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CAPITULO I
REGULACION INTERNCIONAL EN MATERIA DE MENORES
1º Normativa Interncional de Menores, Historia, Evolución.
2º Normativa Nacional de Menores, su Evolución.
A. Evolución.
A.1 Período Posterior a la Dictación de las Leyes 4.447 y
5.750.
3º Convención de los Derechos del Niño de 1989.
A. Antecedentes (Génesis).
B. Características de la Convención.
C. Estructura de la Convención.
C.1 Preámbulo.
C.2 Primera Parte.
C.3 Segunda Parte.
C.4 Tercera Parte.
D. Análisis de sus Disposiciones.
D.1 Derechos que la Convención Comprende.
D.1.a Derechos Originales.
D.1.bDerechos Contenidos en la Convención Reconocidos en Textos
Anteriores.
D.1.c Naturaleza de los Derechos del Niño.
E. Convención y Legislación Chilena.
E.1 Jerarquía de la Convención en el Ordenamiento Chileno.
E.2 Jerarquía Normativa de la Convención de los Derechos del Niño
en Nuestro Sistema Jurídico.
E.3 En que Consiste el Rango Constitucional que se atribuye a el
Tratado y Específicamente a la Convención.
E.4 Derechos del Niño son parte Integrante de los Derechos
Humanos.
E.5 Conclusiones.
F. Disposiciones de la Convención de Derechos del Niño y la
Legislación Chilena.
F.1 Orden Constitucional.
F.2 Orden Civil.
F.3 Orden Económico y Social.
F.4 Orden Penal y Procesal Penal.
F.5 Otras Normas Especiales.
G. Conclusiones.
CAPITULO II
FAMILIA MENOR EN SITUACION IRREGULAR, SISTEMA ASISTENCIAL.
1º La Familia.
A. Concepto.
B. Origen.
C. Importancia de la Familia.
D. Funciones de la Familia.
E. Familia de Hecho, Concubinato.
F. Filiación Ilegítima.
F.1 Evolución de la Legislación Chilena.
F.2 Fundamentos Para la Modificación de la Normativa Legal
Existente Sobre Filiación.
F.3 Constitucionalidad de la Normativa Existente Sobre Filiación
y el Derecho Comparado.
F.3.a Legislación Española.
F.3.b Legislación Portuguesa.
G. Crisis, (Violencia Intrafamiliar).
G.1 El Maltrato de Menores.
G.2 Causales del Maltrato Infantil.
G.3 Secuelas del Maltrato Infantil.
G.4 Estrategias Utilizadas Para Terminar con el Maltrato Infantil
Dado por Unicef en 1986.
G.5 Normativa Chilena Actual Atingente al Maltrato de Menores.
2º Menor en Situación Irregular.
A. Concepto.
B. Características del Menor en Situación Irregular.
C. Factores Condicionantes.
D. Necesidad de Protección Integral.
E. Delincuencia Juvenil.
E.1 Condicionantes que Inducen a la Delincuencia en Niños y
Adolescentes.
E.2 Marco Jurídico Atingente al Menor Delincuente.
E.3 El Discernimiento.
E.4 Conveniencia de la Eliminación del Trámite de Declaración del
Discernimiento.
3º Sistema Asistencial.
A. Evolución del Sistema Asistencial.
B. Servicio Nacional de Menores.
B.1 Programa de Sename en los Años Ochenta.
B.1.a Evaluación Global del Programa de los Ochenta.
B.2 La Nueva Política de Sename.
B.2.a Avances Iniciales.
C. Instituciones Colaboradoras.
C.1 Características.
C.1.a Los Centros de Internado.
D. Medidas Asistenciales.
D.1 Libertad Vigilada.
D.1.a Objetivos.
D.1.b Características.
D.1.c Acciones Específicas que Ejercen los Delegados.
D.1.d Funciones.
D.1.eCaracterísticas de los Menores Sujetos a Este Sistema.
D.2 Libertad Asistida.
D.2.a Ambito de Ejecución.
D.2.b Sujeto de Atención.
D.2.c Datos Estadísticos del Sistema 1991.
D.3 Colocación Familiar.
D.3.a Objetivos.
D.3.b Funciones que se Cumplen en este Sistema.
D.3.c Características de los Menores Atendidos.
D.3.d Permanencia y Egreso del Menor.
D.3.e Requisitos de la Guardadora.
D.3.f Requisitos de la Familia.
D.3.g Requisitos de la Vivienda.
CAPITULO III
LEGISLACION DE MENORES Y COMPETENCIA CIVIL
1º Regulación Orgánica.
A. Situación Actual de la Legislación Chilena.
B. Tendencias del Derecho Comparado.
2º Competencia Civil.
A. El Derecho de Alimentos.
A.1 Clasificación de los Alimentos.
A.2 Alimentos que se Deben por Ley a Ciertas Personas.
A.3 Modificaciones que Puede Presentar la Obligación
Alimenticia.
A.4 Casos en que no se Deben Alimentos o en que Cesa la
Obligación que se Tenía.
A.5 Características del Derecho de Alimentos.
A.6 Requisitos Para Impetrar Alimentos.
A.7 Formas que Puede Adoptar la Prestación de Alimentos.
A.8 Cuantía de los Alimentos.
A.9 Desde Cuándo se Deben los Alimentos.
A.10 Apremios Aplicables a Quien Deja de Pagar una Pensión
Alimenticia.
A.11 Solidaridad en el Pago de las Pensiones de Alimentos.
B. Tuición o Cuidados Personales de los Hijos.
B.1 Definición.
B.2 Sujetos Pasivos de la Tuición.
B.3 Tuición de los Hijos Legítimos.
B.4 Tuición de los Hijos Naturales.
B.5 Tuición de los Hijos Simplemente Ilegítimos.
C. Derecho de Visita.
C.1 Características de Derecho de Visita.
C.2 Sanciones en Caso de Incumplimiento a la Regulación del
Derecho de Visita.
C.3 Prohibición Para Ausentarse del Lugar de Residencia y Para
Salir al Extranjero el Menor en Caso de Reglamentación del
Derecho de Visitas.
D. De las Guardas en la Ley de Menores.
D.1 Normas Generales.
D.2 Competencia del Juez de Menores en Materia de Guardas.
E. Adopción, Salida de Menores del País.
E.1 Adopción Clásica, Ley 7.613.
E.1.a Requisitos de Forma.
E.1.b Requisitos de Fondo.
E.1.c Efectos de la Adopción Clásica.
E.1.d Expiración de la Adopción.
E.1.e Impugnación de la Adopción.
E.2 Adopción Simple.
E.2.a Características.
E.2.b Requisitos de Forma.
E.2.c Requisitos de Fondo.
E.2.d Efectos de la Adopción Simple.
E.2.e Expiración de la Adopción Simple.
E.3 Adopción Plena.
E.3.a Características.
E.3.b Requisitos.
E.3.c Requisitos de Forma.
E.3.d Principio de la Reserva en la Adopción Plena.
E.3.e Efectos de la Adopción Plena.
E.3.f Extinción de la Adopción Plena.
E.4 De la Salida de Menores Para su Adopción en el Extranjero.
E.4.a Requisitos.
E.4.b Procedimiento a Seguir.
E.5 Sanciones Contempladas en la Ley 18.703.
3º Judicatura de Menores.
A. Bases Fundamentales.
B. Organización y Atribuciones.
C. Competencia.
4º Colaboradores de los Tribunales de Menores.
A. Policía de Menores.
A.1 Funciones Específicas.
A.2 Causales de Ingreso a los Recintos de la Policía de Menores.
A.3 Tareas Fundamentales.
A.4 Planes de la Policía de Menores a Futuro.
B. Servicio Social Judicial.
B.1 Definición.
B.2 Naturaleza Jurídica.
B.3 Funciones.
B.4 Subrogación.
CAPITULO IV
DE LOS PROCEDIMIENTOS EN MATERIA DE MENORES.
1º Procedimientos Civiles.
A. Procedimiento General.
A.1 Procedimiento General Contencioso.
A.1.a Aplicación.
A.1.b Principios Formativos Dominantes.
A.1.cAplicación de las Disposiciones Comunes a Todo Procedimiento.
A.1.d Sistema Probatorio.
A.1.eDiferencias Entre Procedimiento de Menores y Procedimiento
Sumario del Código de Procedimiento Civil.
A.1.f Régimen de Medios de Impugnación.
A.2 Procedimiento General no Contencioso.
A.3 Actuación del Juez de Menores sin Forma de Juicio en
Materias Contenciosas.
B. Procedimientos Especiales.
B.1 Procedimiento Ejecutivo Establecido en la Ley 14.908.
B.1.a Legislación Aplicable.
B.1.b Fundamentos de la Ejecución.
B.1.c Tribunal Competente.
B.1.d Tramitación.
B.2 Procedimiento de Adopción Simple.
B.2.a Tribunal Competente.
B.2.b Rol del Juez en Este Procedimiento.
B.2.cAplicación Supletoria de las Normas de la Ley de Menores.
B.2.d Tramitación.
B.2.e Forma de la Sentencia Definitiva.
B.2.f Medios Para Impugnar la Sentencia Definitiva.
B.3 Procedimiento Establecido Para la Constitución de la Adopción
Plena.
B.3.a Tribunal Competente.
B.3.b Naturaleza del Procedimiento.
B.3.c Rol del Juez en Este Procedimiento.
B.3.dAplicación Supletoria de las Normas de la Ley de Menores.
B.3.e Formas de Efectuar las Notificaciones.
B.3.f Importancia del Consentimiento del Menor.
B.3.g Procedimiento.
B.3.hSentencia Definitiva que Confiere la Adopción Plena.
B.3.iMedios de Impugnación de la Sentencia Definitiva de Adopción
Plena.
B.4 Procedimiento Para Autorización de Salida de Menores del País
Para Ser Adoptados en el Extranjero.
B.4.a Etapas del Procedimiento.
B.4.b Presentación de la Solicitud.
B.4.c Tribunal Competente.
B.4.d Facultades del Juez en Este Procedimiento.
B.4.e Necesidad de Declarar Estado de Abandono.
B.4.f Sentencia Definitiva.
B.4.g Recursos Procedentes.
B.5 Procedimiento de Autorización Para Adoptar Regulado en la Ley
7.613.
B.5.a Naturaleza de la Autorización.
B.5.b Tribunal Competente Para Otorgarla.
B.5.c Forma en que Debe Proceder el Juez.
2º Procedimientos Proteccionales.
A. Procedimientos de Carácter Proteccional Penal.
A.1 Competencia Proteccional.
A.1.a Forma de Iniciar el Procedimiento.
A.1.b Facultades del Juez en Este Procedimiento.
A.1.c Apreciación de las Circunstancias por el Juez.
A.1.d Derecho de Oposición a las Medidas.
A.1.e Tramitación.
A.1.f Sentencia Definitiva. Naturaleza y Efectos.
A.1.g Influencia de la Adopción Plena en las Medidas.
A.2 Competencia Criminal.
A.2.a Críticas a Este Procedimiento.
A.2.b Formas de Iniciar el Procedimiento.
A.2.cFacultades y Obligaciones del Juez en Este Procedimiento.
A.2.dApreciación de las Circunstancias por el Juez.
A.2.e Tramitación, Sentencia Definitiva y Recursos.
A.2.f Naturaleza y Efectos de la Sentencia
Definitiva.
A.3 Competencia Para Determinar la Capacidad de Discernimiento.
A.3.a Aplicación de Este Procedimiento.
A.3.b Facultades del Juez en Este Procedimiento.
A.3.c Tramitación.
A.3.dRevisión de la Resolución por el Tribunal Superior.
A.3.e Condición del Menor en Este Procedimiento.
A.4Competencia Para Conocer de las Conductas Punibles Señaladas en
el Título V de la Ley
CAPITULO I
REGULACION INTERNACIONAL EN MATERIA DE MENORES
1º LA NORMATIVA INTERNACIONAL DE MENORES, HISTORIA, EVOLUCIÓN.
Desde que se acuña en el mundo civilizado el concepto de
Derechos Humanos, a fines del siglo XVIII y hasta nuestros días,
hemos sido testigos sea directo sea mediatos, del avance social.
Con ello también se ha modificado, por lo general, para ser
ampliado, el concepto de Derechos Humanos, así se han ido
incorporando a través del reconocimiento social nuevas garantías
que anteriormente no se las consideraba, por distintas razones,
teniendo mínima importancia o simplemente no atribuyéndoles
trascendencia alguna; ello se produce por la necesidad de adaptar
el comportamiento humano a las situaciones nuevas que las personas
deben enfrentar con el avance del tiempo.
La evolución a que aludimos se refleja con carácter nítido en
la existencia de diferentes etapas en el desarrollo de los
derechos humanos, correspondiendo cada una de ellas a un momento
histórico determinado, teniendo por lo mismo, características muy
particulares. Así podemos diferenciar:
EPOCA DE SURGIMIENTO:
Para ubicarnos cronológicamente esta fase la identificamos
con la revolución francesa y la independencia de los Estados
Unidos, es la etapa de los Derechos de la Primera Generación o
Derechos Civiles y Políticos, los cuales tienen un carácter
eminentemente individual como se refleja en el hecho que se
privilegia y reconoce el derecho a la vida, a la libertad y
seguridad personal, a la participación política, todos los cuales
apuntan al hombre mirado como ente individual y unitario.
DERECHOS DE LA SEGUNDA GENERACIÓN:
Nos referimos en el tiempo al final del siglo XIX y comienzos
del que vivimos en la actualidad.
Se les denomina a estas garantías Derechos Sociales y
Culturales.
Ellos adquieren aquí ya un carácter colectivo no miran
solamente a un reconocimiento respecto del sujeto visto como
unidad sino que tocan al entorno de la persona y su relación con
otros entes sociales.
Se privilegia el reconocimiento al derecho al trabajo y a la
seguridad social, adquiere relevancia el derecho a la salud.
DERECHOS DE LA TERCERA GENERACIÓN:
Se les denomina Derechos de la Solidaridad, los que han
adquirido desarrollo especialmente después de los conflictos
armados de carácter mundial, los cuales generaron la necesidad de
otorgar protección a otras garantías de carácter colectivo y que
tienen gravitación universal como es el derecho a la paz, derecho
a optar a un mayor nivel de desarrollo para procurar un grado más
elevado de bienestar a la comunidad. Aquí vemos una vinculación ya
a nivel de Estados con el fin de comprometer el respeto a esas
garantías y lograr mayor colaboración entre los países.
Unidos a esta etapa de desarrollo de los derechos humanos
vemos también la preocupación surgida por el avance tecnológico
que ha ido generando como contra partida a los beneficios que
proporciona, el deterioro de la calidad de vida de los sujetos,
producto de la contaminación del medio ambiente la que se
manifiesta de muy diversas formas pero que en todas ellas
repercute directamente en el bienestar de las personas afectando
sobre todo la salud.
En consideración a estos hechos y al deterioro gradual del
planeta, ha surgido en las últimas décadas un movimiento de alerta
destinado a detener el proceso y a revertir su avance destructor.
Una manifestación de esta protección la encontramos en el
reconocimiento internacional del derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación, garantía que en el moderno
Derecho Constitucional ha encontrado eco suficiente para
convertirse en precepto contenido en todas las constituciones
políticas y ordenamientos legales de nuestro tiempo, y esa
salvaguarda no se ha quedado en la mera declaración sino también
se ha institucionalizado acciones de protección de estas
garantías.
Ahora bien, la preocupación de los derechos humanos por el
resguardo del interés del niño no tiene una historia reciente, ha
experimentado la evolución descrita, atravesando las etapas que se
señalaron.
Cronológicamente podemos ordenar este desarrollo fijando los
períodos de mayor importancia:
2º Podemos distinguir un período que va desde el año 1945 con la
creación de la Organización de las Naciones Unidas y hasta el año
1959.
Se trata de un decenio al cual se le puede dar el
calificativo de fructífero, teniendo como característica central
el hecho de haberse superado el tiempo perdido en materia de
legislación de Derechos Humanos y muy en especial tratándose de
reconocimiento de garantías a los menores.
Los progresos que reseñamos se produjeron tanto en el ámbito
nacional como internacional. Así en la órbita interna de un gran
número de naciones de liderazgo jurídico, atendida la tradición
que en este campo tiene, surgen nuevos órdenes constitucionales
mediante los cuales se instauran sistemas democráticos exaltados
de la libertad individual y de los derechos básicos de todo sujeto
humano, como de garantías colectivas, reconociéndolas y haciendo
imperativo su respeto a todo sujeto en general; en donde
encontramos a los niños; pero este tratamiento fue más allá, se
considera en estos textos la necesidad de dar una protección
especial a la familia y sus miembros, privilegiando la situación
de las madres y de los niños.
Como referencia de lo señalado podemos citar los artículos 30
al 34 de la Constitución Política Italiana de 1947, los artículos
6 y 7 de la Ley Fundamental de Bonn de 1949, la Constitución
Política Francesa de 1958, actualmente vigente, que en su
preámbulo aborda el tema en comento.
Estos ordenamientos marcan grandes progresos doctrinarios
dando consagración formal a ideas de igualdad y suprimiendo las
ideas basadas en la filiación de los hijos (legítimos e
ilegítimos), dando uniformidad a los niños en cuanto a sus
derechos y respecto de las obligaciones de sus padres frente a
ellos.
Se considera también una protección especial para niños
discapacitados, marginados o abandonados cualquiera haya sido la
causa de la situación en que se encuentran.
Como lógica reacción al cambio Constitucional, las normas
subordinadas en cada uno de los Estados se han adecuado al
progreso impuesto amoldándose la reglamentación de las relaciones
padres e hijos, adopción y demás aspectos de la vida de los niños
los nuevos conceptos incorporados, fundamentados todos en la idea
de igualdad.
Existiendo clara conciencia de que los problemas de la
minoridad no sólo tienen carácter nacional y atendida la realidad
imperante en gran cantidad de países tercermundistas en los cuales
elevadas cantidades de niños carecen de las mínimas condiciones
económicas y sociales que les permitan aspirar al respeto de sus
derechos esenciales y la satisfacción de sus necesidades vitales
es que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
Diciembre de 1948 reconoce a los niños todos los derechos que ella
proclama y además agrega:"... que la maternidad y la infancia
tienen derecho a una ayuda y una asistencia especial ..." y además
señala que "... todos los niños sean nacidos fuera o dentro del
matrimonio, gozan de la misma protección social..." artículo 25.2
de la Declaración Universal de Derechos Humanos año 1948, declara
seguidamente el texto citado en su artículo 26 que el niño tiene
el derecho a una educación que "...debe apuntar al pleno
desarrollo de la personalidad humana...".17
En 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de la Organización de las Naciones Unidas y el Pacto de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales del año 1966 contienen la
consagración en el ámbito internacional de un catálogo descriptivo
de derechos y garantías comunes a todos los seres humanos,
involucrando en este reconocimiento a los niños.
Allí se reconocen directa y formalmente en el concierto
internacional derechos específicos de los menores como son:
a) Derechos a cuidarlos y tratamiento especial de la
maternidad y de la infancia.
b) Derecho de todo niño sin distinción alguna ni
discriminación de ninguna especie a las medidas de protección que
por su estado necesita, sea por su familia o por parte del
gobierno del Estado de su nacionalidad.
c) Derecho tener un nombre y una nacionalidad.
d) Derecho a la protección contra cualquier tipo de
explotación económica y social, teniendo cada Estado el deber de
señalar los límites de edad para el empleo de menores.
Como hemos señalado en 1959 marca un hito importante
tratándose de regulación internacional específica en el terreno de
los niños. En ese año la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprueba el primer cuerpo legal específico, se trata de la
Declaración de los Derechos del Niño.
En este primer cuerpo especializado se reconocen el derecho a
la igualdad sin distinción de raza, sexo, credo o nacionalidad. El
derecho del niño a una protección especial para su desarrollo
social, físico, mental. El derecho a acceder a alimentación y
vivienda digna. El derecho a gozar de protección contra el
abandono y la explotación en el trabajo, entre otros.
Sin perjuicio da la importancia que tiene esta emanación
normativa, por ser la primera en esta materia, su trascendencia
real en la práctica no paso más allá de ser una declaración de
principios respecto de la situación de los niños en el mundo.
3º Período 1959 1979, Declaración de los Derechos del Niño.
La información que la organización recibe a través de sus
agencias como son F.A.O., U.N.E.S.C.O., O.M.S., U.N.I.C.E.F. entre
17
RuizGiménez Joaquín. "Evolución de los Derechos del Niño,
en Iinfancia". Boletín del Instituto Interamericano del Niño, OEA.
Nº 230, Tomo 63, Julio de 1990.
otras, sobre la realidad mundial en distintos aspectos y
particularmente de cada país miembro de la Organización, sean
ellos ricos o pobres, movió a la Asamblea General a proclamar su
resolución Nº 1386 de la sesión 20 de Noviembre de 1959, que se
denominó "Declaración de los Derechos del Niño", a la cual ya
aludimos.
Esta documento comprende un preámbulo seguido de un decálogo
consideratorio de todos los aspectos esenciales de la vida del
niño, desde su gestación al interior de la madre hasta su
desarrollo posterior, destacando esencialmente principios de
igualdad y no discriminación, protección integral contra estados
lesivos, y en general en cualquier circunstancia, preservación de
su identidad, su salud, desarrollo de su personalidad, educación
completa e integral, protección contra cualquier forma de crueldad
negligencia o explotación y contra toda o cualquier práctica
discriminatoria sea social, religiosa, étnica, etc.
Al referirnos a la naturaleza jurídica de la Declaración
debemos señalar que ella constituye simplemente una declaración y
puede ser vista como una solemne recomendación dirigida a los
Estados, careciendo de fuerza obligatoria y coactiva representando
simplemente autoridad moral. Sin embargo, a pesar de esta
característica de debilidad jurídica de la Declaración, ella ha
sido fundamento a numerosas declaraciones y tratados ulteriores
que contienen en sus normas el espíritu de la Declaración de 1959.
En los textos fundados tenemos:
Pacto Internacional relativo a los Derechos Civiles y Políticos
de 16 de Diciembre de 1966, artículos 23 y 24 especialmente;
Pacto Internacional relativo a los Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de 16 de Diciembre de 1966, artículo 10;
Convención referente a la Lucha Contra la Discriminación en el
Dominio de la Enseñanza, Conferencia General de la UNESCO, 14 de
Diciembre de 1960;
Convención sobre Política Social, Organización Internacional del
Trabajo de 6 de Junio de 1962;
2º NORMATIVA NACIONAL DE MENORES, SU EVOLUCIÓN.
A) EVOLUCIÓN.
En Chile, el período de preocupación tutelar respecto de los
niños comienza en el año 1928 con la dictación de la Ley 4.428,
texto que señala el punto de partida en materia de protección a
menores propiamente tal y constituye la base del sistema
proteccional, ello atendido que su filosofía ha trascendido el
referido texto manteniéndose en el tiempo a pesar de las
modificaciones que se han introducido en la normativa con el fin
de adecuarla al requerimiento social variante con el progreso
humano.
Sin embargo, la historia de la legislación de menores tiene
sus primeras manifestaciones en épocas anteriores.
En efecto, una primera iniciativa destinada a regular la
situación de menores desprotegidos la encontramos en un Decreto
del año 1896, disposición mediante la cual se creó la denominada
Escuela Correccional del Niño. Esa normativa fue complementada
siete años después al dictarse un reglamento que determinaba el
funcionamiento del establecimiento correccional creado con
anterioridad. Este Reglamento sufrió modificaciones dos décadas
más tarde mediante un Decreto de 8 de Enero de 1927 dictado
durante el mandato de don Emiliano Figueroa, ello a raíz de un
quiebre del sistema que se produjo al emitirse un informe
elaborado por una comisión de Diputados que tuvo la misión de
investigar las denuncias graves formuladas respecto del
funcionamiento de la Escuela de Reformas de Niños; cargos los
cuales fueron todos declarados como efectivos y que se traducían
en problemas administrativos llagando hasta conductas inmorales
por parte de los encargados.
Con esta denuncia se reorganizó el Servicio y se modificó la
normativa.
Además de la Escuela Correccional a que nos referimos existió
también la Ley sobre Infancia Desvalida que data del año 1912, la
cual, aun cuando poseía un sugerente nombre no contribuyó en nada
a mejorar la situación existente en la época en nuestro país. Esta
Ley constituyó un fracaso rotundo ya que en su pobre estructura no
estableció ninguna medida de amparo y protección para el menor
manteniendo el criterio de dar tratamiento de delincuente al menor
que se encontraba en situaciones distintas como las de abandono o
careciendo de personas que velaran por su acertada crianza y
educación. Con ello se entregaba a los menores al régimen del
Código Penal el cual en su normativa representa que si el menor
era considerado responsable ingresaría a la cárcel, o por el
contrario, quedaría en la calle ejerciendo la vagancia, mendicidad
o prostitución.
Con el tratamiento señalado no se daba ningún tipo de
solución al problema del abandono en que se encontraban gran
cantidad de niños que por diversas circunstancias habían quedado
en situación de orfandad total; no podemos olvidar que en la época
en la cual nos encontramos situados se vivieron agudas situaciones
de beligerancia interna lo que entre otras muchas consecuencias
nos lego un abultado de menores carentes de padres y en situación
de orfandad y abandono, lo que era afrontado en número reducido
para el volumen que revestía el problema, por instituciones
vinculadas a la Iglesia Católica la cual a través de religiosos
mantenía hogares para huérfanos y abandonados.
La normativa que citamos tampoco abordó otro problema, el
cual, como en todas las ocasiones, tenía un carácter grave, éste
es aquel vinculado a menores que aun cuando tienen una persona que
se ocupe de su cuidado personal, ello resulta perjudicial para él
por ser sometido a explotación económica, sexual o a malos
tratamientos o corrupción.
Esta Ley de Protección de la Infancia Desvalida tampoco
contiene disposiciones alguna tendiente a la reeducación del menor
infractor el cual como ya señalamos recibía tratamiento de
delincuente con lo cual se contribuía a que su situación se
agravara y significando determinar inmediatamente el destino del
menor como un verdadero delincuente.
Respecto a las facultades que confería al juez
la Ley 2.675 de 26 de agosto de 1912, denominada como ya anotamos,
de la Infancia Desvalida, encontramos la posibilidad del
magistrado para ingresar al menor sujeto de atención en algún
establecimiento de reforma o de beneficencia como se llamaba a los
que aludimos y que se encontraban en manos de religiosos. Al
respecto, conveniente es recalcar que en aquellos tiempos el
Estado no tenía la conciencia y por tal motivo desconocía la
obligación asistencial que le corresponde de proteger y atender
integralmente al niño desvalido.
Otra posibilidad que la norma otorgaba al juez y esto
resultaba anecdótico por lo que significaba en la práctica, era
que éste podía confiar al menor a un amigo suyo; sin perjuicio de
la impracticabilidad de la medida podemos conferirle cierto valor
histórico, toda vez que la estimamos como un antecedente de la
institución asistencial de la colocación familiar mecanismo que
tiene gran aplicación en estos tiempos y cuyos resultados han sido
satisfactorios, toda vez que ella es susceptible de recibir
modificaciones que la pueden convertir en un gran mecanismo de
salida a menores en situación de abandono.
Como colaboradores de la justicia se creó el cargo de
Inspector de la Infancia Desvalida, el que era entregado al
gobernador de cada Departamento. Pero como la norma jurídica debe
cumplir la condición de ser concordante con la situación social y
política que se vive en el momento que ella debe operar, el cargo
constituyó sólo letras del texto puesto que aquellas autoridades
entregaban su tiempo a funciones que tenían un carácter político y
al trabajo en las contiendas electorales.
En el año 1925 la situación tenía carácter crítico, y se
hacía necesario solucionar el problema. Para ello se crean
mediante sendas disposiciones algunos organismos.
Por Decreto Ley Nº 525 se da vida al Consejo Superior de
Educación Física y Moral, organismo que tenía como misión
"fomentar el desarrollo físico del individuo y un levantamiento
moral de las costumbres".
Posteriormente se dicta otro Decreto Ley que establecía
normas sobre censura cinematográfica, el cual sancionaba la
importación y exhibición de películas contrarias a la moral y las
buenas costumbres.
En Octubre de 1925 se dicta otro Decreto Ley que crea
establecimientos especiales de prevención de la delincuencia
infantil. Se dispone que en esos establecimientos pueden ser
internados menores hasta dieciocho años de edad que se encuentren
ejerciendo la vagancia o estén abandonados, hayan sido recogidos
por la Policía, reciban de sus padres o guardadores tratamiento
perjudicial para su salud o que por rebeldía no asistan
regularmente a la escuela o bien aquellos cuyos padres solicitaban
la internación pagando la pensión correspondiente al
establecimiento por la estadía del pupilo. En esta disposición
encontramos el germen de la labor protectora del Estado que en
forma muy simple comienza hacer suya la labor de entregar
protección a los niños que la necesitan; eso sí, sin preocuparse
todavía de los menores que delinquen a quienes aún se les aplica
la normativa del Código Penal, dejándolos en total desprotección.
Todas estas manifestaciones legislativas tuvieron una
característica común, cual fue la de abordar en forma imperfecta y
parcelada la realidad y entregar soluciones relativas que en
algunos casos fueron menos que un paliativo a la álgida situación
que se vivía. no obstante la preocupación existió y estaba asumida
la idea de que era completamente necesario contar con una ley
relativa a la protección de los menores adecuada a los tiempos y a
los requerimientos del país.
La necesidad señalada era coincidente con el ánimo que en las
esferas legislativas y políticas reinaba en la época, puesto que
desde 1920 comienza a gestarse una movilización de las ideas hacia
una concepción más innovadora en el ámbito social. Es así como se
dicta la normativa precursora en esta materia de previsión social
y en general toda aquella referida a mejorar la situación de los
sectores más desposeídos. Esta socialización en la normativa se
extiende en general a todas las ramas del derecho llegando también
al campo de los niños.
Este interés naciente por ocuparse de los problemas que
afectaban a los niños hace que se comience a pensar en elaborar
disposiciones para lograr superar problemas que afectaban en forma
seria a este sector de la población, lo que se veía peligrosamente
agravado con los sucesos que se venían produciendo en el país y
también en todo el mundo, revistiendo la situación el carácter de
crisis.
Otro factor motivante para estudiar la institucionalización
de una normativa que abordara integralmente la problemática fue la
gran cantidad de instrumentos internacionales surgidos como fruto
da la celebración de innumerables congresos y conferencias de pre
y post primera guerra mundial; sin duda que el de mayor impacto
fue la Declaración de Ginebra de 1923, proclamada el 21 de
Noviembre de ese año y que contenía la Declaración de Derechos del
Niño, según ya hemos señalado con anterioridad.
Luego de un tiempo de maduración de la idea y con el impulso
que proporcionaron los factores descritos comenzó a materializarce
la iniciativa de dar existencia a un cuerpo normativo referente a
los menores de nuestro país. Así en la Cámara de Diputados se
genera una moción patrocinada por varios Diputados de la época y
fue presentada el 26 de diciembre de 1926. Sin embargo luego de su
paso a una comisión para que informara el proyecto este no alcanzó
su plena materialización.
A pesar del destino de la iniciativa anterior, el Ejecutivo,
con fecha 4 de Agosto de 1927 presenta un Mensaje al Senado,
siendo también enviado a comisión, la cual en carácter mixto, de
Diputados y Senadores, fue nombrada en Septiembre del mismo año,
debiendo abocarse al conocimiento de todos los antecedentes, esto
es, informar acerca de la moción presentada anteriormente por los
Diputados como respecto del Mensaje enviado por el ejecutivo y que
dio lugar a la formación de la comisión a la cual se encargaba el
estudio.
La comisión efectuó su trabajo, pero no en forma íntegra ya
que se dedicó exclusivamente al estudio y discusión del proyecto
presentado por el Ejecutivo.
Entre los fundamentos que el Ejecutivo expone en el proyecto
al Parlamento y que hacen necesario que la iniciativa sea aprobada
como Ley de la República señala: " La infancia desvalida
abandonada y delincuente es un hecho de tan grave y notoria
trascendencia social que no es posible continuar más tiempo ante
el, en una actitud de simple expectación. En efecto, por una parte
el niño abandonado o delincuente es síntoma de grave mal que urge
remediar; por otra, es en sí mismo, un peligro permanente que es
necesario corregir". Al mismo tiempo señala el proyecto como
causas del abandono y delincuencia juvenil problemas de orden
social como son la constitución irregular de las familias y la
falta de organización que ellas muestran originado esto en la
falta de responsabilidad de los padres o conducta inmoral de los
mismos.
Todo lo anterior, afirma el Ejecutivo, genera consecuencias
de inestimable trascendencia para el bienestar social que no es
necesario señalar específicamente cuales son para entender que es
urgente buscar solución al problema. Seguidamente el mensaje
contiene una radiografía al sistema, que en la época regía, y que
señala: "Nuestra legislación es todavía deficiente, inspirada por
un criterio netamente defensista, alejada de todo principio de
economía social y sin base verdaderamente científica, aplica al
menor el mismo tratamiento jurídico que al adulto y se preocupa
sólo de reprimir, de defenderse de ciertos elementos que en
determinadas circunstancias podrían transformarse en factores de
gran utilidad, mediante un tratamiento científico adecuado.
En resumen, no tenemos una legislación comprensiva de
protección de la infancia abandonada o delincuente. Y es
indispensable, y urgentísima. Las estadísticas policiales dicen de
millares de niños que son aprehendidos cada año, por diversos
delitos, niños que se inician en la escuela del crimen o que, a
corta edad, son ya reincidentes, lo que agrava y ensombrece la
perspectiva.
Es indispensable,por razones de humanidad, de patriotismo, de
economía social, resolver prontamente este gravísimo mal".
Entre las características que el mensaje atribuye al proyecto
se señalan: "Es una Ley enérgica en su acción, que conserva en su
fondo el equilibrio necesario de toda cosa justa; que consulta
principalmente los intereses de la sociedad; que crea los Jueces
de Menores, y por intermedio de ellos hace afectivo el patronato
del Estado, tan débilmente representado en nuestra legislación
actual por los Defensores de Menores, y que, por medio de una
entidad responsable y nueva, la Dirección General de Menores,
estimula y orienta sobre las bases verdaderamente científicas, las
actividades sociales, públicas y privadas, de protección a la
infancia desvalida, abandonada o delincuente y, ejerce sobre ellos
el control que todo Estado firmemente constituido necesita sobre
toda actividad que se desarrolla en el país, a fin de mantener una
conveniente unidad de acción, que se traduzca en beneficios
efectivos y generales"18. El 27 de Agosto de 1928 se evacuó el
informe de la Comisión de Legislación y Justicia de la Cámara de
Diputados pronunciándose acerca del proyecto que recordamos.
Con el informe señalado el proyecto pasó a la sala
iniciándose una discusión del mismo, que resulta todo un hito de
gran trascendencia jurídica y valor histórico que junto al Mensaje
del Ejecutivo constituyen uno de los aspectos de mayor importancia
en el desarrollo y modernización de nuestro ordenamiento jurídico
en materia de regulación normativa de la situación de la infancia.
Estos hechos, fueron marcando el avance que a partir de ellos se
fue produciendo en la legislación pertinente, ya que ella se fue
tiñendo de un matiz humano y social, a la vez que se fue adoptando
un criterio con una inclinación científica cada vez mayor.
De la historia del establecimiento de la Ley 4.447 a que tan
largamente nos hemos referido, por su trascendencia e influencia
en el desarrollo de la normativa, podemos citar por las
consideraciones citadas, determinados textos de opiniones que se
aportaron en el debate legislativo y cuyo valor histórico y
doctrinal es de gran trascendencia.
Entre las exposiciones sobresalientes tenemos la efectuada
por el médico y Diputado Sr. Lois, quien en su intervención
entrega una perfecta radiografía geográfica del estado de abandono
que sufren los menores en diferentes lugares de nuestro territorio
nacional, además de las causas de los fracasos de las
instituciones creadas para la atención de los niños que requieren
la protección de que carecen. Advierte sobre la necesidad
inmediata de efectuar una completa reforma a la legislación
nacional de menores fundando ello en que la verdadera causa del
colapso del sistema, tan rudimentario existente en la época, fue
la antigüedad de los Reglamentos.
Enseguida el Diputado hace presente que la materia se
encuentra profundamente vinculada con el conocimiento científico
específicamente con la psiquiatría y la medicina legal teniendo
como base, las corrientes de pensamiento que en esos tiempos
dominaban esas ramas de la medicina.
En esta parte resulta interesante recordar lo que el
parlamentario afirma respecto de aspectos que en esa época no eran
considerados simplemente por desconocimiento y cuya importancia en
la etiología del abandono y delincuencia infantil tiene gran
importancia y la adquiere aún mayor cuando se trata de mecanismos
de protección y rehabilitación del menor afectado por esas
situaciones. Tales condiciones a que hemos aludido se refieren no
a causas internas o antropológicas, es decir, aquellas que tienen
que ver con la constitución físico química del sujeto, sino a los
18
Fuchslocher Petersen Edmundo. "Derecho de Menores,
Delincuencia Juvenil y Menores Inadaptados". Valparaíso 1965.
factores externos y que se vinculan al medio ambiente social y
físico en que actúa el individuo desde su nacimiento y durante su
proceso de desarrollo tanto físico como moral y psicológico;
circunstancias todas que se van transformando sea en factores
condicionantes, sea en factores desencadenantes de conductas y
hábitos que implica cierto grado, generalmente creciente, de
desadaptación. Al respecto dice textualmente: "Los que conocen
nuestro país, de norte a sur, y observan el medio que rodea al
niño chileno desde que llega al mundo la forma como se educa, la
falta de protección y ayuda, no encuentra sino factores buscados
deliberadamente para llevarlo a la miseria, al abandono y la
degeneración".19
Continuando con las innovadoras opiniones de aquel visionario
diputado de los años veinte, señala que es necesario también
dedicarse al estudio de la anormalidades que afectan a los
menores, sean ellas físicas o mentales, refiriéndose al
tratamiento especial que toda la vida ha necesitado el menor
afectado por cualquier tipo y grado de discapacitación. Considera
respecto del menor delincuente que la conducta que este ha
desarrollado atendido su condición moral no debe ser considerada
como una conducta punible por ende no debe imponérsele castigo
sino más bien es menester efectuar un trabajo integral con él,
aplicando un tratamiento médico y pedagógico según su grado de
anormalidad social. De esta manera se logra devolver la dignidad
al menor y se defiende más eficazmente a la comunidad.
En todo este clima de preocupación social y con ánimo
eminentemente protector se dio cuerpo a la primera ley de
protección de menores con carácter orgánico y fruto de un trabajo
con gran sentido científico que persiguió hacer efectiva la
obligación del Estado de entregar protección a los menores en
situación de impetrarla, adoptándose en nuestro ordenamiento el
concepto de protección del menor antes de que el de represión del
mismo, ocupando una posición tutelar el Estado antes que
sancionadora y coactiva.
Esta Ley significó un gran paso social dando una posición más
justa a los seres más débiles del país y que eran tratados como
los más despreciables componentes de la sociedad.
Se publica en el Diario Oficial este cuerpo normativo con
fecha 23 de Octubre de 1928 y entra en vigencia el 1º de Enero de
1929.
Tal fue la influencia de la Ley 4.447, que influyó de manera
especialmente positiva en toda la legislación posterior relativa a
menores, dando un toque de humanidad sensiblemente asumido por el
legislador.
Es así como se dicta posteriormente la Ley 5.750 de Abandono
de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias de 30 de Noviembre de
1935. Esta norma junto a la comentada Ley 4.447 conformaron en la
primera mitad de nuestro siglo el pilar fundamental de la
normativa de protección de la infancia desvalida y la familia en
19
Ibídem. N.P.P. Nº2.
conflicto; sin embargo el espíritu y filosofía de ambos cuerpos
normativos han influido hasta la actualidad el sistema asistencial
y civil contenido actualmente en la leyes 16.618 y 14.908,
complementados en lo pertinente por el D.L. 2.465 y el Código
Civil, entre otros.
A.1) PERÍODO POSTERIOR A LA DICTACION DE LAS LEYES 4.447 Y 5.750.
Luego de entrar en vigor en el año 1935 la Ley 5.750 no se
produjo ningún cambio significativo en la legislación sólo podemos
citar la reforma al Código Civil mediante la ley 10.271 que mejoró
sustancialmente, para la condición que regía en la época, la
situación de los hijos ilegítimos y ampliando la posibilidad de
investigación de la paternidad y haciendo innovaciones en materia
sucesoria respecto de derechos que pueden corresponder al hijo
natural.
Al igual como ocurre en la actualidad, luego de treinta años
de vigencia de la normativa se hacía cada vez más imperiosa la
necesidad de modificar los preceptos y acomodarlos a las
contingencias que en esos tiempos vivía la creciente población
nacional especialmente en las ciudades más grandes como Santiago y
Valparaíso que ya empezaban a sentir los primeros efectos del
crecimiento urbano y el desarrollo industrial que se movía con
bastante intensidad. Los Tribunales de Menores creados con la
legislación de los años treinta fueron sobrepasados y su capacidad
de atención y solución era muy inferior a lo que se necesitaba
para controlar la situación.
Era muy necesario revisar los preceptos, contemplar
situaciones que se habían omitido en la ley antigua, abordar
nuevos problemas que el desarrollo social había traído consigo,
corregir errores y contradicciones que se habían detectado, en
fin, modernizar los textos para enfrentar la problemática que
generaba la creciente marginalidad que adquiría Santiago y las
ciudades industriales que a diario eran receptoras del éxodo
humano desde lugares rurales, que esperanzado emigraba a la
capital en busca de trabajo mejor remunerado y un mayor nivel de
vida.
Es así como el 3 de Marzo de 1961 se publica en el Diario
Oficial la Ley Nº 14.550, disposición que modifica las Leyes 4.447
y 5.750, y se ocupa del aspecto administrativo como de la creación
de nuevos tribunales.
La nueva legislación otorgó mayores facultades al Juez de
Menores persiguiendo por este mecanismo dispersar una protección
más integral del menor sujeto de atención y tratamiento con miras
de abordar el orden patrimonial de la familia. Así, se faculta al
magistrado para apreciar la prueba en conciencia en los asuntos de
que conozca, sustrayéndolo de los rígidos marcos que la
legislación le impone en la apreciación de la prueba que las
partes le rinden para acreditar sus dichos en procura de una
efectiva protección de sus derechos. El juez puede imponer la
medida que estime conveniente, obrando siempre con conocimiento de
causa.
Se faculta al tribunal para ordenar la entrega de alimentos a
los menores presumiendo que el padre tiene los medios para
proporcionar a lo menos alimentos necesarios, no siendo necesario
probar la existencia de ingresos o bienes en el obligado.
Respecto a los tribunales, se incorporó a estos al escalafón
del Poder Judicial, haciéndoseles aplicables las normas del Código
Orgánico de Tribunales, pasando a tener la calidad de Juzgados de
Letras de Menores.
En materia de procedimiento se corrigieron defectos
existentes en las leyes anteriores como era la del sistema de
notificaciones ampliando la posibilidad de otros funcionarios
públicos puedan efectuar el trámite, incluyéndose a
Investigaciones y Carabineros de Chile, sin perjuicio de los
Receptores Visitadores de cada tribunal, Asistentes Sociales y los
Receptores de Juzgados de Letras.
La importancia histórica que se asigna a la Ley 14.550 es la
de ser el precepto que sirvió de base para la dictación posterior
de dos leyes que el fin y al cabo significaron la división en dos
de la citada Ley 14.550, estas normas son la Ley 14.907 Sobre
Protección de Menores y la Ley 14.908 Sobre Abandono de Familia y
Pago de Pensiones Alimenticias.
Como ya señalamos, la Ley 14.907 nace como resultado de la
Ley 14.550, en dos cuerpos legales que abordan dos aspectos
distintos del problema de la menor edad cuya situación se
encuentra alterada. Con anterioridad la Ley 14.550 contenía la
misma regulación pero en un solo texto.
Con el objeto de obtener una regulación más prolija y
propender a la especialización de las materias se da vida a las
Leyes 14.907 Sobre Protección de Menores, la cual asume la
regulación de las situaciones de carácter asistencial que tocan a
menores de edad sean menesterosos de socorro atendida su situación
de abandono o bien por ser infractores de la normativa penal como
sujetos activos en crímenes, simples delitos o faltas.
La Ley 14.908, vigente hasta esta fecha, enfrenta lo que
podemos llamar el ámbito civil del problema, de su denominación
podemos colegir cuál es su ámbito de regulación, Ley Sobre
Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias.
Aborda el problema que surge cuando el alimentante,
generalmente el padre, abandona a su grupo familiar dejándolo
desposeído de todo medio de subsistencia. Complementa las normas
pertinentes del Código Civil que regulan el derecho de alimentos,
señalando la forma y procedimiento a través del cual se hace
exigible la prestación. Indica también las medidas para asegurar
el cumplimiento y las formas de presionar al obligado contumaz a
que de cumplimiento a la obligación legal que pesa sobre él.
Amplía la forma en que se puede dar cumplimiento al pago,
indicando que además de dinero la pensión de alimentos puede
consistir en un derecho de usufructo, los intereses de un capital,
etc. Contiene también un procedimiento ejecutivo especial para el
caso de deudas de alimentos, dando opción al acreedor para elegir
entre este procedimiento de apremio patrimonial o aquel de
carácter corporal como es el arresto del alimentante negligente
hasta que solucione la obligación.
La Ley 14.907, por su parte, preocupándose de la atención de
menores en situación irregular entrega la misión al estado, el
cual la asume a través del Servicio Nacional de Salud.
Inmediatamente se hace necesario comentar lo poco indicado
que resultó la atribución de esta función al Servicio Nacional de
Salud, vistas las naturales tareas que le competen ahora y en la
época de vigencia de la norma en comento. Basta pensar en la
dificultad que significa para este Servicio asumir las funciones
de protección de menores, acciones que no son en absoluto de su
competencia, toda vez que en las situaciones que envuelven a
menores en situación de desamparo se contienen más materias de
carácter jurídico que sanitario o médico como son las que debe
manejar el Servicio de Salud.
Resulta difícil imaginar siquiera como trataría el conflicto
de un menor delincuente el médico Director del Servicio de Salud.
La práctica se encargó, en poco tiempo, de señalar la
debilidad del sistema y la evidente necesidad de sustituir a este
organismo en la tarea de protección a los menores.
En materia de fijar el sujeto de atención esta Ley llenó un
gran vacío que se había producido, en efecto la legislación
anterior era aplicable a menores de 20 años, quedando las personas
entre 20 y 21 años de edad sin ley que le fuera aplicable. La Ley
14.907 extendió la aplicación de sus normas hasta los 21 años de
edad, sin perjuicio de las disposiciones contenidas en normas
especiales.
Crea en el lugar de asiento de cada Juzgado de Letras de
Menores un establecimiento denominado Casa de Menores, el cual
tenía por destino recibir a estos cuando fueren detenidos o
debieran comparecer ante el juez.
Dentro de las instituciones asistenciales que genera la norma
encontramos el denomina Politécnico Elemental de Menores
Alcibíades Vicencio.
Ese centro tenía como naturaleza la de ser un reformatorio en
el cual se enseñara a los menores internos la instrucción escolar
que la ley obliga y además un oficio a fin de capacitarlos para su
vida futura como hombres normales, todo ello dentro de un ambiente
familiar.
El señalado hogar llegó a tener existencia y funcionamiento,
permaneciendo hasta la actualidad claro que no en las condiciones
que en alguna vez funcionó, que no siendo las ideales demostró ser
eficiente como mecanismo de reeducación para menores en riesgo
social e incluso para menores infractores.
El Politécnico se instaló en el fundo Cerro Negro ubicado en
las afueras de San Bernardo, en el camino que conduce a la comuna
de Puente Alto, allí desarrolló su actividad llegando a tener más
de doscientos menores internados de todas las edades y hasta los
18 años. En él se impartía instrucción escolar básica y la
enseñanza de oficios como sastrería, carpintería y labores
agrícolas, ello matizado con actividades deportivas.
Al cabo de un tiempo de funcionamiento este hogar pasó a
manos del Ejército de Chile lo mismo que los terrenos donde se
ubica, continuando esta institución castrense la labor iniciada
con anterioridad, alterando eso sí el régimen de internación,
adoptando un régimen militar en su interior lo que también trajo
beneficio para los internos mucho de los cuales necesitaban férrea
disciplina que en ese sistema encontraron.
Al final de la década de los setenta el Politécnico como se
le conocía entre los miembros de la comunidad cambió su
denominación pasando a llamarse Hogar Formación Integral del Niño
(Hogar F.I.N.), y estando en la actualidad con una actividad
reducida y en manos del Ejército con financiamiento de SENAME.
En lo demás esta nueva ley de menores mantiene las
disposiciones de la Ley 14.055.
Con posterioridad se dicta la Ley 16.618, publicada en el
Diario Oficial de fecha 8 de marzo de 1967, que tuvo por finalidad
modernizar el sistema y subsanar los defectos de que adolecía la
ley 14.907, especialmente en lo que se refería al órgano encargado
de coordinar y generar las acciones tendientes a la protección de
los sujetos de atención, crea además un órgano especial de policía
cual es la Policía de Menores, el cual es un departamento
especializado de Carabineros de Chile encargado exclusivamente del
trabajo con menores.
Todo lo referente a esta normativa y su aplicación se verá en
otros capítulos.
El sistema establecido por la Ley 16.618 sufrió
modificaciones en el año 1979 a través del Decreto Ley 2.465 que
deroga el Título I de la señalada Ley y crea un órgano nuevo
denominado Servicio Nacional de Menores, entidad que reemplaza al
Consejo Nacional de Menores y cuya normativa y atribuciones
corresponde a otra parte de este trabajo.
De lo anotado podemos advertir que en la actualidad el
panorama en la materia no ha variado sustancialmente,
encontrándose dispersa toda la legislación en distintos textos y
de diversa antigüedad, de aquí se advierte la necesidad de
reestudiar en forma interdisciplinaria la legislación para
modernizarlo adecuándolo a las circunstancias sociales que se
viven especialmente en puntos como los de la delincuencia juvenil,
tráfico y consumo de drogas, actividad sexual y enfermedades
incurables que afectan a las personas con conductas promiscuas más
aún en vista del aumento de la prostitución en diversas formas y
que afectan no sólo a menores de sexo femenino sino también a
menores varones que caen en el flagelo de la prostitución
homosexual, en fin muy largo resulta aquí exaltar los problemas y
vacíos de nuestra legislación pero salta a la vista la urgencia de
contar con textos actuales que contengan en forma sistematizada e
integralmente abordada todas las materias.
Lo anterior se acentúa, como se verá más adelante frente a
las disposiciones de la Convención de Derechos del Niño que exigen
jurídicamente la adopción de normas y soluciones globales en
nuestro sistema compatibles con las exigencias del texto
internacional citado. Para cumplir esos mandatos es necesario la
adecuación de las políticas sociales, racionalizar y reorganizar
si es necesario la asignación de recursos con el fin de hacer
operativas y eficientes las normas y quitarles el carácter
programático que por diversas razones habitualmente adoptan.
3º CONVENCION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO DE 1989.
Aprobada por la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989.
Suscrita por el Gobierno de la República de Chile con fecha
26 de Enero de 1990 y promulgada como Ley de la República por
Decreto Supremo Nº 830 del Ministerio de Relaciones Exteriores de
fecha 14 de Agosto de 1990.
A) ANTECEDENTES (GENESIS).
Como habíamos señalado en 1959 la Organización de las
Naciones Unidas aprobó por primera vez un cuerpo normativo que se
refería en específico a garantías de los menores al cual se le
denominó "Declaración de los Derechos del Niño".
No se puede negar la importancia que como cuerpo normativo
específico se le pudo dar a esta declaración ya que constituía un
trascendental paso en materia de reconocimiento de facultades y
garantías referente a la minoridad.
Modernamente se le da el valor de una declaración de
principios en el campo de la normativa de menores, lo que abre las
puertas para lograr un perfeccionamiento gradual en el
reconocimiento y reglamentación de los derechos esenciales para la
infancia.
No obstante todo lo que hemos afirmado respecto de la
Declaración de los Derechos del Niño de 1959 se trató de un
instrumento sin poder vinculante, de manera que en términos
jurídicos su obligatoriedad era relativa no representando en este
ámbito el merecimiento de sanción coactiva alguna por su
incumplimiento.
El poder que se le atribuyó sólo tuvo un carácter moral,
poder que ha servido de inspiración para formular y elaborar
normativas nacionales.
De acuerdo al carácter mismo que tiene la Declaración no
existe la posibilidad de hacer exigible el cumplimiento de sus
disposiciones.20
La iniciativa de elaborar una convención sobre los derechos
del niño fue presentada a la Asamblea General de las Naciones
Unidas, órgano principal en el cual se encuentran representados
todos los Estados miembros de la organización; por los
20
Albánez Teresa. "Por Qué una Convención Sobre los Derechos
del Niño". En Iinfancia. Boletín Instituto Interamericano del
Niño. Nº 230, Tomo 63, Julio de 1990.
representantes de polonia, pretendiendo que la aprobación del
texto de la convención coincidiera con la celebración del año
internacional del niño que se desarrolló en 1979.
Esta intención de la representación polaca fue aplaudida y
considerada pero se le criticó el hecho de que subestimaba la
magnitud del trabajo y el grado de dificultad de redactar y
acordar el texto de la convención.
Esta ardua y compleja labor tomó diez años finalizarla en la
manera como la conocemos, pero debieron desplegarse grandes
esfuerzos para concluirlo en el plazo señalado y que se encontrara
afinado y en condiciones de ser discutido y aprobado por la
Asamblea General en el año 1989 al cumplirse 30 años desde la
aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño.
Aun cuando en ocasiones el proceso de estudio y redacción de
la convención parecía interminable, al finalizar diez años de
discusiones, consultas, debates y negociaciones el resultado fue
un texto armónico, moderno, claro y completo de un grado de
elaboración y perfección infinitamente superior al proyecto
presentado por Polonia, el cual consistía, como se dijo, en una
mera reformulación de los derechos que reconocía la Declaración de
1959 careciendo de toda innovación o mejoramiento.
El punto central en esta parte es el avance en el tratamiento
normativo del menor. Cambia la forma en como la norma jurídica
enfoca la situación del niño en cuanto sujeto de protección, se
"transforma al niño de ser objeto de derecho a recibir una
protección especial, en sujeto de una amplia gama de libertades y
derechos".21
Finalmente el 20 de Noviembre de 1989 en la Asamblea General
de las Naciones Unidas se aprobó unánimemente la Convención de los
Derechos del Niño, documento elaborado por representantes de 43
países que marca un hito decisivo en la preocupación por
satisfacer oportuna y eficazmente las necesidades básicas de la
infancia.
Este tratado internacional tiene como aspiración fundamental
el de hacer del tema de la situación de la infancia una prioridad
internacional y un imperativo jurídico y moral para el Estado, que
tenga validez en todo tiempo y circunstancia. La Convención
pretende convertirse en un instrumento de eficacia universal para
exigir el respeto y observancia de los Derechos Humanos que
corresponden con exclusividad a los niños, para superar de esa
manera el error tradicional e histórico de considerar
restringidamente estos derechos fundamentales circunscrito casi
exclusivamente al ámbito de los derechos de los adultos y
reservarlos a aquellas facultades que de una u otra forma entran
en conflicto con el poder estatal.
De acuerdo con la filosofía de la Convención constituye
violación de los derechos humanos el hecho de atentar o de privar
21
O'donell Daniel. "La Convención Sobre los Derechos del Niño:
Estructura y Contenido". En Iinfancia Boletín Instituto
Interamericano del Niño. OEA. Nº230. Tomo 63, Julio de 1990.
de libertad al disidente o imponerle tortura, igual calificación
tiene la muerte de un niño a causa de una enfermedad fácilmente
controlable, o que sufra una desnutrición severa, o reciba
maltrato físico, psicológico, sea objeto de explotación sexual o
laboral, etcétera. todas estas son situaciones de estremecedora
gravedad pero que no solamente pasa desapercibidas sino que además
en sentido formal y jurídico no son consideradas violación a los
derechos humanos de los niños.
B) CARACTERISTICAS DE LA CONVENCION.
En esta parte analizaremos los rasgos fundamentales e
informadores de la Convención procurando señalar sus puntos
centrales y finalidades esenciales.
1º La Convención transforma al niño en sujeto de derechos y
libertades.
Contiene la confirmación del estatus del niño como sujeto de
derechos fundamentales de la persona. El reconocimiento de esta
condición tiene como importancia el hecho de entregársele el
verdadero lugar que el niño le corresponde en la sociedad.
2º Reafirma y consolida los derechos del niño.
Esta reafirmación tiene un carácter doble. Por una parte
refuerza jurídicamente una amplia gama de derechos fundamentales
lo que elimina cualquier duda acerca del lugar que los niños
tienen en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Por
otro lado ya no considera al menor como objeto de derechos sino
como sujeto de todos los derechos reconocidos por la normativa
internacional a toda persona.
3º Reconoce la dignidad del niño como persona.
Este reconocimiento significa también hacer lo propio
respecto de sus derechos inalienables consagrados en la
Convención. Lo anterior significa que los servicios que tanto el
Estado como otros entes privados o mixtos establezcan para
proteger y beneficiar al menor no corresponden a gestos de mera
solidaridad sino que representan la aplicación de normas para las
cuales se dan mecanismos de revisión.
4º El cumplimiento de sus normas y principios puede ser
exigido jurídicamente.
Contiene la obligatoriedad de su respeto y cumplimiento fiel
tanto de la normativa contenida en ella como la ejecución de las
acciones que contempla. Todo ello puede ser exigido a través de
mecanismos jurídicos, ya no constituye un imperativo de carácter
moral sino que en la actualidad el Estado parte compromete su
responsabilidad internacional para el caso de desconocimiento,
menoscabo o directa infracción de las normas y principios
expresados en el Tratado.
5º Propende al desarrollo de potencialidades y participación
del niño.
Los preceptos de la Convención no solo buscan garantizar el
derecho del niño a gozar de una protección integral en los
primeros años de vida, sino que además formula el derecho de los
menores a desarrollar todas sus capacidades y a tener una
participación activa en asuntos concernientes a su vida y destino.
Concibe al menor no como un sujeto pasivo de derechos y
sujeto de protección, sino como un ente activo que puede
expresarse y participar.
6º Constituye un instrumento de validez universal.
Se procura del establecimiento de una normativa universal
aceptada y respetada en todo el orbe constituyendo la herramienta
básica que señale y permita exigir el respeto y observancia
estricta de los derechos de los niños contenidos en ella, haciendo
que ese respeto signifique un mandato tanto para Estados,
comunidades, padres y en general la sociedad toda.
7º Incorpora todos los derechos cualquiera sea su naturaleza.
Sigue en este ámbito la tendencia de los países de tradición
jurídico social liberal, abarcando todos los derechos
fundamentales del niño con independencia de su categoría.
No se mencionan en el texto, sin embargo, dos clases de
derechos, unos los de carácter político como el de sufragio, de
opción a la función pública etc. por tratarse de facultades que
competen más bien a quienes han alcanzado la calidad de ciudadanos
para lo cual se exige el cumplimiento de determinada edad; no se
estimó necesaria su mención puesto que tales derechos los
garantizan otros textos referidos a los mayores y que cautelarán a
los menores cuando lleguen a ese estado físico y mental.
Se omite también el derecho a la libre determinación no se
estimó necesaria su inclusión puesto que la niñez es un componente
intrínseco de cada pueblo. Sin embargo, ciertos preceptos tutelan
tangencialmente el derecho de cada niño a formar parte de un
pueblo, así se prohíbe el traslado de niños al exterior de su país
la adopción debe ser hecha preferentemente por nacionales; el
derecho a tener una nacionalidad.
C) ESTRUCTURA DE LA CONVENCION.
El criterio de la Convención en vista del carácter indefenso
y menesteroso de protección que tiene el niño, ha sido el de
reafirmar la totalidad de los derechos humanos respecto de la
minoridad. Así vista, la Convención es uno de los instrumentos más
completos en materia de derechos fundamentales atendida la
amplitud con que trata y reconoce las garantías reuniéndolas todas
en un solo texto.
El tratado está formado por un preámbulo y tres partes.
C.1) PREAMBULO.
Este contiene la exposición de motivos y fundamentos que han
impulsado a los Estados partes a convenir y adoptar el
instrumento.
En este acápite se señala que atendidos los principios que
informan la carta de las Naciones Unidas, esto es, la libertad, la
justicia y la paz y ellos se fundan en el reconocimiento de la
dignidad humana y los derechos propios de todos los miembros de la
familia humana; la fe de los Estados miembros en los derechos
humanos y el valor de la persona, y reconociendo la igualdad entre
los individuos enunciada en todos los instrumentos internacionales
y atendido lo dispuesto en la Carta de las Naciones Unidas, que
hace merecedor al niño de cuidados especiales, se genera la
voluntad de adoptar y vincularse por el texto con miras de dar un
reconocimiento y protección integral de las garantías primarias
que corresponden a los niños.
Se fundamenta además la Convención en la importancia de la
familia como elemento sustentador de la sociedad y órgano
condicionante para el normal desarrollo de los miembros de ella y
particularmente de los niños, resaltando la necesidad de
protegerla, para asegurar un pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad, debe crecer en el seno de una familia constituida
regularmente que asuma en plenitud la función que esta llamada a
cumplir. Lo anterior, para entregar una sólida preparación al
menor que le permita desarrollar una vida independiente dentro de
la sociedad.
También se atiende a lo dispuesto en la Declaración de
Ginebra de 1924 y en la Declaración de los Derechos del Niño de
1959 y en el reconocimiento efectuado en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos en donde se dispone una protección y
cuidados especiales al niño considerando su falta de madurez
física y mental, comprendiendo ese resguardo su existencia natural
al interior de la madre como su existencia legal.
Se acude a los principios internacionales contenidos en
declaraciones efectuadas a través de resoluciones de la Asamblea
General, referentes a la adopción y guarda de menores y Reglas
Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de Justicia
Respecto de Menores y también a la Declaración Sobre Protección de
la Mujer y el Niño en Situaciones de Emergencia o Conflicto
Armado.
Se cimienta también en la circunstancia de hecho de existir
en todos los países del mundo niños que viven en condiciones de
miseria, los que son merecedores en forma inmediata de protección
a fin de darles una vida de la mayor dignidad posible.
Se considera la necesidad e importancia de preservar las
tradiciones y valores culturales de cada pueblo, raza o región del
mundo con miras a entregar mediante ello un normal desarrollo a
las personas menores que habitan en todo el mundo.
Finalmente podemos concluir que el preámbulo recuerda los
principios fundamentales de las Naciones Unidas y las
disposiciones precisas de algunos tratados y declaraciones
relativos a los derechos del hombre. Reafirma la necesidad de
proporcionar a los niños cuidados y tutela especial en razón de su
vulnerabilidad, subraya especialmente la responsabilidad
primordial que toca a la familia en la protección y asistencia
directa de la descendencia; la necesidad de establecer
salvaguardas de carácter jurídico y no jurídico del niño antes y
después del nacimiento; la importancia del respeto de los valores
culturales de la comunidad del niño y el papel crucial de la
cooperación internacional para hacer que los derechos de los niños
se hagan realidad.
C.2) PRIMERA PARTE.
Contiene las bases esenciales de la normativa, comenzando por
definir lo que el texto considera como niño y así dispone que se
entiende por tal: "Todo ser humano desde su nacimiento hasta los
dieciocho años de edad, salvo que haya alcanzado antes la mayoría
de edad".
Se establecen en los artículos 2º y 3º los principios sobre
los que discurre toda la Convención ellos son respectivamente:
El de no discriminación; y
el de interés superior del niño.
Enseguida consagra las obligaciones de los padres respecto de
sus hijos. Impone la obligación a los Estados de adoptar las
medidas necesarias para hacer realidad todos los derechos
establecidos en la Convención.
A partir del artículo 6º contiene una enumeración de los
derechos que corresponden al menor, estructurándolos tanto para
situaciones normales de la convivencia familiar como para estados
de convivencia diferentes o de crisis familiar.
Como consecuencias del reconocimiento de facultades contempla
al menor en el seno de su grupo familiar como en su participación
social señalándole las garantías que posee en cuanto sujeto de
protección especial, atendida su naturaleza y estado.
La Convención entrega la responsabilidad de la crianza de los
hijos a los padres y obliga al Estado a proporcionar la asistencia
necesaria para el logro de este cometido.
Se entrega una protección contra el maltrato sea de aquellos
menores que poseen una familia como aquellos que se encuentran
privados de su medio familiar, respecto de estos si existe
procedimiento de adopción deberá tenerse siempre presente el
interés superior del niño siendo este cuidado el que tenga
principal garantía.
Especial cautela se debe brindar a los niños refugiados o
aquellos que soliciten se les conceda este estatus, la misma
obligación existe respecto de los niños impedidos tendientes a
proporcionarles la autosuficiencia requerida para su integración
activa en la sociedad.
Se hace partícipe al menor del sistema de seguridad social de
cada Estado para que pueda acceder a beneficios de salud con el
fin de asegurarles un nivel de vida adecuado a su normal
desarrollo.
Igual filosofía se aprecia en al ámbito de derecho a la
educación, entregándole al Estado la obligación de darle a los
menores la educación básica debiendo conferirle a esta instrucción
de carácter obligatorio y ser absolutamente gratuita propendiendo
al desarrollo de la personalidad y las capacidades, aptitudes y
talentos del educando para dotarlo de adecuada preparación y con
ella pueda enfrentar una vida adulta activa y respetuosa de las
normas jurídicas, los derechos humanos y los valores culturales y
nacionales propios de civilizaciones y sociedades diferentes a la
suya.
Se destaca el respeto a los niños miembros de minorías
étnicas para que puedan tener y conservar su cultura y costumbres
y practicar su propia religión y emplear su idioma nativo.
A partir del artículo 32, se establecen normas protectoras
del menor en el ámbito del trabajo, represivas de la explotación
en cualquiera de sus formas y venta y tráfico de niños de la
tortura y la privación ilegal o arbitraria de libertad.
Se prohíbe la participación de los niños menores de 15 años
en conflictos armados de cualquier clase y naturaleza que sean y
el reclutamiento militar de esos menores; el Estado es el
responsable de dar protección y asegurar la reinserción social de
los niños víctimas de torturas, reclusiones o conflictos armados.
El artículo 40 se refiere a la administración de justicia en
materia de menores, señalando que todo menor acusado o responsable
de una infracción legal tiene el derecho al respeto de sus
garantías fundamentales y al derecho de tener un debido proceso y
a la defensa correspondiente pudiendo contar con la asesoría
necesaria para este objeto. Debe evitarse cuando sea posible el
recurso de la internación y a procedimientos especiales.
Cada Estado debe procurar el establecimiento de tribunales
especializados en este ámbito y la creación de procedimientos
especiales e instituciones aplicables en forma exclusiva a los
menores de edad.
Finaliza esta primera parte con la enunciación del principio
de aplicación de la norma más favorable al menor, esto es, en caso
de una norma legal nacional u otro instrumento jurídico
internacional que rija en ese Estado sea más benigno para el niño
que lo dispuesto en la Convención debe aplicarse aquella norma con
preferencia a esta.
C.3) SEGUNDA PARTE.
Contiene disposiciones en las cuales se encuentran contenidas
las obligaciones de los Estados partes y que esencialmente
consisten en la divulgación de la Convención a todo nivel y en
forma masiva sin distingos de estatus social ni cultural. Se
establece un comité de los Derechos del Niños, órgano cuya
finalidad es observar los progresos y el cumplimiento de las
obligaciones que se contienen en la Convención.
El señalado comité se compone de 10 expertos elegidos por los
Estados miembros entre los nacionales, durán cuatro años en el
cargo con posibilidades de reelección, debiendo reunirse
anualmente en la sede de las Naciones Unidas.
Cada Estado parte a través del Secretario General de las
Naciones Unidas presentará al comité informes sobre las medidas
que se han adoptado para hacer efectivos los derechos contenidos
en la Convención, teniendo el comité competencia para solicitar
información relativa a la aplicación de la Convención.
C.4) TERCERA PARTE.
Está referida al mecanismo de ratificación de la Convención y
a la época que ella entrará en vigor y a la posibilidad que cada
Estado tiene para proponer enmiendas al Instrumento; para proceder
a ello se señala el procedimiento que se observará y el efecto que
la enmienda acordada produce.
Contempla también el mecanismo para denunciar la Convención y
la época en que ella surtirá efecto.
Al respecto es bueno señalar que la denuncia es una causal de
terminación de los tratados contemplada por el Derecho
Internacional que consiste en la declaración unilateral de alguno
de los Estados partes, mediante la cual manifiesta su intención de
poner fin al tratado o de retirarse de él.22
Respecto de esta institución el principio tradicional ha sido
que una parte no puede denunciar un tratado multilateral a menos
que el propio instrumento lo permita, de manera que la Convención
en esta materia se encuentra en perfecta armonía con la normativa
internacional en sede de tratados, así los Estados partes tienen
libertad para denunciar el texto en las condiciones y formas que
el establece.23
En cuanto a los efectos que produce la denuncia de la
Convención, ocurrirá que el Estado denunciante no seguirá
vinculado por el instrumento, conservando éste todo su valor y
obligatoriedad respecto del resto de los Estados.
Respecto a la forma como se materializará mediante
notificación escrita hecha por el Estado al Secretario General de
las Naciones Unidas.
La denuncia producirá todos sus efectos dentro del plazo de
un año contado desde la recepción de la notificación por parte del
Secretario General de las Naciones Unidas.
D) ANALISIS DE SUS DISPOSICIONES.
Desde hace muchos años existe la preocupación universal por
conferir al menor de edad y muy especialmente al niño una
protección uniforme válida en todo el mundo exento de distinciones
de todo tipo y muy especialmente a través de un mecanismo jurídico
válido para todos los entes internacionales y que tenga fuerza
obligatoria para ellos. Recientemente, luego de un prolongado
trabajo, ha nacido la Convención de Derechos del Niño, instrumento
jurídico que se encuentra dotado de las características que hemos
22
Llanos Mansilla Hugo. "Teoría y Práctica del Derecho
Internacional Público". Tomo I. 1ª Edición. Editorial Jurídica de
Chile. 1977.
23
Benadava Santiago. "Derecho Internacional Público".
Editorial Jurídica de Chile. 2ª Edición, 1982.
anotado y que es continente de las garantías fundamentales de la
minoridad válidas para todos los niños del mundo.
El criterio que se ha impuesto a la Convención se ha fundado
en la naturaleza de la infancia y prestado gran atención a su
carácter indefenso y a la constante necesidad de protección, por
ello la intención es de reafirmar para el niño la totalidad de los
Derechos Humanos y no sólo aquellos especialmente referidos a la
minoridad.
Merced a los criterios la Convención tiene el atributo de ser
uno de los textos internacionales más amplios y completos en
materia de Derechos Humanos conocidos por la humanidad. Aun cuando
esta dirigida especialmente al niño, comprende una gama
omnicomprensiva de garantías, señalándolas todas aunque sean de
naturaleza distinta.
Ahora bien, la trascendencia jurídica de la Convención se
debe encaminar desde dos fuentes:
En primer término en lo referido a su obligatoriedad, tiene
carácter vinculante, de manera que no se trata de un texto
meramente declarativo sino imperativo que significa para el Estado
que lo ratifique el cumplimiento de obligaciones, susceptibles de
ser cauteladas.
En segundo término eleva al niño a la categoría de sujeto de
derechos fundamentales, sin perjuicio de su calidad de persona
humana lo que le confiere las garantías inherentes, creándose un
sistema internacional de protección específico para el niño
garante de la vigencia de las normas protectoras tanto en el
ámbito nacional como en el internacional.
D.1) DERECHOS QUE LA CONVENCION COMPRENDE.
Distinguimos:
Derechos originales
Derechos reconocidos en otros textos anteriores
Derechos civiles
económicos
sociales
culturales
penales
procesales
Derechos humanos
Derechos del niño propiamente tal.
D.1.a) DERECHOS ORIGINALES.
Son aquellos cuyo reconocimiento se encuentra en la
Convención en estudio, no siendo mencionados por otros
instrumentos anteriores de nivel análogo e igualmente universales.
Se da este calificativo tanto a los derechos absolutamente
desconocidos en instrumentos anteriores como también aquellos que
por la forma en que el texto los trata significan un avance en
beneficio del niño.
1º Concepto de niño; se trata de una idea angular en la
determinación del ámbito de aplicación del texto, con ello se
precisa desde el inicio los destinatarios de las normas allí
contenidas. Niño es todo ser humano menor de 18 años de edad.
En cuanto a la extensión del concepto señalado por el
artículo 1º, el criterio predominante en la discusión del
articulado de la Convención fue el de que la etapa de la niñez
absorbe desde la concepción, en nuestra legislación la existencia
natural, la infancia propiamente tal esto es hasta los 12 o 14
años de edad según el sexo femenino o masculino de acuerdo a los
términos de nuestro Código Civil, la pubertad que iría entre 12 0
14 y 16 años de edad y la adolescencia entre los 16 y 18 años de
edad; así la niñez y las garantías que lleva consigo no se
adquieren con el nacimiento sino con anterioridad puesto que la
vida ha tenido principio en la concepción.
2º Interés superior del niño; el artículo 3º contiene este
principio fundamental de todo el texto de la Convención y que
podemos extenderlo en su aplicación a todo el Derecho de Menores,
señala el referido precepto que los organismos públicos como
privados deben tener siempre presente en su actuar el interés
superior del niño, esto atendido el considerando del preámbulo que
señala que el niño por su falta de madurez física y mental es
merecedor de protección y cuidado especial.
Lo anterior significa que el interés del menor es
privilegiado frente a cualquier otra consideración de orden
social, económico, político o de otra naturaleza.
3º Relación niño padres, niño guardadores, niño
responsable legal; estas relaciones poseen singular importancia en
la Convención. Se reconoce el derecho que los padres tienen o el
de los guardadores o a quienes se les haya entregado la
responsabilidad de detentar el cuidado personal del menor y como
consecuencia de ello guiar el desarrollo personal y la educación
del niño, esto constituye un deber para el padre, madre, guardador
o responsable y correlativamente es un derecho para el menor.
Esta garantía comprende el derecho del menor para conocer a
sus padres, o a no ser separados de ellos salvo que interés
superior de éste aconseje su alejamiento, y si así fuere debe
mantener un contacto y comunicación con ellos, aun cuando la
separación obedezca a motivos de orden penal. Se extiende el
derecho de requerir información acerca del paradero de los padres
en cualquier circunstancia y la facultad de requerir al Estado la
implementación de los mecanismos hábiles para reunificar las
familias que se encuentran dispersas en territorios diferentes.
4º Protección a niños privados de su medio familiar; los
menores que por cualquier causa se encuentren privados de su medio
familiar deben obtener la protección debida por parte del Estado,
este dispensará lo necesario para entregarle la asistencia
especial que su interés superior le exige.
Las medidas consisten en el establecimiento de mecanismos que
faciliten la adopción; el deber de cada Estado de implementar en
número y calidad suficiente instituciones adecuadas al cuidado de
estos menores.
5º Prohibición de divulgar información o material perjudicial
al niño; consciente del importante rol que tienen los medios de
comunicación en el bienestar social, espiritual y moral de la
población infantil la Convención obliga a los Estados partes a
impedir toda información perjudicial o atentatoria contra los
intereses superiores de los niños, especialmente todo aquello que
vulnera la posibilidad de que el menor pueda desarrollarse en un
ambiente sano y armónico.
6º Protección a menores refugiados e impedidos; los Estados
partes en la Convención tienen la obligación de disponer todas las
medidas para lograr que el menor refugiado permanezca con sus
padres,y se den las condiciones tendientes a una protección
integral.
Respecto de menores impedidos la acción estatal debe
encaminarse al logro de que aquellos niños en desventaja física o
mental logren la mayor integración posible a la sociedad. Para
ello deberán destinarse los recursos suficientes.
7º Derecho a recibir un trato adecuado; cada Estado tiene el
deber, según corresponda, de prevenir, evitar o eliminar
situaciones especialmente cuando provengan de terceros, que pueda
ocasionar perjuicios al niño.
Estas acciones pueden referirse a conductas de explotación,
abuso o aprovechamiento de menores, sea de tipo sexual, laboral,
inducción al abandono de hogar, uso de estupefacientes y en
general cualquier forma abusiva o de mal trato.
8º Obligaciones de estados beligerantes en favor del niño;
los Estados que se encuentren envueltos en situaciones bélicas o
de conflicto de carácter militar, deben adoptar respecto de los
niños que pudieren ser afectados con las hostilidades una serie de
medidas. Así se deberá impedir que todo niño menor de quince años
participe en manera alguna en actividades que tengan relación con
el conflicto. Asimismo no pueden ser reclutados en las fuerzas
armadas menores de la edad señalada. Se debe además ejecutar todas
las acciones necesarias para lograr la adecuada reinserción del
menor en el medio social cuando hubiere sufrido los efectos del
conflicto.
9º Derechos de contenido penal; Constituyen una confirmación
y determinación de las normas de otros pactos anteriores y apuntan
al hecho que por la condición de inmadurez del niño puede
imponerse la responsabilidad penal sólo en condiciones muy
determinadas y a partir de la edad en que pueda tener la capacidad
de juicio suficiente; debiendo cada Estado implementar las medidas
necesarias para el desarrollo normal del niño y su integración
social.
10º Normas tendientes a asegurar el pago de pensiones de
alimentos; cada Estado parte tiene el deber de adoptar las medidas
dirigidas a asegurar el pago de la pensión de alimentos por parte
de aquellos sobre quienes pesa la responsabilidad financiera del
niño, sean que vivan dentro del país como fuera de él.
D.1.b) DERECHOS CONTENIDOS EN LA CONVENCION RECONOCIDOS EN TEXTOS
ANTERIORES.
Se contienen en la Convención una serie de garantías que
tienen reconocimiento anterior en otros instrumentos referidos a
los niños, nos referiremos a los principales:
1º No discriminación; no pueden efectuarse distingos entre
las personas y menos pueden fundarse ellos en consideraciones
sociales, de sexo, idioma, religión posición social o económica,
política, etcétera. El derecho a la no discriminación lo contiene
la Convención en el artículo 2º y está concebido en términos de
que todos los derechos y garantías son inherentes a todos los
niños no pudiendo hacer diferencias alguna en su aplicación, cada
Estado tiene el deber de adoptar las medidas necesarias para dar
protección al niño de toda forma de discriminación.
El mismo derecho está establecido en la Declaración de
Ginebra, en la Declaración Universal de Derechos del Hombre, en la
Declaración de Derechos del Niño, Pacto de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
2º Derecho a la vida; todo niño tiene derecho a la vida, es
obligación de cada Estado dar garantía a la supervivencia y al
desarrollo del niño.
Reconocido en la Declaración Universal de Derechos del
Hombre, Pacto de Derechos Civiles y Políticos.
3º Preservación de la identidad; se refiere al nombre, la
nacionalidad y las relaciones de familia, cada Estado debe
proteger y cuando sea necesario establecerla, la identidad del
niño si hubiere sido privado de todos o algunos de sus elementos.
La contiene la Declaración Universal de Derechos del Hombre,
Declaración de Derechos del Niño, Pacto de Derechos Civiles y
Políticos.
4º Libertad de expresión e información; todo niño tiene el
derecho a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo
tipo, con la sola limitación de que con ello no se afecte el
derecho de otros.
Contenido también en la Declaración Universal de Derechos del
Hombre, y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos.
5º Libertad de pensamiento, conciencia y religión; cada niño
tiene libre albedrío en su pensar, su conciencia y la práctica del
culto que desee, bajo la dirección de sus padres, empero
respetando las limitaciones que impone la ley.
Se encuentra en correspondencia con la Declaración Universal
de Derechos del Hombre y Pacto de Derechos Civiles y Políticos.
6º Libre asociación; cada niño puede asociarse y celebrar
reuniones con la única limitación de no perjudicar el derecho de
otros.
Reconocidos también por la Declaración Universal de Derechos
del Hombre y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos.
7º Derecho a la vida privada, la honra y la reputación; los
niños tienen el derecho a no ser objeto de ingerencias en su vida
privada, su familia, su domicilio, su correspondencia y a no ser
atacados en su honor y reputación.
Se encuentran también en la Declaración Universal de Derechos
del Hombre y en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos.
8º Protección contra abusos y malos tratos; la obligación
corresponde al Estado de proteger al niño de cualquier forma de
mal trato sea que provenga de sus padres o de cualquier otra
persona responsable de su cuidado, debiendo establecerse medidas
preventivas.
Reconocido también por la Declaración Universal de Derechos
del Hombre, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, Declaración
de Derechos del Niño y Pacto de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales.
9º Derecho a la protección de la salud; se asegura a los
niños el derecho a disfrutar del más alto nivel posible de salud y
a tener acceso a servicios médicos y de rehabilitación, dándosele
especial importancia a la atención primaria de salud.
Contenido también en la Declaración de Ginebra, Declaración
Universal de Derechos del Hombre, Declaración de Derechos del niño
y Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
10º Derecho a la seguridad social; es la facultad de todo
niño de acceder a las prestaciones, beneficios del sistema de
seguridad social.
Consagrado también en la Declaración de Ginebra, Declaración
Universal de Derechos del Hombres, Declaración de derechos del
Niño y Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
11º Derecho a un nivel de vida adecuado; todo niño tiene el
derecho a mantener un nivel de vida adecuado a su desarrollo, es
deber de los padres entregárselo y del Estado adoptar medidas
tendientes para el cumplimiento de la responsabilidad.
Contenido en la Declaración Universal de Derechos del Hombre,
Declaración de Derechos del Niño y Pacto de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
12º Derecho a la educación; el Estado tiene la obligación de
asegurar por lo menos la educación básica en forma gratuita y
obligatoria. La disciplina escolar vigente deberá ser respetuosa
de la dignidad del niño.
Se encuentra también en la Declaración de Ginebra, en la
Declaración Universal de Derechos del Hombre, Declaración de
Derechos del Niño y Pacto de Derechos Económicos Sociales y
Culturales.
D.1.c) NATURALEZA DE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
La Convención de 1989 representa una reafirmación y la
consolidación de los derechos del niño. Esto significa hacer
desaparecer cualquier duda existente acerca de la posición del
niño en el sistema internacional de derechos humanos; el niño no
es mero objeto del derechos a una protección especial, "sino
sujeto de todos los derechos reconocidos por la normativa
internacional como derechos de toda persona".24
Consecuente con lo afirmado podemos decir que los derechos
del niño son derechos fundamentales de la persona, es por eso que
la mayoría de las garantías contenidas en la Convención son
coincidentes con otras contenidas en instrumentos anteriores. Sin
perjuicio de ello en el texto existen derechos también
fundamentales pero cuyos titulares son sólo los niños.
Por tener el carácter jurídico de derechos fundamentales del
ser humano poseen las características inherentes a la naturaleza
humana; es decir se trata de garantías:
Inherentes a la naturaleza humana
universales
inalienables
irrenunciables
imprescriptibles
intransferibles.
Los derechos del niño que la Convención reconoce y hace
imperativo su respeto, pretenden abarcar cuatro direcciones de la
existencia del menor, ellas son:
a) La supervivencia
b) el desarrollo
c) la participación
d) protección.
De esta manera cada derecho reconocido en el texto tiene
relación directa o indirecta con alguno de estos cuatro principios
fundamentales.
Podemos señalar que los derechos del niño son fundamentales y
propios de la naturaleza humana porque los cuatro aspectos
mencionados tienen su raíz en necesidades de carácter básico, que
debemos entender como aquellos comunes al ser humano.
En toda época y en todo lugar. De manera tal que
estableciendo relaciones diremos que la supervivencia se vincula a
la necesidad de subsistencia, el desarrollo a la necesidad de
autorealización, la participación a la necesidad de pertenencia y
la protección a la necesidad de seguridad.
En cuanto a la exigibilidad de estas garantías, nos
referiremos a la posibilidad de que sus titulares puedan hacer
valer ante los tribunales de justicia, debiendo decir que la
Convención no tiene normas concretas en este sentido. Sólo podemos
afirmar que tratándose de derechos de contenido seudo económicos,
en atención a lo que dispone el artículo 4º, son de cumplimiento
progresivo y dependerá de los recursos que el Estado disponga. En
cuanto a otros derechos debemos entender que su cumplimiento es
inmediato, siendo exigibles por la sola ratificación de la
Convención.
No obstante cada Estado adquiere la Obligación de adoptar
todas las medidas legislativas y administrativas para dar plena
vigencia a los derechos.
En el marco de control del respeto y aplicación de las
24
Ibídem. N.P.P. Nº4.
garantías en el interior de los Estados la Convención posee un
mecanismo de fiscalización en el ámbito internacional. Dicho
sistema consiste en la creación de un Comité de Derechos del Niño,
el que tendrá como función principal recabar y recibir informes
acerca de las medidas que se adopten para cumplir las obligaciones
que genera la Convención.
E) CONVENCION Y LEGISLACION CHILENA.
En cuanto a la recepción de las disposiciones de la
Convención en la legislación interna chilena debemos comenzar,
como es lógico, por armonizarla, con las normas constitucionales
para después ver su aplicación frente a los demás preceptos del
ordenamiento jurídico nacional.
Aquellos Estados que la ratifiquen en el marco de acción de
la Convención adquieren una serie de obligaciones teniendo gran
importancia dentro de ellas una que sustancialmente consiste en
que los Estados, de manera gradual irán adoptando medidas para
adecuar totalmente su sistema legal a las disposiciones de la
Convención, con el objeto de hacer efectivas y poner en práctica
todos y cada uno de los derechos y garantías consignadas en el
texto del tratado y asegurar su pleno respeto e igualdad en su
aplicación a todos los sujetos titulares de sus facultades.
E.1) JERARQUIA DE LA CONVENCION EN EL ORDENAMIENTO CHILENO.
Para determinar al rango de las disposiciones contenidas en
el Tratado observamos la existencia de dos posiciones; una que
afirma o considera que los preceptos de la Convención de los
Derechos del Niño tiene rango constitucional, y en segundo término
la opinión que considera que todos los preceptos de un Tratado se
incorporan a nuestro ordenamiento jurídico pasando a tener el
rango de ley de la República.
1º Posición que confiere rango legal a las disposiciones de
la Convención.
El primer argumento que se da se extrae del artículo 5º
inciso 2º de la Constitución Política del Estado el cual señala
como límite el respeto por los derechos que emanan de la
naturaleza humana debiendo los organismos estatales respetar y
promover sus derechos reconocidos y garantizados por la
Constitución y los tratados internacionales ratificados por Chile
y que se encuentren vigentes. Relacionando tal precepto con el
artículo 50 Nº1 de la Constitución que se refiere a la atribución
exclusiva del Congreso de aprobar o desechar los tratados
internacionales que le presentare el Presidente de la República
antes de su ratificación. La aprobación de un tratado se someterá
a los trámites de una Ley.
Esta posición estima que el derecho internacional y el
derecho interno son dos órdenes diferentes y separados, emanando
el primero de los acuerdos entre los Estados y el segundo de
acciones propias de cada Estado; de esta manera estos órdenes sólo
tienen validez dentro del marco para el cual fueron dados, no
siendo válidas sus normas en otros ámbitos, principio que se
encuentra recogido a través de varios artículos del Código Civil,
como el 14, 16, inciso 1º y 17, entre otros. Conforme a esos
principios la ley chilena rige dentro de los límites del
territorio nacional por regla general, excepcionalmente y sólo
respecto de ciertas materias puede aplicarse en el extranjero.
De acuerdo con lo anotado, debemos considerar que las normas
derecho internacional, no forman parte del derecho del Estado
chileno ni pueden ser aplicadas directamente. Para que reciba
aplicación la norma foránea debe transformarse en norma interna,
ello implica que nuestro Estado debe crear una norma propia que
incorpore la norma internacional al ordenamiento jurídico. Esta
operación se denomina recepción de la norma internacional, el cual
es una acto de carácter formal.
En nuestro sistema legal se adopta la fórmula de
incorporación consistente en la aprobación por el Congreso,
trámite que precede a la ratificación del mismo por parte del
Estado chileno; luego, la recepción propiamente tal se realiza a
través de una formalidad que consiste en la promulgación del
tratado por el Presidente de la República y su publicación en el
Diario Oficial etapa que se exige también a la ley.
Cumplido este trámite el tratado adquiere en nuestro
ordenamiento jurídico el valor y la obligatoriedad de la ley
debiendo dársele esa aplicación.
En concreto, respecto de la Convención de Derechos del Niño,
se trata de un tratado, el cual ha sido sometido a aprobación por
parte del Congreso Nacional, recibiéndolo y siendo promulgado y
publicado en el Diario Oficial dándole cumplimiento de esa forma
al trámite de recepción e incorporación del Instrumento a nuestro
sistema jurídico razón por la cual se le debe considerar y
ejecutar como ley de la República.
Para haber conferido rango Constitucional a las disposiciones
del tratado habría sido necesario efectuar un procedimiento de
reforma constitucional de la manera y con los quórumes requeridos
en la propia Constitución para efectuar las señaladas
modificaciones.
Respecto de la vigencia de las disposiciones de la Convención
en Chile es necesario atender al artículo 5º de la Constitución
Política del Estado en su texto actual, esto es, posterior a la
reforma de 1989, el inciso 2º dispone: "El ejercicio de la
soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos
esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los
órganos del Estado respetar y promover tales derechos,
garantizados por esta Constitución así como por los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes".
Como de acuerdo a la corriente expuesta la Convención
constituye un tratado y por consiguiente se incorpora al sistema
nacional con el rango de una ley, teniendo la totalidad de su
texto este valor, todas sus disposiciones constituyen normas del
Ordenamiento Jurídico Chileno; de esta forma no existen dudas
acerca de si todos o algunos de los derechos y garantías
contenidas en la Convención están reconocidos por nuestra
legislación interna puesto que todas ellas son leyes chilenas por
disponerlo así la Constitución Política del Estado.
Sostiene además esta teoría, que la aplicación de ese
criterio no representa un inconveniente de mayor trascendencia
frente a posibles situaciones antagónicas que se configuren entre
disposiciones de la Convención y normas contenidas en nuestro
sistema, tales conflictos pueden superarse aplicando sólo y
simplemente los principios generales del derecho ya que se trata
de normas del mismo rango.
2º Posición que confiere rango Constitucional a las normas de
la Convención.25
La segunda posición en este intrincado camino que debemos
seguir para determinar la exacta jerarquía que las disposiciones
de la Convención de los Derechos del Niño adquirieron al ser
incorporadas a nuestro ordenamiento jurídico, sostiene que tales
principios contenidos en los preceptos que informan el texto
tienen rango constitucional. Para fundamentar tal aserto
desarrollaremos esta posición pero teniendo en cuenta y
reconociendo como base sustancial de nuestra posición la norma del
artículo 5º, inciso 2º de la Constitución Política del Estado
modificado por el Nº1 del artículo único de la Ley de Reforma
Constitucional Nº 18.825 del 17 de Agosto de 1989.
En efecto, la aludida reforma ha significado introducir en
nuestro sistema jurídico constitucional sustanciales cambios en el
plano de la defensa de los Derechos Humanos y muy especialmente en
el punto que tratamos, esto es, la jerarquía de las categorías
normativas en especial la situación del tratado internacional.
a) Inspiración doctrinaria de la Reforma Constitucional.
Con el fin de dar sustento sólido desde la base misma a la
posición que aquí se funda haremos referencia a la concepción
doctrinaria que se contiene tras la norma Constitucional en su
actual redacción.
La inspiración doctrinaria que existe tras el precepto
Constitucional es la concepción Ius Naturalista de los derechos;
posición que supone que los hombres nacen siendo titulares de
derechos, de manera tal que la fuente originaria esencial de esta
categoría de derechos es la naturaleza humana, careciendo en este
ámbito de toda trascendencia el Estado; los preceptos normativos
través de los cuales éste se manifiesta se limitan a brindar
reconocimiento formal a estos derechos preexistentes a los cuales
se dispensa garantía y protección jurisdiccional, ya que los
25
Mohor Abuauad Salvador. "Elementos de Juicio Para la
Interpretación del Artículo 5º, Inciso 2º de la Constitución
Política del Estado de 1980". En La Revista de Derecho NºI Enero
Junio de 1991. Facultad de Derecho Universidad Central. Santiago
Chile.
derechos, como ya se ha dicho, no son concesiones del poder.
La persona humana en cuanto adquirente de derechos pasa a ser
titular de ellos, los cuales poseen validez universal, tienen
carácter absoluto, imprescriptible e inalienable. Atendiendo a
estas características, los derechos de la naturaleza humana no
pueden ser fijados de manera taxativa, ello por que su alcance
jurídico se ve determinado en los hechos en forma gradual conforme
se va produciendo el cambio social.
La concepción dogmática en comento encuentra consagración
además del precepto señalado en otras disposiciones del texto
Constitucional como son los artículos 1º, inciso 1º y 4º; 9º
inciso, 1º; 19, inciso 1º; 19 Nº 26 y 39, inciso 1º; etcétera.
A través de todos estos preceptos la Constitución Política
del Estado reconoce los Derechos de la Naturaleza Humana, e impone
el respeto a los mismos y la primacía que debe hacerse de ellos
reconocidos por la norma fundamental y los tratados
internacionales. Respetar estos derechos significa "Adoptar
actitudes, comportamientos o medidas de cualquier carácter que
pueden implicar amenaza, perturbación o privación del legítimo
ejercicio de los mismos, así como además, proceder al
restablecimiento de su imperio cuando la ofensa se ha
materializado".26
Igualmente promover; "Es anteponer los derechos al logro o
consecución de cualquier finalidad previendo su acción o
desconocimiento para de este modo, contribuir a su realización
integral".27
El reconocimiento que la Constitución Política del Estado
hace de estos derechos y su eficacia jurídica se refiere a la
posibilidad de hacer efectivo el cumplimiento de los preceptos por
medio de los cuales esos derechos han sido institucionalizados,
con recurso a los mecanismos que el propio texto constitucional
establece.
La protección que dispuso la Constitución se refiere no sólo
a los derechos establecidos en ella sino a todos aquellos
consustanciales a la naturaleza humana; así, la obligación estatal
de adoptar todas las medidas tendientes a la realización del ser
humano no llega sólo a la guarda de los derechos específicamente
cautelados, sino además a todos aquellos que forman parte del
acervo cultural de la humanidad y propios de la naturaleza
humana.28
b) Sistema de reconocimiento de Derechos Naturales contemplado en
la Constitución Política Chilena.
Ahora bien, importante es conocer cuales son las vías o
26
Ibídem. N.P.P. Nº9.
27
Ibídem. N.P.P. Nº9.
28
Ibídem. N.P.P. Nº9.
mecanismos de reconocimiento o institucionalización de estos
Derechos Naturales.
El texto constitucional sólo alude a dos vías:
La norma constitucional; y
El tratado internacional.
Sin perjuicio de ello, la disposición del artículo 5º, inciso
2º admite una interpretación más amplia, ya que según se señala en
ella misma la fuente originaria de esta misma clase de derechos,
está radicada en la naturaleza humana y no en la voluntad del
Estado, razón por la cual los derechos garantizados por la
Constitución Política del Estado no se limita a la enumeración que
se contiene en el artículo 19 del mismo texto. De esta manera
existen otras garantías potenciales que pueden formalizarse a
través del reconocimiento por alguna vía, siendo el tratado
internacional sólo una de ellas , puesto que existen otras como
son los mecanismos de reforma constitucional contenidos en el
capítulo XIV del texto fundamental, lo que se canaliza por una Ley
de Reforma Constitucional. De igual forma el numeral 20 del
artículo 60 contiene la institucionalización por vía legislativa,
numeral que dispone: "Toda otra norma de carácter general y
obligatoria que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento
jurídico"; en último término debemos señalar los preceptos de los
artículos 73, inciso 2º; 38 inciso 2º y 19 Nº3, los cuales
representan la consagración de derechos naturales por medio de una
decisión jurisdiccional.
Así podemos señalar como resumen que nuestro sistema jurídico
constitucional contiene como modalidades de institucionalización
de Derechos Naturales las siguientes:
1º Institucionalización constitucional originaria;
2º institucionalización constitucional derivada;
3º institucionalización por vía de tratado;
4º institucionalización legislativa;
5º institucionalización jurisdiccional.
E.2) JERARQUIA NORMATIVA DE LA CONVENCION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO
EN NUESTRO SISTEMA JURIDICO.
En general el lugar jurídico que un tratado internacional
adoptado por Chile tiene luego del proceso de incorporación es el
de una ley. Es ese el tratamiento que la Constitución Política del
Estado le da en la actualidad, denominándolo genéricamente
precepto legal a propósito del recurso de Inaplicabilidad por
Inconstitucionalidad, allá en su artículo 80. De la misma manera
es calificado en el numeral 2º del artículo 82 respecto del
control que el Tribunal Constitucional ejerce a los proyectos de
ley y a los tratados sometidos a aprobación por parte del Congreso
Nacional.
Igual conclusión se genera luego de revisar determinados
pronunciamientos de nuestros tribunales; así el Tribunal
Constitucional en sentencia de 21 de Diciembre de 1987 declaró que
"las normas constitucionales en el orden interno, prevalecen sobre
las disposiciones de los tratados internacionales ley"; y la Corte
Suprema, por su parte, en sentencia de 19 de Julio de 1988 declaró
que: "el ejercicio de un recurso jurisdiccional de carácter
constitucional, como es el de protección, no pueden quedar sin
aplicación respecto de funcionarios diplomáticos, atendido que lo
dispuesto en la Carta Fundamental prevalece respecto de
prerrogativas establecidas en tratados internacionales que
conforma el ordenamiento jurídico regular".29
De todo lo anotado concluimos que tanto la ley como el
tratado internacional incorporado al sistema jurídico, informan
una jerarquía normativa inferior a la Constitución Política del
Estado, lo que se refuerza con argumentos de texto como son los
artículos 6º y 7º de la Constitución; de manera que en el plano
interno las relaciones de obligatoriedad y vigencia entre ambas
categorías se regulan por la normativa general existente.
Ahora bien, la situación descrita sufrió una gran
modificación con posterioridad a la reforma constitucional de 17
de Agosto de 1989; respecto de los tratados que garantizan
Derechos Naturales Esenciales.
Ello porque como ya hemos anotado el reconocimiento expreso
que la constitución le hace lleva conjuntamente un mandato de
respeto y promoción que antes tocamos con detalle. Tal mandato se
impone en forma general y perentoria a todo ente cualquiera sea su
naturaleza y especialmente sobre los órganos del Estado; entre
ellos se incluye el órgano constituyente y el legislativo de
manera que el tratado se eleva por sobre la ley de reforma
constitucional y la norma ordinaria.
Ahora, el fundamento esencial de la jerarquía que se ha
entregado a esta clase de tratados se encuentra en la necesidad de
proteger la dignidad humana, por tal razón la mantención de su
rango sólo se producirá en la medida que el tratado sea un factor
de efectivo mejoramiento de la condición de sujeto de los Derechos
Humanos en Chile, esto es, en la medida que su derogación o
reforma no signifique un deterioro o menoscabo de tal condición.
Por tal razón, la mayor jerarquía relativa del tratado no tiene
carácter absoluto ya que siempre existe la posibilidad de una
derogación o modificación a través de una ley de reforma
constitucional o ley ordinaria que signifique un mejoramiento real
de la condición de respeto y protección de las garantías
fundamentales.
Como podemos advertir, esta superposición jerárquica tiene
carácter condicionado y relativo. Pero existe en el ámbito de
aplicación del tratado un punto en el cual el mandato de respeto y
promoción establecidos en el artículo 5º, inciso 2º, genera
efectos absolutos teniendo el tratado un rango jerárquico elevado
frente a la ley ordinaria y de reforma constitucional, se trata de
la imposibilidad de que los órganos internos puedan modificar el
contenido de las normas que forman el tratado, cuando de ello se
pueda seguir perjuicio para el resto de los Estados partes en el
acuerdo; ello porque el mejoramiento que puede implicar para algún
Estado para otros puede revestir una circunstancia de peligro, así
visto a través de una ley de reforma constitucional o de una ley
común no es viable una modificación o derogación unilateral del
29
Fallos citados por Santiago Benadava en "Derecho
Internacional Público", Editorial Jurídica de Chile. 3ª edición
1989.
tratado.
De todo lo anotado concluimos: que el tratado versa sobre
Derechos Esenciales y se encuentra expuesto a ser modificado a
través de una norma de jerarquía superior o igual pero de data
posterior, siempre y cuando ella represente un mejoramiento de la
condición de los Derechos Humanos en Chile y su aplicación sólo
afecte el interés nacional.
Siendo de otra forma el tratado conserva su mayor jerarquía.
Contrariamente, el tratado tendrá su mayor rango en términos
absolutos cuando su derogación o modificación eventual pueda
comprometer el interés de los demás Estados partes.
E.3) EN QUE CONSISTE EL RANGO CONSTITUCIONAL QUE SE ATRIBUYE A EL
TRATADO Y ESPECIFICAMENTE A LA CONVENCION.
El hecho de que las normas del tratado se integren a la
Constitución material y se sitúen por sobre las decisiones de los
organismos estatales, no nos habilita para afirmar que tenga el
rango propio de la norma constitucional entendido en su sentido
formal.
Esto porque aun cuando se ha incorporado a la Constitución y
pasa a integrar su sistema normativo, motivo por el cual puede
beneficiarse de las garantías y procedimientos, que ostentar ese
rango les otorga, no ha sido parte del procedimiento de creación
de a normativa constitucional en su sentido formal, esto es, no
han adquirido su carácter a través del procedimiento de reforma
constitucional contenido en la propia Constitución Política del
Estado; el cual es el único que les entrega el carácter de fijeza,
estabilidad y rigidez normativa propio de la norma fundamental.
Cuando dijimos que el tratado podía situarse sobre la ley de
reforma constitucional no quisimos señalar que aquel se encontraba
aun por sobre la Constitución Política del Estado, ello porque la
supremacía del tratado sobre la ley de reforma constitucional
emana del propio texto constitucional y además porque la
preeminencia del tratado sobre la ley orgánica constitucional y
ley común dependen de que el tratado sea un mejoramiento de la
condición de derechos humanos en Chile, sea porque incorpora otras
garantías no contempladas en nuestro orden, caso de la Convención
de Derechos del Niño, o porque ayuda a fortalecer la eficacia
jurídica de ella. Por el contrario, el tratado adolece de
inconstitucionalidad en todo aquello que significa una reducción o
desprotección en cualquier grado en materia de derechos naturales
lo que prueba la sumisión que el tratado tiene respecto de la
Constitución Política del Estado.
E.4) DERECHOS DEL NIÑO SON PARTE INTEGRANTE DE LOS DERECHOS
HUMANOS.
Apuntamos aquí a señalar, como lo hiciéramos antes, que la
naturaleza jurídica de estas garantías son la de ser derechos
naturales o esenciales de la persona, o en lenguaje común derechos
humanos; constituyen manifestación de aquellos a los cuales se
refiere el inciso 2º del artículo 5º de la Constitución Política
del Estado.
En efecto, la única diferencia que encontramos es que sólo
pueden tener al niño como titular. Ellos poseen al igual que los
otros las mismas características, es decir, se tiene por el solo
hecho de ser persona humana y aun antes de haber adquirido
existencia legal, por ello son inherentes a la naturaleza humana,
universales, inalienables, inembargables, imprescriptibles e
intransferibles, son los mismos y su respeto debe ser exigido
tratándose de cualquier niño en cualquier lugar del planeta sin
importar su raza, creencia religiosa, filiación política, origen
social, estado, condición, nacionalidad, etcétera.
Las garantías que se señalan en la Convención, constituyen el
mínimo que nadie puede desconocer y todos deben respetar y hacer
respetar y que cada Estado debe garantizar a sus niños.
E.5) CONCLUSIONES.
De todo el marco teórico que hemos desarrollado anteriormente
podemos establecer ideas precisas respecto del marco normativo y
la ubicación que en él posee la Convención, sea respecto del rango
normativo que se le atribuye, sea desde el punto de vista de la
vigencia de la misma; de esta forma podemos decir:
1º Que el rango que se le confiere a la Convención de Derechos del
Niño corresponde al de normas de carácter constitucional;
2º Que tal posición jurídica emana de los términos del inciso 2º
del artículo 5º de la Constitución Política del Estado, precepto
que contiene un mandato absoluto y general de respeto y promoción
de los derechos fundamentales de la persona, los cuales pertenecen
a los individuos en razón de su naturaleza humana, independientes
de la voluntad del Estado;
4º Que el reconocimiento de las garantías básicas efectuadas en el
tratado relativo a esas facultades constituye una prolongación del
texto material de la constitución atendido que regulan o
pormenorizan la regulación que aquella hace de las garantías
contenidas en ella;
7º Que este rango otorgado tiene carácter relativo y condicional
en cuanto se le confiere en la medida que el tratado constituye un
mejoramiento efectivo de la condición de los derechos humanos en
Chile; esto significa que el tratado puede llegar a ser modificado
por la vía de la reforma constitucional o incluso mediante una ley
ordinaria si el contenido de ella representa un mejoramiento
comparativo de la condición de los derechos humanos imperantes;
8º Que la atribución de rango constitucional a la normativa de la
Convención y consecuencialmente ser integrado al texto material
del estatuto institucional básico, no significa de manera alguna
que haya adquirido el rango formal propio de la norma
constitucional originaria, ni menos aún se puede pensar que se
ubica sobre ella. Significa que para efectos del respeto y
protección del contenido normativo, vale decir, las normas que
componen el texto del tratado y el ejercicio de las acciones
tendientes a la protección de las garantías gozan del nivel de
disposiciones constitucionales, pero en cuanto a su ubicación
puramente técnica y formal tiene la posición de una ley; ello se
condice con el carácter relativo de la atribución jerárquica que
se confiere.
Por último, debemos señalar que todo el contenido de la
Convención constituye parte integrante del texto fundamental de la
Constitución Política del Estado de 1980, su violación implica
infracción al precepto constitucional pudiendo impetrarse su
resguardo a través de los mecanismos que la carta fundamental
establece, ello por que se trata de un tratado vigente que se
encuadra en la categoría de tratado sobre garantías fundamentales
que emanan de la naturaleza humana, estos es, derechos humanos.
F.1) ORDEN CONSTITUCIONAL.
Revisando el articulado de la Constitución en sus diversos
capítulos, no encontramos tratamiento ni referencia directa y
explícita al niño, sólo en algunas disposiciones del Capítulo I
hay alusiones genéricas y en el Capítulo III se ve una alusión
algo más directa. Encontramos disposiciones en las cuales se puede
advertir una protección y reconocimiento más o menos directo de
los derechos de los niños.
A propósito del Capítulo I, en el artículo 1º la referencia
debemos deducirla puesto que tal disposición se refiere en primer
término a "los hombres", entendiendo esto como una referencia
global a la persona humana; este último concepto lo utiliza
también cuando dispone que "el Estado está al servicio de la
persona humana... " luego impone a este también la obligación de
dar protección a la familia y propender a su fortalecimiento y
asegurar el derecho de las "personas" a participar con igualdad de
oportunidades en la vida nacional.
Al usar esta nomenclatura amplísima el texto Constitucional
podemos entender que otorga reconocimiento a los niños como
titulares de derechos y facultades en forma exclusiva, sin
embargo, como ya hemos señalado, la referencia debe ser deducida
de los términos utilizados en la Constitución, vocablos que se
refieren a la persona humana en general, entre quienes lógica y
naturalmente debemos comprender a la infancia.
Seguidamente el artículo 5º, que ya citamos, consagra la idea
de Soberanía Nacional, poniendo como límite al ejercicio de esta
el "respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana". Dentro de estos derechos esenciales se encuentran los de
los niños, facultades que son inherentes a su persona y que se
encuentran comprendidas dentro del amplio concepto de derechos
humanos, ya que constituyen una forma de manifestación de ellos.
Concordante con lo anterior, el Estado tiene el deber de
promover esos derechos y respetarlos, tanto los que se encuentran
garantizados en el texto constitucional como también los que están
reconocidos en tratados internacionales ratificados por Chile y
que se encuentren vigentes. De esta manera podemos concluir que
las disposiciones de la Convención de los Derechos del Niño de
1989, ratificada por Chile, impone un límite al ejercicio de la
Soberanía Nacional la que no puede vulnerar el respeto a los
derechos y garantías contenidos en ella, asimismo todos y cada uno
de los organismos del Estado tienen la obligación constitucional
de promover el conocimiento y respeto de todos los derechos
contenidos en el texto; los niños chilenos no pueden ser afectados
en sus garantías fundamentales sea que se encuentren contenidas en
la Constitución Política o en la Convención de Derechos del Niño,
por ningún tipo de norma o resolución de cualquier naturaleza que
ella sea.
En el Capítulo III encontramos disposiciones que tienen
vinculación con la minoridad especialmente al inicio del artículo
19, que señala "La Constitución asegura a todas las personas". Los
derechos y garantías que la enumeración contiene corresponden a
todas las personas en general, englobando nuevamente en sentido
genérico a los niños.
En el numeral 1º de este artículo en su inciso 2º tenemos una
norma de contenido especial y directamente dirigida a dar
protección a sujetos de derechos de la Convención, señala el
precepto: "la Ley protege la vida del que está por nacer" , sin
perjuicio de que no califica a este ser como niño, situación que
genera vaguedad en la terminología, lo que consideramos que en
cierto modo deteriora la protección de éste, que en el concepto de
la Convención también es niño, recordemos que en ella se entiende
por tal "todo ser humano menor de 18 años de edad"; (en igual
ambigüedad conceptual se encuentra el artículo 26 del Código Civil
que dispone: Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido
siete años).
Estas ideas primaron en la discusión del texto del Tratado,
en el espíritu de estas normas se entiende que la etapa de la
niñez abarca la concepción, la infancia propiamente tal, la
pubertad y hasta la adolescencia; en concepto de la Convención la
protección de los derechos y garantías no comienza con el
nacimiento solamente sino que principia con anterioridad, esto es,
al momento de la concepción, es decir, en el instante en que se
origina lo que la doctrina llama existencia natural.
Para solucionar la ambigüedad conceptual a que aludimos
respecto del artículo 26 del Código Civil, y con el objeto de
adecuar los preceptos nacionales a la normativa de la Convención y
cumplir las obligaciones que impone el ir uniformando conceptos
sería conveniente, que más allá de las opiniones doctrinarias, se
clarificará en la ley el concepto de niño, para ponerlo en armonía
con las disposiciones de la Convención.
Otras referencias de carácter general a la niñez las
encontramos en el Capítulo II a propósito de la nacionalidad. En
el concepto constitucional en dicha materia se recoge la doctrina
del Ius Solis, la cual confiere la nacionalidad por el solo hecho
de nacer en el territorio del Estado, con ello todos los niños
nacidos en el territorio nacional, salvo los hijos de extranjeros
que se encuentren en Chile al servicio del Gobierno de su país y
los hijos de extranjeros transeúntes, adquieren por el solo hecho
de nacer en el país la nacionalidad chilena.
Respecto de este sistema de adquisición de la nacionalidad
debemos señalar que posibilita la adquisición de la nacionalidad
chilena a todos los niños cuyo nacimiento se produzca dentro del
territorio de la República con las salvedades expresadas, las que
sin embargo no son estrictas puesto que el propio artículo 10 da
la posibilidad a esas personas de optar por la nacionalidad
chilena.
En esta materia nuestro texto fundamental resulta
perfectamente armónico con lo que dispone el artículo 7º de la
Convención que medularmente señala y reconoce el derecho del niño
desde el momento en que nace a tener una nacionalidad; en el Nº2
del señalado artículo se consagra la obligación de cada Estado
parte de velar por la aplicación de este derecho en conformidad a
su legislación interna y a lo dispuesto en tratados
internacionales referidos a la nacionalidad. Esas disposiciones
nacionales como externas deberán aplicarse con mayor razón si por
un motivo u otro la falta de aplicación de tal normativa hace que
el niño resulte apátrida; como ya señalamos la correspondencia en
la Constitución Política y la Convención de Derechos del Niño es
absoluta ya que la primera al adoptar el sistema del Ius Solis
hace posible que ningún nacido en Chile pueda carecer de
nacionalidad.
F.2) ORDEN CIVIL.
Nos referimos en esta parte a la legislación que se refiere
al principio y fin de la existencia de las personas, el parentesco
aquí enfocado especialmente al punto de vista del niño, la
capacidad, las relaciones de familia y los vínculos de carácter
patrimonial.
En este campo la normativa es abundante destacándose como
cuerpo básico el Código Civil, complementado con numerosas otras
disposiciones que conforma la normativa dispersa; así podemos
señalar las leyes sobre adopción que articulan el sistema nacional
en esta clase de filiación, ellas son la Ley 7.613 que regula la
llamada adopción clásica y la Ley 18.703 que establece dos formas
de adopción, una simple que no genera vínculo filial y otra plena
que da lugar a la filiación legítima, forma que hasta el año 1988
se encontraba recogida con otra denominación en la derogada Ley
16.346 sobre Legitimación Adoptiva.
A este respecto, el señalado sistema normativo de adopción
chileno creemos que guarda correspondencia con los principios
generales que para ello contiene la Convención de Derechos del
Niño. En primer término el interés superior del niño está
resguardado tanto en la adopción clásica como en las formas simple
y plena, ello por que este interés debe ser cautelado siempre por
el Tribunal de Menores; en la primera forma autorizando la
adopción y en las otras participando directamente en el proceso y
ordenando diligencias para establecer fehacientemente que la
adopción ofrece todas las ventajas para el menor, evaluando la
situación de los adoptantes, verificando el cumplimiento de
requisitos etcétera. ello visto siempre desde la perspectiva del
menor buscando solo y exclusivamente su beneficio.
En cuanto a permitir la adopción internacional, existe el
mecanismo jurídico para posibilitarla en la Ley 18.703, sin
embargo, ella sólo podrá concederse cuando no sea posible
efectuarla en Chile y por chilenos, teniendo estos preferencia por
sobre adoptantes extranjeros, este punto, sin embargo no se
encuentra expresamente señalado en la Ley ya que en el Título IV
no encontramos norma alguna que establezca preferencia directa
respecto de adoptantes chilenos, ello podemos deducirlo, eso sí,
del inciso 2º del artículo 42 el cual faculta al Sename para
emitir su opinión al tribunal sobre la conveniencia que la salida
y adopción representen para el menor.
Cuando se concrete la adopción internacional se establecen
mecanismos de seguimiento de la concreción efectiva del acto y de
la situación posterior del adoptado.
Como podemos advertir también encontramos correspondencia
entre las disposiciones del Tratado y lo dispuesto en nuestra
legislación interna en materia de filiación adoptiva nacional y
adopción internacional, todo ello sin perjuicio de las críticas
que nuestro sistema merece, especialmente los vacíos que se
advierten en la regulación, tales como la falta de regulación de
la tuición provisoria del menor para los futuros adoptantes en el
tiempo que media entre la tramitación de la salida y la efectiva
concreción de la adopción en el país de residencia de los
adoptantes. Además el hecho de no haberse establecido la
obligación de emplazar al juicio a los verdaderos padres del menor
si son conocidos o de ordenar la ubicación de los mismos y lograr
su comparecencia al tribunal, de manera que tengan la oportunidad
de deducir oposición, la que teniendo el suficiente fundamento
podría prosperar. Por último se nota la carencia de un mecanismo
en la ley que haga expedito el conocimiento por parte de los
Cónsules chilenos del hecho de haberse autorizado la salida de un
menor para ser adoptado en el país donde se encuentra acreditado y
de esa manera efectuar un verdadero seguimiento de la situación de
los menores; con tales medidas se lograría subsanar los defectos
de la ley que han dado lugar a situaciones que han terminado en
verdadero tráfico de menores.
En cuanto al concepto de niño o infante contenido en el
Código Civil y en la Convención respectivamente, existe
descoordinación, en efecto, en el Código el artículo 26, antes
citado, señala como niño al menor que no ha cumplido 7 años, en la
Convención, en cambio, el artículo 1º señala que niño es el que es
menor de 18 años de edad. Esto concordado con el artículo 5º de la
Constitución Política, nos genera un problema de interpretación
acerca de cual es el concepto de niño vigente en la actualidad en
Chile, ya que como se dijo el Código Civil lo limita a los 7 años
de edad y la Convención, norma integrante de nuestro ordenamiento,
lo amplía a los 18 años de edad; esto debemos reforzarlo con la
reciente entrada en vigencia de la modificación del citado
artículo 26 del Código Civil que rebaja la edad para adquirir la
plena capacidad civil a los 18 años. Lo que sin duda no está en
discusión es que en Chile la Convención se aplica a los menores de
18 años de edad sea que se les considere niños o menores.
En materia de filiación encontramos el Código Civil como
fuente fundamental de ella y continente de toda la legislación
relacionada con dicho punto. Enfrentando estas disposiciones
contenidas en el Código indicado, principalmente en el artículo 35
que efectúa una clasificación de la filiación y define los hijos
legítimos y el artículo 36 que clasifica a su vez a los hijos
ilegítimos, también el artículo 40, el título VII del Libro I,
VIII, IX, XII, XIII y XIV del mismo Libro.
En el artículo 2º de la Convención encontramos contraposición
entre las diferentes normas puesto que el referido artículo 2º
impide la discriminación entre los niños fundada en motivos
étnicos, de sexo, de nacionalidad, idioma, religión, opinión
política o de cualquier otra índole, de origen social, económico o
de nacimiento, todas las disposiciones del Código Civil establecen
distingo entre los menores basados en su nacimiento lo que es
abiertamente contrario a las disposiciones del Tratado que
propugnan la aplicación sin ninguna clase de distinción, de todas
y cada una de sus disposiciones. Asimismo con estas disposiciones
se deja de cumplir el numeral 2º del señalado artículo 2º de la
Convención que impone la obligación a los Estados de adoptar todas
las medidas que sean necesarias para dar protección al niño contra
toda forma de discriminación fundada en la condición de sus padres
o familiares, de manera tal que en nuestra opinión la
discriminación en el punto en estudio proviene de la propia ley
que basada en la condición de los progenitores efectúa
distinciones en cuanto a derechos y condición jurídica que se le
confiere.
Es menester subsanar la situación que se ha reseñado con el
fin de lograr una armonía entre la legislación interna y los
mandatos contenidos en la Convención, más aún si se trata de
distinciones hoy infundadas y atentatorias contra principios
éticos y de justicia natural.
Respecto de otras materias como son por ejemplo, los derechos
y deberes recíprocos entre padres e hijos observamos en general
que nuestro Código Civil, a pesar de la antigüedad de sus normas,
se encuentra en consonancia con la generalidad de los principios
fundamentales que rigen la materia en la Convención y que están
contenidos expresamente en el artículo 18 del Texto el cual
entrega primariamente a los padres la responsabilidad de criar y
velar por el normal desarrollo del niño. A este respecto la
normativa vigente en nuestro país necesita ser adecuada al tiempo
social que se vive y armonizarla con el concepto básico de la
Convención cual es el interés superior del niño, la perfección de
nuestra normativa en este punto pasa por la modernización y el
acercamiento de su inspiración a principios que fundan el
ordenamiento internacional moderno.
Enseguida el texto del artículo 18, en análisis, dispone que
cada Estado tiene el deber de dar asistencia a padres y
guardadores para obtener su correcto desempeño, asistencia que
debe estar orientada al ámbito formativo y de crianza del niño,
esta obligación puede cumplirse a través de la creación de
instituciones y servicios que promuevan estas normas y entreguen
la capacitación requerida. Aquí en esta parte observamos una
carencia casi total de disposiciones referidas a la materia, sólo
podemos señalar el Decreto Ley Nº 2.465 que contiene normas
relativas a la atención de padres y responsables legales y el
tratamiento de la familia, sin embargo, son normas que sólo tienen
valor programático puesto que su aplicación es nula al no existir
en la práctica ni estar en proyecto la asignación de los medios
para su funcionamiento, al menos en forma experimental.
En aspectos relativos a la capacidad de los menores; a la
institución de las guardas; régimen de prestación de alimentos o
del cuidado personal, no vemos una contraposición fundamental
entre la norma nacional y la Convención, sin embargo, como ya
hemos señalado, el punto puede ser también objeto de revisión en
el momento en que se adopte la decisión de modernizar nuestra
normativa. Sobre todo si estamos en conocimiento de la existencia
de proyectos modificatorios de la ley civil en esta materia, a
través de los cuales se pretende su actualización suprimiendo las
odiosas diferencias en la filiación de menores lo que traería
aparejado también la necesidad de efectuar modificaciones en el
campo que estamos analizando ya que al no existir distingos en la
calidad civil de los descendientes necesariamente habrá que
ocuparse de la normativa que regla la capacidad y el desempeño de
las guardas que engloba la representación legal de los menores
quienes por la incapacidad absoluta o relativa a que se encuentran
sometidos en razón de la condición por la que atraviesan sólo
pueden manifestarse, en forma válida, en el mundo jurídico, a
través de la representación o autorización de los guardadores.
Lo anterior es válido también para el ámbito de la prestación
de alimentos y la regulación de las relaciones entre padres e
hijos en lo que debemos incluir el delicado y usual tema del
cuidado personal de la descendencia en las situaciones de
anormalidad familiar, sea que se trate de matrimonios en conflicto
o uniones de hecho que han sufrido un quiebre.
En relación con este último punto debemos mencionar la
modificación impuesta al Código Civil en el año 1989 a través de
la Ley 18.802 que armoniza nuestro sistema interno a la exigencia
que hace le legislación internacional adoptada por nuestro país.
En efecto, en la reforma indicada se modifican diversos artículos
relacionados con la materia, lo que significa un cambio en la
filosofía de los preceptos ello permite quedar en compás armónico
con la normativa del Tratado incorporado al sistema.
Es así como los artículo 9º, inciso 1º y 4º y artículo 10º de
la Convención contienen el derecho a la reunión de la familia; que
se expresa en el texto de la Convención, "los Estados partes
velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la
voluntad de estos...", "...toda solicitud hecha por un niño o por
sus padres para entrar en un Estado parte o para salir de él a los
efectos de la reunión de la familia será atendida por los Estados
partes de manera favorable, humanitaria y expedita".
Nuestro ordenamiento actualmente se funda en un principio
básico que es el la unidad de la familia, por ello se modificó el
texto del articulo 223 señalando que corresponde a la madre el
cuidado personal de los hijos de cualquier edad, eliminándose así
la distinción anterior que indicaba que correspondía la tuición a
la madre de los hijos varones menores de 14 años y las hijas de
toda edad; con ello se persigue, como ya se anotó, mantener la
unidad en el núcleo familiar. De la misma manera encontramos
normas en otros textos que persiguen fines similares, es el caso
del Reglamento Consular, texto que entrega la facultad a estos
funcionarios para adoptar las medidas necesarias tendientes a
proteger a menores que se encuentren abandonados en el territorio
en el cual se encuentren ejerciendo su ministerio; extendiéndose
sus poderes hasta la gestión de la repatriación de los menores que
por cualquier circunstancia hubieren quedado en situación de
abandono o desamparo en otros territorios extranjeros.
En el orden interno encontramos disposiciones enfocadas en el
mismo rumbo, así en el Código de Procedimiento Penal cuando se
refiere en el Libro II primera parte título VI artículo 321 inciso
2º, a las declaraciones del inculpado, señala que: "Si es menor,
deberá indicar el nombre de los padres o de las personas a cuyo
cuidado se encuentre, y todos los datos necesarios para verificar
su edad".
Se advierte en este precepto una preocupación del legislador
por mantener la natural conexión entre el descendiente y el
progenitor, más aún cuando el primero se encuentre en una posición
comprometida y afectada muchas veces su garantía de libertad
personal al ser inculpado por la autoría o participación en un
hecho delictivo.
En el marco de la legislación especializada, nos referimos a
la Ley de Menores, contempla normas que en general se encuentran
acordes a las exigencias que plantea la Convención; tal afirmación
sin embargo, no significa que el texto no merezca ser revisado
frente a los preceptos del Tratado.
Haciendo un recorrido sinóptico y de apreciación general del
texto de le Ley 16.618, podemos observar en primer término que
nuestro ordenamiento cumple el mandato establecido en el artículo
40 Nº3 de la Convención que se refiere a la obligación de los
Estados Partes en la Convención de establecer leyes,
procedimientos y autoridades especiales y aplicables
específicamente a los menores. Al respecto establecemos
inmediatamente la relación con nuestro sistema, el cual, a nuestro
juicio, imperfectamente cumple el requisito. Así es, existe un
cuerpo normativo general en la materia y que se encarga
directamente de regular las situaciones sociales que afectan a
menores de edad; calificamos de imperfecta la legislación, en
primer término, por encontrarse ella en cierto grado obsoleta, no
olvidemos que la Ley 16.618 fue promulgada el 8 de Marzo de 1967;
contando a la fecha con más de 25 años de vigencia, y las
modificaciones que ha sufrido no son de fondo ni se aprecia una
variación en el sistema de atención de los menores, especialmente
en sede de sistema asistencial.
En cuanto a este último punto, reconocemos que en el año 1979
se impuso una modificación de importancia al sistema asistencial,
esta consistió en que por medio del Decreto Ley Nº 2.465 de 16 de
Enero de 1979, se derogó el Título I de la Ley de Menores; para
pasar a regir el señalado Decreto Ley el cual creó el Servicio
Nacional de Menores fijando su Ley Orgánica; institución que
sucedió al Consejo Nacional de Menores.
La norma a que aludimos es la base a través de la cual
nuestro ordenamiento jurídico entra en armonía, al menos
formalmente, con lo exigido por la Convención de Derechos del
Niño.
Los Títulos siguientes, II y III, referidos respectivamente a
la Policía de Menores y a la Organización y atribuciones de los
Tribunales de Menores también podemos señalarlos como dentro del
esquema requerido en la Convención; sin perjuicio, como ya hemos
anotado, de que es posible y necesario una revisión de sus
preceptos a fin de armonizarlos a los tiempos actuales y a los
hechos sociales. Más adelante el Título IV también lo podemos
señalar como un cuerpo que se encuentra armonizando, en cuanto
norma jurídica, con el Tratado, haciendo extensivo a este punto
todo lo señalado con anterioridad.
Una crítica general que puede hacerse a nuestra Ley de
Menores es su sistematización. La estructura que se dio a sus
normas no guarda relación con la especialización que se hace
necesaria, desde el punto de vista de la dogmática jurídica, en
todo cuerpo normativo.
En efecto, en la Ley 16.618 encontramos una división en
títulos, en donde el Título III ocupa el grueso de la Ley (va
desde el artículo 18 al hoy derogado artículo 50). En ese Título
se encuentra regulada toda la materia de menores, desde los
requisitos para ser Juez de Letras de Menores, hasta quién puede
autorizar a un menor para salir del país, pasando por la
competencia del tribunal, medidas que puede adoptar y facultades
que posee en el procedimiento que instruye al cual no señala una
naturaleza correcta ni atribuye una identidad propia en
circunstancias que la tiene.
Se trata de una agrupación de preceptos referida a materias
distintas unas de otras y mezcladas de manera que en algunos casos
no es posible diferenciar si se refiere sólo a materias
proteccionales, penales o civiles, de las cuales puede conocer el
tribunal.
Resulta de alta conveniencia efectuar en el texto una
separación de la regulación de las materias proteccionales,
aquellas penales referidas a los menores infractores y las de
carácter civil que tienen tratamiento general en el Código Civil y
otras leyes de fondo y que son abordadas en mayor detalle en esa
normativa. Además las disposiciones de contenido procesal deberían
también ser abordadas en capítulo especial, de manera de poder
adecuar el texto a la temática legislativa moderna y así imponer
un mayor rigor científico en la materia; esto lo podemos lograr,
como ya hemos afirmado al principiar el punto E.2 de este
capítulo, a través de la ardua pero útil tarea de la codificación
de esta normativa.
Como en esta parte nos estamos ocupando de la materia civil,
tocaremos una serie de temas y leyes especiales vinculadas a la
situación de los menores y su correspondencia con el texto de la
Convención.
Ley de Matrimonio Civil.
Esta normativa está encargada de la regulación de una
institución básica en la sociedad, el matrimonio, el cual da
nacimiento a la familia, que al decir de la Constitución Política
del Estado, constituye el núcleo fundamental de la sociedad; el
aludido texto se ocupa, en lo pertinente, de la edad mínima para
contraer matrimonio y contiene disposiciones tendientes a la
protección de la descendencia señalando en el orden civil las
sanciones aplicables para casos de contravención, independiente
del castigo establecido en la normativa penal si los hechos fueren
subsumibles dentro de la hipótesis típica.
Desde el punto de vista general, encontramos correspondencia
entre el artículo 29 letra "d" de la Convención, que se refiere a
la orientación que se le debe dar a la educación del niño y en
especial la preparación de él para una vida responsable en la
sociedad, respetuoso de la igualdad de los sexos y la creación de
valores y respeto a los mismos.
Al respecto consideramos acorde a las exigencias del Tratado
lo dispuesto en el artículo 5º de la Ley de Matrimonio Civil que
prohíbe el matrimonio entre determinados parientes.
De la misma forma los numerales 12 y 13 del artículo 21 de la
señalada Ley contienen disposiciones que aun cuando no reciben
gran aplicación en la actualidad, atendidas las características
que tiene el divorcio en nuestra legislación, implica el
cumplimiento del mandato de la Convención ya que representa
medidas de carácter legislativo tendientes a la protección del
menor contra la violencia y el abuso de que pueda ser víctima por
parte de sus padres, toda vez que los numerales citados contemplan
como causal de divorcio los malos tratamientos inferidos de obra a
los hijos, si pusieren en peligro su vida, o la tentativa para
corromper a los hijos a ser cómplice en su corrupción.
Sin perjuicio de lo señalado, si atendemos a lo dispuesto en
el Nº2 del artículo 19 del texto, debemos admitir la falencia y
vacío de que adolece nuestro sistema, ya que el numeral a que nos
hemos referido exige adoptar medidas de protección que deben
comprender procedimientos eficientes y la existencia de programas
sociales para dar asistencia al menor y a sus guardadores o
responsables legales; como también la existencia de procedimientos
y medidas de carácter preventivo, y en el evento de ser necesario
la intervención de los tribunales de justicia.
Hablando en el plano real, nuestro ordenamiento jurídico
simplemente no cumple las condiciones que el texto ratificado
exige. Tenemos una carencia en el ámbito de la normativa , ya que
si atendemos a la exigencia sólo en la Ley de Menores encontramos
tipos penales específicos, en el Título V denominado Disposiciones
Penales que establece en el artículo 62 penas determinadas entre
otras, a quienes maltraten o corrompan a menores; el artículo
siguiente, 63, dispone que en los procesos relativos a delitos
cometidos por mayores y de que conozcan los Jueces de Menores el
procedimiento aplicable es el señalado en el Título I del Libro
III del Código de Procedimiento Penal, denominado del
Procedimiento Sobre Faltas; al cual le es aplicable en lo
pertinente lo dispuesto para el Procedimiento Ordinario por Crimen
o Simple Delito de Acción Pública, regulado en el Libro II, de
acuerdo al artículo 550 del Código de Procedimiento Penal.
No obstante, la clara regla del artículo 63 de la Ley de
Menores debemos atender a lo que la práctica nos muestra en el
desarrollo diario de los acontecimientos, esto es, tal
procedimiento no recibe aplicación y las denuncias por malos
tratos a menores o por corrupción de los mismos siguen la
tramitación, en el primer caso, que la da el Juez de Menores, esto
es, citando a su presencia al agresor y amonestándolo verbalmente,
o bien, denunciando el hecho al Juzgado del Crimen que corresponda
atendido el carácter y gravedad de las lesiones, para que ese
tribunal conozca y sancione; o bien, en el segundo caso siguiendo
idéntico camino.
En pocas palabras, apreciamos que en la realidad de los
tribunales no reciben aplicación frecuente, y la represión y
castigo de esta clase de hechos se realiza a través de otras vías
como son la privación del cuidado personal la denuncia de delitos
cometidos al tribunal del crimen correspondiente, etcétera.
Así visto, la situación actual refleja carencia de un
procedimiento claro, expedito y efectivo para investigar,
sancionar y en lo posible prevenir la ocurrencia de estos hechos.
En conclusión nuestra normativa en esta materia debe ser estudiada
y modificada para ponerse a la altura de la exigencia de la
normativa internacional.
Ley 7.613 sobre adopción.
Contiene normas sobre adopción de menores, se le ha
denominado adopción clásica, que se caracteriza por generar un
estado semejante a la filiación, creando un estado de derechos y
obligaciones equivalente muy cercano a lo que se produce entre el
padre y el hijo biológico, pero que no obstante, no produce, lazos
de parentesco. Esta Ley comienza acentuando la idea de interés
superior del niño, aunque sus términos sean muy distintos a los
actuales lo cual es absolutamente comprensible dada su antigüedad.
Efectivamente, señala que sólo procederá la adopción cuando
ofrezca ventajas para el adoptado, lo que se encuentra de acuerdo
con el criterio de la Convención que hace primar el interés del
adoptado por sobre el anhelo de realización de los adoptantes. En
cuanto a los lazos que este tipo de adopción genera el artículo 15
del texto dispone expresamente que el adoptado seguirá formando
parte de su familia y conservará respecto de ella todos sus
derechos y obligaciones.
Conforma también el sistema la Ley 18.703 cuerpo normativo
conocido como Ley de Adopción y que data del año 1988. Ella
contiene dos tipos de adopción, la simple, que tiene un carácter
meramente asistencial y circunstancial extinguiéndose cuando el
adoptado llega a la mayoría de edad, esto es, al cumplir 18 años;
y la plena que a diferencia de la anterior, crea entre adoptantes
y adoptado el estado civil de hijo legítimo generando todas las
obligaciones y derechos que ese estatus produce y cortando todo
vínculo anterior con la familia biológica del adoptado, salvo en
lo referente a impedimentos para el matrimonio.
Interés tiene en relación con la Convención el Título IV de
la Ley 18.703 el cual regula la adopción en el extranjero,
conteniendo estrictas normas tendientes a la protección de la
situación del menor y de sus eventuales padres, por lo que el juez
sólo podrá autorizar en caso de orfandad total del adoptado o que
éste sea de filiación desconocida o se encuentre en situación de
abandono,y para el efecto de salvaguardar su interés superior
entregándolo a personas que acrediten fehacientemente que se
encuentran en condiciones físicas, morales y económicas de velar
por ese interés. Dicho Título, sin embargo, a pesar de su
vigencia aún breve en el tiempo, ha sido objeto de críticas frente
a circunstancias que han dado lugar a innumerables procesos
judiciales por delitos cometidos en materia de autorización para
salida de menores al extranjero para ser adoptados, situación que
da motivo suficiente para revisar la normativa, a lo cual ya nos
hemos referido con anterioridad en este Capítulo.
Ley 4.808 Sobre Registro Civil.
El artículo 7º de la Convención establece que el menor tiene
derecho a un nombre y a una nacionalidad. Al respecto la Ley sobre
Registro Civil contiene normas vinculadas a la materia señalada en
ese artículo.
El Servicio de Registro Civil e Identificación es la
repartición encargada en nuestro país de llevar el archivo de
identificación de todos los habitantes de la República desde su
nacimiento y hasta su muerte, velando por que las personas sean
denominadas con nombres adecuados que no afecten su dignidad y le
causen menoscabo moral, facultando a los funcionarios para
corregir situaciones lesivas de este derecho; sin perjuicio de
ello, existe además la Ley 17.344 que autoriza el cambio de
nombres y apellidos en los casos que indica.
Como hemos visto, en el artículo citado y también en el
artículo 8º se desarrollan tres aspectos esenciales en la
identidad de la persona, el nombre que la individualiza frente al
resto del mundo, luego la nacionalidad que la adscribe dentro de
un Estado o comunidad humana con un sentido de pertenencia, punto
al cual ya nos hemos referido al tratar el orden Constitucional;
por último las relaciones de familia, núcleo esencial de la
sociedad y en cuyo seno la ley pretende que el niño se desarrolle
y en la cual se funda su estado civil. Estas características, a
las cuales se añade el domicilio y el patrimonio, son denominadas
en doctrina atributos de la personalidad y son consustanciales a
todo ser humano, por lo mismo intransferibles, irrenunciables,
inalienables e imprescriptibles.
Mirando la legislación chilena frente a lo dispuesto por la
Convención en lo relacionado con el nombre y la inscripción civil
del menor el artículo 28 de la Ley 4.808 ordena en su artículo 28
que dentro del plazo de 60 días contados desde que se produjo el
nacimiento debe requerirse la inscripción del recién nacido,
trámite que tiene el carácter de obligatorio; por otro lado el
artículo 31 dispone que la partida de nacimiento que se debe
extender con motivo de la inscripción de nacimiento debe contener,
entre otras anotaciones, el nombre y apellido del nacido, el que
será indicado por la persona que requiere la inscripción.
En este sentido con el fin de cautelar el nombre del niño,
conforme ya se adelantó, la ley no permite imponer nombres
extravagantes, ridículos, impropios de personas, equívoco respecto
del sexo del inscrito o contrario al buen lenguaje. El Oficial
Civil puede oponerse a inscribir un nombre caso en el cual se
remitirán los antecedentes al Juez de Letras en lo Civil quien
resolverá si el nombre en cuestión se encuentra o no comprendido
en la prohibición. Con todo, si a pesar de lo dispuesto en la Ley
de Registro Civil se inscribiere un menor con nombres impropios o
lesivos de su dignidad, la Ley 17.344 faculta a todas las personas
para solicitar, por una vez, el cambio de nombres o apellidos,
pudiendo el juez en caso de que el solicitante sea menor de edad
incluso actuar de oficio; el derecho indicado puede ser ejercido
también para la traducción de nombres que no pertenezcan al idioma
castellano o cuya pronunciación o escritura sea dificultosa.
De acuerdo a lo señalado, nuestra legislación cumple
ampliamente con las exigencias de la Convención en esta materia al
establecer, en primer término el derecho de toda persona a tener
un nombre y a usarlo, artículo 1º de la Ley 17.344, en segundo
lugar a que ese nombre sea adecuado y no le cause menoscabo de
ningún tipo y por último implementando los mecanismos para
subsanar los errores que en dicha materia se cometieren pudiendo
eliminar, modificar e incluso traducir nombres.
Respecto a la nacionalidad nos remitimos a lo señalado sobre
este punto al tratar el orden Constitucional por abarcarse allí
esta materia.
F.3) ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL.
La finalidad perseguida por estos derechos es posibilitar a
sus titulares un adecuado nivel de vida, ello sin embargo, no
resulta del todo simple, ya que es una dificultosa tarea la de
determinar y evaluar las necesidades y lo que es más importante,
la forma y medida en que deben ser satisfechas para llegar al
nivel adecuado. Conscientes de estas dificultades debemos decir
que los derechos de esta especie se encuentran, y al parecer por
un largo período, en etapa de evolución, no teniendo el carácter
de derechos subjetivos todavía; recordemos que derecho subjetivo
es una facultad para actuar o una potestad que una persona tiene,
reconocida por una norma jurídica. Desde este punto de vista
podemos afirmar que estas garantías sí han conseguido avance
puesto que su reconocimiento se encuentra en muchos casos a nivel
Constitucional, cuando por ejemplo nuestro texto consagra la
garantía del libre ejercicio de una actividad económica, o en
otros preceptos al reconocer el derecho de las personas a
determinadas prestaciones de carácter social y que envuelven su
contenido netamente económico; derechos los cuales son exigibles
mediante el recurso por la vía judicial para obtener su
reconocimiento o respeto.
Sin perjuicio de lo anterior y siendo consecuente con el
aserto indicado de que tal facultad aún no logre expreso
reconocimiento como para ser considerados derechos subjetivos,
debemos señalar que en la actualidad sus potestades, más que
derechos constituyen deberes del Estado, aunque, debemos decirlo,
no siempre existen mecanismos para controlar al Estado en el
cumplimiento de esos deberes.
Entrando derechamente en nuestra materia la pregunta que
surge inmediatamente es si el niño tiene o no poder suficiente
para exigir al Estado el cumplimiento de estos deberes; función
que, atendida su naturaleza, debemos entroncarla con el rol
subsidiario que aquel tiene, conforme la encontramos en los
principios constitucionales y expresamente contemplada en la
normativa.
Para lograr un claro desarrollo del tema, plantearemos los
puntos haciendo diferencias en las materias, así por ejemplo nos
referiremos al ámbito del derecho del trabajo, del sistema de
seguridad social, del plano educacional.
Exigencias de la Convención en este ámbito.
En el inicio, la exigencia general la plantea el artículo 3º
Nº2, que entrega al Estado parte la responsabilidad de asegurar al
menor todo el cuidado y protección necesaria para su bienestar;
ello en colaboración con los padres; esto es, asumiendo el Estado
en forma supletoria el cuidado si ello fuere necesario.
En el artículo 4º en su segunda parte, se refiere
específicamente el texto a los derechos económicos, sociales y
culturales, disponiendo que los Estados deben adoptar todas las
medidas tendientes a brindar las mejores condiciones de bienestar,
ello de acuerdo con los recursos de que dispongan; haciendo además
extensiva la obligación de cooperación en esta materia a la
comunidad internacional. Se reconoce el derecho de libertad de
asociación que los niños tienen, así lo señala el artículo 15; no
pudiendo imponerse otras restricciones que las establecidas en la
ley y que son necesarias dentro de toda sociedad democrática.
El artículo 20 consagra expresamente el rol subsidiario del
Estado en materia de protección a los menores de edad, así en sus
primeros numerales reconoce el derecho de aquellos niños que se
encuentran temporalmente privados de su medio familiar o cuyo
interés superior exija que sean sacados de tal medio, tienen
derecho a la protección y asistencia del Estado; debiendo éste
asegurar, conforme lo dispongan las leyes de cada Estado otros
tipos de cuidado para los niños.
En el artículo 27 se contiene la esencia en materia de
derechos de carácter económico y social, interpretando y aplicando
el rasgo esencial de toda garantía; él dispone: "Los Estados
partes reconocen el derecho de todo niño a un nivel de vida
adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y
social.
La obligación primaria, de velar por el cumplimiento de esas
condiciones es entregado a los padres o responsables legales, en
la medida de las posibilidades económicas de ellos. No obstante
cada Estado, de acuerdo a su condición y recursos, tiene el deber
de tomar todas las medidas que sean apropiadas para ayudar a los
padres o a hacer efectivo este derecho, debiendo entregar, si las
circunstancias lo hacen necesario, asistencia material y programas
de apoyo, especialmente en lo relacionado con el campo de la
nutrición, vestuario y vivienda.
Los artículos 24 y 28 reconocen el derecho a la salud y a la
educación, respectivamente, entregando a los Estado el
cumplimiento de la obligación de entregar el más alto nivel de
prestaciones de salud y asegurar el acceso de todos los niños a la
educación, haciendo obligatoria la enseñanza básica y promoviendo
el acceso a la media y superior, entregando el financiamiento si
así se hiciere necesario.
El artículo 29 contempla dentro de la orientación que se le
debe dar a la educación, el fomentar el respeto al medio ambiente
natural.
Dentro de la protección en el ámbito económico y social al
menor, existe en la Convención el artículo 32, precepto que
reconoce el derecho del niño a estar protegido contra la
explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo
peligroso o que pueda entorpecer su educación o resulte nocivo
para su salud o desarrollo físico, mental, espiritual, moral o
social. Incumbe a cada Estado la obligación de dictar las medidas
de toda índole para dar efectiva aplicación a este artículo; así
por ejemplo, se deberá fijar una edad mínima para trabajar,
reglamentar las horas y condiciones de trabajo de los menores,
señalar las sanciones para la contravención en los aspectos
señalados en el referido artículo y que se produzcan en el orden
interno de cada país contratante.
A su vez, el artículo 26 reconoce a los menores el derecho a
beneficiarse del Sistema de Seguridad Social; debiendo entregarse
las prestaciones cuando el menor verifique la contingencia
cubierta, considerando los recursos que el menor posee y su
situación y la de las personas responsables por su mantenimiento.
En el ámbito educacional, nuestra legislación exige edad
mínima para entrar al sistema de educación, de acuerdo al nivel al
que se acceda, sea parvularia, educación básica, media científico
humanista y técnicoprofesional, (instructivo Nº 2.528 de 20 de
Noviembre de 1984 del Ministerio de Educación); así para el primer
año básico se exigen seis años de edad cumplidos, para el primer
nivel de educación de adultos, quince años. En cuanto a la
educación media científicohumanista y técnicoprofesional no debe
sobrepasar los dieciséis años de edad para el ingreso, no
señalando edad mínima la Ley 18.962 de 10 de Marzo de 1990,
Orgánica Constitucional de Educación. Ella mantiene el criterio
respecto de la edad mínima para ingresar a la enseñanza básica
regular, esto es, seis años y fija en dieciocho años la edad
máxima para el ingreso a la educación media; ello sin perjuicio de
fijarse otras edades para la enseñanza de adultos y la especial
diferencial.
En cuanto a la normativa nacional en este punto, la
Constitución Política del Estado en su artículo 19 Nº10 asegura el
derecho a la educación, enfocada a lograr el pleno desarrollo de
la persona, entregando esta obligación a los padres y al Estado de
mantener un sistema de educación básica gratuita.
La reglamentación está dada por el D.F.L. Nº 5.291 de 1929
que hace obligatoria la asistencia a la escuela de todo niño de
siete a quince años cumplidos, con el fin de recibir la educación
primaria correspondiente.
La Ley 18.962, Orgánica Constitucional de Educación fija los
requisitos mínimos que cada nivel educacional debe cumplir e
impone la responsabilidad al Estado en el desarrollo del proceso
educativo.
Cumplimiento de la normativa chilena en cada uno de los aspectos
señalados en el orden económico y social.
En primer término, respecto del marco general planteado por
el artículo 3º Nº2 de la Convención, debemos señalar preceptos de
la Constitución que se encuentran en estrecha vinculación con el
punto y que dan una visión global del estado en que se encuentra
nuestra normativa en este campo.
Considerando lo dispuesto en el artículo 1º, inciso 3º de la
Constitución Política del Estado, notamos concordancia en los
términos ya que el Estado se encuentra al servicio de la persona
humana, teniendo como fin el promover el bien común y el deber de
crear las condiciones sociales para permitir a cada integrante de
la comunidad lograr su mayor desarrollo.
Se instituye el principio de la subsidiariedad, institución
que asegura que a falta de cumplimiento de los roles que son
naturales a la familia o responsables legales de los menores el
Estado asumirá la protección del niño afectado por estados de
anormalidad familiar; a través de los organismos que la ley debe
crear y hacer operar para el cumplimiento de tales roles.
El referido artículo de la Constitución Política del Estado
es aplicable también tratándose del artículo 4º de la Convención,
precepto en el cual se mencionan los derechos de carácter
económico y cultural, advirtiendo cumplimiento de nuestro orden
constitucional con lo señalado en el texto del Tratado.
En lo que respecta al derecho de asociación consagrado por el
artículo 15 encontramos la concordancia con el artículo 19 Nº15 de
la Constitución, texto que consagra tales derechos, señalando los
requisitos que se deben cumplir para que las organizaciones
nacidas como fruto del ejercicio del derecho puedan tener
existencia.
El principio de subsidiariedad a que nos hemos referido lo
encontramos aplicado en el artículo 1º, inciso 4º ya citado; el
cual señala como deber del Estado la protección a la familia y
propender al desarrollo integral de cada uno de sus miembros,
correspondiéndole el rol primario en esta tarea a dicha célula
social; ese papel debe asumirlo el Estado en forma expresa al
verificarse una situación de anormalidad.
Indirectamente se recoge tal obligación en el numeral 1º del
artículo 19 cuando señala que la Constitución Política del Estado
asegura a todas las personas el derecho a la vida, la integridad
física y psíquica de cada uno, lo que obviamente tiene cierta
relación con los menores, quienes tienen en peligro su integridad
al quedar desamparados por las contingencias sociales sin tener a
nadie que se haga cargo de su persona y situación.
Con tales disposiciones debemos relacionar la norma del
artículo 27 de la Convención, toda vez que con sus preceptos se
busca, al menos en teoría, propender a entregar el mayor nivel de
vida posible a todos los menores habitantes de la Nación. Lo que
encontramos recogido también en el número 21 del artículo 19 de la
Carta Fundamental, el cual permite desarrollar cualquier actividad
económica siempre y cuando se trate de actividades que no
contraríen la moral, el orden público o la seguridad nacional. En
ellos se asegura el acceso de todas las personas al desarrollo de
actividades que le permitan obtener los recursos necesarios para
lograr el acceso a los bienes que requiere para su adecuado
sustento y desarrollo, lo que unido a la libertad de trabajo
garantiza a los padres la posibilidad de ejercer actividades
diversas con el fin de lograr dar a su familia y descendencia el
mejor nivel de vida posible.
Sin perjuicio de lo anterior, la Constitución no habla en
ninguna parte en forma expresa del derecho a un nivel de vida
digno, sólo podemos deducirlo en el citado inciso 4º del artículo
1º, de la frase: "su mayor realización espiritual y material
posible", ello puede ser asociado a la idea de nivel de vida. Pero
en parte alguna se hace referencia a aspectos que la Convención
reconoce, como vivienda, alimentación o vestuario, esto lo
comprendemos sí por que se trata de un texto cuya finalidad es
asentar las bases esenciales del ordenamiento político y jurídico
de la Nación, no siéndole propio entrar en una regulación
pormenorizada de aspectos que corresponde abordar a la ley.
La responsabilidad financiera del menor está considerada en
el inciso final del artículo 27 del Tratado, ella se traduce en
parte en la obligación de proporcionar la pensión alimenticia al
menor. Al respecto nuestro sistema legal contiene disposiciones
muy claras referidas a ello aun cuando estas no tienen rango
constitucional. Así tenemos en el Código Civil y en la Ley 14.908
además de las disposiciones correspondientes de la Ley de Menores.
Existen incorporados al sistema ciertos instrumentos
internacionales relacionados con el tema como es la Convención
Internacional Sobre Obtención de Alimentos en el Extranjero,
acordada en la ciudad de Nueva York en el año 1956 y promulgada en
Chile en el mes de Enero de 1961, la cual contiene procedimientos
para facilitar la obtención de pensión de alimentos por parte de
responsables que se encuentran en un país diferente a aquel en que
reside el menor. A través de dicho Tratado nuestra legislación se
encuentra en armonía con el artículo 27 de la Convención en esta
materia.
Derechos de tanta envergadura como es el que se tiene a la
salud y\o a la educación están garantizados amplia y
detalladamente en el texto fundamental en el artículo 19 Nº9 y 10,
y en las leyes que complementan el texto como es el caso de la Ley
Nº 18.469 que regula el ejercicio del derecho constitucional a la
salud y crea un régimen de prestaciones de salud. Así, en su
artículo 6º determina a los beneficiarios del régimen considerando
la modalidad de afiliación inmediata por poseer las calidades en
que se puede ser beneficiario del sistema; en el artículo 8º
señala las prestaciones que se dan en el sistema y que comprenden
la atención primaria y preventiva, procedimientos diagnósticos y
quirúrgicos, hospitalización, atención obstétrica, tratamientos y
rehabilitación además del apoyo farmacológico del formulario
nacional.
A través de la norma citada se cumple con entregar el derecho
a la salud a los menores que en caso de verificar necesidad tienen
la posibilidad de acceder al sistema nacional que los respalda
gozando estos de absoluta gratuidad en el evento de que sus padres
o responsables legales carezcan de previsión y medios económicos
para acceder a ella.
El derecho a la educación también encuentra regulación
detallada entregándose educación básica gratuita y obligatoria,
como ya se dijo, sin perjuicio del mismo carácter de gratuidad
para la educación media, en establecimientos dependientes del
Estado o Municipalidades conforme al régimen educacional vigente.
En cuanto a la educación superior y la exigencia de existir
sistemas que entreguen el financiamiento para que aquellos que
poseyendo las capacidades carezcan de los recursos para acceder a
esa instrucción, se cumple íntegramente el requerimiento al tener
nuestro país un sistema de financiamiento universitario de
reciente modificación, el que opera entregando recursos en forma
indirecta al beneficiario para acceder a carreras de la enseñanza
superior en instituciones dependientes del Consejo de Rectores de
las Universidades Chilenas; entidad que agrupa a las Universidades
e Institutos Profesionales que reciben financiamiento estatal
directo.
Sin embargo, podemos efectuar una crítica al sistema ya que
no cumple totalmente la exigencia del Tratado, toda vez que en
nuestro sistema educacional universitario existen instituciones de
carácter privado que no pertenecen al Consejo de Rectores razón
por la cual sus educandos no pueden optar al financiamiento
crediticio estatal, el cual debería operar respecto de todas
aquellas personas que siendo menesterosas y poseyendo los
requisitos que la ley exige se encuentran matriculados en el
sistema universitario sea éste público o privado.
Otro mecanismo de menor cobertura es aquel denominado "Beca
Presidente de la República", el cual es un beneficio entregado
directamente por el Jefe de Estado a alumnos con rendimiento
académico destacado y que carecen de los medios económicos para
financiar sus estudios, con el fin de que pueda desarrollar y
obtener su formación profesional siempre y cuando mantenga su
nivel de rendimiento. En este sistema se puede acceder tanto a la
educación básica, media y superior.
Respecto de la orientación educacional, se garantiza la
libertad de enseñanza que reconoce como límites la moral el orden
público las buenas costumbres y la seguridad nacional. Se prohíbe
la inspiración político partidista en la enseñanza.
En cuanto al conocimiento y formación del respeto por el
medio ambiente el Nº8 del artículo 19 de la Constitución contiene
normas que establecen el derecho a vivir en un medio ambiente
libre de contaminación debiendo el Estado tutelar la preservación
del medio ambiente.
En lo tocante al artículo 32 de la Convención que se refiere
a la protección contra la explotación económica, encontramos
normas en la Constitución Política, específicamente en el artículo
19 Nº 16, que garantiza la libertad de trabajo; señala que sólo la
ley puede imponer limitaciones en la edad para el trabajo en
ciertos casos.
La regulación específica en esta materia la encontramos en
los artículos 13 a 19 del Código del Trabajo, preceptos que
determinan las condiciones en que pueden laborar los menores.
Las disposiciones citadas clasifican en tres categorías a los
menores en cuanto a su capacidad para el trabajo. Los mayores de
18 años, pueden trabajar libremente y en cualquier actividad. Los
menores de 18 años y mayores de 15 años de edad, que pueden
contratar si cuentan con autorización de su padre, madre,
guardadores, etc. o del Inspector del Trabajo. Finalmente se
refiere a los menores de 15 y mayores de 14 años, respecto de
estos últimos será la edad mínima para efectuar labores
remuneradas y por cuenta ajena bajo subordinación y dependencia,
esto es, celebrar contrato de trabajo. Tratándose de ellos es el
Juez de Menores quien resuelve en definitiva si autoriza o no al
menor a trabajar en la actividad para la cual solicita
autorización. Determina además la duración de la jornada de
trabajo, prohibiéndose las labores nocturnas o peligrosas para
ellos; estas limitaciones en la naturaleza de las labores se
encuentran en el artículo 14 del citado Código.
Nos queda tratar en esta materia el derecho del menor a
beneficiarse del sistema de seguridad social derecho consagrado en
el artículo 26 de la Convención; facultad reconocida también en la
Constitución chilena, artículo 19 Nº18; el cual garantiza el
acceso de todos los habitantes al goce de las prestaciones básicas
uniformes, tal derecho lo regula la Ley 16.744 sobre accidentes
del trabajo, la cual reconoce como beneficiarios de sus sistemas a
los menores estudiantes; la Ley Nº 18.020 que establece el
subsidio familiar para personas de escasos recursos, en su
artículo 2º determina que son causantes de subsidio familiar los
menores hasta los 14 años de edad que viven a expensas del
beneficiario y participen en los programas de salud de ese
Ministerio para la atención infantil etcétera; este beneficio se
hace efectivo a través de los municipios correspondientes a la
comuna en donde reside el menor.
El Decreto Ley 3.500 que creó el nuevo sistema de pensiones,
determina como beneficiarios de pensión de sobrevivencia a los
componentes del grupo familiar del causante, extendiéndose aquí a
los menores descendientes del afiliado. Igual beneficio entrega el
artículo 8º a los hijos del causante menores de 18 años de edad.
Integra también el sistema el D.F.L. Nº 150 que fija el texto
refundido, coordinado y sistematizado de las normas sobre sistema
único de prestaciones familiares y que funciona complementando a
la Ley 18.020 citada.
Crítica que se puede hacer a nuestra normativa de seguridad
social es la de encontrase absolutamente dispersa y especialmente
toda aquella relacionada con el niño. Gran importancia tiene este
punto ya que de los derechos sociales el más social es éste.
Conforme con lo recientemente dicho la parte medular de una
legislación nacional que se encuentre en armonía con la Convención
es la garantía de la seguridad social para niños necesitados, que
les posibilitará real y efectivamente el acceso a los medios
apropiados para satisfacer el conjunto de necesidades esenciales
que presentan.
Para concluir en el ámbito económico y social, debemos
señalar que en nuestro sistema interno de normas encontramos una
realidad difusa y no sistematizada de disposiciones estando la
mayoría de los preceptos vinculados a este aspecto en el Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social sin perjuicio de la normativa
relativa a la educación que tiene un tratamiento detallado aunque
no sistemático.
Sin embargo, en otros espacios, no pequeños, en esta materia
queda entregada al Estado la misión de ir generando la regulación
legal necesaria para proteger la situación y derechos de los niños
en el ámbito económico. El desafío que tiene aquí el Legislador
está en determinar si estas facultades se incorporan al
ordenamiento como derechos propiamente tales o se les da el
tratamiento que hasta ahora advertimos, esto es, de deber del
Estado.
Nos obstante lo señalado, y en lo referente a la obligación
del Estado de suplir a la familia del menor, sujeto de atención, y
de propender al logro de entregarle el mayor nivel de vida,
encontramos la acción de Sename como único ente gestor estatal de
la subsidiariedad que la Convención y la Constitución Política del
Estado entregan a éste; de la organización y labor de Sename nos
ocuparemos en el capítulo pertinente.
F.4) ORDEN PENAL Y PROCESAL PENAL.
Entramos en uno de los temas más delicados de la materia que
estamos tratando, ello por razones diversas, así por que se trata
de puntos que comprometen directamente el perfil humano del
asunto, más aún, debemos trabajar con vidas que aún están en
proceso de formación y que ya a pocos años de haber nacido se
encuentran vinculadas al ámbito delictual; no olvidemos que
estamos frente a la problemática de determinar la responsabilidad
de un menor implicado en conductas delictivas que en algunos casos
han perjudicado bienes jurídicos de tal trascendencia como es la
vida.
En esta parte, sin embargo, no nos podemos quedar solamente
en el ámbito penal de fondo, debemos indagar también en el orden
procesal, donde se debe velar por la seguridad del menor y de la
sociedad en general y la necesidad de reintegrar al infractor a la
vida en comunidad, ello adquiere creciente importancia atendida la
contingencia por la que atraviesa nuestra sociedad que crecer en
forma preocupante los índices delictuales y la participación de
menores en las conductas ilícitas.
Contrariamente, también se debe tocar el punto desde la
óptica de los delitos de que son víctimas los menores. Así,
entendemos al menor en este acápite como sujeto activo de una
conducta punible, y también como ente pasivo o víctima de ella.
Menor víctima de hechos delictuales.
Abordamos en primer término el aspecto del menor como sujeto
pasivo en el delito, mirando hacia la protección que nuestro
ordenamiento jurídico dispensa a los niños frente a conductas que
pueden lesionarlos.
El artículo 6º de la Convención reconoce el derecho a la vida
señalando que "los Estados partes reconocen que todo niño tiene el
derecho intrínseco a la vida". Tal reconocimiento básico en
cualquier sociedad civilizada, está recogido en la Constitución
Política chilena en el numeral 1º del artículo 19 "El derecho a la
vida y a la integridad física y psíquica de la persona". Como
desprendimiento de lo señalado citamos el artículo 1º del Tratado
que contiene la obligación del Estado de velar por el respeto de
este derecho; se establecen mecanismos directos que tutelan tal
garantía como ocurre en el artículo 20 el Recurso de Protección,
institución cuya naturaleza es el de ser una acción cautelar, en
este caso, del derecho a la vida, cuando ella se ve amenazada por
cualquier acto ilegal y arbitrario; siendo contemplado
expresamente el indicado derecho como susceptible de ser
resguardado mediante el ejercicio de esta acción. Se extiende la
tutela constitucional incluso a la protección respecto de hechos o
actos que puedan amagar la vida de las personas por actos que se
ejecuten sobre el medio ambiente causando contaminación en
cualquier forma y que pueda poner en peligro la vida de las
personas.
Podemos indicar como una medida de tutela de la vida el
artículo 21 de la Constitución Política que consagra el Recurso de
Amparo; acción que puede ser deducida en casos de hechos o actos
que puedan afectar la seguridad individual del sujeto
entendiéndose que si se afecta esta seguridad puede estar en
peligro la vida del afectado.
En la órbita constitucional, la protección a que aludimos
comienza incluso antes del nacimiento del individuo, cuando éste
aún tiene existencia natural; el artículo 19 Nº1, inciso 2º
dispone "La ley protege la vida del que está por nacer". Todos los
mecanismos de resguardo antes indicados son susceptibles de ser
ejercidos en favor de la vida aun antes de que ésta se haya
manifestado externamente en el mundo.
En conclusión nuestro texto fundamental dispensa
reconocimiento y protección directa a los dos primeros niveles del
derecho a la vida, esto es, conservación e integridad, pero como
ya se ha dicho no aborda del mismo modo los otros dos aspectos que
son nivel y calidad de vida.
Bajando al orden legal y en el campo de la legislación civil
general encontramos las disposiciones del Código Civil, el
artículo 75 dispone que la ley protege la vida del que está por
nacer siendo armónico en este caso con lo dispuesto en la
Constitución y la exigencia y reconocimiento de la Convención. Tal
tutela legal se extiende también a los derechos del que se
encuentra en el claustro materno de acuerdo a lo dispuesto en el
artículo 77 del citado Código.
Acorde con los términos del artículo 75 encontramos
disposiciones en el orden laboral como son por ejemplo las normas
del Libro II del Código del Trabajo, denominado de la protección a
los trabajadores.
En efecto, el artículo 171 del Código del Trabajo obliga al
empleador a tomar todas las medidas necesarias para la protección
eficaz de la vida y salud de los trabajadores. Además se concede
acción popular en el artículo 178 para denunciar las infracciones
a las normas de protección de los trabajadores.
Enseguida encontramos en el Título II cuyo epígrafe señala
"De la protección a la maternidad", en él se establece una
protección a todas las trabajadoras cualquiera sea su clase y
naturaleza del empleador teniendo derecho a un descanso maternal
de 6 semanas anteriores al parto y doce posteriores a él; tales
derechos tienen carácter irrenunciable prohibiéndose el trabajo de
mujeres embarazadas y puerperas por ese lapso; existiendo además
la obligación por parte del empleador de mantenerlas contratadas
gozando de fuero la mujer durante todo el tiempo que las
disposiciones señalan. Además de lo señalado se contemplan normas
tendientes a la reducción de las labores y hacerlas más livianas y
también permisos post natales suplementarios por enfermedad del
hijo.
En lo que a la protección netamente penal se refiere, existe
nuestro añoso Código Penal, que establece tipos penales destinados
a la protección de la vida e integridad de los menores, cautelando
bienes jurídicos como la vida la salud, la integridad física, la
moral, etcétera.
Existe en nuestro Código el Título VIII el cual contiene los
tipos del homicidio, infanticidio y lesiones corporales,
conteniendo diferentes clase de hipótesis legales de acuerdo a las
circunstancias que rodean el hecho y las personas que las han
cometido; atribuyéndosele, naturalmente, sanciones distintas en
cada caso.
En el Título VII el mismo cuerpo normativo se ocupa de la
regulación y establecimiento de otras conductas punitivas
cautelando otros bienes jurídicos, como la salud, la moralidad y
las buenas costumbres, la integridad y vida del que está por
nacer, la libertad sexual; el señalado Título tiene como epígrafe
"Crímenes y simples delitos contra el orden de las familias y
contra la moralidad pública".
Comienza con el artículo 342 que tipifica el delito de aborto
estableciendo las diversa formas en que esa conducta típica puede
ser verificada. En esta parte hemos de relacionarlo en lo
pertinente con las disposiciones contenidas en el Código
Sanitario, artículos 16 y siguientes que establecen protección
materno infantil.
Curiosamente no encontramos en la Convención ninguna norma
que se refiera especialmente a una conducta reprobable como es el
aborto, la cual debe ser desarraigada de los sistemas sociales en
que ha sido reconocido, como ocurre en Europa, y ser evitada su
inclusión en ordenamientos como el nuestro. Salvo el caso del
aborto terapéutico, esto es, cuando concurren circunstancias
insalvables que no dejen ninguna expectativa viable de salvar
ambas vidas, lo que se encuentra regulado de esa forma en nuestro
Código Sanitario por modificación aprobada en 1991. Respecto de
esta última situación debemos mencionar las profundas implicancias
morales y éticas que ella reviste y la total oposición que ha
encontrado esta solución por parte de la Iglesia Católica la cual
opina que no es posible decidir respecto de la vida humana, ello
debe quedar siempre entregado a la resolución divina.
Sin perjuicio de lo anotado respecto de la falta de condena
expresa al aborto en el texto debemos traer a colación ciertas
disposiciones de cuya interpretación nos podemos valer que sí
existe de manera indirecta el rechazo a esa práctica.
Comenzando por el preámbulo en él se tiene presente como
fundamento para la adopción del texto de la Convención que el niño
por su especial condición y falta de madurez física y mental
necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida
protección legal, tanto antes como después del nacimiento; de él
vemos claramente que una necesidad y deber de cada Estado parte en
el Tratado es otorgar protección a los menores que tienen bajo su
responsabilidad mediata, y ese resguardo debe darse incluso antes
del nacimiento del niño.
Dentro del articulado aludimos al artículo 1º en el cual se
acuña el concepto de niño donde se dice: "... Se entiende por niño
todo ser humano menor de 18 años de edad ..." y enseguida el
artículo 2º dice:" Los Estados partes en la presente Convención
respetarán los derechos enunciados y asegurarán a cada niño sujeto
a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la
raza, el color ... el nacimiento o cualquier otra condición del
niño, de sus padres o de sus tutores".
De ambas disposiciones concluimos que cada Estado debe tomar
las medidas de protección de la vida aún antes de que se haya
producido el nacimiento. Tomando el concepto de niño anotado
podemos tener algunas dificultades en su interpretación y
aplicación tratándose del aborto. Así es, para nuestra ley
persona, ser humano, es aquel que tiene existencia legal, esto es,
aquel que ha nacido, se ha separado totalmente de su madre y ha
sobrevivido al menos un instante. Contrariamente, no es persona
jurídicamente considerada, aquel que no ha logrado nacer o
habiéndolo hecho no ha sobrevivido al menos un instante, de manera
que advertimos en los términos del Tratado cierta impropiedad en
lo que es protección de la vida en su existencia natural se
refiere a como lo denominó la doctrina, el producto de la
concepción atendido que aún no es persona.
En el párrafo 2º del Título VII del Código Penal encontramos
otras figuras tutelares de la vida del menor, figuras referidas al
abandono de niños; así existe el artículo 346 que impone sanciones
al que abandona a un niño menor de 10 o 7 años de edad en lugar
solitario o no solitario, aumentando las penas si el abandono ha
sido cometido por los padres o por quien tenga a su cuidado al
menor.
En el párrafo 3º, artículos 353, 355, 356 y 357 se sanciona
conductas como la suposición de parto y la sustitución de un niño
por otro; no presentación de un menor reclamado por sus padres o
guardadores; la entrega por el representante legal del menor a un
establecimiento público o a un tercero sin consentimiento del que
le entregó el cuidado o la autoridad, y finalmente la inducción al
abandono de hogar.
En los párrafos siguientes se castigan hechos como el rapto,
la violación, agravándose el tipo cuando se trata de una menor de
12 años; además se sanciona el estupro, incesto, la corrupción de
menores, favorecimiento de la prostitución y los abusos y
tocaciones deshonestas.
La integridad psicológica se encuentra protegida a través de
la tipificación del delito de amenaza el cual se encuentra
previsto y sancionado en los artículos 296 a 298.
b) Ley 17.105 Sobre Alcoholes, Bebidas Alcohólicas y Vinagres.
Contiene disposiciones relativas a las infracciones que
pudieren cometer los menores de 18 años30, se refiere además a las
medidas que deben adoptar los establecimientos comerciales que
expenden bebidas alcohólicas, respecto de los menores de edad, sea
en cuanto a la venta que de ellas hacen como al expendio que
puedan hacer al desempeñar trabajos en esos locales.
En su artículo 116 se sanciona a los menores de 18 años que
se encuentren en lugares públicos en manifiesto estado de
ebriedad, entregando el conocimiento y resolución de tales faltas
al Juez de Letras de Menores, igual regla de competencia señala el
artículo 26 Nº10 de la Ley 16.618, se debe señalar que la
referencia contenida en esa disposición al artículo 107 de la Ley
17.105 se debe entender hecha al actual artículo 116 de la misma
disposición.
De igual manera, se castiga el expendio de bebidas
alcohólicas a menores de 18 años por parte de establecimientos
dedicados a la comercialización de esos productos. Para acreditar
el hecho de que la persona es menor de 18 años basta la cédula de
identidad. El menor debe ser detenido, comprobada su edad y
domicilio debe ser devuelto a sus padres o guardadores debiendo
quedar citado al Tribunal de Menores correspondiente a la
audiencia que se le señale. En cuanto a la multa que el artículo
113 en su inciso 5º dispone que los detenidos deben consignar en
dinero efectivo el valor de la multa y comprobado su domicilio,
previo a ser puestos en libertad por el jefe de Carabineros o del
establecimiento penitenciario adonde fueron conducidos, creemos
que por aplicación de lo dispuesto en el artículo 116 esta
exigencia no corresponde cumplirla a los menores de 18 años puesto
que la pena que se asigna a la falta cometida por mayores de edad
es precisamente esa, en cambio lo que se impone, a título de
sanción, a un menor será una de las medidas que contiene el
artículo 29 de la Ley 16.618.
Complementando lo señalado, el artículo 163 de la Ley de
Alcoholes prohíbe contratar como trabajadores en lugares donde se
expendan bebidas alcohólicas para consumirse en el mismo
establecimiento a menores de 18 años, salvo que la ocupación no
comprenda el expendio directo de las bebidas a los consumidores.
30
Rebajada a 18 años la edad establecida en el artículo 113 y
116 de la Ley 17.105, por el artículo 8º de la 19.221 de 01 de
Junio de 1993.
c) Ley 11.625 que fija disposiciones sobre los estados
antisociales y establece medidas de seguridad.
Sin perjuicio de que esa normativa jamás ha tenido aplicación
debemos decir que por disposición del artículo 2º "Los menores, de
acuerdo con la ley penal, en quienes concurran las circunstancias
previstas en el artículo anterior, serán puestos a disposición del
Tribunal de Menores correspondiente, a fin de que adopte las
medidas de protección, guarda, educación o enmienda prevista en la
ley respectiva".
Conforme con lo señalado en el artículo anterior los menores
de 18 años que según el artículo 1º de la ley no tengan hogar fijo
o carezcan de medios de subsistencia lícitos no estando
imposibilitados para trabajar, o bien pedir limosna sin
autorización en lugares públicos, sean toxicómanos, oculten su
verdadero nombre, disimulen su personalidad, falseen su domicilio,
etcétera. deben ser puestos a disposición del Tribunal de Menores
correspondiente, con el fin de que adopte respecto de los menores
las medidas de protección señaladas en la Ley de Menores.
En el numeral segundo del mismo artículo se sanciona con la
imposición de las medidas que establece la ley a aquellos que
explotan la mendicidad ajena, especialmente si con ese fin emplean
a menores de edad.
Debemos llamar la atención al respecto, por cuanto esta
normativa, que se encuentra actualmente vigente, sanciona
conductas que constituyen una práctica común y diaria
especialmente en ciudades de gran densidad poblacional y por ende
con abultado porcentaje de marginalidad, dichos usos consisten en
el envío por parte de los padres o de terceros de menores a pedir
limosna a los lugares de concurrencia masiva de público, o bien
valerse de esos pequeños, muchas veces lactantes, para que
paseándose en la vía pública implorar la generosidad de los
transeúntes y recibir dádivas en dinero por parte de aquellos.
La ley penal general no castiga estas conductas tratadas en
el párrafo XIII del título VI del libro II del Código Penal; que
se refieren sólo a la vagancia y mendicidad ejercida directamente
por el infractor, mas no al uso de menores en esas prácticas.
El tratamiento que se da a este uso en la Ley 11.625, llena
el vacío legal en cuanto a sancionar el empleo de menores para el
ejercicio de la mendicidad por parte de adultos. Sin embargo como
ya hemos afirmado, esta normativa no ha recibido aplicación
atendida la serie de defectos jurídicos de que adolece, además las
penas y otras sanciones que contiene son en la actualidad
imposibles de aplicar ya que se necesita una infraestructura
distinta de la carcelaria, por ejemplo si por los actos a que nos
referimos debemos aplicar la medida contenida en el Nº1 del
artículo 3º que consiste en la internación en casa de trabajo o
colonia agrícola por tiempo indeterminado que no puede exceder de
5 años; no es factible el cumplimiento de la medida ya que casas
de trabajo o colonias agrícolas no existen en nuestro país.
La práctica de la mendicidad podemos asimilarla a una de las
figuras penales contenidas en el artículo 62 Nº4 letras b ó c de
la Ley de Menores según las características que presenta el hecho,
sin embargo, no podemos aplicar en forma analógica disposiciones
penales atendido el principio general del derecho, que no permite
tal operación, además de atentar contra el principio de la
tipicidad.
Nos debemos conformar actualmente con la única sanción a esta
práctica que no es de carácter penal sino meramente civil, y que
la contiene el artículo 42 Nº4 de la Ley 16.618, que determina
como una causal de inhabilidad para detentar el cuidado personal
de los menores en relación con el artículo 225 del Código Civil.
Tal precepto, como es conocido, no representa ningún mecanismo de
prevención general en nuestro sistema, teniendo el uso de menores
en la mendicidad callejera carácter habitual y carente de sanción
llegando a darse situaciones como el préstamo o arriendo de
menores de pocos años de edad para usarlos en tal ejercicio,
recibiendo éste el correspondiente maltrato en caso de que no
recaude lo esperado por el explotador, ello al margen del peligro
que la calle representa para los niños víctimas de esta forma de
explotación, violatoria directa del artículo 34 de la Convención
teniendo nuestro sistema jurídico un alto grado de complicidad en
ello y no da cumplimiento al citado artículo del Tratado.
Como hemos podido advertir, que en materia punitiva se
entrega a los menores, es minuciosa y detallada protegiéndose
bienes jurídicos de importancia como son los que hemos aludido
antes partiendo por la vida y la integridad corporal.
A pesar de su antigüedad, nuestro Código Penal sanciona
incluso la pornografía en forma directa. Igual represión existe en
otras normas como es la de calificación cinematográfica, Decreto
Ley Nº 679, o la Ley de Abusos de Publicidad, ésta en su artículo
24 contiene una norma destinada a entregar especial protección al
menor al prohibir la divulgación por cualquier medio de difusión
de informaciones relativas a delitos cometidos por menores o
cuando son víctimas de delitos de acción mixta o privada menores.
La Ley 18.838 que crea el Consejo Nacional de Televisión lo
faculta, en su artículo 12 letra a, para impedir la transmisión de
programas que contengan imágenes excesivamente violentas o
truculentas o sean de carácter pornográfico o contrarias a la
moral y las buenas costumbres.
Incluso en el Código Civil existen disposiciones que castigan
con la nulidad absoluta de los actos que tengan como objeto
láminas o figuras obscenas, atribuyéndoles el vicio de ilicitud
del objeto.
En esta parte es evidente la insuficiencia en el aporte que
los medios de comunicación hacen a la formación de la infancia ya
que toda la programación instructiva y de valor humano y cultural
se ve opacada con la muestra frecuente de material de escaso o
ningún valor, en esta parte se necesita un esfuerzo de todos los
medios para elevar el nivel de su aporte.
La crítica, aunque reiterativa debemos manifestarla; se hace
necesaria la adecuación de la ley penal a los tiempos
contemporáneos, el comportamiento social, la comisión de delitos y
los hechos que pueden afectar a los menores han variado, la acción
delictiva se ha sofisticado, y nuestro sistema penal se ha quedado
en el tiempo y en el romanticismo del siglo pasado, hay tipos
penales que no se aplican, pero hay conductas graves y lesivas
para la sociedad que no se sancionan y ni siquiera están penadas.
En general, no obstante podemos afirmar que nuestro sistema
cumple con fidelidad la obligación impuesta en la Convención de
dar adecuada protección al menor como víctima de hechos
delictivos.
Sin embargo a pesar de la amplia descripción de conductas
delictuales el sistema es absolutamente imperfecto y opera con
dificultad tanto en la recepción de las denuncias como en la
investigación de los hechos. Ello es más agudo cuando se trata de
delitos de gravedad y que se relacionan con el aspecto sexual al
no existir órganos especializados en la atención de víctimas de
estas conductas, tanto en su fase primaria como de tratamiento, el
problema se hace más difícil aún cuando se trata de niños que son
objeto de tales delitos. En cuanto a organizaciones que se
preocupen de apoyar la recuperación de las víctimas de esta clase
de atentados en nuestro país solo conocemos una ella es el Centro
de Atención a Víctimas de Atentados Sexuales (CAVAS) dependiente
de la Policía de Investigaciones de Chile, el cual presta ayuda a
quienes la requieren, sin embargo su labor aunque importante no es
suficiente para abordar en su totalidad el problema y contribuir a
través de ese medio a disminuir la cifra negra de estos hechos que
es muy alta en Chile. Se requiere además preparar al personal y
dotar de mayor y mejor infraestructura y recursos a organismos que
trabajan directamente en colaboración con los tribunales para la
investigación de estos delitos como son el Servicio Médico Legal y
los propios Juzgados del Crimen, además de efectuar las reformas
necesarias a la ley procesal penal a fin de hacer reservados los
procesos y facilitar las actuaciones a las víctimas quitándole el
carácter humillante que en muchas ocasiones adquieren los
procedimientos y que son los factores que inciden en gran cantidad
de delitos sexuales no se denuncien.
Menor autor o partícipe de hechos delictuales.
Debemos encargarnos de ver el otro sector del problema, cual
es el menor como infractor, autor de conductas punibles.
A partir del artículo 40 del Texto encontramos las normas que
podríamos denominar del debido proceso, alcanzamos a divisar aquí
la inspiración e influencia que han ejercido en esta parte las
reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de
justicia de menores; denominadas Reglas de Beijing. Adoptadas por
la resolución Nº 40/33 de la Asamblea General, de 29 de Noviembre
de 1985.
En esa parte del texto los Estados reconocen el derecho del
menor infractor a ser tratado dignamente y a procurar su
reinserción y la asunción por parte de él de una función
constructiva para la sociedad.
De esa manera se garantiza por cada Estado la aplicación del
principio de la tipicidad, esto es, que ningún menor puede ser
acusado o condenado por hechos, actos u omisiones que no hubieren
estado prohibidos por la ley antes de su comisión o en el momento
en que se cometieren.
Se debe garantizar, a lo menos al menor inculpado, procesado,
que se le presumirá inocente mientras no se pruebe su
responsabilidad por los medios que la ley contempla.
Se le dará a conocer los hechos que se le imputan y tendrá
derecho a defensa jurídica o a acceder a otros tipos de asesoría
necesaria para preparar y presentar su defensa.
Su procesamiento debe ser efectuado con rapidez y con las
garantía de imparcialidad y asesoría jurídica o de otra especie a
menos que ella fuese perjudicial para el menor atendida su
condición.
No se le obligará a declarar bajo juramento o a declararse
culpable; cada vez que se le considere responsable de la
infracción dicha situación deberá ser sometida a conocimiento de
un tribunal o autoridad superior; se debe respetar su vida privada
y el procedimiento.
Cada Estado debe establecer una legislación, procedimiento,
autoridades e instituciones especiales aplicables a los menores
infractores; contemplándose una edad mínima de imputabilidad,
crear alternativas de tratamiento de las faltas cometidas sin
necesidad de recurrir a procedimientos judiciales; además de
alternativas de tratamiento como la libertad vigilada, programas
de enseñanza, etcétera, diferentes a la internación.
En este punto en concreto, entra en quiebre la normativa de
la Convención con nuestro sistema actual y que a diario se aplica
en el país.
En primer término toda la legislación que se aplica en la
materia se encuentra contenida en la Ley 16.618 y en algunos
aspectos referidos al sistema asistencial se encuentran en el D.L.
Nº 2.465 y en lo que es aplicable en el Código de Procedimiento
Penal.
Por no tratarse del capítulo en que abordamos directamente el
tema señalaremos sucintamente si la armonía existe o no con el
texto de la Convención.
Como ya se ha señalado, toda la normativa se encuentra en la
Ley de Menores; pero en ella no obstante, no se contiene un
procedimiento que se compadezca con la finalidad que debe tener
una tramitación en esta materia. En efecto, en la ley en comento
se trata de igual manera a los menores que se encuentran en
necesidad de asistencia y protección y expuesto a peligro material
o moral y a aquellos menores que son infractores y en muchos casos
reincidentes en conductas delictuales, los que por ser
inimputables deben ser juzgados y sancionados por estos juzgados a
pesar de que se trata de menores cuyo compromiso delictual es
alto.
Más aún, la investigación que hace el Juez de Menores frente
a un menor que ha sido retenido y puesto a su disposición por
encontrase vagando en la vía pública es exactamente igual a lo que
verifica para el caso del menor que ha sido detenido por ser autor
de un robo por sorpresa, por citar algún delito común. Ambos niños
son enviados al mismo centro de internación, esto es, un Centro de
Orientación y Diagnóstico mientras se investiga su situación
familiar y la posibilidad de reintegrarlo a sus padres o a sus
responsables legales o someterlo a un proceso de internación en un
centro adecuado a sus características.
Si el menor vago no tiene familia conocida o nadie que pueda
asumir su cuidado, irá al mismo centro adecuado a sus
características a que puede ser enviado el menor infractor, con el
consiguiente deterioro de aquel que aún no se mezcla en la
subcultura delictual.
Tal diferencia de tratamiento la exige la Convención en los
artículo 37 y 39, con lo cual comprobamos en el texto que no se
cumple en nuestra legislación con las condiciones exigidas; esa
diferencia sólo la contempla la Ley de Menores en el artículo 51
al referirse a las Casas de Menores e Instituciones Asistenciales,
siendo meramente verbal la diferencia ya que en la práctica no
existe.
Respecto de la recuperación de los menores vemos que el texto
de la Ley 16.618 además de antiguo es simplemente programático, ya
que es una realidad conocida que el personal de trato directo con
los menores internos son personas carentes de la mínima
preparación en trabajo con menores en situación de conflicto
social o irregularidad o abandono, con ello se ciega la
posibilidad de avance en el tratamiento mientras se encuentre
sometido el menor al régimen de internación.
Mirado desde la perspectiva de la protección a los intereses
de la sociedad, tampoco resulta ajustado a la normativa
internacional el hecho de que el menor infractor de ley no reciba
un procesamiento determinado por la norma legal ya que no se
aplica la normativa procesal penal y tampoco una específicamente
indicada en la Ley de Menores para esclarecer los delitos.
Se da la paradojal situación con el texto actual de la ley,
de que si los padres de un menor de 14 años de edad que ha
cometido el delito de homicidio calificado pueden oponerse a la
medida de internación decretada por el juez, y tal oposición debe
ser tramitada en conformidad a las normas del juicio sumario, en
un delito de homicidio. Recurrimos a este ejemplo extremo para
graficar lo serio de la situación que vemos con texto en mano:
Comenzamos por la competencia, aplicamos el artículo 26 Nº 8
que entrega el conocimiento al Juez de Letras de Menores, de todos
los asuntos en que aparezcan menores inculpados de crímenes,
simples delitos o faltas con arreglo a lo dispuesto en el artículo
28, y expedir la declaración previa sobre si el mayor de dieciséis
años y menor de dieciocho ha obrado o no con discernimiento.
Esta disposición debemos entenderla complementada con lo
dispuesto en el artículo 8º de la Ley 17.590 que regula la
situación en aquellos lugares en donde no existe Tribunal de
Menores y tal función la desempeña el mismo Juez de Letras que
conoce el juicio criminal; ello ocurre por ejemplo en los
tribunales de la agrupación de comunas de Puente Alto, en donde el
Primer Juzgado de Letras desempeña el papel de Tribunal del Crimen
y de Menores además de conocer del ámbito civil, laboral, de minas
y las gestiones de carácter voluntario inclusas en el conocimiento
civil.
La situación descrita resulta paradojal e injusta, puesto que
como sabemos, la Ley de Menores exige conocimientos especiales
para optar al cargo de Juez de Letras de Menores, pues bien, en el
caso de que sea un juez de letras con competencia común incluida
la de menores, éste no cumplirá con el requisito señalado en la
norma especial citada, lo que coloca al menor infractor en franca
desventaja respecto de aquellos que deban ser procesados por un
hecho semejante por un tribunal de menores, diferencia que sólo
tiene como fuente el hecho de haberse cometido el hecho en un
lugar en que no existe tribunal especial. Respecto del
procedimiento que se debe aplicar en la investigación y
conocimiento del asunto juegan los artículos 28, 32 y 34 de la Ley
16.618, el primero de los indicados dispone que tanto el menor de
16 como el menor de 18 años que ha obrado sin discernimiento y que
aparezcan como inculpados de un hecho punible deben ser juzgados
por el Juez de Letras de Menores respectivo quien no puede aplicar
a estos menores ninguna otra medida que no sea de las establecidas
en la ley.
Estas medidas que puede adoptar el tribunal tienen la
duración que determine el juez, quien puede revocarlas o
modificarlas si varían las circunstancias que motivaron la
dictación de la medida (artículo 29 inciso final de la Ley de
Menores).
El artículo 32, por su parte, dispone que antes de aplicarse
al menor de 18 años alguna de las medidas que la ley contempla,
por un hecho que de haberlo cometido un sujeto imputable
constituiría delito, el juez deberá establecer la circunstancia de
haberse cometido tal hecho y la participación que en él le ha
cabido al menor. Sin embargo, agrega el artículo, aunque se llegue
a la conclusión de que el hecho no se ha cometido o que al menor
no le ha cabido participación en él, el juez puede aplicarle las
medidas de protección que contempla esa normativa siempre que el
menor se encuentre en peligro material o moral, al establecer esta
circunstancia deberá tender también la investigación del tribunal,
esto lo deducimos de la misma disposición.
El artículo 34, que fija el procedimiento a seguir en cada
asunto conforme a su naturaleza, en lo pertinente respecto de la
situación hipotética antes propuesta, dispone "En los asuntos
contenciosos o cuando las medidas o resoluciones adoptadas por el
juez, siempre que su naturaleza lo permita, sean objeto de
oposición de parte de los padres, guardadores o de cualquiera otra
persona que en el hecho tenga al menor bajo su cuidado, se
aplicará el procedimiento sumario señalado en el título XI del
Libro III del Código de Procedimiento Civil ..."
Del análisis de los artículos señalados concluimos, para
nuestra hipótesis, que el conocimiento y resolución del hecho
investigado, homicidio calificado, previsto y sancionado en el
artículo 391 Nº1 del Código Penal; estando limitado el juez a la
aplicación de las medidas establecidas en el artículo 29 de la Ley
de Menores, medidas que pueden ser revocadas o modificadas en
cualquier momento, sea de oficio o a petición de los padres o
responsables legales del menor, y fundado en los informes que le
entreguen las asistentes sociales del centro de internación y el
psicólogo si lo hay.
Ahora bien, el tribunal debe efectuar una investigación
exhaustiva antes de la aplicación de las medidas señaladas en el
artículo 29. Conforme a los términos empleados por la norma
contenida en el artículo 32 concluimos que deben lograrse los
objetivos primordiales del sumario criminal, esto es, establecer
el cuerpo del delito, o sea, comprobar la existencia del hecho
punible, y determinar la persona del delincuente y la
participación que le ha cabido en el hecho, además de asegurar su
comparecencia ante el tribunal.
Todo lo anterior, sin embargo, debe apegarse a un
procedimiento y estructuración de una forma de investigación en
donde se debe dar por la ley los presupuestos mínimos para llevar
el cometido de esclarecer un hecho delictivo como es el homicidio,
en este caso, de determinar quien es su autor y la responsabilidad
que le afecta en los sucesos y en definitiva imponerle una sanción
o en este caso aplicarle la medida que corresponda de acuerdo al
mérito de los antecedentes.
En materia penal ordinaria existe en el Código de
Procedimiento Penal el Libro II que determina y regula con
minuciosidad la forma en que se debe efectuar la investigación,
cuales son sus fines y qué cosas puede hacer el juez y cuales le
están vedadas. En la Ley de Menores en cambio frente a
situaciones tan trascendentales como las contempladas en la ley
general de procedimiento penal, no existe tal regulación ni
tampoco, que debería ser la norma mínima, una referencia al Código
de Procedimiento Penal que permitiera la Juez de Menores recurrir
al uso de esas facultades para ordenar y dirigir su procedimiento
de investigación no se persigue otra finalidad que la de llegar a
saber cual es la verdad material; sin embargo no existe la
posibilidad de aplicación supletoria. Tal situación resulta
atentatoria contra los derechos del menor inculpado quien
entregado en su juzgamiento a la discreción del Tribunal de
Menores que debe conocer del hecho que se le imputa, y a la vez
resulta vulnerada toda la normativa proteccional acogida por
nuestro sistema y que está contenida en la Convención en sus
artículos 37 y 40.
Específicamente el estado actual de la normativa procesal
penal especial aplicable a menores infractores, quienes son
inimputables no garantiza:
Que el menor será tratado en forma acorde con el fomento de su
sentido de la dignidad, con ello no se persigue la finalidad que
la Convención insta a conseguir en el sujeto de protección, cual
es fortalecer el respeto del niño por los derechos humanos y las
libertades esenciales de terceros y menos aún la reintegración del
niño para que asuma una función constructiva en la sociedad.
No existe claridad respecto a la duración del proceso, el tiempo
máximo de detención, la posibilidad de decretar medidas que
agravan la detención respecto del inculpado menor.
Tampoco se da la garantía de que la sentencia que recaiga en el
proceso y le imponga la medida que el juez ha decretado pueda ser
revisada por el tribunal superior en una segunda instancia.
No hay garantía de respeto a la vida privada del menor en la
sustanciación del juicio, recordemos que no se contempla en la ley
la reserva o secreto que se debe guardar respecto del proceso.
Sólo la Ley Sobre Abuso de Publicidad contempla indirectamente una
norma de este tipo. No obstante, la obligatoriedad de mantener en
reserva los expedientes por hechos en los que se encontraren
implicados menores no existe en la actualidad en nuestra
legislación, pero sí la contenía el Reglamento de la Ley Sobre
Protección de Menores Nº 14.907, en su artículo 36, disposición
que se encuentra derogada y que no fue mantenida en el texto de la
Ley 16.618.
F.5) OTRAS NORMAS ESPECIALES.
El artículo 38 de la Convención establece la obligación para
los Estados, de respetar y hacer cumplir la normativa del Derecho
Internacional Humanitario en materia de conflictos armados y que
puedan comprometer a menores. Así el Nº 3 dispone que los estados
deben abstenerse de reclutar en las fuerzas armadas a personas que
no hayan cumplido los 15 años de edad. En el evento que se incluya
personas mayores de 15 años y menores de 18, se debe dar prioridad
a los de más edad.
En el orden interno la norma reguladora de esta materia la
encontramos en el D.L Nº 2.306 del año 1978 que dicta normas sobre
reclutamiento y movilización de las fuerzas armadas.
La aplicación de las normas del Decreto Ley en referencia le
corresponde a la Dirección General de Movilización Nacional.
Conforme al artículo 13 el deber militar es extensivo a todas las
personas sin distinción de sexo, desde los 18 a los 45 años de
edad, el deber militar se puede cumplir en las diversas formas que
el propio artículo señala, son:
Servicio Militar Obligatorio
Participación en la reserva.
Participación en la movilización.
Conforme a lo señalado, de acuerdo a nuestro ordenamiento la
regla general es que la edad mínima para ser reclutado en las
fuerzas armadas es la de 18 años de edad, tiempo en el cual se
hace exigible el deber militar.
Ya señalamos que una de las maneras de cumplir este deber
militar genérico para todos los habitantes de la República sin
distinción de sexo, es el servicio militar obligatorio.
Esta carga pública, sin embargo, es impositiva sólo para los
chilenos varones, quienes tienen la obligación de inscribirse en
los cantones de reclutamiento en el año en que cumplan los 18 años
de edad. En cuanto a las mujeres la inscripción tiene carácter
voluntario. Como excepción el artículo 22 en relación con el Nº32,
contiene la facultad de las personas obligadas a cumplir con el
servicio militar obligatorio para adelantar, en el primer caso la
inscripción en el cantón de reclutamiento y en el segundo la
anticipación del cumplimiento del Servicio militar, hasta en dos
años. Esta situación sin embargo, requiere autorización de la
Dirección General de Movilización Nacional, con lo cual la edad
mínima para reclutarse queda en 16 años.
Ahora bien, si atendemos a un estado más avanzado dentro del
régimen de reclutamiento, esto es, la base de conscripción que la
ley define como el conjunto de personas obligadas a cumplir con el
servicio militar obligatorio, que están en situación de ser
convocadas para ser acuarteladas. Encontramos que la disposición
señalada indica que pertenecen a la base de conscripción las
personas de la clase que en el año cumplan 18 años de edad y estén
inscritas en los Cantones de Reclutamiento.
La Ley de Reclutamiento excluye, en teoría al menos, la
posibilidad de participar en acciones bélicas a menores de 18
años, salvo el caso de aquellos que han solicitado anticipar su
ingreso a la base de conscripción y cumplir con su servicio
militar obligatorio. De esta forma nuestra legislación cumple la
exigencia del Tratado en esta materia.
G) CONCLUSIONES.
En vista de todo lo anotado y atendiendo a lo heterogéneo de
los puntos analizados y tomando en cuenta lo dificultoso que
resulta poder efectuar un análisis comparativo total podemos
señalar como conclusión que nuestro sistema legislativo necesita
para ponerse a la altura de las exigencias del texto del Tratado y
estar acorde con la moderna doctrina en la materia y con ello
lograr eficiencia en el tratamiento y solución de los problemas de
los seres menores de edad un grado de especialización mayor tanto
en la parte técnico legislativa como en la psicológica,
sociológica, psiquiátrica, es decir una integración
multidisciplinaria a la que deberá acoplarse el Poder Legislativo
para poder generar la normativa eficaz que los asfixiantes
problemas que vemos a diario requieren para, en el corto plazo,
poder abordarlos con seriedad y comenzar a delinear soluciones de
plazo largo que nos lleven a tener un exacto control sobre la
situación y con ello poder cumplir el compromiso adquirido con la
adopción del Tratado, lo que hoy sólo es posible en mínima parte
debido a la antigüedad, dispersión, falta de especialización e
integración de nuestra normativa y fundamentalmente a la poca
preocupación y falta de seriedad con que las autoridades han
abordado la crisis en las últimas tres décadas.
CAPITULO II
FAMILIA, MENOR EN SITUACION IRREGULAR, SISTEMA ASISTENCIAL.
1º LA FAMILIA
A) CONCEPTO.
En nuestra legislación no encontramos definición ni concepto
alguno, la doctrina nos proporciona muchas definiciones al
respecto, la de mayor claridad nos señala que: "Es el conjunto de
personas unidas por el vínculo del matrimonio, del parentesco o de
la adopción".
Estamos frente a una descripción netamente jurídica de la
familia basada en el matrimonio y constituida por el parentesco
consecuencia necesaria de la filiación y ésta por su parte
constituye un efecto del matrimonio. Frente a esto debemos mirar
más allá y apuntar hacia la formulación de un concepto más
genérico debiendo considerar un matiz sociológico en lo que
queramos desarrollar puesto que la familia es el medio ambiente
primario del ser humano y el que influye en el que el sujeto se
torne apto para la vida en sociedad, allí adquiere la idea
necesaria para aceptar y acatar la normativa impuesta y
desarrollar una convivencia social normal.
Desde este punto de vista podemos afirmar que la familia es:
"Una comunidad humana dotada de individualidad y autonomía
formada por individuos ligados por vínculos afectivos, biológicos
y legales y que constituye la unidad primaria de la estructura
social".
"Institución social basada en una relación sexual lo
suficientemente precisa y duradera como para procrear. Socialmente
sancionada y más o menos permanente, con derechos y obligaciones
reconocidas".33
B) ORIGEN.
Se desconoce exactamente cuándo apareció la familia, es
probable que apareciera juntamente con el lenguaje probablemente
entre 2 millones y 100.000 años, tampoco sabemos si su aparición
fue de una vez por todas o en diversos momentos, en todo caso la
familia fue esencial para la aparición de la civilización. No
surge tal como la conocemos hoy, sino que en un primer momento
obedecía a un carácter promiscuo, formado por grupos cuya
finalidad era la sobrevivencia; luego con un grado más de
elaboración surgen familias matriarcales y patriarcales según
resida la autoridad en la madre o en el padre; finalmente se
conoce la familia individual basada en el matrimonio monogámico,
en todo caso hay que tener en cuenta que ni la familia ni las
formas familiares concretas están determinadas genéticamente.
33
"Familia y Abandono de Menores". Ed. Del Consejo Venezolano
del Niño. 1973.
La familia individual basada en el matrimonio monogámico ha
tenido cierta evolución se caracterizaba por ser un grupo pequeño
y muy unido en el cual predominaba la autoridad paterna como
consecuencia de la división sexual del trabajo pero que en el
presente comienza a desaparecer en una sociedad cada vez más
industrializada surgiendo así la necesidad de independencia de sus
miembros.
C) IMPORTANCIA DE LA FAMILIA.
Abordamos este punto por la trascendencia en el concepto de
irregularidad que la familia tiene, ello se sustenta en la
deformación del núcleo, hecho que genera la carencia del mismo o
su existencia imperfecta que produce falta de cumplimiento en los
roles normales o bien una materialización perniciosa de ellos lo
que genera situaciones que constituirán causales de irregularidad
en el menor afectado, por las señaladas razones nos referimos a la
importancia social de la familia.
Trasciende, si atendemos a los factores determinantes de la
conducta antisocial en adolescentes y menores entre ellos la
anormalidad de la relación materno filial en los primeros años de
vida del niño, sea que la privación maternal haya sido absoluta o
la actitud de la madre hacia el niño haya sido desfavorable,
dichas circunstancias constituyen poderosos detonantes de
perturbaciones mentales en el menor o que en el futuro pueden
influir en el desarrollo de una personalidad delincuente; de
manera tal que se destaca en el marco socio cultural predispuesto
para la antisocialidad o algún grado de irregularidad de la
familia, ello juega un rol determinante en el desarrollo de la
personalidad, de las aptitudes y comportamiento del menor en el
hogar donde se debe aprender el respeto por los derechos ajenos y
la propiedad de otros.
En segundo término el instituto denominado familia, tiene
importancia en el campo del tratamiento de menores con problemas
conductuales, también frente al menor abandonado; la tendencia
moderna en el tratamiento de estos problemas es a utilizar el
medio libre, así hemos conocido en sede de rehabilitación de
menores el sistema de libertad vigilada a través del cual la
reinserción social se va ejecutando progresivamente participando
el menor de una vida normal vinculada a su entorno social y
familiar, él cual también participa del proceso reeducativo. En
este podemos agregar el sistema de colocación familiar que basta
el nombre para saber cual es su sentido, esta forma supone el uso
de la familia como marco para conseguir una adecuada socialización
del menor especialmente aquel que se encuentra abandonado.
D) FUNCIONES DE LA FAMILIA.
Caracterizan a la familia nuclear cuatro funciones básicas:
la sexual, la económica, la reproductiva y la educativa. Ninguna
sociedad ha logrado encontrar un substituto adecuado de la familia
nuclear al que pudiera transferir esas funciones.
Las funciones que cumple son pre requisitos básicos para la
supervivencia de cualquier sociedad, por esto es que se estima que
la familia es universal o sea si no logramos asegurar la primera y
la tercera (sexual y reproductiva), la sociedad se extinguiría,
sin la segunda (económica), la vida no podría existir, sin la
cuarta (educativa), sin ella la cultura desaparecería.
Estas funciones llamadas básicas han sido dadas por la
sociedad, algunas derivan de aspectos biológicos de la pareja como
la sexual, otorgándoseles un reconocimiento y aprobación social,
incluso los aspectos más íntimos de las relaciones sexuales están
a menudo controladas por normas culturales.34
Existe también otra función que tiene origen biológico nos
referimos al cuidado y educación de los hijos, que en principio
quedó siempre bajo la responsabilidad de la mujer pero que con el
paso del tiempo y transformación de la sociedad ésta es asumida
por ambos padres, consiste básicamente dicha función en la
preparación de los hijos para su vida adulta, para su
participación posterior en la sociedad. En esta función los padres
no están solos, la sociedad ha creado instituciones como escuelas
u otros establecimientos con los cuales los padres cuentan para
complementar la educación de sus hijos y también lugares donde se
les puede brindar cuidado a los hijos si no es posible durante
algunas horas del día de ser realizadas por alguno de sus padres
como salas cunas o centros abiertos.
Entre las funciones impuestas socialmente encontramos la
económica, se relaciona ésta con la producción económica, aquí la
familia es moralmente una unidad organizada tanto para la
producción y consumo, intentando bastarse así misma en cuanto a
las necesidades ordinarias de sus miembros como alimentación,
vestuario y habitación. El trabajo necesario para cumplir con
estas prioridades son efectuadas y repartidas entre los miembros
que la componen y beneficiando a todos. Existe dentro de la
familia especializaciones de acuerdo a los sexos, esta
especialización y organización de la familia tienen gran
importancia para la permanencia de ésta misma; ya que sí un
miembro deja de cumplir con su rol dentro de ésta, no se podrá
cumplir ordenadamente con las obligaciones propias del matrimonio
y de la familia. Cuando este orden se rompe cualquiera sea la
causa, no solamente la mujer y los hijos padecen la pérdida o
ausencia del proveedor sino que también
éste por tener que entrar a solventar ya no un hogar, sino dos.
E) FAMILIA DE HECHO. CONCUBINATO.
Se le define como: "La unión de un hombre y una mujer que
mantienen relaciones sexuales y que comparten una vida en común".
El Código de Familia de Bolivia del año 1972 contiene un
34
Fuchslocher Petersen Edmundo. "De los Alimentos". Tomo II.
EDEVAL. 1970.
título dedicado a las uniones conyugales libres o de hecho, y en
el artículo 158 dispone que se entiende haber unión conyugal libre
o de hecho cuando el varón y la mujer voluntariamente constituyen
hogar y hacen vida común en forma estable y singular. Para la
existencia de esta unión es menester se reúnan los requisitos que
en ese código se exigen para contraer matrimonio. Es tal el
reconocimiento legal, que la fuerza de los acontecimientos
sociales que se les confiere son los mismos efectos que el
matrimonio, tanto en el ámbito patrimonial como personal cuando
ellas sean estables y singulares.
De esta manera podemos afirmar que los elementos del
concubinato son:
Unión entre un hombre y una mujer;
relaciones sexuales;
vida en común.
El concubinato supone determinada continuidad y permanencia
en las relaciones sexuales y vida en común de los concubinos, sólo
concurriendo las circunstancias señaladas hay concubinato.
En su evolución lo encontramos como institución jurídica
lícita sin embargo frente a la influencia de la iglesia produce la
desaparición, a lo menos pública, de esta forma de unión pasando a
ser considerada ilícita, en ello encontramos la explicación del
por qué en nuestro código no existe ni siquiera una referencia
tangencial de regulación como también ocurre en su fuente directa
el código francés.
Es esta regla general la que predomina careciendo el
concubinato de una normativa expresa como se encuentra en el
código boliviano citado. Nuestro código se ocupó en una referencia
somera a él a propósito de la investigación de la paternidad, ello
ocurrió en 1952 a través de la reforma de la ley 10.271 que
dispone que si se encuentra acreditada la filiación respecto de la
madre y se prueba que los padres vivieron en concubinato puede
establecerse la filiación natural concurriendo las condiciones
exigidas. Otra referencia la encontramos en la ley 14.908 a
propósito de las acciones procedentes en contra de quienes
dificulten el pago de una pensión de alimentos.
En materia de leyes de seguridad social encontramos
referencias y disposiciones expresas al concubinato reconociéndose
su carácter y otorgando protección a la descendencia y también en
ciertos casos a la concubina.
No obstante, tratándose de efectos del concubinato existe un
importante vacío, sobre todo si consideramos que las relaciones de
concubinato constituyen actualmente una realidad que no puede ser
soslayada y privada de efectos jurídicos, ello se ve acentuado al
existir una situación singular y ambigua en materia de disolución
de matrimonio civil; puesto que al no existir un mecanismo
expedito, eficaz y capaz de dar estabilidad y seguridad a la
familia, se hace más cotidiano el hecho de que cónyuges que han
interrumpido su vida común para separarse de hecho, inicien nuevas
relaciones de las cuales se genera descendencia y en muchos casos
nace un patrimonio adquirido con el esfuerzo común, el cual pasará
a manos de uno de ellos frente a una eventual ruptura,
perjudicándose al otro.
Fundado en estas consideraciones sociales, es que se hace muy
necesaria una reglamentación legal que proporcione nuevos
cimientos a la unión de hecho y señalar sus efectos civiles tanto
familiares como patrimoniales, tal como lo vemos en el código de
la familia boliviano; allí se suponen como deberes recíprocos de
los concubinos: la fidelidad, la asistencia recíproca y la
cooperación.
Debemos decir, eso sí, que se debe tener prudente cuidado de
no lesionar con estas disposiciones la normativa jurídica y el
aspecto valórico de la familia cualquiera sea la forma en que se
encuentre constituida.
Puede lograrse un control efectivo del nacimiento de estas
relaciones a través de una normativa directa y clara al respecto
para superar el estado desordenado que genera la falta de
regulación puesto que los convivientes en la actualidad no tienen
ninguna obligación del uno respecto del otro, tampoco sienten que
les asista algún deber, facilitando así la unión irresponsable, la
paternidad inconsciente, la promiscuidad; finalizando este largo y
complejo ciclo con menores carentes de familia con arraigada
crisis moral y valórica susceptibles de caer en la delincuencia
agravando el cuadro de irregularidad infantil en nuestro país,
proceso difícil, lento y muy costoso de revertir del cual no se
tiene certeza de lograr resultados satisfactorios, por la abultada
cantidad de variables que se deben manejar y sobre todo por que se
trabaja con la conducta de seres humanos esencialmente volubles e
inestables.
Para imponer responsabilidad y hacer sentir la existencia de
compromiso, se hace necesario la elaboración de preceptos que
regulen las condiciones y efectos del concubinato.
En lo tocante al ámbito patrimonial, se debe considerar un
deber del concubinato la obligación de asistencia y cooperación;
además de conferir el carácter de bienes comunes a aquellos
obtenidos por el trabajo personal y el esfuerzo común de los
convivientes debiendo extenderse a los frutos y productos de estos
bienes. Ellos deberán partirse al final de la convivencia, por
mitades entre ambos concubinos o sus herederos; debiendo afectarse
los bienes comunes al mantenimiento de la familia de hecho y la
educación de los hijos.
La administración del patrimonio común debe corresponder
indistintamente a los convivientes. En cuanto a la asunción de los
gastos y desembolsos necesarios para la satisfacción de carencias
y requerimientos tanto de los concubinos como de los descendientes
comunes, deben afectar por iguales partes a ambos miembros de la
pareja, si ellos realizan sea en forma conjunta o separada alguna
labor remunerada, en caso contrario deberá soportarlos el varón
toda vez que le asiste la obligación de mantención del grupo si la
mujer sólo realiza labor doméstica, ya que esta tarea carece valor
laboral y no es estimada en su justa medida ni reconocida por
norma jurídica alguna.
Sin embargo, todo acto de disposición de bienes comunes debe
hacerse con el consentimiento del otro concubino, más aún, si se
trata de bienes inmuebles, se debe extender también la exigencia
al caso de que algún miembro de la pareja desee prestar garantía
personal a una obligación de terceros.
Cuando se trate del producto del trabajo personal de alguno
de los concubinos la administración y destino de ello, es libre
para el que los produce, pero aquel conviviente que deja de
efectuar su contribución a los gastos de educación y mantención de
los miembros de la familia de hecho puede ser apremiado por el
otro mediante la correspondiente acción para compelerlo a cumplir
su obligación.
En el evento de que fallezca alguno de los convivientes, el
sobreviviente podrá tomar la mitad de lo que le corresponda,
solicitando ante el Tribunal correspondiente la facción de
inventario solemne de los bienes existentes y la protocolización
del mismo, acumulándose el resto a los bienes que formarán la masa
hereditaria, para la aplicación de las normas comunes sobre
sucesión.
Cuando hay ruptura unilateral del concubinato, el conviviente
afectado puede solicitar inmediatamente la división de los bienes
comunes y la entrega de la porción que le corresponde; si la causa
no fuere la infidelidad del afectado o culpa grave de su parte, es
posible solicitar el establecimiento de una pensión de alimentos
siempre que tenga necesidad fundada para reclamarla, pudiendo el
juez apreciar en conciencia la prueba. Todo ello se entiende sin
perjuicio de las pensiones de alimentos para los hijos, derecho
que se hará efectivo de acuerdo a las reglas generales.
F) FILIACION ILEGITIMA.
La discriminación en contra de los hijos nacidos fuera del
matrimonio data desde hace muchos siglos, dada la consagración del
matrimonio monogámico y la legislación canónica que eleva el
matrimonio a un sacramento y funda la familia en el vínculo
matrimonial; todo esto lleva a combatir los hijos concebidos fuera
del matrimonio como forma de dar protección al mismo.
Toda esta perspectiva es recogida por el código napoleónico y
por todos los códigos inspirados en él.
La tendencia actual es ir alejándose de tal discriminación,
eliminándose las diferencias de tipo jurídico entre hijos nacidos
dentro del matrimonio y los nacidos fuera de él, facilitando y
ampliando la prueba respecto de la paternidad y maternidad.
F.1) EVOLUCION DE LA LEGISLACION CHILENA.
La primera normativa sobre filiación que contemplaba el
Código Civil chileno, señalaba diversos tipos de hijos de acuerdo
a su origen: los legítimos; los naturales, que hayan obtenido ese
reconocimiento; los simplemente ilegítimos, reconocidos para el
solo efecto del derecho de alimentos; los simplemente ilegítimos
no reconocidos y por último los llamados hijos de dañado
ayuntamiento, como son los adulterinos, los incestuosos y los
sacrílegos. En esta primera normativa al igual que el código
napoleónico, no se admitía la investigación de la paternidad.
Con la Ley 5.750, de 2 de diciembre de 1935, se suprimieron
los llamados hijos de dañado ayuntamiento, pudiendo estos ser
objeto de legitimación y reconocimiento natural. Además con el
articulo 280, se introducen casos de investigación de la
paternidad, pero para el solo efecto de pedir alimentos; es decir,
que respecto de los hijos ilegítimos teníamos un reconocimiento
voluntario o forzado, pero con el mismo objeto.
Con la Ley 10.271, de 2 de Abril 1952, se produce una gran
modificación respecto a la filiación, en especial con la filiación
natural, dado el gran número de hijos ilegítimos existentes en
nuestro país, permitiendo obtenerlo en forma forzada y ampliando
los derechos de éstos en materia sucesoria.
F.2) FUNDAMENTOS PARA LA MODIFICACION DE LA NORMATIVA LEGAL
EXISTENTE SOBRE FILIACION.
La filiación entendida como: "La relación de descendencia que
existe entre dos personas, una de las cuales es padre o madre de
la otra"35. Es una materia donde entran a jugar diversidad de
criterios sean estos éticos, filosóficos, culturales, sociales o
religiosos.
La evolución que van presentando estos diversos ámbitos,
hacen que igualmente y como se ve a nivel mundial la normativa
sobre filiación se modernice adecuando nuestro derecho al derecho
moderno y a las exigencias que en esta materia plantea la
legislación internacional obligatoria para Chile; nos referimos a
la Convención de Derechos del Niño del año 1989, suscrita y
ratificada por nuestro país y además obligatoria como Ley de la
República.
Este tratado internacional establece en su artículo segundo
un principio de igualdad y no discriminación en los siguientes
términos: 1º Los Estados Partes en la presente Convención
respetarán los derechos enunciados en esta Convención y asegurarán
su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción
alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el
idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el
origen nacional, étnico o social, la posición económica, los
impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del
niño, de sus padres o de sus tutores.
2º Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas
para asegurar que el niño sea protegido contra toda forma de
discriminación o castigo por causa de la condición, las
actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus
35
Etcheberry Court Leonor y Veloso Valenzuela Paulina. En
"Familia y Personas". Enrique Barros Bourie coordinador. Editorial
Jurídica de Chile, Noviembre 1991.
padres, de sus tutores o de sus familiares.
Conforme hemos visto en el Capítulo anterior, nuestra
normativa civil no se adecua a las disposiciones de la Convención;
eso lo podemos comprobar con toda claridad con la sola lectura del
artículo transcrito y de los correspondientes de nuestro Código
Civil en los cuales se plantea la distinción de los hijos
atendiendo a la circunstancia de encontrase o no casados sus
padres, lo que trae las consecuencias que más adelante se
explican. Como un primer fundamento encontramos el concepto
actual de persona, que pone su acento en la libertad, dignidad y
justicia para todos y que el mismo derecho se pone en condiciones
de garantizarnoslo. Así desde el nacimiento de un ser,
jurídicamente se hace persona otorgándole una protección integra e
igualitaria sin discriminación en cuanto al hecho de haber nacido
dentro o fuera del matrimonio, pero nuestra legislación actual
discrimina respecto de los hijos en cuanto a su origen
clasificándolos en legítimos e ilegítimos y estos en naturales y
simplemente ilegítimos.
Como segundo fundamento tenemos el principio de "Igualdad
ante la ley" consagrado por nuestra Constitución en el artículo 19
Nº2.
Se define este principio según el profesor Enrique Evans,
como: "El sometimiento de todas las personas a un mismo estatuto
jurídico fundamental para el ejercicio de sus derechos y para el
cumplimiento de sus deberes sin que sea procedente efectuar entre
ellos distinciones favorables o adversas en razón de la raza, de
la nacionalidad, del sexo, de la profesión, actividad u oficio"36.
Por lo tanto este principio impide discriminar en cuanto a las
personas según su origen, sea este dentro o fuera del matrimonio;
a la discriminación que hacemos referencia es la arbitraria, que
el mismo profesor Evans conceptualiza como: "Toda referencia o
distinción, realizada por el legislador o cualquier autoridad
pública, que aparezca como contraria a la ética elemental o a un
proceso normal de análisis intelectual; en otros términos que no
tenga justificación racional o razonable".37
Si nos detenemos en esta definición vemos que el legislador
establece que un hecho que es externo al nacimiento de un hijo
como es el matrimonio, establecerá los derechos que tendrán los
hijos respecto de sus padres. Modernizar esta normativa implica
que todos seremos hijos sin clasificación alguna y tendremos
iguales derechos que gozar respecto de nuestros padres.
El artículo 19 Nº2, establece "... En Chile no hay persona ni
grupo privilegiados". Con la normativa actual sobre filiación
vemos que se da un grupo privilegiado como son los hijos
legítimos, quedando muy desmedrados los hijos naturales y sobre
todo los simplemente ilegítimos en materias como: el derecho de
36
Evans de la Cuadra Enrique. "Los Derechos Constitucionales".
Editorial Jurídica de Chile.
37
Ibídem. N.P.P. Nº 20.
alimentos, en que tiene derecho a alimentos congruos el hijo
legítimo y el natural pero el simplemente ilegítimo sólo tiene
derecho a alimentos necesarios, salvo el caso que contempla el Nº5
del artículo 280 del Código Civil.
En lo relativo al cuidado y crianza de los hijos, tratándose
de descendientes legítimos este toca de consuno a los padres; en
cuanto a los hijos naturales corresponde ese cuidado al padre o la
madre que lo haya reconocido, si el reconocimiento fue hecho por
ambos, se ejercerá de consuno, conforme lo dispone el artículo 277
que a su vez se remite al artículo 222, que regula la situación de
los hijos legítimos. El inciso segundo de la disposición citada
primeramente, establece que el cuidado personal de los hijos
naturales que han obtenido su reconocimiento en forma forzada,
esto es en los casos de los numerales 2º, 3º y 4º del artículo
271, será determinado por el juez.
En lo tocante a los hijos simplemente ilegítimos la ley no da
normas respecto a quien incumbe el cuidado personal de éstos
menores, de manera tal, que ello deberá decidirlo el Juez de
Letras de Menores que corresponda.
En materia de sucesión, la regla respecto de los hijos
legítimos la da el artículo 988; en cuanto a los derechos que en
esta parte corresponden al hijo natural las reglas relativas a la
sucesión intestada señalan que su porción será la mitad de la
correspondiente al hijo legítimo y en caso de concurrir con estos
su porción no podrá exceder en conjunto de una cuarta parte de la
herencia o de una cuarta parte de la mitad legitimaria en su caso.
En cuanto a derecho de herencia, el hijo simplemente
ilegítimo carece de toda participación en éste, al no reconocerle
la ley ningún derecho sucesorio. Sin embargo, y sólo como una mera
ilustración, podemos decir que no siempre la negación de estos
derechos ha sido absoluta en la ley. Así por ejemplo, el artículo
38 del D.F.L. Nº 251 del año 1960, referido al Banco del Estado,
reconocía ciertos derechos hereditarios al hijo ilegítimo, sobre
los depósitos en cuentas de ahorro hasta una cierta cantidad de
dinero, pero con la condición de que no existieran asignatarios
forzosos o herederos testamentarios.
De la misma manera, el artículo 36 inciso 3º del D.F.L. Nº2
de 1959, que estableció el llamado Plan Habitacional, concedió, en
condiciones bastante similares a las anteriores derechos a los
hijos simplemente ilegítimos sobre las cuotas de ahorro para la
vivienda del padre o madre, con un límite de 1.000 de esas cuotas.
Como ya hemos visto el único derecho que el hijo simplemente
ilegítimo tiene es el de alimentos necesarios.
F.3) CONSTITUCIONALIDAD DE LA NORMATIVA EXISTENTE SOBRE FILIACION
Y EL DERECHO COMPARADO.
El artículo 19. Nº2 de la Constitución Política de 1980
dispone: "La constitución asegura a todas las personas:
2º La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo
privilegiados. En Chile no hay esclavos y el que pise su
territorio queda libre.
Ni ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias
arbitrarias".
La pregunta a que da lugar esta disposición constitucional,
es si al entrar en vigencia la nueva Constitución, ésta no deroga
tácitamente las disposiciones civiles contrarias a ella.
Quedó constancia en actas sobre esta inconstitucionalidad
respecto de las disposiciones sobre la desigualdad jurídica entre
marido y mujer pero no hubo ningún alcance respecto de la
desigualdad jurídica de los hijos que establece el Código Civil.
A nuestro juicio, es necesario una modificación de la
normativa existente sobre filiación ya que la actual es contraria
al tenor de la normativa constitucional vigente, esta modificación
significa que todos seamos hijos sin necesidad de clasificarnos
por la existencia o no del matrimonio de nuestros padres y que no
existan hijos en una situación jurídica desmedrada.
En la legislación comparada, vemos que en España dictada la
Constitución Política de 1978, la cual era contraria a la
legislación civil sobre filiación por el principio de igualdad
ante la ley, que la nueva Constitución consagra, se produjeron en
España arduas discusiones y posiciones doctrinales, la mayoría
sostuvo que no eran válidas aquellas disposiciones contrarias a
otra de rango superior, esta misma tesis tuvo acogida en el
Tribunal Supremo Español,y en 1981 en España se dicta la nueva
normativa sobre filiación que se inspira en los principios de la
nueva Constitución, esto mismo ocurre en países como Alemania y
Portugal.
F.3.a) LEGISLACION ESPAÑOLA.
Antes de la reforma de 1981, la legislación española
contemplaba diversos tratos jurídicos a los hijos dependiendo de
su origen sea éste dentro o fuera del matrimonio, existían así
hijos legítimos que eran los concebidos dentro del matrimonio
después de los 180 días de casados y antes de los 300 días de la
disolución del matrimonio; los legitimados por subsiguiente
matrimonio y por concesión real. También existían los hijos
ilegítimos y dentro de estos:
Los naturales, aquellos que habían sido concebidos por padres
solteros y nacidos fuera del matrimonio.
Los ilegítimos no naturales, que eran aquellos que al momento de
la concepción alguno de sus progenitores estaba casado con otra
persona o tenía algún impedimento para contraer matrimonio con el
otro progenitor o sea se referían a los hijos adulterinos e
incestuosos.
Los derechos que tenían los hijos respecto de sus padres
variaban unos a otros y no era permitida la investigación de la
paternidad.
Luego de la reforma inspirada en los principios
constitucionales, la nueva normativa dispone que la filiación
puede ser por naturaleza o adopción.
La filiación por naturaleza puede ser matrimonial y no
matrimonial, la matrimonial es cuando el padre y la madre se
encuentran casados entre sí. Tanto la filiación matrimonial como
la no matrimonial y la adoptiva plena surten los mismos efectos,
así lo dispone el artículo 107.
Para la filiación matrimonial el artículo 116 establece que:
"Se presumen hijos del marido los nacidos después de la
celebración del matrimonio y antes de los 300 días siguientes a su
disolución o a la separación legal o de hecho de los cónyuges".
Respecto de la no matrimonial los artículos 120, 123 y 124
establecen que esta quedará determinada:
1º Por el reconocimiento, el cual requiere para producir
efectos consentimiento del hijo mayor de edad o del representante
legal si es menor o aprobación judicial.
2º por resolución recaída en expediente tramitado con arreglo
a la legislación del Registro Civil.
3º por sentencia firme y;
4º respecto de la madre, cuando se haga constar la filiación
materna en la inscripción del nacimiento practicada dentro de
plazo, de acuerdo con lo dispuesto en la ley de registro civil.
En cuanto a la admisibilidad de pruebas para la investigación
de la paternidad y maternidad dispone el artículo 127 "En los
juicios sobre filiación será admisible la investigación de la
paternidad y de la maternidad mediante toda clase de pruebas
incluidas las biológicas.
El juez no admitirá la demanda si con ella no se presenta un
principio de prueba de los hechos en que se funde".
Regula además las acciones de reclamación y de impugnación.
F.3.b) LEGISLACION PORTUGUESA.
Al igual que la legislación española, fue modificada la
normativa sobre filiación contenida en el código de 1966 por la
entrada en vigencia de la constitución de 1976.
Las nuevas disposiciones contemplan lo siguiente:
Que la filiación se regula respecto de la madre y del padre.
Respecto de la madre la filiación resulta del hecho del
nacimiento, sea ésta casada o no, la filiación se asienta en el
principio de la declaración de maternidad en la partida de
nacimiento. En todo caso puede ser impugnada.
También existe la posibilidad de ser reconocida
judicialmente.
Respecto del padre, se prevé que la filiación resulte de la
presunción en relación del marido de la madre, en caso de hijo de
mujer casada.
En los demás casos la filiación dependerá del prohijamiento o
del reconocimiento judicial.
La investigación judicial de la paternidad no requiere de
presupuestos de admisibilidad de la acción.
En cuanto a los efectos de la filiación, todos los hijos
tienen iguales derechos.
G) CRISIS. VIOLENCIA INTRAFAMILIAR.
Para avocarnos al estudio de la violencia intrafamiliar o
violencia doméstica, debemos primero establecer en que momento
estamos en presencia de ella, para esto recurro al concepto
elaborado por el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM). : "Existe
violencia familiar cuando un grupo social doméstico que mantiene
una situación de amor y de protección, una persona que es más
débil físicamente que otra, es víctima de un abuso físico o
psíquico ejercido por esa otra, en condiciones tales que resulte
difícil la implementación de recursos de control social que
regulen o impidan esa práctica, por lo que tiende a impedirse"38.
Por lo tanto vemos que la víctima en esto es aquel que resulte más
débil físicamente como la mujer y los hijos y que esta conducta es
reiterada por no haber recursos sociales para impedirlo en forma
eficaz.
G.1) EL MALTRATO DE MENORES.
La historia registra que desde siempre los niños han sido
víctimas de violencia, descuido, abandono, esclavitud, asesinato.
Sólo en el último tiempo se ha desarrollado la noción de que los
niños tienen derechos personales aparte de los que los adultos
quieran darle, en 1959 la Declaración de los Derechos del Niño
presentado por la Organización de las Naciones Unidas fue uno de
los primeros documentos en que se señalaron detalladamente los
derechos de los niños, así vemos que el principio Nº9 establece
que "el niño debe ser protegido contra toda forma de abandono,
crueldad y explotación".
El estudio respecto al maltrato infantil surgió sólo hace
tres décadas atrás como uno de los precursores tenemos al profesor
Kempe estableciendo el "SINDROME DEL NIÑO MALTRATADO",
describiéndolo en forma estricta como: "El resultado de actos
lesivos llevados a cabo por los padres naturales o adoptivos"39. En
este caso está implícito la intención de hacer daño al niño, la
noción era de lesiones infringidas al niño.
El profesor Davil Gil formuló un concepto mucho más amplio
que el visto, lo define como: "Cualquier acto de comisión u
omisión llevado a cabo por personas, instituciones o la sociedad
en general y cualquier condición que sea el resultado de tales
acciones u omisiones que prive a los niños de sus derechos de
equidad y libertad y/o interfiera con su desarrollo óptimo,
constituyen por definición acciones o condiciones de maltrato o
38
"Violencia Intrafamiliar, Factores PsicoSociales. Apuntes de
SERNAM.
39
Kempe CH. Silverman FN. Steele BF et al: "The Battered Child
Syndrome" SAMA. 181: 1724, 1962.
abandono".40
Todo concepto que se quiera dar sobre el maltrato infantil
debe considerar al niño agredido, adulto agresor, contexto
familiar y al entorno socio cultural en que ocurre la interacción,
así lo estableció el informe presentado por el grupo de trabajo de
MINSAL (Ministerio de Salud de la República de Chile).
De esta misma forma efectúa una clasificación del maltrato41,
entendiendo por:
Maltrato físico. Es Toda lesión física no accidental producto de
castigo único o repetido y de magnitud y características
variables.
Abandono y negligencia en los cuidados. Es la falta de protección
y cuidados físicos mínimos al niño por parte de sus figuras
custodias, así como el abandono de sus necesidades evolutivas por
falta de estimulación cognitiva, que no se debe a carencia extrema
de recursos económicos.
Abuso sexual. Es toda forma de actividad sexual entre un niño y un
adulto, aguda o crónica, incluida la explotación sexual.
G.2) CAUSALES DEL MALTRATO INFANTIL.
Existe diversidad de causales, algunas se encuentran en las
características que el niño presenta como son el tamaño pequeño al
nacer, ser un niño difícil de criar, dificultades para establecer
entre padres e hijos un nexo emocional, niño excesivamente activo
o precoz, desventajas físicas, temperamento de los padres y del
niño que sea especialmente difícil hacer frente a los sentimientos
de ira que todos los padres experimentan en un momento u otro.
Los padres pueden percibirlo como diferente o inusitado en
relación con los otros niños. La percepción que tienen los padres
40
Gil DG: "Unraveling Child Abuse". Am J Orthoprychiatry
45: 346356, 1975.
41
Informe del grupo de trabajo MINSAL (Ministerio de Salud,
República de Chile). "Maltrato Infantil en Chile". Fernando Novoa
(coordinador). Santiago de Chile. Noviembre de 1991.
de su hijo puede estar distorsionada si el niño es indeseado,
ilegítimo o adoptado.
Los padres que maltratan se caracterizan por ser inmaduros e
incapaces de percibir a sus hijos como niños, como creer que un
niño de pocos meses llora para enojarlos, creer que el niño de 6
meses puede aprender a controlar sus necesidades físicas o que uno
de 18 meses ayude a cocinar o a limpiar la casa. Por lo general
ellos mismos fueron víctimas del maltrato infantil o no conocen
otra forma de crianza.
También pueden ser adictos a las drogas y alcohol, presentar
alguna enfermedad mental aunque la mayoría de los padres que
maltrata son psicológicamente normales o están sufriendo un stress
grave reciente.
Estudios muestran que por lo general en familias en las
cuales ha ocurrido maltrato o abandono se encuentran antecedentes
de grave stress ambiental, como crisis en la vivienda y en el
acceso a los servicios y apoyos esenciales; pueden estas
circunstancias estar asociadas con menor tolerancia paterna hacia
los niños y explosiones de violencia.
También el maltrato puede ser considerado como consecuencia
de un conjunto mayor de problemas familiares que abarcan la
violencia, incluyendo el maltrato entre los cónyuges.
G.3) SECUELAS DEL MALTRATO INFANTIL.
Se caracterizan estas secuelas por ser de largo alcance, como
emocionales y psicológicas de gravedad por lo que demuestran los
estudios en delincuentes juveniles violentos, en el cual éstos han
sido víctimas o testigos de gran cantidad de violencia en sus
vidas.
Como consecuencias físicas encontramos en algunos casos daño
cerebral y retardo mental, deformaciones físicas permanentes.
G.4) ESTRATEGIAS UTILIZADAS PARA TERMINAR CON EL MALTRATO INFANTIL
DADAS POR LA UNICEF (Fondo Internacional de las Naciones
Unidas para la Infancia) EN 1986.
Detección y protección.
Tratamiento.
Ayuda a los familiares.
Política nacional de salud.
Soluciones jurídicas.
Formación profesional.
Educación y movilización comunitaria.
LA PROTECCION. Es el conjunto de medidas tomadas para garantizar
la seguridad de los niños en riesgo que puede incluir desde
vigilancia intensiva hasta retirar al niño de su hogar después de
una decisión judicial.
En la mayoría de los países existen servicios especializados
con equipos multidisciplinarios que trabajan directamente con el
niño y la familia y que están compuestos por profesionales de la
salud: pediatras, enfermeras, profesionales de salud mental y del
área social y jurídica.
SOLUCIONES JUDICIALES. El maltrato es condenado en casi todos los
países, pero el rol del sistema judicial es diferente variando
desde una posición esencialmente punitiva hasta aquella que
privilegia la rehabilitación dentro de la familia.
AYUDA GENERAL A LAS FAMILIAS. Algunos países implementan formas de
asistencia financieras y de servicio social a familias con
problemas socioeconómicos que tienen efectos preventivos sobre el
maltrato, considerando que la pobreza es un factor de riesgo.
POLITICA NACIONAL DE SALUD. Existe consenso de que la existencia
de un sistema de salud para todos que asegure contactos frecuentes
con el personal de salud y exámenes periódicos ayuda a prevenir el
maltrato. En los países desarrollados existen equipos
multiprofesionales en los tres niveles de atención de salud
especializados en el tratamiento de los casos de maltrato
infantil.
EDUCACION Y MOVILIZACION DE LA COMUNIDAD. Muchos países reconocen
que el problema tiene sus raíces dentro de la cultura comunitaria
e intentan una evolución de los valores con respecto los niños.
La educación comunitaria tiene varios objetivos:
1º Enseñar al público que los malos tratos son un problema grave
que no debe ser ignorado. La aplicación efectiva de estos
programas aumenta el número de casos denunciados incluso por los
mismos padres.
G.5) NORMATIVA CHILENA ACTUAL ATINGENTE AL MALTRATO DE MENORES.
Revisando nuestro sistema normativo en esta materia nos
encontramos, como ya es costumbre, con una escasa y poco
actualizada gama de normas reguladoras, y en éste caso represivas,
de conductas que como hemos visto representan una situación en
nuestra sociedad cualquiera sea el nivel social y económico de los
protagonistas, siendo siempre los principales afectados los
menores considerando naturalmente su vulnerabilidad y
desprotección.
En segundo término encontramos como víctimas de esta
violencia a la mujer la que debe soportar agresiones físicas, que
en algunos casos la ponen en riesgo de su vida, vejámenes
psicológicos y atropello de su dignidad, por mencionar
escuetamente algunos matices de este problema,42. Los ribetes del
problema a nivel mundial son alarmantes, considerando documentos
actuales del Servicio Nacional de la Mujer en ellos se señala por
ejemplo datos de los Estados Unidos, allí en el año 1979 el 40% de
las mujeres que fueron asesinadas murieron a manos de sus maridos;
también, en Holanda en 1980 el gobierno apoya la creación de 30
refugios para mujeres golpeadas. En ese año fueron ayudados en
tales lugares más de 3 mil mujeres y sobre los 5 mil niños. En
Israel se encuentra tipificado como delito el mal trato a la
mujer, sin embargo se registran al año más de 60 mil casos de
mujeres golpeadas, siendo muy bajo el nivel de condena de los
infractores.
En el ámbito chileno podemos señalar cifras de la década
recientemente finalizada. Sin embargo, en nuestro país no existen
cifras de prevalencia, sólo se tienen cifras parciales de
42
Sobre este punto ver Cap. II letra G.
población consultante en Servicios Asistenciales de Salud.
A nivel de Tribunales de Justicia, y específicamente Juzgados
de Menores tampoco se manejan datos estadísticos a nivel de
territorios jurisdiccionales y menos a nivel nacional. Sólo en el
caso excepcional, que citaremos más adelante, del Hospital
pediátrico Dr. Exequiel González Cortés del Servicio de Salud
Metropolitano Sur en donde los profesionales del área médica se
han dedicado a seguir los casos que llegan a ese centro sea por la
vía del servicio de urgencia como de la unidad de servicio social
del mismo y han efectuado las denuncias correspondientes al
Tribunal de Menores competente en ese territorio que es el Primer
Juzgado de Letras de Menores de San Miguel, existe información
estadística actual acerca de casos allí atendidos. Tal seguimiento
se ha efectuado por más de una década, encontrándose información
desde el año 1982 a la fecha.
Así por ejemplo a la unidad de Servicio Social del Hospital
Exequiel González Cortés, que atiende una población menor de 18
años de aproximadamente 400 mil personas, fueron derivados los
siguientes casos de mal trato físico:
1987 47 casos
1988 58 casos
1989 41 casos
1990 49 casos.
En el Servicio de Urgencia del mismo Hospital se registra en
sus estadísticas:
AÑO ABUSO SEXUAL ABUSO FISICO TOTAL
1982 73 (67.5 %) 35 (32.4 %) 108 casos
1983 72 (66 %) 37 (33,9 %) 109 casos
1984 70 (68 %) 33 (32 %) 103 casos
1985 88 (64.7 %) 48 (35,3 %) 136 casos
1986 62 (56,9 %) 47 (43,1 %) 109 casos
1987 61 (55,9 %) 48 (44,1 %) 109 casos
1988 53 (53,5 %) 46 (46,5 %) 99 casos
1989 54 (56,8 %) 41 (43,2 %) 95 casos
1990 72 (64,7 %) 39 (35,3 %) 111 casos
TOTAL 605 (67,2 %) 374 (41,5 %) 979 (108 %)
Derivación a Psiquiatría aproximadamente 26 %.
De los datos anotados podemos deducir que existe una cifra
negra muy abultada, tanto en casos que no se conocen, sea por que
no se solicita ayuda médica o no se denuncian a los Tribunales,
como por situaciones que se encubren bajo otras versiones como la
de accidentes domésticos sea caídas o golpes de otra naturaleza o
se refieren a accidentes callejeros.
RIESGO FISICO INFORMADO
Menores en riesgo físico nº %
Reciben sólo golpes 140 5,1
Reciben trato duro y violento 140 5,1
Han sufrido accidentes diversos 132 4,8
Total en riesgo físico 412 15,0
No registra datos 2.331 85.0
Total de la muestra 2.743 100.0
La muestra es representativa, como ya se señaló, de la
población vulnerable, siendo válido estimar la cantidad de niños
maltratados a partir del porcentaje informado de niños que reciben
trato duro y violento. Optaron los profesionales por ese indicador
por ser demostrativo de animosidad permanente de un adulto contra
un niño. A partir de los datos señalados se colige que existirían
en nuestro país, más de 110 mil niños maltratados.
Para demostrar las conclusiones anotadas los investigadores
recurren al gráfico siguiente:
ESTIMACION DE MALTRATO FISICO SEGUN REPORTE DE LAS FAMILIAS.
Niños maltratados Total
n % n % Muestra 140
5,1 2.743 100 Población Vulnerable 110.348 5,1
2.163.687 100
Para concluir, diremos que con la referencia de los datos
anotados, en Chile existen más de 110 mil niños maltratados, y
debemos incluir en esta cifra los aproximadamente 8.700 menores
que se encuentran afectados por casos de SINDROME DEL NIÑO
AGREDIDO.
Vista someramente la realidad nacional y sus principales
rasgos es necesario entrar en el análisis de los preceptos legales
que existen en la materia.
La Ley 16.618, denominada Ley de Menores, contiene el Título
V, denominado Disposiciones Penales que consta de 6 artículos
enumerados del 62 al 67, ambas inclusive. Las señaladas
disposiciones contienen el establecimiento de tipos penales, se
señala el procedimiento que se deberá seguir para el conocimiento
de los procesos que se instruyan con motivo de la comisión de
hechos sancionados en esas normas.
La normativa comentada sanciona una mezcla de situaciones
nocivas para los menores, sin existir en ellas una ordenación en
el tratamiento ni tampoco se abordan en forma separada, lo que
debería hacerse por cuanto se trata de conductas aparentemente
similares pero que en el fondo son disímiles. Así, en el artículo
62 se establecen las penas en que incurrirán los autores de las
conductas que más adelante describe. Dichas sanciones van desde el
presidio menor en su grado mínimo hasta prisión en cualquiera de
sus grados, sin perjuicio de las multas que pudieren aplicarse,
las cuales en la actualidad son irrisorias. De cualquier manera
debemos señalar que la naturaleza de los hechos típicos
establecidos es la de ser meras faltas, aplicando la clasificación
que señala el Código Penal en su artículo 3º. Ello se ve reforzado
con lo dispuesto en el artículo 21 del mismo Código y también por
lo señalado en el artículo 63 de la Ley de Menores que hace
aplicable al conocimiento de los hechos sancionados por el
artículo 61 de la misma Ley el procedimiento de faltas establecido
en el Título I del Libro III del Código de Procedimiento Penal.
Estudiando las reglas de aplicación de las penas contenidas
en nuestro Código Penal concluimos que la sanción de mayor
gravedad que se puede imponer a un autor de las faltas tipificadas
a que ya hemos aludido, es la de pasar 540 días como máximo
privado de libertad; y si suponemos que el hecho doloso que dio
origen al proceso fue una situación de maltrato por parte de
algunas de las personas que en la disposición se indican tenemos
que concluir que cualquiera sea la gravedad de las lesiones
inferidas al menor víctima de la falta, el juez debe castigar,
según su criterio, con
la pena antes indicada o bien imponer la sanción propia de las
faltas que es la prisión cuya duración máxima puede llegar a 60
días de cárcel.
Este panorama legal demuestra el grado de atraso en que nos
encontramos en la materia lo que refleja sin lugar a dudas la
falta de preocupación existente por este problema que afecta tanto
a los menores como a la sociedad en general. Al respecto, es
urgente la revisión y actualización de la normativa, lo que pasa
por la sistematización de los preceptos y la situación de los
mismos en un contexto real acorde con los tiempos y hechos
sociales; recordemos que la Ley 16.618 fue publicada en el Diario
Oficial del día 08 de Marzo de 1967, es decir hace 26 años, y en
ese lapso algunas cosas han pasado y otras cambiado en nuestro
país.
Retomando el análisis del artículo 62, según dijimos, en él
se mezclan situaciones, así el número 1º se refiere a casos de
explotación sexual, sin distinguir, eso sí, el papel que le
corresponde al menor en los lugares que indica, puesto que dice
"El que ocupare a menores de veintiún años en trabajos u oficios
que los obliguen a permanecer en cantinas o casas de prostitución
o de juego..." se abordan situaciones distintas puesto que el
menor puede estar siendo explotado laboralmente y no ser explotado
sexualmente o viceversa y se haga ello en forma encubierta.
El número 2º dispone que "el empresario, propietario o agente
de espectáculos públicos en que menores de 16 años hagan
exhibiciones de agilidad, fuerza u otras semejantes con propósito
de lucro...". Se trata de una disposición referida a la
explotación laboral pero concebida en forma general y actualmente
muy alejada de la realidad ya que por ejemplo podría sancionarse a
un empresario publicitario por usar menores de 16 años en spots
televisivos en los cuales efectúan demostraciones de agilidad para
resaltar las cualidades de un producto, lo que se realiza
naturalmente con fines de lucro, y en muchos casos es habitual ver
a menores de pocos meses de vida participando en esas labores.
Tal disposición como se anotó resulta completamente
anacrónica e inaplicable actualmente, incluso se contrapone a
disposiciones expresas sobre la materia como son las contenidas en
el Código del Trabajo, específicamente el artículo 13 que aborda
todo lo relacionado con la capacidad para celebrar contrato de
trabajo por menores de 18 años. Más aún, el artículo 17 del mismo
Código se refiere a la actividad con la que ejemplificamos, ya que
dispone que en casos calificados y con autorización del
representante legal o del Juez de Menores se podrá permitir a
menores de 15 años celebrar contrato de trabajo con personas o
entidades dedicadas al teatro, cine, radio, televisión, circo u
otras actividades similares.
El numeral 3º tiene la misma connotación que el anterior por
cuanto es una norma referida a la represión de la explotación
laboral infantil. Señala que "el que ocupare menores de 16 años en
trabajos nocturnos, entendiéndose por tales aquellos que se
ejecutan entre las diez de la noche y las cinco de la mañana"...
Lo anterior es congruente con las disposiciones ya citadas del
Código del Trabajo y específicamente el artículo 14, el cual
también establece sanciones para el incumplimiento de lo allí
dispuesto.
El artículo 16 por su parte se relaciona directamente con lo
señalado en los numerales primero y tercero del artículo 62 en
estudio; dice el precepto laboral "Queda prohibido el trabajo de
menores de 18 años43en cabaret y otros establecimientos análogos
que presenten espectáculos vivos, como también los que expendan
bebidas alcohólicas que deban consumirse en el mismo
establecimiento.
Podrán, sin embargo, actuar en aquellos espectáculos los
menores de edad que tengan expresa autorización de su
representante legal y del Juez de Menores.
Como antes se dijo existe controversia entre las normas
especiales comprendidas en la legislación de menores y las que
regulan el campo del derecho del trabajo. En este caso en
concreto, podemos preguntarnos, en qué situación queda un menor de
18 años y mayor de 16 que se desempeña en un cabaret como lavador
de copas por ejemplo y que cumpla tal función con consentimiento
de su representante legal, hablemos de padre legítimo, y con
autorización del Juez de Menores, la que es necesaria siempre para
este tipo de labores conforme lo dispone el articulo 16 del Código
del Trabajo, si la Ley de Menores en su artículo 62, Nº1 lo
tipifica como falta y le asigna una pena corporal y una multa en
dinero y por otro lado el Código del Trabajo le permite ejecutar
esa tarea contando con las autorizaciones que se dijeron. Por otro
lado se advierte la incongruencia respecto del Juez de Menores
quien según la Ley Laboral tiene competencia para conocer de la
solicitud de autorización y si lo estima poco riesgoso puede
autorizar al joven para celebrar el contrato de trabajo y laborar
en ese lugar; y desde el punto de vista de la legislación de
menores estaría haciéndose partícipe en la comisión de una
conducta delictual como es la falta que ella misma tipifica. Nos
preguntamos : ¿Qué ley se aplica?, se trata de dos normas
especiales. La ley laboral también contempla sanciones.
A nuestro juicio la cuestión no es en absoluto clara. Optando
por una posición nos inclinamos a señalar que se debe aplicar la
normativa del Código del Trabajo esto por las siguientes razones:
en primer término el Código en referencia se aboca a la regulación
pormenorizada de la capacidad para celebrar el contrato de
trabajo, a ello le dedica el Capítulo II del Libro I cuyo epígrafe
es "De la capacidad para contratar y otras normas relativas al
trabajo de las mujeres y de los menores". Por lo tanto es una
norma especialísima, que debe primar en aplicación sobre la
disposición de la Ley de Menores que se refiere a la materia en
forma general y escueta, sin perjuicio de su carácter de norma
penal, el cual primaría tratándose de igual desempeño pero sin
contar con las autorizaciones que la ley exige, lo que debe
entenderse sin perjuicio de las sanciones administrativas que el
propio Código del Trabajo establece. Una segunda razón se
43
Respecto de la mayoría de edad se debe tener presente la
modificación establecida por la Ley 19.221 de 01 de Junio de 1993,
que establece la mayoría de edad a los 18 años, modificando
diversos cuerpos legales.
encuentra en la propia Ley de Menores, puesto que el conocimiento
de estas materias pertenece al Juez de Menores, en este caso sería
el del domicilio del menor solicitante, y en tales gestiones el
tribunal conoce sin forma de juicio y aprecia en conciencia la
prueba del beneficio que puede reportar al menor el que desempeñe
una labor remunerada y el peligro moral que puede revestir para él
tal trabajo. Por idénticas razones el juez puede decretar todos
los informes que estime pertinentes e incluso de los asistentes
sociales, para resolver acertadamente la solicitud.
En el Nº 4 del artículo 62 se refiere al maltrato infantil en
los siguientes términos: "El padre o madre, guardador o persona a
cuyo cuidado esté el menor:
a) Que lo maltraten habitual e inmotivadamente;
b) que lo abandonen sin velar por su crianza y educación, y
c) que lo corrompan.
En la letra "a" se trata el maltrato de que puede ser objeto
el menor pero por tratarse de una disposición de tipo penal no se
puede hacer una interpretación superficial de ella, de manera que
debemos tener cuidado al señalar que cualquier maltrato no da
origen a la falta que tipifica el artículo, obsérvese que el
maltrato debe ser habitual como primera condición, y en segundo
lugar debe ser inmotivado. Esto permite pensar que una primera
golpiza cualquiera sea su gravedad no podría dar lugar a un
proceso en contra del autor, ya que no podría procesársele puesto
que no se dan todos los elementos que el tipo penal exige razón
por la que no se puede configurar en este caso la falta.
Respecto a la segunda condición, esto es, que no exista
motivación plausible para imponer el castigo, este requisito es
apreciación muy compleja toda vez que a juicio del maltratador
siempre existirá una causal suficiente para castigar al menor, por
lo demás es extraordinariamente difícil la prueba de esta
circunstancia ya que lo habitual es que estos hechos ocurran al
interior de una vivienda sin personas que las presencien salvo
familiares que se encuentren al momento de producirse el hecho y
no se les puede pedir que actúen en contra del inculpado ya que
siempre existirán de por medio vínculos de parentesco o afectivos.
Sólo se perciben las consecuencias físicas del castigo.
En las letras siguientes se sanciona, a nuestro juicio en
forma insuficiente, el abandono y corrupción del menor. Para
obtener una protección más integral de estas formas de mal trato
debemos recurrir a las figuras penales contenidas en el código del
ramo que luego analizaremos con algún detenimiento.
El resto de las disposiciones que forman el título V de la
Ley de Menores podemos señalar que tienen un carácter misceláneo
por llamarlo de alguna manera. Así se establece en ellos la
obligación de otros jueces de poner en conocimiento del magistrado
de menores
los hechos de que deba conocer este juez y que aparecieren en
procesos de que aquellos deben conocer. Esta norma no contiene
novedad alguna puesto que es regla general el hecho de que cuando
un tribunal toma conocimiento de hechos de los cuales debe conocer
otro tribunal debe ponerlos en conocimiento del juzgado
correspondiente a fin de que se instruyan los procedimientos que
correspondan, esa es la regla que establece el artículo 6º del
Código de Procedimiento Penal.
La misma norma establece el artículo siguiente ahora referida
al caso en que un menor inimputable sea sindicado como autor
cómplice o encubridor de un hecho que revista los caracteres de
delito, el tribunal que conozca del procedimiento deberá ponerlo a
disposición del Juez de Letras de Menores correspondiente a fin de
que se tomen las medidas del caso establecidas en la Ley de
Menores. Lo que se entiende sin perjuicio de las medidas de
investigación privativas de los Tribunales de Justicia.
En el artículo 66 establece otro tipo penal cuyo verbo rector
es negar información acerca de un menor a los funcionarios que
establece esta Ley o también el que falsee esos informes o
dificulte la acción de tales funcionarios; a los infractores les
señala penas privativas de libertad y suspensión de cargos para el
caso de que el autor sea un funcionario público.
Se establece apremio corporal con arresto de hasta 15 días al
que se negare a hacer entrega de un menor cuando así se ha
resuelto en proceso seguido por tuición y en el cual existiere
sentencia ejecutoriada que así lo disponga; en igual apremio
incurrirá aquel que retenga especies pertenecientes a un menor o
se niegue a entregarlas habiéndolo ordenado el tribunal.
Por último, se restringe la procedencia de un medio
probatorio en juicio criminal como es la confesión, ello cuando en
la instrucción de un proceso aparezcan comprometidos mayores y
menores no se considerará la confesión de los menores cuando ella
se preste para hacer desaparecer la responsabilidad de los mayores
o se persiga atenuarla; esto por razones obvias que no es
necesario explicar.
Las disposiciones analizadas constituyen la normativa
especial sobre la materia, a continuación debemos revisar los
textos comunes protectores de la persona y su integridad,
específicamente el ordenamiento penal.
En el contexto del Código Penal, siguiendo el orden en que se
encuentran ubicadas sus disposiciones, encontramos en el Título
III del Libro II, referido a los crímenes y simples delitos,
contra la libertad y seguridad cometidos por particulares, el
artículo 142, que castiga la substracción de menores, que es una
modalidad de secuestro. La disposición distingue para efectos de
la gravedad de las penas, entre la substracción de un menor de 10
años y la de un mayor de la señalada edad y menor 18 años.
En el Título VI del Libro II, párrafo 13, cuyo epígrafe es
"De la vagancia y mendicidad"; encontramos el artículo 309 que
sanciona al que pidiere limosna sin la autorización
correspondiente, y en su inciso 2º dispone que si el mendigo es
menor de 14 años, la autoridad adoptará las medidas que prescriban
los reglamentos.
Respecto de esta disposición podemos decir que como ya es
conocido en nuestro ordenamiento ella se encuentra totalmente
fuera de uso, lo que no significa que haya perdido su vigencia. En
lo pertinente esta norma se remite a la Ley de Menores, al señalar
que cuando el mendigo sea menor de 14 años la autoridad, en este
caso el Juez de Menores, deberá adoptar las medidas que prescriban
los reglamentos, esto es, las disposiciones que para la vagancia y
mendicidad en que incurren menores considera la Ley 16.618, como
ocurre en el artículo 42 en donde se establece como inhabilidad
moral de los padres el hecho que consientan en que el menor se
entregue a la vagancia o mendicidad en lugares públicos sea en
forma directa o encubierta. Las medidas que al respecto puede
adoptar el magistrado son las que se encuentran en el artículo 29;
es preciso además señalar que en este caso no se aplicará una pena
al infractor sino una medida de protección de las contenidas en el
citado artículo.
Las normas citadas se relacionan con lo dispuesto en los
artículos 1º y 2º de la Ley 11.625 sobre estados antisociales,
preceptos cuyo carácter es meramente programático puesto que esa
normativa nunca ha recibido aplicación práctica. En el artículo 1º
numeral 2º citado, se dispone que se encuentran sometidos a las
disposiciones de esa Ley y pueden ser objeto de las medidas de
seguridad que ella establece los que, entre otros, exploten la
mendicidad ajena, especialmente si en ello se emplea a menores de
edad.
El artículo 2º aborda la situación de los menores que
incurren en esas prácticas, ordenando que ellos sean puestos a
disposición de los Tribunales de Menores correspondientes, con el
objeto de que se adopten las medidas de protección, guarda,
educación o enmienda que sean procedentes. En la práctica esta
situación se maneja por parte de las autoridades policiales, de la
manera que en esta se norma se contempla, pero ello no se funda en
esta disposición sino más bien en lo dispuesto en el artículo 15
letra "a" de la Ley 16.618 que entrega esa facultad a la Policía
de Menores.
Cabe agregar que respecto de lo preceptuado en el artículo 1º
citado, se encuentra tipificada la falta de usar menores en el
ejercicio de la mendicidad y en ese artículo no se plantea
distingo alguno respecto de quien sea el explotador pudiendo por
ende detenerse al autor e imponérsele la sanción prevista en la
norma citada aun cuando éste sea el padre o madre del menor. En
términos prácticos esta normativa es letra muerta, por cuanto a
diario centenares de niños, muchos de ellos lactantes, son
utilizados por sus progenitores para el ejercicio de la mendicidad
en lugares públicos como el centro de la ciudad incluso en horas
de la madrugada; se ha llegado a límites como el hecho de arrendar
niños para pedir limosna en la vía pública. En raras ocasiones se
detiene al explotador por la utilización de los menores, lo que
sin lugar a dudas es jurídicamente posible puesto que como ya
dijimos, el tipo penal existe y se encuentra plenamente vigente.
Sin perjuicio de lo indicado, admitimos que las dificultades de
aplicación se presentan cuando hay que imponer sanciones ya que
las penas que la norma establece en su artículo 3º no son
practicables atendida la naturaleza de las mismas; ellas consisten
en internación en colonias agrícolas o casa de trabajo,
instituciones que no existen en nuestro país; o bien, obligación
de residir en cierto lugar por el tiempo que señala la norma. En
resumen, sólo se podría aplicar como sanción la medida establecida
en el número 7º y 8º de la Ley, esto es, multa en dinero y
requisición y pérdida de dinero y efectos. Las indicadas sanciones
como se ve a simple vista no significan nada y no son capaces de
disuadir a nadie a no cometer la falta de que tratamos.
Además de las dificultades expresadas tenemos que considerar
la dudosa constitucionalidad de las disposiciones que establecen
las sanciones que como medidas de seguridad contiene la Ley.
Efectivamente, el artículo 3º señala que son medidas de seguridad,
entre otras, la internación en casas de trabajos o colonias
agrícolas por tiempo indeterminado que no puede exceder de 5 años,
o bien en el numeral 2º dice internación curativa en
establecimientos adecuados por tiempo absolutamente indeterminado,
más adelante y en el resto de las medidas ninguna de ellas tiene
duración determinada. Atendiendo a la normativa constitucional el
artículo 19 Nº3 de la Constitución Política asegura a todas las
personas "La igual protección de la ley en el ejercicio de sus
derechos", después señala que nadie puede ser juzgado por
comisiones especiales sino por un tribunal establecido con
anterioridad y la sentencia debe fundarse en proceso previo
legalmente tramitado, a la vez que ningún delito puede ser
castigado con otra pena que la señalada por una ley promulgada con
anterioridad a su perpetración.
De estos principios se desprende claramente la filosofía del
texto fundamental, ella es la de asegurar el mayor respeto por el
ejercicio de los derechos individuales y otorgar la seguridad de
que éstos no serán conculcados sino cuando se ha incurrido en una
acción sancionada en forma precisa tanto en la descripción de la
conducta típica como en la pena que a ella le corresponde; de
manera que no puede imponerse un castigo por la ley sin que
especifique su entidad, puesto que con ello se está vulnerando la
garantía constitucional citada; como ocurre con el artículo citado
de la Ley 11.625.
Avanzando en el Código Penal llegamos al Título VII referido
a los crímenes y simples delitos contra el orden de las familias y
contra la moralidad pública.
En este Título encontramos, delitos como el abandono de
niños, previsto y sancionado en el artículo 346 y siguientes. Esas
disposiciones sancionan al que abandona niños menores de 7 o 10
años, distinguiendo si ello se hace en lugares solitarios o no
solitarios y calificando la figura si el hecho es cometido por los
padres cualquiera sea su calidad, o por quienes tienen a su
cuidado al menor.
Estos artículos nos merecen los siguientes comentarios; en
primer término se establecen límites de edad arbitrarios, toda
vez, que se pena el abandono de menores de 10 años y menos, en
circunstancias de que iguales peligros existen para niños de edad
superior y que tienen el mismo grado de vulnerabilidad, sin
embargo, el abandono respecto de ellos no constituye delito y por
tal motivo no recibe sanción alguna el padre, madre o responsable
legal que los abandona.
La adecuación de estos preceptos resulta importante puesto
que el abandono de niños es una práctica frecuente, aún en el
sentido que el Código Penal le da en los artículos comentados.
Debemos decir, como más adelante se confirmará, que una de las
causas de la irregularidad se encuentra precisamente en el
abandono de los niños; a lo anterior se agrega la necesidad de
cumplir con disposiciones obligatorias de la Convención de
Derechos del Niño, texto para el cual niño es el menor de 18 años
de edad y por tanto debe gozar de protección integral.
En el párrafo 3º del Título VII existen varias disposiciones
pero la que merece destacarse por tener relación con maltrato a
menores; es la figura contenida en el artículo 357, que tipifica
el delito de inducción al abandono de hogar.
El párrafo 5º está referido a la violación, materia delicada,
por su contenido humano y los bienes jurídicos allí protegidos.
El artículo 361 del Código contiene el tipo penal y en el
número 3º señala que se comete el delito de violación cuando se
yace con la mujer y, entre otras hipótesis, ésta es menor de 12
años cumplidos. Para que se consume el delito, no es necesaria la
concurrencia de alguna de las circunstancias expresadas en los
números 1º y 2º del mismo artículo, además en este último caso se
aumenta la pena al autor, en un grado. El artículo 362 establece
una circunstancia muy especial respecto a las fases de ejecución
de la conducta punible, dispone que la violación debe estimarse
consumada desde que hay principio de ejecución.
El párrafo 6º del título VII, contiene varias disposiciones
que establecen protección a menores, reprimiendo conductas que los
afectan, como son la corrupción de menores, violación sodomítica,
abusos deshonestos, incesto, estupro, promoción o facilitación de
la prostitución de menores.
Comienza el párrafo citado con el artículo 363 que tipifica
el delito de estupro, figura delictual cuyo verbo rector es yacer
con una mujer menor de veinte años de edad y mayor de doce,
existiendo engaño para llegar a esa acción, y siempre que la mujer
tenga la característica de ser doncella, esto es, debe tratarse de
una persona que carezca de todo conocimiento y menos aún de toda
práctica sexual. En cuanto a este tipo penal podemos señalar que a
nuestro juicio es actualmente una manifestación de romanticismo
jurídico, puesto que atendidos los requisitos para que se
configure la acción típica es bastante difícil que se puedan
reunir todos ellos, ya que hoy en día el conocimiento de las
conductas sexuales humanas y la práctica de ellas se adquiere a
muy temprana edad, en algunas ocasiones cuando todavía no se
supera la etapa de la niñez lo que hace extremadamente dificultoso
la aplicación de esta normativa.
Enseguida en el artículo 364 se tipifica una conducta de
singular gravedad por las implicancias morales y sociales que ella
tiene, nos referimos al delito de incesto. Dicha acción, por
desgracia, hemos podido ver que tiene un grado de comisión
bastante superior al que uno pudiera imaginarse sin entrar en el
análisis práctico del problema.
Por la razón señalada consideramos conveniente la existencia
de este tipo penal, pero como en otras oportunidades se advierte
la necesidad de establecer mecanismos procesales eficaces
tendientes a facilitar la denuncia de estos hechos y a que los
procesos sean tratados con mayor reserva y expedición. Esta
conducta es particularmente grave por las secuelas psicológicas
que en la víctima deja, más aún si se trata de menores de poca
edad o adolescentes que asumen este proceder como normal y natural
por estar realizándolo con su propio padre o madre como es más
usual que la figura se presente.
El artículo siguiente en sus incisos segundo y tercero se
describe la violación sodomítica, agravando la pena cuando el
ofendido es un menor de 14 años.
En el artículo siguiente se tratan los abusos deshonestos,
figura que puede revestir también la forma de tocaciones
deshonestas, circunstancias todas que tienden a desvirtuar la
conducta sexual y violentan dicha libertad. En dicho artículo se
amplía la protección a los menores puesto que la figura considera
como sujetos pasivos a las personas de uno u otro sexo mayor de
doce y menor de 20 años. Sin embargo, la doctrina considera
imperfecta la forma en que el Código Penal ha tratado este delito
por cuanto en él no se ha precisado la conducta punible.
Finalmente el artículo 367 tipifica dos conductas diferentes
como son la promoción o facilitación de la prostitución y la
corrupción de menores. Al respecto se han criticado las
disposiciones del Código, ello por que corrupción no es lo mismo
que prostitución; el primer concepto se refiere a "aquella
actividad que tiende a desviar o alterar, en sentido anormal, la
sexualidad de una persona. El segundo concepto en cambio se
refiere a "aquella actividad consistente en la habitualidad de
acceso promiscuo con diferentes personas con el fin de obtener a
cambio un beneficio económico".44
En cuanto a bienes jurídicos protegidos; en el delito de
corrupción es el adecuado y normal desarrollo de la sexualidad del
menor; el legislador vela por que éste no se vea alterado,
trastocado o deformado. En el delito de promoción o facilitación
de la prostitución se tutelan fundamentalmente las buenas
costumbres, existe interés público en impedir que prolifere esta
actividad y más aún debe ser reprimida cuando son los menores los
afectados, protegiendo directamente su sexualidad, a diferencia de
la conducta anterior en lo que se cuida es el desarrollo de la
sexualidad de éste. Lo que interesa a la ley en el caso de la
44
González Jara Manuel Angel. "El Delito de Promoción o
Facilitación de Corrupción o Prostitución de Menores". Editorial
Jurídica de Chile. 1ª edición. 1986.
promoción o facilitación es impedir que el menor incurra en la
prostitución por acción de un tercero promotor o facilitador. En
conclusión, lo que en este caso quiere proteger es la normalidad
en la motivación del trato sexual en el que incurre un menor.
En estas disposiciones, como hemos señalado, sería
conveniente recoger las críticas de los autores y efectuar un
tratamiento más detallado de ambas figuras determinándolas en sus
características para buscar el logro de un control efectivo en el
ámbito de la prostitución y de la corrupción de menores,
situaciones que también en los últimos años han experimentado un
agravamiento notorio y su comisión encubierta tiene una
envergadura muy abultada.
Como último tipo que nos interesa resaltar en relación con
las disposiciones penales que abordan el maltrato de menores
encontramos el artículo 374 del Código Penal, referido a la
difusión de pornografía. Se trata de una conducta muy relacionada
con la corrupción por cuanto a través de material pornográfico se
desfigura la sexualidad normal y se hace aparecer como conductas
normales figuras contrarias a lo que es el comportamiento sexual
natural del ser humano. Sin embargo de lo señalado, la figura
descrita no se puede relacionar directamente con materias de orden
sexual puesto que el artículo señala que los objetos deben ser
ofensivos y contrarios a las buenas costumbres, concepto que es
muy relativo y variable en el tiempo y el espacio.
Debemos referirnos al Título VIII del Código Penal, referido
a los crímenes y simples delitos contra las personas. Dicho Título
se inicia en el artículo 390 que tipifica una conducta especial y
de mucha gravedad, es el delito de parricidio que en lo que nos
interesa, la protección de los menores, reprime el atentado contra
la vida de los hijos cualquiera sea la clase de filiación que
concurra, por parte de los padres; asimismo, atendido el hecho de
estar en conocimiento el autor de las relaciones que lo ligan con
el sujeto pasivo, la penalidad que se impone en esta figura es una
de las más altas en la estructura del Código Penal.
El artículo 394 contiene un tipo penal de mucha importancia
en nuestra materia; muy ligado con el precepto anterior, el
párrafo 2º del Título VIII, se encarga de tipificar el delito de
infanticidio. Cometen este delito el padre, la madre, o los demás
ascendientes legítimos o ilegítimos que dentro de las cuarenta y
ocho horas después del parto, matan al hijo o descendiente...
Esta conducta tenemos necesariamente que relacionarla con el
maltrato a menores, flagelo que comienza a veces desde poco tiempo
después del nacimiento y que en algunos casos termina por causar
la muerte al menor. Como advertimos en el precepto transcrito
sujetos activos del delito no son solamente el padre o la madre
sino también otros ascendientes sean legítimos o ilegítimos. No
obstante, se advierte que el plazo en que se comete el delito es
muy breve puesto que sólo se prolonga por cuarenta y ocho horas
posteriores al parto, término que podría ampliarse atendida la
desprotección que sufre el recién nacido, al ser absolutamente
dependiente.
El párrafo 3º del citado Título está dedicado al tratamiento
del delito de lesiones, bajo el epígrafe de "lesiones corporales".
Estas disposiciones cobran particular importancia respecto del
tantas veces aludido maltrato infantil ya que las conductas que lo
informan son delitos tipificados a partir del artículo 395 del
Código y que consisten en castración, mutilaciones, lesiones
gravísimas y graves. La penalidad que ellas llevan aparejada varía
según la entidad de la lesión, agravándose la sanción en un grado
cuando las lesiones se ejecutan por los padres respecto de los
hijos u otros ascendientes respecto de los descendientes
cualquiera sea la calidad del vínculo que existiere, esto es,
legítimo, natural o simplemente ilegítimo; así lo dispone el
artículo 400 del Código Penal, que señala: "Si los hechos a que se
refieren los anteriores artículos de este párrafo se ejecutaren
contra alguna de las personas que menciona el artículo 390... las
penas se aumentarán en un grado".
2º MENOR EN SITUACION IRREGULAR.
A) CONCEPTO.
Los menores se caracterizan por ser un grupo esencialmente
dependiente, ellos requieren de protección y de ayuda para su
desarrollo tanto físico como psíquico; éste debe ser brindado en
primer término por la familia del menor y, si esta fuere incapaz
de responder ante el menor, el Estado debe entrar a cumplir con
esta función, sea a través de sus organismos públicos o a través
de personas jurídicas privadas sin fines de lucro.
La irregularidad de los menores, que es un problema social se
produce porque encuentra en la sociedad condiciones favorables
para que esto ocurra. Para algunos los menores más vulnerables se
encuentran en aquellos grupos sociales y económicos con más bajos
ingresos, esto sin embargo no quiere decir que no se pueda dar una
desprotección en los grupos con más altos ingresos, pero sí que
los menores de grupos socioeconómicos más bajos pueden ser más
afectados que los menores con más recursos.45
Un primer concepto utilizado en nuestro país de menor en
situación irregular fue el contenido en el D.F.L. 20 1412 de
1942 de la Dirección General de Protección a la Infancia y
Adolescencia, que en su artículo 5º disponía: "Se entenderá que un
Menor se encuentra en situación irregular, cuando su adaptación
social sufriere alteraciones, se encontrare moral o materialmente
abandonado o en peligro de estarlo, o hubiere delinquido,
cualquiera sea su estado civil".
Este concepto sufrió modificaciones, estableciéndose un
concepto general como es aquel que expresa: "Menor en situación
45
Pilotti. Boletín del Instituto Interamericano del Niño Nº
227. "La Crisis Económica y su Impacto en la Familia". Enero
Junio 1987. Montevideo.
irregular es toda persona menor de 21 años de edad46que sufre
alteraciones orgánicas, congénitas o adquiridas, o cuyo ambiente
de socialización presenta alteraciones en las condiciones
económicas y/o culturales y/o psicológicas, a consecuencias de
todo lo cual se le originen defectos en su desarrollo biopsico
social.
Estas variables deben caracterizarse por ser persistentes o
ser susceptibles de agravarse, o imposibles de corregirse en forma
inmediata por el grupo familiar del menor".47
Otro concepto de tipo jurídico fue el señalado por el D.L.
2.465 de 1979, que tomo en cuenta factores de tipo psicológicos y
sociales, éste señala en su artículo 2º lo siguiente: "Comprende
aquellos menores que carezcan de tuición o que, teniéndola, su
ejercicio constituya un peligro para su desarrollo normal
integral; a los que presenten desajustes conductuales, y a los que
estén en conflicto con la justicia".
Otra definición es la dada por Nidia Aylwin, en la cual son
menores en situación irregular: "Aquellos niños y adolescentes que
no cuentan con la protección física y moral que necesitan en esta
etapa de su desarrollo y presentan diversos tipos y niveles de
desprotección o desajustes conductuales, llegando en algunos casos
a cometer infracciones legales que los llevan a encontrarse en
conflicto con la justicia".48
B) CARACTERISTICAS DEL MENOR EN SITUACION IRREGULAR.
En los antecedentes manejados por SENAME muestran que un
50,7%, de los menores atendidos en su red asistencial contempla
explícitamente el problema socioeconómico entre las causales de
ingreso al sistema; este porcentaje sufre un aumento considerable
de un 88,5% tratándose de los menores que recurren al sistema de
prevención de SENAME que son los centros de atención diurna,
encargados de la atención a los menores que se encuentran en
riesgo social. Por lo tanto vemos que hay una asociación bastante
significativa entre el problema socioeconómico y el menor en
situación irregular.
El psicólogo Juan Eduardo Cortés B.49 estableció seis
categorías para analizar las características que presenta el menor
46
Ibídem. N.P.P. Nº 27.
47
Zanzi Oriana. "Menor en Situación Irregular". Santiago de
Chile. 1982.
48
Aylwin de Barros Nidia. Seminario. "Mujer y Familia en la
Futura Democracia". "El Problema Social de los Menores en
Situación Irregular". Septiembre de 1989.
49
Cortés Beck Juan Eduardo. "Características Psicosociales de
Menores en Situación Irregular". Trabajo publicado en el Boletín
del Instituto Interamericano del Niño OEA. Vol. 227, 1121. 1987.
en situación irregular, dejando claro que todas estas son
interdependientes, integrándose en forma dinámica en el menor y
manifestándose en el comportamiento de éste como una sola unidad,
así encontramos características educacionales, cognitivas,
lenguaje, afectivas, vivenciales y conductuales.
Características educativas.
Estos menores presentan bajos niveles de escolaridad por un
retraso escolar crónico o por la deserción escolar temprana.
Por una parte el menor es presionado a abandonar los estudios
por la propia familia para que trabaje y así aporte ingresos a la
a ésta, o que lo haga en forma voluntaria al ver su realidad que
se presenta llena de carencias económicas (J.C. Skewes. 1886).50
Otro factor de deserción escolar es que el menor no cuenta
con las condiciones cognitivas verbales y motoras para responder
ante el sistema educativo; para que se de el proceso de
crecimiento y desarrollo en el menor es necesario que éste reciba
los nutrientes y estímulos emocionales y sensoriales adecuados ya
que si no los recibe tal proceso es alterado produciendo
desnutrición o retraso en la adquisición de funciones tales como
el lenguaje, la coordinación motora y las habilidades del contacto
social.
Manifestándose esto en sus conductas y como consecuencia más
a largo plazo, su capacidad de aprendizaje se ve afectada, su
rendimiento escolar es deficiente y su autoestima se ve
disminuida.51
Es precisamente en los sectores pobres donde se concentra las
tasas de desnutrición y déficit en el desarrollo psicomotor, esta
limitación se expresa en el ritmo de aprendizaje más lento
comparado con el que tienen menores de sectores más desarrollados;
muchas veces esto es caracterizado como un trastorno del
aprendizaje lo que es erróneo, el gran problema se presenta al
ingresar el menor al sistema escolar tradicional ya que éste ha
sido preparado pensando en menores provenientes de sectores más
desarrollados que se encuentran en condiciones óptimas para
enfrentar el sistema educacional; este sistema no se adapta a sus
limitaciones por eso la alta tasa de deserción escolar.
Características cognitivas.
Reiteradamente se señala como las características más
representativas de estos menores los déficit que presentan en sus
50
Skewes J.C. "La Capacitación y el Trabajo en el Desarrollo
Psicosocial de la Persona". En documento de la Primera Jornada
Nacional de Capacitación, Egreso y Empleo Para Jóvenes en
Situación Irregular. SENAME, Santiago de Chile 1986.
51
Montenegro Hernán. "Consideraciones Generales Sobre
Estimulación Temprana", en Bralic y otros "Estimulación Temprana".
CEDEP/UNICEF, 1978.
habilidades cognitivas. Esto es consecuencia de la deprivación
sociocultural que caracteriza la infancia de estos menores, así
como la permanente insatisfacción de las necesidades básicas son
factores que limitan el desarrollo de la inteligencia. El Dr.
Hernán Montenegro52, ha establecido que esta situación de
deprivación, especialmente cuando se presenta los primeros años de
vida, incide significativamente en lo que se ha llamado "retardo
mental sociocultural", éste es un tipo de déficit intelectual
generado sólo por condiciones ambientales negativas, donde no se
presentan antecedentes de enfermedades orgánicas que hayan
lesionado el sistema nervioso central.
SENAME registra en los centros de observación y diagnostico
que el 51,1% de los menores diagnosticados presentaban algún tipo
de "limitación intelectual leve" (tomando en consideración los
rangos normal lento, limítrofe y deficiente leve), es un tipo de
limitación en la cual encontramos una alta tasa de factores
ambientales, más que orgánicos.
Características del lenguaje.
Como además de ser un medio de comunicación el lenguaje nos
muestra la mayor o menor elaboración de los procesos del
pensamiento y del nivel intelectual de la persona, y está
fuertemente influido por procesos culturales de un medio social
determinado (L. Bravo 1977).53
Diversos estudios realizados con niños de sectores marginales
han demostrado que estos manejan un lenguaje adecuado a sus
necesidades básicas, pero éste es insuficiente para transmitir
información y servir como mediador del razonamiento verbal,
(Bereiter y Engelman 1966, citado en E. Lorenzo 1977)54. Por su
parte E. Lorenzo (1977) plantea que los niños de áreas marginales
carecen de las formas elementales de dialogo constructivo y, por
lo tanto, están incapacitados para participar en actividades
académicas. Esto sería así por que no poseen el control del
lenguaje interior, con el cual es posible manipular los pasos
secuenciales que llevan a la solución de situaciones
problemáticas.
Dollit y Rutter (1974 y 1979, citado en A. Sepulveda, R.
Contreras 1985)55señalan que el lenguaje de estos es
52
Montenegro Hernán. "Estimulación Precoz". En "Educación,
Niñez y Pobreza". Editorial Nueva Universidad. Santiago de Chile
1977.
53
Bravo L. "Educación, Niñez y Pobreza". Ed. Nueva
Universidad, Santiago de Chile 1977.
54
Lorenzo E. "El Apego o Vínculo Afectivo". Boletín del
Instituto Interamericano del Niño. Vol 219. 6368. 1983
55
Sepúlveda A. y Contreras R. "Calidad de Vida del Menor en
predominantemente nominativo y descriptivo de acciones (uso de
sustantivos y verbos) existiendo un déficit en cuanto a las
cualidades nimiativas (uso de adjetivos). Esto empobrece el
lenguaje porque se pierden los matices que en última instancia
califican la realidad.
Por otra parte, se aprecia una carencia de conectivos entre
las oraciones, lo que da al lenguaje de estos menores un carácter
reiterativo de ideas, perdiéndose la fluidez e integración del
relato. Por último, se ha detectado también un escaso repertorio
de interjecciones que denota una pobreza en el aspecto emocional
del lenguaje. Esto concuerda con la impresión clínica de
investigadores que detectaron poca concordancia ideoafectiva y/o
escaso compromiso emocional en relatos con cierto grado de
aplanamiento afectivo.
Características afectivas y emocionales.
El menor en situación irregular tiene gran carencia de
estimulación afectiva que se debe a la incapacidad de los padres
para satisfacer las necesidades del menor en forma conveniente.
Las consecuencias de estas carencias provocan un deterioro en el
desarrollo humano sea este biológico, psicológico y social
pudiendo llegar a la muerte cuando la carencia es total, así lo
demuestran numerosos estudios.
Esto provoca que en el futuro este menor será incapaz de
establecer relaciones afectivas con los otros, tornándose un ser
desconfiado, indiferente e incapaz de expresar sus emociones.
Características vivenciales.
Estos menores tienen una escasa vida interior poseyendo una
autoimagen deteriorada y empobrecida. Esta imagen se encuentra
llena de características negativas de sí mismo y sin ninguna
perspectiva de emprender mejoramientos de su persona, más bien se
observa en ellos conformismo, resignación y fatalismo.
Es también habitual que estos menores tengan un
desconocimiento en cuanto a como son ellos mismos lo que se ha
llamado "perplejidad autodescriptiva" (J. M. Valverde 1985)56, no
son capaces de elaborar una imagen coherente de sí mismo porque se
encuentran absortos de la acción y del aquí y del ahora, que no
logran abstraerse de esta situación y reflexionar sobre ellos
mismos.
Ellos no mantienen vínculos con el pasado es decir no tienen
una historia lo que se le llama un "vacío de sí mismo", no están
Situación Irregular; sus Implicaciones Vivenciales". Documento de
la ponencia al Primer Congreso Nacional de Psicólogos, Santiago de
Chile, 1985.
56
Valverde J. M. "La Personalidad del Menor Inadaptado".
Revista Menores. 1985. Vol. 10, 3 9.
enraizados con el presente y no se proyectan a futuro este es vago
no pudiendo planificar su conducta en forma anticipada.
Características conductuales.
La carencia de experiencias gratificantes en sus vidas y las
condiciones desmejoradas de esta misma, hacen que el menor se
encuentre en una constante búsqueda de gratificaciones inmediatas,
no pudiendo postergar la satisfacción de sus necesidades
manifestando conductas impulsivas no reflexivas.
Los padres de estos menores han sido incapaces de transmitir
conductas adaptativas socialmente, como la mayoría de sus
experiencias son frustrantes sólo transmiten aquellas que le han
brindado satisfacción.
Se ve como esto menores pueden manipular algunas situaciones
para obtener el máximo de satisfacción en el mínimo tiempo posible
ya que tienen el concepto de que estas deben ser aprovechadas al
máximo porque no volverán a repetirse por eso se observa en ellos
una gran adaptabilidad incluso ante situaciones opuestas.
También presentan reacciones exageradas ya que sobrepasan la
situación de estímulo que la provoca, generando un bajo nivel de
tolerancia a las frustraciones y un alto grado de agresividad.
Además tienen una imprevisibilidad de sus conductas que se
asocia con el descontrol ante situaciones extremas.
Todas las características expuestas nos muestran a un menor
desadaptado en relación a las normas y valores socialmente
establecidos, pero son completamente funcionales y adaptativas
para la subcultura en que se desarrollan, no pudiendo adaptarse a
su medio de otra forma.
C) FACTORES CONDICIONANTES.
Los factores o causas de la irregularidad de los menores
debemos buscarlas en la familia y en la sociedad, los menores
vienen ha ser síntomas de que en la familia se producen problemas
que le impiden ejecutar debidamente sus roles. Así encontramos
factores intrafamiliares y extrafamiliares. Los intrafamiliares
son aquellos que se refieren a la dinámica de la familia, a cómo
está estructurada, cómo son las relaciones de sus integrantes y la
propia historia de la familia en cuestión. Los extrafamiliares se
identifican con el medio ambiente que envuelve a la familia y a
cómo está organizada la sociedad en que se encuentra inserta.
Se señalan como factores intrafamiliares condicionantes de
los menores en situación irregular las características de los
padres, como el analfabetismo o escasa instrucción, cesantía
prolongada y alcoholismo, además de deficiencias en la estructura
y dinámica familiar expresadas en ausencia total o parcial de
figuras parentales en el hogar, permanencia del menor con otra
familia, excesiva extensión del grupo familiar, uniones múltiples
de la madre, deficientes relaciones entre padres e hijos,
violencia y relaciones conflictivas en el hogar, falta de
estímulos de toda índole para el menor, promiscuidad, escasa
valoración del niño y de sus necesidades.
Se puede ver fácilmente que existe gran cantidad de
inhabilidades de los padres para ejercer sus roles de cuidado y
crianza de los hijos, que creemos que se asocia a una gran falta
de madurez y de responsabilidad para responder ante el matrimonio
o convivencia de la pareja y luego para asumir el compromiso que
significa tener un hijo.
Respecto a las familias de estratos bajos se ve un deterioro
en cuanto a los valores, regla y fines que resultan distintos a
las del resto de la sociedad, llamados por algunos como la
"Cultura de la Pobreza", una subcultura con sus propias reglas,
valores y hábitos disfuncionales respecto de la sociedad ya
establecida; así Bastías en un trabajo realizado en 1983 se
refirió a las conductas familiares de los grupos pobres los cuales
se caracterizan por las siguientes:
Reducción de la etapa infantil de los hijos, pudiendo retenerlos
si éstos representan una fuente de ingresos o una mano de obra
barata, o bien pueden ser expulsados del hogar si no contribuyen
con ingresos.
Socialización diferente para el hombre y para la mujer, siendo
la más desmedrada la mujer, ya que se la circunscribe en torno al
hogar.
Marcados rasgos patriarcales en la estructura del hogar.
Como forma de solución de los conflictos prima el uso de fuerza,
sean estas de tipo conyugal o relativas a los hijos.
La moral conyugal es discriminatoria respecto de la mujer o sea
cosas que se le permiten al hombre quedan vedadas a la mujer.
Todo esto hace que el menor desarrolle menos su etapa de
infancia ya que a temprana edad éste tomará decisiones como la de
no asistir a la escuela, trabajar y así manejar su dinero,
iniciarse tempranamente en la actividad sexual y el consumo de
alcohol y drogas.
En cuanto a los factores extrafamiliares, está claro la gran
influencia que tiene la sociedad sobre la familia, el impacto que
han tenido las crisis económicas en América Latina y todas las
políticas utilizadas para salir de ellas han repercutido sobre
todo en las familias de ingresos más bajos, no significando esto
que los únicos niños en situación irregular que existan sean los
más pobres, ni que la pobreza en sí automáticamente produzca
situaciones de irregularidad; pero sí está claro que la mayoría de
los menores que se atienden en las instituciones colaboradoras del
Servicio Nacional de Menores provienen de los sectores socio
económicos más bajos, esto se da porque la familia se ve con más
dificultades que las que tienen ingresos más altos, para acceder a
los bienes y servicios, sobre todo los de salud y educación.
Todo esto provocó un cambio de los roles referidos a la mujer
la cual debió comenzar a trabajar fuera del hogar, esto no quiere
decir que estimemos que la mujer no deba cumplir un rol de
proveedora del hogar común o de realización como profesional, pero
en las mujeres de más bajo ingreso su tarea dentro del hogar para
con los hijos no encuentra reemplazante que en algunas horas del
día pueda cuidar sus hijos quedando estos por largas horas del día
solos, lo que induce a estar en la calle o vagando, no permite
controlar las amistades que el menor tenga ni controlar el
cumplimiento de la escolaridad surgiendo así la irregularidad de
los menores.
D) NECESIDAD DE PROTECCION INTEGRAL.
El sistema imperante en Chile siempre se a inclinado a tratar
el Menor en situación irregular en forma independiente a su
familia, es decir sólo se le aplica al menor tratamientos para
superar su irregularidad sin tener en cuenta que existe un menor
en situación irregular por que su familia se encuentra también en
una situación irregular; salvo casos muy específicos de orfandad,
o que se encuentre en total abandono; sin pensar que el menor es
retirado de su familia, como un medida de protección del menor,
sacándolo de su medio y creándole una situación artificial como es
la internación en instituciones o ponerlo en manos de familias
sustitutas, ya que deberá volver a su familia de origen, y tal vez
la estructura y dinámica de esta haya empeorado y las relaciones
que antes existían con el menor por el tiempo prolongado fuera del
hogar hayan desaparecido.
Una protección integral, implicaría que la familia del menor
debiera ser puesta en un programa de rehabilitación junto con el
menor, la familia debe ser preparada para recibir a éste. Además
se debe sacar al menor de su contexto familiar cuando realmente se
encuentre en peligro su seguridad, ya que el sistema prestado
actualmente claramente se ve que muchos menores son internados sin
estar en una situación de irregularidad sino por los problemas
económicos que aquejan a sus familias.
Por esto se hace indispensable que se creen soluciones
alternativas que centren su atención en la familia en situación
irregular, esto implica a nuestro juicio el apoyo de estas
familias y de esta forma el sistema de internación quedaría sólo
para los casos más extremos. Estos sistemas de apoyo a la familia,
deben ser, como lo señala Nidia Aylwin, preventivos, es decir,
entrar a actuar cuando aparecen los primeros indicios de
irregularidad y ser intermedios entre la familia y los tribunales
de menores, estos sistemas deben estar ligados a la comunidad en
que está inserta la familia, perteneciendo a la Municipalidad o a
las escuelas.
E) DELINCUENCIA JUVENIL.
La concepción de menor en situación irregular, que contempla
nuestra Ley de Menores es la de un sujeto pasivo de control y
protección social.
Tanto la legislación civil como procesal incluyendo la
Convención de los Derechos del Niño, carecen de una armonía que
establezca de una manera sistemática, ordenada y congruente el rol
protector del Estado y de la sociedad, para prevención y
asistencia de jóvenes, ya que por un lado tenemos una legislación
que regula la administración de justicia respecto de los menores
en conflicto con la justicia que tienen un carácter proteccional y
tutelar, donde tiene gran importancia la imputabilidad,
manteniéndose el discernimiento como un criterio para establecer
la responsabilidad penal del menor.
Además se requiere de reestructuración y estudio de las
medidas rehabilitadoras a que pueden ser sometidos los menores,
tendiendo esta reestructuración a la integración de todo el grupo
familiar en la rehabilitación y evitar la internación como medida
de protección salvo casos estrictamente necesarios.
Se ve actualmente cómo los menores en conflicto con la ley
están sometidos a una doble competencia, ya que sus causas son
instruidas y resueltas por Tribunales del Crimen y Tribunales de
Menores, los cuales tienen diversidad de criterios, uno es
proteccional y tutelar y el otro es represivo punitivo. Esto se ve
claramente en el caso de determinación del discernimiento, ya que
para determinarlo son retenidos en recintos carcelarios o de
tránsito y diagnóstico, por orden del Juez de Menores a cuya
disposición deben ser puestos por el Juez del Crimen.
Los estudios de SENAME. demuestran que si bien la gravedad de
los delitos cometidos por menores de edad no han aumentado en los
últimos años, ha disminuido la edad en que los niños y
adolescentes incurren en comportamientos delictuales, lo cual
apunta a una consolidación más acelerada y temprana del desarrollo
de la delincuencia en las comunidades marginales.57
E.2) MARCO JURIDICO ATINGENTE AL MENOR DELINCUENTE.
La Ley de Menores faculta a la Policía de Menores en su
artículo 15 letra "a" para recoger a los menores en situación
irregular con necesidad de asistencia o protección. Los menores
sólo pueden ser retenidos por 24 horas en las Comisarías y
Subcomisarías de menores, en este plazo se efectúa una
investigación para establecer la gravedad de la infracción
cometida, si esta es de poca gravedad, el menor, previa
notificación de la infracción cometida, puede ser devuelto a sus
padres; ponerlo a disposición del Tribunal de Menores competente
sea por que el menor requiera de asistencia o protección, por
haber sido víctima o sujeto activo de delitos.
Si el menor puesto a disposición del Juez de Menores que
hubiere tenido participación en un crimen, simple delito o falta
fuere menor de 16 años de edad el juez sólo podrá adoptar las
medidas contempladas en la Ley de menores, igual cosa si el
inculpado fuere mayor de 16 años de edad y menor de 18 años, que
haya obrado sin discernimiento. En todos estos casos el menor es
inimputable.
La declaración previa acerca de si ha obrado o no con
discernimiento, deberá hacerla el Juez de Letras de Menores, quien
cuenta con un plazo de 15 días corridos (lo establece el Código de
Procedimiento Penal) para emitir su pronunciamiento, el cual
deberá tomar en consideración los informes técnicos que el
tribunal hubiere ordenado, vencido el término indicado el tribunal
con o sin esos informes debe resolver.
La resolución que declare la falta de discernimiento será
consultada a la respectiva Corte de Apelaciones, cuando el delito
merezca pena aflictiva. La Corte se pronunciará en cuenta sin otro
trámite que la vista del Fiscal, salvo que se pidan alegatos.
Si el Juez de Menores determinare que ha obrado con
discernimiento, el menor será puesto a disposición del Juez del
Crimen competente, siendo sometido al tratamiento común de los
procesados imputables, sin perjuicio de las atenuantes y
beneficios que por su calidad de menor le correspondan.
58
Baeza Concha Gloria. "Tendencias Generales de la
Delincuencia Juvenil".
Las medidas que puede aplicar el Juez de Menores respecto de
estos menores infractores son las contempladas en el artículo 29
de la Ley de Menores, estas medidas durarán el tiempo que estime
conveniente el juez, pudiendo revocarlas o modificarlas, si
variaren las circunstancias.
El artículo 32 de la presente Ley establece que antes de
aplicarse algunas de las medidas que contempla el artículo 29,
deberá establecer la circunstancia de haberse cometido el delito y
la participación que le ha cabido al menor en él; si el juez
llegare a la conclusión que no se ha cometido delito o que el
menor no tuvo participación en él, igualmente podrá aplicar alguna
medida de protección de las establecidas en dicha Ley, siempre que
el menor se encontrare en peligro moral o material.
E.3) EL DISCERNIMIENTO.
Una de las condiciones que es de general exigencia en todo
sistema normativo penal para hacer efectivas las disposiciones que
lo conforman es la imputabilidad, esto es, la plena capacidad
penal; se la estima también como la capacidad personal de ser
objeto de reproche por la conducta ejecutada y consecuencialmente
la capacidad de culpabilidad.
La reprochabilidad de las conductas se fundamenta en la
libertad de los sujetos y ésta se presupone en un individuo cuyas
características personales lo habilitan para adecuar su actuar a
las imposiciones de las normas jurídicas. Lo anterior significa
necesariamente que se debe comprender lo que se hace y conforme a
ello el sujeto debe autodeterminarse.
Conforme a lo señalado, la imputabilidad, idea esencial en el
ordenamiento jurídico, tiene como fundamentación un cierto estado
de normalidad y suficiencia de las facultades intelectuales y
volitivas. De manera tal que si el estado intelectual y/o volitivo
del individuo cuya conducta pudiere reprocharse, se encuentra
alterado en forma relevante, o bien, dichas capacidades no han
alcanzado aún el nivel mínimo de desarrollo exigido, el concepto
de imputabilidad debe excluirse.
La condición normal es que todos los seres humanos posean un
desarrollo mínimo de sus facultades psicológicas, lo que los hace
capaces de reproche jurídico por su actuar y consecuencialmente
potenciales objeto de sanción o pena; contrariamente y como se ha
señalado en el párrafo anterior, quienes no se encuentren en
condición de normalidad son considerados inimputables, tratándose
de un estado excepcional sólo tendrán dicho estatus aquellos que
la ley expresamente declara como tales. Así ocurre en nuestro
Código Penal en donde en el Libro I Título I, el párrafo II tiene
como epígrafe "De las circunstancias que eximen de responsabilidad
criminal". El artículo 10 dispone :"Están exentos de
responsabilidad criminal: 1º El loco o demente, a no ser que haya
obrado en un intervalo lúcido, y el que, por cualquier causa
independiente de su voluntad se haya privado totalmente de razón.
Cuando un loco o demente hubiere ejecutado un hecho que la
ley califica de crimen o incurriere en reiteración de otros que
importen simples delitos, el tribunal decretará su reclusión en
uno de los establecimientos destinados a los enfermos de aquella
clase; del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo
tribunal. En otro caso será entregado a su familia bajo fianza de
custodia, y mientras no se preste dicha fianza se observará lo
dispuesto en el acápite anterior".
2º El menor de dieciséis años.
3º El mayor de dieciséis años y menor de dieciocho, a no ser
que conste que ha obrado con discernimiento. El tribunal de
menores respectivo hará declaración previa sobre este punto para
que pueda procesársele".
Juntamente con considerar la imputabilidad como un
presupuesto esencial de aplicación de la ley penal debemos
entenderla también en materia adjetiva como un requisito de
procesabilidad; de esa forma está entendida en el artículo 10, Nº3
del Código Penal antes transcrito. Esta forma de considerar la
imputabilidad respecto de personas que aún no pueden ser
consideradas plenamente capaces en materia penal, da lugar, en
nuestro sistema, a la aplicación de la institución conocida como
determinación de la capacidad de discernimiento, encontrándose
consagrada tanto en el precepto citado como en el Código de
Procedimiento Penal y la Ley de Menores.
Para establecer los casos de inimputabilidad la ley recurre a
distintas fórmulas, así por ejemplo, las psicológicas,
psiquiátricas o las mixtas.
Las fórmulas psicológicas describen la situación psíquica que
fundamenta la imputabilidad, es decir su incapacidad para
comprender la significación antijurídica del acto o dejarse
determinar por ella.
Las modalidades psiquiátricas por su parte, se limitan a
atribuir a ciertos estados patológicos de alteración o de
inmadurez taxativamente enumerados la consecuencia de exclusión de
la imputabilidad. Estas fórmulas tienen como ventaja el hecho de
precisar con exactitud los casos en que la inimputabilidad debe
ser declarada; pero presentan como inconveniente la limitación
exagerada de las facultades de apreciación del juez.
Existen además, como se mencionó, las fórmulas mixtas que
constituyen una mezcla de ambos sistemas. Estos procedimientos
describen los estados que dan origen a la inimputabilidad por un
lado, y por otro, exigen al juez una investigación posterior sobre
la existencia efectiva de la limitación para comprender el actuar
propio y autodeterminarse. La aplicación de este sistema ha sido
mayoritariamente adoptada en la codificación comparada
contemporánea.
En lo referente al sistema nacional adoptado, ya nos hemos
referido al texto penal que en el artículo 10 Nº3, dispone que
previo a someter a proceso en cualquier calidad a un menor por
crimen, simple delito o falta el Juez de Menores correspondiente
debe pronunciarse acerca del discernimiento con el que el menor
hubiere actuado, si éste tiene entre dieciséis y dieciocho años de
edad, siendo menor de dieciséis es inimputable y se le tratará
como tal.
Cabe mencionar, a título meramente informativo, que en
materia civil, se recurre también al sistema de la determinación
del discernimiento en materia de responsabilidad extracontractual
cuando los hechos dañosos, sean delitos o cuasidelitos, han sido
cometidos por menores. Así el artículo 2.319 establece las reglas
sobre capacidad delictual civil, señalando que son inimputables
los dementes y los menores de siete años de edad (infantes),
respecto de los mayores de siete años y menores de dieciséis años
queda a la prudencia del juez (civil) determinar si actuaron o no
con discernimiento. Como vemos la plena capacidad se adquiere a
los dieciséis años de edad. Se observa, sin embargo, que tales
distingos no tienen la trascendencia que se les atribuye en
materia criminal puesto que por los hechos dañosos cometidos por
los menores responden siempre sus padres o las personas que los
tuvieren a su cargo.
La regla del Código Penal está contenida también en el
artículo 28 de la Ley de Menores que dispone: "Tanto el menor de
dieciséis años, como el mayor de esa edad y menor de dieciocho
años, que haya obrado sin discernimiento, que aparezcan como
inculpados de un crimen, simple delito o falta, serán juzgados por
el Juez de Letras de Menores respectivo, quien no podrá adoptar
respecto de ellos otras medidas que las establecidas en esta ley".
"La declaración previa acerca de si ha obrado o no con
discernimiento, deberá hacerla el Juez de Letras de Menores,
oyendo al Consejo Técnico de la Casa de Menores o a alguno de sus
miembros en la forma que determine el reglamento."
Como podemos advertir el contenido básico del concepto
jurídico de discernimiento se encuentra en lo psicológico, al
respecto es unánime la opinión que para delimitar técnicamente el
concepto debemos apoyarnos en la psicología para la cual la
capacidad de discernimiento, esto es, la capacidad de distinguir
el bien del mal, lo lícito de lo ilícito, es uno de los aspectos
del juicio moral maduro. Esto significa que el menor tendrá una
mayor o menor capacidad de poder comprender y determinar su
comportamiento según sea el ambiente en el cual haya nacido y
desarrollado, el grado de cultura de su familia y sus pares;
influyen además otros factores como el coeficiente intelectual, el
grado de estimulación, carga valórica de las personas que lo
rodean etcétera.
Pero en el concepto de juicio moral maduro no podemos
guiarnos o hacerlo proporcional al grado o capacidad de
conocimiento del individuo, toda vez que éste adquiere madurez
cognocitiva con mucha anterioridad a la madurez moral que es la
que le permite en definitiva encauzar su actuar en la vida social,
sólo podemos hablar entonces de juicio moral maduro, y solamente
en forma relativa, a la edad de veinticinco años como promedio en
individuos normales.
En definitiva el concepto de discernimiento tiene un carácter
complejo puesto que implica un proceso evolutivo, se trata de una
capacidad que sólo se adquiere en un momento avanzado del
desarrollo y supone además que esta adquisición tiene un carácter
de relativa permanencia en el sentido de que si el desarrollo y la
experiencia del sujeto siguen un curso normal se espera que la
capacidad de discernimiento no desaparezca después que ha sido
adquirida.59
El concepto de discernimiento, como ya hemos podido advertir,
tiene también elementos de carácter moral puesto que el sujeto con
capacidad de discernimiento debe tener también capacidad para
juzgar moralmente actos o personas y ello aun cuando no conozca
las normas represivas.
En el plano positivo el concepto de discernimiento se
entiende como una aptitud psíquica que coloca al sujeto que ha
alcanzado un cierto grado de madurez en situación de distinguir el
bien del mal, en forma más concreta, la ilicitud del hecho
delictivo, reprobado por las normas legales como punible de manera
de poder determinar la voluntad conforme a esa comprensión.
Nuestro sistema normativo establece como regla general la
inimputabilidad de los menores de edad, menores de 18 años,
excepcionalmente son imputables los mayores de 16 y menores de 18
cuando se ha determinado por el Juez de Menores que el menor
inculpado ha obrado con discernimiento.
Para proceder a esta determinación se observa un
procedimiento regulado, aunque a nuestro juicio en forma
insuficiente, tanto en la Ley de Menores como en el Código de
Procedimiento Penal. Dicha declaración puede tener su origen en la
solicitud que hace el Juez Letrado del Crimen, para lo cual coloca
al inculpado menor a disposición del Juez de Menores, cabe hacer
presente que se debe dar el tratamiento de menor a aquella persona
que manifiesta serlo mientras no se compruebe que es mayor
(artículo 1º de la Ley de Menores y 347 bis del Código de
Procedimiento Penal). El Juez de Menores puede ordenar los
informes técnicos que considere necesario, los que son
obligatorios de solicitar pero que no de estimar para el
pronunciamiento de la declaración de discernimiento, de acuerdo al
artículo 347 bis A del Código de Procedimiento Penal.
En efecto, el precepto citado señala al Juez de Menores un
plazo máximo de 15 días para pronunciarse acerca del
discernimiento, en caso de no haber recibido los informes técnicos
correspondientes, léase informe psicológico y social evacuado por
los profesionales del establecimiento en donde se encuentre
internado el menor, deberá prescindir de los mismos para efectuar
la declaración. Cabe agregar que la resolución que declara que el
inculpado actuó sin discernimiento debe ser consultada a la Corte
de Apelaciones correspondiente; dicha disposición es criticada por
considerarla contradictoria con el rol tutelar de la normativa y
del Juez de Menores y de existir consulta, para hacer congruente
59
Prieto Peralta Ana Luisa. "El Discernimiento". Trabajo
preparado para la Cátedra de Derecho de Menores en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Chile.
la norma con el espíritu del sistema, ella debería proceder en el
caso opuesto.
****
E.4) CONVENIENCIA DE LA ELIMINACION DEL TRAMITE DE DECLARACION DE
DISCERNIMIENTO.
Indiciario de lo beneficioso que puede resultar eliminar del
sistema normativo procesal penal y de menores la declaración de
discernimiento es el hecho de ser Chile uno de los pocos países en
donde todavía se encuentra vigente esta institución, en
prácticamente todo el mundo se ha suprimido y se ha optado por dos
caminos, o se ha rebajado la edad de imputabilidad o bien se ha
mantenido, como norma general en los 18 años pero se han creado
planes e infraestructura física y capacitación de personas para el
tratamiento de los menores acentuando el que se desarrolla en el
medio libre; para todo ello se ha destinado grandes cantidades de
recursos tanto en países desarrollados como del tercer mundo.
En nuestro país es manifiesta la necesidad de terminar con
este trámite y dedicar esfuerzos y recursos a la reeducación de
los menores infractores. Con el actual sistema sólo se agrava la
crisis y el drama, tenemos a la vista el patético espectáculo de
los menores recluidos en cárceles esperando la declaración de
discernimiento o como objeto de una singular medida de protección,
no es novedad que allí sólo aumentan su compromiso delictual y que
alejan definitivamente la posibilidad de reeducarse.
Claro resulta también el poco valor que se le da a la
ingerencia profesional en el procedimiento, basta leer el artículo
347 bis A del Código de Procedimiento Penal antes citado para
confirmarlo, se privilegia la celeridad del proceso por sobre la
especialidad y el rigor científico; si los informes psicológicos y
sociales no han llegado a poder del juez dentro del plazo de 15
días que tiene para resolver, simplemente debe prescindir de
ellos, la situación es elocuente, su injusticia manifiesta y la
contradicción con los principios del Derecho de Menores y de la
Convención de Derechos del Niño, absoluta.
3º SISTEMA ASISTENCIAL.
A) EVOLUCION DEL SISTEMA ASISTENCIAL.
Desde el nacimiento de nuestra República hasta 1928 el menor
se encontraba sometido a un régimen represivo dado por el Código
Penal; con la dictación de la primera Ley 4.447 de Protección de
Menores se consolida un período tutelar respecto del menor.
Las viejas leyes españolas no hacían gran diferencia en el
trato de los menores con el respectivo trato que se les daba a los
adultos. Una primera iniciativa tendiente a proteger a los menores
fue dada por un decreto en el año 1896 que creaba la Escuela
Correccional del Niño, teniendo ésta un carácter más técnico ya
que se daban normas para el tratamiento de los menores con un
carácter más benevolente.
En 1912 se dictó la Ley 2.675 sobre la infancia desvalida, en
ella se otorgaban facultades al juez para disponer que los menores
abandonados fueran puestos en establecimientos de reforma benéfica
u otro que designare el Presidente de la República; tales
establecimientos por regla general eran proveídos por la Iglesia.
En 1925 se decretó la creación de establecimientos especiales
para prevenir la delincuencia infantil, éstos eran destinados a
amparar a aquellos menores de 18 años que se encontraban en
situación de abandono físico o moral, a los que sufrieren maltrato
de parte de sus progenitores, y los que no asistieran con
regularidad a la escuela por desobediencia a sus padres o
guardadores. Se ve que con este decreto ley se empezaba a manejar
un concepto de protección del menor.
Ante la realidad existente en el país de delincuencia
infantil, de abandono de menores y todas las conductas irregulares
en torno a los niños, se hizo necesario la dictación de una ley
efectiva para la protección de menores, esta fue la Ley 4.447 que
contemplaba medidas correctivas, educativas y de rehabilitación lo
que significa no emplear el castigo, sino ver en el menor un ser
más débil que necesita de amparo y protección. También se
establecieron sanciones severas para aquellos que explotaren niños
o se valieren de ellos para cometer delitos.
Esta Ley fue decisiva para humanizar la legislación vigente
en materias relativas a menores en el orden civil, laboral, penal,
educacional y otras.
En el año 1935 se dicta la Ley sobre Abandono de Familia y
Pago de Pensiones Alimenticias, que constituye otro pilar del
sistema de proteccional del menor.
La Ley 4,447 creó la Dirección General de Protección De
Menores dependiente del Ministerio de Justicia, la que brindaba el
cuidado personal, la educación moral, intelectual y profesional de
los menores cuya atención correspondía al Estado a través de
medidas de previsión, reeducación o asistencia. También se crearon
los Juzgados de Menores, las Casas de Menores y el Politécnico
Elemental de Menores "Alcibíades Vicencio".
Respecto a los menores que actuaren sin discernimiento se le
consignaron las medidas que el juez debía aplicarles.
En 1942 las funciones de la Dirección General de Menores
fueron asignadas a la Dirección General de Protección a la
Infancia y a la Adolescencia (PROTINFA), dependiente del
Ministerio de Salubridad, Previsión y Asistencia Social. Además se
integraron los establecimientos relacionados con la atención
médica de la madre y el niño.
Esta integración surge del reconocimiento dado al principio
fundamental aprobado en el VII Congreso Panamericano del Niño
celebrado en Washington, el cual establece que es obligación del
Estado "amparar al niño en sus aspectos integrales", además de
establecer programas de acción que se preocupen tanto de la madre
como del menor sea esto en lo económico, educativo, médico, social
y jurídico, con la utilización de todos los ministerios y
servicios públicos correspondientes a dichas materias.
En cuanto a las funciones de PROTINFA estaban destinadas a la
protección y auxilio de los menores que se encontraran en estado
de situación irregular, considerándose como tales aquellos cuya
adaptación social sufriere alteraciones, se encontrare moral o
materialmente abandonado o en peligro de estarlo, o hubiere
delinquido.
Con la creación de Servicio Nacional de Salud en 1952, se
fusionaron un conjunto de instituciones, incluida PROTINFA; por lo
tanto, la entidad a cargo de los menores en situación irregular
pasó a ser una sección del Departamento de la Madre y del Niño,
desvinculándose de las autoridades superiores y haciendo
inoperantes los mecanismos concebidos.
Con el fin de superar esta deficiencia se creó por Ley Nº
16.520 de 1966, el Consejo Nacional de Menores, cuyas funciones
eran las de planificar, supervigilar, coordinar y estimular el
funcionamiento y la organización de las entidades y servicios
públicos o privados que prestasen asistencia al menor en situación
irregular.
A este Consejo se le entregaron amplias facultades respecto a
los establecimientos públicos como a las instituciones privadas
que brindaran atención a los menores.
En 1967, se dictó la Ley 16.618 que fija el texto definitivo
de la Ley de Menores. Por diversas razones funcionales y de
organización, el Consejo no fue capaz de solucionar las
deficiencias técnicasoperativas por lo que, mediante el Decreto
Ley Nº2.465 de 1979 se crea el actual Servicio Nacional de
Menores.
B) SERVICIO NACIONAL DE MENORES (SENAME).
La estructura y contenido de lo que expondremos respecto a
SENAME fue extraído de un trabajo realizado en 1991 a solicitud de
UNICEF el cual fue divulgado en su serie metodológica Nº6,
programa regional "Menores en Circunstancias Especialmente
Difíciles", donde uno de sus contenidos analiza la trayectoria del
Servicio desde su creación hasta fines de la década del 1980, y
posteriormente señala los nuevos planteamientos y programas que
desempeña actualmente y los que incluirá en su futuro.
En 1979 se crea el SENAME, organismo dependiente del
Ministerio de Justicia, encargado de ejecutar las acciones
necesarias para asistir o proteger a los menores en situación más
vulnerable y de estimular, orientar, coordinar o supervisar
técnicamente la labor que desarrollan las entidades públicas o
privadas que coadyuven con sus funciones.
Los sujetos de atención, son aquellos menores que carecen de
tuición o que, teniéndola, enfrentan graves peligros para su
desarrollo normal integral, los que presentan desajustes
conductuales y los que están en conflicto con la justicia.
Con los postulados del gobierno vigente a la época de
creación de SENAME, la acción del Servicio se basó en la premisa
que el sector privado es más eficiente que el público en la
atención de los menores en situación irregular o en circunstancias
difíciles, así el organismo traspasó todos sus centros de atención
a instituciones colaboradoras privadas, a las que en virtud de
convenios (se suscribieron 129 entre 1980 y 1989), les aseguraba
el pago de una subvención diaria, expresada en moneda de valor
constante, por menor atendido. Ello permitió expandir en un 55%
los cupos, aumento de coberturas que estuvo fuertemente
influenciado, empero, por el auge de los centros de internado, ya
que el sistema de subvención propició la creación de este tipo de
establecimientos, en desmedro de los abiertos.
B.1) PROGRAMA DE SENAME EN LOS AÑOS OCHENTA.
El programa estuvo inserto dentro de un "sistema de atención
a menor en situación irregular", conformado por tres instancias
básicas: Ministerio de Justicia, SENAME e instituciones
colaboradoras de SENAME. Las dos primeras representan el sector
público y la última son en su abrumadora mayoría (98%)
instituciones privadas.
Las instituciones del sector privado colaboran con SENAME en
virtud de la celebración de un contrato, así adquieren el estatus
de entidad colaboradora. Dicho contrato establece los derechos y
obligaciones que contrae dicha institución y las características
que tendrán los menores atendidos por ellas, además se establece
el compromiso del Servicio en cuanto a entregar un aporte en
dinero, por medio de una subvención por niño/día atendido.
Las funciones del Ministerio de Justicia son las de
planificación global del sistema asistencial de menores y de
perfeccionamiento de las normas jurídicas. SENAME a su vez es
responsable de organizar la acción técnica que deben desplegar las
instituciones a las que se le ha confiado la atención de los
menores.
La organización técnica de SENAME distingue cuatro líneas de
acción, que se encaminan al diagnóstico, la atención y el
tratamiento de las situaciones de irregularidad. Hasta 1990 estas
se traducían en catorce sistemas asistenciales o programas
sociales específicos, que regulaba el D.F.L. Nº 1.385, que
atendían a los menores de acuerdo a sus características personales
y situación de irregularidad que los afecta. Posteriormente el
sistema se flexibiliza y plantea nuevos sistemas asistenciales y
de ejecución dentro de las mismas líneas de acción.
Línea de Observación y Diagnóstico.
Esta tiene por objeto que el ingreso de los menores a
cualquiera de los sistemas asistenciales de SENAME sean acordes
con las características del menor que es el sujeto de atención.
Los sistemas asistenciales dentro de esta línea tienen por
objetivo determinar la existencia y tipo de irregularidad que
presenta el menor, sugerir a los tribunales la medida de
protección que considere más adecuada y derivar al menor según lo
resuelto por el juez.
La línea de Protección.
Es aquella que está destinada a superar la carencia o
alteración de la tuición que afecta al menor, con el fin de lograr
su reinserción social. Lo que deben pretender estos sistemas
asistenciales es lograr que prontamente el menor vuelva a su
familia o a una sustituta cuando lo anterior no fuere posible.
La línea de Rehabilitación.
Es aquella que pretende que el menor modifique las conductas
transgresoras de normas explícitas de la sociedad logrando así su
normalidad social. Estos sistemas asistenciales deberían contar
con programas que efectivamente cambien la conducta del menor y
logren a su vez la superación de la situación familiar que pudo
dar origen a las conductas desviadas del menor.
La línea de Prevención.
Es aquella llamada a otorgar un apoyo a las familias de los
menores que se encuentren en riesgo social, a fin de que queden
superadas las condiciones que pueden dar origen a situaciones de
irregularidad en tuición o conducta del niño o del adolescente.
Los sistemas asistenciales correspondientes a estas líneas de
atención deberían suministrar a las familias los elementos
necesarios para manejar y/o superar los factores condicionantes de
situaciones de irregularidad, además de otorgarle al menor las
condiciones que permitan su desarrollo personal acorde con sus
características.
Las otras funciones que se le asigna al Servicio son las de
carácter técnico, consistentes en dictar todas aquellas normas
necesarias para cada uno de los sistemas asistenciales; asesorar y
supervisar las labores que desempeñan las instituciones
colaboradoras; efectuar los estudios para brindar la mejor
atención a los menores.
A Marzo de 1990, existían 129 instituciones colaboradoras de
SENAME, las cuales administraban 530 establecimientos a lo largo
del país, entregando atención a unos 48.000 niños y jóvenes de
entre cero y veintiún años de edad en once sistemas asistenciales.
Las regiones Metropolitana, V y VIII agrupan dos tercios de
los menores atendidos, el tercio restante se distribuyen en otras
diez regiones, siendo, las más significativas las regiones VII,
IX, X que en conjunto agrupan el 19% de los menores.
Se ve que en casi todas las regiones la mayor proporción de
menores se concentra en el Sistema de Protección Simple
Internado, lo que demuestra la inexistencia de otras alternativas
de protección, por ejemplo la Colocación Familiar sólo opera en
dos regiones que son la Metropolitana y la VII, atendiendo sólo al
1% de los menores de la red nacional.
Se ve claramente la concentración de menores en el régimen de
Internado, que se vió favorecida por el hecho de que los sistemas
de atención diurna que absorben un tercio de la población de la
red asistencial, no son un medio ni un apoyo eficaz para las
familias necesitadas. Estos han sido de escaso número y con gran
rigidez en su atención para absorber los menores cuyas causales de
internación podrían ser atendidas en un sistema diurno. Estos
centros de atención diurna funcionan en horarios limitados, con
escasa participación de la familia y de la comunidad, contando con
recursos insuficientes para la aplicación de programas integrales.
El Sistema de Rehabilitación Conductual, que es tratado en
los Sistema de Internado, Diurno y Libertad Vigilada atiende un 6%
de la totalidad de los menores de la red asistencial.
El Sistema de Libertad Vigilada se encuentra presente en ocho
regiones del país y su significación en cada una de ellas varía
entre un 4 y un 7% de los menores atendidos, con excepción en la
VIII región en la que absorbe un poco más del 1% y en la XII
región donde llega a un 17%.
En lo relativo a la rehabilitación conductual ejercida por
los internados, los centros existentes en siete de las regiones,
albergan un 2% del total nacional no superando en ninguna de las
regiones más del 4%.
El hecho es, que los programas de rehabilitación conductual
no son capaces de cubrir todas las necesidades existentes, más aún
cuando en las cárceles se encuentran jóvenes subvencionados por
SENAME; sin embargo el Sistema de Rehabilitación Conductual
muestra una ventaja por sobre el Sistema de Protección, ya que ese
privilegia los programas abiertos como son los de Libertad
Vigilada y Atención Diurna que agrupan una mayor cantidad de
jóvenes que los centros cerrados (3,6 y 2,2% respecto del total
atendido, respectivamente); comparando las cifras tenemos que en
el Sistema de Rehabilitación Conductual el 62% de los jóvenes se
ve sometido a Libertad Vigilada y Rehabilitación Diurna y que en
el Sistema de Protección la Colocación Familiar representa apenas
el 9% del total atendido en este Sistema.
En relación a lo señalado el 80% de las instituciones
colaboradoras del SENAME están orientadas a Sistemas de
Internados, en efecto, tres cuartas partes de los centros del país
( protección simple, de deficientes leves y moderados, de
deficientes profundos, de observación y diagnóstico, de
rehabilitación conductual y de detención carcelaria ), atienden
bajo formas de internación.
B.1.a) EVALUACION GLOBAL DEL PROGRAMA DE LOS OCHENTA.
La creación de SENAME, que surge de la necesidad de corregir
las deficiencias que contenían los programas aplicados antes de
1980, transforma radicalmente los sistemas de atención a menores
en situación irregular.
Se destacan como limitaciones:
Insuficiencia de cobertura asistencial;
alto número de menores recluidos en recintos penitenciarios;
escasez de recursos;
reducido logro de objetivos asistenciales, en cuanto la
modificación de las causales de ingreso de los menores a la
red asistencial;
deficiencias de mantención y equipamiento de los inmuebles de
atención a los menores.
La pregunta que se planteó es si al cabo de diez años se han
corregido las deficiencias atribuidas a los programas anteriores y
logrado mayor cobertura, más financiamiento y avances técnicos.
En cuanto a la cobertura ésta aumentó en un 55% entre 1979 y
1989, pero este resultado se logró por la proliferación de centros
de internados, al punto que en 1989 el 63% de los niños era
atendido en estos establecimientos, ya que numerosos menores que
necesitaban de un programa diurno de carácter preventivo fueron
colocados en internados lo que significa mayores costos, un
desarraigo con la familia y del entorno.
En cuanto a los requerimientos de los menores que ingresan al
sistema se encuentran algunos datos útiles. Así alrededor del 15%
de los menores permanece entre dos y cinco años en los
establecimientos en tanto que otro 23% se queda por un período
mayor.
El 40% de los menores salen antes del año de permanencia, lo
que significa que hay pocas posibilidades que hayan tenido
solución los problemas que motivaron el ingreso del menor. Algunos
de los datos proporcionados por las instituciones señalan que el
30% de los menores hace abandono del internado por la solución de
sus problemas que fueron motivo de su ingreso, mientras que el 70%
restante de menores que han ingresado dejan los establecimientos,
interrumpiendo el tratamiento por determinación del tribunal o
fuga. Además se tiene una insuficiencia de programas de
tratamiento diseñados para la solución de problemas específicos
que presenten los menores, con una escasa capacitación de personal
a cargo de estos menores, dejando en precarias condiciones la
atención brindada a éstos en los centros asistenciales, todo esto
tiene relación con la escasez de recursos financieros y el
deterioro sufrido por la subvención entregada por SENAME.
EL 92% de los menores que se encuentra en Protección Simple y
el 75% de los que están en Rehabilitación Conductual vuelven a sus
hogares una vez finalizado su período de internado, el problema
que se plantea es que con el único que se ha trabajado es con el
menor y éste deberá regresar a una familia con la cual no se ha
aplicado ningún programa o tratamiento de rehabilitación lo que
provocará problemas de desajustes entre el menor y su familia ya
que las condiciones de ésta no han cambiado o se han agravado.
Se estima que un 30% de los menores que egresa vuelve a
ingresar, el reingreso está constituido por los que egresan por
interrupción del tratamiento o por determinación del tribunal.
En cuanto a los que reingresan al Sistema de Rehabilitación
Conductual un 24% había estado antes en un Sistema de Protección
(internado), y un 6% había estado en prevención, por lo tanto un
30% de los reingresos al Sistema de Rehabilitación Conductual
vienen con un deterioro de la situación por la cual habían sido
atendidos en el sistema asistencial del SENAME.
El hecho de que la política aplicada por SENAME en los
ochenta impidiera que éste pudiera administrar directamente los
establecimientos destinados a la rehabilitación conductual grave,
contribuyó a que los Jueces de Menores se vieran obligados a
enviar menores a recintos carcelarios. Además ha sido escasa la
fiscalización de SENAME a las instituciones colaboradoras por no
contar con la dotación de personal necesaria y tampoco con los
recursos económicos que le permitieran ejercer dicha función.
A pesar de todo lo dicho hubo avances que son necesarios de
destacar. Uno es que la acción dispersa que daba el Estado a los
menores en situación irregular hasta 1979 fue canalizada con la
creación de programas fundados en normas técnicas, dejando de lado
el criterio de beneficencia pasando a uno que implica un
desarrollo social. Así se definió con claridad el sujeto de
atención del Servicio y se dictaron por primera vez normas con un
exclusivo carácter técnico que tuvieron como objetivo organizar la
red asistencial orientándola preferentemente para el apoyo a los
Tribunales de Menores. Además se optimizó la administración de los
recursos disponibles haciendo más efectiva la cobertura.
La creación de direcciones regionales permitió descentralizar
territorialmente el Servicio y darle a aquellas las funciones de
fiscalización y supervisión de los establecimientos asistenciales
haciendo más amplia la respuesta a la demanda social.
B.2) LA NUEVA POLITICA DE SENAME.
Ante la realidad existente el SENAME se planteó la necesidad
de realizar cambios en su política asistencial, en efecto a través
del Ministerio de Justicia a empezado a impulsar su nueva política
para el sector que se funda en el respeto irrestricto por el niño
y sus derechos, y una coordinación entre el Estado y la comunidad
para el apoyo de los sectores más necesitados.
Se considera que la familia es el entorno más óptimo para el
desarrollo del menor pasando por ende la familia a ser sujeto de
atención para la prevención y recuperación de las deficiencias.
Las principales líneas de política son:
Mejorar los servicios prestados en las áreas de Rehabilitación
Conductual y de Observación y Diagnóstico. Dada la alta cantidad
de jóvenes con graves alteraciones de conducta, aumentando la
cobertura y reorganizando los programas existentes. Los criterios
utilizados se entienden sobre la base de los casos recibidos por
los Juzgados de Menores, la demanda existente para internación y
atención en medio abierto buscando la cobertura más idónea para
dichos casos, complementando el Sistema de Internado con
alternativas aplicables en medio libre. Se pretende privilegiar
los Sistemas de Libertad Vigilada, Libertad Asistida,
Rehabilitación Diurna y programas comunitarios. También se
pretende ampliar el Sistema de Diagnóstico Ambulatorio, como una
alternativa al internado, cuando éste no sea imprescindible. Se
pretende también la adecuación de los sistemas administrativos
dependiendo del tipo de establecimiento.
Coordinar la participación entre el SERVICIO, las instituciones
colaboradoras, los Jueces de Menores, otros organismos públicos,
las organizaciones no gubernamentales y la comunidad. Para
integrar los esfuerzos y los recursos en la atención de menores.
Facilitar los intercambios para obtener respuestas novedosas y
creativas a los problemas de los menores, considerando su
individualidad y entorno familiar en un proceso dinámico que evite
en lo posible la aplicación de programas estandarizados.
1º Asegurar que exista un monto variable para la ejecución de
proyectos que permitan complementar la asesoría técnica del
Servicio y estrategias de trabajo.
2º Tener recursos para ejecutar la administración directa de
establecimientos asistenciales cuando ello sea procedente.
b) Modificar el régimen de subvenciones del SENAME D.L. Nº 1.385
de 1981. Esto contempla la modificación del régimen de
financiamiento de la red asistencial, con el fin de modificar el
actual, basado en menor día/atendido, haciéndolo más flexible para
poder cubrir otras línea de trabajo que no impliquen sólo la
internación del menor.
c) Modificar la Ley de Adopción de Menores, ley Nº 18.703. lo que
se trata de lograr con esta modificación es tipificar como delito
el tráfico de menores y entregarle al Servicio facultades para
fiscalizar la transparencia del proceso previo a la intervención
judicial en la salida de menores para su adopción en el
extranjero, asimismo se trata de privilegiar la adopción de
menores por parte de familias chilenas.
B.2.a) AVANCES INICIALES.
Para dar un impulso a estos cambios el Servicio ha
reorganizado su estructura interna creándose la Subdirección de
Planificación y Coordinación Técnica cuya función es encargarse de
la elaboración de un programa de trabajo en estrecha coordinación
con las Direcciones Regionales, las cuales constan actualmente con
un encargado de proyectos.
En cuanto a la Dirección Nacional se reforzó la Unidad de
Adopciones, además se han reenfocado los Departamentos Jurídicos y
de Finanzas para que se adapten al rol más activo que ha adoptado
el Servicio que va más haya de las funciones normativas y
fiscalizadoras desempeñadas hasta comienzos de 1990. Estos
departamentos han creado un nuevo "ítem", llamado "proyectos" para
efectuar traspasos de recursos desde el sector privado a través
del cual se han podido financiar los nuevos programas.
El SENAME en su nueva política se fijo un plazo de cuatro
años cuyas prioridades son las siguientes:
Reorganizar los Sistemas de Prevención, otorgándoles un enfoque
comunitario; crear nuevas formas de atención, contando con
participación familiar y comunitaria, que sean alternativas de la
internación, con un más bajo costo y cobertura amplia; reorganizar
el Sistema de Rehabilitación Conductual logrando la erradicación
de los menores de las cárceles fomentando los sistemas abiertos de
rehabilitación. Para todo esto el Servicio se ha propuesto llevar
a cabo los proyectos adecuados para el egreso de los menores de
los internados y lograr poner en práctica los nuevos programas de
tratamiento.
C) INSTITUCIONES COLABORADORAS.
C.1) CARACTERISTICAS.
Como característica principal encontramos que el 98%
pertenece al sector privado, un grupo importante es administrado
por congregaciones religiosas, y otras tantas pertenecen al sector
laico.
Casi un tercio de los centros atiende más de 100 menores, de
los cuales el 8% tiene más de 200 plazas, el otro tercio atiende
entre 51 y 100 niños, el resto concentra hasta 50 menores.
C.1.a) LOS CENTROS DE INTERNADO.
Los datos muestran que los centros de internado del país en
los Sistemas de Protección Simple, Rehabilitación Conductual,
Observación y Diagnóstico y Recintos Carcelarios el 51,3% o sea
más de la mitad atiende hasta 50 niños, lo que podría significar
que en estos centros se da una atención más personalizada, pero
esto no es así, ya que la organización que tienen estos
establecimientos no lo permite. Por otro lado tenemos que un 48,6%
de los centros de internado atienden más de 50 niños lo que
imposibilita la aplicación de programas personalizados de atención
aunque algunos de ellos tengan una organización dada por pequeños
hogares o grupos ya que se conserva la característica de centro
masivo.
En cuanto a la propiedad de los inmuebles donde funcionan los
establecimientos casi los dos tercios son de propiedad de las
instituciones que los administran; el resto es tenido en comodato,
concesión de uso, destinados o comprados con fondos sociales,
pertenecen al Estado y se han traspasado en alguna de estas formas
a las instituciones privadas. Por lo tanto se puede decir que el
95% de los casos encontramos estabilidad en cuanto a la
pertenencia de los inmuebles. En cuanto a los inmuebles arrendados
la situación es difícil ya que a más de ser inestable la renta
debe ser pagada con cargo a la subvención estatal lo que significa
una disminución de los recursos destinados a la atención de los
menores.
Se sabe que alrededor de un 36% de los centros se encuentra
en mal estado de conservación, cifra que puede aumentar en razón
de aquellos establecimientos en que no se pudo obtener
información. En cuanto aquellos que declaran estar en regular
estado, alrededor de la cuarta parte requiere reparaciones en su
infraestructura en algunos casos con urgencia sobre todo por la
propia seguridad personal de los menores.
De estos centros un 70% se encuentra ubicado en áreas urbanas
u suburbanas, lo que permite el acceso de los menores a los
centros de educación y de salud.
En cuanto a la atención que suministran estos centros
tenemos:
Centros de Observación y Diagnóstico, (COD.).
Estos son establecimientos con régimen de internado que
tienen por objeto el diagnóstico y evaluación de los menores que
requieran de asistencia y protección o que se encuentren en
conflicto con la justicia. Ocurre en estos centros, que menos de
la mitad de los menores egresa de ellos antes de los tres meses,
tiempo insuficiente para efectuar un diagnóstico de su situación y
proponer una derivación. Además por la demora en estos trámites
hace que más de la mitad de los casos (el 12% se queda más de un
año), implica una permanencia superior a las establecidas por
normas técnicas del Servicio en establecimientos concebidos como
transitorios. La lentitud que se observa dice relación con la
existencia de centros de rehabilitación conductual y de protección
simple que son discriminatorios en aceptar menores con retraso
pedagógico, problemas conductuales graves, nivel intelectual
limítrofe y otras anomalías que son típicas en darse entre menores
en situación irregular.
Sólo parcialmente estos centros satisfacen las necesidades
básicas de los menores sean estas alimentación, vestuario,
educación y salud lo que demuestra las condiciones inadecuadas o
precaria de vida. Los programas técnicos utilizados en los menores
son de una escasa relevancia en su rehabilitación estando la
mayoría del tiempo viendo televisión. Las actividades deportivas y
recreativas que podrían formar parte de la formación que se le
intenta dar al menor, se hacen en forma esporádica, algunos aluden
al hecho de que al efectuar estas prácticas se pueden desencadenar
peleas entre los menores.
Se advierte que no hay iniciativas para propender a la
incorporación de la comunidad a los programas realizados con los
menores, aunque los centros señalan que realizan esfuerzos en tal
sentido pero en la práctica se traduce en cooperación dadas por la
comunidad a través de aportes y donaciones ocasionales.
En estos centros los programas educacionales son
prácticamente inexistentes, sólo el 50% posee una escuela en su
interior, además son escasos los centros que cuentan con un
profesor que se preocupe de esa actividad, menos del 30% de los
menores concurre a estudiar a algún establecimiento educacional
del sector. En cuanto a tener talleres de capacitación laboral
sólo cuentan con ellos el 25% de estos centros pero en realidad se
trata de talleres prelaborales.
Todo esto se asocia a la escasa preparación con que cuenta el
personal que atiende a los menores y gran falta de profesionales
además de una gran rotación de estos por las escasas
remuneraciones e insatisfacción labora, aunque en algunos centros
se hagan esfuerzos en la capacitación del personal estos no son
bien aprovechados por la alta rotación del personal.
Las estadísticas muestran que las familias de los menores los
visitan al menos quincenalmente, el 87% de los menores visita a su
familia al menos una vez al mes, aunque uno de cada seis menores
no entrega información acerca de la frecuencia con que lo hace.
Se ve claramente la renuencia de los Jueces de Menores de
enviar jóvenes con problemas conductuales a los centros de
observación y diagnóstico por el elevado índice de fugas, motines
y agresiones que se registran.
Las instituciones encargadas de la administración de estos
centros carecen de experiencia en la atención de menores ya que su
creación data de 1986 por lo tanto se han visto sobrepasada en el
manejo técnico de los centros y más aún ante los problemas
conductuales que presentan estos menores. Como otro síntoma de mal
funcionamiento de la red asistencia algunos menores que requieren
ser derivados a centros de rehabilitación conductual no son
aceptados en estos centros especializados, debiendo permanecer
largos períodos en los COD. De ello es, que muchas veces los
Jueces de Menores prefieran enviarlos directamente a
establecimientos dependientes de gendarmería, de allí el aumento
del ingreso de jóvenes a los recintos carcelarios.
Los COD, se financian casi exclusivamente con la subvención
diaria que entrega SENAME, lo que ha contribuido a hacer más lento
la derivación de menores ya que si egresan más menores de estos
centros de los que ingresa disminuye el aporte de las
subvenciones.
Centros de Protección Simple, (CPS.).
Estos son los establecimientos destinados a atender a los
menores que carecen de tuición o cuyos padres o tutores presentan
graves impedimentos para ejercerla adecuadamente, éstos brindan
una atención en un sistema semiabierto en el cual se atiende entre
20 y más niños. Sus fines es sustituir a la familia cuando ésta no
es capaz de brindar los cuidados necesarios, velar por el adecuado
desarrollo del niño y joven sea esta físico o psicológico.
Estos centro de atención simple son unos de los sistemas de
atención más antiguos del mundo y son los que alcanzan una mayor
cobertura asistencial alrededor del 56%.
La trayectoria que presentan estos centros se ha mostrado por
regla general como eficiente, pero se ve que muchos de los
convenios firmados con SENAME contienen discriminación en cuanto a
los menores que van a ser admitidos en ellos, no aceptando a niños
mayores de 14 años, por los problemas conductuales que estos
pueden llegar a presentar, asimismo se niega la entrada a aquellos
menores que presenten un coeficiente intelectual limítrofe o
normal lento.
En cuanto a los programas técnicos que realizan dependen
directamente de calidad de recursos humanos y económicos
disponibles. Son pocas las instituciones que constan con recursos
propios o de aportes que sean adicionales a los entregados por
SENAME. Los programas que contemplan la participación de la
comunidad se traducen en solicitud de ayuda en fechas
determinadas.
Siendo el programa más importante para los menores el
concerniente a las relaciones con su familia, ya que la principal
causal de ingreso a estos centros se produce por los problemas que
suceden en el hogar, pero son escasas las instituciones que
realizan programas de trabajo social con la familia de los menores
que fortalezca el acercamiento entre el menor y su familia y que
los ayude a su egreso. Muchos declaran que la falta de estos
programas se debe a la escasez de recursos, pero además hay que
destacar que muchas instituciones no lo realizan por considerar
que la labor es inútil, ya que la crisis que las afecta es muy
profunda y por eso la causa de ser internados los menores.
Sólo en 1989 con la Primera Jornada Nacional sobre
Estrategias de Intervención en Familias de Alto Riesgo Social, que
contó con el apoyo de UNICEF, SENAME se dispuso a entregar
orientación y apoyo para la aplicación de programas destinados a
la real integración de el menor con su familia.
El 96% de estos establecimientos informa que los niños
visitan a sus familias por lo menos una vez al mes.
En cuanto al hecho de contar con escuelas el 85% de los
centros carece de escuelas en su interior, por lo tanto los
menores asisten a las escuelas y liceos del sector, lo que como
hemos visto se considera positivo para la integración de los
menores a la comunidad. Un octavo de los centros cuenta con
escuela propia que en muchos casos es abierta para otros niños de
la comunidad lo que también se muestra positivo para la
integración social de los menores.
Se da que algunos de estos centros se encuentran lejos de las
grandes ciudades lo que imposibilita la asistencia de los menores
a cursos de capacitación. Además hay que tener en cuenta que los
requisitos exigidos y los costos de los cursos dados por estos
Centros de Formación Técnica o Institutos Profesionales, marginan
a los menores. Dos quintos de los centros cuentan con talleres de
capacitación por lo general en corte y confección, cocina,
carpintería, pero por lo general son talleres prevocacionales o
prelaborales que no le entregan realmente al menor una
capacitación eficaz.
En cuanto a los recursos humanos estos centros enfrentan los
mismos problemas que los COD. Se advierte la insuficiencia de
profesionales y la rotativa constante del personal por las bajas
remuneraciones, la poca capacitación y perfeccionamiento del
personal.
Centros de Rehabilitación Conductual, (CRC.).
Hay quince centro de este tipo en el país con modalidad de
internado, estos brindan por resolución judicial un tratamiento
reeducativo a menores inimputables, que presentan conflicto con la
justicia o desajustes conductuales severos. Lo que pretenden es
entregarles a los menores lo necesario para que logren la
modificación de sus conductas o comportamientos desviados. En
casos calificados es positivo el trabajo con la familia para la
readaptación del menor.
También estos centros en un principio estuvieron a cargo del
Servicio pasando con posterioridad a manos privadas, éstos también
tienden a poner barreras para el ingreso de jóvenes con alto
compromiso delictual, quienes por lo tanto deben permanecer en los
COD por largo tiempo o ser enviados a los recintos carcelarios.
Muchos de estos CRC, presentan un incumplimiento con los
fines propios de estos centros, sobre todo los de la Región
Metropolitana, como consecuencia de la inexistencia de programas
efectivos para la rehabilitación de los menores, producto de la
insuficiencia de recursos y de personal capacitado. Esto se ve
claramente en el bajo grado de satisfacción que hay de las
necesidades básicas de los menores como son: la alimentación,
vestuario, salud y medioambientales. En lo relativo a la
capacitación laboral que tienen los centros y que constituye un
gran mecanismo de rehabilitación, el 80% de éstos cuenta con
talleres de capacitación que son por lo general de herrería,
carpintería, mecánica y otros; el equipamiento para impartir los
cursos es deficiente no logrando dar una buena capacitación,
además no responden a un programa bien estructurado. También hay
carencias en cuanto a la aplicación de programas de formación
psicosocial para lograr en el menor su reintegración en la
comunidad y el buen desempeño de un oficio.
Las declaraciones muestran que el 53% de los centros constan
de escuelas en su interior lo que se hace positivo si la
localización del centro es retirada de las grandes ciudades. el
80% dice tener programas de participación de la comunidad, que en
realidad se traduce en ayudas esporádicas.
Los trabajos que se realizan con la familia son de escasa
cobertura y muy poco profundos. Aunque muchas veces los menores
son enviados a centros distantes de su ciudad de origen. Muchos
son visitados por su familia y a su vez casi todos los menores
visitan su familia.
En lo referente a la capacitación del personal y número de
profesionales que trabaja con estos jóvenes se da lo mismo dicho
respecto a los COD y CPS.
Centros Carcelarios.
Numerosos jóvenes son enviados a recintos carcelarios como
cifras tenemos, que en 1989 ingresaron al Centro de Detención
Preventiva de Puente Alto más del 40% de los 8.400 menores que
fueron recluidos, siendo este recinto penal diseñado
arquitectónica y técnicamente, para la reclusión de adultos; esta
misma situación se ve en los otros centros de reclusión del país a
los cuales son enviados menores. Las condiciones que presentan
estos centros son deprimentes y poco rehabilitadores para la
reinserción social, aun cuando en muchas regiones se haya tratado
de mejorarlas y hacer gran diferenciación con la parte del recinto
destinada a los adultos.
La aplicación de programas técnicos a los menores es escasa,
aunque se informa que el 45% posee talleres de capacitación,
siendo estos artesanales o prevocacionales, por lo tanto no son
capaces de lograr el entrenamiento óptimo para que el joven
desempeñe un oficio.
Una situación que entorpece notablemente la aplicación de
estos talleres, es el horario que tienen los menores dentro del
recinto, el cual es idéntico al de los adultos. Por lo tanto los
jóvenes pasan más de la mitad del día encerrados en sus
dormitorios, ya que deben recogerse ante de las seis de la tarde,
hora en la cual la mayoría de los gendarmes pone término a su
jornada de trabajo lo que facilita el surgimiento de conductas y
valores desviados propios de una subcultura carcelaria haciendo
que el menor se identifique con ella y la comparta como forma de
lograr la integración y acogida de los demás menores recluidos.
La permanencia de menores en recintos carcelarios muestra la
ineficiencia de los centros de rehabilitación conductuales y de la
falta de aplicación de programas verdaderamente eficaces para la
reintegración social.
D) MEDIDAS ASISTENCIALES.
D.1) LIBERTAD VIGILADA.
Es una medida de tratamiento en medio abierto, aplicable por
resolución judicial a los menores inimputables que han cometido
una infracción a la ley, o que presentan graves problemas
conductuales60. Es una medida alternativa a la internación,
60
SENAME. "Normas Básicas Para la Atención de Menores en el
entendida como un proceso reeducativo y terapéutico tendiente a
inducir cambios en la conducta social del menor, logrando su
adaptación y rehabilitación a través de un vínculo personal con un
delegado de libertad vigilada.
D.1.a) OBJETIVOS.
Sus objetivos son otorgar al menor un tratamiento
reeducativo, el cual es realizado en su propio medio natural,
dándole las condiciones necesarias para facilitar su adecuada
reinserción social.61
D.1.b) CARACTERISTICAS.
Las características más sobresalientes son las siguientes:
Forma de tratamiento en un medio abierto;
libertad al menor de la acción continua de especialistas y
funcionarios;
no es medida rígida;
es una forma de protección que permite la intervención de la
sociedad;
pone en juego el interés de la familia en el tratamiento del
menor;
permite al juez seguir de cerca la evolución de cada caso;
utiliza personal de evidente vocación hacia los problemas
juveniles.
D.1.c) ACCIONES ESPECIFICAS QUE EJERCEN LOS DELEGADOS.
Estas son las siguientes:
Unas son ejercidas sobre la familia del menor, que consisten en
tomar conocimiento de las deficiencias en la dinámica y relaciones
familiares y establecer los medios para superarlas.
Otras son ejercidas sobre el medio escolar procurando obtener la
colaboración del maestro, y si es necesario lograr el cambio de
establecimiento del menor.
En cuanto al medio recreativo del menor, debe procurar en forma
inteligente la sustitución de aquellas amistades que sean
negativas, por aquellas que hagan más fácil la reeducación del
menor.62
Sistema de Libertad Vigilada". 1982.
61
Ibídem. N.P.P. Nº 44.
62
Biava Nass Sergio y Ocharan T. Verónica. "Aplicación de
D.1.d) FUNCIONES.63
Se trata de producir un cambio en los comportamientos y
conductas del menor que sean contrarios a las normas y valores
preestablecidos en la sociedad, de manera que tenga un aprendizaje
de éstos para su desenvolvimiento normal en el medio social.
Se deben crear todas las condiciones necesarias para que el
menor se reintegre a la sociedad, estas son las relativas a la
educación, salud, capacitación y recreación.
Lograr el interés de las instituciones, tanto públicas como
privadas, en el desarrollo de los programas de rehabilitación y
prevención de las conductas antisociales del menor; pudiendo
extender esta rehabilitación al medio comunitario, creando
situaciones que permitan la participación del menor en su
comunidad, haciendo posible el surgimiento de líderes que
proyecten conductas positivas.
Hacer participar a la familia en los tratamientos que se le
han implantado al menor, haciendo entender que su participación es
indispensable para la reeducación del menor.
Se deben coordinar acciones con los organismos policiales,
para evitar las detenciones por simple sospecha del menor mientras
éste esté en tratamiento; de esta manera se previene al menor de
las consecuencias psíquicas y apremios físicos, provocando en él
una mayor confianza y credibilidad en el tratamiento.
Recopilar la información recogida en el seguimiento de cada
caso que se ha atendido, permitiendo así la evaluación del
programa, viendo sus avances y plantear las reformulaciones
necesarias.
Informar al tribunal sobre los avances del tratamiento en
cada caso en los plazos que éste señale y sobre las materias que
lo solicite. Así mismo, deben cumplir con las normas sobre
organización, funcionamiento, control, evaluación y entrega de
información sobre el sistema que imparta el Servicio.
Brindar la capacitación especializada y perfeccionamiento
permanente del personal que trabaja en este Sistema con lo cual se
aseguran los objetivos propuestos.
D.1.e) CARACTERISTICAS DE LOS MENORES SUJETOS A ESTE SISTEMA.64
Métodos Cuantitativos para Determinar la Probabilidad de Exito del
Sistema de Libertad Vigilada". Universidad de Chile, Facultad de
Ciencias Físicas y Matemáticas, Departamento de Industrias, 29 de
Diciembre, 1980.
63
Ibídem. N.P.P. Nº 44.
64
Ibídem. N.P.P. Nº 44.
cometido infracción a la ley o presenten graves problemas
conductuales, los que en todo caso deberán ser compatibles con un
tratamiento en medio libre.
2º También se refiere a mayores de 16 y menores de 18 años de edad
que han cometido hechos constitutivos de crimen, simple delito o
falta y que han sido declarados sin discernimiento por el Juez de
Menores.
3º Deben ser menores que cuenten a lo menos con una persona que se
haga cargo de él frente al tribunal, y que sea capaz de colaborar
con los objetivos del tratamiento.
Algunas de las características que debe poseer la persona a
cargo del menor:
Residencia estable en el área que cubre el sistema;
capacidad para desempeñar un oficio remunerado, aun cuando en el
momento de la incorporación del menor al sistema se encuentre
cesante;
ausencia de patologías psiquiátricas (incluido el alcoholismo),
que constituyen causal de inhabilidad mental;
ausencia de características conductuales que impliquen un
peligro físico o moral para el menor (lesiones corporales, robo,
tráfico de drogas, incesto o prostitución);
capacidad e interés mínimo para colaborar en el tratamiento del
menor.
4º La atención se brindará a menores con nivel intelectual desde
limítrofe a superior (C.I. de 70 o superior), y que no presenten
causal de inhabilidad mental, los menores que presenten subnormal
leve o moderada deberán ser atendidos en centros cerrados y su
incorporación a la Libertad Vigilada dependerá del pronóstico que
se realice después de un período prudente de internación.
5º Tanto como la salud física y psíquica deberá ser
compatible con las acciones de tratamiento en medio abierto, se
consideran que son compatibles con el tratamiento las siguientes
casos:
Retrasos específicos del desarrollo que no estén asociados a
alteraciones neuropsiquiátricas de gravedad (retraso escolar,
trastorno del aprendizaje, habla y lenguaje, retardo motor,
etcétera.);
disfunción cerebral mínima;
alteraciones sensoriales parciales da la visión y audición,
defectos motores y otros defectos que no incapaciten al menor para
valerse por sí mismo;
epilepsias en tratamiento.
6º Se debe tratar de menores con domicilio conocido en el área que
cubre el sistema.
D.2.a) AMBITO DE EJECUCION.
El programa debe ser realizado en el ámbito de una comunidad
local específica y con peculiaridades geográficas, sociales,
económica y culturales. Este programa pretende hacer un aporte a
los procesos de desarrollo local, como por ejemplo: participar en
la elaboración de diagnósticos, contribuyendo a la formación de
redes institucionales en el área de la juventud y salud mental,
apoyando alternativas locales y comunitarias de coordinación y
participación. El DLA. desarrolla su labor en un ámbito denominado
"módulo local", con 20 a 25 casos radicados en ese espacio que
consta de 10 a 12 cuadras, de esta manera procura tener un
contacto permanente con los casos que debe atender; así logra
conocer mejor la dinámica social particular, pudiendo
familiarizarse con el espacio local como un vecino más viviendo o
detectando cuestiones que no son posibles de ver para un
observador de tránsito; le da la posibilidad de legitimarse como
un recurso comunitario, como un nexo, para el habitante del
sector.65
65
Muñoz Méndez Mario. "Libertad Asistida una Alternativa en
Medio Libre". Junio, 1991.
D.2.b) SUJETO DE ATENCION.
El sujeto de atención en este sistema, es la unidad menor
familia; se supone básicamente que el origen de los problemas
conductuales o de adaptación que presenta el menor provienen de la
dinámica que mantiene la respectiva familia, por lo tanto, elabora
una hipótesis familiar donde muestra los problemas y carencias de
ésta; teniendo presente que la familia es considerada un medio
abierto sometido a demandas constantes de adaptación interna como
externa.66
El rol que cumplen los padres o personas a cargo del menor es
de vital importancia debiendo el delegado insistir en que éstos
asuman la situación de su hijo o hijos, sin que se debilite su rol
natural.
La relación existente entre el menor y el DLA. debe ser
consistente y estable, la metodología básica utilizada es la
reflexión o interlocución crítica. Se mantiene una constante
conversación con el menor para lograr reflejar su propia situación
vital, se le reencuadran ideas o percepciones acerca de sí mismo y
de su familia, el proceso es autodefinido y autogenerado con el
menor y su familia, es un proceso individualizado ya que no todos
los menores enfrentarán las mismas etapas o situaciones. La
orientación y desarrollo de cada programa depende de cada caso
específico de inserción social.
El programa no se desarrolla dentro de actividades grupales
exclusivas para menores asignados al sistema, sino que se realizan
estas actividades con el menor dentro de grupos naturales
adecuados con participación mixta con jóvenes no asignados al
sistema.
Cuando el DLA. se ve sobrepasado en su labor profesional
cuenta con el apoyo de otros profesionales; el cual puede ser
brindado a través de reuniones técnicas para así obtener
perspectivas interdisciplinarias. En los DLA. encontramos
antropólogos, asistentes sociales, psicólogos, terapeutas
familiares; se puede encontrar asistencia de instituciones locales
como de psiquiatría, terapeutas familiares.
D.2.c) DATOS ESTADISTICOS DEL SISTEMA 1991.67
COMPARACION DE JÓVENES
EDAD SEXO
1213 años 9,0% Masculino 85%
1415 " 27,5% Femenino 15%
EDAD
66
Ibíden. N.P.P. Nº 49.
67
Fuente: Informe SENAME, Ministerio de Justicia, República
de Chile. 1991.
1617 " 49,5%
18 " 14,0%
MATERIA
Delitos contra la propiedad 58,3%
Delitos contra las personas 4,9%
Delitos sexuales 6,9%
Abandono de hogar 4,9%
Mala conducta 16,7%
Drogas y Alcohol 3,5%
Otros 4,8%
ESTUDIAN TRABAJAN
1 a 4 año básico 1,4% Ocasional 18,0%
5 a 8 " " 14,4% Estable 12,0%
Ed. Media 11,8%
Otros 2,4%
D.3) COLOCACION FAMILIAR.
"Es una medida proteccional, que consiste en incorporar en un
hogar sustituto a un menor que carece de tuición o cuyos padres o
tutores presentan graves impedimentos para ejercerla
adecuadamente".68
Este sistema presenta dos niveles operativo; uno consiste en
un nivel centralizado, el cual esta integrado por un equipo
técnico interdisciplinario y personal administrativo; el otro esta
formado por los hogares sustitutos o de colocación familiar, en
los cuales se le debe brindar la atención necesaria para los
beneficiarios de este sistema, a cargo de estos encontramos una
guardadora.
D.3.a) OBJETIVOS.
Los objetivos que tiene este sistema asistencial son el
proporcionar al menor un hogar sustituto propicio para su
desarrollo normal integral.
D.3.b) FUNCIONES QUE SE CUMPLEN EN ESTE SISTEMA.69
1º Estudiar y seleccionar las familias interesadas en ingresar a
este sistema, de acuerdo a pautas preestablecidas y a la normativa
dada por SENAME.
68
SENAME. Normas básicas. "Sistema de Colocación Familiar".
Santiago, 7 de Junio de 1982.
69
Ibídem. N.P.P. Nº 52.
2º Capacitar inicialmente a las familias seleccionadas y en forma
permanente a las guardadoras que estén en funciones.
3º Controlar, asesorar y supervisar periódicamente a los hogares
seleccionados.
4º Velar por el normal desarrollo evolutivo de los menores y su
adecuada atención en los hogares sustitutos.
6º Capacitar permanentemente al personal que labora en el sistema.
8º Mantener registros actualizados de información estadística en
relación a los hogares de colocación familiar y los menores
atendidos.
D.3.c) CARACTERISTICAS DE LOS MENORES ATENDIDOS.70
Se debe tratar de los menores que se encuentren en las
situaciones siguientes:
1º Huérfanos total que no tengan persona natural alguna de quien
exigir la obligación de tuición.
2º Abandonados totales e inexistencia de persona natural alguna de
quien exigir la obligación de tuición.
70
Ibídem. N.P.P. Nº 52.
c) Peligro moral para el menor por inhabilidad moral de los padres
o tutores:
Consientan que el menor se entregue en vía pública o lugares
públicos a la vagancia o mendicidad, ya sea en forma franca o a
pretexto de profesión u oficio;
hubieren sido condenados por vagancia, secuestro o abandono de
menores;
se encontraren cumpliendo condena por delitos cometidos contra
el orden de la familia y la moralidad pública, contra las personas
o la propiedad, ejemplo: rapto, maltrato, homicidio, lesiones
corporales, robo, tenencia o tráfico de drogas,
consintieren que el menor permanezca o trabaje en lugares que
representen peligro para su moralidad, tales como: bares,
lenocinios, espectáculos frívolos etcétera;
atentaren sexualmente contra el menor, sean estos, abusos
deshonestos, violación o induzcan a la prostitución;
malos ejemplos en el hogar;
figuras parentales transitorias por reiteradas convivencias.
Las edades de ingreso deberán fluctuar preferentemente entre
cero y seis años.
La salud física y mental que presenten los menores, deberá
ser compatible con su incorporación al sistema de atención que se
brinda a través de los hogares sustitutos. El nivel intelectual de
los menores será a partir del rango subnormal leve.
Se consideran situaciones compatibles;
Retrasos específicos del desarrollo (trastornos del aprendizaje,
habla, lenguaje, retardo motor y otros que no estén asociadas a
alteraciones neuropsiquiátricas de gravedad);
epilepsias controladas en tratamiento;
disfunción cerebral mínima;
menores que presenten enuresis;
Menores con alteraciones sensoriales parciales: visión,
audición, defectos motores y otros déficit que no lo incapaciten
para valerse por sí mismo.
La atención que se le brinde a estos menores que presentan
alguna de estas características, se hacen en hogares de colocación
familiar que ofrezcan condiciones adecuadas.
Se puede ubicar hasta cuatro menores como máximo en un mismo
hogar, si la familia sustituta contara con hijos propios de
cualquier edad presentes en el hogar, el número total no podrá ser
superior a seis.
Cuando el menor presenta posibilidades de reintegro a su
familia de origen, este debe ser colocado en un hogar de
colocación ubicado en el mismo sector territorial del domicilio de
sus padres o en su defecto en el más cercano para facilitar así
las relaciones familiares.
El hogar de colocación viene a sustituir el de origen, por lo
tanto ahí, corresponde darle al menor el cuidado y atención
integral. Así la guardadora representa la figura materna y es la
responsable del cuidado personal frente a la institución, dentro
de sus obligaciones encontramos la de:
Mantener la salud, efectuando los controles de niño sano según
correspondan;
brindar a el menor la estimulación y afecto necesario para su
desarrollo normal, actuando como un agente socializador;
efectuar el control odontológico necesario;
otorgarle al menor el vestuario, calzado propicio;
proporcionar la alimentación adecuada al menor;
otorgar las condiciones de vida, alojamiento digno, teniendo el
menor una cama de uso individual con equipamiento completo;
velar por el cumplimiento de la escolaridad del menor y hacerlo
participe de las actividades recreativas, artísticas y sociales.
D.3.d) PERMANENCIA Y EGRESO DEL MENOR.
La permanencia del menor en el sistema va determinada por la
superación de el o los problemas que fueron motivos de su ingreso
y/o la evolución de cada caso. La permanencia del menor no puede
prolongarse más allá de la fecha que el menor cumpla más de 18
años de edad.71
El egreso del menor del sistema puede lograrse a través de
distintas vías alternativas las cuales se determinaran conforme a
la edad y situación que el menor presente, estas pueden ser:
Reintegración a su grupo familiar de origen una vez que se han
superado el o los problemas que fueron motivo de su ingreso.
Transferencia del menor a otras medidas asistenciales, sea por
dificultades de adaptación en este sistema o que se haya
determinado por informes especializados que otra medida
asistencial es más adecuada a las características que presenta.
Para que ello sea posible, es necesario que el menor haya sido
trasladado de un hogar de colocación familiar a otro, dependiente
de la misma institución, que confirme que las dificultades del
menor no se deben a las características que presenta un hogar en
particular.
Egreso del menor al medio social en forma independiente, edad
mínima 18 años y que no corresponda las otras alternativas vistas.
El tiempo mínimo de permanencia de un menor en el sistema es
de seis meses y el egreso sólo se efectúa con una orden judicial
correspondiente.
D.3.e) REQUISITOS DE LA GUARDADORA.
71
Ver N.P.P. Nº 27.
Sexo femenino;
debe cumplir el rol de dueña de casa;
estado civil debe ser de casada con cónyuge presente en el
hogar, excepcionalmente se permite que sea viuda, pero nunca puede
tratarse de una persona que mantenga una convivencia;
la edad fluctúa entre los 25 años y los 50 y la edad máxima de
permanencia en el Sistema es de 65 años;
de preferencia no debe desempeñar trabajos remunerados fuera del
hogar, si los efectuare debe existir una persona dentro del hogar
de sexo femenino que sea mayor de 18 años de edad responsable de
la conducción de éste en su ausencia;
debe contar con seis años mínimos de educación básica aprobados;
Debe tener una salud física y mental dentro de los límites
normales.
Su cónyuge debe cumplir con los siguientes requisitos:
Tener seis años como mínimo de educación básica aprobados;
disponer de una salud dentro de los límites normales;
contar con ingresos económicos estables obtenidos a través del
desempeño de una actividad remunerada o por otros conceptos como
pensión, renta, etcétera.
D.3.f) REQUISITOS DE LA FAMILIA.
Podrá ser un hogar con o sin hijos;
se debe tratar de una familia nuclear preferentemente, sin
allegados, arrendatarios o subarrendatarios o pensionistas;
debe contar un ingreso familiar suficiente para cubrir las
necesidades básicas del grupo familiar y no ser el cuidado de los
menores la fuente principal para dichas necesidades;
ingreso familiar per cápita mensual mínimo será de 1,37 UT.
debe existir una armonía familiar y conyugal;
salud física y mental de los integrantes del grupo familiar
compatibles;
observación de principios morales, ausencia de malos ejemplos.
D.3.g) REQUISITOS DE LA VIVIENDA.
Para el barrio se requiere que este presente facilidades en
el acceso a los servicios de salud, comercio, recreacionales,
educacionales y de movilización colectiva.
Finalmente y en especial en lo que atañe al Sistema de
Colocación Familiar consideramos que si bien el mecanismo cumple
su rol con relativa eficiencia se ha detectado que en el hecho
existen deficiencias que le restan eficacia como alternativa de
tratamiento del menor inserto en un medio familiar lo que no
permite obtener todas las ventajas que la medida puede reportar
las que cumpliéndose son de gran calidad afectiva y social, logros
que por las otras vías reseñadas es imposible de obtener.
Hemos detectado también falencias en la regulación positiva
de la medida lo que en cierta forma se puede explicar por la ya
relativa antigüedad de la norma que la consagra y que,
indudablemente amerita su revisión. Podemos indicar, al respecto,
los siguientes defectos:
No cautela adecuadamente la posibilidad de movilidad social del
menor atendido, esto es, no se procura obtener que los guardadores
tengan una mejor condición social que el sujeto de atención;
el nivel educacional exigido a aquellos que reciben al menor
atendido es demasiado bajo, lo que atenta contra los fines
intrínsecos de la medida;
LEGISLACION DE MENORES Y COMPETENCIA CIVIL
1º REGULACION ORGANICA.
A) SITUACION ACTUAL DE LA LEGISLACION CHILENA.
Como ya hemos señalado en acápites anteriores y especialmente
nos referiremos a ello en este Capítulo, nuestro sistema
legislativo de menores se encuentra estructurado fundamentalmente
por dos ejes normativos que coexisten en forma paralela regulando
por una parte las materias que podemos calificar de civiles y por
otro las que reconocemos como proteccionales o simplemente
penales, éstas últimas están referidas a menores infractores o que
se encuentran en conflicto con la justicia.
La normativa fundamental y que podemos decir que es la norma
orgánica en la materia es la tantas veces citada Ley de Menores Nº
16.618 de 08 de Marzo de 1967. Dicho cuerpo normativo tan conocido
para nosotros formula la organización y atribuciones de los
Tribunales de Letras de Menores, entes públicos dotados del poder
de conocer y resolver los asuntos que la ley somete a su
conocimiento y que dicen relación con la situación de los menores
que se encuentran en los supuestos legales contenidos en esa norma
como en otras que componen el ordenamiento jurídico nacional.
Señala además cuales son los organismos que deben colaborar en la
labor del juez, creando y delimitando expresamente la tarea de la
Policía de Menores, departamento que forma parte del Cuerpo de
Carabineros de Chile que cuenta con recursos y personal
especializado en el trabajo preventivo y asistencial con menores.
Además del organismo colaborador señalado entrega en forma
indirecta a la Policía de Investigaciones de Chile la misión de
colaborar con la acción de los Tribunales de Menores, para lo cual
por disposición administrativa de esa institución policial se creó
la Brigada de Menores, departamento especial dedicado a la
ejecución de las diligencias y órdenes emanados de estos
tribunales. Cabe consignar que la alusión que efectúa la ley a la
Policía de Investigaciones no tiene el carácter expreso ni la
delimitación que se ha dado respecto de Carabineros en el texto,
lo cual, sin embargo no le resta efectividad al trabajo que
realiza la Policía Civil en relación a la judicatura de menores.
En la órbita de atribuciones que se le ha concedido al Juez
de Menores podemos señalar que posee, de acuerdo con la ley, una
competencia mixta, sin perjuicio de que en algunos lugares del
país la competencia se ha especializado entregando el conocimiento
proteccional penal a uno o a varios juzgados y el quehacer civil a
los demás tribunales que hay en ese territorio; la regla general
sin embargo es la de la competencia común, y aún más, esta
competencia común es desarrollada en muchas partes por un mismo
tribunal que conoce de asuntos criminales, civiles, laborales, de
menores, voluntarios, etcétera. En efecto, la Ley Nº 17.590 de 31
de Diciembre de 1971, en su artículo 8º dispone que el Juez del
Crimen puede desempeñarse también como Juez de Menores y en tales
situaciones si fuere necesario pronunciarse acerca del
discernimiento con que actuó un menor, en cuadernos separado.
Se regula también la situación de las instituciones
colaboradoras del sistema, refiriéndose a la Casas de Menores e
Instituciones Asistenciales. En esta parte debemos entender
modificada y complementada la Ley de Menores con el Decreto Ley
2.465 de 16 de Enero de 1979 que Crea el Servicio de Nacional de
Menores y fija el texto de su Ley Orgánica.
El citado Decreto Ley surge por la necesidad, existente ya en
aquellos tiempos, de adecuar la normativa a la realidad social que
vivía el país, para lo cual se reemplaza al Consejo Nacional de
Menores, órgano del Estado cuya misión era auxiliar a los menores
de edad que se encontraran en situaciones que ponían en peligro su
desarrollo normal integral y que no pudieran ser solucionadas por
la persona que tuviera a su cargo la tuición del menor. Atendidos
los vacíos de que adolecía el sistema y que en muchos casos le
impedía actuar, se promulga el Decreto Ley en comento, como una
forma de corregir la deficiencia, y se crea a través de él el
Servicio Nacional de Menores que es concebido como un organismo
dotado de atribuciones operativas cuya finalidad es la atención,
por él o por otras instituciones, de los menores cuya guarda y
defensa se encuentren alteradas o en peligro de estarlo a través
de la aplicación de distintos sistemas de asistencia, protección y
rehabilitación que leyes especiales establecen. Junto al Decreto
Ley 2.465 se encuentra el Decreto de Justicia Nº 356 de 03 de
Abril de 1980 que contiene el Reglamento del Servicio Nacional de
Menores; ambas normas determinan los objetivos y funciones del
Servicio, los sujetos de atención y cuales son las entidades
colaboradoras y coadyuvantes, además de implementar y ejecutar la
política nacional de asistencia y protección de los menores en
riesgo social o afectados de algún grado de irregularidad,
recopilar y procesar toda la información y datos estadísticos que
digan relación con estos menores. Se otorga presencia nacional al
Servicio creando oficinas regionales del mismo, como una forma de
descentralizar el quehacer y dar mayor capacidad de respuesta al
sistema.
Forman también el sistema normativo las disposiciones
relacionadas con el trámite de determinación del discernimiento
que al efecto contiene el Código de Procedimiento Penal en sus
artículos 347 bis y 347 bis A, los que deben ser complementados
con las normas correspondientes en la Ley de Menores.
En el orden netamente civil existen las normas del Código
Civil especialmente las del Título VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII,
XIII, XIV, XVIII del Libro I, que regulan entre otras materias, la
filiación, sus efectos, relaciones entre padres e hijos, a quien
corresponde el cuidado personal de la descendencia, regulación del
derecho de alimentos. Además debemos consignar las disposiciones
de la Ley 14.908 sobre abandono de familia y pago de pensiones de
alimentos, en esta parte también debemos incluir el Decreto Nº 23
de 23 de Enero de 1961 que promulga la Convención sobre Obtención
de Alimentos en el Extranjero; y las Leyes 7.613 y 18.703 ambas
sobre adopción.
Todo este conjunto de cuerpos normativos antes señalados
conforman nuestra legislación de menores, el primer rasgo que
advertimos es su carácter disperso y el encontrarse ubicadas en
complejos legales de muy diversa naturaleza lo que afecta a la
necesaria lógica y coherencia que debe existir en todo sistema
regulador de la conducta humana, más aún, tenemos que en la
principal norma del sistema existe un verdadero carácter
misceláneo en su estructura, así es, en la Ley de Menores existen
disposiciones de tipo orgánico y administrativo en su primera
parte, luego, en el Título IV, mezcla normas de carácter orgánico
como son las de competencia con otras de procedimiento a la vez
que señala cuales serán las medidas aplicables a las situaciones
que ella contempla y lo que es todavía más grave, señala un mismo
procedimiento para conocer asuntos de carácter civil y otros que
son de naturaleza penal, en donde el juez debe investigar
conductas punibles, aun cuando su autor sea inimputable, y señalar
las medidas que se debe aplicar al menor infractor. Igual
confusión de normas existe más adelante en el texto en donde hay
normas relativas al cuidado personal, a los regímenes de visitas y
entre ellas se confunden algunos artículos señalando facultades al
juez que puede ejercer en el juicio de alimentos. A mayor
abundamiento podemos decir que en el Título De las Disposiciones
Penales existe también un arco iris de disposiciones
instituyéndose tipos penales y sanciones y señalándose que el
procedimiento aplicable para conocer de esas conductas es el
establecido para las faltas en el Código de Procedimiento Penal,
el cual en la práctica tiene muy escasa aplicación.
Conforme a lo señalado vemos la urgente necesidad de
modernizar el sistema y de unificarlo dándole una coherencia y
sistematización que permitan superar el estado de desorden
legislativo, lo que se puede conseguir por la vía de la
codificación, creando un Código del Menor o bien un ordenamiento
especial para la familia, en cuya elaboración se deberá tener gran
cuidado de darle total armonía con la legislación civil general,
esto es, el Código Civil al cual es conveniente introducirle
modernizaciones pero sin alterar su estructura, por lo cual
consideramos que ciertas materias deberán permanecer reguladas en
él haciéndose expresa referencia a ellas en el texto unificado,
continente de la normativa de menores.
B) TENDENCIAS DEL DERECHO COMPARADO.
En esta parte debemos revisar cual es la tendencia actual que
existe en la legislación comparada, y aquí examinaremos
especialmente lo relacionado con la extensión de la protección y
reconocimiento de derechos a los menores como a la forma en que se
está estructurando la regulación.
En el capítulo I hemos revisado la evolución que ha tenido la
legislación internacional sobre menores y especialmente los
instrumentos que reconocen derechos a los niños, ello a partir del
año 1924 con la Declaración de Ginebra, que podemos considerar el
inicio de la regulación internacional, como todo comienzo en forma
rudimentaria, ello porque en aquella época ni siquiera había
tomado cuerpo el concepto de derechos humanos, noción que ha
adquirido importancia en el ámbito de menores en el último tiempo
al reconocerse expresamente la calidad de derechos humanos a los
derechos de los niños.
La gran evolución, pro llamarla de algún modo, la encontramos
a partir de la segunda guerra mundial, luego de la creación de la
Organización de las Naciones Unidas. Los principios que inspiran
el nacimiento de la señalada Organización se van expandiendo a los
Estados partes y además el horror del conflicto bélico con su
cruento desenlace en Japón hacen remecer las conciencias de
gobernantes y sociedades en general y emerge un proceso de
humanización de la legislación y de las instituciones en general.
Fundado en lo anteriormente señalado, las Constituciones
Políticas modernas de post guerra tienen el rasgo común de
proclamar mayores libertades individuales y colectivas y la
garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos en
general y dentro de ellos a los niños; se considera además el
reconocimiento del trascendental rol de la familia y la necesidad
de otorgarle una protección especial a los niños y a las madres;
en esa condición podemos citar la Constitución italiana de 1947,
la alemana de Bonn de 1949, la portuguesa de 1976 y la española de
1978.
En el ámbito americano el derecho de menores en su etapa de
florecimiento toma el carácter de una frondosa legislación que con
carácter innovador se dedicó a abordar el problema de los menores
en situación irregular o en riesgo social; tales problemas se han
acentuado con el desarrollo económico, social y cultural y gran
parte de ellos se han debido a los acontecimientos políticos y a
la prolongada inestabilidad en este orden que han sufrido muchos
países, lo que ha dado mayor fuerza al movimiento protector del
derecho de menores y lo que ha significado un avance en el
conocimiento de la realidad y en la consolidación de la disciplina
y en la especialización de la misma en donde ya podemos distinguir
algunas sub áreas como las de adopción, sistema asistencial, de
reeducación y reinserción social etcétera. Aparece también un
fuerte caudal doctrinario canalizado en valiosas publicaciones de
estudiosos de la materia en nuestro continente.
Como hemos visto las transformaciones de la legislación de
menores han obedecido a una serie de factores entre los que
contamos la fuerte corriente de los derechos humanos y
fundamentalmente de los derechos de la niñez, lo que a su vez
tiene su origen en la radical variación de la forma de considerar
al menor ya no tan solo como sujeto pasivo de derechos sino como
sujeto activo de esos derechos y facultades.
Forma parte de este avance la tendencia creciente destinada a
la reunión de la legislación especial en textos especiales de
ordenación lógica y sistemática. Además de esto debemos considerar
la separación que se ha adoptado en el tratamiento de las
materias; se tiende a la división entre Códigos del Menor y
Códigos de la Familia, así se ha implementado en países como
Bolivia, Costa Rica y Cuba. El fundamento de esta tendencia
codificadora se encuentra en la necesidad de establecer una clara
delimitación entre el derecho de familia y el derecho de menores y
a la creciente necesidad, sustentada por varios autores, de
segregar del derecho civil los aspectos relativos a la familia.
Esta última afirmación no obstaculiza el establecimiento de
un cuerpo normativo que aun cuando regula todos o los principales
aspectos relacionados con los menores, especialmente lo
relacionado con menores en riesgo social, contenga previsiones
sobre derecho de familia, así lo recoge el Código del Menor de
Uruguay y el de Paraguay.
2º COMPETENCIA CIVIL.
A) EL DERECHO DE ALIMENTOS.
Este derecho se encuentra fundado en el derecho a la vida
como una forma de hacerla efectiva. Es considerado uno de los
efectos más importantes que emanan de las relaciones de familia ya
que éstos se deben entre cónyuges, entre ascendientes y
descendientes legítimos, entre padres e hijos naturales, entre
adoptante y adoptado, a los hijos ilegítimos según el Título XIV
del Libro I y también respecto de la madre ilegítima según el
artículo 291, inciso 2º.
Para precisar conceptos en la materia que tratamos nos
referiremos primero a lo que entendemos por alimentos, para luego
conceptualizar el derecho de alimentos y señalar cual es su
objeto.
Los alimentos no sólo comprenden lo que vulgarmente
entendemos por estos como lo apto para comer o beber sino que su
acepción jurídica es mucho más amplia significando, como así lo
señala Antonio Vodanovic H, al tratar de dar una noción "Como la
suma de cosas necesarias para la vida de una persona: comida,
bebida, vestidos, habitación, asistencia médica, remedios e
incluso, tratándose de menores de edad, la enseñanza primaria o
básica y la de alguna profesión u oficio". En resumen este autor
las define como "la suma de cosas que determinadas personas están
obligadas a prestar a otras en estado de necesidad para que puedan
subsistir".72
De acuerdo a lo anotado, los alimentos en nuestro sistema
civil están concebidos como una prestación de cobertura amplia; no
limitándose a comprender solamente lo necesario para nutrir el
cuerpo sino que además se extiende a la entrega de lo necesario
para conservar la salud, esto es, el acceso a atención médica sea
en sus aspectos preventivo, curativo y de rehabilitación. A esto
72
Vodanovic H Antonio. "Derecho de Alimentos". Editorial
Jurídica EdiarCono Sur Ltda. Santiago, Chile. 1987.
debemos agregar el ámbito educacional y específicamente la
instrucción secundaria y superior en cualquiera de sus niveles
cuando el titular del derecho de alimentos es menor de edad y aun
cuando deje de serlo, hasta el momento en que termine los estudios
de la profesión u oficio que él ha elegido.
Resaltamos el aspecto educacional en su fase secundaria y
superior por cuanto la enseñanza primaria la asumimos como una
carga directa del Estado en esta materia el cual por aplicación de
disposiciones internacionales obligatorias en nuestro país,
contenidas en la Convención de Derechos del Niño tiene la
obligación de asegurar a todos los menores al menos el acceso a la
enseñanza básica, lo que es concordante con las disposiciones
constitucionales y las contenidas en la Ley Orgánica
Constitucional de Educación que así lo establece. Así entonces
podemos considerar que en muchos casos la educación no representa
una carga en la prestación alimenticia, lo que debe entenderse sin
perjuicio del derecho de los padres de entregar a sus hijos otro
tipo de educación en establecimientos particulares que deben ser
financiados por ellos.
Una definición de derecho de alimentos es la dada por el
profesor Hernán Larraín Ríos en su cátedra de Derecho Civil, la
cual señala que: "Es la facultad que tienen ciertas personas para
exigir de otras que le suministren lo necesario para subsistir".
El objeto de esta obligación está en dar lo necesario para la
satisfacción de las necesidades de una persona cuando ésta no sea
capaz de sustentarse a sí misma.
A.1) CLASIFICACION DE LOS ALIMENTOS.
Estos primeramente se pueden clasificar en legales o forzados
y voluntarios.
Voluntarios, son aquellos en que una persona voluntariamente
acuerda dar a otra, o sea, se fundan en la voluntad unilateral del
alimentante o aquellos que se originan por acuerdo entre las
partes.
El artículo 337 del Código Civil dispone que respecto de
éstos "... deberá estarse a la voluntad del testador o donante, en
cuanto haya podido disponer libremente de lo suyo".
Congruos, son los que habilitan al alimentado para subsistir
modestamente de un modo correspondiente a su posición social.
Definitivos, son aquellos que se decretan en la sentencia de
término y para toda la vida del alimentario siempre que subsistan
las circunstancias que legitimaron su declaración.
A.2) ALIMENTOS QUE SE DEBEN POR LEY A CIERTAS PERSONAS.
Estas personas son las que enumera el artículo 321 y el
artículo 324 dispone a quienes se deben alimentos congruos, y son:
1º Al cónyuge;
2º A los descendientes legítimos;
3º A los ascendientes legítimos;
73
Fuchslocher Petersen Edmundo. "Derecho de Menores; De los
Alimentos". Tomo II. Editorial Edeval. Valparaíso. 1970.
4º A los hijos naturales y su posteridad legítima;
5º Al que hizo una donación cuantiosa, si no hubiere sido
rescindida o revocada.
6º Se deben además alimentos congruos al hijo ilegítimo cuyo
período de la concepción correspondiere a la fecha de la
violación, estupro o rapto de la madre; bastando en este último
caso que hubiere sido posible la concepción mientras estuvo la
raptada en poder del raptor, artículos 324, 321 y 280 Nº 5 del
Código Civil. 7º A la madre del hijo que está por nacer y que
tuviere la calidad de legítimo o natural. Esto lo dispone el
artículo 4º de la Ley 14.908, esta disposición sólo habla de
alimentos sin distinguir si se trataban de congruos o necesarios,
de lo cual se concluye que como esta disposición se ha dispuesto
en favor del hijo que está por nacer es necesario atender a la
calidad de éste para ver los alimentos que le corresponden,
resultando que se trata de alimentos congruos.
8º Entre padres e hijos adoptivos, artículo 22 de la Ley 7.613.
Se deben alimentos necesarios a los:
1º A los padres naturales, pero esta obligación sólo pesa sobre
los hijos naturales y no sobre la descendencia legítima de estos;
2º A los hijos ilegítimos, según el título XIV del Libro I;
3º A la madre ilegítima, siempre que no haya abandonado a su hijo
en la infancia, artículo 291, inciso 2º;
4º A los hermanos legítimos.
5º Al deudor fallido, que ha sido declarado en quiebra por
sentencia ejecutoriada. Artículo 60 Ley 18.175.
Cuando una persona tuviere diversos títulos para solicitar su
derecho de alimentos, sólo podrá fundarse en uno, con este objeto
el Código ha establecido un orden de precedencia para exigir el
derecho, éste se contiene en el artículo 326 y se deberá invocar:
Primero el título de donante.
Luego el de cónyuge.
Después se invocarán los títulos de descendiente legítimo, o
el de hijo natural, o el de descendiente legítimo del hijo
natural, o el de hijo ilegítimo reconocido para los efectos
alimenticios o el de la madre ilegítima según el caso del artículo
291, inciso 2º, esto es, cuando ésta no hubiere abandonado al hijo
de quien reclama alimentos en su infancia.
En seguida se invocarán los títulos de ascendiente legítimo o
el de padre o madre natural.
Finalmente se invocará el título de hermano legítimo.
A.3) MODIFICACIONES QUE PUEDE PRESENTAR LA OBLIGACION
ALIMENTICIA.
El principio general respecto de qué tipos de alimentos se
debe de acuerdo al tipo de persona lo encontramos en el artículo
324 de Código Civil; que dispone a quienes corresponden los
alimentos congruos y a quienes necesarios, hay casos en que una
persona que podía reclamar alimentos congruos sólo podrá reclamar
necesarios.
1º Cuando el alimentario se ha hecho culpable de injuria grave en
contra del alimentante, hay que tener presente que la ley no
definió lo que se debía entender por injuria grave; el profesor
Rossel dispone qué se debe entender por injuria grave e injuria
atroz, (que se verá en el punto siguiente), disponiendo que ellas
consisten en todo hecho o acto del alimentario lesivo para la
persona, honor y bienes del alimentante. Tales son las causales de
indignidad para suceder, enumeradas en los artículos 968, 970 y
972 del Código Civil.
Dispone también que éstas no son las únicas y que otro caso
sería el del artículo 175, pues disminuye los alimentos a los
necesarios.
Finaliza su exposición diciendo que determinar, si un hecho
es injuria o no, y si siéndolo es injuria grave o atroz es una
cuestión de hecho que los jueces de la causa apreciarán
soberanamente.74
A.4) CASOS EN QUE NO SE DEBEN ALIMENTOS O EN QUE CESA LA
OBLIGACION QUE SE TENIA.
1º Cuando el alimentario se ha hecho culpable de injuria atroz,
artículo 324, inciso 2º.75
2º Es el caso del varón que sólo se le deben alimentos necesarios
y éste ha llegado a la edad de 21 años, artículo 332 del Código
Civil, con la excepción de que si presentare algún impedimento
corporal o mental que lo haga inhábil para subsistir de su trabajo
o si posteriormente se inhabilitare.
3º Cesa por la muerte del alimentario, el derecho a reclamarla no
se transmite.
74
Rossel Saavedra Enrique. "Manual de Derecho de Familia". 6ª
Edición actualizada. Editorial Jurídica de Chile. 1992.
75
Ibídem. N.P.P. Nº 58.
A.5) CARACTERISTICAS DEL DERECHO DE ALIMENTOS.
Estas características están referidas a los alimentos que se
deben por ley a ciertas personas, tratados en el Título XVIII, del
Libro I del Código Civil.
1º Son de orden público, ya que este derecho es una forma de hacer
efectivo el derecho a la vida, siendo éste el más fundamental para
el hombre; por eso el gran interés social que el derecho subsista
para que se haga efectivo cuando la persona se encuentre en la
necesidad real de solicitarlo.
De este mismo principio se obtienen otras características
como son la irrenunciabilidad y la imprescriptibilidad de este
derecho.
2º Irrenunciable, así lo señala el artículo 334 expresamente, esto
no es así refiriéndose a las pensiones alimenticias atrasadas que
son aquellas que corresponden a un período determinado en que el
alimentante ha dejado de pagar; en éstas el titular del derecho no
ha ejercido su facultad de cobrarlas cualquiera sea el motivo por
lo tanto puede renunciar a percibirlas.
5º Inembargable, así está dispuesto en el artículo 1.618 Nº1 del
Código Civil y en el artículo 445 del Código de Procedimiento
Civil. Una aclaración que hay que hacer, es que lo que es
inembargable es el derecho mismo a pedir los alimentos, que es
personalísimo, pero una vez que los alimentos han entrado al
patrimonio estos quedan en el comercio humano y por lo tanto
susceptibles de ser embargados; al respecto hay opiniones
encontradas.
El punto no es de fácil resolución, ya hemos dicho varias
veces que el derecho de alimentos es uno de las facultades de
mayor trascendencia por su vinculación con el derecho a la vida.
Por la misma razón, adoptar una posición determinada no es fácil,
afirmar que una vez ingresados los alimentos al patrimonio pueden
ser embargados significa dejar de lado toda la protección que el
ordenamiento civil le entrega a esta facultad; puesto que la
salvaguarda se extinguiría quedando las sumas entregadas por el
alimentante a merced de los acreedores del alimentario para
satisfacer el pago de créditos de otra naturaleza; podría darse
incluso la situación en que se trabaran embargos en las cuentas
corrientes de los Tribunales de Menores sobre fondos depositados
en ellas en pago de pensiones de alimentos. Frecuentemente se
depositan allí cuantiosas sumas para responder a la deuda vencida
y que se está cobrando a un alimentante por la vía del apremio
personal o del juicio ejecutivo especial de la Ley 14.908, en el
evento de que ese alimentario o su representante, casi siempre la
madre, tenga otras deudas que se estén persiguiendo por la vía
judicial podrían ser embargados esos dineros y privársele de esa
manera de tales cantidades, quedando sin aplicación la protección
jurídica del derecho de alimentos. Una opinión similar la
encontramos en lo afirmado por Antonio Vodanovic H. en su libro
acerca de los alimentos quien señala incluso razones de texto,
diciendo que fue el Código de Procedimiento Civil en el artículo
445 Nº3 el cual dilucidó el problema señalando en forma simple que
no son embargables las pensiones alimenticias forzosas, de manera
que no procede esa medida de apremio en contra de pensiones de
alimentos en su monto íntegro sean futuras o que ya se encuentren
devengadas.
7º No es susceptible de compromiso, de ahí que deba perseguirse y
establecerse ante la justicia ordinaria, artículo 229 del Código
Orgánico de Tribunales. Algunos opinan que respecto de los
alimentos devengados, sí pueden ser objeto de compromiso, ya que
constituyen un crédito que ha entrado al patrimonio del acreedor
por lo tanto pueden ser objeto de un arbitraje interpretando
analógicamente el artículo 336 del Código Civil.
8º En cuanto a la transacción sobre alimentos, el legislador la
reglamentó para efectos de resguardar las demás características
del derecho de alimentos, así el artículo 2.451 del Código Civil
dispone que la transacción requerirá aprobación judicial, y esta
transacción no puede significar enajenación, venta o renuncia o
compensación de los alimentos futuros; es decir como lo dispone
este mismo artículo, que no podrá contravenir lo dispuesto en los
artículos 334 y 335.
Respecto de las pensiones devengadas éstas sí pueden ser
objeto de una transacción, no exigiéndosele los requisitos
establecidos en el artículo 2.451, que sólo se refiere a los
alimentos futuros, sin embargo, es aconsejable que esta
transacción se someta a la aprobación judicial para que tenga
fuerza ejecutiva y no sólo sea un título constitutivo de crédito.
9º Solidaridad en el pago, la regla general es que la obligación
alimenticia no es solidaria salvo las excepciones contempladas en
los artículos 281 Nº5 del Código Civil y el artículo 18 de la Ley
14.908 Sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias.
A.6) REQUISITOS PARA IMPETRAR ALIMENTOS.
Los requisitos necesarios deben concurrir copulativamente,
son los siguientes:
1º Disposición legal que faculte a la persona para reclamar los
alimentos, de esta manera la ley taxativamente lo dispone,
artículos 321 del Código Civil, artículo 4º de la Ley 14.908,
Artículo 22 de la ley 7.613.
2º Que la persona que solicita alimentos se encuentre en estado de
indigencia, esto se deduce del artículo 330 de Código Civil que
dispone: "Los alimentos congruos o necesarios no se deben sino en
la parte en que los medios de subsistencia del alimentario no le
alcancen para subsistir de un modo correspondiente a su posición
social o para sustentar la vida", es decir que los alimentos sólo
se deben cuando el alimentario no tiene lo suficiente para
sustentar su vida o para vivir de acuerdo a su posición social.
Por lo tanto si el alimentario algo tuviere, la pensión de
alimentos sólo sería complementaria.
En cuanto a este requisito consideramos necesario precisar
ciertas ideas en lo que respecta a lo que algunos autores llaman
"estado de necesidad" u otros denominan "estado de indigencia".
Nos estamos refiriendo a cual es la causa del ejercicio del
derecho y el fundamento de la obligación misma; este último se
encuentra a primera vista en la ley pero tiene un trasfondo más
profundo y él se encuentra en el parentesco, esto es, en la
relación de familia que existe entre alimentante y alimentario y
que le impone al primero ciertas obligaciones respecto del segundo
entre las cuales se cuenta la de proporcionar los medios
necesarios para sobrevivir; de esta manera no consideramos
apropiado señalar como requisito de la acción alimentaria el
encontrarse en estado de indigencia, ya que la obligación existe
aún cuando aquel que la ejerce no se encuentre en tal condición
sino solamente le basta el mero hecho de tener el vínculo que
demuestra existir con el obligado para que exista la carga.
El estado de carencia, necesidad o indigencia puede ser
tomado en consideración a propósito de la determinación de la
cuantía de la prestación que se deberá cumplir mas que como una
condición de procedencia de la acción.
3º Que el alimentante tenga la solvencia suficiente para enfrentar
estas obligaciones, a esto se refiere el artículo 329 del Código
Civil al disponer: "En la tasación de los alimentos se deberán
tomar siempre en consideración las facultades del deudor y sus
circunstancias domésticas", si el deudor sólo tuviere lo necesario
para cubrir sus necesidades, no procedería la petición de
alimentos. Además, la Ley 14.908 dispuso en su artículo 10, como
forma de velar por la satisfacción de las necesidades personales y
domésticas del deudor de alimentos, un tope máximo al cual puede
ascender la pensión de alimentos, el cual es de hasta un 50% del
sueldo, del salario o de la prestación que reciba el alimentante.
Como una medida de protección al menor de edad que solicite
alimentos a su padre o madre legítimos, natural, ilegítimo o
adoptivo; la ley presume que el alimentante tiene medios para
otorgar alimentos necesarios, artículo 3º, inciso final de la Ley
14.908. Esta presunción es meramente legal, por lo tanto admite
prueba en contrario, pero sirve como medida de protección ya que
el alimentario no deberá probar que el alimentante tiene medios
para pagar los alimentos. Esta presunción sólo se limita a las
personas ahí enumeradas y también se trata sólo de alimentos
necesarios.
A.7) FORMAS QUE PUEDE ADOPTAR LA PRESTACION DE ALIMENTOS.
De acuerdo al artículo 333 del Código Civil, es el juez quien
reglará la forma en que deben prestarse los alimentos. La regla
general es que ellos se traduzcan en un pago de una pensión
mensual en dinero, esto no obsta a que el juez determine otra
forma.
Una forma es que el juez autorice que los alimentos consistan
en los intereses de un capital que se consignen para ese efecto,
al decir de la ley, en una caja de ahorro u otra institución
financiera, y que se restituya al alimentante o a sus herederos
luego que cese la obligación, así lo dispone el mismo artículo
333.
Como otra forma de resguardar los intereses del alimentario,
el artículo 11 de la Ley 14.908 dispuso que el juez también podrá
fijar como pensión alimenticia un derecho de usufructo, uso o
habitación sobre bienes del alimentante.
Las características que presentan estos derechos como las
señala el profesor Manuel Somarriva Undurraga son las siguientes:
1º Su origen proviene de una sentencia judicial.
2º Envuelven una prohibición de enajenar, pues el alimentante no
puede disponer de los bienes gravados sin autorización del juez;
por esta razón tratándose de un bien raíz, el precepto exige que
esta prohibición se inscriba en el Conservador de Bienes Raíces
respectivo. Además el alimentario no debe cumplir con las
obligaciones de los artículos 775 y 813 del Código Civil, o sea no
requiere rendir caución ni confeccionar inventario solemne. Basta
un inventario simple.76
A.8) CUANTIA DE LOS ALIMENTOS.
Para fijar la cuantía de los alimentos, encontramos en el
Código Civil gran libertad para el juez, artículo 333, sin embargo
deberá atenerse a lo dispuesto en el artículo 329 relativo a las
facultades económicas del deudor y sus circunstancias domésticas y
además distinguir si se tratan de alimentos congruos o necesarios,
artículo 330 del mismo código.
Esta gran libertad que tenía el juez fue limitada con la Ley
Sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias. Así el
artículo 10 de la citada Ley dispone que: "El tribunal no podrá
fijar como monto de la pensión una suma o porcentaje que exceda
76
Somarriva Undurraga Manuel. "Derecho de Familia". Tomo II.
Ediar Editores LTDA. 1983.
del cincuenta por ciento de las rentas del alimentante".
A.9) DESDE CUANDO SE DEBEN LOS ALIMENTOS.
De acuerdo con lo que dispone el artículo 331 del Código
Civil, los alimentos se deben desde la primera demanda, y se
pagarán por mesadas anticipadas.
El profesor Hernán Larraín Ríos en sus explicaciones de la
cátedra opina que: "la ley se refiere a la demanda principal y no
a la petición de alimentos provisionales", pero se plantea la
pregunta ¿basta la sola presentación de esta demanda principal
para que se devenguen?; y responde negativamente, afirmando que se
necesita que la demanda de alimentos sea notificada para que se
devenguen los alimentos.
Don Manuel Somarriva en su tratado de Derecho de Familia,
Tomo II, dice "... el legislador al referirse a la primera demanda
lo hace con dos objetivos : no tomar en consideración las
peticiones extrajudiciales de alimentos, y relacionar la sentencia
que recae en los alimentos definitivos con la petición de
alimentos provisorios. La primera demanda es, entonces, aquella en
que se piden los alimentos provisorios. De manera que la
regulación definitiva de los alimentos entra a modificar la
cuantía de los alimentos provisorios"; de esta manera el autor
afirma que si en la sentencia definitiva se fija un monto mayor a
título de pensión de alimentos será esa cantidad la que deba pagar
el alimentante en el futuro, pero además deberá enterar la
diferencia por las cantidades que pagó durante la secuela del
juicio desde el momento en que se fijaron los alimentos
provisorios.
Nuestra opinión al respecto concuerda con lo señalado
primeramente por el profesor Larraín Ríos, esto es, consideramos
que el sentido de la ley en orden a determinar desde cuándo se
deben los alimentos, o sea, qué se entiende por primera demanda,
es el hecho de encontrarse presentada ésta y estar notificada al
demandado, es necesario que esté configurada la relación procesal,
que se haya trabado la litis, lo que ocurre cuando se ha
notificado al demandado. Desde este momento se deben los alimentos
y es obligatorio para el alimentante cumplir con la prestación; de
tal forma que debe enterar la suma que se le fije desde el
instante que se establezcan los alimentos provisorios, pero debe
pagar los que se hayan devengado en el tiempo intermedio entre la
notificación y la resolución que ha decretado los alimentos
provisionales.
Sin perjuicio de lo anotado, y siendo consecuente con la
intención de este trabajo que es indicar lo que acontece en el
ámbito práctico, debemos decir que en la realidad de los
Tribunales de Menores esta disposición contenida en el artículo
331 del Código Civil tiene escasa aplicación, por cuanto no es
frecuente que se exija el cumplimiento de la norma solicitando que
el demandado efectúe el pago de los alimentos provisorios desde el
momento en que se le notificó la demanda, ni tampoco los
tribunales así lo disponen en la resolución en la cual fijan la
pensión provisional. La realidad de los hechos nos muestra que el
pago por parte de los alimentantes comienza solo al momento en que
se les notifica la resolución que los obliga a enterar
mensualmente la cantidad que el juez ha fijado y hasta la
terminación del juicio. Además esta petición de alimentos
provisorios se efectúa solamente en el comparendo de estilo o con
posterioridad a él, constando que si se solicitan antes no se le
da lugar a la petición debiendo la parte esperar la realización de
la audiencia indicada.
Así visto, los alimentos en la práctica se pagan no desde la
primera demanda sino desde que se fijan los alimentos provisorios;
no vemos inconveniente, eso sí, en que se pueda solicitar al
tribunal a que se obligue al demandado a que solucione las
cantidades que se han devengado entre la notificación de la
demanda y la notificación de la resolución que fija pensión
provisoria.
2º Los alimentos deben haberse decretado en favor de las personas
que señala el precepto y no procederá en favor de ningún otro.
En primer lugar en conformidad al 19 de la Ley 14.908 el hecho
de ser apremiado por dos veces el marido por incumplimiento de la
obligación alimenticia constituye una causal para solicitar la
separación judicial de bienes por parte de la mujer.
A.11) SOLIDARIDAD EN EL PAGO DE LAS PENSIONES DE ALIMENTOS.
La Ley 14.908 consideró en su artículo 18 dos casos de
solidaridad pasiva legal, así dispone el texto que: "Serán
solidariamente responsables del pago de la obligación alimenticia
quien viviere en concubinato con el padre, madre o cónyuge
alimentante, y los que, sin derecho para ello, dificultaren o
imposibilitaren el fiel y oportuno cumplimiento de dicha
obligación".
El primer caso se refiere a los que viven en concubinato con
el padre, madre o cónyuge alimentante, concediéndole así efectos
al concubinato.
El segundo caso se refiere a la persona que en forma
injustificada imposibilite o dificulte el pago oportuno y fiel de
la pensión alimenticia.
B) TUICION O CUIDADO PERSONAL DE LOS HIJOS.
B.1) DEFINICION.
Para determinar un concepto de tuición, debemos atender
primero a la definición que de esa palabra establece el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en que
dispone que tuición "es acción y efecto de guardar y defender",
así una definición sería la elaborada por el jurista Edmundo
Fuchslocher P. que señala que "la tuición es el conjunto de
deberes y derechos que corresponden a ciertas personas señaladas
por la ley o por el juez, respecto del cuidado personal y
educación de un menor de edad".77
Como se ve, la tuición es un deber moral que el legislador lo
ha dispuesto como norma jurídica, para así lograr su eficacia y
seguridad.
Así, el fundamento de la tuición no está solamente en la
filiación, ni en presuponer la existencia de una familia, como es
el caso de la tuición que se tiene sobre menores abandonados o
huérfanos cuyo cuidado lo ejerce una institución o por una persona
ajena que la solicita.
Como dice este mismo autor, del deber moral que ostenta la
tuición se desprende la enorme importancia que tiene la
consideración de los atributos, cualidades o defectos que posee el
presunto titular de ese deber, su medio ambiente, costumbres y
trabajo; ya que ello influirá decisivamente en la vida que el
pupilo llevará junto al guardador que se nombre, y no bastará de
modo alguno que exhiba el título de padre o de madre para reclamar
su derecho, aun frente a sus propios hijos, si dicha elección
resultare impropia o inconveniente para ejercerla.78
B.2) SUJETOS PASIVOS DE LA TUICION.
Se descartan en primer lugar los mayores de edad, por lo
tanto, sólo pueden serlo los menores de edad, considerando a los
hijos sean estos legítimos naturales o simplemente ilegítimos y
77
Fuchslocher Petersen Edmundo. "Derechos de Menores, de la
Tuición". Editorial Jurídica de Chile. 1983.
78
Ibídem. N.P.P. Nº 61.
adoptivos. También pueden serlo otros descendientes, como nietos y
bisnietos y demás parientes menores de edad, o simplemente un
menor extraño.
El orden esquemático es el siguiente:
1º Los hijos legítimos
Naturales
Simplemente ilegítimos
Adoptados
2º Otros descendientes Nietos
Bisnietos
3º Otros parientes Sobrinos
Primos
4º Extraños.
B.3) TUICION DE LOS HIJOS LEGITIMOS.
La norma base está contenida en el artículo 222 el cual
dispone: "toca de consuno a los padres, o al padre o madre
sobreviviente, el cuidado personal de la crianza y educación de
sus hijos legítimos".
Por lo tanto este cuidado personal corresponde en forma
indistinta al padre o la madre, ambos tienen el mismo título y si
falleciere uno de ellos le corresponde al otro en su totalidad
Lo que comprende cuidado de crianza es todo lo necesario para
el desarrollo del menor tanto material como intelectual, siendo el
cuidado más intenso en los primeros años de vida para luego ir
decreciendo dando cada vez mayor libertad al hijo para que logre
valerse por sí mismo. Como lo expone don Edmundo Fuchslocher, el
criterio del legislador es amplio en cuanto a la crianza, ya que
comprende los más variados socorros: alimentación conveniente,
vestuario, atención médica, medicinas y recreaciones sanas;
acordes con su edad.79
El deber de dirección de la educación del hijo, este deber
comprende lo que expone el artículo 235 del mismo código.
Esta regla puede verse alterada en el caso que los padres
legítimos se divorcien, o anulen su matrimonio o simplemente se
separen de hecho; por esto el legislador ha dado normas especiales
para aplicarlas en estos casos, ellas son las contenidas en los
artículos 223 al 227 de Código Civil; ya que el artículo 225
dispone que lo dispuesto en este artículo y en el artículo 223 se
aplicará también respecto de la nulidad de matrimonio de los
padres y el artículo 46 de la Ley 16.618 dispone que se aplicarán
los artículos 223 al 227 del Código Civil a los casos de nulidad
de matrimonio, separación de hecho o convencional de los cónyuges
e incluso los hace aplicable a los casos que más adelante veremos
cuando los padres no se encuentran unidos en matrimonio, sea que
79
Ibídem. N.P.P. Nº 61.
ambos o ninguno hayan reconocido a los hijos en cuanto esas
disposiciones les sean aplicables a estas situaciones.
La tuición de los menores durante el divorcio de sus padres
está considerada en el artículo 223 del Código Civil que dispone
que: "A la madre divorciada, haya dado o no motivo al divorcio,
toca el cuidar personalmente de los hijos menores. Sin embargo, no
se le confiará el cuidado de los hijos, cuando por su depravación
sea de temer que se perviertan.
En estos casos, o en el de hallarse inhabilitada por otra
causa, se confiará el cuidado personal de los hijos al padre.
La circunstancia de haber sido el adulterio de la madre lo
que ha dado causa al divorcio, deberá ser considerada por el juez
como un antecedente de importancia al resolver sobre su
inhabilidad. Lo dicho en este inciso se aplicará, en su caso, al
padre".
Las reglas aplicables en estos casos se desprenden de este
artículo y son las siguientes:
2º Corresponderá al padre la tuición de los hijos menores en los
casos de depravación de la madre y todos los demás que priven a
esta de la tuición.
3º Si ambos padres se encuentran en caso de inhabilidad física o
moral se podrá confiar el cuidado de los hijos a otra persona o
personas competentes, prefiriendo a los consanguíneos más próximos
y, entre ellos, a los ascendientes legítimos.
Cuando padeciere alcoholismo crónico. Esta enfermedad es de gran
repercusión en el desarrollo mental, intelectual y físico de los
hijos, tanto respecto de los hijos engendrados por padres
alcohólicos, que produce en estos retardo mental u otras anomalías
mentales; y respecto a los hijos que luego deben criarse en un
hogar con padre o padres alcohólicos, ya que resultará un ser
carente de inhibiciones, y escasos valores sociales, que tendrá
conductas desviadas socialmente o si no, decididamente
delictuales.
Cuando no velaren por la crianza, cuidado personal o educación del
hijo. El origen de este deber se encuentra en la autoridad
paterna, y como lo establece el artículo 222 del Código Civil toca
de consuno a los padres o si alguno falleciere corresponde al
sobreviviente. Este deber es de tal importancia que el legislador
ha establecido sanciones penales y civiles para asegurar su
cumplimiento, ya que no tan solo es causal de inhabilidad del
padre o la madre para ejercer la tuición sino que además si los
padres abandonan al hijo esto constituye una causal de
emancipación judicial que está contemplada en el artículo 267 Nº3
y 4 del Código Civil, otro caso se refiere a la sanción civil
impuesta a la madre ilegítima que abandona a su hijo en la
infancia la cual consiste que ésta no tendrá derecho para reclamar
alimentos. La sanción penal relativa al abandono de menores se
contempla en el artículo 346 del Código Penal.
Cuando consintieren en que el hijo se entregue en la vía o en los
lugares públicos a la vagancia o a la mendicidad, ya sea en forma
franca o a pretexto de profesión u oficio. Son innumerables los
casos en que los hijos son explotados por sus propios padres o
personas mayores a cargo de ellos para que estos se dediquen a
mendigar sea para su propia sobrevivencia o la de las personas a
su cargo, estas actividades van desde la práctica de la mendicidad
al comercio ambulante ilícito en calles y locomoción colectiva,
hasta llegar a la prostitución de niñas y sodomía, o más bien a la
explotación sexual de menores.
Cuando hubieren sido condenados por vagancia, secuestro o abandono
de menores. En este caso, esta causal apunta a que los mismos
delitos vistos en la causal anterior, son cometidos por los padres
de los menores.
Esta causal debe entenderse en un sentido amplio ya que no
sólo se refiere a los padres sino también a los guardadores del
menor.
El requisito que se exige es que los padres o los guardadores
hayan sido condenado por alguno de estos delitos, es decir la
existencia de un juicio previo.
Se estima que no sólo los delitos contemplados en esta causal
son los únicos, sino que también otros delitos deberían producir
el mismo resultado, así cualquier condena de presidio o cárcel
deberán provocar el mismo resultado de la pérdida inmediata de la
tuición tanto por el mal ejemplo que se le da al hijo como por
imposibilidad de ejercerla al estar privado de libertad.
Entendemos que una vez recobrada la libertad la persona
tampoco está en condiciones de ejercerla por sus antecedentes
delictuales y las consecuencias psíquicas y morales que producen
en la persona haber estado en prisión.
Cuando maltrataren o dieren malos ejemplos al menor o cuando la
permanencia de éste en el hogar constituyere un peligro para su
moralidad. Los maltratos pueden ser tanto físicos como morales es
decir de obra o de palabra, por lo general se exige habitualidad
en el maltrato llegando a ser lo que se denomina síndrome del niño
maltratado, ahora bien, considero que también hay que impedir la
tuición en el caso en que sin contar con un maltrato habitual, el
daño o las lesiones provocadas al menor aunque sea la primera vez,
son de tal magnitud que pone en peligro su integridad física como
psíquica.80
En cuanto a los malos ejemplos se refiere a ciertas conductas
que influyen en la personalidad del menor y que consistan en
situaciones que van en contra de la moralidad imperante en nuestra
sociedad aunque no constituyan delito alguno.
Además de estas causales taxativas existen las contempladas
en el artículo 46, inciso 2º de la Ley de Menores, que son las
siguientes:
Cuando el cónyuge a quien le correspondiere la tuición del menor
en los casos previstos legalmente, contrajere nuevo matrimonio. En
este caso el juez podrá alterar la tuición, atendiendo a la
conveniencia del menor, y siempre que el otro cónyuge no se
encontrare en la misma situación o le afectare alguna inhabilidad.
Como se ve, esta causal es una facultad potestativa otorgada
al juez, el cual si realmente llegase a la conclusión que el hecho
de convivir el menor con el nuevo cónyuge de su padre o madre le
constituyere perjuicio.
Cuando el padre no hubiere contribuido a la mantención del hijo
mientras éste estaba bajo el cuidado de la madre. De esta forma el
legislador puede impedir que el padre que ha tenido una conducta
negligente e irresponsable con su hijo llegue a ejercer la tuición
de éste, como una forma de sancionar su mala conducta.
B.4) TUICION DE LOS HIJOS NATURALES.
Está consignada en los artículos 277 y 278 del Código Civil,
el primer artículo citado dispone que "Es obligado a cuidar
personalmente de los hijos naturales el padre o madre que los haya
reconocido, en los mismos términos que lo sería el padre o madre
legítimos, según el artículo 222.
El cuidado personal de los hijos naturales cuyo estado haya
sido establecido con arreglo a los números 2º, 3º o 4º del
artículo 271, será determinado por el juez".
Por lo tanto si el hijo natural es reconocido por ambos
padres y además estos vivieran juntos por aplicación del artículo
80
Ver respecto al Maltrato Infantil lo expuesto en el
Capítulo II. Pág 17.
222 corresponde a ambos padres ejercerla de consuno.
Si ambos padres lo hubieren reconocido pero estos vivieren
separados se aplican las normas relativas al divorcio, nulidad de
matrimonio o separación de hecho de los padres, según lo señala el
artículo 278 del Código Civil, ya que hace aplicable lo dispuesto
en los artículos 223, 225, 226 y 227 del mismo Código. Así,
corresponde el cuidado personal a la madre natural del menor
reconocido voluntariamente por ambos.
En el caso en que el hijo natural haya sido reconocido por
uno solo de sus progenitores, la tuición o cuidado personal
corresponderá al padre o madre que lo haya reconocido, igual regla
se aplicará en el caso en que el menor hubiese sido reconocido por
ambos voluntariamente y uno de ellos muriese, correspondiéndole al
padre sobreviviente.
Si el hijo hubiere sido reconocido en forma forzada, que son
los casos contemplados en los números 2º, 3º y 4º del artículo 271
del Código Civil, se aplicará el inciso 2º del artículo 277 del
mismo código. En este caso la tuición no corresponde de pleno
derecho al padre o a la madre que lo haya reconocido forzadamente,
sino que se faculta al juez para determinar la persona que se hará
cargo del menor, pudiendo ser incluso una persona extraña.
B.5) TUICION DE LOS HIJOS SIMPLEMENTE ILEGITIMOS.
Sabemos que entre los hijos simplemente ilegítimos existen
los que son hijos ilegítimos reconocidos para los efectos del
derecho de alimentos en conformidad al artículo 280 del Código
Civil y los que no han obtenido reconocimiento alguno.
Conocido es el largo e imperfecto camino que ha recorrido la
filiación ilegítima en nuestro sistema. Consecuencia de esto es
que hasta antes de la entrada en vigencia de la Ley 14.907 no
existía norma aplicable al cuidado personal de los hijos
simplemente ilegítimos, tanto en el Código Civil como en otras
normas. El precepto se mantuvo al refundirse en una sola la
normativa relativa a menores en 1967, de donde resulta la Ley
16.618, vigente hasta hoy. En el Código la situación se encuentra
igual.
El vacío fue llenado por el artículo 46 de la Ley de Menores
que dispone: "Se aplicarán los artículo 223 a 227, inclusive, del
Código Civil en los casos de nulidad de matrimonio, separación de
hecho o convencional de los cónyuges y en aquellos en que los
padres no estén unidos en matrimonio, sea que ambos o ninguno
hayan reconocido a los hijos, en cuanto esas disposiciones sean
aplicables a estas situaciones".
El precepto transcrito hace aplicables los artículos 223,
225, 226 y 227 del Código Civil a la situación en que los padres
no se encuentran casados y más aún al caso en que ninguno de ellos
haya reconocido al menor.
De acuerdo a lo anotado debemos decir que el cuidado personal
del hijo simplemente ilegítimo compete en primer término a la
madre simplemente ilegítima cualquiera sea la edad y sexo del
hijo. No se le confiará el cuidado cuando se encuentre afectada
por alguna causal de inhabilidad y de ello sea lógico temer que se
perviertan; en tal caso el cuidado personal le corresponde al
padre ilegítimo. En este último caso si también se encontrare
inhabilitado, o bien, no se interesare en asumir la tuición, será
el juez quien decidirá a quien entrega el cuidado personal, para
ello se fundará en los informes sociales que indiquen en manos de
quien se encuentra el menor y teniendo presente siempre su interés
superior.
Frente a estas disposiciones podrían producirse conflictos en
el caso en que uno de los padres sea natural y el otro simplemente
ilegítimo y ambos se disputen la tuición del hijo; para lograr una
acertada resolución en este caso se deberá aplicar el artículo 277
del Código Civil en cuya virtud deberá entregarse la tuición al
padre o madre que haya reconocido voluntariamente al hijo. Si el
reconocimiento ha sido forzado será el juez quien deberá
determinar a quien le entrega la tuición.
En la práctica, sin embargo, no es frecuente la disputa del
cuidado personal de estos menores simplemente ilegítimos entre los
padres ya que por lo general uno de ellos no tendrá la más mínima
intención de vincularse con ese menor, sea de hecho o
jurídicamente a través de un reconocimiento, o en muchas ocasiones
se encuentran en manos de terceros que se han hecho cargo de
ellos, como ocurre cuando los padres de alguno de los progenitores
del menor asumen su cuidado; en tal evento solicitarán al tribunal
la tuición pero en procedimiento no contencioso.
C) DERECHO DE VISITA.
Este derecho reviste características propias y diferentes a
la tuición, pero se relaciona con esta ya que surge este derecho
por el hecho de que el hijo sea sacado del cuidado de uno de sus
padres o de ambos, así esta expresado en el artículo 227 del
Código Civil que dispone "al padre o madre de cuyo cuidado
personal se sacaren los hijos, no por eso se prohibirá visitarlos,
con la frecuencia y libertad que el juez juzgare convenientes". De
esta manera se pretende que el sufrimiento que embarga al menor al
presenciar la separación de sus padres se vea un poco más atenuado
al poder seguir viendo al otro progenitor y no cortar los lasos
afectivos en forma violenta que producirán daños tanto en el menor
como en el padre.
La norma citada corresponde al caso de los hijos legítimos,
pero la Ley 16.618 en su artículo 48 vino a complementar los
vacíos legales existentes respecto al derecho de visita
correspondiente a los padres naturales y simplemente ilegítimos,
así, dispone que cada vez que un menor sea puesto al cuidado de
uno de sus padres o de un tercero, deberá establecerse en la misma
resolución la obligación que sea visitado por el otro y además
dispone que en la misma resolución se entienda conferida esta
autorización a los ascendientes y hermanos legítimos del menor.
C.1) CARACTERISTICAS DEL DERECHO DE VISITA.81
Las características que se señalan a este derecho son las
siguientes.
2º Es inalienable, no se puede enajenar.
5º Es personal, ya que se establece en consideración de ciertas
personas y por circunstancias especiales que lo aconsejan.
9º Es provisorio, ya que su mantención está determinada en cuanto
las circunstancia que le dieron origen se mantengan, pudiendo
variarse o suprimirse.
En cuanto al procedimiento para ejercer el derecho de visita,
se aplica el indicado en el artículo 34 de la Ley de Menores, que
en este trabajo denominamos juicio de menores, al cual se remite
la Ley señalándolo como el procedimiento sumario con las
81
Ibídem. N.P.P. Nº 61.
variaciones que en el citado artículo se señalan.
C.3) PROHIBICION PARA AUSENTARSE DEL LUGAR DE RESIDENCIA Y PARA
SALIR AL EXTRANJERO AL MENOR EN CASO DE REGLAMENTACION DEL DERECHO
DE VISITA.
Cuando se resuelve definitivamente sobre la tuición del menor
o cuando sólo ha resuelto sobre el régimen de visita de éste,
queda determinado en la resolución el lugar de residencia del
menor que tendrá con sus guardadores con la prohibición expresa de
mudarlo de residencia sin la autorización previa del tribunal so
pena de incurrir en las sanciones y apremios ya citados. Esto no
impide una movilidad o ausencia normal del lugar de residencia, de
esta forma se establece un límite de tiempo para ausentarse de la
residencia e incluso del país.
Así el artículo 49 de la Ley 16.618 dispone que decretada por
el tribunal la obligación de admitir visitas, el menor no podrá
salir del país ni salir del lugar de residencia por más de 15
días, sin contar con la autorización del padre o la madre a cuyo
favor se decretó, hay que tener presente que esta disposición sólo
alude al padre o la madre del menor y no a otras personas que
tuvieran este mismo derecho, como pudieran serlo otros
ascendientes o hermanos legítimos. En el evento que esa
autorización no pudiere ser prestada por las personas señaladas o
si fuere negada por éstas sin motivo plausible, el tribunal
procederá a resolver el asunto tomando en cuenta los beneficios
que le pudiere reportar la ausencia al menor y si lo estima
conveniente puede señalar un plazo para el regreso del menor.
El Servicio de Registro Civil e Identificación es el
organismo llamado a dar cumplimiento con esta normativa, dando a
conocer al tribunal el incumplimiento en el plazo señalado para el
regreso del menor.
D) DE LAS GUARDAS EN LA LEY DE MENORES.
D.1) NORMAS GENERALES.
El concepto de guarda lo encontramos en el artículo 338 del
Código Civil que dispone que "las tutelas y las curadurías o
curatelas son cargos impuestos a ciertas personas a favor de
aquellos que no pueden dirigirse a sí mismos o administrar
competentemente sus negocios, y que no se hallen bajo potestad de
padre o madre, que pueda darle la protección debida".
Las guardas comprenden tanto las tutelas como las curatelas,
de esto resulta necesario hacer un paralelo para destacar las
semejanzas y diferencias entre ambas instituciones:
Respecto al origen, éstas tienen el mismo, pudiendo ser ambas
testamentarias, legítimas o dativas.
Ambas no pueden ser conferidas a personas bajo potestad paterna
o materna.
Ambas se extienden a la persona y bienes del pupilo.
Para entrar a ejercer cualquiera de las dos se exigen los mismos
requisitos, que son el discernimiento, la fianza y el inventario.
La tutela sólo puede ser impuesta a los impúberes, es decir a
varones menores de 14 años y a mujeres menores de 12 años de edad
y es de un solo tipo.
En cambio la curaduría se da a los demás incapaces y a
determinados patrimonios, puede ser de diversas clases.
El tutor no puede ser nombrado a propuesta del pupilo (impúber).
El curador sí puede ser nombrado a propuesta del pupilo.
Establecidas las diferencias entre ambas clases de guardas y
delimitado el terreno en el cual actúan debemos señalar el origen
que ellas pueden tener, y de acuerdo a lo dispuesto en el artículo
353 del Código Civil ellas se originan en:
la voluntad del testador;
la disposición de la ley;
la resolución de un juez.
Conforme a lo señalado y a lo dispuesto en el citado precepto
son:
Guardas Dativas, las que confiere el magistrado.
Finalmente podemos señalar una cuarta fuente de guarda cual
es la voluntad del donante, en conformidad a lo dispuesto en el
artículo 360 del Código Civil. Tendrá lugar cuando los padres
legítimos o naturales o cualquiera otra persona donan al incapaz
alguna parte de sus bienes por acto entre vivos, en tal caso en
dicho acto los padres o el donante pueden nombrar un guardador
para que administre los bienes donados.
Siguiendo la sinóptica visión de las disposiciones generales
relativas a las guardas que aquí efectuamos, ello por que un
análisis más detallado escapa a la finalidad de este trabajo,
diremos que previo al ejercicio de estos cargos se deben cumplir
determinadas formalidades que la ley establece; ellas son tres:
El discernimiento;
la fianza;
el inventario.
En cuanto al discernimiento el artículo 473 del Código Civil
lo define como: "...el decreto judicial que autoriza al tutor o
curador para ejercer su cargo". Este decreto judicial debe ser
objeto, además, de un trámite de reducción a escritura pública
firmada por el juez que lo dicta, ello en conformidad lo dispuesto
en el artículo 854 del Código de Procedimiento Civil; la guarda
sólo estará discernida cuando se haya otorgado la referida
escritura.
En relación con lo anterior, conforme al artículo 373 ya
citado, toda guarda debe ser discernida, sin embargo, no todo
decreto judicial deberá reducirse a escritura pública; en efecto,
el inciso 2º del artículo 854 del Código de Procedimiento Civil
releva del cumplimiento de esta formalidad en dos casos, siendo
uno de ellos aquel en que la fortuna del pupilo sea muy escasa o
simplemente no posea bienes, en tal caso el decreto judicial
servirá de título suficiente para ejercer la guarda.
Este primer trámite en referencia tiene gran importancia
puesto que señala el momento en que el ejercicio de la guarda se
inicia y constituye además un requisito de publicidad de la misma;
tanto es así que la ley castiga con nulidad relativa los actos
ejecutados por el guardador con anterioridad al discernimiento. La
clase de nulidad que se impone ha sido determinada por la
jurisprudencia y se funda en que el discernimiento es un requisito
exigido considerando el estado o calidad de la persona en cuyo
beneficio se ha establecido.
Hemos dicho además que el tutor o curador, previo al
discernimiento, debe rendir caución, esta obligación es general a
todo guardador, sin embargo, existen ciertas personas que no deben
cumplir este requisito, ello ocurre también respecto de un
guardador de un pupilo que no posee bienes o que ellos son muy
escasos.
En último lugar debemos referirnos al inventario el cual debe
ser solemne y efectuado antes de desempeñar el cargo; se
confeccionará al tenor de lo dispuesto en el artículo 858 del
Código de Procedimiento Civil. Como en los casos anteriores se
encuentra libre de cumplir esta obligación el guardador del pupilo
que carece de bienes o que son muy exiguos.
Hemos señalado respecto de todos los trámites que ellos no
son exigibles cuando el pupilo carece de bienes o los posee en
ínfima cantidad.
D.2) COMPETENCIA DEL JUEZ DE MENORES EN MATERIA DE GUARDAS.
Es un aspecto importante que debemos resaltar puesto que en
conformidad al artículo 26 número 6 de la Ley 16.618 el Juez de
Menores sólo es competente para designar guardador al menor que
carezca de bienes o ellos sólo consistan en determinados
beneficios previsionales.
El conocimiento de esta materia tiene gran aplicación
práctica, especialmente respecto de menores cuya filiación es
ilegítima, específicamente natural. Encontramos en el quehacer
diario de tribunales un gran número de solicitudes de designación
de guardador para hijos naturales por carecer de representante
legal y haber fallecido alguno de los progenitores quienes han
dejado beneficios de orden previsional, especialmente derechos a
pensiones de orfandad en Administradoras de Fondos de Pensiones u
otros entes de carácter previsional o compañías de seguros, las
cuales en la tramitación del otorgamiento de esos beneficios
exigen la designación de tutor o curador a los menores para la
percepción de la pensión correspondiente.
Acreditándose la carencia de bienes del menor y el derecho a
obtener el beneficio previsional indicado, el tribunal acepta a
tramitación la petición discerniendo finalmente el cargo al padre
o madre sobreviviente y por lo escaso de los bienes que deben
administrar y considerando el grado de parentesco que tienen con
el pupilo se les releva de las obligaciones de efectuar
inventario, rendir caución y reducir a escritura pública la
resolución que los designa como guardadores.
Es mucho más limitada la tramitación de guardas respecto de
hijos legítimos pues éstos, por estar sometidos a patria potestad,
no necesitan, generalmente, recurrir al Juez de Menores para que
les designe guardador pues lo normal es que no pudiendo el padre
ejerza la patria potestad la madre; sólo a falta de ésta y si se
cumplen los requisitos que el artículo 26 Nº6 de la Ley de Menores
señala se recurrirá al Juez de Menores para efectuar la
designación aplicando el orden señalado por el Código Civil para
determinar a quién será deferida.
E) ADOPCION, SALIDA DE MENORES DEL PAIS.
Dentro del gran tema de la filiación encontramos sus clases,
y en nuestro derecho de familia existe filiación legítima,
ilegítima y adoptiva. Esta última, a su vez, puede existir en tres
formas diversas como son la denominada adopción clásica, regida
por la Ley 7.613; la adopción simple y la plena, ambas reguladas
en la Ley 18.703 del año 1988. Este último cuerpo normativo aborda
también la salida del país de menores para ser adoptados en el
extranjero, materia ésta última que a nuestro juicio presenta
todavía deficiencias y vacíos que es urgente superar.
E.1) ADOPCION CLASICA, LEY 7.613.
La adopción en nuestra normativa fue introducida por la Ley
5.343, de 6 de Enero de 1934, ya que nuestro Código Civil no la
contemplaba apartándose del modelo francés; esta Ley fue
reemplazada por la Ley 7.613 de 21 de Octubre de 1943.
Esta está definida en el artículo 1º de la Ley que dispone
"La adopción es un acto jurídico destinado a crear entre adoptante
y adoptado los derechos y obligaciones que establece la presente
ley. Sólo procederá cuando ofrezca ventajas para el adoptado".
Se caracteriza como un contrato de familia ya que entre
adoptante y adoptado los efectos que nacen son relaciones
jurídicas de familia, además de los derechos de carácter
patrimonial y extrapatrimonial.
También es un contrato solemne característica que tienen los
contratos de familia, está sujeto a requisitos de forma que le dan
la solemnidad como son la escritura pública de adopción, y la
autorización judicial previa al otorgamiento.
Es un acto que requiere de autorización judicial, con el fin
que se cumplan los fines de esta institución y no se preste a
beneficios sólo del adoptante, por lo tanto el juez autoriza si
efectivamente comprueba que la adopción otorga ventajas al
adoptado.
Es un contrato dirigido, la libertad de las partes está en
celebrar o no el acto, pero si deciden celebrarlo los efectos de
este los da la ley, sin poder efectuar modificaciones de común
acuerdo, por ser las normas sobre familia de orden público.
Es un contrato puro y simple, ya que no se permite que se
sujete a ninguna modalidad; así lo establece expresamente el
artículo 9º de la ley, que dispone: "La adopción no podrá
sujetarse a condición, plazo, modo o gravamen alguno". Esto es
consecuencia de lo dicho sobre la calidad de las normas en el
derecho de familia.
Este contrato no constituye estado civil, así lo dice
expresamente el artículo 1º, inciso 2º de la ley, o sea el
adoptado sigue ligado a su familia de origen, y no entra a formar
parte de la familia del adoptante, sólo es con éste que nacen
derecho y obligaciones.
La adopción debe ser ventajosa para el adoptado, esto es el
objeto de esta institución, se celebra en beneficio del adoptado,
por esto la intervención judicial.
E.1.a) REQUISITOS DE FORMA.
En primer lugar se requiere de una aprobación judicial,
artículo 5º, inciso 2º, que dispone: "la adopción será siempre
autorizada por la justicia ordinaria con conocimiento de causa..."
El juez competente es el señalado en el artículo 10º, que
será el juez en lo civil del domicilio del adoptado, en caso de
que éste sea mayor de edad; si es menor se aplicará la regla
señalada en el artículo 26 Nº5 de la Ley de Menores, esto es, le
corresponderá a este juez autorizar la adopción.
En segundo lugar se requiere de escritura pública, así lo
dispone también el artículo 5º de la Ley al señalar que: "la
adopción deberá ser otorgada por escritura pública en la cual
conste el consentimiento del adoptante y la aceptación del
adoptado." Si el adoptado es capaz acepta por sí mismo, si se
trata de un incapaz deberá prestar el consentimiento su
representante legal, si se tratare de un hijo de familia el
consentimiento lo prestan ambos padres y si uno de ellos ha
fallecido, o está imposibilitado de manifestar su voluntad o se
halla privado de la patria potestad, bastará el consentimiento del
otro. Si no tuviere representante legal se la dará un curador
especial para estos efectos.
Ante la negativa injustificada de las persona llamada a
manifestar el consentimiento, se podrá recurrir a la justicia
ordinaria para que lo preste.
El último requisito es la inscripción de la escritura pública
de adopción en el Servicio de Registro Civil e Identificación
correspondiente al domicilio del adoptado y además subinscribir al
margen de la inscripción de nacimiento del adoptado. Los
requisitos que debe contener la inscripción están enumerados en el
artículo 8º de la Ley.
El incumplimiento de cualquiera de estos tres requisitos
acarrea la nulidad absoluta del acto, el no cumplimiento de la
subinscripción al margen no acarrea sanción alguna.
E.1.b) REQUISITOS DE FONDO.
Solamente pueden adoptar las personas naturales, por ser las
obligaciones que se nacen, propias de derecho de familia.
Debe tratarse de una persona con libre disposición de sus
bienes es decir una persona capaz.
Debe tener más de 40 y menos de 70 años de edad, y una
diferencia con el adoptado de a lo menos 15 años.
Al momento de la adopción el adoptante no debe tener
descendencia legítima; pero podrá adoptar teniendo descendencia
legítima, cuando está hubiere llagado a la mayoría de edad y
presten por escritura pública su consentimiento, y si alguno
hubiere fallecido y tuviere descendencia legítima deberán esto
prestar el consentimiento otorgándolo por escritura pública,
personalmente por ellos o por sus respectivos representantes
legales.
La existencia de hijos naturales o simplemente ilegítimos no
impiden la adopción y tampoco tiene ningún efecto la llegada de
hijos legítimos con posterioridad.
Si el adoptante fuere casado será necesario el consentimiento
del otro cónyuge, como forma de salvaguardar la estabilidad en el
hogar común; la negativa del cónyuge del adoptante no puede ser
suplida por el juez.
Sólo podrá adoptar una sola persona, salvo el caso que se
trate de un matrimonio, de esta manera se evita las adopciones
simultaneas o múltiples.
El guardador sólo podrá adoptar a su pupilo cuando haya sido
aprobada la cuenta de su administración, con el fin de que la
adopción no sea utilizada para encubrir una administración dolosa
o culposa.
E.1.c) EFECTOS DE LA ADOPCION CLASICA.
Para esto distinguiremos los relativos a las partes y los
relativos a los terceros.
1º Respecto de las partes.
Por ser este un contrato sólo produce efecto para las partes
que concurrieron con su voluntad y que son adoptante y adoptado;
sólo como una excepción se podrán producir efecto para terceros,
una vez que se haya efectuado la inscripción, artículo 13 de la
ley.
El adoptado podrá tomar el o los apellidos del adoptante, si
éste fuere un matrimonio podrá tomar el de cualquiera de ellos o
de ambos, así deberá declararlo en la escritura pública de
adopción como lo dispone el artículo 14, inciso 2º y 3º de la Ley.
La adopción acarrea impedimentos para el matrimonio, lo
establece así el artículo 27 que dispone que: "Es nulo el
matrimonio que contraiga el adoptante con el adoptado o el
adoptado con el viudo o viuda del adoptante".
También acarrea respecto del adoptante el impedimento de
segundas nupcias; así lo dispone el artículo 28 de la Ley al
disponer que si el adoptante tiene la patria potestad o la guarda
del adoptado y quiere contraer matrimonio, deberá sujetarse a lo
establecido en los artículo 124 y 126 del Código Civil, con la
misma sanción de indemnización de perjuicios.
El adoptado no pierde los derechos y obligaciones respecto de
su familia de origen, sino como lo dice el artículo 15 de la Ley
"El adoptado continuará formando parte de su familia y conservará
en ella todos sus derechos y obligaciones". no obstante esto la
adopción le confiere al adoptante los derechos establecidos en el
Título IX y X del Libro I del Código Civil, que se refieren a la
autoridad paterna y a la patria potestad, y así también el derecho
de consentir en el matrimonio del adoptado, todo esto mientras
subsista la adopción.
Además, el artículo 19 dispone que para los efectos de lo
dispuesto en los artículos 228, 1.740 Nº5 y 1.744 del Código
Civil, el adoptado será tenido como descendiente común.
La adopción hace cesar la patria potestad o la guarda a que
estaba sometido el adoptado.
Si le correspondiere al adoptante ejercer la patria potestad
sobre el adoptado deberá constar en la escritura de adopción un
inventario de los bienes y deuda del adoptado; o, si carece de
ellos, se dejará constancia del hecho. El no cumplimiento de esto
hace solidariamente responsable al adoptante y a la persona que
prestó consentimiento por el adoptado de todo perjuicio que a éste
se ocasionare.
Los créditos que tuviere el adoptado contra el adoptante que
se originen por la administración de sus bienes, o en el caso que
señala el artículo 28 de esta misma Ley, se consideran incluidos
en el número 4º del artículo 2.481 del Código Civil, y la fecha de
su causa será la de la adopción.
La patria potestad que ejerce el adoptante se pierde por las
mismas causales que la que ejerce el padre o la madre legítima.
En el caso que muriera el adoptante antes que el adoptado
llegare a la mayoría de edad, para algunos el adoptado volvería a
la patria potestad de sus padres; para otros esto no es así, sino
que por lo dicho en el artículo 16 de esta Ley el término de la
adopción no da pie para que reviva respecto de sus padres, y por
lo dispuesto en el artículo 21 de la Ley se emancipa en los mismos
términos que el hijo legítimo y una de las causales es la muerte
de quien ejerce la patria potestad.
La adopción genera el derecho de alimentos que es recíproco
para ambas partes, en la misma forma como lo reciben los
ascendientes y descendientes legítimos.
El adoptante no tiene derechos hereditarios respecto del
adoptado, salvo que se le asignare por testamento. El adoptado en
la sucesión intestada del adoptante tiene los derechos que
prescribe el artículo 42 de la Ley, es decir es tenido como hijo
natural, y no tiene la calidad, ni de legitimario ni de
asignatario forzoso.
2º Respecto de terceros.
Con lo dispuesto en el artículo 24 de la Ley hace disminuir
los derechos hereditarios de ciertas personas.
Hace que el padre o madre legítima pierda la patria potestad
que tenían respecto del hijo de familia.
Respecto a los guardadores pone fin a la guarda que ejercían.
Se impide que el viudo o viuda del adoptante contraiga
matrimonio con el adoptado.
Los parientes colaterales del adoptante quedan pospuesto al
adoptado a la guarda del adoptante.
E.1.d) EXPIRACIÓN DE LA ADOPCIÓN.
Las causales de expiración de la adopción se encuentran
enumeradas en el artículo 32 de la Ley, que señala que son:
2º Por consentimiento mutuo del adoptante y del adoptado mayor de
edad, que conste en escritura pública.
4º Por sentencia que declare la ingratitud del adoptado para con
el adoptante.
Además, de estas causales también pone término a la adopción,
la sentencia que declare la nulidad de ésta.
Esta se puede solicitar en dos oportunidades, una es antes de
que el Juez autorice la adopción, transformándose ésta en un
asunto contencioso.
Otra oportunidad es una vez inscrita la adopción, sus
causales son las siguientes:
2º También es nula cuando adolece de los vicios de la voluntad de
error, fuerza o dolo. Sólo podrá ser solicitada por quienes hayan
sido afectados por el vicio, o sus herederos.
E.1.e) IMPUGNACIÓN DE LA ADOPCIÓN.
Para esto es supuesto básico la existencia de una adopción
válida, pero que es contraria al interés del adoptado, ya que no
le reporta beneficio alguno a éste.
Pueden impugnar las personas señaladas en el artículo 12 de
la Ley que son los ascendientes legítimos del adoptante y del
adoptado, y los descendientes legítimos del adoptado.
El plazo para esto es de un año, contado desde la fecha de la
inscripción de escritura correspondiente en el Registro Civil.
El plazo de prescripción de la impugnación es el mismo visto
para la nulidad.
E.2) ADOPCIÓN SIMPLE.
Institución nueva introducida por la Ley 18.703, Título II;
cuyo fin es fortalecer una típica conducta de nuestro país, como
es el poner a los hijos a cargo de otra persona para su crianza, y
además dar una oportunidad más para que los menores no salgan del
país, para ser adoptados.
Esta especie de adopción viene a ser una medida de
protección, su fin es esencialmente asistencial, ya que sólo
procede respecto de menores que carezcan de bienes al momento de
la adopción y que se encuentren en necesidad de asistencia y
protección.
E.2.a) CARACTERÍSTICAS.
1º Es una institución sui géneris, ya que como lo hemos indicado,
fue introducida por Ley 18.703, apartándose de lo que se conocía
como adopción en nuestro país, más bien presenta características
de medida asistencial o proteccional; primero, porque está
dirigida a menores en situación irregular; segundo, el menor no
deja de pertenecer a su familia de origen y; tercero, porque
termina cuando el menor llega a la mayoría de edad.
2º No constituye estado civil, el adoptado no deja de pertenecer a
su familia de origen y conservará en ella sus derechos y
obligaciones.
3º Es esencialmente temporal, esta adopción se extingue de pleno
derecho por llegar el adoptado a la mayoría de edad.
4º Constituye una causal de impedimento para el matrimonio, ya que
el artículo 18 de la ley 18.703 dispone que es nulo el matrimonio
que contraiga el adoptado con el viudo o viuda del adoptante, o el
adoptado con el adoptante.
5º Se constituye por sentencia judicial, así está dispuesto en el
artículo 9º de la Ley.
E.2.b) REQUISITOS DE FORMA.
En primer lugar ella se constituye por sentencia judicial,
que deberá cumplir con los requisitos establecidos por el artículo
170 del Código de Procedimiento Civil.
Es competente el Juez de Letras de Menores del domicilio del
adoptante.
Se deberá cumplir con lo prevenido en el articulo 8º, que
dispone que el adoptante debe haber tenido el cuidado personal del
menor, a lo menos seis meses en forma ininterrumpida.
El juez exigirá la comparecencia personal del adoptante y se
oirán a los padres del menor siempre que ello sea posible.
La sentencia producirá sus efectos legales una vez que sea
subinscrita al margen de la partida de nacimiento el menor.
E.2.c) REQUISITOS DE FONDO.
1º Relativos del adoptante.
Sólo se podrá ser adoptado por una sola persona, salvo el
caso que los adoptantes fueren matrimonio ya que se requerirá el
consentimiento de ambos. Si la persona que adopta es casada no
divorciada perpetuamente se requerirá el consentimiento de su
respectivo cónyuge.
Debe ser una persona natural, mayor de edad y plenamente
capaz.
Debe haber una diferencia a lo menos de 15 años entre
adoptante y adoptado.
2º Relativos al adoptado.
Se debe tratar de menores de 18 años de edad, que se
encuentren en necesidad de asistencia y protección; que carezcan
de bienes al momento de efectuarse la adopción, o que estos bienes
sean pensiones, u otras prestaciones originadas en el sistema de
seguridad social.
E.2.d) EFECTOS DE LA ADOPCIÓN SIMPLE.
Estos se caracterizan por una naturaleza asistencial y no por
ser efectos propios de una adopción sino de una medida
proteccional especial.
El adoptante se obliga a tener al adoptado en su hogar y
sufragar los gastos de alimentación, crianza y educación de éste
que deberá consistir a lo menos en la enseñanza básica y el
aprendizaje de una profesión u oficio.
El adoptado es considerado como carga del adoptante para
todos los efectos de asignación familiar, beneficios de salud y de
seguridad social.
El adoptado sigue formando parte de su familia de origen y
conservará en ella sus derechos y obligaciones.
Al adoptante le corresponde ejercer la patria potestad y la
autoridad paterna, la cual se suspende de pleno derecho respecto
de los padres legítimos del menor, en igual forma la guarda a que
pudiera estar sujeto el menor.
Si con posterioridad a la adopción el adoptado adquiriere
bienes, el adoptante, en el ejercicio de la patria potestad, no
gozará del usufructo, ni de remuneración alguna por la
administración.
El adoptante tiene el derecho de consentir en el matrimonio
del adoptado menor de edad.
Si el adoptante contrajere matrimonio debe proceder conforme
los artículos 124 y 125 del Código Civil, si los infringe deberá
al adoptado indemnización de perjuicios que la omisión del
inventario irrogue, presumiéndose su culpa por la sola omisión.
Es nulo el matrimonio que contraiga el adoptante con el
adoptado, o el adoptado con el viudo o viuda del adoptante.
El adoptado menor de edad no podrá salir del territorio
nacional sin la autorización expresa del Juez de Letras de Menores
que haya otorgado la adopción.
E.2.e) EXPIRACIÓN DE LA ADOPCIÓN SIMPLE.
La adopción simple expira por las causales señaladas en el
artículo 20 de la ley, y son las siguientes:
1º Por mayoría de edad del adoptado, esto es, por ser esta
adopción esencialmente temporal; ya que su finalidad es actuar
como una medida de protección especial.
2º Por sentencia judicial pronunciada por el tribunal que resolvió
sobre ella, de oficio o a petición de parte, cuando se hayan
perdido las finalidades que se tuvieron a la vista para otorgarla
y, especialmente, en caso de abandono, maltrato, depravación o
incapacidad física permanente del adoptante.
3º Por la adopción del menor conforme a las normas de la ley 7.613
o por su adopción plena de acuerdo a las disposiciones del Título
III de esta Ley.
E.3) ADOPCIÓN PLENA.
Esta adopción reglamentada en el Título III de la Ley 18.703,
vino a reemplazar la legitimación adoptiva que se reglamentaba en
la Ley 16.643.
La nueva Ley conservó la esencia y principales
características de la Ley 16.643, modificando requisitos relativos
a la constitución y procedimiento judicial que hay que llevar a
cabo para obtenerla.
Sus efectos provienen de una sentencia judicial, que consiste
en una ficción legal, por la cual se le otorga a quien no lo es la
calidad de hijo legítimo.
E.3.a) CARACTERÍSTICAS.
2º Se constituye por sentencia judicial, siendo ésta una sentencia
constitutiva, ya que crea un estado civil nuevo, el cual es de
hijo legítimo, que deberá cumplir con los requisitos del artículo
170 del Código de procedimiento Civil.
6º Constituye una nueva fuente de filiación legítima, ya que ésta
no corresponde a una realidad biológica, sino a los efectos que da
una sentencia judicial.
E.3.b) REQUISITOS.
Estos dicen relación con el adoptado, adoptante, y los
relativos al procedimiento para su concesión.
1º Relativos al adoptante.
La regla general es que sólo pueden adoptar los cónyuges no
divorciados, que tengan como mínimo cuatro años de matrimonio,
además deben ser mayores de 25 años y menores de 60 años de edad,
y con una diferencia a lo menos de 20 años con el adoptado; hay
que tener presente que los requisitos relativos a la edad no se
hacen exigibles si el adoptante es ascendiente por consanguinidad
del adoptado.
El juez cuando lo justifique podrá prescindir de los límites
de edad o rebajar la diferencia de años señalados, hasta un máximo
de cinco años.
Los futuros adoptantes deben haber tenido al menor bajo su
cuidado personal en forma ininterrumpida a lo menos un año
Hay dos casos que hacen excepción al requisito relativo a que
sólo pueda adoptar los cónyuges no divorciados estos son:
Adopción plena efectuada por el viudo o viuda.
Así, lo establece el artículo 22 de la Ley 18.703,
distinguiendo si se ha comenzado o no la tramitación de la
adopción.
Si ya se hubiere comenzado, la adopción se concederá
cumpliendo los demás requisitos.
Si no se había comenzado, el viudo o viuda para poder obtener
la adopción deberá empezar la tramitación al año siguiente de la
muerte del cónyuge, debiendo acreditar que éste manifestó la
voluntad de conceder el beneficio conjuntamente con el cónyuge
sobreviviente.
la voluntad, deberá probarse por instrumento público,
testamento o un conjunto de testimonios fidedignos que la
establezca de un modo irrefragable, no bastando la sola prueba de
testigos.
El tiempo de tuición o cuidado personal del menor exigido
para obtener la adopción al viudo o viuda es de un año, plazo que
puede ser modificado por el juez si estima que existen motivos que
lo justifiquen.
La adopción otorgada de esta forma se entiende concedida a
ambos cónyuges.
Matrimonio disuelto.
2º Relativos la adoptado.
La adopción plena sólo procederá respecto de los menores cuya
edad sea inferior a los 18 años.
La situación en que se debe encontrar el menor la señala la
ley, esta es:
Menor con filiación desconocida, se refiere aquellos casos en
que se desconoce la existencia de los padres, ya que estos no
aparecen en las partidas de nacimiento del menor y además no se
tiene conocimiento de otros vínculos familiares.
Menor que sea hijo de cualquiera de los adoptantes, en este caso
el legislador no distingue si se trata de hijos legítimos,
naturales o simplemente ilegítimos.
1º Que se oficie a la Dirección General del Servicio de Registro
Civil e Identificación y a cualquier otro organismo público o
privado, solicitando el envío de la ficha individual del adoptado
y de cualquier otro antecedente que permita su identificación, los
que serán agregados a los autos.
2º Que se remita el expediente a la Oficina del Registro Civil e
Identificación del domicilio de los adoptantes a fin de que se
practique una nueva inscripción de nacimiento del adoptado como
hijo legítimo de los adoptantes, quienes requerirán dicha
inscripción en el Registro de Nacimientos de la Oficina del
Registro Civil que corresponda a su domicilio.
E.3.d) PRINCIPIO DE LA RESERVA EN LA ADOPCIÓN PLENA.
La nueva legislación adopto por un principio de reserva más
tenue que el que contenía la legislación anterior el cual
consagraba la idea del secreto en materia de adopción.
La consagra esencialmente el artículo 35 de la Ley al
disponer que "Todas las tramitaciones, tanto judiciales como
administrativas y la guarda de documentos a que de lugar la
adopción serán reservadas; salvo que los solicitantes, en su
demanda de adopción, hayan manifestado lo contrario. En este caso,
en la sentencia se dejará constancia de ello y no será aplicable
lo dicho en la parte primera de este inciso".
También lo consagra los artículos 32 y 34 ya vistos.
La Ley 18.703 establece que cuando el procedimiento de
adopción se tramitare en forma reservada y los funcionarios
públicos hubieren violado esta reserva, serán sancionados con la
pena señalada en el artículo 47 de la misma Ley.
E.3.e) EFECTOS DE ADOPCIÓN PLENA.
Como lo señala el artículo 37 de la Ley los efectos de la
adopción plena se producen entre adoptantes y adoptado y respecto
de terceros desde la fecha en que se practique la inscripción
ordenada en la sentencia que dé lugar a ella.
Se produce un desplazamiento del menor desde su familia de
origen a la de los adoptantes como hijo legítimo, ya que la
adopción plena hace caducar los vínculos de la filiación de origen
del adoptado en todos sus efectos civiles, con la salvedad de que
subsistirán los impedimentos para contraer matrimonio,
establecidos en le artículo 5º de la Ley de Matrimonio Civil. Se
le aplica al adoptado, todo lo referente a los derechos y
obligaciones de los hijos legítimos y con respecto a los
consanguíneos de los adoptantes surgen vínculos de parentesco.
E.3.f) EXTINCIÓN DE LA ADOPCIÓN PLENA.
La adopción plena es irrevocable.
Con todo, el adoptado podrá pedir siempre en juicio
ordinario, la nulidad de la adopción plena que se haya obtenido
con fraude.
E.4) DE LA SALIDA DE MENORES PARA SU ADOPCION EN EL EXTRANJERO.
Se encuentra regulada en el Titulo IV de la Ley 18.703, en el
cual se regula el procedimiento para obtener la salida de menores
del país para su adopción en un país extranjero.
E.4.a) REQUISITOS.
Estos están referidos a los adoptantes y al menor que será
autorizado para su adopción en el extranjero.
1º Relativos a los adoptantes.
El o los adoptantes deberán cumplir con los requisitos
exigidos en su país de residencia para poder adoptar. Esto es con
el fin de que una vez que el menor haya salido del país sea
efectivamente adoptado en el extranjero y esto será posible en la
medida que los futuros adoptantes cumplan con los requisitos
exigidos.
De esta forma el artículo 41 de la Ley establece los
documentos que se tendrán que acompañar a la solicitud de salida
del país de menores, los que deberán estar, autenticados,
autorizados o legalizados, según corresponda y traducidos al
español, en los cuales debe constar que el o los futuros
adoptantes cumplen con los requisitos para adoptar según la ley de
su país. Una de las criticas que se han formulado a esta
autorización, dice relación con no haber exigido que los futuros
adoptantes extranjeros cumplieran además con los requisitos que
exigen las leyes de fondo chilenas sea para la adopción clásica o
la plena.
2º Relativos al menor.
El artículo 40 de la Ley señala cuales son los menores de
quienes se puede solicitar autorización para salir al extranjero.
Estos deberán cumplir las siguientes condiciones:
1º Deben tener una edad inferior a 18 años.
2º Se deben encontrar en las siguientes situaciones familiares:
Orfandad de padre o de madre;
Filiación desconocida, o
Encontrarse en estado de abandono.
E.4.b) PROCEDIMIENTO A SEGUIR.
Corresponde recibir las solicitudes al Servicio Nacional de
Menores, éste tendrá que canalizarlas para que se dirijan a los
tribunales de menores correspondientes, además velará porque las
solicitudes se acompañen con todos los documentos, antecedentes y
elementos de juicio necesarios, lo que facilita la tareas del
tribunal.
El Servicio podrá emitir su opinión al tribunal sobre la
conveniencia que la salida y la adopción representen para el
menor.
Finalmente el Servicio remite el informe al tribunal
correspondiente dentro del plazo de veinte días contados desde su
recepción.
El juez competente para conocer de estas solicitudes es el
Juez de Letras de Menores del domicilio del menor.
Si el supuesto que se tiene para ser adoptado en el
extranjero, es el estado de abandono, será necesario que el juez
lo declare en la forma y con los requisitos establecidos en el
Título III de esta Ley.
El juez ordenará la comparecencia personal de los
solicitantes, sin embargo, si estos fueren cónyuges el juez podrá
ordenar la comparecencia de uno solo, por resolución fundada en el
interés exclusivo del menor, este cónyuge comparece con poder
otorgado por el cónyuge ausente.
En cuanto a la sentencia definitiva, por la remisión que hace
el articulo 4º de esta Ley, a la Ley de Menores, en todo aquello
no previsto en ella. Se deduce que la sentencia debe cumplir con
los requisitos exigidos en el artículo 171 del Código de
Procedimiento Civil.
Para proceder a cumplir con lo que señala el artículo 45 de
esta Ley, la sentencia deberá ordenar que se remita copia
autorizada de la sentencia para que se lleve un registro de
autorizaciones de salida de menores del país para ser adoptado en
el extranjero
Una vez autorizado el menor para salir del país para su
adopción en el extranjero, el cónsul chileno respectivo deberá
vigilar que la adopción se cumpla de acuerdo al procedimiento
señalado en esa legislación. Asimismo, informará y remitirá, al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile copia de la sentencia
o resolución y documentos que así lo prueben, el Ministerio deberá
poner estos antecedentes a disposición del tribunal para que a su
vez este ordene al Servicio de Registro Civil e Identificación
practicar la correspondiente anotación al margen de la respectiva
inscripción de nacimiento.
E.5) SANCIONES CONTEMPLADAS EN LA LEY 18.703.
Estar normas penales se encuentran en el Título V de la Ley,
sus objetivo en general es evitar el tráfico de menores, de esta
forma se contemplan figuras distintas de las que contiene la ley
penal común, que contiene tipos penales más amplios.
El primer artículo que contempla esta serie de tipos penales
es el 47, citado anteriormente en esta misma parte del Capítulo,
esa figura se refiere tanto al funcionario judicial como
administrativo, que en razón del cargo, adquiera conocimiento de
antecedentes, que de acuerdo a esta Ley tienen el carácter de
reservados, los revele o permita que otra persona lo haga. Esta
figura es garante de la reserva a la que pueden optar los
adoptantes contemplada en el artículo 35 de esta Ley, señalando
expresamente el tipo de funcionario a que se refiere, no hablando
en forma general funcionario público sino señalando a los que
intervienen en las distintas etapas administrativas y judiciales
de la adopción plena.
La limitante que contempla este tipo penal, es que el
conocimiento de los antecedentes deben haber sido en razón de su
cargo.
La pena impuesta es de suspensión del empleo en sus grados
mínimo a medio o multa de seis a diez Unidades Tributarias
Mensuales, se produce un aumento de la pena, si la revelación de
estos antecedentes, produjere un grave daño para el menor o sus
padres biológicos o adoptivos, en tal caso la pena será de
inhabilitación absoluta en cualquiera de sus grados y multa de
ocho a diez Unidades Tributarias Mensuales.
El artículo 48 contiene el tipo penal similar al anterior,
pero este se refiere a cualquier persona, sin que sea necesario
que invista la calidad de funcionario judicial o administrativo,
que revelare maliciosamente los mismos antecedentes para causar
perjuicio al menor o a terceros, será castigado con la pena de
multa de cinco a diez Unidades Tributarias Mensuales.
El artículo 49 contempla el caso de que "El que con abuso de
confianza, ardid, simulación, atribución de identidad o estado
civil u otra condición personal falsa o mediante cualquier otro
engaño semejante obtuviere la entrega de un menor para sí, para un
tercero o para sacarlo del país con fines de adopción..." como
vemos lo que se requiere aquí es que se proceda con engaño para la
obtención del menor, valiéndose de cualquiera de las figuras
enumeradas.
La pena que se contempla es de presidio menor en cualquiera
de sus grados y multa de diez a quince Unidades Tributarias
Mensuales.
En el artículo 50, se contempla el mismo caso de la figura
anteriormente descrita, pero si fuere cometida por autoridad,
empleado público, abogado, médico, matrona, enfermera, asistente
social o encargado, por cualquier título, del cuidado del menor.
En estos casos las penas se aumentarán en un grado.
La última figura penal, se contempla en el artículo 51, éste
se refiere a que sin perjuicio a la responsabilidad penal de que
se hagan acreedores los representantes legales o las personas
naturales que obraron por personas jurídicas, se procederá a
cancelar la personalidad jurídica correspondiente o a disolverla,
según el caso.
Si se tratare de un persona jurídica extranjera o de una
agencia de una persona jurídica o sociedad extranjera, que tenga
autorización para actuar en Chile se le caducará esa autorización.
Las sentencias en que se apliquen las penas previstas en este
artículo deberán ser publicadas por una vez en el Diario Oficial.
3º JUDICATURA DE MENORES.
La cabal resolución de los problemas que afectan a la
sociedad requiere un conocimiento especial y profundo de cada
disciplina, lo que sólo se puede conseguir a través de la
especialización, la que ayuda a una mayor versación del
conocimiento para efectuar así un análisis completo de la
situación y con ello lograr una radical solución, esto adquiere
mayor trascendencia cuando se trata de legislar o juzgar materias
referidas a menores de edad.
Por lo señalado anteriormente en materia de administración de
justicia, lo ideal es entregar a una sola categoría de jueces el
conocimiento de las materias judiciales que pueden presentarse en
la vida diaria en relación con los menores. La fuerza de las
circunstancias sociales ha derivado en la especialización de las
actividades lo que también ha tocado a la judicatura, debiendo
crearse desde hace ya varios años en Chile los Tribunales de
Menores.
El fundamento de esta especialización se encuentra en primer
término en la incapacidad y desprotección que naturalmente afecta
al menor, ella debe ser superada por las personas que moralmente
se encuentran llamadas a ello, los padres, y en su defecto otros
consanguíneos, pero si nadie de estos existe o se responsabiliza
el órgano jurisdiccional es quien debe asumir el papel, mediante
el ejercicio de las facultades tutelares que la propia ley le ha
otorgado, haciendo prevalecer en esta labor en todo momento el
interés superior del niño.
No se trata entonces de tribunales ordinarios que tienen
carácter especial en razón de la materia de que deben conocer,
sino de tribunales especializados en razón del bien jurídico que
están llamados a proteger.
En segundo lugar debemos indicar fundamento de la existencia
de la judicatura especial de menores la exigencia de la Convención
de Derechos del Niño del año 1989 la que en su artículo 40 Nº 3
obliga a los Estados partes a tomar todas las medidas apropiadas
para establecer leyes, procedimientos, autoridades e instituciones
específicas para los niños.
En razón de todo lo dicho, la Ley 16.618 establece en su
Título III la existencia de jueces de menores señalando su
epígrafe: "DE LA JUDICATURA DE MENORES, SU ORGANIZACION Y
ATRIBUCIONES".
A) BASES FUNDAMENTALES.
Los principios fundamentales de la organización de los
tribunales son aquellas normas indispensables sobre las que debe
descansar el Poder Judicial y sin las cuales no puede existir una
correcta y eficiente administración de justicia.
Las señaladas bases esenciales sirven de soporte también a
los Tribunales de Letras de Menores destacándose en su aplicación
a esta rama de la judicatura los siguientes:
1º Legalidad.
Significa que los Tribunales de Menores deben observar en su
actuar, sea en la tramitación de los procesos como en la dictación
de la sentencia, un estricto apego a la ley. Dicho principio no
tiene una consagración de carácter legal expresa, pero sí lo
encontramos en el artículo 7º de la Constitución Política que
dispone que los órganos del Estado actúan validamente previa
investidura regular de sus integrantes, en materias de su
competencia y en la forma que la ley señala. Ninguna autoridad o
magistratura puede atribuirse aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias otras facultades o derechos que las que
expresamente les señalan la Constitución y las leyes, todo acto en
contravención a ese principio, de la legalidad, es nulo y origina
las responsabilidades y sanciones que la ley señala.
El mismo principio emana de la propia esencia del poder
Judicial cuya misión por excelencia es la de aplicar la ley y
hacer justicia en cada caso particular. Más aun el apego a la
normativa en materia de tramitación es fundamental para la validez
de la resolución final que solucionará el conflicto sometido al
pronunciamiento del tribunal, ya que conforme a la norma
constitucional toda sentencia debe fundarse en un proceso previo
legalmente tramitado.
2º Territorialidad.
De acuerdo con el artículo 7º del Código Orgánico de
Tribunales, estos sólo podrán ejercer su potestad en los negocios
y dentro del territorio que la ley les hubiere asignado.
Dicha disposición tiene por objeto ordenar la administración
de justicia, delimitando la ley el espacio físico en que ejercerán
su ministerio los distintos tribunales de menores; la unidad
territorial que se utiliza para establecerlo es la comuna y la
agrupación de comunas.
Lo anterior no significa que los jueces no puedan ordenar
diligencias que se deban cumplir en otros territorios
jurisdiccionales, para ello se recurre a la jurisdicción delegada,
esto es, se cumplirá el trámite a través del juzgado de menores
competente en el lugar en que deba ejecutarse la actuación ello se
solicitará mediante el correspondiente exhorto.
3º Independencia.
Significa que los tribunales de menores ejercen su función en
forma independiente de toda otra autoridad; está contenido en el
artículo 12 del Código Orgánico de Tribunales.
4º Inamovilidad.
Reviste trascendental importancia, se encuentra establecido
en el artículo 77 de la Constitución Política, que dispone que los
jueces permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento;
esto constituye una garantía en favor de los magistrados, que
tiende a asegurar el principio de independencia de los tribunales.
5º Responsabilidad.
Principio consagrado en el artículo 76 de la Constitución
Política y 13 del Código Orgánico de Tribunales. Ella tiene dos
modalidades; es penal si el juez comete delito en el ejercicio de
su cargo y es civil aquella en que incurre el juez por los daños o
perjuicios que cause con su actividad dolosa.
6º Gratuidad.
La administración de justicia en materia de menores es
gratuita, así lo dispone el artículo 69 de la Ley de Menores
contenido en el Título VI de las Disposiciones Generales.
7º Gradualidad.
La justicia de menores siempre debe administrarse a través de
diversos tribunales de distinta jerarquía, con ello se persigue
que los juicios sea fallados a lo menos por dos tribunales con
iguales atribuciones es lo que se conoce como principio de la
doble instancia, así está recogido en el artículo 37 de la Ley
16.618.
B) ORGANIZACION Y ATRIBUCIONES.
La organización es la misma correspondiente a los Juzgados de
Letras, contenidas en el Código Orgánico de Tribunales y leyes que
lo complementan, siempre que no se oponga a lo dispuesto en la Ley
de Menores y en la Ley sobre abandono de familia y pago de
pensiones alimenticias, así lo dispone el artículo 18, inciso 2º
de la Ley de Menores.
C) COMPETENCIA.
Las materias de su competencia se encuentran enumeradas en el
artículo 26 de la Ley de Menores, y son las siguientes:
3º Ordenar la entrega a la madre de hijos menores, o a la persona
que los tenga a su cargo la pensión de alimento de hasta un
cincuenta por ciento del sueldo, salario u otra retribución en
dinero que perciba el alimentante en razón de su trabajo u oficio.
4º Conocer de los disensos para contraer matrimonio.
5º Autorizar la adopción cuando el adoptado sea menor y nombrarle
un curador especial cuando éste carezca de representante legal.
7º Resolver sobre la vida futura del menor en el caso del inciso
2º del artículo 233 del Código Civil, y cuando éste se encontrare
en peligro moral o material.
9º Aplicar las medidas contempladas en el artículo 29 de esta Ley
a los menores de dieciséis años, como a los mayores de esa edad y
menores de dieciocho que hayan obrado sin discernimiento.
10º Conocer de las causas que se promovieren de acuerdo con el
artículo 107 de la Ley de Alcoholes y Bebidas Alcohólicas.
11º Conocer de los delitos penados por el artículo 62 de la Ley de
Menores y de las faltas contempladas en el número 13 del artículo
494 del Código Penal, y en los números 5º y 6º del artículo 495
del mismo Código, cuando la ofensa o el escándalo fueren
presenciado por menores o afectare a éstos.
4º COLABORADORES DE LOS TRIBUNALES DE MENORES.
A) POLICIA DE MENORES.82
El origen institucional de la Policía de Menores se remonta
82
Carabineros de Chile. Acción de la Policía de Menores de
acuerdo a lo establecido en la Ley Nº 16.618."Seminario nacional
de coordinación de organismos públicos que participan en la
atención del menor en situación irregular". 1980.
al 13 de Agosto de 1963, como Sección Policía de Menores,
dependiente del Departamento de Orden y Seguridad de la Dirección
General de Carabinero, posteriormente se eleva a la categoría de
Departamento Policía de Menores, en virtud de la Ley 16.520 del 22
de Julio de 1966. Se fija su texto definitivo en la Ley 16.618,
Título II.
En la actual legislación se mantuvo el Departamento Policía
de Menores, y también los fines con que fue creada, es decir
efectuar una labor asistencial y policial en forma simultanea.
En el año 1975 por razones administrativas se separan las
funciones en el Departamento de menores, con tareas netamente
asistenciales dependiente de la Dirección General de Carabineros y
en la Prefectura de Menores, dependiente de la Jefatura de Zona
Metropolitana, obligada a dar cumplimiento a lo establecido en el
Título II y V, artículo 62 de la Ley 16.618.
A.1) FUNCIONES ESPECIFICAS.
Estas se encuentran enumeradas en el artículo 15 de la Ley de
Menores:
1º la letra "a" se refiere a la función de recoger a los menores
en situación irregular con necesidad de asistencia y protección;
esta letra usa conceptos como recoger que es tan amplio como el de
menor en situación irregular, se refieren a la captación de
menores, como una nedida preventiva por ende una de las más
vitales de su que hacer. Esta medida evita que el menor caiga en
una situación de peligro o que se introduzca en situaciones que
revelen una tendencia a delinquir sin ser delito como la de
drogadictos, vagos, mendigos, callejeros, etcétera. Estos menores
pueden ser recogidos por personal de diversas unidades policiales
como por personal especializado, en sus patrullajes diarios por
los sectores donde confluyen estos menores. También pueden ser
traídos por la Policía de Investigaciones por ser sujetos de
delitos.
Y también por particulares, que hayan encontrado menores
abandonados o extraviados. hay otros menores que se presentan en
forma voluntaria en busca de una solución a su situación de
abandono.
2º Las letras "b y c", se refiere a ejercer un control en lugares
o sitios estimados como centros de corrupción de menores, y
fiscalizar los espectáculos públicos, centros de diversión o
cualquier lugar donde haya afluencia de público, con el fin de
evitar la concurrencia de menores, cuando no sean apropiados para
ellos, así se resguarda el orden y la seguridad pública, acciones
realizadas en el que hacer policial en cumplimiento de su
objetivo.
Esta actividad netamente policial se realiza con personal
especializado de civil con vehículo camuflado, como forma de
evitar al menor, la reacción adversa, propia de estas situaciones
de aprehensión, para no causarle un conflicto interno.
Respecto de la letra "b" le compete denunciar al Juzgado de
Letras de Menores los hechos penados por el artículo 62 de esta
ley, no sólo estos hechos sino también todos aquellos en que el
menor sea sujeto activo o pasivo de los delitos contemplados en el
Código Penal.
A.2) CAUSALES DE INGRESO A LOS RECINTOS DE LA POLICÍA DE MENORES.
Entre las causales más comunes encontramos la siguientes:
1º Menores que presentan problemas derivados del ambiente y leves
problemas de conducta como abandono de hogar, los semivagos que
son los que están afuera del hogar todo el día sin control de
autoridad parental, los que imploran la caridad pública o son
obligados a ello, los abandonados, los huérfanos, los callejeros,
los fugados de otras instituciones asistenciales y menores
extraviados (son los más).
También aquellos consumidores de estupefacientes o
alucinógenos ocasionales.
2º Los menores en conflicto con la justicia (menor proporción).
a) Se realiza una exhaustiva entrevista con el menor para conocer
en detalle la problemática que presenta éste para mejor resolver.
c) Si no es posible realizar lo visto en la letra anterior los
menores son puestos a disposición de los tribunales de menores
para que se tomen las medidas de protección necesarias.
Por lo tanto los menores permanecen al rededor de 3 a 4 días
en las unidades policiales donde se les otorga la alimentación
necesaria, alojamiento, vestuario y primeros auxilios.
Toda la actividad desarrollada por la Policía de Menores va
encaminada a reducir el número de menores en situación irregular a
través de la aplicación oportuna de programas de prevención
primaria que comprometan activamente la participación de las
familias y comunidades locales.
Carabineros por sí solo está lejos de dar solución a estos
problemas sin la concurrencia activa de la comunidad organizada en
labores de prevención.
A.3) TAREAS FUNDAMENTALES.
Las tareas fundamentales desarrolladas por la Policía de
Menores son las preventivas, represivas y asistenciales:
En la faz preventiva (la más importante), en razón de su
posición estratégica en la comunidad para descubrir las
condiciones que son aptas para promover la antisociabilidad; actúa
para corregir dichas condiciones, evitando la comisión de hechos
que puedan alterara el orden social y protegiendo a los menores de
las situaciones que puedan llevarlo al delito o hacerlos víctimas
del mismo.
La faz represiva, colabora con organismos ejecutivos o
judiciales de protección de menores en la comisión de hechos
antisociales.
En la faz asistencial, cumple medidas encaminadas a
reintegrar a la vida social normal, al amplio contingente de
menores que sufren en la actualidad alguna forma de irregularidad
y a habilitarlos como elementos activos de la sociedad.
Esencialmente sus cometidos son los siguientes.
a) Protección de menores.
b) Prevención de situaciones de peligro, abandono y delincuencia.
c) Intervención en todos en los supuestos de hechos antisociales
cometidos por menores o contra menores en su trato y en las
averiguaciones que se realicen de los mismos.
A.4) PLANES DE LA POLICÍA DE MENORES A FUTURO.
1º Aumentar la cobertura de las Unidades de Policía a través del
país de acuerdo a la realidad existente.
2º Dotación de los elementos humanos, técnicos y materiales acorde
a las nuevas necesidades que implica la nueva creación de Unidades
de la Policía.
4º Contar con una sección estadística informativa, que nos permita
conocer la trayectoria de los menores que ingresen a las unidades,
a objeto de contar con una fuente de datos que nos permita conocer
la realidad social y facilitar la planificación de las actividades
tendientes a erradicar esta problemática.
5º Capacitar permanentemente al personal que trabaja en relación
directa con los menores.
6º Habilitación adecuada, acorde a las reales necesidades de las
Unidades que se creen en el futuro.
8º Coordinación de los organismos comunitarios, centros de madres,
juntas de vecinos, centros de padres, clubes deportivos, etcétera
a objeto de obtener una permanente información de los focos donde
se estén generando situaciones que puedan alterar el normal
desarrollo de los niños y adolescentes. De esta manera poder
solucionar en conjunto aprovechando los recursos humanos de cada
sector, con su plena participación y responsabilidad en el
problema.
9º Promover la relación policíafamilia, haciendo participar a la
juventud en acciones preventivas y formadoras que eviten la
inclinación a actividades antisociales, a través de clubes,
centros abiertos, formación de brigadas escolares que fortalezcan
su formación cívica.
B.1) DEFINICION.
El artículo 457 del Código Orgánico de Tribunales los define
disponiendo: "Los asistentes sociales judiciales son auxiliares de
la administración de justicia cuya función es la de informar al
tribunal acerca de los aspectos sociales, económicos, ambientales,
educacionales y demás que se les requiera con respecto a las
partes o a los hechos y situaciones que han provocado el conflicto
o la conducta irregular del individuo".
Dispone además el artículo que en cada juzgado de menores
exista a lo menos un asistente social.
B.2) NATURALEZA JURIDICA.
Consideramos importante determinar cual es la naturaleza
jurídica procesal de estos colaboradores de los Tribunales de
Menores.
En principio debemos decir de que son auxiliares de la
administración de justicia, esto trae como consecuencia el hecho
de que se encuentren sometidos a la regulación establecida para
tales auxiliares en el Código Orgánico de Tribunales y formar
parte del escalafón secundario de los funcionarios judiciales,
ocupando allí la cuarta serie. Además, es importante señalar que
en razón de lo anterior quedan sometidos a la jurisdicción
disciplinaria, tanto de los Jueces de Letras de Menores como de
las respectivas Cortes de Apelaciones.
Ahora bien, en cuanto a la participación en juicio nos
atrevemos a afirmar de que los informes evacuados por las
asistentes sociales constituyen un informe pericial, puesto que,
se trata de opiniones efectuadas por terceros ajenos al pleito y
que declaran acerca de hechos relacionados con la ciencia o arte
que ellos profesan. Además, para fundar lo dicho podemos citar lo
dispuesto en el artículo 409 del Código de Procedimiento Civil,
relacionado con el artículo 39 de la Ley de Menores y 457 del
Código Orgánico de Tribunales; esto sin embargo, no tiene mayor
trascendencia respecto de la apreciación de tales informes puesto
que el juez está facultado en estas materias para apreciar la
prueba en conciencia.
B.3) FUNCIONES.
De acuerdo a la definición legal le corresponde a los
asistentes sociales las siguientes tareas:
B.4) SUBROGACION.
Los asistentes sociales pueden ser afectados por causales de
implicancia o recusación caso en el cual no podrán intervenir en
las causas en donde ello ocurriere, en tales casos serán
subrogados en primer lugar por los demás asistentes sociales del
mismo tribunal, si existen, según el orden de su nombramiento. Si
ello no fuere posible por no existir otros o encontrarse estos
también inhabilitados deberá ser subrogado por el asistente social
de cualquier servicio público del lugar de asiento del tribunal,
que el juez designe, quien está obligado a desempeñar el cargo.
CAPITULO IV
DE LOS PROCEDIMIENTOS EN MATERIA DE MENORES
1º. PROCEDIMIENTOS CIVILES.
A) PROCEDIMIENTO GENERAL.
A.1) PROCEDIMIENTO GENERAL CONTENCIOSO.
A.1.a) APLICACION.
Para determinar su campo de aplicación debemos atender a la
norma que lo establece, con ello nos remitimos al artículo Nº 34
de Ley de Menores, precepto que en materia contenciosa hace
aplicable a la materia el procedimiento sumario regulado en el
Título XI del Libro Tercero del Código de Procedimiento Civil, a
partir del artículo 680 de ese cuerpo legal.
El elemento contienda es el factor que influye en la
aplicación de estos procedimientos de carácter formalista pero en
medida mínima, conforme las modificaciones que la propia Ley
señala. Al no existir este elemento de conflicto varía el
procedimiento aplicable hacia un grado mayor de rapidez y
disminución de la formalidad.
Así el artículo 34 inciso segundo de la Ley 16.618 dispone:
"En los asuntos contenciosos o cuando las medidas o
resoluciones adoptadas por el juez, siempre que su naturaleza lo
permita, sean objeto de oposición de parte de los padres,
guardadores o de cualquiera otra persona, que en el hecho tenga al
menor bajo su cuidado, se aplicará el procedimiento sumario
señalado en el Título XI del Libro Tercero del Código de
Procedimiento Civil..."
De esta manera el procedimiento contencioso en materias
referidas a menores, trátese de derecho de alimentos, cuidado
personal o tuición, derecho de visitas, etcétera. tiene por base
el procedimiento sumario contenido en el Código de Procedimiento
Civil y al cual se le imponen las modificaciones que señala el
artículo 34 de la Ley de Menores, antes transcrito parcialmente.
En consecuencia, la referida Ley de Menores no crea un
procedimiento propio sino que recurre al Código de Procedimiento
Civil para adoptar un procedimiento concentrado y fundamentalmente
oral, imponiéndole una serie de modificaciones para hacerlo aún
más ágil y expedito.
Sin embargo, adhiriéndonos en alguna medida a una posición de
la doctrina debemos destacar la importancia de determinar qué
clase de procedimiento es el juicio de menores ya que no es
totalmente convincente afirmar que se trata de un procedimiento
sumario, ello lo podemos basar en el gran número de diferencias
que entre uno y otro juicio existen, conforme puede verse más
adelante en este trabajo.
Como diremos más adelante al examinar con cierta detención la
aplicación de las normas comunes a todo procedimiento y las
modificaciones que ellas sufren por aplicación de la Ley de
Menores, la que en el artículo 34, determina que la tramitación de
los juicios en esta materia se hará en conformidad al artículo 680
y siguientes del Código de Procedimiento Civil, esto es, el juicio
sumario. Nos obstante, y como ya lo hemos advertido, no
compartimos totalmente el criterio de la Ley razón por la que
procuraremos analizar cual es la naturaleza que el procedimiento
de menores tiene en lo referente a su tramitación.
Atendido el citado artículo 34 de la Ley en referencia este
cometido pareciera estéril ya que los términos allí utilizados son
clarísimos y a simple vista no dejan lugar a duda ni discusión
válida alguna. Pero llevando la vista a la realidad esta
afirmación no resulta exacta, puesto que es tal el número y
entidad de las variaciones que sufre la tramitación que se
modifica totalmente la naturaleza del procedimiento sumario
adoptando una fisonomía y configuración propia y de carácter
especial que se encuentra en total armonía con los principios
formativos del procedimiento que informan la actividad de los
elementos del proceso.
Usando la afirmación de un autor y que hacemos nuestra,
decimos que "las cosas son por lo que en esencia son y no por el
nombre que le da el hombre o la ley" 83. Aquí por más que se afirme
que la tramitación obedece al juicio sumario, las características
del procedimiento y los principios en que éste se funda no
permiten llegar a esa conclusión, puesto que hemos dicho nos
encontramos frente a una institución y mecanismo procesal de
rasgos propios y bien definidos que aunque naturalmente tiene
similitud con el juicio sumario no corresponde a él aun cuando
exista una disposición legal que ontológicamente lo afirme en
forma directa.
En razón de lo señalado afirmamos que la naturaleza del
83
Ibídem. N.P.P. Nº 57.
procedimiento contencioso es especial, de principios,
características y estructura propia y la denominación que en un
futuro código del menor debería dársele es simplemente la de
PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO DE MENORES, aplicable a estas materias y
a aquellas no contenciosas en las cuales hubo oposición.
A.1.b) PRINCIPIOS FORMATIVOS DOMINANTES.
Existen en el Derecho Procesal una serie de principios que
informan la actividad de las partes en la litis y el accionar del
juez llamado a conocer y decidir el asunto controvertido,
atribución propia e irrenunciable del juzgador.
Antes de entrar derechamente en el análisis de los principios
es conveniente señalar que ellos difieren en algunos aspectos
según se trate de procedimientos civiles o criminales. Sin embargo
es preciso aclarar que hemos abordado en esta parte el tópico por
considerar que cualquiera sea la naturaleza del procedimiento de
que se conozca siempre se deben aplicar principios determinados,
que varían, sin embargo, de acuerdo a la materia que se va a
decidir.
Ante la especial situación orgánica de los Tribunales de
Menores ellos concentran principios de ambos ordenamientos, sin
perjuicio de consignarse los que son inherentes a su naturaleza.
1º Carácter tutelar del Juez de Menores.
Es el principio rector y que se alza por sobre los otros.
En concordancia con este principio se afirma que el hecho de
ser menor genera una situación de privilegio tanto procesal como
de carácter sustantivo, así, a este ser inimputable la Ley tiende
más a protegerlo que a castigarlo. Para lograr este objetivo se
crean Tribunales de Menores, cuya filosofía se encuentra en este
rol tutelar.
2º Primacía de la verdad real sobre la Formal.
Para lograr una protección adecuada es necesario lograr un
conocimiento lo más exacto posible de la situación planteada, el
juez no se conforma con las afirmaciones de padres, guardadores o
denunciantes, puede, y para ello la ley le otorga amplia facultad,
ordenar informes, requerirlos de personas u organismos,
estableciéndolo así el artículo 31 de la Ley de Menores. Así su
principal motivación es la búsqueda de la verdad real.
3º Carácter inquisitivo.
Constituye una consecuencia del anterior, consiste en la
obligación del juez, en ciertos casos, de iniciar el procedimiento
y dentro de él ordenar toda la investigación y disponer las
diligencias necesarias para llegar a configurar esta verdad real.
El impulso procesal corresponde íntegramente al tribunal,
quien está obligado a obtener la mayor cantidad de elementos de
convicción para resolver.
4º Atenuación de las formalidades.
La excesiva formalidad no se compadece con la naturaleza del
procedimiento que en algunas oportunidades requiere celeridad
absoluta para ser eficaz. Este principio se encuentra cabalmente
plasmado dentro de la legislación chilena, sin embargo, sería
conveniente la regulación clara y determinada de un procedimiento
en materia proteccional y penal de menores, la que se encuentra
sin regulación procesal, debiendo aplicarse en lo posible la
normativa ordinaria establecida en el Código de Procedimiento
Penal.
5º Carácter concentrado.
Significa que se trata de ejecutar la mayor cantidad de actos
en el menor tiempo posible, de manera de encontrar en breve plazo
la verdad real. Conectado con esto se encuentra el hecho de que es
frecuentemente oral sin perjuicio de la escrituración que el
tribunal efectúa.
6º Principio de la inmediación.
El juez tiene relación directa con las partes, investigadores
y medios de prueba, ello le permite conocer directamente a los
actores y fallar conforme a opiniones propias formadas en base al
conocimiento personal que tiene de toda la situación.
7º Carácter reservado.
Tiene doble fundamento, en primer término, atendido el
carácter eminentemente personal de los hechos que se plantean, lo
más lógico es vedarlo al conocimiento público. Por otra parte,
estamos frente a situaciones delictivas, por ello hemos de aplicar
normas correspondientes al procedimiento penal, las cuales en su
fase de investigación es comúnmente conocido su carácter secreto.
8º Unilateralidad de la audiencia.
Es un principio básico del sumario criminal, pero plenamente
aplicable en esta materia. Consiste en que los actos que
configuran el procedimiento proteccional pueden efectuarse sin la
necesidad de ponerlo en conocimiento de las partes, sin que tengan
siquiera derecho a oponerse a la actuación.
1º Comparecencia en juicio.
Debemos relacionar dos preceptos que regulan el cumplimiento
del Ius Postulandi en materia de conocimiento de los jueces de
menores, hay que concordar los artículos 2º, inciso 11 del la Ley
18.120 sobre comparecencia en juicio y el artículo 36 de le Ley de
Menores. El primero dispone que no rige la obligación de designar
abogado patrocinante y constituir mandato judicial en los asuntos
que conozcan los Jueces de Menores, sin perjuicio de ello si la
comparecencia se realizó a través de mandatario éste debe reunir
la calidades exigidas para ello. La excepción está dada por la
posibilidad de comparecer personalmente ante el Juez de Menores.
El artículo 36, inciso final de la Ley 16.618 amplía la
excepción que comentamos, cuando dispone que los menores no
necesitan representante legal para comparecer ante el juez. Así
aquellos para deducir sus peticiones a este tribunal pueden
comparecer personalmente no representando obstáculo, para ello el
hecho de que estén sometidos a incapacidad en razón de su edad ni
tampoco el que comparezcan sin patrocinio de Abogado ni mandatario
habilitado.
En lo que respecta a quienes pueden ser partes en los juicios
de menores, sea materia contenciosa o voluntaria pueden figurar
como partes:
Los padres legítimos, naturales o simplemente
ilegítimos;
los guardadores actuales del menor;
los que detentan la tuición provisional o definitiva;
aquellos que de hecho tengan el cuidado personal;
el Defensor de Menores;
el Director del Establecimiento en que esté internado
el menor;
cualquier persona que tenga interés social de proteger
al menor.
2º Actuaciones Judiciales.
Dispone el artículo 59 del Código de Procedimiento Civil que
las actuaciones judiciales deben practicarse en días y horas
hábiles, son estos los no feriados, y horas hábiles las que median
entre las ocho y las veinte horas.
El artículo 35 inciso 5º de la Ley de Menores señala la regla
especial aplicable a las causas de menores, disponiendo : "Para
las actuaciones judiciales que se verifiquen conforme a esta Ley
son hábiles todos los días y lugares. El juez podrá también
habilitar las horas en casos calificados".
La excepción contenida en el precepto transcrito está
establecida en términos restringidos puesto que se aparta de las
normas comunes a todo procedimiento, al hacer útiles para la
práctica de las actuaciones que comprende el procedimiento, todos
los días y lugares, así podrán ejecutarse diligencias del proceso
tanto en días hábiles como feriados. En lo referente a lugar
físico para verificarlas también pueden cumplirse en cualquier
lugar y no sólo en los señalados en el artículo 41 del Código de
Procedimiento Civil a propósito de las notificaciones personales,
lo que tiene vital importancia tanto en esta materia como en toda
otra actuación que se deba cumplir, para la tramitación del
juicio.
La habilitación legal a que nos hemos referido obedece sólo a
días y lugares mas no comprende las horas, debiendo en esta parte
aplicarse la señalada regla común del artículo 59 del Código de
Procedimiento Civil. Seguidamente el citado inciso 5º del artículo
35 de la Ley permite la habilitación judicial de las horas
facultando al juez para autorizar la ejecución de diligencias
fuera de los horarios que en el Código de Procedimiento Civil se
indican, debiendo para ello tratarse de casos calificados,
estimación que obviamente está entregada al magistrado.
3º Notificaciones.
En sede de comunicaciones destinadas a poner en conocimiento
de las partes una resolución judicial las disposiciones especiales
referidas a ellas cono las generales a todo procedimiento, ambas
consagradas en el Código de Procedimiento Civil, sufren grandes
modificaciones tanto en lo referente a la forma de efectuarlas
como en lo atingente a las personas que pueden hacerlas.
Funcionarios Hábiles Para Verificarlas: En la Ley de Menores se
amplía el número de funcionarios que son competentes para
practicar notificaciones fuera del tribunal, incluyendo algunos
que no son propiamente auxiliares de la administración de justicia
según lo establece el Código Orgánico de Tribunales. De esta
manera, están facultados para practicar notificaciones:
Funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile: en la
misma forma que lo señalado para el personal de Carabineros.
Receptores de Juzgados de Letras: Pueden ejecutar notificaciones
y otras actuaciones ordenadas en procedimientos de menores, para
su intervención, sin embargo debe existir autorización del
tribunal correspondiente previa solicitud de la parte interesada,
a no ser que haya sido ordenado de oficio por el tribunal. La
parte que solicita la notificación debe soportar la carga del pago
de los derechos correspondientes a este ministro de fe.
Formas de Notificación: En juicios de menores se aplican varias
formas, siendo la primera notificación siempre personal al igual
como ocurre en todo otro juicio. Las formas de notificación
aplicable en esta materia son:
Notificación personal;
notificación personal subsidiaria o por el artículo 44 del
Código de Procedimiento Civil;
notificación por cédula;
notificación por carta certificada;
notificación por carta certificada transcrita; y
notificación por avisos.
Críticas a esta forma de notificación:
En doctrina se formulan críticas a esta forma de notificación
las que se basan en que ella da lugar a una situación de
indefensión de las partes, sea por privación de usar ciertos
medios probatorios o de interponer los medios de impugnación que
la ley establece.
En efecto, la principal traba que se imputa a este medio de
notificación es el hecho de que resoluciones tan trascendentales
en cualquier procedimiento como son la sentencia definitiva y
antes la resolución que recibe la causa a prueba se notifican por
carta certificada transcrita.
Respecto a la primera resolución, el hecho de que ella sea
puesta en conocimiento de los litigantes en esta forma hace
ilusorio el ejercicio de recursos procesales como son los de
apelación o queja ya que al recibir la carta el notificado,
normalmente se encontrará vencido el término para deducirlos
atendida la brevedad de ellos, por lo mismo la sentencia quedará
ejecutoriada y se producirá la indefensión de la parte vencida al
no poder usar la segunda instancia a la cual naturalmente tiene
derecho.
En lo referente a la privación de utilizar medios probatorios
se señala que la prueba de testigos no podrá ser aportada ya que
el término para acompañar la lista que corresponde es dos días
contados desde la notificación de la resolución que recibe la
causa a prueba. Cuando ella es notificada por carta certificada
transcrita es imposible que se acompañe esa nómina dentro de plazo
por ello no podrá rendirse prueba testimonial. En sede de prueba
se argumenta que es muy probable también que no se pueda rendir
prueba alguna puesto que el término de ocho días es brevísimo y
depende exclusivamente de la llegada de la carta el conocimiento
del estado de la tramitación.
Nuestra opinión no es del todo concordante con las críticas
señaladas puesto que en primer lugar corresponde a cada parte
preocuparse del conocimiento del estado del juicio y para ello
deberán revisar periódicamente el expediente. En segundo término,
en atención a la práctica diaria observada en los tribunales ambas
partes asisten al comparendo y a falta de acuerdo que ponga
término al juicio se recibe la causa a prueba y se fijan los
puntos al tenor de los cuales se deberá probar, notificándose la
resolución en forma personal a cada parte o a sus apoderados.
Debemos entender que el fundamento de esta forma de notificar
obedece a la aplicación de un principio procesal en el que se
inspira tanto el procedimiento sumario, base del usado en menores,
y éste mismo que posee principios propios, con ello nos estamos
refiriendo al principio de la celeridad.
4º Régimen de las rebeldías.
Señala la disposición general del artículo 78 del Código de
Procedimiento Civil "vencido un plazo judicial para la realización
de un acto procesal sin que éste se haya practicado por la parte
respectiva, el tribunal, de oficio o a petición de parte,
declarará evacuado el trámite en su rebeldía y proveerá lo que
convenga para la prosecución del juicio..."
De esta forma si otorgado por el juez, un término dentro del
cual se debe ejecutar una actuación del proceso, si ella no se
cumple el propio tribunal de oficio, o a petición de la parte
contraria declarará evacuado el trámite en rebeldía y resolverá lo
que sea más adecuado para avanzar en la tramitación, el mismo
efecto produce el vencimiento de un término legal para las partes.
En juicios de menores, las rebeldías están tratadas
someramente en el inciso primero del artículo 35 de la misma Ley.
Aquí, a diferencia del Juez Civil, puede ordenar la comparecencia
personal de las partes bajo apercibimiento de arresto, pudiendo
hacerlo efectivo si la parte no obedece; en la Ley de Menores no
se formula distingo alguno respecto de las partes o terceros en lo
referente a la comparecencia al tribunal cuando éste lo ha
ordenado.
85
Stoehrel M. Carlos Alberto. "De las Disposiciones Comunes a
todo Procedimiento". Editorial Jurídica de Chile. 4ª edición.
1980.
Así, las rebeldías en causas de menores pueden producir igual
efecto que en materia de juicios civiles, esto es, tener por
evacuado el trámite en rebeldía y proveer lo más apropiado para
dar curso progresivo a los autos, sea que se haga esto de oficio
por el juez, o a solicitud de parte; o bien, si se ha ordenado la
comparecencia personal de las partes ante el tribunal bajo
apercibimiento de arresto la rebeldía produce la verificación del
apercibimiento el que se cumplirá a través de la Fuerza Pública la
que detendrá al requerido para el solo efecto de ponerlo a
disposición del Juez de Menores, lo dicho se aplica tanto a las
partes como a los terceros.
A.1.d) SISTEMA PROBATORIO.
En lo que respecta a la prueba en este procedimiento y sus
formalidades, se debe rendir en la forma establecida para los
incidentes, siendo el término probatorio ordinario en estos
juicios de ocho días hábiles; pudiendo existir además término
extraordinario para el caso en que alguna o ambas partes desee
rendir prueba o efectuar diligencias probatorias fuera del lugar
en que se sigue el juicio, término que no puede exceder de treinta
días. De igual manera puede solicitarse término probatorio
especial en conformidad a las reglas generales. La parte que desee
rendir prueba testimonial debe presentar la lista correspondiente
dentro de segundo día contado desde que se recibió la causa a
prueba. Este término probatorio es común y fatal; la modificación
la encontramos respecto de la prueba testimonial puesto que ella
se rendirá durante o fuera del término probatorio; es el tribunal
el que fija las audiencias para aportar este medio.
En lo referente al sistema probatorio propiamente tal podemos
calificarlo como amplio, ya que advertimos en la ley, concordante
con los principios que fundan la actividad procesal en Tribunales
de Menores, un enfoque diferente en esta materia y que tiene mayor
notoriedad en la atenuación de la formalidad, ampliación de medios
de convicción y una participación activa del juez quien ha sido
dotado de mecanismos de investigación de gran extensión aún cuando
se trata de materias civiles. Al respecto nos atrevemos a decir,
en general, que el Juez de Menores conoce materias civiles de su
competencia con atribuciones de Juez del Crimen, puesto que la ley
le entrega poder, prácticamente ilimitado en la investigación de
hechos y situaciones que dicen relación con los antecedentes sobre
los cuales versa el juicio. Es así como la Ley de Menores se
distancia en cierta medida de la normativa dada en general para el
proceso civil que es más restrictiva tanto en medio, formalidad,
carga, etcétera.
En materia civil el juez posee un papel pasivo, son las
partes las obligadas a aportar los medios probatorios, pero sólo
los que señala el Código de Procedimiento Civil, a ellos
corresponde acreditar sus defensas o alegaciones o bien las
excepciones que oportunamente interpusieran, ellas ofrecen y
rinden la prueba; el tribunal excepcional y limitadamente tendrá
un papel activo en sede de prueba; ello ocurrirá antes de la
sentencia a través de la dictación de medidas para mejor resolver
las que, según dijimos son restrictivas, en primer término porque
sólo pueden recaer en medios probatorios enumerados en el Código y
en segundo término porque para ser válidas debe ser efectuadas
dentro de un breve término so pena de tenerse por no decretadas.
Respecto del juicio de menores corresponde también a las
partes el ofrecimiento y producción de la prueba, para ello deben
atenerse a la normativa general en materia de medios, oportunidad
para rendirla y forma en que ello debe verificarse. Como vemos
hasta aquí no existe novedad alguna en cuanto al sistema
probatorio respecto de las partes en el juicio de menores.
La diferenciación surge respecto al juez a quien la ley le
confiere, como ya hemos mencionado, facultades cercanas a lo
omnímodo para investigar la situación que debe resolver. Ello
debemos apoyarlo en la total aplicación de un principio
facultativo de la actividad del juez en esta materia cual es el de
la primacía de la verdad real por sobre la verdad formal. Es al
magistrado a quien corresponde formarse la idea de los hechos que
tiene frente a sí pero ello no lo realiza solamente a partir de lo
que los contendores en el juicio le señalan a través de sus
declaraciones y presentaciones escritas; el magistrado va más allá
le interesa conocer en una dimensión la más exacta posible los
hechos, quiere establecer la verdad como realmente es, obtener la
verdad material, para ello dispone de facultades y atribuciones
que caracterizan a este procedimiento como inquisitivo. Así podrá
dilucidar todos los hechos que se le dieron a conocer por los
justiciables y aquellos que a través de la investigación han ido
apareciendo y que tienen relación directa o indirecta con lo
sustancial de la discusión o que puede ser relevante para
descubrir la entidad del verdadero conflicto que debe resolver;
con estos mecanismos puede recopilar antecedentes, agregarlos al
proceso para verterlos finalmente en su sentencia.
Las facultades que hemos señalado le han sido entregadas al
juez con carácter amplio, para comprobar este aserto basta leer el
artículo 36 de la Ley de Menores que permite al juez utilizar
variados medios de información pudiendo recurrir a diversas
fuentes de informa; así, tiene facultades para ordenar las
diligencias e investigaciones que estime pertinentes, de esta
manera puede requerir informes a médicos o de otros profesionales
si lo estima necesario para forma su convicción y aclarar los
hechos; quedan asimismo obligados a proporcionar información
cuando el tribunal así lo disponga todos los funcionarios
fiscales, semifiscales, de empresas estatales o establecimientos
particulares subvencionados por el Estado.
Respecto a esta facultad consideramos necesario efectuar
algunas precisiones; en primer término leyendo el artículo debemos
observar que esta potestad tiene extensión limitada en cuanto a
las personas obligadas a informar y también en lo referente a las
materias sobre las cuales se puede requerir la información.
En el ámbito de las personas obligadas a informar el tenor de
lo requerido por el tribunal tenemos que quienes tienen este deber
son solamente determinados funcionarios que en todo caso deben
tener el carácter de funcionarios públicos o bien desempeñarse en
reparticiones semifiscales o bien en empresas del Estado o en
establecimientos que siendo particulares sean subvencionados por
el Estado; sólo estos funcionarios están obligados a informar, por
ello debemos excluir del ámbito obligacional a los demás entes
privados y personas naturales que no tengan el carácter de
funcionarios públicos para quienes el proporcionar al juez la
información que requiere constituye una facultad, pudiendo o no
ejercerla.
En seguida en lo referente a las materias sobre las cuales se
puede solicitar información la ley también limita el alcance de la
facultad judicial. Quienes tienen la obligación de informar, deben
hacerlo para los efectos de la Ley de Menores. Pero el juez sólo
puede requerir información sobre puntos que se relacionen con las
materias que se debaten en el juicio que se encuentra conociendo
no pudiendo requerir información en cualquier otro aspecto que no
tenga vinculación con los hechos y debiendo entenderse que la
obligación, para los que la tienen, se cumple entregando los datos
relacionados con los hechos investigados, de manera que no existe
contravención si hay negativa u omisión en fuentes obligadas a
informar pero acerca de aspectos que no están relacionados con los
hechos materia del juicio. Respecto de aquellos para quienes es
facultativo informar, si optan por hacerlo, sólo se les puede
solicitar antecedentes que tengan relación con los hechos que se
trata de establecer, según ya se anotó.
Estas facultades tan amplias y consideradas por algunos como
excesivas, debemos entenderlas y considerarlas como perfectamente
adecuadas a las obligaciones que en materia de protección a la
infancia y menor edad imponen los instrumentos internacionales los
cuales son imperativos para nuestro país, y consiguientemente
nuestra legislación debe adecuarse a ella, así tenemos que las
facultades que comentamos tienen por objeto hacer primar el
interés superior del niño, concepto que constituye un principio
fundamental y es base de la estructura de la Convención de los
Derechos del Niño de 1989, ratificada por Chile e incorporada a
nuestro ordenamiento jurídico.
Crea la Ley de Menores otro medio probatorio especial y que
compete decretarlo solamente al juez y conforme con la
terminología usada en el texto tiene un carácter obligatorio
cuando las circunstancias hagan posible su práctica. Dicho medio
es la audiencia del menor, la que como hemos señalado es
obligatoria respecto del menor púber y facultativa respecto del
impúber puesto que puede oírlo cuando lo estime conveniente.
Este medio de convicción de carácter directo puede revestir
dos formas en su ejecución; en primer lugar puede oír
personalmente al menor para interrogarlo acerca de aspectos
personales, familiares o de otro tipo que quiera conocer, aclarar
o profundizar el juez a fin de configurar acertadamente los
hechos; una segunda forma es oír confidencialmente al menor y
dejar constancia de la declaración de éste en pieza separada del
expediente y de la que no se da conocimiento a las partes;
materialmente esto se verifica participando solamente el
magistrado y el menor o menores, la declaración versa sobre las
preguntas que el juez realiza al menor y que se transcriben a una
foja que no se agrega al expediente sino que se guarda en sobre
cerrado y numerado en custodia del Secretario del tribunal, no
pudiendo tener acceso nadie que no sea el juez.
Cabe hacer presente que en cuanto a la oportunidad en que
puede decretarse este medio, la ley no señala ninguno, de manera
que atendidas las facultades de que dispone el juez podrá decretar
la audiencia en cualquier estado del juicio incluso antes de que
éste se inicie, por aplicación del artículo 40 de la Ley 16.618.
Tampoco dice nada la ley en cuanto al número de veces que puede
provocarse la audiencia confidencial de manera que podrá el juez
oír al menor cuantas veces estime necesario.
En lo que respecta a las partes, la ley no impide a que ellas
puedan solicitar se oiga confidencialmente al menor, de manera que
es perfectamente posible que alguno de los litigantes solicite al
tribunal que oiga personal o confidencialmente al menor, dicha
facultad de los justiciables también la entendemos comprendida en
el artículo 40, puesto que esa norma señala que durante el juicio
el juez puede ejercer sus facultades a petición de parte, siendo
éste precisamente uno de esos casos en que el juez ejercerá una de
sus facultades a petición de un litigante; no obstante es el
tribunal quien determina si da o no lugar a la petición que en tal
sentido se le ha hecho.
Entendemos además que por tratarse de un medio probatorio
especial que puede ser solicitado por las partes, conforme se ha
visto, él deberá hacerse valer en oportunidad procesal útil, esto
significa que deberá pedirse la audiencia del menor dentro del
término probatorio si es la parte la que lo pide; ello por
aplicación del artículo 327 del Código de Procedimiento Civil que
dispone que dentro del plazo para rendir prueba deben solicitarse
todas las diligencias que antes no se pidieron. Así, si este medio
no se hizo valer antes deberá usarse dentro del probatorio,
vencido éste no podrá usarse, puesto que entendemos el término de
prueba en el juicio de menores como un plazo fatal y común, ello
en virtud de las disposiciones comunes a todo procedimiento y lo
dispuesto especialmente para el juicio Sumario del Código de
Procedimiento Civil, disposiciones todas aplicables al juicio de
menores conforme al artículo 34 de la Ley 16.618.
En conclusión el Juez de Menores posee un abanico extenso de
medidas y diligencias que puede ordenar para reunir elementos de
convicción en los cuales fundará su sentencia. Las siguientes son
medidas que puede decretar el tribunal en el Juicio de Menores:
Audiencia confidencial del menor;
decretar informe de Asistentes Sociales Judiciales;
decretar informes médicos, psicológicos, psiquiátricos o de
cualquier naturaleza que tengan relación con los hechos debatidos;
solicitar informes a funcionarios públicos, semifiscales o de
establecimientos subvencionados por el Estado;
requerir información a entes privados sobre puntos vinculados
con los hechos;
requerir información técnica de las Direcciones Regionales del
SENAME, si lo estima necesario;
citar y/o apercibir a los padres, guardadores o responsables
legales de un menor para que comparezcan a su presencia;
efectuar inspecciones personales a lugares de interés para la
investigación;
en general decretar las diligencias e investigaciones que estime
conducentes.
1º Forma de Apreciar la Prueba
El legislador ha optado en esta materia por un sistema
probatorio flexible, alejándose de los moldes tradicionales, por
ello recurre a aquel sistema de la apreciación de la prueba en
conciencia, el cual persigue la libre convicción del juzgador, él
se encuentra establecido en el artículo 36 de la Ley.
En puntos anteriores nos hemos referido en varias
oportunidades a los elementos de convicción situándolos como una
idea paralela y diferente del concepto de medio de prueba usado en
los sistemas de prueba tradicional.
El elemento de convicción posee, como concepto, ingredientes
psicológicos y una gran carga subjetiva, puesto que se trata de
obtener un convencimiento, internalizar un conjunto de hechos y
situaciones como la verdad que se ha indagado y a la cual
finalmente hemos llegado, hemos adquirido el convencimiento a
través de los elementos reunidos de que los hechos son
efectivamente tal y como los hemos reconstruido.
Como podemos advertir, encontramos en este sistema una
amplitud muchísimo mayor, puesto que el carácter de elemento de
convicción en determinado momento puede adquirirlo cualquier medio
que tenga la capacidad suficiente para provocar en el juez el
convencimiento requerido para la dictación de la sentencia.
Lo anterior no significa que el juzgador tenga una libertad
total y absoluta en materia de medios a usar y formalidades que
debe respetar. Toda la normativa general se aplica en forma
supletoria, así los medios probatorios a usar deberán ser los que
la ley reconoce y aquellos especiales contenidos en la legislación
de menores no pudiendo apartarse de ellos. Las formalidades para
aportarlos deben ser respetadas, así por ejemplo los testigos
deben ser examinados separadamente y ante un ministro de fe, en la
oportunidad que el tribunal señale, los documentos públicos deben
ser acompañados con citación, etcétera.
En donde sí existe libertad es en la valoración de la prueba,
aquí el juez es soberano en su apreciación de los elementos de
convicción que ha recopilado y se le han aportado; ello tiene
confirmación en el hecho de que la sentencia no tiene como
requisito señalar los medios o elementos en los cuales se funda,
recordemos que debe cumplir solamente con los requisitos exigidos
para las sentencias interlocutorias, conforme se encuentra
dispuesto en el artículo 34 inciso 2ª parte final, de la Ley
16.618 que dice: "Las sentencias definitivas sólo deberán cumplir
los requisitos indicados en el artículo 171 del Código de
Procedimiento Civil". Tal disposición se aplica por la necesaria
correspondencia que debe existir entre las normas que conforman el
sistema probatorio, ello es así, por que como hemos dicho
anteriormente, la ley implanta el sistema de libre convicción o
prueba en conciencia, razón por la cual el sentenciador no tiene
la obligación de expresar en su decisión los medios o elementos a
través de los cuales ha obtenido el convencimiento que se expresó
en su resolución.
Por esta libertad de operación de los medios de prueba es que
en este sistema se prefiere denominar a estos mecanismos, como
medios de convicción, que da una amplitud mucho mayor acorde con
la denominación y filosofía del sistema recogido por la norma.
Sin perjuicio de la liberalización de que hablamos debemos
señalar que las normas generales en materia probatoria no pierden
aplicación, pero eso sí, lo tienen en carácter supletorio en los
juicios de menores.
Conforme a todo lo que hemos afirmado acerca del sistema
probatorio admitido por nuestra legislación en materia podemos
caracterizarlo como un sistema de valoración de la prueba judicial
y sujeto a control, esto significa que el juez puede apreciar con
mayor libertad la prueba, amplitud que se verá restringida o
ampliada según si se trata o no de un sistema sujeto a control. Ya
hemos dicho que el sistema probatorio nacional es de forma
judicial sujeto a control, en estas modalidades encontramos dos
formas; el sistema de la sana crítica y el de apreciación de la
prueba en conciencia.
En ambas variantes aún cuando existe un sistema de valoración
judicial la prueba está sujeta a control así por ejemplo, en la
sana crítica existen determinados criterios objetivos como puede
ser la lógica o las reglas que da la experiencia, ideas todas, que
pueden ser comparadas con lo afirmado por el juzgador, actuando
así con un parámetro de control del sistema valorativo de la
prueba.
Ahora bien, directa relación con la forma de apreciar la
prueba aportada o reunida en el juicio tiene el concepto de
verdad; doctrinariamente se afirma en este ámbito que el concepto
de verdad no es unívoco sino que existen varias ideas acerca de la
verdad, así tenemos:
Verdad de las Partes, es la correspondiente a cada uno de los
litigantes, se trata de una verdad subjetiva y que en términos
procesales podemos denominar, por una parte, pretensión y por la
otra, contrapretensión. La pretensión tenemos que entenderla como
la visión de la verdad que tiene el demandante.
Esta verdades pueden o no coincidir con la verdad real.
Verdad Judicial, aquella que se identifica con otro concepto que
llamamos verdad jurídica, aquella que se demuestra a través de las
formas y disposiciones del sistema probatorio vigente.
Resultado trascendente de esta verdad judicial es producir
efecto de cosa juzgada que es una verdad cuya aceptación es
obligatoria erga omnes.
Pero nuestro recorrido en el concepto de verdad jurídica, no
termina ahí, puesto que al haber un sistema de doble instancia
otro tribunal, con criterio diferente será quien apreciará la
misma prueba allegada en primera instancia, revisando la verdad
judicial primeramente establecida. La verdad jurídica de un juez
puede no ser la del otro. Sin embargo, para mantener la certeza de
la decisión y solidificar la verdad jurídica llega un momento en
que la cosa juzgada le dará carácter firme a la resolución y la
verdad que ella se ha declarado debiendo aceptarse erga omnes.
Convicción del juez, es la verdad que internamente ha logrado
establecer el juzgador acerca de lo que realmente ocurrió, con
independencia de cualquier condicionamiento o factor influyente.
Esta convicción interna que adquiere el tribunal puede ser
equivalente a la verdad jurídica, también puede ser completamente
disímil, sin perjuicio de que el juez deba pronunciarse en un
sentido determinado.
En materia de menores esta convicción del juzgador la
adquiere a través de los medios que se le han aportado, pero tiene
la ventaja evidente de poder traspasar a su decisión su opinión
interna, al estar dotado de una libertad en la apreciación.
Ahora, qué significa apreciar la prueba en conciencia,
implica ponderar de acuerdo al conocimiento interior del bien que
debemos hacer y del mal que debemos evitar; se trata de una
operación absolutamente subjetiva ello por estar fundadas en
conceptos valorativos. Existe en la realidad un concepto
generalizado del bien y otro del mal lo que determina el campo de
acción sobre el cual debe moverse quien debe apreciar.
2º Características del Sistema de Prueba en Conciencia.
La conciencia es un reenvío que hace la ley al juzgador para que
aprecie las pruebas conforme a su real saber y entender; no es
ella quien valora, sin embargo, sólo la ley puede establecer el
sistema de valoración de la prueba.
El juez debe lograr su convicción a través de los medios de
prueba aportados en el proceso, ello significa que el conocimiento
que el sentenciador tiene del asunto se basa en pruebas rendidas,
al apreciar en conciencia se debe tener en cuenta todas las
pruebas presentadas pudiendo eso sí, el juez darle con libertad
valor a estos medios o simplemente negárselo en forma total.
Debemos dejar claro que la valoración de la prueba en conciencia
no es dependiente de la existencia de medios de prueba legales o
de la libertad de medios, este punto debe resolverlo la ley dando
libertad de medios de convicción o restringiéndolos.
El juez en su sentencia debe dar explicación razonada de lo que
su conciencia le ha señalado para llegar a la conclusión; esto
significa que debe convencer a los demás de la certeza de los
hechos que ha dado por establecidos y del carácter justo del
parecer que su conciencia le ha dictado. Por ello a juicio de
algunos autores no es suficiente con que el juez diga: "apreciada
la prueba en conciencia, se resuelve...", debe ir más allá, debe
razonar y exponer su fundamento en la sentencia; la conciencia de
una u otra forma debe verterse en la sentencia, para así
justificar la actuación del juez en referencia los litigantes.
3º Apreciación de la Prueba en la Ley de Menores
En el ámbito de la justicia de menores en nuestro sistema se
utiliza la denominación "en conciencia", con toda propiedad en el
artículo 36 de la Ley 16.618. Dicha valoración en conciencia,
significa que la forma adoptada por el legislador es un sistema en
que la valoración probatoria es entregada a la conciencia del
juzgador, correspondiendo a la ley la imposición de controles
mediante la incorporación a esta conciencia, de parámetros
objetivos como son las reglas de lógica o de experiencia.
El sistema de apreciación en conciencia vigente en la Ley de
Menores está fundado en el concepto de Jurisdicción de Equidad,
idea que se aplica tanto a la fase de conocimiento como a la de
fundamento de la sentencia. De esta manera se ha compatibilizado
un sistema de jurisdicción de derecho para solucionar el conflicto
con un sistema de valoración en conciencia de la prueba. En este
punto debemos advertir, para evitar ya frecuentes confusiones, que
si se aprecia la prueba en conciencia no necesariamente el fallo
debe ser en equidad.
Al respecto pensamos, en el mismo sentido que una parte
mayoritaria de la doctrina. Esto es, que son dos cosas totalmente
diferentes, dice al respecto el Profesor Colombo: "Un problema es
cómo se valora la prueba, y otro diferente es que, una vez
establecidos los hechos, se fije la norma que se aplicará a la
solución del conflicto". La norma de solución puede ser la ley
propiamente tal o la equidad.86
86
Colombo Campbell Juan. "Apreciación de la Prueba". En Curso
Internacional de Especialización para Jueces de Menores y de
En conclusión, la adopción del sistema de apreciación de la
prueba en conciencia en la Ley de Menores implica que el
legislador considerando en forma muy especial la situación de los
destinatarios de las normas a facultado al juez especial para
moverse en un ámbito de mayor libertad en su labor valorativa de
los medios de convicción que las partes le han entregado en el
juicio, como lo que él ha podido reunir mediante el ejercicio de
la facultades que la propia ley le confiere; dándole la
posibilidad de apreciar en conciencia estos medios de convicción
para obtener una opinión personal acabada cimentada en la
reconstrucción de hechos lo más fiel posible a la realidad, es
decir, para declarar una verdad jurídica que sea capaz de
convencer a los demás y que adquiera su carácter firme imponiendo
el respeto y aceptación erga omnes que el efecto de la cosa
juzgada produce, pero en virtud de la justicia y el valor ético
que contiene la decisión en sí y por sí misma y no por la mera
obligatoriedad que la ley confiere atendido su carácter de
sentencia judicial imperativa para todos.
Sin embargo, el hecho de que el juzgador pueda apreciar en
conciencia los elementos de convicción no significa que
necesariamente deba fallar conforme a la equidad, ello lo hace
sólo cuando el sistema legal deba ser integrado por existir vacío
en él al no encontrarse específicamente regulada la materia en
discordia, en las demás situaciones apreciará la prueba en
conciencia pero resolverá conforme lo que se encuentra dispuesto
en la norma de solución correspondiente, de esta forma se ha
armonizado el sistema de valoración de la prueba en conciencia con
un sistema de jurisdicción de derecho, el juez aprecia conforme lo
señala su conciencia y debe fallar de acuerdo a lo que la ley
señala.
Ahora bien, agrega Colombo que a la expresión "en conciencia"
debe dársele el carácter de palabra técnica o legal debiendo la
norma señalar su concepto, su objetivo y su alcance, de manera que
cada vez que el legislador señale que la prueba será apreciada en
conciencia pueda saberse con toda exactitud cual es la extensión
del término, qué es lo que la ley quiere, logrando uniformidad en
su alcance.87
Esta mayor libertad conferida al Juez de Menores en la
valoración probatoria, no lo exime de fundamentar convenientemente
su fallo, pero la diferencia estriba en que los argumentos que
éste tiene para fundamentar la ponderación que de la prueba ha
hecho no los extrajo de la ley sino de su propia convicción. Sin
embargo, si el juez no señala en su decisión los dichos que ha
reunido en su conciencia estaría excediendo el marco que la ley le
señala, puesto que se entendería aplicado sin libre convicción y
A.1.e) DIFERENCIAS ENTRE PROCEDIMIENTO DE MENORES Y PROCEDIMIENTO
SUMARIO DEL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL.
Constituye regla general en juicios de alimentos el artículo
1º, inciso 1º de la Ley 14.908; precepto que establece que se
tramitan conforme a las normas del juicio ordinario sin trámite de
réplica y dúplica y alegatos de buena prueba.
Esta regla general tiene su excepción en el artículo 3º,
inciso 2º de la misma Ley; en efecto, dicha norma general se
aplicará cuando la cónyuge del alimentante solicite alimentos
exclusivamente para ella; empero cuando los alimentos sean
solicitados para los menores o para estos y la cónyuge
conjuntamente, la tramitación debe realizarse por el Juez de
Menores y el procedimiento que se seguirá es el establecido en la
Ley 16.618, lo que nos lleva a relacionar el referido artículo 3º
de la Ley 14.908, con el inciso 2º del artículo 34 de la Ley de
Menores que ordena la aplicación en asuntos contenciosos del
procedimiento sumario reglado en el título XI del Libro III del
Código de Procedimiento Civil, con las variantes que señala y que
generan gran cantidad de diferencia entre ambos juicios, y que
veremos a continuación.
1º El procedimiento sumario del Código de Procedimiento Civil es
de aplicación general a los casos del artículo 680 del mismo
Código que es amplio. El procedimiento establecido en la Ley de
Menores se aplica sólo a ciertos asuntos establecidos en el
artículo 26, siempre que ellos sean contenciosos.
3º Los menores en el juicio sumario del Código de Procedimiento
Civil sólo pueden comparecer representados por su representante
legal. En el juicio de menores no necesitan cumplir esa formalidad
pudiendo presentarse directamente al tribunal, según lo dispone el
artículo 36, inciso final de la Ley 16.618.
5º La notificación del demandado en el juicio sumario del Código
de Procedimiento Civil la debe realizar un receptor judicial y
debe ser personal o personal subsidiaria cuando así proceda. En el
juicio de menores la efectúa personal de Carabineros, de la
Policía de Investigaciones, Asistentes Sociales o el Receptor
Visitador del tribunal correspondiente, debe ser personal, o bien
por cédula o en la forma que determine el tribunal cuando así lo
resuelva, existiendo motivos calificados.
7º El juicio sumario de el Código de Procedimiento Civil comenzará
siempre por demanda. En cambio el juicio de menores puede comenzar
por una gestión voluntaria transformándose en contencioso,
conforme al artículo 34 de la Ley.
10º Para las actuaciones judiciales decretadas, en el juicio de
menores son hábiles todos los días y lugares, en cambio en el
juicio sumario del Código de Procedimiento Civil debe aplicarse la
norma general contenida en el artículo 59, que determina qué días
y horas son útiles para ejecutarlas.
12º En el juicio de menores sólo deberán concurrir las partes y/o
sus apoderados al comparendo, no es necesaria la presencia del
oficial del Ministerio Público ni de las demás personas que señala
el Código de Procedimiento Civil.
14º En caso de rebeldía de alguna parte el Juez Civil en el juicio
sumario del Código de Procedimiento Civil sólo podrá seguir
adelante el procedimiento sin la comparecencia del rebelde; en
cambio en el juicio de menores, en caso de rebeldía, el tribunal
puede decretar el arresto del litigante y cumplirlo a través de la
fuerza pública, para traerlo a su presencia.
19º En el juicio de menores se releva a los demandantes de hacer
consignaciones en los casos en que se exigen. En el juicio sumario
del Código de Procedimiento Civil no hay liberación en esta carga.
21º Los medios probatorios tienen mayor amplitud en el juicio de
menores, el juez puede requerir informes de cualquier persona
natural o jurídica la que está obligada a prestarlos. En el juicio
sumario del Código de Procedimiento Civil el juez no posee esta
facultad tan amplia, debiendo limitarse a lo establecido en el
Código.
23º En el juicio de menores existe un medio probatorio especial,
la audiencia confidencial del menor, el que no existe en el juicio
sumario del Código de Procedimiento Civil, allí no se oye
confidencialmente a las partes.
24º Respecto a la prueba testimonial, las audiencias se fijan en
fecha determinada en el juicio de menores, aunque esté cerrado el
probatorio. En el juicio sumario del Código de Procedimiento Civil
deben rendirse dentro del término de prueba y se fijan normalmente
en los dos últimos días del probatorio.
25º Esta prueba, en el juicio sumario del Código de Procedimiento
Civil, debe recibirla un receptor judicial elegido por el
demandante normalmente. En el juicio de menores la recibe el
receptor visitador del tribunal.
26º Apreciación de la prueba, en el juicio sumario del Código de
Procedimiento Civil el juez debe regirse por las normas
reguladoras de la prueba establecidas en el Código; en el juicio
de menores el juez aprecia en conciencia la prueba.
29º La sentencia definitiva se notifica por cédula en el juicio
sumario del Código de Procedimiento Civil; en el juicio de menores
se hace por carta certificada transcrita.
30º En el juicio de menores sólo proceden recursos de Apelación,
Queja y Reposición, según el caso; en el juicio sumario del Código
de Procedimiento Civil proceden todos los recursos establecidos
por la ley, bastando cumplir los requisitos exigidos para
deducirlos.
31º En cuanto al recurso de Apelación, en el juicio de menores, se
concede sólo en lo devolutivo contra determinadas resoluciones y
tienen preferencia para su vista y fallo; en el juicio sumario del
Código de Procedimiento Civil, se aplican las reglas generales de
la apelación y no goza de preferencia.
32º Cosa juzgada, en el juicio sumario del Código de Procedimiento
Civil produce efecto material la sentencia, es inamovible
producido que sea el desasimiento del tribunal; en el juicio de
menores es sólo formal el efecto de cosa juzgada que provoca la
sentencia.
33º En el juicio de menores no existe condenación en costas; en el
juicio sumario del Código de Procedimiento Civil existe dicha
condena.
34º En materia de incidentes, el de abandono del procedimiento, en
juicios de menores tiene procedencia más restringida, ello en
nuestra opinión, porque atendidos los principios del procedimiento
y a la posibilidad que posee el juez para ejercer sus facultades
aun antes de iniciarse el proceso; en efecto, puede el juez
rechazar el incidente que se ha promovido por la inactividad de
las partes aun cuando se cumplan las condiciones establecidas en
el Título XVI del Libro I del Código de Procedimiento Civil,
ejerciendo sus facultades. En el juicio sumario del Código de
Procedimiento Civil, en cambio, toda vez que se promueva el
incidente y se cumplan las condiciones requeridas, el tribunal
debe acoger la petición incidental declarando abandonado el
procedimiento.
35º En sede de demanda reconvencional, esta no es admisible en el
juicio de menores ya que vista la naturaleza de los derechos que
se debaten en estas causas no permiten deducir a su vez por el
demandado una demanda reconvencional, sólo basta pensar en ello
para descubrir lo ilógico que resulta que en un juicio de
alimentos pueda demandar reconvencionalmente el alimentante un
régimen de visitas o la tuición, son materias diferentes, y que en
realidad se tramitan siempre como juicios independientes, no
aceptando los tribunales que se mezclen materias en un mismo
juicio. En el juicio sumario de Código de Procedimiento Civil, en
cambio, es posible deducir reconvención, pues el Título XI nada
dice de manera que aplicamos supletoriamente el juicio ordinario,
ello siempre que la acción del demandado esté sometida a la misma
tramitación que la principal.
37º El cumplimiento de las sentencias definitivas firmes opera de
una manera distinta en juicio de menores, sea alimentos, visitas,
tuición etcétera. En el juicio sumario del Código de Procedimiento
Civil opera conforme a las normas de ejecución contenidas en el
mismo Código.
A.1.f) REGIMEN DE MEDIOS DE IMPUGNACION.
Para solicitar la modificación o invalidación de las
resoluciones que causen agravio a las partes en el juicio, la Ley
de Menores establece un sistema de recursos en su artículo 37: "En
los juicios de menores sólo serán admisibles los recursos de
Apelación y de Queja, sin perjuicio del recurso de reposición en
su caso". El primero de ellos, que se conferirá únicamente en el
efecto devolutivo, procederá nada más que contra las sentencias
definitivas y con respecto a aquellas que sin tener este carácter,
pongan término al juicio o hagan imposible su continuación.
Como podemos ver, la disposición transcrita establece cuales
recursos proceden y en qué condiciones; todo lo cual difiere
completamente del sistema del Código de Procedimiento Civil ya que
se restringe la procedencia de recursos; en juicios de menores es
posible deducir cuando sea procedente el recurso de Reposición en
contra de autos y decretos de acuerdo a las reglas generales.
Respecto al recurso de Apelación éste es el que más
características especiales contiene en la ley; así él procede sólo
contra sentencias definitivas y excepcionalmente contra
interlocutorias siempre que ellas pongan término al juicio o hagan
imposible su continuación, éste recurso se concede en el solo
efecto devolutivo, elevándose el expediente original y dejándose
compulsas o fotocopias del original debidamente autorizadas por el
secretario. La tramitación del recurso en segunda instancia debe
ajustarse a las reglas de los incidentes teniendo preferencia para
la vista y fallo del mismo.
Fundados en lo señalado anteriormente afirmamos que la
resolución que concede alimentos provisorios no es susceptible de
ser recurrida de Apelación; por no tener el carácter que la ley
exige, esto es, ser definitiva o interlocutoria que ponga fin al
juicio o haga imposible su continuación.
Un tercer mecanismo que la ley posibilita ejercer, es el
recurso de Queja, el cual aunque no constituye propiamente un
recurso sino una manifestación de las facultades disciplinarias de
los Tribunales de Justicia.
Como bien sabemos él no tiene por fin atacar la resolución
por vía principal, sino que ello corre por vía consecuencial ya
que el ataque se dirige directamente contra el juez que pronunció
la resolución por haber incurrido en falta o haber cometido abuso
en la dictación de la sentencia que se procura invalidar, de
manera tal que el ejercicio de este medio supone que exista falta
o abuso en la dictación y como consecuencia de ello se produce un
perjuicio para la parte, el cual es remediable sólo por la
invalidación de la sentencia. Todo lo que se entiende sin
perjuicio de las medidas disciplinarias que el tribunal superior
pueda aplicar al juez infractor.
Dicho recurso puede ser interpuesto en conjunto con el
recurso de apelación si la resolución recurrida es susceptible de
ambos recursos, caso en el cual el tribunal Ad Quem decretará
"vista conjunta", esto es, que ambos recursos se verán en la misma
oportunidad y serán resueltos por una misma resolución.
En cuanto a la tramitación de este mecanismo de impugnación
diremos someramente, que él debe ser interpuesto ante el tribunal
superior debiendo acompañarse un certificado extendido por el
Secretario del tribunal recurrido en el cual se señalará el hecho
de haberse dictado la resolución que motiva el recurso, la fecha
de la misma, fojas en las cuales rola y la fecha en que ha sido
notificada a las partes, en cuanto a la consignación que la ley
exige, consideramos que ella no es necesario de efectuar en estas
causas atendida la gratuidad de todas las actuaciones establecida
en el artículo 69 de la Ley de Menores.
Interpuesto el recurso el tribunal se pronuncia acerca de su
admisibilidad, pudiendo declararlo inadmisible por carecer de
alguno de los requisitos exigidos para su interposición o bien
podrá admitirlo a tramitación caso en el cual el Presidente del
tribunal proveerá el escrito ordenando informar al tribunal
recurrido, quien deberá hacerlo dentro del plazo de 8 días
contados desde la fecha de recepción del oficio correspondiente.
Recibido el informe el Presidente designa la sala que debe
conocer y pronunciarse acerca del recurso. En el evento que se
solicite "orden de no innovar" el Presidente designará la sala que
deberá conocer de ella y con ello quedará radicado el recurso en
esa sala puesto que a la misma le corresponderá resolver acerca
del fondo del recurso.
Encontrándose el recurso en estado de ser fallado, este será
resuelto en cuenta por la sala en la cual se encuentra radicado.
Si el tribunal, sin embargo, puede ordenar traer los autos en
relación y oír los alegatos de los abogados de las partes.
A.2) PROCEDIMIENTO GENERAL NO CONTENCIOSO.
Dentro de la clasificación que hemos efectuado de los
procedimientos en materia de menores señalamos la existencia de un
procedimiento de carácter general el cual tiene una forma
contenciosa, que ya hemos examinado, y una no contenciosa o de
carácter voluntario como también se le llama. En este acápite
pasamos a examinar dicha tramitación.
Dice el artículo 34, inciso 1º de la Ley de Menores: "En los
asuntos de competencia de los Juzgados de Menores en que no hay
contienda entre partes, el procedimiento será verbal y sin forma
de juicio, pero el juez dictará sus resoluciones con conocimiento
de causa".
Conforme a la regla que hemos transcrito, aunque parezca
obvio debemos señalar, que por la norma expresa vista existe una
serie de materias que estando en la esfera de atribuciones de este
magistrado especial no se rigen por el procedimiento común de
menores semejante al procedimiento sumario contenido en el Código
de Procedimiento Civil.
Regla general: ya la hemos anunciado y transcrito, nos referimos
al inciso 1º del artículo 34 de la Ley de Menores.
Conforme a ello, cuando en la causa sometida al
pronunciamiento del tribunal no existe contienda entre partes,
esto es, no existe controversia actual que se produce entre dos o
más partes sobre un derecho y que se somete al fallo de un
tribunal88. Esta definición de contienda debemos entenderla como
sinónima de juicio.
Esta materia en la Ley de Menores es coincidente con la
disposición del artículo 817 del Código de Procedimiento Civil que
inicia el Libro IV de ese Código, que está referido a Los Actos
Judiciales No Contenciosos. El precepto indicado define estos
actos como: "Aquellos que según la ley requieren la intervención
del juez y en que no se promueve contienda alguna entre partes".
Así, el procedimiento indicado es el aplicable en los actos
judiciales no contenciosos que están regulados en la Ley 16.618 en
su artículo 26, entre otros en los numerales 5º y 6º y en algunas
leyes especiales.
A nuestro juicio las materias no contenciosas que debe
conocer el Juez de Menores son:
Autorización para adoptar en conformidad a las normas de la Ley
7.613.
88
Colombo Campbell Juan. "La Jurisdicción, El Acto Jurídico
Procesal y la Cosa Juzgada en el Derecho Chileno". Editorial
Jurídica de Chile. 1ª edición . 1980.
Juegan los artículos 26 Nº5 de Ley de Menores y 5º, inciso 2º
de la Ley 7.613 sobre Adopción, de 1943.
Dispone el artículo 26 Nº5: "Corresponderá a los Jueces de
Letras de Menores: Nº5 Autorizar la adopción cuando el adoptado
sea menor y designar un guardador especial que preste el
consentimiento en el caso de que aquel carezca de representante
legal".
Esta disposición tenemos que relacionarla también con el
artículo 6º inciso segundo la citada Ley 7.613, el cual señala:
"Si el adoptado carece de representante legal, se le dará para
este efecto un representante legal (prestar consentimiento)".
De acuerdo con las disposiciones transcritas corresponde al
Juez de Menores autorizar la adopción que se constituirá de
acuerdo con lo dispuesto en la Ley 7.613, autorización que se
fundará en el hecho de haberse acreditado las ventajas que la
constitución de este estado le significarán al menor.
En este numeral se contienen dos actos no contenciosos,
siendo el primero de ellos la ya descrita autorización, y el
segundo, tiene carácter eventual, puesto que si el adoptado es
incapaz el consentimiento debe prestarlo el representante legal de
éste, cuando no lo tiene debe actuar el juez nombrándole un
curador especial al efecto.
Conocer de las solicitudes de adopción en conformidad a la Ley
18.703.
Hemos señalado en esta parte la tramitación de las
solicitudes de adopción regidas por la Ley 18.703 aun cuando en
doctrina se considera a este procedimiento como de carácter
contencioso. La razón se encuentra en el enfoque más vinculado al
ámbito práctico que se ha dado a esta parte del trabajo, es así
como en la realidad de la tramitación judicial de la adopción este
procedimiento se desarrolla con un carácter netamente no
contencioso puesto que es excepcional que se deduzca oposición a
la solicitud y se deba aplicar la tramitación señalada para ese
caso.
Como ya hemos visto, la ley 18.703 contiene dos clases de
adopción, una simple y una plena, estableciéndose para la primera
un procedimiento de constitución de mayor simpleza y menos
exigencias. En cuanto a la adopción plena el procedimiento es
completamente reglamentado y establece una serie de trámites
necesarios para acreditar el estado de abandono, circunstancia
esencial para que el tribunal pueda acceder a la solicitud de
adopción. Sin perjuicio de lo señalado, por disposición del
artículo 4º de la ley 18.703 se aplican supletoriamente las normas
de la ley de menores.
Conocer de las solicitudes para salir del país de menores, para
ser adoptados en el extranjero.
El procedimiento establecido para estos fines en la ley
18.703 contempla una fase previa a la judicial, esta es de
carácter administrativo. Consiste en la presentación de la
solicitud de autorización de salida del menor para que sea
adoptado en país extranjero, a dicha petición debe agregarse la
documentación que se indicará oportunamente, la que tiene por
finalidad que el juez pueda formarse una completa opinión respecto
del o los solicitantes, tanto en el aspecto físico, moral,
psicológico social y económico de ellos. Esta etapa previa se
realiza en el Sename el cual actúa como colaborador de los
tribunales de menores careciendo de facultades para intervenir en
el procedimiento judicial, pudiendo eso sí, opinar acerca de la
conveniencia de acceder a la petición que corresponda. Así todas
las solicitudes de esta naturaleza deben ser presentadas a ese
Servicio.
Presentada la solicitud en la forma y lugar indicado el
Sename tiene un plazo de veinte días para evacuar su informe y
remitir los antecedentes al tribunal competente. En este momento
comienza la segunda etapa, de carácter judicial y es en donde
realmente se tramita la petición. Se hace necesaria en este caso
también la declaración de que el menor se encuentra en estado de
abandono, sin ese trámite no se puede autorizar la salida del
menor.
El procedimiento en este caso también es de bastantes
exigencias y de minuciosa regulación pero igualmente ha tenido
vacíos en la práctica que es necesario corregir.
Nombramiento de guardadores, sean tutores o curadores, al menor
que carece de bienes o que ellos sólo consistan derechos de
carácter previsional.
En el número 6º del artículo 26 de la Ley señala: "Nombrar
guardador al menor que carezca de bienes o que consistan sólo en
derechos a seguros, montepíos, pensiones, indemnizaciones u otros
beneficios semejantes; y conocer del juicio de remoción respectivo
o acordar esta de oficio en los casos de incapacidad legal
guardador".
Esta disposición posee varios aspectos interesantes en lo que
a procedencia del nombramiento se refiere y en lo relativo a la
tramitación que se la da a las solicitudes respectivas.
Procedencia del nombramiento: al tenor de lo dispuesto en el
artículo transcrito la designación de guardador por el juez de
menores procede solamente cuando:
el menor carece de bienes;
o teniéndolos ellos sólo consisten en derechos a seguros,
montepíos, pensiones, indemnizaciones u otros beneficios
semejantes.
De esta forma el nombramiento corresponde al Juez de Menores
cuando el menor sólo posea bienes incorporales que por regla
general consisten en derechos de carácter previsional, o bien
cuando el menor no posea ni siquiera estos derechos, o sea,
carezca completamente de bienes.
Conforme hemos visto con anterioridad la guarda en este caso
puede ser legal o dativa. Será legal cuando al juez le corresponda
solamente constatar la aptitud del llamado por la ley a ejercer el
cargo, es el legislador quien nombra a las personas en esta
situación señalando para ello un orden determinado, lógicamente
diferente para hijos legítimos y naturales los que están señalados
en los artículos 367 y 368 del Código Civil. No existiendo los
nominados por la ley, la designación de la persona y su
nombramiento corresponde al juez, lo mismo ocurre cuando el pupilo
sea hijo simplemente ilegítimo caso en el cual no procede la
guarda legítima.
En cuanto a la extensión de la guarda nos preguntamos a que
clase corresponde según la división de estos cargos en generales o
especiales. Tratándose de tutelas no hay inconveniente porque
ellas se refieren tanto a los bienes como a las personas sometidas
a ellas según el artículo 340, lo mismo se dice de la curaduría
general. La pregunta es; ¿ el Juez de Menores designa curador
general o especial al pupilo ?, trascendente es a mi juicio la
interrogante, pues si decimos que es general afirmamos que el
curador tendrá tanto la representación legal como la tuición o
cuidado personal, recordemos el artículo 340 "Las tutelas y las
curadurías generales se extienden no sólo a los bienes sino a la
persona de los individuos sometidos a ellas"; ahora si optamos por
decir que se trata de una curaduría especial, aquella referida a
un negocio en particular, limitamos el ámbito de acción a un
mínimo, esto es, el ejercicio de los derechos que corresponden a
el pupilo.
La respuesta al punto señalado debe inclinarse por la primera
opción, según me parece, por las razones que se señalan:
En primer término, por lo dispuesto en el artículo 342 del
Código Civil que dispone: "Están sujetos a curaduría general los
menores adultos..."; como vemos el menor adulto, según el artículo
26 del Código citado es aquel que no ha cumplido 18 años de edad89;
está sometido a curaduría general; ahora las disposiciones de la
ley 16.618 se aplican a menores, esto es, los que no han cumplido
los 18 años90 y si carecen de bienes o sólo poseen derechos
previsionales y no tienen nombrado guardador caen dentro del
artículo 26 Nº6, de manera que su representación legal y su
cuidado personal caen bajo el gobierno de su curador general.
En segundo lugar, el numeral 6º señala: nombrar guardador al
menor que carezca de bienes y luego posibilita que el nombramiento
se extienda al menor que si los tiene, de acuerdo con esto es
ilógico pensar que la guarda es especial por que ella sólo podría
extenderse al ejercicio de los derechos de los cuales es titular
el pupilo este sería el negocio particular; resultando totalmente
absurda la mención que en primer lugar hace al menor que carece
completamente de bienes, al que también puede nombrarle curador.
En conclusión, afirmamos que el Juez de Menores tiene
competencia para nombrar tutores a los impúberes y curadores
generales a los menores adultos verificándose las condiciones
89
Ibídem. N.P.P. Nº 27.
90
Ibídem. N.P.P. Nº 27.
anotadas.
Yendo al ámbito netamente práctico esta atribución de los
Jueces de Menores es ejercida con gran frecuencia, siendo la
mayoría de las veces necesaria la designación de tutores o
curadores a hijos naturales entregándose en la generalidad de las
ocasiones los cargos a las madres para el ejercicio de derechos al
cobro de pensiones en órganos de previsión tanto del sistema
público como del privado por haber fallecido el padre natural. Tal
nombramiento es exigido como requisito obligatorio exigido por los
organismos tanto para el reconocimiento de los derechos como para
el cobro de los beneficios por parte de los interesados.
En el hecho la tramitación que reciben las solicitudes de
designación de curador es la siguiente:
Ingresada la solicitud al tribunal, este la tiene por
presentada, a ella se han acompañado los correspondientes
documentos que acreditan la filiación de los menores con el
causante y el hecho del fallecimiento de éste o su incapacidad
como podría ser la certificación de la demencia del llamado a
ejercer primeramente el cargo. En algunos casos se debe acreditar,
por exigirlo así el tribunal, el hecho de existir lo beneficios
que se aluden y que se desean ejercer, ello no ocurrirá obviamente
si el pupilo carece completamente de bienes bastando señalar esto
en la solicitud.
Es usual ofrecer información sumaria de testigos, la que
rendida servirá para acreditar la idoneidad del guardador
propuesto en la solicitud y las circunstancias de existir derechos
o simplemente la carencia de bienes por parte del menor.
Posteriormente se ordena la evacuación de un informe social
por parte de los profesionales del tribunal que conoce de la
gestión. Esta es una variante que se impone al procedimiento en
relación con lo señalado en el Código de Procedimiento Civil, en
donde ese informe no se encuentra contemplado.
Dicho informe no siempre es ordenado, se le reemplaza por el
pronunciamiento del defensor público adoptando la forma del Código
de procedimiento Civil, el cual también puede o no ser ordenado.
Se presentan situaciones también en que se ordena ubicar el
paradero del padre o madre sobreviviente cuando el pupilo se
encuentra al cuidado de un tercero que es quien solicita se le
discierna la guarda. En dichos casos el tribunal esperará la
comparecencia del requerido o que se haya establecido
fehacientemente la imposibilidad de ubicar al padre o madre
ausente. En este último evento el juez cita a audiencia de
parientes para resolver con mayores antecedentes, audiencia que se
verificará solamente cuando existan parientes a quienes oír.
Como podemos advertir en esta materia el tribunal aplica a
cabalidad la regla general contenida en el artículo 34, tramita
sin forma de juicio y resuelve con conocimiento de causa, esto es,
informándose a través de las diligencias que decreta.
La competencia se extiende además del nombramiento, a conocer
el juicio de remoción del tutor o curador, teniendo facultad para
removerlo de oficio cuando el guardador se encuentra en algún caso
de incapacidad legal.
Al respecto "La incapacidad la causa o motivo que impide al
guardador el ejercicio de las guardas".91
Esta incapacidad como dice el profesor Somarriva puede tener
origen en diferentes motivos, así puede provenir de:
Defectos físicos o morales;
del ejercicio de una profesión o cargo público;
de la edad;
de relaciones de familia;
de la oposición de intereses entre guardador y pupilo.
La primera clase esta tratada en el artículo 487 del Código
Civil y se relaciona con defectos como la ceguera o la
interdicción o impedimentos morales como es el hecho de ser
fallido, esto es, haber sido declarado en quiebra, ello por que
dicho estado implica una verdadera incapacidad de ejercicio al
producirse el principal efecto de la quiebra cual es el
desasimiento, lo que significa que el fallido queda impedido de
administrar sus bienes y su representación legal compete al
Síndico de Quiebra designado por el tribunal. También abarca a los
analfabetos, los no domiciliados en Chile, los condenados a penas
corporales, lo mismo respecto de aquel padre a quien se ha privado
el ejercicio de la Patria Potestad sobre sus hijos.
El artículo 498 declara imposibilitados de desempeñar una
guarda a aquellos que deben ejercer por largo tiempo un cargo
público fuera del país.
La regla del artículo 500 es de toda lógica, se refiere a la
edad, no pueden ser guardador los menores de edad.
En los artículos 502, 503 y 504 contienen imposibilidades
basadas en ciertas relaciones de parentesco como lo son el hecho
de que el padrastro no puede ser curador del hijo de su mujer
habido de otro padre.
Finalmente la oposición de intereses imposibilita la guarda,
no puede el poseedor ser curador de su deudor etc.
Mayor importancia tienen las incapacidades sobrevinientes que
pueden afectar al guardador durante el ejercicio de su cargo, el
artículo 509 señala que las causales de incapacidad que se han
señalado, son también aplicables en el caso en que se presenten
durante el desempeño del cargo; poniendo fin a él. Si la causa es
demencia, se produce la nulidad de todos los actos ejecutados por
el demente aun cuando no se le haya declarado en interdicción o
bien, si la guarda la desempeña una mujer que contrae matrimonio
cesa la carga, cuando por este hecho el pupilo pase a quedar bajo
la Patria Potestad del padre o madre. El termino no se produce por
incapacidad de la mujer sino porque existirían dos representantes
legales.
En cuanto a la remoción del guardador, ella consiste en
privar del cargo al tutor o curador por sentencia judicial en
virtud de haberse verificado una causa legal.
De acuerdo a la definición supone la existencia de un juicio,
91
Ibídem. N.P.P. Nº 60.
en lo referente a la tramitación nos inclinamos por afirmar que se
trata de un juicio de menores debiendo ceñirse por lo dispuesto en
el artículo 34, inciso 2º de la Ley ya que se trata de un asunto
contencioso señalado en el artículo 26 Nº6 de la Ley y el
procedimiento dispuesto para todos los asuntos en los cuales
existe contienda entre partes deben ser resueltos conforme a la
tramitación indicada; debiendo eso sí oírse a los parientes del
pupilo.
La remoción supone la existencia de ciertas causales, en las
que debe fundarse, las que están señaladas en el artículo 539
Código Civil y son:
Incapacidad, significa falta de habilidad para ser guardador,
exista alguna causal contenida en los artículos 497 a 508;
fraude o culpa grave en el desempeño;
actos de administración descuidada;
ineptitud manifiesta.
La remoción puede ser pedida por el pupilo si es púber, los
parientes consanguíneos de éste, su cónyuge, cualquier persona del
pueblo, el juez de oficio.
Resolver sobre la vida futura del menor en el caso del artículo
233 del Código Civil y cuando éste se encuentre en peligro
material o moral, artículo 26 Nº7 de la Ley de Menores.
Encontramos en este numeral la situación en que el o los
padres recurren al juez con el objeto de pedirle que decida acerca
de la situación del menor cuando éste no enmienda su
comportamiento a pesar de la corrección o castigo moderado
impuesto por los padres.
Se trata de una materia voluntaria si no se produce oposición
por parte del otro padre o guardador. Sin embargo se trata de una
materia de protección vista en el capítulo II de este trabajo.
1º Disenso para contraer matrimonio.
Se trata de una oposición manifestada por aquel a quien
corresponde otorgar su consentimiento para que el menor de edad
pueda casarse. Es un asunto de intereses totalmente contrapuestos,
donde existe clara contienda entre partes la que debe ser resuelta
por el juez a través del correspondiente juicio de disenso.
2º Conceder la tuición de los menores a solicitud de quienes los
tienen de hecho a su cuidado.
Artículo 26 Nº1 Corresponderá a los Jueces de Letras de
Menores:
Determinar a quien corresponde la tuición de los menores...
En materia de cuidado personal, como hemos visto
anteriormente, la comparecencia ante los tribunales puede hacerse
fundamentalmente por dos vías, en el orden civil, en primer lugar
por el camino contencioso en donde el cuidado personal es
disputado por los padres cualquiera sea su calidad, alguno de
estos y sus ascendientes si el menor es hijo legítimo o terceros
cuando su filiación es natural o simplemente ilegítima; en juicio
de tuición los cuales no pocas veces adquieren caracteres
dramáticos.
En segundo término la concurrencia es por el camino de la
solicitud de tuición, forma que aquí abordamos con detención ya
que se trata de la modalidad no contenciosa.
Es de insospechada frecuencia el hecho de que una cantidad
importante de menores son entregados por el padre o la madre a
parientes de éstos o simplemente a terceros para que se hagan
cargo de ellos, este hecho social obedece por lo común a causas
que interactúan en forma casi simultanea, ellas son una parte la
paternidad irresponsable, y por otra la carencia de medios
económicos para sustentar las necesidades del descendiente.
Efectivamente la primera causal anunciada juega con mayor
frecuencia en personas de edad joven muchos de ellos en pleno
período adolescente, los que al verse enfrentados a la obligación
de asumir el cuidado del menor ven como salida ideal y conveniente
entregarlo al cuidado de sus padres o de terceras personas
desvinculándose totalmente de su "problema" para continuar la vida
que siempre han llevado.
Seguidamente el factor económico opera en un tramo etáreo
superior, mayormente entre los 20 y 40 años de edad, disminuyendo
eso sí en número a medida que se asciende en la edad, siendo la
cifra gruesa entre los 20 y 30 años de edad. Se alude con
frecuencia a la falta de medios económicos para mantener y educar
convenientemente a los hijos, ello porque ha sido producto de una
relación ocasional desapareciendo después de ella el padre o bien
fruto de una convivencia fracasada. Cabe resaltar, sin embargo,
que estas formas de abandono no tienen mayor frecuencia en el
sector medio bajo y bajo de la estructura social.
Aquellos que han asumido el cuidado de los menores que les
han sido confiados establecen con ellos relaciones afectivas
normalmente muy sólidas llegando a tener rasgos filiales en muchos
casos.
En consideración a estas ligazones y buscando asegurar la
permanencia del menor junto a estos protectores para ponerse a
cubierto de una eventual recuperación por parte del padre o madre
biológico, recurren al Juzgado de Menores a través de una
solicitud de tuición con el fin de que se les confiera por
sentencia judicial el cuidado personal del protegido obteniendo de
esa forma la seguridad buscada.
Una segunda motivación que incentiva a efectuar estas
gestiones es la obtención de beneficios para el menor, los que
consisten en prestaciones de carácter social como ser asignación
familiar, acceso al sistema de salud previsional al cual se
encuentra afiliado el protector, bonos de escolaridad, acceso a
los diferentes niveles de educación preescolar, jardín infantil,
sala cuna, etc. Todos los cuales suponen que el protector haya
sido reconocido como responsable del cuidado personal del menor
causante de los beneficios.
La cuota de precaución que se debe tomar por parte del juez
que conoce de estas peticiones, esta en establecer con claridad la
motivación que tiene la presentación puesto que en algunas
oportunidades estos protectores han asumido el cuidado del menor
con el solo interés de obtener estos beneficios y explotar a menor
en muy diversas formas, sea en el quehacer doméstico, laboral,
sexual, etc. distando mucho de ser protección lo que se le
entrega. Por tal motivo se debe tener buena precaución para
detectar estos atropellos a la dignidad y a la condición del menor
y ponerles pronto remedio por la vía de las medidas de protección
que la ley establece.
Esta forma de obtención del cuidado personal de menores
constituye normalmente el primer paso en el camino a la obtención
de la adopción en cualquiera de las formas que ella puede
revestir, la detentación del cuidado personal por los plazos que
la norma atingente señala, es un requisito para la constitución de
esta forma de filiación, requisito que pretende fundarla en
relaciones afectivas consolidadas y estables entre adoptantes y
adoptado.
La tramitación que estas peticiones reciben obedecen a lo
determinado por la ley a materias no contenciosas, esto es, sin
forma de juicio, fallando con conocimiento de causa.
Por lo general, la solicitud es presentada por escrito, en
algunas oportunidades los interesados se presentan directamente al
tribunal el cual toma la petición y la somete a trámite. Si el
paradero del o los padres es conocido se les notificará la
solicitud respectiva con el fin de que manifiesten lo que estimen
conveniente respecto de ella; contrariamente si es desconocido el
domicilio de los progenitores, se decretará el despacho de una
orden de ubicar el paradero de éstos al organismo que estime
conveniente el tribunal, siendo Carabineros o la Policía de
Investigaciones.
Si son habidos el o los padres, la continuación del trámite
dependerá de la actitud que estos adopten. Si acceden lógicamente
el procedimiento continuará para acreditar las ventajas que
reportará al menor el seguir al cuidado de esos protectores. Gran
importancia tiene este punto ya que conforme a los principios
actuales que rigen en el Derecho de Menores en el ámbito
internacional lo predominante siempre es el interés superior del
niño.
A contrario sensu, si existe oposición por parte de aquellos
el procedimiento se transformará en contencioso, variando la
tramitación por la correspondiente a juicio de menores, debiendo
fijar el tribunal un comparendo para la fecha que él indique.
Retomando la tramitación en la forma de gestión voluntaria,
usualmente se recibirán declaraciones de testigos, como
información sumaria, para acreditar las calidades personales y
condiciones sociales y económicas de los protectores, deposiciones
que pueden ser rendidas a iniciativa del o los solicitantes o bien
decretada de oficio, su recepción por el tribunal. Paralelamente
también se habrá ordenado la evacuación de un informe social por
los profesionales del área que se desempeñan en el juzgado
correspondiente, además de oír personalmente al menor.
Ejerciendo la facultad legal de recabar la información que
estime pertinente, el juez podrá requerir los informes que precise
a distintos organismos como puede ser consultorios de salud,
establecimientos educacionales, etcétera. todo para constatar la
verdadera situación del menor antes de entregar el cuidado
personal a quienes lo hayan requerido.
Reunidos todos los antecedentes necesarios para acreditar la
conveniencia de entregar la tuición a quienes la detentan de hecho
evacuados los informes ordenados con el mismo objetivo el juez se
pronunciará, habiendo obtenido el conocimiento de causa por los
medios que le han señalado.
Respecto a la sentencia, ella naturalmente puede pronunciarse
favorablemente a los requirentes caso en el cual se consolidará
jurídicamente una situación que se desarrollaba de hecho, no
pudiendo modificarse en tanto no varíen las circunstancias tenidas
a la vista para pronunciar el fallo, lo que deberá acreditarse
convenientemente.
Ahora bien, puede la resolución denegar la solicitud, por no
comprobarse la existencia de provecho para el menor con la entrega
del cuidado personal a los solicitantes, ello puede fundarse en
consideraciones innumerables situaciones que se han verificado
durante el procedimiento a través por ejemplo de los informes
sociales evacuados. En estos casos, el juez podrá decretar alguna
medida de protección en favor del menor de aquellas contenidas en
el artículo 29 de la Ley 16.618, incluso puede sustraer a este de
la protección de los solicitantes e ingresarlo a algún
establecimiento o entregarlo al cuidado de otra persona etcétera.
3º Declarar la suspensión o pérdida de la Patria Potestad.
Recordemos que la Patria Potestad constituye un efecto o
consecuencia de la filiación legítima y que se encuentra definida
en el Código Civil, artículo 240: "La Patria Potestad es el
conjunto de derechos que la ley da al padre o madre legítimos
sobre los bienes de sus hijos no emancipados".
Este cúmulo de derechos que la ley concede a los padres
legítimos, los cuales los pueden ejercer de manera subsidiaria el
uno del otro, tienen determinadas causales por las cuales pueden
ser suspendidos, motivos que se encuentran señalados en el
artículo 262 y que son:
Prolongada demencia;
menor edad;
por estar en entredicho de administrar sus bienes;
por larga ausencia, de la cual se siga perjuicio grave en los
intereses del hijo.
Estas causales son aplicables tanto al padre como a la madre
que ejerce la patria potestad artículo 262, inciso 2º.
La regla general es que la Patria Potestad no se suspenda de
pleno derecho al concurrir alguna causal sólo opera de esta forma
la de menor edad puesto que para acreditarla basta un certificado
de nacimiento del padre o de la madre que la ejerce, artículo 263
parte final. En las demás situaciones de acuerdo con el articulo
263: "La suspensión de la Patria Potestad deberá ser decretada por
el juez con conocimiento de causa y después de oídos sobre ello
los parientes del hijo y el defensor de menores..."
En cuanto al procedimiento que se debe seguir es necesario
distinguir dos situaciones; sin embargo ambas se encuentran
sometidas al conocimiento de los Jueces de Menores conforme hemos
visto en el artículo 26 Nº1 en estudio.
El distingo planteado tiene importancia porque el
procedimiento a seguir es diferente según la opción de que se
trate:
Existe contienda entre las partes; se aplica el juicio de
menores ya estudiado.
No existe controversia entre las partes; aplicamos el
procedimiento no contencioso a cuyo estudio estamos avocados.
Consideramos relevante enunciar quienes pueden pedir esta
suspensión; aún cuando la ley nada dice en forma expresa
concluimos que pueden hacerlo:
En primer lugar el hijo, puede hacerlo personalmente ya que para
comparecer ante el Juez de Menores no necesita de representante
legal, de acuerdo al artículo 36, inciso final de la Ley de
Menores.
La madre del menor en las diferentes situaciones del artículo
262 que afecten al padre, así lo dispone el artículo 240 inciso
4º.
Además cuando el juez haya confiado la tuición a la madre
ésta puede pedir que se le entregue además la Patria Potestad.
Los ascendientes a cuyo cuidado está el hijo.
Cualquier persona que tenga a su cuidado el hijo.
El juez de oficio; de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 31
de la Ley 16.618 en relación con los artículos 26 Nº1 de la misma
Ley y 263 del Código Civil.
4º Autorizar la Emancipación.
La emancipación esta conceptualizada en el artículo 264 del
Código Civil, enunciando que "es un hecho que pone fin a la Patria
Potestad".
El mismo artículo clasifica la emancipación en voluntaria
legal y judicial. En esta parte como es lógico sólo nos interesa
la última forma, esto es, aquella que conforme al artículo 267 se
efectúa por decreto del juez.
Ella operara siempre que se funde en alguna de las causales
que señala el referido artículo en una enumeración de carácter
taxativo. Estos motivos están referidos, entre otros a maltratos o
abandono paterno o depravación de éste y cuando se condene al
padre por sentencia ejecutoriada, a una pena superior a cuatro
años de presidio, todo lo que se dice del padre es también
aplicable a la madre.
En cuanto al procedimiento el Nº6, inciso 2º del artículo 267
contiene una referencia a ello, al decir que se debe proceder
breve y sumariamente. Al respecto, por ser norma especial prima el
Nº1 del artículo 26 en estudio aplicándose por ello el
procedimiento de menores que ya hemos tratado, y debiendo conocer
como es obvio, el Juez de Letras de Menores del lugar de
residencia del menor a quien desea emanciparse.
Tratamos esta materia en esta parte por una razón didáctica y
además porque la gestión se inicia por una solicitud sin perjuicio
de que se trámite en la forma de un asunto contencioso debiendo
notificarse al detentador de la Patria Potestad.
5º Gestiones de reconocimiento de hijos ilegítimos.
Nos referimos al Nº4 del artículo 280 del Código Civil, este
numeral dispone: "Si el supuesto padre, citado por dos veces a la
presencia judicial para que, bajo juramento, reconozca al hijo y
expresándose en la citación el objeto, no compareciere sin causa
justificada".
La competencia en esta materia arranca del supuesto por la
primera parte del artículo 280 en donde señala los efectos de la
filiación ilegítima. El precepto en la parte citada dispone: "El
hijo ilegítimo que no tenga la calidad de natural sólo tendrá
derecho a pedir alimentos del padre o madre..."
Consecuencia del establecimiento de la filiación ilegítima es
obtener el derecho de alimentos para el favorecido, derecho que
tratándose de menores se debe ejercer ante estos tribunales
especiales mediante el correspondiente juicio de alimentos el que
es conocido y fallado con el juez antes indicado de acuerdo al Nº2
del artículo de la Ley 16.618.
Como podemos apreciar el Código Civil no señala con claridad
en el numeral 4º del artículo 280 cual es el tribunal competente,
ya que sólo dice "citado por dos veces a la presencia judicial..."
la obligación de conocer estos juicios al Tribunal de Menores la
deducimos como hemos dicho; de los efectos de la filiación
ilegítima, cual es el derecho de alimentos, el cual se reclama
ante el citado tribunal si el titular es un menor de edad.
Tratamos este reconocimiento como una gestión no contenciosa
porque aun cuando en el fondo de ella existe controversia actual,
no tiene la forma de un diferendo jurisdiccional ya que tiene como
objetivo exclusivo la obtención de una declaración efectuada de
manera formal ante el magistrado, ello a través de la citación que
se le a cursado al requerido por intermedio de la judicatura.
6º Gestiones de reconocimiento de hijos naturales.
Se encuentra establecida en el Nº5 del artículo 271 del
Código Civil en los términos que se señalan: "Son hijos naturales:
Nº5 Aquellos que hayan sido reconocidos por el supuesto padre,
cuando, citado éste por el hijo a la presencia judicial, confesare
la paternidad bajo juramento".
Nuevamente encontramos que el Código Civil sólo señala que se
debe citar al presunto padre a la presencia judicial sin
especificar el tribunal al cual corresponde la competencia.
Este problema fue sanjado por la Ley 10.271 la que agregó al
artículo 3º de la Ley 5.750 actual Ley 14.908 Sobre Abandono de
Familia y Pago de Pensiones de Alimentos, el inciso 4º que permite
efectuar la citación y conocer de ella al Juez de Menores. Dice el
artículo 3º, inciso 4º de la citada Ley: "Será juez competente
para conocer la gestión señalada en el Nº5 del artículo 271 del
Código Civil el juez a quien correspondiere conocer de la demanda
de alimentos, en conformidad a las reglas contenidas en el
presente artículo".
Es útil señalar la distinción que debe hacerse según si el
hijo es mayor o menor de edad, puesto que variará el tribunal
competente conforme sea la calidad del actor, así si es mayor
debemos seguir la regla general de competencia, esto es, conocerá
el juez del domicilio del demandado, o sea del alimentante, de
manera que tratándose de un alimentario mayor de edad que ejerce
el derecho que le confiere el artículo 271 Nº5 del Código Civil
para solicitar se cite al tribunal al presunto padre natural a que
lo reconozca bajo juramento, el juez competente será el de Letras
en lo Civil del domicilio del citado ya que de acuerdo a lo
señalado en el artículo 3º de la Ley 14.908 es competente para
conocer la referida gestión el tribunal al cual corresponde
conocer la demanda de alimentos ello en conformidad a las reglas
que señala ese mismo artículo.
Las disposiciones a que aludimos son los incisos 1º, 2º y 3º
del referido artículo, las que señalan a qué tribunal corresponde
conocer las demandas de alimentos en las diferentes hipótesis que
pueden presentarse. Así, corresponde conocer al Tribunal de
Menores de la residencia del alimentario las demandas de alimentos
intentadas por los hijos menores o por estos y el cónyuge en
contra del alimentante.
También continúa conociendo el Juez de Menores, aunque el
demandante sea mayor de edad, cuando al momento de llegar el
alimentario a ese estado se encontraba pendiente el juicio de
alimentos.
Seguidamente, el inciso 3º contiene la norma general, dispone
que en los demás casos regirán las reglas generales en cuanto no
sean contrarias a dicha Ley.
En conclusión la gestión de citación al padre natural para
confesar la paternidad, la conoce el Juez de Menores cuando, el
presunto hijo es menor de edad, siendo competente para efectuar la
citación y la diligencia el juez de la residencia del menor.
Si el presunto hijo es mayor de edad corresponde el
conocimiento al Juez de Letras en lo Civil del domicilio del
presunto padre a quien se cita, ello por aplicación del inciso 4º
en relación con el inciso 3º del artículo 3º de la Ley 14.908.
A.3) ACTUACION DEL JUEZ DE MENORES SIN FORMA DE JUICIO EN MATERIAS
CONTENCIOSAS.
Recordemos que en asuntos en los que se promueve contienda
entre partes el magistrado deberá apegarse en su accionar a la
normativa dada para lo que hemos designado como juicio de menores.
Ahora bien, si se trata de materias de su competencia, en las que
no se plantea debate y no existen partes sino interesados el
tribunal procede sin forma de juicio pero resolviendo con
conocimiento de causa.
Existe un tercer mecanismo de actuación del Juez de Menores,
en que lo hace sin forma de juicio en materia contenciosa, son
casos específicos que reconocen como fuente directa diferentes
disposiciones contenidas tanto en la Ley de Menores como en la Ley
Sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias.
Al respecto, las situaciones en que esta manera de proceder
opera son:
3º Regulación del ejercicio del derecho de visitas.
Los artículos 227 del Código Civil y 48 de la Ley de Menores,
consagran el derecho de visitas. Dicha facultad puede ser ejercida
por el padre, la madre u otros interesados.
Según la forma, el ejercicio de este derecho puede efectuarse
por dos vías:
Una vía principal;
vía incidental.
Por vías principal será como un juicio independiente donde se
deducirá la correspondiente demanda, solicitando al juez se fije
un régimen de visitas obligatorio para ambas partes.
Por vía incidental, se trata de una cuestión accesoria que
requiere pronunciamiento especial por parte del tribunal y que se
ha promovido en el juicio de tuición correspondiente.
Se afirma por algunos que cuando se ejercita por vía
principal se da lugar a un juicio, el cual en su tramitación se
apegará a una sustanciación libre, sin forma de juicio conforme lo
dispone el artículo 48.
Al respecto pensamos que esta opinión es errada, puesto que
el texto del artículo 48 es claro y no da lugar a una
interpretación como la escrita.
En efecto, sostenemos que el ejercicio del derecho de visitas
por vía principal da lugar a un juicio de menores, debiendo
tramitarse en la forma conocida.
Ahora bien, la tramitación sin forma de juicio, se aplicará,
según el inciso 2º del artículo 48, cuando se trate de un caso
calificado y sea una de las personas que señala, ascendientes o
hermanos legítimos del menor, para incluir el derecho de visitas
en la resolución que permitió las visitas al padre o madre que
esta privado de la tuición. De manera que la tramitación sin forma
de juicio en los regímenes de visita se aplicará cuando alguno de
los parientes señalados pide ser incluido en el régimen
correspondiente.
B) PROCEDIMIENTOS ESPECIALES.
En esta parte nos referiremos a procedimientos de carácter
especial contenidos en leyes determinadas, como son:
Procedimiento ejecutivo establecido en la Ley 14.908.
Procedimiento de adopción señalado por la Ley 18.703.
B.1) PROCEDIMIENTO EJECUTIVO ESTABLECIDO EN LA LEY 14.908.
B.1.a) LEGISLACION APLICABLE.
En primer término la Ley 14.908 especialmente los artículos
7º y 8º. En lo no contenido en esas disposiciones rigen como
normas supletorias las del Libro III del Código de Procedimiento
Civil en su Título I relativo al juicio ejecutivo de obligaciones
de dar.
B.1.b) FUNDAMENTOS DE LA EJECUCION.
En conformidad al artículo 434 del Código de Procedimiento
Civil para proceder a la ejecución es necesario que exista un
título al cual la ley le confiera mérito ejecutivo, haciendo una
enumeración de ellos.
Ahora bien, en el caso particular del derecho de alimentos,
es aplicable este procedimiento para obtener la solución de deudas
originadas por el no pago de pensiones alimenticias. El título
ejecutivo en este supuesto legal lo encontramos en el artículo 7º
de la Ley en estudio; señala el precepto: "Toda resolución
judicial que fije una pensión alimenticia tendrá mérito
ejecutivo..."
De lo señalado advertimos que el fundamento de la acción
ejecutiva es el incumplimiento de la obligación de pagar la
pensión correspondiente, establecida por sentencia ejecutoriada;
dicha resolución constituye el título ejecutivo en base al que se
desarrollará el procedimiento compulsivo.
Ahora bien, no necesariamente debe invocarse una sentencia
ejecutiva ejecutoriada que haya sido pronunciada en el respectivo
juicio de alimentos; sino también puede estar fundada en una
sentencia interlocutoria, como aquella que fija alimentos
provisorios en favor del menor beneficiario de ellos.
Puede servir de fundamento a esta ejecución también, un acta
de avenimiento lograda en pleito sobre alimentos y que se
encuentre aprobada por el tribunal. Igual validez en este sentido
puede tener una transacción convenida extrajudicialmente por las
partes y a la que el tribunal le ha otorgado la debida aprobación,
con lo cual le confiere el carácter de sentencia definitiva para
todos los efectos legales.
En lo referente al objeto de la prestación, ello es también
libre, puede consistir, como es lo común, en dar una cantidad
determinada de dinero, o bien tener otras formas, como ser,
constituir un usufructo sobre algún bien raíz del alimentante o un
derecho de uso o habitación, recordemos que la Ley en el artículo
11 posibilita estas formas, además puede exigirse el cumplimiento
forzado de cualquier obligación alimenticia no importando su
cuantía o forma de otorgarse, ya que la ley no ha hecho distinción
alguna.
Lo que hemos señalado recientemente obedece al ámbito teórico
de las disposiciones legales, sin embargo bajando al campo
práctico encontramos que un 99% de las pensiones de alimentos se
encuentran establecidas o pactadas en una suma determinada o
determinable de dinero, ello obedece a razones lógicas e
innecesarias de explicar. El porcentaje restante consiste en la
constitución de un derecho de usufructo sobre un bien raíz de
propiedad del alimentante, en favor del cónyuge y de los menores
ya que es frecuente que tal situación se produzca en litigios
entre el cónyuge e hijos legítimos con el alimentante, fijándose
el señalado derecho a título de pensión de alimentos. Tratándose
de alimentos para hijos naturales es muy excepcional que esta
forma se de, ocurrirá cuando la descendencia es producto de una
relación de concubinato mantenida por un tiempo prolongado y que
se ve interrumpida o terminada, siendo el bien raíz existente,
adquirido en conjunto por los concubinos pero encontrándose
jurídicamente el dominio radicado en el hombre; surge nuevamente,
la necesidad de regular estas situaciones de manifiesta
injusticia.
Respecto a la constitución de derechos de uso o de
habitación, esta forma en la práctica es casi inexistente.
B.1.c) TRIBUNAL COMPETENTE.
Artículo 7º de la Ley 14.908: Toda resolución judicial que
fije una pensión alimenticia tendrá mérito ejecutivo y será
competente para conocer de la ejecución el tribunal que la dictó
en única o en primera instancia, o el del nuevo domicilio del
alimentario, siempre que éste lo hubiere cambiado por una causa
distinta de las expresadas en el artículo 3º.
Conforme vemos en el artículo transcrito, la ley determina
disyuntivamente dos tribunales competentes para conocer del juicio
ejecutivo por deudas de pensiones de alimentos.
En primer lugar, lo que podemos señalar como regla general,
es que es competente para conocer de esta ejecución el tribunal
que dictó la sentencia en primera instancia.
Luego, es también competente el juzgado del nuevo domicilio
del alimentario pero siempre que no lo hubiere cambiado por
abandono de hogar o rapto; de manera que se requiere que el cambio
no obedezca a esas causales. Ordinariamente estas variaciones del
domicilio se fundan en hechos como aquel en que la mujer deja el
hogar para vivir junto a los menores en casa de parientes, por la
situación de maltrato que recibe, o bien, por no existir aporte de
dinero ni medios suficientes para satisfacer las necesidades de
sus hijos y las propias, ante ello opta por la alternativa de
allegarse en casa de familiares que le prestan socorro material.
En estos casos el ejecutante tendrá a su elección dos
tribunales competentes para iniciar la acción ejecutiva, puede
entablarla ante el juez que dictó la sentencia o bien ante el
tribunal de su nuevo domicilio.
Ahora, en el caso de que la variación de domicilio obedezca a
abandono de hogar o rapto, el alimentario podrá dirigirse al
tribunal del domicilio del alimentante para presentar su demanda
ejecutiva, sin perjuicio de que también puede hacerlo en el
tribunal que dictó la sentencia; en todos los casos se entiende
que la opción corresponde al actor.
B.1.d) TRAMITACION.
La demanda ejecutiva; el escrito en que se ejerce esta acción
debe cumplir con los requisitos generales a todo escrito que
señala el artículo 30 del Código de Procedimiento Civil, enseguida
debe contener, como toda demanda, las menciones que establece el
artículo 254 del mismo código.
A las exigencias generales enunciadas debemos agregar el
cumplimiento de los requisitos de la acción ejecutiva, los que
podemos enunciar:
2º Que la obligación sea actualmente exigible.
3º Que la obligación sea líquida o liquidable.
4º Que la acción no esté prescrita.
a) El pago se ha establecido a través de depósito en la cuenta
corriente del tribunal o mediante vale a la vista bancario, que
por lo general debe ser tomado a la orden de la madre de los
alimentarios; en dicho caso, previamente el tribunal ordenará la
certificación de la existencia de la deuda, salvo que esto haya
sido hecho con anterioridad en el cuaderno de alimentos. Esta
providencia tiene por finalidad establecer convenientemente la
existencia de deuda por concepto de incumplimiento de la
obligación alimenticia.
En la práctica, existe en cada Tribunal de Menores una
sección a la que se denomina "cuentas corrientes", en dicha
oficina se lleva el registro de pago en todas las causas, sea que
estén con sentencia definitiva o con alimentos provisorios. Cada
depósito o vale a la vista entregado es registrado en una cartola
individual para cada proceso, ese estado es el que debe consultar
el Secretario para constatar la existencia de la deuda que dará
mérito a la ejecución.
Con la certificación señalada se proveerá directamente la
demanda señalando:"por presentada demanda ejecutiva, despáchese";
o simplemente, "despáchese".
Curso posterior del juicio; presentada la demanda ejecutiva y
proveída ésta debe requerirse de pago al deudor, dicho trámite es
la notificación de la demanda ejecutiva y conjuntamente la
oportunidad que tiene el ejecutado para enervar inmediatamente la
acción pagando la deuda. Esta actuación la ejecuta el receptor
visitador del tribunal o bien un receptor de Juzgado de Letras; no
hay inconveniente legal alguno para que sea cumplido por alguno de
los otros funcionarios designados para practicar notificaciones,
pero en la práctica acontece con las personas que ya hemos
señalado puesto que se trata de una actuación que reviste una
complejidad mayor que la de una simple notificación ya que si el
ejecutado no paga se debe proceder a la traba del embargo.
Ahora, practicado el requerimiento personalmente al ejecutado
o en la forma señalada en el inciso 2º del artículo 44 del Código
de Procedimiento Civil, el alimentante tiene la oportunidad para:
enervar la acción pagando el total de la deuda;
no hacer nada;
defenderse oponiendo excepciones, que en el caso del
procedimiento que estamos analizando se reduce a una sola y que
debe cumplir la condición que el artículo 8º inciso 2º de la Ley
14.908 le impone.
2º El deudor no hace nada: Puede ocurrir, y en la práctica no es
poco frecuente, que el alimentante requerido de pago no haga nada,
ni deposita la suma debida ni se defiende. En tal caso si vencido
el término legal para deducir oposición el ejecutado no opone
excepciones se deberá solicitar o se ordenará de oficio por el
tribunal la certificación de ambos hechos, con el mérito de ese
certificado, se omitirá la sentencia sirviendo de tal el
mandamiento y se ordenará seguir adelante con el procedimiento de
apremio.
3º El deudor se defiende, oponiendo excepciones a la ejecución:
Como ya señalamos, el alimentante puede defenderse oponiendo
excepciones pero en esta oportunidad su posibilidad de defensa es
limitada ya que sólo puede oponer la excepción de pago y siempre
que ella se funde en antecedente escrito. Para declarar admisible
la excepción por el tribunal el pago que se alegue deberá ser
total y deberán acompañarse los documentos a través de los cuales
se justifica.
2º Deudor es requerido dentro del territorio jurisdiccional en que
se sigue el juicio pero fuera de la comuna de asiento del
tribunal.
En tal situación el plazo se aumenta en 4 días teniendo en
total 8 días para oponer su excepción. Esto ocurrirá por ejemplo,
tratándose de un alimentante demandado en la ciudad de La Serena y
que es requerido de pago en Coquimbo.
3º Deudor es requerido de pago en otro territorio jurisdiccional
perteneciente a otro tribunal.
Siendo requerido de pago el deudor en territorio
jurisdiccional de otro tribunal dentro de la República, éste tiene
dos opciones para oponer su excepción:
Puede hacerlo ante el tribunal exhortado, esto es, aquel que
ordenó el cumplimiento del exhorto del juzgado ante el cual se
sigue el juicio. Aquí el plazo será variable aplicando la regla
señalada anteriormente. Puede ser de 4 días si ha sido requerido
en el lugar de asiento del tribunal exhortado, o bien de 8 días si
se ha requerido dentro del territorio jurisdiccional del tribunal
exhortado pero fuera de la comuna de asiento de éste.
Puede deducirla directamente ante el tribunal que conoce del
juicio, en cuyo caso el término será de 8 días más el aumento
respectivo que concede la tabla de emplazamiento.
4º El ejecutado es requerido de pago fuera del territorio de la
República.
El plazo será el que señale la tabla de emplazamiento para
contestar demandas.
Continuación del juicio;
Vencido el término para deducir oposición el juicio puede
tomar dos rumbos distintos dependiendo si se han opuesto o no
excepciones dentro de plazo.
Vence el plazo y no se han opuesto excepciones se certifica ese
hecho y se omite la sentencia bastando el mandamiento para seguir
adelante la ejecución conforme al procedimiento de apremio.
Se opuso la excepción de pago: El tribunal resolverá confiriendo
traslado al ejecutante por el término de 4 días con el fin de que
haga valer lo que crea conveniente a sus derechos.
El tribunal declara inadmisible la excepción: En tal caso debe
declararlo así y ordenar que se siga adelante la ejecución.
La excepción es declarada admisible: El tribunal puede tomar uno
de dos caminos. En primer lugar podrá declarar admisible la
excepción y no estimar necesario recibir la causa a prueba, deberá
citar a las partes para oír sentencia, la cual debe dictarse
dentro del plazo de 10 días contados desde que el pleito quede
concluso.
En segundo término, puede considerar admisible la excepción
declarándolo así y recibir la causa a prueba fijando los hechos
que estima son controvertidos. Esta resolución se notificará por
carta certificada transcrita a las partes.
El término probatorio tendrá una duración de 10 días, por
aplicación de las normas del Código de Procedimiento Civil
estimamos que se podrá solicitar ampliación del plazo de prueba
hasta por otros 10 días siendo facultad del tribunal ampliarlo por
el número de días que estime pertinente. Además tiene aplicación
también el derecho de las partes para, de común acuerdo,
concederse términos extraordinarios que ellas estimen necesarios.
La sentencia, como bien sabemos, puede ser de dos clases en este
procedimiento, según sea la naturaleza de los bienes embargados,
de pago, si se embargaron dineros, o de remate si los bienes
embargados es necesario realizarlos para solucionar el crédito al
ejecutante con el producto de su venta. En tal situación la
sentencia definitiva ordenará seguir adelante el procedimiento de
apremio. Para ello se aplicarán las normas del párrafo 2º del
Título I del Libro III del Código de Procedimiento Civil.
B.2) PROCEDIMIENTO DE ADOPCION SIMPLE.
En la Ley 18.703 se contemplan, como se vio en el capítulo
anterior, dos tipos de adopción, la simple y la plena y además
regula la salida de menores de Chile para ser adoptados en el
extranjero en conformidad a las normas del país de destino.
Las tres instituciones señaladas tienen regulación
independiente en el texto y dan lugar también a tres
procedimientos diferentes a los cuales nos referiremos en forma
separada y en el orden en que los trata la ley, comenzando por el
de adopción simple.
La regulación del procedimiento de constitución de esta forma
de adopción se reduce a sólo tres artículos de la Ley 18.703, de
manera tal, que se debe recurrir a la aplicación supletoria de las
normas de la Ley de Menores para llenar los vacíos existentes en
diversos aspectos del procedimiento no tan solo en materia de
constitución de adopción simple sino también de adopción plena e
incluso salida de menores del país para ser adoptados en el
extranjero; así lo dispone su artículo 4º que señala: "La adopción
simple, la adopción plena y la salida de menores del país para su
adopción en el extranjero, se sujetarán en cuanto a su tramitación
a las normas establecidas en esta ley y en lo no previsto en ella,
a la ley Nº 16.618".
B.2.a) TRIBUNAL COMPETENTE.
Dispone el artículo 10 que "Será Juez competente para conocer
de esta adopción el Juez de Letras de Menores del domicilio del
adoptante".
B.2.b) ROL DEL JUEZ EN ESTE PROCEDIMIENTO.
El Juez de Menores en estos procedimientos, tal como se
establece en los principios que informan su actividad, desempeña
un rol tutelar expresamente contenido en el artículo 9º inciso 2º
el cual obliga al Juez a la verificación de la concurrencia de
todos los requisitos establecidos para conferir la adopción, y muy
especialmente constatar el beneficio que reportará al adoptado.
Además de lo señalado el Juez debe investigar toda la
situación que rodea al menor y las circunstancias en que se
produce la adopción tanto respecto de los demandantes como
respecto del menor y su familia o las personas con quienes vive.
Para tal efecto, el juez debe citar a los padres del menor
adoptado para interrogarlos y conocer su situación oyendo lo que
tengan que decir respecto de la adopción que se solicita, sea que
accedan a ella, señalen si estiman que beneficiará al menor, o
bien si se oponen a que la adopción simple se constituya. Dicha
diligencia deberá efectuarla siempre que sea posible, siendo el
criterio de la mayoría de los jueces el intentar ubicar a los
padres del menor cuando éstos los han abandonado o se desconoce su
paradero, para ello se valen de la cooperación de la Policía de
Investigaciones y de Carabineros sin perjuicio de otros servicios
públicos como el Registro Electoral o el Registro Civil e
Identificación, a los cuales se despachan oficios solicitando los
domicilios que pudieren tener registrados en ellos las personas
buscadas.
Al mismo tiempo, a Investigaciones y Carabineros se despachan
órdenes de ubicar el paradero de los padres en base a los datos
que proporcionan el o los peticionarios en su solicitud o bien con
las indagaciones que ellos mismos realizan. Luego de un tiempo,
que habitualmente no es breve, se obtiene la respuesta de estos
organismos. Siendo habidas las personas requeridas se les cita a
la presencia judicial, compareciendo, se les notifica la solicitud
que se ha presentado y se oye lo que digan al respecto.
El tribunal debe además decretar todas las diligencias que
estime pertinentes para comprobar los hechos que se deducen por
quien solicita la adopción y en los cuales funda su petición.
Gran importancia tiene en esta materia el interés superior
del adoptado el cual como ya hemos dicho debe ser cautelado por el
tribunal a través de la constatación de los beneficios que le
reportará a éste la adopción. Contrariamente y siendo coincidente
con el carácter asistencial que la adopción simple tiene, ya que
como se dijo en el capítulo anterior no genera vínculo de
parentesco, se exige como requisito por el artículo 6º el que el
menor carezca totalmente de bienes al tiempo de la adopción, o
teniéndolos estos sólo consistan en beneficios de carácter
asistencial otorgados por el sistema de seguridad social; con ello
se busca desincentivar toda intención del adoptante de obtener
provecho a costa del adoptado.
El juez debe calificar el hecho de que el adoptado carezca de
bienes y siendo así debe manifestarlo a través de una resolución,
la cual podemos comparar en importancia en este procedimiento a la
declaración de abandono de la constitución de la adopción plena,
ya que la estimamos como fundamental para poder acceder al
beneficio.
Otro trámite de importancia que el tribunal debe verificar es
la citación del adoptante para que comparezca personalmente al
tribunal y de esa manera poder calificar directamente la idoneidad
del solicitante y la posibilidad de que se consigan los fines
perseguidos por la institución.
B.2.c) APLICACION SUPLETORIA DE LAS NORMAS DE LA LEY DE MENORES.
Como ya dijimos, la Ley 18.703 se remite a la Ley 16.618 para
complementar todo aquello que no se ha dispuesto en aquella
respecto de la regulación de los procedimientos que en ella se
contienen.
Así ocurre con las notificaciones que se deben efectuar a los
solicitantes las cuales se deberá practicar en alguna de las
formas que el artículo 35 de la Ley de Menores se detallan si la
Ley 18.703 no señala una especial.
Respecto de la tramitación que se le dará a la solicitud en
este punto nada se dice de manera que como se trata de un asunto
de carácter no contencioso deberá aplicarse lo dispuesto en el
inciso 1º del artículo 34 de ley 16.618, esto es, el procedimiento
será sin forma de juicio pero las resoluciones deben ser dictadas
con conocimiento de causa.
En materia probatoria la Ley de Adopción es muy escueta y no
entra en detalles de manera que cobra importancia el artículo 39
de la Ley de Menores que señala que las ventajas de la adopción se
acreditarán con informes de asistentes sociales pudiendo suplir
esos informes el tribunal por otras pruebas en los lugares en
donde no exista servicio social. La apreciación de las pruebas que
se alleguen al expediente el juez la hará en conciencia.
En caso de oposición a la solicitud el procedimiento se
transformará en contencioso y se deberá aplicar el juicio de
menores regulado en el artículo 34 inciso 2º de la Ley 16.618, al
no haber regla especial establecida en la Ley de Adopción.
B.2.d) TRAMITACION.
A la solicitud se debe acompañar la documentación necesaria
para acreditar la filiación del menor, el estado civil de casados
de los solicitantes si así fuere y todos los demás documentos en
que se funde la presentación.
La gestión, por regla general, no necesita ser patrocinada
por abogado habilitado atendido que la Ley 18.703 no exige ese
requisito y además por aplicación de lo dispuesto en el artículo
2º inciso 11º de la Ley 18.120 que exime de la misma obligación a
las personas que comparecieren ante los Juzgados de Menores. Sin
perjuicio de lo señalado resulta altamente conveniente la
comparecencia con patrocinio profesional y de hecho así se exige a
los solicitantes en los juzgados del país ya que gran número de
quienes no pueden financiar asesoría particular la obtienen en los
consultorios de la Corporación de Asistencia Judicial y de la
Fundación de Asistencia Legal de la Familia a lo largo de todo el
país.
Presentado el escrito en la Secretaría del tribunal se
verifica la concurrencia de los requisitos exigidos por la ley y
se provee la solicitud teniéndola por presentada y ordenando una
serie de diligencias tendientes a acreditar las circunstancias que
se aducen como fundantes y especialmente la conveniencia y
provecho que reportará para el adoptado.
Entre esas diligencias se encuentran las que solicite el
peticionario en su escrito y las que por propia iniciativa
considere necesario decretar el magistrado. Estas tendrán por
objeto hacer comparecer a los padres del menor y ubicar su
paradero en el evento de que nada se sepa de ellos, además de
ordenar la comparecencia personal del o los adoptantes como lo
ordena la ley y también acreditar la carencia de bienes por parte
del menor, condición esencial para acceder a la solicitud. Será
menester citar también al cónyuge del adoptante casado y no
divorciado para que manifieste su consentimiento para que su mujer
o marido proceda a la adopción, estimamos que este consentimiento
podría manifestarse también validamente a través de una
declaración efectuada por quien debe otorgarlo en un instrumento
auténtico.
Paralelamente se ordenará evacuar informes sociales de los
solicitantes para conocer la situación efectiva en que el menor
vive y las condiciones que los adoptantes manifiesten que pueden
ofrecerle.
El cumplimiento de todos estos trámites tomará habitualmente
un tiempo más o menos prolongado, especialmente como ya se dijo,
cuando se debe buscar a los progenitores del adoptado, trámite que
es considerado de rigor en estos procedimientos en atención a los
vínculos que se encuentran en formación y a la trascendencia del
hecho.
Cumplidas las diligencias ordenadas, el tribunal,
considerando los antecedentes allegados al proceso deberá dictar
una resolución declarando que el menor carece de bienes, con
posterioridad a ello si el tribunal estima que se encuentran
totalmente acreditados los fundamentos de la adopción y las
ventajas que ella le reportará al adoptado y no estima necesario
decretar ninguna otra diligencia puede dictar sentencia
definitiva.
B.2.e) FORMA DE LA SENTENCIA DEFINITIVA.
El artículo 9º de la Ley 18.703 dispone que la sentencia que
otorgue la adopción simple debe contener los requisitos que el
Código de Procedimiento Civil establece para las sentencias
definitivas, esto es, los que exige el artículo 170 del señalado
código. De esta manera se trata de una sentencia de carácter
complejo que deben ser fundadas y acabadas en su elaboración
puesto que como sabemos deben contener una parte enunciativa una
considerativa y una resolutiva.
En cuanto a la forma de notificar la resolución definitiva lo
habitual es que los solicitantes se notifiquen personalmente de
ella puesto que son los más interesados en que se acceda a ella,
sin perjuicio de ello no vemos inconveniente alguno en que se
practique supletoriamente la notificación establecida en la Ley de
Menores y que comúnmente se utiliza en los procedimientos regidos
por esa ley, esto es por carta certificada transcrita.
B.2.f) MEDIOS PARA IMPUGNAR LA SENTENCIA DEFINITIVA.
Como la Ley 18.703 nada dice respecto de los recursos
procesales que proceden en contra de la sentencia definitiva
dictada en el procedimiento de adopción simple aplicamos el
artículo 37 de la Ley de Menores de manera tal que será procedente
el recurso de apelación en las condiciones que dicha norma
determina.
Se concederá en el solo efecto devolutivo debiendo elevarse
los autos originales y dejándose compulsas en el tribunal, la ley
señala compulsa de la sentencia pero en la práctica se deja
fotocopia autorizada de todo el expediente. En cuanto a la
tramitación del recurso ésta se efectuará como incidente teniendo
preferencia para su vista y fallo.
Aplicando las reglas señaladas debemos decir que es
procedente también el recurso de queja que podrá intentarse en
contra de la sentencia definitiva sea separada o conjuntamente con
la apelación, en tal evento, naturalmente deben cumplirse todos
los supuestos que el recurso de queja establece, tanto de fondo
como de forma.
B.3.a) TRIBUNAL COMPETENTE.
La competencia para el conocimiento de las demandas de
adopción está entregada por el artículo 26 al Juez de Letras de
Menores del domicilio de los adoptantes, repitiendo la regla
señalada para la adopción simple y la que se contenía en el
artículo 6º de la derogada Ley 16.346.
B.3.b) NATURALEZA DEL PROCEDIMIENTO.
Tiene importancia detenerse en la naturaleza que se le
atribuye por la ley al procedimiento de adopción plena. El texto
utiliza una terminología variada para referirse al carácter que se
le ha impuesto a la tramitación, por ello se podría llegar a
pensar que se trata de un procedimiento no contencioso; así por
ejemplo en el inciso 2º del artículo 26 habla de la solicitud y en
cambio en el inciso 1º del mismo artículo se refiere al juicio de
adopción plena.
Sin perjuicio de la terminología utilizada en el código el
procedimiento es de carácter contencioso, así se consigna en la
historia del establecimiento de la ley en donde se consigna en los
informes de la Comisión Conjunta del Ministerio de Justicia y de
la Junta de Gobierno, encargada del estudio de las nuevas
disposiciones que "este es un procedimiento de carácter
contencioso, que va a terminar con una sentencia constitutiva del
nuevo estado civil de hijo legítimo. Por la importancia que esto
tiene, debe emplazarse siempre a los legítimos contradictores y
otorgárseles un plazo para oponerse".92
No obstante lo dicho, la tramitación, a menudo, se lleva a
efecto como un procedimiento de carácter voluntario puesto que en
la práctica no es usual que se deduzca oposición por parte de
quienes tienen derecho a ejercerla como son los padres,
guardadores o personas que pueden alegar derechos respecto del
menor; es esta circunstancia la que efectivamente, como es obvio,
le da el carácter contencioso al trámite.
La estructura y naturaleza contenciosa que se le ha conferido
al procedimiento le ha significado ventajas a la tramitación de la
adopción plena, estas son:
a) Le confiere mayor transparencia al procedimiento, ello
significa una garantía para las partes como para terceros
vinculados a la tramitación, atendidos los trascendentales y
globales efectos que la sentencia definitiva producirá.
b) Reprime los abusos en el ejercicio de los derechos vinculados a
la situación del menor evitando también la comisión de
irregularidades por la vía de la adopción.
B.3.d) APLICACION SUPLETORIA DE LAS NORMAS DE LA LEY DE MENORES.
Igualmente como señalamos en el procedimiento de adopción
simple la Ley 18.703 hace aplicable a través de su artículo 4º las
normas de la Ley de Menores Nº 16.618 a todo lo no previsto por
ella.
B.3.e) FORMA DE EFECTUAR LAS NOTIFICACIONES.
Conforme con el derecho a deducir oposición que se reconoce a
ciertas personas vinculadas al menor y atendido el carácter
contencioso del procedimiento se establece distintas formas en que
se pueden poner en conocimiento de las partes las resoluciones que
se dicten en la secuela del juicio. Así, la demanda de adopción
debe ser notificada personalmente a quienes puedan alegar derechos
respecto del adoptado ordenándolo el artículo 27, ese precepto es
el que contiene las formas de notificación de que la ley se vale,
ellas son:
a) Notificación personal;
b) Notificación por avisos;
c) Notificaciones en conformidad al artículo 35 de la Ley de
Menores, esto es: notificación personal subsidiaria establecida en
el artículo 44 del Código de Procedimiento Civil esto porque el
inciso 4º del artículo 35 de la Ley 16.618 faculta al juez para
decretar otra forma de notificación; por carta certificada simple,
por carta certificada transcrita.
B.3.f) IMPORTANCIA DEL CONSENTIMIENTO DEL MENOR.
La Ley de adopción no coloca como exigencia para acceder a la
demanda que el adoptado manifieste su consentimiento respecto de
ella, esto porque la normativa entrega al juez la misión de velar
por los intereses del adoptado; a diferencia de lo que parece ser
una tendencia en el derecho comparado en donde es común la
exigencia de considerar la voluntad del menor cuando este tiene
suficiente juicio y discernimiento.
Sin perjuicio de no existir norma expresa en la Ley 18.703
que exija oír al menor, el juez dentro de las amplias facultades
que se le conceden puede decretar esta diligencia, razones de
texto para afirmar esto tenemos tanto en la citada Ley de Adopción
en su artículo 29 inciso 1º como en la Ley de Menores que en el
artículo 36 que señala al juez la necesidad de oír al menor púber
y al impúber cuando fuere posible, disposición que aplicamos en
virtud de la remisión que efectúa el artículo 4º de le Ley 18.703.
A nuestro juicio tiene gran importancia lo que el adoptado pueda
decir pues será decisivo a la hora de acceder o no a la demanda,
es él quien puede dar grandes luces acerca del provecho y
beneficio que le reportará el conferirle la calidad de hijo
legítimo al integrarse a su nueva familia, si su posición es
negativa es muy dudoso que su integración a un grupo familiar del
cual no desea ser parte le irrogue ventajas.
B.3.g) PROCEDIMIENTO.
Como ya señaláramos estamos frente a un asunto de naturaleza
contenciosa, de manera que debemos pasar por los tres períodos en
que se desenvuelve el proceso, esto es, discusión, prueba y fallo.
b. Período de prueba: Ahora bien, vencido el plazo de oposición y
no habiendo oposición, o bien deducida esta, el juez debe examinar
el expediente y si estima que existen hechos sustanciales y
pertinentes que son controvertidos recibirá la causa a prueba,
para lo cual se aplicarán las normas que rigen la prueba de los
incidentes, es decir el término probatorio durará 8 días hábiles,
la prueba testimonial, si procede, se rendirá en las fechas que el
tribunal señale. En esta parte, y como dijéramos antes, la
rebeldía de los demandados se produce por el solo ministerio de la
ley, no siendo necesario notificarles las resoluciones que se
dicten en lo sucesivo las cuales a su respecto tendrán efecto
desde que se dicten.
El tribunal en la misma resolución en que ordena recibir la
causa a prueba ordenará se evacúe informe social de los
demandantes y de los demandados. En el evento de que no se haya
producido oposición, los demandantes deberán solicitar la
certificación del hecho de encontrarse vencido el plazo para
oponerse y de que ella no fue deducida, lo cual puede también
hacer de oficio el tribunal, decretando el informe social de los
actores.
c. Período de fallo:
Resolución que declara el estado de abandono: Vencido el término
probatorio y evacuado el informe social y cumplidas todas las
diligencias ordenadas por el tribunal, este de oficio o a petición
de los interesados revisará el expediente nuevamente y con el
mérito de él declarará al menor en estado de abandono mediante una
resolución fundada precisamente en todos los antecedentes que
obran en el proceso: dicha resolución debe ser notificada por
cédula a los contradictores que hayan comparecido.
Esta resolución será necesaria en el caso de que la condición
de adoptabilidad del menor provenga del abandono a que se
encuentra sometido por parte de sus padres u otras personas que lo
tengan a su cargo, de manera que ella no será necesaria cuando se
trata de adopción plena demandada por una persona que es
progenitor del adoptado y ha contraído matrimonio con otra, es
evidente que en tal situación el hijo que vive con uno de sus
padres casado con un tercero y quien manifiesta voluntad de
integrarlo como hijo legítimo, no se encuentra en estado de
abandono, sin embargo los tribunales incurren en el error procesal
de declarar el abandono aun en estos casos.
En cuanto a la naturaleza jurídica de esta resolución, ella
es una sentencia interlocutoria por que debe servir de base al
pronunciamiento de una sentencia definitiva.
Esta resolución es susceptible de recurso de apelación el
cual si es concedido lo será solo en el efecto devolutivo,
debiendo tramitarse de acuerdo a las reglas de tramitación de
apelación de incidentes, teniendo preferencia para su vista ya
fallo.
En el evento de que los solicitantes no tengan la tuición
judicial o el cuidado personal de hecho del menor, el juez en la
misma sentencia declaratoria de abandono les otorgará la tuición
provisoria por el plazo de un año, por la dictación de esta
resolución no se suspende el procedimiento de adopción plena, sólo
produce el efecto de no poder dictarse la sentencia definitiva
sino vencido el plazo de un año antes señalado.
Declarado el estado de abandono del adoptado y si el tribunal
no estima necesario decretar ninguna medida adicional para mejor
resolver la causa se encontrará en estado de ser fallada.
B.3.h) SENTENCIA DEFINITIVA QUE CONFIERE LA ADOPCION PLENA.
La adopción plena será constituida efectivamente sólo con la
dictación de la sentencia definitiva que acoja la demanda
deducida; la calidad de hijo legítimo de los demandantes la
adquirirá el adoptado al quedar firme esta resolución, los
trámites administrativos que señala la ley tienen fines de medio
de prueba, de orden y en cierto sentido de publicidad, decimos en
cierto sentido pues la tramitación de la adopción plena, por regla
general, es reservada.
Para determinar los requisitos que la sentencia definitiva
debe reunir distinguiremos si ella deniega o acoge la demanda de
adopción plena.
Si la sentencia rechaza la demanda ella no necesitará cumplir
los requisitos que el artículo 32 impone a la que la acoge, ello
por las siguientes razones. En primer lugar por que el citado
artículo sólo se refiere a la sentencia que accede a la demanda y
nada dice de la que la rechaza; en segundo término por que la
exigencia de que la sentencia en juicios de adopción cumpla los
requisitos de las resoluciones definitivas comunes establecidos en
el artículo 170 del Código de Procedimiento Civil es totalmente
excepcional y lo normal es que las sentencias definitivas que
dicte el juez de menores sólo cumplan las exigencias que plantea
el artículo 171 del mismo código, como lo dispone el artículo 34
inciso 2º de la Ley 16.618.
Si la sentencia acoge la demanda, de acuerdo con el artículo
32 de la Ley de Adopción los requisitos que la sentencia
definitiva debe cumplir son los que el artículo 9º señala para el
mismo acto en la constitución de la adopción simple, esa
disposición, al mismo tiempo se remite al artículo 170 del Código
de Procedimiento Civil; en resumen la sentencia constitutiva de la
adopción plena debe contener los requisitos señalados para la
sentencia definitiva de primera instancia en el juicio ordinario.
Recordando lo que afirmamos a propósito de la adopción
simple, debemos señalar que se trata de resoluciones de carácter
complejo que requieren especial preocupación por parte del
Magistrado encargado de dictarlas pues han de ser fruto del
análisis minucioso de los antecedentes reunidos en el proceso y
que constituyen el fundamento del pronunciamiento. Es natural que
el legislador haya planteado tal exigencia a la sentencia
definitiva, pues con ello está reconociendo tácitamente la
importancia y trascendencia de los efectos que ella producirá, ni
más ni menos, como expresa una autora, "... es una reorganización
legal y judicial... de la estructura de la familia..."
De esta manera la sentencia definitiva deberá contener:
a. La individualización completa de los coge y de los legítimos
contradictores que hayan comparecido alegando derechos sobre el
menor;
b. La enunciación breve de lo solicitado por los coge y de sus
fundamentos;
c. La enunciación breve de los derechos y defensas alegados por
los legítimos contradictores que comparecieron al juicio;
Ordenar que se oficie a la Dirección General del Registro Civil
y a cualquier otro organismo público o privado, solicitando la
remisión al tribunal de la ficha individual del adoptado y de
cualquier otro dato que permita su identificación. Estos
documentos serán agregados al expediente.
Ordenar que se remita el expediente a la Oficina del Registro
Civil correspondiente al domicilio de los demandantes, para que se
practique una nueva inscripción de nacimiento del adoptado como
hijo legítimo de los demandantes, quienes requerirán esa
inscripción en el registro de nacimientos de la Oficina del
Registro Civil antes señalada.
Esta nueva inscripción debe contener las menciones que la Ley
de Registro Civil exige para las partidas de nacimiento en su
artículo 31. Cuando se acoja la adopción de dos o más personas y
la diferencia de edad entre ellas sea inferior a 270 días, la
sentencia al precisar la fecha de nacimiento de cada uno, cuidará
de que exista entre sus fechas de nacimiento el plazo referido. Lo
mismo se hará cuando igual situación se presente entre el o los
adoptados y los hijos de los adoptantes, procurando en estos casos
que exista la diferencia mínima de edad mencionada. Si la
diferencia de edad entre los adoptados o entre éstos y los hijos
de los adoptantes, es muy pequeña, podrá establecerse como fecha
de nacimiento de la misma, de modo que aparezcan nacidos el mismo
día. Estas normas no se aplicarán cuando los solicitantes hubieren
renunciado a la reserva de la tramitación, salvo que hubieren
pedido expresamente en la solicitud de adopción que se apliquen.
B.4) PROCEDIMIENTO PARA AUTORIZACION DE SALIDA DE MENORES DEL PAIS
PARA SER ADOPTADOS EN EL EXTRANJERO.
Conocemos perfectamente nuestra realidad económica y social y
el hecho de que ambas son absolutamente interdependientes, los
altibajos de la primera repercuten inmediatamente en la segunda y
sus efectos nos son muy familiares, marginalidad, desnutrición,
alcoholismo, paternidad juvenil irresponsable, menores
abandonados, irregularidad, prostitución, adicción a las drogas y
finalmente delincuencia, es un itinerario común, preferentemente
en el último segmento de la estratificación social, el denominado
sector socioeconómico bajo, sin embargo, no le es exclusivo pues
también se manifiesta con intensidad, aunque decreciente en los
otros sectores.
Los grandes afectados con la situación indicada, como tantas
veces se ha dicho, son los niños, que quedan entregados a su
suerte debiendo el Estado asumir la tarea de socorrerlos. En esta
ocupación se cuenta con recursos limitados y que no siempre son
eficientemente administrados. Uno de los caminos que desde siempre
ha encontrado el problema de abandono de los niños es la adopción,
pero ella tiene como limitante en nuestro país el hecho de que la
demanda de menores que pueden y que necesitan una oportunidad de
esa naturaleza supera largamente a los interesados en concretarla.
Frente ha estas condiciones ha surgido legítimo interés por
parte de ciudadanos extranjeros por adoptar niños residentes en
otro países, con ello se ha dado lugar a lo que se denomina
adopción internacional. La corriente de adoptantes fluye desde
países industrializados y de gran solvencia económica hacia
naciones como la nuestra que luchan por salir de su estatus de
países pobres. El fenómeno indicado ha generado la necesidad de
regular la institución para cautelar los intereses de los menores
y también de los adoptantes.
Es así como existe una normativa internacional surgida de
diversos instrumentos que paulatinamente fueron estableciendo
principios generales a los cuales se deben agregar las normas
nacionales que abarcan la materia, podemos citar ilustrativamente
resoluciones de la O.E.A. de los años 19801981, la reunión de
expertos de Quito de 1983 y la Convención de La Paz de 1984. Sin
duda que en nuestra opinión el instrumento más importante es la
Convención de Derechos del Niño de 1989 que también señala
principios al respecto en su artículo 21.
En nuestro sistema interno existe la Ley 18.703 cuyo Capítulo
IV regula la salida de menores para su adopción en el extranjero.
Las disposiciones indicadas reglamentan sólo la forma de conceder
la autorización para que un menor pueda salir del país para ser
adoptado en el extranjero, de esta manera, la adopción propiamente
tal se verificará en el país de destino y de acuerdo a la ley del
mismo, de manera tal, que nuestra normativa no regula en forma
específica la adopción internacional.
La filosofía e intensión de este procedimiento es posibilitar
la adopción de los menores que no han podido serlo en el país y
exige como condición de fondo, al igual que la adopción simple y
plena, el establecimiento fehaciente de los beneficios que
reportará para el menor autorizar su salida y la adopción en el
extranjero y en segundo lugar la idoneidad de los adoptantes.
B.4.a) ETAPAS DEL PROCEDIMIENTO.
Este procedimiento está estructurado en base a dos etapas
claramente determinadas y de distinta duración. La primera tiene
carácter administrativo y en ella interviene el Servicio Nacional
de Menores, la segunda es la parte netamente judicial en donde
conoce y resuelve el juez de menores que corresponda.
Respecto de la intervención administrativa en el proceso se
han efectuado críticas a ella, se dice que retarda el
procedimiento constituyendo un mero trámite burocrático. Sin
embargo, ese trámite se estableció persiguiendo dos objetivos:
primero, centralizar toda la información relacionada con menores
que salen del país para ser adoptados en el extranjero y segundo
lugar, establecer una institución responsable a la cual los
extranjeros interesados en adoptar niños chilenos pudieran
dirigirse para que les orientara y atendiera su petición. En esa
forma se trata de evitar el tráfico de menores.
Otro objetivo perseguido con la participación indicada es
facilitar el trabajo a los Tribunales de Menores, ya que en un
examen previo, se verifica que la solicitud contenga todas las
menciones exigidas y se acompañe la documentación que la ley
especifica.
Como dijimos ella corresponde al Sename, dicho organismo
carece de facultades para intervenir en el procedimiento debiendo
limitarse a las tareas que la ley le encomienda, pudiendo entregar
su opinión al juez acerca de la conveniencia de autorizar la
salida en cada caso particular y especialmente cuando éste se la
requiera, la que en todo caso no obliga en forma alguna al
tribunal.
Las acciones que la ley encarga al Sename son, en primer
lugar, recibir las solicitudes de autorización para sacar del país
menores, verificar el cumplimiento de los requisitos de fondo
indicados en la ley tanto para adoptantes como adoptados y revisar
que se adjunte toda la documentación exigida para acreditar la
identidad, condiciones, honorabilidad etcétera. de los
peticionarios, manifestar su opinión técnica al juez en cada caso
que lo estime necesario o cuando el tribunal se lo requiera.
B.4.b) PRESENTACION DE LA SOLICITUD.
El escrito en que se solicite la autorización de que aquí
tratamos debe contener los requisitos generales de todo escrito
judicial, por regla general, debe ser patrocinado por un abogado
habilitado para el ejercicio, exigencia que puede omitirse
atendido a lo dispuesto en el artículo 2º de la Ley 18.120 Sobre
Comparecencia en Juicio.
A la petición deben acompañarse una serie de documentos, que
señala el artículo 41 de la Ley 18.703, instrumentos que deben
presentarse autenticados, autorizados o legalizados según el caso,
y si están en idioma extranjero con su correspondiente traducción.
Esos documentos son:
Fotografías recientes de los solicitantes;
Certificados de nacimiento de los solicitantes;
Certificados de matrimonio, cuando sean procedentes;
Informes sociales emitidos por organismos oficiales competentes
o por entidades privadas autorizadas por el gobierno del país de
residencia de los adoptantes, que incluyan antecedentes acerca de
la salud física y mental de éstos. En el caso de ser otorgados por
entidades privadas la autorización de ellas debe ser acreditada.
Certificados de situación económica de los solicitantes.
Certificados expedidos por cónsules chilenos de profesión en los
que conste que los adoptantes cumplen los requisitos para adoptar
según la ley del país de su residencia.
Certificados otorgados por las autoridades de inmigración del
país de residencia de los solicitantes en los cuales consten los
requisitos que el menor debe cumplir para ingresar a ese país.
Tres cartas de honorabilidad de los solicitantes otorgadas por
autoridades comunitarias, religiosas, o gubernamentales.
El escrito acompañado de todos los documentos señalados debe
presentarse en el Sename el cual verificará la concurrencia de los
requisitos y la existencia de los documentos antes enumerados.
Efectuado ese examen debe remitir la solicitud y la documentación
al tribunal que sea competente para conocer de ella, agregando
también si así lo estima, su opinión respecto de la conveniencia o
inconveniencia de autorizar la salida; para todo ello dispone de
un plazo de 20 días contados desde la fecha de presentación de la
solicitud.
B.4.c) TRIBUNAL COMPETENTE.
De acuerdo con el artículo 39 de la ley es competente para
conocer de la solicitud el juez de menores del domicilio del
menor; será a este tribunal que el Sename deberá remitir la
solicitud y toda la documentación acompañada.
B.4.d) FACULTADES DEL JUEZ EN ESTE PROCEDIMIENTO.
Como en los procedimientos anteriores el juez está dotado
amplias facultades para determinar si es o no conveniente
autorizar la salida del país al menor junto a los adoptantes para
que estos procedan adoptarlo en el país de su residencia y en
conformidad a la ley del mismo. Ejerciendo su rol tutelar,
decretará todas las diligencias que estime pertinentes para
acreditar la conveniencia que este cambio reportará al adoptado.
Consideramos necesario decir, que el juez deberá establecer
que no existen personas que estén en condiciones de adoptar al
menor en el país, esta exigencia la señalamos fundándonos en
principios generales existentes en la materia y principalmente en
lo dispuesto en el artículo 21 de la Convención de Derechos del
Niño, precepto en que se dispone que se debe dar preferencia para
la adopción de menores a los nacionales del país donde el menor
reside, para mantener sus vínculos con la nación en que ha nacido.
Además de lo indicado, el tribunal decretará otras
diligencias que señala la ley y que podemos decir son obligatorias
en el proceso, como es la citación de que comparezcan
personalmente los solicitantes, esto deberá ordenarlo siempre
antes de dictar sentencia definitiva, en caso de que los
solicitantes sean cónyuges el tribunal en resolución fundada podrá
autorizar la comparecencia de uno solo de los adoptantes con poder
otorgado por el cónyuge ausente.
Con ese contacto personal el juez podrá formarse una opinión
completa respecto de quiénes adoptarán al niño, y conforme a la
impresión que aquellos le hayan causado podrá decretar otras
actuaciones de cualquier naturaleza, que estime pertinentes.
B.4.e) NECESIDAD DE DECLARAR ESTADO DE ABANDONO.
El artículo 40 inciso final de la Ley 18.703 dispone que
previo a dictar la sentencia definitiva el juez deberá declarar el
estado de abandono en el caso que proceda. Esta declaración deberá
efectuarse cuando el presupuesto que funda la condición de
adoptabilidad del menor sea el abandono a que está expuesto y la
forma en que deberá hacerse será la señalada por la ley para la
adopción plena, es decir, se considerará abandonado al menor que
se encuentre en las situaciones descritas en el artículo 25
presumiéndose legalmente que se encuentra en tal estado si cumple
los presupuestos que en la disposición se señalan, además cobraría
gran aplicación el artículo 29 que faculta al juez para decretar
las diligencias e informes que considere necesarias para probar la
existencia de los motivos que justifican que el menor se encuentra
abandonado y que sus padres, si son conocidos, no manifiestan
preocupación respecto de él.
Todas las circunstancias y antecedentes que el juez recopile
en esta actuación las apreciará en conciencia, lo que
posteriormente expresará en la resolución a través de la cual
declare el estado de abandono o le niegue lugar, dicha resolución
deberá, en todo caso, ser fundada.
La necesidad de declarar el estado de abandono y la remisión
total que el artículo 40 hace al título III de la ley plantea el
problema de determinar si es necesario o no notificar la solicitud
a las personas que tienen derecho a oponerse a la adopción plena
para que puedan hacerlo a la autorización.
Atendiendo al hecho de que el menor perderá toda posibilidad
de contacto con sus padres, ya que los efectos que la autorización
producirá en el hecho son aun más radicales que los de la adopción
plena y a la forma cómo la ley regula la institución, esto es, en
forma de excepción pues el inciso 1º del artículo 40 dispone que
"El juez sólo podrá autorizar la salida de menores para ser
adoptados en el extranjero"..., opinamos que es necesario
notificar la solicitud a quienes pueden ser legítimos
contradictores de acuerdo con el artículo 27, con el objeto de que
ellos puedan deducir oposición; si así lo hacen el procedimiento
se transformará en contencioso. En tal caso se le dará la
tramitación correspondiente procediendo los recursos de apelación
y queja en contra de las resoluciones declaratorias de abandono y
definitiva respectivamente, en la forma que el artículo 33
determina.
B.4.f) SENTENCIA DEFINITIVA.
El título IV nada dice respecto de los requisitos que debe
contener la sentencia definitiva que se pronuncie acerca de la
solicitud de autorización para sacar del país a un menor y
adoptarlo en el extranjero, de esta manera aplicando el artículo
4º de la Ley recurriremos a la aplicación supletoria de la Ley de
Menores, de manera que la sentencia definitiva concediendo o
denegando la autorización deberá cumplir los requisitos señalados
en el artículo 171 del Código de Procedimiento Civil, esto es para
las sentencias interlocutorias.
Cabe hacer presente que la sentencia deberá ordenar se remita
un oficio al Registro Civil comunicando la dictación de la
sentencia autorizando la salida del menor ello con el objeto de
que ese servicio pueda llevar el control de estas autorizaciones
que le ordena el artículo 45 de la Ley 18.703.
B.4.g) RECURSOS PROCEDENTES.
Al respecto ya adelantamos algo al referirnos a la necesidad
de decretar el estado de abandono, por aplicación supletoria de la
Ley de Menores en su artículo 37 estimamos procedentes los
recursos de apelación y queja sea que la sentencia conceda o
deniegue la petición. En cuanto al recurso de apelación contra la
resolución que concede la autorización éste deberá concederse en
ambos efectos, esto significa que mientras la Corte no resuelva el
recurso y no se encuentre firme esa resolución y no se haya
notificado el Cúmplase, el menor no podrá abandonar el país, esto
es especialmente importante puesto que la normativa no contempla
ninguna forma de repatriación del menor. El recurso se tramitará
como incidente gozando de preferencia para su vista y fallo.
B.5) PROCEDIMIENTO DE AUTORIZACION PARA ADOPTAR REGULADO EN LA LEY
7.613.
En otro capítulo de este trabajo se abordó la normativa de
fondo que regula esta institución, allí se destacó su carácter de
contrato familiar y la necesidad, de acuerdo con el artículo 5º,
inciso 2º de la Ley 7.613, de que ella sea autorizada por la
justicia con conocimiento de causa, debiendo insertarse en la
escritura constitutiva la correspondiente resolución que confiere
la autorización a que hemos indicado. En esta parte abordaremos el
procedimiento que la ley establece para obtener el asenso
necesario destinado a concretar la celebración de esta forma de
adopción.
B.5.a) NATURALEZA DE LA AUTORIZACION.
Importante es decir que la autorización exigida por el citado
artículo 5º no tiene carácter de formalidad habilitante para la
celebración del acto. La ley no la requiere como un requisito para
suplir la incapacidad del adoptado, pues debe cumplirse dicha
exigencia aun cuando el adoptado sea plenamente capaz, así se
desprende de los dicho en el inciso 2º del artículo 5º, "La
adopción será siempre autorizada por la justicia ordinaria...". De
esta forma la autorización para adoptar la requiere el texto
normativo en atención a la naturaleza del contrato.
B.5.b) TRIBUNAL COMPETENTE PARA OTORGARLA.
Para determinar el juez que debe conocer de este
procedimiento, recurrimos a dos textos legales distintos la Ley
7.613 y la Ley 16.618. Además es necesario efectuar un distingo:
El adoptado es menor de edad;
el adoptado es plenamente capaz.
Si el adoptado es menor de edad aplicamos el artículo 26 Nº5
de la Ley de Menores que otorga competencia a ese juez para
autorizar la adopción.
Si el adoptado es mayor de edad debemos aplicar lo dispuesto
en el artículo 10 de la Ley 7.613 siendo competente en tal caso el
Juez de Letras en lo Civil del domicilio del adoptado.
B.5.c) FORMA EN QUE DEBE PROCEDER EL JUEZ.
El juez competente para pronunciarse acerca de la adopción
debe proceder con conocimiento de causa, esto significa que deben
proporcionársele por el o los interesados todos los antecedentes
necesarios para acreditar las circunstancias alegadas; en este
caso en particular se debe formar en el juez la convicción de que
autorizar la adopción ofrece ventajas para el adoptado.
Respecto de las autorizaciones que se soliciten al Juez de
Menores, de acuerdo con el artículo 39 de la Ley 16.618, basta
para acreditar las ventajas de la adopción el informe de
asistentes sociales, dicha norma debemos complementarla en primer
término con el inciso segundo de la misma y con el artículo 457
del Código Orgánico de Tribunales, el cual referido a los
Asistentes Sociales Judiciales dispone que, en los casos en que se
encuentre imposibilitado para actuar el asistente social, deberá
ser reemplazado por los otros que se desempeñen en el tribunal
según el orden de sus nombramientos, en caso de existir sólo el
imposibilitado deberá suplirlo uno que pertenezca a cualquier
servicio público quien estará obligado a desempeñar el cargo.
Respecto de las solicitudes que se presenten en los Juzgados
Civiles los interesados deberán acreditar estas circunstancias a
través de los medios y de acuerdo a las reglas generales.
Por último, el tribunal en todo caso, antes de resolver debe
citar a determinados parientes del adoptado y del adoptantes si
existieren. Estos parientes son los ascendientes legítimos del
adoptante y del adoptado y los descendientes legítimos de éste
último.
Si el adoptado es incapaz y carece de representante legal, el
consentimiento debe prestarlo un curador cuya designación se
pedirá en el mismo escrito en que se requiera la autorización
pudiendo proponerse a la persona. La sentencia que se pronuncie
otorgando la autorización nombrará también a este curador
especial.
2º PROCEDIMIENTOS PROTECCIONALES.
A) PROCEDIMIENTOS DE CARACTER PROTECCIONAL Y PENAL.
Respecto a la competencia proteccional y criminal que la ley
otorga a los jueces de menores, debemos señalar en primer término
una regla de carácter orgánico en relación con la competencia de
los tribunales, pues en ciertos territorios jurisdiccionales
existen juzgados con competencia especial en esta materia, así
ocurre en la agrupación de comunas de Santiago, San Miguel y
Valparaíso. En efecto, en las localidades que se indicaron existe
a lo menos un tribunal dedicado al conocimiento exclusivo de las
materias establecidas en el artículo 28 y en el Nº7 del artículo
26 de la Ley 16.618, en el caso de Santiago, la competencia está
entregada al 1º y 6º Juzgados de Letras de Menores.
Para abordar con mayor claridad éste ámbito de conocimiento
de la judicatura de menores y especialmente lo referente a las
materias de orden procesal efectuaremos el siguiente distingo:
Competencia proteccional;
competencia criminal;
competencia para determinar la capacidad de discernimiento;
competencia para conocer las conductas punibles señaladas en el
título V de la Ley de menores.
A.1) COMPETENCIA PROTECCIONAL.
El poder para conocer de estas materias emana de los
artículos 26 Nº7 y Nº9 y artículos 30 y 32, inciso 2º e
indirectamente, pues sólo lo obliga a denunciar, el artículo 33,
todos de la Ley de Menores.
En lo que respecta al procedimiento ya nos referimos en forma
crítica a él en el Capítulo I, donde lo confrontamos con las
exigencias planteadas por la Convención de Derechos del Niño, no
siendo alentadora la conclusión.
El procedimiento que en estas materias aplican los tribunales
de menores es el contemplado en el artículo 34, inciso 1º de la
Ley 16.618, pues habitualmente no se produce contienda entre
partes, de manera que será sin forma de juicio, dictando sus
resoluciones con conocimiento de causa. De esta manera el tribunal
aplica el principio de orden consecutivo discrecional en las
actuaciones y tiene la iniciativa en todo, sin perjuicio de que
terceros interesados pueden intervenir en él, si intervienen y
deducen oposición a las resoluciones adoptadas por el tribunal, el
procedimiento se transformará en contencioso, ello siempre y
cuando sea posible oponerse a las medidas atendida la naturaleza
de ellas.
A.1.a) FORMA DE INICIAR EL PROCEDIMIENTO.
La tramitación puede tener diversos orígenes, dependiendo de
quien solicite la intervención del tribunal para que aplique las
medidas de protección que la ley contempla respecto de un menor
que verifique los presupuestos que se señalarán, estos modos de
iniciar el procedimiento están indicados fundamentalmente en el
artículo 31 de la Ley y son:
Por denuncia efectuada por asistentes sociales.
Nos referimos en tal situación al acto por el cual un
profesional del tribunal o de otra repartición pública o
institución privada pone en conocimiento del juez, hechos que
afectan a un menor y que lo colocan en situación de riesgo moral,
material o de abandono, solicitando al juez adopte las medidas
pertinentes y generalmente colocándolo a su disposición. Se
verifica dicha situación frecuentemente con recién nacidos que son
abandonados por sus madres en hospitales u hogares de madres
solteras, sea en forma de abandono franco o bien manifestando su
intención de no querer hacerse cargo de él y entregarlo en
adopción.
A petición de cualquier persona.
Cualquier persona que conozca la situación de un menor en
estado de necesitar la protección del tribunal puede denunciarlo a
éste para que aplique alguna medida en favor de aquel sujeto
desprotegido.
De oficio por el tribunal.
Es natural que el juez pueda ejercitar sus facultades por
propia iniciativa ejerciendo el rol tutelar que la ley le confiere
y velar por el interés superior del niño cuando se encuentra
amenazado. Debe efectuarlo así en el caso del artículo 32 de la
Ley de Menores.
A petición directa del propio menor.
Puede ocurrir que el menor personalmente comparezca al
tribunal y requiera su actuación por que a su juicio se encuentra
desprotegido. No es un caso de ordinaria ocurrencia pero puede
verificarse.
A.1.b) FACULTADES DEL JUEZ EN ESTE PROCEDIMIENTO.
De acuerdo con el artículo 31 las potestades del tribunal son
amplias, ya dijimos que él determina el orden de las diligencias e
investigaciones, pudiendo decretar todas las que estime necesarias
para conocer las causas del problema, gravedad del mismo, efectos
en el menor y las medidas que sea apropiado aplicar.
Para conseguir los fines señalados el tribunal oirá siempre
al menor, lo normal es que se interrogue a todos los menores salvo
que se trate de lactantes u otros que por su edad ello no sea
posible; citará a los padres si son conocidos y se logra
ubicarlos, también a otros parientes o a las personas con quienes
vive, además ordenará informes sociales, médicos, psicológicos,
escolares, del centro donde se ha internado al menor
provisoriamente si ha procedido así el juez, etcétera. Tienen la
obligación de entregar la información que el juez requiera todos
los organismos y funcionarios fiscales, semifiscales y de empresas
del Estado y los organismos privados que el Estado subvenciona.
A.1.c) APRECIACION DE LAS CIRCUNSTANCIAS POR EL JUEZ.
Ya sabemos que el Juez de Letras de Menores en todos los
procesos de que conozca aprecia la prueba siempre en conciencia;
en este procedimiento proteccional las medidas que adopte están
siempre entregadas a su prudencia y personal forma de apreciar los
hechos en base a la convicción que se ha formado a través de las
diligencias cumplidas y los informes obtenidos por los distintos
canales a través de los cuales ha trabajado.
A.1.d) DERECHO DE OPOSICION A LAS MEDIDAS.
En este procedimiento de carácter netamente asistencial las
medidas, de acuerdo a su naturaleza, pueden ser objeto de
oposición, caso en el cual tomará carácter contencioso debiendo
tramitarse con arreglo al que denominamos juicio de menores.
La Ley en el inciso 2º del artículo 34 le confiere el derecho
de oposición a:
Los padres, legítimos o naturales y también adoptivos;
Se producirá una situación muy particular en este caso pues
los contradictores estarán litigando contra el juez que cautela el
interés superior del menor. Estos contradictores, para serlo,
deben acreditar en primer lugar su calidad de tales, además deben
justificar la improcedencia de la medida señalando cual es, a su
juicio, la más beneficiosa para el menor. Si solicitan la entrega
del menor, deben demostrar la conveniencia de que el juez resuelva
en ese sentido.
A.1.e) TRAMITACION.
Hemos indicado ya las formas en que el procedimiento puede
comenzar. El tribunal habiendo recibido la denuncia escrita o a
través de la comparecencia directa de alguna de las personas o
instituciones indicadas resolverá acerca de esos antecedentes
ordenando la apertura de causa para adoptar las medidas que sean
procedentes.
Si se ha puesto al menor a su disposición, lo que ocurre
habitualmente cuando es la Policía de Menores la que denuncia el
hecho de haber recogido a un menor que se encontraba en situación
de peligro material o moral o en manifiesta necesidad de
protección, lo interrogará si ello es posible y procurará obtener
a través de este medio los datos que permitan identificarlo y
conocer quienes son sus padres o al cuidado de quien se encuentra
y todas las circunstancias que permitan saber cual es su
situación.
Si no se le ha presentado al menor, ordenará le sea puesto a
su disposición, pudiendo en la misma resolución ordenar se inicie
causa para la aplicación de las medidas de protección que
procedan.
Una vez que ha interrogado al menor, habitualmente ordenará
que el niño sea internado transitoriamente en un centro de
orientación y diagnóstico a fin de que sea evaluado social y
psicológicamente por los profesionales de esos centros, además
ordenará la comparecencia personal de los padres, guardadores o
responsables legales si son conocidos y se conoce el lugar donde
residen, de lo contrario y existiendo antecedentes que permitan su
ubicación decretará las diligencias tendientes a hacerlos
comparecer a su presencia.
Puede también en esta oportunidad entregarlo transitoriamente
a sus padres o a otras personas que puedan hacerse cargo de él y
así lo hubieren solicitado si han comparecido al tribunal.
Una vez que los padres o personas a cuyo cargo se encuentra
el menor han comparecido y los ha interrogado ya se ha formado un
cuadro relativamente cercano del problema, ordenará en tal caso
que se evacue un informe social de estas personas de manera de
conocer las condiciones físicas en las que viven y su realidad
doméstica, pudiendo en la misma oportunidad, si le parece
necesario, ordenar otras diligencias como exámenes de carácter
médico, psicológico, psiquiátricos etcétera. respecto de estos
individuos, puede también requerir los antecedentes de índole
criminal que pudieren tener, en fin todas las indagaciones que
estime necesarias para poder adoptar una resolución acertada
respecto al menor.
Si el niño no tiene padres conocidos resolverá que sea
internado en el señalado centro de orientación y diagnóstico con
el mismo objeto señalado para postularlo luego a un
establecimiento adecuado a sus características si no existe otra
posibilidad a su respecto, como colocación familiar por ejemplo.
A.1.f.) SENTENCIA DEFINITIVA. NATURALEZA Y EFECTOS.
Realizadas todas las diligencias decretadas y con los
informes requeridos si no se dedujo oposición o vencido el término
de prueba si así fue procedente por haberse transformado en
contencioso el asunto, el juez resolverá acerca del menor,
dictando sentencia definitiva en la cual señalará a su respecto
una medida de las señaladas en el artículo 29, la que considere
más acorde con la situación del menor en vista de sus
características personales, realidad familiar y causas del
conflicto social que lo afecta.
Esta resolución deberá contener los requisitos señalados para
las sentencias interlocutorias en el artículo 170 del Código de
Procedimiento Civil, esto es, señalar las consideraciones de hecho
y de derecho en las cuales se fundamenta y contener la resolución
del asunto controvertido, es decir, señalar la medida o medidas
que se aplican al menor y el tiempo que ellas deben durar.
Estas resoluciones producen cosa juzgada de carácter formal
pues de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 29, inciso final
de la Ley de Menores ellas pueden ser modificadas por el juez si
varían las circunstancias que se tuvieron en vista para dictarlas.
La petición para que ellas sean modificadas pueden tener su origen
en las personas que de acuerdo a la ley pueden ser legítimos
contradictores, quienes pueden recurrir al tribunal solicitando se
dejen sin efecto las medidas decretadas respecto del menor
acreditando que han variado las circunstancias que se tuvieron en
vista al momento de ser aplicadas.
De esta manera, las medidas de protección señaladas tienen
carácter provisional y pueden ser modificadas por el tribunal sea
a petición de parte o bien, de oficio cuando constate que ellas no
han dado el resultado debido o que ya no son beneficiosas pudiendo
sustituirlas por otra.
Las resoluciones señaladas son susceptibles de los recursos
de reposición, apelación y queja cuando sean procedentes.
A.1.g) INFLUENCIA DE LA ADOPCION PLENA EN LAS MEDIDAS.
De acuerdo al artículo 31, inciso final de la Ley 18.703 la
resolución que declara el estado de abandono de un menor debe
conceder la tuición provisional de éste a los adoptantes si no la
tenían o sólo la detentaban de hecho. Pero además esa resolución
produce otro efecto importantísimo, el es el de hacer cesar todas
las medidas de protección que se hubieren decretadas con
anterioridad por el tribunal que conoce del asunto o por cualquier
otro.
De esta forma, las resoluciones que se dicten en
procedimientos de adopción plena, específicamente la que declara
el estado de abandono, producen efectos también respecto de
procedimientos proteccionales en que se hayan decretado medidas de
protección sea que se sigan ante el mismo tribunal o ante
cualquier otro tribunal de menores de la República o con
competencia en materia de menores. Nos parece también que el mismo
efecto debe producir la sentencia que constituye la adopción
simple, la ley nada dice al respecto, pero hay razones poderosas
para pensar así, sobre todo considerando la naturaleza asistencial
de la institución y además el hecho de ser inoficiosa la
existencia de una medida decretada por un tribunal en
circunstancias de que la situación del menor ya se ha estabilizado
por la vía de la adopción simple.
A.2) COMPETENCIA CRIMINAL.
Este poder para conocer asuntos de índole criminal en que se
encuentren implicados menores de edad emana de los artículos 26 Nº
8 y 9 y artículo 28, inciso 1º y 32 de le Ley de Menores.
Se trata de una competencia para conocer hechos en que son
inculpados personas que tienen el carácter de inimputables según
el Código Penal por ser menores de 16 años de edad o bien por ser
mayores de esa edad y menores de 18 años y haber actuado sin
discernimiento, circunstancia que califica el mismo tribunal.
El artículo 28, inciso 1º de la ley citada dispone que tanto
el menor de dieciséis años, como el menor de dieciocho años, que
haya obrado sin discernimiento, que aparezcan como inculpados de
un crimen, simple delito o falta serán juzgados por el Juez de
Letras de Menores respectivo, quien no podrá adoptar respecto de
ellos otras medidas que las establecidas en esta ley.
A.2.a) CRITICAS A ESTE PROCEDIMIENTO.
En el Capítulo I nos referimos a este procedimiento señalando
que no se ajusta realmente a la normativa internacional que
establece principios generales en esta materia, además no se
cautelan suficientemente los intereses sociales ni tampoco las
garantías de los menores que deben ser juzgados conforme a las
normas que lo rigen; en definitiva no se trata de un procedimiento
de carácter criminal sino del mismo que la ley establece como
general para abordar todas las materias que el juez de menores
debe conocer, este es, el juicio de menores, al que se le
adicionan solamente ciertas obligaciones al juez que se señalan en
el artículo 32.
Esta forma de proceder en la investigación de delitos que
pueden tener extrema gravedad no garantiza en manera alguna la
finalidad perseguida con el establecimiento de la normativa penal
y deja en mal pie el interés social el cual puede haber sido
seriamente vulnerado lo que amerita una actuación enérgica tanto
en la investigación de los hechos como en el establecimiento de
las responsabilidades y la imposición de sanciones a los
partícipes en el delito, cualquiera sea su condición y edad. Es en
el carácter y naturaleza de las medidas que se adoptarán en donde
debe marcarse la diferencia, es aquí donde aparecer el rol tutelar
del juez de menores en toda su magnitud y la acción subsidiaria
del Estado para crear las condiciones que permitan reeducar al
menor a través del cumplimiento de las medidas que se le han
impuesto, por el delito cometido.
En resumen, podemos decir que en nuestro ordenamiento
jurídico no existe un procedimiento penal aplicable a menores lo
que vulnera la normativa internacional que lo exige y además las
propias normas constitucionales internas que establecen las bases
del debido proceso, sin perjuicio de lo ya señalado en orden a que
consideramos que con tal vacío legal no se respetan las garantías
individuales de los propios inculpados y tampoco el orden social.
A.2.b) FORMAS DE INICIAR EL PROCEDIMIENTO.
En cuanto a las formas de dar comienzo al procedimiento
podemos señalar que el puede iniciarse de alguna de las formas
establecidas en el Código de Procedimiento Penal, aunque no
consideramos aplicables todas las allí indicadas, esta maneras
son:
a) Por denuncia de cualquier persona.
No es la manera habitual pero consideramos que atendido lo
dispuesto en el artículo 28 en relación con el artículo 31 de la
Ley de Menores, cualquier persona que haya sido víctima de un
delito perpetrado por menores de edad puede denunciarlo
directamente al tribunal de menores el cual es competente para
conocer de tal hecho y ordenar las diligencias que la ley le
ordena para esclarecer el hecho, y en este caso, imponer las
medidas de protección en favor de los autores que se encuentran en
situación de peligro moral al estar implicados en conductas
delictuales.
b) Por denuncia de otro tribunal, en el caso del artículo 65 de la
Ley de Menores.
El artículo 65 dispone que cuando en la instrucción de un
proceso apareciere comprometido como autor, cómplice o
encubridor un menor que, con arreglo a la ley, esté exento de
responsabilidad, el tribunal deberá ponerlo a disposición del Juez
de Letras de Menores...
Es una situación de frecuente ocurrencia que los juzgados del
crimen en la investigación de conductas punibles que les han sido
denunciadas aparezcan implicados menores de edad en calidad de
autores, cómplices o encubridores de tales hechos; en semejantes
circunstancias el tribunal del crimen, una vez establecida la edad
del menor, denuncia el hecho al Juez de Menores poniéndole a su
disposición al inculpado menor adjuntándole copia de todos los
antecedentes, para que el tribunal especial inicie el proceso
correspondiente para adoptar las medidas de protección que
correspondan.
c) Por denuncia de Carabineros o de la Policía de Investigaciones.
Esta es una de las formas más usadas en el inicio del
procedimiento, habitualmente son los organismos policiales los
receptores de las denuncias por la comisión de delitos, éstos al
retener a menores de edad los entregan a las unidades
especializadas, Policía de Menores, las que los ponen a
disposición de los Tribunales de Menores. Sin embargo,
frecuentemente son llevados los menores a la presencia del Juez
del Crimen, especialmente cuando existen mayores comprometidos en
el delito, el cual actuará en la forma que ya hemos reseñado y que
establece el artículo 65 de la Ley 16.618.
d) De oficio.
Puede proceder por iniciativa propia por que así lo faculta
el artículo 31 de la Ley de Menores, además si se trata de hechos
que tienen caracteres de delito el juez está obligado a
investigar, ello por aplicación de las normas generales que
establece el Código de Procedimiento Penal.
A.2.c) FACULTADES Y OBLIGACIONES DEL JUEZ EN ESTE PROCEDIMIENTO.
Como señalamos en puntos anteriores, en el procedimiento
general que establece la Ley 16.618 para el conocimiento de los
asuntos por parte del Juez de Menores, que denominamos juicio de
menores, el artículo 32 de la misma Ley impone determinadas
obligaciones al tribunal cuando se trata del conocimiento de
hechos que cometidos por un mayor de edad constituiría delito.
Efectivamente, el artículo citado dispone que antes de
aplicarse a un menor de dieciocho años algunas de las medidas
contempladas en la presente ley, por un hecho que, cometido por un
mayor, constituiría delito, el juez deberá establecer la
circunstancia de haberse cometido tal hecho y la participación que
en él ha cabido al menor. De tal manera, la ley impone al juez dos
obligaciones que en el juicio ordinario por crimen o simple delito
de acción penal pública son objetivos fundamentales del sumario,
esto es, determinar el cuerpo del delito o existencia del hecho
punible y establecer la participación del inculpado.
En esta parte nos surge la pregunta si son o no aplicables en
esta materia las disposiciones del Código de Procedimiento Penal.
Al respecto, estimamos que con las limitaciones que el
procedimiento de menores presenta, la normativa procesal penal
debe recibir aplicación, más aún si es la reglamentación general
para la investigación de hechos delictivos; ello sin embargo debe
hacerse en forma prudencial no pudiendo darse total vigencia a las
disposiciones del Código de Procedimiento Penal para no pasar a
llevar el rol que el Tribunal de Menores está llamado a cumplir y
tampoco desvirtuar uno de los objetivos que el proceso en materia
de menores debe cumplir y que es velar por la reeducación del
sujeto de atención.
Creemos entonces, que se debe aplicar el secreto al
procedimiento, que el Juez de Menores puede valerse de medios de
investigación como el careo, reconocimiento en rueda de presos
etcétera, pero no podría aplicar normas que agraven la detención
por ejemplo. Como hemos visto, las facultades del Juez de Menores,
que son amplias, no varían en nada, las prerrogativas que la ley
le confiere para investigar los hechos se ven aumentadas al tener
la posibilidad de aplicar las disposiciones que el Código de
Procedimiento Penal establece para la investigación de hechos
punibles, quedando obligado además a respetar lo que el mismo
código señala como derechos del inculpado y que la Ley de Menores
no aborda específicamente respecto de materias netamente
criminales en que se vean involucrados menores.
A.2.d) APRECIACION DE LAS CIRCUNSTANCIAS POR EL JUEZ.
El juez, una vez que ha concluido la etapa de investigación
deberá dictar una resolución en la cual se señalará si ha existido
o no delito y si el menor inculpado tiene o no algún grado de
responsabilidad en ellos. La apreciación de las circunstancias
establecidas a través de estos mecanismos la hará en conformidad
al lo dispuesto en el artículo 36, inciso 1º de la Ley de Menores,
es decir, en conciencia, fallará de acuerdo con lo que su
prudencia y sentido de la justicia le señalen frente a los hechos
que ha reconstruido y al convencimiento que se ha formado a través
de la investigación.
A.2.e) TRAMITACION, SENTENCIA DEFINITIVA Y RECURSOS.
En cuanto a la tramitación del proceso nos remitimos a lo
señalado para el procedimiento proteccional, el esquema en cuanto
al orden en que se decretarán las actuaciones es prácticamente el
mismo, existiendo naturalmente leves variaciones. Así el juez debe
interrogar al menor aplicando para ello lo dispuesto en el
artículo 321, inciso 2º del Código de Procedimiento Penal pues el
inculpado es un menor de edad; una vez que ha sido interrogado
resolverá ordenando su ingreso a un centro de orientación y
diagnóstico para su evaluación. Ordenará otras diligencias
tendientes a esclarecer si existió o no el hecho que se investiga,
tomará declaración también a los afectados, los testigos y
ordenará las actuaciones que estime necesarias, así por ejemplo
peritajes, careos, reconocimientos, efectuará inspecciones
personales, reconstitución del hecho etcétera.
Deberá citar también a los padres del menor inculpado,
ordenará informes sociales de éstos, psicológicos del menor, en
fin todos los que antes señalamos y que tienden a la determinación
del grado de irregularidad que lo afecta.
Como en este procedimiento no existe distinción entre sumario
y plenario el juez podrá cuando lo estime pertinente ordenar otras
diligencias y considerando que está agotada la investigación
dictará su resolución en la cual señalará si a su juicio existió o
no la conducta delictiva y cual es la consecuencia que ella traerá
para el menor, es decir, qué medida le aplica, pudiendo ordenar su
internación en un centro de reeducación para menores, someterlo al
sistema de libertad vigilada, entregarlo a sus padres, entregarlo
a la custodia de otras personas idóneas para dirigir su educación,
caso en el cual se le considera como inserto en el sistema de
libertad vigilada.
Puede llegar también a la conclusión de que no existió el
delito o que existiendo, al menor no le cupo grado alguno de
responsabilidad, en este caso, sin embargo, a pesar de haber
absuelto al menor puede el juez en su sentencia aplicarle alguna
de las medidas reseñadas por estimar que de los antecedentes y su
convicción se desprende que el menor se encuentra en peligro
material o moral, así lo dispone el inciso 2º del artículo 32 de
la Ley de Menores.
Las resoluciones que el juez dicte en estos procesos son
susceptibles de los recursos de reposición, de apelación y de
queja. La apelación se concede solamente en el efecto devolutivo
tramitándose como incidente.
A.2.f) NATURALEZA Y EFECTOS DE LA SENTENCIA DEFINITIVA.
Como también señaláramos respecto del procedimiento de
protección simple, en esta parte también recibe aplicación el
artículo 30 inciso final de la Ley 16.618, esto significa que las
resoluciones dictadas en estos procesos aun cuando han sido
instruidos para la investigación de delitos y la aplicación de
medidas de protección a sus autores que se encuentran sometidos a
la autoridad del juez de menores en razón de su edad, pueden ser
modificadas si a juicio del tribunal han variado las
circunstancias tenidas en cuenta al dictarlas, producen autoridad
de cosa juzgada meramente formal.
A.3) COMPETENCIA PARA DETERMINAR LA CAPACIDAD DE DISCERNIMIENTO.
El artículo 10 Nº3 del Código Penal dispone que están exentos
de responsabilidad criminal los mayores de dieciséis años y
menores de dieciocho, a no ser que conste que han obrado con
discernimiento. El Tribunal de Menores respectivo hará declaración
previa sobre este punto para que pueda procesársele.
Por su parte el artículo 26 Nº8 de la Ley 16.618 dispone que
el juez de menores es competente para expedir la declaración
previa sobre si el mayor de dieciséis años y menor de dieciocho ha
obrado o no con discernimiento.
Como vemos el discernimiento es un requisito de
procesabilidad respecto de los autores, cómplices o encubridores
de conductas punibles que en principio son inimputables, sólo
podrán ser procesados y eventualmente sancionados por tales hechos
cuando hayan actuado con discernimiento, esto es, teniendo
perfecto conocimiento del carácter disvalioso de su actuar y de
las consecuencias que genera su proceder.
A.3.a) APLICACION DE ESTE PROCEDIMIENTO.
La tramitación a que nos referimos y que es entregada al
tribunal de menores tiene lugar en circunstancias que se encuentra
en desarrollo la investigación de un hecho de carácter delictivo,
sea que tal procedimiento se encuentre radicado ante un tribunal
con competencia criminal o bien ante el mismo Juez de Menores
quien ha tomado conocimiento de la comisión de un delito en donde
el imputado o inculpado es un menor.
La primera hipótesis es la más recurrente en la práctica, se
presenta con gran frecuencia en los hechos que es el Juez del
Crimen quien recibe las denuncias por la comisión de delitos y
frecuentemente a los autores que son detenidos y puestos a su
disposición por los organismos de orden y seguridad públicas.
Cuando tales individuos son menores de edad, y así lo constata el
tribunal penal, éste procede en la forma señalada por el inciso
final del artículo 347 bis del Código de Procedimiento Penal,
según el cual, si es ostensible que el inculpado es menor de
dieciséis años, se lo pondrá de inmediato y provisionalmente a
disposición del Juez de Menores, sin perjuicio de practicar las
diligencias previstas en los incisos anteriores (tendientes a
comprobar la edad del inculpado) y de proceder en consecuencia
según fuere el resultado de las mismas.
De esta forma el juez deberá ordenar la tramitación
respectiva tendiente a establecer la circunstancia en estudio
respecto del menor.
Una segunda hipótesis es la que se presenta cuando el Juez de
Menores se enfrenta a la denuncia o toma conocimiento por otro
medio de la comisión de un hecho que reviste los caracteres de un
delito y se le coloca a su disposición al o los responsables, en
cuyo caso debe iniciar la investigación respectiva que en tal caso
tendrá dos objetivos, como hemos visto, en primer término
establecer que efectivamente se cometió el hecho típico y que en
él le cupo participación al menor y en segundo lugar aplicar las
medidas de protección que correspondan.
Si los menores inculpados son mayores de dieciséis y menores
de dieciocho años, deberá el tribunal, previamente, determinar si
el menor actuó o no con discernimiento. Según sea el resultado de
este trámite se determinará el curso posterior de la investigación
e incluso la competencia del Juez de Menores para seguir
conociendo el asunto.
A.3.b) FACULTADES DEL JUEZ EN ESTE PROCEDIMIENTO.
El Juez de Menores en la práctica de esta gestión posee las
facultades investigativas que le son inherentes, sin embargo, de
acuerdo con las disposiciones que gobiernan la forma en que debe
proceder para determinar la circunstancia del discernimiento debe
decretar dos diligencias que son esenciales para poder dictar
adecuadamente su resolución, estas son el informe psicológico y el
informe social que deben confeccionar los profesionales de las
disciplinas correspondientes del centro en donde temporalmente se
encuentra internado el menor a la espera del pronunciamiento en
estudio.
La importancia de esos trámites no es suficientemente
apreciada por el legislador procesal penal en el artículo 347 bis
A en ese código, pues ordena al tribunal para prescindir de ellos
en aras de la rapidez del procedimiento.
Nos parece profundamente erróneo el criterio seguido en esta
parte por la ley, pues consideramos que será ésta la única
oportunidad en todo el proceso en donde efectivamente se puede
evaluar con un mínimo de rigor científico la condición psicológica
en que se encuentra el menor inculpado, suponiendo, que sea
declarado con discernimiento, motivo por el cual pasará a ser
imputable y procesado por el Juez del Crimen en iguales
condiciones que un mayor de edad. Esto es así por que en el evento
de que la resolución que lo declare en la condición señalada sea
revisada por el tribunal superior, sea por la vía de la apelación
o la consulta, no existe certeza alguna de que la Corte ordenará
la práctica de esas diligencias, pues ella se ve en cuenta con el
solo trámite de la vista al Fiscal. Así las cosas el menor quedará
entregado a la mera intuición del juzgador especial, a sus básicos
conocimientos de sicología y fundamentalmente a su experiencia.
A.3.c) TRAMITACION.
Respecto al trámite que recibe esta declaración, ella como ya
indicamos, comienza por la resolución del Juez de Menores
ordenando instruir causa para la determinación del discernimiento
de los menores la cual podrá continuar para establecer la
existencia del hecho y la responsabilidad de sus autores y
aplicarles las medidas de protección que correspondan si los
inculpados son declarados sin discernimiento y así lo confirmare
la Corte de Apelaciones respectiva si ha debido conocer el asunto
por la vía de la consulta o la apelación según corresponda.
También se inicia el proceso por requisición del Juzgado del
Crimen que instruye sumario por hechos de carácter delictual en
los cuales presuntamente han participado el o los menores.
En tal caso el Tribunal de Menores recibirá el
correspondiente oficio en el cual se le solicita que se pronuncie
acerca del discernimiento con que pudieron haber actuado los
menores en los hechos que se investigan, remitiéndole copia de los
antecedentes y poniendo a su disposición a los inculpados. En el
evento de iniciarse en esta forma el procedimiento tendrá un plazo
de quince días para pronunciarse, así está dispuesto en el
artículo 347 bis A del Código de Procedimiento Penal, antes
citado.
El Juez de Menores frente a esta solicitud resolverá que se
inicie causa para determinar la capacidad de discernimiento de el
o los menores inculpados, ordenando se les interrogue lo cual
deberá efectuarse dentro del plazo de 24 horas contadas desde que
hayan sido puestos a su disposición el o los menores; en la misma
resolución podrá decretar que se evacuen los informes psicológicos
o sociales de aquellos y también que se cite a los padres del
menor y otras diligencias si así lo estima pertinente, aun cuando
la ley no lo exige. Las mismas diligencias puede decretarlas una
vez que ha interrogado a los inculpados al igual que su
internación en el centro de orientación y diagnóstico
correspondiente.
Practicadas las actuaciones y recibidos los informes dictará
su resolución, para ello apreciará en conciencia todos los
antecedentes y circunstancias, su resolución deberá cumplir los
requisitos del artículo 171 del Código de Procedimiento Civil,
esto es, contener las consideraciones de hecho y de derecho que le
sirvan de base y las normas legales o en su defecto los principios
de equidad con arreglo a los cuales pronuncia su sentencia. Si
vencidos los antedichos quince días no ha recibido los informes
psicológicos o sociales debe prescindir de ellos y dictar su
resolución.
A.3.d) REVISION DE LA RESOLUCION POR EL TRIBUNAL SUPERIOR.
La sentencia que se pronuncie acerca del discernimiento
(creemos que su naturaleza es la de ser interlocutoria de segundo
grado) es susceptible del recurso de apelación, por aplicación del
artículo 37 de la Ley de Menores, el cual se concederá en el solo
efecto devolutivo y se verá en artículo en la Corte
correspondiente.
Conforme a lo que dispone el inciso 3º del artículo 28 de la
ley citada procede la consulta respecto de ella cuando declara sin
discernimiento al menor a quien se le imputa la comisión de un
delito que merezca pena aflictiva. La Corte se pronuncia en cuenta
acerca de ella teniendo como único trámite la vista al Fiscal,
salvo que se pidan alegatos.
A.3.e) CONDICION DEL MENOR EN ESTE PROCEDIMIENTO.
El artículo 347 bis A del Código de Procedimiento Penal
dispone "La internación del menor con estos fines será considerada
privación de libertad para todos los efectos legales y no impedirá
al Juez del Crimen otorgarle la excarcelación, si fuere
procedente, de acuerdo con las reglas generales".
Trascendental importancia reviste esta disposición, producto
de la modificación introducida al Código por la Ley 18.857 de
Diciembre de 1989, desde el punto de vista de la procedencia de
acciones cautelares tendientes a la protección de la garantía
constitucional de la libertad personal, pues es procedente al
respecto el recurso de amparo en contra de una privación de
libertad de este tipo que tenga carácter arbitrario, lo mismo
ocurriría en el caso por ejemplo del artículo 314 del Código de
Procedimiento Penal si se demora el juez más del plazo legal en
tomarle declaración.
Además de lo señalado es importante esta consideración pues
el menor inculpado tendrá todos los derechos que la legislación
concede al detenido, lo que a nuestro juicio no dejaría de tener
aplicación al momento de que el menor sea declarado sin
discernimiento y sometido al poder del Juez de Menores, sin
perjuicio de que, como comentamos en otra parte de este Capítulo,
no existe norma expresa al respecto, pues no se contempla un
procedimiento criminal de menores.
Por último, la facultad de resolver respecto de la libertad
provisional del menor permanece radicada en el Juez del Crimen, de
manera que éste podrá decretarla, si así es procedente, mientras
dure el procedimiento para determinar el discernimiento.
A.4) COMPETENCIA PARA CONOCER DE LAS CONDUCTAS PUNIBLES SEÑALADAS
EN EL TITULO V DE LA LEY DE MENORES.
El artículo 62 de la Ley de Menores inicia el título V de
ella el cual tiene como epígrafe "Disposiciones Penales". Allí se
tipifican una serie de tipos penales cuyo sujetos pasivos son
menores y que dicen relación con explotación económica de ellos y
otras conductas que los colocan en peligro moral, malos tratos,
abandono y corrupción, imponiéndoles a los autores sanciones de
carácter pecuniario y corporal.
El artículo 26 en su numeral 11 otorga competencia al Juez de
Letras de Menores para conocer de los delitos penados en el
artículo 62 de la Ley de Menores y las faltas que cometen aquellos
que encontrando perdido o abandonado a un menor de siete años no
lo entregue a su familia o no lo recoja o lleve a un lugar seguro,
y denunciando el hecho a la autoridad, o la que comete el que
ofenda públicamente el pudor con acciones o dichos deshonestos o
el cónyuge que escandalizaré con sus disensiones domésticas
después de haber sido amonestado por la autoridad, cuando las
ofensas o el escándalo haya sido presenciado por menores o hayan
sido afectados por ello. (artículos 494 Nº 13, 495 Nº5 y 6
respectivamente del Código Penal).
En el conocimiento de los delitos previstos en el artículo 62
citado y las faltas indicadas en el párrafo precedente, el Juez de
Menores deberá observar en la tramitación de esos procesos las
normas señaladas por el Código de Procedimiento Penal para el
Procedimiento Sobre Faltas, artículo 550 y siguientes.
De acuerdo con este procedimiento, el Juez de Menores ante
una denuncia que llegue a su conocimiento por la comisión de un
delito o falta de aquellos que es competente para conocer puede
iniciar de oficio el proceso, y en tal caso mandará notificar al
denunciado citándolo para la audiencia que fijará para quinto día,
pudiendo también citar al denunciante, y los testigos si así lo
estima necesario o lo pide alguna de las partes.
En la audiencia, con los que comparezcan, se ratificará la
denuncia se interrogará al denunciado y éste expondrá lo
conveniente a su defensa; podrá comparecer personalmente o hacerse
representar o bien presentar su defensa por escrito y a los
testigos.
Terminada la audiencia el juez deberá pronunciar su
sentencia, para lo cual apreciará la prueba en conciencia.
La sentencia que se dicte es susceptible de recurso de
apelación que se concederá en ambos efectos.
La sucinta relación que se ha hecho del procedimiento sobre
faltas tiene por finalidad graficar cual es la tramitación que se
le debe dar, esta competencia, sin embargo, no tiene mayor
importancia en la práctica, y aunque aventurada nuestra
apreciación nos atrevemos a señalar que se trata de una normativa
en desuso, pues a lo largo del estudio que hemos hecho para
elaborar este trabajo no hemos encontrado casos en que se haya
aplicado y delitos como los señalados en los artículos citados se
cometen a cada minuto, basta pensar en los casos de maltrato a
menores, dichas conductas muy raras veces son conocidas por los
tribunales y cuando son denunciadas no se recurre al procedimiento
reseñado para sancionar esas conductas, simplemente se recurre a
la adopción de otras medidas de protección o a denunciar la
agresión al Juzgado del Crimen cuando las lesiones causadas son de
gravedad, o bien los responsables son detenidos y puestos a
disposición de los Juzgados de Policía Local o del Crimen si se
trata de infracciones a la Ley de alcoholes o corrupción de
menores.
Al respecto consideramos necesario dotar de mayores
facultades al Juez de Menores en este terreno a la vez que
instaurar un procedimiento eficaz, rápido y adecuado a los hechos
como efectivamente ocurren para lograr el control de estas
situaciones actualmente sancionadas de manera formal en una
normativa vigente pero en desuso.
CONCLUSIONES
Fundamento del distingo contenido en el Código Civil respecto de
la filiación.
En conocimiento de la existencia de una iniciativa
legislativa actualmente en trámite en el Parlamento de la Nación
para modificar la normativa reguladora de la filiación y como una
manera de aclarar el basamento de la opinión que hemos sustentado
al respecto en el presente trabajo, estimamos de toda conveniencia
referirnos a la fundamentación del distingo legal contenido en
nuestro Código Civil en materia de filiación.
Conocida es la posición abolicionista de la clasificación
legal de los hijos que contiene nuestro ordenamiento civil y que
sustentamos tanto en el capítulo II de esta memoria, referido a la
familia y al menor en situación irregular, como en su capítulo I
que trata de la Convención de Derechos del Niño y específicamente
respecto de la legislación chilena en materia civil atingente a la
filiación.
En efecto, en aquellos acápites fundamentamos nuestra postura
recurriendo específicamente a dos razones de singular importancia
y pudiendo agregar una tercera en este apartado. Esos fundamentos
son:
En primer lugar, como se consigna en el capítulo II, por un
motivo de orden constitucional, existe, a nuestro juicio en la
actualidad, una contraposición entre el Texto Fundamental y la
legislación civil vigente.
Así es, conforme señalamos en el citado capítulo, nuestra
Constitución Política del Estado asegura a todas las personas la
igualdad ante la ley, disponiendo que en Chile no existen personas
ni grupos privilegiados. Pues bien, en el Código Civil, en su
Título Preliminar y en su Libro I, se contiene la clasificación de
los hijos en legítimos e ilegítimos, según haya sido el estado
civil de los padres al tiempo de producirse la concepción del
hijo, esto es, si se encontraban o no verdaderamente casados.
Dicha clasificación se encuentra en total discrepancia con el
citado texto constitucional, al otorgar privilegios fundados en el
origen a un grupo de personas como son los hijos legítimos,
quienes se encuentran en una calidad superior respecto de los
hijos ilegítimos.
En segundo término, fundamos nuestra opinión reformista en la
necesidad de solucionar la trangresión que nuestra legislación
civil efectúa al texto de la Convención de Derechos del Niño, por
cuanto ésta prohíbe toda forma de discriminación de los menores
fundada, entre otras razones, en el origen o en la condición de
los padres. Ya dijimos también en aquellas líneas que los Tratados
Internacionales continentes de derechos fundamentales y que se
incorporan a nuestro ordenamiento jurídico lo hacen con rango de
norma constitucional atendido lo dispuesto en el artículo 5º
inciso segundo de la Constitución Política de 1980, usando el
mecanismo de institucionalización que la doctrina llama "vía de
Tratado".
De esta forma, estamos en condiciones de afirmar que esa
distinción está afectada de de insconstitucionalidad por todos los
flancos desde los cuales se le pueda mirar, pues si utilizamos la
normativa fundamental interna encontramos el artículo 5º y el 19,
si lo vemos desde el ámbito internacional, considerando a la
Convención sólo como un Tratado Internacional obligatorio para
Chile por haber sido ratificado, sin considerar su rango
normativo, también es contradictorio de ese instrumento.
En tercer lugar, y este argumento lo agregamos en esta parte en
forma expresa, aún cuando se contiene en el trabajo, podemos
recurrir al Derecho comparado, a legislaciones como la española o
la portuguesa. Citamos esos casos, especialmente el español, por
la cercanía de los sistemas e idiosincracia de los pueblos y
además por haberse producido ña misma disonancia normativa de la
que hoy adolece nuestro ordenamiento y que fue rápidamente
solucionada modernizando y adecuando los preceptos a los
principios de igualdad y respeto de la dignidad humana que hoy
sustentan la unanimidad de los pueblos del mundo.
Ahora bien, respecto de la inspiración o fundamento que movió
al Legislador decimonónico, y especialmente al redactor del Código
Civil, para incluir la distinción entre hijos legítimos e
ilegítimos y entre estos en naturales y simplemente ilegítimos,
tremendamente marcada al principio y atenuada después a mediados
del presente siglo, fundamentalmente por la Ley 10.271.
Al respecto se consignan en la bibliografía existente sobre
la materia como razones principales para la señalada inclusión las
siguientes.
En primer lugar, la institucionalización del matrimonio
monogámico, perpetuo y sin posibilidad de disolución del vínculo,
el cual reconoce como origen el Derecho Canónico en donde el
matrimonio es considerado un sacramento también perpetuo e
indisoluble, salvo cuando concurren circunstancias calificadísimas
que en ese ordenamiento se señalan.
En segundo lugar, la necesidad de fomentar el matrimonio como
institución fundamental en el ordenamiento social y de reprimir
las uniones de hecho privándolas de reconocimiento legal y de
efectos jurídicos plenos como son una condición desmedrada de los
descendientes habidos en esas uniones, más aún privando incluso de
la posibilidad de investigar la paternidad, pudiendo obtenerse
solamente el reconocimiento de manera voluntaria por parte del
presunto padre o madre ilegítimo.
En tercer término, para conferir mayor resguardo a los derechos
de los descendientes concebidos en el matrimonio verdadero de los
padres lo que significaba también un mecanismo de fomento a las
uniones legítimas que sólo se producirían por la vía del
matrimonio válido.
Esta argumentación es válida hasta el día de hoy, incluso
nuestra actual Constitución Política considera a la familia como
núcleo fundamental de la sociedad, concepción que era recogida,
como podemos apreciar, ya en el siglo pasado, de manera no tan
expresa y directa, pero sí estaba en el espíritu de la normativa y
una muestra de ello es el indicado mecanismo de establecer el
distingo en la filiación de la descendencia, otorgando un trato
diferente a los hijso concebidos en uniones extramaritales
privándolos de esa forma de una serie de derechos a los cuales
acceden por el solo ministerio de la ley por el hecho de haber
sido concebidos en matrimonio válido de los progenitores, o bien
por haber sido legitimados a través del matrimonio de los padres
contraído con posterioridad a la concepción.
Toda la argumentación anteriormente expuesta, en defensa de
nuestra postura partidaria de la eliminación de la indicada
diferenciación debe ser entendida no como una posición proclive al
fomento de las uniones de hecho y tampoco considerando a estas
como una recomendable forma de estructurar la sociedad ni menos
aun como una manifetación de permisividad en la formación de
grupos con ligazones filiales.
Todo lo anotado debe entenderse sin perjuicio y con pleno
respeto de la institución y sacramento del matrimonio, mecanismo
que consideramos como la mejor y única forma idónea para unir el
componente humano de la sociedad y asegurar el pleno desarrollo de
la persona, tanto de aquellos que se han comprometido mediante el
vínculo conyugal como de los que adquieren existencia a partir de
esa unión, esto es, los hijos. No pretendemos, por motivo alguno,
alzarnos en contra del matrimonio y menos aun debilitar la
estructura de la familia.
El fundamento de nuestra opinión, como ya hemos aclarado, es
simplemente lograr por una parte el respeto a la dignidad de la
persona, específicamente de aquellos que han nacido de uniones de
hecho, cualquiera que hayan sido las circunstancias en que fueron
concebidos, ello por el natural motivo de ser completamente ajenos
a aquellas circunstancias, siendo injusto imponerles las
consecuencias de las acciones de quienes les dieron existencia.
Por otro lado, consideramos de vital importancia el hecho de
que nuestro sistema jurídico cumpla cabalmente con las
obligaciones que ha adquirido a través de los Tratados
Internacionales en los cuales figura como parte, especialmente
frente a lo dispuesto en el artículo 5º de la Constitución
Política del Estado. Esto tiene especial realce en la Convención
de Derechos del Niño de 1989, instrumento que podemos considerarlo
como un sistema normativo dado para la protección del niño pero
además como un mecanismo que vela por el cuidado, respeto e
integridad de la familia y del matrimonio imponiendo obligaciones
a los Estados partes de fomentar y adoptar medidas tendientes a
lograr las finalidades indicadasd en beneficio de la célula social
básica.
Como corolario de todo nuestro trabajo vertido en las
innumerables páginas de esta memoria, podemos decir que falta
mucho por hacer en nuestro país en materia de cuidado y protección
del menor y de su núcleo familiar.
El mejoramiento de las condiciones de vida de los niños en
todos los estratos sociales no se logra simplemente por la vía de
la modificación legislativa, hace falta para ello una real
voluntad para conocer en toda su forma y extensión el problema y
buscar las soluciones adecuadas a nuestro país; no es sensato ni
realista importar soluciones o implementar salidas que constituyen
meros paliativos, se necesita un proceso extenso y global que
requiere de un tiempo prolongado y de una política coordinada y
continuada para lograr el cumplimiento de esta difícil tarea.
El comienzo, sin embargo, creemos que puede ser la
modernización y modificación de la normativa, lo cual, como
dijimos en capítulos anteriores, puede ser conseguido por el
camino de la codificación, reuniendo en un solo texto todas las
materias relativas a menores, abordando las que tienen regulación
somera, determinando procedimientos o implementando aquellos
inexistentes en la práctica, determinando ámbitos con claridad
para terminar con las "tierras de nadie" que a menudo se
configuran en el campo práctico como ocurre en la determinación de
lo que es proteccional y lo que es penal dando a cada situación el
trato que corresponde.
De esa manera se logrará sistematización, coherencia y
consecuencia de la legislación, superando el desorden existente en
la actualidad. Se puede crear por esa vía un efciente conglomerado
de normas especiales rectoras en forma íntegra de todos los
aspectos relativos a la compleja realidad de los menores en
nuestro país, especialmente respecto de aquellos que se encuentran
afectados por algún grado de irregularidad.
De esta manera, la unificación de la normativa ligada al
perfeccionamiento y creación de tribunales y al diseño de planes e
implementación de infraestructura de tratamiento adecuada y acorde
con estos tiempos nos puede permitir superar la aguda situación
que actualmente enfrentamos no sólo en lo que dice relación con el
ámbito proteccional o penal de menores sino también en el orden
civil relativo a la minoridad chilena; a todo lo cual esperamos,
pueda contribuir este trabajo a pesar de las limitaciones de las
cuales sabemos que adolece.
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4. CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL.
5. CODIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL.
6. CODIGO SANITARIO.
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Nº 14.908.
10. LEY ORGANICA CONSTITUCIONAL DE LAS FUERZAS ARMADAS, Nº 18.948.
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2. REGLAS MINIMAS DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ADMINISTRACION DE
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3. CODIGO DEL MENOR DE LA REPUBLICA DE COLOMBIA.
4. ESTATUTO DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE DE LA REPUBLICA FEDERATIVA
DE BRASIL.
5. CODIGO DE LA FAMILIA DE LA REPUBLICA DE COSTA RICA.
6. CODIGO DE FAMILIA DE LA REPUBLICA DE BOLIVIA.
7. CODIGO DE MENORES DE LA REPUBLICA DE ECUADOR.
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