces yo entro con varios camiones de combatientes, allí hay una


pequeña escaramuza y luego me voy a la radio ABC y al canal 2, que eran
la misma chochada. Todavía no ha entrado nadie, solo Luis y yo hemos
entrado a Managua, y desde allí les informo a todas las unidades que
estamos en Managua, que Managua está liberada y que el camino está

26
despejado, en especial a Henry, quien se supone viene detrás de nosotros;
pero se les avisa a todos que ya todo está despejado, yo doy mi primera
entrevista allí, recuerdo que la doy todavía con el complejo de la
clandestinidad con la cara agachada y con un sombrero que usaba 5.
Mónica: Polo dice que él fue, que él durmió el 18, y amaneció el 19.

Bayardo: Pero se dormiría en Las Piedrecitas, no joda, porque estando yo


allí en la Radio, me avisan que están saqueando La Loma.

Mónica: ¿Y qué hora era esa, como qué hora?

Bayardo: ¡De día! Entonces yo mando a una unidad a tomar control de La


Loma que la estaban saqueando, que fue cuando me pasó un parche,
porque después me dicen que están saqueando el edificio de
telecomunicaciones y mando el otro camión para allá, y yo me quedo con
una camioneta con seis hombres allí en la Radio. Entonces cuando yo voy
de regreso al aeropuerto, me paran los milicianos y me llevan donde una
loca de la cárcel de La Aviación.

Yo le decía: –Yo soy “Chepe León”, el jefe del Frente Norte. Si vos sos el jefe
del Frente Norte, yo soy la mujer maravilla –me dice. Era una loca que había
estado presa, la habían violado, estaba traumatizada, y cuando se fue la
Guardia, salieron los presos, ella tomó control de la cárcel y estaba
encaramada donde se ponía el Coronel Luis Ocón. La recuerdo, se sentaba
en el escritorio, allí en una parte alta donde se sentaba el Jefe. Menos mal
que se le iluminó el cerebro en un momento dado, algo la inspiró pues a la
mujer, y me dijo: –Te voy a dejar ir, pero las armas se quedan. No me voy
sin las armas… y fíjese bien, piense lo que está haciendo –le digo– le
aconsejo que llame ahorita al Aeropuerto donde estamos todo el mando
reconcentrándose. Hasta que llega un momento en que dice: –Bueno, pues.
¡Déjenlo ir!

Mónica: ¿Un mensaje final?

Bayardo: Quisiera aprovechar esta oportunidad para recordar una frase de


alguien, y creo que sería mi mensaje central: “La culpa no es de los que se
equivocan, la culpa es de los ausentes”. Ante la situación y los retos que
tiene el Frente Sandinista con el pueblo nicaragüense, el problema no lo
vamos a resolver señalando con mayor o menor criticidad a los que están
actuando. No vamos a rescatar nuestros valores, nuestras calidades,
nuestras cualidades y lo mejor que tenemos porque lo tenemos para
dárselo a nuestro pueblo, lamentándonos de errores y criticándonos entre
nosotros, si no participando.

Ojalá que el debate nos permita llegar a una verdad, a una concepción y a
una acción compartida; que podamos entendernos y nos dispongamos

27
todos a empujar este carro, porque el pueblo no puede seguir esperando.
Estamos experimentando una situación regresiva, pavorosa, yo creo que en
niveles peores que los que se vivieron en el somocismo, el problema de la
prostitución, de la delincuencia... Precisamente porque estas lacras ahora
se ven más alimentadas por la influencia de la comunicación, el cable, la
televisión. Nuestro pueblo no puede estar esperando, y creo que ésa es la
responsabilidad que tenemos.

29 de mayo de 1999

Notas

28
1 Datos de este Congreso aparecen en la entrevista a Hugo Mejía y Omar Cabezas.

2 A la hora de las dificultades.

3 Se refiere a la reunión que se realiza en Las Jagüitas, en agosto de 1974, donde Bayardo no
participa.

4 Santa Teresa de Guasuyuca pertenece al municipio de Pueblo Nuevo. Es el lugar donde, en


1959, cae asesinado el periodista y luchador Manuel Díaz y Sotelo.

5 Bayardo afirma que los primeros de la Dirección Nacional que entraron a Managua fueron
Luis Carrión, Henry Ruiz y él, que venían de Boaco. Él no afirma que fue el primero en llegar al
Búnker, pues se dirigió a la Radio ABC y al Canal 2.

Luis y Henry afirman que ellos se quedaron en el Aeropuerto. Elías Noguera, al frente de
la Columna Facundo Picado, afirma que ellos entraron de primero a la parte norte de la Loma.
Habría que revisar exactamente quienes entraron a las distintas dependencias que
constituyen todo el complejo, conocido como el Búnker.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
IV

Acumulación de fuerzas en silencio


Hacer las tareas, por pequeñas que sean,
como si fueran grandes

Marlen Chow y Marta Lucía Cuadra

Marlen Chow nació el primero de mayo de 1949 en Prinzapolka,


en el Caribe Norte. Desde muy niña la trasladaron a estudiar al
Pacífico. Es licenciada en Sociología y máster en Salud Pública.
Sus primeras inquietudes surgen desde su incorporación a la
Juventud Universitaria Católica. Ingresó al Frente Sandinista en el
año 1969, formó parte de la directiva nacional del Frente
Estudiantil Revolucionario y de una célula dirigida por Oscar
Turcios. En el año 1970, después de la caída de Leonel Rugama,
hizo un período de vida clandestina en Occidente. En los años
ochenta laboró en el Ministerio de Cultura y en instituciones de
comunicación y propaganda. A la fecha, trabaja en su profesión,
milita en organizaciones feministas y por los derechos de las
minorías étnicas.

**

Martha Lucía Cuadra nació en Managua el 21 de julio de 1952.


Estudió en el Colegio Teresiano pero terminó su bachillerato en
Madrid, en el Colegio Nuestra Señora de Loreto. Se integró al
Frente Sandinista en el año 1970, reclutada por Julián Roque
Cuadra. Trabajó con Ricardo Morales Avilés, Camilo Ortega y
Eduardo Contreras en tareas de apoyo, transportando militantes
clandestinos, armas, alquilando casas de seguridad, etcétera. De
1975 a 1979, realizó tareas de apoyo en México y Honduras.
Después del triunfo de la Revolución laboró en diversas
estructuras partidarias en Managua y Rivas, y a la fecha de la
entrevista está dedicada a sus actividades privadas.

Ricardo Morales Avilés es uno de los dirigentes sandinistas más respetados


en la historia del Frente, por su capacidad intelectual y claridad teórica, por
su firmeza y disciplina militantes. Pero también por su solidaridad y
capacidad pedagógica para educar, escuchar y respetar a los demás.
Grandeza humana que irradiaba y que conquistaba a no pocos para la
causa.

1
Hablamos con Martha Lucía Cuadra Lacayo y Marlen Chow, militantes
ambas, pero de orígenes e historias diferentes. Tienen en común la decisión
de unirse a la lucha contra la dictadura. Fueron parte de todo el tendido
clandestino, ése que seguramente jamás se va a terminar de conocer
plenamente. Martha Lucía, con su estilo desenfadado e irreverente, nos
muestra a los luchadores como seres humanos comunes y corrientes, que
se enamoran, bromean, se burlan de sí mismos y hacen cosas propias de la
juventud. Marlen también se detiene en la reflexión sobre los valores que la
animaban, y las dos dan testimonios vivos sobre la calidad humana y
revolucionaria de Ricardo Morales Avilés, mientras pasan revista a otros
dirigentes extraordinarios como Oscar Turcios y Pedro Aráuz Palacios.

Mónica: Martha Lucía Cuadra Lacayo pertenece a una familia de extracción


burguesa, que se comprometió a fondo en la lucha del FSLN. Su padre, don
Joaquín Cuadra Chamorro, fue miembro del Grupo de los Doce, y sus
hermanos militaron activamente. Su testimonio nos permite recordar que la
lucha contra la dictadura fue la obra de todos, no de tres o cuatro estrellas
luminosas. Fue la obra de un pueblo, pues participaron de todos los estratos
sociales. Obviamente, la mayoría tenía que ser gente de procedencia
popular, pero los hubo también de clase burguesa, quienes desde distintas
tareas aportaron su granito de arena para la gran obra colectiva de la
revolución. Como decía Ricardo Morales, lo importante es saber hacer
cualquier tarea como que si fuera la más grande; por pequeña que sea,
hacerla como si fuera la más importante.

¿Cómo te reclutó Julián Roque? ¿Cómo, siendo de extracción burguesa, te


integrás a la lucha revolucionaria?

Martha: Cuando me integré al Frente Sandinista en el año 1970, me


enseñaron que lo más importante era realizar el trabajo sin buscar
protagonismo, y que la responsabilidad era colectiva, no individual. Nunca
pretendí contar mi cuento, ni decirle a todo el mundo qué había hecho y por
qué, ni dónde. Yo seguía trabajando, y quienes me conocían, reconocían mi
trabajo. Incluso, no fue Ricardo el del mérito, sino el compañero René Núñez
Téllez, quien me agarra como una piedra bruta y me va labrando hasta
convertirme en un brillantito, y él es mi responsable hasta después del
terremoto de 1972. Fue mi primer responsable, él fue quien me enseñó esta
concepción de la vida.

Mónica: Pero ¿cómo llegás a tener inquietudes sociales?

Martha: Fue por un dichoso relancín en mi vida, una casualidad. Acababa


de regresar de Europa, vivía feliz en Londres y tenía tres meses de estar
aquí. Un día estaba en la discoteca La Tortuga Morada 1 bailando después de
una fiesta amanesquera, cuando de repente veo en una esquina a un
hombre que me está viendo con unos ojos como de muerte.

2
¡Dios mío mi lindo!, este hombre tiene años de estarme viendo. Decido
acercarme pensando que lo que quiere es bailar conmigo, pero aunque le
meto plática, el hombre está de lo más misterioso. Yo, pues, aventada, me
senté en la mesa y le dije: – ¿Querés bailar? ¿Qué te pasa, por qué me estás
viendo? ¿Querés que bailemos? Y me dijo: –No, no bailo. Dije yo: –Wow, ¿y
qué querés hacer? ¿Por qué me estás viendo, querés platicar conmigo? Sí,
pero fuera de aquí –me dijo. – ¡Wow! ¿Andás en carro? Yo siempre de
aventada.

Yo no le dije por qué había ido a parar allá después de una fiesta. Cuando
me monto en el carro, me pregunta que a dónde vamos, y yo le digo donde
estila ir la burguesía a estas altas hora de la noche, más bien de la
madrugada: –Vamos a El Retiro. Ahí era adonde uno iba. Ya en el carro me
pregunta cómo me llamo y, cuando le pregunto el suyo, me contesta: –
Nosotros no tenemos nombre. Pero en seguida se disculpa y me dice que se
llama “Mario”. “Mario” ¿qué? –le pregunto. –Nosotros no tenemos apellidos.
–Pero, ¿por qué? –Ahí vamos a platicar cuando lleguemos.

Pero a pesar de lo misterioso, yo lo encontraba emocionante, aunque lo


miraba como un poco chaparro. En La Tortuga Morada lo vi fuerte, todo
curvo, pero vos sabés que en la noche todos los gatos son pardos. Ya en El
Retiro empezó a hablar de una serie de cosas y yo a todo le decía que sí,
como que todos esos eran temas conocidos, haciéndome la fachenta, y me
dijo: – ¿Querés ser del Frente Sandinista? Sí –le digo yo, ¿por qué no?

Mónica: Y vos, ¿sabías qué era el Frente Sandinista? ¿Ya tenías


información?

Martha: Te voy a ser franca. Tanto como saber, no, pero tenía una pequeña
idea; yo apenas estaba viniendo de Europa, y en ese tiempo el Frente no
existía en la mente de nadie.

Mónica: ¿Y quién resultó ser ese compañero?

Martha: ¡Julián Roque Cuadra! Le dije que sí quería ser del Frente
Sandinista, pero pensaba en Agüero, porque mi familia toda la vida fue anti-
somocista, conservadora; me acordaba de María Amanda Lacayo Farfán, la
hija del doctor Lacayo Farfán, que cuando estábamos chavalas en La
Esperanza2 tocaba la guitarra y cantaba una canción que ella tenía:
“Decime papaíto quién es esa horrorosa. Ésa es la Salvadora, la viuda de
Somoza. Decime papaíto quién es ese valiente. Es Rigoberto López, que
mató al Presidente”.

De lo que yo tenía información era del Che Guevara, de los acontecimientos


de París en 1968: “¡La imaginación al poder!”, era la consigna, imaginate

3
vos, “la imaginación al poder”. Pero dejame que termine el cuento.

Estamos platicando y yo pensando que ya voy a entrar al Frente Sandinista,


cuando de repente se saca una pistola, así, a lo macho, y la pone ¡pan-gán!
en una mesa toda enclenca que había ahí. Y yo, ¡la Sangre de Cristo me
valga y me ampare!, pero haciéndome la que vivía entre armas. Pero
además, cierro los ojos, y él comienza a decirme: –Acabás de asumir una
decisión seria en tu vida. El Frente Sandinista no es para cualquiera, es una
organización revolucionaria que lucha por el pueblo; debés tener claro que,
si te agarra la Guardia, te saca los ovarios. Y yo decía, los ovarios, ¿y dónde
es que quedan? Me sonó horrible eso.

Mónica: O sea, él te advierte de las dificultades.

Martha: Si, y además me pidió mi número de teléfono, y me dijo que debía


tener un seudónimo. ¿Qué es eso? Yo no sé qué es eso. Tu nombre de
guerra –me explica, pero a mí me costó horrores acostumbrarme a todo el
palabrerío. ¿Cómo te querés llamar? “Diana” –le digo yo, y desde entonces
lo llamaba “Mario” y él me llamaba “Diana”.

Oyente: Mi nombre es René Roque Cuadra, hermano de Julián. Él cayó el


30 de abril de 1976, en Dipina, departamento de Zelaya.

Mónica: Gracias, hermano, por precisarnos la fecha y el lugar donde cayó


Julián. Martha Lucía, ¿qué pasa después que te reclutan?

Martha: Me recluta Julián Roque, pero a los meses cae preso en el intento
de un secuestro, y veo una gran foto de él en La Prensa, y allí es donde me
doy cuenta que eso es en serio. Paso un tiempo como enfriándome y, como
yo era la que les garantizaba la movilización, el vehículo y, además, estaba
legal y podía conseguir recursos ya que era un tiempo difícil, las estructuras
estaban muy débiles.

Luego ya me contacta Camilo Ortega, que era vecino, y después paso bajo
la responsabilidad directa de René Núñez Téllez. Él también estaba legal y
conformamos una célula con la que durante casi tres años hicimos un
trabajo de base. Recluté gente de mi medio, como a Ramiro Lacayo Deshón,
con quien me puse a jalar y lo metí al Frente, y también recluté a la Mary
Jane Mülligan Benard.

Mónica: ¿Cómo conocés a Ricardo Morales y cómo se entabla tu relación


con él?

Martha: A Ricardo lo conozco el 25 de diciembre de 1972, tres días


después del terremoto de Managua. Íbamos de Managua a Granada.
Manejaba su Volkswagen blanco la Mary Jean Mülligan. Adelante iba René

4
Núñez Téllez y atrás Ricardo y yo. De repente, empiezo a sentir que me está
tocando la pierna. ¡Y este maje! ¡Qué es esto, Santo Dios! ¡Hijita linda!
¡Cómo vas a creer! Yo sabía que estábamos trasladando a Ricardo Morales
Avilés de la Dirección Nacional, pero lo supe hasta ese momento. Y cuando
siento que me va tocando la pierna, sentía que se me salía el corazón. Y yo
decía: ¡Se va a dar cuenta la Juana, Mary Jane!, ¡quién aguanta a ésta
fregándome! ¡Y René Núñez!, que era súper estricto. Pero cuando llegamos
a Granada, ya estábamos como medio apachurradotes y, de ahí, Ricardo y
yo ya no nos volvimos a separar hasta que lo mataron.

Mónica: Tengo entendido que Ricardo compartió con Tomás una casa.
Después del terremoto hay muchas discusiones sobre cómo seguir el
proceso de organización en las nuevas condiciones. ¿Supiste quiénes
participaron de ese proceso?

Martha: Ricardo visitaba a Tomás, quien en ese momento estaba medio


sancionado; y yo llevaba a Ricardo a Rivas a hablar con Tomás. Después del
terremoto, tenemos una reunión nosotros: Oscar, Ricardo, René Vivas, la
Mary Jean Mülligan y yo, allí por un laguito, en la carretera a Casares. En
esa reunión “El Ronco” Oscar Turcios, Sebastián, “Sabas” era su seudónimo,
y “Andrés”, el de Ricardo; plantean la situación política y cómo cambiaron
las condiciones políticas y las condiciones internas dentro del Frente
Sandinista. Explican que necesitábamos capitalizar todo el despelote y la
robadera de Somoza, ¿verdad? Era uno de los objetivos principales,
capitalizar políticamente para captar y abrir más el espacio en que el Frente
Sandinista se estaba moviendo. Es decir, abrirnos a los colaboradores,
reclutar médicos, gente de diferentes estratos; secretarias, todo tipo de
gente ¿no?, no solamente el campesino.

Mónica: Ricardo fue uno de los que tuvo mayor visión de la importancia de
incorporar a los cristianos, por ejemplo.

Martha: Entonces ahí, después del terremoto, es cuando se plantea la


necesidad de vincularse al Movimiento Cristiano. Es decir, de abrirse, que el
Frente Sandinista es de todo el mundo, no solamente de los obreros y
campesinos.

Esas eran las grandes discusiones en esos momentos, de por dónde tenía
que ir la cosa. Porque antes era prácticamente todo para la montaña, pues,
¿verdad?, como que la montaña era el eje y como que la ciudad no jugaba
ningún papel.

A mí me parece que la historia no ha reivindicado suficientemente el aporte


que tanto Oscar como Ricardo hicieron a la construcción de la estrategia
político-militar, que posteriormente lleva al triunfo al Frente Sandinista.

5
Oyente: Habla Lesbia Espinoza, periodista. Un saludo a Marta Lucía, a
quien conocí en esos años setenta, de la época de La Tortuga Morada, de la
Cafetería La India, con June Beer, Róger Pérez y todos los muchachos, los
pintores. Ella iba mucho también al estudio. Ahí íbamos con Patricia Wong y
la teatrista Xiomara Centeno. También al estudio de Leonel Vanegas en la
Avenida Bolívar. Y todas queríamos a la Marta Lucía, tan dulce, tan cariñosa
siempre, andaba con Ramiro. Es bueno, Mónica, que estés haciendo este
trabajo porque es la historia del país, es la historia de este pueblo tan
valioso.

Mónica: Hay que recordar que a finales de los sesenta había todo un
movimiento de protesta, el hipismo, la lucha contra la guerra de Vietnam,
los movimientos de mayo en París que tienen su influencia en un sector en
Nicaragua; y el Frente Sandinista recoge, sintetiza todo lo que era el espíritu
de la protesta, de la rebeldía. Por eso también se incorporaron gente que
fumaba marihuana… Martha Lucía, ¿cómo conociste a Juan José Quezada?

Martha: Desgraciadamente, conocí a Juan José Quezada en circunstancias


espantosas. Era el cumpleaños de Ricardo, el 11 de junio, y fuimos a
recoger a Matagalpa o Jinotega a un compañero al que le decían “El Niño”,
pero que en realidad era un hombre súper alto, blanco y no era feo. Él venía
de la montaña donde le habían trozado la mano derecha de un machetazo,
y le cortaron los cuatro dedos de la mano izquierda. Dicen que él mismo se
los había zurcido. Entró al carro envuelto con un trapo ensangrentado y
sucio.

Mónica: Él no se zurció la mano, lo hizo otro compañero, pero no recuerdo


el nombre. Esto me lo contó René Vivas. Juan José y ese compañero se
durmieron en un lugar, y unos jueces de mesta los agarraron dormidos y los
machetearon.

Martha: Sí, y los machetearon. Cuando el hombre entra al carro rapidísimo,


Ricardo se pasa al asiento de atrás y empiezan el güiri-güiri-güiri, a platicar
quedito; pero yo miraba a este hombre que estaba lempo, lívido. Nos
paramos en una farmacia a comprar alcohol, vendas, pero yo no hallaba
qué hacer. Nos pusimos a curarlo, pero yo, de los nervios, todo lo botaba,
no hallaba cómo ayudarlo, y lo llevamos a la casa de Nandaime, que
llamábamos “La Ermita”.

Ricardo ya me había hablado un poco de él. Me dijo que era un guerrillero


de los cuadros más importantes del Frente Sandinista y que era una bella
persona; quizás fue por eso que me impresionó tanto verlo así. Me tocaba
llevarlo al médico en Jinotepe, donde un colaborador del Frente, pero como
me miraba que yo era una flaca cacreca, era brusco conmigo.

Mónica: ¿Cómo se monta la casa de seguridad de Nandaime?

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Martha: La de Nandaime, la alquilamos. Firmé contrato de alquiler con don
José, el dueño de la casa, y me puse como nombre “María Amanda Lacayo”.
La casa era muy bonita y yo le encajé La Ermita, porque era linda,
blanquita, y además estaba regiamente ubicada. Estaba junto al hospital y
tenía entrada por detrás, o sea, podías entrar por el monte. Ahí vivían de
perenne Jonathan González y la María, una muchacha que tenía un lunar en
el ojo. “El Niño”, Juan José Quezada, vivió ahí a partir del 11 de junio.

Mónica: Había dos mujeres en la casa, una compañera de seudónimo


“Gloria” y Alicia Bervis.

Martha: Así, es. Creo que esa casa ya estaba detectada por la Guardia,
pero no estaban seguros de que era una casa de seguridad del Frente
Sandinista y que ahí asistían todos los grandes dirigentes, miembros de la
Dirección. Pero realmente jamás nos preocupamos por tomar medidas de
seguridad. A esa casa llegaba todo mundo en diferentes carros y a
diferentes horas; y a pesar de ese movimiento extraño, en la casa no
guardamos las medidas de seguridad correspondientes.

Recuerdo que una semana antes de la masacre, había llevado a Juan José
Quezada donde el doctor, en Jinotepe, y éste le había dicho que en esas
circunstancias era prácticamente imposible realizar una operación
quirúrgica para que él recuperara la movilidad en una de sus manos.
Entonces “El Niño” vivía como loco dentro de la casa. Para él era como una
cárcel, porque era muy activo y de excelentes condiciones físicas.

Mónica: Dicen que Juan José Quezada cargó a Jonathan, quien iba herido, a
pesar de que él estaba todavía convaleciente de la mano. Él hubiera podido
escapar, pero no quiso abandonar a Jonathan. Compañeros que lo
conocieron en la montaña, dicen que él cargaba mochilas hasta con setenta
libras de peso, y como si nada, y era veloz.

Nosotros estuvimos muy cerca de esta muerte. Después del 11 de


septiembre, fecha del golpe de Estado contra Salvador Allende, en Chile,
tenemos un encuentro latinoamericano cristiano en el Tepeyac, que es una
casa de retiros que queda entre Granada y Nandaime, en las faldas del
Volcán Mombacho. Yo estaba ahí, y estaba José Miguel Torres, había
representantes de otros países, chilenos, uruguayos, paraguayos,
argentinos. Ricardo Morales nos dio una conferencia el 16 de septiembre,
nos habló sobre la realidad nacional. Me acuerdo que planteó la necesidad
de la lucha armada.

Recuerdo perfectamente a un argentino que empezó a decir que era un


demagogo, porque si estuviera en la lucha armada, no estaría hablando así.
Los nicas empezamos a putearlo. Nosotros sabíamos quién era Ricardo

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Morales y lo respetábamos.

Las mujeres dormimos en un gran dormitorio colectivo. Ricardo Morales se


pasó hablando todita la noche con Arlen Siú, sentados en una de las camas.
Eran un solo güiri güiri. En la mañana del 17, fuimos a dejar a Ricardo a
Granada, y de ahí tomó un taxi interlocal para Nandaime. Fijate que yo no
sé con exactitud el día, pero sí recuerdo que nosotros estamos en el
Tepeyac, cuando empieza a sonar el pipiripí que ponen en las radios para
las noticias de última hora. Y empiezan a hablar del combate en Nandaime.
Tuvimos que suspender el retiro espiritual y quemar todos los papeles,
porque entonces supimos que ahí estaba Ricardo Morales, y temimos que la
Guardia llegara a catear.

Bueno, ya está aquí Marlen, vamos a hablar con ella. Contanos, ¿qué te
motiva a entrar al Frente?

Marlen: Yo salí de los movimientos cristianos, de Juventud Universitaria


Católica. En aquellos años entramos a la universidad un grupo de cristianos:
Chepe Lolo, la Berta Noruma, Enrique, que eran de la Jornada de Vida
Cristiana, y Hugo Mejía, Salvador Méndez y Samuel Lau, quien ya murió. La
primera situación que nos hizo encontrarnos, fue una gran lucha por el dos
por ciento del presupuesto de la República para la universidad. Fue cuando
entramos trescientos estudiantes a la Escuela de Economía, a pesar de que
había el famoso colador –como en la Escuela de Medicina– y fui una de las
mejores alumnas.

La gente me reconoció y empezó una invitadera para ir a seminarios de los


socialcristianos, que eran los que tenían el gobierno universitario. Yo no
sabía absolutamente nada, ni me interesaba para nada lo partidario, lo
político. Sí tenía una gran preocupación por lo justo, por la cuestión social, y
había trabajado con las monjas de Maryknoll y los padres Capuchinos, como
misionera en las comunidades del Río Coco; de manera que tenía una
conciencia social.

Mi padre fue un hombre de mucha comunicación con las comunidades


indígenas y fue así como empezamos a decir que no era posible que no
entraran todos los estudiantes a la Universidad, que había que hacer algo, y
nos empezamos a meter, y hasta hicimos una marcha a pie a León en el
año 1969.

Éramos distintos grupos de jóvenes a los que, podríamos decir, nos


maduraron con carburo. Jóvenes que tampoco éramos inconscientes,
teníamos influencias de la familia, de los amigos y de los maestros. De
hecho, la mayoría éramos buenos alumnos. De manera que se nos planteó
una situación de definiciones ante la problemática de la sociedad y nos
metimos al movimiento estudiantil. Entramos como un gran contingente de

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jóvenes con misiones bastante definidas.

Una de esas misiones era cambiar la correlación de fuerzas del movimiento


estudiantil, ya que el movimiento de izquierda nunca había tenido el poder
estudiantil. La otra misión era abrir el movimiento estudiantil, hacerlo más
democrático, y en esos años ganamos la presidencia del Centro
Universitario de la Universidad Nacional con Hugo Mejía, y se abrió el
movimiento estudiantil.

Mónica: Fue una etapa importantísima: el quiebre del control del


movimiento estudiantil, aunque Mejía todavía no se lanzaba como Frente
Estudiantil Revolucionario.

Marlen: No. Nosotros éramos como un contingente libre, con mucha


influencia de Camilo Torres, del Che Guevara, que comenzamos a trabajar
seriamente por la construcción de un movimiento estudiantil de izquierda y
abrirlo. Teníamos presidentes de las asociaciones que no precisamente eran
gente definida o adscritos al FER, sino jóvenes preocupados, alegres,
representantes auténticos y genuinos de las bases estudiantiles, de sus
facultades y escuelas, y que gozaban de un gran respeto.

Fuimos creciendo y empezamos a reconocer que teníamos que establecer la


diferencia clara y marcada entre el movimiento estudiantil y el CUUN, como
una instancia gremial que representaba los intereses de todos los
estudiantes universitarios; y el movimiento de izquierda que era el FER. Y
así comenzamos a trabajar.

René Darce me invitó a una gran actividad del FER, donde nos ponían un
número y nos hacían hacer posta con una pistola. Era un pistolón enorme, y
realmente no sabía de qué se trataba. Yo sabía manejar un rifle 22 o una
escopeta, porque en la Costa Caribe mi padre me había enseñado, pero ese
pistolón grandote, no. En esa actividad me postularon para el secretariado
del FER y hubo una gran protesta porque la esencia del FER en esos años
era de perfil muy marxista, aunque yo creo que ideológicamente no era
tanto; pero el debate era que si yo pertenecía a los movimientos cristianos,
cómo es que iba a ser del secretariado, pero gané y fuimos dos mujeres las
que quedamos, Mireya y yo.

A raíz de la incorporación de algunos de nosotros al FER, desapareció


Juventud Universitaria Católica como movimiento cristiano, sobre todo
porque no queríamos seguir manejando un movimiento de iglesia como un
movimiento político; sabíamos que teníamos que adscribirnos a un
movimiento político. Y así comenzamos a trabajar con la gente del FER, que
tenía una imagen muy respetada en el movimiento estudiantil, estaban
Doris Tijerino, Pablo Antonio Cuadra –el hijo de Manolo Cuadra–, Mario
Tijerino, que fue candidato a la presidencia del CUUN junto con Hugo, entre

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otros compañeros.

Mónica: ¿Trabajaste muy de cerca con Ricardo Morales?

Marlen: Sí, trabajé cerca de él, inmediatamente después que salió de la


cárcel. Creo que la virtud, las cualidades y los valores de Ricardo estuvieron
muy recalcados en el desarrollo de los cuadros del Frente Sandinista.
Desgraciadamente, ahora es materia desconocida en la militancia del
Frente.

Una cualidad es la modestia, cuya contraposición es la ostentación y la


prepotencia. Ricardo era una persona que atraía, no porque era guapo, que
lo era, pero el cariño hacia él estaba dado porque irradiaba una energía que
hacía que toda la gente quisiera acercarse a él. Ricardo no sólo era una
persona que estaba para orientar ideológicamente, sino que era alguien a
quien podías llegar a contarle tus problemas de orden personal.

Como jóvenes teníamos muchos conflictos con nuestros padres, porque el


tiempo que teníamos para el trabajo revolucionario era muy poco. Teníamos
que trabajar en el movimiento estudiantil, en la organización del FER, había
un pre FER, teníamos que trabajar en el Frente, éramos apoyo logístico,
teníamos que ir a las escuelas militares, debíamos tener células. Entonces
él tuvo la paciencia de quedarse con nosotros y escucharnos cada vez que
teníamos necesidad de expresar nuestras inquietudes.

Ricardo tuvo la capacidad de influir en la mente de cada una de las


personas con quién trabajó. Hasta ahora no he oído a nadie que no haya
estado sumamente impresionado de haber trabajado con Ricardo. Además,
era un revolucionario insigne y es, junto a Carlos Fonseca Amador, quizás
uno de los mayores ideólogos del Frente Sandinista; porque en el Frente
hubo una cantidad de compañeros, todos dignos del mayor de los respetos
–de los compañeros caídos estoy hablando– pero ideólogos, es decir,
hombres que hicieron esfuerzos por filtrar, por procesar la ideología a la luz
de la realidad nicaragüense, eran Carlos, Ricardo, un poco José Benito;
había inquietudes de Mauricio Duarte, por analizar y escribir.

Martha: Y Oscar Turcios. Oscar y Ricardo eran “yunta”. Oscar no solamente


era un cuadro militar, era una persona que también tenía gran visión
política. Pero Ricardo tenía otra cualidad, no sólo la paciencia, tenía aura.
Hay gente que nace como con un aura que atrae a la gente y le sabe
llegar...

Marlen: Yo creo, Martha Lucía, que el aura no nace en la gente, el aura se


la hace uno por la propia formación.

Mónica: Seguramente que la cultivó, porque recordá que él era de los que

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nos decía que el revolucionario no sólo debe serlo, sino también parecerlo.
Ricardo estuvo en México y luego lo mandaron a Cuba; pero él prefirió
entrar al país. Expresaba con convicción que uno es lo que hace en la vida,
como lo refleja en sus escritos. Me gusta mucho lo siguiente, que escribió
en la cárcel:

¿Cuál será nuestro legado? Lo que dejemos detrás de nosotros


será el resultado de las cosas grandes y/o pequeñas que
hagamos en nuestra vida. Lo importante es que las cosas, por
mínimas que sean, las hagamos como si fueran grandes. El
mundo nuevo que surgirá del seno de nuestra lucha será
moldeado, en parte, por la contribución distinta y común de cada
uno de nosotros. Estamos empeñados y responsabilizados.

Martha: Uno de los poemas más bello de Ricardo es Pancasán. Leyéndolo


se te paran los pelos, El viento del norte es rojo y aquí sopla con un rojo
intenso. Yo los copié todos porque los escribió en hojitas chiquititas, como
las envolturas plateadas de cigarros; eran muchísimos papelitos y a mí me
tocó transcribirlos todos. En máquina de escribir entonces, me mal mataba
transcribiendo todo.

Mónica: Está con nosotros José Arana, quien llegó a los estudios de la radio
y nos trajo esta hermosa revista de los héroes de septiembre, y quiere leer
algunas de las frases de Ricardo.

José: Cuando estuve en el FER, uno de los pensamientos más bellos, que
me penetró, fue: “Ahora estoy aquí. Prisionero porque lucho por una causa
justa, ¿cuál será mi destino? Lo importante es que estamos al lado del
pueblo y que estamos haciendo su historia”.

Mónica: Todas esas frases las escribíamos en las mantas y las poníamos en
las calles.

José: Sí, en el movimiento estudiantil nosotros las imprimíamos en las


mantas en cada actividad, en cada conmemoración. Sólo tuve una
oportunidad de verlo en el Congreso Estudiantil de 1973 3, en el Auditorio
Ruiz Ayestas, en León. Llegué de curioso, no estaba invitado. Recuerdo que
este hombre, con sólo verlo, te imprimía confianza, te daba valor.

Mónica: Estuve en ese Congreso y cuando Ricardo llegó, era como que
entrara Apolo. No por lo físico. Todos sabíamos que había salido de la cárcel,
que en los interrogatorios sólo había contestado “soy y seré militante de la
causa sandinista” –como dice la canción–. Era semi legal. Llegó al Congreso
a hablar. Realmente era un privilegio escucharle. Todo el mundo se quedaba
callado. Los pleitos que teníamos eran pesadísimos, las luchas contra los
socialistas, por ejemplo, que tenían un gran orador en Federico López,

11
porque queríamos que prevaleciera la línea del Frente Sandinista.

Marlen: Ricardo y Oscar Turcios asumieron la organización del Frente


Sandinista cuando la organización cayó en lo que quizás fue la más seria
crisis de toda su historia, después de Pancasán y de la caída de Julio
Buitrago. Después de esto, fue cuando decidieron que se iba a la etapa de
acumulación de fuerzas en silencio. Recogieron lo que había del Frente y
empezaron a discutir. Una de las grandes cualidades de esos dos hombres,
fue el gran respeto que tenían hacía nosotros los jóvenes, y creo que
tenemos que agradecerlo toda la vida.

Recuerdo que Carlos escribía las cartas, y nosotros las discutíamos,


opinábamos y decíamos lo que pensábamos. La decisión de continuar con
la lucha guerrillera en Nicaragua, que era una de las grandes decisiones
porque era durante la crisis de la lucha guerrillera de América Latina, tuvo
que ver con algún voto que nosotros dimos, siendo unos jovencitos, unas
personas que realmente en otras circunstancias como las actuales en el
Frente Sandinista, nunca hubiéramos sido tomados en consideración. Pero
había un alto grado de respeto, de valoración del ser humano, esa
valoración que la sentías en cada uno de los actos de la vida. Uno se sentía
seguro, tenía la autoestima altísima porque no había grandes cuadros de
base ni siquiera hablábamos de colaboradores o militantes, porque todos
éramos sandinistas.

Había grupos cristianos de distintas tendencia, no era igual la gente de


Juventud Universitaria Católica que la gente de la Jornada de Vida Cristiana.
Había grupos de jóvenes prestarnos las llaves de su casa, sus carros, pero
que no tenían ningún interés en ser del Frente ni que los involucraran en
nada. Había jóvenes con mayor conciencia revolucionaria, jóvenes
socialistas de los partidos y, sin embargo, pudieron coordinarlos de manera
sabia.

Y es lo que les ha faltado a los dirigentes actuales, saber coordinar, dirigir,


comprender, respetar, valorar, tener conciencia humanista revolucionaria;
eso se ha perdido, porque llegaron a la conclusión que las cualidades
revolucionaria son de los muertos, del Che, de Carlos, de todos los muertos,
pero no de los vivos; entonces quedaron desahuciados en la historia. Así
dijo Carlos, que los que tuvieran ambiciones personales y cambiaran el
proyecto, estaban desahuciados. Entonces están desahuciados en la
historia, están desahuciados en la Revolución y están desahuciados en la
vida.

Mónica: Una vez le pregunté a Víctor Tirado, ¿quiénes eran los jefes
después que matan a Ricardo y Oscar? Es que el Frente quedó sin jefatura.
Víctor me dijo que se reunieron varios: Henry, Bayardo y Tomás, y que
decidieron que sería Pedro Aráuz. Oscar y Pedro eran como las dos caras de

12
una misma moneda. Oscar lo anduvo por todos lados, entonces Pedro sabía
de toda la estructura, y por eso deciden que sea él.

Marlen: En occidente estaba el trabajo más importante de la vida urbana.


La verdad es que era a Pedro a quien le correspondía asumir la dirección
como sustituto de Oscar; porque cuando Oscar se queda trabajando aquí,
Pedro fue uno de los hombres que entró con disciplina militar, se puso a las
órdenes de Oscar. Hace unos días, creo que hablando René Vivas, él contó
lo que le había mandado a decir Oscar: si te vas, falta no hacés.

Mónica: Correcto, se refería a los que venían entrenados.

Marlen: A los que venían, porque resulta que la verdad es que los
compañeros entrenados por Al-Fatah4 o en cualquier otro país, traían una
mentalidad distinta a la que había en Nicaragua. Me refiero al tipo de
relaciones y de trabajo que teníamos, tan diverso y tan fuerte. Entonces la
percepción desde afuera era, yo voy, ¿pero al mando de quién? Esa era la
cuestión.

Y aquí ni siquiera había tiempo para responder, porque había que


levantarse como el Ave Fénix; y llegó un momento que había un gasto de
energía en tratar de convencerlos y aquí realmente había mucho por hacer.
Oscar dice que quien quisiera venir en estas condiciones que se viniera,
porque tampoco íbamos a estar peleando que si se venían o no se venían.
En esa situación fue que Pedro se integró a lo que se llamaba la Resistencia
Urbana de occidente. Yo salí de la clandestinidad y me mandaron a trabajar
con Pedro y con un contingente bastante grande en occidente. En una de
esas caí presa haciendo pintas en las calles de León.

Pedro fue una persona muy disciplinada. En ese tiempo se necesitaba un


alto grado de disciplina, porque de lo contrario te mataban, ya que
estábamos totalmente expuestos. En ese tiempo entraron otros
compañeros, pero hubo enormes conflictos en esos años con los que
entraron. Para nosotros eran una especie de héroes porque se habían
entrenado en Al-Fatah. Muchos de ellos tenían problemas de adaptación. A
pesar de esos vaivenes, Oscar Turcios tenía la misión de forjar a este
montón de jóvenes en las condiciones más críticas que se habían dado en
el país.

Creo que Oscar Turcios fue el segundo hombre del Frente Sandinista
después de Carlos Fonseca. En las responsabilidades que ocupó, en el
desarrollo de la lucha, fue un verdadero organizador, un verdadero político-
militar, un hombre que sabía orientar el trabajo, que estaba totalmente a
tono con los objetivos. Pero, además, había un elemento importantísimo en
Oscar, y es que estaba totalmente claro del triunfo revolucionario, y
siempre que nos hablaba nos decía: –Cuando triunfe la revolución, que

13
tiene que ser en esta década, hay que hacer estas y estas cosas. Por eso
insistía tanto en que fuéramos buenos alumnos, que estudiáramos.
Nosotros teníamos que mandar informes de las notas que sacábamos y
además atendíamos, a veces, hasta tres células y teníamos que enviar
informes de las mismas. Teníamos además de mandar un informe individual
de cada uno de los compañeros; y cuando él nos decía, mandame a fulano,
mengano y perencejo, preguntaba ¿por qué decís que han cumplido?,
quiero verlo. Y realmente teníamos que demostrarlo.

Pedro era de la escuela de Oscar, nada más que con otras características. A
mí me da la impresión que Pedro era más militar. Sin embargo, la impresión
que tengo de Pedro es de una persona de lo mejor.

Mónica: Pero dicen que Oscar también era jodedor empedernido.

Martha: Ve, ese hombre te contaba unos chiles de muerte, de aquellos que
querés andar apuntando en una libretita todo el tiempo, para que no se te
olviden. Oscar era una persona súper amena, era simpatiquísimo; además,
tenía afición por las radionovelas. Se podía paralizar el mundo, se salía de
una reunión para oír a Kalimán a las tres de la tarde. A veces viajábamos de
una punta a otra del país en un carro. Le quería meter plática y me
contestaba: –Sí, callate, callate, Kalimán es el hombre increíble, o el rey de
no sé qué, no me acuerdo, se moría por esa radionovela. Pero Oscar tenía
un gran olfato, también olía el peligro, por eso yo no me explico cómo los
agarraron.

Mónica: ¿Cómo te das cuenta que mueren los héroes de Nandaime?

Martha: Me doy cuenta la misma noche. La noche anterior me mandan en


la primera misión con mi hermano Joaquín, porque a él lo recluta Ricardo.

Marlen: Ricardo reclutó prácticamente a toda la comunidad de El Riguero.


Él llegaba a dar las conferencias. Estaba muy cerca de Fernando Cardenal y
había toda una reflexión en el movimiento. Luego entró Bayardo a nivel de
trabajo operativo, y Joaquín empezó a trabajar con Bayardo.

Nosotros teníamos una célula de impresión de documentos en la que


estaban Carlos Núñez, Chico Meza, Luis Colindres, Edgard Dávila y otros
compañeros obreros. Recuerdo que Oscar decía que quería escribir porque
todos sus compañeros eran poetas. Él escribió una cantidad de manuales
para la montaña, y nos tocaba imprimirlos. Les teníamos que poner pasta
verde olivo. Teníamos que ir en la noche a la imprenta con los linotipos,
trabajar letra por letra, porque en aquellos años no había offset, y yo
chequeaba los originales para hacer la corrección de prueba. Él apuntaba al
margen cuando escribía alguna frase un poco poética que no estaba
ajustada a líneas, conductas, normas o al enfoque ideológico de las cosas.

14
Ponía una interrogante y preguntaba, ¿no está muy panfletario esto,
verdad? Le daba temor de caer en una redacción que no fuera de calidad.

Creo que una de las cosas más tristes por la que tuvimos que pasar, fue
hacer desaparecer toda grabación, toda carta. Todo documento fue
destruido como medida de seguridad en la clandestinidad. Era necesario,
pero se perdió mucho de la historia de los compañeros.

Mónica: El mensaje final de ambas para la juventud nicaragüense.

Martha: Me parece que lo más importante es que la historia hay que verla,
aprenderla y analizarla desde una perspectiva objetiva y no subjetiva, para
poder enfocarnos y ver hacia el futuro. El trabajo y la lucha del Frente
Sandinista es indudablemente un aporte significativo para la historia
nacional y para resolver los problemas fundamentales que tiene nuestro
país. Hombres como Ricardo Morales Avilés y Oscar Turcios, aportaron
muchísimo, no sólo con sus vidas, sino también con sus ideas, al triunfo de
la Revolución Popular Sandinista.

Marlen: Un homenaje a los que lucharon en la insurrección de septiembre,


y en especial a Oscar y a Ricardo. La historia no serviría para nada si no es
para impulsarnos a construir el futuro; de manera que quiero asegurar que
nosotros no tenemos pena ni pesimismo. Creo que formo parte de miles de
sandinistas que estamos trabajando por rehacer una verdadera
organización, llámese partido, llámese movimiento o como sea, de
militantes sandinistas. Con esto quiero decir que debemos tener dirigentes
que nos traten como gente inteligente, que nos respeten en cada una de
las actividades en los barrios y los pueblos, para que los sandinistas seamos
verdadera fuente de impulso hacia una situación de bienestar para nuestra
Patria.

4 de septiembre de 1999.

Notas

15
1 Sitio nocturno localizado en la calle del Teatro González de la vieja Managua. Se caracterizó
por un ambiente novedoso, sicodélico, que reunió a la juventud hippie y rebelde de la época.

2 La Esperanza es una hacienda cafetalera de la familia Lacayo, ubicada en las laderas del
Volcán Mombacho, Granada.

3 Se refiere al V Congreso Estudiantil, celebrado en el Recinto Universitario de León, en agosto


de 1973.

4 Organización política y militar palestina, fundada por Yasser Arafat. Constituye un


componente principal de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
V

Diciembre Victorioso
Hoy seremos héroes o mártires

Hugo Torres

Hugo Torres Jiménez, nació en el límite entre Nicaragua y


Honduras, en El Espino, Madriz, el 25 de abril de 1948, pero
creció en la ciudad de León. Su padre fue soldado de la Guardia
Nacional y llegó hasta el grado de subteniente.
Hugo era estudiante de Derecho cuando se incorpora a la vida
clandestina a principios del año 1974. Forma parte del comando
guerrillero que realiza la operación “Diciembre Victorioso”, en el
asalto a la casa de José María “Chema” Castillo. Pasa a la
montaña y después que el grupo en el que se encontraba pierde
contacto con el mando, salen en una travesía de varios meses
rumbo a Honduras, a donde llega a finales de 1977. Ahí hace
contacto con la Tendencia Tercerista del Frente Sandinista de
Liberación Nacional, y se incorpora al Frente Norte.
En el año 1978 forma parte del comando guerrillero que asalta el
Palacio Nacional, en otra espectacular operación que permite la
liberación de todos los presos políticos. Es el único que participó
en las dos grandes operaciones político-militares efectuadas por
el FSLN en toda su lucha.
Es reconocido como Comandante Guerrillero en el año 1979 y
forma parte del Ejército Popular Sandinista hasta su retiro con el
grado de General, después de 1990. Actualmente participa de
grupos de reflexión política, críticos a la actual conducción del
FSLN, del que se encuentra separado.

Los golpes que sufrió el FSLN después de la guerrilla de Pancasán,


significaron la pérdida de cientos de hermosas vidas de jóvenes en las
ciudades y en la montaña. Después de Zinica, la Guardia estaba decidida a
aniquilar a las bases campesinas y a todo aquel sospechoso de apoyar a los
guerrilleros. Aunque se había llamado a una acumulación de fuerzas en
silencio, la represión no cesó, y la prisión guardaba a importantes
compañeros, algunos con más de siete años de detención. La conducción
del Frente decide rescatarlos de la cárcel.

Según testimonio de Víctor Tirado, quien estaba entonces en la montaña,


algunas veces se pensó en un operativo de rescate en las prisiones mismas.
Pero la operación de un secuestro es decidido el año 1974 por el mando,
cuyos principales cuadros eran Pedro Aráuz Palacios, Henry Ruiz, Tomás

1
Borge, Plutarco Hernández, Víctor Tirado López, Eduardo Contreras, Germán
Pomares y Carlos Agüero Echeverría. La operación era la forma más
combativa de decir: “Aquí estamos y vamos hacia adelante”.

A diferencia del asalto al Palacio Nacional en agosto del año 1978, la


selección de los integrantes del comando y su preparación, fue cuidadosa y
realizada rigurosamente. Hugo Torres, uno de los trece participantes de
aquella heroica acción, hace un relato detallado del asalto, cargado de
anécdotas y sucesos. La fría advertencia de “El Danto”, había calado entre
todos: la posibilidad de no regresar más. “Hoy seremos héroes o mártires”,
les dijo el legendario Germán Pomares, cuando Eduardo Contreras, jefe del
comando, les confirmó: “Es hoy y no hay vuelta atrás”.

Mónica: Comencemos con un poco de tu vida, ¿dónde naciste y creciste,


quiénes son tus padres?

Hugo: Nací en la guardarraya de la frontera con Honduras, pero en


territorio del departamento de Madriz. Soy leonés porque ahí me crié y
estudié. Viví en el Barrio El Calvario, muy cerca de la casa donde vivió
Rigoberto López Pérez.

Mi padre fue un militar que llegó, en más de treinta años de servicio, hasta
el grado de Subteniente; y podría decir que fue de las excepciones que tuvo
la Guardia Nacional, porque era un gran hombre, un buen hombre. Mi
madre también fue una gran mujer, doña Isabel de Torres, a la cual debo en
gran medida la formación que sentaría las bases para mi posterior paso a la
vida revolucionaria.

Considero muy importante este programa porque la Historia es un referente


de primer orden, importantísimo, imprescindible para poder vivir el
presente y poder planificar el futuro. Desgraciadamente nos olvidamos de
ella y por eso tropezamos de nuevo con la misma piedra. Por ello considero
fundamental esta recuperación de la historia que se hace en tu programa.

Mónica: ¿Qué fue la operación “Diciembre Victorioso”, en qué contexto se


desarrolló? ¿Qué significó para la lucha del pueblo?

Hugo: Diciembre Victorioso fue la toma de la casa de Chema Castillo, una


de las acciones más relevantes en la vida del Frente Sandinista y del pueblo
nicaragüense en su lucha contra la dictadura de Somoza. El 27 de
diciembre de 1974, fecha en que se realiza la acción, termina un período
que se dio en llamar de “acumulación de fuerzas en silencio”.

Habían pasado años muy duros en las vidas del pueblo de Nicaragua, en
sus manifestaciones cívicas y armadas, en la búsqueda del derrocamiento
de la dictadura de Somoza. Los primeros tiros de Bocay y Río Coco en los

2
años sesenta, apenas si se escucharon. Después se pasaría por Pancasán y
Fila Grande, en el año 1967; y Zinica en 1970. A esas alturas ya se
acumulaba una rica experiencia guerrillera de corte irregular, y una rica
experiencia política en la búsqueda de hacer cuajar el proyecto
revolucionario, el proyecto armado, bajo la convicción de que era la única
forma de acabar con la dinastía de los Somoza. El FSLN en ese período,
entre Zinica, en 1970, y 1974, se dio a la tarea de acumular fuerzas en
silencio.

Todas las otras expresiones políticas y cívicas, habían sido un fracaso, y


fueron burladas por las maniobras y los pactos que a lo largo de la historia
se vinieron dando con el padre de la dinastía y los hijos de él.

Mónica: Sí, eso queda completamente en evidencia cuando Fernando


Agüero, a pesar de la sangre derramada el 22 de enero de 1967, pacta con
Somoza. Entonces el pueblo se convence y dice: no hay nada que hacer con
los conservadores.

El Kupia Kumi, como se conoció al pacto entre Anastasio Somoza Debayle y


el líder conservador Fernando Agüero, se suscribió el 28 de marzo de 1971,
y al igual que los pactos de los años cincuenta, fue una repartición de
cargos entre liberales y conservadores, estableciendo una relación de
sesenta por ciento para la mayoría –somocistas– y cuarenta por ciento para
la minoría –los conservadores zancudos– en el Congreso, sin importar los
resultados electorales.
En todos los entes autónomos y bancos habría representantes de la minoría
–Partido Conservador– y la Corte Suprema de Justicia quedó integrada por
cuatro magistrados liberales y tres magistrados conservadores. También se
integró una Junta de Gobierno libero-conservadora, conocida como
Triunvirato, dos liberales y un conservador, e igual se pactó la elaboración
de una nueva Constitución.

Hugo: Tampoco hay que olvidar que el terremoto de diciembre de 1972


había desnudado una serie de contradicciones, ya no sólo entre la dictadura
y el pueblo, que había sido la manifestación más concreta y primaria de la
gran contradicción nacional, sino entre la dictadura y un sector del capital
financiero y del capital comercial, que hasta en ese entonces había venido
conviviendo con la dictadura, en tanto tenía sus espacios definidos para
trabajar.

Pero sobre la destrucción y muerte del terremoto, se manifestó el afán de


enriquecimiento y aprovechamiento de esa desgracia por parte de la familia
Somoza y sus allegados. Se acaparan las principales tierras de Managua
para hacer después la autopista y vender sus adoquines; se utilizó la ayuda
internacional para llenar las despensas de los oficiales de la Guardia
Nacional, y poner, posteriormente, desde pulperías hasta supermercados.

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Somoza incursiona en un terreno que hasta ese momento le había
reservado a un sector del capital financiero, inclusive a sus opositores. Crea
el Banco de Centroamérica y comienza a incursionar en este terreno. Eso
vino a lastimar a este sector financiero. El desprestigio internacional creció,
sobre todo por el abuso y el robo descarado que se hizo de la ayuda
internacional que venía para los damnificados del terremoto.

Mónica: Cuando los liberales y los conservadores terminan de hacer la


nueva Constitución, Somoza se reelige sin haber modificado la parte de la
no reelección continua. El gobierno ejercido por la “pata de gallina”, como
calificó Pedro Joaquín Chamorro al Triunvirato, le sirve a Somoza para decir
que no es reelección continua. Realmente ese pacto consolida al
somocismo, permite en septiembre del año 1974 la reelección de Somoza,
quien después le da una patada a Agüero.

Hugo: Recuerdo que nosotros estábamos en esa fecha entrenándonos en la


Hacienda Panamá, propiedad de un colaborador que se llama Yico Sánchez,
en Jinotepe. Nos entrenábamos Bayardo Arce, Joaquín Cuadra; Casimiro, un
hijo adoptivo de Yico y Leonardo Real Espinal. Era una experiencia nueva de
entrenamiento del Frente, una escuela de mes y medio, que eso era como
una escuela de un año en aquel momento, para formar instructores.

La idea era que nos convirtiéramos en instructores; luego iríamos a


distintas partes del país, en pequeñas escuelitas, como se daban en ese
entonces, de cinco días, de cuatro días, de una semana. Lo que nosotros no
sabíamos era que de ahí saldríamos algunos de los que participamos
posteriormente en esta acción.

El Comando se formó paulatinamente. Desde agosto empezaron a


reconcentrar a los miembros en Las Nubes, El Crucero, en una casa que era
de una señora Téffel. La alquilaron, como parte del plan, Charlotte
Baltodano y Leonel Espinoza, quienes eran casados y tenían una niña.
Germán Pomares era el jardinero, con su gorrita, su radito, las tijeras de
cortar arbustos, y servía de vigilante.

Nosotros estábamos recluidos en esa casa que era muy grande. El


Comando inicialmente era de diecisiete miembros. Por distintas razones,
quedamos trece. Nos preparamos en un curso intensivo de táctica,
armamento y educación física. Hacíamos mucho ejercicio y por eso
estábamos en muy buena condiciones. Eduardo Contreras era el jefe del
comando, y los tres jefes de las escuadras: Germán Pomares, Joaquín
Cuadra y yo.

Los miembros del comando eran Leticia Herrera, Eleonora Rocha, Olga
Avilés, Javier Carrión, Omar Halleslevens, Joaquín Cuadra y yo, que estamos

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vivos; José Antonio Ríos, quien cae luego, entrando por Somoto, en el año
1978, cuando capturan a Doris Tijerino; Germán Pomares “El Danto”, que
muere en el ataque a Jinotega; Eduardo Contreras, que muere ahí en el
reparto que lleva su nombre o Satélite Asososca en el año 1976; Róger
Deshón, que cae en la masacre de Veracruz, León; Hilario Sánchez, que
muere en un accidente en el Lago de Granada; y Félix Pedro Picado,
fallecido también en un accidente, ambos en los años ochenta. Quedó fuera
la compañera Merceditas Avendaño.

Mónica: Yo recluté a Mercedes y era su responsable. En julio de 1974, me


dijo Pedro Aráuz que Mercedes debía a pasar a la clandestinidad. Era una
obrera del barrio El Laborío. Yo había abierto ese trabajo sobre la base de la
instalación de un dispensario médico, en donde les dábamos consulta a los
pobladores. Llegaban estudiantes de los últimos años de la carrera de
Medicina, todos sandinistas.

Ella era del Comité Pro-Dispensario del barrio. También recluté a su


hermano Julio Avendaño. Julio muere cuando bajaba a Edgard Lang de la
montaña, quien venía enfermo. Y Mercedes cae en 1977, junto a Angelita
Morales. Merceditas era una muchacha decidida, su rostro lo tengo
presente. Me han contado que sufrió mucho porque no la incluyeron en el
comando.

Hugo: Ella se quedó llorando porque no fue a la acción. Tuvo problemas


porque entrenábamos en ladrillo y saltábamos, todo eso nos inflamaba las
rodillas. A Merceditas se le inflamaron las rodillas de tal manera que no fue
posible que participara. Era la pitonisa del grupo. Leía las cartas y leía las
manos. Hacíamos fila todos, hasta Tomás y Eduardo Contreras, para que les
leyera las manos. Yo no me las quise leer. Me daba miedo porque me iba a
decir la verdad. ¡Una maravillosa compañera!

En el plan inicial se consideró que Charlotte y Leonel iban a sumarse al


comando, pero se consideró después que no era conveniente.

Ahí encerrados nos preparamos en un curso intensivo, de táctica, pero sin


descuidar la historia. Quien nos daba esa clase era Eduardo Contreras, con
una interpretación objetiva, científica. No solamente se trataba de narrar
hechos y de conocer fechas, sino como instrumento de análisis para
entender el presente de Nicaragua.

Mónica: Tenemos entendido que la acción se realizó a partir del estudio de


distintas posibilidades. ¿Desde cuándo comenzaron ustedes a buscar el
objetivo en concreto?

La acción se iba a realizar a finales de noviembre en una embajada, no


porque hubiera algo contra el país que representaba, sino porque

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simplemente en esa fecha esa embajada daba una fiesta tradicionalmente
todos los años y reunía por lo tanto a ministros, embajadores, que era el
objetivo que buscábamos: rehenes de peso para exigirle a la dictadura
nuestras demandas.

Eduardo Contreras y yo hicimos una exploración sobre la embajada en


referencia, en el Reparto Las Colinas. Por esas cosas de la vida, en esa
embajada se suspendió la fiesta, y nosotros quedamos listos y alborotados.

Eduardo Contreras activó entonces a un grupo de compañeros en Managua,


para que realizaran un chequeo permanente en embajadas y lugares de
interés, donde se realizaría una actividad de esta naturaleza, y que reuniera
a gente de peso. Dentro del grupo estaban compañeros como Álvaro
Baltodano, Mario Cardenal, Francisco “Chico” Lacayo y otros que tenían
relación con estos círculos sociales.

Mientras tanto, nosotros permanecíamos encerrados sin poder ni siquiera


hablar en voz alta. Era desesperante. Se hablaba con la garganta, con
susurros. Hacíamos guardia de noche en el jardín, en medio de un frío
insoportable.

En una ocasión se dio una fiesta en la Embajada de Brasil. Se valoró, pero


se vio que era una fiesta muy pequeña, y que era mejor no arriesgarnos. En
otra ocasión se vigiló la Embajada de la República Dominicana.

Eduardo Contreras bajaba a Managua todos los días en horas de la tarde, a


entrevistarse con estos compañeros, a recoger la información. Nosotros
quedábamos, se pudiera decir, en zafarrancho de combate, listos,
esperando nada más que Eduardo llegara y nos dijera si había o no acción.

Otra ocasión en que por poco realizamos la acción, fue cuando el


cumpleaños del dictador. Noel Pallais, familiar de Somoza, le ofrece una
fiesta en su casa en la Carretera Sur, y esa noche estuvimos a punto de ir a
la acción. Un comando compuesto por Germán Pomares, Javier Carrión y
otro compañero, salió a las afueras de Diriamba a tratar de reclutar los
vehículos. Saliendo de Diriamba para Managua, se parquearon en la
carretera. Pomares se ubicó en un lugar con una linterna y el otro grupo
estaba a unos cuantos metros. Entonces Pomares miraba pasar el carro,
valoraba qué tan buen carro era y con la linterna hacía señas para que el
grupo le saliera al frente y lo parara. Pero claro, era una carretera súper
oscura. Los carros bajaban la velocidad y cuando miraban a los armados,
arrancaban.

No pudieron coger ni un carro. ¡Por dicha!, porque quién sabe qué hubiera
pasado, ya que en la fiesta había como mil personas. Estaban todos los
ministros, los altos oficiales de la Guardia Nacional, embajadores,

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personalidades del capital nicaragüense; pero estaba lleno de guardias,
guardaespaldas, miembros de la seguridad, y nosotros apenas éramos
trece. Después hacíamos chistes: Más vale que no fuimos, porque a lo
mejor no nos hubieran hecho caso, decíamos. Entre tanta gente, nos
hubieran visto como locos.

Mónica: Hubieran creído que andaban disfrazados.

Hugo: Reciclamos los planes de instrucción, volvimos a impartirlos, hasta


que ¡por fin!, al mediodía del 27 de diciembre, Lazlo Pataki, quien era un
ciudadano húngaro radicado en Nicaragua y que tenía el radio periódico El
Clarín, donde le encantaba leer las invitaciones que le hacían, porque así se
daba importancia, comenzó a decir: –Hemos recibido de nuestro querido
amigo José María Castillo, una cordial invitación para asistir a una fiesta que
le ofrece al embajador, nuestro gran amigo Thurner B. Shelton, de los
Estados Unidos de América. Por supuesto que ahí estaremos.

“El Danto”, quien oía las noticias en un radito de esos de batería, escucha y
dice: –Aquí está. Hoy es la cosa. Entonces se lo comunica a Eduardo
Contreras, quien se mueve rápidamente para Managua para activar los
grupos de vigilancia. Pero ahora en un objetivo concreto: la casa de José
María Castillo. Antes de salir, nos deja dicho que ahora sí, que tengamos
todo listo, que botáramos la ropa que habíamos utilizado para los ejercicios
y que quemáramos todos los papeles que pudieran comprometer a los
dueños de la casa y al Frente.

La casa de Chema Castillo estaba ubicada en el entonces exclusivo Reparto


Los Robles, fuera del casco urbano de Managua. Era una casa relativamente
pequeña para ese residencial. La orden era vigilar si había preparativos de
fiesta, y el reporte que recibe el Comandante Contreras es positivo: están
llevando gaseosas, hielo, viandas y otras cosas. Entonces dice: –Hoy es la
acción. La ansiedad que teníamos porque la acción no se realizaba, se
tradujo en alegría.

“El Danto”, que era un viejo guerrillero ya curtido en los combates, estaba
muy sereno, con un temple de acero, empieza a hacernos burlas y bromas:
–Bueno, hoy vamos a ser héroes o mártires. No hay alternativa.

Mónica: Y era verdad.

Hugo: Pero nosotros estábamos alimentados de tanta convicción a toda


prueba, que era importantísimo y necesarísimo ese tipo de acción. Además
de eso, nos sentíamos dichosos por haber sido escogidos para participar en
la misma, por la relevancia que ésta tendría para el futuro de la lucha
contra la dictadura.

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Entonces nos alistamos. Le hicimos la última revisión a las armas de
diversos calibres y tipos, porque eso era lo que habíamos podido conseguir:
una escopeta, una pistola, un fusil 22, un arma que le llamábamos “El
Águila” porque era del tiempo de Pancho Villa, calibre 45, parecida a la
Thompson.

Mónica: O sea, que no era ningún armamento moderno.

Hugo: ¡No!, ¡qué va! Si el arma más moderna que llevábamos ahí era un
AR-15 que, durante una limpieza se tapió con el trapo y costó mucho
sacárselo. Si mal no recuerdo, el 23 de agosto Alexis Argüello gana el
campeonato mundial peleando contra Rubén Olivares; entonces, como ese
día hubo tirazón de cohetes, aprovechamos para probar las armas, porque
los vecinos sacaron sus armas y dispararon por alegría, y entonces nosotros
también salimos y disparamos para ver si nuestras armas estaban en buen
estado. Ahí probamos el AR-15, y supimos que todas estaban más o menos
bien.

Mónica: ¿Ninguna se quedó trabada?

Hugo: No. Leticia llevaba una carabina M-1; y “El Danto” una M-3. Ese era
el armamento que usamos. De lo más diverso.

Mónica: ¿Nada de radios de comunicación?

Hugo: ¡De dónde! El radiotransmisor donde oía las noticias “El Danto” era
lo más que teníamos. Tampoco llevábamos mascarillas contra gases, pero sí
aspirinas y bicarbonato para los lacrimógenos, ¡imaginate!

Mónica: Igualito como que si fueran estudiantes.

Hugo: Igualito. La logística del Comando la componían las medias de nylon


que nos pondríamos para cubrirnos el rostro, las que ya habíamos trabajado
zurciendo los ojos y las narices para que no se desgarraran, y también un
poco de municiones de reserva.

En el primer plan, la idea era que Róger Deshón, que hablaba ruso, era
blanco, ojos azules, pelo rubio, muy tranquilo, muy flemático, muy inglés,
entrara a la fiesta haciéndose pasar como embajador. De saco y corbata y
con “El Danto” de guardaespaldas, vestido de Guardia Nacional con una M-
3, que era usual en Managua. Las mujeres iban a ir vestidas de traje largo,
elegantes, acompañando al “embajador”, y creo que el otro iba a ser
Eduardo Contreras, porque era alto y además hablaba alemán. Entrarían
hablando entre ellos, aunque no se entendieran, pero para impresionar a
los guardias.

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No lo hicimos porque valoramos que a las mujeres se les haría muy difícil
correr con esos vestidos largos, y tampoco podrían ocultar las armas.
Entonces optamos más bien por el asalto.

A las seis de la tarde, Eduardo Contreras regresa y dice: –Ahora es. Y


entonces nos temblaron las piernas, porque ya era la concreta. Ya no había
vuelta atrás, y se combinaron una serie de emociones y sentimientos.
Sabíamos que podíamos morir esa noche. Además, “El Danto” estaba
diciéndonos constantemente, hoy somos héroes o mártires, como que
acrecentaba la idea de que podíamos morir.

La idea inicial era que Charlotte y Leonel se quedaran siempre en la casa,


para no llamar la atención; que siguieran viviendo ahí. Pero luego se
determinó que salieran, que era demasiado arriesgado que se quedaran
ahí.

Bajamos a Managua en dos vehículos y llegamos hasta el Reparto Schick,


que no era muy poblado, y había mucho monte. Nos bajamos y nos
ocultamos mientras Róger Deshón y otro compañero salieron en una
camioneta Cherokee a dar una vuelta y chequear por última vez la casa de
Chema Castillo. El otro vehículo fue a capturar dos taxis.

Uno de los taxis era manejado por un señor de apellido Sandoval, que
resultó hermano de Humberto Catún Sandoval, un compañero sandinista. El
hombre preocupadísimo, le dice a Javier Carrión: –No hermano, si yo soy
hermano de Catún ¡no me van a creer! Entonces lo dejamos amarrados al
suave. Pero él se empezó a lastimar para que la Guardia le creyera que
efectivamente nada tenía que ver en el asunto.

Les metimos en la bolsa a cada uno de los taxistas, creo que un billete de
cincuenta córdobas por la carrera, les explicamos quiénes éramos y que no
se preocuparan. Posteriormente la Guardia, efectivamente, torturó a este
taxista. No le creyó, porque era hermano de un compañero sandinista, que
había estado preso. Ya ubicados en los dos carros, cada uno señaló su
posición en los vehículos. Pusimos las armas bala en boca, con el seguro
listo para quitárselo. Procedimos a avanzar hacia el objetivo. Joaquín Cuadra
iba manejando uno de los taxis y el otro lo conducía Javier Carrión. Entrando
al residencial nos topamos con una patrulla de la Guardia y todos nos
crispamos, porque algunos cañones de las armas se salían por las ventanas,
pero no pasó nada.

Cuando estábamos a media cuadra, la adrenalina nos chorreaba por los


poros, sobre todo cuando divisamos a un primer grupo de agentes de
seguridad jugando naipes sobre un carro. Después divisamos a otro grupo,
y para entonces ya cada quien llevaba su ángulo de tiro de acuerdo al
último croquis.

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Pasó el primer carro y nos quedan viendo los agentes de seguridad y siguen
jugando naipes, porque ven un montón de pasajeros civiles ir en taxi. Pasa
el segundo carro y nos parqueamos bruscamente frente a la casa, mientras
abríamos las puertas y aventando balas. Allí no es ¡arriba las manos! No.
Arrojando balas, cada quien para su ángulo de tiro.

La idea era entrar en formación de cuña, de tal manera que pudiéramos


cubrir los flancos, la retaguardia y el frente. Eduardo Contreras iba con una
pistola Browning, el resto con el arma que llevaba. Ban, bam, bam, bam,
bam, se armó la tirazón de los mil demonios. Y cuando llegamos a la puerta,
¡la puerta está cerrada!

Y entonces la “Clarita” le empieza gritar a Hilario Sánchez, que era el “11”:


– ¡Once, la puerta! ¡Once, la puerta! Y “11”, que le decíamos “Camión”,
porque era un camión de fuerte, no tan alto pero era un indio Sutiava
fornido, se empezó a tirar contra la puerta, una puerta fuerte. A estas
alturas, Mónica, yo no puedo asegurar si la puerta la abrieron ante los
embates de “Camión” o si la abrió él a empujones y golpes. Pero después,
viendo la puerta que era bastante fuerte, me parece que ante los golpes,
alguien la abrió por dentro. A lo mejor, y esto ya es especulación, pensaron
que alguien estaba buscando auxilio, porque dentro de la casa lo que
oyeron fue la tirazón afuera, y se asustaron, y al principio no supieron cómo
reaccionar.

Logramos entrar a la casa. Pero antes, hieren a Róger Deshón. Le pegan un


balazo en un costado; en la parte superior, ahora no recuerdo a qué
costado.

Entonces “El Danto”, que andaba una subametralladora M-3, que era una
buena arma, se regresa, y a nosotros nos llama la atención ver al “Danto”
que en vez de ir para adentro de la casa, se regresa. Vemos que un
sargento de la Oficina de Seguridad Nacional es el que va disparando,
corriendo y disparando así de perfil, para atrás.

“El Danto” lo alcanza, se le traba la subametralladora, entonces le da


contra el pavimento. Reaccionó por su experiencia. Nosotros tal vez no
hubiéramos hallado qué hacer, si se nos hubiera trabado en esa
circunstancia. Él agarra al Sargento cuando está cambiando el cargador de
la pistola, y ahí lo remata.

Y entonces, cuando le preguntamos: –Estás loco, “Danto”, ¿qué te


regresaste a hacer? Y dice “El Danto”, quien tenía un gran sentido del
humor: –Ideay, no ve que me hirieron al chelito, ¿cómo iba a dejar que me
hirieran al chelito? Ideay, este jodido –porque así hablaba “El Danto”–
quería irse después de haber herido al chelito. Eso habla del temple que
tenía ¿no?

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Entonces logramos entrar a la casa. Cada quien ya tenía el croquis de la
casa, porque Javier Carrión la conocía, y el mismo día lo estudiamos en Las
Nubes y nos dieron las misiones a cada escuadra: Vos cubrís este sector,
estos cuartos; vos estás para el patio; ustedes van para la cocina, que da a
un garaje por ahí. Cada quien ya tenía su sector. A mi escuadra le tocó el
sector del comedor, la cocina y el garaje. Ahí por el garaje se nos escapó,
en el tiroteo, Leonel Somoza. Creo que era hijo de José Somoza o de Luis
Somoza. Así fue como entramos. Serían, a esas alturas, más o menos las
10:50 de la noche. Un grupo de los invitados se corrió para el patio, entre
ellos Guillermo Sevilla Sacasa, el cuñado del dictador, el doctor Alejandro
Montiel Argüello y otros peces gordos, pero los descubrimos hasta en la
mañana del día siguiente.

Mónica: ¿Cuánto tiempo duró la acción inicial? ¿Cómo muere José María
Castillo?

Hugo: Desde el momento en que nos bajamos de los vehículos hasta que
tenemos dominada la situación, la acción dura unos tres minutos en total.

Chema muere porque inmediatamente se mete a un cuarto donde tenía


armas. Se le conmina a salir, que salga con las manos en alto, y él, en lugar
de eso, monta una escopeta, sale con el arma y logra hacer un disparo, con
suerte que es un cartucho con balines de esos chiquitos, palomeros que les
decíamos, pegan en el piso y de rebote algunos de los balincitos se le
incrustan en una pierna a Eleonora Rocha, pero fue a flor de piel, sin
ninguna trascendencia.

Nosotros respondemos, y ahí muere Chema Castillo, porque se enfrenta y


nos vemos obligados a liquidarlo. Tomamos el cuerpo y lo metimos en una
habitación. Encendimos el aire acondicionado, porque la mayoría de los
rehenes no se dan cuenta de que Chema había muerto. Entonces la idea
era tenerlo ahí, y en las exigencias a Somoza, como íbamos a poner un
plazo para la ejecución de rehenes, pues íbamos a sacar a Chema haciendo
creer que era el primer rehén ejecutado, si Somoza no atendía nuestras
exigencias una vez que se venciera el plazo que estipularíamos. Pero la
verdad es que la idea nuestra era evitar al máximo ejecutar a alguien.

Con la colección de armas que Chema tenía en su dormitorio, reforzamos


nuestra defensa. Encontramos una M-3, una carabina y escopetas.
Definitivamente, eran mejores armas que las que tenía el comando. A eso
de la medianoche, Joaquín Cuadra llamó a Radio Corporación para dar la
primicia, y para que la población conociera que un comando del Frente
Sandinista había tomado por asalto un objetivo tan importante, pero no nos
creyeron. Y no nos creyeron precisamente porque al día siguiente era 28 de
diciembre, “Día de los Inocentes”.

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Mónica: Creían que era un inocentazo.

Hugo: Joaquín insistió, pero al otro lado del auricular el locutor le decía: –
¿Ajá?, ahora contámela a colores. – ¡No hombre!, sí es cierto. Somos un
comando que nos acabamos de tomar... –Bueno, pues. Okey, mañana me la
contás de otra forma. ¡Y no le creyó!

Oyente: Una simple pregunta que siempre me quedó en la jupa, ¿qué


hubiera pasado si el General Somoza hubiera estado en esa fiesta?

Hugo: ¡Ah! A todos nos quedó en la jupa, como dice él. Esa es la pregunta
del millón. A lo mejor hubiéramos hecho una negociación ¡quién sabe! A lo
mejor esa negociación hubiera significado descabezar a la Guardia
Nacional, instaurar un Gobierno de transición civil, convocar a nuevas
elecciones libres con supervisión internacional. ¡Quién sabe!, realmente. El
Embajador Shelton se acababa de ir también…

Mónica: Aunque también se dice que si hubiera estado el Embajador


habría sido peligrosa la intervención norteamericana.

Hugo: Es posible que haya sido mejor. Son casos hipotéticos, y no tiene
sentido detenernos, porque caemos en el campo de la especulación.
Cuando logramos recoger a todos los rehenes, vimos que estaba Cornelio
Hüeck, que era más o menos importante; Noel Pallais, familiar del dictador;
el embajador de Chile, un General chileno de Carabineros de apellido
Deneken, Alfonso Deneken. Ese hombre sufrió esos dos días terriblemente,
porque hacía un año que se acababa de dar el golpe de Pinochet y su
camarilla contra Salvador Allende. Entonces, ese pobre General, era un
General retirado, no habló. Se quedó quieto en un rincón. Seguramente él
pensaba que sería el primero que ajusticiaríamos, si Somoza no cumplía
con las demandas. Incluso, del despacho de Pinochet llamaron a la casa y
Eduardo Contreras le tiró el teléfono. Le dijo que no hablaba con dictadores.

Siguiendo con el relato, una vez que controlamos la situación y cada quien
nos ubicamos, la Guardia empezó a rodear la casa; todavía estaban
desconcertados, no sabían qué era lo que pasaba. Y llegaron algunas
patrullas, las estábamos viendo desde el garaje, y se parqueó una de ellas
frente al garaje de la casa. Entonces nos quedó a tiro. Le hicimos varios
disparos y es probable que ahí les hayamos hecho algunas bajas.

En la mañana siguiente, acababa de pasar el primer tiroteo fuerte con la


Guardia, que se había querido meter a la casa, precisamente por un
pequeño portón del patio que había quedado abierto, y se había armado un
burumbumbún de los mil demonios. Mandamos a la empleada a que lo
cerrara, y cuando va caminando por la grama en el patio, nos llama la

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atención que vuelve a ver hacia uno de los costados del patio, y entonces
Joaquín le gritó: – ¿Qué vio? ¡No, nada! –dice la señora, pero después
nuevamente hace el mismo gesto, y se le vuelve a gritar: – ¿Qué vio?
Joaquín se empina y logra ver una calva, una pelona, una cabeza, y
entonces dice: – ¡Ese es Alejandro Montiel Argüello, yo le conozco la pelona!

Y efectivamente, así era. Lo conocía personalmente porque Alejandro


Montiel Argüello le había dado clases de Derecho Internacional en la UCA.
Entonces se les gritó: –Los que están ahí que salgan con las manos en la
cabeza. Y cuando vemos que vienen Guillermo Sevilla Sacasa y Alejandro
Montiel Argüello, hasta se nos iluminaron las caras.

Ahí descansamos, porque estábamos con mucha tensión, en el sentido de


que los rehenes que teníamos no los considerábamos de tanta calidad
como para que Somoza accediera a nuestras demandas. Pero cuando ya
vemos a Alejandro Montiel Argüello y a Guillermo Sevilla Sacasa ¡para qué
más! Entonces “El Danto” dice: –Ahora sí ya me puedo tirar mi
nacatamalito, porque tenía reservado un nacatamal en el refrigerador.
Ahora sí, vamos de viaje –dice “El Danto”.

Mónica: ¿Cómo fue la negociación?

Hugo: El primero que habló fue el General José Somoza, porque Anastasio
Somoza estaba en Miami. Entonces José Somoza se comunica con Eduardo
Contreras, quien le dice: –Aquí está rodeando la Guardia. Y le explica que
somos un Comando. Y ¿qué quiere? –le dice José Somoza, ¿que los quite?
Claro, que los quite –le dice Eduardo. Como no, señor –le contesta José
Somoza. Entonces le pedimos que mande al Obispo Miguel Obando y Bravo
como mediador, y así comenzó todo el proceso de negociación, primero a
través de notas que yo hacía. Ahí planteábamos las condiciones, las cuales
se le explicaban al mediador. Así se fue dando el proceso de negociación.
Siempre Somoza peleó más por el dinero que por otra cosa. Igual fue en el
Palacio Nacional.

Dividimos a los rehenes entre “los de peso”, que se auto llamaron los
parlanchines, porque hablaban todo el día; y en el otro grupo estaban “los
de tercera clase”. En ese grupo estaba Lazlo Pataky. Liberamos a los
músicos, a los empleados y a los meseros. Después liberamos a las
mujeres, a pesar de la oposición de Luis Valle Olivares, quien era Alcalde de
Managua, porque decía que si se iban las mujeres la Guardia iba a atacar.
¡Fijate!

Mónica: Además de la salida de los presos del Frente Sandinista, la otra


exigencia de ustedes era la difusión de comunicados en los medios de
comunicación. Siempre me pareció eso un asunto de gran impacto.
Nosotros, que estábamos afuera, al escuchar las radios en cadena

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transmitiendo un largo mensaje del Frente, sentíamos que eso era un golpe
demoledor.

Hugo: Sí. Eso fue de un impacto tremendo, porque ahí denunciamos todos
los crímenes de la dictadura, se le decía ladrón y criminal al dictador.
Cuando pasaban por esa parte del texto, los locutores bajaban la voz
porque temían que al darle énfasis lo interpretaran como que eran
simpatizantes nuestros. Entonces exigimos una segunda lectura con voz
fuerte.

La Guardia trató de meterse varias veces a la casa. Se subían al techo y


nosotros por dentro los íbamos siguiendo con los fusiles apuntando para
arriba, pero no pasó a más. Realmente los rehenes fueron la garantía, sobre
todo la presión de la Liliam Somoza y Guillermo Sevilla Sacasa. Eso contó
muchísimo.

Conseguido todo lo que exigimos, un millón de dólares, la salida de todos


los presos del FSLN, la transmisión de nuestros comunicados por los medios
de comunicación en cadena nacional y un avión que nos llevara a La
Habana, Cuba, nos preparamos para salir de la casa la mañana del 30 de
diciembre. Para ello, pedimos un autobús grande Mercedes Benz, del
Colegio Primero de Febrero, hoy Rigoberto López Pérez, que trasladara al
Comando, los rehenes y, como garantes, el Obispo Miguel Obando y Bravo
y los embajadores de Panamá y México.

A la hora estipulada, salimos de la casa con la capucha de nylon


cubriéndonos el rostro. Había muchos guardias, periodistas y pobladores en
los alrededores. La gente se había tirado a las calles, y hasta se formó una
caravana enorme de motocicletas y de carros pitando, que nos siguió hasta
el aeropuerto, y a lo largo de la carretera norte, la gente nos decía adiós.

Mónica: ¿Llevaban banderas rojinegras?

Hugo: Sí. Me acuerdo la cara de Monseñor Obando. Era de satisfacción. Y si


mal no recuerdo, tuvo una expresión como ésta: –Hombré, sí tienen pueblo.
Los sigue la gente. Eso fue sumamente emocionante. Debíamos controlar la
emoción porque no podíamos perder la compostura a última hora.

Cuando llegamos al aeropuerto, la Guardia quiso hacer el último intento,


pero exigimos que se retiraran de la pista. Ya nos esperaban los
compañeros que habíamos sacado de la cárcel, entre ellos José Benito
Escobar, Julián Roque, Oscar Benavides, Daniel Ortega, Lenín Cerna, Jacinto
Suárez, Manuel Rivas Vallecillo y Carlos Guadamuz.

Y también estaba el saco con el dinero, con el millón de dólares que


exigimos para seguir la lucha. Los estaban contando los compañeros

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adentro del avión de La Nica. Al final no iba completo el millón. Los guardias
metieron la mano y se robaron quince mil dólares.

Finalmente subimos al avión. El piloto era un griego que nos pidió le


regaláramos una pistola. Se la dimos y nos llevó a La Habana.

Mónica: ¡Alegrísimos!

Hugo: Ah, por supuesto. La mayoría de los miembros del comando nunca
habíamos viajado en avión. Lo único que nos faltó fueron las azafatas.

18 de diciembre de 1999

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Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
V

Diciembre Victorioso
Las mujeres del Diciembre Victorioso
Leticia Herrera

Leticia Herrera Sánchez nace el 11 de marzo del año 1949 en


Costa Rica, donde vive hasta su adolescencia. Su padre era un
obrero nicaragüense que colaboraba con el Frente Sandinista de
Liberación Nacional en aquel país.

Mientras realiza estudios en la Universidad Patricio Lumumba, en


la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es reclutada para
el FSLN en el año 1968. Recibe entrenamiento militar en
Palestina y regresa a Nicaragua en 1970, incorporándose al
trabajo organizativo clandestino. En 1974 forma parte del
Comando Juan José Quezada que asalta la casa de José María
Castillo.

En febrero de 1976 es responsable del trabajo del Frente en el


Regional Masaya. En 1977 integra el Frente Norte y en la
insurrección de 1979 es miembro del Estado Mayor Occidental
Rigoberto López Pérez. En los años ochenta, es Coordinadora
Nacional de los Comités de Defensa Sandinistas (CDS) y
Vicepresidente en la Asamblea Nacional entre 1985-1990. Es
licenciada en Derecho y a la fecha, trabaja en la Corte Suprema
de Justicia.

Entre los años 1967 y 1970, cayeron combatiendo o asesinados


valiosísimos dirigentes del FSLN, mientras otros eran encarcelados. A
finales de 1970, en medio de una coyuntura de intensa represión, la
conducción del Frente Sandinista decide entrar a un período que se
denominó de acumulación de fuerzas en silencio.

Dicha etapa duró hasta el 27 de diciembre de 1974, cuando se produce el


asalto a la casa de Chema Castillo. La operación permitió alcanzar, luego de
un proceso de intensa negociación, la liberación de cuadros de la
organización de las cárceles somocistas. Se constituyó en una gran victoria
política para el FSLN.

En las acciones militares de 1963, en Patuca, y en los numerosos asaltos de


esos años, no participa ninguna mujer. En Pancasán estuvo Gladys Báez
“Adelita”. Pero es en la Operación Diciembre Victorioso en donde vemos ya
una representación significativa de mujeres. Una de las tres mujeres que
integraron el comando sandinista, es Leticia Herrera, conocida con los

1
seudónimos de “Vicky” y “Miriam”.

Mónica: Leticia, sos una mujer que muy poco habla de sí misma. He
revisado un poco tu historia y encuentro que desde muy temprano te
integrás a la lucha. Recibiste entrenamiento en explosivos, pero además
participás en tareas organizativas clandestinas durante muchos años. Te
agradezco tu presencia en mi programa, aunque sea por un espacio corto,
ya que tenés que participar como expositora en un seminario jurídico.

Leticia: Considero fundamental el rescate de la historia de nuestro pueblo,


porque la lucha contra una de las dictaduras más sangrientas que hubo en
América Latina, marcó un cambio en la historia del pueblo nicaragüense.
Me parece interesante venir y refrescar un poco la memoria, en estos
momentos cuando hay un reasentamiento del neoliberalismo y una muy
definida estrategia de fomentar el olvido de la historia, fundamentalmente
en las nuevas generaciones.

Mónica: Como tenemos poco tiempo, vamos a centrarnos en la Operación


Diciembre Victorioso. Contanos de esa acción del 27 de diciembre de 1974.

Leticia: Debo decir que la realización de esa acción se dio cuando horas
antes el dictador Anastasio Somoza, Tacho, durante una conferencia de
prensa se había ufanado de que ya había exterminado hasta al último
sandinista. Hasta ese día se había orientado trabajar en el fortalecimiento
organizativo y la realización de acciones en forma silenciosa. Es la etapa de
acumulación de fuerzas en silencio. Poco después se produjo la gran
sorpresa: el FSLN estaba vivito y más combativo que nunca.

El operativo del comando Juan José Quezada fue una acción que requirió de
una tremenda dedicación, de una cuidadosa selección de los componentes
del comando y marcó no solamente un cambio en el proceso de forja y
desarrollo del Frente Sandinista, sino también un cambio sustancial en la
historia de Nicaragua.

Significó también una apertura y una reafirmación de la participación de la


mujer sandinista, combatiente, en la clandestinidad o en el trabajo legal.

Mónica: ¿Cuántas mujeres tomaron parte en todo el operativo, y en el


propio Comando?

Leticia: Inicialmente íbamos a participar cinco mujeres. Una de ellas, María


Mercedes Avendaño, debido al exceso de ejercicios se le inflamaron las
articulaciones de las piernas, eso le impidió participar en la acción. La otra
compañera era Charlotte Baltodano, pero al final se decidió que su papel
fuera ser parte de la fachada para garantizar la seguridad de la casa donde
estábamos reconcentrados. El resto de las compañeras éramos Eleonora

2
Rocha López, Olga López Avilés y yo.

Inicialmente el comando estaba conformado por quince compañeros: diez


varones y cinco mujeres. Al final del período de organización y preparación,
solamente quedamos tres mujeres y se retiraron dos varones. Estos
compañeros eran nativos de la comunidad indígena de Sutiava, en León.
Eran de gran trayectoria, pero en definitiva, bastante mayores en ese
momento. El trajín de la preparación física y militar los golpeó mucho.
Éramos muy exigentes en cuanto a una serie de requisitos indispensables y
fundamentados en una mística y una entrega absoluta.

Repito, para mí es importante que en esta acción los hombres del Frente
Sandinista reconocieran que las mujeres teníamos gran capacidad y,
algunas veces, hasta más capacidad que los hombres, como combatientes
de tiempo completo.

Mónica: ¿Cuáles eran los objetivos de la acción?

Leticia: Desde que la Dirección del Frente se planteó realizar ese operativo,
estableció cuatro objetivos: en primer lugar, la liberación de todos los
presos políticos que hubiera en ese momento. En segundo lugar, la
recuperación de una cantidad considerable de dinero. En tercer lugar, pasar
por cadena nacional de radio y televisión, durante cuarenta y ocho horas y,
en determinadas horas del día, un comunicado del Frente Sandinista que
vendría a ser, diría yo, como su plataforma programática a la par del
análisis de toda la situación. Y cuarto, la preservación de fuerzas, el
traslado con garantías para todos, tanto para los que iban a ser liberados
como para los miembros del comando, una vez que se concluyera la
negociación.

El comunicado tenía dos sentidos: el análisis de la situación, denunciando la


tremenda represión que se impulsaba en la montaña básicamente, pero
también la denuncia del Estado de Sitio en el que virtualmente vivíamos los
nicaragüenses.

Mónica: Recuerdo el comunicado, que es un recuento impresionante de lo


que se había realizado durante ese período de silencio y una denuncia
sobre la represión. La proclama exigía que se detuvieran las acciones
contra la base campesina, denuncia que después asume la Iglesia Católica.

La acción fue una enorme derrota política para el somocismo. El Frente


demostró su capacidad para un operativo de esa magnitud. El FSLN estaba,
no sólo vivo, sino más fuerte y más vinculado al pueblo que nunca. Leticia,
¿quiénes fueron los presos liberados?

3
Leticia: Los liberados fueron: José Benito Escobar, Oscar Benavides, Julián
Roque, Lenin Cerna, Manuel Rivas Vallecillo, Daniel Ortega, Jacinto Suárez,
Daniel Núñez y sus dos hermanos, Carlos Argüello y Jaime Cuadra, el actual
Ministro de Gobernación1.

Mónica: La mayoría de los liberados tenían varios años de estar detenidos,


pero los hermanos Núñez y Jaime Cuadra, acababan de caer presos por el
asalto al banco de Abisinia, en Jinotega.

Leticia: Efectivamente se había realizado esa acción y entonces Jaime


Cuadra, Daniel Núñez, Adrián Molina y Carlos Argüello –estos tres últimos
colaboradores incondicionales y de una gran firmeza–, fueron capturados en
los días en que nosotros estábamos ocupando la casa de Chema Castillo.
Nos dimos cuenta de ellos y los incorporamos a la lista de los que
estábamos exigiendo que fuesen liberados.

Mónica: En los días posteriores al asalto me encontraba en un


campamento en Telica y llegaron Juan de Dios Muñoz y Ana Julia Guido. Nos
contaban que al día siguiente de la operación, venían de Matagalpa en un
taxi interlocal por la carretera Sébaco-Telica, con René Núñez. Un retén de
la Guardia los hizo bajarse, y en el registro le encontraron un arma a René,
y ahí mismo lo capturaron.

Precisamente ellos, Ana Julia y Juan de Dios Muñoz, participaron en el asalto


a Abisinia, y parece que por casualidad los detectaron, porque la Guardia
estaba haciendo unos registros enormes. Juan de Dios Muñoz se sentía muy
mal porque no pudo hacer nada. Él andaba una granada de fragmentación
y no se la detectaron, pero no podía lanzarla o usarla para impedir la
captura de René, y eso le dolía mucho.

El Comando sandinista ya estaba en la casa de Chema Castillo y los


compañeros de afuera le dijeron a Obando y Bravo que les avisara a
ustedes que había un preso más, René Núñez. El hoy Cardenal Miguel
Obando y Bravo no quiso pasar el aviso, y por ello René se quedó preso
hasta agosto de 1978, liberado por otro operativo, el del asalto al Palacio
Nacional.

Leticia: Nosotros nos dimos cuenta de los otros presos porque lo


escuchamos en la radio. El comando se mantenía monitoreando todo lo que
se estaba transmitiendo a través de los medios de comunicación social, y
no se oyó nada de René.

Mónica: ¿Quiénes conformaban el comando?

Leticia: El responsable era Eduardo Contreras, quien era el “Cero”.


Después estaban Hugo Torres, que era el número “1”; yo era la número “2”;

4
estaban Javier Carrión y Félix Pedro Picado, un compañero originario de
Sutiava que cayó en 1976; Róger Argüello Deshón, que cayó en Veracruz,
León, en 1979; Omar Halleslevens, Joaquín Cuadra, Eleonora Rocha, Mario
Sánchez, Olga López Avilés y Germán Pomares. Germán fue determinante
para nosotros, era el eje de todo. También participó Alberto Ríos, de
Chinandega, quien cayó también ante la Guardia 2. Éste y Eleonora, eran los
menores del comando, tenían como diecisiete años. El responsable de la
preparación táctica propiamente dicha, fue Tomás Borge.

De los rehenes, los que más me recuerdo, quizás por el peso figurativo que
tenían, son: los Gallo; el representante de la Standard Fruit Company; el
entonces embajador de Chile en Nicaragua, Guillermo Sevilla Sacasa; el ex-
canciller de Somoza, Alejandro Montiel Argüello y Lazlo Pataky.

Guillermo Sevilla Sacasa fue un rehén de lujo, determinante para entablar


las negociaciones, por su peso familiar, puesto que era casado con la
hermana del dictador, la Liliam, cuyo rostro fue estampado por órdenes del
fundador de la dinastía, Anastasio Somoza García, en los antiguos billetes
de un córdoba. Esos son de los que más me acuerdo, claro que hay otra
serie de gente muy connotada en ese momento, todos con sus respectivas
esposas, pero las mujeres fueron liberadas de inmediato.

Estuvimos a punto de secuestrar a unos sobrinos de Anastasio Somoza


Debayle, pero lograron huir del lugar durante la confusión de los primeros
momentos del asalto. Después vinieron las negociaciones, momentos de
tensiones, pero logramos los objetivos primarios que nos habíamos
planteado. En esas condiciones marchamos a Cuba, con una parte de los
rehenes y el garante.

Diciembre Victorioso puso al Frente Sandinista en un lugar preponderante


de la vida nacional y por un tiempo le quitamos presión a la montaña. Se
proyectó a la mujer sandinista a un primer plano, combatiendo junto a los
hombres del FSLN. Diciembre Victorioso fue un paso adelante
trascendental, puesto que moralizó a los sandinistas y minó de manera
estratégica la moral de la dictadura y de su brazo represivo la Guardia
Nacional.

26 de junio de 1999

NOTAS

5
1 En esta operación, la Dirección del Frente Sandinista en el interior no incluyó en la lista para
ser liberados, al compañero Leopoldo Rivas Alfaro, aplicándole una desproporcionada e injusta
sanción y prolongando su ya largo cautiverio. No fue sino hasta en 1978 que el Comando que
asaltó el Palacio Nacional, lo incluyó en sus listas.

2 Alberto Ríos cayó en un enfrentamiento con la GN el 25 de noviembre de 1976 en Santa


Rosa, Departamento de Madriz, cuando entraba al país junto con Marcio Jáenz, quien fue
capturado.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VI

La Montaña
El faro que alumbró a los combatientes
Henry Ruiz

Henry Ruiz Hernández “Modesto”, nace en Jinotepe el 27 de


septiembre de 1943 en el seno de una familia muy pobre.
Estudia primaria en la Escuela General de San Martín y
Secundaria en el Instituto Nacional Juan José Rodríguez, de
Jinotepe. Entra en contacto con las ideas socialistas a partir de
su familia, y milita en la Juventud del Partido Socialista
Nicaragüense, en el departamento de Carazo.
En el año 1966 obtiene una beca del PSN para estudiar en
Moscú, URSS. Viaja ese año e inicia estudios de Física y
Matemáticas, pero de inmediato se vincula al Frente Sandinista
de Liberación Nacional, y a principios de 1968 viaja a Cuba a
recibir entrenamiento militar.
En 1969 inicia el retorno a Nicaragua con Tomás Borge y logran
llegar a Costa Rica, donde son capturados cuando intentaban
comprar armas, deportados a Colombia, luego a Perú y
finalmente a México, adonde llegan en 1970. Ahí, Ruiz entra en
contacto con Carlos Fonseca, quien venía de ser rescatado de la
cárcel de Costa Rica por medio de un secuestro que realiza
Carlos Agüero Echeverría.
Con Pedro Aráuz, Ruiz ingresa a Nicaragua en 1971, y de
inmediato se integra a la organización de una nueva etapa
guerrillera en el norte del país. Llega a ser el máximo
responsable de la montaña y miembro de la Dirección Nacional.
En el año 1978 baja de la montaña y se encarga, en
representación de la Tendencia Guerra Popular Prolongada, del
proceso de unidad con las demás tendencias, que culmina con la
firma de los acuerdos en marzo de 1978, integrándose a la
Dirección Nacional Conjunta.
Organiza el ingreso de un comando de sesenta combatientes
armados a la región de las minas, que se ve frustrado por
razones atmosféricas. Ingresa a Matagalpa en julio de 1979.
Luego de la victoria revolucionaria, es distinguido como
Comandante de la Revolución, nombrado Ministro de
Planificación y luego Ministro de Cooperación Externa. En los
años noventa fue nombrado Tesorero del FSLN y ha sido fuerte
crítico de la actual conducción del Frente.

1
Desde la fundación del FSLN, la organización de la lucha guerrillera en la
montaña se consideró como fundamental en la estrategia para la liberación
nacional, la democracia y el socialismo, divisa que resumía entonces los
objetivos estratégicos de nuestra organización revolucionaria.

Sea por la influencia de la lucha del General de Hombres Libres, que tuvo
como escenario principal las montañas segovianas, sea por influencia de las
luchas guerrilleras del continente (Cuba, Colombia, Guatemala), donde las
acciones se desarrollaban en las regiones rurales, el FSLN siempre
estableció la montaña como escenario en donde se organizarían las
columnas guerrilleras que, al fragor del combate y en combinación con la
ciudad, derrotarían al ejército de Somoza, acabarían con esa feroz dictadura
y nos permitiría emprender el camino de la transformación revolucionaria
del modelo dominante.

En los documentos históricos del FSLN se preveía que el teatro rural


favorecía la operatividad de la actividad irregular insurgente, pero nunca se
dejaron de considerar las acciones combativas en las ciudades a través de
unidades guerrilleras urbanas. Evidentemente había una influencia de la
experiencia cubana, en donde la jefatura siempre estuvo en la Sierra
Maestra. No obstante, tal como lo esbozó Carlos Fonseca, toda revolución
tiene una fase insurreccional en las ciudades, como resultado de la
participación masiva del pueblo. Desde 1960 antes de la fundación del
FSLN, Carlos Fonseca teorizó sobre la insurrección en las ciudades, que se
produciría tras el proceso de desgaste militar, político y moral del enemigo.

La insurrección popular armada es la médula de la lucha contra


la dictadura. La lucha, de acuerdo con las circunstancias
geográficas de nuestro país y de la gran fuerza material del
ejército de la dictadura, tendrá que ser del tipo guerrillero, tipo
que tantas victorias produjo al General Sandino cuando combatía
en Las Segovias contra la infantería de marina de los Estados
Unidos de Norteamérica...
En su lucha, el Ejército Defensor del Pueblo Nicaragüense deberá
contar con el auxilio del Frente Interno de la Resistencia. El FIR
deberá instruir al pueblo, en forma clandestina, acerca de los
objetivos de la lucha…
La lucha será larga, hasta lograr el control político de la totalidad
del país, en ese lapso el FIR preparará las condiciones para que
pueda declararse la huelga general de brazos caídos que será el
golpe final definitivo que marcará el derrumbe del aparato de la
dictadura… Ya quedó expresado el importante papel que puede
jugar en el conjunto de la lucha revolucionaria la actividad legal

2
de determinadas organizaciones y personalidades. (Fonseca,
Carlos: Obras: 1982, pp. 52-53).

En la década de los años cincuenta se desarrollaron decenas de intentos


armados por grupos de distintas procedencias; todos ellos, salvo el
Movimiento “11 de noviembre”, tuvieron como escenario la montaña. A
partir de 1963, casi la totalidad de los esfuerzos armados estuvieron
impulsados orgánicamente por el Frente Sandinista. Los principales
movimientos fueron la guerrilla del Río Patuca (Raití-Bocay), de cortísima
duración y pérdidas valiosas; la guerrilla de Pancasán, cuyos preparativos
iniciaron en 1966 y concluyeron en agosto de 1967, y en la que cayeron
fundadores del FSLN como Silvio Mayorga y Rigoberto Cruz “Pablo Úbeda”;
en 1970 se realizó otro intento guerrillero en Zinica y El Bijao pero estos
esfuerzos no prosperaron y la respuesta del gobierno fue la brutal
represión, aunque siempre se mantuvieron hilos de relación con los
colaboradores del campo que quedaron disgregados.

En 1971 se da un nuevo impulso organizativo guerrillero que opera en


diferentes lugares de la montaña, y Henry Ruiz se traslada como
responsable del mismo. Participan de estos esfuerzos los dirigentes
campesinos Denis Ortega “Chico Chiquito”, Jacinto Hernández “Efigenio” y
Catalino Flores. De la ciudad, Víctor Tirado López, José Valdivia, Venancio
Alonso, René Tejada y Filemón Rivera.

En el período de acumulación de fuerzas en silencio (1971-1974), se


desarrollaron redes y contactos que auguraban un impulso exitoso. Carlos
Agüero llega a organizar las escuelas de entrenamiento y a darle forma a la
organización militar de los grupos que se venían conformando. En el año
1974 realizan acciones de limpieza de Jueces de Mesta y el asalto del banco
de Abisinia.

En 1975, después de la toma de la casa de Chema Castillo se realizan


ataques a los cuarteles de Waslala y Río Blanco; pero cuando ponen la
emboscada de Kuskawás, fue en un ambiente de polémica entre los
dirigentes guerrilleros Víctor Tirado, Edgard Munguía y Henry Ruiz, sobre la
táctica a seguir en la montaña. Esto coincide con el feroz despliegue de un
plan contrainsurgente en todo el territorio, y en particular contra las bases
de los guerrilleros en la montaña.

Mientras tanto, seguía creciendo el descontento general contra el régimen,


y aunque la organización clandestina llegó a alcanzar presencia significativa
en todo el país, se profundiza el debate entre los cuadros que se
encuentran al frente del trabajo en el interior, que tiene como punto
culminante la expulsión de las filas del FSLN, de Jaime Wheelock, Roberto
Huembes y Luis Carrión.

3
A la vez se mantienen y profundizan los cuestionamientos de la Dirección
que opera dentro del país, en particular de Pedro Aráuz y Tomás Borge, con
la Dirección que está en el exterior: Carlos Fonseca y Humberto Ortega. La
forma atropellada con que se intenta resolver los conflictos, termina en la
división del FSLN en tres tendencias en 1976. Para entonces, los grupos
guerrilleros de la montaña sufren casi un total aislamiento, falta de
abastecimiento, pérdida de información y de capacidad de incidir en los
debates sobre el rumbo a seguir. El debate entonces incluyó el
cuestionamiento al escenario principal para librar los combates, y los
sectores sociales prioritarios (obreros, campesinos) para adelantar el rápido
desenlace en los objetivos de la lucha.

En 1977, después de la muerte en combate de Carlos Agüero Echeverría, y


de los golpes sucesivos en sus escuadras, se produjo un proceso de
desarticulación de los grupos guerrilleros vinculados al núcleo central de la
Brigada Pablo Úbeda, y algunos salieron de la montaña. El grupo quedó
reducido sensiblemente, como se expone más adelante.

El esfuerzo guerrillero que inicia en los años setenta tenía como eje de
referencia la construcción de la Brigada Pablo Úbeda en la Cordillera
Isabelia y de otros grupos que operaban en otros sectores. Víctor Tirado ha
relatado cómo su unidad, después de ser afectada fuertemente con las
caídas de Jacinto Hernández y Filemón Rivera, y luego Edgard Munguía, fue
golpeada por la pérdida de su base social, la cual fue sometida a una brutal
represión de la Guardia. Cercada en el sector de San Antonio de Kuskawás y
Pancasán, la escuadra de Víctor Tirado queda con cinco guerrilleros:
Estanislao García, Francisco Ramírez, Carlitos Suárez, Alvarito Hernández y
Juan Ramos “El Indio Emilio”.

Víctor Tirado sale hacia una finca entre Muy Muy y Boaco, entra en contacto
con Camilo Ortega, y se incorpora a la Tendencia Tercerista. Por su parte, la
unidad de Francisco Rivera “El Zorro”, luego de perder a Claudia Chamorro
y a otros compañeros, quedó reducida a Facundo Picado, Inés Hernández
“Pedrito”, “Juancito” y dos campesinas. Logra hablar con Pedro Aráuz
“Federico”, pero después de una serie de contratiempos, hace contacto con
Camilo Ortega y se integra a la Tendencia Tercerista más o menos a
mediados del año 1977. De esa manera la Brigada Pablo Úbeda quedó
reducida a su núcleo central, de lo cual hablamos ampliamente en la
conversación con David Blanco, Dorotea Wilson y René Vivas.

Por otro lado, desde al año 1975 se inició la organización de tres unidades
guerrilleras que operaron más al noreste, entre Nueva Segovia, Madriz,
Estelí y Jinotega; la Unidad Bonifacio Montoya (la Bacho) liderada por Omar
Cabezas, en el sector de Kilambé, que tuvo durante varios años como
segundo al mando a José del Carmen Aráuz “El Segoviano” 1; la Unidad de
Combate General Pedro Altamirano, que tuvo tres jefes: Venancio Alonso

4
(1975), Ismael Lanuza “Arcadio GPA” o “Charralito” (1976) y Julio Ramos el
“13” (1977-1979). La Unidad César Augusto Salinas Pinell, que había
iniciado en 1974 el profesor del que tomó su nombre, y quien se había
integrado a la lucha desde los años sesenta, y cae en 1976. Al final la
comandó Cristian Pichardo “Isauro”.

En octubre de 1977, entró por la parte rural de la frontera norte una unidad
de cuarenta selectos combatientes, inicialmente al mando de Daniel Ortega
y Víctor Tirado López. Sus propósitos eran la toma inmediata del poder,
como parte del plan de octubre. Formaron parte de esa unidad: Joaquín
Cuadra, Germán Pomares, Dora María Téllez, Elías Noguera, Francisco
Rivera, entre otros. Después del ataque de San Fabián, Daniel Ortega
regresó a Honduras. Con esta fuerza se constituyeron dos unidades que
operaron como guerrilla rural, y que se mantuvieron a la ofensiva sobre los
poblados del norte durante los meses de octubre y noviembre. Una de esas
unidades se instaló en Macuelizo, y el resto de combatientes fue enviado a
distintos escenarios para organizar la insurrección de 1978.

Las oleadas de jóvenes milicianos que se replegaron de las ciudades al


finalizar esta ofensiva insurreccional, permitieron la construcción de nuevas
columnas bajo el mando de Francisco Rivera. (Ver entrevistas a Julio Ramos,
Elías Noguera y Antenor Rosales sobre las insurrecciones de Estelí).

En 1978, se creó una nueva unidad en Jalapa, como iniciativa de José Benito
Escobar, pero luego fue contactada por los Terceristas y, a partir de ella,
Germán Pomares, Javier “Cuqui” Carrión, construyen la Columna Oscar
Turcios, que ataca El Jícaro y que opera en las montañas segovianas en la
ruta de El Zúngano, Quilalí, Wiwilí, y que ataca Jinotega en mayo de 1979.

La combinación de las unidades de la Tendencia Guerra Popular Prolongada


(GPP) y las nuevas unidades terceristas, constituyen el Frente Norte Carlos
Fonseca, que realiza acciones ofensivas principalmente sobre Estelí entre
1978 y 1979 y que generaron una gran capacidad operativa en todos esos
territorios y pueblos de la cordillera segoviana, e inició el proceso de
derrota del régimen que recurrió a acciones genocidas sobre estas
poblaciones.

Mientras las acciones insurreccionales se producen, el esfuerzo inicial


guerrillero de la Brigada Pablo Úbeda se re articula y opera sobre la región
montañosa del triángulo minero, llegando a contar con más de cien
combatientes. En esta rearticulación, juega un papel importante la Unidad
Bonifacio Montoya. Desde ahí suben los nuevos combatientes hacia el
sector donde opera la Brigada Pablo Úbeda que, para entonces, está
dirigida por René Vivas y David Blanco, quienes realizan acciones ofensivas
desde el 28 de mayo con la toma de las minas Rosita y Bonanza.

5
Conversamos con Henry Ruiz Hernández “Modesto”, de quien en los años
70 Tomás Borge dijera, en la dedicatoria de un libro:

El que escribe estas líneas se parece tanto a un escritor, como


García Márquez a un vendedor de frigoríficos. Estas líneas
tienen, un mérito: fueron escritas en la cárcel, poseídas por el
dios de la furia y el demonio de la ternura.

Dedico este pequeño esfuerzo a mi hermano “Modesto”, el jefe


guerrillero más modesto, terco, fraterno y honesto que ha
producido el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y a los
combatientes de la montaña que viven, cantan y luchan en cada
emboscada, en cada fatiga, en la orilla del sol y los sueños de
Carlos Fonseca.

Mónica: Lo primero que quiero es que nos contés de tu vida, de tus padres,
de tus primeras inquietudes, del proceso de incorporación a la lucha política
en la que te comprometiste hasta las últimas consecuencias.

Henry: Mi padre y mi madre eran trabajadores por cuenta propia. Mi


mamá, ama de casa, y mi papá, un pequeño comerciante de madera,
ripiero le digo, compraba ripios y vendía.

Pertenezco a un grupo de ocho hermanos de una misma línea, y si le


agrego de otra línea, son cinco más, y hacemos trece; mi relación es con los
primeros ocho. Soy de origen muy pobre, eso me obligó a trabajar desde
muy temprano, y más todavía, a oír los consejos y principios que me
inculcaba principalmente mi mamá.

Mi mamá es una campesina semi analfabeta. Ella me introdujo valores para


toda la vida, por ejemplo, me decía: –Hijo, hay que ser pobre, pero honrado;
zurcidito, pero limpio; no me obligó a asumir ninguna religión, me dijo: –
Siempre voy a querer que lo mejor para vos esté a tu lado. No me dijo: sé
católico, a pesar de que me bautizaron; pero tampoco me prohibió ir a un
culto.

Me enseñó una lección política como mujer pobre: amaba la paz y el trabajo
y no opinaba de política, ni me recomendaba que fuera político, sino que
decía en todo caso: –Para mí, si hay paz y trabajo, ¡viva el que está en el
puesto! Esa para mí fue como una máxima de qué es un buen gobierno. A
la postre, el trabajo es lo que te rinde y lo que te hace honrado.

Mi mamá también tenía la divisa de no rendirse ante nadie, y decía: –


Solamente a Dios se le rinde culto. Ella era deísta, pero si le quitaba la idea
de Dios, me quedaba la máxima: No me rindo ante nadie, no adoro a nadie,
por lo tanto, en un desarrollo de la idea, no debo tener íconos a los cuales

6
esté obligado adorar.

Comencé primaria después de los doce años. Como los sucesos de abril de
1954 fueron muy cercanos a los jinotepinos, en mi familia, para informarse,
me mandaron a comprar el periódico Novedades. Había una escasez
tremenda de noticias y una gran expectativa. En esa ocasión aprendí que
comprando el periódico a treinta centavos lo podía revender a un córdoba.
Entonces compraba dos, tres periódicos, para ganarme unos centavos. Pero
me daba pena vender, y no saber qué decían los periódicos, entonces le
dije a mi mamá que iba a entrar a la escuela.

Entonces ella le pagó a una señora que se llama Teresa Estrada, para que
me enseñara a leer. No me fue difícil aprender a leer. Y cuando comencé la
escuela, no paré de estudiar.

Hay un profesor que fue mi padre espiritual en esa época, Guillermo Medina
Sierra, de León, aficionado a las matemáticas. De alguna manera, él me
infundió el amor por las ciencias matemáticas, y siempre me dijo lo
siguiente: –Tenés que buscar una beca para irte a estudiar; tenés que
estudiar, tenés que irte a inscribir a las mesas de inscripción para ir a votar
en las elecciones. Pero si es que no voy a votar –le decía. Entonces me
explicó: –Seguramente vas a encontrar una beca, y estos bandidos son
capaces de negarte esa oportunidad, porque te van a solicitar ese elemento
de si votaste, si te inscribirte o no te inscribiste.

Este consejo también me ha servido en la vida para indicar que hay


operaciones que van a ser útiles en tu propio proyecto, aunque no
comulgués con ellos. Así, tengo dos referencias políticas distintas, pero
útiles. Por un lado mi mamá me dice, no te metás en cuestiones políticas; y
por otro lado, un maestro que me decía, aunque querrás evitar las ideas
políticas, la vida te va a obligar a pensar en ellas; éste fue Guillermo.
Mónica: ¿Cómo entrás en contacto con las ideas políticas?

Henry: Desde temprano descubrí que había inquietudes de orden filosófico


y de carácter social; por eso es que, estando en segundo año de
secundaria, me empaté con los comunistas de Jinotepe.

Fue a través de Guillermo Briceño padre, los Vásquez y los Ruiz –mis tíos
Donaldo, Reinaldo y Juan– quienes fueron dirigentes sindicales y por ello
estuvieron presos algunas veces. Éstos son los que me comienzan a decir
que debo estudiar, que soy algo así como una esperanza para la familia.
Siempre es la expectativa de la gente pobre, ¿no?

Mis tíos son, uno, albañil, y los otros dos, carpinteros. Les pregunto, ¿qué es
lo que debo estudiar? Entonces ellos me dicen que hay que estudiar la
filosofía natural. ¿Qué es eso de la filosofía natural? Entonces un tío me

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enseñó unos cuadernitos, uno de ellos era Del Socialismo Utópico al
Socialismo Científico. Siempre me acuerdo del cuadernito ese y allí conocí a
don Federico Engels y a Carlos Marx, muy temprano. ¿Que si lo entendí o
sólo le pasé encima? No sé, pero me empujó.

Ya con los compañeros del PSN de Jinotepe, me orienté mejor. Se trataba


por lo tanto de la lucha de los trabajadores contra los patrones, contra los
ricos, con muchos ejemplos acerca de la Unión Soviética y los países
socialistas. Eso fue entre 1959 y 1960. Entonces me comenzó a provocar
admiración la perra Laika2, el Sputnik, la ciencia, etcétera, todo ese mundo
del que los trabajadores organizados hablaban tanto, y que era la Unión
Soviética.

A la Revolución Cubana la conocí por estos obreros camaradas socialistas,


igual que los discursos de Fidel. Debo decir una cosa que parece ridícula, y
es que en mi casa nunca hubo radio. El primer radio que anduve fue en la
guerrilla. ¡Claro!, en ese tiempo adquirir un radio era caro, eran radios de
tubo. Oía los discursos de Fidel Castro en el radio de unos vecinos de
apellido Vásquez, que son los tíos de Róger Vásquez, que eran admiradores
de la Revolución, y ahí escuché a Fidel Castro hablar. Eran socialistas y a la
vez evangélicos, una cosa rara, pero bueno, eran de pensamiento rebelde.

Así es que termino el bachillerato por el año 1966, entonces busqué cómo ir
a la universidad, y me surgió la inquietud de irme del país. Al principio
quería estudiar físico-matemática, pero el contacto con los socialistas aquí
en Managua, me hizo pensar que mejor sería estudiar Filosofía, para venir a
ayudar como cuadro del Partido.

Cuando me dio la beca el PSN, el secretario Manuel Pérez Estrada me


defendió ante los mismos compañeros del Comité Ejecutivo del Partido,
diciendo que él estaba seguro que si había solicitado una beca, iba a
cumplir mi compromiso, y me iba a ir a la URSS. Esto era porque alguien
informó que me había casado, y era cierta la especie, pero nunca renuncié
a la idea de irme a estudiar.

Era una doble aspiración, la primera, tener conocimientos de los que iba a
vivir; pero la principal era que quería ayudarle al Partido, estudiando
Filosofía Marxista. ¿Cómo sería a mi regreso a Managua? No sabía, pero
esos eran mis propósitos. Así que me dan la beca y me voy para la URSS.

Mónica: ¿En qué año te vas?

Henry: Me voy en 1966. Fui de los estudiantes que llegaron tarde para
comenzar a adaptarse, y no había cupo para Filosofía, así que me ofrecieron
que estudiara Filología. Les expliqué: – ¿Qué voy a estudiar Filología si a
duras penas he aprendido a hablar español, y no tengo facilidad para los

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idiomas? Entonces me preguntaron: – ¿Qué otra cosa? Pedí que me
examinaran para Matemáticas; me examinaron, pasé, y así fue que me metí
a la Facultad de Físico-Matemática.

En octubre de 1966 tengo un encuentro casual con Oscar Turcios y con el


hermano de Carlos Fonseca, Fausto Amador. Ellos andaban con un
campesino, Narciso Zepeda “Chicho”. Es casual, porque ellos andan
buscando a Denis Campbell, quien estudiaba Ingeniería en la Universidad
Patricio Lumumba. Allí me empato con el Frente. Para entonces ya había
ocurrido la masacre del 22 de enero de 1967.

Antes de irme a Moscú como dirigente de la Juventud Socialista, con Natán


Sevilla y Silvio Mora habíamos fundado un movimiento en Jinotepe, que se
llamaba Estudiantes, Campesinos y Obreros Revolucionarios (ESCOR). Esa
sigla después la va a tomar el Partido Socialista para hacer un movimiento
de carácter nacional. O sea, el nombre sonó. Eso lo supe después.

Con afanes estrictamente militantes, me había metido a dar clases en la


Casa del Obrero, sobre sindicalismo, las leyes de la organización sindical,
etcétera. Es decir, estoy totalmente involucrado en la política. En esos
tiempos conocí a Silvio Mayorga y después me alegró saber quién era él, un
nombre que estaba entre los luchadores nicaragüenses.

Explico todo esto porque en Moscú me encuentro que era el único joven
que tenía militancia en Nicaragua, es decir, ejercicio político en las filas de
la Juventud Socialista, porque los otros, todos eran miembros de la Juventud
pero hechos allí en Moscú; todos esos estudiantes llegaban y eran amigos,
pero sin experiencia militante. Digo estas cosas porque más adelante uno
va a reconocer que los que no tuvieron militancia, regresaron a Nicaragua y
no hicieron nada. Esa es la verdad, se hicieron profesionales, pero no
hicieron nada, no digo todos, pero esa fue la generalidad.

En Moscú comencé a plantear que en Nicaragua existía una discusión en el


seno del Partido y la Juventud, sobre la necesidad de pasar a la lucha
armada, construir el brazo armado del Partido. Eso comenzó a discutirse y
estaba dentro de los prospectos para entrar a eso, no porque fuera belicoso
ni nada, sino porque estaba convencido, poco a poco, como se iba
convenciendo a algún sector de la juventud, de que a Somoza únicamente
a tiros se le podría bajar, que no había espacios democráticos.

Estando en Moscú, hicimos una especie de célula clandestina para analizar


las posibilidades de la lucha armada, de fortalecer nuestras relaciones con
el Frente, una vez que hemos hecho contacto con Turcios. En dicha célula
participamos: Róger Deshón, Róger Vásquez, Denis Campbell, Benjamín
Jirón y yo.

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Mónica: ¿Róger Deshón venía del Partido Socialista?

Henry: No. No sé de dónde procede. Él nos contaba que había andado con
Indalecio Pastora, era el único que tenía práctica de tiro junto con Róger
Vásquez, que fue de los jóvenes que se metieron al Movimiento 11 de
noviembre, allí en Jinotepe. Debo decir que de ese grupo me constituí
rápidamente en el jefe, y decidimos que en vez de estar en la Lumumba
perdiendo el tiempo, lo mejor era que nos incorporáramos al Frente
Sandinista para librar la lucha armada.

Mónica: ¿Oscar Turcios estudiaba entonces en la Lumumba?

Henry: Él estudió en la Lumumba, y era defensor de la corriente de la lucha


armada. En otras palabras, era de los llamados “chinófilos”. A nivel mundial
estaba la contradicción entre los movimientos de liberación nacional, los
que decían que sólo se alcanzaba la liberación a base de tiros, y los que
planteaban la necesidad de la coexistencia pacífica. Los soviéticos, que
promovían la coexistencia pacífica, eran los que nos daban a nosotros
alojamiento, así que estar por la lucha armada era como una malacrianza
con ellos. Parece que Oscar Turcios no aguantó el ácido, y lo expulsaron de
la Lumumba.

Esas expulsiones no son una gran tragedia. Si te expulsan por maleante,


por ladrón, por beber guaro, por cosas de ese tipo, sí son expulsiones
deshonrosas; pero cuando te expulsan por razones de diferencias políticas,
no. Fui de los pocos estudiantes de la Lumumba de América Latina que
regresé hecho Comandante, y entonces me decían en ruso: –Nuestro Henry.

Con la ayuda de los compañeros de la embajada cubana, a principios de


enero de 1968, Róger Deshón, Róger Vásquez, Denis Campbell y yo, salimos
clandestinos de Moscú hacia La Habana, como ciudadanos cubanos. En
estas luchas las lealtades no son muy ortodoxas, como ves en este ejemplo.
Así, de paso, conocí a Alejandro, el contacto. Era un agente de Inteligencia
que trabajaba en Moscú; entonces, con ése nos fuimos a La Habana.
Después del triunfo de la Revolución Sandinista, nos encontramos en La
Habana, él llegó a saludar, y cuando lo vi, me alegré mucho.

Irnos para La Habana era un paso decisivo. Para mí ya no hay retroceso.


Llegamos por la mañana, y al siguiente día estábamos montándonos en un
vehículo que nos fue a dejar a Pinar del Río, dónde íbamos a entrenar. Todo
fue friendo y comiendo, nada de pachanguear.

Allí me encontré con Oscar Turcios, Humberto Ortega, “Chicho” Zepeda,


Leopoldo Rivas y Francisco Rosales, miembro de la Dirección Nacional, y
conocí a Francisco Buitrago. De todos ellos, incluyendo a Turcios, el único
que me impresionó fue Francisco, voy a decirte por qué: los otros estaban

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durmiendo, echados; en cambio, Francisco Buitrago estaba con su uniforme
de soldado cubano, haciendo su desayuno y preparándose para ir a hacer el
entrenamiento de combatiente urbano.

Ese entrenamiento y los contactos con los compañeros, me permitieron en


ese tiempo conocer qué era el Frente Sandinista. Me permitió decir, bueno,
¿quiénes son éstos?

Voy a contarte una anécdota que sólo la he contado en círculos muy


cerrados, porque implica a lo mejor un juicio de valor, pero uno de esos
compañeros, cuyo nombre no voy a mencionar para que no lo moleste la
historia, me llamó y me dijo: –“Armando”, que era como me llamaba en el
campamento, ¡qué cagada!, nos vinimos a meter con estos locos que no
saben ni para dónde van.

¡Te imaginás vos los diálogos y otras cosas! Nosotros veníamos de una
universidad avanzada, donde se daban discusiones políticas de altura. Es
cierto que nosotros estábamos en los primeros años, pero estaban
muchachos en cuarto o quinto año, algunos haciendo doctorado. Aquí
surgió la pregunta: – ¿Qué hay que hacer? Entonces les digo: – ¿Qué vamos
a hacer? ¡Continuar, continuar!

Entrenándose en ese mismo grupo, también estaba Roque Dalton, que era
un cuadro más formado, y nos contaba qué es lo que hacían en Casa de Las
Américas; y entre chistes y bromas nos contó que su mujer le decía: –
Cerote loco, qué fuiste a hacer, si bien estábamos en Praga.

Entonces con ese nombre, contado por el mismo Roque Dalton, nosotros ya
no lo llamábamos “Roberto”, sino “Cerote loco”. También estaba Gustavo
Porras3, aunque en ese tiempo no sabía cómo se llamaba, le decíamos “El
Cabezón Guatemalteco”, era responsable de la Compañía.

Allí estaba entrenándose con nosotros una compañera que fue


lugarteniente de Luis Turcios Lima, Tita, que posteriormente llegó a ser la
esposa de Rolando Morán, compañero dirigente de la Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR) de Guatemala, que dicho sea de paso, este Rolando
fue el que le dio alojamiento a Raúl Castro en esas andanzas suyas entre
México y Guatemala. ¡Con razón lo querían tanto los cubanos! Aquí hay una
ristra, una ristra bonita.

Al finalizar el entrenamiento, Gustavo y Rolando me llamaron para


preguntarme si estaba decepcionado, que qué me pasaba. Entonces les
pregunté: – ¿Por qué me dicen eso? –Porque vos pudiste haber sido el mejor
de la promoción, pero en los últimos tiempos se te ha caído tu rendimiento.
¡Qué diaverga son ustedes! –les digo. Mientras ustedes pasan durmiendo,
porque había una siesta obligada, yo estoy leyendo. Aquí me he leído el

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Anti-Duhring, las obras del Che, etcétera, y quieren que rinda, no descanso
en ningún momento, pues estoy aquí preparándome, a eso es que vine.
¿Pero quiere decir que no estás decepcionado? –me volvieron a preguntar. –
No.

– ¡Ah, bueno!, porque nosotros lo que queríamos decirte es que de todos


estos jodidos, ¿vos creés que ese “Félix Pond” (que era Chicón) se va a ir? –
Ese no se va a ir, es pura locura. Y el otro, el otro, comenzaron a hablar
despectivamente de los compañeros. –Pero los que nos consideramos
mejores, estamos obligados a militar, y vos tenés que militar. Todo eso me
dijeron y les respondí: –Y ¿a qué vine?, ¿que soy baboso acaso?

Creía este Gustavo Porras, tal vez por los distintos conocimientos que yo
tenía, que era uno de esos estudiantes hijos de ricos que había estado en
una y otra universidad, y que finalmente decepcionado, me fui a buscar la
aventura de la guerrilla. No. Sencillamente siempre estuve y he estado con
la idea de aprender algo todos los días, y por eso daba la impresión de que
tenía una formación quien sabe de qué universidades. Y como vos ves, me
bachilleré, me voy para allá, no terminé, y ¡esa es mi formación formal! La
otra es la que se va adquiriendo todos los días.

No hay que olvidar que nosotros ingresamos a La Habana después del golpe
a la guerrilla de Pancasán. Eso pudo haber sido desestimulante. Para mí no.
Fui de los que pensaban que había que continuar.

¿Qué sucede durante ese tiempo? Iban aumentando los nicaragüenses que
llegaban a entrenarse, llegaron los dos hermanos Vargas, Gustavo Adolfo y
Oscar René, se apareció “El Danto”, Enrique Lorente, Julián Roque Cuadra, y
otros más.

Mónica: ¿No había ninguna mujer?

Henry: ¡Ah, cómo no! Estaba “La Tía”, Olga Avilés. Muy pronto me di
cuenta de que éramos todos, no llegábamos ni a cuarenta. Y también
conocí de las contradicciones que se daban entre Tomás y Turcios, entre
Turcios y Carlos Fonseca. Turcios tendía a creer que él era el dirigente
militar, en tanto que el otro era el político, como si las concepciones
políticas estuvieran desvinculadas de lo militar y viceversa. Todo eso nos
abrió la perspicacia, nos quitó la inocencia. Nos dimos cuenta de que esto
no era tan puro como creíamos.

Otra cosa, pronto Oscar Turcios y Tomás –quien era parte de la Dirección,
aunque cuestionado por Turcios– tomaron la decisión de que saliéramos
hacia Nicaragua. Carlos no quiso llegar a La Habana. Nosotros queríamos y
era de los que decía que hiciéramos llegar a Carlos para que definiéramos
con él, cuál era la estrategia a seguir. Porque algunos hablaban de que

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teníamos que hacer un desembarco en el Atlántico. Allí le dije a los
compañeros: –Eso es una locura; si estos jodidos nos mandan a
desembarcar, nos van a embarcar, y allí sí que hay que rebelarse.

Mónica: ¿Y entonces qué era lo que planteaba Carlos, por qué no se


reunieron entonces?

Henry: No sé qué es lo que se decían entre ellos, qué es lo que discutían


entre ellos por cartas, porque Carlos no estaba en La Habana. Él prefería
estar polo a tierra, con la antena abajo, organizando, esa es la verdad.
Comparto esa figura de Tomás Borge sobre Carlos: carpintero, martillo,
etcétera. Ése era el artesano revolucionario, un hombre muy abnegado con
la causa. Sólo así me explico sus libros, sus escritos, ese detalle, la fecha
por aquí, la huelguita por allá, el tipo que pegó un martillazo y esa era una
acción de rebeldía, buscando, dijéramos, los factores que inspiran a una
juventud incrédula todavía.

Mónica: ¿Cuándo inician su regreso a Nicaragua?

Henry: En octubre de 1968 se decide que salga el primer grupo hacia


Costa Rica. Ahí se comienza a hablar de una reunión en Costa Rica. Ese
grupo estuvo integrado por Germán Pomares, Tomás Borge, Oscar
Benavides “El Camaradita” y yo.

“El Camaradita” hablaba de manera estrambótica, decía: –Y el semoviente


furioso se nos vino encima. Te voy a contar una anécdota, a propósito de
esa expresión. Íbamos cruzando un potrero y se nos viene un toro hijueputa
encima, y claro, nosotros saltamos, estábamos jóvenes y entrenados, pero
Tomás no logra pasar. Todos pensamos: a Tomás ya lo jodió el toro. Un
oficial que andaba con nosotros, se montó sobre el cerco y soltó varios tiros
de carabina: bam, bam, bam, bam, y el toro se asustó. Tomás, cuando está
contando el asunto, dice: –Es que yo le miraba los ojos al toro y no se le
miraba agresivo. ¡Idiay, no me jodás, Tomás! –le digo– hasta psiquiatra de
toros te volviste. ¡Del tremendo miedo te quedaste trabado!

Cuando la camaradería era parte de nosotros, y hubo mucha, entre todos


nosotros teníamos algo de qué hablar.

Como decía, para entrar al país nos dividimos. Me vine con Tomás, y la ruta
que usamos era por Colombia. Nuestro grupo es el último que entra
armado, cada quien traía un arma. El periplo era de La Habana hacia
Europa, de Europa a América del Sur, de América del Sur para Costa Rica.
Nosotros teníamos que ir armados, porque una de las cosas que nos dimos
cuenta es que no había armas en el país.

Mónica: ¿Y cómo es que meten las armas?

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Henry: En ese tiempo no había registro. Lo encachimbado era llevar todo
ese tiempo el arma sentado, de pie, dormido o en el baño. Fuimos el último
grupo que pudo hacer esto, porque como comenzaron los secuestros de
aviones, en los aeropuertos comenzaron a ponerse chiva.
Estando ya en Costa Rica, a principios de 1969, caímos presos Tomás y yo,
porque andábamos comprando armas. Ahí me di cuenta, a pesar de la fama
de civilista, que la Policía costarricense torturaba. A Tomás lo torturaron, a
mí no. Lo que me dieron fue un golpe, pero no como torturaron a Tomás, le
aplicaron la tortura del teléfono 4, y cuando lo estaban torturando, me
pusieron en el cuarto de al lado, para que lo escuchara.

Quién sabe qué pasó que sólo me asustaron, me dieron un golpecito,


amenazándome: –La próxima vas a ser vos. Al siguiente día, cuando llegué
a la estación a declarar, me preguntaron: –Macho, machillo, ¿cómo te ha
ido, cómo te ha ido? Bien –le dije, al que le está yendo mal es a ese señor;
porque todos negábamos que anduviéramos juntos. Ese señor es a quien
están torturando, se oyen los gritos terribles –le dije. ¿Cómo vas a creer? –
dijeron.

Inmediatamente el Oficial de Hacienda que estaba allí, habló, y se armó el


despelote en Costa Rica. Si lo hubiéramos planificado, no habría salido tan
bien. Entonces comenzaron las protestas del Frente Sandinista, la gran
bulla, y eso ayudó: nos expulsaron, y terminamos en Colombia.

En Colombia, los compañeros del Partido Comunista nos acogieron, nos


dotaron de pasaportes; llegamos al Perú, donde estaba la Revolución de
Juan Velasco Alvarado, allí los comunistas otra vez nos ayudaron. Los
partidos comunistas nos ayudaron y fueron los que contribuyeron a que
saliéramos para México, donde entramos por mar a Hermosillo 5. En ese
recorrido fue que conocí a Edén Pastora. Allí estaba viviendo de las rentas
de su mujer en Guadalajara. No tuve buena impresión de él.

En México, nos reunimos. Pedro Aráuz y Eduardo Contreras “Marcos”.


Posteriormente entra Víctor Tirado López, expulsado de Honduras vía
Guatemala.

Mónica: Pedro ya había participado con Juan José Quezada en el secuestro


de un avión de LANICA, Líneas Aéreas de Nicaragua, en agosto de 1969, y
en otras acciones con los palestinos.

Henry: Es que después de entrenarnos a nosotros, Cuba nos ha cortado la


asistencia, el entrenamiento y todo, no quiere nada ya. Algunos dicen que
fue por la conducta licenciosa de los responsables, entre ellos Oscar Turcios,
quien se había regresado a Nicaragua, lo cogen y lo regresan a Cuba en
esas circunstancias.

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A Cuba también llega Pedro Aráuz, después de la operación de LANICA; ahí
se encuentra con Oscar, y vuelven a hacer relaciones amistosas, de mucha
camaradería. Entonces, la versión que tengo, es que desde la escuela de
nosotros en 1968, Cuba había suspendido la política de entrenarnos
militarmente. No nos corren del país, porque Cuba no corre a nadie, pero
prefiere que estén sin hacer nada, que estar entrenando militarmente a
quienes no saben para dónde van.

La decisión, por lo tanto, es buscar un lugar donde irse a entrenar, y van a


Al-Fatah. Ahí se van a entrenar René Vivas, Jacobo Marcos Frech, Eduardo
Contreras, Leticia Herrera, Pedro Aráuz, José Valdivia, René Tejada y otros.
Pero Carlos dice: –Allí no va nadie más, vamos a buscar por otro lado,
porque allí ideológicamente a nosotros no nos conviene. Combatientes
podemos hacer por el entrenamiento de tiros. Pero la verdad es que todos
los compañeros que estuvieron allí te cuentan que era medio salvaje el
entrenamiento. No había doctrina militar, lo que había era una idea
terrorista de la lucha armada. Nosotros integramos a un compañero, Patricio
Argüello Ryan, a quien no conocí, como parte del intercambio entre Al-Fatah
y nosotros. Eso no fue de la simpatía de Carlos, y compartí esa disposición.

Mónica: Cuando te encontraste con Tirado en México, ¿ya lo conocías?

Henry: No lo conocía. Cuando estamos en México, oímos decir que tienen


preso en Guatemala a un guerrillero mexicano, Víctor Tirado; y en
Guatemala le daban agua rápidamente a los guerrilleros 6...

Entonces nosotros nos movemos como podemos, junto a otros compañeros


mexicanos y la cosa es que llega Víctor Tirado a recuperarse, con una
rasquiña7 espantosa, y un hambre peor que la rasquiña. Allí Víctor comienza
a contarnos sobre cómo están las cosas en la montaña. Nos cuenta toda la
peripecia de Zinica. Nos explica que los compañeros de la ciudad se han
bajado, y sólo quedan los campesinos; que el ataque de la Guardia los
desorganiza, él sale desperdigado porque busca contacto en la ciudad y no
lo encuentra, y sale disparado. Nos presenta una idea económica de los
costos de la operación y me acuerdo bien que dice: –Con cinco pesos nos
mantuvimos durante tanto tiempo.

Entonces le digo a Tomás: –Te fijás, te digo que no se necesita mucha plata
para empujar un movimiento con estas condiciones. Estamos todavía en los
viajes al hospital, donde Conchita Palacios ya está curando de la rasquiña a
Víctor Tirado, y le pregunto: – ¿Está dispuesto a irse? ¡Claro que sí! –me
dice Víctor.

Eso es lo que admiro de Víctor Tirado: en esas condiciones, sabiendo de


dónde viene, cómo está allí, se encuentra con nosotros y ya está dispuesto

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a seguir de nuevo. Uno esperaría que ya esté hastiado. Y cuando le
pregunto que si se va, ¡por supuesto!, me dice. Entonces allí acordamos
que Pedro Aráuz y yo vendríamos de mensajeros de todo ese grupo aquí a
Managua. ¿Cuál es la misión? La misión es encontrarnos con el mando del
Frente en la ciudad, platicar con ellos, hacerle unas preguntas, y sacar un
conclusivo.

El conclusivo de esas pláticas lo vamos a mandar por carta a los


compañeros que se quedan en México, embutido, como correo secreto.
Venimos, nos encontramos con Oscar Turcios y Bayardo Arce, quien para
entonces está trabajando en La Prensa y también daba clases de
periodismo.

Entonces Oscar, echando cuentos por arriba y por abajo. Me acuerdo que
cuando le corresponde a Bayardo narrar cuál es el trabajo urbano, qué está
haciendo el movimiento estudiantil, con su típico humor comienza el relato
así: –Entonces, Jesús en las prédicas en Galilea... Lo interrumpe Oscar y le
dice: – ¿Y qué es esa mierda de que Jesús en Galilea? Le responde Bayardo:
– ¿Y vos no comenzaste narrando la prehistoria? Y le dice arrecho Oscar: –
¡Qué jodés vos! ¡Por todo jodés vos!, en conclusión, aquí no hay nada.
Entonces me dice Pedro: – ¿Qué pensás vos? Le digo: –Aquí no hay ni
mierda, todos esos son cuentos, no hay nada.

Me dice Pedro “Federico”: – ¿Qué hacemos? Ideay, que se vengan todos


estos huevones –le digo, ¿qué van a hacer allí? ¿Ahora vamos a regresar a
decirles que no hay nada? ¡Imaginate andar peregrinando! Entonces va y le
comunica al “Ronco”, a Turcios, la conclusión. Entonces le dice Turcios: –Que
les haga una carta “Pedrito”. Ese era mi seudónimo, porque no sabía que
“Federico” se llamaba Pedro. Hago el informe a los de México, diciendo que
todo está diaverga, que se vengan, que las condiciones están dadas.

Se va la carta, todo mundo contento, y me dice Oscar: –Mañana viene


“Eulalio”. Era Filemón Rivera. No es el campesino que vos conociste 8.
Cuando conozco a Filemón, lo veo que es todo un campesino, igualito en la
forma de hablar, el deje campesino del norte, pero completito el
desgraciado. Filemón dice: –Los compañeros están buscando un hombre de
la ciudad para que vaya a ayudarles a formarse. Ahí levanté la mano,
decidido a irme a la montaña.

El grupo inicial de la montaña eran: “Efigenio”, que es Jacinto Hernández de


la Dirección Nacional; Filemón Rivera9 y Denis Ortega “Chico Chiquito”, que
era un maleante. Allí en esa reunión es donde me ponen el seudónimo de
“Modesto”.

Mónica: ¿Cuándo exactamente subís a la montaña y a qué lugar llegás?

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Henry: Eso es por ahí10 en 1971. Llego a El Bijao. Ahí encontramos los
rastrojos de los antiguos sindicatos, y también campesinos que no se
habían metido, que eran familiares de los que entonces andaban huyendo.

Varios meses después, se aparecen Tomás, Edén Pastora, y Víctor Tirado,


que regresaba de México. Vladimir Alonso, Venancio Alonso “El Trompañero”
es el enlace, bajaba y subía entre la ciudad y la montaña.

Cuando vamos para arriba, a Filemón y a mí nos va acompañando Venancio.


Dimos un vueltón para no ser detectados. Para entonces ya tengo claro en
mi cabeza qué cosa es el Frente Sandinista y quiénes lo componen.

Cuando llega Edén Pastora, el huevón me reclama condiciones de vida,


como si yo estaba en una situación extraordinaria. Cuando me fui hacia el
monte con Filemón, voy nombrado como responsable. Soy el hombre de la
ciudad y Filemón no mostró ningún celo. Ni se le ocurrió decir ¿por qué no
soy el jefe? Nada de eso.

En esa ocasión, ¿sabés cuántos pesos nos dieron? ¡Quinientos pesos! Y yo


decía, si Víctor dice que él se sostuvo con cinco pesos, y me dan quinientos
pesos, ¡esto es en puta! Pero estos tipos querían botas de cuero, que
comprara leche, que comprara avena, que comprara no sé qué cosa. ¿Y
cómo, con qué? Un día me mandaron como cuatro mil pesos y nos
sentíamos ricos.

Mónica: Porque cuando sube “El Zorro”, en septiembre de 1973, dice que
él te lleva quinientos pesos embutidos en una bolsa de azúcar.

Henry: Sí, sí. Así eran las cosas. Esa era la logística. Entonces en una de
esas Edén Pastora está buscando como provocarme, y estaba Denis Ortega
buscando cómo provocar también. Estamos con “Efigenio”. Me acuerdo del
enorme saco de yute que hacía de mochila de Edén Pastora, y allí me dice:
– ¡Qué clase de embarque!

Entonces Edén dice otra vez: – ¡Qué embarque! ¡Qué embarque! ¡Aquí no
hay ni mierda! ¡Idiay! ¿y qué querés? –le digo– que te den todo servido.
Aquí ponete a trabajar. Entonces allí nomasito se metió Ortega: –Pero es
que usted no nos trata bien. – ¿Qué es tratar bien? Vos estás pidiendo botas
de cuero, y ¿de dónde voy a comprar botas de cuero? ¿Sabés cuántos pesos
hay? Está bien, ¡saquemos cuentas!

Porque además, te cuento cómo repartíamos el dinero: Vos te vas a ir por


este lado para abrir otra brecha, el otro otra brecha, entonces, ¿cuánto les
dabas?, veinticinco pesos, cincuenta pesos. Y ¡a rendir cuentas al regreso!
Fijate qué cuentas: –En tal lugar dejé veinticinco centavos que no me los
devolvieron. Eso era así.

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Turcios y Ricardo iban a ajusticiar a Edén Pastora, porque la decisión de
subir era sagrada y él se fue; se bajaba sólo con permiso, ésa era la
disciplina11.

Así es que comienza el proceso en la montaña. Comenzamos a reclutar. En


principio, fue reclutar en cadena, armar unas cadenas. Luego, cortar esas
cadenas; se reclutaba y luego se cortaba esa cadena.

Oí decir a Danilo Aguirre que los campesinos que traían presos de la


montaña, en un ciento por ciento eran campesinos de extracción
conservadora, y es correcto. Nosotros dijimos, en el campesino
conservador, allí está la posibilidad de hablar políticamente con él, y
andábamos detrás de los conservadores.

Fuimos creciendo, fuimos creciendo; siento que comenzó como un cierto


desespere, porque ese trabajo no es fácil. Andar buscando campesinos que
te alienten, que te mantengan, conquistar a la gente, y con las ganas de
echarle un tiro a la Guardia, porque ésta comenzó a penetrar. La gente
logra evadir la persecución de la Guardia, los Jueces de Mesta 12 comienzan
a dar complicaciones, nosotros comenzamos a ajusticiar a algunos de ellos,
porque eran los oídos y ojos de la Guardia.

Mónica: Cuando caen Oscar y Ricardo, en septiembre de 1973, estamos en


ese período que se llamó de acumulación de fuerzas en silencio. Allí viene
una discusión sobre la jefatura dentro del país, hubo un problema con la
jefatura de Pedro Aráuz. Supuestamente, Carlos Fonseca decide que,
muertos Oscar y Ricardo, el responsable del país sos vos. ¿Hay algo de eso,
vos te diste cuenta de eso? (Ortega, Humberto: pp. 260).

Henry: Me doy cuenta muy después. ¿Qué sucede? Que la Dirección que
puede discutir con los que están en Cuba, son los compañeros que están en
la ciudad.

Cuando caen los cuatro compañeros, queda sin mando la ciudad, más no la
montaña. En la montaña hay un mando que soy yo, y son otros compañeros
los que estamos allí. Recuerdo que a mí me causó un enorme dolor la
muerte de estos compañeros; dos de ellos siempre estuvieron allí con
nosotros, Juan José Quezada y Jonathan González. Sentí mucho dolor por la
muerte de Ricardo, porque tenía la idea que en ese enfrentamiento terrible
que íbamos a tener con el enemigo, podíamos caer cualquiera, y allí era
necesario tener un sucesor, y al que más talento le vi, fue a Ricardo. No me
consideraba entre la sucesión, y no estaba con patín de ser jefe. Es el día
de hoy y ¿no te fijás cómo me comporto? Pareciera que saco el bulto. No
rehúyo ninguna tarea, pero no me gusta la presencia histriónica.

18
Después que caen, tengo que bajar, porque me mandan a decir que hay
una urgencia de que baje. No sé cuántos meses después, pero me hicieron
bajar. Fue en una casa que, luego supe, queda en Las Jagüitas 13. La que
daba cobertura era Leticia Herrera, y allí no se me plantea nada de eso. Lo
que se plantea es que ya la fase de acumulación de fuerzas en silencio ha
terminado. En la montaña decíamos que era necesario que la ciudad
montara pija, porque si no, todo nos caía a nosotros. Ahí es donde se diseña
el operativo, que no era para diciembre, era para alrededor de octubre que
iba a ser. Sobre lo de que me hayan nombrado, no me dicen nada. Me
ocultan eso.

Tomás llega, habla, porque Tomás estuvo sancionado14. Estuvieron: Plutarco


Hernández el “Tico”, Pedro Aráuz, Eduardo Contreras “Marcos”, no sé qué
otro compañero más, puede ser que cometa omisiones. Bayardo no estuvo
allí, creo que a Bayardo también lo había sancionado 15, no me acuerdo.

Lo más importante que discutimos fue el operativo, se escoge el objetivo y


quién lo comanda. El operativo consistía en tomarse la Embajada del Brasil.
La operación tiene por objeto sacar a los compas que están presos, y
además, llevar un mensaje para hablar con la Dirección en La Habana, es
decir, con Carlos Fonseca.

A mí me pareció bien, aunque enfaticé en que los que participaran en el


operativo regresaran rápido: –Si van allá a quedarse toda la vida, ¡ni
mierda!, porque eso es deshacernos de cuadros que son tan necesarios.

Después me di cuenta que ellos se quedaron callados. Ese nombramiento lo


vine a saber ya mucho después; creo que me lo dijo Humberto, después
que ganamos. Entonces le digo, está bien, por ser un gesto de confianza;
sin embargo, hubiera sido difícil para mí, ser un jefe único, porque eran
como tres zonas distintas.

La ciudad tenía su complejidad, por eso es que, al día de hoy, le guardo


respeto y cariño a Bayardo, porque la ciudad era muy jodida como para
organizar, pero a la vez necesitaba una continuidad de mando; si esa
continuidad no se daba, la táctica se diluía en cualquier cosa. Organizar un
mando único es mentira. Es mejor tener un comando como mando. Tener
un mando único, eso lo hubiera objetado.

Mónica: ¿El que queda de responsable de la ciudad de hecho es Pedro?

Henry: Queda Pedro, y después de esa reunión, como muestra de afecto


fraternal, él decide subir conmigo a la montaña, a dejarme hasta un punto.
Ahí Pedro se da cuenta que la cosa es dura, que no es cosa de alegría. Se
agotó varias veces en el camino, porque no estaba entrenado, aunque
Pedro era fuerte entonces.

19
Mónica: Antes de esa reunión, hubo otra en la casa de Nandaime, donde
viene Humberto Ortega, antes de la muerte de Oscar y Ricardo.
¿Participaste en alguna reunión en Nandaime?

Henry: En esa no participé. Supe de esa reunión porque Humberto es


delegado de la Dirección, de Cuba, para que venga a ver cómo están las
cosas aquí; porque siempre se estaba calculando la entrada o salida de los
compañeros de allá de Cuba. Humberto tiene pegada una de las manos, es
un hombre flaco, como puñal –así le decían– él no está apto para la lucha.
Es un hombre físicamente limitado para la lucha clandestina.

Defiendo a Humberto y se me quita un prejuicio que me habían inculcado


los compañeros de la ciudad, que no entraba por cochón. Cuando lo vi
correr en el mar, ya después del triunfo de la Revolución, me decía a mí
mismo: Pero si este pobre “Puñal” ¡qué puta!, si ni correr puede, con las
manos delgaditas, verdad, sin peso. Qué va a poder este jodido en la
clandestinidad, ni en el monte serviría ni aquí en la ciudad, y se lo dije de
manera muy, muy fraterna: – ¡No jodás, fue mejor que te quedaste afuera!

Como me voy a la montaña, todo ese período lo desconozco, y por eso a mí


no me afecta ese vergueo interno que era para desanimar a cualquiera.
Sigo con mi gente, que es lo que tengo que hacer. Pierdo contacto con la
ciudad. No nos mandan nada. De manera que hay un momento en que les
digo: –El que me hable de división, lo fusilo; porque comenzaba a filtrarse la
información, por aquí, por allá. Recibía el correo, y me contaban el repollo
de cómo estaban, que el zutano, que el perencejo, que las tendencias.

Mónica: Antes que hablemos de la división, ¿qué hay de esa orientación de


que después del gran operativo para la liberación de los presos, se iban a
abrir los fuegos en la montaña?

Henry: El operativo tiene un nombre que es “San Albino”, por la mina


donde se alza Sandino. Subo, hago el cuento, entonces nosotros decidimos
ponerle unas candelitas al santo, realizar algunas operaciones. Esperamos
que ellos pegaran el golpe y nosotros nos fuéramos encima de él, pero pasa
el tiempo y nada; entonces decidimos el asalto al banco de Abisinia, pero
eso nos dejó un montón de presos: los Núñez, los Molina, Carlos Argüello.

Es que la organización, al ser en cadena, uno le contaba al otro, y no había


tal compartimentación. Entonces caía uno, y se iban todos los demás, como
dominó. Entonces ajusticiamos a unos Jueces de Mesta, y cuando se da la
operación del veintisiete, ¡ideay!, nos sorprendió a nosotros mismos la
operación.

20
Juan de Dios Muñoz es el Jefe del asalto a Abisinia. Era muy bueno ese
compañero. No sabía que se llamaba así. Los Núñez eran de Bocaycito, lo
asumen y le dan cobertura clandestina. Era un tipo muy útil, con destrezas
en mecánica, en radiotelefonía y demás. Como era buena gente y era Juan
su nombre, entonces le pusieron “Juancito”.

Cuando ya nos fuimos, lo llevamos a la montaña, pero no para que se


quedara con nosotros, sino porque él quería sentir qué cosa era eso de vivir
en el monte. Y para su desgracia, nos perdemos en una zona montañosa,
como pasa cuando uno no se orienta. Fuimos a traer agua para los
compañeros que venían cansados. Eran “Ródrigo”, o sea Carlos Agüero,
Julio Avendaño “Henry” y Ana Julia Guido.

Para entonces ya comenzamos metiendo gente, ya hay cosecha en la


juventud nicaragüense. Cuando vamos a traerle agua a los compañeros,
porque vienen cansados, entonces me preguntó: – ¿Usted se orienta,
verdad? –Sí. –Entonces, ¿por dónde vamos? Y para no alargarte el cuento,
¡nos perdimos! Los compañeros nos estaban esperando un día, dos días,
tres días, pasamos quince días perdidos; y allí sí el entrenamiento de
sobrevivencia nos sirvió, porque no teníamos comida ni nada.

Comenzamos a comer semillas de zacate, todo lo que dicen en el


entrenamiento, hasta que llegamos. Y no estábamos ni muy largos de la
casa. El lugar donde vivíamos le llaman La Ceiba, íbamos a la casa de
Martiniano Aguilar. De esa familia no había ni uno que no estuviera
integrado, y con una enorme decisión. Después de esa pérdida, entonces a
“Juancito” hay que sacarlo, se saca, y se integra Martiniano Aguilar.

“Juancito” era de los cuadros buenos. “Juancito” era extraordinario. Era


fuerte, y además ¡con un carácter, el jodido! No se arrechaba para nada.
Valiente, porque murió como un valiente, esa es de las grandes pérdidas de
la lucha.

Mónica: “El Zorro” dice que después del golpe de diciembre de 1974, la
idea era que también en la montaña se iba a abrir la ofensiva y que por eso
se hicieron los ataques a Río Blanco y Waslala; que después les mandan a
decir que tenían que parar las operaciones y que en el grupo de ellos,
donde estaba Víctor Tirado, se discutió esa orientación; deciden hacer sin
permiso la emboscada de Kuskawás, que es un golpe en el que mueren
bastantes guardias.

Henry: Sí, eran como ocho guardias.

Mónica: ¿Hubo una orientación de parte de la ciudad que luego vos hiciste
tuya de no hacer acciones, de parar las operaciones ofensivas?

21
Henry: Hombré, no recibí ninguna de esas orientaciones. En la reunión
donde participé, y allí participo como mando, la idea es que hay que
separarse de la acumulación de fuerzas en silencio. Recuerdo que una de
las cosas que pregunto es: – ¿Qué va a pasar con la represión? En esa
reunión el que más hablaba era Eduardo Contreras. Ahí estaban también
Tomás, quien no era parte de la Dirección. “El Danto” llega porque sucede
que se había fusilado a Narciso Zepeda; entonces, él llega como a reclamar
si era cierto. La verdad es que lo de Chicho fue una injusticia por
precipitación16.

Lo estratégico que se acuerda es que cesa la acumulación de fuerzas en


silencio. Esto va a crear represión, entonces la pregunta es: – ¿Cómo van a
soportar la represión, tienen condiciones para repeler la represión? ¡Sí! –
dicen todos. La verdad es que el enemigo desbarató la organización que
teníamos porque era una organización frágil.

La lucha armada es así. Uno no prueba la consistencia del organismo y la


consistencia personal del combatiente hasta que combate, y la estructura
no se prueba hasta que no se enfrenta a un adversario que tiene el mismo
propósito que vos: acabarte, aniquilarte. La diferencia entre el enemigo y
nosotros es doctrinaria, pero militarmente ambos tenemos el propósito
común de aniquilarnos. La calidad del combatiente revolucionario es su
humanismo. El otro desgraciado te tira, no importa lo que suceda.

Entonces, esas eran las inquietudes. Incluso, pienso que no estuvieron tan
bien previstas, por ejemplo, la estructuración de segundas redes 17 con
aquellos buenos colaboradores que estaban allá en el tercer plano, muy
resguardados para esconder al mando. ¡Siempre me he preguntado cómo
cayeron el mismo día Eduardo Contreras y Roberto Huembes!18

Cuando se hace la emboscada de Kuskawás, en mi opinión es una


emboscada temprana, porque el sector es El Sabalete, Kuskawás, una zona
muy poblada. La doctrina de contrainsurgencia de la Guardia es caer
inmediatamente a los colaboradores. Ya sabíamos eso por las experiencias
en El Bijao, La Castilla. Para nosotros no había condiciones. Estaba ahí “La
Gata” Munguía, y él no estuvo de acuerdo; y “La Gata” es cuadro hecho por
Carlos Fonseca allá en Cuba. Hacen la emboscada y resulta un éxito militar;
pero desde el punto de vista de resultados globales, es una derrota. En esa
emboscada nos matan a lo mejorcito que teníamos: Jacinto Hernández y
Filemón Rivera. Se comprometen las fuerzas en una operación táctica.

Víctor sube después de esa emboscada y nos informa de lo que ha pasado,


y al regresar matan a Edgard Munguía, que fue otra enorme pérdida.
Después de eso, no volví a ver a Tirado, ni conozco las circunstancias por
las que él se sale de la montaña.

22
“La Gata” no quería irse después a ese sector, quería quedarse con
nosotros, por eso me dolió mucho. Eso nos cambia a nosotros la estrategia
de cómo armar las guerrillas, porque se nos debilitan las zonas más
pobladas. Víctor se me desaparece. Se me pierde de mi visual. “La Gata”
cae en El Chile, no en Yaoska. La lógica de la Guardia no era tierra arrasada,
sino tierra sin nadie, porque los campesinos se van huyendo cuando ven
como los asesinan. La estrategia era sacarle el agua al pez.

Mónica: Y es que además, si uno lo analiza, de parte del somocismo había


una estructura de penetración e infiltración, había información. El enemigo
era alguien activo, que no estaba sólo esperando que le llegara el golpe.
Muchas muertes no se explican más que con la labor de los infiltrados.

Pasemos a otro punto. Todo el año 1975 hay Estado de Sitio y una fuerte
represión. Desde Nueva Segovia, El Copetudo, el quiebre de la escuelita de
El Sauce, donde muere Arlen Siú. Después del éxito de la casa de Chema
Castillo, vino la contra ofensiva. Y en ese mismo año, a finales del 1975, la
GPP expulsa a dos cuadros importantes del FSLN: Luis Carrión, Roberto
Huembes, y a la vez trata de debilitar el rol de Jaime Wheelock. ¿Fuiste
parte de esa decisión?

Henry: No, no. Tengo la dicha personal de no haberme metido en esas


decisiones, porque veo muy infantiles las razones por las cuales se
tomaban esas decisiones tan drásticas. Pero hay que decir lo siguiente: la
posición de Jaime Wheelock, cuando lo conocí en la clandestinidad, en
Costa Rica, cuando bajo para buscar la unidad, la idea que él tiene es
formar un partido: Que primero es el partido y después la lucha armada.
Entonces eso sí es una desviación peligrosa en una etapa en que vamos a
la confrontación directa. Porque la idea de Jaime era teórica, pero si
andamos echando tiros y luchando, es muy posible que eso haya causado
malestar.

Mónica: ¿Vos eras el jefe en la montaña, pero no te mandaban a consultar?

Henry: No. ¿Cómo me iban a consultar si había serios problemas de


comunicación? Todo este tiempo no recibíamos ninguna comunicación.
Estoy adentro y no me entero de esto hasta después.

Mónica: A finales de 1975 entra Carlos Fonseca a Nicaragua, y a finales de


ese año se reúne con Pedro Aráuz, “Ródrigo” Carlos Agüero y Tomás Borge.
En enero de 1976 sube una camada de gente: William Ramírez, Roberto
Calderón, Hugo Torres, Raquel Balladares. Por otro lado va Rosa Argentina
Ortiz y sube una camada de chavalos de los barrios de León. Carlos sube
después.

23
Henry: También sube Róger Deshón. En ese intento de subir, creo que es
donde matan a Julián Roque, en un lugar que se llama Campo Verde.

Mónica: ¡Exactamente! En sólo la entrada lo matan. Él cayó el 30 de abril


de 1976, en Dipina, departamento de Zelaya. Entonces Carlos entra en
marzo de 1976 y supuestamente iba a haber una reunión de dirigentes en
la montaña. Eso lo afirman Víctor Tirado López, Tomás Borge y Francisco
Rivera. Carlos pensaba que, una vez discutidas las cosas entre los mandos,
se podría conseguir la unidad plena.

Henry: Esa es una reunión utópica que no se pudo realizar en La Habana


porque Carlos no llegó19. Es la famosa reunión en la que se intentaba que
nos pusiéramos de acuerdo. Creía que con la presencia de Carlos –y Tomás
vendía esa idea– que encontrándose con “El Ronco”, Oscar Turcios, se
acaban las contradicciones.

Mónica: ¿Vos no habías conocido a Carlos?

Henry: No, lo conozco en México. Después que lo rescatan, pasa por allí 20.
A Humberto ya lo conocía. Ahí conozco a Rufo Marín y a Plutarco
Hernández.

Mónica: ¿Pero vos supiste que Carlos Fonseca iba a la montaña?

Henry: ¡Cómo no! Cuando baja “Ródrigo” Carlos Agüero. Creo que
“Ródrigo” tenía informaciones que no me reveló. De repente le agarró una
necesidad de bajar a la ciudad. Le decía: – ¡Te van a joder!, te subiste para
trabajar aquí, no para estar bajando. Esta es la tercera vez que querés
bajar. Me decía unas largas y otras cortas, y hacía su plan con el que me
convencía, porque ¡puta! falta esto, falta lo otro, decía. Y entonces me dice
que es necesario hablar con “Agatón”, Carlos Fonseca, porque éste sí sabe
del bonche que hay en La Habana con los compas de aquí. En realidad es
un “bonche” que esconde las diferencias de concepción de la lucha, porque
son puras pendejadas los alegatos: que aquéllos están afuera y aquí
adentro están los valientes.

Cuando regresa “Ródrigo”, agarra la ruta por San Juan de Río Coco, para
subir a donde estábamos nosotros. Nosotros entrábamos por otra, claro, ya
dominábamos el monte. Esa ruta la toma ¿para qué?, para llevar a
“Agatón”.

Él baja y arman la cosa. Deciden. Me imagino que a Carlos Agüero lo


respetaban y además se imponía. Estoy seguro, Carlos Agüero era de
mando. Carlos no era de: qué dice Pedro, qué dice fulano, no, ¡ni mierda!
Carlos era de decisiones. Él se llevaba bien conmigo. Muy bien nos
llevábamos. Le dije: –Si de esa cosa sale una solución, ¡arriba pues, andá

24
hacela!

Como te digo, Carlos Fonseca, cuyo último seudónimo fue “Agatón”, va a


subir por esa zona, entonces, pasado cierto tiempo, se aparece Carlos
Agüero con Inés Hernández y con otro. El campesino Inés Hernández era
muy apreciado porque era un baqueano “caballo”, muy valiente; pero es
bebe guaro, vago, y se nos desaparecía. Nunca lo agarraban, menos mal,
porque nos hubieran jodido a todos. Es bueno, bueno. Todo mundo quería
andar con el compañero, entre ellos “Ródrigo”, porque además, era
aventado.

Entonces él lleva la información de que el compañero “Agatón” viene para


acá, y le digo: – ¿Dónde han estado? Y me dice “Ródrigo”: –Es que “Agatón”
se ha aplastado, se ha metido en una zona y nos sale dando clases y
haciendo no sé qué cosas. Nosotros, ya guerrilleros, sabemos que eso es
fatal.

Mónica: En Las Bayas se quedó demasiado tiempo, lo reflexiona también


Víctor Manuel Urbina, en la entrevista que le hago.

Henry: Esa zona lo va a quemar. Entonces cometen, para mí, una falla, un
error: es decidir que “Rubén” salga con Claudia y otro compañero, para
rumbo Oeste, y Carlos Fonseca se queda con un campesino que se llamaba
Danilo21, que era buena gente, pero no era el campesino baqueano. Buenos
baqueano eran Inés Hernández y Alfredo Jáenz “Alberto”. Éste no era
campesino, pero tenía la brújula, ésa es una facultad que nace en algunos.
El mismo “Rubén”, que se orientaba, debió haber organizado la góndola
para traerlo, porque era el Jefe de la Revolución.

Mónica: Dice “El Zorro” que de haber querido él llegar directo a donde vos
estabas, hubiera podido. ¿Por qué él se quedó allí todo ese tiempo?

Henry: Hay que ser justos. Carlos era un hombre viejo, no apto para esos
oficios. Nunca debió haber entrado, era cegato hasta la gran puta. Pero él
era el jefe. Y tomaba decisiones.

Platicando con Venancio Vladimir Alonso “El Trompañero”, me comentaba


que hizo una buena relación con Carlos en sus años en Cuba, y él se ofreció
como el hombre que iba a andar cuidándolo.

Él me cuenta ciertos detalles que conoció en Cuba, por ejemplo, de cuando


Carlos hace mi nombramiento como responsable, del que me hablabas.
Carlos le pregunta a Venancio: – ¿Y quién es este compañero?, refiriéndose
a mí. Venancio le cuenta todo lo brillante y diaverga que es “Modesto”, y
eso termina de remachar la decisión. Quien empuja esa decisión es
Humberto, porque cuando vuelve a ver a los otros, no conoce a nadie, al

25
único que conoce es a Henry Ruiz “Armando”.

Otro detalle. El alegato de la ciudad es que ellos están afuera, que Carlos
debe entrar, que si quiere ser jefe que se verguee aquí adentro. Esa es la
tesis de la gente que está aquí en la ciudad.

También le pregunté a Venancio las condiciones físicas de Carlos, y me dice


que Carlos no estaba apto. También le pregunté: – ¿Él se vio forzado o tenía
entusiasmo? Y me dijo Venancio: –No ¡hombre!, fíjate que cuando él dijo
que venía para acá a la montaña, cuántos años que no lo había visto nunca
tan entusiasmado. Ya hacía tiempo que no miraba al compañero “Agatón”
con ese entusiasmo. Eso es así porque Carlos tenía pasión y la pasión ciega,
pues.

Mónica: A mí me parece importante dar toda la información necesaria


sobre las circunstancias que rodearon la decisión de Carlos Fonseca de
hacer esa subida a la montaña, porque en el libro de Sergio Ramírez La
Marca del Zorro, se dejan dudas sobre tu relación con Carlos Fonseca, y
acerca de tu interés en una reunión en la que él puso tanto empeño que
hasta perdió la vida.

Henry: No, no. Mirá, sé que han querido hacerme responsable de la subida
de Carlos y de su muerte. Estas dudas me parece que las levanta en los
años ochenta Sergio Ramírez, impulsado por los Ortega. No he leído ese
libro, pero quienes lo han hecho me dicen que ahí se siembran dudas sobre
mí. Sergio Ramírez, para lavarse las manos, antes de la publicación del libro
me dice que ha tenido una entrevista larga, y que va a salir un libro sobre
“Rubén”, al cual le tengo un cariño casi de padre. Que “Rubén” afirma que
Carlos le dijo: –Pero este compañero, refiriéndose a mí, este compañero
cuando llegue allí, me va a dar el mando o me lo va a negar 22. ¡Qué
pendejada! Según eso, resulta que ya no soy el tipo conocido, ya no soy el
tipo al que Carlos le deposita su confianza con ese nombramiento del que
hablamos, y que duda de mí. Sinceramente, no creo que Carlos haya
afirmado eso de mí.

Creo que detrás de esto, Mónica, se escondía la competencia por el mando


en el Frente y en el Gobierno en los años ochenta. La intención era joder a
alguien que tenía cierto prestigio. Pero mi opinión es que Carlos no debió
haber entrado nunca, debió estar afuera. ¿Qué hicieron los movimientos
revolucionarios de la zona? Se reunían en otros lugares de Centroamérica.

Mónica: Si necesitaban reunirse, Carlos podía venir un tiempo y regresar a


Honduras o a Costa Rica. Y en Nicaragua había muchísimas más
posibilidades en otros lugares, pero no ir a la montaña. Ahí tenés al mismo
Humberto, él nunca entró porque como vos decías, no estaba apto; y Carlos
tampoco, era miope hasta la ceguera. Y si se reunieron después en

26
Honduras o en Costa Rica o en Panamá, ¿por qué tenían que irse a reunir en
la montaña? ¡Eso es un absurdo!

Henry: Incluso, ¿por qué no me llamaron a mí? A mí nunca me plantearon


nada, porque en el fondo lo que querían era colgar a Carlos allá en la
montaña, y que ahí estuviera como yo, aislado, esa es la verdad.

Mónica: En el año 1977, se dio un proceso de disgregación de la Brigada


Pablo Úbeda. ¿Qué fue lo que pasó?

Henry: Después de la muerte de Carlos Fonseca, hacemos una fogata, nos


reunimos todos y hacemos el análisis de la situación. Decimos que hay que
buscar gente, armas, etcétera. Voy a buscar contacto con la ciudad porque
estamos perdidos, está sucediendo lo que está sucediendo y nosotros no
tenemos contactos.

Estamos sin contacto con la ciudad, entonces me traslado a una zona de la


montaña, a adelantar el correo: mando a Victoria López “Nora” y a Salvador
Muñoz. No bajo a la ciudad, los voy a acercar, voy con mis chanes. Mantuve
compartimentada todas estas cosas, pero tenía dos hombres de confianza,
uno es “Alberto” Alfredo Jáenz, era un compañero excelente. El otro era
Nelson Suárez.

A mí me han acusado de campesinista, pero es que en el monte vos debés


tener gente dotada. Por ejemplo, yo no me orientaba 23, tampoco Carlos
Agüero, “Arcadio” sí era arrecho. Son contaditas las personas de la ciudad
que se orientan en la montaña. Así que me muevo con Nelson Suárez y
Alfredo Jáenz.

Me desplazo del campamento y queda al frente un compañero de Jinotepe,


Orlando Castellón “Casimiro”. La cosa es que bajo y mando una carta. Les
digo a Victoria y a Salvador: ustedes vayan a buscar contactos con la gente
de la ciudad. Les doy algunos datos, porque Victoria había estado aquí en
Managua, conocía a Luis Enrique Figueroa, Salvador era de León, le
decíamos el “22”. La cosa es que se van, y no aparecen. Oímos del ataque
donde muere Pedro Aráuz, que han salido heridos no sé cuántos. La
persona que sale herida es la Victoria, sale herida en las piernas.

Mónica: ¿Acaso ella estaba en esa casa, en la casa de Tipitapa?

Henry: Allí estaba, pero ella era mi correo. La cosa es que vienen de
regreso sin papeles, sin correspondencia, cansados de esperar, y
seguramente por las circunstancias, deciden subirse sin papeles. Como te
decía, ellos nos cuentan de la división.

27
Cuando regreso, ya no encuentro a estos compañeros que estaban en la
fogata, ¿me explico? Entonces quedo aislado esperando a que René Vivas y
Serafín García nos contactemos, porque teníamos esa costumbre.
Dejábamos una fecha y sólo sabíamos que para tal día en el palo tal, allí va
a ser el próximo contacto. Por eso es que te digo que si ellos fueron dos,
tres, cuatro días a esperar a Carlos, esos eran nuestros términos de
organización. ¿Me explico?24

Cuando regreso, ya la gente se ha ido; entonces tengo que esperar a


Serafín, y otra vez, a partir de allí, volvemos a juntarnos para comenzar el
reclutamiento y el trabajo.

Después de varios meses, regresan. Ellos más o menos me cuentan de la


división que hay, que han entrado en contacto con “Pedrito”, que es Inés
Hernández, que trae la información de que Camilo Ortega me anda
buscando para entregarme armas. Eso es más o menos por la fecha de la
muerte de Pedro Aráuz.

Comentario de la autora: Los compañeros que estuvieron en la montaña


nunca se reunieron después del triunfo de la Revolución a tratar de
reconstruir los eventos en un orden lógico, y cada uno cuenta únicamente
la parte que vivió personalmente.

Lo que a mí me queda claro es que después de la muerte de Carlos


Fonseca, la situación de la Brigada Pablo Úbeda se vuelve crítica, porque la
Guardia prácticamente logra llegar hasta el campamento central de la
Brigada. En noviembre caen Leonardo Real Espinal (3 de noviembre de
1976), luego Carlos Fonseca y los que le acompañan (8 de noviembre), y un
mes después, el 9 de diciembre, se produce el primer ataque al
campamento central de la Pablo Úbeda, y cae Rufo Marín. El año 1977 es
un año durísimo. En enero cae Claudia Chamorro en otro sector. El 9 de
febrero, Aurelio Carrasco también cae en el campamento central.

En el mes de marzo, el mando de la montaña decide crear la Columna


Aurelio Carrasco, mientras que la otra parte de la Pablo Úbeda tiene que
adentrarse en la montaña, buscando El Saslaya. La Aurelio Carrasco,
dirigida por Carlos Agüero, tiene la misión de operar ofensivamente, y lo
empieza a hacer, pero con tan mala suerte que en el primer combate
muere “Ródrigo”. (Ver entrevistas a René Vivas, David Blanco, Hugo Torres y
William Ramírez).

El cerco de la Guardia se estrecha, se endurecen aún más las condiciones


de hambre y abandono en que se encuentran, y se produjo un proceso de
descomposición y desmoralización en la Columna Aurelio Carrasco.

28
“Modesto” sufre atrasos en su retorno del punto donde había ido a
adelantar a los correos, ya que se enferma de paratifoidea y paludismo; y
cuando llega al lugar donde iba a hacer contacto con los de la Aurelio
Carrasco, no los encuentra.

En mayo se pierde Roberto Calderón. En julio se producen problemas


internos y luego se marchan dos importantes guerrilleros 25, y a raíz de ello
se producen nuevos combates, hieren a Reynita, una compañera
campesina. Una parte de ese grupo intenta romper el cerco y bajar a la
ciudad y ahí matan a Orlando Castellón “Casimiro” y a Aquiles Reyes Luna,
el 23 de septiembre de 1977. William Ramírez baja herido con Crescencio
Rosales, mientras capturan a Ana Julia y Marcelino Guido. La otra parte
decide abandonar la montaña buscando Honduras: Hugo Torres, Róger
Deshón, Edwin Cordero “El Doctorcito”, y otros.

Casi al mismo tiempo que la Columna Aurelio Carrasco se desbanda, en la


Columna Central, en la que andaban ancianos y muchas mujeres con sus
niños, deciden dividirse en dos: una parte debe irse “a sobrevivir al
Saslaya”, dirigido por David Blanco “Arcadio”; y en el otro grupo van René
Vivas y Serafín García “Pablo”, quienes se internan en un punto intermedio
en términos relativos, porque las distancias son enormes: entre el lugar
donde está la Bacho Montoya, en Kilambé, y una zona de operaciones de la
Aurelio Carrasco, que es El Naranjo.

El grupo de “Arcadio” es detectado y atacado, y la Guardia le hace algunas


bajas. David Blanco decide bajar a ciudad y llega el 17 de octubre; hace
contactos con Bayardo Arce y le encargan misiones de fortalecer la
Bonifacio Montoya y de pegar con los restos de la Pablo Úbeda a través de
la Ruta Sandino. (Ver entrevista a David Blanco).

“Modesto” logra hacer contacto con el grupo de René Vivas, y es a partir de


ahí que tratan de reconstruir la Brigada. La Brigada Pablo Úbeda tiene en
ese momento a Henry Ruiz, René Vivas, Manuel Calderón “Rufo”, Emir
Cabezas, Nelson Suárez, Serafín García, Sabino Aguilar, Edgard Lang, Julio
Avendaño, Máximo Martínez; Inés Hernández, Salvador Muñoz y Victoria
López, que andaban en Managua; David Blanco, que se queda un tiempo en
misiones en la Bacho, pero que luego se reintegra; y otros campesinos
cuyos nombres no he podido conocer.

En agosto, después de abastecerse en un comisariato, la Guardia ataca a la


pequeña escuadra en la que están, entre otros, René Vivas y Emir Cabezas.
Ahí muere Emir Cabezas “Angelito”, el 24 de agosto de 1977, según las
cronologías oficiales. Omar Cabezas se entera viendo el periódico en
Managua, adonde había bajado a reunirse con Pedro Aráuz y Bayardo Arce.
Ahí conversa con Salvador Muñoz.

29
En octubre, el mando de la BPU decide bajar a Edgard Lang, quien se
encuentra con una hernia y una herida en la mano, que lo vuelve inútil en la
guerrilla. Lo van a acompañar Nelson Suárez y Julio Avendaño. Dejan a
Edgard Lang, y cuando suben, la Guardia los asesina el 15 de octubre de
1977. De esta manera, la Pablo Úbeda pierde a uno de sus mejores
elementos, un campesino de una calidad extraordinaria, y el mejor
baqueano de esa etapa.

Henry: Respecto a Rufo Marín “El Sordo” 26, nunca pudimos encontrar su
cadáver. Lo damos por caído porque nunca lo encontramos. Es que la
Guardia tampoco lo reportó en sus partes, como solían hacer, en donde
mostraban el cadáver y sus pertenencias, mostraban nuestras mochilas
burlescamente. Pero en este caso no ocurrió y fuimos a buscarlo. Era un
campo lleno de maquengue, menos cerrado, y por eso es que se podía
revisar bien. Era un chavalo muy dotado físicamente, con una gran moral y
espíritu de combate excepcional.

Cuando matan a Aurelio Carrasco dos meses después, otra bala dio en la
espalda de Edwin Cordero, pero pega en el vademécum que él cargaba, y
eso le salva la vida. El fusil de Aurelio Carrasco lo toma Ana Julia Guido, y
eso, aunque tampoco pudimos encontrar el cadáver, sí nos confirma que
cayó. Aurelio era un viejo guerrillero, originario de El Viejo; estuvo con “El
Danto” y con Chicho en la guerrilla de Raití y Bocay. Ahí muere el papá de
los Urbina, de Vidal y Víctor Manuel, que eran de El Sabalete. Y muere
comiendo, aferrado a un tabanco de guineos maduros.

Carlos Agüero era muy severo, y una vez este compañero cometió una falta
de disciplina. En esos momentos nosotros estábamos ya dando los frijoles
contados, contados literalmente, creo que eran cuarenta frijoles por
guerrillero. Urbina me busca en cuanto llego, y dice: –Este señor me quiere
matar; le había reducido a la mitad los frijoles. Fui a hablar con “Ródrigo”, y
le pedí que le levantara el castigo. Así era la forma de ver las fallas en
medio de esas condiciones.

En Aguas Calientes, Emir estaba de posta y se portó súper valiente y


contuvo a la Guardia. Por él fue que pudimos organizarnos y salirnos. Pero
como había que subir una cuesta, por ahí salieron Ana Julia Guido, Claudia y
Edwin Cordero, Flavio y Aurelio Carrasco. Ahí lo matan a él. Hugo Torres y yo
nos retiramos por la vía imprevisible, por eso es que nosotros notamos la
salida en fuga de la Guardia por el mismo río. Nos subimos por un paredón,
luego nos fuimos a juntar, y nosotros nos retiramos.

Siempre he pensado que el campamento lo atacan porque “Arcadio”, que


era el hombre mejor dotado de la guerrilla, era muy confiado, y en su

30
optimismo no borraba correctamente las huellas. Creo que la Guardia lo
siguió durante días, porque entró al campamento como debe entrarse
desde el punto de vista operativo. Entré por otro lado, porque andaba con
Nelson Suárez, el mejor baqueano de la guerrilla, y sin pereza ni nada,
porque a veces uno por pereza, el cansancio, decía, mejor bajémonos por
aquí, aunque no fuera lo correcto.

Lo que tiene que quedar claro es que en el campamento central estaban los
viejitos y las mujeres con niños. Las Escuadras militares operaban en el
entorno del campamento Central. Les pusimos “gualdrapas” porque así les
puso René Tejada, era un término que usaban en la Academia Militar.

Mónica: ¿Qué pasó después que regresás y te das cuenta de que un


número significativo de los guerrilleros se han ido?

Henry: Entonces tuve que rehacer, con el pedazo que me quedaba de la


guerrilla, otra guerrilla. Porque la gente que dejé en el campamento, se me
desertó; que no es la huida hacia el norte, sino una deserción masiva; la
parte más importante de la guerrilla deserta y se va, mientras me quedo
solo. Esos son los efectos para mí, de la división.

Cuando matan a Pedro Joaquín Chamorro, todo lo conocemos en la radio,


porque ya no hay Ley Marcial, censura ni Código Negro. Nos reunimos,
hacemos un análisis y discutimos las consecuencias de la muerte de Pedro
Joaquín Chamorro. Aquí cambió todo, y hay que cambiar la idea que
tenemos de la guerra.

Cuando nos quedamos solos, y ya teniendo claro el asunto, decidimos que


hay que armar una zona, pero con armas y con guerrilleros. Ya teníamos
experiencia de combate para darle a la montaña el prestigio que en la
cabeza de la gente estaba, pero que en la contabilidad militar no alcanzaba
el nivel deseado. Ese trabajo se dirige hacia las minas, soy quien propongo
irnos a las minas Siuna, Rosita y Bonanza.

Mónica: ¿Quiénes estaban en la montaña cuando toman la decisión de


bajar a las minas?

Henry: Manuel Calderón, quien además fue una gran alegría, porque se
había perdido, y lo recuperamos; Victoria López “Norita”, está un viejito que
se llama Máximo Martínez, Inés Hernández “Pedrito”, Salvador Muñoz, René
Vivas y yo27. Somos como once o doce los que quedamos allí.

Entonces decido que vamos a pasar a las minas. Esta decisión no es


instintiva, es el producto, primero, del aislamiento en que estamos, y de un
análisis sobre adónde vamos a bajar con esa gente. Y viene la segunda

31
decisión, tenemos que buscar los centros poblados, pues la muerte de
Pedro Joaquín, el incremento de las acciones en las ciudades, tiene que
estar provocando una efervescencia en la población. Tercero,
específicamente, ¿dónde? Tengo en mi registro mental hacia dónde iba la
gente que se desaparecía. Cuando hablaba con los campesinos les
preguntaba: – ¿Y no saben del compadrito aquel? Ellos me iban diciendo: –
Está por tal lado. Entonces tengo en la cabeza un detalle espacial de la
agrupación de gente. “Pedrito” lleva un contacto que es de la familia
Vargas28, entonces comenzamos a caminar. A los tres meses, nosotros
teníamos montada nuevamente la guerrilla. La gente ya estaba allí.

Cuando ya hay condiciones, decido bajar a la ciudad. Es la primera vez que


decido bajar, ¿por qué? Porque vamos a recomenzar en el Triángulo Minero
y Puerto Cabezas. Ya a estas alturas, quiero saber cómo está la división.

Bajo con la Dorotea, quien me pone en contacto con el padre Nieaus, quien
primero se me quiere rajar, pero hablo con él de cristiano a cristiano y dice
que lo convencí. Eso cuenta ahora. Es un excelente compañero, y me gusta
este cura holandés Nieaus. Con él bajo, y me pasa por Laguna de Perlas y
llegamos a Managua. Había pedido un contacto en caso que bajara.

Mónica: Y llegás donde Manuel Espinoza, según él nos ha relatado.

Henry: Ahí llego. “El Ídolo”, le decían. La dirección dice que en la puerta
está un ídolo. Y cuál es mi susto que cuando llego me encuentro a mi
maestra de inglés, Olimpia. – ¡Vení ve, Manuel, quién está aquí! Y qué me
iba a perder, si por más que me disfrazara ella era una profesora joven y ve
a un joven al que le dio clases durante dos años.

Después Dorotea me va a meter a vivir donde unos familiares y habían


unas negras hermosas. Pero la Doro me presenta como un seminarista, y
me puso el nombre de “Jaime”. Se cagaron en mí con eso de seminarista.
¡Idiay, y que no me gustaban las mujeres!

Mónica: “Modesto”, cuando vos bajás, me acuerdo que te encontré en la


casa de Azarías Gallo y Jeannette Chávez, allá por el Café Soluble…

Henry: Ahí vos me hiciste el primer permanente. ¡No agarró el hijueputa


pelo!

Mónica: No. Pero fue porque no te lo hice bien, porque estaba con miedo
de quemarte la cabeza. Te puse la crema, los rollitos, y entonces tenía que
dejártelo más tiempo, pero te los quité muy pronto. Me daba miedo
quemarte el cuero cabelludo. Sos tan chirizo que necesitabas mucho
tiempo. Eso fue después de la cárcel. En esa casa también estuvo José
Benito Escobar, fue donde lo conocí.

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En el mes de marzo, antes que yo llegara, se realizó una reunión en la que
participan David Blanco “Arcadio”, Bayardo, José Benito y Omar Cabezas.
“Arcadio” anduvo haciendo preparativos para la operación del Palacio
Nacional que estaba montando la GPP29.

Henry: Sobre lo del asalto al Palacio Nacional, lo que deciden los Ortega, y
excluyo a Víctor porque creo que él no es parte en esta decisión, es que la
toma la dirija Edén. Es una idea que le venía dando vueltas Edén.

Mónica: Él dice que fue idea suya y que la expuso una vez en la casa de
los Bervis, a principios de los setenta.

Henry: Esto no es así. Es una idea que se construyó en Cuba, en el


colectivo. Desde entonces esa operación se llamaba “Los micrófonos”.
¿Para qué? Para el Frente, pues se concibe antes que estuviera dividido.
Nosotros después, siendo ya tendencia GPP, decidimos que vamos a esa
operación.

Entre el Comando está William Ramírez, que va a ser el Jefe de la operación.


Cuando viajo a Panamá platicando sobre la unidad, y después que ya
hemos terminado una reunión en la que participan además Humberto,
Jaime Wheelock y Daniel, éste se pone de pie y se aparta un poco
haciéndome señas, como queriendo decir algo. Me pregunta: – ¿Querés ver
a “Jacinto”?, que es Edén. ¿Y anda por aquí ese huevón? –le pregunto.
–“Jacinto” está por aquí; si querés verlo, lo mandamos a traer. Lo mandan a
traer, y nos encontramos; vienen los saludos, ya sabés, todo lo chúcaro que
es esa babosada.

Me imagino que, estimando que si no nos mostramos las cartas, podemos


echar a perder la poca unidad que incluso hemos firmado, después que
Edén se va, Daniel me cuenta que van a hacer un operativo, y que para eso
va “Jacinto” para Tegucigalpa, a preparar las condiciones del golpe. ¿Cuál?
La toma del Palacio. ¡Eh!, No me jodan, le digo, ve qué diaverga, y nosotros
también vamos, y allí nos vamos a encontrar. ¿Cómo? –me dice. Ahí le dije:
–La clave de esta operación es “Los micrófonos”. Y me dice: –Nosotros le
llamamos “La Chanchera”. ¡Es la misma operación!

Mónica: ¿O sea que en realidad ambos estaban preparando la misma


operación por separado? ¿Nunca dijeron vamos a hacer una operación
conjunta?

Henry: No, hasta en ese momento que yo estaba allí. Entonces dijimos: –
Que se haga conjunta. Aquí en Managua no pudieron ponerse de acuerdo,
pero creo que el protagonismo impidió que esa fuera tal vez la primera gran
operación, y que ahora, históricamente, estuviera como emblema de los

33
acuerdos de unidad.

Mónica: Hablando de la unidad, cuando aquí nosotros vimos la foto de la


unidad, el personaje más misterioso, era “Modesto”, el que nunca habíamos
visto ni en fotos. En las ciudades habíamos realizado propaganda, pintado
las paredes con la leyenda “Modesto, el león más fiero de la montaña”.
Entonces, ¿cómo fue todo eso, cómo fue ese proceso de la unidad, cómo se
llega a eso?

Henry: Cuando vengo a la ciudad, Bayardo y José Benito Escobar me dicen


que salga a buscar a las otras tendencias para hablar de la unidad. –Andá
buscá la unidad, eso es lo que nos conviene. Porque aquí ya había un
empuje por la unidad. Bayardo, que entonces es el jefe de la ciudad, nunca
anduvo con babosadas. Bayardo se cuadró, no tuve problemas con él.

Entonces salimos y en el camino me encuentran los cubanos en Costa Rica,


son ellos los que me detectan, y comienzan a darme protección, y el
discurso de la unidad.

Después ellos me llevan a Panamá y allá me dan protección y sigue el


discurso de la unidad. La verdad es que ya hay condiciones políticas. Ellos
ponen un lugar, un hotel, donde nos reunimos, una suite sin asientos; pero
teníamos seguridad, no había peligro con el gobierno panameño, y
hablamos de unidad y se hace un escrito.

Mónica: Nosotros recibimos una carta tuya, en septiembre de 1978, donde


vos hacés el llamado a participar, a contribuir, a respaldar los esfuerzos
ofensivos de ese período, y a trabajar en la unidad sobre la base de la
acción. Todavía no están las cosas firmadas en público, pero sí me acuerdo
que decíamos que en la medida en que nosotros con nuestras unidades nos
expresemos exitosamente, eso fortalece la correlación de fuerzas. ¿A qué
se debe, cuáles son los factores que determinan la posición hegemónica de
la Tendencia Insurreccional al final de la guerra?

Henry: La organización de la retaguardia, el trabajo en el exterior les


genera más rápidamente la posibilidad de conseguir armas. Ya la
retaguardia política se ha organizado. El Presidente Carazo da su pleno
apoyo, se abren las comunicaciones con Torrijos, con Fidel Castro, con
Carlos Andrés Pérez, y se ha ido tomando contacto con México.

Otro factor fue su política de reclutamiento. Los Terces te agarran lo que sea
y le ponen un arma; le dan misiones y mando. Recuerdo una carta que le
envío a Bayardo, donde le digo: –No es hora de selección de cuadros, hay
que agarrar cuadros, cuadritos y cuadrititos, porque el pueblo está
generando con rapidez los combatientes, y no hay tiempo de estarlos
llevando en un proceso selectivo.

34
Como los Terces tienen esa política aventada de agarrar gente, las armas se
las van a dar a la gente, nunca van a sobrarles armas. Cuando se están
entregando las armas, según Fidel Castro, se deben entregar por partes
iguales, pero el que reparte y comparte se lleva la mayor parte 30. Ellos
repartían y agarraban más. Gozaban de las simpatías, tenían más plata,
compraban más armas y el aparato político exterior era mucho más fuerte
que el nuestro. Después están los beneficios de la prensa y la radio.

Estando en el exterior, mando un contenedor con doscientas treinta armas,


con un chofer que había enviado Samuel Santos; pero el chofer pendejo se
raja en la guardarraya, sale corriendo, y le quiebran el contenedor con las
armas.

Entonces mandan a Humberto a querer regañarme. Le riposto: –Vos no sos


jefe mío. Yo tomo las decisiones. Entonces, ¡mierda!, tenemos que meter
armas. Comienzo a armar un comando con el propósito de dotarnos de
armas y de combatientes bien entrenados. Hablo con los cubanos, y como
de ciento y pico de hombres que estaban ahí entrenándose, agarro un poco
más de setenta y pico, todos bien entrenados en ataques de comando, y las
armas suficientes, para aterrizar en las minas.

Allí iba como mi segundo, el panameño Evaristo Vásquez “El Chino” 31,
también Clarens Silva, Horacio Rocha, Francisco Díaz “Paquito”, “El Pusher”,
Bonnie Rivas, un chavalo hermano de la Sadie Rivas, Marcos Arévalo
“Marcón”, Fátima Avilés “La pata de buey”, ¡buena combatiente! Otro es
“Camilo”, se llama Carlos Pérez. El Pelón Maximiliano se me quedó. Edgard
Vílchez, que era radista. Ahí iba yo, por supuesto, vamos a arriesgarnos
juntos.

Comentario de la autora: En plática posterior con Edgard Vílchez, el


agregó a “Manito de León” Jairo Palacios Brag, un chinandegano cuyo
nombre no recordó, y a “Chapita”. Edgard Vílchez afirma que él era el radio
comunicador de “Modesto”. Él no sabía nada del operativo y el mismo día le
dicen: –Vámonos. Y le comunican que era el ingeniero de vuelo. Explica que
Chuchú Martínez le dio clases para ingeniero de vuelo y que por eso lo
pusieron. Cuando llegó al aeropuerto y subió al avión, aún no llegaba la
columna, y tuvo que obligar al piloto, con pistola en mano, a que taxeara el
avión, esperando. El hombre se quería bajar. Cuando los del Comando
llegaron, creían que Edgard era panameño, y así le decían.

Henry: Salimos de Panamá y el piloto era pagado, seguramente de ésos


que le hacen vuelos hasta a los narcos, le decían “Ángel”, de nombre Luis.
Me pregunta: – ¿Aeropuerto alterno? Sí, todo resuelto, es “David” (Ciudad

35
de Panamá). Todos, el General Torrijos, todo mundo está de acuerdo –le
digo. ¡Ésta!, nadie sabía, pero teníamos que buscar soluciones. Casi
detienen al Comando. Después Torrijos estaba encantado porque era una
idea militar que tenían él y Carlos Andrés Pérez, tomarnos Puerto Cabezas.
Con esa gente, cagado de la risa lo hubiera hecho. Lo que pasa es que ¡no
sabíamos cómo era la pista! La pista ideal era la pista de Puerto Cabezas.

Mónica: Ya allí a esas alturas te tomás camiones y agarrás las carreteras.

Henry: Esa operación que realizamos el 28 de mayo de 1979 tenía por


objeto darnos armas, medios de comunicación y hombres con experiencia
combativa, que habían salido de la insurrección de septiembre de 1978.
Como ya se sabe, no pudimos aterrizar porque había una espesa neblina.

Pero ocurrió que Bayardo y William Ramírez se toman la Radio Corporación


diciendo que he desembarcado, ¡qué puta! Todavía andaba en el aire dando
vueltas, por eso me tiraron a matar con los push and pull. ¡Casi me
quiebran el yoyo! Lo que pasa es que ¡no sabíamos cómo era la pista! ¡No
pudimos aterrizar!

Entonces, al regreso, Tomás decide que el Comando pase al Frente Sur. Me


encachimbo: –Aquí el que decide soy yo, no vos. Este Comando vos sabés
cuánto ha costado, y lo voy seguir manejando. Lo que hice fue pasarlo para
Honduras.

Los paso a Honduras, y por tierra esa es la gente que va allí a Achuapa y a
todo ese sector, a cambiar la correlación de fuerzas, porque todos eran
rifones, y además en esa guerra del alboroto, como le llamaba yo, éstos
eran de élite.

Mónica: Refuerzan el Frente Norte y un poco el Frente Occidental. ¿Y cómo


vas a dar entonces a Matagalpa?

Henry: Voy a Honduras. Ya tenemos retaguardia allí, el responsable es Luis


Enrique Figueroa. Ahí busqué contacto con los militares hondureños que
simpatizaban con nosotros, y me encontré con uno de apellido Bodán. Ahí
conozco a Lenin Cerna en una reunión, en una casa que le decían La Negra.
Curiosamente, cuando estamos en esa reunión, se apareció la Seguridad
hondureña, y dije, ni un sólo tiro aquí. Hicimos silencio completo y
apagamos las luces.

Pero entonces, la cosa es que me vi con el militar, y después que hablamos


Luis Enrique le preguntó: – ¿Qué le pareció la plática con el compañero?
Bien, me pareció bien –dice, pero al que quisiera conocer es a ese
“Modesto”. – ¿Y con quién cree que habló?

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Mónica: ¡El león más fiero de la montaña!

Henry: Así se construyen las ficciones, por eso no hay que enamorarse de
ellas, sino que nos sirvan para reírnos.

Después, de Honduras me llaman a Costa Rica porque ya están las


conversaciones con el enviado especial estadounidense, William Bowdler, y
tengo que estar presente. Además, viaja hacia allá Carlos Núñez, que venía
del Frente Interno. Voy armado, para que veás cómo estaban las cosas, y
así aterrizo en San José. Después de las pláticas y de conocer una serie de
detalles, entonces les digo, ¿y ahora qué hago?, porque quería entrar a
Nicaragua. Entonces me pusieron una avioneta y regresé. Aterricé en
Sébaco. ¿Sabés quién me llevó? Aquél que se rebeló contra nosotros y se
vino en un ataque y chocó contra las torres del aeropuerto y se mató.
Modesto Rojas sabe el nombre, porque ellos eran compañeros.

Comentario de la autora: Se llamaba Agustín Román Maradiaga. Quedó


trabajando con la Revolución hasta 1982. (Ver entrevista a Modesto Rojas).

Henry: Durante mi regreso, el cansancio era tal, que aunque esa avioneta
viajaba en lo oscuro, porque no lleva luces prendidas, ni iba haciendo
señas, ni mierda, desde que me monté me dormí. Me llevé a Carlos Argüello
Pravia, quien era la retaguardia del Frente en Costa Rica, y cuando me di
cuenta, estábamos rurururur…aterrizando. La tensión es tanta, que ya no
podés tensionarte más, y por eso me dormí. No me acuerdo en qué fecha,
pero estaban los compañeros sitiando el Comando de Matagalpa. Ya estaba
tomado Sébaco, allí me encontré con “El Zorro”, y me fui para Matagalpa
con Álvaro Baltodano.

Mónica: Antes de finalizar, se piensa que vos sos uno de los miembros de
la Dirección con formación ideológica. ¿Cómo definirías al Frente Sandinista
desde el punto de vista ideológico, en sus distintos momentos históricos
previos al triunfo de la Revolución?

Henry: Primero, es una fuerza política-militar. Todo el que estaba vinculado


a esa fuerza, sabía que tenía que estar listo para las operaciones militares,
ya fuera como apoyo, como combatiente. Todo era para la guerra.

En ese Frente, los mandos los genera la lucha misma, a partir de los
combatientes populares, y todo lo hacían bajo la bandera del FSLN, no
había otra bandera, no había una fuerza alterna. Por ejemplo, el Partido
Socialista Nicaragüense, al final puso sus fuerzas, nadie decía que era del
Partido Socialista, si se encontraban allí, era bajo el FSLN.

37
Entonces para mí, es una fuerza política-militar de arraigo popular. Quienes
estaban claros ideológicamente, eran los de la Dirección histórica; ésa es la
que puede tener los contenidos doctrinarios del marxismo.

Por ejemplo, Carlos Fonseca en distintos momentos hizo declaraciones al


respecto. Pero Carlos, desde sus primeras investigaciones, aplica un
método que claramente lo identifica, es un método marxista. Carlos no
habla de partido único, porque nunca se nos ocurrió a los sandinistas hablar
de partido, decíamos que lo que necesitábamos era construir un
contingente, una fuerza.

El término que utilizó Carlos era contingente, el contingente revolucionario.


Hablaba de contingente, porque éramos poquitos, y de allí se pasa a la
formación militar. Por ejemplo, cuando llega Carlos Agüero a la montaña, lo
mandan a militarizar el trabajo que nosotros ya teníamos. Efectivamente,
no podíamos nosotros hacer los trabajos de organización y reclutamiento, y
a la vez dar el entrenamiento militar, no podíamos.

Entonces en todas las zonas que teníamos organizadas, Carlos llegó a


ponerlas en orden militar. Me causa risa acordarme, porque teníamos
fechas cuando nos encontrábamos y estaba en algún campamentito
haciendo entrenamiento. Hacía los portes con un garrote, metiendo en el
lodo a los combatientes, porque Carlos era jodido, insistía en que se
tendieran y rodaran, no importaba que se enlodaran. Los chascarrillos que
hacíamos a veces en esos entrenamientos. Pero eso llegó, tuvo su
importancia: primero, a esa gente sí se le dio conciencia política, es decir,
ya sabés para qué luchamos, en tanto, el entrenamiento militar indica la
forma de hacerlo.

Pero una vez que se da el crecimiento en las ciudades y en el campo, ya es


una reacción popular, no le importa nada, la gente: ¡dame el fusil!, lo voy a
disparar; ya la rabia del pueblo se ha desatado, desbordado y es siempre
muy corto el período en que se da ese movimiento. Lo que sí es seguro es
que sin un acumulado, esa reacción final no se da. Por eso es que la idea
Tercerista de la historia es una idea idealista, metafísica.

Mónica: Además, que sí se logró construir un contingente de cuadros


formados, para conducir a las masas en los distintos territorios, para que
aquello no fuesen simples levantamientos que terminaran en masacres; o
que se capitalizaran a favor de simples propósitos anti-somocistas, como
siempre lo quiso la derecha. Por ejemplo, en las insurrecciones de Estelí, se
levanta la gente, y luego se va una parte al monte, y con esa gente se
sigue fortaleciendo la oleada insurreccional del siguiente año.

Henry: Incluso las operaciones que se hacen, por ejemplo en San Carlos, o
en otros lados, algunos compañeros cuentan de la toma de Rivas, que

38
nosotros ni sabíamos. Hay unas anécdotas allí, contadas por Tito Castillo.
No sabía, pero los que estaban detrás, eran cuadros fogueados en el monte,
que tenían ya una formación ideológica y política en la montaña. Esa es
otra cosa, algunos quieren casi desaparecer la montaña, ningunearla. Hay
muchas omisiones, incluso en los discursos nuestros hay omisiones.

Lo que sostengo es que la montaña jugó ese papel de atracción, de faro en


el pueblo nicaragüense, que allí estábamos los combatientes que dábamos
la batalla. No importa qué ficción haya tenido el ciudadano al pensar en
esas fuerzas. La verdad es que eso le imprimió coraje y posiblemente le
eliminó el fatalismo de que teníamos que vivir con la Guardia, mientras la
Guardia estuviera. Y lo otro es que si algún mérito tengo, es que desde que
levanté la mano frente a Filemón Rivera para decir: soy el que me voy a la
montaña, desde esa vez hasta que triunfamos hubo guerrilla.

Hubo continuidad guerrillera, eso es lo que se enlazó después con esto que
se llama insurrección. Es el único mérito pues, porque ni siquiera hablo de
sacrificio, no me gusta el sacrificio. Porque cuando vos vas a hacer algo,
calculás qué es lo que vas a aportar, cuáles son tus esfuerzos, porque en
cualquier misión gastás energías, a veces no vas seguro. Todo eso forma
parte de la misión, lo cual asumís con la misión misma.

Carlos Fonseca insistía que el contingente debía ser formado con jóvenes de
extracción especialmente obrera y campesina, y en esa insistencia él
incluso hizo una escuela. Y si vos ves, agarró a David Blanco, aunque
también agarró a Jaime Wheelock, Jaime fue de los cuadritos de él; a “La
Gata” Munguía, o sea, agarró también estudiantes, pero él se esmeraba en
la extracción de clase. Es que el obrero físicamente es mejor dotado. Pero
no solamente para caminar, y cargar, sino para aguantar la intemperie, el
hambre, etcétera.

Voy a contarte una anécdota. Una vez estamos en Caño Negro haciendo un
traspase, éstos entraron aquí y nosotros vamos a seguir para adelante;
entonces estamos comiendo donde un compañero que se llama Francisco
López, al que le decíamos “El Sordo”, porque no oía. Era pequeño
propietario, tenía su caballo, su mula, y estamos comiendo una tortilla que
le decíamos “zopilota”, porque no se le quitaba la plumilla al maíz, no se
nezquiza, entonces es dura, dulcete y gruesa, con unos frijoles en bala. Está
Catalino Flores “Casimiro”, un campesino, está hablando de sacrificio y
entra el pícaro de Filemón Rivera, se sienta allí al lado mío, y dice: –Avión,
“Modesto”, avión, el sacrificio de estar comiendo frijoles en bala con tortilla.
¡Si, así nos hemos criado! Y efectivamente, para mí, por ejemplo, comer
sólo arroz y frijoles, no es sacrificio.

Riposta “Casimiro”: – ¡Este jodido, como él se ha quedado estancado!,


chocando amistosamente. Le dice Filemón: – ¿Y qué? ¿Y vos entendés eso

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que estás leyendo?, que Troskí, que Pleyanó (Plejanov), que Lenin. Todas las
palabras acentuadas en el tono que lo dice Filemón. – ¡Todas esas mierdas
yo me las pongo de seudónimo, de seudónimo me las pongo!
Tal vez contesta esta anécdota tu pregunta de la formación ideológica. Y ve
cómo es la autoridad del que tenía conocimiento: el que está con el libro es
el campesino, pero Filemón es de los zapateros de Estelí, y que es el
mando, le dice: – ¡Yo esas mierdas me las pongo de seudónimo!

Agosto 2009

Notas

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1 Toda la formación y experiencia le permitió destacarse como Jefe guerrillero en el Frente
Norte, al lado de Francisco Rivera “El Zorro”.

2 La perra Laika fue el primer ser vivo en orbitar la tierra. Lo hizo a bordo del Sputnik 2, el 3 de
noviembre de 1957, un mes después que el Sputnik 1 orbitara la tierra.

3 El doctor Gustavo Porras fue el primer Secretario General del Partido Unionista en Guatemala.

4 La tortura del teléfono consiste en aplicar golpes secos sobre el oído; produce un terrible
dolor.

5 Según Bayardo Altamirano, Tomás Borge y Henry Ruiz llegan en 1970 a México.

6 Expresión que significa asesinar, matar.

7 Se le dice rasquiña a las erupciones originadas por picaduras de garrapatas de monte o


coloradillas, animalitos que producen una picazón exasperante. Al rascarse con las uñas,
generalmente sucias, se producen procesos infecciosos. El guerrillero padece de rasquiña, que
se cura con frotaciones de alcohol con alcanfor.

8 Se refiere a Víctor Guillen, campesino de Uluse que forma parte de las guerrillas de Pancasán
y Zinica, y que usó el seudónimo “Eulalio”.

9 La salida de Filemón Rivera de la cárcel, aparece en las cronologías de manera muy


contradictoria. Según la cronología del Instituto de Estudios del Sandinismo (IES), en octubre de
1971 está todavía en la cárcel. Francisco Rivera dice que sale en abril, pero en su biografía
aparece que salió en diciembre de 1970. Al salir de la cárcel, según relata su hermano
Francisco Rivera, se queda un tiempo en Estelí.

Él no tiene mucho tiempo de estar en la montaña, cuando realiza este encuentro que
relata “Modesto”. Según Venancio Alonso, no estaba aún afincado en la montaña, ya que
cuando matan a Denis Enrique Romero Zamorán, en noviembre de 1971, en Estelí, Filemón
acababa de entregarle los contactos de esa ciudad.

10 La fecha exacta no la recuerda “Modesto”; pero según Venancio Alonso, quien iba con
“Modesto” cuando subió por primera vez, eso fue antes de la muerte de Bernardino Díaz
Ochoa, quien fue asesinado en septiembre de 1971.

11 Según José Valdivia, Edén previó que podrían querer fusilarlo; por eso, en la reunión a la que
llegaron Ricardo Morales y Tomás Borge en Yalí, Edén tenía a “Chico Chiquito” como escolta,
con una escopeta montada, y apuntando a los que llegaban a tratar de “convencerlo”.

12 Los Jueces de Mesta y los Capitanes de Cañada, inicialmente, fueron creados como
mediadores judiciales en la zona rural, para resolver conflictos comunales; pero terminaron
sirviendo a la lucha anti-subversiva del gobierno. Eran somocistas, en su mayoría, y
denunciaban a los campesinos que daban respaldo a los guerrilleros; vigilaban las montañas y
daban aviso a la Guardia sobre cualquier sospechoso.

13 Esta reunión se realiza en agosto de 1974, y participa también Víctor Tirado López.

14 En diferentes fuentes, y lo acepta el mismo Tomas en La Paciente Impaciencia, él era muy


irresponsable con las medidas de seguridad. Solía violarlas por visitar a sus novias o
simplemente por impaciencia. Los jefes consideraban justamente que la violación de medidas
de seguridad ponía en riesgo el trabajo de la organización y, por eso, aplicaban sanciones.

15 Bayardo fue sancionado por diferencias de fondo con Plutarco Elías Hernández, quien luego
desertó del FSLN. Reincorporado a la Tendencia Tercerista por Humberto Ortega en 1977, tuvo
comportamientos cobardes en el Frente Sur. (Ver entrevistas a Bayardo Arce y José Valdivia).
16 El fusilamiento de Chicho Zepeda obedeció a un proceso, cuyo Responsable principal fue
Plutarco Elías Hernández Sancho. Todos los miembros de la Dirección Nacional han afirmado
posteriormente que fue un acto injusto y censurable que tuvo consecuencias muy negativas
para el FSLN, organización en la que casi no se practicó el fusilamiento disciplinario en toda su
historia de 23 años de lucha.

17 Se refiere a tener dispuestas estructuras súper compartimentadas que permitieran


resguardar mejor la vida de los dirigentes. En muchas ocasiones, las casas de seguridad eran
usadas indistintamente por varios dirigentes, lo que los volvía más vulnerables.

18 La forma como mueren estos dos dirigentes el mismo día, está explicada en la entrevista a
Luis Carrión.

19 Se refiere a 1968.

20 Este encuentro debe de haberse realizado a finales de 1970, ya que Carlos, junto a
Humberto Ortega y Rufo Marín, son rescatados el 21 de octubre de 1970, en una operación
comando que dirige Carlos Agüero.

21 Carlos se quedó con Benito Carvajal “114” y Crescencio Aguilar “Danilo”.

22 En el libro La Marca del Zorro, Hazañas del Comandante Francisco Rivera contadas a Sergio
Ramírez, aparecen tres comentarios que dejan en duda la disposición de “Modesto” para
reunirse con Carlos Fonseca. Da a entender, sin decirlo explícitamente, que Carlos tenía ciertas
dudas de encontrarse rápidamente con “Modesto”, así como la existencia de tensiones entre
ellos: (1) “A mí me da la impresión de que Carlos no quería encontrarse con Modesto antes de
la fecha de la reunión” (Pp. 115); (2) “Y todo esto quería decir que Modesto continuaba en la
profundidad sin acercarse todavía al sitio de la reunión” (Pp. 118); (3) Además, según este
relato, Carlos Fonseca le dijo a Francisco Rivera: “Parece que Modesto no está de acuerdo con
el movimiento que hice con vos. Parece que vamos a tener problemas con el camarada” (Pp.
115).

23 Se refiere a la capacidad de orientarse en el terreno.

24 Según Hugo Torres, los contactos eran en junio, julio y agosto. En junio, ellos no pueden
llegar porque se había producido un enfrentamiento; y cuando llegan en agosto, no encuentran
nada.

25 Gabriel Chavarría Franco “Manuel”, quien estaba al mando de la Columna Aurelio Carrasco,
y Alfredo Jáenz. Este último se reincorpora subiendo por la Bacho Montoya, y participa del
proceso de reorganización de la Brigada Pablo Úbeda; cae en las acciones ofensivas del
triángulo minero en 1979. Es hijo de doña Albertina Serrano de Jáenz, la heroica madre de
Marcio Jáenz, que protagonizó una de las más duras huelgas de hambre en la lucha por los
derechos humanos.

26 Rufo Marín es hijo de Hilda Ucles y Pío Marín, a su vez, hijo de Rufo Marín, Coronel del
EDSNN, caído en la toma de Ocotal.

27 En conversación con René Vivas, se reconstruye esta lista: 1) Henry Ruiz; 2) René Vivas; 3)
Serafín García; 4) Sabino Aguilar; 5) Salvador Muñoz; 6) Inés Hernández “Pedrito”; 7) Máximo
Martínez, viejo campesino; 8) Victoria López; 9) Manuel Calderón; 10) Otros campesinos no
identificados.

28 Dorotea Wilson dice que esta familia Vargas, de la comunidad de Mongallo, Siuna, fue de las
más firmes colaboradoras.

29 Desde que “Modesto” baja a adelantar a sus correos a la ciudad, no se vuelve a encontrar
con David Blanco. David vuelve a subir a la Brigada Pablo Úbeda el 16 de julio de 1978. Para
entonces, “Modesto” ya se encontraba en los diálogos sobre la unidad de las tres Tendencias
en el exterior. “Arcadio” conduce junto a René Vivas el proceso de reorganización de las
unidades guerrilleras que operan en Las Minas; participa en el ataque a Bonanza y Rosita en
mayo de 1979; y luego en las tomas de Las Minas y en las insurrecciones de ese sector. Llega a
Managua en agosto de 1979.
30 Humberto Ortega dice que, cuando a solicitud de Carlos Andrés Pérez y Omar Torrijos, Fidel
entregó armas al FSLN, los 1,200 fusiles FAL belgas, los distribuyó así: 900 a los Terceristas,
200 a los GPP y 100 a los Proletarios. (Ortega, Humberto: pp. 392).

31 Evaristo Vásquez cae después del triunfo de la Revolución, asesinado por la contra,
precisamente en el triángulo minero.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VI

La Montaña
Llegar a la montaña era la ilusión
William Ramírez

William Ramírez “Aureliano” nace en Niquinohomo el 17 de


agosto de 1948. Estudia en la Escuela Normal de Jinotepe,
graduándose como maestro de educación primaria.
Posteriormente concluye estudios de Periodismo, profesión en la
cual alcanza notoriedad y relevancia. Trabaja en el diario La
Prensa entre 1969 y 1972; fue profesor de Periodismo en la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y es fundador del
noticiero Extra y de un programa sabatino de televisión, Nos
importa el futuro.
Se integra a la lucha contra la dictadura somocista en 1969, y en
1975 pasa a la clandestinidad. Sube a la montaña en enero de
1976. Participa en varios combates y sale herido de la montaña
en 1977. Se le asignan responsabilidades en Managua y forma
parte del Estado Mayor del Frente Interno, como delegado de la
Tendencia Guerra Popular Prolongada.
Cuando triunfa la Revolución es Comandante Guerrillero y
fundador del Ejército Popular Sandinista. Es nombrado Ministro
de la Costa Atlántica, después asume la cartera de Ministro de
Transporte y luego Director de Empresa Nacional de Alimentos
Básicos. En 1990 es diputado por el FSLN. A la fecha de esta
entrevista, se dedica a su profesión de periodista, al frente de la
Radio 580.

Llegar a la montaña era la ilusión de quienes se integraban a la lucha desde


distintas formas de organización: los sindicatos, el movimiento cristiano, el
sector estudiantil, el movimiento obrero. William Ramírez no fue la
excepción, y él mismo solicitó su traslado a la montaña cuando no pudo
mantenerse más en la legalidad. Para entonces William era un profesional
del Periodismo y tenía varios hijos con Epifanía, Epi, su esposa. En la
montaña comenzaba uno de los períodos más duros de la represión
somocista, acompañado de crueles torturas para sembrar el terror entre los
campesinos.

Para William Ramírez, que vivió y padeció esa dura experiencia, la montaña
fue un referente importantísimo para el trabajo de organización de las
ciudades. “Ahí fue donde se hicieron los jefes de los Frentes Urbanos”,
asegura.

1
Mónica: Para mí es un gusto entrevistar a William porque siento hacia él un
afecto especial, además, trabajamos juntos. Siempre pensé que siendo un
exitoso periodista, y teniendo una familia con hijos, su decisión de marchar
a la montaña requería un mayor desprendimiento, un mayor compromiso.
La mayoría de nosotros fuimos sin dejar hijos, o los tuvimos ya siendo
guerrilleros. Sin más preámbulos, contanos, ¿cómo es que vas a dar a la
montaña?

William: Después de la toma de la casa de Chema Castillo en 1974, se me


hizo casi imposible continuar haciendo mi trabajo legal dentro del FSLN. Mi
tarea era conseguir casas de seguridad, recoger información y dinero,
reclutar compañeros, y a veces servir de conductor a Tomás Borge. Entre
1974 y 1975 tuve que pasar a la clandestinidad porque ya la Seguridad del
Estado venía sobre mí. Se lo planteé a Tomás y me dijo: –Bueno, vamos de
viaje, ¿a dónde querés ir? Y yo le dije: –A la montaña. Así de claro, porque
nosotros éramos de una Tendencia dentro del Frente Sandinista que quería,
mediante el método de la Guerra Popular Prolongada, hacer un desgaste
estratégico de la Guardia Nacional, atrayéndola a los espacios geográficos
donde nosotros queríamos combatir, no bajo el esquema de focos, sino bajo
el esquema de desgaste.

Al mismo tiempo, queríamos que se hiciera una organización en la ciudad


que permitiera, junto a acciones armadas, ir creando las condiciones
propicias. Pero lo estratégico era la montaña. Esa era la concepción que
teníamos. Había otro escenario geográfico, al cual nosotros llamábamos el
campo. Para llegar a la montaña tenían que pasar necesariamente por el
campo, donde la geografía es más clemente, es menos salvaje. La montaña
en esa época era virgen.

Antes de irnos a la montaña, pasamos una escuela de entrenamiento. Eso


fue a finales de 1975. Carlos Fonseca era el Jefe Militar de la escuela donde
yo estaba con “Pepe” Pedro Aráuz Palacios, a quien también se conocía
como “Federico”, y estaba “El Macho” Agüero, Carlos Agüero; Leticia
Herrera era instructora de explosivos.

Era gente muy calificada y con una disciplina excelente. Nos preparaban
con una formación dura, bien dura. Recibiendo escuela también estaban
Manuel Calderón y Roberto Calderón. Estuvo un rato Juan de Dios Muñoz y
alguna gente más. Juan de Dios se distinguía por su calidad humana, ¡qué
clase de compañero!, ¡y qué cariño y qué humildad de verdad! Humilde de
verdad, sin apellidos.

Al finalizar la escuela, la noche en que nos despedimos, a mí me tocó hacer


la posta. Carlos Fonseca estuvo hablando toda la noche conmigo, pero
antes de irse, como a las siete de la noche, Carlos Agüero, como yo era alto

2
y recio, le dice: –Mirá, Carlos, esta espalda está buena para una 30.

De ahí subimos a la montaña. De los que nos impartieron la escuela militar,


se fue con nosotros Carlos Agüero. Nos fuimos disfrazados de equipo de
béisbol, vía Matagalpa, pasando por Jinotega, hasta llegar a El Cuá. Nuestro
punto de referencia era El Bote, ya en las montañas jinoteganas. Llegamos
hasta ahí en jeep. Hasta ahí no tuvimos ningún inconveniente porque
íbamos haciendo ostentación de nuestros uniformes, de nuestros bates.
Después ya comenzamos a caminar como guerrilleros.

Como ahí era campo todavía, y para llegar adonde queríamos faltaban
como dos días de camino, en el día estábamos debajo de unos arbustos,
expuestos a que la gente nos viera, y en una oportunidad nos vio un
campesino, lo capturamos, nos estuvimos con él allí, hasta en la noche lo
dejamos ir, porque en la noche ya nosotros nos habíamos bailado. No nos
denunció, no tuvimos mayores problemas. Ya llevábamos nuestras armas,
yo comencé con un fusil de repetición; excelente fusil, era un Máuser.

Después comenzamos a caminar hacia la Cordillera Isabelia. Yo tenía


entonces entre 24 y 25 años, y estábamos con toda la leche, bien jóvenes,
bien fuertes. Pero llegamos con los pies llagados. Es que a pesar del
ejercicio que nosotros hacíamos, pese a la preparación física, era en una
escuela en la ciudad, y no podías caminar largas distancias porque estabas
dentro de una casa.

Mónica: Contanos de Carlos Agüero. Sé que era uno de los principales jefes
de la guerrilla de la montaña. ¿Cómo era él?

William: Carlos Agüero era muy serio y no militarista, pero muy


impaciente. Tuvo contradicciones con “Modesto” por eso, porque éste tenía
una visión más estratégica, y aquél quería seguir golpeando a la Guardia.
Creo que Carlos en algún momento tenía razón, porque a veces “Modesto”
pudo haber pecado un poco de conservador. Aunque digo esto sin conocer
las interioridades, porque la comunicación con la ciudad y la información
del enemigo la tenía “Modesto”, y realmente nosotros no conocíamos la
situación porque teníamos mucho cuidado de mantener la
compartimentación de las informaciones. Pero Carlos Agüero insistía en que
la única manera de hacer presencia ante el enemigo era golpeándolo.

Como te venía contando, en la Cordillera Isabelia quedaba el campamento


central, en lo más profundo de la montaña. Ya en 1976 comenzamos la
preparación, pero aún había mucha gente que no sabía leer. “Modesto”
sabía que yo era maestro y me encomendó la tarea de enseñarles a leer a
muchos compañeros campesinos. ¡Eso no lo voy a olvidar nunca! Una cosa
que no olvida un maestro es enseñarle a leer a alguien, porque eso es para
toda la vida. También me encargó tareas políticas.

3
Estuve a cargo de tareas políticas no sé cuánto tiempo, hasta que lo perdí
por un error que cometí. Nosotros teníamos que abastecernos, y en una
mochila yo cargaba bastante, hasta ochenta libras bajando y subiendo
montaña, ¡era una barbaridad!, tenía que ser un animal para cargar
bastante. Y como era bien fuerte, siempre me ponían atrás, en la
retaguardia, para ir borrando las huellas. Vos sabés, ése es un trabajo muy
minucioso y de mucha responsabilidad, porque es la vida de tus
compañeros lo que está en juego; si dejás mal borrada la huella, te podía
perseguir la Guardia o los jueces de mesta.

Resulta que un día me toca ir de responsable de una escuadra a traer maíz;


pero cuando íbamos en el camino, dos compañeros me piden permiso para
cortar caña, y yo se los concedí porque no vi nada de malo. Cuando
llegamos al campamento con la caña, “Modesto” me sancionó porque había
puesto en peligro la seguridad de todos. Era cierto, porque cuando vos
estás cortando caña en el silencio, se oye larguísimo. Es como, por ejemplo,
en la montaña vos a cien metros, Mónica podés oler el humo del cigarro. En
el medio ambiente virgen y sin contaminación que había en ese momento,
vos podías percibir a una gran distancia los olores y los sonidos.

Mónica: ¿Cómo te sancionó “Modesto”?

William: Primero me destituyó de mi cargo y después me puso tres días de


posta sin comer. Tres días comiendo sólo pozol 1. La experiencia me sirvió
muchísimo porque todo eso me iba formando. Creo que yo no sería lo que
soy sin el Frente Sandinista. Obviamente, aparte de mí, de lo que mi mama
me enseñó en cuanto a ser honrado, la cuestión de la religión, los valores
morales que te enseña tu familia, yo se lo agradezco infinitamente a mi
mama, y también lo que me enseñaron en la Normal como maestro.

Pero la parte más fundamental de mi vida, creo que fue mi experiencia


dentro del Frente Sandinista antes y después del gobierno sandinista,
porque también muchas cosas que aprendimos me sirven ahora para mi
vida. El hecho de haber tenido responsabilidades dentro del Estado,
responsabilidades dentro del Frente Sandinista nos ayudaron a formarnos.

Después se deformaron muchas concepciones, la mística, la humildad, la


fraternidad, un montón de cosas, pero esos fueron valores que nos enseñó
el Frente Sandinista. También tuve el privilegio de conocer a Carlos Fonseca
y que nos transmitiera muchas cosas. Estuve con él en La Habana y aquí en
Nicaragua. Con él me pasaron cosas risibles, serias y todo.

Comentario de la autora: William conoció a Carlos Fonseca en Méjico,


donde se encuentran después que Carlos fuera rescatado de la cárcel por
un comando que secuestra un avión de LACSA. Luego se vuelve a encontrar

4
con Fonseca en La Habana. William viaja con Mario Fulvio Espinoza a Moscú,
vía La Habana, a representar a los periodistas en un cónclave internacional.
(Conversación con Epifanía de Ramírez, Epi, esposa de William).

William: Te cuento una anécdota de Carlos: No recuerdo qué compañero
cayó, y él redacta un comunicado y me lo da, lo leo y le digo que está
bueno. Después que sale el comunicado públicamente, le digo: –Mira,
salieron algunos errores. – ¿Y yo no te lo di para que lo corrigieras? Yo creí
que me lo había dado para ver el contenido y no me fijé en la forma. Y me
regañó por eso.

Mónica: ¡Claro!, porque vos eras el periodista.

William: ¡Claro! Yo no había entendido. ¡Qué hombre más bruto soy!, me


decía para mis adentros.

Pero esta anécdota de cortar caña, lo que refleja es que padecíamos de un


hambre terrible. Muchas veces, para comer teníamos que disputarle los
bananos a las serpientes, en los bananales que los campesinos dejaban
abandonados por la represión de la Guardia. También peleábamos por el
maíz con los ratones y las guatusas.

Llegábamos a espantarlos y, a ver qué podíamos hacer, si recuperábamos


para alguna tortilla o lo que fuera. La caña también, porque contenía azúcar
que para nosotros era fundamental; a veces con tres caramelos vos
pasabas el día, comíamos en la mañana y en la tarde dos caramelos y un
poco de agua, y en la noche volvíamos a comer.

Mónica: Y generalmente, ¿qué comían?

William: Primero guineos cocidos, y cuando ya no había, nos comíamos las


cáscaras de los guineos. Para nosotros también era alimento una planta
amarga con espinas, le llaman Garra de León 2: la pelábamos, la poníamos a
hervir y nos quedaba que parecía guiso. Era una cosa espantosa. Algunos
decían que se parecía a la yuca, pero nosotros sentíamos que estábamos
profanando a la yuca porque nada tenía que ver.

Mónica: ¿Cómo estaban organizados?

William: Se tomó la decisión de dividirnos en escuadras, y nos instalamos


en varios campamentos, pero la comunicación con la ciudad estuvo siempre
bajo la responsabilidad de “Modesto”. Carlos Agüero cayó durante el ataque
a uno de los cuarteles de la Guardia en la zona, y fue David Blanco quien
asumió la responsabilidad del grupo.

5
Después nos tocó la parte más dura. Comenzó el cerco de la Guardia y se
cortaba el abastecimiento: no había dulce, ni azúcar, ni caramelos.
Tampoco había lámparas de mano, ni baterías, ni sal, que era vital para
nosotros, ni ropa. La Guardia cortaba todo eso en Matagalpa, en Jinotega, al
pie de la montaña.

En aquel momento las comunicaciones se habían cortado con Managua, y


pasamos un montón de tiempo sin saber qué pasaba. Entonces “Modesto”
bajó a Managua a ver qué ocurría 3. Las comunicaciones se restablecieron,
pero creo que posteriormente se volvieron a perder. Mientras tanto, la
Guardia nos estaba diezmando, poco a poco íbamos cayendo en
emboscadas. A algunos compañeros los capturaron vivos y después de
torturarlos, los asesinaban. Todo lo que es Lisawé, Labú, toda esa zona,
estaba atestada de colaboradores del Frente y de la Guardia.

Recuerdo que a Chalío, de la familia Ochoa –algunos de ellos sobrevivieron


y están ahora en el Ejército–, lo capturó la Guardia; lo guindaron de los pies
y con una cuchilla Gillette le comenzaron a quitar la piel y le echaban sal.
Dicen que el muchacho pegaba alaridos de dolor, hasta que murió
desangrado. Chalío tocaba la guitarra y yo lo acompañaba con la armónica.

Mónica: Ésa es la época en que la Guardia capturaba compañeros y los


tiraba desde los helicópteros.

William: Hace poco tiempo me enteré de que Juan Wong, hermano del
actual Secretario de la Presidencia, Gilberto Wong, le decía a los
compañeros en mal español: –Copelá homble, copelá. Y al final los clavaba
en madera. Después, él se ufanaba de eso en Miami; esto me lo contó
alguien que estuvo con ellos. Dicen también que a los hijos y a los
familiares de los capturados se los llevaban en el helicóptero que Juan
Wong piloteaba, y los dejaban caer al vacío.

En esas condiciones, el cerco a la guerrilla se fue haciendo cada vez peor.


Ya nuestras ropas andaban totalmente deshilachadas, las municiones se
nos acabaron y las medicinas también. Recuerdo que pegábamos la ropa
con leche de hule, y hasta le poníamos parches. Había unas raíces que eran
muy fuertes, y con ellas, como si fueran hilo, zurcíamos la ropa. Era una
situación muy deprimente. Una vez, después de caminar tres días sin
comer, nos encontramos un piñal tierno y empezamos a comer con
desesperación. De pronto, veo que a Crescencio Rosales le salía sangre por
la boca. Era que la piña nos desbarataba los labios pero no sentíamos.
Terminamos comiendo piña con sangre y no nos dábamos cuenta por el
hambre que andábamos.

Mónica: Después de un ataque en el que le vacían un ojo a Juan de Dios


Muñoz, y en el que capturan a Rosa Argentina Ortiz, él baja con el ojo

6
vaciado, con la cara envuelta en una toalla sucia. Va buscando contacto y
no había comido. Era tanta el hambre que, cuando llegó a Sébaco, sólo
andaba un peso, entonces compró un peso de cebolla y venía en el bus
comiéndose la cebolla así cruda y la gente lo quedaba viendo como loco.

William: El caso es que “Modesto” se desapareció como tres meses, y


nosotros quedamos sin ninguna comunicación. Estaban Hugo Torres,
Crescencio Rosales, Iván Gutiérrez, Roberto Calderón, entre los que me
acuerdo.

Mónica: ¿Hablás de Roberto Calderón que después se quedó perdido


meses en la montaña y al final tuvo que entregarse?

William: Fue divertidísimo lo de Calderón. Cuando se fue a entregar al


cuartel, él gritaba: – ¡Vengo a entregarme! Y el guardia le dijo: –
Regresá mañana.

Mónica: Otra cosa que fue terrible y que golpeó a la guerrilla fue la lepra
de montaña. Recuerdo a Leonardo Real Espinal, a quien conocí en la
escuela militar en Telica, era casi un niño, y tenía la espalda cubierta de
lepra de montaña. ¿Vos también padeciste de eso?

William: Si, esta seña de la cara y otras que tengo en el cuerpo, es lepra
de montaña. También le dio a Roberto Calderón, y casi se le comió la nariz.
Es una de las enfermedades que transmite una variedad del mosquito que
causa el paludismo, otro mal que nos atacó mucho.

Mónica: Cuando bajaron a Edgard Lang de la montaña, los atacan y muere


Julio Avendaño, Edgard venía enfermo de los riñones. Los traía
desbaratados. La salud de los guerrilleros era otro factor para la
sobrevivencia.

William: Pero en ese grupo contábamos con “El Doctorcito”, Edwin


Cordero, quien había estudiado hasta tercero o cuarto año de Medicina, y él
nos apoyaba enormemente. Fue vital para nosotros, aunque no tenía
medicamentos.

Mónica: ¿Cuántas mujeres aguantaron esas condiciones de la montaña?

William: De las que estuvieron en nuestro campamento, todas aguantaron.


Estuvo Ana Julia Guido, Raquel Balladares, y las demás eran mujeres
campesinas acostumbradas a esa vida. Claudia Chamorro no llegó hasta el
cuartel central, sino hasta donde estuvo “La Gata” Munguía. Raquel tenía
mucha resistencia física, una compañera fraterna, combativa, era una
mujer que se identificó totalmente con el campesinado.

7
Nosotros estábamos adentro, en la Cordillera Isabelia. Me encontré a Víctor
Tirado López y a “La Gata” Munguía cuando subí a la montaña. Ellos nos
recibieron en la entrada, pero ya en la mera montaña. Nosotros fuimos al
campamento central, estaba en el fondo, en lo más espeso de la montaña.
Allí estaban Carlos Agüero y “Modesto”, que eran los mandos principales.

Mónica: Roberto Calderón cuenta que había un campesino al que, cuando


pasaban los aviones, los de la ciudad le decían: –Mirá, en aquellos aviones
van unas mujeres bien lindas a las que les dicen azafatas, van bien
vestiditas, olorositas, pero lo más lindo es que a cada rato pasan por el
asiento del avión diciendo cofee, té, cofee, té. El campesino, que no era
nada tonto, cada vez que pasaba el avión se iba a donde todos ellos y les
decía: –Cofee, té, cofee. En una ocasión Calderón estaba con la cara
inflamada del hambre, enfurecido, y llega el campesino y le dice: –Cofee, té,
cofee. Y Calderón le grita: –Pedí lunch, jodido.

William: Roberto Calderón y Hugo Torres eran crueles. A veces nos


juntábamos los tres y uno de ellos decía: – ¿Qué te parece una cervecita
bien helada a esta hora?, y agregaba el otro: –O una repostería de donde la
María Alaniz.

Lo del hambre era una cosa seria: yo vi morir a Sebastián Montoya, el hijo
de don Bonifacio Montoya, precisamente de hambre 4. No había qué comer.
Don Bacho, el viejito, había sido miembro del Ejército Defensor de la
Soberanía Nacional.

Oyente: Quiero que expliqués qué pasó con “Modesto” y su ausencia de


tres meses de la montaña. ¿Sabés a dónde bajó?

William: “Modesto” andaba buscando contactos porque estaba


desesperado y él tenía que dar alguna respuesta a la situación. Yo no volví a
ver a “Modesto” en la montaña. Lo vi después aquí en Managua, pero no
logré darme cuenta de cómo le había ido.

Los que nos quedamos, cuando pasan los días y no teníamos ninguna
comunicación, y después de estar solitos durante varios meses esperando
en un campamento, vimos que ya estábamos atentando contra nuestra
seguridad; entonces decidimos separarnos: una parte se va para Honduras
con Hugo Torres, y otros nos venimos para Managua.

Comentario de la autora: Para la muerte de Carlos Agüero, los que


integran la Columna Aurelio Carrasco, de la Brigada Pablo Úbeda, sufren un
proceso de acoso de la Guardia. El mando integrado por Gabriel Chavarría
Franco “Manuel” y Orlando Castellón “Casimiro”, no logra cohesionar ni
dirigir adecuadamente el grupo. Además de las bajas resultantes de los
choques con la Guardia y el extravío en la montaña de algunos

8
combatientes como Roberto Calderón, se producen conflictos que terminan
por provocar la diáspora guerrillera.

Gabriel Chavarría y Alfredo Jáenz salen después de conflictos en el


campamento. Después de otros choques con la Guardia, en uno de los
cuales es herida Reynita, un grupo dirigido por “Casimiro” trata de salir, y
en ese intento caen el propio “Casimiro” Orlando Castellón y Aquiles Reyes
Luna, mientras Ana Julia Guido y Marcelino Guido caen presos. William
Ramírez y Crescencio Rosales lograr salir hacia Siuna y llegan Managua.

Otro grupo, al verse solo, decide salir hacia Honduras. Este grupo está
integrado por Hugo Torres, Edwin Cordero, Iván Gutiérrez, Natividad
Vanegas, Arturito y la Reynita; éstos últimos eran muchachos campesinos
integrados a la guerrilla.

William: En el camino, la Guardia mató a Orlando Castellón, el hijo de
Yolanda y Yico Sánchez; y a Aquiles Reyes Luna, un muchacho de El Viejo,
muy amigo del “Danto”. Ése era el del cuento de la azafata, era el jodedor
del grupo, fraterno, jamás lo vi con la moral baja, y se orientaba muy bien,
cosa que me costaba mucho. Nos dispersamos, y quedo con Crescencio
Rosales.

En Casquita vemos a la Guardia. Rodeémoslos –le digo a Crescencio


Rosales. Yo voy de guía, de fuerte, pero no me oriento y voy a dar
exactamente a la capilla5. Entonces allí nos persiguen y nos disparan los
Jueces de Mesta. Me pegan dos balazos, uno en el costado y otro en una
mano.

Entonces disparamos y nos corremos sobre la trocha, pero obviamente


como todo eso está puro lodo, vamos dejando huellas. Seguimos
disparando, yo ando con una M-1 recortada y Crescencio también; saco la
carabina y con una mano nomás hago los disparos, ¿pero qué puntería voy
a tener con un fusil que está recortado pero pesa, y con una sola mano?

Luego vienen dos montados, les decimos que nos den los caballos pero que
se vayan con nosotros, porque si los dejamos libres nos pueden denunciar.
Así llegamos a Siuna, después de como cinco horas de camino. Nos vamos
donde los curas, vamos a la capilla. Había unos sacerdotes norteamericanos
capuchinos que eran la ley.

Mónica: Y además ellos ya habían bajado varias veces a denunciar la


represión terrible. Me acuerdo del padre Gregorio Smutko, Goyito y de Teo,
Teodoro Nieaus.

William: Exactamente. Uno de ellos es el sacerdote norteamericano. Yo


pido hablar con él y le digo: –Mi nombre es William Ramírez y soy del Frente

9
Sandinista, estoy herido, en sus manos dejo mi vida: o me entrega o me
cura, así de clarito. Claro, para un sacerdote esa confesión de romplón es
un compromiso real.

Estuvimos doce días con los curas. Ya vendado y con manga larga me dio
un crucifijo, una camisa de cura y como seminaristas nos vamos a
Prinzapolka. Esperamos el bote y la gente sólo hablaba en inglés, nada
entendíamos. Llegamos a Bluefields, y de ahí a Managua donde Luis
Hernández Bustamante, el periodista. Unos días después nos fuimos para
León, a la casa de Mariano Fiallos, que era Decano de la Facultad de
Ciencias y Letras de la Universidad Nacional, y él se encargó de
contactarnos con los responsables del Frente en León.

Mariano Fiallos creo que ya era el Rector. Estando nosotros ahí, heridos,
Irving Dávila encabeza una manifestación contra Mariano, acusándolo de
agente de la CIA de los Estados Unidos, de que era somocista. “Mariano y
Somoza son la misma cosa”, y nosotros adentro de la casa. Nunca le he
dicho eso a Irving Dávila, hasta ahorita.

Mariano me puso en contacto con el negro Lumberto Campbell, que era el


responsable de León, y me llevó donde Joaquín Solís Piura, quien termina de
curarme, y le avisa a Bayardo Arce. Hicimos un cambio de vehículo en La
Paz Centro y después caí en manos de Bayardo aquí en Managua.

Mónica: Vos sabés que en pocos días vamos a celebrar el XX aniversario


del triunfo de la Revolución. ¿Qué recuerdos te trae a tu mente la
celebración del veinte aniversario? ¿Cuáles son los aspectos de la lucha que
vos considerás que serían más importantes de destacar?

Siento tanta emoción que no tuve ningún reparo en participar en las


celebraciones de este veinte aniversario, y creo que todos los sandinistas
debemos hacerlo, independientemente de nuestra forma de pensar, porque
es tanto lo que se perdió en vidas humanas, gente valiosísima como Carlos
Fonseca y un montón de compañeros más, que no tenemos ningún derecho
para empañar todo lo que hizo esta gente y también lo que hicimos
nosotros para que los sandinistas alcanzáramos la victoria junto con el resto
del pueblo.

Entonces me siento muy emocionado, porque veinte años de esfuerzo no es


fácil, hay que tener muy claro el significado. Seguramente ya no vamos a
ver otros veinte años, a lo mejor sí, a lo mejor no, pero en estos momentos
hay que reflexionar sobre todo lo que hemos hecho; las cosas buenas, las
cosas malas, y que nos sirva para hacer un alto que nos despoje de los
vicios que hemos ido adquiriendo después de 1979 o después de 1990.

Reflexionar para que volvamos a rescatar la mística y los ideales, para que

10
volvamos a ser lo que fuimos antes: verdaderos revolucionarios con una
gran capacidad de entrega, con una gran capacidad de amor, sin estar
pensando que este puesto, que el otro puesto, que el que era mi
compañero antes ahora es mi enemigo, y ahora no lo puedo ver ni en
pintura. Debemos recobrar todos esos valores que pienso yo hemos perdido
mucho, mucho, mucho.

26 de junio de 1999

NOTAS

11
1 Bebida de maíz pujagua, cuya cáscara es morada. Este maíz se cuece y luego se muele para
mezclarse con agua y azúcar, y se toma como refresco. En la montaña, cuando faltaba la
comida, comían la masa de pozol con sal.

2 La planta es Garra de León o Cola de Mico, denominada así porque la parte superior, cuando
las nuevas hojas no han nacido totalmente o no se han desplegado, semejan un puño o garra,
y una de ellas, la que va surgiendo, a medida que se va desenrollando, se parece a la cola
enrollada de un mono o mico. El tallo tiene espinas. (Descripción de Hugo Torres a la autora).

3 “Modesto” nos aclaró que él no bajó a Managua sino que acercó a sus correos, Salvador
Muñoz y Victoria López, en la periferia del centro montañoso, donde tenían sus campamentos,
y en esa misión duró varios meses. Al regresar, no encontró a la Unidad Aurelio Carrasco.

4 Don Bacho Montoya fue asesinado el 8 de mayo de 1976, junto a su esposa Juana María y su
hijo Sebastián Montoya. El relato de su muerte aparece en el libro de Omar Cabezas La
Montaña es algo más que una inmensa estepa verde. El compañero a quien se refiere William,
tenía como seudónimo “Sebastián”, pero no es el hijo de don Bonifacio. Es una confusión de
William que no pude aclarar, porque la revisión de estos materiales se dio cuando William ya
había muerto.

5 La Guardia organiza el control de los campesinos a través de las capillas de la montaña.


Puntos de control con presencia militar, ligados también a las actividades religiosas.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
VI

La Montaña
No habría 19 de julio sin la montaña
David Blanco, Dorotea Wilson y René Vivas

David Blanco Núñez nace en El Viejo, Chinandega, el 3 de marzo


de 1949. Estudia magisterio en la Escuela Normal de Jinotepe,
bachillerato en el Instituto de El Viejo e inicia estudios de
Agricultura. Sus primeros contactos fueron Chicho Zepeda y
Germán Pomares. En 1972 pasa a la clandestinidad y después de
recibir entrenamiento en Cuba, se integra a la Columna Pablo
Úbeda en la montaña, donde llegó a ser segundo al mando.
Recibe la distinción de Comandante Guerrillero en 1979. Fue el
primer Jefe de la Policía Sandinista y miembro del alto mando del
Ministerio del Interior. En 1990 fue diputado y a la fecha de esta
entrevista, vive de su trabajo como mediano agricultor.

**

De padre obrero y madre ama de casa, Dorotea Wilson Thatum


nace en Siuna el 15 de septiembre de 1948. Sus primeros
estudios los realiza en el Colegio Santa Inés de Maryknoll, en su
pueblo natal. Estudia Magisterio y Psicología en Puerto Cabezas
y Bluefields. Ingresa en la orden religiosa Carmelita y presta sus
servicios en la zona central del país: Siuna, Bonanza y Rosita.
En esa zona de Las Minas del Atlántico colabora con la guerrilla y
en 1975 se incorpora como militante. En los años ochenta deja
los hábitos y ocupa responsabilidades en los equipos partidarios,
en la Delegación de la Presidencia y en las organizaciones de
mujeres en el Caribe Norte, y como diputada en el Consejo de
Estado. Miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista
de Liberación Nacional en1994. A la fecha, trabaja en las
organizaciones feministas y por las minorías étnicas.
**

René Vivas nace el 30 de agosto de 1949 en Granada en una


familia adinerada. Se bachillera en el Colegio Centroamérica. En
1967 se marcha para la República Federal de Alemania, donde
estudia Química por cuatro años. Estando en ese país se integra
al FSLN en 1971 y después de recibir entrenamiento militar en
Palestina, regresa a Nicaragua en 1972. Trabaja un tiempo en las
estructuras urbanas y pasa a la montaña en 1974, donde forma
parte de la Brigada Pablo Úbeda hasta el triunfo de la

1
Revolución. Se le otorga el grado de Comandante Guerrillero en
1979 y es nombrado Vice-Ministro del Interior y posteriormente
Jefe Nacional de la Policía Sandinista, ocupando esa
responsabilidad durante los primeros años del gobierno de
Violeta Barrios. Pasa a ser miembro de la Dirección Nacional en
1994, e integra entonces la corriente Izquierda Democrática. A la
fecha, tiene posiciones críticas a la conducción del FSLN. Es
abogado y notario.

Después de los intentos de rearmar la guerrilla de Zinica y de la represión


contra los colaboradores campesinos, la reinstalación de grupos guerrilleros
se hizo dentro de la estrategia de acumulación con métodos silenciosos y
sin confrontarse con la Guardia Nacional. No obstante, la guerrilla fue
vigorizándose de manera real hasta llegar a constituirse en una fuerza
capaz de enfrentarse a la GN. La Brigada Pablo Úbeda era el tronco
guerrillero del que se dislocaron luego otras estructuras que operaron en la
montaña o en el entorno de ésta.

Algunas unidades llegaron a constituirse con su nombre como la Aurelio


Carrasco o la Bonifacio Montoya. Desde 1971, Henry Ruiz “Modesto” estaba
a cargo de todo el trabajo guerrillero de la montaña. La operación
Diciembre Victorioso fue la campanada de arranque de una ofensiva en la
montaña, que se expresó en varias operaciones militarmente exitosas,
desarrolladas a principios de 1975. La respuesta represiva del enemigo se
dio en medio de diferencias en los mandos de la guerrilla, en torno a la
necesidad de operar ofensivamente o de esperar un mejor momento.

El ejército de Somoza desplegó un plan de contrainsurgencia para quitar la


base social a la guerrilla. Familias enteras fueron desaparecidas, los
prisioneros eran torturados y lanzados desde helicópteros cuando se
negaban a hablar; muchos fueron obligados a agruparse alrededor de los
campamentos de la Guardia, como los de Waslala y Río Blanco.

Todo esto obligó a los grupos guerrilleros a internarse cada vez más en la
profundidad de la montaña, separándose de la base social campesina y
sufriendo los rigores del aislamiento, la pérdida de la retaguardia y de la
fluidez en las comunicaciones, tanto entre las unidades como con los
mandos de la ciudad.

En harapos, descalzos, sin armas o con algunas ya sarrosas, sin medios de


comunicación, sin alimentos ni medicinas, con lepra de montaña, con
hambre de muchos días, mientras algunos grupos dispersos buscaron
contacto en las ciudades o en Honduras, la columna central se movió hacia
la región minera y terminó impulsando las insurrecciones de los poblados
del Caribe Norte. De esta fase nos hablan David Blanco, Dorotea Wilson y
René Vivas.

2
Mónica: La primera interrogante a mis invitados siempre es ¿cómo se
integraron a la lucha? Esto lo considero vital porque es un indicador claro de
cómo llegaron las ideas revolucionarias a los actores de esta gesta. Dice
mucho del contexto, de las condiciones en que se libró la lucha, de los
hechos y reflexiones motivadores. Eso es parte fundamental de la historia.

David: Yo soy viejano, y algo que incidió en tomar partido político, fueron
algunos hechos que sucedieron en mi pueblo natal El Viejo. Un tío político,
Victoriano Arteaga, quizás la figura de oposición más relevante del
departamento de Chinandega, fue asesinado por un guardia, el esbirro Juan
Ángel López1. Quizás recuerden en los años 70, el famoso Zanjón de
Posoltega, donde fueron a tirar los cuerpos de varios campesinos
trabajadores de la Hacienda San Carlos. Victoriano Arteaga fue como
hermano de crianza de mi padre, casado con una hermana de mi mamá.
Tuvo un hijo que se integró con Jacinto Baca y murió por el Frente
Sandinista en 1973, Manrique Arteaga Núñez era su nombre.

Mónica: Tengo muy presente a este compañero, porque yo lo vi muerto a


una cuadra de mi casa, cuando lo persiguen después del asalto a la Pepsi
en León, el 22 de junio de 1973. En este operativo participamos también
Pedro Aráuz, Oscar Pérezcassar y yo. Habíamos pasado la información de
que ahí se manejaba dinero. A mí me encargan vigilar el objetivo porque
quedaba casi frente a mi casa. Para mí fue un trauma ver al compañero
desangrado y muerto sobre la calle, y no poder decir que no era un ladrón,
sino un combatiente sandinista.

David: Otro hecho relevante para definir mi compromiso fueron los ultrajes
que sufrió Doris Tijerino, y su denuncia desde la cárcel. Eso me impactó, y
en ese momento hubo un movimiento estudiantil en la secundaria donde
tomamos algunas iniciativas de repudio al hecho.

Antes anduve en el Partido Conservador, en un grupo juvenil que se


denominaba CIVES2. Estudiaba en la Escuela Normal de Jinotepe, de donde
salíamos a hacer acciones clandestinas unos treinta jóvenes jefeados por
Francisco Quezada. Nos reuníamos en casa de unos adinerados, tanto de
Diriamba como de Jinotepe, y algunos de ellos habían participado en el
Movimiento 11 de noviembre©.

Mónica: David, contanos de tu experiencia en la montaña, después del


entrenamiento en Cuba.

David: Entro a la montaña en 1973, después de la muerte de Ricardo


Morales Avilés y de Oscar Turcios. Voy con el compañero Serafín García, de
los pocos sobrevivientes de esta etapa. René Vivas estaba semi-legal y es
quien me traslada hasta Sébaco. Allí somos recibidos por el compañero

3
Adrián Molina, un fuerte cafetalero, dueño de la finca El Escambray, hacia
donde nos lleva, y que prácticamente era el trampolín hacia la periferia
montañosa.

Mónica: ¿Nunca la descubrió la Guardia?

David: ¡Cómo no! La descubrió en 1974, cuando cayó preso todo el grupo
de Daniel Núñez, creo que a raíz del asalto al banco de Abisinia. Del
Escambray, partimos al centro montañoso con Víctor Tirado López y Filemón
Rivera, hermano de Francisco Rivera, hasta San Antonio de Kuskawás, y ahí
quedé unos tres meses bajo las órdenes de Jacinto Hernández, un
compañero suplente de la Dirección Nacional. Era un extraordinario
dirigente campesino que posteriormente perdimos. Cuando entré a la
montaña, el grupo era bastante reducido. No iba con la idea de encontrar
mucha gente, pero el grupito me impactó.

Mónica: ¿Cuántos eran?

David: Como diez o doce, dislocados en diferentes comarcas. Estaban


“Modesto”, que era el Jefe; José Valdivia, René Tejada Peralta y Francisco
Rivera. Posteriormente llegaron algunos viejanos como Manuel Gabriel
Franco. El trabajo era fundamentalmente de naturaleza política, ya existía el
embrión de la Columna Pablo Úbeda más al centro de la montaña, bajo la
responsabilidad de Carlos Agüero Echeverría, como encargado de la
preparación de operaciones. Después de tres meses en las zonas pobladas,
me pasan bajo su mando.

Mónica: Es decir que la primera parte del trabajo era en los poblados.

David: Así es. En todas las comarcas había un responsable sandinista


haciendo un trabajo político, en el que las personas claves para reclutar
eran el Delegado de la Palabra y el Juez de Mesta. Una vez reclutados estos
dos, teníamos asegurado un sustancioso apoyo político en la comarca.

René: Mi caso es igual al de muchos jóvenes de mi generación que


siguieron este camino, era la única forma de poder derrocar a la dictadura
somocista y sus secuelas. Aunque mis padres eran de una familia
acomodada, mi familia era anti-somocista. Recuerdo que de niño, en
nuestra familia, un par de veces vimos salir a mi padre culateado por el
General Nicolás Valle Salinas, en calzoncillo en la calle, ni siquiera le daban
chance de vestirse.

Mónica: Y eso que los conservadores hacían oposición cívica. ¿Fue ése el
caso de tu papá?

René: Sí. En el caso de mi papá, la última carceleada que le dieron fue

4
como de casi cuatro meses, en La Aviación, a raíz del Movimiento de Olama
y Mollejones.

Mónica: ¿Él se involucró en ese movimiento?

René: Sí, se suponía que estaba en lo que ellos llamaban el Frente Interno,
la resistencia interna. Por supuesto que se lo levantaron a los pocos días,
porque llegó a una farmacia a convencer a un somocista para que se
sumara a la huelga por el movimiento armado de Pedro Joaquín, y más bien
lo denunció, y lo llegaron a traer dos horas después con lujo de violencia. Y
lo metieron a la cárcel.

La dictadura era arbitraria. Cuando se dio el ajusticiamiento de Somoza, se


llevaron presa a toda mi familia, todos mis tíos estuvieron presos. La
dictadura no hacía muchas diferencias. Si no eras somocista, eras enemigo,
acordate de las famosas tres P de Somoza: plata para los amigos, palo para
los indecisos y plomo para los enemigos Ese fue el ambiente en que
crecieron nuestras generaciones. Pero yo me fui de Nicaragua bien joven, al
bachillerarme, a los diecisiete años.

Al llegar a Europa, entré en contacto de forma natural con el movimiento de


izquierda europeo, particularmente el de Alemania, que era bien fuerte en
esa época. Acordémonos de los Convendit 3 en Francia, en 1968, y de todo
el movimiento anti-autoritario en Alemania, que por cierto era fuertísimo en
las universidades.

Esa era una tendencia de toda la juventud, particularmente estudiantil


europea. Ahí comenzamos con grupos de jóvenes estudiantes alemanes y
de otras nacionalidades. De casualidad fuimos descubriendo varios nicas
que vivían en Europa, y poco a poco comenzamos a juntarnos y a platicar,
de ahí tomamos la decisión de buscar contacto con el Frente Sandinista. En
Berlín estábamos Enrique Schmidt, Eduardo Contreras y yo; el grupo
principal estaba en la Universidad Patricio Lumumba, en Moscú.
Obviamente con ellos no teníamos relación, pero por medio de Jacobo
Marcos, el médico, quien estudiaba en Londres y acababa de estar en
Nicaragua, nos enteramos de que habían salido de la cárcel René Núñez y
Hugo Mejía.

Un día se nos ocurrió decirle a Jacobo que aquí estábamos nosotros y que
queríamos acción. En efecto, se hizo el contacto. Curiosamente el enlace
que nos pusieron en Europa fue el doctor Francisco Rosales Argüello,
“Chicón”, hermano de Oscar Danilo, caído en Pancasán. Chicón Rosales era
miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista.

En un viaje que hizo Oscar Turcios a la Universidad Patricio Lumumba, se


contactó con los compañeros que estaban ahí: René Tejada, José Valdivia,

5
Leticia Herrera y otros. Me acuerdo que había un grupo en el que estaban
como ocho compañeros, entonces “El Ronco” Oscar Turcios nos puso en
contacto con ellos. Éramos once ahí, Patricio Argüello Ryan estaba en
Europa Oriental; Eduardo Contreras, Enrique Schmidt, Jacobo Marcos y yo,
en la parte occidental, y después estaban los otros seis compañeros que
estudiaban en la Lumumba; “los lumumbeños”, como decíamos nosotros,
“los moscovitas” y el resto, nos reunimos todos en Francia. En Europa
tomamos la decisión de incorporarnos al Frente Sandinista. La primera tarea
fue buscar entrenamiento, y fuimos a parar a Palestina.

Mónica: Dorotea, ¿y a vos quién te reclutó?

Dorotea: A mí me reclutó directamente Henry Ruiz “Modesto”.

Mónica: Quiere decir que a los militantes clandestinos les daban


información sobre personas importantes que mostraban inquietudes y
conciencia. Se organizaba la reunión, como hizo muchas veces Carlos
Fonseca, con intelectuales y dirigentes de movimientos. ¿Así fue?

Dorotea: Así fue. Los campesinos colaboradores, algunos jueces de mesta


y líderes de la palabra, llegaban y decían: –Madre Dorotea o hermana,
nosotros queremos platicar con usted. Tenemos unos compañeros que
están necesitando de comunicación, queremos informar lo que está
pasando y queremos que usted vaya a platicar con ellos. Entonces
“Modesto” me habló. En aquel tiempo fue muy importante la comunicación
y la colaboración en ese sector, fue fundamental para la toma de Las Minas
el 28 de mayo de 1979.

Mónica: Antes de hablar de la toma de Las Minas 4, decime, ¿a vos qué te


motivó a incorporarte? Ya hemos explicado el rol de los cambios en la
Iglesia Católica después del Concilio Vaticano II, pero en tu caso,
comentanos todo lo que estuvo en tu entorno que te motivó a involucrarte.

Dorotea: Quiero hablar de mi experiencia, de mis convicciones religiosas


que me hicieron tomar esa opción, que era la opción de los pobres, para las
transformaciones profundas, para tener una vida mejor. También quiero
rescatar la solidaridad y el papel importante que jugaron los religiosos y las
religiosas durante estos años. En realidad, ya es una historia construida, y
lo que tenemos que hacer es rescatarla, como la de la Columna Pablo
Úbeda en el sector minero. Me acuerdo cuando vi por primera vez a David
Blanco y a René Vivas bajando de la montaña del lado de Matagalpa y de
Jinotega, acercándose a Siuna, buscando colaboradores, buscando
información.

Se trasladaban de una comunidad a otra sin armas. Llegaban buscando el


apoyo de los campesinos mineros y la colaboración del sector religioso. Esto

6
sucedió después de la muerte de Carlos Fonseca. Estaban cercados, sin
ropa, sin zapatos, las armas estaban todas sarrosas, no tenían tiros; tenían
que hacer comunicación con el Pacífico, con los compañeros para
abastecerse. Requerían de recuperación de fuerzas, de energía, de espíritu
para continuar, porque la Guardia estaba cercando ya el sector minero y ya
había información por dónde estaban pasando ellos.

Mónica: Vamos ahora a continuar con René. Contanos de los


entrenamientos, y de todas esas peripecias para entrar a Nicaragua,
después que vinieron ustedes de Palestina. ¿Qué mujeres se entrenaron
allá?

René: Estuve dos veces en Palestina. En la primera ocasión estuvimos


Gloria Gabuardi y yo, nosotros fuimos los primeros. Estuvimos en una base
guerrillera con un grupo de estudiantes europeos porque pertenecíamos a
la solidaridad con los palestinos, y en esa calidad nos invitaron a un grupo
reducido que estábamos en Alemania. Después que nos organizamos en
Europa como Frente Sandinista, me toca mi segundo viaje y ahí el grupo
éramos once, como te decía. Iba Pedro Aráuz, Juan José Quezada, René
Tejada, Denis Enrique Romero Zamorán, Eduardo Contreras, Enrique
Schmidt, Jacobo Marcos, Leticia Herrera, José Valdivia y yo.

Cuando terminamos el entrenamiento, ocurre la cosa más difícil de


entender. Cómo a veces se complican las cosas y sólo la voluntad hace que
la gente continúe empeñada en la lucha. ¿Qué ocurrió? Se produjo una
contradicción entre el jefe nuestro, Chicón Rosales, y el resto de los
miembros de la Dirección, porque Chicón no se quiere venir. El resto nos
venimos en distintos grupos, pero a algunos de nosotros no nos quieren
recibir.

Mónica: ¿Consideraron que ustedes estaban contaminados?

René: Si, porque venimos de Europa contaminados de capitalismo, y hasta


posibles infiltrados de la CIA, y por algo nuestro jefe no nos había
acompañado. Entonces René Tejada y Valdivia entraron por su cuenta y los
fueron a poner en la frontera de Honduras. ¡Los regresaron!

Mónica: ¿Los del Frente? ¿Quiénes eran, de manera concreta?

René: Sí, los del Frente. A Valdivia primero lo echaron preso en una casa de
seguridad y de ahí lo devolvieron a Honduras. El que hace esto es “El
Ronco” Oscar Turcios. Hasta que entran Pedro Aráuz y Juan José Quezada,
que eran más respetados que nosotros, entonces nos aceptan, casi como
concediéndonos un favor. Juan José era karateca y tenía condiciones físicas
excelentes y además un gran corazón. Era un gran compañero.

7
Mónica: Ustedes se entrenan para venir a luchar con el Frente y el Frente
no...

René: No nos quiere recibir. A mí me mandó a decir Oscar Turcios con


Bayardo Arce, no sé si se acordará Bayardo, si te quedás no estorbás, y si
te vas no hacés falta. Por eso Enrique Schmidt se regresó a Europa.

Mónica: ¿Y vos conociste a Patricio Argüello?

René: Nunca lo conocí porque estábamos compartimentados 5 y como él fue


a hacer la operación con el avión 6, no llegué a conocerlo directamente. Es
de la primera tanda, pero no estuvo con el grupito de los once, de los
cuales sólo tres estamos vivos.

Lo que permite nuestra integración al Frente rápidamente, es la salida de


Ricardo Morales de la cárcel. Cuando Ricardo sale por fin, dijo que iba a
hablar conmigo, y me mandó como contacto a René Núñez. Me acuerdo de
mi primer contacto, fue en una calle de Managua, con un flaco en bicicleta,
pues René era sumamente delgado. Después hablé con Ricardo y le
explicamos toda la odisea para regresar al país. Cada quien vino como
quiso y como pudo. A partir de ese momento, todos comenzamos a
organizarnos.

Posteriormente conocí a Oscar “El Ronco”, y realmente cuando lo conocí me


di cuenta que era comprensible la óptica de ellos. No es lo mismo la
clandestinidad aquí, el rigor de todos los golpes que habían sufrido.
Nosotros no entendíamos lo que estaba pasando. Después, curiosamente,
me tocó al revés, llevar al “Ronco” a las casas de seguridad, después que
no nos quería recibir.

Cuando ocurre el terremoto, acababa de llevar a Ricardo y al “Ronco”


Turcios a una casa de la Colonia Centroamérica. Nos habíamos despedido
horas antes. El terremoto trastoca los planes inmediatos, y tenemos que
huir de Managua. Fuimos a alquilar una casita en Granada, que está en un
ganchito de camino. Ése fue prácticamente el Cuartel General del Frente
Sandinista, recién pasado el terremoto. La casa de Oscar con la familia de
Roberto Huembes “El Poderoso”, como le decíamos.

También llegaba Ricardo Morales. Esa casa la habíamos alquilado con


Martha Lucía Cuadra, y su colaboración fue muy importante. El terremoto
deja muchas redes perdidas, contactos perdidos. Se suspenden o se
posponen traslados a la montaña para tratar de mejorar las posibilidades
urbanas que eran, te repito, eran esa casita y nada más, salvo El Fuerte, de
León7, que yo no conocí por razones de compartimentación. Posteriormente
alquilamos una casa en Nandaime, que es donde caen los compañeros
Oscar Turcios, Jonathan González, Ricardo Morales y Juan José Quezada.

8
Mónica: Dorotea, ¿cuál era la esencia del trabajo de ustedes?

Dorotea: Muchos religiosos y religiosas nos involucramos en el apoyo a la


Columna Pablo Úbeda. No fue fácil tomar la decisión, porque en el seno de
la Congregación había muchas contradicciones. La decisión tenía que ver
con muchos principios, con muchos valores, y por eso tuvimos que
consultar con el sacerdote y con las otras religiosas para resolvernos de
forma colectiva.

Mónica: ¿Qué otras personas participaron?

Dorotea: Milcíades Díaz, Adelaida González y las misioneras de Cristo,


Juanita Contreras y Sandra Prince, de nacionalidad norteamericana, que
también fue colaboradora. Todas esas compañeras están vivas y siguen en
el convento, siguen siendo religiosas, están con las cooperativas y varias de
ellas siguen colaborando. El trabajo concreto fue de comunicación,
colaboración, y de la toma de conciencia de tratar de poner en práctica lo
que nosotras creíamos. Eso era muy importante porque en la montaña
veíamos la pobreza y la represión.

Una vez, cuando regresamos de una gira de un mes, no encontramos al


Delegado de la Palabra, ni a la esposa, ni a los niños, pero hallamos fosas
comunes. El padre Gregorio Smutko “Justiniano”, documentó una denuncia
que se llamaba “¿Dónde están los desaparecidos?”, que incluía una lista
con cientos y cientos de nombres de campesinos reprimidos por la
dictadura.

Mónica: En realidad, la campaña se llamaba “¿Dónde están nuestros


hermanos campesinos?”. Esta denuncia se llevó a organismos
internacionales.

Dorotea: “Justiniano” fue claro también en la colaboración. Cuando


Adelaida cae presa, “Justiniano” es el que va y habla con el Comandante de
Siuna para liberarla, porque después de la toma de Rosita hubo una gran
redada. Recogieron a muchos estudiantes. Ahí estaba Adán Silva con
Adelaida González y Milcíades, y cayeron presos, después fueron llevados a
la cárcel en Siuna.

Mónica: William Ramírez nos relató que cuando se encontró perdido en la


montaña, se dirigió a Las Minas, y como no tenía contactos, parece que él
no estaba al tanto de que ustedes ya colaboraban, y decide arriesgarse
presentándose donde el cura.

Dorotea: William llega a la Casa Cural en Siuna preguntando por Teodoro 8,


porque ya era conocido la colaboración y el trabajo sistemático que hacía

9
Teodoro en pro de los campesinos. William llega solicitando que le cambiara
un dinero, necesitaba sencillo porque tenía que dar una ayuda o pagar al
campesino que le ayudó a bajar de la montaña. Entonces Teodoro le
entrega cambio, y lo cura, porque William tenía una herida en el costado.
Las mismas monjas de la Divina Pastora que estaban allá, hicieron el
trabajo. Luego Teodoro saca a William y a Crescencio Rosales, y los traslada
a Managua.

Después a mí me toca sacar a “Modesto” en la misma ruta. Nos vamos a


Alamikamba, El Gallo, bajando a Bluefields, y de aquí salimos hacia El
Rama, a Managua. La colaboración de las religiosas y todas estas
compañeras y compañeros, fue bien importante, pues tenían un
compromiso muy fuerte, mirábamos que era una necesidad vital.

David: Que explique Dorotea cómo entraron las primeras armas a la


montaña.

Dorotea: La primera misión que me encargan es venir a Managua a


contactarme con Luis Enrique Figueroa, en Bello Horizonte.

Mónica: ¿Vestías como monja?

Dorotea: Si. Vengo con velo, falda y blusa. Me dieron una contraseña para
encontrarme con Luis Enrique. Me pierdo y no llego a Bello Horizonte. Pero
como William Ramírez ya había bajado de la montaña, él me reconoce en la
calle. Me llevó a una casa de seguridad, y por la tarde logran contactarse
con Luis Enrique. Le entrego la carta que traigo de “Modesto” y espero unos
dos o tres días para la carga, pues, yo tengo que regresar a Siuna con ella.

Me acuerdo que era diciembre y había Purísimas, y como se tenían que


preparar los regalos navideños, hicimos una caja envuelta con papel de
regalo, y ahí estuvimos, empacando fusiles FAL.

René: Había una convención de Franciscanos en Managua y todos esos


curas iban a viajar a Las Minas. Dorotea les pidió que la ayudaran a llevar
regalos para los niños pobres. Las armas iban en cajas de muñecas. Dijo
que eran muñeconas.

Mónica: ¿Cómo llevaste esa carga?

Dorotea: Envuelta en papel de regalo. Pero la verdad es que llevo regalos,


medicamentos y tiros. Mira lo que me pasa: cuando llego a Siuna en el avión de
Lanica, la carga era muy pesada para la caja, y bajándome del avión se abre,
se desfonda y en media pista salen todos los tiros. Por ahí estaba Goyo, el
padre Gregorio y Manuel Rodríguez, un médico colaborador que estaba
encargado de recibir la carga para trasladarla a su destino. La gente que

10
estaba en el aeropuerto me ve recogiéndolos. Llegan los chavalos y toda la
gente me ayuda a recoger las cosas y a meterlas en la caja. Era natural,
porque en la casa nosotros vendíamos tiros 22 y de escopeta a los campesinos
que iban a cazar. ¡Pero ésos eran tiros de FAL!

Mónica: ¿Y después llevaste armas largas?

Dorotea: Pues claro, fueron varias giras, varios viajes.

Mónica: ¿Hasta completar cuántos, David?

David: Cincuenta y cuatro fusiles FAL.

Dorotea: Yo salía más, tuve que hacer un viaje a Costa Rica, a Panamá, y
también ahí se tuvo que introducir radios de comunicación que los metí en
el fondo de galones de pintura Sherwin Williams, empacados en Panamá
por Daniel Núñez.

David: Pero no fueron bien empacados y llegaron inservibles, pues toda la


pintura se filtró.

Mónica: Pasando a otro tema, ¿cómo se dieron cuenta de la muerte de


Carlos Fonseca?

David: Carlos Fonseca iba a llegar a Kiawas, al norte del Río Iyas, en la
Comarca Sofana, eso era pura selva, donde tendría una reunión de la
Dirección Nacional para definir una estrategia conjunta. Para entonces ya se
había producido la división del FSLN en las tres tendencias. Yo fui en
diferentes oportunidades a esperarlo. Bajaba de la parte montañosa, pero
tenía que bajar a un lugar que le llamábamos El Garrobo, como a tres horas
de Boca de Piedra, junto a Hugo Torres y Roberto Calderón. Lo esperamos
hasta el nueve de noviembre, él cayó el siete en la noche.

Como no llegó, abandonamos el campamentito donde nos íbamos a


encontrar con el Comandante Fonseca para llevarlo a la profundidad de la
montaña, el diez de noviembre. No contábamos con radio de
comunicaciones ni radio de transistores para escuchar noticias. Llegamos al
campamento dos días después, y ahí nos dimos cuenta. El que me dio la
noticia fue Carlos Agüero. Aparentemente la Guardia lo emboscó por la
noche y se dio cuenta hasta el día siguiente que era Carlos Fonseca, fue
hasta entonces que lo vieron. Le cortaron las manos. Yo supe las
circunstancias en que lo hicieron porque llegué a la casa del hombre al que
la Guardia obligó a cortarle las manos a Carlos, y con mucho temor, nos dio
alguna colaboración. Le cortaron las manos con un machete, y después
trasladaron los restos a Dipina.

11
Cuando salió aquella foto de Novedades, con el titular “Descabezado el
Frente Sandinista”, pensamos que le habían cortado la cabeza, pero cuando
fuimos a traer sus restos a Waslala después del triunfo de la Revolución se
constató que no fue así.

René: A Carlos se le fue a buscar por varios meses. Yo fui un par de veces.
El sitio del encuentro era un palencón donde en una de sus ramas se ponía
un ganchito como señal de que habían llegado. Cuando llegábamos,
buscamos los ganchitos, si no estaban, nos teníamos que retirar y volver
cada seis horas, para volver a chequear. Salíamos uno u otro grupo en la
espera de la llegada de Carlos.

Leonardo Real Espinal había conocido a Carlos Fonseca en una de sus


bajadas a la ciudad y fachenteaba con eso. Contaba que lo que más le
impresionaba de Carlos era la confianza con que hablaba del triunfo. Me
decía: –Yo no sé cómo Carlos asegura que vamos a ganar, si esta mierda la
veo jodida. Hablaba bellezas de Carlos.

Mónica: ¿Que pasó después de la muerte de Carlos Fonseca, cómo impactó


eso a la Pablo Úbeda?

René: Fui durante meses al campamento. En una de esas misiones que me


mandaban con “Evelio” Nelson Suárez a poner y quitar una horqueta, en el
último viaje que hago, voy entrando al campamento con “Evelio” y me
encuentro a Carlos Agüero oyendo el radio y con la cara desencajada. Yo
pensé, quién sabe qué pasó, porque la cara que tenía era de muerto. Lo
saludo y me dice, mataron a “Agatón”. Y hasta entonces me dice que la
misión que iba yo a realizar era porque había que subir a “Agatón” al
campamento. Era una misión repetitiva que nunca supe para qué la hacía,
ni “Evelio”. Carlos Agüero pasó todo el día pegado al radio.

Comentario de la autora: Un mes después de la muerte de Carlos


Fonseca, el 9 de diciembre de 1976, en ausencia de “Modesto” y “Ródrigo”,
que andan realizando una misión, por primera vez hay un combate cerca
del campamento central de la Brigada Pablo Úbeda, y muere Rufo Marín.
Mueven el campamento y dos meses después, el 9 de febrero es atacado
nuevamente. En el lugar llamado Aguas Calientes, cae Aurelio Carrasco. Al
día siguiente, 10 de febrero, “Modesto” ordena una emboscada. Se
combate con la Guardia sin bajas.

René: A principios de año se decide organizar un grupo selecto de combate


para emprender acciones ofensivas, porque estábamos sufriendo una
represión fuertísima, y decidimos crear la Columna Aurelio Carrasco,
dirigida por Carlos Agüero.

12
Nosotros habíamos realizado otras jornadas ofensivas, por ejemplo, en
diciembre de 1974 el asalto al banco de Abisinia; luego, una jornada de
ajusticiamiento que comienza con Santos Peralta, en la hacienda El
Porvenir, y otros Jueces de Mesta. En los primeros meses de 1975 también
se dieron ataques a cuarteles. Pero después que cae Carlos Fonseca, la
recién creada Aurelio Carrasco realiza una emboscada, y desgraciadamente
cae Carlos Agüero. En el núcleo estaban William Ramírez, Hugo Torres,
Manuel Calderón y diez compañeros más.

Comentario de la autora: Aunque en las cronologías oficiales se dice que


Carlos Agüero cae en el ataque al Cuartel de Río Blanco, se ha precisado
que él cae el 7 de abril, jueves santo, a eso de las 5 p.m., mientras se daba
la primera y única acción de la Columna Aurelio Carrasco, de la cual era
jefe. La acción se llevó a efecto contra una patrulla de la Guardia Nacional
que se encontraba acampando en la capilla de San Isidro, comarca de
Lisawé. (Ver entrevista a Hugo Torres).

René: Después de eso, la columna queda realmente sin liderazgo, y en los


meses sucesivos, conjuntamente con la ofensiva de la Guardia, se
desmoraliza. La Guardia logra desarticular esa columna y muchos salen
como pueden hacia Honduras; otros bajan, no sé cómo, a la ciudad. William
Ramírez logra salir para Siuna; matan a otros 9, capturan a Ana Julia Guido y
nuevamente quedamos unos pocos, como diez, y otros que estaban en la
Columna Bonifacio Montoya.

Nosotros, que estábamos más adentro nos dividimos en dos grupos.


Mientras David va más adentro con los que les decíamos cariñosamente
“gualdrapas”, a mí me mandan a El Naranjo, junto a Serafín García “Pablo”.
La zona era propiamente entre el lugar donde estaba la Bacho, el Kilambé,
y El Naranjo. Es una distancia enorme, pero el lugar donde vamos es un
punto intermedio.

Mónica: René, el 24 de agosto de 1977 cae Emir Cabezas y luego en


octubre Nelson Suárez y otros compañeros. ¿Cómo ocurrieron estos hechos?

René: Nos mandan a una misión de abastecimiento donde un señor que


había contactado, me parece que “Modesto”, que era Juez de Mesta. Parece
que había pasado alguien por ahí y el hombre se había mostrado dispuesto
a apoyar. Era importante porque tenía bastante abastecimiento en su
tienda, era una zona donde no teníamos presencia y este hombre era un
finquero riquito. Esto es en el lado de Wina, Bocay, ahí es zona más
poblada. Llego ahí con Sabino, Teófilo, Emir “Angelito” y otros más. Nos
hacen la operación tamal. ¿Me vende arroz? Normalmente nos dicen: –Le

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voy a vender veinte libras, pero éste nos dejó comprar hasta un quintal.
¿Frijoles?, igual; ¿latas?, ¡las que quieran! Nosotros alegrísimos.

Es más, nos dieron de comer, y tardábamos y tardábamos, de manera que


cuando son como las tres de la mañana, me chiveo, y digo: –Vamonós a la
mierda. Y todavía “Angelito”, que había perdido una pieza de una máquina
de moler, y lo habíamos criticado al pobrecito por esa pieza, él ve una
máquina vieja ahí y le dice al hombre que si le vende la pieza, y el hombre
dice: –Llévese la máquina entera. Eso nos atrasó aún más. Y el hijueputa,
mientras tanto, le mandó a avisar a la Guardia. Y nos entretiene. Todavía
cuando Sabino le pregunta por una dirección donde salir, él nos mandó por
una ruta en unos breñales espantosos. Pasamos horas, como íbamos súper
cargados, eso nos hizo caminar lento, fue un vía crucis.

Cuando caemos a la montaña limpia, paramos un rato para escuchar un


mensaje de ésos que nos mandaban por medio de La palomita mensajera.
“Angelito” está al ladito mío y se retira un poquito. En ese momento se
armó una balacera. Lo que nos salva de caer masacrados a todos es que
nos detuvimos y teníamos los sacos en el suelo. Eso nos permitió corrernos
porque la balacera era infernal, y además, nos atacaron con helicópteros.
Nos quedamos un tiempo, escuchábamos los gritos de la Guardia, a
trescientos metros oíamos los gritos de los guardias que a pesar de todo, no
se atrevían a entrar. Regresamos al lugar buscando a “Angelito” pero no
encontramos ni el cadáver.

Posteriormente se les pasó la cuenta al Juez de Mesta y al hijo, que eran los
principales responsables.

Nelson Suárez “Evelio” campesino de Yaoska, el mejor baqueano de la


montaña, iba en misión junto con Julio Avendaño “Teófilo”, bajando a
Edgard Lang, quien tiene una hernia y una mano herida, y a otro
compañero, creo. A Edgard lo dejan en la carretera para que tome un bus, y
ellos se regresan. En ese regreso chocan con la Guardia y los matan a los
dos. Nosotros nos damos cuenta porque la Guardia siempre hacía alardes.
Recuerdo cuando “Modesto” se dio cuenta, le golpeó durísimo, pues
además de que era su baqueano, le tenía muchísimo cariño.

David: Después de la caída de Carlos Agüero, me dan la misión de


trasladar compañeros hacia el centro montañoso, lo que es el macizo de
Saslaya. Había ancianos y familias enteras que andaban con nosotros.

René: La misión de David realmente fue ingrata. Había que alivianar la


guerrilla por la represión de la Guardia, y andábamos muchos niños y
viejitos. Entonces yo decido que para poder operar requerimos una guerrilla
que no cargue, que sea liviana, que no tenga que andar protegiendo a esta
gente. Pero a David Blanco le dan la tarea de ir a sobrevivir con ellos a

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Saslaya, y se va con dos o tres compañeros. David era uno de los hombres
más hábiles para sobrevivir en el monte, y por eso le asignan esa misión.

Mónica: ¿De dónde te vino esa habilidad? ¿Es natural?

David: De mi extracción campesina y tengo facilidad en la orientación.

René: Era uno de los compañeros mejor dotados como jefe guerrillero.
Realmente David era el jefe después de Carlos Agüero, eso no se sabe ni se
dice; y lo que pasa es que, como David realmente era la persona que podía
garantizar que toda esa gente no fuera asesinada, entonces le toca a él esa
tarea y también choca con la Guardia; se dispersan y después David se nos
pierde y aparece de nuevo por otro lado.

David Blanco tenía autoridad como uno de los compañeros con más
habilidades guerrilleras, eso te lo puede decir William Ramírez, Calderón,
Hugo Torres y todos los que estuvimos ahí.

David: Tuve que bajar a la ciudad, entré a Managua el 17 de octubre, para


la muerte de Pedro Aráuz. Tuve que bajar porque en la montaña no hicimos
contacto y, además, gente de la nuestra también se perdió en medio de los
combates en la montaña. Estuve en León, donde una colaboradora que se
llama Aura Hernández.

En esa ocasión ocurrió algo que no se sabe, y es que yo anduve en el


Palacio Nacional levantando toda la información. Nosotros, con Bayardo
Arce que estaba entonces de responsable de la Tendencia GPP, hicimos el
plan, yo visité el Palacio muchas veces con el compañero “Frank”, Charles
Quintana, quien ahora trabaja en seguridad personal.

La cosa es que hicimos una maqueta y armamos el plan. Más o menos el


estimado de unos veinte o veinticinco hombres bien entrenados militar y
psicológicamente. Entre los candidatos a integrar el Comando estaban
William Ramírez, Mauricio Valenzuela, Ismael y Oscar Lanuza, Carmen
Bravo, la hija de doña Luz, que fue secretaria de “Chombito” Walter Ferreti,
y otros más.

Mónica: Entonces, ¿es verdad que la GPP tenía su plan?

David: Sí, pero luego yo salgo del plan, porque me ordenan que suba de
inmediato a la montaña a reforzarla. Eso es en julio de 1978. Para entonces,
“Modesto” ya estaba en Panamá. Habían llegado ya a acuerdos. Se me
comunica que va a ser una operación conjunta, y que va salir un
comunicado dando a conocer la unidad.

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Mónica: ¿Cuándo regresás de nuevo a la montaña?

David: El 13 de enero de 1978, después de la muerte de Pedro Joaquín


Chamorro, salgo a Matagalpa y ahí permanezco algún tiempo, llevando
gente para la Bacho Montoya10. Tenemos contacto con Camilo Ortega, que
nos da medios, armas y dinero. Afincamos bien a Omar Cabezas con
hombres, armas y de ahí paso más al centro, es decir, a la zona donde
históricamente operamos nosotros, donde ya estaban Serafín García y
Lumberto Campbell. Más arriba está Salvador Muñoz, que está con René
Vivas en los minerales, esperando para llevarme a la zona de Las Minas.

Comentario de la autora: David vuelve a subir a la zona de operaciones


de la Columna Pablo Úbeda en julio de 1978. Para entonces había realizado
varios viajes al Kilambé, apoyando el traslado de hombres y armas a la
Columna Bonifacio Montoya. De la Bonifacio, parte hacia la zona donde se
encontraba René Vivas, en los alrededores de Las Minas, en una caminata
que dura veintiséis días. (Conversación posterior con David Blanco).

Mónica: Entonces pudiera decirse que hasta esa época se siguió siempre
trabajando en el fortalecimiento de las unidades guerrilleras de la montaña,
porque estás hablando ya de 1978.

David: Hay un respiro grande porque ya para ese entonces la presión es


mucho menor, la presión más grande que nosotros tenemos es antes que
rompan fuego los Terceristas.

Los ataques de octubre de 1977 nos quitan presión, porque nosotros allá
arriba habíamos quedado en una situación muy débil y delicada;
andábamos descalzos, en harapos, y algunos bajamos a la ciudad a hacer
contacto. Los ataques del norte, de los compañeros, nos dan un respiro.

Mónica: ¿Cómo toman la decisión de irse para Las Minas y cuándo llegan?

René: “Modesto” logra encontrarnos en el Naranjo después de varios


meses que no nos mirábamos. Para la muerte de Pedro Joaquín, hacemos
un análisis de la situación.

Nosotros apenas somos once en ese lugar. La represión en la zona ésa,


donde operamos de 1973 a 1977, fue brutal. Estamos hablando de la zona
de Matagalpa, Jinotega, Waslala, La Dalia y Río Blanco. Los campesinos se
bajaron, no había gente, no había población. Habían ocurrido ejecuciones
masivas, los campesinos eran tirados de los helicópteros. Entonces la
guerrilla así no sirve. ¿Qué hacíamos metidos en esos macizos montañosos?
Aplicando el concepto de las famosas “aldeas estratégicas” que usaron los

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gringos en Vietnam, la Guardia obliga a los campesinos a bajar a Waslala y
a La Dalia, donde eran totalmente controlados por ellos a través de los
jueces de mesta, entonces nos fuimos quedando prácticamente sin
contacto con la gente.

Ahí se plantea que hay que acercarse a la ciudad, buscar armas y recursos.
Se decide casi por votación democrática que “Modesto”, que no quería,
bajara al Pacífico. La situación es tal, que “Modesto” nos dice a todos que el
que se quiera ir que se vaya, pero todos permanecimos firmes, nadie se va.
Pero decidimos que él baje con Sabino Aguilar.

En la reunión que hacemos después del 10 de enero, estaban “Modesto”,


Victoria López “Nora”, Serafín García, Salvador Muñoz “Filemón”, Sabino
Aguilar “Filiberto”, Inés Hernández “Pedrito”, dos campesinos y yo.

No recuerdo si estaba Manuel Calderón “Rufo”, porque creo que él se había


perdido, y se apareció todo hecho mierda hasta que estábamos en los
minerales. David no estaba, porque estando en el Saslaya, lo sorprende la
Guardia moliendo pinol en una máquina que hacía un ruido del carajo. Ahí
los atacan y muere un campesino llamado Jacinto; se esparce toda la gente
y David pierde todos los contactos, por lo que decide bajar a la ciudad.

Escogemos la zona de los minerales porque ya teníamos presencia, aunque


todavía débil, pero la población está en su lugar. La decisión fue correcta,
porque fue increíble cómo, en cuestión de meses, de cuatro pelagatos que
llegamos ahí en unas condiciones lamentables, al cabo de ocho o diez
meses teníamos armamento y sobre todo, mucha gente.

Hacemos una gran marcha que incluyó pasar por las calles de Siuna,
pasando frente al Comando con las armas metidas en sacos, pues no
podíamos bordear Siuna porque “Pedrito” se confundió y tuvimos que
guiarnos por el movimiento y ruido de la planta eléctrica, y cuando vimos
es que estábamos en los putales de La Luz. Decidimos pasar rápido, era
como la una de la madrugada. Ahí llegamos a organizar en primer lugar la
salida de “Modesto” y el nuevo esfuerzo de la columna.

Cuando se dieron los movimientos insurreccionales de 1978, algo sabíamos


de eso, y nos preparamos para la toma de Siuna. Yo llego a Siuna de
madrugada, vestido de mujer y duermo dos noches en el convento, en el
cuarto de la Dorotea. Y “Filemón”, que andaba conmigo, lo mandé a que
fuera al cine para vigilar el Comando. A la hora que tengo que salir de ahí,
el doctor Manuel Rodríguez, quien me debía buscar, no llega puntual, y le
digo a la monjita Juanita Contreras, usted se tiene que vestir de mujer
normal y se va conmigo como que vamos jalando. La monjita está
aterrorizada, pero luego llegó el doctor Rodríguez, y le reclamé su
tardanza. La monjita feliz, porque su reputación no quedó en duda.

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Ya después nos fortalecimos para la operación de la toma de Las Minas y el
aterrizaje de un avión con armas y combatientes.

Mónica: ¿Cómo se organiza la primera toma de las minas?

René: Para la toma de las minas el problema no era la gente, porque eso
nos sobraba, sino el armamento, porque era muy difícil llevarlo a la
montaña. Entonces, en comunicación con Henry Ruiz, se concibe una
operación de desembarco aéreo en Bonanza, con un avión DC-6 de cuatro
motores en el que va un comando como de setenta compañeros ya
entrenados. Ahí viene el Chino Vásquez y varios excelentes compañeros;
algunos están vivos, otros cayeron en la defensa de la Revolución. Esto
estaba planeado para el 28 de mayo de 1979.

Nosotros compramos una finca que quedaba cerca de Rosita, y ahí


preparamos todo el operativo de los aviones. Todos los colaboradores
tenían finquitas muy pequeñas y no queríamos que cayeran. Compramos la
finca para poder recibir a toda la gente, para agruparla y preparar las
acciones. Ahí fue llegando toda la nueva camada: “Blas”, “Emiliano”,
Alberto Jáenz “Alfredo”.

Analizamos que no bastaba asegurar Bonanza, porque existía la posibilidad


de que le llegaran refuerzos a la Guardia desde Siuna o Rosita. Entonces se
tomó la decisión de tomarse Rosita y Bonanza, simultáneamente, el mismo
día. A “Rufo” Manuel Calderón le toca Rosita, con un grupo de compañeros
que nació en ese poblado. “Rufo” encontró a todos los guardias durmiendo,
así que se tomó ese pueblo en un segundo.

David y yo teníamos que garantizar el pueblo y la pista de Bonanza, que era


donde aterrizaría el avión. Lamentablemente, o tal vez afortunadamente,
ese día había neblina y todos veíamos que el avión hacía intentos
desesperados por aterrizar entre la neblina, pero no podía. Y no hubiera
podido aunque no hubiese neblina. Si han tirado un DC-6 sobre la pista de
Bonanza con un mejor tiempo, se hubieran matado todos. Lo digo ahora
que conozco bien la pista de Bonanza, pues a pesar de que mandamos los
datos con Dorotea, sobre el largo y ancho de la pista, no sabíamos que ese
aterrizaje no era posible porque Bonanza es un hoyo. Vinieron los sabios,
unos hombres que supuestamente sabían de eso, incluso fíjate que con un
cura anduvieron midiendo a pie, dando pasos y contándolos.

David: Sí, hay una loma de frente, ahí.

Dorotea: El avión regresa, porque intenta también caer en Siuna;


sobrevuela Bonanza como cuatro veces, y ya para entonces son las diez de
la mañana. Nosotros empezamos a oír el vuelo desde la seis de la mañana,

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intenta entrar a Siuna, pero no tienen las coordenadas ni la información de
Siuna, como las tenían en el caso de Bonanza. Entonces, imagínense que el
avión regresa de nuevo.

Mónica: ¿Y si hubiera aterrizado en Siuna?

Dorotea: Quién sabe si se hubieran salvado, porque Siuna no estaba


tomada.

David: Ahí hicieron un intento, pero Henry Ruiz dice que la pista estaba
obstaculizada. Había barriles y obstáculos en el centro de la pista.

René: Es que la Guardia se espantó cuando vio el avión sobrevolando.


Nosotros nos tomamos simultáneamente Rosita y Bonanza.

Mónica: Yo te voy a decir que si hubieran podido aterrizar en Siuna, es


decir, si no hubiera habido obstáculos sobre la pista, seguro no hubieran
tenido problemas para tomársela ¡con setenta armados! Cuando dicen que
se tomaron Rosita y Bonanza, ¿qué quiere decir? ¿Atacan el cuartel y lo
controlan?

René: Claro, tomamos los dos pueblos y cuando la población ve a la


guerrilla en las calles, los campesinos salen. Los primeros días pensamos
que el avión volvería a tratar de llegar.

Fíjate que en una ocasión estamos “El Chele Emiliano” y yo a orillas de la


pista, oímos un ruido y pensamos que era el avión y los compañeros que
habían regresado. Ya había luz y estamos de pendejos en la cabecera de la
pista; cuando en eso vemos que sale un humito, y era un rocket lanzado por
un avión push and pull y nos enterramos en un lodazal, en un pantano. Se
armó una balacera contra los benditos push and pull y se desaparecieron.

La toma duró unos días, hasta que consideramos que había que hacer la
retirada. Y cuando nos tenemos que retirar la gente dice: –Mire, el problema
es que ya que nos manifestamos, no nos podemos quedar en el pueblo
porque nos mata la Guardia cuando ustedes se vayan. Entonces le pregunto
a David y me dice que tienen razón, los van a matar.

Entonces salimos como con doscientas personas desarmadas, sin


abastecimiento, vestidos de cualquier forma. Nos fuimos ordenando a la
gente lo más que pudimos hacia Risco de Oro, tratando de salvarle la vida a
la gente. Iba un grupo adelante para ir abriendo brecha y en el centro una
cantidad de muchachos y muchachas jóvenes buscando como no fueran
asesinados.

19
Dorotea: René, pero hay que acordarse que en esa marcha, a los dos de la
tarde ya teníamos encima a los push and pull y la Guardia de Siuna salió a
pie, caminando de Siuna para emboscarnos en el camino hacia Risco de
Oro. Más adelante, David lo que hizo fue organizarnos y dividirnos.
Recuerdo que un profesor del colegio, Adán Silva, iba con todos sus
alumnos.

Mónica: ¿Cómo se produce la masacre de La Rampla?

Dorotea: Se produce en Risco de Oro, cuando después que cruzamos El


Salto11, David y René se quedan, van todos a pie con doscientas personas.
Se distribuyeron las armas que había en pequeña cantidad.

Mónica: ¿Y no habían camiones en el pueblo? ¿Por qué no se movilizaron


en camiones?

David: Nosotros nos movilizamos en los camiones para la toma de Las


Minas.

Mónica: Es que te hago esta pregunta porque Julio Ramos dice que cuando
la toma de Estelí y todas esas actividades insurreccionales, la gente que
venía de la montaña no tenía la dinámica de que hay que tomarse
camiones, sino que todo era a pie, que era parte de la mentalidad de la
montaña.

René: Eso no es así. Nosotros llegábamos en camiones a los objetivos, lo


que no podíamos hacer era acercamiento en camiones. Pero en cuanto a la
toma de la mina, la primera misión fue tomarse los camiones.

David: “Rufo” se nos pierde, era jefe de la retaguardia Se le da la misión de


emboscar a la Guardia. No pudo regresar al grupo y tiene que chocar varias
veces con la Guardia, y la marcha era complicada con los civiles. Después
ya se encuentra de nuevo con René. Nosotros íbamos hacia Risco de Oro, a
una mina que se llama Dos Américas.

Dorotea: Entramos a Risco de Oro y David dice que podemos descansar.


Habíamos conseguido una vaca, había yuca, y nos pusimos a cocinar.
Teníamos dos días de caminata, había que descansar y dar de comer a unas
doscientas personas. Cuando estábamos listos para distribuir la
alimentación, oímos el ataque de la Guardia que entró por el lado de la
comunidad El Dorado, que es la parte sur-este de Siuna, y nos atacan y
comienza el tiroteo. Dejamos la comida, dejamos todo y nos
desparramamos, todo el mundo corrió donde se podía, porque la mayoría
no teníamos armas ni entrenamiento. Los estudiantes se dispersaron y ahí
se perdieron Adelaida “Úrsula” y Manuel Rodríguez “Goyo”.

20
Cae la noche y teníamos que seguir caminando; acampamos en la
madrugada. Ahí nos dimos cuenta que de las doscientas personas, había
sólo como sesenta, el resto se perdió.

René: Después que perdemos contacto con la retaguardia a cargo de


“Rufo”, organizamos una mini retaguardia y ahí iban, “Emiliano”, un
muchacho chele de Estelí, muy bueno, Luis Delgadillo, Isaac, un campesino
y unos siete más. Ellos tenían la misión de, por lo menos, contener a la
Guardia mientras nosotros avanzábamos con ese montón de civiles
montaña adentro. Y se produce un segundo vergueo porque, cuando ellos
buscan como tenderse, la Guardia los sorprende. Ahí mueren Luis Delgadillo
y “Emiliano”, y se pierde el resto.

Después de eso, una parte de los pobladores ya rendidos, muertos de


hambre, afligidos, dicen que van a tratar de regresar al pueblo, que ellos
son de ahí. No los pudimos detener y regresan, pero la Guardia los apresa y
los asesina.

Dorotea: A los días, la Guardia los agarra vivos, agarra a los hijos de don
Justo, de Rosita, y nosotros pudimos escuchar el tiroteo cuando los
masacraron. Ahí fue la masacre de los estudiantes. Ese lugar se llama La
Rampla12.

David: Como sesenta compañeros murieron, según oí después.

Dorotea: En estos combates cae Luis Delgadillo, hermano de una monjita


de La Asunción que presta servicio en Diriamba, creo que se llama Miriam
Delgadillo, que llegó después a buscar sus restos.

Mónica: Nos llamó una compañera que vive en Managua pero que es
originaria de Siuna13. Dice que la masacre fue el 6 de junio y que murieron
cincuenta y ocho compañeros, entre otros, hermanos como Gilberto
Romero, Francisco Sáenz, Miguel y Migdonio Alvarado. Ella se acordó de
cuatro, pero realmente una masacre de cincuenta y ocho compañeros tiene
que ser un evento sobre el cual se escriba todo un libro para que no quede
en el olvido.

René: Después de Las Minas, prácticamente se combatía todos los días; a


veces hasta dos veces al día, entonces teníamos un grupo atrás, de
contención, buscando como salvar la vida de todo ese montón de
muchachos. Seguimos montaña adentro.

Mónica: El sábado pasado anunciamos que ustedes vendrían hoy y les


mandaron una cartita que me gustaría leerles:

21
Aprovecho la oportunidad para saludarles a usted y sus
invitados, el Comandante René Vivas con cariño a la morenita
Dorotea. A los héroes un poco olvidados de la Mina Rosita.
¿Cómo olvidar aquel 28 de mayo y aquel 6 de junio de 1979? Me
preparaba para asistir al colegio a las seis de la mañana.
Recuerdo a la Brigada Pablo Úbeda, entre algunos de sus
miembros, a “Rufo”, al Comandante René Vivas, a Terencio 14, a
“Úrsula” con su UZI en mano. Mi saludo adonde se encuentren a
ellos y a “Emiliano”, que fuera asesinado en La Rampla por la
tenebrosa Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI),
junto a los jóvenes que fueron torturados y masacrados, como
Lucía Montoya Zeledón, El Moreno Jorge, Crachi, Cucho y otros,
por la memoria de Celso, el compañero que cayó en combate en
la segunda entrada a Rosita, cuyo cuerpo quedó sepultado a la
orilla de la cancha.

Dorotea: Todos ellos son compañeros de Las Minas: los Montenegro,


grandes colaboradores del lado de Negrowás, de esa zona donde cayó
posteriormente Evaristo Vásquez, un compañero de origen panameño que
había venido con “Modesto” en el avión. Después él fue jefe militar del
triángulo minero y cayó en una emboscada de la contra.

René: Después de la masacre, la población quedó enfurecida y dispuesta a


integrarse a la lucha. Nosotros permanecimos en los alrededores y
comenzamos a ser los que buscábamos a la Guardia. Con la fuerza que
acumulamos, nos tomamos nuevamente Las Minas y controlamos ese
territorio. En Siuna había doscientos guardias que se entregaron toditos. Ahí
recuperamos las armas y controlamos todo el territorio. Los jefes de los
grupos eran David Blanco, Manuel Calderón, Salvador Muñoz “Filemón” y
yo15.

Después de la toma de Siuna tomamos una decisión Manuel y yo con otros


diecisiete irresponsables, porque se necesita ser irresponsable para
tomarnos unos camiones de Las Minas y marchar sobre Puerto Cabezas, sin
tener ni idea de cuántos guardias había ahí. Algunos decían que nos
fuéramos hacia Matagalpa, pero pensamos que ya no tenía sentido.
Nosotros pensamos, ¿qué vamos a ir a hacer al Pacífico, si ahí sobra gente?
Nosotros hemos estado en esta zona del Atlántico, la conocemos más. Ya
prácticamente estaba controlado todo lo que era Waslala, Siuna, Rosita,
Bonanza, Prinzapolka, todas las comarcas y todos los ríos.

David: Después de la toma de Las Minas, nosotros salimos hacia Musawás,


el palenque de los Sumus, buscando Raití.

22
Dorotea: Después de eso, nosotros vamos con David, llegamos hasta el
Río Coco, buscando Honduras. Incluso una parte de la gente fue a explorar
el lado de Honduras. Cuando se da el 19 de julio, nosotros estábamos Río
Coco arriba, cuando David oye por Radio Reloj de Costa Rica del triunfo.
Bajamos sobre el río en cayucos hacia Waspán, pero ya los guardias se
habían ido. Nosotros bajamos hacia Puerto Cabezas a pie, pero René iba
hacia allá en camiones.

René: Yo personalmente estaba en la toma de Puerto Cabezas como el 15


de julio, y la Guardia se había ido. Al día siguiente salí para Waspán en los
camiones, y la Guardia se había cruzado a Honduras. En todos esos lados
dejábamos armada a la gente. Al regresar a Puerto, escuchamos que
Somoza se había ido. Como a los dos días, después del 19 de julio, me logro
comunicar con “Modesto”, y me dice: –Andate para Bluefields, que hay unos
vergueos horribles. Nosotros nos vamos con varios, Edgard Vílchez y Leana
Benavides, que acababan de llegar a Puerto, y no sé con cuántos
insensatos más, nos montamos en un avión y nos vamos para Bluefields a
ver qué pasa. David llegó a Managua hasta en agosto 16. No me acuerdo,
pero cuando llegamos a Bluefields encontramos un cachimbeo complicado,
pero por otras cosas. Había gente de la Brigada Simón Bolívar.

Mónica: Para finalizar, les pido un breve mensaje para los oyentes.

David: Se hizo una Revolución, no se pudo hacer lo que pensábamos,


desgraciadamente hubo muchos enemigos. Desde un primer momento, al
gobierno norteamericano no le gustó esta Revolución y gastamos muchos
recursos para defenderla. Creo firmemente que la Revolución Sandinista ha
sido el acontecimiento más grande de este siglo, ha sido un cambio grande
donde prácticamente fue el pueblo el que se alzó contra toda la injusticia y
todos los desmanes de la dictadura somocista para tener un gobierno mejor
y más humano.

Hago un llamado a todos los jóvenes a reflexionar y ver hacia adelante y


decirles que el futuro de Nicaragua tiene que ser un gobierno humanista, un
gobierno por todos los pobres y no por los poderosos. Creo que el futuro
pertenece a la justicia, a la paz y a la democracia.

René: Yo creo, que las banderas de la Revolución siguen siendo vigentes.


Aquello que llevó a todos estos miles de nicaragüenses a la lucha, un ideal
de justicia, de combatir las violentas desigualdades sociales, la riqueza en
manos de cuatro pelagatos, una sociedad excluyente para las grandes
mayorías, un pueblo analfabeta, abandonado, con pobrísimos niveles de
vida y sin salud ni educación. Lamentablemente, esas cosas la Revolución
no logró resolverlas, porque en diez años no era posible, y en diez años de
neoliberalismo estamos regresando a situaciones muy parecidas a la época
de Somoza. En otras condiciones políticas, pero similares condiciones

23
sociales y económicas, las banderas siguen vigentes, y por tanto, debemos
continuar.

Quiero expresar nuestro reconocimiento y cariño a los compañeros que


cayeron en la montaña: Carlos Agüero, Rufo Marín, Aurelio Carrasco,
Martiniano Aguilar y no los menciono a todos porque es realmente
imposible, gente extraordinaria, compañeros valiosísimos. También quiero,
con brevísimas palabras, reconocer a quien funcionó como jefe de todo eso,
al Comandante Henry Ruiz Hernández “Modesto”, quien estuvo al frente
desde los años setenta, y al cual nosotros obligamos a bajar, él no quería
abandonar el lugar donde estuvo trabajando. Nosotros no hemos hecho
mucha alharaca de nuestras modestas acciones militares, pero realmente la
montaña fue una escuela de formación.

Debemos reconocer, por lo tanto, sobre todo a los que cayeron, a los que
dieron sus vidas y que permitieron que posteriormente, en1977, el Frente
fuera capaz de pasar de la clandestinidad de las montañas, a las ciudades y
a la lucha insurreccional.

Mónica: Definitivamente no hubiera podido haber un 19 de julio sin la


montaña. Y eso es muy importante.

Dorotea: Y tampoco sin la participación de las mujeres. Yo quiero,


realmente en honor a los mártires de La Rampla y a los compañeros
mineros, rescatar la solidaridad, la ternura y el amor que nos unió y que nos
hizo posible derrocar a la dictadura. Creo que todo esto es muy importante
porque estamos retomando, construyendo y reconociendo aquellos valores,
aquellos principios de solidaridad, de unidad y de compañerismo, porque
fue una lucha inclaudicable.

14 de agosto de 1999

COMENTARIOS DE LOS LECTORES

24
1 Victoriano Arteaga era mandador de la hacienda San Carlos, de Chale Montealegre, en la
zona de la Villa Salvadorita (hoy 15 de julio) durante el auge algodonero; y se involucró con
movimientos campesinos que lucharon por las tierras de Tonalá, Sirama y Rancherías.

“(...) Los campesinos asesinados ese día eran trabajadores de la hacienda San Carlos
que estaban presentes en el momento del asesinato de mi padre por parte de un guardia:
Cayetano Urey, tractorista, Eduardo Flores, bodeguero, Eduardo Urey, jornalero cargaron el
cadáver de mi padre manchándose de sangre; una patrulla de la Guardia se percató de eso y
los siguió por la carretera al Guasaule, los alcanzaron y los asesinaron, luego les dieron fuego y
los botaron en los zanjones de Posoltega”. (Testimonio de Victoriano Arteaga Núñez en El
Nuevo Diario, 2 de noviembre del 2007).

2 Los CIVES (Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio Electoral) fue una
organización creada por los Conservadores. Uno de los impulsores fue Pedro Joaquín Chamorro
Cardenal, para realizar acciones de protesta contra el somocismo. Eran grupos de jóvenes que
se manifestaban con beligerancia.

© Onofre Guevara: Los CIVES eran una organización juvenil anti somocista. Su principal
líder era Julio Cardoza quien apareció después como ministro del trabajo y luego ocupó otros
cargos en los gobiernos de Somoza Debayle; vive en Miami desde los 80 y estuvo escribiendo
casi semanalmente en El Nuevo Diario, pero no sé si por coincidencia, dejó de escribir desde
cuando en un artículo recordé su “hazaña”, aunque sin mencionarlo.

3 Daniel Convendit, famoso líder de Mayo del 68, en París.

4 Las Minas: Rosita, Siuna y Bonanza, enclave minero de compañías norteamericanas.

5 La compartimentación era un principio operativo de la organización clandestina. Cada unidad


se mantenía separada o estructurada en compartimentos; no debía tener información de las
otras unidades. De esa manera, si una unidad era reprimida, las otras quedaban resguardadas
por el secreto.

6 Patricio Argüello Ryan, junto a Laila Khalid, participaron en un fallido intento de secuestro de
un avión de El Al, la línea aérea israelita, después de despegar de Ámsterdam. El operativo
fracasó y fueron heridos por guardias armados israelíes que viajaban dentro de la aeronave.
Cuando el aparato aterrizó en el aeropuerto de Londres, Leila Khaled fue llevada a la comisaría
de Policía, y retenida durante veintiocho días, hasta su liberación en un intercambio de
rehenes. Patricio fue dado como baja, pues estando herido y atado, miembros de la seguridad
israelí lo golpearon brutalmente, y luego lo ejecutaron con disparos a sangre fría. (Datos de la
página web, Sandino Vive).

En la Cronología Veintitrés Años de Lucha Sandinista, publicada por el Instituto de


Estudio del Sandinismo en 1981, se afirma que después del asesinato de Patricio, se realizó
otro secuestro aéreo en el que participó Juan José Quezada, y lograron la liberación de la
guerrillera palestina y la devolución del cadáver de Patricio Argüello Ryan.

7 Casa de Magnus Bervis, en Sutiava, León, a la que le decían El Fuerte.

8 Se refiere al sacerdote capuchino Teodoro Nieaus, conocido como Padre Teo, quien hacía
trabajo en esa zona.

9 Caen Orlando Castellón “Casimiro” y Aquiles Reyes Luna.

10 Columna Bonifacio Montoya, conocida como La Bacho, bajo el mando de Omar Cabezas.
Opera en el norte; construye la Ruta Sandino que logra llegar hasta el noroeste de San José de
Bocay, propiamente a orillas del Río La Golondrina.

11 Se refiere a la presa hidroeléctrica El Salto, que abastece de energía a la mina.

12 La Rampla es una comunidad perteneciente al municipio de Siuna.


13 Esta llamada telefónica al programa Entre Todos fue el 10 de julio de 1999.

14 Terencio es un compañero campesino de Unión Labú, de apellido López. “Úrsula” es


Adelaida González, una de las Misioneras de Cristo que se incorporaron a la lucha guerrillera,
que usaba una Sub-ametralladora UZI. (Explicación posterior de Dorotea).

15 El 6 de julio se toman Bonanza y luego atacan Rosita y Siuna, y quedan liberados estos
territorios.

16 David Blanco fue al acto en donde le impusieron el grado de Comandante Guerrillero. Luego
participó en la misión del rescate de los restos de Carlos Fonseca.
No habría 19 de julio sin la montaña
David Blanco, Dorotea Wilson y René Vivas

David Blanco Núñez nace en El Viejo, Chinandega, el 3 de marzo de 1949. Estudia magisterio en la
Escuela Normal de Jinotepe, bachillerato en el Instituto de El Viejo e inicia estudios de Agricultura. Sus
primeros contactos fueron Chicho Zepeda y Germán Pomares. En 1972 pasa a la clandestinidad y después
de recibir entrenamiento en Cuba, se integra a la Columna Pablo Úbeda en la montaña, donde llegó a ser
segundo al mando. Recibe la distinción de Comandante Guerrillero en 1979. Fue el primer Jefe de la
Policía Sandinista y miembro del alto mando del Ministerio del Interior. En 1990 fue diputado y a la fecha
de esta entrevista, vive de su trabajo como mediano agricultor.

**
De padre obrero y madre ama de casa, Dorotea Wilson Thatum nace en Siuna el 15 de septiembre de 1948.
Sus primeros estudios los realiza en el Colegio Santa Inés de Maryknoll, en su pueblo natal. Estudia
Magisterio y Psicología en Puerto Cabezas y Bluefields. Ingresa en la orden religiosa Carmelita y presta
sus servicios en la zona central del país: Siuna, Bonanza y Rosita.
En esa zona de Las Minas del Atlántico colabora con la guerrilla y en 1975 se incorpora como militante.
En los años ochenta deja los hábitos y ocupa responsabilidades en los equipos partidarios, en la Delegación
de la Presidencia y en las organizaciones de mujeres en el Caribe Norte, y como diputada en el Consejo
de Estado. Miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional en1994. A la
fecha, trabaja en las organizaciones feministas y por las minorías étnicas.

**
René Vivas nace el 30 de agosto de 1949 en Granada en una familia adinerada. Se bachillera en el Colegio
Centroamérica. En 1967 se marcha para la República Federal de Alemania, donde estudia Química por
cuatro años. Estando en ese país se integra al FSLN en 1971 y después de recibir entrenamiento militar en
Palestina, regresa a Nicaragua en 1972. Trabaja un tiempo en las estructuras urbanas y pasa a la montaña
en 1974, donde forma parte de la Brigada Pablo Úbeda hasta el triunfo de la Revolución. Se le otorga el
grado de Comandante Guerrillero en 1979 y es nombrado Vice-Ministro del Interior y posteriormente Jefe
Nacional de la Policía Sandinista, ocupando esa responsabilidad durante los primeros años del gobierno
de Violeta Barrios. Pasa a ser miembro de la Dirección Nacional en 1994, e integra entonces la corriente
Izquierda Democrática. A la fecha, tiene posiciones críticas a la conducción del FSLN. Es abogado y
notario.

Después de los intentos de rearmar la guerrilla de Zinica y de la represión contra los


colaboradores campesinos, la reinstalación de grupos guerrilleros se hizo dentro de la
estrategia de acumulación con métodos silenciosos y sin confrontarse con la Guardia
Nacional. No obstante, la guerrilla fue vigorizándose de manera real hasta llegar a
constituirse en una fuerza capaz de enfrentarse a la GN. La Brigada Pablo Úbeda era el
tronco guerrillero del que se dislocaron luego otras estructuras que operaron en la montaña o
en el entorno de ésta.
Algunas unidades llegaron a constituirse con su nombre como la Aurelio Carrasco o
la Bonifacio Montoya. Desde 1971, Henry Ruiz “Modesto” estaba a cargo de todo el trabajo
guerrillero de la montaña. La operación Diciembre Victorioso fue la campanada de arranque
de una ofensiva en la montaña, que se expresó en varias operaciones militarmente exitosas,
desarrolladas a principios de 1975. La respuesta represiva del enemigo se dio en medio de
diferencias en los mandos de la guerrilla, en torno a la necesidad de operar ofensivamente o
de esperar un mejor momento.
El ejército de Somoza desplegó un plan de contrainsurgencia para quitar la base social a la
guerrilla. Familias enteras fueron desaparecidas, los prisioneros eran torturados y lanzados
desde helicópteros cuando se negaban a hablar; muchos fueron obligados a agruparse
alrededor de los campamentos de la Guardia, como los de Waslala y Río Blanco.
Todo esto obligó a los grupos guerrilleros a internarse cada vez más en la profundidad de la
montaña, separándose de la base social campesina y sufriendo los rigores del aislamiento, la
pérdida de la retaguardia y de la fluidez en las comunicaciones, tanto entre las unidades como
con los mandos de la ciudad.
En harapos, descalzos, sin armas o con algunas ya sarrosas, sin medios de comunicación, sin
alimentos ni medicinas, con lepra de montaña, con hambre de muchos días, mientras algunos
grupos dispersos buscaron contacto en las ciudades o en Honduras, la columna central se
movió hacia la región minera y terminó impulsando las insurrecciones de los poblados del
Caribe Norte. De esta fase nos hablan David Blanco, Dorotea Wilson y René Vivas.
Mónica: La primera interrogante a mis invitados siempre es ¿cómo se integraron a la lucha?
Esto lo considero vital porque es un indicador claro de cómo llegaron las ideas
revolucionarias a los actores de esta gesta. Dice mucho del contexto, de las condiciones en
que se libró la lucha, de los hechos y reflexiones motivadores. Eso es parte fundamental de
la historia.
David: Yo soy viejano, y algo que incidió en tomar partido político, fueron algunos hechos
que sucedieron en mi pueblo natal El Viejo. Un tío político, Victoriano Arteaga, quizás la
figura de oposición más relevante del departamento de Chinandega, fue asesinado por un
guardia, el esbirro Juan Ángel López1. Quizás recuerden en los años 70, el famoso Zanjón de
Posoltega, donde fueron a tirar los cuerpos de varios campesinos trabajadores de la Hacienda
San Carlos. Victoriano Arteaga fue como hermano de crianza de mi padre, casado con una
hermana de mi mamá. Tuvo un hijo que se integró con Jacinto Baca y murió por el Frente
Sandinista en 1973, Manrique Arteaga Núñez era su nombre.
Mónica: Tengo muy presente a este compañero, porque yo lo vi muerto a una cuadra de mi
casa, cuando lo persiguen después del asalto a la Pepsi en León, el 22 de junio de 1973. En
este operativo participamos también Pedro Aráuz, Oscar Pérezcassar y yo. Habíamos pasado
la información de que ahí se manejaba dinero. A mí me encargan vigilar el objetivo porque
quedaba casi frente a mi casa. Para mí fue un trauma ver al compañero desangrado y muerto
sobre la calle, y no poder decir que no era un ladrón, sino un combatiente sandinista.
David: Otro hecho relevante para definir mi compromiso fueron los ultrajes que sufrió Doris
Tijerino, y su denuncia desde la cárcel. Eso me impactó, y en ese momento hubo un
movimiento estudiantil en la secundaria donde tomamos algunas iniciativas de repudio al
hecho.
Antes anduve en el Partido Conservador, en un grupo juvenil que se denominaba CIVES 2.
Estudiaba en la Escuela Normal de Jinotepe, de donde salíamos a hacer acciones clandestinas
unos treinta jóvenes jefeados por Francisco Quezada. Nos reuníamos en casa de unos
adinerados, tanto de Diriamba como de Jinotepe, y algunos de ellos habían participado en el
Movimiento 11 de noviembre©.
Mónica: David, contanos de tu experiencia en la montaña, después del entrenamiento en
Cuba.
David: Entro a la montaña en 1973, después de la muerte de Ricardo Morales Avilés y de
Oscar Turcios. Voy con el compañero Serafín García, de los pocos sobrevivientes de esta
etapa. René Vivas estaba semi-legal y es quien me traslada hasta Sébaco. Allí somos
recibidos por el compañero Adrián Molina, un fuerte cafetalero, dueño de la finca El
Escambray, hacia donde nos lleva, y que prácticamente era el trampolín hacia la periferia
montañosa.
Mónica: ¿Nunca la descubrió la Guardia?
David: ¡Cómo no! La descubrió en 1974, cuando cayó preso todo el grupo de Daniel Núñez,
creo que a raíz del asalto al banco de Abisinia. Del Escambray, partimos al centro montañoso
con Víctor Tirado López y Filemón Rivera, hermano de Francisco Rivera, hasta San Antonio
de Kuskawás, y ahí quedé unos tres meses bajo las órdenes de Jacinto Hernández, un
compañero suplente de la Dirección Nacional. Era un extraordinario dirigente campesino que
posteriormente perdimos. Cuando entré a la montaña, el grupo era bastante reducido. No iba
con la idea de encontrar mucha gente, pero el grupito me impactó.
Mónica: ¿Cuántos eran?
David: Como diez o doce, dislocados en diferentes comarcas. Estaban “Modesto”, que era
el Jefe; José Valdivia, René Tejada Peralta y Francisco Rivera. Posteriormente llegaron
algunos viejanos como Manuel Gabriel Franco. El trabajo era fundamentalmente de
naturaleza política, ya existía el embrión de la Columna Pablo Úbeda más al centro de la
montaña, bajo la responsabilidad de Carlos Agüero Echeverría, como encargado de la
preparación de operaciones. Después de tres meses en las zonas pobladas, me pasan bajo su
mando.
Mónica: Es decir que la primera parte del trabajo era en los poblados.
David: Así es. En todas las comarcas había un responsable sandinista haciendo un trabajo
político, en el que las personas claves para reclutar eran el Delegado de la Palabra y el Juez
de Mesta. Una vez reclutados estos dos, teníamos asegurado un sustancioso apoyo político
en la comarca.
René: Mi caso es igual al de muchos jóvenes de mi generación que siguieron este camino,
era la única forma de poder derrocar a la dictadura somocista y sus secuelas. Aunque mis
padres eran de una familia acomodada, mi familia era anti-somocista. Recuerdo que de niño,
en nuestra familia, un par de veces vimos salir a mi padre culateado por el General Nicolás
Valle Salinas, en calzoncillo en la calle, ni siquiera le daban chance de vestirse.
Mónica: Y eso que los conservadores hacían oposición cívica. ¿Fue ése el caso de tu papá?
René: Sí. En el caso de mi papá, la última carceleada que le dieron fue como de casi cuatro
meses, en La Aviación, a raíz del Movimiento de Olama y Mollejones.
Mónica: ¿Él se involucró en ese movimiento?
René: Sí, se suponía que estaba en lo que ellos llamaban el Frente Interno, la resistencia
interna. Por supuesto que se lo levantaron a los pocos días, porque llegó a una farmacia a
convencer a un somocista para que se sumara a la huelga por el movimiento armado de Pedro
Joaquín, y más bien lo denunció, y lo llegaron a traer dos horas después con lujo de violencia.
Y lo metieron a la cárcel.
La dictadura era arbitraria. Cuando se dio el ajusticiamiento de Somoza, se llevaron presa a
toda mi familia, todos mis tíos estuvieron presos. La dictadura no hacía muchas diferencias.
Si no eras somocista, eras enemigo, acordate de las famosas tres P de Somoza: plata para los
amigos, palo para los indecisos y plomo para los enemigos Ese fue el ambiente en que
crecieron nuestras generaciones. Pero yo me fui de Nicaragua bien joven, al bachillerarme, a
los diecisiete años.
Al llegar a Europa, entré en contacto de forma natural con el movimiento de izquierda
europeo, particularmente el de Alemania, que era bien fuerte en esa época. Acordémonos de
los Convendit3 en Francia, en 1968, y de todo el movimiento anti-autoritario en Alemania,
que por cierto era fuertísimo en las universidades.
Esa era una tendencia de toda la juventud, particularmente estudiantil europea. Ahí
comenzamos con grupos de jóvenes estudiantes alemanes y de otras nacionalidades. De
casualidad fuimos descubriendo varios nicas que vivían en Europa, y poco a poco
comenzamos a juntarnos y a platicar, de ahí tomamos la decisión de buscar contacto con el
Frente Sandinista. En Berlín estábamos Enrique Schmidt, Eduardo Contreras y yo; el grupo
principal estaba en la Universidad Patricio Lumumba, en Moscú. Obviamente con ellos no
teníamos relación, pero por medio de Jacobo Marcos, el médico, quien estudiaba en Londres
y acababa de estar en Nicaragua, nos enteramos de que habían salido de la cárcel René Núñez
y Hugo Mejía.
Un día se nos ocurrió decirle a Jacobo que aquí estábamos nosotros y que queríamos acción.
En efecto, se hizo el contacto. Curiosamente el enlace que nos pusieron en Europa fue el
doctor Francisco Rosales Argüello, “Chicón”, hermano de Oscar Danilo, caído en Pancasán.
Chicón Rosales era miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista.
En un viaje que hizo Oscar Turcios a la Universidad Patricio Lumumba, se contactó con los
compañeros que estaban ahí: René Tejada, José Valdivia, Leticia Herrera y otros. Me acuerdo
que había un grupo en el que estaban como ocho compañeros, entonces “El Ronco” Oscar
Turcios nos puso en contacto con ellos. Éramos once ahí, Patricio Argüello Ryan estaba en
Europa Oriental; Eduardo Contreras, Enrique Schmidt, Jacobo Marcos y yo, en la parte
occidental, y después estaban los otros seis compañeros que estudiaban en la Lumumba; “los
lumumbeños”, como decíamos nosotros, “los moscovitas” y el resto, nos reunimos todos en
Francia. En Europa tomamos la decisión de incorporarnos al Frente Sandinista. La primera
tarea fue buscar entrenamiento, y fuimos a parar a Palestina.
Mónica: Dorotea, ¿y a vos quién te reclutó?
Dorotea: A mí me reclutó directamente Henry Ruiz “Modesto”.
Mónica: Quiere decir que a los militantes clandestinos les daban información sobre personas
importantes que mostraban inquietudes y conciencia. Se organizaba la reunión, como hizo
muchas veces Carlos Fonseca, con intelectuales y dirigentes de movimientos. ¿Así fue?
Dorotea: Así fue. Los campesinos colaboradores, algunos jueces de mesta y líderes de la
palabra, llegaban y decían: –Madre Dorotea o hermana, nosotros queremos platicar con usted.
Tenemos unos compañeros que están necesitando de comunicación, queremos informar lo
que está pasando y queremos que usted vaya a platicar con ellos. Entonces “Modesto” me
habló. En aquel tiempo fue muy importante la comunicación y la colaboración en ese sector,
fue fundamental para la toma de Las Minas el 28 de mayo de 1979.
Mónica: Antes de hablar de la toma de Las Minas4, decime, ¿a vos qué te motivó a
incorporarte? Ya hemos explicado el rol de los cambios en la Iglesia Católica después del
Concilio Vaticano II, pero en tu caso, comentanos todo lo que estuvo en tu entorno que te
motivó a involucrarte.
Dorotea: Quiero hablar de mi experiencia, de mis convicciones religiosas que me hicieron
tomar esa opción, que era la opción de los pobres, para las transformaciones profundas, para
tener una vida mejor. También quiero rescatar la solidaridad y el papel importante que
jugaron los religiosos y las religiosas durante estos años. En realidad, ya es una historia
construida, y lo que tenemos que hacer es rescatarla, como la de la Columna Pablo Úbeda en
el sector minero. Me acuerdo cuando vi por primera vez a David Blanco y a René Vivas
bajando de la montaña del lado de Matagalpa y de Jinotega, acercándose a Siuna, buscando
colaboradores, buscando información.
Se trasladaban de una comunidad a otra sin armas. Llegaban buscando el apoyo de los
campesinos mineros y la colaboración del sector religioso. Esto sucedió después de la muerte
de Carlos Fonseca. Estaban cercados, sin ropa, sin zapatos, las armas estaban todas sarrosas,
no tenían tiros; tenían que hacer comunicación con el Pacífico, con los compañeros para
abastecerse. Requerían de recuperación de fuerzas, de energía, de espíritu para continuar,
porque la Guardia estaba cercando ya el sector minero y ya había información por dónde
estaban pasando ellos.
Mónica: Vamos ahora a continuar con René. Contanos de los entrenamientos, y de todas
esas peripecias para entrar a Nicaragua, después que vinieron ustedes de Palestina. ¿Qué
mujeres se entrenaron allá?
René: Estuve dos veces en Palestina. En la primera ocasión estuvimos Gloria Gabuardi y yo,
nosotros fuimos los primeros. Estuvimos en una base guerrillera con un grupo de estudiantes
europeos porque pertenecíamos a la solidaridad con los palestinos, y en esa calidad nos
invitaron a un grupo reducido que estábamos en Alemania. Después que nos organizamos en
Europa como Frente Sandinista, me toca mi segundo viaje y ahí el grupo éramos once, como
te decía. Iba Pedro Aráuz, Juan José Quezada, René Tejada, Denis Enrique Romero Zamorán,
Eduardo Contreras, Enrique Schmidt, Jacobo Marcos, Leticia Herrera, José Valdivia y yo.
Cuando terminamos el entrenamiento, ocurre la cosa más difícil de entender. Cómo a veces
se complican las cosas y sólo la voluntad hace que la gente continúe empeñada en la lucha.
¿Qué ocurrió? Se produjo una contradicción entre el jefe nuestro, Chicón Rosales, y el resto
de los miembros de la Dirección, porque Chicón no se quiere venir. El resto nos venimos en
distintos grupos, pero a algunos de nosotros no nos quieren recibir.
Mónica: ¿Consideraron que ustedes estaban contaminados?
René: Si, porque venimos de Europa contaminados de capitalismo, y hasta posibles
infiltrados de la CIA, y por algo nuestro jefe no nos había acompañado. Entonces René
Tejada y Valdivia entraron por su cuenta y los fueron a poner en la frontera de Honduras.
¡Los regresaron!
Mónica: ¿Los del Frente? ¿Quiénes eran, de manera concreta?
René: Sí, los del Frente. A Valdivia primero lo echaron preso en una casa de seguridad y de
ahí lo devolvieron a Honduras. El que hace esto es “El Ronco” Oscar Turcios. Hasta que
entran Pedro Aráuz y Juan José Quezada, que eran más respetados que nosotros, entonces
nos aceptan, casi como concediéndonos un favor. Juan José era karateca y tenía condiciones
físicas excelentes y además un gran corazón. Era un gran compañero.
Mónica: Ustedes se entrenan para venir a luchar con el Frente y el Frente no...
René: No nos quiere recibir. A mí me mandó a decir Oscar Turcios con Bayardo Arce, no sé
si se acordará Bayardo, si te quedás no estorbás, y si te vas no hacés falta. Por eso Enrique
Schmidt se regresó a Europa.
Mónica: ¿Y vos conociste a Patricio Argüello?
René: Nunca lo conocí porque estábamos compartimentados5 y como él fue a hacer la
operación con el avión6, no llegué a conocerlo directamente. Es de la primera tanda, pero no
estuvo con el grupito de los once, de los cuales sólo tres estamos vivos.
Lo que permite nuestra integración al Frente rápidamente, es la salida de Ricardo Morales de
la cárcel. Cuando Ricardo sale por fin, dijo que iba a hablar conmigo, y me mandó como
contacto a René Núñez. Me acuerdo de mi primer contacto, fue en una calle de Managua,
con un flaco en bicicleta, pues René era sumamente delgado. Después hablé con Ricardo y
le explicamos toda la odisea para regresar al país. Cada quien vino como quiso y como pudo.
A partir de ese momento, todos comenzamos a organizarnos.
Posteriormente conocí a Oscar “El Ronco”, y realmente cuando lo conocí me di cuenta que
era comprensible la óptica de ellos. No es lo mismo la clandestinidad aquí, el rigor de todos
los golpes que habían sufrido. Nosotros no entendíamos lo que estaba pasando. Después,
curiosamente, me tocó al revés, llevar al “Ronco” a las casas de seguridad, después que no
nos quería recibir.
Cuando ocurre el terremoto, acababa de llevar a Ricardo y al “Ronco” Turcios a una casa de
la Colonia Centroamérica. Nos habíamos despedido horas antes. El terremoto trastoca los
planes inmediatos, y tenemos que huir de Managua. Fuimos a alquilar una casita en Granada,
que está en un ganchito de camino. Ése fue prácticamente el Cuartel General del Frente
Sandinista, recién pasado el terremoto. La casa de Oscar con la familia de Roberto Huembes
“El Poderoso”, como le decíamos.
También llegaba Ricardo Morales. Esa casa la habíamos alquilado con Martha Lucía Cuadra,
y su colaboración fue muy importante. El terremoto deja muchas redes perdidas, contactos
perdidos. Se suspenden o se posponen traslados a la montaña para tratar de mejorar las
posibilidades urbanas que eran, te repito, eran esa casita y nada más, salvo El Fuerte, de
León7, que yo no conocí por razones de compartimentación. Posteriormente alquilamos una
casa en Nandaime, que es donde caen los compañeros Oscar Turcios, Jonathan González,
Ricardo Morales y Juan José Quezada.
Mónica: Dorotea, ¿cuál era la esencia del trabajo de ustedes?
Dorotea: Muchos religiosos y religiosas nos involucramos en el apoyo a la Columna Pablo
Úbeda. No fue fácil tomar la decisión, porque en el seno de la Congregación había muchas
contradicciones. La decisión tenía que ver con muchos principios, con muchos valores, y por
eso tuvimos que consultar con el sacerdote y con las otras religiosas para resolvernos de
forma colectiva.
Mónica: ¿Qué otras personas participaron?
Dorotea: Milcíades Díaz, Adelaida González y las misioneras de Cristo, Juanita Contreras y
Sandra Prince, de nacionalidad norteamericana, que también fue colaboradora. Todas esas
compañeras están vivas y siguen en el convento, siguen siendo religiosas, están con las
cooperativas y varias de ellas siguen colaborando. El trabajo concreto fue de comunicación,
colaboración, y de la toma de conciencia de tratar de poner en práctica lo que nosotras
creíamos. Eso era muy importante porque en la montaña veíamos la pobreza y la represión.
Una vez, cuando regresamos de una gira de un mes, no encontramos al Delegado de la
Palabra, ni a la esposa, ni a los niños, pero hallamos fosas comunes. El padre Gregorio
Smutko “Justiniano”, documentó una denuncia que se llamaba “¿Dónde están los
desaparecidos?”, que incluía una lista con cientos y cientos de nombres de campesinos
reprimidos por la dictadura.
Mónica: En realidad, la campaña se llamaba “¿Dónde están nuestros hermanos
campesinos?”. Esta denuncia se llevó a organismos internacionales.
Dorotea: “Justiniano” fue claro también en la colaboración. Cuando Adelaida cae presa,
“Justiniano” es el que va y habla con el Comandante de Siuna para liberarla, porque después
de la toma de Rosita hubo una gran redada. Recogieron a muchos estudiantes. Ahí estaba
Adán Silva con Adelaida González y Milcíades, y cayeron presos, después fueron llevados a
la cárcel en Siuna.
Mónica: William Ramírez nos relató que cuando se encontró perdido en la montaña, se
dirigió a Las Minas, y como no tenía contactos, parece que él no estaba al tanto de que ustedes
ya colaboraban, y decide arriesgarse presentándose donde el cura.
Dorotea: William llega a la Casa Cural en Siuna preguntando por Teodoro8, porque ya era
conocido la colaboración y el trabajo sistemático que hacía Teodoro en pro de los
campesinos. William llega solicitando que le cambiara un dinero, necesitaba sencillo porque
tenía que dar una ayuda o pagar al campesino que le ayudó a bajar de la montaña. Entonces
Teodoro le entrega cambio, y lo cura, porque William tenía una herida en el costado. Las
mismas monjas de la Divina Pastora que estaban allá, hicieron el trabajo. Luego Teodoro
saca a William y a Crescencio Rosales, y los traslada a Managua.
Después a mí me toca sacar a “Modesto” en la misma ruta. Nos vamos a Alamikamba, El
Gallo, bajando a Bluefields, y de aquí salimos hacia El Rama, a Managua. La colaboración
de las religiosas y todas estas compañeras y compañeros, fue bien importante, pues tenían un
compromiso muy fuerte, mirábamos que era una necesidad vital.
David: Que explique Dorotea cómo entraron las primeras armas a la montaña.
Dorotea: La primera misión que me encargan es venir a Managua a contactarme con Luis
Enrique Figueroa, en Bello Horizonte.
Mónica: ¿Vestías como monja?
Dorotea: Si. Vengo con velo, falda y blusa. Me dieron una contraseña para encontrarme con
Luis Enrique. Me pierdo y no llego a Bello Horizonte. Pero como William Ramírez ya había
bajado de la montaña, él me reconoce en la calle. Me llevó a una casa de seguridad, y por la
tarde logran contactarse con Luis Enrique. Le entrego la carta que traigo de “Modesto” y
espero unos dos o tres días para la carga, pues, yo tengo que regresar a Siuna con ella.
Me acuerdo que era diciembre y había Purísimas, y como se tenían que preparar los regalos
navideños, hicimos una caja envuelta con papel de regalo, y ahí estuvimos, empacando
fusiles FAL.
René: Había una convención de Franciscanos en Managua y todos esos curas iban a viajar a
Las Minas. Dorotea les pidió que la ayudaran a llevar regalos para los niños pobres. Las
armas iban en cajas de muñecas. Dijo que eran muñeconas.
Mónica: ¿Cómo llevaste esa carga?
Dorotea: Envuelta en papel de regalo. Pero la verdad es que llevo regalos, medicamentos y
tiros. Mira lo que me pasa: cuando llego a Siuna en el avión de Lanica, la carga era muy
pesada para la caja, y bajándome del avión se abre, se desfonda y en media pista salen todos
los tiros. Por ahí estaba Goyo, el padre Gregorio y Manuel Rodríguez, un médico colaborador
que estaba encargado de recibir la carga para trasladarla a su destino. La gente que estaba en
el aeropuerto me ve recogiéndolos. Llegan los chavalos y toda la gente me ayuda a recoger
las cosas y a meterlas en la caja. Era natural, porque en la casa nosotros vendíamos tiros 22
y de escopeta a los campesinos que iban a cazar. ¡Pero ésos eran tiros de FAL!
Mónica: ¿Y después llevaste armas largas?
Dorotea: Pues claro, fueron varias giras, varios viajes.
Mónica: ¿Hasta completar cuántos, David?
David: Cincuenta y cuatro fusiles FAL.
Dorotea: Yo salía más, tuve que hacer un viaje a Costa Rica, a Panamá, y también ahí se
tuvo que introducir radios de comunicación que los metí en el fondo de galones de pintura
Sherwin Williams, empacados en Panamá por Daniel Núñez.
David: Pero no fueron bien empacados y llegaron inservibles, pues toda la pintura se filtró.
Mónica: Pasando a otro tema, ¿cómo se dieron cuenta de la muerte de Carlos Fonseca?
David: Carlos Fonseca iba a llegar a Kiawas, al norte del Río Iyas, en la Comarca Sofana,
eso era pura selva, donde tendría una reunión de la Dirección Nacional para definir una
estrategia conjunta. Para entonces ya se había producido la división del FSLN en las tres
tendencias. Yo fui en diferentes oportunidades a esperarlo. Bajaba de la parte montañosa,
pero tenía que bajar a un lugar que le llamábamos El Garrobo, como a tres horas de Boca de
Piedra, junto a Hugo Torres y Roberto Calderón. Lo esperamos hasta el nueve de noviembre,
él cayó el siete en la noche.
Como no llegó, abandonamos el campamentito donde nos íbamos a encontrar con el
Comandante Fonseca para llevarlo a la profundidad de la montaña, el diez de noviembre. No
contábamos con radio de comunicaciones ni radio de transistores para escuchar noticias.
Llegamos al campamento dos días después, y ahí nos dimos cuenta. El que me dio la noticia
fue Carlos Agüero. Aparentemente la Guardia lo emboscó por la noche y se dio cuenta hasta
el día siguiente que era Carlos Fonseca, fue hasta entonces que lo vieron. Le cortaron las
manos. Yo supe las circunstancias en que lo hicieron porque llegué a la casa del hombre al
que la Guardia obligó a cortarle las manos a Carlos, y con mucho temor, nos dio alguna
colaboración. Le cortaron las manos con un machete, y después trasladaron los restos a
Dipina.

Cuando salió aquella foto de Novedades, con el titular “Descabezado el Frente Sandinista”,
pensamos que le habían cortado la cabeza, pero cuando fuimos a traer sus restos a Waslala
después del triunfo de la Revolución se constató que no fue así.
René: A Carlos se le fue a buscar por varios meses. Yo fui un par de veces. El sitio del
encuentro era un palencón donde en una de sus ramas se ponía un ganchito como señal de
que habían llegado. Cuando llegábamos, buscamos los ganchitos, si no estaban, nos teníamos
que retirar y volver cada seis horas, para volver a chequear. Salíamos uno u otro grupo en la
espera de la llegada de Carlos.
Leonardo Real Espinal había conocido a Carlos Fonseca en una de sus bajadas a la ciudad y
fachenteaba con eso. Contaba que lo que más le impresionaba de Carlos era la confianza con
que hablaba del triunfo. Me decía: –Yo no sé cómo Carlos asegura que vamos a ganar, si esta
mierda la veo jodida. Hablaba bellezas de Carlos.
Mónica: ¿Que pasó después de la muerte de Carlos Fonseca, cómo impactó eso a la Pablo
Úbeda?
René: Fui durante meses al campamento. En una de esas misiones que me mandaban con
“Evelio” Nelson Suárez a poner y quitar una horqueta, en el último viaje que hago, voy
entrando al campamento con “Evelio” y me encuentro a Carlos Agüero oyendo el radio y con
la cara desencajada. Yo pensé, quién sabe qué pasó, porque la cara que tenía era de muerto.
Lo saludo y me dice, mataron a “Agatón”. Y hasta entonces me dice que la misión que iba
yo a realizar era porque había que subir a “Agatón” al campamento. Era una misión repetitiva
que nunca supe para qué la hacía, ni “Evelio”. Carlos Agüero pasó todo el día pegado al
radio.
Comentario de la autora: Un mes después de la muerte de Carlos Fonseca, el 9 de diciembre
de 1976, en ausencia de “Modesto” y “Ródrigo”, que andan realizando una misión, por
primera vez hay un combate cerca del campamento central de la Brigada Pablo Úbeda, y
muere Rufo Marín. Mueven el campamento y dos meses después, el 9 de febrero es atacado
nuevamente. En el lugar llamado Aguas Calientes, cae Aurelio Carrasco. Al día siguiente, 10
de febrero, “Modesto” ordena una emboscada. Se combate con la Guardia sin bajas.

René: A principios de año se decide organizar un grupo selecto de combate para emprender
acciones ofensivas, porque estábamos sufriendo una represión fuertísima, y decidimos crear
la Columna Aurelio Carrasco, dirigida por Carlos Agüero.
Nosotros habíamos realizado otras jornadas ofensivas, por ejemplo, en diciembre de 1974 el
asalto al banco de Abisinia; luego, una jornada de ajusticiamiento que comienza con Santos
Peralta, en la hacienda El Porvenir, y otros Jueces de Mesta. En los primeros meses de 1975
también se dieron ataques a cuarteles. Pero después que cae Carlos Fonseca, la recién
creada Aurelio Carrasco realiza una emboscada, y desgraciadamente cae Carlos Agüero. En
el núcleo estaban William Ramírez, Hugo Torres, Manuel Calderón y diez compañeros más.
Comentario de la autora: Aunque en las cronologías oficiales se dice que Carlos Agüero
cae en el ataque al Cuartel de Río Blanco, se ha precisado que él cae el 7 de abril, jueves
santo, a eso de las 5 p.m., mientras se daba la primera y única acción de la Columna Aurelio
Carrasco, de la cual era jefe. La acción se llevó a efecto contra una patrulla de la Guardia
Nacional que se encontraba acampando en la capilla de San Isidro, comarca de Lisawé. (Ver
entrevista a Hugo Torres).

René: Después de eso, la columna queda realmente sin liderazgo, y en los meses sucesivos,
conjuntamente con la ofensiva de la Guardia, se desmoraliza. La Guardia logra desarticular
esa columna y muchos salen como pueden hacia Honduras; otros bajan, no sé cómo, a la
ciudad. William Ramírez logra salir para Siuna; matan a otros9, capturan a Ana Julia Guido
y nuevamente quedamos unos pocos, como diez, y otros que estaban en la
Columna Bonifacio Montoya.
Nosotros, que estábamos más adentro nos dividimos en dos grupos. Mientras David va más
adentro con los que les decíamos cariñosamente “gualdrapas”, a mí me mandan a El Naranjo,
junto a Serafín García “Pablo”. La zona era propiamente entre el lugar donde estaba la Bacho,
el Kilambé, y El Naranjo. Es una distancia enorme, pero el lugar donde vamos es un punto
intermedio.
Mónica: René, el 24 de agosto de 1977 cae Emir Cabezas y luego en octubre Nelson Suárez
y otros compañeros. ¿Cómo ocurrieron estos hechos?
René: Nos mandan a una misión de abastecimiento donde un señor que había contactado,
me parece que “Modesto”, que era Juez de Mesta. Parece que había pasado alguien por ahí y
el hombre se había mostrado dispuesto a apoyar. Era importante porque tenía bastante
abastecimiento en su tienda, era una zona donde no teníamos presencia y este hombre era un
finquero riquito. Esto es en el lado de Wina, Bocay, ahí es zona más poblada. Llego ahí con
Sabino, Teófilo, Emir “Angelito” y otros más. Nos hacen la operación tamal. ¿Me vende
arroz? Normalmente nos dicen: –Le voy a vender veinte libras, pero éste nos dejó comprar
hasta un quintal. ¿Frijoles?, igual; ¿latas?, ¡las que quieran! Nosotros alegrísimos.
Es más, nos dieron de comer, y tardábamos y tardábamos, de manera que cuando son como
las tres de la mañana, me chiveo, y digo: –Vamonós a la mierda. Y todavía “Angelito”, que
había perdido una pieza de una máquina de moler, y lo habíamos criticado al pobrecito por
esa pieza, él ve una máquina vieja ahí y le dice al hombre que si le vende la pieza, y el hombre
dice: –Llévese la máquina entera. Eso nos atrasó aún más. Y el hijueputa, mientras tanto, le
mandó a avisar a la Guardia. Y nos entretiene. Todavía cuando Sabino le pregunta por una
dirección donde salir, él nos mandó por una ruta en unos breñales espantosos. Pasamos horas,
como íbamos súper cargados, eso nos hizo caminar lento, fue un vía crucis.
Cuando caemos a la montaña limpia, paramos un rato para escuchar un mensaje de ésos que
nos mandaban por medio de La palomita mensajera. “Angelito” está al ladito mío y se retira
un poquito. En ese momento se armó una balacera. Lo que nos salva de caer masacrados a
todos es que nos detuvimos y teníamos los sacos en el suelo. Eso nos permitió corrernos
porque la balacera era infernal, y además, nos atacaron con helicópteros. Nos quedamos un
tiempo, escuchábamos los gritos de la Guardia, a trescientos metros oíamos los gritos de los
guardias que a pesar de todo, no se atrevían a entrar. Regresamos al lugar buscando a
“Angelito” pero no encontramos ni el cadáver.
Posteriormente se les pasó la cuenta al Juez de Mesta y al hijo, que eran los principales
responsables.
Nelson Suárez “Evelio” campesino de Yaoska, el mejor baqueano de la montaña, iba en
misión junto con Julio Avendaño “Teófilo”, bajando a Edgard Lang, quien tiene una hernia
y una mano herida, y a otro compañero, creo. A Edgard lo dejan en la carretera para que tome
un bus, y ellos se regresan. En ese regreso chocan con la Guardia y los matan a los dos.
Nosotros nos damos cuenta porque la Guardia siempre hacía alardes. Recuerdo cuando
“Modesto” se dio cuenta, le golpeó durísimo, pues además de que era su baqueano, le tenía
muchísimo cariño.
David: Después de la caída de Carlos Agüero, me dan la misión de trasladar compañeros
hacia el centro montañoso, lo que es el macizo de Saslaya. Había ancianos y familias enteras
que andaban con nosotros.
René: La misión de David realmente fue ingrata. Había que alivianar la guerrilla por la
represión de la Guardia, y andábamos muchos niños y viejitos. Entonces yo decido que para
poder operar requerimos una guerrilla que no cargue, que sea liviana, que no tenga que andar
protegiendo a esta gente. Pero a David Blanco le dan la tarea de ir a sobrevivir con ellos a
Saslaya, y se va con dos o tres compañeros. David era uno de los hombres más hábiles para
sobrevivir en el monte, y por eso le asignan esa misión.
Mónica: ¿De dónde te vino esa habilidad? ¿Es natural?
David: De mi extracción campesina y tengo facilidad en la orientación.
René: Era uno de los compañeros mejor dotados como jefe guerrillero. Realmente David era
el jefe después de Carlos Agüero, eso no se sabe ni se dice; y lo que pasa es que, como David
realmente era la persona que podía garantizar que toda esa gente no fuera asesinada, entonces
le toca a él esa tarea y también choca con la Guardia; se dispersan y después David se nos
pierde y aparece de nuevo por otro lado.
David Blanco tenía autoridad como uno de los compañeros con más habilidades guerrilleras,
eso te lo puede decir William Ramírez, Calderón, Hugo Torres y todos los que estuvimos
ahí.
David: Tuve que bajar a la ciudad, entré a Managua el 17 de octubre, para la muerte de Pedro
Aráuz. Tuve que bajar porque en la montaña no hicimos contacto y, además, gente de la
nuestra también se perdió en medio de los combates en la montaña. Estuve en León, donde
una colaboradora que se llama Aura Hernández.
En esa ocasión ocurrió algo que no se sabe, y es que yo anduve en el Palacio Nacional
levantando toda la información. Nosotros, con Bayardo Arce que estaba entonces de
responsable de la Tendencia GPP, hicimos el plan, yo visité el Palacio muchas veces con el
compañero “Frank”, Charles Quintana, quien ahora trabaja en seguridad personal.
La cosa es que hicimos una maqueta y armamos el plan. Más o menos el estimado de unos
veinte o veinticinco hombres bien entrenados militar y psicológicamente. Entre los
candidatos a integrar el Comando estaban William Ramírez, Mauricio Valenzuela, Ismael y
Oscar Lanuza, Carmen Bravo, la hija de doña Luz, que fue secretaria de “Chombito” Walter
Ferreti, y otros más.
Mónica: Entonces, ¿es verdad que la GPP tenía su plan?
David: Sí, pero luego yo salgo del plan, porque me ordenan que suba de inmediato a la
montaña a reforzarla. Eso es en julio de 1978. Para entonces, “Modesto” ya estaba en
Panamá. Habían llegado ya a acuerdos. Se me comunica que va a ser una operación conjunta,
y que va salir un comunicado dando a conocer la unidad.
Mónica: ¿Cuándo regresás de nuevo a la montaña?
David: El 13 de enero de 1978, después de la muerte de Pedro Joaquín Chamorro, salgo a
Matagalpa y ahí permanezco algún tiempo, llevando gente para la Bacho Montoya10.
Tenemos contacto con Camilo Ortega, que nos da medios, armas y dinero. Afincamos bien
a Omar Cabezas con hombres, armas y de ahí paso más al centro, es decir, a la zona donde
históricamente operamos nosotros, donde ya estaban Serafín García y Lumberto Campbell.
Más arriba está Salvador Muñoz, que está con René Vivas en los minerales, esperando para
llevarme a la zona de Las Minas.
Comentario de la autora: David vuelve a subir a la zona de operaciones de la
Columna Pablo Úbeda en julio de 1978. Para entonces había realizado varios viajes al
Kilambé, apoyando el traslado de hombres y armas a la Columna Bonifacio Montoya. De
la Bonifacio, parte hacia la zona donde se encontraba René Vivas, en los alrededores de Las
Minas, en una caminata que dura veintiséis días. (Conversación posterior con David Blanco).

Mónica: Entonces pudiera decirse que hasta esa época se siguió siempre trabajando en el
fortalecimiento de las unidades guerrilleras de la montaña, porque estás hablando ya de 1978.
David: Hay un respiro grande porque ya para ese entonces la presión es mucho menor, la
presión más grande que nosotros tenemos es antes que rompan fuego los Terceristas.
Los ataques de octubre de 1977 nos quitan presión, porque nosotros allá arriba habíamos
quedado en una situación muy débil y delicada; andábamos descalzos, en harapos, y algunos
bajamos a la ciudad a hacer contacto. Los ataques del norte, de los compañeros, nos dan un
respiro.
Mónica: ¿Cómo toman la decisión de irse para Las Minas y cuándo llegan?
René: “Modesto” logra encontrarnos en el Naranjo después de varios meses que no nos
mirábamos. Para la muerte de Pedro Joaquín, hacemos un análisis de la situación.
Nosotros apenas somos once en ese lugar. La represión en la zona ésa, donde operamos de
1973 a 1977, fue brutal. Estamos hablando de la zona de Matagalpa, Jinotega, Waslala, La
Dalia y Río Blanco. Los campesinos se bajaron, no había gente, no había población. Habían
ocurrido ejecuciones masivas, los campesinos eran tirados de los helicópteros. Entonces la
guerrilla así no sirve. ¿Qué hacíamos metidos en esos macizos montañosos? Aplicando el
concepto de las famosas “aldeas estratégicas” que usaron los gringos en Vietnam, la Guardia
obliga a los campesinos a bajar a Waslala y a La Dalia, donde eran totalmente controlados
por ellos a través de los jueces de mesta, entonces nos fuimos quedando prácticamente sin
contacto con la gente.
Ahí se plantea que hay que acercarse a la ciudad, buscar armas y recursos. Se decide casi por
votación democrática que “Modesto”, que no quería, bajara al Pacífico. La situación es tal,
que “Modesto” nos dice a todos que el que se quiera ir que se vaya, pero todos permanecimos
firmes, nadie se va. Pero decidimos que él baje con Sabino Aguilar.
En la reunión que hacemos después del 10 de enero, estaban “Modesto”, Victoria López
“Nora”, Serafín García, Salvador Muñoz “Filemón”, Sabino Aguilar “Filiberto”, Inés
Hernández “Pedrito”, dos campesinos y yo.
No recuerdo si estaba Manuel Calderón “Rufo”, porque creo que él se había perdido, y se
apareció todo hecho mierda hasta que estábamos en los minerales. David no estaba, porque
estando en el Saslaya, lo sorprende la Guardia moliendo pinol en una máquina que hacía un
ruido del carajo. Ahí los atacan y muere un campesino llamado Jacinto; se esparce toda la
gente y David pierde todos los contactos, por lo que decide bajar a la ciudad.
Escogemos la zona de los minerales porque ya teníamos presencia, aunque todavía débil,
pero la población está en su lugar. La decisión fue correcta, porque fue increíble cómo, en
cuestión de meses, de cuatro pelagatos que llegamos ahí en unas condiciones lamentables, al
cabo de ocho o diez meses teníamos armamento y sobre todo, mucha gente.
Hacemos una gran marcha que incluyó pasar por las calles de Siuna, pasando frente al
Comando con las armas metidas en sacos, pues no podíamos bordear Siuna porque
“Pedrito” se confundió y tuvimos que guiarnos por el movimiento y ruido de la planta
eléctrica, y cuando vimos es que estábamos en los putales de La Luz. Decidimos pasar
rápido, era como la una de la madrugada. Ahí llegamos a organizar en primer lugar la salida
de “Modesto” y el nuevo esfuerzo de la columna.
Cuando se dieron los movimientos insurreccionales de 1978, algo sabíamos de eso, y nos
preparamos para la toma de Siuna. Yo llego a Siuna de madrugada, vestido de mujer y
duermo dos noches en el convento, en el cuarto de la Dorotea. Y “Filemón”, que andaba
conmigo, lo mandé a que fuera al cine para vigilar el Comando. A la hora que tengo que salir
de ahí, el doctor Manuel Rodríguez, quien me debía buscar, no llega puntual, y le digo a la
monjita Juanita Contreras, usted se tiene que vestir de mujer normal y se va conmigo como
que vamos jalando. La monjita está aterrorizada, pero luego llegó el doctor Rodríguez, y le
reclamé su tardanza. La monjita feliz, porque su reputación no quedó en duda.
Ya después nos fortalecimos para la operación de la toma de Las Minas y el aterrizaje de un
avión con armas y combatientes.
Mónica: ¿Cómo se organiza la primera toma de las minas?
René: Para la toma de las minas el problema no era la gente, porque eso nos sobraba, sino el
armamento, porque era muy difícil llevarlo a la montaña. Entonces, en comunicación con
Henry Ruiz, se concibe una operación de desembarco aéreo en Bonanza, con un avión DC-6
de cuatro motores en el que va un comando como de setenta compañeros ya entrenados. Ahí
viene el Chino Vásquez y varios excelentes compañeros; algunos están vivos, otros cayeron
en la defensa de la Revolución. Esto estaba planeado para el 28 de mayo de 1979.
Nosotros compramos una finca que quedaba cerca de Rosita, y ahí preparamos todo el
operativo de los aviones. Todos los colaboradores tenían finquitas muy pequeñas y no
queríamos que cayeran. Compramos la finca para poder recibir a toda la gente, para agruparla
y preparar las acciones. Ahí fue llegando toda la nueva camada: “Blas”, “Emiliano”, Alberto
Jáenz “Alfredo”.
Analizamos que no bastaba asegurar Bonanza, porque existía la posibilidad de que le llegaran
refuerzos a la Guardia desde Siuna o Rosita. Entonces se tomó la decisión de tomarse Rosita
y Bonanza, simultáneamente, el mismo día. A “Rufo” Manuel Calderón le toca Rosita, con
un grupo de compañeros que nació en ese poblado. “Rufo” encontró a todos los guardias
durmiendo, así que se tomó ese pueblo en un segundo.
David y yo teníamos que garantizar el pueblo y la pista de Bonanza, que era donde aterrizaría
el avión. Lamentablemente, o tal vez afortunadamente, ese día había neblina y todos veíamos
que el avión hacía intentos desesperados por aterrizar entre la neblina, pero no podía. Y no
hubiera podido aunque no hubiese neblina. Si han tirado un DC-6 sobre la pista de Bonanza
con un mejor tiempo, se hubieran matado todos. Lo digo ahora que conozco bien la pista de
Bonanza, pues a pesar de que mandamos los datos con Dorotea, sobre el largo y ancho de la
pista, no sabíamos que ese aterrizaje no era posible porque Bonanza es un hoyo. Vinieron los
sabios, unos hombres que supuestamente sabían de eso, incluso fíjate que con un cura
anduvieron midiendo a pie, dando pasos y contándolos.
David: Sí, hay una loma de frente, ahí.
Dorotea: El avión regresa, porque intenta también caer en Siuna; sobrevuela Bonanza como
cuatro veces, y ya para entonces son las diez de la mañana. Nosotros empezamos a oír el
vuelo desde la seis de la mañana, intenta entrar a Siuna, pero no tienen las coordenadas ni la
información de Siuna, como las tenían en el caso de Bonanza. Entonces, imagínense que el
avión regresa de nuevo.
Mónica: ¿Y si hubiera aterrizado en Siuna?
Dorotea: Quién sabe si se hubieran salvado, porque Siuna no estaba tomada.
David: Ahí hicieron un intento, pero Henry Ruiz dice que la pista estaba obstaculizada.
Había barriles y obstáculos en el centro de la pista.
René: Es que la Guardia se espantó cuando vio el avión sobrevolando. Nosotros nos
tomamos simultáneamente Rosita y Bonanza.
Mónica: Yo te voy a decir que si hubieran podido aterrizar en Siuna, es decir, si no hubiera
habido obstáculos sobre la pista, seguro no hubieran tenido problemas para tomársela ¡con
setenta armados! Cuando dicen que se tomaron Rosita y Bonanza, ¿qué quiere decir? ¿Atacan
el cuartel y lo controlan?
René: Claro, tomamos los dos pueblos y cuando la población ve a la guerrilla en las calles,
los campesinos salen. Los primeros días pensamos que el avión volvería a tratar de llegar.
Fíjate que en una ocasión estamos “El Chele Emiliano” y yo a orillas de la pista, oímos un
ruido y pensamos que era el avión y los compañeros que habían regresado. Ya había luz y
estamos de pendejos en la cabecera de la pista; cuando en eso vemos que sale un humito, y
era un rocket lanzado por un avión push and pull y nos enterramos en un lodazal, en un
pantano. Se armó una balacera contra los benditos push and pull y se desaparecieron.
La toma duró unos días, hasta que consideramos que había que hacer la retirada. Y cuando
nos tenemos que retirar la gente dice: –Mire, el problema es que ya que nos manifestamos,
no nos podemos quedar en el pueblo porque nos mata la Guardia cuando ustedes se vayan.
Entonces le pregunto a David y me dice que tienen razón, los van a matar.
Entonces salimos como con doscientas personas desarmadas, sin abastecimiento, vestidos de
cualquier forma. Nos fuimos ordenando a la gente lo más que pudimos hacia Risco de Oro,
tratando de salvarle la vida a la gente. Iba un grupo adelante para ir abriendo brecha y en el
centro una cantidad de muchachos y muchachas jóvenes buscando como no fueran
asesinados.
Dorotea: René, pero hay que acordarse que en esa marcha, a los dos de la tarde ya teníamos
encima a los push and pull y la Guardia de Siuna salió a pie, caminando de Siuna para
emboscarnos en el camino hacia Risco de Oro. Más adelante, David lo que hizo fue
organizarnos y dividirnos. Recuerdo que un profesor del colegio, Adán Silva, iba con todos
sus alumnos.
Mónica: ¿Cómo se produce la masacre de La Rampla?
Dorotea: Se produce en Risco de Oro, cuando después que cruzamos El Salto11, David y
René se quedan, van todos a pie con doscientas personas. Se distribuyeron las armas que
había en pequeña cantidad.
Mónica: ¿Y no habían camiones en el pueblo? ¿Por qué no se movilizaron en camiones?
David: Nosotros nos movilizamos en los camiones para la toma de Las Minas.
Mónica: Es que te hago esta pregunta porque Julio Ramos dice que cuando la toma de Estelí
y todas esas actividades insurreccionales, la gente que venía de la montaña no tenía la
dinámica de que hay que tomarse camiones, sino que todo era a pie, que era parte de la
mentalidad de la montaña.
René: Eso no es así. Nosotros llegábamos en camiones a los objetivos, lo que no podíamos
hacer era acercamiento en camiones. Pero en cuanto a la toma de la mina, la primera misión
fue tomarse los camiones.
David: “Rufo” se nos pierde, era jefe de la retaguardia Se le da la misión de emboscar a la
Guardia. No pudo regresar al grupo y tiene que chocar varias veces con la Guardia, y la
marcha era complicada con los civiles. Después ya se encuentra de nuevo con René. Nosotros
íbamos hacia Risco de Oro, a una mina que se llama Dos Américas.
Dorotea: Entramos a Risco de Oro y David dice que podemos descansar. Habíamos
conseguido una vaca, había yuca, y nos pusimos a cocinar. Teníamos dos días de caminata,
había que descansar y dar de comer a unas doscientas personas. Cuando estábamos listos
para distribuir la alimentación, oímos el ataque de la Guardia que entró por el lado de la
comunidad El Dorado, que es la parte sur-este de Siuna, y nos atacan y comienza el tiroteo.
Dejamos la comida, dejamos todo y nos desparramamos, todo el mundo corrió donde se
podía, porque la mayoría no teníamos armas ni entrenamiento. Los estudiantes se dispersaron
y ahí se perdieron Adelaida “Úrsula” y Manuel Rodríguez “Goyo”.
Cae la noche y teníamos que seguir caminando; acampamos en la madrugada. Ahí nos dimos
cuenta que de las doscientas personas, había sólo como sesenta, el resto se perdió.
René: Después que perdemos contacto con la retaguardia a cargo de “Rufo”, organizamos
una mini retaguardia y ahí iban, “Emiliano”, un muchacho chele de Estelí, muy bueno, Luis
Delgadillo, Isaac, un campesino y unos siete más. Ellos tenían la misión de, por lo menos,
contener a la Guardia mientras nosotros avanzábamos con ese montón de civiles montaña
adentro. Y se produce un segundo vergueo porque, cuando ellos buscan como tenderse, la
Guardia los sorprende. Ahí mueren Luis Delgadillo y “Emiliano”, y se pierde el resto.
Después de eso, una parte de los pobladores ya rendidos, muertos de hambre, afligidos, dicen
que van a tratar de regresar al pueblo, que ellos son de ahí. No los pudimos detener y regresan,
pero la Guardia los apresa y los asesina.
Dorotea: A los días, la Guardia los agarra vivos, agarra a los hijos de don Justo, de Rosita,
y nosotros pudimos escuchar el tiroteo cuando los masacraron. Ahí fue la masacre de los
estudiantes. Ese lugar se llama La Rampla12.
David: Como sesenta compañeros murieron, según oí después.
Dorotea: En estos combates cae Luis Delgadillo, hermano de una monjita de La Asunción
que presta servicio en Diriamba, creo que se llama Miriam Delgadillo, que llegó después a
buscar sus restos.
Mónica: Nos llamó una compañera que vive en Managua pero que es originaria de Siuna13.
Dice que la masacre fue el 6 de junio y que murieron cincuenta y ocho compañeros, entre
otros, hermanos como Gilberto Romero, Francisco Sáenz, Miguel y Migdonio Alvarado. Ella
se acordó de cuatro, pero realmente una masacre de cincuenta y ocho compañeros tiene que
ser un evento sobre el cual se escriba todo un libro para que no quede en el olvido.
René: Después de Las Minas, prácticamente se combatía todos los días; a veces hasta dos
veces al día, entonces teníamos un grupo atrás, de contención, buscando como salvar la vida
de todo ese montón de muchachos. Seguimos montaña adentro.
Mónica: El sábado pasado anunciamos que ustedes vendrían hoy y les mandaron una cartita
que me gustaría leerles:
Aprovecho la oportunidad para saludarles a usted y sus invitados, el Comandante René Vivas con cariño
a la morenita Dorotea. A los héroes un poco olvidados de la Mina Rosita. ¿Cómo olvidar aquel 28 de mayo
y aquel 6 de junio de 1979? Me preparaba para asistir al colegio a las seis de la mañana. Recuerdo a la
Brigada Pablo Úbeda, entre algunos de sus miembros, a “Rufo”, al Comandante René Vivas, a Terencio14,
a “Úrsula” con su UZI en mano. Mi saludo adonde se encuentren a ellos y a “Emiliano”, que fuera
asesinado en La Rampla por la tenebrosa Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), junto a
los jóvenes que fueron torturados y masacrados, como Lucía Montoya Zeledón, El Moreno Jorge, Crachi,
Cucho y otros, por la memoria de Celso, el compañero que cayó en combate en la segunda entrada a
Rosita, cuyo cuerpo quedó sepultado a la orilla de la cancha.
Dorotea: Todos ellos son compañeros de Las Minas: los Montenegro, grandes colaboradores
del lado de Negrowás, de esa zona donde cayó posteriormente Evaristo Vásquez, un
compañero de origen panameño que había venido con “Modesto” en el avión. Después él fue
jefe militar del triángulo minero y cayó en una emboscada de la contra.
René: Después de la masacre, la población quedó enfurecida y dispuesta a integrarse a la
lucha. Nosotros permanecimos en los alrededores y comenzamos a ser los que buscábamos
a la Guardia. Con la fuerza que acumulamos, nos tomamos nuevamente Las Minas y
controlamos ese territorio. En Siuna había doscientos guardias que se entregaron toditos. Ahí
recuperamos las armas y controlamos todo el territorio. Los jefes de los grupos eran David
Blanco, Manuel Calderón, Salvador Muñoz “Filemón” y yo15.
Después de la toma de Siuna tomamos una decisión Manuel y yo con otros diecisiete
irresponsables, porque se necesita ser irresponsable para tomarnos unos camiones de Las
Minas y marchar sobre Puerto Cabezas, sin tener ni idea de cuántos guardias había ahí.
Algunos decían que nos fuéramos hacia Matagalpa, pero pensamos que ya no tenía sentido.
Nosotros pensamos, ¿qué vamos a ir a hacer al Pacífico, si ahí sobra gente? Nosotros hemos
estado en esta zona del Atlántico, la conocemos más. Ya prácticamente estaba controlado
todo lo que era Waslala, Siuna, Rosita, Bonanza, Prinzapolka, todas las comarcas y todos los
ríos.
David: Después de la toma de Las Minas, nosotros salimos hacia Musawás, el palenque de
los Sumus, buscando Raití.
Dorotea: Después de eso, nosotros vamos con David, llegamos hasta el Río Coco, buscando
Honduras. Incluso una parte de la gente fue a explorar el lado de Honduras. Cuando se da el
19 de julio, nosotros estábamos Río Coco arriba, cuando David oye por Radio Reloj de Costa
Rica del triunfo. Bajamos sobre el río en cayucos hacia Waspán, pero ya los guardias se
habían ido. Nosotros bajamos hacia Puerto Cabezas a pie, pero René iba hacia allá en
camiones.
René: Yo personalmente estaba en la toma de Puerto Cabezas como el 15 de julio, y la
Guardia se había ido. Al día siguiente salí para Waspán en los camiones, y la Guardia se
había cruzado a Honduras. En todos esos lados dejábamos armada a la gente. Al regresar a
Puerto, escuchamos que Somoza se había ido. Como a los dos días, después del 19 de julio,
me logro comunicar con “Modesto”, y me dice: –Andate para Bluefields, que hay unos
vergueos horribles. Nosotros nos vamos con varios, Edgard Vílchez y Leana Benavides, que
acababan de llegar a Puerto, y no sé con cuántos insensatos más, nos montamos en un avión
y nos vamos para Bluefields a ver qué pasa. David llegó a Managua hasta en agosto16. No me
acuerdo, pero cuando llegamos a Bluefields encontramos un cachimbeo complicado, pero
por otras cosas. Había gente de la Brigada Simón Bolívar.
Mónica: Para finalizar, les pido un breve mensaje para los oyentes.
David: Se hizo una Revolución, no se pudo hacer lo que pensábamos, desgraciadamente
hubo muchos enemigos. Desde un primer momento, al gobierno norteamericano no le gustó
esta Revolución y gastamos muchos recursos para defenderla. Creo firmemente que la
Revolución Sandinista ha sido el acontecimiento más grande de este siglo, ha sido un cambio
grande donde prácticamente fue el pueblo el que se alzó contra toda la injusticia y todos los
desmanes de la dictadura somocista para tener un gobierno mejor y más humano.
Hago un llamado a todos los jóvenes a reflexionar y ver hacia adelante y decirles que el futuro
de Nicaragua tiene que ser un gobierno humanista, un gobierno por todos los pobres y no por
los poderosos. Creo que el futuro pertenece a la justicia, a la paz y a la democracia.
René: Yo creo, que las banderas de la Revolución siguen siendo vigentes. Aquello que llevó
a todos estos miles de nicaragüenses a la lucha, un ideal de justicia, de combatir las violentas
desigualdades sociales, la riqueza en manos de cuatro pelagatos, una sociedad excluyente
para las grandes mayorías, un pueblo analfabeta, abandonado, con pobrísimos niveles de vida
y sin salud ni educación. Lamentablemente, esas cosas la Revolución no logró resolverlas,
porque en diez años no era posible, y en diez años de neoliberalismo estamos regresando a
situaciones muy parecidas a la época de Somoza. En otras condiciones políticas, pero
similares condiciones sociales y económicas, las banderas siguen vigentes, y por tanto,
debemos continuar.
Quiero expresar nuestro reconocimiento y cariño a los compañeros que cayeron en la
montaña: Carlos Agüero, Rufo Marín, Aurelio Carrasco, Martiniano Aguilar y no los
menciono a todos porque es realmente imposible, gente extraordinaria, compañeros
valiosísimos. También quiero, con brevísimas palabras, reconocer a quien funcionó como
jefe de todo eso, al Comandante Henry Ruiz Hernández “Modesto”, quien estuvo al frente
desde los años setenta, y al cual nosotros obligamos a bajar, él no quería abandonar el lugar
donde estuvo trabajando. Nosotros no hemos hecho mucha alharaca de nuestras modestas
acciones militares, pero realmente la montaña fue una escuela de formación.
Debemos reconocer, por lo tanto, sobre todo a los que cayeron, a los que dieron sus vidas y
que permitieron que posteriormente, en1977, el Frente fuera capaz de pasar de la
clandestinidad de las montañas, a las ciudades y a la lucha insurreccional.
Mónica: Definitivamente no hubiera podido haber un 19 de julio sin la montaña. Y eso es
muy importante.
Dorotea: Y tampoco sin la participación de las mujeres. Yo quiero, realmente en honor a los
mártires de La Rampla y a los compañeros mineros, rescatar la solidaridad, la ternura y el
amor que nos unió y que nos hizo posible derrocar a la dictadura. Creo que todo esto es muy
importante porque estamos retomando, construyendo y reconociendo aquellos valores,
aquellos principios de solidaridad, de unidad y de compañerismo, porque fue una lucha
inclaudicable.

14 de agosto de 1999

NOTAS
1Victoriano Arteaga era mandador de la hacienda San Carlos, de Chale Montealegre, en la
zona de la Villa Salvadorita (hoy 15 de julio) durante el auge algodonero; y se involucró con
movimientos campesinos que lucharon por las tierras de Tonalá, Sirama y
Rancherías.
“(...) Los campesinos asesinados ese día eran trabajadores
de la hacienda San Carlos que estaban presentes en el momento del asesinato de mi padre por
parte de un guardia: Cayetano Urey, tractorista, Eduardo Flores, bodeguero, Eduardo Urey,
jornalero cargaron el cadáver de mi padre manchándose de sangre; una patrulla de la Guardia se
percató de eso y los siguió por la carretera al Guasaule, los alcanzaron y los asesinaron, luego les
dieron fuego y los botaron en los zanjones de Posoltega”. (Testimonio de Victoriano Arteaga
Núñez en El Nuevo Diario, 2 de noviembre del 2007).
Los CIVES (Comités Cívicos de Vigilancia y Defensa del Sufragio Electoral) fue una
2

organización creada por los Conservadores. Uno de los impulsores fue Pedro Joaquín
Chamorro Cardenal, para realizar acciones de protesta contra el somocismo. Eran grupos de
jóvenes que se manifestaban con beligerancia.
3 Daniel Convendit, famoso líder de Mayo del 68, en París.
4 Las Minas: Rosita, Siuna y Bonanza, enclave minero de compañías norteamericanas.
5La compartimentación era un principio operativo de la organización clandestina. Cada
unidad se mantenía separada o estructurada en compartimentos; no debía tener información
de las otras unidades. De esa manera, si una unidad era reprimida, las otras quedaban
resguardadas por el secreto.
6 Patricio Argüello Ryan, junto a Laila Khalid, participaron en un fallido intento de secuestro
de un avión de El Al, la línea aérea israelita, después de despegar de Ámsterdam. El operativo
fracasó y fueron heridos por guardias armados israelíes que viajaban dentro de la aeronave.
Cuando el aparato aterrizó en el aeropuerto de Londres, Leila Khaled fue llevada a la
comisaría de Policía, y retenida durante veintiocho días, hasta su liberación en un intercambio
de rehenes. Patricio fue dado como baja, pues estando herido y atado, miembros de la
seguridad israelí lo golpearon brutalmente, y luego lo ejecutaron con disparos a sangre fría.
(Datos de la página web, Sandino Vive).
En la Cronología Veintitrés Años de Lucha Sandinista, publicada por el Instituto de Estudio
del Sandinismo en 1981, se afirma que después del asesinato de Patricio, se realizó otro
secuestro aéreo en el que participó Juan José Quezada, y lograron la liberación de la
guerrillera palestina y la devolución del cadáver de Patricio Argüello Ryan.
7 Casa de Magnus Bervis, en Sutiava, León, a la que le decían El Fuerte.
8 Se refiere al sacerdote capuchino Teodoro Nieaus, conocido como Padre Teo, quien hacía
trabajo en esa zona.
9 Caen Orlando Castellón “Casimiro” y Aquiles Reyes Luna.
10 Columna Bonifacio Montoya, conocida como La Bacho, bajo el mando de Omar Cabezas.
Opera en el norte; construye la Ruta Sandino que logra llegar hasta el noroeste de San José
de Bocay, propiamente a orillas del Río La Golondrina.
11 Se refiere a la presa hidroeléctrica El Salto, que abastece de energía a la mina.
12 La Rampla es una comunidad perteneciente al municipio de Siuna.
13
Esta llamada telefónica al programa Entre Todos fue el 10 de julio de 1999.
14Terencio es un compañero campesino de Unión Labú, de apellido López. “Úrsula” es
Adelaida González, una de las Misioneras de Cristo que se incorporaron a la lucha guerrillera,
que usaba una Sub-ametralladora UZI. (Explicación posterior de Dorotea).
15 El 6 de julio se toman Bonanza y luego atacan Rosita y Siuna, y quedan liberados estos
territorios.
16David Blanco fue al acto en donde le impusieron el grado de Comandante Guerrillero.
Luego participó en la misión del rescate de los restos de Carlos Fonseca.

COMENTARIOS DE LOS LECTORES


© Onofre Guevara: Los CIVES eran una organización juvenil anti somocista. Su principal líder
era Julio Cardoza quien apareció después como ministro del trabajo y luego ocupó otros cargos
en los gobiernos de Somoza Debayle; vive en Miami desde los 80 y estuvo escribiendo casi
semanalmente en El Nuevo Diario, pero no sé si por coincidencia, dejó de escribir desde cuando
en un artículo recordé su “hazaña”, aunque sin mencionarlo.
Mónica Baltodano

MEMORIAS
DE LA LUCHA SANDINISTA

TOMO I

De la forja de la vanguardia a la montaña


N
920
B197 Baltodano Marcenaro, Mónica Salvadora
De la forja de la vanguardia a la montaña
/Mónica Salvadora Baltodano Marcenaro. –1a ed. --
Managua : Mónica Baltodano Marcenaro, 2011
t.1

1. TESTIMONIOS 2. HISTORIA POLITICA


3. NICARAGUA 4. FRENTE SANDINISTA DE LIBERACION
NACIONAL - FSLN 5. ENTREVISTAS

I. Título

Memorias de la lucha sandinista / Mónica Baltodano


Tomo 1: De la forja de la vanguardia a la montaña

Primera Edición 2010 – 2do. Tiraje 2011 por Fundación Roxa Luxemburgo

ISBN : 978-99964-0-088-9 (t.l)


978-99964-0-087-2 (o.c)

© Mónica Baltodano

Cuidado de edición: Mónica Augusta López Baltodano / Margarita Vannini


Digitalización de fotos: Rossana Baumeister
Diagramación: José L. Hernández M. / Eduardo Herrera
Portada: Eduardo Herrera
Modificación de portada: José L. Hernández
Lectorado: Guillermo Cortés Domínguez / Susana Morales
Fotos cortesía: © Centro de Historia Militar del Ejército de Nicaragua,
Susan Meiselas -Magnum-, Archivo IHNCA-UCA y archivos personales de los
entrevistados y la autora
Producción: Mónica Baltodano

Reservados todos los derechos de propiedad intelectual conforme las Leyes


de la República de Nicaragua. Este libro puede ser reproducido parcial
o totalmente sólo con el consentimiento expreso de la autora.

Memorias de la Lucha Sandinista, obra en cuatro tomos de Mónica Baltodano se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional. Leer
más en http://www.memoriasdelaluchasandinista.org/en/4-presentacion
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