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EL SACRIFICIO MOLK
INTRODUCCIÓN.
El sacrificio molk fue practicado en la Antigüedad
por los fenicios, los hebreos y los púnicos. Su compren-
sión ha suscitado desde tiempo atrás numerosos estudios
y una gran controversia. Conocido por el gran público
desde la publicación del Salambó de Flaubert, sigue
gozando de enorme actualidad entre los estudiosos.
Básicamente se ha discutido, y aún se discute, sobre su
frecuencia, carácter y naturaleza. Muy esporádico o
habitual, cruento o incruento, practicado originariamente
en Fenicia o propio sólo del ámbito colonial mediter-
ráneo, constituyen los términos en que se ha producido el
debate, no exento de otras implicaciones.
Los fenicios, que colonizaron una buena parte del
Mediterráneo, tuvieron fama de sacrificar niños pe-
queños para alcanzar el favor de los dioses. Textos de la
Biblia y noticias de autores griegos y latinos nos hablan
de esta costumbre y los arqueólogos han descubierto a lo
largo del pasado siglo un buen número de sitios con los
restos incinerados de niños de corta edad. En principio se
pensó que era la confirmación de la espantosa práctica
que en la Antigüedad ya mereció reprobación casi
unánime. Pero pasados los años, algunos investigadores
han querido exculpar a los fenicios de esta lacra, argu-
mentando que en realidad se trataba de muertes naturales
acompañadas de ciertos ritos que fueron mal interpreta-
dos por sus detractores.
El sacrificio Molk 13
Historia de la investigación.
Planteado en un principio desde la información que
proporcionan los textos bíblicos, por entonces los únicos
documentos disponibles, el hallazgo de las estelas púni-
cas y neopúnicas de El-Hofra (Argelia) en el último
tercio del siglo XIX marcó el inicio de la moderna inves-
tigación sobre el molk. Más adelante, el descubrimiento
del tofet de Cartago, en el invierno de 1921-22, hizo
recaer la atención en los resultados de las excavaciones.
Los hallazgos procedentes de Cartago, que de inmediato
suscitaron la polémica, apoyaban la idea de que el molk
como sacrificio cruento era conocido desde antiguo en
Fenicia y desde allí se habría difundido por el vecino
Israel y el occidente fenicio-púnico. Tal era en síntesis la
tesis de R. de Vaux (1964: 49-81), uno de los autores
que con más autoridad ha tratado el tema, pero que no
El sacrificio Molk 15
¿Sacrificios esporádicos?
Por otra parte, las noticias que nos han transmitido
los autores antiguos no producen precisamente tal impre-
sión de confusión. Diodoro es explícito cuando afirma
que la práctica había caído en desuso entre los cartagine-
ses en tiempos de la invasión de Agatocles, en lo que
coincide con la noticia de Quinto Curcio Rufo sobre la
situación en Tiro, en época de Alejandro, de lo que se
infiere, por pura lógica interna de ambos relatos, que en
el pasado había gozado, tanto en Cartago como en la
metrópolis, de una frecuencia mucho más regular. La
noticia de Tertuliano (Apolog, IX, 2-4) es también sig-
nificativa. Por más que se quiera insistir en su presunta
excepcionalidad dentro de una práctica ritual regular,
parece bastante claro que la prohibición de las autori-
dades romanas no estaba destinada a episódicas e infre-
cuentes, como a veces se pretende, manifestaciones de
carácter cruento, sino a impedir un uso regularizado por
la costumbre. Pese a la prohibición los sacrificios con-
tinuaron en secreto, lo cual sugiere más una práctica
habitual (que no forzosamente masiva) que un ocasional
ritual de asesinato ante circunstancias de grave excep-
cionalidad. Otros testimonios, como el de Ennio (An. fr.
221) o el de Varrón citado por S. Agustín (De civ. Dei,
Vii, 19 y 26) producen la misma impresión.
30 Carlos González Wagner - Luis A. Ruiz Cabrero
Un ritual no colectivo.
La evidencia epigráfica, como la procedente en este
caso de Motia, no demuestra la existencia de ofrendas
múltiples en el desarrollo de una misma ceremonia, pese
a que alguna inscripción alude a la posibilidad de re-
alizar más de una ofrenda por los miembros de una
misma familia, y subraya igualmente el carácter no
colectivo del rito (Amadasi Guzzo, 1986: 199 y 204 ss).
Por lo general la información del ritual que se puede
deducir de las inscripciones apuntan hacia un carácter
individual de la ofrenda, siendo generalmente realizada
por un oferente masculino, aunque también encontramos
dedicaciones de mujeres, llegándose incluso a la utili-
El sacrificio Molk 37
El término mlk.
El empleo de la palabra mlk representa un punto cru-
cial en la problemática del sacrificio. Pertenece a una
raíz homógrafa de palabras diversas con el sentido de
reinar. Chabot (1917) tomando como referencia el vo-
cabulario siriaco, malak, propuso un significado de pro-
meter. Eissfeldt (1935) manifestó que la palabra hace
referencia a un término sacrificial. Vön Soden (1936),
incidiendo sobre esta hipótesis, llegó a la conclusión que
la etimología pertenece a una raíz de primera débil hlk
con un prefijo m. Por tanto, a un verbo con el significado
de “andar”, en su forma causativa, “hacer andar”, que al
ser prefijada da lugar a un nombre verbal, “aquel que
hace andar”. Su vocalización en hebreo daría malik en su
forma activa (hiph‘il), y en su hipotética forma pasiva
molâk (hoph‘al). En fenicio no se sabe la vocalización
de la posible forma pasiva, pero de molâk pasaría a mo-
lōk. La existencia en el mundo semita nordoccidental de
verbos con sentido de movimiento para reflejar un sacri-
ficio es bien conocida. No solo el caso de hlk en el ám-
bito fenicio, sino el caso de ‘olah “andar sobre” en el
ámbito hebreo proporcionan un claro ejemplo. En ambos
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El formulario epigráfico.
En lo que a la variedad del formulario epigráfico
concierne, los términos empleados para designar el rito
son los de mlk’dm, mlk‘bl, mlk’mr y mlkt.. Antes que
nada es preciso señalar que la interpretación fundada
sobre la presencia de las fórmulas mlk‘bl y mlk’dm, y
según la cual la primera habría de ser leída como “sacri-
ficio de un (niño) noble”, mientras que la segunda, que
no se constata en Cartago, significaría “sacrificio de un
(niño) común”, debe ser descartada ante la evidencia
contrastada de diversos lugares. En algún caso la fór-
mula mlk’dm acompaña a oficios y profesiones, como la
de sacerdote, que no pueden ser considerados “comunes”
(Charlier, 1953: 15-17; cf.: Amadasi Guzzo, 1986: 202).
Además, hasta ahora, no han aparecido las dos fórmulas
utilizadas conjuntamente en un mismo tofet. La expre-
sión mlk’dm se traduce como “sacrificio (ofrecido) por
un hombre”. Hay menos consenso sobre como hay que
traducir mlk‘bl; “sacrificio (en honor) a Ba‘al”, “sacrifi-
cio (ofrecido) por un ciudadano”, “sacrificio en lugar de
un recién nacido” son las propuestas al respecto, mien-
El sacrificio Molk 39
La evolución.
Resulta igualmente interesante la evolución obser-
vada en el empleo de los verbos en lugares como Cart-
ago y Motia. En las inscripciones más antiguas se utiliza
el verbo yaton, mientras que el empleo del verbo nador
se generaliza a partir del siglo V a.C., en ambos lugares.
Lipinski (1988) subraya que una similar disparidad se da
en los textos bíblicos que se refieren al sacrificio de
primogénitos y aquellos otros que aluden más concreta-
mente al molk. Según él cabría interpretar todas estas
variaciones de acuerdo con una evolución en las prácti-
cas rituales asociadas al tofet. Así, en los tiempos más
antiguos se daría un predominio de la ofrenda de pri-
mogénitos junto con un elevado número de sacrificios de
sustitución. Posteriormente, y a consecuencia de pre-
siones de índole demográfica, el molk como forma de
infanticidio ritualizado alcanzaría una mayor incidencia
mientras las sustituciones disminuían drásticamente.
La hipótesis funeraria.
La interpretación que los estudiosos han hecho del
molk lo ha venido caracterizando a menudo como una
práctica circunstancial, esporádica y restringida, que solo
afectaría a un sector específico de la población. Se
trataría, según esto, de un ritual propio sobre todo de la
realeza y de las familias nobles ante situaciones espe-
cialmente críticas que implicaran grave peligro colectivo
para la comunidad. Una argumentación de este tipo, que
El sacrificio Molk 43
El debate.
Pese a la insistencia en presentar el “viejo nuevo
punto de vista” en numerosas y sucesivas publicaciones,
los partidarios de la hipótesis funeraria no han terminado
por convencer a otro sector de estudiosos e investi-
gadores, por lo que el debate sigue abierto. Persisten
quienes sostienen que el molk era, muy por el contrario,
un sacrificio infantil de carácter cruento (Stager y Wolf,
1984; Lipinski, 1988; Day, 1989; Picard, 1990; Clifford,
1990: 279; Brown, 1991; Wagner, 1991; Levenson,
1993: 18 ss; Lancel, 1994: 231 ss), si bien las interpre-
taciones que se hacen del mismo no siempre son coinci-
dentes. Son, desde luego, minoría quienes, en este lado,
consideran que la práctica del molk se inscribe en un
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¿Necrópolis o santuarios?
Como ya dijimos, se parte de la constatación previa de
la ausencia de niños en las necrópolis fenicio-púnicas,
pero también aquí la argumentación resulta forzada. Un
examen detenido de los datos publicados muestra la
presencia de enterramientos de niños junto a los adultos en
las necrópolis fenicias y púnicas, no sólo del Mediterráneo
(Tejera Gaspar, 1975: 782), como Malta (Schwidetzky y
Ramaswamy, 1980: 111, 113 y 115), Ibiza (Gómez Bel-
lard, Hachuel Fernández y Marí i Costa, 1992: 87 ss) y la
misma Cartago (Lancel, 1982: 333) sino también de Ori-
ente (Smith, Horwitz y Zias, 1990: 140-143). Por su-
puesto, la proporción es siempre menor que la de los adul-
tos, pero esto mismo se observa en cualquier otra parte del
mundo antiguo (Clifford, 1990: 58), por lo que no resulta
un argumento convincente. A esto hay que añadir la es-
casa atención que los arqueólogos han prestado muchas
veces a este tipo de tumbas, lo que seguramente ha influ-
ido en que conozcamos un número menor de las realmente
existentes, con lo cual el problema se va perfilando de una
manera bien distinta.
Una buena forma de avanzar en el conocimiento de
todas estas cuestiones pasa necesariamente por la elabo-
ración de una metodología clasificatoria de las tumbas
infantiles en las necrópolis fenicias y púnicas así como
El sacrificio Molk 47
Incógnitas no resueltas.
Atribuir a los tofets el carácter de necrópolis in-
fantiles introduce, como se ve, más incertidumbres que
incógnitas resuelve, ya que hay que explicar entonces el
contenido votivo de las inscripciones y la presencia de
urnas que sólo tienen restos de animales, o bien de niños
y animales. Todo ello pretende, no obstante, resolverse
invocando el supuesto carácter iniciático de los rituales
funerarios que allí habrían tenido lugar (Moscati y
Ribichini, 1991: 34-37), de tal forma que los tofets resul-
El sacrificio Molk 49
La aproximación multidisciplinar.
Una alternativa eficaz puede proceder de la perspec-
tiva multidisciplinar, cuya principal novedad, respecto a
los estudios tradicionales, radica en la valoración de los
cometidos y funciones socioculturales de las creencias y
prácticas religiosas, esto es: un enfoque antropológico y
social de la religión, y en su debida contextualización en
un marco más amplio al que por su propia problemática
pertenece, como es el debate sobre la incidencia del
infanticidio en las sociedades del mundo antiguo. Reali-
dad, como otras tantas, controvertida pero no por ello
menos cierta (Angel, 1972: 100; Eyben, 1980-1: 12 ss;
Harris, 1982: 114 ss; Picard, 1982: 162 ss; Carcopino,
1989: 110 ss; Lerner, 1990: 141 y 296; Suder, 1991:
409), lo que hace menos comprensible que las ciudades
fenicias, tanto en Oriente como en el Mediterráneo,
hayan quedado al margen de una problemática común a
muchas sociedades preindustriales e incluso modernas
(Freemaan, 1971; Langer, 1974; Harris y Ross, 1991).
El factor demográfico.
Estimando muy improbable que los tofets hayan sido
realmente necrópolis infantiles, el sacrificio molk
aparece, a la luz de los testimonios procedentes de los
distintos hallazgos, como un rito individual y en absoluto
episódico (Stager y Wolf, 1984: 44; Benichou-Safar,
1988: 63) en el que, al menos en los casos de Cartago
(Stager, 1982: 159 y 162) y Tharros (Fedele y Foster,
1988: 33) la existencia de sustituciones por víctimas
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Mentalidades y comportamientos.
Nuestros modelos de comportamiento caracterizados
por la protección, la estima y la ternura hacia los niños
no son sino adquisiciones históricamente recientes que
no deben hacernos olvidar las palabras de uno de los más
sobresalientes especialistas en historia de la infancia
cuando afirma que: “la historia de la infancia es una
pesadilla de la que acabamos de despertar hace poco”
(De Mause, 1982: 15).
Una clara manifestación de la distinta sensibilidad de
los antiguos hacia el niño se percibe en el tiempo que
transcurría entre el alumbramiento y el momento en que
se le reconocía como tal, esto es: cuando era considerado
por primera vez socialmente, aunque no en igualdad con
los jóvenes y adultos, lo que no se producía hasta pasar,
a una edad determinada, los ritos correspondientes, por
lo que si perecían antes solían ocupar un espacio funer-
ario distinto. Dicho momento no coincide con el parto,
sino con el reconocimiento paterno posterior que impli-
caba su anuncio al resto de la comunidad. Como en
muchas otras sociedades preindustriales, el nacimiento
no era un hecho biológico sino social (Polgar, 1972:
206). Entre ambos se extendía un lapso temporal en el
que el recién nacido carecía de existencia como tal, y en
el que su supervivencia quedaba enteramente a disposi-
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¿Infanticidio ritualizado?.
Al contrario de lo que piensan los defensores de la
hipótesis funeraria, la baja edad de la mayoría de los
niños incinerados en los tofets es otro argumento a favor
de la hipótesis del infanticidio ritualizado. Los primeros
días del recién nacido constituyen, de acuerdo con una
concepción bastante generalizada en la Antigüedad que
diferencia entre parto y nacimiento, lo que convierte a
este último en un hecho social más que biológico, el
momento más adecuado para poner término a su vida.
Ello explica que muchas de las víctimas, incineradas en
el molk sean neonatos.
Frente a la posible objeción de lo extremadamente in-
frecuentes que resultan en la Antigüedad los infanticidios
ritualizados, la ritualización del infanticidio entre los feni-
cios oudo obedecer a la mayor capacidad de las autoridades
El sacrificio Molk 59
Sobrepoblación y socioeconomía.
En las ciudades orientales fenicias las condiciones
ecológicas, demográficas y socioeconómicas que hici-
eron plausible el molk como una forma de infanticidio
ritualizado no debieron ser posteriores al siglo X a.C. Se
concretaron entonces, sino antes, en un grave deterioro
ambiental producido por deforestación combinada (pas-
toreo y aprovechamiento de los recursos forestales) e
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La eficacia de la ritualización.
Todo ello nos lleva a considerar que la sobrepo-
blación y la presión demográfica que origina no debe ser
nunca entendida de una manera simple o mecanicista,
sino en combinación con las realidades sociales y
económicas. Es en el seno de unas relaciones sociales
determinadas que la soprepoblación adquiere uno u otro
sentido. Así las condiciones de la Cartago aristocrática
arcaica no parecen haber sido las mismas que las de la
ciudad oligárquica de los siglos siguientes. La estandari-
zación de las urnas en el tofet y las inscripciones que
muestran cortas genealogías y ocupaciones y oficios
comunes, frente al predominio de los cargos públicos y
de prestigio en el siglo VI a. C, es un claro indicio de la
“democratización” de un rito que en tiempos anteriores
parece haber involucrado principalmente a las grandes
familias cartaginesas (Stager y Wolf, 1984: 47). La
tentación de establecer una hipótesis, que por lo demás
concuerda con la información proporcionada por Dio-
doro, es casi irresistible. De acuerdo con ella, en época
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El Antiguo Testamento:
Texto 1
Texto 2
“No darás hijo tuyo para ser ofrendado a Moloc;
no profanarás el nombre de tu Dios. Yo, Yavé”
Levítico, 18, 21.
Texto 3
“Yavé habló a Moisés, diciendo: “Di a los hijos de
Israel: Quien quiera que entre los hijos de Israel, o
de los extranjeros que habitan en Israel, ofrezca a
Moloc un hijo suyo, será castigado con la muerte;
el pueblo lo lapidará. Yo me volveré contra ese
hombre y le exterminaré de en medio de su pueblo
por haber entregado a Moloc a uno de sus hijos,
manchando mi santuario y profanando mi santo
nombre. Si el pueblo cerrase lo ojos respecto de
este hombre que ofreció a Moloc a uno de sus hijos
y no le diera muerte, yo me volveré contra él y
contra su parentela y le exterminaré de en medio
Textos 69
Texto 4
“No obres así con Yavé, tu dios; porque cuanto hay
de aborrecible y abominable a Yavé, lo hacían
ellos para sus dioses; hasta quemar en el fuego a
sus hijos y a sus hijas en honor suyo”
Deuteronomio, 12, 31.
Texto 5
“El año diecisiete de Pecaj, hijo de Romelía,
comenzó a reinar Ajaz, hijo de Jotam, rey de Judá;
tenía Ajaz veinte años cuándo comenzó a reinar, y
reinó diecisiete años en Jerusalén. No hizo lo recto
a los ojos de Yavé, su Dios, como lo había hecho
David, su padre. Marchó por el camino de los
reyes de Israel, y hasta hizo pasar a su hijo por el
fuego, según las abominaciones de las gentes que
Yavé había expulsado ante los hijos de Israel. Of-
recía sacrificios y perfumes en los altos, en los
collados y bajo cualquier árbol frondoso”.
2 Reyes, 16, 2.
Texto 6
“Pero las gentes aquellas se hicieron cada una sus
dioses en las ciudades que habitaban y los pusieron
en los altos edificados por los de Samaria. Las
gentes de Babilonia se hicieron su Sucot Benot; las
de Cuta, su Nergal; las de Jamat, su Asima; las de
70 El sacrificio de Molk
Texto 7
“Doce años tenía Manasés cuando comenzó a re-
inar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén...
Hizo el mal a los ojos de Yavé, según todas las
abominaciones de las gentes que Yavé había arro-
jado ante los hijos de Israel. Reedificó los altos que
su padre, Ezequías, había destruido; alzó altares a
Ba`al, levantó una asera, como había hecho Acab,
rey de Israel, , y se prosternó ante todo el ejército
de los cielos y le sirvió. Alzó altares en la casa de
Yavé, de la que Yavé había dicho: “Pondré mi
nombre en Jerusalén”. Alzó altares a todo el ejér-
cito de los cielos en los dos atrios de la casa de
Yavé. Hizo pasar a su hijo por el fuego; se dio a la
observación de las nubes y de las serpientes, para
obtener pronósticos, e instituyó evocadores de los
espíritus y adivinadores del porvenir”
Reyes, 21, 1.
Texto 8
“El rey (Josías) profanó el Tofet del valle de los
hijos de Hinón, para que nadie hiciera pasar a su
hijo o a su hija por el fuego en honor de Moloc,...
Profanó el rey los altos que había a Oriente de
Jerusalén, al mediodía del monte de los Olivos, que
Textos 71
Texto 9
“Y hará Yavé oir su voz majestuosa, y mostrará el
descenso de su brazo, en el ardor de su ira, en me-
dio de un fuego devorador, en tempestad, en
aguacero y en granizo. A la voz de Yavé temblará
Asur y será herido con el palo. Y sucederá que
cada golpe de palo que Yavé descargue sobre él, se
dará al son de los tambores y arpas, y en luchas
agitadas les combatirá. Está desde hace mucho
tiempo preparado un tofet, está también destinado
al rey. Honda y ancha es la hoguera, fuego y leña
hay en abundancia, que el soplo de Yavé va a
encender como torrente de azufre”.
Isaías, 30, 30.
Texto 10
“Acercaos, pues, vosotros, hijos de la bruja, gen-
eración de la adúltera y la prostituta. ¿De que os
burláis, a quién hacéis muecas y sacáis la lengua?.
¿No sois vosotros hijos del pecado, raza de mentira
encendidos de concupiscencia bajo el teberinto y
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Texto 11
“Y edificaron los altos de Tofet, que está en el
valle de Ben-Hinón, para quemar allí sus hijos y
sus hijas, cosa que ni yo les mandé ni pasó siquiera
por mi pensamiento. Por eso he aquí que vienen
días -oráculo de Yavé- en que no se llamará más
Tofet y valle de Ben-Hinón, sino valle de la mor-
tandad, y se enterrará en Tofet por falta de lugar...”
Jeremías, 7, 31.
Texto 12
“Así dice Yavé de los ejércitos, Dios de Israel: he
aquí que traeré sobre este lugar males que a cuan-
tos los oigan les restiñiran los oídos, por haberme
Textos 73
Texto 13
Así haré yo con este lugar y con sus habitantes -
oráculo de Yavé- convirtiendo a esta ciudad en un
“Tofet”. Las casas de Jerusalén y las de los reyes
de Judá quedarán inmundas como el lugar del “To-
fet”, todas las casas en cuyos terrados quemaron
incienso a toda la milicia celeste y libaron a dioses
extraños”
Jeremías, 19, 12.
Texto 14
“Y, a más de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas,
los que habías engendrado para mí, y se los sacrifi-
caste para que les sirvieran de comida. Te parecían
poco tus prostituciones, y sacrificaste a mis hijos,
haciéndolos pasar por el fuego”.
Ezequiel, 16, 20.
74 El sacrificio de Molk
Texto 15
“Por eso les dí yo también a ellos ordenaciones no
buenas y decretos que no son de vida, y los con-
taminé en sus ofrendas cuando pasaban a sus hijos
por el fuego, a todo primogénito, para desolarlos y
hacerles saber que yo soy Yavé”
Ezequiel, 20, 25.
Texto 16
Texto 17
“Díjome Yavé: Hijo del Hombre, ¿no juzgarás tú a
Oholá y a Oholibá? ¿No les echarás en cara sus
abominaciones?. Diéronse al adulterio y man-
charon de sangre sus manos. Adulteraron con sus
ídolos, y aun los hijos que me parieron los pasaron
por el fuego para que les sirviesen a ellos de co-
mida. Hasta eso hicieron, contaminando también
mi santuario y profanando mis sábados, pues luego
de sacrificar sus hijos a sus ídolos, entraban el
mismo día en mi santuario, contaminándolo”
Ezequiel, 23, 36.
Textos 75
Texto 19
“Era costumbre entre los antiguos, en caso de
grave peligro, que los jefes de la ciudad o de la
población llevaran al sacrificio, para evitar la de-
strucción de todos, los más queridos de sus propios
hijos como ofrenda para apaciguar a los demonios
vengativos. Aquellos que eran elegidos eran inmo-
lados en el curso de una ceremonia misteriosa. Por
aquel entonces Cronos, que los fenicios llamaban
El, que reinaba sobre el país y que después de su
muerte fue divinizado para identificarse con el
astro de Cronos, tenía un hijo único nacido de una
ninfa del lugar llamada Anobret, - por lo que el
hijo era llamado Ieoud que es todavía hoy el modo
de llamar a los hijos únicos entre los fenicios -;
76 El sacrificio de Molk
Texto 20
“Los fenicios y sobre todo los cartagineses, cuando
desean que suceda alguna cosa importante, pro-
meten que, si obtienen aquello que desean, sacrifi-
caran un niño a Cronos. De hecho cerca del lugar
hay una estatua de bronce del dios con las manos
vueltas a lo alto y dispuesta sobre un brasero, en el
cual cae el pequeño. Cuando las llamas muerden el
cuerpo, los miembros se contraen y la boca apar-
enta reír, hasta que el cuerpo contraído se consume
en el brasero. Por lo que esta risa es llamada sarda,
porque se mueren riendo”.
Clitarco, Schol. Plat. Rep. 337 A.
Texto 21
“Estimaron que Cronos les era hostil. En efecto,
aquellos que antes habían sacrificado a este dios
los mejores de sus hijos, compraban ahora secre-
tamente niños que alimentaban para después envi-
arlos al sacrificio. Según se averiguó, se supo que
algunos de los niños inmolados habían sido sacrifi-
cados en lugar de otros. Considerando estas cosas
y viendo al enemigo acampado delante de sus
muros, experimentaron un temor religioso oca-
Textos 77
Texto 22
“Entre los muertos estaba también Hanibal, el gen-
eral, y entre los exploradores que habían sido en-
viados había algunos que contaron que en la noche
habían sido vistos espíritus de los muertos. Himil-
car, viendo como la multitud era acosada por un
temor supersticioso, primero de todo puso término
a la destrucción de los monumentos, y luego su-
plicó a los dioses según la costumbre de su pueblo
sacrificando un joven muchacho a Cronos y una
multitud de ganado a Poseidón, sumergiéndolo en
el mar”.
Diodoro de Sicilia, XIII, 86, 3.
Texto 23
“Los cartagineses...sacrificaban sus propios hijos a
Cronos, y aquellos sin hijos los compraban a los
78 El sacrificio de Molk
Texto 24
“Hubo otros que propusieron practicar de nuevo
una antigua costumbre religiosa, caída en desuso
durante muchos siglos y que yo ciertamente no la
estimaría muy grata a los dioses: la inmolación de
un niño de condición libre a Saturno. Esta infamia,
mas que sacrificio, que habían heredado de sus
fundadores, se dice que fue practicada por los cart-
agineses hasta la destrucción de su ciudad. Y
(ahora) sin la oposición de los Ancianos, cuyo
consejo era decisivo en todos los asuntos, se
hubiera impuesto sobre las consideraciones mas
humanitarias”.
Quinto Curcio Rufo, De rebus gestis Alexandri
Magni, IV, 3.
Texto 25
“Los niños eran publicamente inmolados a Saturno
en Africa hasta el proconsulado de Tiberio, el cual
hizo poner crucificados vivos a los propios sacer-
dotes en los arboles de su templo que habían dado
sombra a sus crímenes; según han testimoniado los
soldados de mi padre que siguieron la orden del
Textos 79
Texto 26
“Los púnicos sacrificaban según costumbre a sus
hijos varones”.
Ennio, fr. 221.
Texto 27
“Cito las palabras de Varrón: había sido dicho que
Saturno solía devorar sus vástagos, porque la
simiente retornaba al lugar del cual habían
nacido...A continuación dice que la razón por la
que ciertos pueblos, como los cartagineses, practi-
can el sacrificio de niños a él, y otros, como los
galos, incluso adultos, es a causa de que la mejor
de todas las simientes es la humana”.
S. Agustín, De civitates dei, VII, 19.
Texto 28
“Saturno devoró a sus hijos, como los poetas cuen-
tan la historia; y los filósofos físicos hacen de la
historia lo que quieren. Como la historia relata, el
los mató, aunque la practica cartaginesa de sacrifi-
car sus hijos a él no fue adoptada por los ro-
manos”.
S. Agustín, De civitates dei, VII, 26.
80 El sacrificio de Molk
Texto 29
“Dicese que Talos, el guardián construido por
Hefesto y dado por Zeus a Europa, castigaba sin-
gularmente a aquellos extranjeros que arribaban a
Creta: saltaba al fuego y, después de haber calen-
tado su pecho hasta volverlo incandescente, los
abrazaba; y sonreía mientras aquellos se quema-
ban. Algunos dicen que en Cerdeña hay un hierba
que mata a los extranjeros que la comen, y mues-
tran los dientes debido a los espasmos. Timeo dice
que los sardos llevan a sus ancianos padres junto a
un abismo y les empujan hacia el, y aquellos ríen
como si murieran felizmente. Los Cartagineses que
habitaban la Cerdeña tenían una costumbre bar-
bara, muy diferente de aquella de los griegos. Pues
sacrificaban a Cronos, en días establecidos, no solo
alguno de los prisioneros sino también los viejos
que habían pasado de los setenta años. Al sacrifi-
cado el llorar le parecía cosa torpe y vil, mientras
el alegrarse y reír le parecía digno de coraje y her-
moso. Por eso la risa simulada en circunstancias
dolorosas es dicha sarda”.
Clitarco, Schol. Hom. Od. XX, 302.
Texto 30
“Desde allí se dirigieron a Creta, pero Talos les
impidió acercarse; unos dicen que éste era de la
raza de bronce, otros que había sido entregado a
Minos por Hefesto; era un hombre de bronce, pero
según algunos era un toro. Tenía una sola vena que
Textos 81
Texto 31
"Entre nosotros no hay una ley que prescriba los
sacrificios humanos: por el contrario, tal cosa sería
abominable; aunque los cartagineses realizan tales
sacrificios como algo sagrado y lícito, y ciertos de
entre ellos llegan incluso a sacrificar sus propios
hijos a Cronos, como también debes haber oído”.
Pseudo Platón, Minos, 315e.
Texto 32
“La nación que Dido fundó cuando se estableció en
Libia, donde se acostumbraba a satisfacer a los
dioses con sacrificios humanos y a ofrecer a sus
niños pequeños -horrible de contar- sobre altares
ardientes. Cada año la suerte era echada y la trage-
dia se repetía, recordando los sacrificios ofrecidos
a Diana en el reino de Thoas”.
Silio Itálico, Punica, IV, 766.
Texto 33
“Dicen que los antiguos acostumbraban a ofrecer
víctimas humanas a Cronos, igual que en Cartago
durante tanto tiempo como la ciudad existió, y
como los celtas y algunas otras naciones occiden-
tales hacen aún hoy”.
Dionisio de Halicarnaso, I, 38.
82 El sacrificio de Molk
Texto 34
“En Cartago se realizaba cada año el asesinato de
dos aristócratas, sacrificando niños al viejo Sat-
urno; los padres que se lamentaban tristemente
cerca del altar eran afeados”.
Dracontio, Carmina, V, 148-150.
Texto 35
“Tales prácticas siguen desde luego los prece-
dentes establecidos por vuestros dioses. Saturno no
expuso a sus hijos, sino que los devoró. No sin
razón en algunas partes de Africa los niños eran
sacrificados a él por sus padres, y sus llantos cal-
mados con palabras cariñosas y besos por miedo a
que una víctima fuera sacrificada en lágrimas”.
Minucio, Octavius, XXX, 3.
Texto 36
“A Cronos es sacrificada una víctima humana (en
Cartago), aunque esto es considerado por muchos
como un acto impío”.
Sexto Empírico, Hypot. III, 221.
Inscripciones:
Texto 37
“Para prosperidad, salud y felicidad!
Para el santo señor Saturno
un gran sacrificio nocturno morchomor
por un voto de Aquilius Victor y su esposa Aelia
Rufina
Textos 83
obedeciendo su mandato”.
Inscripción procedente de Constantina...
Texto 38
“¡Para prosperidad, salud y felicidad!
Para el santo señor Saturno
un gran sacrificio nocturno,
ánima por ánima, sangre por sangre, vida por vida
por la salud de Concessa
- por una visión y un voto han hecho un sacrificio
molchomor
Felix y Diodora con ánimo dócil,
un cordero como vicario”
Inscripción procedente de Constantina...
Texto 30
“[A la señora a Tani]t cara de Ba[‘al]
[y al] señor a Ba‘al ·ammon lo que
[ha de]dicado Lubit hija de ‘Azruba‘al
sufete hijo de Bodmelqart
sufete hijo de Bod‘ashtart sufete”
Inscripción procedente de Cartago,
Vassel e Icard, 1922, p. 19.
Texto 40
“A la señora Tanit cara de Ba‘al y
al señor Ba‘al ·ammon (ello) que ha dedicado
‘Abdmilkat hijo de ‘Ashtartyaton
que pertenece al personal del templo de Melqart”.
Inscripción procedente de Cartago, KAI, 086
84 El sacrificio de Molk
Texto 41
“Estela molk ba‘a[l]
que ha dado Magón
[hi]jo de ·anno’ para Ba‘al ·ammon”
Inscripción procedente de Cartago, CIS , I, 5685.
Texto 42
“A la señora a Tanit cara de Ba‘al
y al señor a Ba‘al ·ammon
que ha dedicado Matanba‘l
hija de Bodmelqart hijo de Magón
porque ha escuchado su voz”
Inscripción procedente de Cartago,Cartago, IV-146.
Texto 43
“A nuestra señora a Tanit cara de Ba‘al
y al señor a Ba‘al ·ammon aquello que
era dado por Eshmunhalaß hijo de Yittenmelek,
hijo de Ba‘alamas, hijo de Melekyitten,
hijo de ·ami hijo de Ba‘al™anna
(porque) han escuchado su voz
(y) lo han bendecido”.
Inscripción procedente de Cartago (Kelsey, 1926, p. 37)
Texto 44
“A la señora a Tanit [cara]
de Ba‘al estela de [piedra]
[que ha dedicado] Esh[moun ...]”
Inscripción procedente de Cartago, CIS, I, 0408
Textos 85
Texto 45
“[A la se]ñora a Tanit cara de Ba<al
estela de piedra que ha dedicado tu servidor
Ba‘alyaton hijo de [Ba‘]al≈at
porque ella ha escuchado su voz ¡lo bendiga!”
Inscripción procedente de Cartago,
Vassel e Icard, 1922, p. 112-114.
Texto 46
“[A la se]ñora a Tanit cara de Ba‘al
y al señor a Ba‘al ·ammon que ha dedicado
’Arishatba[‘]al hija de ‘Amatmelqart
hija de ‘Abdmilr siervo de ‘Ashtarté de Eryx”
Inscripción procedente de Cartago, CIS, I, 3776.
Texto 47
“Estela de molk de b<l
que ha puesto Na™um
para Ba-‘al ·ammon
señor porque ha escuchado
la voz de sus palabras”
Inscripción procedente de Malta, CIS, I, 0123.
Texto 48
“Estela de molk de b<l
que ha puesto Na™um
para Ba-‘al ·ammon señor
porque ha escuchado
la voz de sus palabras”
Inscripción procedente de Mozia,
Amadasi Guzzo, 1990, p. 88.
86 El sacrificio de Molk
Texto 49
“Al señor a Ba‘al Hammon
don que ha dedicado Ykn≈lm
hijo de ‘Abdmelqart porque ha escuchado
la voz de sus palabras”
Inscripción procedente de Mozia,
Amadasi Guzzo, 1986, fig. 8; tav. IX, 1.
Texto 50
“Cippo de molk Ba‘al
esto al señor, a Ba‘al ammon
que ha dado Arish hijo de Labo hijo de ’l‘m
porque ha escuchado la voz
de sus palabras”
Inscripción procedente de Sulcis, CIS, I, 0147.
IV
BIBLIOGRAFÍA
88 El sacrificio de Molk